Bendicion de Los Padres a Los Hijos

BENDICION DE LOS PADRES A LOS HIJOS Yo creo en el Señor Jesucristo, y declaro Que yo, y mi casa serviremos a Dios. Yo cr

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BENDICION DE LOS PADRES A LOS HIJOS Yo creo en el Señor Jesucristo, y declaro Que yo, y mi casa serviremos a Dios. Yo creo en la Palabra de Dios, que dice Que su bendición esta en la casa del justo. Mi esposa y mis hijos son bendecidos por Dios, porque no engendre hijos para maldición Sino para BENDICIÓN Mi descendencia sera poderosa en la tierra, Porque la generación de los rectos sera bendita Y heredara el reino y la justicia de Dios. Mis hijos son enseñados por Dios, y grande es el amor y paz de mis hijos Mis hijos cumplen el propósito de Dios para sus vidas y son instrumentos de bendición para su obra aquí en la tierra. Yo declaro que mis hijos son santos, sabios, Ungidos, saludables y prósperos por la gracia de Dios, su misericordia esta sobre ellos, Y les abre puertas para alcanzar el Favor de los hombres. Mis hijos honran a sus padres, en todo les ira bien, y tendrán larga vida sobre la tierra. Ningún mal, ni enfermedad, ni tragedia, alcanzara a mis hijos, porque ellos son la herencia de Dios

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La palabra bendición es una palabra muy conocida. Esta palabra es común, especialmente, en algunas iglesias evangélicas. “Dios te bendiga” es una expresión que se usa mucho entre los cristianos. Una iglesia que actualmente tiene mucha difusión por la televisión basa su mensaje en las promesas de bendición de parte de Dios (IURD) De acuerdo a esta iglesia esas bendiciones siempre tienen que ver con beneficios personales y muchas veces económicos (¡Job 42,12!). La vida cristiana se reduce a recibir bendiciones: una vida abundante en bienes con la que Dios hace prosperar a sus hijos. En la Biblia la palabra bendición aparece muchas veces, pero también aparece muchas veces la palabra maldición. La bendición era una práctica familiar muy común en la comunidad judía antigua, especialmente, la bendición de los padres a sus hijos. Esta bendición tiene origen justamente en la relación padre hijo en la comunidad antigua. Bendecir en hebreo

bíblico se dice Baraj. Casualmente rodilla en hebreo bíblico se dice Berej. ¿Qué tiene que ver? Mucho. Los padres durante el parto recibían sus hijos en cuclillas delante de su esposa mientras que ella era sostenida de sus brazos por dos ayudantes. En la Biblia vamos a encontrar varias referencias a esta recepción de las criaturas de parte de los padres en el parto (Gn 50,23; Job 3,12) ¡Miren que importante era en la tradición bíblica que el padre participe en el parto! Tener un niño en el regazo o recibir al hijo en el regazo en el parto se dice Berej. Las consonantes son las mismas. Cambian sólo las vocales. Cuando hablamos de bendición de parte de Dios tenemos que tener en cuenta esta imagen. Estar bendecidos es estar absolutamente rodeados de cariño en brazos de quien te ama y te cuida sin dejarte sólo un instante (Salmo 121) Bendecir, literalmente, significa hablar bien, pero más que eso es decir cosas lindas del otro. El origen de la palabra bendición son las palabras llenas de amor y de alegría que dice el padre al recibir su hijo por primera vez en brazos. El opuesto a bendecir es rechazar y dejar de lado. Alguien que era considerado maldito era expulsado de la comunidad o del pueblo y abandonado a su suerte. Ser bendito es contar con una comunidad que te recibe y te quiere. Ser bendito es saber que hay gente que te quiere y se juega por vos. Ser bendito es saber que se tiene un lugar en el mundo donde te aceptan así como sos. Bendecir es incluir y aceptar. En el pensamiento bíblico toda persona a la que se la deja sola se la condena a la autodestrucción. De esta tradición de las bendiciones y maldiciones también provienen las bienaventuranzas y los ayes con los que Jesús bendice a los que más sufren y reprende a aquellos que los hacen sufrir. En la Biblia vamos a encontrar muchas imágenes de Dios que son muy tiernas (Is. 66,10-13) Jesús mismo usa algunas en los evangelios (Mt 19,15; 23,37)La bendición tiene que ver con una actitud de vida de aceptación incondicional como cuando el padre recibe a su hijo en el parto. La bendición son esas palabras dulces llenas de cariño que el padre le dice a su hijo que acurruca en brazos. La bendición es esa canción que le canta la mamá a su bebé al oído mientras lo duerme para darle seguridad y contención. La bendición es ese abrazo fuerte que demuestra aprecio por el otro. La bendición no es un poder que se desprende de las manos de Dios como si fuera una energía mágica que transforma las cosas. Nosotros no creemos en un Dios superhéroe que se basa en demostraciones de poder para convencer a la gente (Mt 14,36) Nuestro Dios no es un Dios que levanta las manos y dispara rayos láser ni descargas de energía. Nuestro Dios es todopoderoso porque todo lo puede gracias a su amor por sus criaturas. ¿Qué les cantan a sus chicos o a sus nietos cuando los tienen en el regazo? ¿En qué piensan cuando se quedan admirando a sus hijos o sus nietos mientras les acarician el pelo y le dicen cosas lindas? ¿Cuántos deseos y pensamientos surgen en ese momento en que tenemos nuestro hijo o nuestra hija recostada sobre el pecho y acurrucada en nuestros brazos?

