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DOSSIER

EL ADN DE EE UU

De la expansión del XIX al “Hagamos América grande otra vez”

www.muyhistoria.es

El salvaje Oeste ASÍ NACIÓ LA AMÉRICA DE TRUMP Más allá de la frontera

La aventura de los pioneros

Y llegó el ferrocarril

El “Sendero de lágrimas” de los indios

Guerra de Secesión: Norte y Sur frente a frente

Huellas hispanas en el Far West

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Tratados rotos, guerras por la supervivencia y un éxodo constante desde sus tierras robadas a las reservas: eso fue el Sendero de Lágrimas indio (en el óleo). Pág. 20

JULIO 2017 EN ESTE NÚMERO: Presentación: Cómo se hizo grande América PÁG.

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La expansión hacia el Pacífico PÁG.

El éxodo de las tribus

El eslogan de Trump de “hacer América grande otra vez” hunde sus raíces en la Historia de EE UU, como explica el Dossier (en la foto, Eisenhower con indios navajos en 1952). Pág. 57

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Caravanas: la aventura de los pioneros PÁG.

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Huella hispana en el Far West PÁG.

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Día a día en la Ruta de Oregón PÁG.

Visual: Más allá de la frontera PÁG.

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DOSSIER

El ADN de Estados Unidos La historia del nacimiento, la expansión territorial y la consolidación de la nación americana desde la conquista del Oeste a Donald Trump. La fiebre del oro (arriba, mineros) sirvió de excusa a Estados Unidos para expulsar de sus tierras a los californios, los primeros colonos hispanos. Pág. 34

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Ferrocarril, el caballo de hierro

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Horizontes de grandeza

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NINES MÍNGUEZ

uando, en 1845, el periodista John L. O’Sullivan (de la revista neoyorquina Democratic Review) utilizó el término “Destino Manifiesto” para designar el derecho de los estadounidenses a ocupar todo el continente por inspiración divina, estaba proporcionando un firme fundamento ideológico para el afán expansionista de los pioneros norteamericanos. Además, convencidos de pertenecer a una “raza superior”, los hombres blancos debían conquistar el territorio de los amerindios, tribus nativas atrasadas que pedían a gritos que las civilizaran, lo que añadía un inequívoco sesgo racista a su misión. La doctrina del Destino Manifiesto sirvió, por lo tanto, para justificar el sometimiento por las armas que sufrieron en primer lugar las naciones indias y, después, un México independizado poco tiempo antes. Además de constituir un relato muy atractivo protagonizado por recios hombres libres, dueños de su destino, que luchan en un medio hostil para obtener lo que la Divina Providencia asegura que les pertenece, la apasionante aventura de la conquista del Palma Lagunilla Oeste nos ofrece algunas claves fundamentales Directora ([email protected]) para entender unos rasgos que continúan siendo En Twitter: @_plagunilla consustanciales al pueblo estadounidense y que su actual presidente (Trump) defiende con ardor: un feroz individualismo, el instinto imperialista y la defensa a ultranza del derecho a armarse.

Norte y Sur frente a frente PÁG.

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Las Guerras Indias El folclore wéstern

SECCIONES Entrevista: José Manuel Guerrero

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Curiosidades Reconstrucción 3D Panorama Próximo número ILUSTRACIÓN DE PORTADA: CARLOS AGUILERA

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LA VIDA A LOMOS DE UN CABALLO. La figura del cowboy, tan representativa del Far West, adquirió aún más relevancia tras la Guerra de Secesión, con el transporte de ganado desde Texas hacia el Norte.

ASÍ SE HIZO GRANDE AMÉRICA

El mítico Oeste americano LA ADQUISICIÓN DEL TERRITORIO DE LUISIANA ABRIÓ UN HORIZONTE DESCONOCIDO PARA LOS HABITANTES DEL ESTE ESTADOUNIDENSE Y CON ELLOS COMENZÓ LA AVENTURA HACIA LA NUEVA FRONTERA. Por Alfonso Domingo, cineasta y escritor

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ecir Oeste es pensar en el occidente de Estados Unidos, en el siglo XIX. Aunque, por supuesto, la Historia de esos territorios es rica e intensa antes de ese momento y tiene que ver mucho con España, es a partir de la segunda mitad del siglo XIX cuando irrumpe en el imaginario literario, creativo e histórico del mundo. El Oeste no sólo es un territorio que abarcaría casi la mitad de EE UU, sino también un determinado tiempo. Y se podría decir que incluso un peculiar estado de ánimo. Al decir Oeste, nuestra imaginación se traslada a esos paisajes grandiosos donde la naturaleza dicta sus leyes y el ser humano tiene que luchar para imponerse a ella. Ese es el mito trasmitido desde hace casi dos siglos y luego muy explotado por el cine norteamericano; pero, como todo mito, debe ser revisado y matizado. En primer lugar, porque el Oeste ya es-

taba habitado por seres humanos, los indios, que habían conseguido adaptarse a la dura naturaleza y sacarle partido sin depredar los recursos. Y también por los hispanos, que se habían establecido en algunas áreas siglos atrás. Esa mística del hombre domeñando esos paisajes y haciéndolos productivos es el paradigma de una de las expansiones económicas, territoriales y demográficas que han marcado a Estados Unidos, al siglo XIX y, por tanto, también al mundo que conocemos.

LA EXPANSIÓN HACIA NUEVAS TIERRAS. No es que todo obedeciera a un

plan, o, en cualquier caso, hay que hablar de múltiples causas que confluyen en esa expansión, en esa conquista del Oeste. En primer lugar, la masiva inmigración europea –inglesa e irlandesa sobre todo–, y, en segundo, el aumento de la natalidad en las colonias americanas, dada la juventud de los inmigrantes. En 1790, la población ascendía a cuatro millones de habitantes,

pero medio siglo más tarde pasaba de trece y alcanzaba los cuarenta en 1870, a pesar de la sangría de la Guerra Civil. En los albores del siglo XX, Estados Unidos contaba con una población de unos setenta y cinco millones de personas, entre ellos colectivos de inmigrantes de varios países europeos. La expansión hacia nuevos territorios era una válvula de escape de la población sobrante. A estos elementos se unen otros: la fiebre del oro de California fue un gran incentivo para la llegada de colonos al Oeste, además de la búsqueda de pastos para el ganado y la agricultura. El ferrocarril contribuyó en gran medida a la rapidez de la colonización. Tres grandes líneas atravesaron el continente: en el Norte, la Northern unió Chicago con Astoria en el Pacífico; en el centro, Kansas “aproximó” Chicago a Sacramento y San Francisco; al Sur, la Southern Pacific conectó el Este con Los Ángeles. Además de las consecuencias territoriales y demográficas, la conquista del Oeste es considerada por muchos estudiosos

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ENFRENTAMIENTOS FRONTERIZOS. La doctrina del Destino Manifiesto está en la base de esa política de expansión y dio al naciente imperio un aura de agresividad de la que serían víctimas las naciones indias y un débil y desorganizado México independiente surgido de las cenizas del viejo Imperio español. El nuevo Estado norteamericano comenzó comprando territorios. Luisiana se adquirió a los franceses en 1803, Florida a España en 1819 y, más tardíamente, Alaska a los rusos en 1867. Sin embargo, en el caso del vecino México, después de la independencia de España no era posible la compra, así que se empleó la fuerza. Primero fue Texas. Era tierra codiciada por los plantadores de algodón y una emigración anglosajona se había asentado allí durante años. En 1835 se produjo el primer intento, cuando esta población solicitó la incorporación a la Unión. Entonces no fue aceptada, porque los Estados norteños no querían incorporar un Estado esclavista tan enorme. En 1846, EE UU buscó una excusa para entrar en guerra con México, guerra que ganó. El abusivo Tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848 le dio Texas, Nuevo México, Arizona y la mayor parte de California: el 67% del territorio mexicano. Pero, ¿cómo estaba el Oeste antes del siglo XIX? Conviene saberlo, porque España y los españoles tuvieron mucho que ver. Hasta el punto de que fueron españoles los primeros europeos que exploraron el Suroeste de Estados Unidos. Hay que citar por fuerza algunas de

EXPEDICIONES DE EXPLORACIÓN. Juan Bautista de Anza (1736-1788) llegó a ser gobernador de la provincia de Santa Fe de Nuevo México del Imperio español, y es recordado por haber participado en varias expediciones de exploración en las que consiguió encontrar una ruta hasta la actual California. Al mayor parque natural de este Estado se le otorgó el nombre de Desierto Anza-Borrego (arriba).

ASENTAMIENTOS CALIFORNIANOS. El jesuíta mallorquín Junípero Serra (1713-1784), asentado en la actual California, se dedicó a las misiones en las que catequizaban a los indígenas, les enseñaban nociones de agricultura, ganadería y albañilería, y les proporcionaban semillas y animales.

EN EL SIGLO XVIII, LAS CIRCUNSTANCIAS INTERNACIONALES EMPUJARON A LA CORONA ESPAÑOLA A FRENAR EL AVANCE RUSO DESDE ALASKA 6

esas primeras exploraciones, como la de Alvar Núñez Cabeza de Vaca (1528). Tras sobrevivir a un naufragio en 1527 en la desgraciada expedición de Pánfilo de Narváez a Florida, caminó más de 5.000 kilómetros con tres compañeros durante ocho años y medio por todo el Suroeste de Estados Unidos, desnudos y sin armas, hasta regresar a México. El relato de su aventura, Naufragios, es un libro que aún hoy asombra e ilustra sobre la pasta de la que estaban hechos esos hombres. Con apenas 30 años, Francisco Vázquez de Coronado salió en 1540 con una tropa de 300 castellanos para buscar las siete ciudades de oro de Cíbola. No las halló, pero a cambio encontró el Gran Cañón del Colorado, que exploró hasta Quivira, Kansas. Un año antes, Fray Marcos de Niza, ya septuagenario, cruzó desde México con Estebanico (esclavo negro que había sido uno de los compañeros de Cabeza de Vaca) los desiertos de Sinaloa, Sonora, Arizona y Nuevo México en busca de Cíbola. Según la leyenda, las siete ciudades de oro de Cíbola y Quivira habrían sido fundadas por siete obispos huidos de Mérida con unas reliquias durante el período musulmán. ASC

como una de las causantes del feroz individualismo de los norteamericanos, y un claro componente de su organización política y económica. Aunque todo es complejo y todos los fenómenos interactúan, está claro que el ideal de frontera estuvo presente, desde su génesis, en la Historia de Estados Unidos. Cuando el Oeste fue conquistado, el país buscó nuevas fronteras, desarrollando su instinto imperialista.

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Las exploraciones y la colonización hispana perdurarían a través de los siglos con huella profunda y duradera. En el siglo XVIII, las circunstancias internacionales empujarían a la Corona española a intensificar su expansión para frenar el avance ruso desde Alaska. El virreinato de México era uno de los dos más importantes de las colonias españolas. De allí emanaba el gobierno y la autoridad de la Corona, pero esa influencia iba perdiéndose y debilitándose a medida que se imponían las largas distancias hasta los asentamientos de la frontera norte, que estaban establecidos en Nuevo México, Texas, Arizona o California, cuya situación no era demasiado buena. En el Norte se encontraban no sólo con las tribus indias –navajos, apaches, comanches– que llevaban a cabo incursiones en territorio español destruyendo pueblos, minas y misiones, sino también las potencias europeas que miraban con envidia las fronteras hispanas. España organizó expediciones y mejoró las guarniciones, reforzando su presencia en Texas frente al avance francés y consolidando California.

nativos, además de su progreso material. Alrededor de los conventos, los frailes desarrollaron huertas y ranchos para administrar la agricultura y la ganadería, cuyos métodos, no vistos hasta entonces, enseñaron a los naturales (los navajos aprendieron, por ejemplo, la cría de la oveja, la orfebrería, la artesanía y la música). La dieta de los indios mejoró y adquirieron habilidades para ampliar su sustento económico. La primera misión franciscana fue fundada en 1769 por el mallorquín fray Junípero Serra, único español con estatua en el Capitolio. Fueron veintiuna en total, asentadas a unas treinta millas unas de otras –un día de caballo–, y escalonadas a lo largo de 996 kilómetros de lo que se conoce como el Camino Real. Secularizadas en 1834 por el gobierno mexicano, las misiones españolas, convertidas en propiedad estatal, entraron en franca decadencia.

CULTURA QUE PERSISTE. En el siglo XIX, los navajos (arriba, un platero en 1885) se enfrentaron a las Fuerzas Armadas de EE UU, pero al final fueron sometidos.

HEROICA DEFENSA. En 1847, la batalla de Churubusco (abajo) formó parte de la intervención estadounidense en México, con el resultado de la victoria norteamericana.

quista de la Alta, Media y Baja California para la Corona española se debió a frailes y soldados. En 1768, la expedición de Gaspar de Portolá descubrió una gran bahía natural que hasta entonces los navíos habían pasado de largo. La bahía recibió su nombre en 1776, cuando arribó por tierra el legendario explorador Juan Bautista de Anza. Con veinte soldados, tres curas y 140 caballos, Anza salió de México, atravesó el Sur de Arizona, un pelado desierto, territorio de los indios yuma, plagado de cactus, lagartos y serpientes de cascabel. Con gran esfuerzo Anza escaló las difíciles Montañas Rocosas en una odisea de 1.200 kilómetros, hasta llegar a San Francisco, donde comenzó a construir dicha ciudad. EE UU reconoció muchos años después esa gesta bautizando con su nombre el camino, Anza Trail, y el mayor parque estatal de California, el Anza Borrego Desert State Park. La organización social hispana tuvo dos sistemas que se complementaban. Por un lado, estaban las misiones y, por otro, las villas o ciudades. En las misiones, los jesuitas y franciscanos, además de la religión, promovieron la educación y el cuidado de los

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MISIONEROS EN LUCHA. La con-

EL CÓDIGO DEL OESTE. Más tarde comenzó el sistema de organización civil en las villas y ciudades construidas. Una cadena de fundaciones esparció urbes desde Florida hasta California, desde San Agustín, Nueva Orleans, Galveston, Santa Fe, San Antonio, Albuquerque, hasta Los Ángeles y San Francisco, entre otras muchas. He recorrido algunas de estas ciudades, –así como las llanuras, montañas y desfiladeros del Oeste–, atraído por este territorio desde mi infancia y adolescencia–, con el objetivo de escribir una novela sobre los indios navajos. Al final escribí otra, La balada de Billy el Niño, pero en mis viajes descubrí algo fascinante: el código del Oeste. Hablar del código de la frontera o del Oeste de aquel tiempo, cuando se formó el mito, era decir independencia y libertad, voluntad de superar las adversas condiciones y afirmar lo natural del territorio. En el viejo Oeste, los paisanos se consideraban hombres dueños de su destino. Eran capaces de hacer pactos y acuerdos de palabra que, como sus costumbres, tenían fuerza de ley, ya que en su mayoría no sabían leer. El orden se establecía según unas reglas que valoraban la fluidez más que la rigidez legal. Desde el de la caballería que hundía sus raíces en la época medieval, códigos han existido siempre. En aquellas tierras, el código se había forjado en los tiempos de los españoles, que fueron los que llevaron los caballos a América. Tenía pocos artículos, y los lemas no estaban escritos, pero todo el mundo los conocía. Se resumía

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os criptojudíos de Nuevo México, conversos que poblaron algunas zonas de ese Estado, mantuvieron sus ritos, costumbres y hasta su propio idioma ladino durante mucho tiempo, como hicieron los sefarditas. Según la tradición de ciertas familias novomexicanas, los primeros judíos llegaron con Juan de Oñate, en 1589, cuando cruzó El Paso del Norte desde Guadalajara con un buen número de gente, ganado y semillas. A pesar de que estaba prohibido que los “marranos” pasasen a las Américas, hubo un número indeterminado de ellos, así como de musulmanes, que lograron burlar las disposiciones reales. El destino de estos judíos sería la periferia del Imperio, allí donde la Inquisición no había llegado con su largo brazo. PRUEBAS Y ESTUDIOS. Sin embargo, para la codirectora del Programa de Estudios Judíos de la Universidad de Case Western Reserve (Cleveland), Judith Neulander, la noción de una cultura judía en el Suroeste de Estados Unidos habría llegado mediante una de las pequeñas sectas protestantes que se consideraba descendiente de una tribu perdida de Israel, y no de judíos que abandonaron España. No hace mucho en el Museo de Historia de Nuevo México (Santa Fe) se inauguró una exposición donde se mostraban, entre otras cosas, una de las dos copias españolas del Decreto de la Alhambra, en 1492, que ordenaba la conversión de los

judíos o su expulsión. También figuraban en esa exposición las lápidas del siglo XX de los cementerios católicos de Nuevo México, con toques de raíces judías, y los archivos de la Inquisición de doña Teresa de Aguilera y Roche, esposa de un gobernador del siglo XVII de Nuevo México. Otro gobernador anterior, Luis de Carvajal, fue encarcelado bajo sospecha de ser judío. Las pruebas de ADN que se han realizado no arrojan una conclusión concluyente. TESTIMONIOS ACTUALES. Cuando investigaba para mi novela sobre Billy el Niño, localicé a los familiares de José Pablo Córdoba, el maestro y juez de paz de Lincoln, amigo de Billy, al que ayudó en su fuga de la cárcel del condado. Córdoba era descendiente de judíos, según Patsy Núñez de Sánchez y Josefina Baca de Navarrete, dos de sus tataranietas. “Los padres de José Córdoba fueron Buenaventura Córdoba y María Antonia Montaño, nacida en 1767. Venían de una familia que había entrado por El Paso, donde vivieron 12 años”, me decía Josefina, que ha logrado reconstruir el árbol genealógico de su familia hasta 1532 y la ciudad de Burgos. Además cita otros nombres de judíos de su familia materna, como Judah de la Cavalleria. “Intentaban estar lejos de la Inquisición –me contaba–. En la familia siempre han existido tradiciones judías, como la costumbre de encender las velas los viernes. Hoy, entre los descendientes hay católicos, testigos de Jehová y otras confesiones, pero a todos nos enorgullece ese pasado”. Un pasado que es abordado por el libro To the Ends of the Earth, de Stanley M. Hordes, que habla de estos sefarditas que consiguieron llegar al Nuevo Mundo.

Fundada en 1706 por los colonizadores españoles, Albuquerque (en la foto, estatua conmemorativa de su cuarto centenario) es la ciudad más poblada del actual Estado norteamericano de Nuevo México.

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Los sefarditas de Nuevo México

en: “vivir y dejar vivir, no indagar en el pasado de los demás, allá cada cual con sus infiernos privados. Ser amable y condescendiente, no abusar de los débiles, defender lo que era justo, mostrar lealtad hacia los más cercanos, respetar al vecino y ser sincero”. El código admitía buscar un desagravio personal a las ofensas inferidas, y otorgaba el máximo valor al coraje, que a menudo llegaba a ser de una bravura temeraria. Muchos de los más famosos fuera de la ley, como Billy el Niño o Jesse James, obedecieron ese código, que intentaba regular una violencia siempre presente.

TRIBUS INDIAS REDUCIDAS Y SIN TIERRAS.

Tras la derrota de México en 1848, la mayor parte de los hispanos se estableció en los territorios bajo la nueva hegemonía anglosajona. La vida religiosa y civil cambió profundamente. La Iglesia católica (angloamericana) acaparó misiones y parroquias. El protagonismo de la vida social, económica y política pasó a los nuevos pobladores en detrimento de los antiguos y desde luego, de los nativos. La expansión hacia el Oeste terminó con la derrota de las naciones indias, a las que se privó de libertad en aquel territorio donde habían habitado durante miles de años. Expulsados de su hábitat, de sus praderas y sus bosques, con tratados que no se cumplieron, las naciones indias y su mundo fueron desapareciendo, como lo había hecho el bisonte, diezmado por cazadores que sólo querían su piel y que incluso disparaban desde las líneas de ferrocarril que recorrían la pradera. A medida que se redujeron las naciones indias, la frontera se expandió hacia el Oeste. Así, entre la tierra comprada o depredada a las tribus indias o a México, EE UU expandió su frontera hasta el Pacífico. Todos los Estados del Oeste: Louisiana, Texas, California, Minnesota, Oregón, Kansas, Nevada, Nebraska, Colorado, Montana, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Washington, Wyoming, Idaho, Utah, Oklahoma, Nuevo México y Arizona representan hoy en día cerca del 40% del territorio de EE UU. En 1865, tras cuatro años de sangría, acabó la guerra civil norteamericana con la victoria del Norte. Esa fecha supone el comienzo de la gran expansión hacia el Oeste. Una gran cantidad de excombatientes se dirigieron hacia las nuevas tierras convertidos en forajidos, pistoleros, buscadores de fortunas. A los que querían cultivar la tierra o el ganado se unieron abogados, prostitutas, ladrones, etc., todos con la esperanza de labrarse un futuro. Hubo pocas mujeres, por la dureza de las jornadas y lo rudo de los medios de transporte, lo que ocasionó numerosas y brutales peleas entre tanto hombre desesperado. Los conflictos entre blancos y amerindios se iniciaron en la época de los primeros colonos (primera guerra Anglo-Powhatan, entre 1609 y 1613), y continuaron hasta el siglo XX (masacre de Wounded Knee,

LA EXPANSIÓN HACIA EL OESTE TERMINÓ CON LA DERROTA DE LAS NACIONES INDIAS Y LA EXPULSIÓN DE SUS TIERRAS

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en 1890), que acabaron con la derrota de las tribus indias, su aniquilamiento o confinamiento en las reservas, con una más que difícil asimilación cultural obligada. Entre los años 1775 y 1890 se registraron más de 370.000 indígenas muertos y 20.000 blancos. Cuando los norteamericanos comenzaron a inventar sus historias, a crear sus mitos y personajes en las novelas por entregas, en los periódicos, y finalmente en el cine, fue cuando se fijó un imaginario del Oeste, en el que el hombre libre luchaba en un medio hostil.

EL OESTE PASA A LA GRAN PANTALLA. En la labor de

EN LOS CAMPOS DE BATALLA. La fama del oficial de caballería estadounidense George Armstrong Custer le venía impuesta por ser un militar a quien le gustaba muy poco obedecer órdenes.

LIBRARY OF CONGRESS

crear mitos, no importa la verdad, sino la épica. Un ejemplo de ello es la batalla de El Álamo, donde se forjó la leyenda del sacrificio de unos pocos hombres mientras aguardaban refuerzos – allí fue a morir David Crockett– para retener a las tropas del general mexicano Santa Anna, que defendía su país. En esta visión sesgada, el territorio indio se definía como un lugar salvaje que esperaba a los hombres valientes que lo civilizasen, allí tendrían su oportunidad aquellos que fuesen los héroes arquetípicos como Daniel Boone, el trampero y aventurero guía de colonos, Bufalo Bill, el oficial Custer (un psicópata), David Crockett… También entrarían en el saco algunos pocos nobles y fieros indios (pero derrotados, como Caballo Loco o Toro Sentado). Creado el paisaje y los personajes, el “mito nacional de la frontera”, que obedeció a esas causas de expansión territorial, ya estaba servido. Los indios se presentaban

FIN DEL CAMINO. Tras la guerra entre México y Estados Unidos, Nuevo México pasó a ser parte de Norteamérica. En 1912 se convirtió oficialmente en Estado y Santa Fe en su capital. En la foto, el grupo escultórico representa a los colonos que llegan al final de la Ruta de Santa Fe.

como salvajes asesinos que se oponían al hombre blanco y a sus intentos civilizadores en vez de pueblos que defiendían sus territorios. La expansión y colonización del Oeste fue llevada a cabo por exploradores, tramperos, cowboys, pioneros y buscadores de oro, que quisieron labrarse su propio destino y en bastantes casos acabaron enfrentados a la justicia. Aunque algunos de aquellos personajes acabaron convirtiéndose en mitos, la mayoría de la gente era gente desarraigada, sin futuro y con poco que perder, cuya única salida eran las caravanas para cruzar esos inmensos y rudos paisajes abiertos.

RUTAS HACIA UNA NUEVA VIDA. Muchos eran los caminos de las caravanas que –con comienzo en el centro del país– conducían a los colonos al Oeste. Uno de ellos fue el Camino de Santa Fe, una senda por la que comerciaban españoles y norteamericanos y que unía el Norte del Estado de Nuevo México con las grandes llanuras. Otra de esas rutas míticas fue la de California, que comenzaba en Misuri y que utilizaron los buscadores de oro, o la famosa Ruta de Oregón, inmortalizada en más de una ocasión en el cine de género wéstern. ¿Qué es lo que se puede encontrar hoy en el Oeste? Naturalmente, depende del Estado o incluso de zonas concretas, pero se podría hablar de una curiosa sensación, como si en realidad hubiera ganado, frente a otras cosas, el peculiar estado de ánimo. Desiertos, pueblos deshabitados, crisis económica, depresión, paso del tiempo y el peso de la propia leyenda. Un territorio casi irreal, o por decirlo de otra forma, en un recodo del tiempo y el espacio. Si hoy se quiere hacer una ruta por el Oeste, frente a la ya legendaria Ruta 66 –que como tal desapareció en 1985–, una alternativa es el conocido como Viejo Camino Español. Cuatro mil kilómetros que recorren Florida, Luisiana, Texas, Nuevo México y Arizona para concluir en California y el océano Pacífico. El camino, que ilustra sobre el rico pasado español en Norteamérica, cruza los ríos Misisipi y Pecos, además de los desiertos de Mojave y el Colorado. Un buen paseo por la Historia de un mito fascinante, el Oeste. MH

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JOSÉ MANUEL GUERRERO “La colonización estadounidense no produjo ningún mestizaje” TENIENTE CORONEL, SUBDIRECTOR DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DEL INSTITUTO DE HISTORIA Y CULTURA MILITAR Y AUTOR DE NUMEROSOS ENSAYOS DE HISTORIA MILITAR, NUESTRO ENTREVISTADO NOS OFRECE SU VISIÓN DEL ESTABLECIMIENTO DE LOS ESTADOS DEL OESTE NORTEAMERICANO. TEXTO: Fernando Cohnen, periodista. FOTOS: Sonia Sánchez-Seco Usted fue comisario de la exposición La memoria recobrada. Huellas en la Historia de Estados Unidos, que se exhibió en la Torre Iberdrola de Bilbao. En ella se destacaba el papel que jugaron los vascos en la conquista del Oeste. ¿Cuándo se produjo esa emigración? La emigración española fue fundamentalmente a Centroamérica y Sudamérica y empezó alrededor de los años setenta del siglo XIX. Los distintos especialistas que han estudiado ese fenómeno calculan que fueron cuatro millones de españoles los que emigraron a América. De ellos, varias decenas de miles fueron a Estados Unidos. Y dentro de esas decenas de miles hubo muchos vascos. Gracias a la defensa de sus señas de identidad y sus tradiciones, esos vascos conservaron muchos documentos y fotografías. En la Universidad de Reno (Nevada) se encuentra la Biblioteca Vasca Jon Bilbao, que alberga una importante cantidad de documentos, lo que permite seguir la pista de esos emigrantes en Estados Unidos. ¿En esas oleadas de inmigrantes españoles a Estados Unidos durante el siglo XIX sólo hubo vascos? No, desde luego. También hubo inmigrantes gallegos, asturianos, canarios, andaluces y de otros lugares de España, que estuvieron trabajando como pescadores en Florida o en la agricultura en California. Pero los que están mejor documentados son los vascos. ¿Y es cierto que algunos de ellos fueron genuinos cowboys? Fueron a trabajar como leñadores, pastores de ovejas y también en

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las ganaderías, donde algunos, en efecto, trabajaron como cowboys. Su llegada a Estados Unidos coincidió con la última etapa del Far West, en los años setenta, ochenta y noventa del siglo XIX. Otros muchos también recalaron en Estados Unidos a principios del siglo XX. ¿En qué zonas geográficas de EE UU se ubicaron los vascos? En la etapa final de la conquista del Oeste, muchos se asentaron en Nevada, Idaho, Montana o Wyoming. También los encontramos en Nueva York, más concretamente en Brooklyn, donde prosperaron gracias a los negocios que pusieron en marcha, entre ellos varios hoteles. Muchos de los emigrantes españoles que llegaban a Nueva York acudían a esa comunidad española, que tenía buena fama en la ciudad, dado que no daba ningún tipo de problema. Desde allí, los recién llegados eran dirigidos hacia otros Estados. Los vascos tuvieron varios hoteles en otras zonas del país, por ejemplo, en San Francisco (California) y en Idaho. Hay un trabajo muy importante sobre este aspecto en Internet que se llama Invisible Immigrants (inmigrantes invisibles), que está recuperando toda la documentación y las fotografías de esos españoles que arraigaron en Estados Unidos entre 1868 y 1945. ¿Qué españoles se significaron más en esa aventura norteamericana? Uno de ellos fue José Francisco Navarro Arzac, un donostiarra que llegó a Cuba en torno a 1860 y que pronto vio las oportunidades que ofrecía Estados Unidos en aque-

llos años, cuando el país estaba experimentando un gran apogeo económico e industrial. Fundó en 1855 el Banco Mora y Navarro y dos años más tarde se casó con la hija de un banquero de origen holandés. En 1859, fundó la compañía de seguros The Equitable Life Assurance Society, conocida en España como La Equitativa. En 1870, una vez finalizó la Guerra Civil americana, Navarro Arzac construyó además el edificio más alto de Nueva York, pero su gran logro fue crear el ferrocarril elevado de la Sexta Avenida, que estuvo en servicio desde 1878 hasta la Segunda Guerra Mundial. Navarro Arzac fue asimismo el creador de una empresa con la que tomó parte en las obras del canal de Panamá, la cementera Portland, y también de la General Electric, empresa que fundó junto a su amigo el afamado inventor Thomas Alva Edison. ¿Hubo otros españoles que se aprovecharon de aquellos años de gran expansión industrial y financiera en Estados Unidos? Hubo otros, como Rafael Guastavino, el famoso arquitecto valenciano, que emigró a Estados Unidos en 1881 y que pronto se consolidó como uno de los constructores de mayor peso en Nueva York y Boston. Creó un sistema de construcción de bóvedas aligeradas antiincendios que todavía hoy pueden ser admiradas en diversos edificios de Manhattan; entre ellas, la bóveda de la Estación Central de Nueva York. También destacaron otras figuras, como Mónico Sánchez, un manchego que patentó en Estados Unidos un aparato de

DATOS BIOGRÁFICOS José Manuel Guerrero Acosta (Madrid, 1959) es militar en la reserva, especialista en Historia militar y diplomado en Estudios Avanzados en la UNED y en Dirección y Gestión de museos militares. Ha sido jefe del equipo de diseño del nuevo Museo del Ejército de Toledo. Es conferenciante habitual en diversos foros y colaborador de la Real Academia de la Historia y del CESEDEN. También ha sido comisario de varias exposiciones relacionadas con el arte y la Historia militar. Además, ha trabajado como asesor cinematográfico en varias producciones (Alatriste, Los fantasmas de Goya, Libertador y The promise).

rayos X portátil, muy importante durante la I y la II Guerra Mundial, o el ingeniero cántabro Leonardo Torres Quevedo, creador del Spanish Aerocar, un funicular que todavía está en servicio en las cataratas del Niágara, en Canadá. ¿Qué diferencias ve usted entre la colonización española en Hispanoamérica y la estadounidense en Norteamérica? El mestizaje es la diferencia fundamental. A diferencia de la colonización española en América, la estadounidense no produjo ningún tipo de mestizaje con los pueblos indios. La prueba está en que hoy día los supervivientes de esas tribus son los pobladores de las naciones indias (reservas), que nunca se mezclaron con los anglosajones, salvo en ocasiones excepcionales. Los colonizadores blancos les dieron su lengua, pero no les proporcionaron su cultura ni su identidad. A pesar de la Leyenda Negra, que fue creada por anglosajones y franceses, la colonización española en América estimuló el mestizaje con los nativos. Las Leyes de Indias españolas protegían a los hijos nacidos de matrimonios mixtos, algo impensable en la cultura anglosajona. ¿Fue menos brutal la colonización española que la anglosajona? En la conquista y colonización de la América hispana hubo luces y sombras y el trato dado a los indí-

genas no siempre fue el adecuado. Pero, en general, la diferencia entre una y otra colonización es abismal, tanto en la forma de tratar al indígena como en la protección legal que tenían bajo la Corona española. Creo que, en términos generales, el carácter español es más abierto al mestizaje que el anglosajón. La exposición La memoria recobrada. Huellas en la Historia de Estados Unidos también desvelaba la contribución de la monarquía española a la Independencia de EE UU. ¿En qué consistió la ayuda que brindó el rey Carlos III a los rebeldes? La contribución de España a la Independencia de Estados Unidos fue muy importante. Lo que ocurre es que ha estado muy oculta en la historiografía y ha sido poco conocida en estos últimos doscientos años. La monarquía española suministró mucho dinero a los colonos, así como medicamentos y armas. A todo eso hay que añadir el envío de más de once mil soldados, que salieron de Cádiz y viajaron a Cuba para, desde allí, partir hacia el golfo de México para combatir contra los ingleses. La escuadra la mandaba el almirante Solano y al frente de las tropas de tierra estaba el general Navia. ¿Se sabe con exactitud qué ocurrió con esos soldados y en qué batallas concretas combatieron? Eso está perfectamente documentado. Sabemos que durante la travesía y a la llegada a Cuba se produjeron casi dos mil bajas. Hay que señalar que en esa época el mayor número de bajas se debía a enfermedades, y con mayor razón si el escenario natural era tropical. Tras desembarcar en La Habana, las tropas españolas participaron en las campañas militares que tuvieron lugar en el golfo de México. La toma de Pensacola, en la Florida británica, fue la gran victoria española durante la Guerra de Independencia americana. Entre seis mil y ocho mil hombres estuvieron envueltos en los enfrentamientos que se produjeron en ese frente. Una vez acabó la guerra y Estados Unidos se independizó finalmente de la Corona británica, ¿qué ocurrió con esas tropas españolas?

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Muchos se quedaron en América para guarnecer aquellos territorios. Algunos se asentaron en Florida y otros se unieron a las familias canarias que habían sido enviadas con anterioridad a Luisiana, cuyos hombres conformaron el Batallón de la Luisiana. Todavía hay en los dos Estados descendientes de esas familias canarias. ¿Qué buscaba realmente la monarquía española apoyando a los colonos norteamericanos? El objetivo de España no era tanto favorecer a las colonias rebeldes como debilitar la potencia militar y económica del Reino Unido, que era nuestro gran enemigo por entonces. La derrota de los ingleses frente a los colonos norteamericanos suponía que la Corona británica iba a perder un extenso territorio en América, y eso convenía a los intereses españoles. ¿Qué personajes españoles destacaron en esa ayuda a las Trece Colonias americanas? En primer lugar, hay que destacar a Bernardo de Gálvez, que era gobernador de Nueva Orleans. Este militar y político tenía muy claro que tenía que ayudar a los americanos, para lo cual llevó a cabo varias incursiones que permitieron expulsar a los británicos de la Florida occidental. Su campaña fue muy importante porque abrió un segundo frente, lo que obligaba a los británicos a trasladar tropas del frente principal. Gálvez les rompió también sus líneas de aprovisionamiento a través del río Misisipi y las costas del golfo de México. Otro personaje importante fue Die-

“Tras la Guerra Civil americana, el donostiarra Navarro Arzac construyó el edificio más alto de Nueva York” José Manuel Guerrero es experto en la Historia de EE UU.

go de Gardoqui, un comerciante bilbaíno que llevaba comerciando desde hacía años con Inglaterra, al que el rey le encargó la coordinación del envío de suministros a los rebeldes. Cuando finalizó la guerra, la Corona española lo nombró encargado de negocios y primer embajador español en la nueva nación. De hecho, Diego de Gardoqui asistió a la toma de posesión de George Washington como primer presidente de Estados Unidos. El conde de Aranda, embajador español en París, fue también una figura importante en la ayuda española a los americanos. ¿Podría decirse entonces que la contribución de España al nacimiento y consolidación de la nación estadounidense es más importante de lo que la gente cree?

Ensayos de temática militar

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ntre otros trabajos, este militar español ha publicado El Ejército español en ultramar y África (18501925): los soldados olvidados del otro lado del mar; El Ejército español en campaña (1643-1921): glorias y miserias del soldado; Memorias del Dos de mayo; Memorias y documentos del asedio de Cádiz; El Protectorado

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español en Marruecos: repertorio biográfico y emocional, etc. José Manuel Guerrero ha realizado también diversos trabajos de investigación sobre la Historia española en América. Acaba de comisariar la exposición La memoria recobrada. Huellas en la Historia de Estados Unidos, que se ha mostrado en la Torre Iberdrola de Bilbao.

Sin duda. En aquellos años, en pleno apogeo de las ideas de la Ilustración, la monarquía española jugó un papel muy importante en el nacimiento de Estados Unidos. ¿Cuándo comenzó la expansión territorial estadounidense? Una vez consiguieron la Independencia con la paz de París en 1783, los colonos estadounidenses comenzaron las primeras marchas hacia otros territorios. En realidad, la primera expansión importante se hizo a costa de España. La corona española le cedió Luisiana a Francia, que poco después se la vendió a Estados Unidos, un territorio enorme que constituye más de la mitad de lo que hoy día es Estados Unidos. A partir de entonces, los colonos americanos chocaron con los intereses españoles en la Florida, hasta que finalmente Madrid se la cedió a Washington en los años veinte. La segunda expansión de colonos estadounidenses tuvo lugar en Texas y Arizona, un amplio territorio que México perdió en la guerra de mediados del siglo XIX contra Estados Unidos. ¿A qué se debe que esta historia siga siendo tan desconocida tanto en EE UU como en España? Creo que en este asunto tenemos un poco de culpa los españoles, ya que no hemos sabido publicitar nuestra Historia. Si la ayuda que proporcionaron los franceses

a la Independencia de Estados Unidos ha sido reconocida por los historiadores estadounidenses se debe al esfuerzo que hicieron los propios historiadores franceses en ese sentido. También por el hecho de que sus soldados combatieron codo con codo con los de Washington en la batalla de Yorktown y los nuestros sólo en Florida. Creo que nosotros no hemos hecho ese esfuerzo hasta muy recientemente. La expansión exterior estadounidense también contribuyó a la ocultación de la ayuda española en la Guerra de Independencia americana, dado que España era su enemigo. La guerra en Cuba, Puerto Rico y Filipinas no ayudó en nada a ese entendimiento. Por otra parte, a los anglosajones les ha costado reconocer que un país como España, que era considerado enemigo suyo, hubiera contribuido de forma decisiva a la Independencia americana. ¿Cree que esta percepción de la Historia americana está cambiando en los últimos años? A principios del siglo XX, hubo un movimiento muy importante de reivindicación de la cultura española que coincidió con la creación de la Sociedad Hispánica de Nueva York. Fue un momento en que se pusieron de moda la pintura y la arquitectura colonial española. Pero el verdadero reconocimiento en la historiografía ha comenzado en los últimos años, tanto en Estados Unidos como en España. Ya hay innumerables trabajos que tratan este episodio histórico, aunque algunos aspectos siguen estando en la sombra, dado que la ayuda que prestó la Corona española a la Independencia fue secreta. ¿Por qué fue secreta? A la Corte de Madrid no le interesaba airear que había ayudado a unas colonias rebeldes en Norteamérica. Quería evitar que esa ayuda fuera conocida por los ingleses, pero también deseaba ocultarla a las colonias que tenía todavía en América. En aquellos años del final del absolutismo monárquico, había que evitar que las colonias españolas tuvieran la tentación de seguir el ejemplo y sublevarse para MH obtener su independencia.

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EXPANSIÓN TERRITORIAL ESTADOUNIDENSE

El camino hacia el Pacífico TRAS LA INDEPENDENCIA DE GRAN BRETAÑA EN 1783, LAS TRECE COLONIAS EMPRENDIERON UNA MARCHA HACIA EL OESTE QUE DURÓ UNOS CIEN AÑOS. CON ELLA SE FORJÓ LA NACIÓN AMERICANA.

ALAMY

Por Juan Carlos Losada, especialista en Historia militar y escritor

A LAS PUERTAS DE UNA NUEVA VIDA. Tras la compra de Luisiana en 1803, el presidente Thomas Jefferson impulsó una iniciativa gubernamental con el objetivo de alcanzar la costa del Pacífico, y esa expansión de la frontera fue considerada como una búsqueda de oportunidades y progreso. En este mural pictórico se representa a los pioneros que avanzan hacia el Oeste.

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omo toda expansión territorial, la de EE UU se hizo a costa de los pueblos indígenas y de otros colonos que estaban allí previamente. El primer objetivo fueron las regiones situadas al sur de los Grandes Lagos, conocidas como Territorios del Noroeste. Sólo unos años después, en 1790, se procedió a incluir el llamado Territorio del Suroeste. Ambas eran zonas ubicadas en las dos riberas del río Ohio. En 1792 ya se comenzaron a incorporar zonas más allá de los Apalaches y en 1795 se firmó un tratado con España que establecía una nueva frontera entre las posesiones españolas en Florida y EE UU. Ese acuerdo, llamado de San Lorenzo o de Pinckney, aparte de delimitar la frontera entre ambos Estados, establecía libertad de comercio y navegación por el Misisipi y, entre otros muchos puntos, mutuo apoyo ante los indios nativos.

