Analisis sobre la Percepcion

TA – GIL CASAZZA 2015 LA PERCEPCIÓN DEL ESPACIO Lucía Carrió Índice Introducción ………………………………...…. 3 Percibir ….……

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TA – GIL CASAZZA 2015

LA PERCEPCIÓN DEL ESPACIO

Lucía Carrió

Índice Introducción ………………………………...….

3

Percibir ….…………………….……………...….. 4 Percepción Gestaltismo….…………………….…….……. 5 Psicoanálisis….…………………….…….…... 6 Perceptual .……………………….…...……….

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Bibliografia.……………………….…...……….

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Introducción En este trabajo se abordará el concepto de la percepción, y su relación con la arquitectura y la espacialidad. Luego de leer la Revista Croquis n°168-169 sobre Alvaro Siza, se destacó el interés del arquitecto por la temática de la percepción del usuario, desde su relación visual entre los espacios interior y exterior, hasta la recorribilidad y aparición de quiebres en su obra. Se decidió por lo tanto ahondar en esta temática y vislumbrar algunos aspectos de la percepción, que es, en definitiva, la forma en la que el hombre conoce el mundo y vive la arquitectura. Para desarrollar este tema, se tomaran 3 enfoques. Uno físico descriptivo, apuntado al aspecto más duro de la percepción, su mecánica, respondiendo a preguntas básicas: Qué es la percepción, dónde se efectúa, cuándo, etc. Un segundo enfoque psicológico, que dará cuenta de los mecanismos mentales que participan de la percepción como algo más que el simple conocimiento del mundo exterior. Y un tercer enfoque, “poético”, en el que se intentara explicar los efectos más subjetivos del acto perceptual, como los mecanismos mentales nos pueden remitir a ciertos estados. Se complementará el texto con citas y extractos de obras literarias, filosóficas y musicales, que hagan referencia a la percepción y su identificación con el espacio. A lo largo del desarrollo, se buscará relacionar los conceptos con el espacio, y entender cómo debe el arquitecto decidir ciertos aspectos proyectuales a fin de entender la percepción del usuario. ¿En cuántos planos perceptuales puede operar nuestra obra como arquitectos?

Percibir Nociones básicas sobre la percepción

Las sensaciones se definen como las respuestas de los órganos de los sentidos frente a un estímulo (Feldman, 1999). La percepción en cambio, incluye la interpretación. La comprensión de una sensación mediante la construcción de significado y organización de datos (Matlin y Foley 1996). La interpretación e integración de los estímulos implica entonces la intervención del cerebro además del de los órganos sensoriales (Feldman, 1999). Las diferencias experimentales entre estos conceptos no son demasiado claras ya que ambos efectos suelen ocurrir casi a la vez, pero se acepta en general que la sensación precede a la percepción basándose en una diferencia funcional: en el “proceso sensible” se percibe un estímulo. Este luego se analiza y compara, se percibe, la información suministrada por ese estímulo. La percepción, por implicar una interpretación, es subjetiva. La “fantasía” construida es el trabajo que produce la imaginación al crear un guión con las imágenes e impresiones que devienen de los sentidos.

“La realidad es una ficción que tiene materialidad por sus efectos reales” - Slavoj Zizek “Lo que existe y no se percibe bien podría no existir” - Alejandro Dolina

