Cartas de Amor

CARTAS DE AMOR Selección concursos 2009 - 2016 35171 INTERIOR.indd 1 26-07-16 13:46 Biblioteca de Santiago, 2016. Di

Views 177 Downloads 5 File size 2MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

CARTAS DE AMOR Selección concursos 2009 - 2016

35171 INTERIOR.indd 1

26-07-16 13:46

Biblioteca de Santiago, 2016. Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos Gráficas y diseño original: David Millán ISBN: 978-956-244-353-1 Registro de propiedad intelectual: N° 267.109

35171 INTERIOR.indd 2

26-07-16 13:46

Presentación Si se nos pidiera definir la palabra amor ¿cómo lo haríamos? Difícil tarea, difícil palabra. Tal vez podríamos revisar el diccionario y extraer de ahí lo necesario. Notaríamos, entonces, que la palabra tiene, claro, varias acepciones. La primera, nos dice que el amor es un “sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Amor es necesidad. Y si luego, más abajo, leemos que amor es “sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear” descubriríamos que amor es alegría, energía, comunicación y creación. Ahora, si amor es “sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo” quiere decir que amor es entrega. Y si además es “tendencia a la unión sexual”, amor es sexo, salvo el platónico. Podríamos también discutir eso de sexo con o sin amor, pero dejémoslo para otra ocasión, en todo caso el sexo está presente en el amor, más aún cuando los diccionarios vinculan las palabras amar y copular. Anótense también estas otras palabras presentes en las definiciones de amor que hace nuestra realeza: “voluntad”, “consentimiento”, “convenio”. Incluyamos una más: “nombre que designa diversas especies de plantas herbáceas cuyos frutos espinosos se adhieren al pelo, a la ropa, etc.” Según esto, el amor tiene espinas, se pega y puede resultar doloroso. Con estas ideas usted puede definir amor y, además, no solo definirlo. Si revisa estas palabras y se adecúan a lo que siente, entonces concluya que siente amor, y si esto se lo provoca otro u otra, entonces asuma que inevitablemente está enamorado. Esto es parte de lo que les ha pasado a algunos/as de nuestros/as ganadores/as del concurso de escritura “Cartas de amor” en los últimos ocho años.

3

35171 INTERIOR.indd 3

26-07-16 13:46

Esta recopilación de las cartas ganadoras es un reconocimiento a todos y todas los y las enamorados/as que han participado en cada versión de este concurso, a quienes la Biblioteca de Santiago hoy da a conocer a su comunidad en el marco de sus once años. Abrimos los archivos de Cupido para volver a leer los mejores textos de este certamen literario, junton con proyectar y realzar la misión de nuestra Biblioteca de Santiago como promotora del fomento lector y escritor, abriendo constantemente sus espacios de manera inclusiva para todas aquellas y aquellos creativos/as que quieren expresar o leer lo que piensan y sienten. Para todos ellos y ellas, y para todos ustedes, estas cartas de amor.

Marcela Valdés Rodríguez Directora Biblioteca de Santiago

4

35171 INTERIOR.indd 4

26-07-16 13:46

Índice Selección 2009 Valeria Gallardo Kemp - 1er Lugar Jael Valdivia Latin - 2do Lugar Marco Maureira Velásquez - 3er Lugar Daniela Méndez Aedo - Mención honrosa Pamela Mo - Mención honrosa

11 12 13 14 15

Selección 2010 Diego Alonso Soto García - 1er Lugar Cristian Guajardo Leiva - 2do Lugar Elena Cereceda Moreno - 3er Lugar Susana Pineda Salazar - Mención honrosa Ana Gutiérrez López - Mención honrosa Macarena Ferrer - Mención honrosa

19 20 21 22 24 26

Selección 2011 Elena Cereceda Moreno - 1er Lugar Nathalie Moreno Arqueros - 2do Lugar Natalia Belmar Concha - Mención honrosa Ingrid Córdova Bustos - 3er Lugar María Soledad Escobar Lobos - Mención honrosa Carlos Valenzuela Orellana - Mención honrosa

29 30 31 32 34 36

Selección 2012 Manuel Paredes Parod - 1er Lugar José Maldonado Segovia - 2do lugar Julia Correa Henríquez - 3er Lugar María José Rivera Palominos - Mención honrosa Andrea Gallardo Henríquez - Mención honrosa José Antonio Mañondez Cofré - Mención honrosa

39 40 42 43 44 45

5

35171 INTERIOR.indd 5

26-07-16 13:46

Selección 2013 Carmen Andrea Mantilla Matus - 1er Lugar Categoría Adulto Gabriela Mancilla Quero - 1er Lugar Categoría Juvenil Antonia Valenzuela - 1er Lugar Categoría Infantil María José Rivera Palominos - 2do Lugar Categoría Adulto Melanie Scarlett Flandez Peralta - 2do Lugar Categoría Juvenil

49 50 52 53 54

Selección 2014 Connie del Carmen Tapia Monroy - 1er Lugar Categoría Adulto Catalina Jara Contador - 1er Lugar Categoría Juvenil Catalina Guzmán Campos - 2do Lugar Categoría Juvenil Pablo Apablaza - 2do Lugar Categoría Adulto David Ortiz Zepeda - 3er Lugar Categoría Adulto Marisol Meza - 3er Lugar Categoría Adulto Susy Miño Poveda - 3er Lugar Categoría Juvenil

59 60 61 62 64 66 68

Selección 2015 Bernardo Cortés Tapia - 1er Lugar Categoría Adulto Daniela Navarrete Salazar - 2do Lugar Categoría Adulto Marisa Rosales Cerón - 1er Lugar Categoría Juvenil Macarena Romo Ortega - Mención honrosa Kathia Cancino Rojas - 2do Lugar Categoría Juvenil Javiera Arce Diaz - Mención honrosa

73 74 76 77 78 80

Selección 2016 Macarena Lobos - 1er Lugar Categoría Adulto Julio Villareal Gavilondo - 2do Lugar Categoría Adulto Elizabeth Carrizo Catalán - Mención honrosa Categoría Adulto Carlos Guzmán Campos - 3er Lugar Categoría Adulto Rocío Cisternas Bravo - 1er Lugar Categoría Juvenil Bárbara Lasalle Sandoval - 2do Lugar Categoría Juvenil Kathia Cancino Rojas - Mención honrosa Categoría Juvenil Camila Bascuñán Carrasco - 3er Lugar Categoría Juvenil Felipe Baeza - Mención honrosa Categoría Adulto

83 84 85 86 88 90 91 92 94

6

35171 INTERIOR.indd 6

26-07-16 13:46

Selección 2009-2016

35171 INTERIOR.indd 7

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 8

26-07-16 13:46

2009

35171 INTERIOR.indd 9

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 10

26-07-16 13:46

CARTA DE COMPROMISO Mi Leo adorada:

Verano, 2008

Me gusta que suene así, como antiguo, como literario, de película clásica. Si cierro los ojos y me concentro, puedo oler y sentir tu aroma. Así te recuerdo: bella señora, dama antigua, tierna, de ojos y alma inocentes, pelo delicado, fino y oloroso. Tus viejas manos arrugadas, llenas de partiduras en los dedos, de la peladura rasposa del pelado de papas, delantal impecable. Le dabas vida a esa cocina campestre, pero de urbe. Puedo sentir esos recuerdos de tus manos en las mías calmando mi angustia y serenando mi corazón. Hoy te escribo para la despedida final. Leontina, madre adoptiva, la más linda. Nunca más volví a comer empanadas ni alfajores en honor a que solo los tuyos eran la joya culinaria. Me diste una vida llena de oxígeno. Me ha costado despedirte, llevo años intentándolo. Esta es la ceremonia final. Debo despedirte dicen, parece ser que he paralizado mi presente al extrañarte tanto. Mi alma se inquieta en demasía al honrar tu memoria. Quizás ellos tengan razón, me cuesta sonreír. Pero ocurre que te amo y ese amor me carcome. Más que antes te necesito, te necesito con conciencia en el presente. Fuiste mi madre, amiga, hermana, compañera de juegos en tiempos en que yo no comprendía el sonido de la metralla. Me aislaste hacia el mundo de Alicia, las rondas, la esperanza. Me concediste dones y deseos. Mi querida vieja encorvada, sé que deseas que sea feliz y tú necesitas descansar en paz. Y yo, con mis gritos oníricos, no dejo de aferrarme a tus recuerdos. Perdona mi tristeza, no es digna de ti, mi Leo amada. Te mando un beso, una ruma de lágrimas y estas letras para despedirme, para que emprendas el camino universal y cósmico del más allá. Te prometo que volveré a comer alfajores y empanadas y a hacer lo que aquella vez me pediste en tu lecho de muerte: “nunca dejes de sonreír”. Esta es mi carta de compromiso. Te amo. Tu hija Sybila.

Valeria Gallardo Kemp 1er lugar

11

35171 INTERIOR.indd 11

26-07-16 13:46

ANTES DE AYER La última vez que conversé con usted fue hace algunos años. Ninguno de los dos desea recordarlo. Los viejos me han dicho que el tiempo de a poco va limpiando la memoria, yo siento que, a pesar de los meses, nada he perdido de los días que estuve con usted, los guardo en un rincón secreto de la memoria. Después de nuestro prematuro adiós he estado preocupado de cosas menos importantes, conseguí trabajo y los fines de semana salgo con alguna muchacha para distraer los pensamientos. Cuando esto no sucede, voy a buscar algunos libros a la biblioteca. Prefiero los de poemas, se pueden leer en el metro y releer en los años que me quedan. Un fin de semana me la encontré en la sección de poesía, usted buscaba algunos versos de Teillier. Yo no quise molestarla, esperé a que terminara para llevarme el libro que estaba entre sus manos, noté que sigue con esa mala costumbre de rayarlos. No puedo negar que me lo haya pegado, pero solo con los que me gustan. Al sábado siguiente fui a la misma hora, imaginaba un encuentro casual, nosotros saldríamos afuera para conversar de lo extraviados que han sido estos años. Pero nada pasó, y me quedé esperando hasta que cerraran con el libro en mis manos. En esas horas me divertí rememorando cosas viejas. Como esa vez en la que usted me invitó a Isla Negra, a visitar la casa de Pablo Neruda. El viaje era en la mañana y yo dejé todos mis sueños sobre su hombro. Recuerdo bien la casa del poeta. La miramos de lejos, porque sólo teníamos dinero para cosas gratuitas. Era invierno en la playa y nos quedamos toda la tarde observando las olas del mar. Tengo pésima memoria para las palabras, no recuerdo bien de qué hablamos, aunque también puede ser que no nos hayamos dicho nada. Solo recuerdo gestos: usted fumando y dejando figuras en el aire, sus manos con un solo guante porque el otro lo había perdido en la arena. Para mí el pasado siempre serán imágenes, como revisar un álbum de fotos. Con el ocaso tuvimos que volver a Santiago, recuerdo muy bien esa caminata hasta el bus. Yo iba lento y, si de mí hubiese dependido, habría hecho ese camino eterno. No quería dejar esa tarde, tenía toda la conciencia de que pocas veces se repetirían momentos como ese… cuánto duele admitir que fuimos felices. Preferiría escribir cartas a otros nombres, pero el tuyo se repite cuando veo una página en blanco. No puedo seguir esperando en la biblioteca, inútil es vivir de poemas rotos. Solo dejaré esta hoja entre las páginas de Teillier, con la esperanza de que un día la leas y la encuentres. El resto serán versos que aún no hemos escrito. Atte. Javier Sepúlveda Jael Valdivia Latin 2° lugar

12

35171 INTERIOR.indd 12

26-07-16 13:46

ELENA Es tarde, bien sabes que únicamente esbozo líneas por la noche, en la oscuridad, hundido en el insomnio que desde tu partida parece haber calado más hondo. Debes ir rumbo a Bolivia, a ese altiplano sudamericano que comienza a despedirte, a alejarte paulatinamente de mí. Pero no son los kilómetros, no es la distancia, siempre has sido tú quien se pierde y se escabulle. Elena, Ele, mi dulce de leche, es así y lo acepto, hay que aprender a perder y en esa materia me estoy convirtiendo en un verdadero experto. En un par de semanas regresarás a casa, a las calles de Ermua cubiertas por los grandes montes de Euskadi que una tarde me enseñaste por fotografías, y no estarás, como hoy, y yo diré en voz alta: ¿Qué lugar se está haciendo tibio con tu presencia? ¡Ay, bonita! Y si me escucharas probablemente te reirías, ¿verdad? Dirías: “¡Joder, ya empezaste con la poesía, con la palabra precisa!”, y yo replicaría que no es la precisión, el ajuste perfecto, que simplemente son tus ojos pardos que me envuelven, que me hacen desvariar bastante imbuido por la cursilería, y entonces recuerdo tus labios, esos que únicamente fueron míos una noche, y la pena me crece, las palabras se alargan buscándote sin fin, condenadas a morir en el intento de nombrar lo inexistente, de hacer cantar un amor que únicamente ha vivido en mi cabeza. Pero no es amor, eso lo sabes con tanta firmeza como yo. Simplemente me enamoré de la ilusión de estar enamorado, de lanzarme a la aventura de quererte, sin reparos vivirte, pensarte, soñarte. Ele, cómo me acuerdo de ti sin tener motivos para hacerlo, y me resulta hilarante entender que seguramente podría haber sido otra chica, con otro cuerpo y otro nombre quien rompiera los esquemas solitarios de mi vida, que al caminar por las calles me hiciera descubrir esas afinidades que con un poco de paciencia todo el mundo encuentra y toma como prueba inexorable de la aparición del verdadero amor. Pero fuiste tú, y te adoro por eso, por estar ahí, sin final, sin regreso, porque como te dije un día, somos una historia de amor condenada al silencio. Ayer, mientras te extrañaba irremediablemente como hoy, encontré una frase de Emily Dickinson que no ha dejado de gravitar en mi cabeza: “This is my letter to the world, that never wrote to me”, y la habitación comenzó a diluirse, a caerse suavemente a pedazos, y yo permanecía ahí, permanezco aquí, en silencio, sin más que decir, solo que esta es mi carta de amor, la carta que nunca escribirás para mí. Un beso a la distancia (como siempre)... Marco Maureira Velásquez 3er lugar

13

35171 INTERIOR.indd 13

26-07-16 13:46

Temuco, 14 de febrero de 2009 Querido Andrés: Ya sabes lo meticulosa que soy, por eso envié esta carta al correo para que te sea entregada el día de San Valentín (feliz día de San Valentín). Sabes también, que el romanticismo no me caracteriza en lo absoluto, pero tengo una forma curiosa de mostrar mi amor hacia ti y eso, según tú, fue lo que te enamoró. Qué curioso que estés encerrado por un hurto que empezó como un juego, y qué irónico es que lo hayan hecho por el robo de una sandía y no por el del cajero automático o el asalto al camión de la otra vez (eso fue muy gracioso, aún tengo la bolsa de recuerdo), de seguro ya se comieron la evidencia, jaja. No sabes cuánto me hubiese gustado estar ahí contigo cuando diste aquel golpe, pero fuiste tan impulsivo que no meditaste bien el plan. Me necesitas. Yo lo sé. ¡Ah! Hablé con mi abogado y dijo que en un par de meses finalizaba tu condena, te la redujeron por buena conducta, así que ya no será necesario aplicar el plan C, es mejor esperar a que salgas. Mañana sale el vuelo a Kokomo, te estaré esperando allá con el dinero del cajero y del banco. Aprovecharé de abrir la cuenta corriente y comprar un departamento cerca de la playa. En fin, cuando te den la libertad hablaremos sobre Nelson, a veces siento que me mira con cara de “mátame”. Irá conmigo a Kokomo, fue designado a trabajar ahí tres meses, cuando llegues nos encargaremos de él, acá tengo un amigo que me tiene un regalo humilde, humilde pero suficiente. Así me podré ahorrar los gastos del funeral.

$ $

Procura romper esta carta cuando hayas terminado de leerla, no querrás que la gente se entere de nuestros planes ¿verdad? Feliz San Valentín, cariño mío.

Lucinda.

Daniela Méndez Aedo Mención honrosa

14

35171 INTERIOR.indd 14

26-07-16 13:46

MI PADRE EN EL UMBRAL Señor Moncada: Hace tres años nos conocimos en los pasillos de esta biblioteca. Usted apoyado en los libros de viajes, cómplices de bolsillo de sus largas temporadas lejos de mí, mientras tanto yo me refugiaba en la literatura francesa, esa que tanto erotizaba a la abuela Rebeca. Hace tres años, al verte en el umbral de la puerta principal, con tus cinco libros para devolución bajo el brazo, pude darme cuenta del peor error de mi vida: haber abandonado nuestra casa y tu amor. Pero el destino nos tenía con los ojos frente a frente. Dejé caer mi bolsa con cinco libros para préstamo, corrí hacia ti y entre sollozos te abracé y dije: “perdóname, papá. Te amo”. Me cogiste del brazo y recorrimos el tercer nivel buscando novelas clásicas al igual que hace tres años. Al igual que hace tres años hemos vuelto a encontrar nuestro propio lenguaje entre los polvorientos libros, nuestra única forma de comunicarnos… hasta hoy. Nos vemos mañana en el tercer nivel de Matucana 151. No faltes. Sin más, Tu hija que te ama.

