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CAPITULO – 1 Saliendo De la espina trasera de la pequeña estación de autobuses, Kris camino junto al edificio hacia la parte delantera. Mientras caminaba, sus piernas extrañaban la vibración de sus pisadas sobre el pavimento, era una sensación que no había experimentado durante tantos años que daría ocasión a un colegial para contarles. Deteniéndose en la acera, miró arriba y debajo de la calle principal en la pequeña ciudad norteña de Illinois, luego se apoyó contra la sucia fachada de ladrillos de la estación de autobuses. Era finales de mayo y el sol brillaba con fuerza en el claro cielo de la tarde. Mientras esperaba que llegase el autobús pequeñas gotas de sudor brotaban de su frente, la renovación de otra sensación que no había experimentado desde hacia largo tiempo. Todos sus sentidos internos volvían a encontrarse con su cuerpo físico, con la vida, y con la subsistencia. Escudriñando la calle con la mirada, Kris vio a los padres de ella esperando en el coche aparcado en la calle, a escasa distancia, pasada la parada del autobús. Eleonor Haynes estaba sentada al volante abanicándose con un periódico, Fred se hallaba sentado e inmóvil en el otro lado del coche, y llevaba puesto su sombrero de paja para pescar, con la ventanilla bajada y apoyando el brazo sobre la puerta. Los minutos pasaban rápidamente mientras Kris continuaba familiarizándose con los sonidos de la pequeña ciudad: las risas y los gritos de los niños que había en el parque al pasar, coches que se movían calle arriba y calle abajo, el sonido de un avión que sobrevolaba el lugar, y el murmullo de las conversaciones de los viandantes. Cuando el autobús dio la vuelta a la esquina y tomó la calle que iba a la estación de autobuses, Kris cambió su postura relajada contra el edificio y se mantuvo erguido mientras esperaba que se detuviese. El aire de los frenos silbaba y el autobús se detuvo suavemente, abriendo las puertas. Su corazón comenzó a latir rápidamente, casi con agitación, mientras la anticipación crecía en su interior. Dando un paso atrás, se apoyó en la pared del edificio mientras la gente comenzaba a descargar el equipaje. Finalmente, ella descendió del autobús, y miró en todas direcciones buscando a sus padres. Kris saboreaba la alegría porque sus ojos contemplaban una vez más a esa hermosa mujer, una de las más magníficas creaciones de Dios. Allison tenía veintidós años, medía un metro setenta y tres centímetros, tenía el cabello corto y castaño, ojos oscuros, un rostro y una figura que habría envidiado cualquier actriz, y la piel más delicada y suave que la de un recién nacido. Ella regresaba a su hogar durante el verano después de terminar el curso en el colegio mayor. Mientras continuaba buscando con la mirada a sus padres, vio a Kris apoyado contra el edificio. Sus ojos se encontraron con los de él, y Kris miró a través de sus ojos hasta llegar a su alma, a una profundidad mayor que la distancia que alcanza el universo. El tiempo se detuvo cuando sus almas volvieron a encontrarse. Después de unos segundos Allison ofreció una débil, pero tierna, sonrisa a Kris, luego se volvió y vio acercarse a sus padres. Ella corrió unos pocos pasos para saludarlos, se abrazaron y charlaron mientras el mozo descargaba el equipaje de los compartimientos laterales del autobús. Kris continuaba observando a Allison y a sus padres mientras su mente se llenaba de recuerdos de los tiempos que habían pasado juntos, de su amor, de la alegría y la felicidad que una vez se proporcionaron mutuamente, y la dicha que Allison y sus padres cogieron las numerosas maletas que había y caminaron hacia el coche. Kris observaba con una sonrisa en los labios y el corazón henchido de satisfacción mientras el vehículo se alejaba. Fue andando hasta el quiosco de prensa, compró un periódico, lo plegó bajo el brazo, cogió su pequeña y elegante maleta y comenzó a caminar hacia la casa de Allison El paseo hasta la casa de Allison debería haber durado unos quince minutos, pero Kris vagó por la ciudad durante varias horas dando tiempo a que Allison y su familia se acomodasen después de su vuelta a casa.

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CAPITULO - 2 Kris se detuvo en la acera, delante de la casa de los Haynes. Era una casa de madera, vieja, bien conservada, de dos plantas, y un porche con una barandilla que se extendía a todo lo ancho de la casa. Había un gran columpio colgado del techo en el borde extremo derecho del porche. Una parcela de tamaño medio y dos grandes sauces llorones, uno a cada lado del paseo que conducía a la parte delantera, casi no dejaban ver la casa. Caminó despacio por el paseo frontal hacia el porche y llamó golpeando la antepuerta de madera. Salió Todd, el hermano de catorce años de Allison. Kris le explicó que venia por la habitación en alquiler del anuncio. Eleanor fue a la puerta, salió hasta el porche y extendió la mano a Kris. - Hola, soy Eleanor Haynes. ¿En qué puedo ayudarte? - Yo soy Kris McDaniels. Vengo por la habitación en alquiler del anuncio. - Parece que ni lo hubieras abierto para leerlo. Sé que no podrías haberlo visto en otro periódico porque hoy es la primera vez que sale el anuncio - Es usted muy observadora, señora Haynes, pero vi el anuncio en otro lugar - Bien, la habitación está en el piso de arriba y tiene baño privado. Solicito que no haya ruidos molestos ni alborotos. Si deseas tener televisión o radio tendrá que ser por tu cuenta, pero podrás utilizar los nuestros si lo deseas. ¿Quieres alojamiento con pensión completa o sólo la habitación? - Me quedaré con la habitación y pensión completa, si le parece. Llevaré la comida preparada a un restaurante siempre que lo desee. Usted me parece buena cocinera Eleonor esbozó una tímida sonrisa de agradecimiento, luego continuó diciendo: - ¿Cuánto tiempo piensas estar en la ciudad? Y si me lo permites, ¿qué vas a hacer aquí? - Quizás me quede hasta finales de agosto; sólo estoy aquí para relajarme y hacer algunas amistades. - Comprendo. ¿Hay alguna posibilidad de que te vayas a quedar después de agosto? - No. No lo creo. Estoy seguro de que me habré marchado para entonces. Continuaron la conversación durante algunos minutos más. Cuando Eleanor estuvo convencida de que Kris era la persona apropiada para alquilar la habitación, le dijo que le costaría cuarenta dólares a la semana por adelantado. Kris sacó un monedero nuevo de su bolsillo izquierdo posterior, cuyo único contenido eran dos billetes nuevos de veinte dólares, los sacó y se los entregó a Eleanor. Ella miró el monedero con mucha curiosidad, luego a su pequeña maleta. - Es ése tu único equipaje? - Si Todo lo que necesito está ahí –replicó Kris con seguridad Eleanor hizo pasar a Kris al interior y le presentó a su marido, Fred, Hablaron durante unos minutos, luego Eleanor llamó a Allison desde la cocina. Cuando Allison entró en la habitación delantera sus ojos volvieron a encontrar los de Kris y detuvo sus pasos bruscamente. Kris sonreía con amabilidad mientras Allison seguía mirándole directamente a los ojos. Eleonor los presentó y Allison dijo: - Sí, te recuerdo de la estación de autobuses, hace unas horas. Encantada de conocerte. Eleanor pidió a Todd que le enseñase a Kris la habitación y los alrededores de la casa. Mientras subían las escaleras en dirección a la habitación de Kris, Eleanor les llamó diciendo: - La cena estará lista dentro de unos treinta minutos Era de noche, y Kris yacía en el balancín del porche, deleitándose con la fragancia del fresco aire nocturno. La televisión zumbaba en la parte posterior con su sonido penetrante a través de las ventanas ligeramente abiertas. Allison salio al porche delantero y Kris comenzó a incorporarse - Ah, no –dijo Allison-, sigue así, Me sentaré aquí, en la silla. Pareces estar demasiado cómodo y relajado para que te molesten. Kris sonrió y volvió a su posición

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-Sólo estaba tumbado aquí disfrutando del aroma del aire nocturno. –dijo Kris con voz suave- ¿Puedes oler el dulzor del aire? ¿Sabes lo que es? - En realidad, no le he prestado mucha atención –Allison hizo una profunda inspiración, luego una exhalación-. Sí… sí, lo huelo. ¿Qué es? - Son arbustos de arándanos que acaban de florecer y están empezando ahora a dar fruto. Las bayas son aún muy pequeñas y están verdes, pero dentro de cuatro seis semanas estarán buenas para cogerse –Kris se detuvo un momento, después concluyó-: Este año han venido tempranas. Allison parecía sentir curiosidad -Nunca he oído cosa igual. No sabía que por aquí hubiese arándonos. Olfateando el aire con delicadeza varias veces más, Kris explico: - Su fragancia recorre varias millas. Los arbustos se encuentran en el campo, a más de una milla de distancia. Recuerdo cuando viví una vez en el norte de Minnesota, siendo un niño. Solía esperar todo el año la época en que los arbustos de arándanos floreciesen para poder olerlos por la noche. Acostumbraba a dejar abierta la ventana de i habitación y me hacía un ovillo con las sábanas para conservar el calor en el aire frío de la noche, y así poder oler los arbustos de arándonos. Una bobada, pero era algo que yo siempre esperaba, lo mismo que hoy día los niños esperan la Navidad. Creo que jamás lo olvidaré Inquisidora, Allison preguntó: -¿Eres de allí, de Minnesota? - No, pero viví una vez allí, hace mucho, mucho tiempo Con cierto sarcasmo en su voz, Allison dijo: -Lo dices como si fueras un viejo o algo por el estilo Mirándola con el rabillo del ojo, Kris se limitó a sonreír, no dijo nada, cerró los ojos una vez más y volvió a hacer una profunda inspiración. Desde la habitación delantera él podía oír hablar a Fred. -Bueno, creo que ya ha sido bastante por hoy, Me voy a dormir. –oyó que Fred doblaba el periódico y lo dejaba caer al suelo, después dio un breve gruñido al levantarse de la silla. Encaminó sus pasos hacia la puerta. La antepuerta se abrió y Fred giró la cabeza en la esquina con mirada furtiva--. Buenas noches, Allison. Me voy a acostar. Es maravilloso tenerte otra vez en casa -Me alegro de haber vuelto, papá –dijo Allison, luego acabó--, te veré por la mañana Kris se incorporó en el balancín: - Buenas noches, Fred - Buenas noches, Kris Fred cerró l a puerta y se le oyó subir las escaleras en dirección a la segunda planta. Mirando a Allison, Kris dijo: -¿Quieres hacerme un favor, Allison? Allison pareció algo sorprendida. -Desde luego, si es que puedo. -¿Querrías subir a darle a tu padre las buenas noches, y decirle lo que sientes por él. Y, de paso, detenerte y apartar del televisor a Todd durante unos minutos y llevarlo contigo? Con cara de sorpresa, casi asustada, Allison dijo: - Pues, sí, supongo que sí. Supongo que debería habérseme ocurrido a mí –se levantó y entro en la casa. Kris pudo oír las protestas de Todd cuando Allison lo levantaba del suelo y lo llevaba arriba. Ella regresó aproximadamente cinco minutos después y se sentó junto a Kris, en el balancín. - Eres un hombre extraño –dijo ella--, ¿sabes? - ¿T crees? –respondió Kris con una sonrisa. - Sé que debería haber pensado en subir, sobre todo porque acabo de regresar a casa de la escuela… pero me ha sorprendido que tú me lo hayas pedido. ¿Por qué era eso tan importante para ti? ¿Por qué querías que lo hiciese?

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Kris dejo caer la cabeza sobre el respaldo del balancín, luego la volvió para mirar a Allison - No tiene nada de malo decir a una persona que la quieres, y lo que piensas de ella. A veces, sentimos esas cosas, pero nunca las decimos. Siempre las dejamos para después. Y, a veces, ese después nunca llega. Si sentimos amor por una persona, debemos decírselo. Eso no es tan malo, ¿verdad? - No. Y supongo que tienes razón sobre lo de dejar las cosas para después. Yo lo hago todo el tiempo Kris miro el techo del porche. - Normalmente sólo lleva un minuto y creo que nos sentimos mejor con ello. Y además, nunca podremos lamentar el no haberlo dicho. Creo que proporciona una gran satisfacción expresar nuestros sentimiento a las personas que nos importan, pero debemos dedicar tiempo en hacerlo. Mirando hacia el regazo y hablando lentamente, ella replico: - Supongo que tienes razón –Allison se detuvo, luego preguntó--: Si alguien no te gusta o si odias a alguien… ¿crees que deberías decírselo también? - No. Creo que no. El odio, pienso, es en realidad amor mal dirigido. Normalmente, cuando amamos, lo hacemos hacia otra persona o cosa. Odio es cuando nos amamos a nosotros mismos demasiado, de un modo tan limitado que las acciones de otra persona no encajarán en nuestro esquema de vida. Nos preocupamos a causa de lo que creemos que nos han hecho. Así damos cuerda al odio. Es realmente muy simple y pienso que una de las cosas más hermosas es que cuando aprendemos verdaderamente a amara, ya no tenemos más la capacidad de odiar. Con una mirada algo confusa en su rostro, Allison dijo: - Creo que entiendo lo que dices, pero quizá no del todo - No importa. Recuerda que soy extraño –dijo Kris bromeando. Volvió a mirar al techo y dio al balancín un pequeño empujón con los pies. Ambos se balancearon en silencio durante unos minutos. Con los ojos cerrados, Kris pegunto apaciblemente-: ¿Cuánto tiempo hace que tu papá está enfermo? - ¿Cómo sabes tú eso? - Ah, lo he imaginado. Por el modo en que se mueve, puedo decir que padece del corazón y sé que tu madre ha decidido alquilar la habitación para obtener dinero extra mientras tu padre está sin trabajo. - Eres muy inteligente –dijo Allison, luego añadió tranquilamente-, para ser un hombre extraño –ambos se rieron. Ella continuó-: Y ¿qué más sabes de nuestra familia? - Bueno, sé que tienes una hermana mayor que está casada, y que tiene una hija pequeña de unos nueve o diez años. Allison contuvo la respiración -¿Y cómo has sabido eso? - Fue extremadamente difícil -dijo Kris con tono de ironía en su voz-. Vi la fotografía de su familia sobre la repisa de la chimenea, en el cuarto delantero. - ¿Y cómo supiste que era mi hermana la de la fotografía? Podía haber sido mi hermano y su esposa - Se parece muchísimo a tu madre y a ti. No soy tan fácil de engañar. Puede que sea extraño… pero no soy bobo –dijo Kris, mientras una sonrisa se dibujaba por todo su rostro. La voz de Allison adoptó un tono más serio y habló casi como susurrando No sé si alguna vez he conocido a alguien como tú, Kris. Cuando te vi hoy en la estación de autobuses sentí como si te conocieses, pero, sin embargo, no es así. Y tus ojos… tienen algo… no puedo describirlo… es como si una fuerza interior de algún tipo me hablase. Tus ojos son negros. Creo que nunca antes había visto unos ojos negros. Son tan negros con tu cabello… tu piel morena, tu carácter tranquilo, tu voz dulce… eres diferente. Allison se detuvo un momento, lego continuo: - ¿De dónde procedes, Kris? En las pocas horas que llevas aquí pareces saber mucho de este lugar, nuestra ciudad y los lugares que la rodean. Con cierta reserva en su voz, Kris dijo: - Ah… he estado aquí antes.