AL OESTE, SIEMPRE AL OESTE. El gran salto al Oeste se dio con la compra de Luisiana, que supuso incorporar más de dos millones de kilómetros cuadrados de una vez. La región era un vasto territorio que incluía toda la cuenca del Misisipi y algunas zonas adyacentes, y que comprendía desde los Grandes Lagos del norte hasta el golfo de México en el sur, y toda la extensión entre los Apalaches y las Montañas Rocosas. Tan sólo estaba habitada por unos 50.000 colonos blancos; el grueso de su población eran nativos americanos, aproximadamente 500.000. Había sido colonizada por Francia a partir del último cuarto del siglo XVII, pasando luego a manos de España, en 1762, por el Tratado de Fontainebleau. Pero en 1800, en el marco de las guerras napoleónicas, Carlos IV de España le devolvió el territorio a Francia a cambio de asegurar los intereses de su familia en Italia. Además, prefería que entre la joven nación americana –que ya demostraba unas ansias expansionistas notables– y las posesiones españolas del Virreinato de Nueva España (México) se situase Francia como Estado tapón. Sin embargo, incumpliendo las promesas que en su momento había hecho, Bonaparte vendió el territorio a los norteamericanos en 1803 por algo más de 23 millones de dólares. Napoleón, muy inferior navalmente a los británicos y que había perdido la colonia de Haití, prefería venderlo a los americanos que no perderlo militarmente a manos de sus enemigos. Pero EE UU no se conformó: sabía que más allá seguía habiendo tierras vírgenes, por lo que puso sus ojos en el Pacífico. Llegar a sus costas suponía hacerse con nuevos territorios (el llamado Oregón) y sus materias primas, así como abrir las vías comerciales con Oriente. Pero antes era necesario cartografiar los territorios ambicionados, conocer a las tribus locales, explorar sus potencialidades económicas y descubrir su

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UNO DE LOS PADRES FUNDADORES. El tercer presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson (arriba, en un retrato de Rembrandt Peale, 1805), convencido de la necesidad de expansión hacia el Pacífico, organizó en 1803 la primera expedición para explorar aquel territorio desconocido.

ocasión, les resultó costoso obtener la carne que precisaban. Por fin, en marzo de 1806 emprendieron el regreso, durante el que sufrieron algún enfrentamiento con los indios, pero en pocas semanas alcanzaron el Misuri y a finales de septiembre llegaron finalmente a San Luis. Desde el punto de vista científico la expedición tuvo un valor indiscutible, pero políticamente fue aún más decisiva, pues reforzó los argumentos que reivindicaban Oregón para EE UU. Al final, España renunció a sus ambiciones y trató de fijar con claridad su frontera en el norte de California, mientras los rusos también se conformaban con el dominio sobre Alaska, por lo que hacia 1820 sólo británicos y estadounidenses porfiaban por la región. En un primer momento la controlaron de forma conjunta hasta que, en 1846, se firmó el Tratado de Oregón, que delimitaba la frontera entre la provincia de la Columbia Británica del Canadá, al norte, y Oregón

El coste humano de la conquista del Oeste

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o hay estudios detallados del número de víctimas mortales derivadas de la expansión de EE UU hacia el oeste, desde que alcanzó su independencia hasta su consumación a finales del siglo XIX. Sin embargo, se especula que los indígenas muertos fueron unos 400.000, los mexicanos, unos 40.000, y los estadounidenses blancos, entre soldados y colonos, unos 60.000. Hubo bastantes víctimas debido a la violencia explícita y los malos tratos, pero casi el 90% de ellas cayeron por las epidemias y hambrunas. El cólera, el tifus y la tuberculosis fueron las principales plagas que azotaron a los grupos humanos. Generalmente eran debidas a los hacinamientos, la falta de medidas higiénicas y la mala alimentación, pero también se dis-

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tribuyeron entre los indios ropas contaminadas de viruela e ingentes cantidades de alcohol que aceleraron la destrucción de numerosas tribus, lo que conllevó su desaparición en ciertas zonas. RECLUIDOS EN LAS RESERVAS. Actualmente, un 4% del territorio de EE UU está ocupado por las reservas de los nativos, en las que gozan de cierta autonomía. Sólo suman un 2% de la población norteamericana, formada por un total de unos 320 millones de habitantes.

La población indígena quedó mermada por la violencia y las epidemias. Dcha., rito funerario indio.

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LA EXPEDICIÓN LEWIS-CLARK. En mayo de 1804, los hombres de Lewis y Clark partieron desde un campamento al norte de San Luis. Avanzaron por la recién adquirida Luisiana en dirección noroeste, remontando el río Misuri a bordo de tres embarcaciones. A finales de agosto, entraron en territorio de los sioux, con los que tuvieron que negociar para poder cruzar sus tierras con cierta seguridad. Invernaron en el norte, cerca de la frontera de Canadá, en un fuerte que levantaron. En abril de 1805, unos cuantos regresaron a la capital con los planos y muestras naturales que hasta el momento había recogido la expedición, mientras que el resto prosiguió su periplo ya dejando Luisiana y penetrando en Oregón, utilizando los cursos de agua mientras podían o marchando a caballo. Así llegaron al Pacífico, en la desembocadura del río Columbia, y volvieron a invernar en duras condiciones pues, en esta

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clima, fauna y flora. Los encargados de esta tarea fueron el capitán Meriwether Lewis y el teniente William Clark, que marcharon al frente de 36 militares voluntarios, un niño y tres intérpretes. La misión fue iniciativa personal del presidente Thomas Jefferson, quien comprendió la urgencia de alcanzar cuanto antes la costa del Pacífico. Otras potencias, como España (la primera en explorarla y establecer enclaves en el siglo XVI), desde el sur, Gran Bretaña, desde Canadá, o Rusia, desde Alaska, ambicionaban controlar las costas bañadas por el océano Pacífico al norte de California y también habían enviado expediciones, por lo que se estableció una auténtica carrera.

DESPLAZAMIENTO FORZOSO DE LOS INDIOS. Mientras tanto, se fue colo-

nizando e implantando la nueva administración en la inmensa Luisiana. Ello supuso el llamado “traslado indio”, que no fue otra cosa que el desplazamiento forzoso de decenas de miles de indígenas que vivían al este del Misisipi hacia el oeste de su curso, que comenzó a llamarse Territorio Indio. Oficialmente fue fruto de la compra de sus tierras, pero no es un secreto que ésta fue forzada, a unos precios irrisorios y bajo la promesa de entrega de nuevas tierras en el Oeste. En una vuelta de tuerca más, en 1830 se aprobó la Ley de Traslado Forzoso (Indian Removal Act), por lo que ya sin trabas el gobierno federal pudo imponer la migración de unos 120.000 nativos, que se prolongó hasta casi el inicio de la Guerra de Secesión. Como no podía ser de otro modo, este proceso fue justificado con el habitual racismo y desprecio que las élites blancas de la época, portadoras de la civilización, mostraban hacia los indígenas de todo el mundo. Una mentalidad capitalista, puritana, emprendedora y activa económicamente precisaba de materias primas y terrenos en donde desarrollarse, y todo

EXPEDICIONES Y ASENTAMIENTOS. Lewis y Clark (arriba a la derecha, en un cartel), que dirigieron la primera gran incursión que cruzó EE UU hasta la costa del Pacífico, atravesaron las denominadas Grandes Llanuras y contribuyeron así a su poblamiento. Arriba, una familia de pioneros delante de su casa en Wyoming, en 1870.

JEFFERSON COMPRENDIÓ LA URGENCIA DE ALCANZAR LA COSTA DEL PACÍFICO ANTES QUE ESPAÑA, RUSIA Y GRAN BRETAÑA

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al sur, como nuevo Estado de EE UU. Un año antes se acabó de ajustar el resto de las fronteras entre ambos países, que ya quedaron fijadas para siempre.

lo que lo dificultase y no aceptase su esquema de desarrollo y sus valores culturales era despreciado. Fueron los años en los que las llamadas Guerras Indias alcanzaron mayor dureza; generalmente, estos conflictos concluyeron con el simple exterminio de los vencidos. La Guerra de Secesión supuso un paréntesis en las Guerras Indias, pero tras su conclusión se reemprendieron con mayor intensidad (guerras sioux, apaches...), hasta arrinconar literalmente a los nativos en las llamadas reservas, que hoy perduran.

RENUNCIAS ESPAÑOLAS Y GUERRA DE TEXAS. El expansionismo también se dirigió hacia el sur. En 1821 y 1822, el territorio de Florida, teóricamente bajo soberanía española, pasó a manos norteamericanas. España, agotada en las guerras que libraba en Hispanoamérica para tratar de no perder sus colonias, no estaba en condiciones de poner ninguna condición. No obstante, la cesión de Florida se hizo en el marco del Tratado de Adams-Onís, firmado entre ambos Estados en 1821, que en otro de sus puntos confirmaba las fronteras entre EE UU y el Virreinato de Nueva España. La corona española también renunciaba definitivamente a Oregón, pero se reafirmaba en su soberanía sobre Texas. Obviamente, cuando México alcanzó la independencia, exigió la ratificación del tratado fronterizo, ratificación que se rubricó en 1832. Pero todo saltó por los aires con el conflicto de Texas. Era un territorio con muy poca población y, aunque bajo dominio mexicano, estaba habitado en su mayor parte por colonos anglosajones. Al decretarse el fin de la esclavitud en México, estos colonos declararon su independencia en 1836 para preservar sus esclavos y redactaron una Constitución en la que se hablaba del carácter sagrado de la esclavitud y la prohibición de la emancipación. Ante ello, el general Antonio López de Santa Anna atacó a los rebeldes que, entre otros puntos, se hicieron fuertes en la antigua misión española de El Álamo, en San Antonio. Los asediados, 182 hombres de los cuales sólo nueve no eran anglosajones, fueron masacrados por los atacantes, aunque estos tuvieron más de 500 bajas en la semana que duró el asedio. Entre los muertos figuraron el jefe de la guarnición, Jim Bowie, que había hecho una enorme fortuna con el tráfico de esclavos y la especulación de tierras (no dudando en jurar fidelidad y hacerse consecutivamente ciudadano de España, EE UU y México), y el famoso trampero David Crockett. Sin embargo, el general mexicano acabó siendo

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RUSIA VENDE. En 1867, Estados Unidos compró Alaska al Imperio ruso. Arriba, en una caricatura de la época, el presidente Andrew Johnson y el secretario de Estado, William Seward, ante los “senadores” del nuevo territorio. ESTALLA LA GUERRA. La contienda entre EE UU y México fue consecuencia de las pretensiones expansionistas estadounidenses. Abajo, la batalla de Buena Vista, en 1847, una de las más duras de que se tenga memoria en las fuerzas armadas mexicanas.

estaba de parte de EE UU, por lo que la suerte de la guerra estaba anunciada. Inevitablemente, a lo largo de los siguientes meses las fuerzas mexicanas fueron derrotadas en las batallas de Angostura, Tabasco, Veracruz, Lomas de Padierna, etc.; la derrota culminó con la caída de la misma capital, Ciudad de México, en septiembre de 1847, tras lo que cesaron las hostilidades. Seguidamente vino la larga negociación sobre la nueva frontera que debía separar ambos países, que no se culminó hasta febrero de 1848 con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo (que, de hecho, fue un dictado absoluto de los vencedores). EE UU se quedaba con toda California, Texas, los actuales Nuevo México, Arizona, Nevada y Utah y partes de Colorado, Kansas, Oklahoma, etc. En total pasaron a manos de los vencedores más de dos millones de kilómetros cuadrados, más de la mitad de la extensión que en ese momento tenía México al norte del río Grande. Asimismo, unos 120.000 naturales mexicanos que habitaban las regiones entregadas debieron elegir entre quedarse bajo la nueva soberanía o regresar a su país de origen. Como única compensación, los vencedores entregaron 15 millones de dólares. GETTY

ÉXITOS MILITARES DE LOS INVASORES. Los choques se iniciaron en abril de 1846 en Texas y, un mes después, EE UU declaró oficialmente la guerra. Enseguida se vio que los norteamericanos no se iban a conformar con el territorio texano. En junio de ese año, colonos de origen anglosajón se alzaron en California contra las autoridades de México. Oficialmente lo hacían para proclamar su independencia, pero rápidamente comenzaron a llegar fuerzas estadounidenses en ayuda de los rebeldes, que procedieron a expulsar a los colonos mexicanos. Al mismo tiempo, los sobornos generosamente entregados acabaron de persuadir a las fuerzas militares locales para que abandonasen toda resistencia, por lo que de hecho todo el territorio del norte de California quedó automáticamente, y casi sin enfrentamientos, en manos de Estados Unidos. A las pocas semanas se produjo la invasión por varios puntos de la frontera, así como desembarcos en enclaves de la costa. El ataque y los éxitos militares de los invasores fueron facilitados por la inestabilidad interna de la joven república y sus luchas intestinas entre los diferentes líderes políticos y militares mexicanos. Tanto desde el punto de vista de la cantidad y calidad del armamento, como de la capacidad de movilización de hombres y de recursos económicos, la superioridad

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derrotado y tomado preso, por lo que fue obligado a firmar el Tratado de Velasco, que reconocía la independencia de Texas junto con otros territorios colindantes de Estados mexicanos y fijaba la frontera con México en el río Grande. No obstante, la guerra prosiguió durante los siguientes años, al considerar el gobierno mexicano que el Tratado había sido firmado ilegalmente. La situación dio un vuelco cuando, en 1845, EE UU aprobó su incorporación como nuevo Estado. El carácter esclavista de Texas había sido un obstáculo y, hasta ese momento, había permanecido como Estado independiente, pero las grandes deudas que había contraído con Washington llevaron a la cesión de grandes extensiones de sus tierras al gobierno federal. Obviamente México no aceptó la integración, lo que hizo que se desencadenase otra contienda entre los dos países.

El mito de El Álamo en la Historia de EE UU

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esde 1836, cuando los independentistas tejanos vencieron a las fuerzas del general Santa Anna, el grito de “¡Recuerda El Álamo!” ha sido recurrente en el ejército de EE UU para excitar el ánimo combativo de sus tropas. Como toda nación, necesitaba de un mito militar, preferentemente una derrota heroica que provocase mártires, para añadirlo convenientemente deformado y exagerado a su imaginario nacionalista. De la misma forma que Israel recurre a Massada frente a los romanos, o España a Numancia y Sagunto ante Roma y Cartago, en EE UU el mito llevó a que ya en 1915 el cine mudo rodase una película sobre el tema. El encargado de producirla (El nacimiento de Texas o Los mártires de El Álamo) fue D.W. Griffith, que dirigiría ese mismo año El nacimiento de una nación, película en la que el racismo hacia los negros es una constante y en donde se exalta al Ku Klux Klan. En 1960, en plena

LAS ÚLTIMAS EXPANSIONES. Las ambiciones norteamericanas no se detuvieron. El siglo XIX era la centuria del imperialismo de las grandes potencias, que tenía a África y Asia como gran teatro de operaciones, pero EE UU no podía llegar allí y el resto de América ya se había independizado. Por ello tuvo que ser más imaginativa en su búsqueda e ir más allá de sus fronteras terrestres; así, en 1867 compró Alaska a los rusos aprovechando que, tras la guerra de Crimea, Rusia estaba arruinada y que su debilidad le hacía temer que la región acabase en manos británicas. El precio fue una ganga: los norteamericanos se hicieron con un inmenso territorio, plagado de abundantes riquezas naturales, por poco más de siete millones de dólares. A finales del siglo XIX aún se darían varios episodios expansionistas. El primero aconteció en 1893, cuando los marines de un buque de guerra anclado en Pearl Harbor, con el apoyo del embajador de EE UU, y los plantadores norteamericanos asenta-

LIBRO

El nacimiento de los Estados Unidos (1763-1816), Isaac Asimov. Alianza, 2012. Este libro recorre los caminos que llevaron a la revolución contra la metrópoli europea y al establecimiento de la independencia de Estados Unidos.

LA DERROTA DE LAS FUERZAS MEXICANAS CULMINÓ CON LA CAÍDA DE LA CAPITAL, CIUDAD DE MÉXICO, EN MANOS DE EE UU

RECONOCIMIENTO TARDÍO DEL GENOCIDIO. La misma simplificación, cuando no falsificación histórica, se ha dado en el wéstern o género de películas del Oeste al presentarse la colonización de los blancos como una empresa idílica y pacífica, obstaculizada por la fiera y asesina violencia de los indios. Se tuvo que esperar a los años setenta, coincidiendo con el rechazo de la mayoría de la sociedad norteamericana a la guerra del Vietnam, para que se rodasen películas autocríticas que reflejaban, por primera vez, el genocidio que muchas tribus indígenas habían sufrido en el siglo XIX.

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Cinco años después, en 1853, EE UU aún compraría bajo presión una nueva franja de terreno a México: la región de Tucson, que pasaría a integrarse en Arizona y Nuevo México por diez millones de dólares, en un episodio conocido como la “venta de La Mesilla” o “compra de Gadsden”. En el fondo, el gobierno de Washington esperaba una negativa mexicana a su petición y, con esa excusa, preparaba una nueva incursión militar que le permitiese la anexión de nuevas regiones, como la baja California, Chihuahua y Sonora. Sin embargo, la aceptación de México de las exigencias de su vecino del norte evitó un nuevo casus belli.

VOLADURA DEL MAINE. En 1898, el acorazado de la Armada USS Maine fue enviado a La Habana para proteger los intereses estadounidenses durante la guerra de Independencia cubana. Tres semanas después, hubo una explosión a bordo del barco en el puerto de la capital cubana (arriba).

Guerra Fría, se volvió a rodar otra producción sobre el mismo tema (El Álamo), con John Wayne como director y protagonista. Y en 2004, una más vio la luz, El Álamo: la leyenda (John Lee Hancock): imposible no contextualizarla en el golpe emocional que supusieron los atentados del 11-S de 2001.

Sobre estas líneas, una escena del film El Álamo (John Wayne, 1960).

dos en Hawái dieron un golpe de Estado y convirtieron a estas islas en protectorado, hasta que en 1898 la anexión del archipiélago fue oficial y definitiva con el pretexto de la guerra con España y de la necesidad de contar con una base militar en el Pacífico. La guerra Hispano-Norteamericana fue, precisamente, el último episodio del siglo. Con la excusa de apoyar a los independentistas cubanos y aduciendo sucesos de dudosa autoría, como la voladura del acorazado Maine en el puerto de La Habana, EE UU declararó la guerra a España. El resultado fue la incorporación de Puerto Rico como Estado libre asociado, la tutela de Cuba hasta 1959 y el control de MH Filipinas, también como Estado libre asociado, hasta 1946.

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EL ÉXODO DE LAS TRIBUS AMERINDIAS

Un largo sendero de lágrimas

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Por Fernando Cohnen, periodista

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as llanuras y los campos fueron creados sin límites ni demarcaciones, y no debemos ser nosotros quienes se los pongamos. Veo cómo los hombres blancos ganan riqueza por doquier y veo también su deseo de darnos las tierras que carecen de valor”, escribió el jefe Joseph, de la tribu nez percé, a finales del siglo XIX, cuando Estados Unidos ya había concluido la conquista de

todos los territorios indios y había internado a los nativos supervivientes en reservas de tierras yermas, donde la agricultura y la ganadería apenas podían prosperar. El triste final de las tribus autóctonas comenzó con el Tratado de París de 1783 que dio lugar al nacimiento de Estados Unidos. Cuatro años después, el nuevo Congreso estadounidense aprobó una ordenanza para la creación del Territorio del Noroeste, una

inmensa región habitada por unos 45.000 nativos que incluía territorios de los actuales Estados de Ohio, Indiana, Michigan, Illinois, el nordeste de Minesota y Wisconsin. Esta ordenanza, que marcó la posterior política de expansión de Estados Unidos, obligaba a los colonos a mostrar la máxima buena fe respecto a los indios. “Su territorio y sus propiedades nunca les serán arrebatados sin su consentimiento y, dentro de los límites de su propiedad, sus derechos y su libertad nunca serán invadidos o perturbados”. La Historia demostró el cinismo de aquellas buenas palabras. Con el Tratado de Greenville (1795), comenzó el traslado forzoso de las tribus miami y shawnee de Ohio a Indiana.

AGE

EL GOBIERNO DE EE UU, EN SU EXPANSIÓN HACIA EL OESTE, EXPULSÓ A LOS INDIOS DE SUS TIERRAS Y SE LAS APROPIÓ MEDIANTE TRATADOS, GUERRAS O LEYES.

“EL CAMINO DONDE NOSOTROS LLORAMOS”. Esa es la traducción de Nunna daul Isunyi, que es como llaman en cheroqui al Trail of Tears o Sendero de Lágrimas, la terrible diáspora que sufrió este pueblo en 1838 (aquí, en un óleo del siglo XX).

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EL TRASLADO FORZOSO AL “TERRITORIO INDIO”. Con el objetivo de desestabilizar el poder de la nueva nación, los españoles habían estado ayudando a las tribus seminola y creek y a los esclavos negros a instalar poblados al otro lado de la frontera de Florida, lo que inquietó a las autoridades estadounidenses. En 1812, Andrew Jackson, al mando de la milicia de Tennessee, fue enviado al sur de Alabama para reprimir una insurrección de indios creeks, que finalmente tuvieron que ceder dos terceras partes de sus tierras a Estados Unidos. La batalla final de Horseshoe Bend (1814) desencadenó otro de los grandes traslados forzosos de indios. La guerra terminó en 1819 con la venta de la Florida española a Estados Unidos, cuyo gobierno se comprometió a respetar los derechos de los indios, una promesa que fue incumplida sistemáticamente. Fue entonces cuando el presidente estadounidense James Monroe [ver recuadro 1] esbozó la política expansionista de su país y los planes de exclusión de las tribus nativas. Según Monroe, la sumisión de los nativos significaba la pérdida de sus derechos políticos, ya que pasaban a ser un pueblo asimilado que debía aprender los usos y costumbres de la nueva nación. El Congreso estadounidense aprobó en 1830 la Ley de Traslado Forzoso de los Indios (Indian Removal Act). Los primeros afectados fueron los cheroquis, seminolas y creeks, que fueron enviados a la fuerza al Oeste. En aquellos años surgió el concepto del “Territorio Indio”, una región situada en el actual Estado de Oklahoma que iba a con-

LOS PRIMEROS DESPLAZADOS. Ya desde el siglo XVIII, antes de la Ley de Traslado Forzoso, los indios empezaron a ser expulsados de sus tierras. Arriba, en un cuadro, el Tratado de Greenville (1795), que afectó a miamis y shawnees. Derecha, el presidente Jackson con el jefe creek tras la batalla de Horseshoe Bend, en 1814 (grabado coloreado).

TODOS AL “TERRITORIO INDIO”. A esta región de Oklahoma –un auténtico gueto natural– fueron a parar los miembros de numerosas tribus tras la Ley de 1830. Los primeros, los cheroquis y los seminolas (en la foto de abajo, un grupo de indios de esta etnia). GETTY

Ocho años más tarde, cuando Estados Unidos compró Luisiana a los franceses, los shawnees al mando de Tecumseh se rebelaron, aunque fueron derrotados en 1813. Meses después, los miembros de esta etnia firmaron un tratado en el que se les reconocía como nación si se comprometían a ayudar a Estados Unidos frente a los intentos de Gran Bretaña de inmiscuirse en la zona. Pero Washington incumplió el tratado.

vertirse en un gueto natural para los indios desplazados. La primera medida que tomó Jackson al llegar a la Casa Blanca en 1832 fue contra los intereses de los cheroquis, en cuyas tierras se descubrió oro. El Gobierno les ofreció 4,5 millones de dólares para que aceptaran el traslado, una propuesta que fue rechazada por el consejo de la Nación Cheroqui. En la primavera de 1838, el ejército comenzó entonces a acosar a las tribus asentadas en Georgia, Carolina del Norte y Alabama. Al llegar el otoño, los soldados del general Winfield Scott concentraron a los nativos en campos de internamiento y desde allí los trasladaron al oeste del Territorio Indio. Los cheroquis tuvieron que recorrer más de 1.200 km, la mayoría a pie y sin apenas abastecimientos para su sustento. Uno de cada cuatro murió de frío, hambre o enfermedad durante aquel éxodo invernal, que pasó a ser conocido entre ellos como el Sendero de Lágrimas (Trail of Tears), aunque es probable que esa expresión naciera siete años antes para describir el traslado forzoso de la Nación Choctaw (1831). La mayoría de los políticos americanos veían a los nativos como un molesto estorbo para la expansión del país hacia el Pacífico. A nadie parecía preocuparle que hubieran

LOS MÁS DE 300 TRATADOS FIRMADOS CON LOS INDIOS FUERON INCUMPLIDOS SISTEMÁTICAMENTE POR EL GOBIERNO DE EE UU

La Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto

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l 2 de diciembre de 1823, el presidente estadounidense James Monroe estableció la denominada Doctrina Monroe, que excluía a Europa de los asuntos americanos y pretendía convertir a Estados Unidos en el poder dominante en el hemisferio occidental; una gran bravuconada, ya que en aquellos años el país no tenía el poder suficiente para cumplir ese objetivo. Sin embargo, la Doctrina Monroe fue una de las bases ideológicas que justificó el expansionismo estadounidense en los territorios indios y amparó la represión hasta la muerte de los nativos americanos. Con el paso del tiempo, esta doctrina fue una de las piedras angulares de la política exterior estadounidense en América Latina. Otra de las bases ideológicas del expansionismo norteamericano la proporcionó el periodista John L. O’Sullivan

perdido su libertad de movimiento y malvivieran en reservas ubicadas en territorios áridos que dificultaban el cultivo y la caza. A ese desdén se añadió el fuerte crecimiento de la población estadounidense entre 1810 y 1850, que pasó de 7 a 23 millones de habitantes. Fue un momento de expansión vertiginosa en el que se produjeron las migraciones masivas de buscadores de oro hacia Montana, Nevada, Kansas, Nebraska y California. A pesar del desprecio con que fueron tratados por los blancos, los cheroquis y otras tribus amerindias tuvieron a su lado a Jeremiah Evarts, también conocido por su apodo, William Penn, un misionero cristiano y activista que luchó con denuedo a favor de sus derechos. Evarts era el editor de The Panoplis, una revista mensual donde publicó en torno a 200 ensayos, algunos de los cuales se centraron en la defensa de las tribus indias y en contra de la ley que permitía el traslado forzoso de los nativos de sus tierras a otras lejanas. Sus esfuerzos fueron en vano.

en 1884, cuando acuñó la expresión “Destino Manifiesto de Estados Unidos”, que no era otro que la libre extensión de su país por el continente bajo el auspicio de la Divina Providencia. JUSTIFICACIÓN RACISTA. La expansión no era una opción para los estadounidenses, sino un “destino” al que no podían renunciar porque estarían rechazando la voluntad de Dios. En esa idea mesiánica, que prosperó en unos años de gran agitación nacionalista y expansionista, también había un componente claramente racista, ya que dividía a los seres humanos en razas superiores (la anglosajona) e inferiores (las tribus nativas). Como miembros de una “raza superior”, los hombres blancos debían cumplir su misión de expandirse y civilizar a los pueblos atrasados.

en los territorios indios de Georgia, Carolina del Norte, Alabama... Luego llegaron en masa a Oregón, lo que provocó el destierro de más tribus al Territorio Indio. El ferrocarril fue la puntilla para las tribus nativas, ya que supuso la aniquilación de las grandes manadas de bisontes, su recurso más preciado [ver recuadro 2]. En las vastas regiones sureñas que habían pertenecido a la Corona española y que en 1821 pasaron a México, los apaches, comanches y navajos también se toparon con la presión colonizadora de los estadounidenses. La fiebre del oro en California, a finales de 1849, atrajo de golpe a más de 40.000 personas que entraron en los territorios indios. La población de California paso de 14.000 habitantes en 1849 a 200.000 en 1852. Fue el inicio de otra espiral de violencia que provocó dos décadas después las llamadas Guerras Indias. Algunos guerreros trataron de frenar aquella marea humana, pero su esfuerzo fue inútil. Los blancos les

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EXPULSADOS POR LOS COLONOS (Y LA CODICIA). Los colonos penetraron en miles de caravanas

En esta caricatura, Monroe aparece con cuerpo de león y sombrero del Tío Sam.

contagiaron enfermedades para las que no tenían defensas y la violencia y la hambruna hicieron el resto. La población indígena cayó en picado. El gobernador de Oregón impulsó en 1855 el Tratado de Stevens para definir las fronteras del territorio de los indios nez percé (unos 4.000 individuos), que renunciaron a una parte de sus dominios para mantener la paz. Pero el descubrimiento de oro en la zona hizo que el Gobierno convenciera a varios grupos de nez percé para que aceptaran un nuevo tratado que reducía todavía más su territorio. Fue la

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HUMILLACIONES E INCUMPLIMIENTOS SIN FIN. En 1866, el Congreso de Estados Unidos apro-

bó una Ley de Derechos Civiles que garantizaba la igualdad ante la ley a todas las personas nacidas en el país, salvo a los indios. Washington decidió que debían integrarse en la sociedad moderna, pero les negaron los derechos civiles. A esa humillación se añadieron otras. Uno tras otro, los tratados que firmó el Gobierno con las tribus indias fueron incumplidos (entre 1778 y 1871 se firmaron más de 300). Tras múltiples encuentros sangrientos, un grupo de sioux se entrevistó con el coronel George Armstrong Custer. Le dijeron que el padre blanco (el presidente de Estados Unidos) tenía que retirar de sus praderas el “caballo de hierro” que lanzaba humo y corría encima de raíles, porque espantaba a las manadas de bisontes. En aquel entonces (1867) se tendían las vías férreas de la línea Union Pacific a través de la Nebraska occidental. Algunos funcionarios de Washington pensaron que la solución más sensata para el problema indio era dejarlos tranquilos en las Colinas Negras a cambio de

EL DEFENSOR DE LOS INDIOS. El misionero y activista Jeremiah Evarts (en el retrato) luchó incansablemente en favor de los derechos de las tribus nativas.

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gota que colmó el vaso. Algunos líderes decidieron enfrentarse a los estadounidenses. Uno de ellos, el jefe Joseph, infligió severas derrotas a la caballería estadounidense, pero finalmente dio con sus huesos en una mísera reserva. Nunca volvió a su amado Wallowa Valley, en Oregón.

El bisonte de América del Norte, allí llamado búfalo (en la foto), quedó casi extinguido en el siglo XIX.

Los bisontes desaparecen de las Grandes Llanuras

DECLIVE DE LAS TRIBUS, MUERTE DE SUS JEFES. Cansados de guerrear contra el hombre blanco,

Nube Roja y otros jefes sioux claudicaron y vendieron sus tierras. Tropas estadounidenses apoyadas por rastreadores indios, al mando del general George Crook, se lanzaron a la caza y captura de los sioux rebeldes. Caballo Loco se rindió en la primavera de 1877 y pocos meses después fue acribillado a balazos en la reserva donde fue confinado. Por su parte, el legendario guerrero Toro Sentado fue apresado y enviado a la reserva de Standing Rock, en Dakota del Sur. Si los militares estadounidenses tuvieron problemas en las Grandes Llanuras, también encontraron gran resistencia en los inmensos territorios del sudoeste, donde chocaron con los guerreros comanches. Cuando las autoridades estadounidenses decidieron intervenir para conquistar su territorio, los comanches se enfrentaron con valor a los cazadores de búfalos y a la caballería estadounidense. Pero, tal y como había ocurrido en ocasiones anteriores, los nativos fueron borrados del mapa. En aquellos áridos territorios también vivían los apaches, una tribu de guerreros indómitos que destacaban como jinetes y cuyo jefe era Cochise, un hombre de gran estatura y espaldas poderosas que durante años puso en jaque a los casacas azules. En 1872, el Gobierno le ofreció la posibilidad de vivir en su propio territorio, a lo que accedió Cochise, que falleció dos años más tarde de una grave enfermedad. Su muerte fue una señal más del declive generalizado de la nación amerindia, cuyos años de gloria y libertad llegaban a su fin. En octubre de 1890, un indio llamado Oso Coceador visitó a Toro Sentado en la reserva de Standing Rock

buyeron las compañías ferroviarias, que ofrecieron a sus clientes la caza de bisontes desde los vagones del tren como un entretenimiento para aliviar las largas horas de viaje a través de las Grandes Llanuras. William Cody, más conocido como Buffalo Bill, fue uno de los grandes exterminadores de búfalos. Entre 1868 y 1872, cuando trabajaba para el Ejército, dedicó su tiempo a la exploración de territorios indios y a la caza del búfalo. La matanza alcanzó su apogeo entre 1870 y 1875, un lustro en el que fueron exterminados alrededor de dos millones y medio de animales. El Gobierno reaccionó en 1902 poniendo bajo protección a una pequeña manada que prosperó en el Parque Nacional de Yellowstone, de la que provienen los bisontes que hoy viven en Estados Unidos.

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e los bisontes o búfalos, los indios aprovechaban casi todo: la carne, para alimentarse, y el cuero, para fabricar la lona de los tipis, canoas, ropa, calzado y otros productos. En pocos años, los cazadores blancos aniquilaron a aquel imponente animal, dejando a los nativos sin su principal fuente de abastecimiento. En el exterminio hubo razones políticas. Washington pensó que, sin su principal fuente de subsistencia, los indios se verían obligados a aceptar el traslado forzoso a las reservas, donde supuestamente iban a ser alimentados por el Gobierno. En 1880, la gran manada del sur había desaparecido para siempre y unas pocas cabezas de la manada del norte se habían refugiado en la zona fronteriza con Canadá. A esta rápida extinción contri-

una paz duradera. Tras vacilar durante varios meses, el Departamento de Guerra impartió la orden de abandonar aquellos territorios en julio de 1868, pero pocos años después comenzaron los rumores de que esas tierras contenían yacimientos de oro. En 1876, Toro Sentado y Caballo Loco desenterraron el hacha de guerra cuando los burócratas de Washington les conminaron a irse de las Colinas Negras para vivir en la reserva que les habían asignado en otra zona más pobre de Dakota del Sur.

últimos guerreros nativos. Cientos de ellos abandonaron la reserva y se dirigieron al campamento del jefe indio Pie Grande, en Cherry Creek. El Departamento de Guerra envió un pelotón del Séptimo de Caballería que finalmente capturó a los fugados y los trasladó a un campamento en el arroyo de Wounded Knee. Allí, los soldados intentaron que los indios les entregaran sus armas. De repente sonó un disparo y a continuación se produjo un terrible tiroteo. El parte oficial reflejó 300 muertos, de los 350 hombres, mujeres y niños nativos. De los soldados murieron 25, la mayoría por fuego amigo. Aquella noche cayó una tormenta de nieve y muchos de los indios heridos que yacían en el suelo perecieron congelados sin que nadie los auxiliara. Lejos de investigar lo ocurrido, el Departamento de Guerra no tomó ninguna medida. Aquella masacre simbolizó el régimen de terror a que fue sometida la población nativa, que ya no volvió a levantar cabeza.

MASACRE EN LA NIEVE. La matanza de Wounded Knee (1890) marcó el fin de la era de los grandes guerreros indios. Muchos quedaron heridos en el suelo y murieron congelados sin que nadie los auxiliara, como el jefe Pie Grande, al que vemos arriba.

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ACORRALADOS EN LAS RESERVAS. Su muerte marcó el destino de los

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(Dakota del Sur) para hablarle de un mesías nativo llamado Wovoka, que había fundado la religión de la danza de los espíritus, un credo que prometía la resurrección de los muertos y la derrota del hombre blanco. Los inspectores de la Oficina India creyeron que aquellas actividades podían suponer un peligro para la estabilidad de la reserva. El 15 de diciembre de ese año, miembros de la policía india rodearon la cabaña de Toro Sentado, y en la confusión del momento una bala perdida acabó con su vida.

HAGAN JUEGO, ROSTROS PÁLIDOS. Desde 1988, las tribus amerindias pueden regentar establecimientos dedicados a los juegos de azar y libres de impuestos, lo que ha aumentado su renta per cápita un 27%. Izda., un casino de los cheroquis en Carolina del Norte.

ACTUALMENTE QUEDAN UNOS CUATRO MILLONES DE AMERINDIOS EN ESTADOS UNIDOS, AUNQUE EL 80% SON MESTIZOS El Gobierno implantó el sistema de reservas como una medida temporal para que los indios aprendieran aspectos básicos de la cultura occidental (agricultura, manufactura y ganadería), lo que les prepararía para adquirir la ciudadanía. Entre 1887 y 1934, las reservas se dividieron en parcelas y se repartieron entre familias e individuos nativos, cuya calidad de vida se degradó a pasos agigantados. Los otrora orgullosos y libres guerreros se convirtieron en hombres acorralados, dependientes de la caridad del Gobierno. A partir de 1883, la Oficina de Asuntos Indios tomó una serie de medidas contra la cultura indígena, como prohibir las prácticas religiosas de las tribus nativas y la utilización de sus lenguas. En 1924, el Gobierno reconoció sus derechos de ciudadanía, pero sus prácticas religiosas siguieron estando prohibidas hasta finales de la década de 1970, lo que provocó que buena parte del conocimiento tradicional se perdiera. Durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt (1932-1944) se aprobó el Nuevo Tratado Indio, que alentó a las tribus a redactar constituciones y a gobernarse por sí mismas.

MONUMENTOS Y CASINOS. En 1934, el Gobierno aprobó la Ley de Reorganización India, que por primera vez apoyó la cultura y la independencia de los indios, que en aquel tiempo tenían sólo el 25% de las tierras destinadas a reservas en los últimos años del siglo XIX, aunque el verdadero propietario era el Gobierno federal. En 1927, Washington había humillado a los sioux al permitir la construcción de gigantescos bustos de cuatro presidentes de Estados Unidos (George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln) en el monte Rushmore, en el mismo corazón de las Colinas Negras. En un intento de calmar a los sioux, el Gobierno federal impulsó hace unos años la construcción de una gigantesca efigie de Caballo Loco en una montaña cercana. Gracias a la Ley para la Reglamentación del Juego en las Tierras Indígenas de 1988, las tribus nativas pudieron poner en marcha todo tipo de establecimientos dedicados a los juegos de azar, un negocio redondo ya que, además, las tribus no pagan impuestos por esta actividad económica. En 2006, las distintas tribus tenían en funcionamiento 350 casinos que ingresaban anualmente unos 20.000 millones de euros, lo que permitió que la renta per cápita de los indios se disparara un 27%. Pese a todo, la concesión de esas licencias no compensa el expolio de tierras y las masacres que sufrieron las tribus nativas en el pasado. Actualmente hay unos cuatro millones de personas que se identifican como indios estaMH dounidenses, aunque el 80% de ellos son mestizos.

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CARAVANAS: LA AVENTURA DE LOS PIONEROS

En busca de

una vida mejor LAS RUTAS DE OREGÓN Y CALIFORNIA JUGARON UN PAPEL ESENCIAL EN LA CONSOLIDACIÓN DE ESTADOS UNIDOS. UNIERON EL PAÍS CUANDO EL FERROCARRIL AÚN NO EXISTÍA Y CONTRIBUYERON A DARLE LA FORMA QUE AHORA TIENE. Por Rodrigo Brunori, escritor y periodista

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UNA HAZAÑA GENUINAMENTE AMERICANA. Las caravanas de carretas que atravesaron las Grandes Llanuras y las cadenas montañosas para llegar al Pacífico llevaron en el siglo XIX a medio millón de personas hasta el lejano Oeste, poblando así masivamente vastos territorios. En la foto, una caravana en 1885.

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mediados del siglo XIX, las familias de pioneros –con sus niños y sus ancianos; sus herramientas, animales y bártulos– empezaron a abandonar en masa los hogares del Medio Oeste y a embarcarse en un azaroso viaje en busca de una vida mejor. El destino estaba más allá de las Grandes Llanuras –entonces denominadas con el intimidatorio nombre de Gran Desierto Americano– y también de las imponentes Montañas Rocosas, la Sierra Nevada californiana y las Montañas Azules de Oregón. Sólo se alcanzaba al llegar al océano Pacífico, o poco antes. Eran más de 3.000 kilómetros de extenuante recorrido que los pioneros hacían a través de climas extremos, siempre sometidos al peligro de quedarse sin comida o sin agua, a las amenazas de la enfermedad y los accidentes que diezmaban las expediciones y al terror que provocaban los indios. Y sin embargo se calcula que, a lo largo del siglo XIX, hicieron ese trayecto unas 500.000 personas, la mayoría entre los primeros años de la década de 1840 y finales de la de 1860. Esta hazaña está profundamente inscrita en el espíritu americano. Supuso la extensión de la frontera hacia el Oeste en un momento en que el país pugnaba por adquirir su forma actual y constituye uno de los mitos fundacionales de Estados Unidos. Hemos visto esa experiencia reflejada una y otra vez en el cine y la literatura –a veces con gran fidelidad, otras con menos–, pero aun así, tal es la magnitud de la aventura, que nunca deja de sorprender.

