ANIMASCION MISIONERA

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SIONAL JUV MI E L NI

LIG

“Curso Taller de Animación y Espiritualidad Misionera”

E M É XIC O

“Subsidio Liga Misional Juvenil 2013”

Obras Misionales Pontificio Episcopales de México, A.R.

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“Más bien, honren en su corazón a Cristo como Señor. Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza”. 1 Pe 3, 15

Queridos Jóvenes de la Liga Misional Juvenil Les saludo con alegría y esperanza en Cristo Misionero del Padre. Reciban un saludo cordial de parte de Mons. Fabio Martínez Castilla, Arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, responsable de la Dimensión Episcopal de Misiones; y del Pbro. Guillermo Alberto Morales Martínez, Director Nacional de las OMPE de México. La formación del discípulo misionero de Cristo es, sin duda alguna, una necesidad apremiante, el mismo Jesús formó a sus discípulos durante tres años, para que luego compartieran al mundo todo cuando habían aprendido de él, es por ello que la vida del misionero está siempre en un binomio que exige estar continuamente con el Señor y al mismo tiempo salir a anunciar la Buena Noticia. La Iglesia, nuestra Madre, desde siempre ha estado buscando medios y formas de llevar a todos el mensaje del Evangelio y de formar a quienes son enviados por ella misma como testigos del Señor, para ser prolongación de su amor. Así el testigo de Cristo, lejos de ser alguien que sólo adquiere conocimientos e ideas, es alguien que tiene una experiencia viva y personal del misterio de Cristo y su Misión. Queridos jóvenes discípulos y misioneros, el material que ahora ofrecemos desde las OMPE de México, pretende ayudar y fortalecer la formación teológica, espiritual y pastoral misionera que son un caminar dentro de la LMJ. El presente subsidio consta de 4 apartados de formación (Teología de la Misión, Espiritualidad de la Misión, Pastoral Misionera y CAM4 COMLA 9), cada uno con sus respectivos cuestionamientos y trabajo personal y de grupo, con la finalidad de que todos los miembros de los grupos puedan acceder a esta formación. 3

Los temas han sido tomados de los escritos de Mons. Esquerda Bifet, un gran teólogo de la Misión, un Misionero de corazón, quien nos ha compartido ya varios cursos en la Casa OMPE; otro de los temas es de la Pontificia Obra de la Santa Infancia, que habla profundamente de la espiritualidad misionera; y por último el cuarto apartado es tomado del subsidio del CAM 4 COMLA 9, que se llevará a cabo este año en Maracaibo,Venezuela, que nos ayudará a replantearnos el anuncio de la fe cristiana ante los retos de la postmodernidad fuertemente influenciada por una mentalidad secularista y cuyo reto es también la pluriculturalidad. Este subsidio fortalecerá los contenidos que ya ustedes, queridos jóvenes, poseen; y capacitará para responder a los retos que la Iglesia en América presenta; además será la oportunidad para compartir con todos los jóvenes estos temas de gran interés para nuestro apostolado misionero en las parroquias y diócesis. Deseo y pido a Dios que estos días de crecimiento y conocimiento de la Misión de Cristo, afiance su espíritu misionero y llenos del amor por nuestra Madre la Iglesia, seamos alegres propagadores de la fe. Que la Santísima Virgen María, estrella de la Evangelización; y nuestros patronos misioneros, Teresita del Niño Jesús y Francisco Javier, intercedan por cada uno de nosotros para imprimir en nuestro corazón el mismo amor que les llevó a la Misión.

Pbro. Gerardo Rodríguez Estrada Secretario Nacional de la Obra Misional Pontificia de la Propagación de la Fe Asesor Nacional de la Liga Misional Juvenil

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CURSO-TALLER DE ANIMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD DE LA MISIÓN Objetivo General Que el joven conozca los aspectos doctrinales fundamentales de la Teología, Espiritualidad y Pastoral de la Misión, así como una breve sistematización de la realidad misionera y de los retos que enfrenta la Iglesia para continuar la misión de Jesucristo por la salvación de todo el mundo. Objetivos particulares 1. Que el joven logre un conocimiento básico de los principios doctrinales y teológicos que fundamentan la acción misionera de la Iglesia. 2. Que investigue el fundamento bíblico de la misión y el desarrollo de la misma a lo largo de la historia de la Iglesia. 3. Que, apoyado en el Magisterio de la Iglesia y en la reflexión teológica y misionológica conozca los fines de la misión, así como los responsables de llevarla a cabo. 4. Que conozca las mediaciones a través de las cuales se realiza la misión hoy, así como los retos y perspectivas para el futuro y que identifique algunos elementos necesarios para una espiritualidad misionera. 5. Que vaya aplicando los conocimientos adquiridos para profundizar en el carisma y la misión del Discípulo Misionero desde su realidad Parroquial y Diocesana. Metodología 1. Realizar de acuerdo con el Director Diocesano de Misiones el Curso durante una semana, o en la modalidad que mejor convengan a la realidad y caminar misionero de la Liga Misional Juvenil en la Diócesis. 2. El Curso-Taller comprende cuatro bloques: Teología de la Misión, Espiritualidad de la Misión, Pastoral Misionera y Subsidio Didáctico Pastoral CAM 4. Respondiendo así al objetivo primordial de 5

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la formación misionera integral. Cada bloque puede ser dividido en 2 sesiones tratando de acomodar los tiempos de acuerdo a las posibilidades de cada Grupo o Diócesis. Es importante considerar terminar el Curso con la Eucaristía y que sea, de ser posible, la misma donde sea el Envío para la misión de verano. Cada joven es responsable de hacer las lecturas y participar adecuadamente en el curso taller, indagando en la bibliografía sugerida o en la red y en los documentos del Magisterio de la Iglesia. Durante el curso taller se irá haciendo un trabajo de reflexión personal y por equipos, que ayude a profundizar en los contenidos expuestos. Al término de cada bloque (Teología de la Misión, Espiritualidad de la Misión, Pastoral Misionera y Subsidio Didáctico Pastoral CAM 4), existen una serie de preguntas, que buscan ayudar a la aplicación de los contenidos y a la elaboración de un proyecto de animación misionera de la pastoral juvenil en la Parroquia y Diócesis. Entregarán, el coordinador y secretario del Curso, la lista de quienes han recibido tal formación al Director Diocesano y a las OMPE, dando la formalidad que ello implica. Recordando que la formación del Discípulo Misionero es importante dentro del proceso de la Liga Misional Juvenil, es necesario aprovechar este acontecimiento y buscar que nuestros grupos tengan una formación sólida.

CURSO DE ANIMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD MISIONERA GUÍA RÁPIDA El Curso de Animación y Espiritualidad Misionera (CAEM) de la Liga Misional Juvenil es una actividad de animación misionera con mayor impacto formativo, es en el que los grupos de la LMJ se alimentan de una sólida y profunda formación misionera. Tiene una duración de una semana y es el punto de partida para los jóvenes que parten a campo Misión durante el verano. Este evento permite que la animación misionera adgentes crezca en las Diócesis, Parroquias y Comunidades. Para que el Curso se pueda vivir y aprovechar lo mejor posible sería conveniente tomar en cuenta, de acuerdo a la realidad y posibilidades de los grupos, parroquias y diócesis, lo siguiente: Tabla general de requerimientos:  Buscar un espacio adecuado para realizarlo  Contemplar la oración litúrgica al inicio del curso cada día  Material de Papelería (Plumas, hojas, etc.)  Tener momentos de descanso entre las charlas y animación misionera  Que todos tengan el texto ya sea impreso o digital  Material para ambientación del lugar (Lonas, banderas, etc.)  Celebrar una eucaristía de clausura que podría ser la misa de envío para la misión de verano.

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COMISIONES

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Coordinador

Mantiene la comunicación con el Director Diocesano y con OMPE. Organiza los movimientos de cada comisión y actúa como responsable de todas las comisiones. Involucra a los demás jóvenes en la realización del curso y se apoya del Director Diocesano.

Secretario

Se encarga de mantener, conseguir y proporcionar el material de papelería antes y durante el curso. Lleva una bitácora de lo acontecido en el curso. Da la atención necesaria a los expositores (si los hay). Apoya al coordinador. Prepara ofrendas de agradecimiento a expositores, y participantes especiales. Es quien entregará un informe en conjunto con el coordinador del curso al Director Diocesano y a OMPE (quienes vivieron el curso, expectativas y aportes)

Tesorero

Si han de invertir recursos económicos, y en coordinación con el Director Diocesano, prever las actividades a realizar y llevar el control económico de gastos. Entregar informe al coordinador y Director Diocesano.

Espiritualidad

Es responsable de las actividades litúrgicas y de piedad, prepara la Eucaristía y la oración Laudes/ Vísperas de cada día. Puede elaborar manual de Oraciones. Organiza la Eucaristía Misionera de Clausura y se responsabiliza de las ofrendas que entregan los grupos (si los hay).

Alimentos

Si el curso se realizara durante varios días e implicara la organización de las comidas, hay que preverlo, buscando lo necesario y el lugar para comer. Esto implica una vez más una estrecha relación y diálogo con los Párrocos y el Director Diocesano.

Ambientación

Se encarga de prever y colocar con apoyo del equipo todo el material de ambientación en el lugar del evento.

Inscripciones

Mantiene un orden de todos los inscritos al curso, permanece con lista de participantes. Organiza la mesa de inscripciones y la entrega de material a cada participante.

Cronometrista

Determina de acuerdo al cronograma de actividades, los tiempos de cada actividad, para prever que cada actividad se realice en tiempo y forma. Es el encargado de establecer los tiempos a los expositores.

Servicios Generales

Antes del curso se encarga de la consecución de materiales diversos como: Equipo de sonido, extensiones, equipos de cómputo, herramientas, sillas, mesas, toldos, etc. Durante el curso mantiene las instalaciones donde se realiza el curso en buen funcionamiento. Se encarga de la limpieza del lugar, y de los insumos necesarios.

De acuerdo a los días y la programación que cada grupo o Diócesis realice para el Curso, las comisiones se incrementarán o se simplificarán, esta es solo un apoyo para la realización del mismo, lo más importante es que se haga en total coordinación con el Director Diocesano y los Párrocos, y que los grupos o miembros tengan acceso a esta formación, pues la misión nos pide dar razón de nuestra fe (Cf. 1 Pe 3, 15). 9

CAPÍTULO II MISIONOLOGÍA, TEOLOGÍA SOBRE LA MISIÓN Presentación:

Mons. Juan Esquerda Bifet

En el presente capítulo se resumen los contenidos de la reflexión teológica actual acerca de la misión y de la acción evangelizadora, también en su evolución histórica. Se ofrecen las bases de la “misionología”, señalando sus contenidos esenciales y su metodología. Se recuerdan las directrices principales del estudio: qué es la misión (teología), cómo realizarla (pastoral) y cómo vivirla (espiritualidad). Se da también una visión actual de las ciencias misionológicas, para poder constatar, en capítulos posteriores, cómo estas ciencias necesitan actualizarse y abrirse a nuevos horizontes. Los ámbitos nuevos de la misión “ad gentes” y los retos actuales estimulan para profundizar en las diversas dimensiones de la misionología, armonizándolas y abriéndolas a los nuevos horizontes de la misión. La evolución armónica de los estudios misionológicos invitan a no perder ningún paso ya dado por otros estudiosos en los años anteriores, pero también debe concretarse en un salto de calidad que va a marcar un nuevo hito para los siglos venideros.

I. MISIONOLOGÍA Y TEOLOGÍA El estudio de la “misionología” corresponde a una de las funciones esenciales de la teología, la cual intenta reflexionar sobre los fundamentos y contenidos de la fe (teología más sistemática o dogmática), en vistas a anunciarlos y comunicarlos (teología más pastoral), celebrarlos (teología más litúrgica), vivirlos (teología más moral y espiritual). La función misionológica de la teología es siempre científica, con variedad de derivaciones y matices. La misionología tiende al estudio de la naturaleza de la “misión”, poniéndola en práctica por medio la acción evangelizadora (“evangelización”)1. 1

Ver el final del cap.I, apartado V, sobre la elaboración de la reflexión misionológica. Cfr. J. BARREDA, Missionologia, o.c., cap.III (la misionología como ciencia) y IV (la misionología como ciencia teológica). También: D.J. BOSCH, Transforming Mission, o.c., parte 3ª, cap.12 (la misión como teología).

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El estudio misionológico puede concretarse en un tratado especial autónomo, con el mismo derecho con que han surgido otros tratados teológicos durante la historia. Pero también puede llegar a ser el “enfoque” misionero de todos los tratados, en vistas a fundamentar “los diversos aspectos de la misión” (RMi 2). Las dos posibilidades presentan ventajas y desventajas. El estudio de la misión y de la acción evangelizadora prepara a los apóstoles para estar “dispuestos a dar razón de la esperanza” (1 Pe 3,15): “La ciencia teológica, que busca la inteligencia de la fe respondiendo a la invitación de la voz de la verdad, ayuda al Pueblo de Dios, según el mandamiento del apóstol (cfr. 1Pe 3,15), a dar cuenta de su esperanza a aquellos que se lo piden” (VS 109).Todo estudio teológico tiende a presentar algún aspecto del Misterio de Cristo para profundizarlo científicamente, celebrarlo, anunciarlo, contemplarlo y vivirlo. Los estudios teológicos, por el hecho de girar en torno al Misterio de Cristo, se convierten en una llamada apremiante a la contemplación, a la perfección y a la misión. Tal ha sido la orientación dada por el concilio Vaticano II: “Hay que atender a que... todas las disciplinas filosóficas y teológicas se articulen mejor y que todas ellas concurran armoniosamente a abrir cada vez más las inteligencias de los alumnos al Misterio de Cristo, que afecta a toda la historia de la humanidad, influye constantemente en la Iglesia y actúa sobre todo por obra el ministerio sacerdotal” (OT 14). Entonces, todo apóstol,“a través del estudio... se adhiere a la Palabra de Dios, crece en su vida espiritual y se dispone a realizar su ministerio” (PDV 51). Sin una actitud relacional, que se concrete en adhesión personal y comprometida a Cristo, cualquier reflexión teológica no pasaría de ser un juego de palabras. Por esto, la reflexión teológica sobre la misión y sobre la evangelización, no puede partir principalmente de “conceptos” o de ideas personales, sino que analiza el hecho salvífico del misterio de Cristo, que es enviado, que evangeliza y que envía. Se constata, pues, el hecho de la fe, tal como se vive y predica en la Iglesia, para poder elaborar unos conceptos misionológicos claros y vitales. Los diversos tratados de la teología deben quedar abiertos a las respectivas funciones (sistemática, pastoral, litúrgica, misionológica, espiritual-contemplativa, etc.). Sin esta apertura, la reflexión teológica corre el riesgo de encerrarse en una madeja de teorías y opiniones que se desvanecen con el correr del tiempo, después de haber consumido en ellas muchas energías. Cuando la ciencia se hace servicio para profundizar en la fe, entonces se respeta el misterio de la revelación divina, que ilumina la realidad concreta y, de este modo, el estudio desarrolla la capacidad de reflexión, 11

vivencia, contemplación y misión. Cualquier tratado de teología necesita no perder sus raíces de fe, para poder abrirse a la dimensión del “misterio” divino, a la contemplación, al anuncio (kerigma) y a la misión. Precisamente por ello, la teología sistemática, en cualquiera de sus niveles, ha de inspirarse en la Palabra de Dios, la doctrina patrística, la liturgia, el magisterio y la fe del pueblo creyente. Según Santo Tomás, “toda teología está ordenada a alimentar la fe”2. En realidad, la Palabra de Dios, revelada, predicada, celebrada y vivida en la Iglesia, es la fuente de toda reflexión teológica. La reflexión teológica sobre la misión se inspira en la realidad misionera de Cristo y de sus Apóstoles3. Si la teología parte del proyecto de Dios en Cristo para la salvación de toda la humanidad, entonces recupera la perspectiva misionera. La dimensión misionera brota espontáneamente cuando mantiene el equilibrio entre la fe y la razón (“la fe busca la intelección”, “creo para entender”). La fe se hace vivencial y comprometida, en el campo de la perfección y de la misión, como “relación personal del creyente con Cristo en la Iglesia” (PDV 53)4. El conjunto de funciones de la teología (sistemática, pastoral, litúrgica, moral, espiritual, misionera...) se concreta en la “dimensión eclesial”, que “ayuda a desarrollar un grande y vivo amor a Jesucristo y a su Iglesia; este amor, a la vez que alimenta su vida espiritual, sirve de pauta para el ejercicio del ministerio” (PDV 53). El Misterio de Cristo viene a ser el punto de referencia de todo estudio teológico. Se estudian los contenidos de la revelación cristiana, para anunciar a Cristo como Dios, Hombre, Salvador; para celebrarlo hecho presente bajo signos salvíficos eclesiales; para vivirlo generosamente y para comunicarlo a cada persona y a toda la humanidad. Cuando la función misionera queda excluida o silenciada de los tratados teológicos, éstos pierden su fuerza dinámica, espiritual y evangelizadora. El Misterio de Cristo se estudia como: a) preexistente (como Verbo) con el Padre y el Espíritu Santo, constituyendo con ellos la fuente de la misión (tratado de Dios y de la Trinidad); b) preparado en la creación, en la historia y, de modo especial, en la revelación (tratado de la creación y de la revela2      In I Sent. q.1, a.2. 3      Cfr. Summa, I-II, q.41, a.7, ad 6. 4      SAN AGUSTIN, Sermón 43,7: “Procura entender para creer, procura creer para entender” (“intellige ut credas, crede ut intelligas”)

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ción); c) hecho presente, como Verbo encarnado, evangelizador y Redentor, muerto y resucitado (tratado de cristología); d) prolongado en la Iglesia y en los signos sacramentales (tratado de eclesiología, de sacramentos y de liturgia); e) viviente en el corazón del hombre y en la comunidad humana (tratado de gracia y virtudes, moral, espiritualidad); f) polo de un encuentro final de toda la humanidad al final de la historia (tratado de escatología). Todas estas facetas del estudio del Misterio de Cristo se abren a la misión universal (misionología). Si se estudia la teología con estas perspectivas, el apóstol descubre la necesidad de una formación inicial profunda y de una continuidad por medio de una formación permanente. La situación actual de la humanidad “exige cada vez más maestros que estén realmente a la altura de la complejidad de los tiempos y sean capaces de afrontar, con competencia, claridad y profundidad, los interrogantes vitales del hombre de hoy, a los que sólo el Evangelio de Jesús da la plena y definitiva respuesta” (PDV 56). El estudio teológico de todos los tratados en clave misionológica, exige una profundización por medio de un tratado específico y autónomo: la misionología. Ocurre lo mismo con los tratados de pastoral y espiritualidad, que reclaman, junto al enfoque general de toda la teología, un estudio peculiar. De hecho, el estudio de la misionología (o de las ciencias misionológicas en general) ha aportado perspectivas enriquecedoras a los diversos tratados de teología, especialmente en el campo de la cristología, eclesiología, escatología, antropología y soteriología. Al mismo tiempo, en vistas a poder responder a las exigencias de la evangelización, la misionología ha instado a profundizar en los estudios bíblicos, la historia de la Iglesia, el derecho, la pastoral ordinaria, la espiritualidad, las ciencias antropológicas y sociológicas. Cuando se estudian los diversos tratados teológicos con profundidad, se advierte fácilmente la necesidad de una especialización en otros campos relacionados: la liturgia, la pastoral, la espiritualidad, la misionología. Cabría distinguir entre la “teología de la misión” (tratado de misionología) y la “teología misionera” (toda la teología en su dimensión misionera). La dificultad de esta última (“teología misionera”) estriba en que la misión “ad gentes” (precisamente la “misionología”) necesita una atención especial, más allá de una dimensión misionera en general. A veces, se ha llamado a la “misionología” (que, como veremos luego, es relativamente moderna), “madre de la teología”5. Ello no significa una 5      D.J. BOSCH, Transforming mission, o.c., primera parte, cap.1.

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preponderancia científica o práctica sobre los otros tratados teológicos, sino simplemente la constatación de que el enfoque misionero (no propiamente la “misionología” como ciencia moderna) ha sido el detonante en los estudios teológicos de los primeros siglos de la Iglesia. Efectivamente, durante la época patrística se reflexiona sobre la fe, principalmente para poder presentarla en el ambiente cultural e histórico de la época. Esta realidad subsiste de modo permanente. La teología empezó y debe seguir siendo misionera y contemplativa.6

II.TERMINOLOGÍA Y REFLEXIÓN MISIONOLÓGICA: Al adentrarse en el tratado de Misionología, como ocurre en otros tratados teológicos, el estudioso se encuentra con una terminología o nomenclatura especial: “misión”, “evangelización”, misión “ad gentes”, comunicar o “propagar” la fe, “plantar” la Iglesia, sectores o países de misión (“las misiones”), “misionografía” (descripción de la realidad y de las situaciones misioneras), pastoral y espiritualidad misionera, etc. La terminología, aunque sea válida, es siempre perfeccionable. Lo importante es no perder los contenidos, es decir, la realidad de la revelación que ilumina y da una respuesta a la realidad humana y sociológica concreta. Los términos básicos de la misionología son “misión” y “evangelización”, como términos análogos, cuyo significado refleja una complementariedad. La “misión” es el acto de enviar o también el hecho de recibir un encargo. La “evangelización” indica el objetivo de la misión, a modo de acción que hay que realizar7. Como substantivos (“misión”, “evangelización”), los términos no se encuentran en los textos bíblicos. En estos textos, se usan más bien los términos “enviado”, “enviar”, “evangelizar” (cfr. Lc 4,18). Lo importante es la realidad que se quiere expresar, la cual pertenece a los contenidos de la revelación. El término “misión”, como substantivo, se usa con San Ignacio de Loyola (s. XVI) y a partir de la fundación de la Congregación de “Propaganda Fide” (s. XVII); en el siglo XIX se usa en el contexto de la reflexión teológica. 6      La encíclica Redemptoris Mater n.23, nota 47, cita la frase de Orígenes: “Los Evangelios son las primicias de toda la Escritura, y el Evangelio de Juan es el primero de los Evangelios; ninguno puede percibir el significado si antes no ha posado la cabeza sobre el pecho de Jesús y no ha recibido a María como Madre” (Comm. in Ioan., 1,6: PG 14, 31). 7      Ver los contenidos bíblicos de “misión” y “evangelización” en el apartado siguiente (contenidos bíblicos de las nociones básicas).

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El substantivo “evangelización” es del siglo XIX y tiene origen en los teólogos de la reforma (que, a veces, usan el término evangelismo); pero en los documentos magisteriales conciliares (LG, AG) y postconciliares (EN, RMi) el término evangelización es ya de uso frecuente.8 Más que una disquisición sobre los términos (misión, evangelización), se necesita un estudio sobre la realidad contenida en la revelación, la cual se inserta en la realidad humana sociológica e histórica. Esta realidad, en los textos escriturísticos, se expresa con términos diversos y complementarios: enviar, evangelizar, proclamar, anunciar, transmitir, testimoniar... Se trata de un contenido polivalente expresado en un contexto más rico que el de las mismas palabras. Es la misión que Jesús realizó y que encargó a su Iglesia. Es misión que tiene origen en Dios Amor (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y que se manifiesta especialmente a partir de la Encarnación y de la Redención (misterio pascual), en vistas a la salvación plena de toda la humanidad. Esta misión se realiza en la práctica (según los textos inspirados del Antiguo y del Nuevo Testamento) por medio de la creación (que tiene su origen en el amor de Dios) y la revelación divina en la historia (como historia de salvación), manifestándose de modo especial como voluntad divina salvífica universal, comunicada por “enviados” de Dios. El mismo Dios, que es el origen fontal de esta misión salvífica, ha enviado a su Hijo en la plenitud de los tiempos.9 La misión, pues, tiene origen en Dios, se comunica ahora por Cristo su Hijo y lleva la impronta de la acción salvífica del Espíritu de amor. Dios mismo encarga esta misión para que se realice su acción salvífica en la creación y en la historia, en vistas a una salvación plena y universal, por medio de Jesucristo su Hijo hecho hombre por nosotros, muerto y resucitado, presente en la Iglesia, que lleva a su cumplimiento y plenitud todos los dones de Dios dados a la humanidad durante toda la historia. Esta realidad salvífica de la misión, como todos los demás contenidos de la revelación, es susceptible de estudio objetivo por medio de conceptos adecuados. El teólogo reflexiona la fe a partir de la palabra revelada y de las resonancias eclesiales de la misma en la predicación y magisterio, en la celebración litúrgica y en la vivencia de los fieles.10 8      Cfr. A. WOLANIN, Teologia della missione, o.c., n. 2 (conceptos de misión y de evangelización). 9      Ver las conclusiones y síntesis doctrinal de: D. SENIOR, C. STRUHLMÜLLER, Biblia y misión, o.c., III. 10      El estudio de la misión tiene diversos “momentos”: teológico, histórico-antroplógico,

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La “misionología” es, pues, el tratado teológico y pastoral que estudia la “misión” como envío de parte de Dios, y su puesta en práctica como “evangelización”. La nomenclatura o terminología puede ir variando: misionología, teología misionera, ciencias de la evangelización... Pero no cabe duda sobre la legitimidad de este tratado específico, que ya ha recorrido más de un siglo.11

III. CONTENIDOS BÍBLICOS DE LAS NOCIONES BÁSICAS: MISIÓN Y EVANGELIZACIÓN En el Antiguo Testamento, la acción de “enviar” (cuando se trata de contexto religioso), se concentra en alguna persona enviada con un encargo de parte de Dios. Pueden ser los mismos “ángeles” (“enviados”) o, de modo más específico, Moisés y los profetas (especialmente Samuel, Natán, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Ageo, etc.). La acción de enviar (“saliah”) está relacionada frecuentemente con el anuncio o palabra (“dabar”), que es don de Dios, y con la acción del Espíritu Santo (“ruah”). Por esto, Dios asegura su protección y su misma presencia, puesto que se trata de una acción salvífica y de la transmisión garantizada de su mensaje. La misión reclama, por parte del enviado, obediencia y servicio.12 Estos “enviados” por Dios recibían el Espíritu para poder hablar en su nombre y con su fuerza. Se recibe la “fuerza” del Espíritu (ruah) (cfr. Gen 1,2), para cumplir la misión (saliah) (cfr. Jer 1,7; Ecli 48,12) de anunciar la palabra (dabar) (Ez 3,10). Los profetas reciben la misión para ejecutarla con la fuerza del Espíritu, el cual les hace hablar, juzgar, salvar (cfr. Jer 1,7; Ez 3,10; Deut 34,9; Eccli 48,12). Ellos son como la prolongación de quien les envía. Por esto son testigos de una presencia salvífica de Dios que abarca el universo entero (cfr. Is 59,19ss).13 En el Nuevo Testamento, el término “enviar” se expresa con los vocablos “apostello”, “apostellein”, “apostolos”, “pempo”, “pempein”, que cristológico, pneumatológico, comunitario-eclesiológico, etc. Cfr. E. BUENO, Dimensión misionera del objetivo teológico, en: La misionología hoy, o.c., pp.13-75. 11      La expresión “misionología”, como ciencia teológica sobre la misión, tiene ciertas variantes en otros idiomas (¿”misiología”?, ¿”misionología”?). Ver: J.A. BARREDA, Missionologia, o.c., pp.9093. 12      Cfr. E. BUENO, Misión/misión ad gentes, en: Diccionario de Misionología, o.c., 605-611; A. WOLANIN, Missione, en: Dizionario di Missiologia, o.c., 367-373. 13      De modo especial, los profetas eran, según San Cirilo, “portadores del Espíritu”: In Joann. Evang. 5, cap. 2: PG 73,752. Cfr. J. LOPEZ GAY, El Espíritu Santo y la misión (Bérriz, 1967).

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tienen un significado análogo, aunque con diversos matices complementarios. El “enviado” (“apostolos”) recibe un encargo, que, de algún modo, está relacionado con el mensaje y la acción salvífica de Jesús. Aparecen, pues, también los tres aspectos veterotestamentarios, con un sentido más profundo (“saliah”, “dabar”, “ruah”), porque se anuncia a Cristo, Hijo de Dios, que nos salva con su muerte y resurrección, comunicándonos la vida y fuerza nueva en el Espíritu Santo.14 Jesús, que es ungido y enviado por el Espíritu (Lc 4,18), al leer en la sinagoga de Nazaret el texto de Is 61, deja entrever los tres aspectos de la misión “espiritual” del profeta: ha sido enviado con la fuerza (y unción) del Espíritu, para anunciar la buena nueva a los pobres. Es la misma misión que comunicará a los Apóstoles (cfr. Jn 20,21-23), quienes también serán acompañados con la fuerza del Espíritu para anunciar el evangelio (cfr. Lc 24,48-49; Act 1,8). Esta “fuerza” del Espíritu les urgirá a anunciar la Palabra de Dios de modo irresistible (cf. Act 3,29; 4,8-13.31). Se trata de un envío o de un enviado para realizar un servicio del Reino de Dios, con poderes recibidos del mismo Dios (o de Jesús), quien está presente apoyando al enviado. El envío es para un objetivo concreto salvífico. Está relacionado con un mensaje y con la fuerza del Espíritu, para hacer patente el hecho y el significado de la encarnación y de la redención (muerte y resurrección de Jesús, su misterio pascual). Es misión que viene de Dios, por Jesucristo, comunicada a la Iglesia para continuar la misma misión de Cristo, y poder llegar al hombre concreto en sus circunstancias históricas y socio-culturales. Jesús resucitado comunica su misma “misión” o “envío” a los suyos. Toda la comunidad eclesial es enviada, pero especialmente los colaboradores más estrechos de Jesús (los “Apóstoles”). Pablo es el “apóstol” por antonomasia, quien se describe frecuentemente con este título (“apóstol de Jesucristo”), unido al de “servidor”, para anunciar el evangelio.15 El término “evangelizar” (“euangelizomai”) significa el “anuncio de la Buen Nueva”. Se trata de anunciar (“angello”) el gran gozo (“eu”) de que Cristo es el Salvador esperado. El “apóstol” es enviado para anunciar este mensaje, es decir, para “evangelizar” (cfr. Mt 2,5; Lc 2,10; 7,22). Los “evangelistas” (“euangelizesthai”) escribieron, inspirados por el Espíritu Santo, este mismo mensaje. El término está íntimamente relacionado con el término 14      En el Nuevo Testamento, los términos “enviar” y “evangelizar” se emplean como verbos (cf. Lc 4,18). El substantivo (“misión”, “evangelización”) no es expresión bíblica, como hemos indicado más arriba. Ver los textos del “envío” en el cap.I de nuestro estudio: en Jesús, en sus apóstoles, en la Iglesia primitiva y en el caso paradigmático de Pablo. cfr. J. BARREDA, Missionologia, o.c., 15-29. 15      Ver el cap.I de nuestro estudio (Jesús enviado, evangelizador, que envía; Iglesia primitiva; Pablo). Ver también la dimensión pneumatológica de la misión en el cap.VI.

