Catequesis Sobre La Sanacion Interior e Intergeneracional

PARA SER LIBRES NOS LIBERTÓ CRISTO (Gál 5,1) ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores l

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PARA SER LIBRES NOS LIBERTÓ CRISTO (Gál 5,1) ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. (Is 53, 4-5)

INTRODUCCION P uede ser que tengamos muchas ganas de hacer este retiro -que lo hemos ansiado y sentimos profundamente su necesidad–, puede ser que tengamos poco o hasta ninguna gana. Pero hay alguien que, sí y mucho, necesita y desea ese retiro. Es Dios mismo. El Padre tiene una inmensa sed de amar y de ser amado… Ese retiro intentará hacernos tomar mayor consciencia de esta ilusión divina… La Sangre del Hijo es incapaz de salvar a muchos si no colaboremos activamente con Él…. Y la actividad del Espíritu Santo queda en gran parte paralizada si nos resistimos a ser canales de luz, de valor y de amor para nuestros hermanos, o si nuestra pereza o mezquindad frenan, merman o destruyen esa mediación… El retiro es por lo tanto un regalo que debemos a Dios. Pero es también un regalo que debemos obsequiarnos a nosotros mismos. De un buen retiro depende que el año nuevo sea de paz, de ánimo, de felicidad y de fecundidad. Un retiro mediocre auspicia un año gris, lleno de crisis. Y un mal retiro pudiera hasta causar el malogro de nuestra vocación a la vida consagrada… La gracia de un buen retiro, como todas las cosas buenas, debe SUPLICARSE, para nosotros mismos y para los demás. Pedid y os será dado. No pedid y no os será dado. Ven Espíritu Santo, Ven. Ven por intercesión de tu Esposa divina, la Virgen Santísima. Ven… pero haznos dóciles a tu voz, dispuestos a cambiar lo que se debe, a poner lo que falta, a quitar lo que sobra… Dios en este retiro en efecto, no solo nos hablará sino nos corregirá, nos exigirá más. Estamos dispuestos a darle lo que pide. Ojalá. Porque por cada sacrificio que nosotros le ofrendamos, Él nos recambiará con las delicias inefables de su Corazón. DOS GRANDES DISPOSICIONES 1ª. NO RESISTIRSE A LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO “Tener en sí misma los mismos sentimientos de Cristo Jesús”, exige la muerte del hombre viejo con todos sus caprichos y pretensiones. Con tal que no se ponga obstáculo a su acción, el Espíritu Santo jamás cesará de configurar la persona con Cristo. Si ella desocupa su corazón de apegos terrenos, participará sin tasa del torrente de la divinidad infinita, y se verá inundada por los inestimables dones del Espíritu Santo. Asumir en su persona y con generosidad este dinamismo de crecimiento vocacional, es responsabilidad inalienable de cada ermitaño, el cual debe colaborar activamente en su formación, decir “sí” con fidelidad a la llamada del Señor y abrirse totalmente a la acción del Espíritu Santo (VC65). Lo que hace una madre en la vida natural, eso hace el Espíritu Santo en lo espiritual; él hace por la santificación del alma la máxima parte, pero lo poco que falte es preciso que sea el alma la que lo haga. Mientras que no participe en abundancia de los dones del Espíritu Santo, tiene que trabajar y sudar en la práctica de la virtud; pero, con la dirección del Espíritu Santo apenas no le queda al alma otra cosa que hacer sino dejar que Dios obre en ella. Así es cómo, mediante los dones del Espíritu Santo, los santos logran adelantar maravillosamente, librarse de la esclavitud de las criaturas y llegar a tal perfección, que hacen sin trabajo cosas que otros ¡ni siquiera se atreven a soñar! La transformación de una persona en Cristo no podrá hacerse, sino por la actividad del Espíritu Santo, que le comunica su propia santidad. Débil como es no puede, por sí misma, transformarse en objeto de la complacencia del Padre, en imagen del Hijo amado. Pero cuando el Espíritu Santo se precipita sobre ella: la transforma, 1

paulatinamente, en otro Cristo, en un ser diferente, pues se encuentra, entonces, bajo el dominio directo de su acción divina. Conozcamos el poder de unión y de transformación con que obra el Espíritu Santo de una manera, a la vez suave y fuerte, en lo íntimo de los corazones que lealmente se sujeten a su influencia. Y tengamos el deseo de su llegada, su crecimiento, su toma de posesión; anhelemos la fidelidad al sacrificio y a la humildad, que permitirá que Él se sirva de nosotros, para manifestar la delicadeza de su bondad. Suplíquemosle que bajo su influencia lleguemos a ser “incendiarias de amor divino”. Invoquemos, por tanto, muy a menudo al Espíritu Santo; cuanto más el Espíritu Santo sea ardientemente invocado y deseado, y acatado con mayor fidelidad, más sorprendidos quedaremos por los frutos producidos. Sólo Él puede purificarnos, e instruirnos, fortificarnos, inflamarnos y santificarnos. Sólo Él puede liberarnos de todo espíritu mundano, superficial y utilitario. Sólo Él les hará valorar, en su justo precio la síntesis de la Redención, el mérito de humillaciones, sufrimientos y esfuerzos escondidos. Sólo Él nos dará los dones de fortaleza y de dominio de sí, sin los cuales no hay adelanto en los caminos de la perfección; ni es posible ser magnánimos e intrépidos: virtudes indispensables para que el Señor haga también en ellas, como en María, grandes cosas para Su gloria y alabanza. Porque el Espíritu Santo es Fuego de luz y de paz. Es pacífico; y todo lo que conquista y comparte, lo contagia con su alegría luminosa. Es un Fuego de Amor, cuya única ambición consiste en invadir el alma y devorarla; no para destruirla, sino para transformarla y transfigurarla de tal manera en Él, que todo lo que ella toque, se inflame por contacto. Y aunque encuentre, a veces, al alma distraída o renuente a entregarse, Él ¡nunca se desanima ni se rinde! Efectos de esta acción Tan pronto como en el corazón se empieza en invocar al Espíritu Santo. Él no se hace esperar. Si el alma es dócil para seguir en todo al Espíritu Santo, será impulsada por Él a emprender la vía del amor puro y desinteresado; por esa vía queda Dios, el más fino amante, al instante enamorado y como aprisionado por este amor. El Espíritu Santo derrama su unción en las almas que anima y fortalece; les allana las dificultades, hace que las superen, y que hallen felicidad hasta en las mismas cruces. Dios no cesa de poner sus ojos en cada acción que hacen las almas que van por este camino de fidelidad al Espíritu Santo; y no contento el Señor con darles sus gracias, Él toma por medio de los dones del Espíritu Santo, posesión del alma para enriquecerla con gracias mayores. Su efusión abundante borra en el alma la estima, el recuerdo y hasta la idea misma de las cosas terrenas; y destierra el afecto y deseo de ellas. Cuando un alma se abandona a la dirección del Espíritu Santo, va elevándola poco a poco y se encarga de su gobierno; y con su luz interior, le hace todas sus acciones y el gobierno de Dios en ellas. Prenda segura del Divino Espíritu en un alma es el desear sinceramente sufrir trabajos por Dios; la perfecta conformidad en las cruces que Él nos envía; la constante abnegación, el olvido de sí mismo; y el total abandono en las manos de Dios. Condiciones para obtener esta acción La primera condición para obtener esta luz y fortaleza del Espíritu Santo para cumplir en todo la voluntad de Dios, su acción poderosa consiste en que el alma pida incesantemente y con gran deseo la venida del Espíritu Santo en ella; y el Espíritu Santo vendrá al alma; porque el Espíritu Santo quiere ser deseado. La segunda es: quitar los pecados e imperfecciones, que como nubes impiden verla. En lo posible no salir de su interior, sino estar atentos a lo que allí pasa. No dar libertad a los sentidos dejándoles sueltos. La consolación del Espíritu Santo es muy delicada. Cualquier imperfección le hace estorbo. No se da a los que admiten consuelos humanos; pero un alma, con esta pureza y sencillez, se presenta especialmente dispuesta a ser favorecida con la dirección del Espíritu Santo. Cuánto más el consagrado descienda al fondo de su alma, tanto más prontamente percibirá los gemidos inefables del Espíritu y aceptará la soledad de afectos naturales: “Tu amado es de tal naturaleza que no admite a otro, sino que quiere poseer solo todo tu corazón y sentarse en él, como un rey en su propio trono” (Imitación de Cristo). Calentada por los rayos del Sol Divino, empapada hasta los huesos por el Amor Divino, sentirá, poco a poco, cómo la Ternura del Padre la envuelve, oirá, dentro de sí, la réplica apasionada del Hijo: “¡Abba, Padre!” y se abandonará más plenamente a este vaivén Amoroso del Espíritu Santo, que constituye la esencia de toda auténtica oración mística. En efecto “el amado, enamorado del alma, por esta su soledad, se hace cuidado de ella, recibiéndola en sus brazos, apacentándola en sí de todos los bienes y guiando su espíritu a las cosas altas de Dios” (S.Juan de la Cruz, Cántico espiritual).

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La tercera condición es que el alma obedezca fielmente a la voluntad de Dios, que ya conoce y sea fiel en seguir la luz que ya le ha sido dada; e irán en aumento. Que renueve a menudo el propósito de seguir en todo la voluntad divina, y se afiance bien en esta resolución. La cuarta condición consiste en observar cuidadosamente los diversos movimientos del Espíritu en su alma; y descubrirlas sinceramente a su director espiritual. Aguarden los formadores ansiosamente cualquier señal del despertar de una auténtica vida contemplativa en cada novicio (a); estén atentos a que no caiga en falsos misticismos o en desviaciones, que son obra del “sembrador de cizaña”; el cual nunca dejará de insinuarse en el alma para hacerla desviar, tentándola con un “bien” no deseado por Dios- una exagerada penitencia, por ejemplo, u otro tipo de vocación- cuando no tiene éxito en tentarla con el mal. Enséñenles, además, las reglas del “discernimiento de los espíritus” y cómo deben las novicias comportarse en los tiempos de dulzuras y consuelos, y en los momentos de aridez de espíritu.

2ª. DEJAR QUE MARÍA NOS COMUNIQUE LOS SENTIMIENTOS DE CRISTO El seno purísimo de María dio a luz a Jesús, concebido en ella, por obra y gracia del Espíritu Santo. Del mismo “seno místico” de María debe “parirse” el “otro Cristo” de cada novicia por una nueva intervención de Espíritu Santo en ella; para que el Cristo que nazca y crezca en ella no sea un Cristo deforme, sino perfecto, para Gloria y alabanza del Padre. Acostúmbrense los novicios (as) a acudir enseguida, en penas y necesidades, a la Virgen Santísima, su primera “Maestra de novicios (as)”, y a abandonarse sin reservas entre sus manos sabias y poderosas de Madre espiritual para que Ella les enseñe a vivir y cumpla en ellas el sueño de sus sueños: concebir en su seno místico, por obra y gracia del Espíritu Santo: a otra pequeña “hija predilecta” en la cual el Padre del Cielo podrá complacerse como en otra “esclava” de su voluntad (en el espíritu de la “esclavitud mariana” según S. Luis Grignon de Montfort); a otra “madre de Jesús” que colabora en el rescate de las almas con un corazón traspasado por una espada de dolor; y a otra “esposa mística del Espíritu Santo” que inflame al mundo, desde el tabernáculo de su corazón, con las llamas del fuego de Amor que su Hijo al venir a la tierra tanto desea que arda.

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MEDITACIÓNES SOBRE LA SANACIÓN INTERIOR E INTERGENERACIONAL 1 JUSTIFICACION El tema de la sanación se ha convertido en un signo de los tiempos por los siguientes motivos: 1º. SOCIO-CULTURAL. a- Mayor conciencia de la conexión que hay entre la enfermedad física, psicológica, espiritual e intergeneracional. Por ejemplo el aumento del cáncer entre otras cosas producido por desórdenes alimenticios o estados permanentes de enojo, resentimiento, etc. b- Un aumento de terapias alternativas: orientales, naturistas, entre otras. c- La imposibilidad que tienen muchos de acceder a los medios ordinarios para curarse. d- Aumento de enfermedades como consecuencia del pecado: cáncer, sida, abortos, etc. Total nuestro mundo está verdaderamente enfermo y necesita ser curado, liberado, perdonado. 2º. BIBLICA ANTIGUO TESTAMENTO El hombre del Antiguo Testamento vive la enfermedad de cara a Dios. Ante Dios se lamenta por su enfermedad y de El, que es el Señor de la vida y de la muerte, implora la curación. La enfermedad se convierte en camino de conversión y el perdón de Dios inaugura la curación. Israel experimenta que la enfermedad, de una manera misteriosa, se vincula al pecado y al mal; y que la fidelidad a Dios, según su Ley, devuelve la vida: "Yo, el Señor, soy el que te sana" (Ex 15,26). El profeta entrevé que el sufrimiento puede tener también un sentido redentor por los pecados de los demás. Finalmente, Isaías anuncia que Dios hará venir un tiempo para Sión en que perdonará toda falta y curará toda enfermedad. (Cat 1502) Este numeral nos da la síntesis de la actitud del hombre en el A.T. frente a la enfermedad a- El hombre se lamenta ante Dios y pide la sanación (Sal 6,3; Is 38). b- Es camino de conversión ( Sal 38,5; 39,9.12) c- El perdón de Dios inaugura la sanación (Sal 32,5; 107,20) d- La enfermedad está vinculada al pecado y al mal y es la fidelidad a Dios la que devuelve la salud: Yo Soy el que te sana (Ex 15,26). e- El sufrimiento tiene sentido redentor por los pecados de otros (Is 53,11) f- Se espera un tiempo en que Dios perdonará toda culpa y curará toda enfermedad ( Is 33,24) NUEVO TESTAMENTO Por su parte el N. T. reafirma la doctrina del A. T. y como en otros muchos aspectos de nuestra fe, es ampliado el sentido del sufrimiento y por tanto, la salud, vista incluso, como una persona, Jesús, el divino médico. Veamos unos puntos importantes de la acción sanadora de Jesús, de los apóstoles y la Iglesia naciente. a- La sanación y liberación es parte del ministerio de Jesús: “y recorría…y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo (Mt 4,23, 9,35; Lc 9,11). b- Jesús se llamó médico (Mt 9,12) y su misión como de quien salva y sana a los perdidos (Lc 19,19; Jn 3,17; 12,47) c- Los apóstoles en su predicación enfatizaban que Jesús ungido por el espíritu Santo y con poder, pasó haciendo el bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo ( Hch 2,22; 10,38) d- Las curaciones son señales que apuntan hacia Dios y prodigios porque suscitan asombro, admiración, alabanza y gratitud (Lc 17,14-19; Mc 10,52) e- Jesús vio también la enfermedad como consecuencia del pecado y como señal del poder de Satanás (Mt 12,22; Lc 13,16; Jn 5,14), de esta manera aparecen curaciones junto con liberaciones sin hacer distinción (Mt 4,24; 8,16; Mc 1,32; Lc 6,17-18; 7,21; 8,2; Hch 5,16; 8,7, 10,38; 19,12) f- La curación física es una señal externa que se da por el perdón de los pecados (Mc 2,1-2; Jn 5,14)

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Hay que advertir que no siempre hay conexión entre redención y salud física, al igual que entre pecado y enfermedad (Jn 9,3), por tanto, la sanación total de la persona se dará hasta la resurrección del cuerpo, en el último día (Rm 8,18-23; 2 Co 4,16-18). Sería un error que la Voluntad de Dios es siempre curar toda enfermedad y dolencia en esta vida, de ahí que Jesús también dice que no sólo curen a los enfermos, sino también que los visiten (cf Mt 25,36). Hay enfermedades que permanecen por un tiempo, a pesar de los dones de sanción de los apóstoles (Gál 4,13; Flp 2,2627; 2 Tm 4,20). 3º. UNA TEOLOGIA DE LA SANACIÓN Enfermedad y curación: su sentido y valor en la economía de la salvación. "El hombre está llamado a la alegría, pero experimenta diariamente tantísimas formas de sufrimiento y de dolor". Por eso el Señor, al prometer la redención, anuncia el gozo del corazón unido a la liberación del sufrimiento (cf. Is 30,29; 35,10; Ba 4,29). En efecto, Él es "aquel que libra de todo mal" (Sb 16, 8). Entre los sufrimientos, aquellos que acompañan la enfermedad son una realidad continuamente presente en la historia humana, y son también parte del profundo deseo del hombre de ser liberado de todo mal. Pero la enfermedad se manifiesta con un carácter ambivalente, ya que por una parte se presenta como un mal cuya aparición en la historia está vinculada al pecado y del cual se anhela la salvación, y por otra parte puede llegar a ser medio de victoria contra el pecado. (Instrucción para obtener curaciones de Dios) “El curar es una dimensión esencial de la misión apostólica y de la fe cristiana en general” “Incluso la cristiandad es una religión terapéutica, una religión de sanación… La salvación en Cristo es en última instancia la curación de la herida más profunda de la humanidad: EL PECADO Y EL ALEJAMIENTO DE DIOS. La plenitud del curar es el PERDÓN DE NUESTROS PECADOS Y LA RESTAURACIÓN DE LA COMUNIÓN CON DIOS. Quien verdaderamente desee curar al hombre, debe verlo en su concepto integral y debe saber que su última curación sólo puede ser EL AMOR DE DIOS.” Benedicto XVI, Libro Jesús de Nazareth La Iglesia nos enseña que Jesús sigue hoy tocando y sanando por los sacramentos (Cat 1504, A menudo Jesús pide a los enfermos que crean. Se sirve de signos para curar: saliva e imposición de manos, barro y ablución. Los enfermos tratan de tocarlo, "pues salía de él una fuerza que los curaba a todos" (Lc 6,19). Así, en los sacramentos, Cristo continúa "tocándonos" para sanarnos.) y de manera especial por la Eucaristía ( Cat 1509 "¡Sanad a los enfermos!" (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos como por la oración de intercesión con la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos. Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la Eucaristía, pan que da la vida eterna y cuya conexión con la salud corporal insinúa san Pablo.)

2. DEFINICIÓN DE SANACION Podemos distinguir básicamente cuatro tipos de sanación: a- Física (enfermedades o incapacidades físicas), bInterior (heridas en nuestra psique, traumas, emocionales), c- Espirituales (sobre todo el erradicar el pecado y restablecer a la persona en su relación con Dios), d- Intergeneracional (los efectos de las acciones, especialmente las negativas de nuestros antepasados) Nos detendremos en la sanción interior y la intergeneracional. 2.1. SANACIÓN INTERIOR Se trata de la sanción del hombre interior: mente, voluntad, memoria, emociones, intelecto, imaginación, a través de la acción de Jesús y el Espíritu santo. 5

La sanación Interior se diferencia de la Purificación del espíritu, en cuanto que la sanación interior se refiere a nuestra problemática no culpable: complejos, traumas, depresiones, falta de paz con nosotros mismos, porque no logramos aceptarnos como somos, inseguridad, desajustes en la comunicación, mal trato con los demás, miedos, fobias, escrúpulos, prejuicios, reflejos condicionados que se exteriorizan en la relación con nosotros mismos, con Dios y con los demás. Hay que advertir que NO SON PECADO, aunque ciertamente distorsionan la realidad, roban la paz, impiden el amor y por supuestos a veces, si no se aplica el remedio, son un grave obstáculo para la vocación particular y a la universal a la santidad. Se trata entonces, de colocar todas aquellas áreas que bloquean el amor de Dios y que se manifiestan en el rechazarse, odiarse y condenarse así mismo. Él nos ama, pero se hace difícil creerle a causa de las barreras del resentimiento, odio así mismo que se convierte en miedo, culpa aislamiento, ira y amargura. Proyectamos externamente lo que sentimos adentro. En la medida que dejamos que Jesús y su espíritu entren, vamos entonces proyectando eso mismo hacia los demás, por eso dice el Señor. “que brille vuestra luz” (cf Mt 5,16). El mandamiento principal es el de amar a Dios y al prójimo, pero resulta muy difícil de amar si somos incapaces de recibirlo, se trata entonces, de entregarle a Jesús todos esos recuerdos dolorosos: violaciones, incestos, rechazos, brutalidades, borracheras, desamor, falta de aceptación, malos entendidos, etc. Algunos especialistas llegan a decir que utilizamos la mayor parte de nuestra vida y cerca del 65% de nuestra energía psicológica reprimiendo recuerdos dolorosos. No queremos enfrentarlos, mirarlos. Es pretender mantener un balón de baloncesto bajo el agua, esté saldrá nuevamente. Es la imagen del recuerdo doloroso, que quiere emerger a la superficie para ser sanado, para ser resuelto, pero lo mantenemos abajo, de ahí que algunos que tienen esas dificultades permanecen cansados. Parece que no tuvieran energías pues la están gastando en reprimir los recuerdos dolorosos a los que no pueden hacer frente. Jesús es el sanador que hoy nos dice: Venid a mi los que estáis cansados y agobiados” (Mt 11,28), es decir, Yo los sanaré. Nos trae gozo, paz, alegría, paciencia con Espíritu. El Espíritu santo saca todo lo que está oculto, recuerdos de una infancia sin padre, etc y como médico que aplica la anestesia, ventila la herida, retira el mal y sana. Nuestros primeros años (0 a 7 años) son claves en el desarrollo de nuestra personalidad. Desde niños ya teníamos formado, en gran medida, la manera como responderíamos en general ante los estímulos del mundo. Los principales agentes de la formación son los padres de familia, de modo que cada uno lleva puesta la máscara de su padre, si es hombre y la de su madre, si es mujer. Otra realidad que nos puede condicionar son las promesas que hicimos de niños, unas positivas, otras negativas, por ejemplo: “seré amable con todos”, “aceptaré a todo el mundo”. Pero las negativas son destructoras, por ejemplo: “nunca lloraré”, o porque le dijeron que los hombres no lloran y después la persona no puede llorar. “Nunca amaré a nadie en la vida o de nuevo”, “no dejaré que nadie se me acerque”, “nunca seré vulnerable”, etc. Puede que nunca lo cumplamos, pero pueden estar afectando lo profundo de nuestra vida. 2.1.1 Principales realidades a sanar. a. PREJUICIOS: son los falsos conceptos adquiridos sobre las personas, familia, clase social, grupo, Dios, la Iglesia, etc, se constituyen una verdadera ceguera intelectual al no percibir la verdad sobre la realidad. b. TRAUMAS: es una experiencia negativa ya sea por culpa nuestra, de otros o de nadie y que dejó una marca indeleble (recuerdo imborrable, unido a un sentimiento profundo de temor, culpa, insatisfacción, rabia, vergüenza, impotencia, inferioridad, odio, etc.) Esto influye en los estados de ánimo, carácter, aunque se hayan sepultados inconsciente y rara vez o nunca afloren. Proyectamos sobre personas o situaciones, experiencias vividas, sentimientos negativos de experiencias pasadas, 6

con esto deformamos la realidad y salen pagando “justos por pegadores”. Ejemplos clásicos: padres duros, groseros, irresponsables, abusos sexuales de familiares, etc. Los traumas psicológicos más profundos son los que se viven en la niñez. Los más frecuentes son: el alcoholismo de los padres, la brutalidad en el trato, la separación o el divorcio de los padres, o la muerte prematura de uno de ellos, la tiranía o el autoritarismo, o las exigencias desmedidas de padres severos o perfeccionistas, la falta de tolerancia y de comprensión entre los propios padres o para con los hijos; el sentirse rechazados o marginado por tener algún defecto corporal, o por ser afeminados, o por tener muchos problemas con los estudios o por otras causas; el ser tenido por tonto o ser comparado en desventaja con los hermanos; el no poder perdonarse a sí mismo algún error que tuvo graves consecuencias; la inseguridad por falta de apoyo; el vacío efectivo por no haber sido suficientemente aceptado y suficientemente amado; y el sentir lástima de sí mismo, lo cual sucede cuando a un niño enfermizo o minusválido se le compadece y se le mima en lugar de atentarlo a superarse y a valerse por sí solo. Todos estos traumas fijan recuerdos y sentimientos muy negativos, que perturban el desarrollo normal de la propia personalidad y repercuten desfavorablemente en nuestras relaciones con los demás y con Dios mismo. Por ejemplo, si los padres perfeccionistas e intransigentes sobrecargaron al niño con sentimientos de CULPA, ese niño resultará una persona deprimida; escrupulosa, y con tendencia a la autopunición y al suicidio. Pero existe también el extremo opuesto: si los padres fueron excesivamente tolerantes, ese niño resultará una persona amoral, irresponsable, sin ningún sentido del justo límite y sin ningún respeto a la dignidad y a los derechos de los demás. Si todo esto no es SANADO, el progreso espiritual será imposible. c. COMPLEJO DE INFERIORIDAD: Es la distorsión de la propia imagen. Por ejemplo la mujer frente al hombre. Desde niña se le inculcaba, de muchas maneras, esta inferioridad: menos derechos, menos permisos, menos estudios, más protección, etc... Es indispensable que la mujer sepa SANAR su relación con el hombre; que es la de dos seres iguales que se complementan y no la de dos rivales que compiten por el dominio y la superioridad. Y, por supuesto, el hombre debe aceptar también la igualdad de derechos que justamente está reclamando y conquistando la mujer. Estos son también problemas psicológicos que requieren una profunda sanación para bien del matrimonio y de la familia. En general a cualquier persona puede tener dicho complejo. Desde pequeño, lo calificaban de tonto, de inútil, de bueno para nada... Nunca recibe estímulos positivos, nunca lo felicitan por un acierto, nunca lo recompensan por un esfuerzo, nunca le reconocen un mérito, una habilidad, un éxito, una buena cualidad. Lo critican por lo que hace y por lo que no hace, lo marginan, lo comparan con otros, lo desprecian; hasta que el individuo se "da por vencido", se sale del juego de la vida, ya no quiere competir porque acepta su nulidad, se desprecia a sí mismo, y se aísla porque ya no desea participar en nada... La presencia de otros le molesta, siente rencor hacia todos, no hace nada por nadie, se vuelve envidioso, hipersensible a toda crítica aún justa, y él critica a todos, se vuelve un espectador exigente de lo que hacen los demás, en lugar de un participante entusiasta y comprensivo. Por otra parte, desarrolla un "mecanismo de compensación", y trata de atraer en alguna forma la atención de los demás, casi siempre con malas mañas. Además, intenta destruir la felicidad y el éxito de otros por el único motivo de no haberlos conseguido para sí mismo. Y, con frecuencia, trata de dominar a los más jóvenes o a los más débiles mediante la desaprobación o la intimidación. Por último, su "mecanismo de compensación" lo lleva a ir creando un oculto complejo de superioridad que equilibre su balanza interior. Ya se sabe que el complejo de inferioridad no es culpa del que lo tiene, pero es una fuente de resentimientos y de reacciones agresivas y de bloqueos al amor de sí mismo, de los demás y de Dios. Muy cercano al complejo de inferioridad, está la "dependencia excesiva" de la opinión de los demás. Esto sucede si no te has podido formar o no te han formado un criterio propia, una escala de valores propia, que te dé una personalidad consistente y definida. Y entonces dependes por completo de la aprobación de los demás, vives para complacerlos, no tienes autonomía, no tienes independencia; y sufres y te hundes cuando alguien te menosprecia o te critica. Buscas ansiosamente el aplauso y la lisonja y por eso eres vulnerable, y víctima del abuso de muchos. Con tal de complacer a unos, eres capaz de hacer mal a otros, y fácilmente eres usado y manipulado. 7

