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Harald Dern Roland Frönd Ursula Straub Jens Vick Rainer Witt

Comportamiento geográfico de ofensores desconocidos en delitos de violencia sexual

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Harald Dern Roland Frönd Ursula Straub Jens Vick Rainer Witt

Comportamiento geográfico de ofensores desconocidos en delitos de violencia sexual Un proyecto para optimizar la evaluación del comportamiento geográfico criminal en el contexto de la elaboración de un perfil del ofensor mediante análisis operativos de casos

Oficina Federal de Investigación Criminal, Wiesbaden, agosto de 2004 2a edición actualizada

La reimpresión y reproducción total o parcial sólo está permitida indicando la fuente y con el consentimiento de la Oficina Federal de Investigación Criminal 2

Índice de contenidos 1.

Presentación ........................................................................................ 5

2.

Geografía y criminología - un cuadro de conjunto ........................... 9

2.1

Introducción ........................................................................................... 9

2.2

Mitos ...................................................................................................... 9

2.3

Trasfondo general criminológico y geográfico ..................................... 11

2.4

Disminución de la frecuencia de los hechos delictivos en proporción al incremento de la distancia respecto al domicilio del agresor («distance decay») .............................................................................. 15

2.5

El planteamiento de la Environmental Criminology [Criminología ambiental] según Brantingham & Brantingham ................................... 17

2.6

El planteamiento de David Canter ....................................................... 21

2.7

El estudio de Anne Davies y Andrew Dale .......................................... 24

2.8

El planteamiento de Robert Keppel ..................................................... 26

2.9

El estudio de James L. LeBeau ........................................................... 29

2.10

El experimento de Brent Snook ........................................................... 31

2.11

Una conclusión criminológica preliminar.............................................. 33

3.

Base de datos y evaluación de datos .............................................. 35

4.

Resultados ......................................................................................... 38

4.1

Observaciones generales .................................................................... 39

4.2

Evaluación de diferentes escenarios del hecho................................... 43

4.3

Comparación de áreas urbanas y rurales............................................ 51

4.4

Delitos con o sin decisión criminal tomada previamente ..................... 56

4.5

«Autor desconocido» versus «encuentro casual previo»..................... 60

4.6

Edad .................................................................................................... 64

4.7

Antecedentes policiales ....................................................................... 67

4.8

Delitos seriales .................................................................................... 69

4.9

Violación con «escalamiento» ............................................................. 73

4.10

Niños como víctima ............................................................................. 76

4.11

Traslado del cuerpo después de un homicidio sexual ......................... 80

4.12

Homicidios sexuales en la RDA........................................................... 84

3

5

Resumen de los resultados esenciales ........................................... 87

5.1

Observación de los grupos individuales de delitos .............................. 87

5.2

Verificación de las hipótesis ................................................................ 92

6.

Resumen y conclusiones.................................................................. 95

Bibliografía.................................................................................................... 101

4

1.

Presentación

«¡El asesino no es de aquí!» Esta suposición implica un mecanismo de defensa, entendible en la población local, después de haberse cometido un homicidio sexual1, particularmente, si la víctima es un niño. Sin embargo, esta afirmación se basa más en la esperanza que en el conocimiento, dado que, generalmente, los que posteriormente son identificados como autores del hecho no son viajeros provenientes de la gran ciudad lejana. Ocasionalmente, también los círculos policiales asumen esta actitud, cosa que, frecuentemente, dificulta la identificación del autor del hecho. Cuando estos casos no son esclarecidos, la sección encargada de la investigación se dirige, frecuentemente, a la unidad competente de análisis operativo de casos para que realice el análisis del caso en cuestión, que consiste, generalmente, en elaborar un perfil del ofensor que contenga, de ser posible, enunciados sobre la edad, antecedentes policiales y el entorno del ofensor desconocido. Se trata de criterios que permiten armar un perfil del ofensor y son de gran importancia para las autoridades locales que realizan la investigación. Una combinación de estos criterios, que pueden recogerse en bancos de datos, permite, p. ej., conformar un círculo de sospechosos potenciales o priorizar dentro de un círculo ya existente de presuntos autores del hecho (palabra clave «perfilado»). La Unidad de Análisis Operativo de Casos de la BKA publicó ya en agosto de 2002 un estudio sobre antecedentes policiales de violadores y homicidas sexuales.2

1

2 3

Este es el caso, por lo general, cuando en el contexto de un delito de homicidio son atacadas importantes zonas sexuales de la víctima. Desde 1999 la Criminalística Policial (PKS) sustituye el criterio de «homicidio sexual» mediante la denominación «homicidio en relación con delitos sexuales». Para simplificar, estos delitos se denominarán a continuación «homicidios sexuales». Straub & Witt: Polizeiliche Vorerkenntnisse von Vergewaltigern [Antecedentes policiales de violadores], Wiesbaden, 2002. El concepto de este estudio ya ha sido desarrollado, la iniciación del proyecto está prevista para el segundo semestre de 2004.

5

En el año 2004 se realizará un estudio sobre la biografía de estos ofensores tomando en cuenta el criterio de «edad”.3 Como se demostrará más adelante, en las regiones angloamericanas se han realizado progresos relativamente importantes en la investigación y la conformación de una teoría criminológica en materia del comportamiento geográfico de autores de delitos penales, en general, y de delitos de violencia sexual, en particular. Las cuestiones respecto a la distribución de la criminalidad, a los posibles factores criminógenos en el espacio ambiental o a determinados modelos ambientales que pudieran aportar informaciones sobre delincuentes son, lógicamente, interrogantes criminológicos esenciales. Un tratamiento de los principios criminológicos que constituyen el trasfondo del presente estudio no puede aislarse de sus objetivos. Estos objetivos están relacionados con planteamientos criminalísticos y analíticos de casos al investigar graves delitos sexuales no esclarecidos. Los Análisis operativos de casos (OFA) abarcan también métodos para analizar casos en los que la evaluación de parámetros geográficos es frecuentemente importante (como en el área de análisis de casos «normales”) y a veces central (como es el caso del análisis geográfico de casos).4 El estudio del comportamiento ambiental de autores de delitos sexuales se ha concentrado hasta ahora en los delitos seriales. Esto constituye una deficiencia teniendo en cuenta que el objetivo perseguido es un asesoramiento adecuado a la práctica, dado que los autores de delitos sexuales sólo en casos excepcionales son criminales sexualmente desviados con un alto potencial de reincidencia y, por consiguiente, también potencial serial. En general, responden al tipo de criminal común que cuando se presenta la oportunidad (y, dado el caso, se añaden factores desinhibitorios) también comete un delito sexual.

4

6

Respecto al análisis operativo de casos compárese Dern 2000, Hoffmann & Musolff 2000, Witt & Dern 2002, Baurmann 2003, así como Baurmann & Dern 2004. Los estándares de calidad para los análisis de casos de la Policía alemana (véase también www.bka.de) contienen también las herramientas analíticas «Análisis de casos» y «Análisis geográficos de casos» teniendo en cuenta los requisitos cualitativos mínimos.

El presente estudio se concentra en un grupo muy específico como es el de los delitos sexuales graves sin encuentro previo digno de mención entre la víctima y el victimario y trata de dilucidar, especialmente, la relación entre los lugares importantes del hecho y los puntos de anclaje del ofensor. En este sentido, este estudio se debe incluir en un campo especial de la criminología geográfica.

El proyecto «Comportamiento geográfico de ofensores desconocidos en delitos de violencia sexual» tiene la intención de facilitar, en particular, datos fundados sobre la relación entre el entorno del ofensor y el radio de acción en el que se mueve para cometer el delito. El estudio se basa en las siguientes hipótesis iniciales: Þ

En general, tanto en el caso de violaciones como de homicidios sexuales se comprueba una orientación regional del ofensor.

Þ

Cabe distinguir entre delitos de oportunidad (decisión espontánea de cometer el delito, «oportunistas») y delitos con decisión criminal tomada previamente (los llamados delitos «planificados»). Mientras que al cometer el delito los «oportunistas» accionan muy regionalmente (orientándose a su rutina diaria), en el caso de los ofensores que «planifican» el hecho se debe considerar un radio de acción más grande (permaneciendo éste, sin embargo, dentro del sector regional).

Þ

En los casos en que la víctima es trasladada a otro lugar después de ser avasallada, ese accionar refleja patrones ambientales que permiten hacer un enunciado respecto a la clasificación regional del ofensor.

Þ

En los casos en que, después de una violación, la víctima es asesinada con la intención de ocultar el hecho, esto guarda un correlato con la cercanía regional del domicilio del ofensor.

Þ

Si después de cometerse el delito el cuerpo es retirado del lugar del hecho y trasladado en un vehículo, esto está en relación con la cercanía del domicilio del ofensor al lugar del hecho. 7

8

2.

Geografía y criminología - un cuadro de conjunto

2.1

Introducción

Los estudios geográfico criminales se remontan al siglo XIX. Sus comienzos se asocian con frecuencia a los nombres de Lambert Adolphe Quetelet y André Michel Guerry de Champneuf, cuya tesis central dice que la criminalidad no está distribuida ni geográfica ni delictivamente de forma homogénea y que, justamente, esa heterogeneidad es la que puede presentar, algunas veces, patrones estables. En el siglo XX, la Chicago School of Sociology tuvo una gran influencia también en el área del planteamiento ecológico. Los estudios clásicos de Shaw & McKay (a partir de 1929) sobre los patrones de criminalidad en Chicago así como el planteamiento metodológico de Burgess (a partir de 1916) basado en la combinación y comparación de datos geográficos con tasas de criminalidad y con el medioambiente físico marcaron el estilo. Los efectos de este planteamiento se pueden observar, hoy en día, incluso en el campo del análisis regional de la criminalidad (KRA, Ziercke 1985, Koch 1992). En los años setenta se produjo una reorientación diferenciada en el contexto de la

environmental

criminology

(criminología

ambiental)

(Brantingham

&

Brantingham 1981, pág. 18).

2.2

Mitos

En el campo de la criminología – especialmente cuando se trata de hechos con gran impacto emocional como es el caso de los delitos sexuales – se filtran a veces imágenes de campos delictivos que tienen muy poco que ver con la realidad. Esto vale, naturalmente, aún en mayor medida para una criminología cotidiana y sus efectos sobre los medios, la política, las agencias de socialización o incluso los órganos encargados del control social formal.5 A esto hay que añadir que algunos estudios que aparentemente confirman una imagen determinada vistos de cerca hacen lo contrario (Gottfredson & Hirschi 5

Con referencia a los delitos sexuales compárese Baurmann 1983 o Gottfredson & Hirschi 1990, pág. 36 y ss.

9

1990, pág. XV). Aquí hay que mencionar la abundante literatura que contribuye a mantener viva la imagen de autores de delitos sexuales como «autómatas compulsivos” motivados por fantasías sexuales desviadas. A modo de ejemplo se cita aquí un estudio del FBI sobre un homicidio sexual6 que se remite, esencialmente, a una muestra altamente selectiva tomada al azar de homicidas sexuales sádicos (en su mayoría asesinos seriales) ocupando amplias áreas del campo de los delitos sexuales graves y tomando, intencionalmente o no, el título de la correspondiente obra capital «Sexual Homicide». En el área de los delitos sexuales graves persisten algunos mitos que, en parte, se remiten a estudios de corte selectivo y se mantienen vivos, adicionalmente, gracias a la propagación de los consiguientes productos de ficción (libros, películas) y la información medial a través de procesos de construcción social (compárese Jenkins 1994).7 Estos mitos abarcan, entre otras cosas, la idea de que los autores de delitos sexuales persiguen (forzosamente) una carrera criminal (guiada por la compulsión), que se trata de especialistas altamente inteligentes que planifican sistemáticamente8 o que, en última instancia, su comportamiento está impulsado por fantasías incontrolables. Desde el punto de vista geográfico se supone, en general, que algunos ofensores seriales al comenzar su serie recorren grandes distancias obedeciendo a una sensación inicial de seguridad, pero que más tarde, por razones de comodidad, empiezan a accionar en las cercanías de su domicilio, mientras que otros ofensores distribuyen sus delitos, fundamentalmente, desde su domicilio manteniendo una zona de seguridad9. En este contexto, los estudios geográficos muchas veces no tienen en cuenta el carácter ad-hoc de muchos delitos sexuales.

6 7 8

9

10

Ressler, Burgess & Douglas 1988 – ya publicado en parte en 1986 en el Journal of Interpersonal Violence. Baurmann (2003) trató detalladamente el tema de los mitos en el área de los delitos sexuales graves y del «profilings». Muy por el contrario, Meloy (2000) enunció que la banalidad de la biografía de asesinos sexuales sólo es superada por la insensibilidad de sus crímenes, situación que también hemos podido encontrar varias veces en el contexto del presente estudio. La llamada buffer zone según Brantingham & Brantingham (1981).

En última instancia, los mitos sobre el comportamiento ambiental del autor de un delito sexual no pueden analizarse aisladamente sin tener en cuenta los mitos del autor mismo. Si se considera que el autor de un delito sexual es, esencialmente, una persona que reflexiona y actúa de forma planificada, se considerará también que los lugares de importancia para el crimen fueron seleccionados cuidadosamente y, por consiguiente, se supondrá que el ofensor también desde el punto de vista geográfico está interesado en no dejar huellas. Igualmente problemático en este contexto es el hecho de que, en virtud de la gran cantidad cifras de casos desconocidos10, no se puede asegurar que se disponga de una imagen completa de la serie lo que hace que las afirmaciones respecto a los parámetros geográficos del primer y/o el último crimen de una serie (como es el caso, p. ej., en Warren y otros 1998) sean inseguras. Por consiguiente, se debe constatar que la realización de un estudio que pretende ofrecer un panorama lo menos preconcebido posible sobre la fenomenología de un campo delictivo exige, como requisito previo, el conocimiento de los mitos de ese campo delictivo.

2.3

Trasfondo general criminológico y geográfico

Herold (1977) define la geografía criminal como «la ciencia de las relaciones que existen entre la estructura específica de un espacio y los aspectos temporales y geográficos de los delitos que se cometen en él» (ibídem, pág. 290). Herold distingue la geografía criminal de la «doctrina de la distribución de la criminalidad», entre otras razones por el punto de movilidad del ofensor. Schwind (1981) va más allá en su definición entendiendo que geografía criminal es «la rama de la investigación criminológica y criminalística que investiga e intenta aclarar el comportamiento criminal mediante sus patrones de distribución e interrelación espacial y temporal valiéndose de magnitudes demográficas, económicas, sociales, psíquicas y culturales y teniendo como 10

Si bien esto atañe fundamentalmente a delitos sexuales cometidos en el contexto social local, el problema es, sin embargo, virulento (compárese al respecto Baurmann & Störzer 1981, Weis 1982, Baurmann 1983, Amelang 1986, Baurmann y otros 1991 o Wetzels & Pfeiffer 1995) y hay indicios para suponer seriamente que también se desconocen las cifras de los delitos sexuales graves (compárese Weinrott & Saylor 1991 o Stevens 1998).

11

objetivo (primeramente preventivo) la lucha contra el crimen» (ibídem, pág. 249).

La investigación geográfico criminal se ocupa, en general, de los efectos de factores estructuralmente decisivos como procesos de urbanización o la utilización de determinadas áreas (p. ej. para servicios, enseñanza o esparcimiento) en la incidencia de la criminalidad. En el contexto de este planteamiento se debe evitar la atribución de fenómenos de criminalidad zonal a los habitantes de esas regiones.11 Este tipo de errores de atribución también desempeña un papel importante en la investigación geográfico criminal especial, p. ej. si del hecho de que algunos asesinos seriales actúan suprarregionalmente se sacara la conclusión de que esto es válido para todos los asesinos seriales.

Los resultados de la criminología geográfica especial pueden tener también efectos criminalísticos inmediatos.12 Éstos pueden

ser particularmente

fructíferos cuando los parámetros discriminantes dentro de una clase de delitos coinciden reiteradamente con determinadas circunstancias geográficas. Es evidente que en cada crimen no esclarecido el interrogante sobre la identidad del autor está conectado de forma inherente con el interrogante sobre su lugar de residencia. Si, dentro de este contexto, se observa la avasalladora evidencia de que los criminales operan, fundamentalmente, de forma regional13, cometiendo, por consiguiente, sus delitos en lugares relativamente cercanos a su domicilio o a otros puntos de anclaje14, este aspecto también pasa a tener un interés criminalístico fundamental.

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12 13

14

12

La llamada «ecological fallacy» (compárese al respecto Brantingham & Brantingham 1981, pág. 16 y s. y 1984, pág. 228 y ss. p. ej.) o el «ökologischer Fehlschluss» [falacia ecológica] (Schwind 2003, pág. 300 y s.). Por ejemplo, Paul Brantingham se refiere explícitamente a esto en el prefacio de «Geographic Profiling» de Rossmo («Criminology Comes of Age»). «Algunos trabajos empíricos en criminología siguen demostrando que los ofensores cometen una gran cantidad de sus delitos en la ‚cercanía de su domicilio». (Brantingham & Brantingham 1981, pág. 30). Bottom & Wiles (1997) expresan esa idea aún más claramente: «Un lugar común en los manuales criminológicos dice que una gran parte de los hechos delictivos se comete en las cercanías del domicilio del ofensor» (ibídem, pág. 323). Compárese al respecto Rossmo 2000, pág. 99 y pág. 105 y ss, p. ej. En Alemania, p. ej., el estudio de Bochum sobre las cifras de casos desconocidos demostró en su estudio longitudinal que el 80 % de los delincuentes de Bochum proviene de la ciudad de Bochum (Schwind y otros 2001, pág. 85 y s.).

En este caso adquiere esencial importancia la pregunta sobre las distancias que los ofensores recorren para cometer sus delitos. Este interrogante se analiza

en

el

marco

de

la

llamada

journey

to

crime

research.15

Independientemente de que para las distancias investigadas en este estudio puede tener gran valor criminológico y criminalístico, el concepto de journey to crime puede llegar a ser problemático, por lo menos en el contexto de los delitos sexuales. Dado que el concepto de un viaje al lugar en el que se comete el hecho delictivo trae consigo la connotación de que el ofensor «viaja” conscientemente desde un punto (es decir regularmente desde su domicilio) hasta el lugar del crimen con el objetivo de cometer allí ese hecho delictivo. Este no es el caso de la mayor parte de los delitos sexuales graves que, generalmente, se cometen a partir de la situación de percibir espontáneamente la oportunidad de cometer el delito. Si bien se podría pensar que se podrían medir las distancias reales del recorrido (p. ej. de regreso a su casa, en el trayecto desde el lugar de esparcimiento en el que ha estado hasta el lugar del hecho) estos resultados tendrían, sin embargo, una importancia criminalística limitada. Es mucho más fácil localizar a un ofensor desconocido a partir de su domicilio que hacerlo desde el lugar de esparcimiento en el que él estuvo.

