Apocalipsis

UNIVERSIDAD ANSELMO LLORENTE Y LA FUENTE SEMINARIO CENTRAL SAN JOSE – COSTA RICA CURSO DE NUEVO TESTAMENTO II SEMESTRE 2

Views 202 Downloads 6 File size 400KB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

UNIVERSIDAD ANSELMO LLORENTE Y LA FUENTE SEMINARIO CENTRAL SAN JOSE – COSTA RICA CURSO DE NUEVO TESTAMENTO II SEMESTRE 2004

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

Profesor: Pbro. Donald Solano Granados

APUNTES DE CLASE PARA USO EXCLUSICO DE LOS ESTUDIANTES DEL SEMINARIO CENTRAL DE COSTA RICA

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

2

APOCALIPSIS 1. El libro del Apocalipsis. El libro del Apocalipsis es el último libro del canon cristiano, aunque cronológicamente no ocupa esta posición; recordemos que esta distinción le corresponde a 1Pe y que además el orden canónico no corresponde a un orden cronológico. Su estilo, su forma y su contenido lo han convertido en uno de los libros más estudiados, sobre todo en la Antigüedad y en la Edad Media, aunque también podríamos afirmar que se trata de uno de los libros más mal comprendidos; «de todos los escritos del NT, el Apocalipsis de san Juan es ciertamente el más difícil» (FEUILLET). Su influencia se ha dejado ver sobre todo en la gran cantidad de imágenes que el arte cristiano de todos los tiempos ha tomado de él: el Pantócrator, el Cordero degollado, la Trompeta, los Jinetes, los ángeles, etc. En el lenguaje popular «Apocalipsis», «apocalíptica o apocalíptico» han adquirido una connotación de misterio, de terror o espanto; esto ha hecho que el mismo libro haya adquirido un gran poder de evocación sobre todo en los momentos actuales y turbulentos de la humanidad. Un primer contacto con el Apocalipsis nos deja una doble impresión: por un lado se le reconoce un gran poder de fascinación: la capacidad de involucrar al lector en su trama, la simbología que le da un sentido de universalidad y atemporalidad, la extraordinaria capacidad descriptiva (que ha inspirado distintas ramas del arte) etc; por otro lado produce un sentimiento de vértigo: nos encontramos con imágenes atrevidas y complicadas, un lenguaje metafórico y simbólico que no siempre es comprensible, etc. Esta sensación de fascinación y vértigo la encontró ya en la Antigüedad Dionisio de Alejandría (cf., Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica, 7, 24,7). La Historia de la formación del Canon del Nuevo Testamento atestigua que en la antigüedad, junto con el Evangelio de Juan, fue un libro controvertido; en la Historia de la Iglesia ha estado presente también dentro de grandes controversias como por ejemplo con la herejía del «milenarismo», las falsas interpretaciones especulativas entorno a la fecha del final del mundo, el ambiente de miedo y terror que ha infundido no en pocos cristianos (cf., Lutero). En la actualidad también en este sentido se han producido distintas situaciones que dan ha

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

3

conocer una lectura fundamentalista y fatalista del mismo sobre todo en ambientes sectarios: «Los siglos XIX y XX han contemplado a muchos intérpretes que han utilizado cálculos basados en el Ap para predecir la fecha exacta del fin del mundo...»1. 1.1. El nombre El nombre del libro ha sido tomado precisamente del término griego con el que inicia el texto sagrado: Ap 1, 1 «VApoka,luyij VIhsou/ Cristou/» La palabra «apocalipsis» significa literalmente «revelación»; de aquí en los cristianos de lengua inglesa (protestantes y católicos) llamen a este libro «La Revelación de Juan». El sustantivo «Vapoka,luyij» procede del verbo compuesto «apo, kaliptw» que normalmente significa «descubrir, develar» pero podemos entenderlo en el sentido de redimensionar los datos de la fe en una nueva circunstancia de la comunidad. 1.2. El objetivo general de la obra Cuando se analice la literatura apocalíptica, el tema del género literario y el contexto sociopolítico de la obra notaremos que estamos muy lejos de la mentalidad popular que piensa en el libro como un escrito para producir miedo o para revelar los «trágicos» acontecimientos del fin del mundo. Una contradicción a esta visión pesimista del libro la encontramos en una sutil inclusión entre Ap 1,3 y Ap 22,7 en donde hayamos una bienaventuranza o bendición a quien lea y guarde el contenido del mismo: Ap 1,3: «Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca ». Ap 22,7: « Mira, vengo pronto. Dichoso el que guarde las palabras proféticas de este libro ».

1

R. BROWN , Introducción al Nuevo Testamento, II, 995.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

4

El libro es profético en su sentido original, a saber, en el sacar las consecuencias de las tradiciones religiosas pero no lo es en el sentido popular de anuncio del futuro. El autor no conocía el futuro de ningún modo aunque estaba convencido de que Dios triunfaría al final salvando a los hubieren permanecido fieles y derrotando las fuerzas del mal. Así pues la expresión “Revelación de Jesucristo”: «pretende sintetizar el contenido de todo el libro que sigue a continuación: la revelación de la historia hasta que alcance su meta en la Nueva Jerusalén, que desciende del cielo, una revelación efectuada por Jesucristo, quien de esta manera expone la actividad redentora de Dios y la obra del juicio divino»2. Por tanto, con esta poca información, podemos concluir que el objetivo de primordial del libro es de llenar de esperanza a todo cristiano comprometido 3; en este sentido «aparece claro que el Apocalipsis es un libro de resistencia cristiana, escrito por un hombre profundamente creyente, un profeta (cf., 22,9-10; 1,3), que quiere ayudar a sus comunidades a superar la crisis religiosa que provoca en los cristianos la persecución que están sufriendo, con su libro, el autor no sólo quiere ayudarles a interpretar la historia que les ha tocado vivir, sino contribuir también a transformar esta historia para que responda al proyecto del Dios de la Alianza y Padre de nuestro Señor Jesucristo»4. 2. La literatura Apocalíptica y el género literario del libro. 2.1. La Literatura Apocalíptica. Antes de iniciar el estudio del género literario del Apocalipsis conviene detenernos en el estudio de la apocalíptica como tal. Con este vocablo se conoce normalmente la «ideología» de las obras de este género literario o de los grupos religiosos que aceptan tales obras. La literatura apocalíptica floreció entre los siglos II a. C y II d. C. y apareció como una manera simbólica de expresar la fidelidad a Dios en los momentos más oscuros de la historia de Israel y de la Iglesia. H. BALZ, «Vapokalu,ptw», en DENT, I, 395. Cf., J. LÓPEZ, Conversaciones con Juan, el vidente de Patmos, 27. El Padre Javier López, sacerdote Jesuita de origen cubano, presenta en esta obra de fácil acceso a manera de entrevista periodística una conversación ficticia entre Juan y un periodista en donde se tratan los temas fundamentales del Apocalipsis. 4 X. ALEGRE, El Apocalipsis de Juan, 214. 2 3

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

5

La literatura apocalíptica sucede cronológicamente a la profecía y por tanto, la mayoría de los estudioso encuentra en ésta su origen aunque no se puede hablar de una separación histórica violenta pues encontramos elementos característicos de una en la otra; otros estudiosos consideran que la apocalíptica es un desarrollo no de la profecía sino de la literatura sapiencial (G. von Rad). La Apocalíptica es fruto de una profundización religiosa que se fue dando en el AT y de una urgencia imprevista de interpretar religiosamente unos hechos nuevos y desconcertantes, como las persecuciones de Antíoco IV Epífanes. Dentro de las obras que pertenecen a este tipo de literatura tenemos: a. Dentro del Canon Bíblico: Ez 38-39; Is 24-27.34-35; Zac 9-14, Dan. b. Apócrifos: Libro de Henoc (170-64 a. C.); El libro de los Jubileos o Apocalipsis de Moisés (II a.C.), Libro III de los Oráculos Sibilinos (s. II a.C.) El testamento de los doce patriarcas (s. II a-C.), salmos de Salomón (s. I a.C.), La asunción de Moisés ((s. I a.C.); entre los apocalípticos de Qumrán encontramos: Doctrinas misteriosas (1QMyst), la descripción de la Nueva Jerusalén, la oración de Nobónides (4Q Pr N), el Pseudo Daniel (4Q Ps Dan); la Ascensión de Isaías (en etiópico y latín), La Vida de Adán y Eva, El Libro de los secretos de Henoc (I y II d. C.), El II Libro de Baruc, etc.5 Dentro de las características teológicas de la literatura apocalíptica tenemos6: a. Fuerte sentido de la trascendencia. b. Dualismo: para la mentalidad apocalíptica el mundo está dividido en buenos y malos. c. Concepción determinista de la historia: «la idea de una originaria predeterminación divina que pone en marcha ciertos acontecimientos y establece unos destinos concretos»7. El Padre U. Vanni hace una pequeña síntesis descriptiva de cada uno de éstos libros y de otros de la literatura apocalíptica en U. VANNI, «Apocalíptica», NDTB, 133-137. 6 No todas las características aparecen siempre juntas ni en el mismo nivel; La explicación detallada de las características siguientes las podemos encontrar en: J. M. ASURMENDI, «Daniel y la Apocalíptica»; en AA. VV., Historia, Narrativa, Apocalíptica, Introducción al Estudio de la Biblia, Estela 2000, 531-538. (Obra ya estudiada en Antiguo Testamento). 7 G. von RAD, La Sabiduría en Israel, 329. 5

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS d. e. f. g. h.

6

Libertad y responsabilidad: incluso en la literatura apocalíptica más determinista la libertad se mantiene a toda costa, aunque no se preocupen por la contradicción. Se da una remitologización de la historia. Fuerte presencia de ángeles y demonios (imprescindible la presencia del ángel intérprete). La idea de la resurrección: aunque no se presenta como un cuerpo doctrinal claro y conciso. Se da como una literatura de confrontación, de combate y oposición. Su contexto social, con persecución o sin ella, es de resistencia, pero de resistencia pasiva.

A partir de éstas características debemos distinguir entre la literatura apocalíptica como movimiento teológico y el género literario «apocalipsis». 2.2 El género literario Apocalipsis. La discusión sobre la importancia de los «géneros literarios» no es de hoy; su conocimiento ayuda a develar la estructura de una obra. El género Apocalipsis ha sido descrito por J. J. Collins en un artículo que se ha convertido en lectura obligatoria para los estudiosos de esta literatura: «El Apocalipsis es un género de literatura de “revelación”, configurado narrativamente, en el que se ofrece la revelación por medio de un ser de otro mundo a un destinatario humano, desvelándose una realidad trascendente, que es al mismo tiempo de naturaleza temporal en la medida en que se apunta a una salvación escatológica, y espacial en tanto en cuanto supone y conlleva otro mundo, sobrenatural»8. Por su parte el P. U. Vanni describe este género con las siguientes palabras: «Los rasgos característicos fundamentales de esta literatura se refieren ante todo a su contenido. La apocalípticas -entendiéndose como obras de este género literario- se interesa por unos hechos concretos» Características de este género: a. La revelación: se trata de un modo de transmisión de la revelación en la que el destinatario recibe una revelación visual; se presenta un elemento 8

J.J. COLLINS, «Apocalypse: The Morphology of a Genre», Semeia 14 (1979) 1-20.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

7

auditivo que sirve para aclarar el elemento visual. En muchos casos aparecen también viajes extraterrestres en los que el visionario es llevado a través de los cielos, los infiernos o las regiones remotas más allá del mundo accesible. Aparece también en muchos casos el elemento de un documento escrito o libro celeste. b. Seudonimia: el receptor humano es generalmente identificado con un personaje venerable del pasado; también este vidente anota generalmente las circunstancias y el estado emocional que le produjo esta visión. Este elemento es importante en cuanto que al «atribuir la obra a uno de los grandes personajes religiosos del pasado, que estuvieron cerca de Dios y ayudaron a Israel a descubrir cómo Dios actúa en la historia, le está indicando al lector que debe leer en clave de revelación religiosa lo que se está contando»9. c. Carácter esotérico: Generalmente alrededor de la revelación se da todo un carácter oculto; ante la pregunta de cómo estos libros tan antiguos e importantes estaban escondidos, la respuesta es que Dios quiso que se conocieran en un momento determinado y por un grupo de elegidos. d. La simbología: el lenguaje utilizado para la transmisión de la revelación recurre a una simbología compleja y refinada, que subrayan el carácter esotérico de la obra. La interpretación de esta simbología se realiza a través de las enseñanzas de los profetas (y del AT en general), de los paralelos apócrifos y de algunas costumbres orientales. e. Junto a esta simbología encontramos también una indeterminación del lenguaje que sirve al autor para expresar la solemnidad del lenguaje: «vi una especie de...», «era algo como...», «tenía la apariencia...», etc. Estas características del género literario «apocalipsis» las encontramos en el en Apocalipsis de Juan pero en él hay también otros elementos que lo distinguen: a.

El autor define su obra como una profecía (Ap 1,3; 22,7.19) y se designa a sí mismo como profeta (Ap 10,11; 22,6.9).

X. ALEGRE, «El Apocalipsis de Juan»; en J. TUÑI – X. ALEGRE, Escritos joánicos y cartas católicas, Introducción al estudio de la Biblia, 282. 9

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

8

b.

Siente que tiene una misión que lo coloca en la línea de los grandes profetas del Antiguo Testamento y lo lleva en su libro a un contacto continuado con un grupo de oyentes a los que exhorta con urgencia.

c.

Se encuentra una gran importancia a la liturgia (Ap 1,4-8.10: la importancia del día del Señor).

3. La estructura Antes de iniciar el estudio de ka estructura del libro del Apocalipsis podemos preguntarnos ¿qué sentido tiene el aventurarse en una investigación que hoy por hoy es considerada como una «cuestión abierta»10?.  En primer lugar debemos reconocer que el problema de la composición y distribución del material no es un problema nuevo; «el problema hunde sus raíces en comentarios patrísticos y ha ocupado el interés de cientos de investigadores a lo largo de la historia de la interpretación11.  El número de propuesta y de hipótesis es casi similar al número de intérpretes, por ello Prigent afirma «decir que cada presenta un plan estructural no es exagerar. No es que cual dé rienda suelta a la fantasía y a la imaginación, sino que resulta muy difícil ofrecer un ordenamiento que satisfaga profundamente, que satisfaga al menos nuestra exigencia de lógica»12.  Conocer o proponer una estructura, a pesar de que se corre el riesgo de anclarse en el campo de la comprensión del investigador y de su propia interpretación, es importante en cuanto se trata de una obra en la que «el todo está antes de las partes y es desde la visión global que Juan tenía de su obra desde donde se debe interpretar los fragmentos y eventuales tradiciones que él formula y recoge»13.  Proponer y defender una estructura para el libro del Apocalipsis es posible pues en la misma obra encontramos indicios literarios y de contenido que «El Apocalipsis de Juan», 243. Cf. U. VANNI, Apocalipsis, 11. 12 P. PRIGENT, L’Apocalypsis de Saint Jean, Paris 1988, 223: citado así por X. ALEGRE, El Apocalipsis de San Juan, 243. 13 X. ALEGRE, «El Apocalipsis de San Juan», 244. 10 11

Cf., X. ALEGRE,

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

9

permiten formular o descubrir cuál es la estructura interna que configura la obra: por ejemplo todos concuerdan que tenemos un prólogo (1,1-3 para algunos; 1,1-8 para otros) y una conclusión (22,6-21) que forman una inclusión; encontramos también una formulación a través de septenarios: siete cartas a siete Iglesias, siete sellos, siete trompetas, siete copas, siete visiones, etc. 3.1. Propuestas de estructura. Dentro de las muchísimas propuestas para estructurar el libro del Apocalipsis presentamos algunas significativas: A. Estructura concéntrica de J. P. CHARLIER14: (A) Prólogo y saludo epistolar (1,1-3.4-8) (B) Primer septenario: las siete cartas (1,9-4,11) - Visión preparatoria (1,9-20) - Las siete cartas (2,1-3,22) - Liturgia final en el cielo (4,1-11) (C) Segundo Septenario: los siete sellos (5,1-8,1) - Visión preparatoria (5,1-14) - Los siete sellos (6,1-7,8) - Liturgia final en el cielo y apertura del sétimo sello (6,1-8,1) (D) Tercer septenario: las siete trompetas (8,2-14,5) - Visión preparatoria (8,2-5) - Las siete trompetas (8,6-13,18) - Liturgia final en el cielo (14,1-5) (C’) Cuarto septenario: las siete copas (14,6-19,20) - Visión preparatoria (14,6-20) - Las siete copas ((15,1-18,24) - Liturgia final en el cielo (19,1-8) (B’) Quinto septenario: las siete visiones (19,9-22,5) - Introducción (19,9-10) - Las siete visiones (19,11-22,5) 14

Presentada así por X. ALEGRE, El Apocalipsis de San Juan, 249..

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

10

(A’) Epílogo y salutación epistolar (22,6-20.21). B. Estructura concéntrica presentada por X. PIKAZA. El autor presenta una estructura concéntrica en cuyo centro se ubica Ap 11,1513,13; «en el centro del esquema he situado las visiones del Dragón, la Mujer y de la bestia (11,15-13,18), que marcan el sentido de la historia y ofrecen las claves de la humanidad. El Apocalipsis ha sido construido según esto en forma circular, de manera que las partes que preceden (1,1-11,14) y siguen (14,1-22,11) al centro se vinculan mutuamente. Pero más que un círculo perfecto (donde el fin vuelve al principio) el libro forma una espiral, que nos va llevando en círculo a las bodas del Cordero»15. C. Estructura doble: es la estructura más difundida, aunque las diferencias fundamentales radican el la división de la segunda parte. Presentamos la división que propone UGO VANNI16 -

Prólogo: 1,1-3

-

I Parte: 1,4-3,22: Septenario de las Cartas a las Iglesias; se plantea a la Iglesia mirándose a sí misma.

-

II Parte: 4,1-22,5: la Iglesia vista ad extra hasta la parusía.

-

i. I sección: 4-5 se presentan los elementos y personajes que entran en acción: Dios, la corte celestial, el Cordero, el libro de los sellos. ii. II sección: 6,1-7,17; de los sellos. iii. III sección: 8,1-11,14; de las trompetas. iv. IV sección: 11,15-16,16; de los signos v. V sección: 16,17-22,5; sección conclusiva: la condenación definitiva e irreversible del mal, la exaltación suprema del bien y la síntesis final que confluye en la Jerusalén del cielo. Epílogo: 22,6-21.