Percepción Psique

Para abordar el concepto de la percepción desde el punto de vista psicológico, se tomarán como referencia 3 autores. Hesselgren, Freud y Lacan. Gestaltismo En “Los medios de Expresión de la Arquitectura”, de Sven Hesselgren, la percepción se entiende como la información que obtenemos del mundo a través de nuestros sentidos. Difiere por lo tanto de un conocimiento del mundo “real”, y se acepta que toda interpretación de la mente conlleva una transformación del mundo físico existente. Es preciso estipular algunas diferencias en el par conceptual Estímulo-Percepción: Hablamos de estímulo refiriéndonos a cualquier suceso del mundo exterior o interior que sobrepase el umbral absoluto mínimo -el punto en el que un individuo percibe una diferencia entre algo y nada- que produzca una reacción en el ser humano. Si hablamos de percepción, en cambio, nos referimos a la experiencia inmediata mental, consecuencia de estas excitaciones. Un suceso sin reacción no puede considerarse estímulo, así como una experiencia sin excitación no puede considerarse percepción. El estudio de las percepciones se ha intentado mensurar a través de la formulación de leyes. La ley psicofísica de Weber-Fechner establece una relación cuantitativa entre la magnitud de un estímulo físico y cómo este es percibido. Establece que el menor cambio discernible en la magnitud de un estímulo es proporcional a la magnitud del estímulo. En otras palabras, la ley de Weber-Fechner estudia el comportamiento de los umbrales sensoriales del hombre, categorizándolos como relativos (a la magnitud del estímulo) y subjetivos (a la capacidad sensorial del individuo). Estas proposiciones tienen su auge a fines del s. XIX y principios del s. XX, impulsando toda una rama de la psicología destinada al estudio duro del comportamiento humano. Los tipos de percepción más conocidos y sencillos de agrupan dentro del plano de las “sensaciones”. A diferencia de los estímulos -que sí pueden mensurarse por sistemas universales de medición de la ciencia, ya que pertenecen al mundo físico- la percepción solo puede describirse en categorías propias, y por lo tanto no permiten el conocimiento inmediato de la naturaleza real del mundo físico. La subjetividad entonces es inherente al mundo de la percepción. Es decir, entendemos la realidad a través de nuestra percepción (subjetiva) de los estímulos del mundo físico (objetivo). Ha de establecerse también una diferencia entre la percepción y la representación, donde la percepción existe únicamente mientras se experiencia, dependiendo de la presencia de un estímulo. Cuando desaparece el estímulo, cesa la percepción. La representación en cambio, aparece como una actualización del contenido del conocimiento, que retrocede sobre la percepción producida con anterioridad (es decir, luego del cese del estímulo). Por último, el concepto de fenomenología aparece como el proceso de descripción libre de prevenciones del curso de lo conciente (que incluye la percepción). Es un proceso que busca contrarrestar los estímulos erróneos, propios de referir la descripción a la propia fuente estimulante en vez de a la experiencia en sí. Se buscan, a través de la fenomenología, apoyándose en la teoría gestáltica, las primeras estructuras que nos permiten convertir la profundidad en una sensación mental. Para ello se integra una serie de imágenes distribuidas sobre una superficie, que se forma en la retina. Hesselgren estipula que esto podía lograrse mediante la combinación de “factores primarios” y “factores secundarios”. La percepción espacial surge realmente cuando un

