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SINOPSIS Ophelia siempre ha sido tratada como una niña rica y mimada. Solo una vez, ella quiere ser vista como una mujer

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SINOPSIS Ophelia siempre ha sido tratada como una niña rica y mimada. Solo una vez, ella quiere ser vista como una mujer. Cuando choca con el hijo de su ama de llaves el día que él sale de la cárcel, ella obtiene su deseo, y más. Después de siete años tras las rejas, Ezra no puede controlarse alrededor de una cosa tan dulce y joven como Ophelia. Ella dice ser la vecina de su madre y él siente que ella está mintiendo ... pero más adelante tendrá que preocuparse por los detalles. Después de que haya sido reclamada ...

TABLA DE CONTENIDO Capítulo uno Capitulo dos Capítulo tres Capítulo cuatro Capitulo cinco Capitulo seis Capitulo siete Epílogo

CRÉDITOS Traductoras NickStyle Katherine Correctora Yareth Diseño Juli

CAPITULO UNO

Ophelia MANEJO MI Bugatti a un espacio de estacionamiento fuera del viejo edificio de apartamentos y me tomo un respiro. Este vecindario está muy lejos del mío, pero definitivamente no soy una extraña aquí, considerando que mi ama de llaves, Leeza, olvida su medicamento para el corazón por lo menos una vez a la semana. Con mi madre viviendo en Praga(Capital de la Republica Checa) indefinidamente y mi padre prácticamente durmiendo en la oficina, soy la única persona que vive en casa de manera constante, así que tengo que ir a buscarla. Bueno, no es necesario exactamente. Podría haber una pequeña posibilidad de que la sirvienta chiflada me haya caído bien. No es que lo admita en voz alta. Iba camino a la playa cuando Leeza me llamó, lamentando su olvido, e hice un rápido giro, a toda velocidad hacia Queens(El distrito mas grande de New York), donde Leeza ha vivido durante décadas en su pequeña casa de dos dormitorios. Voy a tomar la medicación, dejarla en la casa de mi familia en el Upper West Side( parte de Manhattan en New York) e intentaré llegar a la playa al atardecer. Honestamente, me gradué de la preparatoria hace una semana y no he recibido ni un solo rayo de sol en mi pálido trasero. Ya es hora. Al ajustar la correa de mi bikini, salgo del auto y lo cierro detrás de mí con un pitido. Utilizo el juego de llaves que me dio Leeza hace mucho tiempo para entrar por la puerta de metal oxidado del edificio y subir por la sucia escalera hasta el segundo piso. Le pagamos a Leeza una pequeña fortuna para que limpie la casa y nos alimente, lo suficiente como para vivir en un lugar mucho más agradable, pero ella se niega, alegando que no necesita nada elegante para ser feliz. No puedo evitar pensar que está en algo, ya que mis padres tienen billones de dólares y nunca he conocido a dos personas más miserables. En cuanto a mí.... no sé exactamente si soy feliz. Sé que debería estarlo. ¿Verdad? Tengo todo lo que una chica de 18 años podría querer. Me voy a Princeton(una de las cuatro instituciones mas antigua de alto nivel educativo in USA)en otoño. Al igual que mi padre, mi madre y varios abuelos. Estoy conduciendo un

coche que ni siquiera está a la venta en los Estados Unidos. Mi futuro está asegurado. Estoy segura de que este impulso de salir corriendo en la dirección opuesta pasará. También está el pequeño problema de que el socio de negocios de mi padre me chantajea. Si. No podemos olvidarnos de eso. Como si pudiera. Parte de la razón por la que estoy escapando a la playa hoy es para no mirar mi teléfono celular aterrorizada, esperando a que suene. Aterrada de oír esa voz sarcástica que ha estado persiguiendo mis pesadillas durante un mes, desde que Wagner empezó a llamar. Haciendo demandas. Decidida a olvidar el hecho de que el futuro de mi familia podría estar en peligro a menos que yo cumpla con las demandas de Wagner, sacudo la llave correcta de la puerta del apartamento de Leeza, la introduzco en la cerradura y la giro. Estoy tan acostumbrada a entrar en la casa de Leeza y a ir directamente a la fila de frascos de pastillas en el alféizar de la ventana de su cocina, que casi no me doy cuenta del hombre sentado en la butaca de cuero junto a la ventana. Cuando lo noto, mi corazón se mete en mis pulmones y tropiezo de costado contra la pared, jadeando. Oh, Dios mío jadeo. ¿Quién eres tú? Su rostro está envuelto en sombras hasta que inclina su enorme-y me refiero a su malditamente enorme-cuerpo hacia adelante y sus ojos grises plateado cortan la neblina de la tarde. Jesús, ¿Ese es....Thor? ¿Dios del Trueno? Podrían ser gemelos. Aunque este tipo es definitivamente el gemelo malo. Los tatuajes que adornan sus brazos musculosos son una colección de cráneos, muerte y caos. Tú primero escofina, sus largos y entintados dedos flexionando donde descansan sobre sus rodillas. Miré hacia la puerta de reojo, calculando si puedo escapar en dos o tres segundos como mucho. O….Olvidé la pregunta tartamudeo. ¿Me imaginé la comisura de su boca saltando? ¿Quién eres? dice, lentamente. ¿Y por qué estás en el apartamento de mi madre? ¿Madre? Todo hace clic a la vez. Este es el hijo de Leeza, Ezra. Aunque ella ha hablado de él cientos de veces, nunca lo he visto cara a cara. Simplemente no he tenido oportunidad desde que ha estado preso en Rikers Island(carcel situada entre Bronx y Queens in New York)

durante siete años. Ella mencionó que volvería a casa pronto, pero no le dio una fecha específica. ¿Cuándo salió? Mi corazón comienza a latir aún más rápido cuando veo la bolsa de lona en la habitación. ¿Salió de Rikers hoy? La evidencia ciertamente lo sugiere. Pero antes de que pueda intentar hablar o actuar para salir de esta situación repentinamente peluda, Ezra se pone de pie y yo doy un paso más hacia atrás. Dios mío, su cabeza color rubio-oscuro casi alcanza el techo. Si intento huir de este hombre y me atrapa, no tendré ninguna posibilidad de escapar, y además se enfadará. Este no es un hombre al que se moleste. Definitivamente no debería sentirme atraída por el peligro que lo rodea. Definitivamente no. Da un paso adelante hacia la luz, resaltando los planos de los músculos bajo su camiseta blanca desgastada, el grosor de sus muslos....y siento una extraña presión en mi barriga. Una que nunca había experimentado antes. Es en parte miedo, en parte emoción y no estoy segura de que me guste. Sé que quiero sentirlo de nuevo para poder hacer un juicio preciso. Eso es lo justo. Estoy esperando una respuesta, pequeña dice, su voz oscura y mal humorada. Mis pezones se tensan en puntos dolorosos y cruzo mis brazos para protegerlos de su vista, y es entonces cuando recuerdo que llevo un bikini bajo el más delgado de los pareos de playa. El kimono blanco apenas me roza la parte superior de los muslos. Cuando me puse mi ropa, no esperaba salir del coche hasta que llegara a la playa y este atuendo era aceptable. Los pequeños triángulos rosados sobre mis pechos y el montículo femenino no parecen suficientes ahora, con este poderoso gigante mirándome fijamente. Soy la... vecina. Vivo al final del pasillo No estoy segura de por qué miento, exactamente. Tal vez porque la gente tiende a odiarme por lo que perciben como mi fácil estilo de vida en la calle. No estoy segura de querer evitar el odio de Ezra porque así estaré más a salvo. O si sólo quiero ser una mujer para él. Una mujer normal sin un fondo fiduciario de 20 millones de dólares. Tiende a hacer a la gente rara. Después de dieciocho años de que todos me juzguen como una mocosa malcriada al escuchar mi apellido, sólo quiero ser otra persona por cinco minutos. ¿Qué estás haciendo aquí? Ezra pregunta de nuevo. Vine a regar las plantas respondo, suavemente, señalando la planta moribunda en el mueble de la televisión. Tu madre me pidió que viniera. Nunca.... te he visto aquí antes

Su lengua se desliza con interminable lentitud sobre su labio inferior, esos ojos gris plateados hambrientos sobre mis muslos. Acabo de salir de la cárcel hace una hora gruñe. Oh Se me revuelve el estómago. Qué bien Esa no es la palabra que usaría después de siete años Se adelanta y me doy cuenta del contorno de su erección. Se hace más grande y más visible con cada movimiento que hace en mi dirección. Y no puedo evitarlo, estoy.... excitada. Desde que era una niña, mis padres, maestros y amigos me han llamado rebelde. Siempre he pensado que encasillarme de esa manera era ridículo. Tal vez sólo eran aburridos. Pero no. Obviamente soy una completa loca. Los hombres no me han interesado hasta ahora. En este mismo instante. Me atrae el caos en sus ojos. Quiere hacerme algo y yo debo estar loca por querer saber más. Para experimentarlo. Es posible que haya estado demasiado tiempo en la mansión de mi padre. Cualquiera que sea la razón por la que mi cuerpo se tensa en lugares extraños, me encuentro levantando mi barbilla y juntando mis muslos para su placer visual. ¿Tienes planes ahora que estás fuera... ¿Cuántos años tienes? Su gran pecho jadea y golpea el aire con un dedo contundente. ¿Es legal ese coño? La parte del cuerpo en cuestión se aprieta contra su lenguaje vulgar. Tengo dieciocho años Sus susurros son de agradecimiento hacia el techo. Mira, pequeña. Estoy en un maldito lío aquí Se acerca hasta que me domina, y sin mirar hacia abajo, lo siento acariciando su enorme excitación a través de sus vaqueros. No voy por ahí pidiendo a jovencitas follar. Ni antes ni después de la cárcel. Pero esos años dentro me alcanzaron en cuanto entraste. Nunca he visto nada tan bonito Me mete un dedo entre los pechos. Si no consigo meterme dentro de ti, es mejor que me encierren de nuevo en la cárcel porque voy a perder la cabeza

CAPITULO DOS

Ezra Y AQUÍ pensé que cumplir mi condena me había robado hasta el último gramo de decencia. No debe ser verdad, porque definitivamente estoy avergonzado de mí mismo, hablando con esta chica de rostro fresco como si fuera un compañero de prisión. Honestamente, no estoy seguro de lo que me ha pasado. No tenía planes de encontrar una mujer hoy, aunque he sido célibe durante siete largos años. No, después de dejar mis cosas en casa de mi madre, el plan era tomar una cerveza fría y ver el partido. Entonces ella entró. No estaba mintiendo cuando dije que nunca había visto algo tan bonito. Antes, durante o después de la prisión. Es una princesita morena con tetas grandes y ojos que deletrean problemas. Si. Ella mantendría a un hombre sobre las puntas de sus pies. Hay un millón de pensamientos en su cabeza ahora mismo y ella cree que no es obvio. Lo es. Quiero que cada uno de esos pensamientos sea sobre mí. Mi polla no solo está dura por la lujuria. Está presionando dolorosamente contra mi cremallera porque quiero acostar a esta chica y marcarla como mía. Mi piel está caliente, la sangre se me espesa por segundos, una pulsación involuntaria en la mejilla. Envuélvela alrededor de tu polla. Hazla tuya. Tiene que haber miles de hombres tratando de atrapar a esta dulce cosita. No voy a dejar que se vaya cuando alguien más puede reclamarla. Lo harían en un abrir y cerrar de ojos. Se la quitaría a quien se la haya robado, por supuesto, pero la idea de que otro hombre respire cerca de ella hace que mi presión sanguínea se dispare. Estoy seguro de que no dejaré que llegue a eso. Primer punto del orden del día. Necesito meterme entre sus muslos. Los está frotando y mordiendo ese labio. También podría estar ondeando una bandera roja frente a un toro. ¿Quién es esta chica? ¿Por qué me está afectando así? Si no consigo meterme dentro de ti, es mejor que me metan de nuevo en la cárcel porque voy a perder la cabeza. Eso es lo último que le dije a esta diosa y está lógicamente conmocionada. Únete al club, cariño. Nunca he necesitado nada tan mal en mi vida como para ansiar tocarla. Hay algo en ella que me dice que me traerá problemas de vuelta a mi vida cuando el plan era dejarlos atrás. No hay nada que me impida tener hambre de ella, sin embargo.

Nada puede detenerme de envolver su delgada garganta ligeramente con una mano y de frotar mi pulgar en círculos alrededor de su delicado hueco. ¿También eres así de suave en todas partes? No susurra, cambiando. Todos dicen que tengo la cabeza dura Un chasquido de risa me deja. Hay algo en esta chica. Me está haciendo latir el pulso de una forma nueva. Pensé que mi corazón estaba muerto después de tanto tiempo dentro de esos muros de concreto, pero cada momento que paso a su alrededor me revive un poco más. Tal vez es la vida que resplandece de dentro de ella. El hecho de que no haya huido de mí, a pesar de que soy un hijo de puta aterrador. No sólo es hermosa, es valiente. O imprudente. Toda ella me llama. Quiero saber todo sobre esa cabeza dura, pero primero necesito que te acuestes y abras tus muslos para mí Su boca forma una O.¿Es una forma normal de hablarle a alguien? No lo sé Presiono mi pulgar contra su yugular y veo cómo se dilatan sus pupilas. Nada normal sobre lo mal que tengo que montarte— Su exhalación se precipita sobre mi muñeca. ¿Y qué pasara después de eso? Entonces... Deslizo mi mano hacia arriba y le agarro la mandíbula. Entonces supongo que yo tendré que disculparme por ser tan duro con ese coño de princesa, limpiarte y hacerlo todo de nuevo Se me ocurre una idea loca. No eres virgen, ¿verdad? ¿No? ¿Yo? No Ella se ríe. Por supuesto que no No voy a mentir, me encanta la idea de ser el primero de esta chica, pero estoy demasiado nervioso para mostrar el tipo de delicadeza que necesita una virgen. Me estoy apegando a esta chica como un perro con un hueso carnoso. Tengo presemen goteando por la parte interior de mi pierna y me duelen mucho las pelotas. No creo que haya tenido tanta hambre de sexo ni un día en mi vida. Es ella. Ella me está haciendo esto. Necesito enterrar mi polla en su tentador cuerpo antes de que me rompa los vaqueros con sólo mirarla. He estado en la cárcel por mucho tiempo, pequeña. Estoy seguro de que los hombres se tropiezan consigo mismos tratando de conseguir una cita contigo, y aquí estoy, rogando follarte cuando nos acabamos de conocer. Pero no tengo elección Puse mi boca contra la de ella y probé su dulce aliento. Me tienes tan destrozado, princesa. Tienes que curarme Después de un minuto, ella asiente con la cabeza y mis manos se mueven por sí solas. Un segundo, ella está parada frente a mí, y al siguiente está acostada de espaldas en el sofá de mi madre, rebotando por el impacto de haber sido arrojada en el. No hay duda de lo apretado

que va a estar su coño. No cuando se sonroja como una colegiala y esa pequeña tira de material rosa entre sus piernas cubre todo su coño. No tengo nada que hacer más que meter mi polla dentro de una chica de la mitad de mi tamaño, y estoy empezando a sentirme como un bastardo por lo que voy a hacer, pero luego ella se sienta y se quita el pareo transparente por la cabeza, dejándolo caer al suelo. Puedo ver lo mucho que te duele susurra, con las cejas juntas, casi como si estuviera perpleja. No me gusta. No me gusta que te hagas daño Es mi alma gemela. Lo sé en este momento. Nunca había creído en esa mierda hasta ahora, pero cuanto más cerca estoy de ella donde yace en el sofá, más apretado se me pone el corazón alrededor de la yugular. Estoy siendo impulsado hacia ella por una fuerza magnética y ella también debe sentirlo. Es lo que la hace lo suficientemente valiente como para acostarse por un hombre que parece que mataría con sus propias manos. ¿No quieres que me haga daño, princesa? No Ella mueve la cabeza lentamente y levanta los brazos para hacerme señas para que me acerque. No puedo explicarlo, pero... tu dolor me está haciendo daño a mí también Necesitando rozar su piel desnuda contra la mía, me bajo la cremallera con las manos temblorosas. No queriendo asustarla, dejo mi polla metida dentro de su prisión de mezclilla y me quito la camisa, viendo sus pupilas expandirse, sus dedos de los pies enroscándose en los cojines del sofá. Sé que doy miedo Sus amplios ojos vagan sobre mis cicatrices y tatuajes. Tal vez un poco Gruño. Las personas que tienen que temerme son tus enemigos. Tú no. Tu nunca. ¿Me entiendes, pequeña? Sí Bien Me agacho y le meto el dedo en la parte trasera de su traje de baño y se lo bajo por las piernas, revelando el tipo de coño mojado y pequeño que podría lanzar una guerra de mil años. Maldita sea, soy un hijo de puta con suerte Tomo sus rodillas en mis manos y las mantengo abiertas, colocándome entre sus piernas en el sofá sobre los cojines, gimiendo bajo mi considerable peso. Muéstrame las tetas Su rubor se hace más profundo y me preocupa que esté siendo demasiado tosco, pero ella desliza los triángulos hacia un lado y me muestra sus pezones rojos. Sentados en la cima de dos hermosos y gordos montículos, ella no lo sabe todavía, pero esos bonitos bebés van a ser follados regularmente. Probablemente tan pronto como termine de explotar su coño.