Hay una serie de interrogantes que pueden relacionarse con las distancias relevantes del hecho delictivo. Sin embargo, tan sólo unos pocos son de especial interés criminalístico – por ser realmente aplicables desde el punto de vista

criminalístico



y

posibilitan,

efectivamente,

una

aproximación

metódológica empírica fiable. Al respecto, cabe destacar la edad del ofensor, el tamaño de la localidad en que se cometió el delito, el nivel de planificación, el aspecto serial, antecedentes policiales o variaciones del tipo de delito. El término «tipo de delito» se refiere a variaciones del modo utilizado para cometer el delito dentro de una clase de delitos (p. ej. violación) que determinan, a su vez, subtipos (p. ej. violación con escalamiento de vivienda o violación en lugares públicos con empleo inmediato de violencia). Varios estudios han demostrado que, de cara a las distancias relevantes, tales tipos 15

Un amplio panorama sobre los estudios publicados en este sector se puede encontrar en Rossmo 2000, pág. 105 y ss.

13

de delitos permiten realizar una mejor diferenciación que el tipo de ofensor16 (como p. ej. características de la personalidad que pueden deducirse de la forma en que se cometió el hecho).17

Por esta razón, las estimaciones sobre el tamaño de la localidad en los estudios correspondientes respecto al comportamiento ambiental de ofensores (sexuales) son, con frecuencia, problemáticas o, simplemente, imposibles porque éstas se refieren a un espacio geográfico estrechamente limitado (por lo general una gran ciudad).

Establecer una correlación entre el «nivel de planificación» de delitos sexuales y las distancias, se hace difícil porque «nivel de planificación» es un concepto vago. Es necesario hacer aquí distinciones operacionales estrictas. La mayoría de los estudios importantes se concentra en los ofensores seriales. Sin embargo, en vista de la evidente preponderancia cuantitativa de los delitos aislados parece ser importante compararlos con los delitos seriales. Los «antecedentes policiales» o la «edad del ofensor» son magnitudes que pueden verificarse sin ningún tipo de dificultad respecto a las distancias relevantes. Lo sorprendente es la persistencia con que se insiste en suponer que la edad del ofensor tiene un correlato positivo con la distancia («ofensores mayores viajan más lejos»). Por ejemplo, Rossmo (2000, pág. 99) menciona los estudios realizados por Warren y otros (1995) y Garbor & Gottheil (1984) para comprobar esta presunción, sin embargo, en el contexto de estos estudios no se ha podido encontrar ninguna relación significativa respecto a la edad.

Otro concepto estrechamente ligado a la investigación de las distancias entre el lugar del crimen y el domicilio (journey to crime research) que tiene importancia

16 17

14

Véase al respecto sobre todo LeBeau 1987. En este contexto se presenta un problema en la implementación de tipologías que no fueron suficientemente probadas empíricamente. Si, p. ej. se clasifica según la correspondiente tipología de la personalidad – como lo hacen Warren y otros (1995 y 1998) – haciendo deducciones sobre la distancia, se transferirá la problemática de esta tipología a los enunciados sobre las distancias.

criminalística es el de las llamadas zonas de seguridad o amortiguación (buffer zones: Rossmo 2000, pág. 102, 119 y s.) es decir zonas en las que un criminal, cualquiera sea su tipo de delito, no opera por estar muy cerca de su domicilio.

2.4

Disminución de la frecuencia de los hechos delictivos en proporción al incremento de la distancia respecto al domicilio del agresor («distance decay»)

Este efecto se refiere al hecho de que la tendencia de los ofensores de cometer sus delitos, preferentemente, en las cercanías de su domicilio y no en un lugar lejano se refleja también en los correspondientes patrones de distribución geográfica. Brantingham & Brantingham (1984) hablan aquí de «patrones bien establecidos de comportamiento ambiental humano» (ibídem, pág. 344) y atribuyen esto a la circunstancia de que «cuanto mayor sea la distancia que los separa del domicilio menor será la interacción y la actividad» (Brantingham & Brantingham 1981, pág. 30). Este efecto pudo ser probado en un gran número de estudios: en muchos campos delictivos se cometió una cantidad desproporcionalmente alta de delitos en la proximidad relativa del domicilio del ofensor. Esto confirma la orientación regional de los agresores.18 El postulado de la disminución de la frecuencia de los hechos delictivos en proporción directa al incremento de la distancia respecto al domicilio del agresor (distance decay) está estrechamente ligado al principio superior de cercanía y/o a la ley del menor esfuerzo (least effort principle19). Este postulado indica que bajo la condición de una igual distribución de las posibilidades potenciales (en las que desempeñan un papel determinados parámetros como atractividad del objetivo, el uso de recursos y medios o la necesidad de seguridad) el agresor elegirá las variantes que, desde su punto de vista, le exijan una mínima modificación ambiental.20 Para aplicar esto al análisis de 18

Para un cuadro de conjunto más amplio véase Rossmo 2000, pág. 105 y ss. Zipf 1950. citado por Rossmo 2000, pág. 87. 20 Véase también Brantingham & Brantingham 1984, pág. 237 u. 344 o (desde la perspectiva de la psicología ecológica) Friedrichs (1990). 19

15

patrones de comportamiento geográfico de los ofensores, por un lado, se debe tener en cuenta, naturalmente, la distribución de las oportunidades de cometer el delito21 y, por otro lado, el área geográfica comprendida dentro del espectro de actividades del ofensor22 que, por lo tanto, estará representada también como un campo activo conscientemente percibido en su «mapa mental»23. Otro elemento individual es la forma en que se percibe la distancia. En este caso juegan un papel preponderante las circunstancias físicas y estructurales del entorno ambiental pero también la percepción individual de la distancia (compárese al respecto Brantingham & Brantingham 1984, pág. 346 y ss.). El principio de que cuanto mayor sea la distancia respecto al domicilio del agresor menor será la frecuencia de los delitos (distance decay) reviste especial importancia en los delitos seriales. En este caso se trata de algo más que un mero efecto estadístico, de hecho se puede suponer que una acumulación de los delitos de una serie habla más en favor de la proximidad del domicilio del agresor que los delitos que pueden valorarse como «incidentes aislados» al margen del radio de acción geográfico del ofensor. Naturalmente, esto tiene importancia para los análisis comparativos de casos (análisis seriales) y los consiguientes análisis geográficos de casos.24

21 22

23

24

16

En cuanto a los delitos sexuales existen aquí grandes diferencias entre áreas muy rurales y urbanas. El denominado espacio personal de actividades (activity space) conforma una parte del espacio representado personalmente en el individuo (awareness space); compárese al respecto Brantingham & Brantingham 1984, pág. 349 y ss. y Rossmo 2000, pág. 90 y s. El mapa mental o cognitivo también ha sido tematizado en el contexto de interrogantes geográfico criminales relacionados con casos específicos. un mapa cognitivo es «un mapa mental, la imagen de un lugar, un entorno, una representación estructurada de la realidad que se desarrolla dentro del cerebro del individuo como resultado [proceso cognitivo] y en algunos casos se combina con sentimientos y sensaciones que están asociados con un determinado lugar o entorno». (Clark 1998, pág. 79). Magnitudes importantes para el desarrollo de tales representaciones internas son, según Lynch 1960: caminos (paths), bordes o fronteras (edges), distritos (districts), nodos (nodes) e hitos o marcos de referencia (landmarks). Frecuentemente, se sobreestima el beneficio criminalístico de este concepto. Schneider (1990) critica correctamente que la investigación sobre el mapa cognitivo olvida los efectos de su influencia sobre el comportamiento (ibídem, pág. 271). Respecto al tema de los análisis comparativos y geográficos de casos véase Baurmann & Dern (2004).

2.5

El planteamiento de la Environmental Criminology [Criminología ambiental] según Brantingham & Brantingham

2.5.1 Historia y descripción del planteamiento El planteamiento de la criminología ambiental25 (environmental criminology) está estrechamente ligado al apellido Brantingham, un matrimonio de profesores de la Universidad Simon Frazer de Canadá. Gracias a la publicación de la antología titulada Environmental Criminology en el año 1981 (una nueva edición corregida se publicó en 1991) conteniendo artículos básicos importantes, se siguió consolidando el concepto de criminología ambiental (environmental criminology). El libro de C. Ray Jeffery «Crime Prevention Through Environmental Design» publicado en el año 1971 se considera el punto de partida de esta discusión. Científicos de diferentes disciplinas hicieron importantes contribuciones al sujeto. «La environmental criminology estudia sucesos criminales como producto del encuentro de ofensores potenciales con objetivos delictivos potenciales en puntos específicos en el espacio y el tiempo dentro del contexto de referencia de factores limitantes y posibilitantes específicos. Algunos estudios en este área enfocan los patrones ambientales de los movimientos de ofensores y objetivos delictivos desde la perspectiva de las rutinas sociales existentes.» (Brantingham 2000, pág. V). Inicialmente, el planteamiento fue desarrollado fundamentalmente en base a las observaciones de la criminalidad en materia de delitos contra la propiedad de (Brantingham & Brantingham 1981, pág. 240) y, en especial, en los años noventa se extendió a los sectores criminales de importancia en virtud del temor de la población a la criminalidad26 (p. ej. delitos de violencia sexual).

25

26

Una utilización de los términos «criminología ecológica o medioambiental», de forma análoga a la traducción de la expresión inglesa «environmental psychology» en «psicología ecológica o medioambiental» resulta algo problemática. Si bien la expresión inglesa «environmental psychology» se remonta a sus raíces alemanas (compárese Kruse, Graumann & Lantermann 1990) los términos «medioambiente» o «ecología» son en el alemán actual más amplios y, en gran medida, programáticos. La environmental criminology trata en primer lugar la interacción entre víctima y victimario en el contexto de parámetros espaciales, temporales y psicológicos que determinan el campo de actividad denominado «ambiente» (compárese Bottoms & Wiles 2002). Ibídem, pág. 241

17

Junto con los procedimientos geográficos para la representación y explicación del origen de la criminalidad, para el planteamiento de la criminología ambiental desempeñan un papel sumamente importante el principio de la proximidad (los ofensores actúan, por lo general, en la cercanía de sus puntos de anclaje y, si dos objetivos presentan la misma atractividad, elegirán el objetivo delictivo que esté más cerca de su punto de anclaje), la reducción de la frecuencia de los delitos con el aumento de la distancia (distance decay) así como la teoría de la elección racional (rational choice theory) y el postulado de la significancia de las rutinas cotidianas (rountine activity approach). En vista de su importancia, para entender mejor el aspecto ambiental del comportamiento criminal es apropiado ahondar en los dos conceptos citados arriba. 2.5.2 Teoría de la elección racional (rational choice theory) Junto con los planteamientos referidos a las actividades rutinarias y las oportunidades (Cornish & Clarke 1986, Clarke & Felson 1993), las teorías de la elección racional forman parte de las más conocidas aproximaciones al fenómeno criminológico que pueden armonizar con la criminología ambiental (environmental criminology) constituyendo un planteamiento criminológico muy prometedor. Con referencia a las teorías económicas modernas27, las teorías de la elección racional subrayan el cálculo del costo-beneficio del individuo que sopesa la ganancia criminal pretendida y la probabilidad de ser descubierto.28

27

28

18

Gottfredson & Hirschi (1990), sin embargo, ponen en duda que con tales suposiciones teóricas se pueda fundamentar la idea de que los criminales primero se especializan en un determinado sector delictivo y luego asumen un estilo de vida criminal como fuente de ingresos principal (ibídem, pág. 72 y ss.). Un estilo de vida semejante, exclusivamente criminal es una ficción. Los hechos delictivos son, primeramente, acontecimientos puntuales que se diferencian del comportamiento «normal» por la ilegitimidad de los medios como consecuencia de un autocontrol insuficiente (ibídem, pág. 85 y ss.). «Una persona comete un hecho delictivo, cuando el beneficio esperado supera al beneficio que esa persona podría obtener con otra actividad utilizando el mismo tiempo y recursos adicionales» (Becker 1968, pág. 176, citado en Jeffery & Zahm 1993).

Además, también es importante de cara a la aplicación de la teoría de la elección racional el hecho de que los autores de delitos sexuales sean, en gran parte, criminales comunes que no se concentran en un tipo específico de delitos (compárese Straub & Witt 2003), puesto que, gracias a eso, estos ofensores disponen de un amplio bagaje de experiencias en varios sectores criminales y, por tanto, en la percepción de oportunidades criminales (Carroll & Weaver 1986), cosa que también los beneficia al cometer delitos sexuales.29 Cornish y Clarke (1986) advierten, con razón, que no sólo los delitos contra la propiedad, sino también muchos delitos de violencia, incluyendo homicidio y violación, presentan un sustancial contenido de racionalidad demostrando que la decisión se toma sopesando los factores (ibídem, pág. 14). La perspectiva de las teorías de la elección racional puede ser considerada interaccionística30 (Felson 1993, Jeffery & Zahm 1993) dado que se concentran en la interacción entre las oportunidades de cometer el delito, el ofensor (y la víctima) y los mecanismos formales de control que culminan en un suceso delictivo. Naturalmente, la cuestión fundamental de la distribución de las oportunidades de cometer el delito desempeña aquí un papel especialmente importante (Rossmo 2000). Esta cuestión también adquiere significado de cara a los ofensores seriales cuando su espacio de actividades31 se corresponde con las rutinas cotidianas de las víctimas potenciales. Sin embargo, en vista del carácter frecuentemente oportunista de los delitos sexuales resulta más apropiado hablar de una racionalidad limitada temporalmente (temporal rationality según Trasler 1993).

29

30

31

Si bien Johnson y Payne (1986) ponen en duda la aplicación del modelo de hechos delictivos conducidos por una decisión racional cuando éstos se clasifican como actos patológicos (ibídem, pág. 172), cabe preguntarse si los delitos sexuales que se expresan como percepción situativa de una oportunidad de gratificación sexual por la fuerza no presentan similitudes fundamentales con delitos de robo o contra la propiedad p. ej., que son delitos situativamente comparables y, por lo tanto, pertenecen simplemente al área criminal (criminal range) de esos ofensores (compárese también Gottfredson & Hirschi 1990). En este contexto «interaccionística» significa que la comisión de un delito de violencia sexual está determinada, en mayor medida, por actuaciones sociales interactivas (interacciones) que por procesos internos que tienen lugar en el criminal (p. ej. frustración acumulada) (compárese al respecto también Baurmann 1983). Incluso los ofensores seriales cometen sus delitos a partir de ese espacio de actividades (activity space) acoplado a las rutinas cotidianas.

19

Dentro del contexto del análisis del comportamiento geográfico de autores de delitos sexuales desde la perspectiva de la teoría de la elección racional (rational choice theory), el grado de planificación (planificado versus espontáneo) adquiere un significado adicional como variable independiente que, probablemente, indique en qué medida los ofensores operan fuera de sus rutinas cotidianas. Según una hipótesis relativa, esta salida parcial del área de la esfera cotidiana se correspondería con distancias más largas entre el punto de anclaje y el lugar del hecho. 2.5.3 Actividades rutinarias y delitos (routine activity approach) Este planteamiento que se remite a Cohen & Felson (1979) se centra en la premisa de que los delitos tienen lugar fundamentalmente en el ámbito de las rutinas cotidianas de las personas afectadas. Desde la perspectiva del planteamiento de la routine activity, la condición mínima para la comisión de un hecho delictivo es la existencia de un ofensor dispuesto a cometer un delito, un objetivo delictivo apropiado y la desprotección del objetivo delictivo, teniendo en cuenta que estos tres tienen que coincidir en el espacio y el tiempo (Felson 1986, pág. 121).32 Por esta razón, a la luz de este planteamiento (frecuentemente confirmado empíricamente), el acto criminal no tiene la categoría de acontecimiento desviado de la actuación «normal». 2.5.4 Elección racional y actividad rutinaria – ¿una contraposición? «Elección racional» y «actividades rutinarias» conforman en primer lugar una contraposición de cara al esclarecimiento de delitos. Sin embargo, esta contradicción se puede resolver si se considera que, desde la perspectiva del cálculo del costo-beneficio, existe un elemento de ponderación racional a corto plazo que precede a la comisión de un hecho delictivo y que el ofensor muy raramente abandona la esfera de sus actividades habituales para implementar estas decisiones. Esta situación es diferente en el caso de objetivos delictivos específicos (p. ej. en el caso de robos a filiales del Correo o el conocido caso

32

20

Consecuentemente, la estructura de la oportunidad del delito (opportunity structure) según Rossmo 2000, pág. 112 se puede describir de la siguiente forma: delito = (ofensor + objetivo delictivo – protección) (lugar + tiempo).

de las violaciones en una vivienda de enfermeras), sin embargo, la relación fundamental en sí sigue siendo la misma en la mayoría de los casos.

Lo

esencial vuelve a ser en este caso saber cuál es el esfuerzo que está dispuesto a hacer el ofensor para lograr el objetivo delictivo que pretende. Por esta razón, es de suponer que, salvo el tipo de ofensor serial que planifica a la perfección, los autores de delitos sexuales, en general, se orientan regionalmente.

2.6 El planteamiento de David Canter David Canter, profesor de Psicología en Inglaterra (Liverpool) y fundador de la Investigative Psychology (Canter 1994, Alison & Canter 1999, Canter 2004) publicó en 1993 (junto con P. Larkin: The Environmental Range of Serial Rapists) y en 1994 (junto con A. Gregory: Identifying the Residentitial Location of Rapists) dos artículos sobre el comportamiento ambiental de violadores seriales que sirvieron de punto de partida para su planteamiento.33 En virtud de la especial importancia de los dos artículos originales se discutirán detalladamente aquí los resultados esenciales. El punto de partida de las reflexiones de los autores era la hipótesis de que los lugares del crimen estaban relacionados «de alguna manera» con el domicilio del ofensor. Respecto a las violaciones se cita el estudio de Amir (1971) que confirma la hipótesis de la existencia de un punto de partida fijo como base de operaciones del violador. Otros hallazgos esenciales para el modelo de Canter fueron el comportamiento geográfico de escaladores cuyos lugares delictivos se encontraban a lo largo de la ruta conformada por los lugares de importancia para ellos (Rengert & Wasilchick 1985), el postulado de Brantingham sobre una zona de seguridad, la distinción realizada por Capone & Nicholas (1975) entre los diversos tipos de ladrones y el significante resultado confirmado en este último estudio, al igual que en LeBeau (1987), de que parámetros geográficos como distancias, modos de cometer el delito (p. ej. «violadores con

33

Canter ya había publicado sobre temas de psicología medioambiental. Sus trabajos posteriores se refieren especialmente al comportamiento ambiental de asesinos seriales (compárese Godwin & Canter 1997 y Lundrigan & Canter 2001, p. ej.) y el desarrollo de sistemas especiales de localización del domicilio del agresor (Canter y otros 2000 y como estudio crítico Snook y otros 2002)

21

escalamiento») permiten sacar mejores conclusiones que la diferenciación entre los tipos de delincuentes (p. ej. «coléricos autores de represalias»). La premisa inicial de los autores es que, en el caso de ofensores seriales, sería razonable suponer la existencia de una base local fija circundada por un espacio que, no por casualidad, estaría en relación con esa base. Ese espacio sería el «criminal range».34 Canter y sus colaboradores desarrollaron dos modelos que (en el caso de ofensores seriales) describen el sector en cuyo centro se encuentra el domicilio del ofensor («home range») y el espacio geográfico en el que el ofensor comete sus delitos («criminal range»). 2.6.1 La hipótesis de los viajeros (commuter) (ofensores que viajan) El ofensor (commuter) viaja desde la zona en la que vive (home base) a un área en la que comete los delitos. Este área no presenta ninguna o casi ninguna yuxtaposición con el home range. A pesar de que ese criminal range también está en relación con el domicilio del agresor, no se pueden determinar ni el tamaño, ni la posición ni la distancia respecto al domicilio del agresor. Un comportamiento viajero puede darse como resultado de un aumento de la experiencia criminal o determinarse a través de la estructura de las oportunidades de cometer el delito (p. ej. delitos sexuales relacionados con las drogas en el ambiente de la prostitución o con la vivienda de las enfermeras). 2.6.2 La hipótesis de los merodeadores ( ofensores «merodeadores») Esa hipótesis coincide bastante con el modelo de Brantingham, pero también con los resultados de Amir y LeBeau. En cada caso, el ofensor se moviliza desde su home base a los lugares en los que cometerá sus delitos. La home base constituye el foco, los lugares del hecho parten de allí en forma radial. En este caso se da una yuxtaposición completa o bastante considerable entre home range y criminal range. Razón por la cual, el incremento de la distancia entre los diferentes lugares del hecho muestra un crecimiento (promedio) de la distancia respecto de la home base.

