5 Fantasía de Violación - L. Jellyka

Carta de violación Después de lo que ocurrió hace unos días he decidido compartir contigo mis sensaciones de esos moment

Views 31 Downloads 3 File size 1MB

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Recommend stories

Citation preview

Carta de violación Después de lo que ocurrió hace unos días he decidido compartir contigo mis sensaciones de esos momentos… quiero soñar con tus gestos y tu carita cuando lo leas y recuerdes aquellos instantes. No te voy a aburrir explicando cómo llegué la pasada Semana Santa a trabajar en aquel hotel, pero lo cierto es que por un lado mi negocio no iba demasiado bien y por otro, un amigo me ofreció la oportunidad de sacar un dinero extra en las vacaciones y sin mucho pensarlo … acepté. Me habló de que un hotel en Menorca necesitaba personal para vacaciones, estaba muy bien pagado y

además me dijo que me buscarían algo tranquilo porque su hermano dirigía el establecimiento … pues nada me dije … unos Euros extras me vendrán muy bien. Tampoco te voy a detallar cómo finalmente me ofrecieron estar en la zona de masajes. Honestamente… los únicos masajes que he dado ha sido a alguna de mis novias para relajarlas antes o después de follar… ellas siempre dijeron que se me daba bien, pero tampoco creo que fuesen unas grandes referencias. En cualquier caso, mi jefa iba a ser una tal Begoña, una chica de casi 40 años con mucha experiencia, o sea que perfecto. De hecho, cuando me lo dijeron, me pareció

exótico, incluso sensual me dije, igual me toca dar masajes a una cuadrilla de amigas veinteañeras y luego las podía invitar a tomar una copa … nada más lejos de la realidad, los 10 primeros días de las 2 semanas que pensaba pasar allí, transcurrieron entre masajes relajantes a matrimonios de 70 años, cuarentones estresados que roncaban como cerdos en cuanto les tocaba la espalda … y para colmo solo me tiró los tejos un chico homosexual de 30 años … en fin … por una parte olvidada la posible parte morbosa del trabajo me limité a cumplir lo mejor que sabía y pensar en los Euros extras que me llevaría en el bolsillo mientras por otra … tantos días viendo tías en bikini

bañarse en las piscinas sin poder follar con ninguna … me tenía cachondo perdido. Había bastantes chicas monas en bikini bañándose en las piscinas, pero la verdad es que desde hacía un par de días estaba pendiente de una en concreto, que eras tú por supuesto. Estabas con un grupo de lo más variado en el que había otras chicas, chicos de tu edad y también parejas mayores, por lo que supuse se trataría de unas vacaciones de amigos o familia con sus hijos. Enseguida aprendí que todos te llamaban Esti, y la verdad es que me ponía cachondísimo verte en bikini tomando el sol y bañándote en la

piscina. Tu largo pelo rubio liso hasta casi la cintura te hacía no pasar desapercibida precisamente. Tu carita de niña, con la nariz respingona, ojos grandes, labios muy definidos y bonitos te hacían parecer más joven de lo que decía tu cuerpo. Bonita cintura, piernas preciosas terminando en un culo que prometía muchísimo y unas tetas que me tenían loco. Más bien grandes pero no demasiado… de las que da gusto coger con las dos manos y masajearlas sin descanso… que además marcaban unos pezones maravillosos bajo los bikinis que llevabas. Desde el día que llegaste, aprovechando la situación de la sala de masajes,

pegada a las piscinas, te observaba sin parar: cuando caminabas moviendo ese delicioso culito, cada movimiento que hacías en la tumbona, cada pliegue de su piel marcado en tu bikini, cuando salías de la piscina con los pezoncitos marcando el bikini, cuando tomabas algo en compañía de otras personas … no sabía tu edad, pero deduje que al menos tenías 18 años, porque la observé tomar cerveza en más de una ocasión y en ese tema el hotel era realmente cuidadoso. Entre tú tercer y cuarto día de estancia en el hotel sucedieron una serie de casualidades que desembocaron en la historia que tú conoces, pero que quiero recordar.

El tercer día, todo indicaba que era tu cumpleaños. Las felicitaciones del resto del grupo, besitos, invitaciones, continuas llamadas al teléfono móvil… de hecho mi curiosidad me hizo acercarme para verificar que efectivamente era tu cumpleaños… me pareció entender que tu 19 cumpleaños por una conversación por el móvil. Por otra parte, ese mismo día por la tarde mi jefa, Begoña, avisó que le había surgido un tema familiar grave y que debía faltar al trabajo al día siguiente. La casualidad hizo que el cuarto día tú aparecieses sola en la piscina, ya que por lo que supe después, el resto del

grupo se había marchado a una excursión contratada y habías preferido quedarte a tomar el sol tranquilamente… entonces, mientras estabas tumbada con un precioso bikini negro que dejaba ver buena parte de tu delicioso culito, decidí acercarme a ti y déjame recordar lo que ocurrió: “Hola… ¿perdona eres Esti?”… me acerqué vestido con mi ropa del salón de masajes. “¿Eh? … ¿Cómo?” respondiste sorprendida. “Esto… sí… ¿Qué quieres?”. “Hola, mira trabajo en el salón de masajes de ahí al fondo. Mi jefa me ha encargado que te entregue esta tarjeta.

Por lo visto te han dejado pagado un masaje relajante para esta mañana creo que como regalo de cumpleaños”, te dije mientras te entregaba un sobrecito con una tarjeta del hotel escrita por detrás a mano… “Felicidades… disfruta el masaje”. “¿Un masaje? … no sabía nada. ¿Y quién me lo ha regalado?”. “Pues eso me temo que no lo sé. Supongo que algún amigo o familiar, no lo sé. Desde luego es un masaje muy completo y súper relajante. Bueno, yo te dejo la invitación. Que sepas que ahora mismo es buen momento, porque dentro de un rato suele ir más gente y a lo mejor tienes que esperar, pero como tú quieras”.

“Ah, vale… oye pues voy en unos minutos”. Cuando me di la vuelta caminando despacio hacia mi trabajo, estaba convencido de que habías mordido el anzuelo, o sea que tenía que prepararlo todo rápidamente… y así fue porque en poco más de 10 minutos apareciste por la puerta con un precioso vestido minifalda encima del bikini y una pequeña bolsa con tus cosas. “Hola. Deja tus cosas ahí en una taquilla que tienes dentro del vestuario. Ahí también encontrarás bikinis de un solo uso para evitar manchar tu ropa con el aceite. Cámbiate y pasa por favor a la

sala número uno. Túmbate por favor en la camilla que estamos en 2 minutos contigo”, te dije mientras hacía como que cogía una llamada de teléfono. “Vale… gracias”. Mi excitación en esos momentos se iba multiplicando a cada segundo hasta que pasados unos minutos entré en la sala número uno y allí estabas tumbada en la camilla como te había pedido con un bikini de un solo uso. Se trataba de una camilla especial para masajes, articulada, con un hueco para la cara cuando se colocaba la persona en posición boca abajo y divida en su parte inferior para poder colocar las dos piernas en diferentes posiciones. La

camilla estaba cubierta con una sábana blanca y varias toallas del mismo color. Lógicamente te tumbaste sobre las toallas sin notar nada extraño. “Hola… túmbate boca abajo por favor que empezamos ya mismo. Mi jefa viene en unos minutos que ha tenido que salir a una atención a una habitación. Coloca la cara sobre el hueco para que puedas estar más cómoda y los brazos por favor a lo largo del cuerpo. Lo más relajada posible”. Obedeciste sin rechistar aunque tu carita delataba un cierto nerviosismo. -

“¿Te han dado alguna vez un

masaje relajante?”. “ehh… no la verdad es que no”. “Ya verás cómo te gusta. Es una sensación única. Tu solo relájate, piensa en la música que escuchas y trata de no hacer fuerza con ningún músculo. Las habitaciones están insonorizadas y solo escucharás la música y no el ruido del exterior”. “Vale… la verdad es que no tenía ni idea de que me habían regalado esto… pero bueno… vamos a ver qué tal”. “Empiezo por la parte más relajante que es la espalda. Te voy a soltar los clips de cintas de la parte de arriba del bikini para no mancharlas con el aceite”.

Me miraste un tanto asustada cuando dije que te soltaba el sujetador… pero no dijiste absolutamente cuando primero uno y luego el otro solté los clips dejando libre tu espalda. Esa carita tuya de sorpresa… medio asustada me encantó. Mientras me untaba las manos y los antebrazos de aceite no dejaba de observarte así, con la espalda completamente desnuda, tu culito cubierto solo por un pequeño bikini de papel y tus preciosas piernas juntas perfectamente extendidas. Tus pechos se veían irresistibles aplastados contra la toalla de la camilla. De hecho parecían

más grandes que bajo el bikini. El primer contacto con tu espalda fue delicioso y consiguió excitarme inmediatamente. Me coloqué a la altura de tu cabeza mientras mis manos acariciaban tu preciosa piel comenzando a extender el aceite desde los hombros hasta media espalda, masajeando muy suavemente tu piel, ejerciendo una pequeña presión para tratar de relajarte. Poco a poco iba bajando un poco más desde los hombros hacia la cintura hasta llegar a esta. Ahí me detenía masajeando con fuerza tu deliciosa cintura, para volver a subir hacia tus hombros. En el fondo sentía como si te estuviese sobando poco a poco para tratar de

excitarte y me encantaba. Tu espalda de cubrió de aceite dándole aún un aspecto más sexy por el brillo que daba a tu piel morena. “Así… relaja toda la espalda… trata solo de pensar en la música”. “Mmmhhh que bien,.. “ La primera parte del masaje sin duda te estaba gustando… y entonces sentándome en una banqueta a los laterales de la camilla comencé a masajear uno de tus brazos, empezando por la mano, donde ejercía bastante presión con los pulgares, subiendo por

el antebrazo que acariciaba delicadamente para seguir hasta el hombro muy suavemente. Una vez terminado un brazo, lo dejaba colgando de la camilla para empezar por el otro. Mientras masajeaba tus brazos, no podía dejar de mirar tus preciosas tetas aplastadas contra la camilla… mi tentación en ese momento hubiese sido cogerlas bien fuerte para masajear esos pezoncitos que se medio veían en esta postura. Terminados los brazos y dejándolos colgando de la camilla comencé a masajear los lados de tu espalda. Empezando por la cintura y poco a poco subiendo hacia arriba fui masajeando un

lado y luego el otro. Cuando legaba a la altura de tus pechos extendía los dedos para acariciar levemente la base de las mismas… eso notaba que te incomodaba levemente pero a mí me excitaba terriblemente… y como no decías nada… yo seguía insistiendo masajeando la zona de tu cintura y costillas estirando los dedos, notando esas tetas maravillosas que tanto me habían llamado la atención. Las rodeaba con mis manos llenas de aceite … parecía que las iba a coger con fuerza sujetando los pezoncitos y mirándote a los ojos … pero no … las rodeaba una y otra vez, rozándolas con mis dedos haciendo la situación tremendamente excitante.

Luego fue el turno de tus piernas y empezando por los pies fui subiendo por las pantorrillas hasta llegar a tus muslos. Ahí me entretuve a placer masajeando tus piernas deliciosas hasta el borde del bikini, sobándolas sin parar… sobre todo la parte superior de tus muslos. Mantenías las piernas completamente juntas, pero aún así metía una mano entre los muslos para masajearte perfectamente. “Deja que te coloque las piernas para poder masajear mejor cada una, por favor”, te dije mientras haciendo uso de las partes articuladas de la camilla, separaba la parte inferior abriéndote un

poquito las piernas. Te dejaste hacer sin más, permitiendo que yo me pudiese colocar entre tus dos piernas… en esa postura podía ver tu entrepierna perfectamente cubierta por el bikini mientras comenzaba a masajear tus muslos en la parte superior, rozando tu delicioso culito con una de las manos, mientras por el interior de tus piernas recorría el borde del bikini rozando tu entrepierna. El contacto con tu piel seguía excitándome más y más … mis manos rodeando tus muslos subiendo hasta el límite de tu muslo … hasta que uno de mis dedos índices seguían la goma de tu braguita en la entrepierna … arriba y abajo … muy

delicadamente … como sin darme cuenta. Luego las manos volvían a bajar hasta la rodilla… y vuelta a subir hasta el final del muslo… nuevamente un dedo recorriendo la goma en tu entrepierna y la otra mano siguiendo la goma que cruzaba tu delicioso culo. Mi polla parecía que iba a romper el pantalón blanco de la excitación que llevaba encima y en ese momento ya no podía retirar mis manos de la parte alta de tus muslos… algo que parecía empezar a incomodarte por los movimientos de tu cabeza… pero no me importaba seguía ahora ya descaradamente sobando la parte alta de tus dos muslos… uno con cada mano…

hasta el límite de tu braguita… y mi polla parecía ya que iba a reventar. Con tanto movimiento en esa zona de tu cuerpo, la braguita se iba recogiendo poco a poco hacia el interior de tus deliciosas nalgas y milímetro a milímetro tu precioso culo se iba quedando a la vista. Tu incomodidad era evidente y aunque no te atrevías a decir nada movías el cuerpo como tratando de llamar mi atención… pero justo conseguías el efecto contrario, ya que saber que te sentías incómoda me excitaba más y más. La braguita se había metido tanto entre

tus nalgas que parecía un tanguita, dejando ahora ya a mi vista la deliciosa forma de tu culo … irresistiblemente suave … irresistiblemente bello … e irresistiblemente prohibido. “Bueno…. Estooo…. Creo que no me apetece más masaje… me voy a la piscina”, dijiste incorporando tu cuerpo y apoyando una pierna en el suelo a la vez que con una mano colocabas correctamente tu braguita, volviendo a cubrir tus nalgas. Tus nervios y la necesidad de salir de aquella habitación hicieron que te incorporases sin recordar que el sujetador estaba suelto, por tanto,

cuando te pusiste en pie no te diste cuenta que tus pechos estaban completamente desnudos y eso me dio una visión que no olvidaré. Tus tetas desnudas eran mucho más grandes de lo que parecían con la parte superior del bikini puesta y además eran perfectas. Perfectamente redondas y erguidas, con unos pequeños pezones duros como rocas… absolutamente irresistibles. Cuando te diste cuenta de la desnudez de tu pecho te intestaste cubrir con un brazo a la vez que caminabas de forma atropellada hacia el vestuario… pero la puerta estaba cerrada. No te habías dado cuenta que cuando yo entré había cerrado con llave y así prácticamente

desnuda, forcejeando con la manilla de la puerta, miraste atrás y observaste el enorme bulto bajo mi pantalón blanco y eso hizo que te empezaras a poner nerviosa de verdad. ¡Abre esta puta puerta!, dijiste. “¿Por qué tienes tanta prisa? El masaje no ha terminado”. ¡Abre esta puta puerta o empiezo a chillar!”. “Puedes chillar lo que quieras guapa. Estas habitaciones están insonorizadas para evitar el barullo de la piscina. No te das cuenta que no oyes nada de fuera”.

Tu mano derecha intentaba de forma compulsiva girar la manilla de la puerta inútilmente mientras yo observaba tu delicioso cuerpo semidesnudo. “¡¡Socorro!!, ¡que alguien me ayude por favor! ¡¡Socorro!!”. “Es mejor que no grites rubia”, dije a la vez que me sentaba en una banqueta. “Pórtate bien y lo pasaremos bien los dos… pórtate mal y lo pasaré bien solo yo… tú eliges”. “¡¡Joder!! …. ¡¡Socorroooo!! “No te lo vuelvo a decir. Pórtate bien y lo pasarás muy bien. Túmbate otra vez en la camilla rubita”. “Maldito hijo de puta. ¡¡Que alguien me ayude!!”.

“Está bien… tú lo has querido. No tengas miedo, no quiero hacerte ningún daño”. Me encantó ver tus ojos mirándome sin parpadear mientras me acercaba a ti. Me excitó aún más si cabe cuando te sujeté con fuerza los dos brazos a la espalda y volví a traerte empujando hasta la camilla. Tus pechos se movían de forma absolutamente irresistible mientras te obligaba a caminar. Una vez en la camilla… te obligué a reclinarte sobre ella, apoyando tu cara y tu pecho sobre la misma. “A las chicas malas como tú hay que darles unos buenos azotes para que

sean más dóciles, sino se quejan sin parar. ¿Lo sabías?”. “Suéltame joder, basta. ¿Qué quieres?, suéltame por favor”. La verdad es que no hiciste demasiada resistencia a mis empujones, ni tampoco cuando te bajé la braguita hasta la mitad de tus muslos, dejando al descubierto, ahora completamente, tu delicioso culo. Supuse que era porque estabas asustada. ¡¡Plaaaas, plaaaas!!, los dos primeros azotes sonaron realmente fuertes. Uno en cada nalga, dejando marcados mis dedos en tu culo maravilloso. “Veras como después de unos buenos azotes vas a ser una chica

mucho más buena. Voy a seguir azotándote hasta que me pidas que te folle esa boquita tan deliciosa hasta el fondo de tu garganta”. ¡¡Plaaaas, plaaaas!!, volvieron a sonar, ¡¡Plaaaas, plaaaas!! … una y otra vez… ¡¡Plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas, plaaaas,!!. “Basta por favor, basta”, dijiste ahora sí intentando liberarte con fuerza. Pero mi postura era simplemente empujándote sobre la camilla y podías poco más que revolverte mientras los azotes seguían golpeando tus nalgas, enrojeciéndolas más y más. -

“Mira cariño… follar hoy vas a

follar… puede ser por las buenas o por las malas, pero no te voy a dejar salir de esta habitación sin follarte todos tus agujeritos… o sea que tú verás… puedo azotarte hasta dejarte el culito en carne viva y luego follarte, o follarte de forma que tú también lo pases bien… tú eliges”… ¡¡Plaaas, plaaas, plaaas!! …. Seguía mi mano descargando en tu culo desnudo. “Basta por favor, basta”, decías cada vez más y más nerviosa. No sé los azotes que recibiste, pero desde luego fueron varios minutos de forcejeos hasta que dijiste que harías lo que yo quisiese… con los ojos llenos de lágrimas de la rabia y también del dolor

de la azotaina. Incluso así estabas deliciosa cuando te dejé incorporar, con los ojos llenos de lágrimas de rabia e impotencia y las bragas por la mitad de tus muslos, dejando ahora a la vista por primera vez, tu monte de Venus. Lo llevabas divinamente arregladito, solo una línea de pelo, posiblemente para estar realmente guapa en bikini. “Así me gusta… que seas una chica buena. No te preocupes. Hare que lo pases muy bien esta mañana”. Entonces me acuerdo perfectamente que me acerqué a ti limpiando delicadamente tus lágrimas mientras te miraba a los ojos … pegado a tu cuerpo

… con mi erección apoyada sobre tu monte de Venus y mi pecho rozando tus deliciosos pezones … y acerqué mis labios a los tuyos … jamás olvidaré el sabor de tu primer beso mientras mi lengua exploraba tu boca y mis manos recorrían tu cuerpo desnudo … el culo que tanto me gustaba … la preciosa espalda desnuda … tu fino cuello … tus tetas con esos pezones duritos metiéndose entre mis dedos. Fue una sensación de absoluta dominación la mezcla del beso y de tocar tu cuerpo mientras jadeabas aún por los azotes de pocos segundos atrás. “Ven, túmbate otra vez en la camilla de los masajes”, te dije mientras

te empujaba levemente hacia la camilla. “Pero ahora quiero que te pongas boca arriba… y por cierto… esto ya no lo necesitarás”, dije sacándote las braguitas por los pies. “Quiero que te relajes y te des cuenta que quiero que lo pases bien rubita”. Increíblemente, tal vez fruto del miedo, o de la indecisión… o de una extraña sensación de excitación por verte sometida… me hiciste caso y te tumbaste en la camilla mirando al techo. No opusiste resistencia a tumbarte, ni tampoco cuando te coloqué las piernas bien abiertas con las rodillas dobladas y los pies casi a la altura de tus nalgas apoyados.

Recuerdo perfectamente tu precioso coñito… tan bien depiladito… esos labios preciosos que escondían un color rosita tan atractivo… y ese delicioso sabor cuando acerqué mi lengua y comencé a comerte. Tus gemidos de dolor por los azotes se suavizaron enseguida pero no desaparecieron. Mientras te comía el delicioso coñito y sobaba tus preciosas tetas con las manos… tu cuerpo te traicionaba mientras jugaba con tus pezones… las lágrimas desaparecieron de tus ojos y se tornaron en un gesto absolutamente atractivo. Los ojos cerrados suavemente y esa nariz de niña

me excitaban muchísimo. Te comí suavemente… centrado en el clítoris … no te quejaste cuando el primer dedo entró en tu coñito … ni con el segundo … ni cuando mi lengua abandonó tu clítoris y bajó a tu culito … un culito que rodeó para luego empezar a lamerlo … y penetrarlo. Todo en ti era delicioso y tu coñito empezaba a soltar un néctar delicioso. Tampoco te quejaste cuando uno de los dedos que tenía en tu coñito se posó en la entrada de tu lubricado culito… pero cuando empezó a presionar ese delicioso y estrecho agujerito… “No por favor … eso no … no me metas nada por ahiiiiiii”

Fue tan excitante penetrar tu culito mirándote a los ojos … observando tu expresión mientras mi dedo entraba milímetro a milímetro … observando tus gemidos y finalmente comiéndote la boca mientras uno de mis dedos estaba ya completamente alojado en tu culito y otro alojado en tu coñito. “Eres una zorrita rubia y te voy a follar como te mereces Esti”… recuerdo mis palabras perfectamente susurrándotelas al oído, así como tu mirada entre la excitación por lo prohibido y el miedo más básico. Recuerdo el sabor de tus labio… lo

apretado de tu culito mientras mi dedo de movía en tu interior… lo jugoso de tu coñito lubricado. Después de comerte la boca volví a bajar a comerte el coñito. Con un dedito alojado en tu culito sin sacarlo, mi lengua volvió a jugar con tu clítoris mientras mi otra mano agarraba bien fuerte tus pechos… y no te movías… te dejabas hacer supongo que en una mezcla de miedo y placer… hasta que tus gemidos comenzaron a acelerarse poco a poco. “¿Te quiere correr eh rubita?” te dije parando de jugar con mi lengua. “Mmhh... sigue por favor… solo

un poquito más”. “Pero qué zorrita eres. Vamos dímelo”… y te volvía a rozar el clítoris con los labios. “Soy una zorrita y quiero que me hagas de todo… vamos dímelo rubia”. “Si… soy una zorrita y quiero que me hagas de todo joder”. Y entonces te comí con todas mis fuerzas a la vez que un segundo dedo penetraba tu culo arrancándote un gemido de dolor mezclado con el placer. Ahora no sé lo que pensarás… pero en ese momento te corriste como la zorrita que llevas dentro.

Fue un enorme placer observar tu cuerpo agitándose cuando tuviste ese orgasmo… tu carita enrojecida, tu coñito absolutamente empapado… tus pezones duros y apuntando al techo como dos piedras incrustadas en tu pecho. “Ahora me toca a mí, zorrita”, te dije cuando aún te recuperabas del orgasmo robado. Me levanté y tirando un poco de tu cuerpo, te dejé tumbada en la misma camilla boca arriba pero con la cabeza fuera del apoyo. Así tu cabeza y tu largo pelo rubio colgaban en una posición

seguramente poco cómoda para ti. “¡¡Ayyy!!, basta, déjame”, te revolviste con poca fuerza. “Noogggg, mmmhhh esso nooogggg”. Sin darte demasiado tiempo a pensarlo y sujetándote un poco la cabeza me saqué la polla y te le metí en la boca, en esa postura incómoda que te hacía ser más indefensa. “Vamos chica no seas egoísta… ahora me toca a mí”. “MMmmgggg… nngggooo”, tratabas de sacarte mi polla de la boca.

Pero sujeté bien fuerte tu cuerpo con una mano a la camilla y tu cabeza con la otra, de forma que mi polla entraba y salía de tu deliciosa boquita. “MMhhhh, pero qué boquita tienes. Vamos, no te hagas ahora la estrecha que bien te has corrido cuando yo te he comido… ahora te toca a ti rubia”. Mis movimientos de cadera y tu postura con la cabeza ligeramente hacia abajo hacían que te estuviese follando la boca bien profunda. “Seguro que se la has chupado ya a unos cuantos novietes tuyos… venga a

ver si puedes comerla enterita”… y te di un buen golpe de cadera clavándotela hasta el fondo. “¡¡¡Gggggghhhh!!!”, hiciste una arcada no demasiado grande al notar mi polla en la garganta a la vez que tratabas de escupir tu propia saliva y con tus manos me empujabas con fuerza para sacarte la polla de la boca “Mmmhhh, pero qué zorrita eres. Vamos mama fuerte joder. Aprieta bien los labios. Como no te estés quieta esta vez te doy los azotes en las tetazas, rubia”… “¡¡plaaas!!” y golpeé con un azote una de tus tetas con fuerza, para después sujetarte con fuerza un pezón pellizcándolo entre dos dedos. “¡¡Augggg!!, baggta,

ssggguelttaaa”. “Vamos quita las manos y déjate follar la boca rubia…. ¡¡¡plaaas!!!”… otro azote no demasiado fuerte en la otra teta hizo que inmediatamente quitases las manos y las colocases sobre la camilla. Entonces, a partir de ese momento, ahora te puedo reconocer que fue una de las mejores mamadas de mi vida. Te dejaste follar la boca bien profunda, entre pequeñas arcadas mientras mis manos jugaban con tus pechos y con tu coñito. Fue una maravilla follarme esa delicia de boquita mientras te sujetaba muy fuerte los dos pechos con mis manos… hasta casi llegar a correrme.

“Vamos que ahora quiero probar ese coñito tuyo… baja de la camilla”, dije sacándote la polla de la boca y dejándote libremente hablar después de muchos minutos de deliciosa mamada. “Basta joder, ya me has hecho lo que has querido, por favor no me folles, no tomo nada por favor”. Sin hacerte demasiado caso te coloqué como cuando te di los azotes: con el pecho apoyado en la camilla y las dos piernas en el suelo. Sinceramente no hiciste demasiada resistencia a que te pusiese en esa postura… aunque tu boca rogase que no te follase, me pareció que tu cuerpo necesitaba sentir mi polla

durísima dentro de ti. Jamás olvidaré lo bien que entró polla en tu delicioso coñito … lubricado … tan suave y calentito hasta el fondo mientras sujetaba cuerpo sobre la camilla.

mi tan … tu

“Por favor no te corras dentro que no tomo nada por favor, no te corras dentro” “Dios que maravilla de coñito tienes chica … estas increíble … mmmhh que gozada”. Te follé bien follada en esa postura sujetándote por las caderas y dándote

bien duro hasta el fondo, hasta que mis caderas golpeaban tus deliciosas nalgas. Mis manos tuvieron tiempo de recorrer tu preciosa y suave espalda, tiempo de sujetar tus pechos desde atrás con fuerza, tiempo de sujetar tu cuello para con mi boca comer tus labios y por ultimo … tiempo de volver a meter un dedo por tu apretadísimo culito. Mi dedo una vez clavado notaba perfectamente cómo mi polla se movía en tu interior. Notaba cada pliegue de mi polla y eso me excitaba más y más. “Entonces, si no quieres que me corra en esta delicia de coñito … te voy a dar por el culito rubia … me voy a correr en tu culito … “, te susurré muy

despacio al oído a la vez que te mordisqueaba el lóbulo de la oreja. “No, joder … eso no por favor … eso no …”. “Vamos tonta … seguro que tus novietes te lo han follado ya unas cuantas veces, no te vayas ahora a hacer la estrecha conmigo”. Tampoco hiciste demasiada fuerza por levantarte de tu posición en la camilla con el culito expuesto a mi polla. No sé si realmente estabas agotada de resistirte o sinceramente te apetecía también notar mi polla rompiendo tu culito. La realidad es que te lo lubriqué con saliva, metiendo un dedo bien dentro para que mi polla pudiese entrar

y coloqué mi polla a la entrada de tu ano … sujetándola bien fuerte con la mano para enfocarla en el punto correcto. “Vamos zorrita … quiero oír cómo te sientes mientras te doy por el culo” … y comencé a apretar muy poco a poco pero sin parar a la vez que sujetaba tu espalda contra la camilla. “¡¡Auuu, auuu, auuuuuu!!”, gemías al notar más y más presión en tu puerta trasera. “Vamos mejor será que te abras las nalguitas con las manos … así te entrará mejor y no te hará daño rubia”. Cuando te dije eso en ningún momento pensé que realmente ibas a abrirte el

culo para facilitar la entrada de mi polla … pero eso fue justamente lo que hiciste. Con una mano en cada nalga, abriste todo lo posible tu culo y entonces sí mi polla entró como un cuchillo entra en la mantequilla … hasta el fondo. Tampoco olvidaré como tensaste todo tu cuerpo al principio cuando notaste mi polla clavada en tu culito … estirada como para dejarla paso hasta el fondo … y así me moví y me moví primero muy despacio para luego poco a poco más rápido. Debo reconocer que en ese momento me fascinaste como mujer y no quería hacerte el mínimo daño pero tus gemidos decían que te estaba gustando o

sea que te comencé a masajear el clítoris con una mano mientras te daba por detrás bien fuerte. Cuando noté que te corrías no aguanté un segundo más y te llené el culito de leche. Me corrí en tu interior hasta la última gota … para luego reclinarme sobre ti y volver a comerte los labios … cosa que te dejaste sin mayor problema. “Tienes un culo maravilloso Esti … te lo follaría 10 veces al día si pudiese”. Así estuvimos unos minutos en los que volví a acariciar cada pliegue de tu cuerpo sin sacarte la polla del culito …

hasta que ya se quedó completamente flácida y entonces te la saqué. “Espera. No te muevas de esa postura, que tengo un regalito para ti”. Del bolsillo de la chaqueta que aún tenía puesta saqué un pequeño huevito vibrador que había guardado antes de que tú entraras y bajando a tu entrepierna lo metí muy suavemente en tu coñito, dejando fuera el cordón. “Así te llevas un recuerdo mío” … y accioné el mando a distancia para que empezase a vibrar. “Mmhhhh, joder no lo aguanto,

…. Por favor sácamelo”. Lo paré con el mismo botón. “De sacarlo nada rubia … déjalo ahí metido. Solo yo te lo podré sacar … y además te lo sacaré esta misma tarde porque volverás a la tumbarte en la misma tumbona de esta mañana. Esta tarde voy a volver a follarte porque eres un cielo guapa y aunque no lo digas y aunque te hayas revuelto sé que has sacado la zorrita que llevas dentro y te ha encantado que te trate como lo que eres … una zorrita. Ahora puedes vestirte y marcharte … y deja ahí el huevito”.