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- ¿Cuándo fue eso? - Pues, no hace mucho tiempo Allison giró sobre sí en el balancín y se sentó de lado mirando a Kris. - Pareces estar evitando mis preguntas - No, de veras, Es que no sé como responderlas - ¿Quieres decir que no sabes de dónde vienes o la últimas vez que estuviste aquí? Con más reserva y una ligera vacilación en su voz, Kris respondió: - Bueno, Allison… digamos que he viajado mucho. - De acuerdo… lo siento. Tienes razón. No es de mi incumbencia. - No, no, no –dijo Kris--. No estoy tratando de eludirte. Cuando nos conozcamos un poco más, creo que me comprenderás mejor. Se balancearon en silencio algún tiempo, luego Allison dijo: -Bien, Christopher, creo que me iré a dormir –al tiempo que empezaba a levantarse. Kris estiró el brazo y puso la mano en la suya, deteniéndola. - Mi nombre no es Christopher, es Krisna. Kris se escribe con K, ya sabes K-R-I-S. Ah, lo siento. ¿Has dicho Krisna? Nunca antes había oído ese nombre. ¿Cómo se escribe? R-I-S-N-A. Se deriva de un nombre empleado en la India. Krisna James McDaniels, ése soy yo. Y tú… tú eres Allison Melissa Atines, ¿verdad? - ¿Y en qué parte de la casa has visto eso? –dijo Allison con un aire de sorpresa en su rostro y con inflexión en la voz. -No lo he visto en ninguna parte. No había duda al respecto. Sabía que tu segundo nombre tenía que ser Melissa.

CAPITULO – 3 Kris despertó a las 4,45 de la mañana, salió de la cama y entró en el baño, donde se duchó, se afeitó y se cepilló los dientes. Cuando terminó de vestirse hizo una profunda inspiración, luego abrió la puerta de su dormitorio unos centímetros. Permaneció dentro de la habitación, apoyado sobre la pared, mirando a través de la pequeña abertura de la puerta que conducía al hall, esperando que comenzase su día. Pasaron unos minutos, después Eleonor abrió la puerta de su dormitorio y salió a hall con suna expresión horrorizada en su rostro. Ella estaba allí y se llevó las manos a la cara cuando Kris salió al hall, se acercó a ella y la abrazó -Se ha ido –dijo débilmente, casi con un suspiro—se ha ido… mi Fred… se ha ido… está muerto. Kris hundió la cabeza de Eleanor en su pecho y continuó sujetándola dulcemente. Miró dentro del dormitorio y vio a Fres en la cama, tendido sobre la espalda. En el rincón más alejado Kris podía ver el espíritu de Fred flotando cerca del techo. Kris habló a Fred con el corazón y la mente. Mientras lo hacia, el espíritu de Fred se desplazó al hall, donde permaneció cerca de Eleanor y de Kris.

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CAPITULO – 4 Era viernes por la noche, después de cenar, ocho días después de que Fred hubiese fallecido, Kris estaba sentado en la grada principal. El aroma de los arándonos había desaparecido, pero disfrutaba la fragancia de la hierba recién cortada que yacía esparcida por el patio principal. Allison salió de la casa y se sentó junta a él; coloco su mano izquierda en la mano derecha de él, dejando que sus dedos entrelazados descansaran sobre la rodilla de Kris. - Ni siquiera he tenido ocasión de agradecerte todo cuanto has hecho aquí la semana pasada, Kris –dijo Allison suavemente, y apoyó la cabeza el en hombre de Kris--. Sin ti nos habríamos encontrado perdidos. - No tienes que agradecérmelo, me alegro de haber podido esta aquí para ayudaros –dijo Kris mientras volvía la cabeza hacia la de ella, y la besó en la frente. Su amor de vidas anteriores se había renovado, ambos lo sabían, pero ninguno habló de ello. Permanecieron sentados en silencio durante algún tiempo; Allison quería hablar pero no encontraba el valor ni las palabras para hacerlo. Su mente se hallaba en un centenar de lugares, su corazón estaba lleno de un millar de preguntas. Finalmente, hablo Kris. Adelante, pregunta, no te hará ningún daño. Siento algo dentro de ti que está deseando salir. Allison no se movía, permanecía donde estaba, apoyada en Kris. Ella habló pausadamente: - En eso es en lo que estoy pensando, Kris. En ti. Tú sabías que yo deseaba decir algo. Siempre pareces saber todo antes de que ocurra. Y tú sabías que mi padre iba a morir. Tú sabías la noche antes que él muriese lo que iba a suceder. Por eso pediste que Todd y yo fuésemos a su habitación. ¿Cómo lo sabías? ¿Y por qué lo sabías. - A veces las cosas son muy fáciles de ver. Cuanto más próximos estamos a una situación, más difícil resulta ver en ocasiones. Cuando llegué la semana pasado, lo supe. Tu padre esperaba que volvieses a casa de la escuela. Tenía que verte con sus ojos una vez más. Tú eras una hija muy especial para él, por muchas razones. Allison deseaba preguntar por qué, pero no lo hizo. Casi tenía miedo de hacerlo. Kris siempre tenía una respuesta para cada pregunta y ella no estaba aún preparada para esa respuesta. Era una sensación sobrenatural, y la asustaba tanto como para alejarla de la cuestión. Los pensamientos seguían dado vueltas en su mente. - Kris, tú siempre haces que todo parezca muy sencillo cuando me hablas. Después, cuando empiezo a pensar en ello yo sola, siempre lo veo complicado. - Ah…, la vida es muy sencilla, pero a veces tendemos a enredar las cosas de mala manera. Cuanto más tiempo estamos en esta tierra, más fácil nos resulta vivir la vida. La experiencia es la clave. Aprende de cada cosa que hagas, y la vida se vuelve muy fácil de vivir. Eso es todo. - Lo dices como si estuvieras muy seguro de ti mismo. ¿Es la voz de la experiencia la que habla? Kris se levantó y con suavidad tiró de Allison para ponerla de pie. Pasearon agarrados de la mano por el sendero hasta llegar a la acera, después dieron la vuelta y anduvieron calle arriba. La calle estaba oscura y la farola de la esquina, varios metros más allá, parpadeaba entre los árboles mientras paseaban. - Kris, no has contestado a mi pregunta –dijo Allison, envolviendo con sus brazos el brazo izquierdo de Kris mientras paseaban-. ¿Hablas por experiencia, o es sólo tu opinión? - Por experiencia… supongo –dijo Kris débilmente. Allison miraba a Kris mientras andaban. - Pareces saber mucho para la edad que tienes. ¿Viene esa experiencia de algo de lo que puedas hablar Kris se detuvo, miró a Allison, la tomó por la cintura con el brazo y dijo: - No lo sé… es muy difícil de describir… he estado en esta tierra y he hecho mucho daño… tanto y tan hondo que creía que nuca tendría fin. He hecho tanto mal, a veces, que ni

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siquiera podía soportar vivir conmigo mismo, y era el mejor de los pensamientos pensar que podía morir. Me sentía como si hubiese hecho mucho daño, tanto y durante tanto tiempo, que nadie debería volver a hacerlo nunca más, que ningún hombre, mujer o niño debería volver a hacerlo otra vez durante el resto de la eternidad. Habría jurado que yo había hecho el suficiente por todos ellos. Las lágrimas comenzaron a correr por las mejillas de Kris. - Y por Dios… Allison, me he visto perdido… he estado más perdido que el primer pensamiento consciente de un niño, más perdido que el primer penique que se gana y se gasta. Es sorprendente lo perdida que una persona puede hallarse, y sabiendo al mismo tiempo dónde está. Me he sentido más aplastado que una flor entre las páginas de un enorme y pesado libro durante miles de años. He estado tan perdido, tan aplastado, tan herido, que pensaba que no podría seguir viviendo ni un minuto más… y supongo que un par de veces no lo hice… pero al final, sobreviví. He estado aquí tan solo, tan desesperado, tan vacío que deseaba sentir a mi alrededor los brazos de alguien… de cualquiera, pero nunca llegaban… sin embargo, lo conseguí. He estado aquí y me han matado mil veces por dentro, cada una de ellas más dolorosa que la anterior, y juré que nuca ayudaría a otra persona, que nunca me importaría otra persona mientras viviese… he estado tan cansado por dentro, tan cansado de dar, tan cansado de preocuparme… sin embargo, siempre acababa preocupándome por alguien y sus problemas. Y aprendí más de dar… de lo que siempre quise saber. Y, ¿por qué me he sentido así? Las razones ya no importan en realidad, lo único que importa es que aprendí de ellas… que aprendí a amar a todas las personas a consecuencia de ellas. Eso es lo que importa… el amor. Cuando te hieren, o te aplastan, la única elección que tienes es amar… todo lo que podemos hacer es seguir adelante, seguir intentándolo. Y al final, como resultado de todo ello, descubrimos que la vida es fácil de vivir. Con el corazón lleno de compasión y de lástima, Allison alzó la mano y enjugó las lágrimas del rostro de Kris con sus dedos. Ella podía sentir la honda penetración de sus palabras y la convicción con que él las decía. Mirándole a los ojos, ella le preguntó: - ¿Quién eres Kris? ¿Por qué has venido aquí? Alzando la cabeza y mirando al cielo estrellado, Kris respondió: - ¿Quién soy yo?... sólo un hombre. ¿Por qué vine aquí?... para pasar el verano contigo, Allison. De nuevo, ese sentimiento sobrenatural que Allison había experimentado poco tiempo antes, volvía otra vez. Tenía miedo de averiguar la respuesta, por qué Kris había venido a pasar el verano con ella. Ella ni siquiera quería pensar en ello, no obstante, el calor de sus brazos rodeando su cuerpo la llenaban de una fuerza y una paz interior, más de lo que ella nunca había sentido. Era a última hora del sábado por la mañana, mientras Kris ayudada a Eleanor y a Allison a arreglar la casa. Esperaban que Julie, la hermana mayor de Allison, su esposo Bob y su hija Amy llegasen en cualquier momento. Kris había conocido a todos ellos cuando Fred murió, pero, realmente, nunca tuvo la oportunidad de visitarlos y hablar con ellos. Amy tenía nueve años, casi diez, y se había enamorado de Kris la primera vez que lo vio. Tenía el pelo largo y rubio, los ojos azules y la cara de un ángel. Amy fue victima de distrofia muscular a la edad de seis meses. Sus piernas iban rodeadas de anillas de acero y no podría caminar sin muletas. Para desplazarse tenía que adelantar sus muletas, llevar las piernas hasta una posición de equilibrio y, luego, volver a adelantar las muletas. Desplazarse era un lento proceso para Amy, pero rara vez se quejaba. Intentaba seguir a Kris a todas partes que fuese, y normalmente lo lograba. Amy siempre gozaba yendo a casa de sus abuelos por los pájaros azules que anidaban en el patio trasero. Fred había construido antes varios nidos de pájaros para ellos, y una vez que se establecieron, regresaban todos los años. Amy solía sentarse sobre la hierba en el patio trasero durante horas, para verlos entrar y salir volando de sus nidos. Cuando Julie y su familia llegaron, Amy se sentó sin moverse unos diez minutos, después preguntó si podía salir al patio para ver los pájaros azules. Como la familia tenía asuntos que tratar a consecuencia de la muerte de Fred, Kris dijo que deseaba llevarla con él al

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patio. Levanto a Amy con su brazo derecho, cogió las muletas y la sacó fuera, por la cocina, bajando los peldaños que conducían al jardín. A la sombra de un enorme roble, Amy se sentó con su vestido amarillo y contemplo los nidos de los pájaros azules, esperando que entraran o salieran. Kris se tumbó sobre la espalda con una larga paja de hierba en la boca, mirando a través de las ramas del árbol. Por encima del tejado del garaje vino una docena de mariposas revoloteando, dibujando una forma circular. - Ah, mira, Kris –gritaba Amy entusiasmada—mira las bonitas mariposas. Ooooh, nuca he visto unas mariposas tan cerca. Son tan hermosas y tan diminutas. Observando las mariposas volar por el patio, Kris explicaba tranquilamente a Amy: -¿Qué tal si les pides que vengan a verte? No tienes que hacerlo con palabras; díselo con la mente y el corazón, y te oirán. Diles que las quieres, que son hermosas y que no les harás daño. Y, si de verdad sientes lo que dices, vendrán a ti. Sólo extiende tus brazos para que tengan un lugar en el que posarse. Amy miraba a Kris con una expresión de duda en su rostro, sin embargo, su corazón se llenó de confianza cuando extendió los brazos. Kris podía ver sus labios moverse levemente mientras hablaba a las mariposas. Estas se acercaban cada vez más y, de inmediato, todas ellas se posaron el los brazos extendidos de Amy. -¡Lo has hecho, Kris! –Amy susurraba nerviosamente-- ¡Lo has hecho! - Ya te lo he dicho, Amy Después, vinieron del garaje, de las vallas, y de la casa, y atravesando el patio, mariposas amarillas, azules, a rayas, blancas. Venían por docenas, y se posaban en los brazos, los dedos de las manos, el pelo y las piernas de Amy. Se adherían al vestido y descansaban en sus zapatos. El aire estaba lleno de mariposas. Ella se reía a carcajadas de un modo incontenibles, y las mariposas reían con ella. -¡Mírame, Kris! ¿Míralas a mi alrededor! –decía Amy, mientras agitaba los brazos con un movimiento circular y oscilante. Cuando movía los brazos, algunas perdían el equilibrio, revoloteaban y, después, volvían. Kris se incorporó despacio y dijo: -¿Y los pájaros azules? ¿Te gustaría verlos también? - Oh, sí, sí, sí, -exclamo ella emocionada. Kris extendió los brazos y de los nidos venían pájaros azules, treinta pájaros azules que volaban tan deprisa como podían. Se posaban en sus brazos, hombros, cabeza y manos. Y allí se sentaron riendo y jugueteando con los pájaros azules y las mariposas que volaban entre ellos y se posaban sobre sus cuerpos. Julie entro en la cocina en busca de agua. Tomó un vaso del armario, fue al fregadero y lo lleno de agua. Mientras se llevaba el vaso a la boca, miro por la ventana y vio a Amy y a Kris sentados en la hierba, rodeados y cubiertos por lo que parecían cientos de pájaros y mariposas. Julie quedo sin aliento mientras apartaba el vaso de sus labios y lo dejaba en el fregadero. Se encamino a la puerta trasera y bajo las escaleras lo mas rápidamente que la llevaron sus piernas. Cuando se acercaba, Kris la miro, frunció los labios y dijo suavemente -Shhhhhhhhh, silencio. Amy exclamó: - ¡Mira, mamá, mira los pájaros y las mariposas! ¡Míralas, mamá! ¡Me quieren! Julie se sentó en la hierba a unos tres metros de distancia, con la boca abierta de asombro, sin dar crédito a sus ojos. Kris la miro con una sonrisa en sus ojos mucho mayor que la de su rostro. Julie no podía hablar. Durante cinco minutos más Julie observó cómo ambos estaban rodeados por ese encanto revoloteador. Por último, Amy dijo: - Kris, se me están cansando los brazos. ¿Cómo haré para que se marchen? - Sólo tienes que darles las gracias por venir, por compartir su hermosura y su amor. Diles que ya pueden seguir su camino. Kris y Amy les dieron las gracias con sus mentes y sus corazones y, tan deprisa como habían venido, se marcharon

