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Apuntes de clases de teología moral Unidad 1 introducción a las virtudes 1691: San Alberto Magno (cerm. 21, 2-3) “Cristiano reconoce tu dignidad puesto que ahora participas de la naturaleza divina, no degeneres volviendo a la bajeza de tu vida pasada, recuerda a que Cabeza perteneces y a que cuerpo eres miembro. Acuérdate que has sido arrancado del poder de las tinieblas para ser trasladado a la luz del reino de Dios”. 1692: Lo que confiesa la fe, los sacramentos lo comunican. Ciertamente por los sacramentos todo hombre renace. Es por ello que el tema sacramental es fundamental para la moral, no se entiende ninguna vida moral sin los sacramentos. El catecismo ciertamente sostiene que todo cristiano obra por la fe pero que previamente se recibe y se interioriza. El bautismo y la confirmación son los sacramentos que nos hacen nacer nuevamente a una vida en Cristo. En el sentido de que la fe que recibo me transforma, me hace nuevo, me otorga una identidad. Se trata de la condición ontológica del cristiano. El catecismo utiliza dos tradiciones bíblicas (en el nuevo testamento) para hablar del renacimiento 

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La tradición petrina: Por el bautismo somos constituidos como participes de la naturaleza divina (Cfr. Ped. 2, 1-4). Participar: Que también, en el ámbito teologico, se denomina gracia y se divide en: Gracia Santificante: La recibida en el bautismo. (permanente). La gracia Actual: Por la que somos movidos por Dios para crecer en las virtudes y para recuperar la gracia santificante. San Pedro hace referencia a la gracia santificante por la que el hombre participa en Dios, tiene la vida de Dios. La tradición paulina y joanica: EL bautismo nos constituye en Hijos de Dios. (San Pablo utiliza la expresión “hijos adoptivos”. Esta noción de Hijos de Dios, necesariamente hace referencia a un Padre. Sabemos que hay un solo Hijo y que nosotros somos hijos en el Hijo.

Notas aclaratorias de conceptos:  

Persona: “Sustancia individual de naturaleza racional”. definición de Boecio. Naturaleza: Principio de las operaciones.

A la definición de persona ciertamente le falta considerar al otro. Santo Tomas antes de tomar la definición de Boecio la enmarca en el misterio de la Trinidad. El concepto de persona incluye la sociabilidad. La persona es el soporte de las acciones. Es anterior, precede y sostiene el concepto de naturaleza. Es fundamental entender el concepto de persona y que somos tal para poder hacer moral. Reconocer la sociabilidad es reconocer que el hombre puede amar y esto tiene relación directa con la moral que tiene como fin último el amor. Continua el catecismo sosteniendo que los cristianos reconociendo su dignidad (que abarca lo que hemos desarrollado) son llamados a llevar una vida digna como creyentes. Y por los sacramentos el hombre recibe la gracia de Cristo para poder realizarlo. Claramente podemos ver como el catecismo hace hincapié en dos acentos: la fe y la vida, la fe y el obrar. Pues en el cristianismo, puesto que el obrar sigue al ser, no puedo ser cristiano si no obro como tal. Esto es fundamental, si soy creyente entonces vivo como tal. Esta posibilidad de poder vivir en coherencia es obra de la gracia de Dios más que de un esfuerzo personal.

Apuntes de clases de teología moral Antes de desarrollar lo que nos señala el catecismo debemos decir que el mismo presenta dos componentes que nos llevan a plantearnos las cuestiones morales, es decir por un lado encontramos el indicativo y por otro el imperativo es decir lo que fundamenta y el hecho. 1693: Indicativo: Cristo Jesús hizo siempre lo que le agrada al Padre. Imperativo: de igual modo sus discípulos están llamados a vivir bajo la mirada del padre, es decir a ser perfectos como el Padre lo es (cf. Mt 5, 48). Ese ser perfectos tiene relación directa con vivir en el Amor. Debemos señalar que la Teología moral está estrechamente vinculada a la teología espiritual en cuanto que esta busca la perfección en el amor que se realiza por medio de las obras (vida moral). Toda moral apunta a lo exterior lo cual se realiza siempre desde una interioridad. 1694: Indicativo: Por el bautismo somos incorporados a Cristo. Imperativo: Los cristianos, como hijos, deben conformar sus pensamientos, sus palabras y sus acciones con los sentimientos que tuvo Cristo y siguiendo sus ejemplos. Este asumir los sentimientos de Cristo ciertamente implica dos movimientos: 



Un cambio ontológico: en donde por el bautismo entramos en el dinamismo de Cristo, en un continuo movimiento en donde salimos para volver. Salimos para volver al Padre (Dinamismo ontológico) Un cambio moral: Este movimiento comienza x la humillación, una expropiación.

Este último se explica en cuanto que me dejo a mi mismo (me expropio) para un bien mayor. Esta expropiación suele llamarse morir a uno mismo. La muerte de uno mismo no significa abandonar la humanidad sino planificarla en Cristo. La humildad que implica el abajamiento es vivir en la verdad de Cristo, y la verdad es que somos hijos de Dios. El negarse a uno mismo está relacionado con el lavatorio de los pies realizado por Cristo, en cuanto que era una tarea de esclavos que fue realizada por el mismo Jesús. El lavatorio de los pies es el ejemplo de un servicio que lleva a abandonarse a uno mismo. Al mismo tiempo en la Eucaristía Jesús hace una 2° Kenosis, en cuanto que el se hace lo que no es para hacernos divinos. En este sentido el servicio no solo me lleva a ser esclavo sino incluso ser alimento para el otro. En un tercer nivel, podemos decir que el servicio se concreta en el hecho de dar la vida, en el martirio. Dado que el lavatorio de los pies se realizo en el contexto de la preparación para dar la vida. 1695 Indicativo: “Somos justificados en el espíritu del Dios” los cristianos se convierten en “templo del Espíritu Santo”. Imperativo: Ese mismo espíritu los hace orar y obrar en la caridad operante, nos impulsa a la conversión y nos ilumina y fortalece para hacernos “vivir en la luz”. El Espíritu nos hace orar. Se trata de una oración filial, es decir con la conciencia de ser en comunión con la trinidad. Es la oración que emerge de la profundidad del misterio de la trinidad en Jesús. Jesús como Hijo entra en la trinidad, entra en el seno del Padre. Nosotros que por el bautismo somos hijos en el Hijo participamos de esa oración que se va desarrollando gradualmente en la medida que Cristo se va haciendo más presente en nuestra vida.

Apuntes de clases de teología moral En la vida moral lo primero es entonces aprender a orar, orar como Hijos para luego poder dar los frutos del Esp. Junto a la oración y al obrar, el mismo Espíritu nos llama a la conversión hacia el padre. Dicha cuestión es de relevancia para la moral, entre ellos encontramos el tema del perdón que es moralmente complejo para el hombre. Es la cruz de Cristo la medida de todo perdón y en este sentido todo amor cristiano exige perdón. Ese mismo espíritu nos ilumina y fortalece con los sus siete dondes que nos capacitan para vivir la vida teologal. La moral entonces entendida de la trinidad significa:   

Padre: Es el modelo de nuestra perfección. El Hijo: Ejemplo en la humildad y el servicio. El Espíritu Santo: Nos impulsa a la oración, la caridad, la reconciliación y la disponibilidad para la vida teologal.

1696: La parábola Evangélica de los dos caminos está siempre presente en la catequesis de la Iglesia. El camino de la vida que es Cristo. El camino de perdición. Ambos caminos se dan de acuerdo a mi respuesta en la vida moral. Se trata de SI O NO, salvación o perdición. Es mi elección o mi rechazo a Cristo. Es necesario remarcar que lo que define en que camino esta el hombre son sus hechos concretos, las decisiones morales concretas, diarias. 1698 La referencia de toda catequesis es Jesucristo que es Camino, Verdad y Vida. Vivir la vida teologal es ciertamente vivir en Cristo que es:   

Camino: Vamos hacia la verdad de la fe Verdad: Es el fundamento de nuestra fe, nuestra verdad. Vida: nos permite vivir en Dios.

Viviendo asi esperamos que Cristo cumpla sus promesas en nosotros. La persona en Cristo Hemos desarrollado el horizonte, ahora es necesario definir la persona concreta a Cristo. Veremos alguna noción de lo que significa antropología teológica. 1701: Cristo el nuevo Adán, asume la naturaleza humana y le revela al hombre que es ser hombre.   

Cristo en cuanto nuevo Adán le revela al hombre el ser hombre. Cristo en cuanto Imagen del Padre, nos revela al padre. Cristo revela la grandeza de la vocación del hombre.

Podemos hablar de tres dimensiones en Cristo:  Escatológica: El nuevo Adán que es Cristo resucitado, se nos revela al Padre y a nosotros mismos.  Protologica: El hombre creado a Imagen de Dios. Hemos sido creados por El, con El y para El. Dios Padre nos crea en el Hijo y para el Hijo.

Apuntes de clases de teología moral  Pascual: 1. Cristo redentor: Con su redención, nos devuelve la imagen primera, nos reconstruye, nos regenera. Para lograr en nosotros la restauración nos libera del pecado y nos rescata del mismo 2. Cristo salvador: Somos divinizados y hechos hijos en el Hijo. Las virtudes teologales Arrancamos por las virtudes teologales debido a que donde se radica la vida del hombre es la vida teologal. La teología clásica suele expresar que el hombre es un ser religioso porque es capaz de Dios (capax Dei). El hombre ha sido creado por Dios y para Dios y es atraído hacia Dios, por lo que el hombre no cesa de buscarlo. No podemos obviar que en toda persona hay una misteriosa presencia divina en la persona de Cristo. 1812 CIC:

Las virtudes humanas se arraigan en las virtudes teologales que adaptan las facultades del hombre a la participación de la naturaleza divina (Cf. 2 P 1, 4). Las virtudes teologales se refieren directamente a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la Santísima Trinidad. Tienen como origen, motivo y objeto a Dios Uno y Trino. Las virtudes teologales son el andamiaje básico. Estas, las virtudes humanas, se arraigan en la vida teologal porque necesitamos que se haga una adaptación de la naturaleza humana y la gracia, debido a que esta ultima supera al hombre. Se necesita una adaptación para que haya una presencia divina en el hombre. (son las teologales las que transforman) Las virtudes humanas son el instrumento que tiene mi naturaleza humana que permite que se adapte a la manifestación de gracia de las virtudes teologales. Existe un autor que hace “filosofía cristiana” presenta al hombre con una organicidad hacia la gracia. Describe las virtudes teologales y las virtudes morales, agregando las virtudes humanas infusas. ¿Cuáles son estas virtudes morales infusas? Ciertamente son todas las virtudes humanas a las cuales Dios les da como un plus, una plenitud que por mi mismo yo no podría alcanzar. Agrega además los dones del Espíritu Santo. Estos dos últimos recursos se hacen presente porque señalan la desproporción que hay entre las virtudes morales y la vida de la gracia. Si a las mismas les falta las infundidas las virtudes morales quedan reducidas y si faltan los dones del ES no se podría hacer la relación entre la vida de la gracia y el hombre en su naturaleza. Nuestra vida tiene como base, como sustento, la vida teologal. Lo que sustenta la vida del cristiano es la VT, es el presupuesto, la base, el ABC. Y a partir de allí yo comienzo a trabajar las demás virtudes humanas. Nada puede el hombre sin Dios, por ello aún en los no bautizados, que no tienen la vida teologal, existe una presencia incoada, misteriosa de Dios que permite puntos de contactos. ((Para educar en las virtudes debemos saber primeramente que necesitamos una base para ello, que son las virtudes teologales y desde allí se debe cultivar las demás, con la oración, los sacramentos, etc. Debemos dejar que el ES vaya tomando posesión de esa persona y vaya adquiriendo interioridad)).

Apuntes de clases de teología moral ¿Qué son las virtudes teologales? El Objeto de las mismas se refiere a Dios. Disponen a los cristianos a vivir en relación con la santísima trinidad. Dispone: Es lo propio de las virtudes. Si quisiéramos definir y conceptualizar debemos decir que son disposiciones habituales para el bien. La naturaleza propia de la virtud es una dispocion para o a, es una disposición permanente. La vida teologal entra en el campo de las virtudes en general1. Vivir: Las virtudes teologales son realidades que se relacionan con la vida, están para que el hombre viva. Santísima trinidad: Con el Padre, Hijo y ES. Ciertamente las relaciones de los hombres con la trinidad son distintas, de acuerdo a las distintas misiones económicas con relación a cada persona. Las virtudes teologales tiene como objeto al Padre, al Hijo y al ES, es decir a la trinidad como origen, como objeto y como fin. (((Suele preguntar en el examen)) --El origen es indistintamente Dios, son infundidas, son Don y por lo tanto no tengo derecho a ninguna de ellas y se pueden perder debido a que son regalo.

1813: Las virtudes teologales fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano. Tres son las virtudes teologales: la fe, la esperanza y la caridad (Cf. 1 Co 13, 13). Funda: hace de fundamento, no hay vida cristiana, no hay obrar moral cristiano sin esta base de vida teologal. Es importante en las consecuencias prácticas. Si pierdo a la vida teologal, ellas quedan inanimadas. Anima: hace referencia a la clásica afirmación por la cual las virtudes teologales, animan, elevan las virtudes morales, dándole su objeto ultimo: la vida eterna. Se lo dice primeramente por la caridad que es como la principal, sin la cual no hay nada pero ciertamente es por toda la vida teologal. Caracteriza: le da su tono propio, le da su impronta. Funciona a la imagen del obrar de Dios, sino que hace plenitud, sobreabundancia. Las virtudes teologales, informan y vivifican toda la vida cristiana, es decir le da una forma propia, le da vida, le pone el alma, se dice principalmente de la caridad. Son infundidas en el 1 No encontramos en la palabra de Dios la palabra virtud, esta denominación la da Santo Tomas. Etimológicamente del latín significa fuerza y no podemos decir que Dios sea una fuerza. Debemos saber que ha ido evolucionando el termino en la patrística y es Santo Tomas quien reformulando a Pedro Lombardo define las virtudes morales, teologales y con ello indica que las mismas son un habito, que es una disposición hacia un acto. Ciertamente no podemos agotar fe, esperanza y caridad en cuanto virtudes y muchos autores critican ese término, considerando que es difícil abarcar la vida de Dios en ello y prefieren hablar de DON DE DIOS o DE VIDA TEOLOGAL. Es la presencia de Dios en mi, por eso es poco considerarla disposiciones en mi. Las podemos llamar virtudes pero con este trasfondo, sabiendo que no se agotan en el termino.

Apuntes de clases de teología moral alma de los fieles para vivir como hijos y alcanzar la vida eterna. Es decir son dadas por Dios, infundidas en el bautismo, para hacerme obrar como hijo, introducimos acá la categoría filial, me permite ser hijo en el Hijo, haciéndome actuar como hijo, desarrollar lo que ontológicamente soy. Se me ha hecho un regalo grande que yo no merezco pero Dios me lo dio. Hay que tener cuidado con la idea de merecer, del mérito. Las virtudes son la garantía y la presencia del ES en las facultades del Ser humano. Es interesante que el CIC agregue esto porque nos propone tener en cuenta la acción del ES en las facultades del hombre, como aquel que posibilita ello en todo el hombre. La fe se relaciona con la verdad La caridad con el amor La esperanza con la bienaventuranza (la felicidad) En este sentido podemos vivir en relación a Dios con aquello que realmente le pertenece, es decir en la verdad, en el amor y en la felicidad. Unidad 3: La fe en el catecismo y en Lumen Fidei

1814 La fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que Él nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque Él es la verdad misma. Por la fe “el hombre se entrega entera y libremente a Dios” (DV 5). Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo vivirá por la fe” (Rm 1, 17). La fe viva “actúa por la caridad” (Ga 5, 6). Implica el asentimiento de la voluntad. Es el acto de toda la persona porque entra las dos grandes facultades, la inteligencia, en cuanto se conoce una verdad y ante la cual la voluntad elige, pronuncia una sentencia. Ello implica aceptar que la Iglesia es una mediadora, pues ella custodia y propone la verdad que se debe creer. La Iglesia tiene por Jesucristo la capacidad de proponerme la fe por distintos grados de asentimientos, en algunos casos debo asentir con la Iglesia, con fe divina y católica y en otros casos basta con el sentimiento religioso. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios no es solo cognitivo, no es cuestión de neuronas, se entrega todo, con todo lo que es. Se esfuerza por hacer la voluntad de Dios, esta es la dimensión moral, en donde debemos esforzarnos para conocer la voluntad de Dios. Es necesario hacer el esfuerzo, sabemos que hoy hay mucha gente ignorante en cuestiones de fe. Como la fe es un asentimiento es la vida, “el justo vive por la fe”. Creer en Cristo es razón de salvación. Se necesita una fe que es viva, que tiene que estar inspirada en la caridad. Viernes 17 de marzo de 2017

1815 El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella (Cf. Cc. Trento: DS 1545). Pero, “la fe sin obras está muerta” (St 2, 26): privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente el fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo. La fe es un regalo que es difícil de perder. El peor pecado que podemos cometer es no creer. Justamente quien no cree pierde toda esperanza, todo horizonte de la vida.

Apuntes de clases de teología moral Reconociliacio penitentia señala que el misterio de la comunión de los santos eleva a la humanidad hacia la definitiva escatología. Por el contrario, el misterio de la iniquidad hunde al hombre en su conjunto en aquello que es contrario a su dignidad y a su vida. Nuestra vida esta tejida por una red misteriosa, profunda. Después nuestra libertad podemos ir a él junto nuestros hermanos o nos hundimos todos. 1816 El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también

profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla. El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: “Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Mt 10, 32-33). Esto ciertamente necesita vivir la fe, es el ámbito moral. La fe no es un concepto abstracto, sino que es práctica. Pero por otro lado tenemos que anunciarla, testimoniarla, no solo hablarla sino también estar presente, dar testimonio. Hay que testimoniarla con firmeza, es decir con fortaleza y ver la manera en que debo anunciarla de acuerdo a mi vocación particular. El servicio y el testimonio de la fe son importantes para la salvación, una frase fuerte. 143 Por la fe, el hombre somete completamente su inteligencia y su voluntad a Dios.

Con todo su ser, el hombre da su asentimiento a Dios que revela (cf. DV 5). La sagrada Escritura llama «obediencia de la fe» a esta respuesta del hombre a Dios que revela (cf. Rm 1,5; 16,26). ¿en que consiste la fe? Es un don de Dios por lo cual el hombre comprende su vida entera, toda su persona, todo su ser, al Dios que se revela. ¿Qué es esta obediencia? Adhesión plena a la voluntad de Dios, con la inteligencia y la voluntad. Es el asentimiento de la voluntad a la realidad de Dios. 144 Obedecer (ob-audire) en la fe es someterse libremente a la palabra escuchada,

porque su verdad está garantizada por Dios, la Verdad misma. Su autoridad divina es razón para creer en lo que dice. Acá encontramos todo lo que constituye la definición de fe. El motivo de la fe es la autoridad de Dios. Esta actitud obediencial la vamos a ver en la historia de la salvación: Abraham 145: «Por la fe, Abraham obedeció y salió para el lugar que había de recibir en herencia,

y salió sin saber a dónde iba» (Hb 11,8; cf. Gn 12,1-4). Por la fe, vivió como extranjero y peregrino en la Tierra prometida (cf. Gn 23,4). Por la fe, a Sara se le otorgó el concebir al hijo de la promesa. Por la fe, finalmente, Abraham ofreció a su hijo único en sacrificio (cf. Hb 11,17). 146: Abraham realiza así la definición de la fe dada por la carta a los Hebreos: «La fe es

garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven» (Hb 11,1). Por

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eso fortalecido por su fe, Abraham fue hecho «padre de todos los creyentes» (Rm 4,11.18; cf. Gn 15, 5). María 148 La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe,

María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que «nada es imposible para Dios» (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). 149 Durante toda su vida, y hasta su última prueba (cf. Lc 2,35), cuando Jesús, su hijo, murió en la cruz, su fe no vaciló. María no cesó de creer en el «cumplimiento» de la palabra de Dios. Por todo ello, la Iglesia venera en María la realización más pura de la fe. II "Yo sé en quién tengo puesta mi fe"(2 Tm 1,12) Timoteo – Se en quien tengo pueta mi fe- queda claro que la fe no es ciega sino que se, hay una certeza de porque creo. Esto es lo que se llamo en teología clásica como razones para creer o credibilidad de la fe. Este tema no se analiza hoy tanto pero es importante en cuanto que muestra la relación entre el pensamiento racional y el orden de la fe. Más aún se podría decir que esto pone una exigencia en el hombre en cuanto que lo invita a buscar esas razones de fe, como dice Pedro “den razones de su fe”. Creer solo en Dios 150 La fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios; es al mismo tiempo e

inseparablemente el asentimiento libre a toda la verdad que Dios ha revelado. En cuanto adhesión personal a Dios y asentimiento a la verdad que Él ha revelado, la fe cristiana difiere de la fe en una persona humana. Es justo y bueno confiarse totalmente a Dios y creer absolutamente lo que Él dice. Sería vano y errado poner una fe semejante en una criatura. Creo en Dios como adhesión personal del hombre a Dios y esta afirmación implica desde el punto de vista negativo en no poner la confianza en aquello que no es de Dios o más aún poner la fe en cuestiones humanas.

Ciertamente la fe se pone en cuestiones humanas, pero en última instancia debe ser puesta siempre en Dios. Creer en Jesucristo, el Hijo de Dios 151 Para el cristiano, creer en Dios es inseparablemente creer en Aquel que él ha enviado, «su Hijo amado», en quien ha puesto toda su complacencia (Mc 1,11). Dios nos ha dicho que les escuchemos (cf. Mc 9,7). El Señor mismo dice a sus discípulos: «Creed en Dios, creed también en mí» (Jn 14,1). El objeto definitivo de nuestra fe es Jesucristo. Creer en Dios es creer también en el mismo Jesucristo en quien el Padre ha puesto toda su complacencia.

Creer en el Espíritu Santo

Apuntes de clases de teología moral 152 No se puede creer en Jesucristo sin tener parte en su Espíritu. Es el Espíritu Santo

quien revela a los hombres quién es Jesús. Porque «nadie puede decir: "Jesús es Señor" sino bajo la acción del Espíritu Santo» (1 Co 12,3). Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios» (1 Co 2,10-11). Sólo Dios conoce a Dios enteramente. Nosotros creemos en el Espíritu Santo porque es Dios. creer en Dios es creer también en el ES, que es la participación en el Espíritu de Cristo que él envía desde el costado abierto de la cruz. (el P. Cantalamessa trabaja mucho la idea del ES). III Las características de la fe La fe es una gracia 153 Cuando san Pedro confiesa que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, Jesús le declara que esta revelación no le ha venido «de la carne y de la sangre, sino de mi Padre que está en los cielos» (Mt 16,17). La fe es un don de Dios, una virtud sobrenatural infundida por Él. La fe es un acto humano 154 Sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por Él reveladas. 155 En la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: «Creer

es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia» (Santo Tomás de Aquino, S.Th., 2-2, q. 2 a. 9). La fe y la inteligencia 156 El motivo de creer no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos «a causa de la autoridad de Dios mismo que revela y que no puede engañarse ni engañarnos». «Sin embargo, para que el homenaje de nuestra fe fuese conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación» (ibíd., DS 3009). Los milagros de Cristo y de los santos (cf. Mc 16,20; Hch 2,4), las profecías, la propagación y la santidad de la Iglesia, su fecundidad y su estabilidad «son signos certísimos de la Revelación divina, adaptados a la inteligencia de todos», motivos de credibilidad que muestran que «el asentimiento de la fe no es en modo alguno un movimiento ciego del espíritu» 157 La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Es el conocimiento de mayor certeza del objeto de la fe iluminado por la inteligencia. Hay viene la tensión que existe en nosotros entre el uso de nuestra inteligencia que nos va a llevar a que las cuestiones de la fe nos parezcan oscuras. La inteligencia suele hacernos difícil el misterio. La instancia es mas completa es el conocimiento místico, que es un conocimiento que viene desde la interioridad y que no puedo explicar. Dios se revela plenamente y mis facultades quedan paralizadas. Dios no me deja

Apuntes de clases de teología moral pensar sino que me ilumina con un conocimiento distinto no desde afuera hacia dentro sino desde dentro hacia afuera.

158 «La fe trata de comprender» es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre «los ojos del corazón» (Ef 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación. El adagio de san Agustín (Sermo 43,7,9: PL 38, 258), «creo para comprender y comprendo para creer mejor». 159 Fe y ciencia. «A pesar de que la fe esté por encima de la razón, jamás puede haber contradicción entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe otorga al espíritu humano la luz de la razón, Dios no puede negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero» (Concilio Vaticano I: DS 3017). Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y según las normas morales, nunca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios.

Se presenta un dialogo entre la fe y la razón, tratando de responder a aquella idea del mundo positivista de que son dos cosas totalmente distintas. Benedicto XVI habla también sobre esta relación. Comparando el acto de caridad con la justicia social.

La libertad de la fe 159 «El hombre, al creer, debe responder voluntariamente a Dios; nadie debe ser obligado contra su voluntad a abrazar la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia naturaleza». «Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en verdad. Por ello, quedan vinculados en conciencia, pero no coaccionados. En efecto, Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie. La libertad es un tema que también trabajó el documento dignitates humane y es la libertad de la fe. Es la propia conciencia la que obliga al hombre, es la atadura mas fuerte que puede haber. Las verdades de fe tienen que asumirse y descubrirse a nivel de conciencia. Nadie puede obligar sino la misma conciencia. La necesidad de la fe

161 Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió es necesario para obtener esa salvación (Jn 3,36; 6,40 e.a.). «Puesto que "sin la fe... es imposible agradar a Dios" (Hb 11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella ni obtendrá Este punto describe distintos modos de necesidad de la fe. ¿la perseverancia es una gracia especifica? Sto Tomás responde que sí. La fe es necesaria para la salvación y nos hace vivir ya en el presente la vida eterna. Nosotros ya estamos, gracia a la fe, en el cielo. Los cristianos por la fe deberíamos tener como una claridad particular para ver las cosas, que se practica en el discernimiento para nuestra vida. La perseverancia en la fe

Apuntes de clases de teología moral 162 La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre. Este don inestimable podemos perderlo.

Para vivir, crecer y perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios; debemos pedir al Señor que nos la aumente. Debe «actuar por la caridad», ser sostenida por la esperanza (cf. Rm 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia. La fe, comienzo de la vida eterna 163 La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica.

164 Ahora, sin embargo, «caminamos en la fe y no [...] en la visión» (2 Co 5,7), y conocemos a Dios «como en un espejo, de una manera confusa [...], imperfecta" (1 Co 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. I- La fe en la Iglesia 166 La fe es un acto personal: la respuesta libre del hombre a la iniciativa de Dios que se revela. Pero la fe no es un acto aislado. Nadie puede creer solo, como nadie puede vivir solo. Nadie se ha dado la fe a sí mismo, como nadie se ha dado la vida a sí mismo. El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. 168 La Iglesia es la primera que cree, y así conduce, alimenta y sostiene mi fe. La Iglesia es la primera que, en todas partes, confiesa al Señor. y con ella y en ella somos impulsados y llevados a confesar también : "creo", "creemos". Por medio de la Iglesia recibimos la fe y la vida nueva en Cristo por el bautismo. Nadie puede creer solo, creemos en la Iglesia, creemos en un cuerpo que es el cuerpo del Señor. En esa fe nos comunicamos permanentemente, de modo que la fe sostiene la miá y la miá sostiene la de los otros. 169 La salvación viene solo de Dios; pero puesto que recibimos la vida de la fe a través de la Iglesia, ésta es nuestra madre: "Creemos en la Iglesia como la madre de nuestro nuevo nacimiento, y no en la Iglesia como si ella fuese el autor de nuestra salvación" II- Lenguaje de la fe.

170 No creemos en las fórmulas, sino en las realidades que estas expresan y que la fe nos permite "tocar". Sin embargo, nos acercamos a estas realidades con la ayuda de las formulaciones de la fe. Estas permiten expresar y transmitir la fe, celebrarla en comunidad, asimilarla y vivir de ella cada vez más. Necesitamos de un lenguaje común que sea normativo y que nos permita expresarnos de una manera comprensible para todos. Este es el esfuerzo de los primeros siglos de la Iglesia primeramente para conocer los distintos misterios. El lenguaje no va a dejar de tener una pobreza porque nunca va a poder abarcar la riqueza todo y encima limita en cuanto que acota el conocimiento. Cuando se “abarca” a Dios en un lenguaje debemos tener en cuenta que se ayuda a entender muchas cosas pero se lo limita en cuanto que se lo encierra en un término. En este sentido, en busca de un lenguaje común, tenemos el símbolo de la fe.