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“enviar” (“misión”). Incluye el contenido que se debe anunciar, la acción de anunciar y a veces a los evangelizadores (enviados para el anuncio) (cfr. Rom 10,25 citando Is 52,7; 1Cor 1,17). El término “evangelización”, como substantivo, se comenzó a usar en el siglo XIX y es común en los siglos XX-XXI. A veces, se usa el término “evangelismo” como término análogo. Pertenece a la naturaleza de la Iglesia (AG 1 y 6), modelada por la misión y la evangelización. Es un contenido central en los documentos magisteriales (que veremos luego): Ad Gentes, Evangelii Nuntiandi, Redemptoris Missio. La exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi expone los diversos significados de la palabra “evangelización”: Cristo evangelizador, Iglesia evangelizadora (6-16), significado (17-24), contenido (25-39), caminos (40-48), destinatarios (49-58), agentes (59-73), espiritualidad (74-80). Ya en el Antiguo Testamento es un mensaje de gozo, anunciado de parte de Dios, siempre con la línea de esperanza (cfr. Is 52,7). En el Nuevo Testamento, se anuncia el mensaje referente a Jesús (su persona y su doctrina), como fuente de gozo salvífico (cfr. Lc 1,19; 2,10; 3,18; 4,18 y 4,43; Lc 7,22 y 8, 1; Lc 9,6; Mt 11,5). El mensaje evangélico se anuncia con fuerza y audacia (cfr. Act 4,31; 5,42).16

IV. IMPORTANCIA, ACTUALIDAD, OBJETIVO Y SISTEMATIZACIÓN DE LA MISIONOLOGÍA La importancia de la misionología aparece en los mismos contenidos de los términos “misión” y “evangelización”, anteriormente expuestos. Estos datos de revelación constituyen la naturaleza misionera de la Iglesia. En este sentido, el tema es siempre importante y actual. Pero la aplicación del tema a las circunstancias sociológicas, culturales e históricas, indica una actualidad permanente y siempre nueva, de adaptación y de inserción, tomando como analogía el misterio de la encarnación del Verbo en las circunstancias humanas de su época.

16      Sobre el término “evangelizar”, “evangelización”, ver: J. BARREDA, Missionologia, o.c., 30-42. Cfr. R. CALVO PEREZ, Evangelización, en: Diccionario de Misionología, o.c., 378-384; R. FABRIS, Evangelio, en: Nuevo Diccionario de Teología Bíblica (Madrid, Paulinas, 1990) 587-608; J. LOPEZ GAY, Evolución histórica del concepto de evangelización, en: Evangelazation. Documenta Missionalia 9 (Roma, Pont. Università Gregoriana, 1975) 161-190; G. FRIEDRICH, Euangelízomai, en: Grande Lessico del Nuovo Testamento (Brescia, Paideia, 1967) III, 1023-1059; E. NUNNENMACHER, Evangelizzazione, en: Dizionario di Misiologia, o.c., 245-252; J.A. RAMOS, Teaología pastoral (Madrid, BAC, 1994) cap.XI (la evangelización, acción de la Iglesia).

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La misionología, además de estudiar los propios contenidos, es, al mismo tiempo, una ciencia interdisciplinar, porque tiene que armonizar su estudio con las aportaciones de la teología, filosofía, historia, antropología cultural, sociología, historia y teología de las religiones, psicología, ciencia de las comunicaciones, etc. Sólo así puede responder a un problema “global”, que es siempre intercultural e interreligioso. La importancia aflora también y de modo especial cuando se tiene en cuenta su relación con la renovación misionera y eclesial, que necesita una base teológica, en vistas a su aplicación pastoral y a su vivencia espiritual. Los conceptos del tratado de Misionología están en estrecha relación con el significado de la revelación cristiana y de salvación en Cristo. El estudio se mueve en diversas direcciones y dimensiones: desde del origen fontal de la misión (la Trinidad) hasta la realización en Cristo (encarnación y redención), ahora por medio de su Iglesia que se encuentra en circunstancias culturales e históricas. De ahí surgen las diversas dimensiones o perspectivas, que deben armonizarse sin tergiversarlas y sin exclusivismos o unilateralismos. Los acentos y las explicaciones teóricas de cada época pueden servir de estimulantes para profundizar y armonizar todas las dimensiones de la misión y de la evangelización. La misión proviene siempre de Dios (“missio Dei”), que ha enviado a su Hijo concebido por obra del Espíritu Santo (misión trinitaria, cristológica y pneumatológica). Es la misión que Cristo ha confiado a su Iglesia (misión eclesiológica) y que ha insertado en el mundo y en la historia (misión “ex creatione”, misión inculturada, insertada, etc.). Sin excluir las preferencias de cada estudioso y también las preferencias o urgencias del momento, hay que tener un sentido más “global” o “holístico” de la misión, la cual no excluye ninguna perspectiva.17 El objetivo del la Misionología es llegar a una realización de la misión y de la evangelización de un modo más auténtico y adecuado. “Evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo, mediante el Espíritu Santo” (EN 26). Se trata de anunciar el amor de Dios que se transparenta en la creación, en la historia y, de modo especial y armónicamente, en la redención realizada por Jesús. Los contenidos de la misión (y evangelización) indican una gran riqueza de aspectos, que constituyen un proceso o “paso complejo con elementos variados” (EN 24), pero en el que pueden apreciarse fácilmente unos elementos esenciales: “Renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los 17      Cfr. E. BUENO, Holismo, en: Diccionario de Misionología, o.c., 465-467.

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signos, iniciativas de apostolado. Estos elementos pueden parecer contrastantes, incluso exclu­sivos. En realidad son complementarios y mutuamente enriquecedo­res” (EN 24). Se trata concretamente de “anunciar a Cristo a aquellos que lo ignoran, predicación, catequesis, bautismo..., sacramentos” (EN 17).18 Los elementos básicos y los aspectos complementarios de la misión y acción evangelizadora, trazan un camino dinámico: a) el anuncio (y testimonio) de Cristo muerto y resucitado; b) la proclamación de la salvación integral y universal de la persona humana y de toda la humanidad en Cristo; c) la llamada a la adhesión personal a Cristo (por la fe), que es proceso de apertura de todo el corazón a los nuevos planes de Dios (conversión); d) la invitación a entrar a formar parte (por el bautismo) de un nuevo pueblo o comunidad eclesial (Iglesia visible); e) la invitación a celebrar y participar de unos signos salvíficos (sacramentales) y medios concretos; f) la necesidad de insertarse en la realidad humana histórica y socio-cultural, para llevarla a una trascendencia de plenitud en Cristo en su Reino definitivo (construcción de la comunidad eclesial concreta). Estos elementos son también otros tantos medios de acción pastoral misionera. El anuncio y testimonio, como proclamación y llamada, se dirige a los no creyentes, a los no cristianos, a una sociedad concreta (secularizada o no) y a todos los que ya creen y que, al mismo tiempo, necesitan una reafirmación y renovación continua. Se estudia, pues, cómo es el proyecto salvador de Dios para toda la humanidad. Todo tiende a la realización de la “gloria” de Dios, como consecución de su proyecto para la vida integral de todo ser humano. Así la misión apunta a conseguir la “gloria de Dios”, puesto que la creación y la historia, bajo la acción divina, tienden hacia “la revelación de los hijos de Dios” (Rom 8,19), cuando todo, en Cristo, será “alabanza de su gloria” (Ef 1,6), y Cristo podrá presentar al Padre todas las cosas y toda la humanidad como “expresión” o “gloria” suya. Todo hombre está llamado a ser imagen de Dios, insertado en Cristo, quien es imagen personal de Dios (cf. Col 1,15) y “esplendor de su gloria” (Heb 1,3).19 18      Evangelii nuntiandi (nn. 7-12) señala unos “elementos esenciales”: el anuncio del Reino de Dios, el anuncio de la salvación liberadora, la llamada a la conversión, la predicación infatigable, los signos salvíficos. Son los mismos objetivos señalados por Redemptoris Missio con el nombre de “caminos de la misión” (RMi cap.V). 19      El tema de la “gloria de Dios” ha sido poco estudiado en relación con la misión. Tendría que ser un tema básico de la misionología, aunque, de suyo, se estudia en el tratado teológico sobre Dios. Pueden verse los comentarios a AG 4-6 y LG 2-4. Ver: M.J. LE GUILLOU, Dieu de la gloire, Dieu de la croix, en: Evangelizzazione e Ateismo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1981) 165-181. Ampliamos el tema de la “gloria de Dios” en el cap.III, apartado V,6.

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Los estudios teológicos y, consiguientemente, también la misionología, tienden a entrar en el misterio de Dios, sin olvidar la realidad humana concreta. El estudio no puede quedar sólo en explicar y fundamentar conceptos, sino que tiene que pasar al terreno práctico de la acción misionera. Por esto, la misionología tiene una parte más sistemática o dogmática y otra más práctica, descriptiva, de acción pastoral y de vivencia. Así se puede hablar de teología, de pastoral y de espiritualidad de la misión, en una perspectiva sapiencial de armonía equilibrada. El mismo tratado de misionología, al evolucionar en la profundización, no sólo se ha ido abriendo a los aspectos teológicos, pastorales y espirituales, sino que ha tenido que adentrarse en estudios complementarios y auxiliares (historia, derecho, etnología y antropología, fenomenología de la religión y religiones, etc.). La teología misionera, con la ayuda y complementación de estas otras disciplinas, ha profundizado mejor en su derivación dogmática o sistemática, así como en su orientación hacia la acción pastoral y la espiritualidad. Pero las tres funciones (dogmática, pastoral y espiritual) se postulan mutuamente y deben presentarse armónicamente para realizar una evangelización sin fronteras, como corresponde a la naturaleza de la Iglesia. Esta orientación dogmática, pastoral y espiritual no significa que la misionología tiene que especializarse en todos los temas de cristología, eclesiología, pastoral, espiritualidad, etc., sino que, teniéndolos en cuenta y respetando su propio campo, ha de ofrecer la apertura a la misión universal. Los documentos magisteriales actuales (que veremos más abajo) ofrecen material abundante sobre la naturaleza teológica de la misión, la misionografía, la cooperación y animación misionera, la pastoral misionera y la espiritualidad misionera. La derivación pastoral de la misionología no significa hacer un doblaje con el tratado de pastoral ordinaria. Algunos temas son comunes (en línea profética, litúrgica, diaconal y hodegética o de dirección); pero la misionología los enfoca hacia la misión universalista “ad gentes” y hacia la “plantatio Ecclesiae” o construcción armónica y suficientemente madura de la Iglesia local hasta hacerla misionera sin fronteras. La misionología tiene sus propios fundamentos, objetivos, metodología, recursos o medios, etc. Pero necesita una base eclesiológica, a partir de la naturaleza misionera de la Iglesia. El término “teología pastoral” ya lo empleó San Pedro Canisio (1521-1597), pero como tratado para ser explicado en las aulas, tuvo origen en un decreto de la emperatriz María Teresa de Austria (1774), en vistas a 21

la reforma de los estudios eclesiásticos y a la práctica concreta de la acción pastoral.20 Los misionólogos han ido elaborando los contenidos de la misionología, ofreciendo una sistematización de los temas, que corresponde también a una época histórica de continuos cambios. Lo importante es no olvidar ninguno de los contenidos básicos, que podrían resumirse en los siguientes: descripción de la realidad (misionografía), historia, fundamentos (Biblia, tradición...), base teológica, práctica pastoral, espiritualidad, cooperación, medios, etc.21 Naturalmente que esto supone adentrarse, previa o también simultáneamente, en las disciplinas bíblicas, teológicas, filosóficas, fenomenológicas, antropológicas, pedagógicas, pastorales, catequéticas, espirituales. Se trata de presentar la salvación universal de Cristo, la naturaleza misionera de la Iglesia, el contexto religioso y cultural. Pero todo depende del concepto de “misión” y de “evangelización” que se tenga, así como de la evolución histórica de cómo se ha evangelizado. Se podría distribuir la parte principal de la misionología en los tres apartados de teología, pastoral y espiritualidad. Al apartado más teológico o dogmático le podrían corresponder estos temas: aspectos trinitarios, cristológicos, pneumatológicos, salvíficos y eclesiológicos de la misión.Al apartado más pastoral: implantación de la Iglesia, anuncio del Reino, testimonio, celebración litúrgica, servicios de caridad, construcción de la comunidad, animación misionera, cooperación, etc. Al apartado de la espiritualidad: vocación misionera, fidelidad al Espíritu, sentido y amor de Iglesia, contemplación (experiencia de Dios), virtudes y carismas, vida comunitaria, espiritualidad mariana.

20      Cfr. J. ESQUERDA BIFET, Pastorale per una Chiesa missionaria (Roma, Pont. Universidad Urbaniana, 1991); C. FLORISTAN, M. USEROS, Teología de la acción pastoral (Madrid, BAC, 1968); S. PINTOR, L’uomo via della Chiesa, elementi di teologia pastorale (Bologna, EDB, 1992); R. PRAT I PONS, Tratado de Teología Pastoral. Compartir la alegría de la fe (Salamanca, Secretariado Trinitario, 1995); J.A. RAMOS, Teología pastoral (Madrid, BAC 1994). Ver el cap.IX de nuestro estudio

(dimensión pastoral de la misión).

21      Para cualquier tema misionológico, ver el elenco bibliográfico anual, que recoge todas las publicaciones que interesan a la misionología y a sus ciencias auxiliares: Bibliographia missionaria (Roma, Pont. Univ. Urbaniana). Para algunos datos más sobre el desarrollo de la misionología, según autores y épocas, ver: J. BARREDA, Missionologia, o.c., 167-186. Algunos autores distribuían así la materia: causa eficiente (Cristo enviado por el Padre y el Espíritu, y que envía a los Apóstoles), causa material (a toda la creación, a todas las personas, pueblos y culturas), causa formal (mediante la predicación y el bautismo), causa final (llamando a la conversión y entrar en la Iglesia).

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En cuanto a los principios fundamentales, se puede estudiar la misionología conjuntamente en su dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica y eclesiológica, sin olvidar la dimensión sociológico-cultural y antropológica: - causa última de la misión: “el amor fontal o caridad de Dios Padre” (AG 2); - misión constitutiva, fundacional y original: el Padre envía al Hijo; el Padre y el Hijo envían al Espíritu Santo; - misión realizada por Cristo de modo visible (encarnación, redención, misterio pascual) con los signos visibles de la misión invisible (gracia) del Espíritu Santo; - misión consecuente, continuada y participada en la Iglesia, que es fruto y efecto de la misión constitutiva y de la misión realizada por Cristo, para el hombre en sus circunstancias concretas. En cualquier exposición misionológica, habrá que reconocer “la confluencia de la misionología en la eclesiología y la inserción de ambas en el designio trinitario de salvación” (RMi 32). Por esto, en el interior mismo de la misionología, se ha querido profundizar en el misterio trinitario, visto como fuente de la misión. Esta perspectiva más “teológica” (“vertical”: descendente y ascendente) ha puesto una nota de equilibrio entre la dimensión cristológica (salvífica) y eclesiológica de la misión, con repercusiones positivas en el momento de apreciar los valores de la creación. El apartado de la misionología que describe la realidad misionera en todos sus aspectos, se llama misionografía o misiografía. Tiene como objetivo no solamente presentar y valorar las estadísticas, sino analizar las situaciones, los ambientes o niveles y los retos de la evangelización actual. La realidad de gracia, que tiene lugar en la misión, no siempre es constatable por medio de análisis sociológicos. La misionografía actual sigue estas líneas básicas: describir el panorama misionero actual con las situaciones que interpelan, el crecimiento y la vitalidad de las Iglesias jóvenes; señalar los caminos más urgentes de la evangelización (importancia de la espiritualidad, comunión intereclesial, inculturación, servicio a los pobres, diálogo interreligioso).22 22      Cfr. J. DINH DUC DAO, Misiografía, en: Misión para el tercer milenio, o.c., 2741; Idem, Missiografia, en: Dizionario di Missiologia, o.c., 343-349. Las estadísticas pueden ser indicativas, como apartado especial de la misionografía. En el año 2005, la población mundial se calcula en 7.851.455.000 habitantes. No cristianos, 5.210.790.000. Cristianos, 2.640.665.000. Católicos, 1.336.38.000. Musulmanes, 1.825.283.000. Hinduistas, 806.884.000. Budistas, 457.048.000. Fieles de las religiones tradicionales, 270.210.000. Sikhs, 31.985.000. Del hebraísmo, 16.895.000. Datos sacados de Instrumentum Laboris (Sínodo sobre la Eucaristía, 2005). Ver éstos y otros datos en: International Bulletin of Missionary Researchs 28 (New Haven 2004) 24-26. Más datos en: Z. STEZYCKI, Atlas Hierarchicus, Descriptio geographica et statistica insuper notae historiae Ecclesiae Catholicae (Mödling Bei Wien, St. Gabriel-Verlag, 1992).

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V. DIMENSIONES DE LA MISIONOLOGÍA La misión (y evangelización) puede estudiarse desde diversos puntos de vista o dimensiones. La reflexión teológica, por el hecho de querer entrar en la verdad revelada, se expresa por medio de conceptos, pero, en realidad, va más allá de ellos. En cierto modo, se podría hablar de aproximaciones objetivas, en cuanto que los conceptos pueden ser válidos e incluso necesarios, pero el misterio divino es siempre más allá de lo expresado por conceptos y palabras humanas. La realidad salvífica de la misión se aborda, pues, desde diversas perspectivas o dimensiones. Siempre es la misión, como tal y como realidad revelada, que necesita expresarse con términos humanos. No es el pensamiento humano que elabora la misión, sino que es la misión la que ayuda al pensamiento humano a expresarse autónomamente. Encontramos siempre, en todos los tratados teológicos, la realidad salvífica de la fe que respeta la autonomía de la razón. Pero ésta no puede dominar o manipular a su antojo los contenidos de la fe. El mejor modo de entrar en el estudio de la misión, es el de encuadrar esta realidad salvífica (misión, evangelización) en unas perspectivas o dimensiones. A la luz del misterio trinitario (origen fontal de la misión), la misión se adentra en el misterio pascual de Cristo, que da origen y sentido al misterio eclesial y descifra el misterio del hombre, de su mundo y de su historia. Son, pues, muchas las dimensiones con que puede abordarse la misionología.Todos ellas son complementarias, como uno de tantos puntos de vista. Por esto conviene tener una visión “holística” de las diversas dimensiones, sin exclusivismos ni preferencias exageradas. Leyendo la abundante bibliografía actual, se pueden apreciar especialmente las siguientes:Teológica (trinitaria, cristológica, pneumatológica, eclesiológica), pastoral, antropológico-salvífica, espiritual. Todas estas dimensiones se encuadran en la historia de salvación (dimensión salvífica). Toda reflexión teológica auténtica es una hipótesis de trabajo, con aportaciones válidas y, al mismo tiempo, perfectibles. Son pasos de Iglesia peregrina y misionera. Si hoy, en el inicio del tercer milenio, parece que comienza una nueva época para la misión, la reflexión misionológica tiene que abrirse, sin prescindir ni infravalorar los pasos ya dados precedentemente. Eran pasos de peregrino, que continúa su camino entre un “ya” y un “todavía no”.

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Las situaciones misioneras nuevas se afrontan profundizando la revelación, para analizar e iluminar la realidad histórica, eclesial y sociológica. Es necesario aquilatar mejor el estudio bíblico de la misión, porque la Palabra de Dios se actualiza e inserta en las culturas, imitando la actitud de los evangelistas y de los Santos Padres. La reflexión teológica y, de modo especial, la misionológica, es un ensayo permanente, con luces y sombras, que conviene releer aprovechando lo positivo y aprendiendo a corregir lo negativo y lo imperfecto. En el cuerpo armónico de la reflexión misionológica se puede observar un avance continuo sobre qué es la misión (teología más dogmática), cómo llevarla a término (teología más pastoral) y cómo hacerla vida propia en actitudes de disponibilidad (teología más espiritual). En cada uno de estos campos misionológicos, cabe afrontar la misión desde diversas dimensiones, todas ellas encuadradas en la historia de salvación): La dimensión trinitaria recuerda que la misión procede de Dios Amor, uno y trino, quien providencialmente orienta por caminos misteriosos a toda la humanidad hacia él. Dios uno y trino es, por tanto, el objetivo final de la misión. La misión es iniciativa y don de Dios, y se realiza en el dinamismo trinitario de Dios Amor. El origen fontal de la misión es el amor del Padre, manifestado por su Hijo Jesucristo y comunicado en el Espíritu Santo. La comunión divina trinitaria es la imagen que moldea a todo corazón humano y a toda la humanidad. La Iglesia es expresión y fermento de esta comunión universal.23 La dimensión cristológica indica que la misión de Dios Amor (“missio Dei”) se ha manifestado de modo peculiar por medio del Hijo de Dios, “el enviado” para “evangelizar a los pobres” (Lc 4,18). La misión de Jesús se concreta en realizar “el mandato del Padre” (Jn 10,18). El Señor vino del Padre y vuelve al Padre (cfr. Jn 16,28), enrolando a toda la humanidad redimida en esta marcha histórica. En este sentido, Cristo es el centro de la misión, que él recibió del Padre y que cumplió con la fuerza del Espíritu, para “recapitular todas las cosas” en él (cfr. Ef 1,10).24 La dimensión pneumatológica presenta la misión bajo la acción del Espíritu Santo, que orienta toda la creación y toda la historia ya desde el principio (cfr. Gen 1,2).Toda la vida y mensaje de Jesús se mueven en esta dirección pneumatológica. El Señor, concebido por obra del Espíritu Santo en el seno de María (Lc 1,35),“ungido y enviado por el Espíritu” (Lc 4,18),“pasó haciendo el bien” (Act 10,38). El Espíritu Santo en activamente protagonista 23      Ampliamos la dimensión trinitaria en el cap.IV de nuestro estudio. 24      Ver la dimensión cristológica y salvífica (soteriológica) en el cap.VI, apartados IV-V.

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en la misión de Jesús, de la Iglesia y de los apóstoles.25 La dimensión eclesiológica y escatológica manifiesta la realidad misionera de la Iglesia, como peregrina en la historia de la humanidad, en marcha hacia el encuentro definitivo con Cristo resucitado. La misión da sentido y hace a la Iglesia, la cual es una comunidad de creyentes, “convocada” por el Señor, como signo transparente y portador (Iglesia misterio) en el grado en que sea comunión de hermanos en cuyo “medio” está el Señor (Iglesia comunión). Es, por tanto, Iglesia misión porque en su realidad de misterio y de comunión, transparenta y comunica la Palabra, los signos salvíficos y la caridad del mismo Cristo. Es “cuerpo” y “familia” de Cristo, “pueblo de Dios”, que debe reunir a “todos los pueblos” (Lc 24,47; cfr. LG I-II). “Construir” o “implantar” la Iglesia significa hacer crecer hasta su madurez a una comunidad cristiana (vocaciones, ministerios, sacramentos, carismas).26 La dimensión pastoral se concreta en la acción evangelizadora a todos los pueblos, desde cada comunidad cristiana, dando sentido universalista y de construcción eclesial a los servicios proféticos, litúrgicos y de caridad-dirección. La misión eclesial prolonga la misma misión de Cristo Buen Pastor, que es de anuncio-testimonio, de ofrenda de la propia vida y de cercanía salvífica, en las circunstancias humanas concretas.27 La dimensión antropológico-salvífica consiste en la inserción de la misión de Cristo en las circunstancias humanas personales, comunitarias, sociológicas, culturales, históricas, a la luz de la encarnación y de la redención (cfr. Jn 1,14; Ef 1,10). Toda la creación, salida de las manos de Dios como “buena”, deteriorada en la historia por el pecado (original y personales), ha quedado redimida por Cristo, quien ha venido para “llevar a la plenitud” todas las cosas (Mt 5,17). En la acción evangelizadora, la Iglesia se hace con Cristo y como él, “solidaria del género humano y de su historia” (GS 1). El hombre concreto, con su cultura y en su situación, está llamado a un “nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu Santo”, comunicado por Jesús (Jn 3,5).28 La dimensión espiritual recuerda que la misión es una realidad que hay que vivirla con fidelidad generosa al Espíritu Santo (vida y “camino según el Espíritu”: Gal 5,25). La “espiritualidad misionera” describe y motiva las “actitudes interiores” del apóstol (EN 74). Si el “teólogo” es un creyente que piensa su fe contemplando y amando, el misionólogo es un creyente que 25      Ver la dimensión pneumatológica de la misión en el cap. VI, apartado VI. 26      Ver la dimensión eclesiológico-escatológica en el cap.VIII. 27      Ver la dimensión pastoral en el cap.IX. 28      Ver la dimensión antropológico-salvífica en los cap.III y VI.

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contempla y piensa la “misión” (personificada en Cristo, “Palabra”, Verbo encarnado), para realizarla, vivirla y ayudar a reflexionarla y a vivirla.29 Cada una de las dimensiones, resumidas en el presente apartado, es un eco de las demás, como expresión armónica de la revelación y de la fe. Los santos misioneros de todas las épocas han vivido estas dimensiones (sin elaborar teorías) dejándonos una “teología narrativa”, con el deseo ardiente de que Cristo fuera conocido y amado. La teología misionera se aprende en sintonía con los “sentimientos de Cristo” (Fil 2,5). El lenguaje teológico, si se usa como quien construye “la verdad en la caridad” (Ef 4.15), ayuda a intuir que, más allá de las palabras, queda todavía el misterio insondable de Dios que un día quiere hacerse visión y encuentro pleno. Mientras tanto, la verdadera teología misionera fomenta el celo apostólico sin fronteras como contagio de los grandes deseos de Cristo. El lenguaje teológico y, por tanto, el misionológico, se va perfeccionando cuando se le valora en sus justos términos y se le aprovecha en todos los contenidos positivos de que es portador ya en la actualidad.

VI. EVOLUCIÓN HISTÓRICA DE LA MISIONOLOGÍA: La misionología, como ciencia teológica, inició a finales del siglo XIX. Entre los reformadores, Gustavo Warneck (1834-1910) es considerado como el iniciador de la misionología moderna protestante. Entre los católicos, fue José Schmidlin (1876-1944), influido por Warneck, quien inició la misionología moderna católica, siendo el primer catedrático de esta materia (Münster, 1914).30 En el año 1911 se fundó la revista católica “Zeitschrift für Missionswissenschaft”, dirigida por Schmidlin con la colaboración de Federico Schwager (1876-1929) y de Roberto Streit (1875-1930). Este último dio inicio a la “Bibliotheca Missionum”. Pero ya en siglos anteriores se había dado una cierta reflexión teológica sobre nuestro tema.31 29      Ver la dimensión espiritual en el cap.X. 30      Cfr. G. WARNECK, Evangelische Missionlehre (Gotha, 1882-1903) 5 volúmenes; J. SCHMIDLIN, Katholische Missionlehre im Grundiss (Münster, 1923). 31      Raimundo Lull (hacia 1232-1315); Tomás de Jesús (en 1610: Stimulus Missionum; en 1613: De procuranda salute omniun gentium), etc. La Congregación de Propaganda Fide se creó en 1622. El término “misionología” parece acuñado en 1832 por J.T.L. Danz. Ver otros datos históricos en: H.W. GENSICHEN, en: Teologia de la misión. o.c., cap.I (la misionología como ciencia). También en: A. SANTOS HERNANDEZ, La misionología como ciencia teológica (sus orígenes), en: La misionología hoy, o.c., pp.33-64.

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Ya desde el inicio de la misionología (a finales del siglo XIX e inicio del siglo XX) surgieron diversas escuelas de pensamiento misionológico, motivando la misión con un objetivo concreto: llamar a la fe y a la conversión para llegar a la salvación (escuela alemana, J. Schmidlin); implantar de la Iglesia (escuela belga, P. Charles); llevar a una vida sobrenatural plena (escuela francesa, P. Glorieux); extensión y crecimiento del Cuerpo Místico (escuela española, J. Zameza), etc. En realidad, son objetivos complementarios que se postulan mutuamente.32 Siguiendo estas líneas de las diversas escuelas, pueden espigarse muchos datos positivos, salvo cuando se entabla alguna polémica un tanto exclusivista a favor de la propia opinión. Sería necesario salir de un círculo vicioso que intenta dar preferencia exclusiva a alguna escuela. La teología y los teólogos no hacen la misión, sino que ellos la sirven y se dejan hacer por ella. La reflexión sobre el concepto de misión ha sido y sigue siendo válida y útil. Pero para adentrarse en este concepto revelado, hay que partir de la misma persona de Jesús, enviado para que toda la humanidad pueda decir “Padre nuestro” y amar a todos los hermanos “como él”. Sólo él es “fundamento” de la misión, “pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo” (1Cor 3,11).

VII. NIVELES O SITUACIONES DE LA MISIÓN: Es difícil distinguir con precisión los diversos niveles o situaciones de la misión en la actualidad. Se suelen señalar tres niveles: pastoral ordinaria, misión “ad gentes”, nueva evangelización. La misión de pastoral ordinaria indica una acción apostólica en una comunidad cristiana donde la Iglesia ya está relativamente enraizada; pero, por otra parte, toda comunidad cristiana puede tener sectores (no siempre 32      Cfr. P. CHARLES, Los “Dossiers” de la Acción Misionera (Manual de Misionología) (Bilbao, 1954). Ver la evolución histórica de estas escuelas, en: J. BARREDA, Missionologia, o.c., 110114, 161-186, 294, 351-353 (bibliografía); D.J. BOSCH, Transforming Mission, o.c., especialmente la parte segunda; L.A. CASTRO, El gusto por la misión, o.c., 7.2, pp.428: resume las diversas escuelas; J.L. ILLANES, La misionología en el marco de la eclesiología, en: La misionología hoy (Estella, Verbo Divino, 1987) 65-75 (n. 1: los avatares de la eclesiología y su influjo en el surgir de la misionología); K. MÜLLER, Teología de la misión, o.c., 2,2 (esfuerzos por una definición de la misión); A. SANTOS HERNANDEZ, Teología sistemática de la misión, o.c., I (presentación de las diversas escuelas misionológicas, protestantes y católicas). Ver otros datos históricos en el cap.VII (el camino histórico de la Iglesia misionera). Más concretamente sobre la escuela española: AA.VV., ¿Hay una escuela española de misionología? El movimiento misionero español de los últimos cincuenta años: Estudios de Misionología 4 (Burgos, 1979).

