Claudio Bellini

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CLAUDIO BELLINI: EL PROCESO ECONÓMICO Objetivo: en este capítulo Bellini busca demostrar que las condiciones ofrecidas por el mercado internacional, luego de 1930, continuaron ejerciendo un papel importante en las posibilidades económicas que se abrían al país. En este sentido, ve las distintas interpretaciones que han formulado los analistas para explicar las razones por las cuales hacia 1950, Argentina se había apartado de ese perfil de economía extensa y diversificada que había logrado con una exitosa inserción en el comercio mundial a raíz de la crisis de 1929 y los inicios de la ISI. Estas distintas interpretaciones son: una dotación de recursos naturales poco adecuada para impulsar la industrialización, el reducido tamaño del mercado interno, el escaso dinamismo del empresariado, reacio a invertir en actividades que no redituaran rendimientos altos e inmediatos, y una política económica que perseguía la autarquía durante los dos gobiernos de Juan Domingo Perón. Todas estas condiciones, para Bellini, no fueron una opción entre caminos alternativos, sino que así como el crecimiento anterior a 1930 había sido posible gracias a la gran expansión del comercio internacional, el lento incremento de la producción posterior a 1930 pareció estar en buena medida condicionado por las menores oportunidades ofrecidas por el mercado mundial. El autor periodiza su análisis en 3 etapas, que coinciden con las tres décadas posteriores a 1930. Crisis y transformaciones en los años treinta: El impacto de la Gran Depresión: luego de la IGM Argentina seguía especializándose en la producción y exportación de productos primarios, pero los cambios en el mercado internacional comenzaron a afectar su desempeño: inestabilidad de los flujos de capital, auge del proteccionismo agrario en Europa, y tendencia a la sobre producción de cereales. La economía argentina era muy vulnerable a los desequilibrios del mercado mundial, por su fuerte dependencia del capital extranjero, propietario de gran stock del capital instalado y acreedor del Estado nacional. La economía local empezó a deslizarse hacia la recesión pocos meses antes de que estallara la Gran Depresión. Como resultado del gran crecimiento de la producción industrial en EEUU y la especulación bursátl de Wall Street, entre 1928 y 1929 comenzó una fuerte exportación de oro desde países europeos y de América Latina hacia EEUU. La combinación de la salida de capitales y la caída de los ingresos por las exportaciones marcaron el comienzo de un nuevo ciclo recesivo. Yrigoyen ordenó el cierre de la Caja de Conversión con objeto de frenar la sangría de oro. La quiebra del banco austríaco Credir-Anstalt, hundió a la economía europea y cambiaría definitivamente la percepción de los economistas y encargado de las políticas públicas. En Argentina entre 1928 y 1932 los precios de las exportaciones se redujeron en un 64%, los términos del intercambio descendieron un 40%, pero no hubo un derrumbe de los volúmenes de exportación, hasta las malas cosechas de 1930 y 1933. La brusca reducción de los valores de exportación llevó a saldar pagos con oro y aguda reducción de importaciones, que descienden un 55% entre 1928 y 1932, el PBI desciende un 14% y la desocupación aumenta Una recuperación temprana: el impulso de la reactivación económica argentina provino del mercado externo, una sequía que se prolongó entre 1933 y 1937 afecto a EEUU, Canadá y Australia, principales competidores de Argentina, así la oferta mundial descendió y los precios retomaron en 1937 sus niveles de 1928. El Estado intervino en esta recuperación, inicialmente el gobierno respondió a la Gran Depresión de acuerdo con las recomendaciones que emanaban de la economía neoclásica, según la cual la libre operatoria del mercado permitiría alcanzar un nuevo equilibrio entre oferta y demanda. En ese contexto el Estado debía intervenir sólo alcanzando y manteniendo el equilibrio presupuestario. Entre 1930 y 1932 la caída del gasto público fue del 22% y los recursos aumentaron un 12%, esto permitió al Estado alcanzar el equilibrio presupuestario

