Brading, Los Origenes Del Nacionalismo en Mexico

)avid A. Brading Los ^rigenes ,N isenes del nadonalismo mexicano. Traducci6n de SOLEDAD LOAEZA GRAVE faplBIKimiHi

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)avid A. Brading

Los ^rigenes ,N isenes

del

nadonalismo

mexicano.

Traducci6n de SOLEDAD LOAEZA GRAVE

faplBIKimiHi

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Secretan'a de Educacidn Publica

Para GEUA WU

Secretario Victor Bravo Ahuja Subsecretaria de Culture Popular y Educacidn Extraescolar Gonzalo Aguirre Beltran Direccion General de Educacidn Audiovisual y Dibulgacidn Maria del Carmen MilMn Subdireccidn de Divulgacidn Roberto Su^rez Arguello

SA 3 i 3 S ,

/ /TIARVARD\ UNIVERSITY LIBRARY

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NGV 3 1975

J

Primera ediddn: 1973 © Secretaria de Educacidn Pdblica Direccidn General de Educacidn Audiovisual y Divulgacidn SEPSETENTAS; Sur 124, ndm. 3006. Mexico 13, D. F. Impreso y hecho en Mdxico / Printed and made in Mexico

i PREFACIO AUNQUE en los Altimos tiempos quienes se han dedicado al estudio de Mexico han comentado las fuertes corrienJ tes nacionalistas que surgierpn > durante la Revolucion, ' pocos han intentado investigar el fendmeno de manera I ordenada, menos aiin definir su contenido con cierta . precisidn. ,Sin embargo, el tdrmino pierde su significado SI no es cuidadosamente delimitado, y se convierte en j una etiqueta que se utiliza para designar cualquier cosa que parezca especialmente mexicana, ya sea el gusto por los mariachis o la nacionalizacidn de la industria petrolera. P^_empezar debe distinguirse del natriofismo, es decir, del orgullo que uno ^ente_p5gTu' pueq ^e" tirgey6'cife~jque a uno Je inspira su propio Ijais. En general, el nacionalismo constituye un tipo especi'fico de teoiia polltica; con frecuencia es la expresidn de una reaccidn frente a up desaffo extranjero, sea, ^ste cultural, econdmico' o politico, que se consider^ una amenaza para la integridad o la identidad nativas. Comunmente su contenido implica la biisqueda de una autodefinicidn, una biisqueda que tiende a abondar en pasado nacional en pos de ensenanzas e inspiracidn que sean una guia para el presente. En Europa la fuenmayoria de las teorfas nacionalistas fue la re­ accidn alemana contra la filosofia universalista y racionalista de la Ilustracidn y la Revolucidn francesas. Desue entonces el nacionalismo se ba visto asociado con ®1 pensamiento bistoricista y conservador.

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En el presente siglo en Mexico el nadonalismo se convirti6 en el vehiculo de un doble ataque contra los intelectuales positivistas que denigraban la tradiddn nadonal, y contra el dominio del capitalisrao liberal d^ ' ' Estados Unidos. En su intento por definir y defender la esenda de lo mexicano, idedlogos como Jos6 Vasconcelos, Manuel Gamio y Andres Molina Enrlquez, pro, pusieron diferentes teorlas. No obstante, a un nivel mds ^popular, los nadonalistas de la Revolucidn recurrieron a la tradiddn y a los mitos e ideas que fueron formulados durante las guerras de Independenda. Este fue el origen del extendido indigenismo y de la exaltacidn de los heroes de la Insurgencia. En este caso, como en el del ejido, la Revolucidn representd una revivificacion y una revaloraddn de las tradidones que empezaban a desvanecerse, asl como un repudio a la ^poca liberalpositivista. Este estudio trata de indagar la formacidn de los principales temas del patriotismo criollo y su brillante transformacidn en la retdrica del nadonalismo. mexi­ cano, en gran parte producto de fray Servando Teresa de Mier y de Carlos Maria de Bustamante. Para explicar el relativo fracaso de este protonadonalismo en 'encontrar un amplio apoyo despuds de la Independencia, 1 propongQ_jja-anAlisis-de-la^4deolQgia—y-composiddn del I liberal jsmo mexicano. Ademds, induyo numerosas dtas ^de los escritos de los dos hombres arriba mencionados, para ofrecer una imagen mds dara de ellos. Como observador europeo que explora un terreno casi desconocido, me he basado en la orientacidn de autores mexicanos y de algunos otros. Me siento profundamente agradecido en espedal con la obra de Edmundo O'Corman. Ademas de las grandes ventajas que obtuve de los escritos de Luis Villoro, Frandsco de la Maza, John 10

Leddy Phelan y Antonello Cerbi. Sobra dedr que es totalmente mia la responsabilidad.por las opiniones que expreso en este trabajo, dado que no he discutido el tema con ninguna de las personas mencionadaj. Por ultimo quisiera agradecer a los grupos de estudiantes de Berkeley que pacientemente escucharon con tanto interns las disquisidones referentes a fray Servando Te­ resa de Mier y a otros pensadores mexicanos.D. A. B. Yale, New Haven, 1972

II

i. PATRIOTISMO CRIOLLO Muchas veces Entre sus dos La de la raza Y la antigya

el hombre vive y muere eternidades, y la del alma, Irlanda lo sabia muy bien.

W. B. YEATS,

Under Ben Bulben

EL TEMPRANO nacionalismo mexicano heredd gran par-/ te del vocabulario ideoldgico del patriotismo criollo. Los principales temas —la exaltacidn del pasado azteca, la denigracidn de la Conquista, el resentimiento xenofobico en contra de los gachupines y la devocidn por la Guadalupana— todo ello surgid a- partir de ese lento, sutil y con frecuencia contradictorio cambio que se opero, en las simpatias a trav^s de las cuales los descendientes de los conquistadores y los hijos de posteriores inmigrantes, crearon una conciencia distintiva-^ mente mexicana, basada en gran medida en el repudio a sus on'genes espanOles, y alimentada por la identificacidn con el pasado indigena. Las raices mds profundas del esfuerzo por negar el valor de la Conquista se hallan en el pensamiento criollo que se remonta hasta el siglo XVI. El poderoso atractivo politico de estos tenias y sus repercusiones populares fueron lo que distinguid a la ideologfa insurgente mexicana del cuerpo mds convencional de ideas que utilizaron los movimientos libertarios de America del Sur. Mds adn, la revivificacidn del indigenismo durante la Revolucidn del pre-

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Hasta ahora todavia no se han podido definir las eta pas a trav^s da las cuales los espanoles americanos fue Jista transicidn, aparentemente sendlla, se vie obstacuhzada per las senaladas diferendas dtnicas y sodales que los separaban de la gran masa de indi'genas. mulatos y mestizos, quienes para fines del siglo xvin representaban cast las cuatro quintas partes de la poblaa6n mexicana. El vinculo que unla esta variada rnS Conclufa que los indios nunca olvidari'an a sus antiguos gobernantes, puesto que: los saraban de la vida ferina y los pasaban a la humana, dejandoles todo lo que no fuese contra ley natural, que era lo que estos incas mas desearon guardar.^ En una palabra, como los misioneros jesuitas en Chi­ na, Garcilaso describi'a una civilizacidn naturalmente moral que solo necesitaba de la gracia de la revelacion 9 Inca Garcilaso de la Vega, Comentarios reales de los Incas Ed. Angel Rosenblat, 2 vols. Buenos Aires, 1943. I, p. 66; II, p. 31'

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cristiana para alcanzar la perfeccion humana. Si recordamos que aun los misioneros de la Ilustraddn, como Jose de Acosta, denunciaron la religidn y la moralidad indigenas como una inspiracion directa del demonio, entonces aplaudiremos la callada habilidad con que Gardlaso separaba la esfera de la naturaleza de la esfera de la grada.^® Por esta raz6n, durante la Ilustraci6n los incas fueron tan populares como los chinos. En La historia general del Peril Gardlaso hada una narracion de la Conquista y de las subsecuentes gue­ rras dviles. Aunque en dertos lugares sugeria que la intervencion del demonio promovia la discordia e impedia la evangelizacidn padfica, en general manifestaba muy poco interns por los indios o por la Iglesia. En contraste con su cuidadosa descripcidn de las institudones incas, en este caso exclusivamente se referla a acontecimientos y personalidades. Este aparente olvido del indio aparece con mas claridad en sus criticas a Las Casas y a las nuevas leyes de 1542. Hijo de un encomendero, "un senor de vasallos", defendfa los intere; ses de su clase.^^ Fue precisamente la rebelidn contra las nuevas leyes, encabezada por Gonzalo Pizarro y su lugarteniente Frandsco de Carbajal, la que desperto sus simpatias. En esta misma epoca llego a la edad adulta. En su narradon el anciano Carbajal, un incansable veterano de las guerras italianas, sabio en el consejo, astuto en el combate e implacable en la venganza, apa­ rece como una figura diabolica, propia de una epica primitiva. Carbajal fue quien escribid la famosa carta 10 Jose de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, Ed. Edmundo O'Gorman, Mexico, 1962, pp. 217-218, 237. 11 Inca Garcilaso de la Vega, Historia general del Perti, 3 vols. Buenos Aires, 1944. I, pp. 302-304; II, pp. 12-16.