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geográficos) que son todavía de primera evangelización. Al mismo tiempo, la comunidad cristiana, para llegar a su madurez, debe abrirse a las tareas de la evangelización universal, haciéndose misionera “ad gentes”.33 La misión de pastoral “ad gentes” se refiere a la acción evangelizadora sin fronteras para un primer anuncio, para comunicar la fe, para hacer que la comunidad eclesial (la Iglesia local) quede verdaderamente enraizada en la situación histórica y cultural. Como veremos en el apartado siguiente (al hablar de los “ámbitos”), la misión “ad gentes” se dirige a “pueblos, grupos humanos, contextos socioculturales, donde Cristo y su Evangelio no son conocidos, o donde faltan comunidades cristianas suficientemente maduras como para poder encarnar la fe en el propio ambiente y anunciarla a otros grupos. Esta es propiamente la misión ad gentes” (RMi 33) La encíclica Redemptoris Missio explica con cierta amplitud la noción de misión “ad gentes”:“La actividad misionera específica, o misión ad gentes, tiene como destinatarios « a los pueblos o grupos humanos que todavía no creen en Cristo », « a los que están alejados de Cristo », entre los cuales la Iglesia « no ha arraigado todavía », y cuya cultura no ha sido influenciada aún por el Evangelio. Esta actividad se distingue de las demás actividades eclesiales, porque se dirige a grupos y ambientes no cristianos, debido a la ausencia o insuficiencia del anuncio evangélico y de la presencia eclesial. Por tanto, se caracteriza como tarea de anunciar a Cristo y a su Evangelio, de edificación de la Iglesia local, de promoción de los valores del Reino. La peculiaridad de esta misión ad gentes está en el hecho de que se dirige a los « no cristianos ». Por tanto, hay que evitar que esta «responsabilidad más específicamente misionera que Jesús ha confiado y diariamente vuelve a confiar a su Iglesia», se vuelva una flaca realidad dentro de la misión global del Pueblo de Dios y, consiguientemente, descuidada u olvidada” (RMi 34).34 En realidad, no es posible hacer una dicotomía rígida entre la misionología (como ciencia de la primera evangelización) y la teología pastoral (como ciencia de la evangelización en la comunidad cristiana). Ninguna de las dos puede prescindir de la evangelización universal y de hacer que la comunidad cristiana sea viva y disponible para esa misión. Pero la distinción entre ambas reflexiones y acciones pastorales es necesaria, para deslindar los campos haciéndolos más efectivos y complementarios. 33      Dice la encíclica Redemptoris Missio: “Hay también comunidades cristianas con estructuras eclesiales adecuadas y sólidas; tienen un gran fervor de fe y de vida; irradian el testimonio del Evangelio en su ambiente y sienten el compromiso de la misión universal. En ellas se desarrolla la actividad o atención pastoral de la Iglesia” (RMi 33). 34      Los entrecomillados son citas del decreto conciliar Ad Gentes nn.6, 23, 27, así como de la Exh. Apost. Evangelii Nuntiandi nn.17-19 y de la Exh. Appst. Christifideles Laici n.35.

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El concepto de “nueva evangelización” presenta dificultades al querer delinearlo, por falta de precisión conceptual y por ser más bien una palabra descriptiva. Puede indicar una renovación para poder responder a las situaciones actuales. Pero también puede señalar ciertos vacíos en las comunidades cristianas, que tienen que afrontarse a modo de proceso de “reevangelización”. Puede darse en “los países de antigua cristiandad” y “también en las Iglesias más jóvenes, donde grupos enteros de bautizados han perdido el sentido vivo de la fe o incluso no se reconocen ya como miembros de la Iglesia, llevando una existencia alejada de Cristo y de su Evangelio” (RMi 33).35 Cabe hablar de tres dimensiones de la misma misión universalista. La dimensión “ad gentes” es como la “actuación ejemplar” (RMi 36). La dimensión “ad intra”, de pastoral ordinaria en la comunidad cristiana, es el presupuesto necesario para la evangelización sin fronteras: “La misión ad intra es signo creíble y estímulo para la misión ad gentes y viceversa” (ibídem). La dimensión de “nueva evangelización” consiste más bien en la renovación de la comunidad cristiana para hacerla responsable de la evangelización ad intra y “ad gentes”. Existe una relación estrecha entre la “nueva evangelización” y la evangelización “ad gentes”: “La nueva evangelización de los pueblos cristianos hallará inspiración y apoyo en el compromiso por la misión universal” (RMi 2). El lazo de unión entre la situación de pastoral ordinaria y de pastoral “ad gentes”, puede ser la “nueva evangelización”, puesto que toda comunidad cristiana debe entrar en un proceso de pastoral intensiva (pastoral ordinaria) para que se renueve en todas sus dimensiones (nueva evangelización) y se haga misionera sin fronteras (misión y pastoral “ad gentes”). La “nueva evangelización”, mientras potencia la misión de pastoral ordinaria, la transforma en misionera para la evangelización “ad gentes”.36 35      La expresión “nueva evangelización” fue usada por Juan Pablo II, por primera vez, en Puerto Príncipe, Haití, 9 de marzo de 1983 (Insegnamenti VI, 1983, 698), y luego en Santo Domingo, 11 y 12 de octubre de 1984 (Insegnamenti VII/2, 1984, 885-897). El Papa ha hecho frecuentes llamamientos a ponerla en práctica, como puede leerse en la encíclica Veritatis Splendor: “La evangelización y, por tanto, la «nueva evangelización» comporta también el anuncio y la propuesta moral” (VS 107). Las Exhortaciones Apostólicas Postsinodales de cada Continente (EAf, EAm, EAs, EEu, EO) aplican el término a la situación concreta de los respectivos lugares. 36      El documento de Santo Domingo (Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana) dedica al tema el capítulo primero de la segunda parte, señalando su significado dinámico, el sujeto (toda la comunidad eclesial), la finalidad, los destinatarios, el contenido, el nuevo ardor, los nuevos métodos y las nuevas expresiones. Cfr. CELAM, Nueva evangelización, génesis y líneas de un proyecto misionero (Bogotá 1990); J. ESQUERDA BIFET, Renovación eclesial y espiritualidad misionera para una nueva evangelización: Seminarium 31 (1991) n.1, 135-147; J. LOPEZ GAY, Il rapporto tra la “nuova evangelizzazione” e la missione “ad gentes” secondo l’enciclica “Redemptoris Missio”: Seminarium (1991) n.1, 91-105; G. MELGUIZO, La nueva evangelización en el magisterio de Juan Pablo II, el CELAM y la preparación de la IV Conferencia, en: Hacia la cuarta Conferencia (Santa Fe de Bogotá, CELAM, 1992) 163-180; F. SEBASTIAN, Nueva Evangelización (Madrid, Encuentro 1991); A.

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VIII. ÁMBITOS DE LA MISIÓN “AD GENTES” La misión “ad gentes” se abre camino con posibilidades y modos insospechados hasta el presente. Ordinariamente en el pasado tenía una connotación más geográfica, en sentido de aplicar literalmente el mandato misionero a “todos los pueblos” (Mt 28,29; Lc 24,47). Esta perspectiva geográfica sigue siendo válida, pero ya en sí misma deja entender que el evangelio debe llegar al corazón de los pueblos y, por tanto, a los ámbitos también culturales y sociológicos. El universalismo de la misión “ad gentes”, que es siempre sin fronteras, queda abierto para ir más allá de la geografía, es decir, a todos los campos humanos donde la fe no se ha enraizado. Es, pues, misión más allá de las fronteras de la fe. En el contexto de la misión realizada por San Pablo, según los Hechos de los Apóstoles, la expresión “ad gentes” (cfr. Act 9,15; 13,46; 18,6) quiere subrayar el anuncio del evangelio a los pueblos o sectores sociales donde todavía no ha sido anunciado; sería, pues, “el primer anuncio”. La misión en una comunidad cristiana ya establecida se distingue de la misión “ad gentes”, porque en esa comunidad ya se ha anunciado a Cristo, mientras la Iglesia está ya fundamentada y en ella se dispone de los medios ordinarios de salvación (sacramentos, ministerios y vocaciones). Esta distinción, en las circunstancias actuales de cambios profundos, no resulta muy adecuada. Se puede constatar, en algunos países de tradición cristiana, la necesidad y urgencia de la primera evangelización o del primer anuncio del evangelio. No puede confundirse el término “países de misión” como equivalente a países pobres o del tercer mundo. Pero la expresión resulta también inexacta cuando se quiere aplicar a países considerados no cristianos. Los países a donde se orienta la misión “ad gentes”, aunque algunos de ellos posean un elevado nivel económico, son en realidad lugares de primera evangelización.37

SALVATIERRA, Retos y factores de la Nueva Evangelización: Lumen 40 (1991) 234-295. 37      En algunos países tradicionalmente llamados de “misión”, hoy la comunidad eclesial está tanto o más organizada y enraizada que en muchos países tradicionalmente cristianos. Respecto al número de habitantes de cada Continente (en el año 2003), los católicos son en América el 62,4%; en Europa, el 39,59%; en Oceanía, el 26,39%; en Africa, el 16,89%; en Asia, el 2,93%. Ver otras estadísticas y bibliografía en el apartado IV (misionografía).

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Aunque el término “misión ad gentes” necesita siempre una actualización, el concilio Vaticano II la define así: “La misión, pues, de la Iglesia se realiza mediante la actividad por la cual, obediente al mandato de Cristo y movida por la caridad del Espíritu Santo, se hace plena y actualmente pre­ sente a todos los hombres y pueblos para conducirlos a la fe, la libertad y a la paz de Cristo por el ejemplo de la vida y de la predicación, por los sacramentos y demás medios de la gracia, de forma que se les descubra el camino libre y seguro para la plena participación del misterio de Cristo” (AG 5). No obstante, en el mismo decreto conciliar se invita a repensar este concepto y a ampliarlo a otros campos no necesariamente geográficos: “Los grupos en que vive la Iglesia cambian completa­mente con frecuencia por varias causas, de forma que pueden originarse condiciones enteramente nuevas. Entonces la Iglesia tiene que ponderar si estas condiciones exigen de nuevo su acción misionera” (AG 6; cfr. AG 23, 27). Pero queda en pie que la misión “ad gentes” es “una actividad primaria de la Iglesia, esencial y nunca terminada” (RMi 31; cfr. n.34). La encíclica Redemptoris Missio señala tres posibilidades o “ámbitos” de la misión “ad gentes”: por territorio (criterio geográfico), por nuevos fenómenos sociales (criterio sociológico) y por áreas o areópagos culturales (criterio cultural) (RMi 37-38). Un primer ámbito de misión “ad gentes” es el geográfico, que ha prevalecido durante siglos. Pero, en realidad, independientemente del ambiente geográfico, se dan situaciones sociológicas y culturales que constituyen verdaderamente sectores de primera evangelización. La teología misionera deberá ir precisando mejor estos ámbitos diferenciados, que amplían el campo de la misión “ad gentes”. El ámbito geográfico, pues, en el que se ha centrado la atención durante los siglos anteriores, se refiere a los pueblos donde el evangelio no ha sido predicado suficientemente y, por tanto, necesitan del “primer anuncio”. Pero también en los mismos documentos pontificios anteriores al concilio, se refiere a comunidades eclesiales donde el evangelio no ha enraizado suficientemente y donde la Iglesia no está todavía fundamentada o no tiene los medios necesarios para caminar con cierta autonomía.38

38      Existen situaciones geográficas que abarcan los tres ámbitos de misión que estamos describiendo. En Japón (año 2005) el número de católicos ya ha llegado, por primera vez en la historia, a un millón; pero más de la mitad son católicos provenientes de otras naciones (Brasil, Perú, Filipinas, Corea, etc.).

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El ámbito sociológico amplía el geográfico y no es equivalente a “países de misión”. Baste pensar en las grandes urbes (“megalópolis”) donde las multitudes son plurirreligiosas. Pero también hay otros sectores que reclaman un primer anuncio: las grandes migraciones interculturales, las situaciones especiales de pobreza e injusticia, algunos sectores de la sociedad actual que necesitan una fuerte evangelización (familia, juventud, medios de comunicación, etc.). El ámbito cultural es muy complejo y urgente, puesto que se trata de hacer llegar el evangelio hasta el “corazón” de los pueblos, que se manifiesta en la cultura. Hay países de mayoría cristiana, donde el evangelio no ha enraizado suficientemente en las circunstancias socio-culturales. La misión “ad gentes” ha de abrirse a centros culturales, al campo de la educación e investigación científica, a las relaciones internacionales, a la búsqueda actual de la experiencia de Dios (en la sociedad postmoderna y religiones no cristianas). Se necesita evangelizar la cultura “hasta sus mismas raíces” (EN 20). La evangelización debe llegar a los núcleos culturales y artísticos, donde se fragua el pensamiento y el quehacer humano fundamental, como puntos neurálgicos que necesitan la presentación del evangelio con transparencia y en tono de esperanza.39 Esta apertura de la misión “ad gentes” necesita ser estudiada con seriedad científica, mientras, al mismo tiempo, hay que experimentar la práctica concreta de esta misma apertura, sin desvirtuar la misma misión “ad gentes”. Probablemente las tácticas estructurales tendrán que cambiar, también en el campo de la distribución de competencias en los organismos misioneros (que tendrán que hacerse más interdicasteriales). De esta apertura depende probablemente la evangelización del futuro en una sociedad cambiante y en una nueva cultura naciente a nivel universal.40

39      Ver la dimensión cultural en el cap.III. El tema de la experiencia de Dios, según las diversas religiones, en el cap.V. 40      Sobre los nuevos “ámbitos” y horizontes de la misión “ad gentes”: D. COLOMBO, Fondamenti teologici e identità della Missio ad gentes nella Redemptoris Missio: Euntes Docete 44 (1991) 203-223; L. CUARTERO, Los inmensos horizontes de la misión ad gentes, en: Haced discípulos a todas las gentes (Valencia, EDICEP 1991) 183-192; J. ESQUERDA BIFET, Misión “ad gentes”: Nuevo Diccionario de Catequética (Madrid, San Pablo, 1999) 1479-1485; J.A. RAMOS, Teología pastoral, o.c., cap.XII (la acción misionera); M. ZAGO, Gli ambiti della missione ad gentes, en: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1992) 167-185.

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IX. RETOS ACTUALES Los tres ámbitos de misión “ad gentes”, que acabamos de describir, dejan entrever algunos retos actuales. Pero desde finales del segundo milenio y desde el inicio del tercero, han ido surgiendo un sin número de nuevos retos que comprometen todo el campo de la misionología. Siempre hay que detectar, con realismo y equilibrio, aspectos positivos y negativos de las situaciones.Y aunque en cada pueblo y en cada cultura y situación sociológica, los retos son peculiares, no obstante, hoy surge una situación global (“globalización”) muy parecida en todas partes, debido al sistema de educación estereotipada (a veces, sin valores permanentes) y también al influjo (positivo y negativo) de los medios de comunicación (inmediata, universal, de impresiones...). Se percibe un tono de pluralismo indiferenciado y de relativismo.41 La “globalización” es, de suyo, un fenómeno neutral, que puede desembocar en realidades positivas o negativas, según los casos. El mundo actual se caracteriza por la cierta unidad básica, aunque siempre con matices diferenciados. Hay una globalización sociológica, constituida por migraciones, medios de comunicación e informática. La globalización es también cultural, como encuentro entre culturas antiguas y con la cultura emergente de una sociedad postmoderna. Todo ello repercute en la globalización económica, que debería ser un camino de solidaridad universal, pero que corre el riesgo de convertirse en una nueva esclavitud. La globalización actual es también el encuentro cotidiano de los cristianos con las “semillas del Verbo”.42 Otro de los retos actuales es el de la migración, que tiene lugar por múltiples razones: guerras (refugiados), trabajo, estudio, negocios, turismo, navegación (por comercio, pesca, etc)... “Entre los grandes cambios del mundo contemporáneo, las migraciones han producido un fenómeno nuevo: los no cristianos llegan en gran número a los países de antigua cristiandad, creando nuevas ocasiones de comunicación e intercambio culturales, lo cual exige a la Iglesia la acogida, el diálogo, la ayuda y, en una palabra, la fraternidad” (RMi 37).

41      Ver las Exhortaciones Apostólicas Postsinodales, donde se describe la situación de cada Continente, mientras, al mismo tiempo, se indican la situaciones peculiares de cada uno de ellos. He resumido estas situaciones en: La misión, al estilo de los Apóstoles (Madrid, BAC, 2004) cap.I (actualidad, mundo global). 42      El fenómeno de la globalización se acelera por medio de viajes, información, migraciones, deporte, turismo, convenciones... Resumo sus componentes, en: La misión ante los retos de la globalización (México, OMPE, 2002). Ver el tema de la globalización en relación con la solidaridad, en el cap.IV, apartado IV.

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La acción apostólica va detectando la urgencia de acudir a ciertos sectores menos favorecidos (refugiados, trabajadores), así como al sector universitario, al turismo y a los navegantes (transporte, pesca, recreo...). El turismo indica un desplazamiento masivo de los creyentes fuera de sus comunidades eclesiales. Este fenómeno migratorio ha producido un encuentro pluralístico, permanente y universal entre culturas y religiones, que tiende a construir una humanidad pluralística en todos los sentidos (racial, cultural y religiosa).43 El fenómeno de la postmodernidad forma parte de los retos culturales del tercer milenio. Es prácticamente imposible señalar los límites de una época histórica, pero, de manera descriptiva, cabe analizar una realidad social donde prevalece el bienestar y donde los valores éticos no inciden. En la postmodernidad, debido al hundimiento de las ideologías, se ponen en tela de juicio algunos valores permanentes del pensar y del actuar ético, dando más importancia a la experiencia, a las impresiones fuertes, a la utilidad y a la eficacia. Nace “una nueva forma más universal de cultura... una nueva época de la historia humana” (GS 54), que, a veces, es de línea “secularizante”, mientras, por otra parte, también se muestra como “una angustiosa búsqueda de sentido” (RMi 38) y de la experiencia de Dios. Puede ser también una oportunidad extraordinaria para insertar el evangelio en las culturas.44 La problemática humana es siempre muy compleja, debido al misterio de corazón del hombre. Muchos problemas actuales se han sembrado ideológicamente durante siglos. Si, a veces, se ha tenido un concepto de Dios que soslaya al hombre o que se reduce a algo útil, ello ha podido originar una reacción de ateísmo teórico y práctico, que hoy se manifiesta de diversas maneras: agnosticismo, indiferentismo, “creyentes” sin estructuras o despreocupados de los valores, complejo por declararse cristiano... 43      AA.VV., Orizzonti pastorali oggi. Studi interdisciplinari sulla mobilità umana (Padova, Messaggero, 1990); E. CLARISIO, Portare Cristo al emigrante, en: Portare Cristo all’uomo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1985) III, 579-583; N. AUZA, El éxodo de los pueblos. Manual de teología y pastoral de la movilidad (Bogotá, CELAM, 1994); M.L. De NATALE, Turismo, en: Diccionario de ciencias de la educación (Madrid, Paulinas, 1990) 1753-1756; A. RISOLI, Turismo, en: Diccionario de Sociología (Madrid, Paulinas, 1986)1732-1741. Ver la Carta Apostólica Stella Maris (21 enero 1997) y la Carta conjunta a las Superioras y Superiores Generales de los Institutos de vida consagrada y de las sociedades de vida apostólica sobre los emigrantes (Ciudad del Vaticano, 13 de mayo de 2005). Cfr. GS 6, 27, 66, 84, 87; AG 20; AA 10; ChD 16, 18. 44      En esta cultura actual “postmoderna” no faltan tendencias de absolutismo del poder económico, político e ideológico. Cfr. AA.VV., Modernidad y postmodernidad (Madrid, 1988); A. CASTIÑEIRA, La experiencia de Dios en la postmodernidad (Madrid, PPC, 1992); R. GOMEZ PEREZ, El desafío cultural (Madrid, BAC, 1983); J. MARTIN VELASCO, El malestar religioso de nuestra cultura (Madrid, Paulinas 1993); J.M. ROVIRA BELLOSO, Fe i cultura al nostre temps (Barcelona, Fac. Teologia de Catalunya 1987); C. VALVERDE, Génesis, estructura y crisis de la modernidad (Madrid, BAC, 1996).

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“Laicidad” significa propiamente la distinción y autonomía peculiar de las cosas temporales, que respeta el hecho religioso sin inmiscuirse en él. “Laicismo” es más bien una actitud negativa respecto a lo religioso y eclesial. “Secularismo” es oposición a todo lo sagrado.45 El fenómeno del ateísmo ha sido estudiado con amplitud en otras sedes disciplinares. Pero no deja de repercutir en las ciencias misionológicas. Se han estudiado las causas (emancipación total del hombre, concepto abstracto de Dios...) y las diversas corrientes; pero se necesita llegar a compromisos misioneros concretos. Una vida “cristiana” no coherente puede haber “velado más que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión” (GS 19). La religión tiene que presentarse como fundamento de la dignidad y libertad humana a la luz de Dios Amor, explicando que “la esperanza escatológica no merma la importancia de las tareas temporales” (GS 21). Ningún corazón humano puede rechazar directamente al Dios descrito en la Escritura, manifestado de modo especial en la persona de Jesús y testimoniado por los santos.46 El fenómeno de las sectas, que se ha dado prácticamente en todas las religiones y en todas las épocas, tiene hoy una característica especial, que tiende al sincretismo, a la fenomenología, al relativismo y a la experiencia subjetivista. La evangelización, como tema académico o como realidad práctica, puede quedar más purificada y fortalecida, si aprovecha esta problemática para una mejor catequización, celebración y vivencia del Misterio de Cristo. La búsqueda actual de una fuerte experiencia religiosa (personal y comunitaria) puede enfocarse hacia la autenticidad de la contemplación y del compromiso de caridad y de fraternidad. Se pueden clasificar las sectas actuales por algunas peculiaridades: pseudocristianas, (testigos de Jehová, “niños de Dios”...), esotérico-sincretistas (gnósticos, “alfa y omega”...), de tipo oriental (Hare Krishna...), espiritismo y sectas satánicas, de tipo sociológico-humanista (New Age), etc. Los vacíos religiosos de nuestra sociedad son propicios para el éxito de las nuevas sectas y nuevos movimientos religiosos.47 45      Ver en el cap.III, apartado VI, la dimensión socio-cultural de la misión. 46     AA.VV., El ateísmo contemporáneo (Madrid, Cristiandad, 1971); AA.VV., Evangelizzazione e Ateismo (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1981); AA.VV., El problema del ateísmo (Salamanca 1967); G.M. COTHIER, Horizons de l’athéisme (Paris 1969); G. GIRARDI, El ateísmo contemporáneo (Madrid 1971-1973); L. KOLAKOWSKI, Si Dios no existe (Madrid. Tecnos, 1985); H. KÜNG, ¿Existe Dios? (Madrid 1978); J. LACROIX, El sentido del ateísmo moderno (Barcelona 1964); H. de LUBAC, El drama del humanismo ateo (Madrid 1967); J. de S. LUCAS, Dios, horizonte del hombre (Madrid, BAC, 1994) cap. VI. 47      Cfr. AA.VV., Le sette religiose: una sfida pastorale del nostro tempo (Bologna, ESD, 1991); A. ALAIZ, La seducción de las sectas (Madrid, San Pablo, 1997); J.M. BAAMONDE, La manipulación psicológica de las sectas (Madrid, San Pablo, 2003); J. BOSCH, Iglesias, sectas y nuevos cultos (Madrid, Bruño, 1981); Idem, Para conocer las sectas (Estella, Verbo Divino, 1994); A. CASTIÑEIRA, La

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Para afrontar los retos de toda esa problemática tan variada y compleja, las ciencias misionológicas no pueden reducirse a un encuentro en vistas a elaborar teorías sobre la misión, sino que debe ser un encuentro sobre el concepto y vivencia de Dios y de la misión, según su proyecto salvífico en Cristo, para poder encontrar el sentido de la existencia humana a nivel global y en todas las culturas. En esta perspectiva, la problemática inicial de las “escuelas” misionológicas, que hemos resumido en el apartado anterior y que no deja de tener su mérito y sus valores, va quedando un tanto soslayada. Al mismo tiempo, va surgiendo en los misionólogos una mentalidad de síntesis (armonizando los datos complementarios de las diversas escuelas) y de apertura a las nuevas gracias y a las nuevas situaciones. La problemática actual en el campo misionológico se agranda, porque la teología general ha suscitado otra serie de problemas de repercusión misionológica. A veces, esta problemática ha nacido al margen de la ciencia sobre la misión; pero es lógico que un concepto de eclesiología o una nueva explicación cristológica tengan su respectivo influjo (positivo o negativo) en el campo de la misionología e incluso en el campo práctico de la evangelización.48 Algunas corrientes teológicas han centrado la atención unilateralmente en un aspecto de la misión, dando lugar a desequilibrios doctrinales y prácticos. A veces, se han centrado en la acción divina (“missio Dei”), sin tener en cuenta el misterio de Cristo prolongado en la Iglesia (mediaciones eclesiales); otras veces, el acento excesivo ha recaído en los valores de la creación y de la historia (“progreso”), dejando mal parada la salvación en Cristo. La encíclica Redemptoris Missio, especialmente en los tres primeros capítulos, ha respondido principalmente a tres preocupaciones teológicas actuales, aclarando conceptos y contenidos: la salvación en Cristo, la presencia del Logos en el mundo, el Reino, la acción del Espíritu Santo en las culturas y religiones. “La Iglesia tiene un inmenso patrimonio espiritual para ofrecer a la humanidad: en Cristo, que se proclama «el Camino, la Verdad y experiencia de Dios en la postmoderidad (Madrid, PPC, 1992); F. GALINDO, El fenómeno de las sectas fundamentalistas (Estella, Verbo Divino, 1994); J. GARCIA HERNANDO, Pluralismo religioso (Madrid, Soc. Educ. Atenas, 1993) 673-713; M. GUERRA, Diccionario enciclopédico de las sectas (Madrid, BAC, 1998); Idem, Historia de las religiones (Madrid, BAC, 2002) cap.XVIII; F. SAMPEDRO, Sectas y otras doctrinas en la actualidad (Bogotá, CELAM, 1991); (Secretariado para la Unión de los Cristianos) Le phénomène des sectes ou nouveaux mouvements religieux: un défi pastoral: SI 61 (1986) 158-169; J.L. VAZQUEZ, Los nuevos movimientos religiosos. Nueva Era, ocultismo y satanismo (Madrid, San Pablo, 2004); C. VIDAL, Diccionario de sectas y ocultismo (Estella, Verbo Divino, 1994). Sobre la “Nueva Era”, ver el cap.IV, apartado IV, 3. 48      Ver la dimensión trinitaria de la misión en el cap.IV. Las dimensiones cristológica, soteriológica y pneumatológica, en el cap.VI. La dimensión eclesiológica, en el cap.VIII.

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la Vida» (Jn 14,6)” (RMi 38). Por esto, Juan Pablo II podía afirmar: “Veo amanecer una nueva época misionera, que llegará a ser un día radiante y rica en frutos, si todos los cristianos y, en particular, los misioneros y las jóvenes Iglesias responden con generosidad y santidad a las solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo” (RMi 92). Ver los comentarios a Redemptoris Missio y Evangelii nuntiandi en el apartado siguiente. Las situaciones pastorales y misioneras en general, van más allá de los datos estadísticos, aunque estos datos siguen siendo útiles para detectar fenómenos más complejos.“Para la Iglesia no se trata solamente de predicar el Evangelio en zonas geográficas cada vez más vastas o poblaciones cada vez más numerosas, sino de alcanzar y transformar con la fuerza del evangelio, los criterios de juicios, los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad, que están en contraste con la Palabra de Dios y con el designio de salvación” (EN 19). Son los puntos neurálgicos de nuestra sociedad. La problemática misionera que afrontan las ciencias misionológicas está también caracterizada por el crecimiento o maduración de las Iglesias jóvenes (que eran y siguen siendo consideradas como de misión “ad gentes”). Hoy, como ha sucedido en otras épocas pasadas, “las Iglesias particulares autóctonas” empiezan a ser “suficientemente fundadas y dotadas de propias energías” (AG 6). Ellas se sienten llamadas a afrontar la propia realidad con sus propios medios, también relacionando la “primera evangelización” con la promoción humana (progreso, justicia, paz), desde dentro, con herramientas propias y más adecuadas. En este contexto, la teología misionera necesita profundizar en los conceptos básicos de evangelización y en la metodología de la acción evangelizadora, para que el proceso de inserción del evangelio sea más adecuado. Las situaciones actuales se convierten en un reto que debe afrontar cada Iglesia particular, no solamente con las ayudas desde otras Iglesias hermanas, sino con los propios medios. Si en todas las épocas históricas ha habido una adecuación a las necesidades y situaciones propias, la época presente, en la que se estrena el tercer milenio de cristianismo, necesita la presentación clara y vivencial (por experiencia propia) de la figura de Cristo. Una sociedad “icónica” necesita signos y testigos creíbles del evangelio (cfr. EN 76; RMi 91). Hay que iluminar las conciencias con los principios evangélicos, para reencontrar convicciones válidas y permanentes sobre la verdad, la libertad y el bien, así como sobre la ética personal, familiar y social. Uno de los retos principales de la situación actual consiste en el deseo de las religiones no cristianas por intercambiar con el cristianismo 38

experiencias auténticas de encuentro con Dios (“contemplación”). Ello comporta el diálogo interreligioso, así como una profundización del proceso de insertar el evangelio en las diversas culturas.49

X. MAGISTERIO MISIONERO 1. El Magisterio eclesial Para una adecuada elaboración de la teología, pastoral y espiritualidad misionera, es importante prestar atención al magisterio misionero y al “sensus fidei” en todas las comunidades eclesiales. La acción del Espíritu Santo sobre los datos revelados sigue armónicamente a través de la predicación apostólica (recogida y actualizada en el magisterio) y de la fe vivida por parte de la comunidad cristiana, así como por parte de las figuras e instituciones misioneras. Hoy es fácil encontrar estos contenidos misionológicos resumidos en los documentos del concilio Vaticano II (que aprovecha datos anteriores), en la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi y en la encíclica Redemptoris Missio. En el campo técnico, todas las expresiones (también las magisteriales y las teológicas) necesitan perfeccionarse. Por esto hay que encuadrarlas en el contexto histórico. Cuando se trata de los documentos eclesiales (magisteriales, litúrgicos, etc.), más allá de las expresiones técnicas, la fe cristiana descubre una acción del Espíritu Santo que garantiza su autenticidad.Allí hay una gracia de valor permanente, aunque, en las expresiones y explicaciones, siempre hay que buscar un mejoramiento.Ahí radica la gran libertad del teólogo que parte del “sensus Ecclesiae”, sin condicionarse a sus propias ideas. No se pueden valorar a la par los documentos de la Iglesia (especialmente magisteriales y litúrgicos) con las aportaciones de congresos y encuentros teológicos o ecuménicos, también de otras confesiones cristianas. Cada uno de estos documentos tiene su valor específico. En todos ellos hay una gracia de Dios mezclada con aportaciones humanas discutibles y, a veces, con errores. Pero en los documentos eclesiales hay una asistencia especial del Espíritu Santo que excluye los errores doctrinales (aunque no las inexactitudes e imperfecciones). 49      Sobre la inculturación y el diálogo interreligioso, ver los capítulos III y V. La dimensión ecuménica, en el cap.VIII. Bibliografía sobre la problemática misionera actual: E. BUENO, La Iglesia en la encrucijada de la misión (Estella, EVD, 1999); J. LOPEZ GAY, La misionología contemporánea, en: Misión para el tercer milenio, o.c., 13-27; J. TOMKO, La missione verso il Terzo Millennio. Attualità, fondamenti, prospettive (Urbaniana University Press, Dehoniane, 1998); (Comisión Episcopal de Misiones y Cooperacion entre las Iglesias) La misión ad gentes y la Iglesia en España (Madrid, EDICE, 2001); A. CAÑIZARES, La evangelización hoy (Madrid 1977); J. ESQUERDA BIFET, La misión ante los retos de la globalización, o.c.

