Arlt Aguafuertes

Primeras palabras para conquistar a la dama Me escribe un señor que firma Reo Alegre: "Hay hombres a quienes agrada una

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Primeras palabras para conquistar a la dama Me escribe un señor que firma Reo Alegre: "Hay hombres a quienes agrada una ninfa y no tienen el coraje de hablarla. Es cierto, en esta city los hay a millares y entre ellos me cuento yo; pero, dígame, amigo Arlt ¿es que alguna vez ha salido algún maestro para enseñarle a uno los primeros pasos? Lo más difícil es el arranque. Luego, el resto, es fácil. Sería sumamente jugoso que usted, que tiene una labia mayúscula, nos dé algunas lecciones sobre la materia. Ya le he sugerido el título."

NO HAY MAESTROS

Querido Reo Alegre: Hubo un señor que se llamaba Beyle, y que firmaba con el seudónimo de Stendhal. Este señor Stendhal escribió maravillosas novelas. Incluso una Psicología del Amor. El que lo leía se decía: "Stendhal debe haberse pasado la vida al pie de las rejas; debe haber sido querido por mujeres del temperamento más distinto"... y Beyle, o Stendhal, querido amigo, era un hombre pálido y tímido que tartamudeaba en presencia de mujeres a quienes otros hombres se hubieran avergonzado de no conquistar a la segunda entrevista. Si algo le toca del ejemplo citado, usted queda advertido. No hay maestros en cuestiones de amor. Ni tampoco en declaraciones. Eso es casi ridículo; por lógica... y después porque no es el hombre 307

el que elige a una mujer ¡no! es la mujer la que lo elige a su ho al que más le gusta. Por capricho y por sexo. Ahora hay detalle; teresantes que si usted quiere entraremos a analizarlos, y verá c la luz se hace menos turbia de lo que es.

LO QUE LLAMAMOS GIL

Usted y yo, y todos los hombres de esta ciudad, nos heme» parado más de una vez para mirar el paso de una espléndida mu tr que iba acompañada de un hombre, y decirnos: -¡Cómo es posible que una muchacha tan linda le haya lleva;: el apunte a un gil de esa magnitud! Y alguien me contestó una vez: "Todos los que acompañan a una linda mujer, tienen cara os giles". Sí y no. Pero la mayoría, sí. ¿Y en qué consiste el fenómeno: La mayoría de las mujeres quieren arreglar económicamente su vida. Es decir, casarse. Y cuando nosotros vemos un hombre v decimos que tiene cara de gil, es porque el rostro de ese hombre no ha sido trabajado nunca por la nerviosidad del esfuerzo mentai. Cuerpos de treinta años con semblantes de bebés. Con ojos de corderito. Con labios de rosa. Pero esos hombres les convienen a las mujeres. Son candidatos para el casamiento. Aunque para declararse le hayan dicho la desgastadísima frasecita de "Señorita ¿me permite una palabra?", a ellas no se les importa. Bajo la frasecita está el candidato. Y eso es lo que les interesa.

¿PARA QUÉ HABLAR BIEN? Reo Alegre: péinese bien a la gomina, déjese unos bigotitos de cepillo de dientes, lleve un traje entallado y una corbata de siete reflejos y, si puede, ande en "voiturette" y ríase de Stendhal, de las declaraciones de amor, de las palabras bien coordinadas y de la inteligencia. A las mujeres lo único que les interesa son los buenos mozos. Bien plantados y mejor vestidos. Y después, que usted sea inteligente o burro, eso no tiene valor. La mujer no tiene capacidad para juzgar de la inteligencia del 308

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vestir modalidades aplicables al desenvolvimiento del hombre dentro de la sociedad. Ahora bien, por las experiencias que he hecho y por las que me han sido relatadas, he llegado a la conclusión de que las relaciones entre ambos sexos, se caracterizan por la práctica de una falsedad sistemática. Esta falsedad, como el resfrío, la tuberculosis o los juanetes, tiene características externas, visibles, comprensibles. ¿Cuál es mi obligación entonces? Proporcionar los datos elementales que permitan diferenciar un resfrío de un juanete o de una tuberculosis. Más claramente hablando, deseo que cualquiera pueda catalogar sin mayores rompederos de cabeza a la persona que miente. Así como los planos que se hacen sobre un sistema de radio no permiten confundir el receptor con una ametralladora, así también las características que impregnan una amistad hipócrita no podrán ser jamás confundidas con aquellas otras que ennoblecen a una amistad honesta y sincera. No creo en los consejos. Es estúpido dar consejos. Pero creo en la eficacia del cuadro vivo. Aquí tengo una carta a mano, de la que entresaco unas líneas: "... un amigo, acercándose y alcanzándome una de sus notas últimas, me dijo: 'Ni que Arlt hubiera conocido mi caso'...". De otra carta entresaco: "Ella no hacía otra cosa que insinuarme por todos los medios posibles la conveniencia de formalizar en forma positiva nuestras relaciones, diciéndome que su naturaleza fría y poco expansiva desaparecería el día que nosotros nos casáramos". Cada uno de estos lectores, asumió una conducta positiva frente a otra conducta que no se presentaba clara.