Vanni señala que el primer septenario incluye, como séptimo elemento, el septenario siguiente y que esto se repite al final de cada septenario hasta 15 16

X. PIKAZA, Apocalipsis, 30-31. U. VANNI, Apocalipsis, 11.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

11

desembocar en la gran conclusión final, formando así el todo como un gran único septenario; por otro lado considero que las secciones se van desarrollando in crescendo aunque el desarrollo lineal no es unívoco con lo que se logra dar a la obra no en un esquema histórico-cronicista, sino colocándolo en una zona ideal de la meta historia17. A manera de síntesis podemos decir que existen elementos importantes que destacar de cada una de las estructuras propuestas y, cada una a su modo, nos ayudan a tener una visión general de la obra que nos permita mirar el todo e integrar cada parte en el plan general del libro. 4. Lengua y estilo La lengua del Apocalipsis es un griego helenista popular en el que se encuentran indicios de un sustrato semítico general: tenemos repeticiones de pronombres, el uso de ciertas formas verbales, la parataxis (abuso de la conjunción “y”), algunas transliteraciones del hebreo-arameo al griego (abbaaleluya, etc.) y una serie de anomalías, gramaticales y sintácticas, que rozan el límite de lo inexpresable. En cuanto al estilo del Apocalipsis los eruditos están de acuerdo en reconocer su carácter excepcional, sobresaliendo su propio ritmo interior capaz de contagiar al lector; «entre las características del estilo del Apocalipsis se puede señalar además la extraordinaria capacidad de evocación del autor, su complejo y refinado juego de alusiones, especialmente respecto a los textos y figuras del Antigua Testamento, su predilección por fórmulas repetitivas, por palabrasclaves que dan un tono unitario a los trozos largos, por los esquemas literarios, etc.»18. 5. El autor del libro. El personaje sujeto de las visiones se llama a sí mismo Juan (Ap 1,1.4.9; 22,8). En la Antigüedad Justino Mártir (Diálogo 81,4) y Ireneo, Clemente Alejandrino, Tertuliano y Orígenes lo identifican con Juan, el apóstol, autor también del IV Evangelio; sin embargo para Brown, el hecho de que fuera un apóstol es improbable, puesto que tuvo la visión de la Nueva Jerusalén que desciende del cielo con los nombres de los doce apóstoles en sus cimientos (21,14), reconociendo que los apóstoles forman un grupo distinto de sí mismo19. U. VANNI, Apocalipsis,12. U. VANNI, Apocalipsis,13. 19 Cf., R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, II. Cartas y otros escritos, 1030. 17 18

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

12

Ya en siglo III, a partir de un cuidadoso estudio del lenguaje, estilo y pensamiento convenció a Dionisio Alejandrino de que el Ap y el IV Evangelio 20; Dionisio atribuyó el libro a Juan un presbítero desconocido por los demás. La discusión acerca de la identidad de este personaje ocupa todavía hoy gran interés de parte de los estudiosos encontrando opiniones variadas que defienden o rechazan la autoridad joánica. Esta discusión acerca de la auditoria ha llevado a la discusión acerca de la relación entre el Ap y la escuela joánica. Hoy la mayoría de los estudiosos no justifican que se pueda hablar del autor del Ap como miembro de la escuela joánica aunque sostienen que se puede haber dado ciertos contactos en los primeros estadios de la tradición21. Otros por su parte han tratado de demostrar una notable cercanía e incluso evolución en el pensamiento de la escuela joánica a partir del estudio del IV evangelio, la I Juan y el Ap22. Una clarificación de carácter estrictamente literario puede clarificar las cosas: debemos recordar que una de las características del género literario apocalíptico es precisamente la seudonimia: el autor se vincula idealmente a una figura conocida de la Escritura, con la que siente una especial afinidad, atribuyéndole, en primera persona, las visiones que escribe. Por tanto es difícil que podamos pensar en Juan, hijo de Zebedeo, como el autor del Apocalipsis. 6. El Simbolismo en el Apocalipsis23 El simbolismo ocupa, en la interpretación del Apocalipsis un puesto central, «Todos los comentadores antiguos y modernos están de acuerdo en esto, que además es un hecho que se impone en la primera lectura: para comprender el Apocalipsis es necesario interpretar sus símbolos»24. A partir de muchísimos estudios e interpretaciones que encontramos a lo largo de la historia de la exégesis, hoy en día la mayoría de los estudiosos está de acuerdo en aceptar que para realizar una adecuada interpretación de los símbolos Cf., EUSEBIO DE CESAREA, Historia Eclesiástica, 7,24. Cf., R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, II. Cartas y otros escritos, 1032. 22 Por ejemplo, en su Cátedra en la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma, U VANNI, ha desarrollado un curso que se llama «de Juan al Apocalipsis» en donde se analizan varios temas y se estudia el desarrollo teológico presente en los tres documentos pero enraizados en una misma escuela. 23 Presento aquí este tema siguiendo al P. UGO VANNI quien ha dedicado muchos de sus escritos al simbolismo en el Apocalipsis. 24 U. VANNI, L’Apocalisse, ermeneutica, esegesi teologica, 31. 20 21

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

13

en el Apocalipsis de Juan debemos partir del AT en cuanto que este constituye su matriz cultural; es del AT de donde el visionario del Apocalipsis obtiene la mayor cantidad de símbolos, que encuentra ya elaborados, que le permiten expresar su pensamiento. Para entender el simbolismo del Apocalipsis podemos dividirlo en: a. Simbolismo cósmico: en la ambientación cósmica la mayoría de los términos mantienen un doble nivel de significado: realístico o simbólico. Por ejemplo, «cielos» (ouvrano,j) significa algunas veces el firmamento pero también pasa a significar la zona ideal de la trascendencia de Dios (cf., 3,12; 4,1.2; 5,3.13; 8,1; etc.). La «estrella» significa la estrella en sentido físico (astro) o símbolo de la trascendencia de Dios relacionado de algún modo en su acción creadora; e otros contextos se entiende como un desplazamiento de un elemento celeste que se viene a encontrar en la tierra (1,20; 9,1; 22,16). Otro elemento cósmico es el trueno o relámpago (fulgor) que siempre en el AT se refiere a la trascendencia e representa la voz de Dios. Este simbolismo en su conjunto nos dice que en el cosmos, tal y como lo siente el autor, hay un estremecimiento de novedad, una fuerza propulsiva que tiende a sobrepasar el nivel actual de la realidad y que conmueve en cierto modo la trascendencia divina; la alteración con respecto al curso normal de los elementos cósmicos hacen que el simbolismo sea evidente y radical: el sol, por ejemplo, se oscurece (9,2), se transforma en negro (6,12), es golpeado parcialmente (8,12) o totalmente (16,8) y finalmente en la escatología, la nueva Jerusalén no tendrá necesidad de él (21,23). Así se pueden analizar también la luna, el cielo, las estrellas, etc. Con respecto a las alteraciones que sufre el mundo cósmico y natural encontramos un claro simbolismo cuando se afirma que los hombres, reaccionando a las transformaciones cósmicas, blasfeman contra Dios; también en este contesto negativo es clara la convicción que Dios es el Señor absoluto de la naturaleza. En este sentido afirma el Padre Vanni: «El símbolo más llamativo suelen ser las convulsiones cósmicas: el sol, la luna, las estrellas cambian de naturaleza; la tierra tiembla y sobre ella se ciernen fenómenos particulares, totalmente fuera del curso ordinario de las cosas. De este modo se señala una presencia muy especial de Dios en el desarrollo de la historia que, presente en la evolución de los hechos, los orienta hacia una consumación positiva que supere el mal o potencie infinitamente el bien. Bajo el impulso de Dios, el mundo actual tendrá que cambiar»25. 25

U. VANNI, «apocalíptica», NDTB, 139.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

14

b. El simbolismo teriomorfo: encontramos en el Apocalipsis mencionados una gran cantidad de animales; se habla de animales (20x), de «cordero» (29x), de león (6x), de águila (3x), langostas (2x), de dragón (13x), de ranas (1x), de escorpiones (3x), de serpientes (5x) de perro (1x), de pájaros (3x). En algunos casos encontramos un significado realístico pero en otros impresiona observar a los animales realizando actividades que corresponden al actuar humano. Con este simbolismo el autor quiere expresar la heterogeneidad de una realidad oscuramente superior al nivel de los hombres pero en todo caso, siempre bajo el control de Dios; «exprimen una fuerza que, positiva o negativa, se mete en la historia de los hombres, siguiendo un desarrollo hasta la conclusión escatológica. En la Jerusalén celeste desaparecerán todos los animales, quedando en pie únicamente el Cordero»26. Así, con el P. Vanni, podemos resumir «intervienen a menudo seres fuera de lo normal e incluso monstruosos, que desempeñan a veces el papel de protagonistas. De este modo se refieren a una esfera de realidad y de acciones que está por encima del simple nivel humano, pero por debajo del nivel propio de Dios»27. c. El simbolismo cromático: el autor del Apocalipsis muestra una sensibilidad por los colores; en el libro aparecen mencionados el blanco (15x), el rojo (2x), el rojo fosforescente (1x), el rojo escarlata (4x), el verde (3x) y otros dos colores de especial interés pero de difícil identificación: de color jacinto (1x; azul o rojo oscuro) y el amarillo azufroso (1x). Más allá de interés estético los colores adquieren una dimensión cualitativa que determina el símbolo. - El verde: es el verde de la hierba y de la vegetación (8,7; 9,4), pero también es el color del cuarto caballo (6,8) con lo que se quiere representar la sensación de caducidad propia del ser humano (Cf., Is 40,6). - El rojo: la crueldad y la violencia que no respeta la vida humana (la mención del sanguinario sugiere también el color rojo). - El negro: indica la negatividad que solo el contexto especifica. - El blanco: es el color que recurre con una frecuencia más relevante: expresa la trascendencia, la realidad a nivel divino propia del Resucitado (2,17; 4,4; 6,11; 7,9.13). 26 27

U. VANNI, L’Apocalisse, ermeneutica, esegesi teologica, 40. U. VANNI, «apocalíptica», NDTB, 139.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

15

d. El simbolismo aritmético: es típico de toda la apocalíptica; su utilización atribuye generalmente a los números un valor cualitativo, más allá del valor cuantitativo en el lenguaje normal. Así por ejemplo el número siete y sus múltiplos indica la totalidad; la mitad de siete y as fracciones indican parcialidad de duración; 1000 es el número de Dios, es la totalidad propia del nivel de Dios y de la acción de Cristo; el número 10 pareciera indicar una limitación a pesar de su apariencia contraria; el número doce hace referencia a las 12 tribus de Israel y de los 12 apóstoles. Los números aparecen también utilizados en gematría, técnica que consiste en dar a los números un valor numérico: ejemplo clásico y único en el Ap, lo constituye Ap 13,18 y el discutido 666 que pareciera indicar el valor numérico de la expresión en hebreo NRWN QSR: n=50 + r=200 + w=6 + n= 50 + q= 100 + s=60 + r=200. 7. Fecha y situación histórica Con respecto a la fecha de composición y situación histórica en la que se compuso el Ap la mayoría de los especialistas consideran que éste escrito se compuso durante el reinado de Domiciano (81-96); ya desde la antigüedad Ireneo (hacia el 170) databa las visiones del Ap «hacia el final del reinado de Domiciano». Este emperador gobernó después de la destrucción del templo de Jerusalén, se consideró a sí mismo como señor y como Dios; vivió atemorizado con la leyenda del Nerón redivivo y organizó en Roma y en el Imperio una terrible red de espionaje. El historiador Suetonio (Domiciano 8,10) describe sus últimos años como un reinado de terror (aunque esto puede ser considerado una exageración se conservan los nombres de los últimos 20 oponentes ejecutados por Domiciano. Con respecto a la persecución de los cristianos dentro de su reinado Eusebio (Historia Eclesiástica III, 8,14) nos habla de persecuciones y martirios en el año decimoquinto de Domiciano; algunos testigos hablan de castigos a muchos que habían derivado hacia las costumbres judías (recordemos que el cristianismo era considerado como secta judía). En 197 Tertuliano (Apologético V, 4) describía a Domiciano semejante a Nerón en crueldad. II. El texto 1. El prólogo: Ap 1,1-3 1:1 VApoka,luyij VIhsou/ Cristou/ h]n e;dwken auvtw/| o` qeo.j dei/xai toi/j dou,loij auvtou/ a] dei/ gene,sqai evn ta,cei( kai. evsh,manen avpostei,laj dia. tou/ avgge,lou auvtou/ tw/| dou,lw| auvtou/ VIwa,nnh|( 2 o]j evmartu,rhsen to.n lo,gon tou/ qeou/ kai. th.n marturi,an VIhsou/

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

16

Cristou/ o[sa ei=denÅ 3 Maka,rioj o` avnaginw,skwn kai. oi` avkou,ontej tou.j lo,gouj th/j profhtei,aj kai. throu/ntej ta. evn auvth/| gegramme,na( o` ga.r kairo.j evggu,jÅ

v.1 El libro se presenta a sí mismo como «revelación de Jesucristo». El genitivo de la expresión podría entenderse de manera ambivalente: como identificación objetiva -genitivo epexegético- (revelación que es Jesucristo) o como identificación subjetiva en cuanto que la revelación ha sido realizada por el mismo Jesucristo28. Esta revelación aparece como dada por Dios al mismo Jesucristo con el objetivo de que Éste a su vez la de a sus siervos, en donde siervos identifica a los profetas (Cf., 10,7; 11,18; 22,6). Tiene como objetivo lo «que ha de suceder pronto», es decir el «significado divino de los tiempos en los que vive el autor y de la pronta liberación del pueblo de Dios»29; la expresión «lo que ha de suceder» hemos de entenderla dentro de la lógica de la Apocalíptica que no conoce distinción de tiempos verbales. La figura del «ángel» es un tributo que el autor hace al género literario; el ángel se presenta como un enviado, como un apóstol. El receptor de la revelación se presenta como Juan (probablemente por seudonimia). v. 2 El siervo Juan aparece como un servidor de la palabra que tiene su autoridad en Jesucristo (cf. notas a pie de BJ). La revelación no es suya, sino de Jesucristo, él lo ha visto y así puede testimoniar la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, a quien el mismo libro llama «Testigo fiel de Dios» (1,5). v.3 Se nos presenta la primera de las siete bienaventuranzas que encontramos en el libro (Ap 1,3; 14,13; 16,15; 19,9; 20,6; 22,7.14); así el Apocalipsis no es voz de condena y llanto, signo de gozo 30, para ser leído y escuchado en alta voz probablemente en los oficios litúrgicos de las Iglesias destinatarias31, pues «es precisamente en el ambiente litúrgico donde la 28

Cf., X. PIKAZA, Apocalipsis, 35.

29

R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, 103.

30

Cf., X. PIKAZA, El Apocalipsis, 36. Cf., R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, 1003.

31

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

17

revelación alcanza eficazmente a cada uno de los cristianos a los que está destinada»32: o Bienaventurado quien lea públicamente: no se trata de una lectura individual sino comunitaria; en enseñanza y liturgia eclesial. o Bienaventurados quienes escuchen, comprendiendo y compartiendo la Palabra. El Apocalipsis no es enigma sino Libro que se vuelve luminoso allí donde se lee, vinculado en comunión con sus lectores/auditores. o Bienaventurados quienes cumplan, convirtiendo la Palabra en vida, pues éste no es libro de lectura sino de cumplimiento comunitario. Su finalidad no es satisfacer la curiosidad sino mover al «cumplimiento» Este v. 3 plantea el mensaje como «cosas del futuro» que tienen relevancia en el presente (lea, escuche y guarde) porque la consumación del plan de Dios se ve cerca sin que se determinen exactamente fechas. 2. PRIMERA PARTE DEL APOCALIPSIS LAS SIETE CARTAS A LAS IGLESIAS (1,4-3,22) a. Introducción litúrgica: 1,4-8. a.1. El saludo inicial: Esta sección comienza con una fórmula de inicio o saludo (1,4-5ª) como si las siete cartas formaran parte de una composición más amplia, como si todo el mensaje siguiente se presentara como una «carta profética a toda la Iglesia»33. El remitente es Juan y los destinatarios son las siete iglesias de Asia que representan, por el simbolismo del número siete, la totalidad de la comunidad eclesial. En el saludo encontramos los elementos típicos de los saludos neotestamentarios: ca,rij u`mi/n kai. eivrh,nh /, gracia a vosotros y paz (cf., Gal 1,3; 1Cor 1,3; 2Cor 1,2; Rom 1,7; Flp 1,2; Flm 3). 32 33

U. VANNI, Apocalipsis, 31. X. PIKAZA, El Apocalipsis, 37..

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

18

Para Pablo la «gracia y la paz» vienen de Dios y de Jesucristo, que son fuente doble de la misma salvación; para el Apocalipsis este elemento se presenta con una fórmula triádica que encontraremos en casi todo el libro; se inicia con un título que es fruto de la reflexión de Ex 3,14 en donde aparece Dios como «Yo soy el que soy » (evgw, eivmi o` w;n, en la versión griega de los LXX). El Apocalipsis añade a la fórmula «el que es», la expresión «el que era y el que va de venir» con lo cual se indica que, desde el presente (es) Dios llena el pasado (era) y el futuro (vendrá)34. La mención de los «siete espíritus» para algunos parece responder al deseo del autor de rodear a Dios de una corte al estilo de los reyes orientales; sin embargo podemos encontrar una referencia al Espíritu divino 35 (Tercera persona de la Trinidad) expresado como la acción múltiple y unitaria de Dios, como poder perfecto (siete). A Jesucristo se le describe con tres títulos que nos dan una síntesis de la fe en Jesucristo muerto, resucitado y exaltado:  El testigo fiel (o` ma,rtuj( o` pisto,j); el mártir o testigo era normalmente en declarante de un tribunal pero en el Apocalipsis está asociado a la idea del sufrimiento porque en tiempos de persecución es imposible ser fiel sin cruz. Jesucristo es presentado como el gran testigo, continuador y perfeccionador de un camino iniciaron los profetas asesinados del Antiguo Testamento y que deben seguir los fieles creyentes (cf., 13,10).  El Primogénito de entre los muertos (o` prwto,tokoj tw/n nekrw/n); Jesucristo es el primer resucitado.  El Príncipe de los reyes de la tierra (. o` a;rcwn tw/n basile,wn th/j gh/jÅ); se presenta como dominador universal porque con su muerte destruyó a todos sus enemigos ( cf., 1Co 15,28; Sal 89,23) y porque destruirá a todos los perversos (cf., 6,5; 16,14; 17,2; 18,2.9).