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a Gonzalo Pizarro en la que le aconsejaba casarse con una pnncesa inca y proclamarse rey de Peni.12 El fracaso de la revuelta redujo al pals peruano al status de una simple colonia gobernada no per sus conquistadores y sus descendientes, sino por virreyes y admimstradores especialmente enviados desde Madrid. Su propio padre fue reemplazado por un abogado como cone^dor del Guzco. Garcilaso tenia pocas paiabras amables para el rdgimen virreinal. Los comentarios mis Francisco de Toledo GoDy-1581) y para los acontecimientos que condujeron a la ejecucion de Tupac Amaru. Muchos de sus parientes y amigos, incas y mestizos, fueron exiliados por sospecha de subversidn. El veneno que destila su relato denota el verdadero niicleo de sus simpatias. iSi tan solo ese breve momento de independencia del encomendero, en el que vivid su adolescencia, hubiera evolucionado haaa una autonomia permanentel jSi tan sdlo los conquistadores se hubieran casado con sus consortes incasl Aunque posteriormente sus obras apoyaban la causa de un patriotismo inca revivido, Garcilaso no pretendia pertenecer a un imperio Inca. sino precisamente at liderazgo de una sociedad postconquista. EI peso de esta condicidn de mestizo impulsd a Gar­ cilaso a d^arrollar argumentos que despuds se hallarian entre los principales temas del nadonalismo mexicano, pero que difialmente pudieron atraer a sus compatriotas peruanos. Sin duda expresaba sus propios sentimientos en la queja que atribuia a sus hermanos los mestizos de Cuzco: ' .. -siendo hijos de conquistadores de aquel Imperio v de madres naturales del que algunas de ellas eran de san

12 Ibid., II, pp. 133-134, 260-275.

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greireal y otras muchas eran mujeres nobles... ni por los mdiitos; de sus padres, ni por la naturaleza y legitima de la hacienda de sus madres y abuelos, no les habia cabida. nada... porque los gobernadores habian dado a sus parientes y amigos lo que sus padres ganaron y habia sido de sus abuelos maternos y que a ellos los dejaron desamparados, necesitados a pedir limosna para poder c^ mer o forzados a saltear por los caminos para poder vivir y morir ahorcados.i® El equivalente mexicano de Los comentarios reales fue Ih Monarquia indiana, escrita por el franciscano Juan de Totquemada. Publicados en la misma d^cada,los dos textos fueron reimpresos conjuntamente a principios dd siglo xviii. A partir de ese momento su dev tino fue diferente. La habilidad literaria de Garcilaso ha capturado hasta la actualidad el entusiasmo de innumerables lectores; se le considera un cldsico. En comparacidn, la densa masa de material mal compendiado y el prolijo estilo de la gigantesca compiladdn de Torquemada; ha disuadido a muchos estudiosos de abrir sus pdginas. No obstante, se puede afirmar con cierta plausibilidad que tanto para el estudioso de las anti^edadcS indigenas como para el historiador de la mentalidad colonial, la Monarquia indiana posee mayor in­ terns que su contraparte peruana. Aqui no nos toca comprobar esta aseveracidn; hacerlo exigiria otro estudio; nuestro propdsito consiste en senalar su efecto so bre el desarrollo de la condenda criolla. En esenda la Monarquia indiana divulgd y transmitid a las posteriores generadones la visidn frandscana de la historia mexicana. Resume y contimia una^ tradiddn misionera de investigaddn dedicada a la dviliza13 Ibid., Ill, pp. 244-245.

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iS Sia^ predjesores, tambi^ franciscanos: MX bnia, Sahagun y Mendieta. Siendo mismo un nenin

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:S?5?Es=S""i=it cliico,, demcMba que S"fadS°»rao°S'r; aalvajismoTrdvtliadt" Tdr"'; '™ame„.e del en ui delenido dLe"°r' "a'a^'eza polemica de su obra puelTme dirse a traves de su exclamacidn acerca del nnW tezuma (a quien comparaba con Alejandro):

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de IDS mds sabios del mundo.is

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grandes momentos del indieenhL I' Ifl'maigemsmo en Mixxco. Mdxico, 1950,

pp. 43-77.

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A1 mismo tiempo, siguiendo a Sahagun y a Mendieta, interpretaba la religidn indigena como el resultado de una intervencidn directa del demonio. Como dltimo recurso la sociedad indigena pettenecia al reino de las tinieblas, y aun sus lideres y pensadores mas sabios estaban destinados al infierno. Por eso la Conquista era considerada como un castigo divino y como una redenci6n liberadora. El franciscano percibia una lucha abierta entre las fuerzas de Cristo y el demonio, mis que cualquier secuenda de Garcilaso de revelacidn que perfeccionaba la naturaleza moral indigena. El \iltimo volumen de la Monarquia indiana esta dedicado a la fundaddn de la Iglesia mexicana. Conserva la nota triunfante que caracteriza a los primeros frandscanos como Motolinia, y excluye por completo el apatico pesimismo del anciano Mendieta. Cortes es libremente comparado con Moists, que librd a los hijos de Israel del paganismo y los condujo a la tierra prometida de la reveladdn cristiana. Mexico estaba destinado a desempenar un papel muy importante en la divulgacidn espiritual del catolidsmo. La conversidn de los indios compensaba la perdida de la Alemania de Lutero y representaba el renacimiento de la Iglesia priuiitiva de la era apostdlica. Toda la descripddn esta coloreada con una vision milenaria y providencialista de la realidad colonial: el descubrimiento de las Indias no fue carnal, sino misterioso.i® i« Torquemada, Monarquia indiana, I, pp. 340-342; III, p. 130. John Leddy Phelan, The Millenial Kingdom of the Franciscans in the New World, Berkeley y Los Angeles, 1970, pp. 17.39 v 111-117. '

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Esta visi6n franciscana tuvo un doble efecto sobre el desarrollo de la conciencia criolla. La compiladdn de' Torquemada constituyd un permanente arsenal de in- ^ formacidn e ideas relacionadas con la civilizaddn y la ^ historia indi'genas. Promovia directamente la imagen | del imperio azteca como la antigiiedad mexicana ana- j loga a la romana. A1 mismo tiempo, su dualismo agus- i tiniano, unido a la insistenda en la intervenddn demo- { niaca en la religidn indigena, impedia la aceptaddn | —menos aiin la identificaddn— inmediata de ese pasa- I do. En segundo lugar, la exuberante interpretaddn pro- [ videndalista de la Conquista y la subsecuente conver- | sidn neutralizaron la critica de Las Casas. Las crueldades de los espanoles actuaron como puente, como un .camino desierto, por as! decirlo, que conducfa a la tierra prometida. Los verdaderos fundadores de la Nueva Espana fueron los frailes que llegaron en 1524 y no los f conquistadores de 1519. En esenda, por lo mismo, la I nueva sociedad colonial se definid en una virtual asodacidn con la Iglesia. Ck)mo la mayorfa de los intelectuales criollos eran sacerdotes, esta interpretacidn ejerda sobre ellos un fuerte atractivo; y desde luego que fue una gran ayuda en la btisqueda de orlgenes mas honorables que el derramamiento de sangre que habia significado la Conquista. Sin embargo, en dltima ins- r tanda, la sintesis de Torquemada de un pasado cldsico | aunque diabdlico, seguido de un presente cristiano milenario, resultaba anacrdnica en el momento de sd publicacidn, y era cada vez mas desagradable para los patriotas mexicanos que buscaban raices indfgenas autdnomas. No obstante, serfa necesario mds de un siglo H para exorcisar al demonio del pasado azteca. Mientras tanto buscaron remplazar el triunfo misionero con su propio mito espiritual, el de la Virgen de Guadalupe.

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Quetzalcoatl y la Guadalupjana

A lo largo del siglo xvii se intensified la envidia entre las familias de los conquistadores y los advenedizos, ta convertirse en una verdadera animosidad entre criolos y peninsulares. Los dos tipos de espanoles residentes en el Nuevo Mundo desarrollaron aparentemente identidades sociales distintas, expresadas en estereotipos caracteroldgicos sumamente prejuiciados. Tanto el viney marquds de Mancera (1603-1673) como el virrey duque de Linares (1710-1716) comentaron la mutua antipatla que manifestaban los dos grupos. _La5_causas_de esta^jcnefliistad- son oscuras, mis aun si consideramos que en la Amdrica del norte britinicii lbs ifl^i^'3lites prdvenientes d3 Vigo Mundb eran asimiladbs con gran faWirdadTVa 'hemos sugerido que a este res^cto el rasgo~distintivo de la sociedad colonial espanola era el mantenimiento de una pronunciada conciencia de grupo, similar a la de una casta, entre los peninsulares. Como en ese momento la inmigracibn era casi total-— mente masculina, y se veia por lo tanto obligada a btis-^ car esposas criollas, la animosidad entre las dos mitades de la nacibn espanola adquiria con frecuencia las formas de una reyerta familiar.^'^ Los principales exponentes del patriotismo criollo —Calancha, Eguiara, Clavijero y Bustamante— eran todos ellos hijos de penin sulares. La sistemitica degradacibn del caricter criollo, combinada con su exclusibn de los niveles mis elevados de IT Instrucciones que los virreyes de Nueva Espana dejaron a sus sucesores. 2 vols. Mfocico. 1873. I. p. 103. D. A. Blading, Mi­ ners and Merchants in Bourbon Mexico 1763-1810, Cambndge, 1971, pp. 109-113 y 209-215.

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Aquf norSmSmSTir" 5"'™';''''' ' '» inid.ad, la cruz y los sacramentos. El atractivo de este mito es evidente.^s pues introucia a un apdstol en una dpoca y regidn que muchos todavia consideraban el dominio de Satanas, y socavaba /Cl valor unico de la evangelizacion espanola. En Mexico el gran sabio criollo Carlos de Siguenza y Gongora. contemporaneo y amigo de Betancourt. aceptaba la teoria e identificaba a Santo Tomas con el hd '

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23 Calancha, Crdnica moralizada, pp. 95 y 309-340.

roe y dios indigena Ouet/alrdatl Una serie de coincidencias fundamentaban esta posibilidad. El dios indio siempre fue descrito como un hdroe bianco barbado quien, antes de atravesar el mar occidental con la promesa de que algdn dia volveria, habia ensehado el arte de la agricultura y de la paz a los pobladores de Tula. Cortes llegd a Mexico por lo que aparentemente habia sido un mandato providencial, en el mismo ano dedicado por el calendario mexicano a Quetzalcdatl, una coincidencia que le asegurd la bienvenida de Moctezuma. Esta identificacianoleZpOTaainicritos coloniales y qddices indlgenas. Alababa esp^dal1 t^lgs que dstos~"fueran, sino gradas a la intervenddn mente la riqueza de la documentaddn que permitirla, jdiiectaY aT~patrocinio de la Madre de Dios'^ETque segdn dl, la reconstruccidn de una cronologia exacta hubiera ele^aDr-a-wiiitHd-Tom^ su apari­ de los acontecimientos que se hablan desarrollado descidn magnified su calidad-jgativa v amerirana de el Diluvio Universal hasta la Conquista. Ademas esCT^oIlos como in?igenas se unieron en la veneraddn de quematizaba una interpretacidn naturalista de la relila^iiuacS^lppana. Habfa surgido'W^gatrnTiTrrn??!^^ .4 gidn indlgena, tomando, sin mendonarla, la teorla de mu^o mas poderoso, porque tras dlseTiallaba~ij[~de^ I Vico de las tres edades del hombre. En la primera epovocidn natural de las masas indlgenas y la exaltacidn ca los indlgenas adoraban las fuerzas de la naturaleza.^'^ teoldgica del dero criollo. La imagen misma era invoEn la segunda, hablan elevado a sus hdroes y reyes al cada y expuesta como un remedio contra la seq.ula y nivel de la divinidad. En la tercera dpoca -iniciada las epidemias. Algdn dla sei-virla como estapdarte poli­ en 660— los indlgenas hablan formado el primer impetico. Lps siguientes versos revelan el peso mlstico del rio y tambidn hablan empezado a guardar los primeros culto: registros de su historia. El breve esquema de Boturini y su influencia perso­ El mundo se admire nal en Mexico y Madrid marcaron el inicio de una verel cielo, las aves, los angeles y hombres tiente en el desarrollo del pensamiento criollo. Su entususpendan los ecos, siasmo por la Guadalupana, asl como la exclusidn del repriman las voces: i que en la Nueva Espana demonio del pasado indlgena, liberd de manera efectide otro Juan se oye va a muchos intelectuales mexicanos de la obra de Tornuevo Apocalipsis aunque son distintas las revelacfones. . .26

26 Citado en De la Maza, El guadalupanismo mexicano, p. 76.

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27 Lorenzo Boturini Benaduci, Idea de una historia general de la America septentrional. Madrid, 1746, pp. 4-7, 104 y 156-158. Benjamin Keen, The Aztec Image in Western Thought, New Brunswick, N-. J., 1971, pp. 227-238.

