Alain Touraine - El Rol de los Intelectuales

2009 ALAIN TOURAINE EL ROL DE LOS INTELECTUALES Traducido para el blog http://apristaverde.blogspot.com | Luis Zaldiv

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2009

ALAIN TOURAINE

EL ROL DE LOS INTELECTUALES

Traducido para el blog http://apristaverde.blogspot.com | Luis Zaldivar

Sobre la Traducción La siguiente es una traducción casera para el blog http://apristaverde.blogspot.com, cualquier error por favor ser notificado a [email protected]. Una nota original del autor está señalada con su apellido, y algunas notas extras añadidas por el traductor están señaladas con el apellido “Zaldivar” al comienzo de la nota. Traducido de: Alain Touraine. 2001. Beyond Neoliberalism. Trans. by David Macey. Polity Press: 106=114

El Rol de los Intelectuales Alain Touraine Dentro un movimiento social ideal ‘consiente y organizado’, como en un sistema político iluminado y completamente democrático, el rol de los intelectuales seria menor o no existente. Lo mismo fuese verdad si, al contrario, el cambio social estuviese bajo el control exclusivo de un interés económico, o voluntad política, o de rutina y corporatismo burocrático. Es cuando no hay un efectivo principio que pueda unificar la vida social y política que los intelectuales intervienen. Estos lo hicieron originalmente para condenar poderes políticos o religiosos que forzaron decisiones arbitrarias y escandalosas en la sociedad. Luego, cuando mas y mas actores sociales aparecieron y la democracia fue extendida, los intelectuales intervinieron en los conflictos sociales y debates para identificar sus significados porque los actores no podían ser completamente consientes en situaciones de crisis o dependencia y porque esos significados fueron escondidos por las ideologías impuestas por las clases dominantes o los partidos que hablaban en nombre de la gente, la nación, o las masas. El caso Dreyfus1 marco un punto de quiebre entre dos eras, convirtiéndose en una referencia central para el estudio de los ‘intelectuales’. Fue en este tiempo, y seria así recordado, la primera vez que fueron llamados por ese nombre. Claro que hay diferentes tipos de intelectuales. El más clásico, y tal vez más visible, es el acusador, aquel cuya toda atención está concentrada en la crítica al sistema dominante. Este revela los intereses que se esconden detrás de los discursos moralizantes, y habla del sufrimiento de todos los que están explotados, alienados y manipulados. Todo lo que se ha dicho en este libro indica cuan importantes son estos intelectuales en Francia contemporánea. Allí la importancia de Pierre Bourdieu, quien es el representante ejemplar de este tipo de intelectual. Estos intelectuales dominan gran parte de la prensa, y no solamente Le Monde diplomatique. Esta imagen del intelectual fue la más visible durante las últimas guerras coloniales de Francia. Jean-Paul Sartre y sus asociados, y especialmente Frantz Fanon y Jean Genet, fueron intelectuales definidos por su rol crítico y negativo en vez de sus interpretaciones de cómo el poder estaba siendo resistido. Y durante el periodo de 1965-1975, Louis

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Zaldivar. El “caso Dreyfus” se refiere al escándalo de antisemitismo contra el capitán francés Dossier Dreyfus en1906 que termino movilizando a toda la intelectualidad francesa a favor del sionismo. Pueden acceder a una elaboración del tema en http://www.scribd.com/doc/14163123/Dossier-DREYFUS-Victima-del-antisemitismo