Pero esta imagen también se repite en las relaciones de pareja. ¿Cuántas parejas al abrazarse buscan el uno en el otro esa contención? ¿A qué pareja no le gusta hacer “una cucharita” cuidando o dejándose cuidar por el otro? ¿Qué se dicen dos personas que se quieren mientras están abrazados y uno se recuesta en el regazo del otro “todo enamorado”? La bendición tiene que ver con esta actitud de entrega del uno hacia el otro sin poder medir el amor que se siente porque “así está todo bien”.

Bendecir es recibir al otro como un padre recibe a su hijo por primera vez en la vida. Pensemos en la alegría del padre que ve llegar a su hijo y sale corriendo para abrazarlo antes de que el hijo le pueda decir algo –como en la historia del hijo pródigo. Cuidar y proteger es un pedido a Dios muy común en los salmos y en los profetas. Algunas veces Dios para transmitir esa protección a sus hijos e hijas usa la imagen de un ave que cuida sus huevos y sus pichones debajo de sus alas dándoles su cuidado y su calor. La mirada de Dios, el poder ver a Dios cara a cara, es la expresión del máximo deseo de los creyentes. Encontrarse frente a frente con su Dios. El texto dice: “que el rostro de Dios se ilumine al verte”. ¡Miren que expresión para un Dios! La bendición continúa diciendo que Dios tenga misericordia. Misericordia es LA palabra para hablar de Dios. La bendición pide a Dios que eso que es lo más íntimo de su ser lo brinde en un acto de amor y de entrega incondicional. “Que Dios vuelva su rostro” es una expresión que pide a Dios que se fije detenidamente en el otro con toda su atención. Volver el rostro es esa actitud de parar y mirar bien lo que se ve porque no se puede creer que sea cierto. Volver el rostro tiene esa carga de interés total en el otro y una enorme admiración. La paz de Dios es el estado de bienestar absoluto en el cual se siente que ya no se puede estar mejor. Quien vive en shalom vive en la presencia de Dios. Todo esto está contemplado en esa frase tan resumida con la que terminamos cada culto. Las bendiciones siempre son dadas con los brazos extendidos al frente -como buscando abrazar al otro. Esta frase es la bendición con la cual Dios mismo pide a los sacerdotes que bendigan a su pueblo. Con esta palabra de Dios y este gesto la comunidad recibe el compromiso de Dios de estar presente de esta manera tan intima y personal en la vida de cada uno de sus hijos e hijas. Estas palabras son el deseo y el compromiso de Dios con su pueblo. Esta bendición traducida con nuestras palabras dice: “Que Dios te reciba en su regazo y te abrace fuerte contra su pecho. Que Dios te mire a los ojos con ternura y te tenga compasión. Que Dios esté atento a todo lo que te pasa y te haga sentir completamente seguro y en paz” ¡Un bendecido año 2006 para todos! Amén. Jorge Weishein, Pastor en Buenos Aires [email protected]