Eres una maldita princesa preciosa, ¿No?  Pareces el Rey de Asgard murmura. ¿Sí?  No tengo ni idea de lo que está hablando, me inclino y miro más de cerca al único coño que quiero ver por el resto de mi vida. ¿Se supone que el rey se tira a la princesa? N-no Me burlo de su hendidura con la punta de mi lengua. Oh bien Tan pronto como el sabor de su miel golpea la parte posterior de mi garganta, es como si una nueva y cruda hambre se despertara dentro de mí. Ya estoy desesperado por entrar en ella, pero ahora estoy hambriento. E impaciente. No hay manera de que pueda meter mi polla dentro de ella sin comerme este coño primero-y no me quejo- así que zizagueo mi lengua entre sus pliegues para separarlos y gimotear cuando me encuentro con su clítoris por primera vez. Es pequeño, rosado y se hincha para mi boca como si hubiera estado esperando a que viniera a tratarlo bien. Enrosco mi lengua alrededor de ella como una serpiente y la giro, haciendo que sus caderas se muevan fuera del sofá. Oh, Dios mío Ezra es tu Dios ahora, pequeña. Llama mi nombre o el de nadie

Sus muslos se abren bien y de par en par con mi tono dominante y la lujuria se clava en mis huesos. Joder, sí, esta dulzura es mi alma gemela. Ha sido moldeada y diseñada sólo para mí. No tengo que tener miedo de asustarla o de ser demasiado rudo. Cada señal que me da me dice que no sólo lo tolera, sino que le encanta. Y cuando sus uñas marcan mi cuero cabelludo y lloriquea mi nombre, estoy perdido. Gruño en mi próxima lamida, haciendo de ella mi objetivo. Cuanto más rápido pueda hacerla venir, más rápido podré enterrar mi polla en su delicioso coño. La como como si fuera mi última comida, gruñendo, lamiendo y usando mi pulgar para burlarme de su clítoris cuando tengo que hacer una pausa para respirar. Su olor llena mi nariz, convirtiéndome en un animal. Ezra solloza, moviendo sus caderas para encontrarse con mi lengua. No sé qué está pasando. Pero, por favor, sigue adelante Sus palabras me confunden. ¿No sabe lo que le pasa a su cuerpo? No, debe querer decir que no sabe lo que está pasando entre nosotros. Esta intensa conexión la está pillando por sorpresa, igual que a mí. Le beso el vientre, la parte interior de los muslos para calmarla y volver a follarla con mi boca. Me está empapando la barba, está muy caliente para correrse, y sé que no hará falta mucho para empujarla más allá de la línea de meta, así que me apoyo en su clítoris con la parte plana de mi lengua y lo arrastro de un lado a otro, con suavidad, rapidez, y observo cómo se apodera de su cuerpo. Su jadeo llena el aire y sus piernas salen a patadas, y luego se juntan hacia sus hombros. ¡Ezra! Escucharla decir mi nombre mientras tiene un orgasmo es demasiado y no puedo hacer nada más que seguir mi instinto. Mi cuerpo la pega a los cojines del sofá y saco mi polla, empujándola en su agujero apretado y tenso entre sus muslos, metiéndola en tantos centímetros como puedo mientras ella está en la agonía del placer. Tómalo, pequeña. Tómalo Oh... ¿eso es todo? Sus uñas se clavan en mis hombros. Por favor, que eso sea todo Eso ni siquiera es la mitad. Abre tus muslos y déjame entrar Su grito llena el apartamento mientras yo empujo con fuerza y rompo una delgada barrera. El shock hace que mis movimientos se detengan, pero detenerse no es fácil. De hecho, es la cosa más difícil que he hecho en mi vida, quedarme quieto en lugar de meter mi polla en el coño mojado y apretado en el que estoy enterrado hasta las pelotas. Mierda. Es el coño más caliente que se pueda imaginar y pertenece a una virgen.

Algo primitivo dentro de mí ruge con victoria y posesividad de que yo soy el primero. Joder, sí que lo soy. Nadie va a tocar a esta chica. Mía. Mi princesa. Mi coño. Para siempre. Pero incluso cuando esos votos se afianzan dentro de mí, estoy lleno de preocupación. No estoy hecho para una virgen. Y me han privado de sexo demasiado tiempo para ser amable, como ella necesita. Incluso ahora, mis caderas están comenzando a desplazarse, incapaces de evitarlo. ¿Cómo puedo parar cuando ella es lo mejor que he sentido, visto y tocado? Mi aliento entra y sale en su cuello, mis manos agarrándole las muñecas para sostenerla, reclamarla. Follala Debiste decírmelo digo con rudeza. Estoy muy lejos ahora Tal vez eso es lo que quería Ah, Dios. A una cosa tan bonita como tú debería gustarle esto mas suave, pero yo no puedo. No puedo... No quiero que sea suave me susurra al oído. Por eso me acosté contigo Posesión cobra vida dentro de mí, caliente y resplandeciente. Escucha, pequeña Le meto la polla con fuerza. A menos que quieras que vuelva a prisión, es la última vez que andas en traje de baño, a menos que esté contigo. Porque mataré a cualquiera que mire a mi princesa. ¿Me estás escuchando? Sí Ella se mueve por debajo de mí, tratando de ponerse cómoda, pero sólo logra hacer a mi polla más gorda. Cuando se da cuenta de eso, se detiene con un sollozo. No lo haré. Lo prometo La embisto con fuerza, rápido. Una y otra vez. Follando su cuerpo arriba y abajo en el sofá. No puedo creer que hayas estado caminando sin mi protección tanto tiempo. ¿Cómo carajo mantuviste esa cereza? Le pregunto a través de mis dientes apretados. Ya no importa, princesa. Te tengo follada y sangrando por todo el sofá, ¿No? Eres mía ahora. Toda mía Por largos momentos, no hay nada más que mi cuerpo inconciente, restregandose y bombeando sobre el suyo, la bofetada de mis bolas contra su trasero resonando en la sala de estar. Estoy gimiendo tan fuerte que apenas reconozco el sonido de mi propia voz. No hay nada que hacer. Me ha sujetado la polla tan fuerte y ahora sé que es porque nunca ha tenido un hombre. Con ese increíble pensamiento sonando en mi cabeza, no puedo evitar sostenerla hasta que se derrita en los cojines y la golpee más fuerte, entrando en ella con húmedos golpes de nuestra piel. Ezra gimotea, sus muslos se enredan alrededor de mi cintura.

Ohhhhh, está empezando a sentirse tan bien. Esas cosquillas están volviendo Rujo mi satisfacción en su cuello. ¿Puedes dejar que la sangre virgen se seque en tus muslos, pequeña? Eso es algo muy bueno, porque tengo toda una vida sin ti para compensar, a partir de ahora. Este coño está reservado para los próximos setenta años Ese pequeño destello de problemas que vi en sus ojos antes ha vuelto. Se hunde los dientes en el labio inferior y aprieta los músculos de su coño. Duro. Tú también estas todo reservado susurra. No espere que la demanda de propiedad salga de su boca y me arruino. Malditamente me destroza. Antes de que pueda detenerlo, semen sale disparado de mis pelotas y llena su pequeño coño hasta el borde. Los músculos de mi garganta me duelen por mi grito, mi abdomen se estrecha y tiembla con la fuerza del semen que sale de mi cuerpo. Jesucristo. ¡Joder! Mi mente grita una negación sobre el hecho de que llegué demasiado pronto, pero mi desilusión en mí mismo es absorbida por la mera magnitud de mi placer. La habitación se desvanece a nada a mi alrededor y no hay nada en el mundo excepto su agujero húmedo, aceptando mis empujes una y otra vez. Incluso después de llenarla con mi corrida, continúo chapoteando hacia adentro y hacia afuera, enviándole salpicaduras en el estómago, los muslos, el sofá. Y sigo adelante. Viniéndome. Debo haber estado almacenando esta presión dentro de mí durante siete malditos años. Más tiempo. Porque he estado sin ella toda mi vida. Mi orgasmo tarda varios minutos en agotarme y cuando lo hace, mi cuerpo se debilita. Sus manos limpian mi sudor en mi espalda y, por primera vez desde que salí de la cárcel, me siento como en casa. Cuando una onza de mi fuerza regresa, levanto mi cabeza y miro hacia abajo a su hermosa y sonrojada cara. Beso su boca, su frente, su nariz. Deberías haberme dicho que eras virgen Se ve momentáneamente arrepentida hasta que su descaro vuelve a resplandecer. ¿Habría sido diferente lo duro que me tomaste? Ahora estoy arrepentido. Hoy no, princesa Compartimos una sonrisa perezosa y me doy cuenta de algo con una sensación de hundimiento. Algo importante. Ni siquiera te he preguntado tu nombre Su vacilación es corta. Ophelia Dios, es tan bonito que es casi digno de ella. Ophelia La beso largo y fuerte. Ahora perteneces a Ezra Ella asiente lentamente. Traeré una toalla y te limpiaré digo, poniéndome de pie con un gemido y estirándome, dejo que sus ojos exploren mi cuerpo. Incluso

media dura, mi polla la hace suspirar y decido que fue bueno que no la viera antes de follar o se hubiera puesto demasiado nerviosa para tomar una sola de mis treinta centimetros. No te muevas Sólo estoy en el baño un minuto porque no soporto estar lejos de ella. Quiero abrazarla, besarla, averiguar dónde viviremos juntos. Y quiero poner mi boca en sus pezones, mis manos en su culo. Sí, ya me estoy poniendo duro otra vez para mi Ophelia. Así que cuando salgo del baño con un paño caliente, ella se ha ido, sin dejar nada más que las gotas de sangre virgen en los cojines del sofá, mi bramido es lo suficientemente fuerte como para romper el cristal de la ventana delantera de mi madre. ¡Ophelia! Pisoteo el frente del apartamento justo a tiempo para verla salir del espacio de estacionamiento de abajo y la negación surge dentro de mí como un maldito maremoto. ¿Qué hice para que corriera? No lo sé. No lo sé. No lo sé, pero la encontraré. Inmediatamente. Una vez que eso suceda, ella no volverá a desaparecer de mi vista.

CAPITULO TRES

Ophelia DOS DÍAS DESPUÉS y todavía no estoy estable en mis pies. Me gusta fingir que es mi equilibrio lo que está mal, en lugar de toda mi existencia. Como si no viera la sonrisa de Ezra cada vez que parpadeo o sintiera su tacto cada vez que me muevo. ¿Cómo puedo extrañar a alguien que sólo conocí por una hora como máximo? Nuestra relación pudo haber sido incluso menor de una hora, pero me desmayé durante mi primer orgasmo, así que los detalles son imprecisos. Nota al margen: los orgasmos son el negocio. Dicho esto, estoy inquieta, con hormigueo e irritable, en parte porque ese segundo orgasmo nunca ocurrió. Tan cerca. Taaaan tan increíblemente cerca. Pero estoy inquieta porque me preocupa haber cometido un error al dejar a Ezra sin despedirme. Pero no tuve elección. ¿Verdad? Me dejo caer en el antiguo sillón con vistas al río Hudson, los hombros caídos. Esta estúpida sensación de vacío en mi pecho sólo parece empeorar, no importa cuántas veces me recuerde por qué me escapé. Ezra me llamó suya. Me hizo suya. Pero no quería experimentar el dolor de que cambiara de opinión cuando descubra que no sólo soy una niña rica consentida, sino que empleo a su madre. Somos de dos mundos diferentes. Quiere a la chica atrevida que tiene un romance con un extraño de inmediato, no la mocosa con un estilo de vida mimado que nunca ha hecho nada por su propia voluntad. Al otro lado de la habitación, mi teléfono suena con un mensaje entrante y el miedo me obstruye la garganta. Otra vez no. Me paro lentamente, moviendo las puntas de mis pies. No queriendo ver el nuevo mensaje de texto, pero sabiendo que no tengo otra opción, cruzo la habitación y tomo mi celular. Mañana por la noche a las 6 de la tarde. No lo olvides. Otro llega en un momento después. Recuerda, es sólo nuestro pequeño secreto. Todos tenemos secretos,

¿verdad, Ophelia? Especialmente tu padre. No queremos que nadie se entere de eso, ¿verdad? Un pequeño sonido sale de mi boca y suelto el teléfono como si estuviera ardiendo. Puede que sea una niña rica mimada, pero no soy el erudito de la Ivy League(un grupo de colegios y universidades establecidos hace mucho tiempo en el este de los EE.UU. con un alto prestigio académico y social) que es como mi padre me ha presentado. Soy un fraude. A pesar de todas las ventajas, no pude entrar en las mejores escuelas por mis propios méritos, así que mi padre tuvo que sobornar a un facilitador. Ni siquiera se suponía que yo supiera sobre el pago secreto que hizo, pero lo escuché hablando con el hombre al que contrato una noche por teléfono. Sólo hay otra persona que sabe lo del soborno. El socio de mi padre, Wagner. A cambio de su silencio, está pidiendo una cosita. Yo. En retrospectiva estoy empezando a pensar que una pequeña parte de la razón por la que me entregué a Ezra es porque no podía soportar la idea de que Wagner fuera el primero. No cuando podía tener la pasión y la posesión que Ezra me ofrecía. Un día más hasta que Wagner utilice el chantaje para ponerme las manos encima, como sospecho que ha querido hacer durante mucho tiempo, y no hay nada que pueda hacer para detenerlo. Si no me quito la ropa para el socio de mi padre, podría arruinarnos. Enviar a mi padre a prisión, hacer que mi futuro se evapore como una burbuja. Podríamos perderlo todo. Las palabras de Ezra me llegan de la nada. Mataré a cualquiera que mire a mi princesa. La emoción se apodera de mis terminaciones nerviosas y cierro los ojos, deseando que la bestia grande y aterradora que es ese hombre estuviera de pie frente a mí. El me ayudaría a resolver el problema de Wagner... hasta que descubriera que le mentí. Me representé a mí misma como algo que no era. Entonces Ezra probablemente no querrá tener nada que ver conmigo. Pensaría que soy tonta, malcriada y frívola, como todo el mundo. Aunque asistí a la escuela secundaria con muchos niños ricos, yo era la más rica de todos y la mayoría de ellos nunca me hablaron. Nadie excepto mi amiga, Sienna. No le he contado a Sienna lo del chantaje de Wagner, porque sé lo que hará. Ella correrá hacia su hermanastro y le rogará que intervenga. Lo haría, por supuesto, porque está envuelto en el dedo meñique de Sienna, especialmente ahora que están casados.

