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MENTE y CEREBRO y MENTE CEREBRO n.o 43/2010 6,50 € DECONSTRUCCION DE LA MEMORIA Cómo y por qué recordamos... ...u ol

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MENTE y CEREBRO

y MENTE CEREBRO

n.o 43/2010 6,50 €

DECONSTRUCCION DE LA

MEMORIA Cómo y por qué recordamos... ...u olvidamos

VALORACION ESTETICA Y GENERO ASI HABLAS, ASI ERES TRASTORNO ANTISOCIAL

JULIO/AGOSTO 2010

SYLLABUS

OLORES

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UN MUNDO A MEDIAS

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ILUSIONES

SUMARIO

22 34

12

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12 LA VALORACION ESTETICA, ¿UNA ACTIVIDAD LIGADA AL SEXO?

28 DISFUNCION SEXUAL

Encefaloscopio

E. Munar, M. Nadal, C. J. Cela y F. Maestú

Efectos de gran alcance Atasco mental Evolución de mapas mentales Trastornos emparentados ¿Es importante la vitamina D?

Existe la opinión generalizada de que mujeres y hombres percibimos de forma diferente la dimensión estética de las cosas. Aunque la bibliografía existente aporta pocos datos al respecto, el estudio de atributos visuales tales como el color añade alguna información al respecto.

Pese a lo que pudiera parecer, la libertad erótica de que disfruta la pareja en el lecho compartido no significa mayor satisfacción. Alrededor de un tercio de los varones y mujeres en algún momento dejan de encontrar placer. Sólo una terapia adecuada puede remediarlo.

SECCIONES 5

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Ilusiones Un mundo a medias

41 Entrevista Henning Saß: “No cabe una predicción fiable del acto criminal”

44 Mente, cerebro y sociedad Acoso en el trabajo Codicia y crisis económica

90 Syllabus Olores

95 Libros Neuroética

Julio / Agosto de 2010 Nº 43

Peer Briken, Wolfgang Berner y Andreas Hill

22 ERES LO QUE HABLAS

34 TRASTORNO ANTISOCIAL DE LA PERSONALIDAD

Jan Dönges

Simone Einzmann

El psicólogo James W. Pennebaker asegura poder desenmascarar la personalidad de los escritores con un programa de análisis de textos. Las estadísticas no mienten, aduce. La polémica está servida.

Los psicópatas no sienten miedo ni compasión. Derrochan, en cambio, carisma y gran talento para la manipulación. Son los delincuentes perfectos. En la mayoría de los casos, su carrera criminal comienza durante la infancia o juventud. Diversas investigaciones certifican la existencia de una serie de anomalías cerebrales características en los trastornos antisociales de la personalidad.

47 DOSSIER: Encrucijada de recuerdos 47 INTRODUCCION: ¿QUE ES LA MEMORIA?

62 LAS EMOCIONES, CEMENTO DEL RECUERDO Martial van der Linden y Arnaud d’Argembeau

48 HACIA UN MODELO UNIFICADO DE LA MEMORIA Francis Eustache y Béatrice Desgranges Existen al menos cinco formas de memoria bastante independientes entre sí. Nos permite acceder a nuestro pasado, forjar nuestra identidad y adquirir competencias. Psicólogos y neurocientíficos revelan la lógica de tales interacciones.

57 LA MEMORIA AUTOBIOGRAFICA Armelle Viard La percepción de nuestra identidad se construye sobre la “memoria autobiográfica”. ¿De qué modo se forma esta memoria? ¿Qué secretos entraña?

Cada recuerdo tiene su sabor: alegría, tristeza, orgullo, desprecio... Los recuerdos neutros arraigan menos en la memoria y apenas intervienen en la personalidad. 66 EL INTERES DE MEMORIZAR

78 DORMIR PARA RECORDAR Pierre Maquet El sueño favorece la consolidación del recuerdo al permitir la reactivación de las neuronas que se requirieron en el momento de la obtención de una información. La calidad del sueño que sigue a esta primera adquisición resulta crítica para la memorización a largo plazo del recuerdo.

Robert Jaffard Datos que antaño guardábamos en la memoria ahora se transfieren a soportes electrónicos. ¿Vivimos una “desmemorización” del cerebro? 71 FORMACION Y CONSOLIDACION DE LOS RECUERDOS Serge Laroche Los recuerdos se graban en la memoria bajo combinaciones específicas de modificaciones de las sinapsis. Estas deben consolidarse para evitar que el recuerdo se desvanezca.

83 MEMORIA Y AMNESIA EN LA TETRALOGIA DE WAGNER Bernard Croisile La Tetralogía de Wagner, obra única por su duración y su complejidad, consta de cuatro óperas, cuya representación completa dura unas 16 horas. Para ayudar al espectador a memorizar la intriga y los personajes, Wagner utiliza prácticos recordatorios: los leitmotiv.

MENTE y CEREBRO COLABORADORES DE ESTE NUMERO

DIRECTOR GENERAL

José M.ª Valderas Gallardo

ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN:

DIRECTORA FINANCIERA

LUIS BOU: Encefaloscopio, Ilusiones; SIXTO J. CASTRO: Eres lo que hablas; ANGEL GONZÁLEZ DE PABLO: Disfunción sexual; MAR SANZ PREVOSTI: Trastorno antisocial de la personalidad, Entrevista; IGNACIO NAVASCUÉS: Codicia y crisis económica; ANNA FERRAN: Encrucijada de recuerdos, Hacia un modelo unificado de la memoria, La memoria autobiográfica, Las emociones, cemento del recuerdo; PILAR GARCÍA-VILLALBA: El interés de memorizar, Formación y consolidación de los recuerdos, Dormir para recordar, Memoria y amnesia en la Tetralogía de Wagner; YVONNE BUCHHOLZ: Syllabus

Pilar Bronchal Garfella COORDINADORA DE EDICIONES

Laia Torres Casas EDICIONES

Yvonne Buchholz Anna Ferran Cabeza Ernesto Lozano Tellechea PRODUCCIÓN

M.ª Cruz Iglesias Capón Albert Marín Garau SECRETARÍA

Purificación Mayoral Martínez ADMINISTRACIÓN

Victoria Andrés Laiglesia SUSCRIPCIONES

Concepción Orenes Delgado Olga Blanco Romero EDITA

Prensa Científica, S. A. Muntaner, 339 pral. 1.ª 08021 Barcelona (España) Teléfono 934 143 344 Telefax 934 145 413 www.investigacionyciencia.es

Gehirn & Geist HERAUSGEBER:

Dr. habil. Reinhard Breuer

Portada: © iStockphoto / Debbi Smirnoff

CHEFREDAKTEUR:

Dr. Carsten Könneker (verantwortlich) ARTDIRECTOR:

Karsten Kramarczik REDAKTION:

Dr. Katja Gaschler, Dr. Hartwig Hanser, Dipl.-Phych. Steve Ayan, Dr. Andreas Jahn, Dipl.-Phych. Christiane Gelitz, Dipl.-Theol. Rabea Rentschler FREIE MITARBEIT:

Joachim Marschall SCHLUSSREDAKTION:

DISTRIBUCION para España: LOGISTA, S. A. Pol. Ind. Pinares Llanos - Electricistas, 3 28670 Villaviciosa de Odón (Madrid) - Teléfono 916 657 158

para los restantes países:

Christina Meyberg, Sigrid Spies, Katharina Werle

Prensa Científica, S. A. Muntaner, 339 pral. 1.ª - 08021 Barcelona - Tel. 934 143 344

BILDREDAKTION:

Alice Krüßmann, Anke Lingg, Gabriela Rabe LAYOUT:

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Karsten Kramarczik

Teresa Martí Marco Muntaner, 339 pral. 1.ª - 08021 Barcelona Tel. 934 143 344 - Móvil 653 340 243

REDAKTIONSASSISTENZ:

Anja Albat-Nollau GESCHÄFTSLEITUNG:

[email protected]

Markus Bossle, Thomas Bleck

Copyright © 2010 Spektrum der Wissenschaft Verlagsgesellschaft mbH, D-69126 Heidelberg Copyright © 2010 Prensa Científica S.A. Muntaner, 339 pral. 1.ª 08021 Barcelona (España) Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción en todo o en parte por ningún medio mecánico, fotográfico o electrónico, así como cualquier clase de copia, reproducción, registro o transmisión para uso público o privado, sin la previa autorización escrita del editor de la revista. ISSN 1695-0887

Dep. legal: B. 39.017 – 2002

Imprime Printer Industria Gráfica Ctra. N-II, km 600 - 08620 Sant Vicenç dels Horts (Barcelona) Printed in Spain - Impreso en España

ENCEFALOSCOPIO EFECTOS DE GRAN ALCANCE La plasticidad cerebral es todavía mayor de lo pensado

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GETTY IMAGES

a idea de que el cerebro adulto cambia con la experiencia fue en tiempos revolucionaria. Ahora se acepta sin dificultad que ciertas áreas —la corteza motora, por ejemplo, al aprender cierta destreza física— pueden inducir el desarrollo de nuevas neuronas o crear conexiones más robustas. El cerebro es más mudable todavía de lo que se sospechaba. Mediante una técnica de investigación nada convencional, un equipo español ha descubierto la primera prueba material de que las experiencias y la información nueva ejercen efectos de gran alcance en ambos hemisferios cerebrales, y no se limitan a crear conexiones en una región definida. Comienza la historia en el hipocampo, región cerebral asociada con la memoria a corto plazo. En el pasado, la técnica utilizada se basaba en extraer y estimular eléctricamente finos cortes de hipocampo, y observar cómo se modificaban las neuronas vecinas por efecto de la estimulación. La metodología del nuevo estudio ha sido otra. El equipo, dirigido por Santiago Canals, del Instituto de Neurociencias de Alicante, prescindió de la disección de hipocampos, en favor de una aproximación más cercana a la vida.

Tras implantar electrodos en ratas, el grupo se valió de una combinación de IRM funcional, electroencefalografía (EEG) y microestimulación (excitación de neuronas mediante corrientes eléctricas muy débiles), para rastrear “en tiempo real” lo que le sucedía a las estructuras neuronales de los cerebros de las ratas al ser estimuladas las neuronas del hipocampo. Esa metodología, a diferencia de la basada en cortes de hipotálamo, permitía observar lo que ocurría en el hipocampo en contexto con lo que estaba ocurriendo por todo el cerebro, algo así como si en lugar de un boceto en papel de un dormitorio se hiciese una presentación en perspectiva de toda la vivienda. Hemos aprendido que lo que llamamos plasticidad neuronal no es algo exclusivo de las sinapsis individuales, ni siquiera de las neuronas donde entran en contacto, sino que se da en la totalidad de la red funcional en la que están incrustadas las sinapsis y las neuronas, explica Canals. En los cortes tomográficos, tales redes no existen, por lo que no podían ser estudiadas. Habiendo demostrado que la actividad en el hipocampo provoca extensos cambios en la estructura cerebral, Canals opina que estos hallazgos podrían explicar por qué los recuerdos nuevos son inicialmente dependientes del hipocampo, pero pueden acabar siendo evocados sin excitar en absoluto esa parte del cerebro. —Maggie Koerth-Baker

ATASCO MENTAL La capacidad de realizar a la vez varias tareas está limitada por la corteza prefrontal

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res simultáneas, su corteza prefrontal parecía ocuparse de las tareas por turno —creando el conocido atasco mental— en lugar de procesarlas en paralelo, como hacen las porciones sensorial y motora del cerebro. El tiempo de activación prefrontal era abreviado por el entrenamiento, llegando a acelerar hasta diez veces el paso de la correa transportadora mental. Desdichadamente —señalan los investigadores— las ventajas que proporciona el entrenamiento podrían no ser aplicables más que a las tareas específicas practicadas. “No es como si se adquiriera capacidad multitarea (con las repeticiones);

lo que pasa es que se logra realizar cada tarea muy rápidamente”, explica Paul Dux, de la Universidad de Queensland, que ha dirigido el experimento. —Frederik Joelving GETTY IMAGES

A

la par que nuestro cerebro realiza diariamente proezas asombrosas, su limitada capacidad para mantener activas unas pocas tareas simples duele como un martillazo en un dedo. Según investigaciones recientes en la Universidad Vanderbilt, ello pudiera deberse a la lentitud de procesamiento en la corteza prefrontal, la directora general de la actividad cerebral. Era sabido que esta región interviene en labores multitarea, pero su función exacta es materia de debate. Los investigadores, valiéndose de IRM funcional, descubrieron que, cuando los probandos habían de realizar dos labo-

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Dientes, encías, quijada Lengua

Cuerpos borrosos Al envejecer, el sentido del tacto va perdiendo finura. Algunas personas de edad encuentran dificultades para leer Braille, por ejemplo. Buscando las raíces de semejante declive sensorial, investigadores alemanes de la Universidad de Ruhr en Bochum se tropezaron con una sorpresa: en lugar de contraerse y arrugarse, el mapa sensorial del cuerpo que se forma en el cerebro —el que nos ayuda a determinar en qué posición relativa se encuentran los resaltes que definen las letras en Braille— se amplía con la edad, exactamente como sucede durante el aprendizaje. ¿Qué podría explicar esta paradoja? El homúnculo está formado por células cerebrales que representan a nuestros dedos, brazos, etc., trazando aproximadamente un figurín humano deformado por la corteza cerebral. En los jóvenes, el mapa en cuestión se mantiene nítidamente definido gracias a células que amortiguan la actividad neuronal entre las áreas representativas de las distintas partes del cuerpo. Al envejecer, sin embargo, es de presumir que estas células vayan tornándose más laxas, como si en un dibujo con tinta se mojase y los contornos del mapa corporal empezaran a sangrar. Felizmente, se ha demostrado que un homúnculo viejo y desdibujado puede quedar mejor perfilado estimulando las yemas de los dedos con un aparato especial, que permite recuperar algo, cuando menos, de precisión sensorial.

TRASTORNOS

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Biónico por naturaleza Para el cerebro, el aparataje electrónico no se diferencia de la carne y la sangre, según un estudio realizado en la Universidad de California en Berkeley. En el experimento, unos monos aprendieron a manejar un cursor en la pantalla de un ordenador —un simulacro de miembro biónico— mediante unos microelectrodos implantados en su corteza motora. Aunque tal hazaña ya no es nueva, los investigadores demostraron que en sus cerebros se había formado un recuerdo estable del nuevo accesorio. Un bebé, durante su desarrollo normal, aprende a controlar sus extremidades creando un mapa mental de las partes móviles de su cuerpo, una especie de homúnculo motor. El nuevo hallazgo corre paralelamente a ese proceso, explica José Carmena, que dirigió el estudio, “pero ahora se trata de un dispositivo prostético, y eso es lo profundo del caso. Estamos hablando de una generalización del esquema del propio cuerpo”. Dicho de otro modo, una vez que la interfaz cerebro-máquina adquiera la velocidad debida, podría ser instalada en nuestra materia gris y lograr que ésta controlase sin esfuerzo prótesis electrónicas de “enchufar y usar”. —Frederik Joelving

EMPARENTADOS

Es posible que las noches de insomnio se hallen genéticamente vinculadas con la depresión, según nuevas investigaciones de la Universidad de Pennsylvania y la Virginia Commonwealth University. Al estudiar hermanos se ha encontrado que los gemelos idénticos que padecían insomnio tenían una probabilidad acusadamente mayor que los no idénticos de sufrir también depresiones. La correlación entre ambos trastornos había sido señalada ya con anterioridad, pero el papel de la genética no estaba claro. El nuevo estudio apunta a que la depresión y el insomnio se corresponden con genes que se solapan; el próximo paso habrá de ser la determinación de esos genes mediante análisis de ADN. Entre los posibles candidatos se cuentan los genes asociados a la serotonina y la norepinefrina, que intervienen tanto en el ciclo de sueño-vigilia como en la regulación del estado de ánimo.

— Monica Heger

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GEHIRN & GEIST / SIGANIM, SEGUN PENFIELD Y RASMUSSEN, 1950

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odos nosotros tenemos en la mente diversas representaciones del propio cuerpo; un ejemplo es el archifamoso mapa cerebral del sentido del tacto, el llamado homúnculo (a la derecha). Nuevos estudios hacen ver que tales mapas mentales se difuminan con la edad y se generalizan fácilmente, dando acomodo a miembros biónicos.

Cabeza Brazo

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Se siguen explorando los límites de la plasticidad cerebral

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EVOLUCIÓN DE MAPAS MENTALES

¿ES IMPORTANTE LA VITAMINA D? Según nuevos estudios, la deficiencia en vitamina D puede mermar la función cognitiva

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por David Llewellyn, de la Universidad de Cambridge, se evaluaron los valores de vitamina D en más de 1700 personas de ambos sexos, inglesas y de 65 años de edad o más. Los probandos fueron divididos en cuatro grupos, en función de sus concentraciones de vitamina D en sangre: gravemente deficitario, deficitario, insuficiente (en el límite) y óptimo. Se examinó después su función cognitiva. Se descubrió que, cuanto menores eran los valores de vitamina D, peor era su rendimiento en una batería de tests mentales. Así, en el cuartil más gravemente deficitario la frecuencia relativa de discapacidades cognitivas duplicaba con holgura a la del grupo óptimo. En un segundo estudio, dirigido por científicos de la Universidad de Manchester y publicado en línea en mayo de 2009, se examinaron los valores de vitamina D y el rendimiento cognitivo de más de 3100 hombres, de edades comprendidas entre 40 y 79 años en ocho países europeos. Del análisis de los datos se infería que los individuos con niveles más bajos de vitamina D exhibían menor velocidad de procesamiento de información. La correlación era especialmente fuerte en los varones de más de 60 años. “Resulta de gran importancia que esta correlación haya sido establecida en un estudio clínico a gran escala en humanos”, explica Przybelski. “Aunque todavía es mucho lo que ignoramos.”

Si bien sabemos que los valores bajos de vitamina D están asociados con el deterioro de las facultades cognitivas, se ignora si con niveles elevados u óptimos se podrán reducir las pérdidas de cognición. Tampoco está claro que la administración de vitamina D a quienes carecen de la suficiente les facilite la recuperación de algunas de estas funciones cerebrales de alto nivel. Dado que la degradación cognitiva es con frecuencia precursora de la demencia y de la enfermedad de Alzheimer, la vitamina D constituye un tema muy debatido entre los investigadores del alzheimer, que se proponen elucidar cuanto antes esas cuestiones. Przybelski, por ejemplo, se está planteando estudiar los efectos de un suplemento de vitamina D en adultos sanos, normales, de edad avanzada, que vivan en residencias o comunidades similares, para ver si ello afectará la incidencia a largo plazo de la patología. ¿Cuánta vitamina D es la suficiente? Los expertos afirman que entre 1000 y 2000 IU diarias —aproximadamente, la que sintetizaría nuestro cuerpo con una exposición a la luz solar de unos 15 a 30 minutos dos o tres veces por semana— sería el intervalo ideal para casi todos los adultos sanos. No se olvide, empero, que el color de la piel, el lugar donde se vive y la superficie de piel expuesta son factores todos ellos que afectan a la cantidad de vitamina que se produce. —Diane Welland

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a insistencia en evitar los cánceres de piel puede tener consecuencias insospechadas: una merma en las funciones cerebrales por escasez en vitamina D. La “vitamina del sol” es sintetizada en nuestra piel al exponernos a la luz solar directa, pero las cremas protectoras impiden tal proceso. Y aunque es bien sabido que la vitamina D contribuye a la salud de los huesos y a la regulación de las concentraciones de calcio —algo de importancia vital y por eso se enriquece la leche— cumple también muchas más funciones. Ahora se ha vinculado la actividad de este nutriente liposoluble, una cuasi-hormona, a cierto número de funciones en todo el organismo, entre ellas, las funciones cerebrales. “Sabemos que existen receptores para la vitamina D por todo el sistema nervioso central y en el hipocampo”, ha explicado Robert J. Przybelski, de la facultad de medicina y salud pública de la Universidad de Wisconsin. “Sabemos también que la vitamina D activa y desactiva enzimas en el cerebro y en el líquido cefalorraquídeo, enzimas que intervienen en la síntesis de neurotransmisores y en el crecimiento de los nervios.” Además, estudios de laboratorio y con animales vivos llevan a pensar que la vitamina D protege a las neuronas y reduce la inflamación. Dos nuevos trabajos realizados en Europa, con las miras puestas en la vitamina D y la función cognitiva llevan un paso más allá. En el primero, dirigido

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ILUSIONES

UN MUNDO A MEDIAS Las personas que sufren trastorno de omisión no consiguen percibir una imagen completa de la realidad VILAYANUR S. RAMACHANDRAN Y DIANE ROGERS-RAMACHANDRAN

n fecha reciente, una joven, llamémosle Sally, sufrió un accidente vascular cerebral que causó la lesión de su lóbulo parietal derecho, sin afectar a otras partes del encéfalo. El lado izquierdo de su cuerpo —controlado por el hemisferio derecho— quedó paralizado. Por fortuna, continuó siendo la misma mujer inteligente y conversadora de antes de sufrir el ictus. Su padre detectó, no obstante, algunos síntomas preocupantes que, curiosamente, la propia Sally parecía desconocer. Cuando trataba de moverse por la sala en su silla de ruedas, a menudo chocaba contra los objetos situados a su izquierda. A través de pruebas más exhaustivas, se pudo comprobar que Sally presentaba indiferencia a los objetos situados a su izquierda o a los acontecimientos que sucedían en dicho lado, aunque no era ciega a ellos: si se le llamaba la atención, los veía. Su visión era normal; el problema consistía en que no tomaba en consideración el mundo situado a su izquierda. Por ejemplo, al comer, consumía solamente los alimentos situados a su derecha (a) y prescindía de la mitad izquierda de la bandeja. Pero si se le indicaba que mirara hacia los alimentos situados a su izquierda, Sally podía verlos perfectamente y extender la mano para tomarlos. Las deficiencias de Sally señalan que sufre de hemiomisión u omisión (hemineglect), fenómeno que puede también presentarse de forma aislada; sin acompañamiento de parálisis importante.

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Semillas de omisión ¿Cómo se originan tales perturbaciones de la percepción? La omisión constituye, en esencia, un desorden de la atención. Aunque el cerebro humano dispone de unos 100.000 millones de neuronas, en un momento dado sólo puede estar activo un pequeño subconjunto del total,

creando pautas significativas. Tal límite provoca un atasco en la atención. Por dicho motivo, en la figura b podemos ver ora un patito, ora un conejo, pero nunca los dos animales a la vez. Ello explica también por qué, al conducir, no somos concientes de la mayoría de las cosas que acontecen a nuestro alrede-

a © ISTOCKPHOTO / MARINA VELYCHKO (mano); © ISTOCKPHOTO / EYEWAVE (plato)

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Sally no distinguía los objetos situados a su izquierda, a pesar de no sufrir ceguera o algún tipo de déficit sensorial.

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dor, mientras mantenemos la atención fijada en un peatón que se encuentra delante. Bajo ese prisma, el síndrome neurológico de la desatención constituye en realidad una versión florida y exagerada del tipo de omisión en la que todos incurrimos para evitar la sobrecarga sensorial. Para comprender tales omisiones, convendrá recordar un poco de anatomía. Las señales visuales de la retina son enviadas por el nervio óptico y escindidas en dos rutas paralelas, conocidas por “antigua” y “moderna” para expresar el momento de su evolución. La primera, a veces llamada ruta “dónde”, prosigue y penetra en los lóbulos parietales; interviene en la localización de objetos circundantes y nuestra orientación respecto a ellos. La segunda se prolonga hasta la corteza visual, desde la cual parten otras dos rutas, llamadas “qué” y “cómo”, que alcanzan hasta los lóbulos temporal y parietal, respectivamente. La senda “qué” participa en el reconocimiento e identificación de objetos, mientras que la senda “cómo” nos indica la forma de atender e interactuar con objetos. Las sendas “cómo” y “dónde” convergen sobre la corteza parietal y se hallan funcionalmente vinculadas: resulta necesario procesar ambas para saber dónde se encuentra una silla y cómo moverse para no tropezar con ella. Sally había sufrido una lesión en la ruta “cómo” de su hemisferio cerebral derecho, por lo que prescindía de los objetos situados a su izquierda. Resulta curioso que tal omisión se aprecie únicamente en lesiones producidas en el hemisferio derecho. ¿Por qué las lesiones en el hemisferio izquierdo MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

no implican la omisión de la mitad derecha del mundo? Marsel Mesulam, de la Universidad de Harvard, ha propuesto una ingeniosa explicación. El hemisferio derecho, que cuenta con mayores recursos para la atención y desempeña una función preeminente en la visión espacial, es capaz de supervisar en su totalidad la escena visual —los hemicampos izquierdo y derecho— de forma simultánea. El parietal izquierdo, en cambio, sólo puede atender al lado derecho del mundo. Por ello, cuando el hemisferio izquierdo se lesiona, el hemisferio derecho es capaz todavía de compensar la deficiencia. Sin embargo, si el órgano lesionado es el parietal derecho, el campo visual izquierdo queda desatendido. En otras palabras, se produce la omisión unilateral. El diagnóstico de omisión resulta sencillo. La paciente tiende, de forma espontánea, a mirar sin cesar hacia la derecha, actitud que no manifiesta si se trata de su izquierda; ni cuando se le acerca una persona desde dicho lado. Al seguir con la vista el movimiento de un objeto que se desplaza de derecha a izquierda, la paciente lo “pierde” a medio camino del recorrido; deja de seguirlo con la mirada

su mente. (Nuestro colega Stuart Anstis nos ha encargado que, si algún día llegase a desarrollar el efecto de omisión a causa de un ictus, ¡nos cercioremos de que sigue aplicándose bótox en ambos lados del rostro!) Al pedir a la paciente que dibuje un reloj, esboza sólo la mitad de la esfera. Es cierto que dibuja un círculo completo, en parte, debido a que se trata de una respuesta “balística”, aprendida por repetición y que no requiere atención concentrada. No obstante, amontona los números del 1 al 12 en la mitad derecha del reloj (d) o inserta solamente los números del 1 al 6. Pídasele que biseque una línea horizontal: su mediatriz se hallará muy a la derecha, porque se centrará en partir la mitad derecha de la recta. Cabría pensar ahora que, en el supuesto de que la línea horizontal fuese desplazada hacia su derecha (su lado de no-omisión), la paciente efectuará la bisección con exactitud. Pero no es así. Aun cuando la bandeja de su comida es desplazada por completo hacia su campo visual sin omisión, seguirá tomando sólo los alimentos situados en la porción derecha de la bandeja. Además de omitir la porción izquierda de su

La omisión puede considerarse una aniquilación existencial del lado izquierdo del universo. tan pronto como en su desplazamiento hacia la izquierda alcanza más allá de la nariz. Asimismo, al maquillarse, sólo se acicalará la mitad derecha del rostro; si fuera varón, se afeitaría la mejilla diestra únicamente. O al cepillarse los dientes, se centrará en frotar la parte derecha de la dentadura. La omisión se diagnostica, asimismo, mediante tests sencillos. Si se le pide al sujeto afectado que copie o dibuje de memoria una flor u otra cosa, trazará una mitad (c). Y, cosa extraña: este efecto de semidibujo continúa manifestándose incluso al bosquejar el objeto con los ojos cerrados, lo cual significa que el paciente, en este caso Sally, elimina también la mitad de la imagen que crea en

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mundo visual, Sally suprime también el lado izquierdo de los objetos, a pesar de que éstos puedan hallarse totalmente a su derecha. No existe una línea nítida que transcurra por el centro del campo visual y que divida la parte izquierda omitida de la derecha no omitida. Debemos pensar, en cambio, en un gradiente de omisión. Este efecto se diferencia del observado en Sally, cuando, en lugar del lóbulo parietal derecho, se lesiona la corteza visual derecha. En tal caso, se crea una división tajante entre la región ciega (izquierda) y la región intacta (derecha) del campo visual. Desde luego, el sujeto no puede ver objetos situados a su izquierda, aunque se le obligue a “prestar atención” a tal región ciega; es tan incapaz de observar los elementos a su siniestra como de percibir lo que tiene detrás de la nuca.

Aniquilación de la izquierda Propio de la omisión es que el paciente apenas tome conciencia de ella. ¡Omite lo que omite! A determinado nivel, manifestará quizás una tenue impresión de que algo no funciona; sentirá que “necesita gafas”. La falta de conciencia de Sally respecto a su omisión nos lleva a conjeturar, de nuevo, que no padece meramente un déficit sensorial o una ceguera a las señales visuales procedentes de su siniestra, ni siquiera una incapacidad de prestar atención al contenido de su izquierda. Deberíamos concebirlo como una aniquilación existencial del lado izquierdo del universo. Para ella, el concepto de “izquierda” ha dejado de existir. Es posible,

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incluso, que manifieste dificultades con palabras o ideas abstractas que exijan el uso del término “izquierda”, síntoma que no hemos comprobado. Asimismo, resulta extraordinario que los pacientes que sufren de omisión pueden no percatarse de la parálisis de su brazo izquierdo, fenómeno denominado anosognosia. Cuando le pedimos a Sally que se tocase la nariz con su mano derecha —no paralizada—, realizó el movimiento. Cuando le preguntamos si podía mover su mano izquierda, respondió: “Sí, la puedo mover perfectamente”. Pero cuando le pedimos que se tocase la nariz con la mano izquierda, asió con la derecha su mano izquierda —inerte— y la levantó hasta su rostro, usándola como si fuera un “accesorio” para tocarse la nariz. Aunque “ella” (la persona consciente) no era consciente de la parálisis, alguna parte de su cerebro “sabía” que el brazo izquierdo estaba paralizado. ¿Por qué, si no, habría de asirlo sin dudarlo un instante y alzarlo hasta su nariz? El sentido humorístico de su respuesta le pasó inadvertido. No se debe olvidar que en todos los demás aspectos, Sally resultaba lúcida, inteligente, capaz de expresarse con fluidez y precisión. Cuando volvía la cabeza hacia la derecha para mirar en el espejo que habíamos colocado, podía ver su rostro y, por supuesto, el reflejo de los objetos situados a su izquierda y que había estado omitiendo. Sally “sabía” que la cara que veía reflejada era la suya. Nos preguntábamos, sin embargo, ¿podría el espejo “enmendar” su omisión y hacerle ver de forma clara que existía todo un mundo situado a su izquierda y del cual había estado prescindiendo? Le pedimos a un estudiante que se situara a la izquierda de Sally y sostuviera un bolígrafo, de modo que ella pudiera verlo reflejado a la derecha en el espejo (lo que ella confirmó). Le indicamos entonces que tomase el bolígrafo con su mano derecha (no paralizada) y que escribiera su nombre en un cuaderno situado sobre su regazo. ¡Imagine nuestro asombro cuando Sally extendió la mano hacia el espejo y trató de asir el reflejo del bolígrafo! Cuando le preguntamos dónde se encontraba el objeto, replicó

airada: “Doctor, el bolígrafo tiene que estar dentro del condenado espejo!”. En otras ocasiones, extendió la mano por detrás del espejo, palpando en busca del bolígrafo que, insistía, “tiene que estar detrás del espejo”. Parecía como si su cerebro le estuviera diciendo “se trata de un reflejo, por lo que el bolígrafo tiene que estar a mi izquierda. Pero, en mi universo, la izquierda no existe, así que el bolígrafo tiene que estar dentro del espejo. Es la única ‘solución’ al problema”. Resulta sorprendente la resistencia de la ilusión a dejarse enmendar por razonamientos intelectuales. Su conocimiento “de alto nivel” sobre los espejos y cómo funcionan no bastaba para corregir su conducta, a pesar de las repetidas tentativas fallidas de prender el bolígrafo. De hecho, el fenómeno sucede a la inversa: su conocimiento en relación a la óptica de la reflexión ha sido distorsionado para dar acomodo al extraño mundo sensorial en el que ahora se encuentra atrapada (hasta el extremo de racionalizar su acción afirmando “Doctor, el bolígrafo está dentro del condenado espejo”). Hemos denominado agnosia especular a este nuevo desorden neurológico (o “síntoma”).

¿Hay esperanza de recuperación? Es improbable que la agnosia especular constituya una deficiencia restringida a los espejos. De hecho, hemos observado pacientes que se recuperan de la omisión durante un breve tiempo (irrigándoles el oído con agua fría); aun así, continúan buscando el bolígrafo en el espejo. Deberíamos considerarlo una manifestación específica —aunque terrible— de un desorden mucho más general: una incapacidad para afrontar relaciones espaciales complejas provocadas por la lesión parietal derecha. El reconocimiento de que una imagen reflejada es la plasmación de un objeto o persona exige al cerebro ejecutar una peculiar representación doble: un espejismo superpuesto a la realidad (e). Al tener lesionado el lóbulo parietal derecho, el cerebro de Sally es incapaz de habérselas con tal peculiar yuxtaposición. En excepcionales ocasiones, un niño de MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Reconocer que las imágenes en el espejo no son más que reflejos requiere una representación doble y peculiar en el cerebro.

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cuatro años o un orangután confunden la imagen reflejada de un plátano con el objeto real; pero Sally, a pesar de tener más edad y sabiduría y una más larga experiencia vital con los espejos, sí podía cometer tal error. La omisión constituye un problema clínico frecuente. Incluso para los terapeutas de pacientes que han sufrido un accidente vascular cerebral, resulta desesperante reeducar el uso del brazo izquierdo durante las dos o tres primeras semanas siguientes al percance: la indiferencia que mantiene el paciente respecto a su mitad izquierda constituye un impedimento para la terapia. Hemos observado que, tras insistir de forma reiterada, Sally empezaba a buscar el bolígrafo en su lado izquierdo; pero cuando, transcurridas unas horas, repetíamos el experimento, la agnosia especular retornaba. ¿Se logrará corregir definitivamente la agnosia especular a través MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

de reiteradas sesiones de instrucción que se prolonguen durante varios días? ¿Se conseguirá solucionar la omisión? Tales resultados todavía están por ver. No obstante, resulta evidente que el estudio de pacientes con discapacidades como las de Sally puede proporcionarnos valiosos indicios sobre el modo en que el cerebro construye la realidad. Vilayanur S. Ramachandran y Diane RogersRamachandran investigan en el Centro para el Cerebro y la Cognición en la Universidad de California en San Diego.

Bibliografia complementaria Can Mirrors Alleviate Visual Hemineglect? Vilayanur S. Ramachandran et

al. en Medical Hypotheses, vol. 52, n.o 4, págs. 303-305; abril, 1999.

11

La valoración estética, ¿una actividad ligada al sexo? Existe la opinión generalizada de que mujeres y hombres percibimos de forma diferente la dimensión estética de las cosas. Aunque la bibliografía existente aporta pocos datos al respecto, el estudio de atributos visuales tales como el color añade alguna información al respecto

MENTE Y CEREBRO (cuadro); © ISTOCKPHOTO / 4X6 (hombre); © ISTOCKPHOTO / KONSTANTIN KAMENETSKIY (mujer)

ENRIC MUNAR, MARCOS NADAL, CAMILO J. CELA Y FERNANDO MAESTU

12

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

E

n nuestro entorno social más cercano, particularmente en el de cualquier pareja, es bastante habitual comprobar cómo hombres y mujeres abordamos de manera distinta las tareas relacionadas con decisiones de índole estética. Los principales objetos de interés estético de unas y otros también suelen ser diferentes. A pesar de que cada uno de nosotros pueda tener sus propias intuiciones acerca de cuáles son las razones de ese fenómeno, la ciencia puede y debe explicarlas. Para dar respuesta a este interrogante y a otros similares, no pocos autores han distinguido entre causas de carácter cultural y causas innatas y han situado el origen de las diferentes conductas en unas u otras. No obstante, resulta obvio que ambas categorías —cultural frente a innato— no son excluyentes entre sí: el hecho de que un patrón de comportamiento sea tildado de cultural no implica que por ello carezca de toda relación de origen con la naturaleza de quien lo protagoniza. Su principio sigue siendo connatural al ser humano. En la realidad, el factor cultural y el innato son dependientes entre sí, vía una interesante dialéctica. De todas maneras, insistir en la disección conceptual entre ambos ayuda a comprender mejor el comportamiento humano, en general, y las diferencias entre mujeres y hombres, en particular.

Diferencias en las preferencias estéticas 1. INTUITIVAMENTE SUPONEMOS DIFERENCIAS entre sexos en la apreciación estética, sin embargo, las investigaciones sólo han mostrado ciertas diferencias respecto al uso del color y del espacio relacionados con la estética.

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Nuestro grupo de investigación Evolución y Cognición Humana (EvoCog), unidad asociada al Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos (Universidad de las Islas BalearesConsejo Superior de Investigaciones Científicas), se centra en el factor innato, por encima del cultural. Tiene como objetivo principal la caracterización de la naturaleza del ser humano, es decir, de aquello que tenemos en común

todos los humanos por el hecho de pertenecer a una misma especie y que resulta, por lo general, un tanto ajeno a los embates culturales. Ese objetivo genérico implica determinar los rasgos mentales que nos distinguen de otras especies emparentadas de forma estrecha con nosotros, como los chimpancés y otros primates, además de elaborar detalladas descripciones y explicaciones de los aspectos psicológicos, neuronales y evolutivos de esos rasgos exclusivos. Nuestra línea de investigación nos ha conducido recientemente hasta algunos resultados que aportan pistas acerca de una posible diferencia congénita entre sexos a la hora de apreciar la belleza. Apuntamos, ya desde el comienzo, que en este estudio hemos seguido la propuesta conceptual que utiliza el término “sexo” para referirse al conjunto de factores biológicos y evolutivos que contribuyen a las diferentes maneras en que mujeres y hombres se comportan, piensan y sienten, mientras que el vocablo “género” queda reservado para el conjunto de diferencias entre los roles culturales de “hombre” y “mujer”. Con el objetivo de conocer los patrones de actividad cerebral que subyacen a la apreciación de la belleza, realizamos un experimento en el que se pedía a 10 hombres y 10 mujeres que observaran una serie de ilustraciones y que respondieran si cada una de ellas les parecía bella o no. Mientras acometían esa tarea, registramos su actividad cerebral mediante magnetoencefalografía (MEG). La MEG es una técnica de neuroimagen que permite detectar los cambios en los campos magnéticos generados por la actividad postsináptica de las neuronas piramidales de la corteza cerebral, con una resolución temporal del orden de milisegundos. Los resultados indicaron que, tanto en mujeres como en varones, se producía una mayor activación en algunas zonas del lóbulo

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parietal, cuando observaban estímulos que clasificaban como bellos. No obstante, aparecía cierta diferencia entre hombres y mujeres: esa activación parietal era bilateral en mujeres y claramente lateralizada en el lóbulo derecho en hombres. Tal diferencia de activación pone de relieve, en nuestra opinión, la existencia de estrategias de procesamiento cognitivo dispar en mujeres y varones a la hora de decidir acerca de la belleza de las imágenes, en especial ante aquellas que efectivamente consideran bellas.

Tipo de tareas

RESUMEN

Diferencias en atributos perceptivos, pero no en apreciación estética

1

No existen trabajos científicos sistemá-

ticos y concluyentes que demuestren que la apreciación estética es diferente entre mujeres y hombres.

2

Las diferencias entre sexos se han halla-

do en atributos básicos como el uso del espacio y el color, por ejemplo, las mujeres hacen un uso más intenso del mecanismo rojo-verde y los hombres del mecanismo claro-oscuro.

3

Esas diferencias de color y uso del es-

pacio hallan en la teoría del cazador-recolector una explicación de carácter evolutivo.

14

El siguiente paso fue averiguar el tipo de tareas con las que se relacionan esas zonas activadas de forma diferencial. Después de indagar en la bibliografía, la hipótesis que, a nuestro juicio, cobra más valor es la relacionada con el procesamiento de las relaciones espaciales formulada en 1987 por Stephen M. Kosslyn, actualmente en la Universidad de Harvard. Según Kosslyn, existen dos procesos que codifican y representan diferentes tipos de relaciones espaciales entre objetos. Las relaciones espaciales categóricas se refieren a las posiciones de los objetos en categorías laxas respecto a otros elementos; por ejemplo, “arriba o abajo”, “izquierda o derecha”, “delante o detrás”, “dentro o fuera”. Por otro lado, las relaciones espaciales coordenadas suponen una información métrica más precisa con respecto a distancias entre objetos. Existen algunos otros estudios que muestran que los hombres tienden a un mayor uso de las relaciones espaciales coordenadas y las mujeres tienden a usar en mayor medida las relaciones espaciales categóricas, y que estos usos se hallan asociados con la actividad de sendos lóbulos parietales. El parietal izquierdo parece estar más involucrado en la exploración de relaciones espaciales categóricas, mientras la actividad del derecho parece subyacer al establecimiento de relaciones espaciales coordenadas. Por consiguiente, nuestros resultados parecen indicarnos que varones y mujeres activan estrategias de análisis espacial distintas durante la tarea de decidir sobre la belleza de imágenes. La actividad marcadamente lateralizada en el hemisferio derecho sugiere que los hombres están utilizando estrategias espaciales basadas sobre todo en coordenadas. En cambio, las mujeres, o bien utilizan ambas, o bien utilizan en mayor medida las categóricas.

Su origen Una vez se constatan diferencias en la actividad cerebral de hombres y mujeres ligada a las decisiones sobre la belleza, cabe preguntarse por el origen de esos comportamientos dispares. ¿En virtud de qué mecanismo y en qué momento de la evolución de nuestra especie aparecieron tales diferencias? Con el fin de dar respuesta a esta cuestión, partimos de la hipótesis de la división del trabajo en dos: cazadores y recolectores. Según esta hipótesis, a lo largo de la trayectoria evolutiva del ser humano, y en especial desde el Pleistoceno, hombres y mujeres realizaron diferentes tareas de cara a obtener el alimento: mientras que los hombres se encargaban de la caza, las mujeres serían las responsables de la recolección de frutos y tubérculos. Existen pruebas que respaldan la idea de que el uso diferencial que hacen mujeres y hombres de estrategias espaciales categóricas y coordenadas estaría relacionado con esa división de labores para la obtención de recursos. Dichas pruebas han sido adecuadamente revisadas en el anuario Yearbook of Physical Anthropology de 1996, por Thomas Wynn, de la Universidad de Colorado. Tituló su trabajo “Evolución de las diferencias sexuales en la cognición espacial”. La selección natural habría favorecido que las mujeres, recolectoras, fuesen más conscientes que los hombres de los objetos situados en su entorno y se orientaran hacia ellos durante la recolecta, incluso hacia aquellos que no estaban relacionados de forma directa con esa tarea. A su vez, la selección natural habría favorecido que los hombres, cazadores, aplicaran mayoritariamente estrategias espaciales basadas en conceptos como la distancia y la situación respecto a los puntos cardinales, necesarios para la orientación en espacios abiertos y en trayectos más amplios, que implican frecuentes cambios de rumbo. A pesar de que nuestros resultados sugieren que varones y mujeres siguen estrategias diferentes cuando valoran la belleza, en la bibliografía especializada no aparecen disparidades concluyentes entre los dos sexos en cuanto a las valoraciones en sí, es decir, en cuanto a los resultados de dichos procedimientos. Hay que aclarar no obstante, que los escasos trabajos experimentales que han pretendido estudiar las diferencias entre mujeres y hombres en la apreciación de la belleza, lo han hecho, sobre todo, utilizando ilustraciones artísticas. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Arte y estética

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Estímulos usados en el experimento Los participantes se pronunciaron acerca de la belleza de 400 imágenes. La mitad de éstas eran fotografías de paisajes, de escenas urbanas, o de artefactos y objetos cotidianos. La otra mitad eran reproducciones de obras de arte pertenecientes a diversas escuelas: realismo, impresionismo, postimpresionismo y arte abstracto, cada una representada por un conjunto de 50. Se incluyó esta variedad de estímulos para ofrecer

REPRODUCIDO CON PERMISO DEL MUSEO NACIONAL DEL PRADO, ARCHIVO FOTOGRÁFICO (izquierda); CORTESIA DE LOS AUTORES (derecha)

De ahí que, antes de seguir avanzando en nuestra exposición, veamos conveniente aclarar los conceptos de arte y estética y la relación que existe entre ellos. Dado que, a lo largo de los siglos, ambas nociones han sido objeto de numerosos y amplios tratados filosóficos y de teoría del arte, sin que se haya llegado a ningún acuerdo sobre su naturaleza, cualquier intento por nuestra parte de aportar una definición esencial sería parcial y simplificado. Optaremos por una definición puramente pragmática de estos conceptos. Consideraremos que una imagen es “artística” si se expone o ha sido expuesta en museos o se incluye entre sus catálogos, y que una imagen es “estética” si se puede decir de ella que destaca por su belleza u originalidad, por el interés o agrado que despierta, o por cualquier combinación de tales rasgos. El conjunto de estudios experimentales con obras artísticas que han puesto a prueba las posibles disparidades entre mujeres y hombres a la hora de percibir algo como bello se han centrado, en parte al menos, en las diferencias de preferencia por alguno de los estilos artísticos. Tanto en el trabajo de Donald J. Polzella, de la Universidad de Dayton, como en el de Adrian Furnham, del Colegio Universitario de Londres, se concluye que las mujeres prefieren la pintura impresionista y rococó en mayor medida que los hombres. En cambio, los hombres presentan una preferencia hacia obras expresionistas, cubistas, de pop art, y abstractas, como también apunta el trabajo. Sin embargo, han aparecido varios estudios —es el caso de otro del mismo Polzella, en asociación con Wendy M. Limbert, de la Universidad de California— que no han hallado ningún tipo de diferencias en lo que a predilección por un estilo se refiere. Olof Johnson y Robert H. Knap, de la Wesleyan University, prefieren centrarse en el contenido de la obra artística. Y llegan a la conclusión de que las mujeres demuestran una mayor inclinación hacia contenidos de carácter personal, íntimo y sensual. Por el contrario, los hombres se muestran más afines a los contenidos impersonales, espléndidos y abstractos. La contraposición de contenidos personales e impersonales separa a las obras de arte en aquellas que representan situaciones en las que el centro es la individualidad de un ser humano y aquellas en las que la individualidad queda diluida o eliminada por completo.

a cada uno de los participantes un abanico amplio para que pudiera expresar suficientes valoraciones, tanto positivas como negativas. En la imagen se recogen dos ejemplos de estímulos usados en el experimento. Arriba figura “Paisaje de Capri” (1878) de Francisco Pradilla y Ortiz, abajo se muestra un ejemplo de escena urbana.

