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No es justo 1 No es justo E: ¡¡¡Maldita sea!!!... pues empezamos bien Esa fue su exclamación al despertarse y comprob

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No es justo

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E: ¡¡¡Maldita sea!!!... pues empezamos bien Esa fue su exclamación al despertarse y comprobar que estaba lloviendo. Nunca había llevado bien lo de madrugar, y después de las vacaciones del verano, enfrentarse de nuevo al despertador y encima comprobar que llovía, le estaba quitando por completo las ganas de salir de la cama En: Venga Esther, el primer día es el más duro, pero ya verás como a partir de mañana te levantas de un salto Intentaba animarse a si misma, pero sus piernas no le respondían, necesitaba dormir por lo menos tres horas más, hasta que escuchó una voz que desde la cocina la llamaba En: Esther, date prisa, ya tienes el desayuno esperándote y como no te levantes ya vas a llegar tarde Era una de las ventajas de seguir viviendo con su madre, encontrarse con el desayuno listo al levantarse para ir a clase, le había repetido montones de veces que no se lo preparara, que ya no era ninguna niña y que ella misma se lo podía preparar, pero era como hablar con la pared, no había forma de convencerla, así que hacía tiempo ya se había rendido, y simplemente disfrutaba de ese tazón de cola cao, que ha decir verdad, hecho por mamá siempre sabe mejor La mayoría de sus amigas y compañeras de facultad vivían ya por su cuenta, algunas en pisos de estudiantes que les costeaban sus padres, otras combinando trabajo y estudios, pero ella era consciente de que su madre no se lo podía permitir, y aún gracias a esa beca que le otorgaban por sus excelentes notas y que las ayudaba a llegar a fin de mes También había sopesado varias veces la idea de buscar un trabajo por horas, para el verano, o para los fines de semana, pero su madre le insistía en que se centrara en los estudios y que se olvidara de todo lo demás, que lo único importante era acabar esa carrera que tanto le apasionaba, si hacía falta apretarse el cinturón, se lo apretaban, todavía más, pero su niña iba a conseguir ese sueño al que tantas horas de estudio había dedicado y que por ello tantas horas de sueño le había robado, nadie se lo iba a impedir ya, con lo poco que le faltaba, en un par de años más sería médico Sentada con su madre en la mesa de la cocina sonreía algo nerviosa ante el primer día de clase, ya era su quinto año en la facultad, pero ese primer día la seguía poniendo nerviosa después de tantos años En: ¿Quieres que te prepare un bocadillo para más tarde? E: Gracias mamá pero no es necesario

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En: ¿Cómo que no? seguro que luego te compras cualquier cosa por ahí que no estará ni la mitad de bueno y encima será cualquier porquería que ni alimenta ni nada E: Mamá, que ya no tengo diez años, sé lo que me hago En: Bueno, yo te preparo uno pequeñito, al menos para que aguantes hasta la hora de comer, que seguro que llegarás a casa muy tarde E: No sé para que me lo preguntas si siempre terminas haciendo lo que quieres En: Y tú no sé para que me dices que no si sabes que al final te lo voy a preparar La dejó por imposible y cerró los ojos sonriendo mientras pensaba, “No puedo con ella, es que nunca voy a poder con ella, siempre se sale con la suya” Con la mochila al cuello, el bocadillo dentro, por supuesto, y unas cuantas cosas más allí metidas, salió de casa con dirección al metro dispuesta a hacer ese recorrido que tan bien se sabía después de cuatro años enteros acudiendo a clase En la tercera parada se levantó de su asiento y miró atentamente la estación por la ventanilla buscando una cara conocida, y como supuso, allí estaba ella, su amiga Laura, que al verla se encaminó rápidamente hacia la puerta más cercana a ella y se apresuró a abrazarla L: ¡¡Esther!! ¿Qué tal el verano? E: Bien, ¿y tú? (Rompieron el abrazo para separarse un poco y mirarse) L: Estupendamente. Llegamos la semana pasada a Madrid E: Ya te veo que morenita estás L: Pensé que te vendrías a pasar unos días, por mucho que te lo diga no te voy a convencer nunca, ¿verdad? E: Laura, yo te lo agradezco, pero... L: Vale, pero que sepas que no voy a dejar de insistir Se habían conocido en primero, no tardaron en hacerse amigas y así seguían, pero Laura pasaba los veranos en la playa, en el apartamento de sus padres, y aunque se empeñaba todos los años en intentar convencer a Esther para que pasara unos días con ellos, ella siempre lo evitaba con cualquier excusa L: Cuéntame, ¿cómo va tu vida amorosa? E: Pues como siempre Laura, solo quieren una cosa, y yo no estoy para perder el tiempo con tonterías, ya tenemos una edad que me gustaría algo más serio L: Joder, pero no me digas eso de la edad, que tampoco somos tan mayores E: ¿Y tú que tal por la playa? L: Buffff, conocí a un chico de Sevilla, madre mía como estaba el chaval, un poco jovencito, pero que fiera Esther E: Jajajajajaja, ¿os lo pasasteis bien? L: Nos lo pasamos muuuuy bien, pero hemos quedado como amigos, a mi eso de la distancia como que no, además, dieciocho añitos me parecen pocos E: ¡¡¡Dieciocho años!!! tú estás loca, un poco jovencito dice la tía L: No hay que dar tanta importancia a eso de la edad Esther, total le llevo cinco años, además, no me voy a casar con él ni nada por el estilo, y te aseguro que en la cama no se notaba, el chavalín sabía muy bien lo que hacía E: ¿Y no has sabido nada de Carlos en todo el verano? (Solo por escuchar su nombre la cara de Laura cambió)

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L: No, ni siquiera hemos hablado por teléfono Pasaron el resto del trayecto contándose cosas varias del verano, y antes de darse cuenta habían llegado a su destino, la facultad de medicina Ver a esos jóvenes que llegan desorientados sin saber muy bien a donde dirigirse, les recordaba cuando ellas empezaron, y riéndose un poco de ellos sin poderlo evitar llegaron a su clase donde se encontraron con varios compañeros de cursos anteriores. Empezaron a saludarles, a algunos de manera más efusiva, a otros más simple, hasta que escucharon el sonido de la puerta al cerrarse y al comprobar que había llegado el profesor, poco a poco se fueron callando y tomando asiento La mañana iba pasando más o menos como suele ser un primer día, sin hacer prácticamente nada, tomando buena nota de los detalles que iban dando los profesores y ya, y después de escuchar a los de Quirúrgica, patología médica, dermatología y psiquiatría, llegaba por fin la última hora del día, ese día ya solo les quedaba escuchar a un profesor, y mientras esperaban seguían hablando entre risas Ya pasaban cinco minutos de la hora cuando por fin apareció por la puerta, y tras un buenos días que casi no se escuchó por las múltiples conversaciones que se estaban llevando a cabo, se dirigió hacia su mesa mientras echaba un vistazo a la clase y al llegar junto a esta se apoyó justo delante quedando de cara a sus alumnos y con los brazos cruzados espero pacientemente a que se callaran M: Buenos días. Me llamo Macarena Fernández y soy la encargada de impartir la asignatura de pediatría Con un semblante bastante serio les fue explicando el programa de la asignatura, que los trabajos serían individuales, luego se interesó por cuantos de ellos querían especializarse en pediatría, les confirmó que tendrían clase con ella miércoles y viernes a las 13 y que las tutorías serían los mismos días de 16 a 18, y después de unos minutos en los que atendió alguna duda e hizo un par de puntualizaciones, se despidió de ellos y salió de la clase con la misma seriedad con la que había llegado Luis: Bueno pues, ya hemos sobrevivido al primer día Soltó Luis en cuanto la profesora desapareció de su vista. Luis era otro de los compañeros que se conocían desde primero, era el graciosillo del grupo, aunque muy lejos de la apariencia que daba, era una lumbrera, y parecía claro que iba a llegar a ser un gran médico Otro de los compañeros era Sergio, algo más serio que el anterior, pero no por ello menos simpático, y atractivo, muy atractivo, de esos que pasan y es imposible no mirarles, bastante alto, moreno, con unos ojos azules que debieron de servir de modelo para elegir el color del mar Y entre los dos empezaron a hablar sobre la profesora que acababa de salir Luis: Tío, ¿has visto que buena está la de pediatría?

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Sergio: Y que lo digas, me parece que voy a tener problemas con esta asignatura y voy a necesitar muchas horas de tutoría Lorena: Pues mi primo la tenía el año pasado y dice que la tía es una borde Lorena, con ella se completaba el grupo que siempre solían ir juntos, aunque a veces se añadía alguien más, pero ellos cinco eran los que más amigos se habían hecho. Ella era la que les informaba sobre cosas del curso siguiente, su primo Alberto iba un curso por delante de ellos y más de una vez también les servía para resolver alguna duda Sergio: A mí me da igual que sea borde, prefiero tenerla a ella antes que a Velasco (Sergio se refería a un profesor que tuvieron el año anterior y que además de ser borde era más feo que pifio) Luis: Pues sí, al menos esta nos alegra la vista, ¿verdad tío? L: Hay que ver que superficiales sois los hombres, pues yo prefiero antes a un tío feo y simpático que a uno guapo y borde (Cuando Laura dijo aquello todos se quedaron mirándola) Sergio: Claro, por eso todos los tíos con los que sales son ten feos L: Que yo solo haya salido con chicos guapos ha sido una mera casualidad Luis: Ya A pocos metros de allí dos mujeres tenían una conversación no muy distinta Ana: Yo no sé que les dan a estos chavales que cada año están más buenos M: Joder Ana, ¿ya estamos así el primer día? Ana: Maca, que se me ha sentado uno en primera fila que me miraba con unos ojillos M: Jajajaja, no tienes remedio Ana: ¿Y tus alumnas que? M: Pues no me he fijado Ana: Venga ya, ¿a quien quieres engañar? Son los que tenía yo el año pasado, y la verdad es que también hay buen material, claro que, tú y yo no nos fijamos en lo mismo M: Bueno, ¿me invitas a comer? Ana: Claro, que quería comentarte de unos sillones que he visto para la sala de espera Ana era la mejor amiga de Maca, habían ido juntas a la facultad y mientras una se había decidido por la pediatría, la otra lo había hecho por la ginecología, y compaginaban las clases en la facultad con una pequeña consulta privada que habían conseguido abrir entre las dos Después de las primeras semanas de clases habían tenido tiempo más que suficiente para comprobar que el primo de Lorena estaba en lo cierto, posiblemente había exagerado un poco, pero era verdad, la profesora de pediatría se limitaba a dar la clase muy seriamente, y confirmaron que era un tanto borde cuando Luis habló con ella para que le resolviera una duda y no fue muy amable con él. Lo curioso era que la habían visto un par de veces con Ana, a la que conocían por haber sido profesora suya el año anterior, y las dos veces iban bastante contentas, seguramente eran las únicas ocasiones en las que habían visto sonreír a “la borde”, como ya la llamaban casi todos, pero llegaron a la conclusión de que Ana era capaz de hacer reír a las piedras, ya que después de haber sido alumnos suyos, conocían perfectamente su sentido del humor