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quem'ada. En ello tambi^n fue muy importante la aprobaabn exterior de los nuevos temas. Mariano Veytia, que lo conocia bien, escribid una historia del Mdxico antiguo y un panfleto elogioso en honor de la Guadalupana De manera similar, Eguiara se bas6 en su interpretacidn cuando polemizd con Marti; y decia acerca de los aztecas: Tan conforme a la razdn encontramos las concernientes al gobierno politico y domtfstico que de haber ido unif-TlLa la verdadera religidn, nada hubiera taltado para la consecucidn de una duradera y completa felicidad de imperio tan extenso.28

la vida intelectual mexicana se caracterizd por una confianza renova?y mds intenso. El vigor de la respuesEgui^a a Marti y la ambiciosa naturaleza de su proyectada Btbhoteca Mexicana indican que para seTurMadT'"' "^^xicano ya poseia sufidLte segundad en sus logros intelectuales como para desechar desdenosamente los continuos insultos de los metropolitanos. Una parte esendal de su confianza residi en la creencia de que los estudiosos mexicanos conservaban la clave de las antiguedades indigenas. M^ aiin Boturini abrio el camino a una aceptaddn total del pasado indio como parte de la antigiiedad. mexicana Al mismo tiempo, la pdblica aclamacion de la GuadL lupana senalaba que la realidad colonial se definia todavia en terminos esencialmente religioso^. Por el momento, entonces, los elementos de ula LeVa sintesl habian aparecido: un pasado cldsico regido por la reli28 Mariano Femdndez de Echeverria y Veytia BaUmrt^t w Mdxico, 1967, ed. facsimil, pp. 1-62

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gi6n natural, seguido de un presente cristiano inspirado en la Guadalupana. La fuerza de estos mitos residia en que liberab.an-^1 rriaUo-de—sns, origqg^ esoanoiesT pin embargo, en los mismos anqs en que el patriotismo triollo alcanzd su apogeo, movimientos politicos e intejiectuales en Europa conspiraban para recordarle al 'espanol americano su condicidn dependiente. Se cerraron las ventanas al mundo exterior solo para que los criollos vieran que, para los europeos, eran simples colonizadores despreciables. Lo que los espaholes habian murmurado en privado, los fildsofos franceses lo gritaron piiblicamente. Una vez mds el crioliq__volvi6 a la historia indigena en^busca'cTe una respuesta..efcctivar""

La Ilustracion y Amdrica

En XISLL la orden de los ^suitasj^e expulsada de los dominios de la monarquia^spSnola. Como resultado de este decreto perentorio, casi cuatrocientos cldrigos mexi­ canos de nacimiento tuvieron que embarcarse hacia Ita­ lia, donde pasarian el resto de sus vidas. De un solo golpe la Nueva Espana perdid el niicleo de su dlite intelectual. Un ano despuds, para castigar su oposicidn a Josd de Gdlvez, el visitador general Francisco Javier de Gamboa, el jurista mas importante de la Colonia, y el doctor Antonio Ldpez Portillo, lo mejor de la intelectualidad mexicana, fueron "promovidos" a nombraniientos en la Peninsula. Estos acontecimientos sdlo pueden explicarse por un cambio profundo que se oper6 en la politica colonial de la monarquia despuds de la firma de la Paz de Paris en 1763. Los ministros ilustrados de Carlos III se propusieron la virtual reconquista de las Indias: mandaron regimientos de vetera-

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nos permanentemente acuartelados; introdujeron nuevos impuestos y establederon nuevos monopolios reales, e instalaron un ej^rcito completo de funcionarios fiscales. Mds aiin, siendo Galvez ministro de las Indias A (1778-1787), la norma era la discriminadon contra los cnollos para los puestos piiblicos mas elevados.^® La causa inmediata de^esta revolucion en el Kobierno fue la derrota de Espana en la Guerra de Siete Anos y l^a amenaza de un ataque ingles al imperio ultramarine. La causa de largo plazo reside en la reducddn de la ^ monarquia a potencia europea de segundo orden. Con la llegada de Carlos III al trono se lanzo un vigoroso programa orientado hada la movilizacidn del poder estatal con el objeto de revitalizar la aparatosa economia y eliminar los obstaculos al cambio. La Peninsula experimento su propia Ilustraddn, conservadora y esencialmente catolica, bajo los auspicios de la Corona y concentrada en las dencias prdcticas. Sin embargo, la cla­ ve de la recuperacidn de Espana se hallaba en America. El texto que guio a los reformadores en la serie de cambios drasticos que se introdujeron fue",el Nuevo sistema de gobierno economico para la America, escrito ^r Jose del Campillo y Cosio. Se trata de una tipica declaracion politica de la epoca, que empezaba per senalar el contraste que existia entre los grandes beneficios que obtenian Francia e Inglatera de sus tierras azucareras, comparados con las mediocres ganandas que reportaba a Espana el vasto imperio continental Mexi­ co y Peru eran comparados con Jamaica y Santo Do­ mingo y demostraban ser defiqientes.®" Se habia iniciado la edad de las comparaciones. —.

trading. Miners and Merchants, pp. 25-26 y 34-43 30 Jose del Campillo y Coslo, Nuevo sistema de gobierno eco_ nomico para la America. Madrid, 1789, pp. 3-19. ^

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La elite criolla protesto de inmediato contra esta renovada insistencia en su status colonial. En 1771 el Ayuntamiento de "la imperial,, nobilisima y muy leal ciudad de Mexico" present© ante' la Corona una Representacion humilde en favor de sus naturales. Su autor, el regidor Josd Gonzilez de Castaneda, un talentoso abogado a quien despues se le negaria la promodon ju­ dicial, utilizaba un lenguaje franco y vigoroso.®^ Had^ndose eco de las quejas del siglo xvi y de la instancia de Ahumada, pedia el nombramiento de espanoles americanos a los puestos piiblicos m4s importantes, no s61o con preferencia sino con exclusidn de los extranos.

Las Leyes de Castilla y los canones del Concilio de Trento estipulaban- la misma norma: la provisidn de los naturales con exdusidn de los extranos es una mdxima apoyada por las leyes de todos los vecinos, diaada por sencillos principios, que forma la raz6n natural, e impera en los corazones de los hombres. Es un defecho que si no podemos graduar de natural, es sin duda comiin de todas las gentes.

Su segund^ premisa consistia en afirmar que los europeos son extranos, simples viajeros de paso por las In­ dias, adonde venian en pes de riquezas y cuyo fin lil31

Ver para esta identificacidn a Mariano Berist^in de Sousa,

Biblioteca hispano-americana septentrional, 3! ed., 5 vols. Mexi­ co, 1947, II, p. 73: Carlos Maria de Bustamante escribid su epitafio Uiciendo: "imitd a su predecesor el Sr. Ahumada en la miWa santa causa que defendid aquel vardn benemerito". Diario de Mexico, XII, pp. 133-134, 3 de febrero de 1810; el virrey Bucareli lo recomendd para un nombramiento judicial; ver Archivo de Indias, Audiencia de Mdxico, legajo 1373, De Bucareli a Arriaga, 26 de abril de 1775.

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timo era volver a la Peninsula. Lo que habla conducido a la ineficienaa, corrupdon e injustida en la administraddn colonial habla sido predsamente la inclusidn de europeos en los puestos gubernamentales de Ame­ rica. Viene a gobenlar a unos que no conoce, a mandar unos deremos que no ha estudiado, a imponerse en unas costumbres que no ha sabido, a tratar con unas gentes que nunca ha visto. ^

En sus argumentos se nbta claramente que Ca^taneda negaba el status colonial de Mdxico. Admitfa que el problema de la unidn: ^ serla este querer mantener dos cuerpos separados e independientes bajo una cabeza, en que es preciso confesar aerta monstruosidad polltica.

Y lo evadia haciendo referenda a la notable lealtad que los cnollos hablan desplegado durante la insurreccxon popular que siguid a la expulsidn de los jesuitas Junto con estas demandas de autonomla local encontramos una veta distinta de aseveraciones. La causa espedfica que justificaba la Representacidn era un supuesto reporte secreto de un ex ministro o de uh prelado (Gdlvez o el arzobispo Lorenzana) que afirmaba: EI espiritu de las Americas es sumiso y rendido, porque se hermana bien con el abatimiento; pero si se elevan 32 EI homenaje aparece en Juan E. Herndndez y Ddvalos Coleccion de documentos para la historia de la guerra de Ind'epen®

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Mdxico, I877-I882 I

con facultades o empleos, estan muy expuestos a los mayores yerros; por eso conviene muclio el tenerlos sujetos, aunque con empleos medianos...

Con una manera que recordaba loS 'elogios hechos por Calancha en el siglo xvii, Castgneda recalcaba el no­ ble origen de los criollos, su ostensible educaddn, su alejamiento de cualquier "oficio mecdnicp" y sus grandes cualidades de educaddn y talentos naturales. Se esmeraba en negar la acusaddn europiea de que la mayoria de los espanoles americanos tenia una mezcla de sangre India y por lo .tanto la herencia de "sus bajos esplritus". Afirmaba que, de hecho, las alianzas entre los grupos eran muy escasas, puesto que para ese momento los indios hablan descendido al nivel de parias: Estos generalmente hablando... lejos de ser hermosos, son positivamente de un aspecto desagradable, malisimo color, toscas facciones, notable desalino, cuando no es desnudez, ninguna limpieza, menos cultivo y racionalidad, en su trato, gran aversidn a los espanoles. .., el espanol, que hubiera de mezclarse con indias, verfa sus hijos carecidos de los honores de espanoles y aun excluidos del goce de los privilegios concedidos a los indios.

