BOULEZ, Schoenberg is Dead

Pierre Boulez. “Schoenberg ha muerto”, Score, 6, 1952, 18-22. ¿Tomar posición respecto a Schoenberg? Ciertamente, es una

Views 276 Downloads 7 File size 83KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Pierre Boulez. “Schoenberg ha muerto”, Score, 6, 1952, 18-22. ¿Tomar posición respecto a Schoenberg? Ciertamente, es una necesidad urgente pero también es un problema huidizo, difícil de resolver. Quizá es una búsqueda sin resultados satisfactorios. Sería inútil negarlo: el “caso” Schoenberg es ante todo irritante, porque comporta flagrantes incompatibilidades [...] No olvidemos que la instauración de la serie proviene, en Schoenberg, de una ultratematización donde, como hemos dicho antes, los intervalos del tema pueden ser considerados como intervalos absolutos, libres de cualquier obligación rítmica o expresiva. [...] Tenemos que reconocer que esta ultratematización sigue existiendo. Por lo demás, la confusión entre el tema y la serie en las obras seriales de Schoenberg es prueba suficientemente explícita de su impotencia para ver el universo sonoro implicado en la serie. La dodecafonía no es más que una ley rigurosa para controlar la escritura cromática; sólo tiene la misión de un instrumento regulador. El fenómeno serial, por decirlo así, ha pasado inobservado en Schoenberg. Una vez establecida la síntesis cromática por medio de la serie, en otros términos, una vez adoptado ese coeficiente de seguridad, ¿cuál era la ambición de Schoenberg? Crear obras con la misma esencia que las del universo sonoro apenas abandonado, en las que la nueva técnica de escritura “se pondría a prueba”. Pero ¿acaso esta técnica nueva podía dar resultados satisfactorios si no se ocupaba de buscar el campo específicamente serial de las estructuras? Y entendemos la palabra estructura a partir de la creación de los elementos componentes hasta la arquitectura global de una obra. Después de todo, en Schoenberg no existe una lógica de sucesión entre las formas seriales propiamente dichas y las estructuras derivadas. Esto es lo que produce la caducidad de la mayor parte de su obra serial. Como las formas preclásicas o clásicas que sostienen la mayor parte de sus arquitecturas no están, históricamente, vinculadas al descubrimiento dodecafónico, se produce un hiato inadmisible entre infraestructuras ligadas al fenómeno tonal y un lenguaje cuyas leyes de organización aún no están más que perfiladas. Y no sólo fracasa el proyecto que se proponía, lo que equivale a decir que tal lenguaje no se ve consolidado por estas arquitecturas, sino que se observa exactamente lo contrario: estas arquitecturas anulan las posibilidades de organización intrínsecas a este nuevo lenguaje. Son dos mundos incompatibles y se ha tratado de justificarlos el uno con el otro.

No se podría considerar válido este procedimiento, que además ha dado los resultados que se podían prever: el peor de los malentendidos. Un “clasicismo romántico” mal construido, donde la buena voluntad no es lo que menos repugna. [...] ¿Podría haber sido de otro modo? Sería ingenuo y arrogante responder ahora negativamente. Tampoco es posible discernir por qué la música serial de Schoenberg estaba destinada al fracaso. En primer lugar, la exploración del campo serial se había llevado a cabo unilateralmente: falta el plano rítmico e incluso el plano sonoro propiamente dicho, es decir, las intensidades y los ataques. ¿Pero no sería ridículo reprochárselo? Observamos, por el contrario, una notable preocupación en los timbres, con la Klangfarbenmelodie que, por generalización, puede conducir a la serie de timbres. Pero la causa esencial del fracaso reside en el profundo desconocimiento de las FUNCIONES seriales propiamente dichas, generadas por el principio mismo de la serie, que se adivinan en un estado más embrionario que eficaz. Con esto queremos decir que la serie interviene en Schoenberg como un denominador común inferior para garantizar la unidad semántica de la obra, mientras que los elementos del lenguaje obtenidos de esta forma son organizados por una retórica preexistente, no serial. Creemos que en ello se manifiesta la irritante FALTA DE EVIDENCIA de una obra sin unidad intrínseca [...] Librémonos de considerar a Schoenberg como una especie de Moisés que muere ante la tierra prometida, tras haber llevado las Tablas de la Ley desde un Sinaí que algunos querrían confundir obstinadamente con el Walhalla [...] Le somos deudores por el Pierrot lunaire..., y también por otras obras muchos más que envidiables. [...] Es indispensable eliminar un malentendido lleno de ambigüedad y contradicción; es el momento de que se neutralice tal fallo. En esta puesta a punto no toman parte ni una impostura gratuita ni una presunción meliflua, sino un rigor carente de debilidad o compromisos. Por ello, no dudaremos en escribir, sin deseo de escándalo, pero también sin púdica hipocresía y sin inútil melancolía: SCHOENBERG HA MUERTO