OBJETO DE LA VERDAD Si en un diario le fuera permitido a un hombre contar todo lo que sabe, yo no sé si el diario se agotaría o el autor del artículo perecería de muerte violentísima. Es fantástica la serie de sucesos que ocurren y que llegan al conocimiento de uno, por distintas vías. Yo, que disfruto de una libertad inmensa, me tengo que callar el setenta y cinco por ciento de las cosas que podría decir. Ese resto de veinticinco por ciento, comunicable, lo doy a la publicidad. 319

Lo único que puedo afirmar es que de cada mil palabras que las personas pronuncian, novecientas noventa son mentiras. El que lea esto y piense que soy un amargado, no se da cuenta que escribe lo que antecede con la misma tranquilidad y buen humor que escribiría: "un jorobado es aquel que tiene una corcova en el pecho o en la espalda". No seré tan obtuso de negar que hay personas que dicen mil verdades en mil palabras. Pero personas así existen en e. porcentaje de cinco por mil. La verdad tiene un objeto. Identificación de los accidentes que se presentan en un camino y no hay camino en el actual momento social más roto, complicado y estrafalario que el camino de las relaciones amorosas. Yo quisiera ser millonario para poder hacer una edición gratuita del libro de un juez americano, me refiero al doctor Lindsey. Ese libro se titula Rebelión de la moderna juventud. Hombres y muchachas inteligentes viven hoy día oscilando entre la mentira y la verdad. Cuando les conviene, dicen la verdad: cuando no les conviene, mienten. Mienten y son veraces con sinceridad; parecerá un absurdo "mentir con sinceridad", pero es que ante los ojos tienen dos verdades presuntas: la verdad de los sentimientos y la verdad de los conocimientos y obligaciones que les han sido trasmitidos desde la infancia en su hogar. Los libros dicen una cosa. Los hombres dicen otra cosa. Los padres dicen una tercera cosa. ¿Dónde está la verdad? ¿Quiénes mienten? ¿Los libros, los extraños, o los padres? ¿Cómo se van a resolver los problemas que cada vida siente que contiene?

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CONDUCTA HIPÓCRITA La falta de conocimiento, sumada a la falta de carácter para realizar cada uno la vida como individualmente la siente, engendra la actual sociabilidad hipócrita que acepta mucha gente. Mujeres y hombres viven razonando como aquel que juega a la lotería. "Si no saco mil pesos, sacaré cien". Yo estoy de acuerdo con que el que quiera se tire de cabeza a un pozo, si tal disparate se le antoja. Pero creo en la necesidad de señalar dónde están los pozos. Y decir, con toda tranquilidad que se impone en semejantes circunstancias: 320

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-Esto que ustedes ven con sus ojos, es un pozo. Si quieren tirarse, tírense. Siempre habrá ojos que individualizarán el pozo. No importa que sean pocos. La obligación es señalarlos; el deber, no averiguar cuántos han sido los que miraron el pozo, movieron la cabeza y se alejaron prudentemente cavilando raciocinios.

Se casa... ¡o lo mato!" El Mundo de ayer, reprodujo en la cuarta página un fallo en que la Cámara Civil Primera anuló un matrimonio llevado a cabo t~ el Registro Civil de la sección 19 entre el doctor J.C.C. y la se-.3rita C.D. por imposición de un hermano de la novia, quien con : rndnuas amenazas de muerte, obligó a su futuro cuñado a casarse. -. doctor Vedia y Mitre, a cargo del juzgado en lo Civil, acordó la - _iidad del casamiento, confirmándolo ahora la Cámara Primera. Hace cuatro días yo, en esta misma sección, decía que el pro:-ema del casamiento era un negocio de vida o muerte para ciertas mujeres, auxiliadas en dichos trámites por su familia y utilizando diversas clases de expedientes morales e inmorales de los cuales hay _r.o que hasta la fecha yo no había tenido en cuenta.

LNTERVIENE UN ABOGADO

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Hace también más o menos cuatro días, recibí la carta de un irogado quien, alentándome a continuar en la campaña presente, me decía: "Posiblemente usted ignore que muchas mujeres desean casarse aunque sepan que no se entenderán con su cónyuge, por un de:¿lk económico importantísimo y que usted, hasta la fecha, no ha ~encionado jamás en sus notas: es la pensión por alimentos. Por mi estudio han pasado infinidad de mujercitas planteándoos el caso de separación con sus respectivos esposos. A ninguna de r.^as le interesaba en absoluto el problema sentimental de la separación, lo que deseaban era que los resortes de la ley se movieran de tal 321

forma, que obligaran a la parte a contribuir con un mensual... es ¿rcir, con una pensión. De más está decir que el negocio no les resu.:^ malo. Usted debe ocuparse de él, pues supongo que si hasta la fechi no lo ha hecho, ha sido por desconocer este detalle, del cual, nosotros los abogados, estamos hartos de tratar en nuestras consultas . Después hay gente que tiene el coraje de escribirle a uno c_ciendo que es un amargado porque no se solidariza, con su silenc: en torno de sus pillerías. No es sólo esto. Actualmente el casamiento constituye un negocio que en las familias se trata con la misma naturalidad con quí se estudiaría la adquisición de un caballo... no de carrera... sino ct tiro y pesado a ser posible. Una lectora, que se ha tomado la molestia de escribirme u-; larga carta, firmada con el seudónimo de Claudine, reproduce r, diálogo que ella y una señora con dos hijas, sostuvieron a propósit: de una de mis notas: CLAUDINE. —Arlt tiene razón en lo de la sinceridad. SEÑORA. -En lo que vos has dicho puede ser que haya algo c: razón, pero por eso no pensarás aplicarlo a todas las chicas. Una joven debe preocuparse en apurar a un hombre para que formalice su situación, porque sino ¿a dónde iríamos a parar? ¿Te parece bien que una chica pierda su tiempo y sus oportunidades? KIKA. -No; lo que hay es que Claudine está esperando upríncipe que venga de la luna montado en un pastel de manzanas. CLAUDINE. -Otras lo esperan sentado en un Renault. SEÑORA. —Hacéme caso, Claudine: a los hombres hay que tratarlos con mano dura. El tiempo de la capa y la espada ya pasó. "Contigo pan y cebolla" es un recuerdo. Hay que contemplar el lado práctico de las cosas y si hay un candidato que te gusta, emplea todas tus baterías ¡y fuegos sin cuartel! hasta que lo consigas. Hijita. si no lo haces vos, lo hará otra. KIKA. -Si lo tratas sinceramente, con confianza y serenidad, te pasará lo que en los remates: otra que lo quiera y ofrezca más se lo va a llevar. Convéncete: son todos iguales. BIBI. -Y no les pidas que fijen fecha ¡y verás lo que te pasa! Hablarán con vos el tiempo que quieran... y luego, si te he visto no me acuerdo... KIKA. -Y de lo que diste pensando atraparlo, tampoco se acordarán.. 322