Apuntes de clases de teología moral 171 La Iglesia es la que guarda la memoria de las palabras de Cristo, la que transmite de

generación en generación la confesión de fe de los apóstoles. Como una madre que enseña a sus hijos a hablar y con ello a comprender y a comunicar, la Iglesia, nuestra Madre, nos enseña el lenguaje de la fe para introducirnos en la inteligencia y la vida de la fe. III Una sola fe 172 Desde siglos, a través de muchas lenguas, culturas, pueblos y naciones, la Iglesia no cesa de confesar su única fe, recibida de un solo Señor, transmitida por un solo bautismo, enraizada en la convicción de que todos los hombres no tienen más que un solo Dios y Padre. La fe es una sola aunque nosotros la expresamos, la pensamos, la reflexionamos en distintas partes. Los artículos de la fe son los del credo. Aquellas en las que debemos creer. Luego hay algunas cuestiones que podrían entrar en discusión. Tiene mucho que ver también quien lo dice y como se dice, se trata de saber a que verdad estoy obligado. Lumen Fidei – Francisco Introducción El santo Padre primeramente hace una referencia a la fe como luz, sosteniendo que el titulo la luz de la fe es ya utilizado por la tradición de la Iglesia, mostrando incluso algunos textos bíblicos en donde se hace referencia a la luz. Inmediatamente comienza a señalar que el mundo de hoy intenta apagar esa luz o considerarla como una luz que iluminaba otro tiempo. Esa luz fue remplazada por la luz de la razón pero que quedará opacada por la misma experiencia. Es por eso que es importante recuperar la luz de la fe. Ella es una luz potente que ilumina toda la realidad del hombre. La fe, que recibimos de Dios como don sobrenatural, se presenta como luz en el sendero, que orienta nuestro camino en el tiempo. La fe nace del encuentro con el Dios vivo, que nos llama y nos revela su amor, un amor que nos precede y en el que nos podemos apoyar para estar seguros y construir la vida. Así mismo como Jesús ha resucitado y nos atrae más allá de la muerte, la fe es luz que viene del futuro, que nos desvela vastos horizontes, y nos lleva más allá de nuestro « yo » aislado, hacia la más amplia comunión. CAPÍTULO PRIMERO HEMOS CREÍDO EN EL AMOR Abrahán, nuestro padre en la fe si queremos entender lo que es la fe, tenemos que narrar su recorrido, el camino de los hombres creyentes, cuyo testimonio encontramos en primer lugar en el Antiguo Testamento. En él, Abrahán, nuestro padre en la fe, ocupa un lugar destacado. En su vida sucede algo desconcertante: Dios le dirige la Palabra, se revela como un Dios que habla y lo llama por su nombre. La fe está vinculada a la escucha. Abrahán no ve a Dios, pero oye su voz. Dios se manifiesta a una persona. La fe es la respuesta a una Palabra que interpela personalmente. Lo que esta Palabra comunica a Abrahán es una llamada y una promesa. En primer lugar es una llamada a salir de su tierra, comienzo de un éxodo que lo lleva hacia un futuro inesperado. La

Apuntes de clases de teología moral visión que la fe da a Abrahán estará siempre vinculada a este paso adelante que tiene que dar: la fe « ve » en la medida en que camina, en que se adentra en el espacio abierto por la Palabra de Dios. Lo que se pide a Abrahán es que se fíe de esta Palabra. La fe acoge esta Palabra como roca firme, para construir sobre ella con sólido fundamento. ((Dos dimensiones de la fe:  

Verdad oída Verdad contemplada

La fe es peregrina en cuanto que se mete, vamos viendo, vamos entendiendo mas en cuanto que se va comprendiendo. La fe va creciendo en cuanto que voy respondiendo a la palabra oída, en cuanto que camino en lo que me dice. No se trata de una experiencia de estudio sino que la misma crece en cuanto que debo vivo la fe. Yo sé porque escuche y siendo memoria es promesa. Pongamos de ejemplo a María en cuanto que ella escucho y tiene memorias de esa escucha. Lo vemos en el magnifico. Nuestro sacerdocio. Si nosotros no tuviéramos fe seria absurdo. ¿Qué es tener fe? Es confiar en la promesa que Dios me hizo, confiar en ello. En este sentido la fe acogida de esta manera se convierte en nosotros en roca firme, en donde se apoya el cristiano.))

Un último aspecto de la historia de Abrahán. El Dios que pide a Abrahán que se fíe totalmente de él, se revela como la fuente de la que proviene toda vida. De esta forma, la fe se pone en relación con la paternidad de Dios, de la que procede la creación: el Dios que llama a Abrahán es el Dios creador. Abrahán reconoce en esa voz que se le dirige una llamada profunda, inscrita desde siempre en su corazón. Para Abrahán, la fe en Dios ilumina las raíces más profundas de su ser, le permite reconocer la fuente de bondad que hay en el origen de todas las cosas, y confirmar que su vida no procede de la nada o la casualidad, sino de una llamada y un amor personal. ((La palabra que Dios me dirige no es una palabra que siempre me señala un norte de una manera puramente interior, sino que la llamada es de la más profunda interioridad (punto 11). Hago experiencia de la palabra como una palabra profunda. Nosotros a esto le llamamos predisposición.))

La fe de Israel La fe nace de nuevo de un don originario: Israel se abre a la intervención de Dios, que quiere librarlo de su miseria. La fe es la llamada a un largo camino para adorar al Señor en el Sinaí y heredar la tierra prometida. La confesión de fe de Israel se formula como narración de los beneficios de Dios, de su intervención para liberar y guiar al pueblo (cf. Dt 26,5-11), narración que el pueblo transmite de generación en generación. Para Israel, la luz de Dios brilla a través de la memoria de las obras realizadas por el Señor, conmemoradas y confesadas en el culto, transmitidas de padres a hijos. ((La fe no es una categoría conceptual sino una categoría personal))

Lado negativo (13) La historia de Israel también nos permite ver cómo el pueblo ha caído tantas veces en la tentación de la incredulidad. Se trata sobre todo de la idolatría. En lugar de tener fe en Dios, se prefiere adorar al ídolo, cuyo rostro se puede mirar, cuyo origen es conocido, porque lo hemos hecho nosotros. El ídolo es un pretexto para ponerse a sí mismo en el centro de la realidad, adorando la obra de las propias manos. La idolatría es siempre politeísta, ir sin meta alguna de

Apuntes de clases de teología moral un señor a otro. La idolatría no presenta un camino, sino una multitud de senderos, que no llevan a ninguna parte, y forman más bien un laberinto. (La invisibilidad de Dios, su rostro. El no poder aferrarlo en mis manos. Creer sin ver, la visibilidad del pueblo, creer sin ver, puede llevar a buscar otro Dios, a no creer en el verdadero.)

El pueblo no soporta el misterio del rostro oculto de Dios, no aguanta el tiempo de espera. La fe, por su propia naturaleza, requiere renunciar a la posesión inmediata que parece ofrecer la visión, es una invitación a abrirse a la fuente de la luz, respetando el misterio propio de un Rostro, que quiere revelarse personalmente y en el momento oportuno. ((Estas son las dos tentaciones muy fuerte para la incredulidad.))

La fe, en cuanto asociada a la conversión, es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al Dios vivo, mediante un encuentro personal. Creer significa confiarse a un amor misericordioso, que siempre acoge y perdona, que sostiene y orienta la existencia, que se manifiesta poderoso en su capacidad de enderezar lo torcido de nuestra historia. En la fe de Israel destaca también la figura de Moisés, el mediador. Con esta presencia del mediador, Israel ha aprendido a caminar unido. El acto de fe individual se inserta en una comunidad, en el « nosotros » común del pueblo que, en la fe, es como un solo hombre, « mi hijo primogénito », como llama Dios a Israel (Ex 4,22). (como si este fuera una sola realidad y una realidad filial).

Desde una concepción individualista y limitada del conocimiento, no se puede entender el sentido de la mediación, esa capacidad de participar en la visión del otro, ese saber compartido, que es el saber propio del amor. La plenitud de la fe cristiana La fe cristiana está centrada en Cristo, es confesar que Jesús es el Señor, y Dios lo ha resucitado de entre los muertos (cf. Rm 10,9). Todas las líneas del Antiguo Testamento convergen en Cristo; él es el « sí » definitivo a todas las promesas, el fundamento de nuestro « amén » último a Dios (cf. 2 Co 1,20). Así como Israel recordaba las grandes muestras de amor de Dios, que constituían el centro de su confesión y abrían la mirada de su fe, ahora la vida de Jesús se presenta como la intervención definitiva de Dios, la manifestación suprema de su amor por nosotros. La fe reconoce el amor de Dios manifestado en Jesús como el fundamento sobre el que se asienta la realidad y su destino último. La mayor prueba de la fiabilidad del amor de Cristo se encuentra en su muerte por los hombres. Si dar la vida por los amigos es la demostración más grande de amor (cf. Jn 15,13), Jesús ha ofrecido la suya por todos, también por los que eran sus enemigos, para transformar los corazones. Por eso, los evangelistas han situado en la hora de la cruz el momento culminante de la mirada de fe, porque en esa hora resplandece el amor divino en toda su altura y amplitud. En la contemplación de la muerte de Jesús, la fe se refuerza y recibe una luz resplandeciente, cuando se revela como fe en su amor indefectible por nosotros, que es capaz de llegar hasta la muerte para salvarnos. (Como la expresión mayor de Jesús es la pascua, los evangelistas ponen en la cruz la mirante culminante de la fe. Todos tenían puesto en EL su mirada. Ademas de ser el momento mayor, la fe además se asienta en el misterio de la resurrecion de Jesus (vana seria nuestra fe si Cristo no hubiera resucitado). Por ello allí esta puesto el misterio central en nuestra confesión de fe).

Apuntes de clases de teología moral En este amor, que no se ha sustraído a la muerte para manifestar cuánto me ama, es posible creer; su totalidad vence cualquier suspicacia y nos permite confiarnos plenamente en Cristo. Si el amor del Padre no hubiese resucitado a Jesús no sería un amor plenamente fiable, capaz de iluminar también las tinieblas de la muerte. Precisamente porque Jesús es el Hijo, porque está radicado de modo absoluto en el Padre, ha podido vencer a la muerte y hacer resplandecer plenamente la vida. Ante la idea de que Dios no tiene nada que ver con el mundo los cristianos, en cambio, confiesan el amor concreto y eficaz de Dios, que obra verdaderamente en la historia y determina su destino final, amor que se deja encontrar, que se ha revelado en plenitud en la pasión, muerte y resurrección de Cristo. (Cristo es el objeto de nuestra fe, especialmente en su muerte y resurrección pero también es Sujeto de nuestra fe. Nos unimos en Cristo para creer en Dios. Es entrar en los sentimientos de Cristo, de entrar en EL, de vivir de EL y para El. Cristo nos abre un espacio en el cual nosotros podemos entrar para hacer la experiencia de Dios. A esta experiencia de Dios la llamamos religión)

Para la fe, Cristo no es sólo aquel en quien creemos, sino también aquel con quien nos unimos para poder creer. La fe no sólo mira a Jesús, sino que mira desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: es una participación en su modo de ver. La importancia de la relación personal con Jesús mediante la fe queda reflejada en los diversos usos que hace san Juan del verbo credere. san Juan usa las locuciones « creer a » Jesús y « creer en Jesús». « Creemos a » Jesús cuando aceptamos su Palabra, su testimonio, porque él es veraz (cf. Jn6,30). « Creemos en » Jesús cuando lo acogemos personalmente en nuestra vida y nos confiamos a él, uniéndonos a él mediante el amor y siguiéndolo a lo largo del camino (cf. Jn 2,11; 6,47; 12,44). La fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacía sí; y esto lleva al cristiano a comprometerse, a vivir con mayor intensidad todavía el camino sobre la tierra. (Ya no es Jesús objeto sino sujeto, pues es a EL a quien creemos, aceptamos su palabra y creemos en su testimonio. Creer en Jesús es acogerlo personalmente, es vivir en El, ser discípulos suyo… Se trata de acogerlo como persona que es. Entonces le creo a Dios porque es veraz en la persona de Cristo porque el es testigo fiel y testigo veraz. Es la razón de la fe y el motivo de la fe que se revela en Jesucristo. Creo en Dios, siempre en la persona de Cristo, es la dimensión objetiva, el contenido de la fe. Creo en Dios en cuanto que es persona en su Hijo, uniéndome a EL, configurándome en EL, haciéndome discípulo suyo, esta es la dimensión subjetiva).

La salvación mediante la fe A partir de esta participación en el modo de ver de Jesús, el apóstol Pablo nos ha dejado en sus escritos una descripción de la existencia creyente. El que cree, aceptando el don de la fe, es transformado en una creatura nueva, recibe un nuevo ser, un ser filial que se hace hijo en el Hijo. “Abbá, Padre”, es la palabra más característica de la experiencia de Jesús, que se convierte en el núcleo de la experiencia cristiana (cf. Rm 8,15). N° 19 Parte de la afirmación paulina de que la salvación viene por la fe y esta fe es trasformadora del creyente. Esa realidad de fe es una relidad real, que se convierte en experiencia cristiana y me

Apuntes de clases de teología moral hace pronunciar el Abba. Cuando algo que glorifca al padre estoy glorificando al Padre con esta expresión porque me comporto como Hijo y esa es su única oración. La vida en la fe, en cuanto existencia filial, consiste en reconocer el don originario y radical, que está a la base de la existencia del hombre, y puede resumirse en la frase de san Pablo a los Corintios: « ¿Tienes algo que no hayas recibido? » (1 Co 4,7). La salvación comienza con la apertura a algo que nos precede, a un don originario que afirma la vida y protege la existencia. Sólo abriéndonos a este origen y reconociéndolo, es posible ser transformados, dejando que la salvación obre en nosotros y haga fecunda la vida, llena de buenos frutos. La fe en Cristo nos salva porque en él la vida se abre radicalmente a un Amor que nos precede y nos transforma desde dentro, que obra en nosotros y con nosotros. La fe sabe que Dios se ha hecho muy cercano a nosotros, que Cristo se nos ha dado como un gran don que nos transforma interiormente, que habita en nosotros, y así nos da la luz que ilumina el origen y el final de la vida, el arco completo del camino humano. Así podemos entender la novedad que aporta la fe. El creyente es transformado por el Amor, al que se abre por la fe, y al abrirse a este Amor que se le ofrece, su existencia se dilata más allá de sí mismo. Por eso, san Pablo puede afirmar: «No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20). En la fe, el « yo » del creyente se ensancha para ser habitado por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más grande en el Amor. Sin esta conformación en el Amor, sin la presencia del Espíritu que lo infunde en nuestros corazones (cf. Rm 5,5), es imposible confesar a Jesús como Señor (cf. 1 Co 12,3). ((La vida de la fe como filiación es reconocer que soy Hijo y esa es la razón de fe. Esta es la fe, es la apertura a un Dios que me conoce y que me espera como Padre. Todo lo tengo recibido, se trata de una continua expropiasion constante de mi. La fe creece por una vivencia, por una experiencia de muerte. Eso no se puede hacer sino en la historia, con gestos que nacen en el corazón del hombre y esa es la lógica de la fe. En una acción que la realiza el ES.))

De este modo, la existencia creyente se convierte en existencia eclesial. El creyente aprende a verse a sí mismo a partir de la fe que profesa: la figura de Cristo es el espejo en el que descubre su propia imagen realizada. Y como Cristo abraza en sí a todos los creyentes, que forman su cuerpo, el cristiano se comprende a sí mismo dentro de este cuerpo, en relación originaria con Cristo y con los hermanos en la fe. No significa que pierdan cada uno su individualidad, los cristianos son « uno » (cf. Ga 3,28), sin perder su individualidad, y en el servicio a los demás cada uno alcanza hasta el fondo su propio ser. La fe tiene una configuración necesariamente eclesial, se confiesa dentro del cuerpo de Cristo, como comunión real de los creyentes. Desde este ámbito eclesial, abre al cristiano individual a todos los hombres. Capitulo 2 “si no creen no comprenderán” Fe y verdad Si no creéis, no comprenderéis (cf. Is 7,9). El profeta invita a comprender las vías del Señor, descubriendo en la fidelidad de Dios el plan de sabiduría que gobierna los siglos. El texto de Isaías lleva a una conclusión: el hombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de verdad, porque sin ella no puede subsistir, no va adelante. La fe, sin verdad, no

Apuntes de clases de teología moral salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula o bien se reduce sentimiento hermoso. Recuperar la conexión de la fe con la verdad es hoy aun más necesario, precisamente por la crisis de verdad en que nos encontramos en donde se tiende a aceptar como tal las verdades tecnológicas que si bien lo son pero no absolutamente. Por otra parte, estarían después las verdades del individuo, que consisten en la autenticidad con lo que cada uno siente dentro de sí, válidas sólo para uno mismo. La verdad grande, la verdad que explica la vida personal y social en su conjunto, es vista con sospecha. ¿No ha sido esa verdad —se preguntan— la que han pretendido los grandes totalitarismos del siglo pasado una verdad que imponía su propia concepción global para aplastar la historia concreta del individuo? Así, queda sólo un relativismo en el que la cuestión de la verdad completa, que es en el fondo la cuestión de Dios, ya no interesa. Amor y conocimiento de la verdad ¿Puede la fe cristiana ofrecer un servicio al bien común indicando el modo justo de entender la verdad? Para responder, es necesario reflexionar sobre el tipo de conocimiento propio de la fe. Puede ayudarnos una expresión de san Pablo, cuando afirma: « Con el corazón se cree » (Rm 10,10). En la Biblia el corazón es el centro del hombre, donde se entrelazan todas sus dimensiones. Pues bien, si el corazón es capaz de mantener unidas las dimensiones es porque en él es donde nos abrimos a la verdad y al amor, y dejamos que nos toquen y nos transformen en lo más hondo. La fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al amor. Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio de la fe. La fe conoce por estar vinculada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad. Hoy sin embargo el amor se concibe hoy como una experiencia que pertenece al mundo de los sentimientos volubles y no a la verdad. Pero esta descripción del amor ¿es verdaderamente adecuada? En realidad, el amor no se puede reducir a un sentimiento. Tiene que ver ciertamente con nuestra afectividad, pero para abrirla a la persona amada, saliendo de mi propio yo para entablar una relación madura. Y así se puede ver en qué sentido el amor tiene necesidad de verdad. Sólo en cuanto está funda do en la verdad, el amor puede perdurar en el tiempo, superar la fugacidad del instante y permanecer firme para dar consistencia a un camino en común. Si el amor no tiene que ver con la verdad, está sujeto al vaivén de los sentimientos y no supera la prueba del tiempo. Sin verdad, el amor no puede ofrecer un vínculo sólido, no consigue llevar al « yo » más allá de su aislamiento, ni librarlo de la fugacidad del instante para edificar la vida y dar fruto. Si el amor necesita la verdad, también la verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad no se pueden separar. Sin amor, la verdad se vuelve fría, impersonal, opresiva para la vida concreta de la persona. Quien ama comprende que el amor es experiencia de verdad, que él mismo abre nuestros ojos para ver toda la realidad de modo nuevo. Se trata de un modo relacional de ver el mundo, que se convierte en conocimiento compartido, visión en la visión de otro o visión común de todas las cosas.

Apuntes de clases de teología moral Se encuentra en la concepción bíblica de la fe. En la Biblia, verdad y fidelidad van unidas, y el Dios verdadero es el Dios comprender su designio a lo largo del tiempo. Mediante la experiencia de los profetas, en el sufrimiento del exilio y en la esperanza de un regreso definitivo a la ciudad santa, Israel ha intuido que esta verdad de Dios se extendía más allá de la propia historia, para abarcar toda la historia del mundo, ya desde la creación. ((Aca encontramos de atrás lo que BXVI escribió en Caritas in Veritati. Nos da ojos para ver la realidad. El amor necesita de la verdad y el amor necesita de la verdad))

La fe como escucha y visión Dios fiel, que establece una relación de amor con el hombre y le dirige la Palabra, es presentado por la Biblia como escucha, y es asociado al sentido del oído. San Pablo utiliza una fórmula que se ha hecho clásica: fides ex auditu, « la fe nace del mensaje que se escucha » (Rm 10,17). La fe es, además, un conocimiento vinculado al trascurrir del tiempo, necesario para que la palabra se pronuncie: es un conocimiento que se aprende sólo en un camino de seguimiento. El Antiguo Testamento ha combinado ambos tipos de conocimiento (escucha y visión contrapuesta para la cultura griega), puesto que a la escucha de la Palabra de Dios se une el deseo de ver su rostro. El oído posibilita la llamada personal y la obediencia, y también, que la verdad se revele en el tiempo; la vista aporta la visión completa de todo el recorrido y nos permite situarnos en el gran proyecto de Dios. La conexión entre el ver y el escuchar, como órganos de conocimiento de la fe, aparece con toda claridad en el Evangelio de san Juan. Para el cuarto Evangelio, creer es escuchar y, al mismo tiempo, ver. 

La escucha de la fe tiene las mismas características que el conocimiento propio del amor: es una escucha personal, que distingue la voz y reconoce la del Buen Pastor (cf. Jn 10,3-5)



Por otra parte, la fe está unida también a la visión. A veces, la visión de los signos de Jesús precede a la fe, como en el caso de aquellos judíos que, tras la resurrección de Lázaro, « al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él » (Jn 11,45). Otras veces, la fe lleva a una visión más profunda: « Si crees, verás la gloria de Dios » (Jn 11,40).

Al final, creer y ver están entrelazados: « El que cree en mí [...] cree en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí, ve al que me ha enviado » (Jn 12,44-45). Gracias a la unión con la escucha, el ver también forma parte del seguimiento de Jesús, y la fe se presenta como un camino de la mirada, en el que los ojos se acostumbran a ver en profundidad. ¿Cómo se llega a esta síntesis entre el oír y el ver? Lo hace posible la persona concreta de Jesús, que se puede ver y oír. El conocimiento de la fe no invita a mirar una verdad puramente interior. La verdad que la fe nos desvela está centrada en el encuentro con Cristo, en la contemplación de su vida, en la percepción de su presencia. Mediante la encarnación, compartiendo nuestra humanidad, el conocimiento propio del amor podía llegar a plenitud. En efecto, la luz del amor se enciende cuando somos tocados en el corazón. Para san Juan, junto al ver y escuchar, la fe es también un tocar, como afirma en su primera Carta: « Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos [...] y palparon nuestras manos acerca del Verbo de la vida » (1Jn 1,1). Con su encarnación, Jesús nos ha tocado y, a través de los sacramentos, también hoy nos toca; de este modo, transformando

Apuntes de clases de teología moral nuestro corazón, nos ha permitido y nos sigue permitiendo reconocerlo y confesarlo como Hijo de Dios. Con la fe, nosotros podemos tocarlo, y recibir la fuerza de su gracia. ((El conocimiento de la fe esta vinculado a la alianza de Dios que se dirige al pueblo y lo asocia en un pacto y es entonces cuando la fe se asocia al sentido de la escucha que me invita a la alianza. Junto a esta palabra se presenta la fe como luz y como misión. El antiguo testamento siempre convinó escucha y respuesta. El pueblo escucho y obedeció pero siempre quiso ver su rostro y lo que Dios no permitió en el AT sino que preparo al pueblo para verlo en la plenitud de los tiempos. Sin la visión tendríamos nosotros fragmentos aislados de un todo desconocido. (((Juan 1, 14--- texto clave)). El hombre tiene necesidad de ver, de tocar y de escuchar pero siempre en el orden del misterio. ))

Diálogo entre fe y razón Los primeros cristianos encontraron en el mundo griego, en su afán de verdad, un referente adecuado para el diálogo. El encuentro del mensaje evangélico con el pensamiento filosófico de la antigüedad fue un momento decisivo para que el Evangelio llegase a todos los pueblos, y favoreció una fecunda interacción entre la fe y la razón, que se ha ido desarrollando a lo largo de los siglos hasta nuestros días. Así mismo san Agustín acepta la filosofía griega de la luz con su insistencia en la visión. Su encuentro con el neoplatonismo le había permitido conocer el paradigma de la luz, que desciende de lo alto para iluminar las cosas, y constituye así un símbolo de Dios. De este modo, san Agustín comprendió la trascendencia divina, y descubrió que todas las cosas tienen en sí una transparencia que pueden reflejar la bondad de Dios, el Bien. Por otra parte, en la experiencia concreta de san Agustín, cuando en el jardín oyó una voz que le decía: « Toma y lee »; tomó el volumen de las Cartas de san Pablo. Este encuentro con el Dios de la Palabra no hizo que san Agustín prescindiese de la luz y la visión. Integró ambas perspectivas, guiado siempre por la revelación del amor de Dios en Jesús. Y así, elaboró una filosofía de la luz que integra la reciprocidad propia de la palabra y da espacio a la libertad de la mirada frente a la luz. De este modo, la luz se convierte, por así decirlo, en la luz de una palabra, porque es la luz de un Rostro personal, una luz que, alumbrándonos, nos llama y quiere reflejarse en nuestro rostro para resplandecer desde dentro de nosotros mismos. La luz del amor, propia de la fe, puede iluminar los interrogantes de nuestro tiempo en cuanto a la verdad. Una verdad común nos da miedo, porque la identificamos con la imposición intransigente de los totalitarismos. Sin embargo, si es la verdad del amor, si es la verdad que se desvela en el encuentro personal con el Otro y con los otros, entonces se libera de su clausura en el ámbito privado para formar parte del bien común. La verdad de un amor no se impone con la violencia, no aplasta a la persona. Naciendo del amor puede llegar al corazón, al centro personal de cada hombre. Se ve claro así que la fe no es intransigente, sino que crece en la convivencia que respeta al otro. Por otra parte, la luz de la fe, unida a la verdad del amor, no es ajena al mundo material, porque el amor se vive siempre en cuerpo y alma, en la dinámica de la encarnación. La mirada de la ciencia se beneficia así de la fe: ésta invita al científico a estar abierto a la realidad, en toda su riqueza inagotable. La fe despierta el sentido crítico, en cuanto que no permite que la investigación se conforme con sus fórmulas y la ayuda a darse cuenta de que la naturaleza no se reduce a ellas. Invitando a maravillarse ante el misterio de la creación, la fe

Apuntes de clases de teología moral ensancha los horizontes de la razón para iluminar mejor el mundo que se presenta a los estudios de la ciencia. Fe y búsqueda de Dios La luz de la fe en Jesús ilumina también el camino de todos los que buscan a Dios, y constituye la aportación propia del cristianismo al diálogo con los seguidores de las diversas religiones. El hombre religioso intenta reconocer los signos de Dios en las experiencias cotidianas de su vida, en el ciclo de las estaciones, en la fecundidad de la tierra y en todo el movimiento del cosmos. Dios es luminoso, y se deja encontrar por aquellos que lo buscan con sincero corazón. El hombre religioso está en camino y ha de estar dispuesto a dejarse guiar, a salir de sí, para encontrar al Dios que sorprende siempre. La luz de Dios se revela progresivamente y a medida que nos acercamos a El se hace mas intensa. Cuanto más se sumerge el cristiano en la aureola de la luz de Cristo, tanto más es capaz de entender y acompañar el camino de los hombres hacia Dios. La fe concierne también a la vida de los hombres que, aunque no crean, desean creer y no dejan de buscar. En la medida en que se abren al amor con corazón sincero y se ponen en marcha con aquella luz que consiguen alcanzar, viven ya, sin saberlo, en la senda hacia la fe. Intentan vivir como si Dios existiese, a veces porque reconocen su importancia para encontrar orientación segura en la vida común, y otras veces porque experimentan el deseo de luz en la oscuridad, pero también, intuyendo, a la vista de la grandeza y la belleza de la vida, que ésta sería todavía mayor con la presencia de Dios. Fe y teología Al tratarse de una luz, la fe nos invita a adentrarnos en ella. De este deseo nace la teología cristiana. Por tanto, la teología es imposible sin la fe y forma parte del movimiento mismo de la fe, que busca la inteligencia más profunda de la autorrevelación de Dios, cuyo culmen es el misterio de Cristo. La teología no consiste sólo en un esfuerzo de la razón por escrutar y conocer, como en las ciencias experimentales. Dios no se puede reducir a un objeto. Él es Sujeto que se deja conocer y se manifiesta en la relación de persona a persona. La fe recta orienta la razón a abrirse a la luz que viene de Dios, para que, guiada por el amor a la verdad, pueda conocer a Dios más profundamente. La teología participa en la forma eclesial de la fe; Esto requiere, por una parte, que la teología esté al servicio de la fe de los cristianos. Por otra parte, la teología, debe estar en contacto con el magisterio que asegura el contacto con la fuente originaria, y ofrece, por tanto, la certeza de beber en la Palabra de Dios en su integridad. CAPÍTULO TERCERO: TRANSMITO LO QUE HE RECIBIDO La Iglesia, madre de nuestra fe La fe se transmite, por así decirlo, por contacto, de persona a persona, como una llama enciende otra llama. La fe en Cristo nace de un acontecimiento en la historia que se ha trasmitido de generación en generación ¿Cómo podemos estar seguros de llegar al « verdadero Jesús » a través de los siglos? Desde una mirada individualista el hombre no puede ver por mí mismo lo que ha sucedido en una época tan distante de la mía. Pero ésta no es la única manera que tiene el hombre de conocer. La persona vive siempre en relación. Proviene de otros, pertenece a otros e incluso el

Apuntes de clases de teología moral auto conocimiento y la percepción de si están condicionados por otros, el mismo lenguaje proviene de otros. Lo mismo sucede con la fe, aquel acto de amor de Jesús, que ha hecho germinar en el mundo una vida nueva, nos llega en la memoria de otros, de testigos, conservado vivo en aquel sujeto único de memoria que es la Iglesia. La Iglesia es una Madre que nos enseña a hablar el lenguaje de la fe. San Juan, une fe y memoria diciendo « os irá recordando todo » (Jn 14,26). El Amor, que es el Espíritu y que mora en la Iglesia, mantiene unidos entre sí todos los tiempos y nos hace contemporáneos de Jesús. Es imposible creer cada uno por su cuenta, la fe no es únicamente una opción individual sino que por su misma naturaleza se abre al « nosotros », se da siempre dentro de la comunión de la Iglesia. Esta apertura al « nosotros » eclesial refleja la apertura propia del amor de Dios, que no es sólo relación entre el Padre y el Hijo, entre el « yo » y el « tú », sino que en el Espíritu, es también un « nosotros », una comunión de personas. Por eso, quien cree nunca está solo, porque la fe tiende a difundirse, a compartir su alegría con otros. Los sacramentos y la transmisión de la fe Como hemos dicho que la fe es trasmisión, ella necesita un ámbito en el que se pueda testimoniar y comunicar, un ámbito adecuado y proporcionado a lo que se comunica, dado que lo que la Iglesia anuncia no es un mensaje cualquiera sino un acontecimiento que toca toda la persona por lo cual hay un medio particular, que pone en juego a toda la persona, cuerpo, espíritu, interioridad y relaciones. Este medio son los sacramentos, celebrados en la liturgia de la Iglesia. En ellos se comunica una memoria encarnada, ligada a los tiempos y lugares de la vida, asociada a todos los sentidos; implican a la persona, como miembro de un sujeto vivo, de un tejido de relaciones comunitarias. La transmisión de la fe se realiza en primer lugar mediante el bautismo. Mediante el bautismo nos convertimos en criaturas nuevas y en hijos adoptivos de Dios. En el bautismo el hombre recibe también una doctrina que profesar y una forma concreta de vivir, que implica a toda la persona y la pone en el camino del bien, introduciéndolo en la Iglesia. No es obra nuestra sino que es recibido. La naturaleza sacramental de la fe alcanza su máxima expresión en la eucaristía, que es el precioso alimento para la fe. En la eucaristía confluyen los dos ejes por los que discurre el camino de la fe. Por una parte, el eje de la historia: la eucaristía es un acto de memoria, actualización del misterio. Por otra parte, confluye en ella también el eje que lleva del mundo visible al invisible. En la eucaristía aprendemos a ver la profundidad de la realidad. Nos introduce, en cuerpo y alma, en el movimiento de toda la creación hacia su plenitud en Dios. En la celebración de los sacramentos, la Iglesia transmite su memoria, en particular mediante la profesión de fe. Podemos decir que en el Credo el creyente es invitado a entrar en el misterio que profesa y a dejarse transformar por lo que profesa. Quien confiesa la fe, se ve implicado en la verdad que confiesa. No puede pronunciar con verdad las palabras del Credo sin ser transformado, sin inserirse en la historia de amor que lo abraza, que dilata su ser haciéndolo parte de una comunión grande, del sujeto último que pronuncia el Credo, que es la Iglesia. Fe, oración y decálogo

Apuntes de clases de teología moral Otros dos elementos son esenciales en la transmisión fiel de la memoria de la Iglesia. En primer lugar, la oración del Señor, el Padrenuestro, en ella, el cristiano aprende a compartir la misma experiencia espiritual de Cristo. Además, es también importante la conexión entre la fe y el decálogo. La fe, como hemos dicho, se presenta como un camino, una vía a recorrer, que se abre en el encuentro con el Dios vivo. Por eso, a la luz de la fe, de la confianza total en el Dios Salvador, el decálogo adquiere su verdad más profunda. El decálogo no es un conjunto de preceptos negativos, sino indicaciones concretas para salir del desierto del « yo » autorreferencial, cerrado en sí mismo, y entrar en diálogo con Dios, dejándose abrazar por su misericordia para ser portador de su misericordia. El decálogo es el camino de la gratitud, de la respuesta de amor, que es posible porque, en la fe, nos hemos abierto a la experiencia del amor transformante de Dios por nosotros. Todos los artículos de la fe se refieren a él, son vías para conocer su ser y su actuar, y por eso forman una unidad superior a cualquier otra que podamos construir con nuestro pensamiento, la unidad que nos enriquece, porque se nos comunica y nos hace « uno ».