LA DECISIÓN DE EMIGRAR. ¿Qué podía llevar a una familia cómodamente situada en Misuri o Illinois a emprender un viaje tan incierto? La explicación clásica recurre a inquietudes muy características de la sociedad americana: el ansia por la movilidad geográfica, la importancia de la iniciativa individual, la búsqueda de una vida nueva, la reinvención de la persona en un lugar distinto en el que es posible empezar de cero, incluso cambiando de nombre, y donde las posibilidades son infinitas. Este factor personal o psicológico jugó sin duda un papel muy importante, y así aparece reflejado en multitud de diarios y cartas en los que se da cuenta de cómo se toma esa decisión: a veces de forma precipitada, sin que haya nada que lo justifique y por exclusivo deseo del cabeza de familia (el afán migratorio parece haber sido predominantemente masculino). Es lo que le ocurre, por ejemplo, a Sarah Cummings, una joven de Illinois que un día llega a su casa y se entera de que su padre ha vendido por sorpresa la granja en la que viven y ha decidido que se marchen todos a Misuri, para luego saltar a Oregón. Otro caso paradigmático es el del comerciante Peter Burnett, que en 1843 emigró al Oeste porque no podía pagar sus deudas y acabó siendo el primer gobernador de California. Esa búsqueda de una vida nueva da asimismo lugar a la extendida tradición de los recién casados que, como luna de miel, eligen directamente la ruta de las caravanas. La emigración cuenta con un sustrato ideológico en el que se mezcla la doctrina del Destino Manifiesto, según la cual el hombre blanco ha sido elegi-

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CRISIS Y ENFERMEDAD. Pero, detrás de una emigración tan masiva, hay también motivos prácticos. El primero es la crisis económica, que comienza con el Pánico de 1837 y deja altas tasas de desempleo y una enorme deflación que impide vender los productos agrícolas a precios mínimamente razonables. El otro es la malaria, enfermedad endémica en los Estados de los que parten los pioneros –Misuri, Illinois, Iowa, Mississippi–, de la que muchos pretenden huir. A estos problemas se les oponen, en la imaginación popular, todas las historias fantásticas que se repiten una y otra vez sobre el Oeste: un lugar libre de enfermedades, donde el hambre no existe, el clima es benigno todo el año y hay tierra y riqueza para todos. Una especie de Shangri-La, de Tierra Prometida. Cuenta Frank McLynn, en su libro Wagons West, que circulaba por entonces una historia sobre un muerto que había vuelto a la vida al ser llevado a California y otra sobre cerdos que iban corriendo por el campo ya asados y con los cubiertos clavados en el lomo. Son los famosos tall tales (historias inverosímiles) que tanto abundan en el folclore americano. Pero la promoción del viaje, mitificaciones incluidas, no es siempre inocente. Hay que tener en cuenta que, cuando los colonos empiezan a emigrar, adonde van es al extranjero. Oregón –que entonces incluye en su territorio el actual Estado de Washington– será parte de Inglaterra hasta el Tratado de Oregón de 1846; California pertenecerá a México hasta 1848, cuando se gana por las armas. Por eso, a comienzos

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do por Dios para colonizar el continente de costa a costa, con una sublimación espiritual de la noción de Oeste como destino obligado. El escritor y filósofo Henry David Thoreau (1817-1862) identifica el movimiento hacia el Oeste con el progreso, la libertad y el conocimiento. Mark Twain (1835-1910), por su parte, dice que la urgencia por ir al Oeste es un instinto humano, igual que la necesidad de amar. En cualquier caso, para los pioneros, ir hacia el Oeste supone continuar el viaje emprendido en el pasado, por ellos mismos o por sus ancestros, desde Europa.

DE MOROSO A GOBERNADOR. La decisión de emigrar al Oeste se tomaba muchas veces de forma precipitada, en busca de oportunidades o huyendo de unas circunstancias desfavorables. Un caso paradigmático de esto último fue el del comerciante Peter Burnett (a la derecha, en 1860), que en 1843 se fue a California porque lo perseguían los acreedores y acabó siendo el primer gobernador del Estado.

LA RUTA DE OREGÓN. Tanto ésta como la de California partían de Misuri o Iowa; el punto de arranque más utilizado era la ciudad de Independence. A partir de Idaho, las dos rutas se separaban. Abajo, en una acuarela, dos caravanas con sus carretas acampadas a orillas del Sweetwater, junto a Independence.

de los años cuarenta hay una importante campaña propagandística impulsada desde la política y la prensa para inundar esas regiones de pioneros, de forma que Estados Unidos tenga motivos para reclamarlas, igual que había hecho con Texas.

FAMILIAS DE POSIBLES, NIÑOS Y ADVENEDIZOS. La aventura del Oeste la emprendían sobre todo personas con cierto nivel económico, ya que había que contar con medios para comprar todo lo necesario –la carreta, los animales, la comida– y también con un capital con el que establecerse en el lugar de destino. En su mayoría fueron familias, por

LAS GOLETAS DE LAS PRADERAS. La imagen de los pione-

ros ha quedado asociada para siempre a una carreta cubierta y tirada por bestias. Es el vehículo característico de la emigración al Oeste, que recibe el nombre de prairie schooner –goleta de las praderas, en inglés– por la semejanza que, de lejos y debido al blanco de la lona, tiene con un

En la foto, un grupo de niños con Salt Lake City al fondo, a finales del siglo XIX.

La ruta de los mormones

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tra de las famosas rutas de pioneros es la creada por los mormones, un camino de 2.000 kilómetros cuyo recorrido coincide, en el tramo que va de Council Bluffs (Iowa) a Fort Bridger (Wyoming), con el de las rutas de California y Oregón. En 1846, dos años después del asesinato de Joseph Smith –fundador de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días–, los mormones fueron expulsados de la ciudad de Nauvoo, en Illinois, donde tenían su cuartel general, por conflictos con las iglesias cristianas de la localidad. Brigham Young, sucesor de Smith, inició entonces una peregrinación hacia el Oeste seguido por sus fieles, en busca de un lugar deshabitado en el que poder establecerse para practicar su religión sin interferencias de

EL CURSO DE LOS RÍOS. Marcaban el rumbo a los pioneros, y muchos se ahogaron al vadearlos. Abajo, el Platte, en Colorado (óleo de Worthington).

otras confesiones. Después de un penoso recorrido durante el durísimo invierno de 1846-47, los mormones llegaron al Valle del Lago Salado, en el actual Estado de Utah, y fundaron Salt Lake City. A lo largo de los siguientes veinte años, 70.000 fieles repitieron ese trayecto para unirse a su comunidad religiosa. Con el objetivo de facilitar el viaje a los mormones más pobres y favorecer la inmigración, Young ideó un sistema mucho más barato que el tradicional de las carretas arrastradas por caballos o bueyes: carros tirados a mano. A pesar del enorme esfuerzo de este sistema de transporte, entre 1856 y 1860, 3.000 mormones de origen europeo –sobre todo de Gales, Escocia y Escandinavia– hicieron así el camino desde Iowa o Nebraska a Utah, organizados en diez compañías.

velero. El tiro de la carreta lo componían parejas de animales –a veces, hasta ocho o diez–, que podían ser bueyes, mulas o caballos (los bueyes eran los preferidos por su resistencia). Tanta fuerza era imprescindible porque las schooners, aunque más pequeñas que los famosos Conestoga wagons usados en el Este, podían acomodar entre 2.000 y 3.000 kilos de peso. Normalmente iban atiborradas de provisiones y no quedaba mucho sitio para los viajeros, que debían ir caminando al lado o a caballo. También por ese mismo motivo, se dormía generalmente al raso o, en caso de lluvia, debajo de la propia carreta. Los pioneros se organizaban en caravanas, tanto por razones de eficiencia como para prestarse asistencia mutua y hacer frente a posibles peligros. Éstas podían ser de muy distintos tamaños. El primer grupo que realizó con éxito la Ruta de Oregón hasta el final fue el guiado por el misionero Marcus Whitman en 1843. Contó con naGETTY

lo general con un sorprendente número de niños, que son especialmente propensos a sufrir todo tipo de enfermedades y accidentes, como queda reflejado en muchos diarios de viaje. También era habitual que se sumasen otros parientes o individuos que iban por libre y no tenían dinero, pero aportaban su trabajo, ya que la marcha al Oeste era una salida habitual para personas endeudadas por la crisis. El punto de arranque más utilizado fue la ciudad de Independence (Misuri), aunque también se podía partir de St Joseph, igualmente en Misuri, o de Council Bluffs, en Iowa. Durante gran parte del trayecto, la ruta era común para los dos destinos posibles, Oregón y California. Las caravanas avanzaban siguiendo el curso de ríos, al principio sobre todo el Platte y el Sweetwater. Así atravesaban los territorios de Kansas, Nebraska y Wyoming y llegaban a las Montañas Rocosas, que cruzaban sin mayor dificultad utilizando el Paso Sur, conocido desde que en 1812 lo descubriera un grupo de traficantes de pieles. Más adelante, al llegar a Idaho, la ruta se dividía y los que iban a California tomaban el curso del río Humboldt, mientras que los de Oregón seguían primero el Snake y luego el Columbia. La parte más complicada era siempre el final, cuando llegaba el momento de enfrentarse a la montaña (Sierra Nevada en California, Montañas Azules en Oregón). La distancia total era variable, ya que dentro de la misma ruta había distintas opciones –se podían tomar atajos, aunque no siempre era una decisión acertada–, pero aun así el recorrido era de al menos 3.000 kilómetros. La velocidad a la que se avanzaba dependía de los obstáculos o incidentes a los que hubiera que enfrentarse. En el mejor de los casos, se conseguía una velocidad de unos 25 kilómetros diarios, por lo que la marcha duraba entre cuatro y seis meses. El viaje se iniciaba en primavera, a finales de abril o comienzos de mayo. La correcta elección de la fecha era crucial, ya que, si se salía antes, en el camino no habría aún suficiente hierba para los animales, mientras que un retraso indebido podía suponer que, al llegar a las montañas, la nieve impidiera seguir adelante.

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HUBO UNA IMPORTANTE CAMPAÑA GUBERNAMENTAL PARA INUNDAR OREGÓN Y CALIFORNIA DE PIONEROS Y ASÍ PODER APROPIÁRSELOS

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da menos que mil pioneros y ciento veinte carretas y recibió por ello el nombre de la Gran Emigración. Pero este fue un fenómeno único, y muchas caravanas se componían de una docena de carretas y menos de un centenar de personas. Las expediciones contaban con sitios de aprovisionamiento en los distintos fuertes que había a lo largo del recorrido –Fort Laramie, Fort Bridger, Fort Hall y Fort Boise–, que en esta época, más que instalaciones militares propiamente dichas, eran lugares de intercambio comercial (el Ejército no se hizo cargo del famoso Fort Laramie hasta 1849).

ANTES DEL FERROCARRIL. Las carretas cubiertas y tiradas por animales fueron el medio de transporte de los pioneros, tanto las schooners, más pequeñas, como los enormes Conestoga wagons (arriba, uno de estos últimos).

las caravanas relativamente en paz. La amenaza venía sobre todo de grupos menores y ahora desconocidos, como los banocks, cayuse y modocs, que se encontraban en el tramo final de la senda de Oregón. Sí es verdad que los pioneros sufrían ocasionales robos, sobre todo de caballos, pero también se daban ejemplos de colaboración y comercio entre ambos grupos. El trueque era muy habitual; comida por agujas, tela, espejos o hilo de coser, por ejemplo. Muchos indios eran completamente pacíficos, prestaban ayuda en situaciones críticas, como el cruce de ríos, y lo que mostraban era sobre todo una gran curiosidad. En una carta escrita en 1864, Pamelia Dillin Fergus cuenta cómo una mujer se quitó la dentadura postiza delante de un pequeño grupo de indios y estos huyeron despavoridos y, a partir de ese momento, la consideraron una gran hechicera. Totalmente distinta era la situación en el sur con los comanches, guerreros feroces donde los haya; pero justamente por eso, y por los conflictos con México, no se usaba la que fue la primera ruta de emigración explorada, el Camino de Santa Fe.

SALIR A TIEMPO. Era vital iniciar el viaje a finales de abril, para que hubiera pasto en el trayecto y para llegar antes del invierno a las montañas (abajo, caravana hacia Mount Hood, Oregón, 1865). GETTY

ORGANIZACIÓN CUASIMILITAR. Una de las tareas obligadas, antes de partir, era elegir autoridades para el viaje: el capitán, los guías, los ayudantes –incluso con rangos militares, como tenientes o sargentos–, ya que las decisiones importantes que habría que tomar eran muchas; entre las más básicas, dónde pasar la noche al final de cada jornada. También se pactaba el modo de impartir justicia. Las caravanas se internaban en territorios en los que no se sabía cuál era la ley aplicable o si había ley de algún tipo. En la mencionada expedición de Whitman, se eligió un jurado estable de nueve miembros en una votación en la que tomaron parte los varones mayores de dieciséis años. Estos procedimientos eran fundamentales porque en el viaje se cometían delitos y había episodios de violencia. Los pioneros podían verse en la tesitura de tener que decidir si ahorcaban o no a alguien, por ejemplo. Es lo que sucede en la Expedición Donner cuando James Reed, uno de los líderes, mata de una puñalada al viajero John Snyder en el curso de una pelea absurda (al final, simplemente lo expulsan). La emigración al Oeste era sin duda una aventura peligrosa, con una mortalidad de aproximadamente el 5%, aunque algunos autores extienden esta cifra hasta el 10%. No obstante, el principal riesgo no eran los indios, como temían los pioneros y figura en la imaginación popular. El 90% de los episodios de violencia en la época anterior a la Guerra Civil tuvo lugar al oeste de las Rocosas, lo que supone que el cruce de las Grandes Llanuras era en general tranquilo. Las grandes tribus del norte –sioux y cheyennes– dejaron a

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LOS VERDADEROS PELIGROS DE LA RUTA. La mayor parte de las muertes registradas durante el viaje se debían a enfermedades –cólera y tifus, en particular– y accidentes, muchos de ellos relacionados con las propias carretas (hay escalofriantes relatos de niños que se caen y mueren aplastados por las ruedas). También eran muy frecuentes los accidentes con armas de fuego, sobre todo debido a negligencias. Rumbo a California, en 1841, un joven llamado James Shotwell se disparó a sí mismo al sacar un rifle de la carreta cogiéndolo directamente del cañón. Muchos perecían también ahogados al vadear ríos, que era una de las situaciones de máximo peligro. En 1843, un sexagenario pionero inglés de reconocido mal carácter, Miles Eyers, intentó cruzar el Snake por un sitio inadecuado, porque no quería esperar, y causó su propia muerte y la del joven Cornelius Stringer, que intentó salvarlo. Pero si hay una tragedia significativa en la ruta de las caravanas es la de la Expedición Donner, que par-

EL VIAJE SE TRANSFORMA AL RITMO DE LA HISTORIA. Las rutas de las caravanas fueron cambiando a lo largo de las casi tres décadas en las que estuvieron en auge. En 1848 comenzó la Fiebre del Oro de California y esto supuso un punto de inflexión fundamental. A partir de ese momento, se disparó el

INDIOS, UN PELIGRO RELATIVO. Las grandes tribus norteñas – sioux y cheyennes– apenas atacaron a los pioneros; otros, como los cayuse (arriba, un jefe de esta tribu), fueron más agresivos.

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tió de Independence con veinte carretas y ochenta y nueve personas el 12 de mayo de 1846. La fecha era ya tardía, pero todo habría ido quizás bien de no haber cometido un error fatal: se dejaron convencer para coger un supuesto atajo –el atajo Hastings– que, para favorecer sus intereses personales, promocionaban el aventurero Lansford Hastings y el traficante de pieles y comerciante Jim Bridger. Esto les hizo atravesar las montañas Wasatch por lugares impracticables para carretas y luego les metió en una agotadora travesía de varios días por el Gran Desierto del Lago Salado, lo que supuso una importante pérdida de tiempo. Cuando al final de octubre intentaron cruzar la Sierra Nevada, era demasiado tarde, por lo que se quedaron atrapados en la montaña durante todo el invierno debido a la nieve. Después de varios intentos, fueron rescatados en abril. Para entonces, sólo quedaban vivos la mitad, que habían sobrevivido recurriendo al canibalismo. Uno de ellos, William Foster, incluso mató a los dos guías, los indios wiwok Luis y Salvador –que se habían negado a comer carne humana–, para alimentar al grupo.

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EN LA DÉCADA DE 1850, LA RUTA SE LLENÓ DE HOMBRES SOLOS QUE IBAN A CALIFORNIA A HACER FORTUNA, ARMADOS HASTA LOS DIENTES

TRAGEDIA EN LA NIEVE. En 1846, la Expedición Donner (dcha., grabado) tomó un supuesto atajo y quedó atrapada en la montaña. Los supervivientes recurrieron al canibalismo.

La adquisición de tierras

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l principal deseo de los pioneros era conseguir tierras en las que establecerse, un objetivo que se fue regulando a lo largo de los años. La primera normativa fue la Ley de Derecho de Adquisición Preferente (1841), que permitía comprar hasta 65 hectáreas de tierras de dominio público a 3,09 dólares la hectárea. En Oregón, con la Ley de Donación de Tierras (1850), se

podía obtener suelo gratis: hasta 130 hectáreas para los llegados antes de ese año, el doble si se trataba de un matrimonio. Y la Ley de Asentamientos Rurales (1862) estableció la adquisición gratuita si el solicitante construía una casa y ocupaba y cultivaba la propiedad durante cinco años. Podían apuntarse todos los mayores de 21 años, incluidos antiguos esclavos y mujeres solteras. Un método curioso para asignar el suelo fueron las carreras por la tierra de Oklahoma (la más famosa, la de 1889): los aspirantes partían de una línea de salida a una hora determinada y corrían –a caballo, en carro...– a ocupar unas parcelas previamente señaladas. El primero en llegar se la quedaba.

Izda., Tom Cruise como un inmigrante irlandés que corre por la tierra en Oklahoma (Un horizonte muy lejano, 1992).

número de personas que se apuntaban cada año, que empezaron a contarse por decenas de miles. Pero aún más significativo fue el hecho de que el tipo de viajero cambió. Si al principio el trayecto lo hacían sobre todo familias de granjeros temerosas de Dios y acostumbradas a respetar la ley, en los años cincuenta la ruta empezó a inundarse de hombres solos, que iban rumbo a California a hacer fortuna rápida, armados hasta los dientes y con una actitud muy distinta a la tradicional. Fue a partir de entonces cuando el crimen y la violencia durante el viaje también aumentaron de forma exponencial. En 1865 acabó la Guerra de Secesión y empezó la colonización acelerada de las Grandes Llanuras, lo cual puso en pie de guerra a los indios y convirtió las rutas en una experiencia más peligrosa. Por último, en 1869 se inauguró el primer Ferrocarril Transcontinental, que unía las dos mitades de Estados Unidos y ofrecía un transporte alternativo más eficiente y barato. Esto marcó el declive de una experiencia que MH sería esencial en la identidad americana.

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MUJERES

Pioneras feministas

Carrie Nation (en la foto, con su mítica hacha y su Biblia) se describía a sí misma como «un bulldog que corre a los pies de Jesús, ladrando a lo que él rechaza».

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VIEJO OESTE

Un pueblo fantasma lidad de Idaho en tener servicio telegráfico (1874) y también la primera en poseer un periódico, La Avalancha de Idaho. Tenía incluso una fábrica de cerveza y una planta de embotellado y, por supuesto, un buen puñado de burdeles y salones de juego y un cementerio para entierros exprés. Hacia 1889 comenzó su declive: algunos minerales se agotaron y otros ya no eran tan rentables. La gente comenzó a emigrar a otros pueblos más prósperos en busca de nuevas oportunidades. Otro factor importante para la agonía del pueblo fue su situación geográfica, demasiado alejada de

Algunas de las casas de Silver City (arriba) se han rehabilitado como albergues para acoger a los turistas. cualquier lugar, sobre todo en los largos inviernos, en los que quedaba aislado por la nieve durante meses. Hoy día, entre octubre y mayo, las carreteras que conducen al pueblo están cortadas por la nieve y apenas se puede ver un alma paseando por las calles. En verano, el panorama cambia radicalmente y los turistas y vecinos de pueblos próximos acuden en masa a visitar lo que queda de este histórico lugar. ALAMY

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ituado al este de Idaho, Silver City, un pueblo hoy abandonado, fue una de las localidades más ricas y esplendorosas de ese Estado durante muchos años. La villa nació a principios del siglo XIX para albergar a los trabajadores de las minas de las montañas de los alrededores. De ellas se extraían diversos minerales que no tardaron en llenar los bolsillos de los habitantes del lugar, que, en pocos años, creció de forma considerable y atrajo al comercio y la prosperidad. Tal fue su importancia, que llegó a ser capital del condado de 1867 a 1935. Silver City fue la primera loca-

CINE

Escenas de spaghetti western

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elículas del Oeste tan míticas como las de la trilogía de Sergio Leone – Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966)– no se filmaron en Estados Unidos sino en España, en los desolados paisajes de Tabernas (Almería), el único desierto de Europa. Aquí se construyeron varios sets de rodaje que reproducían las viejas ciudades fronterizas del Far West, y aún hoy siguen abiertos para ofrecer espectáculos a los visitantes, además de servir para filmar películas y anuncios. La producción en serie de películas del Oeste en Europa se

había iniciado en 1961, pero no fue hasta 1964 cuando, gracias al enorme éxito de Por un puñado de dólares, se convirtió en un género de masas. En un principio, la crítica fue bastante despectiva con estas películas, pero con el tiempo tendría que admitir que se trataba de un nuevo género que tomaba los estereotipos del wéstern estadounidense y les añadía nuevos elementos, como un mayor realismo y una violencia extrema. Entre 1961 y 1976 se produjeron en Italia y España unos 500 spaghetti westerns, una cifra que demuestra la existencia de una importante demanda por parte del público.

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n el Oeste americano, entre tiros, asaltos, apuestas, prostitutas y alcohol a granel, nacieron algunos de los primeros movimientos feministas, como la Unión Cristiana de Mujeres por la Templanza, que fue la primera organización colectiva de mujeres dedicadas a la reforma social, con un programa que ligaba lo religioso y lo secular. Además, esta organización influyó en la promoción del Movimiento por la Templanza y la posterior aprobación de la decimoctava enmienda a la Constitución de Estados Unidos que estableció la «prohibición» o «ley seca». Las ligas o asociaciones por la templanza que surgieron por todo el salvaje Oeste estaban inspiradas por la idea de que el alcohol produce daño físico y psicológico. Debido a la correlación entre el alcoholismo y la violencia doméstica, el movimiento por la templanza se vinculaba a menudo con otros movimientos por los derechos de la mujer. En el extremo más fanático del movimiento estaba la activista Carrie Nation, que con un hacha en una mano y la Biblia en la otra invadía tabernas y destruía las botellas que allí encontraba.

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Aunque la era del spaghetti western acabó a finales de los 70, quedan sus decorados en Tabernas (arriba).

ANDREW J. RUSSELL

María Fernández Rei FERROCARRIL

El Clavo de Oro (Golden Spike)

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a ceremonia del Golden Spike (Clavo de Oro) en Promontory (Utah), el 10 de mayo de 1869, fue el símbolo de la finalización de las obras de construcción de la primera vía férrea transcontinental de Estados Unidos, que unía las líneas de ferrocarril construidas por la Union Pacific y la Central Pacific. Se celebró en Promontory, una ciudad creada de forma temporal durante la construcción del ferrocarril y que fue desmantelada posteriormente; a partir de entonces no ha tenido ninguna población permanente. Desde 1957 se ha conservado como parte del Lugar Histórico Nacional denominado Golden Spike National. Habían pasado seis años desde el comienzo de las obras cuando los trabajadores de la Central Pacific, desde el oeste, y los de la Union Pacific, desde el este, se encontraron allí. El político y empresario Leland Stanford colocó el Clavo de

Oro, también llamado Último Clavo (Last Spike), que se encuentra actualmente en el Centro de Artes Cantor de la Universidad de Stanford y que simbolizó la finalización del ferrocarril. En el que quizás fue el primer acontecimiento seguido en directo por los medios de comunicación, los martillos y el clavo fueron unidos por un cable a la línea de telégrafo de modo que cada golpe de martillo fuera oído como un chasquido en las estaciones telegráficas a escala nacional. Tan pronto como el clavo ceremonial fue sustituido por un clavo de hierro ordinario, un mensaje fue transmitido tanto a la costa este como a la costa este que simplemente decía: «HECHO». El país estalló en celebraciones al recibir este mensaje. Los viajes directos de costa a costa se redujeron de seis o más meses a sólo una semana. Sin embargo, la unión final de ambas costas quedó pendiente de

EMIGRACIÓN

Sobre estas líneas, el acto inaugural del encuentro de las líneas del primer ferrocarril transcontinental estadounidense en Promontory, Utah, en 1869, que fue posible tras la aprobación de una ley por el presidente Lincoln en 1862. completarse realmente. Cerca de la actual ciudad de Lathrop, California, el puente de Mossdale Crossing tuvo que ser construido para atravesar el río San Joaquín. El puente levadizo vertical no fue completado hasta septiembre de 1869, momento en el cual la unión real de ambas costas fue completa. Hoy, Mossdale

Crossing es un parque del condado y el lugar es un Sitio Histórico de California. Aunque ya no exista una vía férrea continua que atraviese Promontory, una sección de vía fue colocada de nuevo para los actos del centenario de la construcción del primer ferrocarril transcontinental estadounidense, en 1969.

L A P R E G U N TA

Los chinos buscan su sitio

¿Quiénes eran los gambusinos?

e calcula que unos 300.000 chinos emigraron hacia Estados Unidos entre 1854 y 1882, huyendo de la hambruna y la inestabilidad política. Para los primeros emigrantes asiáticos, California era la «tierra de la montaña dorada». Contribuyeron notablemente a la expansión del ferrocarril y al cultivo de fruta. En lugares como San Francisco, formaron comunidades o Chinatowns y asociaciones de ayuda mutua. En el Oeste, la mayor parte de las lavanderías de esa época eran regentadas por chinos, debido a que los mineros –en su mayoría hombres– no lavaban su ropa y las mujeres –de quienes se esperaba que hicieran esta labor– no abundaban en el Oeste. La población china estaba formada sobre todo por hombres porque las mujeres chinas tenían muy restringida la entrada, probablemente para evitar el crecimiento de esta etnia.

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recogido de los lechos de los ríos. La selección se hacía visualmente, utilizando una criba para separar la arena y otros minerales. Muy pocos gambusinos se enriquecieron con la Fiebre del Oro, aunque los que tuvieron la suerte de encontrar el metal amarillo podían ganar mucho más dinero en un solo día que el sueldo percibido por un jornalero o un soldado.

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CREDITO

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sí se llamaba a los buscadores de oro y mineros a pequeña escala que acudieron al reclamo de la Fiebre del Oro y no estaban preparados para reconocer el mineral o las zonas de riqueza potencial, por lo que dependían en gran medida de la suerte. Actuaban tanto de manera individual como en grupo. En los primeros años de la Fiebre del Oro, el mineral podía ser

Muchos problemas de la época, como el desempleo o la caída de salarios, fueron achacados a los chinos, por lo que optaron por refugiarse en las grandes Chinatowns, como la de San Francisco (en la foto).

A California llegaron gambusinos (en la foto) de toda América en busca del preciado metal, desde México, Chile y la costa este de EE UU.

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UN FENÓMENO SOCIAL. La quimera del oro llevó a 300.000 personas (no sólo yanquis; también chilenos, ingleses, franceses, chinos...) al incipiente Estado californiano en busca de fortuna, desplazando a sus pobladores originales; en la imagen, un grupo de mineros en 1850.

LOS CALIFORNIOS Y LA INVASIÓN DE LA FIEBRE DEL ORO

Huella hispana en el lejano Oeste 34

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n el Far West americano no todo fueron cowboys, indios y búfalos. También hubo minorías que se vieron despojadas de sus tierras y sus bienes por obra del famoso “Destino Manifiesto” que postulaba la expansión de Estados Unidos desde las costas atlánticas hasta las del Pacífico. Uno de estos grupos fue el de los españoles y mexicanos que vivían en California desde hacía generaciones, quienes vieron llegar a sus tierras ingentes masas de emigrantes yanquis. Y nadie pensó entonces en levantar un muro para contenerlos. Pero si se pretende comprender un poco a aquellas gentes –los llamados californios, desplazados y sometidos a las leyes y costumbres de los vencedores–, conviene tener en cuenta lo ocurrido durante los tres siglos anteriores, cuando aquellas hermosas tierras eran solamente hispanas.

LOS ESPAÑOLES Y MEXICANOS QUE VIVÍAN EN CALIFORNIA FUERON VÍCTIMAS DE LA CODICIA DE LOS ESTADOUNIDENSES, QUE LOS EXPULSARON DE SUS TIERRAS. MÁS AÚN, TRAS DESCUBRIRSE ORO EN 1848. Por Alberto Porlan, escritor y filólogo

CALIFORNIA HISTORICAL SOCIETY

EL PRIMER SUEÑO DEL ORO: CÍBOLA. La Historia es una cadena de aconteci-

mientos cuyos eslabones a veces son lógicos y otras no. Pequeñas causas pueden tener grandes efectos, porque al final todo se mueve sobre el tablado del azar. Valga como ejemplo que el nombre de aquellas tierras americanas apareció escrito por primera vez en Sevilla en 1510, en Las sergas de Esplandián, una novela de caballerías de Garci Rodríguez de Montalvo donde se menciona cierto país ficticio llamado California, poblado solamente por mujeres guerreras. En otoño de 1535, cuatro españoles que llevaban casi diez años recorriendo a pie los territorios –inexplorados hasta entonces– que se extienden entre el sur de los actuales Estados Unidos y el norte de México, llegaron a las tierras costeras de una nación india del Pacífico mucho más próspera que las que habían conocido hasta entonces en su peregrinación. Allí encontraron turquesas, esmeraldas y oro, que les dijeron procedían del norte, donde había ciudades enteras forradas con gruesas láminas del metal amarillo. Meses después, los cuatro viajeros (Alvar Núñez Cabeza de Vaca y sus tres compañeros, Andrés Dorantes, Alonso del Castillo y el negro Estebanico) tomaron contacto con las avanzadas cristianas de la conquista de México y, durante largas sesiones, contaron lo que habían visto y vivido a lo largo de sus años de peregrinaje, sin omitir, desde luego, las excitantes noticias sobre aquellas ciudades de cúpulas de oro. Esa información enlazaba vagamente con una leyenda medieval que compartían españoles y portugueses, según la cual siete obispos cristianos habían huido de la península Ibérica tras la invasión árabe, navegando hacia Poniente sin que se hubiera sabido nada más de ellos. De modo que aquellas

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ciudades de las que hablaban los indios debían de ser las fundadas por los obispos cristianos ocho siglos antes: Cíbola. Ese enlace entre la fábula de los indios y la de los cristianos la propuso el franciscano Marcos de Niza, muy próximo a don Antonio de Mendoza, primer virrey de México. Don Antonio había tomado posesión de su cargo mientras Cortés se embarcaba en el Pacífico con rumbo norte, donde le habían informado que existía un reino muy rico formado sólo por mujeres, como la California del libro de Montalvo.

CORONADO LLEGA A KANSAS. La expedición de Cortés no llegó a nada, pero Mendoza supuso que los informes aportados por Cabeza de Vaca coincidían con los de Cortés, así que envió a aquella prometedora California una expedición dirigida por fray Marcos de Niza y guiada por el negro Estebanico, compañero de Cabeza de Vaca en su desmesurado viaje. Fray Marcos volvió sin Estebanico, pero afirmando que había visto a lo lejos las relucientes cúpulas de Cíbola aunque no había conseguido llegar a ellas. Ante semejante noticia, Mendoza organizó una poderosa expedición doble, por tierra y mar, que partió en 1540. Al mando de la exploración terrestre puso a su hombre de confianza, Francisco Vázquez de Coronado, y al de la naval, a Fernando de Alarcón. Los dos grupos expedicionarios nunca llegaron a encontrarse, pero Coronado siguió su marcha hasta Kansas, en el corazón de lo que

LA ODISEA DE CABEZA DE VACA. En el otoño de 1535, Alvar Núñez Cabeza de Vaca y sus tres compañeros (Andrés Dorantes, Alonso del Castillo y el negro Estebanico), que llevaban diez años recorriendo a pie los territorios entre EE UU y México, llegaron a la costa del Pacífico (a la derecha, en una ilustración).

después sería Estados Unidos. No encontró ni rastro de las ciudades de oro, así que la penosa empresa –de la que sólo regresó uno de cada tres expedicionarios– resultó frustrante. Y puso en evidencia los embustes de fray Marcos de Niza, que terminó sus días en la ciudad de México despreciado por todos. Las expediciones marítimas y terrestres continuaron (Cabrillo, Vizcaíno, etc.), pero en 1565 aquellas costas cobraron un nuevo interés cuando Urdaneta consiguió regresar de Filipinas por la ruta del norte, lo que se llamó el tornaviaje. Esto abría un ámbito nuevo para la economía imperial española, pues conectaba dos territorios coloniales a través del Pacífico.

La fiebre del oro de California

Había dos modos de llegar a las prospecciones mineras: en barco por la costa del Pacífico o por tierra en carromatos de bueyes, como el de esta fotografía tomada en Dakota del Sur.

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NACIMIENTO DE UN ESTADO. Había dos modos de llegar: por tierra, atravesando todo el continente en las terribles condiciones que tantos films nos han descrito, o a bordo de un barco que debía bajar hasta el cabo de Hornos y remontar luego toda la costa del Pacífico, un viaje que superaba los 15.000 km, pero que muchos preferían al terrestre. Una vez en su destino, la mayoría campaba por sus respetos sin reconocer las propiedades de los californios: eran los llamados squatters, que produjeron innumerables conflictos y asesinatos. Algunos tuvieron suerte con el oro, pero fueron muy pocos. El resto sentó las bases del poblamiento de California y lo convirtió en lo que es hoy: el Estado más poblado y con el PIB más alto de la Unión. Independiente, sería la séptima nación del mundo.

CORSARIOS, PESCADORES Y MISIONEROS. Esa fue una de las causas que

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a coincidencia siempre ha sido sospechosa: la misma semana en que se firmó el tratado de cesión de California a Estados Unidos, se encontró oro en aquellas tierras. En ello se ha visto una operación política de calado. Era necesario atraer a ciudadanos estadounidenses para poblar el nuevo Estado y contrarrestar a la población hispana, y el reclamo del oro funcionó de maravilla. Es muy probable que el gobierno yanqui supiera de antemano que algunos ríos californianos eran auríferos y lanzase la noticia a los cuatro vientos tras hacerse con su dominio. Durante los casi diez años que duró la fiebre, se estima que California recibió a un cuarto de millón de personas. Sólo en 1849 llegaron 80.000 forasteros, los conocidos como forty-niners.

impulsaron a la reina de Inglaterra a enviar a aquel escenario a su corsario Drake, quien después de doblar el cabo de Hornos pirateó por las costas de Chile y Perú, subió hasta California –donde se supone que recaló en el lugar que hoy se llama Bodega Bay (el escenario del film de Hitchcock Los pájaros)– y, tras fundar un puerto al que llamó Nova Albión, reclamó el territorio para Inglaterra, antes de zarpar con todos sus hombres sin dejar el menor rastro de su visita. Durante mucho tiempo, los asentamientos en California fueron escasos. Aquellas tierras, aunque ricas y dotadas de un magnífico clima, estaban demasiado alejadas. Por ellas no pasaba ninguna ruta, de modo que se las podía considerar el último rincón del mundo, como lo fue el estrecho de Gibraltar para los antiguos pueblos del Mediterráneo. Ante su despoblamiento, los pescadores rusos que bajaban desde Alaska para capturar nutrias de mar por sus preciadas pieles, empezaron a asentar-

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EXPULSIÓN DE LOS JESUITAS. El conflicto entre Carlos III y la Compañía de Jesús llevó al violento desalojo de sus misiones en California, como refleja el film La misión (1986), con Robert De Niro (a la derecha).

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LIBRO

se en sus costas. Para prevenir posibles colonias el rey Carlos III ordenó en 1765 promover el poblamiento de California, que hasta entonces había sido patrimonio de las misiones jesuitas. El conflicto entre Carlos III y la Compañía de Jesús terminó expulsando de España a los jesuitas, lo que incluía el desalojo de aquellas misiones y su reocupación por franciscanos y dominicos. Es el escenario de la espléndida película de Roland Joffé La misión (1986), con Jeremy Irons y Robert De Niro. Los franciscanos no querían heredar las misiones jesuitas, sino fundar las suyas propias. El militar catalán Gaspar de Portolá entró en la Alta California acompañado por el franciscano mallorquín Junípero Serra, quien inauguró así su gran tarea evangelizadora, que dejó un total de 21 misiones entre San Diego y San

Pasando fatigas. Un hilarante viaje por la fiebre del oro, Mark Twain. Interfolio, 2010. El genial escritor americano viajó en pos del oro y lo cuenta con su humor inimitable: se caía del caballo, no sabía remar, se accidentaba sin cesar...

Francisco. Lo más interesante de esas bienintencionadas misiones, que actuaron como centros de colonización, fue que se fundaron en línea hacia el norte y con la obligación de construir un camino que las comunicase con la misión más próxima, de modo que todas ellas estaban enlazadas por tierra a lo largo de casi 800 km, a través de lo que se llamó El Camino Real.

EN BUSCA DE CÍBOLA. Vázquez de Coronado cruzó las llanuras de Kansas entre 1540 y 1541 siguiendo la pista de esta legendaria ciudad dorada (abajo, en una ilustración). GETTY

CALIFORNIA TARDÓ EN POBLARSE PORQUE ESTABA AISLADA Y NO PASABA POR ELLA NINGUNA RUTA

LA DERROTA DE MÉXICO ANTE EE UU. México se emancipó de España en 1821 y heredó los actuales territorios de California, Texas, Nuevo México y buena parte de los Estados de Wyoming, Arizona y Utah. La nueva república decidió que las misiones californianas eran un residuo colonial y las liquidó once años más tarde, en 1832. Pero su control sobre aquellas enormes y remotas extensiones era débil frente la avidez de la expansión yanqui, así que, en 1845, cuando el Senado de Estados Unidos decidió anexionarse Texas, estalló una guerra de dos años entre ambos países. En California, los estadounidenses se apoderaron de San Francisco (Yerbabuena) y de Nuestra Señora de los Ángeles, pero los californios siguieron luchando hasta su derrota final en las batallas de San Gabriel y de La Mesa, cerca de la actual ciudad de Vernon. Tenían una excelente caballería, pero luchaban en sus monturas con lanzas y espadas mientras que los yanquis usaban fusiles. En enero de 1847 se firmó la Capitulación de Cahuenga (en lo que es ahora North Hollywood), por la que los californios que lo desearan podían regresar a sus tierras siempre que jurasen no tomar las armas en el conflicto con México y aceptar las leyes norteamericanas. Al año siguiente, México perdió la guerra y hubo de firmar el Tratado de Guadalupe, por el que cedió a Estados Unidos un territorio como cuatro veces el de España, que comprendía tres Estados completos (California, Nevada y Utah), dos tercios de Arizona y grandes extensiones de Colorado, Wyoming y Nuevo México, además de aceptar formalmente la anexión de Texas a Estados Unidos. Muy oportunamente, poco después se anunció el descubrimientro de oro en California, lo

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LA VIDA DE LOS CALIFORNIOS. «Los californios son en general buena gente, hospitalarios y generosos, aunque no viven con grandes comodidades. Esta especie de hidalgos, cuyo grave aspecto favorecen sus amplios sarapes y sus anchos sombreros, se dedican sobre todo a beber y fumar. Les gusta bastante el aguardiente y el brebaje que llaman “leche de tigre”. Rodeados de sus mujeres y de sus hijos, los cabezas de familia viven y actúan como patriarcas. En sus estancias conviven con ellos indios criados como miembros de la familia, que se encargan de los trabajos más pesados de la casa. Por lo general, las familias se hallan sobrecargadas de hijos. Las mujeres, muy fecundas, poseen una belleza noble y severa de un tipo español muy marcado, lleno de distinción y dignidad. Han conservado el vestido tradicional castellano o andaluz, y madre e hijas se ocupan en el honesto y apacible cuidado de las diversas tareas de la casa. Además, se encargan de la jardinería y los patios. No desmerecen a los hombres en cuanto a manejar un caballo, y lo montan también llevando a su hombre a la grupa. Además, saben echar el lazo y no quisiera caer en semejante situación si la mano que lo sujeta del otro lado no fuese tan amistosa como pequeña y bonita. Un día me encon-

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INMIGRACIÓN DORADA. Con el reclamo del descubrimiento de oro, California recibió a miles de nuevos pobladores yanquis en poco tiempo (arriba, mineros en una ilustración; dcha., anuncio del barco que los llevaba a San Francisco).

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que desató una loca inmigración. San Francisco pasó en un solo año de 1.000 a 25.000 habitantes. En esas condiciones, los californios tuvieron que apechugar con su nueva situación de forasteros en su propia tierra. En primer lugar fue necesario hacer frente a los squatters, emigrantes yanquis que se aposentaban desvergonzadamente en sus tierras y las defendían con las armas. Para describir sus condiciones de vida bajo el nuevo régimen legal norteamericano disponemos de un testimonio de valor extraordinario, pues tiene la cualidad de ser imparcial. Se trata del relato del viaje de un enviado oficial del gobierno francés, M. de Saint Amant, famoso ajedrecista de su tiempo, que recorrió California y Oregón en 1851, al año siguiente de que el nuevo Estado se incorporase a la Unión. Este raro documento, que nunca se ha traducido completo al castellano, describe así aquel mundo:

FRAY JUNÍPERO Y EL CAMINO REAL. Este franciscano fundó 21 misiones en California, enlazadas por dicha ruta. En la foto, la cruz en su honor que hay en el monte Robidoux.

tré a varias de esas encantadoras niñas lavando en un manantial solitario cerca de la casa de don José Castro. En lugar de jabón empleaban amole, una planta bulbosa cuyo empleo me enseñaron para satisfacer la curiosidad que fingí sentir con el pretexto de hablar con ellas. Por su parte, los muchachos no hacen más que montar a caballo y bailar, y las largas distancias que deben salvar no les hacen renunciar a los fandangos. Les gusta mucho la música y en todas las casas hay varias guitarras y bandurrias. Pero últimamente, con las invasiones de los squatters, se baila mucho menos; bajo esta espada de Damocles han cesado los cánticos».