La Representacidn de 1771 constitula una sobresaliente y franca defensa de la autonomla mexicana dentro del marco imperial de la monarqula absolutista, una mordaz negacidn del status colonial que no mencionaba los derechos ancestrales de autogobierno que hablan heredado los conquistadores. La aguda defensa del caracter criollo senalaba el grado de resentimiento que podia conducir a un abierto desconocimiento de los peninsulares, al ser dstos considerados como extranjeros. Al mismo tiempo subrayaba la distancia que sepa-

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raba a la ^Iite de las masas indi'genas. La Representacwn expresaba los intereses de una clase alta a la que se le negaba su prerrogativa natural: el derecho a gobernar su propio pais. Era la manifestadon de una dase y no de una naddn. Si los abogados ambidosos vei'an frustradas sus expectativas de ocupar puestos publicos, los jesuitas mexicanos expenmentaron la amargura del exilio en la pobreza. Ademas se encontraron 'con que el dima intelectual de la Ilustraddn europea era profundamente desesperante. Antes de la expulsion, un punado de jdvenes sacerdotes se habia empenado en la renovaddn de la ensenanza de la filosofi'a escoldstica. Postulaban la vuelta a los textos originales de Aristdteles en combinacion con la discusion de los progresos cienti'ficos y ilosoficos del siglo xvii. Sin embargo, tuvieron que entrentarse a 1^ corrientes libertinas y escdpticas que se inamfestaH2r-«n la Ilustracidn europea. Francisco TavieHClavipo ^presd la repulsidn que todo ello le inspiraba m defhur el periodo como un siglo en que se ban publicado mds errores que en todos los siglos pasados, en que se escribe con libertad se miente con desverguenza y no es apredado el que no es fildsofo, m se reputa tal el que no se burla de la re­ ligion y toma el lenguaje de la impiedad.33

Se encontraron ademas con que la misma Espana era a victima predilecta de los filosofos del norte de Euro33 BemaW Navarro B., Cultura mexicana moderna en el si­ glo xvnt, MOxico, 1964. pp. 109-134. Miguel Batllori, J bjjpano-jlaliana de los jesuitas expulsos Madrid, 1966, pp 437m y 575-590 Francisco Javier Clavijero, Hisioria anfSua de EdiciOn y pr61ogo de Mariano Cuevas. Mexico, 1964,

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pa. El prejuicio protestante y la escOptica intolerancia se conjugaban para condenar a la Espana catolica como una prueba casi patologica de los jlcsastrosos efectos del despotismo politico y del faiiati^mo religioso. En 1783 el intelectual francos Nicolds l^asson de Morvillers definia prdcticamente a la Peninsula como una extensibn de Africa, dominada por la ignorancia morisca, la superstiddn y la tirania, en un articulo aparecido en la Enciclopedie Methodique de Panckoucke que fue editada como libro de referencia.®^ En virtud del clima hostil de la opinion no es dificil entender por qud los jesuitas americanos, con una sola excepcidn, no pudieron desarrollar argumentos en fa­ vor de la independencia. Con la decadencia de la gran tradicion escoMstica espafiola en la Peninsula y en Ame­ rica, los mas inteligentes de ellos no habian superado los libros de texto de su juventud. Pero la acelerada radicalizacidn del pensamiento politico de Europa del nor­ te fue un obstdculo para que lo asimilaran. Su idolo era Montescjuieu y no Rousseau. Su intenso patriotismo se expresd a traves de los escritos de historia nacional. Desde este punto de vista contribuyeron a la evolucidn del pensamiento criollo. La ira que provoco en ellos una de las corrientes de la Ilustracidn teorica, tanto cientifica como histdrica, inspird su actividad, puesto que denigraba la naturaleza del Nuevo Mundo y de sus habitantes. Todavia queda por explorar la variada gama de influencias intelectuales que despertd esta desdenosa apreciacidn. Buffon des^rolld una clara linea de pensamiento. Despuds de observar que las especies de los animales americanos 34 Richard Herr, Espana y la revolucidn del siglo xviii. Ma­ drid, 1964, pp. 182-184.

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"""lerosas y mds pequenas que sus contrap^tes europeas y que el hemisferio era mds rico en NuevoSZ cultivadas, calificaba al iNuevo Mundo como un continente joven, inmaduro y excesivamente hiimedo. mis apto para las vi'boras y pajaros que para los mami'feros. Sus hombres per maneaan mn6s durante toda su vida. Esta teon'a go/d de ampha aceptacidn y fue publicada y modificada per un sabxo holandds, Cornelius de Paui quien en u^a confusa mezcla de detalles absurdos y lascivos, describ a a los nativos americanos ya no s61o como simples ^alvajes degfnecleterminismo climdtico connental residio en su mfluencia e inclusidn en los esmtos del abate Raynal y de William Robertson, los dos principales historiadores de Amdrica. Ambos conreferenda detallada de ellas.- Ambos recurrieron a la ca hteratura que proporcionaban viajeros y misioneros, especialmente los relatos Franceses acerca de los in-

'I"'

^

SL norte To^ P^^^P^ctiva de la r crRicot J reconocidos historiado­ res cnticos se creyeron con el derecho de. desechar la mayor parte de las fuentes espanolas, por considerarlas mentirosas, alegando que eran« el producto del fraude de los rehgiosos o de la impudencia de los conSadores._ Cualquiera que fuera la razdn, combinaron sus materiales heterogdneos y formularon un veredicto con-

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denatorio en contra de los nativos americanos, tanto espanoles como indios. Siguiendo a Robertson, el m^s ecudnime de los dos, encontramos de inmediato citas.fie Buffon y de Pauw en su nota introductoria: La naturaleza no solo fue menos prddiga en el Nuevo Mundo, sino que tambidn parece haber sido menos vigorosa en sus resultados.

Comdntaba la condicidn infantil de los indios, anadiendo: "la debilidad de la constitucidn era universal". Ro­ bertson compartia el profundo interds de la Ilustracidn escocesa por el progreso de la sociedad humana. Senalaba: "En Amdrica el hombre aparece bajo la forma mds primitiva en la que podemos concebir que pueda subsistir." Y anadia: "Ese estado de simplicidad origi­ nal, que en nuestro continente s61o era conocido en las fantasiosas descripciones de los poetas, realmente existla en el otro." Como ahora Claude Ldvi-Strauss, Ro­ bertson esperaba hallar en el estudio del indio americano material para completar "la historia de la mente humana". La reiteracidn del determinismo climdtico de Buffon" simplemente servia para fortalecer sus presupuestos y confirmar su uso critico y selectivo de las fuentes.®® Tanto dl como Raynal, por ejemplo, encontraron en los reportes de los espanoles y de distintos viajeros agudos comentarios acerca de los vicios y la holgazaneria de los espanoles americanos. Estos relatos fueron ace{> tados como una prueba mds de la teoria de que todas 38 William Robertson, The History of America, 3*vols. Londres, 1788, II, pp. 19, 50-51, 62. Ver: J. W. Burrow, Evolutiort and Society, Cambridge, 1970, pp. 10-16.

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jncluida la humana, se degeneraban en el obstante, en ese caso en particular plemente repetian lo que dedan sus fuentes. Robert­ son escribid de los criollos: el enervante de un clima sofocante, pot e rigor de un gobierno celoso y per la desesperaddn de huTanTdaT ^ aspira naturalmente la humanidad, el vigor de su mente estd tan totalmente destmido que gran parte de ellos pasa la vida en satisfacaones lujunosas mezdadas dentro de una superstiddn vul­ gar todavia mds degradante.sr

• mismo enfoque puede observarse en la apreciacidn de las culturas inca y azteca. En general, Rayy Robertson tomaron sus descripciones de los inLafitai?rrr°? franceses ranad^ y Charlevoix, que se refen'an a los salvajes del confirmadas sus ideas en el trabajo de Antonio de Ulloa, un sabio espanol que despu^s de pasar va^ios anos en America, primero agente vS'^vTu-""'' ^ gobernador de Huancaica y Luisiana, concluyo que en el norte y en el sur salvaje o c.v.Iiaado, el indio era el mhj,: ZIT"" ' "O « sue Robenaon considero desde una perspectiva norteamericana a los cas y a los aztecas, esforzdndose por "indagar su lo-

1. viea d.

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p r e - s T S ' ' . V " "

calizacidn en la escala politica, y colocarlos en el lugar que les es propio entre las tribus primitivas del Nuevo Mundo y los brillantes EstadoS del A n t i g u o . . , C o n cluia que ninguna nacion "merece el nombre de civilizada" y de los dos preferia con mucho a los peruanos cuyo Estado, sin embargo, "sugiere la idea de una sdciedad que se halla todavia en la primera etapa de la transicion de la barbaric a la civilizacion".®® Raynal y Robertson facilitaron su labor histdrica por el desden critico que les inspiraba la mayoria de las fuentes espanolas, especialmente aquellas que habian sido escritas por misioneros o conquistadores. Raynal declaraba con insistencia que nada derto podia saberse , acerca del pasado mexicano hasta que los fildsofos huf bieran podido examinar los restos histdricos, afirmando ' "que estos hombres tan sabios no podrdn ser monjes o espanoles, sino ingleses o franceses..." Menos extremista, Robertson halagaba explicitamente a Herrera y sAcosta, pero desechaba "la improbable narrativa y las fantasiosas conjeturas de Torquemada y Boturini".'*® Cuando Raynal se basaba en Las Casas, el escocds criticaba al obispo de Chiapas por exagerado y poco fiable. La sobria continenda con la que Robertson trataba la Conquista atrajo favorables comentarios por parte de autores espanoles; la Academia de Historia de Espana propuso una traduccidn al castellano de su History of America. Pocos espanoles se sentian inclinados a defen­ der al Nuevo Mundo o a los indios de los ataques de los europeos del norte. La cruda caracterizaddn de Ulloa revelaba el grado de alienaddn de sus siibditos 39 Robertson, History of America, III, pp. 152, 154 y 223. 40 Raynal, History of the Settlements and Trade, 11, p. 369; para este abate Las Casas era "m5s un hombre que un sacerdote", p. 404. Robertson, History of America, 1, xviii, p. 485.

