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JOHANN GEORG GICHTEL THEOSOPHIA PRACTICA Introducción de Julio Peradejordi THEOSOPHIA PRACTICA fig. 1 THEOSOPHIA

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JOHANN GEORG GICHTEL

THEOSOPHIA PRACTICA Introducción de Julio Peradejordi

THEOSOPHIA PRACTICA

fig. 1

THEOSOPHIA PRACTICA

fig. 2

THEOSOPHIA PRACTICA

La Rueda del Génesís yor la ímagen de Díos en el Hombre los tres yríncíyíos del ser Dívíno

fig. 3

THEOSOPHIA PRACTICA

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THEOSOPHIA PRACTICA

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THEOSOPHIA PRACTICA

TABLA DE FIGURAS

Inspiradas en las obras de Jacob Boehme, estas ilustraciones fueron ideadas por Gichtel si bien es muy probable que Gichtel no fuera el autor material de las mismas. fig. fig. fig. fig.

1-2 3 4 5

El hombre perfecto La rueda del Génesis El hombre terrestre El hombre regenerado

Las figuras propuestas por el propio autor de la Theosophia Practica fueron concebidas para la meditación con el objeto de desarrollar así el «ojo de la luZ», la «imaginación activa».

THEOSOPHIA PRACTICA

THEOSOPHIA PRACTICA

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THEOSOPHIA PRACTICA Una breve revelación e instrucción

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EDICIONES OBELISCO

Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado de nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés (Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad, Tradici6n ... ) y gustosamente le complaceremos. Puede consultar nuestro catálogo en www.edicionesobelisco.com

Biblioceca Esotérica THEOSOPHIA PRACTICA

johann Georg Gichtel I • edici6n: Noviembre de 2003 Titulo original: Theosophia practica Introducci6n y notas: ju/i Peradejordi Disefio de portada: lvlichael Newman

© 2003 by Ediciones Obelisco, S.L. (Reservados los derechos para la presente edici6n}

Edita: Ediciones Obelisco S.L. Pere IV, 78 (Edif. Pedro IV) 4• planta 5• puerta. 08005 Barcelona-Espafia Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23 E-mail: [email protected] ISBN: 84-7720-631-7 Dep6sito Legal: B-39.232-2003

Printed in Spain Impreso en Espafia en los talleres gráficos de Romanya/Valls S.A. Verdaguer, 1 - 08076 Capellades (Barcelona) Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicaci6n, incluso el disefio de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electr6nico, químico, mecánico, 6ptico, de grabaci6n o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

INTRODUCCIÓN TEOSOFÍA Y MISTICISMO MÁGICO

Con la Theosophia Practica de Johann Georg Gichtel nos encontramos frente a uno de los tratados de Magia más sorprendentes y apasionantes que ha producido el genio occidental. Sorprendente por sus concepciones tan personales e inéditas del mundo, el hombre y Dios, así como por su original forma de abordar los misterios más entrañables del hombre interior; apasionante por el ardiente y vívido entusiasmo con el que plantea sus doctrinas, profundamente convencido de su misión cuasi profética y, sobre todo, por el carácter eminentemente práctico de toda la obra. Pero no nos equivoquemos, no nos hallamos aquí, en modo alguno, ante uno de aquellos grimorios o recetarios que, mediante engañosas y seductoras fórmulas, pretenden revelarnos los arcanos más ocultos de la creación. La Theosophia Practica nos expone y nos propone algo de mayor transcendencia, algo más simple también, pero terriblemente más cercano a nuestros afanes interiores, a las íntimas apetencias de nuestra alma: el conocimiento experimental de Dios, de la Sophia y del Hombre. Conocimiento liberador, conocimiento integrador, he aquí el verdadero fruto de aquel árbol 7

que espera al buscador que logra penetrar de nuevo en el Jardín Paradisíaco que Dios creó para su deleite eterno. Se trata de la gnosis a la que el hombre puede acceder a través de la regeneración integral de su ser entero, ya que Gichtel no preconiza, como pretenden algunos de sus seguidores modernos, un mero «renacimiento espiritual». Nuestro autor plantea, describe y propone, desde las primeras páginas de la Theosophia Practica una metamorfosis completa, un renacimiento total, global, en el que el hombre recobra su estado de antes de la caída. Como la Teosofía de su maestro Jacob Boehme, las concepciones teosóficas de Gichtel comprenden y se desarrollan a partir de una verdadera antroposofía, un conocimiento profundo del ser humano que, en cierto modo, es su piedra angular. En los Philosophumena de Hipólito de Roma,' autor a quien debemos los pocos datos verídicos que han llegado hasta nosotros sobre las doctrinas y enseñanzas de los gnósticos, leemos: «El conocimiento del hombre es el comienzo de la perfección; el de Dios es su consumación».