estímulo, de acuerdo con algunos factores (primarios/secundarios) da una sensación de profundidad. Entre los factores secundarios se destacan: - La superposición: Situación en la que un objeto próximo tiende a oscurecer al que se encuentra más distante, nunca sucede lo contrario. - Tamaño y perspectiva: Un objeto distante es más pequeño que un objeto próximo. - Luz y sombra: La percepción de la profundidad depende de la dirección de la luz que se percibe y no de la dirección física de la luz. - Distancia llena y vacía: Una extensión llena de detalles se ve más grande y más ancha, a la misma distancia física, que una vacía. - Paralaje de movimiento: Capaz de remplazar a la visión estereoscópica. - Perspectiva reversible - Ubicación en altura: Cuanto más próximo se halla un objeto al horizonte, tanto mayor la distancia a la que se percibe Se establecen, como factores primarios: Convergencia ocular: Los ojos convergen hacia el objeto enfocado de modo que los ejes ópticos se cruzan en el objeto. Acomodación: La distancia focal del ojo varía al observar objetos situados a distancias diferentes, esto contribuye a dar una sensación de profundidad. - Estereoscopía: Dado que los ojos están separados, ven los objetos con alguna diferencia. Ciertos detalles que no distingue el ojo derecho son claramente discernibles para el ojo izquierdo y viceversa (paralaje binocular). Estas dos imágenes oculares se combinan para formar la percepción visual de profundidad. Los factores secundarios serían la clave de la percepción espacial, ya que la manera en que convergen varios de ellos determinaría la esencia de la sensación de profundidad; mientras que los primarios son circunstancias físicas sin posibilidad de regulación. En resumen, el autor consideraba a la percepción como un acto experimental que pone en relación el hombre y el campo visual, sin reflexión. Y sin embargo, brinda las herramientas de operación en la transformación del espacio, en tanto identifica aquellos ejes de acción que tendrán mayor influencia en la percepción del usuario: el manejo de los factores secundarios. Psicoanálisis Hasta aquí, los enfoques no admiten demasiado margen de discernimiento. Entramos entonces en el campo del psicoanálisis, donde las teorías sobre la percepción involucran la reflexión y mecanismos de la pisque individuales de cada ser. Freud en “Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento psíquico” contrapone la ilusión (para el mundo interno, en la búsqueda de satisfacciones) con el sistema perceptivo (acorde con el principio de realidad, lo que rige para la interacción con el mundo exterior). Establece que algunas “fantasías” -consideradas inconscientes- fueron en otro tiempo conscientes. Éstas fueron posteriormente “olvidadas” por acción del tiempo, intencionalmente y por puesta en acto de la represión, llegaron a ser inconscientes. Las fantasías secundarias, determinadas por la represión secundaria, son inscriptas con posterioridad a nivel inconsciente o también consciente (sueños diurnos). Las fantasías originarias (según señalan Laplanche y Pontalis) son "estructuras fantaseadas que el psicoanálisis reconoce como organizadoras de la vida de la fantasía y que entiende como típicas, por su condición de repetitivas cualesquiera que sean las

experiencias personales de los individuos”. Es decir, que el individuo tenderá a repetir las fantasías originarias, o al menos a intentarlo. La fantasía tiene en su núcleo de acción la recuperación del objeto perdido (entendiendo al objeto como objeto de deseo). Así objeto buscado y objeto hallado se articulan en el psiquismo. Sin embargo, existen mecanismos psíquicos que llevarán al niño desde la pérdida a la sustitución. Las fantasías son movilizadas por las pulsiones que no hallan su concreción satisfactoria, para lo cual propone, por la vía psíquica, un modo y forma de obtención de esa satisfacción por medio de sustitutos: juegos, ensoñación, creación artística, producción onírica. El fantaseo como actividad psíquica se presenta entonces como una forma de regular la ausencia, de recuperar el objeto, de reencontrarse con él aún cuando el objeto sea otro. Ha de relacionarse este enfoque con la percepción dado que la interpretación de los sucesos, de los estímulos físicos, no se da sino en la psique. Allí donde el ser humano se relaciona con el medio en la búsqueda de satisfacciones, se determinará una cualidad sensitiva, de estado del ser, que ya no refiere a cuestiones espaciales sino a cuestiones de ausencia y concreción del deseo. Donde el disfrute espacial no es sino la interpretación que percibimos ante la insatisfacción de otro deseo primitivo. Lacan, por su parte, postula una separación incorregible entre el sujeto y el objeto. “En la perspectiva kleiniana […] todo el aprendizaje, por así decir, de la realidad por parte del sujeto, es primordialmente preparado y fundamentado por la constitución esencialmente alucinatoria y fantasmática de los primeros objetos, clasificados en buenos y malos objetos, al fijar éstos una primera relación primordial que, en la continuación de la vida del sujeto, dará los tipos principales de las formas de relación del sujeto con la realidad. Se llega así a la noción de que el mundo del sujeto está hecho de su relación fundamentalmente irreal con objetos que no son sino el reflejo de sus pulsiones fundamentales.” “Las formaciones del inconsciente” (El Seminario 5, Clase 12)- J, Lacan.

