Brujeria

BRUJERIA En principio el debate sobre la brujería se produjo entre «realistas» y «nominalistas», es decir, entre los que

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BRUJERIA En principio el debate sobre la brujería se produjo entre «realistas» y «nominalistas», es decir, entre los que creían que lo decían las brujas era cierto, y los que pensaban que era producto de su imaginación o simplemente mentiras. Hoy en día de lo que se trata no es de juzgar a las brujas sino de interpretar la brujería en función del análisis de la «lógica» de su discurso. Así una de las primeras tareas de los estudiosos ha sido delimitar lo que las brujas decían de lo que la gente creía de ellas, para establecer claramente la frontera entre la brujería «objetiva» y la prefabricada por la opinión.

Teoría del origen pagano Una de las interpretaciones que más arraigo han conseguido en medios neopaganos, es la que hace a las brujas representantes de antiguos cultos anteriores al Cristianismo, que sus perseguidores habrían identificado, errónea o malintencionadamente, con la adoración al Diablo. El precursor de esta interpretación fue el alemán Ernest Jarcke, profesor de la universidad de Berlín, que en 1828 planteó la brujería como una forma de religión natural que habría sido la de los pueblos germánicospaganos. Esta idea fue ampliada en 1839 por Franz Joseph Mone al afirmar que la brujería tenía bases precristianas que procedían de un culto subterráneo, esotérico, que practicaban los sectores populares adorando a un dios nocturno en forma de cabra y celebrando orgías, magia y envenenamientos. La teoría de que la brujería no era otra cosa que la pervivencia de una religión anterior al cristianismo fuera formulada finamente por James George Frazer en su famoso libro La rama dorada (1907-1915), en el que formuló las dos «leyes» en las que se basaría la brujería: la «ley del parecido», según la cual la bruja deduce como puede producir el efecto que desee sólo imitándolo; y la «ley de contacto», según la cual la bruja cree que todo lo que haga con un objeto material afectará de la misma forma a la persona que esté en contacto con el mismo. La brujería derivaba de una antigua religión neolítica, en la que se practicaban sacrificios humanos. Así, las «noches de brujas»" o sabbat corresponderían a las épocas del año en que, en el Neolítico, se realizaban ritos de fertilidad para lograr que la naturaleza no muriera en el invierno y concediera buenas cosechas en el verano, el 31 de julio y el 1 de febrero. De este modo, la brujería permanecía subterráneamente ligada a las «religiones panteístas», concretamente de influencias germánicas y celtas. Estas reuniones serían el residuo de los ritos femeninos griegos y romanos al dios Baco y otros ritos de origen tracio. Y las denominadas brujas serían las herederas de las sacerdotisas Bacantes tras la entrada del cristianismo. El macho cabrío parece corresponder más al «dios de la fertilidad» Pan y los «sátiros». El punto de vista de Murray sobre la brujería resultó muy atractivo por el destacado papel que concedía a la mujer y a su sexualidad, y por lo que implicaba de resistencia contra la opresión de la Iglesia. Durante los años 30, surgió en el Reino Unido un movimiento de recuperación de la brujería, en gran medida basado en las teorías de Murray. Los seguidores de Murray se dedicaron al estudio comparativo de la brujería con los cultos del Antiguo Egipto y de Mesopotamia, buscando un hipotético origen común, partiendo del supuesto de que la brujería sería una cultura antigua poco evolucionada. Sin embargo, esta teoría ha sido muy criticada porque pretende aplicar los esquemas mentales de la «cultura erudita» a un fenómeno como el de la brujería que forma parte de la cultura popular.Las tesis de Murray también han sido muy cuestionadas,por basarse en fuentes poco dignas de crédito, como son las confesiones de las propias brujas, a menudo realizadas bajo tortura.