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- ¡Mamá! ¡Mamá! ¿Los has visto? –preguntó Amy emocionada. Julie asintió con la cabeza, aún demasiado sorprendida para decir nada. - ¿Cómo lo hicieron, Kris? –preguntó Amy--. ¿Cómo sabías tú que vendrían? - Un poco de amor verdadero va muy lejos, Amy. Todas las cosas responden al verdadero amor. - ¿Quieres decir que cualquier animal vendrá a mí? –Amy preguntó más emocionada aún. - Desde luego, y no te harán daño. No importa que sea una serpiente de cascabel, un león, un tigre, un oso, lo que sea. Todos ellos vendrán y te amarán como las mariposas y los pájaros. Mientras sepan que no les harás daño y que sólo deseas disfrutar de su compañía, todos vendrán. Si un animal no viene, o tarde en hacerlo, es porque ha tenido ya alguna mala experiencia con un ser humano. Pero, pronto vendrá. Al final, todo debe responder al amor –Kris se detuvo unos segundos, luego dijo con una voz que reflejaba mucha madurez--: Supongo que lo más difícil de conseguir que responda al amor es la gente. Somos siempre muy suspicaces sobre el por qué alguien es muy amable con nosotros o se preocupa de nosotros. Pero, finalmente, llegamos a aprender de qué se trata. Amy adoptó una expresión de desconfiada incredulidad y preguntó: - ¿Quieres decir que hasta un animal salvaje, como un oso, que va por ahí destrozándolo todo vendría a mí y no me haría daño? - Ah, con el tiempo lo haría. Algunas veces los animales se enfadan y resultan un poco más difíciles de tratar que otros. Pero, lo que normalmente sucede es que, cuando están más cerca de responder al amor, nos asustamos, y cuanto más se acercan más nos asustamos, y muy pronto estamos aterrorizados, luego se aterrorizan ellos, y quién sabe que pasará después Julie se sentó a escuchar, interesada en lo que Kris estaba diciendo, pero, sin creerlo realmente. Era una bonita historia moralizante para una jovencita, pero no beneficiosa para un adulto. Kris miraba el rostro inocente de Amy, una niñita llena ya de amor, y continuó: - ¿Sabes, Amy?, Dios nunca crea nada imperfecto. Un insecto puede comerse un capullo de rosa, o un gusano comerse un tomate, pero cuando ambos fueron creados, eran perfectos. Y los gusanos y los insectos también son creaciones perfectas. Lo que esto significa es que todo debe vivir en armonía con todo lo demás. Amy dejó caer levemente la cabeza y miró sus piernas, cuyo diámetro alcazaba poco más de tres centímetros, cubiertas por anillas de acero y correas de cuero. - ¿A mí no me hizo Dios imperfecta? Kris miró más de cerca a Amy. -¿Crees que dios haría una de sus más significativas creaciones imperfecta? El nunca haría eso. El nos dio vida perfecta y somos nosotros los que hacemos que ocurran cosas indeseables. El dios que yo conozco nunca haría algo que hiriese a nadie. - Bueno, y ¿qué he hecho yo para que hiciera mis piernas así? Mamá dice que mis piernas siempre han sido así. - Amy, hay muchas cosas que aprender mientras estamos en esta tierra. Tantas, en realidad, que no hay tiempo suficiente para aprenderlas todas en una vida. Por eso., hemos de vivir aquí muchas, muchas veces para aprenderlas todas. - ¿Quieres decir que viviré otra vez? –dijo Amy, sorbiendo la nariz de nuevo. - Sí y ya has vivido muchísimas veces, pero no las recuerdas. Mira, todo vive una y otra vez. Mira la manzana. Crece en el árbol, cae al suelo, se pudre, las semillas echan raíces y vuelve a vivir, la misma manzana. Ves, todo muere y vuelve a vivir. Pero, Amy, nosotros somos más que manzanas, un animal o una planta, y hacemos más que sólo comer y crecer. Nuestras vidas afectan a las vidas de los demás y todas esas cosas que les hacemos, y que nos hacen a nosotros. Por eso, cuando morimos en esta tierra, como tu abuelo, nosotros, o nuestra alma, vamos a un lugar y, en cierto modo, revivimos nuestra vida, mirándola para ver lo que hicimos mal y lo que hicimos bien. Aquellas cosas que hicimos mal tendremos que volver a vivirlas en otro tiempo. Y, con ilusión, la próxima vez intentaremos hacerlas correctamente. Amy estaba inmersa en lo que Kris estaba diciendo. Sentada completamente inmóvil, escuchando atentamente para no perderse ni una sola palabra.

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Kris continuó. - Mira, si matamos a alguien, en alguna otra vida, pues, otra persona nos matará a nosotros. Si hacemos daño a la gente, nos harán daño a nosotros. Es muy sencillo. Pero, hay un modo, cuando hacemos algo malo, de no tener que sufrir lo que hicimos a otro, y es aprender mientras estamos aquí en la tierra que lo que hicimos estuvo mal. Y si comprendemos que estábamos equivocados después de haber hecho algo, y no lo volvemos a hacer, o aluna otra cosa similar, entonces no tendremos que sufrir, porque lo que hemos aprendido ha cambiado nuestras vidas. Por eso lo importante es aprender de todo lo que hagamos. Y una vez que hayamos aprendido todas las cosas que hay que saber sobre el amor, entonces no tendremos que volver aquí… a menos que lo deseemos. Mira, después que hayamos aprendido todas las lecciones de amor, seremos libres de elegir: bien continuar nuestro aprendizaje en otros lugares lejos de la tierra, o bien regresar aquí y ayudar a los que amamos para que aprendan su lección. Y, a veces, las almas están tan llenas de amor que continúan regresando para ayudar a otros y compartir y estar con aquéllos a quienes aman profundamente Amy miró de nuevo sus piernas; luego preguntó: - ¿Qué dijiste antes sobre hacer daño a la gente?..., ¿quieres decir que yo hice en alguna ocasión daño a las piernas de alguien? Kris la miró directamente a los ojos - Si, creo que lo hiciste, y que por eso estás así hoy. Julie se enfureció interiormente porque veía que Amy se esta preocupando, estaba incluso un poco asustada. Ella deseaba pedir a Kris que dejara de hablar, pero las palabras no encontraban articulación en su boca y se vio obligada a permanecer sentada en silencio. Hacía esfuerzos por moverse, pero no podía La cara de Amy era alargada y estaba desfigurada. Ella le preguntó a Kris: - ¿Sabes qué le hice yo a alguien hace mucho tiempo?-... Me refiero a sus piernas. Kris extendió sus manos y cogió las de Amy, el diario físico en el que podían leerse las experiencias pasadas de su espíritu. El pudo decirle que su espíritu había vivido más de trescientas veces y que estaba a punto de finalizar sus viajes de existencias. Las manos de Amy llenaban la mente de Kris con muchas visiones de sus vidas pasadas y rápidamente él se centró en lo que Amy le había preguntado Amy, hace algo más de dos mil años fuiste un saldado del ejército romano. Eras muy valiente y luchaste en gran número de batallas. Tú y otro soldado erais amigos y estábais muy próximos uno del otro. Luchasteis uno al lado del otro en muchas batallas. En una batalla, un soldado enemigo mató a tu amigo y perdiste la razón por completo. Tomaste tu espada y le cortaste los muslos golpeándole por detrás de sus piernas. Pero no le golpeaste una sola vez, sino una tras otra, repetidas veces, cortando sus piernas en pedazos… Julie gritaba interiormente a Kris que parase de hablar, pero no podía ni hablar ni moverse. Algo en su interior la mantenía prisionera donde estaba sentada. -… Y como resultado de lo que hiciste, ese hombre no pudo volver a caminar. No le mataste físicamente, sino en su interior, en su corazón y en su mente. El hombre perdió su dignidad y su orgullo. Tuvo que arrastrarse y ser trasladado a todas partes donde iba, y se llenó de odio y de amargura. Mira, Amy, morir en el cuerpo físico no es tan malo, pero morir por dentro es una de las muertes más deplorables que una persona puede sufrir. Las lágrimas brotaban de los ojos de Amy. Sonaba la nariz y se enjugaba las lágrimas con la maga de su vestido. - ¿De verdad hice eso, Kris? –preguntó ella, intentando contener las lágrimas. - Sí, lo hiciste. No te lo habría contado si no hubieses… ¿Has aprendido algo con ello, Amy? - Ah, sí, sí, sí, Kris, Yo nunca jamás volvería a hacer daño a nadie. De ninguna manera, nunca –dijo Amy con voz llorosa y sincera. Kris volvió a coger sus manos. No hacer daño significa algo más que sólo no herir físicamente a alguien. Mira, nuestro cuerpo puede curarse la mayoría de las veces. Son nuestras palabras y nuestras obras las que producen el daño. Por eso, no herir también significa no decir cosas mezquinas e innecesarias. ¿Comprendes eso?

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- Ah, sí, Kris, sí lo comprendo –dijo Amy nerviosamente. Y, mientras hablaba, sus manos reflejaban el crecimiento que ella acababa de experimentar. - Bueno, Amy, eso es lo que importa, que aprendamos de todo ello –dijo Kris acercándose más a las piernas de Amy--. Amy, voy a levantarte un poco el vestido y quitarte las abrazaderas de las piernas… ¿vale? -¿Por qué Kris? ¿Por qué? -preguntó Amy con voz asustada, casi temblorosa - Bueno ahora que has aprendido lo que hiciste mal ya no hay razón para que sigas llevando esas cosas. Ahora serás capaz de caminar sin ellas. Julie en su interior gritaba a Kris que se detuviese, que dejase a la chiquilla tranquila, que todo esto había ido demasiado lejos, pero seguía sin poder moverse ni decir nada. Mientras Kris deshebillaba las tiras de cuero, continuaba hablando. - Amy, ¿sabes quién era aquel hombre a quien heriste? - No –dijo Amy observando nerviosamente cómo Kris le quitaba sus abrazaderas. - Bueno, él te ha perdonado, y hoy te ama muchísimos. Hoy esa persona a quien hiciste daño es una mujer, igual que tú, y te diré quien es –dijo Kris mirando a Amy--: es tu madre. Te quiere tanto que desea estar contigo para ayudarte en tu sufrimiento… pero, ahora, todo ha terminado –dijo él desatando la última tira. Kris sacó el primer brazalete. Al hacerlo, pasó la mano por la pierna de Amy. Luego, la pierna derecha. Amy miraba fijamente sus piernas mientras Kris recogía los brazaletes y los tiraba a un lado. Kris volvió a sentarse, luego dijo concierta autoridad en su tono de voz, todavía sereno y compasivo: - Ahora, levántate y anda, Amy. - Ayúdame a levantarme, Kris –exclamó Amy. - No. Si vas a andar, levántate y hazlo tú sola. Desde este momento nunca necesitarás ayuda de nadie para caminar. Amy se encorvó sobre su estómago y se irguió, sosteniéndose sobre las rodillas como estaba acostumbrada a hacerlo con sus brazaletes. Luego, cogió su pierna izquierda y la levantó, haciendo que el pie izquierdo descansara en el suelo. Después hizo lo mismo con el pie derecho. ¡Estaba en pie por sí sola! Se volvió y miró a su madre. Julie se levantó. Amy dio un paso hacia su madre, luego otro, y otro más. Mamá, mamá –grito- ¡Puedo caminar! ¡Puedo caminar! Dios cuatro pasos más y Amy y su madre se abrazaron. Las dos sollozaron, las lágrimas corrían por sus caras mientras Kris, impávido, se ocupaba de desmontar las muletas de aluminio de Amy. Amy –interrumpió Kris--, lo primero que quiero que hagas, ahora que puedes caminar, es recoger estos brazaletes y ponerlos en el cubo de basura que hay detrás del garaje. Amy se apartó de su madre, fue caminando y recogió los brazaletes y las muletas, luego anduvo despacio y desapareció tras el garaje. Kris pudo oír que abrían el cubo de basura, que echaban objetos de metal dentro de él y luego volvían a taparlo Unos segundos después, Amy aparecía de detrás del garaje corriendo a toda velocidad. Saltaba, agitaba los brazos y reía estrepitosamente. Cuando corrió hacia Kris y Julie se cayó, y se revolcó sobre la espalda, riendo y dando patadas al suelo. Corrió hacia Julie y le dio otro fuerte abrazo, luego bajó corriendo los pocos escalones hacia Kris. - Te quiero, Kris –gritaba- ¡Te quiero! Kris la empujó ligeramente hacia atrás, luego preguntó: - Ahora que puedes caminar, ¿qué deseas hacer? - En primer lugar, deseo ir a enseñárselo a papá y a la abuelita, y a Todd y a Allison. Luego, deseo ir al parque y mecerme en los columpios, y jugar en el balancín. Y deseo empujar y hacer girar el tiovivo. Siempre he querido hacerlo. ¡Quiero reunir a todos los niños del parque y montarlos en el tiovivo… y que me dejen empujar y hacerlo girar! - Entonces, entra, Amy, muestra a todos que puedes andar. Luego, tú y yo pasearemos por el parque. Amy salió corriendo hacia la casa tan deprisa como pudo. Julie y Kris se levantaron y miraron cómo Amy subía las escaleras y entraba. Julie deseaba estar con Amy para poder ver

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las expresiones en el rostro de Bob y de Eleanor, pero había algo más importante que eso. Ella se volvió y miró a Kris. - Kris, ¿quién eres? ¿Por qué has venido aquí este verano? - Sólo soy un hombre, y he venido a intentar traer un poco de amor.