La diferencia del contenido íntimo frente al espléndido radica en la orientación introspectiva del personaje de la obra, en el caso del íntimo, y en una perspectiva grandilocuente del entorno, en el caso del espléndido. Por último, la distinción sensual/abstracto nace de contraponer un contenido más emotivo y apasionado con un significado más neutro, de menor implicación para el espectador. En el primer trabajo citado de Polzella, las mujeres mostraron preferencia por las escenas urbanas y por aquellas en las que aparecían comportamientos humanos, los hombres por composiciones de paisajes y por puertos. En 1963, Robert M. Frumkin, de la Universidad estatal de Kent, concluía en un artículo que las preferencias estéticas de las mujeres coincidían en mayor medida que las de los hombres con las obras de arte. No obstante, en un estudio de 1981 de Ronald W. Neperud, de

15

Magnetoencefalografía La magnetoencefalografía es una técnica de neuroima-

temas de registro capaces de medir de forma simultánea

gen funcional que permite describir los patrones espacio-

los campos magnéticos cerebrales a lo largo de toda la

temporales de la actividad cerebral relacionada con dife-

convexidad craneal, lo que optimizó las potencialidades

rentes procesos cognitivos básicos. El desarrollo técnico

de esta técnica de neuroimagen funcional.

del registro de la actividad cerebral relacionada con los

La MEG es una nueva herramienta para el estudio de

procesos cognitivos está aportando una nueva fuente de

la cognición que permite captar los campos magnéticos

datos cualitativamente diferentes de los tradicionales,

generados por los potenciales postsinápticos (excitatorios

obtenidos en tareas de papel y lápiz o controladas por

e inhibitorios) acaecidos en las dendritas de las neuronas

ordenador.

piramidales. Una de sus principales ventajas es que su se-

La aplicación de procedimientos psicofisiológicos al estu-

ñal no se degrada por el paso a través de los diferentes

dio de los procesos cognitivos básicos ha permitido el mane-

tejidos, como ocurre con las corrientes de volumen que

jo de nuevas variables que han aportado, en algunos casos,

capta el electroencefalograma, y, por tanto, puede medir

nuevas tendencias conceptuales sobre la organización del

en tiempo real (milisegundos) y de forma directa las señales

sistema cognitivo. En los últimos años se ha incrementado

neuronales.

el número de trabajos que utilizan metodologías de regis-

Se trata de la única técnica de neuroimagen funcional

tros de diferentes variables fisiológicas: conductancia de la

completamente no invasiva, ya que capta lo que surge de

piel, tasa cardiaca, resonancia magnética funcional (fMRI),

forma natural de nuestro cerebro sin inducir ningún cam-

tomografía por emisión de positrones (TEP) y magnetoen-

bio. Sin embargo, presenta todavía algunas limitaciones

cefalografía (MEG), entre otros.

(no captación de fuentes profundas, artefactos medioam-

La MEG ha surgido en los últimos 15 años en un entorno de búsqueda de nuevas herramientas que permitieran con-

bientales, artefactos provocados por materiales ferromagnéticos, etc.).

testar a nuevas y antiguas preguntas sobre la organización

A pesar de estas limitaciones, están surgiendo en los

de los procesos cognitivos en el ser humano. A principio

últimos años algunos trabajos que permiten evidenciar

de la década de los noventa se produjo una inflexión en

nuevos parámetros en el estudio de diferentes funciones

la utilización de la MEG para el estudio de los procesos

cognitivas como memoria, lenguaje, percepción y funciones

cognitivos, debida principalmente a la aparición de los sis-

ejecutivas. DISPOSITIVO MEG del Centro de Magnetoencefalografía Pérez Modrego de la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid (izquierda). En el experimento el participante observaba las imágenes en zaba en el techo mediante un juego de espejos, a la vez que la MEG registraba su actividad cerebral (derecha).

la Universidad de Wisconsin, se indicaba justo lo contrario, a saber, la mayor adecuación de las preferencias de los hombres hacia las obras artísticas. En conjunto, lo anterior significa que quizá convenga seguir diseñando estudios experimentales más ajustados al objetivo de des-

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cubrir los motivos subyacentes a la diferencia entre la manera en que valoran la belleza hombres y mujeres, si es que realmente existe tal disparidad. Para ello sería conveniente utilizar condiciones experimentales que no sean tan generales como las aplicadas para estudiar las preferenMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

CORTESIA DE FERNANDO MAESTU

la proyección que se reali-

Atributos visuales y cognitivos Esa es la línea que han seguido unos pocos trabajos experimentales, más bien minoritarios, que han convertido a los atributos visuales o cognitivos básicos en su objetivo, a fin de tantear la hipótesis de las diferencias de sexo en la apreciación estética. Si se avanza en esa dirección, el resultado que aparece con mayor fuerza es el relacionado con el énfasis en la representación de algunos elementos. Así, las pinturas que contienen áreas y formas con una transición sutil y no abrupta en relación con el fondo —aquellas que no enfatizan las líneas ni las áreas— son preferidas por las mujeres. Los varones, por su parte, manifiestan una mayor afinidad hacia composiciones con figuras cerradas. Las preferencias de los hombres también se dirigen a las pinturas en las que sobresalen el brillo y la saturación del color —esto es, una mayor luminancia o cantidad de luz que alcanza el ojo— y colores puros, así como a las formas que podríamos denominar “altamente geometrizadas”. En los aspectos de intensidad lumínica y contraste, las mujeres preferirían aquellas imágenes con menor potencia —con menor luminancia—, más controladas —con una transición no brusca en el recorrido de los contornos— y menos expresivas, con contrastes suaves, tanto en los acromáticos como en el color. Justo lo contrario de lo que sucede con los hombres. Da la impresión de que estos hallazgos aportan un cierto fundamento a las diferencias que aparecen en la valoración de algunos estilos: el impresionista es preferido por la mujer y el expresionista por el hombre. El trabajo más completo y que mejor ha mostrado tales disparidades es el publicado en 1963 por los ya mencionados Olof Johnson y Robert H. Knap. En el seno de nuestro grupo de investigación, Marcos Nadal ha dedicado su tesis doctoral a un estudio pormenorizado de la relación entre preferencia estética y complejidad visual y a un análisis de las posibles diferencias en ambos atributos entre hombres y mujeres. Las conclusiones de Nadal indican que, en lo que respecta al tipo de estímulos (artísticos o decorativos, MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

figurativos o abstractos) y a los diferentes tipos de complejidad, en la mayoría de los casos no aparecen diferencias notables entre las preferencias estéticas de mujeres y hombres. En el trabajo de Nadal, para cada uno de los estímulos visuales se obtuvieron los valores de los tres factores que subyacen a la complejidad visual: número y variedad de los elementos que componen la imagen, desorganización e indefinición de los elementos en una escena coherente, y, por fin, asimetría. Estudió la relación que mantenían cada uno de estos factores con las valoraciones de belleza. El resultado fue que, a pesar de que los tres componentes de la complejidad visual se relacionaban con los valores de belleza de formas diversas, en ninguno de los casos apareció una diferencia clara entre hombres y mujeres. A la luz de esta constatación, podemos afirmar que los factores de complejidad que afectan a la apreciación de la belleza son análogos en hombres y mujeres. En definitiva, cuando intentamos exponer una explicación global del conjunto de las conclusiones anteriores no hallamos un hilo argumental coherente. De hecho, si tomamos en consideración el modelo de cinco etapas propuesto por Helmut Leder, de la Universidad de Viena, como guía de los procesos cognitivos involucrados en la apreciación estética, debemos concluir que, hasta el momento, los investigadores no han planteado ningún experimento que permita determinar si las diferencias de sexo guardan relación con procesos perceptivos, mnemónicos, semánticos, afectiHemisferio izquierdo

Mujeres

Hemisferio derecho

2. ACTIVACION CEREBRAL diferencial entre hombres y mujeres durante los primeros 900 milisegundos de contemplación de un estímulo calificado como bello. Tanto en las mujeres como en los hombres se produce una mayor activación de los lóbulos parietales durante la observación de estímulos bellos. Sin embargo, esa activación es bilateral en las mujeres, mientras que aparece lateralizada en el lóbulo derecho en los hombres.

Hemisferio Hemisferio izquierdo Hombres derecho

300-400 ms

400-500 ms

500-600 ms

600-700 ms

CORTESIA DE LOS AUTORES

cias de los estilos estéticos, los contenidos o la distinción entre obras artísticas y no artísticas. Y entrar con un poco más de detalle en el estudio diferencial de los atributos visuales y cognitivos más básicos, como pueden ser el contraste, el color, la profundidad, el tamaño, las emociones, la rotación mental, entre otros.

700-800 ms

800-900 ms

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vos o de decisión, tampoco con la combinación de cualquiera de ellos. No obstante, podemos encontrar datos procedentes de otros campos de estudio cercanos a la estética experimental, por ejemplo de la psicología experimental, que sugieren que hombres y mujeres realizan un procesamiento ligeramente distinto en una parte de esos procesos, e incluso en la integración de la información perceptiva, cognitiva y afectiva. La manipulación de las condiciones estéticas ha aportado escasas certezas acerca de las diferencias entre los dos sexos, al margen de las consideraciones estilísticas que hemos comentado más arriba. Es preciso, pues, acceder de forma colateral a ese tipo de conclusiones o interpretaciones: a partir del estudio de otros

campos que corresponden a atributos visuales de nivel básico (color, contraste, profundidad...), a estrategias cognitivas o a afecciones emocionales. En este contexto, por estrategias cognitivas debemos entender las operaciones mentales habitualmente inconscientes que realizamos con el objetivo de detectar, discriminar, identificar o reconocer elementos u objetos. Por afecciones emocionales entendemos el estado mental que se produce con la aparición de una emoción básica, como pueden ser la ira, la sorpresa, la alegría, entre otras. A continuación, y a modo de ejemplo, figuran algunas conclusiones sobre las diferencias entre sexos en un campo relacionado con la preferencia estética, a saber, el color.

Preferencias de color Relación entre complejidad visual y belleza según sexos Los tres principales factores que contribuyen a la complejidad visual son: el número y variedad de los elementos que componen una figura. la desorganización e indefinición de esos elementos como parte de una escena coherente. la asimetría. Estos gráficos muestran las diferentes relaciones que guardan los tres factores con la belleza valorada por los hombres (fila superior) y mujeres (fila inferior). Se aprecia una extraordinaria similitud entre los dos sexos en cuanto a la influencia sobre los valores de belleza que tienen los tres factores de complejidad visual. Tanto hombres como mujeres otorgan una mayor puntuación de belleza a las imágenes que contienen un gran número y variedad de elementos; dan menor puntuación a aquellas imágenes de desorganización intermedia, y una mayor puntuación a

Valoración de la belleza dada por los hombres

las imágenes de asimetría intermedia.

4

4

4

3

3

3

2

2

2

1

1 –2

–1

0

1

2

Valoración de la belleza dada por las mujeres

CORTESIA DE MARCOS NADAL

–1

0

1

2

–2

Desorganización e indefinición de los elementos

Número y variedad de los elementos

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Asimetría

4

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1

2

La preferencia por los colores cuenta con estudios experimentales desde finales del siglo XIX. En 1909, un inspector de enseñanza, William H. Winch, publicó en el British Journal of Psychology un estudio basado en una muestra de 2000 niños de edades comprendidas entre los 7 y los 15 años, a los que se pidió que pusieran en orden 6 colores (amarillo, azul, blanco, negro, rojo y verde), según su preferencia por cada uno de ellos. Tanto las niñas como los niños situaron en primer lugar el azul, en segundo lugar el rojo y en último lugar el negro. En el caso de los niños, el tercer lugar fue para el verde, el cuarto para el amarillo y el quinto para el blanco, mientras que en las niñas el blanco y el verde compartían el tercer lugar, por delante del amarillo. En otros trabajos de la primera mitad del siglo XX también hallamos conclusiones del siguiente estilo: “el amarillo tiene un bajo poder afectivo para las mujeres”, “la preferencia por el azul es mayor en hombres que en mujeres”, “las mujeres prefieren el rojo al azul, y los hombres el azul al rojo”, etc. Pero otras investigaciones de ese período no hallaron diferencias de preferencia por los colores entre mujeres y hombres; se obtuvieron incluso correlaciones del 0,95 entre unas y otras preferencias. En la segunda mitad del siglo XX las cosas no cambiaron demasiado y las conclusiones de los experimentos tampoco obtuvieron ningún consenso. En suma, algunos investigadores han descrito la historia del estudio de la preferencia del color como desconcertante, confusa y contradictoria. Sin embargo, parece haber un MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

3. CAZADORES HADZA cerca del lago Natron (Tanzania). En su indumentaria se observa la utilización de algunos colores, atributo visual que CORTESIA DE CAMILO J.CELA

diferencia hombres y mujeres. Esa diferenciación en el uso y preferencia de colores según sexo halla una posible explicación filogenética en la hipótesis del cazador-recolector.

acuerdo sobre la preferencia universal por el azul, aunque este hallazgo disminuya su poder de convicción a causa de algunos fallos en el control de los experimentos y de la dificultad de conseguir una medida sistemática y cuantitativa de la preferencia. Pese a la tan extendida idea de que las niñas prefieren el color rosa y los niños el azul, no existían pruebas que ratificaran esa distinción hasta que, en 2007, Anya C. Hurlbert y Yazhu Ling, de la Universidad de Newcastle, publicaron Componentes biológicos de las diferencias de sexo en la preferencia del color. En el estudio utilizaron una tarea de elección forzada y cuantificaron los estímulos mediante un colorímetro. Los participantes elegían, tan rápidamente como les era posible, el color preferido entre pares de pequeños rectángulos coloreados. Antes de seguir con la explicación del experimento, quizá convenga aclarar lo que, a grandes rasgos, sabemos acerca del procesamiento cognitivo del color. Entre los investigadores hay consenso en torno a la existencia de dos etapas en la codificación y procesamiento de la información sobre el color. La primera etapa, a la que se suele denominar tricromática, se produce en la retina a partir de la codificación de las ondas electromagnéticas en tres tipos de conos, los cuales son receptores visuales responsables del color. Los conos α codifican las ondas de longitudes largas, en torno a los 560 nanómetros, los conos β codifican las ondas de longitudes medias, en torno a los 530 nm, y los conos γ codifican las ondas de longitudes cortas, en torno a los 440 nm. Esta primera etapa MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

da cuenta de fenómenos realmente fascinantes en la percepción del color. La segunda etapa transcurre a nivel cortical, donde los científicos dan por sentada la existencia de tres mecanismos oponentes: uno relacionado con la oposición de las experiencias de azul y amarillo, otro con las de rojo y verde, y un tercero con la oposición de claro y oscuro. Existen varias maneras de darnos cuenta de la existencia de esos mecanismos oponentes. Por ejemplo, si miramos intensamente (sin pestañear ni mover los ojos) una superficie azul y luego desplazamos nuestra mirada hasta una superficie blanca, tendremos la impresión de estar viendo unos destellos amarillos. Algo similar ocurrirá con cualquiera de los colores oponentes que elijamos, si bien el post-efecto siempre tendrá el valor del color oponente. Para el análisis de sus datos, Hurlbert y Ling se basaron en la existencia de los dos mecanismos cromáticos de colores oponentes (azulamarillo y rojo-verde) como factores principales de las diferencias de sexo en la percepción del color, y dejaron de lado el mecanismo acromático de claro y oscuro. Mientras que el mecanismo azul-amarillo explicaba la variabilidad en el conjunto de la población, el mecanismo rojo-verde no obtenía los mismos resultados en mujeres que en hombres. Así, sólo la actividad del mecanismo rojoverde mostraba diferencias consistentes según el sexo. Los hombres, en promedio, otorgaban un peso bastante negativo a uno de los componentes del mecanismo rojo-verde, mientras que las mujeres lo valoraban positivamente.

19

Preferencia y uso de colores en mujeres y hombres W. H. Winch estudió en 2000 niños de 7 a 15 años el orden

Niñas

de preferencia de seis colores. El primero y el segundo lugar lo ocuparon el azul y el rojo, respectivamente, lo mismo

Niños

en niñas que en niños. Para ambos sexos, el negro ocupó el último lugar de preferencia. Para los niños, el tercer lugar fue el verde, el cuarto el amarillo y el quinto el blanco. En las niñas, el blanco y el verde compartían el tercer lugar, por delante del

Claro

Oscuro

amarillo.

Se representan los tres mecanismos opo-

Azul

Amarillo

Rojo

Verde

nentes de la segunda fase del procesamiento del color en el sistema visual humano. El azul-amarillo es utilizado de forma similar por ambos sexos. Los varones hacen mayor uso del mecanismo claro-oscuro, mientras que las mujeres lo hacen del rojo-verde.

O, dicho de otro modo, las mujeres preferían fondos de colores con tonalidades rojizas, mientras que los hombres no mostraban diferencias de preferencia entre las tonalidades verdes y rojizas. Todos los participantes daban un peso muy positivo al mismo componente en el otro mecanismo, esto es, a la tonalidad azulada. Mientras hombres y mujeres comparten una preferencia natural por las tonalidades azuladas en uno de los mecanismos, la preferencia de las tonalidades rojizas en las mujeres en el otro mecanismo es clara; sin embargo, en los hombres no parecía existir preferencia alguna por tonalidades rojizas, frente a las verdosas. Cabe concluir, por tanto, que la preferencia de las niñas por el color rosa puede haber evolucionado sobre esta base universal y natural.

De la estética a la semántica Una investigación anterior a la dirigida por Hurlbert respalda en buena parte los resultados obtenidos en esta última. Se trata del

20

estudio publicado, en 2004, por David Bimler y sus colaboradores de la Universidad Massey de Nueva Zelanda. De él se desprende que los hombres tienen menor acceso al léxico del color y que obtienen un menor consenso en la semántica de los colores. En una tarea de discriminación cromática, los hombres otorgaron menos importancia a la separación de los colores a lo largo del eje rojo-verde que las mujeres. En compensación, los hombres otorgaban más peso a la separación a lo largo del eje de luminancia, esto es, entre zonas claras y oscuras, pues el concepto de luminancia hace referencia a la cantidad de luz procedente del objeto. Es posible que este descubrimiento subyazca a la preferencia masculina por las configuraciones con transiciones más abruptas entre áreas claras y oscuras, según la cual los hombres minimizan las distinciones rojizas frente a las verdosas. Bimler y sus colaboradores indicaron que el origen de este fenómeno puede deberse a diferentes factores, desde una precisión funMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

cional diferente en la retina, hasta patrones de socialización diversos.

Filogénesis de las diferencias Hurlbert y Ling argumentan que las diferencias obtenidas pueden haber surgido a lo largo de la evolución como consecuencia de especializaciones funcionales específicas en la división del trabajo según el sexo. A vueltas con la teoría del cazador-recolector, Hurlbert y Ling proponen que el cerebro de la mujer se habría especializado en las tareas de recolección. La capacidad tricromática y el mecanismo rojo-verde son adaptaciones “modernas” en la evolución de los primates. Las investigaciones apuntan a que estas adaptaciones se proponen facilitar la identificación de la fruta madura o de las hojas rojizas comestibles inmersas en el follaje verde. Por tanto, sería plausible que, para la recolección de la fruta, el cerebro de la hembra afinara las adaptaciones tricromáticas y se deba a éstas la preferencia por los objetos más rojizos sobre un fondo de otro color. Como recolectora, la hembra necesitaría tener una mayor consciencia de la información del color que el cazador. Este requerimiento haría emerger una mayor constancia y estabilidad en la preferencia del color en las hembras, dato que aparece tanto en el estudio de Hurlbert y Ling como en el dirigido por David Bimler. Hurlbert y Ling apuntan una explicación alternativa a la relacionada con la recolección, basada en la necesidad de discriminar cambios sutiles en el color de la piel, debido a los estados emocionales y las señales socio-sexuales. La hipótesis indicaría que las mujeres habrían afinado esas adaptaciones para sus roles de “cuidadoras” y “empatizadoras”. Son numerosos los datos que sugieren que la apreciación de la estética es un rasgo evolutivamente novedoso, derivado de otro u otros rasgos que ya poseían especies de primates anteriores a la nuestra. Las diferencias que aparecen entre los sexos en el funcionamiento de los mecanismos subyacentes a la apreciación estética nos llevan a preguntarnos si su significación evolutiva es la misma en mujeres y hombres. A la luz de los datos revisados en este trabajo, es concebible que la apreciación estética femenina haya tenido sus orígenes en un uso categórico del espacio y en un uso más intenso del mecanismo rojo-verde en el color percibido con el objetivo de tener éxito en la recolecMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

ción de frutos. En cambio, el hombre habría desarrollado ese rasgo estético a partir de un uso coordenado del espacio y un énfasis en el uso de la luminancia para el éxito en la caza. Sin duda, una hipótesis arriesgada, aunque no infundada. De todas formas, debemos tener en cuenta que en el estudio de Hurlbert y Ling se evidencia de qué forma la diversidad cultural (entre poblaciones inglesas y chinas) afecta significativamente a las diferencias de preferencias de colores. Todavía hay que añadir una cautela más, y recordar que las diferencias entre los dos sexos aparecen como consecuencia de la combinación de la variabilidad propia de cada grupo. Las diferencias entre sexos no expresan las preferencias de cada persona individual, ni tampoco podemos asumir que mujeres y hombres forman grupos homogéneos dentro de los que existe un comportamiento común. Las diferencias entre estos grupos son compatibles con la existencia de diferencias entre subgrupos. Parafraseando a George Sand, un hombre y una mujer son hasta tal punto la misma cosa que casi no se entiende la cantidad de distinciones y de razonamientos sutiles de los cuales se nutre la sociedad sobre este argumento. Pero William Shakespeare afirmaba que la mente del hombre es de mármol; la de la mujer, de cera. El debate sobre las diferencias entre mujeres y hombres viene de lejos. Y continúa vivo.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA BIOLOGICAL COMPONENTS O F SE X D I FFEREN CES I N COLOR PREFERENCE. A. C.

Hurlbert y Y. Z. Ling en Current Biology, vol. 17, n.o 16, págs. 623-625; 2007.

Enric Munar Roca es profesor de percepción y cognición visual de la Universidad de las Islas Baleares (UIB) e investigador del grupo Evolución y Cognición Humana, grupo asociado al Instituto de Física Interdisciplinar y Sistemas Complejos-IFISC (UIB-CSIC). Sus principales líneas de investigación son la percepción visual, la percepción auditiva y la percepción estética. Marcos Nadal Roberts es profesor de psicología del arte y de estética experimental de la UIB e investigador del grupo Evolución y Cognición Humana. Sus principales líneas de investigación son la estética experimental y la evolución de la estética en el ser humano. Camilo J. Cela Conde es catedrático de filosofía y profesor de antropología de la UIB y director del grupo Evolución y Cognición Humana. Sus principales líneas de investigación son la sistemática humana y los rasgos funcionales derivados en el ser humano. Fernando Maestú Unturbe es director del Laboratorio de Neurociencia Cognitiva y Computacional del Centro de Tecnología Biomédica (UCMUPM) de Madrid.

VISION INTERIOR. S. Zeki.

Editorial Antonio Machado, 2009. LA GRAN DIFERENCIA. COMO SON REALMENTE LOS CEREBROS DE HOMBRES Y MUJERES. S. Baron- Cohen.

Amat Editorial, 2009. SEX-REL ATED SIMIL ARITIES AND DIFFERENCES IN THE N EU R A L CORREL ATES O F BEAUTY. C. J. Cela et al.

en Proceedings of the National Academy of Sciences of the United States of America (PNAS), vol. 106, págs. 3847-3852; 2009.

21

Eres lo que hablas El psicólogo James W. Pennebaker asegura poder desenmascarar la personalidad de los escritores con un programa de análisis de textos. Las estadísticas no mienten, aduce. La polémica está servida JAN DÖNGES

1. ENTRETENIMIENTO TRAICIONERO. El lenguaje no sólo proporciona contenidos, sino que revela también algo sobre nuestro carácter.

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MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

L

© FOTOLIA / KELLY YOUNG

os trabajos del psicólogo James W. Pennebaker mantienen dividido al gremio de los estudiosos de la lengua. Prescinde de los planteamientos clásicos de la investigación lingüística. Desde hace una veintena de años Pennebaker viene indagando en los escritos la personalidad de sus autores, sin analizar una sola vez la sintaxis, ni considerar los matices del significado, ni siquiera leer el texto. El psicólogo se aplica, en cambio, en el recuento de palabras.

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Queda fuera de toda discusión que la personalidad de un individuo se refleja en su lenguaje. Desde siempre, los escritores se han esmerado en encontrar las formas de expresión más adecuadas para sus personajes de ficción. Sigmund Freud (1856-1939) observó que el lapsus linguae (error o tropiezo involuntario e inconsciente al hablar) saca a la luz el subconsciente. Además, aquel que posee un pronunciado sentido del lenguaje cree adivinar, entre tantas líneas, la personalidad del autor. Mas, utilizar la estadística ciega para medir la superficie de un texto y, con ello, desentrañar el perfil del carácter del escritor, ¿funciona? Pennebaker, investigador desde 1997 en la Universidad de Texas, desarrolló su importante instrumento a mediados de los años noventa. Lo llamó Linguistic Inquiry and Word Count (LIWC). El programa de recuento de palabras por ordenador ocupa desde entonces cantidades ingentes de textos. Nuestro psicólogo social, que ha cumplido 60 años, centró uno de sus últimos análisis en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2008. Publicó los resultados del estudio psicolingüístico de los candidatos Barack Obama y John MacCain en la página web www.wordwatchers.wordpress.com. Tanto en los debates como en las entrevistas, los políticos mostraban tendencias claras: McCain hablaba a sus votantes de un modo muy directo y personal; su elección de palabras resultaba emotiva e impulsiva. Por el contrario, Obama utilizaba con frecuencia relaciones causales que indicaban razonamientos complejos. Asimismo, tendía a expresarse de un modo más vago que su competidor republicano. El sistema de análisis mecánico de textos de Pennebaker nació por casualidad. Al inicio de los años noventa, el investigador mostraba especial interés en el estudio de la escritura expresiva. Dicho método permite a personas traumatizadas asimilar las vivencias negativas o desagradables a través de su proyección por escrito en un diario personal y la redacción de ensayos. Pero quería ir más allá: mostrar que no sólo aparece plasmada sobre el papel la reflexión de los afectados; sus notas también reflejan sus progresos.

RESUMEN

Dime quién eres

1

El programa de análisis lingüístico

Linguistic Inquiry and Word Count (LIWC) de James W. Pennebaker debe derivar, a partir de cualquier texto, afirmaciones referentes al carácter del autor.

2

Según Pennebaker, el contenido de

un texto no supone la clave para desentrañar la personalidad de su autor, sino las palabras aparentemente insignificantes —como pronombres, artículos o conjunciones—, ya que su uso resulta menos consciente.

3

Los defensores de los sistemas asistidos

por ordenador consideran el análisis de textos electrónico más objetivo que el de los expertos humanos. Sus detractores, por el contrario, critican que el sistema descuide ingentes relaciones de contenido.

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MARSHA MILLER, UNIVERSIDAD DE TEXAS, AUSTIN

Con el objeto de probar su hipótesis, Pennebaker encargó a diversos doctorandos que examinaran cientos de redacciones con contenido, en su gran mayoría, incriminatorio. “La influencia emocional fue enorme”, recuerda Pennebaker; la evaluación de lo escrito, por lo tanto, resultaba poco fiable. “Buscaba un método más objetivo para analizar los textos. Por ello desarrollamos LIWC”, señala. El software extrae del texto las palabras que denotan alguna señal o característica: ¿Cuán optimista es el autor? ¿Le preocupan temas del pasado o, por el contrario, dominan cuestiones del futuro? ¿Utiliza expresiones que apuntan a argumentaciones complejas? Todo ello —junto al propio programa de recuento de palabras— ha propiciado la elaboración de un diccionario con 4500 entradas, distribuidas a su vez en más de 70 campos léxicos. De esa manera, se registra la frecuencia con que aparecen en el texto las palabras incluidas en las distintas categorías.

2. ENFANT TERRIBLE DE LA INVESTIGACION LINGÜISTICA:

De la A a la Z

James W. Pennebaker, inventor

“Soledad”, “llorar” o “feliz”, por ejemplo, se encuentran agrupadas bajo el epígrafe de “palabras emocionales”, que a su vez se subdivide en los grupos de “afectos positivos” y “negativos”. En estas subcategorías, se describen de manera más específica conceptos relacionados con estados emocionales concretos, como “miedo” o “duelo”. Otras de las categorías que recoge el trabajo son “palabras de percepción” inespecíficas (“ver”, “oír”, “sentir”) y de “procesos cognitivos” complejos (“debería”, “pensar”, “porque”). A ello se suma un total de 22 categorías generales referentes a partes de la oración: pronombres, verbos auxiliares, artículos, numerales o conjunciones; es decir, palabras funcionales. Sin embargo, el análisis lingüístico electrónico no es una invención de Pennebaker. Con el fin de facilitar el laborioso análisis manual, Philip Stone (1936-2006), que enseñó en Harvard, inventó en 1966 el primer procedimiento de recuento asistido por ordenador, el “General Inquirer”. Coincidiendo casi en el tiempo, en 1969 Louis Gottschalk, de la Universidad de California, y su colega Goldine Gleser (19152004), impulsaron el desarrollo de un programa similar. Los psicólogos querían, a través de la escala Gottschalk-Gleser (bautizada con el nombre de sus creadores), clasificar de manera automática cómo una determinada emoción, por ejemplo el miedo o la agresividad, influía en la comunicación del paciente.

del programa de análisis de textos Linguistic Inquiry and Word Count (LIWC).

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En 1987, una publicación de Gottschalk causó sensación. Declaraba que había observado, a través de sus procedimientos, indicios de que el por entonces presidente en funciones de Estados Unidos, Ronald Reagan (1911-2004), sufría un deterioro mental desde más o menos 1980. Años después, ya en 1994, se hizo público que Reagan padecía alzheimer. Con la llegada de ordenadores suficientemente potentes y asequibles, a comienzos de los años noventa, el método cobró mayor popularidad. El software para el tratamiento de textos, junto con Internet, posibilitaban recoger una creciente cantidad de datos en formato digital. Así, el número de instrumentos de análisis se disparó. Por lo general, la atención se centraba en el contenido. “Ha pasado inadvertido para la psicología el hecho de que las palabras ‘pequeñas’ (‘yo’, ‘nosotros’, ‘uno’ o ‘todos’ y similares), permitieran, de una manera particular, atar cabos sobre el comportamiento”, comenta Pennebaker. Los sustantivos, los verbos y los adjetivos sostenían el significado de una frase, pero su elección dependía en gran medida del azar; por ejemplo, el tema de una redacción. El “cómo”, señala Pennebaker, revela la personalidad. El estilo de un texto que se expresa a través de las palabras “pequeñas”, entre otros elementos, resulta poco accesible a la manipulación consciente. Así, la persona que quiere resultar agradable, elige las expresiones adecuadas, pero no controla el número de artículos o pronombres que utiliza para ello, indica.

El lenguaje de los terroristas Tal principio queda claro en el “estudio AlKaida” de Pennebaker: el investigador analizó en 2007, junto a otros científicos, y por encargo del FBI, un total de 58 textos de Osama Bin Laden y Aiman Al-Zawahiri, considerado este último el número dos en la jerarquía de la organización terrorista. Como escala comparativa recurrieron a 17 muestras de panfletos pertenecientes a otras organizaciones extremistas. Tres de las categorías del LIWC destacaron en la investigación. En primer lugar, Bin Laden y Zawahiri utilizaban de modo significativo un mayor número de palabras emocionales que correspondían en su mayoría, y por encima de la media, a expresiones hostiles. En segundo lugar, raramente aparecían verbos en pasado. Los científicos interpretaron este hecho como un reflejo del escaso interés por parte de sus autores de recordar acontecimientos ya suceMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

didos. En tercer lugar, llamó la atención de los investigadores la alta proporción de pronombres en tercera persona del plural (“ellos”, “a ellos”, etcétera). Otra de las conclusiones fue que Al-Kaida se definía, más que otros grupos terroristas, a través de la delimitación con el enemigo, según su lema: “Nosotros contra los de Occidente”. A comienzos del estudio, los investigadores compararon también los resultados del LIWC con evaluaciones de observadores independientes, lo que les permitió confirmar que el grado de extremismo de un grupo puede determinarse mediante la frecuencia de uso del pronombre en la tercera persona del plural. La comparación del lenguaje de ambos islamistas sirvió, a su vez, para determinar todo aquello que los pronombres revelan. Así, entre 2004 y 2006 se triplicó la frecuencia con la que Al-Zawahiri usaba la palabra “yo”, mientras que dicho pronombre permanecía constante en el discurso de Bin Laden. “Un alto porcentaje en el uso de ‘yo’ indica, por lo general, un fuerte egoísmo, aunque también inseguridad y una actitud defensiva. Asimismo, el contexto concreto del contenido confirma esto”, aclara Pennebaker. Otros estudios han demostrado que las palabras utilizadas para expresar ponderaciones o enunciados diferenciados (“excepto”, “pero”, “excluido”, etcétera) guardan relación con una mayor complejidad cognitiva, con mejores notas escolares, e incluso con un relato verídico

de los hechos acontecidos. El recuento de palabras en el caso de Bin Laden dio como resultado que la complejidad de los procesos de pensamiento en sus textos había alcanzado un alto nivel con el paso de los años, mientras que en el caso de su mano derecha, habían quedado estancados en un grado inferior. Las interpretaciones de Pennebaker parecen plausibles. Sin embargo, su método recuerda, en cierto modo, la lectura de posos de café. Por ejemplo, en los textos de Bin Laden, el 1,49 por ciento de todas las palabras se incluyen en la categoría “odio e ira”; en los textos de control elegidos, representa un 0,89 por ciento. Desde la estadística pura, la diferencia resulta significativa; pero, ¿hasta qué punto podemos considerar significativo tal resultado? “Las desviaciones, aunque parezcan nimias, no lo son”, apunta Markus Wolf, de la Universidad de Heidelberg. El psicólogo, con un equipo, tradujo el diccionario LIWC al alemán, versión que debe servir para el desarrollo de una futura rehabilitación terapéutica con ayuda del correo electrónico. “Para lograr desviaciones mayores, la extensión del texto debería ser también mayor o, menos compleja, la forma de expresión. Si un paciente explica que se siente triste, no suele repetir la palabra ‘triste’, por regla general, sino que describe su estado de otra manera. De ahí el interés de las ponderaciones pequeñas”, insiste el investigador. El talón de Aquiles del método de Pennebaker aflora en la interpretación de los datos.

“Yo” y la muerte ¿Se revelan pensamientos de suicidio en el lenguaje de un poema? James W. Pennebaker y su compañero Shannon Stirmann, de la Universidad de Pennsylvania, investigaron unas 300 obras de nueve poetas líricos norteamericanos suicidas y otros tantos que no se habían suicidado. El resultado fue inequívoco. Los que se habían quitado la vida, usaban casi el doble de veces las palabras “yo”, “mío”, “me” y “a mí”; en cambio pocos de ellos usaban el pronombre “nosotros”. Asimismo, raras veces empleaban, en sus creaciones literarias, conceptos de actividades relacionadas con la comunicación. Tal selección de palabras evidencia un egoísmo exagerado y un aislamiento social, indica Pennebaker, observación que coincide con las teorías sobre factores desencadenantes del comportamiento suicida. En opinión del investigador, resultó sorprendente que

Obama contra McCain: Lenguaje en la campaña electoral de EE.UU.

los dos grupos estudiados se refiriesen en sus poemas, y aproximadamente

El análisis electrónico de entrevistas, debates y discursos de Barack Obama y John McCain,

con la misma frecuencia,

durante la campaña presidencial, reveló claras diferencias en sus respectivos modos de

a sentimientos negativos.

expresión. Las palabras de las siguientes categorías se reproducían cada vez más: McCain:

Obama:

emocional, directo, orientado hacia el futuro

reservado y sensato

Empleo frecuente de: Primera persona del singular (I, me, my) Futuro (will, must) Conjunciones (and, but, also) Palabras copulativas (all, both) Afectos negativos (sad) Emociones positivas (enjoy, happy)

Empleo frecuente de: Artículos (a, the) Negaciones (never, no) Palabras excluyentes (without, except) Miedo y rabia (worry, fight) Precaución (probably, careful) Percepción (look, listen) movimiento (run, carry) dirección (around, eastern) tiempo (age, beginning) muerte (casualty, grieve)

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Así investiga los textos el LIWC Cuando yo llegué a la universidad, empecé a experimentar una mezcla de sentimientos: excitación, miedo, curiosidad, etcétera. Ante todo estaba tan contento de haber salido finalmente del colegio. ¡Lo odiaba! En un primer momento, era para mí como una huida hacia una nueva vida. Pero, naturalmente, no tenía aún ni idea de qué clase de vida debía ser. Allí, todo resultaba tan nuevo y desconocido. Y, honradamente hablando, al principio no me entendí con mis compañeros. Entonces pensé: ¿funciona ahora la cosa otra vez de la misma manera o qué? Los colores marcan ejemplos de la elección de categorías, según desglosa el LIWC en el protocolo de una sesión de terapia (no hemos tomado en cuenta los dobles sentidos): Primera persona del singular

PRO

“Fundamentalmente, palabras ‘pequeñas’ como ‘yo’, ‘nosotros’, ‘uno’ o ‘todo’ permiten sacar conclusiones sobre la personalidad.” James W. Pennebaker, Universidad de Texas en Austin

CONTRA

“Los rasgos lingüísticos extraños son los que más revelan.” Brigitte Boothe, Universidad de Zúrich

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Preposiciones

¿Qué significa una acumulación de pronombres? Una persona que utiliza muchas negaciones (“no hago eso de mala gana”), ¿es más prudente o sensata que alguien que formula las relaciones de forma directa (“prefiero eso”)? Pennebaker y Wolf se muestran de acuerdo: los métodos como el LIWC representan sólo una primera aproximación; la interpretación de los hallazgos se encuentra todavía en pañales.

Artículos

Conjunciones

Palabras de emoción

sentes”, objeta Brigitte Boothe, investigadora en la Universidad de Zúrich del lenguaje de pacientes en psicoterapia. Boothe se muestra crítica ante la evaluación de los datos asistida por ordenador. “Cuando en un texto aparece con frecuencia el pronombre ‘nosotros’, ¿significa eso que el paciente se halla socialmente bien integrado? ¿O que es tímido y busca ‘escolta’ en el grupo?”. Preguntas que resultan clave para el terapeuta que desea acceder a su paciente.

Comparación de métodos La comparación con métodos de medida ya establecidos que sondean la personalidad de un sujeto experimental por medio de las entrevistas o tests debe servir para asegurar más las interpretaciones. En este sentido, Markus Wolf comparó el potencial informativo del LIWC alemán con otros procedimientos electrónicos. Entre ellos, el “Diccionario del miedo de Dresde”, del psicólogo Hendrik Berth, de la Universidad técnica de Dresde. Su método se asemejaba en buena medida a la escala Gottschalk-Gleser. “La coincidencia fue sorprendente”, señala Wolf. Tampoco las consideraciones de expertos humanos discrepaban de forma notable. “Todo ello”, añade el psicólogo, “teniendo en cuenta que el LIWC no toma en consideración ni los dobles sentidos ni las negaciones”. De hecho, muchos críticos del software de Pennebaker subrayan que el programa no distingue, por ejemplo, si alguien dice “estoy triste” o “no estoy triste”; ambos enunciados contienen una palabra de la categoría “emoción negativa”. Sin embargo, los defensores del método aseguran que tales casos “se corrigen” gracias a la estadística, cuando la selección de textos es lo suficientemente amplia. “No obstante, son los pequeños indicios, los acontecimientos raros, los que están más pre-

Análisis según el principio Google “Hemos intentado cotejar, en la medida de lo posible, nuestros ajustes con evaluaciones de expertos. Pero tampoco éstas resultan infalibles”, se defiende Pennebaker de sus críticos. “Nos sucede como a los economistas: realizamos conjeturas justificadas en torno a una materia compleja. Aún es demasiado pronto para establecer una interpretación estandarizada.” Una posible solución sería el refinamiento de los métodos. En los últimos años, lingüistas informáticos desarrollaron programas que recopilaban por sí solos informaciones relevantes sobre el estilo y el contenido. Funcionaban según el “principio Google”. En vez de instalar en el ordenador un sistema de categorías preestablecido, los sistemas de análisis de factores, aprendían por sí solos. Por ejemplo, qué agrupaciones desempeñaban una función determinada. En cantidades ingentes de texto, encontraban las palabras y grupos de términos que aparecían con frecuencia. Esto ayudaría a despejar cualquier prejuicio por parte de otros investigadores. Junto a Sherlock Campbell, de la Universidad de Yale, Pennebaker calculó en 2003, mediante el análisis semántico latente, una escala para MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

medir la semejanza entre el contenido de los diarios personales de pacientes con trauma. Los textos procedían de tres estudios realizados en los últimos años. Pennebaker y Campbell se preguntaron qué rasgos habían cambiado en los textos de pacientes que mostraban una mejoría y apenas necesitaban acudir a la consulta del médico. De nuevo, se comprobó que los componentes del contenido no desempeñaban ninguna función: el factor que guardaba una vinculación nítida con el progreso del paciente era el empleo de pronombres. Por su parte, los probandos que realizaban, en sus notas, modificaciones en la perspectiva de la narración, se dejaron tratar posteriormente menos por el médico. Es posible que un paciente supere con mayor rapidez las vivencias traumáticas, cuando describe su situación desde su propio punto de vista y desde el de los otros. El éxito de tales estudios apoya la posibilidad de dejar el asunto en manos del ordenador, aunque Pennebaker aconseja precaución: si faltan datos referentes al contenido o determinadas categorías lingüísticas, los nuevos “programas Google” calculan resultados erróneos. “Para nosotros, por ejemplo, ‘la primera persona del singular’ re­presenta un constructo bien comprensible; ‘me’, ‘mío’ y ‘a mí’ pertenecen a la misma serie. Mas, para el ordenador, el pronombre ‘nosotros’ pertenece también a esta categoría, a pesar de que indica el plural”, ejemplifica el investigador. Por esa razón, Markus Wolf considera que los programas de análisis de probada eficacia, como el LIWC, suponen ahora los mejores sistemas para lograr efectos reproducibles. Un juicio positivo que sigue tan controvertido como antes a los ojos de los investigadores de la lengua: un principio que deja de lado el contexto de la relación de palabras, frases o textos, resulta sospechoso. La perspectiva de Roderick Hart, de le Escuela de Comunicación de la Universidad de Texas, se ofrece conciliadora. Cuando dos personas quieren conocer una ciudad, una se sube a un helicóptero y la otra va a pie. Con el análisis lingüístico sucede algo parecido: quien “sobrevuela” muchos textos con el programa LIWC, puede dejar escapar cosas que quizá salten a la vista en una lectura personal. Pero como compensación, obtiene una amplia perspectiva del panorama general.

Bibliografia complementaria WORD USE IN THE POETRY OF SUICIDAL AND NONSUICIDAL POETS. J. W. Pennebaker,

S. Stirman en Psychosomatic Medicine, vol. 63, págs. 517-522; 2001. COMPUTERIZED TEXT ANA­ LYSIS OF AL-QAEDA TRANS­ CRIPTS. J. W. Pennebaker

y C. Chung en A Content Analysis Reader, dirigido por K. Krippendorff y M. Bock. Thousand Oaks; Sage, 2007. CO M P U T ERG E S T Ü T Z T E QUANTITATIVE TE X TANALYSE: ÄQUIVALENZ UND ROBUSTHEIT DER DEUTSCHEN VERSION DES LINGUISTIC INQUIRY AND WORD COUNT.

M. Wolf et al. en Diagnostica, vol. 54, págs. 85-98;

Jan Dönges es lingüista y periodista científico en Heidelberg. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

2008.

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Disfunción

sexual

Pese a lo que pudiera parecer, la libertad erótica de que disfruta la pareja en el lecho compartido no significa mayor satisfacción. Alrededor de un tercio de los varones y mujeres en algún momento dejan de encontrar placer. Sólo una terapia adecuada puede remediarlo PEER BRIKEN, WOLFGANG BERNER Y ANDREAS HILL

Pareja de aspecto atractivo (36/80 kg y 28/55 kg) de Hamburgo busca una o varias mujer(es) bi (18-40), que le(s) guste la sumisión en juegos SM, para relación duradera o encuentros ocasionales, así como para actividades comunes.