Unidad e integridad de la fe La fe es « una », en primer lugar, por la unidad del Dios conocido y confesado. La fe es una, además, porque se dirige al único Señor, a la vida de Jesús, a su historia concreta que comparte con nosotros. Por último, la fe es una porque es compartida por toda la Iglesia, que forma un solo cuerpo y un solo espíritu. Dado que la fe es una sola, debe ser confesada en toda su pureza e integridad. Precisamente porque todos los artículos de la fe forman una unidad, negar uno de ellos, aunque sea delos que parecen menos importantes, produce un daño a la totalidad. Como servicio a la unidad de la fe y a su transmisión íntegra, el Señor ha dado a la Iglesia el don de la sucesión apostólica. Por medio de ella, la continuidad de la memoria de la Iglesia está garantizada y es posible beber con seguridad en la fuente pura de la que mana la fe. La fe se basa en la fidelidad de los testigos que han sido elegidos por el Señor para esa misión. Por eso, el Magisterio habla siempre en obediencia a la Palabra originaria sobre la que se basa la fe, y es fiable porque se fía de la Palabra que escucha, custodia y expone. CAPÍTULO CUARTO: DIOS PREPARA UNA CIUDAD PARA ELLOS Fe y bien común En la carta a los hebreos pone de relieve un aspecto esencial de su fe. La fe no sólo se presenta como un camino, sino también como una edificación, como la preparación de un lugar en el que el hombre pueda convivir con los demás. ((No debemos entender la fe solamente como un camino sino que es también una edificación, es constructiva. La fe tiene que construir un ámbito social adecuado para mi vida personal y esa dignidad personal reclama mi relación con los demás, donde el hombre pueda convivir positivamente con los demás.))

La fe nace del encuentro con el amor originario de Dios, en el que se manifiesta el sentido y la bondad de nuestra vida, que es iluminada en la medida en que entra en el dinamismo desplegado por este amor, en cuanto que se hace camino y ejercicio hacia la plenitud del amor. La luz de la

Apuntes de clases de teología moral fe permite valorar la riqueza de las relaciones humanas, su capacidad de mantenerse, de ser fiables, de enriquecer la vida común. La fe no aparta del mundo ni es ajena a los afanes concretos de los hombres de nuestro tiempo. Sí, la fe es un bien para todos, es un bien común; su luz no luce sólo dentro de la Iglesia ni sirve únicamente para construir una ciudad eterna en el más allá; nos ayuda a edificar nuestras sociedades, para que avancen hacia el futuro con esperanza. ((Bien común: conjunto de condiciones que tienen que darse en una sociedad para que cada uno pueda desarrollarse. Es importante el conjunto de condiciones. La fe me ayuda a establecer vínculos sanos hacia el vinculo adecuado con las otras personas. La fe no solamente me da a mi una solidez interior, una proyección de vida. La fe establece vínculos firmes con los otros, con los demás. ¿Por qué la fe hace esto? Ciertamente porque nace del amor de Dios que es UNO y TRINO, nace de un amor que es agápico y sigue esta dinámica de amor. )) ((En este primer punto, 50 y 51 se ve que se toca la realidad misma de Dios. SI yo realmente tengo un vinculo solo con el Padre Dios, si tomo conciencia de que soy HIJO, la relación fraterna no puede no emerger, no puedo vivir aislado y cuanto esto falta, entonces los vínculos van a ser endebles. La necesidad absoluta en el orden social de la fe. ))

La luz de la fe con su conexión en el amor se pone al servicio de la justicia, el derecho y la paz (cuando las cosas están ordenadas). ((Esto se pone en relación con una de las ultimas alusiones o discursos de BENEDICTO XVI como cardenal que sale como respuesta al debate de la UE sobre si Dios entra o no en la política europea. Expresa 2 ideas:  

La historia de Europa en donde el cristianismo influyo. El sustento de los valores que se quieren poner en la carta magna, cerrados en si mismos y no abiertos a la trascendencia, pueden caer en la ideología.

Nosotros somos un cuerpo y debe traducirse en un orden social. No se trata solo de fe y de vivir mi fe en unidad, sino que hace referencia a la vida mundial social. Estos tres grandes valores, justicia, derecho y paz son los valores mundiales en los que todos nos ponemos de acuerdo pero los cuales necesitan un contenido para ser aplicado.))

Fe y familia La Carta a los Hebreos se refiere a una bendición que se transmite de padres a hijos (cf. Hb 11,20-21). El primer ámbito que la fe ilumina en la ciudad de los hombres es la familia. ((En la familia uno hace la experiencia fuerte de la paternidad y de la maternidad y tambien de la fraternidad. Esto es como una verdadera familia que estén muy unidos entre ellos y establezcan verdaderos lazos. Se trata la flia como ámbito educativo (sobre todo en lo que hace referencia a las virtudes sociales). Esto se ve sobre todo en Amoris Letitiae y Familiare Consortio. Hoy en dia esta muy en auge la igualdad. Dios nos hizo iguales en digindiad. Pero el hombre es más que igualidad, es fraternidad.))

En la familia, la fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia: los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento en la fe. Luz para la vida en sociedad

Apuntes de clases de teología moral La fe ilumina todas las relaciones sociales. En la « modernidad » se ha intentado construir la fraternidad universal entre los hombres fundándose sobre la igualdad. Poco a poco, sin embargo, hemos comprendido que esta fraternidad, sin referencia a un Padre común como fundamento último, no logra subsistir. Es necesario volver a la verdadera raíz de la fraternidad, a la mirada de un Padre que nos hermana. ((La fe nos ayuda a descubrir que tenemos un Padre común y que por lo tanto somos hijos y entre nosotros hermanos que esta sellado por la sangre de Cristo.))

La fe ha aportado mucho a la sociedad, primeramente en lo que se refiere a la a dignidad única de cada persona, que esta en el centro de la revelación y se completa en la encarnación, muerte y resurrección de Cristo. Cuando se oscurece esta realidad, falta el criterio para distinguir lo que hace preciosa y única la vida del hombre. Éste pierde su puesto en el universo, se pierde en la naturaleza, renunciando a su responsabilidad moral, o bien pretende ser árbitro absoluto, atribuyéndose un poder de manipulación sin límites. La fe, además, revelándonos el amor de Dios, nos hace respetar más la naturaleza, pues nos hace reconocer en ella una gramática escrita por él y una morada que nos ha confiado para cultivarla y salvaguardarla sabiendo que la misma es de todos. Nos enseña a identificar formas de gobierno justas, reconociendo que la autoridad viene de Dios para estar al servicio del bien común. La unidad es superior al conflicto; hemos de contar también con el conflicto, pero experimentarlo debe llevarnos a resolverlo, a superarlo, transformándolo en un eslabón de una cadena, en un paso más hacia la unidad. ((Se introduce en un argumento de que la unidad es superior al conflicto (55) El texto dice que el conflicto no esta ausente en las relaciones interpersonales pero que si se presenta ciertamente se debe resolver para ayudarnos a crecer. Debemos abrir los horizontes para que ese problema no termine en una frustración, sino en una oportunidad, en desafío y en razón de crecimiento. ))

Fuerza que conforta en el sufrimiento Hablar de fe comporta a menudo hablar también de pruebas dolorosas. En la hora de la prueba, la fe nos ilumina y, precisamente en medio del sufrimiento y la debilidad, aparece claro que « no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor » (2 Co 4,5). El cristiano sabe que siempre habrá sufrimiento, pero que le puede dar sentido, puede convertirlo en acto de amor, de entrega confiada en las manos de Dios, que no nos abandona y, de este modo, puede constituir una etapa de crecimiento en la fe y en el amor. Viendo la unión de Cristo con el Padre, incluso en el momento de mayor sufrimiento en la cruz (cf. Mc 15,34), el cristiano aprende a participar en la misma mirada de Cristo. Incluso la muerte queda iluminada como un paso hacia el Padre. Al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña, con una historia de bien que se une a toda historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz. El sufrimiento nos recuerda que el servicio de la fe al bien común es siempre un servicio de esperanza, que mira adelante, sabiendo que sólo en Dios, en el futuro que viene de Jesús resucitado, puede encontrar nuestra sociedad cimientos sólidos y duraderos. En este sentido, la fe va de la mano de la esperanza porque, aunque nuestra morada terrenal se destruye, tenemos una mansión eterna, que Dios ha inaugurado ya en Cristo, en su cuerpo (cf. 2 Co 4,16-5,5).

Apuntes de clases de teología moral En unidad con la fe y la caridad, la esperanza nos proyecta hacia un futuro cierto pero que da un impulso y una fuerza nueva para vivir cada día. Esperanza

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. El objeto especifico de esta virtud es Dios, pero específicamente es aspirar al reino de los cielos, a la bienaventuranza eterna, es el bien pleno a la cual queremos llegar, la felicidad. El motivo de la virtud es la confianza en las promesas de Cristo. Esto es un punto de quiebre importante porque exige no confiar tanto en mí y en mis fuerzas sino confiar en Dios, en su fuerza. Santo Tomas habla del objeto primario de la esperanza que es Dios y el objeto secundario que son los elementos subsidiarios en los que debo confiar para llegar al primer objeto, principalmente el ES, en sus auxilios de la gracia.

1818 La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad. La virtud de la esperanza se relaciona y se vincula con el anhelo de felicidad que Dios puso en nuestro corazón, asume (aparece el triple movimiento entre Dios y nosotros) las esperanzas de los hombres, lo purifica para ordenarlo al reino de los cielos, lo protege del desaliento y dilata el corazón para la vida eterna, es decir le da a la esperanza humana un tono distinto, un tono de eternidad. La esperanza preserva del egoísmo e impulsa a la caridad. El egoísmo ciertamente es en nosotros un problema, nos centra en nosotros mismos y no deja abrirnos, no solo en cuanto cristiano sino en cuanto humano porque el hombre está llamado a la relación. Es la virtud dinámica, es la vitalidad de la vida teologal. Es la virtud del peregrino, del que marcha hacia. En la esperanza está la fuerza de nuestro crecimiento, de nuestro desarrollo. Si yo no valoro algo esa realidad no me mueve, sin embargo si yo tengo algo como valioso me organizo para que esto pueda hacerlo. Aquello que me gusta y considero un valor ocupa en mi un valor y por lo tanto tengo tiempo para dedicarme a ello. Esa es la razón de la esperanza, es el entusiasmo que suscita en mi un espacio para el bien que deseo. En este sentido la esperanza, rompe el encerrarse en uno mismo y me conduce a la dicha de la caridad, vivir la expresión mayor de salir de mí y vivir en relación de caridad.

1819 La esperanza cristiana recoge y perfecciona la esperanza del pueblo elegido que tiene su origen y su modelo en la esperanza de Abraham en las promesas de Dios;

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esperanza colmada en Isaac y purificada por la prueba del sacrificio (cf Gn 17, 4-8; 22, 1-18). 1820 La esperanza cristiana se manifiesta desde el comienzo de la predicación de Jesús en la proclamación de las bienaventuranzas. Las bienaventuranzas elevan nuestra esperanza hacia el cielo como hacia la nueva tierra prometida; trazan el camino hacia ella a través de las pruebas que esperan a los discípulos de Jesús. Pero por los méritos de Jesucristo y de su pasión, Dios nos guarda en “la esperanza que no falla” (Rm 5, 5). La esperanza es “el ancla del alma”, segura y firme, que penetra... “a donde entró por nosotros como precursor Jesús” (Hb 6, 19-20). Es también un arma que nos protege en el combate de la salvación: “Revistamos la coraza de la fe y de la caridad, con el yelmo de la esperanza de salvación” (1 Ts 5, 8). Nos procura el gozo en la prueba misma: “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Rm 12, 12). Se expresa y se alimenta en la oración, particularmente en la del Padre Nuestro, resumen de todo lo que la esperanza nos hace desear. Ciertamente que para la Nueva Alianza la esperanza es Cristo. El en quien vivimos, es aquel que espero contra toda esperanza. Es aquel que se entregó esperanzado por la salvación de los hombres. La esperanza como dinamismo cristiano que nos sostiene en la vida (el catecismo utiliza distintas imágenes para señalar eso). Y no solo nos sostiene, sino que también nos da el gozo en la esperanza. El catecismo insiste en esta dimensión, nos sostiene en el camino, pero principalmente nos sostiene en los momentos de prueba. Se expresa y se alimenta de la oración. Yo rezo porque espero, la oración nace de la esperanza. La oración adquiere sentido gracias a la esperanza. Cuando hay verdadera esperanza uno se dirige a la fuente de todo bien, se dirige al objeto de la esperanza, la expresa y manifiesta. Es alimento porque la esperanza crece por la oración. Cuando rezo hago crecer la esperanza porque me permite esperar con más fuerza. Pablo dice “todo está para el bien de aquellos que lo aman” en toda circunstancia cada uno debe esperar, con la gracia de Dios, perseverar hasta el fin y obtener el gozo del cielo. En la esperanza la Iglesia implora que todos los hombres se salven. Es la dimensión comunitaria de la esperanza, nos salvamos como iglesia.

Spes Salvis ((Analiza la esperanza tratando de responder a la pregunta que es la esperanza. El hilo conductor de la virtud en este documento es definida-mente cristológico)).

La fe es esperanza « Esperanza » equivale a « fe ». El haber recibido como don una esperanza fiable fue determinante para la conciencia de los primeros cristianos, como se pone de manifiesto también cuando la existencia cristiana se compara con la vida anterior a la fe o con la situación de los seguidores de otras religiones.

Apuntes de clases de teología moral El cristianismo no era solamente una « buena noticia », una comunicación de contenidos desconocidos hasta aquel momento. En nuestro lenguaje se diría: el mensaje cristiano no era sólo « informativo », sino « performativo ». Eso significa que el Evangelio no es solamente una comunicación de cosas que se pueden saber, sino una comunicación que comporta hechos y cambia la vida. La puerta oscura del tiempo, del futuro, ha sido abierta de par en par. Quien tiene esperanza vive de otra manera; se le ha dado una vida nueva. ¿en qué consiste esta esperanza que, en cuanto esperanza, es « redención »? El núcleo de la respuesta se da en el pasaje antes citado de la Carta a los Efesios: antes del encuentro con Cristo, los Efesios estaban sin esperanza, porque estaban en el mundo « sin Dios ». Llegar a conocer a Dios, al Dios verdadero, eso es lo que significa recibir esperanza. Para nosotros, que vivimos desde siempre con el concepto cristiano de Dios y nos hemos acostumbrado a él, el tener esperanza, que proviene del encuentro real con este Dios, resulta ya casi imperceptible. ((El don se dispensa en la celebración de los misterios de la fe. En este sentido la dimensión orante de la persona es una reflexión fundamental. La Iglesia ha presentado a la oración como un fruto o como un aliento. Quien reza es el que espera. Tenemos también la perspectiva teológico moral que se hace virtud en el creyente. Antes de empezar con la perspectiva teologal debemos decir que el hilo conductor es Cristo que es esperanza de salvación. Es el fundamento es el objeto y la plenitud del don del Padre. Es por eso que el titulo es “En la esperanza (que es Cristo) somos salvados”. En la fe somos salvados y este es el punto de enganche del protestantismo. Ellos dejan de lado las obras y ponen la fe como principal. Ellos se olvidan de otras parte de la escritura que es asentir, que es ejercer la libertad, que compromete a la persona entera. Es por eso que mi esperanza no puede ser un sentimiento y una atracción sino que da un todo a mi vida. Si la fe no se traduce en obras es una fe vacia. Es un sentimiento y es un anehelo. Es fundamental que veamos en Cristo la razón de nuestra esperanza. La esperanza es Objeto y sujeto de la fe. Cristo es sujeto y objeto de la esperanza. En Cristo se funda la esperanza por eso el es SUJETO y es OBJETO en la medida que me identifico con EL. Yo alcanzo una plenitud en el orden de la esperanza)).

Perspectiva testimonial ((el papa presentará testimonios de distintos personajes))

La africana (Sudán) Josefina Bakhita (Fin del siglo XIX y principio del XX). Cuando tenía nueve años fue secuestrada por traficantes de esclavos, golpeada y vendida cinco veces en los mercados de Sudán. Terminó como esclava al servicio de la madre y la mujer de un general, donde cada día era azotada hasta sangrar. Luego la adquiere un comerciante de Italia y finalmente se traslada con él al mismo país. Allí la habían tratado muy bien con paternidad. Reconocía a su dueño a su patrón (que era como un padre), al cual lo llama “Parón”. Junto a él conoció un Señor, el Señor de todos los señores, y que este Señor es bueno, la bondad en persona. Se enteró de que este Señor también la conocía, que la había creado también a ella; más aún, que la quería. También ella era amada, y precisamente por el « Paron » supremo, ante el cual todos los demás no son más que míseros siervos. Ella era conocida y amada, y era esperada. Incluso más: este Dueño había afrontado personalmente el destino de ser maltratado y ahora la esperaba « a la derecha de Dios Padre ». En este momento tuvo « esperanza »; no sólo la pequeña esperanza de encontrar dueños menos crueles, sino la gran esperanza: yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda; este gran Amor me espera. Ese conocimiento y esa experiencia de la paternidad de Dios hizo nacer en ella la esperanza de que la vida era hermosa, se sentía redimida, y ya no se sentía esclava, sino una hija de Dios libre. Recibe los

Apuntes de clases de teología moral sacramentos y una vez que obtuvo la libertad se fue a una congregación. Desde allí, en varios viajes por Italia, exhortó a la misión: sentía el deber de extender la liberación que había recibido mediante el encuentro con el Dios de Jesucristo. La esperanza que en ella había nacido y la había « redimido » no podía guardársela para sí sola; esta esperanza debía llegar a muchos, llegar a todos. El papa habla también de San Agustín. En su vida podemos observar de modo conmovedor la misma relación entre amor de Dios y responsabilidad para con los hombres. Tras su conversión a la fe cristiana quiso, junto con algunos amigos de ideas afines, llevar una vida que estuviera dedicada totalmente a la palabra de Dios y a las cosas eternas. Pero las cosas fueron de otra manera. Mientras participaba en la Misa dominical, en la ciudad portuaria de Hipona, fue llamado aparte por el Obispo, fuera de la muchedumbre, y obligado a dejarse ordenar para ejercer el ministerio sacerdotal en aquella ciudad. Fijándose retrospectivamente en aquel momento, escribe en sus Confesiones: « Aterrado por mis pecados y por el peso enorme de mis miserias, había meditado en mi corazón y decidido huir a la soledad. Mas tú me lo prohibiste y me tranquilizaste, diciendo: "Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para él que murió por ellos" (cf. 2 Co 5,15). Esto supuso para Agustín una vida totalmente nueva. Le sumamos a ello la difícil situación del imperio romano, que amenazaba también al África romana y que, al final de la vida de Agustín, llegó a destruirla, quiso transmitir esperanza, la esperanza que le venía de la fe y que, en total contraste con su carácter introvertido, le hizo capaz de participar decididamente y con todas sus fuerzas en la edificación de la ciudad, una ciudad para todos. ((Invita e insiste en participar en la edificación de una ciudad nueva, para todos. Se dedico a su gente y a su ciudad y lo hizo con toda humildad. Predico y obro de manera simple para toda la gente.))

Benedicto presenta entonces un tercer testigo de la esperanza, es el cardenal VAN THUAN. El papa viene hablando de la oración esperanza, que siempre esta, en todo momento y al que puedo dirgirme siempre aunque nadie me escuche. En sus trece años de cárcel nueve de los cuales en aislamiento, el inolvidable Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad. ((Experiencia de desolación. Allí el comprendio su debildiad, fisica y mental. El tiempo trascurre muy lento. Allí abatido por muchas cuestiones no llega a recitar ni siquiera una oración. Esto es lo que remarca Benedicto, la esperanza y la oración. Allí se resalta la oración. La oración nace de la fe y de la espernaza del corazón. Este santo oraba profundamente y desde la esperanza convirtió y transformo. Es una esperanza que nos se apaga ni en la meyor oscuridad.))

Finalmente el papa presenta un cuarto testigo de la esperanza en medio del sufrimiento, se trata de Pablo Le-Bao-Thin († 1857) un monje o consagrado, que puede trasformar el sufrimiento mediante la fuerza de la esperanza que proviene de la fe. El escribe una carta describiendo los tormentos que tiene que padecer pero siente el consuelo y la presencia de Dios. ((Allí se explica su situación de perseguido y encarcelado. Consideraba a Dios como su esperanza. Hace la experiencia de encontrarse en situación de infierno, de dolor. Confiesa su fe y su esperanza. Esta esta luz de la esperanza. Este hombre experimenta la oscuridad pero deje que gane la luz. Acá se trata del contexto social, un contexto en el cual las fuerzas del mal parecen prevalecer (distinto al de Baquita que era personal) es una persecución de Stallín. Pareciera que el mal prevaleciera.

Apuntes de clases de teología moral Estos son los cuatro testimonios. Desde Baquita sabemos que somos hombres nuevos, redimidos, libres. Viviendo escatológicamente. Tenemos conciencia que en todo hay una providencia que es de amor. Providencia que se da conocer como amor y que se manifiesta en Cristo y en su espíritu))

Perspectiva dogmática El racionalismo filosófico había relegado a los dioses al ámbito de lo irreal. Se veía lo divino de diversas formas en las fuerzas cósmicas, pero no existía un Dios al que se pudiera rezar. Pablo explica de manera absolutamente apropiada la problemática esencial de entonces sobre la religión cuando a la vida « según Cristo » contrapone una vida bajo el señorío de los « elementos del mundo » (cf. Col 2,8). No son los elementos del cosmos, las leyes de la materia, lo que en definitiva gobierna el mundo y el hombre, sino que es un Dios personal quien gobierna las estrellas, es decir, el universo; la última instancia no son las leyes de la materia y de la evolución, sino la razón, la voluntad, el amor: una Persona. Y si conocemos a esta Persona, y ella a nosotros, entonces el inexorable poder de los elementos materiales ya no es la última instancia; ya no somos esclavos del universo y de sus leyes, ahora somos libres. Esta toma de conciencia ha influenciado en la antigüedad a los espíritus genuinos que estaban en búsqueda. El cielo no está vacío. La vida no es el simple producto de las leyes y de la casualidad de la materia, sino que en todo, y al mismo tiempo por encima de todo, hay una voluntad personal, hay un Espíritu que en Jesús se ha revelado como Amor. ((No son las cosas que gobiernan el mundo, ni las leyes de la materia sino que nos conduce el amor tripersonal de Dios. Un gobierno personal que al ser personal nos hace libres. Es un gobierno de amor. Somos gobernados personalmente se descarta lo que tanta gente piensa de que somos guiados por fuerzas oscuras o ocultas y por lo tanto esta la vida determinada, de un modo determinista. Si son las cosas las que nos guian y gobiernan entonces nuestra libertad no tienen posbilidad si bien no dejo de ser persona libre pero me estaría guiado una fuerza. Se trata de una invitación moral, en donde Dios me invita, desde una perspectiva y mi libertad tiene posibilidad de elegir.)) ((Caminamos, somos huespedes que vamos hacia una plenitud. Esto es fundamental pensar porque mi situación existencial es una tensión entre el ya si (porque ya disfruto del bien de la salvación) y el todavía no (porque todavía no tengo la plenitud de ese bien) y no lo hacemos como personas individuales sino como parte de una sociedad, como Iglesia, como una comunidad de la cual formamos parte pero hacia cuya plenitud marchamos.))

