4. Pecados Contra La Caridad

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Ciclo: La Espiritualidad del Dar Cuarta Enseñanza: Pecados contra la caridad Hermanos, reciban un saludo en esta tarde llena de amor de parte de Cristo nuestro Salvador y Redentor, y en María Santísima nuestra Madre, Señora y Abogada. En esta tarde el Ministerio de Maestría comparte con ustedes, en el nombre del Señor, la cuarta enseñanza de este ciclo (Nota: Preguntar a la asamblea el nombre del ciclo). La enseñanza de hoy lleva por nombre Pecados contra la caridad. Hermanos, hay una infinidad de formas de pecar, hay maneras en que la caridad puede dañarse por ese horrible acto de pecar, pero antes de hablar de los pecados que dañan la caridad recordemos qué es la Caridad: La caridad es la virtud reina, el mandamiento nuevo que nos dio Cristo, por lo tanto es la base de toda espiritualidad cristiana. Es el distintivo de los auténticos cristianos. La caridad es la virtud sobrenatural por la que amamos a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, por amor a Dios. Es la virtud por excelencia porque su objeto es el mismo Dios y el motivo del amor al prójimo es el mismo: el amor a Dios. Porque su bondad intrínseca, es la que nos une más a Dios, haciéndonos parte de Dios y dándonos su vida1. El Catecismo de la Iglesia Católica, numeral 1822 señala la importancia vital de la caridad para la vida cristiana: La caridad es la virtud teologal por la cual amamos a Dios sobre todas las cosas por Él mismo y a nuestro prójimo como a nosotros mismos por amor de Dios. En esta virtud se encuentran la esencia y el núcleo del cristianismo, es el centro de la predicación de Cristo y es el mandato más importante. Para ejemplificar de una mejor manera este concepto les quiero compartir una historia2: Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone,

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1 Jn. 4, 8

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El Alacrán y la caridad. https://www.aciprensa.com/Historias/historia.php?id=6

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¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?". El maestro respondió: "La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar". Y entonces, ayudándose de una hoja el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida. Nota: Preguntar a la asamblea: ¿en qué se parece esto a la historia de la Salvación? Se parece mucho, en realidad. Ser el alacrán es como cuando los discípulos preguntan a Jesús cuántas veces deben perdonar. Ser como el maestro es cuando Jesús está con los discípulos que le abandonarán en la última cena y, aun así, amarlos hasta el extremo. (Cf. Juan 13,1). Sin embargo, como los discípulos pecaron aquel día contra la caridad misma que es Cristo, nosotros hoy día seguimos cometiendo faltas contra el Amor de Dios y, en consecuencia, contra nuestros prójimos. La fe en el amor de Dios encierra la llamada y la obligación de responder a la caridad divina mediante un amor sincero. El primer mandamiento nos ordena amar a Dios sobre todas las cosas y a las criaturas por Él y a causa de Él (cf Dt 6, 4-5)3. Pero nosotros hacemos oídos sordos a este llamado, muchas veces y muy a menudo. El Catecismo de la Iglesia Católica4 afirma que se puede pecar de diversas maneras contra el amor de Dios: La indiferencia descuida o rechaza la consideración de la caridad divina; desprecia su acción preveniente y niega su fuerza. La ingratitud omite o se niega a reconocer la caridad divina y devolverle amor por amor. La tibieza es una vacilación o negligencia en responder al amor divino; puede implicar la negación a entregarse al movimiento de la caridad. La acedía o pereza espiritual llega a rechazar el gozo que viene de Dios y a sentir horror por el bien divino. El odio a Dios tiene su origen en el orgullo; se opone al amor de Dios cuya bondad niega y lo maldice porque condena el pecado e inflige penas. En cuanto a la ingratitud, podemos decir que es un pecado contrario al agradecimiento que debemos tener a Dios. Y es producto y conjunto del orgullo que también nace del rechazo de las cosas de Dios y en consecuencia nos aparta aún más del Señor. La mayoría de los pecados que contra el amor al prójimo se cometen, son los pecados de omisión/indiferencia. A diario pecamos por este motivo contra muchas cosas: con la indiferencia ante el cansancio de una madre que trabaja en 3 4