mensual... es decio no les resulta : si hasta la fecha í, del cual, nosoas consultas". ribirle a uno di, con su silencio. onstituye un neiralidad con que arrera... sino de : escribirme una le, reproduce d :ron a propósito dad. jue haya algo ds • chicas. Una jo]ue formalice su ;Te parece bien i esperando un de manzanas. aiault. •res hay que trasspada ya pasó, ontemplar el la:e gusta, emple; :onsigas. Hijita. i v serenidad, te frezca más se lelo que te pasi si te he visto no jnpoco se acor-

Claudine sigue narrándome el tole tole que se armó después de estas palabras entre la madre y sus pimpollos, y termina diciéndome: "Siga adelante. Usted ha encontrado un tema magnífico. Las señoras con hijas casaderas le tienen rabia; pero lo primero que hacen a la mañana es leer su nota, con rabia y todo". Volviendo ahora a nuestro asunto, diré que las dientas a que se refería el abogado cuya carta reproduje, se recolectan entre tipos de mujercitas como Bibi, Kika, etcétera. Casarse es un negocio. Un negocio que se estudia con frialdad y que se lleva a cabo con alevosía. El caso que acaba de fallar la Cámara Primera, o sea negocio de ''prepotencia", es sumamente frecuente en nuestra ciudad. Los damnificados, la mayor parte de las veces, no hablan por vergüenza. Nunca falta un "hermano terrible" en una casa, sobre todo si el novio es un ganso y la niña una viva. Imagínese usted, por ejemplo, que usted es novio de una Bibi o una Kika. Si usted queda clasificado por la familia en la categoría de ciudadano "bonafide" le abrirán las puertas de su casa de par en par, le sonreirán amablemente y cuando usted se vaya, se reirán a carcajadas felicitándose entre ambas del idiota que han pescado. Si usted se casa y quiere separarse, tendrá que "formar" con la pensión judicial. Y entre mantener una mujer que no es su mujer y usted vivir solo como un vizcachón en su cueva, terminará por apechugar con las "incompatibilidades de carácter" y convertirse en uno de los tantos infelices que por dentro llevan un drama que nadie barrunta. A las madres del tipo de las chicas como Kika y Bibi les importa un pepino el escándalo de la separación. Son suegras de pelo en pecho, mandonas y descaradas que quieren a sus hijas y lo que sus hijas hagan está bien, aunque en la realidad esté mal. Se han criado sin un concepto moral de la existencia (no confundamos "moral con hipocresía"). Y esta falta de concepto se manifiesta en sus hogares, desde donde escudriñan la vida con ojos de mercachifles melifluos que trafican con una mercadería superabundante que hay que colocar de cualquier modo. Las hijas con el mismo punto de vista de que bizquea la madre justifican su conducta con las palabras que escribe Claudine: "Hijita, si no lo haces vos, lo hará otra.

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Dos comedias: Flirt y Noviazgo Estas dos comedias son frecuentísimas en las relaciones entre ambos sexos que pertenecen a la clase media. Hay casos en que el flirt no existe y sí un conocimiento se transforma en una relación sincerísima de ambas partes. Pero me refiero con preferencia a la generalidad de las amistades, donde se representa todo lo contrario.

LA COMEDIA

El flirt se singulariza por la conducta que un hombre y una mujer asumen dando él por entendido que ella conoce la preferencia con que él la distingue. Es una especie de convenio mutuo y silencioso. Un flirt puede convertirse en un noviazgo como puede quedar en agua de borrajas. Dependen del humor de los participantes. Una chica me confesaba que en sus flirts a veces se dejaba "robar un beso". Lo hacía ingenuamente, porque ello "le resultaba divertido". El flirt permite además el chiste picante y las pequeñas expansiones curvadas con que ambos sexos dan vuelta en torno del objeto interno de sus obsesiones o preocupaciones. El flirt cultiva con exclusividad lo superficial. Si hubiera que representarlo gráficamente, habría que componer un cuadro así: una superficie enjabonada donde patinan una joven y un muchacho. Hombre y mujer que participan en un flirt, evitan cuidadosamente la profundidad. Cultivan el ingenio, que es una de las formas más brillantes de la superficialidad. Definiendo: trabajan con un pedacito de mente, el más restringido posible. Ello evita a ambos los esfuerzos mentales indispensables para conocerse. Las conversaciones se desarrollan devanando temas fáciles: espectáculos, clima, cine. Toda mujer que flirtea se considera con derecho a decir "que tiene horror al casamiento". Todo individuo que flirtea, se cree obligado a declarar que "no cree en el amor". Mentira va y mentira viene. Ni ella le "tiene horror al casamiento" ni él deja de creer en el amor. Pero se ha hecho costumbre expresarse así, y además el pésimo gusto de esos individuos triviales admite que es de buen tono decir lo contrario de lo que se piensa.