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CAPITULO – 5 Era domingo por la tarde y los cuatro acababan de finalizar la cena. Allison, Eleanor, Todd y Kris estaban sentados a la mesa mirándose unos a otros. Julie, Amy y Bob la habían dejado poco tiempo antes. Julie y Bob se fueron en coche a su casa, situada a una milla de distancia, mientras Amy se fue andando. Había insistido en ir por su propio pie. Eleonor estaba sentada en la cabecera de la mesa con los brazos cruzados y los codos apoyados sobre la mesa. Miraba atentamente a Kris y después echaba una ojeada al plato vacío de este. Allison y Todd podían sentir la tensión de su madre. Ambos se levantaron y empezaron a recoger la mesa. Eleanor y Kris permanecieron sentados. Cuando Allison y Todd desaparecieron en la cocina, Eleanor no pudo contener más tiempo la tensión dentro de sí. - Kris –dijo--, ¿quién eres y por qué has venido aquí este verano? -¿Por qué? -respondió Kris--. ¿Hay algo de mí que te preocupe? - Sí –dijo Eleanor con voz tranquila--, sí que lo hay. Casi todo lo referente a ti me preocupa. Creo que nunca en mi vida he conocido a una persona más agradable que tú, y eso incluye a Fred, que Dios tenga en la gloria. Y no sé qué habría hecho si no hubieses estado aquí cuando él murió. Pero hay algo de ti que todavía me preocupa. Hoy, con las mariposas y los pájaros azules… Julie me lo ha contado todo. Luego, esa historia de saldados que le contaste a Amy, y que anduvieses… casi no puedo creerlo. No es posible… ¿o sí lo es? ¿Fue un milagro? - Bueno, algunos lo llaman así –dijo Kris suavemente--, pero es sólo cuestión de creer. - ¿Y que dirá el médico de Amy? El doctor Moser nunca lo creerá. ¿Durará? ¿Volverá a necesitar Amy las muletas o los brazaletes? - No –replicó Kris--. Amy nunca volverá a necesitar muletas ni brazaletes mientras viva. Y los músculos de sus piernas se desarrollarán muy deprisa. Pronto tendrá unas piernas hermosas y normales. –Kris miró a Eleanor y sonrió--. Ahora, ¿qué otra cosa de mí te preocupa? - Sólo pequeñas cosas. Por ejemplo, cómo sacas todas esas ropas que vistes de una bolsa tan pequeña como la tuya. No has comprado nada desde que estás aquí, sin embargo tu armario está lleno. Tenías dos trajes diferentes… llevabas uno en la funeraria y otro en el funeral de Fred. Tienes ropa confeccionada, ropa a medida, todo cuanto necesitas. ¿De dónde viene? ¿Y tu dinero?... me has pagado ya dos veces el alquiler, las dos me diste dos billetes nuevos de veinte dólares y eso era todo lo que había en tu cartera. Luego, hace tres días, cuando tú y yo fuimos a la tienda… compraste algunas cosas que costaban tres dólares y ochenta y siete centavos. Abriste tu monedero y sacaste tres billetes nuevos de un dólar, después buscaste en tu bolsillo y sacaste ochenta y siete centavos en monedas nuevas y las dejaste sobre el mostrador. Quiero decir que no sacaste un puñado de cambio y contaste ochenta y siete centavos, sino que lo sacaste del bolsillo como si fuera todo el dinero que tuvieres. Después, ni cinco minutos más tarde, estábamos en la droguería y necesitas un dólar y diecisiete centavos. ¿Qué hiciste? Abriste tu monedero y sacaste un dólar, en un billete que no estaba ahí cinco minutos antes, luego, hurgaste en el bolsillo y sacaste diecisiete centavos en monedas nuevas. No las contaste, sólo las sacaste del bolsillo como antes. Con voz tranquila y fría Kris dijo: - Imagina que soy afortunado y que tengo por casualidad todo lo que necesito. Eleonor le miró incrédula, luego continuó: - Kris, ¿tienes permiso de conducir? - Uh, ¿permiso de conducir?... sí, por supuesto –dijo Kris dubitativo, mientras sacaba su cartera del bolsillo trasero y lo abría Eleanor observando que no había dinero en billetes. Kris despegó la lengüeta de piel que sujetaba los compartimentos de plástico de tipo acordeón para llevar fotografías y tarjetas de crédito. Todos estaban vacíos excepto uno que contenía el permiso de conducir. Lo sacó y se lo entregó a Eleanor. Mientras lo miraba, Eleanor advirtió que la fecha de nacimiento había sido convenientemente emborronada para que no pudiera leerse. Sin embargo, el permiso plastificado parecía exactamente igual al de ella. Se lo devolvió a Kris y, mientras doblaba los porta-tarjetas para colocarlos en su sitio y cerraba la lengüeta, Eleanor preguntó:

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- Kris, ¿tienes cartilla de la Seguridad Social? - Desde luego, -dijo él y comenzó a desabrochar de nuevo la lengüeta, entonces se detuvo--, sí, la tengo, pero está arriba en mi cuarto. Una amplia sonrisa de dibujo en la cara de Eleanor. -¿Estas seguro de que no va a aparecer en tu cartera? –dijo ella con voz casi sarcástica. - Sí, estoy seguro. Está arriba en mi habitación, en el cajón del aparador. Eleanor se retiró de la mesa y dijo con una sonrisa: -Kris, confiaría en ti con mi vida, haría cualquier cosa por ti, y te tengo un cariño especial, pero algo de ti todavía me preocupa. Quizá me preocupa porque no puedo comprenderlo, o porque encuentro difícil de creer lo que sé que debería creer. Cuando ella se levantaba, Kris extendió su mano y cogió la de Eleanor, luego dijo: - Eleanor, prométeme que me lo dirás cuando yo deje de preocuparte. - Ellos se sonrieron mutuamente, con respeto, y Eleanor empezó a recoger los platos de la mesa. Todos ellos ayudaban a limpiar la mesa y lavar los platos. Kris se sentó en el último peldaño del porche posterior y Allison se sentó dos peldaños más abajo, apoyándose sobre las piernas de Kris. Estaban sentados mirando el patio posterior y observado la luna llena, blanca como la nieve, alzarse sobre las siluetas de los árboles. Las estrellas brillaban intensamente, parpadeando en el cielo durante toda la noche. Estuvieron sentados en silencio durante mucho tiempo Kris miró a Allison y habló en tono suave - Por la mañana estará lloviendo. - ¿Tu crees? - Sí. El frente se está adentrando desde el oeste. A las tres de la madrugada ya habrá llegado aquí. Tendrás que llevarte el impermeable a la iglesia. - ¿Vas a venir con nosotros? - No, creo que no iré Permanecieron juntos, nuevamente en silencio, durante algún tiempo, disfrutando ambos del silencio y cada uno con la presencia del otro. La luna se había elevado un poco más en el cielo y las estrellas brillaban con más fuerza que nunca - ¿Kris? –preguntó Allison - ¿Sí? - ¿Son ciertas las cosas que mi madre dijo en la mesa? No era mi intención escuchar la conversación, pero no pude evitar oír lo que se decía. ¿Es verdad lo del dinero y lo de la ropa? En realidad, nunca presté atención alguna. -Sí, supongo que es cierto. Pero tienes que recordar que… las cosas parecen distintas a personas distintas. Normalmente, tendemos a asustarnos de las cosas que no entendemos, por eso comprendo la aprensión de tu madre. - Kris, anoche me dijiste que habías venido a pasar el verano conmigo. ¿Por qué lo decías? Colocando sus manos sobre los hombros de Allison, Kris, dulcemente, presionaba su espalda con los dedos pulgares. -Sólo porque es verdad. Lo que le conté a Amy hoy sobre vivir una y otra vez… bueno, es cierto. Tú y yo hemos caminado por esta tierra muchas veces juntos, y tenía que venir para estar contigo una vez más: Sólo estaré el verano y no volverás a verme más en esta vida. Yo te quiero, Allison, es todo lo que puedo decirte –entonces apretó su cara contra el cabello de Allison y besó su cabeza Allison, se volvió y miró a Kris. - Y sin que yo pronuncie una palabra tú sabes lo que yo siento por ti, ¿verdad? - Sí, pero no te acostumbres a depender de mí demasiado porque me marchare para el final del verano. -¿Por qué, Kris? ¿Por qué debes marcharte? ¿Por qué no puedes quedarte más tiempo? Kris suspiró profundamente. - Es tan sencillo de comprender para mí y, sin embargo, tan difícil de explicar. Todo lo que puedo decir es que me dejaron venir aquí este verano… para pasarlo contigo. Ha pasado tanto tiempo desde que estuvimos juntos en esta tierra que tenia que estar contigo. Entre

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nuestras vidas yo estoy contigo constantemente, pero hace muchas vidas que estuvimos juntos. Vivo en la tierra de vez en cuando para cumplir ciertos compromisos que he contraído con otras almas, pero mi verdadero amor es contigo. Allison, podría decirse que estoy indirectamente atado a esta tierra durante varios miles de años más, a causa de los compromisos que he contraído, y como vengo de vez en cuando me gustaría estar contigo, pasar algún tiempo contigo. -Kris, realmente no puedo decir que sepa de lo que estás hablando, pero lo estoy intentando. - En realidad no es importante que lo entiendas. Lo único que de verdad tenemos que entender los dos es que me marcharé pronto. No pueden hacerse excepciones a ese respecto. Kris observaba cómo Allison asentía con la cabeza. Tal vez lo entienda más adelante… pero, entretanto, coge mi mano y déjame compartir y disfrutar tu fuerza y tu sabiduría Mientras continuaban mirando la luna, las primeras nubecillas hinchadas del frente que se aproximaban hacían acto de presencia por el oeste

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CAPITULO – 6 Era el jueves de la semana siguiente y el sector médico de la ciudad estaba un poco desconcertado por la curación de Amy. El periódico semanal de la ciudad, publicado cada miércoles, ofrecía todo un artículo sobre Amy, y también sobre Kris. Se hicieron numerosas llamadas capciosas a casa de los Haynes, al igual que muchas llamadas sinceras procedentes de otros que buscaban curarse de alguna enfermedad. Muchas personas se acercaron allí el miércoles por la tarde y por la noche buscando a Kris, pero no le encontraron en parte alguna. Nadie sabía donde estaba. Era más de la una de la tarde cuando el último de los buscadores desistió y se marchó a su casa. Cuando desapareció el último coche, Kris salió de debajo de las ramas colgantes de uno de los sauces llorones y fue caminado hasta el porche delantero. La AMA (asociación médica americana) se había enterado de la curación de Amy y estaba formando una delegación para ir a ver a Kris. Por muchas veces que vinieron, nunca encontraron a Kris en casa. El miércoles había sido también el último día de escuela de Todd, y el jueves por la mañana se encontraba en la curva con la mirada puesta en el cielo, observado el vuelo de una avioneta privada del cercano aeropuerto. Kris franqueó la puerta principal, bajó por el paseo y se situó al lado de Todd. - Todd, ¿te gusta volar? - Sí, creo que me gustaría. Nunca he subido en avión pero siempre lo he deseado. Creo que me gustaría ser piloto - Volar ha cambiado mucho desde que yo volaba… ahora tienen todos esos chismes electrónicos. - ¿Quieres decir que sabes volar, Kris? - Desde luego…, hace años. ¿Te gustaría dar una vuelta? - ¡Caramba, claro!... ¿Cuándo? - ¿Qué te parece ahora? Vamos a ver si tu madre nos presta el coche y nos iremos al aeropuerto. El aeropuerto local no era mucho más que un prado donde pastaban las vacas con unos veinte aeroplanos allí colocados. Las pistas eran de césped, con calvas aquí y allá. Los dos hangares eran viejos graneros, y en un pequeño edificio, que parecía iba a derrumbarse en cualquier momento, había colgado un letrero nuevo y brillante: CUARTEL GENERAL DE OPERACIONES DE VUELO. Todd dijo a Kris que el aeropuerto estaba dirigido por un para de pilotos de combate de la Segunda Guerra Mundial. Kris empujó con fuerza la puerta del edificio del cuartel general de operaciones de vuelo hasta que venció la obstrucción que la mantenía bloqueada. Dentro, las paredes estaban cubiertas de viejas y polvorientas fotografías de todas las clases de artefactos voladores que se puedan imaginar. Viejos neumáticos, hélices dobladas, piezas de aviones y telas abarrotaban la pequeña habitación. Dos hombres de poco más de cincuenta años, los dos llevaban puestas gorras de béisbol, camisas de franela y monos, estaban sentados entre la chatarra. Uno con los pies apoyados sobre una mesita redonda llena de revistas de aviación amontonadas, el otro estaba detrás del mostrador bebiendo una botella de coca-cola. El que estaba detrás del mostrador se levanto y dijo: ¿Qué hay, jovencitos? Me llamo Bimbo, y ese tipo de aspecto insolente que está ahí es Nat. ¿Puedo serviros de algo? - Sí, desde luego. Yo soy Kris y éste es Todd. Desearía alquilar un aeroplano por un par de horas para realizar un vuelo local. Bimbo descanso su codo derecho sobre el mostrador, luego se hundió un poco más la gorra por detrás con su mano derecha. - ¿Tienes licencia, amiguito? - Sí… claro –repuso Kris un poco dubitativo. - ¿Puedo verla?