Para X. PIKAZA el cambio de verbo para el futuro (venir en lugar de ser indica que el futuro de Dios está en su venida o adviento; Apocalipsis, 37. 35 F. CONTRERAS ha destacado el trasfondo trinitario de 1,4: los siete espíritus del Apocalipsis no son seres infradivinos, ángeles servidores o arcángeles supremos sino el único Espíritu Santo, vinculado al Padre y al Hijo en audaz y hermosa fórmula trinitaria, El Espíritu en el Libro del Apocalipsis, Koinonía 28, Salamanca 1987. 34

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

19

a. 2 La respuesta de la comunidad: Después del saludo inicial de parte de la Trinidad, la comunidad responde con una alabanza directa a Cristo que aparece como el Amante, el liberador y el Glorificador.  El que nos ama; aparece el uso de participio presente no como algo ya realizado en la entrega total de la vida (la cruz como expresión máxima del amor) sino en un presente celebrativo: el amor de Cristo que la comunidad continúa a experimentarlo siempre, de manera especial en el presente pascual de la celebración. «Ésta es la clave hermenéutica del Apocalipsis: el vidente y la comunidad se saben amados y entienden el drama final como encuentro de amor que dirige a las Bodas (cf., Ap 2122)»36.  Esta grandeza del amor de Cristo la hemos experimentado precisamente en la liberación del pecado; aquí encontramos una variante de crítica textual: el texto que nos presenta NTG reporta el verbo participio aoristo activo del verbo lu,w (desatar, liberar, romper), mientras que un buen número de testimonios nos ofrecen el verbo lou,w (lavar). Las dos variantes podrían tener sentido en cuanto que el amor se presenta como donación total de vida (la sangre) y los efectos de este acto redentor los disfrutamos a través del lavado bautismal.  Además de la liberación (destrucción) del pecado también la comunidad alaba a Cristo porque nos ha constituido en reino y en sacerdotes para su Dios y Padre. «Cristo aparece como el creador de un reino de salvados (cf., Ex 19,6). El anuncio anterior se vuelve confesión de fe: la misma Iglesia de Jesús es reino, humanidad reconciliada»37. La respuesta gozosa de alabanza de la comunidad se cierra con la doxología final del v.6: a la gracia y paz de parte de Dios del saludo inicial, la comunidad que celebra responde con «gloria y poder» (h` do,xa kai. to. kra,toj), en palabras que para la comunidad educada en la liturgia y culto del Antiguo Testamento evocan la hondura de Dios. En el v. 7 alude a la trascendencia de Jesucristo evocando todo un simbolismo veterotestamentario: con una cita de Dn 7,13 en donde se presenta la nube como el vehículo de Dios y con una cita de Zac 12,10 con la que se alude a la muerte de Jesucristo cuyos efectos benefician sin duda a toda la tierra. En el v.8 la mención a la primera y última letra del alfabeto griego indican que Dios existe al principio y al final; la designación «todopoderoso» indica que es 36 37

X. PIKAZA, Apocalipsis, 38. X. PIKAZA, Apocalipsis, 38.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

20

autor de todo lo que existe. Éste es el término favorito del Ap (9x; solo una más en el NT: 2Co 6,18) y se convertirá más tarde en un vocablo tradicional de la iglesia bizantina para indicar al Cristo entronizado, mayestático y omnipotente: nada ni nadie impedirá la victoria de Dios y de su Cristo. b. La visión inaugural: Ap 1,9-20 La escena, construida según el modelo de la visión profética (Is 6; Jr 1; Ez 1; Dn 7) consta de presentación (1,9-11), visión (1,12-16) e interpretación (1,1720). b. 1 La presentación: 1:9 VEgw. VIwa,nnhj( o` avdelfo.j u`mw/n kai. sugkoinwno.j evn th/| qli,yei kai. basilei,a| kai. u`pomonh/| evn VIhsou/ ( evgeno,mhn evn th/| nh,sw| th/| kaloume,nh| Pa,tmw| dia. to.n lo,gon tou/ qeou/ kai. th.n marturi,an VIhsou/Å 10 evgeno,mhn evn pneu,mati evn th/| kuriakh/| h`me,ra| kai. h;kousa ovpi,sw mou fwnh.n mega,lhn w`j sa,lpiggoj 11 legou,shj\ o] ble,peij gra,yon eivj bibli,on kai. pe,myon tai/j e`pta. evkklhsi,aij( eivj :Efeson kai. eivj Smu,rnan kai. eivj Pe,rgamon kai. eivj Qua,teira kai. eivj Sa,rdeij kai. eivj Filade,lfeian kai. eivj Laodi,keianÅ ) La experiencia se presenta según el estilo de la Apocalíptica con el ropaje literario de la «visión». Se presenta al visionario con el nombre de Juan quien se autodefine como hermano y compañero de aquellos a quienes escribe con la autoridad de su ministerio profético; éste se presenta como solidario en la tribulación, en el reino y en la paciencia:  La tribulación (qli,yei) pertenece a los tiempos finales, como saben el judaísmo y la tradición sinóptica (cf. Mc 4,17; 13,19.24 par); es la gran prueba que conforme a 3,10 debe venir sobre la tierra entera. Ha llegado la crisis final de amenaza y riesgo para los creyentes (7,14).  El reino (basilei,a|) vincula a los creyentes de manera más todavía intensa, pues Jesús les ha hecho reino (1,6; cf., 5,10).  La resistencia (u`pomonh/|) que no es evasión intimista y paciencia pasiva, sino firmeza creadora: los creyentes no pueden plegarse a los dictados de la Bestia; deben mantener la confesión en la prueba. De esa

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

21

forma se vuelven testigos de la misión cristiana frente a los poderes de la historia. El visionario se ubica en Patmos, una pequeña isla en el mar Egeo, que los romanos empleaban para desterrar a disidentes y rebeldes, al oeste de Éfeso; allí sufre por la Palabra y por el testimonio de Cristo, el gran testigo. En el v. 10 se nos indica que la visión tiene lugar en el día de Señor, día en que se puede sentir mejor la comunión con los hermanos y día en que se celebra el señorío de Cristo; en ese día especial Juan experimentó, como todo apocalíptico, la Trascendencia de Dios y no tubo más remedio que explicarla a través de comparaciones. «Parece que Juan añora desde el exilio la presencia de las comunidades cristianas que, un día como éste, se reúnen a cantar y recrear las Escrituras. Desde su misma soledad, se siente vinculado a sus cristianos en espíritu, es decir en experiencia de Dios»38. La gran voz hace referencia a la voz de Dios y la comparación, como de trompeta, señala la trascendencia del mismo mensaje. En el v. 11 se recibe la orden de escribir un libro y de enviarlo a siete Iglesias que se ubican en la Provincia Romana de Asia; esas ciudades formaban una de las zonas más ricas y desarrolladas del Imperio. Poseían la más antigua cultura de los griegos aunque en tiempo del Apocalipsis defendían el culto Imperial: Roma constituía su razón de ser, su identidad religiosa y social; por esta razón tenían tribunales que hacían posible la persecución. Ha llamado la atención el hecho de que se ignore algunas ciudades importantes como Mileto y Colosas, por ejemplo, pero sabemos que el número siete es simbólico e insinúa que el mensaje se dirige a toda la Iglesia. b.2 La visión Ap 1,12-16: En un primer momento se presenta a Cristo con términos simbólicos y desconcertantes, sacados en general del Antiguo Testamento. Los siete candeleros de oro no se conocen en el AT; se conoce la Menorah (Ex 25,31; 37,17; Zac 4,2) o lámpara de siete brazos, que ardiendo día y noche ante el Santo del templo de Jerusalén, era signo de la luz de Dios; el simbolismo de los siete candeleros se explica luego en el v. 20. En medio de la Iglesia aparece uno como Hijo de hombre (cf., Dn 7) que indica a Cristo presente y actuante en 38

X. PIKAZA, Apocalipsis, 44.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

22

medio de su Iglesia en oración; es el Mesías que toma posesión de su reino; su vestidura indica una función sacerdotal o con gran honor y dignidad (túnica talar y ceñidor de oro, cf., Dn 10,5; 1Mc 10,89; 11, 58); pertenece al mundo celestial y se le atribuyen prerrogativas divinas (cabeza y cabellos blancos; sus ojos como llamas de fuego, etc.). En su mano derecha tiene a la Iglesia entera asegurándole la inmortalidad (siete astros); entre tanto dirige su palabra que tiene una fuerza de penetración irresistible (espada agua de dos filos); la comparación con el sol cuando brilla con toda su fuerza anticipa la experiencia final de Gloria de 21,13; 22,5: no habrá ya sol pues alumbra Dios y su lámpara de luz es el Cordero; «en síntesis se trata del Cristo glorioso de la transfiguración»39 que está en medio de la Iglesia. b.3 Reacción e interpretación. Ap 1,17-20: Con una reacción típica de las teofanías del AT el vidente teme: aparece Dios y el humano tiembla, pero en el NT la cercanía de Dios no mata sino que salva. Ante la reacción del vidente se muestra Dios en Cristo y, como en el AT, expresa el ¡No temas! (como en los oráculos de ayuda de Dios en la guerra –Jue 4,18; 1Sm 22,23; Is 24,2; 41,10-14-, en las visiones apocalípticas –Dn 10,12.19y en las epifanías pascuales de Jesús. Esta palabra va unida a un gesto de poder (puso su mano derecha sobre mi) y de cercanía. Cristo se presenta con atributos divinos:  Yo soy el primero y el último. Así habla Dios en Is 44,6 (cf., Is 41,4; 43,10).  El viviente es Dios (Ap 4,9.10; 10,6; Dn 4,32; 12,7); ahora lo es Cristo, muerto y resucitado, que ha entregado su vida por los humanos.  tiene las llaves de la muerte y del hades. Cristo se presenta como el vencedor escatológico: la tradición judeo-cristiana, que volveremos a encontrar en 20,13, sabe que ha bajado a los infiernos, para así vencer los poderes de la muerte-sheol que dominaba a los humanos; tiene en sus manos las llaves para abrir las puerta de la vida a los que han muerto. 39

U. VANNI, Apocalipsis, 32.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

23

En el v.19 el Apocalipsis no distingue directamente los acontecimientos en el tiempo sino que a acontecimientos pasados o presentes les deduce efectos que sirven para distintas épocas. Al final se da la interpretación del significado de las siete estrellas y los siete candeleros. Llamar a las Iglesias candelero alude a la luz de Cristo que ellas tienen que transmitir y los ángeles que las cuidan son símbolo de las providencia de Dios sobre ellas (cf., notas en BJ). c. Las Cartas a las siete Iglesias c.1 Aspectos generales: Las cartas a las siete Iglesias están todas construidas con un esquema literario refinado: dirección, auto presentación de Cristo, juicio sobre cada una de las Iglesias con una valoración de los elementos positivos y negativos (conozco tus obras), una exhortación o llamada a la conversión, una exhortación general a la escucha, y una promesa de un don con perspectivas escatológicas (ver anexo 1). En las siete cartas el que siempre habla es Cristo, que habla en primera persona. Se dirige a la Iglesia, la juzga y purifica con sus palabras, ocupándose de su vida interna (ad intra). Cada carta inicia con la fórmula clásica: esto dice el que…recuerda la fórmula del Antiguo Testamento: Así habla Yahvé y que «confiere a las palabras de Cristo el mismo nivel de importancia y el mismo tono profético oracular de la palabra de Dios» 40 . Juan presenta a Cristo «con un precioso compendio de cristología poética, sapiencial y profética» 41 (ver anexo 2). Haciendo una valoración general de la temática, encontramos que hay tres problemas fundamentales que afectan a las siete Iglesias: la falsa doctrina (Éfeso, Pérgamo y Tiatira), persecución (Esmirna y Filadelfia), autocomplacencia (Sardes y Laodicea). «La mayoría de los modernos lectores que saben algo del Apocalipsis piensan en la persecución como tema único del libro y lo reinterpretan a la luz de las situaciones amenazantes de hoy en día. La lucha contra la autocomplacencia puede ser, sin embargo, mucho más aplicable al cristianismo moderno. El tema de la falsa doctrina está muy condicionado por la situación del siglo I en un sentido (la ingestión de carnes sacrificadas a los 40 41

U. VANNI, L’Apocalisse, 142. X. PIKAZA, Apocalipsis, 58.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

24

ídolos), pero la cuestión subyacente, la de los cristianos carentes de principios que se acomodan a la sociedad que los rodea, es un problema muy corriente»42. Las cartas van dirigidas a siete Iglesias que se encuentran en siete ciudades situadas en Asia Menor; están enumeradas en un orden que sugieren una ruta circular para el portador de las cartas. Comienza por Éfeso, va luego hacia el norte pasando por Esmirna; luego se dirige al Sudeste y, finalmente después de pasar por Laodicea, retorna a Éfeso; algunos sostuvieron la existencia de una carretera romana pero hoy por hoy los arqueólogos no han encontrado ningún rastro de dicha carretera; lo único que podemos afirmar es que es un recorrido perfectamente realizable por la persona encargada de portar el mensaje (ver anexo 3). La descripción de la situación de las iglesias, las advertencias y los símbolos utilizados en las promesas permiten descubrir que el emisor conocía muy bien la geografía y la situación comercial de cada una de las ciudades respectivas (aspectos que se analizarán en el estudio de cada carta). c.2 Las cartas a las siete Iglesias.  A la Iglesia de Éfeso (2,1-7): carta a una Iglesia que olvidó su amor primero. Éfeso era una de las ciudades más importantes de Asia (metrópoli política y comercial) fundada en el 1100 a. C. por Androclo, hijo de Crodos, rey de Atenas según la leyenda oficial de la ciudad (hoy Aklindir en Turquía); estaba en la desembocadura del río küçük Menderes (antiguo Caistro); en el 283 a. C. Lisímaco, uno de los sucesores de Alejandro Magno conquista la ciudad y la traslada a otro sitio para evitar las epidemias; es entonces cuando Éfeso se convierte en una de las ciudades más ricas e importantes. A partir del 190 a.C. pasa a depender del imperio Romano y a partir de la época de Augusto (63 a.C.19 d.C.) se construyen las obras arquitectónicas más importantes43 . Era el centro del culto a Artemisa o Diana, diosa de la fecundidad (cf., Hch 19,23-40); en la ciudad se encontraba un gran templo a esta diosa, una de las siete maravillas del mundo antiguo que había sido edificado en un antiguo bosque sagrado y el contorno del bosque era un lugar de asilo. 42

R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, 2, 1006.

43

Cf., el sitio web: www.deviajes.net/turquia/ efeso.htm

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

25

v. 1 la expresión «ángel de la Iglesia» es típica del Apocalipsis y ha sido interpretada en dos líneas distintas: en una línea individual se le ha interpretado como un ser o una entidad de tipo celeste (ángel custodio o protector: según la costumbre oriental) o de tipo terrestre (el obispo de la comunidad)44; también ha sido interpretado en línea colectiva para referirlo a la misma Iglesia ligada a la trascendencia. Sin embargo en el contexto del Apocalipsis el ángel se refiere a un ser trascendental que está siempre ligado a la realidad humana. La descripción que se hace de Cristo evoca la imagen de la visión preparativa (1,16); Cristo se presenta «en calidad de Mesías sacerdotal que está presente en el conjunto de la Iglesia orante (camina entre los siete candeleros de oro) y asegura con su energía salvífica la realización de la dimensión escatológica (tiene las siete estrellas –es decir, la Iglesia-en su mano derecha)»45. v.2-3

En el juicio se alaba la conducta y la rectitud doctrinal de una comunidad que ha hecho esfuerzos de fidelidad y que se ha preocupado por vivir la ortodoxia estricta.

v.4 Sin embargo la vivencia de la ortodoxia más pura no ha sabido conservar el amor. La ortodoxia sin la ortopraxis sería traicionar el verdadero sentido de la vida cristiana. Aquí encontramos un tema profundísimo para la vida personal y vocacional de cada uno de nosotros; además, al ser un mensaje para la Iglesia de todos los tiempos, se impone la revisión de los métodos y formas de la defensa y custodia de la fe que dejan por fuera el principio fundamental del amor. v.5 Ante el enfriamiento del amor primero, la toma de conciencia se impone: date cuenta de donde has caído y la conversión se convierte en un imperativo categórico: vuelve a tu conducta primera, es decir se pide a la Iglesia de Éfeso, y con ella a toda la Iglesia, revivir y mantener el amor inicial con toda su espontaneidad y su frescura. La amenaza consiste en que aquella comunidad llamada «luz de Asia» podría convertirse en oscuridad, «Éfeso perderá su rango de metrópolis Aunque la posibilidad de que se trate del obispo ha sido criticada por muchos, sin embargo en la época del Apocalipsis ya la Iglesia tiene una estructura compleja pero definida en donde el Obispo ocupaba el vértice, por tanto la interpretación no puede calificarse de anacrónica Cf., U. VANNI, L’ Apocalisse, 139. 45 . VANNI, Apocalipsis, 33. 44

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

26

religiosa»46; para VANNI la amenaza consiste en que Iglesia, si no vuelve al nivel primero del amor, tendrá que ser apartada de la comunión litúrgica (vendré a quitar el candelero de su sitio) con la totalidad de la Iglesia47; si la heterodoxia es causa de excomunión también lo es la heteropraxis. v.6 Se alaba también la ortodoxia de la comunidad en su lucha contra aquellos que se estaban apartando de la verdadera doctrina; no se sabe a ciencia cierta quienes eran los «nicolaítas», lo único que se presupone es que eran especuladores y que algunos los consideran antecesores de los gnósticos. v.7 Se invita a todas las Iglesias a escuchar lo que constantemente el Espíritu está diciendo (discernimiento); al vencedor se le promete la un premio bíblico: la plenitud de la vida divina, que figurada ya en el Génesis, se realizará al final de los tiempos (Ap 22: el nuevo Paraíso). También la imagen del árbol podría ser una referencia irónica al árbol relacionado con el culto de Artemisa.  A la Iglesia de Esmirna (2,8-11): fidelidad de una Iglesia pobre y perseguida. Esmirna (hoy Izmir) era la patria de Homero, el más grande de los poetas griegos; fundada en el 1200 a.C. se ubicaba en una región geográfica extraordinaria: sus casas se construían en dirección al mar que iban ascendiendo hacia la cúspide del monte Pago. Las casas de la cima simulaban una corona por lo que se le conoció como «corona de Esmirna». v.8 A la Iglesia de Esmirna Cristo se presenta en la realidad de su misterio pascual: estuvo muerto y revivió; es el Primero y el Último, es decir Aquel que da sentido a la historia de la salvación. v.9 La Iglesia de Esmirna es distinta del orgullo civil; la escala de valores del pueblo de Dios tiene que ser diferente de la escala de valores seculares. La pobreza material de una Iglesia paradójicamente contrasta con su propia riqueza. Junto a la tribulación y la pobreza, la comunidad ha tenido que enfrentar las calumnias de los judaizantes que se han constituido ya no en «asamblea de Yahvé» sino en «sinagoga de Satanás». 46 47

Cf., Nota a pie de página en BJ. Cf., U. VANNI, Apocalipsis, 33.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

27

v.10 Todas estas tribulaciones se acrecentarán por un tiempo determinado (diez días); la atribución de esta tribulación al diablo se da porque en el contexto del Apocalipsis está representado en su funcionalidad negativa 48 y además en el ambiente era la causa de todos los males. Pero Cristo alienta a su Iglesia, no temas, con la fórmula veterotestamentaria de la presencia de Dios en medio de las dificultades del pueblo (guerras, por ejemplo). v.11 si la Iglesia sigue siendo fiel hasta la muerte recibirá la plenitud de la vida y no tendrá que temer la perdición definitiva (segunda muerte). La fidelidad se mantiene particularmente en los momentos difíciles.  A la Iglesia de Pérgamo (2,12-17): Carta a una Iglesia que se encuentra en persecución. La Ciudad de Pérgamo fue fundada en el 133 a. C. por un hijo de Andrómaca, esposa de Héctor, símbolo de la fidelidad conyugal; tenía una biblioteca muy célebre y un anfiteatro para unos 60 mil espectadores. Era el centro de numerosos cultos paganos entre los que sobresalían el culto a Zeus Soter en un gran altar emplazado en una colina situada a unos doscientos metros sobre la ciudad (conservado en el Pergamonmuseum de Berlin), y el culto a Esculapio (médico del siglo II a. C.), culto que se caracterizaba por el uso de un amuleto en forma de serpiente (parecida a un dragón). Como Ciudad del Imperio romano tenía una hegemonía política y jurídica sobre las otras ciudades (Ius Gladiis). Allí existía ya desde el 195 a.C. un templo dedicado al espíritu de Roma, y otro, en gratuidad para con Augusto, a la divinidad del César, edificado en el 29 a.C. v. 12 Cristo se presenta como «el que tiene la espada aguda de dos filos», es decir como Aquel cuya palabra manifiesta una potestad superior a cualquier autoridad o poder de este mundo. v.13 La comunidad se encuentra en un ambiente en el que la tentación a la idolatría adquiere una fuerza irresistible (trono de Satanás). Sin embargo, a pesar de este peligro, la comunidad ha sabido permanecer fiel a Jesucristo y «Se habla de él frecuentemente en el Apocalipsis. Los diversos nombres (diablo = calumniador: 2,10; 12,9.12; 20,2.10; Satanás = adversario 2,9.13.24; 3,9; 20,2.7; serpiente primordial: 12,9; 20,2; acusador de nuestros hermanos: 12,10) lo definen en su funcionalidad negativa. Esa funcionalidad es un hecho central en el Apocalipsis; más o menos coaligadas con el diablo están todas las fuerzas hostiles a Dios y que combaten contra su pueblo: la guerra, el hambre, la muerte…» U. VANNI, Apocalipsis, 34. 48

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

28

a la adhesión a él, a pesar de que ya un miembro de la comunidad, del que no sabemos más detalles, sufrió el martirio por su fidelidad al cristianismo. v.14 A pesar de que la comunidad ha resistido valientemente a todas las presiones, el paganismo hace sentir su contagio (parece que hay indiferentismo y tal vez desorden moral) con una serie de ideologías que el autor designa con términos del Antiguo Testamento, doctrina de Balán que enseñaba Balaq: en la tradición judía Balaán era el culpable de la contaminación pagana de Israel (cf., Nm 31,16; 25,1-2); para que comieran carnes inmoladas a los ídolos y fornicaran: expresiones comunes para indicar la infidelidad y la idolatría49 (cf., Os 1,2 ss). v.15 Además se le critica a la iglesia el hecho de que ha sido condescendiente con algunos nicolaítas. v.16 La llamada al arrepentimiento recuerda que el mismo poder de la Palabra de Dios puede desenmascarar los errores de aquellos que han sucumbido ante la tentación del paganismo. v.17 Según la tradición judía el maná escondido en el Arca (cf., Ex 16,33) y el Arca escondida por Jeremías (2Mac 2,4) sólo aparecerían en los tiempos mesiánicos. Si el maná sólo aparece allí, entonces al vencedor se le promete recibir los beneficios de los tiempos mesiánicos. Además la piedrecita blanca (color de victoria y alegría) servía para marcar los días de fiesta, al acusado inocente se le daba también una y a los vencedores de los juegos atléticos se les premiaba con su nombre inscrito en una piedra blanca. El nombre nuevo hace referencia a la transformación ontológica de la persona. 