Pamela Mo Mención honrosa

15

35171 INTERIOR.indd 15

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 16

26-07-16 13:46

2010

35171 INTERIOR.indd 17

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 18

26-07-16 13:46

Rancagua, 28 de Febrero, 2009 Busqué maneras de borrar mi nombre de esta carta, no había. No pude detener a mi mano incesante (no culparé al pobre lápiz) y terminé cayendo en lo que siempre odiaste: mi odiosa palabrería, como un río de balbuceo nervioso. De donde estoy, solo puedo decir que las estrellas se revuelven en el cielo (qué raro, porque no les he dicho nada de nosotros, de hecho puede que ni se acuerden), el viento me desordena el pelo, (me está provocando, lo sé), todo es azul y frío, todo confabula contra mí. Busqué maneras de borrar tu nombre del sobre, no había. Se aferraba al papel como yo me aferro a la esperanza de que esta carta no te llegue. Es que tengo vergüenza, es que tengo miedo y es que no hay nada más deprimente que estos asuntos del querer y del odiar. Estaba a punto de pasar a la vejez y poder decir con orgullo que nunca había odiado ni amado a nadie, como haciendo gala de mi autocontrol, de mi madurez. Entonces apareciste y me jodiste la onda. Disculpa las palabras, pero no hay de otra. He descubierto que soy vulnerable como un niño, triste como un anciano desnudo, pobre como un perro de la calle. Todo porque en vez de tomar la micro que me correspondía (la roja), tomé la otra (la verde; la roja no aparecía nunca), una que iba totalmente llena. Nadie me avisó que el único asiento vacío era al lado de quién me robaría la dignidad, y si lo hubieran hecho (me imagino al con -

ductor explicándomelo todo antes de entregarme el boleto y me da risa) me hubiera bajado corriendo, directo a encerrarme en alguna cabina telefónica o en algún baño público, temiendo que el amor me alcanzara. Si me hubieran avisado que me ofrecerías un trozo de chocolate, me encontrarías atractivo, que la micro se quedaría en pana en medio de la carretera. Por último, si me hubieran dicho que no te pagara el colectivo que compartimos, me hubiera salvado. Si me hubieran dicho que seríamos felices por un tiempo, que no llegaríamos a tener hijos, que viviríamos juntos, que me harías llorar. Si me hubieran enseñado a amar desde pequeño, como debiera ser. Me hubieran ahorrado tanta tristeza, me hubieran robado tanta alegría. Estoy seguro que por esto a veces la vida nos empuja a ser confidentes, a ser hermanos, a ser hijos. La vida nos obliga porque lo sabe todo. Claro, es cruel a veces, pero ¿quién no lo es? Ahora, mi mano se tranquiliza, la hoja descansa, el lápiz suspira y una jaqueca me aqueja. Es la vida, obligándome a terminar esta carta, así tan repentinamente, sin un porqué, tal y como la empecé. Busqué maneras de decir te odio, no había. Busqué maneras de decir te amo y sólo había una: adiós. Julio Sousa. Diego Soto García 1er lugar

19

35171 INTERIOR.indd 19

26-07-16 13:46

Amado mío: Te escribo esta carta con un lápiz a tinta que no he usado hace treinta y cinco años (para mi sorpresa, escribe como si el tiempo transcurrido hubiese sido un breve pestañear). No es que flaquee, mi hermoso Alberto, no es que la desesperanza anide en mi corazón, no, solo quiero dejarte estas palabras para cuando vuelvas, para cuando la pesadilla de tu desaparición acabe y llegues como si volvieras del trabajo, y me abraces Alberto de mi alma, y me abraces y beses con esa fuerza solo tuya. Beto amor, estoy ya vieja, un poco enferma, mis ojos que tanto te gustaban se me han vuelto un poco tristes. ¿Me querrás así? ¿Te gustará ver a tu mujer hecha una especie de sombra? Ya ni tengo ganas de mirarme al espejo, me da terror verme fragmentada en ese reflejo que no mentirá. Alberto, quiero decirte, por si vuelves y yo, por esas cosas, he dejado de transitar por esta vida entre comillas, quiero decirte que nunca dejé, un segundo de estos malditos días, nunca dejé de amarte. Es el amor que te tengo el que me levanta en las mañanas y me da la fuerza para continuar, para seguir buscándote, para seguir ansiando esa verdad que se me ha ocultado desde los tiempos del terror. Porque mi consuelo no es ver tu nombre tallado en un memorial, no es ver tu rostro en una pared vecina. No, mi lucha es volver a verte. Volver a verte. Hombre mío, yo sé que algún día nos encontraremos, quizás convertidos en fugaces pajarillos que cruzan raudos el cielo que se abre para nosotros. Quizás seremos colores de un arco iris que aparece después de una breve lluvia de abril. O juntitos de

la mano seremos el oleaje continuo de alguna hermosa playa. Yo sé que nos volveremos a ver, quizás convertidos tú en mariposa posándose en mí, yo una rosa color fucsia. Te imagino brisa sureña, Alberto, y yo el bosque entero acurrucándote en la tardes. ¿Sabes? desde hace años dejo la puerta de nuestra casa sin el pestillo. Tanta veces he soñado que llegas de noche, calladito, y te recuestas lentamente a mi lado, como queriendo no despertarme. Y yo abro mis ojos, esos que tanto te gustaban y te encuentro con esa sonrisa que llenaba mi alma, y te beso como te besé esa última vez, cuando ibas al trabajo, y te beso como esa última vez en que me quedé con mis labios tibios de ti y un extraño apretar en mi pecho. Yo sé, eso sí que lo sé, que esa no fue la última vez; porque nos volveremos a ver y el mundo transcurrirá para nosotros. Cielito, estoy vieja, un poco enferma, cada día me cuesta más ir a comprar al almacén. Cada día me cuesta más entrar a nuestra habitación y encontrar solo una fotografía tuya. Cada vez me cuesta más vivir con ese vacío que dejaste en esta casa, en este pecho, en esta vida. Alberto, no es que la desesperanza me haya hecho su presa; solo se me ocurrió agarrar el lápiz que olvidaste aquel día y escribirte, con esta tinta que soportó, como yo, vivir sin su dueño, escribirte que te amo, sí, que te sigo amando como hace treinta y cinco años. Te sigo amando. Rosa. Tu Rosa. Cristian Guajardo Leiva 2do lugar

20

35171 INTERIOR.indd 20

26-07-16 13:46

Recordado compañero: Las cosas han cambiado hace ya mucho tiempo. Las flores del jardín no son las mismas ni yo tampoco. En ti pienso amorosamente, revivo las horas compartidas anidadas en mi memoria: el momento en el que te conocí, el remesón que sentí al mirarte, los primeros inquietantes paseos, las despedidas suplicantes y esos minutos inciertos de no saber dónde encontrarte o si eras el hombre adecuado. Un día, supe mirarte. Vi en tus ojos al que sería el padre de mis hijos y con eso ya tuve bastante. Así entró tu tranquila nobleza en mi vida. Entonces el mundo me parecía más amable. Tu compañía dulcificaba mi mirada. Me propusiste que juntos llegáramos a los años tardíos. Y yo, bromista, aparté la mirada, porque quería oírte de nuevo pedirme que nos casáramos cuanto antes. Los años fueron poco a poco dando brincos, juntos hilamos la vida, formamos el hogar que habíamos dibujado en sueños y agregamos las voces de dos hermosas niñas. Y la plenitud hizo reino. Ahora el silencio dibuja tu nombre. Te siento cerca. Nunca te has ido de aquí. Mis ojos en aletargados vagabundeos se posan sobre los objetos que adquirimos. Nuestra historia se detuvo en ellos, y desde ahí, cada día, tú velas por mí. Cuarenta años se dispersan sobre esta página en blanco. Casi no necesito escribir. En caravana llegan las risas, los sonidos traviesos, preparativos de viajes, enojos ligeros… Nunca tu imagen se ha alejado. Alto y apuesto, con un dejo de niño, solías sonreír. Ahora yo he envejecido más que tú. El tiempo, un tanto arisco, a veces me

ha mecido más fuerte. Entonces me he sostenido de tus sabias palabras. “Tú sabes, tú puedes”, solías decirme. De ellas me prendo como de una letanía para seguir adelante. Complacida, te imagino mirándome, aprobando mi gesto calladamente. “El amor, cuando es inmenso, vence al tiempo y no corta espacios”, quizás dirías en voz baja. ¡Casi no necesito verte! Porque te siento aquí aunque estés en un allá muy lejano. Vives en mis pensamientos, en mis decisiones y en los ojos de nuestras hijas y nietos, en los que te veo. ¿Cómo no añorar al hombre, marido y padre, cuando ha sabido ser grande con tan poco? El amor se desprende a gajos: cae cuando es violento e insolente y se saborea si es sano como el nuestro. Ahora su remembranza me sirve de estandarte. Puedo llevarlo a cuestas a todas partes. Contigo aprendí a vivir y tu enseñanza es mi soporte hoy que el camino se ha hecho más arduo. Me dejaste el legado de tu valentía. Cómo olvidar el modo en el que luchaste contra esa enfermedad hasta el último instante. Hombres como tú ponen su nombre en mayúsculas y jamás parten. Espero verte pronto. Yo seguiré por aquí algún tiempo más, recordando… Tu mujer.

Elena Cereceda Moreno 3er lugar

21

35171 INTERIOR.indd 21

26-07-16 13:46

VOLVER A VIVIR Vida: No recuerdo en qué momento cambié los lápices de colores por el tinta gel, tampoco recuerdo por qué dejé de usar ropa colorinche y cintas en el cabello, ni recuerdo en qué momento dejó de hablar mi muñeca pelona, ni por qué dejé de limpiar la nariz del gato de mi abuela. ¿Por qué cambié la leche por el café? ¿Por qué evito mojarme bajo la lluvia, si antes me gustaba recibir sus besos fríos en mi cara? ¿Por qué ya no corro tras las mariposas, ni me columpio hasta tocar con los pies las nubes? ¿Por qué ya no espero a mi mamá en la esquina bailando tap y no me visto con la bata de mi tía Inés para bailar el Cascanueces? ¿En qué momento la laguna de la Quinta Normal dejó de ser un océano y pasó a ser una laguna artificial? ¿Por qué ya no ando en patines, por qué nunca más he vuelto a ver aquel ángel a los pies de mi cama? Los pleitos y diferencias duraban un recreo, ahora pueden ser años. Los globos eran mágicos, podía dejar de llorar con uno. Sacarle las semillas a las flores no era una pérdida de tiempo, mucho menos mirar si al porotito del vaso con algodón le había salido su bracito verde. ¿Por qué ya no busco chanchitos de tierra bajo las piedras? ¿Cuándo se acabaron los pasteles de barro y las canciones que acortan los trayectos de bus? El entusiasmo era permanente, igual que las costras de las rodillas y la tierra en los puños. ¿En qué momento? No lo recuerdo, seguramente tú sí, en cada cosa, en cada segundo estás presente, lo sé. Lo realmente grave, lo terriblemente grave fue lo que saqué de mi vida yo misma y consciente. Perdóname, desde el fondo de mi alma te lo pido. Escondí los colores en el cajón de la amargura, tomé tantos bolsos pesados, llenos de prejuicios, miedos, resentimientos, que mis brazos se cansaron, guardé en mi saco tantas papas podridas, lo siento tanto, tanto. Te he cortado el teléfono tantas veces y más son las veces que no he querido contestar. Tiré mis tesoros a la basura y aquel anillo que me regalaste… lo guardé, no sé dónde lo puse. Traté de ser otra persona poniéndome ropas que no eran mías, he sentido frío, he tenido hambre y sé que ha sido mi culpa. Te extraño a ti y todas tus locuras, tus maravillosas locuras, tus flores, tus ríos, tus diseños, tu fragancia, tu amor. Te he buscado, te he seguido varias veces, pero no me atreví a acercarme, he visto tus ojos a la distancia, sé que me mirabas, aunque no lo merecía.

22

35171 INTERIOR.indd 22

26-07-16 13:46

Anhelo tus brazos, tus danzas, tus canciones, tu pan. Perdón, amor mío, perdón, vida mía, no soy sin ti. Eres todo: la luz del sol, los colores del arco iris, la risa del río, las vitaminas de la naranja, el perfume de las flores, la magia de los delfines, el do re mi de las aves, el aliento de noviembre. Te necesito, necesito a mi loco, el inventor del amor, el que me despertó en un soplo y me enseñó a amar. Vuélveme a ti, reclámame y llévame contigo, envuélveme en tu fuego, regrésame la vida, las lámparas y los colores, porque ahora sé que lejos de ti no hay nada, porque ahora sé que te amo y te volveré a amar.

Susana Pineda Salazar Mención honrosa

23

35171 INTERIOR.indd 23

26-07-16 13:46

VENTANA SECRETA

Mi mamá dice que cuando uno se enamora se pone tonto, inerte, bota las cosas, se le olvidan otras, uno se transforma en un bueno para nada, jajaja. Si fuera por eso yo nací enamorado, pero enamorado de ti. Te escribo porque estoy preocupado, ya son las 9 de la mañana y aún no sales por la puerta, anoche tampoco te vi llegar, eres tan estudiosa… quizás te quedaste preparando algún examen y si es así, sé que te va a ir bien porque aunque no lo creas, sé muchas cosas de ti. A veces pongo mi oído en la pared de la escalera que va al segundo piso y escucho como te felicitan tus padres, y es que en las casas pareadas eso pasa, se escucha todo. Ya son las 9 y cuarto y todavía no sales, es raro porque siempre eres responsable. Recuerdo hace años la primera vez que te vi, eras pequeña, pero no se notaba, por años tu casa estuvo desocupada, hasta que llegaste con tus padres. Llevabas puesto un vestidito rosado como de muñeca y tus ojos decían mucho más de lo que tus largas pestañas trataban de esconder. Esa fue la primera vez que me escondí tras la ventana, oculto en la cortina, me dio como algo en el corazón, como eso que te da cuando tu mamá te prepara la comida que más te gusta, una alegría de abrazar a todo el mundo y de correr por toda la villa gritando, yo lo hubiera hecho, pero en mi silla de ruedas. Todos los días me pongo en este rinconcito del ventanal, me envuelvo entero con la cortina para que no me veas. Mi mamá dijo una vez que son de esos visillos invisibles que no se ve nada para adentro, pero sospecho que tienes poderes mágicos o mirada biónica, porque a veces, cuando sales, miras hacia donde estoy y lanzas una risita disimulada. Eres tan especial. Ya son las 9 y media y no sabes cuánto quiero ver tu rostro ovalado, tus ojos de estrellas y labios de mariposa, enmarcados por un pelo como de algodón de azúcar. Deseo tanto ser un fantasma para entrar en tu habitación y verte dormir y no solo escuchar tus ronquidos… si solo supieras cuánto te conozco quizás sabrías que existo y que en silencio te amo detrás de una cortina invisible. Se me cansaron los ojos de tanto mirar, me pesan los lentes, pero mi mamá me ha dicho que me los va a cambiar por unos más modernos y que me veré más lindo, mis hermanos se ríen y dicen que soy idiota y un parásito, pero yo ya no les porfío. Para que sepas soy más estudioso que ellos porque en el colegio siempre estudié más, repetía para profundizar los cursos, decía mi mamá, así saldría mejor preparado. Además en el colegio especial eran súper estrictos, todos los días nos teníamos que formar y rezar de memoria, los tíos no nos dejaban ir al baño, por eso mi amigo el Matías se hacía pipi cuando íbamos en “hágase tu voluntad…” y el chorrito se escurría por entremedio del pantalón y llegaba al suelo hasta el mástil donde flameaba la bandera.

24

35171 INTERIOR.indd 24

26-07-16 13:46

Pero eso a ti no te interesaría, tú eres mujer de mundo, te casarás con un gran hombre que tenga todas sus partes del cuerpo buenas, y eso quiero, que seas feliz, la mujer más feliz del mundo. Yo daría todo por ti, hasta mi perro longaniza que lo quiero tanto y se pone al ladito mío moviendo su cola, me mira y se da vueltas, salta como conejo, a veces se me tira encima y no puedo sacarlo, así sería yo contigo, con mis ojos acariciaría tu rostro y menguaría todo esto que siento y que me va a explotar algún día. Cuando eso pase ojalá te quedes con algún pedacito de mi recuerdo y lo pongas al ladito de todos tus premios, pucha que sería feliz ¡Creo que me mirarías todos los días! Que mala suerte, ya son las 10 de la mañana y no te vi, en realidad nunca te veo, nunca te he visto pero sé que en algún lugar existes, mala suerte, pues nunca leerás esta carta, porque si solo pudiera mover alguna parte de mi cuerpo no estaría aquí tumbado mirando la pared, verdadera compañera de mis días. Pero quiero que sepas que estés donde estés, seas quién seas, te estoy esperando con mi amor inmenso y que no importa que esté postrado porque tengo funcionando el órgano más importante del ser humano: el corazón. Ralfa Nalú

Ana Gutiérrez López Mención honrosa

25

35171 INTERIOR.indd 25

26-07-16 13:46

Querido Amor: Me animo a escribir estas líneas porque temo que un día, muy pronto, no te veré más. Me arrepentiré de no haberte dicho cuánto en verdad te amo y tengo la esperanza de que esta carta te devuelva a mi vida. Recuerdo ese día cuando llegaste a mi trabajo, te acercaste sin vacilar, me elegiste y hablaste en forma amable y serena. Nuestras manos se rozaron e intercambiamos afecto. Al principio, tu mirada, mi sonrisa. Nuestras manos a diario expresaban nuestro amor que crecía y alimentaste mis sueños de un futuro juntos. Cuando llegabas a verme y no te prestaba atención, te acercabas a otra, solo para recordarme lo importante que era para ti. Pero tus ascensos, tus trajes nuevos, tu perfume de marca, comenzaron a alejarte. Venías a mí cada vez con menos frecuencia, cada encuentro era valioso, pero lejano e indiferente. Y ahora tienes tarjeta, te crees importante, pero todos la tienen. Tu mirada es altiva y seria, ya no me tocas. Escuché una y mil veces que todo era para mejor, pero desaparecías por largo tiempo y solo venías a mí para llenar tu ego. Ahora voy al trabajo sin ganas, la incertidumbre de no volver a verte me enloquece. Me ilusiono con el recuerdo de tu primer trabajo, de tu boleto diario, tú y yo juntos. Maldigo el día que comenzaste a comprar boletos para varios viajes, aborrezco el día que compraste tu tarjeta Bip, siento que moriré el día que te compres auto y te lleve lejos de mí para siempre. Espero poder entregarte esta carta con tu próximo vuelto, espero ya no sea tarde y se quede conmigo para siempre, espero vuelvas a mí. Mi amor, soy yo, Paula, tu cajera del Metro, estación Santiago.