Más o menos en la misma época, Clemente de Alejandría2 definía qué es el conocimiento del hombre; según este autor, consiste en saber: «Qué somos y en qué nos hemos convertido; de dónde hemos venido y a dónde vamos; hacia dónde corremos y de qué estamos liberados; qué ocurre con nuestro nacimiento y con nuestra regeneración».

l. Ver Hipólito de Roma PhilDsophumena. V-46. Ed. Rieder, París. 2. Ver Clemente de Alejandría F.xcerpta ex Theodoto LXXVIIl-2.

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Todo hombre sensible y lúcido se habrá hecho, en algún momento de su existencia, en cualquier época y en cualquier país, unas cuantas, a menudo pocas, preguntas referentes al sentido y al verdadero fin de la vida humana. El sugestivo párrafo de Clemente de Alejandría que acabamos de ver pretende dar la respuesta a estas preguntas que, para él, como más tarde para Boehme o para Gichtel, consiste en el conocimiento del hombre, en su gnosis, que nos llevará al conocimiento de Dios, consumación de la perfección. Conocimiento del hombre, conocimiento de Dios, Regeneración. ¿Pero -se preguntará algún lector-, qué tendrá que ver todo esto con la Magia? Estos son los objetivos y los fines de la Ciencia de los Magos, le responderemos, sugiriéndole que relea la acertada definición de esta palabra que dio Dom Pernety en su Diccionario Mitohermético. 3 La Magia verdadera, la Teurgia de los antiguos Caldeos y Persas, tiene poco que ver con las supersticiones que tanto abundaron en la Edad Media. Sólo echando una rápida ojeada a la obra de Jámblico nos podemos dar cuenta cuán. cerca estaba la Magia de los Caldeos de la oración del místico auténtico. 4 Para el teósofo existen dos tipos de Magia. Cornelio Agrippa5 distinguía ya entre la Magia de los Cacomagos,

3. Ver Dom Pernety Dictionnaire Mytho-Hermétique París, 1781. Tradujimos esta definición en nuestra introducción a Las Enseñanzas tÚ jesucristo a sus discípulos, nota 1O, pág. 23 y ss., obra publicada en esta misma colección. 4. Ver Jámblico Los Misterios tÚ Egipto 1-15 y V-26. 5. Ver, por ejemplo, La Magia tÚ Arbatelo. Numerología oculta, obras publicadas en esta misma colección.

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«inútil y condenable» y la de los Calomagos, «Magia todopoderosa y misteriosa que abarca la contemplación de las cosas más ocultas». Existen dos Magias como existen dos fuerzas, una de integración y otra de destrucción. La Magia Blanca y la Magia Negra de las que tanto se habla en nuestros días son, en esencia, la Magia de la integración y la Magia de la destrucción. Trasladando esta idea a los planos cósmico y humano, veremos que si existe un principio creador, también lo hay uno destructor que, lógicamente, le es inferior, pues depende de él. Satán no podría haber hecho caer a Adán si Dios no los hubiera creado a los dos. En el plano humano, esto se traduce en dos tipos de magos, los Cacomagos y los Calomagos. Sin embargo, tanto para Boehme como para Gichtel, el verdadero Mago no es, en el fondo, el hombre, sino el espíritu que le conduce: «Uno es el espíritu de Dios, y otro es el espíritu de la razón en el cual se establece el demonio. En el espíritu de Dios está el amor de la unidad». 6

El mismo término de ccmago» puede relacionarse con magíster, «maestro, conductor, guía», de la raíz mag, cchacer grande, hacer mayor» y, yendo más lejos, con el término hebreo rab, ccrabino maestro, señor», de ribbah, cchacer crecer, aumentar, multiplicar». Para los kabbalistas, en cuyas doctrinas se habían inspirado algunos de los teósofos europeos, el rab o el maestro es simbólicamente aquel que hace crecer la semilla divina sepultada en el corazón del discípulo a través de sus enseñanzas acerca de la Torah y su bendición.

6. Ver Jacob Boehme Mysterium Pansophicum IX-1.

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La Torah, de la raíz iareh, enseñar, regar, fecundar tiene dos aspectos: uno terrestre y otro celeste, correspondiendo este último a la Shekinah, a la que nos referiremos al hablar de la Sophia. Hemos visto que Jacob Boehrne distinguía entre los dos Maestros o los dos Magos. El «Espíritu de Dios» al que se refería es la fuerza capaz de conducir al hombre al estado edénico. Veremos, al hablar de la Sophia, la estrecha correspondencia entre este «espíritu de Dios» y la Sabiduría. No es, pues, casual que a los verdaderos Magos se les llame también Sabios. Algunos intérpretes han declarado que la Sabiduría es la estrella que siguieron los Magos 7 y que les condujo hasta Cristo. Se trata de la Buena Estrella. La otra fuerza, la ccmala estrella» o «el astro», corno la llama Gichtel aquella que mantiene prisioneros a los hombres en el engañoso mundo de las apariencias, recibe en las obras de los teósofos varios nombres: ccel espíritu de las estrellas», «el Diablo», Satán, etc. Su papel es exactamente el contrario al del Maestro o Mago; en vez de regar aquel «grano» que permanece oculto en el corazón del hombre, se esfuerza en secarlo, ilusionándolo con las apariencias perecederas e impidiendo que éste pueda crecer y dar fruto. El es «Príncipe de este rnund0>> 8 o el «Adversario» que lo ata a su angustiosa situación caída en la que demasiado a menudo vive en la más atroz irrealidad, seducido por los «bienes de este

