Alfaro Cristo Sacramento de Dios - La Iglesia Sacramento de Cristo

ψ BIBLIOTECA TEOLOGICA CRISTIANDAD La dirige M. G esteira G arza 1. J. Alfaro: C ristologia y A ntropologia. 2. K. Rah

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BIBLIOTECA TEOLOGICA CRISTIANDAD La dirige M. G esteira G arza 1. J. Alfaro: C ristologia y A ntropologia. 2.

K. Rahner/P. Overhage: El p rob lem a d e la bom m ización,

3. K. Rahner/W. Thüsing: C ristologìa.

JUAN A LFA R O

CRISTOLOGIA γ

ANTROPOLOGIA TEMAS TEOLOGICOS ACTUALES

23 2 -

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EDICIONES

1

CRISTIANDAD

Hu e sca , 3 0 - 3 2

MADRID

Nihil obstat Silio Giorgi, SJ Roma, 7-3-1973 Imprimi potest José María Martín Patino Pro-Vicario General Madrid, 19-6-73

© Copyright by EDICIONES CRISTIANDAD - MADRID 1973

Depósito legal: M. 2 2.488- 1973 ISBN: 84-7057-136-2

Printed in Spain Aldus, S. A., Artes Gráficas - Castellò, 120 - Madrid

A KARL RAHNER, HOMENAJE DE ADMIRACION POR SU OBRA RENOVADORA DE LA TEOLOGIA CATOLICA.

PRINCIPALES ABREVIATURAS AAS AbThK AM APh ATG AThA Bib BiViClhx BZ Caith

“Acta Apostcéicae Sedis” (Roma 1909ss) Abhandlungen über Theologie und Kirche (Düsseidorff 1952) Augustinus Magister (Paris 1954) “Archiv für Philosophie" (Stuttgart1947ss) “Archivo Teológico Granadino” (Granada 1938ss) “L'Année Théologique Augustiniéñne” (Paris 195 Iss) “Biblica” (Roma 1920ss) “Bible et Vie Chrétienne” “Biblische Zeitschrift” (Friburgo 1903-29; Paderborn 1931-39, 1957ss) “Catholica. Jahrbuch für Kontroverstheologie” ([Paderborn} Münster 1932 ss) GBL Collectanea Biblica Latina (Roma 1912ss) GBQ “The Catholic Biblica! Quarterly” (Washington 1939ss) CSCO Corpus Scriptorum Christianorum Orientalium (París 1903ss) D H. Denzinger, Enchiridion Symbolorum (Friburgo :i0195 5) DBS Dictionnaire de la Bible, Supplément (Paris 1928ss) DS Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum (Friburgo M19ó5) DSAM Dictionnaire de Spiritualité Ascétique et Mystique (Paris 1932ss) EB Enchiridium Biblicum (Nâpoles-Roma *1964) BphMar “Ephemerides Mariales” (Madrid 1950) ETL “Ephemerides Theologicae Lovantenses” (Brujas 1924ss) JBL "Journal of Biblica! Literature” (Boston 188 Iss) JTS "Journal of Theologi'cal Stiidies” (Londres 1899ss) KuD "Kerygma und Dogma” (Gotinga 1955ss) LThK Lexikon für Theologie und Kirche (Friburgo 21 9 57-1967) LV “Lumen Vitae” (Bruselas 1946ss) NRT “Nouvelle Revue Théologique” (Paris 1879ss) NThSt "New Theologica! Studies” RB “Revue Biblique” (Paris 1892ss, 1904ss) RET “Revista Española de Teología” (Madrid 19 4 Iss) RGG Die Religion in Geschichte und Gegenwart (Tubinga 1909-13; *1927-

