A - Trabajo de El Virrey Hereje

UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN FACULTAD DE CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES ESCUELA PROFESIONAL DE HISTORIA TEMA: Trad

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN FACULTAD DE CIENCIAS HISTÓRICO SOCIALES

ESCUELA PROFESIONAL DE HISTORIA

TEMA: Tradición de Ricardo Palma “Un virrey hereje y un campanero bellaco”

NOMBRES: CHIPA SAPACAYO, Christian DOCENTE: JORGE BEDREGAL LA VERA

AREQUIPA – PERÚ 2016

Resumen de la tradición de Ricardo Palma Un virrey hereje y un campanero bellaco

En tiempos de la colonia en los conventos había un cargo que era el de campanario, poseía un sueldo y sobre todo un techo donde vivir, siendo su única función principal el hacer replicar las campanas cada ves que pasaba un virrey o un arzobispo, esta es la vida de uno de ellos Jorge Ezcoiquis, un campanero que se quedó en el convento gracias a la caritativa ayuda de los padres. Como se sabe el campanero osea Jorge tenia que tocar las campanas cada que pase esos personajes como el virrey,pero un dia cuando el virrey pasaba por la plaza se percató que las campanas del convento nada de bulla hacían, no había persona que las haga sonar,esto indigno el Virrey conde de alba, sin duda alguna no se iva a quedar con las manos cruzadas. Entonces en reunión con los padres del covento de la plaza de san agustin, fue a reclamar porque no se había tocado las campanas.jorge no quería decir que el no se encontraba en su lugar de “trabajo” y lo único que le quedo decir fue que ; no toco por que esos honores no se merecían un virrey “hereje”: sin duda alguna después cada padre se armo de valor y lo castigaron a Jorge dándole ramalazos en su espalda desnuda. Entonces a Jorge el dolor y escosor de aquellos ramalazos no se le pasaría rápidamente, juro que de una u ota forma se vengaría del virrey hereje. Un dia a masomenos media noche por allí, mientras la gente esta en el elixir del sueño se escuchan unas campanadas que estremecio toda la plaza, la gente salio a ver porque tanto ruido que personaje importante estaba pasando. Se vio que el virrey guzman en su carruaje con una bella muchacha Jorge vio la escena mas de una vez, que tenían unos minutos de mucho placer entre ellos, y después regresando a los palacios tranquilos sin llamar la atención, entonces al repicar las camppanas hizo quedar en vergüenza al virrey,esto al dia siguiente convirtiéndose en un murmullo por todos lados, todos hablaban de lo que habían visto El virrey se le acerco a Jorge y le pregunto, quien era el que le había informado que estaba pasando el a esas horas,Jorge en su tono sarcástico le dijo que unas lechuzas del campanario le habían avisado y entonces el tenia que tocar las campanas como el mismo había dicho u ordenado. El virrey estaba furioso por la acción de Jorge, pero el no temia nada por el contrario le hacia ver que el virrey era el hereje y que no era posible que un virrey del peru este haciendo esos actos con una bella muchacha,a esa horas de la noche, el virrey para calmar las cosas le pregunto que podía hacer por él. Jorge solo le pidió que mediante su cargo hablase con las altas personas en el noviciado para que Jorge tenga el cargo de novicio.

Se dice que en 1660 se le nombro Fray Jorge escoiquiz,ahí celebrando su primera misa y como padrino nada mas y nada menos que al propio ¡virrey Hereje” “ y aquí hago un punto y rubrico, sacando de esta conseja La siguiste moraleja: Que no hay enemigo Chico”