EL PODER DE LA BENDICIÓN (Génesis 27:34-41)

En el idioma hebreo el verbo que se usa para bendecir es BARUCH. Uno de los significados básicos para esa palabra es: facultar para prosperar. Así, bendecir a alguien es dar autorización para que él (o ella) prospere. Cuando un padre bendice a su hijo, él, literalmente, está autorizando que “tenga un viaje placentero y satisfactorio por la vida”. Así que cuando se usa la palabra bendecir, se está hablando de prosperar, desarrollarse y ser bien exitoso. Por otro lado maldecir, sería incapacitar o inhabilitar para que alguien no tenga éxito ni tampoco un viaje placentero por el camino de la vida. La bendición familiar Los padres tienen en la mano una llave poderosa para el futuro de sus hijos. Desafortunadamente muchos de ellos han fallado al no tener conocimiento de la descripción de su trabajo. Dios ha colocado a los padres como agentes especiales de Dios para llevar la bendición a sus hijos por medio de Jesucristo (Genesis 12:3). El propósito de Dios en la venida de Jesucristo era redimirnos de la maldición de la ley y bendecir a todas las familias de la tierra (Gálatas 3:814). La bendición familiar incluye palabras de afirmación que atribuyen un alto valor; calidad de tiempo que hace a la persona sentirse amado(a); cuidado y servicio como señal de afecto, cariño y protección; regalos que independientemente del costo muestran que nos importa la relación; y el toque indispensable para quien pretende visualizar un futuro especial, y también como señal de compromiso activo para que la bendición se lleve a cabo. Lamentablemente muchos de los padres han ignorado la importancia de sus funciones y del poder de la bendición (Oseas 4:6). Bendecir significa impartir la imagen de Dios de identidad y destino sobre los hijos. Dios tiene un mensaje para aquellos que son sus hijos por medio de Jesucristo:

Identidad: “Tú eres muy valioso para mí y vales la vida de Jesucristo. Tú eres alguien especial. Tienes tu lugar en la vida. Desde antes de la fundación del mundo Yo había planeado tu existencia. No fuiste un error”. Destino: “Tienes un gran propósito en la vida. Serás exitoso como persona y estás totalmente equipado y adaptado para llevar a cabo mi propósito. Pon tu vida en mis manos y permíteme llevar a cabo grandes cosas para tu vida”. La bendición de los padres es la mayor riqueza para los hijos porque el mensaje de Dios de identidad y destino les faculta para prosperar. “La bendición de Jehová es la que enriquece, y no añade tristeza con ella” (Proverbios 10:22). Consecuencias de la ausencia de bendición Los hijos deben ser bendecidos aun cuando están en el vientre de la madre (Salmos 127:3), durante la infancia y en especial en la pubertad. Caso contrario nacen y se desarrollan “castrados” psíquica y emocionalmente (Mateo 19:12). La Biblia menciona que por la desobediencia de los padres los hijos nacen con maldición (Deuteronomio 5:9; Deuteronomio 28:1-4, 15-18). Otros niños son maldecidos a través del rechazo, no son bien recibidos y cuidados por sus padres en el momento de nacer, o por haber nacido con el “sexo errado”. Las consecuencias serán terribles: miedo, inseguridad, rebeldía, lucha por volverse aquello que sus padres deseaban (homosexualismo y lesbianismo). Otros son maldecidos en la infancia a través del abandono de los padres (o uno de ellos). Otros sufren traumas en esa edad o están heridos en su identidad por los insultos o apodos que le han puesto. Otros son maldecidos en la pubertad porque los padres los han golpeado o han sido disciplinados injustamente. (En el intento de corregir el comportamiento del muchacho muchos padres maldicen su identidad). Por la ausencia de bendición muchas parejas comenzaron mal su matrimonio, y otros no pueden unirse a su cónyuge porque continúan atados a los padres (Genesis 2:24). Los padres que han rechazado a sus hijos y han maldecido su identidad pueden provocar dos reacciones en ellos: 1.