Si no sanas de esa “dependencia excesiva” no vivirás tu vida, ni construirás nada a tu paso por la tierra. Serás semejante a una nubecilla que los vientos arrastran por donde quieren, hasta que se deshace sin dejar ni rastros… d. EL FRACASO. Especialmente cuando se es adulto. Tenemos que saber que no hay carrera, vocación o profesión a la cual no estén vinculados problemas y dificultades que no siempre logramos superar, al menos no del todo. Por otra parte, nuestras metas son casi siempre más altas de lo que realmente podemos alcanzar, ya sea porque somos muy idealistas, o porque nos hemos suprevalorado, o porque no contábamos con situaciones adversas que no están bajo nuestro control. Y sucede que al comparar nuestros sueños e ilusiones con nuestros escasos logros reales, nos sentimos frustrados porque no se realizaron nuestras expectativas, o nos sentimos culpables por haber defraudado las expectativas de nuestros padres, o de otros seres queridos que nos dieron su apoyo. Este sentimiento de fracaso, o al menos de insatisfacción, también requiere ser sanado, porque nos quita por completo la paz y nos vuelve pesimistas y amargos para nosotros mismos y para todos. Si queremos recuperar la alegría de vivir, tenemos que reconciliarnos con nosotros mismos y con la voluntad de Dios. Hicimos lo que nos tocaba hacer, pusimos todo nuestro esfuerzo, cumplimos con nuestra parte. Y el que hace todo lo que puede, no está obligado a más. El poner empeño en alcanzar una meta es cosa nuestra, pero él éxito depende de muchos otros factores que no siempre están en nuestras manos. Por lo tanto hay que hacerle caso al proverbio chino que dice: "Si una cosa tiene remedio ¿por qué te preocupas? y si no lo tiene ¿para que te ' preocupas?" Hay que pedirle a Dios valor para hacer todo lo que podemos, serenidad para aceptar todo lo que no pudimos, y sabiduría para distinguir entre ambas cosas. Cuando los fracasos no se aceptan con serenidad y se instala en nosotros ese sentimiento de angustia o de frustración, podemos caer en el alcoholismo o en la drogadicción, que son a la vez falsas puertas para "escapar de la realidad" y falsos caminos de autocastigo, autodestrucción y autocompasión. La SALVACION que Dios nos ofrece en Cristo Jesús no sólo incluye el perdón de las culpas, sino también la sanación de los desequilibrios de nuestra psique, porque son serios obstáculos que hay en nuestra NATURALEZA, que impiden los frutos de la GRACIA, es decir, el desarrollo de la vida de Cristo en nosotros hasta hacernos semejantes a Él. 3.1 SANACION INTERGENERACIONAL Se trata de la curación de heridas y desordenes transmitidos por nuestros ancestros que nos obstaculizan el amor, la entrega, la santidad, etc El hombre es una unidad, lo que le sucede a su espíritu, lo sufre su cuerpo, alma y así sucesivamente. Sólo dividimos al hombre para un estudio, pero en la realidad no se puede hacer. Pero también hay que considerar siempre, que todo lo que haga una persona tiene connotaciones sociales y cósmicas. Adán y Eva al transgredir la norma dada por Dios, sobre el árbol del bien y del mal introducen en todo sus descendientes hasta el último hombre y mujer que nacerán en este mundo, la realidad del pecado Original (cf Rm 5,12) y el Mal se extendió como reguero de pólvora por todo el mundo y la creación, llenando todo de dolor, maldición y muerte, por envidia del Diablo (cf Sb 2,23-24):  El hombre mismo sufre una horrible división (Gn 3,9-11; Rm 7,14-25).  Con el otro también: (Gn 3,12; 3,16)  Con la creación (Gn 3,17-19 y esta gime esperando redención (Rm 8,19.21-22)  Con Dios mismo (Gn 3,8, el cual es tomado como una amenaza y se le tiene miedo). Aun con toda esta tragedia, nuestro libre albedrío quedó herido y es colocado frente a dos caminos: el bien y el mal, la vida y la muerte (Dt 30,19) y aunque el mal aceche a nuestra puerta, podemos decirle no (cf Gn 4,7). Una nueva maldición cae sobre la tierra con el crimen de Caín contra su hermano Abel (Gn 4,11), el mal sigue su avance incontenible al punto que Dios le pesa el haber creado al hombre y decide destruirlo (Gn 6, 5-7, 11-13), sólo se salva Noé y su familia (Gn 6, 8). 8

Después del diluvio vuelve Dios a arrepentirse, pero de haber destruido al hombre y promete nunca más volver a hacerlo (Gn 8,21); no obstante, los hombres persisten en su obstinado corazón que está colmado de malicia (Sal 73,7) y se convierten nuevamente en una generación rebelde a Dios (Sal 78,8) y deciden alcanzar el cielo por sus propios medios, sin Dios, pues se han alejado de él (cf Gn 11,2), intentan construir una torre que alcance el cielo (Gn 11,4); es decir, la pretensión de una persona, familia, pueblo y el mundo en general, de alcanzar la bondad, la salvación y santidad, sin Dios. El mal cobra nuevamente fuerza y desborda toda medida (cf Job 22,5), acumulando pecado sobre pecado (Is 30,1), acá el mal se entiende también como pecado, pues toda maldad es pecado (I Jn 3,4; 5,17), está tan extendido y profundizado el pecado que el hombre, ya desde el seno materno se le comunica (cf Sal 51,5) y por eso lo sigue maquinando (cf Gn 6, 5; Prov 24,9), se le tiene por bueno y al bien como malo (cf Is 5,20), se enseña (cf Lc 17,1; 1 P 1,18) y se institucionaliza por la dureza del corazón (cf Mt 19,8). La sanación intergeneracional para el cristiano, es entonces, una oportunidad de reconocer y llevar la sanación a cosas que influyen en la familia desde el pasado, con repercusiones para el futuro. La sanación intergeneracional nos sugiere la posibilidad de que actos negativos de nuestros antepasados puedan introducirse, de alguna forma en nuestra “sangre” y paguen por ello las generaciones futuras. Transformar la conexión con estas raíces problemáticas, es lo que se trata en esta sanación intergeneracional. Hay cosas que nos afectan en nuestro comportamiento, por ejemplo, ¿Cuántas veces oímos que el mal genio o la cabezonería son un rasgo familiar? Por ejemplo, si yo estoy siempre enfadado, mi padre también, y mi abuelo también, ese defecto comenzaría en algún momento. Igualmente la ira, es un origen de desamor no sanado. Responsabilidad de rezar por nuestras familias El Padre John Hampsch C:M. F escribe sobre este tema en su libro (Sanando tu árbol genealógico.) “Las familias son los bloques que edifican la sociedad; como grupos básicos naturales sociales tienen un lugar muy especial en el plan divino de sanación colectiva. Porque la familia se constituye por la sagrada unión del matrimonio. Las frecuentes bendiciones en el Antiguo Testamento sobre las familias que reverencian a Dios se hacen patentes con signos externos tales como riqueza, categoría social e incluso salud. Pero son mucho más importantes las cosas internas relacionadas con la familia, como la lealtad a Dios y a su ley Así pues cuando una familia procura vivir junta con amor desinteresado, venerando a Dios juntos en alabanza, acción de gracia y confianza, sus miembros estarán contentos y en armonía. Si son negligentes o desobedientes en este terreno, ellos experimentarán el juicio de Dios de forma negativa por la presencia de luchas domésticas, infidelidad, discrepancias maritales, matrimonios rotos, niños recalcitrantes, discusiones, adicciones, conflictos con la familia política etc. Las siguientes generaciones pueden sufrir plenamente el juicio de Dios sobre las acciones del colectivo de una generación anterior Si las siguientes generaciones eligen por voluntad propia repetir esos patrones de sus padres o antepasados, ellos asumen la responsabilidad no sólo individual sino colectivamente de lo que se había hecho anteriormente. Al desobedecer o rechazar a Dios, no solo se remiten a un hecho personal sino que transforman en un fenómeno transgeneracional. Incluso un miembro de una familia puede ser el instrumento de Dios en la salvación de todos los demás en ese árbol genealógico o en familia. Dios ofreció salvar toda la ciudad de Sodoma si se encontraba en ella diez hombres justos (Génesis 18.32) 9

Noé fue instrumento de salvación para su familia (Génesis 7,1) El Padre Hampsch concluye que el rezar por la sanación del árbol genealógico debe ser motivado por un deseo de prevenir trastornos en nuestros descendientes. Consecuencias de los pecados de los padres en los hijos según las escrituras Incluimos unas breves citas de las Escrituras que hablan de la transmisión de los efectos de los pecados de los padres a sus hijos. Lamentaciones 5,7: “nuestros padres pecaron: ya no existen; y nosotros cargamos con las culpas”. Ezequiel 18,2: ” Los padres comieron del agraz, y los dientes de los hijos sufren dentera”. Véanse los veinte primeros versículos de Ezequiel. El 18 para una enseñanza más profunda en esta área.. El Padre Hampsch sugiere que esta parte de la Escritura es la base de todo proceso de sanación del árbol genealógico”. Éxodo 20,6 “Porque yo, Yavhé tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta la tercera o cuarta generación de los que me odian.” Referencias en las Sagradas Escrituras sobre la buena influencia de los padres Se nos recuerda en estos versículos que tenemos una responsabilidad importante hacia nuestros descendientes para que vivan una vida santa. Éxodo 20,6: “Y tengo misericordia por mil generaciones con los que me aman y guardan mis mandamientos”Salmo 112,1,2: “¡Dichoso el hombre que teme a Yavhé que en sus mandamientos mucho se complace! Fuerte será en la tierra su estirpe, bendita la raza de los hombres rectos.”. El inconsciente Definición: En psicología el inconsciente se defina, como: “y……todos los determinantes del comportamiento del individuo que no sean de acceso directo a su mente consciente.” enseñanza del psiquiatra suizo Car Yung (18751961) Carl Yung habla del inconsciente “personal” y “colectivo”. El inconsciente “personal” está hecho de acontecimientos olvidados y recuerdos desgraciados y reprimidos desde hace mucho tiempo, y el inconsciente “colectivo” está formado por experiencias raciales. Yung mantenía la convicción de que la gente tenía formas profundas e inconscientes para responder ante los hechos que ocurrían en sus vidas. De ello podemos sacar las conclusiones: 1ª) Lo que ocurre con una persona en esta vida, y cómo responde ante los acontecimientos de la vida, afectará a futuras generaciones. 2ª) Igualmente afectará todo lo que se va acumulando en nuestros inconsciente “personal” a través de experiencias personales de nuestros antepasados en las distintas generaciones de la raza humana. Por ejemplo si una mujer tiene un conflicto y no lo resuelve, entonces probablemente pasará a sus hijos, quienes a su vez pueden pasarlo a los suyos. Desde una perspectiva psicológica se puede ver que hace falta un proceso de sanación que reparará y restablecerá la raíz que ha sido la causa de los daños a generaciones anteriores. Hay una buena cita de la escritura en este contexto que es el Salmo 103:”Bendice a Yavhé alma mía, del fondo de mi ser, su santo nombre” 10

Lo que está en el fondo de mi ser no sólo lo que ha ocurrido en mí personalmente, sino lo que ha ocurrido en mi Familia., a través de las generaciones. Cualquier cosa dentro de mí que se niega a bendecir, necesita perdón, sanación, u oración de liberación. Todo esto nos lleva a concluir que no sólo heredamos los rasgos físicos de nuestros antepasados: color cabello, ojos, estatura, talentos como aptitud para la música, pintura, etc; en lo espiritual también, ejemplo el pecado original, el familiar, social, etc., al punto que se convierte como una verdadera marca de fábrica como lo dice Royo Marín, en su libro Teología de la Perfección Cristiana: “El niño que viene al mundo trae la marca de fábrica, que le han impreso sus propios padres, y ese sello jamás se borrara del todo. De ahí la inmensa responsabilidad de los padres sobre el porvenir de sus hijos y de su propia patria. La sangre que nos comunica la vida se parece a esas aguas que descienden de lo alto de las cimas de las montañas y realizan largos viajes subterráneos antes de aparecer en los valles. En el camino, las aguas ocultas han ido tomando en los diferentes suelos que atraviesan los más variados elementos, de suerte que cuando salen de la tierra presentan en su composición la huella de todas las etapas que han recorrido; a veces se distinguen por una propiedad dominante: unas son ferruginosas, otras alcalinas o bien sulfurosas. De la misma manera, las ondas vitales que circular por nuestras venas se resienten de todas las generaciones que han recorrido antes de llegar a nosotros, unas buenas, otras malas; y de esas innumerables influencias del pasado hay a veces una que domina, que nos caracteriza, que es la propietaria y dueña del temperamento. Pero el conjunto es tan complejo en su composición como múltiple en su origen. Sin embargo, es menester no exagerar demasiado esta doctrina. La herencia tiene una importancia muy grande, en la constitución de nuestro carácter, pero no es decisiva ni incorregible. Una sabia terapéutica en la formación del carácter suele llegar a modificar profundamente las tendencias innatas v mantenerlas perfectamente controladas por la razón, y la voluntad. Es falsa la opinión de los deterministas -a los que hacen coro Kant, Schopenhauer y Spinoza-, que niegan la posibilidad de transformar el propio carácter. La experiencia cotidiana está manifiestamente contra ellos.” (Royo Marin) 3.2

CAUSAS DE LAS MALDICIONES Y SUS CONSECUENCIAS

a- Alejamiento de los preceptos de Dios, especialmente el primer mandamiento (Dt 18, 9-12; 28, 15-45) Es decir, todo lo que sea participar de brujerías, adivinación, horóscopo, trae maldición para sí y para el pueblo. Las consecuencias de estas prácticas se notan en: Lo Espiritual: desánimo por la oración, en la práctica sacramental, por la lectura de la Palabra de Dios, la persona no se siente amada por Dios e incluso se llega a sentir rechazada por Él. Lo Físico: quebrantos de salud, perturbación en el sueño, molestias o presencias de espíritu malignos, ver sombras, escuchar voces, sentir frío, olores, aversión a lo sagrado o a personas de oración. Lo económico: ruina, pérdidas, desaliento para emprender trabajos o empresas, etc. Familiar: Ruptura matrimonial o noviazgos sin causa seria, enemistades, división familiar, de grupos, vicios, adiciones, etc. Otras: plagas en casas, campos, sitios de trabajo, hongos en las tuberías, cañerías dañadas, todo sin una causa normal. Idolatría: (Dt 27,15), hay que destruirlos (Dt 7, 25-26). b- Murmuración contra Dios (1 Co 10, 10) c- Perversión sexual: Homosexualidad, lesbianismo, masturbación, incesto, animales. (Lv 20,13-27), Incesto (Dt 27,22) d- Negar ayuda (Dt 27, 19 y Ecles 4, 4-6) 11

e- Matar: Homicidio, aborto (Gn, 4, 10-12; Dt 27, 24-25) f- No cumplir los mandamientos ( Dt 27, 15.26) g- Ser mal hijo (Ecles 3, 1-16; Dt 27, 16) h- Prácticas de Nueva Era (cf Is 47, 8-12; Ap 21, 8) i-

Falta de perdón, una gran fuente de maldición, tanto que excluye del Reino (Mt 6, 14-15). Tiene sus consecuencias: Físicas: cáncer, artritis, úlceras, enfermedades de la piel, problemas en el colon, etc. Mentales: depresiones, insomnio, desasosiego, locura, demencia, ansiedad. Espirituales: amargura, rechazo, pereza para orar y las cosas de Dios. El rechazo puede ser contra Dios, contra los otros, contra sí mismo, la naturaleza, al querer destruir la obra de Dios. (cf Gn 4, 6-15).

j-

Por las palabras que decimos. La vida y la muerte están en el poder de la lengua, el que la ama comerá de su fruto. (Prov 18, 21). Hay palabras que atan como por ejemplo promesas, pactos que ligan de por vida al mal a una persona con otra, a personas con objetos o lugares, haciendo que la persona quede bloqueada para escuchar y entender la Palabra de Dios, orar y practicar los sacramentos, por ejemplo. La soltura de lengua (Ecles 28, 13-14. 25-26; Mt 5, 27), la mentira (Hch 5, 3-10; Ap 21, 27), dominarla (St 3, 711)

4. LOS MEDIOS PARA LA SANACION "Un rabino le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: --Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley? Jesús le dijo: Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más importante y el primero de los mandamientos. Y el segundo es parecido a éste; dice: Ama a tu prójimo como a tí mismo'. Estos dos mandamientos resumen toda la ley y las enseñanzas de los profetas”. Mt 22,34. Dios nos da estos mandamientos, como la esencia de su voluntad, y sabe muy bien que no podemos cumplirlos con una mente enferma, traumatizada, bloqueada, llena de ataduras y de trabas para el amor. Por lo tanto, es evidente que Dios quiere, según los designios para cada uno, que estemos sanos y equilibrados. Por eso dice la Escritura: Alabado sea el Señor! ¡Justo es que le cantemos himnos a nuestro Dios! ¡Alabémoslo con júbilo! Porque él sana a los que tienen roto el corazón y les venda todas sus heridas" Sal 147,3. En la Biblia el "corazón" son los sentimientos, las emociones, la afectividad. Allí es donde estamos más heridos y más "rotos» y es allí donde el Señor "venda y sana". Por eso Jeremías, el profeta perseguido, calumniado, lleno de angustias y temores, invoca a Dios y le dice: "Sáname tú, Señor, y entonces quedaré sanado. Sálvame tú, y entonces quedaré a salvo". Jer 17,14.] Y Dios dice a todo su pueblo por boca de! mismo profeta: "Yo te daré la salud, yo curaré todas tus heridas, yo, el Señor, lo prometo". Jer 30,17. Veamos, entonces los medios de los que Dios se vale para sanarnos. 4.1 DIOS NOS SANA CON SU AMOR ¿Quién ha recibido todo el amor que anhela? ¿Quién ha recibido todo el amor que necesita?. Si examinamos bien cada situación traumática, descubrimos que, en el fondo de cada conflicto psíquico, existe siempre una misma raíz: LA FALTA DE AMOR. Por eso no hay nada que pueda sanar tan plenamente nuestro corazón como el descubrimiento de un amor total, incondicional, ilimitado, fidelísimo, incansable, inagotable, tal como todos lo habíamos soñado y ansiado... Tal es el amor de Dios. Muchas personas han conseguido su equilibrio emocional, han solucionado problemas que parecían insolubles, y han adquirido una nueva visión de sus vidas a la luz del amor que Dios les tiene. 12

Con toda razón dice San Jerónimo que las santas Escrituras son una CARTA DE AMOR, que Dios le escribe al hombre. El hilo de oro que recorre toda la historia de nuestra salvación, desde su principio hasta su consumación, es el amor sin medida que Dios tiene a cada uno de nosotros. Y en esa carta Dios es muy explícito; no se avergüenza al declaramos su amor, siendo nosotros... lo que somos... "Con amor eterno te he amado, y prolongaré por siempre mi amor hacia ti". Jer 31,3. "¿Puede acaso una madre olvidarse del niño que está criando, o dejar de amar al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella lo olvidase, yo jamás podría olvidarme de ti". Is 49,14. "Es más fácil que se muevan los montes o que se alejen las colinas, que mi amor se aparte de ti". Is 54,10. "Yo soy misericordioso y clemente, rico en amor verdadero, y mi fidelidad a ti durará por siempre". Ex 34,6. Y cuando en esa historia de nuestra salvación llega "la plenitud de los tiempos" el amor de Dios se desborda sobre el hombre de manera inaudita: "En esto consiste el amor de Dios; no en que nosotros lo hayamos amado, sino en que él nos amó primero, y siendo nosotros unos pecadores, nos envió a su Hijo como víctima por nuestros pecados". 1 Jn 4,10. Y Dios nace de una mujer para venir a hablarnos de su amor, para darnos de él una prueba que nos quita toda duda: "Nadie tiene amor más grande que aquel que da la vida por sus amigos". Jn 15,13. Y el hombre clava a Cristo en una cruz, y él suplica por ellos: "Padre, perdónalos!" Lc 23,34. Y la muerte del Hijo nos da una nueva vida: “Miren qué grande amor nos ha tenido el Padre, pues no solamente nos llamamos hijos de Dios, sino que ahora lo somos de verdad!" 1 Jn 3,1. Y vivimos ya en la confianza de que el amor divino actuará en nosotros con toda su plenitud: "Ya sabemos que, cuando se manifieste su gloria, veremos a Dios tal cual es, y seremos semejantes a él". 1 Jn 3,2. Entre tanto, a medida que vamos conociendo y experimentando el amor personal que Dios nos tiene, a cada uno en particular, vamos sanando interiormente y vamos aprendiendo a sonreír… 4.2 DIOS NOS SANA CON SU PODER Cuando alguien nos quiere mucho, desea vernos sanos y felices; pero no siempre puede lograr su deseo. Con Dios esto es distinto: Su poder infinito está al servicio de su amor. "Para Dios no hay nada " imposible". Lc 1,37. Dios nos quiere sanos, libres para amar como él quiere que amemos, y tiene el poder para sanar toda herida y para romper toda cadena. Escucha esta breve historia: "El Señor se dirigió a mí y me dijo: -Baja a la casa del alfarero y allí te comunicaré un mensaje. Yo, Jeremías, bajé y encontré al alfarero trabajando el barro en su torno. Cuando el objeto que estaba haciendo quedaba mal, volvía a hacer otro con el mismo barro, hasta que quedaba tal como él quería. Entonces el Señor me dijo: -¿Acaso no puedo yo hacer con ustedes lo mismo que el alfarero hace con el barro? Ustedes son en mis manos como el barro en las manos de este alfarero. Yo, el Señor, te lo aseguro". Jer 18,1-6. Con inmenso poder y con inmensa ternura Dios tomará en sus manos tu pobre barro, cuantas veces se lo pidas, y se ocupará de ti para remodelarte "hasta dejarte como él quiere', es decir, hasta que seas una: reproducción del Hijo amado en quien tiene sus complacencias. “Como un padre se compadece de sus hijos, así se apiada el Señor de nosotros; porque sabe de qué barro estamos hechos, y se acuerda de que no somos más que polvo". Sal 103,11. El Evangelio dice que los milagros de Jesús eran "signos" y "señales"; porque significaban el inmenso poder salvífico y sanador que Dios le concedió, y porque señalaban cuál era su misión respecto al hombre: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra". Mt 28,18. 13