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La predicación apostólica, guiada por el Espíritu Santo, quedó plasmada especialmente en los escritos del Nuevo Testamento, pero también dejó sus huellas en la tradición oral, así como en escritos, ritos y costumbres. El servicio apostólico de los inicios se ha prolongado por medio del magisterio eclesial de todos los tiempos. La comunidad eclesial, con su “sensus fidelium”, ha expresado la fe armónicamente con este magisterio. En este sentido, se puede afirmar que “la Iglesia, con su vida y enseñanza, se presenta como «columna y fundamento de la verdad» (1Tim 3,15)” (VS 27). El servicio del Magisterio es una explicación garantizada del depósito de la revelación, “en nombre de Jesucristo” y “con la asistencia del Espíritu Santo” (DV 10). Lo que se ha recibido de Jesús y de los Apóstoles, la Iglesia “lo escucha devotamente, lo custodia celosamente, lo explica fielmente” (ibídem). Es como la continuación de la misión de enseñar recibida de Jesús (cfr. Mc 16,15; Mt 28,18; Lc 10,16). La comunidad eclesial de los creyentes, también asistida por el Espíritu Santo, sigue pendiente de “la enseñanza de los Apóstoles” (Act 2,42). De este modo, la fe de la Iglesia queda garantizada. “El Pueblo santo de Dios participa también de la función profética de Cristo... la totalidad de los fieles no puede equivocarse cuando cree” (LG 12). Pero la acción magisterial propiamente dicha tiene lugar por medio del magisterio del Sumo Pontífice y de los obispos, que garantizan la fe de los fieles. “Nunca puede faltar el ascenso de la Iglesia por la acción del Espíritu Santo” (LG 25). El asentimiento de fe se da principalmente a la doctrina revelada y definida por el Magisterio solemne o universal. Pero se ha de prestar un “asentimiento religioso de la voluntad y del entendimiento” también al Magisterio ordinario (LG 25; cfr. Lc 10,16). Las expresiones teológicas de la fe son siempre mejorables, pero el contenido de la fe se expresa con garantía por medio del servicio magisterial como enseñanza “auténtica” (LG 25). El servicio de la reflexión teológica se desarrolla armónicamente con esta realidad de gracia, preparando y abriendo nuevos horizontes para la mejor comprensión del mensaje revelado enseñado por la Iglesia y afirmado por los fieles creyentes. El Magisterio eclesial que explica la misión de Cristo y de la misma Iglesia, es ya un anuncio del mensaje evangélico y de cómo debe ser comunicado a todos los pueblos. Es el mismo Señor resucitado quien sigue realizando su misión por medio de la Iglesia.50

50      AA.VV., El magisterio pontificio contemporáneo (Madrid, BAC, 1997); AA.VV., Teología y magisterio (Salamanca, Sígueme, 1987); F. ARDUSSO, Magisterio eclesial. El servicio de la Palabra (Madrid, San Pablo, 1997); (Comisión Teológica Internacional) Magisterio y Teología (Roma, 1975); K. RAHNER, Magisterio eclesiástico, en: Sacramentum Mundi (Barcelona, Herder, 1972ss) IV, 382-398; J.Mª ROVIRA BELLOSO, El Magisterio, en: Introducción a la teología (Madrid, BAC, 1996) cap. VIII.

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Analizando los documentos del Magisterio sobre la misión, se pueden entresacar fácilmente los datos básicos de una misionología en todos sus aspectos. Los documentos anteriores al Vaticano II (especialmente las encíclicas misioneras) fueron un estimulante de la misión y ofrecen los elementos fundamentales en su época. El concilio Vaticano II profundizó sobre la naturaleza misionera de la Iglesia como “sacramento universal de salvación” (AG 1). Los documentos magisteriales postconciliares aclaran conceptos misionológicos y abren nuevos horizontes a la misión eclesial, especialmente Evangelii nuntiandi y Redemptoris Missio. 2. Documentos misioneros inmediatamente antes del Vaticano II Durante la primera mitad del siglo XX, el magisterio eclesiástico publicó algunas encíclicas y exhortaciones apostólicas que fueron determinantes para el resurgir misionero y para la elaboración de la misionología: Maximum illud (Benedicto XV, 1919), Rerum Ecclesiae (Pío XI, 1926), Saeculo exeunte (Pío XII, 1940), Evangelii praecones (Pío XII, 1951), Fidei donum (Pío XII, 1957), Princeps Pastorum (Juan XXIII, 1959).51 En estos documentos preconciliares ya se tratan los temas fundamentales de la misión y de los estudios misionológicos: mandato misionero de Cristo, naturaleza misionera de la Iglesia, responsabilidad misionera de las Iglesias locales, llamada a la conversión y a la fe, implantación (o inserción) de la Iglesia, adaptación, aprecio de los valores culturales, etc.52

Sobre el magisterio pontificio misionero, ver las notas siguientes. 51      Existen también otras encíclicas o documentos misioneros de los Papas anteriores: Allatae sunt (Benedicto XIV, 1755, sobre la conservación de los ritos orientales); Probe nostis (Gregorio XVI, 1841, sobre la Propagación de la Fe); Neminem profecto latere potest (Instr. de Propaganda Fide, por mandato de Gregorio XVI, 1845); Sancta Dei Civitas (León XIII, 1880, sobre las Obras Misionales); Catholicae Ecclesiae (León XIII, 1890); Christi nomen (León XIII, 1894, sobre la Obra de la Propagación de la Fe); Lacrimabili statu (Pío X, 1912, sobre la cuestión de los indios en Latinoamérica), etc. Ver documentos históricos anteriores, en: J. METZLER, (Sacrae Congregationis de Propaganda Fide) Memoria Rerum (Roma-Friburgo-Viena, Herder, 1971-1976). 52      Estudios de conjunto sobre las encíclicas y cartas misioneras preconciliares: M. BALZARINI, A. ZANOTTI, Le missioni nel pensiero degli ultimi Pontifici (Milano 1960); J. CAPMANY, J. ESQUERDA BIFET, La Iglesia misionera. Textos del Magisterio Pontificios (Madrid, BAC, 1995); Doutrina Missionária da Igreja (Textos do Magistério Pontifício), Lisboa, Obras Missionarias Pontifícias, 1999; J. ESQUERDA BIFET, Evangelización, en: El Magisterio pontificio contemporáneo (Madrid, BAC, 1992) II, 5-226; A. RETIF, Introduction à la doctrine pontificale des missions (Paris 1963); T. SCALZOTTO, I Papi e l’evangelizzazione missionaria, en: Chiesa e missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1990) 547-595. Sobre el contexto histórico: A. RETIF, L’avènement des jeunes églises, Bénoit XV, Pie XI, Pie XII, en: S. DELACROIX, Histoire universelle des Missions Catholiques (Paris 1957) III, 126-158; J. METZLER, Dalle missioni, alle Chiese locali, en: Storia della Chiesa (Paoline 1990) XXIV, cap. III (la Santa Sede e le missioni nel XX secolo); A. SANTOS HERNANDEZ, Las misiones católicas, en: Historia de la Iglesia (Valencia, EDICEP 1978), vol. XXIX, cap. 5, n.5 (las misiones católicas a lo largo del siglo XX).

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La carta apostólica Maximum illud (Benedicto XV, 30 de noviembre de 1919) es el primer documento misionero directamente misionológico del siglo XX, y señala los grandes capítulos de la misión: historia, teología, pastoral, derecho, cooperación, Obras Misionales, espiritualidad. Recogiendo indicaciones de la actuación eclesial anterior (especialmente de la Congregación de Propaganda Fide), da mucha importancia a la preparación, atención y formación continuada de los misioneros, así como a la cooperación entre las diversas instituciones, al clero nativo, a la cultura local y a la necesidad de personal femenino.53 La encíclica Rerum Ecclesiae, de Pío XI,“Papa de las misiones” (28 de febrero de 1926), da mucha importancia a la formación de los apóstoles nativos (sacerdotes, religiosos y laicos). Estimula a toda la Iglesia y a cada Iglesia particular (con sus Obispos) a colaborar responsablemente en la evangelización universal. La urgencia de anunciar el evangelio a todos los pueblos deriva de la caridad cristiana y del agradecimiento por haber recibido la fe. Invita a formar catequistas y a introducir las Órdenes contemplativas en los países de misión. La ciencia misionológica, que estaba en sus comienzos, se inspiró en esta encíclica, intentando armonizar los dos aspectos más subrayados por entonces sobre la misión “ad gentes”: propagar la fe (llamar a la conversión) e implantar la Iglesia (hacer madurar la Iglesia local).54 La carta encíclica Saeculo exeunte (Pío XII, 13 de junio de 1940) se dirige a la Jerarquía de Portugal, para agradecer la labor misionera realizada durante los siglos anteriores en África, América y Asia. Recuerda la necesidad de vocaciones misioneras y la urgencia de una formación adecuada de los misioneros.55

53      Tiene como subtítulo, “la propagación de la fe católica en el mundo entero”. Ver: AAS 13 (1919) 440-455. Queda distribuido así: I: normas para los obispos, vicarios y prefectos apostólicos (cuidar de la formación de los misioneros y clero nativo); II: exhortación a los misioneros (alientos, corregir defectos, formación, santidad, virtudes, mujeres misioneras); III: colaboración de todos los fieles (oración, vocaciones, limosnas, Obras Misionales Pontificias). Para ampliar el tema: G. GOYAU, Papauté e Chrétienté sous Benoit XV (Paris 1922); F. VITALI, Benedeto XV (Città del Vaticano 1928). 54      AAS 18 (1926) 65-83. Contenidos: I: obligación de todos los creyentes y motivaciones; II: obligaciones particulares de los obispos y sacerdotes; III: normas para los Vicarios y Prefectos Apostólicos. El mismo año de la publicación de la encíclica (1926) se ordenaron en Roma los seis primeros obispos chinos y quedó establecido el domingo mundial de las misiones (Domund). Durante el pontificado de Pío XI nacen las Facultades e Institutos de Misionología católica para la investigación científica sobre el tema misionero. Para ampliar el tema: J. MASSON, Le Testament Missionnaire de Pie XI (Louvain 1939); S. PIGNEDOLI, Pio XI e le Missioni (Milano 1969). 55      AAS 32 (1940) 249-260. Tiene la siguiente distribución general: I: historia misionera de Portugal; II: vocaciones misioneras; III: la figura del misionero. Sobre Pío XII y las misiones, ver las encíclicas y notas siguientes. El tema de la aportación misionera de Portugal ha sido estudiado más recientemente a nivel científico: Missionaçâo portuguesa e encontro de culturas (Braga 1993) (Actas del Congreso internacional de historia, organizado por la Universidad Católica Potuguesa).

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Con la encíclica Evangelii praecones, Pío XII (2 de junio de 1951) quiso conmemorar el 25º aniversario de la publicación de la encíclica Rerum Ecclesiae de Pío XI. Intenta armonizar las dos tendencias de la misionología de la época: la llamada a la fe (conversión y salvación en Cristo) y la implantación de la Iglesia por medio de una jerarquía autóctona. Se pide una más adecuada formación del clero nativo e indica la urgencia de adaptarse a las culturas y costumbres locales.56 La encíclica Fidei donum (Pío XII, 21 de abril de 1957) se puede considerar como el “testamento misionero” del Papa Pacelli. A mediados del s. XX, en África estrenaban la independencia numerosos estados que necesitaban una atención especial por parte de la acción evangelizadora, especialmente teniendo en cuenta la invasión del materialismo ateo y una especie de neocolonialismo económico. La encíclica, mientras llama a colaborar en la misión de las tierras africanas, insta a tomar conciencia de la corresponsabilidad de los Obispos con el Papa respecto a la misión universal; consecuencia de ello es la invitación a los sacerdotes diocesanos a asumir esta responsabilidad como colaboradores de los Obispos, con un servicio misionero temporal o permanente (“sacerdotes fidei donum”). Se insiste en temas ya tratados por las anteriores encíclicas: implantación de la Iglesia con la organización de la jerarquía local, inserción de los grupos humanos y situaciones sociales, apostolado seglar, etc.57

56      AAS 43 (1951) 497-528. Tiene dos apartados principales: I: mirada retrospectiva sobre los últimos 25 años; II: principios y normas de acción misionera (formación, clero nativo, cooperación de seglares y de la Acción Católica, incidencia en los campos de la cultura y de los medios de comunicación social, presentación de la doctrina social de la Iglesia, colaboración y adaptación, incidencia en el arte, Obras Misionales Pontificias). Los contenidos misionológicos de los documentos de Pío XII aparecen también en otras de sus encíclicas: Fidei donum (1957, que resumimos luego), Mystici Corporis Christi (1943); Mediator Dei (1947); Haurietis Aquas (1956). Son documentos que tuvieron gran influjo en el concilio Vaticano II. 57      AAS 49 (1957) 225-248. La encíclica comunicó un impulso decisivo a las diócesis misioneras, con participación de seglares y de institutos religiosos y misioneros. Tiene la siguiente distribución: I: situación de la Iglesia en Africa; II: la colaboración de toda la Iglesia; III: triple deber misionero (oración, cooperación económica, vocaciones) y Obras Misionales Pontificias. Además de los estudios ya citados sobre las encíclicas en general y su época, ver: J. BETTRAY, Pius XII, der Papst missionarischer Katholischer Weltweiser (Wien 1956); C. COSTANTINI, Pio XII grande Pontefice missionario (Roma 1956); R. RWEYWMANU, Il XXV anniversario dell’enciclica “Fidei donum”: Euntes Docete 35 (1982) 449-480; R. ZECCHIN, I sacerdoti fidei donum, una maturazione storica ed ecclesiale della misionarietà della Chiesa (Roma, Pont. Opere Missionarie, 1990). Con ocasión del 50º: AA.VV., La llamada a la misión. Actas de las jornadas de Delegados Diocesanos de Misiones, Madrid, 22-24 mayo, 2007 (Madrid, EDICE, 2007). Ver un amplio elenco bibliográfico, distribuido por años (desde 1957): Bibliographia Missionaria, LXX (2006), Appendix 313-328.

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La encíclica Princeps Pastorum (Juan XXIII, 28 de noviembre de 1959) quiso conmemorar el 40º aniversario de la encíclica Maximum illud. Invita a colaborar en la formación del clero nativo y de los laicos (catequistas, jóvenes, Acción Católica).58 3. Documentos misioneros del concilio Vaticano II La constitución Lumen Gentium desarrolla ampliamente la naturaleza misionera de la Iglesia; la constitución Gaudium et Spes acentúa la inserción de la Iglesia en medio del mundo (con sus culturas y religiones); el decreto Ad Gentes profundiza en la misión universalista a todos los pueblos. Los otros documentos conciliares presentan un aspecto especial de la misión eclesial: la Iglesia de la Palabra (DV), del misterio pascual (SC), en todos sus estamentos (ChD, PO, AA, PC), en relación con otras comunidades eclesiales (OE, UR), con otras religiones (NAe) y con los diversos sectores y realidades de la sociedad actual (DH, GE, IM).59 Todos los documentos y temas del concilio pueden enfocarse a partir de los contenidos de la Lumen Gentium, enriquecidos con la doctrina de las otras Constituciones (DV, SC, GS) y acentuando la dimensión universalista “ad gentes” (AG). En cada vocación y en cada servicio eclesial (según los diversos documentos conciliares), debe aparecer la Iglesia signo transparente y portador de Cristo (LG), que anuncia la Palabra (DV), que celebra el misterio pascual (SC), que es solidaria de toda la humanidad (GS), para comunicar a todos la salvación en Cristo llamándolos a participar de la misma realidad de Iglesia (AG).

58      AAS 5l (1959), 833-864. Tiene la siguiente distribución general: I: la jerarquía y el clero local; II: la formación del clero local; III: el laicado en las misiones; IV: normas para el apostolado laical en las misiones. En otras encíclicas, Juan XXIII (Mater et Magistra, 1961, y Pacem in terris, 1963) relaciona con equilibrio la evangelización y la promoción o progreso humano e insta a cuidar de la formación del personal misionero: formación intelectual, pastoral, espiritual e incluso especializada en los estudios misionológicos. Así se podrá dar una mejor adaptación al ambiente cultural y social de otros pueblos. Además de los estudios citados anteriormente sobre las encíclicas en general, ver: L.F. CAPOVILA, Missione e terzo mondo nella testimonianza di Papa Giovanni XXIII, en: Papa Giovanni e Terzo Mondo (Milano 1973) 14-44. 59      El concilio Vaticano II fue anunciado por Juan XXIII en 1959. Se convocó en 1961 (Const. Apost. Humanae salutis). Dio comienzo el 11 de octubre de 1962 y se clausuró el 8 de diciembre de 1965. Ver crónica y el “iter” de la celebración y de los documentos, en: Il Concilio Vaticano II (Roma, La Civiltà Cattolica, 1966ss), 5 volúmenes. Ver colección de estudios de varios autores que hacen un balance del mismo en 1987: Vaticano II, bilancio e prospettive venticinque anni dopo 1962-1987 (Assisi, Cittadella Edit., 1987). Sobre la dimensión misionera del concilio: V. GARAYGORDOBIL, Las misiones en el concilio y repercusiones postconciliares: Lumen 35 (1986) 301-321.

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Recordando el mandato misionero de anunciar el evangelio a toda criatura (cfr. Mc 16,15), la Iglesia toma conciencia de “su naturaleza y su misión universal” (LG 1). De este modo, podrá presentarse como “signo levantado ante las naciones” (SC 2), “que manifiesta y, al mismo tiempo, realiza el misterio del amor de Dios al hombre” (GS 45). El concilio, al presentar claramente a Cristo, se propone, entre otros objetivos, “invitar a todos los hombres al seno de la Iglesia” (SC 1). “Así, pues, ora y trabaja a un tiempo la Iglesia, para que la totalidad del mundo se incorpore al Pueblo de Dios, Cuerpo del Señor y Templo del Espíritu Santo, y en Cristo, Cabeza de todos, se rinda todo honor y gloria al Creador y Padre universal” (LG 17). El concilio “quiere proponer la doctrina auténtica sobre la revelación y su transmisión para que todo el mundo lo escuche y crea, creyendo espere, esperando ame” (DV 1).60 En toda la constitución Gaudium et Spes sobresale la centralidad de Cristo respecto a la creación y a la historia, que la Iglesia hará efectiva “recapitulando todas las cosas” en él (Ef 1,10). El final de cada capítulo de la primera parte de esta constitución es un resumen de la centralidad del misterio de Cristo, como respuesta al misterio del hombre.61 A partir del misterio de la encarnación, la Iglesia se siente solidaria de toda la humanidad: “La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia” (GS 1). El decreto conciliar Ad Gentes debe, pues, encuadrarse en el contexto de todos los demás documentos conciliares, especialmente teniendo en cuenta las cuatro Constituciones. La idea principal, de profundo significado y trascendencia misionera, que puede armonizar todos los documentos, es la de “Iglesia sacramento”, que en su dimensión misionera “ad gentes”, se completa así: “Iglesia sacramento universal de salvación” (AG 1; LG 48). Es, pues, signo transparente y portador de Cristo para toda la humanidad.

60      El tono de esta invitación universalista equivale a la oferta de compartir los dones recibidos de Dios, los cuales están en armonía con otros dones recibidos anteriormente por otras culturas y religiones, como veremos en los capítulos siguientes. 61      Ver especialmente el n. 22 (sobre la encarnación: Cristo el hombre nuevo), cuyo contenido queda citado en los principales documentos de Juan Pablo II (cfr. RH 8; RMi 6, 10, 18, 28). Cfr. J.A. RAMOS, Teología pastoral, o.c., cap.IV (la constitución pastoral del Vaticano II).

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El documento misionero aprovecha la herencia de las encíclicas anteriores, aunque señala unas líneas más firmes para una evangelización más eficaz y adaptada a la realidad actual. Se acentúa la naturaleza misionera de toda Iglesia particular, sin restar importancia a la vocación misionera específica y a los Institutos misioneros. La misión de la Iglesia es la misma misión de Cristo, que deriva de la Trinidad y de los planes salvíficos del Padre y que se realiza bajo la acción del Espíritu Santo. Tiene, pues, dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica y eclesiológica. A partir de estos principios misioneros (AG I), se puede pasar fácilmente a las consecuencias prácticas: la obra misionera (II), las Iglesias particulares (III), los misioneros (IV), la organización de la actividad (V) y la cooperación misionera (VI). El decreto conciliar sigue siendo la base de toda la reflexión teológica actual sobre la misión.62 4. Documentos misioneros del postconcilio Son principalmente dos los documentos postconciliares específicamente misioneros: Evangelii nuntiandi (Pablo VI), Redemptoris Missio (Juan Pablo II). Pero la dimensión misionera “ad gentes” se hace cada vez más explícita en todos los documentos magisteriales del postconcilio. La exhortación apostólica postsinodal Evangelii nuntiandi, de Pablo VI (8 de diciembre de 1975), fue publicada a los diez años de finalizar del concilio Vaticano II y ha sido uno de los documentos más citados y apreciados en el período postconciliar. Describe “la evangelización del mundo contemporáneo” y no sólo la evangelización “ad gentes”.

62      AAS 58 (1966) 947-990. Estudios y comentarios a todo el decreto: AA.VV., Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia: Misiones Extranjeras 13 (1966) 195-239; AA.VV., Las misiones después del concilio, Comentario al Decreto conciliar sobre la actividad misionera de la Iglesia (Buenos Aires, Edit. Guadalupe, 1968); AA.VV., L’activité missionnaire de l’Eglise, Décret “Ad Gentes” (Paris, Cerf, 1967); AA.VV., Le Missioni nel Decreto “Ad Gentes” del Concilio Vaticano II: Euntes Docete 19 (1966); AA.VV., Chiesa e missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana 1990); E. BORDA, Reflexiones sobre la teología de la misión en el XXV aniversario del decreto “Ad Gentes”: Scripta Theologica 22 (1990) 843-861; S. BRECHTER, Decree on the Church’s Missionary Activity, en: H. VORGRIMLER (ed.), Commentary on the Documents of Vatican II (London 1969) IV, 87-181; J. LOPEZ GAY, La reflexión conciliar: del AG a la EN, en: La misionología hoy (Estella, Verbo Divino, 1987) 171-193. Para bibliografía más particularizada: W. HENKEL, Bibliografia sul decreto De Activitate Missionali Ecclesiae “Ad Gentes” (anni 1975-1985): Euntes Docete 39 (1986) 263-274.

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Los contenidos son parecidos a los documentos conciliares Gaudium et Spes y Ad Gentes. Evangelii Nuntiandi se remite a la naturaleza misionera de la Iglesia, presentándola en una perspectiva más dinámica: “Del Cristo Evangelizador, a la Iglesia evangelizadora” (EN I). Profundiza en la acción evangelizadora ofreciendo sus contenidos bíblicos, los sectores de la sociedad que urge evangelizar, los nuevos medios y los destinatarios de la evangelización (EN II-V). Hace un llamamiento a la responsabilidad evangelizadora de todas las vocaciones (EN VI).Al terminar la exhortación, hace una amplia exposición de “espíritu de la evangelización” (EN VII).63 La encíclica Redemptoris Missio (Juan Pablo II, 7 de diciembre de 1990) recoge la herencia del concilio a los veinticinco años de su celebración (y a los quince años de Evangelii nuntiandi). Propiamente es la primera encíclica directamente “misionera” del postconcilio, en cuanto que aborda la evangelización “ad gentes” en continuidad con las encíclicas misionales anteriores y con el decreto misionero del concilio Vaticano II. Invita con urgencia a asumir la propia responsabilidad misionera en las circunstancias actuales. En los tres primeros capítulos, la Redemptoris Missio aclara conceptos teológicos que, de no ser entendidos adecuadamente, podrían “debilitar el impulso misionero” (RMi 2): Cristo, único Salvador (I), el Reino de Dios (II), la acción del Espíritu Santo (III). Los capítulos siguientes describen las nuevas situaciones de la misión (IV), los caminos de la evangelización (V), los agentes y responsables (VI), la cooperación concreta (VII), la espiritualidad misionera (VIII). Se aclaran algunos conceptos actuales de gran repercusión en el campo misionero y misionológico: la salvación (Cristo único Salvador), la naturaleza misionera de la Iglesia (también de la Iglesia particular), la inculturación, los valores evangélicos, el diálogo, el progreso, el desarrollo, la vocación, formación y cooperación, la espiritualidad misionera, etc. Resalta la presentación de los misión “ad gentes” en relación con los tres “ámbitos” 63      AAS 58 (1976) 5-76. La exhortación “postsinodal” recoge las aportaciones del Sínodo Episcopal sobre la evangelización (1974). Los documentos de Pablo VI tienen también contenido muy misionero: las encíclicas Ecclesiam suam, sobre el diálogo (1964)), Populorum progressio (1967) y la carta apostólica Octogesima adveniens (1971). Estudios sobre la exhortación postsinodal: AA.VV., Esortazione Apostolica “Evangelii Nuntiandi”, Commento sotto l’aspetto teologico, ascetico e pastorale (Congregazione per l’Evangelizzazione dei Popoli 1976); AA.VV., “Evangelii Nuntiandi” Kommentare und Perspektiven: Neue Zeitschrift für Missionswissenschaft 32 (1976) 241-341; AA.VV., L’Annuncio del Vangelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1977); E. BRIANCESCO, En torno a la “Evangeliii nuntiandi”. Apuntes para una teología de la evangelización: Teología 14 (Buenos Aires 1977) 101-134; J. LOPEZ GAY, La reflexión conciliar: del Ad gentes a la Evangelii Nuntiandi, en: La misionología hoy (Madrid, Obras Misionales Pontificias, 1987) 171-193; B. MCGREGOR, Commentary on Evangelii nuntiandi: Doctrine and Life (March-April 1977) 53-97. Ver otros comentarios particulares en temas específicos.

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o posibilidades (geográfica, sociológica, cultural), así como la importancia de presentar hoy la experiencia peculiar de la contemplación cristiana.64 El magisterio de Juan Pablo II, como el de Pablo VI, fue eminentemente misionero. Desde su primera encíclica (Redemptor Hominis, 1979), indicó la dimensión sin fronteras de la misión. La Iglesia, con su “dinamismo misionero”, tiene “conciencia de apertura universal” (RH 4) y se encuentra siempre “en estado de misión” (RH 20). Además de las encíclicas de Juan Pablo II, hay que destacar sus exhortaciones apostólicas postsinodales, especialmente las dedicadas a cada uno de los Continentes (como fruto de sus respectivos Sínodos episcopales). La encíclica Slavorum Apostoli (2 de junio de 1985) está centrada en el tema de la inculturación, siempre en vistas a la evangelización, tomando como modelos de misión inculturada a los santos copatronos de Europa, Cirilo y Metodio, grandes fautores de las raíces cristianas de Europa y de toda la cultura occidental.65 La herencia misionera y misionológica del concilio y del postconcilio ha quedado también plasmada a nivel jurídico en el nuevo Código de Derecho Canónico (1983). El apartado sobre “la acción misionera de la Iglesia” (lib. III, tít. II), después de presentar la naturaleza misionera de la misma Iglesia, señala y traza normas sobre la responsabilidad de la jerarquía y de cada miembro del Pueblo de Dios, subrayando la dimensión misionera de la vida consagrada, la importancia de los misioneros y de los catequistas, la actividad y coordinación misionera, la promoción de las vocaciones y de la animación misionera, especialmente por medio de las Obras Misionales Pontificias.66 64      AAS 83 (1991) 249-340. Estudios: AA.VV., La misión del año 2000. Interpelaciones de la encíclica Redemptoris missio: XLIV Semana española de misionología (Burgos 1993); AA.VV., “Redemptoris missio”. La misión en los umbrales del s.XXI: Misiones Extranjeras n.122 (1991); AA.VV., Haced discípulos a todas las gentes, Comentario y texto de la encíclica “Redemptoris Missio”: (Valencia, EDICEP, 1991); AA.VV., Cristo, Chiesa, Missione, commento all’enciclica “Redemptoris Missio” (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1992) (comentario científico); AA.VV., Redemptoris Missio, Riflessioni (Roma, Pontificia Università Urbaniana 1991) (comentario divulgativo); AA.VV., Redemptoris Missio, points de vue, évolutions, perspectives: Spiritus 33 (1992) 143-232; AA.VV., La missione del Redentore (Leumann, Torino, LDC, 1992); D. COLOMBO, Fondamenti teologici e identità della Missio ad gentes nella Redemptoris Missio: Euntes Docete 44 (1991) 203-223; A. BELLAGAMBA, The Mission of the Church. A new look. A commentary and reflection on the Encyclical Redemptoris Missio (Nairobi, St. Paul Publications, 1993); C. GEFFRÉ, L’evoluzione della teologia della missione. Dalla “Evangelii Nuntiandi” alla “Redemptoris Missio, en: Le vie missionarie del nostro tempo (Bloogna, EMI, 1996) 63-82; J.L. LARRABE, Hacia una Iglesia misionera según la “Redemptoris Missio”. Un comentario teológico y catequético: Estudios Eclesiásticos 67 (1992) 73-90. Citamos otros comentarios más particulares en temas específicos. 65      Ver documentos magisteriales en: El Magisterio Pontificio contemporáneo, o.c. Además de los citados anteriormente, ver: P. GIGLIONI, La missione sulle vie del concilio. Il pensiero missionario di Giovanni Paolo II (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1988). 66      Ver los cánones 756-792 (libro III, título II). J.A. EGUREN, La Iglesia misionera en el nuevo Código de Derecho canónico: Rev. Esp. Derecho 44 (1987) 411-439; J. GARCIA MARTIN, La

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En el Catecismo de la Iglesia Católica se recoge la doctrina misionera de la Iglesia, con su base bíblica, magisterial y teológica, y con orientación catequética. Hay profusión de citas, especialmente de los documentos conciliares. La misión universal, que tiene origen trinitario y que llega a la Iglesia (desde el Padre, por Cristo, en el Espíritu), se relaciona con la realidad eclesial de: Iglesia “misterio”, “sacramento universal de salvación” (nn. 772-780); Iglesia “católica” (nn. 830-856); Iglesia “apostólica” (nn. 857-870). Al describir a la Iglesia, como “sacramento universal de salvación”, el catecismo resalta la universalidad: “La Iglesia es también el sacramento de la unidad del género humano... Como sacramento, la Iglesia es instrumento de Cristo. Ella es asumida por Cristo como instrumento de redención universal... Ella es el proyecto visible del amor de Dios hacia la humanidad” (nn. 774-776). Explica la nota de catolicidad: “Es católica porque ha sido enviada por Cristo en misión a la totalidad del género humano” (n. 831). La misión es exigencia de la catolicidad por el mandato universal de Cristo (n. 849), por el origen y la finalidad de la misión (n. 850), por el motivo de la misión que es “el amor de Dios por todos los hombres” (n. 851), por los caminos de la misión (n. 852). La misión es también exigencia de la apostolicidad: “toda la Iglesia es apostólica mientras permanezca, a través de los sucesores de San Pedro y de los Apóstoles, en comunión de fe y de vida con su origen. Toda la Iglesia es apostólica en cuanto que ella es enviada al mundo entero; todos los miembros de la Iglesia, aunque de diferentes maneras, tienen parte en este envío” (n. 863).67 Las exhortaciones apostólicas postsinodales, sobre cada uno de los Continentes, aportan abundantes datos sobre la evangelización en cada uno de ellos, señalando las urgencias actuales ante las nuevas situaciones de la sociedad humana.68

missionarietà della Chiesa nella nuova legislazione canonica, en: Chiese e Missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1990) 177-198; R. MOYA, Dimensión misionera de la Iglesia en el nuevo Código de Derecho Canónico: Studium 24 (1984) 111-133; E. SASTRE, Perspectivas de Derecho misionero después del Código de 1983, Euntes Docete 36 (1983) 295-310; I. TING PONG LEE, Il diritto missionario del nuovo Codice di diritto canonico, en: La nuova ligeslazione canonica (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 19833) 405-421. 67      AA.VV., Un dono per oggi, il Catechismo della Chiesa Cattolica (Roma, Paoline, 1992); J. GARCIA MARTIN, Algunas consideraciones sobre el carácter misionero del “Catecismo de la Iglesia Católica”: Commentarium pro Religiosis 76 (1995) 359-386; P. GIGLIONI, Per una lettura missionaria del Catechismo della Chiesa cattolica: Omnis Terra, n.34 (1993) 27-36. 68      Ecclesia in Africa (1995), Ecclesia in America (1999), Ecclesia in Asia (1999), Ecclesia in Oceania (2001), Ecclesia in Europa (2003). Ver en el cap.VII, apartado II,4 (siglos XIX-X), algunos contenidos de esas exhortaciones continentales.