22

2.6.3 Las dos hipótesis del círculo De cara a la muestra tomada al azar analizada en este estudio se tomó la distancia entre los dos lugares del hecho más alejados entre sí como diámetro de un círculo que contenía, con cierta probabilidad35 todos los lugares del hecho. Esa era la primera hipótesis del círculo. La segunda decía que dentro de ese círculo se encontraba el domicilio del ofensor. 2.6.4 Resultados de los estudios de Canter y otros La primera hipótesis del círculo era aplicable al 91 % de los ofensores seriales (41 de 45 ofensores).36 Así y todo, en el caso de los cuatro agresores restantes 23 de los 30 delitos cometidos coincidían con la primera hipótesis del círculo. La segunda hipótesis del círculo se podía aplicar al 87 % de los ofensores (39 de 45 agresores), es decir que el domicilio de 39 ofensores se encontraba dentro del círculo cuyo diámetro describía los dos delitos más alejados entre sí. En seis de los casos, el modelo del círculo no era aplicable, es decir que estos ofensores se trasladaban al lugar en el que cometían sus delitos (commuters). Por lo tanto, la hipótesis de los viajeros (commuter) sólo era aplicable para casos muy especiales.37 La hipótesis de los merodeadores demostró ser un concepto adecuado para el tipo de ofensores analizados en el estudio. Para simplificar, se puede derivar de la hipótesis del círculo lo siguiente: los lugares del hecho que están muy lejos unos de otros, probablemente, se encuentren también más lejos del domicilio del ofensor (home base) que los lugares del hecho que se encuentran más próximos entre sí.38

34

Ibídem, pág. 65. Con excepción de los «patrones ambientales inusuales» (Canter & Larkin 1993, pág. 66). 36 Ibídem, pág. 67 37 Canter & Larkin incluyen también ofensores que después de secuestrar a su víctima, viajan a otro lugar donde realizan la violación. En este caso habría que verificar si el lugar del contacto inicial (compárese LeBeau 1987) no se encuentra dentro de su home range. 38 Presumiblemente, esto solamente sea relevante para las series con gran número de delitos. 35

23

Otra derivación de este modelo circular indica que «la mayor distancia entre los delitos individuales de la serie es superior a la distancia más grande entre un delito aislado y el domicilio del ofensor».39 Además, se encontraron claros indicios de lo uqqe se podría denominar zona de seguridad que circunda el domicilio del ofensor. Los autores constatan que el área de búsqueda determinada por el círculo es demasiado grande y, por lo tanto, difícil de cubrir en caso de investigaciones concretas, pero sugieren que habría otros factores que podrían utilizarse para lograr una limitación más estrecha. Según los autores, en este contexto habría que considerar especialmente la emocionalidad y la impulsividad (que pueden determinar distancias más cortas) o un entorno rural (que puede determinar distancias más largas).40

2.7

El estudio de Anne Davies y Andrew Dale

El estudio «Localización del violador desconocido» («Locating the stranger Rapist»)41, publicado en 1995, fue realizado por el grupo de investigación de la Home Office en Londres. Como parte del programa offender profiling research programme, este estudio tenía como objetivo aportar datos empíricos de importancia al método del offender profiling en Gran Bretaña. La muestra tomada al azar comprendía casos de violación esclarecidos que habían sido documentados policialmente. En estos casos se trataba tanto de ofensores que habían cometido un solo hecho como de ofensores múltiples. En total se analizaron 79 violadores y 299 casos (el domicilio de los ofensores ya era conocido en ese momento). Una gran parte de los casos provenía del Gran Londres.

39 40 41

24

Ibídem – de lo contrario, el domicilio no se encontraría dentro del círculo. Ibídem, pág. 69. A los efectos el criterio de «Stranger rapist» (violador desconocido) fue definido de la siguiente forma: «ofensor, que ataca a una mujer con la que él no había tenido ningún tipo de relación antes de la agresión o que conoció a su víctima inmediatamente antes de la agresión sin que el violador hubiera seguido la huella de su víctima mediante un contacto mutuo o amigos comunes» (ibídem, pág. 2).

Figura 1: Distribución según distancias recorridas desde el punto de anclaje hasta el lugar del contacto en el caso de violadores extraños a la víctima. Valores porcentuales en calidad de valores individuales (entre paréntesis) y acumulados (de Davies y Dale 1995, pág. 8).

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Violaciones de autores desconocidos cantidad (es) y porcentajes individuales

porcentaje (acumulado)

0 a 0,5 millas

52 (17,4 %)

17,4

0,51 a 1 milla

35 (11,7 %)

29,1

1,1 a 2 millas

67 (22,4 %)

51,5

2,1 a 3 millas

25

(8,4 %)

59,9

3,1 a 4 millas

26

(8,7 %)

68,6

4,1 a 5 millas

21

(7,0 %)

75,6

5,1 a 10 millas

39 (12,9 %)

88,6

más de 10 millas

34 (11,4 %)

100,0

en total:

299

100,0

No se pudo establecer ninguna evidencia que sustentara el concepto de zona de seguridad (buffer zones – según Brantingham & Brantingham). En el contexto del estudio pudo confirmarse la hipótesis frecuentemente sostenida de que los ofensores de mayor edad viajan más lejos que los más jóvenes, es decir que los ofensores más jóvenes actúan más cerca de su domicilio. Conforme a esta tesis, el 79 % de los ofensores, que tenían 26 años o menos, viajó 1,8 millas (aproximadamente 2,9 km.) o menos. Éste sólo fue el caso del 32 % de los ofensores mayores de 26 años. El restante 68 % se trasladó más de 1,8 millas, cosa que sólo hizo el 21 % de los ofensores menores de 26 años (ibídem, pág. 9). En el caso de violadores seriales que cometieron, por lo menos, cinco delitos se pudo constatar que casi todos los hechos habían sido perpetrados en las cercanías de sus puntos de anclaje personales. En contraste con el presente 25

estudio, los puntos de anclaje fueron definidos más ampliamente. Respecto a esos violadores seriales este estudio confirmó un fenómeno que LeBeau ya había constatado (1987 y 1992): los ofensores seriales no amplían progresivamente las distancias entre su domicilio y el lugar del hecho, sino que operan dentro de un sector limitado, tendiendo, sin embargo, a acortar las distancias respecto al punto de partida de la serie (Davies & Dale 1995, pág. 14 y ss.). En el contexto de este estudio no pudo ser confirmado el modelo de Canter en lo que atañe a la subdivisión de los ofensores seriales en merodeadores (marauders) y viajeros (commuters), en realidad se constató que «en el caso de los merodeadores y de los viajeros probablemente se trate de expresiones extremas de un espectro de patrones de comportamiento determinado por la topografía y la disponibilidad de los objetos escogidos» (ibídem, pág. 16).

2.8

El planteamiento de Robert Keppel

Robert Keppel, ex director de la División de Investigación de homicidios en el Estado de Washington y profesor asociado a la cátedra de Criminal Justice en la Universidad Sam Houston State, también ha llamado la atención como coautor de estudios científicos (Hanfland, Keppel & Weis 1992) y de importantes artículos de prensa (p. ej. Keppel & Walter 1999). Su amplio y detallado estudio sobre la gestión de los casos de niños desaparecidos42 que fueron asesinados después de la sustracción contiene también importantes consideraciones desde el punto de vista geográfico temporal. Según las cuales el 44 % de los niños fue asesinado durante la primera hora, el 74 % dentro de las tres primeras horas, el 91 % dentro de las primeras 24 horas y el 99 % durante la primera semana. Prácticamente, ocho de cada diez niños ya estaban muertos antes de que se denunciara la desaparición.

42

26

En la mayoría de los casos analizados se encontró que existía un trasfondo sexual. En el contexto de este estudio, los «niños» se definen como «menores de18 años», en el 79 % de los casos las víctimas eran menores de 16 años (Hanfland, Keppel & Weis 1992 pág. 27).

De crucial importancia era el conocimiento del lugar del contacto inicial (lugar del contacto). Éste se encontraba en el 80 % de los casos dentro de una zona de 400

-

metros alrededor del lugar en el que el niño había sido visto por última vez. En el 31 % de los casos, la distancia entre el lugar del contacto y el lugar

-

del homicidio era menor de 60 metros, El 57 % de los casos tuvo lugar en un radio de hasta 1,5 millas y más allá de las 12 millas sólo se produjo el 18 % de los hechos (ibídem, pág. 84). La distancia entre el lugar del homicidio y el lugar en el que se depositó el

-

cuerpo ascendía, en el 72 % de los casos, a menos de 60 metros. En dos de cada tres casos estaba justificada la presencia del ofensor en el

-

lugar del contacto (el 29 % vivía allí, el 19 % realizaba una actividad social normal de carácter informal y el 18 % una actividad profesional o social de carácter formal). Sólo el 53 % de los ofensores eran desconocidos y en el 57 % de los casos

-

se trataba de meros delitos de oportunidad . En el 40 % de los casos había testigos del hecho en el lugar del contacto,

-

que no eran conscientes de lo que estaba ocurriendo.43 El 18 % de los ofensores vivía a menos de 60 metros y en el 35 % de los

-

casos a menos de 400 metros del lugar del contacto.44

43

44

Este factor, es decir la alta proporción de ofensores que tenían una razón justificable para encontrarse en la escena del crimen, y el lógico interrogante sobre qué hacía que se tratara de un acontecer normal y no llamara la atención (ibídem, pág. 85), pueden considerarse como una prueba de la aplicabilidad del postulado de la routine acitivity approach también para este tipo de delitos. Lamentablemente, los autores no indican otras cifras respecto al domicilio del agresor en relación con el lugar del contacto. Sin embargo, las cifras, en tanto sean conocidas, pueden considerarse como indicio importante para tener una referencia regional considerable, que también ha sido indicada aquí.

27

En otro estudio45 sobre la importancia del tiempo y la distancia para la probabilidad de esclarecimiento de casos de homicidio se demuestra que entre los parámetros temporales y locales existen correlaciones significantes que apuntan a la solución del caso. Quedó confirmada la especial importancia de las primeras 24 horas después del hecho46 de cara a la probabilidad de esclarecimiento del caso. Una estimación de los autores acorde con los resultados del presente proyecto de investigación (véase abajo) atañe a la crítica formulada a la sobreestimación de la importancia del lugar en el que se depositó el cuerpo. De cara al esclarecimiento del caso se sobreenfatiza la importancia de este aspecto en el contexto de los conceptos tradicionales de investigación. Por el contrario, para los autores es extremadamente importante poder ordenar temporal y concretamente cada uno de los lugares que fueron utilizados para cometer el delito (ibídem, pág. 399). Cuanto más lejos se encuentren estos lugares unos de otros menor será la probabilidad de esclarecimiento del caso. De esta forma, el estudio demuestra que un conocimiento lo más exacto posible de los datos geográficos (y temporales) es sumamente importante de cara al éxito de la gestión de la investigación de un homicidio.

45

46

28

Robert D. Keppel & Joseph D. Weis (1994): «Time and Distance as Solvability Factors in Murder Cases»: El estudio se basaba en una selección de 967 casos de homicidio que tuvieron lugar entre los años 1981 y 1988 en el Estado de Washington, EE.UU. Los autores discuten, entre otras, la posibilidad de que la reducción de las cuotas de esclarecimiento pudiera tener relación con la calidad del trabajo de investigación y, al mismo tiempo, se quejan de que los estudios actuales olvidan el tratamiento de los delitos de homicidio por parte de las autoridades penales favoreciendo los estudios clínicos o los estudios con un nivel de datos agregados (ibídem, pág. 386). Compárese al respecto también Egger 1990, pág. 177.

2.9

El estudio de James L. LeBeau

El estudio «The Journey to Rape: Geographic Distance and the Rapist’s Method of Approaching the Victim»47 constituye un ejemplo típico del llamado journey to crime research. Este estudio se basa en una muestra tomada al azar de 320 casos de violaciones cometidas entre los años 1971 y 1975 en el Gran San Diego / EE.UU. En 156 casos se trataba de delitos aislados y 164 constituían delitos seriales (repartidos en 39 ofensores). Teniendo en cuenta la situación de la investigación en aquel momento, primeramente, se presumió que, en principio, los violadores se orientaban regionalmente al cometer el delito. En el caso de «violación con escalamiento de vivienda» se supuso que los ofensores recorrían grandes distancias, como ocurre en el caso de los delitos contra la propiedad. Finalmente, se formuló la hipótesis de que la categoría «Modo utilizado para cometer el delito» presentaba una diferenciación más pronunciada en cuanto a las distancias relevantes permitiendo así llegar a mejores conclusiones que la categoría «Personalidad del ofensor». Respecto a las distancias, el estudio obtuvo los siguientes resultados:

47

«El viaje hacia la violación: distancia geográfica y métodos utilizados por los violadores para aproximarse a la víctima». (1987)

29

Figura 2: Distribución según distancias recorridas desde el punto de anclaje hasta el lugar del contacto en el caso de violadores extraños a la víctima teniendo en cuenta los diferentes tipos de agresión. Indicación de los kilómetros como valor medio (geométrico), cantidad de delitos entre paréntesis (de LeBeau 1987, pág. 134).

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto entrada ilegal en la (distancia aérea) vivienda

Forma de la agresión agresión por secuestro

la víctima hace autostop

el ofensor el delito se encuentra a comete en un su víctima edificio en la calle público

todos los ofensores ≈ 4 km. ≈ 1,8 km. ≈ 5,4 km. ≈ 13 km. ≈ 9,1 km. ≈ 7,35 km. (319) (126) (69) (44) (24) (24) autores de un solo hecho ≈ 2,6 km. ≈ 8,5 km. ≈ 11,3 km. ≈ 8,5 km. ≈ 6,8 km. ≈ 5,6 km. (31) (32) (32) (13) (24) (156) ofensores seriales ≈ 2,85 km. ≈ 1,58 km. ≈ 3,7 km. ≈ 18,9 km. ≈ 11,7 km. ≈ 8,95 km. (163) (95) (37) (12) (11) (8) En general, también aquí se ha confirmado la hipótesis de la estrecha regionalidad de los violadores, recorriendo los ofensores seriales, en promedio, distancias aún más cortas entre su domicilio y el lugar del contacto. Es sumamente llamativo que, de los tipos de aproximación, el acceso ilegal a la vivienda de la víctima (que de facto concuerda con el tipo de violación con escalamiento de vivienda) estaba asociado a las distancias más cortas, siendo, a su vez, los ofensores seriales los que recorrían las distancias más cortas, en promedio.48 Esta reconocible especialización de los ofensores seriales49 permite deducir que este modo de operar le permite al ofensor reducir su «tiempo de viaje» gracias a las buenas posibilidades de control. La hipótesis que sostiene que los violadores que acceden a la vivienda por escalamiento vienen de lejos, análogamente a los robos con fractura, fue desestimada para el área cubierta por este estudio estadounidense.

48 49

30

También Davies & Dale (1995) tratan el problema de la alta proporción de escaladores entre los violadores seriales. Esta reconocible especialización, incluyendo el modo de «agresión por secuestro», se evidencia por la imprevisión, sorpresa y rapidez utilizadas para doblegar a la víctima (ibídem, pág. 133 y s.). Esto no se puede reconocer en el caso de los autores de un solo hecho, en los que, aparentemente, prevalece el modo operativo determinado por la oportunidad.

De esta forma, pudo ser confirmada la hipótesis de que la categoría «tipo de delito» ofrece una mejor diferenciación que la categoría del tipo de delincuente respecto a las distancias recorridas (ibídem, pág. 135). Este estudio, que forma parte de los pocos que también analizan una importante cantidad de violadores que cometen un solo delito ha arrojado tres resultados significantes:

1. Los violadores se orientan regionalmente. 2. La categoría tipo de delito ofrece una mejor diferenciación que la del tipo de delincuente en cuanto al comportamiento ambiental. 3. Los

violadores

con

escalamiento

son

los

que

se

orientan

más

regionalmente.

2.10 El experimento de Brent Snook Brent Snook, un doctorando de la Universidad de Liverpool (Department of Psychology), realizó un notable experimento respecto a las ventajas que aportan los sistemas geográficos computarizados para limitar el domicilio del agresor. Sus resultados fueron presentados50 inicialmente en un congreso celebrado en el año 2000 en San Diego con el título «¿Útil o superfluo? Un análisis provisional sobre la utilidad de los sistemas geográficos de apoyo de decisiones».51 Para el experimento se formaron un grupo de control y un grupo experimental compuestos respectivamente por 21 estudiantes que no tenían conocimientos de «geographic profiling» o de disciplinas afines.

50

51

En el año 2002, se realizó su publicación junto con David Canter y Craig Bennel en la revista Behavioral Science and the Law bajo el título, aquí traducido, «Estimación del domicilio del ofensor: comparación provisional de la exactitud de las estimaciones humanas con las de un sistema de perfilado geográfico”. Utility or Futility? A provisional examination of the utility of a geographical decision support system.

31

Primeramente, ambos grupos debían marcar, sin ningún tipo de ayuda, el domicilio presumible de los ofensores (asesinos seriales) en un mapa que ya contenía los lugares del hecho. El experimento se repitió con ambos grupos. Pero, antes de la segunda sesión al grupo experimental le fueron comunicadas dos reglas52 sobre el comportamiento ambiental de los delincuentes. Este grupo logró así un resultado significativamente mejor, obteniendo la misma precisión que el sistema de apoyo de decisiones Dragnet. 53 Cabe mencionar que Dragnet tuvo los mismos problemas que el grupo de expertos humanos (p. ej. a causa de que el ofensor al ser viajero (commuter) había trasladado su radio de acción a otra zona). Los autores consideraron esto como evidencia de que la reducción de la frecuencia de los hechos con el aumento de la distancia (distance decay) y la hipótesis del círculo son las premisas básicas esenciales en las que se apoya el algoritmo de Dragnet (ibídem, pág. 117). Esto pone en duda, claramente, la necesidad de adquisición de costosos sistemas de computación para el «geographic profiling»54 (ibídem, pág. 110) y enfatiza la importancia del asesoramiento de los funcionarios policiales, que son los que en casos concretos deben localizar el domicilio del agresor, sobre la base de la objetivación sistemática de los métodos heurísticos correspondientes (ibídem, pág. 117).