"Y la voluntad del que me ha enviado es que no se pierda ninguno de los que él me ha confiado". Jn 6,39. - ¿Cómo entonces no acudir a Jesús con la absoluta certeza de ser acogidos en su amor y salvados con su poder? ¿Acaso nos dice el Evangelio que Jesús se haya negado alguna vez a sanar a los que acudían a él? "Un hombre enfermo de lepra se acercó a Jesús, y poniéndose de rodillas le dijo: -Si tú quieres, puedes curarme de mi enfermedad. Jesús sintió compasión de él; lo tocó con su mano y le dijo: -¡Sí quiero! ¡Sana! Al momento se le quitó la lepra al enfermo, y quedó limpio". Mc1, 40. Y Jesús no ha cambiado, sigue siendo el mismo de siempre, el que "siente compasión", el que tiene poder, y el que "sí quiere sanarnos". No hemos sido creados para vivir espiritualmente enfermos y defectuosos, sino para que participemos plenamente de la redención de Cristo y para disfrutar de la "Libertad de los hijos de Dios", a fin de poder cumplir la voluntad del Padre. Por eso Jesús, en la sinagoga de Nazaret, se aplica a sí mismo la profecía de Isaías: "El Espíritu del Señor está sobre mí, me ha consagrado para llevar buenas noticias a los pobres, dar libertad a los presos y vista a los ciegos, y levantar el yugo que pesa sobre los oprimidos". Lc 4,18. Todos somos psicológicamente pobres, presos y oprimidos, y sólo Jesús nos trae noticias buenas: "Mi Padre ha puesto en mis manos todas las cosas. Vengan a mí todos ustedes que se sienten agobiados por su carga y yo los haré descansar”. Mt 11,28. 4.3 DIOS NOS SANA CON SUS PALABRAS Dice el autor de la Carta a los Hebreos que "la Palabra de Dios tiene vida y poder, y penetra como espada de dos filos hasta lo más profundo del alma, y hasta lo más íntimo de la mente y del espíritu". Heb 4,12. Por eso San Jerónimo decía que "las palabras divinas son como un octavo sacramento para quien las escucha con fe.” Si tenemos fe en la Palabra de Dios, será para nosotros fuente inagotable de sanación. Por ejemplo, si meditamos con fe estas palabras de Cristo: PALABRAS QUE SANAN NUESTRAS INQUIETUDES. "Mi paz les dejo. Les doy mi paz. No se angustien ni tengan miedo". Jn 14, 27. "En su unión conmigo ustedes encontrarán la paz. En el mundo tendrán que sufrir, pero tengan valor: yo he vencido al mundo". Jn 16,33. "Mi Padre los ama a ustedes, porque ustedes me aman y han creído que yo vine de Dios". Jn 16,27. "Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe los secretos de su amo. Les llamo mis amigos, porque ya les día conocer todo lo que el Padre me ha dicho". Jn 15,15. ` "Como el Padre me ama, así los amo yo a ustedes. Permanezcan en el amor que les tengo". Jn 15,9. PALABRAS QUE SANAN NUESTRO EGOISMO "Y este es mi mandamiento, que se amen ustedes unos a otros como yo les he amado". Jn 13,34. "Ustedes me llaman Señor y Maestro, y hacen bien, porque lo soy. Pues si yo, que soy su Señor y su Maestro les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado el ejemplo para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho". Jn 13,13. "El que quiera ser grande en mi reino, que se haga el servidor de los demás, y el que quiera ser el mayor, que se haga su esclavo; así como el Hijo del Hombre, que no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida por todos". Mt 20,27. ! `" PALABRAS QUE SANAN NUESTRA ANGUSTIA “No se angustien preguntándose: ¿Qué vamos a comer? ¿Con qué nos vamos a vestir? Estás cosas les preocupan a los ateos, pero ustedes tienen un Padre celestial que ya sabe que las necesitan. Miren los pájaros que vuelan por el aire: ni siembran ni guardan cosechas, y sin embargo su Padre les da de comer. ¡Y ustedes valen para él más que todas las aves! "Mt 6,26. 14

"Yo les aseguro que hasta los cabellos de su cabeza los tiene contados uno por uno. Así que nada teman, ustedes valen mucho para él". Mc 10,30. "Pidan y Dios les dará. Búsquenlo y lo encontrarán. Llamen a su puerta y les abrirá. _ ¿Acaso alguno de ustedes sería capaz de darle a su hijo una piedra cuando le pide pan? Pues si ustedes saben darles cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a quienes se las pidan!". Mt 7,7. PALABRAS QUE SANAN NUESTROS TEMORES "No son los que están sanos los que necesitan al médico, sino los que están enfermos. Pues de igual manera, yo no he venido a salvar santos, sino pecadores". Lc 5,31. "Dichosos ustedes los pobres, pues el reino de Dios les pertenece". Lc 6,20. "Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque revelaste todo esto a ¡agente sencilla; y no a los sabios y entendidos. Sí, Padre, porque así lo has querido". Mt 11,25. "Muchos que ahora son los primeros serán los últimos; y muchos y que ahora son los últimos, serán los primeros". Mc 10,31. "¿De qué tienen miedo? ¿Qué no tienen fe en mí? Mc 4,39. "El discípulo debe estar contento si llega a ser como su maestro. Si a mí me han llamado "Diablo", ¿qué no dirán de ustedes?". "No tengan miedo de los que pueden darles muerte pero no pueden disponer de su destino eterno". Mt 10, 25 y 28. "No se angustien ustedes. Confíen en Dios y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si no fuera así yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. Después de irme y de prepararles su lugar, vendré otra vez para llevármelos conmigo, para que donde yo voy a estar, estén también ustedes”. Jn 14, 1-3. "El que permanece unido a mí y yo unido a él, dará mucho fruto". Jn 15,5. 4.4 DIOS NOS SANA CON SU PERDON Todos hemos cometido errores, y nos sentimos mal por ello. No se trata del arrepentimiento por haber ofendido a Dios, eso corresponde al proceso de purificación del espíritu; se trata de un TRAUMA EN PSICOLÓGICO que consiste en sentirnos avergonzados de nosotros mismos, y en no querer perdonarnos, y no querer aceptar nuestra pequeñez y nuestra tontería, y no querer admitir que somos capaces de semejantes cosas. Hay también sentimientos de culpa por haber dañado a otras personas, tal vez gravemente; o un desasosiego porque nuestra conducta ha dejado una pésima impresión en muchos acerca de nuestra persona, o sentimientos depresivos porque nos hemos merecido el odio o el desprecio de las personas a quienes hemos ofendido, engañado o tratado injustamente. De estos sentimientos negativos Dios nos sana con su comprensión y con su perdón total y absoluto. Porque si Dios nos perdona y él es infinitamente justo y sabio, esto quiere decir que también yo debo perdonarme, y que los demás deben perdonarme; de lo contrario no somos justos y estamos cometiendo un error; estamos contradiciendo todo la equidad y la sabiduría de Dios. Por eso dice el salmo: "Cuando tú perdonaste mis culpas, mi angustia se convirtió en paz". Sal 32. Dios nos revela su corazón a través del corazón humano de Cristo: "Volvió Jesús al templo, y la gente se le acercó. El se sentó y comenzó a enseñarles. En ese momento los maestros de la ley y los fariseos llegaron con una mujer a la que habían sorprendido cometiendo adulterio. La pusieron en medio de todos los presentes, y dijeron a pueden Jesús: -Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de cometer adulterio. En nuestra ley, Moisés ordenó que se mate a así yo no pedradas a esta clase de mujeres. ¿Tú qué dices? 15

Jesús les dijo: Aquel de ustedes que no tenga pecado, que tire la primera piedra. Al oír esto, comenzaron a irse uno tras otro... Jesús le preguntó a la mujer: -¿Dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te ha condenado? -Ninguno, Señor. Jesús le dijo: Yo tampoco te condeno. Vete en paz y no vuelvas a pecar". Jn 8, 3-11. ¿Quién, pues, te va a tirar la primera piedra, ¿Dios? ¿Tú mismo? ¿Quién puede condenarte cuando Dios te absuelve? OREMOS: Yo no amo con entera libertad, Señor. Muchas ataduras impiden que mi amor vuele gozosamente al encuentro de cada hermano... A veces me ata la pereza, a veces el orgullo, la timidez, o el egoísmo... A veces ni puedo saber qué detiene mi amor, por qué no brota cuando alguien necesita beber de su frescura, o por qué no está presente cuando alguien lo reclama... Pero yo quiero amar, Señor, como tú mandas. Amar a todos como tú nos has amado: sin condiciones ni trabas. Concédeme amar así, Señor, y sabré que me has sanado... 4.5. DIOS SANA A TRAVÉS DE LOS SACRAMENTOS “A menudo Jesús pide a los enfermos que crean. Se sirve de signos para curar: saliva e imposición de manos, barro y ablución. Los enfermos tratan de tocarlo, "pues salía de él una fuerza que los curaba a todos" (Lc 6,19). Así, en los sacramentos, Cristo continúa "tocándonos" para sanarnos.” (Cat 1503) Comúnmente aplicamos la palabra sanar a la consecuencia de la recuperación de la salud, entendida la salud únicamente en términos físicos. La Iglesia no solamente guarda el tesoro de las acciones sanadoras de Jesucristo en su tiempo, sino que es testigo de las sanaciones que Dios ha obrado en hombres concretos por mediación de los santos a lo largo de los siglos. Pero lejos de limitar la palabra a la sanación o curación milagrosa de la enfermedad, la Iglesia ha creído, desde los comienzos de su adhesión a la Buena Noticia de Jesús, que Dios ha querido salvar a la humanidad del pecado y de la muerte y que esa salvación Dios la opera también por medio de los signos santos, los sacramentos. La salvación del hombre misión de la Iglesia. Dios decidió en su designio amoroso crear el mundo, la vida y al hombre y en Cristo Jesús quiso que esa vida, destrozada por el pecado y la muerte por la libertad humana, fuese salvada y rescatada. En la Plenitud de los tiempos Dios quiso manifestar la salvación al hombre por medio de Jesucristo y la Iglesia actualiza esta salvación en el tiempo por medio de la predicación de la buena noticia y los sacramentos. Los sacramentos son acciones salvíficas de Dios que realiza la Iglesia por el poder de Dios para la sanación de los hombres. Cristo “constituyó a su cuerpo, que es la Iglesia, como sacramento universal de salvación” LG 48. La Iglesia actualiza en la historia esa salvación de Dios, entre otras formas, mediante la celebración de los sacramentos. Los sacramentos, signos de sanación. Los sacramentos son sanadores porque Cristo, el Mesías de Dios: “cargó con nuestras dolencias, sus cicatrices nos curaron” (Is 53,5). Por medio de ellos la Iglesia actualiza las acciones de Jesús que “vino a curar y sanar lo que estaba perdido”. Todos los sacramentos son sanadores, pero la Iglesia en el Catecismo destaca los sacramentos de la Penitencia y de la Unción declarándolos como “sacramentos de curación”. El Señor Jesucristo, médico de nuestras almas y de nuestros cuerpos, que perdonó los pecados al paralítico y le devolvió la salud del cuerpo, quiso que su Iglesia continuase, con la fuerza del Espíritu Santo, su obra de curación y de salvación, incluso en sus propios miembros. 16

Esta es la finalidad de los dos sacramentos de curación: del sacramento de la Penitencia y de la Unción de los enfermos. Cat 1421. Los sacramentos son fuerza revitalizadora del Espíritu para nuestra vida que transcurre entre el vivir y el morir y se convierten en signos y encuentros sanadores con Cristo en el seno de la comunidad cristiana. Los sacramentos nos refieren a Cristo y a la Iglesia y son fuerza espiritual de Dios para con nosotros, un Dios-Padre que quiere salvarnos en cada momento importante de nuestra historia haciéndose nuestro compañero de camino, peregrinando a nuestro lado en el Emaús de nuestra vida. Los sacramentos actualizan en nosotros que Dios no está lejos del hombre en su historia, vienen a recordarnos que “en él vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 27-28). Veamos rápidamente la acción sanadora de cada uno de los sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucarística: A- SACRAMENTOS QUE SANAN IMPRIMIENDO EL CARÁCTER O SELLO INDELEBLE 4.5. 1 BAUTISMO El bautismo nos incorpora a la muerte y resurrección de Cristo (Rm 6,3-4) y nos sana. El bautismo nos borra el pecado original, nos perdona los pecados (Hch 2, 37-39), nos hace hijos de Dios en el Hijo y hermanos en el Hermano, nos incorpora a la Iglesia y rompe nuestra tendencia la individualidad, nos hace templos del Espíritu Santo, nos fortalece para vencer al mal con el bien y destruye las barreras que los hombres hemos construido en nuestro afán de dominio: “ya no hay judíos no griegos, esclavos y libres, hombres y mujeres”( Gal 3,27-28). El bautismo que no es una mera limpieza corporal, del pecado original o de los pecados cometidos, ni supone la incorporación o afiliación a un grupo, la Iglesia, más aún y por encima de ello, es salvación que consiste “en impetrar de Dios una conciencia pura, por la resurrección de Cristo Jesús Señor nuestro” (I Pe 3,22). El bautismo nos incorpora a Cristo, nos hacer formar el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia de Dios, cuyos miembros tienen funciones distintas (I Cor 12), una Iglesia en la diversidad, pero con la misma fe en Cristo, de ahí que uno que está bautizado no necesite bautizarse otra vez (católicos, ortodoxos, anglicanos, luteranos…), aunque sí renovará las promesas bautismales periódicamente, especialmente en Pascua, en la Vigilia Pascual. 4.5. 2 CONFIRMACIÓN El Espíritu de Dios viene en ayuda nuestra, nos actualiza y recuerda las palabras de Jesús, viene en ayuda de nuestra debilidad porque no sabemos pedir lo que nos conviene. Por medio de la Confirmación el Espíritu nos sana de hacer nuestra vida desde nuestro propio proyecto, para hacer nuestra vida, la vida humana y la humanidad desde el proyecto del Espíritu de Dios, construyendo ya aquí y ahora el Reino de Dios, haciendo de esta vida de cada día Cielo y no “un Infierno”. El Espíritu nos ayuda a mirar el mundo con los ojos de Dios y amar como Dios nos ama, un amor más perfecto y más puro, superando las barreras frágiles de nuestro ser que nos hacen amar sólo a los que nos aman (Mt 5, 4648). Con el Espíritu logramos amar a los enemigos, porque amar y rezar por los enemigos no es posible por nuestras propias fuerzas. El Espíritu Santo, que recibimos en plenitud en el sacramento de la confirmación, nos ayuda a ver la vida, la historia, el mundo, bajo una luz nueva de esperanza, de amor. La confirmación nos da nuevas fuerzas para realizar las las obras de Dios, para vivir el discipulado de Jesús con mayor fidelidad. 4.5. 3 ORDEN Sacramento ministerial, sacramento para servir a Dios y a los hombres. Sacramento que sana a quien lo recibe porque le hace entrar en la dinámica de total servicio, de servicio permanente, no como oficio sino como entrega. Dar la vida por los hermanos y desgastarse con los hermanos y en los hermanos. Sana a quien lo recibe porque le hace entrar en el misterio de la entrega total de la vida para Dios y para los hombres, el amor para Dios y para los hombres, cuyo máximo exponente es el celibato por el Reino de los cielos. La herencia del sacerdote es el 17

Señor, la heredad de Dios, su descendencia son los hijos de Dios: “quien deje casas o tierras, padre, madre, hijos…” (Mc 10,29-31). Sanación del propio ministro y sanación de la comunidad que recibe las gracias de los sacramentos sanadores de Dios por medio del ministerio sacerdotal. Sacramento del Orden que nos anticipa la futura vida divina donde todos seremos todo en Cristo, sin matrimonio, ni soltería, todo en el Padre. B- SACRAMENTOS QUE ALIMENTAN, SANAN Y SOSTIENEN LA VIDA CRISTIANA 4.5.4 EUCARISTÍA San Ignacio de Antioquia habla de la Eucaristía como medicina de inmortalidad. La Eucaristía, Cuerpo de Cristo, hace el cuerpo visible de Cristo en la historia que es la Iglesia. La Iglesia, cuerpo de Cristo, pueblo de Dios congregado alrededor del Señor en comunión, hace el cuerpo de Cristo que es alimento de salvación: “La participación del cuerpo y de la sangre de Cristo no hace otra cosa sino que pasemos a ser aquello que recibimos” San León Magno. La Eucaristía nos hace Iglesia rompiendo nuestra tendencia natural al individualismo que hace de nuestra relación con Dios no un exclusivo acto religioso personal, sino una relación comunitaria y personal con el trascendente. La Eucaristía nos sana aquí para la vida eterna. Veamos la fuerza intrínseca de la Eucaristía como sacramento de curación y liberación: Ciertamente cada uno de los sacramentos, instituidos por Jesús, además de producir el efecto peculiar que le es propio, son también sacramentos de sanación y liberación dentro de la realidad específica para que fueron instituidos. Algunos de ellos, como el sacramento de la Unción de enfermos y el de la Reconciliación, tienen su campo concreto respectivamente en la curación física y en la curación interior y espiritual. Pues bien, si todos los sacramentos se ordenan al de la Eucaristía (SC 10, 6), y poseen un poder propio de curación y liberación es obvio considerar a aquella portadora de su misma fuerza sanadora y liberadora, por eso podemos afirmar que la Eucaristía es el misterio del Amor; es este misterio el que se celebra en y por la Iglesia, esposa de Cristo, presidido por el mismo Cristo y en la admiración de toda la Trinidad. No es posible que este amor de Cristo, que, a su vez, realiza el amor del Padre a los hombres, por el Espíritu Santo, deje de poseer los efectos de sanación y liberación que van unidos a todo amor. Si Él cura y libera por su amor, movido por su compasión y con la fuerza que dimana de su amor, todo esto se ha de hallar presente en la Eucaristía de un mundo privilegiado y eminente. Por eso, aunque no hubiera otras consideraciones ni pudiéramos contar con la gran riqueza de curación y liberación que atesora la Eucaristía, nos debería bastar esta realidad maravillosa para vivir en un profundo espíritu de fe su poder de curación y liberación brotado del misterio de amor que se celebra. a) La Eucaristía es alimento del alma: La Eucaristía realiza en nosotros espiritualmente lo que el alimento corporal en el cuerpo: restaura las fuerzas, las aumenta; infunde el bienestar que invade al organismo cuando ha satisfecho una necesidad tan vital; contribuye a sanar el cuerpo enfermo, debilitado... Por eso es el "pan del camino" hacia Dios, como el maná lo fue para los israelitas en el desierto. Por eso Jesús la instituyó maravillosamente en forma de alimento y le dio una eficacia especial de vida (Jn 6, 48 58). La Eucaristía como alimento espiritual produce su efecto de curación y liberación no sólo a nivel del espíritu, al que toca más directa e íntimamente. También se extiende al cuerpo humano: El Señor es recibido por toda la persona, se une a todo el ser; a todo él lo transforma en sí; es todo él a quien viene a salvar y la salvación del hombre integral abarca también la curación física. Es necesario que hagamos un acto de fe y creamos en la totalidad del sentido de las increíbles palabras del Señor: "Quien come mi carne y bebe mi sangre, vive en mí y yo en el" (Jn 6, 56). Y esa vivencia íntima, profunda, prolongada, no puede menos de producir el efecto que le es connatural: vivificamos, damos a participar de la plenitud de vida que tiene Aquel a quien hemos recibido, y la plenitud de vida espiritual tiene su prolongación en la curación interior, en la física y en la liberación. 18

b) La Eucaristía, alimento del alma, es el cuerpo de Cristo resucitado en la gloria. La Eucaristía, siendo realmente, manjar, alimento del alma, es el cuerpo resucitado de Cristo que se nos da a través de las especies del pan y del vino consagrado. El cuerpo resucitado de Cristo es el que triunfo definitivamente del pecado y de todas las consecuencias del pecado: la enfermedad que nos aplasta, la herida interior que nos desgarra. La resurrección de Cristo le confiere un poder especial, el poder que tiene su nombre glorioso, su persona constituida Señor del universo por el Padre, que se ejerce sobre toda la creación (Flp 2, 5ss.). El contacto con este alimento glorificado no puede menos de causar los efectos de participar de su vida, de robustecer toda la persona de los que le reciben y creen realmente en el poder de curación y de liberación que le es propio. Él, en cada comunión, nos va elevando hacia sí, adhiriendo más íntimamente a sí; nos va aspirando hacia la gloria, ya en este mundo, en el que participaremos del poder de su resurrección por la asimilación de nuestros cuerpos a su inmortalidad. (1 Tes 4,13; I Cor 15, 53; Jn 6, 54). El cuerpo resucitado de Cristo es no solamente el signo de su poder en plenitud. Es la realidad misma del triunfo de Jesús total para liberar las personas infectadas y oprimidas por el maligno. c) La Eucaristía es alimento del alma a través de la humanidad resucitada de Cristo en la que actúa el poder del Espíritu Santo: Creo que no valoramos debidamente esta realidad: la presencia actuando del Espíritu Santo en la Humanidad resucitada de Cristo que recibimos en la Eucaristía. Allí está Él presente y actúa con la misma fuerza y poder que comenzó a actuar en la Encarnación del Verbo en la Humanidad asumida por ella. En la Humanidad de Cristo, recibido en la Eucaristía, despliega el su poder en aquellos que le han aposentado en sus cuerpos. La obra del Espíritu no se agota iluminando el entendimiento, suscitando buenos deseos en la voluntad, fortaleciendo el espíritu debilitado, produciendo los frutos espirituales (Jn 6, 53 54), suscitando y purificando carismas; transformándonos en Cristo, asimilándonos a Él. También llega hasta la psicología del hombre y su realidad física: el Espíritu Santo toca toda la persona y todos los niveles de la misma. Nada queda fuera del radio de su acción. Su poder no se detiene, tiende a invadirlo todo donde hay algo que mejorar, fortalecer, divinizar, curar y liberar. Esa es su misión: proseguir la obra de Cristo en la tierra como enviado por Él para llevar a término su obra. Y la obra de Cristo, bien manifiesta en los Evangelios, fue una obra de salvación del hombre en toda su realidad humana y divina. Si no ocurren con más frecuencia verdaderas curaciones y liberaciones del alma y del cuerpo, sin duda se debe a que nuestra fe en la obra del Espíritu, en Cristo recibido como alimento, es débil. La limitamos, aunque sea el aspecto principal, a su acción sobre lo espiritual. Verdaderamente es el pan de vida y esa vida se nos da por diversos canales, todos ellos que parten de Cristo en la Eucaristía a quien hemos recibido. Y junto a esta gracia singular de curación en el triple nivel, espiritual, psicológico, físico y de liberación, la Eucaristía nos hace conscientes de las exigencias que lleva consigo la recepción de Cristo que se nos entrega: la necesidad de reconciliamos con nuestros hermanos y verlos con la mirada de Cristo, la urgencia de un servicio más desinteresado, la fidelidad en medio de la prueba, el trato con Dios en la oración, la llamada a evangelizar. El Espíritu Santo que habita en la Humanidad resucitada de Jesús a la que recibimos en la Eucaristía, es, en persona, la acción de Dios que resucita a Cristo. (Rm 8,11), es el Espíritu de la resurrección en el que se despliega el poder infinito del Padre (2 Cor 12, 4)... Es el Espíritu de poder que actúa en la debilidad de la carne. El ministerio de Jesús fue inaugurado en el poder del Espíritu (Lc 4, 14). Él rompe, destruye el dominio de Satanás, es el "dedo" de Dios, su fuerza la que caracteriza el Reino de Dios (Mc 9,1, Lc 11,11, 20). La Eucaristía, es, pues, la prenda y la realidad de nuestro triunfo sobre Satanás. Por eso la Eucaristía recibida con frecuencia y fervor es un antídoto especialmente eficaz de preservación contra la invasión del maligno y un modo de liberación. c) La eucaristía es alimento del alma en el cuerpo de Cristo que conserva el poder de sus "llagas" gloriosas: El texto de Isaías 53, 5: "Y por sus llagas' hemos sido sanados" (En la traducción de la TOB (Biblia ecuménica), es verdaderamente iluminador. 19

La crucifixión del Señor representa el culmen y resumen de sus dolores. Por ellos, sobre todo, Jesús realizo la obra del Padre: devolver la humanidad a la familia de Dios, establecerlas en su amistad. Toda la eficacia de su nombre, que sintetizaba la misión de su persona, quedó cumplida (Lc 1, 31 33; Mt 1, 21). Los dolores de Cristo se compendian maravillosamente, y de hecho, se expresan de un modo especial en los que sufrió al taladrarle manos y pies. Las heridas causadas por los clavos quiso que permanecieran en su cuerpo como signo y realización de su amor. Por ellas fuimos sanados de nuestro pecado y de cuanto era consecuencia de él. Esta realidad, ya activa desde su crucifixión, en su aplicación a toda la humanidad, tiene una aplicación concreta, personal que, en cada paso, supone nuestra cooperación y está relacionada con el plan de salvación de Dios sobre cada uno. Pero la eficacia sanadora de las llagas de Cristo permanece. De ellas dimana una fuerza de salud y liberación que, muchas veces, no se hace eficaz porque nuestra fe es mortecina o no prestamos la cooperación que toda obra de Dios pide de nosotros. Repetimos, una vez más, un pensamiento que hemos de tener siempre por valido: la acción del Espíritu es tocar, derramar su influjo, dejar caer su efusión sobre toda la persona. Aunque en ella haya niveles especialmente tocados en momentos diversos, sin embargo, su actuación abarca todo el ser humano. Lo percibamos o no, es así como la acción divina tiende a salvar la totalidad de la persona. Cristo mismo nos lo aseguro cuando empleo buena parte de su tiempo en sanar y liberar, y cuando nos prometió la suprema salvación del cuerpo en la resurrección (Jn 6, 54). Cuanto hemos dicho de las llagas de Jesús, tiene un valor peculiar y único en la herida de su costado. Es un tema por demás interesante, consolador y profundamente eficaz en orden a la sanación y liberación. Las vidas de muchos santos nos muestran haber sido el refugio a que se acogían cuando se veían asediados por tentaciones fuertes y persistentes. El amor providencial de Jesús tuvo muy en cuenta nuestra necesidad de que dispusiéramos de un lugar especialmente sagrado donde pudiéramos retiramos a adorarlo, a amado, a estar con Él en profunda intimidad. Pero también quiso que sus llagas, y especialmente su costado traspasado, fuera el refugio más seguro contra los asaltos del enemigo, contra su pérfida intención de encontrar una puerta por donde penetrar a influir en nosotros. El hecho de que lo tengamos en cierto olvido contribuye a que nuestras sanaciones y liberaciones sean menos eficaces. e) La Eucaristía es alimento del alma en el cuerpo de Cristo, que conserva toda la fuerza de curación y de liberación en su "sangre" divina Sabemos la importancia que en el Antiguo Testamento se le daba a la "sangre" La sangre era la "vida" y la vida pertenece a Dios (Lv 17,11 14). Jesús derramo su sangre inocente voluntariamente por amor al Padre y a nosotros, los hombres, creando una nueva alianza en la que quedamos constituidos hijos del Padre en Cristo por la virtud del Espíritu Santo (Is 53, 12; Lc 22, 20). Este amor precioso de Cristo del que la más alta expresión es la sangre que broto de su costado, tiene el mismo poder de salvación que tuvo sobre la cruz. La Eucaristía es el mismo sacrificio que se celebró en el madero salvador. Cristo, recibido en la Eucaristía, quiere continuar su obra salvífica dándosenos generosamente; desea aplicar la fuerza salvadora a cuantos lo reciben y, de hecho, el ejerce su anhelo, aunque condicione su obra a la cooperación voluntaria de la criatura. La experiencia es ya larga y profunda: la invocación de la fuerza de la sangre de Jesús tiene un poder especial, manifestado en multitud de casos, para curar, liberar, fortalecer, acelerar el proceso de "convalecencia" espiritual, interior, física, y de liberación del influjo de Satanás. f) La Eucaristía, alimento del alma, obra con una eficacia especial la transformación en Cristo y la curación y liberación, porque en el Verbo encarnado que recibimos, están también el Padre y el Espíritu Santo: Sabemos por el dogma católico que las tres divinas personas son inseparables entre sí. Donde una de ellas esta, necesariamente se encuentran las otras dos. En teología recibe este misterio del nombre de "circuminsesión". La Sagrada Escritura no deja lugar a dudas sobre ello (Jn 10, 30, 38; Jn 14, 9-11). Lo mismo hay que decir del Espíritu Santo que es la "espiración" del amor entre el Padre y el Hijo. (I Cor 2, 10), donde se indica la inexistencia del Espíritu Santo en el Padre y el Hijo. Es decir, en el dogma católico se afirma que las tres divinas personas in-existen entre sí o están la una en las otras. Se trata, pues, de la mutua compenetración de cada una de ellas en las demás. 20