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Los documentos del magisterio ordinario aluden frecuentemente a la misión “ad gentes”, especialmente al comentar los mensajes pontificios sobre el día mundial de las misiones, o también al referirse a las encíclicas y exhortaciones misioneras. Son relativamente frecuentes los comentarios al tema de la “nueva evangelización”.69 Los documentos del Episcopado latinoamericano emanados en sus Conferencias Generales de Medellín (1968), Puebla (1979) y Santo Domingo (1992), Aparecida (2007), han tenido repercusión universal. El documento de Puebla (III CELAM), en su contenido misionero “ad gentes”, ha sido citado frecuentemente por Juan Pablo II en sus viajes apostólicos y también en la encíclica Redemptoris Missio: “Toda Iglesia particular debe abrirse generosamente a las necesidades de las demás... A este propósito es ejemplar la declaración de los Obispos en Puebla: «Finalmente, ha llegado para América Latina la hora... de proyectarse más allá de sus propias fronteras, ad gentes. Es verdad que nosotros mismos necesitamos misioneros. Pero debemos dar desde nuestra pobreza» (cita Puebla, n.368)... La misión de la Iglesia es más vasta que la comunión entre las Iglesias; ésta, además de la ayuda para la nueva evangelización, debe tener sobre todo una orientación con miras a la específica índole misionera” (RMi 64).70 El documento de Santo Domingo (IV CELAM), remitiéndose a Redemptoris Missio y al documento de Puebla, ratifica esta dimensión misionera y se compromete a ponerla en práctica. Al presentar la proyección a la misión “ad gentes” (1.4.1), dice: “Juan Pablo II en su encíclica misionera nos ha llevado a discernir tres modos de realizar esa misión: la atención pastoral en situaciones de fe viva, la Nueva Evangelización y la acción misionera ad gentes... Podemos decir con satisfacción que el desafío de la misión ad gentes propuesto por Puebla ha sido asumido desde nuestra pobreza, compartiendo la riqueza de nuestra fe con la que el Señor nos ha bendecido. Reconocemos, sin embargo, que la conciencia misionera ad gentes es todavía insuficiente o débil” (Documento de Santo Domingo, 125).71 69      CELAM, Nueva evangelización, génesis y líneas de un proyecto misionero (Bogotá 1990); (Comisión Episcopal del Clero, España), Sacerdotes para la nueva evangelización (Madrid 1990); (Comisión Episcopal de Missiones y Cooperación entre las Iglesias) La misión ad gentes y la Iglesia en España (Madrid, EDICE, 2001); (Conferencia Episcopal Argentina) Documento de trabajo. Líneas para una evangelización nueva en su ardor, en sus métodos y en su expresión (San Miguel, Oficina del Libro, 1989); Idem, Navega mar adentro (San Miguel, 2003). Ver el tema de la “nueva evangelización” resumido en el apartado VII del presente capítulo. 70      El documento de Medellín (1968) se centró en la evangelización dentro de Latinamérica. Ver: DEMIS-CELAM, La misión “desde la pobreza” (una audacia de Puebla) (Bogotá 1985); Dar desde nuestra pobreza, vocación misionera de América Latina (Bogotá 1987); R. BALLAN, El valor de salir, la apertura de América Latina a la misión universal (Lima, Edic. Paulinas, 1990. 71      R. BALLAN, La misión Ad Gentes: una prioridad. Lectura misionera de Santo Domingo: Revista Teológica Limense 39 (1995) 275-292; Idem, Latinoamérica misionera, una prioridad pastoral afirmada en Santo Domingo: Medellín 21 (1995) 251-264.

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El documento de Aparecida (2007) es muy enriquecedor para la misión “ad gentes”. Después de describir la realidad (primera parte), delinea cómo deben ser los “discípulos misioneros” (segunda parte), para poder afrontar la misión en todas sus perspectivas (tercera parte). El “compromiso con la misión ad gentes” se afronta en esta última parte (nn.373-379).

Subsidios doctrinales y prácticos para el trabajo personal y comunitario Para una profundización es necesario conocer los documentos del Magisterio de la Iglesia sobre la Misión, sería oportuno hacer un trabajo por equipos y exponer las ideas centrales de cada Documento. Trabajo práctico-personal y luego compartirlo: Basándose sobre todo en Ad Gentes, Evangelii Nuntiandi, Redemptoris Missio y Aparecida, contestar las siguientes cuestiones: ¿Qué es la misión? (nivel teológico): AG I; EN I-III; RMi I-III. ¿Cómo realizar la actividad misionera? (nivel operativo): AG II, III, V; EN IV-V; RMi IV-V; ¿Quiénes son los agentes de la misión? (AG IV, VI; EN VI; RMi VI); ¿Cómo animar a la comunidad cristiana para hacerla misionera? (AG VI; EN VI; RMi VII). ¿Cómo vivir la misión por parte de los apóstoles y de toda la comunidad? (nivel espiritual): AG IV; EN VII; RMi VIII. En la dimensión de la Misión “ad gentes”: ¿Cuáles son las nuevas fronteras de la fe, para poder evangelizar “ad gentes”, más allá de esos límites fronterizos? ¿Cómo lo hace un joven discípulo misionero? Ante las situaciones de pobreza e injusticia: ¿Cómo el misterio de Cristo esclarece el misterio del hombre en su dimensión personal, comunitaria y social? ¿Cómo influye la acción misionera de la Iglesia en la transformación de la realidad social? Edificación de la Iglesia: ¿Cómo caminar hacia esta comunión en la Iglesia local (particular) y en relación con las demás Iglesias y comunidades eclesiales? ¿Cómo se vive esa comunión entre grupos y movimientos eclesiales? ¿Cómo la LMJ es agente de comunión? 51

Pastoral y cooperación misionera: ¿Cómo hacer misionera a toda la comunidad parroquial y diocesana? ¿Cómo hacer que la Pastoral Juvenil sea Misionera? Espiritualidad misionera: ¿Cómo transparentar a Cristo en el modo de realizar la misión? ¿Cómo presentar la peculiar experiencia de Dios Amor?

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Bibliografía AA.VV., Misión para el tercer milenio, curso básico de Misionología (Roma y Bogotá, PUM, 1992); AA.VV., La misionología hoy (Estella, Verbo Divino, 1987); AA.VV., Seguir a Cristo en la misión. Manual de misionología (Estella, Edit. Verbo Divino, 1998); AA.VV., Following Christ in Mission. A Foundational Course in Missiology (Bombay, Paulines, 1995);AA.VV., Missiology, An Ecumenical Introduction (Michigan, Grand Rapids, 1995); J.A. BARREDA, Missionologia. Studio introduttivo (Cinisello Balsamo, San Paolo, 2002); St.B. BEVANS., R.P. SCHROEDER, Constansts in context. A theology of mission for today (Maryknoll NY, Orbis Books, 2004); D.J. BOSCH, Transforming Mission. Paradigm Chifts in Theology of Mission (New York 1993); E. BUENO, La Iglesia en la encrucijada de la misión (Estella, EVD, 1999); Idem, Misionología, en: Diccionario de Misionología, o.c., 634-641; G. BUONO, Missiologia, teologia e prassi (Milano, Paoline, 2000); R. CAMPELL, The Church in mission (New York, Maryknoll, 1965); A.L. CASTRO, Gusto por la misión, Manual de Misionología (Bogotá. CELAM, 1994); G. COLLET, “… Fino agli estremi confine della terra”. Questioni fondamentali di teologia della missione (Brescia, Queriniana, 2004); G. COLZANI, Teologia della missione.Vivere la fede donandola (Padova, EMP, 1996); Y.M. CONGAR, Principes doctrinaux, en: L’activité missionnaire de l’Eglise (Paris 1967) 185-221; M. DAGRAS, Théologie de l’évangélization (Paris, Desclée, 1978); H. DE LUBAC, Le fondement théologique des missions (Paris, 1946); J. ESQUERDA BIFET, Teología de la evangelización (Madrid, BAC, 1995); J. GEVAERT, Proponer el evangelio a quien no conoce a Cristo (Santander, Sal Terrae, 2001); J. GUITERAS I VILANOVA, Evangelització (Montserrat 1985); A.M. HENRY, Bosquejo de una teología de la misión (Barcelona, Herder, 1961); J.L. IRÍZAR, Cristo, Iglesia y misión (Estella, Edit. Verbo Divino, 1998); J. LOPEZ GAY, Introduzione alla Missiologia (Roma, Pont. Università Gregoriana, 1975); J. MASSON, Théologie générale de la fonction missionnaire (Roma, Univ. Gregoriana, 1973); P. DE MONDREGANES, Manual de Misionología (Madrid, Edic. España Misionera, 1951); K. MÜLLER, Teología de la misión (Estella,Verbo Divino, 1988); E. NUNNENMACHER, Missiologia, en: Dizionario di Missiologia, o.c., 351-356; F. OBORJI ANEKWE, Teologia della missione. Storia e nuove sfide (Roma, Liberit, 2002); E.C. PENTECOST, Issues in Missiology. An Introduction (Michigan, Grand Rapids, Baker book House, 1982); A. PERBAL, La teología misional (Barcelona, Herder, 1961); J. POWER, Mission theology today (Dublin 1970); R. PRAT I PONS, La misión de la Iglesia en el mundo. Ser cristiano, hoy (Salamanca, Secretariado Trinitario, 2004); L.W. RAMAMBASON, Missiology: its Subject-mater and Method (Frankfurt am Main, 1999); A. SANTOS HERNANDEZ, Teología sistemática de la misión (Estella,Verbo Divino, 1991); Idem, Misionología, problemas introductorios y ciencias auxiliares (Santander, Sal Terrae, 1961); D. SENIOR, C. STUHLMÜLLER, Biblia y misión, Fundamentos bíblicos de la misión (Estella, Edit. Verbo Divino, 1985); A. SEUMOIS, Teologia missionaria (Bologna, Dehoniane, 1993); J.A. SHERER, S.B. BEVANS, New 53

Directions in Mission and Evangelization. Basic Statements. Ecumenical Documents 1974-1991 (Maryknoll N.Y., Orbis Books, 1983); A.R. TIPPETY, Introduction to missiology (Pasadena Cal., W. Carey Lib., 1987); P. VADAKUMPADAN, Evangelization today (Shillong 1989); J. VERKUYL, Contemporary Missiology. An Introduction (Gran Rapids, Mich., 1987); A. WOLANIN, Teologia della missione (Casale Monferrato, PIEMME, 1989); M. ZAGO, Misión, en: AA.VV., Diccionario de pastoral vocacional (Salamanca, Sígueme, 2005) 694-706. Ver Diccionarios, etc., en la bibliografía general del inicio de esta publicación.Ver temas particulares en otros capítulos y en las notas respectivas del presente capítulo (v.g. teología pastoral, etc.). SIGLAS Y ABREVIACIONES AA:Decreto conciliar Apostolican Actuositatem. AG:Decreto conciliar Ad Gentes. Aparecida: Documento conclusivo de la Vª Conferencia General del CELAM, 2007. CA:Encíclica Centesimus Annus (Juan Pablo II, 1991). CD:Decreto conciliar Christus Dominus. CEC:Catechismus Ecclesiae Catholicae (1992). CFL:Exhortación apostólica Christifideles Laici (Juan Pablo II, 1988). ChD:Decreto conciliar Christus Dominus (Vaticano II). ChL:Exhortación apostólica Christifideles Laici (Juan Pablo II, 1988). CIC:Codex Iuris Canonici (1983). CT:Exhortación apostólica Catechesi tradendae (Juan Pablo II, 1979). DCe: Encíclica Deus Caritas est (Benedicto XVI. 2005). DeV:Encíclica Dominum et Vivificantem (Juan Pablo II, 1986). Dir:Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros (Congregación para el Clero, 1994). DH: Declaración conciliar Dignitatis Humanae. DM:Encíclica Dives in Misericordia (Juan Pablo II, 1980). Dominus Iesus:Declaración Dominus Iesus (Congregación para la doctrina de la fe, 2000). DV:Constitución conciliar Dei Verbum. EAf:Exhortación apostólica Ecclesia in Africa (Juan Pablo II, 1995). EAm:Exhortación apostólica Ecclesia in America (Juan Pablo II, 1999). EAs:Exhortación apostólica Ecclesia in Asia (Juan Pablo II, 1999). EdE:Encíclica Ecclesia de Eucharistia (Juan Pablo II, 2003). EEu:Exhortación apostólica Ecclesia in Europa (Juan Pablo II, 2003). EN:Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (Pablo VI, 1975). EO:Exhortación apostólica Ecclesia in Oceania (Juan Pablo II, 2001). ES:Encíclica Ecclesiam suam (Pablo VI, 1964). ET:Exhortación apostólica Evangelii Testificatio (Pablo VI, 1971). 54

FC:Exhortación apostólica Familiaris Consortio (Juan Pablo II, 1981). FR:Encíclica Fides et Ratio (Juan Pablo II, 1998). GE:Declación conciliar Gravissimum Educationis (Vaticano II). GS:Constitución conciliar Gaudium et Spes. IM:Decreto conciliar Inter mirifica. IMy:Bula Incarnationis Mysterium (Juan Pablo II, 1998). LE:Encíclica Laborem Exercens (Juan Pablo II, 1981). LG:Constitución conciliar Lumen Gentium. MC:Exhortación apostólica Marialis Cultus (Pablo VI, 1974). MD:Carta apostólica Mulieris Dignitatem (Juan Pablo II, 1988). MND:Carta apostólica Mane nobiscum Domine (Juan Pablo II, 2004). MR:Directrices Mutuae Relationes (Congregación para los Institutos de Vida Consagrada: 1978). NAe:Declaración conciliar Nostra Aetate. NMi:Carta apostólikca Novo Millennio Ineunte (Juan Pablo II, 2001). OE:Decreto conciliar Orientalium Ecclesiarum (Vaticano II). OT:Decreto conciliar Optatam Totius. PC:Decreto conciliar Perfectae Caritatis. PDV:Exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis (Juan Pablo II, 1992). PI:Potissimum Institutioni (Congregación para la Vida Consagrada, Orientaciones sobre la formación en los institutos Religiosos, 1990). PO:Decreto conciliar Presbyterorum Ordinis. PP:Encíclica Populorum Progressio (Pablo VI, 1967). Puebla:Documento conclusivo de la IIIª Conferencia General del CELAM, 1979. RC:Exhortación apostólica Redemptoris Custos (Juan Pablo II, 1989). RD:Exhortación apostólica Redemptionis Donum (Juan Pablo II, 1984). RH:Encíclica Redemptor Hominis (Juan Pablo II, 1979). RMa:Encíclica Redemptoris Mater (Juan Pablo II, 1987). RMi:Encíclica Redemptoris Missio (Juan Pablo II, 1990). RP:Exhortación apostólica Reconciliatio et paenitentia (Juan Pablo II, 1984). SA:Encíclica Slavorum Apostoli (Juan Pablo II, 1985). SanDo:Documento de la IV Conferencia del Episcopado Latinoamericano, CELAM, 1992. SC:Constitución conciliar Sacrosantum Concilium. SCa: Exhortación apostólica Sacramentum Caritatis (Benedicto VI, 2007). SD:Exhortación apostólica Salvifici Doloris (Juan Pablo II, 1984). SDV: Carta apostólica Summi Dei Verbum (Pablo VI, 1963). Spe Salvi: Encíclica Spe Salvi (Benedicto XVI, 2007). SRS:Encíclica Sollicitudo Rei Socialis (Juan Pablo II, 1987). UR:Decreto conciliar Unitatis redintegratio. VC:Exhortación apostólica Vita Consecrata (Juan Pablo II, 1996). VS:Encíclica Veritatis Splendor (Juan Pablo II, 1993). 55

SIGNIFICADO Y CONTENIDOS DE LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA

Mons. Juan Esquerda Bifet

Presentación: Necesidad de enmarcar el concepto y los contenidos de la espiritualidad misionera Hay que reconocer que el tema de la “espiritualidad misionera” ha sufrido una evolución rápida y también imprecisa. Primero se ha pasado del desconocimiento del término, a una aceptación y concesión de carta de ciudadanía. En ese primer momento de la aceptación, fueron muy pocos los autores que hablaron del tema. Posteriormente, el tema ha venido generalizándose y también se ha aplicado a campos que ya no son propiamente de la espiritualidad misionera. Hoy es frecuente oír hablar del tema o encontrar estudios sobre el mismo. No siempre se encuadra correctamente. Cuando un tema pasa a ser de “actualidad” (o quizá de moda), frecuentemente es señal de que se ha comenzado a desvirtuar. No raras veces se aplica el término “espiritualidad misionera” al estilo de pastoral: más profética, más litúrgica, más diaconal o de servicios de caridad, etc. Estos campos de pastoral son esenciales para la evangelización; cada evangelizador tiene sus preferencias y su estilo. Pero la “espiritualidad” propiamente dicha tiene otro significado. Así como hay que distinguir la espiritualidad cristiana (o teología espiritual) de la teología pastoral, de modo parecido hay que distinguir entre espiritualidad misionera y acción evangelizadora. No obstante, los dos niveles de la misión están íntimamente relacionados y se postulan mutuamente. Cualquier tema teológico puede estudiarse en su naturaleza, en su aplicación práctica y en su vivencia. En el caso de la “misión” o evangelización, la teología dogmática estudia la naturaleza de la misión, mientras que la pastoral estudia la acción evangelizadora, y la espiritualidad reflexiona sobre las actitudes que hay que tomar por parte del evangelizador y de la comunidad evangelizadora. La espiritualidad misionera estudia esta dimensión vivencial de la misión, que llevará necesariamente a comprender y aplicar mejor los principios dogmáticos y las consecuencias pastorales. 56

Si no se tiene en cuenta la espiritualidad misionera en cuanto tal, entonces muchas reflexiones teológicas pastorales corren el riesgo de quedarse en aspectos teóricos, e incluso a veces en ideas discutibles sobre la misión. Por esto, afirma “Novo Millennio inneunte”, que, además da la teología sistemática, hay que estudiar la teología que han vivido los santos y, en nuestro caso, los santos misioneros: “Además de la investigación teológica, podemos encontrar una ayuda eficaz en aquel patrimonio que es la « teología vivida » de los Santos” (NMi 27). 1. Naturaleza y significado de la espiritualidad misionera El término “espiritualidad” indica el “espíritu” o estilo de vida. Se quiere “vivir” lo que uno es y hace. Para el cristiano, se trata de la vida “espiritual”, es decir, de la “vida según el Espíritu” (Rom 8,9): “caminar en el Espíritu” (Rom 8,4). “Se llama espiritual quien obra según el Espíritu”1. La “espiritualidad” o el “espíritu” de la vida cristiana tiene dimensión trinitaria y, por tanto, teológica, salvífica, cristológica, pneumatológica. Pero es también un caminar de hermanos que forman una sola familia o comunidad “convocada” (dimensión eclesial), comprometida en las situaciones humanas concretas (dimensión antropológica, social e histórica). Es una vida espiritual que se alimenta de la meditación palabra de Dios y de la celebración del misterio pascual (dimensión contemplativa y litúrgica). Es vida que debe anunciarse y comunicarse a todos los pueblos (dimensión misionera), hasta que un día será realidad plena en el más allá (dimensión escatológica). La vida espiritual no es una actitud intimista, subjetivista o alienante, sino una camino o proceso de santidad o de perfección, que se traduce en actitudes de fidelidad, generosidad y compromiso vital de totalidad. El “espíritu” o “espiritualidad” no es simplemente interiorización, sino un camino de verdadera libertad (cf. Gal 5,13; Jn 18,32), que pasa por el corazón y que se dirige a la realidad integral del hombre y de su historia personal y comunitaria. La espiritualidad cristiana se hace inserción (“encarnación”) en la realidad, a imitación del Hijo de Dios hecho hombre. Este camino espiritual o de perfección se convierte, por su misma naturaleza, camino de misión. Al hablar de “espiritualidad misionera”, queremos relacionar estos dos términos: “espiritualidad” y “misión”. La evangelización tiene dimensión “espiritual” de sintonía con los planes salvíficos del Padre, de relación personal con Cristo y de fidelidad a la acción del Espíritu Santo. La espiritualidad del evangelizador se concreta en “actitudes interiores” (EN 74), todas ellas impregnadas de relación personal con Cristo. Son actitudes de relación 1      SAN BASILIO MAGNO, De Spiritu Sancto, cap. 26, n. 61: PG 32. 179.

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familiar con Dios, de confianza filial, de sintonía con los planes salvíficos de Dios, de amistad con Cristo, de fidelidad a la acción y presencia del Espíritu Santo, de escucha contemplativa de la palabra de Dios, de sensibilidad respecto a los problemas de los hermanos redimidos por Cristo. La expresión “espiritualidad misionera” se encuentra en el decreto conciliar “Ad Gentes” (1965). Es la primera vez que aparece en un documento magisterial. Está en el contexto del objetivo de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos: “Este Dicasterio promueva la vocación y la espiritualidad misionera, el celo y la oración por las misiones, y difunda noticias auténticas y convenientes sobre las misiones” (AG 29).2 Los contenidos de la espiritualidad misionera se encuentran descritos en el capítulo IV del decreto “Ad Gentes”, que tiene como título “los misioneros”. Allí se habla de vocación misionera (AG 23), de virtudes (espiritualidad) del misionero (AG 24), de formación misionera (AG 25-26) y de los Institutos Misioneros (AG 27). Como puede apreciarse en las notas, el tema viene a ser una continuación de la doctrina expuesta anteriormente por las encíclicas misioneras.3 El tema de la “espiritualidad misionera” comenzó a cobrar actualidad desde la Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi” de Pablo VI (año 1975), donde se dedica todo un capítulo al “espíritu de la evangelización” (título del cap.VII).4 La Constitución Apostólica “Pastor Bonus” (art. 86-88) ratifica el objetivo del Dicasterio misionero según las indicaciones de AG 29 y puntualiza algo más: “estudios de investigación sobre la teología, la espiritualidad y 2      La expresión “espiritualidad misionera” es anterior al concilio Vaticano II. Se encuentra ya usada en: G.B. TRAGELLA, Per una spiritualità missionaria (Roma 1948); C. CARMINATI, Il problema missionario, Roma 1941, cap. V: “Spiritualità missionaria”; AA.VV., Espiritualidad misionera (Burgos, VI Semana Misionológica, 1954); A. RETIF, La mission, éléments de théologie et spiritualité missionnaire (Tours 1963). 3      Los comentarios al decreto conciliar “Ad Gentes” aportan algunos datos sobre la espiritualidad misionera cuando explican la figura del misionero: J. ESQUERDA BIFET, Spiritualità, vocazione e formazione missionaria, en: AA.VV., Chiesa e missione (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1990) 199-225; L.J. LECUONA, La vocazione missionaria, en: Le missioni nel decreto “Ad Gentes” del concilio Vaticano II (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1966) 209-225; K. MÜLLER, Les missionnaires (n. 13 à 27), en: Vatican II, L’activité missionnaire de l’Église (Paris, Cerf, 1967) 333-361. 4      La Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi” ha sido estudiada bajo diversos aspectos: teológicos, pastorales, espirituales. AA.VV., Esortazione Apostolica “Evangelii Nuntiandi”, Commento sotto l’aspetto teologico, ascetico e pastorale (S. Congregazione per l’Evangelizzazione dei Popoli 1976); AA.VV., L’Annuncio del Vangelo oggi (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1977). En el año 1974, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos creó la primera cátedra sobre la “espiritualidad misionera” en el Pontificia Universidad Urbaniana (Facultad de Misionología).

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la pastoral misionera” (art. 86), el “espíritu misionero” (art. 87), las “vocaciones misioneras” (art. 88). La encíclica “Redemptoris Missio” de Juan Pablo II dedica a este tema todo el capítulo VIII, que tiene como título “espiritualidad misionera” La “espiritualidad misionera” significa, pues, vivir la misión con fidelidad generosa al Espíritu Santo. Los estudios misionológicos, además de reflexionar sobre la naturaleza de la misión (teología) y sobre su práctica (pastoral), tienen que prestar atención también a su vivencia o “espíritu”, es decir, su “espiritualidad” o vida según el Espíritu Santo.5 Las “actitudes interiores” del apóstol (EN 74) son, pues, su estilo o “espíritu”, como fidelidad generosa a la vocación y a la misión del Espíritu (EN 75), que equivale a cumplimiento del mandato misionero de Cristo según los designios salvíficos del Padre. La “espiritualidad misionera”, como “espíritu de la evangelización” o dimensión espiritual de la misión, refleja el estilo de vida del apóstol, que se debe “renovar constantemente” (AG 24). Esta renovación espiritual comporta una renovación en la teología y en la pastoral misionera.Y de esta renovación “interior” o de “actitudes”, derivará la renovación misionera de toda la Iglesia. Para encuadrar la espiritualidad misionera dentro de la misionología, basta recordar que todo tratado de ciencias eclesiásticas puede estudiarse según diversas funciones: teológica o de investigación y síntesis, pastoral o de metodología de la acción, vivencial o de espiritualidad, etc. Aunque siempre se trata de teología, la espiritualidad misionera es una parte integrante de la misionología como estudio de la función espiritual o vivencial de la misión. 5      Bibliografía actual: AA.VV., Lecciones de espiritualidad misionera (Buenos Aires, Claretiana, 1984); L.A. CASTRO, Espiritualidad misionera (Bogotá, Paulinas, 1993); M. COLLINS REILLY, Spirituality for mission (New York, Orbis Books, 1978); J. DAO DINH DUC, Spiritualità missionaria, in: Cristo, Chiesa, Missione (Roma, Urbaniana Univ. Press, 1992) 381-397; J. ESQUERDA BIFET, Espiritualidad misionera (Madrid, BAC, 1982); Idem, Teología de la evangelización (Madrid, BAC, 1995) cap. X-XI; Idem, Nueva evangelización y espiritualidad misionera (en el inicio del tercer milenio): Studia Missionalia 48 (1999) 181-201; S. GALILEA, Espiritualidad de la evangelización, según las bienaventuranzas (Bogotá, CLAR, 1980); J. MONCHAMIN. Théologie et spiritualité missionnaire (Paris, Beauchesne, 1985); K. MÜLLER, Les missionnaires, II La spiritualité missionnaire, en: Vatican II, L’Activité missionnaire de l’Église (Paris, Cerf, 1967) 338-347; Y. RAGUIN, I am sending you, Spirituality for the missioner (Manila, EAPI 1973; M.C. REILLY, Spirituality for mission, Manila, Loyola University, 1976 y New York, Orbis Book, 1978); A. RETIF, La mission, éléments de théologie et spiritualité missionnaire (Tours 1963); K. WOJTYLA, La evangelización y el hombre interior: Scripta Theologica 11 (1979) 39-57; F. ZALBA, Espiritualidad misionera: Rev. Telógica Limense 18 (1984) 371-382.

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2. Elementos fundamentales de la espiritualidad misionera Los datos o elementos fundamentales de la espiritualidad misionera se desprenden de la figura de Cristo Buen Pastor: “guiado por el Espíritu Santo” fue hacia el desierto y hacia la “evangelización de los pobres” (Lc 4,1.18) con el “gozo” pascual de la esperanza (cfr. Lc 10,21). Las figuras misioneras de todas las épocas y, de modo especial, la figura de Pablo, nos ofrecen una síntesis fenomenológica del tema, de la que derivará fácilmente una reflexión teológica y sistemática. La misión recibida por la Iglesia es la misma de Jesús (cfr. Jn 20,21). La vivencia de la misión debe ser, pues, la misma de Jesús. La caridad pastoral de Jesús se concreta en donación de totalidad y de universalismo: se da él mismo, sin pertenecerse, como “consorte” o protagonista de todo ser humano. Jesús vivió la misión así y así la comunicó a los suyos. El mandato misionero que la Iglesia ha recibido de Jesús (cfr. Mt 28,19-20) tiene que vivirse como Jesús vivió el mandato recibido del Padre bajo la acción del Espíritu Santo. La espiritualidad misionera vivida por los santos tiene un valor permanente, aunque los matices varían según las épocas6. Hay que saber conjugar figuras misioneras, realizaciones, experiencias, documentos, etc. Estas figuras se inspiraron en los contenidos de la Sagrada Escritura y en la tradición de la Iglesia. Hoy, después de veinte siglos de vivencia y de reflexión, disponemos de abundante doctrina eclesial, en documentos del magisterio y en los estudios teológicos. Las líneas básicas de la espiritualidad del apóstol y de las comunidades eclesiales se pueden deducir de los tres elementos que componen la “vida apostólica” de todas las épocas históricas: seguimiento evangélico de Cristo, fraternidad o vida comunitaria del grupo, disponibilidad misionera. En realidad, es este último elemento el que matiza la generosidad evangélica y la vida fraterna del apóstol en general y del misionero en particular. Si se tienen en cuenta los contenidos de las encíclicas misioneras preconciliares y los documentos conciliares y postconciliares del Vaticano II, se puede afirmar que el tema de la espiritualidad misionera ha llegado a cierta madurez, ofreciendo los datos esenciales. 6      Las figuras misioneras son siempre fuente inspiradora de espiritualidad misionera. AA.VV., Spirito del Signore e libertà, Figure e momenti della spiritualità (Brescia, Morcelliana, 1982); F. CIARDI, Los fundadores hombres del Espíritu (Madrid, Paulinas, 1983); G SOLDATI, I grandi missionari (Bologna, EMI, 1985).