Teorías psicológicas y psiquiátricas Desde el siglo XIX han abundado las explicaciones psicológicas y psiquiátricas de la brujería, y otros investigadores también han señalado el paralelismo que existe entre la sintomatología de las drogas alucinógenas con las expresiones físicas y emocionales de las brujas. Sobre todo han insistido (como Michel Foucault) en el componente de histeria sexual de la brujería: La represión sexual del puritanismo acentuado en los siglos XVI y XVII propiciaría la floración de múltiples desviaciones. Los sabbats serían sueños motivados por ardientes deseos sexuales reprimidos por la moral dominante. [...] La represión mitificó la sexualidad en relación directamente proporcional a la persecución del placer generado por histerias y locuras penosas.

Un buen ejemplo de esto podría ser el Malleus maleficarum en el que abundan las alusiones al tema sexual.

Teorías escépticas A principios del siglo XX, H. Ch. Lea afirmó que la brujería había sido un invento de la Inquisición, de los legos y de los teólogos al servicio del poder temporal de la Iglesia católica, una idea compartida por el canónigo Dollinger. En la segunda mitad del siglo el danés G. Henningen afirmó que efectivamente la brujería había sido el producto de la elaboración teológica de los intelectuales y nunca llegó a formar parte de la tradición popular. Así que no habría habido sectas paganas de culto a la fertilidad sino que la brujería se habría difundido a través de las reuniones y sugestiones propaladas por los sermones de los predicadores.58

Teorías sociológicas y antropológicas El historiador francés Jules Michelet en su obra La Sorcière (1862) situó la brujería en el contexto de la lucha de las clases oprimidas contra el orden social establecido. Así, según Michelet, la brujería fue la respuesta desesperada del pueblo que encontró en ella la única posibilidad de poner remedio a sus males físicos y morales. A este planteamiento se sumó el sociólogo Emile Durkheim (1912) quien describió la brujería como la expresión de la conducta anti-social e individualista primitiva. Y el antropólogo Malinowski (1955) destacó que la brujería es una respuesta a la desesperanza que produce en el hombre o en la mujer un mundo que no pueden controlar. Este enfoque sociológico y antropológico ha sido desarrollado por numerosos historiadores que han estudiado el tema de la brujería en el paso del mundo medieval al mundo moderno. Para algunos de ellos, «el caldo de cultivo de la brujería serían las tensiones de la aldea cuando se pasa de la comunidad orgánica y solidaria medieval al individualismo del capitalismo agrario», a lo que habría que añadir «el defectuoso proceso de cristianización de Europa, destacado por Delumeau, que originó la subsistencia de costumbres paganas» y «la incidencia catastrófica de la muerte generadora de la búsqueda de explicaciones satisfactorias por parte del campesinado ―¿castigo de Dios o amenaza del diablo?―».

Interpretaciones socio-económico Silvia Federici (Italia, 1948), en su libro Calibán y la bruja defiende la teoría según la cual «La caza de brujas está relacionada con el desarrollo de una nueva división sexual del trabajo que confinó a las mujeres al trabajo reproductivo» y en concreto con los inicios del capitalismo que requería aumentar el mercado de trabajo ―potenciar el trabajo asalariado― y eliminando la agricultura de subsistencia y cualquier otra práctica de supervivencia autónoma ligada en ocasiones a tareas agrícolas en terrenos comunales. Federici sostiene que la irrupción del capitalismo fue «uno de los periodos más sangrientos de la historia de Europa», al coincidir la caza de brujas, el inicio del comercio de esclavos y la colonización del Nuevo Mundo. Los tres procesos estaban relacionados: se trataba de aumentar a cualquier coste la reserva de mano de obra.

La brujería en otras cultura Entre las diversas manifestaciones del chamanismo en el norte del continente americano, está el nagualismo (o nahualismo) mexicano, según el cual el brujo o bruja puede transformarse en su animal protector, que puede ser tanto volador como terrestre, doméstico como salvaje. En América del Sur, según la tradición de Chile y algunas zonas de Argentina, la transformación de las brujas era principalmente en aves, aunque también se mencionan otros animales; destaca un tipo de bruja o brujo al que, al igual que los Calcu en la tradición Mapuche, se suponía la capacidad de convertirse en un mítico pájaro conocido como Chonchón. En Perú los chamanes suelen convertirse en animales de granja, como por ejemplo transformarse en cerdo o cabra. Referente a la forma de vuelo que se les atribuía en el resto del mundo, en México creían en el nahualismo, acto por medio del cual las brujas practicantes de antiguos ritos prehispánicos podían convertirse o metamorfosearse en aves nocturnas como lechuzas o búhos; en el caso de Chile destacaba la creencia de que el brujo chilote contaba con un macuñ (del mapudungun makuñ: ‘manto’ o ‘chaleco’) hecho con la piel del pecho de un cadáver humano. Igualmente en este país y en Argentina se les atribuía la capacidad del vuelo transformados en aves de «mal agüero» (‘mala suerte’), ejemplo de ello es la leyenda de la Voladora.