En los antiguos sarcófagos se interpreta la figura de Cristo mediante dos imágenes: la del filósofo y la del pastor. En general, por filosofía no se entendía entonces una difícil disciplina académica, como ocurre hoy. El filósofo era más bien el que sabía enseñar el arte esencial: el arte de ser hombre de manera recta, el arte de vivir y morir. Cristo como el verdadero filósofo, que tiene el Evangelio en una mano y en la otra el bastón de caminante propio del filósofo. Con este bastón Él vence a la muerte; el Evangelio lleva la verdad que los filósofos deambulantes habían buscado en vano. Él nos dice quién es en realidad el hombre y qué debe hacer para ser verdaderamente hombre. Él nos indica el camino y este camino es la verdad. Él mismo es ambas cosas, y por eso es también la vida que todos anhelamos. Él indica también el camino más allá de la muerte; sólo quien es capaz de hacer todo esto es un verdadero maestro de vida. Podemos decir que el Evangelio muestra a Jesús como toma dos calificaciones como filosofo y como pastor. Esta revelación tiene dos carriles. Jesús es filosofo y maestro y es por ello conductor y pastor. Lo mismo puede verse en la imagen del pastor. En éste, el pastor expresaba generalmente el sueño de una vida serena y sencilla, de la cual tenía nostalgia la gente inmersa en la confusión

Apuntes de clases de teología moral de la ciudad. Pero ahora la imagen era contemplada en un nuevo escenario que le daba un contenido más profundo. El verdadero pastor es Aquel que conoce también el camino que pasa por el valle de la muerte; Aquel que incluso por el camino de la última soledad, en el que nadie me puede acompañar, va conmigo guiándome para atravesarlo: Él mismo ha recorrido este camino, ha bajado al reino de la muerte, la ha vencido, y ha vuelto para acompañarnos ahora y darnos la certeza de que, con Él, se encuentra siempre un paso abierto. El es la nueva esperanza que brota. ¿Que podemos decir de la esperanza en cuanto tal? Debemos volver una vez más al Nuevo Testamento. En el capítulo undécimo de la Carta a los Hebreos (11, 1) se encuentra una especie de definición de la fe que une estrechamente esta virtud con la esperanza. La frase dice así: «La fe es hypostasis de lo que se espera y prueba de lo que no se ve ». Para los Padres y para los teólogos de la Edad Media estaba claro que la palabra griega hypostasis se traducía al latín con el término substancia. La traducción entonces seria: la fe es la « sustancia » de lo que se espera; prueba de lo que no se ve. Tomás de Aquino, usando la terminología de la tradición filosófica en la que se hallaba, explica esto de la siguiente manera: la fe es un habitus, es decir, una constante disposición del ánimo, gracias a la cual comienza en nosotros la vida eterna y la razón se siente inclinada a aceptar lo que ella misma no ve. Así pues, el concepto de « sustancia » queda modificado en el sentido de que por la fe, de manera incipiente, podríamos decir « en germen » –por tanto según la « sustancia »– ya están presentes en nosotros las realidades que se esperan: el todo, la vida verdadera. Y precisamente porque la realidad misma ya está presente, esta presencia de lo que vendrá genera también certeza: esta «realidad » que ha de venir no es visible aún en el mundo externo (no « aparece »), pero debido a que, como realidad inicial y dinámica, la llevamos dentro de nosotros, nace ya ahora una cierta percepción de la misma. La fe nos da algo, Nos da ya ahora algo de la realidad esperada, y esta realidad presente constituye para nosotros una «prueba » de lo que aún no se ve. Ésta atrae al futuro dentro del presente, de modo que el futuro ya no es el puro « todavía-no ». El hecho de que este futuro exista cambia el presente; el presente está marcado por la realidad futura, y así las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras. Esta explicación cobra mayor fuerza aún, y se conecta con la vida concreta, si consideramos el versículo 34 del capítulo 10 de la Carta a los Hebreos que, desde el punto de vista lingüístico y de contenido, está relacionado con esta definición de una fe impregnada de esperanza y que al mismo tiempo la prepara. Aquí, el autor habla a los creyentes que han padecido la experiencia de la persecución y les dice: « Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes (hyparchonton) –, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes. Vemos en ello claramente que al quitarle los bienes a los cristianos estos lo han soportado porque después de todo consideraban irrelevante esta sustancia material. Podían dejarla porque habían encontrado una « base » mejor para su existencia, una base que perdura y que nadie puede quitar. No se puede dejar de ver la relación que hay entre estas dos especies de « sustancia », entre sustento o base material y la afirmación de la fe como « base », como « sustancia » que perdura.

Apuntes de clases de teología moral La fe otorga a la vida una base nueva, un nuevo fundamento sobre el que el hombre puede apoyarse. Se crea una nueva libertad, que se ha visto comprobada en el martirio y en tantos testimonios de entrega a lo largo de la historia. ((La fe no es una convicción interior, sino es un don por el cual Dios me da, realiza en mi algo de lo que yo espero en plenitud. Por eso, eso que el me da, es prueba y anticipar lo que falta y no se ve. Por la fe, el por venir se hace hoy de salvación, es un presente. Es un hoy, una realidad concreta y actual de alguna manera trasformada por la realidad futura. ))

Hypomone se traduce normalmente por « paciencia », perseverancia, constancia. El creyente necesita saber esperar soportando pacientemente las pruebas para poder « alcanzar la promesa ». En la religiosidad del antiguo judaísmo, esta palabra se usó expresamente para designar la espera de Dios característica de Israel: su perseverar en la fidelidad a Dios basándose en la certeza de la Alianza, en medio de un mundo que contradice a Dios. Así, la palabra indica una esperanza vivida, una existencia basada en la certeza de la esperanza. En el Nuevo Testamento, esta espera de Dios, este estar de parte de Dios, asume un nuevo significado: Dios se ha manifestado en Cristo. Nos ha comunicado ya la « sustancia » de las realidades futuras y, de este modo, la espera de Dios adquiere una nueva certeza. Se esperan las realidades futuras a partir de un presente ya entregado. Es la espera, ante la presencia de Cristo, con Cristo presente, de que su Cuerpo se complete, con vistas a su llegada definitiva.

((Esta sustancia que se nos ha comunicado es Cristo y en el la gloria. Es el cristo glorioso que llega a nosotros de modo que la esperanza se hace una certeza en nosotros y esto es la certeza de fe. Siempre estamos en la espera, que se va desarrollando y va creciendo en un cuerpo que es la Iglesia. Es el cuerpo de Cristo que poquito a poco se va completando. Como es espera en un cuerpo y se va desarrollando es una espera que implica una comunión presente. Es un cuerpo que esta cada vez mas integrado. Esperamos en la comunión del cuerpo. Por lo tanto es una espera activa que reclama paciencia, constancia y perseverancia (constancia y perseverancia y paciencia numero 9))).

La fe cristiana ¿es también para nosotros ahora una esperanza que transforma y sostiene nuestra vida? Ayer como hoy, en el Bautismo, cuando uno se convierte en cristiano, se trata de esto: no es sólo un acto de socialización dentro de la comunidad ni solamente de acogida en la Iglesia. Los padres esperan algo más para el bautizando: esperan que la fe, de la cual forma parte el cuerpo de la Iglesia y sus sacramentos, le dé la vida, la vida eterna. La fe es la sustancia de la esperanza. Pero entonces surge la cuestión: ¿De verdad queremos esto: vivir eternamente? Tal vez muchas personas rechazan hoy la fe simplemente porque la vida eterna no les parece algo deseable. En modo alguno quieren la vida eterna, sino la presente y, para esto, la fe en la vida eterna les parece más bien un obstáculo. Seguir viviendo para siempre –sin fin– parece más una condena que un don. Ciertamente, se querría aplazar la muerte lo más posible. Pero vivir siempre, sin un término, sólo sería a fin de cuentas aburrido y al final insoportable. Sin embargo paradojicamente también el hombre quiere vivir pero no para siempre. Esta paradoja de nuestra propia actitud suscita una pregunta más profunda: ¿qué es realmente la « vida »? Y ¿qué significa verdaderamente « eternidad »? En el fondo queremos sólo una cosa, la « vida bienaventurada », la vida que simplemente es vida, simplemente « felicidad ». No sabemos lo que queremos realmente; no conocemos esta « verdadera vida » y, sin embargo, sabemos que debe existir un algo que no conocemos y hacia el cual nos sentimos impulsados. No podemos dejar de tender a ello y, sin embargo, sabemos que todo lo que podemos experimentar o realizar no es lo que deseamos. Esta « realidad » desconocida es la verdadera «

Apuntes de clases de teología moral esperanza » que nos empuja y, al mismo tiempo, su desconocimiento es la causa de todas las desesperaciones, así como también de todos los impulsos positivos o destructivos hacia el mundo auténtico y el auténtico hombre. La expresión « vida eterna » trata de dar un nombre a esta desconocida realidad conocida. Es por necesidad una expresión insuficiente que crea confusión. Debemos pensar la eternidad no como una vida igual a la que vivimos aquí sino como el momento pleno de satisfacción, en el cual la totalidad nos abraza y nosotros abrazamos la totalidad. Sería el momento del sumergirse en el océano del amor infinito, en el cual el tempo –el antes y el después– ya no existe. Podemos únicamente tratar de pensar que este momento es la vida en sentido pleno, sumergirse siempre de nuevo en la inmensidad del ser, a la vez que estamos desbordados simplemente por la alegría. ((En Cristo a esto lo llamamos vida en Cristo. Es la vida profundamente anehelada. Estar en Cristo y permanecer en Cristo y como es un cuerpo es en nosotros. La salvación es una realidad comunitaria, eclesial, de cuerpo)).

¿Es individualista la esperanza cristiana? En los tiempos modernos se ha desencadenado una crítica cada vez más dura contra este tipo de esperanza: consistiría en puro individualismo, que habría abandonado el mundo a su miseria y se habría amparado en una salvación eterna exclusivamente privada. Sin embargo la salvación ha sido siempre considerada como una realidad comunitaria. Por eso, la « redención » se presenta precisamente como el restablecimiento de la unidad en la que nos encontramos de nuevo juntos en una unión que se refleja en la comunidad mundial de los creyentes. No hace falta que nos ocupemos aquí de todos los textos en los que aparece el aspecto comunitario de la esperanza. Esta vida verdadera, hacia la cual tratamos de dirigirnos siempre de nuevo, comporta estar unidos existencialmente en un « pueblo » y sólo puede realizarse para cada persona dentro de este « nosotros ». Precisamente por eso presupone dejar de estar encerrados en el propio « yo », porque sólo la apertura a este sujeto universal abre también la mirada hacia la fuente de la alegría, hacia el amor mismo, hacia Dios. ¿Cómo ha podido desarrollarse la idea de que el mensaje de Jesús es estrictamente individualista y dirigido sólo al individuo? Es indiscutible que –gracias al descubrimiento de América y a las nuevas conquistas de la técnica que han permitido este desarrollo– ha surgido una nueva época. Pero, ¿sobre qué se basa este cambio epocal? Se basa en la nueva correlación entre experimento y método, que hace al hombre capaz de lograr una interpretación de la naturaleza conforme a sus leyes y conseguir así, finalmente, « la victoria del arte sobre la naturaleza » Hasta aquel momento la recuperación de lo que el hombre había perdido al ser expulsado del paraíso terrenal se esperaba de la fe en Jesucristo, y en esto se veía la «redención ». Ahora, esta « redención », el restablecimiento del « paraíso » perdido, ya no se espera de la fe, sino de la correlación apenas descubierta entre ciencia y praxis. Con esto no es que se niegue la fe; pero queda desplazada a otro nivel –el de las realidades exclusivamente privadas y ultramundanas– al mismo tiempo que resulta en cierto modo irrelevante para el mundo. La esperanza recibe también una nueva forma. Ahora se llama: fe en el progreso. En efecto, para Bacon está claro que los descubrimientos y las invenciones apenas iniciadas son sólo un comienzo; que gracias a la sinergia entre ciencia y praxis se seguirán descubrimientos totalmente nuevos, surgirá un mundo totalmente nuevo, el reino del hombre.

Apuntes de clases de teología moral Hemos de fijarnos brevemente en las dos etapas esenciales de la concreción política de esta esperanza, porque son de gran importancia para el camino de la esperanza cristiana, para su comprensión y su persistencia. ((Entra entonces en un proceso histórico en donde se ve como el hombre fue entendiendo la esperanza a partir de cambios que se fueron dilucidando en la historia)).

Benedicto pone tres cuestiones que influyeron en el modo de entender la esperanza: 

Revolución francesa o iluminismo (cultura emergente): que tiene el denominador común de hacer notar fuertemente el dominio de la razón y libertad. Esto llevo a que la esperanza pasará del reino de Dios al reino de la razón.



Revolución industrial: Produce no solo un modo nuevo de producir sino además una nueva clase social que se conoce como clase obrera o proletariado con profundas consecuencias económicas. Se sobre valora aún más la esperanza puesta en el avance técnico.



Revolución marxista: como algo especifico que no confunde con el socialismo (que ya estaba presente en la Revolución Industrial). Las ideas son básicamente las mismas. Es una consecuencia estrictamente política. Al haber desaparecido la verdad del más allá, se trataría ahora de establecer la verdad del más acá. La crítica del cielo se transforma en la crítica de la tierra, la crítica de la teología en la crítica de la política. El progreso hacia lo mejor, hacia el mundo definitivamente bueno, ya no viene simplemente de la ciencia, sino de la política. Marx suponía simplemente que, con la expropiación de la clase dominante, con la caída del poder político y con la socialización de los medios de producción, se establecería la Nueva Jerusalén. Sin embargo en lugar de alumbrar un mundo sano, ha dejado tras de sí una destrucción desoladora. El error de Marx no consiste sólo en no haber ideado los ordenamientos necesarios para el nuevo mundo sino que es más profundo, el hombre no es solo economía.

((Son tres revoluciones que tienen fuerza en la cultura. Se trata de buscar objetivos en donde la humanidad pone su esperanza para que la sociedad progrese. Este termino progreso no se utiliza tanto en el ámbito eclesial sino más bien como avance. -el progreso es más técnico-. La razón y libertad concebidas materialmente. Todo lo que es trascendencia queda entonces suprimida. Es lo que se llama ideología, pues se utilizan los criterios de razón, ciencia y libertad aplicándolos absolutamente o teologicamente (en el sentido que es absoluto) entendiendo que todo pasa por eso. Se mira teologicamente el mundo pero desde un mundo que no es propiamente teológico. Es lo que sucede cuando la razón, la libertad y la ciencia “teologicamente” al que hacer del hombre. La redención, la salvación, el fin ultimo no vienen ya de la fe sino de la ciencia. Estos conceptos de supuesta esperanza se han metido en las cuestiones de la esperanza de la fe.))

No se puede pensar así. Al poner el acento en la razón, en la libertad y el materialismo vemos claramente que el mundo no ha progresado humanamente. Se manifiesta progreso pero el hombre no sabe que pasará con su mañana. Es un progreso que edifica pero a la vez se reconstruye. Si el progreso técnico no se corresponde con un progreso en la formación ética del hombre, con el crecimiento del hombre interior (cf. Ef 3,16; 2Co 4,16), no es un progreso sino una amenaza para el hombre y para el mundo. ¿En que consiste la verdad de la esperanza? Se retoma allí el concepto de que la razón es abierta a la fe. La esperanza cristiana es esperar lo bueno para el hombre pero entendido como el ejercicio de la razón que se abre a la fe.

Apuntes de clases de teología moral Ademas habla de una vida social fraterna que concurra a un criterio común intriseco para buscar la verdad. Con esto queremos decir que el progreso no es básicamente técnico sino moral. El crecimiento no es cuantitativo sino cualitativo. Para que esto sea posible, la razón del poder, del hacer, debe integrarse en lo que la fe señala como lo que esta bien o esta mal. Solo en este punto, la razón puede decir a la voluntad por donde ir, que no puede sino alcanzar a Dios. De todos modos dice Benedicto la mala comprensión de la esperanza esta instalada, tanto por la insistencia de una razón absoluta como también porque el cristianismo moderno perdió vuelo, concentrandose en el individuo. No es la ciencia la que redime al hombre. El hombre es redimido por el amor. Es necesario salir de si y trascender para alcanzar la salvación. Cuando uno experimenta un gran amor en su vida, se trata de un momento de « redención » que da un nuevo sentido a su existencia. Pero muy pronto se da cuenta también de que el amor que se le ha dado, por sí solo, no soluciona el problema de su vida. Es un amor frágil. Puede ser destruido por la muerte. El ser humano necesita un amor incondicionado. Necesita esa certeza que le hace decir: « Ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni principados, ni presente, ni futuro, ni potencias, ni altura, ni profundidad, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro » (Rm 8,38-39). Si existe este amor absoluto con su certeza absoluta, entonces –sólo entonces– el hombre es « redimido », suceda lo que suceda en su caso particular. En este sentido, es verdad que quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida. La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando « hasta el extremo », « hasta el total cumplimiento » (cf. Jn 13,1; 19,30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente « vida ». Empieza a intuir qué quiere decir la palabra esperanza que hemos encontrado en el rito del Bautismo: de la fe se espera la « vida eterna », la vida verdadera que, totalmente y sin amenazas, es sencillamente vida en toda su plenitud. Pero ahora surge la pregunta: de este modo, ¿no hemos recaído quizás en el individualismo de la salvación? ¿En la esperanza sólo para mí que además, precisamente por eso, no es una esperanza verdadera porque olvida y descuida a los demás? No. La relación con Dios se establece a través de la comunión con Jesús, pues solos y únicamente con nuestras fuerzas no la podemos alcanzar. En cambio, la relación con Jesús es una relación con Aquel que se entregó a sí mismo en rescate por todos nosotros (cf. 1 Tm 2,6). Estar en comunión con Jesucristo nos hace participar en su ser « para todos », hace que éste sea nuestro modo de ser. Nos compromete en favor de los demás, pero sólo estando en comunión con Él podemos realmente llegar a ser para los demás, para todos. A modo de conclusión decimos que a lo largo de su existencia, el hombre tiene muchas esperanzas, más grandes o más pequeñas, diferentes según los períodos de su vida pero que al ir cumpliendo se da cuenta que no era todo y se descubre orientado hacia esperanzas mas grandes que lo superan, encontramos entonces la insesante actividad del hombre por encontrar un mundo que satisfaga esas necesidades, el mundo de la tecnica, el reino del hombre que remplaza el reino de Dios. Pero a lo largo del tiempo se vio claramente que esta esperanza se va alejando cada vez más. Ante todo se tomó conciencia de que ésta era quizás una esperanza para los hombres del mañana, pero no una esperanza para mí. Y aunque el « para todos » forme parte de la gran esperanza –no puedo ciertamente llegar a ser feliz contra o sin los otros–, es verdad que

Apuntes de clases de teología moral una esperanza que no se refiera a mí personalmente, ni siquiera es una verdadera esperanza. Además el mundo cada vez mejor, si bien es bueno no sacia del todo a la esperanza que tiende el hombre. Nosotros necesitamos tener esperanzas –más grandes o más pequeñas–, que día a día nos mantengan en camino. Pero sin la gran esperanza, que ha de superar todo lo demás, aquellas no bastan. Esta gran esperanza sólo puede ser Dios, que abraza el universo y que nos puede proponer y dar lo que nosotros por sí solos no podemos alcanzar. Dios es el fundamento de la esperanza; pero no cualquier dios, sino el Dios que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo, a cada uno en particular y a la humanidad en su conjunto. Su reino no es un más allá imaginario, situado en un futuro que nunca llega; su reino está presente allí donde Él es amado y donde su amor nos alcanza. Ese amor es para nosotros la garantía de que existe aquello que sólo llegamos a intuir vagamente y que, sin embargo, esperamos en lo más íntimo de nuestro ser: la vida que es «realmente » vida. Perspectiva moral de la esperanza 9, 35-48 Volvemos a la carta de los hebreos 10, 36, encontramos el termino Hypomone que se traduce normalmente por « paciencia », perseverancia, constancia. El creyente necesita saber esperar soportando pacientemente las pruebas para poder « alcanzar la promesa ». Así, la palabra indica una esperanza vivida, una existencia basada en la certeza de la esperanza. En el Nuevo Testamento, esta espera de Dios, este estar de parte de Dios, asume un nuevo significado: Dios se ha manifestado en Cristo. Nos ha comunicado ya la « sustancia » de las realidades futuras y, de este modo, la espera de Dios adquiere una nueva certeza. Se esperan las realidades futuras a partir de un presente ya entregado. ((Una primera aproximación es que vinculamos la moral con la realidad sustancial de la esperanza. Ella es participar de una vida nueva que se da en Cristo, que nos transforma y que tiene la capacidad de suscitar vida para otro. Cristo nos comunica la sustancia de las realidades por venir. En cristo nosotros vivimos en tiempos nuevos, de modo que la espera de Dios se vive en un presente ya entregado y gozoso. )) Hebreos 10, 36 Benedicto nos dice que esto es HIPOMONE (termino griego que significa fortaleza, estar de pie) que nace de la certeza de que el triunfo ya llego. Se lo suele traducir por paciencia, perseverancia, constancia.

Esta certeza en las que nos paramos es una esperanza que esta siempre en acto. Ciertamente todos los días el hombre lleva adelante su vida, sus distintos proyectos y sueños y que estan guiado por una esperanza de tipo humana. Pero el esfuerzo cotidiano por continuar nuestra vida y por el futuro de todos nos cansa o se convierte en fanatismo, si no está iluminado por la luz de aquella esperanza más grande que no puede ser destruida ni siquiera por frustraciones en lo pequeño ni por el fracaso en los acontecimientos de importancia histórica. Ella es fuente de verdadera esperanza que nos garantiza la certeza de que no perecerá. El reino de Dios es un don, y precisamente por eso es grande y hermoso, y constituye la respuesta a la esperanza. Y no podemos –por usar la terminología clásica– « merecer » el cielo con nuestras obras. Éste es siempre más de lo que merecemos, del mismo modo que ser amados nunca es algo « merecido », sino siempre un don. No obstante, aun siendo plenamente conscientes de la « plusvalía » del cielo, sigue siendo siempre verdad que nuestro obrar no es indiferente ante Dios y, por tanto, tampoco es indiferente para el desarrollo de la historia. Al igual que el obrar, también el sufrimiento forma parte de la existencia humana. Éste se deriva, por una parte, de nuestra finitud y, por otra, de la gran cantidad de culpas acumuladas a lo largo de la historia, y que crece de modo incesante también en el presente. Conviene

Apuntes de clases de teología moral ciertamente hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento; Pero extirparlo del mundo por completo no está en nuestras manos, simplemente porque no podemos desprendernos de nuestra limitación, y porque ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal, de la culpa, que –lo vemos– es una fuente continua de sufrimiento. Esto sólo podría hacerlo Dios: y sólo un Dios que, haciéndose hombre, entrase personalmente en la historia y sufriese en ella. Nosotros sabemos que este Dios existe. Con la fe en la existencia de este poder ha surgido en la historia la esperanza de la salvación del mundo. Pero se trata precisamente de esperanza y no aún de cumplimiento; esperanza que nos da el valor para ponernos de la parte del bien aun cuando parece que ya no hay esperanza. Lo que cura al hombre no es esquivar el sufrimiento y huir ante el dolor, sino la capacidad de aceptar la tribulación, madurar en ella y encontrar en ella un sentido mediante la unión con Cristo, que ha sufrido con amor infinito. La grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relación con el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para la sociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuir mediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también interiormente, es una sociedad cruel e inhumana. A su vez, la sociedad no puede aceptar a los que sufren y sostenerlos en su dolencia si los individuos mismos no son capaces de hacerlo y, en fin, el individuo no puede aceptar el sufrimiento del otro si no logra encontrar personalmente en el sufrimiento un sentido, un camino de purificación y maduración, un camino de esperanza. En efecto, aceptar al otro que sufre significa asumir de alguna manera su sufrimiento, de modo que éste llegue a ser también mío. Pero precisamente porque ahora se ha convertido en sufrimiento compartido, en el cual se da la presencia de un otro, este sufrimiento queda traspasado por la luz del amor. Es fundamental poder aceptar el dolor por amor a la justicia, el bien y la verdad. Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo. Pero una vez más surge la pregunta: ¿somos capaces de ello? ¿El otro es tan importante como para que, por él, yo me convierta en una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mí mismo? En la historia de la humanidad, la fe cristiana tiene precisamente el mérito de haber suscitado en el hombre, de manera nueva y más profunda, la capacidad de estos modos de sufrir que son decisivos para su humanidad. La fe cristiana nos ha enseñado que verdad, justicia y amor no son simplemente ideales, sino realidades de enorme densidad. En efecto, nos ha enseñado que Dios –la Verdad y el Amor en persona– ha querido sufrir por nosotros y con nosotros. Por eso, en cada pena humana ha entrado uno que comparte el sufrir y el padecer; de ahí se difunde en cada sufrimiento la consolatio, el consuelo del amor participado de Dios y así aparece la estrella de la esperanza. La capacidad de sufrir por amor de la verdad es un criterio de humanidad. No obstante, esta capacidad de sufrir depende del tipo y de la grandeza de la esperanza que llevamos dentro y sobre la que nos basamos. Los santos pudieron recorrer el gran camino del ser hombre del mismo modo en que Cristo lo recorrió antes de nosotros, porque estaban repletos de la gran esperanza. ((Si pretendiéramos suprimir el dolor y el sufrimiento no seria coherente con nuestro modo de ver. Precisamente porque el don de la esperanza esta vinculado con el don de la cruz. No tendría sentido que Cristo haya sufrido, si el dolor no existiera en el mundo.

Apuntes de clases de teología moral La finitud humana. No es solo el pecado, no es solo la culpa sino ademas la finitud, por lo tanto el hombre no puede hacer nada para defender la ciencia. El hombre es limitado y contingente. Hay que tener en cuenta que el hombre es finito. El hombre no puede por si mismo ni quitar el limite humano, ni tampoco la propia culpa, el propio pecado. Cambiar la situación no esta al alcance del hombre. Es la que sin esquivar el sufrimiento y sin el propósito de estirpar el mal del mundo, perite que la esperanza sea en el dolor, fuerza de maduración. El mal y el dolor no tienen la ultima palabra (SD) sino que yo puedo, por la esperanza cristiana resinificar el dolor, darle un nuevo sentido.)) El juicio como lugar de aprendisaje y ejercicio de la esperanza.

Ya desde los primeros tiempos, la perspectiva del Juicio ha influido en los cristianos, también en su vida diaria, como criterio para ordenar la vida presente, como llamada a su conciencia y, al mismo tiempo, como esperanza en la justicia de Dios. ((La conciencia moral nos anticipa que las conductas morales están sujetas al juicio. Por lo tanto el juicio es también un lugar de educación y de ejercicio de la esperanza.))

Ciertamente experiementamos en el mundo distintos tipos de justicia que muchas veces son negativas pero el hombre esta llamado a una esperanza mayor, a la vida eterna, por eso no puede quedarse encerrado en este tipo de injusticias. ((La conciencia nos hace presente de que si el hombre esta llamado a una vida plena, nos muestra que solo en Dios puede alcanzar ello. ))

Sólo Dios puede crear justicia. Y la fe nos da esta certeza: Él lo hace. La imagen del Juicio final no es en primer lugar una imagen terrorífica, sino una imagen de esperanza; quizás la imagen decisiva para nosotros de la esperanza. ¿Pero no es quizás también una imagen que da pavor? Yo diría: es una imagen que exige la responsabilidad. ((De esta manera, la imagen del juicio final tiene que ser una imagen de esperanza, porque es la instancia en la cual nosotros recibimos esa justicia sin mancha, sin ocaso.))

Éste es nuestro consuelo y nuestra esperanza. Pero en su justicia está también la gracia. Esto lo descubrimos dirigiendo la mirada hacia el Cristo crucificado y resucitado. Ambas –justicia y gracia– han de ser vistas en su justa relación interior. La gracia no excluye la justicia. No convierte la injusticia en derecho. No es un cepillo que borra todo, de modo que cuanto se ha hecho en la tierra acabe por tener siempre igual valor. ¿Cual seria la certeza de que la justicia no nos la puede quitar ni siquiera la muerte? Pablo dice sobre la existencia cristiana, ante todo, que ésta está construida sobre un fundamento común: Jesucristo. Éste es un fundamento que resiste. Si hemos permanecido firmes sobre este fundamento y hemos construido sobre él nuestra vida, sabemos que este fundamento no se nos puede quitar ni siquiera en la muerte. El encuentro con Él es el acto decisivo del Juicio. Ante su mirada, toda falsedad se deshace. Es el encuentro con Él lo que, quemándonos, nos transforma y nos libera para llegar a ser verdaderamente nosotros mismos. En el momento del Juicio experimentamos y acogemos este predominio de su amor sobre todo el mal en el mundo y en nosotros. El dolor del amor se convierte en nuestra salvación y nuestra alegría. El Juicio de Dios es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia. Si fuera solamente gracia que convierte en irrelevante todo lo que es terrenal, Dios seguiría debiéndonos

Apuntes de clases de teología moral aún la respuesta a la pregunta sobre la justicia, una pregunta decisiva para nosotros ante la historia y ante Dios mismo. Si fuera pura justicia, podría ser al final sólo un motivo de temor para todos nosotros. La encarnación de Dios en Cristo ha unido uno con otra –juicio y gracia– de tal modo que la justicia se establece con firmeza: todos nosotros esperamos nuestra salvación « con temor y temblor » (Fl 2,12). No obstante, la gracia nos permite a todos esperar y encaminarnos llenos de confianza al encuentro con el Juez, que conocemos como nuestro « abogado » Antes de terminar el papa habla del contacto de los hombre de este mundo con los que ya han pasado a la vida eterna. En este sentido debemos pensarnos también a nosotros, es decir nuestras existencias están en profunda comunión entre sí, entrelazadas unas con otras a través de múltiples interacciones. Nadie vive solo. Ninguno peca solo. Nadie se salva solo. En mi vida entra continuamente la de los otros: en lo que pienso, digo, me ocupo o hago. Y viceversa, mi vida entra en la vida de los demás, tanto en el bien como en el mal. No puedo entonces pensar en mi salvación individual sino también soy responsable del otro en cuanto tal. El obrar moral como epifanico (lo dijo en clases) La vida moral, nuestros actos, son epifania de nuestra esperanza. El obrar moral tiene dos características: epifanicas (demuestran que soy) e inmanente (que nos transforma), no esta fuera sino que actuá en nosotros. Benedicto tomando esta idea dice que la vida moral es una epifanía. Quien obra bien es quien espera, quien se esfuerza es porque espera. Si me mato por algo es porque espero que ese algo cambie, tenga algo. Si no espero no haría nada de ello. Quien obra con seriedad y rectitud muestra las razones de la esperanza, la actualiza, traduce las razones y en ella la esperanza ultima. Las obras tienen que brotar de la esperanza, ellas tendrían que ser la razón de nuestro obrar. Si no tenemos esta mirada entonces es porque nos falta esperanza. No alcanzamos a tener una mirada profunda. Al no ver frutos tendemos a perder esperanza. Se trata de esto que dice Benedicto, debemos dejar que las obras broten de la esperanza y en este obrar la esperanza definitiva se mejore. . Dimensión litúrgica -La oración: Un lugar primero y esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda ayudarme – cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme. Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente solo. Agustín sostiene que la oración como un ejercicio del deseo. El hombre ha sido creado para una gran realidad, para Dios mismo, para ser colmado por Él. Pero su corazón es demasiado pequeño para la gran realidad que se le entrega. En este sentido cuando rezo se aumenta el deseo y aumentandose el mismo se ensancha el corazón. El corazón, tiene que ser antes ensanchado y luego purificado: liberado del vinagre y de su sabor. Eso requiere esfuerzo, es doloroso, pero sólo así se logra la capacitación para lo que estamos destinados.