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Las encíclicas anteriores al concilio y la doctrina conciliar presentaban el tema de modo descriptivo, motivando las virtudes del misionero. La Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi” ofrece un listado relativamente completo sobre nuestro tema, señalando unos puntos básicos: vocación (EN 74; cf. EN 5), fidelidad al Espíritu Santo (EN 75), autenticidad y testimonio (EN 76), unidad y fraternidad apostólica (EN 77), servicio de la verdad (EN 78), celo apostólico a lo Pablo y según el modelo de los santos misioneros (EN 79-80). La encíclica “Redemptoris Missio” amplía y matiza estos contenidos, presentando la fidelidad al Espíritu Santo (RMi 87, dimensión pneumatológica), la intimidad con Cristo (RMi 88, dimensión cristológica), el amor a la Iglesia (RMi 89, dimensión eclesiológica), el celo o caridad apostólica (RMi 89, dimensión pastoral), la cercanía al hombre concreto (RMi 89, dimensión antropológica y sociológica), la exigencia de santidad (RMi 90, dimensión vivencial), la contemplación (RMi 91, dimensión contemplativa), la presencia de María (RMi 92, dimensión mariológica).7 Esta espiritualidad capacita para adentrarse en las cuestiones actuales de inculturación, de maduración de la Iglesia local, de presentación del evangelio en una época de cambio. Uno de los grandes desafíos misioneros de hoy, tal vez el más urgente, consiste en que, debido al cruce globalizado de religiones y culturas, se pregunta al cristianismo cuál es su experiencia peculiar de Dios. Si se trata de las religiones, la pregunta proviene de su experiencia de Dios, que deja entrever siempre un más allá. La respuesta cristiana no puede caer en el relativismo (como si todas las experiencias fueran iguales) ni en el exclusivismo (como si las otras experiencias no fueran válidas). La sociedad actual pregunta sobre lo que parece ser “silencio” y “ausencia” de Dios (injusticias, guerras, desgracias...). Decía Pablo VI: “Paradójicamente, el mundo, que, a pesar de los innumerables signos de rechazo de Dios, lo busca sin embargo por caminos insospechados y siente dolorosamente su necesidad, el mundo exige a los evangelizadores que le hablen de un Dios a quien ellos mismos conocen y tratan familiarmente, como si estuvieran viendo al Invisible. El mundo exige y espera de nosotros sencillez de vida, espíritu de oración, caridad para con todos, especialmente para los pequeños y los pobres” (EN 76). 7      Los comentarios a la encíclica profundizan también el tema de la espiritualidad misionera: AA.VV., Haced discípulos a todas las gentes, Comentario y texto de la encíclica “Redemptoris Missio” (Valencia, EDICEP, 1991); AA.VV., Cristo, Chiesa, Missione, commento all’enciclica “Redemptoris Missio” (Roma, Pont. Univ. Urbaniana, 1992). Ver algunos estudios especializados, en la nota 5.

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La experiencia cristiana de Dios se basa en el encuentro con Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, que murió y que vive resucitado presente entre nosotros. “Cristo, en la misma revelación del Padre y de su amor, manifiesta el hombre al propio hombre... Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del evangelio nos envuelve en absoluta oscuridad. Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos en el Espíritu: ¡Abba!, ¡Padre!” (GS 22). Ante este desafío de experiencia espiritual, cabe afirmar que “el futuro de la misión depende en gran parte de la contemplación. El misionero, sino es contemplativo, no puede anunciar a Cristo de modo creíble. El misionero es un testigo de la experiencia de Dios y debe poder decir, como los Apóstoles: «Lo que contemplamos... acerca de la Palabra de vida..., os lo anunciamos» (1Jn 1,1-3)” (RMi 91). La renovación de los evangelizadores se traduce en una acción evangelizadora más ilusionada y tenaz. Para emprender una nueva evangelización, los apóstoles de hoy deben renovarse en su actitud relacional con Dios (contemplación), en su relación con los hermanos (comunión), en la capacidad de insertarse en el mundo (inserción), en la coherencia con el evangelio (autenticidad) y en el sentido de trascendencia (esperanza). 3. Elaboración de una síntesis doctrinal sobre la espiritualidad misionera En la exposición de la espiritualidad misionera es conveniente presentar una síntesis doctrinal que abarque un temario relativamente completo, en el que se puedan ver todos los elementos fundamentales indicados más arriba, pero de manera más ordenada. Como hemos visto anteriormente, el decreto conciliar “Ad Gentes” señala una lista de virtudes en relación a la vocación misionera (AG 23-25). La Exhortación Apostólica “Evangelii Nuntiandi” y la encíclica “Redemptoris Missio” ofrecen una lista de temas básicos. Faltaría un orden más lógico y sistemático, que podría elaborarse a partir de la definición sobre espiritualidad misionera (vivencia de la misión guiados por el Espíritu Santo). El temario sería entonces de tipo deductivo: naturaleza, niveles, alcance, aplicaciones, medios, etc. Pero podría también derivar de las realidades concretas de la vida misionera; sería entonces de tipo inductivo: situación, historia, dificultades, antropología, cultura, Iglesia local o particular, etc. El mejor método es siempre de síntesis de ambos enfoques, el deductivo y el inductivo: elaborar una doctrina espiritual a partir 62

de realidades misioneras iluminadas por el mensaje evangélico predicado por la Iglesia y vivido por los santos misioneros. En la elaboración de este temario hay que inspirarse en la figura del Buen Pastor y de los Apóstoles, para iluminar las realidades de la acción evangelizadora que reclaman un especial estilo de vida. Para ello servirán los contenidos de los documentos de la Iglesia, las figuras misioneras de toda la historia, los carismas fundacionales de las instituciones misioneras, etc. Puede proponerse la siguiente síntesis doctrinal básica: Fidelidad al Espíritu Santo, en la misión de Cristo confiada a los Apóstoles y según los planes salvíficos del Padre (dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica); vocación misionera general y específica; comunidad apostólica donde se vive la vocación; virtudes concretas que derivan de la caridad pastoral; la oración como experiencia cristiana de Dios (dimensión contemplativa); es el sentido y amor de Iglesia misterio, comunión y misión (dimensión eclesiológica); la figura de María como Tipo de la Iglesia misionera (dimensión mariológica); necesidad de la espiritualidad misionera para una mayor inserción en la realidad (dimensión sociológica y cultural). Pero estos puntos necesitan desarrollarse bajo diversas perspectivas de actualidad. Por esto, hay que destacar algunos temas espirituales de actualidad: la actitud relacional con Cristo que deriva de la vocación misionera, la experiencia cristiana de Dios como experiencia peculiar, la actitud de las bienaventuranzas como cercanía a los pobres, la línea de inserción (inmanencia) como fruto de la trascendencia y esperanza, el misterio de la conversión desde la renovación personal y eclesial, la relación entre espiritualidad y acción apostólica, etc. La espiritualidad misionera puede aplicarse a todo cristiano, a partir de las exigencias del bautismo. Debe ser también la base de la animación misionera de la comunidad eclesial. La espiritualidad cristiana es esencialmente misionera. El camino de la perfección cristiana es una apertura comprometida y progresiva a los planes salvíficos y universales de Dios Amor, que trascienden el espacio y el tiempo. La gratitud por el don de la fe recuerda a todos los creyentes que la vocación cristiana es vocación a la santidad y al apostolado.8 Ser Iglesia significa participar en su naturaleza misionera, puesto que “ella existe para evangelizar” (EN 14). La espiritualidad cristiana es auténtica cuando es espiritualidad de Iglesia misionera. Cuanto más se vive la 8      Los estudios sobre la espiritualidad cristiana van adquiriendo cada vez más una dimensión misionera: AA.VV., La spiritualità della missione (Roma, Teresianum, 1986).

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espiritualidad cristiana, tanto más uno se adentra en el misterio trinitario, que se refleja en la realidad de una Iglesia misterio, comunión y misión. Pero la espiritualidad misionera tiene una aplicación especial cuando se trata del apóstol que se hace disponible “ad vitam” para la misión “ad gentes”. La espiritualidad del apóstol está relacionada con la misión o envío y con la acción evangelizadora.9 La espiritualidad misionera sabe encontrar el punto de equilibrio entre las tensiones que se originan en la vida apostólica: entre servicio y consagración, entre cercanía (inmanencia) y trascendencia, entre acción externa y vida interior, entre institución y carismas, etc. La espiritualidad del “misionero ad gentes” es fundamentalmente la misma que corresponde a todo evangelizador, pero con matices especiales, que tienen su punto de partida en la vocación específica. Cada vocación tiene sus gracias especiales, que reclaman una actitud espiritual de respuesta fiel y generosa. La espiritualidad del misionero es, pues, espiritualidad de dedicación al primer anuncio del evangelio, para implantar los signos permanentes de la evangelización en aquellas comunidades donde la Iglesia todavía no puede considerarse suficientemente implantada. Es la espiritualidad que corresponde a la misión universalista de dedicación permanente al anuncio del evangelio a todos los pueblos. El concilio Vaticano II describe así la fisonomía espiritual del misionero: “Lleno de fe viva y de esperanza firme, sea el misionero hombre de oración; inflámese en espíritu de fortaleza, de amor y de templanza; aprenda a contentarse con lo que tiene; lleve en sí mismo con espíritu de sacrificio la muerte de Jesús, para que la vida de Jesús obre en aquellos a los que es enviado; llevado del celo por las almas, gástelo todo y sacrifíquese a sí mismo por ellas, de forma que crezca en amor de Dios y del prójimo con el cumplimiento diario de su ministerio. Obedeciendo así con Cristo a la voluntad del Padre, continuará la misión de Jesús bajo la autoridad jerárquica de la Iglesia y cooperará al misterio de salvación” (AG 25).

9      A. PARDILLA, La figura bíblica del apóstol (Roma, Claretianum, 1982). Ver bibliografía actual y específica, citada en la nota 5 de nuestro estudio.

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A modo de conclusión La “espiritualidad” misionera consiste en una vida según el “Espíritu” en relación con la misión, que procede el Padre y se nos transmite por medio de Jesucristo y bajo la acción del Espíritu Santo. Es la espiritualidad que ayuda a descubrir y vivir la prioridad y la iniciativa de Dios en el don de la misión. “La actividad misionera exige, ante todo, espiritualidad específica”, que se delinea como “plena docilidad al Espíritu” (RMi 87) y “comunión íntima con Cristo” RMi 88). Como estilo de vida del misionero, la espiritualidad ayuda a profundizar en los temas teológicos sobre la misión (teología misionera) y es la mejor garantía para acertar en la pastoral misionera. La espiritualidad misionera, que se concreta en las “actitudes interiores” del apóstol a la luz del evangelio, es la base previa para captar y vivir el significado de la problemática misionera actual. Los contenidos de la misión sólo se descubren en sintonía con las vivencias de Cristo, es decir, poniendo en práctica la espiritualidad misionera. Entonces se capa, por sintonía con Cristo, el concepto de misión y de evangelización (AG 1-9; RMi I-II), la llamada universal a la conversión a Cristo y al bautismo (EN 53; RMi 46), el sentido y amor de Iglesia misteriocomunión-misión (AG 6; EN 28, 59-62), el proceso de “inculturación” (EN 20; RH 10-11; RMi 52), la inserción en las realidades humanas especialmente en la opción preferencial por los pobres (EN 30-38; RMi 58-60; Puebla 670, 1128ss), el diálogo evangelizador e interreligioso (RMi 55), el equilibrio entre ministerios (proféticos, cultuales, diaconales), las “comunidades de base” (RMi 51), la recta distribución de los apóstoles (RMi 67-68), los medios y expresiones de evangelización (especialmente la piedad popular y medios de comunicación social) (RMi 37), la comunicación de la propia experiencia de Dios (RMi 24, 91; EN 76), etc. La dimensión mariana de la espiritualidad misionera hace redescubrir y vivir la naturaleza misionera y materna de la Iglesia (Gal 4,4, 4,19; 4,26). “María es el ejemplo de aquel amor maternal con que es necesario que estén animados todos aquellos que, en la misión apostólica de la Iglesia, cooperan a la regeneración de los hombres” (RMi 92; cf. LG 65). Para la Reflexión personal y grupal: 1. ¿Qué se entiende por Espiritualidad Misionera? 2. ¿Cuáles son los rasgos de la Espiritualidad Misionera? 3. ¿Cómo manifiesta el joven la Espiritualidad Misionera? 65

PONTIFICIUM OPUS A SANCTA INFANTIA

NUESTRA  ESPIRITUALIDAD MISIONERA INTRODUCCIÓN        ¿Qué somos, cómo hemos de vivir y qué misión hemos de realizar? ¿Cuáles caminos y medios podríamos aprovechar para crecer personal y comunitariamente según la voluntad de Dios?         Para encontrar respuesta a estos interrogantes, en un primer momento, profundizamos sobre la propuesta espiritual de Jesús y la forma como la comprendieron y la vivieron los Apóstoles y la Iglesia, desde las primeras comunidades cristianas. Después, interiorizamos vivencialmente en la Escuela de Amor de Jesús y el proceso que vivieron los Apóstoles en su crecimiento espiritual. Finalmente, hacemos un discernimiento sobre los caminos y medios para vivir nuestra espiritualidad misionera.         Así analizamos la acción de Dios Espíritu Santo en el proceso de nuestra vida, porque en ella está la fuente de nuestra renovación personal y la fuerza para nuestra misión.          Las fuentes para nuestra reflexión son la Palabra de Dios, la Tradición de la Iglesia, la experiencia espiritual de los santos, los documentos misioneros recientes (sobre todo, el capítulo VIII de la Redemptoris Missio), haciendo referencia concreta a las circunstancias concretas de la Iglesia y a las nuestras.

ENVIADOS A DAR MUCHO FRUTO          Cuando Jesús explica que Él es la vid y nosotros los sarmientos (Jn 15) nos quiere hacer comprender varias realidades importantes: ¿Cómo ha de ser la unión del cristiano con Él, cómo ha de vivir su comunión con sus hermanos en la Iglesia y cómo ha de colaborar con Él para producir fruto? 66

Todo ha de estar centrado en Él, como la rama está en el tronco y recibe allí la vida; todo depende de Jesús y ha de estar en función de Él; permaneciendo en su amor, viviendo con Él. Él es la fuente de vida. • Jesús muestra que todo está unido, es un solo árbol y las partes viven en comunión. Así, los cristianos hemos de permanecer en su amor para poder vivir unidos a los demás. Jesús pide: que nos amemos unos a otros, que vivamos en unidad para que el mundo crea (Jn 17, 21 ss). • El Señor dijo que la vid está para producir uvas, y cada persona para producir frutos: os he elegido para que vayáis y déis fruto y vuestro fruto permanezca ( Jn 15,16 ). Cada persona, cada comunidad es para la misión, para comunicar lo que ha recibido, para producir frutos; y con esos frutos, hacerse semilla para que otros vivan y den frutos. Jesús es el centro, el modelo para ese estilo que hemos de tener todos los cristianos. Él es el motor, el camino, de Él depende que se consiga vivir, crecer y dar fruto: “sin mi nada podéis hacer, permaneced en mi amor”( Jn 15,10 ).         ¿Cómo entendieron esto los Apóstoles? ¿Cómo lo vivieron las Comunidades Cristianas? •

        Los Apóstoles escucharon la llamada de Jesús y la respondieron decididamente, de manera inmediata y con una entrega completa. Comprendieron que habían sido llamados a compartir su vida con Él. Por eso, poco a poco, se quedaron a vivir con Él. Aprendieron lo que Jesús les enseñaba con su vida y con sus palabras. En la medida en que conocían y amaban a Jesús, lograban unirse y comprenderse con los demás Apóstoles. Fue una magnífica experiencia de amistad y de ayuda fraterna la que vivieron ellos en torno a Jesús. Y, conforme a la llamada, progresivamente fueron enviados como pescadores de hombres, enviados del Señor, anunciadores de su Reino. En ello pasaron el resto de sus años, hasta dar la vida completamente como Jesús y por Él, en el cumplimiento de su misión.         Las primeras comunidades cristianas (cf. Hch 4,32) estaban centradas en Jesús: escuchaban su Palabra, se encontraban con Él y se esforzaban en seguirlo. Ellos se esforzaban en vivir la comunión fraterna con expresiones muy concretas, hasta el punto de que lo que buscaban era tener un solo corazón y una sola alma (Hch 2,42); muchas de esas comunidades llegaron a tener expresiones verdaderamente cristianas en 67

el compartir de bienes y en la comunión fraterna hasta convertirse en un signo evangelizador leído por otras personas que decían de esos cristianos: mirad cómo se aman.. Esos cristianos fueron los que hicieron que el Evangelio se extendiera desde Jerusalén y fuera a Samaria y a muchas otras partes. Varias familias que estaban viviendo el cristianismo salieron a dar testimonio del Evangelio. Esa comunión fraterna les sirvió para evangelizar. Las comunidades cristianas, desde el principio, entendieron que habían sido enviadas a evangelizar a todas las gentes y, por eso, no se quedaron en Jerusalén sino que salieron como enviados a comunicar la fe. Fueron perseguidos y eso mismo los impulsó a dar toda su vida por Jesucristo, en el cumplimiento de su misión.         En la Iglesia, a través de la historia, muchísimas personas y comunidades cristianas han vivido ese mismo estilo de vida y han cumplido su misión. Por eso se han llamado “cristianos”. Nos convendrá conocer e imitar las “figuras misioneras” de todos los tiempos. En ellas nos sigue interpelando Jesús a dar nuestra propia respuesta misionera con una generosidad completa.

1. VIVIR SU ESCUELA DE AMOR        ¿Cuáles son los pasos que Jesús nos ayuda a dar para ser auténticos misioneros?        Jesús, por el Espíritu Santo, en su Escuela de Amor, nos enseña y ayuda progresivamente a: 1. Vivir con Él: Lo cual implica unirse a Él cada día más, vivir una amistad más profunda todos los días con Él. Es el fundamento de toda la vida espiritual y la fuente para todo nuestro crecimiento. Para ello Él nos dice “ven” y nos declara sus amigos (Jn 15, 14). 2. Vivir como Él: El “ sígueme “ indica el camino de configuración con el Maestro, implica aprender de Jesús todo y asumir su estilo de vida, hacer un continuo proceso de configuración con Él. Nos anonadamos y asumimos su propio estilo de entrega, de servicio y de comunión con el Padre. Asumimos sus sentimientos, sus actitudes y nos asemejamos en todo a Jesús de tal forma que nos convertimos cada día en sus imágenes vivas. Jesús quiere que nosotros seamos signos permanentes de su presencia y de su 68

amor. Esa es la condición para que podamos ser testigos suyos. Él, como el más comprensivo de los amigos, sabe ayudarnos para que asumamos su vida nueva y la vivamos en nosotros. 3. Unirnos en Él: Porque el seguimiento de Jesús se hace en Iglesia. La fe se vive compartiéndola y proyectándola. Por ello, es en Jesús en quien nos conocemos a nosotros mismos y conocemos mejor a nuestros hermanos. Es en Él en quien podemos amarnos, integrarnos y proyectarnos misioneramente. Los Apóstoles y nosotros estamos llamados a unirnos en Jesús, con su amor, para ser uno y para que el mundo crea (Jn 17, 21). 4. “Ir” con Él, en su nombre y con su poder. Se trata de “ ir “ (Mt 28, 19) como enviados suyos. Él nos acompaña y nosotros a Él, somos sus colaboradores y ayudantes. Ser misionero implica dar los pasos que el Señor quiera, en la dirección que quiera, con las personas que Él quiera, hasta donde Él quiera, para lo que Él quiera. Por otra parte, Jesús espera que nosotros vayamos en su nombre, a mostrarlo a Él y a llevar lo suyo a nuestros hermanos. No se trata de mostrarnos a nosotros mismos ni de dar lo nuestro, sino de darnos y dar a Jesús. Por ello, es muy necesario entrar en comunión con Jesús antes de ir hacia nuestros hermanos. Así podemos ir con su poder y Él hará que nuestra palabra y nuestro servicio tenga mucho fruto. 5. Dar la vida con Él y como Él: Hemos sido enviados a evangelizar, a hacer discípulos (Mt 28, 19) para Jesús. Él no busca ser servido sino servir y dar la vida en rescate por todos (Mt 20, 28). Cada día, aprendemos a dar la vida sirviendo a los demás en cumplimiento de nuestra misión. El ideal y la meta es la de ayudar a Jesús para que su Reino crezca en nosotros y en el mundo. Por eso, hemos de estar dispuestos a todo, con la fuerza del Espíritu Santo. Dar la vida, con Jesús, como Él y por Él, será la garantía para que tenga fruto nuestra misión. El grano de trigo si se siembra y muere da mucho fruto (Cf. Jn 12, 24), nuevas semillas misioneras.

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2. CAMINOS Y MEDIOS PARA VIVIR NUESTRA ESPIRITUALIDAD MISIONERA          Cada uno de nosotros, ¿cuáles pasos podríamos dar ahora en nuestra escuela de amor con Jesús? ¿Qué estilo de vida, cuál espiritualidad asumir? ¿Como realizar nuestra identidad personal en la comunidad eclesial concreta y en la misión que realizamos? Reflexionemos juntos para encontrar respuestas a estor interrogantes vitales.          La “espiritualidad es el conjunto de caminos y medios propios para vivir según el Espíritu, o sea, para colaborar a la obra de santificación que el Espíritu se propone realizar en nosotros y en el mundo.          LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA: • hace referencia a la obra del Espíritu Santo en nosotros, • indica “caminar según el Espíritu” (Rom 8,4.9), bajo su acción renovadora , • vivir una vida “espiritual”, en la cual conseguimos una renovación continua. • Vivir el “estilo” de vida “cristiano”, como Él, dejando que el Espíritu Santo nos configure progresivamente a Él.          La ESPIRITUALIDAD MISIONERA es: • Centrar y orientar la vida a la misión, en plena docilidad al Espíritu Santo. • Vivir la vida cristiana con su esencial dimensión misionera universal. • Vivir según el estilo “misionero” de Cristo, Buen Pastor. • Asumir la misión como fuente, camino y medio propio para la santificación personal y comunitaria. Nos santificamos en la misión y por la misión conseguimos las tres cosas que caracterizan la santidad cristiana (cf L.G. 4 0) : unirnos más a Dios, perfeccionar nuestra caridad y tener una vida más “cristiana”.          Aparece claro, entonces, que la espiritualidad auténticamente cristiana es misionera. Ella es la base de nuestra comunión con Jesús y con las demás personas; es la fuente y motor de nuestro servicio misionero. Pensamos, sentimos, vivimos y servimos como misioneros, al estilo del Buen Pastor, bajo la guía del Espíritu Santo, que es el protagonista de la misión. 70

         Así, pues, asumimos y vivimos nuestra espiritualidad misionera para ser santos, para producir frutos en nuestra vida personal y para tener la eficacia evangélica en nuestra misión.          Esta espiritualidad misionera tiene su fuente y su término en la Trinidad (dimensión Trinitaria), se vive en la comunidad eclesial (dimensión eclesial) y encarna la Caridad pastoral en el servicio al hombre en la historia y en el mundo (dimensión antropológica).

2.1 ESPIRITUALIDAD DE COMUNIÓN CON DIOS : CON EL PADRE, POR CRISTO, EN EL ESPÍRITU La espiritualidad misionera ayuda a ir hacia el Padre, por Cristo, en el Espíritu. Configura la vida del cristiano y de la comunidad a imagen de la Vida, Verdad y Amor que se viven en la comunión Trinitaria. Hace que el cristiano aproveche la comunión trinitaria siempre como su fuente y modelo de vida. • Lleva a vivir en una comunión íntima de vida y de servicio con Él y conforme a su estilo. La vida y la misión servirán para anunciar la salvación universal en Jesucristo. Ayuda a ser “contemplativo” en el discernimiento espiritual de la Voluntad de Dios. • Lleva a vivir la vida en plena docilidad y colaboración al Espíritu (RM 88) que obra en nosotros y a través de nosotros. Se vive y se sirve con la vida nueva que alimenta el Espíritu, mediante su acción y sus dones. Somos instrumentos al servicio del Espíritu. • Damos a Dios la respuesta continua a través de la fe, la esperanza y la caridad teologales.          Como hemos visto, el seguimiento de Jesucristo, en su escuela de amor, implica vivir con Él y vivir como Él: •

        Vivir con Él: cada día, acercarnos y unirnos más a Él, compenetrarnos como sus amigos, permanecer en Su Amor. Para ello es fundamental comprender a Jesucristo como el “enviado” que nos envía Eso exige que nosotros lo descubramos presente, actuante como Salvador hoy, mañana y siempre; que nosotros vivamos en una íntima comunión con Él. Nos reconocemos y obramos como enviados de Jesús. y vamos acompañándolo. Somos sus enviados, sus compañeros, sus mensajeros, los que vamos a mostrarlo en donde ya Él nos esté esperando (Cfr. RM 88). 71

En la profundización de esta convivencia amorosa con Él nos ayuda de manera especial la Eucaristía, la escucha de la Palabra y la oración personal.          Vivir como Él, asemejarnos a Él: en mentalidad, criterios; manera de sentir y de actuar, en actitudes y en las acciones. Con humildad y obediencia entregar nuestra vida al estilo de Jesús. Es el Espíritu Santo quien va realizando esa transformación en nosotros para vivir como Él. Esto exige comprometernos con Él cada vez más: Ser “discípulo” y “testigo”, escuchando la Palabra y poniéndola en práctica.. Poner a disposición de Jesús toda nuestra persona, vida, corazón, mente y bienes.          El fundamento de nuestra vida, de nuestro crecimiento y de nuestra misión está en “ vivir con Él” y “ vivir como Él”.          El camino seguro para ello es la docilidad plena al Espíritu Santo. Como los Apóstoles hemos de tener “docilidad”, o sea una apertura y colaboración activa a lo que el Espíritu Santo quiere obrar en nosotros. Él nos ayuda de muchas maneras pero, sobre todo, en dos formas: la primera, dándonos el don de la fortaleza, que se manifiesta después en valentía apostólica, en ardor misionero, en entusiasmo, en fortaleza. La segunda, con el don del discernimiento, que es conocimiento, luz, para comprender y obrar la voluntad de Dios; capacidad que Dios pone en nosotros para que comprendamos y comuniquemos la sabiduría de Dios. La obra del Espíritu Santo es la de ir plasmando, forjando, en nosotros la imagen de Jesús para que la podamos transparentar. Entonces, la docilidad es dejarse conducir por el Espíritu Santo, dejar que Él obre en uno para vivir y obrar según el estilo de Jesús. El estilo del misionero es el de la persona humilde y dócil al Espíritu Santo.

2.2 ESPIRITUALIDAD PARA VIVIR LA COMUNIÓN ECLESIAL MISIONERA (RM 89)          Jesús nos llama y nos ayuda a “unirnos en Él”: a vivir una creciente comunión misionera. Seguir a Jesús requiere vivir la Comunión Fraterna. Nuestra comunión con Él es la fuente y el dinamismo para la comunión con nuestros hermanos. “Unirnos en Él”, es la condición para la misión. 72

        Jesús ha prometido estar en medio de nosotros (Mt 18, 19-20), vivificando, guiando, enseñando, consolando, obrando como Buen Pastor. Nos ha pedido vivir el amor a Dios y al prójimo como el mandamiento principal, vivirlo en comunidad. Con la presencia y amistad de Jesús podemos conocernos, amarnos y servirnos los unos a los otros como expresión del amor de Dios: amar con Él, como Él y por Él a nuestros hermanos. Esa comprensión mutua, esa unión, ese amor, nos impulsa a crecer, nos hace ser como Jesús. Alimentos decisivos para la vida comunitaria son el compartir de la Palabra, la fraternidad y el servicio, con amor a la Iglesia.         Estamos llamados a amar a la Iglesia como la ama Jesús. Amar la Iglesia, amar en la Iglesia y amar desde la Iglesia. Este amor el misionero lo expresa en la comunión fraterna que vive con los demás y a través de la cual realiza su misión. Vive en comunidad eclesial y ayuda a madurar otras comunidades eclesiales. Realiza su misión en la Iglesia, en comunión con los pastores. Es una espiritualidad comunitaria que hace crecer la apertura para compartir en favor de la misión.          Esta comunión fraterna hay que vivirla en comunidades eclesiales vivas, dinámicas y misioneras. O sea, reunidos en el nombre del Señor, amándonos, sirviéndonos; en Iglesia, compartiendo la fe y todo lo que tiene que ver con la fe; evangelizándonos y evangelizando. Comunidades vivas, que vivan en el Señor, que crezcan por la fuerza del Espíritu Santo y que hagan crecer a los demás comunicando la fe: comunidades misioneras.          Una expresión del amor eclesial es hacerse “hermano universal”. El estilo de Jesús es amar y servir sin fronteras, para todos y en todo; sin desesperarse de nadie, sin excluir a nadie. Él se ha entregado a la Iglesia y desde ella al mundo entero. El misionero que quiere tomar ese estilo de Jesús, ha de amar a la Iglesia como la ama Jesús, querer esta familia de la Iglesia, no andar como rueda suelta, sino estar siempre en una comunión fraterna de familia, de parroquia, de diócesis. Nuestro camino hacia Dios pasa por la Iglesia, como el de Dios hacia nosotros pasa también por ella. La Iglesia es signo e instrumento de Dios para la salvación de las personas y de las comunidades.          ¿Cuándo se puede decir que una persona es hermano universal? Cuando tiene un corazón sin fronteras, cuando vive en comunión abierta, en comunión que se proyecta a todos. Se tendrá que notar la apertura a todos, sobre todo, a los más necesitados, a los que tienen más “hambre de 73

Dios”, sin discriminaciones y sin excluir a nadie y con una especial solicitud por toda la Iglesia universal.          La tarea es unirnos en Él, para que el mundo crea, (ver Juan 17, 21), unirnos con corazón misionero universal.