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Kris sacó su cartera y desabrochó el compartimento de piel que contenía las ranuras para tarjetas. Sacó una fotocopia reducida de un documento y se lo entregó a Bimbo Bimbo lo examinó con mucho detenimiento. - De acuerdo, ¿Qué quieres pilotar entonces? - ¿Qué tal esa Cessna 172 de ahí? - Muy bien. Eso costará quince dólares la hora. Salid y probadlo, y después tendré que llevaros para un vuelo de reconocimiento. Saldré dentro de un minuto Kris y Todd salieron y comenzaron a probar el aeroplano. Kris explicó a Todd todo cuanto estaba haciendo mientras comprobaba el motor, el combustible, las alas, los alerones, los flaps y el timón. En pocos minutos Bimbo salio de la chabola, llego hasta el avión y rodeo a Todd con el brazo. - Muy bien, hijo, quédate aquí hasta que volvamos. No nos ausentaremos más que unos minutos. Estando Bimbo y Kris en el interior del aparato, Kris puso el motor en marcha. Mientras hacia rodar el avión hacia el final de la pista, colocó la lista de comprobación de vuelo sobre su rodilla derecha y se puso a examinarla de arriba abajo, a la manera de un experimentado profesional. Cerca del final de la pista detuvo el avión, revisó el motor comprobando los magnetos y el calor del carburador, sincronizó el girocompás con la brújula magnética y se puso en marcha hacia la pista. Empujó el acelerador a unos tres cuartos de potencia y el avión comenzó a avanzar. No había recorrido mucho más de cincuenta pies o así cuando Kris tiro del timón y el aparato comenzó a elevarse casi recto en vertical. Bimbo extendió las manos, agarrándose al tablero de instrumentos y gritó. - ¡Nos vas a matar, muchacho, nos vas a matar! El avión continuó ascendiendo casi en vertical a un régimen de baja potencia. - Relájate, Bimbo, relájate, -decía Kris con clama mientras nivelaba el aparato a ochocientos pies y comprobaba la presencia de aviones cercanos que variasen su posición del aeropuerto. - ¿Qué quiere que le enseñe ahora, Bimbo? - Na… da, nada –tartamudeó Bimbo, con la cara blanca como la nieve--. Si puedes hacer que volvamos a tierra de una pieza… será suficiente. Bimbo anduvo hasta el edificio de operaciones mientras Kris y Todd despegaban. Nat miró a Bimbo y dijo: - Dios mío, Bimbo, ¿Qué pasa? ¡Parece como si hubieras visto a un fantasma! - No –dijo Bimbo--. No he visto ninguno, sólo he volado un uno –atravesó la habitación y apuró la coca-cola que estaba tomando de un trago--. En ese muchacho hay algo que no es normal. –dijo casi murmurando para sí--. Ha hecho cosas con ese aparato que son imposibles. Podríamos habernos matado. - ¿De que estas hablando? Oye, ¿has vuelto a beber otra vez por la mañana? –Nat le pregunto a Bimbo en tono familiar. - Escucha, Nat, te digo que hay algo extraño en ese Kris. Despegamos en menos de cincuenta pies y ni siquiera había acelerado a fondo…, luego, subimos directos hacia arriba. ¡Y cuando aterrizamos apenas utilizó la pista! Aterrizamos aquí. Entró en deslizamiento lateral todo el tiempo y no nos balanceamos ni diez pies al tomar tierra. - Oye, espera un momento, Bimbo –dijo Nat poniéndose bruscamente de pie--, ¿esperas que yo crea eso? Has estado bebiendo, ¿verdad? ¡Bimbo, tienes que dejar esa porquería! - ¡Cierra esa bocaza y escúchame, Nat! Tú sabes cómo retiembla el avión siempre que vuelas en él. Tú sabes que el avión siempre rebota un poco. Bueno, pues con ese muchacho es como si el avión estuviese parado en tierra. Iba perfectamente suave. No parecía cierto, por eso cogí los mandos un minuto y, tan pronto lo hice, el avión empezó con su vibración acostumbrada. Cuando él volvió a coger los mandos, recuperó la suavidad –Nat miró a Bimbo con ojos inquisidores. - Escucha, Bimbo… - Nat, ya te he dicho que cierres esa bocaza. Escucha… ¿lo oyes? –decía Bimbo mientras ladeaba la cabeza hacia la puerta--. ¿Qué está haciendo ese muchacho?

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A lo lejos podía oírse el estruendo y el silbido que produce el motor de un avión en los espectadores que están en tierra mientras realiza ejercicios acrobáticos. Nat y Bimbo salieron. Pasearon la mirada por el campo y vieron con ojos bizcos la Cessna 172 realizando rizos, eses quebradas y un ocho cubano. - ¡Atrapa eso! –gritaba Bimbo dando brincos y tirando su sombrero al suelo. Rodeó su boca con las manos y gritó al avión como si Kris pudiera oírle: - ¡Basta ya! ¿Basta ya, amiguito! ¡Ese avión no se hizo para volar de esa manera! –Bimbo se volvió hacia Nat--. Cuando baje vamos a volar los dos con él. Ya verás como no estoy loco. En el aeroplano Kris daba instrucciones a Todd, tal vez de una forma no ortodoxa, pero sí muy eficaz. Todd escuchaba con atención cuando Kris hablaba y como la mayoría de la gente, en realidad no comprendió por completo todo lo que Kris decía, pero lo intentaba. - Mira, Todd, volar no es distinto a otras cosas que se hace. El verdadero secreto consiste en hablar al aparato con la mente y con el corazón, y después escuchar lo que él tenga que decirte. Cuando no obtengas ninguna respuesta o algo no te parezca acertado, no lo intentes. Tus manos deben ser extrasensibles sobre los mandos, para sentir, para escuchar lo que el aparato tenga que decir. Vamos a probar con un lento balanceo hacia la izquierda. El timón de dirección un poco a la izquierda para iniciar el balanceo… ¿sientes cómo la nariz quiere descender mientras comenzamos a quedar invertidos?... sólo empuja un poco más el timón para corregirlo… ahora, el alerón derecho y el timón de dirección un poco a la derecha mientras recuperamos la posición vertical… mira, ése es todo el misterio. Verás…, no es el hombre y la máquina o el hombre y el aeroplano. No se es de dos cosas separadas… cuando se vuela se es uno. Tus manos no acaban en el timón, sino que se extienden a los alerones y al elevador de cola… en realidad, son los alerones y el elevador. Lo mismo ocurre con los pies… tus pies se convierten en el timón de dirección. Cuando desees hacer algo, todo lo que tienes que hacer es pensarlo y el avión responderá, pues ya es parte de ti. Y, una vez que sepas volar según los principios de las leyes aerodinámicas conocidas por el hombre, descubrirás cómo volar según las leyes de la mente. Y, otra cosa más… nunca debes obligar a un avión, ni a ninguna otra cosa, hasta sus límites. Nunca abras el acelerador de golpe y a tope, ni lo mantengas ahí mucho tiempo. Nunca abandones de cualquier forma los mandos de control. Debes tratar el avión, o el coche, la bicicleta o el hogar… Debes tratar todo con amor y respeto. Trata todo lo que haya en tu vida como si fuera la mujer a quien amas. ¿Y cómo tratas a la mujer a quien amas? La tratas con gentileza, con respeto, ternura… tú nunca harías nada que la hiriese o la traicionase… nunca la harías daño de ningún modo. Por tanto, trata todo con amor, sentimiento, respeto y consideración Hazte uno, unificare con todo aquello con lo que entres en contacto… entonces no tendrás nada que temer de las cosas o personas con que te relaciones. - Al finalizar las horas, Todd realizaba todos los trucos del libro a la perfección. Era una perfecta demostración de que pensarlo lo hacía posible. Kris dirigió el aparato para aterrizar de nuevo cera de la barraca de operaciones. Bimbo y Nat observaban con atención por la ventana. Cuando el avión se aproximaba a tierra, se oyó a ambos hacer un sonido silbante mientras inhalaban profundamente a través de los dientes apretados, esperando el inminente desastre. Ambos apartaron la cabeza de la ventana cuando el avión se aproximaba a la tierra y contuvieron la respiración esperando el ruido de la explosión. Tras varios segundos, volvieron a mirar a través de la ventana y, con sorpresa, vieron que el avión había aterrizado y se había detenido junto a un lugar de aparcamiento, donde Kris había comprado el aparato dos horas antes. Kris entró en la barraca de operaciones y pagó a Bimbo los treinta dólares. Bimbo quería hacerle un centenar de preguntas, pero no pudo encontrar palabras para hacerle ni una sola. Kris dio las gracias a los hombres y se marchó. Bimbo los vio marcharse en el coche. Levantó las cejas al tiempo que cerraba los ojos bizqueando y murmuró para sí. - ¿Quién eres muchacho, quién eres? Bimbo se sentó y cogió el periódico del miércoles, lo desdoblo y miro la portada donde vio una fotografía de Amy y el extraño joven en la ciudad que provocó ese milagro. Levantándose rápidamente, exclamó:

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¿Has visto este periódico, Nat? ¿Has visto esta historia? –dijo señalando enérgicamente con el dedo la portada-- ¡Ya te dije que había algo extraño en ese joven! Era casi la hora de comer cuando Kris y Todd regresaron a la ciudad desde el aeropuerto. Mientras daban la vuelta a la esquina para tomar la dirección a casa, vieron coches aparcados en toda la calle, a ambos lados, y un numeroso grupo de personas delante de la casa, en la acera. Kris volvió a tomar la calzada y regreso al garaje que había detrás de la casa. Eleanor y Allison salieron por la puerta posterior, bajaron las escaleras y fueron andando hasta el coche. Mirando a Allison y después a Eleanor, Kris dijo: Sospecho por qué toda esa gente está aquí. Lo siento Eleanor, no era mi intención armar todo este jaleo. Sé que todo esto no os ayuda… es decir, sé que aún estáis apenadas por Fred y… bueno, todo este tumulto no sirve de ayuda. Saldré por delante y hablaré con ellos –dijo, y luego comenzó a bajar la calzada. Eleanor lo sujetó por el brazo y lo detuvo. - ¡No quieres comer algo antes? Quizá tengas que estar ahí fuera toda la tarde - No. Gracias –contesto Kris, se dio la vuelta y continúo bajando Kris volvió la esquina de la casa y miro al grupo de sesenta o más personas, repleto de gente con muletas, en sillas de ruedas, con bastones y que padecían cojera o andaban con torpeza. Cuando corrieron hacia él parecía casi una multitud, todos agarrándole y tirando de él. Kris se abrió paso hasta la escalera principal y miró desde lo alto al gentío. Sus ojos negros parecían dirigirse a cada persona, y sin decir una sola palabra la multitud se callo. Una a una fue apartando a personas individuales y familias para hablar con ellas. Todos buscaban lo mismo: la curación que les devolviese una salud perfecta. Todos querían una vía rápida para sentirse bien de nuevo. Kris trataba de explicarles que, si bien podían curarse en ese momento, a menos que corrigiesen la verdadera causa del problema, esa o cualquier otra enfermedad les aquejaría en poco tiempo. Intentaba decirles que debían estar dispuestos a buscar primero la causa, en vez de la curación ya que la curación estaba en la causa. Ninguno de ellos quería escuchar. El comprendía su impaciencia, pero intentaba explicarles que la ley sólo funciona de acuerdo con la ley. Les decía que antes de poder mejorar una situación, había que situarse por encima y aprender de ella pero se niegan a escuchar. Aquellos a quienes explicaba la causa de sus problemas se negaban también a escuchar. Para ellos lo único que existía era la curación inmediata, nada mas les valdría. Y uno a uno se fueron marchando, cada uno de ellos profiriendo un insulto. Embaucador, charlatán, impostor. Eran las seis de la tarde cuando los últimos se fueron, murmurando su descontento entre dientes. Cuando el último coche partió con un rápido acelerón, Kris miró la acera y vio a un hombre y a una mujer vestidos con ropas raídas, de pie junto a un oxidado Chevy del 53 con matrícula de Ohio. Delante de ellos había una joven, retrasada y deforme, sentada en una vieja silla de ruedas hecha de mimbre y con ruedas de madera. El hombre era un poco jorobado y llevaba puesta una americana gastada y sin corbata. La mujer llevaba encima un vestido viejo de saco, con su pelo negro enmarañado. En su interior había una gran hermosura inherente y era obvio que se trataba de una mujer madura. Cuando Kris caminó hacia ellos, el hombre se apartó de su esposa y de su hija y fue hacia Kris. A medida que se acercaba, con cada paso, Kris podía ver el rostro del hombre lleno de dolor. Cuando se juntaron, estrecharon sus manos -¿Es usted Kris? –preguntó el hombre - Si, yo soy Kris McDaniels. - Yo soy George Preston. Oímos hablar de usted en las noticias del martes por la noche. Venimos en coche, todo el día de ayer y toda la noche, desde el este de Ohio para verle… y saber si podría usted ayudar a nuestra hija Marjorie. George y Kris caminaron despacio hacia el coche. Mientras lo hacían George siguió hablando: Marjorie nació retrasada y deforme. Los médicos dicen que no puede hacerse nada por ella. Las cosas no iban del todo mal hasta que, hace cinco años, me caí de un tejado y me rompí la espalda. A veces me cuesta moverme y doy la impresión de no poder conservar un empleo. Cobramos una pensión pero la mayoría del dinero se va en comidas especiales y medicinas para