Apuntes de clases de teología moral Rezar no significa salir de la historia y retirarse en el rincón privado de la propia felicidad. El modo apropiado de orar es un proceso de purificación interior que nos hace capaces para Dios y, precisamente por eso, capaces también para los demás. Liturgia: Para que la oración produzca esta fuerza purificadora debe ser, por una parte, muy personal, una confrontación de mi yo con Dios, con el Dios vivo. Pero, por otra, ha de estar guiada e iluminada una y otra vez por las grandes oraciones de la Iglesia y de los santos, por la oración litúrgica, en la cual el Señor nos enseña constantemente a rezar correctamente. En la oración tiene que haber siempre esta interrelación entre oración pública y oración personal. Así podemos hablar a Dios, y así Dios nos habla a nosotros. De este modo se realizan en nosotros las purificaciones, a través de las cuales llegamos a ser capaces de Dios e idóneos para servir a los hombres. Así nos hacemos capaces de la gran esperanza y nos convertimos en ministros de la esperanza para los demás: la esperanza en sentido cristiano es siempre esperanza para los demás. La caridad

1822 La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. Vemos que la caridad tiene un doble objeto especifico, amar a Dios y amar al prójimo. El motivo de la caridad es el amor de Dios infundido en nuestro corazón por el ES. Santo Tomas cuando analiza el tema de la caridad lo define como cierta amistad del hombre con Dios y aparecen las características del amor. Es decir, si lo define como amistad debemos tener en cuenta según Santo Tomas: “Amicus amico Amicus” el amigo es amigo del amigo. Para que pueda existir esta relación entre amigos debe haber una cierta homogeneidad, debe haber una cierta plataforma común, no podemos estar en dos frecuencias distintas. Y tiene que tener por contenido propio la benevolencia porque la amistad se define por ser desinteresada. La pregunta de Sto Tomas es ¿Cómo puedo ser amigo de Dios si la diferencia entre Dios y el hombre es evidente? Podemos hablar de amistad porque Dios para que yo pueda hacer amigo suyo volcó en mi corazón su realidad. Dios nos hizo como Dioses y ciertamente se hizo el mismo hombre haciéndome “homogéneo” con EL. Esta explicación de Sto Tomas es insuperable, porque me permite entender que significa la caridad.

1823 Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo (cf Jn 13, 34). Amando a los suyos “hasta el fin” (Jn 13, 1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. ¿Dónde está la novedad? ¿porque la pone como mandamiento nuevo? La realidad no está desde el amor mismo o la caridad misma sino desde Cristo, porque él es el amor. Es en Cristo donde entendemos la novedad del amor. El manifiesta el amor del Padre que ha recibido y los discípulos imitan ese amor que reciben también en ellos. El gesto del lavado de los pies no es solo un gesto de servicio, sino que expresa el amor de Dios, en donde se manifiesta el misterio de la Eucaristía (misterio de la entrega como memorial de su pasión, entrega absoluta).

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1824 Fruto del Espíritu y plenitud de la ley, la caridad guarda los mandamientos de Dios y de Cristo: “Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor” (Jn 15, 9-10) Esta novedad la actúa el ES, el Espíritu de Cristo que él envía desde el misterio de la pascua, que se traduce en ser la ley, la ley de gracia (sto Tomas). Dejarse conducir por el ES es vivir la ley que ya no es más una norma sino una presencia que mociona y que habita en nosotros. Tiene una clave fundamental que es permanecer en el amor de Dios, permanecer en el amor. Esto es el núcleo de la vida moral cristiana, esa es la ley nueva.

1825 Cristo murió por amor a nosotros cuando éramos todavía “enemigos” (Rm 5, 10). El Señor nos pide que amemos como Él hasta a nuestros enemigos (cf Mt 5, 44), que nos hagamos prójimos del más lejano (cf Lc 10, 27-37), que amemos a los niños (cf Mc 9, 37) y a los pobres como a Él mismo (cf Mt 25, 40.45). Nosotros guardamos los mandamientos en la medida que obramos según el ES, este sería como el fundamento, el núcleo, el corazón que es de profunda radicalidad, es una moral de máximos. Se trata de amar al enemigo, hacernos próximos de los lejanos, el amor al niño y al pobre (porque en el contexto del evangelio no era nadie el niño).

1826 Si no tengo caridad —dice también el apóstol— “nada soy...”. La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: “Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad” (1 Co 13,13). Pablo en Corintios nos habla de la caridad como la virtud más importante. Sin ella no soy nada ni nadie.

1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado por la caridad. es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestra facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino. Siendo superior a todas las virtudes es forma de todas mismas, ella inspira a todas las virtudes. Ella purifica nuestra facultad humana de amar y la eleva a la perfección del amor divino.

1828 La práctica de la vida moral animada por la caridad da al cristiano la libertad espiritual de los hijos de Dios. Este no se halla ante Dios como un esclavo, sino como un hijo que responde al amor del “que nos amó primero” (1 Jn 4,19. La caridad se acerca a la libertad de los hijos, la libertad filial. Demostrando cual es el sentido mismo de esa libertad. Si yo obro para cumplir o si obra por amor. Cuando yo obro en caridad mi obrar es una obrar cristiano. Si yo obro amando es un obrar meritorio, me hace libre. Cuanto más la caridad es la razón de mi vida más libre soy. Aunque es una paradoja, cuanto más esclavo soy del amor más me hago libre. Las obras hechas con amor y desde el amor me hacen esclavo del otro.

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1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión. El gozo y la paz son los dos grandes frutos del ES, si tengo paz y gozo es porque el ES esta habitando en nosotros. Las exigencias son la práctica del bien, la corrección fraterna, es benevolencia, gratuidad, reciprocidad, es desinteresada, es amistad y comunión. Dones y frutos del ES

1830 La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo. Aparece aquí la noción de habito (disposición permanente) pero la característica o finalidad de la presencia del Espíritu es la docilidad, flexibilidad, para que las cosas divinas puedan hacerse presente en la vida cotidiana y pueda actuar según el exceso. No lo podría hacer sin esta acción del ES que me ensancha y me dilata.

1831 Los siete dones del Espíritu Santo son: sabiduría, inteligencia, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer con prontitud a las inspiraciones divinas. Aparecen los 7 dones (Is 11) que completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben, haciéndolo dócil para obedecer la voluntad de Dios. Frutos

1832 Los frutos del Espíritu son perfecciones que forma en nosotros el Espíritu Santo como primicias de la gloria eterna. La tradición de la Iglesia enumera doce: “caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia, castidad” Estas cuestiones manifiestan en mi algo de Cristo, expresa mi filiación, mi condición filial, mi condición de Cristo. La mirada cristológica debe ser muy fuerte y muy clara. Las virtudes teologales - Su presencia y desarrollo en la Sagrada Escritura (Pow. P) Antiguo Testamento La escritura hebraica no formula conceptualizaciones abstractas, sino que abren un amplio horizonte de acciones, por lo cual comprender en clave lingüística dichas acciones – a partir de sus raíces verbales – constituye la primera y más inmediata manera de entender la fe, esperanza y caridad en la Sagrada Escritura. La fe y la esperanza El verbo PISTEUO (hebreo aman) que se traduce como creer y en un uso profano se refiere a la realcion entre Madre e Hijo, lo quiere expresar también la relación entre Dios y su pueblo. En el ámbito religioso quiere decir solidez, firmeza, seguridad, fidelidad, atendibilidad.

Apuntes de clases de teología moral En esta misma línea el verbo PISTÉUEIN (he’min), que quiere decir amén a algo, con todo lo que ello significa para el sujeto y el objeto. Por ello creer no debe entenderse sólo en sentido objetivo, sino también personal: relación de confianza en alguien. La fe del antiguo Testamento es sobre todo credere Deo. Relación con Dios que incluye a todo el hombre, en la integridad de su conducta exterior y vida interior.

Raices nominales utilizada que confunden fe y esperanza 

batah que dice la condición de seguridad, objetiva y subjetiva, y la confianza emergente. Aunque hay una cierta coincidencia con la forma verbal he’min, aquí la confianza está más apoyada en la esperanza que en la fe.



hasah que manifiesta la acción o experiencia de encontrar refugio, seguridad. “Dios es nuestro refugio (sal 7)”



qawah, jahal, hakah, que se pueden traducir por aguardar, esperar. Es la actitud de confianza que mira hacia el futuro.



Con elpízein, también traducen los LXX qawah el estar en tensión hacia algo, esperar ardientemente algo.

Con ello se ve que la esperanza es para el antiguo Testamento (más todavía para el tardo judaísmo) una dimensión fundamental de la fe. Creer en el Señor y esperar por ello en Él, es una síntesis de intimidad y esperanza, de obediencia y temor, que se traducen en confianza como respuesta del hombre a la iniciativa salvífica de Dios. El examen del vocabulario de la fe muestra una proximidad, a veces hasta una coincidencia, con la esperanza. Exceptuado aman los términos que traducen fe y esperanza son los mismos, de manera que el significado sólo puede ser extraído del contexto en el cual se encuentra la palabra. Es difícil distinguir la fe de la esperanza: es la esperanza creyente y la fe esperanzada. Dicha esperanza no es sólo del individuo. Hay una oscilación entre el singular y la comunidad, porque quien tiene fe en el Señor participa en la fe esperanzada que es propia del pueblo de la promesa (Cf. Sal 130, 5-7) La caridad El antiguo Testamento circunscribe fundamentalmente el amor a la raíz nominal bh que dice relación mutua entre Dios y el hombre, con los otros hombres y las cosas. Se puede agregar la raíz rhm que, con referencia al seno materno (rehem) indica la piedad y compasión como formas propias del amor de Dios. Él es misericordioso (rahûm) por definición. Tiene entrañas de misericordia hacia su criatura (rah mîm). El contexto interpretativo de la caridad sólo emerge de la historia de la salvación, en el acontecimiento de la Alianza. Desde la Alianza como clave de interpretación, se explica que la vida de Israel se funde en la ley. La Torá es la enseñanza que Dios da a su pueblo para orientar su conducta de acuerdo a la Alianza. En el corazón de la Torá se sintetiza en la s’ma: Escucha Israel, el Señor es nuestro Dios; el Señor es uno. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas (Dt 6, 4 ss.). De él descienden los otros preceptos, en particular el amor al prójimo.

Apuntes de clases de teología moral Evolución de la fe-esperanza La fe de Israel es la fe de un pueblo, no de un conjunto de singulares. La historia de Israel es la historia de su fe, como relación única con YHWH nacida de la experiencia de liberación. Por eso mas que los patriarcas el acontecimiento fundamental es el Éxodo. La fe de Israel se alimenta del éxodo y proclama por medio de los profetas la necesidad de un nuevo éxodo, como expresión firme de la fe de Israel que funda en la fidelidad de YHWH la esperanza de vida futura (Is 40, 2 ss). Frente al drama del exilio se presentan dos actitudes: 

Apego obstinado de los exiliados a la conciencia de la identidad nacional



La pregunta sobre la razón de la deportación: los profetas dirán que es la consecuencia de la infidelidad del pueblo a la Alianza.

Sin embargo el drama del exilio no es el fin sino que constituye la purificación de la fe y la esperanza. Bajo la consideración de una historia que se interpreta teológicamente, la actitud fundamental del pueblo es la espera. Aguardan la llegada del Mesías, de la descendencia de David, el Emmanuel (Is 7, 14 ss.) De esta manera, la fe de Israel se especifica en un sentido escatológico, para revestirse ulteriormente de perspectivas apocalípticas. En el nuevo Testamento La Revelación del Dios Ágape - Caridad El antiguo Testamento trazaba el perfil del amor de Dios. Dios misericordioso y lleno de piedad, lento para la ira y rico en misericordia y fidelidad (Ex 34, 6). Se trata de un amor unico, para cuya expresión se utiliza el termino agapao con el cual los LXX traducen del hb del texto hebraico. El nuevo Testamento expresa ágape de modo inmediato como el amor de Dios hacia el hombre y, por derivación, el amor de Dios en el hombre como don y posibilidad del amor hacia Dios y los hermanos. Este Agapé de Dios es puesto en evidencia sobre todo con los apóstoles Juan y Pablo: Pablo ve en el ágape el fundamento de todo el acontecimiento salvífico realizado en Cristo. El amor de Dios se muestra en el don de su Hijo, cuya actuación plena está en el ágape de Dios derramado en el corazón del hombre (Rom 5, 5). El ágape es el principio que informa la vida nueva en Cristo. San Juan subraya la dimensión teológica del ágape. En toda la literatura joánica se asiste a un proceso descendiente del ágape desde el Padre al Hijo, y a la comunidad que se reúne por la fe en Jesús, y que encuentra el principio de crecimiento hacia la participación plena en el amor de Dios por la práctica del amor fraterno. Ágape es ante todo el misterio de Dios; dice su nombre y naturaleza, además de su obrar a favor de los hombres. También define el misterio del Hijo, por la intimidad de amor que une a Jesús con su Padre y finalmente le es dado al hombre el Espíritu Santo, Espíritu de verdad, de quien el ágape es el primer fruto; es el Espíritu del amor, el Espíritu del Hijo que hace al hombre capaz de la misma vida filial, que se traduce y sustancia en el mandamiento del amor fraterno. La fe en los evangelios

Apuntes de clases de teología moral La radical novedad del nuevo Testamento: la fe en Jesucristo. Aún cuando se vuelve a proponer sustancialmente los términos de la fe del antiguo Testamento (confianza, obediencia, esperanza y fidelidad), los evangelios la refieren a Jesús. Sin embargo no es superposición o cancelación de la fe en YHWH. Más bien la solicitud de fe en Jesucristo se afirma en el contexto de la fe en Dios, y como especificación y realización suya. Esta fe se manifiesta con adhesión a su palabra y a sus obra. La misma aparece como condición para los milagros. la relación con Jesús oscila entre fe e incredulidad: no podría ser de otra manera, porque su manifestación a los hombres se realiza en el signo de la condición humana, que revela y al mismo tiempo esconde bajo el signo de la pobreza y del límite, la presencia misericordiosa de Dios y del Reino. La esperanza en el NT En el antiguo Testamento, la esperanza se calificaba como una dimensión de la fe (fe esperanzada o esperanza creyente). En Jesús de Nazareth el futuro no es prometido, sino que se da; Jesús no es más esperado sino que es dado. Esta es la novedad: El Reino de Dios está entre ustedes (Lc 17, 21). La predicación de Jesús, sobre todo sus parábolas, revelan la naturaleza misma del Reino: esperado y ya presente en sus palabras y en sus obras. Las referencias al presente de la misericordia de Dios, se articula con el futuro del juicio que corresponderá al desarrollo de la historia. Son dos aspectos complementarios de la presencia del Reino de Dios, oscilante entre una realización dada y una realización por venir. Jesús y la ley de los Judíos Contra la multiplicación de los preceptos, propia del judaísmo del tiempo de Jesús, hay una búsqueda de unidad en la voluntad divina. Jesús critica el comportamiento religioso no por oposición a la tôrâ, sino contra la tradición oral llamada halakâ (que regulaba a vida de los hebreos en todos los ambientes). El reclamo de Jesús a la fidelidad a la ley está en la línea de una verdadera reducción a la unidad, como lo muestra el diálogo entre Jesús y el escriba: ¿cuál es el primero y mayor de los mandamientos? (Cf. Mc 12, 28-34), ante la multiplicación de los preceptos Jesús centra su atención en la S’ma que no es solo el primer mandamiento sino la condición de todos los demás. Sin embargo a dicho mandamiento Jesús suma el previsto en Lv 19,18: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. La novedad está en la vinculación de ambos. El primer mandamiento es centro de la ley, dando sentido a todos los preceptos, pero encuentra en el amor al prójimo la condición esencial en la cual manifestarse y verificarse. Aún más Jesús ha acercado el amor de Dios al amor mismo de los hombres. La literatura joánica que teje la salvación en el amor de Dios por los hombres, insiste repetidamente en el amor como mandamiento. Este mandato es la revelación del amor del Padre hacia los hombres (Jn 3, 16) que Jesús acaba en el don de si en la Cruz. Es un acto de libertad y de amor que se lo comprende como mandamiento a la luz de la absoluta obediencia de Jesús a la voluntad del Padre. Es claro entonces que la salvación no esta en el cumplimiento de leyes sino en el amor fraterno que visibiliza el amor de Dios revelado en Jesucristo. La vida nueva en el ágape La Pascua es el fundamento y la posibilidad de la vida nueva. La vida en Cristo es vida en el ágape, porque el ágape es el cumplimiento de la ley y quien ama, ha cumplido toda la ley. Con san Pablo esta verdad comienza en el bautismo, que transforma al hombre y le da una verdadera capacidad para participar en la vida divina. Inserto en el dinamismo de la muerte y resurrección de Jesucristo, participa de la condición de hijo y puede vivir a la medida y sobre el modelo de Cristo.

Apuntes de clases de teología moral El Espíritu de Cristo que habita en el hombre, es en su corazón principio de vida que lo hace capaz de vivir según las exigencias de la Alianza, y – en consecuencia – de poner en práctica el precepto del amor como cumplimiento de la ley. La fe después de la pascua La fe post-pascual acentúa, antes que la dimensión fiducial de la fe, la dimensión confesional de la fe que también reclama la dimensión cognoscitiva de la fe. Como ya hemos dicho todo esto sin negar la fe en Dios, de hecho el NT utiliza terminología propia para referirse a la fe en Cristo: la fórmula pistéuein (o pístis) con eis y el modo acusativo. Eis es una preposición que indica movimiento y dirección; es como decir que la fe fiducial (abandono, confianza), se realiza en y mediante la fe en Cristo. Por ello se entiende como creer, en el nuevo Testamento, equivale a aceptar la obra de Dios realizada en Jesucristo crucificado, muerto y resucitado, proclamado por la predicación de los Apóstoles. A diferencia de la fe veterotestamentaria entendida fundamentalmente como confianza en Dios, que se traducía y demostraba en la obediencia a la ley, el nuevo Testamento introduce la novedad de la fe como adhesión plena y entusiasta a una persona. La fe, sin embargo, no es después de la Pascua, la sola sustitución de la ley por la persona de Cristo. La fe es, por definición, lo contrario de cualquier forma de auto justificación; según la formula de san Pablo, es la obediencia de la fe (Rom 1, 5.8), que reconoce en Jesucristo muerto y resucitado el principio y la condición única de salvación. La correlación entre justicia de Dios y la fe constituye al hombre en una condición absolutamente nueva: la del hombre justificado que es la condición de la adopción como hijos obtenida gratuitamente en Jesucristo. La fe no se resuelve en un acto puntual, sino que establece al hombre en un estado de vida. Es un acto integral de fe que asume a toda la existencia humana. La fe es así una forma de conocimiento; es la forma más típica de conocimiento en sentido cristiano, vinculado al don del Espíritu Santo que conduce al hombre a la verdad completa (Jn 16, 13). El epistolario paulino subraya la idea de un conocimiento espiritual que se determina por el encuentro con Jesucristo en la fe, conocimiento que progresa con el crecimiento en la vida nueva. La esperanza después de la pascua La Pascua trae una novedad: el Reino de Dios es dado al hombre como posibilidad, ofrecimiento que está en manos de su decisión, para recibir la salvación y participar en la victoria de Jesucristo. El misterio pascual inaugura la presencia definitiva del Reino, calificada por el ya del Cristo muerto y resucitado y el todavía no de la comunión con Dios, que será definitivamente participada en la condición escatológica de elección. Es la situación del homo viator, que ya vive aquello en lo cual espera, y está atento a la realidad definitiva que en la esperanza es hoy su modo de vida. En la 1ª Corintios se perfila una atención a la efusión del Espíritu en el corazón de los creyentes. El don del Espíritu es signo de la realidad escatológica; el creyente que participa del don del Espíritu, recibe anticipadamente el don de los tiempos por venir, cuando Dios será todo en todos (cf. 1Cor 15, 28). En la 2 Carta a los Corintios enseña que la vida en Cristo está dada por la acción continua del Espíritu del Señor, que impulsan al hombre y a la creación hacia el cumplimiento pleno de su esperanza. Se caen los modelos y fórmulas apocalípticas, pero la perspectiva permanece escatológica, y el Espíritu es el don por excelencia de los últimos tiempos. El creyente es descrito como aquel que espera y que para no dejarse alejar de la esperanza que el Evangelio promete, traduce en una existencia concreta las exigencias del obrar cristiano, conforme con el ejemplo de Cristo.

Apuntes de clases de teología moral Cristo constituye el objeto de la esperanza, capaz de unir a todas las categorías y modelos interpretativos del porvenir que trae el evento salvífico de Jesucristo: salvación, participación en la naturaleza divina, adopción de hijos, renacimiento del Espíritu, redención, resurrección de los muertos, glorificación como hijos de Dios, nueva creación. La esperanza en Jesucristo se constituye también en criterio interpretativo de la apocalíptica, que no es ya cosmológica (judaísmo) sino antropológica. La parusía es el acontecimiento que introduce de manera definitiva a la humanidad en la comunión con Dios en Jesucristo. La oración hace de la esperanza una espera confiada, una fe que apoyándose en la fidelidad de Dios. La santa tríada La presencia de fe-esperanza-caridad en el nuevo Testamento lo encontramos, en su mayor parte, en el epistolario paulino: 1 Ts 1, 2 ss.; ibid., 5, 8; 1 Cor 13, 13; Gal 5, 5 ss. entre otros textos. Veamos algunos de ellos: 1 Corintios Los dones según Pablo son necesarios, son dones de Dios, con un sentido y una significación. En cambio la caridad es la que permanece y acaba en el gozo y la contemplación de Dios. Solo la caridad es la que nos pone en la relación intima con Dios a la que estamos llamados. No se es cristiano si no se participa de la vida de este don. Es la excelencia de la vida cristiana. Si no se participa del agapé se pierde la identidad propia que identifica al cristiano. La personificación del ágape sirve para afirmar en condición absoluta como es la vida cristiana en cuanto vida de caridad. Es el espejo en el cual los cristianos de Corinto deben reflejar su conducta y sus pretensiones carismáticas para ver cual es la via excellentior de la vida cristiana. En el himno de la caridad hay un creyendo de la vida de la caridad. Vemos cuatro afirmaciones que señalan hasta que punto debe llegar la caridad.    

Todo lo cumbre Todo lo cree Todo lo espera Todo lo soporta

La secuencia es muy importante para la doctrina de las virtudes teologales porque muestra la relación entre caridad y la fe y la esperanza. ¿Por qué Pablo introduce esta triada si venia hablando de la superioridad de la misma sobre los carismas? El texto dice que la vida cristiana no está en el ejercicio de los carismas, aún los más extraordinarios, sino en la fe-esperanza y caridad. La dimensión escatológica no está explícitamente tematizada por el texto, pero la afirmación de la excelencia de la caridad también en una perspectiva escatológica, no excluye la permanencia de la fe y la caridad en la condición de la plena y definitiva comunión con Dios. Otros textos En tesalonises, efesios y colosense aparece en la acción de gracias del comienzo. En algunas ocasiones aparece una palabra que se traduce como paciencia (pero que se entiende no como paciencia estoica sino como esperanza).

Apuntes de clases de teología moral Pablo parte de una estructura teológica antropológica que es el de la configuración con Cristo. En esta configuración es la vida teologal. Esa configuración nos va llevando a un conocimiento de Dios profundo y verdadero. El acontecimiento de Cristo es un gran misterio, pero que en la pascua se revela. La revelación es en Cristo, el es el objeto de la fe. Y la verdad nos va a llevar a conocer a la única verdad que se transforma en vida. Decimos que Pablo subraya la idea de un itinerario de encuentro con Cristo. Esta triada de la que hemos estado hablando aparece casi en la totalidad de las cartas de Pablo. Aparece en los primeros escritos (1 Ts 1, 2 ss.; Ibíd.., 5, 8; 2 Ts 1, 3 ss.); también está en sus grandes Cartas pese a la radicalización de la salvación por la fe (Ga 5, 5; Rom 5, 1-5), y vuelve a aparecer en los textos de prisión (Ef 1, 15-18; Col 1, 3-5), así como en las Cartas pastorales (1 Tm 6, 11; Tito 2, 2). Otros textos Hebreos Situá la triada en un contexto concreto que es la vida de la comunidad en una situación de persecución. La carta a los hebreos es de consolación, es una carta sacerdotal, de mucha densidad teológica. Presenta la situación concreta de la comunidad cristiana en los primeros tiempos. Las pruebas que va a sufrir la comunidad en esta conversión a Cristo. Pablo advierte que existe un cierto decaimiento en la fe ante la persecución. Conclusión El contenido de todos los textos permite concluir que la fe, la esperanza y la caridad son dones de Dios, potencialidades dinámicas que presiden y hacen posible la vida a modo de Cristo. Se acentúa mucho el dinamismo de estos dones como capaces de hacernos alcanzar la vida eterna. En otros textos se describen más bien como un dinamismo en virtud del cual, la fe y la caridad son condiciones para alcanzar la vida eterna, calificada como esperanza del cristiano (Rom 5, 15) Binomio fe- caridad en otros textos Santiago 2, 14-26 Acá aparece mas bien el binomio. No se puede pensar en fe sino con obras, es decir con caridad. Lo mismo una caridad sin fe no puede ser. Queda clarísimo que es un solo Don el que Dios da. Binomio fe-caridad Hebreos 11, 1 es un texto muy importante. Tiene una definición de Esperanza. La fe es el fundamento de las cosas que se esperan y prueba de aquellas cosas que no se ven. La fe participa al hombre de una esperanza. De modo que la esperanza se traduce en un modo completo de vivir la fe. La esperanza aparece como el modo concreto de vivir la fe, como orientación escatológica que no se encierra en una actitud pasiva de espera, sino que se compromete para aguardar y apurar la llegada del Reino 1 Carta de Pedro

Apuntes de clases de teología moral También en 1Pe 1, 20 ss. La salvación de Dios, misterio escondido que fue revelado y se realizó en la plenitud de los tiempos, es participada por la fe en Dios que resucitó a Jesucristo de entre los muertos, fe que no puede estar sin la esperanza. Más allá de los textos tomados en su singularidad, se puede llegar en su conjunto a una conclusión: la vida cristiana se rige y se articula sobre dos dinamismos precisos, estructurados sobre los binomios fe-esperanza y fe-caridad. La fe se actúa en la caridad, mientras la esperanza es una dimensión constitutiva de la fe. Por eso, fe-esperanza son el dinamismo que, para el hombre en Cristo, lo orientan al futuro escatológico. Fe-caridad expresa más bien el presente de la vida cristiana en el compromiso de traducir la confesión de fe en una concreta vida de amor. Virtud en en el Nuevo Testamento El término virtud aparece en muy pocas oportunidades en la sagrada Escritura y jamás el nuevo Testamento califica a la fe, esperanza y caridad como virtudes. No sólo el término virtud no aparece relacionado, sino que el concepto de virtud tampoco está vinculado al ternario. El termino virtud como lo comprendemos aparece en los albores de la edad media. Aparece sobre todo con Pedro Lombardo y luego Tomas la define como cualidad buena de la mente que dispone a vivir bien (SANTO TOMÁS DE AQUINO, en Suma Teológica I-II, q. 55, art. 4), o como disposición habitual y firme a hacer el bien (CEC, 1803). Los padres de la Iglesia van diciendo algo pero no aparece en ello tan sistematico. La lectura de la fe, esperanza y caridad como virtud es claramente la aplicación de un esquema interpretativo posterior, que el lenguaje teológico y eclesial proyectan sobre estos contenidos del nuevo Testamento. Cuatro son las ocasiones en que el nuevo Testamento habla de virtud: dos referidas a Dios, como son 1 Pe 2, 9 y 2 Pe 1, 3, y otras dos que miran a la conducta del hombre y se relacionan con la teoría griega de virtud, presumiblemente con la mediación del judaísmo helenístico: Fil 4, 8; 2 Pe 1, 5. La condición ajena de la virtud en el nuevo Testamento es propia del espíritu propio del mensaje cristiano: la salvación del hombre es don de Dios y no es fruto de su voluntad. El progreso moral del hombre no depende de una decisión suya, fundada en su capacidad, sino en la acción de Dios que salva, constituyendo al hombre en condiciones de responder a su llamado y vivir según su ley. Las virtudes teologales son virtudes infusas: es decir que se infunden en el hombre y son don de Dios. Las virtudes cardinales son adquiridas por el esfuerzo del hombre. Pablo remite a la concepción helenística pero para Tomas no es en este sentido en cuanto que la enmarca en la vida teologal. En la moral griega, virtudes y vicios se subordinan al esquema platónico de las virtudes cardinales. En la revelación las virtudes se subordinan o finalizan en la fe (cf. Ef 4, 2 ss.; 2 Pe 1, 5) y sobre todo en el amor (Ga 5, 22), por lo cual se puede y se debe hablar de la virtud como frutos del Espíritu (Ga 5, 22). En el nuevo Testamento, sólo de manera impropia se puede hablar de virtud. Caridad (((Los puntos del catecismos están desarrollados en la introducción general))).