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coloniales. Sin embargo, todavia resulta sorprendente encontrar en la seccidn introductoria de la Historia del Nuevo Mundo, escrita per Juan Bautista Munoz a petiddn de la Corona, una recapituladdn de Robertson y Pauw. Reconoddo fildsofo historiador, Munoz describia al indio precortesiano con los mds negros colores, sumido en la ignorancia y la corrupddn; y negaba que los indios o aztecas hubieran siquiera alcanzado "verdadera dvilidad"." Para la tradiddn imperial historicgrdfica las glorias de la Conquista ya no tenfan que ser magnificadas con una apreciacidn de la cultura indigena. No obstante, del otro lado del Atldntico, los americanos, tanto espanoles como ingleses, reaccionaron con indignaddn contra lo que consideraban calumnias europeas. En sus Notes on the State of ViTginia, Thomas Jefferson recopild listas de las espedes americanas y daba medidas de las mismas con el fin de responder a las afirmadones de Buffon. La pikce de resistance de su argumento era el redente descubrimiento de huesos de mamut. De manera similar describia al indio como un noble bdrbaro, valiente, amante de la libertad y gran orador. En Paris, Benjamin Franklin ideo una respuesta mds eficaz: cenando con Raynal demostrd que todos los americanos presentes eran mis altos que sus interlocutores franceses.*^ por lo mismo, en general, los angloerstici6n de sus mayores.

QuetzalcoatI al. de Saturno para j' Implfcito en esta conclusidn estaba el rechazo a los exequiparaba su notable heroicidad cesos de Torquemada. Tambi^n hacia la comparacion entre la actual degradaddn de los indios y la condiddn de los griegos bajo la dominaddn otomana, reafirmant ^ «>berano. que celedo con ello la imagen de la Conquista como un desasbranan justamente los historiadores v ooetas si hf » tre irremediable.^® en vez de americano fuese romano o^^L^s" En la liltima parte de su obra, Clavijero introducia la controversia del Nuevo Mundo atacando con gran Cuando se refiere al espinoso problema de la relio-idn vigor a Buffon, Pauw, Robertson y Raynal. Hdbil po^eca, Clavxjero emplea la comparaddn 2n el f f S lemista, la omisidn de algunos temas resulta tan imporSrSb^r r°' tante como la inclusidn de otros. Sus argumentos estaban principalmente dirigidos contra Pauw, el mds ab|.r -rSt surdo de sus contrincantes.^z gu defensa se centraba en el clima y la fauna del Nuevo Mundo y en la bistoria, cultura y naturaleza de los indios mexicanos. Se basaba »0deda/ful„ y en observaciones prdcticas tanto como c'n la herenda de la tradicion que iba de Torquemada a Boturini. Si y PP- 45-46, 78, 82, 115, 147, 151 46 Ibid., pp. 47, 305, 344 y 418. 47 Ibid., pp. 422-423. railifar!

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^

los temas que no discutio T La comparacion con Perd revela de inmediato la sintermSSff su R^ynal y Robertson 1 gularidad del caso mexicano. En el virreinato andino terminaban sus respectivos libros con una despectiva ^ la supervivencia de una numerosa clase de caciques inStelT ®o^^edad colonial. No obstante la lidios, poderosa y educada, a veces hqrederos directos de bertad de que gozaba en su exilio italiano, Claviiero los incas, frustraba cualquier pretensidn dp liderazgo del clero criollo sobre las masas indigenas. Dado que la qTe haWa s"?' exaltar la sociedad en durante el siglo xvni las tensiones se fueron agudizanrevetador Se sabe que ademds publicd una oeauena ^ do, la clase caciquil, con base en el texto de Garcilaso, obra en honor de la Guadalupana^y que p^ecS^dJ empezd a sentirse orgullosa del pasado inca y a desafiar versos e&tudios sobre Ta r- o dide manera efectiva la estructura colonial de dominaiesuita^ Mlp.^ /• ™ 1» Colouia. descendiente del dltimo principe inca, ejecutado por M todos estos manuscritos hubieran sido publicados el virrey Toledo. Autonombrdndose "Josd I Inca Rey", SS mlrb Prfesentruna " Tupac Amaru encabezo un movimiento que pronto se ^ del pasado mexicano. Pero el vio dominado por un conflicto racial abierto y salvaje. ^xito pnmCTo de la Historia antigua condujo a su aisLa dlite criolla, ante la amenaza de extincion, se alio teTL •' cuya'n.ayor para la Corona y dirigid a las fuerzas que por fin someV fL a anos despuls de la tieron la revuelta. Las autoridades virreinales prohibieron la circulacidn de Los comentarios reales^^ mclusidn de otros temas, Clavijero provocd una^sura Como el pasado inca representaba mas un desafio laentre el pasado azteca ddsico y su sucesor colonial- una tente que un motive de orgullo, la dlite peruana respondid manifestando poco interds por el estudio de las antigiiedades indigenas. Su principal contribucion a la ranf/ad de Guadalil^e.'^ErLo controversia del Nuevo Mundo fue una disertacidn en cmifiadoj^ poldmico que de la antigiiedad indige"^rhS: tomo al clima de Lima, cuyo autor fue Hipdlito Undnue. Hasta donde hemos podido investigar, ningdn jesuita peruano escribio jamas algo a favor de la obra de los incas o para defender el movimiento de Tupac papel aem aetensor y como tal expro^d su historia Amaru. El examen de la famosa Carta dirigida a los

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XVII f conservadores del sig XVII. No fue sino despu^s, a trav^s de la presidn de hs acontecimientos y del ejemplo de las Cones de Cd diz, que estas respetables demandas fueron reemplaza adopcidn de ideas tales como la soStur^es

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Nuestro propdsito no consiste en examinar la e Id J o"la reladd""^" que existe entre acontedmiento e laea, o la relaadn entre ideologia y sodedad

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iogia nadonalista que atribuia las causas de la Indepen­ denda a los acontedmientos del siglo xvi. Cuando Ma­ riano Moreno, secretario de la primera junta patridtica de Buenos Aires, publicd una ediddn espanola del Contrato social de Rousseau, el padre Mier patrodnd tres edidones de la Brevisima relacion de la destruccion de las Indias de Bartolomd de las Casas. Con una sobresaliente destreza pudo combinar el indigenismo histdrico con una versidn refinada de los derechos ancestrales criollos heredados de la Conquista. Mientras que la mayoria de los que difundian la insurgenda tomaban su vocabulario politico del forniulado en Europa o en Estados Unidos, Mier recurrid a la larga tradicidn del patriotismo cnollo, transformando sus prindpales temas en argumentos que justificaran la separaddn de Espana. Hostil a Rousseau y a sus radicales seguidores, optd por el enfoque histdrico y constitudonal de Jovellanos y Joseph Blanco White, volviendo a travds de ellos al conservadurismo de Edmund Burke y Moniesquieu. A pesar de su prolongado exilio en Europa, donde conodd a hombres como Henri Gregoire, Blanco White y otros intelectuales, Mier deddid politizar las viejas obsesidnes criollas, y de alii disenar un cuerpo" autdctono de ideas, algunas de las cuales posteriormente fueron elementos integrantes del nadonalismo mexicanq. En las siguientes pdginas presentaremps su vida y las influencias que conformaron su pensamidnto. El enfoque biografico ilustra la lenta transforipaddn de un patriota clerical, preocupado por Quetzalidatl y la Guadalupana, en un idedlogo nadonalista. Nos permite situarlo en las divisiones politicas que surgieron desestudios histdricos de tema mexicano, Xalapa, 1960. Ver tambi^n John V. Lombardi, The Political Ideology of Fray Servanda Te­ resa de Mier. Cuernavaca, 1968.

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h^J K Nuestro interns bdsico. debemos subrayarlo, reside en sus ideas mds que en el hombre mismo: la fasdnacidn de su cardcter picaresco V pf tendido a oscurecer la originalidad y el significado de su obra intelectual. Sanio Tomds y el Tepeyac

Aunque posteriormente adquirid renombre por sus nreWTT' de hecho, Josd Servando de Santa Teresa Mier, Guerra, Buentello e Mesias meior de una dase que podna describirse como la alta burv"NodP paterno, Frandsco de Mier ) Nonega, nativo de Buelna del Consejo de Llanes de Unas, se, establedd en Monterrey, en 1710 donde

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doTv i rald"^ matronimico) fue regiinterLo Por algiin tiempo gobemador A T u \ P^^naa del Nuevo Reino de Le6n

deTcendientes'de'l aparentemente escendientes de IDS primeros colonizadores de la re^6n La famiha mantuvo su influenda sodal en la si^lente generaadn; el hermano del padre Mier fue £obemador de la provinda; dos de sus hermana^ sf unll ron a los directores locales del monopolio real del tabaco y de la ofiana de impuestos sobre el consumo A1 mismo tiempo, los Mier y Noriega tenian pa^S" im fluyentes en la capital, miembros de la familia Mier de Alles, situado en el distrito de Llanes: « don Juan de 2 Para este pasado familiar ver Tuan Pablo Garr/a ii,™ ^ compleja personalidad del padre Mier. Mexico, 1964 pp 2T' 23, Rycardo Ortega y Pte Gallardo, Historia genealdgi'ca de L"

Mier y Vilar, candnigo de la catedral metropolitana y rector de la Inquisicion mexicana, y don Cosme Mier y Trespalacios, primero oidor- y luego regente de la Audienda mexicana. Este liltim'o estuvo relacionado con la gran aristocracia de la 'Nueva Espana, a travds de su breve matrimonio con la hija del conde de San­ tiago.® Nacido el 18 de octubre de 1763, el padre Mier abandond Monterrey a los diecisdis anos para ingresar en el seminario d^inico de la dudad de Mdxico. No dejd ningun relato de su infanda y aunque despuds afirmara que se habia visto atraido a la orden con enganos, no existe ninguna razdn en particular para creerlo.^ Poco puede decirse de la calidad o sustancia de su educacidn. Aparte de algunos comentarios despectivos acerca de la inutilidad de la escolastica, se muestra sorprendentemente reticente a hablar de sus primeros estudios. t Probablemente, como buen dominico, leyd a Tomas de Aquino y otros autores escoMsticos, pero como despuds rara vez citaba al Doctor Angelico, todavia menos a Cajetan o a Sudrez, podemos inferir que tuvieron poca influenda sobre dl. De manera similar, la redente infamilias mds antiguas de Mexico, 3 vols. Mexico, 1908-1910, III, paginacibn separada, 'Tamilia de Mier Almendaro". Alberto y Arturo Garcia Caraffa, Enciclopedia herdldica y genealdgica hispano-americana. Madrid, 1919, LVII, 48-51. 3 Ver: Solemnes exequias celebradas... en 6 de noviembre de 1805... .par don Cosme Mier y Trespalacios, Mdxico, 1806. Cosme Mier y Trespalacios ftje el mecenas de fray Servando con ocasidn de su doctorado. Ver Guillermo S. Fernindez de Recas, Grados de licenciados nuestros y doctores en artes, leyes, teologia, y todas facultades de la Real y Pontificia Universidad de Mixico. Mexico, 1965, p. 153. 4 Fray Servando Teresa de Mier, Escritos iniditos, J. M. Miquiel i Verges y Hugo Dfaz Thome, ed. Mexico, 1944; p. 39.