temporalmente en 1933. Esto fue acompañado por la decisión de cumplir estrictamente con los compromisos de deuda asumidos con el extranjero.. Pero estas medidas no fueron suficientes para enfrentar la crisis. En 1931 se estableción una Oficina de Control de Cambios, que intervendría en el mercado de divisas., con esta el gobierno pretendía vigilar el comercio exterior para equilibrar cobros y pagos y evitar nuevos desequilibrios en la balanza. El auge del bilateralismo: la suspensión del patrón oro marcó el fin de una era, la inconvertibilidad de las monedas y el control de cambios alcanzaron barreras que segmentaron el comercio internacional. El nuevo orden comercial que emergió de la crisis se organizó sobre bases muy diferentes, como fueron los acuerdos bilaterales de comercios y pagos. Para Argentina esto presentaba algunas dificultades: el país se encontraba en un vínculo triangular de comercio con Gran Bretaña y Estados Unidos. Al primero le exportaba materia prima con el primero importaba artículos manufacturados. Con el abandono del multilateralismo (que permitía que el saldo negativo del comercio con EEUU se compensara con el superávit del comercio con GB), las relaciones comerciales con EEUU fueron complicadas, este país también era competidor en el mercado de carnes y cereales. En 1932 EEUU anunció que comerciaría preferencialmente con sus dominios. Poco despúes, Julio Roca (hijo) negoció un acuerdo con el jefe del Board of Trade, Walter Runciman (Pacto Roca-Runciman). Bellini observa cómo este vuelco el país al bilaterísmo fue una respuesta a la coyuntura externa creada por la Gran Depresión. Poco después del acuerdo, el equipo económico encabezado por el ministro de Hacienda Federico Pinedo, puso en marcha una serie de medidas económicas, entre las que se destacó la reforma del control de cambios. Con un régimen más severo, las nuevas medidas dispusieron un desdoblamiento del mercado cambiario, creándose un mercado oficial y otro libre. El Pacto Roca-Runciman y la reforma cambiaria de 1933 tuvieron como resultado la consoliación del vínculo económico anglo-argentino. La Argentina reorientó sus compras hacia el mercado inglés en detrimento de EEUU. El resultado fue el estancamiento del comercio con EEUU y que las empresas instaladas en el país se veían perjudicadas a la hora de remitir las utilidades a sus casas matrices. En los años siguientes las autoridades firmaron convenios similares con Brasil (1933), Chile (1933), Italia (1934), Alemania (1934), Bélgica (1934), Suiza, España, Países Bajos (1934), Austria (1936) y Francia (1938). Intervención estatal: la intensificación del intervencionismo estatal se constituyó así en una respuesta no deseada pero inevitable a la crisis internacional. El control de los cambios y el proteccionismo fueron los primeros instrumentos utilizados. En 1933 el gobierno anuncia su Plan de Acción Económica Nacional. Control de cambio, margen de cambio. Pinedo propició la sanción de una amplia reforma impositiva que incluyó la unificación de varios impuestos internos y la creación de nuevos gravámenes. También otra medida de orden financiero fue la renegociación de la deuda interna y externa de la nación. El gobierno encaró la conversión de la deuda a tipos de interés más bajos y a plazos más prolongados. En 1935 se realiza una reforma bancaría y se crea el Banco Central, el banco se proponía conrolar la oferta monetaria, reemplazando el mecanismo automático del patró oro donde aquella estaba determinada por los egresos e ingresos de oro. Los objetivos de la institución eran proteger el valor de la moneda, adecuar la política monetaria y crediticia a las necesidades de los negocios, supervisar el desempeño de los bancos públicos y privados y actuar como agente financiero del gobierno. Bajo la dirección de Raúl Prebisch, quién ocupó esta hasta 1943. En cuanto a la política hacia los principales sectores productivos, el PAEN, entre 1933 y 1937, impulsa la creación de diecinueve agencias con el fin de regular, controlar y asesorar a diversos sectores de la producción agraria. Todas tenían naturaleza y estatutos diferentes, ero el objetivo de todas era la defensa del precio de los