Apuntes de clases de teología moral 1822 Tiene prioridad el amor al prójimo. No puedo amar al hombre del mismo modo que las cosas. Hoy en día se da mucho amor a los animales y esto influye un montón. Nosotros estamos incluidos en el SER de Dios y por lo tanto el amor al projimo es siempre en Dios. Tal es asi que tenemos la frase de JUAN que nos dice que es mentira cuando decimos que amamos a Dios y amamos al projimo. Este es como un criterio de verificacion de nuestro amor a Dios. Este es el mandamiento del amor, que es el mandamiento nuevo. Y es nuevo porque es en Cristo, esta es la novedad. La novedad del mandamiento nuevo es Cristo, su persona, que nos hace en EL participar del amor trinitario. Es un amor que tiene una dimensión infinita. Santo Tomás introduce en la escolástico, corrigiendo a Pedro Lombardo, sosteniendo que el amor derramado en los corazones del hombre es un amor creado. Es esencialmente distinto al amor de caridad pero participa del mismo. 1824 es fruto del ES. Por lo tanto es plenitud de ley porque el ES es la ley nueva o la ley de gracia. El amor de Dios ha sido derramo en nuestro corazones x el ES. Esto no quiere decir que tengamos el mismo amor de Dios, sino que participamos de ese amor. Es un amor CREADO y no INCREADO. Es un amor que se recibe al modo del recipiente. Es plenitud de ley que nos invita mandar los mandamientos de Cristo con la cual estos adquieren una nueva identidad. No se trata de un mero cumplimiento sino que es una vivencia del amor de Caridad. 1825 plantea algunas caracteristicas fundamentales del la caridad. 

Amor al enemigo (Rom 5, 10)



Hacernos próximos del mas lejano (Buen Samaritano)



Los niños y los pobres como los objetos de preferencias.

1826 con el Apóstol Pablo decimos que sin la caridad no somos nada. Decimos entonces que en cuanto a la génesis la caidad es la ultima ((fe, esperanza y caridad)) y en la naturaleza es la primera. Ella le da perfección y formalidad especifica a cada una de las virtudes. Cuando se habla de caridad como forma hablamos de una virtud que le da el Espíritu propio, el alma, que anima a todas las otras virtudes. El camino del hombre a Dios esta itinerario por las virtudes que me van a permitir, caminar, con mis conductas y obras hacia el destino eterno. Pero para poder llegar a eso necesito estar dinamizado, impulsado por el mismo Dios que me puede llevar a EL. Cada una de estas virtudes me lleva a Dios y esta dinamizadas por la caridad. En mi las cosas buenas que puedo hacer no tienen sentido si no tienen esa alma de la caridad, si no están animadas y eso supone de que yo me encuentre en buena relación con Dios. Además de ser la forma, las articula, les da unidad a las virtudes, dandole un sentido y la significación propia. También las ordena, porque ciertamente las virtudes van a ser de mayor importancia en cuanto mas expresan, con mas fuerza la caridad misma. Ejemplo miremos las virtudes cardinales

Apuntes de clases de teología moral templanza, fortaleza, justicia, prudencia. De todas ellas, la recta razón del obrar, es decir la prudencia es la mas importante porque la caridad al ser la verdad de Dios, la caridad en la verdad (para no caer en seudo expresiones de lo que es la caridad). Hay una sintonia fina entre caridad y verdad y la prudencia es el contituir el modo y como de mi acción y esto es buscando la verdad. La caridad es FUENTE porque las virtudes nacen del amor y tienen como destino el amor a Dios. La caridad asegura y purifica nuestra capacidad de amar. La caridad asume el amor humano y lo plenifíca. El amor humano es pleno en cuanto que es desplegado en la caridad 1827 ((principios)) 1828 entramos en la practica. Cuando el obrar moral esta transformado por la caridad me va dando la libertad, ya no somos esclavos sino hijos. Somos sacramental hijos pero en la caridad nos vamos transformando existencialmente en HIJOS. Como alcanzo mi vida de hijo, con las obras de caridad. 1829 los frutos de la caridad En estos tres términos se identifica lo que es la vida del hombre. Una persona que tiene la libertad de los hijos de Dios tiene profunda paz y alegría. En relación con los demás, mi actitud es una presencia misericordiosa. Pero todo lo que se haga de bueno en nuestra vida es fruto de la caridad. En benevolencia (división de Santo Tomás. Amor de benevolencia y concupiscencia) es absolutamente gratuito. Suscita la amistad porque Dios me ama con amistad. Tomás define la caridad como la amistad entre el hombre y Dios. El amor de Dios que es primero es absolutamente gratuito, colocandome en condición de ser amigo suyo, amándome el primero. Por eso el amor de caridad sucita la reciprocidad. Es desinteresada, generosa. Deus Caritas Est INTRODUCCIÓN ((Benedicto es profundamente de la teología de Juan. Por eso cuando habla de ágape habla de este mismo de San Juan))

« Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él » (1 Jn 4, 16). Además, en este mismo versículo, Juan nos ofrece, por así decir, una formulación sintética de la existencia cristiana: « Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él ». ((Comienza por la ontología divina (Dios es amor) , pasa al orden moral (quien permanece en el amor) esto es puramente de Juan, la noción de permanecer. Nosotros somos integrados por gracia en esta afirmación. Ser introducidos implica un compromiso básico. Nosotros recibimos el amor y debemos comprometernos. Es lo que llamamos como fidelidad. Esto en Juan es clave, permanecer en las cosas de Dios. Quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en el, aparece aquí la reciprocidad pero si hay reciprocidad entonces debe haber también semejanza, equivalencias esto es un cierto mundo de valores, de ideas, etc. En esto va a consistir la opción fundamental de creer en el amor de Dios, tener fe en ese amor.))

Apuntes de clases de teología moral No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva . La fe cristiana, poniendo el amor en el centro, ha asumido lo que era el núcleo de la fe de Israel, dándole al mismo tiempo una nueva profundidad y amplitud. El pueblo de Israel tiene en claro que tiene que amar a Dios con todo lo que es (YEMA). Jesús, haciendo de ambos un único precepto, ha unido este mandamiento del amor a Dios con el del amor al prójimo. Y, puesto que es Dios quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4, 10), ahora el amor ya no es sólo un « mandamiento », sino la respuesta al don del amor, con el cual viene a nuestro encuentro. ((Con esto queda designado que significa ser cristiano. Para poderlo reflexionar y responder con verdadera conciencia es necesario analizar bien que es el amor y que entendemos por el amor.)) PRIMERA PARTE: LA UNIDAD DEL AMOR EN LA CREACIÓN Y EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN Un problema de lenguaje

El término « amor » se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y también de las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente diferentes. Se habla de amor a la patria, de amor por la profesión o el trabajo, de amor entre amigos, entre padres e hijos, entre hermanos y familiares, del amor al prójimo y del amor a Dios. Sin embargo, en toda esta multiplicidad de significados destaca, como arquetipo por excelencia, el amor entre el hombre y la mujer, en el cual intervienen inseparablemente el cuerpo y el alma. ((Benedicto le da mucha importancia al vocablo de esa identidad. Nosotros reconocemos que el amor entre el hombre y la mujer es la expresión del amor de Dios. Alianza de amor esponsal))

Se plantea, entonces, la pregunta: todas estas formas de amor ¿se unifican al final, de algún modo, a pesar de la diversidad de sus manifestaciones, siendo en último término uno solo, o se trata más bien de una misma palabra que utilizamos para indicar realidades totalmente diferentes? « Eros » y « agapé », diferencia y unidad Los antiguos griegos dieron el nombre de eros al amor entre hombre y mujer, que se impone al ser humano. Esta expresión fue usada dos veces en el AT y ninguna en el NT, sino que se prefiere usar más bien el termino Agapé que estaba en desuso para la cultura griega. Este relegar la palabra eros, junto con la nueva concepción del amor que se expresa con la palabra agapé, denota sin duda algo esencial en la novedad del cristianismo, precisamente en su modo de entender el amor. Los griegos consideraban el eros ante todo como un arrebato, una « locura divina » que prevalece sobre la razón, que arranca al hombre de la limitación de su existencia y, en este quedar estremecido por una potencia divina, le hace experimentar la dicha más alta. En el campo de las religiones, esta actitud se ha plasmado en los cultos de la fertilidad, entre los que se encuentra la prostitución « sagrada » que se daba en muchos templos. El eros se celebraba, pues, como fuerza divina, como comunión con la divinidad. Esta postura fue rechazado por el AT que no se niega a la idea de Eros sino a la reducción de la persona (la prostituta era considerada como un objeto), de la cual se abusaba. Por eso el eros no era elevación sino caida de la dignidad del hombre.

Apuntes de clases de teología moral ((Hace referencia al concepto primitivo del hombre que tenia sobre Dios, como semi-humana y limitado. Entonces se dio lugar a la prostitución divina para que fueran fecundada por los dioses y vivían al servicio de la divinidad. Era una manifestación de arrebato místico. El EROS como el placer maximo, como salir de si, que tenia la relación sexual, que se daba entre los dioses y las mujeres que ponían a su disposición. El eros era considerado como un falso encuentro con la divinidad. Transformaba al hombre y a Dios como una especie de orgía sagrada)).

Vemos que entre el amor y lo divino existe una cierta relación: el amor promete infinidad, eternidad, una realidad más grande y completamente distinta de nuestra existencia cotidiana. Pero, al mismo tiempo, se constata que el camino para lograr esta meta no consiste simplemente en dejarse dominar por el instinto. Hace falta una purificación y maduración, que incluyen también la renuncia. El hombre es realmente él mismo cuando cuerpo y alma forman una unidad íntima. Si el hombre pretendiera ser sólo espíritu y quisiera rechazar la carne como si fuera una herencia meramente animal, espíritu y cuerpo perderían su dignidad. Si, por el contrario, repudia el espíritu y por tanto considera la materia, el cuerpo, como una realidad exclusiva, malogra igualmente su grandeza. ((Quiere purificar el concepto y entra en el concepto de persona. Esta unidad sustancial y espiritual le va a conferir una verdadera y nueva nobleza. ))

Es el hombre, la persona, la que ama como criatura unitaria, de la cual forman parte el cuerpo y el alma. Sólo cuando ambos se funden verdaderamente en una unidad, el hombre es plenamente él mismo. ((Entonces dice que lo EROS, que es sustancialmente del cuerpo, tiene que estar integrado también con el ESPIRITU. Los EROTICO debe estar unido al otro, tiene que estar abierto para encontrarse con el otro, en una relación buena, en una relación de provecho con el otro. El amor me hace salir de mi para encontrarme con el otro. La persona es unidad de cuerpo y alma. No puede quedar solo en la dimensión corpórea, encerrándome en mi mismo, por puro placer. En esta media debe ser la expresión erótica capaz de salir de si mismo y encotrarse con el otro en una relación de espíritu. El extasis a la que nos conduce el EROS necesita de renuncia … y recuperación. Implica un amor que sabe renunciar, que esta dispuesto al sacrificio y que busca aquello que lo sacia, que lo colma, que le hace bien. Que nosotros lo podemos en dos palabras que es la explusividad y la permanencia. ))

¿Como purificar el ERO? Hace referencia al Cantar de los cantares y dice que a lo largo del libro se encuentran dos términos diferentes para indicar el « amor ». Primero, la palabra « dodim », un plural que expresa el amor todavía inseguro, en un estadio de búsqueda indeterminada. Esta palabra es reemplazada después por el término « ahabá », que la traducción griega del Antiguo Testamento denomina, con un vocablo de fonética similar, « agapé», el cual, como hemos visto, se convirtió en la expresión característica para la concepción bíblica del amor. En oposición al amor indeterminado y aún en búsqueda, este vocablo expresa la experiencia del amor que ahora ha llegado a ser verdaderamente descubrimiento del otro, superando el carácter egoísta que predominaba claramente en la fase anterior. Ahora el amor es ocuparse del otro y preocuparse por el otro. A este propósito, nos hemos encontrado con las dos palabras fundamentales: eros como término para el amor « mundano » y agapé como denominación del amor fundado en la fe y plasmado por ella. Con frecuencia, ambas se contraponen, una como amor « ascendente», y como amor « descendente » la otra.

Apuntes de clases de teología moral Eros y agapé —amor ascendente y amor descendente— nunca llegan a separarse completamente. Cuanto más encuentran ambos, aunque en diversa medida, la justa unidad en la única realidad del amor, tanto mejor se realiza la verdadera esencia del amor en general. Si bien el eros inicialmente es sobre todo vehemente, ascendente —fascinación por la gran promesa de felicidad—, al aproximarse la persona al otro se planteará cada vez menos cuestiones sobre sí misma, para buscar cada vez más la felicidad del otro, se preocupará de él, se entregará y deseará « ser para » el otro. Así, el momento del agapé se inserta en el eros inicial; de otro modo, se desvirtúa y pierde también su propia naturaleza. Por otro lado, el hombre tampoco puede vivir exclusivamente del amor oblativo, descendente. Quien quiere dar amor, debe a su vez recibirlo como don. ((Podemos decir entonces que el amor es EXTASIS que es salir de si, pero no como un arrebato momentaneo sino como un camino permanente. De un sujeto que sale de si y que gradualmente se va donando, va saliendo de si y va encontrando a Dios. “Quien pierda su vida la encontrá” En la media que la persona viva como persona, se vive el amor como realmente es. Todavia no hemos entrado en el plano relación con la religión. Normalmente cuando uno no puede salir de si mismo hacia el otro es porque hay mayor o menor grado de Eros trabajado. Según Santo Tomas la LIBIDO SEXUAL es la mas fuerte de las pulsiones, porque es la que tiende a la preservación del hombre. Esta fuerza es tan poderosa justamente para que se pueda preservar la humanidad y es mas fuerte incluso que comer y beber. No es extraño que no sea una pulsion difícil de dominar y por eso la importancia de trabajarlo desde el primer momento. La educación del adolescente es fundamental)).

El « amor » es una única realidad, si bien con diversas dimensiones; según los casos, una u otra puede destacar más. Pero cuando las dos dimensiones se separan completamente una de otra, se produce una caricatura. ((Necesitan la una de la otra, estan llamadas ambas a encontrarse, no puede haber EROS verdadero sin AGAPE. Para que yo pueda amar con amor de benevolencia necesito estar sereno y ordenado desde mi amor EROTICO. Así mismo cuando el EROS, se abre al encuentro con el otro es cuando el ÁGAPE encuentra terreno propicio para enraizar. El hombre no vive solo del amor donativo, del amor descendente, el amor necesita recibir en un sentido de complementaridad. Esto nos puede ayudar en nuestra vida CELIBE yo no puedo vivir en este amor descendete. Debo vivir también mi mundo EROTICO, integrandolo con alegría.))

La novedad bíblica A diferencia de los dioses griegos, para el cristianismo se trata de un único Dios que creo todas las cosas. El hombre es obra suya y la estima. El Dios único en el que cree Israel, ama personalmente. Su amor, además, es un amor de predilección: entre todos los pueblos, Él escoge a Israel y lo ama, aunque con el objeto de salvar precisamente de este modo a toda la humanidad. Él ama, y este amor suyo puede ser calificado sin duda como eros que, no obstante, es también totalmente agapé. La relación de Dios con Israel es ilustrada con la metáfora del noviazgo y del matrimonio; por consiguiente, la idolatría es adulterio y prostitución. El eros de Dios para con el hombre, como hemos dicho, es a la vez agapé. No sólo porque se da del todo gratuitamente, sin ningún mérito anterior, sino también porque es amor que perdona. El amor apasionado de Dios por su pueblo, por el hombre, es a la vez un amor que perdona. Un amor tan grande que pone a Dios contra sí mismo, su amor contra su justicia. ((Benedicto da un pasó mas y partiendo de que Dios que se hizo verdaderamente hombre en Cristo, entonces este también es EROS. Es decir Dios también es EROTICO y pone el texto de Lucas “quien pierda su vida por mi”. ))

Apuntes de clases de teología moral La tradición bíblica además no trae novedad con respecto al hombre. Se nos presenta en el libro del genesis como el hombre fue creado solo y necesito la compañía de otra persona, de otro igual. El hombre aparece como incompleto constitutivamente en camino para encontrar en el otro la parte complementaria para su integridad, es decir, la idea de que sólo en la comunión con el otro sexo puede considerarse « completo ». El eros está como enraizado en la naturaleza misma del hombre; Adán se pone a buscar y « abandona a su padre y a su madre » para unirse a su mujer; sólo ambos conjuntamente representan a la humanidad completa, se convierten en «una sola carne ». No menor importancia reviste el segundo aspecto: en una perspectiva fundada en la creación, el eros orienta al hombre hacia el matrimonio, un vínculo marcado por su carácter único y definitivo; así, y sólo así, se realiza su destino íntimo. ((Toda realidad creada busca su plenitud, nosotros lo hacemos libremente y esta plenitud nuestra es el otro. Eso se ve ciertamente en relación con la mujer y el hombre en el matrimonio. Solo somos plenos cuando nos encontramos con el otro. Por eso la amistad es tan grande, en la familia misma. El Eros busca, se encuentra y se direcciona y se concluye en la unidad de la comunión. ))

Jesucristo, el amor de Dios encarnado El actuar de Dios adquiere ahora su forma dramática, puesto que, en Jesucristo, el propio Dios va tras la « oveja perdida », la humanidad doliente y extraviada. Cuando Jesús habla en sus parábolas del pastor que va tras la oveja descarriada, de la mujer que busca el dracma, del padre que sale al encuentro del hijo pródigo y lo abraza, no se trata sólo de meras palabras, sino que es la explicación de su propio ser y actuar. En su muerte en la cruz se realiza ese ponerse Dios contra sí mismo, al entregarse para dar nueva vida al hombre y salvarlo: esto es amor en su forma más radical. Es allí, en la cruz, donde puede contemplarse esta verdad. Y a partir de allí se debe definir ahora qué es el amor. Y, desde esa mirada, el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar. Jesús ha perpetuado este acto de entrega mediante la institución de la Eucaristía durante la Última Cena. Ya en aquella hora, Él anticipa su muerte y resurrección, dándose a sí mismo. La Eucaristía nos adentra en el acto oblativo de Jesús. No recibimos solamente de modo pasivo el Logos encarnado, sino que nos implicamos en la dinámica de su entrega. La imagen de las nupcias entre Dios e Israel se hace realidad de un modo antes inconcebible: lo que antes era estar frente a Dios, se transforma ahora en unión por la participación en la entrega de Jesús, en su cuerpo y su sangre. La « mística » del Sacramento tiene un carácter social, porque en la comunión sacramental yo quedo unido al Señor como todos los demás que comulgan. No puedo tener a Cristo sólo para mí; únicamente puedo pertenecerle en unión con todos los que son suyos o lo serán. La comunión me hace salir de mí mismo para ir hacia Él, y por tanto, también hacia la unidad con todos los cristianos. Nos hacemos « un cuerpo », aunados en una única existencia. Amor a Dios y amor al prójimo ¿Es realmente posible amar a Dios aunque no se le vea? Y, por otro lado: ¿Se puede mandar el amor? Se manifestas dos argumentos en contra: a. Nadie ha visto a Dios jamás, ¿cómo podremos amarlo?

Apuntes de clases de teología moral b. Y además, el amor no se puede mandar; a fin de cuentas es un sentimiento que puede tenerse o no, pero que no puede ser creado por la voluntad. La Escritura parece respaldar la primera objeción cuando afirma: « Si alguno dice: ‘‘amo a Dios'', y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve » (1 Jn 4, 20) Lo que se subraya es la inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia. Nadie ha visto a Dios tal como es en sí mismo. Y, sin embargo, Dios no es del todo invisible para nosotros, no ha quedado fuera de nuestro alcance. Dios se ha hecho visible: en Jesús podemos ver al Padre (cf. Jn 14, 9). De hecho, Dios es visible de muchas maneras. En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro, trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia naciente. El Señor tampoco ha estado ausente en la historia sucesiva de la Iglesia: siempre viene a nuestro encuentro a través de los hombres en los que Él se refleja; mediante su Palabra, en los Sacramentos, especialmente la Eucaristía. En la liturgia de la Iglesia, en su oración, en la comunidad viva de los creyentes, experimentamos el amor de Dios, percibimos su presencia y, de este modo, aprendemos también a reconocerla en nuestra vida cotidiana. por eso, nosotros podemos corresponder también con el amor. Dios no nos impone un sentimiento que no podamos suscitar en nosotros mismos. Él nos ama y nos hace ver y experimentar su amor, y de este « antes » de Dios puede nacer también en nosotros el amor como respuesta. El encuentro con las manifestaciones visibles del amor de Dios puede suscitar en nosotros el sentimiento de alegría, que nace de la experiencia de ser amados. Pero dicho encuentro implica también nuestra voluntad y nuestro entendimiento. El reconocimiento del Dios viviente es una vía hacia el amor, y el sí de nuestra voluntad a la suya abarca entendimiento, voluntad y sentimiento en el acto único del amor. No obstante, éste es un proceso que siempre está en camino: el amor nunca se da por « concluido » y completado; se transforma en el curso de la vida, madura y, precisamente por ello, permanece fiel a sí mismo. La historia de amor entre Dios y el hombre consiste precisamente en la comunión de voluntad que crece en la comunión del pensamiento y del sentimiento, de modo que nuestro querer y la voluntad de Dios coinciden cada vez más: la voluntad de Dios ya no es para mí algo extraño que los mandamientos me imponen desde fuera, sino que es mi propia voluntad, habiendo experimentado que Dios está más dentro de mí que lo más íntimo mío. De este modo se ve que es posible el amor al prójimo en el sentido enunciado por la Biblia, por Jesús. Consiste justamente en que, en Dios y con Dios, amo también a la persona que no me agrada o ni siquiera conozco. Esto sólo puede llevarse a cabo a partir del encuentro íntimo con Dios, un encuentro que se ha convertido en comunión de voluntad, llegando a implicar el sentimiento. Entonces aprendo a mirar a esta otra persona no ya sólo con mis ojos y sentimientos, sino desde la perspectiva de Jesucristo. Así, pues, no se trata ya de un « mandamiento » externo que nos impone lo imposible, sino de una experiencia de amor nacida desde dentro, un amor que por su propia naturaleza ha de ser ulteriormente comunicado a otros. ((Reconocer el amor de Dios, que nos llama, nos cuida, nos permite abrirnos a ese amor suyo y dar si al amor de Dios. Dios tiene la iniciativa de amor, creando en nosotros el amor. La caridad es en nosotros

Apuntes de clases de teología moral caridad creada. Esta respuesta al amor primero de Dios es un camino y es el camino de la vida teologal. Si bien Dios infunde el amor en nosotros es un amor sacramental y a medida que se desarrollan nuestras potencias ellas deben ir desarrollándose para poder responder a ese amor.)) ((Características del amor de Dios en nosotros (cap. 2) El mismo llega por la iniciativa de Dios y nos va transformando. 

En Dios y con Dios amo a todos. El amor en universal porque yo estoy contemplando desde la perspectiva del Señor. Filialmente podemos decir como HIJO en el HIJO contemplo toda la realidad, tengo una mirada filial.



El amor es concreto. El amor a Dios y el amor al prójimo son inseparables. Este amor de Dios en nosotros fue profetizado y realizado en el misterio de la cruz.))

EL EJERCICIO DEL AMOR POR PARTE DE LA IGLESIA COMO « COMUNIDAD DE AMOR » La caridad como tarea de la Iglesia La Iglesia ha sido consciente de que esta tarea ha tenido una importancia constitutiva para ella desde sus comienzos: « Los creyentes vivían todos unidos y lo tenían todo en común; vendían sus posesiones y bienes y lo repartían entre todos, según la necesidad de cada uno » (Hch 2, 4445). Lucas nos relata esto relacionándolo con una especie de definición de la Iglesia, entre cuyos elementos constitutivos enumera la adhesión a la « enseñanza de los Apóstoles », a la « comunión » (koinonia) -La atención también a los pobre en relación a sus bienes, a la « fracción del pan » y a la « oración » Con el paso de los años y la difusión progresiva de la Iglesia, el ejercicio de la caridad se confirmó como uno de sus ámbitos esenciales, junto con la administración de los Sacramentos y el anuncio de la Palabra: practicar el amor hacia las viudas y los huérfanos, los presos, los enfermos y los necesitados de todo tipo, pertenece a su esencia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio. La Iglesia no puede descuidar el servicio de la caridad, como no puede omitir los Sacramentos y la Palabra. Dos datos esenciales: 1. La naturaleza íntima de la Iglesia se expresa en una triple tarea: anuncio de la Palabra de Dios (kerygma-martyria), celebración de los Sacramentos (leiturgia) y servicio de la caridad (diakonia). Son tareas que se implican mutuamente y no pueden separarse una de otra. Para la Iglesia, la caridad no es una especie de actividad de asistencia social que también se podría dejar a otros, sino que pertenece a su naturaleza y es manifestación irrenunciable de su propia esencia. 2. La Iglesia es la familia de Dios en el mundo. En esta familia no debe haber nadie que sufra por falta de lo necesario. Pero, al mismo tiempo, la caritas-agapé supera los confines de la Iglesia; la parábola del buen Samaritano sigue siendo el criterio de comportamiento y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado encontrado « casualmente » (cf. Lc 10,17), quienquiera que sea. Justicia y caridad Desde el siglo XIX se ha planteado una objeción contra la actividad caritativa de la Iglesia, desarrollada después con insistencia sobre todo por el pensamiento marxista. Los pobres, se dice, no necesitan obras de caridad, sino de justicia. Las obras de caridad —la limosna— serían

Apuntes de clases de teología moral en realidad un modo para que los ricos eludan la instauración de la justicia y acallen su conciencia, conservando su propia posición social y despojando a los pobres de sus derechos. Según esta postura haría falta crear un orden justo, en el que todos reciban su parte de los bienes del mundo y, por lo tanto, no necesiten ya las obras de caridad. Se debe reconocer que en esta argumentación hay algo de verdad, pero también bastantes errores. Es cierto que una norma fundamental del Estado debe ser perseguir la justicia y que el objetivo de un orden social justo es garantizar a cada uno, respetando el principio de subsidiaridad, su parte de los bienes comunes. Eso es lo que ha subrayado también la doctrina cristiana sobre el Estado y la doctrina social de la Iglesia. El marxismo había presentado la revolución mundial y su preparación como la panacea para los problemas sociales: mediante la revolución y la consiguiente colectivización de los medios de producción —se afirmaba en dicha doctrina— todo iría repentinamente de modo diferente y mejor. Este sueño se ha desvanecido. En la difícil situación en la que nos encontramos hoy, a causa también de la globalización de la economía, la doctrina social de la Iglesia se ha convertido en una indicación fundamental, que propone orientaciones válidas mucho más allá de sus confines: estas orientaciones —ante el avance del progreso— se han de afrontar en diálogo con todos los que se preocupan seriamente por el hombre y su mundo. Para definir con más precisión la relación entre el compromiso necesario por la justicia y el servicio de la caridad, hay que tener en cuenta dos situaciones de hecho: -El orden justo de la sociedad y del Estado es una tarea principal de la política. Es propio de la estructura fundamental del cristianismo la distinción entre Estado e Iglesia. El Estado no puede imponer la religión, pero tiene que garantizar su libertad y la paz entre los seguidores de las diversas religiones; la Iglesia, como expresión social de la fe cristiana, por su parte, tiene su independencia y vive su forma comunitaria basada en la fe, que el Estado debe respetar. La justicia es el objeto y, por tanto, también la medida intrínseca de toda política. La política es más que una simple técnica para determinar los ordenamientos públicos: su origen y su meta están precisamente en la justicia, y ésta es de naturaleza ética. Así, pues, el Estado se encuentra inevitablemente de hecho ante la cuestión de cómo realizar la justicia aquí y ahora. Ahora bien ¿que es la justicia? En este punto, política y fe se encuentran. Sin duda, la naturaleza específica de la fe es la relación con el Dios vivo, pero al mismo tiempo, es una fuerza purificadora para la razón misma. Al partir de la perspectiva de Dios, la libera de su ceguera y la ayuda así a ser mejor ella misma. La fe permite a la razón desempeñar del mejor modo su cometido y ver más claramente lo que le es propio. En este punto se sitúa la doctrina social católica: no pretende otorgar a la Iglesia un poder sobre el Estado. Tampoco quiere imponer a los que no comparten la fe sus propias perspectivas y modos de comportamiento. Desea simplemente contribuir a la purificación de la razón y aportar su propia ayuda para que lo que es justo, aquí y ahora, pueda ser reconocido y después puesto también en práctica. La doctrina social de la Iglesia argumenta desde la razón y el derecho natural, quiere servir a la formación de las conciencias en la política y contribuir a que crezca la percepción de las verdaderas exigencias de la justicia y, al mismo tiempo, la disponibilidad para actuar conforme a ella, la Iglesia tiene el deber de ofrecer, mediante la purificación de la razón y la formación ética, su contribución específica, para que las exigencias de la justicia sean comprensibles y políticamente realizables. -El amor —caritas— siempre será necesario, incluso en la sociedad más justa. No hay orden estatal, por justo que sea, que haga superfluo el servicio del amor. Quien intenta desentenderse