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La segunda comedia, o sea la del noviazgo, presenta erupciones y síntomas de envenenamiento completamente opuestos a los del flirt. Me decía días pasados una lectora por teléfono: "¿Por qué no hace usted el favor de hablar sobre esos novios que, porque han tomado el estado de tal, se creen con la obligación de molestar en la casa con pujos de seriedad? Los hombres se vuelven inaguantables. Incluso, se creen con derecho a controlar la vida de las hermanas de la novia". Otra lectora me escribió refiriéndose también a tal punto, de ionde esto es más frecuente de lo que puede creerse y en verdad, que en esta comedia de gravedad doméstica participan ambos, aunque a veces, el exagerado es él, y la más venenosa por contagio, día. Comprobamos entonces fenómenos como los que voy a anotar: Una muchacha que era diablona, arriesgada, capaz de hacer travesuras de toda la ley, en cuanto "está de novia" cambia radicalmente del día a la noche. Se vuelve seria, modosita, alterna con señoras casadas, hace un gesto despectivo cuando se habla de chicas que han sido picaras como ella y, en fin, tiende a representar el papel de estatua de la virtud ambulante con bisagras en las rodillas. El individuo, cuanto más sinvergüenza ha sido en su vida íntima, más profundamente grave se presenta ante sus prójimos. Incluso "controla la vida de las hermanas de su novia". Se transforma en un ente moral, supermoral. Gasta cuello palomita y diserta con voz gruesa. Exige de continuo certificados de honestidad a todo el mundo. Si va al cine, protesta de las películas con besos, porque las ?elículas besuqueantes "le echan a perder la moralidad a la novia". Si se conversa de temas delicados, se indigna y truena. Nada de conversaciones libres. Se puede fragmentar la honestidad de su futura. Y él, el ex pillo redomado, pretende una novia intangible, inmaculada. Y aquí nos topamos con el caso que el gandul más desopilante, del día a la noche, como su novia, se convierte en un señor que nuele pornografía en las deliberaciones más inocentes, en las películas más serias, en los libros más inofensivos. 325

DURACIÓN DE LA COMEDIA La resistencia para mantener en pie de guerra una comedia a muy reducida. Pocos meses después de casados, ambos farsantes miran como diciéndose: ¿qué se ha hecho de nuestras buenas intenciones? Ambos han tirado muy lejos en sus relaciones íntimas e. disfraz de la comedieta. Y la única vez en que se muestran el uno al otro, tal cual son aparece la verdad en todo su auténtico relajamiento. No se comeen. Además ya no tienen interés alguno en conocerse. Si sin casarse estos dos individuos hubieran llegado al estado a que actualme~te se encuentran, uno se marcharía por un lado y el otro por el opuesto, sin mirarse ni la cara. Y sin embargo, los dos son los úr_cos culpables. Durante el flirt han estado mintiendo subterráneamente de mutuo acuerdo. Cuando novios han continuado fingiendo con beneplácito de sus respectivas familias... Y de lo q _ ; debieron hablar... ¡no hablaron nunca! Actualmente encuentra _ited señoras que le confiesan que sus maridos llegan al extremo c; no permitirles, no tan sólo ir a la calle solas... ¡sino ni leer libre; Así, como suena, en pleno siglo veinte, en el centro de la ciudad ce Buenos Aires. Un escritor francés, bastante superficial, Fierre Loti, necesitó hacer un viaje hasta Turquía para descubrir a "Las desencantadas Indudablemente, Fierre Loti era sumamente corto de vista. Buen: era un literato... Y las desencantadas están a granel en cualquier rincón por donde se mire.

Pase nomás, joven... El marco puede ser el salón donde se lleva a cabo un velorio. un bautismo, un baile, un concierto, un homicidio simple o compuesto, un zaguán o un balcón; el marco puede ser cualquier cosa; y no importa. Diálogo entre la presunta suegra y el presunto damnificado. La mercadería, o sea la hija en estado de merecer, está ausente. La presunta suegra tiene en las arrugas del semblante disuelta la sufi-

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ciente dosis de miel, vinagre, sal y pimienta, según sea indispensable. La propietaria de la mercadería inyecta o espolvorea en su sonrisa la miel, el vinagre, la sal o la pimienta. El ciudadano, cara de "bonafide" al "sugo". Es otario, pero como todos los otarios, tiene sus cascabeles de vivo. LA VIEJA. -¡Qué casualidad! La nena no está. Fue a una clase de corte y confección... EL "BONAFIDE". -Es siempre conveniente que una chica sepa... LA VIEJA. -¡Ah! Lo que es la nena... Va contra mi voluntad a la academia. Yo quiero que descanse, que no trabaje tanto. ¡Si supiera lo activa que es! Yo siempre le digo: con tal que el hombre que te lleve sepa apreciarte. ¡Hay que ver lo activa, lo diligente, lo voluntariosa que es! Sirve tanto para un barrido como para un fregado, A la mañana tempranito, como un pajarillo, ya está ella en la cocina preparando el café con leche. ¡Pobrecita! EL BONAFIDE. -¡Ah! Lo que es yo, de casarme, sólo elegiré una mujercita así... LA VIEJA (Volcando un chorro de miel en la sonrisa). ¡Ah! Si rodos los jóvenes fueran como usted. ¡Pero la "Jobentú" de hoy está perdida! EL BONAFIDE. -¡Vaya si lo está! LA VIEJA. -A usted lo que le conviene, es regularizar su situaron. EL "BONAFIDE". -Si no fueran los inconvenientes económicos.

abo un velón: simple o corr.cualquier cosa; D damnificadc stá ausente. La ii suelta la sui:-