Pues bien, esta doctrina de la Iglesia es no sólo aplicable sino está absolutamente realizada también en la Eucaristía: En ella, juntamente con la Humanidad y la Divinidad de Cristo, Hijo de Dios, están el Padre y el Espíritu Santo, aunque por distintas razones: El Verbo divino se hace presente en la Eucaristía en virtud de su "unión hipostática" con el cuerpo y sangre de Cristo. Esta unión hipostática, ligeramente insinuada, se puede expresar así según el dogma católico: En Cristo hay una sola persona, la persona divina del Verbo. Pero existen dos naturalezas, la divina y la humana que subsisten las dos en una misma y única persona divina, la del Verbo. La naturaleza humana ha sido tomada, asumida en la unidad y dominio de la persona divina que obra en la naturaleza humana y por medio de ella, como por un órgano suyo. De otro modo: El Verbo Dios está unido a la carne con una unión intrínseca, física o sustancial. Cristo, pues, no es portador de Dios, sino Dios verdaderamente. Cristo, con su propia carne, es un ser único, es decir, una sola persona: El es Dios y hombre al mismo tiempo. El Padre y el Espíritu Santo se hallan presente en virtud de la mencionada "circuminsesión" intratrinitaria o presencia de las demás personas donde quiera que una de ellas este. El Espíritu Santo, además está presente porque la Humanidad de Cristo ha sido ungida con Él desde el momento de la encarnación y, con una misión particular, en orden al ministerio, en el Bautismo recibido de Juan (Lc 3, 21 22: Mc 1, 9 11; Mt 3, 13 17). Aplicando, pues, esta doctrina a la Eucaristía, bien recibida, podemos afirmar: En la recepción del cuerpo de Cristo se realiza en el alma del justo una más penetrante "inhabitacion" o "inhesion" de las divinas personas. Por tanto, no se trata del solo hecho de que vienen al alma del justo, aunque por distinta razón a como lo hace el Verbo encarnado, Cristo, verdadero Dios y hombre. Se da la gran realidad de que las tres divinas personas obran en el alma del que comulga la obra maravillosa de asemejarlo cada una a si y, todas ellas, a transformarlo conforme a Jesucristo, plenitud de la divinidad modelo de todo hijo de Dios, ejemplar de toda realización de santidad. Hay, entonces, que preguntarse: ¿Cómo puede darse esta progresiva transformación por la Trinidad en el alma si no es, a la vez, con el fortalecimiento de todo el ser humano en Cristo? Y, por consiguiente ¿no es esto una profunda y radical defensa contra cuanto puede abrimos al influjo del Maligno? Consecuentemente, es un modo eficaz de liberación cuando la debilidad humana ha cedido al influjo de agentes que la abrieron a la acción de Satanás. La fuerza trinitaria que se ejerce en virtud de la Persona de Cristo recibida en el alma y el poder del Espíritu que actúa en su sagrada Humanidad, son modos excepcionales de liberación. Esto, como ya hemos insinuado, en aspectos semejantes tratados, no excluye el que pueda y de hecho se de un enfrentamiento directo con el poder de las tinieblas. g) La Eucaristía es alimento del alma que transforma en Cristo al hombre total: La transformación del cristiano en Cristo se actúa de la manera más perfecta posible en la tierra en el sacramento de la Eucaristía: Ciertamente en la oración y en la recepción de los sacramentos la acción del Espíritu en nosotros nos va asimilando eficazmente a Cristo. El ejercicio de las virtudes teologales y los sacramentos nos ponen en estrecha a intima relación con Cristo y en ella se va realizando, cada vez en mayor plenitud, la maravillosa transformación que nos hace "cristiformes". Sin embargo, esta se obra, progresivamente, de una manera especial en la Eucaristía, en la recepción del cuerpo de Cristo: La Eucaristía hace mucho más estrecha esta "comunión" con el Señor: "Fiel es Dios, por quien habéis sido llamados a la comunión con su HIJO Jesucristo, Señor nuestro" (Rm 1, 9). Ciertamente la comunión con Él puede establecerse de múltiples maneras, por la oración, por los sacramentos, por las buenas obras... Mas en el caso de la Eucaristía, el cristiano se inserta como miembro del cuerpo de Cristo, más allá y profundamente que lo fue en el Bautismo: Se hace, por la virtud del mismo Cristo recibido, una cosa con Él, conservando, no obstante, ambos su propia distinción y personalidad. La Eucaristía viene a ser como la consumación gradual de la unión que se inicio en el sacramento del Bautismo y se va perfeccionando y profundizando en la Eucaristía (I Cor 10, 16). Por eso esta es el centro de los demás sacramentos: todos ellos se hallan en función de la misma en cuanto preparan a su recepción o en cuanto hacen posible que el fiel participe en la Eucaristía. Si profundizamos en el contenido de las promesas de Jesús en el discurso sobre el pan de Vida (Jn 6, 57) tenemos que concluir: Por más que el ejercicio de las virtudes infusas, fe, esperanza y caridad y los demás sacramentos operen la transformación del alma en Cristo, la Eucaristía la realiza en una profundidad única: ella nos hace 21

semejantes a Cristo, nos conforma en el "llegando a ser el principio activo de nuestra vida sobrenatural". "Como el Padre, el viviente, me ha enviado y yo vivo por causa del Padre, así quien me come vivirá por causa mía" (Jn 6, 57). Jesús quiere decir: "Como el Padre es para mí, principio de vida en cuanto que la vida que tengo la he recibido de Él, así yo soy principio de vida espiritual para aquellos que se alimentan de mí. De otro modo: "Como yo soy la imagen perfecta del Padre del que todo lo recibo, así quien se nutre de mi carne recibirá todo de mi y será, por esto, mi imagen; como el Padre está en mi, así yo estaré en quien me reciba en la comunión (...); seré para el lo que el Padre es para mi". La consecuencia es obvia: cuanto hemos dicho nos certifica que la Eucaristía, alimento del alma, comunión del Cuerpo de Cristo, es una gracia de transformación activa en Él. Así, cuando lo recibimos en la Eucaristía, Cristo nos hace lo que Él es a fin de que podamos obrar como Él. Nos hacemos cristianos a su imagen y es Él, precisamente, quien nos hace vivientes a su imagen. Hay, además, otra realidad extraordinaria que solo el sacramento de la Eucaristía posee: La obra de santificación, de transformación en Cristo, recibido en la comunión, permanece aun después de que las especies eucarísticas se han disuelto. Jesús nos asegura: "Quien come mi carne y bebe mi sangre `permanece' en mi (mora en mi) y yo en el" (Jn 6, 56). Si es transformación en El, ha de ser para vivir como Él, para actuar como Él. Por eso su tarea la realiza muy concretamente en el ser de cada persona que lo recibe: Su transformación se traduce en purificamos interiormente de nuestros pecados veniales, en irnos infundiendo su modo de pensar, de valorar las cosas, las personas, los acontecimientos; en estimular nuestra voluntad al bien de modo que se adhiera y quiera lo que Él quiso: cumplir en todo, la voluntad del Padre, en purificar nuestro corazón y nuestra afectividad. Manifiestamente, cuanto con más frecuencia se reciba a Cristo, más prolongada será la permanencia de Cristo en nosotros y, consecuentemente, mayor oportunidad tendremos para ejercitar las virtudes teologales y las exigencias que van conduciendo a las personas al servicio de los demás, a la pureza de corazón, a la fortaleza para vencer el mal (Jn 16, 33)... Es una realidad cada vez más patente: cuando el alma, movida por el Espíritu, desea vivamente progresar en la santidad, cae en la cuenta de que su deseo de recibir la Eucaristía se acrecienta. Es obra del mismo Espíritu que la mueve a ser transformada en Cristo. La Eucaristía no sólo es el centro de la Iglesia en cuanto cuerpo de Cristo, lo es también, debe serlo de cuantos creen en la Eucaristía. En ella el Espíritu tiene la ocasión más propicia de ir transformando la persona a imagen y semejanza del Señor. h) La Eucaristía como memorial, medio de curación y liberación de la persona: "Haced esto en memoria mía" (Lc 22, 20) (...) Podemos decir que el "haced esto en memoria mía" no es sólo una invitación a repetir un gesto cultural, sino a revivir por entero su significado salvífico. De esta forma queda claro que el culto se convierte en vida y hace realmente "presente" a Cristo en el mundo a través de los frutos de su sacrificio". Y estos frutos engloban también el fruto de la restauración del alma, la restauración del hombre en su dimensión psicológica y física. Al actualizar, pues, el sacrificio de Cristo "proclamando su muerte y resurrección hasta que vuelva, nos estamos sumergiendo en la gracia de salvación total que nos aportó. Nada tiene de extraño, pues, que se produzcan efectos de curación, aun sorprendentes en la misma celebración Eucarística. Y si no son más frecuentes, quizá se deba la tibieza de nuestra fe y a la frialdad de nuestro amor. i) La Eucaristía, como fiesta de amor, como sacrificio y como acción de gracias, ejerce su poder de curación y liberación. Es una fiesta de amor porque reúne con lazos de amor a todos los pueblos de Dios que viven en Cristo. Los unifica en Cristo (1 Cor 10,17). En la liturgia del pan, la comunidad participa alegremente en la nueva comida pascual y, comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre, quedan cada vez más profundamente transformados en Cristo y unidos el uno al otro en el amor. Ya hemos subrayado antes, no pocas veces, la fuerza curativa del amor.

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Es una fiesta amor sacrifical. El sacrificio consumado por Cristo en el Calvario se ha hecho presente para nosotros de una manera real. Participar en el banquete sacrifical eucarístico es participar en los frutos del sacrificio de Cristo con todos sus efectos saludables. «Por medio de la Eucaristía Cristo cura las heridas de los fieles, los alimenta con su misma vida, los transforma en sí mismo y los hace crecer en una intima unión reciproca como miembros de su cuerpo». La Eucaristía es acción de gracias. Mediante el banquete sacrifical de la Eucaristía el cristiano participa de la autentica acción de gracias y de alabanza que Jesús ofrece por siempre al Padre. Pregusta el momento en que todos los redimidos glorificados glorificaran, darán gracias y alabaran al Padre y el Cordero, en plenitud. Ese pensamiento, esa acción de gracias y esa esperanza son, de por sí, sanadores. Aunque la eucaristía será un memorial del pasado, es una reactualización presente verdadera de sacrificio de Cristo que se inmola y ofrece siempre al Padre y, a la vez, una prenda de la gloria futura. En todo esto se da en ella un acontecimiento de salud y de iluminación para el pueblo de Dios, pero especialmente para los que participan en ella. «La Eucaristía es pues, el sacramento de la curación cuando se recibe y se vive a la luz de la fe, nos libera de todos los males, sacia la atormentadora hambre de nuestro espíritu con la abundancia de todo bien». 4.5. 5 PENITENCIA Sin olvidar lo esencial del sacramento de la confesión como es: 1º. La remisión o perdón total y perfecto de los pecados en cuanto la culpa. 2º. Remisión, de ordinario sólo parcial de la culpa, de la pena temporal debida por los pecados. 3º. Infusión de la gracia santificante (y si l confesión fue de pecados veniales o mortales ya perdonados –aumento de la gracia santificante. 4º. Concede además, gracias actuales propias de este sacramento, es decir, las ayudas divinas, para una mayor conversión y evitar en el futuro el pecado, sobre todo en el que ha caído. 5º. Reviviscencia, es decir, la recuperación de los méritos perdidos a causa del pecado mortal. No obstante, hay una estrecha relación de los anteriores efectos del sacramento con la liberación y con la sanación de la herida. En este sacramento recibimos el perdón de los pecados que nos sana, que nos libera, nos renueva, nos salva. Realidad ésta que se produce en todos los cristianos, con mucha mayor razón en quienes están abatidos por el peso del dolor de la enfermedad y del desánimo. La herida es de orden afectivo; el vinculo, de orden espiritual. Así por ejemplo, la "atadura" o "vinculo" por ser de origen espiritual, está ligada al pecado. Viene a ser una consecuencia de estar bajo el poder de una realidad totalmente ajena a la voluntad de Dios como el pecado. Prescindimos ahora de la responsabilidad de la persona, y de si en todos y cada uno de los casos, se da esta unión intima entre el pecado y atadura. Las practicas ocultistas, los traumatismos psíquicos violentos, ligados a un pecado, como el aborto; el habito prolongado de pecado; las depravaciones sexuales; las dependencias alienantes de ciertos productos, especialmente la droga y el alcohol; la variada practica del "esoterismo”, pueden dejar la secuela de ataduras muy fuertes que bloquean la persona. Ciertos pecados pueden dejar tras si no sólo heridas afectivas, sino también heridas o bloqueos de orden espiritual, es decir, ataduras que encierran mas y mas a la persona en actitudes espirituales negativas y pueden llegar a ser "puertas abiertas" a la influencia del maligno. Es muy difícil que, en este orden, ella pueda zafarse, resistir, ni escapar a las compulsiones que de aquí se seguirán. Así, por ejemplo, cuando se trata de la masturbación cuyo origen sea una obsesión maligna, causada por haber estado envuelta en prácticas ocultistas, será casi imposible, que por si pueda librarse de la compulsión masturbatoria. "Se constata, en efecto, que el pecado, todo pecado, produce heridas no sólo en el nivel espiritual, sino también en el plano afectivo, emocional, aun intelectual. El pecado puede tener repercusiones hasta en el plano físico. Pero sería un error funesto deducir que toda herida emocional, afectiva a intelectual, procede de un determinado momento. Cuanto más grave es el pecado, más durables, graves e importantes son las heridas. Por otra parte, se constata, que las heridas antiguas ocasionaron toda suerte de actitudes que pueden ser causa de pecados. En una actitud de violencia que provenga del comportamiento tiránico del padre, puede no haber responsabilidad por parte de la persona. Podrá ser la causa de donde dimanen actitudes violentas que impliquen un pecado objetivo". 23

A nivel de la liberación de las "ataduras" se da siempre un "gancho", un elemento que agarra, arrastra tras si otras realidades: aquel es el pecado; estas, las consecuencias: el vinculo que bloquea espiritualmente, las reacciones afectivas, comportamientos, etc. Tal "gancho" esta siempre unido a un perdón que hay que pedir. Aquí, pues, se inserta una preciosa conclusión: Toda liberación cuyo origen está en una falta cometida en un momento preciso, aunque no sea siempre de la persona, debe pasar en un momento dado del proceso de liberación, por el perdón de Dios, que puede recibirse extrasacramentalmente. Repetimos: no necesariamente la atadura de la que hay que liberar a una persona implica siempre un pecado personal de la misma. Puede deberse a una falta de sus padres que la llevaron a una sesión de brujería, etc. Pero cabe también que las reacciones, por ejemplo, de violencia supongan en ella faltas que vienen a agrandar y fortalecer la atadura. Más aun, no pocas veces se percibe que hay un fuerte resentimiento contra Dios porque permitió tal situación o por otras causas. En estos casos también hay una gran conveniencia de pasar por el perdón. No siempre será necesario poner el signo sacramental, existen modos extrasacramentales de recibir el perdón. Para puntualizar bien lo precedente, es necesario establecer como principio esta afirmación: Es un error asimilar la liberación al perdón de los pecados. La liberación no implica que la infestación de la persona por el maligno, se deba siempre a un pecado personal. Así por ejemplo la influencia de Satanás contraída a través de un "dominio" hereditario, de haber sido involucrada en sesiones espiritistas contra su voluntad... Respecto de la sanación interior, aunque puede preceder el sacramento, más bien será después de haber cubierto las etapas de la oración de sanación interior. La experiencia da, ser muy frecuente que la persona, en vías de sanación interior, lo manifieste espontáneamente o acepte libremente, proponiéndoselo con discreción. En caso de ser deseado el sacramento, lo mejor es administrárselo supuesta la debida preparación. Es manifiesta la obra sanadora y liberadora del Señor en el perdón cuando el sacerdote y la persona que demanda ser perdonada, viven este proceso en fe, y puede afirmarse: en la sanación interior suceden cosas más bellas, curaciones y liberaciones más profundas, cuanto la fe en el poder y el amor de Dios en más viva a intensa. Una vez más nos hallamos frente a la importancia del sacerdote en el ministerio de liberación. Los laicos, muy fructuosamente, pueden ayudar a descubrir las ataduras a través de diversos carismas que el Señor puede concederles; en ciertos casos y con total reserva, también a través de un dialogo prudente, caritativo. Pero más allá de esto, habrá que ver la conveniencia de remitir la persona a un sacerdote. Este, como ministro de Cristo, no obra en nombre propio, sino en el del Señor y con el poder del Espíritu Santo cuyo instrumento sacerdotal es, en el sacramento de la reconciliación. El hecho de que se le de una importancia tan grande al sacramento del perdón, como fuerza de liberación, no anula ni elimina la oración de liberación propiamente tal, en la que se da un enfrentamiento real con Satanás. Muchas veces, será suficiente, otras, será necesario recurrir, además, a orar por liberación. Pero esto no resta para nada valor y eficacia al sacramento. Son dos modos de liberar que, a veces, se usan por separado, el sacramento facilitándola y aun dándola, sin recurrir a la oración; o complementándola y fortaleciéndola cuando no ha sido posible o aconsejable recurrir a él antes de la oración. El sacramento de la penitencia, medio de curación interior y su repercusión sobre la liberación. El sacramento de la penitencia es de enorme valor del mismo como sacramento de liberación preparándola o fortaleciéndola y aun, en ciertos casos, realizándola. Uno de los efectos más notorios y consoladores de la acción del Espíritu Santo en el perdón de los pecados es la profunda paz Interior y aun el gozo intenso de irse uno reconciliando con el Padre en Jesucristo. Esta paz intensa que llega a calar en lo más intimo del ser, toca a toda la persona profundamente. Es un hecho constatado por la experiencia que no pocas liberaciones que se creían necesitar de un enfrentamiento con Satanás, se han conseguido a través de una o varias sesiones de oración de sanación interior. Se trataba, sobre todo, de una herida abierta, quizá desde antiguo, pero que no había podido cicatrizar por no haber sido expuesta directa, prolongadamente a la fuerza del amor misericordioso del Señor en el ambiente de fe profunda de una comunidad orante. Pues bien, el sacramento, en virtud de la paz intensa, fruto de la acción del Espíritu, de la alegría de verse y sentirse total y definitivamente perdonado, hace entrar al alma en un ambiente interior profundamente curativo. El conocimiento de la realidad sanadora del sacramento y el ponerlo con verdadero espíritu de fe bajo la acción del Espíritu Santo liberador, ha producido liberaciones que, de otro modo, hubieran requerido todo un proceso. Si a esto 24

se añade aconsejar a la persona, que ha pasado por el sacramento del perdón, que frecuenta con fervor la Eucaristía, la liberación se fortalecerá y se cerraran fuertemente las puertas de entrada a una futura invasión del poder de las tinieblas; supuesto, consecuentemente, que la persona ha renunciado verdaderamente a volver a abrírselas al maligno. No siempre, ni mucho menos, dijimos antes, el sacramento dispensará del enfrentamiento directo con el espíritu del mal. Pero el hecho de haber pasado por él facilitara, unas veces la obra dura y ardua que se ha de hacer por la oración de liberación, otras veces, la consolidara, como ya apuntamos, cuando se hubiera realizado. Insistimos sobre el punto anterior; es fundamental tener el concepto más exacto posible sobre ello para no desviarse a extremos que, en último término, restarían eficacia a la gracia del sacramento. Desde luego, la actitud del sacerdote en la administración del sacramento, es capital. Sería lamentable que viniera a convertirse en un "distribuidor automático" de la gracia sacramental. La conciencia de su gran misión debe ser constantemente renovada y vivificada por la suplica humilde a insistente al Espíritu Santo. Pero además, debe considerarse como propio de su misión, investigar sobre las, heridas interiores del penitente, así como sus consecuencias y, si es posible sería muy beneficioso las causas de donde proceden. Ciertamente el papel del sacerdote, como instrumento privilegiado de perdón divino es grande, pero sería un error "llevar toda curación interior y toda liberación al sacramento de la reconciliación". Se correría entonces un riesgo lamentable: ver y hacer del sacerdote algo así como un "hombre orquesta" de la sanación y de la liberación. Ya dijimos antes que la etapa sacramental, es siempre aconsejable y, no pocas veces, será necesaria, en el curso de la sanación interior o de la liberación. Siendo, en verdad, algo muy hermoso; no podemos hacer de ella un recurso ni único ni siempre necesario. El ideal sería, creemos, que allí donde hay causas espirituales o sólo psíquicas, pero profundas, o donde se detecta la necesidad de una liberación, se desembocara, en el momento preciso, en el sacramento del perdón. Pero no hemos de deducir de aquí la necesidad imprescindible de él, siempre y en todos los casos. Ni utilizar al sacerdote como la persona que, en nombre de Cristo, sana toda herida interior y libera de toda influencia maligna aplicándole el sacramento de la reconciliación. La colaboración de la persona y de otros instrumentos humanos es una realidad que entra en el plan del Señor, que desea armonizar bellamente la gracia y la naturaleza. 4.5. 6 MATRIMONIO Dios por el sacramento del matrimonio quiso convertir las pasiones humanas en bien para nosotros, quiso encauzarlas para hacerlas sacramento de santificación. Quiso romper nuestras tendencias individualistas y hacernos entrar a formar una sola carne. Quiso hacer que las relaciones humanas estuviesen basadas en el amor de entrega, a ejemplo del Hijo y de la Trinidad. Quiso dotar al hombre, con la fuerza del Espíritu Santo, del don de la fidelidad y de la unidad. Quiso liberar al hombre de las relaciones inmaduras y hacerle crecer como persona en la estabilidad con los demás. Quiso que la sociedad fuese sólida y pacífica evitando la crisis de la inseguridad que provoca el “ahí te quedas”. Quiso que las relaciones del hombre y de la mujer no estuviesen regidas únicamente por la pasión y la sensualidad sino por el amor y la entrega. Quiso purificar la forma de amar y entregarse el varón y la mujer y los convirtió en una sola carne cuya expresión más sublime de esta situación es la unión del varón y la mujer en el acto conyugal, que supera la satisfacción física y estimulante de los apetitos para ser amor santo que santifica al hombre y a la mujer. Quiso sanar el miedo del hombre ante la incertidumbre que le crea el futuro difícil para estar abierto a la vida, continuidad de la especie y construcción de la humanidad basada en el amor, a imagen y semejanza de Dios. 4.5. 7 UNCIÓN Por medio de este sacramento el enfermo se pone en manos de la Iglesia, desde su situación de enfermedad y deterioro de la salud, en la dinámica de la fe. Por medio del sacramento de la Unción la Iglesia ora por el enfermo, presenta su oración al Padre y con fe pide a Dios para el enfermo “le devuelvas la salud espiritual y corporal, para que restablecido por tu misericordia, se incorpore de nuevo a los quehaceres de su vida” (Ritual de la Unción de los Enfermos). 25