A la Iglesia de Tiatira (2,18-29): Carta a una Iglesia que necesita ser confirmada..

Es la más larga de las cartas dedicada a una de las comunidades menos célebres. Tiatira fue fundada por Seleuca I en el 280 a.C.; era una ciudad pequeña, dedicada por completo a la artesanía. En ella la pertenencia a los gremios de trabajadores que exigían la idolatría como condición de pertenencia por lo que la subsistencia ponía en peligro la fe creando una fuerte tensión en la Iglesia. 49

Nota a pie de página de BJ.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

29

Esta carta ha llamado la atención de los especialistas que han visto que una estructura in crescendo en el septenario; la carta a Tiatira ocupa el centro de las siete cartas caracterizándose por su carácter universal: «en primer lugar sus obras resumen el conjunto de la vida cristiana. En segundo lugar, el título cristológico que se le revela, nos conduce a la cumbre de la cristología neotestamentaria. En tercer lugar, la promesa asocia plenamente al vencedor al señorío universal de Cristo y a su poder de juzgar a las naciones y finalmente, la larga exposición sobre Jezabel es sin duda una advertencia que vale para toda la Iglesia: es preciso saber discernir a los verdaderos de los falsos profetas y resistir a la tentación de sacrificar a los ídolos o de entregarse a las profundidades de Satanás, que prometen una salvación que s posible obtener por el conocimiento, sin tener que practicar las obras de justicia y de caridad»50. v.18 Cristo se presenta con atributos divinos; es el Hijo de Dios que puede penetrar todo (ojos llameantes). El lenguaje de la descripción es un lenguaje fácilmente comprensible para los artesanos (pies de metal) que recuerda también una estatua distinta de la de Dn 2,34 ss. v.19 La situación de la Iglesia es bastante compleja; por un lado encontramos elementos de fermento positivo que se pueden resumir en fidelidad a Dios y amor fraterno: caridad, fe, espíritu de servicio, paciencia y un empeño en realizar buenas obras. v.20 Sin embargo en la comunidad se hacen presentes también las insidias de un paganismo materialista, compuesto por extrañas teorías (las profundidades de Satanás) y de prácticas reprochables (fornicación en sentido de idolatría). El reproche tiene relación con falsos maestros que inducen a la comunidad a éstos errores y que, de manera simbólica, son identificados con la figura de Jezabel, esposa del rey Acab (Cf., 1Re 16,31; 21) que introdujo la idolatría en el reino del norte. v. 21-23 La amenaza se presenta con un lenguaje de retribución intrahistórica y se advierte a la Iglesia que la paciencia del Señor no quiere acabar con el pecador (se habla de enfermedad y de heridas de muerte). La cita del Salmo 62 presenta la amenaza dentro de la justicia conmutativa del AT.

Cf., J. P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 85; el autor destaca cinco elementos que confirman este carácter singular: la extensión de la carta, el vocabulario utilizado, el título cristológico, la amplitud de la promesa que recibe, el alcance universal. 50

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

30

v. 24-26 Los fieles de Tiatira no tienen la pretensión supersticiosa de conocer más allá de sus posibilidades, cosa que aparentemente si pretendían los seguidores de los falsos maestros pues la carta «arremete contra varias pretensiones de penetrar en lo que es Dios, y que derivaban en un laxismo moral»51. A la comunidad fiel sólo se le invita a mantener fiel la fe en Jesucristo52. v.27 Al vencedor se le promete la participación en la victoria mesiánica de Jesucristo; idea que se refuerza con la cita del Sal 2 que es un salmo mesiánico. v.28 El poder mesiánico lo ha recibido Jesucristo del Padre y éste lo comparte con quienes no han caído bajo la presión del imperio pagano. En el fondo el premio es el mismo Jesucristo que es comparado con el Lucero de la mañana (Cf., 22,16; Is 14,12).  A la Iglesia de Sardes (3,1-6): Ultima llamada a una Iglesia moribunda. La Ciudad de Sardes, situada a 80 kms al este de Esmirna, fue fundada en el s. XII a. C. sobre una colina de 400 mts de altura y con entrada sólo el lado sur, razón por la cual se sentían inexpugnables. Por esta falsa confianza Ciro, en su guerra contra Creso, en el s. VI a.C. y Antíoco III, en el s. II a.C. pudieron atacarla fácilmente. v. 1 A la Iglesia de Sardes le habla el Señor que gobierna a todas las Iglesias (siete espíritus y las siete estrellas); en 4,5 éstos siete espíritus son presentados como siete antorchas (siempre relacionados con la idea de iluminar) por lo que el Señor se presenta como el que tiene capacidad de iluminar perfectamente. A la Iglesia se le reprocha su satisfacción y su excesiva seguridad que no necesariamente es signo de vitalidad. v. 2 Así como la ciudad no tenía que confiar falsamente, tampoco la Iglesia podría presumir de una vitalidad falsa; por tanto se invita a la vela y se le pide que salve los elementos positivos que aún permanecen en la vida de la Cf., Nota en BJ. Con respecto a la expresión «otra carga», U. VANNI dice «Una intervención de Cristo dirigida a la eliminación del mal podrá ser una carga incluso para los que han permanecido plenamente fieles»; cf., U. VANNI, Apocalipsis, 35. 51 52

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

31

comunidad (siempre hay lugar para la conversión). La llamada de atención se fundamenta en el hecho de que las obras realizadas por la misma comunidad no han convencido a Dios, es decir, no son de la calidad que deberían ser. v.3 A la comunidad no se propone ni exige nada nuevo; la llamada pide que se vuelva a la intensidad del momento en que se recibió la palabra, que guarde esta palabra y que se de un proceso de conversión motivado por la escucha de la misma palabra. Con lenguaje de retribución intrahistórica la amenaza insinúa que la comunidad puede recibir una invasión inesperada (como las sufridas en Sardes por su falsa seguridad). v.4 En Sardes no todo es muerte; hay un grupo que han sabido permanecer fieles y por ello son considerados como séquito de Cristo con las vestiduras propias de los vencedores. v.5 Al vencedor se le promete también la participación en el triunfo de Cristo (vestidura blanca) y la vida eterna (inscripción en el libro de la vida), gracias al testimonio dado por el mismo Jesucristo (cf., Mt 10,32-33).  A la Iglesia de Filadelfia (3,7-13): carta a una Iglesia en el límite de sus fuerzas. En la historia, Filadelfia fue una de las ciudades griegas más conocidas; se considera fundada por Atalo III de Pérgamo en honor del rey que amaba a su hermana. Está situada en una región volcánica expuesta a temblores constantes; en el año 17 d. C. sufrió una serie de movimientos sísmicos por lo que la gente se acostumbró a vivir fuera de los muros y de las casas. Durante el reinado de Tiberio fue favorecida y se le cambió varias veces el nombre, pasando a llamarse en una ocasión Neocesarea. v.7 A la Iglesia de Filadelfia, Cristo se le presenta con dos características divinas: Santo y Veraz (Cf. Is 6,3); además se presenta como «el que resume en sí mismo y lleva a su máximo desarrollo la historia de la salvación del Antiguo Testamento, centrada en la casa de David» 53 pues se le da una lectura totalmente nueva a Is 22,22: el oficio del mayordomo de palacio, 53

U. VANNI, Apocalipsis, 36.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

32

encargado de abrir y cerrar las posesiones de la casa de David, quedó vacante hasta que la tomara Jesucristo, verdadero rey mesiánico54. v.8 La alusión a la puerta abierta indica el éxito de los esfuerzos de la Iglesia de Filadelfia que a pesar de ser solo una puerta, medio humano y sencillo, ha sabido guardar la fidelidad a Jesucristo (Cf., Hch 14,27; 1Co 16,9; 2 Co 2,12; Col 4,3). v.9-10 Las dificultades de la comunidad vienen de parte de los judaizantes pero a la comunidad fiel se les promete la protección de Dios aún en medio de las mismas dificultades. Se presentan los dones y beneficios del Señor como una muestra de su amor (la protección divina como signo del amor de Dios). A la misma comunidad se le alaba su paciencia y se le promete el auxilio divino en medio de la gran prueba que vendrá sobre la tierra (Cf., 7,1ss). v.11 En medio de la tribulación la comunidad es consolada con la promesa de la venida del Señor invitándosele a la vez a permanecer fiel a su conducta para que nadie pueda arrebatarle el premio merecido. v.12 La premio consiste en que la comunidad entrará a formar parte de manera estable de la esfera divina: será columna del templo de Dios que no falla; no tendrá por que temer a lo improvisto y todos recibirán una transformación personal aludida con el nombre nuevo; en definitiva se dará una perfecta incorporación con Dios y con Cristo en la nueva Jerusalén (cf., Ap 21).  A la Iglesia de Laodicea (3,14-22): carta a una Iglesia que descubre la verdad por el amor de Dios. Laodicea era una importante ciudad industrial que poseía también una escuela de medicina. Fundada por Antíoco II hacia la mitad del siglo III; su nombre depende de Loadice, esposa de Antíoco y estaba colocada al pie de unas fuentes de aguas termales que a la altura de Laodicea se convertían ya en aguas tibias. La ciudad fue destruida por un terremoto en el año 60 y se reconstruyó con sus propias fuerzas, esto le valió llenarse de orgullo. La ciudad era célebre por el comercio de telas y por la producción de un ungüento para los ojos llamado «polvo frigio».

54

Esta interpretación no es conocida por el ambiente judío.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

33

v. 14

Cristo se auto presenta a la comunidad de Laodicea como el Amén, el testigo fiel y verdadero y como el Principio de la creación de Dios; la primera designación hace referencia a Is 65,16-19 en donde Dios se presenta como el Dios Amén (’ēlohē – ’amēn)55, «como sugiere el contexto de Isaías, Cristo presentándose como el o` avmh,n concentra en sí mismo, personalizándola, la fidelidad de Dios a sus promesas, la coherencia de Dios con si mismo en perspectiva de renovación» 56; a partir del uso contexto litúrgico presente en el Apocalipsis, con esta denominación Cristo se presenta como el sí pleno de Dios a la Iglesia y el sí, así sea de la Iglesia a Dios. La auto designación de «testigo fiel y veraz» recuerda que Cristo testimonió la verdad con su muerte, y si la creación se ha realizado por medio de la palabra creadora de Dios (Gn 1) Cristo muerto y resucitado se presenta inicio de la nueva creación.

v. 15

A la hora de emitir el juicio Jesucristo se presenta como aquel que conoce las obras de la Iglesia de Laodicea que se encuentran en una situación intermedia entre dos polos opuestos (frío-caliente); el contexto mismo de la carta nos permite comprender que se está hablando del amor: la comunidad no esta viviendo un «amor óptimo» sino un amor mediocre, por ello, con la imagen de la tibieza de las aguas termales a la altura de la Laodicea (nunca óptimas para beber) se habla de la actitud de rechazo de un Señor que no tolera la falta de amor.

v.17 A la comunidad se reprocha también su soberbia y su orgullo de autosuficiencia; la riqueza, en la que confía, es la expresión máxima de su propia pobreza espiritual (todo lo contrario con la comunidad de Esmirna); su ceguera le impide un verdadero discernimiento y su desnudez es un signo de su traición al amor que Cristo le manifiesta (Cf., Ez 16, 7-8). Así la comunidad que se cree autosuficiente y sin necesidad de nada, en realidad está carente de todo y necesitada de todo. v.18 Dada la situación negativa en la que se encuentra la comunidad, Cristo que le habla, da sus indicaciones con un lenguaje cargado de afectividad y delicadeza que respeta la misma libertad de la comunidad: te aconsejo… La indicación de la compra del oro acrisolado hace una específica referencia a la purificación; pero también hace referencia a la gratuidad de los dones de Dios (me compres: compres de mí) comparándolos con los Esta fórmula la versión griega de los LXX la traduce como el Dios verdadero to.n qeo.n to.n avlhqeo.n». 56 U. VANNI, L`Apocalisse, 143. 55

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

34

materiales mejores que tenía la comunidad: metal, telas y el colirio; es decir, el mismo Cristo ofrece a la comunidad aquello que le falta para embellecerse a si misma con buenas obras. v.19 La acción pedagógica de Dios con respecto a su pueblo del AT (cf. Pro 3,1112) se le atribuye aquí al mismo Cristo; debemos notar la acción pedagógica de Cristo, que se realiza en el juicio que está haciendo a la misma comunidad, a pesar de su crudeza, está motivada fundamentalmente por el amor apasionado (filw) y por eso debe ser aceptado desde la misma perspectiva por parte de la comunidad que debe entonces ser ferviente (en el amor) y convertirse (moverse de su autosuficiencia hacia Cristo). v.20 Con un sutil cambio de estilo se da una sugerencia que permite mirar más al individuo y con una breve alegoría se expresa la acción de Cristo, la respuesta del cristiano y la invitación a la intimidad con el Señor (compartir la cena). v.21 El premio que se promete consiste en participar del reinado de Jesucristo. 3. SEGUNDA PARTE DEL APOCALIPSIS: LAS VISIONES PROFETICAS a. Introducción: Ap 4-5, Una unidad inseparable. Al igual que los capítulos 2 y 3 del Ap forman una unidad temática inseparable, los capítulos 4 y 5 están perfectamente construidos y unificados; podemos distinguir algunos elementos que nos ayudan a comprobar esta afirmación:  La descripción de las dos visiones comienza de la misma manera y hace referencia al personaje misterioso que está sentado en el trono (4,2; 5,1); si, como veremos más adelante, el capítulo 4 está centrado en el personaje del Trono y el capítulo 5 en el Cordero, la unidad de estos dos capítulos nos ayuda a comprender que se nos invita a descubrir cuál es la relación que existe entre estos dos personajes.  Las doxologías que presenta Ap 5 parecen calcadas de la que encontramos en Ap 4,11«Eres digno, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder; porque tu has creado el universo, por tu voluntad, existe y fue creado».

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

35

 Los dos capítulos giran en torno al trono; de las 44x que aparece la palabra en el Ap, 16x corresponden a esta sección del libro: «estamos ciertamente ante una escena de entronización y de reconocimiento de una dignidad real»57. Así pues el nervio de esta unidad gira en torno a cuestiones teológicas fundamentales: es a través del Cordero degollado pero de pie que podemos tener acceso al rostro mismo de Dios58. b. Ap 4. Dentro de la mentalidad del judaísmo veterotestamentario era imposible ver el rostro de Dios y seguir con vida (Ex 33,20); sin embargo el mismo AT nos presenta otra perspectiva pues en realidad ninguno de los hombres que vio el rostro Dios murió (Cf., Ex 33,11). Desde este doble contexto hemos de comprender el c.4 del Apocalipsis: «es verdad que Dios aparece ahí como el totalmente Otro, Santo y Trascendente, y ha de ser reconocido como tal. Pero al mismo tiempo multiplica sus iniciativas para darse a conocer y revelar su verdadero rostro»59. El trasfondo de este capítulo lo encontramos en las cuatro mayores teofanías del AT: la zarza ardiendo (Ex 3), la del Sinaí (Ex 19-20), la del templo de Jerusalén en la vocación de Isaías (Is 6), y la de Ezequías en Babilonia a las orillas del río Quebar (Ez 1); en un breve capítulo Juan nos presenta de algún modo lo esencial y lo mejor de lo que la tradición judía nos deja vislumbrar del misterio de Dios. v.1

Las primeras palabras del capítulo nos refieren al contexto de la visión: el cielo se abre, hay una visión y se escucha una voz. El vidente tiene que afirmar que su exposición de la historia de la salvación ha sido producto de un contacto directo con la trascendencia. El primer elemento que se especifica es una puerta abierta en el cielo; ese es un elemento típico de la Apocalíptica judía (1Hen 14,15; Leví 5,1; 3 Mac 6,18) que encontramos también reflejada en la tradición sinóptica

J.-P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 90. J.-P. PRÉVOST llama a estos capítulos: “El Cordero inmolado y en pie” o el verdadero rostro de Dios; cf., Para leer el Apocalipsis,89. 57 58

59

J.-P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 90.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

36

(Mc 1,10-11). Para el «Ap esta puerta abierta es el principio de una revelación divina que continúa en 11,19 y en 15,5 para culminar en 19,11, cuando el cielo se descorra totalmente y venga Cristo, Jinete de Dios, derrotando a los poderes adversarios. Al fin, las puertas de la Nueva Jerusalén no cerrarán ni de día ni de noche y la gloria de Dios mostrará su trascendencia (21,25). Por ahora solo hay un comienzo: una Puerta que se abre en las alturas»60. La invitación «sube acá, que te voy a enseñar lo que ha de suceder después» hace pensar en la orden que recibió Moisés de subir al Sinaí (Ex 24,1.12) y la expresión «lo que ha de suceder después» muestra que el objeto de la revelación son los acontecimientos, los hechos ordenados según el plan de Dios; por tanto, «Juan es invitado a remontarse al cielo para poder leer de ese modo, desde el punto de vista de la trascendencia divina, el sentido de los acontecimientos que se desarrollan en la tierra» 61 (Notar una bonita referencia a la oración del Cristiano). v.2-3 Ante el contacto con la trascendencia el hombre reacciona (éxtasis) y la gloria de Dios se compara a un rey majestuoso cuyo nombre ni siquiera se pronuncia. Siguiendo una tradición judía bien documentada (Sal 47,8; Is 6,1; Ez 1,26-27) se presenta a Dios sentado en un trono inefable e indescriptible aunque de carácter luminoso (jaspe, coralina, arco iris, esmeralda). v.4