62 63

El muy reverendo padre doctor fray Servando de Mier, de la Orden de Predicadores..., dijo una doctisima oraddn fiinebre en elogio de las virludes morales y pollticas del Exmo. don Fernando Cortds^ajue durd mAs de tres cuartos de hora.i

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^f is P^ra il»strar el tono elevado y la cahdad patriotica de estas celebraciopes." embargo, en la sustanda de su sermdn Mier se separaba de la tradidon. Declaraba que el descubrimiento de la piedra del Calendario -para la que "el tan valiosa - habia dado nueva luz sobre la historia IQfiS Emories, Dreams and Reflections. Nueva York 1963. Cerca de la abrupta ladera de una roca vi a dorLuras blanca y una bella joven", p. 181 '

cristiana e india de Mexico. Y resumia sus coridusiones en cuatro proposiciones. Prirnero: la imagen de la Virgen de Guadalupe aparecia en la capa de Santo Tomas, "el apdstol de este reino". Segundo: "los indios ya cristianos" habian adorado la imagen durante 1750 anos en el Tepeyac donde el ap6stol habia construido la iglesia. Xercero: cuando los indios cometieron apostasia, la imagen habia sido escondida; la Virgep aparecid a Juan Diego para revelarle su localizadon. Cuarto: la imagen misma era una tela del siglo i don­ de milagrosamente se habia impreso la figura de la Virgen Maria. Luego afirmaba que Santo Tomas era Quetzalcdatl y que los indios conocian los dogmas fundamentales del cristianismo. Recalcaba el hecho de que, aun antes de la Conquista, los indios adoraban a Maria en el Tepeyac, como la madre de Dios. Y concluia con una peticion a la Virgen a quien se dirigia como a "Teotenanzin enteramente virgen, fidedigna tonacayona", para que protegiera al pais contra los ataques de los franceses. "Ahora espedalmente, area preciosa, que los filisteos de Francia ban atacado a Israel, no permitas que triunfen como alia por los pecados de los hijos de Heli." » Como era de esperarse, el sermdn provoco una reacdon inmediata y se elev6 una protesta popular. El arzoiDispo Nunez de Haro ordend que Mier permaneciera recluido en su celda. Se le confiscaron sus escritos, asi como los de Borunda, para que los examinaran dos canonigos criollos, Jose Patricio de Uribe y Manuel de Omana. Su reporte ridiculizaba a Borunda como "un don Quijote historico mexicano", cuyas interpretaciones alegoricas eran arbitrarias e irrisorias. Senalaban la 15

68

Ibid., Ill,

p.

17.

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4 £icad6n de Smo H gena habfa vivido al meLs 7?n apbstol. Con respecto a Mier la actkud nonigos fue mds severa- "ha J, de los dos cafalsos documentos y ficdones" Pu^blo con

la mayor li^ereza una r^o Por la Mesfa oL a«

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desechado con

^^dicidn, sandonada

Ma in.;S Juan Diego. Su ZTTf"" rios y absurdos"; sus teorlas "son r ^ caballerescos y novelistas historiaS^es" SirL^St"^ minico de Caldas shuada. Este castigo tenia' por obie?" gulloso y proSnL^ la iS ciosas"." Pero Mier ya se hahf fin leido el manusiiS 7. n trado absurdo. Pero su

Man'a ha-

' Mier a eonvento do

embargo, de todas estas transacdones nada puede encontrarse en los registros de la ^poca.82 En 1804 Mier Ibid., II, p. 17. Ibid., I, p. 266. Joaquin Lorenzo Villanueva, Vida literaria,. 2 vols. Londres, 1825, I, p. 89. 31 Mier, Memorias, II, pp. 126 y 130. Villanueva, Vida litera­ ria, I, p. 59. 32 Ver Bedford Keith Hadley, The Enigmatic Padre Mier (te­ sts de doctorado). Universidad de Texas, Austin, 1955, pp. 76-77. 29 .30

SX°ado ta prisi6n clerical de Seville te reu„i6 o» reliS"'.."™f» mente, despuds de un intemo frr"" tugal, donde permaneceria ~ lio. De este periodo data cn lado domdstico del papado Jue™f°" 1" recibid per haber

esta vez en la Toribios. Ahf ^ Final^ oscuro exi-

iPero cudles de los prindpios del , ^ s que atrajeron a Mier? P^a fJnp fueron movimiento tenia poco en el , la hostilidad hacia los jesuitas Z , la distribuddn de la autoridad HP f^^j'^^P^ba mds por f por las doctrinas de laTadl v cia apoyaba una extenddi?dJl tsalvaddn. En esenera Bossuet y no Amauld.33 £1 jaSe'Ssm'' 1 era fuertemente regalista- ar^^rlV^ r xviii Consejos "Generalef"ffSte al autoridad de los tual independenda de las ip-Tosf ^P^^aba la vir™a de la^lesia a tTavJ S ^ del movimiento fue en la diR J -f DO 2qfi9q7 r,-j 1 ^ Escntos ineditos, 2^8 ' ^aevo Mundo, pp. 270-271 y 28585 Mario Giingora. Pacta de los conquistadores con la Corona iJn Indiana: dos temas ideoldgicos de la epoca de la Independencia. Buenos Aires, 1965.

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guo argumento aiollo, que se remontaba via Ahumada al siglo XVI y a Gardlaso de la Vega. Pero Mier fue muy cuidadoso en dar cr^dito a Blanco^ White, alaban| do "la daridad de su juido, por la'rectitud e imparcialidad de su corazdn y por la reunidn mds completa de ^ las luces y el saber politico".86 La estrategia del libro XVI de la Historia justificaria la independenda sin re-— currir a las ideas jacobinas. Mier iniciaba su defensa con la crisis de 1808. Con el arresto de Iturrigaray y la negativa a permitir la formad6n de Juntas Americanas representativas, los espanoles americanos destruyeron de manera efectiva el pacto social establecido entre los reyes espanoles y los ameri­ canos. iPero a qu^ pacto se referia Mier? Desde luego que no al "contrato anti-sodal" de Rousseau, al que denundaba como "aquel tejido de sofismas, dorados con el brillo de la elocuenda encantada del fildsofo de Ginebra". Esa teoria habia conduddo a la Revolucidn francesa y a los disturbios por toda Europa. Mas que aprovechar los atractivos de las teorias francesas, Mier recurria a la historia; Al pacto solemne y explicito que celebraron los americanos con los reyes de Espana... y estd autenticado en el ?\ mismo cddigo de sus leyes. £sta es nuestra magna carta.sr —

Las Indias fueron conquistadas por expediciones privadas, cuyos lideres aearon encomiendas, ayuntamientos y actuaban como tdcaldes y adelantados. Hasta despues habian sido incorporados al Reino de Castilla. Asi — pues, existia un pacto muy claro entre los conquistado86 Mier, Historia de la Revolucion, II, p. 163. 87 Ibid., II, pp. 166-167 y 178.

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a caLbio

jurisdicddn

conferido ^rk SSjSsta. Con"'^ a los criollos como los heredemc

nin^n deredio ,^abilidad definfa

meros mfsioneros quVhSTf P"" las crueldades deTos conalf'^'' ^ ^^ios de que tenia en mente era el sicif Constituddn valeda despu^s de que las N„ e™^T que prePuesto fin^a los ab^usos de k eT obra de Las Casas, qTe

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cialmente en el famoso debate ron ie?i Durante este periodo se emiti^r

sus leyes fundamentales o su vprrt^a tonces se zanjarin los dmienl^ ^ cuyas leyes en lo favorable LmiLro

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Casas, cZo Te murbt"

de^sreZSL^a'^CoSt''''''''"" en los puestos piiblicos en k jJ preferenda que dl definfa comn anexas al pacto sodal T

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preferenda Estado, una remuneratorias

!» «yes-. S, 4S?^i±o laS"""'". f"""' "" mdios pactos equivalentes-^e senorfos y tambi^n garantizab^ " antiguos Iibr.es. garantizaba su statiis de stibditos

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CO., JanTlX^a%SV7n'rSL^ „ 108

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pies coloifias. Posefan toda una gama de institudones, cada una con sus virreyes, audiendas, tesorerias, jerarqufas y universidades. Aunqiie tedricamente parte de Castilk, las Indias posefan su propio Consejo y dependfan directamente del rey. Su status *era comparable al de Aragon, Portugal y Fkndes, "con igual principado soberano y conservando sus leyes, fueros y pactos".®® Sin embargo, Mier aceptd de inmediato que estos derechos histdricos habfan sido descuidados por el despotismo real. Los criollos vieron obstaculizadas sus posibilidades de progreso en la administraddn piiblica; los indios cayeron en un tutekje perpetuo; los virreyes y las oaudiencias eran tiranicos; y el monopolio comercial de la Peninsula impedfa el credmiento econdmico de las colonias. Las reformas borbonas habfan constituido pe­ sos adicionales. La Constituddn raramente habfa sido observada o siquiera recordada. El propdsito de la teorfa de Mier era similar a la de la idealizacidn del pasado visigodo de Jovellanos y Mar­ tinez Marina. Demostraba que aunque Mdxico podia haber sido tratado como una colonia, en esencia era una entidad politica autdnoma fundada en un pacto histdrico con el rey de Espana. La abdicaddn de Car­ los IV los habfa liberado para optar por su propio destino soberano. Las Cortes de Cadiz no posefan ninguna autoridad legftima sobre el Nuevo Mundo, puesto que negaban a los americanos justa representacidn y se oponfan a reconocer o a permitir las Juntas Americanas. Al mismo tiempo, de acuerdo con sus mentores Blanco White y Jovellanos, Mier sefiakba con gran desddn las muchas deficiencias de la nueva Constituddn, induyendo la ausencia de un cuerpo judicial independiente y de una segunda camara legisktiva. 89 Mier, Historia de la Revolucion, II, pp. 197-199.

109

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PoUtico-Ins-

nera francesa, condudrla a la anarqula, y al despotismo militar. En lugar de alio proponla el modelo inglds y escribla, con el lenguaje burkiano que habla adquk x, ride de Blanco White: "Los pueblos'nunca se ban gobemado sino por usos, prescripciones y leyes." ss No*obstante, como esta recomendacibn iba acompanada de un abierto llamado a la intervencidn inglesa para apoyar la emancipacidn, su posicidn podrla resultar sospechosa. De hecho un estudio cuidadoso del texto muestra que su recomendacion se limitaba a una forma de gobierno unitario fuerte con una legislatura bicamaral: evitaba cualquier menddn de la monarqula. El padre Mier era mucho mas consistente y tenaz en sus opiniones de lo que algunos comentaristas ban sugerido.

