Adicto a Las Estrellas

“ADICTO A LAS ESTRELLAS” Velazco María Elena San Diego, octubre 2011 “Adicto a las estrellas” Bajo la óptica de dist

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“ADICTO A LAS ESTRELLAS”

Velazco María Elena

San Diego, octubre 2011

“Adicto a las estrellas” Bajo la óptica de distintos cineastas nos llega una propuesta un tanto atípica, “Ten minutes older the cello”, una serie de cortometrajes que plasman diversas historias unidas por el tiempo y un cello como fondo musical. Michael Radford es el encargado de mostrarnos una trama que se desarrolla en un contexto futurista “Adicto a las estrellas”. Al inicio logramos ver lo que pareciera ser una superficie lunar y tan sólo unos segundos después aparece una mano que toma únicamente una pequeña roca lo que nos da un indicio de que se trata de un astronauta cuya misión podría ser tan sólo recoger muestras lunares. Una nave que recorre el espacio nos da esa sensación de movimiento; el correr de un reloj, quizás un cronómetro, un signo artificial que nos indica el vertiginoso pasar del tiempo, en este caso un tiempo que transcurre en el universo infinito. Mientras tanto se mezclan todas las imágenes: el espacio, un hombre que duerme, un niño que corre, el reloj que no se detiene, un corazón que late y el fluir del torrente sanguíneo, nos comunican y a la vez nos informan porque nos muestran que hay vida en ese hombre a punto de despertar, que muy a pesar del tiempo transcurrido y de la distancia recorrida hay alguien que no sale de su mente. Comenzamos a apreciar comunicación verbal en distintas oportunidades: la conversación entre los pasajeros de la nave, su encuentro con un androide que los dirigirá en la estación espacial y el dialogo entablado con una monja; ésta es símbolo de religiosidad, pero en ese breve instante en el que aparece se nos presenta de una manera muy diferente, está maquillada y, además de ello, fuma un cigarrillo rompiendo así un paradigma religioso. Al ver la figura de la monja se nos comunica acerca de la presencia de este personaje, pero la información que recibimos no es la de una monja que reza, sino la que fuma, la que difiere de lo convencional. Ahora bien, consideremos los dos mundos entre los cuales se mueve nuestro protagonista, uno fuera de la órbita terrestre, su trabajo, y el otro -ya en tierra- es su familia; ese puente por el cual transita pasa a ser un símbolo de unión, de conexión entre ambas vidas. Conforme va transcurriendo el film vamos percibiendo un mundo futurista, que a pesar de grandes avances como los viajes intergalácticos y la cotidianeidad de la presencia de androides que facilitan las labores más regulares, es sumamente solitario y frio. De igual forma logramos captar la confusión del personaje al situarse en un mundo que ya no le pertenece, tal como en el encuentro con el doctor está mareado, confuso, las estructuras que tanto tiempo han estado allí le impresionan como si fuera la primera vez que las ve. También percibimos un futuro en donde continúan las guerras territoriales, ejemplo de ello la lucha entre países tan distantes como Brasil y Australia nada menos que por la Antártida.

Apreciación estética

En esta ocasión podemos apreciar abundancia de componentes digitales y tecnológicos la nave en sí misma, la estación espacial, la ciudad de noche, los vuelos espaciales, dan evidencia de la calidad estética que se nos presenta en esta obra. Igualmente la presencia de elementos artificiales como lo es la toma de la superficie lunar, el bombeo del corazón, la nave recorriendo el espacio o llegando a la tierra requiere de un minucioso montaje mostrándonos así la calidad artística lograda a través de la alta tecnología. Otro aspecto a considerar es el musical, el instrumento que prevalece de principio a fin en es el cello, y su uso es muy preciso a lo largo del cortometraje: se destaca sobre todo en esos espacios de soledad y tristeza característicos del film. Además de ello los colores cobran relevancia precisamente porque lo que caracteriza “Adicto a las estrellas” es la soledad, la melancolía, la frialdad, y lo podemos apreciar ya que prevalecen tonos como el sepia, el negro, el gris, el blanco, que recalcan ese aspecto frio que nos puede brindar el futuro. Con respecto a las conductas arquetípicas tenemos el del padre ausente y su búsqueda del perdón, el del hombre que por encima de su familia coloca su trabajo. También el del anhelo del ser humano por volver a lo que alguna vez fue su hogar, el regreso a casa reflejado en ese retorno a la tierra. Otra figura arquetípica es esa visión futurista del mundo, un concepto vivo en la mente del colectivo y que es plasmado recurrentemente en las producciones cinematográficas. Sí el cine se vale de la arquitectura para reforzar su discurso, y el arte contemporáneo nos permite vislumbrar lo impensable, podemos ver representadas ideas que parecen absurdas o que sólo podría ser ciencia ficción en las películas. En este cortometraje tenemos una visión futurista de un mundo que podría o no ser, por ejemplo: los viajes a distancia luz, los androides dándonos instrucciones, los viajes espaciales tan frecuentes como tomar un autobús, las cuentas bancarias apareciendo en la pared de la ducha, ciencia ficción, tecnología, arte, como sea que se le llame en nuestra imaginación nada es imposible, y el cine pasa a ser una simple extensión de la imaginación de artistas, cineastas que vislumbran un mundo hoy irreal, pero que bien podría ser un futuro no muy lejano.