Quema de brujas. A finales de la Edad Media empezó a configurarse una nueva imagen de la bruja, que tiene su principal origen en la asociación de la brujería con el culto al Diablo(Demonología) y, por lo tanto, con la idolatría (adoración de dioses falsos) y la herejía (desviación de la ortodoxia). Aunque el primer proceso por brujería en que están documentadas acusaciones de asociación con el Diablo tuvo lugar en Kilkenny (Irlanda), entre 1324 y 1325,18 sólo hacia 1420-1430 puede considerarse consolidado el nuevo concepto de brujería. Existen variantes regionales, pero puede describirse una serie de características básicas, reiteradas tanto en las actas de los juicios como en la abundante literatura culta sobre el tema que se escribió en Europa durante los siglos xv, xvi y xvii. Las principales características de la bruja, según los teóricos del tema en la época, eran las siguientes:     

el vuelo en palos, animales, demonios o con ayuda de ungüentos, encuentros nocturnos con el Diablo y otras brujas en el sabbat o aquelarre, pactos con el Diablo, sexo con demonios (en forma de íncubos y súcubos) y la magia negra.

Esta idea de la brujería, predominante en la Edad Moderna y base de las cazas de brujas, era alarmante en la época, ya que se extendió la idea de que las brujas conspiraban para extender el poder del Diablo. La caracterización negativa de las brujas comparte algunas características con el antisemitismo (expresiones como «synagoga satanae», «sinagoga de Satanás» o «shabat», para designar las reuniones nocturnas de las brujas), y tiene un fuerte carácter misógino.e Aunque no todos los sospechosos de brujería eran mujeres (hubo un significativo porcentaje de hombres procesados y ejecutados por delitos de brujería), se consideraba a la mujer más inclinada al pecado, más receptiva a la influencia del Demonio, y, por tanto, más proclive a convertirse en bruja. La misoginia de la Iglesia tuvo gran influencia en la creación de este imaginario social sobre la bruja. La Iglesia no torturaba ni quemaba a las brujas directamente, pero colaboró en gran medida en las persecuciones al exaltar la imagen demoníaca de la mujer y avivar el sentimiento de odio misógino que predominó hacia todo lo femenino en esa época. La Iglesia acusaba a las mujeres de lascivas y sostenía su inferioridad moral e intelectual. El poder judicial y el poder religioso no estaban separados. La Iglesia no hizo nada para oponerse a la persecución de las brujas, asistía a las ejecuciones y recién en 1657 condenó las persecuciones, cuando ya habían sido torturadas y asesinadas miles de mujeres.

POSECIONES DEMONIACAS

Según determinadas religiones, una persona es víctima de una posesión demoníaca, está endemoniada, o simplemente está poseída, cuando un espíritu maligno entra en su cuerpo y le hace hablar y comportarse, no como ella quisiera, sino como el tal espíritu quiere. "Los signos exteriores de la posesión son casi siempre los mismos: la individualidad se desvanece y surge una distinta, demoníaca, que dura más o menos tiempo, a modo de un ataque", afirma Julio Caro Baroja.1 Este trastorno del comportamiento que se atribuye al apoderamiento del espíritu por uno o más demonios,2 desde el punto médico se considera un trastorno disociativo de la histeria y se le denomina «endemoniaría» o «demonio manía». El primer cristiano que inició el estudio de las posesiones demoniacas fue san Hipólito, llamado el Punzador por su costumbre de utilizar agujas para encontrar las «marcas del demonio»: zonas de la piel anestesiadas que en aquel tiempo se atribuían a firmas del Satanás.6

En la Edad Media y en los inicios de la Edad Moderna están documentados casos de supuestos endemoniados que fueron objeto de exorcismos. El famoso libro sobre la brujería publicado a finales del siglo XV, Malleus Maleficarum, detalla los exorcismos que pueden efectuarse en diferentes casos.