Con movimientos muy lentos te incorporaste, fuiste al vestuario y te colocaste el bikini y el vestido que traías por encima dándome una nueva oportunidad de observar tu precioso cuerpo desnudo, mientras yo abría la puerta que estaba cerrada con llave. Sin mirar hacia atrás caminaste de espaldas a mí para salir por la puerta … hasta que. -

“Mmmhhh … joderrrr”

Volví a apretar el mando a distancia de tu huevito vibrador. “A la tarde espero que te tumbes en el mismo sitio … te voy a follar

como te mereces otra vez rubia”. Y saliste por la puerta caminando muy despacio. Bueno, aquí termina la historia que quería recordar… me encantaría saber lo que opinas de lo que ocurrió aquel día en el centro de masajes … al final, lo cierto es que nunca nos paramos a hablar de aquello. Un beso para mi rubia preciosa, Carlos

Faldita corta Llevaba ya unos añitos en el colegio como profesor de los chavales y chavalas del último curso de bachillerato. Es un muy buen colegio, en una gran ciudad, de normas estrictas y en los que salvo excepciones los chavales la verdad es que no suelen ser demasiado conflictivos, por lo que mi trabajo no era todo lo difícil que se podía pensar con chicos y chicas de 18 y 19 años. Los alumnos vestían uniforme y la verdad es que uno de los puntos agradables era ver a las chicas de último año con esas falditas de cuadros cortitas y las camisas blancas. La verdad es que estaban preciosas y porque no decirlo… le alegraban a uno

la vista .... y en más de una ocasión tuve que permanecer sentado en mi mesa para evitar que mi erección fuese evidente a los ojos de mis alumnas. Os voy a contar lo que me ocurrió hacia final del curso pasado, un mes antes del verano. Dejad que primero os describa los uniformes, porque fueron la causa: el uniforme de las chicas en invierno constaba de una faldita de cuadros azules, pantis granates por debajo, una camisa blanca, por encima un jersey también granate como las medias y zapato sin tacón. En verano podían no llevar los pantis y el jersey, con lo que

se quedaba reducido a la faldita y la camisa blanca. El problema del verano pasado es que a varias chicas les dio por ponerse faldas, supongo de sus hermanas pequeñas, o bien las que ellas mismas usaban 4 años antes y… para que engañarse, les quedaban tan cortas que a duras penas les tapaba el culo y sinceramente, a mi por ejemplo me daba una mezcla de vergüenza ajena y calentón cuando alguna de ellas salía a la pizarra enseñando prácticamente el culo, porque para colmo se ponían un tanga por debajo y no se cortaban en absoluto. Resumiendo … varios profesores, la

Asociación de Padres, e incluso algún padre directamente se quejó a dirección y el director se vio obligado a sacar una normativa estricta en cuanto a la longitud de la falda … máximo 4 dedos por encima de la rodilla … hasta ahí muy bien el problema era cómo hacer que se aplicase. La normativa se publicó en tablones se explicó en clase e incluso se mandó copia a casa de cada alumno… y el resultado fue que la mayoría de las chicas que antes ya cumplían la norma se preocuparon incluso de bajar el dobladillo de las faldas y sin embargo las que no la cumplían… siguieron sin cumplirla a pesar de la insistencia, los

recordatorios, etc, etc, etc … En mi clase yo tenía concretamente 2 chicas que debían llevar las falditas más cortas de lo normal, siempre con tanga, porque más de una vez les veíamos medio culo y encima me distraían la clase con sus risitas y sus cachondeos. Recuerdo perfectamente sus nombres Patricia y Estíbaliz. Ambas eran ya mayores de edad y os las describiré en pocas palabras: La primera, morena con pelo largo, ojos verdes, realmente guapa y con un cuerpazo precioso y la otra rubia de pelo hasta la cintura, con carita de no haber roto un plato y también con un cuerpazo tremendamente bonito… y sobre todo un morbo terrible. Para qué

negarlo, cada vez que las veía me ponía empalmado a tope y me estaba más pendiente de que no se me notase que de dar la clase. Un día fuera del colegio estaba tomando una cerveza con un amigo de hace años cuando pasaron Estibaliz y Patricia por delante de la mesa en que estábamos sentados. No nos vieron a nosotros, pero tanto a mí como a mi amigo nos fue imposible retirar la vista de esas mini mini mini mini falditas, de esas piernas preciosas y de esas tetitas que se adivinaban bajo las camisas blancas. Total que le conté a mi amigo que esas chicas me tenían la clase revolucionada y toda la historia de las faldas y lo que

comenzó entre risas terminó en una propuesta por parte de mi amigo. Él trabaja en una empresa de seguridad y me dijo que me solucionaba el tema mañana mismo… ideamos un plan entre los dos cuyo objetivo realmente no era otro que darles un susto. Llegado el día, acordé con mi amigo que estaría en mi despacho del colegio al medio día mientras yo estaba en clase y paso a relataros lo que ocurrió ese día: “Bueno, creo que todos y todas habéis recibido la nota de dirección respecto a los uniformes y además os hemos dado unos días para que tengáis tiempo de corregir lo que estuviese mal,

o sea que hoy toca control de uniformes. Todas las chicas, por favor poneos en pie al lado de la silla”, dije a la clase. Entre risitas tontas de la mayoría de los chicos y caras raras de la mayoría de las chicas, poco a poco cumplieron la orden y se pusieron en pie al lado de sus sillas. “Sabéis que las faldas deben estar como máximo 4 dedos separadas de las rodillas o sea que vamos a comprobarlos”. Para mi gozo, empecé una por una a colocar mi mano encima de las rodillas desnudas de las chicas comprobando

que efectivamente las faldas tenían la longitud reglamentaria… dejando para el final a mis dos alumnas favoritas. La mayoría de las chicas me miraban entre indignación y vergüenza cuando colocaba mi mano en su muslo para hacerlas sentar a continuación… hasta que llego el turno de mis dos alumnas favoritas. “Estibaliz… esta falda es demasiado corta y no cumple con la norma del colegio”… dije en cuclillas con mi mano apoyada en el precioso muslo de mi alumna rubia. “Ya, pero a mí me parece que me queda bien”, me respondió con mirada retadora, provocando las risitas de casi

todos sus compañeros. “Ya, pero es mucho más corta de lo que dice la norma. ¿Ves?, todavía caben otros 4 dedos por encima de la longitud reglamentaria”, dije colocando mi segunda mano por encima de la primera cogiendo el precioso muslo de la chica. “Ya, es que total como queda poco de colegio mi madre me ha dicho que no vamos a comprar otra para unas semanas”, respondió un poco más incómoda con mis dos manos en su pierna. “Mira Estibaliz, dile a tu madre que tienes que llevar una falda más larga esta a penas te baja dos dedos del culo”, le dije soltando las dos manos,

recorriendo suavemente su precioso culo por encima de la falda con una mano, para colocar dos dedos justo bajo su culo sujetando la faldita. Eso sin duda incomodó mucho más a la chica a la vez que aumentaba mi excitación, que no dijo nada mientras mis dedos estaban clavados bajo su culito y el resto de mi mano tocaba su precioso muslo. “Estibaliz, al acabar la clase, durante el recreo te vienes a mi despacho”, dije sin retirar la mano del principio de su culo. “Puedes sentarte”. Se sentó con cara de niña enfadada, lo

cual a mi aún me puso más cachondo. “Y a ver Patricia, creo que aquí tenemos un problema parecido. Aquí no solo hay más de 4 dedos, sino que hay 8 dedos”, dije en cuclillas directamente colocando mis dos manos por encima de su rodilla, sujetando el precioso muslo de mi alumna morena de grandes ojos verdes. Desde esa postura, con los ojos a la altura de su culo podía ver el precioso pliegue con el que su culito se unía al muslo por lo que deduje que llevaba un precioso tanguita. -

“Ya… hablaré con mi madre para

que me saque el bajo”, dijo mirando al suelo con cara de enfado. “Pues te va a tener que sacar un buen cacho, porque la faldita esta te queda… como a tu amiga Estíbaliz… dos deditos por debajo del culo”, dije después de, al igual que con su amiga, recorrer su culo con mi mano, desde la cintura hasta sujetar el final de su faldita contra la parte inferior de su delicioso culo. Mi excitación en aquel momento tuvo que ser evidente, porque hasta me mordí los labios para no coger el culazo de esa preciosa chavala rebelde y sacudirle un buen azote.

“Al igual que tu amiga Estíbaliz… a mi despacho en cuanto acabe la clase. Os espero allí a las dos para abriros un expediente y redactar una carta a vuestros padres”. Terminé la clase como pude, sin levantarme de la mesa para evitar que mi erección fuese más evidente y cuando acabó me fui rápidamente a mi despacho para esperar a las dos chicas. Allí me encontré con mi amigo Fran, con su uniforme de guarda de seguridad, con porra, dos pares de esposas al cinto y una bolsa de deporte pequeña. En menos de 5 minutos aparecieron las dos chicas.

“Pasad chicas. Le he pedido a Fran que venga para abrir este expediente, ya que el colegio en estos casos tiene un protocolo. Antes de abrir el expediente por el tema del uniforme nos tenemos que asegurar que no hay nada más serio que incluir en el informe”. “Como … ¿nada más serio?. Es lo de la falda y punto, ya hemos dicho que lo vamos a arreglar, ¿no?”, dijo Estibaliz en tono de gran indignación. “Ya, bueno, vamos a aplicar la norma y punto. Fran os registrará con el detector de metales como primer punto”.

-

“¿Cómo?, ¿de qué va esto?”.

Fran se levantó sacando de la bolsa de deporte un detector de metales manual igual que el que se usan en los aeropuertos cuando pita el arco detector. “Venga chicas, es un trámite. Apoyad por favor las manos en la mesa del profesor bien separadas. Primero tú”, dijo refiriéndose a Estibaliz. Entre la confusión y lo extraño de la petición, Estibaliz obedeció con cara asombrada, apoyando las manos separadas sobre la mesa del despacho…

posiblemente intimidada por la presencia del guardia de seguridad… quedando en una postura tremendamente provocadora con esa pequeña faldita y el culito un poco levantado al agachar las manos. -

“Así, muy bien… no te muevas”.

El detector empezó a contornear el perfil de la chica presionando levemente sobre su cuerpo … espalda … cintura … vientre ... para pasar a recorrer sus pechos presionándolos de manera descarada … recorriendo su contorno … tropezando con sus pezones una y otra vez.

“¡¡Eh, de qué va esto!!”, se quejó la chica. “Tranquila y no te muevas… ya estoy acabando”, dijo colocando una mano en la espalda de la chica para que no se incorporase. Mi excitación era evidente viendo a Fran sobar los preciosos pechos de la chica con la excusa del detector… y más aún notando la incomodidad de la chica. “Esto está limpio. Veamos ahora las piernas. No te muevas”. A pesar de lo evidente de que nada podía estar escondido en unas piernas

desnudas comenzó a pasar el detector por el exterior de las piernas, siguiendo su contorno hasta los tobillos, para luego pasar al interior de las mismas… desde abajo hasta hacer que el detector golpease la entrepierna de la chica. “¡¡Ehh!!, pero de qué vas. Te estás pasando mucho y lo sabes”, dijo al notar como el frio aparato tocaba su entrepierna por debajo de la falda. “He dicho que no te muevas. Ya estoy acabando”. El proceso en la otra pierna fue idéntico, pero esta vez el golpe en el coñito de la chica fue más fuerte, haciendo que diese un respingo.

chica.

“Joder, vale, ya ¿no?”, dijo la

Pero Fran ahora ya más descaradamente se recreaba rozando el detector contra su entrepierna, levantándolo un poquito al retirarlo, provocando que su pequeñísima faldita dejase al descubierto cada vez un poco más de su precioso culo desnudo. “Parece que esta está limpia… y por cierto rubia, vaya culito más precioso que tienes. Si al menos te hubieses puesto unas braguitas no te lo hubiésemos visto… pero es realmente bonito guapa. ¡Venga siéntate en esa

silla! Y ven tú para aquí ahora ojitos verdes”, dijo refiriéndose a Patricia. Con cara de asustada, la chica hizo exactamente lo que Fran le pidió, colocándose en esa postura que sacaba un poco hacia fuera su delicioso culo. Comenzó el recorrido del detector exactamente igual que con su amiga … perfil del cuerpo … vientre … -

“¡¡Piiip, piiiip, piiiiip!!”

Al pasar por el vientre de Patricia el detector comenzó a pitar.

“Vaya, llevas algo ahí, ¿no?” “Será el … el … el piercing del ombligo”, respondió la chica bastante nerviosa. “Enséñamelo”. “Es solo un piercing”. “Enséñamelo, he dicho”. “Patricia, por favor, hazle caso y enséñale si es solo un piercing”. Subiéndose la camisa hasta debajo del pecho enseñó el ombligo, mostrando un precioso piercing. “Vaya, espera que compruebo que no es nada”.

Fran de manera descarada comenzó a sobar el vientre con las manos, desde la cintura hasta justo por debajo de los pechos. “Vuelve a apoyar las manos en la mesa guapa”, dijo Fran. “Os estáis pasando…”, se quejó Estibaliz sentada y observando con cara de asustada. El detector de metales comenzó el recorrido por el exterior de los muslos de la chica hasta la cintura para luego lentamente recorrer el interior de los desnudos muslos de Patricia subiendo muy lentamente hasta pararse de forma descarada en la entrepierna de la chica.

“¡¡Piiip, piiiip, piiiiip!!” “¡Ehh! … ¿que tenemos aquí? … parece que este coñito tuyo pita… ¿qué pasa guapa? … ¿Escondes algo aquí?”, dijo Fran apretando bien fuerte el detector contra la entrepierna de la chica. “Vale tío, por favor, es otro piercing, joder”, dijo tratando de incorporarse, provocando un inmediato empujón de Fran en su espalda. “No muevas las manos de la mesa guapa, sino vas a tener un problema aún más serio. Voy a tener que comprobar que efectivamente es un piercing. No te muevas ni un centímetro, sino será peor”.

Patricia asustada no movió las manos de la mesa mientras Fran levantaba su faldita por encima del culito y la recogía en su cintura, dejando su precioso culo a la vista de los dos hombres y de su amiga. -

“Veamos si escondes algo”.

Fran se arrodillo justo detrás de la chica y colocó sus dos manos en las nalgas de Patricia, comenzando a moverlas a ambos lados, arriba y abajo. “MMmhhh… tienes un culo precioso zorrita, pero aquí no hay

muchos sitios para esconder algo metálico… tendremos que mirar por aquí”, dijo introduciendo una mano por su entrepierna hasta tapar su monte de Venus. “Por favor, es solo un piercing, por favor, no tengo nada”, dijo Patricia. “Vamos cabrones, os estáis pasando un montón”, dijo Estíbaliz sentada donde la habían ordenador permanecer pero más visiblemente nerviosa. “Tú no te muevas morenita, que te voy a registrar… si no escondes nada no te pasará nada”. De un movimiento busco las dos manos bajaron el tanga de Patricia hasta sus

tobillos. “Maldito cabrón”… nuevamente se intentó levantar volviendo a encontrarse la mano de su agresor empujando su espalda. “Vamos abre la boquita y chupa estos dos deditos guapa”, dijo Fran introduciéndole en la boca los dedos pulgar e índice de la mano derecha. Sujetando la espalda de la chica contra la mesa con la mano izquierda dirigió la derecha a la entrepierna desde atrás y primero el pulgar fue directo a su culito clavándose hasta el fondo, para luego introducir el índice en el coñito de la Patricia.

“¡¡Aaauuuu!!, basta cabrón, ¡¡suéltame!!”. “Vamos, joder, ¡déjala en paz!”, dijo Estíbaliz tratándose de levantar pero te sujeté por el hombro para volverse a sentarte en la silla. “Mmmhhh … me encanta tenerte así, ¿lo sabes, zorrita?. Bien sujeta por el culito y el coñito tan delicioso que tienes”, dijo Fran juntando sus dos dedos en el interior del cuerpo de la chica. “¡Suéltame, me haces daño!”. Fran folló con los dos dedos los dos orificios de Patricia sin que esta pudiese hacer otra cosa que quejarse y pedir que le soltase.

“Eres una zorrita de cuidado y me parece que te voy a tener que follar por estos dos agujeritos que ahora tienes llenitos con mis dedos… pero antes quiero ver ese piercing… ven aquí que tengo una idea”. Con un par de rápidos movimientos Fran sacó los dedos del coñito y culito de la chica y la tumbó de espaldas sobre la mesa del despacho. En ese movimiento, el tanga se cayó de los tobillos al suelo y los botones de la camisa de rompieron dejando a la chica solo con una minifalda recogida en la cintura y una camisa abierta dejando ver un bonito sujetador blanco de encaje.

Las manos de Fran arrancaron con violencia el sujetador de la chica, así como la pequeña faldita recogida en su cintura, dejándola solo con la camisa colgando de uno de sus brazos … que terminó suavemente deslizándose hasta el suelo, para quedar completamente desnuda. “Vamos ahora abre bien la piernas… venga, zorrita. Pon los pies en la mesa y abre a tope las piernas… queremos ver ese coñito tuyo”. Sus manos sujetaron con gran fuerza dos preciosos y pequeños pezones de la chica, haciéndola gemir del dolor.

“¡¡Auuuu!!, vale, vale ya está, pero no me pellizques más por favor”. “Así me gusta, que seas una zorrita obediente”. Su delicioso coñito quedó a la vista de todos, mostrando un precioso piercing plateado en su clítoris. “O sea que te pones un pendiente en el coñito para que te de más gusto cuando tus novietes te lo coman … ¿no es así?. Pues vamos a ver si funciona. ¡¡Tu rubia ven aquí!!. Quiero que te agaches frente al coñito de la zorra de tu amiguita y empieces a comerle el coñito bien comido. Como te gusta a ti que te lo

hagan… y más vale que se lo hagas tan bien que consigas que se corra como una guarrilla, sino lo pagareis las dos”. Mi excitación para ese momento era ya exagerada y más aún cuando Estibaliz con cara asustada se acercó a su amiga con cara aterrorizada y comenzó a lamer el piercing que adornaba su clítoris. Fran mientras tanto había cogido sus esposas del cinto y había esposado a Patricia al tirador de uno de mis cajones de la mesa, de forma que a pesar de lo incómodo de la postura, se tenía que quedar tumbada sobre la mesa tumbada y no era necesario sujetarla.

“Joder Fran… esto ya es la hostia”, le dije a mi amigo no aguanto más tío, a esta rubita me la tengo que follar… me lleva teniendo cachondo un año enseñándome las bragas en clase con esa minifaldita. “No por favor, basta ya… por favor…”, dijo Estíbaliz visiblemente nerviosa retirando un poco la cara de la entrepierna de su amiga. “Vuelve a poner ahí la boquita y no te levantes hasta que yo te lo diga guapa”, le dije obligándola a poner la cara en la entrepierna de su amiga. Mientras Estíbaliz lamia el coñito de Patricia, yo me acerqué por la espalda y solté su pequeña minifalda que cayó al

suelo dejando su culito a la vista… luego fue la camisa la que fui uno a uno soltando los botones para dejarla también en el suelo … después su sujetador cayo, liberando unos pequeños y preciosos pechos que colgaban de forma tentadora … y finalmente su tanga hasta sacarlo por los pies de la chica, que emitía quejidos con la boca enterrada en la entrepierna de su amiga. Mientras yo había desnudado a Estíbaliz, Fran se había sacado la polla por la bragueta y se la estaba metiendo en la boca a Patricia. Indefensa atada sobre la mesa, no tuvo otra opción que abrir los labios para dejar paso a la gordísima polla de Fran, que parecía le

iba a desencajar la mandíbula a cada empujón. “Abre la boquita, zorra, que sé que lo estás deseando. Vamos, abre esa boquita, que seguro que ha comido ya unas cuantas pollas y hoy se va a llevar ración de premio”. “¡¡Mmmgggnnoo, paagggaa, nngggooo … aggg!!”. La visión de Patricia con la boquita follada bien profunda por mi amigo hizo que yo también me sacase la polla y tras mojar un poco la entrada del coñito de Estíbaliz con mi saliva se la metiese hasta el fondo de su vagina.

“¡Aaauuuu!, joder no seas animal”, dijo la chica al sentirse penetrada. “Calla, zorra, que me parece que ha entrado demasiado bien y estabas deseando sentir una buena polla en este coñito de niña mala que tienes. Ahora vas a aprender a volver a calentar a tu profesor con esas minifaldas y esos tanguitas… ¡¡Toommaa hasta el fondo!!”. “¡¡Auuu, auuu, auuu!!. Mis embestidas sujetándola por la cintura se la clavaban hasta el fondo. “Joder, Fran, qué coñito más divino tiene la zorrita rubia esta… me la tenía que haber follado hace meses… la muy cabrona lo tiene bien mojadito, yo creo que estaba cachonda solo viendo

cómo te divertías con su amiguita”. “Eso seguro, pues no te quiero ni contar la boquita de su amiga. Mira, le entra hasta los huevos a la cabrona… seguro que está acostumbrada a comer polla cada fin de semana, porque la mama como una auténtica profesional la muy zorrita. Y tú vamos rubia, cómele el coñito mas fuerte a tu amiga, quiero oír como se corre con mi polla en la boca, la quiero oír gemir”. Patricia aguantó los primeros minutos la lengua de su amiga en el clítoris sin decir nada, pero poco a poco su cuerpo le iba traicionando y a pesar de no querer disfrutar, no pudo evitar sentir placer con los delicados juegos de su

amiga, empezando a gemir con la polla de Fran tapándole la boca. “Pero como gime la morenita… la muy cabrona se lo está pasando bien. Otra que me la tenía que haber traído a mi despacho hace meses para follarla bien follada”, dije mientras seguía follando a su amiga. A medida que los minutos iban pasando, las dos chicas no podían evitar emitir gemidos apagados de placer. Ambas tenían las bocas ocupadas y ahogaban sus no deseados gemidos, pero poco a poco se hicieron evidentes. -

“Fran, dame la porra que llevas

en la cintura… se me ha ocurrido una cosa”. “Tómala”, me dijo ofreciéndomela. “A ver, Esti guapa, coge esta porra y se la vas a clavar por el culito a la zorra de Patricia mientras sigues comiéndole el coñito. Quiero oíros a las dos gemir un poquito con el culo lleno. Venga, métesela bien profunda, sino que sepas que te la voy a meter a ti hasta la empuñadura, o sea que tú verás”. “No por favor, no me hagas hacer eso, le voy a hacer daño” dijo Estibaliz suplicando con ojos de estar ya disfrutando la polla que ocupaba su coñito. “Vamos, no te lo repito… y no

separes la boca del coñito de la pobre Patricia… me parece que está gozando tu lengua como hacía mucho que no le comían el coñito”. “Por favor, Esti, no me la metas, me va a hacer daño, ¡por el culo nooo! … ¡¡auuuu!!”, dijo Patricia sacándose la polla de Fran de la boca. A pesar de los gemidos y ruegos de Patricia, su amiga le abrió el culito y le clavó al menos 20 centímetros de la porra bien dentro del culo. “Vamos, morenita, deja de quejarte del culo y sigue chupando, que me parece que te voy a llenar la boquita esta tan mona de leche en cualquier

momento”, dijo Fran sacando un poco fuera de la mesa la cabeza de la chica para inclinarla hacia atrás y tener acceso total a follarse bien duro su garganta. Entre arcadas por la mamada profunda y dolor por la dilatación de su culito pasó los próximos minutos Patricia, mientras Estíbaliz seguía con su taréa de comerle el coñito, cada vez gimiendo más claramente por la follada que estaba recibiendo. “Me parece rubita que esto no está siendo justo y la pobre Patricia está sufriendo mientras tu disfrutas como una zorrita. Vamos a ver si qué tal te entra por el culito, guapa”.

“Despacio, por favor, no me la metas de golpe. Métemela despaciooo… ¡aaaahhh! … joder!”. Estibaliz dejó que la polla entrase con asombrosa facilidad por su culito y gimió cuando notó como mientras era sodomizada, una de mis manos jugaba con su clítoris. Así masajeando bien fuerte su depilada entrepierna sus gemidos fueron aumentando hasta conseguir correrse con mi polla follando su culito hasta el fondo. “Joder qué buena estás rubia… prepárate que hasta que acabe el curso te voy a follar todos los días … me voy a correr en este culito tan bonito que

tienes zorra …. ¡¡¡ahhhhh, ahhhhh, ahhh!!!”. Mientras yo llenaba el culo de Estíbaliz con mi enorme corrida, Fran, sujetando con gran fuerza los pechos de Patricia la llenaba la boca con su semen. La chica se vio obligada a tragar todos los borbotones de leche que inundaron su garganta. Así nos quedamos ambos unos minutos con las pollas en el interior de las chicas, disfrutando con nuestras manos de sus cuerpos deliciosamente sensuales. Ambas mostraban una total hipersensibilidad, síntoma de que también se habían corrido.

“Bueno zorritas, pues a partir de ahora todos los días al final de clase os vais a pasar por mi despacho las dos … tendré algo diferente pensado para vosotras cada día … por chicas malas y porque os gusta más correros que a un crio un caramelo. Podéis vestiros y largaros de aquí”. La tarde después de lo ocurrido en mi despacho con mi amigo Fran, tú y tu amiga Patricia, pasó absolutamente de todo por mi cabeza. Desde la más básica excitación pensando en lo que ocurrió en mi mesa, con dos chicas de 18 años, hasta el miedo a una posible venganza e incluso cierto sentimiento de compasión por haber sido demasiado duro con

vosotras. En cualquier caso, mi mayor duda era si al día siguiente acudiríais a mi clase o no … y cuando llegó mi hora … allí estabais, las dos sentadas en vuestros pupitres, eso sí, en una actitud muy diferente hacia mí. Mientras Patricia evitaba mi mirada, tú no solo me la aguantabas sino que movías tus labios como queriendo decir algo … algo que al principio no atendí, pero enseguida supe leer en tus labios un clarísimo “hijo de puta” mientras me mirabas. Al principio me enfureció, pero inmediatamente lo transformé en una gran excitación, pensando “esta rubita necesita un poco más de disciplina para

ser sumisa como su amiguita”. La clase transcurrió más o menos normal, terminando con un ya avisado pequeño examen de 30 minutos de lo visto los últimos días. Cuando recogí todas las pruebas, me senté en mi mesa mientras todos los alumnos ibais saliendo de la clase y cuando te volví a ver levantada no me puede aguantar … joder, volvías a llevar la minifalda super corta … “¡A la salida pasa por mi despacho … y más vale que no se te olvide!”, dije señalándote con cara realmente enfadado y mirándote a los ojos. Mientras fue llegando la hora de la

salida y hasta que tocó la sirena, solo en mi oficina, dudaba si realmente irías a mi despacho o no … yo estaba hiper excitado y deseaba que acudieses … pero honestamente lo dudaba hasta que “toc, toc, toc” … sonó la puerta del despacho. -

“¿Quién es?”. “Soy Esti”. “Pasa …”.

Allí estabas en pie frete a mi con esa minifalda que a duras penas ocultaba el final de tus muslos, mirándome a los ojos de forma retadora.

“¿Qué pasa?”, dijiste. “¿Cómo que … qué pasa?. Lo sabes de sobra zorrita. ¿Qué pasa que no tuviste bastante con lo de ayer para aprender a venir con una falda digna y tienes que venir nuevamente así vestida?”, mientras te hablaba me levanté para ponerme en pié frente a ti, muy cerca, casi rozándote … buscando ver si dabas un paso atrás … pero no lo hacías … aguantabas el tipo de forma retadora y eso me ponía más y más. “¿Quá pasa profe? … ¿me vas a pegar o que?”. “¿Pegarte? … no, nada de eso. Lo que vas a hacer ahora mismo es ponerte de rodillas y abrir esa boquita. Te voy a dar polla bien hasta el fondo de

esa garganta de zorrita”. “Lo tienes claro imbécil … me tendrás que obligar”, dijiste. Dicho y hecho, sujetándote por los hombros te obligué a ponerte de rodillas justo frente a mi polla. Mientras me seguías mirando a los ojos de forma retadora te sujetaba de un hombro para que no te levantase a la vez que con la otra mano me sacaba la polla por la bragueta. “Vamos Esti, abre esa boquita y empieza a chupar. Quiero que la pongas bien bien durita para follarme ese coñito tuyo que ayer no pude probar. Vamos, que aún tienes que trabajártela un

poquito, ¡abre esa boquita zorra, que lo estás deseando!”. “Mmhhh, mhhh, ¡déjame cabronazo!”. Movías la cabeza de un lado a otro resistiéndote pero en el fondo me estaba dando la sensación que estabas deseando sentir una buena polla en la garganta, porque podrías haber corrido, incluso chillado … pero no, te limitabas a mover la cabeza a un lado y otro haciendo que no pudiese metértela en la boca, excitándome aún más, … hasta que te sujeté la cabeza con las dos manos, te tapé la nariz para que tuvieses que abrir la boca y entonces … te la metí bien dentro de la boquita.

-

“Mmhh, cabggggon”.

Te cogí bien fuerte la cabeza y aunque te resististe un poco, lo cierto es que mi polla ya no salió de tu boquita ni un momento. Empecé a forzar tu mamada lentamente, cada vez más y más profundo hasta que notaba que llegaba a tu garganta y te arrancaba una pequeña arcada. La situación me estaba poniendo terriblemente cachondo … tenerte así sometida, de rodillas frente a mí chupándomela era algo increíble. “Vamos, Esti, no me seas zorrita que seguro has chupado ya unas cuantas pollitas. Tienes que demostrarme cómo

te la comes hasta el final. Vamos … quiero notar tu lengua lamiéndome los huevos y quiero notar lo estrechita que tiene la garganta un yogurín de 18 añitos. ¡¡Vamos joder!!”. Cogiéndote bien fuerte por el pelo empecé a darte caña en la boca. Te follaba mientras tus ojos se clavaban en los míos … era algo terriblemente excitante ver tus ojos con alguna lágrima por las arcadas mientras mi polla violaba tu preciosa boca. “Ven aquí zorrita. Te voy a enseñar cómo se mama una polla hasta el fondo”, dije sacándote la polla de la boca a la vez que te incorporaba

sujetando con una mano tus dos brazos en la espalda. “Déjame hijo puta, no me toques cabrón. Déjame”, decías sin demasiada convicción ni ganas por escapar de aquella situación. Así sujetándote los dos brazos a la espalda con una de mis manos, tus pechos se marcaban de manera completamente irresistible en la camisa blanca del uniforme. Mirándote a los ojos, esos preciosos ojitos color de miel con lágrimas por las arcadas de la anterior mamada, empecé a soltarte los botones de la camisa. Uno a uno, aguantándote la mirada.