Análisis histórico

En la tradición escrita por Ricardo palma, del virrey hereje y un campanero bellaco, hace referencia a El Conde de Alba de Liste, que como en la tradición nos cuenta es el decimoséptimo virrey del Perú su nombre completo es Luis Enríquez de Guzmán, a su llegada al Perú y días antes de entrar en el mando, el 14 de Febrero de 1655, tuvo lugar el levantamiento de los indios de Chile, este fue el día fijado en el que tanto los indios al sur del Biobío como los II el ganado, las mujeres, objetos de valor y quemaron las propiedades. Al otro lado de la frontera grandes concentraciones de guerreros asesinaron las guarniciones mejores y asediaron a las mejor defendidas y más numerosas. Los fuertes al norte del río fronterizo fueron tomados uno por uno, incluso algunos entre el Perquilauquén y el Maule. Chillán, a pesar de resistir con éxito los asaltos fue abandonada. Asimismo, también se ve en la tradición que se hace referencia al terremoto del 13 de noviembre que estremeció Lima este si ocurrió y destruyó gran parte del Callao, causando grandes daños materiales y pérdidas humanas. Esto se ve en el libro publicado por D. Manuel de Odriozola en el que hace una recopilación de textos y crónicas del siglo XVII y XVIII sobre temblores y terremoto que sufrió la cuidad de lima en este libro nos da un breve relato en el que cuenta “hubo en Lima un terremoto espantoso, que derribo muchas casas, y edificios y se abrieron dos grietas una en la plaza mayor enfrente de la puerta de palacio y otra en el convento de Guadalupe, atemorizo tanto que por muchos días salieron de la cuidad a dormir en el campo, de que resultaron muchas enfermedades y muertes” en crónica encontradas narran que los terremotos era un castigo de Dios, y que a causa de ello se inició uno de los grandes cultos religiosos, no solo del Perú sino también de Sudamérica, que perdura hasta nuestros tiempos y es el culto al señor de los Milagros, imagen que fue pintada, según registros históricos en 1651, pero que no fue hasta 1655, en el gran terremoto de Lima, que dicho antes se menciona en la tradición de Ricardo Palma en él nos dice que fue un gran terremoto, y en crónicas asi lo confirman y nos cuentan que todo Lima quedo en ruinas y solo una imagen pintada en una pared quedo intacta y desde ahí se inició una devoción, El Conde de Alba de Liste, al igual como lo había hecho Salvatierra, envió visitadores a Huancavelica, unos tras otros y el resultado fue que muchos mineros fuesen condenados por haber infringido las órdenes dadas para que no se labrasen los estribos y otras zona vedadas. En Potosí, no andaba mejor la situación. Ni Chinchón, ni Mancera, ni Salvatierra pusieron por obra lo mandado por la Corona de que se hiciese nuevo repartimiento de indios para la mita en aquel asiento. En la tradición también se hace referencia a la prohibición de carruajes impuesta por la real cedula de Felipe II de 24 de noviembre de 1577, en la que afirma que en los virreinatos americanos “se ha comenzado a usar y usan andar en coches y carrozas muchas gentes y que eso va cada día creciendo, de manera que no se tiene en cuenta el

ejercicio de los caballos”. Por ello el rey disponía que “ninguna persona pueda usar pasar en coche ni carraza alguna a las dichas nuestras indias, ni las hacer, ni labrar en ellas” De igual modo, Felipe II prohibía el uso de carruajes e, incluso su posesión”. Después de dos años de ser aprobadas las ordenanzas de los carroceros de Lima se cerceno el desarrollo profesional de los mismos, así parece probarlo el vertiginoso aumento del número de coches del que fue testigo el jesuita padre Cobo, digno de todo crédito y que relato que en 1599 no circulaban en Lima más que cuatro o cinco carroza, “bien llanas y de poco valor”, mientras que tres décadas más tarde eran más de doscientas y “todas ellas costosísimas”. No es de extrañar por tanto que desde comienzos de siglo XVII tengamos constancia documental de maestros carroceros en la cuidad de los Reyes. De igual manera, contamos con referencias de la importación de carruajes de España y de la exportación de coches realizados en Lima a otros puntos del inmenso virreinato peruano. Esto no hace referir que también en el Perú, al igual que en la metrópoli, la generalización e institucionalización de los coches se produjo bajo el reinado de Felipe III. Ya el 24 de noviembre de 1577, Felipe II expidió en Madrid la Real Cédula que imponía penas severísimas a los habitantes de Nueva España, “de cualesquier estado y condición, que viajen en coches y carrozas, y también a quienes los fabriquen y posean, en razón de que los caballos son la fuerza y defensa de la tierra”, o sea, prioritarios para la guerra, antes que servir para tirar coches y carrozas de lujo. Esta disposición, que se hacía extensiva a todo el virreinato americano, advertía que por la primera violación a la misma los infractores perderían no sólo los coches sino también los caballos y mulas que los guiaren, además de una multa de 500 pesos de oro. Y por la segunda infracción en que incurrieren, la pena se duplicaba. Respecto a los fabricantes de coches, debían pagar una multa de 200 pesos de oro, además de “la pena de destierro de las dichas Nuestras Indias”.

Bibliografía

Palma, Ricardo; cien tradiciones peruanas D. Manuel de Odriozola, recopilación de textos y crónicas del siglo XVII y XVIII sobre temblores y terremoto que sufrió la cuidad de Lima. Luis González Obregón. México Viejo. Editorial Patria. México. 1955. Recio Mir, Álvaro; La carrocería peruana virreinal a partir de un memorial del gremio de lima 1778- universidad de Sevilla, España. Vargas Ugarte, Rubén. Historia General del Perú. Tomo III. Lima: Editor Carlos Milla Batres, 1966