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La mañana de un miércoles de noviembre, Esther estaba bastante preocupada porque tenía una duda con el trabajo de Pediatría que estaba haciendo, pero le asustaba tener que hablar con la profesora, no había cruzado ni una palabra con ella en lo que iba de curso, y con la fama que tenía, mejor intentaba buscarlo en la biblioteca, pero eso ya lo había hecho, y la verdad es que no le había servido de nada, la duda seguía ahí, y ella no se podía permitir el lujo de bajar su nota, así que tenía que armarse de valor y pedirle hora para una tutoría Justo salía de la biblioteca cuando se encontró con Laura L: ¿Qué tal? ¿Has encontrado lo que buscabas? E: Que va, estoy igual que antes, he mirado en varios libros y en todos pone lo mismo, nada que yo no sepa, y no es eso lo que busco L: ¿Y que vas a hacer? E: Pues pedirle ayuda a “la borde”, que remedio L: ¿Y ya te has puesto la vacuna contra la rabia? Por si te muerde digo (Esther sonrió, pero el desanimo que se apoderaba de ella por tal asunto se notaba) Venga, alegra esa cara, que seguro que lo encuentras, y si no te atreves a hablar con ella, pues te ayudo yo también E: Gracias Laura, pero creo que mejor voy directa a donde sé que voy a encontrar la solución, será lo mejor L: Como quieras, y suerte Aquella misma tarde Esther se tenía que pasar por el despacho de su profesora de pediatría, durante la comida no dejaba de repetirse que era necesario, que era la forma más rápida y racional, ir directo a quien lo sabía, pero seguía siendo reticente por todo lo que había oído contar de ella Cuando llamó a la puerta del despacho una voz firme la invitaba a pasar M: Adelante E: Buenas tardes (Entró despacio y acercándose hasta la silla se quedó de pie junto a esta) M: Pero siéntate, no te quedes ahí de pie Esther (La miró un instante y le sonrió levemente) Eras Esther, ¿verdad? E: Sí, Esther García M: Siéntate por favor (Cerró una carpeta que tenía delante y jugueteando con un lápiz que tenía en sus manos la miró) Tú dirás E: Pues, verá profesora (Dudó un momento antes de seguir hablando mientras la profesora esperaba pacientemente) Aprovechando que uno de los casos que mostró en clase coincide con el tema del trabajo que he pensado hacer, lo he estado estudiando y... (De repente la cortó para preguntarle) M: Espera ¿Sobre que es el trabajo? E: Hipoxia perinatal M: Ya veo ¿ y que duda tienes? Esther le estuvo exponiendo su duda y ella escuchaba hasta la última palabra atentamente, sin interrumpirla más que lo necesario, y conforme se iba dando cuenta de que nada de lo que contaban de ella era cierto, o al menos a ella así se lo parecía, fue

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cogiendo más confianza en sus palabras y le hizo entender claramente lo que le quería decir M: Verás Esther, ese caso es bastante complicado, los hay más sencillos E: Pero me interesa especialmente, quiero ser pediatra y no está de más conocer a fondo estos casos M: ¿Quieres ser pediatra? (Al hacer dicha pregunta esbozó una sonrisa que al verla consiguió sacarle una similar a Esther) E: Sí, bueno, esa en mi intención M: Pues si quieres te puedo dar pasado mañana una lista de referencias bibliográficas que espero te sirvan de ayuda E: Eso sería estupendo (El entusiasmo que mostró Esther al decir aquello le arrancó una nueva sonrisa a su profesora, y al darse cuenta esta de cómo lo había dicho, bajó un poco la cabeza y siguió hablando algo avergonzada) Muchas gracias, seguro que me va bien M: Pues pasado mañana, al finalizar la clase, te la doy E: Vale. Gracias de nuevo M: No hay de que (Esther se levantó de la silla para dirigirse a la puerta y antes de salir se detuvo para despedirse de ella) E: Hasta luego M: Hasta luego Y salió de allí bastante satisfecha, al fin y al cabo no era tan borde como ella imaginaba, más bien le había parecido una persona amable interesada en ayudar a sus alumnos, y posiblemente la gente exageraba cuando contaba cosas de ella, le habían puesto una etiqueta, y suele pasar que al suceder esto se vean cosas donde no las hay Al llegar a su casa le esperaba una grata sorpresa, algo que siempre la animaba, y que aquel día, después de tantas horas de estudio y de darle vueltas al mismo tema, realmente necesitaba. Abrió la puerta y un niño de cuatro años se le echó literalmente encima Dani: ¡¡Tita Esther!! E: ¡¡¡Eeeiiii!!! Dani, campeón, ¿Qué haces aquí? (Le cogió en brazos y el pequeño se abrazó a ella rodeándola por el cuello, y mientras caminaban hacia el salón, ella le iba dando besos mientras le hablaba) Pero, cada día estás más grande, dentro de nada ya no voy a poder cogerte Dani: Es que estás flacucha, tienes que comer mucho, como yo (Al llegar al salón dejó al niño en el suelo y se acercó a saludar a su cuñada) E: Hola Bea, ¿Qué tal? Bea: Bien, como siempre E: ¿Y Edu? Bea: En la cocina con tu madre E: Voy a saludarle (Se encaminó a la cocina y al entrar en esta le dio un beso a su hermano) Edu: Hola enana, ¿Qué tal la facultad? E: Bien, vamos tirando (se acercó a su madre y tras darle un beso le quitó la cafetera de las manos) Déjame mamá, ya sigo yo En: Estarás cansada, ve y siéntate

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E: No importa, saca las galletas (Su madre cogió un plato con galletas variadas y se fue hacia el salón mientras ella seguía hablando con su hermano) ¿Y tú? ¿Cómo va el trabajo? Edu: Pues sin parar un minuto, ya quedan pocas casas sin ordenador y no damos abasto. Por cierto, ¿Cómo sigue tu dinosaurio? E: No te metas con mi ordenador que te la cargas, el pobre, con los años que lleva conmigo que ya es como de la familia Edu: Cuando te decidas a cambiarlo me avisas. Por trescientos € te puedo conseguir uno cien veces mejor que ese E: Edu, no tengo trescientos € Edu: Bueno, por doscientos también te puedo encontrar algo E: Mira, mientras siga funcionando no lo voy a cambiar Edu: Harías las cosas en la mitad de tiempo E: Déjalo ya, no me vas a hacer cambiar de opinión Edu: Está bien, sigue con tu dinosaurio Cuando el café estuvo listo fueron al salón y todos juntos merendaron mientras charlaban riendo de vez en cuando con las ocurrencias del niño. Como media hora después, Esther se disponía a irse a su habitación E: Bueno, me vais a disculpar, pero tengo que estudiar Dani: Tita Esther, ¿puedo jugar un ratito con tu ordenador? (El niño se abrazó a una de sus piernas y la miraba con cara de no haber roto nunca un plato) Bea: Dani, deja a la tita que tienes cosas que hacer (Bea cogió al niño intentando separarlo de ella) Dani: Solo diez minutos mami Edu: Déjale mujer, si solo va a ser un ratito (Edu miraba a Esther, y esta no se pudo resistir) E: Venga, me lo llevo un ratito conmigo Bea: Pues voy con vosotros Bea se fue con Esther y el niño hacia la habitación y nada más llegar este se sentó frente a la mesa del ordenador y lo puso en marcha mientras ellas se sentaban a su lado, sobre la cama E: Hay que ver, yo hace unos años no sabía ni como iban estos trastos, y el peke este lo maneja como si tal cosa Bea: Se pasa horas jugando con tu hermano, y ahora que viene el frío más, si es que cuando no es el viento que levanta el polvo, es el polen en primavera, y se pasa la vida en casa pobrecito E: Pero ya está mejor, ¿no? o al menos eso me dijo Edu Bea: Sí, por suerte últimamente está mucho mejor. Desde que le trata la pediatra esta que te dije que me recomendaron, parece que por fin se le ve mejor, el tratamiento que le ha puesto le va muy bien, estoy muy contenta, aunque ella dice que la prueba de fuego va a ser la próxima primavera. A ver si hay suerte E: Ya verás como sí Bea: Al menos todo esto ha tenido su lado bueno E: ¡¡¿A sí?!! ¿Cuál? Bea: Tu hermano ha dejado de fumar

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E: ¿En serio? (Esther la miró bastante sorprendida, pensaba en las veces que habían intentado sin éxito que lo dejara) Bea: Sí, antes fumaba fuera de casa, pero desde que le dio a Dani un ataque bastante fuerte estando él, dijo que no fumaba más y ya no le he visto fumar, ni huele a tabaco ni nada, así que supongo que va en serio E: Pues me alegro Bea: Espero que cuando Dani esté mejor no se vuelva a coger Dani: Tita, tita, mira esto, me he pasado la primera pantalla E: ¡¡Anda!! Y yo todavía no lo he conseguido Dani: Si quieres te explico el truco para llegar antes E: Vale Bea: Vale, pero en otro momento, ahora la tita tiene que estudiar Dani: Joooo Bea: Venga Dani, no empieces que ya habíamos quedado en que solo eran diez minutos Dani: Está bien (Con cara de resignación se bajo de la silla y le dio un beso a Esther) ¿Pero otro día jugarás conmigo? E: Claro que sí campeón, la próxima vez que vengas jugamos juntos Dani: Vale La abrazó a modo de despedida y cogido de la mano de su madre salieron los dos de la habitación Uno de los motivos por los que Esther se había decidido por la pediatría era el hecho de ver a su sobrino desde muy pequeño sufrir fuertes ataques de asma, adoraba a ese niño, y aunque en un principio dudó entre varias opciones, finalmente estaba decidida a ser pediatra, y ponía todo su empeño en estudiar cada nuevo caso que le exponían, en cada libro que caía en sus manos, realmente le apasionaba la medicina, y aunque era consciente de que nunca dejaría de aprender cosas nuevas, si intentaba saber cuantas más cosas mejor Llegó el viernes y apenas faltaban unos minutos para la clase de pediatría cuando Laura, acordándose de las dudas de Esther un par de días antes, le preguntó L: ¿Hablaste al final con “la borde”? E: Sí, y no es tan borde L: ¿A no? pues Luis me dijo que todavía es peor de lo que dicen E: Luis es un payaso, yo que tú no le haría mucho caso, además, ¿le vas a creer a él antes que a mí? L: Claro que no E: Pues te digo yo que no es tan borde, un poco seria puede ser, pero me atendió muy amablemente L: Le habrás caído bien E: Y dale. ¿Qué nos pasó en segundo con el de genética? ¿Te acuerdas? Que tenía fama de gilipollas y al final resultó ser el mejor de todos L: Es verdad E: Tendríamos que aprender a no juzgar a la gente sin antes conocerles (Esther hablaba ya un poco alterada) L: Vale, vale, pero no es necesario que te enfades E: Si no me enfado, pero me da mucha rabia