Masticando mi labio, miro mi teléfono, sabiendo que debo llamar a Siena. Pero mis problemas no siempre deben ser resueltos por otra persona. No entré a Princeton por mis propios logros, así que realmente, esta situación es obra mía. Si hubiera estado más agradecida por las ventajas que me han dado, tal vez habría sido aceptada en la universidad por mi cuenta. Soy responsable de este lío, así que tengo que enfrentarme a la música y salir de él. Me niego a molestar a mi padre cuando ya ha tenido que hacer tanto para ayudar a su hija. Necesito chocolate negro Con un gemido, me levanté del suelo y bajé volando por las escaleras. La única otra persona en casa ahora mismo es Leeza, así que no me molesto en atarme la bata de seda. Nuestra criada me ha visto en varias etapas de desvestirme desde que era preadolescente, así que mis bragas y mis pechos desnudos ya ni siquiera las toma en cuenta. Leeza digo, mi mano bajando por la barandilla. ¿Recuerdas dónde puse el chocolate negro? No nos lo comimos todo anoche durante "Amas de casa", ¿verdad? Doblo la esquina hacia la cocina y me detengo. Ezra. Está aquí. En mi cocina. Oh, mierda digo, retrocediendo unos pasos, mi corazón se eleva hacia el cielo a pesar de mis mejores esfuerzos. Oh no Al verme, todo el cuerpo de Ezra se contrae, como un gran músculo tenso y excitado, es incluso más caliente de lo que recordaba. La parte superior de su cabeza casi alcanza el candelabro de la cocina y parece que ha estado levantando carros desde la última vez que lo vi. Con vaqueros descoloridos, una camiseta negra y botas raspadas, las paredes de esta elegante mansión nunca han visto nada parecido a él. Sus ojos son carbones chispeantes que me observan de pies a cabeza, dejando fuego a su paso. ¿Ophelia? Abro la boca para decir: Hola, Ezra pero por supuesto murmura una cadena de sandeces. Leeza se interpone entre nosotros, con la mirada entre nosotros. ¿Ustedes dos se conocen? Así que esto es incómodo. Um....

Avanza sobre mí con pasos lentos y medidos, con furia que hace vibrar esos hombros montañosos. ¿Dónde has estado? Aquí y allá Forzó mi barbilla hacia arriba, tratando de parecer valiente. Principalmente aquí Tú.... Mira a su alrededor, observando la costosa decoración, aparentemente por por primera vez. ¿Vives aquí? Ezra se ríe Leeza, tratando de entrometerse entre nosotros otra vez. He trabajado para la familia de Ophelia durante muchos años No me hablaste de ella en ninguna de tus cartas. habría recordado el nombre Por supuesto que no te hablé de la familia rica para la que trabajo Ella rechina la lengua. ¿Qué pasaría si otro recluso se apoderara de la carta y se presentara a robarles cuando fuera liberado? No soy nada si no soy discreta Leeza es la persona menos discreta del planeta. Es parte de la razón por la que la amo. Es imposible escandalizarla y dice lo que piensa. Aparte de Sienna, es fácilmente mi mejor amiga. Hacemos faciales, comemos juntas durante un reality show y compartimos productos para el cabello. Me conoce mejor que mi propia madre. Pero no he tenido tiempo de decirle que Ezra tomo mi tarjeta V(se refiere a la virginidad). Y si soy sincera, no lo planeaba. Lo que no esperaba era que él apareciera aquí, lo cual fue muy poco previsor por mi parte. Es totalmente normal que un hijo visite a su madre en el trabajo. Ezra todavía está procesando el hecho de que Leeza es nuestra sirvienta. Veo que algo se oscurece en sus ojos y mi estómago se hincha. Aquí viene. Me va a descartar como una debutante privilegiada y me va a hacer caso omiso. A menos que A menos que lo haga por él. Y entonces nunca tendré que saber si planeó ignorarme. Recordando que mi cuerpo está a la vista, me pongo la bata con un movimiento preciso y cruzo los brazos, haciendo todo lo posible para encarnar a la mocosa más mimada del planeta. Leeza, ¿Dónde está mi chocolate? Lo quiero ahora Leeza me aspira. Encuéntralo tú misma Le arrugo la nariz. De acuerdo. Primer intento: Fallo. Me gustaría que me prepararas un baño. Con pétalos de rosa y..

Vuelve a esnifar. Perra, por favor. Es la hora de mi siesta Con un gruñido, me doy la vuelta en un talón y salgo de la cocina, pero los pasos fuertes de Ezra me siguen y las punzadas suben por mi columna vertebral. Apenas llego a la escalera antes de que su brazo se envuelva alrededor de mi cintura y me tire hacia atrás contra su pecho. ¿Por qué huiste de mí? Porque habíamos terminado y yo estaba aburrida Mentirosa me dice jalándome con más fuerza contra su enorme y ardiente cuerpo. ¿Nunca usas ropa? Sus dientes me aprietan la oreja. ¿O sólo caminas todo el día con esas tetas desnudas moviéndose alrededor? La piel de gallina me cubre de pies a cabeza y me olvido de respirar. A L-Leeza no le import ¿Qué hay de tu padre? Su gran mano tira de un extremo del cinturón de mi bata y se abre, permitiendo que su palma callosa raspe sobre mi pecho, apretando. ¿Alguna vez te ha visto así? No Buena chica. Ni siquiera papá mira lo que es mío, ¿Entiendes? Su mano se mueve hacia mi otro pecho, haciendo rodar mi pezón entre dos dedos. Ahora dime por qué me hiciste sufrir durante dos días. Destrocé la mitad de la ciudad buscándote. ¿Por qué huiste, princesa? Te lo dije murmuro, inclinando mi cabeza a un lado para que pueda prestarle atención a mi cuello, y lo hace. Estaba aburrida Me agarra la mandíbula. Dime la verdad o te llevaré arriba y te follare Mi jadeo es un poco dramático y muy excitante. Tu madre está aquí Ella puede verme tomarte a cuatro patas por lo que a mí respecta Pone sus caderas contra mi trasero y siento su gruesa polla. Estoy queriendo acabar dentro de ti Pero... Me hace girar y roza sus labios sobre los míos. ¿Pero qué? ¿No te importa que sea...? ¿Rica? Y tú eres... ¿No? Ezra deja salir una exhalación en ráfaga, su mirada oscura recorriendo el lujoso interior de nuestra casa. No voy a mentir, no me encanta Oh Asiento con la cabeza desigualmente, el corazón partido por la mitad. ¿Ves? Eso es lo que pensé...

Pero sólo me va a motivar. para darte este tipo de vida por mi cuenta Sus manos cubren mis pechos, masajeándolos en un patrón hipnótico. Haré lo que sea necesario para tenerte, Ophelia. Cualquier cosa para hacerte feliz No necesito nada de esto para ser feliz, quiero decir. Pero de repente, mi situación con Wagner me golpea entre los ojos. Mañana sacrificaré mi cuerpo al socio de mi padre para salvar a esta familia. Mi propia reputación. No tengo elección en el asunto, y si Ezra lo supiera, tengo la sensación de que se convertiría en un salvaje destructor. Mataría a Wagner y volvería a la cárcel. No puedo permitir que eso suceda. Tampoco puedo permitir que se descubra el soborno de mi padre porque me enamoré de un ex convicto. Oh, Dios mío. Me he enamorado de él. ¿Cómo pasó esto tan rápido? Las manos de Ezra serpentean alrededor de mi trasero y agarran fuertemente mis nalgas, tirando de mí hacia arriba en los dedos de los pies, balanceando nuestras partes inferiores juntas. Te necesito mucho, pequeña El calor presiona la parte de atrás de mis párpados. ¿Tengo que alejar a Ezra para salvarlo? ¿Salvar a mi padre? Lo siento, pero... Con un aliento tembloroso, me alejo de Ezra. Es... bueno, sería imposible que alguien con antecedentes penales me diera este tipo de vida Trato de mirarlo con arrogancia, pero las lágrimas sin derramar en mis ojos probablemente lo hacen poco convincente. Soy feliz aquí donde estoy. Y lo que hicimos estuvo bien, pero no voy a poner en peligro mi felicidad. Mi futuro. ¿De acuerdo? Así que creo que es mejor que me dejes en paz Los ojos escépticos viajan por la parte delantera de mi cuerpo. ¿Vas a quedarte ahí de pie con la cara seria y pedirme que te deje en paz? Te has empapado en esa tanga blanca y apretada desde que me viste en la cocina El calor al rojo vivo impregna mi cara. Dije que lo que hicimos estuvo bien. No lo negué..... Encontré a una virgen a la que le hace cosquillas en la barriga cuando la estoy regañando como una bestia. Una virgen cuyas piernas se abren cuando le gruño. Eso no está bien, princesa. Eso es tiempo fuera. Eso es casarse con ella y dejarla embarazada Tu madre te va a oír susurro furioso. No puedes hablarme así. Es de mala educación y...

Y te hace querer acostarte y extenderlas de nuevo Basta Presiono mis muslos juntos para ocultar el hecho de que se están volviendo resbaladizos con mi excitación. ¿Cómo se atreve? Estoy tratando de salvar al mundo y él se está burlando de mí. De todos modos, podrías haberme hecho sentir cosquillas en la barriga, pero... no me las diste la segunda vez Cuando la sonrisa desaparece de su cara, inmediatamente me arrepiento de mis palabras. No había tocado nada más que mi propia mano en siete años, princesa. Es un milagro que haya durado dos segundos en ese coño pequeño Me agarra la bata con un puño y me jala contra él. Si quieres que te lo entregue, muéstrame dónde duermes. te follaré hasta el cielo Estoy a punto de decir que, sí por favor, y apuntarlo en la dirección de las escaleras, porque no quiero nada más que tener a este hombre en mi cama. Quiero su piel áspera y marcadas en mis sábanas. Quiero que gruña, sude y me use para su propia satisfacción. Y podría haber dejado que me llevara arriba si Leeza no se hubiera precipitado a la entrada con una mirada salvaje en sus ojos. Tu padre vuelve a casa, Ophelia. A cinco minutos de distancia dice Leeza jadeando, mirando fijamente a su hijo. No puedes estar aquí. No hay hombres en la casa. Especialmente los hombres que se parecen a ti. Me despedirán tan rápido que mi cabeza dará vueltas. Por favor, Ezra. Vete La simpatía llena mi pecho por Ezra. No puede evitar ser amenazador. Probablemente está acostumbrado a usar su tamaño para su ventaja en prisión. Ahora está en casa y es una desventaja. Eso tiene que ser horrible y confuso. Levanto la vista y lo encuentro mirándome con el ceño fruncido. ¿De verdad quieres que me vaya, princesa? No. Creo que es lo mejor Su garganta se mueve. ¿Permanentemente? Respiro hondo y me alejo, abrochando mi bata por novena vez desde que bajé las escaleras. Como dije susurro, mirando hacia abajo. No serás capaz de hacerme feliz Me inclina la barbilla hasta que me veo obligado a mirarlo. Cuando tenías mis treinta centímetros enterradas en ti, Ophelia, me dijiste que me tenías reservado. Todo tuyo. ¿Recuerdas eso? Su aliento me hace cosquillas en la boca. ¿Lo decías en serio? No me las arreglo para decir, la mentira sentada como ácido en mi lengua. Son estupideces dice ferozmente. Voy a descubrir tus secretos Vas a desear no haberlo hecho

Leeza aleja a su hijo de mí. Por favor, Ez. Necesito este trabajo Veo a un Ezra irse renuente y cabreado con un agujero en el estómago. En cuestión de segundos, echo de menos su toque. ¿Lo volveré a ver alguna vez? La mirada que me envía antes de salir me dice que sí. No me voy a escapar de él tan fácilmente.

CAPITULO CUATRO Ezra HAY ALGO QUE OPHELIA no me está diciendo. Cuando entró en la cocina y me vio allí de pie, sus ojos se iluminaron de alegría antes de esconderlo. Desde que me dijo que me fuera, que no puedo hacerla feliz, recuerdo ese momento en la cocina una y otra vez para mantenerme cuerdo. Y no es fácil mantener la cabeza bien cuando la necesito tanto. No soy el tipo de hombre que deja que la llegada de otro hombre lo haga correr y esconderse como un marica. Si no pensara que esto haría que despidieran a mi madre, habría llevado a Ophelia arriba a su habitación, independientemente de la inminente llegada de su padre. Intenté volver a Queens y reagruparme. Lo hice. Pero me encontré de nuevo en el Upper West Side, de pie en las sombras frente a la casa de Ophelia. La necesidad de verla lo abarca todo. Manos invisibles me estrangulan alrededor del cuello. No respirare bien hasta que la vea . O más bien, hasta que esté taladrando su dulce coño y le dé ese segundo orgasmo del que fue privada hace dos días. Mis labios se retraen en un gruñido sólo de pensar en ella insatisfecha. Me está comiendo vivo. Su padre se fue hace horas en una limusina y ahora que está sola en casa, me está costando mucho no tirar la puerta abajo y secuestrarla. Para llevarla a un lugar donde podamos estar solos sin que nos interrumpan, para que pueda averiguar qué es lo que no me está diciendo. No sé por qué mi instinto me dice tan fuerte que se guarda algo para sí misma, pero tengo que creer en ello. Si no, está diciendo la verdad y no me quiere cerca. Necesitando acercarme a ella, espero a que una ola de taxis pase y luego cruzo la calle. Hay una escalera de piedra que lleva a la entrada, pero los escalones están bañados de luz y no quiero que me vean, así que me muevo por el lado derecho de la parte inferior de la escalera, y es entonces cuando la veo a través de la franja de vidrio de la puerta principal. El cristal está ligeramente biselado, pero reconocería su cara en una tormenta de arena. Lo que no espero es encontrarla fregando el suelo de la entrada con las manos y las rodillas. ¿Qué diablos...? No es que no odie la idea de que mi madre realice trabajos manuales,

pero estoy bastante seguro de que fregar el suelo recae en la sirvienta, no en el millonario dueño de la casa. Infierno. Si se fuera conmigo, tendría que fregar sus propios pisos, ¿No? Al principio. Me rompería el culo para darle una vida mejor. Haría lo que fuera para que pudiera dormir en sábanas de seda, comer en los mejores restaurantes y tomar el sol en las playas internacionales. No siempre fui un maldito criminal. Érase una vez, yo tenía aspiraciones de ser más. Mucho más. Yo estaba trabajando en mi camino a través de las filas de uno de los mayores fabricantes de piezas de automóviles en los Estados Unidos. Puede que no sepa mucho, pero sé muy bien cómo hacer que un coche ronronee como un gatito y eso me hizo ganar un lugar en la sala de juntas, un lugar en el que nunca pensé que estaría. Un par de buenas llamadas y decisiones inteligentes más tarde, estaba a punto de convertirme en socio. Fue entonces cuando me enteré de que la empresa importaba mucho más que piezas de automóviles. E hice algo al respecto. Algo que haría de nuevo, aunque me haya ganado siete años en el infierno. No era el único hombre en la compañía que estaba sorprendido y he estado en contacto con mis antiguos colegas. Tenemos un plan para construir una operación más grande, más honorable, esta vez. Podría llevar años ver esa visión y sé que es egoísta pedirle a Ophelia que deje su torre de marfil por mí, que sea paciente con un hombre con antecedentes penales y una boca como la de un marinero, pero no puedo imaginarme alejándome y viviendo el resto de mi vida sin ella. Se supone que estaré en Michigan la próxima semana para reunirme con mis antiguos colegas. Tenemos reuniones agendadas y lugares de alquiler para visitar, pero no me voy a mover hasta que resuelva esto con la chica del otro lado del cristal. Atraído hacia ella como un marinero hacia una sirena, mis pies suben los escalones sin permiso y veo su pequeño trasero moverse dentro de un pequeño par de pantalones cortos de spandex rojo mientras friega el mármol. Mi polla se llena de presión caliente, apretando la bragueta de mis vaqueros. Mi aliento acelerado empaña el cristal y ella se gira, sacando su auricular y mirándome con los ojos muy abiertos. Abre la puerta, pequeña digo. Unos segundos después, sacude la cabeza. Levanto una ceja. ¿No? Es una mala idea