LA VIEJA. —¿Por qué no saca un crédito en cualquier banco? EL "BONAFIDE". -Hoy por hoy, como están las cosas... LA VIEJA. -Si necesita una firma... ya sabe... EL "BONAFIDE". -Señora ¡qué buena es usted! No gracias... LA VIEJA. -¡Vaya por Dios!... qué importancia le da usted. Si no nos ayudamos los unos a los otros... Y, ya sabe. Si necesita crédito en lo de algún sastre, no tiene más que decirme. EL "BONAFIDE". -Sastre tengo... LA VIEJA (Otro chorro de miel en la sonrisa). Yo, lo que quiero es que mi hija se case con un hombre bueno. El otro día no más un " dotor" andaba dando vueltas por aquí. Pero yo le dije a mi nena: "Hijita, hace tu voluntad". EL "BONAFIDE" (semialarmado). -La profesión de "dotor" no 327

rinde tanto como antes... LA VIEJA. -Es lo que yo le dije. Mejor es que te cases con un buen muchacho. Esos "dotores"... Yo no sé... Pero hay que ver los pretendientes que le salen a la nena. Podría estar casada veinte veces, si quisiera. Pero ella ¡ah, eso sí que es verdad! Lo más indiferente. Dice que no quiere casarse... EL "BONAFIDE". (tirándose un lance de agudeza) -Es que es muy joven todavía... LA VIEJA. —¿Joven? ¡Dios mío!... Yo a su edad ya la tenía a ella. Otro que también la pretendía era un ingeniero. Pero ella, como si tal cosa. ¿Usted lo conoce al médico de X? También ese. ¡Qué chica! No es porque sea mi hija... no. Pero hay que ver. Donde llego, todo el mundo me dice: "Señora, orgullosa debe estar usted de tener semejante hija. ¡Qué seria! ¡Qué laboriosa! ¡Qué fina! ¡Qué inteligente! Dichoso el hombre que se la lleve por mujer". Pero yo les contesto: "No hay ningún apuro en casarse. Que viva. Que se divierta. Todavía es joven". Ah. Yo no soy como ciertas madres que lo agarran al novio del saco para meterlo al civil. ¡Dios me libre y me guarde! EL "BONAFIDE" (haciendo el papel de zalamero). Una madre como usted no todas pueden jactarse de tenerla. LA VIEJA. —El que sea novio de mi hija, puede contar con mi ayuda completa. Yo no soy de esas madres que están con la nariz todo el día encima de los novios. ¡Dios me libre y me guarde! Los novios son novios, y deben tener sus libertades... EL BONAFIDE. -¡Claro! LA VIEJA. —Guardando el respeto, se entiende. EL BONAFIDE. -Naturalmente... LA VIEJA. -Eso sí. Noviazgos largos no los tolero. Mi hija es una chica que puede casarse con el mejor. El hombre que no la conozca en tres meses, no la conocerá nunca. Los noviazgos largos no terminan nunca bien... EL BONAFIDE (casi irónico). -Hay que ver las cosas que pasan en los noviazgos largos. LA VIEJA. -Dígamelo a mí. Ahí la tiene a la chica de Fulanez. Después de tres años de relaciones, el sinvergüenza la larga... ¡Y vaya a saber cómo quedó esa chica! Yo no quisiera pensar mal... Pero después de tres años... ¡Dios me libre y me guarde! En mi casa no pasarán esas cosas. 328

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EL BONAFIDE. -Es que hay cada madre, también... A la distraída, aparece una chica de diecisiete años modelo standard. Como las cien mil chicas de la ciudad. Hace el gestillo de gusto consabido al distinguirlo al "bonafide" y luego larga el consabido. -Buenas tardes, mamita... Buenas tardes, Fulano... ¡Qué cansada estoy! ¡Hay que ver lo que trabajamos! LA VIEJA. -Anda a tomar el té, querida. ¿Quiere pasar? Nos va a acompañar... ¿no? EL BONAFIDE. -Pero... LA VIEJA (descaro a la enésima potencia). -Ninguna molestia. Vaya... Una taza de té... LA NENA. -Pase... (respirando violentamente y mirándolo al damnificado). -¡Qué contenta estoy!

La mentira del amor eterno Si el espectador se pone a observar en serio la gravedad con que la gente de ambos sexos afirma ciertas mentiras, se ve obligado a declarar que el espectáculo que ofrece la civilización actual de este planetita llamado Tierra, es de lo más grotesco y divertido.

VERDADES QUE ACEPTA LA GENTE ero. Mi hija es •e que no la coazgos largos no :osas que pasan ica de Fulanez. i larga... ¡Y vasar mal... Pero En mi casa no

Usted agarra un tipo y le dice: —En el vacío cae a la misma velocidad una bala de plomo que un copo de algodón. Y si el adoctrinado duda, usted lo introduce en un gabinete de física y, mediante un aparato construido exprofeso, demuestra que el principio de que "en el vacío los cuerpos caen a la misma velocidad", es una verdad que también cae por su propio peso. Y el ciudadano se marcha confiado y convencido a su casa. No duda. Tomemos otro caso. Las estadísticas revelan que en las estaciones en que el sol recalienta, los crímenes se producen en mayor porcentaje que en los días fríos. Y un fulano después de tragarse media 329

docena de estadísticas, afirma citándolos que cada mil habitantes dan un determinado porcentaje de locos, cuerdos, una fracción de criminales y otra fracción de vivillos. Y se enoja si no lo creen. Nadie se permite discutir un principio científico corroborado por columnas de números. Y que nadie se permite discutirlo, es tan cierto, que especulando con probabilidades se edifican o establecen las compañías de seguros. Y como las estadísticas no fallan, las compañías de seguros ganan plata. Se deduce aquí que la gente, y de ambos sexos, revela una docilidad admirable para admitir principios científicos que les sirven para regir la marcha de sus intereses. Incluso los casos que parecen dudosos o charlatanescos, gozando de más confianza de la gente que los reales. Por ejemplo: los curanderos, los asueroterapistas, etc. Las personas creen en el curandero y en el trigémino, porque algunas gotas de verdad se mezclan en un tonel de posibilidades.

