Bartolome de Las Casas

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BARTOLOME

DE LAS .CASAS Brevísima r~lacíón de la desbucción deJa5 Indias · ,:·,
. Sin embargo, entretanto, iba madurando su toma de conciencia, que culminó con su ((conversión» en 1514, cuando iba a predicar la pascua de Pentecostés a Sancti Spiritus. Al sentirse llamado por Dios para predicar contra la encomienda corno injusta, afirmó, según su nueva vocación, que los únicos señores legítimos del Nuevo Mundo eran los indios, y que la única razón de ir los españoles allá era como misioneros para convertir a los indígenas a la fe cristiana, sin auxilio de ningún hombre de armas. Renunció a sus encomiendas y regresó a España en 1515, para difundir sus ideas y comenzar su incansable lucha en defensa de los indios y contra encomiendas y repartimientos; se dirigió primero al agonizante Fernando el Católico y posteriormente al cardenal Cisneros, quien le nombró «protector de indios» (1516). Tras la muerte de Cisneros, recomenzó la tarea junto a Carlos V y sus consejeros flamencos, denunciando los abusos de los funcionarios que en la Península administraban el negocio de Indias, y enfrentándose a la cerrada enemistad del obispo Fonseca, de Gonzalo Femández de

Bartolomé de las Casas

Oviedo y de los restantes miembros del Consejo de Indias. Aunque propugnó primero la conducción de esclavos negros, que pronto se convertiría en un espléndido negocio de concesión de asientos, se arrepinlió de ell o al adverlir que lampoco éstos solían ser esclavos por razones juslas. Conlra la conquista patrocinaba la colonización pacífica, por medio de instalaciones de labradores y misioneros, y luchó para oblener una concesión en el continente americano, donde poder demoslrar la viabilidad de sus ideas. Embarcó de nuevo para América en 1520, habiendo obtenido del rey el terrilorio de Cumaná (Venezuela) para aplicar en él sus teorías. Llevó a su nueva encomienda a sus frailes y sus colonos en 1521, pero en una breve ausencia de él, los indios mataron a los españoles y acabaron con el experimento. /\balido por este desastre, se hizo fraile dominico en 1523. En Santo Domingo, Guatemala y Nicaragua pasó 16 años de retiro, deseando volver a España para seguir argumentando en la Corte y anle el Consejo de Indias contra la encomienda y contra toda esclavilud de indios, pues aunque la esclavitud del vencido en guerra jusla era admitida por juristas y teólogos, incluso por Las Gasas, él decía que todas las guerras contra indios eran injustas; en esto se enfrentaba con el parecer de los demás teólogos, cuyo principal maestro Fray Francisco de Vitoria (el fundador del Derecho de gentes moderno), pues todos reconocían varios casos de guerra justa en Indias. A pesar de las reiteradas peticiones de ,Las Casas, deseando ser oído en el Consejo, éste no le llamó, y los superiores dominicos le retuvieron esos 16 años sin darle licencia para el viaje; indudablemente, el desastre de Cumaná le desacreditaba . En 1535 emprendió viaje a Perú, pero naufragó y fue a parar a Nicaragua, donde denunció el envío de indios esclavos a Perú; ello le enemistó con el go,bernador Rodrigo de Contreras, y en 1536 pasó a Guatemala a predicar a los indios. En 1540, y sin licencia alguna, regresó de nueyo a la península, convencido de que era allí donde había que desarrollar la lucha contra los abusos de los colonizadores. En 1542 logró ser oído por el Consejo en Valladolid,. cuando allí residió Carlos V. Entonces ejerció un gran influjo. Carlos V, uomo religiosissimo según le califica un em6

Brevfsima relación de la destrucción de las l ndi s

bajador veneciano, sufrió entonces una crisis de dudas sobre la legitimidad y moralidad de su dominio en América, movido por la opinión de varios religiosos que acusaban abusos y crueldades de los españoles en las Indias. A todos sobrepasa en actividad y vehemencia fray Bartolomé, el cual sostenía que la conquista del Perú había que abandonarla, pues los incas eran los únicos dueños legítimos del país, y Carlos V se inclinaba al abandono, hasta que Francisco de Vitoria le persuadió de que si los españoles se retiraban del Perú, la cristiandad desaparecería de allí. Las Casas insistía esgrimiendo como arma terrible su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, escrita por estas fechas y publicada en 1552, junto con sus 8 tratados. El autor acusaba en dicha obra a todos los descubridores del Nuevo Mundo, uno por uno, de espeluznantes crímenes, atropellos y robos, acusación hecha con el fin de que se prohibiesen las exploraciones con gente armada; pero tampoco fue escuchado en esto, pues la exageración de las atrocidades era tan ostensible y tan monstruosa que no mereció demasiada atención, y Carlos V siguió otorgando capitulaciones de descubrimientos a varios capitanes que debían obrar de acuerdo con los misioneros encargados de autorizar sólo una guerra defensiva, nunca ofensiva. A pesar de que sus doctrinas eran rechazadas, con sus tremendas exageraciones Las Casas influyó mucho para que los frailes de más razonable indofilia, como Vitoria, y los gobernantes de más recto sentido jurídico, como el virrey Mendoza de México, triunfasen en la práctica, así que Carlos V dirigió y sancionó las llamadas «Leyes Nuevas», en Barcelona, a 20 de noviembre de 1542, restringiendo las encomiendas y la esclavitud de los indios. Sin embargo, estas tan temperadas leyes provocaron agria censura de parte de fray Bartolomé de Las Casas, que había sido uno de sus artífices, pero pensaba que éstas contrariaban los principios jurídicos que él sostenía. A pesar de opinar en contra de los demás eclesiásticos y seglares, entre 1542 y 1547 Las Casas ejerció gran influjo, tanto en el Consejo como en los gobernantes, y, tras rechazar el obispado de Cuzco, Carlos V le nombró en 1543 obispo de Chiapa (Guatemala) para que practicase sus teorías en esa diócesis. Fue consa7

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