Bernardo Stamateas - Aprender de los errores trae grandes bendiciones.rtf

Aprender de los errores trae grandes bendiciones por Bernardo Stamateas Lucas 17:6: "--Si ustedes tuvieran una fe tan pe

Views 67 Downloads 1 File size 124KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Aprender de los errores trae grandes bendiciones por Bernardo Stamateas Lucas 17:6: "--Si ustedes tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza --les respondió el Señor--, podrían decirle a este árbol: 'Desarráigate y plántate en el mar', y les obedecería". Hoy quiero compartir con vos tres principios extraordinarios que te van a bendecir: 1. Sacá de raíz lo que no sirve. Cuando tenés fe, poseés autoridad para sacar de raíz todo lo que no funciona. Jesús no dijo que había que podar al árbol, Él empleó el término "desarráigate", es decir, había que arrancarlo de raíz. Hay cosas que tenés que arrancar de raíz de tu vida, porque de lo contrario volverán a crecer. El sicómoro es un árbol pequeño, pero sus raíces profundas crecen y absorben las raíces de otros árboles. Del mismo modo, cuando no sacás de raíz aquello que no te da fruto, eso termina afectando tu salud, tus finanzas y el resto de las áreas. Tenés autoridad para sacar de raíz todo lo que no funciona en tu vida. No aceptes en tu vida nada que no funcione. Revisá las distintas áreas de tu vida y averiguá qué es lo que no está produciendo para desarraigarlo y enviarlo al mar. Esto último implica que envíes eso que no te sirve a un lugar lejano, que lo hagas desaparecer en el olvido. La Biblia dice que el Señor "arroja al fondo del mar todos nuestros pecados" (Miqueas 7:19). ¡Enviá al fondo del mar todo que no te da fruto! Existen cuatro cosas que no sirven y que tenés que A. "Pasar Nunca le pases facturas a nadie. De nada sirve que le digas sacrifiqué por vos" o "Yo di todo por vos". Si hacés algo, hacelo ¡no lo hagas! Ponerte en víctima siempre te aleja de la gente y

sacar de raíz: facturas". al otro: "Yo me por amor y si no, de la bendición.

B. Transmitir angustia. No les cuentes tus problemas a tus hijos pequeños, porque ellos no son tus amigos ni tus consejeros. Si, por ejemplo, les decís: "Tenemos problemas financieros" o "Creo que tu padre me engaña", lo único que estarás haciendo es robarles la infancia, porque ellos no están para resolverte los problemas. Si en tu trabajo le decís a tu jefe: "Estoy muy mal porque tengo mucho problemas", a él no le va a importar que sientas angustia. Cuando José se encontró con Faraón no le contó sobre el desprecio de sus hermanos y todo lo que había sufrido. ¡A nadie le importa la angustia del otro! Tu angustia solo la tenés que compartir con tus mentores o con aquellas personas que hayan sido designadas para ayudarte. Un psicólogo prestigioso impartía clases en un seminario de posgrado que cursé en la Universidad del Salvador. Lamentablemente, este hombre estaba perdiendo su vista, pero me impactó lo que nos dijo: "Discúlpenme, no veo bien porque estoy perdiendo la vista, pero no les quiero transmitir mi angustia". No tenía nada de malo que él nos contara que tenía esta enfermedad grave. No obstante, este hombre tenía bien en claro que la angustia no hay que trasmitírsela a los demás. Los temas que te angustian tenés que

hablarlos

en

el

lugar

adecuado

con

las

personas

adecuadas.