7. Ver Mateo 11-2 y ss. 8. No nos extenderemos aquí a prop6sito del papel de las fuerzas satánicas, tema harto dificultoso. Remitimos al lector a la Magia de Arbatel op. cit. pág. 134.

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mundo», cautivado por efímeros y caducos placeres, sin darse cuenta de que en el momento de su muerte todo se desvanecerá corno un suefio, se derrumbará como un edificio que carecía de una base sólida. Gichtel había inventado, inspirándose en Boehme, un curioso ejemplo para explicar quién es Satán. El Príncipe de este mundo es el jardinero de este mundo. Arremete contra aquellos que quieren saborear los frutos de vida, pero halaga y agasaja a aquellos que se pasean discutiendo sobre las flores y los frutos. Según Boehme y Gichtel existe un medio para librarse de las influencias del «Espíritu del Mal» y armonizar con el «Espíritu de Dios», la Sophia. Tocarnos aquí el punto en el que se unen Magia y Misticismo, pues la solución que proponen los dos teósofos pertenece a lo que se conoce habitualmente corno mística. Desarrollaremos este tema más adelante, pero antes comentaremos otro aspecto, muy poco estudiado, de lo que se conoce por Magia. El papel del Mago era, como hemos visto, magnificar, hacer grande, hacer crecer el «grano» sepultado en el corazón. Es la magnificación del Dios prisionero en el centro del hombre, la elevación hasta su Aurora del Sol interior que nos habita. 9 El texto sagrado nos ensefia que Dios creó al hombre «a su imagen y semejanza» ( Gén 1-27) y bien podríamos decir que si perdura algo de la ((semejanza», poco queda de la ((imagen». El terna de esta ((imagen», el «eikorP> de los gnósticos, merecería un estudio exhaustivo que no podríamos hacer aquí. Señalemos únicamente que la palabra

9. Ver el magnífico Magníficat de la Virgen María en Lucas I-46 y ss. 12

griega eikon es la traducción exacta del término hebreo Tselem; para G. G. Scholem, el gran especialista en Kábbala y tradición hebrea, Tselem correspondería a la «Daentt» iraní, a la que nos referiremos también al hablar de la Sophia. La Magia que nos proponen los teósofos es la recuperación de esta imagen, su restitución, que no es, finalmente sino la Shekinah, la Sophia celeste, mediante el desarrollo sistemático y consciente de una «imaginación activa», capacidad trascendente del ser humano tan alejada de la imaginación que conocemos y que mejor llamaríamos «fantasía», como lo está el cuerpo glorioso de Cristo de las apariencias astrales o ectoplásmicas de un fantasma. En su Aurora Naciente (XXl-121), Jacob Boehme define esta imaginación como una capacidad de reproducción de los fenómenos sobrenaturales que no pueden ser percibidos más que por los «ojos del espíritu». Pero este desarrollo no puede darse fuera del marco adecuado, so pena de caer en manos de las fuerzas más oscuras del psiquismo. En una carta fechada el 13 de Octubre de 1699, Gichtel escribía: «Pues nuestra alma está situada entre el cielo y el infierno, y puede transformarse con tanta facilidad en ángel como en diablo por medio de la imaginación».

Gichtel hacía una distinción, que nos parece importante señalar aquí, entre «imaginar en la angustia» e «imaginar en el amor». Esta Magia o Imaginación activa es creadora; Boehme habla de ella como de la imaginatio vera o Einbildung, (dar forma, formar). La palabra bild o bildnis significa imagen. Pero el hombre es incapaz de crear... Es como un violín, más o menos afinado, al que le es imposible pro13

ducir música sin la ayuda y el genio del músico. El hombre, por sí solo, no puede nada. Si le abandonara el aliento que le hace vivir, perecería; pero si es capaz de entregarse a esta fuerza, fuerza inteligente y regeneradora que es la Sophia divina, puede alcanzar las más altas cotas reservadas a la Creación de Dios. 10 Esta «fuerza» a la que nos referíamos queda perfectamente reflejada en la palabra hebrea «EP>, término que significa