Incluso se creía que los animales eran objeto de posesión. Cientos de gatos, cabras, y otros animales fueron sacrificados debido a la creencia de que encarnaban o estaban poseídos por un demonio.

Los exorcistas y estudiosos del tema creían que las personas endemoniadas presentaban unos síntomas determinados, como poner los "ojos en blanco", la llamada xenoglosia (hablar en lenguas desconocidas por el paciente), la aparición de "dermografismos" (escrituras del demonio en la piel del paciente), la conducta violenta, desorganizada o inhabitual para el paciente y las convulsiones, a las que se añadían la memoria o personalidad «borrada», la respiración agónica, la aversión a lo sagrado, la aparición de enfermedades sin causa aparente, el acceso a conocimientos sobre sucesos distantes y ocultos (la llamada gnosis) y a lenguajes extranjeros (la llamada glossolalia) o hablar y entender lenguas desconocidas por el sujeto, muchas de ellas "muertas" (que han dejado de existir), los supuestos cambios drásticos en la entonación vocal y en la estructura facial, la aparición repentina de lesiones (arañazos, punciones y diferentes marcas), las cicatrices "espontáneas" y la fuerza desproporcionada.7

Posesión demoníaca y brujería[editar]

Grabado de un exorcismo contra una bruja que endemoniaba a sus víctimas (1598) En el siglo XVII algunos casos de supuesta "posesión demoníaca" fueron atribuidos a brujas y, sobre todo, a brujos. El método que se creía que utilizaban era la entrega de un objeto cotidiano a una persona que quedaba así "endemoniada", poseída por el Demonio de forma física, de ahí que en los exorcismos se utilizaran sustancias con un fuerte olor y sabor para obligar al demonio a que abandonara el cuerpo que había "ocupado". Por ejemplo, en el manual para exorcismos Flagellum daemonum de Mengus se dan recetas de extraños ingredientes para combatir los maleficios y las posesiones.8

También se creía que los brujos utilizaban la posesión carnal de las mujeres a las que seducían para que fueran poseídas por el demonio. Fue el caso de un sacerdote, preceptor del convento de las monjas ursulinas de Aix, que en 1610 fue acusado de ser brujo y de haber abusado y endemoniado a las religiosas que estaban a su cuidado espiritual. Más famoso fue el caso de las endemoniadas de Loudun, en el que el joven sacerdote Urbano Grandier fue acusado por la superiora del convento de Loudun de haber endemoniado a todas sus monjas, siendo quemado en la hoguera. Un caso similar tuvo lugar en el convento de San Plácido de Madrid en el que su director espiritual, fray Francisco García Calderón, fue denunciado y condenado por la Inquisición española por haber seducido y endemoniado a las monjas, y también por ser "alumbrado". Estas últimas abjuraron de levi, sufriendo diversas penas, y la superiora del convento, Teresa Valle de la Cerda, tras pedir la revisión de su caso, confesó que fue poseída por un demonio llamado Peregrino y que hasta veinticinco monjas más estuvieron endemoniadas. Interpretaciones En aquellas religiones cuyos cultos consideran la existencia de entidades demoníacas, la posesión demoníaca es el término con que se describe el control interno, intermitente o permanente, por un demonio de las acciones del cuerpo de un ser humano. La demonología se dedica a su estudio. Además de la religión cristiana existen religiones o culturas que consideran la existencia de demonios que causan algún tipo de malestar mental, físico o espiritual. Por ejemplo: en la cultura Islámica encontramos a los “Jinn” que son descritos como entes que pueden aparecer especialmente en forma de serpiente o de hombre para hacer maleficios a los humanos. Por otra parte en la mitología hebrea se hace referencia a dos tipos de demonios: los “e`irim” y los “shedim”. Ambos son demonios que interfieren en la vida de los hombres causándoles males. En la mitología japonesa se hablaba de los oni, que perjudicaban a los humanos de muchas maneras, y podían llegar a comerlos. Muchas religiones tienen un protocolo para distinguir una posesión demoníaca de otro tipo de patologías de carácter no espiritual. En el caso de la religión católica, sólo se procede al ritual del exorcismo una vez los psiquiatras han estudiado el caso. La finalidad del exorcismo sería la expulsión del demonio o las entidades que tomaron el control del individuo.