C. Retar a los demás. Hay personas que se quejan permanentemente de todo y ponen bajo amenaza al otro con frases como: "¡No sabes quién soy yo!" o "Ya vas a ver lo que te voy a hacer". Lo cierto es que a nadie le gusta que lo reten, lo amenacen o lo condenen. Mike Murdock dijo: "No te quejes de aquello que tolerás". Mucha gente reprime su enojo y tiempo después explota: "¿¡Por qué me maltrataron"?". No te quejes de aquello que tolerás y si no lo tolerás, ¡hablalo! D. No corregir los errores. Los éxitos te dan felicidad, pero son los errores los que te permiten crecer. No te avergüences por cometer errores, avergonzate por no corregir tus errores. Lo más importante es que aprendas de tus errores y los puedas corregir para no seguir repitiendo la misma equivocación una y otra vez. Cuando una mujer dice: "A mí me tocan todos los maltratadores", es porque no aprendió de sus parejas anteriores. ¡Sentate a analizar tus errores, aprendé de ellos y corregilos! Cuando te marcan un error podemos reaccionar de cuatro maneras posibles. La primera actitud puede ser de negación: "No es así". Negar o mentir es una posición infantil que no nos permitirá crecer. Una segunda reacción consiste en enojarnos y colocarnos en posición de víctima: "¿Por qué me lo dicen siempre a mí? ¡Me tiene de punto!". También podemos reaccionar con indiferencia, es decir, decimos que vamos a corregir el error, pero luego no lo hacemos. Sin embargo, hay una cuarta reacción posible que demuestra una actitud madura y esta es tomar la decisión de corregir el error. Cuando te marquen un error, ¡corregilo! ¿De qué manera hay que marcar los errores? Antes de explicarle al otro lo que tiene que corregir, tenés que decirle primero algo positivo. Veámoslo con un ejemplo: "Quiero felicitar a la banda de adoración, porque siempre llegan a horario. Sin embargo, les faltaría afinar un poco el piano". Si liderás en tu familia, en tu trabajo o en un grupo de crecimiento, tenés que corregir, porque la corrección de los errores permite que el crecimiento. No corrijas con amenazas o retos, sino validando al otro. Nunca apuntes al ser de la persona, sino a la conducta que hay que corregir. No es lo mismo que le digas: "Vos no sabés escribir", que le expreses: "La palabra esta está mal escrita". 2. Plantá fe. No basta con desarraigar aquello que no te sirve, sino que además es necesario que plantes fe en ese lugar. El problema es que mucha gente se desprende de las cosas que no les sirven, pero como no plantan una palabra de fe, en ese lugar donde estaba lo negativo no crece nada positivo. Descubrí al leer el libro de los Salmos que cada vez que le decían algo negativo, inmediatamente David expresaba algo positivo. Por ejemplo, en el Salmo 3 dijo que muchos eran sus enemigos, pero inmediatamente agregó: "Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria". En el Salmo 4 expresó que estaba angustiado, pero luego dijo: "Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría". Por último, en el Salmo 5 le pidió a Dios que oyera su gemido,