2.3 ESPIRITUALIDAD PARA VIVIR LA CARIDAD APÓSTOLICA AL SERVICIO DEL HOMBRE (RM 89):          “Ir con Él”, en su Nombre y con su poder. Es el cumplimiento del mandato y la misión: vayan y evangelicen a todas las gentes (Mt. 28, 1920). “Ir con Él” a “dar la vida”, movidos por la caridad pastoral de Jesucristo, conforme a nuestra propia misión.          El camino es ser santos para ser misioneros y ser misioneros para ser santos: Para ello, se nos propone que asumamos el estilo de Jesús Buen Pastor (cf. Jn 10), que conoce las ovejas, va delante de ellas, las guía, las orienta, les da lo que necesitan, las ayuda. Y, lo más expresivo: el Buen Pastor da la vida por las ovejas con un amor hasta el extremo. Vivir una espiritualidad misionera exige anonadarse con Jesús y como Él, asumir esos sentimientos, su manera de actuar, su estilo de vida. Ese estilo de vida y de servicio, esa caridad pastoral, es lo que se llama caridad apostólica.          La caridad apostólica se describe como sentir el ardor de Cristo por las personas, el celo apostólico por las personas, según el modelo de Jesús incansable, entregado, obediente, no ahorra esfuerzos, se da de todo corazón. Esa caridad apostólica se manifiesta, por ejemplo, en ternura, como la que tenía Jesús en el trato con la gente; atención, con dedicación a cada persona y a cada comunidad; compasión, para no ser un juez del otro sino un hermano, dándole la mano; acogida, disponibilidad, interés por las necesidades de los otros.          La vida y la misión del cristiano se desarrollan en una sintonía creciente con Cristo Pastor. Esto lo lleva a asumir su caridad o amor de Buen Pastor, con lo cual se adquieren unas actitudes interiores especiales, que hacen más fecunda en frutos la misión. Expresión de esta espiritualidad 74

es la disponibilidad misionera creciente para dar la vida con Jesús, como Él y por Él, sobre todo por la misión ad gentes (primera evangelización de los no cristianos).           El cristiano, conforme a su propia vocación, encuentra su plenitud en la realización auténtica de su misión. La espiritualidad misionera le ayuda a comprender y a encarnar en su propia vida los valores evangélicos, que después él mismo ha de promover en su comunidad y más allá de sus fronteras. Crece su sensibilidad misionera y su compromiso de servir a los más necesitados. Por otra parte, al tomar conciencia de la propia responsabilidad misionera, el cristiano asume con renovado entusiasmo su vocación a la santidad. Vivir la espiritualidad misionera es estar en el camino hacia la plena vivencia de las Bienaventuranzas, con una alegría interior universal, que no tiene comparación.          El Señor nos ha dado vida nueva para que nosotros la comuniquemos y produzcamos fruto. Y la orientación fundamental de toda nuestra vida es evangelizarnos y evangelizar. Evangelizar a todas las gentes, cada uno según su propia vocación, según los dones que haya recibido. Tenemos que ser honrados con Dios y ser misioneros comunicando, como buenos administradores de los bienes de Dios, lo que Él nos da para servir a los demás. Así, seremos los primeros en recibir más dones, tanto de Dios como de los demás hermanos.          El misionero es, entonces, el hombre de la caridad, la persona que más ama con el amor de Dios; es signo y especial instrumento del amor de Dios, dando la vida por sus hermanos.          En cada servicio, pequeño o grande, el misionero aprende a unirse más a Jesús, perfecciona su caridad apostólica y da pasos en su configuración con el Buen Pastor, por obra del Espíritu Santo.         La espiritualidad misionera demuestra un amor filial a María y promueve una continua imitación de su caridad y de su amor materno, que comunica vida dando a Jesús.         Así, todos nosotros podemos ir con Él, en Su nombre, dar la vida con Él, con caridad pastoral, como Él y por Él.

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3. ALGUNAS CONCLUSIONES El verdadero misionero es el Santo en el sentido de que cada misionero preocupa por crecer en la comunión con el Señor, en comunión fraterna y en dar a Jesús y darse como Jesús. También podemos decir: el santo es verdadero misionero, porque no se llega a ser santo sin ser verdadero misionero. Y así destacamos que la misión es el principal medio, el principal camino, para ser santo. • Son tres las claves de nuestra espiritualidad misionera: seguimiento de Jesús (vivir con Él y vivir como Él), comunión fraterna (unirnos en Él) y misión universal (Ir con Él y Dar la vida). Con estos pasos conseguiremos cada día tener más el estilo de Jesús y dar el fruto que el Señor espera de nosotros. • Jesucristo, por el Espíritu Santo, es el que obra la santificación en la Iglesia, en cada persona, en cada comunidad. Lo que nosotros seamos, lo que vivamos, los frutos que produzcamos, depende de que estemos en Él, con su estilo de vida y con una plena entrega a la misión universal. La espiritualidad misionera nos mantiene dóciles a la acción vivificante y santificadora del Espíritu Santo. • Viviendo auténticamente nuestra espiritualidad misionera, seremos buenos Misioneros para ser santos. •

PARA PROFUNDIZAR Y APLICAR: 1. Describir qué importancia tiene, para la realización de nuestra misión, cada uno de los cinco pasos que se aprenden en la escuela de amor con Jesús: Vivir con Él, vivir como Él, unirnos a Él, ir con Él, dar la vida con Él. Elabora un proyecto de vida que contenga esos elementos. 2. Cómo explicar a otra persona por qué la misión es la principal fuente y el principal medio para santificarnos. 3. En qué sentido es cierto que el verdadero misionero es el santo y que para ser santo se necesita ser verdadero misionero 4. Describir los demás medios que más nos pueden ayudar a crecer en nuestra espiritualidad misionera. 5. Orar con otras personas para agradecer la obra santificadora del Espíritu Santo en nosotros y discernir pasos concretos para mejorar nuestra docilidad, personal y comunitaria, a Él. 76

LA PASTORAL MISIONERA 1. INTRODUCCIÓN Hagamos un acercamiento teológico-pastoral para llegar a una comprensión orgánica y global de la pastoral misionera, como acción pastoral esencial dentro del proceso evangelizador. Reflexionemos, sobre la naturaleza, puesto, importancia, servicios y servidores de la pastoral misionera. Analizaremos, su relación con las demás acciones pastorales y sus tareas dentro de la pastoral de conjunto. Precisemos los términos y el contexto de nuestra reflexión. “Pastoral”: En sentido general, es la acción con la cual la Iglesia evangeliza, con el Buen Pastor, para cumplir su misión y hacer crecer el Reino de Dios. En este sentido, pastoral equivale a evangelizar. En sentido estricto (cfr. R.M. 33-34), “pastoral” o “atención pastoral” es la acción con la cual la Iglesia evangeliza a los católicos que crecen en su fe, viven en comunidades cristianas y encarnan el evangelio en su vida personal y comunitaria. La “teología pastoral” analiza la naturaleza y el significado de la acción evangelizadora: del anuncio, de la celebración y de la acción pastoral directa. La “misionología” hace la reflexión teológica sobre la misión, principalmente, sobre la primera evangelización o misión ad gentes. Ella tiene sus fundamentos, objetivos, metodología y recursos propios. El término “pastoral misionera” ha sido utilizado en varios sentidos, refiriéndose a alguna de las realidades siguientes, o a todas en conjunto. • “Pastoral misionera específica” como acción eclesial para educar el espíritu misionero y suscitar la participación de los cristianos y de sus comunidades en la evangelización universal. • Algunos utilizan el término “animación y cooperación misionera” para indicar elementos de la pastoral misionera específica. Otros utilizan solamente el término “animación misionera” para referirse a todos los servicios de lo que aquí llamamos pastoral misionera específica. 77

• Otros emplean el termino pastoral misionera como acción eclesial de salir a realizar misión (especialmente buscando servir a los católicos alejados y a los no cristianos). Equivale a una intensificación de la nueva evangelización y de la primera evangelización. • Otra acepción es la que presenta la pastoral misionera como evangelización, que impregna las estructuras, comunidades y acciones con el dinamismo misionero. Así, la pastoral es misionera si hace misionera la catequesis, la liturgia y las demás acciones misioneras, las personas y sus comunidades y grupos. • La pastoral misionera como evangelización que se realiza en territorios o en situaciones de misión ad gentes o primera evangelización. En conjunto, estas acepciones expresan elementos complementarios de la pastoral misionera: sus servicios, sus destinatarios, su dinamismo generador, sus agentes y sus tareas. En nuestra reflexión nos referimos siempre al primer concepto descrito, es decir, a la “pastoral misionera específica”. La pastoral misionera es un elemento fundamental dentro del proceso evangelizador para lograr uno de sus objetivos esenciales: que los cristianos y sus comunidades no solo se evangelicen sino que evangelicen a otros hermanos. Ella anima, forma y fomenta la comunión misionera entre los cristianos para que sean efectivamente misioneros; ayuda a superar su desinterés, falta de compromiso misionero y, en algunos casos, su ignorancia o desorientación misionera; promueve, acompaña y apoya la proyección misionera local y universal de la evangelización; se integra orgánicamente en la pastoral de conjunto e imprime en ella su dinamismo misionero. Todo lo anterior, permite reconocer la pastoral misionera como una dimensión especifica de la pastoral, con funciones, acciones y recursos propios.

2. FUNDAMENTOS DE LA PASTORAL MISIONERA Ahora vamos a buscar comprender los fundamentos de la pastoral misionera. ¿Por qué la Iglesia ha de ser misionera en sus miembros y en sus comunidades? ¿Por qué ha de animar, formar y organizar comunitariamente a los cristianos para que cooperen en la evangelización universal? ¿Por qué es necesaria una acción específica dentro de la evangelización que enseñe y acompañe a ser misioneros y a hacer misioneros?

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2.1 Fundamento cristológico La voluntad del Padre es la de salvar a todos los hombres. Cristo es quien nos participa de la comunión y del envío del Padre, en el Espíritu. De ahí nace la misión de la Iglesia y de cada cristiano para cumplir su mandato misionero de hacer discípulos a todas las gentes (Mt 28,19-20). Es Dios mismo quien nos da la “vida nueva”, que crece y exige ser compartida con los demás hermanos en el mundo. El mismo Jesús, por su Espíritu, esta con nosotros siempre, nos guía en la misión y la hace dar frutos, para la salvación de los hermanos y construcción del Reino. En las personas, grupos y pueblos que no han recibido el Evangelio, Él suscita actitudes de búsqueda y de apertura. Está especialmente presente en la maduración del compromiso del misionero y en a respuesta de conversión del no creyente al Evangelio. Él es el protagonista de la misión (RM 30) Él mismo es el que nos llama y nos envía a ser sus misioneros. Jesús nos llama y nos envía en la Iglesia, y desde ella, al mundo entero. Nos coloca en un proceso permanente para evangelizarnos y evangelizar. Dentro de ese proceso nos enseña y nos apoya para que cumplamos la misión que nos ha confiado de “hacer discípulos”. Este servicio eclesial es el que llamamos pastoral misionera. La pastoral misionera es obra de Cristo, por su Espíritu, en la Iglesia; nos configura para ser, vivir y obrar como Él; nos prepara y nos lanza como misioneros de Jesús en el mundo. El Espíritu Santo es quien infunde en los fieles el mismo ánimo misionero que infundió en los Apóstoles (Cfr. AG 37) para renovar su persona, sus comunidades y la misión (Cfr. RMi 2, 49, 51). La pastoral misionera fundamenta su servicio en el encuentro personal y comunitario con Cristo vivo y ayuda a perseverar en Él. La autenticidad y eficacia de esta acción eclesial depende de que se realice con Jesús, como Jesús y en su servicio.

1.2 Fundamento eclesiológico La pastoral misionera se fundamenta en la naturaleza de la Iglesia (AG 2) y en su misión de construir el Reino de Dios (RMi 20). Esta pastoral misionera impulsa la evangelización de cumplir todas sus tareas: anunciar a Jesucristo y lograr la conversión, fundar y ayudar a madurar comunidades, implantar la Iglesia (RMi 48), encarnar el Evangelio en la cultura, hacer una promoción humana integral con una evangelización liberadora. La pastoral 79

misionera es, entonces, una especial expresión de la naturaleza de la Iglesia, una de sus acciones evangelizaciones fundamentales. Fundamentados en la gracia bautismal, fortalecidos en la Confirmación, dotados por la gracia especial del correspondiente del servicio (Matrimonio u Orden sagrado) y avivados continuamente por la Eucaristía, todos estamos consagrados para la misión. La pastoral misionera nos ha de ayudar a comprenderla y a realizarla finalmente. La pastoral misionera se fundamenta también, en la comunión universal de la Iglesia. Ayuda a concretar la integración y maduración de comunidades eclesiales misioneras para que vivan su comunión con toda la Iglesia y al servicio del mundo. La pastoral misionera es factor permanente de comunión universal. Por otra parte, la pastoral misionera se fundamenta en la universalidad de la misión de la Iglesia. Mueve a las comunidades eclesiales y a los cristianos a que comprendan y asuman con entusiasmo la universalidad de su propia misión evangelizadora. Ayuda a dar prioridad a la misión ad gentes (RMi 34), actividad fundamental y modelo vivo de la acción misionera de la Iglesia. Educa para que los cristianos y sus comunidades se abran a dar y recibir (RMi 85). Con la pastoral misionera la Iglesia asegura que cada cristiano y cada comunidad se evangelicen y evangelicen.

1.3 Fundamento antropológico La persona y la comunidad encuentran su plena realización en la entrega sincera de sí misma y a los demás. La misión evangelizadora es para el cristiano es el camino, medio y horizonte para ser lo que debe ser, vivir como debe vivir y hacer lo que le corresponde hacer. En ella se realizan conforme a los dones de Dios, a sus valores personales y sus condiciones históricas concretas. La misión es deber vital de todos los miembros de la Iglesia. Ella es la ley no solo de crecimiento sino de vida. No nos mantenemos con vida cristiana sino cuando realizamos nuestra misión fortalece esa vida nueva y nos hace crecer en ella. Para crecer en nuestra fe hemos de cualificar nuestra evangelización intensificando nuestra evangelización misionera. 80

Por otra parte, todo fiel individual y comunitariamente, está llamado a la santidad y a la misión. El verdadero misionero es ser santo (Cfr. RMi 90). Pero para ser santo es necesario ser misionero. Todos tenemos derecho a escuchar la Buena Nueva y derecho a pertenecer a la Iglesia. En ella Dios ofrece la plenitud de los medios para la salvación (Cfr. LG 14; EN 80; RMi 9). ¿Podremos nosotros salvarnos si por negligencia, por miedo, por vergüenza o por ideas falsas omitimos anunciar a Jesucristo? (RMi 11). La pastoral misionera ayuda a los cristianos y a sus comunidades a asumir y realizar su misión en la Iglesia y de ella hacia el mundo para atender el hambre de Dios que tienen las personas, a realizar su misión como factor de vida y de crecimiento integral en la vida nueva de Cristo aviva la vocación a ser santos siendo buenos misioneros e impulsar las comunidades eclesiales para que sean instrumentos de liberación en todos los sentidos, porque los pobres tienen hambre de Dios, no solo de pan y libertad.

3. NATURALEZA Y FINALIDAD DE LA PASTORAL MISIONERA En los documentos eclesiales recientes se hace referencia a las intenciones de informar, formar y promover las vocaciones misioneras. A lo largo de ello siempre se presenta la cooperación misionera como fruto de la animación misionera. Además, siempre se destaca la necesidad de promover la comunión misionera y de asumir una verdadera vocación misionera. En la Redemptoris Missio se utiliza: “Pastoral misionera” en el título del capítulo VI (n. 61-76), para referirse a la tarea compartida por responsables de la misión universal (Cfr 62, 63, 64, 67, 71,72), de la misión ad gentes (Cfr. 65, 69, 73,75) y de la pastoral misionera específica hacia todas las comunidades eclesiales (Cfr. 61-63). “Animación misionera” (Cfr. RMi 83) para indicar los diversos servicios de información, formación, promoción de vocaciones misioneras y cooperación misionera con los cuales los cristianos nos hacemos misioneros. Por tanto utiliza el término en referencia a la pastoral misionera específica, como en nuestra presente reflexión.

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En la “pastoral misionera” asumimos el conjunto de las funciones y elementos descritos. La “animación misionera” la tomamos referidas a las funciones de información misionera. La función de “formación” se toma como otro de los servicios específicos de la pastoral misionera. La “promoción de las vocaciones misioneras” se asume dentro de la animación misionera, en la formación misionera y en la cooperación misionera. Integrando los elementos descritos, podemos afirmar que, en sentido específico, la pastoral misionera es: La acción evangelizadora de la Iglesia que, mediante la animación, formación y comunión misioneras, dinamiza el proceso evangelizador y promueve la cooperación misionera, de cada cristiano, y de su comunidad eclesial, a la evangelización de los no cristianos (misión ad gentes), a las de los católicos alejados (nueva evangelización) y a la atención pastoral de los católicos, en la comunidad local y hacia todas las gentes. La pastoral misionera se propone a animar y coordinar la acción misionera eclesial que iluminada por el Evangelio y la enseñanza misionera de la Iglesia, forma a los cristianos y a sus comunidades para que sean misioneros participando en la evangelización local y en la evangelización hacia todas las gentes. Podemos decir, entonces, que la pastoral misionera es: *Una expresión de la misionariedad esencial de la Iglesia, para promover el compromiso misionero de todo y de todos en la evangelización local y universal. *Una dimensión del proceso evangelizador, llamada a animar misioneramente sus demás dimensiones (la pastoral profética, la pastoral litúrgica, la pastoral caritativa y la pastoral de comunión) para que realicen efectivamente su proyección a la evangelización universal. * Un servicio eclesial para impulsar el proceso evangelizador de cada cristiano y de cada comunidad para enseñar a los cristianos a ser misioneros y para apoyarlos en la realización de su misión local y universal Con esta pastoral misionera, entonces, aseguramos una acción pastoral permanente en la comunidad cristiana para impregnar de dinamismo misionero todo el proceso evangelizador y para lograr que cada cristiano y cada comunidad viva y obre cada día conforme a su misión evangelizadora universal.

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4. A QUIÉNES Y DÓNDE SIRVE LA PASTORAL MISIONERA En el proceso evangelizador y diocesano, a la pastoral misionera le corresponde: • Impregnar de dinamismo misionero de las diversas dimensiones de la pastoral (profética, litúrgica, social y de comunión) para que todas trabajen conjuntamente con la misión local y universal y para que el Evangelio llegue hasta el corazón de las personas, de las comunidades y hasta las raíces de las culturas. • Estimular y apoyar la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio (EN 19-20). • Ayudar a que la evangelización llegue a todos en la Iglesia local y en el mundo, dando prioridad a la evangelización de los no cristianos (misión ad gentes) • Inspirar y sostener la nueva evangelización desde la misión ad gentes (Cfr. RMi 2). • Impregnar las estructuras eclesiales con el espíritu misionero universal. Apoyar, también, las iniciativas misioneras particulares para que cada uno realice la misión que le corresponde. • Coordinar y animar el proceso (diocesano o parroquial) de pastoral misionera: la animación misionera, la formación misionera, la comunión misionera y la cooperación misionera, con las diversas personas, comunidades e instituciones. • Promover la cooperación espiritual, económica y con misioneros hacia la misión ad gentes y con otras Iglesias hermanas necesitadas. • Promover y formar agentes cualificados para la pastoral misionera. • Ayudar a integrar adecuadamente en la pastoral de conjunto el servicio de la Obras Misionales Pontificias, de los Institutos misioneros o Instituciones misioneras. En el servicio a las comunidades eclesiales, a la pastoral misionera le corresponde: • Apoyar a las comunidades eclesiales para que, en todos los niveles, sean casas y escuelas de comunión, solidaridad y misión. • Hacer misioneras las comunidades y los grupos apostólicos existentes. • Promover comunidades eclesiales misioneras que encarnen la mi83

sionariedad de toda la Iglesia (Cfr. SD). Ayudar a que cada una de ellas se convierta en centro de formación y de irradiación misionera (RMi 51 y 58), a través de la Palabra, la liturgia, la caridad, la comunión y el servicio misionero. • Educar a las comunidades eclesiales para que se abran a recibir el aporte de la Iglesia universal y para que se comprometan a darle a ella y a las Iglesias hermanas su aporte generoso y humilde. • Ayudar a las comunidades eclesiales y a los grupos apostólicos a tomar conciencia y a proyectarse a la evangelización universal, especialmente a favor de los que no creen en Cristo (misión ad gentes). Este es su criterio y medita de catolicidad (Ver RMi 49). • Acompañar en la comunidad el discernimiento y la maduración de las vocaciones misioneras (laicales, para la vida consagrada y para el ministerio ordenado). A favor de cada cristiano, a la pastoral misionera le corresponde: • Estimular el seguimiento de Jesús y la comunión fraterna, que lo lleven al servicio misionero. Animar el proceso de encuentro con Cristo, conversión, comunión, solidaridad y misión. • Proporcionarle el servicio de animación, formación y comunión misioneras, para que haga la correspondiente cooperación misionera a la evangelización local y universal. • Servirlo con una pastoral misionera que tenga en cuenta las circunstancias de edad, cultura, discipulado cristiano. • Renovar, con la misión, su fe e identidad cristiana, darle nuevo entusiasmo y nuevas motivaciones (RMi 2). La participación en la misión es camino para crecer en la fe. “la fe se fortalece dándola” (RMi 2). • Hacerle escuchar la llamada de Jesús en la Iglesia, hacerle sentir la vocación a la misión. A la pastoral misionera le corresponde, también, promover vocaciones misioneras porque la misión se hace con misioneros (RMi 61,83). Es un servicio que la pastoral misionera realiza en forma transversal, en cuanto el llamado misionero está en el fondo de toda vocación y en cuanto la pastoral misionera ayuda a los cristianos a discernir, sumir y comprometerse en la realización de su vocación. Ella promueve espacios para la realización de todas las vocaciones misioneras en la comunidad local y en la Iglesia universal (Cfr. RMi 83). 84

Desde la pastoral misionera podemos: • Motivar para responder gradualmente. • Ayudar a madurar la vocación misionera. • Apoyar vocaciones misioneras de por vida y las demás vocaciones misioneras temporales (Fidei donum) para la ayuda entre Iglesias hermanas, el servicio misionero voluntario, etc. • Promover, cultivar y apoyar las vocaciones misioneras en la familia, las instituciones educativas, los grupos y comunidades misioneras; la catequesis, la liturgia y otras actividades parroquiales. • Colaborar en la promoción vocacional y en la formación inicial y permanente de las vocaciones misioneras.

5. CONCLUSIONES • Todas y cada una de las acciones eclesiales se orientan al cumplimiento de la misión evangelizadora universal. • En cada una de las acciones pastorales estamos llamados a desarrollar la misionariedad esencial que ellas por sí mismas tienen. Esa misionariedad ha de impregnarse todo el proceso evangelizador, sus agentes pastorales, las estructuras eclesiales y sus acciones pastorales. • La Iglesia ha asumido la pastoral misionera como “elemento primordial” de la pastoral ordinaria. Ella es una dimensión pastoral específica para promover y animar esta misionariedad general y dinamizar el proceso evangelizador. • La pastoral misionera anima y forma para la misión, lleva a vivir organizadamente la comunión misionera y promueve la cooperación misionera que corresponde a las comunidades eclesiales y a cada fiel cristiano. Así, la pastoral misionera nos ayudará a globalizar el Evangelio y lograr progresivamente que cada comunidad cristiana sea casa y escuela de comunión, solidaridad y misión y a lograr que los cristianos realicemos nuestra misión local y universal. Para el trabajo grupal: Trabajo por equipos o grupos parroquiales de LMJ: Elaborar un proyecto o plan de trabajo donde, partiendo del Plan Parroquial o Diocesano, la Liga aporte la dimensión Misionera a la Pastoral Ordinaria. Sería provechoso pensar en acciones y metas concretas que puedan vivir desde la Parroquia.

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BIBLIOGRAFÍA: + Diccionario de la Evangelización, Juan Esquerda Bifet, BAC., Madrid, 2001. + Hacer Discípulos y Misioneros para Jesús, Julio Daniel Botía Aponte, Editorial Paulinas, Bogotá. D.C. Colombia. 2006. + Carta Encíclica, Redemptoris Missio, Juan Pablo II, 1990.

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COMITÉ CENTRAL Mons. Ubaldo Santana - Presidente Mons. Diego Padrón - 1er. Vice- Presidente Mons. Roberto Lucker - 2do. Vice- Presidente Emmo. Cardenal Jorge Urosa Savino- Presidente Honorario COMISIÓN EJECUTIVA Mons. Oswaldo Azuaje - Presidente Mons. Jesús Alfonzo Guerrero- Coordinador de las Comisiones SECRETARIO GENERAL Rvdo. P. Andrea Bignotti, imc Pbro. José Rafael Romero Linares SECRETARIA EJECUTIVA Lic. Meredith Gámez Ing. María Elena Resta ASISTENTE Sorangel Ceballo COMISIÓN TEOLÓGICA-METODOLÓGICA PASTORAL Mons. Jesús Alfonso Guerrero - Presidente Pbro. Oscar Martínez - Director COMISIÓN DE PLANIFICACIÓN Y METODOLOGÍA Mons. Jesús González de Zárate - Presidente Pbro. Ricardo Guillén - Director Lcdo. José Luis Andrade - Colaborador Lcdo. José Muñoz - Colaborador ELABORADO POR: Flor María Segura DISEÑO GRÁFICO Adreana Guillén

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Presentación

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Tema I

Entendamos la Secularización

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Tema II

La Conversión Pastoral

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Tema III

Comunicar a Jesús y su Evangelio hoy

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Tema IV

Descubrir la presencia de Jesús en el día a día

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Bibliografía 43

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Estimados amigos: Después de saludarles fraternalmente, con mucho gusto quiero presentarles el subsidio sobre la secularización. Este material ayudará a los participantes a prepararse para la celebración del CAM 4- Comla 9. Los acontecimientos eclesiales tales como la misión Continental, el Año de la Fe y nuestro congreso, nos están exigiendo como cristianos ser significativos y efectivos en la Iglesia Católica y Apostólica, a una profundización teológica y sobre todo aún compromiso pastoral. Podemos aprovechar estos acontecimientos y subsidios para capacitarnos y hacer efectiva la labor misionera, evitando ser superficiales o delegar tareas, sino asumir una mística eclesial que nos lleve a ser miembros y piedras vivas, construyendo el Reino de Dios. Tenemos que ser como diamantes que brillan solo después de haber sido purificados o como la semilla de la palabra que sembrada entre la realidad secularizada, móvil y cambiante, pueden nacer flores o trigo. Como verdaderos amigos y testigos del Resucitado estamos llamados a dar frutos apostólicos. Les invito a que seamos esta luz que brilla en la oscuridad que ilumina a los caminantes. En este mundo lleno de relativismo seamos verdaderos testigos discípulos misioneros. Una oración para todos ustedes y reitero mis saludos fraternos en Jesucristo misionero del Padre.

Rvdo. Andrea Bignotti, imc Director nacional de las OMP en Venezuela Secretario General del CAM 4- Comla 9

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ENTENDAMOS

LA SECULARIZACIÓN Para volver a Dios y a los hermanos Objetivo: Comprender el proceso de secularización como un hecho vivido por Occidente con sus luces y sombras, diferenciarlo del secularismo, para ser misioneros en esta nueva realidad.

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Reunidos el facilitador realizara la oración preparatoria del Cam Comla.

Señor Jesucristo, Vivo y presente en el camino de nuestros pueblos, y en nuestras Iglesias locales, Tú que nos has llamado por medio del Evangelio, a vivir un encuentro decisivo contigo como hijos del Padre y hermanos de todos, te pedimos nos asista tu gracia en este CAM 4 – Comla 9. Haz que unidos en la oración y en la misión, seamos los discípulos que envías para llevar tu palabra a otros pueblos, y seamos los profetas que colaboren en descubrir nuevos signos de tu presencia. Te lo pedimos a ti que vives, reinas y das vida a nuestras Iglesias en la unidad del Padre y el Espíritu Santo, implorando la intercesión de María, Madre de América.Amén.

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Tomado del Diccionario de la Real Academia Española [Disponible en línea] Secularizar: Hacer secular lo que era eclesiástico. Secular: adj. seglar. Que sucede o se repite cada siglo. Que dura un siglo, o desde hace siglos. Dicho de un sacerdote o del clero: Que vive en el siglo, a distinción del que vive en clausura. Seglar: adj. Perteneciente o relativo a la vida, estado o costumbre del siglo o mundo. Sacralizar: (Del fr.sacraliser). Atribuir carácter sagrado a lo que no lo tenía. Sagrado: (Del lat. sacrātus). adj. Digno de veneración por su carácter divino o por estar relacionado con la divinidad.

Proceso de...

A lo largo de la historia, la Iglesia ha vivido diferentes procesos enriquecedores, unos duros, otros que la han llenado de esperanza y también de desesperanza. Hoy, se dice que se está en un proceso de secularización – sacralización. ¿Te parece si 93

Cada pensamiento, cada acción se hace sagrada, a la luz de la conciencia. Para esta luz no hay fronteras entre lo sagrado y lo profano… Si soy incapaz de lavar los platos alegremente, Si quiero terminarlos cuanto antes Para ir a tomarme una taza de té, También seré incapaz de tomarme el té alegremente; con la taza en la mano, estaré pensando en lo que voy a hacer a continuación; y se perderán: la fragancia y el sabor del té, juntamente con el placer de beberlo. Siempre me arrastraré tras el futuro, sin ser capaz de vivir el momento presente. ThichNhatHanh

conocemos el proceso a través de un diálogo, trabajo en equipo y una lectura reflexiva que nos permitan interiorizarlo? El facilitador realizará para ello lo siguiente: • Suscitará un diálogo o lluvia de ideas con los conocimientos previos que tienen los jóvenes en relación a los conceptos de secularización, sacralización y religión. • Utilizando la información proporcionada por la real academia Española, se extraerán las conceptualizaciones sobre secularización y sacralización y se motivará al estudiante para investigar sobre la definición de religión y sus características. 94

• Posteriormente, se establecerá un diálogo con los conceptos utilizando las siguientes preguntas: ¿en qué estoy de acuerdo con lo establecido? ¿en qué estoy en desacuerdo? ¿por qué? • Seguidamente, se aclararán las dudas producidas a través de la conversación anterior. • Una vez disipadas las dudas, se propiciará un espacio de reflexión, donde los jóvenes en pareja se reúnan para identificar aquello que es secular y sacralizado a nivel personal – parroquial – social. Escribirán las conclusiones en un papelógrafo. • Luego de una media hora aproximadamente, se invitarán a los jóvenes para reunirse a compartir con los otros el trabajo realizado. • Terminada la exposición de los grupos sobre las conclusiones, se enfatizará el aspecto positivo de los temas tratados. • Se cerrará este momento, dándole gracias a Dios por el compartir.

interesante!

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Bienvenido, el proceso de secularización – sacralización es un tanto complicado tanto que no se logra visualizar con claridad, sin embargo, en la sesión anterior se logró una aproximación a los conceptos. Hoy, sí lo deseas, el animador te dará a conocer un excelente material elaborado por el Prof. Enrique Alí González, titulado “Historia de la secularización y la misión”, tomado del Primer Simposium Internacional de Misionología, celebrado en la ciudad de Caracas, del 24 al 27 del mes de enero de 2011. Siguiendo las indicaciones del encargado, en el grupo se podrá: • Recordar el trabajo del encuentro anterior, utilizando los papelógrafos para recordar los compromisos compartidos. • Dividir el grupo de acuerdo al número de participantes, de tal manera que los seis puntos del material del Prof. Enrique Alí González sean trabajados, éstos serán profundizados con el siguiente esquema:

1.- La Religión como eje importante de la sociedad actual. • Un camino corto para colocar de relieve la importancia actual de las religiones nos lo refleja el Cuadro nº 1: Población Mundial por Religiones (1998), en el cual se afirma que de 5.603.545.000 habitantes del planeta Tierra, sólo el 2% (146.406.000) se define como ateo.

