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Primera edición en inglés, Primera edición en español (Bre\iarios), Segunda edición (Tezontle), Vigesimosexta reimpresió

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Primera edición en inglés, Primera edición en español (Bre\iarios), Segunda edición (Tezontle), Vigesimosexta reimpresión,

1949 1950 1992] 2008

Barrow, R. H. Los romanos / R. H. Barrow ; trad. de Margarita Villegas. - México: FCE, 1950. 221 p. ; 17 x 11 cm - (Colee. Breviarios; 38) Título original The Romans ISBN 978-968-16-0004-4 l. Roma III. t.

Civilización 1. Villegas, Margarita, tr. n. Ser.

LC DG77 B3418

Dewey 082.1 B846 Y.38

Distribución mundial

Comentarios y sugerencias: [email protected] www.fondodeculturaeconomica.com Te!' (55)5227-4672 Fax (55)5227-4694

lJJj Empresa certificada ISO 9001:2000 Título original: The Romans © 1949, Penguin Books Ltd., Harmondsworth D. R. © 1950, FONDODECULTURAECONÓMICA Carretera Picacho-Ajusco 227; 14738 México, D. F. Se prohibe la reproducción total o parcial de esta obra -incluido el diseño tipográfico y de portada-, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico, sin el consentimiento por escrito del editor.

ISBN 978-968-16-0004-4 Impreso en México. Printed in Mexico

NOTA SOBRE EL LIBRO El título, Los romanos, no se debe a w¡ afán inocente del autor por evitar el más trivial de Historia de Roma, sino que pretende sugerir exactamente su intención. No se trata claro es, de una interpretación psicológica del ca'rácter romano, de un capítulo más, y menos o más arbitrario, de la en otros tiempos famosa "psicología de los pueblos", sino de una pura lección de historia; además de pura, magistral. Sólo en los casos privilegiados en que la investigación histórica dispone de un material abundantísin10 de hechos, de inscripciones y de documentos literarios puede el historiador castizo sentirse a sus anchas para entregarse a la pasión objetiva que le ha llevado quiméricamente a meterse en averiguaciones: las de comprender a w¡ pueblo por sus acciones y a éstas por aquél, círculo vicioso en que se regodea esa pasión objetiva. Y cuando este pueblo es el romano, claro que la viciosa y objetiva comprensión redund.a, más que en ningún otro caso, en la de nosotros !11lSmas y en la de la historia universal. Su actualidad no puede ser mayor. Por eso nos dice el autor que su "libro no es propiamente Wla historia de Roma", sino una invitación, más bien, a que reflexionemos sobre la conveniencia de dedicar mayor atención a la historia de ese pueblo, para lo cual nos dibuja con precisión sus aspectos más llamativos. Si Roma es para los historiadores un caso privilegiado, no lo es, aunque parezca mentira, desde hace muc1zo: Niebuhr y Mommsen figuran entre los exploradores de vanguardia. P~ro a la "imaginación histórica" de los alemanes, ya mcorparada a la "facultad" de Historia, y a su proeza escudriñadora, sosegadamente proseguida hasta ahora, se juntan en el historiador inglés, con su propio peso, las perspectivas de ordenadora comprensión que pon/.; a su disposición la hist(lria todavía fresca de su propio pueblo. 7

NOTA SOBRE EL LIBRO

Los árboles 120 dejan ver el bosque de dos maneras: desde fuera y desde dentro, aunque, claro está, para poder hablar de bosques tiene primero que haber muchos árboles a la vista, Desde dentro, que es donde estamos nosotros -y también' los inglesestratándose de la !listoria de Roma, si se nos facilita el recuento y la clasificación de los árboles, se nos dificulta otro tanto la distancia que permite la perspectiva, pues hay que remontarse hasta la vista de pájaro y ser, además, un águila para ver cada cosa en su sitio. Si se tratara, digamos, de la Historia de China o, sin ir tan lejos, de la Historia de los árabes, un libro como este de R. H. Barrow sería, por lo menos, extemporáneo, pues no tenemos todavía bastantes árboles a la vista para pensar en el bosque. Por estas razones hemos escogido esta diminuta exposición de algo tan ancho como la historia de Roma: esperando que, con su lectura, salga el lector enriquecido con una idea un poco más clara de nuestra tan cacareada romanitas.

Son tantos los maestros y tantos l~s ..ejemplos que nos ha proporcionado ~ Antlgueda~, que ninguna edad puede consld.er~rse mas afortunada en el azar de su nacImIento que la nuestra, pc.ra cuya enseñanza han tr:abajada afanosamente hombres de generacIOnes anteriores. QUINTILIANO

(35-95 d. c.)

I

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4:

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-ESTADO

A LA REPÚBLICA

~istrados locales. Se enviaba a los prefectos para Juzgar causas, tanto en las ciudades como en los distritos rurales; los prefectos representaban al pretor de Roma, que era el principal magistrado judicial. Pero cuando se anexaron tierras fuera de Italia fue necesario adoptar diferentes medidas. En un principio Roma, en general, se resistía a "crear" una "p.rovi~cia"; se contentaba con el desarme y las contrIbUCIOnes,como sucedió en Macedonia el año 167 ~. c..La "provincia" implicaba la anexión y la anexión I~phcaba un gobernador romano. Pero después del ano 146 a. C., Roma ya no dudó. Cerdeña y Sicilia, una vez conquistadas, habían sido confiadas a un pretor. Pero los pretores eran necesarios en la met~ópoli. Por tanto, después del año 146 a. C., se adopto un plan que ya tema precedente. El imperium de los cónsules se había prolongado a menudo para hacer frente a una emergencia militar, y entonces se deCÍa que los que desempeñaban el mando actuaban pro consule, es decir, en nombre del cónsul. Desde el año 146 a. C., se confirió a los procónsules y propretores amplio imperium y se les envió a que gobernasen de acuerdo con "el estatuto de la provincia", que era redactado por una comisión del Senado definiendo la condición jurídica de las diversa~ comunidades, fijando las fronteras y las tarifas de l