Y

a hace tiempo que un anuncio como éste de la sección de contactos de un periódico matutino no escandaliza a nadie. Lo que hace 50 años hubiera sido impensable, hoy en día no merece atención alguna. Está permitido todo aquello que a uno le guste, en tanto no cause daño ajeno. Un axioma al que se acaban de apuntar los terapeutas en el diagnóstico de las alteraciones sexuales: en vez de perversiones, en las tendencias eróticas extrañas se habla de parafilias, según el DSM-IV (“Diagnostic and Statistical Manual” de la Asociación de Psicólogos Americanos, APA) o de alteraciones de las tendencias sexuales, según el ICD-10 (“International Classification of Diseases” de la OMS). En ambos sistemas diagnósticos, un trastorno se registra si cumple algunas de estas dos condiciones: primera, que alguien, al satisfacer sus inclinaciones, cause daño a otra persona, tal un niño, en el caso de la pedofilia [véase “Pedofilia”, por Peer Briken, Andreas Hill y Wolfgang Berner; M ENTE Y CEREBRO, n.o 19], o un paseante, en el caso del exhibicionismo; segunda, que la persona, debido a una tendencia erótica, se sienta gravemente perjudicada social o profesionalmente o en cualquier otro aspecto importante de su actividad vital. Lo que resulta decisivo para un diagnóstico no son las concepciones morales de la sociedad, sino la posibilidad de que uno mismo u otra

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persona sufra con una determinada tendencia sexual. Si no es así, incluso con tendencias sexuales extremadamente sorprendentes, no se diagnostica ninguna parafilia. El hecho de que las parafilias, en determinadas circunstancias, puedan estar en relación con delitos, explica el que ocupen amplio espacio tanto en la atención social como en la investigación especializada. Incluso aquellas que son menos frecuentes, como los trastornos de la identidad sexual, en las que se tiene la sensación de haber nacido en el cuerpo equivocado. Cuantitativamente hablando, son con diferencia mucho más significativas las alteraciones funcionales sexuales. Aquí, los médicos diferencian entre trastornos del deseo sexual, la excitación sexual, el orgasmo, así como los dolores y espasmos vaginales condicionados sexualmente (véase el recuadro “Trastornos sexuales”). Una de cada tres personas experimenta en el transcurso de su vida uno de estos problemas. Pero también aquí vale la norma general: sólo se reputan alteraciones cuando una persona sufre en razón de sus síntomas. Los investigadores del hospital berlinés de la Charité comprobaron en 2004 que, de unos 2000 varones encuestados entre 40 y 79 años, casi el 20 por ciento, padecían una disfunción eréctil. Pero a la pregunta de si esa circunstancia mermaba su calidad de vida respondieron

Tabú: problemas con el sexo A pesar de que los trastornos de la función sexual son muy frecuentes, sólo el diez por ciento de los afectados busca ayuda terapéutica.

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

© FOTOLIA / MONKEY BUSINESS

afirmativamente un porcentaje considerablemente menor. Sobre todo los afectados que tenían más de 60 años parecían aceptar semejante limitación, por lo que no cabía declarar que padecieran un trastorno sexual. Estudios similares realizados en los Estados Unidos y en Australia en 1994 y 2000, respectivamente, habían dado cifras más altas: uno de cada tres australianos y uno de cada dos estadounidenses padecía de alguna forma más o menos severa de disfunción eréctil. A pesar de las apariencias, estos resultados no indicaban que los hombres alemanes fueran especialmente vigorosos. La diferencia en los resultados se debía a los distintos criterios de investigación empleados: en los estudios más antiguos no se preguntaba a los participantes acerca de si la falta de capacidad eréctil era también duradera. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Pese a la corrección, los trastornos de la erección ocupan la primera posición de los trastornos sexuales, al menos en los varones. Las mujeres padecen sobre todo trastornos del apetito sexual, esto es, una disminución importante o incluso carencia total de deseo sexual. Las estadísticas del Instituto de Investigación Sexual de Hospital Clínico Universitario de Hamburgo-Eppendorf muestran que este hecho es un fenómeno bastante novedoso. En los años setenta del siglo pasado, los trastornos sexuales más frecuentes entre las mujeres eran los de excitación y los del orgasmo. Alrededor del 80 por ciento de las mujeres que acudían a la consulta o bien no habían tenido nunca un orgasmo o bien sólo muy ocasionalmente. Veinte años más tarde, esos problemas apenas si llegaban al 30 por ciento y la tendencia era decreciente. Una razón para explicar por

1. PERIODO DE SILENCIO. En el principio de los trastornos sexuales se encuentran a menudo problemas de comunicación: expectativas no cumplidas, discusiones o estrés.

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TRASTORNOS SEXUALES PARAFILIAS/ TRASTORNOS DE LAS TENDENCIAS SEXUALES Fetichismo X Exhibicionismo X Voyeurismo X Pedofilia X Sadomasoquismo

© ISTOCKPHOTO / BILIANA RAKOCEVIC

2. FRUSTRACION EN LUGAR DE PLACER. Según los sexólogos, los varones sufren especialmente con los problemas ligados al acto sexual. A diferencia de lo que ocurre con las mujeres, no es raro que equiparen los trastornos de la erección con el fraca-

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X

Trastornos del deseo sexual Trastornos de la excitación sexual X Trastornos del orgasmo X Dolores/espasmos X

X

so de la relación.

TRASTORNOS DE LA FUNCION SEXUAL

qué las mujeres aparentemente han aprendido a vivir de una forma más plena durante los últimos 20 años es la mejor educación recibida. Tanto ellas como sus parejas disponen ahora de más y mejor información en todo lo referente al cuerpo femenino. Sin embargo, a pesar de que las mujeres alcanzan el punto culminante del disfrute sexual mucho más frecuentemente que hace 40 años, paradójicamente tienen mucho menos deseo sexual. En los años setenta sólo el ocho por ciento de las mujeres que acudían al Instituto de Hamburgo lo hacían a causa de la carencia de apetito sexual. En la actualidad, las mujeres solicitan consulta por ese motivo con mucha más frecuencia.

Ningún interés por el sexo La inapetencia sexual no debe confundirse con el fenómeno de la asexualidad. La persona asexual no se siente atraída corporalmente por nadie, ni busca establecer contacto erótico alguno. Un estudio del Anthony Bogaert, de la Universidad Brock en St. Catharines (Canadá), publicado en el año 2004, llegó a la conclusión de que un porcentaje de la población adulta era asexual. Bogaert definía la asexualidad en los siguientes términos: “No sentirse nunca atraído sexualmente por nadie”. En posteriores análisis de los datos se advirtió que en el grupo de los asexuales predominaban las mujeres sobre los varones, los viejos sobre los jóvenes, los solteros sobre los casados. Asimismo, eran más frecuentes entre varones religiosos con un estatuto socioeconómico bajo y los hombres con escasas experiencias sexuales. En 2007 se publicó un estudio del Instituto Kinsey de Bloomington (EE.UU.) con resultados más elaborados, según el cual las personas que se identifican como asexuales rechazan las relaciones sexuales, pero no por ello renuncian a

TRASTORNOS DE LA IDENTIDAD SEXUAL Transexualismo (diferencia entre el sexo de nacimiento y el sexo de identidad) X Intersexualidad (rasgos orgánicos de ambos sexos) X

la autosatisfacción. La extensión del fenómeno de la asexualidad en la Red ha conducido a la formación de grupos que, para los interesados, actúan como establecedores de identidad, lo que les permite recibir apoyos. Sin embargo, detrás de esto es posible que no se halle nada nuevo, ni ningún trastorno genuino. Pues siempre ha habido personas con apenas o ningún deseo o actividad sexuales, como ya mostró hace medio siglo el sexólogo estadounidense Alfred Kinsey. A diferencia de los asexuales, las mujeres y los varones con trastornos funcionales sexuales lamentan su abstención forzada o no poder disfrutar de la relación sexual. Y, sin embargo, son pocos los que se atreven a consultar a un médico acerca de su problema. La mayoría de los alemanes entre 40 y 80 años desearía que su médico de familia abordara el tema de forma activa, al menos eso es lo que indican los resultados de una encuesta representativa realizada por la facultad de medicina de Hannover en el año 2002. El tema parece ser tabú en las consultas; sólo al once por ciento de los participantes en el estudio se les preguntó de forma rutinaria sobre su sexualidad. El fenómeno resulta sorprendente, si tenemos en cuenta los grandes progresos que se han hecho en los últimos diez años en la terapia de los trastornos sexuales funcionales. El desarrollo de medicamentos a partir de los inhibidores de la fosfodiesterasa, por ejemplo el sidenafil —más conocido bajo el nombre de Viagra—, ha modificado radicalmente el tratamiento de los trastornos funcionales en los varones. En virtud de un cambio tan espectacular, acecha la amenaza, lo mismo en los círculos especializados que en la opinión pública, de perder de vista la importancia que adquieren los factores psíquicos en la aparición de los problemas de erección. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Deseo: ¿una cuestión de edad?

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El ciclo l cer del pla

exo ls d e io ón or c i ac t sf

La interacción entre la mente y el cuerpo se demuestra con máxima nitidez en la actuación misma de los inhibidores de la fosfodiesterasa. El fármaco ejerce su acción en los cuerpos cavernosos del pene. Pero su eficacia está conA diferencia de dicionada a que el sujeto tenga una fantasía los trastornos de sexual estimulante o una necesidad sexual, funciones ambas gobernadas por el cerebro. la excitación en Si se interrumpe la cadena de señales que parte los hombres, la del cerebro, va por la médula espinal y termina inapetencia sexual en los genitales (a consecuencia de una intervención quirúrgica u otros), los inhibidores de en las mujeres la fosfodiesterasa no tienen efecto alguno. depende menos Estos inhibidores presentan efectos secundel envejecimiento. darios. Su ingesta puede desencadenar dolores Las mujeres de de cabeza o de estómago, un incómodo enrojecimiento del rostro o cambios en la visión más de 35 años de los colores. Los sujetos con enfermedades declaran no poder cardiocirculatorias graves no deben tomar esdisfrutar del sexo tos preparados. Para algunos hombres, estos fármacos son algo continuo, para otros son un en menor número que las mujeres más remedio ocasional y coadyuvante y otros no los consideran en absoluto, bien a causa de sus jóvenes. efectos secundarios bien porque sencillamente les moleste la idea de que su potencia masculina dependa de un medicamento. En las mujeres hasta ahora apenas si se ha conseguido influir de forma farmacológica en la excitación sexual y en el orgasmo. En los estudios realizados con las terapias medicamentosas, las pacientes con trastornos funcionales sexuales reaccionan a los placebos en mayor cantidad que los hombres. Tras e m d a o d c i la toma de un pseudomedicamenio n a xim l, Pro bienestar to, las mujeres mostraron más Ap re c ia l frecuentemente signos de a sa u ti excitación sexual (circulación sanguínea y humedad incrementadas en la zona vaginal), pero no sintieron n i ng u na pu n zada erótica. Dicho de otra manera, el sidefanil y El ciclo de la excitación femenina, sustancias similares según Rosemary Basson, 2007 parecen modificar la circulación sanguínea también en los genitales sp D i de co Estím femeninos, no así la excitant ex ulos s exuales en un to ción mental. em

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Excitac

femenino al agradable

Efectos secundarios La influencia determinante en la inapetencia sexual femenina se debe a la toma de la hormona sexual masculina testosterona. Pero hablaMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

mos de un tratamiento que no se halla exento de riesgos; así, un probable incremento de cáncer de mama. Además de la testosterona, se han realizado ensayos con otros medicamentos que estimulan la descarga del neurotransmisor dopamina en el cerebro (por ejemplo, el Buprión y la apomorfina). Los medicamentos señalados tienen efectos secundarios, amén de ejercer sólo un efecto limitado, pues su impronta estimuladora no interesa sólo al deseo sexual. El candidato más prometedor en la actualidad para el tratamiento medicamentoso de los trastornos del apetito sexual se llama PT-141, una versión sintética de la melanocortina. Esta hormona, que actúa sobre la descarga de dopamina y de oxitocina, regula el color moreno de la piel, razón por la cual fue originariamente desarrollada como protector solar. En los ensayos clínicos dio lugar entre los participantes masculinos en el estudio a una fuerte erección; los voluntarios de ambos sexos señalaron también un aumento de su libido. En un estudio posterior se administró esa hormona en dosis altas a ratas hembra. El resultado fue que las ratas hembra no parecían tener bastante con lo que buenamente les daban sus congéneres e intentaron incluso cubrir ellas mismas a sus compañeros de jaula más reticentes. El PT-141 se encuentra ahora sometido a diferentes pruebas. Todavía es pronto para saber si podrá lanzarse al mercado. Hace poco que la empresa que desarrolla esta sustancia activa tuvo que aplazar un estudio clínico debido a la recomendación de la Administración de Alimentación y Fármacos (FDA) norteamericana que había advertido una serie de efectos secundarios: aumento de presión arterial, mareos, náuseas y cefaleas.

El coito en el laboratorio El futuro de la terapia sexual sigue, igual que antaño, ligado al terreno psicológico. Los medicamentos cumplen una función coadyuvante importante en el tratamiento de los trastornos funcionales sexuales, pero no constituyen panacea alguna. Los métodos psicológicos que se aplican actualmente en la terapia sexual proceden de los trabajos realizados en los años sesenta por William Howell Masters y Virginia Johnson. Ambos, junto con Alfred Kinsey, son considerados los pioneros de la investigación sexual. Masters y Johnson se concentraron, a diferencia de Kinsey, no en la cuestión de cuáles eran las prácticas sexuales más extendidas

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EN CAMINO HACIA EL PUNTO CULMINANTE Según los sexólogos norteamericanos William Masters y Virginia Johnson, toda relación sexual atraviesa cuatro niveles. Empieza con la fase de excitación, que puede durar desde unos pocos minutos hasta una hora. En ella, aumentan el pulso y la presión sanguínea, especialmente en la región pélvica, y aparece el fenómeno del sex flush, el aumento de circulación sanguínea de las capas dérmicas superficiales, lo que hace que en los hombres se produzca una erección y que en las mujeres se engrosen el clítoris, los labios vaginales y los pezones y, además, que las partes genitales se humedezcan. Durante la fase de meseta se incrementa el deseo y, con ello, la tensión muscular. Los labios vaginales externos se dilatan y se forma humedad vaginal. El miembro masculino muestra las primeras gotas de preeyaculación. Durante la fase de orgasmo, la excitación alcanza su cima. El sex flush llega a su máximo nivel. Aparecen contracciones musculares espontáneas y rítmicas en las regiones genital y anal. Las mujeres experimentan durante el orgasmo de cinco a diez o quince contracciones en las reacciones más intensas. El hombre expulsa habitualmente el esperma durante el orgasmo. Sin embargo, la eyaculación no tiene que coincidir necesariamente con la cumbre emocional de la pasión, pues los varones pueden experimentar el clímax sin eyaculación, y a la inversa. Las mujeres durante el orgasmo segregan flujo. Y puede incluso sobrevenir una pequeña pérdida de consciencia debido al punto tan álgido al que llegan la actividad cardiaca, la circulatoria y la respiratoria. Las mediciones de la actividad cerebral muestran que las mujeres disfrutan durante más tiempo que los hombres, ya que el cerebro femenino puede mostrarse agitado durante dos minutos. En la fase de relajación el cuerpo retorna a su función cardiorrespiratoria normal, se experimenta una agradable sensación de cansancio y los órganos sexuales se dilatan. Tras el orgasmo, los hombres necesitan un descanso de algunos minutos, descanso que va aumentando con la edad, hasta durar incluso varios días. Las mujeres reaccionan más rápidamente y pueden llegar a tener orgasmos múltiples. Sin embargo, experimentan el punto culminante del placer de forma más irregular que los hombres.

El precio del placer Una terapia de pareja para el tratamiento de los trastornos de excitación cuesta por término medio entre 1500 y 2000 euros y dura aproximadamente unas 25 sesiones. Esta suma se corresponde más o menos con lo que cuesta una terapia medicamentosa por medio de Viagra durante un año.

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entre la población, sino en la investigación de la psicología y de la fisiología de la conducta sexual. Tras observar una serie de parejas durante la relación sexual, Masters y Johnson elaboraron en 1966 un modelo en cuatro etapas del ciclo de reacción sexual. Según dicho modelo, el sexo transcurría en cuatro etapas construidas cada una a partir de la anterior. Al deseo le seguía la excitación, a continuación venía el orgasmo y, finalmente, se producía la relajación. Esto, que hoy parece pura banalidad, resultó ser entonces un descubrimiento de primera magnitud, ya que por primera vez se comprobó y se expuso que el sexo (y no la reproducción) funcionaba de forma detallada (véase el recuadro “En camino hacia el punto culminante”). Partiendo de la existencia de ese ciclo, Masters y Johnson desarrollaron un concepto para el tratamiento de los trastornos funcionales que desde entonces ha sido perfeccionado en múltiples aspectos y que sigue aplicándose. El método de marras consiste en lo siguiente: el psicólogo intenta descubrir primero —en conversación individual o en pareja— qué tipo de experiencias sexuales ha conocido la pareja, por separado o juntos, y en qué punto se encuentra alterado su ciclo de excitación. Para evitar en lo posible la presión generada por las expectativas, al principio del tratamiento hay una fase de intencionado dejar hacer, durante la cual la pareja, en varios niveles del juego amoroso, ensaya diversos estímulos sexuales durante el coito. Con ello se pretende que cada uno conozca su propio cuerpo y descubra lo que le estimula. A continuación, el terapeuta fomenta que la pareja formule sus propias necesidades y angustias y las comparta con el otro. Ejercicios comunes previamente acordados —caricias o toqueteos— ayudan a la pareja a abandonarse en los siguientes pasos de la relación sin que ninguno de ellos se sienta apremiado. La terapia busca el percibirse mejor a uno mismo y a su pareja, exteriorizar las necesidades y corregir las experiencias negativas o los miedos mediante nuevas experiencias positivas. Por regla general, cuanto más tardíamente aparece un trastorno en el ciclo de la excitación sexual más fácil resulta su tratamiento. Tal es el caso, de la eyaculación precoz, el segundo trastorno funcional más habitual entre los hombres. Mediante un entrenamiento guiado, la pareja aprende a retardar la eyaculación interrumpiendo la estimulación un poco antes de que se vaya a producir la eyaculación bien MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

mediante alguna distracción o bien mediante la presión manual sobre el tallo del pene. Más complicadas son las terapias de los trastornos del apetito sexual. Durante mucho tiempo se creyó sin más que las mujeres reaccionaban menos intensamente ante los estímulos sexuales clave que los hombres y, por esa razón, sentían también un menor deseo sexual. Pero Meredith Chivers, de la Universidad de Toronto, descubrió en 2004 que las mujeres que no encontraban estímulos eróticos clave en fotos o en películas pornográficas sí mostraban signos de excitación corporal. Por tanto, la valoración emocional y las reacciones corporales espontáneas no se corresponden a veces entre sí.

Afinar los sentidos En un estudio de la Universidad de Texas en Austin publicado en 2007 se arribaba a la conclusión de que en las mujeres sexualmente satisfechas la propia estimación del estímulo concuerda bien con los signos orgánicos mesurables, mientras que en las mujeres inapetentes las señales corporales apenas se perciben como signos de estimulación sexual. Por otro lado, las mujeres reaccionan de forma diferente ante la visión de un hombre desnudo según el punto temporal en el que se encuentren en relación con el ciclo menstrual: en la fase de ovulación los sentimientos voluptuosos aparecen más rápido que en cualquier otro momento del ciclo, tal como se muestra en los resultados de una investigación de Reinhard Mass, publicada en 2008. ¿Qué significa todo esto para la práctica terapéutica? Pues que las disfunciones sexuales han de tratarse de forma sexualmente específica, es decir, de forma distinta en hombres y en mujeres. El curso lineal de la excitación sexual según Masters y Johnson —deseo, excitación, orgasmo y distensión— se queda demasiado corto, especialmente en el caso de la sexualidad femenina. Por eso, Rosemary Basson prefiere hablar de un círculo de requerimientos de la excitación femenina. Según su investigación aparecida en 2007, a muchas mujeres no les motiva tanto las propias ganas de sexo, cuanto el deseo de gustar a la pareja, establecer intimidad o sentirse querida. No es raro que las ganas de sexo aparezcan sólo más adelante con la actividad sexual. La punzada erótica no se produce, pues, en las mujeres al principio del ciclo de reacción sexual. Surge en el transcurso de la donación del propio MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Diferencias sexuales Los hombres con trastornos sexuales funcionales se distancian emocionalmente de forma más intensa de sus parejas y de su entorno social que las mujeres. Las mujeres compensan los problemas sexuales más raramente que los hombres con un refugio en el trabajo. (según Uwe Hartmann: Therapie sexueller Störungen: ein Zukunftsfeld der psychologischen Psychotherapie? en Psychoterapeutenjournal, vol. 4, págs. 353-365, 2006.)

cuerpo. Si el sexo se experimenta entonces de forma positiva, aumentan las ganas de las mujeres por ulteriores aventuras. Su deseo depende, a menudo, del contexto; en mayor frecuencia que el deseo de los hombres. Por ese motivo, hemos de tratar preferentemente los trastornos del apetito sexual cuando hablamos de terapia de pareja. Constituye el contexto óptimo para reflexionar de forma conjunta sobre la calidad de la relación. El estrés, las disputas, las expectativas inexpresadas y las experiencias negativas son las causas principales de la carencia de deseo sexual. Sólo cuando se trabajan los conflictos en este terreno las mujeres pueden aprender a experimentar de forma agradable los contactos sexuales. Con todo, la terapia de pareja no sólo se ha probado como efectiva en los trastornos del apetito y de la excitación sexual. En 2001 apareció un estudio de revisión realizado por nuestro Instituto en el que dos tercios de las parejas que habían sido tratadas en sus trastornos funcionales sexuales declaraban haber experimentado una mejoría significativa. El que el efecto de la terapia fuera duradero dependía de cada pareja. En un grupo de pacientes los síntomas volvían a empeorar transcurrido aproximadamente un año. El resto sentían a largo plazo haber alcanzado una sexualidad más plena. Y esta sensación es un factor decisivo en la felicidad. Pues, según la opinión unánime de muchos estudios de los últimos años, nuestra calidad de vida depende no de lo activos que somos sexualmente, sino de lo satisfechos que nos sentimos de nuestra sexualidad.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA PA ARTHERAPIE BEI SEXUELLEN

STÖRUNGEN.

M.

Hauch. Thieme; Stuttgart, 2006. LUSTVOLLER SCHMERZ. SADOMA SOCHISTISCHE PERS -

Wolfgang Berner es profesor del Instituto de Investigación Sexual y de Psiquiatría Forense del Hospital Clínico Universitario de Hamburgo-Eppendorf, donde enseñan también Peer Briken y Andreas Hill.

PEKTIVEN. W. Berner, P.

Briken y A. Hill. Psychosozial; Giessen, 2008.

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34

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DEFD-MOVIES (ESCENA DE LA PELICULA “EL SILENCIO DE LOS CORDEROS”; 1991, EE.UU.)

Trastorno antisocial de la personalidad Los psicópatas no sienten miedo ni compasión. Derrochan, en cambio, carisma y gran talento para la manipulación. Son los delincuentes perfectos. En la mayoría de los casos, su carrera criminal comienza durante la infancia o juventud. Diversas investigaciones certifican la existencia de una serie de anomalías cerebrales características en los trastornos antisociales de la personalidad SIMONE EINZMANN

C

1. ¿REALIDAD O FICCION? El personaje de ficción Hannibal Lecter (interpretado por Anthony Hopkins en El silencio de los corderos, 1991), asesino genial e insensible, muestra rasgos típicos de un psicópata.

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uando el psicópata Ted Bundy llenaba los titulares de los periódicos a mediados de los años setenta, Kent Kiehl era sólo un niño. Ambos crecieron en el mismo barrio adinerado de Tacoma, una ciudad portuaria del estado de Washington. Bundy terminó allí el bachillerato en 1965, estudió psicología y se implicó en política a favor del partido republicano. En los setenta, el atractivo y carismático Ted Bundy inició su expedición sanguinaria por Estados Unidos: violó, estranguló y descuartizó a unas treinta mujeres, quizá más. En 1976 fue detenido por primera vez; logró fugarse en dos ocasiones. En 1978 le encarcelaron para siempre. En casa de los Kiehl se habló mucho de Ted Bundy. ¿Por qué se había convertido, precisamente él, en un asesino en serie? Treinta años después, es posible que Kent Kiehl se encuentre más cerca de la respuesta que otros investigadores. La especialidad del catedrático en neurociencia de la Universidad de Nuevo México y director del Mind Research Network de Alburquerque son los psicópatas. El gobernador de Nuevo México le autorizó para que aplicara técnicas de formación de imágenes a los reclusos de las doce prisiones estatales. Para desarrollar su trabajo en el lugar en el que los probandos cumplían sus respectivas condenas, Kiehl encargó instalar un tomógrafo de resonancia magnética a medida, y de 2,3 millones de dólares, en una furgoneta de 15 metros de largo. Su ahora laboratorio móvil está equipado de arriba abajo con pantallas

planas que cubren las paredes del vehículo; en el centro se encuentra el tomógrafo, cuyo cilindro magnético se erige desde el suelo hasta el techo como si de una gigantesca rosquilla azul claro se tratara. Kiehl se propone escanear unos 1000 cerebros cada año.

No todos son asesinos Entre un 15 y un 25 % de los presos son psicópatas, pero no todos, asesinos; del mismo modo que no todos los asesinatos se deben a una personalidad antisocial del criminal. De hecho, muchos psicópatas no resultan ni siquiera violentos. Para determinar qué personas pueden ser diagnosticadas dentro de la categoría de psicópata, Kiehl se basa en la herramienta más socorrida: el “Psychopathy Checklist Revised (PCL-R)” (véase el recuadro “Listado de Psicopatía Revisado, PCL-R”) de Robert Hare, reconocido psicólogo criminal e investigador en psicopatía. El ciudadano medio alcanza con facilidad los cinco puntos dentro de la escala del PCL-R. Según la explicación de Kiehl, si un sujeto obtiene un mínimo de 30 puntos de un total de 40 posibles, nos encontramos ante un psicópata. Uno de los probandos de Kiehl, con una puntuación de 35 puntos, critica tal etiquetaje. “Desde que se me ha catalogado como psicópata, todo el mundo me considera un asesino, aunque no lo sea. Incluso el juez sólo toma en consideración la escala de puntos de la PCL-R, con lo que me añade dos años más”.

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RESUMEN

Cerebros impertérritos

1

Los psicópatas carecen de empatía,

miedo y percepción moral. Dichas características van acompañadas de una serie de anomalías cerebrales.

2

Interesan la corteza prefrontal y

el lóbulo temporal; en especial, la amígdala, el hipocampo y el giro temporal superior. Dichas regiones participan en el aprendizaje de las reacciones de miedo, así como la percepción moral y la compasión.

3

Se han descubierto

Los investigadores calculan que un 1 % de la población masculina cumple los criterios de psicopatía, y un 3 %, los de trastorno antisocial de personalidad. Entre la población femenina se dan menos de la mitad de casos que entre los varones. Las estimaciones norteamericanas parten de alrededor de un 1 % de casos de personalidad antisocial. Trátese de psicópatas o antisociales, dichos individuos no se distinguen a primera vista del resto de la población. La mayoría resultan encantadores y elocuentes, aunque también autoritarios y ególatras. Carla Harenski, colaboradora de Kiehl, entrevistó a un recluso que había obtenido nada menos que 38,9 puntos en la escala de PCL-R. El sujeto cumplía condena por matar a su novia; lo había engañado con otro hombre. “Mientras me describía el asesinato, se mostró tan divertido y encantador, que en muchos momentos tuve que reprimir la risa”, recuerda Harenski. Los psicópatas poseen la adaptabilidad de un camaleón, a la vez que mienten y manipulan sin escrúpulos. Kiehl debe tomar en consideración tales características al plantear sus estudios. “No les puedes dar la oportunidad de tomarte el pelo.”

Liberados con mayor rapidez Al parecer, logran incluso llevar a cabo tal engaño con personas que, por su profesión, deberían percatarse de ello. En un estudio del año 2009, Stephen Porter, de la Universidad de Dalhousie, demostró que los delincuentes diagnosticados con psicopatía eran excarcelados con antelación dos veces y media más que el resto de los criminales. Según el psicólogo criminalista Hare, asesor del FBI en asesinatos en serie, muchos psicópatas alcanzan puestos directivos gracias a su capacidad de manipulación. Competencias como la elocuencia, el saber imponerse y cierta frialdad resultan aptitudes extraordinariamente útiles para escalar peldaños en una carrera profesional. En 2001, Sabine Herpertz demostró que, en efecto, los psicópatas esconden sus reacciones emocionales. La coordinadora del departamento de investigación de psicología experimental del Hospital Universitario de Aquisgrán comparó las reacciones de 25 psicópatas y 18 pacientes fronterizos (borderline), procedentes de cárceles de alta seguridad, con el comportamiento de 24 probandos sanos. Herpertz mostró, a cada sujeto, imágenes que, por lo general, despiertan sentimientos positivos o negativos

también disposi-

ciones genéticas que se repiten en los casos de comportamiento

El Listado de Psicopatía Revisado, PCL-R

antisocial. Entre ellas, recordemos una va-

El psicólogo forense Robert Hare, catedrático de la Universidad de Columbia Británica,

riante del gen MAO-A;

creó en 1980 la primera versión del listado aludido. Cada rasgo debe calificarse con 0

está relacionado con

puntos (ausente), 1 punto (posiblemente presente) o 2 puntos (presente), basándose en

las anomalías en la

la biografía del probando y sus respuestas a una entrevista con preguntas establecidas

corteza prefrontal y

de antemano. Se considera psicópata a quien alcanza un mínimo de 30 puntos de un

en la amígdala, pero

total de 40 posibles.

sólo repercute sobre el comportamiento cuan-

1. Elocuente, de presencia cautivadora

12. Estilo de vida parasitario,

do se suman vivencias

2. Alto concepto de sí mismo

egoísta y explotador

traumáticas durante la

3. Tendencia al aburrimiento constante y

13. Promiscuidad

infancia.

necesidad de estimulación

14. Muchas relaciones de pareja,

4. Mentira patológica

aventuras de corta duración, poligamia

5. Comportamiento manipulador

15. Irresponsabilidad, por ejemplo,

y embaucador

absentismo en el trabajo

6. Falta de remordimiento o culpa

16. Escasa disposición a asumir responsabili-

7. Afecto superficial

dades por sus propios actos

8. Insensibilidad y falta de empatía

17. Problemas de conducta precoces,

9. Falta de control del propio

mentiras, fugas

comportamiento

18. Delincuencia juvenil

10. Comportamiento impulsivo e inconsciente

19. Desacato de instrucciones e imposiciones

11. Falta de objetivos realistas

por el tribunal

y a largo plazo

20. Versatilidad criminal

36

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2. LABORATORIO SOBRE RUEDAS. Kent Kiehl, de la Universidad de Nuevo México de Alburquerque, encargó construir un tomógrafo de resonancia magnética, móvil, para examinar a los reclusos en la propia cárcel. De este modo, CORTESIA DE MEDICAL COACHES INC., 2009

se evitaba un arriesgado y costoso transporte de presos.

en las personas; por ejemplo, la foto de un cachorro animal o la de un niño desfigurado por quemaduras. La conductividad eléctrica de la piel indicaba la excitación emocional, el reflejo de parpadeo mostraba sobresalto, y la tensión en ciertos músculos faciales expresaba las emociones. Tales indicadores de medición manifestaron que los individuos psicópatas experimentaban reacciones más débiles que el resto de participantes. En cambio, entre los pacientes fronterizos, Herpertz observó un cuadro de reacción muy similar al de los probandos sanos. Así, pues, un psicópata presenta una capacidad de empatía menor, tanto en positivo como en negativo. Semejante pobreza de empatía caracteriza a todos los psicópatas. Carecen de impulsos naturales como la compasión o el miedo, que inducen por lo general al respeto; se hallan privados incluso de la sensación de remordimiento. Harma Meffert, de la Universidad neerlandesa de Groningen, establece en dichos rasgos la clave del cuadro clínico de los psicópatas. Las personas sanas son capaces de percibir lo que otros sujetos sienten porque activan circuitos neuronales similares al experimentar, por ejemplo, alegría o pena; casi como si sintieran en ellas misma las emociones ajenas. En el caso de los psicópatas, no es así. Meffert, investigadora de dicha teoría, sospecha que las neuronas espejo, necesarias para la empatía, resultan menos activas en los psicópatas. “El psicópata dispone de una gran capacidad para leer las emociones en las demás personas; a pesar de ello, separa dichos conocimientos de sus propios sentimientos”, indica. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Memoria de caza Kevin Wilson, del laboratorio de psicología forense de la Universidad de Dalhousie, sospechaba desde hacía tiempo que los psicópatas poseían una habilidad mayor que el resto de los conciudadanos para descifrar los sentimientos personales. En 2008 comprobó dicha hipótesis con probandos varones: les mostró una serie de rostros junto con sus correspondientes datos biográficos. Los individuos con una alta puntuación en el PCL-R recordaban en especial aquellas imágenes en las que aparecían mujeres con expresión triste y de fracaso. “Las personalidades psicopáticas poseen una capacidad similar a la memoria de caza, identifican víctimas especialmente indefensas y vulnerables”, comenta el investigador. La propia insensibilidad, pues, no impide a los psicópatas analizar con precisión los sentimientos de los demás. ¿Refleja el cerebro del psicópata tales características? Estudios elaborados con técnicas de imagen certifican la existencia de anomalías en varias regiones cerebrales, entre ellas, la amígdala, zona importante para la percepción de sentimientos que se halla en el lóbulo temporal (véase la figura 3). Según un informe de Kiehl y su equipo, de 2001, el volumen de dicha área aparece un 20 % menor en psicópatas que en personas sanas. Esa estructura en forma de almendra se activa, por ejemplo, cuando sentimos miedo. Asimismo, los investigadores han demostrado que los sujetos psicópatas presentan un hipocampo más reducido. Tal estructura se encuentra estrechamente vinculada a la amígdala y, en especial, a la memoria de acontecimientos emocionales. El hipocampo y la amígdala, pues, resultan de menor tamaño y menos activos (en

¿Antisocial, disocial o psicópata? Según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV), el “trastorno antisocial de la personalidad” se caracteriza por la inadaptación social y el fracaso en adaptarse a las normas legales. El “trastorno disocial de la personalidad”, el equivalente en el sistema de diagnóstico médico ICD-10, comprende, además, la “indiferencia frente a los sentimientos de los demás”, entre otros factores. Junto a la insensibilidad y la escasez de empatía, se suman a las características de los psicópatas una alta autoestima y una presencia cautivadora. Sin embargo, la psicopatía no está definida en ninguno de los dos sistemas típicos de diagnóstico, DSM-IV y ICD-10. En el ámbito científico, figura como forma especial o grupo central de los llamados trastornos de personalidad. A veces, incluso se utilizan los tres términos (antisocial, disocial y psicópata) como sinónimos.

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Trastorno antisocial de la personalidad (según el DSM-IV) Se define como un “patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás, que se presenta desde la edad de los 15 años”. Se deben cumplir un mínimo de tres de los siguientes criterios: 1. Fracaso a la hora de adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal 2. Mentira y estafa para obtener un beneficio personal o por placer 3. Impulsividad e incapacidad para planificar el futuro 4. Irritabilidad y agresividad (peleas físicas o agresiones) 5. Despreocupación imprudente por su seguridad y la de los demás 6. Comportamiento irresponsable (en el trabajo) 7. Ausencia de remordimiento; indiferencia o autojustificación

especial en el hemisferio izquierdo) en personas con psicopatía. Ambas áreas contribuyen de forma conjunta a que los humanos evitemos comportamientos y situaciones que impliquen consecuencias desagradables. Los psicólogos se refieren a esta reacción como “miedo condicionado”. Si un menor ya manifiesta en la infancia una disfunción emocional en este tipo de reacciones, le resultará más complicado que a otros niños de su misma edad aprender que no se debe infligir daño a los demás. No temerá las consecuencias. Por otro lado, los psicópatas suelen presentar anomalías en la corteza prefrontal (situada en el lóbulo frontal), área a la que los neurocientíficos atribuyen una influencia inhibidora sobre partes del sistema límbico, como la amígdala. Según la hipótesis del síndrome frontal, el comportamiento antisocial radica en una disfunción de la regulación homeostática entre la corteza prefrontal y el sistema límbico, procesador de emociones. Mediante numerosos estudios relacionados con este tema, Yaling Yang de la Universidad del Sur de California en Los Angeles, distinguió en 2008 con más exactitud entre tres partes relevantes del lóbulo frontal afectadas en el caso de los psicópatas: la corteza orbitofrontal, que desempeña un papel primordial en el control del comportamiento y en el reconocimiento del significado emocional de una situación, la corteza prefrontal ventromedial, que se activa cuando un voluntario debe resolver dilemas morales y éticos, y la corteza prefrontal dorsolateral, responsable de la planificación y regulación de estrategias de acción, entre otras funciones cognitivas centrales. Por dicha razón, las anomalías en las regiones mencionadas van acompañadas de problemas en el control de impulsos y la percepción moral. Kiehl considera que, en los casos de psicopatía, la red entre las regiones indicadas del lóbulo frontal y temporal, el sistema paralímbico, padece alguna deficiencia. Su equipo de investigación registró en esas zonas un volumen de sustancia gris más reducido, si se trataba de psicópatas. En uno de sus estudios, Kiehl y su colaboradora Harenski mostraron fotografías con escenas aterradoras a presos masculinos. En una de las imágenes aparecía un hombre con un cuchillo en mano a la altura del cuello de

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una joven asustada. Los reclusos que permanecieron impasibles ante tal visión, presentaron una actividad llamativamente tenue en el giro temporal superior (circunvolución superior del lóbulo temporal), en comparación con el resto de los probandos. Junto con la percepción moral, dicha región cumple un papel decisivo en la llamada “theory of Mind” (“teoría de la mente”); capacidad de ponerse en la piel de los demás y comprender sus sentimientos e intenciones. En Alemania, el equipo de Jürgen L. Müller, de la Universidad de Göttingen, confirmó en 2008 la teoría de una posible disfunción del sistema paralímbico. Los investigadores presentaron a 22 probandos imágenes neutrales y con contenido emocional. Todos ellos estaban dispuestos para la toma de tomografías. El resultado fue similar al obtenido por Kiehl y su equipo: los diez psicópatas presentaron un volumen de sustancia gris en la corteza prefrontal y en el lóbulo temporal superior derecho claramente inferior a los doce sujetos sanos.

Enfado descontrolado Existe otra estructura límbica que evidencia diferencias: la corteza cingular anterior, parte anterior de una circunvolución en forma de cinturón estrechamente vinculada con la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal. Según Kiehl, en los psicópatas dicha estructura parece afectada, y con ello, la regulación de reacciones emocionales, como el control del enfado. Por supuesto, cuando hablamos de anomalías cerebrales en psicópatas nos basamos únicamente en promedios, pues las diferencias entre los afectados resultan considerables. Adrian Raine, de la Universidad del Sur de California, definió dos subtipos. Junto con su equipo analizó personas con trastorno antisocial de personalidad, autores de crímenes muy graves y violentos, que diferían entre sí en un aspecto muy importante: sólo en el caso de 13 de los 29 probandos estaba probada su culpabilidad. En el caso de los psicópatas “sin éxito” se apreció un volumen reducido de sustancia gris en la corteza prefrontal. En las pruebas neuropsicológicas, tales sujetos obtuvieron peores resultados que los que se encontraban libres. La explicación parece evidente: un criminal necesita un lóbulo frontal intacto para planear su crimen sin ser descubierto. En general, los psicópatas “con éxito” suelen alcanzar una puntuación en la lista PCL-R menor que los psicópatas “sin éxito”. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Vista en corte transparente

3. DEFECTOS EN EL “SISTEMA PARALIMBICO”.

Corteza cingular anterior

Los psicópatas padecen una serie de anomalías cerebrales. Las áreas afectadas son, sobre todo, áreas “paralímbicas”, es decir, zonas conectadas con el sistema límbico (amígdala e hipocampo). Entre ellas, tres áreas de la corteza frontal, así como la corteza cingular anterior y el giro temporal superior. El volumen reducido, la menor actividad de esas estructuras o ambos denotan que la sensibili-

Corteza prefrontal

dad, la percepción moral, el proceso emocio-

Inhibic

ión

nal y el control de conducta en los psicópatas se hallan afectados en su neurobiología.

Vista exterior Corteza prefrontal dorsolateral

Corteza orbitofrontal

GEHIRN & GEIST / MEGANIM

Corteza prefrontal ventromedial Amígdala Giro temporal superior

Hipocampo

Corteza orbitofrontal

Las anomalías neurobiológicas podrían ser innatas. El hecho de que los trastornos psicopáticos se manifiesten con mayor frecuencia entre la población masculina, apunta hacia un componente genético. Estudios extensos sobre gemelos confirman dicha hipótesis. En 2005, un equipo de Essi Viding, del Centro de Investigación en Psiquiatría Social Genética del Desarrollo de Londres, solicitó a los profesores de 3687 gemelos que evaluaran la tendencia antisocial, la capacidad empática y de expresión de sentimientos de tales alumnos. Al comparar los resultados de gemelos monocigóticos y dicigóticos, así como los que habían crecido en familias diferentes, los científicos concluyeron que la disposición hereditaria desempeñaba un papel importante. Así, pues, la genética influye en la falta de empatía y de sentimientos. Si tales características aparecen resaltadas, la disposición genética determina, incluso por sí sola, el grado de comportamiento antisocial. En niños que manifiestan un nivel normal de empatía y de sentimientos, el grado de comportamiento antisocial depende, por igual, de los genes y del ambiente. Raine, investigador en la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia, comparó en un estudió en el año 2008 resultados de anatoMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Sistema límbico

mía cerebral y genética molecular. Según la investigación, una variante del gen que codifica la enzima monoaminooxidasa-A (MAO-A) se encuentra relacionada con el comportamiento antisocial, así como el volumen reducido de la amígdala y la corteza prefrontal. En condiciones normales, la MAO-A se encarga de descomponer los neurotransmisores segregados por el cerebro, como la serotonina y la dopamina. Si la actividad de la variante genética resulta débil, la enzima no da abasto y se origina una subida del nivel de neurotransmisores. Sin embargo, el gen MAO-A sólo produce efecto cuando el ambiente se manifiesta desfavorable, según comprobó, en 2002, el equipo de Terrie Moffitt, de la Universidad de Wisconsin en Madison. Los científicos analizaron a 422 varones jóvenes de Nueva Zelanda maltratados física y psíquicamente durante su infancia, por lo que presentaban un 50 % más de posibilidades de delinquir como adultos. Entre éstos, los que manifestaban además el gen MAO-A poco activo fueron condenados más del doble de veces por crímenes que en el caso de probandos con variante normal. En cambio, en los voluntarios con gen problemático pero que no habían sufrido malos tratos durante su infancia, el comportamiento criminal no aumentaba.

Genes sospechosos Los psiquiatras Guillermo Ponce y Janet Hoenicka del Hospital Clínico Universitario de Madrid descubrieron en 2008 dos variantes genéticas más, que a menudo se asocian con la psicopatía: la versión Taql-A del gen ANKK1 y el subtipo C-957T del gen DRD2, conocido por resultar un factor de riesgo para el alcoholismo. Entre los 300 probandos analizados, aquellos que poseían ambas variantes genéticas presentaban rasgos psicopáticos más graves que los portadores de una sola variante o ninguna.

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Tres problemas metódicos sobre la investigación en psicopatía Causalidad Se tiende a interpretar las anomalías cerebrales como la causa de distintos rasgos de personalidad. Pero la investigación sobre correlaciones ha mostrado que no existe una relación causal entre anomalías y personalidad. Muchos psicópatas, por ejemplo, son también alcohólicos. En este caso, las anomalías cerebrales y el comportamiento antisocial pueden deberse al alcoholismo. Sondeos Algunos investigadores eligen a los probandos entre criminales con trastorno antisocial

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA

o psicopático de la personalidad; otros los seleccionan entre estudiantes en los que se han detectado previamente rasgos de personalidad psicópata o antisocial. Para ello, es probable que tomen en consideración distintos valores límite o criterios.

TED BUNDY — CONVERSATIONS WITH A KILLER. S. G.

Grupos de control

Michaud y H. Aynesworth.

Con el objeto de descubrir anomalías en los cerebros de psicópatas, los investigadores

Authorlink Press; Irving,

los comparan con cerebros de otros sujetos experimentales. Pero, ¿hasta qué punto es

2000.

importante el grupo de comparación? ¿Deberían compararse los criminales psicópatas con criminales que no posean rasgos psicopáticos? ¿O con personas sanas e íntegras, con

A COGNITIVE NEUROSCIENCE

rasgos similares y características parecidas en cuanto a edad, sexo y procedencia social?