Macarena Ferrer Mención honrosa

26

35171 INTERIOR.indd 26

26-07-16 13:46

2011

35171 INTERIOR.indd 27

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 28

26-07-16 13:46

Mi Lucy: Porque soi mía, y así vai a ser siempre. Antes de conocerte yo andaba de lao en lao, me ponía la ropa descosía, así no máh, como cayera. Me acuerdo del día en que te vi en el Persa. Estabai eligiendo unos gorros pa niño. Te veíai gordita, sanita y me gustatei enseguía. Yo iba caminando rápido, pienso que me viste, porque me di cuenta que te brillaron loh cacheteh rojoh de tu cara, pero no había tiempo pa máh… Llegó el verano y un día me fui a comprar un pantalón al Persa. Justo en la entrá, estabai tú vendiendo cuchuflí. Casi se me secó el pescuezo cuando te vi. Y se me voló de lo sesoh a lo que iba. Me acerqué y te pregunté si erai tú quién hacía loh cuchuflí, y tú toa cocoroca me respondiste que eran ricos porque tú teníai lah mejoreh manoh. ¡Uf!, se me subió de repente la sangre a la caeza y te invité a tomar un mote con güesillos, ahí en el puestito de la verea. Te dije: “así acompañamo lo cuchuflí y pasamo un poco el calor”. Desde ese momento empezamoh una relación muy güeña. Te fuiste entusiasmando con la cocina y seguiste un curso. Yo te ía a buscar en la bicicleta cuando salíai de clase. Un día te propuse que vivieramoh juntoh. Seríamoh un montón: tú con tu hija y doh cabroh chicoh máh; y yo tenía a mis huachoh en casa. Doh, porque mi mujer me había abandonao cuando ellos ni sabían hablar. Pero yo te dije que donde comen doh, pueen comer máh; que se ponía máh agua en la olla y listo. Andábamoh alegre acomodando, haciendo lugar pa que too estuviéramoh mejor. Agregamoh colchoneh y noh hicimoh nuestro niíto de amor. Así es la vía, mi negrita. Yo estaba enamorao de ti hasta lo hueso. En pocoh meseh, hicimoh un hijo, nació el Maiquel. Yo trabajaa contento haciendo pituto, y me juntaba unah cuantah moneas. Te pasaba casi tó pa que no faltara la comiíta, ni el

pan a loh niñoh, ademáh de pañaleh y tó ese lío. Nos pusimo a criar conejo en el patio de la casa, pa tener pa la olla y en el poquito lugar de tierra sembramoh zapallo. Yo te ayudaba. Tú cocinabai pa un casino. Erai aperrada pal trabajo. No arrugabai con ná. En ese tiempo fuimos teniendo ayuda, una patroncita me regaló una cocina usá que estaba bien güeña. Yo llegaba contento a darte una mano con loh cabroh. Claro que mis reglah eran claritah: “aquí no se aceptan flojoh”. Y por ahí empezó el problema con tu hija mayor, harto rebelde la shiquilla, no quería hacer ná de ná, solo flojear y farrear o estar tirá en la cama. Así llegaron la discusioneh. Y tú no me dabai la razón. No veíai que tu hija iba por mal camino y al final apareció preñá. Fuiste cambiando tanto que ya ni sabía quién erai. Un día que volvía de haberme sacao la mugre pintando una casa, entro y me encuentro con que no había ni un solo mueble. Ni tú tampoco, ni los cabros se oían… casi me fui de traste. No comprendía ná. Fui a dar cuenta a los paco. Ellos me miraban con cara de pena. Dispué la pena pasó a rabia y ya no erai mi negra linda. Pasastei a ser la yegua que me abandonó. Te llevaste a mi hijo, fui al Juzgao a dar cuenta. Todavía espero que lah leyeh me ayúen. Aunque no sé en qué, porque soy anarfabeto, porque quiero a mi hijo conmigo, pero a ti también, Lucy, mi huasita. Lo dejo hasta aquí no má, pa qué seguir con este sueño leso si mañana temprano hay persa, voy a vender unoh cashureoh tuyo que se te quedaron, a ver si me dan una luca… El Ramiro. Elena Cereceda Moreno 1er lugar

29

35171 INTERIOR.indd 29

26-07-16 13:46

EL ROBO (Carta de Manuela a Clemente, que acaba de ser colocada discretamente por ella en el bolsillo de él). No, no te voy a decir “Querido Clemente” y menos “Estimado”. No me voy a dar vueltas. Me conoces lo suficiente para saber que prefiero una vez colorado a cien veces amarillo. ¿Recuerdas la bufanda color verde musgo, de suave tejido de alpaca, que te había costado una pequeña fortuna y que lamentaste tanto haber perdido? Bueno, la tengo yo. No, no te la robé. O bueno sí, tal vez. Al principio sin querer y después queriendo. Pero es que la dejaste caer detrás del sillón aquella tarde que venías tan molesto y luego tú y yo la olvidamos, enredados como estábamos en renacernos a pura boca y limpiarnos de tanta ausencia acumulada. La encontré a la mañana siguiente mientras pasaba la aspiradora. La tenía aún en mi mano y la acariciaba como a un gatito cuando me llamaste. No, no la he visto, te dije en un disparo. Del otro lado de la línea suspiraste y echaste alguna maldición a quien te la había robado sin que te dieras cuenta. Te juro –y espero que me creas– que no había planeado robártela, pero una vez que la tuve en mi mano, no fui capaz de devolvértela. No pude. La acerqué a mi rostro con temor y esperanza. Y ahí estaba tu olor acurrucado entre las hebras. Como si se hubiera quedado dormido mientras me esperaba y claro, al contacto de mi nariz despertó, poniéndome la piel de gallina y apretándome el pecho. Entonces me di cuenta de lo que nunca debería haber pasado: me habías robado el corazón. Sí, ya sé, me dirás que las putas no se enamoran. Qué duro suena que me llames así, aunque más me duele que pienses que no soy capaz de enamorarme, pero te doy la razón, así que desaparezco. No pierdas el tiempo tratando de localizarme. Para cuando me leas, yo ya estaré bastante lejos. Dudo que me eches de menos. Hay miles de mujeres más jóvenes y lindas que yo. Es cierto que taconeo como si el mundo fuera mío, pero sé que es sólo por un rato pues me miro en el espejo bien seguido y sin piedad. Tampoco creo que añores a la portera, esa que te decía con ojos fieros y sonrisa burlona: “pase joven, su novia lo espera”. ¡Qué vieja más repugnante! ¿Puedes creer que tenemos la misma edad? Yo casi me desmayé cuando lo supe y saberlo me confirmó lo que siempre he creído: es la amargura, la que envejece a la gente. Claro, extrañarás tu bufanda tan cara. Te parecerá una injusticia. Pero luego te alegrarás – y te ayudo a hacerlo – porque tomarás conciencia de que con un mínimo esfuerzo puedes comprarte otra. Si te sirve de consuelo o de venganza, has de saber que yo me voy para siempre mutilada. Nathalie Moreno Arqueros 2do lugar

30

35171 INTERIOR.indd 30

26-07-16 13:46

UNA MUCHACHA CONFUNDIDA Mi querida abuelita: Tal vez te parezca raro que esté acá, sentada bajo tu tumba en este caluroso día de febrero, mientras el resto del mundo celebra en pareja el día dedicado al amor. Pero así me siento más cerca de ti y si estoy aquí es porque necesito desesperadamente que alguien me escuche sin juzgarme antes de tiempo. Alguien que me conozca de verdad, y esa persona siempre has sido tú. ¿Recuerdas la última vez que me enamoré de un chico? Me ayudaste a que coincidiéramos en muchos lugares y diversas actividades de forma casual. Y aún enferma, tuviste tiempo y fortaleza de aguantar mis penas y refugiarme en tus brazos en el momento de la decepción. Te juré que no permitiría que nadie me lastimara y que no caería en los encantos de cualquier hombre. Pues algo pasó. Alguien ha llegado a mi vida. Es tan típico y a la vez tan difícil de explicar. Comenzó un mes luego de tu entierro. Su nombre es J., lo conocí en la universidad y todo se dio de forma tan rápida: los encuentros casuales, las caminatas hasta el paradero y las conversaciones. Es un hombre muy divertido, me hace reír, algo que pocos logran. También es muy inteligente y bien parecido. No te sorprenderá que ya exista una cierta intimidad entre los dos. El único problema es que… es diez años mayor. La edad no es el mayor problema. Es la experiencia. Sin duda J. es un hombre que ha vivido y en cambio yo, soy una ingenua en ciertas cosas. Por eso no hay nada en concreto además de unos cuantos encuentros. No me atrevo a ilusionarme abuelita, a sentir más de lo que siento. ¿Y si él no espera nada más? ¿es posible que se fije en alguien como yo? Pero eso no es lo peor. Hemos hecho planes para este día, comenzando con un café a la una y ya son las dos y media. Lo imagino allí, esperándome en vano. A lo mejor ya debe odiarme. No lo sé. ¿Hice bien en no ir o fui una tonta? Tengo miedo de arriesgar mi corazón y que vuelva a sufrir por alguien que tal vez no sienta lo mismo, que solo me vea como algo pasajero hasta que encuentre a alguien más. Sé que te fuiste hace poco, pero la verdad es que te necesito y quisiera oír tu voz con una respuesta alentadora. Te quiero, abuelita. Se despide de ti, con mucho cariño y muchos abrazos, la más afectuosa de tus nietas. Jade

Natalia Belmar Concha Mención honrosa

31

35171 INTERIOR.indd 31

26-07-16 13:46

MANIFIESTO (A un costado de mi cuarto, justo en medio de mi cama. 02.30 de la madrugada de un sábado cualquiera, en cualquier mes del año). Las palabras han venido a mí, corriendo a tontas y a locas, desordenadas, súbitas y absurdas, entonces, no queda otro remedio y le escribo este manifiesto: ¡Sí, absolutamente, sí, rebeldemente, sí! En estos tiempos de seres plásticos, de afectos desechables, de amores a plazos, de seguridades personales, de sexo en cómodas cuotas semanales. En estos días de camas de agua, moteles elegantes y muñecas inflables. Justo ahora, en pleno siglo XXI, yo, mujer con sexo, con alma, con inteligencia, con absoluta libertad de pensar, decir y hacer lo que se me plazca, declaro a voz en cuello: ¡QUIERO UN HOMBRE! Tal cual como leen y escuchan aquellos que se precian de no necesitar a nadie, de no esperar nada que no sea lo inmediato… Ellos, avanzados intelectuales, propagandistas del placer instantáneo, vendido en los impresionantes supermercados del amor en que se han convertidos los sentimientos hoy en día. “¡Aprovechen esta magnífica oferta, esta gran liquidación: por un par de buenas tetas, consiga un profesional con auto último modelo a la puerta!”. Y aquí estoy yo, pidiéndole al destino un hombre. ¡Tamaña idiotez!... pero no se equivoquen, consumidores del amor express. Cuando ustedes y yo hablamos de un hombre, hablamos de cosas distintas e irreconciliables. Yo, plenamente consciente de mi “ser mujer”, libre y autónoma, reivindico mi derecho de querer un HOMBRE: Capaz de hacerme gritar de placer, a cualquier hora del día y en cualquier parte, sin que importe lo que es correcto o lo que no. Pero también capaz de sorprenderme, cada mañana cuando mire a un costado y pueda verlo en la magnífica simpleza del ser humano que habita en él. Que use su boca para recorrerme con deseo infinito, pero también para contarme, con sencillez, sus anhelos y esperanzas. Que orade, hasta el fondo, mis entrañas y que penetre mi alma con la delicadeza de quien le importa lo que me pasa. Que eleve su voz para decirme que me quiere, pero también para gritar conmigo lo que no está bien y no se puede justificar.

32

35171 INTERIOR.indd 32

26-07-16 13:46

Que con sus manos, conozca hasta el último confín de mis lugares y con ellas me empuje a salir de mi casa, para vivir el día a día. Tan fuerte que no necesite demostrarlo a cada instante y tan débil que no le importe apoyarse en mí. Que me haga sentir que soy suya, pero nunca me trate como si fuera de su propiedad. Que no necesite de mí para vivir, pero me quiera a su lado para sentir. Que nunca se olvide que es libre, pero que me invite a compartir su independencia. Que no siempre esté a mi lado, pero que me lleve con él a donde vaya. Que no me dedique todo el tiempo del mundo, pero que cuando estemos juntos, sintamos que vale la pena estar juntos. Que mire mis ojos con ternura y, también con la decisión necesaria para decirme lo que piensa cuando yo no quiero entender. Un hombre con tanta valentía que se atreva, conmigo de la mano, a emprender la más alucinante y riesgosa de las aventuras: el desafío de amar. ¡Sí, amigos y enemigos míos! Quiero un hombre, pero no cualquiera, pero no cualquiera. Un hombre… para comerlo… para beberlo… para sentirlo… para pensarlo… en fin, para vivirlo con toda la pasión y todo el amor que quiero aprender a conocer a su lado. Y te estoy escribiendo para saber si tú, por si acaso, digo yo, conocieras algún candidato. Se despide, muy atentamente, yo, la loca de siempre. Rosario Rúiz.

Ingrid Córdova Bustos 3er lugar

33 35171 INTERIOR.indd 33

26-07-16 13:46

Santiago de Chile. Febrero, 2011 Pedro: Te escribo desde la plaza Pedro de Valdivia. Aquí nos sentamos una vez a mirar a la gente pintar cuerpos. Esa vez yo pisé caca, me dio más vergüenza. Tú dijiste “hay mal olor aquí”, yo me quedé callada y alejaba mi pie de tu nariz. Como imaginarás la plaza sigue igual. La gente se sienta a darse besos como enfermos. Y yo… bueno, aquí. ¿Cómo está Berlín? ¿Mucho frío? Te echo de menos… Vuelve, te prometo que te voy a hacer feliz, vamos a comer queque de plátano, vamos a bailar juntos y vamos a rayar las paredes si quieres. Pedro, en serio, es demasiado lo que te necesito, ya no tengo para quién verme bonita. En la noche me acuerdo de ti, en la mañana también, a la hora del taco, en la micro, cuando estoy sola, cuando estoy con gente, ¡estás en todas partes! ¿Te acuerdas de la polera que me regalaste? Esa que te quedaba chica. Bueno, se la puse a mi almohada y hago como si durmiera contigo. Me compré tu colonia, se la puse a la alfombra, me acuesto arriba de ella, cierro los ojos y es como estar contigo. En la calle te busco, pero como dicen Calle 13 y Café Tacuba “No hay nadie como tú, no hay nadie como tú, mi amor”. Ya no estás y nada es sin ti. Solo por ti valía la pena madrugar, elegir los sostenes más lindos, esos que a ti te gustaban; salir por Santiago sin rumbo fijo y sufrir cuando me obligabas a subir a los teleféricos; reír cuando nos escapábamos del guanaco en Plaza Italia; aburrirme en tus partidos de fútbol de día domingo, aguantarme tu aburrimiento cuando veíamos mis películas, y aguantarte tú el mío cuando veíamos las tuyas; meternos en la ducha fría en verano, y en la tina hirviendo en invierno; soportar nuestras espinillas porque era rico comer chocolate y superar la timidez para que tu familia me conociera; sentirnos tan excesivamente bien que no era necesario salir de la cama cuando llovía; escuchar la música tan fuerte que los vecinos alegaban, pero no nos importaba, porque nosotros éramos de otro planeta y aquí solo jugábamos a ser humanos, como unos Playmobiles en el mundo de “Nunca jamás”. Echo de menos que me mires y sonrías, echo de menos que me toques el pelo y me digas que lo tengo limpiecito. Echo de menos que me digas que soy increíblemente pulenta.

34 35171 INTERIOR.indd 34

26-07-16 13:46

Me acuerdo de las 11 postales que te he mandado desde que te fuiste. Una por mes. Estamos a 13 de febrero y aún no me respondes la primera. Ayer te llamé por teléfono, ¿cambiaste el celular? Yo tengo el que termina en 881 ¿Es ese? ¿Recibes mensajes de voz? Revisa tu casilla. Y tu mail también, el facebook, el inbox, el blog, el twitter, tu contestadora, tu buzón. Si quieres me puedes responder. Te quiero, Pedro. Te quiero hasta las costillas y más. Vuelve a Chile y dame un beso, yo te estaré esperando. Siempre, porque decidí amarte, y eso, bueno, es una decisión de vida. Ich liebe sie (Te amo). Gut auf wiedersshen (Adiós). Violeta.

María Soledad Escobar Lobos Mención honrosa

35

35171 INTERIOR.indd 35

26-07-16 13:46

FURTIVO Tú, No sabes quién soy. Hoy te escribo esta carta porque es mi mejor representante. Furtivo, bajo tu puerta me arrastro hasta tus manos para que me deshagas en miradas, me construyas en tu mente y me guardes ahí. Fui el que tuvo el capitalismo de pedirte el teléfono y quedarse escuchando sin decir nada, capitalismo digo por la maniobra de privatizar tu respiro en mi oído, aunque sea un rato. Fui el que no contestaba tus preguntas cuando en MSN me urgías una identidad, fui la posibilidad infinita en tu pantalla, la aventura escrita por descubrir ¿Quién se atrevería a contarte el final de una historia tan interesante? Por eso no te digo mi nombre. Por eso seguiré viéndote cruzar las plazas, vendiéndote un chicle en el quiosco, sentándome a tu lado en el bus y apretando antes que tú el botón del ascensor.

? ¿

Me equivoco, tú sí me conoces pero no sabes mi nombre. Hoy te escribo para que me construyas y bautices como quieras, me da lo mismo, siempre que eso signifique apartar para mí el espacio que queda por llenarse en ti. NN

Carlos Valenzuela Orellana Mención honrosa

36

35171 INTERIOR.indd 36

26-07-16 13:46

2012

35171 INTERIOR.indd 37

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 38

26-07-16 13:46

Amada, Quizá esta carta nunca llegue a ti. Aun cuando encontrase la manera de enviarla, dudo que lo hiciera, no quiero causarte más dolores. De todos modos la escribo porque al hacerlo te tengo a mi lado. Escribo a escondidas en mi celda, gastando la pizca de vela que me queda, usando el poco de papel, tan difícil de conseguir. Ya es diciembre y sé que no faltará el árbol de navidad en nuestra casa, ni un pequeño regalo para los niños (también sé que una lágrima te mostrará distorsionadas las luces de colores). He tallado unos animalitos para ellos; para ti, una paloma, burilada en una moneda, que anidará en tu cuello terso, fragante, tibio, que tanto y tanto añoro. También he hecho unas tarjetas, con un mensaje sencillo, para que puedan pasar la censura, Hoy me llevaron de nuevo al cuarto y aguanté bien. Mientras me golpeaban, evoqué la flor de tus senos y guardé silencio. Me amenazaron, me insultaron y en mis oídos puse el recuerdo de tu voz recitándome el poema que tú y yo conocemos. Una hora, un día, un siglo estuvieron sobre mis costillas y fuiste mi escudo. No sé cuánto va durar esto, no sé si alguna vez volveré a estar tendido al lado tuyo, desnudos, fumándonos el cigarrillo de la pasión aplacada. Mientras tanto, me invento tu piel en mis llagas, busco tus ojos en la puntada de mi vientre estragado, en mi cabeza rota. Se escuchan rumores numerosos y contradictorios: que suspenderán las visitas a fin de año, que hay orden de vaciar los recintos y liberar a varios, que nos mandarán al extranjero. Hablan de juicios, sumarios y penas de muerte. Tengo la esperanza de volver a tu lado, pintar la casa, reparar la vieja mecedora, darte todo el amor que no te he dado y hacerte todo el amor que no te he hecho. Me contabas en tu anterior carta que nuestro viejo Cholo está enfermo. Si llega a morir, entiérralo junto al manzano: todavía, él y yo tenemos cosas que conversar. Ahora debo dejarte, la vela amenaza apagarse. Por ti, mi corazón sigue ardiendo. TRILE

Manuel Paredes Parod 1er Lugar

39

35171 INTERIOR.indd 39

26-07-16 13:46

Hola mujer: Yo no sé hablar tanto de amor y esas cosas, si te escribo esta carta es porque el Padre chico me dice que baja mañana así que aprovecho de escribirte. Desde que estás en el hospital que estoy triste. Sé que no estás mal en la ciudad, nuestros hijos y nietos te van a ver todos los días, te llevan regalos y están muy preocupados. Me dan ganas de vender todos los animales y bajar para quedarme contigo. Estás más delgada, quiero que comas una buena carne de alpaco con papas y no esas tonteras que dan en el hospital y la ciudad. Nunca me gustó la ciudad, allá hay gente mala y nuestros compadres se enferman pronto, como el compadre Tarque, que se murió de un día pa otro ¿no? Ahora el doctor dice que tienes cáncer, yo digo qué es eso, que acá nunca se ha oído de esas cosas, acá la gente es fuerte, no como en la ciudad. Debe estar equivocado el doctor, pero no te quieren soltar. Acá no hay luz ni agua potable pero vivimos tranquilos y no nos falta nada. Tenemos los animales, agua del río y cuando queremos ruido vamos al pueblo y compramos mercaderías o pones la radio y todos contentos, así es la vida acá. No me dan ganas de poner la radio ahora. Los hijos hace rato que no quieren venir porque dicen que no hay nada, ni para vacaciones vienen, ni al carnaval, no hay tele y los niños se aburren, que el frío y que la lluvia y que el viento. Y yo digo que se olvidan como crecieron ellos, con los animalitos jugando, y cómo corrían por los cerros los condenados, jugaban pelota como cuando se las traje de Bolivia ¿Recuerdas? También vivía más gente eso sí, pero todos bajaron y se están muriendo de a poco en la ciudad. Ahora solo estamos nosotros, así y todo estamos contentos. Pero ahora estoy yo solo, acá esperándote. A veces quiero llorar pero me aguanto mujer, eso no es de hombres, así crié yo a los hijos no más. Quiero llorar y no me sale, yo creo que estoy seco por dentro. Estoy hablando con Froylán, el hijo mayor de Huayllas ¿Lo recuerdas? Le quiero vender todos los animales, él dice que compra. No me importa mucho la plata quiero quedarme contigo donde tú estés, así tiene que ser. Hasta las tierras quiero vender. Total acá no viene nadie y sé que a los hijos no les gusta. Se las quería dejar pa cuando muramos, pero pa qué, si no les gusta… solo al Rorrito le gusta venir y me pregunta de todo, a él le tira la tierra, ese es como yo.