El sacramento de la Unción de los enfermos, que no de la extremaunción, es un sacramento sanador llegando a sanar la soledad en que el enfermo vive su propia enfermedad, introduciéndolo en la comunidad eclesial. Y a la vez que el enfermo entra en la comunidad, la Iglesia de Jesucristo, como comunidad creyente en Dios, entra en la vida del enfermo para vivir con fe la enfermedad del hermano y pide a Dios por él, por su sanación, pide a Dios que se haga presente en la Iglesia por medio de la sanación del enfermo, incluso, si es voluntad de Dios, por medio de la curación de la enfermedad. A veces el sacramento es administrado en momentos extremos, incluso el enfermo recibe el viático, la comunión, como alimento para realizar el camino final de la vida con la fuerza del alimento de salvación, pero como la experiencia de la Iglesia es que Dios lo puede todo, este sacramento no es para los muertos sino que se recibe para la vida en dificultad grave. La gravedad de la enfermedad es tal que únicamente la acción de Dios y su voluntad salvífica y sus designios históricos para con esa persona, que no son nuestros designios, puede cambiar radicalmente la situación de enfermedad de quien recibe el sacramento, de un enfermo que ante nuestros ojos, incluso ante los pronósticos científicos y médicos, puede ser un caso irreversible y sin solución. En concusión, si decimos que la Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace la Iglesia, también podemos decir que la Iglesia hace los sacramentos y los sacramentos hacen la Iglesia. 5. DIOS NOS SANA POR LA ORACIÓN La “Instrucción sobre las oraciones para obtener de Dios la curación”, nos da unas pautas para realizar oraciones de sanación y liberación. “Supuesta la aceptación de la voluntad de Dios, el deseo del enfermo de obtener la curación es bueno y profundamente humano, especialmente cuando se traduce en la oración llena de confianza dirigida a Dios. A ésta exhorta el Sirácida: "Hijo, en tu enfermedad no te deprimas, sino ruega al Señor, que él te curará" (Si 38, 9). Varios salmos constituyen una súplica por la curación (cf. Sal 6, 37[38]; 40[41]; 87[88]). En la Carta de Santiago se hace referencia a una intervención de la Iglesia, por medio de los presbíteros, en favor de la salvación de los enfermos, entendida también en sentido físico. Sin embargo, no se da a entender que se trate de curaciones prodigiosas; nos encontramos en un ámbito diferente al de los "carismas de curación" de 1 Co 12, 9. "¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo levantará, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5, 14-15). Se trata de una acción sacramental: unción del enfermo con aceite y oración sobre él, no simplemente "por él", como si no fuera más que una oración de intercesión o de petición; se trata más bien de una acción eficaz sobre el enfermo.(18) Los verbos "salvará" y "levantará" no sugieren una acción dirigida exclusivamente, o sobre todo, a la curación física, pero en un cierto modo la incluyen. El primero verbo, aunque en las otras ocasiones en aparece en la Carta se refiere a la salvación espiritual (cf. 1, 21; 2, 14; 4, 12; 5, 20), en el Nuevo Testamento se usa también en el sentido de curar (cf. Mt 9, 21; Mc 5, 28.34; 6, 56; 10, 52; Lc 8, 48); el segundo verbo, aunque asume a veces el sentido de "resucitar" (cf. Mt 10, 8; 11, 5; 14, 2), también se usa para indicar el gesto de "levantar" a la persona postrada a causa de una enfermedad, curándola milagrosamente (cf. Mt 9, 5; Mc 1, 31; 9, 27; Hch 3, 7). Con base a esto damos un grupo de oraciones de sanación y liberación para realizarlas durante la Eucaristía o frente al santísimo expuesto, preferentemente, no significa que no se puedan realizar en otro momento y sitios, pero dado la importancia de la Eucaristía, creemos que es el mejor momento de estas oraciones. Están divididas en dos grandes grupos: A- Oraciones para sanación interior y B- oraciones de sanación intergeneracional. 5.1 ORACIONES DE SANACIÓN Y LIBERACIÓN Señor Jesús, te pido ahora que en tu amor y bondad permitas que el Espíritu Santo deje aflorar y traer a mi conciencia cualquier promesa negativa que haya hecho y la cual bloquee el fluir de tu amor y poder de sanación. Padre Santo, vierte tu Espíritu Santo hacia mí. 26

Revélame cualquier promesa que haya hecho durante el transcurso de mi vida. Señor Jesús, en tu nombre rompo y borro todas estas promesas. Rechazo cada una de ellas, especialmente aquellas en que dije: "No amare. " Te las entrego todas, Señor Jesús. Libérame de todas esas promesas y acércame más a ti. Señor, otórgame la gracia y fortaleza para llorar de nuevo, amar de nuevo, perdonar a aquellas personas a las que dije que nunca perdonarla, en especial a mí mismo. Gracias Jesús por liberarnos. Danos la fuerza para confiar en ti y nunca hacernos promesas que no nos permitan amar de nuevo. Del padre Robert DeGrandis S,S,J

ORACION DE LA ESCALERA DE LA VIDA SANANDO DESDE EL VIENTRE MATERNO Hoy en mi propia vida, estoy orando para que el Señor sane mi vida de muchas cosas que he vivido en el vientre materno... es por eso que hago extensiva la oración a cada uno de ustedes y así oraremos unos por otros. Señor Jesús… te pedimos en esta oportunidad la sanación de las heridas producidas en nosotros mientras estábamos en el vientre de nuestra madre. Señor Jesús, el Espíritu Santo Creador, como nos dice tu Santa Palabra, planeaba sobre las aguas fecundándolas… y la Iglesia Ora y canta incesantemente… Ven Espíritu Santo Creador y renovarás la faz de la tierra… Le pedimos a Jesús que nos brinde el amor masculino que necesitábamos de nuestro padre y el cual no tuvimos. Le pedimos a María que nos brinde el amor femenino que necesitábamos de nuestra madre y el cual no recibimos. Vamos a subir por esta escalera. Padre Celestial, hoy vengo a ti en oración, alabanza, veneración y adoración. Te pido que envíes al Espíritu Santo. Lléname de la luz sanadora y el amor sanador. Padre, borra cualquier tipo de negatividad que me haya sido transmitida, consciente o inconscientemente, cuando me encontraba en el vientre de mi madre. Si mi madre trató de abortar, si deseo no haber estado embarazada y sintió odio por mi padre y otros miembros de la familia, cualquier cosa que me haya transmitido negativamente durante las cuarenta semanas en su vientre, te pido Señor, me toques y sanes. Amadísima Virgen María, te pido estés conmigo desde el momento de mi concepción hasta la actualidad, protegiéndome, intercediendo por mí con los ángeles y los santos ante la Santísima Trinidad. Toma mi mano derecha. Acompáñame en mi andar, querida y dulce Madre, durante todos los años de mi vida, en cada paso hasta llegar al presente. Inúndame con el amor maternal que necesite y que en muchas ocasiones no recibí. Perdono a mi madre por no haberme amado de la manera en que lo necesitaba y deseaba. Hoy pido una bendición especial para ella. Señor Jesús, vengo ante ti y te pido que estés presente desde que fui concebido hasta este momento, llenándome de tu infinito amor y misericordia, con cada gracia y don, y sanes cada herida y dolor. Acompáñame en mi andar, divino Jesús, durante todos los años de mi vida. Bríndame el amor paternal que necesite y no recibí. Perdono a mi padre terrenal por no haberme amado siempre de la manera en que lo necesitaba y deseaba. Hoy, pido una bendición especial para él. A medida que asciendo cada paso o año de mi vida, Señor Jesús, limpia, sana, refresca e ilumina mi vida con el Espíritu Santo, transfórmame en una perfecta imagen de ti. Retira de mi todo odio, amargura y resentimiento, en especial hacia mí mismo. Ayúdame a amarme, aceptarme, ver el bien que hay en mí para que pueda aceptar tu amor. Báñame con tu preciosa sangre. Padre Celestial, me veo nacer en tus amorosas y tiernas manos, las mismas manos que me formaron dentro del vientre de mi madre. Al sostenerme cerca de ti, te escucho decir: Porque tú vales mucho más a mis ojos, yo te aprecio y te amo mucho... " (Isaías 43:4) Deseo sentir que tu amor ilimitado a incondicional me envuelve y rodea. Deseo sentir tu amor y completa aceptación de mí.

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Gracias, Padre amoroso, por entrar en mí, envolverme y rodearme de tu infinito amor, tu Espíritu Santo. Gracias Padre, por colocar mi mano derecha en la de María y mi izquierda en la de Jesús. Gracias por permitirles acompañarme al ascender por los escalones de mi vida. Rodéame, Padre, de ángeles que me guíen y protejan, aléjame de todo mal y permite que los santos intercedan por mi. Señor Jesús, a medida que camino por mi primer año de vida, retira cualquier temor de abandono, confusión o rechazo que pueda haber sentido, especialmente de parte de mi padre y madre biológicos y de mis hermanos y hermanas. Señor Jesús, borra todo rencor y frustración ante el hecho de haber sido apartado gradualmente de mi madre, o cualquier culpa que pude haber sentido al creer que era carga para mi familia y que Jesús, mientras camino por mi segundo año de vida, sáname de cualquier frustración o confusión, especialmente en lo relacionado con aprender a caminar, hablar o comportarme. Señor Jesús, mientras camino por mi tercer año de vida y descubro mi cuerpo y aprendo a controlar mis esfínteres, te pido retires cualquier culpa o vergüenza que haya sentido acerca de mi cuerpo, o mi inhabilidad para controlarlo como era el deseo de los adultos, quienes me rodeaban. Borra cualquier tipo de ansiedad o resentimiento que pueda haber sentido hacia un hermano o hermana mayor, o profundo resentimiento ante la llegada de un nuevo bebé a mi familia. A medida que recorro el cuarto año de mi vida, Señor Jesús, retira la amargura, frustración o resentimiento que pueda haber sentido hacia mis padres por corregirme, enseñarme, regañarme o castigarme. Borra cualquier acto de rebeldía que pude haber tenido en aquella etapa de mi vida y lléname con el deseo de ser completamente obediente ante ti y mis padres. Señor Jesús, a medida que asciendo por el quinto año de vida, elimina cualquier inseguridad que pueda haber sentido al comenzar el pre-escolar. Retira cualquier ira y frustración sentida al aprenderá relacionarme con otros niños. Mientras camino por el sexto año de mi vida, dulce Jesús, sáname de toda ira, amargura, confusión, terror, culpa o resentimiento que pude haber sentido al tener que entrar a1 pre-escolar. Sáname de cualquier ansiedad que sentí al ser separado de mi madre y quedar bajo el cuidado de una profesora, en un ambiente distinto y rodeado de niños que no conocía. Señor Jesús, a medida que recorro el séptimo año de vida, te pido sanes cualquier confusión al haberme sentido más pequeño, o más grande que otros niños y quienes se burlaban de mi. Retira cualquier ansiedad y auto-condena que haya sentido durante mi séptimo año, cualquier amargura hacia otros niños del colegio o del barrio, con quienes no me sentía aceptado o era el ultimo al que escogían para integrar los equipos deportivos. A medida que ando por el octavo año de vida, Señor, te pido me sanes de cualquier tipo de ansiedad que pueda haber sentido durante mi primera confesión, mi primera comunión. Cualquier ira, amargura o resentimiento que pueda haber sentido hacia mi profesor por haberme dicho que mi escritura o lectura eran terribles y no ayudarme. Borra, Señor, cualquier odio hacia otros niños y niñas. Lléname de una amorosa aceptación por la gente. Señor, mientras camino por el noveno año de mi vida, retira cualquier tipo de ansiedad, temor o culpa que pueda haber sentido a causa del traslado a una nueva ciudad. Por el divorcio de mis padres, mis calificaciones en el colegio, o por la manera como me trataban otros niños. Sáname Señor. Deja que tu Espíritu me libere. Toca especialmente cualquier odio hacia mi mismo. A medida que me desplazo por mi decimo año de vida, Jesús, borra toda auto-critica. Lléname de una actitud sana y f mente, cuerpo y emociones. Amado Señor, mientras ando en mis once años, mi cuerpo comienza a cambiar y desarrollarse y soy consciente de mi mismo. Te pido borres todo odio y condenación a mI mismo, al igual que confusiones que haya podido sentir durante este año. Bríndame una actitud amorosa hacia mi mismo.

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Señor, mientras recorro el año doce de vida, si siento odio, ansiedad, amargura, confusión, temor o inseguridad, es porque estoy buscando amor y deseo sentirme amado, ayúdame, Señor a encontrarte dentro de mi corazón y de mi alma. Lléname completamente del amor que sólo tú puedes brindar. Ayúdame a sentir la profunda paz interior de ser amado, deseado, necesitado, apreciado a importante. Te pido que retires cualquier sentimiento de culpa o vergüenza que pude haber sentido por haber sido, de alguna manera, manoseado o abusado sexualmente. Señor Jesús, en mi andar por el año trece de vida, si temí que nadie me quería o no le agradaba mi compañía, sáname. Te pido gracia para aceptarme totalmente como soy. Aleja mis temores de tener que ser atractivo o inteligente, o de tener tanto éxito como los demás. Mientras ando por el año catorce de mi vida, Señor retira cualquier tipo de ira, arrogancia, acto de rebeldía o resentimiento que pueda haber sentido a medida que era más independiente y comenzaba a afianzarme como adolescente. Dulce Jesús, mientras camino por el año quince de vida, si estuve lleno de ansiedad y temor ante el hecho de ser rechazado, te pido me toques y remuevas en mi todo tipo de ansiedad y temor. Lléname, Señor, de tu amor y de un profundo sentimiento de aceptación. Señor, a medida que camino por el año dieciséis de vida, borra toda ira y ansiedad, amargura, confusión, culpa o rechazo que pude haber sentido en el ámbito de vida social. Retira cualquier acto de rebeldía que se haya manifestado en esta época, especialmente hacia mis padres y profesores. Señor Jesús, mientras ando por el año diecisiete de mi vida, te pido retires la ira, ansiedad, arrogancia, negatividad, confusión, envidia o temor hacia mi mismo u otros, pues comenzaba a tener citas amorosas, o estaba recuperándome de mi primer rompimiento de relaciones con el sexo opuesto, me preparaba para asistir a mi primera fiesta de graduación, comenzaba a conducir, o recibía el Sacramento de la Confirmación. Señor, por favor sana cualquier sentimiento de confusión, temor, culpa o vergüenza que pude haber sentido a causa de mi curiosidad y despertar sexual, o incluso si en esa época ya era sexualmente activo. Mientras camino por el año dieciocho de vida, Señor, borra el temor y la ansiedad que pude haber sentido al preparar mis exámenes para entrar a la universidad. Por favor retira cualquier temor a inseguridad sexual que sentí cuando comencé a tener citas amorosas serias y buscaba pareja. Sana, Señor, todas esas áreas de autocondenación sexual. Señor, a medida que atravieso el año diecinueve de vida, sana toda ira y confusión, desafío, envidia, temor, o actos de rebeldía que pude haber sentido. Libérame, Señor, de todo temor hacia el rechazo al entrar a la universidad o al continuar teniendo citas amorosas serias. Mientras recorro los años veinte de mi vida, Señor Jesús, libérame de toda ira, amargura, confusión, envidia, temor, inseguridad, celos o resentimiento que pude haber sentido. Lléname, Señor, de tu plena aceptación y renueva mi amor hacia mí mismo. Te agradezco Señor, el haber recorrido los primeros veinte años de mi vida, sanándome, restaurándome y transformándome. Señor, continua sanándome de todo tipo de negatividad, especialmente en mis años veintiuno, en el momento del matrimonio, el tiempo de adaptación al mismo, el rechazo en el matrimonio, la a muerte de mis padres, enfermedades, lo que sea, Señor. Cualquier trauma que produjo heridas y dolor, que todavía hoy me afectan y se encuentran en las profundidades de mi subconsciente, sánalo Señor, libérame.' Tú dijiste: "Les dejo la Paz, les doy mi Paz " (Juan 14:27) Señor, hoy te pido esa Paz de una manera nueva, impactante y que me transforme. Señor Jesús, te agradezco por el don de la sanación interior, por permitir que tu Espíritu fluya dentro y a traces de mi. Te agradezco por la "Escalera de la vida," por las promesas hechas a mí mismo y que tu rompiste y oro para que pueda continuar creciendo cada vez más en tu amor, tu sanación, tu Paz y tu alegría. Amén.

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DEL PADRE AMORTH Señor Jesús, Tú has venido a curar los corazones heridos y atribulados, te ruego que cures los traumas que provocan turbaciones en mi corazón; te ruego, en especial, que cures aquellos que son causa de pecado. Te pido que entres en mi vida, que me cures de los traumas psíquicos que me han afectado en tierna edad y de las heridas que han provocado a lo largo de toda la vida. Señor Jesús, Tú conoces mis problemas, los pongo todos en tu Corazón de Buen Pastor. Te ruego, en virtud de aquella gran llaga abierta en tu corazón, que cures las pequeñas heridas que hay en el mío. Cura las heridas de mis recuerdos, a fin de que nada de cuanto me ha acaecido me haga permanecer en el dolor, en la angustia, en la preocupación. Cura, Señor, todas esas heridas íntimas que son causa de enfermedades físicas. Yo te ofrezco mi corazón, acéptalo, Señor, purifícalo y dame los sentimientos de tu Corazón divino. Ayúdame a ser humilde y benigno. Concédeme, Señor, la curación del dolor que me oprime por la muerte de las personas queridas. Haz que pueda recuperar la paz y la alegría por la certeza de que Tú eres la Resurrección y la Vida. Hazme testigo auténtico de tu Resurrección, de tu victoria sobre el pecado y la muerte, de tu presencia viviente entre nosotros. ¡Amén! Otras Oraciones se colocaran en el apéndice del retiro.

5.2 ORACIONES DE SANACION INTERGENERACIONAL Me pongo en presencia de Jesucristo y me someto a su señorío. “Me revisto de las armas de Dios para poder resistir las acechanzas del diablo” (Efe. 6, 10-11). Me mantengo firme, en pie “ceñida mi cintura con la verdad y revestido de la justicia como coraza…” (Ef.6,14), “embrazando siempre el escudo de la fe, para poder apagar con él todos los encendidos dardos del maligno” (ef,6,16). Tomo también “el yelmo de la salvación y la espada del espíritu, que es la palabra de Dios” (Ef, 6,17) En nombre de Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, yo ato todos los espíritus del aire; la atmósfera, el agua, el fuego, el viento, la tierra, los abismos y el infierno. También ato la influencia de cualquier alma errante o perdida que pueda estar presente, y de cualquier emisario del poder satánico o de cualquier reunión de brujas, brujos o adoradores de Satán, que puedan estar presentes de alguna forma prenatural. Yo reclamo la sangre de Jesús en el aire, en la atmósfera, el agua, el fuego, el viento, la tierra y sus frutos que nos rodean; en los abismos y en el infierno En nombre de Jesucristo prohíbo a cada adversario que he mencionado que se comuniquen entre sí o que se ayuden entre sí de cualquier manera, y que no hagan ninguna cosa, a menos que se lo ordene en el nombre de Jesús.. En el nombre de Jesús, sello con su sangre este lugar y a todos los presentes y a toda la familia y amistades de aquellos aquí presentes y a sus hogares y posesiones y fuentes de sustento. (Repetir tres veces) En el nombre de Jesucristo prohíbo a cualquier espíritu perdido, a brujos, a grupos satánicos o emisarios o a cualquiera de sus asociados, inferiores, o superiores que me hagan daño o se venguen en mí, en mi familia o mis amistades, o causen deterioro o perjudiquen cualquier cosa que poseamos. En nombre de Jesucristo y por los méritos de su preciosa sangre rompo, disuelvo cada maldición, embrujo, sello, hechizo, brujería, vínculo, trampa, lazo, ardid, mentira, escollo, obstáculo, decepción, desviación o distracción, influencia o cadena espiritual; también cada enfermedad de nuestro cuerpo, alma, mente, que pueda alcanzarnos, bien en este lugar o a cualquiera de las personas, lugares y cosas antes mencionadas, por cualquier espiritu que se haga presente en nosotros por nuestros propios pecados o equivocaciones. (Repetir tres veces)

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Ahora coloco la cruz de Jesucristo entre mi persona y todas las generaciones de mi árbol genealógico y reclamo en nombre de Jesucristo que no haya comunicación directa entre ninguna de estas generaciones. Toda comunicación directa entre estas generaciones se filtrará a través de la preciosa sangre de Jesús. María inmaculada revísteme de la luz, poder y energía de tu fe. Padre, por favor, ordena a los ángeles y a los santos que me asistan. Gracias Jesús, por ser mi sabiduría, mi justicia, mi santificación, mi redención. Yo me rindo al ministerio de tu santo espíritu, y recibo con respeto tu verdadera sanación intergeneracional. Gloria al Padre, Gloria al hijo, Gloria al Espíritu Santo como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén. OTRA “Yo ahora me pongo en contra de todos los casos de sufrimientos interminables, incluyendo el querer sufrir y querer fracasar. Yo rompo todos los caminos de sufrimiento por sentirse inútiles, inservibles y desesperados. Yo me opongo a todos los casos repetidos de corazones rotos, sentimientos de no tener origen y de no pertenecer a nadie. Yo me pongo en contra de todos los casos de desesperación, ser inservible, trauma emocional y parálisis. Yo le digo NO a todos los patrones de rechazo, amargura, resentimiento y falta de perdón.. Yo renuncio a todos los caminos del mal, condiciones negativas y falta de amor en mis antepasados, en el nombre de Jesús”. Señor, yo te pido ahora que traigas a la mente cualquier patrón arraigado profundamente que Tú estés listo para curar, cualquier caso de vergüenza, dolor o desgracia. Revela las cosas específicas de los antepasados por las que Tú estás diciendo “Ahora es el momento de la liberación” P. Robert De Grandis TU NIÑO, TU PADRE Y TU ADULTO Para completar un poco más tu información sobre la naturaleza de la sanación interior, haré en este capítulo un resumen de las ideas de la escuela psicológica llamada "análisis transaccional". Según esta escuela, en cada uno de nosotros existen tres sectores o estratos psicológicos: El "niño", el "padre" y el "adulto". El NIÑO es lo natural, lo instintivo, lo primario, lo espontáneo, lo pasional, lo emocional, lo afectivo, lo sexual, lo agresivo, la posesividad, el egocentrismo; y también la risa, el sentido del humor, lo ingenuo, y el deseo de jugar, de hacer bromas o cosas tontas por gusto y nada mas. Definiremos al NIÑO como el YO en su estado primitivo y natural. El PADRE es tu cultura, tu educación, las leyes, las normas, las religiones, las nociones aprendidas sobre el bien y el mal, sobre lo moral y lo inmoral. Tu PADRE es tu educación y tu "conciencia". Es, como ya decía el viejo Freud, un "uber-ich", es decir, un YO SOBREPUESTO al YO natural, o sea al NIÑO. ' El ADULTO es nuestra capacidad de razonamiento lógico, de analizar y entender la realidad tal como es, con objetividad y equilibrio, sin aceptar los prejuicios o el autoritarismo de nuestro PADRE ni tampoco la irresponsabilidad de nuestro NIÑO. El arte del equilibrio psíquico está en mantener bien coordinados, atendidos y satisfechos, los tres sectores de nuestro YO. Ninguno de los tres, ni siquiera el adulto, debe predominar siempre. Ninguno de los tres debe imponer su control absoluto, porque entonces nuestra personalidad pierde su equilibrio, y nuestras relaciones con los demás se van volviendo más y más difíciles. Vamos a explicar bien esto: TU NIÑO A tu "niño" tienes que EDUCARLO. Es justo que a veces lo mimes un poco, que a veces lo dejes reír, divertirse y jugar hasta que se canse. Y aunque tengas ochenta años deja que tu "niño" siga viviendo y siga actuando día a día. 31

Nuestra relación con los demás es, muchas veces, a nivel del "niño". Tu "niño" quiere bromear conmigo, y es "mi niño" quien acepta el juego. Pero, si cuando tu "niño" quiere hacer bromas y reírse un poco de mí, yo saco a relucir mi “padre gruñon” o mi “adulto inflexible”, entonces no estoy aceptando las reglas del “juego” que tu me estas proponiendo jugar, no quiero hacer funcionar a mi "niño" para entrar en sintonía contigo; y entonces chocamos, nos enojamos, porque yo no supe jugar "los juegos a los que todos jugamos"... Hay gente que ha "matado a su niño". Se confabularon los educadores con el "padre" y el "adulto", y entre todos lo asesinaron. Y como consecuencia de este crimen, resultó una personalidad muy fea, muy distinta de la que había planificado Dios. Ahora es un tipo que siempre tiene cara de armario, ese mueble austero e intocable donde se guardaban las armas. Ya no ríe, ha perdido el sentido del humor. Nunca juega. No tiene sentimientos, no los acepta; se ha vuelto una computadora, tal vez eficiente y precisa, pero ya no es un hombre, es un robot. ¡Nunca mates a tu niño! Porque entonces pierdes la tercera parte de tu ser y la tercera parte de tu capacidad de relación con los demás. Pero... ¡ten cuidado con tu niño! No te olvides de que es primitivo, y por tanto es de suyo un salvaje. El sólo no es más que el instinto ciego, el impulso sin control. Si lo descuidas, enloquece, y se vuelve exigente, rebelde, cruel, tal vez sádico, ególatra, sin temor de Dios ni respeto a los hombres. Si no has sabido educar a tu "niño" necesitas pedirle a Dios que te lo sane. O tal vez tus padres te lo enfermaron... tu sabrás... Puede ser que lo hayan mimado en extremo y ahora domina a tu "padre" y a tu "adulto", y eres una persona irresponsable en la que no se puede confiar; impuntual, incumplido, incapaz de cualquier compromiso; y, como todo niño, serás un miedoso, y un mentiroso, y un convenienciero. Si es tu "niño" el que en ti predomina, no será tu razón, sino tus emociones y tus sentimientos los que determinan todas tus reacciones. Por lo tanto serás violento, caprichoso, voluble, inestable, vanidoso, insaciable, y esclavo de todas tus pasiones. ¿Cómo anda tu "niño"? ¿Está educado, sano y bien proporcionado? ¿Se lleva bien con tu "padre" y con tu "adulto"? Y en el trato con los demás, ¿sabe bien cuando puede intervenir y cuando debe estar callado? Jesús era un hombre verdadero, y tenía su "niño". No era un hombre sin emociones; al contrario, era más bien apasionado. En el Evangelio lo vemos enternecerse con los niños, regañara los Apóstoles, fustigar a los vendedores del templo, discutir con los fariseos, llenarse de gozo, porque su Padre prefirió a los pobres, llorar por Lázaro y por la suerte de Jerusalén... Y era tan humano, que un día por poco pierde el control de su "niño": "Jesús les dijo entonces: -¡Qué gente más incrédula! ¡Hasta cuándo tendré que estar con ustedes! ¡Hasta cuándo tendré que soportarlos!". Mc 9,19. Pero enseguida recobra su control, manda que traigan al muchacho, epiléptico y lo cura de inmediato Y en el Huerto de los Olivos, su "niño" aflora, y protesta con toda su fuerza: "Con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios que tenía poder para librarlo de la muerte". Hb. 5,7. "En su oración decía: ¡Padre mío, para tí todo es posible, líbrame de esta amargura! "Mc 14,36. "Y en medio de su gran sufrimiento, Jesús se puso a orar aún con más, intensidad, y el sudor le escurría como grandes gotas de sangre". Lc 22,44. Sin embargo, es precisamente en esos momentos cuando reaccionan en Jesús su "padre" y su "adulto" (inmensamente santos), y Jesús dice: 'Padre, que no se haga mi voluntad, sino la tuya". Lc 22,41. Y desde ese momento, ante el beso traidor de Judas, ante el bárbaro arresto, ante la cobardía de los discípulos, ante los tribunales de Caifás, de Herodes y de Pilato, ante las falsas acusaciones, ante la injusta condena, la flagelación y la crucifixión; Jesús muestra un control de sí mismo y una serenidad que nos dejan pasmados Entre tanto, Pedro pierde por completo el control de su "niño"; cosa que le pasaba con frecuencia. ¿Acaso no acababa de cortarle una oreja a un tal Malco? Una sirvienta, al verlo sentado junto al fuego; se quedó mirándolo fijamente y dijo: -Este es de los que andaban con Jesús. Pedro lo negó diciendo: -¡Mujer, yo ni lo conozco! Poco después otro lo miró y dijo: --Tu también eres de ellos. Pedro contestó: -No, hombre, no lo soy. 32