2.- Legitimación social: sacralización y secularización. La secularización lleva consigo un proceso de creación de nuevas sacralizaciones.

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3.- Secularización y Sacralización en el Primer Milenio. Secularización y sacralización son dos procesos permanentes de lucha por el control de la legitimación social que se efectúan en todas las sociedades: “Considero que secularización y sacralización son dos aspectos de todo cambio radical que se produce en la religión. Cuando una religión, o una forma distinta de la misma religión, se impone sobre otra o se infiltra en un área donde otra predominaba, es puesto en tela de juicio el valor de la práctica religiosa tradicional” La lucha entre la secularización y la sacralización en el mundo antiguo se libraba en todas las esferas de la vida cotidiana, como por ejemplo en la comida. Para los paganos, judíos y musulmanes, las carnes de animales que se podían comer eran sólo aquellas obtenidas mediante rituales de sacrificio,… Pero como a todo proceso de desacralización/ secularización, le corresponde otro de desecularización/sacralización, veremos como la secularización de la matanza de animales es respondida con la sacralización de la mesa por parte de los cristianos…Se sacralizaron aspectos seculares relacionados con el tiempo, vinculándolos con las nuevas fiestas cristianas… La sacralización de la secularidad de la sociedad romana-pagana continuó avanzando, con el surgimiento de la clase clerical dentro de la estructura eclesial, en la medida que la Iglesia fue siendo incorporada al Imperio como una de sus principales instituciones, especialmente a partir de la reforma constantina en el siglo IV…El poder político fue secularizado en medida inversamente proporcional en que el Imperio Romano decaía y la Iglesia ascendía… 97

4.- Secularización y Sacralización en la Edad Moderna. • La sacralización cristiana occidental se acentuará durante la Edad Media pero al final de esta época, asistiremos a un proceso de desmontaje de la sacralidad cristiana a manos de una secularización basada en la razón instrumental, la ciencia y la técnica, elementos que serán centrales para la caracterización de la llamada Edad Moderna europea y que tendrá su corolario con la actual Edad Contemporánea signada por la modernidad, la posmodernidad y la globalización…La descristianización de la sociedad occidental será posible gracias en lo fundamental a dos procesos: uno cognitivo relacionado con los saberes producidos por las ciencias2 y el otro por la desacralización del Estado a través de la autonomía de éste en relación con la Iglesia 5.- Secularización y Sacralización en la Actualidad: los supuestos al debate. • La persistencia actual de las religiones, expresada en el dato de que el 85% de la población se considera perteneciente a alguna religión, mientras sólo el 2% se declara ateo no podría explicarse sólo por la función legitimadora ideológica que le asignaba Maquiavelo, debido a que dicha función es cumplida en mejor grado por las ideologías políticas surgidas desde finales del siglo XVIII, lo cual nos lleva a preguntarnos: ¿cómo es posible tal persistencia del fenómeno religioso después de varios siglos de secularización? ¿o es verdad que hubo tal proceso de secularización?. La teoría de la secularización de las sociedades modernas y el consiguiente arrinconamiento de las experiencias religiosas, no han sido más que un sueño de los militantes antirreligiosos, ateos reducidos a un 2% patético. Un sueño, que como ya decía Calderón de la Barca: “los sueños, sueños son”. 98

6.- Max Weber y el “desencantamiento del mundo”. No podríamos concluir nuestra reflexión acerca de la secularización, sin referirnos a la metáfora acuñada por Max Weber sobre el “desencantamiento del mundo”, que para muchos constituye una síntesis del proceso de secularización ocurrido. • Observemos la abusiva utilización del término secular, pues ¿existe alguien que no viva en el siglo? O formulemos la pregunta en términos más científico/natural ¿existe alguien que no viva en lo físico? Si la respuesta es negativa –como científicamente lo es- entonces todos vivimos en lo físico, todos estamos secularizados, pero además, siempre hemos estado secularizados7, pues es imposible que alguien pueda vivir fuera de lo físico. Entonces ¿qué nos puede decir la secularización en relación a la religión?, cualquier cosa que nos puede decir la historia: la secularización es el contexto para entender la historia de las religiones desde el siglo XVI hasta el XX, pero no tiene ningún sentido como parte de un par de opuestos inexistentes: secularización/religión, pues aquí el único par de opuestos posible es el de profano versus lo religioso y así entramos más en nuestro tema • Primer trabajo en equipo: • Planteamiento. ¿qué plantea el profesor en este punto? • Aspecto positivo. ¿qué aspecto positivo le encuentro a este planteamiento? • Aspecto interesante. ¿qué aspecto interesante le encuentro a lo planteado? • Crítica constructiva. ¿cuál es mi punto de vista ante lo planteado? • Cada grupo realizará su exposición del trabajo elaborado. 99

• Una vez terminada la exposición y dialogado, el facilitador motivará para un segundo trabajo en equipo, donde se les permitirá reflexionar. • Para el segundo trabajo en equipo, se dividirán en dos grandes grupos y compartirán en relación a las siguientes preguntas: • Grupo 1: • ¿Qué características tienen lo sacralizado? • ¿Qué sentido tiene lo sacralizado? • ¿Qué estamos sacralizando? • ¿Lo que estamos sacralizando características de lo sagrado?

tiene

las

• Grupo 2: • ¿Qué características tiene lo secularizado? • ¿Qué sentido tiene lo secularizado? • ¿Qué estamos secularizando? • ¿Lo que estamos secularizando características de lo secular?

tiene

las

• La plenaria consistirá en realizar un diálogo dirigido por el facilitador, de tal manera que ambos grupos proyecten su punto de vista. • Luego de la discusión, se finalizará la sesión formulando las siguientes preguntas reflexivas: • ¿Estamos viviendo un proceso de secularización – sacralización? ¿vale la pena? ¿por qué? • ¿Cuál es el sacramento de nuestra fe? ¿tiene sentido? ¿por qué?

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LA CONVERSIÓN

PASTORAL

Objetivo: Comprender la necesidad de una renovación en el modo de ser y comprender la acción pastoral de la Iglesia.

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En la medida que se avanza en los contenidos, se logran aclarar interrogantes, pero, paralelamente van floreciendo otros que ayudan a fortalecer la fe del cristiano y acrecentar su espiritualidad. Por tal motivo, se recuerda uno de los interrogantes dejados para reflexionar la vez anterior: ¿Lograste descubrir el sentido del Sacramento de Nuestra Fe?. No importa si lo lograste o no, pues, es un proceso que se va desarrollando, por ello, se invita a continuar en este camino.

La Conversión Pastoral

El tema de la conversión pastoral nos permite enfrentar los desafíos que el mundo de hoy le presenta a la Iglesia y a su misión evangelizadora. Las situaciones que rodean la acción misionera de la Iglesia exigen una actitud firme de conversión permanente, centrada ella en la razón de ser de su Misión: Jesucristo, el Señor. Si la Iglesia no lo hace no será fiel nunca a su misión: lo que hará es un ejercicio religioso con algunas consecuencias importantes. Pero, la Iglesia ha de actuar siempre en el nombre del Señor, desde la propia vivencia del discipulado; así podrá conseguir nuevos discípulos para el Señor y mantener avivado el fuego del Espíritu en cada uno de sus miembros. Los cambios en la Iglesia, lejos de degenerarla y hacerla infiel a la tradición, la hacen más fiel y la identifican mejor con Jesucristo.

• El material que colocan en tus manos, fue escrito por el Exmo. Mons. Mario Moronta y está tomado del Primer Simposium Internacional de Misionología. Este material se trabajará en tres grupos, sólo buscarán cuál es el planteamiento: 103

• El grupo 1: trabajará el primer punto “Conviértanse y crean en el Evangelio” (Mc. 1,15). • El grupo 2: trabajará el segundo punto “El Espíritu Santo y nosotros” (Hch 15, 28). • Finalmente el grupo 3: trabajará “La Conversión Pastoral” • Dialogarán, para compartir los distintos planteamientos, sin emitir ningún tipo de juicio o crítica constructiva, sólo lo planteado. • Se anotarán los diferentes planteamientos en un papelógrafo y se colocarán en un lugar visible. • Posteriormente, el grupo se dividirá en cinco equipos de trabajos que reflexionarán las siguientes preguntas: • Equipo 1: • ¿Qué se está haciendo como Iglesia para significar y realizar el amor liberador de Dios? • ¿El fuego está encendido dentro del corazón de la Iglesia? ¿cómo se demuestra? • ¿Se organizan momentos para dejarse quemar por el fuego del Señor y poder cumplir con la misión? ¿cuáles? Nota: Se entiende por Iglesia a todos los integrantes de la comunidad cristiana, laicos, religiosas y religiosos, sacerdotes. • Equipo 2: • ¿Se tiene clara la Misión de Jesús? ¿Cuál es? • ¿Se está convencido que la Misión de Jesús forma parte de la nuestra? ¿Qué se hace? 104

• Equipo 3: • ¿Cuál es la Buena Noticia que se da como Iglesia? • ¿El enfoque está dirigido al Pecado o al Amor? ¿por qué? • Equipo 4: • ¿Por qué los discípulos siguieron a Jesús? • ¿Por qué se está dejando de seguir a Jesús hoy? • Jesús propone un proyecto de vida. ¿Qué proyecto se está presentando como Iglesia para que el otro siga a Jesús? • Equipo 5: • ¿Qué significa ser pescador de hombres? • ¿Se les permite a las personas que conforman la comunidad a la cual se pertenece, crear proyectos nuevos? • ¿Se es portador de esperanza? • Pasados unos veinte minutos de reflexión grupal con las preguntas anteriores, se entabla una conversación constructiva al respecto. • Finalizado el diálogo, se formula la siguiente pregunta: ¿qué significa dejar TODO para un laico comprometido, un religioso, un presbítero, obispo, matrimonio, joven, núcleo familiar, instituto religioso, Institución Educativa, grupo parroquial, juvenil, misionero…? ¿Estoy dispuesta (O) a comprometerme con la Misión de Jesús interiorizándola como parte de mí? ¿qué haré?

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¿Sabes?, no es fácil descubrir la Misión de Jesús y menos comprometerse con ella, tampoco es fácil dejar cosas para cumplir con dicha Misión, porque el mundo que rodea al ser humano lo va arrastrando hacia el camino contrario, pero, tú eres capaz de asumir el reto más grande que tienen los seres humanos, pues estás aquí sentado.

¿Te lanzas a esta aventura? • Se invita al participante a emitir su opinión con relación a las siguientes afirmaciones: 106

1. La Iglesia Misionera, más que proponer actividades, debe enfocarse en despertar el fuego del Señor a nivel personal y comunitario. 2. La Iglesia debe enfocarse en el SER y no en el HACER. • El facilitador motivará a los jóvenes a realizar un momento de oración individual para esta sesión. • Se retomará lo visto y dialogado la sesión anterior de forma individual para interiorizar: 1. Misión de Jesús. 2. Misión de los discípulos 3. Características de los discípulos 4. Características semejantes que observo en mi persona, encontradas en los discípulos. 5. Misión que descubro, como Cristiano y discípulo de Jesús. • Para la interiorización y visualización de los cinco puntos anteriores se tomarán los siguientes pasajes bíblicos y el texto reflexivo: • Mateo 10, 17- 27; Mateo 9, 9 - 17; Mateo 10, 5 - 16 • Lucas 4, 14 – 30; Lucas 5, 27 – 32; Lucas 6, 12 – 16; Lucas 9, 1 – 11 • Lucas 10, 1 – 16; Lucas 15, 1 – 10; Lucas 19, 1 – 10 • Marcos 1, 14 – 20; Marcos 8, 34 – 38 • Juan 4, 1 – 42; Juan 1, 35 – 51 • Texto para reflexionar Tomado de Lewis, Hedwig S.J.: 107

¿Sabes?, no es fácil descubrir la Misión de Jesús y menos comprometerse con ella, tampoco es fácil dejar cosas para cumplir con dicha Misión, porque el mundo que rodea al ser humano lo va arrastrando hacia el camino contrario, pero, tú eres capaz de asumir el reto más grande que tienen los seres humanos, pues estás aquí sentado.

¿Te lanzas a esta aventura? • Se invita al participante a emitir su opinión con relación a las siguientes afirmaciones: 108

1. La Iglesia Misionera, más que proponer actividades, debe enfocarse en despertar el fuego del Señor a nivel personal y comunitario. 2. La Iglesia debe enfocarse en el SER y no en el HACER. • El facilitador motivará a los jóvenes a realizar un momento de oración individual para esta sesión. • Se retomará lo visto y dialogado la sesión anterior de forma individual para interiorizar: 1. Misión de Jesús. 2. Misión de los discípulos 3. Características de los discípulos 4. Características semejantes que observo en mi persona, encontradas en los discípulos. 5. Misión que descubro, como Cristiano y discípulo de Jesús. • Para la interiorización y visualización de los cinco puntos anteriores se tomarán los siguientes pasajes bíblicos y el texto reflexivo: • Mateo 10, 17- 27; Mateo 9, 9 - 17; Mateo 10, 5 - 16 • Lucas 4, 14 – 30; Lucas 5, 27 – 32; Lucas 6, 12 – 16; Lucas 9, 1 – 11 • Lucas 10, 1 – 16; Lucas 15, 1 – 10; Lucas 19, 1 – 10 • Marcos 1, 14 – 20; Marcos 8, 34 – 38 • Juan 4, 1 – 42; Juan 1, 35 – 51 • Texto para reflexionar Tomado de Lewis, Hedwig S.J.: 109

COMUNICAR A JESÚS Y SU EVANGELIO HOY OBJETIVO: Situarnos en una sociedad secularizada y anunciar de nuevo a Jesús.

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Ahora, ante todo lo reflexionado ¿Descubriste la misión de Jesús?. Su encargo, no se fundamenta en una acción, sino en un Ser y vivir de una manera determinada, y, desde allí parte la praxis en la realidad (el hacer). Este hacer, está determinado por un ser cristiano específico, que se va a dialogar en el encuentro de hoy. Para ello, tu animador de grupo realizará lo siguiente: • Dividirá el grupo en dos equipos para dirigir un debate donde se discutirán las razones del cristianismo, un equipo con razonamientos lógicos lo defenderá y el otro lo cuestionará contradiciendo dichos razonamientos. Se sugiere como pregunta de inicio para la discusión: ¿Vale la pena el Cristianismo en nuestra sociedad? ¿Por qué? • El facilitador dará la palabra a cada equipo de forma ordenada y paralelamente va anotará en una pizarra o papelógrafo los diferentes razonamientos. • Luego, finalizado el tiempo de debate, se irán 111

leyendo una a una las afirmaciones para puntualizar si tienen un sustento lógico, aquellas que no lo tengan, se descartarán. • Al terminar la selección, los razonamientos que hayan quedado, se les realizará la siguiente pregunta: ¿vale la pena? ¿por qué? • Posteriormente, se formulará un cuestionamiento de manera abierta, para ser trabajado la próxima sesión: ¿por qué actualmente muchas personas han dejado de ser cristianos? • Se terminará el encuentro, con la lectura del joven rico. (Mateo 19, 16 – 22)

Mateo 19, 16-22 En aquel tiempo, se acercó uno a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿Por qué me preguntas qué es bueno? Uno solo es Bueno. Mira, si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Él le preguntó: ¿Cuáles? Jesús le contestó: “No matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, honra a tu padre y a tu madre, y ama al prójimo como a ti mismo”. El muchacho le dijo: Todo eso lo he cumplido. ¿Qué me falta? Jesús le contestó: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres –así tendrás un tesoro en el cielo- y luego vente conmigo. Al oír esto, el joven se fue triste, porque era rico.

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El joven rico, tuvo la intención de seguir a Jesús, sabía lo que tenía que hacer, tenía las herramientas en su persona para cumplir con la misión, sin embargo, no lo pudo lograr. Hoy el encuentro comienza con esta reflexión.

• ¿Qué le pasó al joven rico al escuchar las palabras de Jesús? en tu vida, ¿cuándo has estado en esta situación? • El animador, luego de este pequeño diálogo, les formulará el siguiente planteamiento a los participantes: hoy se le presenta al joven “El reto de ser Cristiano y comunicar el Cristianismo sin Cristianismo ambiental” • Se dialogará la afirmación anterior con las preguntas sugeridas a continuación: ¿qué es un reto? Con lo que se ha hablado en la sesión anterior, ¿qué significa ser cristiano? ¿cómo ves al cristianismo a tu alrededor? El ser humano necesita unos referentes para caminar, desde tu experiencia: ¿cuáles son los referentes éticos y morales que ves en tu familia, colegio, amigos? ¿cuáles de estos referentes te ayudan a desarrollarte como persona y te conducen al éxito? ¿cuáles ayudan al desarrollo de tu país? ¿por qué? • Terminado el diálogo, se trabajarán algunos aspectos de la ponencia del Padre Pedro Trigo S.J., tomada igualmente del material del Primer Simposium Internacional de Misionología. Para realizar esto, el grupo de muchachos se dividirá en cuatro:

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• El grupo 1, trabajará: • Importancia del Cristianismo ambiental. • Lo que se transmite ambientalmente contradice el Cristianismo. • El grupo 2: • Vivir elaborando lo personalizadamente.

propuesto

y

vivir

• El grupo 3: • Alternativa superadora. • Cómo realizar la Alternativa Superadora. • El grupo 4: • El correlato de la vivencia personalizadora del Cristianismo es la Comunidad. • Cada grupo utilizará el siguiente esquema para trabajar el material: • Leer el texto en voz alta para todos. • ¿Qué dudas te surgen una vez leído el texto? • ¿Cuál es tu opinión con relación al tema tratado? • Se escriben las conclusiones y un secretario del grupo las expresa en el momento de la plenaria. • Para la plenaria, cada grupo irá compartiendo sus conclusiones en forma ordenada y el animador las plasmará en un lugar visible. • Al finalizar, se releen las conclusiones estableciendo compromisos para el grupo y cerrar de esta manera la sesión.

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DESCUBRIR LA PRESENCIA DE JESÚS EN EL DÍA A DÍA

Objetivo: Comprender como ser presencia de Jesús hoy, descubrir lo esencial de la Fe, para ser desde allí misioneros.

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Consuelo Velez, Laica y Teóloga nos recuerda: “Vayan pues y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a guardar todo lo que yo les he mandado. Y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 19-20). Estas palabras del Evangelio, con las que he querido iniciar esta comunicación, mantienen su vigencia para nosotros porque la misión que nos convoca no es una iniciativa personal sino del mismo Jesucristo y la confianza que nos sustenta es su presencia viva hasta el fin de los tiempos. En ese marco hemos de inscribir la Misión Continental que surgió de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y caribeño en Aparecida y que hoy impulsa los simposios y congresos que realizamos en nuestra Iglesia continental. Se puede llegar a infinidad de cosas y formular conclusiones hermosas en relación a estos temas, descubrir la misión y tener total conciencia del modo cómo se debe ser y actuar, pero sino se logra como dice Vélez C, Olga C. (p. 93) “descubrir la presencia del Resucitado en el aquí y ahora” todo el trabajo realizado estará perdido. Pues, es el Resucitado quien nos impulsa a la vida, nos llena de esperanza, de amor y alegría. A Él lo descubrimos en cada paso que damos si nuestros sentidos están abiertos para ello.

Consuelo señala: La pregunta que desde la fe nos hacemos es sobre la manera como la presencia de Dios sigue actual en ese nuevo contexto y sí es posible anunciarla a nuestros contemporáneos. En ningún momento ponemos en duda que el señor Resucitado esté presente y menos que el mandato misionero haya perdido su valor, pero sí constatamos que vivimos tiempos exigentes, de responsabilidad y creatividad, actitudes indispensables para responder a este desafío inmenso. Mucho dependerá de la capacidad eclesial para aprovechar este kairós, para leer e interpretar los signos de los tiempos y conectar con las nuevas sensibilidades en la búsqueda 116

de Dios, la religión y la experiencia de fe. Para abrir nuestros sentidos es necesario, colocarnos diariamente delante de esa trascendencia que nos desborda, para dejarnos invadir por su Presencia, su Luz su Amor. Este es un ejercicio de todo cristiano, de todo ser valiente que se ha atrevido a descubrir su misión como cristiano creyente. Es por ello, que estas dos sesiones que siguen te permitirán colocarte delante de Dios y dejar que Él haga su obra en ti. No importa si sientes su presencia o no, lo significativo es colocarte delante de Él y vaciarte para que te llene, pero esto como todo el caminar transitado desde la primera sesión hasta ahora, es un proceso que se irá llevando a cabo de forma paulatina. Con estas dos últimas sesiones se te brindan dos guiones de oración que podrás utilizar en el momento que lo desees. Sin obligación, con una libertad profunda y con la certeza que Él está allí esperando por ti para Amarte.

La doctora Velez nos recuerda… 1. LA SECULARIZACIÓN Y LA EXPERIENCIA DE FE Al anotar que la secularización es un desafío para la fe podría pensarse que es algo que nos amenaza y tenemos que defendernos de ella. Pero a puertas de celebrar los 50 años de Vaticano II nada más apropiado que recordar la manera como la Constitución Pastoral Gaudium et Spes afrontó esta realidad y dejó sentadas las bases de una autentica secularización (36). Pero no es sólo ese documento el que nos permite acercarnos a valorar la secularización en su justa medida. La Constitución dogmática Dei Verbum (2) sentó también las bases de la necesidad de la secularización al afirmar que nuestro Dios se revela en la historia “en hechos y palabras intrínsecamente conexos entre sí” y Cristo –su vida, muerte y resurrección- constituye el culmen y plenitud de esa revelación. Como lo afirmara el teólogo luterano Dietrich Bonhoeffer la secularización es exigencia intrínseca del cristianismo al proclamar un Dios encarnado en esta historia, respetuosa de la libertad y responsabilidad humanas. 117

Retomando la frase de la Doctora Olga Vélez, sobre “descubrir la presencia del Resucitado en el aquí y ahora”, en esta sesión de reflexión tu animador te conducirá por medio de las siguientes instrucciones: • Entregará a los jóvenes una hoja con las indicaciones sugeridas a continuación: • Repasa el día de ayer, cada paso que diste, desde el momento al abrir los ojos estando todavía en la cama, hasta cuando decidiste regresar a ella para dormir. • Visualiza en ese día que recuerdas, ¿cuáles fueron los regalos de Dios para ti? Anótalos uno a uno en forma de listado. Posteriormente chequea aquellos que le agradeciste a Dios y los regalos que estás siendo consciente ahora. 118

ORACIÓN FINAL: Gracias Señor por traerme a la oración. Gracias por la alegría de la entrega, el arrepentimiento y el perdón. Gracias por enviarme a Tu Espíritu Santo a enseñarme y a guiarme. Gracias por los frutos que Tu Espíritu está trabajando en mí como el amor, la alegría, la paz, la paciencia, la amabilidad, el control de mi mismo. Gracias por enviarme personas que necesitan ayuda. Gracias por romper el dominio de hábitos pasados y traerme a una conversión más profunda. Gracias por hacerte presente en todos los momentos de mi vida, por tu Palabra que me da vida y por levantarme cuando caigo. Gracias por hacer que las cosas trabajen para mi bien al depositar yo mi confianza en Ti. Gracias por tus ángeles que me protegen en todos mis caminos. Gracias por guiarme y darme sabiduría, por Tu amor abundante que quita todo temor.Gracias por abrirme las puertas del cielo y derramar Tus bendiciones sobre mí. Gracias por suplir todas mis necesidades con Tu riqueza. Gracias por la salud. Gracias por abrir mis ojos a las necesidades de mis hermanos. Abre mi corazón para amar a los heridos y a los perdidos, abre mis labios para hablar de Tu amor. Gracias por aquellos que me han ayudado en mi camino hacia Ti, bendícelos Señor. Gracias por el regalo de mi vida, así como es. Gracias por el mejor regalo de todos, Tu hijo Jesús.

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• Seguidamente, descubre ¿cuáles fueron los regalos que permitiste que Dios le diera a los otros a través de ti? Es decir, ¿cuándo fuiste instrumento de Dios durante ese día? Anota igualmente como en el caso anterior y chequea y finaliza este paso, pidiéndole a Dios te ayude cada día a dejarlo actuar por medio de tu persona. • Transcurridos unos 40 minutos para estos tres primeros movimientos en la oración, el animador entregará una reflexión titulada “Soy un aventurero” para ser leída de manera personal, luego en la reunión grupal, el compartir estará guiado por las preguntas que allí se presentan. • Se finalizará, este momento de oración con una acción de gracias expresadas libremente por cada uno de los jóvenes.

La vida de hoy nos conduce a la rutina, una vez más, nos lanza a la productividad, la competitividad, a la eficiencia. Se espera una motivación externa y se reciben felicitaciones enfocadas a lo que se ha realizado: ¡Qué bien hecho! ¡Excelente material! ¡Buena conferencia! ¡Caminamos hacia la cima!..., así como éstas, se encuentran infinidad de frases motivadoras que alientan y aumentan la labor de un personal calificado para cierta actividad. 120

Comienza un día, el reloj despertador suena, el cuerpo se levanta al momento o a los cinco minutos, quizás quince, camina hacia el baño, luego a la cocina, prepara la comida, desayuna, se baña, se viste y sale corriendo a enfrentarse con el ruido de la calle, las personas; tropieza y sigue el camino hasta llegar al trabajo. Llega, marca la hora de entrada y… directo al puesto que le corresponde para comenzar lo establecido para ese día. Pasa el tiempo, y durante éste, nada interesante ocurre. Finalmente, llega la hora de salir; marca la hora y, de nuevo, ruido de cornetas, colisiones de carros, personas corriendo… Llega a casa, se baña, se cambia de ropa, come y… a dormir otra vez, con la esperanza tranquila de que mañana amanezca otra vez. ¿Algo se ha pasado? ¿Alguna actividad dentro de la rutina? Tal vez sí. Muchas cosas se han quedado sin mencionar e infinidad de detalles al día pasan. ¿Son detalles o son regalos? ¿Son coincidencias o son oportunidades? Una niña llorando a quien su madre abatida, cansada no logra controlar y por ello recibe un golpe para tranquilizarla, lo que la pone peor. Allí está aquello que se levantó, ¿la ve?, un hombre encorvado, con manos sucias, en silencio ¿lo ve? Una muchacha gordita, no muy bien arreglada, dijo: ¡Buenas tardes! con alegría, ¿la escuchó? Un viejito sentado en la plaza le dio la bendición ¿la recibió? Un niño le miró. ¿Algo, sin duda, se ha pasado sin mencionar? Lo cierto es que, eso llamado detalle, regalo, coincidencia u oportunidad ubicados en el camino, pasan. ¿Por qué están allí? ¿Qué significan? ¿El cuerpo levantado es excelente en la vida o en el trabajo? ¿Es una persona despierta a la vida? ¿Se levanta cada mañana al sonar el despertador, para vivir, disfrutar, escuchar, observar, recibir y dar? Hoy mira toca, siente, recibe lo que está en el camino para ti.

Hoy es un día de aventuras desde que abro lo ojos hasta que los cierro y mi rutina es parte de ella, los desacuerdos y acuerdos.

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La aventura del Buen Samaritano (Lc. 10, 30-35) “Bajaba un hombre por el camino de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron hasta de sus ropas, lo golpearon y se marcharon dejándolo medio muerto. Por casualidad bajaba por ese camino un sacerdote; lo vio, dio un rodeo y siguió. Lo mismo hizo un levita que llegó a ese lugar: lo vio, dio un rodeo y pasó de largo. Un samaritano también pasó por aquel camino y lo vio, pero éste se compadeció de él. Se acercó, curó sus heridas con aceite y vino y se las vendó; después lo montó sobre el animal que traía, lo condujo a una posada y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente sacó dos monedas y se las dio al posadero diciéndole: «Cuídalo, y si gastas más, yo te lo pagaré a mi vuelta.» ¿QUÉ ME DICE PARA MI VIDA ESTA AVENTURA?

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En la senda de cada día, los cristianos tienen que recordar de manera consecutiva el llamado del Señor a “Ser luz del mundo y sal de la tierra” (Mateo 5, 13 - 16) Por tal motivo, se presenta esta última sesión reflexiva, donde el animador extiende sus manos indicando el camino ha seguir, dando las siguientes pautas al joven quien: • Buscará un lugar de encuentro para estar delante del Señor. • Una vez en el sitio, realizará varias respiraciones profundas para pacificar su cuerpo y poder acoger el silencio que necesita en ese instante. Si lo desea, puede colocar música para orar que le permita entrar en ese ambiente de oración y pasividad. • Posteriormente, tomará las indicaciones sugeridas que se dan a continuación, tomando el método de la Lectio Divina:

ǷLeer Ƿ el texto bíblico Mateo 5, 13 - 16 de manera pausada. Dejar unos minutos de silencio recordando alguna frase que haya quedado resonando, pero sin emitir juicio de ningún tipo, ni buscando la razón por la cual se está repitiendo esa frase en tu interior. ǷǷ Releer nuevamente el texto de forma pausada, tomarse un momento de silencio y preguntarse: ¿qué me dice Dios a través del texto? ¿qué me quiere decir Dios por medio de la frase que ha estado resonando?

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ǷǷ Por tercera vez y pausadamente, volver a leer el texto, durante el instante de silencio, preguntarse: ¿qué me pide Dios por medio del texto? ¿cómo le voy a responder? ǷǷ Terminar este encuentro con el Señor, agradeciéndole su Amor y misericordia.

• El animador dará para este momento unos 30 minutos aproximadamente, pasado el tiempo, reunirá a los jóvenes para realizar una oración comunitaria, donde les permita expresar su experiencia de compartir con el Señor.

ORACIÓN FINAL: GRACIAS POR SER PARTE DE LO QUE MAS AMO, GRACIAS POR ENTENDER MIS ENFADOS, GRACIAS POR DEMOSTRARME QUE SE PUEDE, GRACIAS POR NO REPROCHARME NADA, GRACIAS POR TOMAR LO POCO QUE TE DOY, GRACIAS POR ESTAR EN MI VIDA, GRACIAS POR… (CADA UNO DICE UNA PALABRA) 124

Biblia Latinoamericana (2005) Editorial Verbo Divino 129ª Edición. España – Madrid.

Lewis, Hedwig. S.J. (1996) En casa con Dios. Ediciones Mensajero. 3ª Edición. España – Bilbao.

Obras Misionales Pontificias (2011) Primer Simposium Internacional de Misionología. Venezuela – Caracas.

Real Academia Española Consulta (2012) Disponible en: [http://www.rae.es/RAE/Noticias. nsf/Home?ReadForm]

Reyes Segura, Flor Elena (2011)Aprendemos a Amarnos Revista AVEC Informa. Boletín # 208. Editorial Ignaka, C.A. Venezuela – Caracas.

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