Aislarse del padre y la madre y separarlos de su vida persona.

2.

Continuar luchando por la bendición del padre y la madre

Libres para bendecir La bendición es una fuerza poderosa que el mismo Jesucristo necesitó de su padre antes de iniciar su vida de poder y milagros (Lucas 3:21-22). La bendición es un valor eterno, “una senda antigua” que se ha perdido en muchos hogares, y Dios está pidiendo que volvamos a retomar esa senda (Jeremias 6:16). Por medio de Jesucristo somos capacitados para poner en práctica este valor tan poderoso en reuniones informales con nuestra familia y también en fiestas de bodas (bodas de plata), cuando se cumplen años de casados, y en la transición de la fase de la adolescencia a la fase adulta (13 - 15 años), Busquemos como Jacob la bendición de la primogenitura (Genesis 27:3134), porque por medio de Jesús, el Primogénito, todos somos bendecidos. (Colosenses 1:15-20). Fuente: Sendas Antiguas (Craig Hill) Adaptacion: Pr. Rolando Hurtado "Rama fructífera es José... cuyos vástagos se extienden sobre el muro" (Génesis 49:22) Cuando el patriarca Jacob estaba a punto de despedirse de este mundo, reunió a sus hijos y les impartió su bendición. Quizá la más venturosa de aquellas bendiciones fue la que dirigió a José; lo llamó: "rama fructífera". Quizá esta antigua tradición, la bendición de padres a hijos, ha caído en desuso y está en vías de extinción. Los padres cristianos necesitamos recuperar aquel ritual lleno de significado si queremos un futuro venturoso para nuestros hijos. Bendecir es "decir bien". Necesitamos declarar con nuestros labios y un corazón lleno de fe, palabras de valoración que expresen para cada uno de nuestros hijos que son rama fructífera. Si no queremos hijos desempleados, que tengan que dejar el país, o con un futuro incierto, debemos cambiar las palabras de maldición, por palabras de bendición. Si queremos hijos con trabajos dignos, con educación calificada, con valores sólidos, con familias sanas y estables, en una palabra, hijos bendecidos, entonces será necesario que les declaremos nuestra bendición en palabras de afirmación y aprobación. Se dice que se necesitan cuatro elogios para sanar la herida que causa una palabra descalificadora. Pero no basta con "decir bien", también hace falta "hacer bien". Bendecir a nuestros hijos es pasar tiempo con ellos, tener conductas congruentes con nuestro hablar, revisar sus cuadernos, asistir a los actos del colegio, hacer que tengan todas las vacunas, orar juntos...

La Biblia tiene una advertencia y una promesa que hacernos sobre este tema. Nos advierte que una maldición puede ser acarreada hasta una tercera y cuarta generación. Pero nos promete que la bendición de una generación a otra alcanza hasta mil generaciones, es decir, no tiene límites. Oración: Bendícenos Señor como padres, para que podamos bendecir a nuestros hijos.

EL MAL SE CONVIRTE EN BENDICION Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo: Padre, que desgracia! Se nos ha ido el caballo. ¿Por que le llamas desgracia? Respondió el padre, veremos lo que trae el tiempo... A los pocos días el caballo regreso, acompañado de otro caballo. ¡Padre, que suerte! exclamó esta vez el muchacho. Nuestro caballo ha traído otro caballo. -¿Por que le llamas suerte? - repuso el padre - Veamos que nos trae el tiempo. En unos cuantos días mas, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y este, no acostumbrado al jinete, se encabrito y lo arrojo al suelo. El muchacho se quebró una pierna. -¡Padre, que desgracia! - exclamo ahora el muchacho -. ¡Me he quebrado la pierna! Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentencio: - ¿Por que le llamas desgracia? ¡Veamos lo que trae el tiempo! El muchacho no se convencía de la filosofía del padre, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra. Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo. El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno. Lo mejor es esperar, pero sobre todo confiar en DIOS, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas de acuerdo a su plan infinito..... ¡Gloria a Dios!!!