pero más adelante expresó: "Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo". Al igual que lo hizo David, plantá fe y victoria cada vez que identifiques algo malo. Podés decir: "Me va a ir mal en la vida" o "Me va a ir bien en la vida". La frase que vos decidas plantar será la verdadera. ¿Qué estas plantando en tu vida? ¿Estás plantando fe y bendición? No basta con que hayas renunciado a las maldiciones, a la deuda y a los malos hábitos. Además de eso tenés que plantar ahí una palabra de fe, y para hacerlo necesitás congregarte y estudiar La Biblia. Recordá que cada palabra que recibas es una semilla que al plantarla, empezará a dar fruto en ese lugar donde nada daba funcionaba. 3. Aboná tu árbol con estiércol. Para que un árbol crezca hace falta que lo abones con estiércol, es decir, con todo lo malo que te dijeron y eso negativo que te ocurrió. Frente a una situación adversa podés quedarte con el estiércol en tu mano o usarlo para abonar tu semilla de fe para que luego dé fruto. En otras palabras, decidí si te vas a quedar con lo malo o si lo vas a transformar en algo bueno. Cuando te maltraten, te engañen o recibas una mala noticia, pensá: "¿Cómo hago para transformar esto en un fruto de bendición?". Pedile a Dios: "Señor, dame la estrategia para transformar esto negativo en abono y plantarlo sobre Tu palabra. Esta situación negativa va a traer fruto, porque vos sos experto en tomar lo que no sirve para cambiarlo en victoria". Existen cuatro niveles de conocimiento: 1. Lo que vos sabés de vos y los demás saben de vos. Por ejemplo, si vos sos médico eso es algo que no solo sabés vos, sino además tu familia, tus amigos y toda la comunidad. 2. Lo que vos sabés de vos que los demás no saben. Esto forma parte de tu intimidad. Hay cosas que solo sabés vos como, por ejemplo, la edad que tenías cuando diste tu primer beso. 3. Lo que los demás saben de vos, pero que vos no sabés. Por ejemplo, vos podés saber que una persona canta mal, pero probablemente esa persona no lo sepa. 4. Lo que vos no sabés de vos mismo y los demás tampoco saben. Es en este nivel donde Dios te siembra una palabra, una promesa, un grano de mostaza del cual saldrá un árbol grande. Al respecto Jesús dijo en Mateo 13: "El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas". Todas las promesas que plantes en tu vida, prosperidad, salud, bendición, alegría, van a crecer grandemente. Aunque tu comienzo haya sido pequeño, de esa semilla de fe que plantes crecerá un árbol tan grande que vendrán las aves a hacer nido. Las aves representan todas las bendiciones y milagros que van a venir volando a esa palabra que has sembrado y abonado con estiércol. ¿Estás preparado para que te vengan volando las bendiciones? Dios está esperando que desarraigues lo que no te funciona, plantes una palabra de fe y digas: "El Señor está conmigo. Caerán miles y diez miles, pero a mí no me tocarán. Soy un hijo de Dios y

como tengo un pacto de sangre con Él, todo lo que Él ganó en la cruz es mío por herencia. El enemigo no tiene arte ni parte en nada de lo que a mí me pertenece". Cuando tengas esta actitud las aves van a volar y harán nido en tu árbol, en él se posarán la prosperidad, la alegría y la paz. No serán una ola momentánea ni un golpe de suerte, sino que vendrán para quedarse a vivir con vos. Tenés que empezar a cuestionar todo lo que no funciona. Cuando alguien te diga que algo no se puede lograr preguntate: "¿Por qué no se puede?, ¿por qué si otro lo logró, yo no puedo hacer lo mismo?". Hace unos años asistí a una iglesia en Dallas donde se editaban los audios de las prédicas y luego se ponían a la venta ni bien terminaban las reuniones. Cuando le propuse hacer lo mismo en mi iglesia el encargado del área de sonido me dijo: "No se puede hacer, porque es muy difícil". Ante esta respuesta le pregunté: "Si en Dallas lo lograron, ¿por qué no podemos lograrlo nosotros?". Al cabo de una semana y tras hacer los ajustes necesarios implementamos ese sistema y actualmente se entregan las prédicas ni bien terminan las reuniones. Cuestioná el "no puedo" y desarraigá la mediocridad. Tal vez te hayan dicho que si llueve o vivís lejos, no podés asistir a la iglesia. Quizás te hayan dicho que si tenés muchos hijos, nunca vas a prosperar o que jamás podrás de dejar de fumar. Frente a estos comentarios, cuestionate: "¿Por qué no voy a poder dejar de fumar?" o "¿por qué no voy a prosperar?". No importa si el otro no pudo lograrlo, plantá una semilla de fe, porque aunque hoy sea pequeña, esa semilla crecerá y traerá bendición. Pablo estaba en Atenas cuando decidió hacer alardes de sus conocimientos en un mensaje que impartió a los eruditos griegos. Para su sorpresa, apenas unos pocos se convirtieron. Esto afectó tanto al apóstol que nunca más volvió a predicar en Atenas ni fundó ninguna iglesia allí. En Corinto Pablo conoció a un matrimonio conformado por Priscila, que quiere decir "anciana" y Aquila, que significa "águila". Dios siempre junta fuerza y sabiduría, y cuando eso ocurre, no existen límites para ese matrimonio. Pablo se quedó a vivir con ellos por dieciocho meses y durante ese tiempo se dio cuenta que predicando los sábados en la sinagoga no iba a ganar a la ciudad para Cristo, pero descubrió que en el diario vivir, vendiendo tiendas en la plaza, también podía dar testimonio. Todos los días y en cualquier lugar podés ser luz. Priscila y Aquila conocieron en ese momento a Apolos, un muchacho que predicaba con autoridad y vehemencia. Si bien era un gran conocedor de La Palabra no sabía que Cristo había muerto y resucitado. Por ese motivo, él solo predicaba el evangelio de Juan el Bautista que postulaba: "Bautícense y arrepiéntanse, porque pronto viene el Mesías". Priscila y Aquila hablaron con Apolos en privado y le dijeron: "Apolos, sos un gran conocedor de La Biblia, pero tal vez hay algo que no conocés. Juan el Bautista decía que iba a venir el Mesías, pero Jesús ya vino, resucitó y murió por nosotros". Apolos, aunque había estudiado en Alejandría, uno de los lugares más prestigiosos de la época, se dejó corregir e incorporó la revelación que le faltaba. Tanto fue el crecimiento que tuvo este joven, que cuando predicaba convencía públicamente a los rabinos de que Cristo era el Mesías. Cuando te dejás corregir por Dios, Él te da un nivel de autoridad tan grande que esto se ve públicamente con poder, seguridad y convicción. Recordá que quien se deja corregir