productos o de los productores, las más importantes fueron las Juntas Nacionales de: Carnes, Granos, Vinos, Yerba y la de Algodón. Una característica de la intervención estatal de los años treinta fue que la mayor parte de las entidades creadas incorporaban los intereses corporativos en su seno (los productores, los industriales y, en menor medida, los consumidores), aunque no en proporción a su importancia económica. Crisis del campo: ante las bajas en los precios de los cereales y la crisis del sector agrícola, el Estado tomó ciertas medidas para evitar la expulsión masiva de arrendatarios y propietarios rurales, pero su éxito fue parcial, en cambio fue la mejora de los precios agrícolas lo que frenó ese proceso. La crisis de los años 30 fortaleció el peso del arrendamiento agrícola y ganadero que alcanzó gran auge en la región pampeana hacia 1937. Si bien el área sembrada con cereales se mantuvo, la superficie cultivada con plantas industriales, como el algodón, tabaco, arroz y yerba mate y azúcar se duplicaron y vivieron un período de expansión. Esta diversificación se vio estimulada por la devaluación de la moneda y las oportunidades existentes para sustituir productos de importación: los cultivos industriales y de frutas estaban orientados a satisfacer demandas del mercado interno y ofrecían materia prima para la nueva industria sustitutiva. Por su parte la ganadería bovina sufrió en menor medida el impacto de la crisis. Los ganaderos invernaderos se vieron beneficiados por el Pacto Roca- Reuciman (1933) y el Pacto Malbrán-Eden (1936), que aseguraron el mercado inglés. En peor situación se encontraron los ganaderos criadores, y los productores del interior que criaban ganado para el mercado interno. Industria en primer plano: la pérdida de dinamismo del sector agrario fue compensada por la ISI. Desde 1930 el sector manufacturero se convirtió en el más dinámico de la economía argentina, papel que desempeñará hasta mediados de la década de 1970. A partir de 1935 el crecimiento de la producción industrial fue acompañado de la instalación de nuevas empresas extranjera, ampliando la capacidad de producción del sector. No involucró a todas las ramas, la de mayor desarrollo fue la textil algodonera, se sumaron otras actividades manufactureras como la fabricación de neumáticos, el refino de petróleo y la elaboración de aceites comestibles. La expansión industrial se aceleró a partir de 1935, la potencia se había triplicado, lo que muestra un avance en la mecanización. La estructura industrial continuaba exhibiendo una gran heterogeneidad, con la presencia de algunos pocos grandes establecimientos, que suponían importantes inversiones, junto con un denso tejido de pequeños talleres. En el orden de las políticas públicas, durante la década del 30’, no aplicaron instrumentos que se propusiesen alentar la expansión de ese sector, en realidad este fue un subproducto de las medidas tomadas para paliar la crisis. El control de cambios no derivó en una política de distribución de divisas de acuerdo a la necesidad de la industrialización, sin embargo, la administración de divisas se orientó a reforzar el lazo comercial con los clienes tradicionales de la Argentina. La UIA, reclamó la creación de un sistema crediticio de largo plazo, la sanción de una ley anti-dumping, la de devolución de derechos para industrias exportadoras (draw back) y una revisión general de la tarifa aduanera. A comienzos de la década de 1940 algunas de esas medidas serían propuestas por el presidente Ramón Castillo al Parlamento, pero las Cámaras no las aprobaron. A pesar de la falta de una política sectorial más definida, la fuerte devaluación monetaria y las restricciones existentes para importar productos crearon un clima de protección que estimuló las inversiones en el sector industrial y el crecimiento de la producción.