52

53 54

32

Por un lado, la reducción de la frecuencia de los hechos en relación con el aumento de la distancia del domicilio (distance decay) y, por otro lado, la hipótesis del círculo de Canter que indica que el lugar de residencia del ofensor, generalmente, se encuentra dentro del círculo cuyo diámetro está marcado por los dos hechos más lejanos entre sí. Compárese Canter y otros (2000). Entre ellos, sobre todo el sistema «Rigel» basado en los estudios de Kim Rossmo (Rossmo 2000). Si bien los autores mencionan la posibilidad de que tales sistemas también sean capaces de representar graduaciones de probabilidades, es indudable, sin embargo, la necesidad de profundizar la investigación respecto a la efectividad de estos sistemas (sobre lo cual también Snook y otros 2000, pág. 118, advierten expresamente).

2.11 Una conclusión criminológica preliminar La criminología ofrece inicialmente observaciones y valoraciones empíricas que sirven de base a teorías fundamentales para dar respuesta al interrogante planteado por el comportamiento ambiental de autores de delitos sexuales Estas teorías consideran el delito como un acto del ofensor para aprovechar la oportunidad bajo el punto de vista del costo-beneficio. El hecho criminal está precedido por la decisión del ofensor, que a su vez es, justamente, el resultado de este proceso de examinación por parte del ofensor. Al mismo tiempo, la mayor cantidad de los delitos se cometen en lugares que están estrechamente ligados a las rutinas cotidianas de los ofensores. La aparente

contraposición

entre

rutinas

cotidianas

fundamentalmente

automáticas y elementos de elección racional también es importante para analizar el comportamiento geográfico de los delincuentes. Puesto que su casa constituye para ellos, como para la mayoría de las personas, un centro de gravitación muy evidente. Si sólo su regionalidad puede considerarse como regla, cabe preguntarse en qué

medida

estos

ofensores

se

orientan

regionalmente,

si

existen

características ligadas al cambio de la orientación regional y, sobre todo, también qué ocurre con aquellas características que, sin evidencia empírica, se consideran importantes de cara a la regionalidad.

33

34

3.

Base de datos y evaluación de datos

El presente estudio tiene en cuenta, exclusivamente, hechos55 en los cuales no ha habido ningún encuentro previo entre víctima y victimario, el llamado ofensor «desconocido». En este contexto, «desconocido» significa que la víctima y el victimario no se habían visto nunca antes o que se vieron por primera vez directamente en el lugar del hecho. La razón fundamental para limitar el estudio a los «ofensores desconocidos» fue que los ofensores «conocidos» por la víctima, por lo regular, provienen del entorno social o geográfico de la víctima y, por consiguiente, pueden ser detenidos poco después, casi sin excepción. No se tuvieron en cuenta delitos cometidos contra prostitutas, dado que, en este caso, no es el ofensor quien decide el lugar de la toma de contacto físico, sino que está determinado por el lugar en el que la víctima ejerce la prostitución. Tampoco se consideró a un pequeño grupo de ofensores sin domicilio fijo porque no hubiera sido posible evaluar el comportamiento geográfico del agresor a los efectos de este estudio. Se analizaron violaciones56 y delitos de homicidio relacionados con un delito sexual (consumación e intento). Otro grupo está conformado por los delitos de homicidio con motivación sexual en los que el ofensor traslada el cuerpo a otro lugar utilizando un vehículo. Además fueron analizados los «homicidios sexuales» en la antigua RDA para establecer una comparación del comportamiento ambiental en sistemas sociales diferentes.

55

56

Este estudio analiza casos en los que hechos múltiples cometidos por el mismo ofensor pueden estar incluidos en la prueba al azar si se han cometido en el periodo delictivo seleccionado. Violación conforme a al definición legal del artículo § 177 II no. 1 del Código Penal alemán.

35

La muestra tomada al azar a nivel nacional incluye delitos de ofensores condenados o claramente identificados57 recogidos de las siguientes fuentes: ·

banco de datos ViCLAS58

·

archivo de casos de «Delitos de homicidio» BKA

·

registro de requisitorias de la BKA de los años 1971 hasta 2001

·

pesquisas posteriores individuales realizadas por los encargados de la investigación policial

·

Oficina Birthler59 (para delitos cometidos en el periodo comprendido entre 1971 y 1989 en el territorio de la antigua RDA)

En el estudio se incluyeron, principalmente, las informaciones contenidas en las sentencias. Según las necesidades, se analizaron adicionalmente archivos de casos y actas criminales. En muchos casos fue necesario que los encargados de la investigación policial realizaran posteriormente pesquisas individuales. La selección de los delitos se vio dificultada muchas veces por la falta de referencias en los sistemas policiales generales sobre la relación víctima-victimario. En particular, resultaron las siguientes cifras de casos seleccionados para el periodo respectivo, que son representativas para toda la República Federal de Alemania (o, en su caso, para la antigua RDA):60 Figura 3: Cifras de casos para los diferentes grupos de delitos

Grupo de casos

Periodo de tiempo

Cantidad de delitos

violación

1999 - 2001

348

homicidio sexual

1991 - 2001

99

homicidio sexual con traslado del cuerpo

1971 - 2001

25

homicidio sexual en la RDA

1978 - 1988

46

57 58 59 60

36

Por lo tanto, en la prueba tomada al azar se incluyen también los delitos cometidos por ofensores que, por ejemplo se suicidaron estando en prisión preventiva. Violent Crime Linkage Analysis System. La responsable de la custodia de los archivos que contienen la documentación del Servicio de Seguridad del Estado de la antigua República Democrática alemana. En el caso de los homicidios sexuales se puede suponer que se trata de datos completos, tanto para los delitos cometidos a partir de 1991 como para los de la antigua RDA.

Las distancias aéreas entre el «punto de anclaje» del ofensor y cada lugar del hecho fueron medidas utilizando los mapas topográficos obtenidos en las Oficinas cartográficas alemanas. Como puntos de anclaje fueron seleccionados exclusivamente aquellos lugares que permiten una investigación policial sencilla. Estos puntos de anclaje son, a los efectos de este estudio, los siguientes: ·

domicilio del ofensor

·

antiguo domicilio del ofensor

·

lugar de trabajo del ofensor

·

domicilio de la familia primaria (padres, hermanos, hijos)

·

otros lugares en los que se sabe que el ofensor ha permanecido por largo tiempo (p. ej. largas estadías en hoteles durante trabajos de montaje, asistencia regular a la Oficina de control de la libertad provisional, etc.).

Como «lugares del hecho» se entienden, a los efectos de este estudio, todos los lugares en los que ocurrieron hechos relevantes para la comisión del delito. En especial se trata de: ·

el lugar del contacto (primer encuentro físico entre la víctima y el victimario)

·

el lugar de la agresión (el espectro abarca desde la amenaza verbal hasta la aplicación de violencia corporal pasando por la amenaza con armas)

·

el lugar de la violación o el delito sexual

·

el lugar del homicidio

·

el lugar en el que se depositó el cuerpo

Los datos compilados fueron evaluados conforme a su significancia61 con el programa de estadísticas SPSS (Statistical Packages for Social Sciences).

61

Todos los valores fueron sometidos a una prueba de significancia para discriminar la casualidad. Como nivel de significancia se escogió α ≤ 0.05 (5 %), arrojándose resultados altamente significativos con α ≤ 0.01 (1 %). El porcentaje indica el grado de probabilidad, establecido estadísticamente mediante pruebas, de que los resultados registrados se basan en la casualidad y no en circunstancias determinadas causalmente (la denominada probabilidad de error).

37

38

4.

Resultados

La presentación de los resultados se concentra, en primer lugar, en el grupo de las violaciones y de los homicidios sexuales cometidos en la República Federal de Alemania. Los resultados de «homicidios sexuales con traslado del cuerpo» y homicidios sexuales en la antigua RDA se presentan por separado. Primeramente, se realizarán comprobaciones generales para clasificar los delitos de forma regional. La posterior presentación de resultados se basa en la metodología de la formación y comparación de subgrupos de dicotomías.62 Los resultados representados se orientan a la importancia que tenían para las averiguaciones policiales y su respectiva aplicabilidad.

4.1

Observaciones generales

4.1.1 Actividad criminal regional o suprarregional En el caso de las observaciones generales es de interés, primeramente, la distribución de hechos delictivos «regionales» y «suprarregionales». A los efectos de este estudio fueron catalogados como «regionales» los hechos con un contacto inicial (lugar del contacto) dentro de un radio de 20 kilómetros de distancia aérea respecto al punto de anclaje63 del ofensor. Este radio señala una zona de extensión del hogar en la que, según la experiencia, tiene lugar la mayoría de las rutinas cotidianas, por ejemplo el camino al trabajo, las compras o lugares en los que se realizan actividades de tiempo libre. La mayoría de las personas tiene la sensación de familiaridad dentro de un radio de 20 kilómetros. 62 63

dicotomía à dividida en pares de términos como «grande versus pequeño»,«desconocido versus conocido» o, por ejemplo, «planificado versus no planificado». En la gran mayoría de los casos, el punto de anclaje del ofensor era, en el momento de cometer el crimen, su domicilio. Este es el caso de aproximadamente el 94 % de las violaciones (328 hechos) y aproximadamente el 89 % de los homicidios sexuales (88 hechos). Otros puntos de anclaje se consideraron importantes cuando el domicilio actual se encontraba fuera del radio de 20 kilómetros y el punto de anclaje dentro del radio comprendido por un perímetro de 20 kilómetros respecto al lugar del contacto.

39

Al considerar la «regionalidad» se enfocó el «lugar del contacto», dado que allí comienza la actuación criminal, incluso si el ofensor en ese momento no tenía previsto cometer el hecho (palabra clave: «conocimiento en el bar»). Especialmente, en estos hechos (generalmente delitos «espontáneos»), el «lugar del contacto» se encuentra dentro del contexto de las llamadas rutinas cotidianas que, en su mayoría, están en estrecha relación geográfica con el punto de anclaje del ofensor. Este lugar permite sacar las mejores conclusiones sobre el entorno actual del ofensor.64

Según la definición anterior, el 85 % de las violaciones (296 de 348 casos) reúne los requisitos de un „hecho regional“. En el grupo de los homicidios sexuales, el 86,9 % de los hechos (86 de 99 casos) puede clasificarse como hechos regionales. Estas cifras ponen en evidencia que, tanto en el caso de violaciones como en el caso de homicidios sexuales, los ofensores efectivamente se orientan de forma regional al cometer el delito. Alrededor de nueve de diez ofensores encontraron a la víctima dentro de un radio de 20 kilómetros respecto a su punto de anclaje, a pesar de que se trataba de una relación entre víctima y victimario «desconocido». Este resultado se fundamenta a través del hecho de que, en aproximadamente el 66 % de las violaciones (228 hechos) y en aproximadamente el 54 % de los homicidios sexuales (53 hechos) el contacto inicial tuvo lugar incluso en la comunidad/ciudad en la que el ofensor tenía su punto de anclaje.

64

40

Más allá de ello, Keppel & Weis constataron que el lugar del contacto tiene una importancia decisiva para el tratamiento de delitos de homicidio no esclarecidos. Si el lugar no es conocido, la probabilidad de esclarecimiento se reduce drásticamente. (Keppel & Weis 1994, pág. 394)

Por eso, no es de sorprender que los ofensores muy raramente elijan lugares del crimen que estén fuera de su Estado federado. En el caso de las violaciones tan sólo en el 5,8 % de los casos identificados (20 hechos) se superó la frontera y en el caso de los homicidios sexuales en el 5,1 % de los casos (cinco hechos). Por consiguiente, en alrededor del 95 % de todos los casos, el crimen se cometió en el Estado federado en el que el ofensor tenía su punto de anclaje. Esto puede aplicarse tanto a los estados federados grandes como a las ciudades-estado. No se constató ningún caso en el que el ofensor cruzara la frontera nacional de Alemania en el curso de su actuación.

4.1.2 Observación diferenciada de las categorías de distancia Una vez realizada la clasificación general en grupos de delitos regionales y suprarregionales es necesario ahora efectuar una observación diferenciada del sector regional empleando radios de distancia más pequeños. Esto sirve, esencialmente, para identificar los posibles patrones geográficos de los respectivos subgrupos en el área cercana al punto de anclaje del ofensor. Como se puede observar en la figura 4, la distancia desde el lugar del contacto hasta el punto de anclaje del ofensor en el caso del grupo de delitos de violación no se diferencia de forma significante de la distancia del grupo de los homicidios sexuales. Esto también es válido para las constelaciones de distancias desde el lugar de la agresión hasta el punto de anclaje así como desde el lugar de la violación hasta el punto de anclaje.

41

Figura 4: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de violaciones y homicidios sexuales, Porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Violaciones cantidad (es)

Homicidios sexuales

%

cantidad (es)

%

hasta 1 km.

98

28,2

31

31,3

hasta 5 km.

117

61,8

30

61,6

hasta 10 km.

42

73,9

15

76,8

hasta 15 km.

26

81,3

8

84,8

hasta 20 km.

13

85,1

2

86,9

más de 20 km.

52

100,0

13

100,0

348

100,0

99

100,0

en total:

En alrededor del 30 % de todos los delitos, tanto en el caso de las violaciones como así también de los homicidios sexuales, el punto de anclaje y el lugar del contacto se encontraban dentro de un radio de menos de un kilómetro de distancia aérea. Esto demuestra que un gran número de los ofensores estaba dispuesto a correr el riesgo de agredir a su víctima en la cercanía inmediata a su propio domicilio. En más del 60 % de los casos de ambos grupos de delitos, el punto de anclaje se encontraba dentro del radio de tan sólo cinco kilómetros respecto al lugar del contacto. Ya en aproximadamente el 75 % de todos los casos, el contacto inicial se produjo dentro de un radio de diez kilómetros respecto al punto de anclaje. Por consiguiente, la gran mayoría de los delitos se concentra dentro de un sector regional con un radio de diez kilómetros.

42

4.2

Evaluación de diferentes escenarios del hecho

4.2.1 ¿Uno o varios lugares del hecho?

En aproximadamente el 35 % de todas las violaciones (122 hechos) y el 49 % de todos los homicidios sexuales (48 hechos), el crimen no se restringió a un solo lugar. Esto se puede aclarar sobre todo por el hecho de que los ofensores consideraban que el lugar del contacto era inadecuado para proseguir la ejecución del hecho y trasladaron a sus víctimas a otro lugar con el fin de llevar adelante su cometido sin molestias. A los efectos de este estudio se consideró que se había producido un cambio del lugar del hecho cuando la distancia entre los lugares de acción era de 100 metros, por lo menos.65 Se eligió esta distancia para excluir los casos en los que el ofensor obliga a su víctima a moverse dentro del lugar para estar protegido contra las miradas. En estos casos, toda la actuación criminal tuvo lugar en dos o más lugares del hecho, que serán examinados separadamente.

4.2.2 ¿Cambio del lugar del hecho en el caso de violaciones «sin sospecha previa por parte de la víctima» o «por la fuerza»? En aproximadamente el 57 % de los casos (69 hechos) con varios lugares del hecho, las posteriores víctimas siguieron, inicialmente, al ofensor sin sospecha previa, tanto sea porque éste se valió de un ardid o porque la víctima y el victimario estaban mutuamente de acuerdo en abandonar el lugar, por ejemplo un bar en el que acababan de «conocerse». En todos los demás casos (53 hechos), el «lugar del contacto» era, al mismo tiempo, el «lugar de la agresión» a la víctima, a la que a continuación el ofensor trasladó por la fuerza hasta el lugar de la violación. 65

La mayoría de los casos de desplazamiento del lugar del hecho presentan dos escenarios diferentes, tanto en el caso de violaciones como en el de homicidios sexuales. En casos excepcionales se pudieron constatar tres lugares del crimen y tan sólo en dos homicidios sexuales se utilizaron cuatro lugares diferentes para cometer la actuación criminal.

43

En aproximadamente el 94 % de los casos (65 hechos), el punto de anclaje del ofensor se localizaba en el sector regional que circundaba el lugar del contacto cuando la víctima había ido «voluntariamente» al lugar de la agresión o el lugar de la violación. En dos tercios de los hechos, el punto de anclaje se encontraba incluso en el «sector muy regional» de cinco kilómetros de distancia aérea. Las cortas distancias pueden aclararse, sobre todo, por el hecho de que más del 90 % de estos casos se basaba en una decisión espontánea de cometer el delito que fue tomada durante la realización de rutinas cotidianas.

Figura 5: Distancias entre el lugar del contacto y el punto de anclaje en el caso de violaciones con varios escenarios del crimen, cuando la víctima se dirige a otro lugar del hecho sin sospecha previa o es trasladada allí por la fuerza. Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el lugar del contacto y el punto de anclaje (distancia aérea)

Sin sospecha previa cantidad (es)

%

Por la fuerza cantidad (es)

%

hasta 1 km.

24

34,8

13

24,5

hasta 5 km.

22

66,7

17

56,6

hasta 10 km.

11

82,6

5

66,0

hasta 15 km.

3

87,0

3

71,7

hasta 20 km.

5

94,2

0

71,7

más de 20 km.

4

100,0

15

100,0

69

100,0

53

100,0

en total:

Las distancias más cortas en el caso de desplazamiento de la víctima sin sospecha previa se diferencian de forma significativa respecto a las distancias del grupo de comparación (cuando la víctima es trasladada por la fuerza). Por cierto, en este caso también el punto de anclaje del ofensor se encontraba en el sector regional en más del 70 % de los casos, sin embargo, en alrededor del 30 % de los casos el punto de anclaje se situaba a más de 20 kilómetros de distancia aérea.

44

Esto se explica, probablemente, por la gran cantidad de hechos delictivos planificados (aproximadamente el 40 %) en este grupo de delitos, no entendiéndose como «planificación» el hecho de que todas las demás fases del crimen hubieran sido anticipadas por el ofensor antes de cometer el delito (por ejemplo la elección del lugar de la violación). «Planificación del hecho» significa exclusivamente que el ofensor había decidido cometer una violación ya antes de tomar contacto con la víctima.66 Para resumir se puede constatar que si en el contexto de una violación se produce un cambio de lugar y la víctima, primeramente, sigue al ofensor sin sospecha previa, se puede partir de una fuerte referencia regional del ofensor respecto al lugar del contacto.

4.2.3 ¿Cambio del lugar del hecho en el caso de homicidios sexuales «sin sospecha previa por parte de la víctima» o «por la fuerza»?