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En ese momento la profesora entraba a la clase y no tardó en reinar el silencio. Poco después esta empezaba a hablar y todos atendían sus palabras sin perder detalle Cuando la clase terminó todos fueron saliendo poco a poco y Esther se quedó con la excusa de que iba a repasar un par de cosillas antes de que se le olvidara, y cuando vio que ya se iba quedando sola, se acercó a la mesa donde la profesora anotaba algunas cosas en una hoja E: Perdona (Ella levantó la vista de lo que escribía y la miró expectante) M: ¿Sí? E: No que, me dijo que hoy me daría una lista con algunas referencias bibliográficas M: Es verdad, se me había olvidado (Empezó a mirar por entre sus cosas) Debo de haberla dejado en mi despacho. Si quieres acompañarme hasta allí te la doy, o si prefieres te la doy el miércoles E: Pues, preferiría que me la diera ahora, así puedo estudiar este fin de semana M: Pero tienes tiempo de sobra E: Lo sé, pero no me gusta ir dejando las cosas para última hora M: ¿Te gusta la medicina? E: Me encanta M: Me alegra ver que todavía queda gente que estudia por vocación (Sin decir nada más se dirigieron hacia el despacho de la profesora al que llegaron en apenas un minuto) Pasa Esther (Entraron y sin dudar se dirigió a un cajón y sacó una hoja con unas anotaciones la cual le tendió a Esther) E: Gracias M: Te he puesto en rojo los que creo que son más interesantes, y luego en azul, algunos que también están bien, pero vamos, creo que en los primeros encontraras lo que buscas, y si tienes alguna duda no tienes más que preguntármelo, te ayudaré encantada E: Muchas gracias (Miró la hoja un instante y algo le llamó la atención) ¿Y estos dos de aquí abajo? M: Esos son en ingles, son muy buenos pero, como no sé si dominas el inglés E: Me defiendo, pero, ¿dónde puedo encontrarlos? M: Aquí no los encontrarás, pero yo los tengo, si te interesan, puedo dejártelos, siempre y cuando me prometas que me los vas a cuidar E: Bueno, mejor empiezo con los que están en castellano, y si acaso luego ya veremos M: Sí, creo que va a ser mejor que empieces con los primeros E: Vale y, muchas gracias de nuevo M: De nada, me encanta poder ayudaros Esther salió directa hacia la biblioteca, esperaba encontrar allí alguno de los libros que la profesora le había recomendado, y después de un rato buscando, encontró dos de ellos, preguntó por otros dos, pero no estaban disponibles, así que cogió los que había encontrado y más o menos satisfecha salió de allí Cuando Maca terminó de hablar con ella, se acercó a la cafetería donde supuso encontraría a Ana, y así fue, al verla sentada en una mesa junto a las ventanas, se acercó y se sentó con ella M: ¿Qué tal? Ana: Por fin llegas, te has retrasado un poco

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M: Me he entretenido un momento con una alumna Ana: Oh, oh M: Déjate de tonterías, solo le estaba recomendando unos libros Ana: Pero para eso están las tutorías Maca, ¿o es que ahora haces excepciones? M: Ya tuvimos tutoría el miércoles, pero le dije que le daría una lista y se me había olvidado Ana: ¿Y es guapa esa alumna? M: Pero te quieres dejar ya de decir estupideces, que solo es una alumna que ha venido a preguntarme sobre una duda Ana: Entonces es fea M: Yo no he dicho eso Ana: Es guapa (Afirmó mientras sonreía mirando a su amiga divertida) M: A veces no sé como te aguanto Ana: Encima que me preocupo por ti, ¿Qué clase de amiga sería si no lo hiciera? No me gusta verte sola Maca M: ¿Y te parece una buena solución liarme con una alumna? Ana: Son personas cariño, como tú y como yo. Solo deben de tener seis o siete años menos que nosotras M: Son unas niñas, Ana Ana: ¿Con veintitrés años unas niñas? Anda ya, ¿Qué no habías hecho tú a los veintitrés años? M: Vamos a dejarlo, ¿vale? (La cara de Maca empezaba a denotar cierto enfado) Ana: Está bien, pero cuéntame, ¿qué duda has tenido que resolver? M: Creo que va a resultar una de las mejores alumnas que he tenido, pone un interés bárbaro en las cosas que hace, y tenía una duda sobre un trabajo que está haciendo y le he recomendado unos libros, eso es todo Ana: ¿Y como se llama? M: ¿Qué más da? Ana: Seguro que la conozco. Venga, dime como se llama M: Esther Ana: ¿Esther García? M: Sí. ¿La conoces? Ana: Claro, del año pasado, y te adelanto que no vas a tener ningún tipo de problema con ella, es una estudiante ejemplar M: Ya me he dado cuenta Ana: Y es muy mona, tiene una sonrisa preciosa (Sonrió burlona esperando una respuesta que no tardó en llegar) M: Ana, no empieces otra vez Ana: Pero si no he dicho nada, solo que es mona la chica Siguieron charlando un rato y mientras, lejos de allí, Esther llegaba a su casa, fue directa hasta la cocina y cogiendo un plato de espaguetis que le había dejado su madre en la nevera, los calentó en el microondas y una vez calientes, con el plato en su mano, fue hacia su habitación y se puso a repasar aquellos libros A media tarde llegó su madre, y casi segura de que Esther estaría en su habitación, fue a saludarla, pero la encontró dormida en la cama, con un libro abierto sobre su pecho, y el plato vacío con el tenedor dentro en una silla a su lado. Cogió una manta y después de cubrirla salió de la habitación para dejarla descansar

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Un par de horas después se despertaba y restregándose los ojos entró en el salón donde su madre se encontraba en el sofá viendo la tele E: Hola mamá En: Hola hija. ¿Cómo vas de sueño? E: Ayer me acosté a las tres estudiando, ha sido pillar la cama y quedarme frita En: No entiendo esa maldita costumbre de estudiar de noche, si luego duermes por el día, al final las horas son las mismas E: No es así mamá, de noche se está más tranquilo, me concentro mejor En: Bueno, tú sabrás, y ahora vamos a cenar que se hace tarde E: ¿Me doy una ducha primero? En: Está bien, pero date prisa Después de ducharse, una cena tranquila con su madre y después de ver juntas la tele un rato, a seguir estudiando Pero todo en la vida no iba a ser estudiar, así que el sábado por la noche salió con sus amigas a cenar y luego a tomar algo, pero sin abusar, Esther era una de esas personas que anteponen los estudios a casi todo, responsable, con los pies en la tierra, y muy consciente de los apuros que tenían que pasar para que ella pudiera seguir estudiando Las semanas seguían pasando y aunque Esther tenía su trabajo prácticamente terminado, le intrigaba pensar en aquellos libros que le comentó su profesora, así que una tarde se decidió y fue hacia su despacho, no sabía si la encontraría allí, ya que no la había avisado, pero quiso probar suerte Con la mano en el pomo de la puerta llamó y al escuchar su voz dándole permiso para entrar giró dicho pomo y lentamente asomó la cabeza E: ¿Se puede? Ella sonrió algo sorprendida de verla allí, y con un gesto de la mano la invitaba a pasar M: Pasa Esther, pasa (Entró cerrando la puerta tras de si y se acercó hasta la silla) Siéntate (Espero a que estuviera sentada y entonces le preguntó) ¿Puedo ayudarte en algo? E: Pues sí. Verá profesora, me he repasado los libros que me recomendó y, me gustaría ver aquellos que me comentó que estaban en ingles (Ella sonrió muy satisfecha al comprobar el interés que Esther ponía en las cosas) M: ¿No encontraste lo que buscabas? E: Sí, sí, no es eso, es que me parece un tema interesante y, si hay más datos, pues me gustaría poder echarles un vistazo M: Claro, como no, la cuestión es que los tengo en la consulta. Si quieres te los puedo traer el próximo día que tengamos clase E: ¿Sí? M: Sí E: Se lo agradecería, de verdad M: No me cuesta nada, pero cuídamelos, me costó bastante conseguirlos E: Se los cuidaré, no lo dude