CHOQUE DE CULTURAS. «Las labores de la tierra no les gustan. Prefieren el pastoreo, más sencillo y que consideran una ocupación más noble. Con ayuda de sus caballos, sin los que no saben moverse, vigilan sus rebaños de toros y de cerdos. En estado semisalvaje, los animales se reproducen libremente y su número crece. Venden su carne al otro lado de la bahía, en el mercado de San Francisco, cuyo bárbaro incremento les ha hecho prosperar. Sin embargo, no se sienten más ricos ni se alegran por ello, sino que recuerdan amargamente los tiempos en los que, siendo más pobres, eran los unicos dueños del territorio. Nunca se amoldarán a las costumbres norteamericanas. Esta naturaleza de origen español, mezclada con sangre india, posee la indolencia de los pueblos que disfrutan de un hermoso clima. No desean adaptarse a los hábitos de afán y trabajo duro de la raza anglosajona, y esto produce un antagonismo desproporcionado en California. No hay mejores jinetes en el mundo que los mestizos californianos. Podría decirse que nacen a caballo y siguen sobre él toda la vida, de modo que cuidan y atienden con solicitud a sus animales. La ropa de los jóvenes resulta pintoresca y extraña al forastero. Lucen un sombrero de copa alta cubierta de una capa de barniz negro y con una banda de encaje y botones, camisa de caza sujeta por una banda de seda azul o roja y un cinturón con un par de pistolas. Sus pantalones son de terciopelo negro, abiertos en la pierna para facilitar los movimientos y las cabalgadas y cuyos bordes, festoneados de botones de oro, dejan ver por debajo las medias

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Dos héroes emparentados

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COMO NACIDOS SOBRE EL CABALLO. Así describió el francés Saint Amant en su crónica a los jinetes mestizos californios, tal era su destreza montando y cazando al lazo. Arriba, uno de ellos y varias mujeres en un grabado coloreado.

ALBUM

on Diego de la Vega, alias El Zorro, fue un personaje inventado por Johnston McCulley, autor norteamericano de segunda fila que dio con un verdadero filón y supo explotarlo a conciencia en el ámbito de los pulp o novelas populares. Su personaje, el atildado y feminoide don Diego, era un californio que luchaba secretamente por la verdad y la justicia en el mundo de la California mexicana. El éxito de su primera entrega hizo que el avispado Douglas Fairbanks la convirtiese inmediatamente en La marca del Zorro (1920), coescrita, producida y protagonizada por él mismo. Resultó un éxito rotundo y recaudó una fortuna. Se han realizado varias versiones filmadas con mayor o menor repercusión comercial, la última de las cuales fue dirigida por Martin Campbell en 1998 e interpretada por Anthony Hopkins y Antonio Banderas. Don César de Echagüe, alias El Coyote, fue el personaje que el escritor barcelonés José Mallorquí compuso como una versión española de El Zorro. Familiarizado como estaba con la novela popular americana, comenzó a imitar el estilo y a publicar torrencialmente hasta que dio con un personaje que le pareció excelente, una adaptación de El Zorro de McCulley a la que llamó El Coyote. El éxito fue descomunal, y Mallorquí pasó a trabajar para la radio escribiendo seriales de largo recorrido, como el entonces famosísimo Dos hombres buenos. Era un hombre de gran sensibilidad, y se vino abajo cuando en 1971 falleció su querida esposa. Un año y medio después, se suicidó. El destino repitió la triste jugada con su hijo Eduardo, también escritor y guionista de talento, que se quitó la vida en 2001, a la misma edad que lo había hecho su padre.

PELÍCULA

El Coyote, héroe de las novelas de Mallorquí, en una ilustración.

La máscara del Zorro, Martin Campbell (1998). En esta versión de las aventuras del personaje creado por Johnston McCulley, don Diego de la Vega es interpretado por Anthony Hopkins y Antonio Banderas hace de su sucesor.

LA INVASIÓN DE LOS SQUATTERS CONVIRTIÓ A LOS CALIFORNIOS EN FORASTEROS EN SU PROPIA TIERRA blancas. Desde la rodilla al pie usan zahones, atados con tiras de piel donde acoplan la navaja, de la que jamás se separan. Utilizan botas con grandes espuelas circulares y sus sillas de montar tienen muy altos el pomo y la trasera, para retener al jinete hacia delante y hacia atrás. El pomo tiene forma de águila para sujetar el lazo y la guarnición de la silla ocupa toda la grupa. Los estribos están cubiertos con cuero para proteger el pie contra el fango y las piedrecillas. El bocado es pesado y de hierro, y a veces usan una sola rienda».

GRANDES JINETES. «Con el lazo como arma principal, doce o quince jinetes parten en busca de un rebaño de vacas, caballos o ciervos, incluso de osos y toros salvajes. El jinete, alzándose sobre la silla, carga todo el peso en el estribo izquierdo mientras eleva y hace girar el lazo con la derecha hasta que el nudo corredizo queda suficientemente abierto, y entonces lo lanza con la precisión de una flecha al cuello o la pata del animal. El caballo, entrenado para ello, frena su carrera y se arquea para recibir el choque. El lazo se cierra por sí mismo y la presa salta por los aires y cae al suelo. El jinete desmonta y se apodera de la presa con la ayuda de sus compañeros, que la lacean a su vez para inmovilizarla. Desde la infancia aprenden a manejar el lazo con ovejas y cerdos. Los caballos más fogosos, apenas domados, se vvuelven dóciles como corderos cuando sienten el lazo no sólo en el cuello, sino incluso colgando del estribo. Una cacería al lazo bien organizada, contra los rebaños de toros salvajes o de osos, es una de las fiestas más hermosas que se pueden ofrecer. La emoción del peligro es excitante y aún mayor en el caso de los toros. Pero el lazo sirve para otras misiones. Cuando los indios desertan, sus antiguos amos los buscan con el lazo y a menudo los perdonan y los devuelven a sus hogares, lo cual contrasta con la brutal caza de indios a la que se MH entregan los mineros yanquis con sus rifles».

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O V E U N

COLECCIÓN II GUERRA MUNDIAL www.muyhistoria.es

LA MAYOR INVASIÓN DE TODOS LOS TIEMPOS

Los paracaidistas del amanecer

Masacre en Omaha Beach

Las Juventudes Hitlerianas bajo el fuego

EL DESEMBARCO QUE DECIDIÓ EL DESENLACE DE LA II GUERRA MUNDIAL

CONTADO MINUTO A MINUTO, CON SUS PREPARATIVOS Y CONSECUENCIAS

FRANCIA SE REBELA

El papel de la Resistencia, de los espías, las grandes acciones militares... en artículos de fondo con impactantes fotos, mapas y datos.

1940-1944

Durante el desembarco en las playas de Normandía, los soldados alemanes estuvieron esperando refuerzos en vano. Las líneas telefónicas no funcionaban y, en toda Francia, las tropas de Hitler se encontraron varadas en trenes que no podían circular por una red ferroviaria muerta: las vías habían saltado por los EL DÍA SIGUIENTE

EL DÍA SIGUIENTE

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telefónicas y los ferrocarriles fue la

La lucha en el oeste ha Resistencia francesa anteriores al Día D. A comenzado. Estamos a las lo largo de la guerra, muchos miembros de puertas de la batalla definitiva la Resistencia dieron su vida en la lucha culminación de todas las acciones de la

■ Cherburgo era uno de los

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principales puertos de aguas profundas de Normandía y Hitler ordenó defender la ciudad hasta la última bala. Cuando los americanos consiguieron finalmente

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En los días posteriores a la invasión de Normandía, las cosas no salieron según lo planeado. Los alemanes plantaron cara y a los aliados –en especial a los británicos– les costó mucho alcanzar sus objetivos. O S M-É G J S B C

CAÍDA DE CARENTAN

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LUCHA POR AFIANZAR LAS POSICIONES

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■ Carentan era una piedra en la bota de los americanos, ya que mantenía separadas a las fuerzas de Utah y de Omaha. La 101 Airborne atacó a los paracaidistas alemanes y el 12 de junio, tras una jornada de duros combates, los aliados entraron victoriosos en la ciudad.

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LA OPERACIÓN EPSOM FRACASA

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o de juni

LOS TIGRES DEVUELVEN EL GOLPE

Los aliados

desprevenidos a los británicos el 13 de junio en VillersBocage, adentrándose como una muralla acorazada en el estratégico enclave. Cinco Tiger se bastaron para destruir una docena de tanques Cromwell y, en consecuencia, los británicos se batieron en retirada.

Línea del frente Frontera alemana 0

fluencia de los dos ejércitos en Caumont-Villers-Bocage-Tilly”. Aún se lanzó otro ataque: uno a gran escala, esta vez bajo el nombre de Operación Epsom. Pero, pese a los 60.000 efectivos empleados, también fracasó, y Caen siguió siendo el talón de Aquiles de los británicos.

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Mientras los alemanes se ocupaban del frente británico, los americanos continuaron su marcha hacia Cherburgo. El 22 de junio, comenzó el violento bombardeo sobre la ciudad. Las campanas sonaron en señal de alarma y los soldados alemanes corrieron a ocupar sus puestos. Muchos eran adolescentes que carecían de entrenamiento militar. El teniente general Schlieben se dio cuenta de que la batalla estaba perdida. “El último combate por Cherburgo ha comenzado”, decía el mensaje

La chaqueta corta del uniforme de los SS Panzer les procuraba a un tiempo abrigo y libertad de movimientos en los estrechos tanques.

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La inclinación del talón impedía que se quedase atascado en las irregularidades de la plataforma del avión.

FFFF caer violentamente o giraron a izquierda o derecha para evitar choques y, en unos pocos minutos, la formación se había desecho sin remedio. Harold Young, de la 326.º Tropa de Ingenieros Paracaidistas, recordaba la salida de las nubes: “Estábamos completamente solos. Recuerdo mi asombro. ¿Dónde habían ido a parar todos los demás C-47?”. Al sobrevolar las Islas del Canal, los pilotos

¿Qué armas y tanques emplearon los aliados para vencer a Hitler? ¿Cuál era el equipamiento de las tropas? Los detalles, al descubierto.

Los paracaidistas resultaban especialmente vulnerables durante el descenso y justo después del aterrizaje. Incluso de noche, se les veía desde lejos.

Un piloto rompió el silencio por radio con un grito desesperado: ¡Tengo un paracaidista enganchado a un ala!

habían encendido las luces rojas situadas sobre las puertas, lo que significaba que había que prepararse para saltar en cuanto se pusieran en verde. Los jefes de pelotón saltaban primero y al final se colocaba siempre un sargento por si alguno se quedaba paralizado y necesitaba un empujón. En uno de los vuelos, un soldado le preguntó a un sargento si era cierto que tenía órdenes de dispararle a quien se negase a saltar. “Esa es la orden que he recibido”, fue la respuesta, después de lo cual nadie volvió a abrir la boca en todo el viaje. Sidney Ulan, piloto del 99.º Escuadrón de Transporte, estaba mascando chicle cuando, de repente, la boca se le quedó seca por el miedo. En un instante, aquello se convirtió en un infierno. Explosiones, municiones trazadoras de color rojo, azul y amarillo y haces de luz procedentes de reflectores in-

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mensos iluminaron el cielo. Las baterías antiaéreas alemanas les habían descubierto. “Parecía imposible que atravesáramos aquel muro de fuego sin ser derribados, pero no tenía alternativa. No había vuelta atrás”, recordaría Ulan. Las balas traspasaban las alas y el fuselaje de aquellos aviones de pasajeros sin dificultad. Para el soldado John Fitzgerald, del 502º Regimiento de Paracaidistas, el sonido de los proyectiles rompiendo la carcasa del avión era como “el estallido de unas palomitas”. Los pilotos aumentaron la velocidad. El plan era volar a 150 km por hora o menos para permitir el salto de los soldados, pero al mismo tiempo esto los convertía en un blanco fácil. Los aviones subieron hasta 240 km por hora y 600 m de altitud, a la vez que se lanzaban a derecha e izquierda en maniobras evasivas desesperadas. Dentro los soldados

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La caída de Cherburgo fue un paso decisivo en la lucha por conseguir un punto de apoyo en el continente europeo. Aunque aún no se había logrado expandir las cabezas de puente tanto como hubiera sido deseable, los aliados ya no se detuvieron. La gravedad de la situación se hizo patente para un oficial de las divisiones Panzer que, en plena batalla de Normandía, sacó tiempo para escribir esta carta a los suyos: “La lucha en el oeste ha comenzado. Ya puedes imaginar lo mucho que se nos necesita y el poco tiempo que queda para escribir. Es ya una cuestión de todo o nada, de si nuestra amada patria sobrevive o perece... Estamos a las puertas de la batalla definitiva”. ■

Bolsillo para municiones.

Recubrimiento de fieltro para la cantimplora.

Pala plegable para cavar hoyos de protección.

Cuchillo bayoneta M1.

tenían un refuerzo especial en los tobillos, protección contra las rozaduras y suelas antideslizantes.

El cinturón de las municiones iba pintado con colores de camuflaje e incluía equipo de protección contra la lluvia y mascara antigás. Podía llevar 80 cargas para el rifle Garand.

Los clickers servían para distinguir a los amigos de los enemigos por la noche. La respuesta a un clic debía ser un doble clic.

Kit de primeros auxilios.

Bolsa con máscara antigás.

tras bajaba se cubrió instintivamente la cara con las manos para protegerse de los miles de balas que silbaban a su alrededor. En sólo treinta segunAl saltar, muchos de los hombres se dieron dos habían muerto dos cuenta de que por debajo de ellos volaban de su grupo. Los paraaviones. Otros vieron cómo su propio apacaídas se les rato caía en picado. Casi todos habían quedalos aviones recibieron algún El 40% de los do enganchados a los árboles tipo de impacto. Uno de los soldados de la y, allí colgando, fueron blanco pilotos rompió el silencio por Aerotransportada fácil para los alemanes. radio con un grito desespera101 resultaron Don Ross, del mismo regimiento, do: “¡Tengo un paracaidista heridos, atrapados o aterrizó justo al lado de un centienganchado a un ala!”. Otro le muertos en las nela alemán y se vio rápidamente contestó: “¡Reduce la velociprimeras 24 rodeado por cinco soldados que lo dad para que pueda zafarse!”. horas. arrastraron hasta un seto mientras En medio del caos, el soldado le gritaban cosas incomprensibles. Ray Calandrella, del 506.º RePensó que sería ejecutado en el acto, pero engimiento de Paracaidistas, se sentó a mirar tonces apareció un oficial alemán que, en inpor la ventanilla: los proyectiles antiaéreos glés, dijo que su hermano había sido capturaexplotaban justo al lado. Entonces se endo por los americanos y que quería asegurarse cendió de pronto la luz verde y, en sólo diez de que se respetara la Convención de Ginebra. segundos, el grupo entero tuvo que arrojarse A aquellos que consiguieron llegar sanos y al vacío sobre un área plagada de alemanes. salvos al suelo les esperaba una complicada Calandrella fue de los últimos en saltar. Miensalían disparados en todas direcciones en un revoltijo de brazos, piernas, armas y vómitos.

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15 km

que su estado mayor transmitió por radio el 25 de junio. “El general participa en la batalla. ¡Larga vida al Führer y a Alemania!”. Cuando, finalmente, los americanos entraron en Cherburgo, descubrieron que las tropas de ingenieros alemanas habían hecho volar en pedazos el puerto. Les llevó varias semanas repararlo para que pudiera utilizarse de nuevo para el desembarco de tropas y suministros.

LA NOCHE ANTES

EL EQUIPO DEL SOLDADO

La granada MK II era conocida como “la piña” por su aspecto. Estaba llena de TNT y resultaba mortal en un rango de cinco metros.

■ Después de retirarse de Villers-Bocage, Montgomery puso todo su empeño en romper las líneas enemigas y trató de conquistar Caen el 26 de junio. Pero los 60.000 efectivos británicos sólo lograron avanzar 8 km en cuatro días y la ciudad siguió en manos de los alemanes.

■ Los tanques Tiger cogieron

noche volvió con refuerzos de la 2.ª División Panzer, pero para entonces la Brigada Acorazada 22 ya estaba sobre aviso. El combate fue feroz y los aliados repelieron la ofensiva, pero Erskine, muy afectado, en lugar de enviar refuerzos a Villers-Bocage, optó por la retirada de sus tropas mientras la 2.ª División Panzer atacaba sin descanso. Entretanto, la Fuerza Aérea había reducido la villa prácticamente a escombros. Los franceses que habían dado la bienvenida a los británicos con flores y sidra yacían ahora muertos o heridos o habían escapado. A Montgomery le costaba admitir que no todo iba según lo previsto en Normandía. Incluso después del desastre estratégico de Villers-Bocage, le escribió a Churchill: “La lucha marcha bien en el punto de con-

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Simone Segouin, 18 años, símbolo de la Resistencia, en las calles de París con un subfusil MP 40 arrebatado a los alemanes.

LOS ALEMANES DESTRUYEN EL PUERTO

romper las tenaces defensas repelida por las divisiones Panzer y otras agrua últimos de junio, los paciones alemanas. No obstante, consiguieron manes supervivientes salieron en desbandada. alemanes habían reducido el puerto a escombros. llegar hasta el río Orne y sumarse allí a los “Ya ha visto usted cómo se hace”, le dien las garras de los nazis, sufrirían paracaidistas que, pese a su inferioridad numéjo Cota al capitán al regresar a su lado. Y rica, luchaban bravamente en sus márgenes. interrogatorios bajo torturas antes detoda que añadió que quería que la división se A los soldados de la 51.ª les impresionaron las enterase del episodio porque, aunque los los matasen. especialidades germanas: incursiones breves hombres habían sido entrenados para la y muy violentas, repentinos bombardeos con invasión, les quedaba mucho por aprender mortero y fuego concentrado. Un miembro en sus primeros días en suelo normando. de la Highland lo describió como “una furia CONTRAATAQUE FALLIDO fría y mecánica, pero personalizada. Cuando E   ■ El 7 de junio, 6.000 soldados te disparan, eres el único blanco. Te apun     alemanes se aprestaron a lanzar su tan a ti y sólo a ti con todo su chirriante y Montgomery también había aprendido algo: primer gran contraataque en Sainte-Mère-Église. estruendoso veneno”. Tanto los debía cambiar de táctica si Pero la confusión en las soldados rasos como los oficiales se quería tener alguna posibifilas alemanas paralizó derrumbaron físicamente en ape61.732 bajas entre lidad de conquistar Caen. El la ofensiva, lo que muertos, heridos permitió a soldados nas unas horas, ante el asombro de 10 de junio, se reunió con los y desaparecidos: americanos como los paracaidistas de Orne, que no generales Dempsey y Bradley Elmer Habbs tomarse ese fue el podían creer lo que veían. Aqueen un prado cercano a Portun descanso. balance aliado en Normandía a fi nales llas entrenadas y experimentadas en-Bassin, a mitad de camino de junio. tropas de élite de Montgomery entre Omaha y Gold, donde resultaron mucho menos duras de británicos y americanos habían lo esperado, así que la idea de que logrado hacer confluir a las llegaran a Cagny para contribuir al gran ataque fuerzas de ambas playas. Extendieron un mapa sobre Caen fue discretamente descartada. sobre el capó de un vehículo y Montgomery IC AS les explicó que los británicos y los canadienRA ÚN ERT ses tenían que efectuar un movimiento de E   DE GU S frente, pinza: mientras la 51.ª División Highland se En el otro el jefe de la 7.ª DiviNA UI desplazaba al este de Caen para atacar la ciu-M ÁQ sión Acorazada, Erskine, se disponía a los soldados sidra y pan con mantequilla. a ar de a el ful e- Andad desde Cagny, las “Ratas del Desierto” de Al noreste de la villa había una colina, bautiavanzar hacia el pueblo de ecíVillers-Bocage. par gru e as unreconocimiento po qu unidad la 7.ª División Acorazada harían lo propio por zada por los aliados Colina 123, cuyo control tes envióun a su tramejor abade llo. Us a expresión conflanco, cuelugar e y un al en la izquierda, a través del flanco americano de iformpor era esencial para asegurarse el de la localidad. de frontalmente, como ollado le daban un Ian Hamun enr e tese vio que había ela Tilly-sur-Seulles. Las “Ratas del Desierto” El teniente coronel Cranley, al mando de los se le había ordenado. Pronto su abu de pasta qu bió el tenien n. Pero el r as habían luchado a las órdenes de gafcometido tiradores de primera, envió al Escuadrón A uncri error, pero laisió maniobrasempezó S NApreviamente des sas ada po ya a su div rra AsíLaleBrigada cre eAcorazada LA S MIlaenpla el Montgomery el norte de África, lo mismo a la Colina 123 y se dirigió hacia allí en su coe”. bien. 22 de la 7.ª División ÍA ent e RR salvaj piaba bor con teneci inas de gue odoxas qu JO BAgre n, per tam quejolalim 51.ª División, y éste consideraba que che. Pero cinco tanques Tiger se escondían llegó a Villers-Bocage a las 8:00 del 13bar det.junio NG RE s ort máqu merto Cuando má las Ho EL CA rman Can. Llevaba un n e as. bol eran os de grupos y sus mejores bazas. Pero es qu sorprendente facilidad. villa era un oben un bosquecillo cercano; enterados de que s no era eniLa ■ El Sheas ocultas ambos casocon adas en la arena s se inado los Ing simportante enadiferencia entre la guerra ordestratégico ban de min enas termin había una enorme jetivo y sus habitantes les habían abierto una brecha en sus líneas, cad ada sub ada . los n llam as. Lasonaciones 43 cadgiraban, hor min as con en desierto y el frente de Normandía. La 51.ª jeferecibieron losaliados, arrolos alemanes habían enviado refuerzos para las el . Fuero con entusiasmo a estas detonar catorce det s giratori tas.   ena a de los tanques y ofreciendo Cad pun jando flores al paso cerrarla. El legendario conductor de tanhacían ban cadno logró ni aproximarse a Cagny antes de ser a la de en las    similar bolas cambia ques Michael Wittmann y sus cinco Tigers E     a situación ques llegaron un tan eran la avanzadilla. En cuanto tuvo delante BA RV   evitar o losVIDA es de MA N NQ UE S de nd qu n ER FINANZAS......... COTIDIANA.... fi CULTURA........... TECNOLOGÍA..................... TECNOLOGÍA blo al Escuadrón A, irrumpió desde el bosque y EL SH AB A TA dado Con el en la que, cua ron con de los AT tra , uno con e, RE SC ículo Blin para disparó uno por uno a todos los tanques briencon calles Diepp ión a ipado ■ El Veh dad, se truían las uperac utilizab tánicos con su potente cañón de 88 mm. a la ciu , fue equ losivos de Rec(BARV) se ículos LA TORMENTA SEoABATIÓ que obs SOBRE AVRELOS MULBERRIES exp e Playa rescatar vehmarea. cement el llamado co lleno de rmigón. Fu Aprovechando el caos reinante, Wittmann dejó AS táli para dos en la rior ques,sobre r meinuti atrás al Escuadrón A para lanzarse sobre Vir. s de ho El 19 de junio, setan desató ello, laado llegada ÚN IC atrapa par te infe erior ricaday, conura vol tenedo ir barlizados ER RA as bajo llers-Bocage. Entró por la calle principal, atacó un con la peor las costas de Normandía refuerzos y suministros Con la que y la sup destru decub o de bas V ondid un de DE GU esc az el de tan co, el BAR ra S tormenta de los últi mos cuarenta primero la posición de los tiradores y a conticap aron minassufriót retrasos como imprescindibles UI NA de bar naba en tiertenía ocifido bar creLa. En la nuación al Escuadrón B. Pilló a todos despreveaños. Los dos muelles cialesr la pla de ya díasde y hastaHo semanas. conarti M ÁQ de funcio El tanque pio. s an pia erm conocidos como Mulberries positiva,jo sinSh embargo, eniero Para lim, los ingparte y mar. n un perisco un ar- nidos: muchos ni siquiera estaban dentro de los bié ron la que habían sido remolcados a es que, degre haberse seguido uería Can na, e nta el tam are req qu al, mo rt la tanques o preparados para disparar, y aquellos lo, través del Canal de la Mancha elato Díario e especi sugerencia Overlord Percy Hoba vehícude posponer bor gir bola. Con tanqude ntal del que sí lo estaban vieron con frustración el esmo la ral para contribuir a la rapidez D para 14un díastam más tarde, s ala te fro con que cular co en un te gene ían su la descarga de bienespar y enseresde aceflro ota invasora seas habría dado ían caso daño que sus tanques Cromwell eran caespecta es. El tenien ores que ten minad enas hacfuerza zón ter tan s cad n ma . en las playas, quedaron casi de bruces con esta tormenta. paces de infligirles a los muy superiores Tigers. lar s ovad cadena eració andía bor, las na con tal ctacu SE os, para otro llevaba ón del tam LA BA Una op armas espe de tanques inn yas de Norm tímetr Wittmann se retiró después del ataque y por la Rampas en la are PO NÍA movía, n s. la rotaci golpeasen de veinte cen . Como se BR AS lo. tambié lló un arsenal les en las pla tanque ALFOMcon bobina el sue minas bolas jeros palos en DE las con las cia a agu de R rro ar que n do pe lon otros DO on aba ipa Fardos desa tareas es ra de a LO CA este tan que dej vía para det ro fue equ spasar las as. s EL CO dida que una alfombestable par se habrían y ram car ser a. tra l s me do, el do , propia ndí A tía ■ . nal mi lo cua ositan base má otro mo Norma a adicio rra que per ino alemanas iba dep aba una es que, de playas de tan mejor sie Esto crelos militar na de las de esp codrilo, un tente una po de alambre Co vehícu o en la are lamas. CA fue el as lanzal litros de TEN DÍA hundid EL AR barrer ento único la CH ILL con un 15 a cubrir CH UR Otro inv hill armado entada con ojar una Lona par la playa. 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tanas. En medio de las explosiones, los alecontra la ocupación. FFFF Sabían que, si caían

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aires. El sabotaje de las comunicaciones

tarea: encontrar sus unidades. Después de haberse visto envueltos en las nubes y haber sufrido tan intenso bombardeo, habían ido cayendo en distintos sitios de la península y algunos regimientos se encontraban desperdigados a lo largo de veinte kilómetros. El capitán Gibbons, del 501.º, tardó una hora en dar con otro hombre. Hizo sonar su cricket clicker una vez y esperó la respuesta en clave, que debía consistir en un doble clic. Cuando éste llegó, se sintió como si hubiese rejuvenecido mil años: “Los dos avanzamos hasta que pudimos tocarnos. FFFF Yo susurré mi Los soldados aliados llevaban consigo diccionarios para poder pedir ayuda a los civiles franceses cuando la necesitasen.

EL DÍA A DÍA EN LA RUTA DE OREGÓN

Dos colonos y una moneda de castor UN PIONERO SE DIRIGE HACIA LAS MINAS DE ORO DEL OESTE, PERO SE VE OBLIGADO A HACER UN ALTO EN EL CAMINO. ASÍ CONOCERÁ –Y NOSOTROS CON ÉL– LA HISTORIA Y LA VIDA COTIDIANA DEL DURO SENDERO QUE OTROS MUCHOS RECORRIERON ANTES. Por José Ángel Martos, periodista y escritor

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EN BUSCA DE FORTUNA. La difícil geografía estadounidense puso en jaque, en muchas ocasiones, a aquellos primeros emprendedores que habían puesto su meta en el Oeste, que en aquel momento simbolizaba la oportunidad de llegar a poseer tierras, trabajar en explotaciones de plata y oro y, en definitiva, vivir una vida mejor y más próspera.

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on los caballos al borde del agotamiento por la subida, avisté al fin el puente Sherar sobre el río Deschutes. En aquel lugar, el curso del agua baja espumoso y bravío, después de acelerarse por una pequeña cascada. La vista era perfecta y limpia. La primavera de Oregón se alzaba con el agua abundante del deshielo que iba filtrándose desde el pico del nevado Monte Hood, a casi 3.500 metros, muy distinta del clima lluvioso en esta época en San Francisco, de donde venía. Detuve la diligencia ante la barrera del peaje del puente. Era la primera vez que lo iba a cruzar. De la estación de diligencias salió un hombre, que se dirigió hacia mí. Con levita, chaleco y corbata de color oscuro, que contrastaban con su blanca camisa, su visión me hizo sentir un poco de calor, a pesar de que refrescaba mucho al caer la tarde. El hombre era calvo y de cejas pobladas, pero el rasgo que más llamaba la atención en él era su barba de chivo, larga y tan recta y cuadrada que parecía un mantel que le cubriese la mandíbula.

PRIMERAS IMPRESIONES. No acudió con revólver ni rifle, pero sí cortaba distraídamente una rama de pino con un bowie, el famoso cuchillo de hoja larga omnipresente en todo el Oeste desde que el legendario aventurero James Bowie –antes de convertirse en un mártir en El Álamo– lo popularizase. El arma parecía de la mejor calidad. Me fijé en que tenía cuidadosamente tallada una muesca española, redondeada en la base de la cuchilla, cerca del mango. Ese detalle de refinamiento estaba al alcance de pocos artesanos y tenía que haberle costado sus buenos dólares al dueño del peaje. —¿Va a cruzar usted ahora mismo? –me dijo a modo de saludo–. No encontrará hotel ni posada hasta dentro de bastantes millas, y para entonces ya será noche cerrada. No se lo recomiendo –aconsejó, de forma interesada, mientras señalaba hacia un edificio contiguo a la estación, un pequeño hotel cuya pintura blanca sobre la madera todavía no había sido castigada por el sol, la lluvia o el viento. Debía hacer muy poco tiempo que el hombre que jugueteaba con el cuchillo entre sus manos había abierto las puertas del local. —Quizás sea buena idea dejar que transcurra la noche y darle una oportunidad a su cocinera para demostrar lo que sabe –contesté, mientras veía el humo que salía de la chimenea del edificio. —Tenemos carne de caza recién traída. Ayer, yo mismo capturé un par de antílopes –ante mi cara de escepticismo se vio obligado a explayarse–. Quizás usted los conozca con el nombre de berrendos, o quizás simplemente en el lugar de donde viene ya se hayan extinguido. Aquí los llamamos antílopes, porque son muy parecidos al animal africano. Jane, mi esposa, es una excelente cocinera. Saldrá usted con fuerzas para su siguiente etapa. ¿Hacia dónde se dirige? —Voy a The Dalles, y desde allí a las minas de oro. Transporto herramientas y utensilios. He hecho un largo camino. —Sí, ya sé. Yo mismo lo cubrí durante varios años. Tuve un negocio de transporte de carga antes de instalarme aquí, junto a la cascada. Eche usted el freno, desmonte el tiro de sus caballos y deje que mis ayudantes indios los lleven al establo. Seguiremos hablando en el salón. Mientras un par de jóvenes indios acudían presurosos a la indicación del hombre, que se identificó como Joseph Sherar, éste me hizo pasar a un amplio salón. El hotel tenía tres plantas y treinta y tres habitaciones. Sin duda, era el mayor alojamiento de los alrededores. Sherar se sentó en una mecedora delante de mí y, mientras nos servían un vaso de aguardiente, con el pulgar de la mano derecha empezó a jugar con una moneda a la que hacía dar saltos en el aire sin que se le cayera ni una sola vez. Luego me la enseñó. “Seguro que nunca ha visto una como esta”, dijo. Me la dio por la cruz. “130 G. NATIVE GOLD 5 D”. Era una moneda de 5 dólares fabricada con más de un centenar de gramos de oro. Alrededor tenía una leyenda circular que rezaba: “Oregon Exchange Company”. Nunca había oído hablar de una compañía tal, y me sorprendía que

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UN TERRITORIO INDÓMITO. Mientras sonreía mirando su moneda, Sherar añadió: “Las requisó todas, o casi todas, ofreciendo un cambio generoso por ellas. Luego se las llevaron a la fábrica de moneda y timbre de San Francisco para fundirlas”. —Vaya, este es un territorio indómito. —Y que lo diga. Casi todos los que tocaron estas monedas eran tramperos, cazadores y mercaderes, o marineros que querían cobrar su soldada y gastársela en alcohol. Hoy, en apenas diez años, se ha multiplicado la población de Oregón y la actividad es más variada, pero entonces casi todo el mundo vivía del castor. No es extraño que fuera nuestro símbolo más representativo. —¿Usted también se dedicó a ello? —Viví mucho tiempo en The Dalles y fui uno de los primeros en recorrer los caminos que, a través de estas montañas, conducen hacia el sureste, llevando cargamentos procedentes de las minas. Mis compañeros de aventuras y yo dimos nombre a muchos de estos lugares. ¿Ha pasado por un pueblo llamado Bakeoven? —Sí, anteayer lo dejamos atrás. —Nosotros le pusimos ese nombre (baker = panadero; oven = horno) porque, la primera vez que lo cruzamos, allí sólo había un horno de arcilla y piedra, construido por un panadero para poder venderles a los mineros de la cercana Canyon City pan de maíz o bocadillos de salchichas. —Entonces usted debió de ser uno de los pioneros del Territorio de Oregón. —Bueno, puede parecerlo por mis aventuras, pero es que aquí todo está por hacer y por recorrer, aún hoy, así que pioneros somos casi todos. El padre de Oregón fue John McLoughlin, su primer marshall, un tipo muy singular que atemorizaba con sólo verlo. Lo conocí en sus últimos años, cuando se convirtió en tendero y regentaba los grandes almacenes más concurridos de la región. “De hecho, yo había llegado en 1855, cuando hacía al menos ya

CUANDO LLEGÓ A OREGÓN JOHN LANE, EL PRIMER GOBERNADOR, SE ESCANDALIZÓ POR EL USO DE LAS MONEDAS DE CASTOR 44

LIBRO

Pioneros, Willa Cather. Alba Editorial, 2015. Situada en una pequeña localidad de Nebraska a finales del siglo XIX, relata una historia de inmigración y supervivencia cuya figura central es Alexandra, una valiente joven que, a la muerte de su padre, debe hacerse cargo de la familia.

EL PADRE DE OREGÓN. Así fue llamado el canadiense John McLoughlin (abajo). En 1846 se había trasladado con su familia hacia el sur del río Columbia, en lo que hoy es el Estado de Oregón. Asentado en Oregon City, daba la bienvenida a los colonos desde su almacén general.

diez años que las caravanas de diligencias recorrían el Camino de Oregón. Ese mismo año entró en funcionamiento el Ferrocarril de Panamá, que vaciaría mucho la senda. Aunque, a pesar de todo, continuaba siendo una tarea de titanes. “Recuerdo que, cuando lo atravesé, viajé primero a Misuri desde Nueva York, donde había vivido con mis padres irlandeses, y lo primero que hice fue comprar una guía en Independence, la ciudad desde la que se solía partir. Detallaba las rutas más rápidas, las etapas, los mejores pasos en las zonas difíciles, e incluso recomendaba las cantidades de comida necesarias para cubrir la travesía: 90 kilos de harina, 68 kilos de beicon, 4,5 kilos de sal y café y el doble de azúcar. Por supuesto, durante el camino había que aprovisionarse de carne de búfalo a medida que la ocasión iba surgiendo, o cuando algún oportuno indio se acercaba a la caravana a ofrecer sus piezas.

LAS CIUDADES FANTASMA. “Era el inicio de la primavera y a Independence no cesaban de afluir gentes del Este, como si aquello fuese el puerto de Nueva York. Al principio del camino coincidí con una caravana de mormones, que se dirigían hacia Utah. Muchos tiraban ellos mismos de sus carros de mano, sin cabalgaduras ni bestias de carga. Insistieron mucho en realizar una parada en un lugar llamado Far West, una localización que no aparecía en los mapas de mi guía. Pensé que era una fantasía o una broma, con ese nombre tan profético. Pero existía, o había existido, mejor dicho: era una ciudad fantasma en el mismo Misuri. La habían fundado los propios mormones en 1836 porque, según unos de sus profetas, allí había estado el Paraíso del Antiguo Testamento. A los habitantes de Misuri no les gustó nada que se levantara un edén mormón y montaron en cólera. El gobernador GETTY

pudiese emitir monedas. ¿Era eso legal para el Gobierno Federal? La giré y me encontré con la imagen de un enorme castor sobre un tronco, que ocupaba todo el anverso. Debajo, las letras “O.T.” –que supuse debían significar Oregon Territory– y una fecha: 1849. Encima, unas letras más misteriosas: “K.M.T.A.W.R.G.S.”. —¿Es esto un jeroglífico? –pregunté a Sherar. —No se trata de un mensaje oculto ni especialmente importante. Simplemente, son los apellidos de los fundadores de la fábrica de moneda en Oregón, la Exchange Company, que quedaron así crípticamente mencionados para la posteridad. Sólo se hicieron 6.000 piezas como esta. Las llamaban “las monedas de castor”. —Pero ¿el Gobierno les dio permiso? —¡El Gobierno! –repitió Sherar con un deje de ironía–. Aquí por entonces sólo había una autoridad provisional. Los señores legisladores del Este, en Washington, a miles de millas, habían aprobado la creación del Territorio de Oregón un año antes, en 1848, pero aquí hacían falta cosas más prácticas: la necesidad no entiende de leyes. Y eran imprescindibles las monedas, ya había casi 13.000 habitantes. Practicaban el trueque, pero resultaba insostenible. Así que emitieron estas piezas de cinco dólares y luego fabricaron también otras de 10 dólares. Cuando llegó el primer gobernador, el general John Lane –el héroe de la guerra contra los mexicanos, ya sabe–, se escandalizó. “¡Los castores son ilegales!”, clamaba agarrando un puñado de monedas.

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CARAVANAS, FUERTES, MONTAÑAS... Sherar prosiguió: “Había muchos momentos así de difíciles pero la vida seguía en las caravanas, imponiéndose a todas las dificultades. Surgían los romances e incluso se celebraban bodas, la mayoría en Fort Laramie, a medio camino, donde había sacerdote y casi todo lo que se pudiese necesitar. Existía una palabra para definir el jaleo que montábamos en la noche de bodas para molestar a los recién casados: shivaree (cencerrada). Pero lo más impresionante fue cómo en varias ocasiones en aquella expedición una mujer se alejó de la caravana y volvió al cabo de unas horas como si nada hubiese pasado, y a su regreso ya no estaba sola: acababa de dar a luz. Y la caravana continuaba su ruta”. —¿Su mujer le acompañó en la caravana?

BUSCANDO SU SITIO. Entre 1847 y 1860, más de 43.000 colonos mormones (en la foto, en sus carromatos en caravana) y decenas de miles de viajeros de la ruta de California y la senda de Oregón buscaron fortuna en dirección al actual Estado de Utah.

—No, Jane apenas era una niña de siete años cuando yo recorrí la Ruta. Es quince años más joven que yo. Pero llegó antes a Oregón, en 1850, cuando sólo tenía dos. Sus padres vivían en Chicago. Aquella ciudad crecía demasiado y les empezaba a resultar opresiva. Querían buscar nuevos horizontes. Con el padre de Jane, que murió el año pasado de malaria, compartí muchas experiencias de la Ruta de Oregón. A él también le parecía que lo más dificultoso del viaje comenzaba cuando, después de atravesar Kansas y Nebraska, llegabas a Wyoming, que por entonces todavía no se llamaba así. La ruta se volvía muy complicada: había que cruzar las Montañas Rocosas.

Cinco dólares que hoy se multiplican por 25.000

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a moneda de cinco dólares con la que juega el protagonista de esta historia existió realmente y, aunque tuvo una escasa vida de curso legal, el paso del tiempo se ha encargado de devolverle protagonismo. En 2006, un coleccionista estadounidense adquiría una en subasta por un precio muchísimo mayor que el marcado en su faz: 125.000 dólares es lo que pagó el interesado, es decir, 25.000 veces su valor original. El precio estaba justificado por la rareza de la moneda: se acuñaron menos de 9.000 piezas originales de 5 dólares y otras tantas de 10 dólares. Hasta entonces las transacciones se realizaban en Oregón mayoritariamente mediante trueques, para los que se utilizaron productos habituales en la región como el salmón y, por supuesto, la piel de los castores. Pero ASC

armó una milicia de 2.500 hombres que puso a Far West bajo asedio. Cuando se rindieron, los líderes mormones fueron encerrados y los demás partieron a Utah. Far West quedó completamente deshabitada, con su iglesia nueva y reluciente pero completamente vacía. “Luego me separé de los mormones y seguí el camino a lo largo de cuatro Estados: Kansas y Nebraska eran territorios de grandes praderas, donde nos teníamos que preocupar de sortear las estampidas de búfalos y de vigilar a los indios que se acercaban a nosotros, aunque la mayoría de ellos lo hacían con interés de intercambiar carne o pieles de búfalo por alguno de los productos que llevábamos. Las pieles nos fueron muy útiles para vadear los ríos con las carretas, porque aquel año había nevado mucho, el deshielo fue muy fuerte y ríos como el Platte bajaban caudalosos”. —He visto naufragar más de una diligencia en los ríos de California. —Sí, es evidente que puentes como el que he construido aquí son la mejor opción. Tuve que realizar una gran inversión de varios miles de dólares, no lo dude. Por eso es lógico cobrar un peaje. En aquella Ruta de Oregón de 1855 apenas había puentes. Así que, para superar los cursos fluviales, primero les quitábamos las ruedas a los carromatos, luego los impermeabilizábamos con pieles de búfalo y por último los subíamos encima de unas balsas de troncos.

el aumento de las relaciones comerciales hizo que también se utilizasen otras materias traídas de más lejos y, por ello, más exóticas. Así, se intercambiaban especias de México e incluso azúcar del Perú. No por casualidad la autoridad provisional de Oregón (que hasta 1846 estuvo en disputa entre Gran Bretaña y Estados Unidos) decidió emitir la moneda en 1849, ya que la fiebre del oro californiana provocó que unos dos millones de dólares en el precioso metal llegasen a Oregón, pero las discusiones en torno a la pureza de éste y la picaresca al mezclarlo con otras aleaciones eran fuente de acaloradas polémicas sobre su valor. No obstante, el gobernador enviado desde Washington D.C. cercenó con rapidez esta autonomía monetaria del Estado.

Para los coleccionistas, la moneda de oro con un castor tiene un valor enorme.