32; 31965 ss) RScRel RSPT RSR RTAM RTh RTP SZ TGL ThQ VD ZKT ZSTh ZThK

“Revue des Sciences Religieuses” “Revue des Sciences Philosophiques et Théoiogiques” (Paris 1907ss) “Recherches de Science Religieuse” (Paris 1910ss) “Recherches de Thédlogie Ancienne et Médiévale” (Lovaina 1929ss) “Revue Thomiste” (Paris 1893ss) “Revue de Théologie et Philosophie” (Laïusana 18 6 8 -19 11; 1913-50; 195 Iss) "Stimmen der Zeit” (Friburgo de Br.) “Theologie unid Glaube” (Paderborn 1909ss) “Theologische Quartalschrift” (Tubinga 1819ss; Stuttgart 1946ss) "Verbum Domini” (Roma 1921ss) "Zeitschrift für Katholische Theologie" (Viena 1877ss) “Zeitschrift für Systematische Theologie” (Berlin 1923ss) “Zeitschrift für Theologie und Kirdhe” (Tubinga 1891ss)

CONTENIDO Prólogo.......................................................................................................... I. El tema bíblico en la teología sistemática......... ...................

11 15

II. La gracia de Cristo y del cristiano.......................................... III. Cristologia y eclesiología en el Concilio Vaticano I I ...........

45 105

IV.

Cristo, sacramento de Dios: la Iglesia, sacramento de C risto ............................................................................................... V. Cristo glorioso, revelador del P adre..........................................

121 141

VI. María en la salvación cumplida por Cristo .........................

183

VIL El problema teológico de la trascendencia y de la inma­ nencia de la g ra c ia ......................................................................

227

VIII. Persona y g ra c ia ............................................................................

345

IX. Revelación y f e ........................................................ .................. X. La certeza de la fe en su dimensión personal y comunitaria.

367 399

XI.

Actitudes fundamentales de la existencia cristian a..........

413

XII.

La resurección de los muertos en la discusión teológica actual sobre el porvenir de la H isto ria...............................

477

XIII.

El cristianismo en la sociedad industrial..............................

495

XIV.

Eucaristía y compromiso cristiano por la transformación del m undo......................................................................................

513

IV CRISTO, SACRAMENTO DE DIOS: LA IGLESIA, SACRAMENTO DE CRISTO

1. La encarnación es la realización y revelación definitiva de la gracia, es decir, de la comunicación de Dios en sí mismo al hombre: al apropiarse personalmente el Hijo de Dios el ser humano, Dios se da y se revela como Padre al hombre Cristo y en Cristo a los hombres. La revelación y realización de la gracia en Cristo son dos aspectos, inse­ parables entre sí, de la autocomunicación de Dios al hombre 1. El misterio de Cristo está en la unión de su carácter personal divino con su auténtico ser humano: el hombre Jesús es personalmente el Hijo de Dios. La filiación divina constituye la gracia increada de Cristo; en la totalidad corpóreo-espiritual de su naturaleza humana el hombre Jesús está orientado hacia Dios, su Padre, con la relación increada de la filiación eterna 2. 1 En eá cuarto Evangelio aparecen identificadas da función reveladora y la fun­ ción vivificante del Verbo encarnado. Cristo da la vida eterna a los hombres re­ velándoles su Padre y lies manifiesta eli Padre dándoles la vida eterna. La manifes­ tación de da gloria de Dios y lia comunicación de ila vida divina a los Ihomibres coinciden (Jn 1, 4. 14. 18; 3, 16. 36; 5, 20-26. 40; 6, 46-47; 10, 14-18. 25-30; 14, 6-Ί2; 17, 3-8. 20-26; 20, 31; Cf. C. H. Dodd, The Interpretation of the Fornth Gospel [Cambridge 1958} 318-354; C. K. Barrett, The Gospel according St. John [Londres 1958] 68; R. Bultmann, Theologie des Neuen Testaments [Tubinga 1958] 418-422). a Tanto eil Jesús die los sinópticos, como el del cuarto Evangelio, invoca a Dios, como Podre suyo y vive su relación personali a Dios como actitud filial; precisa­ mente en esa alctitud del hombre Cristo para con Dios nos ha sido ¡revelado su carácter personal divino. Cf. B. M. van Iersell, “Der Sohn” in den Synoptischen Jesusworten (Leiden 1961) 165-185; J. .Schmid, Das Evangelium nach Markus (Ratisbona 1954) 162-165; W . Marchei, Abba, Père, La Prière du Christ et des chrétiens (Roma 1963) 10 1-18 1; J. Jeremias, Abba. Studien zur neutest. Theologie und Zeitgeschichte (Gotinga 1964) 33-67; id., Le Message central du Nouveau■ Testament (Paris 1966) 10-29.