PERSPECTIVE ON PSYCHOPA-

En el mejor de los casos, con ambos grupos, pero esto ocurre raras veces.

THY: EVIDENCE FOR PARALIMBIC SYSTEM DYSFUNCTION .

K. A. Kiehl en Psychiatry Research, vol. 142, págs. 107-128; 2006. MAOA, EARLY ADVERSIT Y, AND GENE-ENVIRONMENT INTER ACTION PREDICTING CHILDRENS MENTAL HEALTH: N E W E V I D E N CE A N D A META ANALYSIS. J. Kim-

Cohen et al. en Molecular Psychiatry, vol. 11, págs. 903-913; 2006. FROM GENES TO BRAIN TO ANTISOCIAL BEHAVIOR. A.

Raine en Current Directions in P sychological Science, vol. 17, n. o 5, págs. 323-328; 2008. BR AIN ABNORMALITIES IN ANTISOCIAL INDIVIDUALS: I M P L I C AT I O N S F O R T H E L AW. Yang, Y. et al. en

Behavioral Sciences and the Law, vol. 26, págs. 6583; 2008.

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La causa, ¿las familias desestructuradas? En la mayoría de los casos, los psicópatas provienen de familias que desatienden a sus hijos, los maltratan, los castigan con frecuencia y les demuestran poco amor. No obstante, no tiene por qué ser siempre así. El asesino en serie Ted Bundy declaró en repetidas ocasiones que había crecido en un entorno con mucho cariño, en el que se daba mucha importancia a los valores cristianos. Sin embargo, de joven descubrió que su “hermana” era en realidad su madre. Al no estar casada en el momento del nacimiento de Bundy, los abuelos del niño decidieron hacerlo pasar por su propio hijo. ¿Se hubiera podido evitar la carrera de asesino en serie de Bundy? El mismo considera que su adicción a la pornografía cada vez más dura influyó de manera decisiva en su comportamiento delictivo. Muchos investigadores de prestigio aducen que las personas que padecen una psicopatía severa carecen todavía de curación. Sin embargo, Kiehl se muestra optimista: la psicopatía se consigue tratar, si se inicia una terapia precoz, durante la infancia del afectado. La ciencia, no obstante, aún debe avanzar mucho en ese terreno. Kiehl indica el porqué. “No tenemos compasión con los

psicópatas, queremos excluirlos de nuestro entorno. Hay muy poca gente dispuesta a invertir en ellos.” Los primeros informes sobre éxitos terapéuticos conseguidos pertenecen a Michael Caldwell y a su equipo de la Universidad de Wisconsin, Madison, del año 2006. Provienen de una institución para la atención de casos graves de criminalidad juvenil. Mientras 88 de los 141 chicos del centro con niveles altos de psicopatía siguieron un programa estándar para jóvenes criminales, el resto se sometió a un tratamiento intensivo. Los terapeutas se centraron en establecer relaciones estrechas con los jóvenes y servirles como ejemplo a seguir. También se basaron en eliminar el círculo vicioso que crea el castigo y la reacción de desafío, que vuelve a acarrear consigo el castigo. Tuvieron éxito. Tras el programa estándar, tres de cada cuatro jóvenes reincidieron, mientras que con la terapia intensiva “sólo” volvieron a delinquir dos de cada cuatro. El número de crímenes graves se redujo a la mitad. Ted Bundy no tuvo oportunidad de tratamiento. El 24 de enero de 1989 fue ejecutado en la silla eléctrica. Simone Einzmann es periodista científica en Aberdeen. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

ENTREVISTA

“No cabe una predicción fiable del acto criminal” ¿Podremos predecir en un futuro el riesgo de reincidencia de un criminal mediante un escáner cerebral? Para Henning Saß, del Hospital Clínico de Aquisgrán, se trata de una “esperanza ingenua”. HOSPITAL UNIVERSITARIO AACHEN

Según él, lo decisivo no es la biología, sino cómo ésta repercute en las vivencias y el comportamiento CHRISTIANE GELITZ

Profesor Saß, ¿cuál es la relación entre la criminalidad y el trastorno antisocial de la personalidad? Hablamos de un trastorno que se define por la incapacidad de sus afectados de atenerse a las normas sociales y a las leyes. Por consiguiente, casi todos los antisociales cometen delitos, mayores o menores. Pero no todos los criminales cumplen los criterios de un trastorno antisocial de la personalidad. El porcentaje entre los delincuentes es de un 25 a un 30 %. En el total de la población, de un 3 %. Además, varían las cifras según el país.

ocasiones en que personas que durante años habían cometido todo tipo de crímenes, de repente han dejado de hacerlo.

Henning Saß nació en 1944 en Kiel. De 1966 a 1972, estudió medicina en las universidades de Kiel, Viena y Maguncia. Por la última alcanzó

¿A qué se debe tan alto riesgo de criminalidad? A dos características básicas de las personalidades antisociales: la ausencia de miedo y la falta de empatía conducen indiscutiblemente a una carrera criminal. Por regla general, no causamos daños al prójimo por empatía o por miedo a sufrir represalias. Esto no corresponde al caso de los pacientes antisociales.

el doctorado en 1974. En 1978, fue contratado como médico especialista en psiquiatría en el Hospital Clínico de Heidelberg. Gana la habilitación, en 1986, con un trabajo sobre “Psicopatía, sociopatía, disocialidad”. De 1987 a 1990, es coordinador del departamento de psiquiatría forense de la Universidad de Múnich. Más tarde, de 1990 a 2000, ocupa la dirección de la clínica de psiquiatría y psicoterapia del Hospital Universitario de Aquisgrán, del que es nombrado en 2001,

Así pues, ¿el trastorno antisocial de la personalidad es uno de los mayores factores de riesgo de delincuencia? Sí. De todos modos, es difícil separar la personalidad de otros factores. Muchos antisociales provienen de familias problemáticas o padecen adicciones, es decir, causas posibles de una deriva hacia la criminalidad. Por otro lado, los factores pueden reforzarse entre sí. ¿En qué grado cabe el diagnóstico de un criminal en potencia? Los pronósticos operan siempre sobre probabilidades. Resulta imposible predecir con seguridad si alguien cometerá un crimen. Es cierto que la mayoría de las personas con este diagnóstico ha desafiado a la ley repetidas veces y que la experiencia psiquiátrica nos demuestra que en estos casos la reincidencia es muy probable. Sin embargo, no han faltado MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Hoy en día, incluso podemos comprobarlo en el cerebro. Sí, por ejemplo, con imágenes que desencadenen reacciones emocionales, como la foto de un cachorro de foca simpático. Normalmente, una visión como ésta despierta en nosotros sentimientos de cariño y protección. En cambio, la imagen de un niño gritando con quemaduras nos provoca una reacción de sobresalto, estremecimiento, miedo y malestar. Con ese método se pueden provocar distintos afectos de forma estandarizada para una posterior medición de activación en regiones cerebrales específicas, sobre todo, en el sistema límbico. ¿No cree que la insensibilidad y la falta de temor pueden también ser muy útiles en nuestro día a día? La verdad es que hay psicópatas “triunfadores” que asumen grandes riesgos y son

director y presidente ejecutivo. Desde 2005, preside la Sociedad Europea de Psiquiatría.

ovacionados por sus hazañas; es el caso de algunos intrépidos pilotos de guerra. Valerosos y temerarios, son conocidos como buscadores de sensaciones y necesitan una estimulación constante, otra característica que conduce a la violación de la ley. Entre ellos encontramos jugadores de póquer y banqueros de inversión. ¿Por qué unos se convierten en banqueros con éxito y los otros en atracadores de bancos? Dar rienda suelta a la inclinación por el riesgo dentro del marco de la ley es primordialmente una cuestión de socialización. Algunos aprenden a seguir las normas, conscientes de los inconvenientes de su incumplimiento. Puede que sólo cometan pequeñas infracciones que pasan

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Reclusos enfermos psíquicos Más de un 80 % de los criminales encarcelados, sean de uno u otro sexo, padecen dos o más enfermedades psíquicas. Uno de cada tres presos en Alemania cumple las características de un trastorno antisocial de la personali-

Plantea una cuestión muy discutida. Según el principio básico para la convivencia en nuestra sociedad, toda persona adulta es responsable de sus actos. Pero cuando existe un trastorno psíquico grave, que perjudica o incluso anula la comprensión o capacidad de control, la responsabilidad criminal disminuye, si no desaparece.

dad. Casi un 60 % padece una adicción grave, mayoritariamente al alcohol o a opiáceos. (Prävalenz psychischer Störungen, Psychopathologie und Behandlungsbedarf bei weiblichen und männlichen Gefangenen. C.-E. Schönfeld et al en Der Nervenarzt, vol. 77, págs. 830-841; 2006)

inadvertidas o que se encuentran dentro de un margen de tolerancia, sacando partido a las leyes tributarias, por ejemplo. ¿Qué influye exactamente en el desarrollo de una personalidad antisocial? El trastorno presenta agrupación familiar. Cuando los padres son portadores de rasgos antisociales, en los hijos el riesgo aumenta con respecto al resto de la población, aunque no se críen con sus padres. Es evidente que en estos casos los genes asumen una mayor responsabilidad que el entorno. Pero también está claro que el hecho de pertenecer a una banda juvenil constituye un factor de riesgo considerable, pues, durante su desarrollo, los niños y adolescentes imitan constantemente a sus coetáneos. Alguien con un trastorno antisocial de la personalidad ¿sigue siendo responsable de sus actos?

¿Cuestión de voluntad? Gerhard Roth, de la Universidad de Bremen, y Wolf Singer, del Instituto Max Planck para Investigación en Neurociencia de Frankfurt, sostienen, apoyados en razones neurocientíficas, que el hombre carece de voluntad libre. En su opinión, nuestras acciones se hallan controladas, entre otros, por áreas del cerebro, cuyos impulsos no podemos gobernar de forma consciente.

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¿Cómo se puede comprobar que realmente existe un trastorno grave de tales características? Los fenómenos psíquicos no se pueden determinar con tanta exactitud como la distancia de frenado, por ejemplo, sino que suelen obtenerse mediante comparaciones. En comparación con la media, este individuo ¿tiende más a este o a ese comportamiento? El arquetipo de exclusión de responsabilidad criminal lo encontramos en el caso de una psicosis aguda. Se excluye la responsabilidad criminal cuando el autor del delito ha oído voces que le ordenaban matar a sus padres porque estaban poseídos por el demonio. Cuando las consecuencias de un trastorno de la personalidad sobre las vivencias y el comportamiento son equiparables a las de una enfermedad psíquica grave, la responsabilidad criminal se resiente. En personas con un trastorno antisocial de la personalidad, ¿cómo se evalúa el grado de responsabilidad criminal? Por regla general, se exige responsabilidad criminal. Sólo en algunos casos, sobre todo cuando se suman otros trastornos, se considera disminuirla. Nuestro sistema de derecho exige a estas personas que se contengan y cumplan las normas. ¿Es eso justo? Los afectados no tienen ninguna culpa de haber nacido con una disposición biológica concreta o en un entorno social específico. ¿Cuál sería la alternativa? Nuestra sociedad se ha puesto de acuerdo en juzgar por sus actos a los psicópatas y, si procede, enviarlos a la cárcel o a un centro psiquiátrico penitenciario. A mi entender, las personas con baja capacidad empática y alta necesidad de estímulos no están enfermas a la manera de quien

padece una enfermedad psíquica grave, una psicosis por ejemplo. Incluso tengo mis dudas de si realmente se trata de una enfermedad o más bien de características de personalidad problemáticas, como una desviación de la norma: más necesidad de estímulos, menos empatía y más agresivos que la media. La posibilidad de exclusión de la responsabilidad criminal no está pensada para los que tienen dificultades en comportarse de acuerdo con la ley, sino para quienes se sienten incapaces de controlar sus actos a causa de una enfermedad que les imposibilita por completo la percepción de la realidad y el gobierno de su conducta. ¿Goza el diagnóstico de alguna influencia a la hora de decidir la puesta en libertad de un preso? Sí. Para pronósticos en informes es importante al tomar la decisión de una excarcelación anticipada o para dar un permiso. En estos casos es esencial valorar si el peligro que existía cuando se perpetró el crimen, perdura o no. ¿Se podrían consultar escáneres cerebrales para esos pronósticos? En las técnicas de neuroimagen, no existen marcadores neurobiológicos que permitan analizar el pronóstico. No sufrago, pues, el optimismo de Gerhard Roth y Wolf Singer. En un debate, Singer llegó a declarar que, “para cometer un asesinato hay que tener un cerebro enfermo”. Yo no creo que sea así. Hay personas que han matado y que no tienen ninguna enfermedad psíquica. ¿Qué me dice de los pedófilos? Está demostrado que su cerebro reacciona de forma distinta ante la imagen de niños desnudos. ¿Deberíamos seguir encerrándolos mientras sea demostrable este tipo de reacción? No. Hay personas que sienten cierta excitación al ver un niño pequeño desnudo, pero la mayoría no comete un delito sexual por ello. También hay personas que se sienten estimuladas por alguna forma de violencia. Pese a lo cual, nada induce a pensar en una incapacidad de control de sus actos. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

¿Y si además existe una disfunción del lóbulo frontal y, por consiguiente, se ve afectado el control de impulsos? Cuando se van sumando factores, llega un punto en el que debemos pronosticar que esta persona probablemente sea demasiado peligrosa como para liberarla. Sin embargo, no existe ninguna prueba neurobiológica, sola o combinada, que permita establecer tal pronóstico con certeza absoluta. ¿No cree que es probable que en un futuro los escáneres cerebrales ayuden a decidir si alguien debe salir de la cárcel o no? ¿O que se intente determinar mediante marcadores biológicos, si alguien llegará a cometer un crimen? No creo que, por el momento, avancemos en esa dirección. Pero entra dentro de lo previsible que algún día podamos deducir un alto riesgo de carrera criminal a través de una serie de características biológicas. Los puntos de referencia para un desarrollo antisocial son el que un niño cometa robos, provoque pequeños incendios, torture a animales, busque la pelea, falte a clase o se escape de casa. ¿Qué deben hacer los padres en estos casos? No todos esos hechos son precursores de un trastorno antisocial de la personalidad. Los niños tienden a un comportamiento exploratorio. Ahora bien, si se suman varias de las características indicadas, los padres deberían pedir ayuda al psicólogo escolar o a la oficina de protección de menores, para recibir asistencia especial u ofrecer al niño un entrenamiento contra la agresividad. ¿Están preparadas para ello las escuelas y las oficinas de protección de menores? Es evidente que necesitaríamos más psicólogos escolares y más trabajadores sociales. También es cierto que la formación de los profesores debería integrar competencias de terapia cognitiva conductual. Las actuales estructuras familiares ofrecen menos apoyo y orientación que las de hace apenas un par de décadas. En muchos casos, falta la influencia que podría salvaguardar a un niño que posee predisposición genética para el desvarío. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Y los propios padres, ¿qué pueden hacer? Cuando el niño ya presenta rasgos muy marcados, para los padres es muy difícil ejercer influencia sobre él. En un caso así, lo mejor es buscar ayuda profesional. Con todo, la familia puede prevenir el desarrollo de un trastorno dedicándole tiempo al niño para que se sienta protegido y seguro, procurándole una estructura diaria y una asistencia escolar regular, observando el entorno del niño y contribuyendo a que no se pase demasiadas horas viendo películas violentas o jugando con el ordenador.

“By reason of insanity” Uno de los primeros juicios en los que se alegó a anomalías cerebrales fue en el caso de John Hinckley Junior, autor del atentado contra Ronald Reagan en 1981. La defensa mostró una tomografía del cerebro del acusado y argumentó que la cavidad visible entre los giros cerebrales era un signo de carencia de sustancia gris, un caso parecido al de muchos pacientes esquizofrénicos. Hinckley fue declarado no culpable, “by reason of insanity” (por enajenación mental), por falta de responsabilidad criminal.

¿Hasta qué punto es peligroso esto último? Si bien es cierto que se haya extendida la creencia de que así se canalizan las fantasías de violencia sin repercutir negativamente en la vida real, existen estudios empíricos que señalan hacia otra dirección: los vídeos de violencia y juegos de disparos, conocidos como Ego-shooter, descienden el umbral de inhibición frente a la agresividad. Llega un momento en que los niños o adolescentes afectados banalizan la violencia y, por consiguiente, el miedo, que en realidad es una reacción sana, desaparece. ¿Admiten tratamiento los trastornos antisociales de la personalidad? Existen ciertos planteamientos, pero ningún método de tratamiento seguro y convincente. En todo caso, no para los psicópatas, que configuran el núcleo duro del grupo de las personalidades antisociales. ¿Qué necesitaría una psicoterapia efectiva? Debería estar orientada a la terapia de comportamiento, aplicar procedimientos de actuación alternativos frente a impulsos agresivos y, al mismo tiempo, potenciar la empatía. Existen programas de terapia para criminales, que permiten experimentar el crimen desde el punto de vista de su víctima, por ejemplo.

(Brain Abnormalities in Antisocial Individuals: Implications for the Law. Y. Yang et al en Behavioral Sciences and the Law, vol. 26, págs. 65-83; 2008)

No cabe duda. Se podría mejorar las ofertas del régimen penitenciario. Debido a mi experiencia forense, estoy convencido de que el peligro de reincidencia puede disminuir potenciando la rehabilitación. Es decir, cuando alguien está a punto de ser excarcelado, fuera de la cárcel necesita a un trabajador social como persona de contacto, asistencia en la búsqueda de trabajo y, a menudo, un vínculo con “alcohólicos anónimos” o con una empresa de asesoramiento sobre deudas. Este tipo de medidas de pedagogía social pueden reducir el riesgo de reincidencia. Pero actualmente no existe ningún tratamiento para tendencias de conducta antisocial que dé resultados semejantes cuando un paciente se cura de una enfermedad. Christiane Gelitz

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA PER SÖ N L I CHK EI T SSTÖRU NGEN . S. C.

Herpertz, H. Saß. Thieme; Stuttgart, 2002. WILLENSFREIHEIT, SCHULDFÄHIGKEIT UND NEUROWISSENSCHAFTEN (Editorial). H.

Saß en Zeitschrift für forensische Psychiatrie, Psychologie und Kriminologie,

¿Existe algo más que pueda prevenir la reincidencia?

vol. 1, n.o 4, págs. 237-240; 2007.

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MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD ACOSO EN EL TRABAJO El mobbing o acoso psicológico en el lugar de trabajo es uno de los principales estresores psicosociales a los que puede enfrentarse un empleado durante su vida laboral DAVID GONZALEZ TRIJUEQUE Y JOSE LUIS GRAÑA GOMEZ

S

© ISTOCKPHOTO / FURABOLO

ufrir de forma sistemática —al menos una vez por semana— y durante un tiempo prolongado —no menos de seis meses—, los comportamientos activos —insultos, difusión de rumores, obstaculización de las tareas, etcétera—, o pasivos —restricciones en el uso de medios, eliminación de apoyo, ausencia de formación, negación de la comunicación, etcétera— en el lugar del trabajo, puede significar ser víctima de mobbing o acoso psicológico. Se trata de una forma de violencia psicológica extrema dentro del ámbito laboral y uno de los principales estresores psicosociales a los que puede enfrentarse un trabajador.

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El mobbing es un riesgo psicosocial bastante frecuente: entre un 5 % y un 16 % de la población activa española lo sufre. Sin embargo, no se debe confundir con conflictos interpersonales habituales en las organizaciones de trabajo, situaciones de estrés laboral u otros riesgos psicosociales (por ejemplo, el burnout). Por otra parte, existen diferentes tipos de mobbing relacionados con los niveles jerárquicos en los que se produce (vertical descendente, horizontal, vertical ascendente). A pesar de la variedad, existe una dinámica común en el proceso de acoso psicológico, desde su origen hasta su terminación; se divide en cuatro fases principales: conflicto, estigmatización, intervención y exclusión. Las diversas definiciones, los múltiples instrumentos de medida utlizados y el origen sectorial de las muestras de estudio han propiciado también que los datos obtenidos hasta la fecha resulten muy heterogéneos. No obstante, sí se puede afirmar que el moobing representa un complejo fenómeno de carácter multicausal y susceptible de comportar consecuencias muy negativas, tanto para el trabajador, como en su esfera sociofamiliar, y para la propia empresa. Dentro de las posibles causas del mobbing encontramos variables individuales (personalidad del acosador y vulnerabilidad de la víctima, por ejemplo), y de carácter grupal (pobre estructuración del trabajo, estilo de mando autoritario o deficiente gestión de conflictos, entre otras). El daño psicológico que pueden presentar las víctimas de acoso psicológico laboral es tan importante, que desencadenan incluso conductas suicidas. De

hecho, resulta habitual que los trabajadores afectados muestren indicadores psicopatológicos muy dispares. En este sentido, destacan las reacciones emocionales (temor, hipervigilancia o irritabilidad), problemas de autoestima y síntomas de carácter ansioso-depresivo acompañados de importantes quejas psicosomáticas. Numerosos estudios desarrollados en diferentes países (entre ellos, Alemania, Austria, Irlanda y Suecia) han registrado en víctimas de acoso laboral muchos de los indicadores aludidos, que sugieren a su vez una sintomatología propia del trastorno por estrés postraumático (TEPT). Otra de las posibles consecuencias del acoso psicológico en el trabajo son las conductas adictivas (consumo de psicofármacos, alcohol y drogas) como salida para afrontar la situación. Al margen de los daños ocasionados al trabajador, no se debe obviar el deterioro que se produce de forma colateral en el núcleo sociofamiliar de la víctima, así como los que se generan dentro de la empresa. Así, el entorno laboral se verá condicionado de manera significativa por diversos motivos, entre ellos, un peor clima en el trabajo, mayor absentismo y menor productividad. En la actualidad, el ordenamiento jurídico de España no contempla de forma específica el fenómeno del acoso psicológico en el lugar de trabajo. No obstante, la inexistencia en nuestro país de leyes concretas en relación al mobbing no es sinónimo de que las víctimas estén desamparadas ante la justicia. La judicialización de los supuestos de acoso laboral pueden afrontarse a través de las distintas jurisdicciones (penal, civil, social, contenciosoMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

administrativa, militar), al margen de posibles acciones previas, como es el empleo de la Inspección de Trabajo. La vía jurídica, sin embargo, puede resultar en muchas ocasiones perjudicial para la víctima. Numerosos autores

coinciden en primar la importancia del cumplimiento de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales (LPRL), así como de los procesos de negociación y gestión de conflictos, en detrimento de la solución judicial.

David González Trijueque Tribunal Superior de Justicia de Madrid. José Luis Graña Gómez Universidad Complutense de Madrid.

CODICIA Y CRISIS ECONOMICA La crisis económica internacional vuelve a demostrar las fatales consecuencias de la codicia humana. Los neuroinvestigadores conocen las causas NIKOLAS WESTERHOFF

A

© FOTOLIA / ANDRES RODRIGUEZ

penas comenzaban a caer en picado las acciones durante la última turbulencia cuando las bolsas de Frankfurt, Nueva York y Tokio eran nuevamente presa de frenéticas especulaciones. ¿Cómo es posible que la gente siguiera arriesgando su dinero a pesar de las oscilaciones imprevisibles de las cotizaciones y de la inestabilidad de los mercados financieros? El primer estímulo es la expectativa de una elevada ganancia, opina Barbara Mellers desde la Universidad de California en Berkeley. La posibilidad frecuente de que las especulaciones financieras fracasen no obsta para que las personas sigan apostando. Antes bien, el riesgo hace aún más atractivo el “juego” con el dinero. Los neuroinvestigadores se hallan convencidos de que un riesgo particularmente elevado dulcifica más las expectativas de ganancia: las previsiones de riqueza tapan el miedo a la

“La riqueza es como el agua de mar: cuanto más se bebe, más sed se tiene.” Arthur Schopenhauer (1788-1860), filósofo

pobreza. La justificación de esa forma de pensar reside en un “circuito de anticipación” del cerebro, como descubrió Brian Knutson, de la Universidad californiana de Stanford. En 2008, este neuroinvestigador evaluó, en una revisión, 21 experimentos sobre los mecanismos neuronales de las ganancias y las pérdidas económicas. Comprobó que la expectativa de lucro económico activaba más las neuronas del núcleo accumbens que el importe percibido. Esa estructura se integra en el sistema de remuneración y se sitúa en la profundidad del cerebro, detrás de los ojos, en la cara posterior del lóbulo frontal. Se ha observado un efecto parecido en otras regiones cerebrales,

como la ínsula o el tálamo, que ocupa una posición central. El centro emocional de los núcleos amigdalinos se desvía de la norma, pues responde con más fuerza a los ingresos financieros que a la simple expectativa de lucro. En conjunto, según Knutson, la perspectiva de ganar desencadena una tormenta neuronal mucho mayor que la posesión real. Según este investigador, la hiperactividad neuronal cursa con una excitabilidad fisiológica pronunciada que, a su vez, refuerza la tendencia a actuar. Ya en el año 2005, Knutson probó que las decisiones arriesgadas sobre el capital se podían predecir por la reacción progresiva del núcleo accumbens. En cambio, las inversiones conservadoras de dinero se acompañan tan sólo de una ligera actividad de la porción anterior de la ínsula derecha. Según este guión, el cerebro responde con más intensidad a las expectativas de ganancia que a la adquisición real de dinero y se excita antes con el previsible provecho que con el temor a la pérdida. Es una tendencia lógica, pues nos dispone a afrontar los riesgos 1. ¿CUANDO HAY QUE DECIR BASTA? Es difícil de saber, pues una mayor riqueza apenas contribuye a la verdadera felicidad.

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

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2. BAILE SOBRE EL VOLCAN. A pesar de la crisis económica y de la recriminación a los directivos, se sigue especu-

económicos y a efectuar inversiones duraderas. Dicho de otra manera, sólo la anticipación cognitiva de un provecho futuro motiva a las personas a excavar durante años una mina de oro o a adentrarse en una nueva aventura, cuyo beneficio sólo cabe esperar al cabo del tiempo. Según los datos experimentales de Lisbeth Nielsen, de Stanford, las personas de entre 20 y 40 años no tienen claros estos mecanismos: subestiman el efecto excitante del lucro y creen que una ganancia fácil y redonda estimula más que otra conocida. Las personas mayores no se dejan llevar por semejante error y saben que la expectativa debe ser, como mínimo, tan fuerte como el empeño. Sin embargo, nada cambia en cuanto al deseo general de poseer más. Los datos de Knutson contradicen las pruebas de muchos investigadores. Así, Daniel Kahneman opinaba que la experiencia de la pérdida deja secuelas mayores que las ganancias reales o esperadas. Al parecer, sucede justo lo contrario, como probó en un estudio el grupo de neuroinvestigadores de Magdeburg encabezado por Hans-Jochen Heinze y Emrah Düzel en 2005: mostraron a sus probandos diversas imágenes de objetos cotidianos, algunos de los cuales conllevaban la posibilidad de beneficio. Estos no sólo indujeron una

© FOTOLIA / UDO KROENER

lando intensamente en la Bolsa.

Una nueva oportunidad

activación reforzada del núcleo accumbens, sino también del hipocampo, es decir, de la región cerebral encargada de la memoria. Tres semanas más tarde, los probandos recordaban mucho mejor los objetos asociados a una posible ventaja financiera que aquellos otros que no prometían ningún lucro. ¿Por qué anhelamos la acumulación de dinero? A fin de cuentas, se trata de un comodín que custodia las necesidades, anhelos e instintos personales. A diferencia de la alimentación y del sexo, nuestro capital no nos produce una liberación inmediata, pero transforma muchos deseos humanos, sean zapatos, vehículos, poder o reconocimiento. Por tal motivo, los psicólogos denominan al dinero el “refuerzo secundario”. Los antropólogos demostraron ya en los años treinta su especial atractivo. Permitieron a unos chimpancés introducir monedas en una máquina automática que expendía racimos de uva. Los racimos constituían el refuerzo primario que los animales deseaban obtener a toda costa; mas, para ello, debían comprender antes la función del dinero. En cuanto lo hacían, se mostraban tan codiciosos como las personas.

El periodista estadounidense Ja-

El vil becerro de oro

son Zweig, especialista en temas

Nuestro afán intuitivo para tener más dinero resulta, en verdad, absurdo, declara Aron Ahuvia, de la Universidad de Michigan en Dearborn. En 2008 publicó un estudio de revisión sobre investigaciones anteriores acerca de la relación entre el dinero y la felicidad en la vida. El resultado es que la mayoría de las personas anhela un mayor bienestar, aun cuando el aumento de la riqueza no mejore su estado psíquico.

Los análisis estadísticos revelan que la riqueza apenas contribuye a la felicidad personal, al menos en Europa Occidental. La satisfacción de una persona, con unos ingresos normales, en un país como Alemania o Dinamarca fluctúa, pero sólo el 5 % de las variaciones con relación al nivel medio de felicidad se justifican por el factor “dinero”. En otras palabras, hasta el 95 % de la alegría y del sentido de la vida no dependen del vil metal. En cuanto cubrimos nuestras necesidades básicas de alimentación y de vivienda, el efecto gratificante del dinero se disipa, no así su anhelo. Por lo que concierne a la felicidad, da igual ganar 4000 euros al mes que 40.000. ¿Se divulgarán alguna vez estos hallazgos entre los directivos de bancos y especuladores financieros? Nikolas Westerhoff es psicólogo.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA GIER. NEUROÖKONOMIE: WIE WIR TI CKEN, WENN ES UMS GELD GEHT. J. Zweig.

Hanser; Múnich, 2007.

económicos, informó en 2007 de que ocho de cada diez personas de Ohio, que se habían hecho millonarias con la lotería, seguían comprando periódicamente boletos de lotería a pesar de su súbito enriquecimiento. Al parecer, ni siquiera estar en posesión de mucho dinero aplaca el hambre de más.

46

IF MONEY DOESN’T MAKE US HAPPY, WHY DO WE ACT AS IF IT DOES? A. Ahuvia en

Journal of Economic Psychology, vol. 29, n.o 4, págs. 491-507; 2008. ANTICIPATORY AFFECT: NEURAL CORRELATES AND CONSEQUENCES FOR CHOICE.

B. Knutson et al. en Philosophical Transac tions of the Royal Society B, vol. 363, págs. 3771-3786; 2008.

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

DOSSIER

Encrucijada de recuerdos

© ISTOCKPHOTO / BARIS SIMSEK

¿Qué es la memoria? Pese a su atractivo apasionante, hemos abandonado la cuestión durante mucho tiempo. En la investigación sobre la memoria, psicólogos y neurocientíficos han analizado sus distintas componentes: memoria perceptiva, semántica, episódica, procedimental y operativa, por ceñirnos a las familiares. Esas distintas formas de la memoria tienen su justificación, su existencia propia, a veces su independencia relativa de unas con respecto a otras, y es necesario estudiarlas como tales, proceder a una “anatomía” de la función mnémica. Pero, ¿cuál es el fin de todo ello, si no se regresa al tema principal de estudio, ese objeto único y relevante que es la memoria, que fascina por igual a filósofos y escritores? Es tiempo, pues, de devolverle a la memoria su realidad ontológica, comprender su unidad, sin negar por ello la existencia de sus distintas componentes. Pues la memoria es, en efecto, una función organizada, formada por interacciones entre elementos específicos, a saber, los cinco grandes sistemas de la memoria. De ese modo, entender la memoria equivale, en parte, a comprender las relaciones que existen entre los cinco “módulos” mencionados, su mutua interacción, sus diálogos y sus sinergias. Este dossier propone un tal marco conceptual, fruto de las investigaciones de nuestro grupo y de otros equipos que trabajan sobre el tema. Se empieza por diversos aspectos más transversales de la memoria, por ejemplo, MENTE MEN TE Y C CEREBRO CERE EREBRO BRO 43 / 201 20100

su participación en la construcción de la identidad. El aspecto transversal existe porque diferentes tipos de memorias contribuyen a la formación de ese sentimiento de sí mismo. También se abordan otros elementos que modulan el funcionamiento de la memoria y de sus componentes, en particular las emociones y el sueño, o incluso los mecanismos de la plasticidad cerebral, que permiten al cerebro memorizar las informaciones. El lector descubrirá además cómo ciertas obras musicales (en este caso, la Tetralogía de Wagner) estimulan estos mecanismos de memorización mediante frases musicales repetidas, el leitmotiv. Y por último, ¿qué sería un dossier acerca de la memoria sin una mirada crítica sobre las condiciones en que las jóvenes generaciones la cultivan, o por el contrario abandonan? ¿Es necesario aprender de carrerilla? ¿Y memorizar las tablas de multiplicar? ¿O podemos confiar progresivamente nuestra memoria a los soportes electrónicos omnipresentes? En su núcleo, todas estas cuestiones remiten a una facultad mental que sustenta nuestra relación con el mundo. Descubriremos a lo largo de estas páginas que la memoria nos da el sentimiento de la existencia, traza una frontera entre el yo y el otro, sustenta en parte la conciencia, permite crear e imaginar el futuro. ¿Qué otra función de la mente ocupa un lugar tan preeminente en nuestra vida? Francis Eustache, INSERM U923, Universidad de Caen

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Hacia un modelo unificado de la memoria Existen al menos cinco formas de memoria bastante independientes entre sí. Nos permite acceder a nuestro pasado, forjar nuestra identidad y adquirir competencias. Psicólogos y neurocientíficos revelan la lógica de tales interacciones FRANCIS EUSTACHE Y BEATRICE DESGRANGES

E RESUMEN

Un sistema global e interconectado

1

Existen diversas formas de memoria.

Suelen reducirse a cinco tipos fundamentales: episódica, semántica, perceptiva, operativa y procedimental.

2

Según Endel Tulving, reconocido

especialista en psicología y neurología cognitiva, las memorias perceptiva, semántica y episódica constituyen una cadena que conduce a la codificación del recuerdo.

3

La memoria operativa es uno de los

mecanismos fundamentales de la conciencia. Si tan sólo percibiéramos el instante, no podríamos tener conciencia del mismo.

48

n 2005, los neuropsicólogos Endel Tulving y Shayna Rosenbaum publicaron el estudio clínico del paciente K. C. Había sufrido un accidente de motocicleta, una veintena de años atrás, y se había sometido a múltiples revisiones psicológicas, ya que su memoria estaba perturbada. Era incapaz de rememorar algún acontecimiento concreto de su vida, pero conservaba la memoria de las informaciones generales que poseía sobre sí mismo y el mundo. Conocía los principales acontecimientos históricos, el nombre de los países, los estudios que había realizado, el apodo de sus allegados. En suma, recordaba los conocimientos generales, pero había olvidado los episodios concretos de su vida, asociados a un lugar o a una fecha. El ejemplo nos demuestra que la memoria no constituye un bloque uniforme. Existen diversas formas. Algunas registran los acontecimientos vinculados a un contexto (el recuerdo de una fiesta, de un momento en particular): es la memoria episódica. Otras almacenan los conocimientos sobre uno mismo o sobre el mundo (conocer la propia fecha de nacimiento, por ejemplo, o saber que el Nilo es un río de Egipto): es la memoria semántica. Suelen reducirse a cinco los tipos fundamentales de memoria; a saber, episódica, semántica, perceptiva, memoria operativa y memoria procedimental. En función de las épocas o de las escuelas, psicólogos o neurocientíficos han hecho hincapié sobre una u otra de estas formas de memoria. En ese sentido, Endel Tulving, de la Universidad de Toronto, y experto autorizado en la materia, declaró ya hace tiempo que la

memoria determinante era la episódica. Otro neuropsicólogo, Alan Baddeley, de la Universidad de Cambridge, se ha fijado en la memoria operativa, la que permite retener un número de teléfono justo el tiempo suficiente para poderlo marcar. Otros trabajos se han concentrado en la memoria perceptiva, que imprime de manera más o menos automática e involuntaria la imagen de los objetos que vemos, sin asociarla forzosamente a un sentido o a un contexto. Por último, algunos estudios han puesto el acento sobre la memoria procedimental, que sirve para memorizar las secuencias motrices; permite aprender a montar en bicicleta sin retener necesariamente el lugar o el momento de ese aprendizaje.

Cinco grandes tipos de memoria Desde hace decenios, se han venido recopilando innumerables datos sobre estas diferentes formas de la memoria. El estado actual de las investigaciones parece haber alcanzado un punto de maduración crítica, que reclama un trabajo de unificación. Para abordar el objeto de nuestro estudio, la memoria como tal, es crucial entender el papel atribuible a los diversos tipos de memoria, su articulación e interacciones. Presentaremos aquí el marco conceptual que hemos elaborado a lo largo de varios años de reflexión, y que propone un enfoque globalizado de la memoria humana a través de la unión de los cinco grandes tipos de memoria. En 2001, Tulving propuso una organización jerarquizada de tres memorias calificadas de MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Memoria operativa y memoria procedimental Además de las memorias perceptiva, semántica y episódica, en un modelo global de la memoria deben tenerse en cuenta la operativa y procedimental. La memoria operativa funciona sin descanso en nuestra vida consciente. Es la que mantiene presentes las informaciones que necesitamos en tiempo real para hablar, imaginar, reflexionar o calcular. Un ejemplo muy simple es el de un amigo que nos llama por teléfono para encontrarnos con él. Nos indica el lugar de la cita y nos detalla cómo llegar hasta allí. Hemos retenido el medio de transporte a utilizar y le preguntamos sobre la parada donde debemos apearnos. Al hacer esto último, hemos mantenido presente durante la conversación una información (el medio de transporte) y hemos reflexionado a partir de ese dato. Esta operación exige conservar presente la información en la conciencia, lo que es competencia de la memoria operativa. Sin duda, esta información se habrá olvidado al día siguiente, pero es necesario retenerla en la memoria durante la operación. Así pues, la memoria operativa participa activamente en la creación de una conciencia del presente. De igual

1. ¿SE ALMACENAN LOS RECUERDOS en “cajones” mentales? No. Aunque los tipos de memoria son bastante independientes, se entremezclan e interactúan.

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© ISTOCKPHOTO / LINDA BUCKLIN (cabeza)

representaciones a largo plazo, pues almacenan las informaciones durante períodos prolongados: la memoria perceptiva, la memoria semántica y la memoria episódica. La memoria perceptiva es el recuerdo de un precepto incluso antes de que adquiera significado. Por ejemplo, en el contexto de la percepción visual, a veces se percibe una forma antes de identificarla. El cerebro retiene ya en ese estadio un primer esbozo de lo que ha percibido. La existencia de este esbozo o huella puede confirmarse experimentalmente: cuando un sujeto percibe una forma y ulteriormente se le muestra un fragmento de dicha forma, la identifica antes que si no se hubiera hallado expuesto previamente a la forma entera. Se ha producido un efecto de sensibilización perceptiva, donde la presentación inicial de la forma completa, sin acceso al sentido de ésta, ha facilitado el reconocimiento ulterior de un fragmento de la forma en cuestión. Al ver el fragmento de un motivo visual, el cerebro reactiva la huella mnésica de la forma entera. La memoria semántica nos es familiar. Cuando aprendemos que Moscú es la capital de Rusia, no memorizamos un percepto, sino un sentido, un conocimiento. Este tipo de memorización reposa sobre la memoria semántica. Todos los conocimientos generales que vamos acumulando, incluidos los relativos a nosotros mismos, se deben a ese tipo de memoria, que no implica acordarse de un acontecimiento preciso, ni tampoco de un percepto. Por último, la memoria episódica se refiere al recuerdo de los instantes únicos, acotados en el tiempo y el espacio. Todo recuerdo episódico aparece asociado a un instante y a un lugar, lo cual no es el caso de la memoria semántica. Acordarse del momento de enterarse de la noticia de los atentados del 11 de septiembre, por ejemplo, corresponde a la memoria episódica; se recuerda un instante, un lugar o un entorno preciso. Estas tres formas de memoria son distintas, como lo confirman los casos clínicos estudiados: ciertas personas pierden la capacidad de memorizar los acontecimientos (su memoria episódica está alterada), pero conservan la capacidad de aprender nuevos conceptos, lo que guarda relación con la memoria semántica. De ese modo, pueden aprender qué es el sida, pero no acordarse de la persona que le ha dado la información ni del lugar donde se produjo la conversación.

2. LA CODIFICACION DE UN RECUERDO hace intervenir en primer lugar a la memoria perceptiva (la percepción de un avión y de una explosión); después viene la memoria semántica (los elementos percibidos adquieren un sentido: un avión y de una explosión);

Avión

y finalmente, la memoria episódica (nos acordamos de que mirábamos la televisión en casa de un amigo cuando se difun-

Explosión

Memoria episódica

Torre

Memoria perceptiva

Memoria semántica

© Cerveau & Psycho

se trata de un rascacielos, de

dieron las primeras imágenes).

Todas las memorias tienen su propia lógica, su existencia individual. La memoria está compuesta por diferentes módulos.

50

modo, cuando realizamos la operación mental 4 × 12 – 5, primero multiplicamos 4 × 12 = 48, para memorizar después ese resultado el tiempo necesario para restarle 5. Es la memoria operativa la que retiene el número 48 durante unos instantes, antes de soltarlo. También en este caso, la memoria operativa es una componente entera de la memoria, ya que ciertos amnésicos poseen una memoria operativa íntegra, mientras que su memoria episódica podría resultar deficiente. Por último, la memoria procedimental concierne al aprendizaje y conservación de las competencias: aprender a esquiar, a montar en bicicleta, a tocar un instrumento o incluso a caminar. La memoria procedimental es independiente de los otros tipos de memoria. Así lo ilustra un simple ejemplo: cuando llegamos a una vivienda nueva aprendemos el código del inmueble. Al principio memorizamos mentalmente la secuencia de cifras o letras. Activamos nuestra memoria episódica y nuestra memoria semántica (ya que se trata de un conocimiento). Pero a fuerza de teclear los botones del código digital, adoptamos progresivamente una secuencia de gestos mecánicos. La secuencia se automatiza. Llega un día en que un amigo nos pide el código por teléfono, y no podemos dar todas sus cifras. Nuestro recuerdo del código ha desaparecido y ha cedido el paso a una huella procedimental: sabemos introducir el código con nuestros dedos, pero hemos olvidado los guarismos. La memoria procedimental es una parte disociada de la memoria episódica. Podemos conseguir que un amnésico vaya en bicicleta: éste habrá olvidado todo lo acaecido durante los días en que aprendió a montar en el vehículo, pero habrá asimilado, mediante su memoria procedimental, los gestos necesarios para pedalear y mantenerse en equilibrio.

Memorias que interactúan Todas estas memorias tienen su propia lógica, su existencia individual. La memoria es una entidad compuesta por diferentes módulos. ¿Cómo interactúan entre sí? Según Tulving, las memorias perceptiva, semántica y episódica constituyen una cadena que conduce a la formación (o codificación) del recuerdo. En este modelo, la codificación se considera seriada; es decir, empieza por la memoria perceptiva, continúa con la memoria semántica y termina con la memoria episódica. En otras palabras, el recuerdo comienza por la percepción, para acceder luego al sentido y finalmente al acontecimiento (véase la figura 2). En concreto, ¿cómo se desarrolla esta secuencia? Cuando vimos las imágenes de los atentados del 11 de septiembre de 2001 en la televisión, nuestro cerebro memorizó primero los objetos: la imagen de un avión, de una torre y de una explosión. Esta codificación perceptiva, muy rápida, se concentra en motivos visuales, sin que se pueda asociar un sentido a los elementos de la escena. Después, los perceptos adquieren un sentido: se toma conciencia de que la escena representa un avión que se estrella contra una torre, provocando una explosión. Por último, se crea la memoria del acontecimiento, esto es, el atentado del 11 de septiembre como escena que se desarrolla en Nueva York en una fecha precisa, pero también como escena vista en el televisor en el apartamento de un amigo mientras nos preparábamos para una sesión de cine, interrumpiéndose la programación para dar la noticia. El acontecimiento ha adquirido una forma definitiva, y nos acordaremos del mismo bajo esta forma unificada, fechada y localizada. A menudo nos formamos recuerdos episódicos más personales y más “banales” que los del 11 de septiembre, pero no todos ellos son MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Así interaccionan los cinco grandes tipos de memoria Existen cinco grandes tipos de memoria, repartidos en tres

Finalmente, el administrador central ofrece la posibilidad de

categorías: las de representación a largo plazo (perceptiva,

elegir dónde se va a fijar la memoria operativa, especialmente

semántica y episódica), la operativa y la procedimental. En las

en una tarea compleja. Si se debe preparar una receta de coci-

memorias de representación a largo plazo, se distinguen una

na y se piensa “coger la mantequilla y después los huevos” y,

vía ascendente y vías descendentes.

al mismo tiempo, se buscan los ingredientes en el armario, se

En la vía ascendente, las memorias perceptivas alimentan

pasa del bucle fonológico a la agenda visoespacial. Además,

la memoria semántica, que a su vez alimenta la memoria epi-

el relé episódico permite conectar esta memoria operativa

sódica (se memorizan primero las imágenes y los sonidos, y a

con los sistemas de memoria a largo plazo: si se prepara un

continuación el significado de esas impresiones); por último,

pastel para el cumpleaños de un amigo, uno se acuerda de

el sentido de las diversas partes de un acontecimiento conlle-

un acontecimiento vivido en el pasado con ese amigo, lo que

va la memorización del acontecimiento en sí, asociado a un

pone en juego la memoria episódica e influye en la ejecución

lugar y a una fecha.

de la receta.