Los veinticuatro ancianos aluden a la asamblea celestial con una imagen que puede tener origen en el AT (Is 24,23; 1Re 22,19) o puede referirse a la tradición babilónica que presentaba al dios rodeado de 24 divinidades; aquí en el Ap estos personajes son criaturas que encuentran en un estado de salvación definitiva (vestiduras blancas), con carácter real (coronas) y que toman parte en el desarrollo de la salvación definitiva (sentados en tronos). El número 24 podría hacer referencia a las doce tribus y a los doce apóstoles: son la base o el fundamento celestial de todo el pueblo de Dios.

v.5

Con ecos de la experiencia teofánica del Sinaí (Ex 19,16-20) se expresa nuevamente el carácter trascendente de la visión. Las siete lámparas recuerdan la «llama devoradora de la gloria de Yahvé» (Ex 24,17) y la mención a los siete espíritus de Dios ha sido interpretada por la tradición como la gracia septiforme del Espíritu o como los ángeles de la presencia

60 61

X. PIKAZA, Apocalipsis, 77. U. VANNI, Apocalipsis, 38.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

37

de Dios que intervienen como mensajeros y ejecutores de la acción divina (3,1; 8,2; Tb 12,15; Za 4,10). v.6ª

La imagen del mar en el Ap simboliza las fuerzas enemigas de Dios (13,1) de tipo demoníaco y abismal, que como tal tiene que desaparecer (21,1). Cuando Dios interviene en la historia de la salvación neutraliza esa fuerza hostil cambiando su naturaleza (tal y como hizo en el éxodo a favor del pueblo); aquí el mar transparente hace pensar en las aguas superiores de la cosmogonía del AT (Cf., Gn 1,7; Sal 104,3; 1Re 7,23-26).

v. 6b-8 Inspirándose en Ez 1,5-10 se presenta a cuatro vivientes, que aparecen llenos de ojos, que asumen multiplicidad de aspectos (león, novillo, hombre y águila) y que junto con los ancianos y los ángeles participan de la alabanza divina: son adoradores constantes de Dios (día y noche) y que pronuncian el mismo himno escuchado por Isaías en Is 6,1. «Estos cuatro vivientes representan el dinamismo que partiendo del nivel de Dios se dirige hacia la historia humana e después, repartiendo de la historia humana alcanza de nuevo el nivel de Dios»62. v.9-11 La liturgia del cielo es un reconocimiento de la soberanía de Dios, soberanía que es expresada en la doxología con la trilogía: gloria, honor y poder, y de cierta manera, revela también una correspondencia con la liturgia terrestre por el uso de un vocabulario común (postrarse, aclamar, doxología, etc). El motivo de la alabanza, como en los salmos, es la grandeza de Dios manifestada en la misma creación. Así pues podemos resumir diciendo que a partir de las características teofánicas de la visión y su correspondencia con el Éxodo se afirma que el que está sentado en el trono es el Dios del éxodo; la referencia a Isaías nos dice que se trata del Dios santo, trascendente y todopoderoso, el Dios lleno de majestad, el totalmente Otro, señor de la creación y la mención a la visión de Ezequiel en Babilonia nos recuerda que se trata del Dios que se revela a su pueblo aún en medio de las catástrofes; así «Juan nos ofrece una visión panorámica de los grandes momentos de la revelación del Dios en el Antiguo Testamento, y esto con la finalidad de preparar mejor la revelación plena y definitiva de Dios en la figura del Cordero»63.

62 63

U. VANNI, L’Apocalisse, 174. J.-P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 91.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

38

c. Ap 5 v.1-4

El capítulo se abre con la presentación de un libro que está en la mano derecha del que está sentado en el trono; el libro contiene un mensaje importante: el plan creador y salvífico de Dios que ningún ser humano o celeste puede explicar salvo en Mesías que cumple las esperanzas del AT: es llamado León de la tribu de Judá (cf., Gn 49,9) y Retoño de David (cf., Is 11,1.10) y se presenta como vencedor aunque no se explicita todavía quién es.

v. 6

El único digno y capaz de explicitar el mensaje de Dios, es decir, el único capaz de dar sentido a la historia es Jesucristo muerto y resucitado. A partir del Cordero Pascual del Ex 12-13 y del Cántico del Siervo de Isaías (Is 53,7) el autor nos presenta a Cristo como cordero, que ha dado su vida en sacrificio por la multitud (como degollado) pero que ha resucitado (en pie), con la totalidad de la energía mesiánica (siete cuernos, símbolo del poder absoluto y total) y una capacidad absoluta de penetrar los misterios de la historia (siete ojos); algunos lo interpretan como plenitud del Espíritu en acción64.

v.7

De manera solemne se expresa la acción realizada por el Cordero: de en medio de los Cuatro vivientes y de los ángeles, el Cordero se dirige hacia el que está en el Trono y toma el libro de su mano derecha.

v.8

La acción del Cordero provoca una liturgia de alabanza porque el Cordero es el único de develar la historia a través de la apertura misma del libro. Aquí se destaca un elemento importante: el plan salvífico de Dios parece responder a las plegarias de su pueblo pues las oraciones están siendo presentadas constantemente ante Dios.

v.9-10 La muerte le permite al Cordero desarrollar una obra salvífica que convierte a los humanos en personas totalmente dependientes de Dios porque sirven a los intereses del Señor. Se «afirma que, en el presente, Cordero es capaz de apropiarse del libro porque en el pasado fue inmolado, poniendo así las primicias y las bases de una salvación completa, que en el futuro habrá de realizarse con el reinado de Dios, del Cordero y de los salvados en la tierra renovada»65. 64 65

Cf., U. VANNI. Apocalipsis, 40. Cf., U. VANNI. Apocalipsis, 40.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

39

v.11-12

La creación, que va más allá de lo visible, se presenta en el Ap como parte de los que ejercen la liturgia en el cielo formando parte de una asamblea numerosísima. Esta asamblea «forma una liturgia antifonal de exaltación (= doxología), aplicando al Cordero degollado, los Siete atributos de Dios: pobreza, riqueza, sabiduría, fuerza, honor, gloria y alabanza. De Dios eran los siete (cf., 1Cr 29,11-12; Ap 7,12 pone eucaristía en vez de riqueza); ahora se aplican al Cordero que aparece como portador y presencia de la doxa o gloria divina. Tres habían sido atribuidos ya a Dios (4,9.11); cuatro se aplicarán aún a Dios y a su Cordero (5,13). Esta es la cristología de exaltación del Apocalipsis»66.

v.13

La doxología continúa y toda forma o posibilidad de existencia rinde homenaje al que está sentado en el Trono y al Cordero uniéndolos en grandeza; «frente a los siete atributos anteriores (5,12) aparecen aquí los cuatro de Dios y del Cordero (alabanza, honor, gloria y poder); ellos implican totalidad perfecta, plenitud del cosmos (cf., 14,7) que canta»67.

Ap 6-8,1: Los siete sellos Con el capítulo 6 comienza la sección segunda de la Segunda parte del Apocalipsis, llamada la sección de los siete sellos, «vemos aparecer aquí un primer septenario, es decir una serie de elementos expresamente numerados del uno al siete, cuyo despliegue sucesivo se lleva a cabo según una intensidad dramática creciente y una intención manifiestamente universalista»68. El Cordero, es decir Cristo Resucitado, ha recibido el libro (Ap 5) y se dispone a rasgar sus siete sellos para que emerja aquello que debe suceder pronto (cf., Ap 1,1), para develar el verdadero sentido de la historia. Ap 6,1-8 Esta sección forma un bloque unitario homogéneo; en ella se nos presenta una mirada a la situación de la humanidad, a la historia de los hombres: el simbolismo y la acción que nos presentan ayudan a expresar la situación real de la historia amenazada cada vez más por la acción de muerte promulgada por un imperio (Roma) que avanza en plena oposición al plan salvífico de Dios. X. PIKAZA, Apocalipsis, 88. X. PIKAZA, Apocalipsis, 88. 68 J. P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 99. 66 67

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

40

El esquema literario se repite en todos los cuatro primeros sellos: hay una indicación temporal (cuando se abrió el…), se escucha la voz de uno de los vivientes (oí al…viviente) que hace una invitación a venir, el vidente ve un caballo de un color específico y un jinete al que se le da o se le concede un poder particular. Este esquema en conjunto permite realizar una interpretación también en conjunto del simbolismo expresado en cada uno de los caballos y sus respectivos jinetes. a. Ap 6,1-2. El primer sello. Nos encontramos ante uno de los versículos más controvertidos del libro del Apocalipsis pues ha dado lugar a las interpretaciones más extremas: para algunos se trata de Cristo resucitado69, pero otros consideran que éste primer jinete debe entenderse en el mismo contexto de los otros tres siguientes que expresan muerte y destrucción70. Este primer jinete-caballo expresa la fuerza y la ambigüedad de la guerra; su apariencia engaña a primera vista, pero su acción se complementa y se expresa en la acción de los otros tres jinetes. La mención al caballo blanco y a los arcos, hace pensar en una alusión a los guerreros del sur del Mar Caspio que la tradición griega llama partos, medas o persas y que se convirtieron en un problema grave para el Imperio Romano en el siglo I pues nunca los pudieron vencer. b. Ap 6, 3-4 El segundo sello. El segundo jinete aparece en un caballo rojo (i[ppoj purro,j) y sobre su mano una espada grande (ma,caira mega,lh), signo de guerra civil y asesinato71, con la que quita la paz sobre la tierra; «el mismo imperio elevado sobre el deseo de sangre y corona de triunfo se vuelve historia infinita de matanza mutua»72. Así este segundo caballo-jinete indica la violencia. c. Ap 6, 5-6 El tercer sello. Por ejemplo U. VANNI haciendo eco de una tradición antigua considera que a la luz de Ap 19,11 este primer jinete se trata de Cristo; Apocalipsis, 41. Además puede verse J. P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 103. 70 X. PIKAZA, Apocalipsis, 95. 71 Cuando el Ap se refiere a la Palabra como espada de doble filo utiliza el término griego «r`omfai,aj». 72 X. PIKAZA, Apocalipsis, 96. 69

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

41

Con respecto a la apertura del tercer sello y su respectivo caballo-jinete se han propuesto muchas interpretaciones que van desde un decreto de Domiciano para la reducción de la producción agrícola en el imperio hasta la alusión al asedio de Jerusalén; otros han visto en ella el flagelo de la carestía que ataca a la humanidad en distintos momentos de la historia. Sin embargo cada vez más va tomando peso la interpretación que ve en este tercer sello una referencia a la desigualdad y explotación social producto de la injusticia de quienes controlan la actividad comercial entre los pueblos. Esta interpretación está basada en el color negro del caballo, es decir se trata de una fuerza poderosa que invade la esfera de los hombres cargado de una negatividad fuerte; además la balanza (o mejor dicho, la parte de la balanza que sostiene los dos platillos de la pesa) en la mano del caballero indica que tiene poder de hacer lo que quiere. Además la orden dada al caballero indica que se debe golpear el precio del trigo y la cebada con un precio desproporcionado que obliga a los más necesitados a adquirir solo el pan de cebada; la mención del óleo y del vino (considerados bienes de lujo), que no deben ser tocados (es decir alterados su precio) viene a favorecer a las clases adineradas73. «Juan explica el sinsentido de esta balanza infame que condena a muerte a los pobres: una medida de trigo por un denario…Un denario es lo que gana al día un jornalero. Por un denario se compraba en tiempos normales hasta doce medidas de trigo para el jornalero y su familia. La nueva balanza del jinete del caballo negro les condena al hambre: con un jornal sólo se pueden comprar una ración de trigo o tres malas raciones de cebada, que sirve para tres personas, pero son insuficientes para una familia numerosa. Ha subido el precio de forma asesina, mueren de hambre los pobres. Mientras tanto, los alimentos caros (aceite y vino) llenan el mercado, pero están sólo al alcance de los ricos. Ésta es la balanza del Imperio malo que se eleva sobre el hambre de los pobres»74. d. Ap 6, 7-8. El cuarto sello. El cuarto jinete representa a la peste que sucede después de la guerra (color verdoso); esta idea se refuerza con la mención de la muerte, del hades y con la indicación de que no todos son tocados por la muerte, sólo una cuarta parte de los habitantes de la tierra. e. Ap 6,9-11. El quinto sello. Esta interpretación es defendida por U. VANNI, «Il terzo sigillo dell’Apocalisse (Ap 6,56) símbolo dell’ingustizia sociale», en L’Apocalisse, 193-213. 74 X. PIKAZA, Apocalipsis, 96. 73

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

42

Tanto el quinto sello como el sexto tienen un simbolismo diferente; aquí ya no aparecen caballos sino que el vidente puede observar el alma de los que fueron asesinados a causa de la Palabra. v. 9 Nos encontramos en el salón del Trono, con los ancianos y los vivientes rodeando el trono del que está sentado y al Cordero; y ahora se hace mención del altar (qusiasthri,on); «En el templo de Jerusalén solía haber dos altares, uno de sacrificios (para matar y quemar víctimas) y otro de incienso, para la ofrenda de los perfumes, tan importante en el culto tardío del templo (cf., 8,3-5). Es posible que el Apocalipsis no distinga esos altares: en su templo hay un Trono y ante el trono un Altar (8,3) desde cuya base (y no desde la tierra, como decía la vieja tradición) grita a Dios la sangre de los degollados por la violencia humana, que Dios debe superar»75. El vidente observa las «yica,j», es decir las vidas, de los que como el Cordero fueron degollados (5,6) pero viven, pueden verse y gritan a Dios. v.10 El grito de los mártires, que se encuentran junto a Dios, refleja un grito de venganza que reclama el ejercicio del poder de Dios; estas palabras de venganza son eco de palabras similares que encontramos en el AT (Cf., Dt 32,43; 2Re 9,7). Aquí nos encontramos un tipo de oración que recuerda los salmos de lamentaciones y de imprecación que debemos entender desde el proceso psicológico del mismo hombre que ante la impotencia clama venganza a Dios y con ello, pues el mismo no puede vengar, pone en manos de Dios sus propios sentimientos para que sea el mismo Dios quien actúe, no según el modo humano sino según el mismo criterio trascendente y omnisciente de Dios. v.11 La respuesta de Dios incluye un gesto y dos palabras; en primer lugar se da a los mártires una vestidura blanca, signo de victoria y triunfo, «signo de una condición sobrenatural positiva y gozosa, adquirida irreversiblemente y en forma personal»76, y además, se insiste en que su victoria deben vivirla otros para completar el número de los elegidos. v.12-14 Ante la inminente actuación de Dios, como en las teofanías del Antiguo Testamento, la naturaleza, en su curso normal, se conmueve; esta conmoción representa la presencia divina especial.

75 76

X. PIKAZA, Apocalipsis, 98. U. VANNI, Apocalipsis, 104.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

43

v. 15-16 A la conmoción cósmica responde la angustia de aquellos que se oponen al Cordero. Todas las esferas sociales tendrán que aceptar las consecuencias del juicio de Dios pues el poderío de este juez alcanza todos los ámbitos de la historia humana. v.17 En la tradición profética el día de la ira del Señor indica una intervención particular de Dios en la historia humana, que tiene como objeto la destrucción del mal y la potenciación del bien del pueblo de Dios (cf., Is 13,6.9; Ez 13,56; Am 5,18.20; Sof 1,7.14; Mal 3,23). El gran día (cf., Jds 6; Is 1,13) es la intervención definitiva con que Dios destruye para siempre todo el mal moral y potencia definitivamente el bien77. Ap 7 Antes de abrirse el sétimo sello se da un interludio: un pasaje escénico que sirve para dividir dos momentos fundamentales de la trama narrativa y dramática del Apocalipsis. Este interludio se presenta como una PROLEPSIS, es decir, una anticipación de aquello que será la meta de la historia y del Apocalipsis: los santos van a ser preservados del la destrucción que afectará al mal. v. 1

Con la imagen mitológica de los cuatro ángeles que sostienen los cuatro vientos de la tierra se introduce un tiempo de bonanza para los elegidos de Dios.

v.2-3 La bonanza pretende salvar de los efectos punitivos de la acción divina a los justos y por ellos se les marca en la frente. Esta acción nos recuerda que el nuevo pueblo de los elegidos toma el papel que antiguamente tenía Israel (Ez 9,4: la marca con la letra tao). v.4

Con el simbolismo aritmético se expresa que el número de los elegidos es exagerado pues representa la multiplicación de números perfectos (4 x 3), multiplicado por 1000 que es el número de la totalidad máxima a los ojos de Dios (cf., 2Pe 3,8), de la plenitud. Esta cifra de 144 000 es la representación ideal del pueblo de Dios.

v.5-9 La mención de las doce tribus de Israel tiene una característica especial; la lista de las doce tribus de Israel aparece unas treinta veces en la Biblia y se presenta con varios arreglos diferentes, pero la mención que hace Juan en el Apocalipsis no corresponde a ninguna de las listas ya utilizadas. 77

Cf., U. VANNI, Apocalipsis, 42.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

44

- Judá, sin ser el hijo mayor de Jacob, se menciona de primero; probablemente por la referencia mesiánica. - Se omite la tribu de Dan por su reputación idolátrica y a la tradición judía que consideraba que el príncipe de Dan era el diablo. - Después de Judá, Rubén recupera su puesto como primogénito de Jacob. - Además se menciona primero a los hijos de las esclavas de Jacob, para citar luego el nombre de los hijos de las esposas legítimas; «Se trata de una increíble audacia teológica, con la que Juan reinterpreta de una forma radicalmente nueva los orígenes del pueblo de Dios. Lo que le interesa a Juan no es el Israel según la carne, sino un Israel totalmente nuevo, en donde los hijos de las esclavas tienen tanta dignidad como los hijos de las legítimas»78. Después de esta primera escena en la que se enfatiza la situación del Israel ideal, el capítulo 7 continúa con una segunda escena que amplia los horizontes de la visión; si Ap 7,1-8 se refiere a las «doce tribus que han alcanzado el punto máximo»79 se pasa ahora a una visión de carácter más universalista. v. 9-10 El vidente constata una muchedumbre incontable provenientes de todos los rincones de la tierra, que se encuentran en el lugar en el que primero se encontraban los vivientes, los ancianos y los ángeles, y que participan ya del triunfo definitivo o victoria, que han adquirido por medio de su propio martirio. Ahora su lamento inicial se transforma en gritos de alabanza ante el Cordero y el que está sentado en el Trono. v. 11-12 A la alabanza de los redimidos se une la acción litúrgica de los ángeles, ancianos y vivientes; esta alabanza a Dios se expresa con una doxología perfecta que consta de siete expresiones. v.13 Con características propias de la apocalíptica se presenta ahora una interpretación de la visión;. v.14 La gran tribulación designa las grandes persecuciones en las que se desenvuelve la vida de los creyentes; en el libro de Daniel se refiere a la prueba de los tiempos finales (Dn 12,1); los que aparecen victoriosos 78 79

J. –P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 106. U. VANNI, Apocalipsis, 43.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

45

alabando a Dios y al Cordero, son precisamente aquellos que, en virtud de la sangre de Cristo, han sabido mantenerse y han triunfado. v. 15-19 Además del triunfo obtenido, el autor del Apocalipsis presenta la protección de Dios para con los suyos a través de la imagen de la tienda (tienda del beduino que representa protección y salvación aún al enemigo más acérrimo?), del pastoreo y del consuelo divino, imágenes todas tomadas del Antiguo Testamento para simbolizar la felicidad escatológica. A una Iglesia perseguida se le augura que a pesar de los sufrimientos por los que tiene que atravesar, la acción de Dios le garantiza protección y así como la comunidad judía celebraba la fiesta de las Tiendas (Zukkot), así también en el cielo la misma comunidad participará de la liturgia celeste80. Apoc 8 Con el capítulo 8 comienza la tercera sección de la Segunda Parte del Apocalipsis; el sétimo sello cierra la sección anterior y abre el septenario de las trompetas que se anteponen al momento del final de la historia. En la tradición judeo cristiana la trompeta juega un rol importante en el ambiente litúrgico-teológico81. «Había trompetas de cuerno (qeren, griego keras) de carnero o de macho cabrío, para iniciar la batalla (cf., Jos 6,5-6; Jue 7,16-17) o convocar a las grandes celebraciones (Jl 2,15; Lv 25,9). Otras eran de metal (jasosrah, en griego salpinx), empleadas también en la guerra y culto (fiestas) del pueblo (cf. Nm 10.8; 2Cro 5,12s). La apocalíptica judía y cristiana les confiere una clara función escatológica (cf. Mt 24,31 par; 1Tes 4,16; 1Co 15,22); Dios avisa por ellas a los que viven en el mundo»82. v.1 A la apertura del sétimo sello precede un silencio respetuoso; «como en la tradición profética, un silencio solemne precede y anuncia la “venida” de Yahvé»83. Ante Dios todo calla (Cf., Sof 1,7; Zac 2,17; Hab 2,20; Sab 18,14-16), así se expresa la tradición apocalíptica (Cf., 4Esd 6,39; 2Ba 3,7).