Indigenismo historico

A partir del momento en que Miguel Hidalgo, cura de Dolores, asumid el liderazgo de la insui^encia mexiicanST'el movirmento adqiiifid las caracterlsticas que lo disfinguiCTon c[eIinilivain€ifite"aS" las revoludones sudanfericanas—contanpordneas. Sus exitosos comandantes en jcle, "Hi'dalgo^y* Mafia Morelos, y mucbos de sus lugartenientes eran sacerdotes. Un bistoriador moderno ba calculado que en cierto momento 400 cldigos y frailes estaban comprometidos en la conspiraddn o en la sedicidn abierta contra la Corona espanola; para 1815, de acuerdo con una estimacion, 125, eclesiasticos bablan sido ejecutados por traidon.ss Es importante re-— calcar que mientras que en America del Sur los sacer­ dotes patriotas actuaron en su mayorla como conseje92 Mier, Historia de la Revolucidn, II, pp. 317-318. 93 Farriss, Crown and Clergy, pp. 219 y 254-263.

110

Ill

ros o como capellanes, en la Nueva T7»T^o~ como h'deres militares v murhn. surgieron zaron a sus propios paL^nfr Como era de es^rarse rn rebeldes. un sabor peculiSmente mo"''" dirigian. El nadrp , niovimiento que atraer al populacho v su hr>T-^ a Guadalupe para al grito de "tViva FernanH ^^°^ganizada marcho

-aS ®^bjeS^^riSf-^

Nueslo^do.

^^nfcife^oreliaT v ^ procesiones SgS J

episcSpSIenie

llvSiS^el

— dral.»4 pai-a protestar ronfra 1^ ^ateX ni'a fin al fuero clerical dp ' virreinal que po- dicddn civil, el tnSl Man^rif ^ cura de Tautelelco: Matamoros, que fue

cZ semejame' i"]?"'" ^°n sena del" mi^rcoles santo mn^ candnigos en la -^letrero que deda... Morir nor^ ^ - tica.®5 P°^ la inmunidad eclesias-

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Cdando ., padae Hidalgo 2

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Alamdn, Hniana d.

112

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K^de' b P - 2 9 7 ; I I , p . 7 2 y m , p p .

I, p. 306 y IV,'460-462.

Mdxico, su ej&cito formaba una gran horda, apenas organizada, de indios, peones y rancheros, que con^ frecuencia iban acompanados por sus ,es^sas y familias, destruyendo a su paso los campoj; avida de pillaje y destruccidn. En sus liltimas etapas, el movimiento degenerd en un bandidaje social semejante al de los estudiantes de los Balcanes. En todo momento la masa de insurgentes mostrd un profundo antiespanolismo; pocos gachupines, sin importar sus actitudes politicas' o accidn, eran los que escapaban con vida. Estas caracteristicas: el liderazgo clerical, la conformacidn popular y la au§encia de principios liberales explicitos fueron los que condujeron a un historiador mexicano iconoclasta a comparar la rebelidn de 1810 con la rebelidn encabezada por el Mahdi en el Sudan.®^ Los observadores sudamericanos reconoderon explicitamente la calidad distintiva del movimiento mexicano. Desde 1812 Manuel Moreno, en la biografia de su hermano Mariano, secretario de la primera junta de Bue­ nos Aires, escribid a propdsito de Mdxico: Esta insurreccidn tiene un cardcter particular que la dis­ tingue de las demds de la Amdrica Espanola, a saber, que es obra exclusiva del descontento del bajo pueblo... Las revoluciones de Caracas, Buenos Aires, Santa Fe y Chile, nos muestran una solidez de ideas, una condensacidn del los planes, y una elevacidn de sentimientos que contrasta con la fluctuacidn, inepda y pequenez de los insurgentes de Mdxico.®®

De manera similar, en terminos mas halagiienos, Simdn Bolivar, hacia un contraste implicito: 97 Francisco Biilnes, La guerra de Independencia. Hidalgo-lturbide. Mexico, 1965, pp. 172-175. 98 Manuel Moreno, Vida y memorias de Mariano Moreno. Bue­ nos Aires, 1918, p. 126.

113 %

Felizmente los directores de la Independenda de M&ico e ban aprovechado del fanatismo con el mejor acierto l proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe per reina de los patnotas, mvocdndola en todos los ca^s arduos y evindo a en sus banderas. Con esto el entusiasmo polt ducido^ Iibettad.99

una mezda con la religidn, que ha provehemente por la sagrada causa de la

En algunos respectos el movimiento mexicano puede compararse con la lucha espanola contempordnea conra e rey Jos^ En ella tambi^n el cnrato, inspirado por el fervor patridtico y religioso, dirigla las guerrillas popul^es contra nn opresor extranjero e implo. Mds todavia, es posible imaginar que muchos funcionarios colomales de alto nivel burdcratas ilustrados, si hubieran ivtdo en la Peninsula, se hubieran unido a los afran^ cesados, como el virrey Miguel de Azanza, apoyando al rey francos. Sm embargo, a diferencia de Espana, no dno l"" funcionarios publicos ilustrados, no la inayorla de la dlite social mexicana se adhirid a Ja causa del gobierno. Por lo menos la mitad de los ofidSotd rL%

^j^rcito realista que

hasta 1812 llegaron de la Peninsula los primeros rem - mientos expedicionarios. P"meros regiP El amargo encarnizamiento de la primera guerra civil PeTZ: Z

I

^

se-defaiofld S!

levantamiento indige-

casof el s?r' En ambos casos el sector de la dlite colonial tradidonal, caciques en Peru y curas en la Nueva Espana, que ejercia Jan p.

Bolivar, Obras completas, 3 vols. Caracas," 1964, I,

Influencia sobre las masas, dirigid una salvaje revuelta social contra el nuevo rdgimen borbdn, cuyas medidas amenazaban su posicidn privilegiada.n>o Ambas rebelip: nes fueron tipicas de la sociedad tradicional mas que jagjoluciones en el sehfido_moden^NotahId0eiit^ lOT tos en prdclamar como su objetivo la independencia, caredan de una ideologia consdente que diera a su accidn una direccidn coherente. Hasta 1813, mucho despuds de la eiecuddn de Hidalgo, los insurgentes mexicanos emitieron por fin la declaracidn de independen­ cia. En ambos paises la salvaje calidad populista de la revuelta condujo a la atemorizada dlite cnolla a las fuerzas realistas, para reprimir la amenaza a su prospe^ ridad y status. . La distintiva composicidn sodal de la revuelta mexi^ j dictd SU elecddu en cuanto a su retdrica political Sus lideres resultan poco familiarizados o, mds bien 'yC. muy sospechosos de los prindpios liberales que sirvie, ron para justificar la independencia en otros paises de Amdrica. Esforzandose con derta dificultad por contro-ilar a sus seguidores sansculotte, sentian poca inclinacidn por encender la imaginacidn popular con declaraclones de igualdad. En_lug^ de ello, completaban su invocaddn patridtica de-la-Guadalupana con un llama- j do a" la historia. Recurrian a las profundas emoaones , antiespanolas de la dlite-y-de .las inasas,a travds~de unad resurrecddn de la Leyen^.^Jegra JLa l^tesis de la supervLvenda. de.Ja nacidn mexicana subyacia en e^El llamado, el mismo que exisTia-imaiMtrtOs-gspanoles U gardnT^iora que esub^a puntp'^reaip^ su Jibertad. El viejo patriqtismo criollo ,s_e_habia Jransform^do en~ fetonca"fiaciohalista. 100 Daniel

Valcarcel,

La rebelidn de Tupac Amaru.

Mexico,

1963, pp. 20-33 y 66-81.

114

115

de este imadnativo

de d Carlos Maria de Bustamante parecid interesarse

En los libros IX-XII de su Hr^tona^diS^smBiS^una apasionada descripcidn de la revuelta de 1810 y de la cxueldad con la que fue reprimida. En ella empleo de manera brillantemente poldmica a Las Casas y su condenaddn de la Conquista De la misma manera que Alvarado masacro a los nobles aztecas en Tenochtitlan, tambi^n Calleia, el eeasesind a sus prisioneros en Guanajuato. En Michoacan y Jalisco, donde una vez Nuno de Guz­ man torturd y saqued, ahora el general Cruz mataba y quemaba. La promoddn de Calleja a virrey evocaba administraddn del duque de Alba en los Parses Bajos. En resumen, Mier afirmaba que una desmpadn de las acdones militares espanolas, extrafda de las gacetas ofidales, podrla ser la segunda

impresionado por la similitud moc y Moctezuma con el de Hidalgoj Morelos. Como

mas por el pasado indigena, y por lo tanto se veia mas

fZLii %

destruccion de las

Indias.^oi Para presentar la comparaddn en Mdxico Mxer promovid al menos tres edidones separadas de este famoso tratado en Londres, Filadelfia y Mdxico y en el prefaao de la dltima ediddn prevenia a los espa^ noles. tampoco faltardn ahora nuevos Casas que revelen sus crimenes y los entreguen de nuevo a ll execracion del umverso".i'>2 Mientras que el padre Mier trataba prindpalmente el identidad que existia entre el crimen del conquistador y el del realista, a diferencia

editor del

Diario de Mexico (1805-1808) , habia publ

cado muchas cosas acerca de la historia india y de las antiguedades, incluyendo extractos muy densos de un manuscrito cuyo autor era supuestammte Franasco de San Antdn Mundn Chimalpalim.io^ Miembro clave de la dite intelectual de la capital, Bustamante se umO a la revuelta hasta 1812, cuando fue amenazado de arresto despuds de que denundd piiblicamente las masacres fealistas y el fin de la inmunidad edesidstica ra riddico que editaba,

el

Juguetillo^^ Una vez en la lucha,

, pronto asumid un papel muy importante entre los insurgentes y fue de los prindpales responsables de la formulacidn de la primera Acta

Independence, m

tida en nombre del Congreso de Chilpanango. Despuds de la captura de Morelos, cayd presa de las rivalidades que

prevalecian entre los lideres rebeldes menores y

luego de muchas aventuras y escapatorm tuvo que rendirse a las autoridades realistas en 1817. Su desastrosa experiencia nunca disminuyd su entusiasmo por More­

Cuadro histonco de la Revolucidn Mexicana, la fuente clave de la historia de

los o por la causa patridtica; su

la insurgenda en estos afios, esta cubierta de ^rdor p tridtico. Cuidadoso de referirse al padre Mier como su mentor, siguid con mucho la misma linea histdrica mdigenista. Los insurgentes, herederos de Cuauhtdmoc,

Revolucidn, I, pp. 298-299; II, 3-4 y

lu^aban para liberar a la nacidn mexicana de las ca-

de las Indias Occiden-

103 Diario de Mexico, VI, pp. 418-419 y 438-439; VII, pp. 296-

fafe^MSc!)°T822^ v'

st^nrSesf

Enigmatic Padre Mier, pp. 114 y 210.