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Marjorie… mire, no puede masticar los alimentos, por eso tenemos que darle un preparado especial. Kris se detuvo a unos dos metros del coche. - ¿dice usted que ha conducido todo el día de ayer y toda la noche para venir hasta aquí? - Geosrge asintió - Sí, así es. El coche ya no funciona demasiado bien y nos ha llevado mucho tiempo llegar hasta aquí. Mi esposa, Mary, ha tenido que conducir todo ese tiempo. Yo no puedo ni sentarme al volante para conducir… me duele muchísimo. En realidad… ni siquiera sé como vamos a regresar a casa… sólo nos quedan dos dólares. Vinimos aquí movidos por la fe ciega, esperando que usted podría ayudarla. Hemos recurrido a todos cuantos hemos podido encontrar, pero ninguno ha sido capaz de hgacerlo…Oh, oh, señor MacDaniels, ¿puede ayudarnos? Lo digo porque he visto a todas esas personas marcharse igual que habían venido. Kris se detuvo y miró a George. - Veré si puedo ayudarles. No les prometo nada –Kris vaciló, luego preguntó--: Ah, George, ¿desea ser curado usted también? ¿Quiere que le sea curada la espalda? - Pues, no. Ni siquiera había pensado en ello. Yo solo deseo que Marjorie se ponga bien Kris camino hasta ellas y se presentó a Mary, luego se sentó en cuclillas y miró a Marjorie. Tenía catorce años, el pelo castaño, cuy corto, los ojos negros y apagados, los dientes desviados y mal colocados por falta de uso. Su piel era blanca como la nieva, los brazos enjutos, los puños de sus manos nunca se abrían y su pierna izquierda era unos ocho centímetros más corta que la derecha Cogiendo la mano de Marjorie, Kris supo que su estado no había sido provocado por nada que hubiese hecho en vidas anteriores. Sencillamente, había venido al mundo en este estado para aprender humildad y paciencia. Su aprendizaje estaba a punto de terminar y moriría en el transcurso del año siguiente si no ocurría algo que la permitiese aprender aún más. Sus padres habían aprendido a tener paciencia, comprensión, compasión y amor en su más alto grado. Poniéndose de pie, Kris miró a la pareja y dijo: - Veré que puedo hacer. George se acercó y dijo. - Comprenda que no podíamos meterla en una institución. Si pudieran ayudarla seria diferente, pero sólo la darían de comer y la bañarían… y eso podemos hacerlo nosotros… y, además –George siguió diciendo con lagrimas en los ojos--, es nuestra hija. Kris se agachó y desabrochó las dos correas de cuero que mantenían derecha a Marjorie en la silla de ruedas. La levanto con los brazos y sostuvo sus treinta y dos kilos de peso como si fuera un recién nacido. Inclinó la cabeza sobre ella y le dio un beso en la frente. Kris frotó su mano derecha por el rostro, los brazos y las piernas de la niña. Mientras George y Mary miraba, vieron que la pierna izquierda de Marjorie crecía hasta igualar la longitud de la derecha. Kris la beso en la cara y sus ojos apagados se encendieron. Ella sonrió y los dientes estaban derechos, sus manos abiertas por primera vez en su vida y toco con ellas el rostro de kris. Kris la bajó suavemente y la puso sobre la acera. George y Mary lloraban sin reservas mientras iban a sujetar a Marjorie, quien sonrió, agitó los brazos e intentó caminar. Kris la soltó, fue hacia la silla de ruedas y la empujó hacia la casa. Se volvió y dijo estas palabras George y a Mary. Vuestra hija se pondrá bien. Ahora tiene la inteligencia de un niño de seis meses, pero progresará física y mentalmente muy, muy deprisa y, dentro de unos seis meses, será una niña de catorce años normal e inteligente. Supongo que empezara a caminar en menos de una semana. Observará todas las cosas que hagáis; sed, pues, muy cuidadosos en lo que hacéis y decís cuando ella este cerca. Va a aprender muy rápidamente. Lo sepáis vosotros o no, ya habéis aprendido mucho en ésta vida y ahora tenéis la oportunidad de aprender aún más. Fueron hacia el coche y ayudaron a Marjorie a entrar en el asiento trasero. Kris tomó a Mary por los brazos y la besó en la frente, la miró a los ojos y dijo: - Las cosas van a cambiar ahora muy deprecia para vosostros. Alegraos. Gerorge cerró la puerta de atrás y se acercó a Kris.

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- ¿Cómo voy a agradecérselo, señor McDaniels? ¿Qué puedo hacer? - Cuide a su hija. Es todo cuanto le pido.-dijo Kris, y rodeó con sus brazos a George, dándole un abrazo. Retrocedió unos cuantos pasos y pregunto-: George, ¿Por qué no conduce usted y deja descansar a Mary? - Pero mi espalda… -comenzó a decir George. Entonces se dio cuenta de que estaba completamente derecho y sin ningún dolor- pero… Kris interrumpió - Voy a llevarme esta silla de ruedas a casa, pues ustedes ya no la necesitan. Creo que su coche hará el camino de regreso a casa sin problemas luego se volvió y se fue empujando la silla de ruedas. Mary y George se quedaron con la boca abierta, viendo como Kris subía la calle empujando la silla de ruedas. Mary subió al coche y George lo rodeó y se sentó al volante. Arrancó el motor y sonó como si fuera nuevo. Kris aparcó la silla de ruedas junto a los cubos de basura donde Amy había tirado sus abrazaderas. El sonrió porque ya podía ver la expresión en el rostro de George cuando se detuviese para gastar sus dos últimos dólares en gasolina y se encontrara con doscientos dólares en billetes nuevos de veinte dentro de su cartera.

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CAPITULO – 7 Fue al final de la mañana del viernes cuando Allison sugirió a Kris que fuesen al rió, donde se estaba tranquilo, y merendar allí. Kris ya había hablado con muchas personas esa mañana, ninguna de las cuales quiso oír las verdades que dijo. Allison preparó la merienda después que Kris aceptase, y recorrieron en bicicleta las dos millas de distancia hasta donde el río atravesaba una de las carreteras posteriores. Anduvieron río arriba durante otro cuarto de milla o así, hasta llegar a un claro de pastos que bordeaba el río por donde éste sólo tenía unos pocos centímetros de profundidad. Tendieron una manta y miraron al claro cielo; de vez en cuando se miraban uno al otro y hablaron durante más de dos horas, en su mayor parte sobre Allison y su vida. Kris rellenaba de forma distraída los detalles que ella a veces omitía. Después de merendar se arroparon con la manta, pues el cielo del atardecer empujaba al sol hacia el horizonte. Kris yacía con su rostro hundido en el cuello y el hombre de Allison mientras ella decía: - Kris, no quiero irme a casa, me quedaría aquí, en tus brazos, para siempre. - Lo sé… sé lo que quieres decir. - ¿Kris?... - ¿Sí? - Prométeme una cosa… - ¿Cuál? - Que nuca volverás a mencionar nada sobre marcharte. Kris hizo una honda inspiración, luego exhaló lentamente. - De acuerdo, nunca volveré a mencionarlo si eso es lo que deseas, pero voy a tener que irme… y quizá antes de lo que creía Allison apartó la cabeza de Kris para poder mirarle a la cara. -¿Por qué? ¿Por qué debes marcharte? - No tengo elección. Esas fueron las condiciones que yo acepté cuando vine aquí. Tú tienes varias cosas que aprender en esta vida y mi estancia aquí lo impedirá. Tendremos nuestra oportunidad de estar juntos otra vez, cuando sea el momento apropiado. Allison apartó la mirada de Kris. - Lo siento Kris… lo siento mucho, pero es que no lo entiendo. De verdad que no comprendo lo que estás diciendo. Pero, si debes irte, ¿por qué has de hacerlo tan pronto? - Déjame intentar explicarlo de esta forma. Cada uno de nosotros… cada hombre, cada mujer y cada niño tiene derecho a vivir a su propio nivel de entendimiento. El entendimiento de algunas personas puede parecer frió, cruel o primitivo, pero es sólo porque son almas inexpertas en la aventura de vivir en esta tierra. De la misma manera, yo debo vivir mi vida a mi propio nivel de entendimiento. Lo que sucedió a Amy, sucedió en mi nivel de entendimiento, y ha provocado un enorme alboroto en esta ciudad. Pero habría sido una equivocación dejar que Amy continuase como estaba por causar ese alboroto, cuando yo podía ayudarla. Pero cada agitación que yo produzca hará que mi estancia aquí sea más breve, sencillamente porque la gente se sentirá más insegura con mi presencia. Por eso, tendré que irme un poco antes. Y si lo que yo hago aquí arma revuelo, tendré que hacerlo, porque sólo puedo hacer lo que yo sé que es correcto, sin tener en cuenta las consecuencias. Kris rodó de su lugar y se apoyó sobre la espalda. - Tal vez me equivoqué al venir aquí. Tal vez fui egoísta, pero… Allison, yo sólo deseaba estar contigo. No quería confundirte a ti ni a esta ciudad. Sólo quería estar contigo. Allison, no intento ser misteriosos, pero la historia completa de cómo llegué hasta aquí es en cierto modo increíble. Ocurre de vez en cuando, pero es insólita. Creo que debes aceptar que hubo un instante de armonía entre nosotros cuando nos conocimos, en realidad, cuando nos vimos por primera vez en la estación de autobuses, ¿verdad? -Sí… no puedo negarlo. - Ya ves, no éramos mas que viejos amigos que reanudábamos nuestra relación. - Kris, dejaré de hacer preguntas. Me basta con que estés aquí, y… te quiero muchísimo.

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Kris se dio la vuelta y se apoyó sobre los codos, mirando a Allison. Habló dulcemente, con un beso en los ojos. - Allison, yo te quiero… te quiero mas de lo que ningún hombre haya amado jamás a una mujer desde el principio de los tiempos. Sé, con tanta certeza como que estoy aquí tumbado en el suelo, que ningún hombre que haya pisado esta tierra ha amado a una mujer tanto como yo te amo a ti. Sé que muchísimos hombres han tenido la misma sensación y le han dicho estas mismas palabras a otra persona, y las han sentido. Y aunque las sentían salir de lo mas hombro de sus corazones, se que cuando yo las digo, son absolutamente ciertas. Créeme, lo sé… lo sé sin mas –dijo Kris poniendo sus labios en los de Allison. Y durante la estancia de Kris, de vez en cuando solían hacer una escapada a este cielo para disfrutar apaciblemente uno del otro

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CAPITULO – 8 Era el sábado siguiente al cuatro de julio, durante el desayuno, cuando Eleanor rompió en sollozos. Hacia cinco semanas que había fallecido Fred y no podía soportar el hecho de que él no estuviese ya sentado a la mesa para desayunar. Fred había construido la casa treinta años antes, cuando se casaron, y durante esos treinta años Fred se había sentado a la mesa frente a Eleanor. La ruptura de la tradición de los treinta años era, a veces, algo más de lo que ella podía resistir. Pero, era algo más que comer juntos y dormir juntos y esas pequeñas cosas. A veces sólo era que añoraba el hecho de cruzarse uno en el camino del otro. Y aunque Allison y Kris hablaban con Eleanor, sus palabras eran vacías, pues era algo que Eleanor tenía que resolver por sí misma. Nadie más podía ayudarla. Durante algún tiempo después, los días buenos y los malos se entretejerían unos con otros en el corazón y en la mente de Eleanor A última hora de la mañana, Allison, Todd y Kris decidieron bajar a la ciudad para comprar un barquillo de helado y también para adquirir unas cuantas cosas en los almacenes, mientras caminaban por el pasillo de la sección correspondiente a pequeños negocios, Todd vio al otro lado de la calle a uno de sus amigos de la escuela, que acababa de regresar de un campamento de verano. Después de decir a Allison y a Kris donde iba. Todd salió disparado a cruzar la calle sin mirar y pasó delante de un automóvil que subía la calle. El coche atropelló a Todd y pasó por encima de él, siendo arrollado y volteado antes de que pudiese detenerse. El coche se detuvo a unos seis metros del lugar en que Todd yacía en la carretera Todd yacía sobre su espalda, con su pierna izquierda rota y retorcida bajo la derecha, su mano derecha cruzada sobre el pecho, sangrando, con una gran porción de piel arrancada. Su mano izquierda descansaba en el costado con dos dedos rotos y una enorme herida sangrante en el dorso de la mano. La sangre manaba de su nariz y en la carretera Kris y Allison corrieron hasta donde se hallaba Todd. Allison gritó cuando miró el cuerpo de su hermano, muerto y tendido sobre la calle. Ella hundió su rostro en el pecho de Kris y lloró estrepitosamente. Kris siguió sosteniendo a Allison en sus brazos, dirigiendo sus ojos al cielo lejos de Todd, ignorando la apariencia de lo que estaba viendo. Una multitud se agrupó rápidamente y la señora que conducía el coche de pie, muy cerca, llorando. Allison intentaba dejar de llorar mordiéndose el labio inferior. ¿Por qué? –gritaba--, ¿Por qué? Oh dios, ¿Por qué? Esto va a acabar con mi madre. Primero papá, ahora Todd. Dios mío, ¿Por qué?... Todd, alocado, ¿Por qué? No miraste por dónde ibas? Kris la apretó con fuerza, colocando su mano derecha detrás de la cabeza de Allison que estaba apoyada en su hombro. Después de varios minutos, el doctor Moser llego corriendo desde su oficina situada al final del bloque. Se arrodilló al lado de Todd y comprobó la dilatación de sus pupilas y el pulso. Poniéndose en pie, se quitó su bata blanca y la extendió sobre el pecho y la cara de Todd. Dio un paso hacia Allison y la tomó por el brazo - Allison, lo siento, pero Todd nos ha dejado. Allison gritó aún con más fuerza, apretando sus puños, clavando las unas en la piel de sus manos. Mirándole fijamente a los ojos, Kris dijo tranquila y suavemente: - Doctor Moser, quítele esa bata a Todd… le va a asfixiar ¿Que? –exclamó el doctor Moser con voz callada, Kris soltó a Allison y se acerco mas al doctor Moser. - Le he dicho que retire su bata o asfixiará a Todd. Hablando entre dientes en un tono de voz bajo pero enfadado, el doctor Moser dijo: Escuche joven, el muchacho ha sufrido numerosas heridas internas. Esta muerto. No lo haga más difícil para Allison diciendo esas cosas. Arrodillándose, Kris quitó con suavidad la bata del cuerpo de Todd y la sostuvo con ambas manos por el cuello para que el doctor Moser volviera a ponérsela. Furioso, el doctor Moser arrebató la bata de las manos de Kris y lo miró con ojos llenos de odio.