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TESOROS DE PADRES E HIJOS

Historias que le harán pensar, reir y llorar. JENNY Y SU PADRE Jenny era una linda niña de cinco años, de ojos relucientes. Un día mientras ella con su mamá visitaban una tienda, Jenny vio un collar de perlas de plástico que costaba 2.50 dólares. ¡¡ Cuánto deseó poseerlo!! Preguntó a su mamá si se lo compraría, su mamá le dijo: agamos un trato, yo te compraré el collar y cuando lleguemos a casa haremos una lista de tareas que podrás realizar para pagar el collar. Y no te olvides que para tu cumpleaños es muy posible que tu abuelita te regale un dólar!, está bien?. Jenny estuvo de acuerdo y su mamá compró el collar de perlas. Jenny trabajó con tesón todos los días para cumplir con sus tareas, y tal como su mamá le mencionara, su abuelita le regaló un dólar para su cumpleaños. En poco tiempo Jenny canceló su deuda. Jenny amaba sus perlas,las llevaba puestas a todas partes. El único momento que no las usaba era cuando se bañaba pues su mamá le había dicho que las perlas con el agua le pintarían el cuello de verde! Jenny tenía un padre que la quería muchísimo. Cuando Jenny iba a su cama, él se levantaba de su sillón para leerle su cuento preferido.Una noche, cuando terminó el cuento, le dijo: "Jenny tú me quieres? - "Oh si papá, tú sabes que te quiero!". - Entonces, regálame tus perlas" ¡Oh, papá! No mis perlas!" dijo Jenny "Pero te doy a Rosita, mi muñeca favorita. La recuerdas? tú me la regalaste el año pasado para mi cumpleaños y te doy su ajuar también, está bien papa? -"oh no hijita, no importa". Una semana después, nuevamente su papá le preguntó al terminar el cuento -"Jenny, tú me quieres?",-"Oh si papá, tú sabes que te quiero!"regálame tus perlas". - "Oh, papa! No mis perlas!, pero te doy a Lazos, mi caballo de

juguete, lo recuerdas? Es mi favorito, su pelo es tan suave y tú puedes jugar con el y hacerle trencitas. Tú puedes tenerlo si quieres papá". - "Oh no hijita,"le dijo su papá dándole un beso en la mejilla, "Dios te bendiga, felices sueños". Algunos días después, cuando el papá de; Jenny entró a su dormitorio para leerle un cuento, Jenny; estaba sentada en su cama y le temblaban los labios: -"toma papá" dijo, y estiró su mano. La abrió y en su interior estaba su querido collar, el cual entregó a su padre. Con una mano él tomó las perlas de plástico y con la otra extrajo de su bolsillo una cajita de terciopelo azul. Dentro de la cajita habían unas hermosas Perlas Genuinas. El las había tenido todo este tiempo, esperando que Jenny renunciara a la baratija para poder darle la pieza de valor. Y así es también con nuestro Padre Celestial. El está esperando que renunciemos a las cosas y a las personas sin valor en nuestras vidas para darnos preciosos tesoros. Esto me hace pensar las cosas a las cuales me aferro y me pregunto:¿ qué es lo que Dios me quiere dar en su lugar?

"QUERIDA MAMI:..." Sally saltó de su asiento cuando vio salir al cirujano. Le preguntó: "¿Cómo está mi pequeño?, ¿va a ponerse bien?, ¿cuándo lo podré ver?". El cirujano dijo: "Lo siento; hicimos todo lo que estuvo a nuestro alcance". Sally dijo, consternada: "¿Por qué a los niños les da cáncer? ¿Es que acaso Dios ya no se preocupa por ellos? DIOS, ¿dónde estabas cuando mi hijo te necesitaba?".

Sally pidió a la enfermera que la acompañara mientras se despedía de su hijo. Recorrió con su mano su cabello rojizo. La enfermera le preguntó si quería conservar uno de los rizos. Sally asintió. La enfermera cortó el rizo, lo colocó en una bolsita de plástico y se la dio a Sally.