Cf., J. –P. PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 105-106. Las 11 veces que aparece el término salpigx, trompeta en el NT aparece en contextos escatológicos; Cf., H. LICHTENBERGER, «salpigx», en Diccionario Exegético del Nuevo Testamento, 1347. 82 X. PIKAZA, Apocalipsis, 116. 83 Nota a pie de página BJ. 80 81

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

46

v.2 A los ángeles que están en la presencia de Dios se les entregan las siete trompetas que deberán sonar para inicie el desenlace de la historia con la próxima intervención de Dios. v. 2-6 Imitando la liturgia del Templo de Jerusalén se trasladan al altar que está delante del trono las oraciones de los santos, las cuales perfeccionadas (mezcladas con perfumes) se convierten en intercesión ante Dios. Esta intercesión se experimenta en la tierra provocando los efectos de una teofanía: «mediante la sustitución del fuego que había que echar sobre la tierra por el incienso unido a las plegarias, se señala el efecto que dichas oraciones tienen sobre la tierra de donde se elevaron»84. v.7-12 Las cuatro primeras trompetas evocan la experiencia de las plagas de Egipto y del Éxodo: lo que es destrucción y amenaza para unos (egipcios, opresores) resulta experiencia salvadora para otros (israelitas, santos). Esta experiencia de las primeras cuatro trompetas evocadoras del éxodo nos enseñan que en el mundo el que tiene poder soberano es Dios y no las potencias que persiguen al pueblo santo; es un recordatoria de la fragilidad del mundo. v.13 Según el apócrifo de la Ascensión de Moisés el águila funcionaba como mensajera del cielo y nos prepara a acciones más importantes de Dios; «esa voz del águila cierra la serie de trompetas cósmicas y anuncia las históricodiabólicas, divididas (como en los sellos: cf.6,9-11; 6,12-17) en dos escenas: una sobre el diablo (la 5ª: 9,1-11), otra sobre la guerra final (6ª: 9,13-19)»85. La interjección «Ay», en griego «ouvai» es un semitismo (’ôy) que aparece como interjección de dolor, de lamentación y de amenaza en 41 pasajes del NT y refleja la manera de hablar de los profetas (Cf., Os 7,13; Is 1,4; 10,5; Jer 23,1; Ez 24,6; Is 5,8-22). Ap 9 v.1-12 Con un simbolismo impresionante se describe el efecto de la quinta trompeta que consiste una plaga de langostas conocida ya por la tradición bíblica como instrumento del castigo divino (cf., Ex 10,12; Joel 1-2). El texto hace pensar en la caída de los ángeles, en especial en la caída de Lucifer, quien desata una acción que atenta contra aquellos que no han recibido la marca del Señor, acción que dura período limitado (cinco meses) 84 85

U. VANNI, Apocalipsis, 44. X. PIKAZA, Apocalipsis,120.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

47

y que enseña que los que no han sido marcado son frágiles y pueden también sucumbir, por tanto la comunidad de los elegidos no tiene que por qué temerles. Detrás de la escena está la figura mitológica de la divinidad infernal; en la mentalidad judía el mundo inferior o sheol estaba dominado por Abaddón (Perdición; Cf., Job 26,6; Sal 88,12); «es pues la fuerza del abismo que-hecha presente en el mundo-se afana por imponer el caos. No obstante, Dios aún no ha dicho su última palabra»86. v.13-21. La sexta trompeta anuncia la llegada de una guerra a través de un ejército terrible que lejos de convertir a los paganos y pecadores, los encierra en su propio pecado (como a lo egipcios en el Ex). Los efectos de las primeras trompetas no atacaba a los humanos, ahora con esta sexta trompeta éstos corren el riesgo de morir. La mención del río Éufrates hace pensar en los ejércitos de los Partos, quienes se convirtieron en un grave peligro y temor para los romanos. La descripción que se hace del ejército expresa todo el carácter incomprensible de las fuerzas del mal: un número indeterminado, un aspecto infernal imposible de imaginar, una extraña interioridad infernal y maléfica que sale de sus bocas y que resultan mortíferas para una tercera parte de la humanidad. Ap 10 v.1-11. La segunda escena incluida dentro de la sexta trompeta es el juramento del Ángel. El ángel se presenta con unos rasgos descriptivos característicos que lo acercan mucho a Dios o a Cristo; desempeña una triple función: por un lado, siguiendo las características propias de la Apocalíptica, da una orden de sellar y de no escribir (algo que ya el autor había hecho¡); además afirma con la mayor solemnidad que el plan salvífico de Dios se cumplirá con el sonido inminente de la sétima trompeta; con esto se afirma al pueblo santo que en la esfera de la trascendencia está determinada la acción de Dios a favor de su pueblo, que salva a los elegidos y destruye totalmente el mal. Una vez que Juan recibe el libro debe asimilar su contenido y exponerlo a los demás; tomando pie de la experiencia profética de Ezequiel (Ez 3,3 ss.)se presenta el proyecto de Dios (su Palabra) como algo que hay que asumir y profundizar, como algo que produce gusto por la esperanza y dolor porque todavía ésta no está consumada. 86

A. SALAS, El Apocalipsis, ¿Símbolo o realidad histórica?, 84.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

48

«El librito contiene la palabra de Dios que se revela; el contacto con la revelación es dulce y sabroso para el profeta, pero la asimilación» que el profeta ha de llevar acabo para apropiarse del mensaje divino y comunicarlo adecuadamente a los demás, el estímulo mismo por parte de Dios para que se haga esta comunicación, supone una masticación interior laboriosa, una búsqueda difícil y amarga»87. Ap 11 La tercera escena de la sexta trompeta está compuesta por el tema de la medición del Templo y la visión de los testigos. v.1-2El tema veterotestamentario de la medición del templo cambia de significado en esta cita del Apocalipsis; si Ezequiel midió el templo para anunciar su reconstrucción, a Juan se le concede medir el templo para anunciar una protección especial de Dios. «Los romanos han podido destruir (70 d.C.) el templo de Jerusalén, pero aquel no era el verdadero santuario, con altar y adoradores fieles a Dios; Juan sabe que los romanos han tomado y destruido el santuario viejo, lo externo; con su profecía él contribuye a la edificación del verdadero santuario, Iglesia de Jesús perseguida en la tierra»88. Así pues, la Iglesia (Santuario de Dios y Altar), en su dimensión más interna (el ámbito de las oraciones y de los verdaderos adoradores) es preservado por Dios de cualquier acción del mal; contrariamente la parte externa (representada por la imagen del patio externo) será entregada a los gentiles que la pisotearán; la iglesia salvada en su interior, queda externamente en manos de los gentiles a lo largo de cuarenta y dos meses de persecución y prueba. La mención a los cuarenta y dos meses, desde Dan 7,25, se ha convertido en duración-tipo de toda persecución; esta cifra corresponde a tres años y medio, la mitad de siete: un período que en el simbolismo aritmético del Apocalipsis indica un tiempo delimitado y circunscrito por Dios. v. 3-6 En medio de la persecución, Dios continúa suscitando personas totalmente comprometidas con la causa de Dios que invitarán a la conversión y que encontrarán la oposición de las fuerzas del mal pero Dios no los abandona sino que los hace partícipes de la victoria de Cristo. 87 88

U. VANNI, Apocalipsis, 46. X. PIKAZA, Apocalipsis,130.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

49

Con respecto a los dos personajes se han dado muchas interpretaciones; el texto nos permite caracterizarlos como predicadores de penitencia (cubiertos de sayal), la mención de los dos olivos nos manda a Josué y Zorobabel en la visión de Zac 4,1-10 encargados de mantener la luz sobre la tierra; también hay una referencia a Elías (dominar sobre el fuego y la lluvia: 2Re 1,10; 1Re 17,1) y Moisés (convierte el agua en sangre Ex 7,1720). «Probablemente se trata, más que de personajes que puedan identificarse con tal o cual figura histórica pasada o futura, de un esquema más general, que puede aplicarse a varios personajes concretos. En este contexto de tribulación surgirán en el pueblo de Dios algunas figuras representativas, típicas, que estarán caracterizadas por una sacralidad permanente, inherente a su acción (v.4); encarnarán de nuevo, atestiguándola de este modo a los demás, la fuerza de la palabra de Dios, que ya actuó en Elías, Aarón, y en otros personajes del Antiguo Testamento (cf. 1Re 17,1; Ex 7,17.19-20) y serán también derrotados por fuerzas hostiles, participando así de la crucifixión de Cristo (v.5-8); tendrán luego su triunfo que los asociará a la resurrección del Señor»89. La mención de la gran ciudad (11,8) se trata de una ciudad metafórica, como el mismo autor lo insinúa explícitamente: una expresión que simboliza geográficamente la concentración de las fuerzas enemigas de Dios, alejadas de él y corrompidas; podría verse reconocida en Roma, Sodoma, en Egipto o en la Jerusalén que crucificó a Jesús. Al final se da un motivo para animar a la esperanza: ante la teofanía los últimos humanos, los que han matado a Jesús y a los profetas, darán gloria a Dios (v. 13). v. 14-19 La sétima trompeta propone el plan de Dios en su clímax: se habla de reino, la asamblea celestial adora a Dios por ese reino, se excluye de la doxología la última frase «el que ha de venir», porque ya vino, se destruyen los enemigos, etc. Y como signo de los tiempos definitivos aparece el Arca que se esperaba para los tiempos mesiánicos; además se refuerza la idea con los elementos característicos de la teofanía. Ap 12 Todo este capítulo está dominado por las peripecias de la mujer (v. 1) y del dragón ( v.3). El autor se aprovecha quizás de una narración popular de origen mitológico, pero el simbolismo complejo que recoge está totalmente empapado del Antiguo Testamento. La mujer representa al pueblo de Dios, el dragón, a las 89

U. VANNI, Apocalipsis, 47.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

50

fuerzas diabólicas; sus peripecias señalan momentos y aspectos diversos del choque entre el bien y el mal, en donde se articula y se desarrolla la historia de la salvación. v.1-2

Una magnífica señal: se trata de un hecho extraordinario, portentoso, que pertenece de suyo a la trascendencia (en el cielo), pero que debe ser interpretado por los hombres. Hay una mujer simultáneamente gloriosa y débil; eminentemente simbólica. El empleo litúrgico que la Iglesia ha realizado de este texto nos hace pensar inmediatamente en la figura de María; sin embargo la tradición antigua y la exégesis moderna, así como la mayoría de los comentarios actuales, favorecen una interpretación eclesiológica. Los argumentos en este sentido son sólidos y numerosos90: -

-

-

-

90

El Antiguo Testamento recurre a menudo a la figura de la Mujer para designar el conjunto del pueblo de Dios (Os 1-3; Is 26,17-18; 54; Miq 4,9 10; Ez 16.23; Cantar, etc.), y lo mismo hace el Nuevo Testamento (Gal 4; Ef 5). Juan se inscribe en esa línea. Las «doce estrellas» que coronan su cabeza (12,1) hacen referencia al pueblo de Dios, basado antes en las doce tribus de Israel y ahora en los doce apóstoles (cf., el sueño de José en Gn 37,9). Los dolores de parto son conocidos por la tradición judía para Sión, figura también del pueblo de Dios. La huída y la estancia en el desierto se aplican difícilmente a un episodio de la vida de María; mientras que la duración de la estancia en el mismo alude manifiestamente al período de prueba actual de la Iglesia, es decir mil doscientos sesenta día, o lo que es lo mismo, «un tiempo, varios tiempos y la mitad de un tiempo» (=tres años y medio = cuarenta y dos meses). La protección divina, bajo diversas formas (alimento y ayuda del águila grande) evoca la protección que Dios había asegurado a su pueblo en el tiempo del éxodo y de la estancia en el desierto. La mención del arcángel Miguel se inscribe en esa línea, ya que se le presenta, en una tradición apocalíptica bien conocida por Juan – el libro de Daniel -, como «aquel que se mantiene al lado de los hijos de tu pueblo», es decir, como su protector (Dan 12,1). Por otra parte la figura de Miguel juega un papel ponderante en la revelación y en el desarrollo de los acontecimientos del fin en los Apocalipsis judíos no canónicos.

Reproducción textual de J- PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 107.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS -

51

La figura de la mujer será recogida indirectamente por Juan bajo los rasgos de la novia y de la esposa (c. 21-22), en relación con la nueva Jerusalén, presentada a su vez en oposición a la figura de otra mujer, la prostituta del cap.17. Nos encontramos siempre en un nivel comunitario.

Estos argumentos nos permiten afirmar que la interpretación mariana del texto es posible solo de la perspectiva eclesiológica. En este versículo la mujer aparece envuelta en el sol: la fidelidad divina a la promesa la envuelve y la reviste de esplendor (el sol); ella, apoyándose establemente en esas promesas, logra superar las vicisitudes de los tiempos (la luna). La mención al dolor y a los gritos del parto nos refiere a Gn 3; aquí las dificultades propias del acto del alumbramiento evocan las dificultades por las que debe pasar la mujer, dificultades que se aclaran en los versículos siguientes. v.3-4

Inmediatamente después de presentar la figura de la mujer, el autor de Ap nos presenta a la otra figura antagónica: «un enorme dragón de color rojo, con siete cabezas y diez cuernos y una diadema en cada una de sus siete cabezas». En el contexto bíblico la figura del dragón representa al enemigo grande, la Serpiente Rahamo Leviatán, monstruo de las aguas que Yahvé derrotó para fundar las historia buena (cf., Is 27,1; 51,9; Sal 74,13; 89,11; 91,13; Job 3, 8; 7,12; 26,13); el dragón es el enemigo mitológico de Dios en muchos pueblos. El color rojo del dragón representa la violencia y la crueldad; las siete cabezas representan su inteligencia y los cuernos y las diademas hacen alusión a su poder; este simbolismo parece tomado de Dn 7,7.24 en donde los cuernos son la fuerza destructora de la Bestia que se opone a los santos de Israel; este dragón, el mismo Apocalipsis, lo interpreta como serpiente primordial que se llama diablo o Satanás (12,9). Así, el dragón se presentará como opuesto a la obra de la mujer, tiene potestad para engañar a muchos y, para algunos, la mención de las siete cabezas parece aludir al Imperio Romano.

v. 5-6 La cita del Sal 2,9, que se aplica a Cristo (Mesías) en todo el contexto de la Iglesia primitiva, nos dice que el Hijo de la Mujer es el mismo Cristo. La Comunidad eclesial da a luz al Mesías en cada época y a pesar de las dificultades que tenga que enfrentar, su resultado queda garantizado y protegido contra las fuerzas diabólicas por la intervención

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

52

del poder divino91. Explicando este versículo apunta un autor: «Una vez más hay que señalar cómo Juan tiene el don de remitirnos a lo esencial. Lo que nos dice del Niño varón se refiere a dos polos extremos de su existencia: su nacimiento y su rapto. Ni una sola palabra sobre la vida pública y el ministerio de Cristo. Más todavía, su alusión al “nacimiento”, resultado de un doloroso parto, debe comprenderse en relación con el parto doloroso del calvario, y por tanto de la muerte de Jesús, más bien que de su nacimiento en Belén. ¿No había presentado el mismo Jesús su muerte como un parto (Jn 16,19-22) y no lo había designado el libro mismo del Apocalipsis como el “primogénito” de entre los muertos? Así, pues en una forma muy condensada, Juan nos propone de nuevo la figura de Cristo muerto (su nacimiento) y resucitado (su “rapto” al lado de Dios y de su trono)»92. v. 7-9 Siguiendo las características propias de la apocalíptica se nos presenta en el mundo de la trascendencia la guerra entre el ejército de Dios, capitaneado por Miguel, protector del pueblo santo (Dan 10,12-21; 12,1ss) contra los ángeles del dragón. La protección que la comunidad recibe en el tierra es garantizada por el triunfo definitivo de las fuerzas del bien: por más fuertes y violentas que se presenten las acechanzas del dragón, su derrota está ya establecida. v.10-12Ante la victoria de las fuerzas de bien, se da una alabanza en donde se aplica esta victoria a Cristo Cordero; además la victoria que se anuncia de los cristianos se pone en estrecha relación con la de Cristo pues es precisamente en la sangre del Cordero en donde éstos han encontrado la fuerza para vencer al mal. Este cántico de victoria ayuda a interpretar la visión de todo el capítulo 12: «La visión del Dragón y de sus ataques no tiene nada de tranquilizadora, y los capítulos siguientes mostrarán hasta que punto él y sus satélites pueden causar estragos en la tierra, al menos durante algún tiempo. Pero, como ha hecho en otras muchas ocasiones, Juan introduce una nota cristológica muy fuerte en el himno de los v.1012, cuya función es interpretar la visión. Pues bien, la interpretación que nos da de ella, una vez más, está centrada en la victoria de Cristo resucitado: “Ya (=literalmente ahora) están aquí la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios. Ya está aquí la potestad de su Cristo (12,10), Juan aplica a Cristo un atributo que la Bestia reivindicará varias veces (siete veces en los c.13y 17): la potestad (exousía), es decir, el señorío, el 91 92

Cf., U. VANNI, Apocalipsis, 49. J.-PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 110.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

