Aniversario de La Diocesis

XXXVI ANIVERSARIO DE LA ERECCION CANONICA DE LA DIOCESIS DE CUAUTITLAN 24 DE ABRIL DE 2015 RITOS INICIALES Reunido el p

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XXXVI ANIVERSARIO DE LA ERECCION CANONICA DE LA DIOCESIS DE CUAUTITLAN 24 DE ABRIL DE 2015

RITOS INICIALES Reunido el pueblo, el Señor Obispo con los ministros van al altar, mientras se entona el

CANTO DE ENTRADA Cuando llega al altar, el Señor Obispo con los ministros hace la debida reverencia, besa el altar, lo inciensa. Después se dirige con los ministros a la sede. Terminado el canto de entrada, el Señor Obispo y los fieles de pie se santiguan, mientras el Señor Obispo dice:

 En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. El pueblo responde: Amén El Señor Obispo dice: E

l Dios de la vida, que ha resucitado a Jesucristo, rompiendo las ataduras de la muerte, esté con todos ustedes. El pueblo responde: Y con

tu Espíritu

El Señor Obispo dice:

Celebramos esta Acción de Gracias para conmemorar el XXXVI Aniversario de la Erección Canónica de nuestra Diócesis de Cuautitlán, al culminar esta semana de actualización teológica, en la que descubrimos caminos para proyectar la marcha de nuestro Plan Diocesano de Pastoral en una nueva etapa. Pidamos a Dios por cada uno de nosotros, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas, laicos comprometidos. Pongamos a los pies de nuestra

Madre de Guadalupe y de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin nuestros anhelos, junto con todos los jóvenes que participarán en el XII CONAJUM en nuestra Diócesis. Con un corazón contrito, pidamos perdón a Dios por nuestros pecados. Se hace una pausa de silencio, a continuación el Señor Obispo dice:

 Señor Jesús, Tú, luz verdadera para toda la humanidad: Señor ten piedad. El pueblo responde: Señor,

ten piedad

 Tú, fuente de la verdadera alegría: Cristo, ten piedad. El pueblo responde: Cristo,

ten piedad

 Tú, camino de verdad y de vida: Señor ten piedad. El pueblo responde: Señor,

ten piedad

El Señor Obispo concluye con la siguiente plegaria:

D

ios todopoderoso, tenga misericordia de nosotros, perdone nuestro pecados, y nos lleve a la vida eterna.

R. Amén. A continuación se canta el himno del Gloria

ORACIÓN COLECTA El Señor Obispo, con las manos juntas dice:

Oremos: Y todos, junto con el Señor Obispo, oran en silencio durante unos momentos. Después el Señor Obispo, con las manos extendidas dice la oración colecta.

S

eñor y Dios nuestro, que en cada una de las iglesias dispersas por el mundo pones de manifiesto que la Iglesia universal es una, santa, católica y apostólica; haz que tu familia, reunida en torno a su pastor, crezca por la predicación del Evangelio y por la Eucaristía, en la unidad del Espíritu Santo, para que manifieste dignamente la universalidad de tu pueblo y sea signo e instrumento de la presencia de Cristo en el mundo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Al final de la oración el pueblo aclama:

Amén.

La Asamblea se sienta.

LITURGIA DE LA PALABRA PRIMERA LECTURA Los apóstoles se retiraron del sanedrín, felices de haber padecido ultrajes por el nombre de Jesús. Lector: Del

libro de los Hechos de los Apóstoles: 5, 34-42

En aquellos días, Saulo, amenazando todavía de muerte a los discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote y le pidió, para las sinagogas de Damasco, cartas que lo autorizaran para traer presos a Jerusalén a todos aquellos hombres y mujeres que seguían la nueva doctrina. Pero sucedió que, cuando se aproximaba a Damasco, una luz del cielo lo envolvió de repente con su resplandor. Cayó por tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" Preguntó él: "¿Quién eres, Señor?" La respuesta fue: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate. Entra en la ciudad y ahí se te dirá lo que tienes que hacer". Los hombres que lo acompañaban en el viaje se habían detenido, mudos de asombro, pues oyeron la voz, pero no vieron a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los ojos, no podía ver. Lo llevaron de la mano hasta Damasco y ahí estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.

Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías, a quien se le apareció el Señor y le dijo: "Ananías". El respondió: "Aquí estoy, Señor". El Señor le dijo: "Ve a la calle principal y busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo, que está orando". Saulo tuvo también la visión de un hombre llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que recobrara la vista. Ananías contestó: "Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además, trae autorización de los sumos sacerdotes para poner presos a todos los que invocan tu nombre". Pero el Señor le dijo: "No importa. Tú ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padecer por mi causa". Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo y le dijo: "Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo". Al instante, algo como escamas se le desprendió de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego comió y recuperó las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús era el Hijo de Dios. Palabra de Dios. Todos aclaman: Te alabamos,

Señor.

SALMO RESPONSORIAL Del Salmo 26

R. Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya. Que alaben al Señor, todas las naciones, que lo aclamen todos los pueblos. Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya. Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura por siempre.

Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya. La Asamblea se pone de pie.

ALELUYA El coro y la asamblea cantan la aclamación antes del Evangelio. Mientras tanto, el Señor Obispo pone incienso al incensario. El diácono, inclinado ante el Señor Obispo, pide la bendición, diciendo en voz baja: Padre, dame tu bendición. El Señor Obispo en voz baja dice: El Señor esté en tu corazón y en tus labios, para que anuncies dignamente su Evangelio, en el nombre del Padre y del Hijo,  y del Espíritu Santo. El diacono responde: Amén Después el diácono va al ambón llevando el Evangeliario, acompañado por los ministros que llevan el incienso y los cirios.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya. “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él, dice el Señor.” Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya.

EVANGELIO Ya en el ambón, el diácono dice:

El Señor esté con ustedes. El pueblo responde: Y con

tu espíritu.

Diácono:



Del Santo Evangelio según san Juan: 6, 52-59

Y mientras tanto hace la señal de la cruz sobre el libro y sobre su frente, labios y pecho, el pueblo aclama:

Gloria a ti, Señor. El diácono inciensa el libro de los Evangelios. Luego proclama el Evangelio.

E

n aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm. Acabado el evangelio el diácono dice:

Palabra del Señor. Todos aclaman: Gloria

a ti, Señor Jesús.

BENDICIÓN CON EL LIBRO DE LOS EVANGELIOS El diácono lleva el evangeliario al Señor Obispo y éste lo besa, luego dice en secreto: Las palabras del Evangelio borren nuestros pecados. El Señor Obispo da la bendición con el evangeliario. El coro y la asamblea vuelven a entonar el Aleluya.

Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya, Aleluya. Entonces el Señor Obispo realiza la homilía

HOMILÍA

PLEGARIA UNIVERSAL

N

El Señor Obispo invita a los fieles a orar, por medio de la siguiente monición:

osotros, que como Iglesia Diocesana en innumerables ocasiones nos hemos acogido al amor del Padre, acudamos a Cristo, el Señor y presentémosle nuestras necesidades. A cada petición, el pueblo responde:

Jesucristo resucitado, escúchanos. Para que el Señor infunda en el Papa Francisco, y en todos los obispos un celo ardiente para anunciar el Evangelio a quienes no conocen a Jesucristo. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Para que el Señor conceda la santidad a nuestro obispo, Don Guillermo Ortiz Mondragón, al presbiterio, religiosos, consagrados y laicos, y viviendo la espiritualidad de comunión seamos testigos del amor de Dios a los más pobres. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Para que los señores obispos don Manuel Samaniego, don Felipe de Jesús Cueto, y nuestros hermanos presbíteros de está Diócesis de Cuautitlán, que han sido llamados a la casa del Padre Amoroso, reciban ahí el premio prometido a sus pastores. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Para que Cristo derrame en su Iglesia que camina en Cuautitlán el Espíritu de piedad y fortaleza, que suscite numerosos y dignos presbíteros y diáconos discípulos-misioneros-servidores para la comunión en ella y en el mundo entero. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos.