“Sabes que estás muy buena … ¿a que sí?”. “¡No me toques cabrón!”. “Estas tetitas tuyas me están llamando … me están pidiendo una buena sobada y unos pellizquitos cariñosos … ¿a que sí?”. Una vez la camisa abierta, quedó a la vista un bonito sujetador blanco de encaje. No pude resistirme ni un momento: con las tijeras que tenía en mi mesa corté el sujetador justo entre los pechos, haciendo que inmediatamente se separasen las dos copas dejando tus senos desnudos frente a mi. -

“Ven aquí zorrita … vaya

pezoncitos más vacilones que tienes”. Sin dejarte responder, mi mano libre cogió con fuerza una de tus tetas a la vez que mis labios se pegaban a los tuyos, metiéndote la lengua lo más profundo que podía. Tu boca se dejaba, tus labios no se cerraron y respondieron a mi beso a la vez que mi boca pegada ahogaba tus gemidos de dolor cuando te cogí el pezón y lo pellizqué suavemente. “Pero como te gusta que te dominen Esti … eres una golfilla increíble y te voy a follar como te mereces. Te voy a llenar ese coñito delicioso de polla y vas a gemir como una niñita buena mientras te la meto

hasta el fondo. ¿A que sí?”. “¡Aggg! … joder, ¡me haces daño!”, pudiste decir en el momento que mis labios estaban despegados de los tuyos. Disfruté de esa postura comiéndote la boca cuanto quise mientras mi mano libre gozaba de tus pechos preciosos y torturaba de cuando en cuando tus pezoncitos sonrosados … hasta que mi excitación ya no aguantaba más. Entonces, rápidamente saqué una cinta de embalar que tenía guardada y empujándote contra mi mesa te até las manos a la espalda. Así estabas aún más indefensa y mi excitación subía hasta el

punto de tener ya la polla más dura que una roca y con el glande tan hinchado que parecía no entraría nuevamente en tu boquita. De forma muy acelerada tiré al suelo todo lo que había sobre mi mesa para obligarte a tumbar sobre ella mirando al techo y con la cabeza colgando fuera de la mesa. Los rápidos movimientos habían hecho que tu minifalda se recogiese en la cintura, dejando ver un tanguita rojo que a duras penas cubría tu coñito mientras tus pechos completamente desnudos apuntaban al techo de mi oficina. -

“Pero mira que serás zorra. Te

has puesto un tanguita rojo para estar más buena. Ven aquí y abre la boquita otra vez. Vas a aprender hoy a tragar una polla hasta el fondo de esa boca”. “No, joder, vale. Aummm, mmhhh, ggggllll, nnngoooo”. Así con la cabeza colgando fuera de la mesa, mi polla volvió a tu deliciosa boquita y sujetándote por la nuca empecé a darte bien fuerte desde el primer momento. Ver cómo tu garganta se hinchaba cuando te la metía bien hasta el fondo, haciendo que una arcada llenase tu boca de saliva era algo increíblemente excitante. En esa postura violé tu boca todo lo que quise. Forcé tu garganta y te la clavé hasta el fondo,

aplastando mis huevos contra tu naríz, haciendo que te retorcieses al no poder respirar. Fui un auténtico cabrón, no hay duda, pero me excitaba tanto ver como respirabas agitadamente cuando te la sacaba para luego volver a metértela hasta el fondo. Mientras violaba tu garganta hasta el fondo, no dejaba de mirar esos preciosos pechos adolescentes frente a mí. Los pezoncitos estaban duros y no me pude resistir primero a sujetarte por las tetas mientras te follaba la boca y luego a cogerte bien fuerte los dos pezones para seguir metiéndotela hasta el fondo. Así indefensa estabas deliciosa y mi excitación era tremenda.

Tenerte de esa manera, sujetándote por los pezones, o por la entrepierna mientras mi polla entraba y salía del fondo de tu boca estuvo a punto de hacerme correr … pero no … quería follarte ese coñito como te había dicho o sea que dejándote sobre la mesa, di la vuelta yo para colocarme en tu entrepierna, en lugar de el tu cabeza. Mientras tratabas agitadamente de recuperar el aire después de haber tenido tu garganta ocupada por mi polla, arranqué tu tanguita rojo de un tirón, dejando tu monte de Venus exactamente frente a mi … tenías un coñito tan precioso que no pude resistirme la tentación de abrirte las piernas y

empezar a comerlo rápidamente: chuparlo, lamerlo, besarlo, recorrerlo con la lengua … eso hizo que tu falta de aire se supliera inmediatamente por gemidos … no sé si voluntarios o no, pero gemidos de placer al notar tu clítoris recorrido por mi lengua. Estabas mojada, joder y estabas tan rica … tu coñito sabía tan delicioso … que no podía parar de comértelo todo lo rápido que podía. Hasta que en un momento de parón ya no aguanté más, tenía que sentir el calor de ese coñito alrededor de mi polla. -

“Ven aquí zorrita”.

Tirando un poco de tu cuerpo hice directamente que te clavaras en mi polla. No hubo suavidad, sino una penetración profunda y brusca que te arrancó un nuevo gemido. Pero tus ojos habían cambiado de expresión. Esa mirada retadora había desaparecido y ahora era una mirada de sumisión … de verdadero placer sintiéndote tratada de la forma en que lo estaba haciendo. De gata rabiosa habías pasado a gatita en unos minutos. Te la clavé hasta el fondo del coñito, hasta que no entraba un milímetro más, apretando bien fuerte mis huevos contra tu entrepierna … y así, sin moverme volví a pegar mis labios a los tuyos,

volví a acariciar ahora suavemente esos pechos que me volvían loco. “Estí … estás buenísima … joder … te voy a follar pero bien folladita. Tienes el mejor coñito que he probado en mi vida … y te está gustando cabrona … tienes ojitos de gatita indefensa y eso me pone muchísimo joder”. Tras dos o tres minutos así, sin moverme, sintiendo como te sometía y como tu coñito envolvía mi polla durísima … empecé a moverme suavemente, muy suavemente, acariciándote, recorriendo tu rostro con mis dedos, recorriendo tus labios, recorriendo tus pechos con mi lengua,

parándome en tus pezones que acariciaba muy suavemente … y empezaste a gemir. No dijiste nada, pero empezaste a gemir … te estaba encantando sentirte así, dominada y follada … te estaba excitando y ya no reprimías tus gemidos. Esos ojitos de miel me estaban volviendo loco mientras me movía. Esa mirada, esa forma de parpadear cuando mi polla te llegaba hasta el fondo, esos labios entreabiertos gimiendo ya abiertamente. Cuando una de mis manos se colocó sobre tu clítoris y lo masajeó con fuerza mientras te follaba lo más rápido que podía, noté tus espasmos y la expresión de tus ojos nuevamente me volvió loco

… te corriste como una zorrita follada como más la gustaba. Yo no podía más y pasados unos minutos quería correrme, lo necesitaba, quería llenarte de leche. “Te voy a llenar de leche Esti … voy a correrme en este coñito tan delicioso que tienes … no te aguanto más joder”. “Agg, aggg” gemías sin parar. “No por favor, no te corras ahí … mejor fuera por favor te lo pido joder. No tomo nada, por favor, no te corras joder”. Tu voz sono realmente de preocupación y aunque tenía unas ganas locas de llenarte el coñito de leche aguanté como

pude. “Joder Esti … ¿y donde quieres que me corra?”. “Fuera por favor, córrete fuera. No te corras ahí dentro”. “Joder … elige Esti … fuera no, tiene que ser dentro de ti … en tu boquita en el culito que ya te follé el otro día … vamos elige rubita” “Métemela por detrás vamos … fóllame el culito y te corres ahí. Me mola que me den por detrás … vamos”. Cuando escuché esas palabras no me lo podía creer … “le mola que le den por detrás” … lubriqué con saliva un

poquito la estrechita entrada de tu culito a la vez que introducía un poquito uno de mis dedos y levantando tus piernas hasta apoyarlas sobre mis hombros coloqué mi durísima polla justamente en tu culito. Sujetándome la base de la polla para disfrutar aún más el momento empecé a empujar suavemente esa delicia de culo que ayer mismo me había follado. “Pero qué culito tienes cabrona … y lo sabes joder … te lo voy a llenar de leche en cuanto te la meta joder”. “Mmmhhh … joder métela despacio joder … joder … joder … ¡¡auuuu!!”.

Mi glande atravesó esa estrecha barrera dilatándola de forma increíble, haciendo que ahora sí tu culo quedase a mi disposición para que de un solo empujón mi polla entrase hasta el fondo. Mi excitación era demasiada como para aguantar demasiado así, pero no perdí la oportunidad así, con el culo ya abierto por mi polla de acariciar tus pechos, de besar tus preciosos labios y de mirar esos ojos color miel mientras comencé a empujar penetrándote hasta el fondo No aguanté mucho … más bien nada follándote el culito e inmediatamente sentí la necesidad imperiosa de moverme rápidamente, sujetándote las caderas follándote durísimo,

arrancándote pequeños gemidos hasta llenarte de mi leche. Fue un orgasmo incluso más fuerte que el del día anterior, fue tremendamente excitante tenerte así sometida, aún con las manos atadas, absolutamente indefensa a mi polla … tu frase “me mola que me den por detrás” aún no me la he quitado de la cabeza … joder … creo que voy a follarte el culito todos y cada uno de los días que te de clase. Quiero hacerlo en otras posturas, quiero hacerlo una y otra vez … y lo haré. La sesión terminó unos minutos después porque querías coger el siguiente autobús. Desaté tus manos y observé como te colocabas en tanga, cómo te

quitabas y tirabas a la basura el sujetador cortado, cómo te atabas los botones de la camisa y te vestías lo mejor que podías después de tanto ajetreo. “Eres un cabrón profe … me has dejado el culo encharcado”, dijiste con una miradita absolutamente irresistible. “Ven aquí, zorrita, tú si que eres una cabrona”. Dije acercándome a ti a la vez que pegaba mis labios a los tuyos y mis dos manos buceaban bajo tu minifalda sujetándote bien fuerte el culo. “Este culito me lo voy a follar todos los días Esti … más vale que lo traigas bien preparado”.

Mi semen empapaba tu tanga y empezaba a gotear … fue tan excitante que casi te vuelvo a sujetar para volverte a follar … pero preferí dejarlo para el día siguiente. Fin.

Chantajeada y Violada Tarde como siempre … en un céntrico hotel de Madrid entrevistando a varias chicas de una agencia de un conocido para contratarlas como azafatas en la próxima feria que empezaba en 2 días. Nos jugábamos mucho con un par de clientes y quería personalmente encargarme de todos los detalles. Supuse que si me encargaba yo de contratar a las chicas elegiría la más adecuada para mis objetivos … dejadme que os cuente lo que allí ocurrió … Esto lo escribí al día después para enviárselo a Lorena, explicándola como ocurrió todo, incluyendo aquellas conversaciones en las que no estaba

presente. Permitidme que lo comparta con vosotros y espero que os excite al menos lo mismo que a mí me excitó escribírselo. “Buenos días”, dijiste al abrir la puerta. “Hola buenos días. Pasa por favor”. Mientras pasabas no pude evitar mirarte de arriba abajo, desnudándote con la mirada. Por una parte necesitaba una chica físicamente atractiva, pero por otra me tenía que ayudar en el negocio. Después de las monótonas entrevistas anteriores, sin duda mi mirada fue especialmente descarada, provocando

un claro gesto de incomodidad en tu mirada. Sin duda tu fino pantalón blanco de tiro bajo marcando unas caderas realmente espectaculares, una cintura descubierta bien marcada y tu apretada camiseta cubriendo unos pechos realmente impresionantes se llevaron mis miradas principales, pero tus labios carnosos, tu precioso pelo negro rizado largo y tu mirada de “chica mala” consiguieron captar mi atención y sacarme de la monotonía del resto de las entrevistas. “Soy el director general de esta empresa y he llamado a tu agencia porque estamos buscando azafatas para la feria de pasado mañana. Nos jugamos

la vida casi en la feria y necesito a alguien muy especial”. “Eso me dijeron”, contestaste al abrir la puerta. “¿Tienes experiencia en trabajos de este tipo? “Si, claro. Participo en muchos eventos similares”. “Vale estupendo”, dije de forma indiferente mientras repasaba tu curriculum distraídamente. “Mira, necesitamos chicas guapas y que además sepan amarrar a un cliente en particular. Charlar y tal …” “Sí claro. Sé cómo funciona esto”. “Ya. Primero me gustaría verte bien, si no te importa”, dije apartando el

curriculum y dejándolo abierto sobre la mesa. “Levántate por favor. El físico es muy importante. En especial pasado mañana”. “Bueno …”, dijiste levantándote de la silla con mirada de desprecio clavada en mis ojos. “Estas muy bien. Date la vuelta y déjame verte por detrás guapa”, dije mientras afirmaba con la cabeza y recorría tu cuerpo centrándome en tu cintura desnuda y el delicioso volumen que marcaban tus pechos bajo la camiseta elástica. “Bueno creo que ya está bien. Esto no es lo normal”, dijiste manifiestamente incómoda. “El físico es importante, ya te lo

comentaba hace un minuto … busco algo especial”. “Pero ya me has visto”, dijiste volviendo a sentarte en la silla sin darte la vuelta como te había pedido. “El sueldo será también especial y me puedes encajar, pero me gustaría ver cómo te queda el traje de mañana. ¿Te importa ponértelo?. Creo que esta será tu talla”, dije sacando un buzo de licra azul chillón del cajón superior de la mesa. “Pues sí, mira. No me gusta esto. He hecho muchas entrevistas para congresos y ferias y estas entrevistas no son así. No soy un pedazo de carne sabes” “Tampoco te suelen ofrecer lo

que yo voy a ofrecerte guapa. Por un día de trabajo tendrás un fijo y un variable de diez veces el fijo en función de las ventas”. “¿Cómo?. No entiendo bien”. “Por 10 horas de trabajo en la feria pasado mañana tienes 500 € de sueldo fijo y si la venta con mi cliente se cierra tendrás 5.000 € adicionales”. “¡¡¿5.500 por un día de trabajo?!!” … tu cara de sorpresa era evidente. “Eso si el trato sale bien guapa. Sino no. Yo me juego el año entero mañana y quiero que si estás conmigo también te juegues mucho”. “Es mucho dinero pero no sé muy bien que rollo es esto. No pienso hacer

nada con tu cliente si es lo que buscas”. “Te lo digo francamente. Es un contrato de 1.000.000 de € para mí con un margen estupendo que si gano me permitirá muchas cosas y si pierdo será un desastre total. Bueno ... tu veras guapa, chicas tengo un montón y aunque me gustas para este trabajo puedo coger a otra. Te lo pregunto por última vez: ¿te quieres probar el traje?” “¿Pero esto no será un rollo prostitución de lujo no?. Ya me han ofrecido esto otras veces y paso absolutamente”. “Chica ... estas muy buena, pero no te enteras. Toma aquí está el traje ... no te lo repito. Pruébatelo si quieres y si no lárgate pero no perdamos el tiempo

ninguno”. “¿Pero cuál será mi trabajo mañana?. No pienso ir a un hotel con nadie por mucho dinero que me des. ¿Está claro eso?. “Tu trabajo será ayudarme a tener al director general de mi cliente tranquilo, relajado, ofrecerle un vino, sonreír … vamos … conseguir que cerremos el trato”. “¿Nada de sexo?”. “Oye guapa ... esto no es una casa de putas. Aquí se viene a vender. Si quieres follarte a mi cliente es cosa tuya, pero no mía”, dije mirándote fijamente a los ojos. “ Estoooo…. yo que sé …..”, dijiste ahora incómoda por la rotundidad

de mi respuesta. “Yo quiero cerrar un trato y necesito una azafata, porque creo que ayudará por cómo es mi cliente. No te lo repito. ¿Te quieres probarte el traje, sí o no? “Está bien, dámelo por favor”, asentiste por fin tendiendo tu mano hacia mí. “Vale ... toma. Pasa al baño y te lo pruebas. No tienes que llevar ropa interior debajo, sino se marcara todo”. Te doy el buzo de lycra súper ajustado de los tobillos hasta el cuello de color azul chillón. “Supongo que sí puedo llevar un tanga, ¿no?”. “No puedes llevar ni tanguita

mona. Quiero que estés bien guapa y que no se te marque nada. Venga tienes un minuto”, la verdad es que la simple conversación y mi mirada, que no dejaba de escrutar sobre todo tus enormes y aparentemente durísimas tetas, me estaban poniendo la polla durísima bajo el pantalón. Te ofrecí el buzo con la mano. “No me gusta esto un pelo “, dijiste cogiéndolo con bastante cara de asco y caminando hasta el baño que te indiqué. Aprovechando que caminabas dándome la espalda, pude observarte por fin por

detrás, no pudiendo impedir un claro gesto de aprobación por lo bonito que parecía ese culazo debajo del pantaloncito blanco con que te habías presentado. Un culo bien durito y perfectamente trabajado posiblemente por horas de gimnasio. Tardaste unos 5 minutos en abrir la puerta del baño y aparecer con el buzo puesto… haciendo que en ese mismo momento mi erección ya fuese insoportable. “Es tan ajustado que no puedo ni cerrar la cremallera por el escote”, dijiste bastante avergonzada por lo apretado del buzo y por el evidente

tamaño de tu pecho. La cremallera la llevabas abierta hasta el ombligo, dejando a la vista un absolutamente tentador escotazo. En el resto del cuerpo el buzo se ajustaba como un guante, marcando cada curva de tu cuerpo. Incluso se clavaba un poquito en tus labios vaginales, abriéndolos ligeramente, haciendo para cualquier hombre imposible despegar la vista de ahí. “Pues yo creo que te queda bastante bien. Acércate, esta cremallera hay que cerrarla”. “Pues tendrás que darme otra talla, porque sino …” Sin decir absolutamente nada y con toda

naturalidad, te sujeto por las tetas con una mano mientras con la otra subo la cremallera hasta el cuello. “¡Qué coño haces!. No me toques cerdo, ¿quién te has creído que eres?”, dijiste apartándote a los pocos segundos tras la confusión inicial. “Tranquila, no te pongas nerviosa ... así estás mucho mejor. Perdona, creí que me pedias ayuda con la cremallera. Perdona”. “¡Cómo que perdona. Tu de que vas!”, dijiste con los ojos realmente encendidos de ira, mientras yo te observaba detalladamente de arriba abajo. “Estas guapa ... pero no se ...

parece que no estás muy bien depiladita ... se te marca demasiado el monte de Venus. Te tienes que depilar bien pasado mañana para estar más sexy. Solucionado ese problemita, creo que estarás perfecta para el papel”. “Mira tío yo no paso por esto ni por todo el oro del mundo. ¡Que te den!”. “Chica ... no será para tanto. Seguro que tu novio se alegra de que te depiles bien”. “¡Eres un machista de mierda!. Me da igual lo que me digan en la agencia pero no pienso trabajar con un cerdo como tu”. Para ese momento sin duda ya te habías

dado cuenta de que mi pantalón se abultaba enormemente por la erección que me habías provocado. “Además veo que se te marcan bien los pezoncitos ... creo que puedes interesarme. Mi cliente estará distraído mirándote y firmara lo que le ponga delante. Estas muy mona, esa es la verdad, para qué negarlo”. “¡Que te jodan imbécil!. Vuelvo al baño para cambiarme”. Mientras avanzabas con pasos largos al baño no pude despegar la vista de tu precioso y espectacular culo moviéndose … deseaba en ese mismo momento arrancarte el buzo y darte unos

buenos azotes por zorrita desobediente … pero no era el momento. “En lo que te cambias te preparo el contrato. Me parece que voy a intentar hacer un esfuerzo para ofrecerte algo económicamente más atractivo”. “¡Que te den tío!. Paso de ti y de tu contrato”. “Espera chica. ¿Qué te ha molestado?. No se ... discúlpame si te he ofendido por mi impulsividad. Mira en lugar de 500 € de fijo llego a 700 € y si firmamos el contrato te doy 7.000 €. Créeme que no está nada mal para un día de trabajo. “¡Paso de tu dinero cerdo!. Me largo”.

“Venga chica. Tenemos que firmar rápido porque tengo otra entrevista”. “He dicho que paso de ti y de tu dinero. Me largo de aquí”. “Bueno ... si no aceptas llamo a la agencia y hago que no trabajes de azafata en tu puta vida guapa. Tu jefe es buen amigo mío y me juego mucho en la feria de pasado mañana. ¿Le llamo o aceptas los 500 iniciales?”. Sin más comentarios saliste del baño con tu ropa blanca y abandonaste la sala de reuniones sin mirar atrás siquiera. Momento en el que tomé el teléfono móvil para llamar a mi amigo Javi, el Gerente de la agencia para la que

trabajabas. “Hola Elena. Pásame a Javi por favor, soy Carlos”. “Hola Carlos … te paso”. Javi tomó el teléfono inmediatamente. “Hola chico, ¿cómo va eso?”, me contestó Javi al momento. “Estoy aquí… bueno, estaba, con la chica de tu agencia de la que me hablabas. Creo que se llama Lorena… una morenita muy muy mona”. “Es Lorena, sí, una morena de pelo rizado, con unas tetas impresionantes, un culo precioso y una

boquita de chupona impresionante ¿no?”. “Sí esa esa ... jajajaja, es verdad que tiene unas tetas de la hostia … jajaja … tú cabronazo seguro que te la has follado ya 100 veces … jajaja … manda huevos que chollo de curro te has buscado. Todo el día rodeado de tías buenas en tanga para que las hagan fotitos” “Jajajaja, bueno, no exageres chico. Ten en cuenta que en la agencia trabajamos con hombres, mujeres, mayores, jóvenes … absolutamente de todo. Pero vamos, que en cualquier caso Lorena me pone muchísimo y que sepas que jamás la he tocado. La conozco desde chica que vino aquí a trabajar con

nosotros de la mano de sus padres. La he visto crecer y la he visto cómo la creían esas tetas que tiene ahora y créeme … joder, me encantaría fallármela como a una zorrita. ¿Y tú que tal todo?”. “Yo aquí jodido, ya sabes. Tengo esta feria que empieza pasado mañana donde me juego casi todo a un par de cartas”. “Vaya, y ¿puedo ayudarte de alguna manera?”. “Pues mira, la verdad es que sí. Voy a ser directo Javi, porque nos conocemos de hace mucho tiempo. Sabes que soy morboso y me encantan las tías como la Lorenita esta. La verdad es que quiero tenerla en la feria a mi alrededor vacilándola sin parar,

viéndola mover el culito y mostrándome sus pezoncitos duros bajo ese traje que he diseñado con el único objetivo de alegrar la vista a un par de clientes que sé que les gustará. Lo cierto es que la he hecho creer que de ella dependerá un gran contrato, pero como te puedes imaginar eso lo tengo yo atado por otro lado y mi único interés es tener una tía mona rondando por el stand, llamar un poco la atención, quedar bien con un par de bromas a los clientes y follarmela después de que me ponga bien cachondo moviendo el culito todo el día a mi alrededor. Creo que he sido, claro, ¿no?. De hecho tengo pensado un plan con un supuesto cliente amigo mío para conseguir abrirle las piernas a esta

zorrita. Tú simplemente haz que ella vuelva aquí a verme para firmar el contrato y pasado mañana a las 8 de la tarde te pasas por la feria”. Nota del autor: no os aburriré con los detalles de lo que describiré más abajo, pero Javi y yo tejimos un plan que comenzó con una llamada de Javi a Lorena que hizo que esta volviese a verme. Lorena toca nuevamente la puerta de la sala de reuniones y vuelve a pasar a verme. -

“He estado hablando con Javi”.

“Bueno Lorena, antes de que digas nada. Disculpa lo de la cremallera. Ha sido una confusión tonta sin mayor importancia”. “Ya. Eres demasiado listo tu”. “Venga aclarado el malentendido, vamos un poco rápido que ya esta esperándome el director comercial. Firma aquí y aquí, por favor. Mañana te doy la copia”. Firmaste sin mirar el contrato y con cara aún muy enfadada … así me ponías aún más … esa carita de chica mala bien abierta de piernas no salía de mi mente. “Lo dicho inicialmente: 500 fijos y si el negocio se cierra 10 veces más.

Pero acuérdate lo que te he pedido para que el traje te quede bien”, te guiño el ojo y mientras te vuelvo a mirar de arriba abajo parándome en tus tetas y asintiendo en silencio. “Me das asco... no sé cómo Javi te aguanta” y saliste nuevamente dando un gran portazo sin volver la mirada atrás. Llegó en seguida en día de la feria y yo ya estaba allí cuando llegas a la hora acordada. “Hola guapa”. “Me llamo Lorena. ¿No te acuerdas o qué?”.

“Hola Lorena guapa. ¡Chica qué carácter tienes!, de verdad. ¿Cómo no me voy a acordar?. ¿Vienes bien arregladita… como hablábamos?”, te dije mirando sin disimulo a tu entrepierna. “Que te den… cerdo. Dame el maldito traje de una vez y terminemos con esto”. “Espero que sí, ¿es así?”, pregunto ahora en tono mucho más insistente, mirándote a los ojos, sujetando fuerte tu buzo con una mano y sin soltarlo. “¿Qué haces?, dame el puto traje”. “Pregunto si te has arreglado el coñito como te pedí … creo que es una

pregunta sencilla y parece que tengo que ser más directo para que me entiendas” “¡Que te den!. Voy a hablar con Javi sabes”, y cogiste el traje de un tirón fuerte. “Chica, no sé... todo lo haces tan complicado. ¡Ala vístete!. Espero que sí… me fijaré por si acaso”, dije sonriendo maliciosamente… “no tienes forma de ocultarlo y lo sabes”, me quedé sonriendo y súper excitado ya por la primera conversación esperando a que salieses con el buzo puesto. En menos de 2 minutos saliste con el buzo esta vez sí perfectamente cerrado. Vaya ... ¿ves como si que cierra la cremallera?. Si no te ayudaba yo, no hay pega... ya lo sabes. El problema

chica es que tienes unas tetas tan enormes que hay que ayudarlas un poquito… pero estas muy guapa. “Ni te acerques a mí. Creo que te lo dijo Javi bien claro”. “Espera... hace mucho calor aquí. Voy a bajar más el aire acondicionado para que se te marquen bien los pezoncitos. Así estarás más guapa bien empitonada para que mis clientes disfruten de unas buenas vistas”, digo mientras sigo disfrutando de la situación a la vez que bajo el aire acondicionado hasta los 18 grados. “¿No te parece, guapa?. “Me das asco”. Sin disimular en absoluto te miro a ver

si vas depilada aprovechando tu distracción con el aire acondicionado, notando como ya no se te nota abultado el Monte de Venus por el vello y cómo el traje se te clava incluso más en los labios vaginales. “Bueno, bueno… parece que si te has arreglado... mmmhhhh. Así estás más guapa con la rajita bien marcada. La verdad es que da gusto verte”. Avergonzada y sonrojada te pones detrás del stand para taparme con la mesa lo más posible. “Sal de ahí guapa. Quiero que andes por aquí entre la gente para que te

vean así bien empitonada y con el culito ese tan mono que Dios te ha dado. ¡Ala, venga!, a currar”. “Como digas una sola cosa mas de mi me voy. No te aguanto tío”. “Ofrece champagne a los que entren al stand, por favor guapa”. “¿Lo entiendes?. Me da igual lo que diga Javi … una palabra más fuera de lugar y me largo”. “Venga ... no seas tonta, chica, es una broma mujer … no sé cómo puedes ser tan arisca la verdad”. “¿Lo entiendes o no?”, me insististe con ojos realmente enfadados. “Ponte allí que te vea todo el mundo. La feria se va llenando de gente”.

“Una sola cosa mas y me voy”, te digo mientras salgo del mostrador. “Vale vale guapa ... déjate de chorradas y a trabajar”. Cogiste, enfadadísima, la botella de champagne con unas copas y comenzaste a hacer lo que te había pedido. “Vamos a buscar clientes. Te juegas una pasta y yo también. Vamos sonríe guapa, parece que estás amargada”. Notas como si decenas de ojos se te clavasen en cada centímetro de tu cuerpo. Uno de los primeros en

acercarse es un hombre de unos 50 años realmente gordo, con camisa ridícula y pantalón medio caído. “Hola guapa. ¿Me das una copa?”, te dice el obeso desconocido. “Hola, si claro”. Mientras coje la copa, que le ofreces, te pone la mano en la cintura y te susurra al oído algo. “Estás muy guapa. ¿Qué haces al acabar aquí?”. “Gracias. Irme a mi casa. Estaré muy cansada”. El posible cliente insiste y baja un poco

la mano de tu cintura para tocarte un poco el culo. “Vamos una chica como tú… seguro que quiere ganar un dinerito fácil”. “ ¡¡Bueeeno, ya está bien!!. No soy de esas”. Mientras el “moscón” continua pegado a ti como una lapa, se acerca otro cliente y te pide una copa. Ahora el gordo es más directo y no solo no te suelta la cintura sino que vuelve a bajar la mano ... ahora ya a cogerte bien el culo descaradamente.

“¿Seguro morena?. Vamos... una mamadita ... no sé ... nada raro. Te queda tan bien este traje. Te voy a pagar bien, puedes estar segura morena”. “Si.. seguro”. Con gracia te sueltas y te alejas, mostrando que estás acostumbrada a tratar con ese tipo de gente. Después de observar todo desde un par de metros, me acerco y te susurro al oído: “Muy bien Lorenita. Te estás ganando hasta el último euro”. Me despido de ti dándote un pequeño cachete en ese culito que me lleva 3 días

poniendo cachondo perdido. Cuando notas mi mano en tus nalgas te giras con mirada de lanzarme la botella, pero otro cliente se acerca a mí y me saluda efusivamente a la vez que te guiño un ojo de forma burlona. “Hola Señor Del Río. Me alegro de verle. Pase a la sala por favor”. “¡Lorena, acompáñanos por favor y nos pones un cafecito en la sala. Tenemos un tema importante”. Suavizas tu gesto y asintiendo nos sigues. Le hago pasar al cliente por delante y esperándote te comento que este es nuestro principal objetivo del día. Se trata de un hombre elegantemente

vestido, de unos 60 años. “Aquí nos jugamos todo Lorena”, te susurro al oído. “Que vale. No me lo repitas mas”. “Bueno guapa ... pues pellízcate un poquito los pezones para que los tengas duritos. Seguro que así le despistamos de lo cachondo que le vas a poner” … y te guiño un ojo cogiéndote nuevamente por la cintura mirándote los pezones que ya los tienes absolutamente marcados en el buzo. “Ni se te ocurra volver a tocarme o te mando ahora mismo a la mierda” “Venga tonta ... si no te los pellizco yo ... póntelos bien

empitonados”. Sin dar pie a más palabras me sueltas una bofetada sin que el cliente nos vea y sin decir nada más te adelanto y paso a la sala. “Serás zorra”, susurro en voz inaudible a la vez que entro detrás de ti sujetándome la mejilla donde me has dado el tortazo y en la que tus dedos han quedado marcados. Me paro frente al Sr. Del Rio y vuelvo a pedirte un café con mirada de odio. “Claro. ¿Cómo lo quiere?. “Solo, por favor, con un poco de azúcar”, digo mientras sigo mirándote con resentimiento.

-

“Claro ahora mismo”.