Personas religiosas cristianas creen que los demonios pueden entrar en una persona de varias maneras, principalmente la práctica del espiritismo en sus diversas formas: invocación de espíritus de personas difuntas, pactos con el Satán, la astrología, la cartomancia, la Güija, etc. También puede ser provocado en otra persona a través de prácticas satánicas, como misas negras, maleficios, mal de ojo, etc. En este caso, tanto la víctima, como los invocadores del maleficio pueden quedar infectados por uno o varios demonios. Para los pensadores católicos, el demonio se puede manifestar sobre un plano puramente psicológico: lo hace a través de la obsesión o de las tentaciones obsesivas, por ciertas visiones inexplicables o/y alucinaciones; si su intervención se complica y toma la forma de desvaríos psicológicos o sobrenaturales, entonces se tratará de una posesión. En este caso, se podría poner en evidencia la presencia del demonio y su imperio sobre el cuerpo del poseído. Se distinguen un estado de calma y un estado de crisis. El estado de crisis se deduce por las contorsiones, las explosiones de rabia, las palabras impías y blasfemas. El poseso entra en trance, perdiendo todo control, y, lo más a menudo, toda consciencia y memoria sobre lo que le está pasando.

Explicación científica Desde un punto de vista médico, la posesión demoníaca se considera una de las formas del trastorno disociativo (de conversión) que antiguamente se denominaba histeria. Se codifica en la clasificación internacional de enfermedades mentales (CIE) de la Organización Mundial de la Salud como F-44.3 trastorno de trance o posesión o como F-44.81 trastorno de personalidad múltiple; también se halla incorporado en el Manual de Diagnóstico y Estadística en su cuarta versión (DSM-IV). Comúnmente se le denomina «demoniopatía» o «demoniomanía» y se describe como la creencia del paciente de estar poseído por una divinidad o demonio, y de obrar bajo su control. Su estudio médico comienza en 1791, cuando Eberhard Gmelin publica el primer caso de «doble conciencia»,[cita requerida] inaugurando así el estudio científico de esta rara patología que había sido atribuida desde siempre a supuestas entidades espirituales. Algunos datos importantes son la publicación de Pierre Janet del caso «Aquiles», sobre un sujeto que en 1890 es poseído por el demonio y curado por el tratamiento hipnótico. Posteriormente, Joseph Breuer en colaboración con Sigmund Freud publica en 1895 los Estudios sobre la histeria, que se basa en el caso de Anna O, una joven con personalidad múltiple que hablaba en lenguas extranjeras. Continua el proceso Théodore Flournoy con el estudio de la medium Helene Smith, en su libro publicado en 1899 Desde la India al planeta Marte. En la actualidad, aunque poco publicitados, se ha continuado estudiando el trastorno con revisiones sobre temas tales como vudú, chamanismo, exorcismo, etc. La medicina ha identificado una serie de trastornos psíquicos y neurológicos en los que se manifiestan fuerzas y aspectos desconocidos del psiquismo humano cuyos síntomas se parecen a lo que las religiones interpretan como signos de posesión demoniaca. Por ejemplo en 1608 el monje italiano Francesco Maria Guazzo, un ferviente creyente en la realidad de la brujería, señalaba en su Compendium Maleficarum que era difícil distinguir los signos indicativos de posesión de los síntomas de algunos trastornos mentales. Por otra parte el neurólogo francés Jean-Martin Charcot fue el primero en percatarse de la similitud que mostraban los casos de histeria y los de posesión diabólica. Otro síntoma que presentan las personas poseídas, son las reiteradas visiones y sentimientos que presentan, tales como sentir que un ente extraño les controla, sentimientos de ahogarse, quemarse, dolor, angustia y visión de entes, personas o espíritus extraños o ya fallecidos y que no son percibidos por los demás. Estos síntomas suelen aparecer en los diferentes tipos de trastornos disociativos, a menudo sobre todo en estratos socioeconómicos bajos o en regiones apartadas de la civilización y a menudo en cultos cristianos pequeños (sectas) se confunden los síntomas de la esquizofrenia o los trastornos de ideas delirantes con manifestaciones de posesión demoníaca.