en lo privado, Dios lo recompensa en lo público. ¡Dejate corregir por el Señor! Desarraigá hoy todo espíritu de víctima, de dolor, de mentira, de enojo y de angustia. No digas más: "No puedo" o "¡Es muy difícil!" y plantá fe, victoria, poder, gozo y prosperidad. Declaro que todo lo malo que te ha pasado hoy lo cambiás en abono para que dé fruto, en el nombre poderoso de Jesús. Amén.

Aprender de los errores trae grandes bendiciones por Bernardo Stamateas Envianos los comentarios de este mensaje haciendo click aqui y compartilo con un Amigo Lucas 17:6: "--Si ustedes tuvieran una fe tan pequeña como un grano de mostaza --les respondió el Señor--, podrían decirle a este árbol: 'Desarráigate y plántate en el mar', y les obedecería". Hoy quiero compartir con vos tres principios extraordinarios que te van a bendecir: 1. Sacá de raíz lo que no sirve. Cuando tenés fe, poseés autoridad para sacar de raíz todo lo que no funciona. Jesús no dijo que había que podar al árbol, Él empleó el término "desarráigate", es decir, había que arrancarlo de raíz. Hay cosas que tenés que arrancar de raíz de tu vida, porque de lo contrario volverán a crecer. El sicómoro es un árbol pequeño, pero sus raíces profundas crecen y absorben las raíces de otros árboles. Del mismo modo, cuando no sacás de raíz aquello que no te da fruto, eso termina afectando tu salud, tus finanzas y el resto de las áreas. Tenés autoridad para sacar de raíz todo lo que no funciona en tu vida. No aceptes en tu vida nada que no funcione. Revisá las distintas áreas de tu vida y averiguá qué es lo que no está produciendo para desarraigarlo y enviarlo al mar. Esto último implica que envíes eso que no te sirve a un lugar lejano, que lo hagas desaparecer en el olvido. La Biblia dice que el Señor "arroja al fondo del mar todos nuestros pecados" (Miqueas 7:19). ¡Enviá al fondo del mar todo que no te da fruto! Existen cuatro cosas que no sirven y que tenés que A. "Pasar Nunca le pases facturas a nadie. De nada sirve que le digas sacrifiqué por vos" o "Yo di todo por vos". Si hacés algo, hacelo ¡no lo hagas! Ponerte en víctima siempre te aleja de la gente y

sacar de raíz: facturas". al otro: "Yo me por amor y si no, de la bendición.