¿Por qué? Sé por qué quieres entrar aquí ¿Ah, sí? ¿Por qué? Ella jala el dobladillo de la parte superior de su camisa, pero vuelve a subirlo rápidamente. Para hacerme cosas malas Ah, no, princesa. Quiero hacerte cosas buenas. Cosas realmente buenas Con ella moviéndose descalza, puedo ver que no estoy llegando a ninguna parte, así que saco las barras de chocolate negro de mi bolsillo trasero y las presiono contra el vidrio. Déjame entrar y te prometo que sólo hablaremos Oh, ella quiere ese chocolate. Ferozmente. Ella se está lamiendo los labios al mirarlo y yo juro que tendré esa linda boca alrededor de mi polla algún día muy pronto. Ella me llevaría lo suficientemente profundo como para ahogarme por puro orgullo y me encantaría probar esa teoría en este momento, pero ella desconfía de mí y eso no me gusta. Quiero ser su zona de seguridad. La persona con la que puede bajar la guardia porque sabe que arreglare cualquier problema que se le presente. Puedes derribar esta puerta de una patada, de todos modos, ¿No? Ophelia dice, más para sí misma que para mí. Si abro la puerta, evito tener que explicarle lo de una puerta rota a mi padre y me das chocolate negro, así que no hay otra opción... Finalmente, gira dos cerraduras y abre la puerta. Entro y casi me disloco un músculo deteniéndome de agarrarla. ¿Qué haces limpiando el maldito suelo? Se encoge de hombros. Me gusta limpiar el suelo Inténtalo de nuevo Una ráfaga de un suspiro la deja. La siesta de tu madre se alargó un poco hoy y no llegó a terminar. Si el suelo está sucio, mi padre le descontará el sueldo, así que... Joder, estoy enamorado de ella. Ahora nunca se librará de mí. Eres un amor en secreto, ¿Verdad, Ophelia? Ella arruga la nariz. No Sí, lo eres. Pensaste que creería antes cuando entraste a la cocina y le pediste a mi madre que te preparara un baño. Pero yo diría que es más probable que lo hagas para ella Ella respira y se quita los AirPods(Audífonos inalambricos). ¿Puedo tener mi chocolate? ¿Con o sin nueces? Sin nueces. Si tiene nueces significa menos chocolate Mis

labios saltan. Ahora lo sé Pateo la puerta principal cerrándola detrás de mí y sostengo la barra de dulce, forzándola a venir a quitármela. Cuando la toma, la mantengo fuera de su alcance. Utilizo mis dientes para abrir el paquete y romper un cuadro de chocolate, frotándolo contra sus labios. Abre la boca para mí Sus pequeños pezones se tornan en puntas bajo su camisa y me alegro de que no pueda ocultar su atracción. Ella separa sus labios y yo deslizo el chocolate sobre su lengua, gruñendo mientras mastica. Gracias susurra. Es bueno Sólo lo mejor murmuro, rompiéndole otro trozo. Maldita sea, le besaría la boca hasta que le dolieran los labios si no hubiera prometido que hablaríamos. Y sinceramente, quiero hablar con Ophelia. Quiero saber todo sobre ella. Cómo piensa, qué la asusta, qué quiere de la vida. Lo más importante, quiero saber por qué me está alejando cuando puedo sentir la intensidad entre nosotros y saber que es algo real. Después de guardar el chocolate, le acuné en lado de la cara en la mano. ¿Por qué estabas en casa de mi madre el otro día?  La verdad, princesa Olvidó su medicación para el corazón se queja. Mi pulso es más fuerte. ¿Ophelia? ¿Qué? Eres mía No puedo ser tuya, Ezra Demasiado tarde Al igual que la primera vez que nos vimos, veo la emoción bailando en sus ojos y sé que hay mucho dentro de ella. Tantas verdades ocultas y rarezas. Es una pequeña caja de Pandora, voy a abrirla y dejar salir todo, aun si acaba conmigo. Demonios, me está matando quedarme quieto y dejar que me estudie cuando quiero tener mis manos por todo su cuerpo, pero me gusta que parezca que se está poniendo menos nerviosa cuanto más tiempo me abstengo de manosearla. ¿Quieres algo de beber? pregunta ella, girando sobre sus talones y caminando en dirección a la cocina. Le sigo el paso, observando cómo su trasero se mueve en esos pequeños, provocadores shorts rojos y la observo tomar agua desde una botella en el refrigerador. Cuando termina, ella asiente al refrigerador con una mirada interrogativa y yo sacudo la cabeza. Nada para mí, gracias contesto, inclinándome hacia adelante a través de la isla de granito. Así que, dime, Ophelia...

Uh uh. Ya me has interrogado. Es mi turno Se apoya en la nevera y parece que se prepara. ¿Por qué estuviste en prisión? Incendio premeditado digo sin dudarlo. ¿Eso es mejor o peor de lo que pensabas? Pasa un segundo. No lo sé. ¿Ha muerto alguien? No Sus hombros se relajan. ¿Me dirás qué pasó? Asiento con la cabeza, de repente en un suelo inestable. No le he contado a nadie sobre el incidente en mucho tiempo. Siete largos años. Y nunca me ha importado la opinión de nadie sobre lo que hice hasta ahora. Para resumir, trabajé para un fabricante de piezas de coche. Exportamos esas partes internacionalmente La ira se eleva dentro de mí como la masa en el horno. Descubrí que el dueño era una escoria también estaba enviando mujeres. Enviándolas para venderlas y... Me detengo con una maldición. Me hizo parte de algo sin mi conocimiento. Algo enfermo. Mi temperamento no se detuvo a hacer preguntas, princesa. Prendí fuego a toda la maldita instalación. Después de horas laborales, para que nadie saliera herido. Era la forma más rápida de ponerlo fuera del negocio. Fue arrestado y acusado. Las dos docenas de mujeres detenidas fueron liberadas. Pero aparentemente llamar a las autoridades habría sido mejor para mí. Las fuerzas de seguridad tienden a fruncir el ceño ante un incendio de cincuenta mil pies cuadrados Ophelia está callada un momento. Salvaste a esas mujeres No suficientes Ella se empuja del refrigerador y empieza a venir hacia mí. ¿Todavía te sientes culpable? Gruño y digo que sí. Lo siento. No es justo Después de haberme alcanzado, ella desliza una mano cautelosa por mi pecho. No está bien que un hombre honorable sea etiquetado como indigno Se siente tan bien tener su mano sobre mí, que mis ojos se cierran solos. Ahora mismo, sólo me preocupa lo que tú piensas Su tono es pura inocencia cuando confiesa en un susurro: Creo que yo también habría quemado a ese hijo de puta Después de la conmoción, mi polla se pone bien y dura. Esta chica es una bomba. Quiero acostarla y deleitarme con ella. Avivar el fuego. Mirar cómo se quema. Mi turno para una pregunta digo con aspereza. Mantén tus manos sobre mí mientras pregunto

Ella agrega su segunda mano y sus palmas de las manos hacia arriba y sobre mis pectorales en paralelo. Me está matando y no tiene ni idea. ¿Qué quieres saber? ¿Por qué no me dijiste quién eras? Cuando nos conocimos Ophelia está visiblemente conmocionada. Sus manos se caen de mi pecho y tengo que envolver con un brazo la parte baja de su espalda para mantenerla cerca. Princesa Dios. Se supone que debes empezar con preguntas de deportes, Banda favorita, comida favorita... Te tome con salvaje crudeza en el sofá de mi madre antes de saber tu nombre, pequeña. Hemos estado jugando duro desde el principio Su boca se abre. ¿Salvaje crudeza? ¿Qué es eso? Te tomé sin condón Oh, Dios mío La cara se vuelve rosa y se queda mirando al espacio. ¿Estoy embarazada? Dios, eso espero Me mira estupefacta. Se supone que debo ir a Princeton en otoño Es una bala en mi estómago. Nueva Jersey está muy lejos de Michigan, a donde me dirigiré pronto. Eso es un sueño tuyo, supongo Ophelia está callada tanto tiempo, que no estoy seguro de que vaya a responderme. No, para nada susurra finalmente. Ni siquiera entré por mis propios méritos. Nunca hago nada por mi cuenta. Sólo soy una mocosa mimada. ¿Por qué no te diste cuenta enseguida y me dejaste en paz? Ahora estamos llegando a algo. En primer lugar, no tengo planes de dejarte sola, así que acostúmbrate. Segundo, no hay muchas mocosas que hagan las tareas de su ama de llaves y vayan a Queens a recoger su medicina Se mofa. Esas son sólo pequeñas cosas No, princesa. No lo son. Me dicen exactamente quién eres La agarro por la cintura y la acomodo en la isla de la cocina. ¿Realmente pensaste que si te hacías pasar por una chica rica y mimada antes, me arrepentiría, me alejaría y te dejaría caer como un mal hábito?— Sí Sus ojos están perturbados. Eso es exactamente lo que deberías hacer ¿Por qué?

Presiona los labios y no contesta. Si quieres ir a Princeton, haremos que funcione. Haré que cualquier situación funcione mientras seas mía Le subo las manos por los muslos y meto los pulgares en el dobladillo de los pantalones cortos. No soy un hombre sin un plan. Si confías en mí, te lo daré todo a su tiempo No puedo susurra. Algo se me ocurre y es una posibilidad tan inquietante que mi sangre se convierte en un hervor rápidamente. ¿Hay otro hombre? Si no hubiera estado prestando mucha atención, me habría perdido la chispa del pánico en sus ojos. Pero no me la perdí. Y la temperatura ya hirviendo de mi sangre se convierte en un infierno. ¿Quién coño es él? No Ella mueve la cabeza rápidamente. No hay nadie. Lo juro Ophelia me desanimo, siento como si mi pecho se derrumbara. No me mientas ¡No lo hago! llora. No hay nadie que me haya hecho sentir como tú. Nadie podría hacerlo. Fregué el suelo más tiempo del necesario porque estaba tratando de agotarme Le salen lágrimas en los ojos. Tenía miedo de no volver a verte nunca más. No sé cómo sentirme por todo esto, pero yo... Ella se frota sus ojos húmedos y mi posesividad lucha con la negación. Ella nunca debería llorar. Sé que necesito que me toques tanto que duele La tiro por encima del hombro izquierdo y subo las escaleras, ya desabrochándome los vaqueros con la mano derecha....

CAPÍTULO CINCO Ophelia CON UN MASCULINO EZRA en mi habitación, sus adornos femeninos nunca habían sido más obvio. Cuando me pone a los pies de mi cama, el espejo de cuerpo entero a mi derecha refleja nuestra diferencia de altura. Apenas llego a su hombro. Fácilmente duplica mi tamaño y está lleno de músculos. Novecientos de ellos se flexionan mientras él me mira, su mano ocupada, dentro de sus pantalones. Está masturbando su dura carne, y gruñendo. Estoy distraída por la vista de su antebrazo. El montón de venas y tendones que bailan mientras se toca, con sus ojos ardientes sobre mí. El hombre que entró a mi casa era intenso, pero dulce. Él habló conmigo. Me alimentó con chocolate. Este hombre en mi habitación está celoso y enojado. Él quiere comerme viva. No sé qué parte de él me distrae más. Pero estoy fascinada. Tan fascinada. En el fondo, siempre he sabido que tenía lo que se necesita para ser una chica mala. Y lo demuestro apoyando mis caderas contra la cama y arqueando mi espalda, tirando de mi cabello y permitiéndole usar mi cuerpo como pornografía. ¿No es eso lo que estoy haciendo? ¿Le proporciona una imagen para hacer que la gran polla entre sus piernas se haga cada vez más dura, para que pueda ponerlo dentro de mí? Eso es lo que quiero. Si mi corazón no estuviera atravesando mi pecho con excitación, la humedad que se extiende entre mis piernas me confirmaría cuánto lo necesito. Si lo distraigo de su sospecha de que hay otro hombre... bueno, eso es solo una ventaja adicional. Él no puede saberlo. Él nunca puede saber que hay otro hombre. Uno que detesto. Uno que desprecio. Uno que está usando la locura de mi padre para meterme en su asquerosa red. No pienses en eso ahora. Enfócate en el hombre que quieres. Que

necesitas. —Soy tu hombre, Ophelia — Ezra jadea, sacando su erección en un puño apretado y frotándola sobre mi estómago desnudo. —Primero, último. Único. Jodidamente mía— Hay tantos obstáculos. Wagner. Princeton. Su historial en la prisiónla reacción de mi padre ante él. Ninguna de esas cosas parece importar en este momento en la oscuridad de mi habitación, pero sé que en la mañana la realidad volverá con una venganza. Sin embargo, no quiero expresar mis preocupaciones ahora. Quiero que Ezra me abrume. Que me haga pensar solo en él. Me está mirando con las cejas arqueadas esperando que le diga, sí, soy tuya. Pero no puedo hacer eso, sabiendo que muchas cosas se interponen en nuestro camino. Así que se lo muestro en su lugar. Le muestro cuánto me posee, cuerpo y espíritu, incluso si no puede hacerlo de otras maneras. Me arrodillo frente a él y me quito la camisa, tirándola para que pueda pasar mis manos por sus muslos gruesos y resistentes. Mirar su pene desde abajo hace que parezca aún más grande. Se extiende desde una mata de pelo negro indomable, una vena ancha que palpita a lo largo de la parte inferior, un casco gordo que adorna la punta. Una vez en la escuela, escuché por casualidad a una compañera de clase hablando de una película porno que encontró en la computadora portátil de su hermano, en la que un hombre azotaba a una chica arrodillada con su erección. En ese momento, me pareció terrible. ¿Ahora? Me arrastraría sobre vidrios rotos para que me azotara con esa cosa tan grande. Al verlo me siento tan emocionada, porque sé que lo hice enorme, duro y que soy la única que puede tocarlo. —¿En qué estás pensando pequeña? — Froto mi mejilla contra su muslo interno. —Nada. Solo en tu polla abofeteándome en la cara — Ezra aspira en un gemido. —Eso no es nada, princesa. Y vas a llamarlo la polla de mi hombre a partir de ahora. Así es como se llama — —Está bien— respiro, inspeccionándolo de cerca, lamiendo mis labios y decidiendo por dónde quiero comenzar. —¿Podrías? ¿Hacer... lo que dije? ¿O es una tontería quererlo? — Su puño se ahoga hasta la punta, se vuelve púrpura, y luego vuelve a bajar. —No me gusta la idea de abofetearte en la cara. De ninguna manera — Muevo mi lengua a la par que su excitación. —Entonces, ¿por qué estás respirando tan fuerte? —