Solo para molestarme mueves las caderas mientras sirves el café mientras yo me sujeto la cara donde me pegaste el bofetón. No puedo casi ni hablar del cabreo que tengo y el cliente nota algo raro. “Lorena, por favor, coge de la puerta de arriba una carpeta verde pequeña”, digo apuntando a la parte alta de un armario justo a las espaldas del cliente. “Claro, un segundo”. Mientras estas estirada de puntillas

tratando de coger la carpeta me levanto, me acerco a ti y con una mano en cada teta de doy un buen pellizco en cada pezón haciendo que se te caiga la carpeta al suelo. “Lorena chica, ten cuidado”. “Lo siento, se me resbalo”. “Dámela por favor y siéntate ahí enfrente por si te necesitamos para algo”, digo apuntando justo la silla frente a mí al otro lado de la mesa redonda. Haces lo que te he pedido y mientras hablo con el cliente me quito un zapato y te pongo el pie entre las piernas por debajo de la mesa. A pesar de que las

cierras rápidamente, mi pie queda atrapado en tan delicioso lugar mientras continúo hablando con el cliente como si nada, pero te miro de vez en cuando con cara de cabrón disfrutando del tacto de tu coñito en mi pie, solo separado por el suave buzo de tu uniforme.

“Creo que alguien me llama allí afuera, será solo un minuto”, dices como excusa para levantarte sin aguantar más. “Bien. No tardes en volver”. Antes de que vuelvas el cliente ya sale por la puerta tras despedirse con un apretón de manos. Te miro con cara de gran cabreo y tu me respondes una

sonrisita de niña mala. “No hemos cerrado el trato zorrita, por tu puta culpa. Pero me las pagaras. No has leído bien tu contrato”, te susurro al oído. “Te jodes y ahora mismo me marcho”. “Espera ... Javi esta de camino. Le he llamado para que esté presente al cerrar el tema del dinero. Espérame en la sala. Entro en 2 minutos. Tienes una copia del contrato en la mesa para que vayas mirándolo. Pasaste a la sala pero no leíste ni una letra del contrato. Tu cara de cabreo decía absolutamente todo. A los 15

minutos aparecí nuevamente con tu jefe. “Hola Lorena”, saludó Javi (tu jefe de la agencia) entrando en la conversación directamente contigo. “¿Me dicen que no ha ido bien el día?”. “No, parece que no cerramos el trato”, dijiste con una sonrisa de oreja a oreja. “Ya ... pues chica. Por la copia del contrato que Carlos me envió, es un problema para ti. ¿Leíste bien lo que firmaste?”. “No leí nada. ¿Como un problema para mí?”. “Pues que la comisión por cerrar el trato se convierte en penalización por no haberlo cerrado. Es algo típico en

contratos tan altos. O sea que le debes a Carlos 5.000 Euros. Es lo que firmaste y deberías haberlo leído bien. Pensé que lo sabías”. “¿Cómo?. ¿Cómo voy a deberle yo 5.000 euros después de trabajar?”. “Pues si chica. La prima por cerrar el contrato era alta, pero también lo era la penalización”. “Yo no pienso pagarle nada”. “Pero es lo que firmaste”. “¿Estáis todos locos o qué?. ¿Cómo voy a pagar 5.000 euros?. Si el tío es un inútil que culpa tengo yo?”. Mientras Javi se sentaba en una silla mostrando cara de preocupación y frotándose el rostro con la mano, volví yo a hablar contigo por las evidentes

alusiones a mi profesionalidad. “Mira guapa ... ¿Tú te crees que alguien iba a pagar a una azafata 5.000 Euros por poner un café?. Tenías que poner más de tu parte y la has jodido. ¿Cómo me vas a pagar lo que me debes?” “No pienso pagarte nada y me da igual lo que ponga en esa mierda de contrato. Javi, por favor, dile que esto es una locura”, dijiste aludiendo a tu jefe que continuaba sentado mostrando signos de aparente nerviosismo. “Lorena, no es así. Tienes que pagar lo que has firmado”, afirmó tu jefe. “¡¡Que voy a pagar!!. ¿Estáis

locos o qué?”. “Carlos es uno de nuestros clientes VIP y el contrato lo has firmado. Lo siento mucho pero le debes ese dinero”. “Yo no le debo nada. Pero Javi, ¿qué coño te pasa? Volví a entrar yo en la conversación para presionar un poco más, mirándote desafiante y clavando los ojos en los pezones que tan bien se marcan en el buzo del uniforme. “Mira zorrita, ¿me pagas ... o llegamos a otro acuerdo?. Lo cierto es que puedo ser flexible”.

“Zorrita le llamas a tu puta madre. Yo no tengo que pagarte nada y no aguanto mas esto. Me marcho de aquí. Demasiado he aguantado hasta el momento”, dijiste notando claramente mi mirada. “Zorrita, ¿me pagas o llegamos a un acuerdo?”. Al ver tu intención de abandonar la habitación vuelve a ser tu jefe quien entra en la conversación. “Espera, no te vayas, no puedo perder este cliente. Siéntate por favor, Lorena”. “No me pienso sentar. Estáis de la cabeza los dos”.

“Siéntate por favor”, insiste tu jefe. “No me esperaba esto de ti Javi”, dijiste enfadada y por supuesto sin sentarte. “A ver Carlos, tratemos de ser razonables por favor, ¿cómo te puede pagar Lorena?. Seguro que no tiene ese dinero. Seamos comprensibles todos, por favor. Entiende que es una chica joven y no puede tener ese dinero tan fácilmente”. “No pienso pagarle nada, que quede bien claro”. “Mira zorrita ... te perdono el dinero con una condición. Fíijate que bueno soy”, dije nuevamente clavando tus ojos en todo el contorno de tu cuerpo

marcado por el ajustado buzo. “¡Que no te debo nada, cerdo!”. “Lorena, por favor, ... escucha lo que diga Carlos. Seamos razonables”, volvió a intervenir Javi tratando de mediar en la discusión. “Si va a un juez tendrás que pagar lo que has firmado, chica”. “Zorrita, ¿quieres oír o no?”. “Que dejes de llamarme zorrita cabrón de mierda”. “Zorrita, siéntate por favor”, dije sonriéndome y volviendo a mirarte descaradamente de arriba hasta abajo. Sin responder una vez más, caminaste con paso firme hacia la puerta mientras

Javi se trataba de poner en tu camino para evitar que salieses de la sala de reuniones. “Lorena por favor, no puedes irte. Espera y hablemos con él. Lleguemos a algún acuerdo razonable”. “Apártate, joder. Déjame salir. No aguanto a este cabrón de mierda”. “Lorena por favor, si este tío nos deja me cierra la agencia”. “Y a mi que me importa, Javi. Ese no es mi problema”. A mi me cierra la agencia y tú le tienes que pagar 5.000 Euros más las costas de un juicio joder. Te va a salir una pasta esta cabezonería. Siéntate por favor y simplemente escucha lo que te

diga”. “O me dejas salir o llamo a la policía Javi. No aguanto más”, dijiste visiblemente alterada y mirando hacia la puerta a la vez que cogías tu teléfono móvil. “Mira zorrita, te perdono todo el dinero con una condición. En las próximas dos horas vas a ser mi putita y te voy a follar como te mereces… como estas deseando que te follen de verdad”. “Que te den hijo de puta. Eso es lo que has estado buscando desde el primer momento”. “Y si quiere Javi participar ... le invito” “Que me dejes salir joder”. “Lorena, joder compréndelo. Es

una chorrada... mañana está olvidado”. “¡¡Que no pienso pagarle nada a este cabrón!!, y mucho menos entrar en su juego asqueroso”. “Haz lo que te pide y salimos de este lio, chica”. “¿Estás loco o qué?. Ese contrato es una mierda”. “Lorena, nos conocemos desde hace años ... el contrato es bueno. No te engaño. En la agencia hemos firmado muchos de ese estilo y como te lleve a juicio te saca el doble con las costas”. “Joder Javi, eres amigo de mi padre. ¿Cómo puedes pedirme lo que me estás pidiendo?”. “Bueno chica, ha salido mal.

“Me conoces desde los 18 años. ¿Cómo puedes ser como ese mierda?”. “Es verdad, por eso creo que es la mejor solución. Yo no soy como él y lo sabes. Deja que te folle y punto chica, no es para tanto”. “No me lo puedo creer, Javi”, afirmaste escandalizada mirando a tu jefe fijamente. Mientras tanto en mi silla me sigo sonriendo escuchando la conversación la vez que sigo tu cuerpo con la mirada. “Venga zorrita, quítate ese traje tan chulo que te he puesto”, digo siguiendo con la sonrisa marcada en la cara.

Producto de los nervios, le diste un bofetón a tu jefe en ese mismo momento que sonó en toda la habitación. “¡¡¡Plaaaaas!!! … que me dejes salir joder”. “¡¡Lorena!!. ¿Joder estás loca?”, exclamó tu jefe a la vez que se sujetaba la mejilla. “Déjala salir Javi. Está demasiado nerviosa y necesita pensar sola. Mira zorrita ... te esperamos aquí 10 minutos. Si quieres largarte lárgate, pero en 10 minutos como máximo quiero que vuelvas por esta puerta con la cremallera del traje bajada hasta el coñito. Bien expuesta ... si no os arruino

la puta vida a ti y a tu jefe”. “¡¡Que os den a los dos, imbéciles!!”, te despediste con un fuerte portazo “¡Como me cierre la empresa no vuelves a trabajar ni de barrendera. Te lo juro!”, gritó tu jefe mientras salías por la puerta. “¿Has oído ... la cremallera bien bajada hasta el coñito?, te grité yo inmediatamente después para que oyeras mientras te alejabas por el pasillo. Mientras esperaban se pusieron una copa para charlar de cómo se había complicado todo el plan más de la cuenta.

“Javi, chico .. ¿tú crees que vendrá?”, se ha marchado muy cabreada la verdad. Llevamos tanto tiempo preparando esto que si ahora no sale, joder, qué decepción me voy a llevar, con las ganas que la tengo de celebrar el éxito de la feria”, dije antes de reír airadamente.. “Te digo que viene. Esta es una zorrita de cojones. Conozco a su padre desde hace mucho. Ya con 18 añitos era una calientapollas y cuando vuelva nos la follamos a saco. Te digo que en el fondo está deseando verse llena de polla”. “Como después del follón que ha montado vuelva, la pienso humillar como a una perrita”.

“Yo la tengo ganas desde hace años ... ya te digo que con 18 años que la fichamos en la agencia ya era una calientapollas. Te digo que vuelve”. “Como aparezca por esa puerta se la voy a meter hasta la garganta. Con la boquita de chupona que tiene la cabrona”. “Pues yo le voy a follar ese coñito que se ha depilado la muy gilipollas para ponerse el buzo” “Oye, tu que la conoces más, ... ¿tú crees que se dejara dar por el culo?. La verdad es que tiene un culo que flipas”. “Tenemos que probar también a rompérselo. Seguro que gime como una gatita con una buena polla en el culo”.

Seguíamos con la conversación apurando la copa de Brandy, sin darnos cuenta que habían pasado los diez minutos y nos interrumpió el ruido de la puerta al abrirse. “Vaya ... mira quien está aquí. Hola zorrita, ¿y la cremallera bajada como te pedí?. No te acuerdas ...”, te dije en cuanto te vi aparecer por la puerta a la vez que posaba el vaso en la mesa. “¿Cómo me haces esto Javi?. Me conoces desde hace muchos años y sabes que soy buena profesional”. “A mí no me digas chica. Has sido tú sola la que te has metido en el

lio guapa. Haz lo que te dice. No puedo hacer nada en este momento”. No se veían por estar sentados, pero las erecciones de los dos en ese momento eras increíbles. “¡¡La cremallera zorrita!!. Hasta abajo. No te lo repito”. “Por favor os lo pido … he sido una tonta, pero no me hagáis esto por favor”. “Bien bajada ... hasta el coñito … queremos ver si te lo has depilado bien”. Mirando al suelo comenzaste a bajar la

cremallera poco a poco. Costó abrirla por encima de los pechos, pero lentamente va bajando dejando a la vista parte de tus preciosos pechos. “Joder Lorenita. ¡Quién te ha visto y quién te ve!. Estas buenísima chica”, comentó tu jefe. “Venga zorrita ... hasta abajo. Que se te vea si te has depilado el coñito como te pedí”. “No esperaba esto de ti Javi. ¿No te da vergüenza?. Me conoces desde chica”, dijiste con los ojos vidriosos por la humillación. “Venga Lorena ... no te hagas la tonta. Me parece que yo también voy a disfrutar de este ratito”, dijo tu jefe

ahora ya con un tono de voz y una mirada absolutamente obscena. La cremallera terminó de bajar hasta el final y aunque llegaba justo por encima de tu rajita y no dejaba ver nada, se veía que estaba depilado completamente. Tu exposición así, con la cremallera del buzo abierta, era total. “Mmmmhhh ... pero que rica estas zorrita. Ven aquí de rodillas y empieza a mamar suavemente”, mientras me saqué la polla durísima por la bragueta del pantalón. “Sin manos me gusta mucho más guapa, póntelas a la espalda y no las muevas de ahí hasta que yo te lo pida. Sólo quiero notar tu

boquita”. Sin resistencia y completamente humillada haces lo que te pido, arrodillándote frente a mi polla, sujetando una de tus muñecas a la espalda con la otra mano y sumisa acercas la boca, notando que mi excitación es brutal. “Vamos tonta, no te hagas la remolona. Seguro que pones una cara de zorrita de verdad mientras mamas. Abre bien la boquita y prepárate a tragar”. Sin decir absolutamente nada y no perdiendo de vista la enorme polla que tenías frente a la cara, humillada y

obligada, la cogiste suavemente con los labios y empezaste a pasar la lengua por el capullo. “Mmmmhhh … así ... muy bien. Vamos, que seguro que has mamado unas cuantas. Cómetela enterita. Después de los lametones iniciales empezaste a mover la cabeza más rápido y además bajando más abajo sin usar las manos en ningún momento. “Mmmhhh, joder Javi tío ... como la chupa”. Mientras tanto tu jefe se había quitado

toda la ropa, quedando completamente desnudo mientras disfrutaba de tu mamada de rodillas y a la vez que se pajeaba suavemente la polla. Pero ya no aguantó más y se arrodilló detrás de ti, para con una mano directamente cogerte por la entrepierna y con otra abrirte el traje para sacar tus dos tetas y jugar con ellas. “Dios Carlos, mírala... se ha depilado enterita la zorrita. Que coñito más delicioso, joder”, dijo Javi con una mano en tu entrepierna y la otra en tus pechos. “Mmmmhhh ... como la chupa la muy puta tío. Vamos Lorenita ... así … trágate la enterita … hasta el fondo

vamos”, te decía mientras mi polla poco a poco iba desapareciendo casi entera en tu boca hasta notar mi barriga contra tu nariz. “Vamos tonta, aprieta más que quiero notar tu lengua en mis huevos”. Mientras mamabas, tu jefe ya te había bajado el buzo hasta las rodillas, quedando completamente expuesta a sus sobadas. Por una parte te sentías indefensa y por otra te atragantabas con la enorme polla que ocupaba tu boca y parte de tu garganta. “Mmmmhhh ... es buena la putita ... muy buena. Puede con toda la muy zorra”, decía mientras te acariciaba la cabeza. “Deja que te sea yo quien te

folle la boquita ahora”, dije cogiéndote por la cabeza con las dos manos. “¡¡¡Aaahhhhummmm!!! Sin compasión alguna comencé a mover las caderas follandote la boca, sacándotela y metiéndotela hasta el fondo una y otra vez, haciendo que cada vez estés más colorada y lágrimas caigan por tus mejillas por las arcadas. “Mmmmhhhh .... ¡¡qué mamadita más rica me estás pegando, chica rebelde!!. Hace unos minutos ahí toda chulita insultándome y ahora arrodillada con la boquita llena de polla, ¿eh?. Me gusta más esta Lorenita, la zorra sumisa que se deja hacer de todo. Vamos, no

llores tonta, traga bien y prepárate para recibir polla por todos los sitios”. Mientras tanto, Javi te sobaba las tetas violentamente y te clavó dos dedos por tu depiladito coño. “Dios tio ... yo creo que está mojándose la zorra”. “Eso seguro ... las tías como esta son unas zorritas. Primero se creen que son alguien chillando y luego les encanta que les traten así como zorras en celo”. Con la mano te soba el clítoris en círculos mientras se saca la polla y te la pone entre las nalgas para que la sientas

bien dura. “¡¡No ,no!!. Eso no, basta ya por favor” dijiste en ese momento sacándote mi polla de la boca por un momento. “¿Qué pasa tonta?, ¿que no qué? … vamos dilo … quiero oírte Lorenita” “No me folles por favor Javi, por favor te lo pido”. “Te voy a follar zorra porque te tengo ganas desde que tenias 18 años joder”, dice a la vez que coloca la polla a la entrada de tu coñito. “Vamos saca el culito para que entre mejor tonta”, dice Javi mientras sus manos no dejan de pellizcarte los pezones durísimos y a la vez que yo volví a colocar mi polla en tu boquita aprovechando cuando la abriste

para chillar. “¡¡Aahhhhhmmmmmm!!, vamos tonta, que yo no te había dicho antes que parases de mamar, sigue con tu trabajo”, y te dí un buen cachete en la cara. “Vamos zorra hasta el fondo”. Sin compasión alguna Javi te la clavó hasta el fondo de un solo golpe mientras sigue sujetándote con fuerza por los pezones. “Dios ... qué buena esta la zorra. Menudas tetazas y menudo coñito delicioso que tiene”. Te sientes completamente entregada y

humillada mientras notas como una polla entra a placer por tu boca y otra a placer por tu coñito. Aunque intentas con las manos evitar que entre bien dentro, es imposible y la polla de tu coñito se clava todo lo profunda que quiere entrar. Tienes las piernas pilladas por el traje, apenas pudiendo moverte, haciéndote sentir casi como una muñeca hinchable a merced de dos hombres. “Joder tío ... hacía años que no estaba tan cachondo. Qué buena esta y qué coñito mas estrechito tiene. ¿Tú zorrita, tomas la píldora?. No te quiero dejar embarazada ... vamos dime … que si no te lleno de leche en un minuto Lorenita”, preguntó Javi mientras seguía

follándote a placer. “Mmmmhhhh ngggooo, mmmhhh”. “Vaya, Jajajaja, …. La muy zorra no sabe hablar con la boquita llena. Vamos para un momento de mamar que ya se que te encanta una buena polla y responde a tu jefe zorrita”. “No tomo nada por favor”, dijiste cada vez más y más sumisa y humillada por la situación. “Pues entonces ya puedes abrir el culito, porque si no puede ser en un agujerito, tendrá que ser en el otro … pero de leche yo te lleno hoy seguro”. “¡¡Nooooo pogfavvoggg…!! , no pudiste terminar de hablar al volver a notar la polla de Carlos hasta la

garganta, mientras Javi te la saca del coñito y apunta a tu agujerito de atrás. “Vamos tonta, ¿no te gusta por el culito?. Vamos, venga dímelo … te la estoy metiendo poco a poco para que la notes bien”. Te la fue clavando milímetro a milímetro por atrás... sin dejar de empujar un solo instante … disfrutando del momento de dominación total de una tía espectacular como tú. “¡¡Ummmmhhhhh!!, ngggoooooo pogfavoggg”, tratabas de quejarte con la boca llena de polla. “Dios que culazo tienes Lorenita”, dice tu jefe mientras te da un par de fuertes azotes en las nalgas dejándote marcados los dedos, mientras se recrea viendo como su polla va

desapareciendo milímetro a milímetro entre tus preciosas nalgas. “¡¡Para hijo de putaaaa!!”, lograste decir en um momento que conseguiste librarte de la polla que ocupaba tu boca. “Por el culo no por favor … ¡¡Auuummmmhhhhhh!!”. “Mmmhhhh … ¿Qué diria tu papi si me viese enculando así a su nenita ... eh?. Desde los 18 años deseando joderme este culo tío. Dios ... qué buena esta”, dijo Javi sobándote el depiladito clítoris en círculos mientras te sodomizaba y tú no parabas de gemir por el dolor de la polla perforando tu agujerito trasero. “MMmhhh ... le gusta tío, métesela hasta los huevos … zorrita, me

voy a correr en tu boca y como se caiga una gota te puedes preparar. Te lo vas a tragar todo, ¿vale?”, te saqué la polla de la boca esperando una respuesta mientras seguías recibiendo la polla de tu jefe en el culo”. “Sácamela del culo por favor. Me arde. Sácala, por favor, por favor Javi”. “Me encanta que te arda. Eso es porque lo tienes bien estrechito y tenemos que abrírtelo para que tus novietes puedan darte por detrás, tonta”. “Por favor te lo pido”, dijiste con lágrimas por la humillación en los ojos. “No me hagas esto, Javi por favor”. “Sufre un poco zorrita, a mi me

encanta … mira”, y sin previo aviso te la sacó y la volvió a meter de un golpe hasta los huevos. “¿Ves que bien te entra ya?”. “¡¡Aahhhhhhh!!, hijo de puta me duele, joder”. “Te voy a dejar el culo que te va a caber un bate de beisbol”. “No me hs respondido”, te dije. “¿Me has oído zorrita?. ¿Te lo tragaras todito?”, te cogí por las mejillas con fuerza, mirándote a los ojos ... disfrutando de tu humillación. Totalmente asustada dijiste que si con la cabeza, asintiendo mirándome a los ojos, con carita de sumisa total.

“Así me gusta, pues abre la boquita que allá voy”. Cerrando los ojos y abriste la boca todo lo que podías, obedeciendo nuevamente de forma sumisa, a la vez que mi polla volvió a ocupar tu boquita. “Seguro que tu noviete se pajea para correrse en tu boca … ¿eh? … ¿te echa todo en la lengua, a que sí?. Mmmmhhh .. que guapa estas así enculadita y preparada para tragar leche ….¡¡Aahhhhhh, ahhhhhh, ahhhhhhh!! … joder … que zorra estás hecha Lorenita …vamos trágatelo todito y chúpamela bien para limpiarla”. Primero me masturbé suavemente para estar a punto de terminar y cuando iba a empezar a

correrme te volví a meter la polla en la boquita para echártelo todo dentro. Aunque intentaste tragar, no pudiste evitar que gran parte de la corrida se cayese por tu cuello hasta tus preciosos y desnudos pechos mientras tu jefe se movía frenéticamente dentro de tu indefenso culito, golpeándote con las caderas en tus nalgas. “Joder .... será zorra la tía, se le ha caído mi leche”, dije cogiéndote fuertemente por la cabeza para volver a follarte la boquita hasta el fondo muy rápido. Aún la tenía dura después de la corrida y aproveché para metértela lo más profundo que pude para arrancarte

alguna arcada. “¡¡Auggggghhh!!”. “Zorrita estúpida. Te voy a enseñar yo a mamar y a tragar”, dije pellizcándote los pezones súper fuerte. “¡¡Aaaaauuuuuahhh!!”, solo acertabas a quejarte, sin poder hablar, mientras Javi parecía que llegaba al final dentro de tu culito. “Dios no aguanto mas ... joder … te voy a llenar este culito tan precioso de leche Lorenita … con las ganas que tenía de jodértelo”. “Vamos tío llénale el culo de leche … por zorrita”. “Ahhhhhh …. Ahhhhhhhhhhhhh …ahhhhhhhhh”, dijo tu jefe por cada chorro de leche que mandaba al interior

de tu cuerpo. “Joder … que maravilla chico. Un día cachondo perdido viéndola con ese bucito y ahora mírala así en pelotas que mona está” Una vez los dos nos corrieron, nos quedamos así un poco como fieras calmadas … unos segundos .... mientras tú te tumbaste en el suelo, con las piernas aún enganchadas por el traje y con la cara, el pecho y las nalgas goteando semen de los dos hombres. Los dos nos chocamos las manos, descojonandonos y evidenciando que todo había sido perfectamente planeado entre ambos para tenerte así … desnuda, entregada y bien follada.

“Te lo dije tío”, dijo tu jefe. “Esta picaba como una niñata”, remató antes de sentarse a acabarse el cubata. “Relájate un poco guapa, que enseguida viene la segunda parte … jajajaja”. “¿Qué segunda parte?. Dejadme ir cabrones. Me habéis hecho ya todo lo que habéis querido”. “Jajaja … de eso nada guapa. Ahora queremos ver cómo te corres como la zorrita obediente que estás hecha. Lo estás deseando en el fondo … y lo sabes”, afirmé mientras te incorporabas para buscar algo para limpiarte. “Límpiate un poco y quítate ese traje de los tobillos. Tienes un cuerpo

divino Lorenita, pero así estás ridícula. Quédate completamente desnuda tonta, que estás mucho más guapa”. “Por favor basta ya. No puedo más. Por favor Javi”, dijiste mirándole fijamente a tu jefe que permanecía desnudo con la polla completamente flácida después de su corrida anterior. “Guapa, a ver si te crees que por muy buena que estés me voy a conformar con un polvo a cambio de los 5.000 Euros. Mira tú mismo puedes decidir, sácate ese bucito de los tobillos y quédate completamente desnuda para que volvamos a jugar o súbetelo y te largas por la puerta cuando quieras. No creo que haya ninguna cadena atándote aquí dentro. En el fondo lo que te pasa

es que eres una zorrita calientapollas y te apetece otro buen polvo … ¿tengo o no tengo razón?”, dije mirándote a los ojos esperando a tu reacción. Tras unos segundos en que volví a recorrer tu cuerpo desnudo con la mirada de arriba abajo, volviendo a admirar tus preciosos pechos grandes y firmes, tus caderas bien marcadas y ese coñito depilado que me había vuelto loco mi polla parece que empezó a crecer nuevamente poco a poco … y terminó de ponerse durita al ver cómo sin agacharte te sacabas el buzo de los tobillos ayudándote simplemente de los pies, quedando ahora sí completamente desnuda.

“Pero que zorra estás hecha Lorenita. Ven aquí Lorenita. Siéntate en mis rodillas. Quiero probar esos deliciosos labios tuyos … seguro que saben a una deliciosa fruta prohibida … y además no te creas que se me ha olvidado el tortazo que me diste … te voy a dar unos buenos azotes …. y te acercaste a mi sentándote en mis rodillas “¿Sabes? … ese tortazo que me pegaste hace unas horas me dolió de verdad. No está bien pegar a tu jefe, ¿no te lo habían dicho nunca?”, dije retirando suavemente tu pelo mojado de sudor de tu rostro.

Tu mirada estaba fija en el suelo humillada por lo que había ocurrido minutos antes y agotada de resistirte. Te sentaste absolutamente rendida, lateralmente sobre mis rodillas, tal y como te estaba ordenando, mientras yo reclinaba suavemente la cómoda silla de oficina en la que me había sentado. “Ves … además has sido una niña mala y te has dejado caer la lechita”, dije recogiendo con un dedo suavemente las gotas de semen que habían caído de tu boca. “Abre la boquita, Lorena”. “No por favor, basta ya, por favor. ¿No habéis tenido suficiente?”,

dijiste sin mirarme a los ojos. “Lorenita, eres una zorrita y te vas a comer toda la leche que se te ha caído. Abre la boquita”. Sumisa abriste un poco la boca dejando que mi dedo cargado de semen se introdujese en tus labios. “Vamos chúpalo bien”, ordené mientras tus labios rodeaban mi dedo que salía de tu boca completamente limpio. “Así me gusta … ves lo rico que está. Hay que comérselo todito como una nenita buena. Volviendo a lo del tortazo que me diste el otro día, no me gustó nada, ¿sabes?. Fuiste una niña mala y te mereces unos buenos azotes”.