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Se despidió de ella con una gran sonrisa y se quedó unos segundos de pie junto a la puerta. No sabía porque pero le caía bien esa profesora, y cuando sonreía le parecía que estaba preciosa, era bastante raro verla sonreír, pero ella había tenido ese privilegio Al día siguiente, Esther llegaba a casa después de las prácticas, y como otras muchas tardes, se encontró allí a su sobrino con su cuñada, y como siempre se le echó encima nada más verla Dani: Tita Esther, ¿vas a merendar con nosotros? E: Pues sí, porque tengo un hambre En: ¿No has comido nada? (Su madre la miró recriminándola con la mirada ya que sabía lo poco que comía Esther fuera de casa, por eso ella siempre insistía en ponerle algún bocadillo) E: Mamá, no he tenido tiempo En: Siempre igual, y mira que te lo tengo dicho, que no puedes estar tantas horas sin comer Merendaron todos juntos y al terminar, mientras el niño jugaba en la alfombra, Encarna estaba en la cocina recogiendo y Esther se quedó con su cuñada en el sofá hablando Bea: Nosotros nos vamos ya (Dijo Bea mientras miraba su reloj) E: ¿Ya os vais? Pero si es muy pronto todavía (A Esther le encantaba tener a su sobrino allí, y cada vez que se tenía que despedir de él le costaba) Bea: Tengo hora con la pediatra de Dani para hacer una revisión rutinaria E: ¿Ahora? Bea: Sí, a las siete y media. Es una pena que no tengas ya tus estudios terminados, tú misma podrías ser su pediatra E: No es aconsejable atender a los familiares, pero bueno, te podría dar mi opinión En ese momento el teléfono móvil de Bea comenzó a sonar. Rápidamente lo buscó dentro de su bolso y con cara de resignación al ver que era del trabajo contestó Bea: Dime Lucía... (De repente se puso muy seria) ¿tiene que ser ahora?... ¿Por qué no llamas a José?... ese lo que es, es un listo... está bien... sí, en media hora... vale. Ciao (Guardo su teléfono y se quedó pensando con una visible cara de enfado) E: ¿Pasa algo? Bea: Tengo que atender a un cliente dentro de media hora, había quedado con uno de mis compañeros, pero se ha escaqueado con no sé que excusa E: ¿Pero no os ibais al pediatra? Bea: Tendré que pedir hora para otro día, con lo llena que tiene siempre la agenda la doctora Fernández (Al escuchar aquel nombre una bombillita se encendió en la cabeza de Esther) E: Si quieres puedo llevarle yo Bea: ¿Tú? E: Sí, ¿por qué no? Bea: ¿No te importa? E: Que no, yo le llevo

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Bea: Te voy a tener que explicar un par de cosas que seguro te va a preguntar, y si tienes alguna duda, pues me llamas al móvil E: Tranquila Se entretuvo cinco minutos explicándole a Esther cosas varias sobre la enfermedad del niño y los cambios que había notado en él, y después de despedirse de Encarna salieron hacia la consulta Esther y Dani cogieron un taxi, y de camino ella no dejaba de pensar si esa tal doctora Fernández sería su profesora de pediatría. Tampoco debía de haber en Madrid tantas pediatras apellidadas así, pero no quiso dar nada por hecho hasta verla Cuando llegaron al edifico empezó a ponerse nerviosa, y no entendía muy bien el porque, había hablado ya varias veces con ella, no había nada que temer, pero una cosa era verla en la facultad y otra muy distinta verla allí, en su salsa, atendiendo a un niño que, además, era su sobrino Subieron hasta el segundo piso donde se encontraba la consulta, y acompañados por la enfermera que les abrió la puerta, fueron hasta la sala de espera donde les dijo que apenas tardarían unos minutos en pasar A la derecha de la sala había una mujer bastante joven sentada en un sofá con un bebe en brazos, y junto a ella, otra mujer peleándose con un niño de unos siete u ocho años para que se estuviese quieto. Justo en frente de ellas, sentada en un sillón, una señora más mayor con una adolescente a su lado las dos ojeando una revista del corazón Dani cogió un cuento de uno de los revisteros y se puso de cuclillas junto a la mesa para poderlo mirar, y mientras, Esther se acercó a una pared donde vio una orla en la que supuso estaría ella No le fue difícil encontrarla, había dos Fernández en la orla, pero el otro era un chico, así que no había mucho donde buscar, un poco más joven y tan seria como acostumbraba, pero sin duda era ella, tan guapa como siempre, y mirándola fijamente se sorprendió a si misma sonriendo al comprobar que no se había equivocado, esa doctora Fernández que trataba a su sobrino no era otra que su profesora de pediatría Macarena Fernández Wilson, ese era el nombre que aparecía bajo su foto, y observando la orla con cuidado pudo ver también a Ana, ahora sabía porque eran tan amigas, las había visto varias veces juntas por la facultad y siempre le pareció que se llevaban muy bien La voz de la enfermera a su espalda le hizo girarse instintivamente, aunque no la llamaba a ella Enfermera: Judith Ramos La señora que estaba en el sillón y la adolescente sentada a su lado se levantaron y siguieron a la enfermera. Poco después Esther se sentó en ese mismo sillón que ahora estaba vacío y viendo unas revistas de medicina sobre la mesa, cogió una y empezó a ojearla

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Pocos minutos después la enfermera volvía a hacer aparición en la sala Enfermera: Daniel García E: Sí, nosotros. Venga Dani, vamos Se levantó del sillón y cogiendo al niño de la mano siguieron a la enfermera. A cada paso que daban Esther se iba poniendo más y más nerviosa, no sabía el motivo de aquellos nervios, era su profesora, sí, pero aquello no era motivo para ponerse así, había tenido ocasión de comprobar que era muy amable, y al parecer, por lo que decía su cuñada, una excelente pediatra, pero no podía evitar sentirse así Al abrir la puerta la enfermera y apartarse para darles paso, la vio allí, sentada en su mesa, repasando el historial del niño, y al levantar la vista de este y cruzarse sus miradas, un leve cosquilleo que no acertó a explicar recorrió todo su cuerpo M: ¿Esther? (Sorprendida dejó el historial sobre su mesa y se acercó a ellos para saludarles) E: Hola profesora M: No por favor, fuera de la facultad solo Maca, aquí en la consulta si acaso doctora Fernández, pero mejor me llamas Maca, y tutéame E: Vale, Maca M: Hola Dani Dani: Hola Maca (Se agachó para quedar a la altura del niño) M: ¿Me das un beso? (El niño le dio un pequeño beso en la mejilla y luego retrocedió para abrazarse a la pierna de su tía mientras que Maca se ponía de nuevo en pie) ¿Y como es que vienes tú a traer a Dani? E: Es mi sobrino y, a mi cuñada le ha surgido algo de última hora y no ha podido venir M: Ya veo. Pues vamos a ver como sigue este muchachote Durante varios minutos Maca le estuvo haciendo preguntas a Esther sobre el estado del niño e iba anotando algunas de ellas en su historial médico. Cuando sus miradas se cruzaban la pediatra le sonreía, y ella evitaba mirarla, se limitaba a observar a su sobrino mientras iba hablando. Luego le hizo una exploración minuciosa de la que Esther no se perdió ni un detalle. Para tener al niño entretenido y que se estuviera quieto, Maca le iba diciendo cosas, y Esther la miraba esta vez sí, prácticamente embobada M: ¿Y como va el cole? Dani: Ya voy a la clase de cuatro años, en la otra están los más pequeñajos M: Claro, si es que tú ya eres más mayor Dani: Pero David el de cinco años me pega M: ¿Y tú que haces? Dani: Le dije que no me pegara que estoy un poco malito, pero como no me hizo caso se lo dije a la seño M: Claro, tú díselo a la seño, muy bien Dani: ¿Qué oyes con ese aparato? Ese que hace cosquillas y está frío M: Tu corazón, y tus pulmones. ¿Quieres probar? Dani: Siiiii (Sonrió entusiasmado y espero a que la pediatra le pusiera el fonendo)

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M: Vas a ver (Lo acercó a su corazón y el niño ponía cara de asombro al escuchar aquello) Dani: Que guay, hace pum pum, pum pum M: Eso es el corazón Poco a poco terminó la exploración y luego le explicó a Esther unos pequeños cambios en el tratamiento que ella debía explicarle a su cuñada, y para asegurarse se lo anotó todo en una hoja Cuando ya se disponían a salir, Esther se acordó de un pequeño detalle y se dio la vuelta para hablar de nuevo con ella E: Perdona. ¿Los libros que me ibas a prestar me dijiste que los tenías aquí? M: Anda, es verdad, que cabeza la mía Se levantó empezando a buscar así en una gran librería que había a su lado y no tardó mucho en encontrar dichos libros. Salió de detrás de la mesa y acercándose a Esther abrió uno de ellos para mostrarle algo que había en su interior M: Todas estas anotaciones que hay en las márgenes son cosas que no entendía y tuve que traducir, supongo que alguna te servirá de algo E: Me servirán bastante porque mi inglés no es ninguna maravilla M: Aún así si hay algo que no entiendes solo tienes que preguntármelo, ya sabes donde encontrarme E: Vale, muchas gracias, y puedes estar segura de que te los cuidaré M: No lo dudo Al coger los libros sus manos se rozaron levemente y se miraron sonriendo al sentirlo. El movimiento fue más lento de lo habitual, parecía que ninguna de las dos quería que se rompiese ese contacto, pero apenas fue un roce, y pasó mucho más rápido de lo que ellas hubiesen querido Con un simple hasta luego, Esther bajó la mirada ligeramente al suelo y notando un leve rubor que subía por sus mejillas salió de allí asustada por lo que estaba sintiendo Al salir de allí fueron directamente a casa de su hermano y aunque este ya había regresado del trabajo, prefirió esperar hasta que llegara su cuñada y así poder explicarle todo lo que le había dicho la pediatra. Cuando esta llegó la convenció para que se quedara a cenar y entre unas cosas y otras se le hizo muy tarde, pero aún así decidió ir a su casa dando un paseo Mientras andaba pensaba en todo lo ocurrido aquella tarde. Posiblemente sentía una gran admiración por la pediatra, en un futuro no muy lejano esperaba ser como ella, y eso la llevaba a sentir esas cosas cuando la tenía cerca. Al llegar finalmente a su casa entró despacio para no despertar a su madre, la cual pensó que seguramente ya dormiría, y tumbada sobre la cama abrió uno de los libros que la pediatra le había prestado. Al ver las anotaciones en los márgenes los acarició como intentando sentir las manos de ella allí y al darse cuenta de lo que estaba haciendo cerró el libro de golpe y lo dejó sobre la cama