Y él está haciendolo, su estómago subiendo y bajando en rápida sucesión. —Mírame como si fuera tu señor, tu salvador y aprieta esas tetas— Estoy bastante segura de que así es como ya estoy mirando a Ezra, así que palmeo mis pechos, atrapando mis pezones entre dos dedos y apretándolos. La suave cabeza de su polla se arrastra a lo largo de la costura de mis labios separados. Derecha, izquierda, derecha... luego me golpea la boca con su larga y gruesa excitación. Un lado y luego el otro, gritando mi nombre entre maldiciones. Para cuando termina, tengo la boca hinchada y he empapado mis pantalones cortos. —Jesucristo, Ophelia— Ezra gruñe. —Si hubiera sabido que había una pequeña chica caliente esperándome para golpearla con mi polla… habría arrancado las malditas paredes de esa prisión para salir— No tengo la oportunidad de responder, porque Ezra aprieta mi mandíbula para hacer que mi boca se abra de par en par y su grosor se mete dentro de mi boca. Cada rincón de mi boca está llena hasta el tope y todavía estoy mirando hacia abajo la longitud rojiza de él. Vaca santa su textura no es como la esperaba. Pensé que sería carnoso y flexible. En cambio, es liso y duro como el concreto. Pulsante, lleno de vida. Y mirando a Ezra, me doy cuenta de que todo su mundo se ha reducido a mi boca. Él está conteniendo la respiración, sufriendo y gozando de felicidad a la vez. Es hermoso. —¿Qué vas a hacer con eso, pequeña? — Mi mano agarra la mitad inferior de su polla y empiezo a chupar, volteando mi cara de lado a lado, girando, succionando profundamente con grandes jalones. Ezra gime —Miiiiierda princesa— sus bolas se sacuden, se abultan y se aprietan delante de mis ojos. Sus dedos se retuercen en mi cabello, su postura se ensancha y comienza dar metidas y sacadas frenéticas en mi boca. La idea en general es tan erótica, estoy casi mareada por lo caliente. Con hambre. Me encanta ser usada como un bonito juguete, un lugar para aliviar sus necesidades masculinas. Quiero probar más y más, así que aflojo los músculos de mi garganta y lo dejo hundirse aún más profundamente, escuchando los estrangulados gritos de mi nombre. Tengo que aferrarme a sus muslos para no caerme, ahora se está metiendo en mi boca con tanta fuerza, y todo en lo que puedo pensar, es más, más, más. Por favor. —Toma mí sabor en tu boca y en tu bonita garganta, Ophelia. Memorízalo. Esa es la única polla en el mundo que chuparás— Él mueve sus caderas hacia adelante en un movimiento lento y jadeo alrededor de su carne. —Cuando sientes el sabor de tu hombre y este

sobre tus rodillas, significa que estás a punto de ser follada duro y sucio— No tengo tiempo para prepararme antes de que Ezra saque su erección de mi boca. Me desplomo contra él e inhalo oxígeno en grandes bocanadas, todo mi cuerpo tiembla de lujuria. Las yemas de mis dedos agarran sus grandes muslos y levanto la vista, observando mientras se quita la camiseta, usándola para limpiar la saliva de mi barbilla. Y luego estoy siendo tirada en la cama. —Sí. Sí— me quejo, apretando mis muslos y arqueando mi espalda, rodando y pellizcando mis pezones. — Lo vas a poner dentro de mí, ¿verdad? Por favor, Ezra. Por favor— —Dios mío— él se retuerce desde el lado de la cama, mientras empuja sus pantalones. —¿Cómo voy a alejarme de ti por un solo segundo, mi pequeña caliente? Mira cuánto quieres mi polla— —La quiero, la quiero— canto, sin pensar. No puedo pensar, ni respirar, ni esperar otro momento. Ese cosquilleo que tuve en mi estómago la primera vez que Ezra me tocó ha florecido y se ha extendido por todo mi cuerpo. Estoy prendida. Le necesito tan desesperadamente. —Ezra— Cuando él se sube a la cama, enorme, salvaje y desnudo, me incorporo y lo alcanzo, pero el mundo gira de lado. Me pone boca abajo y me jala de las manos y rodillas. Las manos de Ezra agarran con fuerza mis nalgas y deja escapar un gruñido eufórico. —Todo este dulce y rosa coño es solo para mí. Desde tu culo apretado a ese coño que gotea. Todo jodidamente mío— —Sí— gemí en el edredón, inclinando mis caderas para mostrarle todo. Todo. Solo quiero dárselo a este hombre y ponerlo a cargo de aliviar mi dolor. Sé que lo hará. Sé que él me cuidará. —Lléname. Me duele mucho— Estoy moviendo mis caderas en el aire sin vergüenza y rezo-en voz alta- porque me llene, pero en cambio, el aliento caliente de Ezra me hace cosquillas en el interior de los muslos, en mi sexo y, de repente, su boca está succionando mi clítoris desde atrás. Grito y me presiono contra su boca, bombeando mis caderas hacia arriba y hacia abajo, apretando la textura húmeda de su lengua, tratando de correrme de cualquier manera que pueda. Y cuando presiona su dedo en mi entrada trasera, no espero la sacudida de placer cegador. —Oh Dios mío. ¡Oh, Dios mío, ¡por favor! — Su lengua deja mi apretada carne y sollozo, hasta que se desliza en mi entrada, hacia adelante y hacia atrás, que finalmente se sumerge.

Al mismo tiempo, Ezra comienza a frotar círculos en mi clítoris y me convulsiono en un orgasmo ensordecedor. Ensordecedor porque no puedo escuchar, aunque sé que estoy gritando, por el dolor en mi garganta. ¿Cómo puedo no gritar cuando mi cuerpo está en medio de una felicidad tan increíble?, cuando la presión me deja en olas calientes y catastróficas. Estoy temblando, mi núcleo se acelera, se suelta, se acelera... Y luego Ezra me embiste con su polla desde atrás y alcanzo el clímax nuevamente. Ese grosor inevitable es lo que he estado anhelando, cada minuto desde que entró en mí en el sofá de su madre y me dejó en el precipicio del placer. Oh, Dios. Oh, Dios mío. ¿Cómo he vivido todos los días de mi vida sin este hombre enterrado en mí como una parte faltante? De alguna manera todavía quiero más. Me ha hecho insaciable. Creo que me sentiré insatisfecha hasta que sienta su placer vertiéndose en mí. Estoy dolorida por ese calor. Esa prueba de su necesidad. Quiero que me llene y gotee mis muslos. Lo necesito ahora. —Duro— gemí, apretando el puño de las sábanas. —Duro. Por favor. Tómame duro— —Sí. Estás caliente por mi corrida, ¿Verdad pequeña?. Te gustó mi lengua en tu bonito y rosado agujero, ¿verdad que sí? — Ezra me muerde por encima de la cabeza, sus caderas empiezan a golpear con fuerza mis nalgas, su gruesa y deliciosa virilidad me araña como un ariete(arma para derribar paredes). Tan profundo que duele, pero me encanta el dolor. El dolor es mío. Lo poseo, y sé que conduce al placer, así que bombeo mis caderas para cumplir con sus empujes. —Ruega por mi corrida, Ophelia. Ruega— Esa contracción reveladora en mi barriga me hace lloriquear y hago lo que me dice. Me encanta hacer lo que me dicen cuando Ezra es el que da las órdenes. Justo cuando abro la boca para suplicar como un mendigo para que me llene, vuelvo la cabeza y encuentro a mi padre deteniéndose en el pasillo frente a la puerta abierta de mi habitación, con un sobresalto escrito en cada línea de su rostro. La repentina rigidez de Ezra me dice que él también ve a mi padre, pero no deja de empujar. No creo que él pueda parar. Él está grueso dentro de mí, está luchando para encajar su polla y sus gruñidos frustrados rebotan en las paredes de mi habitación. Lo que significa que mi padre los está escuchando. Mi padre me está mirando mientras me dan por detrás. Él puede ver las manos tatuadas que sostienen mis caderas en un apretón

de castigo, tirando de mí. El sonido de las bofetadas se junta con el de mis gemidos agudos, gemidos que no puedo parar a pesar de que debería estar avergonzada. Debería estar horrorizada por quien está mirando. Pero estoy demasiado aturdida en la lujuria y no creo que haya una sola cosa en este planeta que pueda detenerme a satisfacer a mi hombre cuando está tan duro entre mis muslos y en la necesidad evidente de alivio. Soy una sirviente de su hambre ahora mismo en este momento, así que mi vergüenza tendrá que esperar. —¿Quieres quedarte allí y verme correrme en tu hija? — Ezra le gruñe a mi padre. —Si no, te sugiero que te vayas a la mierda— Dios me ayude, el que le diga a mi padre que se vaya a la mierda hace que mi clítoris se estremezca una vez más y gimo, levantando mi trasero por más. Soy inconsciente de todo menos de la fricción húmeda. Su creciente tamaño. Los dedos clavándose en mis caderas. Su sudor goteando sobre mi espalda. —Mejor vete pronto— La mano derecha de Ezra deja mi cadera para juntar mi cabello, tirando de mi cabeza hacia atrás, así que estoy sollozando, mirando al techo, el golpe de sus testículos contra mi culo haciendo eco detrás de mí. —Cristo, voy a explotar en cualquier momento. Vete— Mi padre pisa fuerte murmurando y oigo el portazo de su oficina. —Hay un nuevo papi en la ciudad, pequeña— Ezra me dice en el oído, lamiéndolo largo y duro. —Ahora, ruega por mi maldita corrida, como te dije— Mis muslos empiezan a temblar incontrolablemente. —Por favor, córrete dentro de mí— Las palabras surgen desde lo más profundo de mí y sé que son lo suficientemente fuertes como para ser escuchadas en toda la casa, incluso a través de la puerta más gruesa, pero no puedo evitarlo. Solo existo en este momento por lo que sucede entre Ezra y yo. —Por favor. Lléname. Lo quiero tanto— —Oh, mierda— gruñe, sus movimientos se vuelven descontrolados. —Oh, mierda, voy a correrme tan duro en tu coño. Me está chupando como lo hizo tu pequeña y hambrienta boca— —Me encanta chuparte— gemí. —Maldita sea. Lo que me haces, Ophelia. No puedo soportarlo más— Ezra cae hacia adelante, aplastándome en la cama de forma tan inesperada, que el aliento sale de mis pulmones, sus poderosas caderas se estrellan contra mí, sin duda dejando moretones, sus gritos de liberación vibran en mi cuello. Eyacula con tanta fuerza, siento que los

chorros ásperos aterrizan en lo profundo de mi núcleo, el tronco de su polla frotando el lugar secreto dentro de mí, y vuelvo a correrme, mis gritos sonoros como para despertar a los muertos. Mis piernas están abiertas por los impacientes muslos cubiertos de pelo mientras él continúa drenándose dentro de mí, la humedad se desparrama de mi entrada y empapa el edredón, mis muslos, todo. Ezra todavía se conduce dentro de mí, una y otra vez, hasta que finalmente cae a mi lado gruñendo mi nombre. Me pone de costado y me empuja contra su pecho, acariciando mi espalda con una mano temblorosa, su cálido aliento se desliza sobre mi frente. —Supongo que debería estar triste porque tu padre nos haya atrapado, pero soy un bastardo posesivo cuando se trata de ti, Ophelia. Quiero que todos los hombres de ambos lados del ecuador entiendan que eres mía. Sólo. Mía— dice, metiendo un cabello suelto detrás de mi oreja. —Pero estoy seguro de que no me gusta la idea de que estés molesta. ¿Estás molesta porque nos haya visto? — Estoy exhausta y acurrucada contra su pecho como un gatito. Decirle que no podemos estar juntos ahora mismo sería cómico. Mañana se lo diré y será pronto. —No es un hombre al que le guste probar su orgullo— le susurro, aturdida. —Lo pagaremos de alguna manera— —No pagarás por una mierda, Ophelia. No te pasará nada malo mientras esté cerca— Por la mañana, voy a hablarle de Wagner. Porque creo a Ezra cuando dice que nada malo me pasará cuando él esté cerca. Y porque ni siquiera puedo imaginar a otro hombre tocándome después de que las manos de Ezra hayan estado en mi cuerpo. Presiono mi cara contra el pelo de su pecho e inhalo profundamente, dejando que su olor se filtre en mis huesos. Me estoy quedando dormida, totalmente repleta de cualquier cosa que se parezca a la energía. Esa debe ser la razón por la que mis defensas se caen por completo y, justo cuando me estoy alejando, susurro. —Te amo, Ezra— Su latido atronador es lo último que recuerdo. *** Ezra