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su empleo y en su casa, con el mendigo que cruza a diario por tu calle, con el hermano o hermana que está en dificultad y del que te haces la vista gorda, con el compañero de clase o de trabajo que se ausenta y no se llama. Sobre todo, en el pecado de indiferencia está la que tenemos contra el Santísimo Sacramento del Altar, es decir, con Cristo mismo, presente en la Eucaristía. Pero lo que más se opone al "regio precepto" de la caridad, son los sentimientos y los actos de hostilidad contra sí mismo o contra el prójimo y todo proceder que menoscabe positivamente el bien propio o el del prójimo. Los principales pecados de esta índole son: 1. El odio y la enemistad contra la persona del prójimo — que no han de confundirse con el odio contra sus pecados, el cual es bueno. 2. El odio diabólico, dirigido a sabiendas contra la salvación del prójimo y su amistad con Dios; 3. La envidia, que es el pesar por el bien ajeno, y que llega a envidia diabólica cuando se siente por el amor de Dios en el prójimo. Del odio y la envidia proceden los altercados y discordias, como también las peleas y las guerras injustas, que destruyen la paz, fruto y al mismo tiempo condición de la caridad. Nadie ignora que hay arrebatos momentáneos intrascendentales, provocados por la contradicción o la pasión: la prontitud en aplacarse muestra que no son brotes de auténtico odio. 4. En la guerra se acumula la ferocidad de las multitudes hasta que estalla con efectos devastadores. La peor consecuencia de la guerra es el odio sistemáticamente atizado contra el pueblo enemigo, nosotros los cristianos jamás debemos apoyar guerras o actos de violencia o actos que quizás se hagan para conseguir un fin bueno, pero el método no es el correcto, nuestro deber es ser instrumentos de paz no de guerra, ser esa sal que le de sabor a todos los ambientes donde nos movamos, no podemos ser instrumentos de Dios he instrumentos de satanás al mismo tiempo. La falta de consideración con el prójimo puede manifestarse de muchas maneras. ¿Qué podemos hacer para no caer en los pecados que atentan contra la caridad’? Disponernos a amar a Dios sobre todas las cosas y a prójimo como a nosotros mismos. Si el objeto del amor es el bien, es decir cuando amamos, buscamos el bien, y si Dios es el “Bien” máximo, entonces Dios tiene que ser el objeto del amor. Además, Dios mismo es quien nos ordena y nos recompensa con el premio de la vida eterna. 

La oración. Es la única línea telefónica para comunicarse con Dios, para tener esa intimidad con el amor de los amores. Página 3|6



La Santa Misa. Es Calvario, cada Santa Misa es el Sacrificio de Cristo que en nuestra Pascua fue inmolado como el cordero de Dios que quita el pecado del mundo, sin duda la mayor prueba de amor que todo el universo pudo presenciar y presencia día a día. Realizar esta oración en el calvario de la misa con nuestros hermanos comunitarios, con nuestros familiares y amigos debe volverse una prioridad, en todo momento, en cada ocasión. Se debe realizar de la comunión del Sacrificio del Cuerpo de Cristo una prioridad para el bien de nuestras almas y las de nuestros cercanos.



Los Sacramentos Según el CIC en el numeral 1210 Los sacramentos de la Nueva Ley fueron instituidos por Cristo y son siete, a saber, Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los enfermos, Orden sacerdotal y Matrimonio. Los siete sacramentos corresponden a todas las etapas y todos los momentos importantes de la vida del cristiano: dan nacimiento y crecimiento, curación y misión a la vida de fe de los cristianos. Hay aquí una cierta semejanza entre las etapas de la vida natural y las etapas de la vida espiritual (cf. Santo Tomás de Aquino, Summa theologiae 3, q. 65, a.1, c). Los Sacramentos son la manifestación de Cristo por amor a nosotros rechazar estos Sacramentos, es decirle a Dios que es el amor mismo “no te necesito en mi vida”



El Rosario Según el Papa San Juan Pablo II, “El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sobriedad de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico,”, quien escucha el evangelio escucha al amor y quien practica el evangelio ama.



El Vía Crucis Es el camino de la Pasión de Cristo, y es la única forma de entender yendo de la mano con el Rosario, lo que realmente es la Santa Misa, como dice San Padre Pio de Pietrelcina: “cuando estamos en la Misa nuestra postura debe ser como San Juan o la Santísima Virgen al pie de la Cruz”. La Misa es el Calvario, Padre Pio lloraba en cada consagración porque Dios le permitía ver lo que pasaba cuando en la Consagración el pan y el vino, Pasan a ser Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Cristo. La devoción al Página 4|6

Calvario es el método por excelencia para entender el amor de la Santa Misa. 