Recesión (1937-1938): la combinación de la caída de los precios mundiales de los cereales a raíz de la recuperación de los productos Estadounidenses y canadienses, y la sequía provocaron una fuerte caída de divisas entre 1937 y 1938. Una fuerte crisis en la balanza de pagos obligó al gobierno a tomar nuevas medidas económicas. Se dispuso una nueva reforma cambiaria acompañada de una pequeña devaluación. Se reforzó el control de las importaciones, extendiendo el requisito del permiso previo a toda operación. El BC puso en marcha una política anticíclica destinada alentar el nivel de actividad interna mediante el incremento de la oferta monetaria (emisión?). La guerra y la reforma económica peronista en la posguerra Impacto de la guerra y Plan Pinedo: el estallido de la IIGM, en septiembre de 1939, trastocó el comercio internacional y confirmó el retorno al multilateralismo. Hubo una brusca caída del valor y el volumen de las exportaciones de granos y una reducción de las importacioes de manufacturas. El gobierno respondió a la coyuntura con el Plan de Reactivación Económica, elaborado por Pinedo, nuevamente designado ministro de hacienda. El principal objetivo era responder a la crisis agraria mediante la adquisición estatal de las cosechas. También se promovió un sistema crediticio que estimule la construcción de viviendas y con la concesión de créditos a largo plazo, la inversión en el sector manufacturero. El plan se proponía diversificar las exportaciones argentinas, estimulando aquellas con mayor valor agregado. El plan era esencialmente una respuesta a la coyuntura económica y no un cambio del modelo de desarrollo del país, el plan por ejemplo no contenía una clara formulación del perfil industrial deseado, de todas formas Diputados se negó a considerarlo por motivos políticos, y luego con el cambio de coyuntura lo relegó al olvido. A partir de 1941 la caída de las exportaciones de granos fue compensada por un aumento notable de los precios de productos agropecuarios y las manufacturas, que por primera vez comenzaban a exportarse en cantidades significativas. Las importaciones descendieron como resultado del retiro de la oferta mundial por parte de los países beligerantes. Argentina se benefició con una balanza en superávit hasta 1949. En este contexto de cierre de la economía argentina ante el mercado mundial, el aparato productivo continuó creciendo, esto permitió aumento del empleo, que atrajo a la población rural a ciudades, Bs. As. y Rosario. La alianza construida sobre la base de un sector mayoritario del movimiento obrero y algunos grupos políticos, levantaron la candidatura presidencial de perón para las elecciones de febrero de 1946. Política económica del peronismo: las nuevas demandas sociales posdepresión y posguerra y el auge del pensamiento keynesiano configuraron un nuevo clima de ideas que alentó una presencia estatal más activa. El peronismo se propuso construir una economía mixta que reservaba un papel activo al Estado. El objetivo: expansión del mercado interno y promover la industrialización. Se dieron importantes transformaciones institucionales, como la nacionalización del BC y de los depósitos de los Bancos Privados, la nacionalización del comercio exterior y se creó el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), que monopolizaría las exportaciones de cereales y las importaciones de algunas materias primas básicas. El control de la política monetaria y crediticia, y las ganacias obtenidas con la nacionalización del comercio exterior, permitieron al peronismo estimular el crecimiento de la actividad productiva y alcanzar el pleno empleo. Entre 1946 y 1955 el gasto público trepó constante un 60%. El incremento fue financiado en gran mediad por la emisión monetaria y el empleo de los superávits de las cajas de jubilación. En una coyuntura de precios altos, el Estado alentó una fuerte redistribución del ingreso. El salario real aumentó un 60% entre 1945 y

1949, el nuevo patrón distributivo que se instauró entonces amplió el mercado interno y dio nuevo aliento a la industrialización. Nacionalizaciones de posguerra: El estado también incrementó sus funciones como empresario, con un auge de las nacionalizaciones, como en Europa, esto se vio propiciado por el desinterés de los empresarios extranjeros por invertir grandes sumas en modernización en empresas que generaban pocos activos. Entre 1946 y 1954, la participación de las empresas estatales en el valor de la producción industrial y en el número de obreros ocupados se triplicó alcanzando el 10 % y el 12% respectivamente, del total de la industrial. Estancamiento agrícola pampeano y expansión de las economías regionales: La intervención del IAPI se produjo en medio de un fuerte incremento de los precios agrícolas que se prolonó entre 1945 y 1948. El IAPI adquirió productos agrícolas a precios menores de los que regían en el mercado mundial y los colocó en el exterior. Esta política, que afectada sólo la rentabilidad del negocio agrícola, coartó la inversión y contribuyó a la declinación de la producción. Por otro lado las restricciones de EEUU como represaría ante la neutralidad de Argentina durante la guerra, generaron un atraso argentino en la mecanización, justo en el momento en que los rendimientos de la producción agrícola en otros países de Occidente, con empleo masivo de herbicidas, funguicidas y pesticidas, mecanización a gran escala, uso de híbridos, y avances en las técnicas de cultivo. Un último factor de decadencia provino de las variaciones climáticas. La industria: el mediocre desempeño del sector primario, contrastó con el crecimiento industrial que alentado por las condiciones creadas por la guerra se prolongó hasta finales de la década de 1940.

La industrialización incompleta: Segundo plan quinquenal, por primera vez la política industrial estableció una jerarquía de obketivos al colocar, en primer lugar, el fomento de la siderurgia, y en orden descendente, la producción metalúrgica, de aluminio, química, mecánica y eléctrica.