MILAGRO Para otros usos de este término, véase Milagro (desambiguación). Se llama milagro a un evento atribuido a la intervención divina. 1. m. Hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino. La palabra milagro, antiguamente miraglo, encuentra su origen en el latín miraculum, palabra derivada del verbo mirari, que significa «admirarse» o «contemplar con admiración, con asombro o con estupefacción». Los latinos llamaban miraculum a aquellas cosas prodigiosas que escapaban a su entendimiento, como los eclipses, las estaciones del año y las tempestades.. Esta forma latina se mantiene en francés y en inglés como miracle, y en italiano como miracolo, entre otras lenguas neolatinas. Es así como, desde el punto de vista etimológico, la palabra milagro no dice relación necesariamente con una cierta intervención divina, sino que se liga al asombro ante lo inefable, tal como lo plantearan los latinos.A raíz de esto, milagro también puede referirse a un ". Suceso o cosa rara, extraordinaria y maravillosa.", sin implicar fuerzas divinas. Afirmaciones de milagros Budismo El Haedong Kosung-jon de Corea (Biografía de los monjes de las alturas) registra que el rey Beopheung de Silla había deseado promulgar el budismo como la religión de estado, pero que fue impedido por los oficiales de la corte. En el décimo cuarto año de su reinado, el "Gran Secretario" de Beopheung, Ichadon, concibió una estrategia para vencer a la oposición cortesana. Ichadon lo convenció de proclamar al budismo como religión oficial a través de un sello real. Le dijo que en cuanto los oficiales la recibieran, debía negarla y exigir una explicación. Ichadon confesaría en su lugar y aceptaría la pena de muerte y así sería rápidamente considerada una falsificación. Ichadon le profetizó al rey de que en su ejecución un maravilloso milagro convencería a los oficiales sobre la grandeza del budismo. Todo iba según lo planeado y los oficiales mordieron el anzuelo. Entonces, cuando Ichadon fue ejecutado en el décimo quinto día del noveno mes del año 527, se cumplió su profecía; la tierra se sacudió, el sol se oscureció, bellas flores llovían sobre sus cabezas, su cabeza amputada voló a las sagradas montañas Geumgang y se roció leche en vez de sangre treinta metros sobre su cadáver decapitado. Los opositores aceptaron el augurio como una manifestación de la aprobación del Cielo y ese día el budismo se convirtió en religión oficial en el año 527.

El Honchō Hokke Reigenki (c. 1040) de Japón contiene relata diversos milagros budistas.4 Los milagros desempeñan un papel importante en la veneración de las reliquias budistas en el sudeste asiático. Así, Somawathie Stupa en Sri Lanka es sitio de peregrinaje cada vez más popular y un destino turístico debido a los múltiples reportes sobre rayos de luz milagrosos, apariciones y relatos modernos, que a menudo se han registrado en fotografías y videos.

Islam El Islam atribuye a su profeta Mahoma diversos milagros, el mayor de los cuales se considera que fue la redacción del propio Corán.La gran mayoría de dichos milagros se relatan no en el propio Corán sino en los hadiz (dichos y acciones atribuidos a Mahoma por sus coetáneos, compilados muchos de ellos en la Sunna). Entre los milagros comúnmente atribuidos al profeta se incluyen la multiplicación de comida, la generación de agua, conocimientos ocultos, profecías, curaciones, castigos y poder sobre la naturaleza.

