Adolfo Gilly, 'La Renuncia Del Che', Arauco, Año VI, No. 69, Octubre 1965, Pp. 2-9.

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la renuncia del che

Es inútil conjeturar dónde está o qué le h a ocurrido til Che. El Che no está m ás en la dirección de la revoluv.Mti cubana. Su renuncia no es una cuestión personal, sino un h e­ cho político. La dirección cubana no h a dado a su propio pueblo lu explicación política de este hecho, ni tampoco el Che. Pero detrás de cMtii crisis en la cumbre m áxima de la revolución cubana, la cues­ tión central que se discute es la m isma que en la polémica chinomivlétlca: cuál es el program a p ara el avance de la revolución. I.u salida del Che indica que su respuesta no h a podido imponerse «■n el seno de esa dirección. La polémica entre el Che y la tendencia conservadora, proMohcú, en la dirección de la revolución, es antigua. Si ahora ha sa­ lido a luz —aun bajo la apariencia de una decisión personal— pro­ vocando el retiro del segundo dirigente de Cuba, es porque las fuer­ zas que la prom ovían h a n acumulado u n a presión que ya no podía .ser contenida en las discusiones interiores. Esas fuerzas no son Notamente cubanas, sino mundiales. Sin un program a netam ente definido y con expresiones confuíiu.s, el Che representaba en la alta dirección la tendencia revolu­ cionaria que se inclinaba hacia la extensión de la revolución a América L atina como vía p ara consolidar la revolución cubana. MI program a de extender la revolución va unido a la defensa de la Igualdad dentro del propio estado obrero, a la lucha contra los privilegios de la burocracia estatal y partidaria, a la idea de ele­ var la producción no a través de la igualdad salarial y los estímulos _ materiales, sino acudiendo al sentim iento y a la conciencia socia­ liz a de las m asas cubanas. La línea del Che chocaba con toda la política in tern a e in te r­ nacional de la dirección de la Unión Soviética y con la que sus re­ presentantes y partidarios llevaban dentro de Cuba. Se acercaba, *n cambio, a la política de los chinos, y todo el mundo sabía que el :he era "el hombre de los chinos” en la dirección de la revolución. Torta el ala conservadora de la dirección, incluidos los viejos diríiciiLeH del PSP*, era hostil a esa línea. Esa ala defiende la política de * coexistencia pacífica, de la “consolidación in tern a” de la revolu«**»rll< 1n Hop)»lt«t» Popular (com unista) cubano.

«•Ion renunciando a las “aventuras exteriores”, de los estímulos m a­ teriales y la desigualdad salarial como incentivo a la producción y, como consecuencia, del respeto al desarrollo progresivo de privi­ legios p a ra toda una capa de burócratas dirigentes del estado, y del partido. Tampoco esa ala form ula sus objetivos en un progra­ ma, por supuesto. Estos se desprenden claram ente de su política y de las medidas que proponen y llevan adelante. Fidel Castro h a llevado constantem ente una política de oscila­ ción cen trista entre ambos extremos. La salida del Che indica que ios marcos p ara esa oscilación se hacen cada vez m ás estrechos y que, bajo la presión de la dirección soviética y de las mismas fuer­ zas interiores que se apoyan en ella, Fidel Castro h a debido tom ar u n a decisión. Como hace tiempo ya venía retirándose de la políti­ ca de extender la revolución, no le quedaba otro camino en polí­ tica interior que el que h a tomado. Sin embargo, la decisión h a sido tom ada con la suficiente ambigüedad como p ara no enfrentar un choque abierto con las m asas cubanas. El Che se retira, pero se re tira como un héroe. Su línea no h a podido imponerse, pero no h a renegado públicam ente de ella. Su renuncia no va dirigida al partido, va dirigida a Fidel. Y Fidel Cas­ tro le reitera toda su confianza al mismo tiempo que, en la compo­ sición de la m ás alta dirección, no otorga un peso im portante a los adversarios del Che, sino que se basa en lo que puede definirse como el propio “equipo fidelista”. Símbolo de esta ambigüedad es la de­ saparición de “Hoy" —el viejo diario del PSP— como órgano oficial del partido, su sustitución por “G ranm a” —nombre ligado a la “lí­ nea de la sierra”— y al mismo tiempo que el cese de Blas Roca co­ mo director del órgano del partido, la designación de otro comu­ n ista del PSP de una generación posterior, Isidro Malmierca, co­ mo director del nuevo órgano. Cuando hay ta n complicado juego de equilibrios, es porque ninguna tendencia ha podido imponerse de­ finitivam ente, o porque aún la dirección necesita restablecer un equilibrio y medir las consecuencias de la salida del Che. El Che tiene un prestigio inmenso en Cuba. Ese prestigio no es del hombre o de sus gestos, sino de la política que él simboliza. ¿Por qué no h a podido imponerla, teniendo detrás esa fuerza? El ala con­ servadora y burocrática, aun con todo e] apoyo soviético, es dé- bil dentro de Cuba, y el pueblo cubano, en la discusión entre Chi- • n a y la Unión Soviética, está en su enorme mayoría con la línea china. El Che no fue derrotado por la debilidad de su posición, sino porj' su fuerza. Tuvo que salir porque las fuerzas interiores que presio­ n ab an y presionan hacia una política revolucionaria en Cuba —es / tim uladas por lo que ocurre en Vietnam, en América Latina, en to-J das partes— estaban exigiendo al propio Che dar una batalla pará la cual él no se había preparado. Las m asas presionan en Cuba haj cia la línea revolucionaria, pero ai mismo tiempo dem andan iijf tervenir p ara im ponerla. El Che se apoyaba en ellas en lo p^ í

titrnt, pnro xt> ai-paraba de ellas en lo segundo. Allí estaba la fu e rfcu (|iif Ip perm itía hacer declaraciones como el discurso del 25 de ftilMiMi»