ELLA ME AMA. Si saltara de un pico de montaña en este momento, volaría. Estoy seguro de ello. Mierda. Cómo un exconvicto grosero y malhablado como yo a conseguido a una dulce princesa como Ophelia es un maldito misterio. Pero me la estoy quedando. Voy a construirle un imperio y colocarla en un trono donde pueda adorar sus pies por el resto de mi vida. Dios ayude a cualquiera que intente detenerme. Tengo la sensación de que su padre lo hará. Es por eso por lo que dejé a mi pequeña durmiendo como un ángel en su cama y estoy caminando por el pasillo hacia la oficina de su padre. Vamos a enfrentarnos cara a cara como hombres, otra vez, y esta vez llevaré ropa y no tendré las bolas en su hija. Sin embargo, si me salgo con la mía, volveré estar profundo en ella por la mañana. El solo hecho de pensar en su coño apretado y jugoso me hace la boca agua. En el espacio de unos pocos días, había pasado de ser una virgen a una pequeña esclava llorando por mi polla. No hacen a las mujeres como Ophelia. Ella es un regalo del cielo. No puedo creer que esté con ella. Ni siquiera puedo creer que ella me dejara ponerle un solo dedo encima y mucho menos que estuviera a su lado en esa cama. Besando sus labios todavía hinchados por chupar mi polla. Me siento como un puto oso en este momento, mi pecho se hincha con el derecho de protegerla. El derecho a… casarme con ella. Pero ese derecho es algo que voy a obtener de su padre. No me importa particularmente si él me aprueba o no. La aprobación de Ophelia es todo lo que necesito. Pero pude ver el surco en su frente cuando mencioné a su padre. Todavía es joven y vive con el hombre. Por supuesto que ella no quiere distanciarse de el. Es su padre. Nunca supe del mío, pero deben tener algún tipo de relación que ella no quiere perder. Así que aquí estoy, preparado para cooperar cuando lo que realmente quiero es volver a la cama con Ophelia. O bien voy a salir de la oficina con su bendición para casarme con Ophelia. O me casaré con ella sin la bendición. Preferiría la primera, pero la estoy haciendo mía, ya sea en el infierno o en altas aguas. Hay una gran probabilidad de que esto pueda poner en peligro el trabajo de mi madre, por lo que ya me he comprometido a

cuidarla. Proporcionaré para las mujeres en mi vida, en espadas. Sólo tienen que confiar en mí. Me detengo frente a la puerta y golpeo con firmeza. —Entra— dice con fuerza. El piso cruje bajo mis botas cuando entro a la oficina y cierro la puerta detrás de mí, cayendo en una de las sillas frente a su escritorio. Su cabello está desordenado, como si hubiera estado haciendo todo lo posible para no jalarlo, las comisuras de su boca están hacia abajo. —¿Quién demonios te crees que eres? — Exige, golpeando el escritorio con un puño. —Debería llamar a la puta policía— —¿Por qué no lo has hecho? — Su mirada parpadea con vergüenza. —Ophelia tiene dieciocho años. Y ella no parece haber sido ... coaccionada— La satisfacción corre a través de mí. —No. Ella definitivamente no fue coaccionada— Lo observo un momento. Dinero. Este tipo tiene mucho. El privilegio se sienta sobre sus hombros como dos barras de oro. Me siento bastante fuera de lugar entre la opulencia de su oficina, pero me moriría antes de dejar que lo supiera. —Bien— responde. —¿Por qué estás aquí?, ¿Para alardear? Obviamente lograste lo que viniste a hacer esta noche— —No por mucho tiempo— digo en voz baja. —Esto no es una aventura de una noche— Él aprieta la mandíbula. —Siento discrepar— La bestia dentro de mí se alza ante la implicación de que me mantendrá alejado de Ophelia. Mantén la calma. No reacciones de forma exagerada todavía. El hombre solo me vio follar a su hija al estilo perrito, se ha ganado el derecho a estar un poco enojado. —Estoy aquí para pedir permiso para casarme con ella— Su silencio aturdido y su posterior risa me paran los pelos. —Claro— Dobla su mano una encima de la otra y se inclina hacia adelante. — Claro, cásate con mi hija. Solo hazle saber que perderá el fondo fiduciario de veinte millones de dólares que reservé una vez que se gradúe de Princeton. Porque no estoy soltando nada si ella está casada con alguien como tú— Intento no mostrar mi reacción a veinte millones de dólares, pero mis entrañas se desmoronan como un castillo de arena bajo una ola. Dentro de cuatro años, Ophelia podría hacerse a la sombra con un título de la Ivy League y suficiente dinero para construir una mansión con chocolate

negro si así lo desea. No hay manera en el infierno de que me escoja sobre ese dinero. No hay manera en el infierno que ella deba. Me conoce hace menos de una semana y no tiene motivos para creer que le daré un futuro cómodo. Demonios, acabo de salir de Rikers. Tengo años de trabajo antes de que pueda comprarle una casa. Tengo cojones de acero puro y reforzado, pero incluso no tengo las bolas para pedirle que renuncie a veinte millones de dólares. —Eso debe sonar como mucho dinero para alguien como tú— dice el padre de Ophelia. —Sigues diciendo eso. Alguien como yo. Ni siquiera me conoces— Me mira con desagrado. —Sé que nunca podría llevarte con amigos de la familia. O colegas. Pareces un hombre que lleva un cuchillo en la bota. O tal vez alguien que sigue adelante cuando el padre de la chica con la que está follando entra— Se limpia la saliva de la boca. —Y puedes pensar que no tengo ni una pizca de inteligencia callejera, pero reconozco la tinta de la prisión cuando la veo. La tienes toda sobre ti. Así que, a menos que quieras robarle a mi hija su futuro, además de su dignidad, debes dejarla en paz— —La amo— me manejo alrededor del nudo en la garganta. —No hay un hombre vivo que trabajará más para hacerla feliz. O cuidarla— Sintiendo que estoy parado en arenas movedizas, desvío la mirada hacia la pared de ventanas. —No es fácil para mí pedirle a otro hombre nada, pero te estoy pidiendo que me des una oportunidad. No tomare su fondo fiduciario. Si no he cumplido mi promesa de darle una vida cómoda para cuando se gradúe de la universidad... me despediré. Ella tendrá todo ese dinero para sí misma y no voy a reclamarlo— —La dejarías sola? ¿Así sin más? — —No, no sería así. Me arrancaría el maldito corazón. Me mataría— contesto con los dientes apretados. —Pero rogaré, negociaré y robaré por Ophelia— —Esa es la cosa— dice, su sonrisa se ha ido. —Ella no debería tener que conformarse con alguien que necesita mendigar, negociar y robar— Después de un momento de tranquilidad, su padre se pone de pie y lo juro, puedo escuchar los clavos siendo clavados en mi ataúd. — Manténte alejado de ella o su fondo de fideicomiso dejará de existir. Aléjate de ella o la echaré de esta familia tan rápido que su cabeza girará. Tenemos una reputación que mantener y tú la mancharás. Y a ella— Casi me doblo por el dolor del fracaso. Le fallé a Ophelia.

No hay manera de renunciar a ella. No puedo. No lo haré. Pero tengo que idear otro plan. En este momento, no tengo nada más que mis promesas, y mis promesas no significan nada para su padre. El hombre que tiene las llaves del tesoro. Un tesoro demasiado grande para pedirle a ella que renuncie. Con la derrota pesada sobre mis hombros, salí de la habitación. Me detengo en la puerta de su dormitorio, para echarle un último vistazo. Mi princesa, tendida en las sábanas que huelen a nuestro amor. Sólo aguanta, Ophelia. Solo espérame. Con los ojos de su padre clavados en mi espalda, me obligo a bajar la escalera y salir de la casa.

CAPÍTULO SEIS Ophelia —Estoy segura de que regresará— mi amiga, Sienna, dice con dulzura. —Después de todo lo que me contaste sobre Ezra, suena súper posesivo. Los hombres como él no se van sin una palabra— Ella lo sabe. Su hermanastro convertido en su esposo tiene seis guardaespaldas parados afuera de la puerta de mi habitación en este momento. Estoy bastante segura de que Sienna tiene más seguridad que el vicepresidente. Le tomó meses convencer a Grant para que la dejara venir a mi casa. Todos los miembros de la casa pasaron por un proceso de revisión y, afortunadamente, lo aprobaron. Estoy tan contenta de que ella esté aquí ahora. No he tenido noticias de Ezra en todo el día y esta noche es mi reunión con Wagner. Mi pecho se siente tan pesado como si tuviera bolsas de arena y es todo lo que puedo hacer para no mirar el reloj. ¿A dónde fue él? Iba a decirle todo. Ahora, con cada momento que pasa, confío en Ezra un poco menos... y mis temores sobre Wagner aumentan. Para esta noche, las balanzas podrían estar inclinadas y no tendré más remedio que ir a la reunión. Mi teléfono está en silencio y escondido debajo de mi almohada, por lo que Sienna no sabrá que Wagner continúa enviándome mensajes, recordándome que no llegue tarde. Dios, odio a ese hombre. Odio que me esté haciendo esto. ¿Dónde está Ezra? Sostengo mi almohada contra mi pecho. —Cuando me desperté, él se había ido. Ni una nota nada— Mi labio inferior comienza a temblar, pero lo muerdo. —Le dije que lo amaba. Se ha asustado. Seguro. ¿Verdad? Debería haber esperado hasta que él lo dijera primero— —¿Estás segura de que no solo está siguiendo tu dirección? Le dijiste que no podíais estar juntos— —Confía en mí, a él no le importó. Él era todo, Ophelia es mía. Pecho hinchado, eructo, rascado de pelotas— Sienna se ríe. —Eso suena familiar. A pesar de que Grant es más ajuste de gemelos, el ceño fruncido, bragas rasgadas— —¿Las suyas o las tuyas? — —¡Mías! — Sienna se derrumba de lado con una risa. —Ahora me

estoy imaginando a Grant en bragas— —Apuesto a que serían extra formales, con un lazo de corbata — Mi amiga rubia resopla. —Detente— Duele sonreír cuando estoy tan asustada, pero me las arreglo. —Entonces, ¿cómo es la vida matrimonial? — Sienna se pone de espaldas y se estira las manos por encima de la cabeza, su cara se vuelve rosa. —Mágica— Ella me lanza una mirada. —Pero al principio teníamos nuestra cuota de barreras que superar. Tú y Ezra llegarán allí eventualmente— —No lo sé. Anoche, pensé que haríamos cualquier cosa para que funcione. Pero ahora... parece tan inútil cuando somos de mundos tan diferentes. Y mira a tu alrededor, ni siquiera está aquí y mi padre se ha ido desde hace horas— Me muerdo el labio un momento. —Hablando de mi padre, ¿Te dije que él entró y nos encontró anoche? — Ella se dobla en la cama.

—Mentira—

—Es verdad. Estaba a punto de conseguir el negocio justo donde estás sentada— Me río de la sonrisa congelada de Sienna. —El pobre hombre ni siquiera podía mirarme en la cocina esta mañana— —No se supone que los padres vean eso— —No— Dejo escapar —Definitivamente no—

un

suspiro

y

me

caigo

de

costado.

Sienna me mira. —Dices que la situación parece desesperada porque Ezra y tu no son del mismo mundo, pero ¿Es realmente por eso que crees que necesitas mantenerte alejada? — —¿Qué quieres decir? — Ella se encoge de hombros. —Nunca pareciste el tipo de persona que le importan... — Ella hace un gesto hacia mi habitación gigantesca. — Estas cosas. Riqueza. Ir a una escuela de lujo... — —No me importa— le susurro. —De ningún modo— —Entonces, ¿Cuál es la verdadera razón? — Siento la vibración de mi teléfono debajo de la almohada y sé que es Wagner. Otra vez. No hay manera de que pueda decirle a mi amiga sobre el chantaje. Es demasiado humillante. Y no puedo simplemente flotar en la vida, dejando que todos los demás se encarguen de los problemas de una niña rica. No entré en Princeton por mi cuenta. Si lo hubiera hecho, esto no estaría sucediendo. Es mi cruz. De nadie más. Mi silencio está empezando a hacer sospechar a Sienna, pero me he

salvado de tener que responder cuando se escuchan pasos en el pasillo. Son nítidos, precisos y Sienna se sienta automáticamente, su pecho comienza a subir y bajar rápidamente. —Es Grant— Siempre me fascina ver a mi mejor amiga interactuar con su nuevo esposo y esta vez no es una excepción. Grant entra en mi habitación como si fuera el dueño del mundo, con su traje negro almidonado y sus intensos ojos azules clavados en Sienna. —Se acabó el tiempo. Iremos a casa ahora, ángel— —Está bien— susurra, sus manos agarrando la parte delantera de su chaqueta, con ojos grandes e inocentes. —¿Podemos tener helado para la cena? — —Cada sabor que puedas imaginar— Sin darme un vistazo, levanta a Sienna de la cama y la saca de la habitación. —¡Mantenme informada, Ophelia! — —¡Lo haré! — respondo, bien acostumbrada a que nuestras visitas terminen abruptamente. —¡Adiós! — —¡Adiós! — Pasos, cortesía del ejército de seguridad de Sienna, se desvanecen después de un momento y finalmente saco mi teléfono de debajo de la almohada. Esta vez, Wagner me envió una fotografía, en lugar de un simple mensaje de texto. Se trata de una dirección de correo electrónico redactada para el New York Times, que describe la participación de mi padre en un soborno para meterme en Princeton. Dejo caer mi teléfono antes de que termine de leer, pero lo levanto de nuevo con dedos temblorosos cuando vuelve a sonar. Por si acaso estás teniendo dudas. No estoy segura de cuánto tiempo me siento en mi habitación, mirando al vacío, esperando despertarme de esta horrible pesadilla, pero la tarde se convierte en noche y me doy cuenta de que no tengo otra opción. Tengo que reunirme con Wagner y entregar mi cuerpo como un sacrificio. Ezra todavía no ha aparecido. Probablemente haya decidido que una mocosa malcriada del Upper West Side es más problemas de lo que vale y se mudó a pastos más verdes. Las lágrimas brotan de mis ojos ante ese pensamiento, pero me obligo a bajar de la cama y caminar a la ducha. Una hora después, mi cabello y mi maquillaje están listos y estoy parada frente a mi armario con una bata. Mi piel pica mientras arrastro

una tanga negra de encaje por mis piernas, sabiendo que Wagner será la que me la quite más tarde. Dios. Tendré suerte si no vomito por todas partes en el momento en que abra la puerta esta noche. Después de un poco de debate, saco de forma desafiante una minifalda de cuero del colgador y la combino con una camiseta sin mangas blanca de corte bajo. Sin sujetador. Si voy a ser un sacrificio, podría ir directamente al grano. De ninguna manera voy a dejar que Wagner vea mi horror o mi miedo. No, él es obviamente el tipo que se aprovecha de esas debilidades. Voy a aparecer con la barbilla en alto. Me doy ánimos mientras me preparo, pero mis agallas se desvanecen cuando salgo de la casa, cerrando la puerta detrás de mí. Gracias a Dios que es el día libre de Leeza porque una mirada a mi cara y ella sabría que algo está mal. Y algo está mal. Terriblemente mal. Siento la humedad en mis ojos y desciendo las escaleras con piernas temblorosas. Ezra, ¿Donde estás?

*** Ezra ¿DÓNDE DIABLOS va Ophelia vestida así? Gruño en la taza de café que estoy bebiendo en la cafetería al otro lado de la calle de su casa. He estado sentado aquí por horas, conteniéndome para no ir a verla. No podría permitirlo hasta que tenga un plan sólido como una roca. De ninguna manera puedo pedirle a Ophelia que renuncie tanto por mí. De ninguna manera. Necesito algo concreto para ofrecerle, y creo que acabo de darme cuenta de mi plan. Le dije al padre de Ophelia que rogaría, negociaría y robaría para tenerla en mi vida. Resulta que eso no será necesario. Hice una llamada a mis colegas en Michigan esta mañana, para informarles que tenía negocios con los que lidiar en Nueva York-también conocida como la morena caliente que recorre la concurrida avenida en un trozo de cueropodría demorarse un poco. Fue entonces cuando me informaron sobre el considerable fondo que habrían reservado en mi honor. Dinero. Lo suficiente para mantener a Ophelia cómoda hasta que despegue mi negocio.