53

dominio. Por lo demás, el Nuevo Testamento pondrá este atributo en relación con la resurrección (Mt 28,18; Hch 2,36; Flp 2,9-10)»93. v.13-18«Con una referencia al Éxodo, se desarrolla aquí el tema del desierto al que se había aludido anteriormente (12,6). El pueblo se encuentra en medio de las dificultades, amenazado por una fuerza hostil superior y aplastante, lo mismo que los israelitas frente al faraón. Pero Dios interviene, hoy como entonces, a favor de su pueblo, protegiéndolo con su fuerza (alas de águila; Ex 19,4), alimentándolo, delimitando el tiempo de la prueba, e incluso-siempre que esto se muestra indispensableinterviniendo por medio de la naturaleza, lo mismo que aconteció cuando el paso del mar Rojo»94. El texto deja bien claro que la comunidad eclesial siempre tendrá dificultades, dificultades que serán pasajeras. Ap 13 Después de presentarnos el poder diabólico en la figura del Dragón del cap. 12, este capítulo nos habla de las manifestaciones concretas de este mal en la historia de la humanidad. El tema se inspira en el relato de Dan 7,1-7, donde las bestias, subiendo desde el mar, simbolizan la opresión, política y religiosa, ejercida sobre el pueblo de Dios por los distintos imperios. v.1-4

El texto nos describe un «qhri,on», es decir un animal, una bestia dotada de gran poder (diez cuernos) y de gran inteligencia (siete cabezas) y que se caracteriza por su oposición radical a la obra de Dios (títulos blasfemos). El hecho de que la Bestia surja del mar nos indica que se trata de una fuerza enemiga. La apariencia misma de la Bestia, que recuerda precisamente a las bestias de Daniel, nos indica que se trata de un poder político caracterizado por su capacidad de avanzar extendiendo su poder (leopardo, como signo de los Persas), por su fuerza (pies de oso símbolo de los Medos) y su violencia (fauces de león, que en Daniel parece indicar a Nabucodonosor)95. Además se presenta a esta Bestia como emisaria del mismo poder satánico (recibió su poder del Dragón). En esta sección del Ap, con todo el trasfondo del libro de Daniel, los exegetas han visto representado al mismo imperio romano:

J.-PRÉVOST, Para leer el Apocalipsis, 112. U. VANNI, Apocalipsis, 49. 95 Cf., N. PORTEUS, Daniele, Antico Testamento 23, Brescia, 124ss. 93 94

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

-

54

la mención de las siete cabezas hace pensar en las siete colinas sobre las que se fundó la ciudad de Roma (cf., 17,9-11). La mención a la cabeza que parecía haber sido herida de muerte pero que su herida mortal estaba ya curada, parece referirse a las dificultades internas vividas por el mismo imperio. Otros refieren esto a la leyenda de Nerón redivivo.

v.5-10 La acción de la bestia se concretiza en su clara oposición a Dios y en el mismo poder que se le ha confiado de molestar al pueblo de Dios, molestia que incluso provocará la caída de algunos de los creyentes. Además la Bestia adquiere un gran poder de fascinación que hace arrastrar a los habitantes de la tierra que no creen en la Buena Nueva. Ante estas circunstancias se invita al pueblo de Dios a la paciencia: «frente a las violentas persecuciones a las que el estado auto divinizándose somete a los cristianos, la reflexión sapiencial de la asamblea litúrgica consigue comprender en estos hechos la perseverancia y la fe de los protagonistas que son calificados precisamente como santos»96. v.11-15Esta segunda Bestia se presenta como un falso profeta o falso sacerdote del Imperio que motiva al culto o a la divinización del Emperador, sembrando desconcierto y confusión; se le ha dado la capacidad de realizar falsos milagros o portentos para confundir a los hombres. La actividad propagandística del Imperio se representa con la mención del sello imperial (ca,ragma) que daba acceso a las transacciones económicas. Algunos autores han interpretado esta segunda bestia como una parodia perversa de Cristo97 y reconocen en ella el culto al emperador. El número 666 es un juego con los números llamado gematría, que consiste en darle a las letras un valor numérico:

rf;yqE !ArynE 96 97

U. VANNI, Apocalipsis, 50. R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento,2, 1018.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

R AS

EK

55

NOR EN

(Nerón César) N= 50 R= 200 O= 6 N= 50 K= 100 S= 60 R= 200 En Adversus Haereses, San Ireneo conoce la variante 616 que se explica con la gematría griega:

Kaisar qeo,j K= 20 A= 1 I= 10 S= 200 A= 1 R= 100

TH= 9 E= 5 O= 70 S= 200

Ap 14 v. 1-3 Así como la Bestia se presenta con un cortejo, también el Cordero tiene un grupo de seguidores, con la diferencia de que se trata de un grupo con un número pleno (144 mil), que aparecen librados de la persecución; acompañan al Cordero en actitud de victoria (de pie en el Monte Sión) y como el Israel del Éxodo (Ex 15,1ss), ahora pueden cantar también ellos un cántico nuevo. Se trata de «una imagen consoladora que pretende

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

56

asegurar a los cristianos sus supervivencia a los asaltos del dragón y de las dos bestias» 98 v. 4-5 Las características del cortejo se explican con la idea de que los elegidos nunca cayeron en idolatría, incluso a cosa de su propia vida y ofrecieron a Dios un culto que se realiza en una conducta sin mancha (nunca dijeron mentiras). Ap 14 6-20 En estos versículos se nos presentan dos grandes escenas que tienen como tema de fondo el juicio final y definitivo que Dios se dispone a realizar entre el bien y el mal. La primera escena expresa este tema mediante la intervención sucesiva de tres ángeles que presentan cada uno su propio mensaje; la terminología de adorar a Dios y de no adorar a la Bestia nos presenta un quiasmo: v.6-7

El primer ángel se presenta como enviado a anunciar una buena nueva eterna a todos los habitantes de la tierra; ésta buena nueva eterna (irrevocable) puede entenderse como el mismo juicio de Dios o como el evangelio mismo de Cristo. Su grito expresa una invitación al temor de Dios y a su adoración como Aquel que ha creado todas las cosas. El texto pone en relación el Evangelio (dos veces se utiliza en griego la misma raíz en este versículo) y el Juicio con lo que se recuerda que «sobre la base de la respuesta positiva o negativa que den a la interpretación del evangelio, se salvarán o condenarán los hombres»99.

v. 8

El segundo ángel manifiesta, en clave antitética, la llegada del reinado de Cristo anunciado ya en la sétima trompeta (11,15): ahora se exulta por la caída de la gran Babilonia, aquella que encarna en sí misma toda la personificación del paganismo de todos los tiempos. Si en la tradición del Antiguo Testamento la idolatría se comparaba con la «fornicación», por ello se le llama a ésta ciudad «la gran prostituta» que ejerce su acción de corrupción universal.

v.9-11 Con un lenguaje de juicio y castigo se anuncia la suerte de los que, dejándose arrastrar por las prostituciones de la gran ciudad, cayeron en el 98 99

R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, 2, 1018. U. VANNI, Apocalipsis, 51.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

57

culto idolátrico al emperador; el mensaje se presenta en antítesis del mensaje del primer ángel: los que escuchan la buena nueva y adoran al único Dios obtendrán la salvación; quienes adoran a la Bestia sufrirán el castigo de la ira de Dios. v.12

El pueblo de Dios tiene que tener confianza en que el juicio de Dios se dará, pero también tiene que saber esperarlo para el momento mismo en que Dios lo ha establecido. La invitación a la paciencia debemos entenderla en el contexto de la resistencia; así resistencia y confianza definen al creyente; «ser fiel significa resistir en la prueba: no es creer verdades de tipo intelectual o mantener un dogma sacral sobre el Hijo de Dios sino seguir el camino de entrega de Jesús hasta la muerte»100.

v.13

La bienaventuranza, proclamada por la voz del cielo, es confirmada por el mismo Espíritu que habló a las Iglesias (Ap 2-3), afirmando que desde el momento mismo de la muerte el creyente en el Señor entra al descanso y además, todas las fatigas sufridas por el Evangelio producen efectos favorables más allá de la esta vida101. La expresión «los que mueren en el Señor» al encontramos también en el NT, sobre todo en el Corpus Paulinus para referirse a los que mueren en armonía con Cristo (Cf., 1Co 15,18; 1Tes 4,16; etc).

v.14-16Utilizando la imagen de la siega la presentación de los ángeles se interrumpe para presentarnos a Cristo como Aquel que realiza el juicio definitivo; el ángel al proceder de Dios, da órdenes de juicio pues sabe que el momento definitivo ha llegado: la mies está madura (Cf., Mt 13,36-43). v.17-20Con un aparente cambio de personaje (¿quién tiene la hoz en la mano?) se duplica la imagen anterior, utilizando en este caso el modelo de la vendimia y el proceso de la producción de vino en el lagar, y se insinúa el castigo a las naciones, castigo que afecta a todos pues la medida del territorio que se inunda con el vino indica totalidad. La expresión «fuera de la ciudad» quiere decir «fuera de Jerusalén» según la tradición profética de que el juicio de las naciones se realizará 100 101

X. PIKAZA, Apocalipsis, 174. Cf., U. VANNI, Apocalipsis, 52.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

58

en los valles de Josafat, fuera de los muros de la Ciudad Santa (Cf., Za 14; Ez 38-39). Ap 15 El tema de la destrucción de los enemigos se plantea nuevamente con el trasfondo de las Plagas del Éxodo en Egipto. v.1

La señal se presenta con una especial solemnidad: siete ángeles que llevan siete plagas con las que se llevará a la consumación el juicio de Dios sobre las naciones. Este capítulo nos remite al inicio del capítulo 8: lo que en éste dio inicio, en nuestro capítulo se acerca poco a poco su fin.

v.2

Con alusión al paso del mar Rojo, el autor del Apocalipsis nos presenta el triunfo de aquellos que no se han dejado vencer por las amenazas de los enemigos de Dios. Si en los capítulos anteriores, en medio de los despliegues de los sellos (6,9-11) y al prepararse las trompetas (8,3-5), los sacrificados pedían justicia, ahora aparecen de pie (signo de victoria) en el cielo, en donde la misma creación aparece transformada (mar de cristal y fuego), con cítaras en las manos entonando un himno de acción de gracias. Si hacemos una comparación con los ancianos de 5,8, nos percatamos que los vencedores aparecen solo con las cítaras porque precisamente las copas de incienso con las oraciones de los santos se han transformado en el signo de la ira de Dios. El versículo finaliza haciendo mención al Canto de Moisés: «de la vera del Mar Rojo donde entonaba Moisés su victoria (Ex 15) pasamos a la orilla del cielo donde cantan los nuevos vencedores que han cruzado el mar de la persecución (cf., 5,9-10), para entonar un himno nuevo (cf., 14,3) de Moisés y del Cordero, indicando así la continuidad entre el antiguo y nuevo éxodo, entre las plagas viejas (Ex 7-11) y las nuevas de los ángeles de la ira»102.

v.3-4

102

A pesar de que se llama canto de Moisés, única ocasión en todo el Apocalipsis en la que se menciona un personaje del Antiguo Testamento, Juan no repite el himno nacional de Ex 15 sino que universaliza su temática: del himno nacional que canta la derrota de los egipcios y la liberación de los hebreos, el autor del Apocalipsis canta al Dios omnipotente, universal, haciendo así que todas las naciones vengan a

X. PIKAZA, Apocalipsis, 183.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

59

adorarle; su argumento está tomado de diversos cantos universalistas (cf., Sal 98,2; 111,2; 145,17; 32,4): Dios aparece como el Dios de todas las naciones y se presenta la esperanza profética (cf., Is 2,2; Mt 8,11) anunciando la peregrinación final de las naciones ante el Dios de justicia. v. 5

Para los tiempos definitivos se espera poder ver el modelo celestial de la tienda; «el templo con la tienda del testimonio, que es signo de la presencia (habitación) de Dios con los hombres, es tienda (skènê), casa abierta donde deberían entrar todos; pero ahora se haya arriba, separada del mundo, mientras la Bestia blasfema contra ella (13,6) y no pudiendo destruirla combate en el mundo de los santos. Pues bien, de ese templo superior, cuartel general de la guerra salvadora de Dios, casa por ahora inaccesible a los humanos, salen los ángeles de las plagas (15,5-6) y la voz que inicia (16,1) y culmina (16,17) la batalla decisiva»103.

v. 6-7 Los ángeles se presentan como sacerdotes al servicio del plan de salvación que reciben de los cuatro vivientes las copas con las plagas con las que se consume la acción de Dios. La copa (phiala) era una copa plana de metal, utilizada sobre todo en el templo para ofrecer libaciones a Dios (derramando en el suelo el líquido sagrado) o para quemar incienso (Cf., Ex 27,3; Nm 7,1). v.8

En este versículo se expresa que los ángeles, ni ninguna otra criatura, pueden ingresar en el santuario hasta cumplir su oficio; una sutil manera de decir que el proyecto de salvación de Dios se cumplirá sin duda.

Ap 16 El desarrollo literario del septenario de las copas nos recuerda al de las trompetas; el trasfondo lo encontramos en el libro del Éxodo. Estas plagas adquieren un poder definitivo pues no atacan ya solo a una parte de la humanidad sino que su poder destructivo es total. Sin embargo su intención primera es de causar conversión aunque en la cerrazón del corazón humano, de espaldas a Dios, produce el efecto contrario, es decir, la blasfemia. v. 1-9 Las primeras copas atacan a los elementos indispensables de la vida de la humanidad: la tierra, el mar, los ríos y el sol. La creación, casa del hombre, se transforma en lugar de castigo y de muerte. En v. 5-6 se vincula la sangre producida por las plagas, signo de muerte para los enemigos de Dios, con aquella misma sangre de los justos que 103

X. PIKAZA, Apocalipsis, 184.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

60

ellos derramaron: los que derramaron sangre, son ahora derramados (castigados) con la misma sangre. v.10-21Las tres copas restantes derraman su contenido sobre los enemigos de Dios: sobre el trono de la Bestia; sobre el Éufrates, límite natural entre los Romanos y los Partos y sobre la Ciudad opresora. La mención de Harmagedón, en el v.16, es decir, del Monte de Meguidó, signo de desastre para los ejércitos que allí se reúnan, indica que éstos ejércitos convocados por los demonios del la Bestia, tiene ya garantizada su propia derrota. Ante la acción de Dios, como en perfecta teofanía, la naturaleza misma se conmueve.

Ap 17: la presentación de la gran Prostituta. Con el derramamiento de la sétima copa inicia el desenlace del Apocalipsis (16,17-22,5); esta sesión «está dominada por un esquema ideológico literario muy claro: de la gran prostituta, se pasa mediante la intervención de Cristo, a la esposa, que se identifica más tarde y se define en la Jerusalén celestial»104. v.1-2Un ángel, es el encargado de mostrar al autor del Apocalipsis la visión del juicio de la gran Prostituta; siguiendo la imagen profética del adulterio y la prostitución como símbolo de la idolatría, se alude al Imperio Romano, opresor y perseguidor del pueblo de Dios que extendió su poderío y su paganismo; esta ejemplificación «no agota todo el valor del símbolo, que sigue siendo universal y capaz de aplicarse – mediante la reflexión sapiencial (cf. 17,9)- a todas las situaciones de este género que se irán presentando a lo largo de la historia»105. Tal y como lo demuestra la Historia, el Imperio se extendió por todas las naciones conocidas de la época; estás aguas sobre las que se sienta la prostituta, representa los pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas 104 105

U. VANNI, Apocalipsis, 54. U. VANNI, Apocalipsis, 54.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

61

(17, 15) sometidas por el mismo imperio y que podría hacer alusión al Mediterráneo, conocido por los mismos romanos como el Mare Nostrum. v.3

La mujer, antagónica a la figura de la mujer de Ap 12, se encuentra en el lugar de los animales inmundos (Lv 16,8ss; 17,7ss.); la referencia a las siete cabezas y a los cuernos es interpretada como las siete colinas sobre las que se fundó la Ciudad Eterna y el extraordinario poder que el mismo imperio logro ejercer sobre la humanidad; sin embargo

v.4-5

Haciendo referencia al lujo de las prostitutas romanas, vestidas de rojo y engalanadas con joyas y diademas sobre las que inscribían sus nombres, se expresa que el pecado fundamental de Roma ha sido la persecución de los verdaderos adoradores de Dios.

v.6-7La crueldad y dureza de la persecución es capaz de aterrorizar a los creyentes, pero el ángel, en el contexto propio de la Apocalíptica explica el misterio, insinuando así que este poder no es absoluto pues Dios puede interpretarlo y neutralizarlo. v.8-17 La explicación del misterio nos hace confirmar la interpretación que venimos presentando: la Bestia, representando al Imperio Romano, camina hacia su propia destrucción. Además se menciona la leyenda de Nerón redivivo. La mención que se hace a los reyes parece no pretender cálculos exactos pues el número siete es simbólico106; lo mismo que el número de los poderes satélites de Roma. Lo importante es que, ante este poder, el Cordero tiene dominio y poderío absoluto, es el Rey de reyes y Señor de señores, y su victoria está garantizada. Ap 18 Este capítulo tiene como tema de fondo la ejecución de la condena de la «gran Babilonia»; «el tema se desarrolla en seis cuadros sucesivos, presentados dramáticamente (casi como en el coro de la tragedia griega) con la intervención en la escena de varios personajes: un ángel anuncia la caída de Babilonia (v.1-3); sigue la exhortación al pueblo para que se aparte de todo lo que es pagano (v.48); tenemos luego el lamento de los reyes de la tierra (v.9-10), de los El tema de la identificación de los reyes ha ocupado a grandes estudiosos; para una presentación de las distintas hipótesis puede consultarse X. PIKAZA, Apocalipsis, 199-200. 106

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

62

comerciantes (v.11-17ª), de los navegantes (v.17b-20); la intervención de un ángel que a través de una acción simbólica y su declaración, traslada al futuro de todos los tiempos lo que se ha dicho (v.21-24)»107. v. 1 Se nos presenta el enviado como un ser trascendente, un ángel de gran poder (Cf., Ez 43,2) cuyo resplandor es capaz de iluminar a toda la tierra. v.2 A diferencia de los otros ángeles presentados anteriormente, a este ángel no le corresponde ejecutar ninguna acción, su misión se limita a anunciar la justicia cumplida de Dios. Partiendo de Is 21,8 el Apocalipsis recoge los motivos más salientes de los grandes oráculos contra Babilonia y Edóm (Cf., Is 13,21-22; 34,1-17; Jr 50,39). El vidente proyecta sobre Roma la experiencia de las ciudades muertas, donde el recuerdo del pasado va unido a la desolación del presente. La acción verbal expresada en aoristo (e;pesen) se conoce en la Biblia como un aoristo profético: se expresa una acción que va a suceder como si ya hubiese sucedido por la convicción profunda de que dicha acción se cumplirá. v.3 En una síntesis muy densa, el autor del Apocalipsis nos presenta la razón por la cual la ciudad ha sido destruida: la ciudad queda en la ruina porque ha arruinado a los humanos, cayendo así en manos de su propia perversión: sus propios asesinatos (motivados en las persecuciones por el culto idolátrico), su manipulación política y su injusticia económica se vuelven contra ella. v. 4 El pueblo de Dios debe apartarse decididamente de la ciudad pagana, pues corre el peligro de participar de su pecado; el tema pertenece a la tradición veterotestamentaria (cf., Is 48,20; 52,2; Jr 51,6.9.45). «Estos cristianos de Juan se convierten de esa forma en exiliados dentro de la estructura militar, social y económica del Imperio. No es que salgan fuera, no es que busquen como los israelitas antiguos (éxodo) una tierra nueva, aún no colonizada, para conquistarla y fundar allí su Estado (ley organizada). No huyen en sentido geográfico, no buscan un Estado nuevo al lado de los anteriores (con o contra Roma). Externamente hablando siguen 107