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LA RELACIÓN CON LOS INDIOS. Sherar fijó de nuevo su mirada en la moneda del simpático castor. De repente, pareció olvidar de un plumazo la epopeya que me acababa de explicar y volvió a centrar su atención en el vil metal. —Y no se sorprenda de que aquí quisieran emitir su propia moneda. La mano del Gobierno apenas se dejaba

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INEVITABLES CONFLICTOS CON LOS COLONOS. En el sudoeste de Oregón vivieron los takelma (también llamados dagelma; en la foto, una familia en 1880), nativos norteamericanos reubicados en 1853 por la fuerza por el gobierno estadounidense.

Fort Laramie, un fuerte muy acogedor

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o más parecido a un pueblo que podían encontrar los aventureros que se internaban por la Ruta de Oregón era Fort Laramie, en el actual Wyoming. Construido en 1834 con otro nombre, fue adquirido por el Ejército en 1849, de forma que siempre contaba con una importante guarnición, lo cual era una garantía de seguridad. Pero no sólo estaba habitado por militares, sino que acogía muchas actividades civiles que ayudaban a hacer más llevadera la senda hacia Oregón, de la que se encontraba a mitad de camino. En el fuerte había herrería, tiendas para adquirir provisiones e incluso una cantina, que un viajero de la época calificó de “lóbre-

ga”. Por cierto, que la apariencia de Fort Laramie, hacia mediados del siglo XIX, cuando arreciaron las guerras indias, no era la de una fortificación protegida por largos troncos de madera, como nos lo presentan las películas del Oeste. El mismo viajero anterior explicaba: “Los barracones, los almacenes, las oficinas y los cuartos de los oficiales están todos construidos en piedra encalada. Parece más un pueblo hispanoamericano que un puesto militar de Estados Unidos”. Lo mismo le ocurría a la residencia del general al mando: “Esta casa de dos pisos con porche cualquiera la tomaría por un hotel en Panamá u otro lugar de Centroamérica”.

La parada del pionero en Fort Laramie (en la ilustración) le permitía descansar y aprovisionarse para la Ruta de Oregón.

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—¿Cómo lo lograban? —Algunos conductores eran expertos. Y también ayudaban mucho los consejos y los mapas de la guía. En ella aprendimos que existe un paso por el sur de las Rocosas, antes de llegar a una terrible cordillera llamada Wind River, donde se puede cruzar a tan sólo –por decirlo de alguna manera– 2.230 metros de altitud. Lo había descubierto un comerciante de pieles muy atrevido, John Astor, al regresar de una expedición en el invierno de 1812-1813. —Debió ser un gran alivio cruzarlo. —No podías confiarte ni siquiera entonces, porque a continuación venía Idaho, que se hacía inacabable por el cansancio que llevabas acumulado para entonces en el cuerpo. Al entrar en aquel territorio, a la sombra de las Rocosas, volví a ver mormones, que viraban hacia el sur para dirigirse al Gran Lago Salado. Pero yo recorrí el Estado de parte a parte: entré en Oregón y, cuando creí que lo más difícil había terminado, llegaban las Montañas Azules (Blue Mountains). Eran un obstáculo formidable, con gigantes blancos como el Elkhorn. Había que encontrar pasos por donde sortearlos. En total recorrí casi 4.000 km.

sentir y la economía la requería. Hasta los indios usaron estas piezas, porque entendieron que con ellas podían conseguir más productos que con sus intercambios. —Aquí también hubo guerra contra los indios... —Sí, las guerras en torno al Arroyo del Oso, o Río de los Truhanes (Rogue River), donde habían encontrado oro en 1851. La zona, de unas 28 millas, empezó a llenarse de mineros atraídos por la noticia, y los indios que vivían allí, los takelma, viéndose amenazados, entraron en cólera. Empezaron a hostigar a los mineros. El ejército acudió y los enfrentamientos degeneraron en toda una guerra. Ahora los indios ya no están allí; en 1853, con el tratado de paz que finalizó la contienda se les ofreció una reserva en Table Rock, una meseta volcánica. Aunque también tuvieron que marcharse de allí: el invierno de 1855 fue un desastre para ellos, en aquella meseta hacía mucho frío y tenían poca comida, y además se desató una epidemia. Ya sabe que ellos nos culpan a nosotros de haberles traído todas las enfermedades del hombre blanco. —Sí, y quizás no les falte razón, ¿no le parece? En la zona de California de la que provengo, el río de los Americanos, en el valle de Sacramento, los tramperos de la Hudson’s Bay Company que vinieron a cazar castores trajeron con ellos la viruela en la década de 1830. Las cuatro tribus de indios que habitaban en aquellos parajes (los maidu, los miwok, los nisenan y los wintun) resultaron diezmadas. Más del 70% murieron y la mayoría de sus poblados quedaron abandonados. Fue un espectáculo dantesco, insoportable para cualquiera que sea un buen cristiano. —No crea usted que yo soy un enemigo de los indios –se defendió rápidamente–. Como habrá visto, la mayoría de mis trabajadores son indios y ellos me ayudaron en gran medida a construir este puente que usted cruzará mañana. Y mi mujer, Jane, es muy popular entre ellos, por su habilidad con las hierbas y los medicamentos –Sherar pareció quedarse más tranquilo

AL ENTRAR EN OREGÓN, CUANDO PARECÍA QUE LO MÁS DIFÍCIL HABÍA PASADO, LLEGABAN LAS MONTAÑAS AZULES (BLUE MOUNTAINS)

después de explicarme esto, y yo también. Ahora hablábamos con mayor confianza–. Así que viene usted de esa celebérrima región del oro. ¿Conoce los lugares donde se descubrió primero? —En efecto. Fue en 1848, en el ramal sur del río. Lo encontró un carpintero, James Wilson Marshall, mientras estaba construyendo un aserradero para el dueño de la colonia agrícola de Nueva Helvecia, un aventurero venido de Suiza que se llama John Augustus Sutter. —¿Sutter? ¿No es el que ha fundado la nueva ciudad de Sacramento? —Eso es obra de su hijo, John Sutter Jr., que está peleado a muerte con el padre. Menuda historia la de los Sutter: dicen que el patriarca huyó de Suiza para evitar acabar en prisión por sus múltiples deudas. Estaba casado –parece que por obligación– con la hija de una viuda rica a la que había dejado embarazada, pero se gastó todo su dinero y se embarcó en un navío francés hasta Nueva York. Según me explicó él mismo, inicialmente siguió también el camino de Oregón, como usted. Cuando llegó era ya prácticamente invierno y él quería continuar viaje hacia el sur, cruzando los montes Siskiyou. Por suerte lo convencieron de que no lo hiciera, porque en aquella estación lo más posible es que hubiera muerto de frío y hambre. En cambio, Sutter compró un billete para un barco británico que se dirigía a las islas de Hawái, donde debería transbordar a otra nave que lo llevaría hasta la Alta California. Pero llegó tarde y la

TRAS EL METAL AMARILLO. Los primeros buscadores de oro (abajo, uno cribando en el río Colorado) que llegaron a California en 1848 vivían cerca de allí o se habían enterado de las noticias gracias a los barcos de las rutas más rápidas que salían de California.

perdió. Tuvo que quedarse allí cuatro meses, pero ese retraso le permitió hacer buenas amistades con gente de las altas esferas de las islas: cónsules y mercaderes, sobre todo. Así consiguió dinero para, al alcanzar por fin California, crear su propia plantación, con el permiso del gobernador mexicano, al que convenció diciéndole que una colonia sería una forma de asegurar la frontera contra los otros países que reclamaban el dominio sobre el lugar. Aun así, obligaron a Sutter a hacerse ciudadano mexicano para poder ser titular de tierras. Ahora bien, valió la pena, porque le otorgaron nada menos que 192 kilómetros cuadrados. —Caramba, eso es una enormidad. ¿Y su hijo?

EMIGRANTES POR DOQUIER. Se lo expliqué: “Llegó desde Suiza, casi sin conocer a su padre, cuando la fiebre del oro ya estaba en plena efervescencia. John Sr. se veía incapaz de contener la oleada de gente que había invadido su finca y decidió cederle otras tierras sin explotar a su hijo, por si él se veía con fuerzas para gestionarlas. A John Jr. se le ocurrió que en esos terrenos podría levantar una ciudad para los recién llegados. Y, en lugar de bautizarla con el nombre de su padre, Sutterville, que es lo que a éste le hubiera gustado, decidió llamarla Sacramento, el nombre del otro río que atraviesa el valle. Desde entonces están peleados, seguramente también porque la idea del hijo tuvo más éxito y perduró más que las del padre. Hoy viven en Sacramento más de 7.000 almas”. —Dicen que aquí arriba la vida es peligrosa, pero para ustedes en California tampoco es sencilla, a pesar de sus adelantos. Nos han llegado noticias del trágico accidente de un barco. —Sí, lamentablemente es cierto. El motor del vapor Pearl explotó cuando se encontraba en la confluencia del río de los Americanos y del Sacramento. De los 93 pasajeros que abarrotaban la embarcación, murieron entre cuarenta y sesenta, muchos de ellos chinos, que eran el grupo más numeroso en el pasaje. Los cuerpos mutilados de estos pasajeros orientales quedaron tendidos a ambos lados del río. También se hundió un tesoro: todo el dinero y haberes que transportaba una diligencia de la Wells, Fargo & Co. —¿Cómo es posible que la mayoría del pasaje estuviera compuesto por chinos? —¡Eso no es nada extraño en California! La población de todo el Estado es algo superior a las 500.000 personas, y de ellas casi 50.000 son chinas, prácticamente el 10%. —Aquí a Oregón no han llegado tantos, apenas unos 3.000. —El descubrimiento del oro de California coincidió con mucha inestabilidad política en aquel país –dicen que hubo una guerra civil– y enseguida se corrió la voz entre ellos sobre nuestras “Montañas del Oro”. De cada barco de Oriente descendían a centenares. Ahora muchos han dejado las minas, que están exhaustas, y se han empleado en la construcción de ferrocarriles por todo el país. —¡El ferrocarril! Lo cambiará todo cuando llegue con sus locomotoras de vapor. Ni diligencias como la suya ni puentes como el mío tendrán demasiado sentido. —Desde que la Union Pacific y la Central Pacific unieron sus raíles en 1869, no han dejado de venir más emigrantes del Este. Por tan sólo 40 dólares puedes comprar un billete de tercera. Y, aunque tarde de nueve a diez días en cubrir el trayecto y sus asientos de madera no sean en absoluto confortables, ¿a quién le importa eso frente a la perspectiva de cambiar de vida en MH el milagroso Oeste? GETTY

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UN ANTES Y UN DESPUÉS DEL FERROCARRIL. A partir de 1869, cuando la Union Pacific y la Central Pacific se unieron, las distancias se redujeron en gran medida dentro de Estados Unidos. A la izquierda, un cartel publicitario de las rutas ofrecidas desde Chicago hacia Nebraska, en el norte del Oeste.

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RETRATOS DEL FAR WEST

Pioneros más allá de la frontera

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EN TARJETAS POSTALES, EN REVISTAS Y EN LIBROS APARECIERON LOS ESCENARIOS DE LA VIDA EN EL RECIÉN ESTRENADO OESTE ESTADOUNIDENSE FOTOGRAFIADOS POR WILLIAM HENRY JACKSON. AQUÍ VA UNA PEQUEÑA MUESTRA DE SU TRABAJO. Por María Fernández Rei, filóloga

LA CÁMARA DEL LEJANO OESTE Probablemente, su nombre no aparece entre los grandes de la fotografía en Estados Unidos, pero William Henry Jackson (18431942) fue uno de los mejores retratistas de los paisajes del Oeste de ese país entre 1868 y comienzos del siglo XX. Su éxito entonces se debió a una buena combinación de habilidad e ingenio, de capacidad de trabajo y de talento, tanto artístico como empresarial. Jackson fue contratado por el director de la Comisión de Prospecciones Geológicas de Estados Unidos, Ferdinand Hayden, para que hiciese grandes expediciones anuales a regiones inexploradas del Oeste. La más conocida fue la que lo condujo, en 1871, a Yellowstone, cuya naturaleza despertó una gran atención mediática en aquel momento. Más tarde, entre 1875 y 1877, Jackson (abajo con su cámara, frente a la catarata del Parque Nacional de Yosemite) viajó a Colorado (en la foto, la población de Eureka en 1900), Nuevo México y Arizona.

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TESTIGO DEL DÍA A DÍA DE LOS PIONEROS En sus viajes, Jackson descubrió antiguas viviendas que habían sido levantadas en el borde de precipicios y estupendas panorámicas del Oeste, que para muchos supusieron la confirmación visual de los ideales del Manifest Destiny de Estados Unidos: las montañas de sus imágenes eran más largas y más elevadas; sus vistas parecían perderse más que las naturales en el horizonte y sus terrenos eran más escarpados e inhóspitos que los que ofrecía la topografía. Pero el objetivo de su cámara se centró también en recoger escenas cotidianas con las que se encontraba a cada paso en los lugares que recorrió. En la foto 1, la ciudad de Corinne, en Utah, que albergaba un gran número de ferreterías en su calle principal en 1869. En la 2 posa para Jackson un grupo de cowboys a caballo de un rancho texano llamado Cattle. Vemos en la 3 un cementerio de pioneros en Sweetwater (Wyoming). Al fondo, una caravana de emigrantes que sigue la Ruta de Oregón. De una duración de cinco a seis meses de viaje, permitía atravesar más de la mitad del continente. Partiendo de Misuri, cruzaban las tierras de lo que más tarde serían cinco Estados de EE UU: Kansas (1861), Nebraska (1867), Wyoming (1890), Idaho (1890) y Oregón (1859). En la foto 4, un rancho situado cerca del río Yellowstone en Montana, en 1872.

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UN ALTO EN EL CAMINO A principios del siglo XIX, la adquisición del territorio de Luisiana abrió un horizonte desconocido para los habitantes del este de Estados Unidos. La escasez de tierras, las depresiones económicas y la necesidad de oportunidades animaron a muchos a emigrar al Oeste. Estos esperanzados estadounidenses fueron llamados «pioneros» y se dirigieron principalmente hacia la región de Texas, al sur, o a la de Oregón, al norte. La mayoría de los emprendedores comenzaba su viaje en San Luis (Misuri), ciudad conocida también como “la Puerta del Oeste”. Era una travesía dura y llena de contratiempos, expuesta a enfermedades como la disentería y el cólera, frecuente en los emigrantes y que mató a muchos durante el camino. El medio más habitual de transporte eran las conocidas carretas o covered wagons, llamadas popularmente schooners, que eran tiradas por bueyes o mulas. En la foto, un campamento improvisado por cuatro hombres en algún punto del actual Estado de Texas.

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TRABAJO DURO PARA OBTENER RECOMPENSA El ferrocarril Union Pacific comenzó su construcción en 1865 desde Council Bluffs (Iowa) hacia el Oeste y Jackson fue testigo de cómo se erigieron algunos de sus puentes (1, Dale Creek Brigde, 1885). Si bien se había especulado con otras ciudades como punto de partida, las principales ventajas de Council Bluffs eran que estaba al norte de la región donde tenía lugar la Guerra de Secesión y que además era la ruta más corta para pasar al sur de las Montañas Rocosas en Wyoming, cruzando una tierra fértil apta para quienes se animaran a asentarse. Posteriormente, la empresa construyó nuevos ramales: el ferrocarril de Utah, que se extiende al sur de la ciudad de Ogden hasta Salt Lake City (3, trabajadores del granito para la construcción del templo mormón de esa ciudad, en 1872). Con el adelanto de las comunicaciones ferroviarias también se hacía más fácil el negocio del oro, porque no hay que olvidar que el objetivo de los pioneros en esas tierras ignotas era conseguir el preciado metal (2, buscador de oro en el pico Pikes, Colorado). La obra de William Henry Jackson llamó la atención del doctor Ferdinand Hayden, que lo invitó a participar en su expedición a través del río Yellowstone (4, el bote llamado Annie, el primero en surcar el lago Yellowstone, en Wyoming).

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DOSSIER

El nacimiento de una nación (y de su imperio) GETTY

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De la Segunda Guerra Mundial a la de Vietnam Pág. 62

La hegemonía global de Estados Unidos Pág. 66

El ADN de EE UU: del Oeste a Trump LOS VOTOS DE LA AMÉRICA RURAL DEL MEDIO OESTE AUPARON AL NUEVO PRESIDENTE ESTADOUNIDENSE, CUYOS ESLÓGANES HUNDEN SUS RAÍCES EN LA HISTORIA QUE AQUÍ CONTAMOS: LA DE UN PAÍS CONQUISTADOR, SIEMPRE EN LUCHA POR REDEFINIR SU FRONTERA.

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Por José Segovia, periodista

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CREACIÓN Y EXPANSIÓN DE EE UU

El nacimiento de una nación (y de su imperio)

HACIA EL OESTE EN BUSCA DE ORO. El enorme aumento de población entre 1810 y 1850 produjo migraciones masivas, estimuladas además por la fiebre del oro. En la foto, un minero en California.

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EL OBJETIVO DE ESTADOS UNIDOS DE COLONIZAR, CRECER Y CONQUISTAR NUEVOS TERRITORIOS ESTUVO PRESENTE DESDE SU INDEPENDENCIA. A LO LARGO DEL S. XIX Y HASTA LA II GUERRA MUNDIAL, SU IMPARABLE PROGRESO SE DIO A COSTA DE LOS PUEBLOS A LOS QUE SOMETIÓ.

DOSSIER I

1821-1945

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n 1821, el presidente estadounidense John Quincy Adams condenó el colonialismo británico y afirmó que Estados Unidos jamás caería en semejante sinsentido. Aborrecía la posibilidad de que su país se involucrara en “esas guerras en que el interés y las intrigas, la codicia personal, la envidia y la ambición asumen los colores de la libertad y la usurpan”. Aseguró que, en caso contrario, la política americana dejaría de defender la libertad y empezaría a usar la fuerza. Adams no quería que EE UU se convirtiera en el dictador del mundo. Pero la Historia se ajustó poco a sus deseos. De hecho, el objetivo de los gobernantes estadounidenses de colonizar, crecer

y conquistar nuevos territorios ya estaba presente en el mismo momento en que EE UU logró su independencia. Incluso antes, si hacemos caso a lo que dice el historiador de la Universidad de Yale Paul Kennedy: “Desde que los primeros colonos ingleses pusieron un pie en Virginia y empezaron a desplazarse hacia el Oeste, esta ha sido una nación imperial, una nación de conquistadores”.

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DE LA GUERRA CON MÉXICO A LA DE SECESIÓN. Tras la independencia de

México (1821), la presión de EE UU culminó con el enfrentamiento bélico entre los dos países, que concluyó a favor de Washington con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo de 1848. Éste estableció que México cedía más de la mitad de su territorio: los actuales Estados de California, Nuevo México, Utah y Nevada y partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma. Además, renunciaba a todo reclamo sobre Texas. Los estadounidenses estaban construyendo un país de enorme extensión que sería el pilar de su posterior poderío industrial, financiero y militar. Por aquellos años, el presidente James Monroe esbozó la política expansionista de la nación y los planes de exclusión de las tribus nativas. El periodista estadounidense John L. O’Sullivan acuñó en 1845 la expresión “Destino Manifiesto de Estados Unidos”, que suponía el derecho de su país de crecer y controlar el continente americano bajo el auspicio de la Providencia. Entre 1810 y 1850, el incremento de la población estadounidense fue enorme, pasando de 7 a 23 millones de habitantes. En aquellos años se produjeron las migraciones masivas de buscadores de oro hacia Montana, Nevada, Kansas, Nebraska y California. La tierra disponible para los colonos creció en una superficie casi similar a la de Europa occidental. Pero quedaba mucho terreno virgen en el interior y Washington no estaba dispuesto a dejarlo en manos de las tribus nativas, consideradas por los burócratas como atrasadas y bárbaras. En 1853, el comodoro estadounidense Matthew Perry atracó en la bahía de Tokio con cuatro buques de guerra. Se negó a levar anclas si antes no entregaba al shogún una carta del presidente de Estados Unidos en la que reivindicaba el derecho de su país a aprovisionarse y comerciar en Japón. Debilitado por las tensiones internas, el shogún tuvo que acceder a las peticiones de Perry. Ya antes de estallar la Guerra de Secesión, EE UU estaba dispuesto a convertirse en una nueva potencia que tuviera peso comercial y militar en el tablero estratégico mundial. Una década después de la llegada de Perrry a Tokio, el país sufrió una gran conmoción con el estallido de dicha guerra civil

entre los Estados del Norte y los del Sur. La esclavitud y las discrepancias en el comercio internacional fueron algunos de los problemas que exacerbaron el enfrentamiento entre los partidarios de la Unión (yanquis o unionistas) y los defensores de la Secesión (sudistas o confederados). Mientras el Norte apoyaba los aranceles para proteger su naciente industria, el Sur los rechazaba porque temía que, en represalia, los países europeos comprarían el algodón a otros países, lo que arruinaría a la rica aristocracia de Orleans, Atlanta y Richmond. En julio de 1863, el mayor George Meade consiguió derrotar a las tropas confederadas del general Lee en la batalla de Gettysburg, la más sangrienta de aquel conflicto bélico fratricida. El legendario militar sureño tuvo que retroceder hacia el río Potomac, sufriendo grandes pérdidas. La rendición de los confederados se produjo el 9 de abril de 1865. Seis días después de la victoria, el presidente Abraham Lincoln acudió al Teatro Ford, en Washington, para asistir a una comedia. Cuando comenzó el tercer acto, se oyó un disparo. El presidente cayó malherido por el tiro que le descerrajó el confederado John Wilkes Booth y murió.

DESPEGUE COMO POTENCIA. Una vez finalizó la guerra, Estados Unidos entró en una etapa de acelerado progreso económico debido en gran medida a la definitiva conquista del lejano Oeste, lo que incrementó espectacularmente el territorio del país. El esfuerzo industrial, la fabricación de grandes navíos de vapor, la culminación del enlace ferroviario entre la costa este y oeste y el desarrollo del mundo financiero vitalizaron la economía de la pujante nación. Aquella vertiginosa expansión propició la ruina de las tribus indígenas, que fueron confinadas en reservas situadas en los territorios menos favorecidos del país. A partir de 1883, la Oficina de Asuntos Indios tomó una serie de medidas contra la cultura indígena, como prohibir las prácticas religiosas de las tribus nativas y la utilización de sus lenguas. También impusieron el corte de cabello a los hombres y la educación básica a los niños, algunos de los cuales fueron enviados a internados que habitualmente se encontraban a cientos de kilómetros de las reservas. Muchos de ellos tuvieron problemas de adaptación al regresar. A lo largo de la Historia, las naciones han buscado la connivencia con los medios de comunicación para ocultar sus políticas más vergonzosas a través de campañas de desinformación. Desde finales del siglo XIX, Washington se licenció con honores en la asignatura de Propaganda. En 1898, el acorazado Maine arribó a La Habana para

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ENTRE CUBA Y LA I GUERRA MUNDIAL. Estudios recientes señalan que la

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intimidar a España, que rechazaba la propuesta estadounidense de comprar Cuba y Puerto Rico. A las 21:40 del 15 de febrero, el Maine saltó por los aires; murieron 256 hombres, entre ellos dos oficiales. El resto de la oficialidad se encontraba a esas horas disfrutando del baile que habían organizado las autoridades españolas en su honor. Sin esperar los datos que pudieran arrojar las investigaciones, la prensa sensacionalista que controlaba el magnate William Randolph Hearst publicó que el Maine había sufrido un acto de sabotaje español. La comisión de investigación española afirmó que la explosión del acorazado se había debido a causas internas. Aquella conclusión parecía sugerir que habían sido los propios estadounidenses los autores del desastre, en busca de un pretexto para declarar la guerra a España y apoderarse de Cuba y Filipinas. PROGRESO PARA UNOS, RUINA PARA OTROS. La expansión territorial se hizo a costa de México y sobre todo de los indios, confinados en reservas como la de Standing Rock, Dakota (arriba, en 1881).

explosión pudo ser accidental, probablemente causada por un sobrecalentamiento de la santabárbara del barco. Lo cierto es que Washington acusó a España del hundimiento del Maine, motivo suficiente para declararle la guerra y arrebatarle Cuba y Filipinas. El filibusterismo de EE UU dio un paso de gigante ese año. Los combates comenzaron en Manila (Filipinas), donde el 1 de mayo el comodoro George Dewey destruyó una parte de la flota española. El secretario de Estado John

Hay describió el enfrentamiento como “una espléndida guerrita”. Luego vino el desastre de Cuba, donde los españoles perdieron el resto de su flota y sus últimas posesiones coloniales. De una tacada, Washington se hizo así con Cuba, Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam, en el Pacífico. El estallido de la I Guerra Mundial iba a contribuir a que el país diera otro gran salto hacia delante. Con el apoyo del ala pro-

Los guardianes del progreso del mundo

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EXPANSIÓN POR EL PACÍFICO. Meses después, el senador por Indiana Albert Beveridge afirmó que ese archipiélago sería siempre americano: “Las Filipinas serán un trampolín a las puertas de Oriente (…). El comercio será la causa de la mayoría de las guerras futuras. Por eso, la potencia que domine el Pacífico dominará el mundo (…). Son los designios del Señor: el pueblo americano es el pueblo elegido y dirigirá la regeneración del mundo”. En pleno fervor patriótico, Beveridge continuó su soflama en la misma línea: “Esa es la divina misión de América, y nos dará todos los beneficios, toda la gloria y toda la felicidad que el hombre pueda

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alcanzar. Somos los guardianes del progreso del mundo, los gendarmes de su justa paz”. El diario The New York World describió el nuevo papel de la nación ante la invasión de Filipinas: “De repente y sin previo aviso, Estados Unidos se enfrenta a lo que supone un imperio (…). Para dominar hay que conquistar. Para conquistar hay que matar”. Washington aplastó a los rebeldes filipinos y controló el archipiélago a su plena voluntad. Había comenzado la expansión estadounidense por el Pacífico. ALBUM

n su ingenuidad, los filipinos pensaron que con la ayuda de EE UU sólo se liberarían del dominio español. Pronto se dieron cuenta del error que habían cometido. El 4 de febrero de 1899, las tropas estadounidenses abrieron fuego en Manila y mataron a miles de civiles. Esa fue la represalia ante un supuesto ataque de filipinos contra soldados desarmados.

gresista del Partido Demócrata, Woodrow Wilson ganó las elecciones presidenciales en 1912. Su fama de liberal se ensombreció por sus intervenciones en Centroamérica y su intromisión en la guerra civil mexicana. Al estallar la Primera Guerra Mundial defendió la neutralidad estadounidense, si bien propició la ayuda financiera a Francia y Gran Bretaña, lo que sin duda acarreó grandes beneficios a Washington.

PROVOCACIÓN ALEMANA. El 7 de mayo de 1915, el trasatlántico Lusitania fue hundido por el submarino alemán U–20 en aguas del sur de Irlanda. El buque había zarpado de Nueva York rumbo a Liverpool una semana antes con 1.338 pasajeros a bordo, entre ellos 135 estadounidenses, y gran cantidad de armamento en las bodegas para los ejércitos aliados. La noticia estremeció al mundo. Aunque la prensa americana clamó contra los métodos salvajes de los germanos, Wilson se reafirmó en la neutralidad. Londres trató de presionarlo para que declarara la guerra a Alemania, pero no tenía el apoyo de la opinión pública americana para involucrar a su país en un conflicto armado en Europa. En agosto de 1915, el periódico World comenzó a publicar una serie de documentos seLitografía de la batalla de la bahía de Manila (1 de mayo de 1898), en la que EE UU destruyó parte de la flota española.

DOSSIER I

1821-1945

cretos sustraídos de la embajada alemana en Washington que demostraban la implicación de agentes austrohúngaros en huelgas que paralizaban la producción de empresas estadounidenses que suministraban materiales a Gran Bretaña. Las revelaciones irritaron a la Casa Blanca y al pueblo americano. En septiembre de ese año, en un intento de frenar una nueva crisis con Estados Unidos, el gobierno alemán prometió al presidente Wilson que sus submarinos dejarían de hundir barcos mercantes sin aviso previo. En noviembre de 1916, Wilson fue reelegido presidente. Dos días después, envió una nota a las potencias beligerantes en la que proponía buscar fórmulas que frenasen la guerra. Su propuesta de paz fue un fracaso. Meses después, Alemania decidió reanudar la guerra submarina sin restricciones, rompiendo el pacto al que había llegado con Estados Unidos. En Washington la noticia fue recibida como una provocación, pero Wilson esperó un tiempo antes de actuar.

INTERVENCIONISMO Y BOOM FINANCIERO. Semanas antes, el ministro de

EL TÍO SAM LLAMA A FILAS. Este cartel de 1917 utilizó al personaje que simboliza a EE UU para reclutar soldados para la I Guerra Mundial.

El 24 de febrero de 1917, el gobierno británico comunicó a Washington el texto del telegrama Zimmermann y Wilson dio orden de que lo publicara la prensa el 1 de marzo. El pueblo americano comenzó a percibir al Káiser y a sus militares como agresores. La Casa Blanca tuvo así las manos libres para iniciar las hostilidades contra Alemania. El 4 de abril, el Senado de Estados Unidos votó a favor de la entrada del país en el conflicto mundial por ochenta y dos votos contra seis. Nunca se sabrá el número real de víctimas mortales durante la Gran Guerra, pero algunos historiadores hablan de 20 millones de muertos. Sólo en Rusia, la cifra de desaparecidos y fallecidos oscila entre 2 y 5 millones. En Alemania se produjeron levantamientos revolucionarios que echaron por la borda ALBUM

Asuntos Exteriores alemán, Von Zimmermann, ideó un plan ante la eventualidad de que los ataques indiscriminados de los U-Boote empujasen a EE UU a entrar finalmente en la guerra. En ese supuesto, Alemania debería obtener el apoyo de México, que con la ayuda financiera alemana podría reconquistar los territorios que había perdido hacía 70 años. Aunque nunca se llevó a cabo, la idea era que alemanes y mexicanos lucharan juntos contra los americanos.

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La I Guerra Mundial hizo que Estados Unidos diera otro gran salto hacia delante

LA MÁS SANGRIENTA BATALLA DE UNA GUERRA FRATRICIDA. En Gettysburg, el 13 de julio de 1863, los confederados del general Lee sufrieron una devastadora derrota con numerosas bajas.

las pretensiones del Káiser de proseguir al frente del glorioso Reich alemán: Guillermo II tuvo que abdicar y protegerse en Holanda y el Reich pasó a ser una República. Otros dos Imperios, el austrohúngaro y el otomano, fueron borrados del mapa, apareciendo un rosario de nuevas naciones en Europa. Por su parte, Estados Unidos aprovechó las enseñanzas de la I Guerra Mundial para potenciar todavía más su industria y sus lazos comerciales en todo el mundo. Las finanzas vivieron una ebullición como nunca se había visto. En la todopoderosa Wall Street, los especuladores ganaban grandes fortunas. Nadie imaginaba el desastre económico que estaba a punto de producirse.

LA GRAN DEPRESIÓN. Una vez finalizó la I Guerra Mundial, los empobrecidos países europeos dejaron de demandar productos estadounidenses. Ese bajo consumo fue uno de los factores que desencadenaron el desplome de Wall Street. El Crac de 1929 hizo que se tambalease de tal forma la Bolsa de Estados Unidos que sus efectos devastadores llegaron a Europa y otros puntos del planeta, provocando la Gran Depresión: varios años de declive económico en las naciones industrializadas. La Depresión afectó gravemente a muchos países, pobres y ricos. La renta nacional cayó en picado, así como los ingresos fiscales y los beneficios empresariales. El comercio internacional descendió un 50% y el desempleo en EE UU aumentó un 25 %. La industria pesada y el sector de la construcción se vieron muy perjudicados. Tras ganar las elecciones presidenciales, Franklin D. Roosevelt puso en marcha en 1933 el New Deal, un programa de estimulación de la economía que marcó el inicio de la recuperación en Estados Unidos. Pero uno de los efectos colaterales de la Gran Depresión fue el incremento de las dificultades económicas en Alemania, lo que provocó el auge del nacionalsocialismo y la llegada al poder de Hitler. Durante la presidencia de Roosevelt (1933-1945), el secretario del Interior, Harold Ickes, y el comisionado de la Oficina de Asuntos Indios, John Collier, aprobaron el Nuevo Tratado Indio, que alentó a las tribus a redactar constituciones y gobernarse por sí mismas. En 1934, el Gobierno aprobó la Ley de Reorganización India, que por primera vez apoyó la cultura y la independencia de los indios, que en aquel tiempo tenían sólo el 25% de las tierras que habían sido destinadas a reservas en los últimos años del siglo XIX. En teoría, las tribus eran las propietarias de esas tierras, aunque en régimen de fideicomiso. En realidad, el verdadero propietario era el Gobierno federal, que supervisaba “su buena administración”. e

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DE LA II GUERRA MUNDIAL A VIETNAM

Un mundo dividido en dos bloques

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n plena Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos diseñó campañas propagandísticas para despertar el espíritu patriótico de la población y el odio hacia los adversarios que vivían en suelo patrio, fueran estos japoneses, alemanes o italianos. El Gobierno convenció a la opinión pública americana de que el peligro provenía de los ciudadanos inmigrantes de las naciones enemigas que vivían en EE UU, muchos de los cuales fueron conducidos a campos de internamiento. Era frecuente que los japoneses fueran representados de una forma deshumanizada, con aspecto simiesco y eslóganes que hacían referencia a su condición de alimañas: “Mantenga el horror fuera de casa”; “Acabemos con ellos”. Los carteles propagandísticos de la época mostraban a los odiados nipones como violadores y asesinos de mujeres blancas. La mayoría de los americanos pensaba que aquellos despreciables seres no tenían derecho a la vida.

JUICIOS EN ALEMANIA, BOMBAS SOBRE JAPÓN. Así, la violencia estuvo

presente en ambos bandos. Algunos oficiales de los marines, los más xenófobos y racistas, nunca recriminaron a sus hombres su tendencia a arrancar el cuero cabelludo o las manos de los soldados japoneses muertos. Aquella violencia gratuita contó con la complicidad del Gobierno estadounidense y los medios de comunicación, que transmitieron historias dantescas del enemigo para inocular el odio en las mentes de los soldados y ciudadanos. A las 0 horas del 9 de mayo de 1945, enmudecieron los cañones en Europa. Mientras las hostilidades seguían su curso en el Extremo Oriente, la flor y nata del Tercer Reich era detenida y encarcelada. Pocos días después de la rendición de Alemania, la batalla de Okinawa llegaba a su final. A lo largo de junio, mientras los aliados preparaban los juicios contra los criminales de guerra nazis, 500 bombarderos estadounidenses partían todos los días de las bases de las Marianas y de la recientemente reconquistada Okinawa para arrojar miles de bombas sobre los cen-

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HACIA LOS CAMPOS DE LA VERGÜENZA. Muchos ciudadanos americanos de origen nipón fueron internados en campos en la II Guerra Mundial, como estos que son conducidos en tren, en 1942, hacia uno en Long Beach (California).

DOSSIER II

1945-1969

tros industriales y estratégicos de Japón. En julio de 1945, al mismo tiempo que el emperador Hirohito intentaba sin éxito que el Consejo Supremo de Guerra japonés pusiera fin a las hostilidades en el Pacífico, los aliados celebraron la Conferencia de Potsdam, en la ciudad del mismo nombre cercana a Berlín. En aquella conferencia quedaron definidos los principios que fijaban las condiciones de ocupación de Alemania. El antiguo Reich debía ser desarmado y su población reeducada. Cualquier vestigio del régimen nazi, por insignificante que fuera, sería destruido por las potencias ocupantes. En una serie de juicios celebrados entre 1945 y 1947, las fuerzas aliadas juzgaron a los nazis y a sus colaboradores por crímenes de guerra y contra la humanidad. El que concitó mayor atención fue el del Tribunal Militar Internacional de Núremberg, que condenó a los cabecillas del Tercer Reich y a los asesinos que perpetraron el exterminio de seis millones de judíos. Las sesiones fueron radiadas para que todos los alemanes tuvieran la oportunidad de escuchar los cargos que se imputaban a los acusados.

TRAS LA VICTORIA DE LOS ALIADOS SOBRE LOS NAZIS Y LA CAÍDA DEL REICH, EL NUEVO ENEMIGO DE EE UU PASÓ A SER LA URSS. LA GUERRA FRÍA MARCÓ EL ESCENARIO BÉLICO INTERNACIONAL Y DESATÓ LA HISTERIA ANTICOMUNISTA DE LA CAZA DE BRUJAS.

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DE HIROSHIMA A LA GUERRA FRÍA.

La Conferencia de Potsdam aprobó que Estados Unidos, la Unión Soviética, Gran Bretaña y Francia dirigieran los primeros pasos del nuevo Estado. También se llegó a un acuerdo sobre la distribución de las indemnizaciones de guerra, siendo Stalin el que se llevó la mejor parte. Luego llegaron los brutales ataques nucleares a Hiroshima y Nagasaki, que causaron la muerte de miles de civiles y laminaron el espíritu de resistencia del pueblo japonés. El presidente Truman dio la orden sin pensar en las consecuencias catastróficas del aquel Armagedón. El 2 de septiembre de 1945, a las 9 de la mañana, a bordo del acorazado Missouri, fondeado en la bahía de Tokio, el ministro de Asuntos Exteriores japonés, Mamoru Shigemitsu, firmó el acta de capitulación. En aquel momento comenzó otro quebradero de cabeza para el Gobierno estadounidense. ¿Debían condenar por crímenes de guerra al intocable emperador Hirohito? A eso se añadía la terrible situación que atravesaba Japón, un país con las ciudades destruidas, la economía en ruinas y un pueblo hambriento. ¿Cómo iba a reaccionar la población japonesa cuando llegaran las tropas de ocupación estadounidenses? ¿Se produciría una resistencia violenta? En Alemania, los juicios que se celebraron entre 1945 y 1947 sentenciaron a más de 5.000 personas, de las cuales unas 800 fueron condenadas a muerte y 486 finalmente ejecutadas. Sin embargo, ni las ejecuciones ni los intentos de reeducar a la población

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uando llegó a la presidencia, Richard Nixon heredó la guerra de Vietnam. En aquel entonces, Estados Unidos tenía desplegados a más de 500.000 hombres en ese agujero negro del sudeste asiático. Poco a poco, Nixon fue trasladando el peso de las operaciones a soldados vietnamitas, que fueron entrenados y armados por militares norteamericanos. A continuación, dio orden de intensificar los bombardeos sobre Vietnam del Sur, Laos y Camboya. Cuando, en abril de 1969, el diario The New York Times desveló los bombardeos sobre este último país, el secretario de Estado, Henry Kissinger, acusó al nuevo secretario de Defensa de filtrar la noticia y ordenó al incombustible director del FBI J. Edgar Hoover que espiara a altos cargos de la Administración, así como a varios periodistas. UNA CONTIENDA QUE ESTABA PERDIDA. En realidad, ya todo daba todo igual. La opinión pública americana estaba horrorizada con las imágenes que transmitían los canales de televisión de la brutalidad de la guerra y de los ataúdes de soldados que regresaban al país. Luego saltó el escándalo de la matanza en el poblado de My Lai, perpetrada por tropas norteamericanas. Los estadounidenses arrojaron sobre Vietnam el triple de bombas que las que lanzaron conjuntamente todas las naciones combatientes durante la Segunda Guerra Mundial. Tras deforestar parte de Vietnam y destruir vastas regiones de Camboya y Laos, Washington y la opinión pública estadounidense tuvieron que asumir que habían perdido la guerra en el sudeste asiático.

Durante los años 50 y 60 del siglo XX, el gobierno de EE UU y la mafia tuvieron numerosos vínculos

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impidieron a Washington, desde un primer momento, reclutar a los científicos nazis, sin que importase que hubieran colaborado en el esfuerzo bélico del Tercer Reich. Su talento iba a ser crucial en un período en el que ya se dibujaba la Guerra Fría contra la Unión Soviética. A partir de aquel momento, la reintegración de las élites nazis en los puestos clave de la Alemania de posguerra fue muy rápida. El país vencido debía ser un muro contra el comunismo.

El 16 de marzo de 1968, en My Lai, más de 400 civiles (niños, mujeres y ancianos) fueron violados, torturados y asesinados.

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AÑOS 50: LA MAFIA, LA CAZA DE BRUJAS, CASTRO Y LA CIA. En 1951, de-

cenas de gánsteres comparecieron ante la Comisión Kefauver del Senado, creada para investigar la delincuencia interestatal de EE UU. Tiempo después, el senador Kefauver reconoció que J. Edgar Hoover, todopoderoso director del FBI de 1924 a 1971, había tratado de dinamitar su trabajo. Hoover aseguraba que su agencia no sabía nada de la mafia ni de las familias de Nueva York y que su cometido no era ocuparse de la delincuencia organizada; sin embargo, no tuvo reparos a la hora de extorsionar a Kennedy y Nixon. Durante los años cincuenta y sesenta del siglo XX, el Gobierno y la mafia mantuvieron una extraña relación que comprometió la carrera política de algunos presidentes. Por aquellos años, el senador Joseph McCarthy desencadenó la “caza de brujas” contra personas sospechosas de ser comunistas.

Esa atmósfera amenazante y paranoica que oscureció la vida política de Estados Unidos en plena Guerra Fría llevó a muchos intelectuales, directores de cine, actores, algunos funcionarios y periodistas ante los tribunales, acusados de traición y conspiración. Por lo que se refiere al problema de los amerindios, durante el gobierno del presidente Eisenhower (1953-1961) se promulgó una ley que facilitaba a cualquier indio la posibilidad de abandonar su reserva para insertarse en la sociedad americana. El Gobierno les pagaba el transporte y el alquiler de un piso durante algunos meses. Aquella medida fue un completo desastre, ya que dio lugar a guetos en grandes ciudades, como Denver o Los Ángeles. Años después, los desengañados que volvieron a sus reservas se sintieron totalmente desplazados y comenzó el grave problema de alcoholismo entre los indios varones. La construcción de grandes infraestructuras volvió a afectar a algunas reservas, que fueron trasladadas a lugares donde sus moradores experimentaron más aislamiento y un futuro sin oportunidades. En el plano exterior, la victoria de los castristas en Cuba el 1 de enero de 1959 abrió un nuevo frente de fricción. El líder revolucionario Fidel Castro trató de disipar los temores de Washington asegurando que respetaría el tratado de defensa recíproca y las inversiones norteamericanas en Cuba. En un tono conciliador, expresó su deseo de

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IKE Y LOS INDIOS. Eisenhower (aquí, en campaña electoral con los navajos) promulgó una ley para integrar a los amerindios, pero con ella sólo se logró desarraigarlos.

