Aproximaciones a La Psicoterapia Capitulo 1

APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA GUILLEM FEIXAS ED. PAIDOS AÑO: 2012 RESUMEN CAPITULO 1. Se entenderá por psicoterapia

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APROXIMACIONES A LA PSICOTERAPIA GUILLEM FEIXAS ED. PAIDOS AÑO: 2012 RESUMEN CAPITULO 1.

Se entenderá por psicoterapia todo tratamiento de naturaleza psicológica que, a partir de manifestaciones psíquicas o físicas de sufrimiento humano, promueve el logro de cambios o modificaciones en el comportamiento, la adaptación al entorno, la salud física y psíquica, la integridad dela identidad psicológica y el bienestar biopsico-social de las personas y grupos tales como la pareja o la familia. Comprende las actuaciones en todos los niveles de edad de las personas, desde los niños y niñas más pequeños hasta las personas de edad más avanzada. El término psicoterapia no presupone una orientación o enfoque científico definido, siendo considerado denominativo de un amplio dominio científico-profesional especializado, que se especifica en diversas y peculiares orientaciones teóricas, prácticas y aplicadas. (FEAP –Federación Española de Asociaciones de Psicoterapeutas, 1992) La mayoría de las definiciones concuerdan en identificar a la psicoterapia como un tratamiento ejercido por un profesional autorizado que utiliza medios psicológicos para ayudar a resolver problemas humanos, en el contexto de una relación profesional. Algunas definiciones resaltan el valor del proceso interpersonal entre cliente y terapeuta como característico de la psicoterapia. Otras destacan fines específicos en términos de la modificación de la personalidad del cliente, o de sus pautas de comportamiento, siendo en ello la de la FEAP bastante exhaustiva. El cliente En un sentido operativo, el cliente o paciente en psicoterapia es la persona que acude a los servicios psicoterapéuticos. Aunque resulta arriesgado hablar de un modo genérico del usuario de los servicios psicoterapéuticos dada su diversidad, con propósitos ilustrativos, se puede afirmar que lo que todas las personas que acuden a psicoterapia tienen en común es que experimentan algún tipo de dificultad, malestar o trastorno, que es lo suficientemente importante en sus vidas como para provocar un deseo consciente de cambio.

Es importante tener en cuenta que “el proceso de la terapia se diseña no para cambiar a los pacientes sino para ayudar a los pacientes a que se cambien así mismos” (Strupp y Butler, 1990, pag. 3).

El psicoterapeuta Para poder desempeñar su labor, los psicoterapeutas necesitan poseer concoimientos específicos sobre los procesos de aprendizaje, la dinámica de la personalidad, los procedimientos y técnicas de la evaluación psicológica, la psicopatología, los principios de la interacción social, los proceso cognitivos y emocional, el desarrollo durante el ciclo vital, etc. Junto a estos aspectos básicos de la formación de los psicoterapeutas sobre los que existe un consenso razonable, existen otros aspectos que resultan específicos de cada modelo psicoterapéutico y sobre los que el consenso no es tan claro. Aunque la tendencia en la actualidad apunta hacia la formación de psicoterapeutas en el marco de la psicología científica, los principales argumentos en este campo se han desarrollado en el marco de los distintos modelos psicoterapéuticos. La supervisión del trabajo terapéutico es un ingrediente necesario no sólo para los terapeutas principiantes sino que resulta un recurso importante a lo largo de la trayectoria de un psicoterapeuta considerado más experto, sea por su mayor experiencia, prestigio o simplemente por la distancia en la que se sitúa al no estar implicado directamente en el caso. Generalmente se distingue entre supervisión directa, en la que el supervisor observa desde un monitor o espejo unidireccional el trabajo del terapeuta y supervisión indirecta, opción mucho más frecuente en la que la consulta de supervisión se realiza con posteridad y parte del relato del terapeuta. En un sentido general, independientemente de su orientación, es obvio que el terapeuta tiene que (a) formular alguna hipótesis acerca del problema del cliente (b) tomar decisiones acerca de qué hay que hacer primero y qué hay que hacer después. Y tanto para (a) como para (b) el terapeuta necesita funcionar a partir de algún modelo terapéutico. La relación terapéutica La relación entre terapeuta y cliente es uno de los elementos distintivos esenciales de toda psicoterapia. Aunque existen muchos tipos de relación que pueden resultar de ayuda, como una charla con un amigo, un familiar, etc. el tipo de relación que se

crea entre terapeuta y cliente es distinto. La diferencia esencial reside en que se trata de una relación profesional: el terapeuta se interesa genuinamente por el cliente, pero no forma parte de sus relaciones interpersonales cotidianas. De su carácter profesional se desprenden otras características de la relación terapéutica, tales como su asimetría, su carácter retributivo y su encuadre. La relación terapéutica es asimétrica porque se inicia a partir de la demanda del cliente y se centra en sus necesidades. Además, al terapeuta se le retribuye por su trabajo. Este aspecto es importante, porque el centramiento en la persona del cliente no debe suponer una actitud abnegada, sacrificada ya altruista por parte del terapeuta. Ésta podría generar en el cliente un sentimiento de deuda contraria a la salud mental que espera obtener con la psicoterapia. Así mismo, al ser una relación profesional, la relación terapéutica requiere una estructuración específica. Tradicionalmente, se ha utilizado la noción de encuadre terapéutico para hacer referencia al conjunto de reglas fijadas por el terapeuta para hacer viable la psicoterapia. Éstas incluyen los honorarios, la duración y frecuencia de las sesiones, el lugar donde se realizan, las vacaciones, así como cualquier otro detalle que afecte al desarrollo de la psicoterapia. También conviene indicar que existe un consenso generalizado en recomendar que terapeuta y cliente no mantengan ningún otro tipo de relación, ya sea comercial, profesional o personal, fuera de las sesiones terapéuticas. También no es recomendable que el terapeuta acepte como cliente a un familiar, un amigo o un conocido, con quien mantiene una relación previa.