En la vía descendente, el hecho de rememorar un aconte-

La última categoría de memoria es la procedimental. La

cimiento (memoria episódica) cambiará el sentido atribuido a

memoria procedimental cognitiva permite aprender méto-

ese acontecimiento (siendo adulto, uno no atribuye el mismo

dos de resolución de tareas cognitivas, por ejemplo, resolver

significado a sus actos de adolescente, cuando se vuelve a

ecuaciones matemáticas, y hacerlo de forma cada vez más

pensar en ellos). Del mismo modo, el recuerdo de un aconteci-

rutinaria.

miento reactiva los elementos perceptivos (imágenes, sonidos, olores) que se modifican durante su propia reactivación.

La memoria perceptivo-verbal permite aprender un poema: se memorizan las secuencias de gestos orales que reproducen

En la segunda categoría (memoria operativa), se distinguen

el poema. La memoria procedimental perceptivo-motriz per-

tres facultades: por un lado, la de conservar presentes men-

mite aprender un sinfín de actividades físicas complejas, desde

talmente, en todo momento, cierto número de palabras, o

montar en bicicleta hasta esquiar, pasando por la costura.

cifras, mientras alguien habla, por ejemplo, o nos dictan un

La memoria procedimental interactúa con la memoria ope-

número de teléfono; es lo que se denomina el bucle fonoló-

rativa (en un primer momento debe mantenerse en la con-

gico. Por otro lado, la facultad de representarse una escena

ciencia los gestos a aprender, antes de poder automatizar la

visual (por ejemplo, el interior de un automóvil) y de visitar-

secuencia). Algunos experimentos han demostrado también

la con la mente, concentrarse visualmente en la palanca de

que la memoria procedimental interactúa con las memorias de

cambios, la radio...

representación a largo plazo (grandes flechas transversales).

Memoria episódica Recuerdos de acontecimientos asociados a contextos concretos

Memoria semántica Conocimientos generales sobre el mundo

GEHIRN & GEIST / SIGANIM Y EMDE-GRAFIK

Memoria perceptiva Recuerdos de imágenes, de sonidos...

Relé episódico Conecta las memorias a largo plazo y la memoria operativa

Bucle fonológico Permite conservar en la mente una serie de palabras durante una conversación

Aprendizaje procedimental cognitivo Aprender a resolver ecuaciones matemáticas

Administrador central Orienta la memoria operativa hacia diferentes aspectos de una tarea (por ejemplo, preparar una receta de cocina, buscar los ingredientes y al mismo tiempo acordarse de sus nombres)

Aprendizaje procedimental perceptivo-verbal Aprender un poema

Agenda visoespacial Permite conservar en la mente una escena visual y explorarla mediante el pensamiento

Aprendizaje procedimental perceptivo-motor Aprender a montar en bicicleta

Memoria operativa (memoria de representación a corto plazo)

Memoria procedimental (memoria de acción)

Entradas sensoriales

Memorias de representación a largo plazo

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

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Interconexión óptima para un buen recuerdo Las conexiones entre la memoria perceptiva y la memoria episódica pueden aparecer cuando un individuo escucha varias palabras y una de ellas (Sol) se pronuncia más veces (a). Después, debe identificar algunas palabras (entre ellas, Sol) en medio de ruidos parásitos que interfieren (aplausos o ruidos de automóvil). La palabra Sol es identificada a pesar del ruido de automóvil (b), lo que demuestra que ha quedado grabada en la memoria perceptiva. Se evalúa a continuación la memoria episódica del voluntario: se le pronuncia varias palabras, entre ellas Sol, y se le pide que precise si se acuerda en qué contexto sonoro las ha escuchado. Si sabe identificar la palabra Sol (c) e indica las condiciones en que la ha escuchado (un ruido de automóvil), significa que ha adquirido un buen recuerdo episódico de la misma. El experimento reseñado revela que una buena memorización

© JEAN-MICHEL THIRIET

perceptiva se asocia a una buena memorización episódica.

Los efectos de la sensibilización perceptiva, que reflejan la actividad de la memoria perceptiva, refuerzan la creación de recuerdos episódicos.

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memorizados de manera tan persistente. Por último, sólo retenemos unos pocos recuerdos episódicos de nuestras vidas: se trata de sucesos destacables, de encuentros con personas importantes, de fiestas llenas de emoción, de momentos de transición. Este es el modelo denominado “seriado” de Tulving. A pesar del avance que representa, creemos ahora que esta visión debe complementarse para llegar a un concepto más global de las interacciones entre las diferentes formas de memoria. En el Laboratorio de Caen, hemos elaborado un marco conceptual denominado MNESIS (acrónimo de Modèle NÉoStructural InterSystémique de la mémoire humaine), que reúne las interacciones entre las diferentes memorias. ¿En qué consiste este modelo? Con relación al de Tulving, nuestro marco integra las conexiones directas entre la memoria perceptiva y la episódica (véase el recuadro “Interconexión óptima para un buen recuerdo”). Una relación puesta de relieve a partir de un experimento realizado por nuestro equipo. Consistió en hacer escuchar ciertas palabras a voluntarios, un número variable de veces. Después, los voluntarios debían escuchar las grabaciones “deterioradas” (en medio de un ruido de aplausos o de una carrera de automóviles) de una serie

de palabras, entre las que se encontraban las que habían oído previamente. Constatamos que cuantas más veces se había escuchado una palabra, mejor la identificaban los voluntarios en su versión “deteriorada”. Este efecto se debe a la memoria perceptiva de la palabra, que permite que su registro aflore a la conciencia y que incluso los indicios parciales de la palabra en cuestión sean suficientes para reactivarlo. Se trataba de memorización perceptiva. A continuación, se comprobó que cuanto más fuerte era la memorización perceptiva, los voluntarios también memorizaban más estas palabras de forma episódica. Por esa razón, se les hizo escuchar cierto número de palabras, entre ellas, las que habían escuchado inicialmente. En cada palabra escuchada, se les preguntaba si la habían oído con anterioridad. Además, debían concretar “si sabían que habían escuchado esa palabra”, o “si se acordaban realmente de haberlo hecho y podían precisar su contexto” (aplausos o carrera automovilística). Sólo en este último caso se podía considerar que habían creado un recuerdo episódico del momento en que escucharon la palabra. Comprobamos que la tendencia a establecer un recuerdo episódico en tales condiciones se halla asociada a la fuerza de la memoria perceptiva previamente evaluada. Por lo tanto, esos dos tipos de memoria guardan relación. Los efectos de la sensibilización perceptiva, que reflejan la actividad de la memoria perceptiva, refuerzan la creación de recuerdos episódicos. La sensibilización perceptiva hace referencia al hecho de haber estado en contacto perceptivo con un objeto, lo que facilita el tratamiento perceptivo ulterior de ese objeto, a espaldas del sujeto. No obstante, todas las informaciones presentes en esas memorias perceptivas no alcanzan el estatuto de recuerdo episódico. El modelo de Tulving postula que ciertos recuerdos pasan de la memoria perceptiva a la memoria semántica sin llegar a la memoria episódica. En este caso, se generan conocimientos (sobre el mundo y sobre sí mismo) sin recurrir a la memoria episódica, es decir, sin la formación de recuerdos. Por ejemplo, los pacientes amnésicos pueden aprender un método de programación informática o una nueva lengua, y al mismo tiempo olvidar las circunstancias en las que adquirieron estos nuevos conocimientos.

Del episodio al sentido Esta proposición teórica, que surge del estudio de casos patológicos, pone de manifiesto cierMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

La fuerza de las reviviscencias Otro aspecto de las relaciones entre diferentes tipos de memoria lo aportan las secuencias “descendentes” entre la memoria episódica y la memoria perceptiva. Estas secuencias son responsables de los fenómenos de reviviscencia. Al rememorar un acontecimiento destacable, sobre todo las primeras veces, uno se representa la escena con las emociones que lo acompañaron, viendo de nuevo ciertos detalles concretos y teniendo la impresión de revivir el acontecimiento. La reconstrucción reaviva los recuerdos perceptivos del suceso, “reviviscencia” contribuye a consolidar el recuerdo. En efecto, parece que el cerebro reactiva las percepciones asociadas a un acontecimiento para memorizarlo mejor. Esto es lo que dejan entrever los experimentos realizados por Pierre Maquet, de la Universidad de Lieja. Cuando una persona ha realizado un aprendizaje intensivo durante el día (por ejemplo, aprender a distinguir ciertos motivos visuales complejos), su cerebro se reactiva de la misma manera durante el sueño, como si se rebobinasen las percepciones visuales asociadas al aprendizaje. Tal “repetición durante el sueño” permite a la persona sacar provecho de su aprendizaje, ya que lleva a cabo más eficazmente las mismas tareas a la mañana siguiente. El proceso de consolidación que acabamos de describir no constituye un simple refuerzo del recuerdo, sino que implica necesariamente su modificación. Cuando nos acordamos de un episodio, se reactivan los recuerdos perceptivos, aunque unos más que otros. En ese momento, el recuerdo se “reescribe” y el acontecimiento se percibe en una versión en la que ciertos detalles se habrán vuelto más prominentes. Las reviviscencias conducen a exagerar detalles; de reescritura en reescritura, el recuerdo alcanza el estatuto de una obra que usted mismo habrá creado, a veces de manera totalmente involuntaria. Ese recuerdo se habrá alejado de la realidad. El tipo de consolidación expuesto parece intervenir en el sueño. Las investigaciones dirigidas por nuestro equipo demuestran que el sueño profundo permite la consolidación de las representaciones episódicas y semánticas, mientras que el sueño paradójico reforzaría más la memoria procedimental. Para llegar a una visión unificada de la memoria, hemos relatado hasta aquí las relaciones existentes entre las tres memorias de representación a largo plazo (perceptiva, semántica y episódica). Abordemos ahora las conexiones de

El experimento de la torre de Hanoi En este experimento se deben transferir tres anillas desde un vástago a otro, de suerte que una anilla de diámetro superior esté situada siempre debajo de una anilla de diámetro inferior. Los sujetos que realizan esta prueba aprenden más rápidamente el juego cuando poseen una buena memoria operativa y una buena memoria episódica.

a

b

c

d

e

f

g

h © CERVEAU & PSYCHO

tas capacidades residuales de los pacientes amnésicos. Aunque en un grado distinto, la misma idea se aplica a las capacidades de adquisición de conocimientos semánticos del niño, en quien la memoria episódica no ha alcanzado su funcionamiento óptimo. Los niños pueden aprender el significado de una multitud de objetos sin guardar apenas recuerdos episódicos anteriores a los tres años de edad. Al mismo tiempo que reconoce la formación de conocimientos sin recuerdos, nuestro modelo considera también la existencia de secuencias descendentes que van de la memoria episódica a la memoria semántica y a la memoria perceptiva, es decir, en sentido contrario al modelo de Tulving. Además, algunos de nuestros conocimientos generales sobre el mundo (memoria semántica) se construyen a partir de recuerdos episódicos. Este es el caso de las fiestas de cumpleaños. De niños memorizamos primero el recuerdo de un cumpleaños concreto, lo que moviliza la memoria episódica. Pero a medida que los cumpleaños se repiten, la mayoría de esos recuerdos episódicos pierden su especificidad y se funden en un conocimiento más general, que pertenece al registro de la memoria semántica, para dar lugar al “concepto de cumpleaños”. La mayoría de los cumpleaños se olvidarán en tanto que acontecimientos, a excepción de algunos de ellos que se distinguirán por un detalle inusual. Se habla entonces de semantización de los recuerdos episódicos. Y ello nos conduce a una observación importante: no poseemos tantos recuerdos episódicos como pudiera uno pensar. La inmensa mayoría de los recuerdos generados se olvida. Si todas las situaciones que vivimos se registraran como acontecimientos únicos, no tendríamos la oportunidad de establecer puntos comunes entre ellos, ni podríamos acceder al sentido de las cosas. La mayoría de los días de nuestra vida no se memoriza como recuerdos episódicos. En cambio, no olvidamos el aprendizaje que estos días nos han deparado. Así pues, nuestras jornadas laborales no dejarán ninguna huella en nuestra memoria episódica, aun cuando aprendamos en ellas el sentido de ciertos conceptos o adquiramos determinadas habilidades. Los que conservamos en términos de memoria episódica son los momentos emblemáticos, las rupturas en las diferentes etapas de la vida, los acontecimientos con un estatuto particular, las situaciones de peligro o de felicidad intensa.

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estas tres memorias con la memoria operativa y la memoria procedimental. Según A. Baddeley, la memoria operativa se presenta como un sistema formado de diferentes componentes: por un lado, el administrador central, que orienta la atención hacia los distintos aspectos de la información a memorizar y, por otro lado, los “sistemas satélite”, que mantienen las informaciones presentes en la conciencia. Esos sistemas satélite son el bucle fonológico, que mantiene presentes las informaciones verbales, y la agenda visoespacial, que crea y mantiene las imágenes mentales (véase el recuadro “Cómo interaccionan los cinco grandes tipos de memoria”).

El mosaico de la memoria En los diferentes tipos de memoria parecen intervenir diversas regiones del cerebro. La memoria episódica subyace en gran parte en el hipocampo, implicado tanto en la adquisición como en la rememoración de los recuerdos episódicos. Por otro lado, la corteza prefrontal izquierda se emplearía más particularmente en la adquisición (o codificación) de los recuerdos y la derecha en la rememoración (recuperación). La corteza parietal cumpliría una función de control de los recuerdos (especialmente, la exploración de su dimensión espacial). La memoria semántica hace intervenir sobre todo los lóbulos frontal y temporal izquierdos. Las memorias perceptivas reposan en gran parte en las áreas sensoriales primarias, por ejemplo, la corteza visual y la corteza auditiva. El administrador central de la memoria operativa se asocia gene-

Aclaremos, mediante un ejemplo, esas nociones. Si alguien le dice: “Imagínese un cocodrilo rosa con topos verdes y con una toalla alrededor del cuello”, usted podrá representarse ese extraño animal, aunque no exista; la memoria operativa desempeña un papel fundamental en la representación. En el ejemplo, el administrador central (que posee una localización cerebral descrita más abajo) empieza por desenterrar de la memoria la imagen de un cocodrilo; el color rosa, después, y, luego, los topos verdes. Para crear, a continuación, la imagen compuesta de un cocodrilo rosa con topos verdes. Simultáneamente, activa el bucle fonológico, un sistema de memoria verbal que permite mantener en la conciencia el contenido de la frase mientras se constituye la imagen del cocodrilo, de modo que uno puede concentrarse después en las palabras del final del enunciado. En ese momento, la toalla aparece atada alrededor del cuello del cocodrilo. Es la agenda visoespacial la que concentra la atención sobre el cuello del cocodrilo para colocarle una toalla. Este modelo ha quedado demostrado en trabajos de imagen cerebral, que revelan que el mantenimiento de las imágenes mentales es atribuible esquemáticamente a las áreas cerebrales posteriores, mientras que el administrador central, que estructura la tarea y desvía la atención a sus diferentes partes, se aloja principalmente en la parte anterior del cerebro, en la corteza frontal dorsolateral.

ralmente a la actividad del lóbulo frontal, mientras que la memoria procedimental hace funcionar ciertas zonas del tálamo, del cerebelo y

La memoria del presente

del núcleo caudado.

Se da por cierto que este sistema de memoria operativa, en interacción con la memoria episódica, conforma el pedestal del presente psicológico, es decir, la sensación de percibir el presente. Cuando tenemos la sensación de que el instante vivido se desarrolla ahora, y no en el pasado ni en el futuro, percibimos las escenas reales que discurren ante nuestros ojos, pero mantenemos idéntica percepción en la memoria operativa durante algunos segundos. Cuando utilizo un bolígrafo para escribir una frase, empiezo por coger el bolígrafo y después pienso en lo que voy a escribir, pero mi memoria operativa mantiene la percepción consciente del bolígrafo en mi mano mientras preparo mis ideas. De ese modo se crea una continuidad entre el bolígrafo y el pensamiento, unidos en un tiempo presente que es el de la memoria operativa, del orden de unos segundos.

Tálamo

Hipocampo

Corteza parietal Corteza visual

Memoria episódica

Corteza prefrontal

Memoria semántica

© RAPHAEL QUERUEL

Corteza temporal Núcleo caudado Corteza auditiva

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Memoria perceptiva

Cerebelo

Memoria procedimental Memorias episódica, semántica y operativa

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Además, yo no me observo a mí mismo como a cualquier otra persona que sostiene el bolígrafo y prepara una frase. La forma en que preparo mis palabras depende de los datos anteriores, ligados a un problema planteado, a un deseo personal o a unos episodios ocurridos en mi vida. En ese sentido, la memoria operativa se halla en contacto con la memoria episódica. Baddeley propone la existencia de un “relé episódico” en la memoria operativa, que permite que la memoria episódica se encuentre, solapada, en la memoria operativa, por cuya razón el presente psicológico difiere de una persona a otra.

La memoria procedimental: del conocimiento a la habilidad La memoria operativa es, sin duda, uno de los mecanismos fundamentales de la conciencia, como destaca Gerald Edelman, del Instituto de Neurociencias de San Diego, para quien la conciencia es un “presente rememorado”. En efecto, cuando percibimos un objeto, una escena, un rostro o un sonido, la percepción que tenemos de ese objeto o de ese rostro subsiste algunos momentos en la memoria operativa. Rememoramos así un pasado próximo, que nos da la impresión de tiempo presente. Si tan sólo percibiéramos el instante, no podríamos tener conciencia del mismo, como dejan entrever los experimentos sobre la percepción subliminal, en que los estímulos proyectados durante muy breve tiempo no son percibidos conscientemente. En nuestra visión global de las diferentes formas de memoria (el modelo MNESIS), existen también relaciones entre la memoria procedimental y los otros sistemas de memoria. Esas interacciones se manifiestan durante todo el aprendizaje de nuevas competencias, de secuencias gestuales por ejemplo. A veces se subestima la importancia que desempeña la memoria procedimental en nuestra vida cotidiana. Pero gracias a ella podemos conducir, escribir, montar en bicicleta, jugar al tenis, tocar un instrumento: la lista sería casi infinita. En nuestro equipo hemos demostrado que la memoria operativa y la memoria episódica cumplen una función de primer orden en el aprendizaje de nuevas habilidades, pues “alimentan” la memoria procedimental. Hélène Beaunieux propuso una prueba conocida como la torre de Hanoi (en realidad, se trataba de una variante de la prueba clásica de la torre de Toronto) a cientos de individuos. Se trata de un vástago de madera MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

en el que se insertan tres anillas de tamaño creciente (véase el recuadro “El experimento de la torre de Hanoi”). La anilla mayor se sitúa abajo y la menor, arriba. El sujeto dispone de otros dos vástagos a los que puede transferir las anillas del primero. El objetivo es reconstruir una torre sobre otro vástago colocando las anillas en el mismo orden (la mayor abajo y la menor arriba), sin poner nunca una anilla más grande encima de una más pequeña. Esta tarea exige un esfuerzo mental inicial, pero a medida que los participantes la practican, descubren las secuencias adecuadas para llevarla a cabo con éxito. Cada vez la realizan más rápidamente y de forma más automática. Al hacerles repetir la prueba varias veces, H. Beaunieux comprobó que los sujetos presentaban unos perfiles de aprendizaje distintos. Algunos descubrían el método antes, y progresaban con celeridad desde los primeros ensayos. Otros avanzaban más lentamente desde los primeros ensayos, pero terminaban por realizar la tarea igual de rápido que los otros si se les permitía repetirla suficientes veces. Al someterlos a otras pruebas para evaluar su memoria operativa y su memoria episódica, H. Beaunieux comprobó que las personas con una memoria operativa más eficaz eran las que progresaban con celeridad desde los primeros ensayos. Los individuos con una buena memoria episódica descubrían también una progresión rápida desde las primeras fases de la prueba. Efectivamente, los primeros ensayos constituyen la fase más cognitiva de la tarea, donde es necesario reflexionar y acordarse de lo que se ha hecho, invirtiendo fuertes recursos cognitivos. Estos experimentos ponen de relieve la implicación de las memorias episódica y operativa en la construcción de la memoria procedimental. Además, el estudio de H. Beaunieux permitió localizar las zonas cerebrales que participan en las diferentes fases del aprendizaje de la tarea de la torre de Toronto (véase el recuadro “El mosaico de la memoria”). De ese modo, el inicio del aprendizaje, que requiere las memorias episódica y de trabajo, se acompaña de una fuerte activación de las zonas frontales del cerebro (concretamente de la corteza prefrontal). Tal actividad disminuye a medida que la tarea se automatiza (el esfuerzo a dedicar se reduce). Simultáneamente, intervienen otras zonas; entre ellas, el núcleo caudado y las áreas occipitales, en la parte posterior del cerebro. Después, cuando la tarea se automatiza por completo, entran en acción el tálamo y el cerebelo.

El inicio del aprendizaje, que requiere las memorias episódica y de trabajo, se acompaña de una fuerte activación de la corteza prefrontal del cerebro.

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La formación de la identidad

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA EPISODIC MEMORY: FROM MIND TO BR AIN . E. Tul-

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tache. Le Pommier Editeur; París, 2003. W H I CH P R O CE S S E S A R E IMPLICATED IN COGNITIVE PROCEDUR AL LE ARN I NG?

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P. Gagnepain et al. en Consciousness and Cognition, vol. 17, págs. 276287; 2008.

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La interacción entre las diferentes formas de memoria no impide la intervención de otros factores que modulan el funcionamiento de esta estructura, o que se ven influidos por ellas. La emoción es una dimensión esencial de la vida afectiva, que modifica el conjunto de las componentes de la memoria; aumenta la cantidad de detalles memorizados y el sentimiento de realidad de un recuerdo. En cambio, los tipos de memoria participan en la construcción del yo y determinan su relación con los otros. Bajo el término yo, los psicólogos designan una componente de la personalidad constituida por sensaciones, recuerdos conscientes e inconscientes a partir de los cuales se construye el individuo, vive su relación con el prójimo, estructura su personalidad. Para John Kihltrom, el yo es una representación mental de la propia personalidad o identidad, formada a partir de experiencias vividas, de pensamientos codificados en la memoria. Todo lo que nuestra memoria episódica ha almacenado, las experiencias, las relaciones con otras personas, los éxitos o los fracasos, forma una representación (a menudo infraconsciente) de lo que nuestro yo ha vivido y del modo en que lo ha hecho. A ese respecto, la memoria episódica, y de manera particular la memoria autobiográfica, es un ingrediente esencial para la construcción del yo. La memoria semántica también participa en su elaboración. Se habla de semántica personal para referirse a las informaciones generales que nos caracterizan y mediante las cuales nos describimos a nosotros mismos. Utilizamos nuestra memoria semántica para hablar sobre nuestros gustos, los estudios que hemos realizado o nuestra familia. Así pues, la memoria episódica y la memoria semántica intervienen de igual modo en la construcción del yo. Pero la memoria también se forma, en gran parte, en relación con el otro. Nuestra capacidad para distinguir el pensamiento propio del ajeno se desarrolla al mismo tiempo que aprendemos a rememorar conscientemente ciertos episodios del pasado o a imaginar episodios futuros. Hacia los cinco años de edad, el niño empieza a comprender que los adultos no saben necesariamente en lo que está pensando, y recíprocamente, esos mismos adultos tienen pensamientos que él mismo ignora. El niño adquiere entonces una teoría de la mente. También a esa edad los niños pueden proyectarse mediante el pensamiento hacia una

situación ocurrida un año antes, durante sus vacaciones de verano, o imaginar un acontecimiento que se le anuncia para el mes siguiente; por ejemplo, las Navidades. Al comprender que algunos pensamientos les pertenecen a ellos mismos, pueden empezar a clasificar los recuerdos como sus recuerdos personales, y construirse una memoria autobiográfica, un registro de la memoria que participará en la edificación del yo, claramente diferenciado del otro. Al descubrir que el otro posee un conjunto de pensamientos que le son propios, aprende a crearse su mundo secreto. Ulteriormente, parece que estas dos funciones (capacidad de atribuir pensamientos al prójimo y memoria autobiográfica) se separan y se asignan a estructuras cerebrales distintas. S. Rosenbaum y sus colegas han demostrado que algunos amnésicos adultos, desprovistos de la capacidad de viaje mental en el tiempo que caracteriza a la memoria episódica, eran capaces de realizar diferentes tareas con la implicación de la teoría de la mente. Por el contrario, los pacientes que sufren demencia frontotemporal pueden presentar trastornos de la teoría de la mente sin un déficit mnésico importante.

Las nuevas fronteras de la memoria La cartografía de la memoria se investiga de forma parecida a los viajes exploratorios en el pasado, que a lo largo de decenios revelaban espacios enteros de un mundo todavía desconocido. Las fronteras entre las memorias se van aclarando, como también las vías de comunicación que las conectan entre sí. ¿Hacia dónde nos conduce todo ello? Hacia una mejor comprensión del recuerdo en sentido amplio, y de la manera en que refleja nuestro pasado real o ficticio. Pero también hacia una mejor identificación de los factores que pueden alterar ese mecanismo. Amnesias, estrés postraumático, síndrome de Korsakoff, enfermedad de Alzheimer, ictus amnésico: cada trastorno de la memoria presenta sus particularidades y todos podemos caer víctimas de ellos. Sólo a través de un mejor conocimiento de la estructura de la memoria nos dotaremos de los instrumentos que nos capaciten para hacer frente a sus trastornos. Francis Eustach es director de estudios en la Escuela Práctica de Altos Estudios (EPHE) y se halla al frente de la Unidad 923 del INSERM en la Universidad de Caen/Baja Normandía. Béatrice Desgranges es directora de investigación en el INSERM y dirige un equipo en la misma unidad. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

La memoria autobiográfica La percepción de nuestra identidad se construye sobre la “memoria autobiográfica”, el conjunto de recuerdos y conocimientos que poseemos sobre nosotros mismos. La manera en que se forma esta memoria, sus luces y sus sombras nos revelan poco a poco sus secretos ARMELLE VIARD

L

a memoria, una de las funciones mentales fundamentales, nos permite hacer resurgir el pasado en nuestra mente. En el lenguaje común, el término memoria hace referencia a una forma particular, la memoria autobiográfica. Esta representa un conjunto de informaciones y de recuerdos propios de cada uno, acumulados desde el nacimiento, y que nos permiten construir un sentimiento de identidad. Forma parte de la memoria a largo plazo, que nos permite

almacenar informaciones durante un largo período de tiempo, si no durante toda la vida. Ya en 1890, William James escribía en sus Principios de Psicología: “Un recuerdo es más que un hecho con fecha en el pasado: es un hecho con fecha en mi pasado. [...] Debe aparecérseme envuelto de ese “calor” y de esa “intimidad” [...], que son los criterios con los que la conciencia reconoce y se adueña de cualquier tipo de experiencia”.

1. LA MEMORIA AUTOBIOGRAFICA está formada por todos los acontecimientos que constituyen la historia personal. A medida que se repiten, ciertos recuerdos pasan del estatuto de recuerdos autobiográficos episódicos (recuerdos de acontecimientos) al de recuerdos autobiográficos semantizados (que representan el conocimiento gene-

JE PHOTO / © ISTOCK

FF NAGY

ral sobre uno mismo).

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Un pedestal de la identidad

El canal visual parece ser el mejor medio para entrar de nuevo en contacto con los detalles del pasado.

RESUMEN

El ‘yo’ en la mente

1

La memoria autobiográfica permite

construir un sentimiento de indentidad. Forma

¿Cuál es su papel con respecto a los otros tipos de memoria? La memoria autobiográfica ha sido asimilada a menudo con la memoria episódica, o memoria de los acontecimientos que se han producido, por ejemplo, el recuerdo de una reunión familiar o de una cena romántica. Ahora bien, distintos datos experimentales y clínicos han demostrado que la memoria autobiográfica está constituida no sólo por la episódica, sino también por la semántica, memoria que concierne a un conocimiento general sobre la propia vida (los nombres de los compañeros de clase, su color o su plato preferido...). Así, la memoria autobiográfica reúne al mismo tiempo los conocimientos generales sobre el pasado propio (rasgos de nuestro carácter, preferencias, nombres de las personas del entorno) y las habilidades, lo que depende de la componente semántica, así como los acontecimientos específicos, fechados y localizados, que forman parte de la componente episódica y se asocian a un conjunto de detalles perceptivos y sensoriales (imágenes, emociones, olores, sensaciones, percepciones...).

parte de la memoria a largo plazo, que posibili-

Una memoria de tres niveles

ta almacenar informacio-

Según Martin Conway, de la Universidad de Leeds, un recuerdo autobiográfico no se corresponde con la restitución fiel de un acontecimiento vivido, sino que implica un proceso de reconstrucción dinámico a partir de tres tipos de conocimientos, jerárquicamente organizados, del más general al más específico. Por un lado, los períodos de la vida, medidos en años o en decenios, conllevan informaciones generales sobre los lugares, los actores, los objetivos y los planes específicos de cada período. Así, el período del instituto de secundaria se caracteriza por un contenido temático general (las imágenes genéricas de los profesores, las aulas) y por una duración concreta (con un inicio y un fin determinados). Por otro lado, los acontecimientos generales se miden en días, en semanas o en meses. Remiten a los episodios más específicos que pueden ser, o bien repetidos (por ejemplo, los fines de semana en casa de mi abuela), o bien únicos, con más de un día de duración (por ejemplo, mi fin de semana en Venecia). Por último, los detalles de los acontecimientos específicos, medidos en segundos, minutos u horas, corresponden al registro fenomenológico (tal como se percibieron) de los re-

nes durante un extenso período de tiempo, si no durante toda la vida.

2

La mayoría de las veces, la recuperación

de un recuerdo particular se apoya sobre lo que se denomina la imaginería mental, es decir, la exploración de un recuerdo a partir de representaciones visuales referentes a un momento preciso.

3

La memoria autobiográfica reúne

conocimientos generales del pasado, habilidades (componente semántica) y acontecimientos específicos asociados con detalles perceptivos y sensoriales (componente episódica).

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cuerdos. Se trata de imágenes, sentimientos, olores, etcétera. ¿Cómo se articulan estos tres niveles de precisión con los grandes tipos de memoria habituales? Si se tiene en cuenta el modelo del neuropsicólogo canadiense Endel Tulving, estos tres grandes tipos de memoria son la memoria perceptiva (que permite conservar el recuerdo de una imagen, de un sonido, de una sensación), la memoria semántica (que almacena los conocimientos generales sobre el mundo y el sentido de las cosas) y la memoria episódica (que concierne a los recuerdos de momentos particulares y de escenas de nuestra vida). Para establecer una conexión entre los conceptos de Tulving y de Conway, la componente semántica de la memoria autobiográfica correspondería a los períodos de vida y a los acontecimientos generales, mientras que la componente episódica se relacionaría con los detalles de acontecimientos específicos recuperados indirectamente, por asociación con los conocimientos generales de los acontecimientos. Por ejemplo, cuando me acuerdo de mi fin de semana en Venecia, reactivo el recuerdo de un acontecimiento detallado (yo recién casada con mi novio en una góndola), reactivando al mismo tiempo el conocimiento general que poseo de Venecia, de los canales, de una góndola, etcétera. Según Conway, cuando se intenta recuperar un acontecimiento específico del pasado, el proceso se hace de forma indirecta a partir de aspectos generales, como determinados períodos de la vida o acontecimientos. De ese modo, cuando nos acordamos de la escena en la góndola, empezaríamos por reactivar el recuerdo de una época (la de nuestra nueva vida) y reactivaríamos a continuación el recuerdo general del verano de aquel año, antes de hacer resurgir la escena en detalle. Sucede, en efecto, que el recuerdo se evoca de forma detallada, directa e involuntariamente, a partir de indicios sensoriales: un olor, una melodía (¿a quién no le ha reaparecido el recuerdo de sus vacaciones al escuchar la canción difundida sin cesar ese verano?), un sabor, etcétera. Es verdad que, la mayoría de las veces, la recuperación de un recuerdo particular se apoya sobre lo que se denomina la imaginería mental, que consiste en explorar un recuerdo haciendo surgir algunas representaciones visuales de un momento preciso. El canal visual parece ser el MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

¿Dónde almacenamos los recuerdos autobiográficos? Una zona del cerebro, el hipocampo, parece ser esencial para

su propia vida (recuerdos autobiográficos semantizados)

la memoria autobiográfica. En un estudio realizado sobre in-

que se les hacía escuchar eran verdaderas o falsas. Por

dividuos sanos de 67 años de edad, nuestro equipo interrogó

ejemplo, debían reconocer los nombres de las personas

a personas de su entorno para identificar los recuerdos desta-

de su entorno.

cables (episódicos) de su vida (viajes, matrimonios, nacimiento

Los resultados de tales estudios demuestran que, en la re-

de los hijos), repartidos en cinco períodos: desde el nacimiento

cuperación de los recuerdos autobiográficos semantizados, se

a los 17 años; de los 18 a los 30 años; a partir de los 30 años;

hallan involucradas las regiones frontales (giro frontal medio

los cinco últimos años; los 12 últimos meses.

e inferior), temporales externas (giro temporal inferior) y oc-

A continuación, se realizó un estudio de neuroimagen de

cipitales (giro lingual). Esas regiones frontales y occipitales

esas personas, que debían evocar mentalmente los recuerdos

parecen estar implicadas en la recuperación de los recuerdos

al leer frases inspiradas en algunos de sus acontecimientos

autobiográficos, tanto episódicos como semánticos; las regio-

autobiográficos. Los resultados demostraron, en el hemisferio

nes frontales intervendrían en el acceso a los recuerdos y las

izquierdo, una activación del hipocampo y del giro frontal

regiones occipitales, en el acceso a las imágenes mentales.

superior (región anterior) y, en ambos hemisferios, la activa-

El lóbulo temporal externo parece desempeñar una función

ción de regiones posteriores del cerebro (giro lingual, giro

especial en la recuperación de recuerdos autobiográficos se-

cingulado posterior y el precúneo).

mánticos (y sería el lugar de almacenamiento de las informa-

Gracias a las técnicas de imagen cerebral utilizadas, pudi-

ciones semánticas).

mos detectar una activación del hipocampo para todos los

A la luz de estos resultados, se puede plantear que los re-

recuerdos episódicos, fueran muy antiguos o muy recientes.

cuerdos experimentan un tratamiento semántico progresivo;

Pensamos que esa estructura cerebral interviene en la combi-

es decir, la repetición de varios episodios similares, como los

nación o relación de las informaciones almacenadas en otras

cumpleaños, conduce a la memorización de una noción ge-

regiones, como el giro frontal superior, que permitiría el ac-

neral de lo que es un cumpleaños, y no el recuerdo concreto

ceso al recuerdo de forma global, y las regiones posteriores,

de un cumpleaños en particular.

que estarían implicadas en la recuperación de los detalles

A lo largo del tiempo, el hipocampo continúa colaborando con las otras regiones neocorticales (frontales, occipitales,

visuales (o imágenes mentales). Los estudios de neuroimagen también han revelado zonas

etc.) para los recuerdos autobiográficos episódicos; pero su

del cerebro responsables del recuerdo de informaciones

papel va perdiendo importancia en los recuerdos autobio-

semánticas, asociadas a conocimientos generales adquiri-

gráficos semantizados, los cuales, en el transcurso de la se-

dos a lo largo de la vida. En estos estudios, varios volun-

mantización, pasan a depender únicamente de las regiones

tarios debían indicar si las informaciones generales sobre

neocorticales.

Giro cingulado Hipocampo

Precúneo

Giro frontal superior Giro frontal medio

© RAPHAEL QUERUEL

Giro lingual Zonas más implicadas en la memoria semántica

Giro frontal inferior

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Giro temporal inferior

Zonas más implicadas en la memoria episódica

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Cuando el recuerdo del yo se desvanece Las amnesias (pérdidas de memoria) pueden tener diversas causas, aunque suelen adoptar dos formas. Por un lado, la amnesia anterógrada, en la que el paciente es incapaz de adquirir nuevas informaciones (recuerdos recientes), pero los recuerdos antiguos se conservan bastante bien. Por otro lado, la amnesia retrógrada, que impide al paciente recuperar los recuerdos anteriores a su enfermedad. La mayoría de las patologías de la memoria son una combinación de amnesia anterógrada y amnesia retrógrada, como es el caso de la enfermedad de Alzheimer. En este último caso, la enfermedad altera la componente episódica de la memoria autobiográfica, esencial para rememorar las experiencias personales pasadas y para mantener la identidad. En los primeros estadios, los recuerdos antiguos se conservan mejor que los recuerdos recientes, un fenómeno conocido por ley de Ribot. Desde un punto de vista cerebral, el hipocampo se ve especialmente afectado en los primeros estadios de la enfermedad, lo que explicaría los trastornos de la memoria autobiográfica episódica en estos pacientes. E. Maguire, al investigar a un paciente afectado por una lesión en el hipocampo, observó una sobreactivación de dicha región, así como de la corteza frontal, en comparación con sujetos sanos, cuando se le pedía que rememorara ciertos recuerdos autobiográficos episódicos. Se trata de una línea de trabajo prometedora porque sugiere que ese paciente, a pesar de una lesión en el hipocampo, consigue acordarse de ciertos acontecimientos destacables de su vida mediante la sobreactivación de la parte inalterada de sus hipocampos y la participación de otras regiones, sobre todo, la corteza central, para compensar la deficiencia del hipocampo.

Los recuerdos autobiográficos almacenados durante largos períodos de tiempo experimentan diversas modificaciones. Con los años, algunos acontecimientos se repiten bajo formas similares.

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mejor medio para entrar de nuevo en contacto con los detalles del pasado. Permite un acceso rápido a los principales personajes, al lugar o a la organización temporal del acontecimiento vivido. Y parece ser más eficaz que otros indicios (olfativos, táctiles, auditivos, motores) para llegar a un recuerdo.

El papel primordial de las emociones La mayoría de los estudios realizados sobre este tema revelan que los recuerdos autobiográficos episódicos tienen a menudo una fuerte connotación emocional. Si el lector intenta rememorar los acontecimientos ligados a su infancia o a otras etapas remotas de su vida, se dará cuenta de que, cuanto más intensa sea la emoción asociada a ese acontecimiento, más fácilmente conseguirá reavivar ese recuerdo que, además, será preciso y detallado. Marigold Linton, de la Universidad de Kansas, anotó día tras día los acontecimientos

personales durante varios años. Reparó en que se acordaba mejor de los acontecimientos positivos que de los negativos o neutros. Esa regla parece ser general, si exceptuamos ciertos acontecimientos muy negativos (traumáticos) que pueden igualmente resistir al paso del tiempo y permanecer vivos. Así, al examinar los recuerdos de varios estudiantes que rememoraron los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001, Linton comprobó que esos recuerdos se diferenciaban de los cotidianos y banales por su viveza, su exactitud y la capacidad de acordarse conscientemente del acontecimiento original. Esta capacidad de la memoria emocional de emerger a la superficie, independientemente de cualquier toma de conciencia, fue identificada en el siglo XIX por Edouard Claparède. Cierto día, este médico francés pinchó la palma de la mano de una paciente amnésica; los días siguientes, la paciente rechazó estrecharle la mano, a pesar de que ya no conservaba el recuerdo del acontecimiento inicial. Pero bastaba la visión del médico para evocar la emoción negativa que sintió la primera vez que le pinchó la palma, aunque fuera incapaz de reconstruir el recuerdo consciente de ese episodio. Los recuerdos autobiográficos almacenados durante largos períodos de tiempo experimentan diversas modificaciones. Con los años, algunos acontecimientos se repiten bajo formas similares. Por ejemplo, las vacaciones de verano. Inicialmente, la mente guarda un recuerdo episódico de las vacaciones que tuvieron lugar un año concreto; pero andando el tiempo, termina por generalizar el recuerdo de las vacaciones y a formar una memoria más abstracta, menos asociada a una fecha o lugar determinados. Es lo que se denomina semantización de los recuerdos antiguos, que hace que usted conserve el recuerdo de las “vacaciones de su infancia”, por ejemplo. A ese respecto, pueden diferenciarse dos tipos de repeticiones. Por un lado, la repetición “interna”, que consiste en volver a pensar en el mismo acontecimiento o hablar sobre el mismo. Por otro lado, la repetición “externa”, que implica revivir unos acontecimientos similares. ¿Cómo hace evolucionar un recuerdo la repetición interna? Según Conway, cuando volvemos a pensar en nuestras últimas vacaciones, o hablamos de ellas con los amigos MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

La semantización de los recuerdos William Brewer, de la Universidad de Illinois, señala que la repetición externa puede llevar a una descontextualización o a una “semantización” de los acontecimientos propiamente dichos; ello implica que el recuerdo se desplaza desde el acontecimiento hacia el significado. El siguiente ejemplo nos ilustrará esa evolución: “Cuantas más veces subo al tren, más conocimiento adquiero sobre los trenes en general, y menos me acuerdo de un trayecto en particular”. De este modo, un niño conserva inicialmente el recuerdo de la primera vez que fue en tren, pero a medida que esa experiencia se repite, olvida esa primera vez y memoriza el concepto más general del viaje en tren, que se apoya sobre varios recuerdos episódicos. El proceso de semantización provoca que los recuerdos más antiguos se vuelvan globalmente menos presentes, ya que pueden referirse a acontecimientos que se han repetido y se han semantizado. No obstante, algunos acontecimientos destacables pueden quedar grabados y asociarse a una fecha y lugar precisos. Esas dos tendencias opuestas dan lugar a una distribución desigual de los recuerdos autobiográficos, según las grandes fases de la vida. Así, David Rubin, de la Universidad de Duke, estudió la distribución temporal de los recuerdos autobiográficos acumulados desde la edad más temprana. Para una persona de 45 años de edad, se observa que el número de recuerdos accesibles a la conciencia disminuye con el retroceso en el tiempo, sobre un período de 20 años. Los recuerdos más recientes son más numerosos que los antiguos; la persona evoca más recuerdos asociados a los dos últimos años transcurridos que los asociados a sus 25 o 30 años de edad. El fenómeno descrito se explica porque, a lo largo del tiempo, ciertos recuerdos autobiográficos se olvidan, otros se semantizan MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

2. AL REMONTARSE EN EL TIEMPO,

Recuerdos rememorados

con quienes las compartimos o con otras personas que estaban ausentes, la recuperación de tales recuerdos evoca ciertos detalles de forma más destacada que otros (por ejemplo, se vuelve a hablar de una excursión en barco o de la insolación del sobrino nieto, o se vuelven a visualizar más específicamente ciertos aspectos), lo que modifica el recuerdo en su conjunto y lo hace evolucionar a lo largo del tiempo.

un sujeto de unos 50 años ve cómo sus recuerdos disminuyen hasta los 30 años y después vuelven a aumentar en el período situado entre los 18 y 30 años: es el período del mayor número de reminiscencias. A duras penas se conserva algún recuerdo anterior 3 años

30 años

50 años

(especialmente con la repetición externa, que implica revivir acontecimientos similares) y otros permanecen como episódicos (ya que son esenciales y marcan la identidad). Mas, superado ese retroceso de 20 años, se manifiesta el pico de reminiscencia ligado a la adolescencia y al principio de la edad adulta. Al rememorar sus 18-20 años de edad, la persona de una cuarentena de años recupera de repente muchos más recuerdos. Ese período decisivo (entre los 10 y 30 años de edad) es rico en acontecimientos, ya que corresponde al inicio de la vida adulta y profesional. Se trata de un período que conlleva en particular recuerdos de las primeras experiencias (primer beso, matrimonio, nacimiento del primer hijo, primer empleo), que quedan fácilmente accesibles, pues se rememoran con frecuencia. Esos recuerdos son esenciales porque participan en la formación de la identidad y continúan ejerciendo una influencia durante toda la vida. Por último, cuando nos remontamos a la primera infancia, se manifiesta el fenómeno de la amnesia infantil: nos acordamos muy poco de las cosas antes de los seis o siete años de edad, y prácticamente nada antes de los tres. Los experimentos realizados por Pascale Piolino, de la Universidad René Descartes de París, revelan que los niños de menos de seis años todavía no poseen la capacidad de memorizar sus experiencias personales de manera episódica (es decir, almacenando el recuerdo de un acontecimiento ligado a un lugar y a una fecha). Tamaña incapacidad explicaría la razón por la que, llegados a la edad adulta, ya no podemos recuperar el recuerdo de esas fases precoces de la vida.

a los tres años de edad.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA AUTOBIOGRAPHICAL MEMORY ACROSS THE LIFESPAN.

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Armelle Viard dirige sus investigaciones en la unidad INSERM U923 de la Universidad de Caen/Baja Normandía, en la Agrupación de interés público Cyceron y en el Centro hospitalario universitario de la Costa de Nacre, en Caen.

PERSONAL PAST? P. Piolino

et al. en Consciousness and Cognition, vol. 16, págs. 84-101; 2007.

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Las emociones, cemento del recuerdo Cada recuerdo tiene su sabor; unos están teñidos de alegría, otros de tristeza y otros de orgullo o desprecio. Los recuerdos emocionalmente neutros arraigan menos en la memoria y participan menos en la construcción de la personalidad MARTIAL VAN DER LINDEN Y ARNAUD D’ARGEMBEAU

¿R RESUMEN

Sentir para recordar

1

Los recuerdos de acontecimientos

emocionales —en especial los positivos— conllevan más detalles sensoriales (visuales, auditivos, ofativos) ligados al contexto (lugar, fecha) que los acontecientos neutros.