Hace siete años, no era el único hombre al que mi asqueroso empleador hizo culpable sin su conocimiento. Un puñado de mis compañeros de trabajo trabajaban en la trata de personas sin siquiera saberlo, y esos hombres todavía están enojados por ser engañados, hasta el día de hoy. Vengué a todos cuando incendié el almacén. Sin mencionar que los salvé de ser investigados y posiblemente enviados a prisión por delitos en los que participaron en contra de su voluntad. Algunas de las piezas del automóvil se rescataron y se vendieron para cortar el negocio después del incendio, y el dinero de esas ventas se reservó con mi nombre. Tengo medio millón en un banco en Michigan y no tenía ni idea. Mi plan era acercarme nuevamente al padre de Ophelia esta noche con un plan sólido pero austero para cuidar a su hija, pero parece que los planes han cambiado. Cuidar de ella ahora será mucho más fácil, gracias a Dios. Dejando mi café humeante en el mostrador, salgo del pequeño café y sigo a Ophelia, preguntándome a dónde se dirige. Cada hombre que la pasa da una segunda mirada y les advierto con los dientes descubiertos y miradas mortales. Ella es mía. Ni siquiera lo pienses. Me estoy preparando para dar a conocer mi presencia llamando a Ophelia, pero ella se detiene en un paso de peatones y le miro la cara. Está pálida como un fantasma, sus ojos enormes y nerviosos en su hermoso rostro. ¿Qué diablos está pasando? Empiezo a acelerar el paso, intentando alcanzarla, tomarla en mis brazos y exigir saber a quién debo matar por poner esa expresión en su rostro. Pero ella cruza la avenida mientras trota y, después de respirar profundamente, sube las escaleras de una casa de mármol blanco. Una fracción de segundo antes de que toque el timbre, sé que esto tiene algo que ver con lo que ella me ha estado ocultando. Anoche en su cocina, no admitió que había otro hombre. Pero vi su vacilación. Lo vi, pero me convencí de que lo había imaginado. No hay forma de que ella pueda entregarse tan completamente si alguien más estuviera en el mapa. Y todavía no lo creo. Algo está mal. Algo que no estoy viendo. Incluso antes de la noche anterior, cuando aparecí en su cocina y ella hizo todo lo posible para alejarme, aunque sabía que me deseaba, sabía que había algo que no me estaba contando. Un secreto. Eso es. Lo puedo sentir en mis huesos. Y lo que sea que la asuste. Mi Ophelia.

Observo con incredulidad cómo un hombre mayor responde a la puerta, la agarra del codo y la empuja hacia dentro, cerrando la puerta de golpe detrás de él. La gente en la acera se encoge ante mi rugido. Con el asesinato en mi furiosa sangre, cruzo la calle corriendo a toda velocidad

CAPÍTULO SIETE Ophelia NO PUEDO HACER ESTO. La realización es un gran alivio, me hace caer contra la pared de entrada. Tan pronto como Wagner abrió la puerta, tomé la decisión de irme. ¿Lo que suceda con mi familia como resultado de negarme al socio comercial de mi padre? Lo manejaremos. O mejor dicho, nuestros abogados lo manejarán. Pero si le digo que sí a Wagner en este momento, ¿Quien sabe si se detendrá alguna vez? Siempre tendrá los medios para chantajearme a mí y a mi padre. No tengo forma de evitar que envíe ese correo electrónico al New York Times( un periódico importante de Nueva York pero con noticias del mundo entero) en el futuro. Todo lo que estoy haciendo es retrasar lo inevitable. Y luego está Ezra. Incluso si nunca lo vuelvo a ver, no voy a ensuciar el recuerdo de nuestro tiempo juntos al dejar que este asqueroso viejo verde me toque. Mi cuerpo pertenece a Ezra, al cien por ciento. Un sollozo se levanta en mi garganta. Yo lo extraño mucho. —Vamos, Ophelia. He estado esperando mucho tiempo por esto— Repugnante. He cumplido dieciocho años como, hace dos segundos. Siento que insectos se arrastran en cada centímetro de mi piel. Wagner lleva una bata de seda y zapatillas de casa. Él huele a Tums(pastillas para el acido estomacal) De todos modos, no habría aguantado ni cinco segundos sin vomitar. Me voy de aquí. —No te voy a dejar que me toques— respiro, girando hacia la puerta... Él agarra mi brazo, sus dedos se hunden dolorosamente en mis bíceps. —Mantendrás tu parte del trato, bomboncito o la cara de tu padre estará en todas las noticias de la noche— Su aliento caliente entra en mi cara y comienza a arrastrarme con fuerza hacia la sala de estar. —Esto funciona perfecto para mí de muchas maneras. Pequeña malcriada puedo meterte en los pantalones de todos en la

oficina después. Y tu padre se verá obligado a renunciar a su cargo dejándome la empresa a mi— —¡Déjame ir! — Grité, clavando mis talones en la alfombra. Wagner agarra un mechón de mi cabello, usándolo para jalarme hacia la parte posterior de su casa. Grito y tropiezo, y ahí es cuando se abre la puerta de la casa. Ezra está parado en el marco, su enorme cuerpo vibrando de rabia, con los puños apretados a los costados. Observa la escena con una mirada feroz-yo luchando por liberarme-Wagner me suelta el pelo y su gruñido suena como algo que sale de lo más profundo y oscuro de una jungla. Es tan ruidoso y amenazador que Wagner me suelta el pelo y corre hacia la pared más cercana, retrocediendo contra ella. —¿Qu-quién eres? — Wagner resopla. —¡Sal de mi casa! — La puerta se balancea sobre sus bisagras bajo la fuerza de Ezra al patearla. Avanza a la habitación, la luz de la vieja lámpara de araña sobre su expresión asesina. —Sabía que estabas ocultándome algo, Ophelia— dice ásperamente, caminando lentamente hacia Wagner. —Nunca más. ¿Me entiendes? Tus problemas son mis problemas— Estoy tan aliviada de verlo, solo puedo asentir aturdida. —¿Qué tiene él sobre ti, princesa? — Habiendo alcanzado a Wagner, Ezra se arrodilla y envuelve un puño alrededor de la garganta del hombre mayor, apretando. —Sea lo que sea, espero que valga la pena morir por tratar a mi chica con algo menos que respeto— —Ezra, no— Me zambullí hacia Ezra y envolví mis manos alrededor de sus gruesos bíceps, tratando de alejarlo. Él no se mueve ni un centímetro y empiezo a sollozar. —Por favor. Esta es una de las razones por las que no te lo dije. Vas a matarlo y regresar a la cárcel. Por favor. No puedo ser la razón por la que vuelvas allí. No te alejes de mí, por favor— —Puso sus malditas manos sobre ti— dice Ezra con los dientes apretados, presionando su agarre y volviendo la cara de Wagner un morado moteado. —Puso sus jodidas manos sobre ti mi Ophelia. Tiene suerte de que lo esté haciendo tan rápido— —¡No! — Sabiendo que me quedo sin tiempo, tomo la cara de Ezra y la giro hacia mí. Su ira me roba el aliento, sus pupilas son casi negras por la emoción. Hago lo único que se me ocurre. Yo lo beso. Una vez, dos veces, retorciendo los dedos en su pelo. —Te necesito. Te necesito. No vale la pena perdernos uno al otro, Ezra. Por favor—

—¡Mía! — Le grita a Wagner. —Sí, soy todo tuya— Me subí al regazo de Ezra y me inundé de alivio cuando me dejó quitar sus manos del cuello de Wagner, quien inmediatamente se echó hacia atrás, jadeando por aire. Me coloco en el regazo de Ezra y me desplazo lo más cerca posible, dejando caer besos en cada centímetro de su cara. —Te extrañé. ¿Dónde has estado? — —Tratando de arreglar cómo mantenerte— él contesta rudamente con sobras de ira vibrando sus músculos. —Fui a pedirle permiso a tu padre para casarme contigo-pensé que te gustaría-él me contó sobre tu fondo fiduciario, princesa. Me dijo que te lo quitaría si te quedabas conmigo. Necesitaba elaborar un plan. No soy digno de ti, pero mientras tuviera un plan para algún día ser digno... — —Shhh— le digo contra su boca, besándolo ligeramente, mi corazón cargando en mis costillas. —Tú eres digno. Justo en este momento. Y no me importa el fondo fiduciario. Solo te quiero a ti— Él le muestra los dientes al hombre que se ha desplomado al suelo detrás de nosotros. —¿Me apartaste por este cerdo? — —Estaba preocupada de que lo mataras, sí. Pero... — De repente avergonzada, agacho la cabeza. —Iba a contarte todo esta mañana— Busco las palabras correctas. —Toda mi vida, todo me ha sido entregado fácil. Sólo una vez, quería resolver mi propio problema. Mi padre tuvo que sobornar a un reclutador para que me llevara a Princeton. Y… simplemente no podía soportar pedirle que también me sacara del chantaje— —¿Eso es lo que estaba haciendo este maldito? — Ezra se eriza, recordándome a un león que acaba de ver una gacela. — ¿Chantajearte por algo que hizo tu padre? — Ups. Probablemente debería haber guardado esa información para más tarde. —No importa— murmuro, frotando nuestros labios. — Se acabó. No pude hacerlo. No podía dejar que me tocara cuando te pertenecía tan completamente— Siento que su polla se pone rígida entre nosotros y me muevo contra ella instintivamente, ignorando al hombre tendido a solo un metro de distancia. —Me hiciste tuya. Así es como quiero quedarme— Un gemido se libera, profundo de su pecho, y mientras cubrimos el uno la boca del otro, sus manos se arrastran por debajo de mi falda para agarrar mis nalgas. Bajé el escote de mi camiseta sin mangas para mostrarle mis pechos desnudos y él da una maldición baja, quitando una mano de mi parte trasera para desabrochar sus pantalones.

—Nunca volverás a ocultarme nada, Ophelia— dice, gruñendo mientras saca su polla y la golpea contra la tira trasera de mi tanga. —Casi me muero cuando te metió aquí. Nadie toca lo que es mío. Nadie toca a la chica que amo— —Nadie— le susurro a sus labios, levantándome para que él pueda colocar su rigidez en mi agujero mojado. Deslizo mi lengua en la boca de Ezra,s jugando con la suya más grande, luego me bajo lentamente sobre su gruesa polla, dejando que me llene hasta que estoy gimiendo y arañando sus hombros. —También te amo, Ezra— jadeo, moviendo mis caderas hacia atrás y moliéndolas hacia adelante. —Oh Señor— —Joderrrrr— Él golpea mi nalga derecha, agarra la carne y la usa para impulsarme a un ritmo áspero, sus dientes desnudos contra mi boca. Gruñendo posesivamente. Me aferro con fuerza a los anchos hombros de Ezra y monto su polla pulsante, mis muslos flexionándose alrededor de sus caderas. Wagner tiene una visión más cercana y personal de nuestros cuerpos unidos y no me importa nada. Necesito a Ezra en este momento y cuando eso sucede, nos convertimos en las únicas dos personas en el planeta. Además, puedo sentir que Ezra todavía está conmocionado al haberme visto siendo arrastrada por otro hombre por mi cabello. Los sonidos y movimientos que hace son desesperados, cortados con rabia residual. Quiero tranquilizarlo. Quiero que esté seguro sabiendo que es el único al que se le permitirá tocarme. Quiero hacer de Ezra mi maestro ante los ojos de cada hombre vivo... empezando por Wagner. —Eres tan grande— respiro, inclinándome hacia atrás y montando con lentas ondulaciones de mis caderas. —Nunca podré tomarla toda— La fuerte garganta de Ezra queda expuesta cuando su cabeza cae hacia atrás en un gemido masculino. —Este payaso no sabía que tenías treinta centímetros gordos, ¿Verdad, princesa? — Coge mi barbilla y levanta mi cara. —Tal vez necesita que se lo digan— Arqueando, dejo caer mi cabeza hacia atrás por lo que estoy mirando a Wagner en su cara roja y escandalizada. —Mi hombre tomó mi virginidad con sus treinta centimetros— Empujo mis caderas hacia adelante en esas tres palabras finales, apretando mis paredes internas alrededor de la polla de Ezra y él responde a una maldición. —Se siente tan bien dentro de mí— Ezra retuerce una mano en mi camiseta sin mangas y tira de mí de nuevo, reclamando mi boca con un húmedo beso. Aterriza un fuerte

azote en mis nalgas, luego sacude la carne de mi nalga derecha. —No eres lo suficientemente hombre para esto— le dice a Wagner, pero está mirando mi boca. —Nadie jamás tendrá este coño, nadie, excepto Ezra. ¿No es así, princesa? — —Sí— me las arreglo, jadeando cuando Ezra se reclina hacia atrás y comienza a bombear su polla dentro de mí-rápido,rápido,rápidohúmedas bofetadas llenan la habitación. —Ezra, oh, mi Dios. ¡Ezra! — Su pulgar encuentra ese botón sensible entre mis muslos, jugando con él, sus movimientos se vuelven aún más feroces, levantándome del suelo, así que estoy saltando arriba y abajo en su regazo, volando varias pulgadas y saltando, empalada en su gruesa erección. Me siento inesperadamente malvada al saber que tenemos una audiencia que me observa ser poseída con tanta fuerza. Puedo sentir los ojos de Wagner sobre nosotros, observándome desde atrás, viendo cada centímetro de la polla de Ezra deslizarse en mi abertura rosa, y eso me hace correrme. Me vengo con tanta intensidad, mi grito duele en mis propios oídos y siento el flujo de humedad que recorre de la carne de Ezra, goteando en su regazo y en su estómago, a su vello púbico. Los músculos de mi garganta se tensan y me sacudo con una violencia que no sabía que mi cuerpo era capaz de hacer. Antes de que sepa lo que está pasando, Ezra me sujeta por mi espalda y golpea su polla contra mí, otra vez, nuevamente, la parte superior de mi cabeza viene a una pulgada del muslo de Wagner con cada empuje. —Mi pequeño y apretado juguete— bramó a Wagner. —No será tuya. No es de nadie. Mía— La mandíbula de Ezra se afloja y una inundación caliente se libera dentro de mí. Sobre mí, sus músculos se estremecen con el ataque de placer y sus caderas bombean y bombean, enviando fluidos salpicando en todas direcciones en el piso de Wagner. —Ophelia— él empuja con los dientes apretados, finalmente se deja caer encima de mí y me da besos en la cara, el cuello y el cabello. —Ah, princesa. Te amo— —También te amo— le susurro, con mi corazón en mi garganta. — Vamos a casa—