En su teoría sobre el objeto, Lacan propone la intervención de un “fantasma” en la relación con el sujeto. Parte de la concepción primera de que el objeto implica una ausencia. El objeto para Lacan se encontrará siempre en falta, y esa ausencia fundamental es la que se transforma en “fantasma fundamental”, que acompañará y determinará el modo futuro en que el sujeto es capaz de relacionarse con todos los objetos. Lacan propone el término fantasme (a diferencia de “phantasy” de Klein), y refiere tanto al eje imaginario como al eje simbólico: el fantasma, dice Lacan más adelante en El Seminario 5: "el fantasma lo definiremos, si les parece, como lo imaginario capturado en cierto uso del significante". Describe al fantasma como una relación entre el sujeto y el otro o semejante. Vemos el mundo sólo a través de este fantasma fundamental. Conocemos la realidad a partir del fantasma de una ausencia, que regulará toda relación con el medio. “Los actos de la imaginación son tan reales como los de la percepción” -Bachelard

Encontramos en esta teoría un grado aún mayor de subjetividad en la interpretación que percibimos del mundo. La interpretación está determinada no solo por la intención de concreción de deseos, sino también por un tamiz psíquico imborrable desde la existencia del ser: el fantasma.

El fantasma como una máquina de procesar goce y de estabilizar la realidad psíquica del sujeto. La realidad se construye en base al objeto en falta (“objeto a”), en base a la ausencia. Y se percibe sólo a través de fenómenos, en la observación. Para el psicoanálisis entonces, la realidad en sí misma se construye según Freud, discursivamente. Lacan resignifica la naturaleza los recuerdos no sólo discursivamente, sino como acontecimientos pasados que reciben nuevas formas en concordancia con los deseos inconscientes, en una dialéctica compleja con “el fantasma”, transformándose mutuamente. El fantasma es entonces una escena que se presenta a la imaginación y que dramatiza un deseo inconsciente. Al juego de la percepción pura de los juegos de estímulo-respuesta, se les suman las nociones de imaginación, fantasía, fantasma, ausencia, interpretación y deseo.

“Reality is a story the mind tells itself” (La realidad es la historia que la mente se cuenta a sí misma)Portal

Perceptual Poética Es en este punto -luego de barrer las teorías mayormente aceptadas del funcionamiento

de la psique en relación a la realidad- que de la mano de Gastón Bachelard, en su libro “La poética del espacio”, se trata la vivencia espacial de manera fenomenológica más allá de la psique, enfocándose en la esencia de las reacciones perceptivas del hombre. Se introduce el concepto de “imagen poética”, y se presenta la fenomenología de las imágenes como su surgir en la conciencia individual, restituyendo la subjetividad de la imagen, haciendola indeterminable. Las “imágenes poéticas” son por lo tanto variables, y la fenomenología de la imagen es lo que conocemos como “lectura poética”, como fenomenología del alma, de lo inmortal, que conlleva un tono del mundo interior, y su relación con la luz. Se abarcan los conceptos de resonancia y repercusión, aludiendo a la sonoridad del “ser”, siendo la resonancia la sonoridad (la réplica) dispuesta en distintos planos de la vida, y la repercusión la sonoridad que genera una profundización de la propia existencia, es decir, que produce un cambio en el ser. Se presenta la búsqueda de imágenes poéticas “primitivas”, situaciones espaciales intrínsecas a la naturaleza y la psicología del ser humano, por su condición de ser. En este hilo, Bachelard postula que todo ser humano puede relacionarse con las imágenes espaciales de: albergue, rincón, miniatura e inmensidad, interior y exterior. Con esta lectura, la percepción se toma de un modo onírico, fenomenológico, donde el hombre encuentra espacios que lo llevan al mundo del ensueño, de la exageración de los niveles de realidad por acción de la imaginación (esta es la creación de una “imagen poética”). Para realizar una aproximación al concepto de fenomenología, se la definirá como una “ciencia o estudio de los fenómenos físicos o psíquicos, en su génesis y en sus manifestaciones en el tiempo y en el espacio”. Uno de sus mayores exponentes es Husserl, quien la desarrolla como “método fundamental que permite captar las esencias puras de la intuición inmediata partiendo de los contenidos de la conciencia prescindiendo de todas las condiciones psicológicas y de toda referencia realista o idealista.” (Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.)