2

Las imágenes emocionales resisten

mejor el paso del tiempo. Al estar más consolidadas, su conservación a largo plazo también resulta mejor.

3

Las emociones estructuran nuestra

memoria actuando como un zoom o un filtro: se concede preferencia a algunos recuerdos en función del estado de ánimo en el que nos encontramos.

62

ecuerda usted el nacimiento de su primer hijo? Seguramente vuelva a representarse ciertos detalles, unas emociones, uno sonidos, un ambiente. O quizá se acuerde usted del día en que aprobó el examen de selectividad. Tales recuerdos se afianzan en la memoria porque definen una parte de nuestra existencia: se trata de un material rico en imágenes sobre el que se basa nuestra mente para configurar nuestra identidad, lo que somos, la forma en que nos vemos a nosotros mismos. Que tales recuerdos se implanten de forma tan tenaz en la memoria se debe a que llevan aparejada una emoción positiva, asociada a uno mismo. Nos apoyamos sobre tales recuerdos para tejer nuestra identidad, definir la coherencia de nuestras elecciones y de nuestras aspiraciones. En la memoria, lo iremos desgranando, se realiza una suerte de selección, que nos lleva a retener los acontecimientos que tienen un sentido en nuestra trayectoria. Esa selección viene gobernada por la emoción: los recuerdos agradables se entretejen en nuestra identidad, siempre y cuando nuestro psiquismo funcione normalmente. En algunos casos que analizaremos, como la ansiedad asociada al contacto con los demás, denominada fobia social, esa selección se halla alterada y la imagen del yo vacila. Eso es tanto como decir que el papel de las emociones es capital en la memorización y la construcción de la identidad. Pero, ¿cómo estimula o atenúa la emoción los procesos de memorización? Hemos demostrado en trabajos previos que la emoción modula la experiencia subjetiva del recuerdo. Los recuerdos de acontecimientos

emocionales (sobre todo los acontecimientos positivos) conllevan más detalles sensoriales (visuales, auditivos, olfativos) y ligados al contexto (el lugar, la fecha) que los recuerdos de acontecimientos neutros. De este modo, cuando nos acordamos del día que aprobamos un examen importante, reaparecen en nuestra mente numerosos detalles: las personas presentes, entre quiénes nos sentábamos, el lugar de la celebración que siguió, etcétera.

Emociones positivas, emociones negativas Es necesario que el acontecimiento positivo esté ligado a la imagen de sí mismo. Aclarémoslo. Si usted se acuerda de una emoción positiva asociada a otra persona (por ejemplo, el día en que un amigo le anunció su boda o un ascenso), los detalles no serán tan numerosos como si usted rememora una fuerte emoción negativa suscitada por otra persona (por ejemplo, el día en que se enteró de las actividades ilegales de uno de sus amigos). Con otras palabras, el orgullo se memoriza de forma más detallada que la vergüenza, pero la admiración no se graba más eficazmente que el desprecio. Otro de nuestros estudios ha revelado que el mismo efecto se manifiesta también con la anticipación de los acontecimientos por venir: cuando se pide a voluntarios que se imaginen un acontecimiento futuro cargado de una emoción positiva y relacionado con su propia imagen (por ejemplo, conseguir un ascenso), están predispuestos a imaginarse el acontecimiento con más detalles que si se tratara de un acontecimiento con una connotación emocional neMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

gativa. Pero semejante diferencia desaparece cuando se les pide que imaginen acontecimientos emocionales futuros que guarden relación con otra persona. ¿Somos todos iguales frente a la memoria y a la emoción? Para saberlo, hemos realizado experimentos con voluntarios que presentaban diversos niveles de “inhibición emocional”. En efecto, los seres humanos no viven todos del mismo modo sus emociones: algunos ocultan más que otros su sentimiento afectivo y levantan una especie de barrera psíquica entre ellos y sus emociones. Al distribuir unos cuestionarios a personas a las que previamente evaluamos su nivel de inhibición emocional, advertimos que quienes controlan sus emociones se representan mentalmente los acontecimientos pasados y futuros con menos detalles sensoriales y contextuales, amén de hallarse menos comprometidos en sus emociones. La memoria del contexto de un acontecimiento constituye uno de los aspectos directamente influidos por la emoción. En otra serie de estudios, realizamos pruebas con voluntarios a los que habíamos pedido memorizar ciertas informaciones que se les proyectaba (palabras sobre una pantalla, por ejemplo); a continuación, les hacíamos rememorar las informaciones que habían visto y, también, los elementos del contexto que las acompañaban (por ejemplo, el color o la localización espacial en que apareció la palabra). Comprobamos que las palabras con una connotación emocional (alegría, placer, fiesta, asesinato, tortura) se memorizaban mejor; comportaban una memorización más minuciosa de los elementos del contexto que las acompañaban. Queríamos saber en ese caso cuál era la etapa de la memorización que venía privilegiada por la emoción. La inscripción de un recuerdo en la memoria se produce en dos etapas: la codificación y la consolidación. Cuando vivimos un acontecimiento, éste entra primero en la memoria de forma provisional (se codifica); después, se consolida, es decir, se almacena a largo plazo (sobre todo si se repite, o si se convierte en el tema de una conversación), de manera que puede ser recordado ulteriormente, aun cuando no se siga pensando en el mismo.

Una etapa clave: la consolidación de la memoria Los ensayos que llevamos a cabo demostraron que la emoción actúa sobre la etapa de MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

la consolidación. En estos experimentos, manipulamos el intervalo de retención: presentábamos imágenes neutras o cargadas de emoción a los voluntarios y, después, les interrogamos sobre lo que habían visto, tras la exposición (retención breve) o 30 minutos más tarde (retención larga). En las condiciones de retención breve, las imágenes emocionales no se recuerdan mejor que las imágenes neutras. En cambio, cuanto más largo es el período de retención, más veces se comprueba que las imágenes neutras se olvidan, mientras que las imágenes emocionales permanecen en la memoria. De este modo, las imágenes emocionales estarían menos sujetas al proceso de erosión y resistirían mejor el paso del tiempo:

1. LA EMOCION ACTUA como un amplificador del recuerdo. Es la que aporta consistencia y viveza a los acontecimientos de nuestro pasado. Los padres se acuerdan del momento en que su hijo dio sus primeros pasos, ya que ese momento les produjo una felicidad intensa.

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2. LOS ROSTROS SONRIENTES, según algunos experimentos de laboratorio, se memorizan mejor que los rostros con una expresión neutra o negativa. La explicación sería la siguiente: un rostro sonriente nos daría una señal de aprobación de nuestra persona, un mensaje positivo relativo a nuestra propia imagen; por esa razón, se memorizaría mejor.

© ISTOCKPHOTO / JANI BRYSON

al estar mejor consolidadas, su conservación a largo plazo también es mejor. La emoción modularía así los procesos de consolidación mnésica, lo que permitiría mantener en la memoria, de forma prolongada, el contexto en el que recibimos los estímulos emocionales. Por lógica, si memorizamos con preferencia lo que suscita una emoción y, sobre todo, una emoción positiva, deberíamos acordarnos mejor de las personas sonrientes que del resto. Nuestro grupo quiso explorar esa hipótesis. Los rostros constituyen estímulos sociales importantes que permiten, especialmente, identificar a una persona y evaluar su estado emocional. En una serie de estudios, examinamos en qué medida las expresiones faciales de la emoción podían modular la codificación en la memoria de la identidad facial. En la prueba que llevamos a cabo se mostraba a los participantes una serie de rostros que manifestaban, bien una expresión de alegría o bien una expresión de enfado. A continuación, se les presentaba un conjunto de rostros de expresión neutra. Ese lote comprendía rostros neutros de personas que habían visto antes y rostros neutros de personas que no habían visto nunca. Para cada rostro, los participantes debían indicar primero si se trataba o no de una persona vista antes (reconocimiento de la identidad) y, en caso afirmativo, debían recordar la expresión que tenía dicha persona (la memoria de la expresión). Además, los participantes debían precisar si “recordaban” haber visto un rostro u otro, si “sabían” que lo habían visto (como vamos a explicar, se trata de dos cosas distintas) o si sólo suponían la respuesta. En este ensayo, los participantes debían clasificar los rostros que estimaban haber visto antes indicando si se acordaban de ciertos detalles unidos al episodio de la codificación: debían decir, por ejemplo, lo que habían pensado o sentido al ver el rostro (respuesta “Yo recuerdo”); si el rostro les era familiar, debían indicar si tenían o no recuerdos asociados (respuesta “Yo sé”); y si no sabían si habían visto o no el rostro, debían indicar que suponían la respuesta “Yo supongo”). Los participantes debían decir si reconocían o no la identidad de los rostros, pero también cuál era su expresión.

El pasado está poblado de sonrisas En un primer estudio, habíamos observado que el reconocimiento de la identidad facial, y de la emoción expresada en el rostro, eran

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mejores y se acompañaban más veces de una recuperación consciente del episodio de codificación cuando los rostros manifestaban una expresión de alegría que cuando la expresión era de enfado. ¿Cómo relacionar tales observaciones con la primera característica de la memoria emocional, a saber, que nos acordamos con preferencia de lo que conlleva una emoción positiva? La sonrisa sería un vector de aprobación y constituiría un mensaje robusto sobre nuestra propia imagen. Este mecanismo es automático, ya que nos acordamos mejor de los rostros que expresan alegría, aun cuando no nos concentremos en esa expresión. Nuestro equipo comprobó que el reconocimiento de la identidad era mejor cuando los rostros manifestaban una expresión de alegría que cuando era de enfado; lo mismo sucedía cuando la atención de los participantes se fijaba en características faciales no ligadas a la expresión (por ejemplo, la nariz). Los resultados de un segundo experimento indicaron que la influencia de las expresiones sobre la rememoración consciente de la identidad importaba más que cuando la atención no se dirigía explícitamente hacia la expresión en el momento de la codificación. Estos datos sugieren que las expresiones faciales modulan la codificación de la identidad facial de forma automática. Algunas emociones desplazarán más la atención de la memoria hacia uno mismo, alejándole de los otros. Es lo que se registra en las personas que padecen una fobia social: tienen miedo de todas las situaciones en que se encuentran en sociedad, bajo la mirada de los demás. Temen despertar una mala impresión, suscitar juicios negativos. Convencidos de ser el punto donde convergen las miradas, concentran su atención sobre ellos mismos y sus más pequeños actos y gestos, de tal manera que dejan de atender a la situación en sí misma. Partiendo de esta constatación, propusimos la hipótesis de que, en estas personas, los recuerdos de las situaciones sociales encerraban más aspectos relacionados con ellas mismas que con el entorno social. Así pues, se pidió a este tipo de personas, lo mismo que a individuos que no presentaban fobia social, que rememoraran dos acontecimientos que hubieran vivido en un contexto social, y dos acontecimientos que hubieran vivido cuando se encontraban solas. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Los participantes debían evaluar las características fenomenológicas de esos recuerdos, es decir, las sensaciones, los afectos y los pensamientos con los que los asociaban. Se les pedía que evaluaran, en particular, la cantidad de detalles sensoriales (visuales, auditivos, olfativos o gustativos), de detalles contextuales (el espacio y el tiempo), de informaciones relativas a sí mismos (lo que habían hecho, sentido y pensado) y de informaciones relativas a otras personas (lo que esas personas habían hecho y expresado). Se comprobó que los recuerdos de los acontecimientos sociales en las personas que sufrían fobia social conllevaban menos detalles sensoriales, menos informaciones relativas a las otras personas y más informaciones referentes a ellas mismas que los recuerdos de las personas no ansiosas. Además, esas personas rememoraban más la escena desde un punto de vista de un observador externo, es decir, como si se vieran a ellas mismas “desde fuera”. En cambio, las personas templadas rememoraban más la escena desde su propio punto de vista. Sin embargo, no apareció ninguna diferencia entre ambos grupos de participantes por lo que respecta a los recuerdos de acontecimientos no sociales.

Un defecto de consolidación emocional Estas observaciones respaldan la tesis de que el miedo de ser mal vistos lleva a esos sujetos a concentrar su atención sobre sí mismos cuando se hallan en sociedad, en detrimento de la atención hacia los otros y el entorno. Las características de los recuerdos de los acontecimientos sociales contribuyen a mantener la ansiedad social y a reforzar la imagen negativa de sí mismo; en efecto, estas personas sólo se acuerdan de los momentos penosos, de las sensaciones de opresión o de malestar, de tal manera que se reafirman en su miedo y su sentimiento de fragilidad. La actitud adecuada consistiría, en cambio, en centrarse más sobre el entorno: entonces se darían cuenta de que sus vecinos les sonríen o no tienen un juicio negativo de ellos, y podrían revisar así sus prejuicios. También nos hemos interesado en lo que sucede de forma más general a las personas que presentan diversos grados de ansiedad social. Así, realizamos experimentos en los que se demuestra que los afectados no memorizan MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

mejor los rostros sonrientes que los rostros enojados. En primer lugar planteamos la tarea siguiente: memorizar la identidad y la expresión facial descrita antes. Observamos que los sujetos templados en sociedad poseían un recuerdo más vivo de los rostros alegres que las personas muy ansiosas socialmente. En la prueba de tres niveles “Yo recuerdo/ Yo sé/ Yo supongo”, respondieron más veces “Yo recuerdo”, lo que demuestra que se acuerdan de lo que han pensado y sentido viendo un rostro alegre, signo de una memoria constante y rica. Así pues, las personas templadas memorizan mejor los rostros positivos que los negativos; pero este efecto amplificador de las expresiones emocionales positivas tendería a desaparecer en los sujetos ansiosos en sociedad. Recordemos que la mejor memorización de las expresiones sonrientes se debe probablemente al hecho de que memorizamos lo que nos da una buena imagen de nosotros mismos. En cambio, en los ansiosos sociales, los rostros que presentan una expresión de alegría se interpretarían de forma negativa y se codificarían de forma menos elaborada. Una sonrisa es un signo estimulante para iniciar una interacción social, lo que constituye para ellos una situación de peligro: por este motivo, no se codifica en la memoria de manera elaborada y detallada. ¿Qué debe concluirse de los numerosos estudios consagrados a la emoción y a la memoria? Parece ser que nuestras emociones estructuran nuestra memoria actuando como un zoom o un filtro: se concede preferencia a algunos recuerdos, en función del estado de ánimo en el que nos encontramos cuando se produce el acontecimiento asociado. La memoria no puede analizarse sin tener en cuenta sus vínculos con la identidad. Continuamente construimos nuestros recuerdos en la medida en que se corresponden con la imagen que poseemos de nosotros mismos. Cuando poseemos un concepto positivo de nosotros, retenemos con preferencia los recuerdos positivos que se ajustan a esta identidad y permiten proyectarse positivamente hacia el futuro.

Las personas que sufren de fobia social sólo se acuerdan de los momentos penosos, de las sensaciones de opresión o de malestar, de tal manera que se reafirman en su miedo.

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Martial van der Linden es profesor de psicopatología cognitiva en las Universidades de Lieja y de Ginebra. Arnaud d’Argembeau es investigador de la Unidad de psicopatología cognitiva de la Universidad de Lieja.

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El interés de memorizar Datos que antaño guardábamos en la memoria (números de teléfono, rutas, citas o cálculos) ahora se transfieren a soportes electrónicos o informáticos, ya sean ordenadores, teléfonos móviles o GPS. No son despreciables las consecuencias potenciales de esta “desmemorización” del cerebro ROBERT JAFFARD RESUMEN

E

s tan simple... Se acabó el aprender de memoria los números de teléfono, el móvil los almacena de inmediato; se acabaron los cálculos complejos que memorizar, las calculadoras dan el resultado en una fracción de segundo. Se acabaron las lecciones de historia que aprender y recitar; Wikipedia e Internet nos proporcionan esa información en un solo clic... Se acabó el despliegue incómodo de mapas en busca de las rutas más adecuadas; el GPS lo hace por nosotros. Se confía cada vez más nuestra memoria a soportes diferentes y, cada vez menos, a nuestro cerebro. Las calculadoras, el GPS, el móvil e Internet son sólo algunos de los ejemplos. Ahora, nuestras máquinas se encargan de todo aquello que las generaciones anteriores aprendían de memoria. ¿Cuáles serán las consecuencias de tales cambios? Se advertía ya en el Fedro de Platón sobre el riesgo que conlleva semejante externalización de la memoria. Se presenta como un remedio —el Pharmakon— para el fallo de la memoria: “Pues este invento que exime a los hombres de utilizar su memoria dará lugar al olvido... Es desde fuera [...] y no desde dentro, gracias a ellos mismos que recordarán las cosas [...] Se creerán competentes [...] mientras que serán incompetentes”. La capacidad de utilizar los conocimientos y de combinarlos de formas múltiples para hacérnoslos inteligibles pasa por la apropiación de los datos. Es más, una parte importante del “trabajo” efectuado sobre esos conocimientos se realiza de manera no consciente (en particular, durante el sueño), como lo sugieren los recien-

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tes trabajos sobre el fenómeno de comprensión repentina (capacidad intuitiva para descubrir de golpe la solución de determinados problemas). Este fenómeno se hallaría en el origen de numerosos descubrimientos científicos. Según el filósofo norteamericano Peter Carruthers, “para pensar, para crear, el hombre necesita la máquina mnémica, instrumento mental que genera todos los productos del espíritu.” La memoria externalizada, digitalizada, reviste palmario interés para aliviar a esa “máquina mnémica” de un contenido excesivo y para “asegurarla”, puesto que la duración del contenido digitalizado es ilimitada (ausencia de olvido), no sufre ninguna deformación (fiel, ausencia de deriva selectiva) y su estabilidad es permanente (se puede recuperar en todo momento). La cuestión estriba en saber hasta qué límite es conveniente aligerar la memoria y transferir los datos a soportes externos. Mostraremos aquí que la memoria es un ingrediente fundamental del pensamiento, de la creatividad, de la proyección en el futuro. Además, puede proteger al cerebro contra el declive asociado a la edad o a las enfermedades que a veces la acompañan. Cultivar la memoria favorecerá su salud mental y enriquecerá su mundo interior.

Adaptada a las circunstancias

1

La memorización e interiorización de da-

tos múltiples sobre nuestras vidas y conocimientos pueden compensar ciertos efectos nocivos, debidos, por ejemplo, al envejecimiento o a ciertas enfermedades.

2

No existe una relación sistemática

entre una enfermedad (o una lesión cerebral) y sus manifestaciones clínicas; ciertas personas presentan degeneración neuronal, pero siguen viviendo y razonando con corrección.

3

La práctica reiterada de actividades o de

aprendizaje aumenta el volumen de la sustancia gris y, en algunos casos, de su densidad. Tal

Necesaria para el pensamiento

aumento, que se registra

Uno de los fundamentos principales de la neurociencia del comportamiento se basa en la modificación, por la experiencia, de la estructura del cerebro, mucho tiempo después de que haya terminado su desarrollo. En sus Principios de psicología (1890), William James consideraba

en regiones cerebrales precisas, es proporcional a la duración de la práctica de las actividades o de la maestría adquirida.

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

© ISTOCKPHOTO / TATIANA BELOVA

que “la memoria se apoyaba en las vías cerebrales; su excelencia en un individuo determinado depende en parte del número y en parte de la persistencia de esas vías”. Y añadía que, si “la persistencia de esas vías es una propiedad fisiológica del tejido nervioso, su número está asociado a la experiencia mental”; esta última consiste en “asociar la mayor cantidad de hechos posibles a un hecho determinado”. Se entrevé en esas líneas la idea según la cual el número de vías nerviosas, que depende de una “reflexión profunda (del sujeto) sobre sus propias experiencias”, puede compensar o limitar los deletéreos efectos de las alteraciones fisiológicas. Trasladándolo al caso que nos interesa, esto significa que la memorización e interiorización de datos múltiples sobre nuestro pasado y nuestra vida, nuestros conocimientos pueden compensar ciertos efectos nocivos; por ejemplo, los debidos al envejecimiento o a ciertas enfermedades. Ramón y Cajal, premio Nobel de medicina en 1906, admitía que la arquitectura del sistema nervioso no era inmutable y que la “gimnasia cerebral” podía modificar y multiplicar las conexiones entre las neuronas (las sinapsis) y, con ello, aumentar las capacidades del cerebro.

Estimulado por los medios enriquecidos En 1948, Donald Hebb enunció las hipótesis relativas al refuerzo de estas conexiones mientras se formaban las marcas mnésicas cerebrales. Es más, midió los efectos de dichas “estimulaciones cerebrales”. Hebb hospedó durante algunas semanas a una colonia de ratas a las que dejó en libertad en su propia casa y observó que la exposición a ese ambiente, más rico y variado que el de las jaulas de su laboratorio, facilitaba de forma duradera la capacidad de los animales para resolver ciertas tareas; por ejemplo, salir de un laberinto. En un medio enriquecido, las ratas deben hacer funcionar más la memoria espacial y registrar mentalmente más cosas que en un medio empobrecido. Por consiguiente, además de los efectos específicos que postuló William James, la gimnasia (o la estimulación) cerebral es un medio para mejorar el conjunto del funcionamiento cognitivo, en los que se incluye la capacidad de aprender y memorizar. ¿Cuáles son, pues, los mecanismos cerebrales susceptibles de explicar estos fenómenos? ¿Cómo pueden limitar los efectos nocivos del enveMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

1. ¿APRENDER DE MEMORIA las tablas de multiplicar o poesías es útil para los niños? Según la neurociencia, descarga las funciones cognitivas superiores, “muscula” el cerebro, favorece la innovación y protegerá ulteriormente contra el paso del tiempo.

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© ISTOCKPHOTO / TAMARA BAUER

La reserva cerebral y cognitiva permite que un cerebro que haya sufrido degradaciones sea capaz de desplegar las capacidades de razonamiento o de memoria.

2. CUANDO SE DISPONEN RATONES en ambientes enriquecidos (que contienen diversos objetos coloreados, ruedas y túneles), su cerebro se

jecimiento o de ciertas enfermedades neurodegenerativas? A raíz de los estudios de Hebb, en los años sesenta se aborda el análisis sistemático de los efectos celulares, moleculares y del comportamiento sobre la exposición continua a ambientes “estimulantes”. En esos estudios, que suscitan en la actualidad un creciente interés, ratas o ratones se disponen en jaulas grandes donde se privilegian las interacciones sociales, las estimulaciones sensoriales y motrices, junto con la oportunidad de aprender en su sentido más amplio. Tales aprendizajes incluyen la representación del espacio (sentido de la orientación), el conocimiento de la posición de diferentes objetos dentro de ese espacio, el reconocimiento de los objetos (su posición o sus propiedades pueden ser modificadas) y la adquisición de capacidades motrices (superar obstáculos, accionar palancas, etcétera). Los trabajos realizados en Berkeley en los años sesenta demostraron que la exposición a un medio rico daba lugar a un aumento del peso y del espesor de la corteza cerebral. Más tarde, se mostró que tal enriquecimiento modificaba la morfología de las neuronas, el número y la superficie de sus interacciones al nivel de las sinapsis, la expresión de los receptores de membrana indispensables para cambiar la eficacia de esas sinapsis. Y estimulaba el crecimiento de nuevas neuronas en el hipocampo. Al mismo tiempo, como subrayara Hebb, los medios enriquecidos facilitaban las capacidades de aprendizaje en numerosas ocasiones, en particular, las más complejas. Los efectos de ambientes enriquecidos se hallaban asociados en potencia a numerosos factores. Ciertos estudios han evaluado las consecuencias de experiencias sensoriales más selectivas o de ciertos aprendizajes precisos intensivos. Investigaciones que han establecido que el tamaño de una estructura cerebral dedicada a una función concreta no constituía un hecho inmutable, sino dinámico y modificado de manera continua por la experiencia. De ese modo, en el mono y en el hombre, la superficie cortical que se atribuye a la representación de estimulaciones táctiles, auditivas o visuales se modifica en proporción a su utilización.

estimula ante tamaña variedad y son más aptos para resolver

La noción de reserva cognitiva

tareas, en particular las de

En trabajos más recientes realizados en ratas, se ha observado que el volumen relativo de estructuras cerebrales responsables de conductas

orientación espacial o de memorización.

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apetitivas (el animal es atraído por un objeto o congénere) y aversivas (el animal evita un objeto o un congénere) se modifica en función del ambiente —agradable o desagradable— al que el animal ha estado expuesto. La experiencia o la práctica es también necesaria a veces para el desarrollo de ciertas características neuroanatómicas y las aptitudes asociadas. Así, ciertas especies aviares que depositan sus alimentos en numerosos lugares de los que se acuerdan con precisión poseen un hipocampo más voluminoso que las que no tienen este comportamiento. Es más, esa diferencia sólo aparece si han tenido la oportunidad de practicar el ejercicio en cuestión. En los animales, se considera en general que los efectos positivos del ambiente enriquecido sobre la plasticidad cerebral compensan los efectos negativos del envejecimiento, y explican la atenuación (incluso la supresión) de las disfunciones cognitivas asociadas a la edad. Asimismo, en ciertos animales modificados genéticamente y que presentan enfermedades cercanas a la de Huntington o alzheimer se remarca que la exposición en ambientes enriquecidos retrasa la aparición y la evolución de los síntomas motores o cognitivos del trastorno, en particular en los dominios del aprendizaje y la memoria. No obstante, la eficacia de un ambiente enriquecido no se funda sólo sobre su capacidad para corregir las alteraciones celulares y moleculares directamente responsables de tal o cual disfunción, sino que puede basarse sobre compensaciones funcionales; pensemos en la formación de nuevas neuronas (neurogénesis), de nuevas conexiones o la utilización alternativa de ciertos receptores neuronales para modular la eficacia de estas conexiones. De esta manera, parece que, en el caso en el que los receptores neuronales del glutamato NMDA decae, otros receptores —los metabotrópicos— toman el relevo. Los datos aducidos contribuyen a respaldar el concepto de reserva cerebral y cognitiva, según la cual el cerebro puede sufrir degradaciones que no le impiden desplegar las capacidades de razonamiento o de memoria, puesto que dispone de reservas. No existe una relación sistemática entre una enfermedad (o una lesión cerebral) y sus manifestaciones clínicas; ciertas personas presentan una degeneración neuronal, pero siguen viviendo y razonando con corrección. ¿Cómo explicarlo? Parece que determinados factores, en particular el nivel de estudios y de MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

© PROCEEDINGS OF THE NATIONAL ACADEMY OF SCIENCES OF THE USA, “NEURAL SUBSTRATES OF ENVISIONING THE FUTURE”, K. K. SZPUNAR ET AL., 2007

a

d

3. EN LOS INDIVIDUOS

g

que imaginan escenas de su futuro, se activan las mismas zonas del cerebro que cuando recuerdan acontecimientos

b

e

de su pasado. Ciertas zonas

h

(a-d) tienen una actividad ligeramente superior cuando se imagina el futuro, mientras que otras (e-h) presentan

c

f

Pasado rememorado

una actividad similar.

Futuro imaginado

actividad profesional, las relaciones sociales e incluso el tipo de actividad realizado durante el tiempo libre (análogos a los medios enriquecidos evocados con anterioridad), al alimentar esta reserva, permiten que las capacidades cognitivas resistan al envejecimiento o a algunas enfermedades neurodegenerativas. Así pues, un aumento del número de sinapsis y de circuitos revelará el umbral a partir del cual una lesión desencadena un déficit. Además, intervendrán mecanismos más “dinámicos” en los que el cerebro compensa activamente los daños que ha sufrido. De hecho, para obtener un resultado determinado, la persona activaría en menor grado los circuitos neuronales implicados, o utilizaría otras estrategias y otros circuitos cerebrales. La reserva cognitiva se crea, sobre todo, gracias al funcionamiento de la memoria y de las funciones mentales. Varios estudios revelan que el entrenamiento mental aumenta el volumen y la densidad de la sustancia gris, y permite al cerebro funcionar tan bien como siempre utilizando ciertos circuitos neuronales de manera menos intensiva. En primer lugar, la práctica reiterada de actividades o de aprendizaje, así la música, conlleva un aumento del volumen de la sustancia gris y, en algunos casos, de su densidad. Este aumento, que se registra en regiones cerebrales precisas, es proporcional a la duración de la práctica de las actividades o de la maestría adquirida. Por ese motivo, la elaboración mental y la ejecución de trayectos en los taxistas, y la adquisición de un volumen importante de informaciones abstractas en los estudiantes de medicina, conducen, en ambos casos, a un aumento del volumen del hipocampo. En cambio, en los grandes matemáticos se nota más bien un aumento de la densidad de la sustancia MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

gris de los lóbulos parietales inferiores, que es proporcional a la práctica. En los adolescentes, el número de palabras del vocabulario asimiladas, al igual que el dominio —y la precocidad del aprendizaje— de una segunda lengua se correlacionan con la densidad de la sustancia gris de las regiones situadas en la corteza parietal inferior (en particular, el giro supramarginal). Además, la mayoría, sino todos los entrenamientos —que van desde el aprendizaje motor hasta los ejercicios de memoria operativa—, se traducen en una baja actividad de las regiones cerebrales frontales y parietales, que están en la base de la atención y del control consciente. Asociado a una mejora en las ejecuciones, este descenso de la actividad reflejará un aumento del rendimiento neuronal y de la “reserva” de atención disponible. La ganancia en eficacia funcional que se obtiene gracias al entrenamiento resulta con toda probabilidad de una mejor coordinación funcional entre las regiones implicadas, asociadas a las modificaciones de su conectividad. Por fin, numerosos datos experimentales y clínicos muestran que el daño experimentado por ciertas regiones cerebrales puede ser compensado por el reclutamiento de otras regiones, o que las regiones inutilizadas (la corteza visual en los ciegos) pueden reciclarse y realizar otras funciones (la localización de fuentes sonoras). No obstante, los mecanismos indicados no se limitan a preservar las funciones cognitivas en el caso de daño cerebral. Desempeñan una función determinante sobre la capacidad de aprender y de memorizar. Por ejemplo, las competencias adquiridas en el dominio de la navegación espacial por un taxista londinense no son específicas para esta ciudad, sino que son transferibles a todo ambiente real o virtual. Todavía más sorprendente, la práctica intensi-

Determinados factores, en particular el nivel de estudios y de actividad profesional, las relaciones sociales e incluso el tipo de actividad realizado durante el tiempo libre permiten que las capacidades cognitivas resistan al envejecimiento o a algunas enfermedades neurodegenerativas.

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va de un instrumento musical conlleva el desarrollo de circuitos cerebrales que, reclutados junto con los circuitos clásicos, proporcionarán a los músicos una mayor habilidad en la manipulación mental de objetos tridimensionales. Numerosos datos muestran que los beneficios de practicar música en los niños y los adolescentes es transferible a aptitudes no musicales, como la memoria verbal.

Fortalecer la sustancia gris

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Schacter et al. en Nature Reviews Neuroscience, vol. 8, págs. 657-661; 2007.

70

Por último, el aumento de la “reserva atencional” producida por la práctica regular de crucigramas o de juegos de memorización parece constituir una etapa crucial en el desarrollo de ciertas aptitudes cognitivas. A medida que un niño aprende a sumar o a multiplicar, le resulta cada vez más fácil y automático. En su cerebro, ciertas áreas prefrontales (parte delantera del cerebro) disminuyen la actividad mientras que zonas más posteriores las reemplazan. Al automatizar la tarea, el niño consigue que sus zonas prefrontales vuelvan a estar disponibles para pasar a tareas más complejas; por ejemplo, el cálculo mental que requiere conservar temporalmente las informaciones en la cabeza para manipularlas con la mente. En ese contexto, la memorización previa de resultados (resolución, cálculos) simples es indispensable para la progresión cognitiva del niño. Hasta aquí hemos considerado la memoria como un sistema que posibilita la utilización, en el presente, de conocimientos adquiridos en el pasado. O bien como el recuerdo presente de un acontecimiento vivido con anterioridad; un recuerdo que descansa sobre lo que se denomina un “viaje mental” hacia el pasado. Hemos mostrado por qué es el “trabajo mental” realizado sobre el contenido de esta memoria el que garantiza su eficacia y resistencia. Sin embargo, una memoria eficaz no es una memoria “fotográfica” en el sentido que lo es una memoria externalizada. El interés de nuestra memoria estriba en su imperfección; podemos, cierto, recitar poemas, máximas, direcciones, teléfonos, que aprendidos de memoria y utilizados con frecuencia, devienen automatismos. Pero esta memoria “perfecta” tiene un defecto: es rígida. Hay, en efecto, un interés fundamental en poder transformar los recuerdos. Es el poder viajar no sólo en el pasado sino también en el futuro. Hablamos de una de las cualidades más extraordinarias del ser humano, y de las más

poderosas en términos de adaptación, puesto que somos capaces de imaginar cómo será el futuro, antes de comprometerlo con decisiones. Es más, la capacidad de viajar en el futuro presupone crear las escenas ficticias a partir de los recuerdos disponibles. Por lo tanto, los recuerdos deben ser maleables, para poder “remendarlos”, ponerlos uno tras otro, en una trama nueva. No copiar de nuevo en el futuro lo que ya existe en las “grabaciones perfectas” no está desde luego desprovisto de valor adaptativo. Es, sin embargo, la negación de la imaginación y de la creatividad. Se ha demostrado que la memoria del pasado (retrospectiva) y la del futuro (prospectiva) constituyen las dos caras del mismo proceso. La actitud para construir escenarios coherentes, detallados y personales se asocia con la memoria autobiográfica que, cuando falla, sólo permite construcciones empobrecidas, impersonales, hechas de trivialidades y generalidades. Los estudios neurológicos realizados con técnicas de imagen muestran que las estructuras cerebrales activadas cuando se imagina el propio futuro son, en gran parte, las mismas que las puestas en juego cuando se recuerda un hecho del pasado. Esa red cerebral desempeña un papel central en otras situaciones que comprenden simulaciones mentales. Imaginar los acontecimientos del futuro, cambiar de opinión e identificarse con las emociones de otro constituyen tantas formas de proyección que, con fundamento en nuestra memoria autobiográfica y canalizadas por nuestros conocimientos generales, se apoyarán sobre el mismo circuito. El acto de memorizar las informaciones relacionadas con nuestro pasado, con el mundo exterior, con las nociones aprendidas constituye un bagaje mental que permite al cerebro no sólo permanecer más tiempo saludable, sino también llegar a ser más ágil e imaginativo, e incluso más creador. Mientras mantengamos la curiosidad, es mejor, siguiendo a Platón, impregnarnos de lo que nos rodea —aun cuando sea con un gran esfuerzo— que desembarazarnos demasiado pronto de la información ambiente para confiarla a soportes digitales. Un reto que deberán afrontar las próximas generaciones. Robert Jaffard es profesor emérito de la Universidad de Burdeos I. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Formación y consolidación

de los recuerdos

Los recuerdos se graban en la memoria bajo la forma de combinaciones específicas de modificaciones de las sinapsis. Las modificaciones operadas deben consolidarse para evitar que el recuerdo se desvanezca. En estos mecanismos interviene toda la maquinaria molecular de las neuronas SERGE LAROCHE

C

omprender las bases neurales de la memoria y las causas de sus disfunciones en las diversas enfermedades del cerebro supone uno de los mayores retos actuales. Su estudio reviste importancia prioritaria para la sociedad. Las investigaciones en este dominio han tenido un auge considerable y, hoy en día, el funcionamiento del cerebro y los mecanismos neuronales que nos permiten guardar huellas del pasado y de nuestras experiencias han revelado parte de sus secretos. Se depende tanto de la memoria, que acabaríamos por olvidar hasta qué punto se trata de una función crucial para la vida cotidiana, si no fuera por los momentos en que intentamos rememorar un recuerdo agradable o nos enfadamos al no recordar un nombre. El cerebro, constituido por centenares de millardos de neuronas interconectadas que se comunican por un código propagado bajo la forma de impulsos eléctricos —los potenciales de acción—, presenta una propiedad sorprendente, a saber, la de poder remodelar, reconfigurar en permanencia sus propios circuitos gracias a la plasticidad de las conexiones entre las neuronas, las sinapsis. Además, el cerebro funciona como una formidable máquina neuronal, que ha adquirido la capacidad de representarse al mundo, permitiéndonos percibir, construir nuestros recuerdos, saber, creer, decidir, actuar y predecir las consecuencias de nuestros actos. ¿De qué modo se imprimen los recuerdos en el cerebro? ¿Cuál es la naturaleza física de las huellas mnémicas —los recuerdos— y cuáles son los mecanismos que permiten su construcción, su almacenamiento y su evocación? MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

RESUMEN

¿Cómo aprendemos y cómo recordamos? Para responder a tales cuestiones, empezaremos por repasar cómo se codifican y consolidan los recuerdos, cómo algunos se eliminan y cómo es posible que a veces nos acordemos con tanta intensidad del olor del jardín de nuestros abuelos en verano o del sabor de los tomates que allí crecían. En semejantes redes de complejidad extrema, la información es codificada al principio bajo la forma de patrones de actividad de las neuronas que cambian en el tiempo y en el espacio. Este mapa de activación está formado por descargas eléctricas rítmicas que se propagan de neurona a neurona. Cuando los órganos sensoriales (ojos, orejas, piel, etc.) se activan por los estímulos exteriores, estas señales del ambiente desencadenan las activaciones neuronales que se desplazan por las vías de tratamiento de los mensajes sensoriales para ser codificadas en las regiones especializadas de la corteza. Cuando observamos una escena, en unas fracciones de segundo, se excitan miles de neuronas alojadas en diferentes módulos especializados de las zonas implicadas.

Codificación de los recuerdos Estos modelos de actividad neuronal, que sirven para codificar la escena visualizada, tienen una organización espacial (la ubicación de las neuronas que emiten descargas) y temporal (la frecuencia, el ritmo y la conexión de esas descargas). Tales pautas de actividad se propagan a zonas cerebrales diferentes, denominadas “asociativas”, donde se combinan las informaciones de las diversas

Grabación eléctrica

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A cada recuerdo le corresponde una

configuración particular de actividad, que se propaga de modo progresivo en las redes de neuronas activadas, pero tales actividades eléctricas no pueden durar más de unos minutos.

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La potenciación a largo plazo o PLP

corresponde a la propiedad de las sinapsis de ser modificables, de reforzarse tras breves e intensas descargas neuronales y de permancer modificadas, dejando un rastro casi permanente en las redes neuronales archivadas.

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Las investigaciones actuales muestran

que los recuerdos pueden grabarse en el cerebro gracias a las modificaciones perdurables de la eficacia de la sinapsis entre neuronas y la creación de nuevas conexiones sinápticas.

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modalidades sensoriales. Así, en dichas áreas se asocian las posiciones que corresponden a los estímulos visuales, a un olor particular, a una impresión (hacía calor o llovía) o a una emoción. El conjunto de esas representaciones complejas forma el recuerdo, percibido como un todo. Las actividades neuronales pueden también propagarse hacia las regiones cerebrales capaces de coordinar y de ajustar los grupos de neuronas responsables del control de los movimientos (o controles motores). De ahí que la realidad esté fraccionada y codificada en un referencial neuronal. Se crea de esta forma un conjunto de representaciones centrales, donde a cada recuerdo le corresponde una configuración de actividad neuronal única en el tiempo y en el espacio. Las configuraciones establecidas forman parte de vastas redes neuronales que comprenden un mosaico de centros cerebrales que cooperan. Esas configuraciones dinámicas de actividad neuronal en redes que atraviesan diferentes estructuras del cerebro permiten codificar aspectos varios de un recuerdo, como la forma de los objetos que se asocian con él, su color, su localización en el medio y su movimiento, diversos olores o sabores, los rostros, el lugar, el sujeto de una conversación, etcétera. Los diferentes tipos de memoria ponen en juego los circuitos y estructuras específicas del cerebro que interaccionan entre sí. Recordemos que puede tratarse de una memoria semántica, que concierne a los hechos y los conocimientos generales; de una memoria episódica, es decir, la de los recuerdos personales; de una memoria procedimental, en la que se almacenan los procedimientos motores y cognitivos aprendidos; de una memoria operativa, que nos permite gestionar el flujo de información en tiempo real y la organización de nuestras acciones. Ciertas regiones especializadas permiten asignar valores emocionales a los recuerdos, controlar los procesos intencionales o incluso formar representaciones simbólicas en las que participan las zonas del lenguaje. En esas redes neuronales que se activan al registrar las informaciones, las huellas mnémicas corresponden a descargas neuronales sincrónicas. Un recuerdo, con sus connotaciones asociadas, corresponde a la activación simultánea de varias redes específicas de neuronas, interconectadas y activadas al unísono.

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Soma celular

Núcleo

Sinapsis

Neurona presináptica

Neuromediador secretado en la sinapsis

Dendrita de la neurona postsináptica

1. LA SINAPSIS es el pilar principal de la formación y del almacenamiento de los recuerdos. Se trata del espacio que separa dos neuronas. La señal eléctrica propagada por la neurona situada antes en el circuito (neurona presináptica) se transforma en señal química (por medio de los neuromediadores secretados en la sinapsis), la cual desencadena una señal eléctrica en la neurona siguiente (la neurona postsináptica). Un recuerdo corresponderá a una configuración concreta de modificaciones de sinapsis dentro de la vasta red de neuronas.

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Potenciación a largo plazo

© DELPHINE BAILLY, RAPHAEL QUERUEL

A cada recuerdo le corresponde una configuración particular de actividad, que se propaga de modo progresivo en las redes de neuronas activadas; pero tales actividades eléctricas, de naturaleza efímera, no pueden durar más de unos minutos. Entonces, ¿por qué los recuerdos pueden persistir durante meses o años, reteniendo su identidad, cuando la actividad neuronal que representa esos recuerdos ha desaparecido? A finales del siglo XIX, Ramón y Cajal propuso una idea muy innovadora: el aprendizaje facilita la expansión y el crecimiento de las protuberancias —a las que pronto se iba a llamar sinapsis— que interconectan las neuronas. Medio siglo más tarde, retomando esa primera formulación del concepto de plasticidad neuronal, Donald Hebb (1904-1985) propuso su propio modelo sobre la memoria. A tenor del mismo, la actividad eléctrica en las redes neuronales durante el aprendizaje se traza progresivamente un camino dando lugar a modificaciones celulares o bioquímicas de las neuronas activadas, de manera que la fuerza de las sinapsis que conectan las neuronas en la red activada aumenta. Casi 25 años más tarde, dos investigadores de la Universidad de Oslo, Timothy Bliss y Terje Lømo, descubren en el hipocampo un mecanismo de plasticidad sináptica, conocido como potenciación a largo plazo o PLP. La PLP corresponde a la propiedad de las sinapsis de ser modificables, de reforzarse tras breves e intensas descargas neuronales y de permanecer modificadas durante semanas, meses, incluso años, dejando un rastro casi permanente en las redes neuronales activadas.

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El constructor de la consolidación de los recuerdos En la actualidad se sabe que esta forma de plasticidad es un mecanismo fundamental de la formación de los recuerdos. Las experiencias sensoriales modifican la eficacia de las sinapsis entre neuronas y la estructura del entramado neuronal. En función del grado de activación durante el aprendizaje, ciertas neuronas se refuerzan, otras se debilitan y nuevos contactos sinápticos surgen. Los cambios sinápticos mencionados se graban en la red activada; ésta es la huella del recuerdo de la experiencia. Las redes neuronales se remodelan con la experiencia, y las modificaciones de las conexiones entre las neu-

ronas de la red activada durante el aprendizaje permiten estabilizar de manera progresiva los recuerdos por un proceso de “consolidación mnémica”. ¿Cómo se produce la consolidación de los recuerdos? El rastro mnémico es dinámico y frágil, sensible a la interferencia, es decir, a la influencia de otros rastros que podrían fijarse en las mismas sinapsis. Puede perderse con facilidad, si el proceso de consolidación no interviene o se interrumpe antes de acabar. Así se observa, por ejemplo, en los sujetos que, tras sufrir un traumatismo cerebral, olvidan lo que les ha sucedido en las horas o días que preceden al mismo. Durante el proceso de consolidación, la eficacia de ciertas sinapsis se refuerza y se establecen nuevas sinapsis funcionales en los circuitos del cerebro activados en el transcurso del aprendizaje; las modificaciones entonces operadas sirven de “señales indicadoras” que permiten reactivar el circuito inicial, cuando se evoca el recuerdo. Por consiguiente, para que un recuerdo se grabe en la memoria, se necesita que los elementos de la situación inicial —un objeto, un rostro, un lugar, etcétera— provoquen la reactivación de toda o parte de la configuración de la actividad inicial de la red, donde las modificaciones sinápticas se produjeron durante el aprendizaje. Este proceso de consolidación en el que participa toda la maquinaria bioquímica y molecular de las neuronas, lleva tiempo; puede durar varias horas, incluso varios días antes de llegar a la formación de un recuerdo duradero fácil de reactivar. Se conocen ahora algunas de las grandes etapas de los mecanismos moleculares que subyacen tras las modificaciones perdurables de las sinapsis necesarias para consolidar los recuerdos. En el cerebro, la mayoría de las sinapsis modificables, que pueden cambiar de potencia en función de la actividad neuronal como una puerta ajustable que deja pasar una señal más o menos intensa entre las neuronas, utilizan de neuromediador un aminoácido, el glutamato. Las sinapsis incluyen la terminación de una neurona presináptica (el botón terminal), allí donde la prolongación de una neurona (el axón) se conecta a una de las numerosas protuberancias (las espinas dendríticas) de la neurona blanco postsináptica. Cuando la señal eléctrica alcanza el botón terminal, el glutamato se libera en el espacio

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En condiciones de transmisión normal, uno de los receptores del glutamato, el AMPA, se activa y estimula la neurona postsináptica asegurando la propagación del impulso nervioso de una neurona a la siguiente.