“¿Qué?. Tío fuiste tú el que te lo buscaste. Estoy haciendo todo lo que me habéis pedido. Por favor, ¿qué mas quieres?, joder”. “Quiero que así desnudita tú sola te recuestes sobre mis rodillas, porque te voy a dar 10 azotes en ese culazo que tienes. Por zorra y para que aprendas a obedecer a un hombre”. “Por favor, joder, basta ya, yo no …”. “¡Deja de hablar y pon aquí el culito sobre mis rodillas!. Seguro que tu papá te dio alguna vez una buena azotaina de niña … pues así quiero verte. Te voy a enseñar a respetarme putilla poniéndote el culito bien rojo. Con lo zorra que eres, no me extrañaría

que te guste que te den caña, o sea que venga, déjate de rollos y pon aquí, justo aquí el culito desnudo ese tan bonito que te machacas en el gimnasio”, dije señalando mis rodillas. Tu cara era de odio total mezclada con la humillación sumisa que eso suponía y que hacía caer una lágrima de uno de tus ojos, pero hiciste caso sin más objeciones. Apoyando los pies y las manos en el suelo, con la cabeza colgando, dejaste tu culito justo donde te lo había pedido, sobre mis rodillas. La postura hacía que tus nalgas se abriesen ligeramente, dejando ver tu delicioso culito dilatado levemente por la enculada anterior y una preciosa rajita

depilada que cerraba tu clítoris … estabas preciosa e irresistible en esa postura. “Cuenta los azotes pequeña zorra … ¡¡¡¡Plaaaaas!!!!”, sonó con fuerza el primero. “¡¡¡Aaauuuuu!!! … uno”, dijiste tras un respingo de todos tus músculos al notar mi azote en tus nalgas. “Pero qué culito más rico tienes chica”, dije acariciando tu culo tras el primer azote. “¡¡¡¡Plaaaaas!!!!”. “¡¡Aaauuuu!! … dos”, dijiste en voz más baja. “Te quiero oír contar pequeña zorrita. Mientras te arreo en el culo me acuerdo de cuando me pegaste un tortazo

y quiero oír como te humillas contando. ¿Me oyes, no? … ¡¡¡¡Plaaaaas!!!!”. “¡¡Auuuu!! ..¡tres … joder!”. “Así me gusta”. Tu culito tenía perfectamente marcados ya mis dedos por los azotes anteriores y se notaba calentito, lo cual me excitaba aún más si cabe. “¡¡¡¡Plaaaaas!!!!” “¡Cuaaatro!” “Mmmmhhh … asi me gusta. Javi, ¿ya has visto lo bonita que se ve su almejita desde aquí … fijate, así sin un pelito y con este culito tan mono, parece que estoy azotando a una niñita buena en lugar de la zorrita calientapollas que tenemos aquí … ¡¡¡¡Plaaaaas!!!!” “¡¡Aaauuuu!! … cinco”. “¡¡¡¡Plaaaaas!!!! …

¡¡¡¡Plaaaaas!!!!”, uno en cada nalga seguidos sin dejarte tiempo a contar en medio. “¡¡Aaaayyyy!! Seis, siete … ¡joder, cabrón de mierda, me las vas a pagar hijo de puta!”. “Vaya … mira tú … vuelve a salir la Lorenita con mala leche. Fíjate tú, pues así desnuda y con el culito a mi disposición no parece precisamente que seas muy dura, ¿sabes?. ¡¡¡¡Plaaaaas!!!!”. “¡¡Ocho … jodeer!!”. “Mmmhhh … me encanta este coñito, chica … y este culito”, dije sobando ambos fuertemente. “Me parece que tenemos que joderte un poco más para doblegar ese carácter que sigue

saliendo de esa boquita de zorra. Javi, hazme un favor si no te importa. Ahí mismo, en el armario tengo mi bolsa de golf que ha había traído para hacer unos hoyos esta tarde, pero como nos hemos liado aquí follándonos a esta zorrita, pues no he podido ir. Pero dame 3 bolas de las que hay en el bolsillo lateral de la bolsa … se me ha ocurrido algo para Lorenita la putita”. “Toma aquí las tienes”, dijo Javi acercándome a mi mano extendida tres bolas de golf. “Tío mira como tengo ya la polla, me parece que la voy a dar un poquito de comer a esta golfa”, dijo señalando su polla durísima ya al observar la escena. “Vale, estupendo, fóllate esa

boquita, a ver si es capaz de seguir contando con la boca bien llena de polla … jajajaja … mírala … creo que está deseando chupártela otra vez”. Sin miramiento alguno, Javi se arrodilló frente a ti y levantando ligeramente tu cabeza colocó tu polla justo a la entrada de tu deliciosa boca. “Ala putita … abre la boquita que ya sabes lo que viene otra vez”. “Hijos de puta de mierda, otra vez no, joder. Ya me habéis hecho lo que habéis querido, cabrones violadores .. aaauummmm … ¡¡agggggg!!”. “Calla y come tonta, que es para lo que vales … para chupar pollas sin

parar”. Cogiéndote por los laterales de la cabeza, Javi te metió la polla hasta el fondo de la garganta de una sola vez, arrancándote una sonora arcada. “¡¡¡¡Plaaaaas!!!!”, sonó por sorpresa el siguiente azote con la mano que no sostenía las pelotas de golf. “¡¡Auuummmmmgggggg … nuegggggvveee!!”, dijiste obediente con la boca llena de la polla de tu jefe. “Así me gusta … te estás haciendo una chica obediente. Vamos a jugar otro poquito. Tú relájate zorrita y tú Javi sujétale la cabeza mientras se la follas para que no se levante … vamos a

dilatar un poquito más este culito”, dije abriendo con una mano tus nalgas comprobando que tu culito aún estaba enrojecido y con restos de semen por la sodomización anterior. Escupí en tu ojete, repartiendo la saliva por todo tu agujerito y coloqué la primera de las tres bolas de golf sobre él, girándola para lubricarla bien con la saliva y con los restos de semen a la vez que comenzaba a presionar. “¡¡Aauummmm!!”, te quejaste en cuanto empezaste a notar presión nuevamente en tu agujerito. “¿Qué haces, joder?”, dijiste sacando la polla de Javi de tu boca a la vez que intentabas

levantarte. “Calla y chupa Lorenita”, dijo Javi volviendo a introducir su polla en tu boquita. “Tú tranquila y relajadita, que no te vamos a hacer nada que no esté desando una putilla como tú. Además como no te portes bien después de los 10 azotes de Jose vendrán otros 20 míos, o sea que ya sabes. Tú quietita mamando y deja tu culito relajado”. “¡¡Mmmgggghh, cabbbgggggooon, nooogggggg!!”. “Quieta tonta … vamos a abrir un poco más ese culito … así te lo podrán follar tus novietes de fin de semana”. Te resistías como podías tratando de cerrar las piernas y apretar el culito,

pero la bola iba dilatando tu lubricado esfínter. “Así me gusta, zorrita. Relaja un poco el culito, sino va a costar meter la bolita”. “¡¡Aummmmmm, nngggoooo!!”, tratabas de quejarte con la polla de Javi metida casi hasta la garganta. La visión de cómo tus nalgas hacían la forma de la bola de golf según esta iba dilatando tu culito me puso aún más cachondo si cabe. “No te lo repito … relaja el culito, sino será peor”.

Supongo que pensando que no podías escapar o tal vez simple agotamiento, noté que tus nalgas relajaban un poco, lo que aproveché para empujar la bolita con el pulgar, disfrutando de cómo se hundía en tu agujerito dilatándolo más y más. “Así me gusta, tonta … ¿ves como sí entraba?” , dije cuando tu culito cedió por fin y la bola desapareció en tu ano. Eres una zorra de primera. Vamos a por la segunda bolita”. “Nnnggooo, pogggg favoggg… ggggggg”, trataste de hablar sacando un poco la polla de tu boca, pero Javi respondió hundiéndotela nuevamente

hasta el fondo. La segunda fue más fácil … y la tercera tuvo que empujar a las anteriores, pero tu culito ya no se resistió casi al paso. “Ya tienes tres bolitas de golf en el culo, pedazo de zorra. Ahora las vas a tener ahí hasta que yo lo mande” “Joder, tío, que boquita tiene esta tía … como no cambiemos de posición la lleno la boca de leche ya mismo”. “No espera, que nos la follamos los dos juntos. No te corras”. “Vale”, dijo Javi sacándote la polla y levantándose para dejarme a mi colocarte.

“¡¡¡¡Plaaaaas!!!! ,,, no creas que se me había olvidado que faltaba el último azote en este culito”, dije viendo ahora claramente tu culo enrojecido. “¡¡Aaauuu!!. Diez, joder … dejadme ir por favor. No puedo más”. “Calla, tonta. Levántate, ponte en pié”. Dije ayudándote a levantarte. “Y ahora recuéstate sobre mí, con la espalda en mi pecho Lorenita, vamos ponte cómoda y coloca los pies sobre la mesa para abrirte bien de piernas”. “Otra vez no por favor …”. No me costó que obedecieras empujando tu cuerpo suavemente, y reclinaste tu espalda sobre mi pecho hasta apoyar tu cabeza en mi hombro.

Una vez así colocaste los pies como te dije quedando tu entrepierna completamente abierta al alcance de mis manos, que empezaron a recorrer tus pechos con fuerza. “No te hagas la remolona. Estas deseando abrirte de piernas y lo sabes”. Una de mis manos se colocó en tu mojado clítoris y empezó a masajearlo muy suavemente. “Tienes un coñito precioso Lorenita y estás deseando que te lo sobe un poquito, ¿a que sí?. Estas mojada cabrona y lo sabes”. “Mmmhh … basta por favor, no, no quiero … mmhhh … basta “. “Así depiladita pareces una adolescente calientapollas, ¿lo sabes,

verdad?”. “Bastaaaaa, por favor, dejadme marchar ya, por favooor, mmmhhhh …”. “Joder, es que cada vez que la veo creo que está más buena”, dijo Javi que masajeaba suavemente su polla para mantenerla a tope. Mientras con una mano jugaba con tu clítoris, con la otra bajé hasta tu culito para ver si estaba muy dilatado por las bolas y de paso recoger de allí el semen de la corrida anterior que todavía salía de tu cuerpo. Lo fui recogiendo con un dedo para dártelo el la boca. Para que lo chupases una y otra vez … cosa que hiciste sin rechistar demasiado por el total agotamiento. Jugué y jugué con tu

clítoris tan suavemente que tu cara mostraba cada vez más signos de relajación total, a la vez que Javi te observaba a escasos 2 metros. “Mírala como se retuerce tío. Esta zorrita no se ha corrido aún y está deseando que la dejemos tener un orgasmo. ¿A que sí Lorenita?”, dijo Javi. “Esta súper mojadita la cabrona. ¿Qué te pasa Lorenita?, ¿quieres correrte como una niñita con su noviete?. ¿Te gusta que te toquen el coñito así, a que sí, eh?.” “Mmmhhh … baasta por favooor …. Paraaaa”, dijiste sin cerrar las piernas un solo momento ante los

lentísimos movimientos de mis dedos en tu clítoris. “Mirala como se retuerce la muy puta. Vamos dímelo al oído zorra … dime que quieres correrte. Dime que necesitas correrte después de que te hemos usado. Quiero escucharlo. Pídemelo por favor, Lorenita”. Mi mano te acariciaban con delicadeza el clítoris mientras la otra jugaba con tus pezones suavemente. “Vamos quiero oírte decirlo … dime que te quieres correr zorrita. Lo estás deseando. ¿O quieres que pare?”. “MMmhhh, no … digo sí …no ….. mmmmmhhhh … quiero correrme

… por favoooor”. “Pero qué zorra estás hecha Lorena. Ya lo sabía yo que a ti lo que te pone es que te den caña como a una putita barata. ¿La has oído, tio?. Me dice que quiere correrse”. “Que pedazo de puta. Si cuando la traía su papa con 18 años ya era una calientapollas de cojones … pues ahora fíjate tú”. Nuestras pollas ya se estaban poniendo durísimas de verte así expuesta, abierta y deseando correrte ante mis caricias. Mantuve el ritmo suave de la sobada hasta que ví que Javi ya la tenía dura como una piedra … y yo también. Entonces aceleré el ritmo a tope.

“Vamos puta. Córrete como la zorra que eres. Venga. Córrete”. “¡¡ahhhhhhh!!, no puedo más …. Ahhhhhhhh …. Ahhhhhhh ….aaaaaaaahhhhhhhh”. Gimiendo ante mis caricias no pudiste evitar correrte hasta que la hipersensibilidad posterior al orgasmo te hizo cerrar las piernas y retirar con fuerza mi mano con tus dos manos. “¡¡Paraaaaaaaaaaa, paraaaaaaaaa …. Ahhhhhh!!”. “De eso nada zorrita … ahora vuelve a ser nuestro turno. Ven aquí y

ábrete bien de piernas otra vez”. “No, por favor, jodeeer … ahora no me hagáis nada, que no lo aguantaré … por favor, no. Pero qué haces, no”. “Calla zorrita, que te vamos a dar un poco más de polla”. Entre los dos, estando como estabas así recostada con tu espalda sobre mi pecho, no fue difícil volver a abrirte las piernas para que Javi se colocase entre ellas a la vez que te incorporamos un poco para que mi polla quedase liberada de tus nalgas y apuntando a tu entrepierna. “A ver cómo te portas con dos pollitas dentro de ti putita. Sujétala

Javi.”, dije a mi compañero que inmediatamente te cogí las piernas para evitar que te movieses demasiado. “Ahí va la primera … abre otra vez ese culito tan mono que tienes, puta”. “¡¡No, joderrr, nooo!!, ¡Basta joder!, ¡¡Nooooo!! …. ¡¡¡Aahhhhhhh!!!, ¡¡por el culo otra vez noooooo!!”. No fue difícil en esa postura colocar la polla a la entrada de tu agujerito trasero y dejar caer tu propio peso encima haciendo que te ensartaran de un solo golpe. Noté perfectamente las bolas en el interior de tu cuerpo, que entraron más dentro empujadas por mi polla. -

“Calla zorrona, que te encanta

notar una polla en el culo. Verás cómo te va a quedar después de hoy. Te entra de maravilla por haberlo dilatado antes.”. “Alla voy yo … abre ese coñito, Lorena, que te la meto entera”. “No, jodeeerrr, los dos a la vez no, bastaaaaa, ¡¡ahhhhhhhhh!!”, de un solo golpe te viste penetrada doblemente y sin más preámbulos empezaste a notar que los dos nos movíamos como podíamos, follándote sin compasión justo después de tu corrida. “Vamos puta, ¿no te vas a correr tu sola, no?.” “¡¡Aaaaaaaaahhhhh!!, ¡me estais destrozando, joderrrr … ahhhhhhhh. ¡¡Parad cabrones, ahhhh!!”. “Calla, putilla, desde hoy vas a

tener que llamar a un amigo de tu noviete para que te follen entre los dos, sino no te va a gustar … joder que culito tienes Lorenita. Javi cabronazo, no me extraña que estuvieses deseando follarla por aquí … joder qué maravilla de culito”. Te dimos todo lo fuerte que pudimos … sin compasión alguna de tus gemidos te follamos como dos animales en celo nuevamente. “Yo no aguanto más tío”, dijo Javi. “La voy a llenar el coñito de leche joder”. “No por favor, me vas a preñar hijo de puta, no te corras dentro joder”,

trataste de retorcerte. “Quieta tonta y disfruta de mi leche en tu coñito. ¡Sujétala las manos Jose!, que lo está deseando aunque se resista”, me dijiste para cogerte bien fuerte por las caderas y clavarte la polla todo lo dentro que pudiste. “¡Quieta fiera! Y abre bien el culito también que te lo lleno a la vez que tu jefe”. “¡Basta hijos de puta no os corráis dentro joder!. No, joder ….ahhhhhh … ahhhhh” “Ahhhhh … toma leche putita …. Ahhhhhh … joderrrrr … que coñito, Dios”. En cuanto noté tu polla con los últimos

empujones y esos gemidos tuyos no deseados ya no aguanté más tampoco yo y te llené de leche el culito a la vez que tu jefe te inundaba el coñito esta vez. “Cabrones, os habéis corrido dentro, cabrones …”, dijiste entre lágrimas de humillación. “Calla tonta … cuando te has corrido tú como una perrita, poco te has quejado”. “Jajajajajaja … eso, tenías que haberte visto corriéndote mientras te hacían una pajita. Parecías una adolescente viciosa”, dijo Javi. “A partir de ahora creo que cada vez que vengas a verme a la oficina de la agencia me vas a tener que hacer una

mamada, ¿eh?, ¿a que te gustaría? … ¡¡jajajajaja!!”. Nos levantamos los dos tras sacar las pollas de tus orificios, dejándote sentada en el sillón que yo ocupaba. “Una pasada chico, lo de la Lorenita esta”, le dije a Javi. “Sí. Por un momento pensé que saldría mal, con lo cachondo que estaba yo solo de pensarlo desde hace 2 semanas”. “¿Mal?. Que va, esta es una golfilla que aunque se queje estaba deseando que le diesen una buena ración de polla. Ya la has visto gemir. Te digo yo que esta cuando salga hoy de aquí no

dice nada a nadie”. “Sí, la he visto gemir y la he visto mojarse como una zorrita. Bueno y ¿ahora que hacemos?. ¿La dejamos ir?. Yo ahora necesito mucho tiempo para recuperarme y volver a follármela y por el ruido que oigo ya están desmontando los otros expositores”. “Sí, ya he oído yo los golpes. De hecho enseguida vendrán a desmontar el mío. Pero antes de dejar que se vaya quiero humillarla un poco más. Quiero que se sienta nuestra zorra de verdad y que podemos pedirla cualquier cosa. Tú sígueme el juego, ¿vale?”. “Joder tío, eres un cabronazo de la hostia. Vale yo te sigo, pero en la próxima hora no cuentes conmigo para

volver a tenerla dura. Me conozco bien”. “No te preocupes, vamos a humillarla un poquito más … a ver por donde sale esta. Espera que salgo a mirar una cosa”. Me acondicioné la ropa como buenamente pude y salí a mirar los trabajos de desmontado de los stands de la feria. El nuestro era el único que aún no estaba siendo desmontado. Cuadrillas de trabajadores desmontaban a golpe de martillo y destornillador eléctrico los listones y tableros que formaban los stands de la feria. Fin.

Demostrando ser hombres Fuimos pensando que el hotel que habíamos escogido era ideal para cuadrillas de chicos y chicas solas, porque así nos aconsejaron en la agencia. Supuestamente buen ambiente en la playa y en las discotecas del complejo hotelero, indicado para grupos de chicos y chicas solas de nuestra edad, conocer gente, pasarlo bien, principalmente españoles e italianos … bla, bla, bla … ¡¡todo mentira!!, porque lo cierto es que cuando llegamos nos encontramos un hotel estupendo (eso es cierto) lleno de parejitas y grupos de jubilados. De grupos de chicos y chicas solas nada de nada y del tipo de ambiente divertido que pensábamos a

las noches menos aún. Habíamos contratado una pequeña villa a pie de playa, preciosa, en el que pensábamos pasar las noches tomando tequila y follando con chicas que conociésemos allí y hubiesen ido en plan fiestero igual al nuestro … pues de eso ni probar. No os contaré demasiados detalles, pero os podeis imaginar el cabreo nuestro cuando nos dimos cuenta de todo. Las únicas tias verdaderamente buenas que vimos fue un grupo de 6 amigas españolas que todas ellas vinieron con sus novios respectivos y que se alojaban en dos pequeñas villas próximas a la nuestra. A las chicas las calculo entre los 20 la más joven y cerca de los 30 años la mayor. Ellos parecido aunque un

par parecían algo mayores. Realmente estaban buenísimas, cuerpos muy bien cuidados, ropa muy sexy y tenían ganas de follar de verdad, porque después de comérnoslas con los ojos en la playa y en la piscina con sus mini-bikinis, cada noche las oíamos gemir cuando sus novios se las follaban en la villa cercana. Concretamente una de ellas me ponía loco cada vez que la veía: veintitantos años, castaña de pelo liso hasta la cintura, ojos marrones enormes, carita preciosa de niña buena, boquita deliciosamente sexy y un cuerpazo impresionante. Con curvas como a mi me gusta una mujer de verdad, un culo precioso coronado con esos oyuelos que me vuelven loco, piernas preciosas,

cintura súper marcada y unas tetas que parecían del tamaño perfecto para comerlas suavemente y luego poner la polla en medio y follarselas como se merecía hasta salpicarle esa carita de zorra. Cuando no iba con un bikini que tapaba poco más que el monte de Venus y los pezones, se ponía shorts enseñando medio culito o legan con mini tanguitas … joder me la comía con los ojos cada segundo y de no ser porque el novio no se despegaba de ella, le hubiese entrado como loco. Ese cabronazo de novio suyo no se resistía de acariciarle el culo una y otra vez delante de todo el mundo cada vez que llevaba su mano a la cintura … y eso me ponía loco cada vez que lo veía.

Pasados unos días de desesperación y oyendo tarde tras tarde y noche tras noche como esos vecinos se follaban a sus chicas optamos por salir del hotel una tarde buscando algo de ambiente más local. Sobre todo después de que esa misma tarde me crucé cuatro palabras con la chica que tanto me ponía (me enteré que se llamaba Elena) y me dijo que pensaban que mis amigos y yo éramos “dos parejas homosexuales majísimas”. “¡Tierra trágame!”. Creo que mi cara tuvo que ser un poema en ese momento, pero vamos que nos despedimos y yo me quedé pensando lo gilipollas que había sido por ir 10 horas en un avión para eso. Optamos por

preguntar a un camarero y se ofreció súper amable a que le acompañásemos a él y a otro camarero de fiesta esa misma noche … bueno, pareció una opción desde luego mejor que quedaros en el hotel volviendo a escuchar a esas zorritas gemir como noche tras noche mientras su novietes o lo que fuesen se las follaban hasta quedar agotados. Nos llevaron a una zona bastante maja de ambiente local donde empezamos a tomar unas copas en un reservado estupendo, saliendo a los pocos minutos la conversación de nuestras vecinitas de la villa de al lado. Los camareros por supuesto sabían de quien hablamos y la conversación se fue calentando entre

bromas hasta que Miguel, uno de ellos sacó un revólver y lo puso en la mesa dando un golpe. “Basta de hablar amigos y vamos ahora mismo a por esas pendejas. Si nos metemos en su villa podemos hacerlas cualquier cosa hasta las 8 de la mañana en que empiezan a caminar turistas por la playa. ¡¡¿Sí o no?!!. Esas son de buena familia y no se atreven a ir a la policía mejicana”. La verdad es que nos quedamos de piedra al ver el arma y al escuchar lo que dijo nuestro anfitrión. -

“Yo me apunto si los españoles

vienen … “, dijo Juan, el otro camarero del hotel. Joder, sus ojos se clavaban en nosotros esperando una respuesta que no terminaba de salir de nuestras bocas. Estaba claro que no era ninguna broma. “A ver, tíos”, dije yo tragando saliva, como asumiendo la voz del grupo nuestro. “Yo no quiero que nadie salga herido de todo esto y nunca he violado a una tía, pero me encantaría ahora mismo follarme a esa zorrita con la que he hablado esta tarde mientras la teneis bien sujeta abriéndola de piernas a tope. Seguro que en cuanto la meta dos o tres pollazos bien hasta el fondo sale la

zorra que lleva dentro y gime más que cuando se la folla su noviete. He venido aquí a follar y todavía no he hecho más que escuchar a esas zorras follar. Yo me apunto, pero la pistola la llevo yo que sé que no voy a disparar a nadie … ¿OK? … y no haremos nada a las chicas hasta que la situación no esté totalmente controlada. Yo os haré la señal. No quiero que nadie salga herido ni se convierta eso en una batalla campal sin control alguno”. Mis amigos me miraron con los ojos como platos sin saber qué decir a la vez que Miguel empujaba el revólver hacia mí.

“¡Así me gusta!. No esperaba menos de ti españolito”, soltó Miguel en voz alta. “Como dicen ustedes … nos las vamos a follar a todas … jajajajaja”. “¿Todos de acuerdo o no?. Vamos, quiero oírlos uno por uno”. Mis tres amigos: Manu, Pedro y Luis, tardaron unos segundos en reaccionar, pero finalmente asintieron entre las dudas y la excitación del momento. “Pues en 5 minutos les veo en los coches a la puerta. Voy a recoger unos pasamontañas para todos”. Todo fue a la velocidad del rayo, casi sin dar tiempo a preparar los detalles …

en pocos minutos habíamos entrado en el complejo hotelero usando nuestros pases y habíamos aparcado en una zona de empleados en la que no había un solo coche a esas horas, para caminar hasta las dos villas en las que se hospedaban las chicas con sus parejas. Lo único que claramente acordamos del plan era cómo nos repartiríamos a las chicas, ya que por suerte, todos teníamos a nuestra favorita y no coincidíamos en los gustos. Como todas las noches se escuchaba una pareja gemir a la vez que risas y una televisión bastante alta. Todos los ruidos provenían de una de las villas, como si el grupo completo se hubiese juntado allí después de cenar. Yo tenía la pistola

de Miguel y todos íbamos con la cabeza cubierta por un pasamontañas negro con dos agujeros para los ojos. El plan que habíamos hecho durante el viaje en coche era bastante sencillo y consistía en encerrar a todos los hombres atados en una habitación vigilados por Juan, el camarero mejicano que prefería follarse el último a las tías, porque le ponía meterla sabiendo que ya otro se las había follado antes y se había corrido dentro. Los demás nos quedaríamos en la habitación principal de la villa follándonos a las chicas viéndonos unos a otros, para evitar problemas si nos separábamos. Sobre las 11 de la noche entramos

gritando y amenazando en la villa de las parejitas españolas diciendo que solo queríamos robar y que nadie saldría herido si hacían caso. Ellas estaban todas en bikini y ellos todos en bañador ya que el calor, incluso a esas horas, era realmente sofocante. La sorpresa fue total y no hubo resistencia alguna por parte de las parejitas. Todos se tiraron al suelo como les ordenamos, los hombres a un lado y las mujeres a otro, excepto la parejita que follaba en un dormitorio de la planta superior, a donde subió Juan junto con mi amigo Manu para bajarlos. A los dos les bajaron completamente desnudos por las escaleras, estando el hombre con su polla aún completamente dura cuando le

pusimos con el resto del grupo. Ella era una rubia de poco más de 20 años con un cuerpo muy sexy. No más de 1,60 de altura, pelo liso cortito, ojos verdes claros, cintura muy estrecha y culazo precioso, pechos enormes, sin operar, ligeramente caídos y con unos pezones grandes. Él, un hombre de treinta y muchos, delgado pero evidentemente mucho mayor que ella. Solo observar como se la movían las tetas y cómo se intentaba cubrir su depilado sexo con las manos a la vez que se juntaba al resto de las chicas, nos puso como motos. “Este cabronazo se estaba follando a esa rubia por el culo, el muy hijo de puta … por eso gemía tanto la

muy zorrona. Cuando hemos entrado no quería ni parar el muy cabrón. Seguía dándola como un perro por detrás hasta que tiramos de él para sacársela”, dijo Manu para que todos le escuchásemos haciendo que la chica mirase al suelo avergonzada y ruborizada entre miradas cruzadas de unos y otras. Mientras dos amigos míos recogían móviles y dinero que encontraban, simulando un robo que pensábamos tranquilizaría al grupo, los mejicanos cogieron bikinis y ropa interior de las chicas de los cajones y con eso empezaron a atar las manos a la espalda y los pies juntos a todos los hombres, conduciéndolos hasta uno de los

dormitorios donde se les obligaba a tumbarse en la cama atravesados. Yo me limitaba a mirar a unos y a otros con cara amenazadora, apuntándoles con el revólver. No sé si decir sorprendentemente, pero lo realidad es que no hubo resistencia alguna por parte de nadie. No fueron necesarios más de 15 minutos para tener la situación controlada como todos habíamos planeado. Los hombres inmovilizados en una habitación vigilados por Juan armado con un bate de beisbol que encontramos en la habitación y nosotros solos con las seis tías en el gran salón de la villa que nos miraban verdaderamente asustadas. Yo

seguía controlando la situación con el revólver en la mano. “Chicas, ahora es vuestro turno, o sea que os vamos a atar para podernos ir tranquillos. No ofrezcáis resistencia y todo saldrá bien”, dije yo. Seguíamos sin tener cuerda para atarlas o sea que se me ocurrió algo para calentarnos un poco más. “No hemos traído cuerdas ni nada para ataros o sea que lo haremos con vuestros propios bikinis”. El salón de la villa era grande y tenía 6

columnas de madera … como hecho a medida para nuestras seis invitadas. Miguel, el camarero organizador de todo este follón se dirigió a la rubia desnuda que estaba siendo enculada hacía unos minutos en el piso de arriba. “¡Tú puta!. ¿Es verdad lo que decía mi amigo de que el maricón de tu hombre te estaba dando por el culo?”. La chica completamente ruborizada nuevamente volvía a mirar hacia el suelo sin responder mientras seguía cubriéndose el sexo y los pechos como podía con los brazos.

“¿Es que no has oído a mi amigo, rubia?”, le dije yo apuntándole con el arma y levantando un poco la voz. “¿Cómo te llamas?”. “Gemma”. “Muy bien Gemma, pues creo que mi amigo te ha hecho una pregunta y está esperando la respuesta. ¿Es verdad que te estaban dando por el culo hace un par de minutos?”. Tras unos segundos de duda y un silencio tenso, la chica respondió en voz muy baja sin mirar a la vez que miraba al suelo completamente ruborizada: “S…s… sí”.

“Chica mala Gemma … eso de dejarse dar por el culito es de chicas malas. ¿No te lo dijo nunca tu papá? …. Jajajajajaja … Eso solo lo hacen las zorritas que les gusta tener dos pollas a la vez o las sumisas. ¿Tú que eres una sumisa o una zorrita preparándose para tener dos pollas a la vez, una en cada agujerito?. No me hagas repetírtelo como antes y responde rubia”. “E … El me lo pidió y yo me dejo porque sé que le gusta”. “Fíjate tú … la rubia se deja encular porque a su noviete le gusta … pedazo de zorra sumisa nos ha salido. Chicos atad a estas monadas cada una a una columna con la parte de arriba de sus bikinis … así estarán más guapas

con las tetas al aire. Atad a esas cuatro y dejad a Gemma y la la morenita esta. ¡¡Tú, ¿Cómo te llamas?!!”, dije dirigiéndome a Elena, cuyo nombre ya conocía por la conversación mantenida con ella anteriormente, en la que nos confundió con homosexuales “Soy Elena. Por favor, no hace falta todo esto. Ya os habéis llevado todo lo de valor que tenemos. Si quereis no diremos nada de lo ocurrido, pero marchaos, por favor”, rogó visiblemente asustada mirándome a los ojos. “¡¡Elenita cállate!!. No creo haberte preguntado nada. Aquí solo se habla si nosotros preguntamos algo … ¿está claro?”.

Mientras mis compañeros ataban a las chicas con sus propios sujetadores de los bikinis a las columnas (todas ellas con la espalda contra la columna y las manos por detrás) nuestros ojos recorrían las tetas desnudas de todas ellas a la vez que con mi pistola seguía encañoñando a Elena y Gemma que permanecían juntas en un rincón de la estancia. El nerviosismo en las chicas era evidente, más aún cuando les arrancaban la parte superior de sus bikinis para atarlas con fuerza a las columnas … pero podía el miedo a estar en esa situación en un país desconocido. Una especie de desprotección hacía que se

dejasen llevar por los acontecimientos. “A ver chicas, ¿cómo os llamais y edades?. Rápido … empieza tú”, dije apuntando por un segundo a una chica pecosa de pelo moreno rizado una vez las cuatro estuvieron atadas e indefensas. “Yo … yo … yo soy Silvia. Tengo 22 años”. “Hola Silvia tienes unas tetas preciosas ahora que las veo desnuditas”. “Arancha y tengo 21 años”. La chica más alta de todas, rubia con pelo largo, de ojos oscuros, boca realmente sexy, con cuerpo realmente impresionante, bastante delgada y con pechos pequeños con pezoncitos

apuntando al frente. “Hola Arancha. Tus tetas también están muy bien. Esos pezoncitos mirando al frente parece que están pidiendo un buen pellizco”. “Susana. Tengo 29 años”. Media estatura, pelo moreno con media melena por el cuello, pechos operados por lo firmes que estaban, también pecosa como Silvia, parecía tener un culo realmente firme y grande. “Vaya, Susanita. Esas tetas pecosas me encantan, ¡Tú la última!”. “Soy Paula y tengo 25 años”. “Hola Paula. ¿Te ha dicho alguien que tienes boquita de comepollas?. Seguro que haces unas mamadas tremendas”.

Paula era una chica castaña de labios realmente carnosos y ojos verdes. Pechos asombrosamente grandes para lo menudita que era (no más de 1,55 de altura). De no ser por esas tetas enormes podría haber pasado por una cría. “Así atadas con las tetas al aire estais preciosas chicas”. Solo Manu y yo estábamos aún cerca de las dos chicas sin atar (Elena y Gemma). Los otros tres habían elegido cada uno a su chica y estaban a su lado. Silvia, Susana y Paula parecían las elegidas por ellos, mientras que Arancha, de momento al menos estaba sola. “Manu ayúdame a pegar esa mesita a la columna esta”.

Entre los dos movimos una pequeña mesa de 1 x 1 pegándola a una de las columnas libres. “Aquí vamos a atar a Gemma la zorrita sumisa. Ven aquí rubita”. Gemma caminó hasta pegarse a la mesa, cubriéndose permanentemente el monte de Venus y los pechos con las manos. “Por favor, os juro que no voy a hacer nada. No hace falta que me ateis, podeis iros y esperaré el tiempo que me digáis sentada o encerrada donde sea, pero por favor no me hagáis nada”.

“Ya, claro. Tú reclínate sobre la mesa y extiende las manos hacia delante guapa. Vamos a atarte a la columna”. La posición de la mesa obligaba a la chica a reclinarse completamente sobre la mesa, manteniendo los pies en el suelo y apoyando sus pechos sobre la misma para llegar con las manos hasta la columna, esperando ahí a ser atada. En esa postura su culo se mostraba absolutamente perfecto y aunque se esforzaba en cerrar al máximo las piernas, se veía aparecer su coñito depilado desde atrás. “Por favor, no me ateis así, por favor”, dijo incorporándose levemente.