Como una hora después otro insistió: -Estoy seguro de que este andaba con él… Pedro dijo: -No sé ni de qué hablas En ese mismo momento el Señor se volvió y miró a Pedro Y salió Pedro de allí, y se puso a llorar amargamente". Lc 22,56 TU PADRE Si quitamos de tu persona a tu "niño", es decir todo lo que es tu animalidad humana, todavía quedan dos partes muy importantes de tu ser: tu "padre" y tu "adulto". Tu PADRE es todo lo que has aprendido, todo lo que has asimilado culturalmente, todo lo que has aceptado como parte de tu ideología, como tu escala de valores, tus reglas de conducta, y los dogmas de tu fe. Tu PADRE psicológico es todo aquello que no has escogido pero que si has aceptado. Tú no escogiste a tu familia, con sus costumbres, sus tradiciones, su estilo de vida, su particular disciplina… Tú no escogiste tu nacionalidad, con esa ideología tan propia de tu pueblo, con esas leyes, ese tipo de gobierno, y ese modo de ser y de pensar característico. Tú no escogiste tu época, con todas las variantes que implica cada momento histórico. Actualmente hay grandes diferencias entre una y otra generación. Tú no escogiste la tuya…. Tú no escogiste tu religión, son las creencias que te transmitieron tus padres y que han influido en ti desde muy pequeño. Todos hemos sido moldeados o modelados en una gran porción de nuestro ser. Todos hemos sido sujetos pasivos en cuanto al legado que nos tocó recibir de las generaciones que nos precedieron. Pero no pensemos que es algo malo el haber sido troquelados por nuestro propio ambiente cultural. El molde en el que fuimos recibidos es el fruto de conocimientos y experiencias que se han ido acumulando durante siglos, son una riqueza, son una herencia, son un regalo que costó mucho a los que vivieron antes que nosotros. Pero toda civilización acumula verdades y errores, tradiciones sabias y tradiciones necias, costumbres razonables y costumbres que nadie sabe de donde partieron y que no tienen ningún apoyo racional... Así pues, existen dos extremos a cual más negativos: Uno es "matar al padre porque ya está viejo". El otro: "desarrollar un padre omnipotente que aplaste al niño e impida la aparición del adulto". El primer caso puede darse en el joven que se define como "rebelde sin causa", que quiere arrasar lo tradicional simplemente porque no es de su época. No distingue entre la VERDAD y la MODA. Ni aporta nuevos valores que substituyan con ventaja a los que quiere abolir. También hay psicoanalistas que te proponen "matar a tu padre" porque tiene a tu «niño" muy regañado, muy inhibido, sobre todo en lo sexual, y por eso estás neurótico. Así que mata a tu "padre" libera a tu "niño" y entonces te sentirás muy bien. Yo no digo que en muchas cosas no tengan la razón los psicoanalistas; sí la tienen. Pero no en todas, y si hacemos un balance, creo que siempre es más lo que empobrecen que lo que enriquecen a la persona que quieren ayudar. ¿Qué hacer entonces? ¿Seguir siempre y en todo los moldes, las normas, las tradiciones y las enseñanzas que senos dan? Esto equivaldría a la parálisis de todo progreso Entonces, ¿qué? ¿Desentendernos de la herencia recibida y partir desde el nivel cero? Eso sería una espantosa pérdida de tiempo y de cada esfuerzos, y un terrible empobrecimiento de verdades inmutables y de una y valores auténticos ¿Cuál es entonces la solución? . La solución es el ADULTO. Por eso el "padre omnipotente" es indeseable: Mantener la tradición sólo porque "esa es la tradición"... Y la ley, porque "esa es la ley". Y tal costumbre o tal norma, porque "siempre que ha sido así'¡Y a callar! 33

Si dejas que tu "padre" se crezca demasiado, te vuelves un retrógrado, un aguafiestas, un fanático, un paralítico mental, un esclavo de pensamientos ajenos, un candidato a la manipulación, y, tal vez, un escrupuloso incurable No es raro que haya conflictos entre el "padre" y el "niño". Y es verdad que esos choques pueden enfermarte. La solución es pasar siempre estos conflictos a tu campo CONSCIENTE, y dejar la decisión a tu "adulto". Si es que lo tienes. TU ADULTO Es el uso habitual de tu inteligencia y de tu libertad. Es el hábito ya bien implantado de buscarlo verdadero donde quiera que se encuentre, y de rechazar lo falso, no importa quien lo enseñe. Es hacer funcionar normalmente el juicio lógico, sin dejar que nos ofusque la pasionalidad de nuestro "niño" ni el autoritarismo impositivo de nuestro "padre". Decimos que es un HABITO porque inteligencia y libertad todos tenemos, lo que no tenemos todos es el hábito de usarlos constantemente. Lo cierto es que en todo momento están funcionando los tres sectores de nuestra psique, con un predominio habitual de uno o de otro componente. Para darnos cuenta de que esto es constante, citaré un ejemplo: Hace poco iba yo viajando en el compartimiento de un tren con cuatro personas más: dos ancianas y dos jóvenes. Una anciana dijo a la otra: -Como siempre, vamos a llegar tarde... En nuestro tiempo los trenes eran muy exactos, pero... ya nada es como antes... A esta anciana le funcionó primeramente su "padre". No hizo sino repetir frases aprendidas tal vez de, su abuela. Luego le funcionó su "niño" porque los ancianos se sienten disminuidos en muchos aspectos, y constantemente dicen que "antes todo era mejor" para compensar su autoimagen haciéndola parte de un "glorioso pasado". Y, por supuesto, no son objetivos en su juicio. En ese momento entró el chequeador de boletos y uno de los jóvenes le preguntó: -Disculpe, ¿vamos a llegar a tiempo a Guadalajara? El joven usó su "adulto", escogió un medio lógico para obtener un dato verdadero. El chequeador miró atentamente el paisaje, luego miró su reloj y dijo: -Vamos a llegar uno o dos minutos adelantados. Hizo funcionar su adulto: observó el paisaje, miró su reloj y, haciendo relación a su experiencia diaria, pudo saber con precisión la realidad de la situación. El joven miró burlonamente a la anciana quejumbrosa, y se tapó la boca para reírse. El otro muchacho hizo lo mismo... Les funcionó a los dos su "niño", pero un niño maleducado, porque no había para qué burlarse de las chocheces de la vieja... La anciana ofendida dijo a su compañera: -Estos jóvenes de ahora se creen muy listos, pero son unos ignorantes y unos patanes. En mis tiempos, alguien les daría una buena paliza... La viejita dejó que se desbocara su "niño". Lo más sensato hubiera sido reírse con los muchachos, decir por ejemplo: "Ahora sí que me falló"... Y entablar con ellos una amistosa conversación... Cuando escucho, casi a diario, las conversaciones y las discusiones de la gente, digo en mi interior: i Dios mío! ¿a qué horas van a dejar que funcione su "adulto"? Y es que casi todas las discusiones y los pleitos son entre "padre contra padre" "niño contra padre" o "niño contra niño". Cuando alguien saca su "adulto" se realiza el dicho de que "hablando se entiende la gente". Pero si no se presenta el "adulto" ya pueden hablar horas y horas y nadie se va a entender. Nuestro "adulto" es un elemento importantísimo y precioso en nuestro YO, pero también puede estar superdesarrollado y resultar monstruoso, desequilibrando entonces nuestra personalidad. Esto le sucede a esa gente que supravalora su capacidad intelectual o afirma sin necesidad su independencia; desprecia la opinión de otros, la tradición, la fe, la religión; se creen infalibles, superiores, y caen en la fatuidad y en el orgullo. Y por este camino van perdiendo objetividad, realismo, capacidad de razonamiento lógico; de manera que quedan inflados de arrogancia y vacíos de "adulto"... Es difícil ser HOMBRE. Somos tan complicados que nuestro equilibrio y nuestras relaciones no son cosa sencilla... Pero vale la pena intentarlo, porque el que consigue ser un HOMBRE CABAL, ya consiguió la mitad de la santidad... CONCLUSIONES 34

1- Si fuiste objeto de una educación muy severa y muy tradicionalista, probablemente tienes un PADRE superdesarrollado. Tendrás la ventaja de ser muy respetuoso respecto a muchos valores que recibiste y que son auténticos. Serás firme en tus convicciones y fiel a tu religión. Pero tendrás la desventaja de tener una mente cerrada, un criterio estrecho, una tendencia a criticar y a condenar a los que no piensan como tú; tendrás un "niño" muy inhibido e insatisfecho, y un "adulto" inseguro y atrofiado. 2- Si tus padres carecían de convicciones firmes, si te enseñaban una cosa pero hacían lo contrario, si eran excesivamente permisivos o simplemente te descuidaron, probablemente tengas un SUPERNIÑO. Tendrás la ventaja de ser espontáneo, directo, tal vez alegre y simpático. Pero tendrás la desventaja de carecer de convicciones, y por lo tanto serás muy influenciable por los demás, y por las circunstancias; incapaz de realizaciones apreciables, y muy poco confiable. 3-Si eres fruto de una familia y de un medio racionalista, intelectualista, y de amplio criterio, probablemente tu "adulto" tuvo la ocasión de ejercitarse y de desarrollarse. Tendrás la ventaja de ser realista, de no dejarte llevar por apariencias ni por la impresión del primer momento, sino que buscarás la verdad, lo comprobable, y si es posible lo exacto. Pero tal vez pierdas la dimensión de lo intuitivo y de lo poético, y quieras reducir a Dios al tamaño de tu inteligencia. OREMOS Señor, dame una personalidad equilibrada. Tal vez tengas que sanar la intolerancia de mi PADRE, o la imprudencia de mi NIÑO, o la inmadurez de mí ADULTO. Señor, tal vez ni siquiera he llegado a desarrollar un "adulto" en mi ser. Si es así, hazme crecer, hazme fuerte, hazme un líder sabio de mi propia vida, y un guía razonable de mi propia conducta. Señor, haz de mi un verdadero ADULTO. Libre sí, pero equilibrado, comprensivo, respetuoso de todos y amigo de la verdad. Señor, que yo sepa bromear y jugar con aquél que quiera "soltar su niño»; que yo sepa dialogar y razonar con aquél que quiere ejercitar su "adulto". Que yo sepa respetar y comprender al que quiere compartir conmigo su "padre". . Señor, que sepa ser todo para todos, a fin de ganar a todos para tu amor. Señor, que yo sepa escuchar a mi "padre" cada vez que tiene la razón. Que no tema sacar a mi "niño" a la superficie cada vez que necesita respirar un poco. Pero, ante todo, permíteme ser "adulto", capaz de comprometerme con la verdad, con la sensatez, con el bien, con la justicia, con la paz y con el amor. Señor, para que yo intente ser un buen cristiano, primero haz de mí un HOMBRE, simplemente eso, un hombre cabal. Amén.

ORACIONES DE SANACION INTERIOR ENSEÑAME ESA CIENCIA Señor, cada vez que he pecado, tú has salido a mi encuentro, y me has buscado como "Buen Pastor". En cambio, cuando alguien me ha ofendido le he cerrado mis puertas: ni salgo a su encuentro ni lo dejo entrar. ¿Por qué, Señor? Porque tú sabes comprenderme, y yo no sé comprender a los demás. Enséñame, Señor a comprender a todos, como tú me comprendes a mí. MIS PADRES Cuando yo era pequeño los creí perfectos, Señor, y tanto se arraigó en mí esta creencia, que siempre les exijo perfección: Pero, Señor, ellos son como yo y como todos: pobres seres humanos, limitados por naturaleza, y condicionados por toda una historia. ¿Porqué exigirles más de lo que tienen? ¿Por qué esperar que me den más de lo que recibieron? 35

Señor, ahora que los veo tal como son, pequeños y deficientes, siento hacia ellos acercamiento y ternura: son como yo y entonces, ¿cómo no comprender sus errores conmigo? Tal vez injusticias, tal vez falta de amor. Señor, ahora que he comprendido a mis padres me resulta difícil decir que los perdono, porque cuando uno ha comprendido, ya no queda nada que perdonar... Pero, en fin Señor, si algo tengo que perdonarles, les perdono. Y si mi corazón estaba herido o enfermo porque no tuve con ellos una relación amorosa y confiada, cúrame tú, Señor, que todo lo puedes. Amén. ME UNO A TU PERDON ,. Acompáñame, Señor, a recorrer mi vida, y a desenterrar recuerdos que encierran un rencor, una aversión, un rechazo, una mala voluntad hacia cualquiera. Es natural, Señor, que en nuestro camino, no todo vaya bien con los demás. Puesto que todos tenemos defectos, es imposible que no haya nunca alguna ofensa. Hay impaciencias, hay enojos, hay injusticias, y también maldad, porque no siempre podemos ser buenos, Señor… tú bien lo sabes. Por eso, alguna vez me han despreciado, me han injuriado, me han despojado de lo mío, y tal vez me hayan odiado… Pero sólo tu puedes saber, si tuvieron culpa o no. Sólo tú juzgas a todos con justicia. Yo... no lo sé. Porque el corazón humano es un laberinto y, ¿quién puede entenderlo? Pero de una cosa sí estoy seguro: tú deseas perdonarlos, o ya los has perdonado. De esto no tengo duda. Y si tú eres el Sabio y yo el necio, ¿acaso no debo yo seguir tu criterio, apoyarme en tu sabiduría e imitar tu actitud?. Señor, si tú has ordenado perdonar "setenta veces siete" estoy seguro que tienes tus razones, y deben ser muy justas. Pues que así sea. Señor, me uno a tu perdón, y perdono de todo corazón a cuantos me hayan ofendido de cualquier modo. Y tú Señor, mira mi buena voluntad, y has que mi perdón sea radical, como es el tuyo. Y si hay en mi corazón cierta amargura que yo no sea capaz de desterrar, cúrala tú, que todo lo puedes. Amén. ME PERDONO A MI MISMO ¿Debo aprobarme del todo, Señor? No lo creo Entonces, ¿qué debo hacer respecto a mí?. Debo, otra vez copiar lo que tú haces, porque tú eres el Sabio y yo el necio. ¿Y qué es lo que haces conmigo, Dios justísimo? ¿Cuál es tu actitud hacia tu pobre? Eso sí me lo sé bien pues me lo has dicho tantas veces… Eres todo comprensión y misericordia. Me exiges que sea un santo, por lo mucho que me quieres; pero me esperas siempre, me comprendes siempre, me levantas siempre con idéntico amor. Bueno, Señor, si tú eres el justo y yo el injusto, que así sea: ayúdame a tenerme gran paciencia, y si me exijo a mi mismo más esfuerzo, que lo haga como tú, por amor; y que sepa esperar cuando no puedo… Amén. TE PERDONO MI DIOS Te perdono en nombre de mi "niño" que no puede entender nada, y se enoja, y se rebela, y se impacienta en contra tuya. Yo tampoco te entiendo casi nada, Señor, pero creo firmísimamente que eres bueno y justo hasta lo infinito; y creo, también, que tú eres AMOR. Por eso Señor, en nombre de mi "niño" te perdono... pero si yo no puedo sanarlo del todo, cúralo, Señor, tú que lo creaste. Amén. ¿QUÉ ME ENFERMA, SEÑOR? Hay algo que me quita la paz. No sé que sea, Señor, pero algo me ha inquietado, y necesito de paz para poder estar contigo. Dame luz, y yo el dime que me pasa. Tú que lo sabes y me conoces hasta el fondo ayúdame a ver claro y a poner en orden mi corazón. Aquí estaré, Señor, en tu presencia, bajo tu mirada amorosísima. Guardaré silencio, y trataré, de escucharte… LO QUE PIENSAN DE MI ¿En qué me afecta, Señor, la opinión ajena? ¿Soy acaso mejor cuando me alaban? ¿Si me reprueban, soy acaso menos? ¿Tiene poder en mí el pensamiento o la palabra de cualquiera? Ninguno absolutamente. Pues entonces, has que sea como la luna, impávida de cuando aúllan los lobos.. MIS COMPLEJOS, SEÑOR 36

Estos sentimientos, Señor, no son la humildad, ni son tampoco la verdad; porque la humildad y la verdad producen paz, pero estos sentimientos negativos me causan turbación, me señalan, me avergüenzan, me rebajan, me culpan, me condenan. Pero tú me dices que soy tu hijo amado, en quien constantemente piensas, que soy muy valioso ante tus ojos, hasta el punto de haber dado tu vida por salvarme; y que me tienes reservado un premio tan grande, tan grande, que eres tú mismo… MIS TEMORES Ibas, Señor, en la barca, haciéndote el dormido, mientras crecía el terror en tus discípulos: ¿Qué no te importa, Señor, que nos hundamos? Y tú, después de regañar al mar y a sus furores, mansamente vas con tus amigos: ¿Por qué tanto miedo? ¿Todavía no creen en mí? Eso es, Señor eso es... Todavía no creo en ti como debiera; el temor y la falta de fe son las dos caras de la misma moneda. Por eso, no te pido que me libres de tormentas; solamente aumenta mi fe. Amén. LOS DEMÁS "El infierno son los demás". Eso dijo J.P. Sartre. Yo, Señor, nunca fui tan descarado, pero sí a veces me molestan los demás. Y tú, que siempre dices la verdad, has dicho que "tus delicias son estar con los hijos de los hombres". Y es que tú tienes el amor verdadero, y yo, Señor,... no se si tenga alguno... Concédeme que los demás sean mi cielo, y entonces sabré que tengo amor. ESTE CUERPO MIO No me gusta, Señor, el cuerpo que me diste. ¿Qué le voy a hacer? no me gusta... Quisiera ser esbelto, y soy gordo; quisiera ser rubio, y soy moreno; quisiera tener una bella melena, y soy calvo... Pero hoy, con esta mano acaricié a una anciana, con estos pies fui a ver a mi hermano que está enfermo, con estas rodillas estoy postrado en tu presencia, y con esta boca te estoy diciendo: TE AMO. Y por todo esto, Señor, soy muy feliz con este cuerpo mío… SI SÓLO TÚ ME IMPORTARÁS ¡Ah! Si sólo tú me importaras, Señor, ¿de qué podría preocuparme?. Eres tan fiel... Me amas tanto... Jamás te cansas de mí... Te conformas con tan poca cosa... Nunca me pides más de lo que tengo... Y me das continuamente más de lo que espero... ¡Qué malo es esto de preocuparme, Señor! ¡Esto quiere decir que no solo tú me importas!... Sáname, Señor, de mis preocupaciones, no solo porque me hacen sufrir, sino porque mi paz interior será señal de que tú eres ya mi único amor. HASTA CUANDO SERÉ BUENO Señor, tú de esto nada sabes, pero... llega a cansar el no ser bueno. Lo intenta uno hoy, y otra vez mañana, y aunque pasen años, nada logra... Pero el secreto... lo he encontrado... Cuando yo no quiera nada, ni ser bueno, cuando no quiera más que lo que quieras tú, entonces, Señor, no sólo seré bueno, seré un santo... ¿POR QUÉ LLORA MI CORAZÓN? Esa es la verdad... En su fondo más íntimo, nunca cesa de llorar. Y es que tiene un gran anhelo no saciado. Tiene ansias de lo infinito y suspira por lo eterno. Anda en busca de la suma belleza y no la ha visto.Quiere amor total y no lo siente. ¿Hasta cuándo, Señor, veré tu rostro, para que deje de llorar mi corazón?¡Felices los que lloran -nos has dicho- porque Dios los colmará de su consuelo!" Todo está bien, Señor. Te doy las gracias porque siempre estoy llorando... OFRECERE MI VIDA Son tantos los que sufren, Señor, sin que yo pueda hacer nada... Lamentar su dolor, ¿de qué les sirve? Angustiarme por sus penas, ¿qué remedia?... Cuando tu viniste al mundo, Señor, lo encontraste así: hecho un gemido... ¿Y qué pudiste hacer por sus dolores? Ofrecer tu vida de continuo: se la ofreciste a todos día con día; se la entregaste al Padre en una cruz, y con eso, Señor, nos has salvado... Ayúdame pues ha hacerlo mismo. Quiero ofrecer mi vida a mis hermanos, y en las cruces que mandes, darla al Padre. Quiero ser como tú. Ser parte tuya. Quiero, en unión de tí, salvar al mundo... PARA SER FELIZ Siempre quise recibir, y verme lleno… Pensé que entonces sí sería dichoso. Y exigí que me dieran, y me daban, pero todo mi YO seguía vacío… 37

Llegué a sentir la náusea de la vida. Llegué a pensar absurda la existencia Hasta que escuché de tus labios un consejo, y tuve la fortuna de creerte. "Hay más gozo en dar que en recibir" -dijiste--. Y aunque no parece verdad el dicho tuyo, quise poner a prueba tu 'mentira' ¡y ha resultado la verdad más estupenda! LA REALIDAD ES LO INVISIBLE Me siento solo, Señor, y estás conmigo. Me siento solo porque no te veo. Y es que creo en la realidad de lo palpable, y pongo en duda la promesa que me hiciste: "Yo estaré contigo hasta el final del tiempo". (Mt 28,20). "En tu interior, mi Padre y yo estaremos". (Jn 14,23.), Y acompañado de Dios, me siento solo... Oh, Señor, haz que la fe en tu amorosa compañía rescate de la soledad mi pensamiento; haz que comprenda que todo aquel que ama estará cuanto pueda en el amado. Y en verdad tu, Señor, lo puedes todo: puedes estar en mí y conmigo, sin más límites que la eternidad y lo infinito... ENSENAME A HABLARTE Haz que te hable Señor, como los niños: con toda su humildad y su confianza. Haz que te hable, Señor, como los hijos cuando son amorosos con sus madres. Haz que te hable, Señor, como los pájaros, que por el sol te dicen alabanzas. Haz que te hable, Señor, como los mares, que no se cansan de cantarte con sus olas. Haz que te hable, Señor, como los vientos, en todas partes y delante de cualquiera. Haz que te hable, Señor, como a quien eres: mi padre y mi Pastor, mi Amigo y mi Maestro, mi Creador y mi Dios, mi Esperanza y mi, premio. COMO EN CANÁ ''En Caná de Galilea te han invitado a una boda; y te gustaban las fiestas, los amigos y una copa. Pero el vino se ha acabado, y la fiesta es una pena… Tu madre, que está contigo, en seguida se da cuenta: "Hijo, no tienen ya vino", te dice con insistencia. Y luego dice a los criados: "a lo que él diga obedezcan" Y el agua en vino transformas, para que siga la fiesta.. Señor, ya no tengo vino. No tengo ánimo ni fuerza… Señor, estoy tan cansado... Y no es que tenga pereza, mas necesito el milagro de tu poder en mi mesa. Y tú, Madre, por mi ruega, para que siga mi fiesta… FIDELIDAD Han pasado los años, uno tras otro, y suman muchos… Y no he perdido la fe, ni la esperanza. Y sin saber ni cómo ni por qué, te busco siempre… He querido pecar, y no he pecado, he querido caer, y no he caído. Yo no me siento fiel, Señor, ni un poco al menos. Más bien estoy asombrado de tu fidelidad... ¿DÓNDE ESTA MI JUVENTUD? La juventud es una esferita de oro; hermosa pero pequeña. Aunque no lo quieras, se te pierde y, una vez perdida, no la encuentras. Y yo estaba entristecido porque ahora mi juventud no está en ninguna parte, pero tú, Señor, dulcemente me dijiste: Hijo mío tonto… ¿No sabías que yo soy tu juventud? ¿Acaso no será para ti más dichoso el día de tu muerte que el día de tu nacimiento? SI QUIERO Si quieres, puedes sanarme; te dije, Señor, como el leproso. Sí quiero, contestaste, mas no ahora ¿Por qué ahora no, Señor? ¡Estoy sufriendo! Porque esa cruz es tu camino hacia la gloria, y si yo borrara tu camino, jamás llegarías… LEVANTA UN POCO MI CRUZ Tú, Señor, que eres tan fuerte, quisiste saberlo que es rendirse... Y tuvieron que llamar al Cireneo para que cargara con tu cruz... Es por eso, Señor, que tú siempre me consuelas, cada vez que te grito que me ayudes. Y yo sé que jamás has de fallarme, porque ya sabes lo que es necesitar un Cireneo... AMAME MAS Ámame tú, Señor, que yo... no puedo... Tú eres el rico en amor, yo soy el pobre. ¿Qué puedo darte yo si tú no me enriqueces? ¿Y a quién riquezas das sino a quien amas? Yo quiero tener mucho para darte; y sólo para tí quiero tenerlo. Por eso necesito que me ames, y que tu amor me dé lo que no tengo. Y yo sé que tu amor es siempre gratis, pues nadie puede merecerlo 38

Ámame, pues, Señor, y en mí realiza aquellas maravillas que yo anhelo. DIME QUE SI Hazme sentir, Señor, que soy tu hijo. Hazme saber, Señor que soy tu amigo. Hoy dime, Señor, que soy tu oveja, aquella que una tarde habías perdido, aquella que cargaste entre tus brazos, aquella que feliz te hizo. ¿No vez que necesito tu ternura, y de un amor que sea inmenso? Si tú mismo hiciste en mí este abismo, tú mismo ahora llénalo ES TAN POCO LO QUE PIDES En tu primer milagro, sólo pediste agua… Cuando la multitud se desmayaba de hambre, te dieron cinco panes, y aceptaste... Para curar aquél que nació ciego, le mandaste lavarse en Siloé los ojos Y cuando Lázaro había muerto, sólo pediste que quitaran la piedra del sepulcro No es mucho lo que nos pides, Señor, pues bien sabes que más, ya no tenemos... Pero, ¡qué milagros haces con lo poco que te damos! Así que lo que importa es no negártelo...