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sináptico y se fija sobre los receptores especializados que se encuentran en la neurona blanco. En condiciones de transmisión normal, uno de los receptores del glutamato, el receptor AMPA, se activa y estimula la neurona postsináptica, asegurando la propagación del impulso nervioso de una neurona a la siguiente. Si las descargas de la primera neurona son intensas, interviene un número elevado de receptores AMPA; la neurona postsináptica se activa intensamente, de suerte que entra también en juego un segundo receptor de glutamato, el NMDA. La activación de este receptor desencadena la plasticidad sináptica (véase la figura 3). La plasticidad es el resultado de una sensibilidad particular ante la actividad neuronal de las proteínas que constituyen el receptor de NMDA. Este receptor es inactivo en condiciones normales de transmisión sináptica, pero se activa cuando la excitación neuronal adquiere cierta intensidad, bajo cuyas condiciones, el canal iónico formado por el receptor NMDA se abre y los iones de calcio entran en la neurona postsináptica, transmitiendo un mensaje que da inicio a una cascada de reacciones moleculares que conducen a la modificación perdurable de la sinapsis. En animales, en el momento en que se bloquean los receptores de NMDA por un agente farmacológico o que se inactivan (por deleción o mutación) ciertos genes que los codifican, las sinapsis pierden su plasticidad y los animales sufren importantes carencias en el aprendizaje.

La etapa de la estabilización Así pues, ¿cuáles son los mecanismos que van a modificar perdurablemente las sinapsis? La investigación reciente muestra la extrema complejidad de los mecanismos implicados. La primera etapa crucial es la activación, por el calcio, de un conjunto de proteínas; en particular, las quinasas, capaces de activar a otras proteínas al fosforilarlas (fijan un grupo fosfato). Semejante activación en cadena de proteínas origina cascadas paralelas de señalización, que permiten la conversión de la señal de activación sináptica en modificaciones de las conexiones neuronales. Por ejemplo, una de las quinasas que desempeñan un papel principal en la plasticidad, la calmodulina quinasa II, es activada por el calcio y fosforilada con prontitud tras el aprendizaje. Es más, su inactivación

en ratones transgénicos impide la plasticidad de la sinapsis y altera el aprendizaje. Se trata, pues, de una proteína imprescindible para la plasticidad. La alteración mediante sustancias farmacológicas o por la ingeniería genética del funcionamiento de otras quinasas, como la proteína quinasa A o C o las MAP quinasas, produce efectos similares. Las etapas finales de los mecanismos que aseguran el mantenimiento a largo plazo de la plasticidad sináptica se conocen sólo en parte. Ciertas quinasas que fosforilan de forma directa los receptores del glutamato los tornan más sensibles a toda activación ulterior, mientras que otras favorecen la liberación del neuromediador a nivel presináptico. Interacciones moleculares diferentes aumentan el número de receptores del glutamato presente en la sinapsis, transforman las sinapsis inactivas en funcionalmente activas y permiten establecer nuevas conexiones sinápticas. A partir de un determinado umbral de activación sináptica en la superficie de las neuronas, intervienen numerosos mecanismos bioquímicos que promueven una remodelación progresiva de las redes neuronales con la experiencia, lo que permite no sólo modificar perdurablemente la eficacia de ciertas neuronas sino también crear nuevas conexiones (véase la figura 2). Esos mecanismos no se detienen ahí. Puesto que la memorización descansa sobre las modificaciones de las neuronas en el interior de las redes activadas durante el aprendizaje, los cambios de marras deben ser estabilizados, si no las conexiones se debilitan y el recuerdo se desvanece. Otro mecanismo se pone entonces en marcha para consolidar las modificaciones sinápticas: la activación de genes y la síntesis de proteínas en las neuronas. Se sabe que, en animales, la inyección de inhibidores de la síntesis proteica durante el aprendizaje no altera el aprendizaje en sí mismo, ni la memoria a corto plazo durante algunas horas, pero impide la formación de una memoria a largo plazo de lo aprendido. En las neuronas, la iniciación de ciertos programas de expresión de genes por la activación neuronal implica también cascadas de activación de quinasas que, además de su acción en la sinapsis, envían una señal hacia el núcleo celular. Las MAP quinasas, que constituyen una de las vías principales de señalización, son fosMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

foriladas de inmediato en las neuronas activadas durante el aprendizaje y entonces activan los factores de transcripción. Los factores de transcripción se fijan sobre sitios de reconocimiento específicos del ADN, activando la expresión de ciertos genes. Los primeros genes blanco activados pertenecen a una categoría de “genes precoces” que aseguran funciones importantes en las neuronas. Así, ciertos genes codifican para proteínas que actúan directamente en la sinapsis, como las proteínas que regulan los receptores o factores de crecimiento neuronal, mientras que otros codifican factores de transcripción nucleares capaces de modificar la expresión de otros genes, los “efectores o genes tardíos”.

Dos oleadas de genes La formación de recuerdos es, por consiguiente, un mecanismo en dos etapas. Durante una primera oleada rápida, los genes precoces se activan; funcionan como “conmutadores moleculares”, que inician una respuesta genómica compleja donde la expresión de numerosos genes efectores cambia. En una segunda fase, cuando se activan tales genes, las proteínas correspondientes se sintetizan y se transportan hasta las sinapsis; allí permiten que se remodelen de manera perdurable las redes neuronales activadas. El gen Zif268 es un gen precoz que se activa con rapidez en las neuronas de diferentes estructuras del cerebro en función del tipo de aprendizaje en curso. En los ratones mutantes

donde este gen se halla inactivo, la plasticidad sináptica desaparece y los ratones, que conservan su capacidad de aprendizaje y poseen una buena memoria a corto plazo, retienen la información en la memoria a largo plazo. Se tiene todavía un conocimiento fragmentario de los genes, de las redes de genes y de los mecanismos moleculares que participan en las modificaciones perdurables de las redes neuronales. Aunque sí se sabe que esos mecanismos son complejos. De hecho, más de un millar de proteínas neuronales forman una red de interacciones donde cada una está “conectada” a otra cualquiera ¡por sólo tres o cuatro intermediarias! De varios centenares de genes estudiados en los ratones mutantes, la inactivación de las tres cuartas partes altera la plasticidad sináptica y conduce a un déficit de la memoria. En el hombre, más de 300 genes se han asociado a enfermedades genéticas caracterizadas por trastornos cognitivos. La complejidad en la organización de las redes neuronales del cerebro y en su actividad aumenta con la de moléculas y genes que controlan el funcionamiento y la plasticidad de las neuronas. 2. LA FORMACION DE LOS RECUERDOS NECESITA VARIAS ETAPAS para el refuerzo de las conexiones sinápticas. Imaginemos una conexión sináptica débil (a) que recibe una señal que la activa. Si la activación neuronal en ese punto del cerebro corresponde a un rastro mnémico fuerte o repetido durante un aprendizaje, la conexión sináptica se refuerza (b). El contacto entre la neurona presináptica y la postsináptica se vuelve más estrecho; de nuevos contactos sinápticos (c), pueden surgir nuevas sinapsis.

Neurona presináptica

b c a

d

Conexión sináptica sin refuerzo Conexiones sinápticas reforzadas

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

© RAPHAEL QUERUEL

Dendrita de la neurona postsináptica

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a Neurona presináptica

3. CUANDO UNA SEÑAL DE DEBIL INTENSIDAD ALCANZA UNA TERMINACION, Glutamato

el neuromediador glutamato (en amarillo) se libera en la sinapsis y se fija en los receptores AMPA que se encuentran en la neurona postsináptica; entonces la señal

Receptor AMPA

eléctrica (flecha amarilla) se convierte en señal química y se transmite a la neurona

Receptor NMDA

numerosos receptores AMPA, los receptores NMDA del glutamato. Esta activación da lugar a la apertura de canales que dejan penetrar a los iones de calcio en la neurona postsináptica. La sinapsis es, en consecuencia, reforzada.

Estudios en animales muestran que, si se impide la producción de nuevas neuronas, merman ciertas facultades relacionadas con el aprendizaje.

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Estos conocimientos, aunque incompletos, permiten en los momentos actuales estudiar los mecanismos celulares y moleculares que causan ciertos trastornos de la memoria —asociados al envejecimiento o a enfermedades neurodegenerativas (alzheimer y parkinson)— y diversas formas de retraso mental de origen genético o de trastornos neurológicos o psiquiátricos. Gracias a la utilización de modelos animales, las investigaciones apuntan a comprender mejor los mecanismos que originan tales enfermedades, a la búsqueda de marcadores de diagnóstico y a explorar nuevas pistas (farmacología molecular, terapia génica, injertos de células madre, efectos del ambiente). Los desafíos son imponentes, puesto que se trata no sólo de comprender mejor el funcionamiento del encéfalo en relación con los procesos mentales, sino también de abrir nuevas perspectivas en el campo de las enfermedades del cerebro. En suma, las investigaciones actuales muestran que los recuerdos pueden grabarse en el cerebro gracias a las modificaciones perdurables de la eficacia de las sinapsis entre neuronas y la creación de nuevas conexiones sinápticas. Además, la investigación reciente revela otro modo de plasticidad cerebral. En efecto, ciertas regiones siguen siendo capaces de formar, en el adulto, nuevas neuronas durante toda la vida, lo que se opone al dogma que ha prevalecido mucho tiempo, según el cual nuestro depósito de neuronas estaba determinado desde nuestro nacimiento. A finales de los años noventa, varios equipos demostraron que determinada neurogénesis se desarrollaba a lo largo de toda la vida: la producida en el bulbo olfativo o el giro dentado del hipocampo. La formación de

© RAPHAEL QUERUEL

postsináptica (a). Cuando la señal que llega a la terminación presináptica es muy intensa (b), el glutamato se libera en abundante cantidad y se activan, además de

Dendrita de la neurona postsináptica

células nerviosas por divisiones celulares no sería, pues, exclusiva de la construcción del cerebro durante el desarrollo. En el giro dentado del hipocampo, se producen cada día varios millares de nuevas neuronas. Muchas de ellas mueren en las semanas posteriores a su nacimiento, pero una fracción notable sobrevive. Las células nuevas que se producen a partir de una población de células progenitoras (las células madre) se diferencian en neuronas y migran hacia la capa celular del giro dentado. Ahí, las jóvenes neuronas maduran progresivamente. En algunas semanas, sus dendritas aumentan y empiezan a recibir las prolongaciones emitidas por otras neuronas (aferentes); sus axones crecen y establecen contactos con neuronas blanco. Estas jóvenes neuronas se integran en redes ya existentes y adquieren las propiedades funcionales de las neuronas adultas. Su función es aún poco conocida, pero podrían desempeñar un papel no desdeñable en la memoria. Es más, se sabe que la estancia de animales en ambientes enriquecidos con estímulos sensoriales y sociales mejora la capacidad de aprendizaje y de la memoria. De hecho, un factor clave de tal mejora de las capacidades mnémicas reside en el notable incremento de la producción y supervivencia de las nuevas neuronas en el giro dentado del hipocampo.

Permanente puesta al día de los recuerdos Otros estudios en animales muestran que, si se impide la producción de nuevas neuronas, merman ciertas facultades relacionadas con el aprendizaje. Entre dos y cuatro semanas de edad, las jóvenes neuronas que están acaMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

b

Iones de calcio

bando su maduración son muy sensibles a la activación neuronal y sus sinapsis “novatas” (todavía no reforzadas) son muy plásticas. Durante el aprendizaje, parece que algunas de esas neuronas jóvenes, recién conectadas, sean las reclutadas en primer lugar, con lo que sobreviven y participan en el almacenamiento de recuerdos. La función exacta de semejante tipo de plasticidad y los mecanismos asociados no se conocen bien; sin embargo, el descubrimiento de esa neurogénesis y de las propiedades tan particulares de las neuronas jóvenes plantea otra cuestión: ¿se podrá un día estimular esta neurogénesis, dirigir las nuevas neuronas hacia las zonas destrozadas del cerebro e incluso implantar en él de forma directa las células madre neurales cultivadas en el laboratorio para reemplazar las células deficientes o reparar un cerebro dañado? Las aplicaciones posibles son numerosas, pero se ignora si los enfoques expuestos podrán convertirse en medida terapéutica para el hombre. Durante mucho tiempo, se creyó que los recuerdos consolidados y almacenados, y con la condición de que no se olvidaran, persistían inmutables, prestos a ser llamados a voluntad. Sin embargo, no parece ser siempre así. El hecho de recordar podría, en ciertas condiciones, borrar los recuerdos o hacerlos inasequibles para recordarlos ulteriormente. Varios estudios sobre animales muestran que la inyección de un inhibidor de la síntesis de proteínas que tiene lugar durante o justo después del intento de recordar una información memorizada y consolidada no altera un segundo intento realizado poco tiempo después; pero altera el segundo ensayo, si se demora MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

veinticuatro horas. Es como si los rastros de la memoria debieran, tras intentar evocarlos, ser consolidados de nuevo para volver a quedar disponibles para almacenarlos en la memoria a largo plazo. Todavía más sorprendente, parece que una parte sustancial de los mecanismos moleculares necesarios para la consolidación inicial de los recuerdos —activación de receptores sinápticos, de quinasas, regulación de genes y síntesis de proteínas— entre de nuevo en acción para reconsolidar los recuerdos, tras intentar evocarlos. Es el caso de la activación de los receptores NMDA del glutamato, de las MAP quinasas o del gen Zif268, cuya importancia para la consolidación inicial de los recuerdos ya hemos resaltado, aunque parece ser que todas las moléculas que participan en la consolidación no son requeridas otra vez para la reconsolidación. Si estos mecanismos celulares no se reactivan, un recuerdo bien apuntalado puede ser olvidado. Siguen abiertas, sin explorar, muchas cuestiones sobre el fenómeno de reconsolidación y su importancia en la memoria. Aunque el fenómeno parece relacionado con la reconstrucción de los recuerdos, es posible que sirva para incorporar nuevas informaciones a nuestros recuerdos y así reactualizarlos, o incluso para archivar en la memoria nuevos recuerdos asociados al precedente, creando copias de recuerdos cercanos o asociados. ¿Debemos reconsolidar todos los recuerdos en cada evocación, como nuestra dirección, los sitios familiares y también las palabras del vocabulario? Parece poco probable. Hoy en día se ignora si este fenómeno de reconsolidación tras la evocación se produce para todos los tipos de recuerdos, ya sean recientes, antiguos o a menudo recordados, o si concierne a la memoria episódica, semántica o procedimental. En cualquier caso, esta noción de vulnerabilidad recurrente de los recuerdos indica que no debemos pensar más en la memoria como un elemento fijo que se puede “sacar” y después “introducir en su sitio” intacta, tras cada uso, sino como algo dinámico y susceptible de cambio tras cada evocación.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA A REQUIREMENT FOR THE IMMEDIATE EARLY GENE ZIF268 IN THE EXPRESSION OF LATE PLP AND THE CONSOLIDATION OF LONG-TERM MEMORIES. M. Jones et al. en

Nature Neuroscience, vol. 4 págs. 289-296; 2001. L A MEMOIRE. DE L’ESPRIT AUX MOLECULES. Dirigido

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Serge Laroche dirige el laboratorio de neurobiología del aprendizaje, la memoria y la comunicación, sección UMR 8620 del CNRS (Centro Nacional de Investigación Científica Francés) y Universidad ParísSur XI, Orsay.

Jungerman, S. Davis y S. Laroche en The Neuroscientist, vol. 13, págs. 492-505; 2007.

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Dormir para recordar El sueño favorece la consolidación del recuerdo al permitir la reactivación de las neuronas que se requirieron en el momento de la obtención de una información. La calidad del sueño que sigue a esta primera adquisición resulta crítica para la memorización a largo plazo del recuerdo PIERRE MAQUET

L RESUMEN

Sueño con efectos secundarios

1

El psicólogo alemán Hermann Eb-

binghaus (1850-1909) registró la primera observación de un efecto del sueño sobre la memorización.

2

El sueño consolida la memoria de los

elementos aprendidos. Incluso, según ciertos resultados experimentales, favorece determinados razonamientos, en particular, la generalización de los conocimientos.

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No obstante, los sueños no pueden

compararse con la rememorización de un recuerdo episódico, ni parecen intervenir en su consolidación.

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a memoria se define como la modificación del comportamiento en función de la experiencia. Se desarrolla en tres etapas. La primera consiste en la exposición a un nuevo estímulo y el aprendizaje de una nueva información. El aprendizaje deja en el cerebro una huella —la huella mnémica—, que se manifiesta por modificaciones en el funcionamiento o en la estructura del tejido cerebral. Las primeras son las sinapsis (las conexiones entre las neuronas) y las respuestas de las neuronas. En cuanto a las modificaciones en la estructura del tejido cerebral, se manifiestan por un aumento en el número de receptores, aunque también en el de sinapsis. Un rastro mnémico puede alterarse por la adquisición ulterior de otra información (se habla entonces de interferencia) o por manipulaciones experimentales; por ejemplo, un tratamiento farmacológico, una estimulación magnética o una estimulación eléctrica del cerebro. Para utilizar a largo plazo una huella mnémica justo adquirida, ésta debe experimentar un proceso de consolidación. Dicha consolidación constituye la segunda etapa de la memorización e incluye fenómenos moleculares, celulares y cerebrales. Tales procesos —todavía mal conocidos— se desarrollan durante intervalos de tiempo que varían de horas a meses, si no años. Al término de la fase de consolidación, la información queda grabada, accesible de forma segura y fiable; la fase de evocación forma la tercera etapa principal de la memoria.

Las fases descritas resultan esenciales para la construcción de recuerdos bien enraizados y pertinentes. Entre las etapas que aseguran una memoria fiable, la de consolidación resulta imprescindible. Esta lleva tiempo, sin duda, más de una noche. Puesto que la función cerebral varía con la alternancia de la vigilia y el sueño, el sueño aparece como una solución ideal para la consolidación de la memoria. Así, durante el sueño, el cerebro, aislado del mundo exterior, tendrá todo el tiempo para trabajar sobre sus nuevas adquisiciones. Por tanto, es lógico proponer que la memorización de la información recién aprendida sea facilitada por el sueño. Lo que hasta hace poco no era más que una hipótesis recibe ahora el apoyo de numerosos resultados experimentales. A continuación se resumirán ciertos aspectos bajo la forma de respuestas a seis preguntas. De entrada analizaremos los hechos que sugieren la influencia del sueño sobre la consolidación mnémica.

Indicios de la influencia del sueño La primera observación de un efecto del sueño sobre la memorización se debió a Hermann Ebbinghaus (1850-1909). Este psicólogo alemán vio con sorpresa e incredulidad que las listas de monosílabos sin significado se rememoran mejor si son codificadas —grabadas— por la tarde, antes de un período de sueño, que por la mañana, antes de un período de vigilia. Una observación que se repetiría varias veces en protocolos experimentales que tenían en cuenta el hecho de que la calidad del cifrado y de MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

© ISTOCKPHOTO / ANA ABEJON

la rememoración variaría entre la mañana y la tarde. La mejora de la evocación tras una fase de sueño comporta dos consecuencias sobre la memorización, ya que no sólo los individuos se acuerdan mejor de los elementos de la lista, sino que además lo hacen en el orden en que los han aprendido. El sueño reforzará la huella mnémica y la hará resistente a las interferencias. Es más, la memorización de una ristra de palabras se deteriora si, antes de la rememoración, debe aprenderse una segunda lista tras doce horas de vigilia. Por contra, la memorización de la primera lista se mantiene intacta si la segunda se presenta después de una espera de doce horas en el que se incluye un período de sueño nocturno. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Los resultados mencionados sugieren que el sueño consolida la huella mnémica inicial, haciéndola impermeable a la interferencia. Cuando los sujetos repitieron la experiencia quedándose despiertos todo el tiempo, la memoria inicial no se consolida y permanece sensible a la segunda lista de interferencia. Los recuerdos asociados a una emoción fuerte se rememoran a menudo mejor que los acontecimientos neutros. La memoria emocional se ve favorecida de la misma manera por el sueño. Tras la codificación de un hecho con una connotación emocional importante (una historia dramática), una privación del sueño al final de la noche deteriora la evocación unas horas más tarde. Un efecto que persiste incluso cuando el material es recordado varios años después del suceso, lo que indica que la calidad del sueño

1. UNA SIESTA, incluso de corta duración, permite consolidar los recuerdos adquiridos durante un aprendizaje. Lo muestran numerosas experiencias realizadas con individuos a quienes se les ha pedido dormir.

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durante la noche que sigue al acontecimiento es esencial para el cifrado a largo plazo y, por tanto, para la rememoración. El sueño consolida la memoria de los elementos aprendidos, pero no es todo. Ciertos resultados experimentales indican que el sueño favorece determinados razonamientos; en particular, la generalización de los conocimientos. De este modo, el aprendizaje de las reglas simples (A es mayor que B, B es mayor que C, C es mayor que D y D es mayor que E) permite establecer inferencias (B es mayor que D, o B es mayor que E); las inferencias son más numerosas después de un período de sueño que tras un tiempo equivalente de vigilia.

Las diferentes fases del sueño El sueño humano se compone de dos fases principales, el sueño lento y el sueño paradójico. El sueño lento consta de sueño lento ligero y de sueño lento profundo, también denominado sueño de ondas lentas. El sueño lento ligero se caracteriza por trazos electroencefalográficos específicos (en concreto, complejos K y los husos). Los complejos K consisten en ondas de gran amplitud y anuncian las ondas lentas del sueño profundo. Los husos se definen como trenes de ondas cuya pendiente les da un aspecto de huso. El sueño lento profundo se caracteriza por la sucesión de ondas de gran amplitud y baja frecuencia. Las bajas frecuencias constituyen un indicador fiable de la necesidad de sueño durante la víspera. El sueño paradójico se caracteriza, en los trazos electroencefalográficos, por ritmos rápidos bastante similares a los observados durante la vigilia y por movimientos oculares rápidos. A estos últimos le debe el nombre de REM sleep (rapid eye movement sleep o sueño con movimientos oculares rápidos). Este estadio del sueño se distingue también por

De manera similar, enfrentados ante la resolución de un problema, los voluntarios tienen el doble de probabilidades de encontrar la solución doce horas después, a condición de que el intervalo de tiempo contenga un período de sueño (comparados con individuos que no hayan dormido).

Mejora de la habilidad El efecto beneficioso del sueño se manifiesta, asimismo, en los aprendizajes perceptivos o motores. En ambos casos, el sueño mejora las habilidades adquiridas durante un entrenamiento inicial, sin práctica subsiguiente. El aprendizaje de secuencias motoras es un componente fundamental de actividades muy diferentes, como escribir, mecanografiar, tocar un instrumento musical, patinar, motar en bicicleta, etcétera. La repetición de una secuencia digital con la mano no dominante (por ejemplo 41324, siendo el 1 el índice y el 4 el meñique) lleva consigo una aceleración de la ejecución de la secuencia tras el aprendizaje inicial. Luego de una espera de 12 horas (sin practicar), aumenta la celeridad de la ejecución, si se duerme durante ese intervalo. El mismo tiempo sin dormir, ya sea de noche o de día, no viene acompañado de ninguna mejoría en la realización de la secuencia. La habilidad ganada que se observa después de dormir sugiere que la huella mnémica motora se ha procesado y mejorado durante el sueño. Después de resumir los resultados que describen la función del sueño en la consolidación de los recuerdos, abordemos la segunda cuestión: ¿participan por igual en la consolidación mnémica las diferentes fases del sueño?

una atonía muscular importante (los músculos se relajan), interrumpida por bruscos sobresaltos musculares. El sueño lento precede al paradójico. El ciclo que asocia una fase de sueño lento y sueño paradójico se repite de cuatro a seis veces durante la noche. A medida que la noche avanza, el sueño lento disminuye, mientras que las fases de sueño paradójico se alargan. Vigilia Complejo K Sueño lento ligero Huso Sueño lento profundo Sueño paradójico

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Consolidación de recuerdos de “buena calidad” La cuestión sigue abierta. Según los resultados más recientes (a veces contradictorios con resultados precedentes), la mejora en la ejecución observada después de dormir para ciertos aprendizajes visomotores (se aprenden nuevos movimientos al ver a otro hacer esos movimientos) es proporcional a la profundidad del sueño lento. Recordemos que el sueño se compone de varias fases: el sueño lento (que puede ser ligero o profundo) y el sueño paradójico. El sueño lento profundo se caracteriza por ondas cerebrales de gran amplitud y baja frecuencia. Conforme a la teoría generalmente admitida, aunque aún no demostrada, se requiere una MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

PIERRE MAQUET ET AL.

Observar la consolidación de los recuerdos Un grupo de voluntarios se entrenan

a

para navegar en un laberinto virtual y para orientarse en lugares específicos (a). Después, se mide su actividad cerebral durante el sueño que sigue a la exploración. La actividad se registra por tomografía de emisión de positrones. Se constata una activación del giro parahipocámpico (en rojo) y del hipocampo (bajo la cruz) en la vista de perfil (b) y desde abajo (c). El hipocampo desempeña una función esencial en la memoria. Al día siguiente, se prueba la capacidad

b

c

de navegación de los sujetos para asegurarse de que han memorizado el laberinto. Una mayor actividad del hipocampo durante el sueño que sigue al entrenamiento espacial muestra una mejoría en el rendimiento del sujeto que debe navegar en el laberinto después.

sucesión ordenada de fases de sueño lento y paradójico para una consolidación óptima de la memoria. Por ejemplo, basta una siesta de 90 minutos para observar una mejora en la ejecución de una tarea de aprendizaje perceptiva visual. El rendimiento es mayor si en la siesta se dan tanto fases de sueño lento como de sueño paradójico. Estos resultados plantean la tercera cuestión: ¿es indispensable dormir para recordar? La experiencia enseña otra cosa. Por fortuna, los individuos que padecen insomnio no son notables amnésicos, aunque se haya demostrado recientemente que la calidad de sus recuerdos es menor que la de los que duermen bien. De hecho, no hay que sobreestimar el papel del sueño en los fenómenos de memorización. Por una parte, por razones aún desconocidas, parece que la ejecución de algunas tareas no necesita ningún período de sueño; un intervalo equivalente de vigilia se acompaña de un rendimiento similar. Es el caso de tareas motoras simples que parecen consolidarse después de varias horas de vigilia. Por otra parte, los fenómenos de consolidación comienzan durante la vigilia, después del aprendizaje, antes de que llegue el sueño. Se ha demostrado por estudios de neuroimagen funcional que una huella mnémica se MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

modifica ya en la hora siguiente al aprendizaje de un laberinto virtual o de una secuencia de movimientos. Estos fenómenos de consolidación durante la vigilia son objeto de estudio. No debemos subestimar su importancia. Si no es necesario dormir para recordar, ¿es que es suficiente? Para contestar a esa cuestión, la cuarta, comencemos por señalar que los fenómenos de consolidación que suceden durante el sueño no pueden conducir a una huella en la memoria fuerte, si esta última no es ya al origen de buena calidad. Así pues, ciertos voluntarios sometidos al aprendizaje de una secuencia motora no consiguen aprender la tarea con rapidez y no alcanzan el nivel de ejecución observado en general al final del entrenamiento. En este caso, ninguna mejoría se observa en la ejecución después de dormir. Tales resultados señalan la importancia de una buena codificación en la creación de un recuerdo. La repetición de las fases de entrenamiento y de un cifrado del material en profundidad es, al igual que una buena higiene de los ritmos de vigila y de sueño, garantía de una memoria a largo plazo de buena calidad. El sueño, al estar constituido por fases de sueño lento, paradójico, aunque también de

El efecto beneficioso del sueño se manifiesta también en los aprendizajes perceptivos o motores. Así, mejora las habilidades adquiridas durante un entrenamiento inicial, sin práctica subsiguiente.

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El contenido de los sueños está formado por material memorizado; para producir la trama onírica el cerebro sólo puede utilizar lo que ha codificado con anterioridad.

ensoñaciones, suscita la quinta cuestión: ¿aparecen los recuerdos en los sueños? El contenido de los sueños está formado por material memorizado, pues, para producir la trama onírica, el cerebro sólo puede utilizar lo que ha codificado con anterioridad. Se observa a menudo que el contenido de los sueños reagrupa en primer lugar las representaciones mentales evocadas la víspera. No obstante, esos elementos aparecen de manera dispar. No forman un recuerdo episódico completo que asocie los hechos a su contexto, como sucede cuando se está despierto. Razón por la que los sueños no pueden compararse con la rememoración de un recuerdo, ni parecen intervenir en la consolidación. Para terminar, abordemos la cuestión sexta: ¿cuáles son los mecanismos celulares de la consolidación durante el sueño? No cabe duda alguna de la influencia beneficiosa del sueño sobre la consolidación de la memoria; en cambio, los mecanismos celulares que expliquen sus efectos son todavía motivo de polémica. Dos hipótesis predominan en la actualidad. Según la primera, durante el sueño se repiten secuencias de descargas neuronales similares a las observadas durante el aprendizaje. Estas descargas neuronales espontáneas, que respetan un curso temporal y una secuencia precisa, reforzarán las conexiones interneuronales y participarán en la fijación del recuerdo (“engramas”) en los circuitos corticales.

La fuerza de la sinapsis recalibrada por el cerebro BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA SLEEP AND BRAIN PLASTICITY. Dirigido por P. Maquet,

C. Smith y R. Stickgold. Oxford University Press, 2003. SLEEP TO REMEMBER . J.

Born, B. Rasch y S. Gais en Neuroscientist, vol. 12, págs. 410-424; 2006. SLEEP FUNCTION AND SYNAPTIC HOMEOSTASIS. G.

Tononi y C. Cirelli en Sleep Medicine Reviews, vol. 10, págs. 49-62; 2006.

82

En ratas se han observado secuencias completas de descargas durante el sueño en poblaciones de neuronas del hipocampo y de la corteza visual y frontal. Estas reproducían las actividades grabadas durante un entrenamiento espacial previo. En el hombre, se ha demostrado que las regiones cerebrales reclutadas durante el aprendizaje se han reactivado espontáneamente durante el sueño subsiguiente. Las repeticiones de descargas participarían en la consolidación progresiva del recuerdo en los territorios corticales, como lo indican los estudios recientes de imagen en el hombre. De hecho, las regiones del hipocampo y la corteza intervienen durante la rememoración de recuerdos sólo si los voluntarios han podido dormir con normalidad la noche que sigue a la codificación. Las repeticiones de las secuencias tendrán lugar de preferencia durante el sueño lento, en el que dos de sus actividades carac-

terísticas, los husos y las ondas lentas, están asociados estrechamente con los fenómenos mnémicos. Por ejemplo, la densidad de los husos del sueño aumenta después del aprendizaje de una lista de palabras y la inducción de las ondas lentas por la estimulación eléctrica transcraneana mejora su memorización. La otra hipótesis se basa en los fenómenos de recalibración sináptica. El aprendizaje se acompañará de una potencialización sináptica, es decir, del refuerzo de ciertas sinapsis. El mantenimiento a largo plazo de un gran número de sinapsis reforzadas, potencializadas, será demasiado costoso en términos de inversión energética en el cerebro, lo que reducirá los medios disponibles para el aprendizaje. El sueño, y en particular el sueño lento profundo, provocará un “recalibrado” de la “potencia sináptica” media. En términos simples, imaginemos que la “potencia” de una sinapsis en reposo sea igual a 100. Cuando experimente un refuerzo debido a un aprendizaje, la neurona pasará a 120, mientras que la sinapsis vecina que no estaba implicada en el aprendizaje permanecerá a 100. El sueño recalibrará las potencias sinápticas de manera que la potencia de la sinapsis reforzada descenderá a 110, mientras que la de la segunda sinapsis pasará a 90. Una forma de evitar un consumo excesivo de energía, guardando al mismo tiempo la huella de lo que se ha aprendido. Ciertos datos experimentales que concuerdan con estas hipótesis muestran que un aprendizaje está asociado a un sueño localmente más profundo en las regiones implicados en dicho aprendizaje. Por el contrario, cuando se bloquea un miembro, imponiéndole un reposo, se observa una disminución del sueño en las zonas cerebrales sensomotoras correspondientes; es decir, las implicadas en el movimiento de ese miembro y las sensaciones que se le asocian. Lejos de ser un período de latencia cerebral, el sueño favorece el tratamiento de las huellas mnémicas recientes y participa en su consolidación. Los datos experimentales aportados deben convencernos para que con prudencia consideremos el tiempo que le robamos al sueño voluntariamente para dedicarlo al trabajo o el ocio. Pierre Maquet es director de investigación FNRS en el Centro de investigaciones del ciclotrón, de la Universidad de Lieja. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Memoria y amnesia

en la Tetralogía de Wagner La Tetralogía de Wagner, obra única por su duración y su complejidad, consta de cuatro óperas, cuya representación completa dura unas 16 horas. Para ayudar al espectador a memorizar la intriga y los personajes, Wagner utiliza prácticos recordatorios: los leitmotiv BERNARD CROISILE

E

n la literatura y el cine se ha utilizado con profusión la memoria como recurso dramático. No así en la ópera. Ningún analista había reparado en que la memoria y la amnesia desempeñan un papel importante en la obra de Richard Wagner (1813-1883). El germano consideraba la ópera como un “teatro total”, un “arte de conjunto”. Su obra compendia una de las etapas principales de la evolución del arte dramático. Wagner ponía mucho cuidado en la composición del texto, canto y orquestación. Con un auténtico talento poético, Wagner escribía los libretos de sus óperas, pues su fascinación por el teatro precedió a su gusto por la música, hasta el punto de que, durante un largo período de su vida, fue más conocido por sus escritos (ensayos, artículos) que por su música. Dramaturgo al igual que compositor, Wagner siempre valoró la coherencia dramática de los libretos y la autenticidad psicológica de los personajes. Sus ficciones alcanzaron una dimensión emocional y afectiva real. La obra de Wagner representa el paso de la ópera de las arias a la ópera de las ideas. No se contenta con contar historias, sino que desarrolla una visión artística triple. Mítica para explicar el mundo (retrospectiva), política para organizar la sociedad (prospectiva) y metafísica para mostrar al individuo (introspectiva). La memoria desempeña una función importante en la obra de Wagner, en particular en El anillo del Nibelungo (también denominada la Tetralogía, el Anillo o el Ring), que consta de cuatro óperas: El oro del Rin, La Valquiria, Siegfried y El ocaso de los dioses. Wagner utiliza, en el fondo y la forma del Anillo, diferentes aspectos de la memoria y la amnesia. El tema de la MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

memoria se halla omnipresente en el texto y en la música, en el fondo y en la forma.

Todos los aspectos de la memoria

RESUMEN

Wagner recupera leyendas sacadas de la memoria colectiva de los pueblos germano-escandinavos. Encontramos el personaje omnisciente de Erda, el cuervo Muninn (Memoria) de Wotan, el filtro del olvido que borra los recuerdos de Siegfried y el filtro de la reminiscencia que le permite reencontrarlos. Porque el ciclo musical completo dura alrededor de 16 horas, Wagner utiliza diferentes medios mnemotécnicos, como la repetición de narraciones que informan a los personajes y recuerdan al público los episodios precedentes, y los leitmotiv, que simbolizan con una frase musical corta, simple y sorprendente los principales personajes, sentimientos u objetos del drama. Crea hilos conductores que ayudan a los espectadores a orientarse. El fondo y la forma del Anillo abordan la mayoría de los aspectos de la memoria, a saber, memoria colectiva, memoria absoluta, amnesia. Los manuales dividen la memoria en varios sistemas: memoria a corto y a largo plazo, memoria declarativa y no declarativa, memoria episódica, semántica y procedimental. La memoria episódica es la de los recuerdos personales (vividos una sola vez), con especificidades temporales (en un momento preciso) y espaciales (en un lugar determinado). Estos episodios se han vivido en un contexto emocional determinado. Seguir una ópera, retener su acción y sus personajes requiere nuestra memoria episódica. La memoria semántica está constituida por los conocimientos aprendidos varias veces, sin

Pentagrama mnemotécnico

1

El fondo y la forma de El Anillo del

Nibelungo de Wagner abordan la mayoría de los aspectos de la memoria, a saber, memoria colectiva, absoluta y amnesia.

2

Wagner utiliza dos reglas mnemotécni-

cas para arraigar la acción en la memoria del espectador: recitados que se repiten a lo largo de la obra y resúmenes de la obra gracias a los leitmotiv.

3

Casi todos los temas de los leitmotiv de

la Tetralogía wagneriana proceden de manera directa o indirecta del primer motivo escuchado durante el preludio de El oro del Rin, primera de las cuatro óperas que componen la obra.

83

WIKIMEDIA COMMONS

1. EN LA TETRALOGIA DE WAGNER, las referencias a la memoria y al olvido toman formas diversas. En esta ilustración de Emil Doepler (1855-1922), el cuervo Muninn simboliza la memoria.

La fragilidad de la memoria en el personaje de Erda debilita las huellas del pasado, empobrece la codificación del presente y enturbia la progresión del mundo en un futuro.

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que se recuerde ni el lugar ni el momento de la memorización, sin contexto emocional ni afectivo particular. La memoria semántica encierra una parte de la memoria colectiva constituida por los hechos aprendidos en el seno de nuestro grupo social y compartidos con los miembros de nuestra comunidad cultural. Estos hechos corresponden al lenguaje y a los conocimientos enciclopédicos sobre los sucesos del mundo. Esta memoria colectiva está compuesta por fondos históricos y mitológicos de un grupo social que ella misma contribuye a estructurar. La Tetralogía recurre a todas esas memorias.

Una trama narrativa rica en recuerdos y olvidos ¿Cuál es la trama de la obra? La historia de El anillo del Nibelungo es compleja. Como señala con humor la cantante Anna Russell, todo se acaba exactamente en el mismo punto donde todo había comenzado 16 horas antes: la circularidad del anillo simboliza la circularidad de la historia. Mas el mundo, liberado de sus señores y de sus leyes absurdas, conserva su bien más precioso, el amor. Cada una de las cuatro óperas es simbolizada asimismo por un tema centrado en el amor.

En primer lugar, El oro del Rin representa el amor frente al poder y a la concupiscencia; La valquiria evoca el amor enfrentado a las leyes; Siegfried muestra el amor como sinónimo de libertad, y El ocaso de los dioses concluye que, para permitir la redención, el amor debe ser renuncia y sacrificio. Es la redención por el amor, asociado a los sacrificios de Siegfried y después de Brünnhilde, lo que permite la transición entre el mundo antiguo de los dioses y de las leyes de Wotan, el señor de los dioses, al mundo nuevo de los hombres y del amor. Esta redención por el amor, tema preferido de Wagner, se transluce en varias de sus obras. Wagner empleó 25 años (de 1848 a 1874) en escribir y componer su “obra del futuro”, con una interrupción de doce años. Escribió primero el poema de La muerte de Siegfried (que será mas tarde El ocaso de los dioses), para darse cuenta de que debía exponer los complejos acontecimientos que condujeron a esa muerte. Añade entonces Siegfried, lo que hoy en día los ingleses denominan prequel: un episodio que sucede antes pero que se ha escrito después. Acto seguido, continúa remontando los acontecimientos con el texto de La valquiria (reencuentro de los padres de Siegfried) y, para terminar, El oro del Rin. La composición musical del Anillo se realizó en sentido inverso a la redacción del texto. Comienza por la primera ópera, El Oro del Rin, para acabar con El ocaso de los dioses. Pero, tras MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

componer las dos primera óperas y comenzar la tercera, se interrumpe durante doce años (de 1857 a 1869), a la mitad del acto II de Siegfried, componiendo en el intervalo Tristán e Isolda, después Los maestros cantores de Nuremberg. Con la ayuda del rey Luis II de Baviera, Wagner hace construir en la pequeña ciudad de Bayreuth una sala de ópera concebida para la representación de la Tetralogía, la Festspielhaus. Las representaciones de El oro del Rin (1869) y de La valquiria (1870) tuvieron lugar en Múnich, en contra de la opinión de Wagner. Sin embargo, en el primer festival de Bayreuth, agosto de 1876, se representó por primera vez la integral de las cuatro óperas del ciclo de la Tetralogía. Wagner se inspiró en las sagas islandesas, las Eddas, y en el poema épico germánico del Nibelungenlied (El cantar de los Nibelungos). Las Eddas cuentan la historia de Sigurd, el que mata al dragón, mientras que el Nibelungenlied es el relato mítico de un suceso histórico, la conquista del reino de Burgundia (Borgoña) por los Hunos en 437. Ningún dios aparece en esta historia centrada sobre Siegfried, cuya muerte es vengada por su esposa Kriemhild. Wagner funde Sigurd y Siegfried en un solo héroe, y los nombres escandinavos de los dioses son reemplazados por nombres germánicos. (Wotan en lugar de Odín.) Wagner añade a esas leyendas nacidas de la memoria colectiva de los pueblos escandinavos y germánicos ideas personales, algunas de ellas de la mitología griega, como el robo de un elemento (el fuego, aquí el oro), la tierra diosa madre (Gaea, aquí Erda), una diosa guerrera que personifica los deseos secretos de su padre (Athéna, aquí Brünnhilde). Diversos elementos filosóficos de su época influyen también en Wagner. En una aproximación del héroe inspirado en Hegel, Siegfried representa en principio aquel al que la muerte permite la transición entre el mundo antiguo de los dioses y el mundo nuevo de los hombres. Más tarde, bajo la influencia de los temas de Schopenhauer (como la negación de la voluntad y la renuncia salvadora), hace de Wotan el héroe principal de la Tetralogía. Si la muerte de Siegfried es determinante, es el sacrificio de Brünnhilde el que constituye el acto redentor que purifica al mundo de la maldición del poder. Brünnhilde no es otra que la manifestación del pensamiento de Wotan, cuyas contradicciones demasiado “humanas” y su doloroso recorrido interior le convierten en verdadero trampolín simbólico de la evolución del mundo del poder hacia el del amor. La renuncia voluntaria y graMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

dual del dios melancólico triunfa. El héroe no es ya una fuerza política que asegura la transición entre el mundo de los dioses y el de los hombres, sino una fuerza metafísica que permite alcanzar el reino del amor desde el mundo del poder. Gracias a sus conocimientos de los mitos antiguos y de ciertas ideas filosóficas del siglo XIX , Wagner ha transformado los mitos iniciales con aportaciones originales, que le han permitido insuflar a las viejas leyendas sus propósitos humanistas y su visión personal del mundo y de la sociedad.

Memoria y amnesia imbricadas La memoria y la amnesia intervienen en diversos grados en la trama narrativa de la Tetralogía. Primero Erda, omnisciente, luego amnésica. Cuando al final de El oro del Rin, Wotan se niega a dar a los gigantes el anillo que viene de tomar de Alberich, un misterioso personaje femenino, Erda, sale de una gruta y anuncia a Wotan el destino inevitable que espera a los dioses y le aconseja ceder el anillo, no para evitar su destino, sino para que acepte la primera etapa. Wagner define a Erda como la representación de una antigua, inmemorial y primordial sabiduría, la Tierra como entidad maternal. La sabiduría de un anciano se confunde a menudo con la experiencia unida a sus recuerdos. Aquí, Erda lo sabe todo, del pasado, del presente y del futuro; es quien controla todos los aspectos de la memoria. Si en El oro del Rin, Erda es omnisciente, en Siegfried se ha convertido paradójicamente en amnésica; la que sabía más es la que desde ahora sabe menos. Sumergida en un sueño que nubla su percepción, Erda es llamada por Wotan, al que no reconoce y a quien no tiene nada más que predecirle. La fragilidad de su memoria ha debilitado las huellas del pasado, empobrecido la codificación del presente y hecho borrosa la progresión del mundo en un futuro, que no se beneficia de las marcas pasadas ni de las anticipaciones presentes. Es, por el contrario, Wotan quien le habla a Erda de los últimos “episodios” y la informa de su propia renuncia voluntaria. Wotan, al aceptar el fin del poder de los dioses, lega el destino a un Siegfried despreocupado e ignorante de su función de mediador. La época de la sabiduría consciente ha pasado, el tiempo de los dioses anda revuelto y el futuro se encuentra libre para los hombres. Cada mañana, los cuervos Huginn (Pensamiento o Razón) y Muninn (Memoria) recorren

Los recordatorios de Wagner En la Tetralogía, Richard Wagner se inspira de diferentes fuentes de memoria colectiva y utiliza varias veces la memoria y la amnesia como motores dramáticos. La extensión y la complejidad de la obra exponen a una dura prueba la memoria personal del espectador; por esa razón, Wagner facilita la memorización gracias a recordatorios como la repetición de fragmentos narrativos y la utilización de los leitmotiv. MEMORIA SEMANTICA

El fondo narrativo

Los fondos culturales

La trama

MEMORIA EPISODICA

La forma narrativa

Los relatos

La música

85

La Tetralogía. Dieciséis horas de drama en... algunas líneas El oro del Rin

interroga a su nieto sobre la naturaleza de su saber, pero sólo

Guardado por tres ondinas, un oro puro brilla en las profundida-

la función importa al joven. Una vez que revela su ignorancia,

des del Rin; este tesoro mantiene el equilibrio de la naturaleza.