B. Transmitir angustia. No les cuentes tus problemas a tus hijos pequeños, porque ellos no son tus amigos ni tus consejeros. Si, por ejemplo, les decís: "Tenemos problemas financieros" o "Creo que tu padre me engaña", lo único que estarás haciendo es robarles la infancia, porque ellos no están para resolverte los problemas. Si en tu trabajo le decís a tu jefe: "Estoy muy mal porque tengo mucho problemas", a él no le va a importar que sientas angustia. Cuando José se encontró con Faraón no le contó sobre el desprecio

de sus hermanos y todo lo que había sufrido. ¡A nadie le importa la angustia del otro! Tu angustia solo la tenés que compartir con tus mentores o con aquellas personas que hayan sido designadas para ayudarte. Un psicólogo prestigioso impartía clases en un seminario de posgrado que cursé en la Universidad del Salvador. Lamentablemente, este hombre estaba perdiendo su vista, pero me impactó lo que nos dijo: "Discúlpenme, no veo bien porque estoy perdiendo la vista, pero no les quiero transmitir mi angustia". No tenía nada de malo que él nos contara que tenía esta enfermedad grave. No obstante, este hombre tenía bien en claro que la angustia no hay que trasmitírsela a los demás. Los temas que te angustian tenés que hablarlos en el lugar adecuado con las personas adecuadas. C. Retar a los demás. Hay personas que se quejan permanentemente de todo y ponen bajo amenaza al otro con frases como: "¡No sabes quién soy yo!" o "Ya vas a ver lo que te voy a hacer". Lo cierto es que a nadie le gusta que lo reten, lo amenacen o lo condenen. Mike Murdock dijo: "No te quejes de aquello que tolerás". Mucha gente reprime su enojo y tiempo después explota: "¿¡Por qué me maltrataron"?". No te quejes de aquello que tolerás y si no lo tolerás, ¡hablalo! D. No corregir los errores. Los éxitos te dan felicidad, pero son los errores los que te permiten crecer. No te avergüences por cometer errores, avergonzate por no corregir tus errores. Lo más importante es que aprendas de tus errores y los puedas corregir para no seguir repitiendo la misma equivocación una y otra vez. Cuando una mujer dice: "A mí me tocan todos los maltratadores", es porque no aprendió de sus parejas anteriores. ¡Sentate a analizar tus errores, aprendé de ellos y corregilos! Cuando te marcan un error podemos reaccionar de cuatro maneras posibles. La primera actitud puede ser de negación: "No es así". Negar o mentir es una posición infantil que no nos permitirá crecer. Una segunda reacción consiste en enojarnos y colocarnos en posición de víctima: "¿Por qué me lo dicen siempre a mí? ¡Me tiene de punto!". También podemos reaccionar con indiferencia, es decir, decimos que vamos a corregir el error, pero luego no lo hacemos. Sin embargo, hay una cuarta reacción posible que demuestra una actitud madura y esta es tomar la decisión de corregir el error. Cuando te marquen un error, ¡corregilo! ¿De qué manera hay que marcar los errores? Antes de explicarle al otro lo que tiene que corregir, tenés que decirle primero algo positivo. Veámoslo con un ejemplo: "Quiero felicitar a la banda de adoración, porque siempre llegan a horario. Sin embargo, les faltaría afinar un poco el piano". Si liderás en tu familia, en tu trabajo o en un grupo de crecimiento, tenés que corregir, porque la corrección de los errores permite que el crecimiento. No corrijas con amenazas o retos, sino validando al otro. Nunca apuntes al ser de la persona, sino a la conducta que hay que corregir. No es lo mismo que le digas: "Vos no sabés escribir", que le expreses: "La palabra esta está mal escrita". 2.

Plantá

fe.