Apuntes de clases de teología moral del amor se dispone a desentenderse del hombre en cuanto hombre. Siempre habrá sufrimiento que necesite consuelo y ayuda. Siempre habrá soledad. Siempre se darán también situaciones de necesidad material en las que es indispensable una ayuda que muestre un amor concreto al prójimo. El estado no puede burocratizar el amor sino que se necesita que regule y domine todo, sino que generosamente reconozca y apoye, de acuerdo con el principio de subsidiaridad, las iniciativas que surgen de las diversas fuerzas sociales y que unen la espontaneidad con la cercanía a los hombres necesitados de auxilio. La Iglesia es una de estas fuerzas vivas: en ella late el dinamismo del amor suscitado por el Espíritu de Cristo. ((¿que es la justicia? Ella pertenece a la ética porque es de la conducta. Es un modo de elegir, es un ejercicio de la libertad, por lo tanto su naturaleza es ética. El sujeto es el agente principal de la justicia. No la inteligencia teórica sino la practica. Es una cuestión que atañe a la razón. Si yo quiero obrar bien la dimensión de purificación no pude estar ausente. Necesito esto para poder ir eliminado el error más si a esto ponemos el pecado es más complejo. No podemos purificarlo por nosotros mismos sino que debemos y tenemos la necesidad de alguien que purifique y ese alguien es la FE. Una razón, para que esto pueda ocurrir, debe estar abierta a la trascendencia para poder recibir lo que la sola razón no puede darse. Por eso en este punto la Iglesia tiene algo que decir porque ella es competente en razones de fe, mediante la doctrina social)). ((El hombre no vive solo de justicia necesita de la caridad. El hombre no es una maquina sino que es un sujeto abierto a la trascendencia. Establecer estructuras justas es orden del Estado y la tarea de la Iglesia es purificar la razón por la fe y despertar en el hombre la fuerza moral y poder ayudarlo a desplegar sus virtudes. ))

El deber inmediato de actuar en favor de un orden justo en la sociedad es más bien propio de los fieles laicos. Como ciudadanos del Estado, están llamados a participar en primera persona en la vida pública. La misión de los fieles es, por tanto, configurar rectamente la vida social, respetando su legítima autonomía y cooperando con los otros ciudadanos según las respectivas competencias y bajo su propia responsabilidad. La caridad debe animar toda la existencia de los fieles laicos y, por tanto, su actividad política, vivida como « caridad social » La Iglesia nunca puede sentirse dispensada del ejercicio de la caridad como actividad organizada de los creyentes y, por otro lado, nunca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad de cada cristiano individualmente, porque el hombre, más allá de la justicia, tiene y tendrá siempre necesidad de amor. El papa Ben edicto continua señalando las distintas iniciativas de nuestro tiempo en favor de la caridad y la ayuda, gracias a los medios de comunicación y los múltiple organismos que trabajan conjuntamente con la Iglesia siendo ellos de carácter laica. Lo mismo señala el esfuerzo de las religiones por trabajar en favor del amor en un mundo asediado por la cultura de la muerte. En el fondo, el aumento de organizaciones diversificadas que trabajan en favor del hombre en sus diversas necesidades, se explica por el hecho de que el imperativo del amor al prójimo ha sido grabado por el Creador en la naturaleza misma del hombre. Pero es también un efecto de la presencia del cristianismo en el mundo, que reaviva continuamente y hace eficaz este imperativo, a menudo tan empañado a lo largo de la historia. El perfil específico de la actividad caritativa de la Iglesia ¿cuáles son los elementos que constituyen la esencia de la caridad cristiana y eclesial? -Según el modelo expuesto en la parábola del buen Samaritano, la caridad cristiana es ante todo y simplemente la respuesta a una necesidad inmediata en una determinada situación. No solo los organismos deben actuar inmediatamente en cuanto a vestir, alimentar, etc. En cuanto a la asistencia del dolor se debe contar con profesionales sin perder la huamanidad ya que se trata

Apuntes de clases de teología moral con personas. Se necesita no solo una formación profesional sino también una formación del corazón que ha tener su base en el encuentro con Cristo. -Debe evitar la ideología, El programa del cristiano —el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús— es un « corazón que ve ». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia, sin dejarse influenciar por las corrientes del mundo que limitan la caridad (habla del marxismo) -La caridad no ha de ser un medio en función de lo que hoy se considera proselitismo. El amor es gratuito; no se practica para obtener otros objetivos. Pero esto no significa que la acción caritativa deba, por decirlo así, dejar de lado a Dios y a Cristo. Siempre está en juego todo el hombre. El amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuándo es tiempo de hablar de Dios y cuándo es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Los responsables de la acción caritativa de la Iglesia -El verdadero sujeto de las diversas organizaciones católicas que desempeñan un servicio de caridad es la Iglesia misma, y eso a todos los niveles, empezando por las parroquias, a través de las Iglesias particulares, hasta llegar a la Iglesia universal. -Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, tengan en las Iglesias particulares la primera responsabilidad de cumplir, también hoy, el programa expuesto en los Hechos de los Apóstoles (cf. 2, 42-44): la Iglesia, como familia de Dios, debe ser, hoy como ayer, un lugar de ayuda recíproca y al mismo tiempo de disponibilidad para servir también a cuantos fuera de ella necesitan ayuda. -Agentes pastorales que han de ser, pues, personas movidas ante todo por el amor de Cristo, personas cuyo corazón ha sido conquistado por Cristo con su amor, despertando en ellos el amor al prójimo. El criterio inspirador de su actuación debería ser lo que se dice en la Segunda carta a los Corintios: « Nos apremia el amor de Cristo » (5, 14). La apertura interior a la dimensión católica de la Iglesia ha de predisponer al colaborador a sintonizar con las otras organizaciones en el servicio a las diversas formas de necesidad; pero esto debe hacerse respetando la fisonomía específica del servicio que Cristo pidió a sus discípulos. La actuación práctica resulta insuficiente si en ella no se puede percibir el amor por el hombre, un amor que se alimenta en el encuentro con Cristo. La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona. Éste es un modo de servir que hace humilde al que sirve. No adopta una posición de superioridad ante el otro, por miserable que sea momentáneamente su situación. Cristo ocupó el último puesto en el mundo —la cruz—, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente. Quien es capaz de ayudar reconoce que, precisamente de este modo, también él es ayudado; el poder ayudar no es mérito suyo ni motivo de orgullo. La oración se convierte en estos momentos en una exigencia muy concreta, como medio para recibir constantemente fuerzas de Cristo. Quien reza no desperdicia su tiempo, aunque todo haga pensar en una situación de emergencia y parezca impulsar sólo a la acción. La piedad no escatima la lucha contra la pobreza o la miseria del prójimo. La familiaridad con el Dios personal y el abandono a su voluntad impiden la degradación del hombre, lo salvan de la esclavitud de doctrinas fanáticas y terroristas. Una actitud auténticamente religiosa evita que el

Apuntes de clases de teología moral hombre se erija en juez de Dios, acusándolo de permitir la miseria sin sentir compasión por sus criaturas. A menudo no se nos da a conocer el motivo por el que Dios frena su brazo en vez de intervenir. Por otra parte, Él tampoco nos impide gritar como Jesús en la cruz: « Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? » (Mt 27, 46). Deberíamos permanecer con esta pregunta ante su rostro, en diálogo orante: « ¿Hasta cuándo, Señor, vas a estar sin hacer justicia, tú que eres santo y veraz? » (cf. Ap 6, 10). Los cristianos siguen creyendo, a pesar de todas las incomprensiones y confusiones del mundo que les rodea, en la « bondad de Dios y su amor al hombre » (Tt 3, 4). Aunque estén inmersos como los demás hombres en las dramáticas y complejas vicisitudes de la historia, permanecen firmes en la certeza de que Dios es Padre y nos ama, aunque su silencio siga siendo incomprensible para nosotros. Fe, esperanza y caridad están unidas. La esperanza se relaciona prácticamente con la virtud de la paciencia, que no desfallece ni siquiera ante el fracaso aparente, y con la humildad, que reconoce el misterio de Dios y se fía de Él incluso en la oscuridad. La fe nos muestra a Dios que nos ha dado a su Hijo y así suscita en nosotros la firme certeza de que realmente es verdad que Dios es amor. De este modo transforma nuestra impaciencia y nuestras dudas en la esperanza segura de que el mundo está en manos de Dios y que, no obstante las oscuridades, al final vencerá. La fe, que hace tomar conciencia del amor de Dios revelado en el corazón traspasado de Jesús en la cruz, suscita a su vez el amor. El amor es una luz —en el fondo la única— que ilumina constantemente a un mundo oscuro y nos da la fuerza para vivir y actuar. ((En la Iglesia no puede faltar la actividad organizada en el ejercicio de la caridad. Hoy dia frente al cambio de paradigmas nosotros debemos repensar. Como pensar la caridad en la parroquia. El hecho de que la caridad deba ser organizada llamaba la atención a los grandes emperadores. Ellos querían tener para el imperio la misma estructura. Hace aparecer la esperanza. Benedicto dice que pese a toda la caridad que debemos ejercer nos encontramos que el mal esta presente e incluso que el mismo triunfa. Se hace presente en nosotros la desazón la tristeza, el desánimo. Es acá que el Papa utiliza el termino PACIENCIA. La paciencia de Dios nos hace sufrir. Nosotros desde la fe sabemos que en Jesucristo, Dios le quito al mal la ultima palabra, es decir que el mal ha sido ocasión de bien y esto se realiza en la cruz de Cristo. Pero esto que sabemos por la fe lo debemos alimentar por la esperanza y ¿como alimentamos? Alimentamos por la oración. Ella es la luz que va a iluminar el mundo oscuro y nos va a hacer ver la realidad de otro modo. ))

Virtudes cardinales – Segundo cuatrimestre ((( Lo tomamos desde la perspectiva aristotelica, no solo por su aplica refelxión sino porque Santo Tomás lo tomo también. La palabra virtud como habito, no esta presente en la palabra de Dios. Los términos virtud como aparece no puede entenderse como lo entiende Aristoteles. Lo entendemos no como habito sino como fuerza, el concepto de habito viene mucho después. La palabra de Dios habla, en el libro de la sabiduría, lo que tiene que ver con virtud, esto es Sabiduria 8, 7: “Si alguien ama la justicia, las virtudes serán el fruto de su esfuerzo, es maestra de templanza y fortaleza, para los hombre no hay nada más provechoso que esto”.

Apuntes de clases de teología moral La terminología que aparece acá da la impresión de que se coloca en una mirada filosófica aristotélico porque son frutos del esfuerzo. Sin embargo si uno hace una mirada contextualizada de este versículo encuentra que el contexto es la sabiduría. En el vers, 4 aparece “la sabiduria es la que conoce los secretos de Dios”. Este conocer los secretos de Dios es xq tiene experiencia de ese Dios. De modo tal que es por medio de la sabiduría que nosotros alcanzamos a penetrar en el misterio de Dios y no solo a Dios sino también sus obras, xq la sabiduría elige lo que Dios hace. Las virtudes entonces están enmarcadas a la sabiduría y esta a su vez en relación directa con Dios. Si seguimos la lógica del libro ¿que es lo que nos coloca en esta sabiduría” y es el camino del amor (sab. 1, 1). Si hablamos de amor es en un contexto de alianza, al que el hombre responde por su fidelidad gracias al amor que ha recibido. La sabirduria será como el camino interior que hace de la relación Padre-Pueblo un verdadero vínculo que esta contituida a las exigencias mismas del amor divino. ¿En que consiste la justicia en esta alianza? La justicia va a ser la expresión básica de esta alianza, que es precedentemente un gesto divino. Dios sale de si mismo y elige un pueblo unindolo a su amor. La sabiduría entiende entonces a la justicia en la acción de Dios que salva a su pueblo. La respuesta adecuada es la fidelidad, yo soy fiel, ese es el pacto. La vida virtuosa es la respuesta fiel, es una tensión de parte del hombre hacia la santidad hecho por el encuentro entre Dios que es santo y la respuesta del hombre que ama la justicia en una resp. Proporcionada a la justicia de Dios ( 258//158 hijos en el Hijo). De acuerdo al texto bíblico la virtud no es una cuestión simplemente humana sino que su eficacia esta constituida por una actitud teológico moral en al cual correspondo desde mi propio obrar a la justicia amante de Dios. ((Justicia no es una palabra como la entendemos nosotros, justicia es la intervención de Dios, es la salvación que proporciona Dios. Es una accion gratuita de Dios mediante la cual el sale de si mismo y nos estrecha a si como hijos o como pueblo)) El hombre debe dar una respuesta, tiene que ser una respuesta virtuosa que significa responder a la justicia de Dios. Ser justos es la mejor correspondencia que podemos darle. Ser justos para el hombre es un acto de amor, de salir de nosotros mismos. Virtud sería dejarse insertar en lo que Dios ya nos ha dado. Nuevo testamento El nuevo testamento recoge esta sabiduría personificandola en Cristo. En el nuevo testamento la referencia va a ser siempre personal. Si quiere conocer la virtud debo mirarla siempre en Cristo. Filipenses 4, 1-8 “Por eso hermanos queridos (…) sigan así fieles al Señor (…) ocupense de cuanto es verdadero y noble, justo y puro, amable y loable, de toda virtud y valor.”

Apuntes de clases de teología moral En el versiculo 8 Pablo menciona la virtud en un sentido amplio recordando que el apostol esta relacionada de seguir fiel. Pablo nos dice que la virtud nos permite permanecer en el Señor, es decir ser fieles. Esta expresión de permanecer es una de las ideas fuerte en el Juan (permanere) podemos tomar siempre el texto de Juan 15 en donde dice “permanezcan en mi amor” es decir que permanecer es estar en las cosas de Dios y por lo tanto las virtudes morales comunes conocan su centro en Cristo. Debemos ser virtuosos en cuanto que con ello podemos ser Fieles o Permanecer en el Señor, ser para EL. 2Pe 1, 5-8: “Así no ahorren esfuerzos por añadir a su fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, a este paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraterno y al afecto amor”. Filipenses 1, 21 Acá demos rescatar que Pedro hace referencia a la virtud, comienza a ser referencia a las distintas partes de las virtud, virtudes intelectuales, virtudes morales. Y luego va a otro campo. Es entonces de la FE a la VIRTUD y de la VIRTUD al AMOR. Orden Moral 1691 1698 ((después hablado de la catequesis moral)) habla el catecismo que siempre toda referencia de ellos es tener en cuenta a Cristo, el es el centro y contemplandolo en la fe los fieles esperan en sus promesas y amandolo con el amor con el cual nos amo, realicen las obras que corresponden a la dignidad de los fieles. Toda la vida moral entonces, tiene como finalidad la vida teologal. Decimos entonces que Cristo es la virtud, y la virtud parte de la fe y esta en relación con la caridad y la esperanza. Habito Como vamos a mirar las virtudes en cuanto a Santo Tomás tenemos que entrar en la cuestión de habito debido a que era su lenguaje. 1p 1s cuestión 50, 51 cuestión 51 Encontramos la diferencia entre los habitos del alma y del cuerpo. Llendo a los habitos del alma, en relación con los habitos corporeos, no podemos hablar de que el cuerpo es el que es. Proviene de la propia naturaleza. Los habitos se dan en parte por la naturaleza especifica y en parte por la naturaleza individual. En nuestra naturaleza especifica hay una naturaleza hay una iclinación para conocer la verdad. En cuanto a la naturaleza individual, los habitos se adquieren por la repetición de los actos. Hay algo en nosotros que esta previo, que es la capacidad. A partir de eso que esta en mi naturaleza vienen los actos propios, la repetición de los habitos. En este sentido, todo sujeto es principio activo de su obrar. Actua. En el orden del entendimiento los habitos de ciencia que se causan allí y que son ciertamente determinados.

Apuntes de clases de teología moral Pensando, actuando, cuando investigo los primeros principios se hacen actuales y presentes. Yo no puedo manejarme la vida con estos primeros principios. Partiendo de ellos yo voy a tratando de refelxionar y sacar conclusiones. Esas primeras concluciones van a formar el conocimiento cientifico. De esta manera formo en mi el habito de la ciencia. Solo que se da una diferencia. Cuando el principio activo vence la indiferencia del principio. ((nosotros estamos en los actos volitivos, que son los que nos interesan))) es la necesaria la repetición de los actos, para que se pueda sucitar el habito. A diferencia de la inteligencia, el objeto de la voluntad versa sobre lo particular y lo contingente, de modo que un solo habito no versa sobre un solo acto, sino sobre muchos. Se dice habito en el sentido especulativo a aquellos que estan en el orden de infusos. Una vez que se sucito, que se desperto, ya esta.. Los contrarios los vicios y la opinión … elementos centrales de la cuestión 51… En el orden natural hay en nosotros una cierta determinación, una primer principio que esta en nosotros y por lo cual el imperativo que nace de mi naturaleza humana es “has el bien y no hagas el mal” Este primer pincipio que pertenece a mi naturaleza se manifiesta en la conciencia como una norma moral. Cuando formo la conciencia parto de este principio. Este punto de partida tiene que transformarse en una determinación. En relación al objeto bueno, se que tengo que hacer el bien pero ¿que es el bien? Esta indeterminación me exige salir. Entonces me implica conocer, para Santo Tomás el principio es la razón cuanto más se es mejor. Esto es precisamente el habito moral. Se lo adquiere con hábitos. Estos habitos se generan siempre en relación a la repetición. Si quiere lograr un habito entonces debo repetir el acto que le es propio. Y luego debo mantener con los actos el habito. Prudencia (miramos primeramente a lo que dice el catecismo) 1806: La prudencia es la virtud que dispone a la razón practica a discernir en toda circustancia a realizar el verdadero bien y elegir los medios buenos para realizarlo. Acá vemos en la definición dos elementos fundamentales que caracterizan. Priemramente ella es una virtud de naturaleza intelectual y de fin moral. Se dispone la razón practica a discernir (esto es intelectual) es una perfección de la razón practica. 1-El bien en la circustancia 2- Elegir el medio recto o acto. Acá aporta fuerte la prudencia, acá es donde actuá propiamente. Es un virtud de naturaleza intelectual y que tiene por fin el modo de realizar correctamente un bien en las cirscustancias. No puede haber jucio de conciencia que no este perfeccionado e iluminado por la prudencia. SI falta prudencia ese acto, aunque salga de la prudencia, no estará bien.

Apuntes de clases de teología moral Es la regla recta de la acción y no se confunde con lo que se llama la falsa prudencia (que es la que parece que aletarta) ni con la doblez y la simulación (mintiendo, piloteando para zafar, eso es una especie de astucia para alcanzar el fin). El hombre prudente decide y ordena su conducta según este juicio y superamos las dudas. Es como la conciencia. La prudencia que perfeciona la inteligencia practica a partir del dato que la razón le da. Por eso decimos que la prudencia es virtud moral, porque su fin es el acto moral, es acto en situación. Dice Santo Tomas que es una virtud especial, especifica porque tiene una tarea propia y no tiene ninguna de las otras virtudes. La prudencia tiene dos grandes momentos en su actuación 

Momento intelectual

En este ambito de contigencia, la inteligencia es imperada por la voluntad para que busque que es el bien. Si lo que tenemos que hacer es simple, la obra por lo tanto será más simple. Pueden ser acciones habituales. Siempre para que la prudencia entre debe haber una duda. Por lo tanto yo tengo que salir de esa duda adquiriendo certeza. Ahora bien cuando es complejo entonces lleva un tiempo más oportuno. A esta etapa de delieración le corresponde una virtud especifica que es parte de la prudencia, que son las partes que se llama eubulia Tenemos que ver en cuestión de memoria (Sto Tomas 2, 2, c. …) reproduce la memoria en la vida del pasado en cuanto a lo moral. Necesitamos de la buena intelegencia de las cosas. Es saber mirar las cosas, estar atento. Se debe también ser dociles, sobre todo cuando no tengo experiencia de las cosas. Necesito escuchar de la enseñanza de las personas que tiene más experiencias. Incluso para cotejar. Se requiere también de una cierta sagacidad del espiritu, definiendolo como especie de fineza del Esp. Para adaptarme al caso presente. Otro elemento de perfección que corresponde al consejo es la … que va de una verdad a otra. Esto se hace pensando y razonando. Es necesario razonar bien. Nuestras acciones son morales en la medida que son el fruto de un buen razonamiento. El orden moral es el orden de las certezas. Dificilmente alcancemos realmente algo de eso. El vicio que Santo Tomás considera es … Vienen entonces la necesidad de un juicio. Llega el momento de alcanzar el modo más apto para alcanzar, es la conclusión del discernimiento proudencial. Cuando la inteligencia llega a este punto la voluntad lo elige, lo hace suyo. Siempre es un juicio cierto. Acá se pasa de la incertidumbre a la certeza. Viene el momento de la synesis, que nos permite juzgar según las reglas cotidianas del obrar, en casos que no son tan complejos, distintos del agnome que es para lo complicado, es situaciones escepcionales. Con este juicio llega entonces la elección que hace suyo el juicio de la inteligencia. Ningun objeto determina mi voluntad. No ayuda la imaginación desordenada, la falta de atención a la realidad, el desorden afectivo, que produce un juicio erroneo o torpe.

Apuntes de clases de teología moral Es una determinación interior. Es hora de pasar entonces a la seunda parte



Momento operativo

Acá es donde la prudencia brilla. Es el momento preciso de la prudencia, es la intimación al acto. Toda la etapa anterior no tiene sentido si no es siempre en relación a la misma. La primera etapa es siempre ordenar claramanete hacia un determinado obrar moral todo lo que estuve pensando y decidí, pero relizar ello tiene dificultades. Porque debo renunciar a otras opciones y superar obstaculo, poner los medios de modo efectivo. La prudencia me va a dar el precepto, es decir me dice “hacelo” Cultivar la prudencia va a suponer cultivar la verdad, supone también un gran anclaje en la realidad, ser relista, ubicarnos en lo que nos concecta con la realidad. En este sentido juega un papel los sentidos internos. Pero antes que nada, en estos de ser realistas, la humildad, entendida como la capacidad de vivir la verdad. El procedimiento vinuclado supone tres etapas que supone intención, consejo y opción. En el orden de la intención debemos decir que la inteligencia presenta a la conciencia un fin, un bien que tiene que ser amable y que por lo tanto se apetece y se quiere. Si es deseable la voluntad lo va a querer. En un segundo paso se ve si es posible alcanzar este fin en mi situación concreta. Tengo que hacer un discernimiento de la situación. Es la inteligencia la que me esclarece en mi relación con la realidad. Es el momento del discernimiento si es posible o es un error. Se presenta como un bien por parte de la voluntad. De acá surgen las certezas o las conviciones. Ella interviene en todo. Si bien lo propio de ella es ver como lo voy a hacer, ella también esta en la intención. Cuando yo juzgo algo que digo esto es bueno para mi es porque la prudencia intervino de alguna manera. Yo me pronpongo algo, quiero algo. Eso es lo primero que yo tengo. Despues viene el orden de la circunstancia. Una vez que yo tengo decidio obrar el bien (en donde ciertamente viene la prudcencia) viene el como se va a hacer. Y es entonces donde propiamente actua la prudencia. Y es entonces que viene el momento del juicio. Acá se determina la libertad. Lo que al principio era abstracto en su condición de bien ahora en este mecanismo es el bien que quiero de este modo. Pasamos ahora entonces a la etapa de la ejecución. … Prudencia Tenemos una primera etapa que la llamamos debileración o consejo. Memoria En relación con la memoria nosotros tenemos toda la experiencia recogida por el sujeto en todo lo que ha sido su vivencia. El apropiarse de las experiencias vividas desde un punto de vista valorativo. A la experiencia que reclama la memoria se le suma la docilidad que nace de la escucha de la experiencia de otros.

Apuntes de clases de teología moral Despues tenemos el momento del como analizar el fin. Tenemos aca una etapa idagativa y actua una virtud potencial a la inteligencia. Ella quiere indicar los medios que mejor se adaptan y son realizables para un objetivo concreto, es una comprensión exacta de la realidad. Interviene la facultad sensible interna, llamada cogitativa. Esta es una especie de inteligencia sensible de lo concreto, es una valoración positiva que hacen los sentidos internos de lo que voy a hacer y estoy haciendo. Ella es intermediaria entre la razón practica y la acción concreta, asociando las imágenes propias y favorables para la acción a realizar. Se articula con al memoria. El buen recuerdo. Cuando obre de tal o cual modo me recuerdo la acción y la sensiblidad interna me que fue un gran momento. Es muy importante el tema de los sentidos internos. Es un fresco que se llena de lo que yo tengo. Si abuso de las imágenes entonces no entra. La sagacidad del espíritu. Es como la perfección prudencial que tiene que tener. Para tener la fineza, la delicadeza, para poder mirar del modo concreto en orden a la salvación. } Hay personas que son sagaces de naturaleza, es de un modo espontaneo, una predisposicón a la sagacidad. De un golpe de vista sabe lo que debe hacerse. De todas maneras, la tenga o no la tenga requiere de educación. Significa ello cultivar la fineza de ESP. Viene acá el razonamiento justo. Es un elemento de perfección que corresponde al consejo. Es decir que yo evidentemente tengo que razonar. ¿Qué signifca? Pasar de una vrrdad a otra para llegar a una verdad no conocida de un modo correcto y sin error. Es necesario razonar bien. Y esto es el aporte de la lógica. Nuestas acciones van a ser morales en la medida que sean fruto del buen razonamiento. Lo que más puede molestar el buen razonamiento son las pasiones que sobre todo en los vicios. Siempre la pasión oscurece la reflexión. Antes de pasar al juicio debemos pensar primeramente cual es el vicio de la deliberación y el lo llama la precipitación. Nos precipita la mala voluntad es decir no querer reflexionar sea a partir de la pripia experiencia sea por el consejo que me da el otro, agarrarme a las propias ideas, faiarme a mi modo de ver. Es una pasión ciega al ES. Juicio Esto también es parte de la prudencia en cuanto que no me puedo quedar en la idea. El objeto de este no es una acción hipotética, sino que es una acción concreta que debe realizarse. Es la etapa de las certezas hasta entonces teníamos una cierta incertidumbre pero acá ya hablamos de certezas. La moral procede siempre por certezas y es muy difícil que yo tenga una certeza perfecta. Siempre quedará abiertas otras posibilidades y para obrar no puedo obrar en duda de conciencia necesito una certeza minima y baja aunque sea. Partes integrales del buen juicio Santo Tomás habla de la sinecis y agnome, Y la moción propia es la elección. Cual es la impurdencia en este. Es el vicio que el llama la inconsideración. No se considera lo que yo estuve deliberando en la parte anterior.

Apuntes de clases de teología moral Llamaos entonces a lo que consideramos como esto es lo que tengo que hacer. Es una determinación anterior, es una elección de conciencia. Es el momento precioso de la conciencia es su intimación, porque todo lo anterior esta en orden a esto. Partes integrales del precpeto --Precepto: No importa tanto confundir precepto con voluntarismo. Este se cumple rápidamente. Las demoras son contrarias a la prudencia. Asi como en el consejo o deliberación yo debía tomarme el tiempo necesario en el imperio no hay tiempo, se hace ya. La demora es un vicio es ser impurdente. Es lo contrairo del precepto. Esto lo inisiste Santo Tomas porque la realización intuye lo que se va a hacer perfecto. Por eso debo ser dirigente en la ejecución. Para realizar esta virtud necesitamos algunas disposiciones: -Previdencia es pre ver. Se ordenan los esfuerzos, las habilidades del discurso practico, la bondad de lo que se hace. Junto con ella. -Circunspeción vinculado con las circustancias que me determinan. Puede llegar como acción prudente como acción -Advertir las dificultades (precacución) prever o no las dificultades, ser precavidos. El vicio de ello es la negligencia. Duda en disponerse a la acción. Conduce a una cierta torpeza y debilidad, a abdicar del querer y a omitir el acto que deberíamos poner. Cuando ya decidí y doy vueltas y más vueltas y más vueltas. Soy Negligente. Los pecados contra la prudencia Ya no hablamos acá de los vicios sino que vamos a los pecados que atentan contra la virtud de la prudencia en cuanto tal. ---Falsa prudencia: No se trata de una falta de lucidez que es porpia de la prudencia (uno puede ser impurdente por carencia de discreción). Hablamos de una persona que discierne bien, lucido, sagaz pero para alcanzar un resultado malo. Esto es también la prudencia de la carne como puesta a lo que llamamriamos prudencia del espíritu. Nuestro fin es gozar de los bienes sensibles. El placer, lo palcentero y para obtenerlo, me la repienso bien y soy bien prudente pero en vano. ---Astucia: Es otro pecado distinto. No esta vinculado a la satisfacción sensible sino que se trata de la acción que siempre implica la presencia de otro sujeto al que yo engaño. Y para poderlo engañar inteligentemente despliego astutamente medios tramposo que lo induzcan al engaño para obtener lo que yo quiero. Es una especie de diplomacia, astutos, frios, calculadores. Donde entra la mentira, la simulación para obtener un fin bueno o malo. Pero que en el fondo engaña al otro. Es malo el medio. ((estos son los dos grandes pecados… los desarrollados anteriormente. Ahora tenemos pecados menores)) ---Exesiva producencia por los bienes temporales por cosas que son no realmente importantes. Por temor, por desconfianza, por descuido de los bienes espirituales. Finalmente ponemos la exesiva solicitud por el porvenir. Estoy demasiado inquito por el futuro. ---Exsesiva por el futuro.