El charco de Vietnam

DOSSIER II

JFK: ¿CASO RESUELTO? Tras derrotar a Nixon en las elecciones, John F. Kennedy ordenó un plan para invadir Cuba que se puso en marcha el 15 de abril de 1961. Una fuerza de 1.400 exiliados cubanos fracasó en el desembarco en Bahía de Cochinos, lo que supuso un mazazo para el gobierno estadounidense, que decidió tomar medidas más drásticas contra el régimen castrista. Kennedy ordenó a los responsables de la CIA que se pusieran en contacto con el mafioso Santo Trafficante para que organizara un atentado contra el líder revolucionario–la entrada triunfal de Castro en La Habana había hecho que el famoso capo perdiera todos sus negocios en Cuba, por lo que lo odiaba profundamente–, pero nunca se llevó a cabo. Cuando Washington supo que Castro había autorizado a la URSS la instalación en Cuba de misiles con cabeza nuclear, la CIA frenó las operaciones encubiertas en la isla. Había llegado el momento de negociar con Moscú y no era adecuado que en aquel clima de crisis la agencia estadounidense siguiera operando en la sombra. Kennedy y Kruschev llegaron a un acuerdo que dio carpetazo a la Crisis de los Misiles, que a punto estuvo de provocar un desastroso conflicto nuclear entre las dos superpotencias. El 22 de noviembre de 1963, Kennedy fue asesinado en Dallas (Texas). La policía detuvo poco después a Lee Harvey Oswald como principal sospechoso del magnicidio. Sin embargo, las motivaciones y las identidades de los organizadores del atentado permanecen en la sombra. Antes que Kennedy, otros tres presidentes norteamericanos fueron acribillados a balazos: Abraham Lincoln (1865), James A. Garfield (1881) y William

AL BORDE DEL ABISMO NUCLEAR. En octubre de 1962, la Crisis de los Misiles de Cuba se resolvió tras las intensas negociaciones entre Kruschev y Kennedy, a quien vemos con su Estado Mayor.

McKinley (1901). A principios de 1963, Trafficante había abandonado sus intentos de eliminar a Castro y desvió su objetivo hacia el presidente Kennedy, al que odiaba por su incapacidad de echar a los castristas del poder. También apuntó contra el hermano del presidente, Bobby Kennedy, que al principio utilizó a la mafia para intentar eliminar al líder cubano pero después inició una ofensiva judicial contra el crimen organizado. Algunos investigadores afirman que Trafficante jugó un papel clave en la conspiración para matar a Kennedy y a su hermano Bob (asesinado en 1968), aunque nadie ha aportado pruebas concluyentes. Tras el asesinato de JFK, la presidencia recayó en el vicepresidente Lyndon B. Johnson, un hombre autoritario y muy áspero,

aunque tuvo sus aciertos. Por ejemplo, sacó adelante reformas sociales y aprobó la Ley de Derechos Civiles de 1964, que prohibía la discriminación racial en establecimientos públicos y en cualquier negocio o institución que recibiera fondos federales. Pero no renunció a la guerra de Vietnam. “Johnson cometió desde el principio un error fatídico, el de creer los fantasiosos informes sobre lo bien que iba la guerra en lugar de los análisis más sobrios sobre lo fallidas que estaban resultando las campañas políticas y militares”, recuerdan el cineasta Oliver Stone y el historiador Peter Kuznick en su libro La historia silenciada de Estados Unidos.

LA JUVENTUD DE LA ERA DE LA CONTRACULTURA. Tras la Ofensiva del GETTY

que Estados Unidos, el mayor comprador de azúcar isleño, aumentara la cuota de su país, y mostró su rechazo al comunismo.Pero el nuevo candidato republicano a la Casa Blanca, el vicepresidente Richard Nixon, amenazó a los castristas con una drástica reducción de la cuota azucarera y otras medidas económicas. Fidel contraatacó entonces con la confiscación de todos los latifundios, tanto cubanos como extranjeros. Y el 8 de mayo de 1959 Castro anunció la reanudación de relaciones diplomáticas con Moscú. Cuba se iba a convertir en un peón estratégico de los soviéticos en su Guerra Fría contra Estados Unidos. Y el peón estaba situado en el Caribe, a pocas horas de navegación de Miami, un escenario inaceptable para Washington. En enero de 1961, en una de sus últimas medidas antes de entregar el poder, Eisenhower cortó definitivamente las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba. En marzo de ese año, la CIA estaba preparada para invadir la isla caribeña.

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1945-1969

¡YO NO HE SIDO! El capo Santo Trafficante –en la foto, saliendo de la cárcel en 1966– siempre negó su vinculación con el asesinato de JFK.

Tet, en la que murieron miles de soldados estadounidenses, la opinión pública americana comenzó a mostrar su total rechazo a la guerra de Vietnam y la popularidad de Johnson cayó en picado. En 1969 le sustituyó Richard Nixon, que comprendió el alto coste económico y de vidas humanas que iba a suponer controlar Vietnam y tomó la decisión de abandonar la lucha, aunque antes ordenó bombardeos masivos contra Vietnam y otras naciones de la zona. Durante su mandato, la juventud se manifestó en muchas ocasiones contra la guerra. Fueron los años del hippismo y la contracultura. En agosto de 1969 se celebró el festival musical de Woodstock, donde Creedence Clearwater Revival, The Who, Jefferson Airplane, The Band y Crosby, Stills, Nash & Young, entre otros muchos grupos, escribieron la banda sonora de esos agitados años. Aquel verano, la misión de la NASA Apolo 11 llevó al primer ser humano a la superficie lunar. La brillantez de la aventura espacial convivió con el lado más oscuro de la política exterior estadounidense. e

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LA HEGEMONÍA GLOBAL DE ESTADOS UNIDOS

América, el gendarme del planeta EN EL ÚLTIMO MEDIO SIGLO, LA DESAPARICIÓN DEL BLOQUE SOVIÉTICO DEJÓ A EE UU COMO ÚNICA SUPERPOTENCIA MUNDIAL. SU INTERVENCIONISMO PROVOCÓ GUERRAS Y EL AUGE DEL TERRORISMO YIHADISTA, CUYO ZARPAZO SINTIÓ EN CARNE PROPIA CON LOS ATENTADOS DEL 11-S EN NUEVA YORK.

EL HALCÓN MÁS INFLUYENTE. Henry Kissinger, Consejero de Seguridad Nacional y secretario de Estado con Nixon y Ford, instigó las dictaduras chilena y argentina y financió sus crímenes. El fin de la Guerra de Vietnam le valió un polémico Premio Nobel de la Paz en 1973.

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DOSSIER III

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n su afán por controlar todo lo que ocurría en el patio trasero de Estados Unidos, Nixon no dudó en utilizar a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para echar abajo gobiernos latinoamericanos que no siguieran sus directrices. Un ejemplo de esa política fue el Proyecto Fubelt, nombre que se dio a todas las operaciones secretas que llevó a cabo la CIA para acabar con el gobierno de Salvador Allende; comenzó su andadura en 1970, cuando Henry Kissinger, Consejero de Seguridad Nacional y brazo derecho de Nixon, lo firmó con la intención de auspiciar un golpe de Estado en Chile. El 11 de septiembre de 1973, tras tres años de maniobras de la CIA, el ejército al mando del general Pinochet dio el golpe que acabó con Allende. Éste, acorralado en el palacio presidencial y para evitar caer vivo en manos de los militares golpistas, se suicidó con un fusil automático que le había regalado Fidel Castro. Días después, los responsables de la CIA firmaron un convenio de colaboración con el nuevo hombre fuerte de Chile, Augusto Pinochet, que gobernó durante diecisiete años con gran brutalidad.

DEL WATERGATE A LA GUERRA DEL GOLFO. El caso Watergate, que implicó a la

Casa Blanca en escuchas ilegales al Partido Demócrata, obligó a dimitir a Nixon el 9 de agosto de 1974. Semanas después, Kissinger le confió al nuevo presidente, Gerald Ford, que la CIA había espiado a políticos de izquierda y periodistas. Asimismo, Ford recibió un informe que desvelaba los planes de la CIA para asesinar a ciertos líderes extranjeros, entre ellos, los hermanos Castro. Finalmente, a mediados de la década de 1970, una serie de audiencias en el Congreso revelaron a la escandalizada opinión pública estadounidense estos manejos secretos. Una vez concluyó la presidencia de Ford, fue elegido Jimmy Carter (1977-1981), un presidente que mejoró la atención sanitaria (una de las grandes carencias de la sociedad americana) y trató de levantar el embargo a Cuba. Pero este baptista evangélico, que defendía la reducción drástica de los gastos de Defensa, también cometió algún que otro pecado. Por ejemplo, dejarse aconsejar por Zbigniew Brzezinski, un halcón que lo convenció de estrechar lazos con el Sha de Irán poco antes de que el ayatolá Jomeini regresara a su país como un héroe y emprendiera la fundación de una república basada en la ley islámica (sharia). Tras el estallido revolucionario en Irán, en noviembre de 1979 cientos de estudiantes irrumpieron en la embajada estadounidense en Teherán y secuestraron a 52 rehenes, lo que precipitaría la caída de Carter. Asimismo, éste permitió al presiden-

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GOLPE DE ESTADO EN EL PATIO TRASERO. Desde Nixon, EE UU hizo caer a muchos gobiernos latinoamericanos no afines. En la imagen, los tanques en las calles de Santiago de Chile en 1973.

te iraquí Sadam Husein invadir Irán a través del canal de Shatt al Arab, lo que provocó una sangrienta guerra que duró varios años. El sucesor de Carter en la presidencia fue Ronald Reagan, un mediocre actor de cine que tras abandonar Hollywood logró ser elegido gobernador de California, puesto desde el que medró para ser candidato presidencial. Una vez se instaló en el Despacho Oval, Reagan reforzó el apoyo estadounidense al régimen de Sadam Husein, puso en marcha operaciones encubiertas en Nicaragua y El Salvador y ordenó invadir la minúscula isla caribeña de Granada en 1983. En Afganistán, Reagan impulsó una operación encubierta de apoyo a los insurgentes antisoviéticos que supuso el desembolso de más de tres mil millones de dólares. Pakistán fue el tercer receptor de ayuda estadounidense, parte de la cual financió el desarrollo de la bomba nuclear pakistaní. Ajenos al monstruo que habían creado, los políticos y analistas de Washington no dieron mucha importancia a la continua llegada de árabes a Islamabad para unirse a las filas de la yihad. Al concluir su mandato en 1989, Reagan fue festejado por muchos estadounidenses como el mejor presidente de las últimas décadas. En realidad, su legado fue nefasto: abrió las puertas a la ultraderecha más reaccionaria, contribuyó a crear al mismísimo Bin Laden, apoyó a las dictaduras más crueles de Latinoamérica, militarizó la política exterior y triplicó la deuda de su país. Su sucesor, George Bush, no le fue a la zaga. Su equipo de política exterior incluía a los más conspicuos halcones de Washington, entre los que destacaban Dick Cheney, secretario de Defensa, y Paul Wolfowitz,

subsecretario del mismo departamento. Bush continuó apoyando a Sadam Husein hasta que éste decidió invadir Kuwait. El “pecado” del país invadido fue exigir al dictador iraquí que devolviera los préstamos que le habían concedido para que librara su guerra contra Irán. Con la entrada de tres divisiones en territorio kuwaití, Irak, hasta entonces socio de Washington, controlaba una quinta parte del petróleo mundial.

BIN LADEN, DE SOCIO A ENEMIGO.

El Congreso americano declaró la guerra a Irak el 12 de enero de 1991. La Operación Tormenta del Desierto comenzó cinco días después con el bombardeo intensivo de las defensas iraquíes, que fueron prácticamente destruidas. El que la prensa occidental vendió como uno de los ejércitos más potentes del mundo no pudo hacer nada ante el empuje de la bien engrasada máquina de guerra estadounidense. Una vez derrotado Irak, Bush y sus asesores decidieron no continuar hasta Bagdad para acabar con el régimen de Sadam: el líder iraquí debía seguir ejerciendo de muralla defensiva ante Irán. Tras la salida de la URSS de Afganistán, EE UU perdió el interés en ese remoto país. Fue entonces cuando comenzó una terrible guerra civil que ganaron los talibanes, un grupo de fanáticos islámicos, muchos de los cuales habían recibido instrucción militar en campamentos financiados por la CIA. El 20 de enero de 1993, el demócrata Bill Clinton sucedió al republicano Bush al frente de la Casa Blanca. Tres años después, Osama bin Laden regresó a Afganistán como jefe de Al Qaeda. Tras colaborar con la CIA, Laden fue financiado por miembros de la familia

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IMPACTO FÍSICO Y EMOCIONAL. El desplome de las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, tras el ataque de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001, dejó esta inmensa ruina en el corazón mismo de EE UU.

real saudí, que querían difundir el wahabismo, una rama del Islam muy estricta. En 1998, Al Qaeda hizo volar por los aires las embajadas estadounidenses de Nairobi y Dar es-Salaam, provocando más de doscientas víctimas mortales. Aquellas dos masacres decidieron al presidente Clinton a dar luz verde para asesinar a Bin Laden, declarado enemigo público número 1 de EE UU. Aunque el país no tenía ninguna gran guerra en el horizonte, Clinton incrementó el presupuesto militar y facilitó la venta de armas a otros países, algunos con un amplio historial de desprecio de los derechos humanos.

EL IMPACTO DEL 11-S. Las elecciones presidenciales del año 2000 pasaron a ser las más controvertidas de la Historia de Estados Unidos. El candidato demócrata, Al Gore, venció a escala nacional por 545.000 sufragios. Si hubiera ganado en Florida, habría conseguido la presidencia. Pero las confusas papeletas empleadas en West Palm Beach indujeron al error a muchos votantes. De esa manera, el candidato republicano George W. Bush, hijo del expresidente Bush, accedió a la Casa Blanca en su lugar. Una de sus primeras medidas fue anunciar que no ratificaría el Tratado del Tribunal Penal Internacional (que juzgaba crímenes de guerra), a pesar de que Clinton ya lo había firmado. Asimismo, rechazó el Protocolo de Kioto sobre el calentamiento global y apenas prestó atención a la amenaza terrorista.

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Los primeros meses de Trump han sacudido violentamente la política interior y exterior de EE UU El FBI informó a la Casa Blanca del sospechoso comportamiento de unos extranjeros que querían aprender a pilotar aviones de pasajeros, pero que no parecían mostrar ningún interés en que les enseñaran a aterrizar. Nadie hizo caso de aquel informe, ni de otros que alertaban de un inminente acto terrorista de Al Qaeda en EE UU. El ataque simultáneo del 11 de septiembre de 2001 hundió las Torres Gemelas y afectó al Pentágono, dos símbolos del poder imperial de Estados Unidos, causando más de 2.900 víctimas mortales. Los atentados provocaron un enorme impacto emocional en todo el país. Para Bush y Cheney fue la oportunidad de iniciar una terrible represalia para demoler Irak y controlar sus grandes reservas de petróleo. Daba igual que el ataque hubiera sido perpetrado por Bin Laden con la ayuda de los talibanes afganos: Bush decretó que Sadam Husein era el enemigo a abatir. La Casa Blanca autorizó a la CIA para crear centros de detención fuera de Estados Unidos. Se dio carta blanca al secuestro de miles de sospechosos y a las torturas más salvajes, tal y como quedó demostrado en el centro de detención de Abu Ghraib. Washington dio luz verde a la caza y captura de miembros de Al Qaeda en cualquier parte del mundo. Poco después, Bush presentó la

USA Patriot Act, una ley que fue aprobada por mayoría en la Cámara de Representantes y en el Senado el 26 de octubre de 2001.Dicha ley ampliaba peligrosamente la capacidad de control del Estado, mejoraba la capacidad operativa de las distintas agencias de inteligencia y las dotaba de mayores poderes para luchar contra el terrorismo.

IRAK: SEGUNDO ACTO. Este texto legal fue muy criticado por diversos organismos de defensa de los derechos humanos, dado que restringía las libertades y garantías constitucionales. En 2015, la ley dejó de tener vigencia y fue reemplazada por la USA Freedom Act, que retiró a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) la capacidad de almacenar las llamadas telefónicas de millones de estadounidenses. Asimismo, el Gobierno creó la Oficina de Influencia Estratégica (OIE), como medio psicológico de convencer a la opinión pública de los males del terrorismo yihadista. La OIE mintió descaradamente cuando aseguró que Irak tenía armas de destrucción masiva, un dato que creyeron algunos líderes europeos y que fue difundido por muchos medios occidentales, entre ellos el prestigioso The New York Times, que tiempo después tuvo que disculparse ante sus lectores.

DOSSIER III

Con todas esas herramientas a su favor y con el mayor y mejor equipado ejército del mundo, el presidente Bush ordenó atacar Irak el 20 de marzo de 2003. El resultado fue la destrucción del país y su total desvertebración como Estado. La salvaje operación militar de la Casa Blanca abrió las puertas al ISIS, a los atentados suicidas en Irak, Afganistán y Europa y a la trágica guerra en Siria. Según algunos analistas, aquella guerra no sólo fue un desastre para los iraquíes, sino también una fuente de problemas para la seguridad de la comunidad internacional.

OBAMA VS. TRUMP. La llegada a la presidencia de Barack Obama –el primer afroamericano en el cargo– en 2009 supuso un respiro en la militarizada política exterior de EE UU. La diplomacia volvió a brillar y las operaciones encubiertas fueron menos visibles que en períodos anteriores. Entre ellas, destacó la que acabó con la vida de Bin Laden. Tras años de infructuosa búsqueda, a comienzos de 2011 la inteligencia estadounidense tuvo indicios de que el terrorista se encontraba en Abbottabad (Pakistán). A mediados de mayo, Obama reunió al Consejo de Seguridad Nacional para planificar el ataque al santuario donde se escondía el líder de Al Qaeda. El presidente estadounidense y sus asesores debatieron qué tipo de operación sería utilizada; finalmente, se decidió que la ejecutara un grupo de élite de los SEAL bajo el Mando de Operaciones Especiales de Estados Unidos y la CIA. Las maneras civilizadas de Obama, sus intentos de cerrar la cárcel de Guantánamo y la implantación de un sistema de Seguri-

THE WHITE HOUSE

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LA MUERTE EN DIRECTO. Esta imagen se convirtió en viral: Obama, el vicepresidente Biden, la secretaria de Estado Clinton y otros cargos siguen en tiempo real el ataque que acabó con la vida de Bin Laden (2 de mayo de 2011).

dad Social mostraron una cara más amable de la Administración estadounidense. Durante su presidencia, la Casa Blanca transmitió mejores vibraciones al resto del mundo, aunque no estuvo exenta de errores: la dura reacción de Obama ante los más de 250.000 telegramas filtrados por el soldado Manning a Julian Assange, que fueron publicados en WikiLeaks, fue desmedida. Pero su acercamiento a Cuba poco antes de abandonar la presidencia fue un gesto de buena voluntad que abrió las puertas al entendimiento entre La Habana y Washington. Su sucesor, Donald Trump, ha entrado en la Casa Blanca en 2017 como un elefante en

El ojo que todo lo ve

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Edward Snowden, de 33 años, está acusado de traición por sus revelaciones.

de un gobierno muy real con un presidente con nombre y apellidos. Y si eso lo supo la opinión pública mundial du-

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a divulgación de millones de documentos secretos de la Administración estadounidense promovida por Julian Assange y las filtraciones de Edward Snowden, técnico de la CIA que reveló una montaña de información clasificada, han cimentado la creencia en un “gobierno oculto” que se sitúa por encima del inquilino de la Casa Blanca. Lo cierto es que los datos revelados no demuestran la existencia de un poder en la sombra, sino los tejemanejes

rante el gobierno de un progresista moderado como Obama, ¿qué no estará haciendo en estos momentos la Administración Trump? Los datos filtrados por Assange y Snowden desvelan que las grandes agencias de espionaje, como la CIA, tienen acceso directo a todos nuestros datos y control sobre nuestros móviles y correos electrónicos. La Administración estadounidense es ese “gran ojo” que todo lo ve. Otros países, como Rusia o China, también tienen sus métodos de espionaje masivo, pero EE UU posee la tecnología más puntera y los mejores medios para espiar a su antojo a todo aquel que pueda estorbar dentro o fuera del país.

una cacharrería. Sus primeros meses en la presidencia han sacudido violentamente la política interior y exterior de EE UU. La destitución del director del FBI, James Comey, sus broncas diarias con los medios de comunicación, a los que llama “mentirosos compulsivos”, y la posibilidad de que su yerno Jared Kushner haya abierto un canal de comunicación confidencial con el Kremlin son algunos de los frentes que ha abierto Trump en tan sólo cinco meses de presidencia.

RUMORES DE DESTITUCIÓN. En ese tiempo, este hombre rudo, imprudente y volátil ha dejado perplejos a propios y extraños. El pasado 2 de junio, Trump retiró a Estados Unidos del Acuerdo de París contra el cambio climático, un pacto que ya han firmado 195 países. Con su salida, el presidente de la gran superpotencia da la espalda a los informes elaborados por científicos que advierten del poco tiempo del que disponemos para salvar al planeta. El negacionista Trump ha iniciado una de las presidencias más turbulentas que se recuerdan. Con su estilo despótico, va a terminar haciendo bueno a George W. Bush, de infausto recuerdo. Por sus supuestos lazos con la Rusia de Putin, la prensa estadounidense comienza a hablar de un posible proceso de destitución (impeachment). De llevarse a cabo, sería el primer caso en la Historia de EE UU: Nixon dimitió antes y Clinton fue absuelto por el Senado. El presidente está dotado de un gran poder ejecutivo y sólo puede ser destituido por una mayoría parlamentaria. De momento, los republicanos siguen apoyando a Trump. ¿Cambiarán de actitud a medio plazo? Todo dependerá de los escándalos que surjan en torno a su mandato. e

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FERROCARRIL, EL MOTOR DE LA EXPANSIÓN

El caballo

de hierro BARCOS DE VAPOR, CARROS Y DILIGENCIAS NO ERAN LA MEJOR SOLUCIÓN PARA EL TRANSPORTE EN UN PAÍS DE TOPOGRAFÍA Y GEOGRAFÍA HOSTIL. EL TREN FUE LA RESPUESTA AL DESAFÍO DE LA CONQUISTA DEL OESTE.

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Por Roberto Piorno, periodista e historiador

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o fueron las monturas del Séptimo de Caballería las que domaron la última frontera –la feroz resistencia del salvaje Oeste al rodillo de la “civilización”– ni la topografía inhóspita de aquellas tierras vírgenes, erradicando a su paso la cultura del caballo (identidad misma de los pueblos nativos americanos) en las Grandes

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Llanuras. Sí fue un caballo, con todo, la avanzadilla de la imparable inercia colonizadora hacia el Pacífico, tierra adentro, como ariete de la drástica transformación del paisaje. El verdadero gran vector de la conquista del Oeste fue el caballo de hierro, a cuya sombra florecieron nuevas ciudades y se forjó la prosperidad económica de Estados Unidos. El progresivo desplazamiento de la frontera cada vez más y

más al oeste entrañaba un reto logístico de enorme envergadura, dada la vastedad de las tierras usurpadas a los pieles rojas. La Historia primitiva de EE UU, en el siglo posterior a la independencia, es la Historia de la expansión del proyecto colonizador de los primitivos asentamientos ingleses hacia el salvaje Oeste, de la creación de mecanismos que permitieran la ocupación y explotación de las nuevas

GRAN HAZAÑA TECNOLÓGICA. En 1869 se unieron ambas costas de Estados Unidos con el primer ferrocarril transcontinental. A partir de entonces, los cientos de miles de emigrantes que se dirigían hacia el Oeste optaron masivamente por el tren. En la foto, un grupo de obreros del ferrocarril posa en 1885 en un tramo cercano al río Green, afluente del Colorado, el más caudaloso y peligroso de los que debían atravesar los colonos.

conquistas. Para ello resultaba esencial crear vínculos de comunicación entre los primeros asentamientos, enormemente dispersos y, naturalmente, separados por distancias abismales.

EN PERMANENTE EXPANSIÓN. A mediados del siglo XIX, los territorios bajo jurisdicción estadounidense comprendían siete millones de kilómetros cuadrados,

un horizonte geográfico inabarcable en el que los viejos transportes –las travesías a caballo o a bordo de rudimentarias diligencias– no cubrían ni remotamente las necesidades logísticas de un territorio en permanente expansión. La enorme amplitud de los trayectos, las singulares características topográficas y, por consiguiente, la excepcional dispersión de la población trataron de resolverse,

en una primera etapa, a través del medio acuático, con la concentración del transporte de mercancías y de pasajeros a bordo de barcos de vapor, operativos desde 1787, año en el que John Fitch fletó el primer prototipo en Filadelfia. La navegación fluvial se convirtió en el único modo fiable de cubrir grandes distancias entre ciudades con ciertas garantías, pero el transporte interior seguía sometido a grandes limi-

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DESAFÍOS DE ENORME ENVERGADURA. La velocidad del crecimiento económico, la imparable eclosión industrial, con todo, debía vencer forzosamente este sustancial obstáculo. El barco de vapor no cubría ni remotamente las necesidades de un transporte rápido y eficiente a la altura de los tiempos. Los carros y diligencias eran aún menos una solución en un país de topografía y geografía especialmente hostiles, que ofrecía desafíos logísticos, por las características del terreno y las distancias, de enorme envergadura. Era preciso aguzar el ingenio para salvar el colosal obstáculo. El ferrocarril era, de hecho, la única respuesta posible al desafío. No habría habido conquista del Oeste sin caballo de hierro sobre el que galopar. La apertura comercial del territorio comprendido entre los Grandes Lagos y el Pacífico no habría sido posible

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taciones. Por lo pronto, los ríos y canales no eran aptos para la navegación durante los meses de invierno; además, en el medio acuático, los incidentes y percances en las embarcaciones eran demasiado frecuentes, poniendo las mercancías en riesgo y añadiendo un factor de incertidumbre que en nada favorecía el desarrollo económico. Algo del todo insuficiente para una nación en pleno frenesí expansionista, azuzada por el ideario providencialista del Destino Manifiesto, desbocada en sus ansias colonizadoras.

VIAJE LENTO Y CON PERCANCES. La efectividad del transporte por ríos y canales no era suficiente para la ambición expansionista y colonizadora. En la imagen, el vapor Delta Queen –restaurado en 2015– surcando el río Misisipi.

sin ese ariete de la modernidad que fue la locomotora de vapor. El ferrocarril permitió el desplazamiento rápido y muy barato de mercancías y pasajeros, muchos de ellos colonos que domaron los nuevos territorios vírgenes siguiendo las rutas ferroviarias y generando a su paso riqueza con explotaciones agrícolas y ganaderas, reconfigurando así el paisaje del Oeste americano. Esa excepcional movilidad que proporcionaba la nueva red de transporte es uno de los pilares principales del dinamismo económico de la Unión a partir de los años 30 del siglo XIX. Las líneas de ferrocarril se lanzaron a la conquista del Oeste marcando el ritmo y la inercia de la urbanización de los nuevos territorios. Las nuevas ciudades brotaban alrededor de los raíles y estaciones de tren. No era el ferrocarril el que partía al encuentro de las ciudades, sino las ciudades las que nacían y se consolidaban al paso del nuevo y revolucionario medio de transporte. El caballo de hierro, de hecho, era el gran vector expansivo de la prosperidad de los nuevos asentamientos, el elemento clave en la meteórica asimilación y prosperidad del salvaje Oeste, que avanzó, gracias a la impronta de las locomotoras de vapor, en un tiempo récord. Con todo, la ejecución de un proyecto de semejante calibre tenía forzosamente costes astronómicos, que en ningún caso consentían un retorno de la inversión a corto plazo. Así, ante la dificultad para sustentar el ambicioso proyecto en inversores y accionistas privados, fueron las administraciones públicas las que tuvieron que dar un paso al frente y comprometerse en un proyecto cuyos beneficios no habrían de verse a corto plazo.

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En este grabado coloreado de 1868 se representa a los trabajadores chinos del ferrocarril Central Pacific en California.

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l ferrocarril Transcontinental exigió una inversión económica extraordinaria, pero también trabajadores dispuestos a vivir en condiciones extremadamente duras. Mientras que el tramo de la Union Pacific fue ejecutado principalmente por obreros irlandeses y por veteranos de la Guerra de Secesión necesitados de un jornal, la Central Pacific dependió sustancialmente de la mano de obra china. Inicialmente se recurrió a la primera oleada de inmigrantes provenientes del país asiático instalados en California, pero a medida que crecía la necesidad de trabajadores se procedió a importarlos directamente desde China. Se estima que entre diez y veinte

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mil chinos participaron en algún momento, entre los años 1864 y 1869, en la construcción del Transcontinental. La mayoría de ellos procedían de Guangdong (Cantón) y fueron utilizados para desempeñar algunas de las obras más delicadas del proyecto. Trabajaron en condiciones climáticas extremas, cavando túneles en la montaña por un jornal no demasiado generoso. Se calcula que unos ciento cincuenta chinos podrían haber fallecido por aludes, explosiones o accidentes de diversa índole durante la construcción del Transcontinental. De lo que no hay duda es de que su contribución a la génesis de Estados Unidos como nación fue muy valiosa.

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Mano de obra china

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En un país que se ha cimentado fundamentalmente sobre la iniciativa privada, llama la atención que uno de los proyectos logísticos más ambiciosos de su Historia descansara en tal medida sobre los hombros de los diferentes gobiernos, tanto a escala nacional como a nivel federal o local. Las administraciones públicas jugaron, de hecho, un papel determinante y muy protagónico en el diseño y construcción de todas las grandes infraestructuras de transporte, desde carreteras y caminos a canales y ríos navegables.

INVERTIR PARA CONSTRUIR. Las instituciones públicas estadounidenses llegaron a asumir el coste del 75% de algunas obras y, si bien en el caso del ferrocarril estas inversiones no llegaron al 30%, sí fueron absolutamente determinantes, sobre todo en las etapas iniciales, para la ejecución de los primeros proyectos y para estimular, a posteriori, la participación de inversores privados, muchos de ellos europeos (y en particular británicos). La conexión inglesa fue, de hecho, determinante en el proceso de gestación del faraónico proyecto ferroviario. Las primeras líneas ferroviarias comenzaron a ser operativas en 1830, y la dependencia de la nación campeona de la industrialización en esta primera etapa fue sustancial. En efecto, la impronta británica es muy intensa durante todo este período. En un primer momento, los norteamericanos se limitan a copiar los avances tecnológicos ferroviarios de los ingleses. La práctica totalidad de locomotoras empleadas en estos primeros años de vida del ferrocarril estadounidense eran directamente importadas desde Gran Bretaña,

EL TREN PERMITIÓ EL DESPLAZAMIENTO RÁPIDO Y BARATO DE MERCANCÍAS Y DE PASAJEROS, CASI TODOS COLONOS

TRAVESÍA “EN PROCESIÓN”. Como nos enseñaron los wésterns, el riesgo de sufrir asaltos en los viajes en el Oeste era muy alto, por lo que se procuraba ir en grupo. En esta foto de 1889, una caravana de diligencias de pasajeros cruza las montañas de Omaha (Nebraska) cerca de Deadwood (Dakota del Sur).

DILIGENCIAS POR VAGONES. La locomotora DeWitt Clinton realizó su viaje inaugural en agosto de 1831. Fue una de las primeras operadoras de transporte estadounidenses; los pasajeros iban sentados en diligencias comunes montadas sobre unos raíles.

con las célebres Stourbridge Lion, la primera operativa en suelo americano, y John Bull (actualmente perteneciente a la colección del Smithsonian) como las más destacadas. Pero esta dependencia inicial de la tecnología británica pronto comenzó a disiparse gracias al auge excepcional de una industria local que no sólo supo incorporar las virtudes de las máquinas inglesas, sino que pronto daría respuesta a las específicas necesidades de la empresa y la topografía estadounidense. La mayoría del trazado ferroviario americano se proyectó sobre tierra virgen, en un territorio extraordinariamente vasto y muy escasamente poblado. Por ello se pudo apostar por ferrocarriles con uno de los gálibos más grandes del mundo, aun circulando por vías de ancho estándar. Ya desde comienzos de la década de los 30 del siglo XIX, Estados Unidos comenzó a desarrollar una industria propia, con innovaciones genuinamente autóctonas y locomotoras de gran calidad como la Tom Thumb, la primera de todas ellas, diseñada y construida por Peter Cooper en 1830 [ver recuadro 2], o la DeWitt Clinton, construida un año después y operativa en el Estado de Nueva York. Estas nuevas máquinas se adaptaban mucho mejor que las británicas a las necesidades y exigencias del singular terreno.

LA PRIMERA TRAVESÍA. En un empeño por abaratar costes, los norteamericanos supieron vencer los obstáculos topográficos con ferrocarriles adaptables al terreno, huyendo de túneles y puentes que encarecían extraordinariamente la ejecución de las obras. Si bien los primeros ensayos de líneas ferroviarias se retrotraen incluso al siglo XVIII, la primera ruta comercial del caballo de hierro propiamente dicha echó a andar en 1826 en Massachusetts: la Granite Railway, que transportaba piedra para la construcción del Bunker Hill Monument. Mucha mayor trascendencia tuvo la primera travesía de la Stourbridge Lion en agosto de 1829, fletada por vez primera por la Delaware and Hudson Canal Company y, definitivamente, el primer acto de una nueva era para la Historia americana y para la colonización del Oeste. Los frutos no tardaron en recogerse. El coste

del transporte de mercancías y pasajeros cayó sustancialmente gracias al caballo de hierro, lo que inmediatamente se tradujo en márgenes de beneficios mucho más amplios para particulares y empresas y, en consecuencia, un crecimiento económico sustancial y sostenido.

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EL TREN COMO ARMA POLÍTICA.

Gracias al ferrocarril aumentó la productividad del capital y del trabajo, posicionándose como la primera pieza de un efecto dominó que iba a tener inmediatas y duraderas repercusiones sobre todo el tejido económico de la joven nación. Pero los incontables kilómetros de raíles eran mucho más que la espina dorsal sobre la que descansaba la pujante economía estadounidense. El ferrocarril era además un arma política de primera magnitud, y un factor aglutinante y unificador en un país de asentamientos e identidades aún demasiado dispersos. Una de las tareas más laboriosas a las que se enfrentaron las sucesivas administraciones presidenciales fue la de encontrar un nexo común entre los diferentes Estados y poblaciones, con características muy heterogéneas, y establecer sólidos lazos culturales y económicos entre los distintos territorios de la Unión. La Guerra de Secesión habría de plantear un desafío mayúsculo en este sentido, pero, antes y después del conflicto, ninguna otra herramienta encarnó el espíritu de comunión política, de cooperación y hermandad entre Estados y ciudades, como el ferrocarril. En pocas palabras, frente a las tensiones entre los distintos actores del proceso de construcción de Estados Unidos, el ferrocarril encarna, condensa y abandera los valores de la unidad nacional en una América sin fronteras ni distancias insalvables. La primera gran compañía ferroviaria del país fue la Baltimore and Ohio Railroad, que fletó el primer tren

EMPRESA PIONERA. Para la puesta en servicio del primer tren de la compañía Baltimore and Ohio Railroad (aquí, el interior de un vagón con pasajeros) en 1830, hubo que esperar a la llegada de la primera locomotora importada de Reino Unido.

LAS VÍAS CRECEN. En la segunda mitad del siglo XIX, las redes ferroviarias se ampliaron por todo el país. En 1866, The East Tennessee & Western North Carolina Railroad estableció el servicio desde Johnson City, Tennessee, a Boone, Carolina del Norte. En la foto, una locomotora de la época restaurada.

de pasajeros en mayo de 1830. Un año antes comenzó a desarrollar y construir las primeras locomotoras de vapor, y suyo fue el mérito de abrir las primeras líneas ferroviarias permanentes en el oeste, con mención especial para la Union Pacific-Central Pacific, que unía el este y el oeste comunicando San Francisco con Chicago y que, en pocos años, iba a convertirse en el epicentro de la industria y en el nudo ferroviario más importante del mundo, por el que transitaban buena parte de las principales líneas ferroviarias del país. Junto a la exitosa B&O, pronto emergieron con fuerza otras líneas estables como la South Carolina Railroad, la Mohawk and Hudson Railroad o la New York and Erie Railroad.

APOYO DE LA UNIDAD EN LA GUERRA CIVIL. La eclosión era imparable, y es que en muchos de los casos los viajes en tren entre las principales ciudades reducían a la mitad el tiempo de viaje con respecto a las travesías en barcos de vapor. Los avances tecnológicos eran continuos, las compañías ferroviarias cada vez más numerosas y los kilómetros de vía iban en imparable aumento. Durante la década de 1850 el kilometraje llegó a cuadriplicarse, rozando los cincuenta mil kilómetros a comienzos de la década siguiente, para llegar a los doscientos veinticinco mil a comienzos del último decenio del siglo. Desde mediados del siglo XIX el éxito del caballo de hierro había sido tan rotundo, que todas las inversiones públicas y privadas orientadas al transporte dejaban de lado cualquier otro medio de traslado que no fuera el ferrocarril. Pero la red ferroviaria no sólo jugó un papel determinante en el desarrollo económico de Estados Unidos o en la unificación del país: fue también uno de los sostenes más sólidos de la unidad en el momento en el que ésta se vio más seriamente amenazada. Durante la Guerra de Secesión (18611865), los trenes fueron uno de los factores que inclinaron decisivamente la balanza del lado de la causa norteña. El sur hubo de hacer frente a un hándicap determinante:

EL TREN TRANSCONTINENTAL. Pero el esfuerzo bélico no impidió, bien al contrario, que el ferrocarril estadounidense siguiera su imparable viaje hacia el futuro. En julio de 1862, Abraham Lincoln rubricó la Pacific Railway Act, que ponía en marcha el proyecto ferroviario más ambicioso jamás acometido hasta la fecha en ningún rincón del mundo. El documento, en efecto, daba vía libre a la construcción del ferrocarril Transcontinental, que habría de unir la costa pacífica y atlántica, el este y el oeste, con una obra faraónica que simbolizaba la unión como ninguna otra antes. Por un lado, se inició la construcción de la Union Pacific Railroad, 1.749 kilómetros de vía desde Council Bluffs (Iowa) hasta Utah, y por otro se acometió el proyecto de la Central Pacific, 1.100 kilómetros de vía desde Sacramento (California) hasta Promontory, en Utah, donde confluían ambas líneas, que se encontraron en mayo de 1869. Si bien se completó tras su muerte, el ferrocarril Transcontinental fue uno de los mayores logros y legados más significativos de Lincoln. Las

Hasta los años 20 del siglo XIX, la única manera de propulsar vagones era la misma que en un carro convencional: el caballo. Peter Cooper (1791-1883), filántropo e inventor y futuro candidato a la presidencia de Estados Unidos, dio el primer paso para llevar el transporte terrestre estadounidense a la era de la revolución industrial. A imagen y semejanza de los modelos británicos, Cooper diseñó en 1830 la primera locomotora de vapor americana, Tom Thumb. Se trataba de un prototipo experimental, de exhibición, sin fines comerciales. Cooper se la mostró a los dueños de la Baltimore and Ohio Railroad tratando de convencerlos de que el futuro estaba ante sus ojos. Para ponerla a prueba, se organizó una carrera entre la pequeña locomotora de cuatro ruedas y un carro tirado por caballos. Ganaron los caballos, pero el experimento fue un éxito y quedó patente que, en efecto, Tom Thumb era el dedo que señalaba hacia el futuro. La Balti-

EN DEFENSA DE LOS DERECHOS LABORALES. En 1877 hubo una serie de huelgas de los trabajadores ferroviarios en una docena de ciudades de EE UU. El detonante fueron los recortes salariales que se acometieron en las diferentes compañías. En la ilustración se representa una escena de los disturbios en la ciudad de Baltimore.

more and Ohio Railroad decidió adquirir el prototipo e iniciar su propia revolución industrial con la construcción de las primeras locomotoras de vapor concebidas con fines comerciales.

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el epicentro de la industria ferroviaria estaba íntegramente localizado en el noreste, por lo que el bando unionista tenía a su disposición todos los medios de producción, pero además la práctica totalidad del trazado ferroviario (hasta un 70%) se concentraba también en el noreste y en el medio oeste, zonas bajo control del ejército norteño. A la larga, esta ventaja se reveló como un factor decisivo: la movilidad de tropas y material militar en el norte contrastaba con las penurias logísticas del sur, que, por si fuera poco y dado que buena parte del conflicto se libró al sur de la Línea Mason-Dixon, vio cómo buena parte de sus infraestructuras eran destruidas o sufrían daños irreparables, comprometiendo enormemente su posición con respecto al enemigo.

La primera locomotora

Peter Cooper diseñó la primera locomotora de vapor de Estados Unidos en 1830.

viejas rutas caravaneras que unían el este con el oeste siguiendo el rastro de diligencias o del Pony Express eran ahora una vía férrea interminable de tres mil kilómetros, que rubricaba uno de los proyectos de logística de transporte más ambiciosos de la Historia.