Existen también milagros descritos en biografías de maestros sufíes de distintas épocas, entre los cuales están la clarividencia, la invisibilidad, la teletransportación, la producción de alimentos y la curación.

Cristianismo Artículos principales: Milagro (teología cristiana) y Milagros de Jesús. Según el cristianismo, un milagro es en sí un hecho sobrenatural en el cual se manifiesta el amor de Dios hacia los seres humanos. En el caso del Nuevo Testamento se encuentra una gran cantidad de milagros, principalmente aquellos realizados por Jesús. Cuando se analiza un relato de milagro desde la perspectiva literaria, no se hace ningún juicio sobre el valor histórico del mismo. La investigación histórica tienen sus propias reglas, que son diferentes de las literarias. Pablo de Tarso presentó al carisma de obrar curaciones y al poder de obrar milagros como procedentes del espíritu de Dios y destinados al bien común: En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. (...) A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común. Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro fe, en el mismo Espíritu; a otro carisma de curaciones, en el único Espíritu; a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, el don de interpretarlas. Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad. (I Corintios 12, 1.7-11; Biblia de Jerusalén) Para el cristianismo en general, el milagro sería un hecho sin explicación científica razonable. Agustín de Hipona ofreció la siguiente definición de milagro: «Milagro llamo a lo que, siendo arduo e insólito, parece rebasar las esperanzas posibles y la capacidad del que lo contempla» (De utilitate credendi, 16,34). Pero el mismo autor no pone tanto énfasis en los milagros como «desafíos a las leyes naturales». Agustín de Hipona marca que todos los hechos (ordinarios o extraordinarios) tienen una significación religiosa: visto desde el punto de vista de la fe, «tanto el crecimiento de la mies como la multiplicación de los panes tienen el sello del amor y del poder del Dios». Iglesia católica Tomás de Aquino, en el siglo XIII, definió milagro como algo hecho por Dios más allá de las causas conocidas por los hombres (cf. Suma teológica, I parte, q. 105, a. 7). En la actualidad, la fe y la ciencia no se consideran excluyentes en la Iglesia católica, según señala el Concilio Vaticano II: «[...] por la propia naturaleza de la creación, todas las cosas están dotadas de consistencia, verdad y bondad propias y de un propio orden regulado, que el hombre debe respetar con el reconocimiento de la metodología particular de cada ciencia o arte. Por ello, la investigación metódica en todos los campos del saber, si está realizada de una forma auténticamente científica y conforme a las normas morales, nunca será en realidad contraria a la fe, porque las realidades profanas y las de la fe tienen su origen en un mismo Dios. Más aún, quien con perseverancia y humildad se esfuerza por penetrar en los secretos de la realidad, está llevado, aun sin saberlo, como por la mano de Dios, quien, sosteniendo todas las cosas, da a todas ellas el ser. Son, a este respecto, de deplorar ciertas actitudes que, por no comprender bien el sentido de la legítima autonomía de la ciencia, se han dado algunas veces entre los

propios cristianos; actitudes que, seguidas de agrias polémicas, indujeron a muchos a establecer una oposición entre la ciencia y la fe. Como consecuencia de lo anterior, la posición actual de la Iglesia católica no es opuesta a la ciencia. El milagro no es considerado hoy un "suceso mágico" que controla las fuerzas cósmicas, sino -en la postura de los creyentes- un suceso que dependería de Dios (de quien, por otra parte, también dependerían todas las leyes naturales). Para los creyentes, científicos o no, la atención no se centra en lo sorprendente o extraordinario del hecho ocurrido, sino en la autoridad de quien supuestamente lo realizó (Dios). Además, el milagro, en el pensar de los creyentes, sólo se concede por motivos que escapan al intelecto del ser humano, y que se sitúan en el mismo misterio de Dios. Hay, pues, hechos que resultan para la ciencia "inexplicables" por las leyes naturales, al menos hasta el día de hoy. La forma de interpretación de esos hechos depende de la creencia o del pensamiento de cada cual, y no definen al hecho en sí, sino al individuo que lo interpreta.