Apuntes de clases de teología moral Finalmente distingue Santo Tomas que la prudencia puede ser personal o social. Si bien siempre es personal. Podemos pensarla a nivel corporativo. Se puede pensar en la prudencia de quien tiene autoridad, formalizada en la justicia en general, la procupación por el bien común. Tenemos la prudencia del ciudadano, quien obedece prudentemente La prudencia del militar La prudenca familiar. Dispone al don de consejo. La razón es intruida por el ES sobre aquello que debe hacer para alcanzar la vida eterna. El don de consejo toca todos los moemtnos de la prudencia, deliberación, juicio e imperio. Pone en armonía nuestros actos concretos con las virtudes teologales y con todos los otros dones. Virtud de Justicia Después de la prudencia, viene la justicia que es fundamental porque habla de la relación con el otro, que es una característica esencial. Las pasiones moderadas por la templanza y fortaleza, tienen su asiento en las pasiones, se ponen al servicio de la justicia para realizar una acción justa. No son las principales estas dos sino si la justicia, porque importa que el sujeto tenga una conducta adecuada. Del mismo modo la justicia tiene su asiento en la voluntad. Definición: Expresión de la moralidad humana, por eso se dice que lo justo es lo ordenado, lo moral, lo correcto. En el plano cristiano se puede definir como ser justos es lo mismo que ser santo. Esto es una definición en sentido general. Ahora bien, en un sentido propio es la virtud que relaciona y vincula a los hombres entre si de acuerdo con un criterio de igualdad. Es la constante y perpetua voluntad de darle a cada uno lo suyo, es siempre en relación con el hombre y entre los hombres, allí se dice que es justa o no mi actitud con el otro siempre que le de lo que es justo. Es una relación interpersonal que busca siempre igualdad. Las otras virtudes se limitan a perfeccionar al ser humano en aquello que le conviene, la justicia lo ordena en lo que dice relación al otro. (II-II C. 52, 1) Van a aparecer entonces tres notas fundamentales 1-Alteridad: Es virtud de alteridad, implica siempre otro. 2-Iguladad: su objeto y fin 3-Obligatoria: darle al otro lo que corresponde, ser justo. Me obliga porque la materia, el contenido del acto justo es el derecho del otro. Justicia es un término análogo. Se aplica a distintos ámbitos. Principalmente se relaciona en el sentido jurídico pero no es lo único y el riesgo esta llevar a juridisar toda relación. No comprender entonces la relación entre derecho y moral nos lleva a afirmar cualquier. El derecho queda en un formalismo. En el campo de la justica, en el orden jurídico decimos que el primer vinculo es el SUM, de modo que la medida recta de mis acciones es lo suyo, lo que le toca.

Apuntes de clases de teología moral Nosotros tenemos que hacer emerger la relación más profunda. Tenemos el mundo del derecho, de lo jurídico, de lo moral. En el campo de la ética hablamos del contenido. Adhesión personal, compromiso de conciencia, respecto de la dignidad y aquello que le toca al otro, es un compromiso de persona. Según Sto Tomás esta es una virtud específica, por todas las notas que ya decíamos que son propias de ellas y que se puede definir en cuanto virtud como disposición de la persona en relación social. Es una disposición permanente y estable en relación con otros y con los otros. Hay una tipología clásica de la justicia que viene de la filosofía griega que es: a) Justicia particular: Es garantía del derecho de las personas singulares y de grupos determinados en el orden social. 1-Justicia conmutativa: Es la relación interpersonal en la que se busca una perfecta alteridad y se llama así porque la igualdad (que es objeto de la justicia) se determina aritméticamente, en el sentido de que 2 es igual a 2, es una perfecta equivalencia y es esta perfecta relación la que tiene que darse en un acto justo. La conmutativa entonces es pura relación aritmética. Lo que determina la cosa es la res (la cosa). 2-Justicia distributiva: Sigue siendo justicia particular pero no esta vinculada con derechos personales estrictamente pero que emergen de situaciones sociales, que afectan a una persona o un grupo. Estas situaciones que dan origen a derechos pueden ser de dos tipos: --Situaciones favorables: Se trata de algo que tiene un roll destacable en la sociedad y que sin embargo esta mal, el estado tiene que ayudar porque sería injusto que no se lo ayude. ((ejemplo del hospital de favaloro)). --Situaciones desfavorables: necesita de una moral geométrica, es decir va a corresponder justicia proporcional al daño que ha vivido. ((ejemplo de la lluvia y los arroceros)). b) Justicia general y esta tiene por objeto el bien común ((def. del bien común: es el conjuto de condiciones que tiene que darse en el orden social para que cada uno de los miembros de esa sociedad pueda alcanzar de modo fácil, accesible su bien)). Acá miramos el todo, no miramos a la persona singular, ni tampoco algunas sociedades, sino que miramos la sociedad toda, tratamos de que todos gocen de las condiciones más favorables para su percepción y plenitud. Esto produce que se vaya corrigiendo, acomodando porque prevalece el bien común sobre el bien particular. Porque la justicia particular modera la justicia particular, siempre prevaleciendo el bien común. Tenemos acá entonces dos miradas fundamentales, por un lado, el que mira la sociedad, el que está en la sociedad y por otro lado y por otro lado tenemos la autoridad que mira la totalidad, el conjunto. Relación entre la justicia y el amor Deus Caritas Est El marxismo le critica al cristianismo que con el paradigma del amor se rompe con la justicia. Benedicto dice que jamas los hombre vamos a acutar en perfección de justicia, siempre habrá

Apuntes de clases de teología moral injusticia, entonces dice que donde hay injusticia tiene que haber amor que sane. Además dice que el amor es el fin del hombre y no ser justo. Además el amor es lo que debe regir mi relación con el otro, y en este sentido el amor abarca la justicia. Pablo VI dice que del amor brota primeramente la justicia. Y esta no es justicia si no cumple con las exigencias de amor. La justicia pertenece al amor, de salir de uno mismo, eso es justicia y eso es amor. Decimos entonces que no puede haber verdadero amor si no se es justo, por otra parte para que la justicia sea tal tiene que ser expresión de un gesto de amor. Justicia y amor se implican en una relación de con-presencia y de reciprocidad creativa (potencianse cada una para que sean lo que tienen que ser) La justicia es la caridad de lo exigible, es la dimensión del amor que yo puedo exigir con derecho. La caridad es del orden de la gratuidad, de la libertad que concurre al encuentro del otro simplemente en la calidad de persona. Si vamos al orden teologal también tenemos que señalar algunas especificadas: --En la biblia la expresión de justicia tiene una densidad teológica y ético-social. Teologica porque el justo es primeramente Dios y la justicia es justicia justificante. Cuando recibimos el bautismo recibimos esta gracia que nos justifica, que es absolutamente gratuita, inmerecida por la cual somos incorporados en Cristo. Esta es la justicia justificante. Por otro lado, en la expresión ético-social vemos que constantemente se reprocha a los que ostentan menospreciando al pobre ya en el antiguo testamento pero también con Cristo cuando reclama justicia para con los pobres, los necesitados, los enfermos, etc, etc. La justicia que surge de la alianza del hombre con Dios, alcanza su plenitud en la cruz de Cristo en cuanto que nos rescata, reconociliandonos con Dios. Cristo que es el justo, sucita en nosotros una exigencia de justicia y un reclamo de fidelidad. En el orden de la exigencia, teológicamente es importante la conversión y fe “el reino de los cielos está cerca, conviértanse y crean” Es una justicia entonces animada por la fe y cuyo horizonte es la caridad. Pero a su vez no solo esta esta exigencia, sino que reclama una vida socio-politica-económica exigente. La fidelidad se trasforma en una exigencia de vivir el deber ser en categoría de Kairos, como vocación. Ser justo entonces es vivir con mi vocación (en cuanto que yo respondo a lo que soy). Mi vocación me exige ser justo, vivir en la justicia. Y es testimonio, en cuanto que cuando vivo mi vocación, vivo justamente, irradio, manifestó lo que es ser justo, lo testimonio. La restitución Si soy injusto cometo un daño contra el otro, porque no le di lo que le corresponde. Se puede reparar, se debe restituir. Se trata de volver a la situación precedente, antes de que yo cause el daño.

Apuntes de clases de teología moral No estoy exigido a restituir de modo inmediato. En conciencia se ve como se debe reparar, tratando de restituir el daño que se hizo. Virtud de la fortaleza Es una virtud cardinal. Ciertamente en relación con las virtudes cardinales los griegos la sistematizaron con mucha precisión -La Andreia que expresa el ideal de la fuerza, que se concreta en el hombre. Es la fuerza física. Es la virtud que de animo en las adversidades de la vida, en el combate, menospreciando el peligro por el bien de la patria de la polis. -La Carteria: es la mirada interior, es la fortaleza interior, capacidad de lucha conmigo mismo respecto de las tendencias desordenadas, de las pasiones de los instintos. Siempre desde la razón ciertamente. -La Megalopsigia: es la virtud por la cual el hombre impone su grandeza en la vida social, es el hombre que tiene un honor a nivel social. Es el sabio, el gran guerrero. Es aquel que lo hace de un modo magnifico en el orden social. Al mismo tiempo los griegos distinguen dos actos principales en esta virtud a) Resistir al mal. b) Acometer, es decir salir en busca del bien arduo. La S. Escritura El Israelita tiene conciencia de la omnipotencia de Dios y frente a ello, la fragilidad humana. Con ello la convicción de la que la fuerza no viene del hombre sino de Dios y Dios manifesta esta fuerza de las distintas maneras. DT 4, 32-39: Pregunta en los tiempos antiguos, ¿algún Dios se busco una nación (…) en la guerra, con mano fuerte, con portentos terribles? Reconoce que Yahvé es el Dios y que no hay otro. Se trata del único Dios, que es único, que es auténtico. Este Dios mostro poder, fuerza. En el AT aparece la fortaleza como una fuerza física. Siempre es un Don de Dios. En el NT Jesucristo es ungido con poder, es decir capaz de realizar aquello que el Padre le encomienda. No como cuestión personal sino para realizar lo que el Padre le encomendó. El canal y la disponibilidad a esta potencia de Dios, curar enfermos, expulsar demonios. En la pascua el es exaltado con poder, es jefe y Señor y es recapitulador de todo. Derriba del trono a los poderosos y al príncipe de este mundo. Los discípulos participan de este poder. Poder que reciben en Pentecoste, con un mandato que es hacer discípulos a todas las naciones confirmándolos con poder. Como Cristianos, recibimos el don de la fortaleza, por el bautismo, y que se manifesta en 4 aspectos (reflexión de los padres sobre la fortaleza y el poder que nos comunica Cristo). ---Parresia: Valentia del mensajero, una fuerza que permite a los discípulos ser testigos de Jesús. ---Firmeza de la fe y de las buenas obras: el creyente es una persona fiel, es estable, firme en su convicción, al modo de los grandes siervos de Dios. Es el don o la gracia que Jesús pide al Padre para Pedro.

Apuntes de clases de teología moral --Paciencia o Hyponome: que es decisiva y se hace presente en la persecución y en la tribulación. Es la virtud por la cual se afronta el mal. --Makrotymía: que se traduce como fortaleza, capacidad de perdón, buscar el bien difícil. Es la capacidad de renunciar, a cualquier tipo de venganza, se vence el mal perdonando. .. Santo Tomás de Aquino Por supuesto que recoge lo que dicen los griegos. Dice que las virtud de la fortaleza y sus virtudes, suscitan la perseverancia para no huir de un modo irracionable del mal o de las dificultades que son inherentes a la conquista y a la conservación del bien. (2, 2, 123 a.1) Es una virtud especial porque tiene una especificidad, es vencer lo arduo, resistir, rechazar los peligros que implica el bien. Es virtud general también porque es un habito. Regula los temores y la audacia del sujeto que busca el bien. La fortaleza entonces impide que la voluntad se aparte del bien por razón del mal. La voluntad lo tiene que acoger. La única virtud cardinal modera los apetitos, nosotros nos encontramos con la ira. La fortaleza o la templanza tienen su asiento en las pasiones pero siempre en orden de que la voluntad reciba el modo de la razón de un modo sano, acorde, de acuerdo a lo que dicta la razón. ¿Cuál es el mal mas terrible? Es la muerte (Gaudim et Spes). Santo Tomás lo relaciona con la guerra, porque implica enfrentar el punto mayúsculo que es la muerte. Aquí la guerra es el martirio, es el combate del creyente. Es más difícil rechazar el temor (resistir el mal) que moderar la audacia. El acto principal de la fortaleza es permanecer en el lugar de donde, es decir el bien, que incluso puede estar amenazado, no me debo mover antes que buscar el bien arduo. Santo Tomás dice que es mas difícil resistir el mal porque -.-Primeramente porque el que ataca tiene o piensa que puede vencerme -.-Segundo porque la amenaza esta sobre mi -.-Finalmente porque resistir implica una mayor comodidad que salir en busca del bien. La fortaleza entre las virtudes va a ocupar un lugar preponderante porque modela a la pación para que no se aparte del bien de la razón por el peligro del temor a la muerte. La fortaleza modera a la pasión para que no se aparte del bien por temor a la muerte. Modera a la Ira para poder usarla al servicio del bien de la razón. En relación con el martirio que es su objeto principal hay dos componentes que van a integrar el acto virtuoso: (.) el bien defendido (.) el modo de sostenerla

Apuntes de clases de teología moral El motivo por el cual se ofrece la vida hasta darla es la fe o también puede ser el bien moral o la verdad moral y el modo se hacerlo es no despreciando la vida, ni odiando a quienes me la quitan sino en consideración de la superioridad de dicho bien, dando la vida por al fe y rogando por mis perseguidores. En definitiva es el bien de la caridad que esta presente. Hay situaciones que son repentinas, dice Tomás, y cuando más imprevisto es el mal, mayor es la virtud de la fortaleza. Esta virtud se vincula a lo repentino, en donde se muestra que hay un habito y que actúa de un modo natural. Al realizar un acto virtuoso se manifesta la presencia de un habito que de un modo connatural emerge para remediar un problema. ¿Cómo interviene la pasión moderada en la virtud de la fortaleza? ¿de que manera interviene la ira en la fortaleza? La voluntad se mueve por medio del dictamen de la razón. La ira y el conjunto de las pasiones se mueven por el impulso. Es decir que la razón debe intervenir y lo hace tanto en el sostener o soportar como en salir en búsqueda del bien. En relación con el sustinere (resistencia al mal) basta que la razón prevalezca, es decir que el temor no me supere. Entonces la ira se manifesta de un modo subrepticio, escondido y no fundamental. En cambio cuando la virtud sale a Agredi (buscar un bien), uso mas activamente de la IRA porque ella tiene que desarmar, despojar la tristeza. Esa sensación de no poder vencer o alcanzae aquello que queremos. Vicios contra la virtud Temor: huyo cuando no debo huir, no domino el temor que debería temor, dejo que este me domine y actuó bajo ese temor. Lo que quiere vencer la virtud es el temor a la muerte. Falta de Temor: Defecto de miedo, hay que temer lo que se debe temer, es cuando se debería tener temor pero que no lo tengo. Audacia: Exceso de valentía. Es “colocarse en la boca del león”. Partes de la fortaleza Son partes integrales (porque integran parte del acto virtuoso) y también se llama potenciales (porque actúan de modo análogo al acto principal que es efrentar la muerte) Magnaniminidad: Todo acto tiene que ser magnánimos, que debe hacerlo con cierto brillo, cierto esplendor. Es mas virtuoso el acto cuando el hombre pone en juego el honor del hombre, o la dignidad de la persona. El sujeto magnánimo no se la cree, no se agranda por sus honores, pero tampoco se desalienta por el deshonor que injustamente se desalienta, ni se bajonea. La persona magnánima sabe buscar al injusto en su lugar. El magnánimo no se deja afectar por cualquier comentario pero sin embargo existen cosas por las que debo reaccionar. Es el justo medio en el campo del bien del honor. Tiene que ser siempre un honor que esta siempre en relación a la diginidad de la persona, desde lo que digo, lo que hago, como me visto. La magnanimidad requiere de la humildad porque por esta virtud, que es parte potencial, se busca la obra perfecta pero lo debo hacer humildemente, atribuyendo esta perfección solo a Dios y no al propio esfuerzo. Voy en busca de lo arduo, pero son bienes mas fáciles. Yo uso los bienes externos porque las cosas me dan mayor libertad, en cuanto que me dan la perfección del

Apuntes de clases de teología moral obrar. No me apropio de los bienes, no me dasanimo si no los tengo, no tengo aquello que no necesito y teniéndolo los usos bien. Se oponen a la magnanimidad la presunción, porque hay una desproporción en relación con mis pretenciones, porque van más alla de mi capacidad, porque quiero hacer cosas que no estoy en condiciones de hacer, soy tan soñador que supera mi capacidad de pensar. Ambición es otro vicio: primeramente porque pretendo testimonio de una excelencia que no poseo (primera razón), es desproporcionado el honor. Segunda razón cuando pretendo una honra simplemente para mi y no la refiero a Dios. Tercero es cuando soy ambicioso y me complazco en la honra y no la vuelvo nunca a Dios. La magnaminidad implica confianza suficiente para alcanzar el objeto, se espera alcanzar algo que es difícil y dado que la confianza es cierta fiermeza en la esperanza, es decir se tiene la seguridad que se va alcanzar aquello que se busca, la magnanimidad implica esta confianza y entonces da la experiencia de seguridad, porque desarticula el temor que desespera y lleva a una cierta desesperación. La magnanimidad implica el sufiecinete uso de los recursos necesarios para alcanzar el fin y el objeto y concurre a la magnanimidad en cuanto que son medios para alcanzar el acto virtuoso. El magnano usa muy libremente las cosas, no se enorgullece de poseer esos bienes y no se desanima si no los tiene y teniéndolos los usa y los usa bien. Que se opone a la magnanimidad: Los vicios son: primeramente la presunció que es la desproporción de un fin recto. Es un cierto desorden que se opone a la magnanimidad por exceso, presumo de poder alcanzar bienes arduos pero que no puedo alcanzar. Otro pecado la ambición donde Tomas hace una triple clasificación: --Pretendo el testimonio de una excelencia que no poseo. --En segundo lugar cuando pretendo la honra pero no la pongo en Dios. --La vanagloria que Tomas utiliza como un cierto esplendor y brillo que tiene la persona, una manifestación carismática. Esta vanagloria puede radicar en que se busca este reconocimiento del esplendor y del carisma no para gloria de Dios sino para valorarme personalmente o pongo esa gloria en lo que no es manifestación de gloria, que no son esplendor de la persona o simplemente puede radicar en quien busca este reconocimiento partiendo de un juicio errado. Hablamos aca de la vanagloria o vanidad que no son un pecado mortal pero si es capital. Esta como razón de búsqueda muy cerca de la excelencia que busca el hombre pero es una búsqueda desordenada. Es por eso que encontramos una fuerza en el hombre que trae entonces muchos pecados. ¿Cuáles son los pecados que se derivan de la vangloria? Jactancia: yo me jacto de… me expreso, me incienso. Afan de novedades: cuando me incienso pero a partir de hechos reales. Busco en lo que llama la atención, que deslumbra, Hipocresia: cuando invento hechos para gloriarme. Pertinacia: necesidad de mostrar lo que conoce intelectualmente.

Apuntes de clases de teología moral Discordia: el no aflojar nunca en lo que mi voluntad quiere, siempre tengo que salirme con la mía que puede ser por palabra y en los hechos, cuando quiero que mi voluntad se cumpla y siempre se impone mi voluntad. Ahora pasemos a la --Pusaliminidad (vicio por defecto) renuncio a lo grande y me quedo con lo pequeño ¿Cuál es peor para Santo Tomás? El defecto porque en este renuncio al bien. Ya que el hombre se aparta del bien que le corresponde. Magnificiencia: Se trata de hacer grandes cosas, de ejecutar las cosas con cierta medida. Se trata de hacer obras grandes. Ciertamente para obrar en grandes debo utilizar recursos proporcionados a la grandeza de la obra. Necesita recursos hgrandes pero Tomas dice que con la idea grande es ya suficiente. Cual es el pecado de la magnificencia por defecto o carencia Es la Mesquindad: el que se propone hacer cosas pequeñas para utilizar pocos recursos, es un defecto en el orden racional. Por exceso tenemos el despilfarro: que es el malgastar, se gasta más de lo que en orden racional se exige. Parte potencial Paciencia: el aspecto que emerge es el de mantener el orden de la razón fenrete a los empates de la razón. Salimos del orden de la gredy para entrar al orden del sustine. Dentro de los sentimientos de la dimensión sensible tenemos una fuerza especial que impide el bien de la razón y que es la tristeza: es bajonearse, desanimarse, bajar los brazos, no tener el animo para alcanzar el bien que necesito. Según Agustín la paciencia es la que le permite soportar el mal sin decaer, sin desanimarnos. No es la más excelente de las virtudes y tiene un brillo particular y es que es raíz de las virtudes en cuanto que quita los obstáculos, sobre todo soportando la adversidad, moderando la paciencia. Santo Tomas dice que frente al desanimo aparece lo propio del irasible, la ira que tiene esa función, ponerme firme, fortalecerme para vencer los obstáculos. La ira tiene esta función. Se trata de enfrentar la dificultad, luchando contra el pero que tiene que ser moderado por la mansedumbre. No me puedo enojar mal. Para ser pacientes hay que tener un fin y un objetivo. Yo no afronto la dificultad para soportarla sino que debe tener un sentido, un bien mayor. Es decir (136 cuestiín) el bien por cuyo amor se es paciente en relación con los males sea más amado que el bien cuya privación nos causa un dolor que soportamos pacientemente. La virtud potencial de la fortaleza es la paciencia, en donde se da su colaboradora, ya que la fortaleza debe soportar el mal mas difícil en cuanto que soporta todos los males. Le agregamos que la fortaleza, modera el irasible en tanto que la paciencia reside en el concupisible. Pero se vinculan en mutua dependencia y se relaciona con la fortaleza que es virtud del irasible.

Apuntes de clases de teología moral La virtud entre fortaleza y paciencia no esta en la forma sino en la materia, en este caso, la dificultad. La paciencia entonces es parte de la paciencia por su materia porque modera la tristeza a lo que deleita el tacto, a lo agradable a la razón. (paciencia cuestión 136) La paciencia tiene una cierta relación con la lognanimidad, se asemeja porque esta es la paciencia en lo lejano, en lo que da paciencia en el tiempo. Perseverancia (cuestión 137) soporta la dificultad por la obra virtuosa. Soporta… y modera el temor al cansancio y el desfallecimiento Y la constancia que tiene por objetivo mantenerse que no es la duración de obras. Amabas virtudes potenciales van juntas Perseverancia final (no es virtud cardinal) pero se habla en el orden de la virtud sino en orden de la fe y es la gracia que concede Dios al hombre para que este se mantenga en la fe hasta el final de su vida. Esto es un don de Dios. Virtudes de la templanza Esta vinculada con la terminología de la palabra. La palabra temperancia viene del latin que de un modo desvirtuado ella se entiende con lo cuantitativo, comer poco, beber poco, seria como hacer uso de las cosas en cantidadades minimas o la templanza en relación con la Ira. Estas malas interpretaciones lo vinculan con el límite. Pipper dice que la belleza de la templanza quieren signficar discreción ordenadora. Para ordenar el interior de la persona y aquí insiste santo tomas que a diferencia de las otras virtudes la templanza mira la interioridad del sujeto. Esto sale de la interioridad de la persona pero refluye para poner orden. Se transforma el objeto en el orden del propio sujeto virtuoso, orden del cual brota la tranquilidad del ES. Cuando esta ordenada yo estoy en paz. Se trata de ocuparse de uno mismo. Pipper dice que podemos ocuparnos de dos formas, una forma buena, virtuosa, o una mala desordenadora. La forma buena es la templanza, me preocupo para que haya orden y cual es la mala manera y es lo propio del egoísta, en si y para si. La parte más profunda puede desordenarse hasta la destrucción de si mismo. Este es el sentido cuando decimos que el amor bien entendido debe empezar con caso. Despúes de Dios viene el amor al hombre que empieza por mi mismo, primero yo para amar al otro. Que significa amarme rectamente. Esto tiene mucha traducción en nuestra vida concreta. Se trata de darme un tiempo para mi. Como estamos en el orden de las pasiones y de lo sensible. La tendencia natural al placer sensible que se alcanza por el comer, el beber y el sexo, son las fuerzas naturales más potentes. Tenemos una tendencia irresisteble de satisfacer una tendencia, comer y tener sexo. Es más fuerte el instinto sexual porque esta y tiende a la especie. Por eso no es de extrañarse que la fuerza sexual en el hombre y la mujer sea muy potente. Aquí es donde entra a jugar la virtud de la templanza. Santo Tomás va a decir que el deseo de dominio, la valoración de si mismo y el hacerme valer ante lo demás puede traducirse desordenadamente en soberbia.

Apuntes de clases de teología moral La repararación de lo injusto puede desbocarse o descontrolarse en cólera. El deseo de saber algo puede verse en curiosidad. ¿caules son según tomas los vicios de la falta de templanza? La lujuria: vinculada con la sexualidad La ebriedad: vinculada con la bebida La gula: vinculada con al comida Sobervia Colera Curiosidad Las virtudes prudenciales Castidad Sobriedad Humildad La mansedumbre La estudiosidad Entonces la virtud de la templanza es virtud porque modera a la razón y tiene un objeto propio y es el sentido del tacto, es decir lo gustoso y eso es la especificidad. Se pone en relación con el deleite, con lo placentero y al ser connatural es difícil de controlar el deseo de lo placentero. Allí interviene el concupisible. Dice Santo Tomas no es la virtud más excelente porque mira a la propia persona más que el otro Cuestión 144 va a abordar lo que el llama las partes integrales -----La vergüenza: ayuda a la virtud (por eso integral) porque me hace huir de aquello que es contrario a la honestidad y la belleza de la templanza. Es el temor a lo torpe y a lo denigrante -----Honestidad (dignidad de la persona) verdad acerca de uno mismo. Es honesto de lo que Dios pensó para mi y es conforme a la razón. Es la verdad de mi persona. Es un ser virtuoso que vive en la totalidad de si mismo. ¿Cuáles son los actos propios de la virtud de la templanza? Son: -Abstinencia: punto medio del exceso y defecto de comer. El vicio que desordena este acto es la gula (una ansiedad de satisfacer las exigencias propias del comer). Debe tener este acto una en relación con los medios (que como) en relación con el fin de la alimentación. Se debe buscar comer lo que se debe comer. Debe también relacionarse con la gloria de Dios. -Sobriedad: Es el acto por el cual modero el uso de la bebida. (habla del alcohol). Llega a decir que si me embriago conscientemente. -Castidad: y la acompaña el pudor. Virtud que tiene gran importancia porque integra el ámbito de la sexualidad y toda su potencia con la persona. Es virtud integradora. La ejercito en la media que es un bien para la persona en orden a su entrega al otro. Implica la totalidad del don y entregarme al otro.

Apuntes de clases de teología moral El contexto es el pudor que no es virtud pero es el modo en el cual ejercito la sexualidad. El obejeto del pudor son signos de los actos sexuales como signos visibles. ¿Cuáles son los vicios de la castidad? Lujuria: deseo desordenado del propio placer Pornografía Prostitución Masturbación Violación --Tiene relación con la virginidad: se califica de virginidad cuando se trata de la privación y un elemento material que es la integridad material. Es una virtud que pide perpetuidad. De la lujuria se deriva: ..La ceguera mental …La incostancia …El egoísmo …El odio a Dios …La desesperación Partes potenciales o subjetivas -SatelitesNo participan de la virtud propiamente. Son virtudes imperfectas porque impiden el mal refrenando la pasión. Continencia: robustece la voluntad para resistir las fuerzas vehemetes de la pasión desordenada. El vicio es la incontinencia: no tener recursos para arrollar esa pasión. Mansedumbre: (clemencia) moderan la ira. La ponen de acuerdo a la razón. Se opone básicamente a ira desordenada, al enojo mal. Cuales son los pecados que surjen de la Ira, la pelea, el griterío, la injuria, la indignación. El exeso de mansedumbre, blando, bueno, cuando no se poner límites. Clemencia: mitigación del castigo y de la sanción. Clemencia excesiva toda pena y por otro lado la crueldad cuando es excesivamente dura en sus sanciones. Modestia: Me conduce y me lleva a comportarme interior y exteriormente de acuerdo a la verdad de la persona. Se vive interior y exteriormente de acuerdo con lo que es. En cuanto al movimiento interior es la humildad y en relación con el saber tenemos la estudiosidad. En cuanto a los externos: movimientos del cuerpo: por un lado la eutrapelia, diversión, el juego. Tiene que ver como me muevo. Modestia en el vestir (vestirme de acuerdo a mi propia comprensión). Vicio: altanería, humillación, injuria, jactancia, vana gloria, etc. Estudiosidad: modera el deseo de saber de acuerdo a la recta razón. Vicios: curiosidad exceso Negligencia: por poco.

Apuntes de clases de teología moral Vicios de la modestia corporal: Se vincula a uno de los movimientos exteriores del cuerpo, decoro del cuerpo, movimientos y en relación a los que tengo cerca, al prójimo. Vicios por defectos: La ordinaries, es decir, me muevo ordinariamente. Y por exceso la afectación, tomo el baso con el dedito levantado. Eutrapelia: dos vicios que se oponen: por exceso la alegría necia o torpe: la risotada. Por defectos Santo Tomas habla de la excesiva austeridad. Y vicio por exeso que es el lujo y por defecto la saparrestres.