ORACIÓN DE SANACIÓN POR EL MISTERIO DE LA ENCARNACIÓN DEL VERBO Oh misterio santo de la formación del Sagrado embrión de Cristo. Bendito y amado Señor... es a ese momento al que nos unimos en Tu oración… si Verbo Encarnado... nos sumergimos mística y espiritualmente en el momento de tu gestación…en lo más profundo, hondo y alto del Seno Purísimo de tu Madre Virgen. Hoy pedimos ser conformados en Cristo…, hoy oramos a Dios Padre, para que a través del Espíritu Santo Creador, transforme nuestros pobres órganos, miembros, sistemas, en los de su amado Hijo. Bendito Espíritu Santo… a los 18 días formaste la placa neural de Jesús, que luego daría origen a los diversos componentes del sistema nervioso. En la tercer semana (día 21).- El santísimo embrión de Cristo forma la circulación sanguínea inicial. Te pedimos que por la formación del sistema circulatorio de Cristo, sea formado nuevamente nuestro sistema circulatorio, abandonándonos en la Omnipotencia Divina, el Amor de Dios, y en la filiación Divina conseguida por Cristo para cada uno de nosotros, te decimos GRACIAS SEÑOR. 1er mes (4ª o 5ª semana).- Se captan las pulsaciones del Sagrado Corazón de Jesús. Te pedimos Padre que junto con las primeras pulsaciones del Corazón Sagrado de tu Hijo, restaures en nosotros todo mal funcionamiento en nuestros corazones, toda mal formación sea sanada por la santísima formación del Corazón de Cristo. Te pedimos que ordenes nuestros latidos por el orden que diste a los suyos. Y en la Sacratísima llaga que algún día se abriría en su bendito Corazón, sean restaurados nuestros corazones no físicos, sino emocionales, psicológicos y espirituales. 2º mes (8ª semana).- En estos momentos el Emanuel ya se ha formado. Sólo que es muy pequeño. A partir de ahora el santo embrión se llama también feto... santo feto de Jesús. Señor en el primer trimestre, el Espíritu Santo también ha formado tu sistema respiratorio, reproductor, digestivo, nervioso, se han formado tus santos y benditos huesos, tus gloriosas manos, tus hermosos pies, y todo tu divino Ser goza de perfecta salud. Hoy entramos en Tu salud para recibir de Ti, toda clase de bendiciones, de sanaciones de cuerpo y alma… Por la formación de tu santa cabeza, de tu santo cerebro y tu divino sistema nervioso, sea recreada mi propia cabeza, con todas sus funciones perfectamente unidas a las tuyas. Por la formación de tus benditos ojos, sean recreados los míos… Por la formación de tus benditos oídos, sean nuevamente hechos los míos… 39

Por la formación de tu bendita boca, sea restaurada y vuelta a la salud la mía, junto con todo mi sistema digestivo y todos los órganos que lo componen... Por la formación de tu bendita nariz y todo tu sistema respiratorio, sean también transformado el mío… Por la formación de tu santa garganta, tráquea, laringe, faringe, sean transfiguradas las mías… Por la formación de tus benditas extremidades, tus huesos, tendones, músculos, articulaciones, piel, uñas, pelo…. Sea dada por Ti la orden de hacer nuevos los míos… Por la formación de tus sacratísimos genitales, y esfínteres, sean recreados los míos… 5º mes.- Si el Señor naciera ahora, también podría sobrevivir hoy día en hospitales preparados. De modo que hay pocas diferencias entre el Divino Niño a esta altura y aquel que conocerá el mundo con su nacimiento en término… Hoy el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo pesa 500 gr. y debe crecer más para que su bendito nacimiento sea normal 7º mes.- Si Jesús naciera ahora, sería un parto prematuro pero sin mayores problemas. Oramos Señor por todos los nacimientos prematuros y por todos aquellos que han recibido algún tipo de daño en este mes. Bendice Señor también a aquellos que han nacido en el octavo mes. Libera Señor de todo miedo, de posibles pérdidas que llenaron nuestra vida de inseguridades. Sana nuestra memoria auditiva. Bendice nuestra vida. 9º mes menos un día.- El Divino Embrión Jesús está a punto de nacer. Vive feliz en el interior del vientre de su Santa Madre de quien recibe alimento, protección y cariño. Que este cariño santo, llegue a todos los vientres del mundo. 9º mes.- Nace el Niño Dios con gran alegría de sus padres. Por primera vez los pulmones del Emanuel respiran aire santificando con su “soplo de Dios viviente” el aire del mundo, liberándolo y perfumándolo de hermosura y plenitud. Jesús grita y llora por el cambio brusco que ha sufrido al nacer. Pesa 3.300 gr. y es la Gloria de tu pueblo… Israel. El es Nuestra Alegría y la salud de nuestra vida... en Ti Señor depositamos nuestro nacimiento y todas sus vivencias tan variadas, todo todo todo... lo consagramos y ofrecemos a tu Divino Amor. Amen

ROSARIO DE SANACION DEL PADRE INOCENCIO LLAMAS MISTERIOS GOZOSOS En el nombre del Padre, del hijo y del Espíritu Santo, Amén El primer misterio lo vamos a rezar para que Dios sane interiormente a nuestros antepasados. Nosotros recibimos por herencia de nuestros padres, abuelos y bisabuelos una serie de condicionamientos. A veces. Problemas genéticos, que se nos han transmitido y no podemos cambiar hasta que se nos ore para que el poder de Cristo, para quien no hay pasado ni futuro, sino que todo está presente, sane a nuestros antepasados. PRIMER MISTERIO Vamos a contemplar el misterio de la Encarnación. El arcángel Gabriel anuncia a Nuestra Madre la Virgen María, que Dios le ha elegido para ser su Madre. La había elegido entre el resto de Israel, en San Joaquín y en Santa Ana. Por eso, ahora le queremos pedir a la Virgen que ella que tuvo unos padres santos (porque fueron preparados por Dios) nos sane y que el Señor sane a través de la Virgen las generaciones anteriores a nosotros. Virgen María, tu conoces a mi mamá y a mi papá. Tú conoces, Jesús a mis abuelos, bisabuelos y tatarabuelos y anteriores generaciones y conoces muy bien el momento en que yo fui concebido en el vientre de mi mamá. Por ese misterio que fue preparado, que tú mamá, eres llena de gracia, que fuiste concebida en el vientre materno sin trauma sin transmisiones de pecado, por amor, por plan de Dios, pido que sea sanado en el momento de mi concepción en el momento anterior de mi concepción. Que toda generación de influencia demoníaca, de espíritu malo y que toda 40

enfermedad transmitida por mis antepasados sea sanada ahora, por este misterio del Anuncio y de la Encarnación del Hijo de Dios en tus entrañas purísimas. Tú nos conoces Señor, por eso, perdonamos a nuestros padres si no nos concibieron por amor, si fuimos hijos naturales o abandonados, si fuimos concebidos en momentos de locura, de borrachera, de violación. Que todo eso pueda ser sanado por el poder de las Llagas de Cristo, de la Sangre que el Hijo de Dios tomó de la Virgen y que al asumirla le dio un valor infinito. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. En este momento Señor, si algunos de nosotros recibieron por generación algún espíritu del mal, alguna capacidad de adivinación fuera del Plan de Dios, sea sanado por intercesión y los méritos de María Santísima. Si alguien tiene alguna tendencia a la droga, al alcoholismo, alguna enfermedad transmitida por sus padres con secuelas que hoy le siguen causando dolor, sea sanado en este momento. Por la meditación del misterio de la Encarnación, porque Tu, Jesús, cuando Te encarnaste en María Santísima, al asumir su naturaleza purísima también la asumiste para sanar mi naturaleza y de alguna manera también tomaste mi naturaleza, que iba a recibir no de una manera pura y santa como Tu. Por eso, ahora yo proclamo que por el Misterio de la Encarnación, esta asamblea se vea liberada y sanada de traumas inconscientes, que ni siquiera nosotros conocemos, pero Tú. ¡OH Dios!, si conoces. Porque tienes tan presente el pasado como este momento. Hay personas que desde hoy, van a sentirse libres en algún área de su vida, por que Tu, Señor, por medio de la Santísima Virgen nos estás sanando. SEGUNDO MISTERIO Contemplamos como Nuestra Madre, llevando en su vientre purísimo a Jesús saludó a su prima Isabel. La visitó pero María iba tan llena de gracias, que apenas su saludo llegó a los oídos de Isabel, Isabel quedó llena del Espíritu Santo. Juan Bautista también quedó llenó del Espíritu Santo y él, que fue concebido con pecado original, dicen algunos teólogos, fue sanado del pecado dentro del vientre materno. Fue como bautizarlo por el momento de la visitación. Pedimos ahora la sanación de esta etapa de nuestra vida en el seno materno. Mamá Virgencita, yo te pido que tu visites con Jesús y sus Méritos, en tu seno virginal, el momento en que mamá estaba embarazada de mí, si fui concebido sin amor, que ahora se sane este trauma, porque el amor del Padre lo tengo a través de Tu hijo y el amor de madre lo tengo a través de Ti. Si mis padres no me desearon y pensaron en abortarme y eso me traumatizó, sea sanado ese trauma. Si mamá tuvo enfermedades, recibió golpes o angustias o problemas y eso se grabó en mi inconsciente, en este momento que me visitas, Virgen Santísima, con Jesús, que el Espíritu Divino sane esos nueves meses de embarazo. Lo que allí recibí de bueno, sea multiplicado y lo que allí recibí de trauma, sea sanado. Si no me aceptaron mis padres como varón o como mujer, tú, ¡oh Mamá!... Tú ¡Oh Jesús! Me aceptas así como soy. Pero pido que desde el seno materno yo me sienta amado por Dios, amado por ti, Virgen María y sea sanada mi vida de toda carencia de amor, de toda enfermedad transmitida por mi mamá y también de cualquier otra herida que yo desconozca. Por eso ahora, Madre, seguro estoy de que en este segundo misterio tú estás aquí y me visitas. Al alabarte y rezar el Santa María yo no hago sino dirigirme a ti, como Isabel… con admiración, con agradecimiento, con gozo recibiéndote hoy en mi casa, porque me estás trayendo sanación. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. TERCER MISTERIO Contemplamos el nacimiento del Hijo de Dios… En ese nacimiento; que es el fruto del amor del Padre, los Ángeles cantaron a los pastores "Gloria a Dios en el Cielo, Gloria a Dios en las Alturas y Paz en la Tierra a los Hombres de Buena Voluntad" Jesús, tu nacimiento es causa de alegría y salvación. En este momento nosotros queremos pedir la sanación interior de los años de nuestra infancia, de nuestra niñez, especialmente de los primeros diez años de nuestra vida,. Jesús, tu conoces nuestro primer año. Que cada Ave María sea la sanación de un año. Por eso en este momento que tú tuviste tanto amor de San José y de la Virgen cuando 41

naciste en Belén, mira el nacimiento de cada uno de nosotros, Señor y mira los traumas que sufrimos cuando éramos niños, las pelas del hogar, el divorcio de los padres, mira la muerte de aquel ser querido que, al ocurrir nos traumatizó. Cuando estuvimos enfermos y lloramos y no nos llevaron a la clínica, mamá no lo sabía y no entendía lo que pensaba. Cuando aquel animal llegó a mi cuna y me llenó de miedo. Y aquel primer pecado que nos llenó de vergüenza. Cuando fuimos por primera vez a la escuela y se burlaron de nosotros, de nuestra manera de vestir o de hablar. Cuando cometimos aquella falta y nos castigaron brutalmente. Por los celos de nuestros hermanos. Por la manera que nos criaron nuestros padres, si alguien no recibió amor, Jesús llena su corazón de amor. Porque Tú amor recibiste todo el amor del Padre y a través de San José, el amor humano, el amor de la Virgen, por eso el que no haya recibido amor de papá o de mamá sea sanado ahora y su corazón se llene de amor. Perdonamos a papá o mamá. Entregamos cualquier clase de rencor o de resentimiento. Tu Virgencita no guardaste rencor porque tu hijo tuvo que nacer tan pobre en Belén. Tú supiste confiar en el Señor, bendita eres. También si hemos sido malcriados, maleducados o fuimos también de alguna forma violados en los derechos humanos, golpeados o castigados brutalmente o sentimos una enfermedad terrible que creíamos que nos moriríamos o si fuimos violados realmente, si alguna dama fue violada cuando era niña o si algún muchacho cuando era niño y eso modificó su conducta sexual. Todo esto te lo entregamos, Señor. Hay personas que están pidiendo por sus hijos, también el Rosario va a traer sanación al hogar. Madre, estás escuchando las súplicas de tantas madres y padres que están aplicando este misterio por sus hijos. Ellos sufren algunas de estas calamidades y en este momento donde estén ellos también serán tocados, por este poder, gracias, Mamá. Gracias Jesús, porque estamos viviendo este misterio del nacimiento en nuestras propias vidas. Bendito sea Señor, si alguien en el momento del nacimiento fue sacado por "fórceps", si alguien en el momento de nacer fue un parto demasiado duro, sea sanado de toda consecuencia. Lo estás haciendo Jesús.. por esos méritos de tu nacimiento en Belén, por esos méritos de tu infancia Jesús, que tu le dijiste al Padre que por esos méritos acompañados con la mirada suave de la Virgencita. María aplica cada Ave María que desgranamos como un homenaje de cariño a los más traumatizados, a cada año de nuestra vida en nuestra infancia. No sólo a los diez primeros años también a los doce, trece primeros años de vida. Y te damos gracias Señor, porque lo estás haciendo. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. CUARTO MISTERIO Contemplamos el misterio de la presentación del Niño en el Templo… Le pediremos al Señor que sane nuestra adolescencia y nuestra juventud. En la juventud muchas veces uno está aturdido, no sabe lo que es bueno. En la adolescencia y en la juventud surgen en nuestro organismo todo ese mundo hormonal, descubrimos la sexualidad. Muchas veces no la descubrimos de la boca de los padres y los educadores, como un don precioso, sino con morbosidad, con curiosidad y a veces con pornografía y de malas maneras. Queremos pedirte Madre, que como tú presentaste a Jesús en el Templo con San José y lo colocaste en las manos del sacerdote Simeón y de Ana, la profetiza, que coloquéis también nuestra vida en las manos de Cristo Sacerdote y en tus manos Virgen Santísima, para que seamos sanados de todo el desorden que pueda haber a ese nivel de sexualidad en nuestra vida de rebeldía. Cuando éramos jóvenes veíamos una incoherencia en los adultos entre lo que decían y lo que vivían. Cuando comenzamos a cometer el primer pecado grave, con conocimiento, cuando hicimos el primer hurto, cuando empezamos a sentir el primer rencor y rabia en el corazón al ver la perversidad que hay en el mundo. Cuando erramos por cambios de vicios y de pecado, pero Tú, Jesús que fuiste presentado en el Templo dices que, "hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que, por noventa y nueve justos que no necesitan de misericordia" y dices que, "tiene más derecho a tu Misericordia más el pecador y el más necesitado por esos méritos de tu presentación". Nosotros presentamos este periodo de nuestra turbulenta adolescencia y juventud para que sean sanados los traumas, las heridas, quitados los miedos. Esa edad marcó también nuestra vida. Hay personas que empezaron a fumar en esa edad y hoy todavía pueden caer. Personas que en ese momento tomaron decisiones erróneas, en leer libros equivocados, que le confundieron y necesitan sanación en su mente para conocer la verdad. Personas que 42

hicieron actos torpes, deshonesto y pecaminosos, equivocados que marcaron sus vidas y cuyas cadenas todavía no han sido rotas. Sana Jesús, toda mi juventud, toda mi adolescencia, por los méritos de tu propia adolescencia y juventud en que estabas sujeto a San José y a la Virgen María, sobre todo por la plegaria de nuestra Mamá. Por tu plegaria Virgencita, que en este momento, en este cuarto misterio se hace realidad, sea sanado ese periodo de mi vida. Para que yo pueda hoy cimentar mi futuro sobre bases sólidas, llenas de amor, verdad y paz. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. QUINTO MISTERIO Contemplamos el misterio del Niño perdido y hallado en el templo… En este misterio vamos a pedir la sanación de lo que estamos sufriendo ahora interiormente. Sobre todo, los problemas que tenemos actualmente. Ojalá nos abandonemos, como el Niño de la Madre de la Divina Providencia. Aquí contemplamos cómo el Niño Jesús se quedó en el templo y la Virgen y San José lo perdieron por tres días. Ellos lo buscaron afanosamente hasta encontrarlo, no descansaron y hubo gran alegría cuando lo encontraron. Todos los males que hay en el mundo vienen de ahí; de que uno pierde la óptica de Jesús. El estaba ocupándose de las cosas del Padre y El dijo: "el que busque el Reino Tendrá lo demás por añadidura". Nos invita a "buscar el Reino y a Confiar en el Padre". Precisamente nosotros en el Padre Nuestro le decimos a Dios: Padre eres mi papá, eres el origen de mi vida, me has elegido, no es que me ames como un padre de la tierra, que me ama cuando ya me ve, Tú me amas desde antes de yo existir. Señor, me amas como soy y me has hecho miembro de una familia. No eres sólo Padre mío, eres Padre Nuestro. Me has dado tantos hermanos, Tú eres el Cielo Padre, Tú mismo eres el Cielo. Por eso estás en el Cielo, por eso mereces ser Santificado. Padre, porque Tú eres Santo y me has creado para ser Santo, hoy pido esa santidad, esa sanación. Que lo que es un obstáculo en mi vida, una cadena, un hilo, una herida sea sanado para que yo sea libre, para que nada me impida cumplir los mandamientos. Tu hijo me enseñó a decir que venga ese Reino tuyo, no el de las tinieblas y que se haga tu voluntad Padre, la que revelaste en los mandamientos. Padre Amado, Padre Santo, hoy también te quiero pedir, que el pan de cada día venga por añadidura, mira la preocupación que tengo por un problema de empleo, de una deuda, de una situación, de un hijo mío. Tu vienes al encuentro de todas las necesidades en el pan de cada día y Tu ¡Oh Dios! Me has enseñado que Tu me perdonas, que Tu me amas, que setenta veces siete siempre, siempre me amas y me perdonas. No te importan mis pecados, te importo yo. Dame la capacidad también de poder amar. Esto es sanación verdadera. Sano no es que no tiene problemas, es el que cumple Tu Voluntad y ama. Mira mi corazón oprimido incapaz de amar lo bello. Señor, sánanos…. Y en el Ave María, Virgencita proclamamos que tú estás libre, que tú estás sana, te decimos: Dios Te Saluda, Dios te Salve, Tu nombre bello lo pronunciamos, María. Que se pueda pronunciar también mi nombre, que yo pueda sentir que Dios me saluda y pronuncia mi nombre. Y que pueda hoy mi corazón llenarse de gracia, llenarse de la ternura y del amor del Señor. Que la sanación venga, porque el Señor está contigo, que yo pueda ser feliz y bendito entre las criaturas por ser Hijo de Dios, y que dé frutos. Mamá, también te pedimos que ruegues por los pecadores, eres Santa, eres Madre de Dios omnipotente, eres madres de Jesús y puedes conseguirlo todo. Por eso mira ahora nuestras penas, Mamá, tú vas a estar ahora delante de cada uno de nosotros, Madre. Tu vas a estar delante de mí ahora y cuando rece este Ave María. Creo que estás delante dándome tu amor y tu sanación. Siento que me dices que nada debo temer porque tú eres mi Mamá, que nada debo temer porque Dios es mi Papá y no hay nada, nada que no sea vencido. ¡Gracias Madre, Gracias Señor! Ten piedad de los que tienen más problemas en este momento. Señor, problemas con los hijos, problemas de divorcio, problemas de salud y problemas de otra índole, Señor. Situaciones que quieren abandonar y que duran y no pueden, situaciones de pecado, pero sobre todo, lo que nos está angustiando en este momento. Lo que es causa de dolor, de nerviosismo, de insomnio, todas las fobias, los rencores, los miedos, inseguridades que en este momento todo sea sanado, por los méritos de Jesús de sus doce años, por méritos de Jesús que se ocupaba de las cosas del Padre y por tu intercesión maternal, ¡oh, Virgen María!. 43

1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. En gracia, en santidad, en Espíritu de Dios moraban ellos. Te pido ahora Señor que envíes Tu Espíritu Santo sobre nosotros, sólo Él conoce el misterio de Dios y sólo Él conoce nuestro propio misterio. Espíritu de Paz, Espíritu de Amor, de Fortaleza, de Entendimiento, de Sabiduría, de Consejo de Luz, de unión, ven a mí. Ven a mi hogar, Espíritu Santo, ven a mi hogar, María Santísima. Sobre todo ven a mi corazón, para que more la paz y desaparezca toda inquietud y todo temor. Todo lo coloco Madre de la Divina Providencia en tu regazo y puedo dormir tranquilo porque tengo alguien que cuida de mi. Bendita eres María, gracias por tu intercesión y Bendito seas Tú, Señor. ¡Gracias Señor!... Te damos gracias por lo que has hecho, estás haciendo y seguirás haciendo. Tú que ere el Señor, Tú que Vives, Tú que Reinas, por los siglos eternos. Amén.