Se plantea en “La poética del espacio”, que lo esencial de la espacialidad lleva a la mente a entrar en el mundo del recuerdo; hace retroceder al hombre a situaciones “madre” donde conoce por primera vez el mundo. La alusión al nido, a la primera casa, es constante. Todo espacio habitado se apropia retornando siempre a la primera idea de albergue que tenemos en la infancia, donde el hogar es un mundo. La casa como primer universo, repleto de significaciones oníricas, pero que sin importar la calidad de espacio que haya existido en el mundo físico, se recuerdan como espacio de refugio, de seguridad y estabilidad. La percepción que se daba en el momento del estímulo (en el momento del habitar el hogar) no coincide necesariamente con la representación que se tiene de esa percepción. La nostalgia del primer hogar no se pierde y toda habitabilidad futura lleva como esencia la noción de casa, evocando la ensoñación, lo inmortal, el recuerdo, siempre que el individuo se encuentre con la menor noción de albergue. Esta interpretación concuerda con las ideas del psicoanálisis de pérdida y búsqueda de satisfacción del deseo que condicionarán la relación con otros objetos semejantes. Los arquitectos entonces que atraviesen su obra con la temática de la percepción, habrán de pararse frente al acto de construir como generadores de espacio habitable, sabiendo que el hombre buscara siempre la reminiscencia de un espacio anterior. Que el usuario que disfruta un espacio lo disfruta oníricamente cuando este lo lleva al ensueño de la

imagen poética primitiva de la casa, del rincón, del objeto perdido. Ahondaremos en las imágenes espaciales primitivas: Casa Ahondando en las cualidades del espacio “casa”, se encuentra que conjuga las sensaciones de protección, de sostén (evita la dispersión del hombre), de albergue de la infancia inmóvil. No importa la vivencia que se tenga de la casa, en el recuerdo de la imagen poética el espacio de casa se vive en la infancia. En la memoria el espacio le gana al tiempo, los recuerdos no registran duraciones concretas, por lo tanto las situaciones se dan de manera inmóvil, sin importar cuándo, sino cómo, de qué forma, con qué sensación. El hombre existe como ser que se conoce por la fijación de espacios de estabilidad, de ensueño, de tedio, de soledad. Espacios de soledad En este hilo, Bachelard sostiene que los espacios de mayor onirismo, los imborrables en la psique y en el alma, son los espacios de soledad (aquellas situaciones en las que habitamos los espacios que apropiamos como “rincones”, donde nos replegamos sobre nosotros mismos, en silencio). Con esta idea, la percepción entonces -la percepción profunda que el ser humano tiene del medio- ¿es un acto de soledad? Los espacios, la arquitectura, sin importar su forma de concreción siempre se vive individualmente, porque la percepción es un acto individual. La vivencia colectiva de un espacio, de una experiencia, siempre se ve absorbida por el estado del ser individual que esa experiencia genere. Este “ensueño del retorno” que vuelca al hombre hacia una interioridad convive con el “ensueño del camino”, del hombre que anda, que lleva al ser hacia el exterior por la sola conciencia de ese exterior, de la visualización del camino. La percepción del espacio llama a la acción. Esta proyección del ser en el espacio se produce cartesianamente en sentido horizontal. El espacio se abre o se cierra sobre el eje paralelo al plano de apoyo. La imaginación en cambio, lo onírico, trabaja en la verticalidad. En una polaridad inherente al ser que adjudica situaciones espaciales muy distintas, al “arriba” y al “abajo”, ascenso y descenso, claridad y oscuridad, bien y mal; situaciones experimentadas en la imagen de la casa onírica (el concepto que introduce Bachelard de la dualidad sótanoguardilla). En la proyección y creación de espacios se debe entonces comprender la connotación perceptual que conlleva el desplazamiento del hombre. El espacio llama al movimiento, pero el tipo de desplazamiento generado determinara la percepción que se tenga del espacio del camino.