“Rubita, pórtate bien y quédate quieta. Créeme que estas muy guapa así enseñando ese culito que tu noviete te ha follado hace un ratito. Pero tenemos un problema … como has bajado desnuda para enseñarnos todo, no tienes bikini con el que atarte … a ver, a ver … ¡ya lo tengo!. Tu amiga Elena te presta el bikini para que te podamos atar, ¿a que sí Elenita?”. “¡¡¿Qué? … ¿cómo? … no por favor, basta ya!!. Os lo pido por favor, esto está yendo demasiado lejos, por favor”, dijo Elena “Vamos tonta mira a todas tus amigas. Todas tienen las tetas al aire menos tú. Quítate la parte de arriba ahora mismo … o ¿quieres que te la

quite yo?. Además nada de cubrirte las tetas con los brazos. Quiero que las dejes bien a la vista de todos los de la sala. Creo que las tienes bien bonitas, ¿no es así?” Elena mirando al suelo y tras unos segundos de tenso silencio, se quitó lentamente la parte superior de su bikini, dejando al descubierto unos pechos verdaderamente bonitos. Una vez con la prenda en la mano la lanzó hacia donde yo estaba, pudiendo atraparla en el aire con mi mano libre. Las tetas de Elena eran realmente preciosas y llevaba días soñando con ellas … perfectamente redondas, pezón pequeño, aureola oscura y de un tamaño ideal, ni muy

grande ni pequeño, que las hacía realmente deliciosas. Me moría de ganas de pellizcar uno de esos pezoncitos mientras mordisqueaba el otro y mi polla estaba dura como una roca bajo el bañador, pero preferí esperar y seguir un poco más con el juego. “Toma Manu, ata a tu rubita sumisa en la columna. Átala bien fuerte que no se mueva”, dije lanzando hacia mi amigo la parte superior del bikini de Elena. Sin hacer caso a los ruegos de la chica, Manu ató sus manos al poste, haciendo que ahora sí, Gemma quedase con las puntillas de los pies apoyadas en el

suelo, el culo justo en el borde de la mesa y la mitad superior de su cuerpo tumbado cobre la mesa. Hasta ese momento, aunque todos nos moríamos de ganas de hacerlo, ninguno había tocado los cuerpos de las chicas y tal y como acordamos, estaban esperando mi orden para hacerlo. “Ya solo quedas tú morenita. Y, ¿ahora con qué vamos a atarte a ti si no tenemos un sujetador?”, dije yo dirigiéndome a Elena. La cara de Elena mostraba una mezcla de enfado y miedo que me excitaba aún más. Ya no me pareció necesario usar el

revólver o sea que lo dejé en una estantería donde no molestase para mis planes, fuera del alcance de las chicas. “No necesitas atarme, tienes mi palabra que no haré nada. Y si necesitas una puta cuerda ahí en el cajón tienes trapos con los que me puedes atar, joder”. “Vaya, vaya … Elenita resulta que es una chica rebelde. No lo sabía yo. ¿Sabes lo que pasa?, que no me parece suficientemente cachondo atarte con un trapo, pero tengo una idea. Te vas a quitar la parte de abajo del bikini y te ataré con ella las muñecas. Total es medio tanga y no te tapa casi ni el culazo o sea que no te importará demasiado

quedarte igual que tu amiguita Gemma”, dije acercándome hacia ella hasta quedar mirándole a los ojos a escasos 50 centímetros. “No pienso quitármelo. Por favor, ya nos habéis humillado lo suficiente. Llevaos lo que nos habéis cogido y no diremos nada. Os lo prometo, pero basta ya de asustarnos por favor”, respondió Elena con los ojos cargados odio y sin retirarme la mirada. “Mira guapa, te lo vas a quitar además sacando esa zorra que llevas dentro. Muy despacito para que podamos disfrutar viendo aparecer poquito a poco ese coñito tuyo. Además algo me dice que con esa carita de chupapollas que tienes seguro que te has

depilado entera o sea que estamos deseando verte desnuda. Vamos … ¡enséñanos el culito y el coñito putita!”. Su respiración se agitó haciendo que sus tetas aún pareciesen más grandes de lo que eran y tus ojos no se retiraban ni un segundo de los míos … como retándome. Eso me ponía más y más cachondo aún. Unos segundos de silencio llenaron el ambiente hasta que por fin Elena habló: “No pienso hacerlo cabrón. Teneis ya todo lo que quereis. Dejadnos tranquilas”. “La verdad es que me encantaría quitártelo yo y darte unos buenos azotes

… pero me apetece que te sientas una puta y quiero ver cómo te lo quitas tú. ¿Has visto a mi amigo el que está cerquita de tu amiguita Gemma?. ¿Te has fijado el pollón que tiene bajo el pantalón?”, el bulto de Manu era realmente grande y evidenciaba una dura polla bajo la ropa. “Le voy a decir que se la saque ahora mismo y empiece a dar por el culo a esa rubita amiga tuya hasta rompérselo. Créeme que la polla de mi amigo no va a ser como la de esa mierda de novio que bajó antes con ella. Vas a oír gritar a tu amiga ya misma, ¿es eso lo que quieres? … aunque no sé, la verdad es que con lo zorra que eres, igual te pone escucharla gemir mientras la sodomizan como a una perrita, ¿no?”.

“Maldito cabrón de mierda. Me lo quite o no vais a hacer lo que queráis. No pienso entrar en tu juego”. “Ya lo creo que vas a entrar … y además a entrar de verdad”, dije disfrutando de cada momento. Dirigiéndome a mi amigo Manu dije: “Dale por el culo a la rubia amigo, que el noviete ese seguro que se lo ha dejado bien abierto y no abra podido correrse. Seguro que está deseando sentir el culo lleno otra vez”. Manu llevaba unos segundos ya sobando el culo expuesto de la chica abriendo ligeramente las nalgas para observar el enrojecido culito y el perfectamente depilado coñito.

“¡¡No, Elena joder, noo!!. ¡Elena, tía, no dejes que me hagan esto … joder, noooo!!”, gritó Gemma a su amiga en cuanto notó algo rozando la entrada de su culito, empezando a dar pequeños saltitos como tratando de mover el culito para evitar que se lo follasemos. Manu se quitó el bañador rápidamente dejando al descubierto su polla durísima, que lubricó con su saliva para inmediatamente sujetarla con una mano para ponerla entre las nalgas de la indefensa Gemma: justamente a la entrada de su culito, que parecía ligeramente abierto por la anterior sesión de sexo anal con su pareja.

“¡¡Noo!!, para, para. Me lo quito, pero no sigas joder”, dijo Elena. “Así me gusta zorrita chupapollas, que no te hagas la estrecha. Estoy seguro de que estas deseando enseñarnos el coñito a mis amigos y a mi. Vamos quítatelo muy despacito demostrando que eres una calientapollas”. Con los ojos húmedos por la humillación pero manteniendo sobre mis ojos su mirada retadora, Elena empezó a bajarse poco a poco la parte inferior del bikini. Moviendo las caderas como si efectivamente fuese una bailarina de striptease fue descubriendo su

completamente depilado monte de venus y liberando ese culo tan precioso con el que soñaba desde días atrás. Fueron unos segundos eternos … unos segundos en que todos llegamos al máximo de la excitación hasta ese momento viendo como la chica se desnudaba completamente cómo habíamos pedido. “Tómalo cabrón”, dijo ofreciéndome en la mano su braguita, ya completamente desnuda sin cubrirse con las manos manteniendo el orgullo. “Así me gusta. Ahora date la vuelta y pon las manos a la espalda”. Obedeció dejándome ver ahora su precioso culo desnudo y en breves

segundos até sus muñecas a la espalda para después dar un buen azote en su culo dejando los dedos marcados en sus nalgas. “¡¡Plaaaaaas!!”, sonó el azote. “¡¡¡Aaauuu!!!, cabrón de mierda”. “Pero que zorrita cachonda eres y me encanta que te comportes como lo que eres. Menudo culazo tienes. Lo has hecho verdaderamente bien. Ahora te toca la siguiente tarea si no quieres ver las caritas de tu amiga rubita recibiendo los pollazos de mi amigo en su culito”. “Ya nos teneis a todas atadas joder, ¿qué quieres ahora?. Te hemos dado todo lo que nos has pedido. Marchaos y dejadnos, por favor, no

diremos nada a nadie. Lo sabéis de sobra”. “Claro, claro … con lo guapas que estais todas así … mejor vamos a jugar un poquito con vosotras. Tú la primera. Quiero sobarte ese coñito ahora mismo. Tu carita de zorra me dice que ahora mismo te estas mojando con la situación y quiero comprobarlo”, dije acercando una banqueta a Elena. “Eres un cabrón violador”. “Y tu una zorra preciosa. Sube un pie a esta banqueta … quiero meterte mano para que sepas quien manda aquí. Por mucho que me mires con esos ojos de odio, algo me dice que estas deseando sentir mis dedos en ese coñito depilado. Seguro que te lo has depilado

pensando en nosotros … ¿a que sí?”. Mi última frase arranco risas entre mis amigos. Tras mantener unos segundos más mí mirada, Elena bajó la vista hacia la banqueta y obedeciendo mi orden apoyó sobre ella uno de sus pies, dejando su coñito completamente a mi alcance y a la vista el comienzo de esa deliciosa rajita abierta y accesible. “Pero qué buena estás … y lo sabes zorra. Sabes que nos estás calentando enseñando el culo y las tetas a todo el mundo y ahora te abres de piernas en cuanto te lo ordeno. Ven aquí”.

Mi mano derecha se dirigió directamente al clítoris de la chica para comenzar a acariciarlo muy suavemente mientras la izquierda empezaba a sobar una de sus preciosas tetas. “Pero qué coñito tienes chica. Fíjate qué bien se nota el clítoris y además ya sabía yo que lo ibas a tener bien mojadito. Aunque tu cabeza se niegue está saliendo la zorra que llevas dentro y que está deseando que se la follen. ¿A que sí?”. “No me toques cabrón. Me estás violando y lo sabes”, respondió manteniendo clavada en mí esa mirada de odio pero sin mover ni un milímetro

sus piernas abiertas. “Estoy seguro que estas deseando ver cómo mi amigo encula a tu amiga la rubita … ¿a que sí?”. Mientras hablaba, mis caricias lo más suaves y delicadas posibles seguían jugando con su clítoris y con sus pezones. “No lo vas a decir para que los demás no sepan lo zorra que eres, pero estás deseando ver las caritas de esa pija rubita con el pollón de mi amigo clavado en su culito. Dime la verdad. Mira como mi amigo la está sobando entera ahí sobre la mesa. Parece que no ha roto un plato y resulta que su noviete se la encula para que todos la oigáis chillar. Reconoce que te pone loca pensar en cómo se va a retorcer con un pollón de verdad en el

culo”. Mientras seguía jugando con Elena, mi amigo Manu sobaba el culo de Gemma y sus pechos como podía metiendo la mano entre su cuerpo y la mesa. “Hijo de puta no me toqueeees”, respondió ahora mirando al suelo y haciendo que yo notase un pequeño temblor en sus piernas. “¡Cómo te gusta que te soben! … vamos Manu fóllate el culito de la rubia esa. Seguro que aún no se le ha cerrado bien. ¡A por ella!, que esta se está poniendo cachonda solo de pensarlo”. “Joder tío, qué ganas tengo”, dijo sujetándose la polla durísima como una

roca que seguía desde minutos atrás jugando entre sus nalgas sin clavarse en sus agujeritos. “¡¡Nooo, tío, noooo me hagas eso!!”, gritó Gemma ahora sí segura de que le iban a romper el culo. Manu estaba demasiado cachondo para hacerlo suavemente y de un solo empujón clavó su polla hasta los huevos en el culito indefenso y medio dilatado de Gemma. Sus nalgas golpearon las caderas de mi amigo mientras la sujetaba por la cintura como tratando de llegar lo más dentro posible con su polla. -

“¡¡¡Aaaaauuuuuu!!!, ¡jodeeerr,

paraaaaaa!. Por favor, ¡¡paraaaaaa!!”. “¿Qué pasa que esta polla es más gorda que la del pijo rico amigo tuyo?. Pues acostúmbrate, porque te voy a dejar el culo bien abiertito”. “¡Para, jodeeer!. Sácamela, ¡¡me estás matando!!”, chillaba Gemma con las piernas medio levantadas sin apoyar en el suelo, recostada completamente sobre la mesa y ligeramente arqueada como para tratar de dejar paso al pollón que tenía en su culo. Todos en la habitación mirábamos los gestos de dolor de la chica y los de placer extremo de Manu. Las cuatro chicas atadas a las columnas se revolvían nerviosas tratando de

liberarse, ahora ya teniendo claro que todas iban a ser folladas por esos extraños ladrones. Mientras, Elena, alternaba miradas furtivas a la sodomización de su amiga Gemma con ocasiones en que volvía a fijar la mirada en el suelo mientras mis manos seguían acariciando su mojado clítoris y sus pechos suavemente. Mis dedos recogían el líquido lubricante que desprendía su coñito y lo extendían por su clítoris para poder acariciarlo mejor y ella permanecía con las piernas abiertas, dejándose hacer como yo le había ordenado. “Mira mis otros amigos zorrita”, le dije a Elena susurrándole en el oído.

“Están mirando cachondos perdidos a tus otras amigas deseando también follárselas pero no lo harán hasta que yo no se lo ordene”. “Basta por favor, baasta jodeeeer”. “Ahora tu siguiente tarea será ir una por una donde tus otras cuatro amiguitas y quitarles la braguita del bikini. En cuanto estén desnudas será la señal para que mis amigos se las puedan follar a todas. Vamos hacia allá, venga baja el pie de la silla pero camina con las piernas abiertas que voy a seguir metiéndote mano”. Elena obedeció nuevamente y bajó el pie de la silla, comenzando a caminar

con las piernas lo suficientemente abiertas como para permitir que mi mano pudiese seguir sobándola la entrepierna. Yo iba detrás de ella, pegado a su cuerpo para que notase no solo mi mano entre sus piernas sino mi durísima polla entre las nalgas. “Si no me sueltas las manos atadas no puedo hacer lo que me has pedidooooo”, dijo Elena al llegar justo frente a su amiga Silvia que nos miraba con cara de pánico. “Sí que puedes zorrita. Vas a quitarles la braguita del bikini con la boca mientras yo sigo metiéndote mano … que lo estás deseando. Además lo primero que harás cuando te arrodilles

frente a tu amiguita es darle un besito justo sobre la rajita para tranquilizarla y cuando por fin se lo hayas bajado del todo quiero que le pegues un buen lametón en el coño. Seguro que es tan zorra como tú y lo lleva bien depiladito”. “¡De qué vas, tío!. No pienso hacer esoooooo”. “Claro que lo harás … ¡¡¡plaaaas!!! … porque sino te voy a dejar el culo rojo de los azotes que te voy a pegar … ¡¡¡plaaas!!!”. “¡¡Aaayyyy!! … para jodeeer”. Mientras con una mano azotaba su precioso culo, la otra seguía clavada en su entrepierna sobándola el coñito. “Lo harás con tu amiguita Silvia

primero y luego una a una con todas tus otras amigas hasta desnudarlas a todas. Mis amigos lo están deseando. ¡¡¡Plaaas!!!, empieza culo bonito o te lo voy a dejar en carne viva”. “Maldito cabrón”, dijo Elena mientras se arrodillaba frente a su amiga, arrodillándome yo justo tras ella para poder seguir sobándola. “No olvides el besito y el lametón final. Estoy segura que ya has probado el sabor del coñito de alguna de ellas en esos momentos de zorra que tienes”. Cuando Elena comenzó a obedecer lo que le estaba ordenando, pensé que mi polla explotaría. Primero el besito justo

donde el coñito empezaba y luego el bikini siendo arrastrado poco a poco hacia abajo con los labios. Primero un lateral, luego el frente, luego otro para descubrir otro delicioso coñito depilado completamente. Así hasta bajar la parte inferior del bikini a las rodillas de la chica, desde donde suavemente por su propio peso cayó hasta los tobillos. “Estupendo guapa. Ahora el lametón final. Mira que coñito más lindo tienes frente a ti. Tu amiga Silvia está deseando notar tu lengua todo lo dentro que puedas o sea que dale un buen lametón a la rajita y al clítoris”. “Hijo de puta. Cómo te gusta humillarme cabrón”.

“Me encanta … vamos mete bien la lengua. Y tú Silvia abre un poquito las piernas para dejarla entrar a tu amiguita Elena”. Las dos chicas obedecieron a rajatabla y primero Silvia abrió ligeramente las piernas para que Elena pudiese meter la lengua y lamer su sexo desde la entrada de su vagina hasta el comienzo de la rajita en su monte de venus, pasando por su clítoris. “Ya está cabrón”. “Pero qué zorra eres.Ya te la puedes follar amigo”, dije haciendo una señal a mi amigo Pedro, que parecía haber elegido a esa chica como su

objetivo. “Toda tuya, fóllatela como te apetezca y por donde te apetezca”. “Qué ganas tengo. No aguanto un minuto más, dijo lanzándose a besar a la chica, ahogando sus gemidos, mientras una mano iba a sus preciosas tetas y otra a su entrepierna”. “Ahora vamos a por la siguiente amiguita. Pero antes quiero que me digas a cual dejamos para la última. Recuerda que uno de mis amigos está vigilando a vuestros chicos o sea que estamos solo cinco y vosotras sois seis. No me gustaría que una de vosotras se quede solita”. “Para por favor. Para esta locura. Esto no puede acabar bien, por favor”.

Mientras charlábamos, los gemidos de Gemma mientras era enculada ya no eran tan dolorosos como al principio y se ocultaban casi bajo los de mi amigo Manu gozando mientras se la follaba por detrás. Por otro lado, el camarero mejicano que estaba con Silvia, seguía pegado a su boca mientras sus manos recorrían bruscamente el cuerpo de la chica por todos los sitios. “Si no eliges tú elegiré yo … o sea como quieras. ¿Quieres elegir la última a la que vas a desnudar o no?”. “Arancha … paraaa, por favoooor, no me sigas tocandooo”, susurró súper bajo Elena estremeciendo su cuerpo. “Pero qué zorra eres. Seguro que

le has comido ya alguna vez el coñito a esa pedazo de rubia. Venga, levanta y vamos a por la otra puta”, dije dirigiéndome hacia donde estaba Susana. Elena volvió a obedecer sumisa y a agacharse frente a su amiga mientras mi mano seguía sobándola. Al ver como volvía a besar el coñito de la otra chica y notando como su coñito se mojaba más y más con mi sobada no aguanté más. “Tú sigue con lo tuyo zorrita … pero necesito ya follarte. No te muevas y sigue bajando la braguita de tu amiga”. Elena no dijo absolutamente nada

mientras dejaba de tocarla. Tampoco al sentir mi polla ya libre del bañador justo entre sus deliciosas nalgas y lanzó un larguísimo pero suave gemido al notar cómo se la metía por el coñito desde atrás. Estaba tan lubricada que entró maravillosamente mientras con los dientes arrastraba el bikini de Susana por medio muslo, dejando ver un monte de venus no completamente depilado pero solo adornado con una pequeña línea de pelo moreno súper recortado. El bikini llegó rápidamente hasta las rodillas de la chica, cayendo libremente hasta los tobillos e inmediatamente después la lengua de Elena recorrió el sexo de su amiga tal y como yo se lo

había ordenado. En esta ocasión no hizo falta ni decir una palabra. Miguel, el camarero mejicano que ideó toda la aventura, se lanzó a por Susana entre sus ruegos de que no le hiciese nada y obligándola a sentarse en el suelo, la empezó a pasar la polla por la cara hasta que Susana aceptó mamársela. Los pollazos de Miguel desde el primer momento fueron tremendos, pero Susana dejaba que su polla entrase completamente hasta el fondo de su garganta sin la mínima arcada. “Veo que tu amiga es una buena mamadora de pollas. Seguro que tú

también la mamas muy bien. Pero ya lo comprobaremos más tarde. ¡Cómo te gusta la polla en el coñito, eh, zorra!”. “Eres un cabrooon … jodeeer … sácamela cabrooonazoooo”, gimió la chica entrecortadamente al hablar. “Vamos levántate. Vamos a llegar hasta donde tu amiga Paula sin sacártela del coñito o sea que camina poco a poco”. Caminamos mientras yo le sujetaba bien fuerte por las caderas para evitar que mi polla se saliese de tan maravilloso, cálido y húmedo coñito, hasta llegar donde Paula. Allí, Elena repitió el proceso de arrodillarse .. besito … braguita abajo y lametón esta vez bien

profundo y por dos veces del coñito, también depilado, de su amiga Paula, que miraba incrédula a su amiga comiéndola el coñito mientras yo me la estaba follando a toda velocidad sujetándola por las caderas. No hizo falta ni un solo gesto a mi amigo Luis para que se lanzase sobre Paula, que aún tenía la braguita del bikini en las rodillas, la obligase a arrodillarse y le plantase la polla en la boca. “A ver como la mamas con esa boquita tan linda zorra”. No sé si fruto del miedo o de la indefensión u otro motivo, Paula abrió la

boca y dejó que mi amigo empezase a follarle hasta la garganta sin rechistar ni un momento. Se escuchaban sus arcadas cuando la polla de Luis llegaba hasta el fondo, pero en ningún momento abrió los labios para quejarse. “Ahora vamos a por tu amiga Arancha, que la hemos dejado solita”. En esta ocasión saqué la polla del coñito de Elena y observé su precioso culo desnudo moverse al caminar delante de mi dirigiéndose a su amiga hasta que se detuvo frente a ella. “Hola Arancha”, dije yo acercándome hasta la rubia y cogiéndola por la cintura suavemente para acariciarla.

“Ho … ho … hola”, respondió verdaderamente nerviosa, tratando de retirarse un poco. “¿Sabes una cosa Arancha?. Resulta que tu amiga Elena te ha elegido para el final a ti porque me parece que tiene unas ganas loquitas de comerte suavemente el coñito”. “¡Hijo de puta … eso es mentira!”, dijo Elena clavándome la mirada nuevamente. “Eres una zorra Elenita y tienes que aprender a tratarme con más respeto. Me parece que te mereces un buen castigo. Quiero verte ahora mismo arrodillada frente a mí y mamándome la polla antes de que cuente 3 y en lo que hablo con tu amiga Arancha. Como no lo

hagas bien puedes preparar ese culo a recibir azotes de verdad”. Sus ojos cargados de odio volvieron a clavarse en los míos y mantuvo la tensión durante unos breves segundos en los que yo empezaba la cuenta, pero antes de que yo llegase al tres, ya estaba arrodillada frente a mí con mi polla en su boca y moviendo la cabeza para mamármela. “Mmmhhhh … fantástico. ¡Qué boquita tienes Elenita!. Dime una cosa Arancha … tú ya has sentido la lengua de esta zorrita que me la está mamando en el coñito … ¿a que sí?. Dime la verdad … que yo me entero de todo y

me puedo enfadar”. Mi mano que acariciaba la cintura de la chica empezó a subir par coger suavemente uno de sus pequeñas pero deliciosas tetas. “Por favor no me hagas nada si quereis más dinero igual podemos sacarlo con una tarjeta, no lo sé, pero por favor no me violes”, rogó la chica con cara verdaderamente asustada a la vez que indefensa con las manos atadas a la columna tratando inútilmente de retirarse para evitar que sobase sus tetas. “Calla rubia y no seas exagerada. Un polvo es un polvo y me parece que las seis de eso sabéis mucho, ¿a que sí?. Te he hecho una pregunta sobre tu amiga la que me está comiendo la polla ahora

mismo y no me has respondido”, mi mano siguió acariciando sus tetas, parándose por un momento en uno de los puntiagudos pezones para cogerlo con fuerza. “No me has respondido rubia … y quiero la verdad”. “¡¡Auuuu!! … Eeehhh … eehhhh … estábamos borrachas las dos y acabamos haciendo tonterías, peroooo … estoooo. ¡Para por favor, me haces daño!”. “Venga, no te hagas la estrecha ahora mismo. Estos pezoncitos tuyos seguro que han tenido guerra … y mucha estos días o sea que no me vengas con tonterías por un pellizquito. Si quieres te pego un buen mordisco para ver como duelen de verdad. Tú pórtate bien y mira

de vez en cuando a la zorra de tu amiga comiéndome la polla”. La chica no pudo evitar mirar cómo su amiga Elena de rodillas movía la cabeza clavándose mi polla durísima hasta el fondo de su garganta para luego mirándome a los ojos volver a rogar. “Por favor no me hagas daño por favor. Haré lo que me pidas y responderé a lo que me preguntes”. O sea, que volviendo a nuestra conversación de tu amiga Elenita. Me decías que ya has notado su lengua de zorra recorriendo tu coñito, ¿a que sí?”. “Bueno … sí, aquel día. Sí. Por favor no me hagas nada”, dijo al

empezar a notar mis dedos nuevamente cogiendo un pezón con cada mano. “Tranquila tonta. Tú relájate y mírala lo bien que me la está mamando. No sé lo que te parecerá a ti, pero yo creo que estaba deseando que la diese polla en la boca, ¿no te parece?. Tienes unos pezones que me ponen muy cachondo, ¿lo sabes?”. “Para por favor, no sigas … por favor te lo pido”. “¿Sabes una cosa rubia?. Estoy deseando meterte la mano debajo de ese bikini para cogerte bien fuerte por el coñito … pero quiero que sea la zorra de tu amiga la que te desnude. Me parece que la muy puta está deseando comerte el coñito y eso hay que verlo.

¿Qué te parece?”, mis dedos seguían sobando y pellizcando sus pezones sin parar en una especie de juego, arrancando deliciosos gestos de dolor de la cara de la chica. “Basta por favor, me estás haciendo mucho daño, por favor”. “Bueno chica … no será para tanto. Por cierto, otra pregunta, ¿conoces a Elenita la chupa pollas desde hace mucho tiempo?. Mira, mira cómo me la come la muy zorra”. Mientras hablábamos, los gemidos de Gemma aún siendo sodomizada sobre la mesa y Silvia follada en una acrobática postura atada en la columna se mezclaban con las arcadas de Susana y

Paula recibiendo polla hasta el fondo de sus gargantas, ambas con la cabeza apoyada contra la columna a la que estaban atadas y los gemidos de Silvia siendo follada contra la columna. “S … sí, nos conocemos desde niñas”, dijo sin poder evitar mirar cómo Elena seguía mamándomela sin levantar la vista un instante a nuestra conversación. “Ya, pues si os conocéis de tanto tiempo voy a ser un poquito cabrón contigo y vas a tener que elegir entre dos opciones … a ver qué te parece”, dije nuevamente dando un tirón simultáneo de sus dos pezones. “¡¡Aauuu!!, por favor no hagas

eso me duele, por favor”. “Ahora en unos segundos voy a ordenar a tu amiga que te quite la braguita del bikini y que te de unas chupaditas ahí abajo … ¡como en los buenos tiempos ya sabes!”, dije a la vez que volvía a torturar sus dos pezoncitos. “Tienes que elegir si mientras nos enseñas ese coñito tuyo, quieres que yo siga jugando con tus tetitas aunque te duela un poco o prefieres que de por el culo a tu amiga y verla sufrir a ella”. “No por favor te pido, eso no me hagas que me duele mucho, por favor”, dijo Elena inmediatamente al oír nuestra conversación soltando mi polla de su boca. “Vaya, mira tú, si resulta que

Elenita estaba mamando pero atenta a lo que hablábamos. ¡Tú calla y chupa zorra!. Deja que elija tu amiga”, dije a Elena a la vez que soltando uno de los pechos de Arancha, cogí la cabeza de Elena para obligarla a seguir mamando, clavándole mi polla hasta el fondo de la garganta”. “¡¡Mmmhhh … Aggggg … mmhhhh!!, esta vez sí que arranqué una arcada al llegar hasta el fondo con mi polla en la boca de Elena. “Dime rubia. Elige rápidamente, sino haré las dos cosas y perderéis las dos. ¡Ya!, ¿cual es tu opción?, ¿sigo jugando con tus pezones o enculo a tu amiguita de la infancia?”. “No quiero que me sigas

pellizcando los pezones por favor, me duelen”. “Eso no es lo que te he pedido. Quiero que digas cual es tu opción elegida, no cual es tu opción no elegida”, vamos me estoy cansando de esperar. Tardó unos breves segundos la chica en responder, en los que mis dedos siguieron jugando y pellizcando los pezones hasta que por fin hizo lo que le había pedido. “Lo siento Elena tía, pero prefiero que le des a ella por detrás”. “¡No, joder Arancha, tía!. Por favor, eso no, joder que me va a doler

tío la tienes muy gorda joder. No seas cabrona”, volvió a añadir Elena soltando mi polla nuevamente. “¡La elección está hecha!. Venga vete bajando la braga del bikini a tu amiga. Queremos veros a todas el coñito desnudo”. Elena se levantó como pudo con las manos atadas y dando unos pasos atrás con carita realmente asustada empezó a rogarme, sin bajar el bikini de su amiga como le había pedido. “Tío no me lo hagas por detrás, la tienes muy gorda y me va a doler. Vamos, no seas cabrón. He hecho todo lo que me has pedido joder. No me des

por detrás por favor. He dejado que me folles y te la he chupado cuando me lo has pedido. No me hagas eso por favor”. “Mira Elenita. Eres una zorra y te encanta que los hombres te miren. Sabes que tienes cuerpazo y nos pones a todos cachondos. Te has mojado mientras te sobaba y mientras desnudabas a tus amigas. Ahora quiero ver esos ojitos rogando un poco mientras te doy por el culito”. “Joder, tío, por favor, no seas cabrón. Házmelo por el coño o te la chupo, pero por el culo no por favor. Sé que me va a doler mucho”. Ella seguía caminando hacia atrás mientras yo la seguía acercándome poco

a poco. “Ya he probado tu boquita y tu coñito. Ahora es el turno de ese culito tan bonito. Quiero notar como te la meto hasta golpear tu culazo con mis caderas y quiero notar como sufres como una zorra desobediente mientras te rompo el culo. Y te lo voy a follar hasta que me muera de ganas de correrme. Entonces te la sacaré y me correré en tu boca de chupapollas. Te lo vas a tragar todo todito … hasta la última gota porque solo con verte la cara sé que te gusta la leche y que estás deseando sentirla en tu boca”. “No tío, ¡joder no!. No pienso dejar que me lo hagas por detrás tío. No

me voy a dejar”. “Me da igual que te dejes o no. Tu culo hoy es mio y te lo voy a follar. Mis dos amigos me ayudarán a mantenerte bien abiertita de piernas para que te la meta hasta el fondo por el culo”, le dije teniéndola contra la pared arrinconada a la vez que con mis dos manos cogía su delicioso culo con fuerza. “Este culazo es mio y te lo voy a follar. Además si algún amigo mío quiero hacértelo por detrás serás tú la que se lo ofrezcas zorra. Hoy vamos a enseñarte a obedecer a un hombre como tu amiga Gemma. Mírala la muy puta como lleva media hora recibiendo por el culo y casi no se queja”.