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Cristo, sacramento de Dios

La encarnación implica la donación personal de Dios al hombre Cristo como Padre suyo: el hombre Cristo es persona en cuanto Dios es su Padre. Esta autodonación del Padre (tan real como la encarnación misma) es la gracia increada de Cristo34; solamente el hombre Jesús es amado por Dios como Hijo suyo i . La donación de Dios a Cristo como Padre suyo es el fundamento de toda comunicación de Dios en sí mismo al hombre. La encarnación (cuya posibilidad se basa en el misterio personal intradivino) es la gra­ cia fundamental, de la que depende y participa toda otra gracia. La gracia increada de Cristo comporta necesariamente su gracia creada. La encarnación (el «hacerse-hombre» del Hijo de Dios, la «hu­ manización» de lo divino en Cristo) implica la divinización de la hu­ manidad de Cristo, que queda constituida en la humanidad del Hijo de Dios 5. El hombre Cristo tiene conciencia de ser el Hijo de Dios; en la intimidad de su actitud filial para con Dios conoce inmediatamente a su Padre celeste6. En la experiencia filial del hombre Jesús y en su en­ trega absoluta a Dios se realiza y revela la absoluta autodonación del Padre a su Hijo, hecho hombre. La gracia creada de Cristo (que cons­ tituye la divinización de su humanidad) es la expresión-realización de su gracia increada. Esto quiere decir que la gracia de Cristo, por ser gracia de encarnación, tiene estructura sacramental. En Cristo tiene lugar la unión suprema de lo divino con lo humano (bajo la primacía de lo divino), de tal modo que lo divino se manifiesta y obra en lo huma­ no, y lo humano es elevado a signo eficaz de la autocomunicación de Dios 7. En la humanidad de Cristo se revela y realiza la donación per­ sonal de Dios al hombre Jesús, su Hijo: la gracia de Dios (que es Dios mismo en su autocomunicación al hombre) queda «sacramentada» en la encarnación. Por su misma constitución de Hijo de Dios, hecho 3 La donadora personal de Dios ai hombre Jesús, como Padre suyo, y la fi­ liación divina de Cristo coinciden. Grieto es el Hijo de Dios, en cuanto Dios es su Padre, es 'decir, en cuanto recibe del Padre su mismo divino ser. 4 Cf. Mc 1, 11; 9, 7; Jn 1, 18; 3, 16; Ef 1, 6; Col 1, 13. 6 La gracia increada de Cristo es tan única e 'irrepetible como su 'divina filia­ ción, a saber, como lia autodonación personal de Dios, su Padre. Su gracia creada es también única e irrepetible, pues es la repercusión propia de su gracia increada e incluye la “asunción hipostática” de su humanidad y Ja conciencia de da misma, que san cualitativamente únicas. Si se tiene presente que la gracia creada (aun en su estadio supremo, que es la visión de Dios) implica la unión 'personal del hom­ bre con Dios, fácilmente se comprenderá que la gracia creada de Cristo es tan única e irrepetible como la misma unión personal del hombre Cristo con Dios, su 'Padre. 6 Cf. Mt 11, 27; Jn 1, 18; 6, 46; 10, 15. 38. 7 Cane. Vat. II, Const. sobre la. Iglesia, c. I, n. 8; Const. sobre la Liturgia, c. I, n. 5.