40

35171 INTERIOR.indd 40

26-07-16 13:46

Hablé con el Padre Simón pa preguntarle cómo compro una casa allá. Me dice que tiene que ser con subsidio. No entiendo mucho, que el papel este y no sé qué más, pero una casa voy a comprar, o postular como dice el padre, porque no quiero molestar, no importa lo que digan los hijos. Tú eres igual. Sé que no te gusta molestar aunque sean los hijos, por eso en el hospital estás bien. Pero ya saldrás, acá te espero para que comamos una buena carne con choclo que cambié con los putreños y las humitas que sé que te gustan. De Putre te manda saludos tu comadre Jesusa, dice que te recuperes y te irá a ver a fin de mes. El Padre chico dice que te entregará esta carta en tus manos y si no puedes leer que él te la lea, es muy bueno el Padre chico. Le he regalado una pierna de alpaco. Yo estoy esperando al vecino Jirón no más pa encargarle los animales. Ya parió la Chanita, tu alpaca regalona. Ta bien la cría. Me llaman por teléfono las hijas bien seguido para contarme de ti, a veces no se escucha bien. Y a veces llama una señorita de la capital, que vende minutos no sé de qué cosa, al final le corto no más. Pura plata quieren esos, yo le digo que venga a hablar en persona mejor porque no le entiendo y me corta. Quién los entiende. Mujer te pido aguantes en el hospital, yo bajo y te llevo la carne te la comes escondida no importa. Te echo de menos. Eustaquio.

José Maldonado Segovia 2do Lugar

41

35171 INTERIOR.indd 41

26-07-16 13:46

Estimado colega, Le escribo sentada al borde del pasto de la Plaza de la Constitución, mi desesperación por no poder concretar mi amor por usted me ha llevado a desafiar a las fuerzas de orden y plantarme aquí mismo a plasmar en este modesto block de papel verde los sentimientos que me esclavizan. Desde que llegaste al servicio mi vida se iluminó, las reuniones cobraron otro sentido, comencé a arreglarme para ti, a considerar qué podrías pensar de mis propuestas, a enamorarme. Las secas páginas de nuestras comunicaciones vía memo me han parecido dulces esquelas, tu mirada de caballero andante, defendiendo el bien común y el deber funcionario, le han dado un nuevo sentido a mi trabajo y a mi vida, espero cada día con ansiedad el momento de ir al casino y compartir esos breves momentos en que me atrevo a asomarme a tu vida privada. No es su culpa, nada menos cercano a usted que faltar a la probidad e incitarme a quererlo en plena jornada laboral, pero el color de sus ojos me parece más dulce que la miel, y espero nerviosamente nuestras comunicaciones telefónicas para oír su amada voz, temo que lo haya mirado demasiado durante sus presentaciones de comité y que finalmente mi amor se haga público. Estoy angustiada, es por eso que he tomado una decisión brutal, partir, partir para evitar el desastre. He pedido el traslado a una oficina lejos de usted, me lo han concedido, es un lugar recóndito dentro de Santiago, desde allí recibirá ésta carta y si en algo puedo ser correspondida, entonces, y solo entonces, lejos de las barreras que nos pone la administración, esperaré el encuentro en que podamos conversar frente a frente, como personas y ya no como colegas, no como funcionarios, no como números dentro de este enorme Estado. Lo ama sinceramente, Rosita.

Julia Correa Henríquez 3er Lugar

42

35171 INTERIOR.indd 42

26-07-16 13:46

Santiago, 2 de febrero de 2012 ¿Te había dicho que hueles a alcachofa? Son raras las cosas que uno recuerda cuando extraña. Como aquel tarro de sopa Campbell´s que me trajiste de regalo cuando fuiste a Nueva York. ¡Ah! por cierto, me la tomé, estaba sabrosa… el tarro lo conservé, ahora es mi portalápices. O tus calcetines. ¿Recuerdas aquella bolsa en donde juntabas esos solitarios impares? Pues los usé todos, como también usé tu cepillo de dientes. Y aquellas cartas, esas que escribiste para mí con faltas ortográficas, ya sabes, frases como: “tú me entregas conocimiento” o “cada día contigo es un momento de alegría y encanto”. Sí, tú eras de regalos prácticos: un guatero, vasos, una frazada, una mochila, una impresora… nunca una flor. Es compleja la memoria, por eso he decidido no recordar, pero estaba entre una carta y el suicidio, y he elegido la primera, aunque breve. La Palominos.

María José Rivera Palominos Mención honrosa

43

35171 INTERIOR.indd 43

26-07-16 13:46

CARNET

Rocío del Carmen Reinoso, al fin he dado con tu perfil en Facebook. Te escribo principalmente porque quiero que evites el papeleo, tengo tu carnet. Ayer, Rocío del Carmen Reinoso, bajé al metro en la estación Dorsal. Ahí, en el andén, tirado tras la línea amarilla, estaba tu carnet intacto esperando mis manos. Lo cogí y lo miré. Recuerdo que mi estómago reaccionó con lo que la gente llama “mariposas”, que eran de las grandes y revoloteaban. Tu foto fue un destello fulminante: el cabello enmarañado, tus ojos morenos, los aros artesanales y aquella bufanda verde. Todo, absolutamente todo, acusa la sencillez de tu ser y eso, por decir lo menos, me encanta –si hasta la huella de tu dedo me pareció hermosa. Así di con él, de casualidad, y ahora no me deja dormir. Es imprescindible que sepas, Rocío del Carmen Reinoso, que tenemos cosas en común: ambos nacimos en Quinta Normal y somos raya nueve.Tú, al igual que yo, tienes veintitrés, y tu firma es tan disparatada como la mía. Yendo al grano quisiera oír tu voz, sentir tu piel de deidad. Es por eso que propongo juntarnos, porque, aunque no lo creas, existe la remota posibilidad de que nos gustemos, y si es así tal vez en un futuro seamos pololos, y coincidiremos en que todo este asunto del carnet estaba escrito en el libro del destino como una de las casualidades más bellas de la historia del amor. Y quizás, Rocío del Carmen Reinoso, si todo va bien, en aquel futuro tendremos hijos ¿Sería lindo, no? Comeríamos lentejas en familia y tú aprovecharías cada dos de tres oportunidades para contar cómo nos conocimos. Quiero ser breve, pero antes de despedirme es importante que sepas que no soy un psicópata, pues esto que hago es solo porque tu foto me ha drogado. Por favor mujer, responde a la brevedad, coordinemos una cita, yo tengo tu identidad plástica pero tú tienes mi corazón. Tú mandas: escoge la hora y el lugar. Así, lleno de delirio ensimismado por conocerte se despide tu nuevo enamorado. Garcin Azul. PD: No asesines mi ilusión de amarte. José Antonio Mañondez Cofré Mención honrosa

44

35171 INTERIOR.indd 44

26-07-16 13:46

Te amo por: Estar conmigo; Por ser; Por no ir a misa; Por falta de respeto; Por pajero; Por agrandao; Por hacerme el amor como los dioses; Por leer sentado en el wáter; Por ser poco galante; Por sacarte los mocos; Por tus gases; Por cagar fuera del tiesto; Por no tirar el poto pa´ las moras; Por mí; Por ti; Por nosotros; Por delicioso; Por chanta; Por amoroso, perezoso y quejumbroso; Por no pescar lo neoliberal; Por andar a última hora; Por no hacer alharaca con los triunfos morales; Por no medir las consecuencias; Por maletero; Por jugoso; Por no llevarle flores a María; Por rasca; Por pensar correrle mano a una mina rica en metro; Por echarme el ojo; Por no preguntar si me gustó o no; Por andar al 3 y al 4; Por taimao; Por calzonúo; Por oler como la colonia de mi tata; Por tu paciencia conmigo; Por tu mente enferma; Por punky; Por tu cuello, Por tu boca exquisita; Por tu no pelo en pecho; Por mantener el movimiento; Por despreocupao; Por añiñao; Por supuesto; Por tu culo fibroso; Por tu olor; Por tus manos; Por tus pies; Por la revolución; Por la razón; Por la razón; Por la razón; Por gozón; Por weón; por no ser como el Tali; Por generoso; Por cuático; Por dejarme ser; Por caníbal; Por baboso; Por la cannabis; Por el ron; Por homero; Por tu amor; Por el rojo; Por el negro; Por los clavos de cristo; Por Juany; Por las canillas del mono; Por tu moika; Por tu chocolate; Por tu café con una y media de azúcar; Por tu cuerpo particular; Por kill bill; Por Tarantino; Por tus pitillos; Por tus zapatillas de pokemón; Por tus espinillas; Por tu barba, Por amarme; Por noviembre de 2006; Por todas tus cicatrices, las de adentro y las de afuera; Por guatón rico; Por el Colo; Por los pollos asados; Por despertar conmigo; Por los huevos con queso; Por el café cortado con dos de azúcar; Por el rock; Por Machado; Por catete; Por odioso; Porky; Porque te has quedao conmigo; Por no ser milico; Por no ser paco; Por borracho; Por Ibiza; Por el perreo fenomenal; Por tus lunares; Por Elvis; Por el arroz con pollo; Por el jugo rojo; Por los alfajores de tres pisos; Por tu ternura; Por el guatón, la Eva, la Tamara, la Beryl y el Omar; Por ser a todo dar; Por llevarla; por instalarte en mi desastrosa vida; Por hacer todo a medias; Por las birras; Por tus ojos; Por tus pestañas; Por el padrino; Porque te amo, Porque quizás después no; Porque quizás después sí; Porque no sé hacer poesía; Por todo lo que significas para mí; Por eso y muchas cosas más: TE AMO. Con amor y más, Bruja.

Andrea Gallardo Henríquez Mención honrosa

45

35171 INTERIOR.indd 45

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 46

26-07-16 13:46

2013

35171 INTERIOR.indd 47

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 48

26-07-16 13:46

CON MIEDO Santiago de Chile, 14 de febrero, 2013 Con miedo. Te lo decía en la última carta: Te quiero con miedo. Las bayonetas apuntan contra mi pecho. Tirito. El amor no es esa golosina que quisieron hacerme comer a los veinte años: el amor es esta torpeza que duele cada tanto... digamos que cada cuarenta y cinco minutos se me incrusta entre la cuarta y quinta costilla y no sé qué hacer. Me pongo de costado, bajo la escalera de los números (diez, nueve, ocho...) o me tiro de espalda en la cama y respiro dejando la mente en blanco, y no cede. Somos distintos: pájaro de ciudad y pájara campesina; pájaro con tenida de frac y pájara desnuda; agua mineral embotellada y agüita de pozo; flamenco y tango. Intensos pero diferentes. Un señor con agenda y una mujer sin reloj. Por eso, entre otras cosas, te quiero con miedo. Las otras cosas son ésas que yo junto en los cajones del velador para explicar los desajustes cuando la valentía me visita. De ahí extraigo canciones de Bill Fay cuando quiero llorar en lengua extranjera. Me saqué el luto a mordiscos para besar, por eso mis colores son irregulares, tengo la muerte con ventanas en el cuerpo. La desolación de haber amado mal y el miedo de hacerla del mismo modo, me hizo buscar tu boca como un trompo mal lanzado y también hoy me empuja a besar a otro como se asiste a misa: por fe y también por si acaso... Tú por allá y yo de este lado. La muralla, los ríos crecidos del duelo, calas desoladas que sobre los jarrones nos parecen brazos

derrotados. Tú sintiendo quién sabe qué y yo amando quién sabe cómo, quemando el prontuario y mirando como leona asustada las escopetas. No quiero esta soledad de tienda por departamentos, ser la pintura de museo frente a la cual debimos caer de rodillas y, sin embargo, pasamos por el lado hablando por teléfono o contando monedas para un jugo de cuneta. No quiero el mundo en el que París se viste e ilumina. Mi mundo tiene quiltros que le ladran a las carretas, nalcas, gatos recogidos; tiene una araña de patas flojas y kikirikí en la mañana. De mi mundo, caen lanas como estalactitas y los libros sirven de barco y mesa para el café. Tengo también un cedrón en la ventana que me aroma la tarde. Tú tienes reuniones, coches, semáforos, alarmas que a las seis de la mañana lloran como un bebé recién nacido. Tienes obligaciones para repartir por todas partes, como un Jesús multiplicador de panes y de vino. Yo no pude hacerte cambiar eso por este nido tibio, en el que dormimos abrazados como condenados absueltos. Me enlazo como una hiedra a un muro de ladrillos, hago con él y él hace conmigo un rincón de la ciudad que es pura latinoamérica con pies descalzos. Te amo exactamente como la primera vez que te lo dije. Te amo y me duele. Daniela.

Carmen Mantilla Matus 1er lugar Categoría adulto

49

35171 INTERIOR.indd 49

26-07-16 13:46

Amiga mía: Te recuerdo acostada en el living de tu departamento con las tetas al aire, recuerdo como me mirabas con tus ojos grandes y brillantes y a tu gata observándonos. Amiga querida, me recuerdo amándote. Y después de todo este tiempo: ¿Para qué pensar si podemos sentir? ¿Cómo hemos terminado así? Amiga mía, desde mi corazón grito: nada. Amiga querida, amiga amada, amiga ahora lejana, yo te amaba como amaban en antaño, con inocencia y ceguera, como se ama a un verdadero amor. Tú eres mi único y verdadero amor. “Con el transcurso del tiempo nos daremos cuenta que esto fue solo cosa de niñas” dijiste, pero no puedo dejar de soñar contigo, tus brazos, tus labios, tus pechos y tus piernas alrededor mío, sobre mí... Ya había pasado, cosa del pasado; proclamaste, entonces ¿por qué me miras así?, ¿por qué me miras como si me amaras, como si nos fuésemos a quemar? Yo sé que se acabó porque les tienes miedo a tus papás. Ellos no querían a una hija homosexual. No podrían soportar nuestro amor tortilla. Está bien, fin del juego, solo lloremos un rato y tirémonos las mechas, hagamos como que nada sucedió, entonces nos decimos “chao, hasta mañana", desde lejos, desde la vereda del frente. Pero no puedo opacar estos latidos cuando estás cerca. Cuando me miras con indiferencia, cuando dices que mi vestido no es tan lindo. Sin embargo, cuando crees que no te observo me miras como si me fueses a derribar, como si me fueses a matar. Me gustaría que lo intentaras. Me gustaría que seas tú misma. Como antes. Como cuando nos besábamos en el metro y los viejos nos miraban, se calentaban, pero a nosotras no nos importaba, solo nos dábamos las manos y reíamos. ¿Por qué ya no ríes así? No quiero tu amor mezquino. Tu amor de diez pesos. Tu amor de amiga, no me satisface, no me convence. Sé de nuevo mía como lo eras en el sillón de tus padres. Sé de nuevo mía como lo eras en las escaleras del liceo, en el teatro del liceo, en las salas abandonadas y en el callejón fuera de la imprenta.

50

35171 INTERIOR.indd 50

26-07-16 13:46

Sé mía como cuando me decías que me querías mucho, que me veía muy bonita con cachitos, que era tu gatito malo. Que me querías más que a la clase de biología. Que me querías más que a cualquier cosa. Como cuando sumergías tu mano entre mi cabello y me acariciabas y me abrazabas con todas tus fuerzas, cuando el calor era tanto y el sonrojo nos hacía creer que explotaríamos de felicidad, de amor, de pasión, que nuestras almas se entrelazaban. Amiga mía, eres una perra. Y me has tratado de forma brutal. Y no me importa. Te detesto, desearía detestarte, ya no quererte tanto, ya no emocionarme cuando te veo, ya no sentirme así. A veces siento que te olvido. A veces siento que me gustaría olvidarte. Cambiarme de liceo, ciudad, planeta. Y reencontramos en diez años más, cuando estés lista para amarme, cuando tus prejuicios ya no te coman viva, cuando puedas ser tú misma. Espero que nos encontremos cuando el cielo sea violeta. Querida, tienes suerte de que aún seamos... Amigas.

Gabriela Mancilla Quero 1er lugar Categoría juvenil

51

35171 INTERIOR.indd 51

26-07-16 13:46

LO RECUERDO

Lo recuerdo, lo recuerdo muy bien, el primer día de clases, cuando te vi. Pensaba que eras un chico arrogante, pesado y malo, igual que todos los otros, no te conocía, pensaba que eras invisible, ni siquiera me daban ganas de decirte hola. Un día, entré al aula, tocaron la campana para empezar las clases y la profesora cambió de puesto a los alumnos. Me habían sentado contigo, cuando me paré de mi puesto te miré a los ojos y me enamoré, sentí que tenía una flecha clavada en mi corazón, ya no creía todo lo que había pensado de ti, aunque aún no te conocía y tenía que estar segura. Me senté y tú me hablaste, traté de no ponerme roja pero no pude. Después de la escuela siempre empezábamos a chatear. Igual a veces te enojabas, no eras tan el chico perfecto, pero aun así tú me gustabas. Después cambiaste, ya ni hablabas, pensé que te había perdido, no lo soportaba, había un hueco en mi corazón. A fines de noviembre, en los últimos días de clases, solo te quería olvidar. Estaba harta de pensar que mirabas todo el tiempo a otra chica, que decidí sacarte de mi mente. No podía, tu nombre estaba en todas partes y yo solo pensaba qué hacer, me preguntaba siempre: ¿Y ahora qué puedo hacer? Seguí pensando y pensando hasta que me llegó la respuesta, si tú no me amabas por qué yo lo tenía que hacer, mejor olvidarte y disfrutar con mis amigas que quedarme encerrada en mi cuarto llorando, así que eso hice, ya sabía qué camino tomar. Ahora que ya estoy feliz, después de pensamientos de puro sufrimiento, dejé de llorar en mi cama, lo suficientemente bien como para salir con mis amigas, sin una gota de tristeza, pero si tú crees que te he olvidado, pues no es así, a veces solo quiero dejar de tener que ver contigo, a veces quiero que te vayas de mi vida, pero aun así siento ese fuego ardiente y candente en mi corazón. Ya no nos hablamos, nada, pero sospecho que tú también piensas en mí todo el tiempo. Lo malo es que me da lo mismo lo que tú pienses de mí, si me odias, me amas, o me quieres como amiga, a mí ya no me interesa. Estoy tranquila, sin rencores. Espero que no me pase la misma experiencia que tuve contigo, tener celos no es un sentimiento muy alegre. Bueno, eso es todo. Me despido de ti, ojalá seas feliz, adiós. Bartolina.