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Miraba la portada del libro, y pasados unos segundos, casi inconscientemente, lo volvió a coger, pero esta vez su cabeza no se conformó con que acariciara lo escrito por ella, sino que le ordenó hacer algo mejor, y acercándose más a él aspiró el aroma que desprendía intentando encontrar en este algún rastro de su propietaria Cerró los ojos y apretó el libro contra su pecho. Tenía que empezar a asumirlo, esa mujer le gustaba, no sabía porque motivo, casi no había hablado con ella, prácticamente no la conocía, pero no podía dejar de pensar en ella, sin darse cuenta se fijaba en cada uno de los detalles cada vez que la tenía delante, y pensándolo con calma comenzó a admitirlo ya de una vez Aquella noche el estudio no fue muy fructífero, no lograba concentrarse, intentó dormir un par de veces, pero el resultado no fue mejor, y dando la noche ya por perdida, se tumbó en la cama con la luz apagada y esperó a que el cansancio se apoderara de ella y que por muy ocupada que estuviese su mente en pensar en esa mujer, confió en que en un momento u otro llegaría el sueño Al día siguiente la mañana pasó rápida, sabía que a última hora tenía clase con ella, y solo de pensarlo los nervios volvían a instalarse en su cuerpo irremediablemente. Cuando la vio aparecer por la puerta pensó que estaba más guapa que nunca y cuando dirigió la vista a la clase, sus ojos fueron directamente en busca de los de Esther, ella bajó la mirada rápidamente, pero cuando Maca empezó a hablar volvió a mirarla, y sin poder evitarlo pasó toda la clase buscando sus ojos, mirándola fijamente, observando con detenimiento cada uno de los gestos que hacía al explicar las cosas, estudiando al detalle cada movimiento de su cuerpo, embrujada por sus labios al pronunciar cada palabra, y al terminar la clase se dio cuenta de que no se había enterado de nada, no había tomado apuntes, no tenía ni idea de que había estado hablando, y se quedó allí sentada mirando como la profesora recogía sus cosas para irse, hasta que Laura la sacó de su abstracción L: Esther, ¿te vas a quedar ahí? (Ella agitó un poco su cabeza para volver al mundo real y miró a su amiga) E: Perdona, ¿Qué me decías? L: ¿Te pasa algo Esther? estás hoy algo atontada (Pensó una excusa rápidamente y se llevó la mano a la cabeza para reforzarla) E: Me duele un poco la cabeza L: ¿Y eso? E: Es que hoy no he dormido muy bien L: Tengo paracetamol en la mochila, nos tomamos un café y verás como se te pasa Al salir de la clase Esther miró a Maca que seguía junto a su mesa y por un instante sus miradas se cruzaron, le sonrió y ella le devolvió otra sonrisa a cambio, y con un ligero temblor en sus piernas empezó a andar hacia la cafetería junto con su amiga Un par de semanas después todo seguía igual, salvo por un pequeño detalle, llegaban las vacaciones de Navidad y Esther no dejaba de pensar que se iba a pasar veinte días sin verla. Esas dos horas de clase se habían convertido para ella en el momento más

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esperado de toda la semana, y ahora, la última clase y a esperar a la vuelta de las vacaciones Mientras la escuchaba hablar yendo arriba y abajo delante de ellos, pensaba en si habría alguna posibilidad de verla durante todo ese tiempo, en que podía hacer para averiguar por que sitios saldría, o que iba a hacer ella durante las vacaciones, pero solo se le ocurrían ideas absurdas, y aún sabiendo que posiblemente iba a meter la pata, decidió hacer una pequeña tontería Al terminar la clase salió detrás de ella y la siguió hasta su despacho, y al verla entrar en este se acercó antes de que cerrara la puerta E: Maca, perdona (Ella se dio la vuelta al escucharla y le sonrió, cosa que alivió bastante a Esther, pues no sabía si se había excedido llamándola por su nombre) M: ¡Ah! Esther, ¿querías algo? E: Pues (Se quedó quieta un par de segundos mirándola fijamente antes de seguir hablando) Devolverte tus libros Le tendió los libros que llevaba en sus manos y cuando ella iba a cogerlos, Esther alargó un poco el brazo para provocar que sus manos chocaran, y en el pequeño instante que duró aquel contacto, ninguna de las dos apartó la mirada de la otra E: Muchas gracias M: Que (Se detuvo un segundo a coger aire antes de seguir hablando) ¿Qué te han parecido? E: Muy interesantes M: ¿Has tenido algún problema con el inglés? E: Alguna palabra he tenido que buscar en el diccionario, pero más o menos bien M: ¿Quieres comentarme algo? No sé, ¿hay algo que no hayas entendido bien? E: Pues la verdad es que sí, hay un par de cosillas que me vendría bien que me las explicases, pero no puedo venir esta tarde, y ahora debería de ir a comer porque tengo prácticas a las cuatro M: Ya, pues es una lástima, empiezan las vacaciones y ya no tendremos oportunidad hasta después E: ¿Por qué... no te vienes a comer conmigo? M: ¿A comer contigo? (La miró bastante sorprendida sin saber que responderle, posiblemente no esperaba esa invitación) No sé (Esther bajó un poco la mirada algo decepcionada) E: Da igual, olvídalo, no sé como se me ha ocurrido M: Vale, ¿si me esperas diez minutos? (Levantó la vista y le sonrió) E: ¿En serio? M: Claro, así me explicas tranquilamente tus dudas E: Te espero Mientras Maca estaba en su despacho, Esther se paseaba por el pasillo intentando calmar los nervios que ya se habían apoderado de ella completamente. Con una enorme sonrisa pintada en su cara miraba por la ventana mientras intentaba asimilar todo lo que le estaba pasando. No quería hacerse ilusiones, que ella hubiese aceptado ir a esa comida no significaba nada, de todas formas iban a dejar de verse durante las

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vacaciones, pero albergaba la esperanza de poder averiguar algo, o de tener una idea brillante de última hora sin saber cual Cuando la vio salir y acercarse a ella, sintió que las piernas le fallaban, no sabía si se había precipitado, y lo que era peor aún, no tenía ni idea de que iba a hablar con ella, porque el contenido de aquellos libros, como por arte de magia, se había borrado por completo de su mente. Y con ella cerca, no tenía claro que fuese capaz de pensar con claridad y encontrar algo coherente de lo que hablar M: ¿Vamos? E: Claro, vamos Al llegar a la calle Esther se limitó a seguir sus pasos, parecía muy decidida, pero de repente se detuvo y la miró M: Perdona Esther. ¿Tienes vehículo? E: ¿Qué? M: ¿Qué si has venido con tu coche o algo así? E: No, no, he venido en el metro M: Vale, pues si te parece bien cogemos mi moto E: ¡¡¡¿Moto?!!! (Puso un poco cara de susto y Maca sonrió divertida al verla) ¿Has dicho moto? M: Sí, eso he dicho E: ¿Y es muy grande? M: Bastante, pero no te preocupes, iré despacio E: Buffff M: ¿Pasa algo? E: Pues que no sé si es buena idea M: ¿Te da miedo? E: Nunca me he montado en moto M: ¿No? Bueno, siempre hay una primera vez para todo, además (Se acercó a su oído y le susurró) Seguro que te va a gustar Maca siguió andando y Esther tardó un segundo en reaccionar y seguirla, aquel susurro le había recorrido todo el cuerpo paralizándolo por completo, y aunque le asustaba terriblemente el hecho de tener que subirse en uno de esos trastos, cuando se paró a pensar que se iba a tener que agarrar a ella, la idea empezó a gustarle Pocos metros después, Maca se detenía junto a una BMW azul marino que a Esther le pareció enorme, cuando ella le había dicho lo de la moto, ni por asomo se le había ocurrido pensar que fuese tan grande, más bien había pensado en una scooter o algo así, pero aquella maquina, seguro que iba como un avión Se acercó a ella todavía con algo de miedo mientras su dueña quitaba la cadena que atravesaba los cascos, y cuando fue a darle uno de estos la miró y se dio cuenta de la cara que ponía M: Esther, oye, que si tanto miedo te da cogemos el metro E: No, que va, si seguro que conduces muy bien, es solo que no me la imaginaba tan grande

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M: ¿Estás segura? E: Que sí (Se puso el casco muy decididamente y la miró sonriendo) Cuando quieras Después de acordar donde iban a comer se subieron a la moto, y Esther se cogió de su cintura ligeramente por miedo a excederse, pero cuando Maca arrancó, instintivamente no tuvo más remedio que pegarse a ella y agarrarse con fuerza. Al sentir el calor del cuerpo de la pediatra junto al suyo y ese aroma dulzón de su pelo, cerró los ojos para disfrutar al máximo del que sabía iba a ser un corto trayecto Al llegar al pequeño restaurante que habían elegido, se sentaron en una tranquila mesa que les indicó el camarero, y mientras miraban el menú no dejaban de mirarse de vez en cuando sonriendo. Después de que este les tomara nota Esther empezó a ponerse nerviosa, pues no sabía que decir para romper aquel silencio que empezaba a ser incómodo, pero Maca la sacó del apuro hablando ella primero M: ¿Cómo sigue Dani? E: Bien, muy bien, yo creo que cada vez está mejor, le va muy bien el tratamiento M: Eso es estupendo, me alegro E: Y yo. Pobre, me daba tanta pena cuando le veía de más pequeño con esos ataques que casi se ahogaba M: La edad influye mucho en estos casos, ahora ya podemos darle salmeterol, cosa que hace un año no podíamos. Ya le expliqué a tu cuñada que no es que yo sepa tratar al asma mejor que el pediatra que llevaba antes al niño, es que antes no le podían dar broncodilatadores de acción prolongada (Esther la escuchaba sin perder ni un detalle, la hubiera escuchado igual con cualquier otro tema, pero este además, le interesaba) En un año o año y medio le administraremos formoterol y todavía notará más la mejoría (Viendo que Esther no decía nada pensó que igual no entendía lo que le estaba diciendo) Perdona. Todo esto te sonará todavía un poco a chino E: No, no, que va, además, me interesa mucho M: ¿Por que quieres ser pediatra? E: Por Dani. Bueno, no por él en concreto, tiene cuatro años, así que cuando yo termine el ya será bastante mayor y espero que estará mucho mejor, pero aunque por él yo no pueda hacer mucho, ya que ya lo habrán hecho otros, como tú por ejemplo, pues por lo menos poder ayudar a otros niños que estén sufriendo como sufría él M: Serás una gran pediatra, estoy segura de ello E: Yo no estoy tan convencida, esta carrera es muy difícil M: ¿Cómo que no? con la atención que pones en las clases, ese empeño y ese interés en todo lo que esté relacionado con la medicina, me parece que te infravaloras Mientras un pequeño rubor se adueñaba de sus mejillas, le sonreía como agradeciéndole sus palabras, pero cuando iba a decir algo llegó el camarero con la comida y espero a que este se marchara para seguir hablando mientras comían E: Lo mejor de las vacaciones es que puedo pasar más tiempo con él. Veremos si estos días no nos hace mucho frío y le puedo llevar al parque M: ¿No vas a ningún sitio de vacaciones? E: Que va, me quedo en casa con mi madre. En nochebuena cenaremos en familia supongo, y en nochevieja saldré con algunas amigas después de las uvas (Sin esperarlo había aparecido su oportunidad de averiguar algo, oportunidad que sin dudad aprovechó) ¿Y tú? ¿Qué vas a hacer estas vacaciones?