Para que el Señor infunda en el corazón de los gobernantes de los municipios de nuestra Diócesis la voluntad de promover el bien, a fin de que todos alcancen el desarrollo para la paz y reinen en el mundo la justicia y la igualdad. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Pidamos por los que padecen hambre y otras necesidades, por los enfermos, los inmigrantes, los que padecen carecen de trabajo, de seguridad y sufren violencia, para que experimenten el consuelo y la fortaleza de Dios por la oración y la acción de la Iglesia. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Para que los frutos de esta semana de actualización se manifiesten en nosotros, y ofrezcamos a nuestras comunidades nuestra vida y ministerio sacerdotal renovado. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Para que la XII CONAJUM que se realizará en nuestra diócesis, suscite en los jóvenes el deseo de vivir y transmitir el Evangelio a todo el mundo y logremos así transformarnos en una Iglesia en salida alegre. Roguemos al Señor. Jesucristo resucitado, escúchanos. Concluye la plegaria con la siguiente oración:

Señor Padre nuestro, mira con amor a tu Iglesia, especialmente a los jóvenes. Concédenos que en este XII CONAJUM fortalezcamos nuestro encuentro con tu Hijo Jesucristo, y como discípulos misioneros seamos Iglesia en salida. Que el Espíritu Santo nos impulse a primerear la alegría del Evangelio, como verdaderos callejeros de la fe. Que santa María de Guadalupe y san Juan Diego Cuauhtlatoatzin nos acompañen en nuestra misión, construyendo la civilización del amor.

Concluye el Señor Obispo: TE LO PEDIMOS POR CRISTO, NUESTRO SEÑOR. R.

Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS El Señor Obispo, con las manos extendidas dice:

P

or el memorial del infinito amor de tu Hijo que estamos celebrando, te pedimos, Señor, que tu Iglesia haga llegar a todos los hombres los frutos de la redención. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén

PREFACIO III DE PASCUA Cristo vive por siempre e intercede por nosotros En

verdad es justo y necesario, es nuestro deber y fuente de salvación glorificarte siempre, Señor, pero más que nunca en este tiempo en que Cristo, nuestra Pascua fue inmolado. Porque continuamente se ofrece por nosotros e intercede por todos ante ti el que, inmolado en la cruz, venció a la muerte y, una vez muerto, vive para siempre. Por eso, con esta efusión de gozo pascual, el mundo entero se desborda de alegría y también los coros celestiales, los ángeles y los arcángeles, cantan sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo…

PLEGARIA EUCARÍSTICA I Canon romano

El Obispo, con las manos extendidas, dice: CP

Padre misericordioso, te pedimos humildemente por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, Junta las manos y dice

que aceptes Traza el signo de la cruz sobre el pan y el cáliz, conjuntamente diciendo:

y bendigas † estos dones, este sacrificio santo y puro que te ofrecemos, Con las manos extendidas, prosigue:

ante todo, por tu Iglesia santa y católica, para que le concedas la paz, la protejas, la congregues en la unidad y la gobiernes en el mundo entero, con tu servidor el Papa Francisco , conmigo, indigno siervo tuyo, y todos los demás Obispos que, fieles a la verdad, promueven la fe católica y apostólica. Conmemoración de los vivos: C1

Acuérdate, Señor, de tus hijos todos los miembros de esta Diócesis de Cuautitlán. y de todos los aquí reunidos, cuya fe y entrega bien conoces; por ellos y todos los suyos, por el perdón de sus pecados y la salvación que esperan, te ofrecemos, y ellos mismos te ofrecen, este sacrificio de alabanza, a ti, eterno Dios, vivo y verdadero. Conmemoración de los Santos:

C2

Reunidos en comunión con toda la Iglesia, veneramos la memoria ante todo de la gloriosa Siempre Virgen María, Madre de Jesucristo, nuestro Dios y Señor, la de su esposo, San José;

la de los santo apóstoles y mártires Pedro y Pablo, Andrés, Santiago y Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Simón y Tadeo; Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián, san Juan Diego Cuauhtlatoatzin y la de todos los santos por sus meritos y oraciones concédenos en todo tú protección Con las manos extendidas, prosigue: CP

Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus siervos y de toda tu familia santa, ordena en tu paz nuestros días, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos. Junta las manos. Extendiendo las manos sobre las ofrendas, dice:

CC

Bendice y santifica esta ofrenda, oh Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti, de manera que sea para nosotros Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado, Jesucristo, nuestro Señor. Junta las manos.