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Con una multitud de al menos sesenta personas agrupadas alrededor, Kris permaneció mirando el cuerpo de Todd, En un tono de voz de tranquila autoridad y firmeza, pero, sin embargo, muy lleno de amor, Kris dijo una vez, y sólo una, estas palabras. - Todd, levántate. Los dedos rotos de la mano izquierda de Todd experimentaron una sacudida, su pierna izquierda se enderezó, luego una pequeña boqueada de aire salió de su boca, después una mayor, luego una tremenda inhalación de aire que hizo levantar su pecho, después lo exhaló. Todd abrió los ojos y miro alrededor momentáneamente, luego se irguió lentamente sobre sus pies. Nunca jamás en la historia había permanecido una multitud tan silenciosa, tan incrédula de lo que estaba contemplando. Kris sacó un pañuelo de su bolsillo y se dirigió a una señora que estaba entre la multitud sosteniendo un vaso de papel lleno de coca-cola con hielo. Introdujo la mano en el vaso y sacó un trozo de hielo y lo envolvió con su pañuelo., Volviendo a donde estaba Todd, empezó a limpiar la sangre del rostro de Todd, de sus brazos y de sus manos. Cuando pasaba el paño húmedo por los cortes y los rasguños de Todd la sangre desaparecía, los cortes se curaban y la piel que faltaba se reponía, sin dejar la más leve indicación en parte alguna del cuerpo de Todd de que hubiese sufrido un accidente. Todd permanecía en pie con una ligera sonrisa en su rostro y un brillo en los ojos antes nunca visto cuando miraba a Kris. Poniendo su mano derecha sobre el hombre de Todd, Kris sonrió y dijo. - Espero que hayas aprendido a mirar por donde vas. Tu madre no se va a alegrar cuando se entere de que su hijo de catorce años va haciendo cosas tan absurdas como ésta A las tres en punto de esta tarde Kris estaba sentado a la sombra de uno de los sauces llorones que hay delante de la casa. Allison no había dicho ni una sola palabra a Kris desde el accidente. Ella, como todos los demás que vieron el accidente, estaba perpleja por lo que había sucedido. En su corazón y en su alma ella sabía lo que había ocurrido, pero su mente consciente se negaba a creerlo. Por un lado, estaba casi asustada de Kris, aunque llena de admiración y de amor. Lo único que explicaron a Eleanor fue que Todd había tenido el descuido de cruzarse delante de un coche, que le había atropellado pero no le había causado ninguna herida. Las historias que se extienden por la ciudad pronto se ocuparon de contar todo el incidente. Eleanor se enfadó con Todd por su imprudencia y le confino durante una semana sin salid de la casa y del patio. Todd salió de la casa, bajó por el sendero principal y se sentó junto a Kris bajo el árbol. Mirándole, Todd dijo: - Kris, yo se quien eres. Vi quién eras hoy, cuando fui atropellado por el coche en la ciudad. Kris se limitó a mirar a Todd con una sonrisa en los ojos y asintió, luego arrancó una brizna de hierba y la puso entre sus dientes. - Kris, unos segundos después de que me atropellase el coche hoy… Bueno, yo sabía que estaba muerto, al menos mi cuerpo estaba muerto. Y por mucho que deseaba regresar a esta tierra y a mi cuerpo, no puede. Tú, y lo que tú eres, fueron la clave de mi regreso, y me hiciste volver exactamente como me había marchado, en perfecto estado de salud. Quiero decir, ¿Qué pudo decirte? ¿Cómo te lo agradeceré? Kris sacó la paja de su boca y la hizo dar vueltas entre sus dedos pulgar e índice. - Ya lo has hecho, Todd. Encogiendo las piernas, Todd hizo descansar sus codos sobre sus rodillas ligeramente levantadas. - Tú sabes que has cambiado toda mi vida. ¿verdad? Esos cinco minutos han cambiado toda mi vida. Nada volverá a ser igual. Es como si hubiese pasado de ser un chaval a… a, no sé qué. Es mas que un hombre… es… es que no puedo explicarlo. Veo ahora todas las cosas tan distintas… como son en realidad. Y esa sensación cuando me dijiste que me levantara. Fue como si mi cuerpo físico se convirtiese en una aspiradora y me aspirase dentro de él. Yo estaba sobre la calle, viendo lo que les pasaba a algunas personas que yo conocía. Cuando dijiste esas palabras, pude ver mi cuerpo recomponerse… mis huesos rotos curarse y todo eso. Fui

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arrastrado cada vez más cerca y la siguiente cosa que recuero es que estaba allí de pie, mirándote. Kris siguió escuchando pero no dio muestras de emoción. Permaneció allí sentado con ese trozo de hierba en sus labios con la mirada al frente Todd se detuvo un momento, luego prosiguió: - Tú sabes que he visto a mi padre hoy, y a mis abuelos y a muchas personas que yo conocía. Vi incluso a Meter Edmonds. Murió cuando estaba en primer grado conmigo. Todos ellos estaban esperándome, ayudándome a dar ese gran paso desde este mundo al de ellos. Todos parecían tan llenos de amor y de ternura. Luego… bueno, vi a mi madre aquí abajo y supe quien era y por qué yo era su hijo, y por qué Allison es mi hermana. También vi todas las cosas torpes e imprudentes que he hecho y como he herido a otras personas. He aprendido de veras. Seguro que lo pensare dos veces antes de hacer algo otro vez… cualquier cosa que sea. Kris le interrumpió, todavía mirando al frente mientras hablaba: - Nunca olvides eso, Todd. Nunca. Eres una persona afortunada. Nunca olvides lo que pudiste aprender hoy. Sólo hay un pecado que la gente puede cometer mientras está en la tierra, y es hacer algo que saben que no es correcto. Eso es todo. Tú lo has aprendido hoy. Pudiste ver dónde te habías equivocado. Lo que hiciste mal antes no fue un pecado porque no sabías hacerlo mejor. Es sólo cuando lo sabes y sigues adelante y lo haces de todos modos cuando se te tomara en cuenta. Porque no lo supieras cuando hiciste algo malo no lo convierte en algo correcto tampoco. Tendrás que corregir todos tus errores con el tiempo, a menos que aprendas de ellos ahora. - Sí –respondió Todd--, ahora lo veo con mucha claridad. Todd se agachó y escarbó en la hierba con los dedos. - Oye, Kris, cuando te vi hoy, me resultó difícil de creer, sin embargo no me sorprendió en absoluto tampoco. Y como yo decía antes, sé por qué estoy aquí con Allison… y también se por qué estás tú aquí con ella. Todd hizo una pausa, arrancó un trozo de hierba, lo examinó muy de cerca y luego prosiguió: - Tú la amas realmente, ¿verdad? Kris asintió con la cabeza - No puedo recordar un momento en que ella no haya estado aquí… en mi corazón o en mi alma –dijo mientras se formaban lágrimas en sus ojos. - Cuando te vi hoy, Kris, fue casi como si existiera una especie de vínculo entre tú y Allison, casi como una soga que os mantuviese juntos. Y… bueno… también se que tendrás que marcharte pronto, sobre todo después de lo de hoy… ¿Qué mas has visto hoy, Todd? –preguntó Kris moviendo la cabeza, enjugándose las lágrimas de los ojos con la manga de su camisa. - Bueno, he visto quién va a ser mi esposa. - ¿Te refieres a Rally McPherson? - Sí. ¿Cómo lo sabes? –dijo Todd, luego prosiguió con tono de arrepentimiento--. Supongo que no es preciso hacerte esa pregunta. Es algo difícil creer que esa niña delgaducha de diez años vaya a ser algún día mi esposa. Kris, ¿es eso realmente cierto? - Sí. Pero lo más sorprendente es quién habría sido tu esposa si lo de hoy no hubiese ocurrido - ¿Qué quieres decir? - Bueno, Sally es una chica instruida y, ahora, tú eres un joven bastante instruido. Pero, si lo de hoy no hubiese ocurrido, tú habrías continuado por donde ibas y habrías elegido otra de tus almas gemelas como esposa. Ya no importa quien habría sido esa chica. - Comprendo… bueno, al menos creo que lo comprendo. –dijo Todd --; es todo tan irreal. Es como si estuviese viviendo la vida en un plano completamente diferente. - Así es –dijo Kris volviéndose y mirando a Todd--, pero no dejes que eso se te suba a la cabeza. Ahora será fácil para ti comprender en tu mente las virtudes y los defectos de una situación, pero no encontraras muy difícil entender estas cosas con el corazón, llevarlas a cabo en todas tus acciones y obras. Esa es la verdadera prueba, vivir según entiendes la vida. Por ejemplo, veras como resultado de hoy que lo que oyes en la iglesia a la que asistes no es

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completamente correcto. Pero, no seas rebelde ni dejes de ir, ni les condenes por lo que ellos creen. Intenta comprenderles y aprender de ellos. Cuando llegue el momento en que hayas de marcharte, lo sabrás. Mira, Todd, eso es un problema en el mundo de hoy; la gente ve algo nuevo y se rebela contra lo viejo y se produce un conflicto. La única manera de convencer a la gente de algo es poner un ejemplo. Si hay una persona a la que no puedas amar, o una criatura cuya felicidad no te importe, entonces todavía no comprendes el amor. Y si deseas la paz, vive la paz y la gente verá la paz. No debes rebelarte, protestar, amotinarte, ni abrirte paso en una sociedad pacífica matando. Sé un ejemplo perfecto, sé una demostración perfecta de aquello en lo que crees. A veces, eso puede hacerte daño y, a veces, luchar por lo que crees puede destruirte, a veces puede que te sientas morir por dentro y a veces puede que parezca más fácil abandonar sin más. Pero, si es en eso en lo que crees, debes aferrarte a ello a toda costa. Y habrá quienes te roben todo lo que tienes para dar, y quienes te arrebatarán todas las cosas que te han interesado, pero no puedes abandonar. Pues, si lo haces, es que nunca lo has creído de veras, y no habrá sido una predisposición pasajera. Y en momentos en que sepas que algo es cierto y justo, puede haber situaciones y apariencias que reflejen justamente lo contrario. Y éstos son los tiempos que ponen a prueba tus creencias, que ponen a prueba tu corazón… que ponen a prueba tu corazón y tu propia alma. Recuerda que no puedes obligar a nadie a que crea algo. El único medio de aprender en la escuela es resolviendo problemas, poniendo en practica la teoría que has aprendido: Y si no crees en algo, no intentes fingir que lo crees, porque la gente vera a través de ti como si fueras un cristal. Todd, cree en el amor y en la paz, cree en la ternura y en la bondad, cree en Dios; así cuando alguien te mire, sabrá, fuera de toda duda, que todos existen y que todos son asequibles.

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CAPITULO – 9 Era domingo por la mañana, después de misa, y el sacerdote había invitado a la congregación a quedarse y analizar unas obras literarias que se habían recopilado en las clases como parte de un programa religioso de intercambio cultural. Allison hojeaba junto a las mesas de libros y panfletos. Escudriñaba con los ojos una de las mesas, luego se detuvo porque uno de los libros parecía haber saltado de la mesa para atraer su atención. Era de la india y se titulaba KRSNA: LA MAS ALTA INDIVIDUALIZACIÓN DEL AMOR EN EL HOMBRE. Ella lo recogió, caminó hasta una silla y comenzó a ojearlo. Los Haynes aun estaban en la iglesia cuando Kris se sentó en el balancín del porche principal. Oyó un coche reducir su marcha en la curva y detenerse. Cuando miró para ver de quien se trataba, no se sorprendió al ver que era el sheriff. Cuando este bajó del coche, Kris pudo ver que tenía unos cincuenta años, de constitución pequeña y delgada, pelo semicanoso y que llevaba puestas unas gafas con aros de plata. Mientras subía el paseo hacia donde Kris se encontraba, se colocó bien la pistolera que colgaba de su cadera, luego se apretó el nudo de la corbata. Tan pronto llegó al porche, dijo: - Buenos días, joven, ¿eres Kris? Poniéndose en pie y estrechándole la mano, Kris le respondió: - Sí…, yo soy Kris McDaniels. ¿En qué puedo servirle? - Kris, yo soy el sheriff Aycock. Yo, eh… quiero hablar contigo sobre lo que ocurrió ayer en la ciudad. Parece que el doctor Moser se enfadó muchísimo. No había salido aún del asombro por lo que le sucedió a al pequeña Amy Patterson… y luego… eh, ayer. Déjame decirte una cosa, hijo: has logrado asustar un poco al doctor Moser porque no puede explicar todo esto. La voz del sheriff se hizo algo mas firme cuando levantó su pierna derecha y la colocó sobre el asiento de una silla, se encorvó y apoyó su brazo en la pierna. - En realidad, has logrado asustar a una parte considerable es esta ciudad. Circulan todo tipo de rumores y habladurías sobre ti. Permíteme preguntarte algo, hijo. ¿Quién eres y por qué has venido aquí este verano? Kris intentó explicarlo como pudo, pero no sirvió de nada, el sheriff era de ideas fijas. Trato de explicar que él no había hecho daño a nadie, que él sólo intentaba ayudar a los que podía. Pero los oídos del sheriff no podían oír las palabras de Kris. Después de una prolongada y unilateral discusión, el sheriff Aycok miró a Kris y le dijo con voz amarga y desagradable: - Hijo, te sugiero que pienses muy en serio marcharte si no tienes nada que hacer en la ciudad. Allison fue la última persona en abandonar la iglesia. Eleanor y Todd habían estado sentados en el coche esperando bastante rato. Parecía que Allison había renovado su espíritu en el camino de regreso a casa y, al final, deseó hablar con Kris. Eleanor estaba en la cocina preparando la comida mientras Allison y Kris se sentaban a hablar en el porche principal. Allison se había disculpado por no hablar, pero intentó explicar algunos de los pensamientos de miedo y de asombro que se le habían pasado por la mente. Tras unos minutos de pausa, hizo una honda inspiración y luego dijo: - Hoy vi un libro en la iglesia. Se llamaba KRSNA. ¿Te resulta familiar ese libro? - Oh, he oído hablar de él y conozco algo sobre él, supongo; aunque, en realidad, nunca lo he leído. - Kris, ¿es de ahí de donde viene tu nombre? Se deletrea casi igual, excepto que en tu nombre se intercala una “I” - Creo que así es. - Según el libro, Krsna está considerado una persona muy especial. Se le supone lleno de amor y en posesión de facultades muy especiales. ¿Es eso lo que sucedió con Amy y Todd? Es decir, ¿eres tu Krsna? - No… sí… tal vez… yo soy yo. Existen Krsnas en esta tierra por decenas de miles. Allison, la única diferencia entre ellos y yo es que esta vez yo no nací en esta tierra. Sencillamente aparecí aquí hace seis semanas. Ya ha ocurrido antes… a veces se hacen excepciones y las personas no tienen que nacer necesariamente. No sucede con frecuencia, pero

