Camino a La Servidumbre

Camino a la servidumbre: un resumen Publicado en 23 febrero 2019 por Gonzalo Flores Camino a la servidumbre, la obra cu

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Camino a la servidumbre: un resumen Publicado en 23 febrero 2019 por Gonzalo Flores

Camino a la servidumbre, la obra cumbre de F.A. Hayek, es una de las lecturas obligadas de todo aquel que quiera conocer el pensamiento liberal. El libro fue publicado en Inglaterra en 1944, es decir, cuando se acercaba el fin de la II Guerra Mundial. La tesis central del libro es muy directa: Hayek sostiene que en Inglaterra se estaba abandonando los grandes principios de la civilización occidental –el culto a la libertad, la competencia, el individualismo, el riesgo- y que estaban madurando las ideas, agrupaciones, causas, que veinticinco años antes habían dado lugar al nacimiento del nazismo en Alemania y que ese conjunto ponía en riesgo el futuro inglés. A lo largo del libro Hayek ilumina aspectos particulares de esta tesis: el abandono de los principios liberales, la penetración de las ideas colectivistas, el íntimo parentesco del movimiento nazi con el socialismo, la idea de la planificación estatal centralista; la imposibilidad de la libertad bajo un régimen colectivista; en fin, la urgencia de defender los principios que hicieron posible la civilización occidental y sus grandes logros. El título original del libro fue Road to Serfdom. Ignoro por qué prefirieron traducirlo comoCamino de Servidumbre, cuando Camino a la Servidumbre comunica mejor la intención del autor. La edición que usé (Camino de Servidumbre. Textos y documentos. Edición definitiva. Madrid, Unión Editorial, 2008) contiene un largo Prólogo y una Nota Editorial. Lleva también varios Apéndices: Nazi socialismo (1933), escrito por el mismo Hayek; los informes de Frank Knight y Jacob Marschak a la Universidad de Chicago; el prólogo de John Chamberlain a la edición americana, una carta de John Scoon a C. Hartley Grattan, la introducción de Milton Friedman a la edición de 1994 y una nota sobre la historia de la publicación. Todos esos textos iluminan aspectos diferentes de esta gran obra. Los textos de Chamberlain y Friedman son especialmente interesantes. Cuando Camino a la Servidumbre se imprimió por primera vez en 1944 en Inglaterra, los editores sólo quisieron tirar 2000 ejemplares. Pocos meses después se imprimió en los Estados Unidos un número similar. Pero hasta hoy, el número total de ejemplares impresos ha excedido los millones en los principales idiomas del mundo. Es, en cierto modo, una prueba de que las ideas de Hayek tenían relevancia no sólo para Inglaterra, sino para el mundo entero.

El plan del libro es el siguiente: En el capítulo 1 Hayek empieza argumentando que en Inglaterra se están gestando algunas condiciones esenciales para el surgimiento de un movimiento similar al nacionalsocialismo, especialmente el abandono de las viejas ideas liberales y la admisión progresiva de ideas sobre la planificación económica. En el capítulo 2 aborda el tema de las libertades, mostrando cómo los socialistas reemplazaron la lucha por las libertades civiles por las libertades económicas, pretendiendo que éstas eras más importantes, y así terminaron relegando las primeras; muestra cómo muchos autores anticiparon que fascismo y comunismo se parecían; apunta que muchos socialistas terminaban como nazis y que ambos buscaban militantes en los mismos estratos sociales; su enemigo común era el liberalismo, pero el socialismo se había adelantado en herirlo de muerte; para terminar argumenta que el socialismo democrático es inasequible. En el capítulo 3 Hayek examina los fines y los medios del socialismo; compara el sistema de planificación centralizada con el sistema de la competencia y muestra los requisitos de la sociedad de competencia. En el capítulo 4 refuta la idea de la inevitabilidad de la planificación centralizada, su justificación por razones monopólicas o técnicas. En el capítulo 5 Hayek asienta que la cuestión fundamental es la opción entre libertad individual o colectivismo; argumenta vigorosamente en favor de la primera y muestra las debilidades del segundo, mostrando cómo y por qué el colectivismo y su idea asociada, la planificación, están asociadas con el centralismo y la arbitrariedad. Remata reflexionando sobre las razones que existen en la democracia para limitar el poder y evitar que éste se vuelva arbitrario. En el capítulo 6 Hayek examina a detalle la idea del Estado de Derecho y cómo la planificación centralizada choca con éste. Introduce la distinción entre “leyes formales” y “normas específicas” y resalta el papel de las primeras en las sociedades democráticas y el Estado de Derecho. Muestra el desarrollo de las leyes generales y el Estado de Derecho en asociación con la era liberal y la tendencia inevitable de la planificación a munirse de normas específicas y por tanto a facilitar la arbitrariedad por el Estado. Dedica especial atención a la idea de que no todo lo legal se ajusta al Estado de Derecho y que éste implica necesariamente un límite al Estado y sus capacidades legislativas. El capítulo 7 está dedicado a examinar la relación entre control económico y totalitarismo. Hayek demuestra que la planificación centralizada tiene que hacerse de manera dictatorial, que implica que los ciudadanos dejen de decidir qué consideran importante y que esa decisión sea tomada por otros, que no poseen una escala de valores adecuada para tomar decisiones y que por tanto toman decisiones arbitrarias. Argumenta muy claramente que en un régimen de competencia los precios juegan un papel mucho más confiable. En el capítulo 8 profundiza estas ideas. Aclara que la opción fundamental de nuestra época es: o un sistema en el que unos pocos deciden lo que cada uno recibirá, o un sistema en el que cada uno reciba lo que está determinado por su actividad, capacidad y las incertidumbres. Examina de manera particular lo que ocurre con las libertades en un régimen totalitario y en uno de competencia; destaca el papel de la propiedad privada en el segundo. Subraya la protección de grupos especiales en los regímenes totalitarios y la consecuente desviación de los esfuerzos de la gente, no a ser más eficientes, sino a inclinar en su favor a las autoridades. Anota que un gobierno centralista intentará hacer realidad la idea de justicia distributiva, pero que eso inevitablemente conducirá a la arbitrariedad y restricción de libertades. Vuelve a los orígenes socialistas del nacionalsocialismo, mostrando cómo ambos querían proteger a sus propios grupos sociales y muestra cómo esa tendencia ha influido en los jóvenes, que ya no quieren ser emprendedores independientes, sino dependientes seguros y están dispuestos a pagar con una alta cuota de libertad. En el capítulo 9 Hayek examina justamente la relación entre seguridad y libertad. Empieza sosteniendo que