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EL FERROCARRIL CONDENSA Y ABANDERA LOS VALORES DE LA UNIDAD NACIONAL EN UNA AMÉRICA SIN FRONTERAS NI DISTANCIAS

LA DOMA DEL SALVAJE OESTE. En apenas seis días, se podía viajar cómodamente entre Nueva York y San Francisco. La nueva línea fue la cremallera que unió definitivamente el este y el oeste, que llevó la modernidad y la prosperidad a los más recónditos rincones del Far West y que, paralelamente, aceleró la expropiación de tierras, el arrinconamiento y el sometimiento de las tribus nativas americanas. La colonización del Oeste siguió su curso imparable en años sucesivos con la construcción de nuevas líneas transcontinentales en el Sur (Southern Pacific) o en la frontera con Canadá (Northern Pacific). En las salas de máquinas de las locomotoras de vapor que surcaban el país de punta a punta ardían el carbón y la leña que habían forjado la Unión salvando distancias insalvables, domando el salvaje Oeste y haciendo de él una tierra de abundancia para los colonos, a expensas de los indios. El Pánico de 1873, que llevó a muchas líneas ferroviarias a la bancarrota, fue el primer gran revés sufrido por una industria que en los cuarenta años precedentes había experimentado un crecimiento imparable y espectacular. La pérdida de empleos y el sensible empeoramiento en las condiciones de trabajo de quienes lo conservaron provocaron en 1877 la primera gran huelga ferroviaria de la Historia, iniciada en Martinsburg (Virginia), que se extendió durante 45 días como la pólvora por todo el país. Era el dramático MH fin de una época y el inicio de otra.

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LA GUERRA DE SECESIÓN

Norte y Sur frente a frente

UNO DE LOS CONFLICTOS MÁS SIGNIFICATIVOS EN LA FORMACIÓN DE EE UU TUVO LUGAR DE 1861 A 1865: LA GUERRA CIVIL, EN LA QUE LUCHARON LOS ESTADOS DE LA UNIÓN CONTRA LOS ESTADOS CONFEDERADOS, CON LA ESCLAVITUD COMO DESENCADENANTE. Por Fernando Cohnen, periodista

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uchos políticos del Norte detestaban la esclavitud, pero pensaban que por encima de aquellos sentimientos tenían la obligación patriótica de defender la unión de los Estados. Nada debía interponerse en el objetivo primordial de mantener unida la nación. El ataque de John Brown y un puñado de hombres al arsenal de Harpers Ferry en octubre de 1859, cuyo objetivo era hacerse con las municiones allí almacenadas para armar un ejército de esclavos y comenzar una cruzada a favor del abolicionismo, soliviantó profundamente a los secesionistas. A partir de entonces, las ansias de desligarse de la Unión se recrudecieron en los Estados sureños. Para ellos, el final de la esclavitud suponía el final de su forma de vida. Su prosperidad dependía totalmente de los casi cuatro millones de esclavos que cultivaban las grandes plantaciones de algodón. Aunque Brown fue apresado, juzgado y condenado a morir en la horca, la espiral independentista fue a más. Es cierto que muchos estadounidenses veían a Brown como un fanático religioso, pero bastante gente del Norte creía que era un espíritu justo y honesto que sólo perseguía la imposición del abolicionismo.

DIFERENCIAS IRRECONCILIABLES.

UN CONFLICTO MUY SANGRIENTO. Durante los cuatro años que duró la Guerra de Secesión, más de 3 millones de hombres fueron movilizados y las bajas alcanzaron la cifra de 617.000, aunque hubo más muertes debidas a epidemias y enfermedades que en los combates en sí. La batalla de Gettysburg (1 al 3 de junio de 1863) fue una de las más cruentas de la contienda. En la foto, soldados confederados en una recreación de la misma en 2013.

Sin duda, la esclavitud fue el argumento principal del enfrentamiento entre los partidarios de la Unión (yanquis, federales o unionistas) y los defensores de la Secesión (sudistas, rebeldes o confederados). Pero hubo otros factores que también contribuyeron a desencadenar un conflicto bélico (1861-1865) que devastó los Estados algodoneros y se cobró cerca de 700.000 muertos y cientos de miles de heridos. Celosos de su peculiar forma de vida, los aristócratas del Sur se quejaban de la superioridad moral que exhibían las gentes del Norte cuando condenaban la esclavitud. Las diferencias eran tan profundas que ambos bandos se miraban como enemigos. Mientras el Norte apoyaba los aranceles para proteger su naciente industria, el Sur los rechazaba porque temía que, en represalia, los países europeos comprarían el algodón a otras naciones, lo que arruinaría a la rica aristocracia que vivía en las ciudades de Nueva Orleans, Atlanta y, sobre todo, Richmond, cuyos teatros y centros intelectuales brillaban con fuerza en los años previos a la guerra. La victoria que logró la Unión en la guerra contra México en 1850 facilitó la anexión de Texas y la compra de California, Nuevo México y Arizona. Según señalaba el acuerdo de Misuri de 1820, los nuevos

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EN TERRITORIO REBELDE. Antes de que Lincoln fuera proclamado presidente de la Unión, siete Estados declararon la Secesión: Carolina del Sur, Florida, Misisipi, Georgia, Alabama, Luisiana y Texas. El 9 de febrero de 1861 se constituyeron en los Estados Confederados de América, con Jefferson Davis como presidente. A continuación, tomaron el control de los fuertes, empresas y posesiones federales que se encontraban dentro de sus fronteras. En aquel entonces, la población del Norte era de unos 22 millones de personas, frente a los 10 millones del Sur, de los cuales 3,5 millones eran esclavos negros. Lincoln juró su cargo de presidente el 4 de marzo de 1861 y ocho días después los confederados capturaron Fort Sumter, situado en una isla del puerto de Charleston, en Carolina del Sur. Lincoln reaccionó de inmediato, decretando el alistamiento de miles de voluntarios. En respuesta a la movilización del Norte, cuatro Estados más se sumaron a la Confederación del Sur: Tennessee, Arkansas, Carolina del Norte y Virginia. Sólo el río Potomac separaba a Washington del territorio rebelde. El gobierno de la capital federal, cuya población

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LA PRIMERA INSURRECCIÓN. En 1859, un partidario del abolicionismo, John Brown (arriba, su fortín), lideró una rebelión de esclavos en Virginia atacando un depósito de municiones del ejército, pero fue capturado, juzgado y sentenciado a la horca. DIVISIÓN DEL PAÍS. Once territorios meridionales se separaron de EE UU entre 1861 y 1865: fueron los Estados Confederados de América, liderados por Jefferson Davis (1808-1889).

ARRANCA EL CONFLICTO BÉLICO. El Norte cimentaba su poder en una creciente industria y un bien asentado sistema financiero, capaces de fabricar el armamento que necesitaban los 117.000 hombres que el presidente Lincoln había llamado a filas. Pero, a pesar de su poder económico y financiero, el comportamiento del Ejército de la Unión fue calamitoso en el arranque del conflicto bélico. Los primeros combates terrestres demostraron que las tropas confederadas estaban mucho mejor preparadas para la guerra que las federales. Mientras que en los territorios del Norte existían divisiones entre los que estaban en contra de la esclavitud y los que no querían arriesgar sus vidas para abolirla, en la Confederación todos luchaban unidos para defender el derecho a tener esclavos y a mantener el estilo de vida que habían heredado de sus padres. Aquel sentimiento colectivo equilibraba la superioridad financiera, industrial y armamentística del Norte. En julio, las tropas rebeldes derrotaron a los yanquis en la batalla de Bull Run. Preocupado por la cercanía del enemigo, el presidente Lincoln pidió tropas de refresco para salvar Washington, una ciudad en la que sólo algunos burócratas y los miembros del Gobierno se sentían defensores de la causa del Norte. Lincoln puso al frente del ejército del Potomac al general George Brinton McClellan, con la misión de defender la capital del acoso rebelde. Pero aquel militar de treinta y cinco años, más preocupado por su uniforme y entorchados que por la iniciativa bélica, evitó el choque directo con los rebeldes, cuya artillería se encontraba desplegada en la otra orilla del río Potomac. En realidad, esa amenazante batería de cañones eran simples troncos pintados de negro. Aquel bochornoso engaño, que inNARA

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territorios tenían vetada la esclavitud, una regla que pasaron por alto los Estados sureños. Por ese motivo, el Congreso amagó con votar en contra de la tenencia de esclavos, lo que sublevó a los políticos sureños, que amenazaron con la Secesión. Los miembros del Partido Whig, contrarios al incremento de esclavos, pasaron a engrosar las filas del nuevo Partido Republicano. Entre ellos se encontraba el recién elegido presidente Abraham Lincoln, que en diversas ocasiones había afirmado que su principal tarea sería mantener la unión de los Estados, no prohibir la esclavitud en los territorios donde era legal. Sin embargo, los sureños no le creyeron en absoluto: temían por el futuro de su fuente económica básica.

era de espíritu sudista, quedaba a merced de los ejércitos confederados. Veintitrés Estados se aliaron con el Norte y once con el Sur. En mayo de 1861, el Gobierno británico concedió a la Confederación de Estados del Sur el papel de beligerante, lo que equivalía al reconocimiento del territorio rebelde como un Estado independiente de facto, algo que no habían osado hacer otras naciones europeas. Londres quería asegurarse las provisiones de algodón que necesitaba su industria textil; poco importaba que fueran recolectadas por ejércitos de esclavos en los Estados del Sur. Para evitarlo, Winfield Scott, comandante general del Ejército federal, diseñó el denominado Plan Anaconda, cuyo objetivo era bloquear todos los puertos para debilitar la economía confederada y tomar asimismo el río Misisipi para dividir de este modo en dos a los Estados sureños. El plan de Scott era asaltar los barcos que trataran de forzar el cerco, lo que debilitaría la economía rebelde y facilitaría a la Unión ganar la guerra en un corto período de tiempo. De hecho, el bloqueo logró acabar con casi todo el comercio internacional de la Confederación.

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EL NORTE SE DIVIDÍA ENTRE LOS QUE ESTABAN EN CONTRA DE LA ESCLAVITUD Y LOS QUE NO QUERÍAN ARRIESGAR SUS VIDAS PARA ABOLIRLA

Por primera vez en la Historia, los combates marítimos se produjeron entre navíos con casco de blindaje metálico. Y en ese terreno, la Unión controlaba la mayor parte de los barcos de vapor y la Marina. Por si fuera poco, Lincoln aprobó un programa de construcción masiva de navíos, lo que permitió a la Unión controlar los sistemas fluviales y bloquear por completo la costa de los Estados sureños. También por primera vez en la Historia, los ejércitos se movilizaron en un escenario bélico muy amplio, lo que exigió medios de transporte considerables y la masiva utilización del ferrocarril y el telégrafo, dos novedades tecnológicas en las que el Norte también aventajaba al Sur.

DERROTA DE LAS TROPAS CONFEDERADAS.

CONFEDERADOS EN ARMAS. El primer gran combate en tierra de la Guerra Civil estadounidense fue la batalla de Bull Run, en la que salieron victoriosos los soldados del Ejército confederado (en la ilustración, combatientes del Sur tras el enfrentamiento).

DESARROLLO DE LOS ESTADOS YANQUIS. No fue extrañó que aquel ejército derrengado y mal dirigido tuviera que retirarse ante el empuje del general confederado Robert E. Lee, que poco antes había sido nombrado comandante en jefe de las fuerzas del Sur. Mientras el prestigio del general confederado iba en aumento, los políticos del Norte aprobaron el trayecto de la línea de ferrocarril que uniría la costa Este y la Oeste. Meses antes de que los cañones y las bayonetas impusieran su ley, los sureños presionaron en el Congreso para que el enlace ferroviario pasara por sus Estados algodoneros. Pero el estallido de la guerra hizo que la línea aprobada fuera la del Norte, lo que en el futuro acabaría acentuando la decadencia del Sur y el desarrollo industrial y financiero de los Estados yanquis.

Estados fronterizos

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e llamó así a los Estados esclavistas que nunca declararon la Secesión: Delaware, Kentucky, Maryland y Misuri. La población de estos territorios estaba profundamente dividida entre los que defendían la Unión y los que se sentían cercanos al Sur. Durante la guerra, los Estados fronterizos sufrieron la lucha de guerrillas y numerosas incursiones militares, que desembocaron en grandes matanzas. En 1880, más de la mitad de los afroamericanos de Delaware eran libres, al igual que una gran parte de la población de color de Maryland. En la guerra, las tropas de la Unión tenían que atravesar Maryland para llegar a Washington. De no haber sido un Estado neutral, la capital habría estado totalmente rodeada por territorio confederado. La Asamblea de Maryland rechazó la Secesión de 1861, pero solicitó que las tropas de la Unión se retiraran del Estado. Querían permanecer unidos, pero se negaban a contribuir a la matanza de los vecinos del Sur. Kentuc-

Frank y Jesse James (dcha., con un camarada) lucharon por el Sur en Misuri.

ky permaneció en la Unión, pero cuando Lincoln les pidió hombres para reforzar los ejércitos del Norte, la Asamblea se negó. Tampoco querían luchar contra sus hermanos del Sur. El gobernador de Misuri era simpatizante de los sudistas y se vio obligado a huir de la capital del Estado, lo que facilitó el nombramiento de un nuevo gobernador afín a la Unión. El enfrentamiento entre los dos bandos tiñó de sangre Misuri.

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movilizó durante meses a las tropas que custodiaban la capital, hizo que Lincoln relevara a McClellan del mando supremo. Mientras tanto, en el frente del Oeste el general Ulysses Simpson Grant entabló una serie de batallas que concluyeron con la captura de catorce mil prisioneros rebeldes. Al contrario que McClellan, Grant siempre llevaba el uniforme arrugado y lleno de lamparones. Además, le gustaba la bebida, fumaba grandes puros y sabía tratar a los soldados, lo que le granjeó el respeto de sus hombres. Su buen hacer captó la atención de Lincoln, que por aquel entonces nombró al general Henry Halleck como nuevo jefe de los ejércitos del Norte. Halleck visitó a las fuerzas de McClellan acantonadas en las cercanías de Richmond y encontró que muchos de sus hombres iban descalzos y sufrían paludismo.

En enero de 1863, el presidente Lincoln proclamó la liberación de los esclavos en los Estados sureños, aunque no declaró abolida la esclavitud. Era una decisión de carácter militar que pretendía debilitar al enemigo. A partir de entonces, cuando el Ejército federal ocupara alguna zona del territorio rebelde, los esclavos quedarían libres y podrían entrar a formar parte de las fuerzas armadas del Norte. Lincoln y buena parte de su Gobierno pensaban que el objetivo principal de la guerra no era liberar a los afroamericanos que cultivaban los campos de algodón, tal y como defendían los abolicionistas, sino mantener la integridad de la Unión. No era una guerra social, sino una guerra política. En julio de 1863, el mayor George Meade consiguió derrotar a las tropas confederadas del general Lee

PRESIDENTE UNIONISTA. El decimoctavo presidente de EE UU, Ulysses S. Grant, logró fama internacional al liderar las tropas de la Unión durante la Guerra de Secesión. A la derecha de su retrato se representa la batalla de Fort Hindman (Arkansas).

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cerco a Richmond. En el oeste, el general Sherman, al mando de un ejército del Norte compuesto por cien mil hombres, irrumpió como un estilete en Atlanta, incendiando sus fábricas y almacenes. Luego marchó hacia el sudeste, destruyendo todo a medida que avanzaba. La moral del Sur, hasta entonces inquebrantable, comenzó a derrumbarse. En aquel ambiente de derrota, los antaño altivos dueños de esclavos huían despavoridos con un único criado y sin apenas alimentos que llevarse a la boca. Muchas de las magníficas mansiones que salpicaban las plantaciones sureñas, adornadas con estilizadas

Un nuevo país después de la Guerra de Secesión

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na vez finalizó la contienda, EE UU entró en una etapa de acelerado progreso económico debido en gran medida a la definitiva conquista del lejano Oeste, lo que incrementó espectacularmente el territorio del país. Sus grandes reservas naturales, el régimen democrático, la igualdad de oportunidades y el espíritu emprendedor de su población contribuyeron al rápido enriquecimiento de la nación. El esfuerzo inventivo del Norte se plasmó en una industria versátil volcada en la fabricación de grandes navíos de vapor, cosechadoras de grano, máquinas automáticas, telégrafos eléctricos y todo tipo de artilugios mecánicos, muchos de ellos diseñados para la explotación minera. El desarrollo del mundo financiero y las modernas rotativas de la prensa vitalizaron todavía más la economía de la pujante nación. A todos esos

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avances tecnológicos e industriales se unió el despliegue del ferrocarril de costa a costa, lo que agilizó el comercio y el desarrollo de grandes ciudades. El peligroso viaje de varios meses que requería cruzar las Grandes Llanuras a bordo de viejos carromatos quedó en el olvido. Cualquier ciudadano que se lo pudiera permitir podía viajar de este a oeste en pocos días a bordo de modernos ferrocarriles. A finales del siglo XIX, cuando las tribus nativas fueron sometidas y encerradas en míseras reservas, la nación se encontraba a las puertas de convertirse en la primera potencia mundial. El estallido de la I Guerra Mundial iba a contribuir a que Estados Unidos diera ese gran salto hacia delante.

Un obrero del telégrafo, gran avance de las comunicaciones (grabado coloreado de 1873).

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REELECCIÓN DE LINCOLN. El 19 de noviembre de ese año, Lincoln acudió a los campos de Gettysburg para rendir homenaje a los miles de hombres que habían caído en aquella horrible matanza. El público asistente escuchó atentamente el momento crucial del discurso, cuando Lincoln afirmó que todos los allí reunidos iban a tomar una decisión suprema: “La decisión de que estos muertos no habrán muerto en vano; de que habrá en esta nación, con la ayuda de Dios, un nuevo nacimiento de la libertad; de que el gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo, no desaparecerá de la faz de la tierra”. En 1864, Lincoln debía enfrentarse a una elección presidencial, una situación sin precedentes teniendo en cuenta que sería realizada durante una guerra civil. La Convención Nacional del Partido Republicano, celebrada en junio de ese año en la ciudad de Baltimore, votó por aplastante mayoría a favor de la candidatura de Lincoln para un nuevo período presidencial. La noticia fue un terrible mazazo para los Estados confederados, que en los meses previos habían intentado que Lincoln no fuera elegido para un nuevo mandato. Sus esperanzas de ganar el conflicto bélico se esfumaron por completo. La derrota del Sur era cuestión de tiempo. Casi al mismo tiempo que Lincoln volvía a ser candidato para la presidencia, Grant tomó al asalto la ciudad de Petersburg y pocos días después puso

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en la batalla de Gettysburg, la más sangrienta de la Guerra Civil americana. El legendario militar sureño tuvo que retroceder hacia el río Potomac, sufriendo grandes pérdidas. Al mismo tiempo, el general Grant tomó Port Hudson, cortando la comunicación entre los Estados de Texas, Arkansas y Luisiana y el resto de la Confederación. En noviembre se libró la batalla de Chattanooga, otra carnicería que puso término a la lucha en el Estado de Tennessee. Aquella sucesión de victorias permitió que el Norte tomara por primera vez la iniciativa en la contienda.

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ABOLICIÓN DEL ESCLAVISMO. La batalla de Gettysburg (en la foto inferior de la derecha, soldados caídos en combate) supuso la victoria decisiva de los unionistas. Arriba, en una postal en honor de Lincoln de 1863, aparecen esclavos liberados dándole las gracias al presidente.

LOS ANTAÑO ALTIVOS DUEÑOS DE ESCLAVOS HUÍAN DESPAVORIDOS CON UN ÚNICO CRIADO Y SIN NADA QUE LLEVARSE A LA BOCA John Wilkes Booth murió al amanecer. El magnicidio de Lincoln no sirvió de nada a los intereses del Sur. Su mundo se había desvanecido definitivamente, dando lugar al nacimiento de una nación cohesionada y con un futuro muy prometedor. Los victoriosos Estados norteños diseñaron un plan para reconstruir el país, cuyo resultado se hizo visible en la Decimotercera Enmienda (diciembre de 1865), mediante la cual se prohibió la esclavitud; la Decimocuarta (julio de 1868), que extendió la protección legal a todos los ciudadanos independientemente su raza, y la Decimoquinta (febrero de 1870), que abolió las restricciones raciales para votar, al menos en teoría. ALBUM

columnas blancas en sus fachadas, fueron pasto de las llamas y desaparecieron. Nada volvería a ser igual para los orgullosos terratenientes del Sur. El causante de su desgracia, el odiado Lincoln, fue reelegido presidente en diciembre de 1864. Abatido por la cruda realidad, Lee envió un mensaje a Grant en el que expresaba su deseo de deponer las armas. Tras la rendición, que se produjo el 9 de abril de 1865, Grant fue magnánimo con su rival, ya que permitió a los soldados sureños conservar sus caballos para arar la tierra y a los oficiales sus sables para conservar su dignidad. Pero no todos reaccionaron con tanta generosidad. Los políticos del Norte no permitieron que los diputados y senadores de los Estados sureños que volvían a la Unión se sentaran en sus escaños.

ASESINATO EN EL TEATRO. Seis días después de la victoria, Abraham Lincoln acudió al Teatro Ford, en Washington, para asistir a la representación de una comedia. Cuando comenzaba el tercer acto, se oyó un disparo. El presidente había caído malherido por el tiro que le descerrajó John Wilkes Booth, un joven actor que logró huir del teatro. Algunos UNA ÚNICA NACIÓN. Pese al excetestigos aseguraron haberle oído gritar: sivo número de víctimas y sus efectos “Sic semper tyrannis” (“Así siempre a los ciertamente traumáticos, la Guerra Civil tiranos”), lema del Estado de Virginia y solucionó problemas que se arrastraban frase que supuestamente dirigió Bruto a desde 1776. Consiguió abolir la esclaviCésar instantes antes de apuñalarlo. tud, aunque la segregación racial perviDurante semanas, el Ejército organizó vió durante décadas en el profundo Sur. una gigantesca cacería humana para enOtro efecto positivo de aquel conflicto bélico fue que unió a los diferentes Estacontrar al asesino. Finalmente fue acodos en una única nación, cuya vitalidad rralado en un viejo almacén cerca de Port EL SUR DEPONE LAS ARMAS. El general Robert Royal (Virginia). En plena noche, en meindustrial y financiera la transformó en E. Lee firmó la rendición (este es el documento) dio de la confusión, un soldado le disparó. del Ejército confederado y puso así fin a la guerra. la gran potencia mundial del siglo XX. MH

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Winchester, anatomía de una leyenda

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urante la Guerra de Secesión, ambos contendientes combatieron armados con fusiles Springfield de avanzada. Algunos soldados de la Unión, sin embargo, compraban, pagándolo de su bolsillo, un fusil diseñado por Benjamin T. Henry, de la compañía Vulcanic. No era tan preciso ni de tanto alcance como el Springfield, pero tenía una notable ventaja: era un fusil de repetición, el primero que llegaba a los campos de batalla.

Los modelos viejos siguieron en uso, pero todo el mundo ansiaba un 73. La Winchester lo ofrecía en tres longitudes, con o sin decoración, de cañón octogonal o redondo... En esta inspirada jugada de marketing, sacaron una serie limitada: los Winchester 73 “Uno Entre Cien”, con cañón mejorado para una mayor precisión de tiro y acabados de lujo. Una verdadera joya.

Martillo Placa lateral

Gatillo Palanca

Habría otros Winchester, como el 76 Centennial, el fusil favorito de Teddy Roosevelt, o el 1894, que siguió en producción hasta 2006, pero ninguno alcanzó la fama del modelo 73. Muy pronto, los soldados sudistas aprendieron a identificar el sonido que hacía la palanca de “ese p... fusil yanqui que se carga el domingo y sigue disparando toda la semana”. No era para menos, el depósito del Henry 44 alojaba 16 proyectiles que podían dispararse en menos de 40 segundos. Acabada la guerra, el US Army no se interesó por las nuevas armas, así que el Henry fue ofrecido a tramperos, cazadores, exportadores... e indios. En la batalla de Little Bighorn, los soldados de Custer, que usaban carabinas Springfield, fueron acribillados por los sioux armados con Henry. LA VERSIÓN CONQUISTADORA. En 1866 la Vulcanic, rebautizada como Winchester, ofreció una versión mejorada del Henry, el Winchester 1866, apodado Yellow Boy por su caja de latón dorado. Los 66 se hicieron muy populares, pero sería su sucesor, el modelo 1873, el que ganaría el apodo de “el arma que conquistó el Oeste”. El 73 usaba el mismo mecanismo de palanca que los Henry y los 66, reemplazando el latón de la caja de mecanismos por acero, lo que lo hacía más preciso y duradero.

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ARMAS OBSOLETAS. La fabricación cesó en 1923, con 760.000 ejemplares vendidos, pero su popularidad renació con el wéstern de Hollywood. De la mano de directores de la talla de John Ford o Howard Hawks, el Winchester se convirtió en el icono por excelencia del salvaje Oeste, junto al Colt Peacemaker. Paradójicamente, la mayoría de los fusiles empuñados por John Wayne, Gary Cooper, James Stewart o Walter Brennan serían del modelo 1894, maquillados para asemejarse a su célebre predecesor, ya que resultaba difícil conseguir munición de fogueo para los veteranos 73. Las armas de palanca quedaron obsoletas con la llegada de los fusiles de cerrojo y semiautomáticos, pero la leyenda perdura. Todavía hoy se fabrican ejemplares personalizados y series limitadas para aficionados, tanto por parte de la Winchester como por compañías de todo el mundo, bajo licencia, y todo coleccionista de armas que se precie hará lo imposible por conseguir un ejemplar original, en estado de uso. Casi siglo y medio después de su diseño, el Winchester 73 sigue siendo, por derecho propio, el “arma de la frontera”, un símbolo tan americano como la Coca-Cola.

La palanca es la característica más destacada de los Winchester clásicos. Un mecanismo de sólo seis piezas móviles permitía cargar y amartillar el arma en sólo un movimiento.

Percutor

Engranajes de la palanca

Ilustración y texto: José Antonio Peñas

Alza de puntería Cañón Guardamonte Depósito de munición Caja de mecanismos Ventana de carga

El Modelo 73 corto –la carabina Winchester de 112 cm de largo– era muy apreciado por su tamaño compacto y su comodidad de uso. Con un alcance máximo de 400 m y precisión de 200 m, era el arma preferida por tramperos y cazadores, que tenían que moverse por bosques y terreno difícil. Igualmente era apreciada por los soldados de caballería, ya que podían disparar sin desmontar, algo muy difícil de hacer con las antiguas carabinas de un disparo.

Corredera

Ánima estriada

Muelle

Elevador

Además de la palanca, el Henry y el Winchester contaban con otra baza: su munición. La Vulcanic desarrolló una patente para un cartucho metálico de una pieza, en vez del engorroso sistema de meter un cilindro de pólvora y luego baquetear una bala contra él. Con una medida estándar, las versiones de cañón largo podían cargar 16 proyectiles en su depósito tubular, más uno extra en la recámara.

Al retroceder, el percutor empuja el martillo contra un resorte.

Al moverse hacia atrás, la corredera abre la tapa y expulsa el cartucho exterior.

A

B

Elevador

Al soltar la palanca, el martillo, empujado por el resorte, vuelve a su posición, impulsando la corredera y volviendo a colocar todas las piezas en su sitio.

Para cargar el arma, bastaba con girar la palanca desde la culata hacia su posición vertical. Por un lado, su brazo superior hacía girar un engranaje de dos piezas (A) que echaba hacia atrás la corredera y el percutor. Por el otro, una pestaña central empujaba el brazo de la pieza elevadora (B), que llevaba hacia el cañón una bala. Al volver a su posición original, la corredera empujaba la bala hacia el ánima, dejándola lista para disparar, y el muelle del depósito empujaba otra bala hasta el elevador. El Winchester 73 protagonizó su propia película, dirigida en 1950 por Anthony Mann e interpretada por James Stewart. Persiguiendo a un fugitivo, dos jinetes llegan a Dodge City, la ciudad del mismísimo Wyatt Earp, y participan en un concurso de tiro. El premio es uno de los codiciadísimos “Uno Entre Cien”. El arma irá pasando de mano en mano: pistoleros, traficantes, indios... Todos ansían el fusil perfecto, que irá dejando un rastro de muerte y venganza a su paso.

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LAS GUERRAS INDIAS

El fin de los hijos de

las praderas

LITTLE BIGHORN. Junto a este río de Montana tuvo lugar la batalla en la que Custer y cinco compañías del Séptimo de Caballería fueron exterminados por los sioux y los cheyenes, en 1876 (en el cuadro).

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Por Rodrigo Brunori, escritor y periodista

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LA EXPANSIÓN HACIA EL OESTE PUSO EN PRIMER PLANO EL “PROBLEMA INDIO”. HABÍA UNA ENORME NECESIDAD DE TIERRAS, PERO ÉSTAS PERTENECÍAN A TRIBUS CUYA FORMA DE VIDA ERA INCOMPATIBLE CON LA DE LA FLORECIENTE SOCIEDAD AMERICANA. LAS ALTERNATIVAS: DOBLEGARSE O COMBATIR.

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as primeras décadas del siglo XIX fueron una época dorada para las distintas tribus de la parte central de Estados Unidos, la enorme franja que va de Montana, Dakota y Minnesota, en el norte, a Arizona, Nuevo México y Texas, en el sur –siempre al oeste del Misisipi–. El país no tenía aún la forma que conocemos ahora y los indios seguían con su modo de vida ancestral, convertidos en formidables culturas ecuestres desde la introducción del caballo por los europeos en el siglo XVII. Los indios son por lo general nómadas, guerreros y cazadores. Se mueven con las estaciones, siempre en busca de tierras con mejores pastos para los animales, y pelean encarnizadamente entre ellos por el territorio. A diferencia de lo que suele creerse, no forman grupos homogéneos. Los sioux, por ejemplo, se dividen en tres grandes ramas –dakota, lakota y nakota–, y éstas tienen distintas subdivisiones que, a su vez, se fraccionan en grupos más pequeños. Lo mismo ocurre con los apaches, que pueden ser chiricahuas, jicarilla, mescaleros y muchos más. Por eso, aunque a veces haya figuras de gran importancia e influencia, como Toro Sentado, Gerónimo o Quanah Parker, la realidad es que los indios se organizan en multitud de bandas con una notable variedad de líderes y jefes.

ENTRE EL EXTERMINIO Y LOS TRATADOS DE PAZ. A partir de los años cua-

renta, este panorama se vio profundamente alterado. Estados Unidos experimentó un enorme y continuado aumento de población –de diecisiete millones de habitantes en 1840 a más de cincuenta en 1880–, y esto supuso una imperiosa necesidad de nuevas tierras. La región antes llamada ominosamente Gran Desierto Americano, un lugar que sólo se consideraba apto para salvajes, empezó de pronto a parecer atractiva. Con la anexión de Texas (1845), el Tratado de Oregón (1846) y la victoria sobre México (1848), Estados Unidos ganó inmensos territorios en el sur y el oeste. Pero se trataba de un país todavía sin unir –el centro aún no había sido coloreado en el mapa–, una tarea que se llevaría a cabo en las décadas siguientes. Esa empresa de construcción nacional, inspirada en la doctrina del Destino Manifiesto, tuvo muchos actores y muchos escenarios: los pioneros, el Ejército, la Guerra de Secesión, el ferrocarril, las distintas versiones del cristianismo, los cazadores de búfalos, los buscadores de oro... En ese esfuerzo por empujar la frontera hacia el oeste hasta hacerla desaparecer en el Pacífico, los únicos que sobraban eran los indios. A lo largo del siglo XIX, el gobierno estadounidense siguió con respecto a los

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PARTIDARIO DE LA PAZ. Pequeño Cuervo, jefe sioux dakota, viajó a Washington en 1858 para negociar (arriba, antes de la entrevista), lo que le trajo problemas con los suyos.

Al final de la guerra, 303 dakota fueron condenados a muerte en juicios sumarios –menos de cinco minutos– celebrados bajo el principio de “culpable a menos que demuestre lo contrario”. El asunto provocó una enorme polémica en todo el país, y al final intervino el presidente Lincoln, que revisó personalmente las actas procesales e hizo rebajar las condenas a 38 (sólo los que habían cometido atrocidades contra civiles). Aun así, fue la mayor ejecución colectiva de la Historia de Estados Unidos.

LA MATANZA DE MINNESOTA. En 1862, los indios se alzaron contra los colonos que los mataban de hambre y asesinaron a más de 800 (abajo, los que escaparon a la masacre).

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EN GUERRA PARA NO MORIR DE HAMBRE. En 1858, vestido de occidental, Pequeño Cuervo viajó a Washington como cabeza de una delegación sioux para intentar mejorar sus condiciones de vida. El viaje fue un fracaso. No sólo no obtuvo nada, sino que les recortaron todavía más las tierras y, peor aún, tampoco consiguió que mejorase uno de los problemas más acuciantes de la vida en la reserva: los constantes retrasos en el pago de las compensaciones, que además no se entregaban directamente a los indios, sino a los comerciantes que les proporcionaban los bienes. La negativa de estos a dar alimentos a crédito y la imposibilidad de cazar como antaño acabaron en tragedia. Ante la indiferencia general, los dakota llegaron a una situación de hambre extrema. Uno de los comerciantes responsables del trato con los indios, Andrew Myrick, pronunció una famosa frase: “Si tienen hambre, que coman hierba; o su propia mierda”. Un simple robo de huevos en una granja terminó con la muerte de una familia de granjeros y derivó en un levantamiento para echar a todos los blancos del lugar. En esa rebelión los indios mataron a más de 800 colonos (Myrick fue uno de los primeros en caer; lo encontraron con la boca llena de hierba). El episodio se conoce como la Matanza de Minnesota y fue el inicio de la Guerra Dakota de 1862, que duró de agosto a diciembre de ese año.

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indios una política en la que la firma de tratados y el internamiento en reservas se combinaban con estrategias encaminadas directamente al exterminio, tanto por la vía militar, aprovechando la abrumadora superioridad tecnológica –ametralladoras Gatling contra arcos y flechas–, como por la de dejarles sin recursos –matanzas de búfalos– o valiéndose de enfermedades contra las que no tenían protección (entre otros muchos casos, las terribles epidemias de cólera de 1849). El problema de los tratados fue que, por un motivo u otro, rara vez se cumplieron. En 1851 el jefe Pequeño Cuervo firmó los tratados de Traverse des Sioux y Mendota, en los que cedía las tierras ancestrales de caza de su grupo de sioux dakota y aceptaba trasladarse con su gente a una reserva a cambio de una compensación periódica en dinero y bienes. Pequeño Cuervo era partidario de la paz con el hombre blanco e hizo grandes esfuerzos por adaptarse a sus condiciones –lo que le trajo no pocos problemas con los suyos–, pero los supuestos beneficios de esa postura nunca llegaron a materializarse porque el senado estadounidense se negó a ratificar el acuerdo y rebajó sustancialmente lo que se les concedía.

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TRAICIÓN AL JEFE APACHE. Entre indios y blancos había un enorme choque cultural. Para los indios, el saqueo era una forma normal de vida; esencialmente guerreros y cazadores, pensaban que cultivar la tierra era cosa de mujeres. La sociedad que avanzaba desde el este, en cambio, tenía al granjero temeroso de Dios como modelo y apenas consideraba a los nativos seres humanos. Las relaciones entre ambos se basaban en una profunda desconfianza mutua que parecía, además, justificada. Véase, si no, este episodio clave de las guerras apaches. En 1863, el jefe Mangas Coloradas fue invitado a un encuentro con militares para hablar de paz. El indio se fio y acudió solo, con bandera blanca, y fue recibido en el Fuerte McLane por el general West, que, en vez de negociar, dio orden de que se le ejecutara de inmediato. Los soldados lo torturaron durante toda la noche. Luego le cortaron la cabeza, la hirvieron y le enviaron el cráneo al frenólogo neoyorquino Orson Squire Fowler para que lo estudiase.

Indios contra indios Sioux de 1876, los crow y los shoshones combatieron junto a los soldados contra sus eternos enemigos, los sioux y los cheyenes, a los que les enfrentaban viejas disputas territoriales. RIVALIDAD ANCESTRAL. Los pawnee fueron famosos como scouts –guías y rastreadores– y, entre 1864 y 1877, estuvieron enrolados como tales en el Ejército americano, donde persiguieron sin descanso a cheyenes, sioux y arapaho. El general Crook se hizo famoso en las guerras apaches por el reclutamiento de indios. Acuñó la frase “un apache para capturar a otro apache” y sostenía que, cuanto más salvajes, mejor. Fiel a este principio, formó varias compañías de nativos que resultaron muy efectivas combatiendo a los suyos.

TRAS LA GUERRA DAKOTA DE 1862, SE CONDENÓ A MUERTE EN JUICIOS SUMARIOS A 38 SIOUX: LA MAYOR EJECUCIÓN COLECTIVA DE LA HISTORIA DE EE UU

ENGAÑOS Y BRUTALES MATANZAS. Otro problema de los tratados era

que muchas veces los indios no entendían lo que firmaban o se les engañaba. Es lo que ocurrió con el de Fort Wise (1861), en el que una serie de jefes cheyenes y arapaho cedieron todas sus tierras a cambio de una pequeña reserva en el río Arkansas sin tener conciencia de lo que hacían, porque ninguno sabía leer. Sí dejaron claro, en cambio, que sólo podían hablar por las bandas que lideraban y no por la totalidad de la población. El jefe cheyene Tetera Negra,

BALAS CONTRA ARCOS Y FLECHAS. La superioridad armamentística del Ejército de EE UU respecto a los indios era abrumadora: la ametralladora Gatling (ilustración), primer arma de repetición exitosa, causó estragos.

J. A. PEÑAS

Esta traición determinó la huida del jefe Cochise y los chiricahuas a las montañas Dragoon, donde mantuvieron una guerra de una década contra el ejército y los blancos. En 1872, cansado de luchar, Cochise firmó un tratado de paz por el cual se creaba una reserva en los Montes Chiricahua, donde vivirían. Pero la tregua sólo duró hasta 1874, cuando murió Cochise y los chiricahuas fueron enviados a la espeluznante reserva de San Carlos, un lugar insalubre, infestado de mosquitos y conocido como “los cuarenta acres del infierno”. Este fue el comienzo de la leyenda de Gerónimo, que huyó con su banda y mantuvo en jaque al Ejército durante los doce años siguientes.

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ntes de la llegada del hombre blanco al Oeste, la situación distaba mucho de ser pacífica. La mayor parte de las tribus eran fundamentalmente guerreras y tenían un largo historial de enfrentamientos. Los jinetes comanches, por ejemplo, bajaron de norte a sur en busca de caballos, cruzaron el río Arkansas y desplazaron violentamente a los distintos grupos de apaches (los lipan fueron empujados hacia el Río Grande, los jicarilla a las montañas del norte de Nuevo México y los mescaleros a Coahuila, en México). En el norte, los fieros pies negros contaban enemigos por decenas: crow, cheyenes, sioux, nez percé, flathead y, muy en especial, la alianza entre los cree y los assiniboine. El ejército estadounidense –igual que, en su momento, el mexicano– supo explotar esas viejas rivalidades. En la Gran Guerra

Los pawnee se hicieron famosos por su participación como scouts –rastreadores– en el Ejército americano (un grupo de ellos posa en 1869).

otro firme partidario de la paz, se encontró luego con la oposición de gran parte de su tribu, especialmente del líder Nariz Romana y su sociedad de guerreros de élite, los Dog Soldiers. El intento de doblegar a Nariz Romana y otros descontentos para que aceptaran el Tratado de Fort Wise llevó a la Guerra de Colorado (1863-65), durante la cual se produjo la brutal masacre de Sand Creek (1864). El coronel Chivington, famoso por su odio a los indios y sus tendencias genocidas, al mando de un grupo de casi setecientos voluntarios, atacó el campamento de Tetera Negra, compuesto fundamentalmente de mujeres, niños y ancianos. Tetera Negra había aceptado todos los requisitos impuestos para garantizar su seguridad. Se encontraban en el sitio designado por el Ejército, y en el campamento ondeaban una bandera blanca y otra de Estados Unidos. Aun así, Chivington y sus hombres mataron, sin que mediase provocación alguna, a cerca de 150 personas. Luego las mutilaron brutalmente y desfilaron por las calles de Denver exhibiendo partes humanas como trofeos (especialmente, cabelleras y órganos sexuales). Sólo después de varios días trascendió que la lucha no había sido contra cientos de fieros guerreros, como Chivington había contado –allí no había Dog Soldiers de ningún tipo–, sino contra un grupo de indios indefensos partidarios de la paz.

POLÍTICA DE TIERRA QUEMADA. La experiencia de la Guerra Civil (1861-1865) tuvo gran influencia en la derrota final de los indios, ya que el Ejército puso en práctica la política de tierra quemada que tan buenos resultados le había dado. Los ideólogos de esta estrategia fueron los generales Sheridan y Sherman (el primero había dirigido una devastadora campaña por el valle Shenandoah; el segundo había destrozado todo tipo de infraestructuras en su “Marcha hacia el Mar”, en Georgia). Por eso, cuando el capitán McKenzie fue a combatir a los temibles comanches quahadi, más que en buscar la batalla, se centró en

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LA MALDICIÓN DEL ORO. Una de las constantes

de la conquista del Oeste es que el descubrimiento de oro siempre supone una catástrofe para los nativos. El ejemplo más conocido es el de California, donde los indios fueron aniquilados o convertidos en esclavos gracias a una ley irónicamente llamada la Ley para el Gobierno y Protección de los Indios, pero ocurrió también en muchas otras partes del país. Entre 1866 y 1868 tuvo lugar la Guerra de Nube Roja, en la que los sioux lakota, cheyenes y arapaho lucharon por el control del río Powder, en Wyoming, e intentaron evitar el uso de la llamada ruta Bozeman –el camino más corto a las minas de oro de Montana, que destrozaba la caza y la vida en la región–. La paz

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dejarles sin ganado, caballos ni provisiones para el invierno. Este fue el modo en el que, entre 1874 y 1875, se libró la Guerra del Río Rojo, un enfrentamiento con pocas víctimas en el que el extraordinario guerrero Quanah Parker (mestizo de blanca e indio) y su grupo de comanches acabaron rindiéndose porque simplemente no podían sobrevivir. El elemento clave de esta política fue el deliberado exterminio de las manadas de búfalos que constituían el principal medio de vida de los indios. La magnitud de esta matanza es difícil de exagerar: a mediados de siglo, había treinta millones de búfalos vagando libremente por las llanuras; a finales de los años ochenta, quedaban apenas 300 o 400 ejemplares. El ejército alentó esa cacería como arma de guerra –“Cada búfalo muerto es un indio menos”, dijo, en 1867, el coronel Dodge– y encontró un aliado formidable en el ferrocarril. Las compañías ferroviarias organizaban concursos en los que los viajeros disparaban desde el tren, con armas de gran precisión, hasta quedarse sin municiones. Un ciudadano de Kansas consiguió el récord de matar 120 búfalos en 40 minutos.