No basta con desarraigar aquello que no te sirve, sino que además es necesario que plantes fe en ese lugar. El problema es que mucha gente se desprende de las cosas que no les sirven, pero como no plantan una palabra de fe, en ese lugar donde estaba lo negativo no crece nada positivo. Descubrí al leer el libro de los Salmos que cada vez que le decían algo negativo, inmediatamente David expresaba algo positivo. Por ejemplo, en el Salmo 3 dijo que muchos eran sus enemigos, pero inmediatamente agregó: "Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria". En el Salmo 4 expresó que estaba angustiado, pero luego dijo: "Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría". Por último, en el Salmo 5 le pidió a Dios que oyera su gemido, pero más adelante expresó: "Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa; puedo postrarme reverente hacia tu santo templo". Al igual que lo hizo David, plantá fe y victoria cada vez que identifiques algo malo. Podés decir: "Me va a ir mal en la vida" o "Me va a ir bien en la vida". La frase que vos decidas plantar será la verdadera. ¿Qué estas plantando en tu vida? ¿Estás plantando fe y bendición? No basta con que hayas renunciado a las maldiciones, a la deuda y a los malos hábitos. Además de eso tenés que plantar ahí una palabra de fe, y para hacerlo necesitás congregarte y estudiar La Biblia. Recordá que cada palabra que recibas es una semilla que al plantarla, empezará a dar fruto en ese lugar donde nada daba funcionaba. 3. Aboná tu árbol con estiércol. Para que un árbol crezca hace falta que lo abones con estiércol, es decir, con todo lo malo que te dijeron y eso negativo que te ocurrió. Frente a una situación adversa podés quedarte con el estiércol en tu mano o usarlo para abonar tu semilla de fe para que luego dé fruto. En otras palabras, decidí si te vas a quedar con lo malo o si lo vas a transformar en algo bueno. Cuando te maltraten, te engañen o recibas una mala noticia, pensá: "¿Cómo hago para transformar esto en un fruto de bendición?". Pedile a Dios: "Señor, dame la estrategia para transformar esto negativo en abono y plantarlo sobre Tu palabra. Esta situación negativa va a traer fruto, porque vos sos experto en tomar lo que no sirve para cambiarlo en victoria". Existen cuatro niveles de conocimiento: 1. Lo que vos sabés de vos y los demás saben de vos. Por ejemplo, si vos sos médico eso es algo que no solo sabés vos, sino además tu familia, tus amigos y toda la comunidad. 2. Lo que vos sabés de vos que los demás no saben. Esto forma parte de tu intimidad. Hay cosas que solo sabés vos como, por ejemplo, la edad que tenías cuando diste tu primer beso. 3. Lo que los demás saben de vos, pero que vos no sabés. Por ejemplo, vos podés saber que una persona canta mal, pero probablemente esa persona no lo sepa. 4. Lo que vos no sabés de vos mismo y los demás tampoco saben. Es en este nivel donde Dios te siembra una palabra, una promesa, un grano de mostaza del cual saldrá un árbol grande. Al respecto Jesús dijo en Mateo 13: "El reino de los cielos es como un grano de mostaza que un hombre sembró en su campo. Aunque es la más pequeña de todas las semillas, cuando crece es la más