la aprobación general que tiene la seguridad puede ser un peligro contra la libertad. Demuestra cómo y por qué la planificación que protege unilateralmente a unos grupos termina perjudicando a otros y dañando la libertad de empleo. Analiza el restriccionismo y sus efectos sobre el empleo y las libertades. Explica con detalle las razones del prestigio de que entonces gozaban los empleos fijos y la pérdida de prestigio de las carreras que implicaban aventura y riesgo. Examina las razones por las cuales el intento de dar seguridad económica termina socavando las libertades. El capítulo 10 está dedicado a estudiar por qué y cómo “los peores se colocan a la cabeza”. Hayek refuta la idea que lo repulsivo de los regímenes totalitarios se debe a que fueron establecidos por “guardias negros y criminales”. Demuestra lo contrario: que los dictadores tienen que elegir entre fracasar o prescindir de la moral ordinaria. Muestra cómo desde su gestación el totalitarismo tiene que organizarse “sobre líneas militares” y que eso genera un mecanismo de selección de los peores, los irreflexivos y violentos y los coloca en posiciones de poder. Muestra los varios sistemas que refuerzan la tendencia del totalitarismo a hacerse violento y cerrado, entre ellos, la escasa educación de la gente y su necesidad de transferir a un grupo mayor sus inclinaciones violentas, que son asumidas por un grupo que los libera de restricciones morales. Un capítulo que hoy sigue siendo plenamente válido, no sólo para Europa, sino especialmente para América Latina y África. El capítulo 11 es un examen detallado de la propaganda como instrumento de dominación y de algunos de sus resortes importantes: la necesidad de los totalitarios de crear un código ético, el papel de las teorías pseudo científicas, el cambio de significado de las palabras, el silenciamiento de las minorías críticas, el permanente “estado de guerra”, el desprecio por la libertad intelectual; la concentración inevitable de la dirección en una mente considerada suprema. El capítulo 12 expone las raíces históricas y mentales del nazismo. Empieza mostrando cómo el socialismo se opuso al liberalismo y muestra la influencia de muchos pensadores socialistas que propusieron algunos postulados posteriormente adoptados por los nazis, como la idea “alemana” del Estado, el convencimiento de que lo que interesa es la colectividad, no el individuo; el supuesto rol director de Alemania, la idea de la “organización”, la creencia de que el comercio es fuente de casi todos los males. El capítulo 13 demuestra cómo en Inglaterra existía un conjunto importante de intelectuales que defendían también ideas afines, que ayudaban a crear las condiciones mentales para el desarrollo de un nazismo inglés. Así, la creencia en una dirección inevitable de la historia, el llamado a la “organización” de la economía, la crítica a la idea de la libertad. Estudia también la penetración de estas ideas en el movimiento obrero y cómo éste fue desviado para proteger a un pequeño estrato de la población (los obreros calificados de las industrias esenciales) y cómo eso terminó favoreciendo la reducción de las libertades. Termina lanzado un aviso de alerta: el principal partido de oposición, el Partido Laborista, está siendo penetrado profundamente por esas ideas. El capítulo 14 analiza de manera magistral la tensión de la joven generación inglesa (1944) por su desprecio a lo económico. Demuestra que en realidad busca seguridad, que rechaza la idea de la competencia, pero que la seguridad sólo sería alcanzable a costa de la libertad. Muestra que la moral sólo es posible en un contexto de libertad; que el pueblo inglés está abandonando su inclinación a la independencia, riesgo, iniciativa individual, que eran sus virtudes tradicionales, y que en conjunto eso era un retroceso ante el enemigo, porque implicaba la adopción de gran parte de sus ideas. El capítulo 15 está dedicado a examinar la pertinencia de crear un organismo internacional que haga la planificación económica mundial. Hayek refuta por partes esta idea, mostrando cómo tal organismo adquiriría una cantidad de poder extraordinaria y creciente, pero que carecería de una escala de valores universal y neutral, y

que por ello, sería inevitablemente arbitraria. Arguye que no se puede llegar a una organización de tal tipo, que en el mejor de los casos sería solamente una organización obediente al país más poderoso. Y concluye que lo que se necesita es una pequeña sociedad de naciones, dirigida no a decirles a los países lo que deben hacer, sino a impedirles que hagan acciones dañinas a otros. Por último, en Conclusiones, el autor resume algunas de sus ideas principales y llama a un retorno a los grandes principios del liberalismo, crecientemente ignorados.