EL HOMBRE BLANCO NO TIENE PALABRA. El Tratado de Fort Laramie de 1868 (arriba, los sioux y el general Sherman firmándolo) fue, como otros antes, papel mojado: no se cumplió.

se firmó en el Tratado de Fort Laramie de 1868, por el cual se creaba la Gran Reserva Sioux, que incluía las Colinas Negras, un territorio rico en recursos que los sioux consideraban sagrado. Prácticamente desde el primer momento, el gobierno se dio cuenta de que era un lugar muy valioso y empezó a presionar para recuperarlo. En 1874, envió al general Custer al mando de un contingente de mil hombres que pasó todo el verano recorriendo la reserva con dos objetivos: uno declarado de encontrar un sitio en el que construir un fuerte y otro secreto consistente en averiguar si en las Colinas Negras había oro. Cuando Custer confirmó que, efectivamente, era así, la noticia se difundió a nivel nacional y el resultado fue una invasión de aventureros de colosales dimensiones (fue bautizada como la Fiebre del Oro de las Colinas Negras).

LA GUERRA DEL RÍO ROJO. El comanche Quanah Parker (en la imagen, con sus galas de guerrero) luchó en ella entre 1874 y 1875, pero al final tuvo que rendirse.

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EL ÚLTIMO COMBATE DEL GENERAL CUSTER. En 1875, los jefes Nube Roja, Cola Moteada y

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Cuerno Solitario viajaron a Washington para entrevistarse con el presidente Ulysses S. Grant e intentar convencerlo de que cumpliera con las condiciones del Tratado, pero una vez más la respuesta no pudo ser más decepcionante. El gobierno no tenía la menor intención de frenar la búsqueda de oro en las Colinas Negras. Todo lo contrario. Ofreció pagarles 25.000 dólares por las tierras y trasladarlos al sitio denominado Territorio Indio, en Oklahoma, un lugar situado a 1.500 kilómetros al sur en el que había ido colocando a las distintas tribus con las que no sabía muy bien qué hacer (allí estaban los cheroquis del Sendero de Lágrimas y muchos otros indígenas trasladados a la fuerza). El rechazo a esas nuevas condiciones desembocó en la Gran Guerra Sioux, que se libró entre 1876 y 1877. Fue un enfrentamiento controvertido para los propios indios, puesto que a esas alturas muchos de ellos dudaban de la utilidad de seguir enfrentándose a Estados Unidos en el campo de batalla. Ninguno de los tres grandes jefes que fueron a Washington participó, por ejemplo, pero los sioux tenían a los cheyenes como aliados y contaban además con dos formi-

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EN 1887, LA LEY DAWES OTORGÓ LA NACIONALIDAD A LOS INDIOS QUE ACEPTASEN CONVERTIRSE EN GRANJEROS, LA MUERTE EN VIDA PARA LOS ORGULLOSOS GUERREROS dables y míticos líderes: Toro Sentado y Caballo Loco. Entre el 25 y el 26 de junio de 1876 tuvo lugar la famosa batalla de Little Bighorn, en la que fueron aniquiladas cinco compañías del Séptimo de Caballería junto con su jefe, el celebérrimo y extravagante general Custer. En total, 275 hombres. La derrota se produjo el día en que se conmemoraba el centenario de la Independencia americana y causó una profunda conmoción. Custer y sus hombres fueron elevados a la categoría de héroes, si bien la figura del general y la estrategia que les condujo al desastre son, aún hoy, muy discutidas. Pero lo más importante es que Little Bighorn supuso un punto de no retorno en la decisión de acabar con los indios, que, al infligir al Ejército una derrota tan aplastante y humillante, aceleraron su propia caída. A partir de ese momento, el gobierno puso sobre el terreno todos los recursos militares necesarios y, a lo largo de 1877, los

TODOS FUERON CAYENDO. Tras la derrota de Little Bighorn, los jefes sioux y cheyenes fueron perseguidos y aniquilados: Nariz Romana, Cuchillo Desafilado y también el mítico Caballo Loco (dcha.).

distintos jefes sioux y cheyenes –Nariz Romana, Toca las Nubes, Cuchillo Desafilado– fueron cayendo con sus grupos uno a uno. Caballo Loco se rindió en mayo y murió en septiembre cuando intentaba escapar para volver a la batalla. Toro Sentado huyó a Canadá y aguantó sin entregarse hasta 1881, cuando, convencido de que la vida que habían conocido era ya cosa del pasado, claudicó al fin.

La danza que acabó en masacre

El campo de batalla de Wounded Knee quedó sembrado de cadáveres tras la masacre.

ban semidesnudos en la nieve, aullaban y caían en éxtasis–, que pidieron protección urgente. El 15 de diciembre, la policía india intentó detener a Toro Sentado como instigador del movimiento. Sus partidarios trataron de impedirlo y, en medio de la refriega, un agente mató a Toro Sentado de un disparo en la cabeza. Dos semanas más tarde, el Ejército, que había acudido a proteger a la población, intentó desarmar a un grupo de sioux lakota acampados en el arroyo de Wounded Knee. Tras un forcejeo con un indio sordo –Coyote Negro– que no quería desprenderse de su fusil, se produjo un disparo accidental. Las tropas abrieron fuego, incluso con cañones, y los lakota se defendieron. Quedaron, al final, casi 300 indios y 30 soldados muertos. GETTY

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finales de 1890, cuando todos los indios se encontraban ya en reservas sometidos a la autoridad del hombre blanco, se extendió por todo el Oeste un nuevo movimiento que prometía darles esperanza. Se llamaba la Danza de los Espíritus y lo predicaba el líder Wovoka, quien aseguraba que, uniendo el espíritu de los muertos con el de los vivos a través del rito de una danza circular, el mundo volvería a ser como antes: las praderas se llenarían de búfalos y el hombre blanco se marcharía de sus tierras y les dejaría vivir en paz. Toro Sentado vivía pacíficamente en la reserva de Standing Rock y se mostró escéptico, pero no se opuso a que su pueblo practicase el nuevo ritual. La danza era inofensiva, pero despertó el pánico en los colonos –los indios baila-

GERÓNIMO, EL RENEGADO. En los años ochenta, las comunidades indias ya no eran más que una triste sombra de lo que fueron. De los grandes jefes, sólo quedaba libre el renegado Gerónimo –convertido en una especie de enemigo público número uno–, cuyo empeño en resistir lo había enfrentado incluso a su propio pueblo. Pero incluso él acabaría cediendo, si bien engañado por el general Miles sobre los términos de la rendición. En 1886 Gerónimo se entregó y, junto a otros 500 chiricahuas –en gran parte mujeres y niños–, fue enviado como prisionero de guerra a Florida, donde decenas de ellos murieron en los meses siguientes debido a enfermedades que jamás habían padecido. En contra de lo prometido, a Gerónimo nunca se le permitió volver a su tierra natal. También en esa década cambió la política estatal en relación a los indios. En 1887 se aprobó la Ley Dawes, que buscaba acabar con las reservas –esa tierra ahora también se necesitaba– y concedía la nacionalidad americana a aquellos que aceptasen una pequeña parcela para cultivar. Los indios habían dejado de ser una amenaza y ahora se les quería convertir en granjeros, algo que para cualquier orgulloso guerrero de las planicies equivalía MH a una especie de muerte en vida.

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CINE, MÚSICA, LITERATURA...

El folclore

wéstern NOVELAS, CUADROS, CANCIONES Y, SOBRE TODO, PELÍCULAS REFLEJAN UNO DE LOS GRANDES PERÍODOS HISTÓRICOS DE EE UU: LA CONQUISTA DEL OESTE, QUE, AUNQUE LEJANA Y AJENA, NOS PARECE ASÍ FAMILIAR Y CERCANA. Por Laura Manzanera, periodista y escritora

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i hoy estamos familiarizados con el Oeste americano, es gracias a las películas. Pero, bastante antes que en la pantalla, sus historias aparecieron en papel, papel que alimentaría al celuloide y, más tarde, a la televisión. Sin muchas más pretensiones que entretener, el Oeste fue uno de los escenarios preferidos de las dime novels (novelas de diez centavos), una forma de literatura popular dirigida básicamente a las clases trabajadoras que vivió su edad de oro a finales del XIX y principios del XX. En las novelas del Far West coincidían todos los ingredientes necesarios: el pionero, el sheriff, los vaqueros, los bandidos, los ganaderos, los indios, los soldados, los rancheros, los buscadores de oro, los predicadores, las alegres chicas del salón...

COWBOYS DE PAPEL Y CELULOIDE. El género arrancó con James Fenimore Cooper –cuya novela más conocida, y seguramente la mejor, es El último mohicano (1826)–, aunque sería Owen Wister, con El Virginiano (1902), quien lo pondría de moda. Uno de los mejores cultivadores de las dime novels fue Zane Grey, que firmó más de 90 títulos que lo convirtieron en el novelista del Oeste más prolífico, y también en millonario. Sus libros, que entre 1903 y 1926 formaron parte de las listas de los más vendidos, alimentaron un centenar largo de películas; uno de los más conocidos fue Riders of the Purple Sage (Los jinetes de la pradera roja, 1912). En España, el género tuvo autores propios; en especial, el prolífico Marcial Lafuente Estefanía, José Mallorquí, creador del popularísimo personaje de El Coyote, y Francisco González Ledesma, que escribía sus novelas del Oeste con el seudónimo de Silver Kane.

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EL WÉSTERN “INSTITUCIONAL”. La conquista del Oeste (1962; en la imagen, James Stewart) fue rodada al inicio de la decadencia del género como un resumen “oficial” de sus temas: la Guerra Civil, las Guerras Indias, el ferrocarril, las caravanas...

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LA DILIGENCIA MÁS FAMOSA DE LA HISTORIA. John Ford, el genio del wéstern, lo revitalizó en 1939 con La diligencia (arriba), en la que John Wayne era tan protagonista como el paisaje de Monument Valley y el vehículo en sí (el más usado en el Oeste antes del ferrocarril).

También el cine, desde sus albores, se empeñó en abordar la conquista del Oeste. Resulta meritorio que una nación tan joven como la norteamericana haya logrado dar a conocer sus orígenes y la épica de sus pioneros a través de un género en sí mismo: el wéstern. Estas películas son conocidas en España como “de indios y vaqueros” o “del Oeste”, por ser ésta la traducción de West, la dirección que siguió Estados Unidos en su expansión. No es casual que dicha palabra forme parte del título del gran film épico “oficial” sobre la construcción del país: How the West was won (La conquista del Oeste), de John Ford, Henry Hathaway y George Marshall, estrenado en 1962 y con un vasto elenco de estrellas. Se realizó en 1961 para conmemorar los cien años del inicio de la Guerra de Secesión y reúne todos los tópicos y asuntos imaginables: el conflicto bélico, el sheriff que pone orden, las guerras indias, la expansión en caravanas por desiertos y praderas, la búsqueda de oro, la construcción del ferrocarril...

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TIPOS Y ESTEREOTIPOS. Aparte de una iconografía propia centrada en cowboys, indios, caballos, diligencias, revólveres... y un territorio virgen lleno de oportunidades, pronto surgieron dos estereotipos opuestos: el vaquero bueno, dispuesto a forjar un hogar en una tierra hostil, y el vaquero malvado, un parásito que se aprovecha de los demás para llevar una vida fácil. El primer wéstern fue Asalto y robo al tren (1903), de Edwin S. Porter. Se inspiraba en los pistoleros contratados por las compañías ferroviarias para intentar acabar con los ladrones de trenes y fue “interpretado y presentado como una fiel reproducción de los auténticos asaltos cometidos por diversas bandas de forajidos del Lejano Oeste”, según su productora. La intención era reproducir los hechos con el máximo realismo. Famosísimos se hicieron los primeros vaqueros del celuloide, que aún no podían hablar, como Tom Mix y Harry Carey. Con la llegada del sonoro hubo unos cuantos años de sequía, hasta que John Ford y John Wayne relanzaron el género. La diligencia (1939), dirigida por el primero y protagonizada por el segundo, inauguró una época dorada que se prolongaría hasta la

AL OESTE... DE ALMERÍA. En los años 60, el folclore estadounidense por excelencia dio pie en Italia y España al spaghetti western. Los mejores, los de Sergio Leone con Clint Eastwood, como El bueno, el feo y el malo (1966; abajo), rodado en Almería.

década de 1950, con infinidad de grandes films como Río Rojo (1948) y Río Bravo (1959), de Howard Hawks, Johnny Guitar (1954), de Nicholas Ray, o Centauros del desierto (1956), también de Ford. Éste sentía tal pasión por el wéstern, que junto al productor Merian C. Cooper fundó Argosy Productions y creó una trilogía sobre la Caballería –Fort Apache (1948), La legión invencible (1949) y Río Grande (1950), con Wayne al frente del reparto–, amén de otros muchos títulos del género.

DE LOS AÑOS SESENTA A LA ACTUALIDAD.

Tras una nueva crisis y consciente de que el género perdía adeptos, Ford filmó El hombre que mató a Liberty Valance (1962), que inauguraría la etapa del wéstern crepuscular, con menos “hombres buenos” y más individuos sin escrúpulos. Mientras tanto, Europa apostaba por el spaghetti-western, con personajes sin moral movidos por el dinero y el poder. Se rodaban en Italia, pero también en las desérticas tierras de Almería. Solían ser películas de serie B salvo excepciones, como las de Sergio Leone: Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966), convertidas en éxitos gracias a que mantenían la tensión, a las bandas sonoras de Ennio Morricone y a la presencia de un joven Clint Eastwood. Y mientras el spaghetti caía en el olvido, en Estados Unidos el wéstern había perdido mucha fuerza, hasta

O.K. Corral, el duelo más cinematográfico

Kirk Douglas (Doc Holliday), Burt Lancaster (Wyatt Earp), John Hudson (Virgil Earp) y DeForest Kelley (Morgan Earp) en Duelo de titanes.

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UNA VISIÓN IDEALIZADA. Hay que aclarar que el famoso duelo no fue un combate de honor entre la familia Earp y los Clanton, que se habrían citado para dirimir sus diferencias honorablemente. Esta visión mítica la originó el sheriff Earp y Hollywood la dio por buena en Pasión de los fuertes (1946), de John Ford, y Duelo de titanes (1957), de John Sturges. En esta última, que en inglés se

llama Gunfight at the O.K. Corral (Duelo en O.K. Corral), prima la amistad entre Wyatt (Burt Lancaster) y Doc (Kirk Douglas). Otros dos gigantes del celuloide, Henry Fonda y Victor Mature, los interpretaron en Pasión de los fuertes. Ya en los años 90 llegaron Tombstone: la leyenda de Wyatt Earp (1993), con Kurt Russell y Val Kilmer, y Wyatt Earp (1994), con Kevin Costner y Dennis Quaid, que prioriza la biografía de Earp y su labor para restablecer la ley. En esta última versión se plasma un enfrentamiento más acorde con la realidad, pues desaparece cualquier épica entre caballeros y no hay cita previa de las dos familias: los Earp van a buscar a los Clanton y simplemente les disparan a bocajarro.

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l duelo a muerte que tuvo lugar en 1881 en Tombstone y enfrentó a oficiales de la ley (los Earp y Doc Holliday) y rancheros (los Clanton) es uno de los episodios históricos de la conquista del Oeste llevados al cine en más ocasiones, de forma más o menos veraz.

que Sam Peckinpah apareció en escena con algunos films muy violentos. El más destacado, Grupo salvaje (1969), es una dura narración sobre el fin de una banda de atracadores de trenes implicados en un asunto de tráfico de armas en plena Revolución mexicana. Peckinpah se despidió del género con Pat Garrett & Billy the Kid (1973), con música (y actuación) de Bob Dylan. En los 90 se hicieron esfuerzos por reanimar el género, con trabajos destacables como Sin perdón (1992), de Eastwood, pero hasta el momento el wéstern no ha vuelto a significar lo que significó. Pese a todo, ha dejado títulos ya imborrables en la memoria colectiva, como Murieron con las botas puestas (1941), Dos hombres y un

LOS INDIOS Y LA CABALLERÍA. Las Guerras Indias fueron un asunto recurrente en el cine del Oeste, con títulos como Fort Apache (arriba). Pero habría que esperar a los años 70 para una visión proindia del conflicto, con Pequeño gran hombre.

RESULTA MERITORIO QUE UNA NACIÓN TAN JOVEN COMO EE UU HAYA LOGRADO DAR A CONOCER SUS ORÍGENES A TRAVÉS DE UN GÉNERO PROPIO

destino (1969) o Pequeño gran hombre (1970), cuyo protagonista (Dustin Hoffman) ha sido criado por indios. La colonización del Medio y del Lejano Oeste se llevó a cabo a costa de la población nativa, y la literatura norteamericana mostró al indio como a un enemigo de la cristiandad y del progreso que representaba el ferrocarril. Bajo ese prisma, resulta lógico que fueran los “malos” de las películas, aunque tampoco de todas.

UNA DE INDIOS. Los films de la primera mitad del siglo XX mostraban a los indios como un colectivo homogéneo, como si todas las tribus fueran iguales; al menos igual de salvajes. Se les atribuyó, por ejemplo, la manía de cortar cabelleras indiscriminadamente, a hombres, mujeres y niños. Pero en realidad esa manía la inventaron los europeos en los siglos XVII y XVIII: ingleses y franceses se las exigían a los indios a los que contrataban para matar soldados enemigos, como prueba de que merecían la recompensa prometida. Nunca antes de la llegada de colonos europeos a Norteamérica los nativos habían cortado cabelleras. Otro icono indio engañoso es la pipa de la paz. Si bien es cierto que los pieles rojas usaban una, el calumet, en las ceremonias de paz y guerra porque creían que el tabaco podía reducir el espíritu bélico del enemigo, el concepto fue también una invención de los blancos. Con el tiempo, el celuloide empezó a mostrar diferencias entre tribus. Algunas aparecían como políticamente correctas: las que aceptaban las reglas del hombre blanco, incluido vivir en reservas; otras, por el contrario, oponían resistencia. Flecha rota (1950), Yuma (1957) o Dos cabalgan juntos (1961) fueron consideradas películas proindias, aunque el auténtico cine proindio llegó en el último tercio del siglo con títulos como Pequeño gran hombre o Bailando con lobos (1990), que retomaron la idea del buen salvaje de Rousseau. La novela y el cine no fueron los únicos en impregnarse del folclore del Oeste; también lo hicieron la música, la poesía y la pintura. El country & western surgió en los años 20 en Norteamérica. Combinaba la música folclórica de los países europeos a los que pertenecían

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Buffalo Bill: la pervivencia del mito

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A la derecha, William Cody, alias Buffalo Bill, en una elaborada foto de estudio de 1871.

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UNA FORMA DE VIDA RECREADA. La geografía del Oeste y sus tipos humanos, que fueron plasmados en sus lienzos por pintores como Remington o Catlin, perviven hoy en el pueblo de Tombstone, con curiosidades como el Big Nose Kate’s Saloon (arriba).

LA CULTURA POPULAR EN TODAS SUS FORMAS HA HECHO DEL OESTE AMERICANO UN REFERENTE UNIVERSAL Y ATEMPORAL los inmigrantes, sobre todo irlandeses, con otras formas arraigadas en el territorio, como el blues y el góspel. Entre sus grandes intérpretes, The Carter Family, Jimmie Rodgers, Hank Williams o George Jones. En los 50, lo mantuvieron vivo Johnny Cash, Jerry Lee Lewis y Elvis Presley, que lo mezclaban con elementos del rock and roll. Por su parte, la llamada cowboy poetry fue una expresión poética surgida en los ranchos y más tarde adoptada también por autores urbanos, que cantaba la vida del vaquero en el Oeste.

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EL OESTE COMO ESPECTÁCULO. Experto buscavidas, se convirtió en un embaucador profesional, muy hábil a la hora de atribuirse hazañas de otros para dar mayor relevancia a su figura. Y así fue forjando su fama, que empezó ya en 1869 al convertirse en protagonista de una saga de dime novels con su célebre apodo: Buffalo Bill. A dicha fama contribuyó indudablemente el éxito de su espectáculo de masas, el Wild West Show, con el que entre 1883 y 1917 recorrió el mundo. Incluía ataques a diligencias, carreras contra los indios, demostraciones de tiro al blanco, representaciones de batallas famosas... En él trabajaban cientos de actores y participaron otras figuras legendarias como el jefe sioux Toro Sentado o Annie Oakley, una experta tiradora. Aquel circo mundial encandiló a muchos, incluidos la reina Victoria de Inglaterra y el novelista Mark Twain, que aplaudiría su “indiscutible realismo”. El mito de Buffalo Bill ha llegado a nuestros días sin casi haber perdido fuelle. Baste recordar que el psicópata de la película El silencio de los corderos (1991), que desuella a sus víctimas para hacer vestidos con su piel, se hace llamar Buffalo Bill, en alusión a la actividad de Cody como vendedor de pieles de bisonte. Y es que también el cine se ha encargado de alimentar la leyenda de uno de los mejores embajadores del salvaje Oeste.

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e joven, William Cody se unió a una banda de asesinos que ocupaban propiedades para luego venderlas y formó parte de un comando de exterminio de la Unión durante la guerra civil. También haría de vendedor de alcohol, buscador de oro, perseguidor de forajidos a cuenta del Ejército, guía de turistas... y explorador del territorio indio y cazador de búfalos (bisontes americanos), en lo que despuntó especialmente.

SUPERVIVENCIA DE LA CULTURA WÉSTERN. De los grandes artistas que inmortalizaron el wéstern en lienzos, despuntan cuatro: Frederic Remington, George Catlin, Charles M. Russell y Charles Schreyvogel. Todos ellos contemporáneos de los acontecimientos, pintaron a los cowboys, indios, tramperos y soldados que habían conocido. Remington, por ejemplo, acompañó a la expedición que halló los cadáveres de los caídos en la batalla de Little Big Horn y lo reflejó en un cuadro; Catlin se centró en retratar la vida cotidiana de los indios; Russell, la de los cowboys; Schreyvogel se especializó en los combates entre ambos. Al contemplar estos cuadros, queda claro cómo han servido de inspiración para la estética del wéstern cinematográfico. También la geografía del Oeste, que esconde mil y una historias, es un potente reclamo turístico. Uno de los enclaves más curiosos es Tombstone, el escenario del famoso duelo de O.K. Corral. En esta ciudad del condado de Cochise, en el Estado de Arizona, casi todo el mundo lleva hoy día sombrero vaquero, guardapolvos negro, pistola al cinto y rifle al hombro, y a menudo se oye el sonido de una armónica. Visitarla es viajar al pasado. El centro se ha restaurado tal como era en 1881 y muchos de sus alrededor de 1.600 habitantes visten ropas de época para dar más realismo y satisfacer las expectativas de los curiosos que se acercan allí para revivir los hechos. En la calle central, Main Street, aún resuenan las pisadas de las botas camperas y el animado ambiente de los salones, como el Big Nose Kate’s Saloon, donde puede escucharse música country. Hoy, la mayoría de edificios albergan tiendas de recuerdos, restaurantes y atracciones turísticas que recrean el histórico enfrentamiento. Las visitas obligadas son al O.K. Corral, el establo donde tuvo lu-

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DEL COUNTRY A LAS NOVELAS DE QUIOSCO. Son otras formas artísticas relacionadas con la cultura wéstern. Arriba, el cantante Johnny Cash en 1957; a la derecha, una novela del Oeste del español Marcial Lafuente Estefanía. UN ASUNTO DE MUJERES. En una aventura tan dura como la colonización y expansión hacia el Pacífico, las mujeres jugaron un papel fundamental, no siempre recordado como merece (abajo, cartel del film Caravana de mujeres, de 1951).

ne, la bandida Belle Starr o la tiradora Annie Oakley. Las tres han protagonizado libros y películas. Poco después de su muerte, se publicó Belle Starr. La reina bandida o la Jesse James femenina. La completa y auténtica historia de la valiente salteadora de caminos, que hizo de ella la más atractiva malhechora del folclore norteamericano. De la noche a la mañana, su nombre recorrió todo el país, convirtiéndose en sinónimo de ladrona y chantajista sin escrúpulos, sanguinaria líder de una banda de cuatreros y hasta obsesa del sexo. Hoy, sigue siendo un mito. Como también Calamity Jane, la más universal de las pioneras americanas. Bautizada como Martha Jane CanaryBurke, desempeñó tareas reservadas a los hombres: domó toros, luchó contra los indios, fue exploradora del Ejército...

FICCIÓN DEL OESTE EN FEMENINO. Pese a todo, los films han tendido a edulcorar las figuras femeninas, situándolas en las antípodas de los duros personajes masculinos. Entre los que más se ajustan a la realidad están Annie Oakley (1935), protagonizada por Barbara Stanwyck, y la Calamity encarnada por Jean Arthur en Buffalo Bill (1936). También han sido numerosas las cowgirls de ficción, algunas con gran personalidad y muchas agallas. Marlene Dietrich escondía a forajidos en su rancho en Encubridora (1952) y Joan Crawford era la propietaria de un salón en Johnny Guitar (1953). Más recientemente, Andie MacDowell, Drew Barrymore, Mary Stuart Masterson y Madeleine Stowe fueron prófugas en Cuatro mujeres y un destino (1994), y un año después Sharon Stone ejerció de forastera justiciera en Rápida y mortal (1995). Otra influyente visión de la colonización femenina del Oeste la dio la novelista Willa Cather, inspirándose en su propia experiencia. Su llamada Trilogía de la Pradera está formada por Pioneros, El canto de la alondra y Mi Antonia. Aun así, en España es más conocida Laura Ingalls Wilder, que en 1935 escribió un libro infantil, La casa de la pradera, donde narraba sus memorias de infancia en el Medio Oeste a finales del siglo XIX. Terminó escribiendo una serie de libros, hoy considerados clásicos y convertidos en la exitosa –y lacrimógena– serie televisiva producida en los 70 por Michael Landon y la cadena NBC. En definitiva, todas las formas de la cultura popular han hecho del Oeste americano un referente universal y MH atemporal, aún muy presente en el siglo XXI. ASC

COWGIRLS DE CARNE Y HUESO.

Pese a lo que pueda parecer, el Oeste no fue sólo cosa de hombres. A las hazañas de Buffalo Bill, Jesse James, el general Custer o David Crockett hay que sumar las de numerosas mujeres sin cuya presencia el Oeste no habría podido desarrollarse y a las que la literatura y el cine han ayudado a mantener en el recuerdo. Aunque anónimas, las que inspiraron el film Caravana de mujeres (1951) fueron bien reales. A mediados del siglo XIX, se necesitaban mujeres para repoblar los nuevos territorios colonizados. Fue entonces cuando un empresario británico, Fred Harvey, montó un negocio de importación de féminas para trabajar en sus hoteles y restaurantes. Desde entonces, muchas se atrevieron a establecerse en aquellos territorios ignotos. En ellas se inspiró William A. Wellman para la película, en la que Robert Taylor era el encargado de conducir a aquellas valientes a través de un territorio durísimo. La publicidad anunciaba: “¡Doscientas mujeres dispuestas a casarse!”. Entre todas aquellas mujeres reales abundaban las amas de casa, pero también había enfermeras, maestras, granjeras y tratantes de caballos. Eso sí, los arquetipos resultaron inevitables: la amantísima madre y fiel esposa frente a la proscrita y la prostituta. Algunas hallaron su independencia al margen de los varones y se atrevieron a llevar pantalones e incluso a disparar. Casos emblemáticos son los de la exploradora Calamity Ja-

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gar la pelea, con un campo de duelo; al Bird Cage Theatre, donde se dice que Earp encontró a Josephine Marcus, su gran amor; al Court House, donde se juzgaba a cuatreros y bandidos, y a alguno de los cabarés, donde las chicas bailan al ritmo del cancán. Tampoco puede entenderse el Oeste americano sin el Winchester, que tuvieron en sus manos cuantos ayudaron a forjarlo: agricultores y ganaderos, atracadores y sheriffs, colonos y buscadores de oro. Aunque inventado tiempo antes por Oliver Fisher Winchester, fue en 1866 cuando se lanzó el modelo Winchester 66. Las claves de su éxito: ser ligero, rápido y seguro. Fue el primer modelo con capacidad para quince cartuchos y apertura lateral para facilitar la recarga: podía disparar doce veces por minuto. Todo el mundo quería uno para “defenderse de los indios”, como rezaba la publicidad. Y, a partir de 1930, Hollywood lo convertiría en otra de las grandes estrellas del wéstern.

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ACTUALIDAD

AGENDA CULTURAL

La Monarquía Hispánica fue un actor clave en el proceso de Independencia.

PINTURA

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MUSEU DEL DISSENY

○TODO SOBRE DAVID BOWIE Es el objetivo de la nueva muestra del Museu del Disseny de Barcelona. Dawid Bowie is explora el proceso creativo del artista remarcando sus facetas como innovador, inventor y reinventor de sí mismo, estrella del pop e icono de la cultura popular del siglo XX.

○PICNIC SESSIONS El Centro de Arte Dos de Mayo (Móstoles, Madrid) presenta la nueva edición de esta cita compuesta por conciertos, performances, piezas sonoras y arte en vivo, que tendrá lugar en la terraza de la institución. La entrada es gratuita.

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Las huellas de España en el nacimiento de Estados Unidos berdrola-Arte, en su sede de la ciudad de Bilbao, está organizando una interesante exposición que nos propone un acercamiento a la contribución de la Monarquía Hispánica a la formación de Estados Unidos, un aspecto muy poco conocido. La memoria recobrada. Huellas en la Historia de los Estados Unidos se estructura en cinco espacios que tratan los diferentes aspectos de la realidad política, social, diplomática y comercial de finales del siglo XVIII, un momento de reformas y también de revoluciones. El discurso expositivo se articula a través de piezas originales de gran valor histórico.

Noche estrellada, de Vincent van Gogh, es una de las obras que se exhiben.

TURISMO DE ASTURIAS

Vuelve a los orígenes

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l Principado de Asturias ha presentado una nueva campaña de promoción turística titulada Vuelve al Paraíso. El objetivo es promocionar los recursos diferenciales de Asturias, proponiéndonos que nos demos un respiro y regresemos a nuestros orígenes. Volver a lo natural, a la armonía, volver a respirar y a ser libre, a comer bien y a descubrir cosas nuevas y, cómo no, a comenzar una nueva aventura. Todo

esto es lo que nos ofrece el Principado asturiano, una desconexión con el estrés de la sociedad de hoy en día. Esta campaña refuerza la marca Asturias Paraíso Natural con un mensaje global y único, tanto para el mercado nacional como el internacional. Turismo rural, deportivo, cultural, de naturaleza, gastronómico y también industrial, con paisajes de costa y montaña que suponen una auténtica vuelta al Paraíso.

TURISMO DE ASTURIAS

○PHOTOESPAÑA 2017 El prestigioso festival celebra su 20 aniversario con un programa formado por 100 exposiciones y más de 500 artistas. En él se profundiza en la relación de la fotografía con otros lenguajes artísticos.

HISTORIA

I RMN-GRAND PALAIS (MUSÉE D’ORSAY)

○ PALESTINA, MEDIO SIGLO DE OCUPACIÓN Es el título del curso de verano de la Universidad Complutense de Madrid que se desarrollará durante la primera semana de julio. En él se analizarán el significado y las implicaciones políticas y sociales del caso más longevo de ocupación en la actualidad.

tico de Monet a Kandinsky. Organizada junto a la Galería de Arte de Ontario (Toronto), agrupa nada menos que 120 pinturas que giran en torno a este concepto. Los artistas presentes son grandes nombres del arte como Gauguin, Klimt, Munch, Schiele, Mondrian o Van Gogh, entre muchos otros. Todos ellos se acercaron al paisajismo para establecer un orden que pudiera trascender las apariencias físicas y así superar la realidad material para poder conocer los misterios de la propia existencia. De esta manera, el paisaje se convirtió en el soporte privilegiado de la búsqueda artística.

ubo un tiempo, entre finales del siglo XIX y principios del XX, en que el paisaje como género artístico tuvo un gran éxito y aceptación tanto entre artistas como en el público. El paisajismo de esos años estaba fuertemente marcado por el misticismo y la búsqueda de la trascendencia: se pretendía “expresar la maravilla del hombre ante la naturaleza”, acentuando la individualidad como el mensaje primordial de la obra de arte. El parisino Museo de Orsay está indagando en este proceso con una magnífica exposición titulada Más allá de las estrellas: el paisaje mís-

IBERDROLA-ARTE

Más allá de las estrellas: el camino místico del paisaje

Tradición y naturaleza se dan la mano en parajes de una belleza incomparable.

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Alfredo Sepúlveda

o a través de nuestras redes sociales.

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LECTORES INTERACTIVOS

¡haz nues te t fan ro Faceb en ook!

EFEMÉRIDES DURANTE ESTE MES RECORDAREMOS EN NUESTRA WEB (WWW.MUYHISTORIA.ES) ALGUNOS HITOS:

1 de julio

1997

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Han pasado veinte años del traspaso de soberanía del territorio de Hong Kong desde el Reino Unido a la República Popular China. Terminaba así más de un siglo de dominación colonial, que se había fraguado a partir de varios tratados que imponían un contrato de arrendamiento de 99 años.

La Historia, a debate ¿Crees que la expansión hacia el Oeste se ha idealizado?



La visión del cine y la literatura le han dado un halo demasiado romántico y aventurero.

NO

Resultados del número anterior

SÍ: 48% NO: 52% ¿Crees que la Solución Final perjudicó a los nazis en la guerra? VUESTROS COMENTARIOS: Es indudable que tuvo que influir negativamente en el transcurso de la guerra, pero a su vez era parte de la propia política expansionista que les llevó a invadir el continente europeo.

AHU

Fue una empresa de proporciones épicas basada en el esfuerzo de la gente. 5 de julio

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Lucas Madrigal

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El blog

Cartas de los lectores

L

E

a recomendación que nos llega en esta ocasión es la de la bitácora QuHist, que además de su página web tiene un completo perfil de Twitter y página de Facebook. En todas ellas se aborda la Historia de una manera totalizadora, abarcando desde la Prehistoria hasta temas de la actualidad más candente. Las entradas se distribuyen en varias secciones fijas como “guerras”, “personajes”, “arte” o una interesante sección llamada “sabías que...”, basada en relatar curiosidades, frases y expresiones históricas o aspectos de la vida cotidiana. Todos sus contenidos se desarrollan bajo el prisma de que la Historia es el patrimonio más precioso que podemos tener.

ste mes os hacemos llegar la carta del periodista Juan Ángel Torti, al que le ha encantado el número sobre los pueblos precolombinos: “Me ha maravillado el Dossier de la revista, muy completo y con explicaciones de gran claridad. Siempre había conseguido informaciones fragmentadas sobre los innumerables pueblos que habitaron México y Mesoamérica, pero aquí han analizado todo ordenado cronológicamente, lo que es un gran logro. Así, se hace mucho

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También estamos en:

más fácil ordenar y clasificar todas esas historias, conquistas, dioses y costumbres. Hace un mes estuve en la Riviera Maya y los guías me explicaron varios aspectos de los que me han surgido dudas. Al hablar del canon de belleza maya, en la página 27, no se termina de aclarar si sólo las élites se alargaban el cráneo y si esto lo hacían para asemejarse a una mazorca de maíz, ya que uno de sus principales dioses era el dios de ese alimento”. Juan Ángel Torti

Se cumplen 330 años de la publicación de los Principios matemáticos de la filosofía natural, obra de Isaac Newton. También conocidos como Principia, supusieron un punto de inflexión en la Historia de la ciencia y son considerados la obra científica más importante hasta Einstein.

16 de julio

1212

Hace 805 años que, en las cercanías de la localidad jienense de Santa Elena, se producía la batalla de las Navas de Tolosa. Los ejércitos cristianos derrotaban contundentemente a las tropas del Imperio almohade, provocando el inicio del fin de la presencia musulmana en la Península.

30 de julio

2007

Ya ha pasado una década del fallecimiento del director de cine sueco Ingmar Bergman. Su larga carrera le valió el ser considerado una de las figuras clave del cine en el siglo XX, con obras maestras como El séptimo sello (1957) o Fanny y Alexander (1982).

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A la venta el 26 de julio de 2017 Consejero Editorial de G+J José Pardina ([email protected]) Directora Palma Lagunilla ([email protected])

REDACCIÓN

AGE

Sangre y sexo en el Renacimiento

Redacción María Fernández Rei ([email protected]), Nacho Otero ([email protected]). Documentación gráfica Iria Pena ([email protected]) Secretaria Julia Gordo ([email protected]) Colaboran en este número: Carlos Aguilera, Rodrigo Brunori,

Fernando Cohnen, Alfonso Domingo, Juan Carlos Losada, Laura Manzanera, José Ángel Martos, José A. Peñas, Roberto Piorno, Alberto Porlan, Sonia Sánchez-Seco, José Segovia, Alfredo Sepúlveda.

ONLINE Directora Área Online y New Business Jorge Segado ([email protected]) Editores online María Victoria González ([email protected]), Sarah Romero ([email protected])

EVENTOS Y RRPP Responsable: Inés Pérez ([email protected])

REDACCIÓN EN MADRID

Calle Áncora, 40 - 1ª planta. 28045 Madrid. Tel: 91 347 01 00 E-mail: [email protected]

Consejera Delegada Marta Ariño Director General Financiero Carlos Franco Directora de Brand Development Begoña Eguillor Director Comercial Ángel Navarro Directora Comercial Digital Libe Bilbao

DINASTÍAS PODEROSAS. Las ciudades más importantes de la Italia renacentista estaban regidas por familias como los Borgia, los Médici, los Sforza...; todas ellas en nuestro Dossier. En este óleo prerrafaelita, César, Lucrecia y Alejandro Borgia.

“DISFRUTAR LO MENOS POSIBLE”. En esta consigna se resumen las recomendaciones de la Iglesia para intentar controlar férreamente la desatada sensualidad que surgió en la Europa renacentista. Incluso había textos que instaban a los esposos a recitar salmos mientras realizaban el coito, para así no entregarse a las bajas pasiones. A la derecha, Dama descubriendo el seno, de Domenico Tintoretto.

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DEPARTAMENTO DE PUBLICIDAD Y DELEGACIONES Director Comercial Área Divulgación Santiago Brioso ([email protected]). Jefe de Publicidad: Pablo Oliveros ([email protected]). Coordinación: Belén Prieto ([email protected]). BARCELONA. Travessera de Gràcia 47-49, 2º planta. 08021 Barcelona. Tel.: 93 240 10 00. Fax: 93 200 72 69. Directora de Publicidad: Mery Pareras ([email protected]). Jefe de Publicidad: Javier Muñoz ([email protected]). LEVANTE. Quart, 2, puerta 2. 46001 Valencia. Tel.: 96 391 01 91 · Fax: 96 391 01 41. Ramón Medina ([email protected]). ANDALUCÍA y EXTREMADURA: Tel.: 95 409 99 86 Ignacio Muñoz ([email protected]). PAÍS VASCO y NAVARRA: Tel.: 94 444 18 00 Koldo Marcilla ([email protected]). PUBLICIDAD INTERNACIONAL. Jefa de Publicidad Internacional Susana Ruano ([email protected]). PUBLICIDAD ONLINE. Jefa de Publicidad Digital Celia Delgado ([email protected]). MEDIA SOLUTIONS.

DEPARTAMENTO CREATIVO Jefe de Departamento Eduardo Román Jefes de Diseño María Somonte, Luis Miguel González,

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EUROPA, UN CAMPO DE BATALLA. En el norte de Italia, la contienda más destacada durante el Renacimiento fue la batalla de Pavía (izquierda, lienzo de un pintor flamenco desconocido del siglo XVI) en 1525: un enfrentamiento entre el ejército francés al mando del rey Francisco I y las tropas germanoespañolas del emperador Carlos V, con victoria de estas últimas.

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SUSCRI PCI O NE S Áncora 40, 28045 Madrid. Teléfono: 902 054 246 (de lunes a viernes de 9.00 a 18.00 horas - julio y agosto de 8.00 a 15.00 horas). E-mail: [email protected] DISTRIBUYE: Logista Publicaciones, S.L. c/Del Trigo, 39-Edf. B. Pol. Ind. Polvoranca. 28914 Leganés (Madrid). Tel. 91 665 71 58. Depósito legal: M-35196-2005. Depósito legal Mini: M-10757-2015. ISSN 1885-5180 © Copyright 1981. Grüner + Jahr AG / G y J España Ediciones, S.L., S. en C. Prohibida su reproducción total o parcial sin la autorización expresa de la empresa editora. IMPRESIÓN: Rivadeneyra. Esta publicación es miembro de la Asociación de Revistas de Información (ARI), tiene controladas sus ventas por la Oficina de la Justificación de la Difusión (OJD) y su audiencia por el Estudio General de Medios (EGM).

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