El cual, la víspera de su Pasión, Toma el pan y manteniéndolo un poco elevado sobre el altar, dice:

tomó pan en sus santas y venerables manos, Eleva los ojos.

y, elevando los ojos al cielo, hacia ti, Dios, Padre suyo todopoderoso, dando gracias te bendijo,

lo partió, y lo dio a sus discípulos, diciendo: Se inclina un poco.

“Tomen y coman todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por ustedes”. Muestra el Pan consagrado al pueblo, lo deposita luego sobre la patena y lo adora haciendo genuflexión. Después prosigue.

Del mismo modo, acabada la cena, Toma el cáliz y sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue.

tomó este cáliz glorioso en sus santas y venerables manos, dando gracias te bendijo, y lo dio a sus discípulos, diciendo: Se inclina un poco.

“Tomen y beban todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados. Hagan esto en conmemoración mía”. Luego dice.

Éste es el Sacramento de nuestra fe.

CP

Y el pueblo prosigue aclamando:

Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección. Ven, Señor Jesús. Después con las manos extendidas dice: CC

Por eso, Padre, nosotros, tus siervos, y todo tu pueblo santo, al celebrar este memorial de la muerte gloriosa de Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor; de su santa resurrección del lugar de los muertos y de su admirable ascensión a los cielos, te ofrecemos, Dios de gloria y majestad, de los mismos bienes que nos has dado,

el sacrificio puro, inmaculado y santo: pan de vida eterna y cáliz de eterna salvación.

Mira con ojos de bondad esta ofrenda y acéptala, como aceptaste los dones del justo Abel, el sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe, y la oblación pura de tu sumo sacerdote Melquisedec. Inclinado, con las manos juntas, prosigue:

Te pedimos humildemente, Dios todopoderoso, que esta ofrenda sea llevada a tu presencia, hasta el altar del cielo, por manos de tu ángel, para que cuantos recibimos el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo al participar aquí de tu altar, Se endereza y se signa diciendo:

seamos colmados de gracia y bendición. Conmemoración de los Difuntos. Con las manos extendidas dice: C3

Acuérdate también, Señor, de tus hijos Fray Felipe de Jesús Cueto, Manuel Samaniego Obispos y de todos los sacerdotes consagrados y laicos de la Diócesis de Cuautitlán que nos han precedido con el signo de la fe y duermen ya el sueño de la paz. Junta las manos y ora unos momentos por los difuntos por quienes tiene intención de orar. Después, con las manos extendidas, prosigue:

A ellos, Señor, y a cuantos descansan en Cristo, concédeles el lugar del consuelo, de la luz y de la paz. Junta las manos.

Con la mano derecha se golpea el pecho diciendo:

Y a nosotros, pecadores, siervos tuyos,

C4

Con las manos extendidas prosigue:

que confiamos en tu infinita misericordia, admítenos en la asamblea de los santos apóstoles y mártires Juan el Bautista, Esteban, Matías y Bernabé, Ignacio, Alejandro, Marcelino y Pedro, Felicidad y Perpetua, Águeda, Lucía, Inés, Cecilia, Anastasia, y de todos los santos; y acéptanos en su compañía no por nuestros méritos, sino conforme a tu bondad. Junta las manos. CP

Por Cristo, Señor, nuestro.

Por quien sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros. Toma la patena y el cáliz, los levanta y dice: CP

Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. La Asamblea aclama: Amén.