“En ese mundo de ensoñación vivía más que en el real. El mundo real no era más que superficie, no era más que una piel delgada y trémula que recubría el mundo imaginario, lleno de ensueños, suprarreal.” -Narciso y Goldmundo (Hesse) “Ese es el punto.. No puedo detenerme. Y no es una metáfora. Me resulta enteramente imposible dejar de caminar. Estoy condenado a caminar perpetuamente”– Alejandro Dolina, Crónicas del Angel Gris

Escala En lo que a escala refiere, el ser humano percibe oníricamente dos estados del ser. La miniatura y la inmensidad. Conceptos que no son opuestos, sino complementarios. Podemos hablar de la miniatura como una inversión de la perspectiva de grandeza. Del

detalle como aumentador de objetos. El hombre trata la miniatura no como reducción sino como otorgador de vastidad, de mundo. A través de la contemplación de la miniatura, se le exige al hombre un cambio de ritmo. Exige una atención particular para lograr integrar el mundo del detalle al objeto total. Esta atención llama a la lentitud. Cuando el detalle se transforma en mundo, y hablamos de microcosmos, nos encontramos ante un mundo dominable. La miniatura permite la identificación, la apropiación, el accionar dentro de la vastidad escalada. Se dan así correlaciones entre los macrocosmos y microcosmos, transacciones cíclicas entre lo pequeño y lo grande que se multiplican. La inmensidad en sí, en cambio, no permite la creación directa de una imagen poética. Nos es imposible imaginar el infinito, entonces cae en la categoría filosófica del ensueño. El ser humano es capaz de adivinar una grandeza oculta, o intuir la inmensidad a través de la profundidad, la fuga, lo vasto, pero es incapaz de realmente crear esa imagen de lo inmenso, donde el espacio se extiende sin límites. Como concepto, sin embargo, o intuición, la idea del mundo ilimitado lo lleva a una pérdida de la referencia espacial. Lo cual funciona también hacia el interior, en la inmensidad de la profundidad. La inmensidad lleva al ser al estado de contemplación de la grandeza, estado del alma que desplaza al ser del mundo próximo al mundo con carga de valor infinito. Representa el movimiento del hombre inmóvil, el carácter dinámico del ensueño tranquilo. Casa-Nido Se analiza la imagen poética del nido. El estado primitivo de bienestar se traduce en la situación de refugio, y el hombre accede a esta situación mediante el retiro. El retiro hacia sí mismo. Existe una tendencia del ser a retirarse en su rincón como forma de lograr la dicha. El retiro se materializa como acurrucamiento, agazapamiento, físico o psíquico. El hombre se acomoda en un rincón que hace propio. La idea onírica de la casa-nido es a la cual el hombre busca retornar. Cuando el arquitecto proyecta, ¿busca la generación de situaciones perceptuales que repercutan en sensaciones de retorno a refugios previos? ¿o busca generar nuevos estados del ser que luego serán recordados como lugares a los que retornar? ¿Diseñamos para llenar una ausencia o para generar un deseo? El ensueño del retorno incluye la idea de fidelidad. El hombre como ser de fijación de espacios estables crea una imagen de fidelidad espacial. Se apropia del lugar mediante el retorno (o la promesa del retorno). Imagina una relación de pertenencia mutua, en la que un lugar es oníricamente único para él, y únicamente él experimenta ese habitar onírico del lugar. ¿El diseñador opera en la generación de imágenes poéticas propias, o intenta repercutir en el usuario con aquellas imágenes que en él repercutieron primero? La percepción y la vivencia de los espacios no nos permiten sino intentar reproducir imágenes que en algún lugar de nuestra psique existen ya como rincones, o espacios de bienestar; que nos llaman al movimiento, a la quietud, a la contemplación, a la introversión, a la soledad y al ensueño. La destreza del arquitecto estará en el desafío de la materialización de una imagen poética onírica Rincón Ampliando el concepto de “rincón”, fenomenológicamente hablando nos remite a un espacio reducido. Para la imaginación constituye en sí una soledad del habitar. El ser humano experimenta el rincón al retraerse del mundo, por lo que el rincón vivido “se niega a la vida”, niega el universo. Tiene en nuestro imaginario un valor de inmovilidad, de