VERDADES QUE NO ACEPTA LA GENTE Hay un libro oriental que se llama el Kamasutra. El Kamasutra se compone de una recopilación de leyes que deben regir las relaciones amorosas entre ambos sexos. Este libro, cuyo título en sánscrito quiere decir "Cantos del deseo", fue escrito en la India hace una purretada de siglos. El análisis de las relaciones amorosas llega incluso a comprender las leyes o conductas que debe seguir un individuo que "quiere conquistar a una señora casada". Lo cual demuestra hasta la saciedad que hace muchísimos siglos se ha aprendido en los países donde el diablo perdió el poncho, que el amor no es un sentimiento eterno ni duradero, sino algo transitorio como la primavera, el verano y el otoño. Desde el Kamasutra hasta nuestros días, en todos los idiomas, en todos los estilos, poesía, teatro, novela y hasta pintura (no hablemos de psicología) se ha dicho que lo "del amor eterno" es una muía, mentiras, se lo ha escrito en los tonos más diversos, divertidos y dramáticos con que se pueda enunciar una verdad tan absoluta. .. Y la gente sigue creyendo que la "bala de plomo cae a la misma velocidad en el vacío que un copo de algodón"... Pero también sigue afirmando, en su conversación con mujeres, que el 330

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amor es eterno... y "que él nunca la olvidará" es la otra verdad imperecedera. Usted se encuentra con tipos que lo mandarían fusilar si usted • e dijera que Newton estuvo equivocado al afirmar que "los cuerpos se atraen en razón directa de su masa y en razón inversa del cuadrado de las distancias"; nuevamente lo mandarían fusilar a usted, si les afirmara que el amor no es eterno, y que la eternidad del amor es una falsedad mucho más engañosa que los molinos de viento del Quijote.

IMPORTANCIA AL SENTIMIENTO La gente le da una importancia fabulosa a la presión de sus sentimientos No pasa un día casi sin que uno no tropiece con un Dotarate que no le haga la confidencia que su novia "es un ángel" y que "amor como el mío, dificulto que se encuentre en otro". Pasan dos o tres días, el botarate evoluciona, mas aún ha contraído enlace ;qué frase más delicada!) con el "ángel". El ángel ahora es una mu¡ercita cabrera o desilusionada, y el botarate evolucionado le hace, entre dos medios litros y un sandwich pestoso, esta confidencia anonadante: -No debí haberme casado. ¡Lo que es no tener experiencia! —¿Pero vos no decías que el amor era eterno? —Che, no me hagas chistes... No hay derecho. Es una mosca blanca el ciudadano que se ata una piedra de molino al cogote y que simultáneamente no crea que el amor es eterno. Incluso mira por sobre el hombro a los que despachando cierto gestito sobrador le dicen que el amor no es eterno, cuyo con:enido es: -¡Pobre infeliz!... No conoce las dulzuras del amor eterno. Hay que tenerle lástima. No existe padre, ni madre sobre el planetita Tierra, que crea que el amor es eterno. Lo cual no les impide afirmar ante el candidato matrimonial que el amor es eterno... Y que ellos son una prueba viviente, innegable, de la eternidad del amor. No exageremos; muchos saben perfectamente que el amor no es eterno. Pero ;qué dueño de restaurante le gritará a sus clientes: ¡No coman en mi bodegón, porque la comida que vendo es pésima!? 331

Tampoco negaré que hay madres muy sensatas. En las Sierras de Córdoba yo le oí decir a una señora que veraneaba en Cosquín, y que lidiaba con dos hijas muy diablonas: -Hijitas... Pórtense bien... Esperen a casarse. Después tendrán tiempo de hacer lo que quieran. No me atrevería a jurar que esta dignísima señora creyera en el amor eterno. En tanto, el amor eterno, como el tifus exantemático, la bubónica o el cólera negro (que es el cólera más cabrero que se conoce) continúa dejando el tendal de víctimas por donde se infiltra... y los seres humanos persisten en ser tan inconsecuentes que ni por un momento dudan del "cuadrado de las distancias"... ni de "la eternidad de sus sentimientos", tan duraderos como las flores de las estaciones del año.

El "Calientasillas" El Calientasillas es el prototipo del novio eterno. Podemos representárnoslo sentado en una sala, con el codo apoyado en un costado del piano, mirándose distraídamente los calcetines calados. El Calientasillas mantiene en las líneas de su semblante la expresión displicente del hombre que ya no tiene nada que decir y que permanece en la sala con la misma murria con que se encontraría en un café billardero. Cuando aparta la vista de sus calcetines, la detiene en los retratos de familia que ornamentan la sala. Se conoce de memoria los rasgos de ambos daguerrotipos ampliados. Evita la mirada de la madre de su novia, una buena señora (las hay también buenas) que dice: LA MADRE. -Estimado Fulano. Hace ya tres años que usted está de novio con Mechita. EL CALIENTASILLAS. —Tres años y dos meses. ¡Sí, me acuerdo!.. . Lo que menos se me olvidan son las fechas. LA MADRE. -Me alegro que conserve tan buena memoria. Hace tres años y dos meses. Usted no podrá decir que lo hemos apurado... que lo hemos importunado. EL CALIENTASILLAS. -Nada de eso, señora. Precisamente ahora 332

estaba pensa mido ya en frescas... LAMA años que es sado, en est lo usted, sin te. ¡Tres a interrumpa decente. ¿N ;Por favor, tarde y se v su casa, si niendo du noche? EL CA skío por es Lrrr^

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estaba pensando: es hora de que regularice mi situación. He consumido ya en esta casa cerca de una tonelada de legumbres secas y frescas... LA MADRE. -No se trata de eso, Fulano. Mechita hace ya tres años que está de novia. Y usted había prometido casarse el año pasado, en esta fecha. Y ha pasado un año. No podrá negar que no sólo usted, sino Mechita, están perdiendo el tiempo lamentablemente. ¡Tres años de novios! ¿Cuándo terminará esto?... No me interrumpa, Fulano. Póngase la mano en el corazón, como hombre decente. ¿No ha tenido tiempo de conocerla a la nena ya? Tres años. ;Por favor, no me interrumpa, Fulano! Viene usted a las tres de la tarde y se va a las doce de la noche. Tres años así. Dígame, ¿usted en su casa, si fuera padre, toleraría que un señor estuviera yendo y viniendo durante tres años desde las tres de la tarde a las doce de la noche? EL CALIENTASILLAS. -Señora... Usted sabe que si no hubiera sido por ese principio de úlcera que tuve al estómago... Le prometo arreglar nuestra situación, y pronto.