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M: Pues primero me iré a Jerez a pasar la Navidad con la familia, y luego voy con unos amigos a la sierra a comernos las uvas y a esquiar un poco unos días (Esther se alegró de ver que poco a poco se iban conociendo más, de que Maca parecía encantada de contarle sus cosas, pero saber que ella no iba a estar en Madrid, que seguramente no tendría ni una posibilidad de verla, esa ya no le gustó tanto) E: ¿Eres de Jerez? M: Sí. Bueno, me vine a Madrid a estudiar a los diecisiete años, y llevo aquí desde entonces, pero sí, soy de Jerez. Casi llevo más años aquí de los que pasé allí E: No sé si a mí me gustaría estar tan lejos de mi familia M: Tampoco está tan lejos, además, aquí tengo muy buenos amigos E: Ya, pero no es lo mismo De repente Maca se puso algo seria y Esther sintió que se había excedido, ella no tenía ni idea de la vida de la pediatra, y por supuesto que no tenía ningún derecho a meterse, así que intentó arreglarlo como buenamente pudo E: Pensándolo bien, con el ave llegarás en un momento (Le dijo esto sonriendo y ella no pudo más que contagiarse de su sonrisa) M: La verdad es que normalmente voy con la moto, y te aseguro que llego antes que el ave E: Pues no deberías de correr tanto M: ¿Te preocupa que pueda pasarme algo? E: Pues sí M: ¿A sí? E: Sí. Eres la mejor profesora de pediatría que he tenido M: Soy la única profesora de pediatría que has tenido E: Ya, pero eso solo es un pequeño detalle (Después de sonreírle, permanecieron en silencio unos segundos y luego se atrevió a seguir averiguando cosas sobre ella) ¿Te gusta dar clases en la facultad? M: La verdad es que cuando estudiaba medicina no esperaba terminar dando clases, nunca pensé que sería como uno de aquellos profesores que tenía yo, cada vez que pienso la de cosas que debéis de decir de mí (Esther bajó la mirada un segundo, pero no tardó en mirarla de nuevo) Tranquila, si lo tengo asumido, todos los alumnos se meten con sus profesores, pero sí, me gusta, es una experiencia muy enriquecedora, y mientras consigo llegar a donde quiero, tendré que hacer algo E: ¿No has llegado todavía a donde quieres? M: Que va, ni mucho menos. Me gustaría especializarme en neurocirugía pediátrica E: ¡Uauuu! M: Lo sé, es una especialidad muy rara, pero siempre me ha atraído la neurocirugía, y me encanta ser pediatra, así que si lo unimos todo, eso es lo que me da, es mi sueño, y espero poder conseguirlo algún día Siguieron charlando hasta que llegó la hora en la que Esther tenía que irse, y bajo la insistencia de Maca, la dejó que la llevara con la moto, pues pensó que si no accedía llegaba tarde. Al llegar a su destino se bajó de la moto, se quitó el casco y tras dárselo a su propietaria se quedaron unos segundos mirándose en silencio E: Bueno, gracias por todo y, que pases una feliz Navidad M: Gracias a ti y, lo mismo te digo. Nos vemos el año que viene E: Sí, el año que viene

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M: Pásalo bien E: Tú también Sin decir nada más puso de nuevo la moto en marcha y se alejó de ella que se quedó mirándola hasta que giró una esquina y la perdió de vista Al terminar las prácticas de aquel día, Esther se fue hacia el centro. Le encantaba pasear con las calles llenas de luces y demás adornos navideños, la Navidad siempre había estado entre sus épocas preferidas del año. Se detuvo en un escaparate a contemplar un pequeño belén, y viendo unos patines con rodilleras y casco, entró decidida a comprarlos, era el único regalo que le faltaba, el de su sobrino. Todos los años hacía lo mismo, un mes antes de la Navidad ya iba buscando el regalo perfecto para cada uno, y solía acertar, nunca le había gustado eso de dejar las cosas para última hora Mientras la mujer de la tienda le envolvía el regalo, ella se entretuvo mirando una estantería que había llena de vehículos en miniatura, aviones, coches, entre los que le llamó la atención el mítico seiscientos, camiones, autobuses, y al llegar a las motos se detuvo en una azul, y acercándose más la analizó intentando averiguar si sería como la de ella. No entendía mucho de motos, realmente no entendía nada, en lo único en lo que se había fijado, era en que se trataba de una BMW, como aquella miniatura que tenía delante, y más o menos convencida de que era la misma, la cogió y le dijo a la mujer de la tienda que se la llevaba también Andando de nuevo por las calles, sacó la diminuta moto de la bolsa en donde la llevaba, y mirándola sonrió al imaginarla a ella montada del mismo tamaño que aquel juguetito. Al sentarse en el metro y quedar por fin sus manos libres, abrió la cajita que la contenía y la sacó. “Vaya tontería”, pensó, pero por muy tontería que fuese, le recordaba a ella, y con mucho cuidado volvió a cerrar la cajita y la guardó en la bolsa junto con los patines La cena de Nochebuena transcurría como cualquier otra, con ese puntito nostálgico que envuelve las comidas en esas fechas, y dejando escapar algunas lagrimitas al recordar a los seres queridos que por desgracia ya no se encuentran entre nosotros. Era inevitable que Encarna, la madre de Esther, nombrase a su marido en un día así, y esto les llevaba a todos a ponerse algo tristes al recordarle, pero al terminar la cena y sacar los regalos, la alegría se adueñaba de nuevo de la casa, y más en los últimos años, desde que había llegado a la familia ese pequeñín Dani: ¡¡¡Unos patines!!! ¿Puedo probarlos papá? ¿Puedo probarlos? (El entusiasmo que ponía el niño les contagió a todos, pero su padre hizo un esfuerzo por mantenerse firme) Edu: Ahora no Dani, dentro de casa no se usan los patines, y es muy tarde para salir a la calle (El niño se puso algo triste y entonces su padre le cogió en brazos para seguir hablándole) Vamos a hacer una cosa, mañana después de desayunar, lo primero que haremos será ir al parque a probar a ver que tal van esos patines Dani: ¡¡Sí!! ¡¡Sí!! (Les dio un beso y luego otro a su madre, y al llegar delante de Esther se detuvo un momento) Gracias tita, me gustan mucho E: Gracias a ti mi amor Dani: ¿Tú también vendrás mañana? E: Claro cariño, y los próximos días, cuando papá y mamá estén trabajando y te quedes aquí conmigo, te los traes y seguiremos practicando Dani: Bien, vale

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Y así pasó Esther aquellos días, cuidando de su sobrino, estudiando siempre que tenía tiempo, y con una pequeña moto sobre la mesa de su habitación que miraba de vez en cuando como quien mira la foto de un ser querido Por su parte, Maca llegó a Jerez la tarde del día de Nochebuena. Al contrario que a Esther, a ella no le gustaban mucho esas fechas, la ponían triste, y más aún en los últimos años, desde que tuvo la brillante idea de contarle a su familia su orientación sexual, y a consecuencia de lo cual, su padre prácticamente dejó de hablarle Cuando estaban los dos en la misma estancia, la tensión se podía cortar con cuchillo, pero su madre les había dejado bien claro que no iba a dejar que la cabezonería de Pedro, su marido, rompiera la familia, él si no quería hablar, pues que no hablase, pero ese día se cenaba todos juntos, así ardiera Troya Rosario, la madre de Maca, al igual que sus hermanos, lo había aceptado plenamente, ella era así y así la querían, pero con su padre la cosa iba muy despacio. Habían pasado ya tres años, y aunque habían conseguido suavizarle un poco entre todos, le seguía costando mucho comportarse de manera natural con ella. Así que la cena fue tranquila, pero con poca conversación entre ellos dos Después de comer un poco de turrón y brindar con cava, se sentaron todos delante de la chimenea, los padres de Maca en el sofá, su hermano Jero en un sillón con su mujer en la alfombra, entre sus piernas, y con la espalda apoyada en dicho sillón, la mujer de Francisco, su segundo hermano, en otro sillón, y ella y este último, tumbados en la alfombra, él apoyado sobre unos cojines, y ella recostada sobre él Hablaban tranquilamente tomando una copa mientras cogían de vez en cuando algún pedacito más de turrón de la bandeja que sostenía su madre, hasta que la dejó sobre una mesita y se levantó en busca de unos sobres que repartió entre sus tres hijos Los tres se quedaron un poco sorprendidos al ver dicho sobres, en una esquina llevaban el sello de las bodegas Wilson, y al pensar lo que podían contener, los tres empezaron a abrirlos con mucho cuidado mientras sonreían nerviosos. Los documentos que contenían eran similares, solo cambiaban los nombres, y al leerlo por encima se miraron entre ellos y luego miraron a su padre esperando una explicación, explicación que no tardó en llegar Pedro: Bueno, por si tenéis alguna duda, os lo explico. El setenta y cuatro por ciento de las acciones de las bodegas Wilson son mías. He puesto a nombre de cada uno de vosotros el diecisiete por ciento de estas, el veintitrés restante seguirá a mi nombre, suficiente para vivir vuestra madre y yo Jero: Pero papá (Jero miró a sus hermanos y supuso que pensaban igual que él, así que siguió hablando) Siempre hemos tenido todo lo que hemos querido, no hacía falta que hicieras esto Pedro: Tu madre y yo queríamos hacerlo, y lo hemos hecho Jero: Pero ¿Por qué? Pedro: Me hago mayor y quiero tomarme la vida con más calma, así que, a partir de ahora ya no seréis los hijos del dueño, seréis los dueños, no necesitaréis pedirme