Si se observa la muestra tomada al azar de los homicidios sexuales en su totalidad considerando las características «sin sospecha previa» y «por la fuerza», las cifras sugieren, de forma análoga a los casos de violaciones, una diferencia significante que, sin embargo, en realidad no está garantizada estadísticamente en virtud de que se dispone de pocos casos. En casi nueve de diez delitos, el punto de anclaje del ofensor se encontraba a una distancia de menos de diez kilómetros del lugar del contacto, cuando la víctima siguió al ofensor sin sospecha previa. Como en el caso de las violaciones, el 82 % de estos delitos eran espontáneos. Sin embargo, esto se podía aplicar a casi dos tercios de todos los casos en los que la víctima es trasladada por la fuerza a otro lugar del hecho. La proporción de los hechos espontáneos, el 31 %, es evidentemente menor que en el grupo de comparación «sin sospecha previa». 66

Compárese al respecto también Rossmo 2000, pág. 115.

45

Figura 6: Distancias entre el lugar del contacto y el punto de anclaje en el caso de homicidios sexuales con varios escenarios del crimen, cuando la víctima se dirige a otro lugar del hecho sin sospecha previa o es trasladada por la fuerza. Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el lugar del contacto y el punto de anclaje (distancia aérea)

Sin sospecha previa cantidad (es)

%

Por la fuerza cantidad (es)

%

hasta 1 km.

12

54,5

3

11,5

hasta 5 km.

4

72,7

10

50,0

hasta 10 km.

3

86,4

4

65,4

hasta 15 km.

0

86,4

2

73,1

hasta 20 km.

0

86,4

1

76,9

más de 20 km.

3

100,0

6

100,0

22

100,0

26

100,0

en total:

Aquí se impone echar una mirada a la categoría de distancias «hasta 1 kilómetro». Si la víctima se dirigía a otro lugar del hecho sin sospecha previa, el punto de anclaje del ofensor estaba situado, en más de la mitad de los casos, a menos de un kilómetro distancia aérea del lugar del contacto. En el grupo de comparación («por la fuerza»), el punto de anclaje del ofensor se encontraba sólo en, aproximadamente, uno de cada diez casos a menos de un kilómetro. Esto podría indicar que los ofensores de este grupo se manejaban dentro de una denominada «zona de seguridad». Se considera zona de seguridad al área inmediatamente adyacente al punto de anclaje de los ofensores en la que el ofensor no comete sus delitos por el alto riesgo que supone la familiaridad y la alta posibilidad de volver a ser reconocidos.67 Esta diferenciación es altamente significante68 y, por consiguiente, de particular importancia para el análisis de casos y el trabajo de investigación policial. Este 67

68

46

Canter & Larkin (1993) describieron estas áreas de probabilidad reducida de actividad criminal en el caso de violadores seriales y Canter & Hodges (1997) en el caso de asesinos seriales británicos y estadounidenses. Aquí se tuvo en cuenta que el grupo de delitos «por la fuerza» sólo presentaba 3 casos. Sin embargo, los valores son altamente significantes y permiten realizar una interpretación.

planteamiento evidencia que, junto con la identificación del lugar de contacto, también es importante averiguar las circunstancias en que se produjo el contacto inicial incluyendo el abandono del lugar. Si las personas en cuestión abandonaron el lugar del contacto de común acuerdo o si la víctima fue trasladada por la fuerza a otro lugar son interrogantes cruciales en este contexto. En el caso de un desplazamiento «voluntario» durante la actuación criminal se puede suponer, de forma similar al grupo de los delitos de violación, una marcada referencia regional del ofensor respecto al lugar del contacto (aún cuando éste se encuentre sólo dentro de un radio de un kilómetro, cosa altamente significante). Esta referencia tan regional probablemente sea, en algunos casos, la razón del posterior homicidio de la víctima, es decir que, en su mayoría, efectivamente se trata de un homicidio para ocultar otro delito.

4.2.4 ¿En qué dirección se traslada la escena del crimen?

4.2.4.1 Violaciones Si en el curso de la actuación el ofensor busca un nuevo lugar del hecho, se deberá examinar separadamente el comportamiento ambiental siguiente a la toma de contacto. Cabe preguntarse en este contexto si el ofensor traslada la escena del crimen en dirección a su punto de anclaje (va yendo «a casa») o si aumenta la distancia entre su punto de anclaje y el lugar de la violación. Esta cuestión fue analizada sólo para los delitos en los que el contacto inicial se produjo en el sector regional. Por regla general, esto no es importante en el caso de hechos delictivos suprarregionales dado que las distancias son demasiado grandes como para establecer categorías en las que pueda basarse la investigación criminal.

47

Para ilustrar este interrogante se ha diseñado un modelo que puede observarse en la figura 7. Figura 7: Relación «distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto» respecto a la «distancia entre el punto de anclaje y el lugar de la violación»

B

¿lugar de la violación?

r A

punto de anclaje

C

lugar de la toma de contacto

En el 51 % de los casos (51 de 101 hechos), el lugar de la violación estaba más cerca del punto de anclaje del ofensor que del lugar del contacto inicial (designado en la figura 7 como «A», lugar de la violación). En el 9 % de los casos (9 hechos), si bien se produjo un desplazamiento de la escena del crimen, la distancia siguió siendo la misma (indicado en la figura 7 como lugar «B»). En el restante 40 % (41 hechos) la distancia desde el lugar de la violación hasta el punto de anclaje era mayor que la distancia desde el lugar del contacto inicial hasta el punto de anclaje (designado en la figura 7 como lugar «C»).

Incluso en este desplazamiento «alejado del punto de anclaje» no se recorrieron distancias largas. Todos los demás lugares del hecho se encontraban dentro de un radio de 20 kilómetros respecto al punto de anclaje del ofensor. En el caso de las violaciones no se puede sacar ninguna conclusión respecto a la preferencia de una dirección de desplazamiento de la escena del crimen. 48

Para resumir se puede constatar que en el contexto de los delitos de violación se recorren distancias relativamente cortas al desplazarse la escena del crimen. El ofensor está interesado, en primer lugar, en encontrar en las cercanías un lugar apropiado para llevar a cabo la violación sin ser perturbado, importándole menos lograr, en lo posible, una gran distancia entre el lugar de la violación y su punto de anclaje para ocultar este último.

4.2.4.2

Homicidios sexuales

Tampoco el grupo de los homicidios sexuales ofrecía una imagen uniforme en cuanto al desplazamiento de lugar en el curso de la actuación. Al igual que en el caso de las violaciones, en el 35 % de los homicidios sexuales (12 de 34 casos) el lugar del hecho sexual se situaba más cerca del punto de anclaje del ofensor que el lugar del contacto inicial (indicado en la figura 7 como lugar «A»). En los casos restantes (22 hechos) la distancia (denominada en la figura 7 como lugar «C») era mayor. Sin embargo, en estos casos la mayoría de los ofensores no recorrieron grandes distancias, en tan sólo seis casos los ofensores abandonaron el sector regional constituido dentro de un perímetro de 20 kilómetros respecto al punto de anclaje para cometer el delito sexual. El motivo principal para cambiar el lugar del hecho es el deseo de encontrar un lugar protegido. Las investigaciones realizadas para obtener una imagen detallada de los movimientos de los ofensores no aportaron ningún resultado respecto a una dirección preferida. No se pudo reconocer que siguieran un patrón uniforme de movimiento al cometer los homicidios sexuales.

49

Por consiguiente, no tiene sentido pretender estimar la dirección respecto al punto de anclaje del ofensor tan sólo en virtud de la ubicación del lugar del contacto y del lugar de la violación. En todo caso, antes de realizar una estimación geográfica es necesario examinar cada caso detalladamente tomando como base otros factores, como por ejemplo en forma de un análisis de caso.

50

4.3

Comparación de áreas urbanas y rurales

En el área de los delitos sexuales apenas se han estudiado hasta ahora las relaciones entre el tamaño de la comunidad en la que se encontraba el domicilio y las distancias recorridas. Esto se puede atribuir al hecho de que, frecuentemente, los estudios se refieren a un espacio geográfico limitado (p. ej. grandes ciudades en los EE.UU. o el Gran Londres) o a que el espacio analizado no estaba cubierto representativamente (como es el caso, p. ej. en Warren y otros 1995 y 1998). Además, en este contexto se debe tener en cuenta los muchos estudios que se orientan al ofensor (p. ej. Groth 1979) y la circunstancia de que una gran parte de los delitos sexuales tiene lugar en el entorno social cercano (Baurmann 1983).

4.3.1 Ofensores rurales versus urbanos en casos de violaciones

El objeto de estudio de esta sección concierne a la cuestión de si los ofensores que residen en el área rural muestran un comportamiento geográfico diferente a los ofensores que tienen su punto de anclaje en el área urbana. Con esta finalidad se estableció la cantidad de habitantes de la comunidad o ciudad en la que se encontraba el respectivo punto de anclaje del ofensor y se le asignaron seis categorías.69 Al «área rural» se asignaron las localidades de hasta 20.000 habitantes (categorías 1 y 2). Las ciudades con más de 20.000 habitantes ya presentan, por lo regular, un carácter urbano. Aquí se incluyen tanto pequeñas aglomeraciones regionales y constelaciones urbanas como ciudades con más de un millón de habitantes como Berlín, Hamburgo o Múnich.

69

Categoría 1: hasta 5.000 habitantes Categoría 2: 5.001 a 20.000 habitantes Categoría 3: 20.001 a 100.000 habitantes Categoría 4: 100.001 a 200.000 habitantes Categoría 5: 200.001 a 500.000 habitantes Categoría 6: más de 500.000 habitantes

51

Como se puede ver claramente en la figura 8, en el 75 % de las violaciones (75 de 100 hechos), en las que el ofensor tiene su punto de anclaje en el área rural, el lugar del contacto se encuentra también en el sector regional. En el área urbana este porcentaje es de aproximadamente el 89 % (221 de 248 casos), esta diferencia es significante.70

Figura 8: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de violaciones en el área rural (localidades de hasta 20.000 habitantes) y en el área urbana (localidades de más de 20.000 habitantes). Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

hasta 20.000 habitantes cantidad (es)

%

más de 20.000 habitantes cantidad (es)

%

hasta 1 km.

17

17,0

81

32,7

hasta 5 km.

28

45,0

89

68,5

hasta 10 km.

10

55,0

32

81,5

hasta 15 km.

14

69,0

12

86,3

hasta 20 km.

6

75,0

7

89,1

25

100,0

27

100,0

100

100,0

248

100,0

más de 20 km. en total:

De este resultado se podría sacar la conclusión de que ofensores con un punto de anclaje en el área rural tienden a recorrer distancias más largas para cometer una violación.

70

52

Warren y otros (1998) que, en el caso de los violadores seriales, hacían una distinción entre «rural, suburbano y urbano» (ibídem, pág. 50) no pudieron establecer aquí ninguna correlación significante.

Una examinación detallada del área «rural» indica, sin embargo, que exclusivamente los hechos incluidos en la categoría 2 (5.001 hasta 20.000 habitantes) son los responsables de esta diferencia significante. La categoría 2 comprende, fundamentalmente, ciudades pequeñas como lo son en Alemania Maulbronn, Eggenfelden o Tangermünde, por ejemplo.

Los valores de la categoría 1 (hasta 5.000 habitantes), por su parte, no se diferencian de los valores de las categorías 3 hasta 6, es decir el área urbana. Esto significa que un ofensor residente en un pueblo presenta el mismo comportamiento geográfico respecto a las distancias a recorrer para cometer una violación que un ofensor cuyo punto de anclaje se encuentra en una ciudad con más de un millón de habitantes. La razón de porqué justamente en el caso de delitos con un punto de anclaje del ofensor incluido en la categoría 2 se constata un comportamiento geográfico diferente al de las demás categorías no puede ser explicada mediante los interrogantes presentados en este estudio. Para ello es necesario realizar un análisis más riguroso sobre la movilidad general de la población, así como estudiar otros factores demográficos significantes en este entorno especial, cosa que superaría el marco de este trabajo.

53

4.3.2 Ofensores rurales versus urbanos en casos de homicidios sexuales

En el ámbito de los homicidios sexuales cometidos por ofensores que tienen su punto de anclaje en regiones urbanas, el lugar del contacto se encuentra en más del 76 % de los casos (42 de 55 hechos) a una distancia aérea de menos de cinco kilómetros del punto de anclaje. Esto implica una diferencia altamente significante respecto a los homicidios sexuales cometidos por ofensores «rurales». Sin embargo, de esto no se puede deducir que ambos grupos se diferencien significativamente en su totalidad, aunque las cifras en la figura 9 lo sugieran.

Figura 9: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de homicidios sexuales en el área rural (localidades de hasta 20.000 habitantes) y en el área urbana (localidades de más de 20.000 habitantes). Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

hasta 20.000 habitantes cantidad (es)

%

más de 20.000 habitantes cantidad (es)

%

hasta 1 km.

10

22,7

21

38,2

hasta 5 km.

9

43,2

21

76,4

hasta 10 km.

11

68,2

4

83,6

hasta 15 km.

3

75,0

4

90,9

hasta 20 km.

1

77,3

1

92,7

más de 20 km.

10

100,0

4

100,0

en total:

44

100,0

55

100,0

La fuerte regionalidad en el área urbana quizás pueda explicarse en primera medida por las mejores estructuras de oportunidad de cometer el delito que ofrece el área urbana, dado que la densidad de población es mayor y, por consiguiente, también es mayor la disponibilidad de víctimas desconocidas en las cercanías del punto de anclaje. 54

Además, en regiones urbanas las circunstancias estructurales (p. ej. lugar de trabajo, negocios, bares y restaurantes, lugares de esparcimiento) están concentradas en un espacio más estrecho. Esto tiene particular importancia para el esclarecimiento de delitos espontáneos que, en general, están relacionados local y temporalmente con las rutinas cotidianas del ofensor. Los ofensores que ya han tomado la decisión de cometer un delito sexual y proceden a llevarlo a cabo encuentran en el área urbana suficiente anonimidad relativamente cerca de su punto de anclaje. El entorno geográfico les es familiar y, evidentemente, no ven ninguna necesidad de desplazar el lugar del contacto a la próxima ciudad o a una región lejana. Análogamente a los estudios sobre otros tipos de delitos71 se puede deducir que también en los delitos sexuales cometidos cerca del punto de anclaje probablemente se refleje un cierto grado de comodidad por parte del ofensor.

71

Brantingham & Brantingham (1984) advierten que de tener una alternativa de igual atractividad un ladrón elegirá, por regla general, el objeto que esté más cerca de su punto de anclaje para cometer un nuevo delito de robo.

55

4.4

Delitos con o sin decisión criminal tomada previamente

Tanto en el caso de violaciones como en el caso de homicidios sexuales cabe preguntarse cuándo toma el ofensor la decisión de cometer un delito sexual. En este estudio se diferencia entre los crímenes espontáneos y aquellos que se basan en una decisión criminal tomada previamente que le permite al ofensor proceder sistemáticamente persiguiendo el objetivo de cometer un delito sexual, denominado aquí delito «planificado» para simplificar. Como ya ha sido aclarado con anterioridad, la «planificación del hecho» no implica que el ofensor hubiera anticipado todas las fases de la secuencia del hecho (por ejemplo la elección del lugar de la violación) antes del hecho. A estos casos se contraponen los hechos en los que el ofensor actúa sin decisión criminal tomada previamente, es decir que el ofensor se decidió «espontáneamente» a cometer un delito sexual. Respecto al comportamiento geográfico cabe preguntarse si existen diferencias entre los llamados delitos «espontáneos» y los «planificados».

4.4.1 Violaciones con o sin decisión criminal tomada previamente

El 73,6 % de las violaciones (256 de 348 hechos) examinadas en este estudio entran en la categoría de delitos «espontáneos». Tan sólo el 25 % de los hechos puede ser clasificado como delitos «planificados». Estos dos grupos se diferencian de forma significante en su totalidad. Los autores de violaciones «planificadas» recorrieron distancias más largas entre su punto de anclaje y el lugar del contacto que los autores de delitos «espontáneos».72

72

56

Esta diferencia significante entre ambos subgrupos puede comprobarse también en cuanto a la distancia desde el punto de anclaje hasta el lugar de la agresión.

Esto no constituye ninguna sorpresa dado que el ofensor espontáneo actúa fundamentalmente a partir de rutinas cotidianas, mientras que el ofensor que «planifica» sus delitos, por lo general, elige deliberadamente un lugar para tomar contacto con su posterior víctima. De esto se podría deducir que los ofensores que planifican sus delitos generalmente recorren distancias muy largas para cometer el hecho y minimizar así el riesgo de ser identificados. Sin embargo, éste no es el caso. También en el caso de violaciones cometidas por ofensores que «planifican» se pudo comprobar que en casi ocho de cada diez casos el lugar elegido para el contacto inicial se encontraba dentro de un perímetro de menos de 20 kilómetros respecto al punto de anclaje del ofensor.

Figura 10: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de violaciones con y sin decisión criminal tomada previamente. Porcentajes acumulados, valores significativos marcados (sector altamente significante en rojo oscuro).

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Sin decisión criminal tomada previamente cantidad (es)

%

Con decisión criminal tomada previamente cantidad (es)

%

hasta 1 km.

85

33,2

13

14,1

hasta 5 km.

83

65,6

34

51,1

hasta 10 km.

32

78,1

10

62,0

hasta 15 km.

13

83,2

13

76,1

hasta 20 km.

11

87,5

2

78,3

más de 20 km.

32

100,0

20

100,0

256

100,0

92

100,0

en total:

Una detallada examinación de las categorías individuales de distancias en la figura 10 muestra que los ofensores que «planifican» evidentemente están interesados en no cometer sus delitos en la cercanía inmediata a su punto de anclaje. Razón por la cual muchos menos delitos «planificados» que

57

«espontáneos» se iniciaron en el perímetro de un kilómetro de distancia alrededor del punto de anclaje. De esto se puede deducir que los violadores con una decisión criminal tomada previamente fijan en su mayoría una «zona de seguridad» alrededor del punto de anclaje.

4.4.2 Homicidios sexuales con o sin decisión criminal tomada previamente

Aproximadamente el 58 % de los homicidios sexuales (57 de 99 hechos) pudieron ser clasificados como delitos «espontáneos». En el caso de los 42 hechos restantes los ofensores habían tomado previamente la decisión criminal de cometer un delito sexual. En aproximadamente el 45 % de estos casos (19 hechos) la decisión criminal abarcaba también el homicidio de la víctima después del delito sexual. A diferencia de las violaciones, en cuanto al comportamiento geográfico en el caso de los homicidios sexuales no se pueden constatar diferencias significantes entre hechos «con» y «sin» decisión criminal tomada previamente. En casi el 90 % de los delitos «espontáneos», el punto de anclaje del ofensor se encontraba en el sector regional. En el caso de los delitos «planificados» esto se pudo comprobar incluso en más del 80 % de los casos.

58

Figura 11: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de homicidios sexuales con y sin decisión criminal tomada previamente, Porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Sin decisión criminal tomada previamente cantidad (es)

%

Con decisión criminal tomada previamente cantidad (es)

%

hasta 1 km.

21

36,8

10

23,8

hasta 5 km.

17

66,7

13

54,8

hasta 10 km.

9

82,5

6

69,0

hasta 15 km.

4

89,5

3

76,2

hasta 20 km.

0

89,5

2

81,0

más de 20 km.

