Aguiar e Silva - Concepto de Literatura

Aguiar e Silva, Víctor Manuel. Teoría de la Literatura. Ed. Gredos. Madrid. 1975 CONCEPTO de LITERATURA El vocablo lite

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Aguiar e Silva, Víctor Manuel. Teoría de la Literatura. Ed. Gredos. Madrid. 1975

CONCEPTO de LITERATURA El vocablo literatura es un derivado erudito del término latino litteratura, que significaba instrucción, saber relacionado con el arte de escribir y leer, o también gramática, alfabeto, erudición, etc. Se puede afirmar que éste fue el contenido semántico de "literatura" hasta el s.l8, ya se entendiese por literatura la ciencia en general, ya, más específicamente, la cultura del hombre de letras. En el s. 17 ° en la primera, mitad del 18 se pretende designarlo que hoy llamamos "literatura" se utiliza la palabra poesía, o si se quiere mencionar cierta tipo de prosa, se emplea el vocablo "elocuencia". En la segunda mitad del s. 18 se verifica una profunda evolución semántica de la palabra "literatura". En vez de significar el saber, la cultura del hombre de letras, la palabra pasa a designar más bien la actividad específica de éste y, en consecuencia la producción resultante. Hacia el fin del tercer cuarto del s.18, literatura, pasa a significar el conjunto de las obras literarias de un país por lo cual se le asocia un adjetivo determinativo: argentina, italiana. Al concluir la penúltima década del s.l8 aquélla pasa a designar el fenómeno literario en general. Se va hacia la noción de literatura como creación estética, como específica categoría intelectual y forma específica de conocimiento. Tal es la evolución semántica del vocablo literatura hasta el advenimiento del romanticismo. Luego siguió evolucionando durante los siglos 19 y 20. a) Conjunto de la producción literaria de una época -literatura del s.18- o de una región. b) Conjunto de obras que se particularizan y cobran forma especial ya por su origen, temática, o por su intención: lit. femenina, de terror, revolucionaria, de evasión, etc. c) Bibliografía sobre un tema determinado. d) Retórica, expresión artificial. e) Por elipsis, se emplea simplemente "literatura" en vez de Historia. de la literatura. f) Por metonimia, significa también Manual de historia de la literatura g) Puede significar aún, conocimiento organizado del fenómeno literario. De los muchos sentidos mencionados sólo nos interesa el de literatura como actividad estética y, en consecuencia, sus productos, sus obras. Pertenecen a ella las obras estéticas de expresión verbal, oral o escrita. En la comunicación verbal se distinguen 6 funciones básicas: a) emotiva o expresiva, estrechamente relacionada con el sujeto emisor, pues se caracteriza por la transmisión de contenidos emotivos propios. b) apelativa, orientada hacia el sujeto receptor, la cual tiene como fin actuar sobre este sujeto influyéndolo en su modo de pensar, en su comportamiento, etc. c) referencial o informativa;, que consiste en la emisión de un saber, de un contenido intelectual acerca de aquello de lo que se habla. d) fática, que tiene por objeto establecer, prolongar o interrumpir la comunicación"(mire, ¿me oye?, bueno, vamos a ver, etc.). e) metalingüística que se realiza cuando el emisor y/o el receptor necesitan averiguar si ambos usan el mismo código, es decir, el mismo tipo de señales. Ej. La pintura abstracta carece de belleza. -¿Qué entiende Ud. por belleza? f) poética, centrada sobre el mensaje mismo. La función poética del lenguaje se caracteriza por el hecho de que la palabra literaria, a través de un proceso intencional, crea un universo de ficción que no se identifica con la realidad empírica. En el lenguaje usual, un acto de habla depende siempre de un contexto extraverbal y una situación efectivamente existentes, que preceden y son exteriores a ese