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opinión para nada, sois libres de tomar vuestras propias decisiones respecto a la empresa, tenéis suficientes acciones entre los tres para decidir sin consultarme. Además, si os paráis a pensarlo, las bodegas hace tiempo que las lleváis vosotros dos, para mí ya solo son una mera distracción, y espero que estéis de acuerdo conmigo y con vuestra madre en que Maca tiene tanto derecho como vosotros Francisco: Claro papá, eso no lo ponemos en duda (Contestó Francisco rápidamente mientras me sonría a su hermana) Pedro: Pues si estáis de acuerdo (Sacó una estilográfica y la extendió esperando que alguno de los tres la cogiera) Solo tenéis que firmar (Maca le miró fijamente y después de armarse de valor habló) M: Yo no estoy de acuerdo (Todos la miraron expectantes, y su padre preguntó algo sorprendido) Pedro: ¿Cómo que no estás de acuerdo? M: Pues eso, que no me parece justo Pedro: ¿Y se puede saber por que? M: Porque Jero y Francisco llevan toda su vida dedicados a esto, y yo preferí dedicarme a otras cosas, así que no sé si merezco la misma parte que ellos Pedro: Maca, hija (Se acercó a ella y la puso una mano sobre su hombro) yo creo que no os impuse a ninguno lo que teníais que hacer, vosotros elegisteis la carrera que queríais seguir, nunca os he obligado a nada, ellos quisieron dedicarse a esto igual que hubiesen podido dedicarse a cualquier otra cosa, tienen sus nóminas, como todos los trabajadores de las bodegas, así que no veo que eso tenga nada que ver, eres tan hija mía como ellos, y como tal heredarás exactamente lo mismo que ellos M: Pero yo no tengo ni idea de esto. ¿Qué voy a hacer con estas acciones? Pedro: Puedes tener un administrador, cualquiera de ellos, o incluso los dos a partes iguales M: Pero papá Pedro: Sin peros Maca, ya está decidido Sin decir nada más firmaron los tres y luego brindaron para celebrarlo. Poco a poco parecía que las cosas volvían a su cauce. Maca se sentó junto a su padre y este la rodeo con un brazo atrayéndola hacia si y luego dejó un beso en su mejilla que a Maca le supo a gloria El día treinta y uno, Maca llegaba a su casa de la sierra a primera hora acompañada por Ana. El marido de esta y algunos amigos más se iban a unir a ellas por la tarde, pero habían decidido irse antes para ir preparando algunas cosas. Durante el trayecto Maca casi no habló, solo escuchaba atentamente lo que su amiga le iba contando, y al llegar allí y sentarse tranquilamente en la mesa de la cocina para tomar un café, fue cuando Ana notó lo callada que estaba Ana: Maca cariño, ¿te pasa algo? M: A mí, no, ¿Por qué lo dices? Ana: No sé, una semana sin vernos y desde que me has recogido en mi casa casi no has dicho nada. Cuéntame que tal estos días en Jerez M: ¿Sabes que ha hecho mi padre? Ana: A ver que te ha hecho ahora, ya me creo cualquier cosa M: Esto no sé si te lo vas a creer Ana: ¿Tan grave es?

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M: Peor. A puesto casi todas sus acciones de las bodegas a nombre mío y de mis hermanos (La cara de alucine de Ana fue impresionante) Ana: ¿Qué ha hecho que? M: Lo que oyes. Digamos que una sexta parte de la empresa ahora es mía Ana: Pero eso es una fortuna, ¿no? M: Una pequeña fortuna, sí Ana: Esto hay que celebrarlo M: No, no, Ana. Yo preferiría que no lo supiera nadie. Esto no cambia nada, las acciones estaban a nombre de mi padre, pero a mí el dinero no me faltaba, a mi modo de ver es solo un puro formalismo Ana: ¿Bromeas? No quiero ni pararme a pensar la de botellas de brandy y vino que salen de esas bodegas anualmente, la sexta parte son tuyas, ¿y no quieres celebrarlo? M: No, no quiero celebrarlo, yo voy a seguir viviendo igual que antes Ana: Estás loca, definitivamente estás loca M: Puede, pero ya me conoces, yo soy así Ana: Sí, y creo que no tienes remedio. Pero no debe de resultarte tan indiferente cuando llevas así de seria y callada toda la mañana M: No es por eso Ana: A no, ¿entonces por que es? M: Es que (De repente se puso más seria aún, y Ana empezó a preocuparse de verdad) Ana: ¿Qué te pasa Maca? me lo puedes contar M: Mejor no. No estoy para aguantar tus bromas, y si te cuento esto sé que va a traer guasa Ana: ¿No estarás hablando en serio? Me ofendes (Se levantó de la silla y empezó a andar hacia el salón seguida por Maca que al alcanzarla la detuvo cogiéndola por un brazo) M: Lo siento, no quería decir eso Ana: Maca, sé que me paso a veces con mis bromas, pero joder, somos amigas, y yo también sé ser seria cuando toca M: Lo sé, perdona, es culpa mía, estoy un poco susceptible, no sé Ana: Pero por que. ¿Qué está pasando en esa cabecita? M: Ven, vamos a sentarnos (La cogió de la mano y se sentaron en el sofá un poco de lado para quedar de frente) ¿Te acuerdas de aquella chica que te comenté que había venido a pedirme unas referencias bibliográficas? Ana: Me suena algo, pero si me refrescas la memoria mejor M: Que me dijiste que era alumna tuya el año pasado y que era muy buena estudiante Ana: Sí, ya lo recuerdo, Esther García M: Eso es. Pues vino a hablar conmigo un par de veces más sobre el mismo tema, y un día que vino a la consulta le dejé un par de libros míos (Ana levantó una mano para detener a Maca) Ana: Espera, espera un momento, ¿me estás diciendo que Esther ha estado en la consulta? M: Sí Ana: ¿En nuestra consulta? M: Claro, ¿en cual va a ser? Ana: ¿Y como es que viene una alumna tuya a la consulta? Si fuese a la mía lo entendería, pero tú eres pediatra (Ana sonrió imaginándose algo) M: Espera bonita, no saques conclusiones precipitadas, fue una casualidad. El sobrino de Esther es paciente mío, la madre no podía venir a traerle y vino ella, ni siquiera sabía que yo era la pediatra del niño

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Ana: Está bien, vamos a pensar que fue una casualidad. Sigue M: El último día de clase me devolvió los libros, tenía un par de dudas, pero no tenía tiempo, así que me invitó a comer con ella (La sonrisa de Ana se fue dibujando poco a poco al escuchar lo que su amiga le contaba) Ana: ¡¡¿Comiste con ella?!! M: Sí Ana: ¿Tú, te fuiste a comer con una alumna? M: ¿Qué tiene de malo? Ana: De malo nada, de raro mucho, que nos conocemos Maca M: Tampoco es tan raro, me invitó y comí con ella, ya está Ana: Y le aclaraste sus dudas M: No Ana: ¿Cómo que no? ¿Aceptas su invitación a comer y luego no la ayudas? M: Es que hablamos de muchas cosas, pero de los libros ni nos acordamos Ana: ¿Qué me estás contando Maca? M: Me gusta Ana, me gusta mucho. Llevó diez días sin verla y no me la he podido sacar de la cabeza (La sonrisa de Ana cada vez se ampliaba más) Ana: ¿Te gusta Esther? M: No te rías Ana, esto es muy serio Ana: ¿Cómo no me voy a reír? Estoy feliz por ti, ya era hora de que te fijaras en alguien M: Creí que estos días sin verla me irían bien, pero todo lo contrario, cada día que pasa me estoy obsesionando más Ana: Eso es fantástico, te estás enamorando M: No sé que tiene de fantástico. Me pueden echar por esto, ¿lo sabes? Ana: Perdona guapa, pero para que te echen primero te tienes que liar con ella, y segundo, se tienen que enterar M: No puedo dejar que pase Ana Ana: ¿Por qué no? A mí me parece súper excitante eso de tener que llevar una relación a escondidas, además, mira el lado bueno, solo va a ser alumna tuya durante este año M: Ni siquiera sé si tengo posibilidades Ana: Lánzate Maca, por el amor de dios lánzate, no renuncies a ella ya antes de intentarlo M: ¿Y si ella no siente nada por mí? ¿si me denuncia por acoso? Ana: Joder, no seas dramática. Sé sutil, no es necesario que cuando la veas te lances sobre su cuello. Tantéala un poco, invítala a comer tú esta vez, o a cenar, en tu casa M: ¿Invitarla a cenar en mi casa es ser sutil? Ana: Jajajajaja, no sé Maca, tú misma M: Jajajajaja, no sé como terminaré si te hago caso a ti Ana: Inténtalo Maca, te lo mereces M: Gracias Ana Siguieron hablando mientras preparaban las cosas para la cena de nochevieja, y aunque Ana se lo había prometido, no faltaron las bromas sobre el asunto Cuando llegaron los demás, Maca pudo comprobar algo que ya sabía. Ana le demostró una vez más lo buena amiga que era no haciendo ni un comentario sobre el tema delante de sus amigos, pero alguna mirada de complicidad entre ellas si hubo en más de una ocasión

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Cenaron muy a gusto todos juntos y llegadas las uvas, el confeti y las serpentinas volaban por los aires, había llegado el momento del año en que todos hacemos un poco el tonto poniéndonos gorritos de papel y collares de hawaiana que ya podrían explicarnos que tienen que ver con celebrar que empieza un nuevo año A una distancia considerable de allí, Esther se comía las uvas con su madre, no había confeti ni serpentinas, pero por supuesto que llevaban un gorrito cada una. Cerca de la una llegaban las amigas de Esther a buscarla, y después de despedirse de su madre que estaba ya medio dormida en el sofá, bajó y se fue con ellas a tomar algo, seguramente con intención de pasar toda la noche por ahí Llegaron a un local que estaba a rebosar, era toda una odisea llegar hasta la barra, pero poco a poco lo consiguieron, pidieron unas bebidas y acercándose hasta la pista empezaron a bailar alegremente. Después de poco más de una hora allí salieron hacia otro sitio, y nada más entrar se encontraron con Laura L: ¡¡¡Esther!!! E: Laura, feliz año nuevo L: Feliz año nuevo Esther (Se dieron dos besos y luego se abrazaron, y al separarse Laura cogió de la mano a un chico que había a su lado y tirando de él le hizo acercarse) L: Te acuerdas de Carlos, ¿verdad Esther? E: Claro. Hola Carlos Carlos: Hola Esther. ¿Qué tal estás? E: Bien, celebrando la noche Carlos: Feliz año E: Eso, feliz año (Se dieron dos besos y ellas dos siguieron hablando) L: ¿Cómo van las vacaciones? E: Pues como siempre, en casa con la familia Carlos: Perdona cariño (Carlos pensó que mejor dejarlas solas un momento para que hablaran, así que con lo primero que se le ocurrió se fue) Voy a saludar a unos amigos que he visto por allá L: Vale, estaremos por aquí (Después de ver como Carlos se alejaba de ellas, siguieron a lo suyo) E: Parece que esta vez se os ve bien, estáis durando bastante L: Y tanto. Me ha dicho que quiere presentarme a su madre E: Así que por fin parece que vais en serio L: Esta vez sí Esther, estoy encantada E: Me alegro, a ver si sientas ya la cabeza de una vez (Laura puso un poco de cara de agravio y le replicó) L: Y tú a ver si te sueltas un poquito E: No es fácil Laura L: Tú lo haces difícil, te cierras en banda y así no es que sea difícil, es más bien imposible E: Y encima cuando me gusta alguien es inalcanzable (Por la cara que puso Esther, Laura supuso que aquel no había sido un simple comentario, si no que ella estaba hablando de alguien en concreto) L: ¿Te gusta alguien? E: Olvídalo, no puede ser L: ¿Por qué? ¿Tiene una enfermedad fulminante o algo así?