Antonia Valenzuela 1er lugar Categoría Infantil

52

35171 INTERIOR.indd 52

26-07-16 13:46

MERETRIZ DE POLAROID Jamás habría imaginado que tiempo después de verte por última vez, trabajaría como prostituta. Me atrevo a contártelo ahora que tengo casi 60 años. Sin hijos, sin marido y viviendo en un cuarto que huele a naranjas. Siempre decías que escribía muy bien, sin faltas ortográficas, y yo pensaba que eso no me servía de nada cuando estaba en la calle. Estar parada horas en una esquina, con lluvia o frío en tacones altos... no era un buen negocio. Por suerte encontré como entrar en un burdel, ahí todo era más cómodo. Había baño, cocina, por si me quería hacer un café, o simplemente comer dignamente. Digo burdel y no prostíbulo, porque, ya de tono suena menos drástico. La primera vez que fui a ese lugar, me dije: “A partir de este momento no creo en Dios, porque si no creo en él, no soy pecadora y no tengo que sentirme sucia”. ¿Sabes qué es irónicamente gracioso? Nunca me han gustado los abrazos, desde pequeña no dejaba que nadie me abrazara, ni siquiera mi madre. Hace unos días, busqué entre mis objetos del pasado ese pisapapeles que contenía una pequeña luciérnaga en su interior, una de verdad, petrificada, sin fulgor. Cuando me lo obsequiaste te pregunté: ¿Y qué bicho es éste? “Es una Luciola Lateralis o en palabras simples: una luciérnaga” señalaste. A lo que agregué: “Para mí, las luciérnagas eran un mito, así como los duendes, las hadas, los dragones, los unicornios y los políticos honestos”. Te sonreíste largamente sin decir nada, mientras me observabas. De pronto, sacaste una cámara fotográfica de tu gastado

bolso de cuero y exclamaste entusiasta: “¡Es una polaroid!, la compré hoy en el persa Bío Bío. Creo que aún funciona, o al menos eso dijo el señor que me la vendió”. Para mí, solo era una cámara. Pero me gustaba tu entusiasmo. En tan sólo un par de intentos fallidos, apareció la primera y tan esperada imagen. La mía. Solo demoró unos 40 segundos, quizás un poco más, se hicieron eternos. Pero valió la pena, casi sentí que había presenciado un acto de magia…y bueno, ahí me entusiasmé también y quise probarla haciendo un retrato tuyo (quería quedarme con tu fotografía, pero no me atreví a pedírtela). Esa fue la última vez que supe de ti. Ayer, mientras observaba la luciérnaga, recordé lo que dijiste sobre ella: “Existe una especie de luciérnaga japonesa que produce una media de 26 pulsaciones de luz por minuto, y éstas se elevan repentinamente hasta las 63, si el insecto se siente amenazado. También existe otro tipo de luciérnaga más pequeña, que puede aumentar el número de sus pulsaciones de luz hasta las 200 por minuto”. Como pulsaciones de luciérnaga latió mi corazón el lunes de la semana pasada, al ver nuevamente esa fotografía de polaroid que te tomé años atrás. Estaba en el Museo de la Memoria, colgada en el gran muro de fotos de las víctimas de la dictadura. 26 pulsaciones. 63, 200. Pero sin luz. Pollock. María José Rivera Palominos 2do lugar Categoría adulto

53

35171 INTERIOR.indd 53

26-07-16 13:46

Querido Vagabundo: No sé cómo empezar una carta, menos una carta de amor. De hecho ¿esta es una carta de amor? Debes saber que me siento muy lastimera y cliché ahora mismo, supongo que esta carta es algo que pudo ser amor, que se le parece mucho o algo así. Quiero ver esta carta como una confesión de sentimientos y miedos. Advierto que tendrá muchas interrogantes, cosa tonta, ya que no estás tú para contestármelas. Pero, ahí va. Tengo miedo de no volver a encontrar una persona como tú. Pero sé que no lo haré, porque cada persona tiene su propio cielo, y el tuyo es más azul que el del resto. Pero el cielo no es siempre azul y tus días grises también lo son más que el de las otras personas, pero los míos igual. ¿En qué nos convierte eso? ¿Dos niños escuchando Elliott Smith, saudades? No lo creo. Somos nosotros dos, resbalando por el mundo de zapatos con nuestros calcetines de sensibilidad, cansados de tanto andar. Me pone triste saber que esta carta jamás llegará a ti. ¿Qué seré para ti? ¿Tu mejor amiga o algo así? ¿Escuchando tus desilusiones amorosas con niñas virgos, mientras que yo siempre sufriré por niños libras como tú? Creo que ninguna de las anteriores, a veces pienso que un día desapareceremos y no sabremos nunca más del otro. A veces no me reconozco, a veces pienso que hasta me enamoré de ti, pero yo me enamoro de todos. Mentira, yo jamás me he enamorado. Si esto es estar enamorada, entonces yo ya no sé. Siento que perdí el tiempo sufriendo por profesores baratos, cuando tú me regalabas canciones en mi cumpleaños. Ahora yo tengo una lista de canciones para ti, para todos tus días, pero soy muy cobarde para mostrártelas. Ahora siento que siempre me gustaste, porque fue contigo con el que hablé toda una noche en un cumpleaños absurdo. Si supieras las ganas que tengo de que me veas, hasta te cocinaría tallarines con salsa cuando sabes el terror que me da prender un fósforo, y que lo mío son las cosas dulces. Irónico, porque siempre me muestro como alguien muy amarga y segura de sí misma. Pero tú no crees eso de mí, ni yo me creo tu despreocupación fingida hacia los demás. Tengo la necesidad de decir gracias. Gracias por hacerme sentir cosas tan bonitas. Hacerme sentir una niña grande, como tú, un niño muy grande. Gracias por leer mis casi poemas y darme ánimos, por quedarte conmigo hasta las siete de la mañana, por regalarme canciones para conciliar el sueño, por no salir corriendo cuando te dije mis rarezas al dormir, por acordarte de mí cuando escuchas “Suzanne” de Leonard Cohen, por escuchar cada momento de mi día asquerosamente detallado. Porque contigo todo es detalle, y con los demás todo es monosílabo. Ah, y lo más importante (hago como que se me olvida, pero esta carta es solo por lo que viene a continuación): gracias por

54

35171 INTERIOR.indd 54

26-07-16 13:46

ser tan tú (sé que si leyeras esto, se te escaparía una risita. ¡Qué empalagosa me siento!), pero en serio, creo que tú eres la genialidad en persona, genialidad que mide 1,85. Me encanta tu forma de hablar y escribir, creo que tu amor por los perros hediondos es admirable, creo que es bacán que laves tus dientes todas las noches (alguna gente no lo hace), tu odio al jabón gel es plausible, creo que eres muy bonito con tu guitarra y armónica, tu humor corrosivo me hace reír hasta llorar, me encanta que le escribas cartas a Silvio Rodríguez y a los Ases Falsos, hasta me gusta tu amor por Jane Birkin. Ahora solo me gustaría que llegaran ondas magnéticas a tu cabeza con mi mensaje, que te juntes conmigo. Te estaré esperando con una leche de chocolate y muchas ganas de mostrarte playas interiores, en virtud de tu amor por el mar. Lo sé, parece una película ¿no? No me culpes, tú sabes que yo pongo mi película favorita todas las noches y que tengo un dramatismo vitalicio. Un secreto: tú también lo tienes, solo que todavía no te enteras… y, al parecer, tampoco te enteras de mí. Con mucho amor, Axolotl.

Melanie Flandez Peralta 2do lugar Categoría Juvenil

55

35171 INTERIOR.indd 55

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 56

26-07-16 13:46

2014

35171 INTERIOR.indd 57

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 58

26-07-16 13:46

NOTA

Se te quedó abierta la sesión de Facebook. En el congelador está mi corazón. No me esperes a cenar. Nunca. Ely.

Connie del Carmen Tapia Monroy 1er lugar Categoría adulto

59

35171 INTERIOR.indd 59

26-07-16 13:46

AMANTE CURIOSA Querido: Déjame conocerte. Cada centímetro de tu existencia. Quiero saber tu cumpleaños y cómo te llevas con tus padres y tus hermanos, y si tu familia es grande o pequeña. Quiero saber qué querías ser cuando tenías 7 años y si te gusta lo que ves en el espejo; si crees que las apariencias importan y si alguna vez has ido al psicólogo; y cuál es tu película favorita y cuáles libros cambiaron tu vida; quiero saber lo más fuerte que has llorado; y si las palabras “tenemos que hablar” te hacen doler el estómago; si te gusta la lluvia o el sol, o las hojas caídas o las plantas cuando florecen; quiero saber si tienes miedo de morir; si crees en Dios; y si te gusta cocinar; si te importa la limpieza y tus opiniones en política; y si eres feminista; y si le darías tu hermoso cabello castaño a una niña pequeña que está pasando por quimioterapia; dónde te gustaría vivir y con quiénes; y si estoy yo incluida; y si prefieres adoptar un gato o un perro; y dónde quieres ir para tu luna de miel. Necesito saber qué tipo de dulces te gustan; y si prefieres el oro o la plata; a quién admiras y qué cualidades desearías reunir; si alguna vez te preocupas y crees que eres malo; y si es porque me heriste. Quiero saber qué es lo que más te hiere y qué puedo hacer para que te sientas mejor cuando estás triste. Deseo conocer si prefieres besos o abrazos; qué celebridad crees que sufre más; y por qué crees que la gente se vuelve tan fría; y si crees en extraterrestres o sirenas, la reencarnación y la Biblia; y qué sentimiento es tu menos favorito. Qué harías con cien millones de pesos; y qué piensas sobre escribir y lo que yo escribo; y qué idioma deseas hablar fluidamente; y cuántas personas has amado; y qué piensas sobre quienes se suicidan y qué pensarías si yo lo hiciera. Busco saber cuál es el recuerdo que más te gusta de tu infancia; y si tomas té o prefieres café; y cuál es el mejor regalo que has recibido; y cuál es el mejor consejo que has recibido; y la última vez que lloraste y si eres competitivo; y qué es lo primero que notas en una persona, y si tienes alguna fobia; y si tienes miedo de estar en la oscuridad, solo. Quiero saber si crees que los modales son importantes; y qué piensas de la gente indecisa; y qué quieres de la vida; y qué quieres cambiar de ti y del mundo; y quién quieres ser y quién eres. Solo dime quién eres. Te quiero, Amante Curiosa.

Catalina Jara Contador 1er lugar Categoría Juvenil

60

35171 INTERIOR.indd 60

26-07-16 13:46

Amorcito: Dicen que estoy loca, no les creas. Muchas de las cosas que te han dicho son falsas, mentiras de baja calaña. Porque tú sabes, mi amorcito, que hay mentiras piadosas, que no buscan herir y, por el contrario, son formuladas para impedir cualquier tipo de dolor. De esas, tú inventaste hartas, supiste cómo amortiguar las piedras que me lanzaban. Yo aprecié tu esfuerzo, me di cuenta y fingí, porque yo sabía que tus mentiras no tenían que ver con la deslealtad, sino con la prudencia. Siempre fuimos cautos y por eso nos envidiaban mi amorcito. Cigarros, a veces quiero cigarros y no me los quieren dar. Yo sé, estoy segura que tú me los traes, que recuerdas cuánta falta me hacen cuando estoy así, nerviosa, tiritona. Y aun así no me los entregan, como no me hacen llegar tus recados o cartas de respuesta, que yo sé que tú escribes llorando, mi amorcito sensible. Tranquilito, ya estaremos juntos y agradeceré tus cartas que no recibí y diré que las leí, una mentirita condescendiente. Perdona si las palabras se me cortan, o se me resbala la letra. No me dejan fumar tanto como quisiera y sin el humo no me calmo, tú sabes. Acuérdate como hasta me cuesta hablar, como tartamudeaba esa vez que discutimos y no pillaba la cajetilla que yo misma había tirado por la ventana. Esa vez si creí que me había vuelto loca. A la primera calada recuperé la cordura. Las enfermeras me dicen que tú estás muerto. Yo me río no más. Es una mentira más grave y de esas que buscan causar daño, pero es tan absurda que me causa gracia. Te he visto sonriendo, buscándome con la mirada desde esa plaza de enfrente ¿sabías? Yo te tiro besos y digo aquí estoy mi amorcito, ven, acércate, tráeme más cigarros. Tú te sientas siempre en la misma banca y de un pestañeo a otro desapareces. Recogí unas colillas en el patio. Ya no estoy tan ansiosa. Hoy no te he visto y por eso te escribo. Mi amorcito, es primera vez que no vienes. Espero estés bien, sano y salvo. Dicen que estoy loca, no lo creas, no lo estoy. No obstante, creo que no verte más, sí que me enloquecería, me volaría la tapa de los sesos, se me irían las cabras para el monte, me quedaría cucú, qué sé yo. Vuelve. Acá te espero. Diana.

Catalina Guzmán Campos 2do lugar Categoría Juvenil

61

35171 INTERIOR.indd 61

26-07-16 13:46

TU PERRA 24 de Febrero, 2013. Me tienes a mí. O sea a tu perra. Me tienes a mí y me miras la medallita que me cuelga del cuello. Tiene mi nombre, mi dirección y mi teléfono. O sea, te estoy diciendo, soy tu perra. Sí, y me tienes. Soy tan tu perra que puedo oírte y decirte huevón, lo que ladro y lo que te lamo no es un amor o una desidia o una pereza o un acto bucólico, es, simplemente, un carajo, despertar mirándote, como si te quedaras dormido toda la noche y despertaras a las 6 y me vieras a mí ladrando o aullándote, porque, claro, soy tu perra, tu perra. Y no es que yo sea una perra. Si no cómo escribiría. Solamente que te la envié para que supieras cómo me dejaste. Podría haber terminado con la coprolalia, esos garabatos que te decía cuando me insultabas o me sacabas los cafés y los pasteles y los almuerzos y todas las comidas en cara y me decías lo mucho que yo te molestaba, que no te dejaba trabajar tranquilo, que no te dejaba corregir esos textos de mierda que escribes para una mierda de revista. Ahora recuerdo tu voz. La verdad es que me da un poco de rabia. Espero que la perra te haya despertado. La dejé en la puerta de tu casa. Abrí, claro, la reja (aún tengo tus llaves) y la dejé abrigada y envuelta con una toalla. ¿Aló? ¿Aló? No te respondí. Las 9 de la mañana. A lo lejos escuché los ladridos. Debes comprarle comida, huevón. Es lo mínimo. Ir a la veterinaria y desparasitarla. Colgué. ¿Ah...? Entonces, como abriste la puerta, es que te quieres despertar, ¿es que quieres salir? Ah sí, con los amigos, a presentar un libro, a una lectura poética, a esas mierdas jodidas, a escribir un texto en el café que está al frente de tu apartamento, pero no, solamente te quieres despertar. No estás como yo. Apenas puedo levantarme. Con suerte despierto. Estoy verdaderamente jodida, ¿o no se me nota? Claro. Como las perras. Jodida. Bien jodida. Como las perras que no tienen casa y que otros perros se las tratan de tirar. A todo esto. No tirabas muy bien. Bueno, la verdad es que sí. Aún recuerdo tu cuerpo y me lo quiero sacar. Me lo quiero sacar de encima. Entonces para eso te dejo a una de mis hijas. A una de las mías. A la sangre de mi carne. A la carne de mi sangre. Te dejo la perra que te envié. Sin hablar. Ladrando. Y entre cada ladrido, te dejo el silencio de mis palabras. Sólo quiero sacarme los gritos, los susurros, todo lo que me impregnaste. Por eso la perra. Por eso la que soy. O sea la perra. O sea tu perra. ¿Aló? He vuelto a llamarte. Son las 12 de la tarde del 24 de febrero y aún no había escrito esta carta. ¿Aló?, respondiste. La perra está durmiendo, no tiene hambre ni pasa frío. Está abrigada aunque las noches sean tibias. Duerme conmigo. No voy a volver a llamarte, te dije, no lo volveré a hacer, tampoco voy a querer comunicarme contigo. Bórrame de todas partes. Bórrame del facebook, de tu correo, de tus contactos y también borra ese archivo de fotos nuestras que habías hecho en tu computador. Creo que es mejor así. Quédate

62

35171 INTERIOR.indd 62

26-07-16 13:46

con el recuerdo de tu perra. Ponle nombre si quieres. Para mí seguirá siendo la perra. Así también me recuerdas. Mejor no le pongas nombres. Mejor no. Llámala “perra”. O “cariñito”. No, insisto, “perra”, “perra” nomás. O sea que todo se hizo perra. Respóndeme. No es pregunta. Afirmo. Respóndeme cuando me leas. Respóndeme cuando te escriba. ¿Lo hago bien? Podré quizás escribir en tu revista. Anoche abrí mi ventana y olían las calles a perros. Vagos. Por suerte tienes una en casa. No deambulando. Creo que soy como así. Debí haberme matado cuando me dijiste que termináramos. Nunca lo entendí. Siento que debes quedarte solo mejor. Así escribes. Haces tus cosas. Te tiras a alguien. Así es mejor la vida ¿no? Es mejor que soportarme. Pero es mejor que me soportes teniéndome. Aun teniéndome por –a lo menos– 15 años, la edad promedio de vida de los perros. Ojalá a ella alguien se la tire. Te quedas con la prole. Si quieres me regalas una perrita. Que se parezca, por favor. Yo te recuerdo mucho. Ojalá tú también. Creo que me está sonando el teléfono. Deberé limpiarme. Mis manos y todo mi cuerpo están sudando. Deberé ducharme. Sacarme algo. Sacarme algo del cuerpo. Esos estigmas de ti. Los calores. Deberé sacármelos. Aún mi cuerpo suda. Los perros están ladrando afuera, los vagos. Tu recuerdo se ha diluido en mi cuerpo. Por eso me ducho. Para que se diluya. Estoy sola. El teléfono sigue sonando. No quiero ir a contestarlo. Quizá seas tú. Estoy sola. Los perros de afuera siguen ladrando. Siento el olor de tu lengua después de fumarte un pucho. Me estoy quedando sola. Los perros en verdad lloran. Yo empiezo a llorar. Me está llamando el horizonte. Quizá anochezca pronto o amanezca pronto. No sé qué está pasando ni a qué hora es la hora. ¿Te está ladrando la perra? Ojalá no llore como yo, que soy tu perra, tu perra que llora y te mira, la única perra que no te podrás sacar de encima. Está llorando tu perra. Te quiere. Te ama. Todo lo que ocurrió entre nosotros fue algo que nunca entendí. Quizá haya sido por ti. Pero me gustó. Hasta que me pateaste. Ahora soy tu perra. Tendrás que patearla. Ahora no te tengo que pedir nada. Solo te extraño. Me siento bien pero lloro. Soy una perra. El teléfono está ladrando. Quizá seas tú. Al fondo del teléfono espero los aullidos de la perra. Espero hablarte. Para ver. Mejor te escribo un poco. Para ver. O para oír. Modicum. Pablo Apablaza 2do lugar Categoría adulto