Althusser fue una guía para muchos intelectuales. Fue Michel Foucault, sin embargo, quien combino satisfactoriamente el pensamiento crítico y trabajo de gran calidad intelectual. El segundo tipo de intelectual, a diferencia del primero, se identifica con luchas particulares o fuerzas de oposición especificas y se convierte en su intelectual orgánico o tal vez si ideólogo. El largo poder del partido comunista en Francia permitió a muchos intelectuales la satisfacción de ser las estrellas en encuentros públicos o, si eran más honestos, de tener el sentimiento que estaban construyendo un futuro mejor. El colapso de la ideología y poder comunista fue obviamente un golpe mayor para este tipo de intelectual, sobre todo en aquellos suficientemente irresponsables para dejarse persuadir y defender la bárbara revolución cultural China. Sin embargo, sería injusto condenar a este tipo de intelectuales descartándolos como sugiriendo que ya no existen. Muchos de los intelectuales que firman peticiones, y son parta de las marchas, demostraciones y hasta huelgas de hambre, marcaron de forma completamente honesta su solidaridad con las demandas y protestas que son ignoradas por las autoridades públicas. Este rol es limitado porque no son parte en definir el significado de la acción en cuestión y ser simplemente testigos, pero es también un rol importante porque es una expresión de la voluntad de los intelectuales, que pudiesen ser fácilmente absorbidos por el establishment y que son de alguna forma parte de este, de actuar en solidaridad con las categorías mas desaventajadas y aquellos que tienen menos oportunidades de encontrar su propia voz. Mas allá de estas dos categorías de intelectuales, debería ser notado que las figuras mas complejas aparecen en las situaciones más difíciles. Primero, tenemos a esos intelectuales que hacen su trabajo, el cual es analizar y entender, mirando al significado de las acciones, las cuales pueden apoyar o oponer. Estos se posicionan asimismo en relación a los actores reales cuya acción, como cualquier otro evento histórico, tiene varios significados al mismo tiempo, y tratan de definir esos significados elucidando lo que ellos ven como el significado primario. No obstante, ellos pueden ser descritos como intelectuales –en vez de expertos o profesionales- solo si lo que dicen y escriben intenta servir como critica al poder social o, más importante, como una protesta y una fuerza opositora. La diferencia entre estos intelectuales y los de la primera categoría es que de los que hablo aquí creen en la existencia de actores consientes y efectivos, aun cuando reconocen sus limitaciones, mientras los de la primera categoría solo creen en la critica a las contradicciones internas de las crisis y el mal. Esto no quiere decir que los intelectuales que traten de entender los actores sociales y den interpretaciones de sus acciones sean optimistas, o que ellos crean que el bien va a triunfar sobre el

mal. Simplemente quiere decir que ellos no creen que el triunfo del mal es inevitable o que no hay mas para la historia que las crisis internas y las estrategias hegemónicas de las fuerzas dominantes. Una vez que creemos en la posibilidad de la acción e invención por parte del dominado, estamos en posición para distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo de los análisis y estrategias del actor. Esos intelectuales están en una posición difícil: ellos creen en los actores pero mantienen su distancia de ellos porque montan una crítica a sus discursos y acciones, luchando contra las ideologías justificadoras que son generadas por todo tipo de acción social y política. Los activistas, en cambio, prefieren mucho más a los intelectuales que denuncian los crímenes de sus adversarios de los que analizan su propia acción, aun cuando lo hacen en términos simpáticos. Francia a conocido muchos intelectuales del tercer tipo, aun si ellos han combinado una crítica creativa y abrasiva con un acoplamiento a referencias políticas y sociales pasadas de moda. Muchos de ellos vienen de la izquierda comunista, del Socialisme ou Barbarie o de la Union des Etudiants Communistes. Muchas figuras líderes como Cornelius Castoriadis, Claude Lefort, Jean-Francois Lyotard y Francois Chatelet fueron parte y producto de esos grupos. No obstante, la figura más emblemática de este intelectual es aun un hombre de otra generación, Andre Malraux, porque sus intervenciones políticas fueron tanto reales como directas vertidas en sus libros. Estos intelectuales pueden intervenir solo en una sociedad democrática, y su tarea crítica consiste principalmente en criticar y decidir cuales aspectos de una demanda pueden ser maniobrados por instituciones, cuales no son negociables, y cuáles han sido contaminados por intereses foráneos o ideologías. Claramente, debe ser hecho claro que estos intervienen porque reconocen en la acción que estudian los problemas éticos o sociales más allá de la intervención política. Estos intelectuales, y me parece que ellos juegan el rol más importante, no son nunca políticos porque ellos ven en la acción social un principio apolítico que no puede ser completamente reconocido por el sistema. No es fácil burlarse de aquellos que hablan en defensa de derechos e igualdad, pero defenderlos es la razón usual por la cual los intelectuales hacen intervenciones. Ellos tratan de determinar, en una definida situación política, que puede ser maniobrado por los mecanismos institucionales, cual es el producto del ejercicio racional de interés propio o colectivo, y que es lo que invoca los valores que trascienden cualquier organización social. Opuestos a todas las visiones unificadas, no importa si son moralizantes o muestras de una confianza sin límites en las instituciones políticas, jurídicas o educacionales, estos intelectuales destruyen estas falsas unidades y tratan de identificar el problema más importante en la acción colectiva.