QUINTO AÑO DE NOVIO El calientasillas más aburrido, más flaco, más displicente, en la misma sala, mirándose los calcetines calados y contemplando de reojo los daguerrotipos ampliados de los progenitores de su novia, que sigue siendo Mechita. MECHITA. -Por mí no te diría nada. Pero mamá está triste. Me pregunta a veces: ¿Sabes en qué termina esto, hijita? Y yo no sé qué contestarle. Siento pena por vos, más que por mí. Sabes perfectamente que si no te quisiera no hubiera tolerado que hubieras estado viniendo cinco años. EL CALIENTASILLAS (transitoriamente emocionado). ¡Cinco años de novio y dos meses! Sí, fue en esa fecha que nos comprometimos. Tenes razón, Mechita. Pero vos conoces perfectamente todo lo ocurrido. Primero los negocios que fueron mal; después la muerte de papá. ¿Quién sostiene a mis dos hermanas? Yo. Vos sabes. LA NOVIA. -Sé que todo eso es verdad; sé que tenes buen corazón, y sé que con buen corazón y todo nos estás haciendo sufrir a 333

-

todos. No tenes plata, pero te compraste un auto. ¿Por qué no nos casamos y traes a vivir con nosotros a tus hermanas? Yo las quiero, nos llevaríamos muy bien todos. EL CALIENTASILLAS. -Nos complicaríamos la vida, Mechita. Créeme. Espera un año. Dentro de un año tenemos resuelto todos nuestros problemas.

SÉPTIMO AÑO DE NOVIO

El calientasillas, con las piernas cruzadas en un sillón de la sala. Le blanquean los cabellos en las sienes. Arrugas gordas le recorren el semblante. Mira consternado el piano, luego observa como si los viera por primera vez, los retratos de los padres de Mechita. EL HERMANO. -Che, viejo, te hablo yo. Déjate de embromar. ¿Cuándo te pensás casar? Hace siete años... EL CALIENTASILLAS. -Y dos meses. Si me parece que fue ayer cuando me comprometí. ¡Tengo una memoria para las fechas! EL HERMANO. -Sos la desgracia, la polilla de esta casa. Mechita tenía veinte años cuando te conoció... ¡Haceme el favor! ¿Cuándo te casas vos? ¡Siete años de novios!... Pero ¿te das cuenta? Y después, todavía serás capaz de protestar que te apuran. ¡Siete años! La vieja está loca. Mechita está loca. ¡Siete años! Yo no sé cómo han tolerado esto. EL CALIENTASILLAS. —Vos sabes que se enfermó mi hermana; que hubo que operarla a la menor... EL HERMANO. —Déjate de embromar. Primero tu estómago, después los negocios, después los viejos que se te murieron, después tus hermanas... ¿Qué esperas para casarte? ¿Enterrarnos a todos?

AÑO NOVENO

El calientasillas en un rincón de la sala. Peinas canas. Mechita (los párpados abultados) la cara color de cera monjil. La que debía ser suegra, encorvadita en el sillón. Estamos en el mes de enero. El calientasillas contempla pensativamente las fotografías suspendidas sobre el piano que representan a los progenitores de Mechita, y por decir algo, dice: 334

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Interesantes cartas de mujeres

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La semana pasada publiqué algunos fragmentos de cartas que me habían enviado lectoras de esta sección; y he quedado sorprendido al comprobar el interés que en el público masculino despierta la literatura epistolar femenina. Agradecidísimo a estas señoras y señoritas que me alivian el rrabajo de escribir una nota. He recopilado las más interesantes que me han enviado, aunque algunas no estén de acuerdo con mi manera de pensar.

CARTA PRIMERA "¿Cómo no se va a disgustar cierta gente si usted les está descubriendo el juego punto por punto? La mayoría de las candidatas cortadas por su tijera, son dignas de admiración, porque para desarrollar un proceso de conquista como el que usted describe, hay que tener una paciencia de Job, cuidando el detalle como si se tratara de buscar un alfiler en un maizal. . . Y a todo ¿quién tiene la culpa? Us:edes, ¡sí, ustedes! Cristo dijo: "Creced y multiplicaos", pero no aclaró previamente que se debía pasar por el Registro Civil. Bromas aparte. Las leyes las han creado ustedes, los hombres, y las mujeres no hacen más que cumplirlas; de manera que ¿de qué se quejan ustedes? Yo no creo que todo sea premeditación y engaño, como usted dice. Sobre la mujer, desde que nace pesan tres cosas: la familia, el concepto moral y la sociedad. Usted no lo negará. Estos tres factores en muchos casos contribuyen a hacer de la mujer una perfecta inútil. Acostumbradas a ser mantenidas y protegidas por sus padres, hermanos o esposos, no hacen nada más que cambiar de dueño, encerrándose en un círculo de falsas obligaciones que dependen del terrible factor económico. La mujer, si se encuentra sola, se acobar335

da o se pierde. No lo niegue. Es lógico, entonces, que vea en el próximo hombre, la continuación de esa seguridad que pudiera faltarle mañana, y que es todo su horizonte. Además, existe el factor biológico, el instinto. Hay naturalezas femeninas tan eléctricas (permítame el eufemismo) que no soportan un celibato prolongado y la única puerta de escape que tienen o que la moral les permite, es el casamiento. Otras, en cambio se casan para no quedarse solteras, porque en nuestro país se habla despectivamente de la soltera y se la rodea de una injusta atmósfera de lástima disimulada. Por eso le digo a usted que no todo es premeditación, alevosía y mentira, sin dejar de reconocer que usted en parte, tiene razón."