63

35171 INTERIOR.indd 63

26-07-16 13:46

Antonia:

Copiapó, 02 de Enero 2014

El otro día cuando discutimos y terminé viniéndome para acá donde mis padres en Copiapó, empecé a reflexionar sobre eso que nos mantiene unidos a pesar de las discusiones y de la mala onda. Pensé sobre el minuto en que nos odiamos y que de un momento a otro se transforma en el que precisamente nos amamos. Traté de darle mesura a la cuestión y no pude. Mi amor es desmesurado, esa fue mi conclusión. Creo que por ello es que me puse a buscar qué cresta es lo que nos une, qué es eso misterioso que nos hace mordernos y apretarnos como constatando que el otro es también de carne y no el mero éter de una idealización platónica creada por nuestras carencias. Me di cuenta que eso está cuando hablamos bajo, y no nos escuchamos bien. Está cuando hablamos enredado y no nos entendemos ni un carajo. Es eso de cuando bailamos descoordinados y nos pisamos los pies. Eso de cuando nos despedimos de beso en la mejilla, pero movemos la cabeza mal y chocamos con los pómulos, sin ninguna intención de remediar el beso para dárnoslo en la boca…como la pareja que decimos ser. Es eso de cuando sin querer piso el acelerador en vez del freno porque voy saliendo de la casa y te atropello, pero solo un poquito, apenas un topón, nada grave ¿Me entiendes? Sé que sí me entiendes. Te escribo esta carta, tratando de hacerte notar que hay algo en esos momentos, como cuando te dije Estefanía en vez de Antonia, y tú en vez de seguir masturbándome me apretaste hasta que me dolió. Eso, justamente eso de cuando le echaste sal al azucarero en la visita de mis padres o cuando se te olvidó prender la alarma para que me despertara el día que me iba a jugar a la pelota. No te lo había dicho antes porque escribiéndolo se me hace más fácil, por eso te lo digo impersonalmente con esta carta para demostrarte eso, justo eso… De cuando tu mamá te deja recados, pero yo justo, justo ando con la cabeza en otro lado y se me olvida avisarte (casualmente). Eso de cuando estamos carreteando con amigos y yo echo una talla machista y todos se ríen de ti. Eso que hace que en ese mismo lugar y con tu brillantez mental, me respondas con una broma hembrista que es más chistosa y coherente. Me dejas en ridículo, todos ríen y te aplauden, pero en el fondo te sientes ridícula de ser la tonta que pololea con ese tarado chauvinista con caca en la cabeza. ¿Has pensado en ello? Bueno, yo sí. Eso me altera a veces y me evidencia que quedamos al mismo nivel, onda: “Yo soy un hueón vaca inconsciente y tú una hueona penca”. La violencia la veo en tu cara, todo anda mal. Me da rabia y me vienen unas ganas de pescarte y darte un beso, que te meta la lengua y me la muerdas, de sacarte la ropa y fundirme en tu respiración. Me dan ganas de tirarte a la cama y despertar con el sol mañanero para decirte “Te quiero… mi caramelita”. Como el mamón de mierda que soy, para que en el día nos preparemos de comer algo sabroso, veamos una película que nos guste a ambos, que te haga cariño en el pelito mientras nos reímos. Eso justamente es lo que hace que te mire a tus ojos lindos y te diga ternuras al oído con un susurro ronco, y ronronéemos… cosas

64

35171 INTERIOR.indd 64

26-07-16 13:46

que sólo puedes entender tú y nadie más, porque envolvemos el tiempo en un papel de regalo y lo convertimos en un “presente”, que es solo comprensible con nuestros códigos. Así, hasta que de nuevo nos decantemos en vapor de cuerpo. Así, hasta que pasen las horas, los días la semana y terminemos en eso. Eso de que no entienda ni una mierda de lo que me dices, y que tampoco quiero entender. Que bailemos y nos tropecemos, sin que ninguno quiera realmente que nos coordinemos. Que tú saques el auto en la mañana y me empujes con el vehículo, como queriéndome matar… porque en el fondo quieres que me muera. Porque en el fondo sé que me vas a matar un día. Porque en la carta que me enviaste preguntándome qué era lo que había entre nosotros más allá de los formalismos, leí claramente (entre líneas) que lo que deseas es matarme, eso es lo que realmente quieres y lo planeas tras cada estupidez que te digo en público o en privado. Pero no puedo negarte que hay algo, y eso nos une, querámoslo o no. Por eso te escribo, o si no ya estaría haciendo un magíster en Polonia o Suecia, para estar bien lejitos y seguro, lejos de ti y tus ganas de matarme apasionadamente, estrangulándome o metiéndome los dedos al enchufe ¿No? O fue casual eso de la instalación eléctrica. Como dice la banda Sumo, “mejor no hablar de ciertas cosas”, como ese algo. Ese algo que interfiere cuando le echas más sal a mi lechuga, para que un día en que ande medio nervioso me estalle el corazón por la presión alta y me reviente en sangre. Porque no conforme con haberme roto la cagada de corazón que tengo, no una, sino ¡ochocientas mil veces! ahora irás por el sistema cardiovascular completo. Pero, sabes... no te odio por eso, créeme. Solo que cada quien sabrá los tiempos que use, para lograr lo mismo ¿No?… sé que piensas en eso a mis espaldas, desnudos y exhaustos de tanto darnos goce de carnes, y que hace que tengamos eso, eso... que no sé qué es, pero que está cuando estamos en buena, sé que piensas eso. Cuando estamos desnudos en la cama. Pero no… nada de eso que yo creo pasa dentro de tu mente asesina… no hay nada de eso, sino que me sorprendes con ese detallito. Siento tu cuerpo suave en mi espalda. Tus piernas depiladas y ricas entrelazándose con las mías, gruesas y peludas. Me giras la cara con tus manos pequeñitas y nos besamos… me corre la corriente por el cuerpo… qué exquisitez…éxtasis…sonrisa…¡Eso! eso, justo lo que me gusta de ti. Eso que no sé explicar, eso del amor, eso de la psicosis. No sé qué sería de mí si te mueres. Porque si tú no estás, yo me mato... Tuyo (como siempre), Alejandro Ortega.

David Ortiz Zepeda 3er lugar Categoría adulto

65

35171 INTERIOR.indd 65

26-07-16 13:46

Mi dulce amor: ¿Sabes? Ayer escuché. Nunca antes lo hice. Mi gran esfuerzo mental para evadir las opiniones y consejos ajenos siempre me dejó muy agotada. Ayer la miré a los ojos y analicé cada palabra que salía de su boca. Sin embargo, casi pude anticipar lo que diría mi madre, que como todas las madres, tiene el deber del sentido común. Sus labios expresaban con tanta lucidez un retrato de ti que no pude decir nada, mucho menos contradecirla. Para ella, era lógico nuestro inminente fracaso, que endosa a tu persona. No te quería, es cierto, pero sé que entendía por qué yo te adoraba. Cualquiera diría que su punto de vista es absolutamente razonable, pero yo sé que hubo un aspecto de su discurso que se guardó para sí misma, me imagino que para no alimentar mi obsesión. La verdad es que sus ojos, su ceño, su rostro hablaban por sí solos. Por cada descalificación, pude ver, te lo juro, que en el fondo estaba sobredimensionando tus defectos. Hice el torcido ejercicio de imaginarla a los quince años, sola, sentada en un banco del colegio y de pronto, percibir tus fogosas miradas. Tú llegando a su lado, tú encantándola con esas frases hechas y predecibles. Tu amabilidad solo era superada por tu atractivo físico… un día, otro día, y otro, ese mínimo contacto avasallaría la voluntad de una adolescente ansiosa de amar. Creo que igual que yo, habría desnudado cada milímetro de su ser para ofrecértelo. Siento un placer inmenso al terminar la frase anterior. Una podía extraviar el camino de su alma, la vida entera al observar tan solo el húmedo movimiento de tus labios así, tan cerca, muy cerca de los míos. A una pasión que ha crecido y madurado por años, pasando por todos los niveles imaginables, solo le queda el tortuoso camino de superarse a sí misma. Y así fue. ¿Hubo alguna cosa que dejáramos pendiente por sentir, por experimentar? Lo bello, lo suave, lo gentil, dieron paso alternadamente al exceso, a lo grotesco, a la violencia. Ella me justifica, lo sé. Cuando se agotaron sus argumentos cargados de razón, tomó mis manos para consolarme, para generar un puente, para halarme hacia una realidad que yo hace tiempo he abandonado en forma definitiva, inexorable. Terminada la visita, atravesó la puerta de salida, me miró compasivamente y luego, desapareció de mis pensamientos. Tus facciones masculinas, sensuales, acapararon mi recuerdo. Tu vulgaridad, tus abrazos desarmados y poderosos, esa brutal ternura. Esas miles de palabras hermosas y puras y repugnantes y cargadas de odio. Y los golpes. Las tremendas golpizas que hicieron de mí una esclava subyugada por un sentimiento inefable que aún prevalece.

66

35171 INTERIOR.indd 66

26-07-16 13:46

Volviste a mi mente con una fuerza aplastante, que me provocó reír, llorar y gritar al mismo tiempo, con tal escándalo que asusté a los demás, que provocaron un gran alboroto. Dos asistentes tuvieron que llevarme a mi habitación e inyectarme un calmante y perdí la noción del tiempo… Era de madrugada cuando desperté con la necesidad de escribirte. Es una hora tan bella, tan delicada, tan silenciosa. La sutil luminosidad me atrajo hacia la ventana y solo así pude estar cómoda para concentrarme en lo que te diría. No sé si romper esta carta, pero sé que seguiré escribiéndote, recreando detalladamente mis sensaciones, hasta transformar el sentimiento en algo tolerable. Después, vendrá el proceso de exorcizar tu presencia y me liberaré de este maldito sufrimiento, de ver en mi atormentado cerebro, una y otra y otra vez, la imagen de tu cadáver entre mis manos culpables. Abril.

Marisol Meza 3er lugar Categoría adulto

67

35171 INTERIOR.indd 67

26-07-16 13:46

4 de enero del 2010 Mi querido Sky, Jamás me había dado cuenta que nuestro departamento era tan grande sin ti, es como si se hubiera expandido miles de kilómetros en un par de días. La verdad es que a medida que se ha ido agrandado también se está deteriorando, por alguna razón que desconozco, las paredes me parecen más viejas y feas, parecieran que le hubieran caído un millón de años sin que yo me diera cuenta. Ya ni siquiera sé que digo. Skyler te extraño demasiado, tanto que ni siquiera sé explicar lo que siento, no sé si lo estoy “superando” o si es peor cada día que pasa, por primera vez no sé las respuestas de lo que estoy viviendo. Solía ser quien tenía las respuestas a todo, pero en esto, solo tengo millones de preguntas y ninguna respuesta. Hace un par de semanas te tenía aquí conmigo. Aún recuerdo dormir entre tus brazos y escuchar cómo me susurrabas que me amabas más que nada. Cada vez que estoy a punto de irme, siento que tú estás ahí, en el lado derecho de la cama y que te voy a ver por fin. Todos los días es la misma ilusión, ilusión que me está matando lentamente. Tu recuerdo se ha vuelto mi verdugo como a la vez también es mi mejor amigo, que me ayuda a levantarme cada día. Ayer fue a visitarte, no sé si te diste cuenta, estaba a solo unos pasos de ti y a pesar de eso, estaba demasiado lejos. No quise acercarme más porque estaba tu madre. Jamás le caí bien a esa mujer y ahora menos que tú no estás, no la culpo, pero aún siento rabia ante el hecho de que no me dejara entrar a tu funeral. Traté de ir, créeme, pero ni siquiera estaba cerca de la iglesia y tu padre estaba ahí afuera. Estoy seguro de que me hubiera matado al verme entrar. Me hubiera dado lo mismo morir tratando de verte, qué más daba, ¿de eso no se trata el amor?, ¿de dar todo por quien amas, hasta tu vida si es posible?, pero Sam no me ha dejado acercarme, no quería perderme también a mí. Skyler, perdóname te lo pido por favor, sé que fui un estúpido en todos esos años en que estuvimos juntos, sé que tú querías gritarle a todo el mundo nuestro amor y yo solo quería que nadie se enterara de lo nuestro, te amé, te amo y también sé que te amaré por siempre, pero eso no fue suficiente como para declararme totalmente a ti, perdóname por esos momentos en que tú quisiste besarme y yo te rechacé, por aquellos días en que me presentabas a los demás como el amor de tu vida y yo simplemente me enojaba contigo. En las últimas semanas he comenzado a pensar sobre ello y me di cuenta que una parte de mí no quería creerlo, no quería aceptar quien era en verdad, por esto te pido que me

68

35171 INTERIOR.indd 68

26-07-16 13:46

perdones por favor, perdóname por no querer aceptar que tú eres la persona que estaba destinada para mí, para hacerme feliz. Y qué importa ahora decir “soy gay”, qué más da gritarlo al mundo, debí haberlo dicho cuando tú estabas aquí, como también debí hacer más por ti, llenarte de las palabras que te merecías escuchar, te merecías más de lo que yo pude entregarte, te merecías a alguien mejor que yo. Nunca te mereceré, fuiste como un ángel caído del cielo, fuiste la razón por la cual aún sigo aquí, eres quien me hacía sentir completo. Ahora, sin ti mi vida ya no tiene sentido, no tiene melodía, soy como un perro abandonado, como un pentagrama sin notas, soy nada, eso es lo que soy. ¿Dónde estás? ¿Ahí puedes ver las estrellas que iluminan cada noche el oscuro desierto de mi corazón? ¿Puedes sentir? Aunque todo el mundo diga lo contrario, yo sé que no estás en el infierno, eso no tiene sentido, porque si tú no estás en el cielo entonces nadie lo estará. No me imagino a alguien más digno de entrar a aquel reino, en compañía de Dios. Debe ser hermoso ¿no?, de seguro estás feliz allá arriba. Pronto el avión aterrizará, he decidido viajar por todos los lugares que siempre quisimos. ¿Recuerdas cuando juramos que visitaríamos las siete maravillas del mundo antes de morir? Es cierto que solo visitamos tres cuando estabas aquí, pero eso no importa, porque yo iré y algo me dice que tú estarás a mi lado. Ya no sé qué decir, solamente que te amo más que nada y que lo haré cada día de vida que me quede. Jamás te olvidaré pero sé que no quieres verme tirado en una cama ¿no es así? Tú detestabas cuando no podía levantarme de la cama por estar triste. Trataré de seguir adelante, trataré de vivir por ti, solamente por ti. Esto no es un adiós, Skyler, este es un hasta pronto, te veré muy pronto ya lo verás, cuando llegue mi día, tú estarás esperándome en aquel túnel y me dirás: te he estado esperando hace tanto, y yo responderé: no tanto como yo. T.S.M Susy Miño Poveda 3er lugar Categoría Juvenil

69

35171 INTERIOR.indd 69

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 70

26-07-16 13:46

2015

35171 INTERIOR.indd 71

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 72

26-07-16 13:46

A mi flaca: No sé qué estás esperando, sinceramente, ya no me queda agua en los ojos. Se me evapora la sangre y los suspiros se me caen a pedazos, flaca tirana. Y yo no sé qué espero sinceramente, si nunca creí en milagros, con qué cara ambiciono ahora la ayuda del alto cielo. Si supieras, flaca inocente, todas las cosas que me dice la gente que supuestamente me quiere y la que supuestamente te quiso. Que siga adelante, que ya es tiempo que te deje ir lejos, ir a no sé dónde. He buscado la manera, por favor créeme, flaca escéptica, pero no entiendo cómo puedo desconectarme de tu presencia, de tu risa cegadora. Te siento en cada destello neuronal, en cada contracción cardiaca, en cada mililitro de sangre. Con tu recuerdo llenándome los pulmones como una bocanada de aire y escapándose como nostalgia en uno que otro sollozo. Dime algún lugar donde no te encuentre, ese sitio donde no te oiga, donde mis ansias no te alcancen, el escondite perfecto donde mi memoria ya no te acaricie el pelo y no te abrigue las manos. Donde no te mire a los ojos ni te bese la boca, flaca omnipresente. En qué minuto me condenaste a renunciar a mi vida con tal de hacer feliz la tuya y a cambiar el cosmos por el color de tus ojos, flaca implacable. Si pudiera acercarme a la velocidad de la luz, retrocedería el tiempo para apuñalarme por la espalda, justo antes de ese preciso momento cuando con una sonrisa me sentenciaste a la pena de muerte. A la pena de tu muerte, flaca perpetua. Trato incluso de hallar ese supuesto y único paso que me lleve al odio, imagínate, pero no encuentro más que abismos, distancias inmensurables, como la dimensión misma del universo siniestro. Pero dime cómo no he de reprocharte, flaca culpable, que me abandonaras en un parpadeo, que me dejaras la herida abierta y así como si nada te dieras a la fuga, en una huida eterna de la que todavía no vuelves. Y yo acá te aguardo, con una esperanza estúpida. Decídete luego a mirarme a la cara y pedirme el aliento, a venir desde lejos y reclamar lo que es tuyo, a terminar fugazmente lo que yo no me atrevo. Cómo anhelo aquel tiro de gracia, que de mí te apiades, flaca clemente. Ruego tengas misericordia con estas letras y ajusticies a la brevedad a este corazón maltrecho. Sin otro particular, estoy tratando de despedirme, tratando de decirte adiós.