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sucede. No creo que tenga nunca más la oportunidad de hacerlo. Pero tuve que aprovechar la única ocasión que tuve para estar contigo. Y mientras estoy aquí, ayudo con ilusión a quienes deseo hacerlo y a otras personas que, por casualidad, se cruzan en mi camino. Allison escuchaba sentada, sin saber realmente qué decir. Mira, Allison, la única diferencia entre yo y los otros Krsnas es que ellos han nacido en esta tierra y crecen acumulando toda la consciencia de la raza todo el tiempo. Las limitaciones que nos ponemos nosotros mismos pueden ser muy poderosas… extremadamente poderosas. Esas falsas apariencias son las que tenemos que vencer. Yo no poseo facultades especiales que tú no tengas. La única diferencia es que yo las he descubierto y que, hasta ahora, tú no, pero las descubrirás. El hecho de que ahora sepas que existen te ayudará a descubrirlas. Todos hemos sido favorecidos con el poder y la capacidad de controlar nuestras vidas. Unos escogen emplear ellos mismos el poder, mientras que otros dejan que el poder de los demás controle sus vidas, luego se preguntan constantemente por que las cosas les van tan mal. Una cosa que debes recordar es que yo no soy en absoluto diferente a ti en lo que respecta a mis llamadas, facultades y dotes. El plano en el que tú comprendes algo, controla tu capacidad para usarlo con eficacia. Cuanto más lo comprendas, mejor lo utilizaras. Y eso puedes aplicarlo a las matemáticas, a la electricidad, a conducir un vehículo o a emplear el poder de la mente. Y, al final, todo se reduce al amor. Pues, cuando amas todas las cosas, sin excepción y sin prejuicios, todo será sensible a tus palabras y a tus pensamientos, mientras se entreguen al amor. Porque el amor sólo conoce al amor. Continuaron su conversación durante algún tiempo, tratando Kris de explicar las cosas que en la vida son reales y las que son falsas. Intentó explicar que la única cosa real del universo es el amor, y que cualquier cosa contraria a él está creada por la incapacidad del hombre para ver las cosas desinteresadamente. El dijo a Allison que si no se puede encontrar el amor, o a Dios, en tu prójimo, no podrá encontrarse en ningún otro lugar. Intentó explicar que todo está hecho de sustancia inteligente, que el más duro acero y las piedras de granito están formadas por átomos que vibran con vitalidad, que funcionan de acuerdo con las leyes de la inteligencia. - Y donde hay inteligencia –resumió--, hay amor. Y todo, sin excepción, debe responder al amor. Mirando a los hermosos ojos de Allison, Kris continuó: - Y por eso estoy aquí, Allison, a causa de mi amor por ti; y aunque te amo en este momento como un hombre, y te amo más de lo que ningún hombre te habrá amado antes, no es nada comparado con lo que vive en mi alma por ti. Y aunque yo te quiero, también hay otros aquí que te quieren, uno de los cuales conocerás pronto. Nosotros hemos vivido en esta tierra muchísimas veces juntos. Hemos ido juntos como hermanos y hermanas, como amigos y como marido y mujer. Después, en una vida acabé todas mis lecciones y no tuve que volver más, pero aún lo sigo haciendo por varias razones. Allison… tú has estado entretejida a mi alma el resto de la eternidad y aquí, en esta tierra, tú eres el aire que respiro, el latido de mi corazón, la sangre de mis venas, tú eres mi propio pensamiento, mi propio sueño, mi propia oración. Tú eres el alba y el ocaso, tú eres la luna, las estrellas y el cielo. Allison, tú has sido la repuesta a todas las respuestas que he hallado. Y, Allison, es un pensamiento tan maravilloso y recompensante pensar que algún día todas las almas experimentaran, dentro el espíritu de su ser, sentimientos comparables a los que yo siento por ti.

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CAPITULO – 10 Las llamadas capciosas y las cartas anónimas fueron peor que nunca el lunes. Los que buscaban atajos para la verdad y los que buscaban con sinceridad, llenaban el patio principal de nuevo. La tensión de Eleanor iba en aumento, en realidad en toda la casa, pues la intimidad era casi imposible a veces. En un instante que estuvo a solas con Eleanor, Kris se disculpó por las molestias causadas, pero explicó que se marcharía pronto, muy pronto. Le pidió que no se lo mencionase a Allison, pues habían acordado no hablar más de la cuestión Y esa misma noche, en la reunión mensual de la Junta Municipal de la ciudad, se trataría sólo el tema de Kris McDaniels, quién podría ser, de dónde habría venido y qué asuntos tendría en la ciudad. El martes por la mañana, a las cinco y media, Kris salió sin hacer ruido por el alféizar de la ventana de su dormitorio y trepó hasta el lugar más alto del tejado. Se sentó allí, con las piernas encogidas y pegadas al pecho, rodeándolas con los brazos, y la barbilla apoyada en sus rodillas, a esperar la inminente salida del sol. El cielo, lentamente, adquirió un color rojo, naranja, púrpura y rosa, cada uno de ellos mostrado con su propio modelo de perfección a medida que el sol se acercaba al horizonte. Según se hacia visible, las lágrimas brotaban de los ojos de Kris. ¿Cuántos amaneceres había visto? ¿Cien mil, un millón un billón? No obstante, la admiración, la belleza y el encanto nunca dejaban de impregnarle, nunca dejaban de proclamar el mensaje de que hoy era un nuevo día, un día que existe para que podamos empezar a vivir otra vez, un día para aprender, un día para corregir los errores de nuestro pasado, otro día que nos ha sido dado por amor, un amor que va mas allá del entendimiento humano. Todd estaba confinado en la casa, pero Allison y Kris continuaron su costumbre y fueron andando hasta los almacenes la última mañana a por un barquillo de helado. A medida que se aproximaban a los almacenes, vieron que habían levantado andamios delante de la fachada, pues iba a ser reformada por la cara exterior. Se detuvieron a contemplar cómo una grúa dejaba dos toneladas de ladrillos nuevos sobre uno de los andamios. El personal de la obra paró para comer, y Allison y Kris entraron. Mientras estaban sentados allí, comiéndose sus barquillos, una antigua compañera de colegio de Allison entró y comenzaron a charlar. Después de unos minutos, Kris interrumpió la conversación y dijo que iba a salir para ver lo que tenían proyectado hacer en los almacenes. Apretado la mano de Allison y guiñándole un ojo, se dio la vuelta sobre el taburete giratorio, se levantó y salió Nadie estaba cerca cuando Kris pasó caminado bajo el andamio que contenía los ladrillos. Sin causa humana aparente, se derrumbó y las dos toneladas de ladrillos de color rojo cayeron sobre Kris McDaniels, aplastándolo contra el suelo al caer. El sheriff Aycok y el doctor Moser estuvieron presentes y vieron cuando los obreros quitaron los ladrillos. Allison vio la escena, de sus ojos brotaron abundantes lágrimas, sin embargo, no hizo ningún ruido, ni siquiera emitió un gemido El doctor Moser se levantó moviendo la cabeza y diciendo en voz baja: - Está muerto. El sheriff Aycok saco la billetera del bolsillo trasero de Kris y la abrió. Estaba completamente vacía, no había permiso de conducir, ni dinero, sólo un sobre que había sido doblado tres veces y que había sido introducido en el bolsillo billetero. Sacó el sobre y lo desdobló. En la cara externa estaba escrito: Mi nombre es Krisna James McDaniels. No tengo padres ni parientes. En el momento de mi muerte, ruego ser incinerado lo antes posible. No quiero ceremonias ni sepultura. Por favor, esparcid mis cenizas al viento para que él las lleve donde quiera. El dinero para cubrir los gastos de la cremación se encuentra en el interior. Al abrir el sobre, el sheriff Aycol hallo seis billetes nuevos de veinte dólares. Cuando Allison volvió a la casa, la habitación de Kris estaba completamente vacía de ropas y de todas sus pertenencias. Eleanor y Todd insistieron en que nadie había entrado en la casa en toda la mañana excepto ellos.

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CAPITULO – 11 Esa tarde eran las cinco en punto y Allison estaba dormida, tendida sobre el balancín del porche. Los vientos del este ya estaban transportando las cenizas del Kris por toda la verde campiña, por la pradera al lado del rió los campos de arándanos ahora estaban llenos de bayas maduras. Y en algún lugar al este de Ohio, Marjorie Preston acaba de leer su primer libro. Mientras ella dormía, Kris se presentó ante Allison en forma de sueño. Ellos estaban tumbados en la pradera sobre una manta de cuadros, junto al río, el sol brillaba con una luz extraordinaria sobre sus cabezas. Kris apoyado sobre su codo derecho, miraba profundamente, con esa mirada especial, los ojos de Allison. Siento haber tenido que irme de ese modo –dijo--, pero prometí que no volveríamos a hablar de ello, y no podía decirte como me iba a marchar. Esto no es un sueño, Allison. Soy realmente yo quien te habla. Comprende que no existe tal cosa llamada muerte. Yo sólo deseo recordarte que siempre he estado contigo y siempre estaré. Vas a conocer a alguien que se va a convertir en algo muy especial para ti dentro de un año o así, y quiero que sepas que yo estaré aquí para ayudarte cuando y donde yo pueda. Siempre te ayudaré, Allison, pero existe una ley que debemos acatar: no puedo ayudar si no se me pide ayuda. Por tanto, por favor, no dudes en pedírmela. Nunca podrás pedirla demasiadas veces, ni pedir demasiada. Cuando lo hagas, relájate e intenta que la respuesta te venga. Me sentirás, me verás o me oirás a través de la voz de tu intuición. Allison, tengo que dejarte ya, pero primero déjame darte las gracias… muchísimas gracias por las vacaciones. Y deseo decirte esto una sola vez… Yo te quiero muchísimo -dijo Kris, y apretó sus labios con los de Allison. Ella despertó rápidamente, sobresaltada por la conversación con Kris y su beso que parecía más real que cuando él esta aquí en la tierra. Allison se incorporó sobre el balancín y, mientras lo hacia, Amy subió por el sendero que conducía al porche. Amy llevaba un vestido amarillo, desde ese sábado de hace muchas semanas anteriores, y sólo esta vez, llevaba puestos calcetines a juego hasta la rodilla. A mitad del paseo se detuvo, cerró los ojos y estiró los brazos. Podía verse cómo movía los labios ligeramente. Y desde lo alto, por encima del tejado de la casa, llego una docena o más de pájaros azules que formaron un círculo alrededor de su cabeza y después comenzaron a posarse sobre sus brazos, hombros, manos…

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SOBRE EL AUTOR Nacido y educado en Detroit y sus alrededores, David W. Frasure descubrió que algunos de sus primeros pensamientos conscientes eran recuerdos de diferentes épocas y lugares procedentes de otras vidas probables. Cuando era un niño estos recuerdos fueron ahuyentados, pero volvieron a cobrar vida intensa en años posteriores. Habiendo cursado estudios de ingeniería, Frasure llegó a descubrir el orden perfecto del mundo físico y amplió dichos conceptos a los estudios de la mente, el cuerpo y el espíritu. Llegó a comprender que, si bien no es posible verlo con los ojos, ni necesariamente comprenderlo con la mente, cada vida humana evoluciona según un plan perfecto que esa persona ha creado. Por consiguiente, según la filosofía de Cave, la reencarnación juega un importante papel en ese plan perfecto. El piensa que cada persona esta solo limitada por ella misma, y que con persistencia, dedicación y convicción, puede lograr cualquier cosa. Cree que la vida está hecha para que sea satisfactoria y recompensante y que cada persona tiene la llave que abre los grillos que la esclavizan. Frasure cree que el concepto de reencarnación sostiene que existe un Dios. “Dios es un dios justo. Es decir, con El no se puede hacer tratos, y todas sus gentes son tratadas por igual. Si aceptamos esto –dice Dave--, ¿Por qué iba a dejar Dios que la gente naciera, de forma indiscriminada, en la pobreza, la miseria, la riqueza, etc.? Nosotros mismo, elegimos estas situaciones para poder crecer y comprender. Podemos vivir en las circunstancias que hemos elegido o superarlas. Hay muchas lecciones que aprender sobre el amor que necesitan de muchísimas vidas para llevarse a cabo. Nuestro mayor reto es continuar reeducando a nuestra alma en cada vida; ayudar a corregir los errores de nuestro pasado, y no volver a cometerlos durante esta vida. Nunca juzguemos –advierte Dave—a los demás por las circunstancias que les rodean, pues no tenemos forma de saber las razones por las que eligieron recibir estas lecciones. ¿Nunca has conocido a una persona que, de inmediato, te ha caído bien o mal, antes incluso de hablar ni una sola palabra con ella? –pregunta Dave--. Es por esto por lo que nuestras almas entran en contacto y se saludan cada una de acuerdo con los sentimiento, emociones y circunstancias que experimentamos la última vez unos con otros.” Frasure ha investigado los recuerdos de dos de sus vidas, y descubrió que la información obtenida apoyaba estos recuerdos. “Yo no era una persona popular ni famosa, pero recordaba los países, los nombres de las ciudades y a las personas de esas épocas, al igual que determinadas estructura físicas. Trabajé en Washington, Distrito de Colombia, con la embajada de Francia y la de Austria para que me ayudasen a recabar información. Tuve que mandar interpretar la mayoría de la información, pero mereció la pena. Las fotografías y las películas coincidían exactamente con mis recuerdos. Muchas de las cosas que yo investigué eran insignificantes para los demás, pero no para mí. Me concentré en muchos detalles insignificantes para eliminar la posibilidad de que pudiera haber leído o estudiado estas cosas en una clase de historia, pero los recuerdos siempre han estado conmigo.” Pájaros Azules es un libro en el que Frasure ha intentado comunicar estos conceptos. “Es un libro que tenia que escribir –nos dice Dave--. Pensé en ello mucho tiempo… luego se convirtió en una obligación… era como si algo me estuviera pidiendo que lo escribiera. Cuando, finalmente, me senté y tomé pluma y papel, la historia brotó de mí sin ningún esfuerzo.” Frasure, que escribe desde que estaba en la escuela superior, es autor de dos libros complementarios, Mary y Reflections, así como de numerosas historia cortas, tratados metafísicos y poesías. Los cuentos cortos y las poesías de Reflections son escritos alusivos a la reencarnación. Ha viajado por todo Estados Unidos dando seminarios, congregaciones y conferencias universitarias, audiencias en el sector religioso y empresarial sobre diversos temas, tales como metafísica y autoestímulo. Actualmente reside en la campiña rural al este de Carolina del Norte, Estados Unidos, con su familia.

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