Rito de la comunión. Una vez que ha bajado el cáliz y la patena, el Obispo, con las manos juntas, dice:

Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza nos atrevemos a decir: Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:

Padre nuestro, que estás en el cielo… Solo el sacerdote, con las manos extendidas, prosigue diciendo:

Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que, ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. Junta las manos. El pueblo:

Tuyo es el reino, tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor. Después, con las manos extendidas, dice en voz alta:

Señor Jesucristo, que dijiste a tus apóstoles: “La paz les dejo, mi paz les doy”, no tengas en cuenta nuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia y, conforme a tu palabra, concédele la paz y la unidad. Junta las manos:

Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. El pueblo responde: Amén. Vuelto hacia el pueblo, extendiendo y juntando las manos, dice:

La paz del Señor esté siempre con ustedes. El pueblo responde:

Y con tu espíritu.

El diácono añade:

En Cristo, que nos ha hermanado, en su sacerdocio, dense la paz. Y todos, según la costumbre del lugar, se dan la paz. El Obispo da la paz al diácono y a los ministros. Después toma el pan consagrado, lo parte sobre la patena, y deja caer una parte del mismo en el cáliz diciendo en secreto:

El Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo, unidos en este cáliz, sean para nosotros alimento de vida eterna. Mientras tanto se canta o se dice: Cordero de Dios… A continuación el Obispo, con las manos juntas, dice en secreto: Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo y de tu Sangre, no sea para mí un motivo de juicio y condenación, sino que, por tu piedad, me aproveche para defensa de alma y cuerpo y como remedio saludable.

ORACIÓN DESPUES DE LA COMUNIÓN El Señor Obispo: Oremos.

S

eñor, que en la comunidad Cristiana de Cuautitlán, se mantenga siempre la integridad de la fe, la santidad de vida, el amor fraternal y la religión autentica y, ya que continuamente la alimentas con tu Palabra y con el cuerpo de tu Hijo, no dejes de guiarla y protegerla. Por Jesucristo, nuestro Señor. La asamblea responde: Amén. Los obispos de México reunidos en esta XCIX Asamblea Nacional del Episcopado, hemos visto urgente realizar una campaña de oración, pidiendo al Señor que ilumine a las autoridades para que tengamos leyes sensatas que reconozcan, respeten defiendan y promuevan la vida humana. Pido a todos los sacerdotes hacer esta oración en cada Eucaristía inmediatamente antes de la Bendición Final.

“Gracias, Padre bueno, por el don de la vida que nos has concedido. Te pedimos que la podamos vivir y ayudar a vivir, hasta la plenitud de Cristo. Concédenos que en nuestra Patria nos conduzcamos mediante leyes sensatas, que reconozcan, respeten, defiendan y promuevan toda vida humana, desde su concepción hasta su término natural”.

Virgen María de Guadalupe, Madre de la Vida, ruega por nosotros.

BENDICIÓN FINAL El Señor Obispo extiende las manos hacia el pueblo y dice:

El Señor esté con ustedes. Pueblo: Y con

tu espíritu.

El Señor Obispo:

Bendito sea el nombre del Señor. Pueblo: Ahora

y por todos los siglos.

El Señor Obispo:

Nuestro auxilio está en el nombre del Señor. Pueblo: Que

hizo el cielo y la tierra.

El Señor Obispo:

Dios, nuestro Padre, que nos ha congregado, los bendiga, los proteja y los confirme en su paz. Pueblo: Amén. El Señor Obispo:

Cristo el Señor, que quiere manifestar en ustedes por la vivencia de la Resurrección la fuerza renovadora del misterio Pascual, los haga auténticos testigos del Evangelio. Pueblo: Amén. El Señor Obispo:

El Espíritu Santo, les conceda la gracia de acrecentar en la Iglesia la verdadera comunión de fe y amor. Pueblo: Amén. El Señor Obispo:

Y los bendiga Dios todopoderoso,

Padre  Hijo 

y Espíritu  Santo. Pueblo: Amén.

DESPEDIDA Diácono:

En la paz de Cristo resucitado, anuncien a todos la alegría del Señor. Aleluya, aleluya. Pueblo: Demos

gracias a Dios. Aleluya, aleluya

El coro entona el

CANTO DE SALIDA.