6

100,0

8

100,0

57

100,0

42

100,0

en total:

Una «zona de seguridad», como se comprobó en el caso de las violaciones planificadas, no se puede reconocer en los homicidios sexuales planificados. Utilizando las categorías escogidas en este estudio no pudo establecerse ningún patrón singular que explicara la ausencia de una zona de seguridad. Esto requeriría un estudio separado al respecto que junto a los factores situacionales tuviera en cuenta también los factores personales. Para concluir se puede constatar que la «planificación del hecho» como único criterio respecto al grupo de los homicidios sexuales no posee ningún carácter discriminatorio en cuanto al comportamiento geográfico del agresor. Esta afirmación tiene validez independientemente del hecho de si la «planificación del hecho» sólo incumbía a la comisión del delito sexual o si la planificación también abarcaba el homicidio.

59

4.5

«Autor desconocido» versus «encuentro casual previo»

Esta sección se concentra en el carácter situativo del contacto entre víctima y victimario. ¿Es posible establecer diferencias de cara al comportamiento geográfico entre los delitos en los que la víctima fue atacada físicamente de forma inmediata (por ofensores desconocidos) y los delitos en los que, antes de la agresión, se produjo una interacción entre víctima y victimario inofensiva desde la perspectiva de la víctima? El caso estándar de una relación víctima-victimario «desconocido» expone una constelación en la que víctima y victimario no se conocían antes de cometerse el crimen. En algunos de los casos tratados aquí el ofensor tenía conocimiento de muchos detalles de la víctima por haberla espiado clandestinamente. También en estos casos no cabe duda que se puede partir de una relación víctima-victimario desconocido a los efectos de este estudio. Sin embargo, si inmediatamente antes del delito sexual se produjo un primer contacto entre víctima y victimario, por ejemplo en forma de conversación en un bar, estos casos fueron asignados a la categoría «encuentro casual previo».

4.5.1 Relación víctima-victimario en el caso de violación

En el grupo de delitos de violación se pudo comprobar en el 83,3 % de los casos (290 hechos) una relación víctima-victimario «desconocido» y en el restante 16,7 % (58 hechos) un «encuentro casual previo». Al observar la figura 12 resulta evidente que tanto en el caso de delitos con relación víctima-victimario «desconocido» como en el caso de delitos con «encuentro casual previo» se trata de hechos regionales en su gran mayoría. Para la categoría «victimario desconocido» es este el caso en más de ocho de cada diez delitos y en la categoría «encuentro casual previo» incluso para más de nueve de cada diez delitos.

60

Figura 12: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el grupo de las violaciones con relación víctima-victimario «desconocido» y con encuentro casual previo. Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

«Desconocido» cantidad (es)

%

«Encuentro casual previo» cantidad (es)

%

hasta 1 km.

78

26,9

20

34,5

hasta 5 km.

104

62,8

13

56,9

hasta 10 km.

29

72,8

13

79,3

hasta 15 km.

21

80,0

5

87,9

hasta 20 km.

10

83,4

3

93,1

más de 20 km.

48

100,0

4

100,0

290

100,0

58

100,0

en total:

A simple vista se tiene la impresión de que los valores son muy similares, sin embargo, ambos grupos se diferencian de forma altamente significante desde el punto de vista estadístico.73 En los hechos con «encuentro casual previo», la distancia promedio entre el lugar del contacto y el punto de anclaje del ofensor era menor que en el grupo de comparación. En primer lugar, esto se puede atribuir al hecho de que en el caso de delitos con «encuentro casual previo» se trata casi exclusivamente de delitos «espontáneos» (más del 93 %) en los cuales los ofensores actuaban, por regla general, en el contexto de sus rutinas cotidianas (en este caso, especialmente la asistencia a un bar o a una fiesta). Como ya se ha expuesto al analizar los casos de las violaciones «espontáneas» versus «planificadas», en las primeras se puede constatar de forma significante distancias cercanas al punto de anclaje (véase la figura 10). 73

Las diferencias altamente significantes entre el grupo de delitos cometidos por ofensores «desconocidos» y delitos con «encuentro casual previo» también se pueden reconocer en las distancias entre el punto de anclaje y el «lugar de la agresión» y el «lugar de la violación». Estas características altamente significantes se pueden atribuir a valores medios

61

Sin embargo, para la investigación policial esta diferenciación no tiene incidencia en la práctica. Si ocho de diez ofensores (como en el grupo de los «ofensores desconocidos») o nueve de diez ofensores («encuentro casual previo») residen en el sector regional, carece de importancia en la práctica para las averiguaciones policiales.

4.5.2 Relación víctima-victimario en el caso de homicidios sexuales

Una «relación víctima-victimario desconocido también se puede constatar en el 83 % de los casos (82 hechos) del grupo de delitos de homicidio sexual. Tan sólo en el 17 % de los casos (17 hechos) tuvo lugar un encuentro casual previo entre víctima y victimario antes de la agresión. En ambos grupos se produjo más del 80 % de los casos en el sector regional.

Figura 13: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en grupo de los homicidios sexuales con relación víctima-victimario desconocido y homicidios sexuales con encuentro casual previo, porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

«Desconocido» cantidad (es)

%

«Encuentro casual previo» cantidad (es)

%

hasta 1 km.

24

29,3

7

41,2

hasta 5 km.

26

61,0

4

64,7

hasta 10 km.

12

75,6

3

82,4

hasta 15 km.

7

84,1

0

82,4

hasta 20 km.

2

86,6

0

82,4

más de 20 km.

11

100,0

3

100,0

en total:

82

100,0

17

100,0

altos y a un espectro mayor de distancias (diversificación) en el grupo de ofensores «desconocidos».

62

Los resultados de ambos grupos no presentan diferencias significantes. El criterio de la relación víctima-victimario carece de importancia para estimar el comportamiento geográfico del agresor en los homicidios sexuales.

63

4.6

Edad

4.6.1 Edad del agresor en el caso de violación

Si se toma como base la experiencia general, cabría suponer que los ofensores mayores se movilizan mucho más para cometer delitos sexuales que los ofensores más jóvenes. Una mayor edad permite suponer que en el contexto de su socialización general, los ofensores ya han podido recoger más experiencias en diferentes espacios geográficos (p. ej. a través de diversos puestos de trabajo y, dado el caso, también cambios de domicilio). Más allá de ello, se podría presumir que los ofensores mayores al cometer delitos sexuales tienen en cuenta el riesgo de poder ser identificados más fácilmente si actúan en un espacio geográfico próximo a su punto de anclaje. La edad promedio de los violadores de este estudio asciende a 29 años. Por lo tanto, se establecieron dos grupos, uno con ofensores «más jóvenes» hasta 29 años (191 casos) y otro con ofensores «mayores» de 30 años (157 casos). Efectivamente, hay que constatar la tendencia de que el grupo de los ofensores «mayores» recorrió distancias más largas entre el punto de anclaje y el lugar del contacto. Sin embargo, no se presentó un grado de significancia que permitiera indicar que esa «tendencia» pueda ser importante para el trabajo policial en la práctica. Puesto que también aquí en más del 80 % de los casos el hecho se inició en el sector regional, tanto en el caso de los ofensores más jóvenes como en el caso de los mayores. Los ofensores más jóvenes presentaron el 86,9 % (166 casos) y los ofensores mayores el 82,8 % (130 casos).

64

Diferencias significantes se pudieron obtener, sin embargo, al dividir la muestra tomada al azar en delitos en los que el ofensor tenía menos de 18 años al cometer el delito y hechos en los que el ofensor tenía más de 18 años. Esta división se basaba en el hecho de que los menores de 18 años aún no poseen el permiso de conducir y, por consiguiente, se presumió que estos ofensores tenían menos movilidad.

Figura 14: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el grupo comprendido por violaciones cometidas por ofensores «menores de 18 años» y «con 18 años de edad y más», Porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

«menor de 18» cantidad (es)

%

«18 o mayor» cantidad (es)

%

hasta 1 km.

10

37,0

88

27,4

hasta 5 km.

13

85,2

104

59,8

hasta 10 km.

1

88,9

41

72,6

hasta 15 km.

0

88,9

26

80,7

hasta 20 km.

0

88,9

13

84,7

más de 20 km.

3

100,0

49

100,0

27

100,0

321

100,0

en total:

Como se puede ver en la figura 14, esta presunción se confirmó de forma altamente significante, como era de esperar. Estos valores tienen validez análogamente para el «lugar de la agresión» y el «lugar de la violación», también aquí los ofensores menores de 18 años presentaron distancias más cortas en un grado altamente significante.

65

4.6.2 Edad del agresor en el caso de homicidios sexuales

La edad promedio del homicida sexual en esta muestra al azar es también 29 años. También aquí se establecieron dos grupos de ofensores, «más jóvenes» hasta 29 años (51 casos) y «mayores» a partir de 30 años (48 casos). Los valores de ambos grupos no se diferencian, no pudiéndose constatar ninguna significancia. En 84,3 % de los casos en los que habían participado ofensores «más jóvenes» el lugar del contacto se encontraba dentro del perímetro de hasta 20 kilómetros de distancia alrededor del punto de anclaje. En el caso de los ofensores «mayores» este valor era del 87,5 %. Incluso al subdividir estos grupos de edades en «menores de 18» y «18 y mayores» no se estableció ninguna diferencia significante, en contraposición con el grupo de las violaciones. Esto permite concluir que en el caso de homicidios sexuales no se puede deducir el comportamiento geográfico del agresor sólo por la edad, por ejemplo al realizar un análisis de casos.

66

4.7

Antecedentes policiales

Los antecedentes policiales74 del ofensor podrían tener influencia sobre el comportamiento geográfico, dado que el hecho de haber tenido ya contacto con la Policía puede conducir al criminal a tener más precaución al seleccionar los futuros lugares del hecho. Esto se podría presumir, sobre todo, en el caso de ofensores con antecedentes policiales «por los mismos delitos»75, es decir que el ofensor ya había llamado la atención policial por un delito sexual. Especialmente estos ofensores tendrían razón para temer ser involucrados automáticamente en el grupo de personas a investigar si se comete un delito en la proximidad regional.

4.7.1 Antecedentes policiales en el caso de violaciones

En aproximadamente el 86 % de las violaciones (299 casos), los ofensores presentaban antecedentes policiales.76 Sorprendentemente, el comportamiento geográfico de estos ofensores no difiere del de los ofensores que no presentan antecedentes policiales. En aproximadamente el 85 % de los casos en ambos grupos, la distancia desde el punto de anclaje hasta el lugar del contacto se encontraba en el sector regional de 20 kilómetros. Por lo tanto, el hecho de tener antecedentes policiales generales no constituye un elemento discriminatorio en cuanto al comportamiento geográfico del agresor. Esto también tiene validez en los casos en que el ofensor presentaba antecedentes policiales por el mismo tipo de delito.

74

75

76

Antecedentes policiales en el sentido de este estudio son todas las informaciones respecto a hechos delictivos o infracciones de las que tenía conocimiento la Policía antes de cometerse la violación o el homicidio sexual que se analizan aquí. Entre los delitos considerados «del mismo tipo» se entienden todos los hechos delictivos agrupados en la Sección 13 del Código Penal alemán [StGB] [Delitos contra la autodeterminación sexual]. Estos valores se corresponden con las afirmaciones de Straub & Witt (2003) sobre los antecedentes policiales de violadores. También aquí el 85 % de todos los violadores «desconocidos» presentan antecedentes policiales.

67

En poco menos del 45 % de todos los delitos (156 casos) los ofensores presentaban antecedentes policiales por el mismo tipo de delito. Respecto a su comportamiento ambiental, estos ofensores no se diferencian de los del grupo que no posee antecedentes policiales por el mismo tipo de delito. Los valores de los casos con referencia regional respecto al punto de anclaje son prácticamente los mismos: 84,9 % (sin antecedentes) y 85,3 % (con antecedentes).

4.7.2 Antecedentes policiales en el caso de homicidios sexuales

El caso de los homicidios sexuales ofrece una imagen casi idéntica: en el 85 % de los delitos (84 casos) los ofensores presentaban antecedentes policiales generales y en el caso del 46 % (46 casos) se trataba de delitos en la misma categoría. A los efectos de estimar el comportamiento geográfico del agresor, también en el caso de homicidios sexuales carece de importancia el hecho de haber llamado la atención policial antes de cometer el delito. En más del 85 % de los casos estudiados en ambos grupos (con o sin antecedentes policiales generales) se pudo establecer una referencia regional entre el lugar del contacto y el punto de anclaje del ofensor. Esto también es válido para delitos en los que el ofensor ya tenía antecedentes policiales por el mismo tipo de delito. Aquí los valores eran de 84,8 % (con) y 86,8 % (sin), referidos respectivamente a la proporción de los delitos regionales de esos subgrupos. Para resumir se puede constatar que tanto en el caso de violaciones como en el caso de homicidios sexuales la mera existencia de antecedentes policiales, sean generales o por el mismo tipo de delito, no permite hacer afirmaciones sólidas respecto al comportamiento geográfico del agresor.

68

4.8

Delitos seriales

Otro objetivo de este estudio era determinar si se pueden constatar diferencias entre delitos seriales y delitos aislados tomando como base las distancias recorridas. Este interrogante es de particular interés en vista de la presunción generalizada de que un ofensor serial planifica cuidadosamente sus actos y por lo tanto se trata de un tipo de delincuente dispuesto a recorrer grandes distancias para cometer el crimen. Sobre la base de esta presunción se podría suponer que un alto porcentaje de los delitos asignados al «área suprarregional», al mismo tiempo, podrían formar parte de una serie. Primeramente, sería apropiado definir qué se entiende por «serie». La siguiente definición puede ser aplicada tanto para las violaciones como para los homicidios sexuales. A los efectos de este estudio se presenta una «serie» cuando el ofensor es condenado, por lo menos, por dos delitos de violación u homicidio de diferentes víctimas en distintos momentos. Por un lado, tiene que existir una cierta correlación temporal entre dos delitos y, por otro lado, se debe presentar un periodo de tiempo en el que tiene lugar el denominado «enfriamiento emocional» que el ofensor necesita para consolidarse. El siguiente delito está precedido de una decisión criminal tomada por separado. Los hechos deben alcanzar, por lo menos, la fase del intento.

4.8.1 Violaciones seriales Aproximadamente el 37 % de las violaciones (130 casos) formaban parte de una serie. En el 54 % de estos delitos seriales (70 casos) se pudo constatar una decisión criminal tomada previamente. Este porcentaje es claramente más alto que en el caso de los delitos aislados, en los que tan sólo en el 10 % de los casos (22 hechos) existía una «planificación previa del hecho». Respecto a las distancias se debe constatar que los ofensores seriales en su totalidad tienen mucha más movilidad que los ofensores que cometen un solo hecho delictivo. Esta significancia se evidencia en todas las distancias recorridas desde el punto de anclaje hasta el respectivo lugar del hecho. 69

Poco menos de nueve de diez delitos aislados pueden ser clasificados como «regionales», mientras que esto tiene validez «sólo» para el 75 % de los casos de delitos seriales.

Figura 15: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto inicial en el caso de violaciones como delito serial y delito aislado. Porcentajes acumulados, valores significativos marcados (sector altamente significante en rojo oscuro).

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Delito serial cantidad (es)

%

Delito aislado cantidad (es)

%

hasta 1 km.

24

18,5

74

33,9

hasta 5 km.

46

53,8

71

66,5

hasta 10 km.

14

64,6

28

79,4

hasta 15 km.

12

73,8

14

85,8

hasta 20 km.

4

76,9

9

89,9

30

100,0

22

100,0

130

100,0

218

100,0

más de 20 km. en total:

La distancia de «hasta un kilómetro» merece especial atención dado que en el caso de delitos seriales el contacto inicial entre víctima y victimario se produce raramente en este sector, lo cual es altamente significante. Análogamente a los «violadores que planifican», en los ofensores seriales también se puede reconocer la tendencia a evitar la actuación dentro de la proximidad inmediata al punto de anclaje. Si este fenómeno de la «zona de seguridad» es atribuible a una anticipación de las medidas policiales o a una reacción a éstas no tiene consecuencias para este estudio (palabra clave «tierra quemada»)77. Para el trabajo analítico de casos sólo reviste importancia la determinación de la existencia de una zona tal para violadores seriales. 77

70

Esto también lo presumen Canter & Larkin 1993, pág. 68.

4.8.2 Homicidios sexuales seriales En el ámbito de los homicidios sexuales analizados, 24 de 99 casos constituían partes de una serie, es decir aproximadamente el 24 % de todos los delitos. Como en el caso de las violaciones también se puede constatar en los homicidios sexuales seriales una proporción considerablemente alta de hechos delictivos «planificados» (75 % en el caso de delitos seriales en contraposición con el 33 % en el caso de delitos aislados). Aunque estas cifras pudieran sugerirlo, en el caso de los homicidios sexuales seriales no existen diferencias importantes en comparación con el grupo de los delitos aislados respecto a las distancias desde el punto de anclaje hasta el lugar del contacto u otros lugares del hecho. Aproximadamente ocho de diez homicidios sexuales seriales pueden ser clasificados como «regionales», en el caso de los delitos aislados nueve de cada diez delitos responden a este criterio.

Figura 16: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de homicidios sexuales como delito serial y delito aislado, Porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Delito serial cantidad (es)

%

Delito aislado cantidad (es)

%

hasta 1 km.

6

25,0

25

33,3

hasta 5 km.

8

58,3

22

62,7

hasta 10 km.

1

62,5

14

81,3

hasta 15 km.

2

70,8

5

88,0

hasta 20 km.

2

79,2

0

88,0

más de 20 km.

5

100,0

9

100,0

24

100,0

75

100,0

en total:

71

En contraposición con las violaciones seriales, en el caso de los homicidios sexuales seriales no se puede reconocer ninguna «zona de seguridad». Este resultado se corresponde con las observaciones citadas en la sección 4.4.2 (decisión criminal en el caso de homicidios sexuales), que también permiten constatar la falta de una «zona de seguridad» en el caso de los homicidios sexuales «planificados». Por consiguiente, se debe constatar como conclusión que para los homicidios sexuales no es posible derivar el comportamiento geográfico del agresor utilizando sólo el criterio «delito serial» o «delito aislado».

72

4.9

Violación con «escalamiento»

Un modo especial utilizado para cometer el delito es el llamado «escalamiento» en un área protegida de la víctima que precede a la violación. Por lo regular, los ofensores penetran en la vivienda de la víctima78, mayoritariamente, durante la noche. Frecuentemente, estos hechos son precedidos por la decisión criminal tomada previamente de cometer una violación. En algunos casos, los ofensores indicaron que habían entrado a la vivienda para cometer un delito contra la propiedad. Sin embargo, en una gran parte de los casos, probablemente, se trate de una afirmación del ofensor para ocultar el verdadero motivo (delito sexual). Las diferencias respecto a las distancias recorridas entre los «delitos con escalamiento» y los hechos en los que no se utiliza este modo de cometer el delito sólo fueron estudiadas en el área de las violaciones. El correspondiente análisis en el grupo de los homicidios sexuales presentó una cifra de casos insignificante. En el 6,4 % de las violaciones (22 de 342 hechos)79 el ofensor accedió a la esfera de la víctima mediante «escalamiento». En todos los casos, las actuaciones criminales siguientes se llevaron a cabo en ese lugar exclusivamente. En el caso de los «violadores que acceden a la vivienda por escalamiento» se trata de ofensores con una orientación regional extrema. Los valores de este grupo difieren de forma altamente significante en comparación con el grupo de los delitos en los que el ofensor no penetró en la vivienda de la víctima.