Bernardo Cortés Tapia 1er Lugar Categoría Adulto

73

35171 INTERIOR.indd 73

26-07-16 13:46

PINAZA COLOR BORRA VINO Roberto: Estoy aquí acostada en Valdivia, es de noche y tengo el pelo mojado. Me duele la cabeza y siento que la vida es una mierda. Hace mucho tiempo que no sentía esta pena profunda. Hay vidas pasando por al lado, aquí, al otro lado del río. En una, yo recorro Isla Teja en bicicleta. Tengo un aro en la nariz y finjo estudiar cualquier carrera. Trabajo los fines de semana de garzona en cualquiera de los miles de bares de la isla. Mi papá está muerto, yo lo maté con una pistola que salió de mi cabeza. Mi hija no existe, la gente libre no tiene hijos. En otra tú trabajas en la UACH y mi Emilia toma clases de remo. Yo estudio de verdad alguna carrera de las ciencias sociales. En las tardes leemos y pintamos en esa tercera pieza que siempre dijimos que tendríamos. En otra, la última, vivimos en Corral: hacemos artesanía y terapias naturales. Tenemos una pequeña casa en medio del cerro. Llueve mucho y el tiempo transcurre lento, no nos importa. Educamos a la Emilia en nuestra casa y aprendemos de la experiencia, de la gente, todos los días algo nuevo. Me falta el ruido, es cierto, pero en nuestra casa hay libros, pinturas, música, películas, cuadernos, telas y lápices. Nos amamos, claro está. En algunas hay más orden y limpieza que en otras. En todas te amo, de distintas maneras, en todas me gusta despertar contigo. En el presente, del lado de acá del río, te estoy escribiendo una carta de amor y tú me estás odiando. Tomo mi celular y veo que me escribes que me odias, que no quieres verme, que no quieres que vuelva, que matamos todo, que los futuros posibles desembocaron en el mar, más allá de Corral, y que ya no hay forma de encontrarlos. Que no quieres volver a ver mis tazas de café en tu velador, ni mis hojas y libros bajo o al lado de tu cama. Yo te estoy amando, nos perdemos y yo te estoy amando Roberto. Yo soy la media Alejandra, es cierto. Tú eres el medio Roberto. Lo fácil es separarse y completarse, lo difícil es crecer juntos. Intentamos por años probar lo que sabemos que nunca pudo ser probado: amar desde la miseria. Esta es una carta que nunca voy a enviarte Roberto, que nunca vas a recibir, porque tú ya no quieres saber nada de mí. Voy a enviarla al concurso que postulamos cada año y

74

35171 INTERIOR.indd 74

26-07-16 13:46

que nos reímos cuando nos dimos cuenta que podíamos pasar el año escribiendo cartas de amor para todos los concursos del mundo: cartas de amor de España, Dinamarca, Venezuela, Corea, Islandia... Entonces yo escribí todas las fechas de las convocatorias en tu pared, debajo del primer “te amo” que fue escrito con sangre cuatro o cinco años atrás. Nos reímos tanto, pasábamos las tardes escribiendo cartas falsas para amores en otros idiomas, imaginando que llegaron a tiempo, tarde o tan inoportunamente como este. Esta es verdadera, la última y verdadera, es todo lo que tengo. No me borres Roberto, por favor no me borres por completo, déjame un espacio, un par de líneas… por esas voy a entrar, para llevarte al otro lado del río, mi vida.

Daniela Navarrete Salazar 2do Lugar Categoría Adulto

75

35171 INTERIOR.indd 75

26-07-16 13:46

CARTA AL NO LECTOR

Caminado por ahí encontré este maravilloso lugar. Escondido entre grandes edificios modernos, se alzaba una librería de aspecto rústico con adornos de madera. Me causó una gran expectación haber encontrado un lugar así en medio de la ciudad y lo único que pude hacer fue entrar para poder echar un vistazo al corazón de la librería. ¡Cariño! La cantidad de libros y revistas era incalculable, era todo tan perfecto. Estuve horas y horas explorando ese pequeño mundo, buscando nuevos títulos que leer. Encontré tantas aventuras ese día y ahora solo puedo pensar en volver. Caí enamorada como una niña, ¡solo podía pensar en cuántos libros iba a poder llevarme conmigo! Hice un montos de cosas aquel día. Fui una princesa en apuros, hice un viaje en submarino, tuve que odiar a un hombre orgulloso para darme cuenta que lo amaba. Luego reí con un viejo loco que creía que los molinos eran gigantes. También fui alumna de una escuela de hechicería y hasta me sacrifique junto al amor de mi vida sin saber que él aún vivía. Pase por épocas remotas, conocí vampiros y muertos vivientes; reyes y brujas, incluso estuve con unos animales bien rebeldes. Viajé al futuro con trajes espaciales donde la tierra ya no era habitable y estábamos condenados a vivir en naves, sin poder disfrutar de la brisa fresca por las mañanas. Y ahí, en medio de todos estos mundos, encontré en escape de esta realidad. Te perdiste de tanto ese día. Mientras naufragaba en algún lugar del Caribe me acordaba de las mañanas junto a ti y cuánto me hubiese gustado compartir estas historias contigo, incluso cuando combatía contra dragones o estaba en un duelo a muerte. Son pequeñas grandes sensaciones que hacen de leer una experiencia fuera de lo normal. Me enamoré del suave roce de las páginas contra mis dedos, del aroma de las páginas viejas así como de las nuevas, de los colores de las portadas, de todos esos tipos de letras. Sé que para ti es algo sin mayor importancia, pero para mí significa tanto saber que mientras mi vista me acompañe podré hacer tantos viajes en la comodidad de mi sofá con un café en una mano y un libro en la otra. Solo quería hacerte llegar esta carta y, tal vez, dejarte un poco de curiosidad, para que así puedas descubrir este mundo por ti mismo.

Marisa Rosales Cerón 1er Lugar Categoría Juvenil

76

35171 INTERIOR.indd 76

26-07-16 13:46

AMOR SIN JUICIO Te extrañará recibir una carta de una persona desconocida para ti, pero por muy curioso que resulte, yo tampoco te conozco. Por lo mismo, estoy en proceso de cambiar esta situación. Me llamo Macarena, tengo 15 años, quiero conocerte, y ojalá al terminar de leer esta carta, tú lo quieras también. Desde hace ya un buen tiempo me urgía la necesidad de buscarte. Y no quiero que te sientas presionado, pues es tu decisión y yo aceptaré cualquiera que tomes. Me es un poco incómodo pero supongo que así se empieza y es que no es lo común que la hija busque al padre, sino al revés. Y con esto dicho, creo, ya habrás aclarado algunas dudas. Hace algunos años tuviste una hija carente de un padre. Mi madre no me había dejado buscarte antes. Según decía, pese a saber de mi existencia decidiste ausentarte. Y bueno, si te busco no es ni para pedirte explicaciones ni recriminarte, solo quiero conocer lo que desconozco, sentir lo que jamás he sentido y poder, como muchos de mis amigos, gozar de un padre. No quiero que pienses que soy una niña resentida o con problemas, la verdad es que me considero alguien muy feliz y agradecida por lo que tengo. Si he llegado hasta aquí es porque soy una persona convencida de que como cometemos errores, también tenemos la posibilidad de enmendarlos. Y por eso no te juzgo ni lo haré nunca. Siempre desde niña deseé poder tenerte y a medida que fui creciendo, fui comprendiendo que si bien no estabas conmigo, había otras personas que sí lo estaban.

No sé qué tipo de relación habrán tenido mi madre y tú, y tampoco me interesa, pero quiero contarte que como hay gente que desaparece sin siquiera dejar rastro, dañando así a muchos a su alrededor, hay otros que se esfuerzan por nunca perecer y por siempre estar, constantemente y sin restricciones contigo, apoyándote, y a veces hasta para cumplir más de un rol en tu vida. Y no es sencillo ¿sabes? He visto a mi madre mil veces destruida por problemas económicos, emocionales, vaya a saber uno, pero también la he visto mil y un veces más levantarse, mostrarme el mejor de sus rostros, darse nuevas oportunidades y eso, eso mi querido desconocido, es realmente admirable. Lo que nunca se tuvo también se extraña y al igual que el vacío, duele demasiado. Muchas veces te odié por no estar presente, pero gracias al tiempo y los valores que me han inculcado, he comprendido, y de algún modo he podido llegar a entender, que odiar no es más que dañarse y envenenarse a uno mismo. Por todo lo dicho anteriormente, no te guardo rencor, y si no recibo respuesta, tampoco lo haré, me quedaré con el consuelo de haber mandado esta carta. Y si el destino así lo quiere, que hayas descubierto al fin, todo lo que he callado durante los primeros 15 años de mi vida. Cumplido el fin de esta breve carta, nerviosa y ansiosa, por el incierto futuro, se despide atentamente, M. E. Bonheur… Tu hija. Macarena Romo Ortega Mención honrosa

77

35171 INTERIOR.indd 77

26-07-16 13:46

Hola: Quisiera presentarme: soy quien te escribe poemas de amor (aunque suene cursi) y no me importa admitirlo. Quiero de antemano que sepas que lo nuestro quizás no sea para siempre y que los para siempre no existen. Que la improbabilidad de tenerte para siempre me parece mejor que la probabilidad de saber que un amor es completamente certero y rutinario (porque esto último es letal). Y por supuesto, quiero que sepas que te he añorado más de lo que he creído posible. Debo decir también, que te agradezco, eres la luz que ilumina mis demonios. Y he pensado (como siempre lo hago antes de dormir, cuándo entre la incertidumbre del mañana, pienso en ti) que no tenerte, ¡que perderte!, sería aún peor que no haberte tenido jamás. Te lo explico: a mis demonios les caes bien. A mis sombras les agradan aquellos destellos dorados de tu sonrisa, que se deslizan de un recoveco a otro y que, sin saberlo, esclarecen hasta los más mínimos lugares de mi alma. Gracias. Debo continuar, no puedo hablarte de mí cuando estamos hablando de ti. Eres el insomnio de mis noches, eres mi añoranza cuando estoy despierta. Eres allá y yo soy aquí; eres de fuego y yo soy de agua. Eres tantas cosas, que el no tenerte se asemeja mucho al infierno. No soy creyente, pero déjame repetírtelo: no tenerte se asemeja mucho al infierno. Y es aún peor cuando estás tan cerca y a la vez tan lejos. ¿Te he dicho ya que te amo? ¿Te he dicho ya, que te amo mucho? Si no te lo he dicho, no merezco perdón, en cambio, si ya lo he hecho, espero sientas lo mismo. No me declaro mujer ambiciosa y no espero que me ames para siempre, solo espero que me ames, con eso me conformo. No quiero que pienses que te estoy rogando, pero una parte de mí, esa que no puede vivir sin ti, siente que debería hacerlo. Por favor, entiende el efecto que causas en mí. Y en mi sed de ti, cuando no estás junto a mí, el efecto se hace aún mucho mayor. Como cuando el amor es contraproducente y se convierte en un montón de olas que mientras más braceas hacia delante, más te echa hacia atrás. Y no sé cómo explicarte esto que estoy sintiendo ahora: como cuando tu corazón quiere salir disparado, pero tu cordura le obliga a quedarse allí. De ésta manera me haces sentir cada uno de los días, cada uno de los segundos en que hablamos y cada uno de los segundos de tu tiempo que empleas para respirar ese aire que está cerca de mí. Y quiero decirte también, que nuestros aires se entremezclan cuando nos encontramos cerca. Que nuestros corazones también lo hacen y mi estómago está de fiesta, porque las mariposas empiezan a celebrar.

78

35171 INTERIOR.indd 78

26-07-16 13:46

Estoy suspendida en el aire y eres esa cuerda que me sujeta para que no caiga al suelo. Y quiero decírtelo una vez más: a mis demonios les caes bien. Por eso terminar contigo sería tan cruel, tan sádico, tan infierno en vida (aunque te parezca muy creyente), tan aterrador (aunque te parezca exagerado), tan mal (aunque te parezca obstinado). Te amo. Mucho. Y no decirlo me parece descorazonado, casi como un atentado en contra de mi cordura. Porque debes saberlo, estoy loca por ti, y soy lo suficientemente cuerda como para aceptarlo.

Kathia Cancino Rojas 2do Lugar Categoría Juvenil

79

35171 INTERIOR.indd 79

26-07-16 13:46

EN BRAILLE

Desde hace tiempo que te vengo hilando versitos en la mente, en el trayecto de la micro o mientras espero el vuelto de las compras. “Anda volando”. Ojalá, pero yo diría más bien que me ando arrastrando, a duras penas. Es así como decidí hacerte una carta en donde no menciono ni tu nombre, para así no desatar ese péndulo y ese reloj ruidoso que uno se guarda en las entrañas. Te escribo para decirte que ya no te extraño. Los cielos siguen siendo cielos y las estrellas están donde mismo. Eso sí, debo admitir que se siente distinta la gente, todos me parecen más extraños. Será que antes me limitaba a tu contexto, en las calles, en las plazas, y ahora que solo me tengo a mí. En la historia las cosas perdieron matices y debo abrirme horizontes en búsqueda de algo que contar. Gracias a tu ausencia he crecido (crecer, dicen). Me llenan más los amigos y los detalles. Y descubrí que el vacío constante lo tengo por ser yo y no por no ser nosotros. No me asfixian de ansiedad los días perdidos (“días perdidos” le decía a los días sin ti). No te niego que fue tan triste cuando partimos. Yo te vi despidiéndote en la esquina y tenía tanta pena encima que apenas me podía las piernas. Esperé algún tipo de arrepentimiento, una señal hubiera sido suficiente. Nada. No pasó ni pasará. Así fuiste. Si tuviera que extrañar algo sería tu espalda, que siempre tenía algo que decirme en el braille de granitos y espinillas. Por la espalda pasan cosas como las del mar, como las burbujas del mar cuando se pierde el aire, así perdíamos el aire. Y al fondo del mar te veía (bajo la odiosa luz verde fluorescente, en la misma pieza roída) haciendo poses al espejo. Entre la almohada y la cabeza me quedaba un solo ojo vivo que te admiraba y se resistía a tu invitación. Cedí. Corrimos y andábamos por ahí como los Adán y Eva de Santiago centro. Y entre risas y besos algo se apagaba, algo quería escapar desesperadamente por las ventanas o por el cerrojo. Algo moría un poco, y ahí entre besos nos dedicábamos a matar algo más que el tiempo. La mosca que al llegar a la luz se funde, el hielo que de tanto frío quema, la carne que se pudre, pero algo queda.

Javiera Arce Diaz Mención honrosa

80

35171 INTERIOR.indd 80

26-07-16 13:46

2016

35171 INTERIOR.indd 81

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 82

26-07-16 13:46

LAS ESTADÍSTICAS NO MIENTEN Querido Ex: Las cifras son tajantes: el amor apasionado dura un máximo de cinco años. El 50% de las personas engaña a sus parejas. De éstas, sólo una de cada tres logra salvar la relación. Esto, siempre y cuando el adúltero muestre un sincero arrepentimiento. El porcentaje disminuye aún más cuando la infidelidad ha sido larga y no una simple “canita al aire”. Además, la mayoría de los hombres que engañan lo hacen con una mujer más corpulenta que su pareja. Por último, cuando una relación lleva rota mucho tiempo es inmensamente difícil que resurja el amor, ya que se carece de la química inicial. Los números no mienten. Tú me engañaste un mes después de nuestro quinto aniversario, por un período prolongado y nunca pediste perdón ni una segunda oportunidad. Es más, después de un año, sigues con esa... que, por supuesto, es más flaca que yo. ¿No podías al menos atenerte a esa estadística? Te dejo otros números para que pienses. Desde que no estamos juntos bajé ocho kilos, dupliqué mis compañeros sexuales, visité cuatro países, salí cincuenta veces más de fiesta y adopté no uno sino dos gatos. En fin. Si ya fuimos lo peor de lo común, ¿cómo esperar ser lo mejor de lo imposible? No soy ningún genio matemático, pero no hace falta ser Einstein para saber que las probabilidades de futuro entre tú y yo son bastante bajas. Dicho esto, como es obvio, solo me queda hacerte una pregunta: ¿Volvemos? Por favor. Atentamente, La despechada irracional.

Macarena Lobos Martínez 1er Lugar Categoría Adulto

83

35171 INTERIOR.indd 83

26-07-16 13:46

CARTA DE UN PELÍCANO Señorita Cisne, Desde que la vi desde las alturas, nadando en el estanque, quedé perdidamente enamorado de usted. No sé si me recuerda, yo era el que nadaba entre las gaviotas y los biguás, el de pico largo con una bolsa debajo, el más alto y de gran prestancia en el nado, aunque no lo pudiera apreciar pues yo estaba sumergido. Soy ese que se lanzó en picada y se zambulló muy cerca suyo, salpicando sus inmaculadas plumas blancas, para salir poco después con un pez para ofrendándoselo desde lejos, mientras usted se acomodaba coqueta las plumas mojadas. Entonces me lanzó una mirada penetrante, tan penetrante que me llegó al alma y mi natural timidez no me permitió dirigirle la palabra. Soy ese que cuando pasó rozándome con tanta distinción y elegancia, solo atinó a abrir el pico y perdió el pez. Al sentir su suave fragancia me sumergí en un mundo que antes no percibía, mi corazón latió tan fuerte que a mi alrededor el agua se llenó de burbujas y creí que me moría de amor. Soy ese al que, por suerte, unas gaviotas rescataron del fondo del estanque, pues no me acordaba ni de como nadar. Ese al que hicieron el pico a pico mientras soñaba con que usted me besaba para hacerme reaccionar. Soy ese que salió volando presto y chocó con el edificio cercano y que ahora desde el hospital le escribe esta carta con su única ala sana. Siempre suyo. Pelícano Joe

Julio Villareal Gavilondo 2do Lugar Categoría Adulto

84

35171 INTERIOR.indd 84

26-07-16 13:46

A mis amados: Ya en la cincuentena de mi vida desempolvo mi viejísimo delantal escolar, sacudo aquella reliquia y mi mano se desliza suavemente por el cuadrillé azul… Y allí están sus nombres escritos en la espalda, con letras grandes y negras “Starsky & Hutch” mis adorados amores platónicos de la serie policíaca de los años setenta, cuando mi corazón adolescente los amaba con ternura y pasión. Les escribo esta carta de amor llena de nostalgia, saturada de recuerdos dulces y amargos también. En esa época turbulenta mi familia naufragó. Fuimos desechadas como un estorbo y tuvimos que cambiarnos de casa. Del sector alto y bello llegamos a un barrio antiguo y modesto. Llevé todas mis cosas, y por supuesto el póster en donde ustedes dos me sonreían varoniles. Era una gran fotografía en colores que venía en una revista y que mi tía me regaló. Todavía tiene la huella de mis besos locos de chiquilla y hay uno que otro rastro de lágrimas tristes que se tragó el papel.

inundada en lágrimas. No sabía cómo iba a soportar vivir sin contar los días para verlos. Ahora me consolaba mirando sus fotos en las revistas y cuadernos en donde las coleccionaba. Tendría que soportar todas las penas sin esperar el consuelo y la alegría de verlos. Todos me aconsejaban que dejara esa tonta fantasía, que me olvidara de ustedes, que buscara un hombre real, que madurara. Pero yo, sorda a la realidad, los seguí amando por varios años más. Ahora en los umbrales de la tercera edad, arrastro un saco de dolencias propias de esta indeseada etapa de la vida. Dejé atrás la juventud con mucha nostalgia. Afortunadamente he conocido la felicidad y tengo una bella familia. Eso sí, que no estoy muy segura de haber madurado, porque aún guardo aquel póster, ese que adornaba la pared de mi habitación azul. Ese que besaba todas las noches antes de irme a dormir.