CARTA SEGUNDA "¿Por qué usted no es un poco imparcial y confiesa que los hombres también mienten? ¿que los hombres nos hacen a veces desgraciadas? (y usted sabe que es cierto), ¿que los hombres no saben querer y que, en el noventa por ciento de los casos, son culpables de nuestra infelicidad y que a pesar de que usted crea lo contrario, son responsables de la insinceridad de las chicas?" Esta lectora, después de narrarme una historia de amor, a continuación escribe: "¿Sabe usted a la triste conclusión a que tiene que llegar una mujer después de algunas experiencias? Los hombres no quieren, desean; usted busca amistad, compañerismo, pero es inútil; amistad y compañerismo son dos términos que les sirven para disfrazar sus pasiones. Póngase usted en el lugar de una mujer: ¿cómo ser sincera si los actos de ellos están demostrando de continuo insinceridad?"

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QUINTA CARTA CARTA TERCERA "En su nota de hoy se refiere a la falsedad de la gente. Estoy en todo de acuerdo con usted, pero creo, Arlt, que muchas veces no es la culpa de uno mismo, sino del medio en que actúa. "Nosotras, las mujeres, no podemos ser francas. Lo he comprobado por propia experiencia; he sido testigo de la dolorosa desi336

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lusión de uno que se decía mi enamorado. Cuando le dije que La Machona de Paul Marguerite no era una novela con secretos para mí, porque de mis amigas había escuchado conversaciones parecidas, se desilusionó completamente. ¿Qué quiere decir esto? Para que no nos juzguen mal, tenemos que fingir una ignorancia que no existe. Cuando se trata, en el caso más simple, de un escritor catalogado 'no apto para señoritas', hay que callarse la boca. "En el amor nos pasa lo mismo. Tenemos que demostrar indirerencia y una ternura tibia ante el temor de parecer demasiado efusivas; fingir enojo cuando nos besan y nunca ¡nunca por favor! decir "te quiero" porque entonces, a partir de allí, empiezan las exigencias. Los hombres se han acostumbrado a mirarnos sin comprendernos y también con aire de suficiencia. Ven audacia allí donde hay sinceridad y pasiones innombrables donde sólo hay amor."

CUARTA CARTA "Está usted haciendo una verdadera obra humanitaria entre sus semejantes o cumpliendo con un deber (como más le agrade). Procede haciendo patalear a la gente en pos de la verdad. ¿Usted vio iiguna vez cuando está naciendo un pollo y no tiene cascarón? Buer.o. Inconscientemente, el pollo patalea porque siente desagradable el trance de desprenderse del cascarón, que hasta le fue útil, pero que ahora le es molesto y perjudicial. Nosotros, o la mayoría de los seres humanos, vivimos en falsos cascarones; pero si conseguimos cuitárnoslos o que nos ayuden a ello, luego nos sentimos más tranquilos."

QUINTA CARTA

la gente. Estov uchas veces no 13..

s. Lo he comdolorosa desi-

"Estimado Arlt: en la clase media ¿cuántas son las cosas que una mujer debe ignorar o 'no debe hacer' por el solo hecho de haber nacido mujer? ¿Por qué no escribe usted sobre esto? ¿No sería acaso cierto que después que esa blanda arcilla, que es una escultura, ha salido de las manos de madres, hermanos y luego novios, queda irreconocible? Es como una momia que sólo se diferencia de sarcófago por la clase social en que está colocada. Y todavía se ensa337

ña usted con esas pobres muchachas. No negaré que los hermanos de estas momias resultan al final también víctimas como ellas del mismo mal, y para finalizar, le diré: ya que hay tierras para sacudir en esa alfombra de hombres y mujeres, ¿por qué pega usted de un solo lado, que es precisamente el más sacudido y castigado?"

•nerte- éste que yo mmexe finísima mai ••coloda del cana

SEXTA CARTA

O5MO SE DESARRO

"Roberto Arlt: en nuestro país, una mujer debe casarse o de lo contrario se le crea una atmósfera molesta. Aquí no existen como en otros países (EE.UU. por ejemplo) leyes que amparen a la mujer contra la picardía de muchos vivos. Aquí a nadie se indemniza a pesar de que le saquen todos los derechos. Los 'pobrecitos' a que usted se refiere, son los que siempre van en busca, no de compañera o colaboradora, que es lo que debe esperar de una esposa, sino de una criada. Se lo digo con propiedad, pues tengo pocos años de vida (veinticuatro) y he visto infinitos casos. Cuanto más limitada y tonta es la muchacha, más encantadora es para el presunto tonto, porque puede engañarla como quiere... "Usted debía ocuparse del aspecto con más seriedad. Solicitar, por ejemplo, la creación de una ley como en Italia, que obligue a los hombres a una edad a casarse o de lo contrario al pago de multas aumentadas progresivamente; también debía ocuparse de la fundación de agencias matrimoniales y su difusión, etcétera, etcétera." Dejo a mis lectores los comentarios de cada uno de estos puntos de vista.

Nada más ilu •knto. De allí qi Asaco para prop i : ;