*** Ezra Cuando llevo a Ophelia a la oficina de su padre veinte minutos más tarde, él se levanta de un salto detrás de su escritorio, golpeando el teléfono contra su base. —Ophelia— salta enfurecido. — Debería haber sabido cuando no veniste a casa o contestaste tu teléfono que estabas con este matón— —Este matón me salvó de cometer un gran error— Me da palmaditas en el pecho hasta que la bajo, aunque me está costando mucho quitarle las manos de encima, incluso por un segundo. Su padre frunce el ceño. —¿De qué estás hablando? — —Ella está hablando de tu socio de negocios— le dije. —Él la ha estado chantajeando a cambio de... — Me vuelvo loco de nuevo y tengo que reunir toda mi fuerza de voluntad para evitar arrojar un puño contra la pared más cercana. Mierda. Si no la hubiera visto al otro lado de la calle, ni siquiera quiero pensar en lo que podría haber sucedido. Esa mierda estaba preparada para tomar a Ophelia en contra de su voluntad y tendré pesadillas al respecto por el resto de mi vida. —¿A cambio de qué? — Exige el padre de Ophelia.—¿De qué estás hablando? — Incapaz de ayudarme a mí mismo, me acerco al escritorio y golpeo un puño contra la madera antigua. —A cambio de ella. En su cama— Necesitando tocar a mi chica y asegurarme de que esté bien, me giro y la tomo entre mis brazos, volviendo a recuperar la calma cuando se acurruca en mi agarre. —Él sabe sobre el soborno que pusiste para que ella entrara en Princeton. Él amenazó con arruinarte a menos que ella se rindiera— —Cambié de opinión— dice Ophelia, enfrentando a su padre con la mejilla aplastada sobre mi corazón. —Pero él no iba a aceptar un no por respuesta. Ezra apareció y pateó la puerta abajo— Ella besa mi pecho a través de mi camisa. Una vez, dos veces. —Él me protegió— Alejo mi atención de Ophelia para encontrar a su padre pálido y agachándose en su silla. —No puedo creer esto. Le conté a Wagner sobre

el soborno en confianza y él ... ¿Usó la información para intentar poner sus manos de mierda en mi hija? — Sus ojos turbados se posan en Ophelia. —Deberías haber venido a mí— Ella sacude la cabeza tristemente. —Mira todo lo que me han dado. Cada beneficio. Tutores. Las mejores escuelas— Sus ojos brillan con lágrimas no derramadas. —Todo me es dado sin cuestionamiento. Quería pararme en mis propios pies. No quería ser una carga— El hombre parece estupefacto. —Todas esas cosas que te doy, hija... son porque te quiero. Nunca serás una carga— —Gracias— Ella desliza su mano en la mía, cuadrando sus hombros y nunca he estado más orgulloso de nadie en mi vida. —Pero todavía quiero estar de pie por mi cuenta. Durante mucho tiempo, he querido eso. No necesito los lujos, el dinero y Princeton. Quiero tomar mis propias decisiones y enfrentar el mundo como soy. No es para lo que he sido creada. Padre, necesito tomar mis propias decisiones. Y mi primera decisión es elegir el amor. Escojo a Ezra— No hay manera de mantener la felicidad fuera de mi cara. No cuando me mira con amor brillando en sus ojos. —Ophelia— respiro, apartando su cabello hacia atrás. —Mi princesa— —Amo a Ezra— murmura ella. —Y dejaré todo esto atrás en un instante para estar con él— —No tienes que hacer eso— dice su padre, suspirando. —No completamente— Lo mira desconcertada. Él está de pie una vez más. —Estoy en una gran deuda contigo Ezra. Ya es bastante malo que mi socio comercial haya llegado tan bajo. Si realmente hubiera sido capaz de llevar a cabo sus amenazas...— Cierra los ojos y se estremece. —Pondremos a Princeton en espera por ahora. Eres joven hija. Si aún estás contenta dentro de cuatro años y Ezra ha cumplido su promesa de proporcionarte la vida que te mereces, entonces celebraremos. Si no... — Me mira con atención. —Tu fondo fiduciario estará esperando— En otras palabras, tengo cuatro años para probarme a mí mismo. Poco sabe, tengo suficiente motivación y capital inicial para hacerlo en la mitad de ese tiempo. Y lo haré. No hay una montaña que no pueda subir por la chica que está a mi lado. Ella podría haberse enamorado de un exconvicto, pero voy a hacer que se sienta orgullosa. Comenzando desde ahora.

Levanto a mi princesa con mis brazos y la llevo fuera de la oficina, susurrándole al oído lo mucho que la amo, cómo moriría por ella, que me casaré con ella lo antes posible. Y lo hago.

EPÍLOGO Ophelia Cinco Años Después ME SUBÍ a mi Bentley y dejé escapar un largo suspiro, apoyando mi cabeza contra el reposacabezas de cuero. Una sonrisa curva mi boca. Las razones de mi feliz agotamiento-mis hijas gemelas-me saludan desde la ventana de arriba de la casa, con Leeza parada detrás de ellas con las manos en los hombros de sus nietas. Le hago una señal a mi suegra para avisarle que volveré pronto, ella vive en la casa de huéspedes que se encuentra a media milla en nuestra propiedad. Luego enciendo el auto, moviéndome alrededor de la fuente de piedra centelleante que se encuentra en nuestro camino de entrada y comenzando el viaje por el sendero bordeado de árboles hacia la carretera principal. Los recuerdos me llegan de todos lados. La primera vez que Ezra me trajo aquí hace dos años, llevándome por el umbral como una novia, aunque ya llevábamos tres años casados. Puedo verlo persiguiendo a nuestras hijas a través del huerto, simulando ser un monstruo, la luz del sol parpadeando alrededor de sus sombras. En unos pocos meses, las luces de Navidad colgarán de estos árboles, haciendo que nuestra casa se vea como un paraíso invernal. La vida es bella. Estoy casada con el hombre más apasionado, cariñoso y trabajador de la tierra y me dirijo a verlo ahora mismo. Mis muslos se estremecen de anticipación mientras hago un giro en la carretera que me llevará a la planta de fabricación. La que Ezra construyó desde cero y se convirtió en una operación multimillonaria en solo cinco años. En realidad, logró lo que se propuso hacer mucho antes que eso. En aquellos primeros días cuando nos mudamos a Michigan, Ezra nos encontró un pequeño apartamento de una habitación. Estaba lleno de sol y tenía una pequeña chimenea. Lo más importante, tenía una cama. Ezra me hizo el amor tantas veces en ese pequeño y feliz apartamento que perdí la cuenta. Y nada ha cambiado desde que nos mudamos a la mansión de catorce dormitorios en el lago Erie. No, mi esposo está tan hambriento de mi cuerpo como siempre. O

más. Su descanso para el almuerzo comienza en ocho minutos y dejó claro por teléfono que estoy en el menú. Mis pezones se contraen contra mi vestido y presiono un poco más el acelerador, mi respiración se acelera. Me tomó contra la pared de la ducha esta mañana. Tan fuerte que grité y le saqué sangre de la espalda. Pero somos insaciables. La mayoría de las noches que viene del trabajo apenas llega a la puerta antes de gritar a su madre que saque a las gemelas a jugar. Dejo escapar una larga exhalación y me ordeno enfocarme en el camino. Un choque no sería ideal, ¿verdad?. El plazo de cuatro años establecido por mi padre vino y se fue sin darnos cuenta. ¿Mi fondo fiduciario? No lo necesito. Ezra había estado trabajando en nuevas ideas mientras estaba en prisión y las usó para sacudir la industria automotriz. Su compañía utiliza diferentes materiales sostenibles para crear piezas más elegantes a un menor costo y su imperio se convirtió en uno gigante casi de la noche a la mañana. En otras palabras, cuando ocasionalmente nos encontramos con mi padre para cenar en Manhattan, Ezra recoge el cheque. Todavía no encaja con el mundo de élite en el que me criaron. No, él es seguro de sí mismo. Él es feroz. Él es mejor que todos ellos. Y todo mío. Flexiono mis dedos en el volante y el diamante en mi dedo atrapa la luz. ¿Me gusta tener todos los lujos que me ha dado? Claro, ¿quién no? Me siento tranquila por la noche sabiendo que a nuestros hijos nunca les faltará nada. ¿Lo dejaría todo y seguiría a Ezra en cualquier lugar? ¿Volvería a vivir en un apartamento de una habitación en la ciudad? En un instante. Viviré cualquier vida mientras él este conmigo. Tuve la idea de mi propio negocio dentro de las cuatro paredes de ese primer pequeño apartamento. Ezra estaba tan motivado por tener éxito que me picó el bicho emprendedor. Teníamos un buen nido para empezar, gracias a la deuda de gratitud de los colegas de Ezra, pero la mayor parte se destinó a hacer que el negocio de autopartes despegara. Aun así, cuando le dije a Ezra que quería comenzar mi propia marca de chocolate negro, se aseguró de reservar capital. Años después, el chocolate de Ophelia está comenzando a expandirse. Tengo varios pedidos que cumplir para los principales

minoristas de alimentos y el interés crece a diario. La necesidad de Ezra de mantenerme segura y cerca de casa lo llevó a construir una cocina industrial y una sala de empaque en nuestra propiedad, para que pueda dejar a mis empleados en su trabajo y pasar tiempo con nuestras hijas con facilidad. Estoy muy agradecida por cada momento de esta vida. Es casi demasiado perfecto para ser real. Minutos más tarde, entro a la oficina de mi esposo y cierro la puerta sin hacer ruido, me apoyo contra ella y lo miro. Sus enormes hombros rellenan completamente la camisa de vestir abotonada, probando las costuras. Su cabello rubio oscuro está recogido en un pequeño moño en la base de su cuello y esa barba, la que deja marcas de irritación en el interior de mis muslos, está cortada y salpicada de gris. Cuando Ezra me ve, se detiene a mitad de la frase y cuelga la llamada que está haciendo, parado lentamente detrás de su escritorio. Detrás de él, la pared de ventanas da a los acres de tierra en que se encuentra su negocio. Los trabajadores se mueven entre edificios y camiones, cargando piezas para la entrega. Pero solo los noto fuera de mi periferia, porque no puedo apartar los ojos de Ezra. Se pasa la mano por la boca abierta y me mira, de la misma manera que me miró cuando acababa de salir de la cárcel. —¿Ese vestido es nuevo, pequeña? — Se agacha y ajusta su virilidad. —Ven aquí y déjame echar un vistazo más de cerca— Dejé mi bolso y crucé la habitación, deslizándome entre el gran cuerpo de mi marido y el borde del escritorio. Él me aprieta hasta que me veo forzada a deslizar mi trasero en la orilla, y honestamente, estaría más que feliz de que me arrancara las bragas, me metiera su gruesa polla y me tomara fuerte. Pero mi marido parece querer saborearme. Sus dedos deshacen lentamente los botones de mi nuevo vestido de color crema, hasta que puede apartarlo y toca mis pechos desnudos. —¿Cómo te pones más hermosa cada vez que te veo? — Ezra respira, inclinando su cabeza para chuparme los pezones, uno por uno. —Es un misterio cómo me las arreglé para construir este negocio cuando me siento aquí pensando en ti cada segundo del día— —Pienso en ti también. Cada segundo— Murmuro, pero me interrumpe con su boca voraz. Empuja el dobladillo de mi vestido hasta mi cintura, acercándome al borde del escritorio y abro las piernas, como a él le gusta. Sus ásperas manos moldean mis pechos y gimo en su boca, rogándole sin palabras para que me haga el amor. Cuando él simplemente aspira oxígeno y se

sumerge de nuevo en otro beso, me quejo en mi garganta y le desabrocho los pantalones, deslizando mi mano dentro para acariciar su polla. —Ah, mierda, eso es tan bueno— muerde, bombeando sus caderas hacia mi toque. —No me siento vivo sin tus manos sobre mí. Si por mí fuera, estarías encadenada a este escritorio, ¿Lo sabes verdad? Donde podría sentarte en mi regazo y mantenerte allí todo el día. Donde perteneces— —Mmmm— Inclino mi cabeza hacia atrás y le dejo chupar una marca roja en mi cuello. —Creo que podemos arreglar eso para tu cumpleaños este año— Levanta la cabeza y veo que sus pupilas se expanden. —¿Sí? — Deslizo mi mano fuera de sus pantalones y juego con mis pezones, torciendo mi cuerpo de lado a lado en una broma. —¿Qué más podría conseguir para el hombre que tiene todo? — Ezra gime, sus ojos fijos en mis pechos. —Dios sabe que eso es verdad. Lo tengo todo— Presiona su frente contra la mía. —Tuve todo lo que necesitaba en el segundo que me elegiste— Sus labios saltan en un extremo. —Pero no estoy rechazando tenerte encadenada a mi escritorio— —No. No te sugiero que lo hagas— Compartimos una risa tranquila —¿Princesa? — —¿Sí? — Sus manos se deslizan por mis muslos, los dedos enganchados en la cintura de mis bragas y tirándolas hacia abajo, hasta que me las quita. —Voy a dejarte embarazada de nuevo— Mi cuerpo está de acuerdo con Ezra de todo corazón. La humedad se extiende cada vez más entre mis piernas, resbalando mis pliegues mientras observo a Ezra sacar su enorme polla. La golpea contra mi sexo, su respiración se hace corta, y luego se desliza dentro de mí con un gemido cordial. —Cristo— Él golpea el escritorio con fuerza. —Todavía tan apretado como el día en que te rompí— Aprieto el puño en su camisa y lo empujo más cerca, gimiendo y retorciéndome en el escritorio. —Ezra, te amo. Te amo. Déjame hacerte papi— —Yo también te amo, princesa. Hasta el día que muera—

Luego procede a mostrarme cuánto.

*** Ezra Seis meses después MI ESPOSA CUMPLE sus promesas. Nunca he estado más caliente en mi puta vida. Lo que está diciendo algo, considerando que soy una bestia para esta mujer. Cada mañana, cada noche, ella me consume. Me convierte en un animal que necesita follarla para sobrevivir. Hoy es mi cumpleaños y Ophelia está encadenada a mi escritorio con nada más que un par de tacones rojos. Su estómago está hinchado con nuestro tercer hijo, un hijo para complementar a nuestras hijas gemelas. Y ella se inclina, ofreciéndome ese culo apretado y maduro. —Feliz cumpleaños, esposo— Ella mueve ese trasero sexy en mi regazo y un chorro de semen salen de mi punta, rodando por su muslo interno. —Donde tu quieras. Como tu quieras— Jesús. Si viviera hasta los mil años, no podría expresar mi gratitud por lo que me ha dado. Esta mujer increíble es mi alma gemela. Lo supe en cuanto la vi. De alguna manera, contra todo pronóstico, la convencí de que me amara. Ella es una madre maravillosa. Ella dirige su propio negocio exitoso, y su vagina es un jodido sueño hecho realidad. La semana pasada llegué dos veces tarde al trabajo porque no podía dejar de comerls. Dios, es jodidamente dulce. Ophelia es dulce por todas partes. Dentro y fuera. Estoy obsesionado con ella. Si ella supiera cuánto, probablemente la sorprendería. Aunque no tengo idea de por qué, ya que incluso cuando no estamos juntos, me aseguro de estar en contacto constante. Cuando estamos juntos, no puedo dejar de besarla y tocarla. Soy como un hombre poseído. Mi esposa es mi vida Le he construido este imperio y le he dado el estilo de vida que se merece.

Pero ella me ha dado mucho más. Tengo el mundo en mis manos porque ella me ama. —Ezra— murmura, lanzando su largo y oscuro cabello hacia atrás. —Me estás haciendo esperar— Sacudiendo mi cabeza sobre su perfección, corro mis manos devotamente por su espalda y agarro su hermoso culo. —¿Me estás ofreciendo esta cosa hermosa pequeña? — —Eres dueño de cada parte de mí. Siempre he sido tuya para ser tomada— dice ella, mirándome por encima del hombro, con una expresión obediente. Ella tira de las cadenas y hace un puchero. — Además— dice, mordiéndose el labio, —no podría detenerte si quisiera— Mierda. La lujuria y la anticipación estrujan mis entrañas y me desabrocho los pantalones, pateándolo de mi piernas para poder ver su trasero. Lamí mis labios al ver ese pequeño rosa y arrugado orificio, lo escupí, extendiendo la humedad alrededor con mi pulgar y sumergiéndolo dentro y fuera. Añadiendo dos dedos. Minutos más tarde, cuando sus gemidos me dicen que está lista y puedo escuchar su coño goteando en el suelo, hundí mi polla en su trasero dulce, sin follar y gemí lo suficientemente fuerte como para sacudir las ventanas. —Mía. Toda tú, esposa. Mía para siempre— —Tuya, Ezra— solloza, mi cuerpo comienza a sacudir el suyo contra el escritorio, cada vez más rápido. —Siempre, por siempre tuya—

Fin

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