78 79

Otros ámbitos de la víctima eran, por ejemplo, la habitación del hotel o de una clínica. Seis de los hechos cometidos por un ofensor fueron excluidos de la muestra al azar. Este ofensor presentaba un modus operandi extremadamente suprarregional. Él trabajaba como mensajero y cometía sus delitos en el área de su trabajo, la región comprendida entre Hamburgo y Hanover. Por lo tanto, los delitos de este ofensor no se tomaron en cuenta para no distorsionar los resultados de esta observación. La exclusión de este tipo de casos es permisible en el contexto del análisis estadístico.

73

En más del 80 % de los casos, el punto de anclaje del ofensor se encontraba dentro de un radio de cinco kilómetros respecto al lugar del hecho, en ningún caso se constató una distancia de más de 15 kilómetros.80 Este fue el valor más alto en esta categoría de distancias en el curso de este estudio. Figura 17: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del hecho en el caso de violaciones con «escalamiento» en la vivienda de la víctima así como violaciones sin la utilización del modo de «escalamiento». Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del hecho (distancia aérea)

«Delito con escalamiento» cantidad (es)

%

«Delito sin escalamiento» cantidad (es)

%

hasta 1 km.

8

36,4

90

28,1

hasta 5 km.

10

81,8

107

61,1

hasta 10 km.

2

90,9

40

74,1

hasta 15 km.

2

100,0

23

81,3

hasta 20 km.

0

100,0

12

85,0

más de 20 km.

0

100,0

48

100,0

22

100,0

320

100,0

en total:

Por lo tanto, en el caso de las violaciones, en las que el ofensor penetró en el área protegida de la víctima se trataba de hechos que tuvieron lugar en las cercanías del punto de anclaje del ofensor. Esto se corresponde con otros estudios relacionados que demuestran que los violadores con escalamiento sólo recorren distancias muy cortas. 81 La mejor explicación de este fenómeno es, probablemente, la oscuridad que le permite al ofensor aproximarse al objeto del delito corriendo un riesgo mínimo de ser descubierto.

80 81

74

Al observar las distancias en detalle se puede constatar incluso que la distancia máxima era de sólo 12 kilómetros aproximadamente. Compárese LeBeau 1987. Este fenómeno pudo se confirmado en el curso de este estudio para una región heterogénea como es la de la República Federal de Alemania.

Además, los ofensores reducen el riesgo de una identificación posterior por parte de la víctima aprovechándose de la oscuridad dentro del objeto y, dado el caso, utilizando adicionalmente una máscara. Por otra parte, el peligro de una «interrupción» externa, por ejemplo mediante la intervención de un testigo del delito, queda reducido actuando dentro de la vivienda de la víctima. Mediante este proceder, el ofensor tiene a su favor suficientes «factores de protección», de forma tal que, desde su punto de vista, no existe la necesidad de realizar sus actuaciones criminales en zonas distantes y desconocidas. La actuación cerca de su punto de anclaje le permite al ofensor llevar a cabo con más facilidad la observación previa de la víctima, hecho frecuentemente comprobado en este tipo de casos.

75

4.10 Niños como víctima

La violación de un niño y, dado el caso, el homicidio a continuación rompe, sin duda alguna, con un tabú incluso dentro de la esfera de los delitos de violencia sexual dado que se fundamenta en la inocencia y vulnerabilidad de las víctimas infantiles. Esta constelación presenta uno de los desniveles de poder más extremos entre víctima y victimario. Las víctimas están a merced del atacante sin posibilidad alguna a causa de la superioridad física de este último. «Niños» a los efectos de este estudio son las víctimas de hasta 12 años inclusive. Este límite de edad que difiere de la definición jurídica fue escogido en virtud de que las víctimas de este grupo de edad poseen todavía una apariencia infantil.

4.10.1 Víctimas infantiles en casos de violación En aproximadamente el 11 % de las violaciones (39 casos) la víctima era un niño. En los restantes 309 casos la víctima tenía, por lo menos, 13 años de edad. Una comparación de ambos grupos respecto al comportamiento geográfico del agresor aportó diferencias altamente significantes. Si la víctima de una violación era un niño, en el 92,3 % (36 de 39 casos) ese delito tuvo lugar dentro de un radio de menos de 15 kilómetros respecto al lugar del contacto. Sin embargo, se debe constatar aún que, más allá de las diferencias altamente significantes, también en los casos en que la víctima tenía más de 13 años los ofensores presentaban una referencia regional (hasta 20 kilómetros) en el 84,1 % de las violaciones (260 de 309 hechos).

76

Figura 18: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de violaciones con un niño como víctima o violaciones cuya víctima no fue un niño. Porcentajes acumulados, valores significativos marcados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

«Víctima menor de 13 (niño) » cantidad (es)

%

«Víctima mayor de13» cantidad (es)

%

hasta 1 km.

12

30,8

86

27,8

hasta 5 km.

17

74,4

100

60,2

hasta 10 km.

5

87,2

37

72,2

hasta 15 km.

2

92,3

24

79,9

hasta 20 km.

0

92,3

13

84,1

más de 20 km.

3

100,0

49

100,0

39

100,0

309

100,0

en total:

Una posible explicación de esta orientación extremadamente regional es que los ofensores con una decisión criminal tomada previamente tienen que reflexionar muy especialmente sobre el «plan» a seguir. Por lo regular, los niños solamente están disponibles como víctimas durante las horas del día, por ejemplo, y con ello aumenta, al mismo tiempo, el riesgo de ser descubierto al cometer el delito. Los ofensores intentan reducir este riesgo eligiendo una zona en la que puedan, aparentemente, calcular o controlar mejor los riesgos. Desde el punto de vista del ofensor, la familiaridad con el área puede influir positivamente sobre la apreciación del riesgo. Además, para los ofensores constituye una ventaja el hecho de que en la región escogida tengan una «razón para estar en el lugar» y, por lo tanto, raramente sean percibidos como un «cuerpo extraño» en el lugar.82 Por lo general, este modelo de explicación no se puede aplicar en el caso de ofensores con una decisión criminal «espontánea». Estos ofensores se orientan básicamente de forma muy regional, como ya se ha expuesto en el punto 4.4.1. 82

Véase Hanfland, Keppel & Weis 1992.

77

4.10.2 Víctimas infantiles en casos de homicidio sexual El grupo de los homicidios sexuales presenta una cifra más elevada de víctimas infantiles, altamente significante en comparación con el grupo de las violaciones. Un niño fue víctima de un homicidio sexual en aproximadamente el 31 % de los casos (31 hechos). Respecto a las distancias no se observa ninguna diferencia de importancia entre el grupo de homicidios «cuya víctima fue un niño» y el grupo «cuya víctima no fue un niño». En ambos se puede asignar al sector regional más del 85 % de los casos. Figura 19: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de homicidios sexuales con un niño como víctima en comparación con homicidios sexuales cuya víctima no fue un niño. Porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

«Víctima menor de 13 (niño)»

«Víctima mayor de 13»

cantidad (es)

cantidad (es)

%

%

hasta 1 km.

14

45,2

17

25,0

hasta 5 km.

7

67,7

23

58,8

hasta 10 km.

5

83,9

10

73,5

hasta 15 km.

1

87,1

6

82,4

hasta 20 km.

0

87,1

2

85,3

más de 20 km.

4

100,0

10

100,0

31

100,0

68

100,0

en total:

A pesar de la ausencia de significancias en la comparación de ambos grupos, vale la pena realizar una observación individual del grupo de los homicidios sexuales en los que la víctima fue un niño.

78

Una considerable cantidad de delitos se concentra en la proximidad inmediata de hasta un kilómetro alrededor del punto de anclaje del ofensor, situándose el punto de anclaje en 11 de los 14 casos a una distancia de menos de 500 metros. Para el área fuera de la «frontera de 1 kilómetro» se encuentran relativamente pocos casos. Aún así, casi el 84 % de los casos estudiados tuvo lugar en el área de hasta 10 kilómetros de distancia (incluyendo el área de 1 kilómetro). La proximidad espacial entre el lugar del contacto y el punto de anclaje, en principio, ya podría constituir la causa del posterior homicidio de la víctima con la intención de ocultamiento. A esto hay que añadir que los homicidas sexuales con un niño como víctima presentan un porcentaje significativamente más alto de antecedentes policiales por los mismos delitos. En el 61,3 % de los casos (19 de 31 hechos), el ofensor ya había llamado la atención policial por un delito sexual. Estos ofensores saben, probablemente, qué consecuencias jurídicas y sociales les esperan en caso de volver a ser identificados como autores. Razón por la cual se aferren, presumiblemente, a la idea del homicidio del único testigo del hecho, la víctima, en la esperanza de impedir ser identificados. Esta premisa es de crucial importancia desde el punto de vista criminalístico. La investigación policial de homicidios sexuales en perjuicio de niños tendría que concentrarse, inicialmente, en la vecindad inmediata del presumible lugar del contacto.

79

4.11 Traslado del cuerpo después de un homicidio sexual En el contexto de la práctica analítica de casos, en el pasado se solicitaba, frecuentemente, a las unidades de análisis operativo la examinación del caso cuando el lugar en el que había sido hallado el cuerpo no era, al mismo tiempo, el lugar del homicidio y, además, existía la sospecha de que el cuerpo había sido trasladado al lugar del hallazgo utilizando un vehículo. Estos casos constituyen, principalmente, un gran desafío para la sección encargada de la investigación debido a que la cuota de esclarecimiento de delitos que presentan esta constelación es muy baja. Esta circunstancia impulsó a realizar una observación aislada de los homicidios sexuales en los que se empleaba este modo de operar. Principalmente, se debe constatar que el traslado del cadáver de la víctima constituye un fenómeno inusual. Durante el periodo comprendido entre 1971 y 2001 pudieron ser registrados tan sólo 25 homicidios sexuales esclarecidos cometidos contra víctimas desconocidas con posterior traslado del cuerpo utilizando un vehículo. Para el mismo periodo hay que añadir más de 50 casos de «traslado potencial del cuerpo» en los que el ofensor no ha podido ser identificado hasta ahora. Las averiguaciones policiales se inician, por lo regular, en el lugar en el que fue hallado el cuerpo. En general, existe la tendencia a sacar conclusiones geográficas respecto al punto de anclaje del ofensor tomando como base el lugar de hallazgo del cuerpo. Como lo muestra la figura 20, muchas veces estas conclusiones no llevan a localizar al ofensor y, por lo tanto, no deben constituir la primera opción para determinar el curso de la acción.

80

Figura 20: Distancias entre el lugar de hallazgo del cuerpo y el punto de anclaje en el caso de homicidios sexuales, porcentajes acumulados.

Distancia entre el lugar de Homicidio sexual con hallazgo del cuerpo y el traslado del cuerpo punto de anclaje cantidad % (distancia aérea) (es) hasta 20 km.

11

44,0

hasta 50 km.

7

72,0

hasta 100 km.

3

84,0

más de 100 km.

4

100,0

25

100,0

en total:

En algo menos de la mitad de los casos estudiados, el punto de anclaje del ofensor se encontraba dentro del área de 20 kilómetros del lugar de hallazgo del cuerpo.83 Sin embargo, en diez de estos once casos toda la secuencia del crimen tuvo lugar en el sector regional alrededor del punto de anclaje del ofensor. En el 56 % de los casos, el punto de anclaje del ofensor se encontraba a más de 20 kilómetros del lugar del hallazgo del cuerpo, constatándose en algunos casos distancias aéreas de hasta 400 kilómetros. Como se puede ver en la figura 21, aproximadamente en el 75 % de todos los casos el punto de anclaje del ofensor se encuentra en un radio de 10 kilómetros respecto al lugar del contacto. La comparación entre el grupo de los homicidios sexuales «con traslado del cuerpo» y el grupo «sin traslado del cuerpo» no aporta ninguna diferencia de importancia. Ambos grupos muestran el mismo comportamiento geográfico.

83

En detalle, las distancias fueron en tres casos de menos de 5 kilómetros, en ocho casos menos de 10 kilómetros y en once casos menos de 15 kilómetros.

81

Figura 21: Distancias entre el lugar del contacto y el punto de anclaje en el caso de homicidios sexuales con posterior traslado del cuerpo y homicidios sexuales sin traslado del cuerpo, porcentajes acumulados.

Distancia entre el lugar del contacto y el punto de anclaje (distancia aérea)

Homicidio sexual con traslado del cuerpo

Homicidio sexual sin traslado del cuerpo

cantidad (es)

cantidad (es)

%

%

hasta 1 km.

7

29,2

31

31,3

hasta 5 km.

8

60,0

30

61,6

hasta 10 km.

4

76,0

15

76,8

hasta 15 km.

0

76,0

8

84,8

hasta 20 km.

1

80,0

2

86,9

más de 20 km.

5

100,0

13

100,0

25

100,0

99

100,0

en total:

Para resumir se puede constatar que para calcular geográficamente el punto de anclaje del ofensor reviste mucha mayor importancia el lugar del encuentro entre víctima y victimario que el lugar de hallazgo del cuerpo. Es mucho más probable que el ofensor se localice en el sector regional del lugar del contacto que en el área del lugar de hallazgo del cuerpo. Por consiguiente, la evaluación geográfica del punto de anclaje del ofensor no se debe concentrar en el lugar de hallazgo del cuerpo, sino en el lugar del contacto. Consecuentemente, cabe preguntarse cuál fue la motivación del ofensor para tomarse el trabajo de trasladar el cuerpo. Para responder a este interrogante son importantes dos constelaciones de casos:

82

·

En el 32 % de los casos estudiados (8 de 25 hechos), las víctimas subieron al vehículo del ofensor después de hacer dedo. El homicidio de la víctima, por lo general, tuvo lugar dentro del vehículo o muy cerca de él. Sin embargo, al ofensor ese lugar le pareció inapropiado para depositar el cuerpo. En esta constelación, el esfuerzo demandado por el traslado del cuerpo es relativo, dado que el ofensor tenía su vehículo «en el lugar».

·

En el 44 % de los casos (11 de 25 hechos), el ofensor llevó a la víctima a su propio domicilio llevando a cabo allí la violación y el homicidio. Altamente significante es el hecho de que este valor es mucho mayor que en el caso de los homicidios sexuales «sin traslado del cuerpo», en los que la víctima fue asesinada en el punto de anclaje del ofensor en sólo el 6 % de los casos (6 de 99 hechos).84 La circunstancia de que el homicidio se lleve a cabo en el punto de anclaje permite deducir la necesidad de hacer desaparecer a la víctima del entorno domiciliario del ofensor.

84

En seis casos, las víctimas ya se encontraban en el punto de anclaje del ofensor al iniciarse el crimen (lugar del contacto inicial). El cuerpo fue abandonado en las proximidades del punto de anclaje porque el ofensor no tenía un vehículo apropiado a su disposición.

83

4.12 Homicidios sexuales en la RDA A las unidades de análisis operativo de los nuevos estados federados de Alemania se les solicita, frecuentemente, el análisis de homicidios con motivación sexual cometidos en la antigua RDA. Por esta razón se incluyó la cuestión en este estudio para dilucidar si se presentan particularidades respecto al comportamiento geográfico del agresor en el caso de homicidios sexuales cometidos en la antigua RDA. Se pudo analizar un total de 43 homicidios sexuales cometidos en el territorio de la antigua RDA en los que el victimario era «desconocido» para la víctima durante el periodo comprendido entre 1978 y 1988. En todos los casos, el punto de anclaje del ofensor se encontraba en el sector regional circundante al lugar del contacto con la víctima (véase la figura 22 a continuación). Figura 22: Distancias entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en el caso de homicidios sexuales en la antigua RDA (1978-1988) en comparación con los homicidios sexuales en la RFA (1991-2001). Porcentajes acumulados.

Distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto (distancia aérea)

Homicidios sexuales en la antigua RDA cantidad (es)

%

Homicidios sexuales en la República Federal de Alemania cantidad (es)

%

hasta 1 km.

16

37,2

31

31,3

hasta 5 km.

15

72,1

30

61,6

hasta 10 km.

2

76,7

15

76,8

hasta 15 km.

7

93,0

8

84,8

hasta 20 km.

3

100,0

2

86,9

más de 20 km.

0

100,0

13

100,0

43

100,0

99

100,0

en total:

84

Una comparación con los homicidios sexuales cometidos en la República Federal de Alemania a partir de 1991 no presenta, sin embargo, ninguna diferencia de importancia en relación con el comportamiento geográfico de este grupo de ofensores. Por el contrario, desde el punto de vista estadístico se puede observar la tendencia hacia un comportamiento más regional respecto a la distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto inicial. Con referencia a los demás lugares del hecho es importante indicar primeramente que en poco menos de dos tercios de los homicidios sexuales la actuación criminal se desarrolló en un sólo lugar (en la República Federal de Alemania éste fue el caso de la mitad de los homicidios sexuales aproximadamente). En los casos restantes sólo se registraron dos localidades diferentes, ningún caso presentaba más de dos lugares del hecho. Por consiguiente, se puede hablar de una movilidad mucho más reducida. Esta conclusión se basa también en la comprobación de que tan sólo en dos casos se utilizó un vehículo al cometer el delito (en contraposición con 42 casos en el territorio de la República Federal de Alemania). La distancia recorrida entre el primer lugar del hecho y el segundo no superó en ningún caso más de 4.300 metros distancia aérea. Contrariamente a los homicidios sexuales cometidos en la República Federal de Alemania, en la RDA los ofensores permanecían con mucha más frecuencia cerca del lugar del contacto incluso si se producía un cambio del lugar. Durante toda la actuación criminal, los ofensores en la antigua RDA tenían, evidentemente, menos movilidad. Esto se refleja en una diferencia importante respecto a las distancias desde el punto de anclaje hasta el lugar de la violación, así como el lugar del homicidio. En el caso de los ofensores incluidos en la muestra tomada al azar de la RDA, ambos lugares se encontraban mucho más cerca del punto de anclaje del ofensor (y exclusivamente dentro del sector regional) que en el grupo de comparación de homicidios sexuales en la República Federal de Alemania.

85

En los casos de homicidio sexual en la antigua RDA se pudo constatar además que al cometer el delito la edad promedio del agresor era significativamente menor. Mientras que la muestra tomada al azar en la República Federal de Alemania presenta una media de 29 años, la edad promedio del agresor en el territorio de la antigua RDA era de 24 años y, por lo tanto, considerablemente inferior (la mediana85 era incluso de 22 años). No se pudo encontrar ninguna explicación de este fenómeno en base a los datos de este proyecto, dado el caso, esto requeriría estudios separados.

85

86

La mediana es el valor más central o que está más en medio en el conjunto de números. Es decir que la mitad de los elementos está por encima de la mediana y la otra mitad está por debajo.