La Iglesia, sacramento de Cristo

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hombre, Cristo es sacramento (el sacramento fundamental) ante todo en sí mismo y para sí mismo: en él se hace real y a él se revela la suprema autodonación de Dios 8. 2. Como misión del Hijo de Dios al mundo, la encarnación pro­ viene en último término del amor del Padre hacia los hombres 9. La iniciativa salvifica de Dios, que implica la intención de dar al hombre participación en la vida divina, radica en la persona misma del Padre «invisible», principio fontal de la vida trinitaria. La comunicación de la vida divina a los hombres debe pasar a través de su Hijo y de su Espíritu101. Por la encarnación Dios se hace Padre de Cristo: la generación eterna y el eterno amor del Padre tienen efectivamente como término personal el hombre Jesús. En su Hijo, hecho hombre, extiende Dios su amor paterno a todos los hombres “ . Por su auténtico «ser-hombre» el Hijo de Dios queda vinculado con toda la comunidad humana; su existencia no tiene sentido sino dentro de la totalidad de la humanidad. Por eso en la encarnación Dios se hace Padre de los hombres en Cristo. Al hacerse hombre, el Hijo de Dios se apropió nuestro destino de muerte para por su muerte-resurrección hacernos participantes en su destino de gloria12. La encarnación implica esencialmente la solidaridad 8 La gracia increada de Cristo (autodonación de Dios como Pediré suyo) tiene su signio absolutamente eficaz en su gracia creada (impecabilidad de Cristo en vir­ tud de la misma anión hipostátiea) ; la encarnación exige y garantiza por sí misma la aceptación de la grada increada (autodonación del Padre) de parte dél hombre Cristo. B1 Verbo encarnado es en sí mismo el signo y órgano supremo de Ha gra­ cia de Dios. La encarnación es el f mandamento último de la sacramenitalidad de la gracia, es decir, de la vinculación de la gracia (que es Dios mismo en su gratuita autocomunicación al hombre) a lo visihle. Bn Cristo tiene lugar la suprema unión de lo divino con lo humano; por eso el Verbo encamado es el “anadogatum prin­ ceps” del sacramento y de los sacramentos de da Iglesia. La encamación del Hijo de Dios imlpllica la “sacramentación” suprema y ejemplar de la gracia divina. 9 Rom 5, 8; 8, 28-32; Gal 4, 4; Ef 1, 3-12; Jn 3, 16; 1 Jn 4, 9-16. 10 La teología no ha reflexionado apenas sobre el dato revelado de la “invisi­ bilidad” de Dios-Padre (Col 1, 15; 1 Tim 6, 6; Jn 1, 18; 6, 46; Mr 11, 27; 1 Jn 4, 12) y sobre eil significado salvifico de la misma. B1 Padre salva la humanidad pecadora, enviando al mundo su Hijo y, por su Hijo, su Espíritu (Gál 4, 4; Jn 14, 16. 17. 26; 16, 13-15); solamente se hace visible en su Hijo, hecho hombre (Jn 1, 18) y sólamente por Cristo glorificado nos da su Espíritu y -nos comunica su vida divina (1 Cor 15, 45; Jn 7, 39; 16, 7). El Padre “invisible” es pues el principio-sin-principio de la vida imt-radivina y de la comunicación de ¡la misma a Cristo y por Cristo a los hombres. La sacraimentalidad de la encamación supone la “invisibilidad” dél Pad-re: en el Hijo de Dios, hecho hombre, se expresa y co­ munica la vida divina escondida en el Padre (Jn 1, 14-18; 5, 26). 11 Cf. Ef 1, 6. 13 Cf. Rom 1, 3-4; 5, 12-21; 8, 3. 17. 29; 1 Cor 15, 20-23; 2 Cor 5, 2 1; 13, 4; Bip 2, 5-11; Cól 1, 18; 1 Tim 3, 16; Tit 2, 13; Aot 26, 23; Heb 2, 10-18; 4, 5; 6, 20; 10, 19. 20.