Finalmente, hay también una cuarta categoría de intelectuales. Ellos pueden ser descritos como utópicos en el sentido positivo de la palabra, identificándose con las nuevas corrientes sociales, vida personal o cultura y las hacen más visibles, sin cegarse a los conflictos sociales que nacen en el manejo de estas transformaciones. Edgar Morin es el más creativo utopista en Francia, pero se mantiene interesado en la interpretación de movimientos sociales, especialmente cuando estos son jóvenes y pobremente organizados. Ha habido mucha conversación del ‘final de los intelectuales’. Esta expresión no tiene sentido alguno. Max Gallo hablo mas acertadamente del ‘silencio de los intelectuales’ al principio de los 80’s, pero lo hizo por razones equivocadas2. La gran mayoría de los intelectuales Franceses se rehusaron a vivir en la cacha de Mitterrand3, y aquellos que lo hicieron no tienen buenas memorias del episodio. Su silencio significo mucho, como vinos al comienzo del gobierno de Mitterand, cuando un número de intelectuales apoyaron el CFDT de Edmond Maire4 no solo para defender la solidaridad con el movimiento de liberación polaco, pero también para evitar juzgamiento critico de las políticas del nuevo presidente. En años recientes, la tendencia más conspicua fue la asociada con el colapso del comunismo y el renacimiento de la idea demócrata. Esta tarea ya había sido tomada por Raymond Aron antes de que los ‘nuevos filósofos’ la asuman. Luego vinieron los años de la gran desmoralización y del decaimiento de la acción política. Durante este periodo, escuchamos a los que denunciaron el orden dominante así como los análisis de los ‘intelectuales-interpretes’. Yo me considero uno de la segunda categoría. Esta diferencia entre los dos fue simbolizada por los desacuerdos sobre dos posiciones a comienzos del Otoño de 19955. Todas estas familias de intelectuales pueden coexistir, y es su coexistencia la que logra la consistencia del debate intelectual, y de los intelectuales mismos, porque pasan por lo menos igual de tiempo debatiendo el uno al otro que analizando las situaciones históricas y reales. La conclusión

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Touraine. Max Gallo, ‘Les Intelelctuels, la politique et la modernite’, Le Monde, Julio 26 1983 Zaldivar. Presidente izquierdista de Francia entre 1981-1995 4 Zaldivar. La CFDT (Confederación Democrática Francesa por el Trabajo en Francés) se vio afiliada durante los 80’s al gobierno de Mitterrand. Touraine argumenta que la popularidad del sindicato durante ese gobierno con los intelectuales se debe a una conveniencia de no tener que analizar críticamente al gobierno de izquierda. 5 Zaldivar. Durante una serie de paros en 1995, Touraine se enfrento al movimiento laboral francés argumentando que ellos ya no representaban los problemas sociales vigentes en una sociedad post-industrial (Wilson, Shaun. 2004. The Struggle over Work: The ‘end of work’ and employment options for post-industrial societies. Routledge: 46). 3

general es especialmente valida en la situación presente en que nuestras sociedades no tienen unidad, no se conforman a la lógica hegemónica y son cada vez mas fragmentadas. Podemos entonces ver nuevas formas de acción y pensamiento tomando forma las cuales tienen que ser descubiertas, pero al mismo tiempo, las zonas de exclusión dibujadas por intelectuales acusatorios también se expanden. Entre los dos, los intentos que se hacen de reorganizar el sistema político están manteniendo a los intelectuales bastante lejos6. La única familia de intelectuales que está hoy en día declinando es la de los ideólogos que tienen vínculos orgánicos con una organización política. Tanto así que comienzan a parecer especies en extinción. Esto es natural y deseable, porque este tipo de intelectual se rehúsa a reconocer que otros también tienen su lugar y porque las filosofías de la historia y del ‘partido’ del futuro están en declinación terminal. En la otra mano, estamos presenciando la reaparición de todos los otros tipos de intelectuales. En efecto, mucha gente está ya quejándose del sonido ensordecedor de sus discrepancias. No obstante, este no es un retorno al pasado. La explicación por el relativo silencio de las recientes décadas es que el periodo histórico se está cerrando, mientras el retorno de los intelectuales es asociado con el reemplazo de los sistemas de análisis por la interpretación de actores. Su retorno entonces se relaciona al renacimiento del espíritu democrático, la recomposición de luchas y sobre todo la defensa de los derechos básicos de libertad, equidad, y solidaridad.

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Zaldivar. Este párrafo ilustra bastante bien cuál es la base de la sociología de Touraine y la razón por la cual lo traduzco. Touraine argumenta que el actor social contemporáneo es distinto que el de hace varias décadas, hoy ya nadie espera ideologías rígidas e idealistas para guiar acción política; en vez, los intelectuales vigentes son los que asumen la complejidad de los procesos políticos y toman partido en contra de las ideologías totalizantes, prefiriendo la constante interpretación de la realidad para una justa evaluación. Touraine probablemente estaría de acuerdo con la observación de Ortega y Gasset “el filosofo y el barbero son del mismo arte; el barbero corta el cabello y el filosofo los separa” (Ortega Y Gasset. 1957. Man and People. The Norton Library: 112)