Dije a la vez que hacía un gesto a Miguel y a Luis para que dejasen a Paula y Susana un momento para sujetar a Elena. En cuanto Elena vio a mis amigos acercarse trató sin éxito de liberarse del rincón donde la tenía y de mis manos sujetando con fuerza su culo contra mi … pero sin éxito. Se resistió como pudo mientras Miguel la sujetaba fuertemente por la parte superior de un brazo y Luis por el otro hasta llevarla a un gran sofá. Forcejeó tratando de soltar sus muñecas atadas a la espalda y moviendo con fuerza las piernas pero en pocos segundos estaba

tumbada en el sofá, con el culo medio fuera de los cojines, la cabeza incómodamente apoyada en el respaldo y las piernas completamente abiertas ya que Miguel sujetaba con fuerza su pierna derecha a la vez que Luis sujetaba la izquierda. Miguel y Luis doblaron las piernas de Elena hacia atrás hasta casi tocar sus pechos con las rodillas, para sujetarla más fácilmente, dejando así su coñito y culito completamente expuestos y a la vista de todos. Sus manos atadas a la espalda habían quedado a la altura de su cintura y no podía sacarlas de ahí. “Soltadme hijos de puta. Cabrones de mierda, ¡soltadme!”, forcejeaba Elena sin éxito al notarse

completamente expuesta y abierta de piernas. “Pero qué coñito tienes más bonito cabrona. Te lo has depilado a conciencia de veras … qué maravilla”, dije yo mientras de rodillas entre sus piernas acariciaba su clítoris suavemente. El coñito de Elena en esa postura se veía absolutamente precioso y semi abierto. Sin un solo pelo en toda la entrepierna, labios vaginales muy pequeños, color ligeramente rosita y brillante por estar húmedo. También su culito quedaba expuesto: rosita ligeramente más oscuro arrugadito y absolutamente cerrado a pesar de estar

con las piernas completamente abiertas y flexionadas hacia atrás. “No me toques cabrón”. “Eres una zorra Elenita. Estás completamente mojada y sigues insultándome para que todas tus amigas piensen que no quieres que te toque … pero en el fondo estás deseando sentir mi polla en lo más profundo de tu culito. Estas deseando sentirte aún más zorra de lo que eres y por eso tu amiguita del alma ha preferido ver cómo te enculamos en lugar de aguantar unas caricias en sus pezones. Prepara este culito guapa que te la voy a clavar hasta el fondo”. “Por favor, tío, no me la metas

por ahí, que me va a doler mucho, por favor”. Mientras hablaba con ella, mi mano seguía acariciando su entrepierna, extendiendo los flujos vaginales hasta la entrada de su culito, pero sin meter un solo dedo en su agujerito. Quería notarlo completamente cerrado cuando mi polla empezase a empujar. Deseaba verla sufrir un poquito mientras su culito se iba abriendo para dejarse follar. “Ves, así lubricadito te entrará mejor. Para que veas que soy un tío legal me voy también a lubricar la polla”. “Aaahhhh … cabrón”.

Mi polla se clavó suavemente en su perfectamente lubircado coñito. Hasta el fondo sin la mínima resistencia en esa postura en la que podía metérsela hasta los huevos ante la atenta mirada de mis compañeros. “Buff … vaya coño tiene la zorra esta tío. Si lo tiene totalmente mojado. Menuda putita nos ha salido la morena”. “Está riquísimo tíos. Calentito de verdad. Ahora voy a darle unos buenos pollazos para lubricarme la polla y quiero metérsela por el culito, pero luego si quereis os la follais vosotros”. “Aaahhh … paraaa cabronazoooo …. Jodeeer paraaaaa”.

Le hice unos cuantos mete y saca bien profundos para dejar mi polla bien lubricadita y gozando también del maravilloso coñito de la chica. Mientras tanto Miguel y Luis la sobaban las tetas con una mano mientras con la otra la mantenían sujeta. “Ahora vamos a probar este culito tan estrecho … quiero ver esa zorra que llevas dentro” “No, ¡joder por favor!, sigue y acaba si quieres ahí, pero no me lo hagas por detrás, joder tío”. Elena intentó retorcerse y soltarse inútilmente cuando notó mi polla, recién salida de su coñito, apoyarse en su ano.

Sujetándome la polla con la mano para dirigirla perfectamente a su culo, empecé a presionar a pequeños intervalos su culito. Presionaba y soltaba una y otra vez para notar como cada vez su culito se abría un poquito más. Empujaba justo en su culito y me retiraba, volvía a empujar y a retirarme … así sin descanso, disfrutando de cómo el culito de Elena cada vez que me retiraba se notaba un poquito más abierto. “Para hijo de putaaaa, ¡joodeeeer!”. “Pero qué culito tienes zorrita … mmmhhh … qué apretadito y qué rico está. Vas a ver cómo se dilata para

dejarme entrar enseguida”. Sus caritas a cada empujón mío de excitaban aún más … hasta que en uno de esos empujones, noté como su culito cedía y dejaba paso a la cabeza de mi polla, que desapareció en su interior. “¡¡Aaaaaaauuuu!!, jodeeerrrr sáaaacalaaaa tío”. Ahí me mantuve unos segundos, disfrutando de ver mi polla justo entrando en su interior. “No te hagas la estrecha que seguro te lo han follado unas cuantas

veces. Ahora ya ha pasado lo difícil o sea que solo queda clavártela hasta el fondo y ver como gime esa boquita de zorra”. “No … por favor, eso nooooooo”. Mirándola a los ojos y sujetándola por las caderas empecé a empujar sin pausa. No muy rápido para gozar más el momento pero sin pausa para que milímetro a milímetro se hundiese en su culo, que cedió como la mantequilla ante un cuchillo caliente. “¿Ves lo bien que te entra zorra?”, dije una vez mis huevos se aplastaban ya contra sus preciosas

nalgas con mi polla completamente clavada en su culo. “¡Hijo de putaaaaaa!”. “¿Encima me insultas?. Te recuerdo que ha sido la amiguita tuya la que me ha pedido que te encule. Por chica mala te mereces una buena enculada”. Sujetándola por las caderas le saqué completamente la polla para volvérsela a meter hasta el fondo … una y otra vez, notando como su estrechísimo culo poco a poco iba quedando más abierto al salir de ella. Siguió gimiendo, pero cada vez menos mientras la iba abriendo el culo para sodomizarla a placer. Incluso me pareció escuchar un gemido de placer

cuando mi dedo estirado se clavó en su coñito simultáneamente, notando mi polla en el interior de su cuerpo. El dedito acompañaba a mi polla en el mete y saca, notando como poco a poco la tensión de la chica iba reduciéndose por lo que hice un gesto a mis amigos para que la soltasen. “Mis amigos se van. Más vale que te portes bien, sino volverán y creo que seremos bastante más cabrones contigo que una simple enculadita”. No dijo nada, simplemente se mantuvo completamente abierta de piernas, una vez mis amigos la soltaron, dejándome follar su culito a los menos otros 10

minutos en esa postura. Ver cómo mi polla iba deformando su precioso culo entrando y saliendo me excitaba más y más hasta el punto de llegar al borde de correrme en su interior. Pero era demasiado pronto y quería jugar más con ella. “Pero cómo te está gustando sentirte enculada como una putita, ¿a que sí?”. “Maldito cabrón …”. No le dejé acabar la frase y mi boca se fundió en la suya sin que hiciese ningún esfuerzo por evitarlo, ni tampoco por cerrar las piernas para evitar que mi polla siguiese violando su culo mientras

mi lengua se introducía en su preciosa boca. Así seguimos hasta que un solo movimiento más en su interior hubiese probado que me corriese o sea que pasé a mi siguiente locura. “Ven aquí, levántate que vamos a hablar con tu amiguita”, dije sacándole la polla y ayudándola a incorporarse, llevándola en un momento hasta estar frente a su amiga Arancha. “Aquí tienes a tu amiguita, la que me sugirió que probase tu culito en lugar de dejarse sobar las tetas. Mírala a los ojos, porque mientras tú recibías polla por todos los lados ella ha conseguido mantener incluso su coñito cubierto de nuestras miradas con el bikini”.

Lleve a Elena hasta pegarla a su amiga Arancha haciendo que sus tetas se juntasen con las de su amiga y sus caras quedasen pegadas. “Ahora morenita cuéntale a tu amiga lo que te voy a hacer, porque quiero oírte decírselo”. “¿Quéee? … ¿qué quieres queeeeee? … ¡¡auuuuuuuuuu!!”. Así, de pie, apoyada contra su amiga, viendo su precioso culo tal y como es en realidad, coloqué mi polla entre sus nalgas nuevamente y volví a sodomizarla hasta el fondo.

“Vamos … cuéntale a tu amiguita lo que te está pasando. Quiero oírte … sino voy a tener que pellizcar estas tetas tan bonitas o darte unos azotes …. ¡¡¡Plaaaaaas!!!”, sonó el primer azote retirándome un poquito y mientras mi polla se hundía en su culo. “¡Joder cabrón! … vale, joder, vale”. Me dijo a la vez que miró fijamente a los ojos de su amiga Arancha. “Me está dando por el culo tía. Me la está metiendo por detrás y sabías que me dolía un montón y por tu puta culpa me está enculando, ¡joder!”. “Tía, lo siento … lo siento, joder … pero yo … no sé … lo siento mucho tía”, respondió su amiga Arancha.

“Eres una cabrona, ¡joder!, me está machacando el culo el muy hijo de puta por tu culpaaaaa” “¡¡¡Plaaaaaaasssss!!!”, otro azote en el precioso culo de Elena. “Así me gusta, zorrita. Ahora bájale esas braguitas y le vemos el coñito a tu amiga que todavía no se lo hemos visto”. Elena obedeció y agachándose un poco, permitiéndome de paso llegar un poco más profundo con mi polla, tirando con los dientes, le bajó el bikini hasta los tobillos dejando a la vista un precioso coñito con una pequeña línea de pelo en el monte de Venus. -

“Ahora ha que la zorra de tu

amiga se siente en el suelo y se abra de piernas”. No hizo falta que Elena dijese nada, porque Arancha asustada, se sentó deslizando los brazos debajo de la columna hasta sentarse en el suelo y abrir las piernas mostrando un coño no tan bien depilado como el de su amiga. “Así me gusta. ¡Ves!, tu amiga es obediente o sea que ahora quiero que le comas el coñito bien comido. Ponte a cuatro patas frente a ella y empieza a comérselo … y agáchate con cuidado de que no se te salga mi polla del culo zorra”. “Joder tío, eres un cabrón. ¿Te

gusta humillarme, eh cerdo?”. “Me encanta … y a ti te encanta que te follen como te estoy follando aunque no llegues a reconocerlo nunca”. Elena me miró con unos ojos entre odio y excitación que me pusieron otra vez a tope. Algo me dijo que había salido la zorra que llevaba en el interior y en el fondo estaba deseando sentirse utilizada y correrse de esa manera. Se agachó a cuatro patas como la dije, dejándome ahora sí que follarme su culito al fondo y sin rechistar lo más mínimo comenzó a comerle el clítoris a su amiga. Eso fue ya demasiado para mí. Miré alrededor y ví como todos mis

compañeros habían terminado con sus parejas. Manu se había despegado de Gemma, posiblemente después de correrse en su culo dejándola con la respiración agitada mirando al frente. Silvia seguía en pie y el goteo por la parte interior de los muslos hacía evidente que Pedro se había corrido en su interior. Paula y Susana mostraban evidentes restos de corrida en sus caras y en la comisura de los labios, como si Luis y Miguel se hubiesen corrido en sus bocas … y yo no aguantaba más. El estrecho culo de Elena era una maravilla y necesitaba correrme. Arancha no podía evitar mirarme mientras recibía la lengua de su amiga entre sus piernas o sea que, aunque pensé en hacerlo en el

interior de mi chica favorita, se me ocurrió algo más cachondo. En el último momento, cuando ya iba a correrme saqué la polla del culo de Elena y me levanté. “Ven aquí Aranchita. Demuéstrame lo zorra que eres y abre la boquita”. “¡¡Noommmm… ggghhhh!!”. Sin darle opción dirigí mi polla a su boca y se la clavé hasta el fondo sin que hiciese demasiado por resistirse. “Vamos zorra saborea el culo de tu amiga. Tú has sido la culpable de que

la encule o sea que prepárate ahora para tragar”. Lo cierto es que la resistencia de Arancha no fue excesiva y dejó que mi polla entrase hasta el fondo de su boca provocándole una arcada. Casi no tuvo tiempo de pensar cuando empecé a correrme en el interior de su garganta a la vez que sujetaba con fuerza su cabeza manteniendo la polla bien clavada en su interior. Ni una sola gota se derramó y la chica se vio obligada a tragar toda mi corrida mientras el resto de la sala observaba la escena haciendo que varios de los hombres volviesen a excitarse.

“Joder tíos … vaya panda de zorras que nos hemos encontrado. ¡¡Y la noche no ha hecho más que empezar!!”. Dije sacando la polla de la boca de Arancha dejándola finalmente respirar … Fin.

Vecina Hace ya 10 años que me mudé a mi actual piso en la zona centro de Barcelona. Me mudé de ciudad solo, escapando de una relación anterior cambiar me pareció una buena opción para alejarme de todo. En Barcelona todo empezó bien y profesionalmente empecé a ascender a una velocidad que incluso a mí me sorprendió. No tenía tiempo para otra cosa que para trabajar y durante esos años, mi estilo de vida se hizo enormemente estresante, completamente desinteresado por nuevas relaciones a la vez que materialista desde el punto de vista de la ropa, relojes, viajes y coches en lo que

gastaba casi todos mis ingresos. La relación con mis vecinos no fue especialmente intensa, si bien es verdad que era muy cordial con los vecinos de la puerta de enfrente. Por aquel entonces, su hija Alis, tendría unos 11 o 12 años cuando me mudé al piso y eras una niña encantadora, enormemente sonriente y simpática. El tiempo fue pasando sin darme cuenta hasta el día de tu 20 cumpleaños, que tus padres me invitaron a tomar un trozo de tarta a su casa. Cuando te di dos besos de felicitación, te pusiste de puntillas con tu mano izquierda sobre mi hombro y yo coloqué mi mano en tu cintura descubierta por culpa de una corta camiseta. Sin más intención inicial que

dos cariñosos besos, acerqué tu cuerpo contra el mío hasta darme cuenta que esa niña se había convertido en una mujer impresionantemente atractiva al notar tus tetitas presionando contra mi pecho. Con mi mano en tu cintura desnuda, algo se activó en mí e instintivamente arrimé bien tu cuerpo al mío a la vez que acariciaba esa preciosa cintura hasta que uno de mis dedos tropezó con la goma del tanga en el inicio del culito. El “tropezón” me provocó tal excitación a la vez que un poco de miedo de ser pillado por la familia que retiré la mano inmediatamente sin saber si lo habrías notado. Hasta ese momento jamás me había fijado de esa manera en Alis; tal vez por

que eras una chica menudita o bien porque te había visto como una niña desde años atrás, lo cierto es que nunca hasta ese instante me había dado cuenta del enorme atractivo de mi vecinita. La pequeña Alis se había convertido en una mujer tremendamente atractiva y ahí mismo sentí el renacer de un deseo sexual enorme por una mujer. A partir de ese día, cada vez que coincidíamos en el ascensor o en el portal no podía evitar mirarte de arriba abajo, desnudándote con la mirada antes de dedicarte la sonrisa de “buenos días” o cualquier otra pequeña frase que hacía que cada día acabase con mi polla dura como una piedra simplemente por cruzarme contigo. Mis miradas al principio eran

disimuladas o a través del reflejo de los espejos del ascensor, pero poco a poco se convirtieron en más y más descaradas, ya que nunca me dio la sensación de incomodarte. Vaqueros ajustados unos días, tops marcando sus preciosos pechos otros, pantalones cortos dejando a la vista unas piernas perfectas … no siendo una mujer exuberante al uso, era ese tipo de chica irresistiblemente sensual y atractiva: menuda, con carita de no haber roto un plato, sonrisa preciosa, pechos perfectos, culito pequeño y bien marcado, delgadita, piernas muy bonitas, morena con pelo largo ondulado sin llegar a ser rizado, ojos marrones … casi una necesidad que cada día me

hacía ocupar mi mente por unos momentos con … “que buena tienes que estar cabalgando una polla bien dura cariño” o “lo guapa que tienes que estar gimiendo mientras te la meten por el culito suavemente a cuatro patas” o “madre mía lo que tiene que ser ver esa boquita abierta bien llenita de polla hasta la garganta” o “bien atadita y abierta de piernas tienes que gemir como una zorrita mientras mi lengua recorre ese coñito delicioso” … eso sí mientras mi boca pronunciaba un educado “buenos días” o “que guapa estás hoy Alis”. Se llegó a convertir en una obsesión para mí, tratar de coincidir todos los días contigo en el ascensor o en el portal para cruzar unas pocas

palabras y desnudarte con la mirada para hacerte objeto de mis más oscuros deseos… algo que cada vez más no solo parecía no incomodarte, sino que te gustaba, a pesar de que mis miradas se paraban más y más en tus caderas o en tus pechos o en tu cintura desnuda por la ropa ligera de verano. Incluso en ocasiones tuve la sensación de que tus posturas favorecían mis miradas, sacando pecho para que los pezones se te marcasen en las camisetas, un botoncito de más abierto en una camisa para dejar ver el comienzo de unos pechos que me parecían absolutamente perfectos, un pantalón levemente caído para que el tanga saliese claramente por encima, agacharte a recoger algo de

frente para que tu escote se abriese pudiendo ver parte de tus pechos, inclinarte de espaldas para que el pantaloncito se bajase aún más dejando claramente ver el comienzo del culito, … y mi polla cada día más y más dura bajo el pantalón en cuanto nos veíamos. Pronto aprendí tus horarios de salida por la mañana, de gimnasio por la tarde e incluso la hora a la que solías volver a casa los fines de semana después de quedar con amigos. Muchas veces entrabas y salías con una chica rubia de tu misma edad aproximadamente, que un día de verano me presentaste como tu amiga Carolina y a la que por supuesto saludé con dos besitos acariciando su cintura desnuda con la mano bien abierta

y pegándola a mi cuerpo para notar sus tetitas contra mi pecho haciendo que se sonrojara levemente. Una monada sin duda también … pero mi vecinita era mi favorita. Así pasaron nada menos que dos años, hasta que a sus 22 años te habías convertido en mi única obsesión fuera del trabajo. Una especie de juego de miradas y sonrisas, de halagos y de más miradas, de ideas obscenas entre saludos vacíos… hasta que ya no pude más. Fue un sábado por la mañana que sabía estabas sola en casa el fin de semana ya que tu familia había salido en uno de sus habituales viajes familiares al extranjero. Ibas al gimnasio en vaqueros y camisa blanca, dejando

desnuda la cintura por donde se veía la cinta de un precioso tanga negro, tanto por la parte delantera como por el culito y con una pequeña mochila colgada en un hombro. Yo en mi habitual traje negro y corbata pues, aún siendo fin de semana, quería cerrar varios temas pendientes en la oficina. “Vaya Alis, cada día estás más guapa chica”, fue mi comentario ya habitual al verte mientras sin disimulo te miraba de arriba abajo, clavando mi mirada en el tanguita que parecía querer escaparse por la cintura de tu pantalón. “Hola”, dijiste con una preciosa sonrisa, claramente orgullosa por mi mirada y alagada por el comentario a la vez que pasabas al ascensor, cerrabas la

puerta para bajar al portal y te girabas lentamente como dejando que mis ojos recorriesen pausadamente tu espalda ... como siendo consciente que la visión de ese tanguita saliendo por la cintura me pondría malísimo “Chica, hace tiempo que no me saludas con un par de besos. Uno de estos días tengo que invitarte a tomar algo en casa. Nos conocemos desde hace muchísimo y no conoces ni la casa de tu vecino”, dije a la vez que colocaba mi mano en tu cintura desnuda para darle los besos. No te di tiempo ni de responder cuando colocaste tu brazo sobre mi hombro sonriendo, colocándote de puntillas para llegar a mi altura, te planté un beso en

una mejilla y mientras movía mi cabeza hacia la otra rocé tus labios con los míos de forma “accidental”. Al ponerte de puntillas, tu pantalón se deslizó unos milímetros más abajo, dejándome ver claramente el comienzo de tu precioso culito en el reflejo del espejo del ascensor y esos preciosos hoyuelos en la cintura, sobre el culito, que me volvían loco. Mi mano acariciaba tu cintura tocando nuevamente la gomita del tanga, te mantuve así unos segundos aprovechando para recorrer la cintura de tu pantalón notando perfectamente el comienzo de tus deliciosas nalgas. Esa situación fue demasiado para mí y mi polla se puso dura como una piedra bajo el pantalón del traje, haciendo un bulto

absolutamente imposible de ocultar a la vista de nadie. Tu mirada fue disimulada pero claramente hacia el bulto de mi pantalón, cambiando esa bonita sonrisa orgullosa por una pícara mirada, que se movió rápidamente de mi bragueta a mis ojos a la vez que descuidadamente te subías el pantalón solo por un lateral como si no te hubieses dado cuenta de que me estabas provocando. Eso ya hizo que no pudiese aguantar un minuto más. Algo me dijo que estabas deseando polla en ese mismo momento y ahora mismo no estoy seguro de haber acertado. De forma disimulada y aprovechando que los botones del ascensor estaban a mi espalda, mientras bajábamos en el

ascensor, oprimí el botón de “Stop” provocando, lógicamente, que el ascensor se detuviese entre dos pisos. “Vaya, otra vez el ascensor”, dije como confiado en conocer el problema. “Me pasó lo mismo ayer a la noche y tuve que llamar al técnico”. “Jolín… pues sí que… dale otra vez al botón a ver si anda”. “No, espera, el técnico, ayer me dijo que debemos esperar 4 o 5 minutos y luego irá bien. Por lo visto el motor se recalienta y es mejor esperar un poco. Ayer empecé a darle al botón una y otra vez y terminé 30 minutos aquí encerrado hasta que vino el técnico a sacarme. Con el calor que hacía, no te puedes ni imaginar”.

“Vaya”… tu mirada de desconcierto también me excitaba e incluso conseguía que mi polla se pusiese más y más dura. En ese momento estuve seguro que si no te follaba esa misma mañana me dolerían los huevos durante una semana. “¿Sabes? … desde hace ya un tiempo te has convertido en una zorrita deliciosamente sexy. Mira como me pones la polla de dura. No aguanto más sin desnudarte y follarte como la perrita viciosa que dicen tus ojos que eres”. Mientras decía estas palabras, me acerqué a ti, rodeándote con un brazo, para palpar tu tanga justo por encima de tu culito hasta cogerlo esta vez con fuerza y dar un tirón hacia arriba que

hizo dieses un apagado grito al notar tu ropa interior clavarse a la vez que se deslizaba violentamente por tu coñito. “Si quieres enseñarme las braguitas, mejor que las lleves así bien subidas y así sabremos todos que eres una zorrita deseando una buena ración de polla como la que te vas a llevar hoy, ¿no te parece?”. El tirón de tu ropa interior hizo que tu cuerpo y el mío se pegasen completamente, consiguiendo que yo notase tus pechos contra mi cuerpo y tú sintieses mi erección en tu cintura. Hasta ese momento, tu cara de incredulidad de había excitado más aún si cabe y no te habías atrevido a decir una sola palabra. “¡¡Aaaauuuu!! … ¿pero qué

haces?. ¡Me haces daño!”. “Me estás enseñando las braguitas cada día, me dejas que te las toque, me dejas casi acariciarte el culo, me dejas que note esos pezones pegados a mi cuerpo y… ¿ahora dices que te hago daño? Eres una calientapollas preciosa con carita de no haber roto un plato, pero algo me dice que eres una zorrita que le encanta follar de verdad, cabalgar una buena polla dura… ¿tengo razón o no? Quiero follarte por todos los sitios como te mereces… no como lo hará tu novio, sino como la zorrita que llevas dentro y está deseando que se la follen ahora y aquí mismo”. Mientras te hablaba y una de mis manos sujetaba con gran fuerza tu tanguita

tirando hacia arriba de él, la otra mano te sujetaba por la nuca con fuerza para mantener los labios bien cerca de los míos. Me excitaba tu carita de miedo en ese momento, no aguantaba un momento más. “Por favor, déjame. ¡Me haces daño!, suéltame ahora mismo”, dijiste apoyando tus manos en mi pecho y empujando tratando de retirarte. Mis labios se pegaron a los tuyos notando un delicioso sabor que tenía casi olvidado después de demasiado tiempo sin besar a una mujer. Mi lengua se introdujo en tu boca sin demasiada resistencia y por un momento me pareció que te estaba gustando hasta que comenzaste a empujar fuerte y mover la

cabeza lateralmente para librarte de mi mano. “¡¿Estás loco o qué?! Suéltame por favor y no diré nada. Sino empiezo a gritar ahora mismo”, dijiste con ojos realmente enfadados… posiblemente más por la indefensión y por sentirte dominada que por otra cosa. Mientras seguía sujetando tiré con más fuerza de tu tanga por detrás escuchando como alguna fibra se rompía y deslizándolo violentamente por tu coñito y culito provocando que instintivamente tus manos fuesen a tratar de sujetar mi mano en tu espalda y evitar que tirase más aún de tu ropa interior. “¡¡Aaauuuuu!!, me estás haciendo daño. Basta por favor”.

Mi mano seguía tirando de tu tanga desgarrando más fibras y casi levantando tus pies del suelo. Eso mantenía ocupadas tus dos manos tratando de evitar que tirase aún más… pero a la vez dejaba el camino completamente libre a mi otra mano que inmediatamente fue a tus pechos, empezando a sobarlos por encima de la camisa, empujando para que se viesen un poco más por tu escote. Te mantenías en un extraño equilibrio: de puntillas ligeramente inclinada hacia delante con las manos en espalda tratando de evitar que siguiese tirando de tu tanguita. “¡Pero qué tetitas tienes Alis! ¿Qué pasa, qué te gusta ponerme cachondo enseñándomelas un poquito,

verdad? Pues ahora te las estoy sobando por calientapollas. ¿A qué te gusta que te den caña… di la verdad?”. “¡¡Auuuu!!, para jolín, que me estás haciendo daño”. Tu cara de niña buena me miraba a los ojos pidiendo que parase, pero yo notaba como los pezones se iban endureciendo bajo el sujetador. “Pero qué pezoncitos más ricos tienes preciosa. ¿Sabes?, creo que te los voy a comer hasta que gimas como una gatita”. Mi mano seguía sobándote los pechos a placer por encima de la camisa, ya que tus dos manos seguían tratando de evitar que tirase aún más de tu tanguita por atrás. Incluso cuando comencé a

desabotonarte uno a uno los botones de la camisa … tus manos seguían atrás … cuando seguí sobando tu pecho ahora solo protegido por el suave sujetador blanco … tus manos seguían atrás … hasta cuando retiré un tirante de tu hombro, bajando a continuación como pude el sujetador dejando tus pechos desnudos … tus manos seguían atrás. “Para, por favor. Para”, dijiste mirándome a los ojos con cara aún de más niña buena. “Pero qué zorrita estás hecha. ¿Qué pasa, que ahora me vas a decir que no te está gustando que te sobe un poquito estas tetas tan bonitas? No seas tonta y dime que te estás sintiendo como mi putita… con el tanga apretándote el

coñito y las tetas en mis manos”. Tus ojos ya no mostraban ese miedo y sorpresa inicial. Algo me decía que aunque seguías diciendo que te soltase, esos ojos no podían engañarme… esos ojos mostraban signos del placer de sentirte dominada completamente, del placer de sentirte sobada en un ascensor, de no saber porqué tu cuerpo y tu cabeza decían cosas diferentes. Con tus pechos ya desnudos y expuestos, mi mano cambió de objetivo y mirándote a los ojos profundamente y aprovechando tu postura de puntillas ligeramente inclinada hacia delante mi mano se introdujo por la cintura de tu pantalón y de un solo movimiento se coló por debajo de tu tanga roto

cubriendo tu monte de Venus y quedando un dedo exactamente en tu clítoris. “¡¡Aahhhhh!!, pero… que … que … ¿qué haces?”. “Mira tú que tenemos aquí. Un coñito depiladito entero. Pero bueno, bueno. No sabía yo que mi vecinita se cuidaba tanto y se depilaba el coñito. ¿Qué pasa, que te gusta parecer una nenita o qué? Igual lo que te gusta es que te lo cojan así como te tengo ahora, ¿no? ¿Es eso lo que te gusta a que sí? Seguro que sí, que lo llevas deseando desde mucho tiempo. Pero qué putita más deliciosa tenemos aquí”. Mi rápido movimiento hizo que te sintieras completamente expuesta y vulnerable. Me sorprendió que no te

resistieses lo más mínimo… como deseando que llegase hasta el fondo. Desde el momento que toqué tu entrepierna noté como estabas mojadita, me hiciste sentir que te estabas abriendo para mí y de hecho retiraste una de las manos de tu espalda para ponérmela sobre el hombro… como abrazándome. Tus pezones se endurecieron y tu cuerpo se estremeció al momento y un apagado gemido me hizo saber que te gustaba sentirte dominada … sentirte violada. Mis dedos comienzan a moverse al instante, explorando tu agujerito para recoger el flujo y llevarlo a tu clítoris y así poder acariciarlo suavemente. Lo noté palpitar y tan húmedo que mi excitación en ese momento era ya

absolutamente imparable. “Este agujerito te lo voy a follar bien follado. Me tienes cachondo perdido desde hace dos años Alis y hoy por fin voy a hacer contigo todo lo que me apetezca. Te lo voy a dejar chorreando de leche. Vamos abre un poquito las piernas y deja que te meta mano como la putilla que eres”. “¡Aahmmmm, mmmhhh!. Para por favor… ahhhh … para. No me hagas esooo” dijiste a la vez que, no sé si consciente o inconscientemente tus piernas se abrieron un poco dejando paso a mi mano. La mano que sujetaba con fuerza casi violenta tu tanga, ya había disminuido completamente la presión a lo que

respondiste colocando tu brazo, al igual que el otro, sobre mis hombros. Quedaste como colgada de mi cuello, con las piernas medio abiertas dejando que una de mis manos te cogiera por la entrepierna sobándote el clítoris sin oponer resistencia. “Para por favor… para y déjame marchar… no diré nada a nadie”… tus palabras te traicionaban porque pedías una cosa pero tu cuerpo se dejaba hacer lo que yo quisiese haciendo que mi excitación fuese más y más en aumento hasta límites que no había llegado jamás. La mano que casi había arrancado tu tanga pasó por delante ahora para abrir los botones de tu vaquero, dejando más

movimiento a la mano que ocupaba tu coñito y a la vez permitiendo que mi segunda mano se metiese por detrás para sujetar bien fuerte tu culo. “Cállate zorrita… tu cuerpo te está traicionando y estás pidiendo más guerra. Pero qué culazo te gastas Alis. ¿Sabes cuantas veces he fantaseado con follártelo?. Pues hoy lo haré. Después de follarte este coñito será el turno de este culito tan bonito”, dije estrujando todo lo fuerte que pude tu culo. “Mmnnnnhhh, aaahhhhh, por favor… para yaaaaa”. Mientras yo te sobaba y tú prácticamente no oponías resistencia física alguna y gimoteabas al hablar mi boca volvió a buscar tus labios para

besarte y para volver a sentir la calidez de tu lengua. Esta vez, no solo permitías el paso de mi lengua, sino que movías los labios besándome con los ojos cerrados mientras mi dedo masajeaba fuerte tu clítoris por debajo del pantalón. Así estuvimos un buen rato hasta que lo mojado de tu coñito y tus gemidos me hicieron pensar que si seguía tocándote podría hacer que te corrieses… y antes quería hacer algo más. Sin mediar palabra, retiré mis labios de los tuyos, saqué las manos que jugaban por debajo de tu pantalón y de un solo golpe te bajé los vaqueros y lo que quedaba de tu tanga hasta medio muslo, arrancándote un gemido de sorpresa.