5

Resumen de los resultados esenciales

5.1

Observación de los grupos individuales de delitos

5.1.1 Violaciones Þ

En alrededor de nueve de diez casos de violación, el lugar del contacto no se encuentra a más de 20 kilómetros de distancia aérea respecto al punto de anclaje del ofensor.

Þ

En aproximadamente dos tercios de todas las violaciones el contacto inicial tiene lugar en la comunidad/ciudad en la que el ofensor tiene su punto de anclaje.

Þ

En alrededor del 95 % de todas las violaciones, el crimen se cometió en el Estado federado en el que el ofensor tenía su punto de anclaje.

Þ

Si en el contexto de una violación se produce un cambio de lugar y la víctima, primeramente, sigue al ofensor sin sospecha previa, se puede partir de una fuerte referencia regional del ofensor respecto al lugar del contacto.

Þ

Al desplazarse la escena del crimen, por lo general, se recorren distancias relativamente cortas. No es posible sacar ninguna conclusión respecto a la preferencia de una dirección de desplazamiento de la escena del crimen.

Þ

Los ofensores con puntos de anclaje en comunidades o ciudades con una población entre 5.001 y 20.000 habitantes presentan mayor movilidad que los demás ofensores al cometer el delito.

Þ

Los autores de violaciones «planificadas» recorren distancias más largas entre su punto de anclaje y el lugar del contacto que los autores de delitos «espontáneos».

Þ

Los violadores con una decisión criminal tomada previamente fijan en su mayoría una «zona de seguridad» alrededor del punto de anclaje. Evitan el contacto inicial en el perímetro de un kilómetro de distancia alrededor del punto de anclaje. 87

Þ

Los ofensores menores de 18 años recorren distancias más cortas para cometer el delito. Por lo demás, la edad no constituye ningún criterio fiable para deducir el comportamiento geográfico de violadores.

Þ

Antecedentes policiales generales y por el mismo delito no constituyen un elemento discriminatorio en cuanto al comportamiento geográfico del agresor en los casos de violación.

Þ

Los violadores seriales tienen más movilidad que los que cometen sólo una violación y, en su mayoría, presentan una zona de seguridad de un kilómetro de distancia alrededor del punto de anclaje.

Þ

En el caso de los «violadores que acceden a la vivienda por escalamiento» se trata de autores con una fuerte orientación regional.

Þ

En más del 90 % los casos de violaciones con un niño como víctima, el punto de anclaje del ofensor se encontraba dentro de un radio de menos de 15 kilómetros de distancia aérea alrededor del lugar del contacto.

Þ

En las violaciones con comisión delictiva suprarregional no se pudo constatar ninguna relación significante (muestra).

88

5.1.2 Homicidios sexuales Þ

En alrededor de nueve de diez casos del grupo de los homicidios sexuales, el lugar del contacto no se encuentra a más de 20 kilómetros de distancia aérea respecto al punto de anclaje del ofensor.

Þ

En más de la mitad de los homicidios sexuales el contacto inicial tiene lugar en la comunidad/ciudad en la que el ofensor tiene su punto de anclaje.

Þ

En alrededor del 95 % de todos los homicidios sexuales, el crimen se cometió en el Estado federado en el que el ofensor tenía su punto de anclaje.

Þ

Si en el contexto de un homicidio sexual se produce un cambio de lugar y la víctima, primeramente, sigue al ofensor sin sospecha previa, se puede partir de una fuerte referencia regional del ofensor respecto al lugar del contacto. En más de la mitad de los crímenes, el punto de anclaje se encuentra a menos de un kilómetro de distancia aérea del lugar del contacto.

Þ

En el caso de homicidios sexuales en los que la víctima es trasladada por la fuerza a otro lugar del hecho, la gran mayoría de los agresores mantiene una «zona de seguridad» de un kilómetro alrededor de su punto de anclaje.

Þ

No es posible sacar ninguna conclusión respecto a la dirección de desplazamiento de la escena del crimen. En la mayoría de los casos no se recorren largas distancias al desplazarse la escena del crimen.

Þ

En más de dos tercios de todos los homicidios sexuales cometidos por ofensores que tienen su punto de anclaje en regiones urbanas, el contacto entre ofensor y víctima se encuentra a una distancia de menos de cinco kilómetros del punto de anclaje. Esto implica una diferencia altamente significante respecto a los homicidios sexuales cometidos por ofensores «rurales».

89

Þ

En cuanto al comportamiento geográfico en el caso de los homicidios sexuales no se pueden constatar diferencias significantes entre hechos «con» y «sin» decisión criminal tomada previamente.

Þ

A diferencia de las violaciones, en el caso de homicidios sexuales con decisión criminal tomada previamente no se pudo constatar una «zona de seguridad» alrededor del punto de anclaje del ofensor.

Þ

La

edad

no

constituye

ningún

criterio

fiable

para

deducir

el

comportamiento geográfico de homicidas sexuales. Þ

Antecedentes policiales generales y por el mismo delito no constituyen un elemento discriminatorio en cuanto al comportamiento geográfico del agresor en el caso de homicidios sexuales.

Þ

Respecto a su comportamiento geográfico, los asesinos seriales no se diferencian de los que cometen un solo homicidio. A diferencia de las violaciones, en este caso no se puede constatar una «zona de seguridad».

Þ

En aproximadamente la mitad de los casos de homicidio sexual en perjuicio de niños, el contacto inicial tuvo lugar a menos de un kilómetro de distancia del punto de anclaje del ofensor.

Þ

En los homicidios sexuales con comisión delictiva suprarregional no se pudo constatar ninguna relación significante (patrón).

90

5.1.3 Traslado del cuerpo Þ

Para calcular geográficamente el punto de anclaje del ofensor reviste mucha mayor importancia el lugar del encuentro entre víctima y victimario que el lugar de hallazgo del cuerpo. Es mucho más probable que el ofensor se localice en el sector regional del lugar del contacto que en el área del lugar de hallazgo del cuerpo.

Þ

En el 44 % de los casos, el ofensor llevó a la víctima a su domicilio llevando a cabo allí la violación y el homicidio.

5.1.4 Homicidios sexuales en la antigua RDA Þ

Durante toda la actuación criminal, los ofensores en la antigua RDA tenían, evidentemente, menos movilidad. Esto se refleja en una diferencia importante respecto a las distancias desde el punto de anclaje hasta el lugar de la violación, así como el lugar del homicidio.

Þ

Los homicidas sexuales en la antigua RDA tenían una edad promedio de 24 años y, por lo tanto, considerablemente inferior a la de los ofensores de la muestra tomada al azar en la República Federal de Alemania que se situaba en 29 años.

91

5.2

Verificación de las hipótesis

¨ En general, tanto en el caso de violaciones como de homicidios sexuales se comprueba una orientación regional del ofensor. Esta hipótesis pudo verificarse en el contexto de este proyecto. Por regla general, tanto en el caso de las violaciones como en el caso de los homicidios sexuales se pudo constatar una referencia regional del ofensor respecto al lugar del contacto en ocho hasta nueve de cada diez casos. Tan sólo en un subgrupo (violación con desplazamiento de lugar por la fuerza) se encontraron «solamente» el 71% de los ofensores con una referencia regional respecto al lugar del contacto. En numerosos casos, el lugar del contacto se encontraba incluso en la proximidad inmediata al punto de anclaje del ofensor.

¨ Cabe distinguir entre delitos de oportunidad (decisión espontánea de cometer el delito, «oportunistas») y delitos con decisión criminal tomada previamente (los llamados delitos «planificados»). Mientras que al cometer el delito los «oportunistas» accionan muy regionalmente (orientándose a su rutina diaria), en el caso de los ofensores que «planifican» el hecho se debe considerar un radio de acción más grande (permaneciendo éste, sin embargo, dentro del sector regional). Esta hipótesis sólo pudo verificarse en los casos de violaciones. Los ofensores que «planificaron sus delitos» recorrieron, efectivamente, distancias más largas entre su punto de anclaje y el lugar del contacto que los ofensores que actuaban «espontáneamente». Sin embargo, también en casi el 80 % de los casos de ofensores que «planificaron sus delitos», el lugar del contacto se encontraba en un perímetro de menos de 20 kilómetros respecto al punto de anclaje.

92

Esta hipótesis tuvo que ser falsificada para el grupo de los homicidios sexuales. Para la estimación del comportamiento geográfico del agresor en este caso carece de importancia si el ofensor actúa conforme a un plan elaborado a largo plazo o si decide cometer el delito poco antes de cometerlo.

¨ En los casos en que la víctima es trasladada a otro lugar después de ser avasallada, en ese accionar se reflejan patrones ambientales que permiten hacer un enunciado respecto a la clasificación regional del ofensor. Esta hipótesis no pudo confirmarse para los casos de violaciones así como tampoco para el grupo de los homicidios sexuales. En el caso de un desplazamiento de lugar dentro de la escena del crimen las distancias recorridas fueron relativamente cortas en el caso de los ofensores que, en general, tenían como objetivo principal encontrar lo más rápido posible un lugar protegido para cometer el delito sexual sin ser molestados. La dirección del desplazamiento al realizarse este cambio de lugar estaba vinculada fundamentalmente a circunstancias situativas del respectivo lugar del hecho y no se basaba en la intención de ocultar el propio lugar de residencia.

¨ En los casos en que, después de una violación, la víctima es asesinada con la intención de ocultar el hecho, esto guarda un correlato con la cercanía regional del domicilio del ofensor. Esta hipótesis pudo confirmarse, a lo sumo, en el sector de los homicidios sexuales en perjuicio de niños. En este caso, la corta distancia entre el punto de anclaje y el lugar del contacto en casi la mitad de los casos podría indicar una de las muchas razones posibles del posterior homicidio del niño. En todos los demás casos no pudo verificarse ninguna correlación.

93

¨ Si después de cometerse el delito el cuerpo es retirado del lugar del hecho y trasladado en un vehículo, esto está en relación con la cercanía del domicilio del ofensor al lugar del hecho. En una gran cantidad de casos el ofensor llevó a la víctima a su propia casa, allí la violó y, a continuación la mató. Esto demanda la necesidad de hacer desaparecer

el

cuerpo

de

la

víctima

en

la

cercanía

inmediata.

Consecuentemente, esta hipótesis pudo verificarse en una gran cantidad de los casos de traslado del cuerpo.

94

6.

Resumen y conclusiones

Como se ha descrito al principio, en el perfilado del autor desconocido de delitos sexuales juegan un papel clave los antecedentes policiales, los datos para la localización geográfica del ofensor y sobre la presumible edad del agresor. Después de que en el año 2002 se publicara el estudio sobre antecedentes policiales de violadores y homicidas sexuales este nuevo estudio quiere dar respuesta a los interrogantes sobre el comportamiento geográfico de este grupo de ofensores. El objetivo consistía, sobre todo, en brindar un apoyo a la práctica policial presentando resultados verificados empíricamente aplicables a toda la República Federal de Alemania. Particularmente, se puso énfasis en la transferibilidad de los resultados a la práctica criminalística y al análisis de casos. Como, por ejemplo, la renuncia a una muestra al azar altamente selectiva (p. ej. exclusivamente ofensores seriales) o la selección restrictiva de los lugares designados como puntos de anclaje del ofensor, para mencionar algunos ejemplo. Al igual que en los estudios angloamericanos, en este estudio se constató que, incluso en las sociedades movibles, tanto los violadores «extraños» a la víctima así

como

también

los

homicidas

sexuales

«desconocidos»

actúan

regionalmente, en su mayoría. Al subdividir el grupo de las violaciones en diferentes subgrupos (dicotomías) se pudo establecer una mayor cantidad de significancias. En el grupo de los homicidios sexuales esto tuvo lugar solamente en casos aislados. En comparación con las violaciones se pudo constatar una mayor heterogeneidad del comportamiento geográfico en el grupo de los homicidios sexuales, cosa que, al mismo tiempo, dificulta el reconocimiento de patrones geográficos.

95

Si se observa la alta proporción de ofensores regionales en los delitos que presentan una relación víctima - victimario «desconocido», es importante tener en cuenta que una gran cantidad de autores de delitos sexuales proviene del entorno social de la víctima («conocidos») y, por consiguiente, en estos casos se presenta, forzosamente, una proximidad geográfica mucho mayor. Por lo tanto, ha quedado claramente confirmada la hipótesis de que los delitos sexuales son, fundamentalmente, delitos de naturaleza local (Baurmann 1983). Esto también se corresponde con el planteamiento de Cohen & Felson (1979) que considera que los delitos se cometen, principalmente, en el contexto de las actividades rutinarias, lo cual determina, en la mayoría de los casos, la proximidad geográfica. En cuanto a las teorías de la elección racional (Cornish & Clarke 1986, Clarke & Felson 1993) se puede constatar que una gran cantidad de ofensores ante la situación delictiva concreta se decide en favor de la ganancia criminal y en detrimento de la probabilidad de ser descubierto. Por lo tanto, en el caso de estos ofensores no se trata de la implementación de una motivación compulsiva a largo plazo sino de aprovechar la oportunidad situativa, desde el punto de vista del ofensor. Aún cuando sean reconocibles elementos de elección racional, esto no significa que estos ofensores planifiquen, regularmente, sus delitos (por ejemplo respecto a un lugar apropiado para el hecho). Por lo tanto, el estudio de las distancias recorridas por los delincuentes (journey to crime research), criterio frecuentemente utilizado en la criminología, es impreciso dado que la mayoría de los autores de delitos sexuales no «salen” conscientemente a cometer un delito sexual, sino que esto se da espontáneamente. 86

86

96

El concepto de los autores de delitos sexuales que viajan, propuesto por Canter & Larkin carece de importancia cuantitativa en este estudio (compárese al respecto también Davies & Dale 1995 que no consideraban necesario estudiar separadamente el tipo de ofensor «viajero»).

Los violadores que escogen claramente a una víctima («decisión criminal tomada previamente») son mucho menos regionales que los ofensores que no presentan esta particularidad. Esta modificación de la regionalidad se manifiesta más evidentemente en el mantenimiento de una llamada zona de seguridad alrededor del punto de anclaje del ofensor.87 El concepto de zona de seguridad (Brantingham & Brantingham 1981, Canter & Larkin 1993, Rossmo 2000) pudo verificarse, en el contexto del presente estudio, tan sólo en el caso de violaciones con decisión criminal tomada previamente y violadores seriales. En el grupo de los homicidas sexuales no pudo constatarse esta correlación en virtud de su heterogeneidad. Violadores y homicidas sexuales se asemejan en gran medida, fundamentalmente, en cuanto a sus antecedentes policiales (Straub & Witt 2002) y a su regionalidad, si bien, contrariamente a los violadores, en el caso de los homicidas sexuales los criterios individuales como, por ejemplo, el grado de planificación, la serialidad o la presencia de un encuentro casual previo no son factores discriminantes para observar su orientación geográfica. Por todas estas razones, los resultados de este estudio no deben entenderse como instrumentos en el sentido de la regla de la causalidad. Especialmente en el caso de delitos de homicidio con motivación sexual es imprescindible realizar un análisis caso por caso para poder evaluar el comportamiento geográfico. Los autores son conscientes de que el simple enunciado de que existe una gran probabilidad de que el ofensor se encuentre en el sector regional comprendido por un perímetro de 20 kilómetros del lugar del contacto, especialmente, en las regiones urbanas no constituye ninguna característica particularmente discriminante. Sin embargo, en combinación con otros criterios de investigación (p. ej. antecedentes policiales) ofrecen la posibilidad de achicar el círculo de sospechosos o de establecer prioridades dentro de un círculo ya existente de presuntos autores del hecho.

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Sin embargo, la proporción de ofensores regionales dentro del grupo de violadores con decisión criminal planificada previamente asciende al 87,5 % (crímenes cometidos dentro del radio de 20 kilómetros).

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Sin embargo, el estudio también ha demostrado que en algunos subgrupos se presenta una orientación regional extrema que posibilita evaluaciones geográficas más precisas. Esto vale también para las «violaciones con escalamiento» y los delitos en perjuicio de niños. Las tipologías tradicionales respecto a los autores de delitos sexuales, como por ejemplo según Groth, Burgess & Holmstrom (1977), probablemente no sean apropiadas para la clasificación geográfica del comportamiento del ofensor. Categorías de comportamiento como el modus operandi escogido (p. ej. escalamiento), un determinado tipo de víctima (niños) o el reconocimiento de elementos de planificación del hecho revisten mayor importancia en esa clasificación. Contrariamente a la opinión popular y a las conclusiones a que arriban algunos estudios en el ámbito internacional, especialmente Davies & Dale 1995, no se pudo comprobar en el contexto de este estudio que el factor «edad del agresor» influya sobre el comportamiento geográfico de un autor de delitos sexuales.88 El presente proyecto demuestra una vez más que los autores de delitos sexuales presentan una considerable cantidad de antecedentes policiales.89 Sin embargo, el hecho de que el ofensor antes de cometer el delito sexual ya tuviera antecedentes policiales, sean éstos en el contexto de la criminalidad común o por el mismo tipo de delitos, carece de importancia en cuanto a la relación geográfica. Frecuentemente, se pretende sacar conclusiones sobre el punto de anclaje del ofensor a partir de la dirección del movimiento cuando la acción presenta varios lugares relevantes. Basándose en los resultados de este estudio no es posible

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Independientemente de la diferenciación entre ofensores mayores o menores de 18 años (importancia del permiso de conducir). En el 86 % de las violaciones y el 85 % de los homicidios sexuales, los ofensores presentaban antecedentes policiales. Valores casi idénticos fueron encontrados por Grubin & Gunn (1990), Davies & Dale (1995), Jackson, van den Eshof & de Kleuver (1997), Davies, Wittebrod & Jackson (1998) así como Straub & Witt (2002). Valores similares también en Haas & Kilias (2000).

hacer afirmaciones respeto a un patrón de movimiento preferido (p. ej. «el ofensor se aproxima a su punto de anclaje»). Dado el caso, realizando aquí un análisis individual del caso que tenga en cuenta otros factores se puede reconstruir la dirección del movimiento del ofensor para poder sacar conclusiones respecto al punto de anclaje del ofensor. Para la evaluación geográfica tiene particular importancia el lugar del contacto inicial entre ofensor y víctima, no sólo porque aquí se inicia el hecho sino también porque aquí se presenta la mayor probabilidad de un enlace de las actuaciones del ofensor con sus rutinas cotidianas. Especialmente cuando a continuación se produce el traslado del cuerpo, el conocimiento del lugar del contacto inicial aumenta la probabilidad de localizar el punto de anclaje del ofensor. Por lo tanto, también aquí cabe coincidir con Cohen & Felson (1979) en referencia a la importancia de las actividades rutinarias así como con Keppel y Weis (1994) en cuanto a la sobrevaloración de la importancia del lugar de hallazgo del cadáver respecto a la clasificación geográfica del ofensor. El presente estudio permite diferenciar aún más los enunciados respecto al comportamiento geográfico de un ofensor desconocido y en combinación con otros criterios, dado el caso, posibilitar la limitación del círculo de sospechosos. En el futuro, la investigación tendrá que orientarse a otros criterios relevantes incluyendo, especialmente, la edad del agresor.

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