Sally salió del Hospital Infantil por última vez, después de haber permanecido ahí la mayor parte de los últimos 6 meses. Colocó la maleta con las pertenencias de Jimmy en el asiento del auto, junto a ella. Fue difícil manejar de regreso a casa, y más difícil aún entrar a una casa vacía. Llevó la maleta a la habitación de Jimmy y colocó los autos miniatura y todas sus demás cosas justo como él siempre las tenía. Se acostó en la cama y lloró hasta quedarse dormida, abrazando la pequeña almohada de Jimmy.

Despertó cerca de la medianoche y junto a ella había una hoja de papel doblada. Abrió la carta, que decía: Querida mami: Sé que vas a echarme de menos, pero no pienses que te he olvidado o he dejado de amarte sólo porque ya no estoy ahí para decirte TE AMO. Pensaré en ti cada día, mamita, y cada día te amaré aún más. Algún día nos volveremos a ver. Si deseas adoptar a un niño para que no estés tan solita, podrá estar en mi habitación y podrá jugar con todas mis cosas. Si decides que sea una niña, probablemente no le gustarán las mismas cosas que a los niños, y tendrás que comprarle muñecas y cosas de ésas. No te pongas triste cuando pienses en mí; este lugar es grandioso. Los abuelos vinieron a recibirme cuando llegué y me han mostrado algo de acá, pero tomará algo de tiempo verlo todo. Los ángeles son muy amistosos y me encanta verlos volar. Jesús no se parece a todas las imágenes que vi de Él, pero supe que era Él tan pronto y lo vi. ¡Jesús me llevó a ver a DIOS! ¿Y qué crees, mami? Me senté en su regazo y le hablé como si yo fuera alguien importante. Le dije a Dios que quería escribirte una carta para despedirme y todo eso, aunque sabía que no estaba permitido. Dios me dio papel y Su pluma personal para escribirte esta carta. Creo que se llama Gabriel el ángel que te la dejará caer. Dios me dijo que te respondiera a lo que Le preguntaste: '¿Dónde estaba Él cuando yo lo necesitaba?'. Dios dijo: 'En donde mismo que cuando Jesús estaba en la cruz'. Estaba justo ahí, como lo está con todos Sus hijos. Esta noche estaré a la mesa con Jesús para la cena. Sé que la comida será fabulosa. Casi olvido decirte... Ya no tengo ningún dolor; el cáncer se ha ido. Me alegra, pues ya no podía resistir tanto dolor y Dios no podía resistir verme sufrir de ese modo, así que envió al Ángel de la Misericordia para llevarme. ¡El Ángel me dijo que yo era una Entrega Especial! Firmado con amor, de: Dios, Jesús y Yo

DE UN PADRE A SU HIJO... Era una mañana como cualquier otra. Yo, como siempre, me hallaba de mal humor. Te regañé porque te estabas tardando demasiado en desayunar, te grité porque no parabas de jugar con los cubiertos y te reprendí porque masticabas con la boca abierta. Comenzaste a refunfuñar y entonces derramaste la leche sobre tu ropa. Furioso te levanté por los cabellos y te empujé violentamente para que fueras a cambiarte de inmediato.