116

'

SJdT'TT

wi Cariot^ Marla de Bustamante, Hay tiempos de hablar y tiempos de callar. Mexico, 1833, pp. 12-20.

117

y Conquista le habia impuesto. Asi queda£ bylaramente identificado el pasado indlgena comH -

n T'™^^Jidad de la imaSrddn ca observarse en sus reflexiones acerca de la calda de Guanajuato a las fuerzas de Hidalgo. meditando sobre ella, y se me fifant,^ , entre aqueUos cadaveres y miembros palpitantes a los genios de Cortds, Alvarado y de Pizarro QL se medan despavoridos observdndolos, y que lanzdndose

7 -a a

? horronzdis a vista de estas victimas? jHab^is

en tabasco Cholula. en el temple mayor de M&ico en Cuernavaca?... ^Han desapareddo de vuestra memoria S aTes'^"°H ^ Chaupopoca, a quien quemasteis vivo? EI arresto de Montezuma... y la tortura que pusisteis a Cuauhtemoc, ditimo monarca de este imperio, para que descubnera el tesoro de su predecesor? i05

Sba"

^

insurgentes, Bustamante excla­

ve con Dios, hijo mimado de la victoria: el dngel tutelar de America te gufe: la sombra de Montezuma tf reaufera sin cesar en el silendo de la noche por la velrma de sus manos, y de aquellas inocentes victimas quf inmol6 Alvarado en el templo de Huizolopuchtli.ioe

^^.te.SiLdifusi6n y tJS^P^bapTiTr^ conformacion y que funciones desempenaba? En la mayor parte de la literatura insur-

105 Bustamante, Cuadro histdrico, I p 39

106 Ibid., I,

118

p.

336.

P"

gente podemos hallar alguna referenaa al pasado mdigena. En Chile, poir ejemplo, se recurna a la heroica lucha de los araucanos para ejemplificar la valentia chilena. El uso de la palabra dmencano servia para unir a los criollos y a los mdios bajo la inisma bandera, permitiendo a los primeros apropiarse del pasado indlgena, y a veces su presente, para entablar una poiemica antiespanola. Lo que le era peculiar a Bustamante era la pura fuerza emodonal de su identificadon con el pasado indigena y su insistencia en este argumento historico para justificar la Indepeiidenda hasta la virtual exclusidn de otras bases mas fi' losdficas. iPero a cudnta gente impresionaba esta retdrica? Uno de los puntos a discusidn es el discurso preparado, aunque no pronundado, por Morelt^ p^a inaugurar el Congreso de Chilpancingo. En su Cuadro histdrico Bustamante insertd el texto que se hallaba en­ tre los papeles que le fueron confiscados a Morelos sm ninguna indicaddn de que d mismo fuera el autor. No obstante, comporta todos los signos de su estilo, y Lucas AlamAn posteriormente lo atribuyd a Bustamante. Si dte fue el caso, ^estaba Morelos de acuerdo con esos sentimientos? ^Era aceptado para los demds insurgen­ tes? Porque el discurso evitaba prdcticamente cualquier discusion de principio excepto por una ligera admisiOn de que "la soberania reside esenaalmente en los pue­ blos . Que transmitida a los monarcas, por ausencia, muerte o cautividad de dtos, refluye hada aquellos , una admision que no era una posiadn mds avanzada que la del Ayuntamiento de la dudad de Mexico. Aparte de esto, el discurso se distingue linicamente por su asombrosa invocacidn a los heroes ancestrales. 107 Ibid., I. p. 622. Ver tambi^n: Lucas Alaman, Documentos diversos, 5 vols. Mexico, 1946, III, p. 297.

119

i^TmcowSTde'?

/

lar"Ntr57aTSpana, "poco tenia que jotrecer a la consl;7ucci6n'~aernu^ Mexico independiente. ™ ,

Generales y jacobinos

Por fin, en mayo de 1816 el padre Mier dej6 Inglaterra y atraveso el Atlantico en companfa de Javier Mina, un audaz soldado espanol que deseaba derrocar a Fernan­ do VII alimentando la revuelta en Nueva Espana" Para entonces las perspectivas, tanto para liberales como para msurgentes, se hablan reducido. En 1815 Fernando VII abolid la Constitucidn de Cadiz para erigirse como mo-

126

narca absoluto. En Mexico, luego de la derrota y ejecucion de Hidalgo y Morelos. los ron a las montanas y a los bosques, quenas bandas rebeldes aisladas i^^ue Sus enemigos eran principalmente mexicanos Aunque bedidonarios a Nueva Espana, gran parte del Ejdrcito Lalista era redutado localmente y la mayona de sus Ses eran jdvenes criollos. Era a este ejdrcUo en gran parte mexicano, creado a imagen de su ^ontrapar £ espanola, mds que a los insurgentes Mina buscaba atraer a la causa liberal, cuando en 1817, despuds de desembarcar una pequena ^ el costa norocddental, luchd yendo haaa Baiio Pero ahl la loca aventura enfrento un tragico fin con la muerte de Mina y de la mayorla de sus com^X°queda muy daro qud fue lo que indujo al padre Mier a adherirse a este atolondrado esqueina. iFue^guna profunda angustia patriotica la que lo h-o volver a Mexico, pasara lo que pasara? iO habia ido per Sndo e! contacto con la realidad? Cualquiera que sea la respuesta, el hecho es que se \os^raSeles como su vicario general. Permanecia en ^f de pero pronto fue capturado y enviado a la ciudad ae •Mdxico donde pasaria cuatro anos en las celdas de la Inquisiddn. Escapd a la ejecucidn sum^ia porque el cZaSdante realika informd al virrey: "por desgraaa este perverso es de una dilatada familia 7 esta enteado con las mds prindpales de estas ^ ^e amigos Mier contaba a la marquesa de San Miguel de 118 Ver William Davis Robinson, Memoirs of the Mexican Revolution. Filadelfia. 1820.

127

p^A^rsrs'st''' fletis^a realista?»

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Iglesia mexicana. La liberS de pren"slTTa™°

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una'atn.6ra"S un oJafSX ouelr™"'"do per la r4°a^°;STZ' " Tt- """"8"'' contra los insure-entps p k i i, habia ludiado

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americanos Arttmtpc unidn de europeos y al clero la'vuelta a suTlnp"^^^' P^ometi'an ban sus empleos a todos ]neriodo escribid una Apologia, un recuento de las circunstandas que rodearon su sermdn de 1794; sus Memorias, una exuberante narracidn de su vida en Europa (1795-1805); y un Manifesto apologetico, una defensa sumaria de su carrera y sus ideas. Esta fase ampliamente .autobiogrdfica (estas obras fueron publicadas hasta despuds de su muerte) termind en Filadelfia, donde publicd una Memoria politica-instYuctiva, escrita para prevenir a sus compatriotas contra los peligros inherentes a 121 Archive General de la Nacidn, Mexico. Boletin, III, 1932, p. 343.

129

cualquier forma de monarqui'a en M^xiro 122 r.„

cononaao. ..a

Verfa que la acrimonia misma de mis discursos proviene de la ingenuidad con que no acierto a disfrazar la verdad y aun me sorprendo de haber ofendido'con ella.

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aaadimdo unaa caanas hisJS aIS dt '°™f?° en Franda escribM; "d ser de un ™?. , a-™'®' Z° '^T

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e. '»«,„a Amdrica que los de los l^rnn^° Uenen mis derecho en que por L enlaces d^fe^r J '" "n rey tereses de Europa nos enred^ ei°'la^ '"• nables de esa prostituta vieia codriH mtermiuesterosa como Ilaxnaba Na^oleS^f ^ la esperanza dl"obtenCT^d'^xf^ Blanco White y con anglidzd consdentemente sus E Ab - vertido-TxjfTitr^TT-^^ en 1821, adUnidos, reconsideraba^us'^^^^^^-'^^^" Estados bertad inglesa, ganada por un?T'°b La lila Corona, era unicamem^^ " f constante contra verdadera. Mds aiin, las bbertad nos monopolizaban el poder- IrWa S' si6n muy similar a la ri« i . °a vivia una opre-

espaflola'^ ASfula lirictSfr*'

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monarquia a la posicidn In , • Pa^^amento sobre la r i c e . J a d o b a l CS u S S V a , ^ => « " -Ida p^o, ren^,,, ^ T^n™ T™' Utico-inttnicliva, "1 Mier, Escritos ineditos. pp. 333 y 405.

138

Memoria pp.

gobierno una oposiddn tan obstinada como incesante." Y prevenia a su vez a Mdxico contra, la' politica inglesa, temeroso de la imposiddn de una monarquia en el pais. "Yo he oido dear a sus ministroS^.-que nadie excedia el saber practico de Maquiavelo. Este es su Biblia... La politica de Albidn tan oscura como su dima, estd en oposicidn con la libertad y prosperidad del mundo." "2 Y aqui encontramos la influenda de Pradt. Mier en general apoyaba a la repiiblica porque: "el gobierno republicano es el linico, en que el interns par­ ticular siempre activo es el mismo inters general del gobierno y del Estado".i^3 Y ahora presentaba a los Esta­ dos Unidos, "nuestros compatriotas", como modelo de progreso, mismo al que debian aspirar los mexicanos. Los excesos de la Revolucidn francesa no naderon del republicanismo; habia que atribuirlos a la prevaleciente irreligidn que habian provocado los fildsofos, a las intrigas de las potendas extranjeras, y al cardcter nadonal de los franceses que siempre anhelaban tener un amo.n^ Siguiendo mds o menos la misma linea de andlisis, Mier apoyaba a la repiiblica porque la consideraba la forma de gobierno mas adecuada a "nuestro genio y caracter dddl, ligero, vivo, tan duke y benigno como el dima". Temia que el rey atrajera bien pronto un ejdrcito de aduladores, empleados, soldados, misioneros serviles, tedlogos, monarcdmanos e inquisidores... estoy convenddo de que no conviene a nuestra dulzura reyes. El de las ovejas como somos los mexicanos no puede ser sino el lobo. El espiritu general es republicano.^^® 142 Mier, Memoria poUtico-instructiva, pp. 83 y 90-91. Ibid., p. 53. Ibid., p. 81. 146 Mier, Escritos indditos, pp. 382 y 411.

143 144

139

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