U. VANNI, Apocalipsis, 54.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

63

dentro del Imperio, pero buscan y crean una comunidad alternativa, para expresar sobre la tierra un orden social y político más puro»108. v.5-8«Los pecados de Babilonia no son solamente de idolatría. Se trata de todo un conjunto de negatividad moral que la convierte en la ciudad secular y de consumo en sentido radical, que, eliminada toda trascendencia, disfruta de su seguridad (v.6-7). Dios ha permitido que esta negatividad fuera creciendo, pero al final intervendrá con todo su poder (v.8)»109. v. 9-19 Utilizando un género literario conocido ya en el Antiguo Testamentos (Cf., Jr 50-51; Ez 26-28) se presenta el triple lamento por la ciudad destruida. El primer lamento lo entonan los reyes de la tierra (v.9-10), que formándose en satélites del imperio, se dejaron contaminar de la idolatría promovida por el propio imperio; su lamento irónicamente muestra que aquella a quienes ellos atribuían el título de poderosa, que sólo puede atribuirse a Dios (cf., 18,8.10), en realidad no lo era pues su destrucción ha sido consumida. El segundo lamento lo entonan los mercaderes de la tierra (v.11-17ª), que a través de sus transacciones económicas con el imperio consumista se enriquecieron a sí mismo; se trata del comercio injusto e excluyente, que incluso por razones religiosa dejaba fuera a los que no querían aceptar las obligaciones del Imperio (cf., Ap 13,17). El tercer lamento lo entonan los navegantes o comerciantes marítimos encargados del transporte de los bienes de comercio (v. 17-19); su presencia parece inspirada en la elegía de Tiro (Ez 27). v.20 En contraste con el lamento de quienes lloran la destrucción de la gran Babilonia, en medio de los creyentes se produce una exultación gozosa pues al juzgar a la ciudad perseguidora de la comunidad queda claro que el poder y el dominio le corresponden únicamente a Dios. Esta aclamación se presenta como una invitación que introduce el capítulo siguiente. v.21 Se presenta una acción simbólica realizada por un ángel: así como la piedra de molino es hundida para siempre en el mar, así Dios garantiza la caída de la ciudad que llenó a la humanidad de su idolatría y que se atrevió a perseguir al pueblo de Dios. 108 109

X. PIKAZA, Apocalipsis, 210. U. VANNI, Apocalipsis, 55.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

64

v.22-23Al final, con un lenguaje que evoca imágenes comunes en el libro de los profetas (Cf., Is 24,8; Jr 7,34; 16,9; 25,10; Ez 26,13) se retoma el tema del lamento evocando elementos propios que indican la felicidad y la tranquilidad propias de las grandes ciudades, tranquilidad que ante el pecado de la misma ciudad tenderá a desaparecer. Ap 19 «Es ésta la última gran doxología que encontramos en el Apocalipsis, construida con una gran delicadeza literaria. Articulada sobre el motivo litúrgico del aleluya, se va desarrollando en tres tiempos. En primer lugar, una gran muchedumbre celebra a Dios por la salvación que ha llevado a cabo mediante la condenación de la gran prostituta (v.1-4); y la muchedumbre inmensa reanuda su alabanza celebrando el advenimiento de las bodas del Cordero (v.6-8). Sigue una confirmación que el ángel intérprete le hace a Juan sobre la validez de cuanto le ha conferido (v.9-10)»110. v.1-4En contrafigura con el lamento hay en la liturgia celestial un himno de glorificación a Dios por la destrucción del mal; al canto de la muchedumbre se unen también los Ancianos y los vivientes. Ésta es la única vez en el Nuevo Testamento aparece la palabra con la que inician y terminan muchos de los Salmos: Hy"“ Wll.h;( que corresponde a un imperativo Hifil del verbo llh que significa alaba; la palabra Hy"“ es uno de los nombres divinos del AT, por lo que la expresión como tal significa alabad a Yahvé. v.5-8La liturgia en el cielo continúa alabando a Dios porque además de la destrucción del mal, Cristo lleva a cabo las nupcias con la Iglesia embellecida con las buenas obras. v.9-10 En una bienaventuranza para la Iglesia se asegura que las promesas de Dios se cumplen. Además los creyentes tenemos el mismo oficio de los ángeles: ser servidores y testigos de Jesús de Dios; sin embargo en el plano humano, sólo es auténtico profeta quien es testigo de Jesús. Con la expresión «no me adores», el ángel se opone al culto de los espíritus celestes (mediadores de Dios), que se había extendido en algunos círculos y que es condenado por Col2,8.18 y Heb 1-2; «como buen apocalíptico, Juan necesita a los ángeles para presentar por ellos su mensaje. Pero, con buen 110

Cf., U. VANNI, Apocalipsis, 55-56.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

65

judío y cristiano, sabe que sólo se puede adorar a Dios. Los ángeles son consiervos del profeta»111. El inicio del desenlace (Ap 19,11-20,15) Si un jinete abría la cabalgata de la historia destructora de la humanidad (6,12), Juan nos presenta a otro personaje sentado a caballo, portador de la victoria verdadera. Fácilmente se comprende que se trata de una presentación de Jesucristo, ya no como Cordero, aunque continua portando los signos de su pasión, ni como Hijo de Hombre, aunque también lo sea, sino como Capitán del ejército de Dios. v.11-16Se presenta a Cristo con su potencia victoriosa (caballo blanco) recibiendo los títulos que habían aparecido en las primeras secciones del Ap (1,5; 3,7.14). Con una citación de Is 11,4 se le presenta como el Mesías victorioso que, cargando los signos de su pasión (manto empapado en sangre) juzga con justicia, juzga a través de su mirada (ojos, llamas de fuego) pero sobre todo a través de su Palabra pues es El quien tiene el verdadero poder y dominio sobre las naciones (Rey de reyes y Señor de señores). v.17-21Sin entrar en los detalles propios del combate, Juan nos presenta el exterminio de aquellos que se opusieron a Dios y a sus seguidores; en un orden inverso al que fueron apareciendo en escena se expresa indirectamente la victoria sobre todos los grupos sociales representantes del centro de poder (Roma). En contraposición al banquete de bodas se habla aquí de una invitación a las aves del cielo a participar de un banquete macabro en el que se sirve como manjar la carne de los enemigos vencidos. Después se presenta la captura de la Bestia y del falso profeta y su lanzamiento al lago de fuego que arde con azufre, quedando solo en batalla el dragón que será derrotado en la segunda contienda (Ap 20,1-7) Es importante notar que la derrota se presenta antes que inicie la misma batalla, una sutileza que expresa la inoperancia de la obra opuesta a plan de Dios. Ap 20 111

X. PIKAZA, Apocalipsis, 210.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

66

Después de presentar la primera fase de la gran batalla escatológica, se presenta la segunda intervención definitiva de Cristo, que lleva consigo la derrota definitiva del dragón. Nos encontramos ante uno de los textos que ha desatado mayor número de problemas de interpretación: algunos, influidos por la doctrina del reino mesiánico del judaísmo112, cayeron en una interpretación literal, la doctrina del milenarismo, creyendo en una especie de reino político de Cristo con los creyentes que duraría mil años. Entre ellos podemos ubicar a Papías, Justino, Tertuliano, Hipólito, Cerentino, Montano, Joaquín de Fiore (1130-1202); otros, como San Jerónimo, Orígenes y Agustín, interpretaron esos mil años como el tiempo de la Iglesia que va desde la Primera venida de Nuestro Señor hasta la Parusía, época en la que el poder del enemigo está subordinado y derrotado; así el autor del Ap habría utilizado la idea de un reino de Jesús durante mil años sobre la tierra no para describir un reinado histórico, sino como un modo de expresar que las expectativas escatológicas se cumplirán (Cf., Hc 1,7). v. 1 El autor continua con el estilo apocalíptico y nos introduce la figura de una ángel que tiene la llave del abismo y una gran cadena. v.2-3Con el motivo mítico de atar, amarrar, encadenar las fuerzas del mal se nos indica que el enemigo, que faltaba por aniquilar, es decir el dragón, ha sido reducido a la impotencia durante un período de tiempo (1000 años). Además el autor nos indica que el dragón ha sido arrojado al Abismo, precisamente de donde habían salido los poderes infernales ( Cf., 9,1.11; 12,7; 17,8). v.4-6Al ser neutralizado el poder del enemigo, los que ha sido fieles a Cristo son reivindicados y llamados a participar del dominio (se les dio el poder de juzgar) de su Señor. La mención de la primera resurrección ha presentado también varios problemas de interpretación: para Agustín se trata de un referencia a la conversión y a la muerte al pecado; para BJ se trata de una resurrección simbólica: «es la renovación de la Iglesia después de la persecución romana»113; para U. VANNI, se trata de una salvación anticipada con una función de colaboración en el desarrollo del plan salvífico como un don que el Señor confiere a algunos114. Cf., R. BROWN, Introducción al Nuevo Testamento, 2, 1027. Cf., Biblia de Jerusalén, nota a pie de página. 114 Cf., U. VANNI, Apocalipsis, 57. 112 113

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

67

v. 7-10 El tema de Satanás suelto después de los mil años es la manera apocalíptica de expresar el embate de las fuerzas del mal al final de los tiempos, pero aunque se espera que éste sea fuerte sin embargo no tiene posibilidades de victoria. Gog y Magog, que encontramos en Ez 38-39, simbolizan a las naciones paganas que atacaron al pueblo de Dios. Después de este embate el diablo recibe la estocada final pues ahora se afirma que su tormento será por los siglos de los siglos. v. 11-15 Eliminados finalmente todos lo elementos externos que durante el desarrollo de la salvación han podido influir en sentido negativo, todavía queda el hombre con la responsabilidad de sus opciones. Cristo lleva acabo el juicio definitivo, juicio que se realiza a partir de las obras de cada uno. El motivo mítico del mar que devuelve a los muertos sirve para expresar que el juicio será universal y de él se desprende el premio o el castigo eterno (muerte segunda). Ap 21-22 El cielo nuevo y la tierra nueva. El juicio de condenación anula prácticamente todos los elementos negativos que acechan al hombre, viene a continuación una renovación general. Esta renovación se refiere al ambiente en el que viven los hijos de Dios (v.1). La renovación afecta de manera particular a Jerusalén (v.2-4), para abarcar luego a todas las cosas y comprometer a Dios personalmente (v.5). La renovación que se llevará integralmente a cabo al final de los tiempos (v.6) requerirá por parte de los hombres una opción radical en sentido positivo y un compromiso constante en mantenerla. De lo contrario-tal y como se le advierte a la asamblea litúrgica que está realizando su experiencia apocalíptica (cf., 1,3) se verán excluidos de ella (v.7-8). 21,2 La ciudad santa. En el Apocalipsis simboliza el lugar ideal en donde se encuentran los fieles a Dios. Mientras sigue adelante la historia de la salvación, ese lugar ideal tiene que soportar diversas vicisitudes (cf., c.11). Pero al final, no sólo se verá libre de las asechanzas y de las amenazas, sino que desplegará

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

68

plenamente renovada toda su magnificencia. La descripción a la que aquí no se hace más que aludir, se recogerá y se ampliará luego en 21,9-22,5. 21,3-4 La morada (literalmente tienda) de Dios en medio de su pueblo indica la presencia divina. Pero una presencia «transparente», completamente perceptible, un cara a cara con Dios en un clima de familiaridad y de amistad. Esto supone la eliminación de todo mal, con lo que queda cumplida la promesa hecha y repetida varias veces en el Antiguo Testamento (cf., Ez 37,27; Zac 2,10; Is 25,8). 21,7 Yo seré su Dios: esta expresión está sacada de 2 Sam 7,14, en donde se le dice a Salomón, a quien se le llamaba hijo por estar cerca de Dios en virtud de su oficio. Aquí tiene un significado más concreto y más amplio, ya que supone la filiación divina que Dios comunica a todos, vista como la meta en su máxima realización. La Jerusalén celestial (21,9-22,5) Una introducción de especial solemnidad (21,9-10ª) prepara la descripción propia y verdadera de la Jerusalén celestial. Sobre un trasfondo literario que se remonta a Oseas (Os 1,19.21), a Isaías (Is 44,6; 54,1s; 61,10) y a Ezequiel (Ez 16), se va desplegando gradualmente la imagen de la nueva Jerusalén como esposa en un entramado deslumbrante de símbolos. Hay un símbolo base, la ciudad. Este símbolo se ramifica en tres líneas simbólicas, relacionadas siempre con la idea de ciudad: la gloria de Dios ilumina la ciudad y constituye algo así como una atmósfera que se respira (21,10b-11); una muralla grande y alta (21,12ª), delimita la ciudad y determina sus dimensiones; en la muralla se abren doce puertas (21,12b), indicando las doce tribus de Israel por medio de las cuales todo el mundo tiene acceso a la ciudad. A este simbolismo base y a sus tres ramificaciones principales se añaden luego otros elementos: la medición por parte del ángel (21,15-17), el esplendor de las piedras preciosas y del oro (21,1821), la falta de Templo (21,22-27),el río del agua de la vida (22,1), el árbol de la ciudad (22,2). El trono de Dios y del Cordero en la plaza de la ciudad concluye esta síntesis soteriológica perfectamente lograda (22,3-5). 21, 11 Gloria de Dios: indica la realidad de Dios que se nos manifiesta y se nos comunica. Pero esta manifestación-comunicación no puede describirse en términos humanos, totalmente inadecuados. El autor se limita entonces a compararla con el resplandor de las piedras preciosas, lo mismo que había hecho antes de la presentación de Dios (cf., 4,3).

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

69

21,12-13 Doce puertas: las doce puertas dan acceso a la ciudad santa. Están orientadas hacia los cuatro puntos cardinales, como en la Jerusalén ideal de que habla Ezequiel (Ez 48,30-35), indicando de este modo la universalidad del pueblo de Dios en su concreción. 21,14 Los doce Apóstoles del Cordero: los Apóstoles constituyen el fundamento del pueblo de Dios (cf., Ef 2,19-20). Las doce tribus de Israel y los doce apóstoles son elementos esenciales del pueblo de Dios también en la última fase de la glorificación. 21,16. La forma cúbica de la ciudad indica la perfección de la misma: las cifras mencionadas expresan la plenitud alcanzada. Medición, dimensión, formas, todo ello tiene un valor simbólico. No es posible reconstruirlas con la fantasía y trazar un cuadro de ellas: el lado del cubo mediría 550 Km., las murallas tendrían un espesor-no se trata de altura- de 144 brazos, es decir 62,36 metros. 21,18-21 Este carácter precioso en que insiste el autor con especial complacencia indica una especie de contagio divinizante. Tanto los basamentos como las partes de Jerusalén celestial, sus murallas y todo lo que en ella existe, pertenecen ya a la esfera divina. 21,22 Templo no vi ninguno: no se necesita para nada un lugar privilegiado, sagrado, para el encuentro del hombre con Dios. Ese encuentro se lleva a cabo directamente y en todas partes, ya que ahora todo es sagrado: Dios y el cordero son todo en todos. Tenemos aquí el punto de llegada de la «teología del templo», que interesa a todo el Antiguo y el Nuevo Testamento. Dios aquí se convierte en un templo para el hombre. 22,1-2 El río del agua viva: se trata más exactamente del río del río del agua de la vida. La imagen expresada en el Génesis (Gn 2,9; 22,5) y reelaborada por Ezequiel (cf., Ez 47,1-12) nos dice que la Jerusalén celestial realizará de hecho el estado ideal indicado como Paraíso terreno en el Génesis. La vida divina sin interrupción alguna – durante todo el año- queda asegurada mediante la participación del árbol de la vida. La expresión se basa en el Génesis (Gn 2,9), pero tiene su propio valor particular y quizás aluda también al árbol de la cruz: se recogen ahora, lejos de toda maldición y en la plenitud de la vida, los frutos maduros de la obra redentora. EPILOGO (22,6-21)

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

70

El epílogo recuerda el destino litúrgico del Libro: el autor nos presenta el diálogo articulado, que hace pensar en una asamblea litúrgica. Los protagonistas del diálogo son Cristo, el ángel intérprete, Juan y la asamblea litúrgica. El diálogo comienza con una afirmación solemne de Cristo que garantiza el valor de la revelación y recuerda su venida (v.6-7). Viene, luego el testimonio de Juan sobre la veracidad y la confirmación del ángel intérprete (v.8-9). Toma de nuevo la palabra Jesús, para recordar una vez más su venida inminente (v.12) y presentarse como una viva síntesis de la salvación (v.10-16). Interviene la asamblea litúrgica, animada por el Espíritu, invocando la venida de Cristo (v.17). Vuelve a tomar la palabra Juan y atestigua personalmente la validez intangible de la revelación. Jesús, acogiendo la invocación, promete su venida (v.18-19). Sigue una nueva invocación entusiasta de la asamblea (v.20) y el saludo de despedida del autor (v.21). 22,7 Dichoso el que hace caso de la profecía: hay que conservar sus palabras, porque las palabras del Apocalipsis no están destinadas a una acción instantánea. Deben conservarse en el corazón, guardarse, para que, mediante su aplicación hermenéutica a la realidad práctica, puedan iluminar la vida del cristiano. 22,16 El retoño y el linaje de David: Jesús asume y lleva hasta su más completo desarrollo las promesas divinas del Antiguo Testamento, centradas en David y en su dinastía. Él es el lucero brillante de la mañana: con esta expresión poética se designa a Cristo presente en el corazón de los cristianos (cf. 2Pe 2,19): les infunde la esperanza que los pone en contacto con el futuro escatológico. 22,17 El Espíritu y la esposa: el Espíritu anima la oración y la invocación de la asamblea – esposa-, haciéndola suya. 22,20 Si voy a llegar enseguida: es la promesa solemne, final, por parte de Jesús a la invocación de la asamblea litúrgica. Ven, Señor Jesús: con esta invocación concluye el Apocalipsis. Recoge probablemente la invocación aramea maranatha: «Señor ven» (cf., I Co 16,22, Didaché 10,6): la iglesia-esposa manifiesta su anhelo de encontrarse con Cristo. Ese encuentro, que se realiza ya en la eucaristía, sigue siendo el deseo constante de la iglesia-esposa. Tendrá lugar, en toda su plenitud, en la fase escatológica.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

71

BIBLIOGRAFÍA AA. VV. El Apocalipsis, Cuadernos Bíblicos 9, Estela 1978. ALEGRE, X., «El Apocalipsis de Juan» en J.ORIOL TUÑI-X. ALEGRE, Escritos juánicos y cartas católicas, Introducción al Estudio de la Biblia 8, Navarra 2000, 213-287. BARRIOLA, M. A. El Apocalipsis. Introducción a sus problemas exegéticos, Montevideo 1983. BROWN, R. Introducción al Nuevo Testamento, 2, Biblioteca de Ciencias bíblicas y orientales, Madrid 2002. LÓPEZ, L., Conversaciones con Juan, el vidente de Patmos, Para comprender mejor el Apocalipsis, Madrid 1993. PRÉVOST, J.-P., Para leer el Apocalipsis, Estela 1998. PIKAZA, X., Apocalipsis, Guías de lectura del Nuevo Testamento, Estela 2001. SALAS, A., El Apocalipsis ¿Símbolo o realidad histórica?, Madrid 1994. VANNI, U. L’ Apocalisse. Ermeneutica, esegesi teologia, Bologna 2001.

EL LIBRO DEL APOCALIPSIS

VANNI, U., Apocalipsis, Estela 2001.

72