Camino a la escuela no hablaste. Sentado en el asiento del auto llevabas la mirada perdida. Te despediste de mí tímidamente y yo solo te advertí que no te portaras mal. Por la tarde, cuando regresé a casa después de un día de mucho trabajo, te encontré jugando en el jardín. Llevabas puestos unos pantalones nuevos y estabas sucio y mojado. Frente a tus amiguitos te dije que debías cuidar la ropa y los zapatos, que parecía no interesarte mucho el sacrificio de tus padres para vestirte. Te hice entrar a la casa para que te cambiaras de ropa y mientras marchabas delante de mí te indiqué que caminaras erguido. Más tarde continuaste haciendo ruido y corriendo por toda la casa. A la hora de cenar arrojé la servilleta sobre la mesa y me puse de pie furioso porque no parabas de jugar. Con un golpe sobre la mesa grité que no soportaba más ese escándalo y subí a mi cuarto. Al poco rato mi ira comenzó a apagarse. Me di cuenta de que había exagerado mi postura y tuve el deseo de bajar para darte una caricia, pero no pude. ¿Cómo podía un padre, después de hacer tal escena de indignación, mostrarse sumiso y arrepentido? Luego escuché unos golpecitos en la puerta. "Adelante" dije adivinando que eras tú. Abriste muy despacio y te detuviste indeciso en el umbral de la habitación. Te miré con seriedad y pregunté: ¿Te vas a dormir?, ¿vienes a despedirte? No contestaste... Caminaste lentamente con tus pequeños pasitos y sin que me lo esperara, aceleraste tu andar para echarte en mis brazos cariñosamente. Te abracé y con un nudo en la garganta percibí la ligereza de tu delgado cuerpecito. Tus manitas rodearon fuertemente mi cuello y me diste un beso suavemente en la mejilla. Sentí que mi alma se quebrantaba. "Hasta mañana, papito" me dijiste. ¿Qué es lo que estaba haciendo?, ¿por qué me desesperaba tan fácilmente? Me había acostumbrado a tratarte como a una persona adulta, a exigirte como si fueras igual a mí y ciertamente no eras igual. Tú tenías unas cualidades de las que yo carecía: eras legítimo, puro, bueno y sobre todo, sabías demostrar amor. ¿Porqué me costaba tanto trabajo?, ¿porqué tenía el hábito de estar siempre enojado? ¿Qué es lo que me estaba aburriendo? Yo también fui niño. ¿Cuándo fue que comencé a contaminarme?

Después de un rato entré a tu habitación y encendí una lámpara con cuidado. Dormías profundamente. Tu hermoso rostro estaba ruborizado, tu boca entreabierta, tu frente húmeda, tu aspecto indefenso como el de un bebé. Me incliné para rozar con mis labios tu mejilla, respiré tu aroma limpio y dulce. No pude contener el sollozo y cerré los ojos. Una de mis lágrimas cayó en tu piel. No te inmutaste. Me puse de rodillas y le pedí Perdón al Señor en silencio. Te cubrí cuidadosamente con las cobijas y salí de la habitación. Al día siguiente, tu también me perdonaste. Si Dios me escucha y te permite vivir muchos años, algún día sabrás que los padres no somos perfectos, pero sobre todo, ojalá te des cuenta de que, pese a todos mis errores, te amo más que a mi vida..

“SEÑOR HAZME COMO UN TELEVISOR” Un niño meditando en su oración, concluyo: “Señor esta noche te pido algo especial… Convertirme en un televisor, quisiera ocupar su lugar. Quisiera vivir lo que vive la tele de mi casa. Es decir, tener un cuarto especial para mi y reunir a todos los miembros de mi familia a mi alrededor. Ser tomado en serio cuando hablo. Convertirme en el centro de atención al que todos quieran escuchar sin interrumpir ni cuestionarle. Quisiera sentir el cuidado especial que recibe la tele cuando algo no funciona... Y tener la compañía de mi Papá cuando llega a casa, aunque este cansado del trabajo. Y que mi Mamá me busque cuando este sola y aburrida, en lugar de ignorarme. Y que mis hermanos se peleen por estar conmigo... Y que pueda divertirlos a todos, aunque a veces no les diga nada. Quisiera vivir la sensación de que lo dejen todo por pasar unos momentos a mi lado. Señor no te pido mucho. Sólo vivir lo que vive cualquier televisor... (Con quién pasas más tiempo ¿con el televisor o con tus hijos? )

UN MILAGRO DE GUERRA Durante la guerra en Korea, un hombre fue gravemente herido en un campo de batalla en Heartbreak Ridge. Sus amigos estaban cubiertos en una cueva

de zorros como a 10 metros del lugar cuando este fue herido en una emboscada. Mientras el fuego continuaba, los otros hombres discutian entre ellos que hacer. Pero como el fuego era intenso era díficil seguir arrastrandose y traer a su compañero herido, pues eso significaria la misma muerte.

Por un rato nadie se movía. Los hombres que estaban en la cueva podían escuchar a su compañero herido clamar por ayuda. Entonces uno de los hombres que estaba en la cueva empezó a mirar el reloj. No podía quitar la vista del mismo. Todos los demas lo notaron y empezaron a preguntarle cosas, pero el soldado no dejaba de mirar el reloj y permanecer en silencio.