Ustedes me acompañaron en los momentos más duros de mi vida juvenil. Con el cambio obligado de casa nos quedamos sin televisor y yo corría desesperada buscando verlos desde alguna pantalla vecina, llena de rabia y pena, tratando de comprender lo que nos pasaba, intentando saber por qué esa pariente tan querida había echado a mi madre con tres muchachas y un niño pequeño.

Cuando alguna pena me embarga les confieso que lo busco entre los cachureos, entre mis viejos cuadernos y lo desdoblo lentamente llena de emoción. Les juro que me vuelvo tan ligera e infinitamente joven, con el corazón a todo galope y con la mirada luminosa, repleta de amor.

Los amé a través de la pantalla con vehemencia por muchos años. Sufrí demasiado cuando se acabó la serie. Vi el último capítulo

Elizabeth Carrizo Catalán Mención honrosa Categoría Adulto

Por siempre platónicamente enamorada, Liz.

85

35171 INTERIOR.indd 85

26-07-16 13:46

MENSAJE EN BOTELLA Comandante Nemo: Lavar las palabras. El agua purifica. Esta vez mis palabras escritas van al mar. Ya grité, insulté, puteé. Esas palabras se enredaron con las corrientes de aire y se estrellaron contra las piedras, contra el agua, explotando, salpicando en mis pies espuma blanca. Espuma como cruel alegoría de mi boca enrabiada, de mi odio. Desde los roquedales maldije. Pero el mar no tiene la culpa. El mar es tu tumba y eso de alguna forma, es sagrado. La culpa es de los hombres. De aquellos hombres-marionetas que te llevaron y nunca te trajeron de vuelta. Aquellos que te torturaron como yo quise una vez azotar al océano, cuando deseé que toda su vida se extinguiera: peces, crustáceos, cetáceos, moluscos, algas, ¡todo! y que ningún organismo pudiese hacerse de tu cuerpo, que nada lo ultrajara ni un milímetro más, ese cuerpo tuyo que aún sentía tan mío. Deseé el calentamiento global, ingenuamente quise que el mar se secara para remover la arena y encontrar algo de ti. Jirones, pelos, huesos. Algo. Escupí al mar. Rogué porque te lanzara a la orilla, que te escupiera y le mostré cómo. Entonces lloré y dejé de ir a la playa. Fueron meses, años de un alejamiento concertado, una expiación que nunca acababa de compensarme, de sanarme. Porque sentí como una traición que las olas te tragaran cuando tú siempre las amaste tanto. Recuerdo cuando viajábamos al litoral y no cogías nada aparte de tu traje de baño azul –con corte a lo Caszely, como decías orgulloso– y de chapuzón en chapuzón me besabas, para luego revolcarte en la arena y quedar como escalopa y abrazarme. Entonces bebíamos vino tinto desde la botella y brindábamos por nuestra juventud y la revolución, mientras caía la tarde y tu rostro se arrebolaba como el cielo. Te gustaba escribir versos que nunca publicarías por decisión propia. Para eso ya estaban los grandes compañeros, decías. Yo acaté ese afán de anonimato, lo respeté hasta ahora, aunque muchas veces quise leer tus palabras en los labios de los otros, para volver a oírte como los acordes trasnochados de una canción que se apaga en la cantina de un puerto. Una noche, durante esos paseos, me contaste que cuando chico enviabas mensajes a través del mar, que coleccionabas botellas de vidrio y escribías una carta para un destinatario incierto. Que esperabas que fuesen princesas de Oriente quienes las rescataran de la inmensidad del fondo marino; o que fueran a parar a la Atlántida, donde moraba una sociedad perfecta, unos ciudadanos ejemplares.

86

35171 INTERIOR.indd 86

26-07-16 13:46

Volví al mar porque el mar sana. Porque el agua salina desinfecta las heridas. Mis llagas supuraron largo tiempo, pero el océano no tiene la culpa, el Pacífico no es un oxímoron. El mar se abrió ante ti para ceñir tu dolor, para restañar tu desilusión y tu sangre que vertieron los verdaderos traidores. El mar es un mausoleo glorioso que te vio descender desde lo alto como un humano quebrantado, pero digno, como un ángel caído. Tal vez te haya conducido hasta el misterio de ese continente utópico, a las profundidades de esa civilización ideal donde reina la justicia y la paz. Si la muerte fuera un sueño espero que así sea: un lugar confortable, un prodigio de infancia. El mar purga las palabras y me perdonará por arrojarle esta botella. El mar es inocente y sabrá transmitirte mis frases calladas que te reclaman y te añoran, porque como dice una canción que es nuestra historia y la historia de muchos, volverás a mí “porque me ataste al nudo de la eternidad”. Siempre tuya, Natalia Nautilus.

Carlos Guzmán Campos 3er Lugar Categoría Adulto

87

35171 INTERIOR.indd 87

26-07-16 13:46

02 de marzo del 2016 Querido Sui Ishida - Sensei : Es un gusto saludarle aunque tal vez ni siquiera lea hasta el final esta carta. Tengo absoluta conciencia de que quizás no sirva de mucho. Ya lo entenderá mientras lee, pero por ahora le pido que no pare. Esto es inesperadamente más importante de lo creí que sería, así que por favor, sensei. Para presentarme diré que soy una chica otaku de 17 años con muy limitados placeres, como por ejemplo: leer libros. Mido un metro cincuenta y cinco. Peso 45. Mi característica principal, en este momento, es que me encuentro enamorada. No quiero exagerar complementando aquella última palabra, porque no hay otra forma de dar una explicación más exacta. Mi actual estado emocional es ese. En una descripción aún más honesta, podría decir que en esta loca situación, me encuentro enamorada a un punto en el que si levanto la vista un poco, veo como el plano de la cordura se aleja y quedo suspendida en un hilo. ¿Qué me diría, si le digo que el sujeto de esta dicha es un personaje de su manga, Tokyo Ghoul, llamado Kaneki Ken? Lo más probable es que no le sorprenda mucho, ya que existe un número indescifrable de fans. No creo diferenciarme de ellas. Yo solo escribo esta carta porque quiero comunicarle un par de cosas. Ahora que lo pienso no creo poder ser breve o concisa, pero lo intentaré. La primera vez que lo vi no me llamó mucho la atención, por lo que no puedo decir que fue amor a primera vista. Aunque me gustaría, siento que de ser así sería más verdadero y podría decir que fue el destino, pero no, fue el tiempo. El tiempo hizo que naciera una incertidumbre silenciosa y luego una ansiedad incontrolable. Lo amo. Por eso necesito un favor de usted. Necesito que le diga que de poder ir al lugar en donde se encuentra, no voy a vacilar. La respuesta es obvia, aun en mi inconsciente. Lo hago. También que si me necesita para algo, lo que sea, estoy dispuesta. No titubearé. Es que lo amo tanto. De verdad, lo amo tanto. Estar aquí sin él es difícil. Cuando necesita el apoyo, la compasión, el amor, el odio, el cariño, los golpes, las riñas, las peleas sin sentido o con sentido, o lo que sea, dependiendo de la situación, es doloroso. Duele de una forma que no debería.

88

35171 INTERIOR.indd 88

26-07-16 13:46

En mi mente lo veo pasar frente a mí, y se ve tan especial, tan fuera de lugar, pero encajando. Reservado, triste, con ese aire que te dice que aquella persona tiene la experiencia de no solo una vida, si no varias. Cansado del sufrimiento. Abatido. Sin expresión. Solitario. Lo amo tanto. Kaneki-san, si lees esto –espero que sí, ya que te imagino de pie, en la espalda de la persona que tiene esto en la mano– te prometo que si te veo en este mundo como humano, te dejaré ir. Pues si te pudiera ver todos los días, por lo menos el resto de mi vida, supongo que podría intentar ser algo más que feliz. Lo compensará. Lo positivo será mucho más. Es que tú rozas mis infinitos, y el problema es que mis límites alcanzan a ser un poco más grandes. Me decepciona no poder vivir para ti, pero si nos encontramos… te diré que te amo. Con esperanzas, Milenka.

Rocío Cisternas Bravo 1er Lugar Categoría Juvenil

89

35171 INTERIOR.indd 89

26-07-16 13:46

A LA PERSONA IMPOSIBLE DE ODIAR

Escuchar el singular tono de tu voz, observar silenciosamente todas tus acciones e inquietarme al saber que vendrías, son cosas que extraño a momentos y que me provocan desear que no fuera todo tan efímero. Creo que no tuvimos el tiempo necesario y que podríamos haber aprendido mucho más el uno del otro. Aspiro a la idea de saber si algún rasgo, gusto, comportamiento o lunar deriva de ti. Quizás nos cautive la misma música, quizás los dos seamos acrofóbicos o compartamos la misma idea de que el mejor plato del mundo son los fideos. Extrañarte es inevitable, pero no te negaré que quisiera que no fuera así, me gustaría odiarte con todas mis fuerzas pero lamentablemente te quedaste con un pedazo muy importante de mi corazón. Espero inconscientemente que algún día nos encontremos en la calle sin razón alguna. No digo ni creo que seas un hombre perfecto pero gracias por enseñarme a impulsarme sola en los columpios. Aún con cariño, tu pequeña hija, B.L

Bárbara Lasalle Sandoval 2do Lugar Categoría Juvenil

90

35171 INTERIOR.indd 90

26-07-16 13:46

DESVARÍOS DEL LOCO La gloria es cuando mis manos tocan las tuyas. Mis ojos se juntan con los tuyos: mi corazón se alborota. Escribo prosa en forma de párrafos. Versos que se entremezclan con un texto, versándote a ti porque haces que mis desahogos sean más claros que marchitos, sean brillantes, de luz y paz, energía que me vuelve por esta dicha y esta felicidad que tengo y puedo compartir contigo. Mi felicidad, que nos envuelve. Tu felicidad, que aumenta la mía. Este amor tan preciado que nos tenemos se queda estático entre nuestras manos, lo tenemos bien sujeto. Firme está y es clarividente porque nos señala los caminos, siempre, juntándonos. Qué puedo agregar a mis desvaríos. Estoy loca y mis dedos se mueven solos sobre el teclado. Son las tres de la madrugada, las tres y contando, y mientras tú duermes conforme y plácido –soñando conmigo, espero– yo escribo para ti. Pinto con mis manos sobre las teclas un hermoso cuadro de amor. Nos miramos a los ojos y estamos sentados sobre las estrellas: miramos la luna, tan hermosa, y al sol, tan magnífico. Relumbran nuestros ojos y creamos un nuevo sistema solar con las chispas que tenemos. Y a lejos están los desdichados, los que sufren, los que no ven que a la vuelta de la esquina está la felicidad. Que se esconde debajo de una piedra, en un árbol, en acariciar un gato cuando uno va por la calle. Que se limita a mirarse el reflejo y quererse. Y que tú y yo compartimos ese goce.

Sigo pintando el cuadro. Tú duermes plácida y confortablemente. ¡Ah no!, parece que ya no es así. Mi insomnio te llama y abres los ojos enojado porque no puedes dormir. Te mueves de un rincón a otro de la cama, pensando. Estás pensando en mí tal y como yo escribo sobre ti. A una distancia prudente, para no destrozarnos de amor, nos pensamos. La distancia es perfecta, la distancia en realidad es relativa. Más que ello, la distancia no existe: hemos creado un agujero de gusano que nos conecta y son nuestras mentes las que se envían códigos de enamorados, de amor, perdón. Que quede claro que nos amamos y no solo estamos enamorados. Que hemos caído en el amor de súbito. Que amamos todas las imperfecciones, todos los gases, los descuidos, los olores vespertinos y diurnos, todo de todo, no solo somos simples enamorados que se aman lo justo y se conocen lo justo por vergüenza. Nos amamos hasta dónde no llega la luz del sol. Y me refiero, por su puesto, al corazón que bombea sangre y que nos hace ponernos colorados. Listo, he terminado. He dejado de pintar el cuadro y ahora puedes dormite plácido. Gracias por compartir este insomnio conmigo. No sabes cuánto te quiero. Margarita.

Kathia Cancino Rojas Mención honrosa Categoría Juvenil

91

35171 INTERIOR.indd 91

26-07-16 13:46

3 de marzo de 2016 Querido personaje literario: Quiero expresarte mediante esta carta, todos los sentimientos que florecen en mí al leer cada línea y cada palabra en las que estás incluido. Me gustaría creer que en algún momento vas a leer esto, aunque sea una locura. Quiero desinflar mi pecho y gritarlo, más bien, escribirlo a los cuatro vientos. Nuestra historia comenzó el día en que se presentó ante mí la idea de leer. Hace unos pocos años, recorriendo una multitud de sapos presentados ante mí, no fue hasta que llegaste tú a mis manos cuando conocí al verdadero príncipe azul. Muchas personas dirán lo estúpido que suena esto, pero en cuanto te conocí supe que algo había surgido en mí. Nunca había amado a un personaje tanto como a ti, y a pesar de que he seguido con mi travesía lectora, te has ganado un pedacito de mi corazón. Me quitaste el sueño por varias noches, y por ti aprendí a esperar, porque fue muy difícil la espera entre un libro y otro, sobre todo teniendo en cuenta los altos precios e impuestos que se pagan para obtener un libro. Lo único que me esperanzaba, era en algún momento tener esas hojas entre mis manos y devorármelas tal como Harry devoraba el banquete en Hogwarts. Aún recuerdo todas las risas, suspiros y llantos que pasé por ti. Por todas esas cosquillas en el estómago y todas esas palabras que te dedicaba para que hicieras algo cuando veía que eras un tarado. Las veces que te pensé y me reí sola porque me acordé de algo que dijiste o hiciste, pero que el resto de la gente no lectora no entiende y mira como algo raro. Ellos no saben lo que se siente al tener un libro en sus manos, lo que es leer y pasarse horas mirando letras y frases y no dimensionar si pasaron horas o minutos, pero estar tan a gusto que no quieres dejarlo. No saben lo que es desvelarse por las noches y tener la lucha constante entre el sueño y las ganas de leer, que si están acompañadas de un buen libro, son invencibles. Este, quizás, no es de esos amores que se mencionan en las películas o de esas a las que se dedican canciones, pero es real. No en el sentido literal, eres solo un personaje, pero al abrir unas simples páginas te vuelves muy verdadero. Es un amor universal, todos pueden amarte, sin importar el sexo, edad, nacionalidad, ni raza. Un amor que traspasa fronteras, un hermoso sentimiento compartido. Debo mencionar que adoro ver las imágenes con tu rostro hechas por el fandom, en especial cuando encuentro tus escenas dibujadas en ellas, me hacen sentir feliz y que no estoy sola en este amor hacia ti.

92

35171 INTERIOR.indd 92

26-07-16 13:46

Tampoco puedo negar que muchas veces he sido tentada por otros personajes, y perdóname si alguna vez dudé, son etapas que vamos pasando los lectores, pero finalmente, siempre me decido por ti. No sé que me depara el futuro, pero sé que quiero seguir recorriendo este hermoso viaje, ya sea de la mano de tu creadora o de otros talentosos creadores de historias. Y tal como tú terminaste tu camino, seguiré yo buscando el mío. Que estés bien, sigue como siempre lo has sido, y no te preocupes, que aunque pasen muchos años y ya tenga en mi mente una larga trayectoria lectora, me seguiré acordando de ti, mi Herondale favorito. Con Amor, Wavy girl (chica ondulada)

Camila Bascuñán Carrasco 3er Lugar Categoría Juvenil

93

35171 INTERIOR.indd 93

26-07-16 13:46

A ROSALÍA Y COMPAÑÍA Un cuento de Plácido Cid ¡Caramba como ha pasado el tiempo Rosalía! si parece que fuera ayer cuando la fui a embarcar en el tren de once, en la estación de Rucapequén. Usted y su vestido celeste de una pieza, sentándose al lado de la ventana, mientras el segundo maquinista cantaba las cartas que habían llegado de la capital, hacia donde partía su merced, lejos de mi lado pues. No había mucho que hacerle, por acá no le esperaba ningún progreso y su taita la mandó sin mucho miramiento a vivir con su tía Adelaida por allá por Santiago, a trabajar de nana en esos barrios de jutres ricachones, y yo qué podía ofrecerle en estos secanos costeros que, por más que se rompa uno el lomo no dan más que cardos y raíces. Yo sabía que usted era de pocas palabras, así que no me extrañó que pasaran y pasaran los meses sin tener noticia de su vida en la ciudad grande. “Ya estará trabajando puertas adentro” pensaba yo para mis adentros, imaginándola con su delantal a cuadros, impecable, su pelo largo hecho trenza y su andar diligente. De pronto me entraba la pena y no había patagua que me consolara con su sombra, ni melón con harina tostada que me repusiera el apetito medio perdido, si eso es el amor de uno pues, tan bruto como uno mismo. Pero el tiempo pasa y no espera a nadie, ni siquiera a nosotros. Hace varios meses atrás me agencié su dirección con la Lucía, la del bazar, quien quedó de ir a verla a usted por allá por la ciudad, y que de mensajera haría las veces. Pero volvió medio muda la negra, como que no me quería contar la firme. Al final le saqué la mismísima verdad: usted había sido mamá por allá. La había visto preñadita caminando con otro fulano de mejores pintas, por lo que describió, sonriente y suelta del cuerpo, tanto que del puro susto ella no se atrevió a hablarle. Ver lo que es, ¿quién lo diría? los sentimientos y quejas me las guardo para cuando me emborracho, ahí usted sale a la palestra de los recuerdos, de cómo tan ingrata y mala paga al pobre Remigio y toda la cantaleta que un curado saca a colación sin haber destino cuando se va de farra. Pero aunque usted no lo crea ese no es el motivo de esta carta, que harto me ha costado escribir, tomando en cuenta el segundo de primaria que logré hace muchos años atrás en la escuela de Quinchamalí, antes que mi taita me sacara para trabajar. Aun así, vale el esfuerzo, con tal de decirle estas cosas, y cómo no, invitarla a un importante evento a fin de año, acá en la fonda de don Beno, a todo trapo, esperando que se pegue el viaje considerando las vacaciones de verano.

94

35171 INTERIOR.indd 94

26-07-16 13:46

Como usted dijo con sus hechos, que son más que las palabras, nos llega la hora a todos, en algún momento del día, y este es el mío sin duda. Trate de venir elegante para esa fiesta, pues el 27 de diciembre me caso con Lucre, su hermana menor. Amores nacen, amores mueren, así que ahora que vamos a ser familia oficialmente espero contar con su distinguida presencia para la boda. Así que tengan a bien, Rosalía y compañía, de visitar estas tierras para fin de año. Serán más que bienvenidos. Remigio Vera 10 de septiembre de 1965 Santa Cruz de Cuca

Felipe Baeza Mención honrosa Categoría Adulto

95

35171 INTERIOR.indd 95

26-07-16 13:46

35171 INTERIOR.indd 96

26-07-16 13:46