atemporalidad, y nos introduce en la dualidad “dentro-fuera” al constituirse como una semi-caja, donde se reconoce un límite claro de fondo y una posibilidad clara de entradasalida. La imagen poética de rincón incluye o excluye espacios, según la vivencia del usuario. Un rincón, un ángulo, un agujero, una sombra, sirven al onirismo del hombre de germen de cuarto, de habitáculo. No existe el vacío en el imaginario ahí donde hay habitabilidad. Dentro-fuera Este descuartizamiento del espacio conlleva una geometría inherente. La voluntad del ser apremia reducciones de espacio en la dualidad aquí/allá. El reconocimiento de estos estados mueve al ser a cambiar cualquiera que sea su situación actual: La conciencia de un afuera hace vivir el adentro como un encierro; la conciencia de un adentro despierta en el ser la hipertrofia del sueño de habitar todo espacio hueco, de llenar un vacío con habitar; de ejercer un retorno hacia una interioridad al reconocer el adentro como un albergue. Esta vacilación del ser entre ambos estados implica que los límites imaginarios entre el adentro y el afuera sean circunstanciales. Concepción que escapa a la concepción geometrizante de dentro-fuera, en la cual los límites son barreras. Tanto dentro como fuera se constituyen entonces como mundos que pueden vivirse ya sea íntima como vastamente, con una gran facilidad de inversión. El vacío interior como la posibilidad de habitar, el vacío exterior como la posibilidad de acción del ser. El ser es capaz de vivir el interior como exterior y el exterior como interior, allí donde el hombre funciona como una superficie límite que separa esas dos regiones, de lo mismo y lo otro, pero regula su condición por mecanismos de apertura. Umbrales La existencia de los umbrales fija el funcionamiento de los órganos del sentido. Son los que determinan la relación del hombre con el mundo, con su mundo particular. La determinación de los parámetros de los umbrales de cada ser humano es la que diferencia las variaciones de percepción de los sentidos. Para cada ser, la imagen experimentada se vive como una realidad subjetiva. El hombre se presenta como límite que pone en marcha acciones de cierre y apertura entre sus mundos. El hombre como ser entreabierto, determinador de umbrales. Y la percepción como herramienta de apropiación y experimentación del espacio.

“Our heads are just houses without enough windows” - Arcade Fire “Esa es la base de toda actividad humana: la transición entre el silencio y la luz”. -Kahn “Ha elegido vivir en un espacio vacío. Presente y ausente al mismo tiempo”.- Cirque du Soleil

Bibliografía “Análisis de la percepción visual humana (modelada por la ley de Weber-Fechner)”, http://users.df.uba.ar/gsolovey/fisica2/tp_especiales/Ley%20de%20Weber.pdf

“Los medios de Expresión de la Arquitectura”, Sven Hesselgren. “Seminarios IV, V, VII y X”, J. Lacan. “Formulaciones sobre los dos principios del funcionamiento psíquico”, S. Freud. “Pensar la Arquitectura”, Peter Zumthor. “La Poética del Espacio”, Gastón Bachelard.