De repente, el hombre del reloj saltó de la cueva y se arrastró hasta donde estaba su compañero herido. Lo tomó por la solapa del uniforme, y de una manera lenta empezó a regresar a la cueva, todo mientras el ataque era intenso a su alrededor.

Sorprendentemente ambos lograron llegar a la cueva del zorro sin ser heridos por bala alguna. Luego que el fuego cesara, le preguntaron al héroe que salvó a su compañro ¿por qué había esperado tanto tiempo para rescatar a su amigo? A lo cual el respondió: "Mi madre me dijo que a la mísma hora exactamente, todos los días, ella estaría orando por mi. Y de acuerdo a mi reloj, dejé la cueva exactamente cuando ella empezó a orar. ¿Cuánto ora por sus hijos? Nunca dejes de hacerlo, pues ellos viven en medio de guerra, donde el enemigo quiere destruírles, NO lo permitas! Ora por ellos!

PLEGARIA DE UN PADRE Dame, oh Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil, y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo; un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada, y humilde y magnánimo en la victoria

Dame un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho; un hijo que sepa conocerte a Tí... y conocerse a si mismo, que es la piedra fundamental de todo conocimiento. Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil, sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos. Allí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad y a sentir compasión por lo que fallan. Dame un hijo cuyo corazón sea claro, cuyos ideales sean altos; un hijo que se domine a si mismo antes que pretenda dominar a los demás; un hijo que aprenda a reir, pero que también sepa llorar; un hijo que avance hacia el futuro, pero que nunca olvide el pasado: Y después que le hayas dado todo esto, agrégale, te suplico, suficiente sentido del buen humor, de modo que pueda ser siempre serio, pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio. Dale humildad para que pueda recordar siempre la sencillez de la verdadera sabiduría, la mansedumbre de la verdadera fuerza. Entonces, yo, su padre, me atreveré a murmurar:"No he vivido en vano".

SEÑOR CONCEDEME VIDA Para ver crecer a mis hijos. PACIENCIA Para enseñarles sin tener que someterlos. SABIDURÍA Para que mis actos no los perjudiquen. AMOR Para guiarlos hasta su destino. VALOR Para aceptar lo que ellos elijan.

LOS LIMITES DE SER PADRES

Te di la vida pero no puedo vivirla por ti; Puedo enseñarte muchas cosas Pero no puedo obligarte a aprender. Puedo dirigirte, pero no siempre estaré para guiarte. Puedo darte libertad, Pero no responsabilizarme por lo que haces con ella, Puedo llevarte a la iglesia pero no Puedo obligarte a creer; Puedo instruirte en lo malo y lo bueno, Pero no puedo decidir por ti; Puedo comprarte un traje hermoso Pero no puedo hacerte hermoso por dentro; Puedo ofrecerte consejos, pero no Puedo ponerlos en practica para ti; Puedo darte Amor Pero no puedo obligarte a aceptarlo; Puedo enseñarte a compartir, Pero no puedo forzarte a hacerlo; Puedo hablarte del respeto, pero No te puedo exigir que seas respetuoso; Puedo aconsejarte acerca de las buenas amistades, Pero no puedo escogértelas; Puedo educarte acerca del sexo Pero no puedo mantenerte puro; Puedo platicarte acerca de la vida, Pero no puedo edificarte una reputación; Puedo decirte que el licor es peligroso, Pero no puedo decirte No por ti; Puedo advertirte acerca de las drogas, Pero no puedo evitar que las uses; Puedo exhortarte acerca de la necesidad de tener metas altas,

Pero no puedo alcanzarlas por ti; Puedo enseñarte acerca de la bondad, Pero no puedo obligarte a ser bondadoso; Puedo amonestarte en cuanto al pecado. Pero no puedo hacerte una persona moral Puedo amarte como niño, pero no Puedo colocarte en la familia de Dios. Puedo hablarte de Jesús, pero no Puedo hacer que Jesús sea tu Señor. Puedo explicarte como vivir. Pero no puedo darte vida eterna.