MISTERIOS DE DOLOR En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Espíritu Divino, Espíritu Santo que eres el que ora en nosotros, Espíritu de Jesús, te pedimos que Tú mismo ilumines y guíes la meditación de estos misterios y unjas las palabras y des poder a la oración para que sean sanadas nuestras vidas. Jesús, que especialmente seamos sanados espiritualmente de todo aquello que es pecado, que nos lleva a la ruina espiritual. Jesús, danos un arrepentimiento sincero de nuestros pecados para que podamos contemplar Tus Misterios de Dolor unidos a la Virgen Dolorosa. Pero a un dolor que es Redentor, a uno que trae la Gloria de la Resurrección. Por eso, quita en este momento, Jesús todo obstáculo, cansancio, tentación, hazte cargo de mi sueño, de cualquier preocupación para que podamos dedicar en este momento, Jesús, esta oración de contemplación para honrar y dar Gloria al Padre y para nuestra santificación. PRIMER MISTERIO Jesús ora en Getzemaní hasta sudar gotas de sangre… Y el oró diciendo: "Padre, si es posible aparta de mi este Cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya". Y Tú Padre le enviaste un ángel para darle fortaleza y allí Jesús dijiste a Tus discípulos dormidos: "Vigilad y orad para no caer en tentación". Sigue ocurriendo hoy lo mismo en el mundo, Jesús, Tus discípulos estamos dormidos. Siempre que hay que hacer algo, dejamos la oración para un segundo momento y después no la hacemos. Jesús, queremos pedirte esa gracia de conocer la voluntad amorosa del Padre y aunque nos cueste sacrificio, aunque fuere la muerte, danos la gracia de hacerla con amor. También queremos pedirte que sean vencidas las tentaciones de cada uno de nosotros por este misterio que contemplamos con María Santísima, Señor ya que místicamente ella estaba unida a Ti. Pues siempre lo ha estado, sobre todo en el momento y misterio de la cruz. Mira ahora Jesús las tentaciones fundamentales de nosotros. Virgen vencedora de todas las batallas de Dios, mira las batallas que estamos perdiendo. Las batallas donde el maligno está ganando, especialmente estas tentaciones que nos hacen caer siempre en los mismos pecados. Y esa tentación de abandonar la oración. Esa tentación de no abrazarnos al misterio de la cruz, a veces buscamos a Dios por el placer que nos causa o por no tener problemas. Queremos buscarlo por amor y seguirlo con ese misterio de la Cruz. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. Virgen Santísima, tú estás viendo las tentaciones fundamentales que hay en mi vida. Tentaciones que me llevan a desconocer la verdad y a volver la espalda a la voluntad del Señor. Tentaciones que me llevan a escoger el camino fácil, el camino cómodo, pero que me apartan de la voluntad amorosa del Padre. Pido a la Virgen María que por su intercesión, por esas gotas de sangre que sudó Jesús en Getsemaní, cuando Él estaba cercano a su Pasión y por esa oración que nos enseñó el Padre Nuestro donde nos dijo que le pidiéramos al Padre que no nos deje caer en la tentación y que no ofendamos al Padre que está en el cielo. Concédenos esta gracia, oh, Virgen María por este primer misterio de dolor que acabamos de meditar y es preciso sudar sangre, ayunar, 44

vigilar, orar constantemente. Merece la pena hacer como lo hizo Jesús, que lo hizo por nosotros, para que nos mantengamos firmes en los caminos de Dios. SEGUNDO MISTERIO Jesús es azotado… Contemplamos cómo Jesús es atado en la columna. Lo amarraron, a Él que es la Verdad, que nos hace libres. Amarraron físicamente aquél que trae la libertad plena de los corazones y que vino a romper las cadenas y él se dejó atar para vencer tus ataduras, para romper tus cadenas. Y a su Cuerpo Santo le dieron latigazos sin fin. Prácticamente no había una parte del Cuerpo Santo de Jesús que no estuviera marcado por la punta del látigo. Todo su Cuerpo era una herida. Pedacitos de Carne brotaron de ese Cuerpo concebido en el seno de María Santísima y chorritos de sangre salpicaron a los mismos soldados romanos que le estaban flagelando. Tú Jesús, sufriste todo eso para que los que estamos atados por cualquier situación de vicio seamos hoy liberados. Para que nuestros cuerpos sean sometidos al orden del Espíritu. Señor, Pablo decía que el sometía su cuerpo y sus palabras para que Tú fueras glorificado. Señor, queremos pedirte en este momento por las ataduras que pueda tener el cuerpo místico, por las heridas que pueda haber hoy en la Iglesia, en nuestros grupos de oración y en nuestras comunidades. Esa Sangre de Jesús que se derramó por mi tiene un valor infinito. Señor, "por tus heridas hemos sido sanados" dice el profeta. Por eso Jesús, yo quiero que Tú Sangre me purifique y que esa atadura en esa columna, esa flagelación rompa hoy mis cadenas. Señor, que no haya nadie ni nada que me impida hacer la Voluntad Amorosa del Padre. Mírame Madre, tu que eres la mujer libre, Bendita eres María, gracias mi Señor. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. Señor, gracias porque no sólo estás rompiendo cadenas pesadas, sino también hilos que no nos permiten volar. Porque un pájaro puede estar amarrado por una cuerda o por un hilo, pero amarrado siempre es esclavo. Que no haya nada en nuestra vida. Señor, ningún pecado, ninguna tentación por pequeña o grande que sea; que todo sea roto hoy. Jesús, por este misterio que acabamos de contemplar y por la intercesión de la Virgen María, la Omnipotencia Suplicante porque ese Cuerpo con el cual sufriste Jesús, fue tomado de María Santísima. Por eso había algo de ella en ti en ese momento de la flagelación. Señor si dos personas que son gemelas sienten una los dolores de la otra, que dolor no habría sentido también ese mundo místico la Virgen María cuando fue flagelado Tu Cuerpo Santo y Glorioso. Bendito seas Jesús por esas heridas, Señor que en este momento traen eficacia salvadora para romper todas nuestras cadenas. Yo lo proclamo así Jesucristo, que no haya nada ni nadie que me aten Señor, que me impidan conocer y hacer Tu Santa Voluntad. TERCER MISTERIO Contemplamos la coronación de Espinas… ¡Cómo Jesús siendo Rey de Reyes y Señor de Señores dejó que le coronaran un verdadero gorro de espinas! ¡Que brutalmente fue golpeado por una vara! Y cuando nosotros nos pinchamos con un simple alfiler en un dedo a veces lanzamos un grito. ¡Cómo estaría la cabeza de Jesús totalmente penetrada por esa corona de espinas que fue golpeada! ¡Qué dolor tan grande sentiste Jesús, por amor a nosotros, Señor! Fue para nuestra salvación hoy, ahora en este tiempo, Señor. Y nos revelas que quieres curar, a través de esta imagen dices que Tú Jesús, eres el Buen Pastor que conoces a Tus ovejas. Que tú, Virgen todavía sigues presentándole a Jesús como en Caná de Galilea las necesidades de todos tus hijos.

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Oremos también para que nosotros seamos sanados de todo complejo de superioridad o inferioridad al ver a Jesús coronado de espinas. Siendo Rey, el llevó esa corona para que tengamos el sano equilibrio en nuestra vida, para que se nos de una mente nueva, para que tengamos el mismo sentir de Cristo Jesús. Jesús por ese Dolor, por la Sangre que derramaste, Señor. Por esa Corona, por esas burlas que te hicieron los soldados que se rieron de Ti, Señor…y los amabas. Danos la gracia, Jesús de también amar y perdonar a nuestros enemigos y de tener una actitud de equilibrio de que no nos importe lo que piensa la gente. Dios nuestro, Padre, gracias, Jesús porque estás sanando. Por eso juntos meditamos y rezamos este misterio para que sea una realidad la eficacia salvadora de Tú Corona de Espinas. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. Queremos Señor pedirte por las personas que sufren las tentaciones, especialmente cuando rezan el Santo Rosario. Y queremos pedirte por las personas que sufren tentación para no rezar el Rosario, para distraerse cuando lo hacen. Vamos a pedir esta oración. ORACIÓN. Virgen Santísima, de una manera mística pero real tú estás aquí con nosotros, tu eres vencedora de todas las batallas. La Corona de Espinas de Tu Hijo ha traído por esa humillación un triunfo muy grande. Obtenemos la Palma y la Corona de la Gloria, tú eres Reina, tu Hijo es Rey, que ese reinado venga en este momento sobre nuestras tentaciones para que sean vencidas por el poder de Nuestro Señor Jesucristo. Por tu intercesión especialmente las tentaciones que van contra el rezo del Santo Rosario. Que sutilmente nos instan a no rezarlo, a hacerlo distraídos, a dejarlo para más tarde, a no creer en su eficacia. Yo creo y confirmo que este momento recibo una gracia muy especial, por tu presencia, Madre, para seguir rezando todos los días contra viento y marea el Santo Rosario. Gracias Jesús, gracias María. Amén. CUARTO MISTERIO Contemplamos la subida de Jesús al Calvario con la Cruz a Cuesta… En la calle de la amargura se encontró contigo Virgen María y ustedes dos no pudieron hablarse, pero se hablaron los corazones. Aquella mirada ha sido una de las miradas más impresionantes de la historia. Tu Hijo quería quitarte el dolor y no podía. El te dijo con aquella mirada: "Madre para esto vine al mundo, para cargar con los pecados de la humanidad" y tu le miraste y le dijiste,: "hijo mío, mi destino está unido al tuyo" Entonces yo dije: "Ser madre es no sólo serlo en Caná de Galilea, sino para ser madre también es en este misterio de la Cruz". Tu comprendiste Jesús, que la mirada de mamá te daba fuerzas porque ella estaba invitándote a aceptar la voluntad amorosa del Padre. Y tu Hijo también te fortalece porque le habías escuchado que era preciso pasar por la tribulación, por la prueba, por el misterio de la Cruz para llegar a la Gloria. Madre, en este misterio de dolor te queremos pedir por todos los que tienen una cruz muy pesada, para hoy la sienta liviana. Aceptándola y ofreciéndola para que puedan sentir ese yugo del Corazón de tu hijo suave y ligero y para que puedan poner sus ojo, no sólo en la propia Cruz de Jesús. Por eso dame la gracia, Señor de no encerrarme en mis propias penas, de no encerrarme en mi propio sufrimiento, sino de mirarte a Ti Señor, y de Sentir que Tú me ayudas porque Tú te conviertes igual que Simón. Y quieres que yo también ayude a mi hermano a llevar la Cruz. Te lo pedimos por los que más sufren en el mundo, los que están oprimidos por el demonio, los que no tienen que comer, los enfermos de la mente. Aquellos enfermos con dolores sumamente fuertes en sus cuerpos, por aquellos hogares que están a punto de deshacerse. Por aquellas personas que están a punto de quitarse la vida, por aquellas personas que piensan que ya no pueden más, por los que han sufrido injusticias, por los que están encarcelados y sobre todo aquellos encarcelados inocentes. Ten piedad Virgen María, mira ahora, Mamá las penas de mi propio corazón que sean sanadas para yo sea instrumento de la paz y del amor del Señor. Por los que más sufren te pedimos ahora, Mamá, alivia sus penas. Por esos méritos de Jesucristo ascendiendo al calvario con la cruz a cuesta y con todas nuestras cargas, pecados, enfermedades y problemas. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. QUINTO MISTERIO Contemplamos la Crucifixión y Muerte del Señor…

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En la Cruz Venció Jesús todos los males y abrió camino a todos los problemas. Allí estaba junto a la Cruz; la Virgen. Aquella a la que se le había dicho que para Dios nada es imposible. Estaba sufriendo su hijo y ella se ofreció precisamente para nuestra salvación. Pedimos que cada uno de nosotros sepamos recibir la luz en el momento del misterio de la Cruz: estar como María Santísima al pie de la Cruz. Van a llegar tiempos de cruz para el mundo. La Virgen tuvo la fortaleza, Jesús murió por ti y por mi y desde entonces se abrieron las puertas del Cielo. Satanás fue vencido, el pecado destruido, abiertas las puertas del Cielo, porque la muerte de Cristo es la obediencia perfecta al Padre y si en un árbol había vencido el demonio a Adán y Eva en el Paraíso Terrenal en otro árbol ahora es vencido en el árbol de la Cruz por el nuevo Adán que es Jesús y la nueva Eva que es María. Vamos a ofrecer también este misterio para que no se siga crucificando también a Jesucristo, par que no se sigan cometiendo tantos abortos, para que se detenga esta cultura de la muerte, para que sea vencido el satanismo y la ola de violencia que hay, para que todos puedan hablar del río de la vida que brota de esa herida abierta de Cristo en este misterio de la Cruz. Y ahora, Señor que llueva sobre mí el río de la vida. Yo quiero abrir mi corazón y que el Agua y la Sangre que brotaron de Tú Costado la inunde, Señor para hacer un solo corazón con el de Jesús y de María. En este misterio pedimos también esa transformación total de nuestra vida, esa conversión, esa opción fundamental por el Señor. Bendito seas Jesús, bendita seas Virgen María. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre.

MISTERIOS DE GLORIA En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén. Verdadero Dios y verdadero hombre hiciste tantas cosas hermosas en la vida. Nos enseñaste la verdad, sanaste enfermos, curaste leprosos, levantaste paralíticos, resucitaste muertos, cambiaste el agua en vino. Pero tu amor se manifestó hasta el extremo en Tu Misterio Pascual. Lo más grande que hiciste, Jesús, fue morir y resucitar por nosotros. Tu quisiste, Buen Señor dejar ese Misterio de Muerte y Resurrección en un signo, en un banquete. Por eso lo más grande que tiene la humanidad y la iglesia, Jesús es a Ti en la Eucaristía, Señor. Por eso aquí Te Adora hoy la Virgen María, Te adora la Corte Celestial, Señor la Comunión de los Santos. Creemos firmemente, Jesús, que Tú estás vivo y resucitado en este Misterio de Pascua. Por eso hoy, Señor nosotros Te Adoramos, Te Alabamos, Te Bendecimos, Te amamos Señor, Creemos Jesús en Ti, queremos darte el homenaje de nuestro amor, Señor. Por eso, Jesús queremos pasar este tiempo contigo. Tu mamá tan sabia, Señor Jesús Trono de Sabiduría, siempre nos lleva a Ti y ahora nos está llevando a Ti en la Eucaristía. Por eso venimos con ella, Jesús para ser uno Contigo. Señor, para glorificar al Padre y para entrar en esta maravillosa Comunión donde te entregamos nuestra debilidad, a Ti que eres nuestra Fuerza, Te entregamos nuestro pecado. A Ti que eres Salvador, Te entregamos nuestras enfermedades. A Ti señor que eres la vida, te entregamos nuestras tentaciones. A ti que venciste el demonio. Ponemos el vaso de barro ante Ti, que eres la Perla Preciosa, Señor Jesús… Bendito y alabado sea Tu nombre, Señor. Que todos los ángeles y los Santos te Alaben y todo mi ser Te Glorifique, Señor… Bendito seas Jesús, Dios verdadero y Hombre. Divino Maestro, Divino Pastor. Por eso Jesús venimos ante Ti a recibir sanación y salvación. Venimos a adorarte, a darte el homenaje de nuestro amor pero siempre que Tú estás con nosotros, estás como Salvador. Tú eres el Señor que es Salvación. Gracias Señor. Miremos al Señor en actitud de respecto y de amor. Contemplamos hoy en esta adoración los Misterios de Gloria. Jesús está aquí vivo. Tú estás Vivo, Señor. PRIMER MISTERIO En el Primer Misterio meditamos la Resurrección Triunfante de Jesús…. 47

Tú Jesús llegaste al Cenáculo, las puertas estaban cerradas, llegaste Glorioso y dijiste: "La paz esté con ustedes" Y soplaste sobre tus discípulos y repetiste: "La paz esté con ustedes" Les enseñaste las heridas de tus Pies, las Heridas de tu costado. Y está escrito en Tu Palabra que por Tus Heridas fuimos sanados. Por eso, Jesús, yo te admiro y te contemplo ahora. Se que en el cielo estás glorioso, visible un día Te contemplaré. Pero se que estás aquí en este signo, Jesús también glorioso con tus mismas llagas, Jesús tu quieres la fe de mi corazón. Tú quieres que yo tenga la fe de la hemorroisa (mujer que padece flujos de sangre) que te tocó el manto, Jesús. La fe del centurión que creyó que una palabra que tu dijeras bastará para sanar a su sirvienta. Yo creo Señor. Te pido que aumentes mi fe y con María que está aquí adorándote, Madre Sacerdotal y Eucarística, que fue asociada también a la gloria, te ofrezco este Misterio que es en honor a María y en honor a Ti, Jesús, y en honor al Padre y al Espíritu Santo para la sanación espiritual interior y la sanación física del cuantos aquí estamos, Señor. Tu rezas con nosotros el Padre Nuestro pues Tú nos lo enseñaste. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. Jesús Resucitado, miro tu presencia en la Hostia Consagrada, aquí estás por amor a Mi, con un amor infinito, con un poder infinito para sanarme. Estoy en los brazos de la Virgen recibiendo ahora Tu Salvación y dándole el homenaje de mi amor. Gracias Jesús. Te Amo. Creo que de tus llagas en este mismo momento estás legando a mí el Río de Tu Salvación y de Tu Vida. Bendito, Bendito, Bendito, sea Dios. Los Ángeles cantan y alaban a Dios. Los ángeles cantan y alaban a Dios. Yo creo Jesús mío que estás en el altar, oculto en la Hostia te vengo a adorar. Oculto en la Hostia te vengo a adorar. Bendito, Bendito, Bendito, sea Dios. Los Ángeles cantan y alaban a Dios. Los ángeles cantan y alaban a Dios. SEGUNDO MISTERIO En el Segundo Misterio de Gloria contemplamos la Ascensión de Jesús al cielo… Jesús, ascendiste al Cielo no para desentenderse de este mundo, sino para ser mediador entre el Padre y los hombres. Dijiste: "Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" Y si puedes estar ahora en la Eucaristía es porque tu subiste al cielo y desde allí enviarías Tu Espíritu Santo, que con la iglesia y la Virgen María te harían presente en la Eucaristía. Jesús rompiste todas las cadenas, rompiste la muerte, venciste al demonio, eres la verdad que nos hace libres. Este Segundo Misterio, Jesús, que oramos y meditamos con María nuestra Mamá, lo ofrecemos para que todos los que tengamos algún vicio, alguna situación permanente de pecado que nos ata, sea grande o pequeña, seamos sanados y liberados. Por eso cada uno de nosotros traemos a tus pies desde las manos milagrosas de la Virgen María esos vicios. Señor rómpelos. Jesús libéranos. Jesús no permitas que el vicio nos mantenga en una situación permanente de esterilidad espiritual, de pecado mortal o venial. Tu lo puedes todo Señor. Una palabra Tuya, Señor bastará para sanarme. Por eso, Tu Palabra nos trae todos los dones del cielo, Señor. Tú que estás ante el Padre, allí estás como mediador nuestro con nuestras penas, pero estás ante nosotros también, Señor. Gracias Jesús, Tu poder llegue ahora a mi vida, a la raíz y causa de ese vicio que me ha atado, Señor. Estás sanando y liberando. Mamá ora conmigo, ora por mi, ora con nosotros y por nosotros en este misterio donde va a haber milagros de liberación y de sanación, por tu intercesión, por los Méritos de Tu Hijo. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. Gracias Madre porque tu estas orando con nosotros y estás también adorando a tu Hijo, Rey de Reyes y Señor de Señores. Los Ángeles están llenando este lugar y están postrados adorando a Jesús, al Padre y al Espíritu Santo. También nosotros Lo Adoramos, Oh Madre, porque el Rosario tiene por centro a Jesús. Y lo adoramos glorioso en el cielo; pero presente realmente en el Sacramento con Su Cuerpo, Su Sangre, Su Alma y Su Divinidad para nuestra sanación. TERCER MISTERIO 48

Jesús contemplamos en este Misterio cómo enviaste desde el Corazón del Padre, tu Espíritu Santo sobre la comunidad primitiva…. Allí estaba María Santísima haciendo la primera novena de la Iglesia. Pero también hoy necesitamos tu Espíritu, Mamá tu estás con nosotros y tu sabes también, Virgencita, que la necesidad más grande que tenemos todos es que el Espíritu Santo inunde nuestro ser. Jesús si hoy con las plegarias de la Virgen, de los Ángeles y los Santos envías sobre mí tu Espíritu, mi vida hoy cambiará. Ven Espíritu Santo, ven con Poder desde la presencia viva de Jesús. Ven como viniste sobre la Virgen y sobre la Iglesia en un principio en Pentecostés. Señor ven como Agua Cristalina a regar, Señor, la sequedad de mi corazón. Ven como Fuego a purificar mi alma de la impureza y las manchas de pecado. Ven como brisa suave, Señor a alentar mi corazón. Ven como Bálsamo sanador. Ven con poder, Espíritu de Dios. ¡Envíalo Jesús!. Este misterio lo ofrecemos Jesús, a la Virgen, pero a través de ella a ti para gloria del Padre. Para que nuestra vida, hoy sea transformada, para que nuestro corazón ame la verdad, la virtud, la belleza, el bien, la vida que es el PADRE. Jesucristo, danos la gracia en este Misterio de amar a Dios sobre todas las cosas, de amar con toda la mente y todas las fuerzas. Y también danos un corazón nuevo, que no guarde rencor, resentimiento, odio ni envidia a nuestro prójimo. Danos con tu intercesión, Mamá esa oportunidad de cómo tu hijo, tener un corazón que ame al prójimo. Un corazón que cultive la civilización del amor y no la cultura de la muerte. Esto lo pedimos Jesús, con nuestra Mamá. Y tu Jesús, reza el Padre Nuestro que tu nos enseñaste, al Buen Padre Dios, donde pedimos el pan nuestro de cada día, no sólo el pan material sino el PAN de la Palabra, el Pan tuyo, que eres tu Jesús: la Eucaristía donde te estás dando continuamente. El padre nos está dando hoy también Gracias, Jesús. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre. Mamá, Madre Eucarística, Madre de Cristo Sacerdote, eres el Primer Sagrario del Mundo, pues en ti habitó personalmente el Hijo de Dios. Madre estás aquí para llevarnos a Jesús y para traer a Jesús a nuestros corazones. Que El, ahora, Mamá, con tu intercesión nos toque con el poder del Espíritu Santo. CUARTO MISTERIO En este misterio contemplamos Jesús, algo que te dio mucha alegría a ti Señor, la Asunción Gloriosa de Tu Mamá al cielo… "Donde estoy Yo estarán ustedes" dijiste Jesús. Y Mamá estuvo contigo siempre también junto a la Cruz y tu la llevaste con los Ángeles al cielo. ¡Qué Alegría, Jesús cuando dijiste: Mira Padre aquí tienes a la primera en cuerpo y alma, después vendrán los otros! ¡Qué bueno eres Jesús! Mamá, ¡Qué hermosa experiencia al sentirte glorificada, con eses cuerpo transformado! Y realmente Madre, ese fue el momento donde pensaste que mereció la pena seguir al Señor, no haber desobedecido como lo hizo Eva. Mereció la pena haber dicho si, haber tomado la cruz, haber hecho la voluntad del Padre. ¡Qué grande eres, cómo premias, Señor a los que Te Aman! Jesús te queremos pedir por nuestras familias… con nuestra mamá, que de la familia humana fue llevada a la familia Celestial. Tú, Jesús, eres miembro de la Familia Trinitaria, te hiciste miembro de la familia humana en Nazaret, en esa familia de María y José. Mira a mi familia, Jesús, la familia de estos hermanos. Señor, mira como ahora la Virgen te va a pedir Jesús que cambies el agua en vino, esta es nuestra petición, Señor. Y así también se lo pedimos al Padre, contigo Jesús porque Tú orientas las peticiones que la Virgen y nosotros, movidos por el Espíritu Santo te hacemos a ti, quien las conduce al Padre. Gracias Papá, porque ahora estás viéndonos a todos a través de tu Hijo, nos estás viendo en ese amor del Espíritu y en el corazón de nuestra Madre asunta a los cielos. 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre.

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Gracias Madre por enseñarnos a respetar, a amar, a adorar la Eucaristía. Gracias Madre por que ahora con Jesús, tu hijo aquí presente estás haciendo, por tu intercesión, que lluevan desde el corazón del Padre las más abundantes gracias. QUINTO MISTERIO En el quinto misterio, Mamá, contemplamos como fuiste coronada por la Santísima Trinidad en el Cielo como Reina y Señora de todo lo creado… Eres también mi Reina, ¡Oh Mamá! Eres Reina de mi corazón y de mi vida, de mis pensamientos y tienes que ser Reina de todo lo creado por ese reinado que tu hijo te dio por gracia, que Él lo tenía por derecho y por conquista. Pedimos ahora en este misterio, Mamá, mirando a Jesús en la Eucaristía por las personas más necesitadas. Tú sabes quienes son, Mamá, pero queremos pedirte milagros, cosas grandes por esas situaciones que parecen o son imposibles para los hombres. Esas personas que tienen graves problemas de distinta índole, pueden ser problemas espirituales, de hogar, de salud, económicos, de relaciones con otras personas. Mamá para ti nada es imposible y aquí esta Jesús. Tu hijo, esa es nuestra gracia en este misterio en que tu eres contemplada reinante. ¡Reina Oh, Madre! ¡Reina con tu hijo, tu corazón y el de Él en nuestra vida! ¡Que hoy aquí se rompan las cadenas y se muevas las montañas! 1 Padre Nuestro, 10 Ave María y Gloria al Padre.

MISTERIOS LUMINOSOS BAUTIZO EN EL RIO JORDAN Entonces ve a Jesucristo que se venía acercando. Todos se quedan mirando y baja una voz del cielo "Este es mi hijo que yo quiero" mientras vuela la paloma humilde Juan se desploma, Jesús lo sube del suelo. LAS BODAS DE CANÁ (Jn. 2,1-11) A la familia sagrada a una gran boda la invitan unos cantan, otros brindan, feliz está la casada. De pronto muy preocupada María a Jesús le pide que el agua en vino destile porque se había agotado: brotando un fino bocado, con esto la fiesta sigue. ANUNCIO DEL REINO (Mc. 1,14/Lc. 4,18/Mt. 5) Por las tierras de Judea Jesús predica incansable los milagros son palpables para que la verdad se vea. Permite que un ciego lea y a muchos sana al instante sus amigos van delante en las bienaventuranzas, aquí nace una esperanza que cruza el tiempo distante. LA TRANSFIGURACIÓN (Lc. 9,32) Mientras su misión realiza el Hijo del Hombre ora cuando se acerca su hora, a los montes se retira. Contempla el cielo y medita Cuando un resplandor de luz. Hace brillar a Jesús Transfigurando su cuerpo. Quedémonos dice Pedro porque el Mesías eres tú. LA ÚLTIMA CENA (Mc. 12/Mt. 13/Lc. 14) El último día Jueves con sus discípulos come y antes que el traidor se asome el vino y el pan ofrece Sus amigos se entristecen porque el sacrificio anuncia las palabras que pronuncia surgen de lo más sagrado el que muere por lo amado al miedo y dolor renuncia. ORACIONES FINALES Ofrecer la Salve para que se cumpla la voluntad sanadora y liberadora de Cristo y del Padre Santo en nuestras vidas. Vamos a pedir por nuestra parroquia, familias, nuestro país y por el mundo el entero. Amén.

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LETANÍAS A LA VIRGEN MARÍA Señor, ten Piedad Cristo, ten Piedad Cristo, óyenos Cristo, escúchanos Dios Padre Celestial Dios Hijo Redentor del Mundo Dios Espíritu Santo Trinidad Santa, Único Dios

Virgen Prudentísima Virgen digna de veneración Virgen digna de alabanza Virgen poderosa Virgen clemente Virgen fiel Ideal de santidad Trono de sabiduría Causa de nuestra alegría Vaso espiritual Vaso honorable Vaso insigne de devoción Rosa mística Torre de David Torre de marfil Casa de oro Arca de la nueva alianza Puerta del cielo Estrella de la mañana

Madre de Cristo, Ruega por nosotros ..... en todas Madre de la Divina Gracia Madre Purísima Madre Castísima Madre intacta Madre incorrupta Madre inmaculada Madre amable Madre admirable Madre del buen consejo Madre del Creador Salud de los enfermos Refugio de los pecadores Consoladora de los afligidos Auxilio de los cristianos Reina de los Ángeles Reina de los Patriarcas Reina de los Profetas Reina de los Apóstoles Reina de los Mártires Reina de los que viven su fe Reina de las Vírgenes Reina de los Santos Reina concebida sin pecado original Reina asunta al cielo Reina del Santísimo Rosario

Reina de la Paz Señor, ten Piedad Cristo, ten Piedad Cristo, óyenos Cristo, escúchanos Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo Perdónanos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo Escúchanos, Señor Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo Ten piedad de nosotros. Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Cristo Nuestro Señor.

ORACIÓN Te rogamos Señor Dios, que nos concedas a nosotros, tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada Virgen María, seamos librados de la tristeza presente.

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