Wotan intenta cerrarle el paso. Ahora es la espada la que

Al no poder seducir a las tres hijas del Rin, el enano Alberich

rompe la lanza de Wotan; los actos humanos son más fuertes

renuncia al amor con la intención de adueñarse del oro que con-

que las leyes de los dioses; la purificación de la maldición

fiere un poder ilimitado al que lo posee. Con ese oro, Alberich

se realizará libremente, lejos del deseo de los dioses. Nada

fabrica un anillo mágico que le permite esclavizar a su hermano

más impide a Siegfried, el héroe sin miedo y emancipado del

Mime y a todo su pueblo, que le amasan un inmenso tesoro. El

dios, atravesar las llamas para despertar a Brünnhilde. Los dos

señor de los dioses, Wotan, hizo construir un castillo, el Walha-

héroes se enamoran al instante uno del otro.

lla, por dos gigantes, Fasolt y Fafner. En recompensa tuvieron a Freia, la diosa de la juventud y del amor, cuya partida dio lugar

El ocaso de los dioses

al debilitamiento de los dioses. Ayudado por Loge, el dios del

Las tres Nornes, hijas de Erda, tejen el hilo del destino, pero éste

fuego, Wotan captura a Alberich y le obliga a darle el anillo y

se rompe, pues el futuro ya no puede ser predicho. Alberich

el tesoro. Entonces, Alberich maldice al anillo y a sus futuros

incita a su hijo Hagen a recuperar el anillo. Hagen promete

poseedores. Los gigantes devuelven a Freia a cambio del tesoro,

Brünnhilde a su hermanastro Gunther, sin revelar que ella ya

pero también exigen el anillo. Aconsejado por Erda, diosa de la

es la esposa de Siegfried. Gutrune, la hermana de Gunther,

Tierra, Wotan cede y renuncia al poder que le hubiera podido

le da a beber un filtro para olvidar a Siegfried, que hace que

aportar el anillo. Primera manifestación de la maldición: Fafner

éste se enamore de Gutrune y olvide a Brünnhilde, a quien

mata a su hermano Fasolt para ser el único propietario del teso-

va a buscar él mismo para ofrecérsela a Gunther. En vengan-

ro. Todos aquellos que llevaran a partir de ahora el anillo tendrán

za, Brünnhilde revela a Hagen el punto débil de Siegfried. Al

un destino trágico debido a la maldición de Alberich.

comprender la maquinación de Hagen, Brünnhilde hace que ella se precipita, completamente consciente de realizar así el

Mucho más tarde, sin saber que son gemelos, Siegmund y Sie-

deseo de Wotan, es decir, renunciar al poder frente al amor

glinde (casada con Hunding), nacidos de los amores de Wota y

redentor. El fuego se propaga hasta el Walhalla, donde Wotan

de una mortal, se enamoran. Wotan quería hacer de Siegmund

y los dioses esperaban la consumación de su destino. El Rin se

el héroe libre que reconquistará el anillo, pero su mujer Fricka

desborda, apaga el incendio y las tres hijas del Rin recuperan

lo empuja a que lo deje morir porque ha quebrantado las le-

el anillo, ahora purificado, para devolverlo al elemento pri-

yes del matrimonio. La valquiria Brünnhilde, hija preferida de

mordial original.

Wotan que ha tenido, al igual que a las otras ocho valquirias, de su acoplamiento con Erda, rehúsa obedecer la orden de su

Ilustración de Erda, por Arthur Rackham (1867-1939).

padre, al comprender su intención y al descubrir la intensidad del amor de los gemelos. Con la lanza donde están grabadas las leyes, Wotan rompe entonces a Nothung, la espada de Siegmund que de esta manera es matado con facilidad por Hunding. Brünnhilde confía los trozos de la espada a Sieglinde, a la que facilita la huida, mientras que le anuncia que está embarazada de un niño, al que deberá llamar Siegfried. Wotan castiga a su hija rebelde durmiéndola sobre una roca, rodeada en llamas. Sólo aquel que no tema al fuego podrá romper el hechizo y conquistar a la valquiria.

Siegfried Veinte años más tarde, Siegfried, que ha sido criado por Mime, consigue volver a forjar Nothung. Con ella matará a Fafner, que se ha convertido en un dragón, para apoderarse del anillo y del tesoro. Puesto en guardia por un pájaro de los que comprende el lenguaje después de haber probado por accidente la sangre de dragón, mata a Mime, que intentaba envenenarlo. No lejos de la roca de Brünnhilde, Wotan despierta a Erda para comunicarle que renuncia a sus ambiciones y que acepta un destino que ya no teme, el fin de los dioses. Los cuervos de Wotan ahuyentan al pájaro que guiaba a Siegfried. Wotan

86

MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

WIKIMEDIA COMMONS

depositen el cuerpo de Siegfried en una hoguera sobre la que

La valquiria

el mundo, para luego informar a Wotan de cuanto sucede. Estos mensajeros negros sugieren el inconsciente paralizado por sus leyes de un Wotan que sólo puede actuar por el pensamiento y el recuerdo. Sin embargo, el papel dramático de los dos cuervos se va haciendo crucial. En el acto III de Siegfried, hace huir al pájaro que guiaba a Siegfried antes de su encuentro decisivo con Wotan. Más tarde, en El ocaso de los dioses (acto III), entretienen la atención de Siegfried, que será entonces asesinado. Más adelante, antes de tirarse a las llamas de la hoguera, Brünnhilde ordena a los cuervos que lleven a Wotan su último mensaje: “Todo... Todo... Sé todo, ¡y todo está claro en este momento para mí!” El conocimiento llega a ser por unos minutos la prerrogativa de Brünnhilde, depositaria de la sabiduría de su madre Erda y de la pugnacidad de su padre Wotan. Este conocimiento permite a Brünnhilde devolver el oro maldito a las hijas del Rin. Como pide Brünnhilde, el último acto de los cuervos es no sólo informar a Wotan del fin del mundo de los dioses y del advenimiento del mundo del amor, sino también de que participe en esa decadencia arrastrando las llamas de la roca hacia el Walhalla para destruirlo. Además del cuervo que simboliza la memoria, los filtros desempeñan un papel importante en este juego de la memoria y el olvido. Dos filtros bebe Siegfried en El ocaso de los dioses. Uno amnésico y otro para devolverle la memoria. En el acto I, un filtro de amor le hace olvidar a Brünnhilde y enamorarse de Gutrune. Tal amnesia selectiva hace que Brünnhilde crea que Siegfried ha traicionado sus promesas y justificará el complot contra él. En el acto III, otro brebaje, antídoto del primer filtro, permite a Siegfried recobrar la memoria y revelar delante de todos su amor por Brünnhilde, a pesar de que ya se había prometido a Gutrune. Esta confesión será entonces utilizada como una justificación “moral” para asesinarlo. Lejos de toda farmacología realista, uno y otro filtro son muy útiles al curso de la historia.

Resúmenes, escenas retrospectivas y otros recordatorios Las óperas de Wagner son largas. Hasta su irrupción en el género, las óperas se repartían entre arias, coros y recitados. Al encontrar que esta sucesión era perjudicial para la eficacia dramática, Wagner prefirió componer sus obras bajo la forma de un flujo (o río) musical continuo, en particular en sus últimas obras. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

El abandono de los puntos de referencia mencionados hacía, no obstante, el drama más difícil de seguir, tanto más que se trataba a menudo de óperas muy largas; la ejecución de El anillo del Nibelungo varía de 13h 33 (bajo la dirección de Karl Böhm) a 16h 51 (bajo la de Reginald Goodall). La Tetralogía agrupa de este modo un texto monumental y una música “oceánica”. Frente a la complejidad de la historia, el gran número de personajes y la riqueza musical del Anillo, Wagner utiliza dos técnicas mnemotécnicas para arraigar la acción en la memoria del espectador. Por un lado, recitados que se repiten a lo largo de la obra; por otro, resúmenes musicales gracias a los leitmotiv. La razón por la que necesita estos motivos recordatorios es simple, la Tetralogía duraba 16 horas, sus cuatro óperas se ejecutaban durante una semana, muchos de los hechos tienen lugar fuera de escena y son 34 personajes los que aparecen en el Anillo, bajo la forma de 7 humanos y de 27 personajes de fábula (dioses, enanos, gigantes, ondinas, animales). La finalidad de estos recursos mnémicos es doble: informar y recordar. La Tetralogía contiene largos pasajes narrativos que son en ciertos casos retrospectivas (“flash-back”) y en otros son resúmenes. Las personas que se sumergen por primera vez en el Anillo critican las repeticiones, pues piensan que se van a ahogar en ellas; no se percatan de que son esos largos relatos los que los mantienen en la superficie. Esos pasajes narrativos se proponen informar, a los héroes en escena y al público de la sala, de los acontecimientos que unos conocen pero no los otros, o de los episodios desconocidos por ambos. Por esa razón, los relatos de los sucesos ocurridos “fuera de escena” abundan en El oro del Rin y en La valquiria. En Siegfried y en El ocaso de los dioses, las narraciones recuperan, para los personajes y los espectadores, los episodios de las dos óperas precedentes.

2. DE LOS DIFERENTES LEITMOTIV utilizados en la Tetralogía, se representan aquí el del anillo (arriba), el de Siegfried, guardián de la espada (centro) y el de la espada (abajo).

Las personas que se sumergen por primera vez en el Anillo critican las repeticiones; no se percatan de que son esos largos relatos los que les mantienen a flote.

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Esos relatos dan lugar a un refuerzo mnémico, sea de nuevo bajo la forma de monólogos o bien de una manera más agradable (y más astuta) de adivinanzas durante las cuales los personajes se interrogan mutuamente. Estas repeticiones son indispensables para la estructura interna de la narración y para la comprensión por los espectadores.

La metamorfosis del primer motivo de El oro del Rin El motivo de la naturaleza El primer motivo representa la naturaleza y, por extensión, el agua del Rin. Se trata de un simple arpegio en mi bemol mayor que se extiende sobre más de dos octavas (mi bemol, si bemol, mi bemol, sol, si bemol, mi bemol, sol). De hecho, el motivo rítmico —negra con puntillo + negra/ corchea— se reencontrará en los temas siguientes.

Corni

6 8

pp El motivo de la Tierra El motivo ascendente de Erda —Tierra maternal y sabiduría ancestral— se origina a partir del motivo ascendente de la naturaleza y refleja la armonía de la Tierra con el conjunto de la naturaleza. El motivo de la base se deriva del precedente pero en mi mayor (un semitono más alto). Se encuentra el mismo motivo rítmico, pero la línea se enriquece con notas intermediarias suplementarias (do sostenido y re sostenido), mientras que el arpegio clásico es mi, sol sostenido, si, mi. Se dobla, en la tuba, de una línea en do sostenido haciendo sonar el conjunto con el acorde en menor, como señala Didier Tourniaire, neurólogo en el Establecimiento médico TEPP, en Tain l’Hermitage, quien hizo el análisis musicológico de los leitmotiv.



   

Lento

   

e

p

dim.

 

p





El motivo de la caída de los dioses Por el contrario, el motivo descendente, negativo, de la decadencia de los dioses es la simple inversión del motivo ascendente de Erda, lo que significa que los dioses no están en armonía con la naturaleza. Esta línea melódica de arpegio descendente evoca lógicamente la caída, sobre un tono vecino clásico en la mayor. El arpegio se termina con la dominante mi y no con la tónica (la); acaba en una corchea y no en una pausa como una redonda, lo que permite partir de nuevo sin demora a la medida siguiente.

Lento

Wagner no empleó el término leitmotiv, inventado en 1871 por un universitario en referencia a Weber. Será utilizado para Wagner en 1876 por Hans von Wolzogen, quien publicó las primeras guías temáticas de sus obras. Desde su cuarta ópera, El holandés errante, Wagner introduce los leitmotiv como hitos que plantan la orquesta y los cantantes para guiar a los espectadores. Así, por primera vez en la ópera, la música se utiliza para aclarar o modular la acción y no sólo para acompañar las palabras del cantante. Con la Tetralogía, el sistema de los leitmotiv alcanza su pleno desarrollo, tanto como por su número como por la astucia creciente de Wagner para construirlos unos con respecto a los otros. Bruno Lussato, del Conservatorio Nacional de Artes y Oficios francés, ha identificado 136 leitmotiv que resonarán en total ¡2381 veces! Estos leitmotiv, de simplicidad estilística, son identificables con facilidad y se inscriben cómodamente en la memoria del oyente, incluso en el menos melómano. Representan con una frase musical corta, simple y sorprendente, los principales elementos del drama. Este motivo recurrente puede referirse a la naturaleza (alba, arco iris, tormenta...), a los personajes (Freia, Erda, Siegfried...), a los lugares (Walhalla...), a los objetos (anillo, espada, lanza...), a los sentimientos (amor, amistad, soledad...), a los acontecimientos (despedida de Wotan, bodas... y a los conceptos (maldición, poder de los dioses, redención por el amor...). Un leitmotiv dedicado a la amnesia aparece 17 veces, únicamente en El ocaso de los dioses. Procedente del tema del yelmo mágico, este leitmotiv de la amnesia evoca misterio y poder indivisible. Estos leitmotiv, que Wagner mismo denominaba motivos de memoria, crean hilos conductores que ayudan a los espectadores a localizarse durante las 16 horas del ciclo. Aseguran de este modo la continuidad dramática y la comprensión de la obra. Por otra parte, permiten hilar los preludios o transiciones musicales que recuerdan los hechos precedentes, preparando al mismo tiempo al espectador para la escena siguiente. Los leitmotiv constituyen, pues, indicios de los códigos de acontecimientos o de emociones que sirven de estructuras del recuerdo mnémico.

Los motivos memorísticos

e pp 88

Los leitmotiv: un apoyo memorístico revolucionario

Wagner no consideraba los leitmotiv únicamente como etiquetas que identificaban a los MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

personajes, los objetos o los sentimientos, sino también como motivos mnémicos evolutivos sometidos a modificaciones o distorsiones. Los primeros leitmotiv de El oro del Rin son en su origen sólo asociaciones simples, para llegar a ser al final del ciclo motivos más complejos, tanto por su desarrollo armónico, como por su asociación con otros y su interacción con el texto. Si la primera aparición de un leitmotiv es a menudo muy ceñida, el motivo evoluciona, se vuelve más abstracto y pierde progresivamente su sentido. Otra originalidad de los leitmotiv de la Tetralogía resulta del hecho de que casi todos los temas proceden directa o indirectamente del primer motivo escuchado durante el preludio de El oro del Rin, que representa la naturaleza indiferenciada, inviolada y pura, luego el Rin, bajo la forma de un acorde en Mi bemol mayor. Al igual que toda vida se origina en el agua, la mayoría de los leitmotiv del Anillo derivan de ese primer leitmotiv que representa al agua y a la naturaleza. La regularidad obsesiva de este tema del Rin de donde nacen los otros motivos evoca un tipo de cera virgen sobre la que se imprimen y se añaden progresivamente los personajes, las ideas y los acontecimientos ulteriores. Sus imbricaciones y su evolución se sugieren por el entrelazado musical de temas derivados unos de otros. De la misma manera que los recuerdos son el objeto de distorsiones, los leitmotiv evolucionan y se modifican. El entrelazamiento y la metamorfosis de los temas musicales son característicos de la utilización de los leitmotiv en el Anillo. Esto hace la escucha más fácil pues, frente a un aluvión musical continuo no acentuado por la alternancia de arias, los leitmotiv son puntos de apoyo que impiden que el oyente se ahogue. De hecho, los leitmotiv se dejan con mayor frecuencia a cargo de la orquesta que de la parte vocal; se busca privilegiar una suerte de inconsciente interno (el del personaje) o externo (el del relato). El espectador no distingue sólo el sentido de las palabras, sino que escucha “la melodía bajo las palabras”, como señalaba Proust. El espectador reconoce así las correcciones o las contradicciones subterráneas suministradas por Wagner a la narración de los hechos. Wagner torna consciente lo inconsciente.

canta: “Que aquel que tema la punta de mi lanza no atraviese jamás el fuego”, donde el leitmotiv utilizado es el de “Siegfried, guardián de la espada”. La frase de Wotan encierra una especie de adivinanza a la que hay darle la vuelta, esto es, “El que atraviese el fuego, no temerá la punta de mi lanza”. El leitmotiv empleado por Wagner posee un doble significado para resolver el enigma. En primer lugar, el uso del leitmotiv que se asocia a Siegfried indica que él será quien atravesará el fuego. Por otra parte, de los tres leitmotiv que caracterizan a Siegfried, se emplea el que está unido a su espada; de ese modo, el espectador sabe que es con su espada (y su coraje) con lo que Siegfried vencerá la lanza de Wotan, su abuelo. Por último, mientras que en numerosas situaciones la orquesta toca un leitmotiv diferente del cantado por el intérprete con el fin de aportar una información complementaria desconocida por el personaje, en el caso presente, el leitmotiv “Siegfried, guardián de la espada” es cantado por Wotan e interpretado por la orquesta. Queda así demostrado que si la doble respuesta de la adivinanza nos la revela la orquesta a los espectadores, aquélla es plenamente conocida y aceptada de pleno por Wotan, lo que reviste un enorme interés dramático, puesto que participa en la renuncia progresiva de Wotan y en la aceptación de su destino. En definitiva, la Tetralogía es el proyecto musical y dramático más ambicioso, imaginativo y gigantesco de la historia artística de Occidente. Amor y poder pugnan para permitir a Wagner defender sus dos temas preferidos: la redención por el amor y la renuncia salvadora asumida. La narración demuestra que la ruptura del equilibrio entre el amor y el poder afecta tanto a la naturaleza como al individuo. Lejos de ser larga, anticuada, obscura e incomprensible, nos encontramos ante una obra poética, rigurosa, profética y apasionada. Sin que lo haya indicado expresamente en sus escritos teóricos, Wagner utiliza diferentes aspectos de la memoria o de la amnesia en el fondo y la forma del Anillo. Memoria colectiva, memoria extraordinaria, amnesia, recordatorios textuales y musicales participan en la fuerza dramática de lo que Wagner calificó como la obra del futuro.

El héroe conducido por su leitmotiv Un ejemplo aclarará este punto. Al final de La valquiria, tras haber rodeado de llamas la roca donde acaba de dormir a Brünnhilde, Wotan MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

Los leitmotiv se dejan con mayor frecuencia a cargo de la orquesta que de la parte vocal; se busca privilegiar una suerte de inconsciente interno o externo.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA WAGNER’S RING: TURNING THE SKY ROUND. L. Owen.

Limelight Editions; Nueva York, 1990. WAGNER WITHOUT FEAR. LEARNING TO LOVE —AND E V E N E N J OY— O P E R A’ S MOST DEMANDING GENIUS.

W. Berger. Vintage Books; Nueva York, 1998. WAGNER AND PHILOSOPHY.

B. Magee. Penguin Books; Londres, 2001. VOYAGE AU COEUR DU RING, WAGNER, L’ANNEAU DU NI-

Bernard Croisile dirige el laboratorio de neuropsicología, funciones cognitivas, lenguaje y memoria del Hospital Neurológico de Lyon.

BELUNG. B. Lussato. Ency-

clopédie. Fayard, 2005.

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SYLLABUS

OLORES Sin darnos cuenta, nos dejamos llevar por el aroma corporal de nuestros semejantes. Una atracción que nos ayuda a sentir empatía. Cuanto más fino sea nuestro olfato, mayor facilidad para ponernos en la piel de los demás SIMONE EINZMANN

1. AROMA ESTIMULANTE. El olor del café recién preparado

GEHIRN & GEIST / FLORIAN SCHMITT

despierta los sentidos.

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“Nuestra reacción a los olores tiene que ver con el contexto emocional en el que los percibimos por primera vez.” Rachel Herz, de la Universidad de Brown

C

uando Francisco de Quevedo escribió “Erase un hombre a una nariz pegado”, atinó de pleno. Los olores que percibimos tienen conexión directa con nuestras sensaciones. Y ciertas fragancias nos pueden provocar estados emocionales determinados. ¿A quién no le levanta el ánimo el aroma de un café recién hecho a primera hora de la mañana? ¿O quizá la humeante fragancia a pan tostado y bollos frescos le recuerda los desayunos dominicales que disfrutaba en familia durante su infancia? En cambio, el solo olor a antiinflamatorio en la consulta del dentista provoca miedo y pavor. Las sensaciones, por lo que parece, circulan a sus anchas por la nariz. “Nuestra respuesta a los olores está relacionada con el contexto emocional en el que los percibimos por primera vez”, afirma Rachel Herz, del departamento de psiquiatría y comportamiento humano de la Universidad Brown en Providence. La experiencia determina nuestra valoración de los estímulos olfativos que percibimos, si nos resultan agradables, o por el contrario, insoportables. De hecho, ejemplifica Herz, los bebés cuyas madres acostumbraban a consumir ajo en las comidas o fumaban durante el embarazo o el período de lactancia, muestran una tolerancia al intenso olor de dichos productos mayor que los lactantes que no han atravesado la misma situación. Con otras palabras, las sensaciones que producen los olores se aprenden con la experiencia. Para demostrarlo, esta psicóloga desarrolló en 2005 dos experimentos, encaminados a provocar en los voluntarios la sensación de atracción, o de rechazo, ante la percepción de un olor desconocido para ellos. La investigadora proporcionó a un grupo de sujetos experimentales un divertido y placentero juego de ordeMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

nador con el que entretenerse, mientras que a otro grupo les ofreció jugar con un frustrante y aburrido videojuego. A continuación, entregó a cada uno cinco muestras de esencia. Cuatro de ellas correspondían a aromas considerados agradables y familiares —rosa, vainilla, limón y menta—, y un quinto indefinible tufo dulzón que resultaba de una mezcla de barro húmedo y de grasientas palomitas elaboradas con mantequilla. Aquellos sujetos que momentos antes habían estado disfrutando con un ameno pasatiempo calificaron de “agradable y familiar” la manipulada esencia, incluso con índices por encima del grupo de control. En cambio, los participantes que habían estado peleándose con el imposible juego electrónico valoraron como repugnantes a los, en un principio, agradables y placenteros olores (rosa, vainilla, limón y menta). El estado emocional parecía influir de forma determinante en la valoración de los estímulos olfativos. Más recientemente, en 2009, el equipo dirigido por Yaara Yeshurun, del Instituto Weizmann en Rehovot, puso de manifiesto que, en el terreno olfativo, la primera sensación es la que vale. Así, tras penetrar por la nariz, el aroma —sea o no de nuestro agrado— queda inmediatamente registrado en nuestro cerebro; deja huella. Para demostrar su hipótesis, los investigadores sometieron a los participantes a un sencillo test de asociaciones entre objetos y olores. En concreto, se les mostraban 60 imágenes de objetos, relacionadas cada una con una determinada fragancia. Una vez superada esa fase, los voluntarios debían emparejar la imagen que se les mostraba de nuevo con un olor, a elegir entre tres. Finalmente, todos los probandos pasaron por un nuevo proceso de aprendizaje, en el que los investigado-

RESUMEN

Qué esconden los olores

1

Las sensaciones que provoca un determinado olor dependen en

gran medida de experiencias previas. La primera impresión que nos transmite un estímulo olfativo es la que queda marcada en nuestro cerebro.

2

Sin que seamos conscientes de ello, la fragancia corporal

de nuestros congéneres influye en nuestro propio estado de ánimo y comportamiento.

3

Cuando nuestra nariz detecta en el sudor de otras personas

una sensación de miedo, tendemos a adoptar un comportamiento más cauteloso y nos mantenemos en alerta.

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2. NEURONAS EMPATICAS. su actividad cuando olemos el sudor produ-

a

b Corteza orbitofrontal

cido por individuos en estado de miedo (en la imagen, a: Insula y corteza orbitofrontal. b: Precuneo. c: Cíngulo. d: Giro fusiforme). Las imágenes corresponden al estudio que

Precúneo

Insula

en 2009 realizó un equipo dirigido por Alexander Prehn-Kristensen, de la Universidad de Kiel; comparaba la reacción cerebral que provoca el olor a sudor de estudiantes en período de exámenes y tras un esfuerzo físico. c

d Cíngulo Giro fusiforme

Bomba fétida universal: misión imposible El ejército norteamericano experimentó en su día el desarrollo de una bomba fétida capaz de resultar repulsiva para las fosas nasales de cualquier mortal, en especial para las de ciertos grupos étnicos, aseguró en 2005 Rachel Herz, de la Universidad de Brown, en Providence. El apestoso intento terminó en fiasco. El hedor que hace que arruguemos disgustados la nariz no es universal, sino que depende del contexto cultural de cada uno.

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res emparejaban los mismos objetos con otros estímulos olfativos; una semana después, se volvió a convocar a los voluntarios para que ordenasen por pares los objetos y los olores, según las asociaciones que se les había enseñado. Si bien no tuvieron problema al asociar objeto y olor conforme a las anteriores fases, los investigadores pudieron comprobar que en su cerebro se producían determinados procesos al recordar correctamente la primera asociación: se activaban el hipocampo y la amígdala, áreas importantes en el proceso de aprendizaje y las reacciones emocionales, respectivamente. En cambio, al recordar la segunda combinación objeto-estímulo olfativo, el sistema nervioso no presentaba dicha reacción. Los responsables del estudio obtuvieron esos mismos resultados en un experimento posterior en el que combinaron objetos con estímulos auditivos. Yeshurun y su equipo demostraron que la primera asociación entre olor y objeto desempeñaba una función primordial en nuestra memoria emocional. Ello explicaría también por qué determinados olores despiertan en nosotros recuerdos de la infancia, y no situaciones más recientes con el mismo olor.

Señales químicas de alerta Reaccionar con emociones a los olores que percibimos, sin ser siempre consciente de ello, se sigue de la condición biológica del ser humano. Del funcionamiento y composición de nuestro cerebro, el núcleo olfativo se encuentra estrechamente vinculado al sistema límbico o cerebro emocional, de suerte tal, que los olores pueden actuar directamente, vía corteza cerebral, en nuestras emociones. El fenómeno se desarrolla de manera inconsciente y rápida, por lo que los estímulos olfativos se convierten para nosotros en excelentes señales de aviso en nuestras relaciones interpersonales. Se sabe, desde hace tiempo, que los animales utilizan las señales químicas para comunicarse entre sí, ya sea, por ejemplo, para anunciar que están preparados para la reproducción o bien para la batalla. Los seres humanos, desde hace tiempo también, no sólo usan la nariz para comprobar la calidad de los alimentos. Neurocientíficos de las universidades alemanas de Kiel y Düsseldorf han constatado que las personas se entienden entre sí a través de estímulos olfativos. Para ello, analizaron cómo la composición del sudor influye a modo de señal química MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

PREHN-KRISTENSEN ET AL., INDUCTION OF EMPHATY BY THE SMELL OF ANXIETY / PLOS ONE VOL. 4, N.o 6

Determinadas regiones cerebrales aumentan

en las sensaciones y comportamiento de quien las percibe. Un equipo de la Universidad de Kiel dirigido por Alexander Prehn-Kristensen confirmó en 2009 que podemos “olfatear” incluso el miedo en otras personas. Minuciosamente, los experimentadores colocaron algodoncillos bajo las axilas de 50 estudiantes, todos ellos a punto de examinarse de una decisiva prueba oral. Los nervios estaban a flor de piel. Más tarde, se les pidió a los alumnos, ya en condiciones más relajadas, que practicasen remo en un ergómetro. La intención era recoger, de la misma manera que se había procedido antes, un muestrario amplio de sudor. Finalmente, los algodones impregnados con las sustancias segregadas por las glándulas sudoríparas de los estudiantes fueron entregados como muestras olfativas a otro grupo experimental de la investigación. Estos participantes llevaban puesta una máscara de oxígeno y se encontraban tendidos en el interior de un tomógrafo para captar por resonancia magnética imágenes de la actividad de su cerebro. La encuesta entre los sujetos “olfateadores” resultó decepcionante en un primer momento. La mitad de los sujetos no percibían ningún tipo de olor, y si lo hacían, se sentían incapaces de

distinguir entre las muestras recogidas en el contexto académico y las obtenidas a partir del esfuerzo deportivo. No obstante, un importante detalle reparó su inicial decepción: la actividad cerebral de los “olfateadores” variaba según estuvieran oliendo sudor, producto del miedo o del entrenamiento físico. De ese modo, cuando acercaban la nariz a los cilindros de algodón impregnados por los estudiantes a punto de examinarse, aumentaba la estimulación en las regiones cerebrales relacionadas con el reconocimiento de las emociones en la expresión facial, entre ellas, la zona del giro fusiforme. Simultáneamente, entraban en acción aquellas áreas cerebrales relevantes para la empatía, como son la ínsula, el precúneo y el cíngulo del cerebro (véase la figura 2). A partir de esos resultados, los investigadores llegaron a la conclusión de que el ser humano percibe en los demás y de manera automática e inconsciente las señales de miedo y les da respuesta aumentando su empatía. Prehn-Kristensen llevó a cabo en 2009 y con otro equipo científico, una nueva investigación, esta vez con el fin de comprobar si los olores afectan a nuestro comportamiento. Las conclusiones fueron contundentes: ante el fuerte estruendo de un ruido inesperado, el sobresalto de los participantes del experimento era

Los genes también cuentan A algunas mujeres el olor a androsterona les provoca rechazo; en cambio, a otras, les atrae. ¿Y qué es la androsterona? Un derivado de la testosterona, hormona sexual masculina, capaz de marcar el olor del sudor de los varones de manera notable. Andreas Keller, de la Universidad Rockefeller de Nueva York, y Hanyi Zhuang, de la Universidad Duke de Durham, identificaron entre más de 300 receptores de la olfación humanos, el que con mayor energía respondía al estímulo de la androsterona. El sujeto, fuese hombre o mujer, que presentaba en su mucosa nasal una extensa variante de este receptor, valoraba el sudor masculino de desagradable, mientras que el resto de los participantes calificaban por encima de la media el aroma de dulce y con matices a vainilla. Por supuesto, la atracción o el rechazo ante ese olor no dependía tan sólo del receptor en cuestión, sino que también influyeron en su reacción otros receptores olfativos, además, claro está, de la experiencia personal. (Genetic Variation in a Human Odorant Receptor Alters Odour Perception. A. Keller y otros en Nature n.o 449, págs. 468-472; 2007)

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mayor si en esos momentos percibían el tufo a sudor humano originado por una situación de angustia, que si les llegaba a las fosas nasales el efluvio producido por el esfuerzo físico de sus congéneres. Además, aquellos participantes que presentaban ya de por sí miedos sociales, reaccionaban de manera todavía más notoria ante el hedor de compañeros estresados. De forma inconsciente, nuestro organismo se prepara para afrontar posibles peligros, sospechaba ya en 2006 Denise Chen, de la Universidad Rice en Houston. Para comprobar su hipótesis, la investigadora tomó también muestras de sudor corporal como herramienta de trabajo, pero esta vez procedían de las axilas de sujetos que estaban viendo películas: un grupo veía filmes de terror, mientras otro seguía el argumento de largometrajes emocionalmente neutros. A continuación, Chen sometió a otro colectivo experimental a un test de asociación de palabras, con el añadido de impregnar sus fosas nasales con el olor segregado por los espectadores, ya fuesen del primer o del segundo grupo. A través de la presión de teclas, los voluntarios debían decidir si los dos conceptos que se les presentaban (por ejemplo, “brazo” y “pierna”) tenían algún tipo de relación o no. Aquellos participantes que aspiraban en el momento de su respuesta el sudor originado como reacción a los filmes de terror, reaccionaban de manera más lenta y cometían menos errores que los compañeros que olían el sudor de los otros telespectadores. Chen afirmó como conclusión que los seres humanos, al percibir el sudor segregado por nuestros congéneres en una situación de miedo, permanecemos más prudentes y mantenemos una actitud de alerta. Reacción, por otro lado, muy razonable desde un punto de vista evolutivo: si las personas a nuestro alrededor sienten miedo, hacemos bien en prepararnos para cualquier posible amenaza. Junto al peligro, el sudor puede también significar todo lo contrario: seguridad. Los bebés, por ejemplo, se tranquilizan y relajan cuando huelen la fragancia característica de su madre, y el nivel de estrés en adultos disminuye en cuan-

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to sumergen la nariz en el jersey de su pareja, según pudo comprobar Donald McBurney, de la Universidad de Pittsburg en el curso de sus trabajos desarrollados entre 2006 y 2008. Otra sensación que provoca determinado sudor en cuanto lo olemos es la excitación sexual, según confirmó Chen en otro de sus estudios. La psicóloga tomó pruebas de la secreción de las glándulas sudoríparas de hombres que estaban viendo una película erótica, así como de varones que veían un filme de contenido neutro. Al pedir a las participantes femeninas del experimento que olieran las muestras, la investigadora pudo observar que se alteraban la corteza orbitofrontal —parte del sistema límbico y relacionada con la valoración emocional— y el giro fusiforme, zona cerebral importante para el reconocimiento de rostros, entre otras funciones. Por el contrario, el sistema de recompensa cerebral y el hipotálamo no reaccionaron, permanecieron inmóviles. Ahora bien, que el cerebro femenino transforme la información de la presencia de un hombre sexualmente excitado, no supone directamente que la mujer esté interesada en él. En palabras de Chen: “El sudor masculino no representa per se un afrodisíaco para las mujeres”. A nivel consciente, las participantes no pudieron distinguir ninguna diferencia entre las dos variedades de sudor.

Descarga eléctrica con fragancia a rosa Las personas sabemos distinguir los olores mejor de lo que nos pensamos. Pero, ¿se puede entrenar al cerebro para que haga esa distinción si asociamos los olores con experiencias desagradables? Wen Lin y su equipo, de la Universidad del Noroeste de Chicago, investigaron esta posibilidad en 2008. Los participantes del experimento debían distinguir entre tres perfumes de rosa: dos de las pruebas contenían la misma sustancia, mientras que la tercera muestra, a pesar de desprender la misma fragancia, presentaba una composición química diferente, era una imagen especular de las dos primeras. Por lo ge-

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neral, el olfato humano es incapaz de distinguir estas variantes compuestas por isómeros químicos. Como cabía esperar, en una primera fase, los sujetos acertaron tanto como erraron en sus valoraciones. A continuación, los investigadores proporcionaron una ligera descarga eléctrica a los participantes cuando percibían la tercera variante de aroma. Tras algunas repeticiones, un 70 por ciento de los sujetos diferenciaba la fragancia isomérica. Por otra parte, las imágenes por resonancia magnética mostraban una alteración en la actividad de la corteza olfativa del cerebro, en el rinencéfalo. Al parecer, a través de las descargas eléctricas, un olor x cualquiera se había transformado para el cerebro en un estímulo olfativo “peligroso”. En opinión de Lin, la capacidad de los humanos de reconocer, entre un mar de olores, un olor peligroso de manera rápida, fiable e inconsciente supone una ventaja evolutiva: “Ayuda a distinguir el olor de un león del de un gato”, señala. Además y con toda probabilidad, las personas emocionalmente inteligentes gozan de un olfato más fino. En 2009, Denise Chen y su colega Wen Zhou, pidieron a 44 alumnas que olfatearan las camisetas de tres de sus compañeras de habitación. Para el experimento las psicólogas optaron únicamente por mujeres, ya que éstas presentan de promedio un olfato más sensible que los hombres cuando se trata de reconocer a personas que les son familiares. Las estudiantes consideradas en un experimento anterior de “especialmente empáticas” obtuvieron mejores resultados, con lo que mostraron tener un mejor olfato. Resultado que, a decir verdad, tampoco cogió demasiado por sorpresa a las responsables del estudio: “En la transformación de los estímulos olorosos intervienen la amígdala, el hipotálamo y la corteza orbitofrontal, es decir, las mismas estructuras cerebrales relacionadas con los estímulos emocionales y sociales”. Comprobado, pues: quien tiene un fino olfato, goza de una gran empatía.

BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA ODOR-ASSOCIATIVE LEARNING AND EMOTION: EFFECTS ON PERCEPTION AND BEHAVIOR. R. Herz en Chemical Senses,

vol. 30, págs. i250-i251; 2005. CHEMOSIGNALS OF FEAR ENHANCE COGNITIVE PERFORMANCE IN HUMANS. D. Chen

et al. en Chemical Senses, doi: 10.1093/ chemse/bjjo46, 2006. AVERSIVE LEARNING ENHANCES PERCEPTUAL AND CORTICAL DISCRIMINATION OF INDISCRIMINABLE ODOR CUES. W. Li et

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chological Science, vol. 20, n.o 9, págs. 1118-1124; 2009. DAS MAIGLÖCKCHENPHÄNOMEN: ALLES ÜBER DAS RIECHEN UND WIE ES UNSER LEBEN BESTIMMT. H. Hatt. Piper; Múnich,

2009. WEIL ICH DICH RIECHEN KANN. DER FÜNFTE SINN UND SEIN GEHEIMNIS. R. Herz. Her-

big; Múnich, 2009.

Simone Einzmann es periodista científica. MENTE Y CEREBRO 43 / 2010

LIBROS

NEUROETICA Gestación de una nueva disciplina

LA NEUROETHIQUE. CE QUE LES NEUROSCIENCE FONT A NOS CONCEPTIONS MORALES ,

por Bernard Baertschi. Editions La Découverte; París, 2009. DE LA NEUROCIENCIA A LA NEUROETICA. NARRATIVA CIENTIFICA Y REFLEXION FILOSOFICA ,

por José Manuel Giménez Amaya y Sergio Sánchez-Migallón. EUNSA; Pamplona, 2010.

E

l progreso de las técnicas de formación de imágenes del cerebro, que avanza a paso firme desde hace unos decenios, ha posibilitado un desarrollo espectacular de nuestro conocimiento del cerebro. Igual que ocurriera en el campo de la genética, tales adelantos llevan aparejados, en su metodología de adquisición y en su aplicación, cuestiones éticas fundamentales (La neuroéthique). Se trata, aquí también, de distinguir entre lo técnicamente viable y lo moralmente aceptable. La neurociencia estudia el sistema nervioso central y periférico (De la Neurociencia a la Neuroética). La investigación anatómica del sistema central se inicia con Thomas Willis (1621-1675) y su Cerebri Anatome. Willis bebe en el dualismo cartesiano, en la doctrina de la separación entre el cuerpo y el alma. Descartes, en L´Homme, había escrito: “Los hombres estarán compuestos [...] de un Alma y de un Cuerpo; y debo describirles primero el cuerpo separadamente, y después el alma separadamente; y, finalmente, mostrarMENTE Y CEREBRO 43 / 2010

les cómo estas dos Naturalezas deben ser juntadas y unidas para componer hombres que se nos asemejen”. Willis se propone establecer la sede de determinadas funciones mentales en zonas particulares del encéfalo y, con ello, anticipa el debate del siglo XIX entre localizacionistas y no localizacionistas, personados en las figuras de Franz Joseph Gall (1758-1828) y Marie Jean Pierre Flourens (1794-1867). Para Gall el relieve del cráneo reflejaba el distinto desarrollo de las estructuras cerebrales donde se asentaban funciones específicas. Para Flourens, en cambio, no importaba el lugar, sino la cantidad de cerebro empeñada. Controversia al margen, comenzaron a registrarse datos objetivos que evidenciaban la repercusión de ciertas lesiones cerebrales sobre la conducta. Es antológico el caso de Phineas Gage, recuperado por Antonio Damasio como arquetipo de su tesis reduccionista. Súmense los descubrimientos de Paul Pierre Broca y Karl Wernicke sobre el lenguaje. El 13 de septiembre de 1848, Gage, un capataz

del tendido ferroviario de Nueva Inglaterra, sufrió un accidente al atravesarle una barra de hierro parte de la cara y las porciones más anteriores de la cavidad craneal. Perdió una cantidad importante de corteza prefrontal, pero sobrevivió. Según contó su médico, pese al traumatismo, no sufrió ningún trastorno sensorial ni motor, pero su conducta experimentó un giro total: aquel bonachón generoso se trocó en huraño malhablado. Broca puso de manifiesto, en 1861, la zona de la corteza cerebral que acoge el centro del habla, en la circunvolución frontal inferior del lóbulo frontal. La neuroética es la moral aplicada al dominio del cerebro, en cuanto órgano privilegiado de la persona como soporte de la propia identidad y del desempeño de las funciones superiores. Bernard Baertschi entiende que la neuroética debe ocuparse del papel de las emociones en nuestras decisiones morales, del lugar de la responsabilidad y de la libertad del individuo frente al determinismo cerebral, de la observación de los estados

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mentales a través de las técnicas de neuroimagen y de la neuropotenciación, o mejora de nuestras capacidades a través de psicofármacos. Entiende, pues, como terreno propio, los implantes cerebrales, las interfaces máquina-encéfalo, las bases neurales de la conducta y la formación de la conciencia. Si miramos la historia de la filosofía, nos percataremos de que cada siglo tuvo su ética. Por no remontarnos muy lejos, el XVIII conoció el deontologismo kantiano, con la noción del deber como criterio último de moralidad; en el siglo XIX nace y se expande el utilitarismo, con su búsqueda de la felicidad para el mayor número de personas. El XX reactualiza el juramento hipocrático y pone la bioética en primer plano; en 1978 apareció el Informe Belmont, en el que se enunciaban los cuatro principios que habrán de enmarcar la investigación sobre humanos y la relación médico-paciente: autodeterminación del sujeto, no maleficencia, principio de beneficencia y justicia. Con la llegada del XXI se introduce la neuroética. Hubo precedentes. En 1972 la norteamericana Society for Neuroscience puso en marcha un comité de responsabilidad social, convertido más tarde en comité de asuntos sociales encargado, entre otros, de establecer normas éticas en el uso de animales de experimentación, en particular los primates no humanos. Alise

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Pontius utiliza ya el término neuroética en 1973. En 1983, el comité mencionado inició una serie de mesas redondas anuales, la primera de las cuales se dedicó a las diferencias sexuales en el cerebro. Se han venido abordando la mejora cognitiva, cuándo comienza la vida cerebral, la neurotoxicidad de los aditivos alimentarios y el uso de células fetales para el tratamiento de enfermedades neurológicas. Empieza, al propio tiempo, la cadencia de publicaciones. Sin embargo, el verdadero punto de arranque de los estudios centrados sobre neuroética se produce en una importante reunión en San Francisco, los días 13 y 14 de mayo de 2002. En dicha reunión, neurocientíficos, estudiosos de la bioética, psiquiatras, psicólogos, filósofos y juristas debatieron sobre el tema central del simposio: Neuroethics: mapping the field. La conferencia fue organizada por la Dana Foundation, el Stanford Center for Biomedical Ethics de la Universidad de Stanford y la Universidad de San Francisco. Los resúmenes de las ponencias y de las posteriores discusiones se publicaron en un libro del mismo título, dirigido por Steven J. Marcus. La Universidad British Columbia de Vancouver erigió en 2007 el National Core for Neuroethics, con la misión de analizar y estudiar las implicaciones éticas, legales, políticas y sociales de la investigación neurocientífica. Lo dirige

ahora Judy Illes. Desde marzo de 2008 la editorial Springer publica la revista Neuroethics, bajo la dirección de Neil Levy. The Wellcome Centre for Neuroethics fue constituido por la Universidad de Oxford en enero de 2009. Ese mismo año, la Universidad de Pennsylvania abrió el Center for Neuroscience & Society. Se va asentando la partición de la neuroética en ética de la neurociencia y neurociencia de la ética. La ética de la neurociencia se centra en la ética de la práctica de la neurociencia y en las implicaciones de nuestra comprensión de la función cerebral en la sociedad; integra el conocimiento neurocientífico con el pensamiento ético y social. La neurociencia de la ética se basa en la neurofilosofía y examina los fundamentos neurológicos del conocimiento moral: qué pasa por nuestro cerebro cuando elaboramos juicios morales o tomamos decisiones. Por ejemplificarlo de acuerdo con William Casebeer, un kantiano activaría la región frontal de su cerebro, un utilitarista las regiones prefrontales, límbicas y sensoriales, mientras que un aristotélico coordinaría la actividad de todas las partes de su cerebro. Una cuestión nuclear en el progreso de las neurociencias concierne al criterio y definición de muerte. De momento se ha adoptado un criterio cerebral: una persona se encuentra muerta cuando su cerebro, incluido el tallo cerebral, ha dejado de funcionar. Pero no podemos minimizar las posibilidades de la manipulación del hombre merced a dicho avance. O su aplicación en el quehacer diario. Las técnicas de neuroimagen producen descubrimientos fortuitos de anomalías cerebrales: entre el 2 y el 8 por ciento de los cerebros presentan alteraciones clínicamente significativas. ¿Cómo conciliar eso con el respeto a la vida privada? La aplicación de las neurociencias constituye un buen ejemplo de técnicas de doble uso, benefactor y maleficente. En los diferentes planteamientos de la neuroética, las preguntas de calado se polarizan en torno a la constitución e identidad del hombre. ¿Somos un organismo más? ¿Existe el libre albedrío? ¿Qué son las facultades superiores y las emociones? LUIS A LONSO MENTE Y CEREBRO 43 / 2010