grande de las hortalizas y se convierte en árbol, de modo que vienen las aves y anidan en sus ramas". Todas las promesas que plantes en tu vida, prosperidad, salud, bendición, alegría, van a crecer grandemente. Aunque tu comienzo haya sido pequeño, de esa semilla de fe que plantes crecerá un árbol tan grande que vendrán las aves a hacer nido. Las aves representan todas las bendiciones y milagros que van a venir volando a esa palabra que has sembrado y abonado con estiércol. ¿Estás preparado para que te vengan volando las bendiciones? Dios está esperando que desarraigues lo que no te funciona, plantes una palabra de fe y digas: "El Señor está conmigo. Caerán miles y diez miles, pero a mí no me tocarán. Soy un hijo de Dios y como tengo un pacto de sangre con Él, todo lo que Él ganó en la cruz es mío por herencia. El enemigo no tiene arte ni parte en nada de lo que a mí me pertenece". Cuando tengas esta actitud las aves van a volar y harán nido en tu árbol, en él se posarán la prosperidad, la alegría y la paz. No serán una ola momentánea ni un golpe de suerte, sino que vendrán para quedarse a vivir con vos. Tenés que empezar a cuestionar todo lo que no funciona. Cuando alguien te diga que algo no se puede lograr preguntate: "¿Por qué no se puede?, ¿por qué si otro lo logró, yo no puedo hacer lo mismo?". Hace unos años asistí a una iglesia en Dallas donde se editaban los audios de las prédicas y luego se ponían a la venta ni bien terminaban las reuniones. Cuando le propuse hacer lo mismo en mi iglesia el encargado del área de sonido me dijo: "No se puede hacer, porque es muy difícil". Ante esta respuesta le pregunté: "Si en Dallas lo lograron, ¿por qué no podemos lograrlo nosotros?". Al cabo de una semana y tras hacer los ajustes necesarios implementamos ese sistema y actualmente se entregan las prédicas ni bien terminan las reuniones. Cuestioná el "no puedo" y desarraigá la mediocridad. Tal vez te hayan dicho que si llueve o vivís lejos, no podés asistir a la iglesia. Quizás te hayan dicho que si tenés muchos hijos, nunca vas a prosperar o que jamás podrás de dejar de fumar. Frente a estos comentarios, cuestionate: "¿Por qué no voy a poder dejar de fumar?" o "¿por qué no voy a prosperar?". No importa si el otro no pudo lograrlo, plantá una semilla de fe, porque aunque hoy sea pequeña, esa semilla crecerá y traerá bendición. Pablo estaba en Atenas cuando decidió hacer alardes de sus conocimientos en un mensaje que impartió a los eruditos griegos. Para su sorpresa, apenas unos pocos se convirtieron. Esto afectó tanto al apóstol que nunca más volvió a predicar en Atenas ni fundó ninguna iglesia allí. En Corinto Pablo conoció a un matrimonio conformado por Priscila, que quiere decir "anciana" y Aquila, que significa "águila". Dios siempre junta fuerza y sabiduría, y cuando eso ocurre, no existen límites para ese matrimonio. Pablo se quedó a vivir con ellos por dieciocho meses y durante ese tiempo se dio cuenta que predicando los sábados en la sinagoga no iba a ganar a la ciudad para Cristo, pero descubrió que en el diario vivir, vendiendo tiendas en la plaza, también podía dar testimonio. Todos los días y en cualquier lugar podés ser luz. Priscila y Aquila conocieron en ese momento a Apolos, un muchacho que predicaba con autoridad y vehemencia. Si bien era un gran conocedor de La Palabra no sabía que Cristo había muerto y resucitado. Por ese motivo, él solo predicaba el evangelio de Juan el Bautista que postulaba: "Bautícense y arrepiéntanse, porque

pronto viene el Mesías". Priscila y Aquila hablaron con Apolos en privado y le dijeron: "Apolos, sos un gran conocedor de La Biblia, pero tal vez hay algo que no conocés. Juan el Bautista decía que iba a venir el Mesías, pero Jesús ya vino, resucitó y murió por nosotros". Apolos, aunque había estudiado en Alejandría, uno de los lugares más prestigiosos de la época, se dejó corregir e incorporó la revelación que le faltaba. Tanto fue el crecimiento que tuvo este joven, que cuando predicaba convencía públicamente a los rabinos de que Cristo era el Mesías. Cuando te dejás corregir por Dios, Él te da un nivel de autoridad tan grande que esto se ve públicamente con poder, seguridad y convicción. Recordá que quien se deja corregir en lo privado, Dios lo recompensa en lo público. ¡Dejate corregir por el Señor! Desarraigá hoy todo espíritu de víctima, de dolor, de mentira, de enojo y de angustia. No digas más: "No puedo" o "¡Es muy difícil!" y plantá fe, victoria, poder, gozo y prosperidad. Declaro que todo lo malo que te ha pasado hoy lo cambiás en abono para que dé fruto, en el nombre poderoso de Jesús. Amén.