Cesar Aira Arlt para Extranjeros

extranjeros Don Segundo Sombra; Roberto Aitlt inventóla alternativa en ' ese mismo año con El juguete rabioso, y la comp

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extranjeros Don Segundo Sombra; Roberto Aitlt inventóla alternativa en ' ese mismo año con El juguete rabioso, y la completó con el díptico (imprescindible para la trayectoria narrativa de la literatura enlengua española) Los siete loco¿ y Los lanzallamas. .:''íy-" -•-'.: j ^ " - •'/••'" ,.•'-•'•''••' ' " EscribióElíót que el peso de latradición (el pesó de la escritiira, podríamos añadir)'condiciona el arrojo. El tributo alia dignidad es una dé las condiciones de Roberto Árit en sil vida. Siempre odió la compasión (¿acaso esiextrañó a la compasión su profundo conocimiento'de Nietzsche?), y pataleó contra kíncómprensión y las lecturas fáciles. Sus diatribas en contra de los escritores exquisitos y medrosos . eran afinesalreconocimientojde sus incapácláadés. ' Cuando abandonó la escuela (aún niño), lo hizo porgue -aquellas enseñanzas no tenían parentesco con la yitfev Entonces Arlt se procuró una formación autodidacta.de lomas dispar: la literaria; en foUetínes, en los clásicos españoles y los escritores deílaé¿óca (lá picaresca, el Quijote -libro ftm-' damental para ulterpretar la narrativa de Ailt-, Barc)ja..Ó, pero también lagraií literatura rusa en traducciones espantosas (fundamentalmente Dostoievski, sü'gran-admirado). Arlt amó la poesía al punto de llorar ante un poema de Marechal; pero estudió temas científicos, y sus lecturas de revistas especializadas lo llevaron a soluciones importantes para sü novela!^tónza/tomas,.;.;Y supo juzgar qué valor tenían los adelantos humanos paira la guerra, para la des- ~ 'truccirá.'•//;:,••>•.;':•.•'••'-.•,, i = ••-•' • Arlt pensó'.qué su pelea con el mundo provenía de un desajuste' enRoberto Artt tre lo que aparentaba y lo que en realien1940,dnaftos dad era. Por lo vino, sus bromas espanantas de morir tosas, su presenciafísica-a veces aparecía en la Redacción áe El Mundo con media cara sin afeitar-, sus prisas, su convicción de ser atrapado^por. el compromiso matrimonial áñtés que por la relación placentera;..;Ípor lo otro, im elegido, un ser excepcior nal... Las circunstancias lO retuvieron donde no quisó estar, pero fué ñell(La dedicatoria de Eljorobádito a Cíu-men Antinüccr lo prueba; la relación jcon su hijaMirta Artl, también.) DiJo|que él podía ser un escritor como FÍaubert (ó como Güiraldes, o como Bor- . ges...), pero que le faltaba tiempo. El suyo era malgastado entre los ruidos de las máquinas de laRedacciónidel periódico éh él que trabajaba y la triste necesidad dé trabajar para comer y coméf para trabajar. ; ! ' Los inventos fueron la obsesión de Roberto Arlt'porque cpn los inventos rpódríaobtenermüchq dinero y así sellar sil pacto "con las necesidades del" vivir. Desde él áño''1932 (año de la[ publicación de su última novela, ÍJZ amor. ¿7rzí/o)i Roberto Arlt había aplazado sus proyectosnovelisticos por los cuentos (que le pagaban bien las revistas bonaerenses de la época), por el teatro (qué creyó una fuente posible de riqueza) y por los experimentos para ]a patente dé sií último y reyolucipnario hallazgo: unas me•dias dé señora en las que no se repiDduciría el molesto problema de las carreras.. • ( • '' •' •'• Arlt, á los cvmrénta y'pócos años de edad, es decir, poco antes de morir él26 de julio de 1942 (había nacido en el año 1900), soñó con la posibilidad de que el mundo (su mundo) y el universo que 16 acompañaba (su nueva esposa, su nuevo hijo...) fueran ;parte dé laficción,i dé aquello que sólo com, parte el dictamen del goce. • ! .^ - Uno puede imaginar a Jorge Luis Bórges en la Redacción del periódico El Mundo de Buenos Aires juzgar la te-, maridad de aquel ser complejo, estrafalario y'atractivo, im ser que explicó en un «aguarftierte» del año 1932 cónio se es-, cribe-una nOyela:.cientos de páginas, mUes de palabras sobre el papel, frases que se recortan en un lugar y se pegan con goina eñ otro apartado, capítulos qué sé renombran', personajes que se construyen con modelos reconocibles..'. Y imo puédejinfuir que la mansedumbre tiene un precio, y que el arrojo también lo tiene. • I 21 de(Madrid) octubre de- 2000 Cultural 21/10/2000, Página 19

CÍSARAIRA

ON la posible excepción de Borges, rio hay autor mas exclusivo «para argentinos» que Arlt.. Desesperamos de la posibilidad de hácéirseló entender a extranjeros, tan peculiar es de nuestra idiosincrasia, tan fundador de nuestro carácter. Se diríajque todo está hecho de sobrentendidos, y que la traducción a malentendidos a la que iiieyitáblemente la sometería una lectura no argentina seria una simplificación brutal que arrasaría con casi todo lo que amamos en él. Auri así,, podría intentarse, para entendernos, una descripción de sü obra novelística, corno una cómbiríatoria de distintos elementos de la

novela europea. No es que él haya reunido estos rasgos deliberadamente, ni que se haya propuesto crear, como creó, la 'novela moderna argentina. Los manuales literarios mencioTi'an a Arlt como creador de la novela urbana hispanoame; ricana; es un mérito apenas topográfico, y en realidad tiene otro másfu-rne: con ella novela argentina abandonó, sus funciones documentales costumbristas, y de soporte ideológico, para ser por primera vez obra de arte autónoma. Lo hizo en forma intuitiva y pasional, cómo uno de ésos milagros • sin antecedentes tan habituales en la historia de la literatura. En rió hiás de cinco años reconstruyó el trabajó de cinco siglos de novelistas europeos,

utilizando los instrumentos motivos circunstanciales, no rñás pertinentes á su circuns- era inglés; en realidad ningún", tancia histórica y personal. argentino lofiíenunca, pesé a Ño lo derriorába erudición al- las muy elaboradas manioguna, por lo qué su elección bras que se réahzaroii en ese fué la más económica y eficaz. sentido. Las maniobras de Una rápida enürrieración (In- Arlt fueron en la dirección coinpleta) puede ayudar a ha- opuesta, y de ellas nació la cerse uriá idea. -moderna literatura" argenEl primero y más visible de tina. Fielal procedirrüéñto exestos elemeritos es el expresio- presionista, la vuelta de rüsmb. Árlt riovelistaespresio- tuerca qué le dio a la