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mismo acto de habla. En el lenguaje literario, en cambio, el contexto extraverbal y la situación dependen del lenguaje mismo. El lenguaje histórico, filosófico y científico es un lenguaje heterónomo desde el punto de vista semántico, el que siempre presupone seres, cosas y hechos reales sobre los que trasmite algún conocimiento .El lenguaje literario es semánticamente autónomo, porque tiene poder suficiente para organizar, estructurar mundos expresivos enteros. El lenguaje literario puede ser explicado pero no verificado; este lenguaje constituye un discurso contextualmente cerrado y semánticamente orgánico que instituye una verdad, propia. Una de las características esenciales del lenguaje tal como aparece en la obra es que genera ilusión, ésta no se añade desde el exterior, simplemente instituye una nueva relación entre la palabra y el sentido, entre el lenguaje y su objeto. El lenguaje no tiene por qué plantearse el problema de la distinción entre lo verdadero y lo falso, en la medida en que, reflexivamente, pero no especulativamente, se confiere a sí mismo su propia verdad. Este lenguaje sugiere el orden de verdad con el cual lo relacionamos. No designa un objeto sino que suscita, en una forma inédita del enunciado. Así el lenguaje literario posee una verdad en sí mismo, por ello es autónomo. El escritor, en el lenguaje literario crea su propio mundo imaginario que tiene una cierta relación con el mundo real objetivo Entre el mundo imaginario creado por el lenguaje literario y el mundo real, hay siempre vínculos, pues la ficción literaria no se puede desprender jamás de la realidad empírica. El lenguaje literario instituye una realidad propia de estructura y dimensiones específicas. Aquél se caracteriza por ser connotativo, y se opone al denotativo en el cual la configuración representativa del signo lingüístico es de naturaleza exclusiva o predominantemente intelectual o lógica. Este es el lenguaje característico de la ciencia, de la Filosofía, del Derecho, etc. La connotación no es exclusiva del lenguaje literario, pues se verifica en muchos dominios y niveles lingüísticos. en el lenguaje de la política, de la mística, coloquial, etc. Además es plurisignificativo, porque, en él, el signo lingüístico es portador de múltiples dimensiones semánticas y tiende a una multivalencia significativa, huyendo del significado unívoco que es propio de los lenguajes nonosignificativos (discurso lógico, lenguaje jurídico, etc.). La plurisignificación del lenguaje literario se manifiesta en dos planos: un plano vertical, o diacrónico. y un plano horizontal o sincrónico. En el plano vertical, la multisignificación se adhiere a la vida histórica de las palabras, a la multiforme riqueza que el curso de los tiempos ha depositado en ellas, a las secretas alusiones y evocaciones latentes en los signos verbales, al uso que éstos han experimentado en una determinada, tradición literaria. En el plano sincrónico u horizontal, la palabra adquiere dimensiones plurisignificativas gracias a las relaciones conceptuales, imaginativas, rítmicas, etc., que contrae con los demás elementos de su contexto verbal. La palabra sólo cobra valor integrada en esta unidad estructural. La plurisignificación del lenguaje literario puede realizarse tanto en una parcela como en la totalidad de una composición. El lenguaje literario es plural por esencia, y la obra literaria es plurisignificativa por naturaleza de los elementos y de las relaciones que constituyen su estructura formal y semántica. Las grandes obras literarias de todos los tiempos han suscitado y siguen suscitando tan distintas interpretaciones, ofreciendo al lector su riqueza inexhausta y guardando siempre un secreto no desvelado. El lenguaje literario se define por la recusación intencionada de los hábitos lingüísticos y por la exploración inhabitual de las posibilidades significativas de una lengua. La teoría de la información enseña que, cuanto más trivial, y, por tanto, más previsible, sea un mensaje, tanto menor será la información que transmita. Cuanto más original y más imprevisible sea la organización del mensaje, tanto mayor será la información que proporcione. Los símbolos, las metáforas y otras figuras estilísticas, las inversiones, los paralelismos, las repeticiones, etc., constituyen otros tantos medios del escritor para transformar el lenguaje usual en lenguaje literario .El escritor recurre ya a un arcaísmo, ya crea vocablos nuevos, violenta por necesidad expresiva, las relaciones sintácticas

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impuestas por la norma establece vínculos nuevos en las palabras «Esta transformación a que el escritor somete la lengua usual tiene un límite: la oscuridad, el hermetismo absoluto. Por eso Heidegger distingue la charlatanería vulgar que destruye las palabras, de la poesía, que las inventa de nuevo. En el lenguaje cotidiano, igual que en el lenguaje científico, filosófico, etc., el significante, es decir, la realidad física, sonora, del signo lingüístico, tiene poca o ninguna importancia. En el lenguaje literario se comprueba que los signos lingüísticos no valen sólo por sus significados, sino también, y en gran medida, por sus significantes. Henos aquí ante un carácter verdaderamente destacado del lenguaje literario: el valor sugestivo, la capacidad expresiva de las sonoridades que el escritor utiliza. Otro problema suscitado por la función del significante en el lenguaje literario consiste en la tendencia manifestada por algunos autores a vaciar el poema de todo significado, considerándolo sólo como una cosa, una estructura sonora visual, desprovista de contenido. Es indudable que el significado poético no se identifica con un mero significado conceptual o lógico. Quedarán excluidas de la literatura las obras que no participan fundamentalmente de las formas de existencia antes asignadas al lenguaje literario y están, por tanto, despojadas de intenciones y cualidades estéticas obras jurídicas, científicas, filosóficas, etc. Serán obras literarias aquellas en que, el mensaje crea imaginariamente su propia realidad, en que la palabra da vida a un universo de ficción. En una obra científica, histórica o filosófica, el lenguaje denota referentes externos y su verdad se relaciona necesariamente con ellos; en la obra literaria, el lenguaje no manifiesta un uso referencial, y su verdad es verdad de coherencia, no de correspondencia, y consiste en una necesidad interna, no en algo externamente comprobable. El núcleo central del arte literario ha de buscarse en los géneros tradicionales: lírico, épico y dramático. En todos ellos se remite a un mundo de fantasía y de ficción. Hay obras como la biografía, el ensayo, las memorias, por ejemplo, usan máscaras literarias.

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