Las obras de misericordia: La caridad si no es concreta de nada sirve, sería una falsedad. Esta caridad concreta puede ser interna, con la voluntad que nos lleva a colaborar con los demás de muchas maneras. También puede ser con la inteligencia, a través de la estima y el perdón. Otra forma concreta de caridad es la de palabra, es decir, lo que llamamos obediencia, hablar siempre bien de los demás. Y la caridad de obra que se resumen en las obras de misericordia, ya sean espirituales o materiales. Siendo importantes por igual las espirituales tanto como los materiales. De ahí la necesidad de la corrección fraterna, el apostolado y la oración. La corrección fraterna nos obliga a apartar al otro de lo ilícito o perjudicial. Siempre haciéndola en privado para no poner en peligro la fama del otro. El no hacerlo por cobardía, por respeto humano, sería una ofensa grave. Pero, siempre hay que tomar en cuenta la gravedad de la falta y la posibilidad de apartar al prójimo de su pecado. (Leer San Mateo 18, 15 – 17). Tenemos el deber de optar al apostolado porque cualquier bautizado debe de promover la vida cristiana y extender el Reino de Dios, llevando el Evangelio a los demás. Si yo amo a Dios, es lógico querer que los demás lo hagan también. El apostolado se desarrolla según las circunstancias de cada quien. Puede ser que en algunos casos el cambiar los pañales de un hijo sea una forma de apostolado o el escribir, o el predicar, el escuchar a tu hermano o hermana de comunidad, el que vengas a asamblea y no a formar grupos sociales solo estando con el hermano o hermana con al cual te sientes bien eso es tener indiferencia ante los demás de la asamblea, trabajando con amor en los ministerios, venir a Comunidad por Cristo y no por los hermanos, saber pedir perdón y perdonar. Son los medios por los cuales Dios nos llena de su amor, para que nosotros podamos transmitir ese amor, si queremos darnos a los hermanos, conocidos y desconocidas, amigos y enemigos, al mundo entero a como Cristo lo hizo, primero debemos abrirnos al amor de Cristo en todo lo antes mencionado porque solo llenos del amor de Dios podemos dar la Santa Caridad a las personas (leer Sn Mt 22, 36 – 40).

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Ahora bien, la causa y el fin de la caridad están en Dios no en la filantropía (amor a los hombres). La caridad tiene que ser siempre desinteresada, cuando hay interés siempre se cobra la factura, “hoy por ti, mañana por mí”. Y es importante dividir esto hermanos, La Filantropía NO es caridad, y esto lo menciono hermanos porque muchos de Nosotros creemos que “Darle 10 pesitos” al Anciano es una obra inmensa de caridad y se limita a eso a solo dar dinero, y se olvida de que la caridad es mucho más que solo dar dinero, vemos como el dueño de Facebook dona 1500 millones de dólares y lo llaman correctamente filantropía porque ahí solo está el amor a los hombres, NO a Dios. La caridad es el mismo amor. El amor es sobrenatural porque es Dios mismo. La caridad por lo tanto siendo el mismo amor es sobrenatural, algo del mundo divino. La caridad es poseer en nosotros el amor de Dios. Es amar como Dios ama, es tener a Dios en nuestro corazón, mente y conciencia, con su intensidad y con sus características. La caridad es pues sobreponerse a la envidia a los placeres del mundo, abandonarnos a nosotros mismos para ver a Cristo en el hambriento en el herido y no hablamos solo de las heridas físicas sino también de los que tenemos heridas emocionales, de los que tenemos un corazón herido, la caridad es la solución. La caridad es un don de Dios que nos permite amar en medida superior a nuestras posibilidades humanas. La caridad es amar como Dios, no con la perfección que Él lo hace, pero sí con el estilo que Él tiene. A eso nos referimos cuando decimos que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, a que tenemos la capacidad de amar como Dios. En conclusión hermanos nos queda la invitación a todos a vivir una vida de caridad en nuestras familias, en Comunidad, en nuestros trabajos y estudios, la caridad es una de las tres virtudes teologales estas son la Fe, la Esperanza y la Caridad, pero de las tres la más importante es la Caridad, porque la Caridad es la mejor prueba de la existencia de Dios y de su amor, por lo tanto por la Caridad y un buen testimonio, alcanzaremos la Santidad, pero para dar, primero hay que recibir así que también nos queda otro llamado, el llamado a tener una preparación espiritual para poder recibir el amor de Dios y después poder transmitirlo en nuestra vida para que así tengamos una vida de Caridad y en el momento del juicio final, seamos esas ovejas que están a la derecha del juez y que el juez nos diga “vengan benditos de mi Padre, tomen posesión de la tierra que les fue prometida desde el inicio de los tiempos”

Gloria a Dios

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