Inmediatamente después presionando sobre tus hombros te obligué a ponerte de rodillas en el ascensor parado entre dos pisos. “Ahora ponte de rodillas pequeña Alis… quiero comprobar aquí mismo si eres buena mamando pollas o no”. “No por favor, aquí no. Nos puede pillar cualquiera. Por favor… nnnggooo”. Según rogabas que no me saqué la polla para metértela de un buen golpe en la boquita haciéndote callar y sin demasiada resistencia por tu parte. “Mírate qué zorra que eres. Así con la ropa medio arrancada, desnuda, enseñándolo todo y mamándosela a tu

vecino en el mismo ascensor. Pero cómo sabía yo que te encantan las pollas”. Mi polla estaba durísima y sobre todo con la cabeza realmente hinchada de la excitación y comencé a follarte la boquita sujetándote la cabeza por detrás suavemente hasta que de repente el ascensor comenzó a moverse sobresaltándonos a los dos. Por suerte no se detuvo en el piso siguiente y me dio tiempo de volver a pulsar el Stop y oprimir el botón de mi piso. “Será mejor que vayamos a mi casa. Te tengo preparada una sorpresa zorrita. Ven levántate”. Sujetándote por los hombros te levanté en volandas con facilidad para cogerte en brazos. Tus pantalones y tanga

seguían por las rodillas y tu camisa abierta con el sujetador descolocado dejando tus precisos pechos a la vista, te daban un aspecto brutalmente irresistible. “¡Aahhh!, pero, pero… ¿qué haces? … basta por favor, déjame en el suelo. Deja que me vaya, esto es una locura”, dijiste con voz muy baja mirándome a los ojos… con esos ojos… esos ojos que te traicionaban. Tu boca decía una cosa, pero tus ojos decían la verdad. Mostraban excitación, me miraban pidiendo más, sin mostrar ningún miedo en tu mirada… sino deseo. Deseo de que ahí mismo, medio desnuda, en la puerta de mi casa te follase contra la pared hasta llenarte de

mi leche. Estaba seguro de que si te lo hacía ahí mismo ibas a gemir como una perrita en celo… pero quería algo más de ti. Quería alargar lo más posible esa excitación y no limitarlo a un polvo rápido en el ascensor. Te había deseado durante demasiado tiempo como para acabar en 5 minutos. Habías sido mi objetivo durante tanto tiempo que necesitaba jugar y jugar contigo. Necesitaba utilizarte a mi antojo tranquilamente hasta que no pudiese más… y tu mirada me estaba diciendo “haz conmigo lo que quieras”. No sé como abrí la puerta de mi casa contigo en brazos, ni sé como la cerré una vez dentro. Solo recuerdo que en el momento que nos encontramos fuera de

la vista de posibles vecinos curiosos tus labios entreabiertos no hablaban… pero pedían algo, o sea que así, en mis brazos volví a pegar mi boca a la tuya. Te besé como pude metiendo mi lengua todo lo que pude, mientras no sé como una mano iba a tu culo desnudo para acariciarlo mientras te seguía manteniendo en brazos. Una mano que acariciaba tu culo mientras el pulgar se introducía entre tus piernas para acceder a tu clítoris nuevamente, acariciándolo fuertemente mientras tus brazos se enroscaban en mi cuello. “Mmmmhhhhh …. Ahhhhhhh”, sonaron dos gemidos en tu boca pegada a la mía mientras tu empapado clítoris volvía a ser alcanzado.

“Pero qué ganas tienes de una buena polla. Estás empapada mi pequeña zorrita”, te susurré retirando mis labios de los tuyos un momento, a la vez que hice que mi pulgar se introdujese en tu coñito. “¡¡Aahhhhhh!! … paraaaaa, por favor. Para, no sigassss”. La postura hizo que casi sin quererlo mi dedo se clavase de golpe hasta el fondo de tu empapado coñito, dejando el resto de la mano sujetándote el culo. Mi boca volvió a pegarse a la tuya mientras tu cuerpo no mostraba la más mínima oposición… al contrario, pues tus brazos abrazados en mi cuello y los movimientos de tus labios pegados a los míos te delataron completamente.

Tras un par de minutos teniéndote así en brazos penetrada por mi pulgar y comiéndote la deliciosa boquita llegó el momento de poner en práctica la sorpresa que te tenía preparada. Te lancé sobre el sofá de la sala para inmediatamente comenzar a arrancarte la ropa que aunque no cubría demasiado, aún tenías puesta. Primero fueron los zapatos para ir a por el pantalón vaquero y los restos de tu tanga, dejando desnudas esas preciosas piernas que tanto había deseado. “Aahhh, no por favor… basta. Me haces daño”. Después unos tirones a tu camisa y a tu sujetador tu cuerpo quedó completamente desnudo frente a mí, si

bien tratabas de cubrir tu pecho y tu coñito como podías con las manos. “No hace falta que te cubras zorrita… ¿crees que no te he visto ya desnuda o qué? Además te voy a seguir viendo durante un buen rato o sea que no te me hagas ahora la estrecha. Solo mírate el coñito chorreando y reconoce que estás deseando recibir más polla”. Tomando unas cuerdas que había dejado preparadas, até con fuerza tu mano derecha a tu pie derecho e inmediatamente tu codo derecho a tu rodilla derecha. “¡Pero, pero, qué haces por favor! ¡¡Basta, por favor, paraaa!!”, dijiste entre confusa y algo asustada tratando de evitar inútilmente que te

atase. Sin responderte hice lo propio con mano y pié izquierdos así como codo y rodilla izquierdos. “Suéltame por favor. Esto no. Por favor… suéltame”. En esa postura así atada noté un nerviosismo en tus palabras que me pareció real. Tal vez por la total indefensión de sentirte expuesta e indefensa… pero la verdad es que me excitó muchísimo el pequeño temblor que noté en tu voz al notarte atada. Necesitaba algo más que follarte rápidamente en un ascensor… quería tenerte dominada durante el tiempo suficiente para dominarte y resarcirme de tantos meses deseándote.

“Basta, suéltame y te prometo que no digo nada por favor. No sigas, por favor te lo pido. ¡Suéltame por favor!”, rogabas mientras forcejeabas inútilmente contra mis ataduras. Una vez bien atadita te coloque en la mesa de comedor atravesada, con la cabeza colgando por un lado y el culito justo en el opuesto para, con una cuerda pasada por debajo de la mesa, atar de manera muy tirante tus dos rodillas, separándolas en una postura que te dejaba absolutamente abierta, expuesta e indefensa a mis caprichos. Mirabas nerviosa de un lado a otro a la vez que tratabas inútilmente de soltar tus ataduras… pero era imposible. Había estado pensando durante meses la forma

de atarte para hacerte todo lo que desease y era imposible que consiguieses soltarte hasta que yo quisiese. “Lo primero vamos a estar seguros de que estaremos un ratito tranquilos”, dije a la vez que cogía tu mochila y rebuscaba en su interior hasta encontrar tu teléfono móvil. “Por lo que veo dentro de la mochila ibas al gimnasio, ¿no?”. Mientras te hablaba, mi mano no pudo evitar ir directa a tu coñito para empezar a jugar extremadamente suave con tu clítoris haciendo pequeños círculos a su alrededor. “Sí, sí… iba al gimnasio … suéltame por favor”.

“¿Habías quedado con alguien allí o pensabas estar sola?”… mientras mi mano seguía jugando con ese delicioso y empapado clítoris. “N… n … noo. Ha… había quedado con Ca … Ca … Carool”, tus ojitos volvían a traicionarte y tu gesto mordisqueándote el labio inferior entre tartamudeos y gemidos no daban lugar a dudas. “Pero cómo te gusta que te toquen vecinita. Mira que pensaba que tenías que ser una zorrita… pero tanto … eres una súper zorrita”. Los círculos de mis dedos alrededor de tu clítoris eran a veces lentos… a veces rápidos, pero siempre terriblemente suaves. “Pues tienes que llamarla y poner

cualquier excusa de por qué no vas. Que suene convincente, ¿eh vecinita?”. “Va… va… aaahhh… vale. Pero pa… pa… paraaaaa, por favor”. Desbloqueé tu teléfono y no me fue difícil encontrar el nombre de Carol en tu lista de contactos o sea que llamé y una vez comprobé que daba señal de llamada sujeté tu teléfono contra tu oído para que pudieses hablar con ella a la vez que dejaba tu coñito y pasaba a masajear suavemente tus pechos y jugar con tus pezoncitos. “Ho… hola Carol. Oye, que no voy al gimnasio. No me esperes. He dormido súper mal porque me duele la cabeza y prefiero quedarme en casa tranquila”.

………………………. “Sí, tranquila, e… e … estoy mejor, pero no me apetece ir”. Mi suave sobada de tus tetas también te provocaba una enorme excitación que no podías ocultar al hablar. ………………………. “Vale, vale, bueno”. …………………….. “No, no te preocupes. No hace falta. Ya … ya …” ……………………… “Carol, ¡eh Carol!”… “Ya está. Ha colgado”, me dijiste mordiéndote nuevamente el labio inferior mientras una de mis manos seguía masajeando tus preciosas tetas.

Dejé el teléfono en el sofá para escuchar si alguien te llamaba. “¿Todo OK?. ¿Eres toda mía?”. Mi mano volvió a tu coñito provocando de nuevo tus gemidos inmediatos. “Aaahhhh. Basta por favor. Sí… digo no … o sea Carol irá sola al gimnasio pero me ha dicho que luego se pasa por mi casaaaa … ahhhhhh … a … a ver cómo estoy”. “Vaya… o sea que luego se pasará por aquí tu amiguita … bueno … tenemos un rato tú y yo solitos. Ya pensaremos luego lo que hacemos con esa amiguita tuya. ¿Esa es la rubita de ojos azules, no?” “Aaaahhh … mmmmhhhh … si … sí. Para por faaaavor”. En ese

momento mi mano ya masajeaba directamente tu clítoris, jugando con fuerza con él y haciendo que te estremecieras. Me encantaba verte así y jugué contigo hasta notarte próxima al orgasmo… tu cuerpo completamente tenso. Yo seguía completamente vestido con traje (únicamente con mi polla fuera de tu anterior pequeña mamada) mientras tú, atada y completamente expuesta, eras la víctima de mis juegos. “No quiero que te corras sin pedirme permiso… ¿está claro vecinita? Sólo te correrás cuando yo quiera… sino tendré que castigarte. ¿Me has oído, vecinita?”, mientras te hablaba mis dedos jugaban con tu coñito, se introducían en su interior, volvían a

masajear tu clítoris, volvían a introducirse… todo el mayor de los cuidados para tratar de mantener a tope tu excitación. “Siii, ssiiii… paraaa por favor. Ahhhhh, ahhhh. No aguanto másss”, gemías sin poder contenerlo cerrando completa y suavemente los ojos. Entonces sin avisar dejé de sobarte haciendo que abrieses los ojos mirándome fijamente con la respiración completamente acelerada provocando que tus pechos subiesen y bajasen de forma absolutamente irresistible. “Ahora que te tengo bien calentita quiero que me enseñes lo bien que la chupas solita mientras me quito la ropa”.

Me coloqué a la altura de tu hombro, lateralmente con la polla justo al nivel de tu boca, para que simplemente girando la cabeza pudieses alcanzarla. Estaba absolutamente dura, apuntando al techo y sobre todo con un glande realmente hinchado de la excitación. Sin que hiciese falta insistir, te lanzaste a por ella abriendo la boca, como con ansias de sentir tu boca bien llenita. “¡¡Aaaahhhh!!, pero que cabrona que es mi vecinita… eso me ha encantado. Menuda pequeña mamona estás hecha. Me encanta, vamos sigue…”. Ahora fui yo el que no pudo contener un gemido al notar tus labios alrededor de mi polla y tu cabeza moviéndose de un

lado a otro para comérmela. Ni una sola objeción, ni una sola queja… simplemente obedeciste y comenzaste a mamármela ansiosa mientras comenzaba yo a desvestirme muy lentamente disfrutando del momento. Primero la chaqueta, luego la corbata, la camisa, zapatos, calcetines, pantalón y calzoncillo cayeron poco a poco al suelo… más o menos lejos dependiendo posiblemente de lo profunda que estuviese mi polla en tu garganta. Era yo en esos minutos quien gemía notando tu lengua, tus labios y tu garganta cuando tratabas de metértela bien dentro hasta quedarme yo también ya completamente desnudo con mi ropa esparcida por diferentes rincones del salón.

“Pero qué zorrita que estás hecha Alis. Como te gusta mamar. Me quieres exprimir la lechita, ¿verdad?. Ven aquí déjame ahora que sea yo quien te folle esa boquita. Quiero metértela hasta el fondo”. Seguías con la respiración absolutamente acelerada cuando cambié un poquito de posición poniéndome alineado con tu cuerpo, de forma que simplemente inclinando hacia atrás tu cabeza tenía tu boquita para follármela a placer. Sujeté con una mano tu cabeza por la nuca mientras la otra la dirigía nuevamente a tu coñito para poder acariciarlo. En esa postura tu garganta quedaba completamente accesible y empecé a moverme dentro de tu boca.

Mis primeras entradas fueron suaves, pero en seguida empecé a empujar hasta notar como mi hinchadísimo glande penetraba tu garganta. En tu cuello veía perfectamente hasta donde llegaba mi penetración. Primero fueron entradas rápidas hasta el fondo, arrancándote pequeñas arcadas que controlabas perfectamente y luego jugaba contigo dejando la polla ahí clavada unos breves segundos para no dejarte respirar mientras mis dedos seguían masajeando cada vez más rápidamente tu coñito. “Eres maravillosa Alis mamando una polla… quien iba a decir que esta carita de buena se convertiría en una zorrita come-pollas en cuanto se calentase un poquito… te entra entera…

mmmhhhhh …. Joder…. Qué maravilla. Tienes que haber practicado un montón para hacerlo tan bien zorrita mía”. “Mmmhhhh, mmmmmgggggg”, tratabas de decir algo con mi polla clavada hasta el fondo. “¿Quieres decir algo?, dije sacándote un segundo la polla de la boca. “Necesito correrme por favor, negggggcccaaamm…” mi polla volvió inmediatamente a penetrarte. “Córrete cuando quieres. Vamos, quiero que te corras con mi polla bien metida en la garganta” La mano que te sobaba el clítoris lo hizo lo más rápido posible a la vez que mis pollazos en tu garganta eran más y

más rápidos. Tu cuerpo se tensó aún más y tus puños se cerraron fuertemente a la vez que tus gemidos comenzaron a ser gritos apagados por tener la boca llena. Mientras te corrías seguí masajeando tu clítoris y noté que yo tampoco aguantaba un momento más. Deseaba probar tu coñito, pero en ese momento, tu mamada era tan absolutamente profunda y deliciosa que dije… aquí va mi primera corrida para llenarle le leche la garganta a mi vecinita. Tus gemidos apagados por mi polla se mezclaron con los míos cuando empecé a correrme en lo más profundo de tu boca. Presionando lo más profundo posible comencé a correrme en tu garganta. Hacía tanto tiempo que no

hacía eso que mi excitación era brutal. Con la polla completamente clavada en la garganta no sé cómo pudiste tragar todo, porque mi corrida tuvo que ser enorme. Desde la primera a la última gota de mi leche fueron al fondo de tu garganta sujetándote en ese momento la cabeza con las dos manos te metí la polla lo más profundo que pude, aplastando mis huevos contra tu cara para descargar bien dentro toda mi leche sin dejarte respirar por unos segundos, para luego sacarla de golpe haciendo que comenzases a respirar aún más aceleradamente si cabe. “Ahhhh, ahhh, ahhh … eres un cabrón … te has corrido en mi garganta. Ahhhh, ahhh,… casi no podía respirar”.

“Y tu una delicia de vecinita obediente” Sin dejarte hablar mis labios se pegaron a los tuyos y respondiste al beso moviendo cálidamente tu boca. “Me encantas zorrita… prepárate porque te vas a correr hoy unas cuantas veces”. “¿Quee¨? … basta por favor, suéltame ya. Ya has jugado conmigo. No diré nada te lo prometo”. “Claro que no dirás nada… te lo estás pasando genial tú también. Te gusta sentirte utilizada, ¿te crees que estoy ciego? Estas deseando que te folle ahora mismo… pero poco a poco. Tenemos tiempo”. Sin dar más tiempo a continuar la

conversación coloqué una silla pegada a la mesa justo a la altura de tus piernas abiertas… y mientras mis manos volvían a coger tus pechos para sobarlos, mi lengua empezó a lamer tu coñito arriba y abajo. Jugaba principalmente con tu clítoris, pero también intentaba follarte con la lengua metiéndola todo lo profundo que podía y bajándola hasta tu también expuesto culito, rodeándolo y lamiéndolo también. “¡¡Aahhhhh!! … ¡¡paraaaaa, ahora no hagas esooo!!”. Justo tras el orgasmo, tu híper sensibilidad hacía que intentases retorcerte ante mis nuevas caricias… pero fueron solo unos segundos de forcejeo para luego volver a relajarte y

dejar que te comiese el coñito suavemente. “Joderrr… para por favor… me vas a volver loca”, rogabas mientras estirabas el cuello apretando los puños al máximo al notar mis juegos en tu súper excitado clítoris. “Pero qué rica estas Alis. Jamás había comido algo tan delicioso como esto. Me encanta. Tú relájate… necesito unos minutos de descanso… pero enseguida vas a notar mi polla abriéndote ese coñito… y este culito”. Abriéndolo un poquito con los dedos, mi lengua se concentraba en el clítoris pero te lamía completamente esos deliciosos jugos que me estaban volviendo loco”. Mientras mi lengua recorría una y otra

vez ese delicioso coñito, mis manos estiradas alcanzaban tus dos pechos para masajearlos y jugar con los pezoncitos. El sabor de los jugos de tu coñito me estaba volviendo loco y solo paraba de comerte para soplar ligeramente haciendo que se enfriase ligeramente ese clítoris que poco a poco volvía a reaccionar de manera normal. “Quiero notar cómo te corres así, solo con mi lengua vecinita. No te imaginas lo delicioso que está este coñito así depiladito”, y seguí unos segundos más comiéndote suavemente. “¿Por qué te lo depilas zorrita?, ¿pensando en mostrarte así bien abierta de piernas a cualquiera?, ¿te gusta que te lo coman así tranquilamente, a que si?”

y vuelta a comerte mientras un dedito entraba hasta el fondo de tu caliente coñito. “Aaaahhhhh, jolin, paraaa. Aaaahhhh. No te soporto, paraaaa”. “Te he preguntado algo. ¿Te lo depilas porque quieres enseñarlo, a que sí?”. “Aahhhh, bastaaaa. No, me … me … gusta asíiii sin más” … un pequeño pellizco en tus dos pezones te hizo reaccionar rápidamente. “¡¡Aauuuu!!, suelta por favor, me haces daño”. “Dime la verdad… te gusta sentirte un poco putita así con el coñito depilado, ¿a que sí?”, nuevamente caricias y lengua suavemente en el clítoris mientras el dedo entraba y salía

de tu coñito. “Aaahhhh, si. Me gusta, jolin…. Siiiii, me gusta verme asíii”. “Mmmhh pero qué rica estás … a partir de hoy vas a ser mi pequeña zorrita … con las ganas que yo te tenía … encontrarme ahora con este coñito depiladito … creo que te voy a comer un ratito cada día”. Una de mis manos seguía estirada jugando y estrujando tus pechos, mientras un dedito de la otra estaba clavado en tu coñito, un segundo dedo de esa mano comenzó a presionar tu culito, encontrando poca resistencia y clavándose también hasta el fondo entre tus gemidos. “Pero buenooo… ¿y este culito

tan tragón? … ¿Qué pasa, a ver si va a resultar que este culito está bien acostumbrado a recibir pollitas? … ¿Eh? … vamos dímelo”. “Ahhh... Joer… paraaa por favor… no te aguanto máaaas”. “Dime, ¿a que tus novietes se han follado ya este culito? … dime la verdad”. “Aaaahhhh … siiiiii … me lo han hecho por detrás, síiiiii … ahhhhh”. “Pero qué golfa que eres… o sea que te encanta seguro notar cómo te dan por el culito”. “Aahhhhh… síiiii, me encantaaaa, pero házmelo despacio por favooooor”. La comida delicada, suave a veces y

más rápido otras continuó hasta que mi polla volvió a ponerse realmente dura y preparada para follarte… pero tus gemidos iban en aumento y quise ver cómo te corrías mientras te comía, por lo que seguí y seguí todo lo rápido que pude viendo como tus músculos se tensaban, cómo tu coñito presionaba el dedo que lo ocupaba y cómo tu culito se contraía al máximo presionando increíblemente mi otro dedo. Noté también como tus pezones se ponían durísimos arrancando más y más gemidos cuando jugaba con ellos. Mi excitación notando esa presión era increíble… deseaba penetrarte en ese mismo momento… pero seguí hasta que te corriste como una loca.

“Mmhhh… pero qué rica estás. Vamos córrete, saca esa zorrita que llevas dentro… mmhhh”… mi boca volvía a tu clítoris. “¡¡Aaaaahhhhhh!!, no pareeees…. Ahhhhhhh, ahhhhh, ahhhhh. Para, paraaa, que ya no te aguanto… paraaaa”. Tu corrida me excitó aún más y mi polla me pedía entrar dentro de ti ya mismo o sea que mientras aún tratabas de controlar tu respiración tras el orgasmo, saqué mis dedos de tus agujeritos, me levanté y enfilando mi polla justamente a tu culito a la vez que mi boca se lanzaba a por la tuya y mis manos estrujaban con gran fuerza tus dos pechos… comencé a presionar. Ese culito me había encantado y quería sentir cómo reaccionabas al

sentirte sodomizada. “¡¡Aummmmmm, nnnnnnnnngoooo!!”. Tu gemido al sentir tu culito penetrado por mi polla durísima se ahogó en mi beso. Fui lo bastante brusco como para metértela hasta el fondo de un solo empujón… quería sentirme dominándote… que sintieses que estabas indefensa y que podía hacerte lo que yo quisiese. “Pero qué culito tienes, Alis… qué apretadito está. Me parece que a partir de hoy voy a tener que follártelo todos los días”, dije retirando mis labios de los tuyos. “¡Auuuuu!, más despacio jolín… ahhhh”.

Me incorporé, tomándote por las caderas para poder ver mi polla entrando y saliendo de tu culito. La visión de tu coñito completamente depilado y ligeramente abierto por la presión de mi polla abriendo tu culito hizo que mi excitación fuese ya incontenible. Mientras con una mano te sujetaba por las caderas, con la otra me sujete la base de la polla para sacártela completamente y volvértela a meter suavemente pero hasta el fondo. “Aauuuu, cabrooon, no la saqueees... déjala dentrooo”. “Qué pasa zorrita, ¿te gustaba más mi lengua que mi polla en tu culito? … ¿No te gusta notar mi polla entrando y saliendo de este culito tan rico?..

ahora es mi turno de correrme y quiero llenarte de leche… a ver si te lleno el culito o el coñito… no lo sé aún donde correrme”. “Déjala dentrooooo … auuuuu” Tus caritas de dolor me excitaban más y más… pero aún me puso más cachondo el notar cómo esas caritas de dolor se iban convirtiendo en gestos de placer al sentirte enculada. Tu culito se notaba realmente forzado por las continuas entradas y salidas de mi polla… pero tu carita no podía esconder que poco a poco te iba gustando más y más. Sobre todo cuando dejé dentro mi polla moviéndola rápidamente a la vez que sobaba tu clítoris nuevamente. “Pero qué cabrona eres mi

pequeña… ¿ahora ya te gusta, a que sí?”. “Aaahhhh… sí… joeeeer… así me encanta”. Llegó un momento en que me movía lo más rápidamente posible metiéndotela lo más profundo posible… me encantaba… y tú no podías negar que estabas gozando de verdad. Así seguí unos minutos arrancando tus deliciosos gemidos hasta llegar un momento en que si seguí un segundo más me correría… pero aún no quise hacerlo … necesitaba seguir jugando contigo o sea que la saqué completamente y dando la vuelta a la mesa volvía a apuntar a tu boquita. “Abre otra vez esa boquita cariño… me ha encantado lo bien que te

entra mi polla hasta el fondo. Déjala bien lubricadita que luego voy a por tu coñito”. “No, por favor, eso nmmmpppffff… aaggggghhhh”. Sujetándote la cabeza sin compasión alguna te metí la polla hasta el fondo de la boca. La cerraste un poquito al ver que me acercaba, pero una vez notaste la polla dentro te limitaste a dejarte follar la boca sin oponer resistencia alguna. Volver a ver mi polla abultando tu cuello cuando entraba hasta el fondo me excitaba más y más. No sé ni cómo aguanté un par de minutos follándote otra vez la boca como quise porque las ganas de correrme eran brutales. “Ahora prepara el coñito Alis…

te lo voy a follar a pelo y me voy a correr dentro… más vale que tomes algo, porque te lo voy a llenar de lechita”. “Mmhhhh, nggggoooo, ammmmmmfffff “, con la polla llenando tu boca no podías más que quejarte con gemidos… pero nada que pudiese entenderte. Hasta que llegó el momento que ya no aguantaba más y sacándotela de golpe volví a dar la vuelta a la mesa para enfilar tu coñito. “No por favor, no te corras ahí. Házmelo en la boca si quieres o ponte un condón tío por favor… por faaaaahhhhhh. ¡¡Mmmmhhhh!!”. Tu gemido fue absolutamente claro…

estabas deseando recibir mi polla en el coñito. Nuevamente tu cara no podía engañarme cuando la metí bien hasta el fondo y me mantuve aquí quieto unos segundos, llenándote de mi polla. “Pero qué zorrita que eres y qué ganitas tenías de sentir este coñito bien, lleno, ¿no?”. Me empecé a mover primero suavemente para luego hacerlo más y más rápidamente. “Cabrón, joder... Ahhhhh, no te corras ahhiiiii”. No aguanté demasiado follándote por el coñito y a los pocos segundos ya no aguantaba un momento más y empecé a frotarte nuevamente el clítoris súper fuerte empezando a notar esas contracciones tan deliciosas que no

resistí ni un momento. Metiéndola lo más profundo posible me empecé a correr dentro de ti, sintiendo nuevamente cómo te dominaba y cómo podía hacer lo que quisiese contigo… creo que fue la corrida más abundante y excitante de toda mi vida. Quedé completamente agotado y sudando como un loco, gimiendo los dos, volcado yo sobre tu cuerpo, volviendo a alcanzar tus labios para besarte intensamente a la vez que mi polla se iba relajando en tu interior… necesitaba unos momentos de descanso y el beso nuevamente me supo delicioso, sobre todo cuando noté que respondías a él mientras notabas que mi polla se iba relajando aún en el interior de tu

coñito… unos segundos de relax hasta que tu teléfono sonó y nos sacó de la relajación. “Joder, quien te llama ahora”, dije cogiendo tu teléfono y mirando la pantalla. “Vaya, creo que es tu amiga la rubita. Si es que ya ha pasado más de una hora desde que hablaste con ella… ¿no dijo que iba a venir a tu casa? Cógela y dila que suba con toda la normalidad”. “¿Qué suba?, ¿pero si en mi casa no hay nadie?”. “Tú dila que estabas duchándote y que suba normal a tu casa”. Te puse el teléfono en el oído y no dándote tiempo a pensar te excusaste por no haber respondido el teléfono del

portal diciendo que estabas en la ducha a la vez que le pedías que subiese. Colgué el teléfono y abrí el portal desde mi casa, escuchando que pasaba al interior de la casa dirigiéndose al ascensor. “Muy bien Alis. Tendremos que improvisar algo. Estate calladita, yo me encargo”. “¿Pero qué vas a decirle? Seguro que está ya en el ascensor”. “Tu calladita hasta que yo te pida que digas algo… no hagas el tonto”. Poniéndome un pantalón y una camisa a toda velocidad, busqué en tu bolso las que supuse eran las llaves de tu casa y sin tener muy claro qué podía hacer salí rápidamente al encuentro de Carol.

Intenté abrir la puerta de tu casa, pero no me dío tiempo a hacerlo. En breves segundos se abrió la puerta del ascensor y rápidamente guardé las llaves en el bolsillo para forzar una sonrisa en mi cara. “Hola”. “Hola, ¿eres Carolina, verdad?”. “Sí… ¿por qué me conoces?”, dijo con cara sorprendida. “Soy Carlos el vecino de Alis. Alis está en mi casa cogiendo un pedazo de tarta de mi cumpleaños. Pasa un momento y si te apetece toma un pedazo. Creo que me ha dicho que se siente ya algo mejor”. No estaba demasiado convencido de poder hacerla pasar, pero posiblemente de forma inconsciente tu

voz me ayudó mucho a convencerla. “¡Carol, estoy aquí!”. La verdad es que no consigo entender porqué la llamaste y efectivamente terminaste de tender esa trampa a tu amiga voluntaria o involuntariamente. Todo era como un sueño más y más cachondo a cada momento. Carol dudó un momento hasta escuchar la voz de su amiga y aún así pasó a mi casa con cierto reparo, pensando que era un poco inconexa la situación… en cualquier caso pasó y yo cerré la puerta tras de mí. Pasó hasta la sala de donde provenía la voz de su amiga … donde en cuanto entró se paralizó al encontrarse contigo completamente desnuda, atada y justamente tu coñito chorreante de semen

y tu culito súper dilatado frente a ella. Desconozco si alguna vez os habíais visto desnudas mutuamente, pero con seguridad nunca antes en una postura como esa. “Pe… pe… pero, ¿Alis? … ¿Qué pasa aquí?” Fin.