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Cristo, sacramento de Dios

del Hijo de Dios con toda la familia humana. En esta solidaridad radica el valor salvifico de la encarnación, que es en sí misma el co­ mienzo efectivo de la salvación de los hombres y del mundo13. En Cristo ha dicho Dios su definitivo «sí» salvifico: ha quedado irrevoca­ blemente fijada la salvación de los hombres 14. Como Hijo de Dios hecho hombre es Cristo la manifestación y realización suprema del amor de Dios a los hombres: en él Dios se ha hecho y se ha revelado Padre nuestro 15*. Por su constitución misma de Hijo de Dios hecho hombre es Cristo el centro de la humanidad en su relación a Dios. La gracia de Cristo está por sí misma orientada hacia los hombres y tiende a comu­ nicarles la vida divina, que él mismo recibe del Padre; es, pues, gracia «eclesial», ordenada a vivificar y unificar la comunidad humana por la participación en la vida divina. El carácter «encarnacional» de la gracia de Cristo comporta el carácter «eclesial» de la misma. Como unión personal del Hijo de Dios con la naturaleza humana, la encarnación es el fundamento supremo de la unidad de la comunidad humana, desti­ nada en Cristo a la unión inmediata con Cristo mismo y en él con Dios en su misterio personal1G. Pero la encarnación tiene su fundamento en la Trinidad; por eso la unidad de los hombres en Cristo se basa defi­ nitivamente en la comunión de vida trinitaria, cuyo manantial es el Padre 17. Por su misma constitución de Hijo de Dios hecho hombre es por consiguiente Cristo (para sí mismo y para toda la comunidad humana) el sacramento fundamental, el supremo signo-eficaz de la gracia (como autocomunicación de Dios en sí mismo), de la íntima unión del hombre con Dios y de la unidad de todos los hombres por la comunión de 13 Cone. Vat. II, Const. sobre la Iglesia, c. 1, o. 7; Const. sobre la Liturgia, c. IV, n. 83; c. V, n. 102; Const. sobre la Iglesia en el mundo actual, c. I, n. 22. 11 Cf. 2 Cor 1, 19-20; Rom 8, 28-30; Ef 1, 3-14. 15 Cf. Ja 1, 14-18. “ La verdad de la encarnación implica que él Hijo de Dios se apropia el ser humano en todas sus dimensiones y, por consiguiente, también en su dimensión aornuniraria, que es tan fundamental en el hambre como su dimensión personal. A l apropiarse esta dimensión comunitaria, él Hijo de Dios eleva la ifamillia humana a una nueva sobrenatural unidad, cuyo centro es él mismo Cristo (Cf. Cone. Vat. II, Const. sobre la Iglesia, c. II, mn. 9. 13; Const. sobre la Iglesia en el mundo actual, Introducción m. 10; c. IV, n. 45; Decr. sobre e l Ecumenismo, t. I, n. 2). La gracia del Verbo encarnado tiene necesariamente carácter capital, a saber, comunitario y eclesial. Por la misma unión hipostática queda elevada la naturaleza humana in­ dividual de Cristo a signo-instrumento de la comunicación de la vida divina a los hambres (Const. sobre la Iglesia, c. I, nn. 7. 8) y la comunidad humana es eo ipso elevada a signo eficaz de la gracia de Cristo, es decir, al sacramento que es la Iglesia. 17 Cf. Gone. Vat. II, Const. sobre la Iglesia, c. I, n. 2; c. VII, n. 48; Decr. so­ bre el Ecumenismo, c. III, n. 15.

La Iglesia, sacramento Ae Cristo

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vida con Dios, Padre de Cristo y Padre nuestro, principio de la unidiiil y de la vida trinitaria 18. Al hacerse hombre como nosotros, el Hijo de Dios se apropió ni ics tra existencia, sometida a la ley de la muerte. La encarnación premi i tiene en sí misma la muerte de Cristo como inevitable desenlace de mi auténtico ser-hombre: en la fragilidad de su «carne» lleva Cristo su destino de muerte19. En su indefectible sumisión filial a la volunt mi del Padre (impecabilidad del hombre Cristo, radicada en su cahuín personal de Hijo de Dios) estaba precontenida la libre aceptación