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E: Ya veo que tú necesitas una razón de peso para pensar que algo es imposible L: ¿Qué es eso que hace que lo veas tan imposible? (Esther la miró unos segundos mientras dudaba si decírselo o no, y finalmente se decidió) E: Es una profesora de la facultad (Laura se quedó sin palabras, miraba a su amiga con la boca abierta asimilando lo que acababa de escuchar) L: ¿Una... profesora? (Esther asintió y ella seguía alucinada) ¿de las nuestras? E: Claro, de las nuestras (Laura se quedó pensando un instante analizando a todas las profesoras que conocía) L: No es la de dermatología, ¿verdad? (Esther sonrió ante aquella pregunta) E: ¿Qué dices? Si podría ser mi madre L: Yo siempre he defendido que el amor no tiene edad E: Da igual, no es esa (Siguió pensando y no tardó en dar en el clavo) L: ¡¡¡La borde!!! Te gusta la borde E: Que no es borde Laura, ya te lo dije L: Dios mío, te gusta la borde E: Que no la llames así joder L: Vale, vale, no te enfades (Laura sonreía y Esther por momentos empezaba a arrepentirse de habérselo contado) E: No va a pasar nada entre nosotras, más quisiera yo, pero me parece completamente inaccesible. Seguro que es hetero y tiene a los tíos locos detrás de ella, así que no quiero comentarios al respecto L: ¿Y si no es así? E: ¿Pero tú la has visto bien Laura? Está que se rompe L: La chica es mona, pero eso no quiere decir nada E: He hablado varias veces con ella y es encantadora, muy amable, todo lo contrario de lo que parece de fuera, pero no he visto nada que me haga pensar que entiende L: No tires la toalla tan pronto, ya tienes la mitad del camino recorrido, síguelo hasta el final E: ¿Y si al llegar no encuentro lo que buscaba? L: Pues te vuelves por el mismo sitio E: Vaya manera de empezar el año L: Venga, alegra esa cara, hoy es el primer día del resto de tu vida E: Odio esa frase Las vacaciones llegaban a su fin y las dos habían tenido tiempo más que suficiente para pensar en sus sentimientos, pero ese no era el problema, por muy claro que tuviesen lo que sentían, lo que verdaderamente les importaba era que estaría sintiendo la otra, y eso si pensaban que les iba a llevar muchísimo más tiempo averiguarlo Cuando llegó el momento de la clase de pediatría, Esther esperaba nerviosa que ella hiciese acto de presencia, se moría de ganas de verla, pero Maca no estaba mucho mejor, andaba por el pasillo y sentía que sus piernas temblaban cada vez más conforme se iba a cercando Le costaba un poco entender ese sentimiento hacia una persona a la que apenas conocía, pero estaba claro que en los pocos momentos que habían pasado juntas, Esther había conseguido robarle el corazón sin que ella hubiese podido hacer nada por evitarlo

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Cuando atravesó la puerta la cerró tras de si, y haciendo un gran esfuerzo anduvo hasta la mesa sin mirar a sus alumnos, y al dejar la carpeta que llevaba en sus manos sobre esta, se volvió ahora sí hacia ellos e irremediablemente sus ojos buscaron al instante los de ella Pasados un par de segundos llevó la mirada a ninguna parte en concreto huyendo de la de ella e intentó concentrarse en sus palabras, aquellos ojos dulces la despistaban, y si la seguía mirando al final iba a olvidar no solo la clase que tenía que impartir, si no todo lo que no estuviese relacionado con ella Esther la miraba sin perder detalle, y solo veía indiferencia, esperaba una señal, cualquier cosa que le hiciera pensar que la pediatra podía sentir algo por ella, pero ni siquiera la miraba, apenas se habían cruzado sus miradas un momento al llegar a la clase, y esto no le daba muchas esperanzas Cuando la clase terminó, Esther se quedó un momento en su silla pensando en cuanto la había echado ella de menos, y que diferente debía de haber sido al contrario, pensó que seguramente la pediatra ni se había acordado de ella en todos esos días, y al ver que se habían quedado a solas las dos, se dirigió hacia la puerta sin decir nada, pero antes de llegar a esta su voz la detuvo M: Hola Esther, ¿no pensabas saludarme siquiera? (Se dio la vuelta y la miró unos segundos antes de contestar. ¿Quien sabe? Puede que no le resultara tan indiferente como ella pensaba) E: Hola Maca. ¿Qué tal las vacaciones? M: Bien. Un poco agotadoras la verdad, como suele pasar. Queremos aprovechar el tiempo y luego regresamos de las vacaciones más cansados de lo que estábamos, en realidad el verdadero descanso a veces es volver a la rutina diaria. ¿Y tú que tal? E: Con ganas ya de que empezaran las clases, pero no porque estuviera cansada, como tú, si no porque empezaba a aburrirme (Maca notó en su tono de voz una cierta molestia por sus palabras) M: Perdona, no pretendía restregarte lo bien que lo he pasado E: No pasa nada. Nuestras vidas son muy diferentes, eso está claro (Permanecieron en silencio unos segundos, y transcurridos estos Esther pensó que había llegado el momento de marcharse) Bueno, voy a ver si como algo. Tengo prácticas esta tarde y no puedo perder mucho tiempo M: Claro, estás aquí perdiendo el tiempo conmigo (Ahora la voz que sonaba molesta era la de la profesora) E: No quería decir eso, no me importa perder el tiempo contigo, me caes bien (Maca le sonrió y cogiendo sus cosas se acercó a ella) M: Tú también a mí E: Pues estupendo. Lo siento, pero de verdad que tengo que irme M: Esther E: ¿Sí? M: No, nada E: Pues, hasta luego M: Hasta luego

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Se quedó inmóvil viendo como Esther empezaba a andar y por un instante recordó las palabras de Ana. “Lánzate Maca, por el amor de Dios, lánzate, no renuncies a ella antes de intentarlo” Y antes de perderla de vista la volvió a llamar M: Espera Esther (Se acercó corriendo a su lado y no quiso pensar más en las consecuencias) ¿Te vienes a comer conmigo? E: Me encantaría, pero lo siento, voy muy apretada de tiempo M: Podemos comer algo rápido, una hamburguesa, lo que sea, no sé Por primera vez el interés que Maca mostraba por ella salía a la luz de manera clara, y tras aparecer una sonrisita nerviosa en sus labios, asintió para luego aceptar su invitación de palabra E: Vale, algo rapidito M: Perfecto. Voy corriendo a mi despacho y en un minuto te veo fuera. La moto está donde siempre La observó mientras se alejaba de ella a toda velocidad, y después de intentar asimilarlo todo durante unos segundos, puso rumbo a la calle para esperarla Sin esperarlo se encontraba de nuevo montada en su moto y abrazada a ella. Cerró los ojos y aprovechando que ella no la podía ver, sonrió feliz, no quería hacerse muchas ilusiones, tenía miedo de estar confundiendo las cosas, así que decidió simplemente disfrutar de ese tiempo que iba a pasar con ella y esperar a ver como iban fluyendo las cosas Maca hacía algo similar, sonreía segura de que Esther no podía verla, pero aunque así fuera sonreiría igual, porque la felicidad que la inundaba en aquel instante era tal que le resultaba imposible no exteriorizarla de alguna manera Detuvo la moto frente a una hamburguesería y después de quitarse el casco y arreglarse un poco el pelo, la miró y le preguntó M: ¿Aquí te parece bien? E: Por mi perfecto M: Pues vamos Había algo de cola para pedir la comida y mientras esperaban su turno se encontraban las dos de cara, mirándose, y sin previo aviso, Maca le colocó de manera suave un mechón de pelo que caía rebelde sobre su frente, y ella, al sentir el leve roce sobre su piel, sintió que se derretía allí mismo Voz: ¿El siguiente? Por un momento no supo si maldecir a aquel chaval que rompió el encanto de dicho momento, o si darle las gracias por conseguir que Maca apartara esa profunda mirada de ella. Necesitaba un respiro, ir asimilando poco a poco todo lo que iba sucediendo, pero las cosas cada vez estaban más claras, era difícil ocultar sus intenciones, se veían cada vez de forma más nítida, y ya no tenía salida, estaba atrapada y Maca se estaba dando cuenta, pero precisamente eso era lo que quería, que ella lo tuviese claro, y que la

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atrapara más aún, con sus brazos, su mirada, sus labios, que se adueñara de ella por completo, que se apoderara de su ser, y que poco a poco se convirtiera en la única dueña de sus deseos Aquella dulce voz cuyos matices ya iba a conservar para siempre y que sin duda era ya capaz de reconocer entre miles, la apartó de sus pensamientos con una simple pregunta M: ¿Tú que quieres comer? E: Una hamburguesa de pollo y unos aros de cebolla (Maca se giró hacía el chico que había tras la caja e hizo su pedido) M: Dos hamburguesas de pollo, aros de cebolla, una ensalada cesar, y... (De nuevo miró a Esther) ¿Coca cola? E: Sí, gracias M: Y dos coca colas En apenas dos minutos tenían su comida sobre una bandeja, y cogiéndola Maca, miró a su alrededor buscando la mesa adecuada, y al ver una vacía en un rincón tranquilo se dirigió hacia ella seguida de cerca por Esther M: No es que sea la mejor comida del mundo, pero cuando tienes prisa es un buen recurso E: Yo intento no venir mucho a estos sitios, me encantan las hamburguesas, pero mi madre se pone muy pesada con que como muy mal, dice que fuera de casa solo como guarrerías M: ¿Y tiene razón? E: Pues bastante, para que lo vamos a negar. Yo no sé como se las apañan las madres, sin vernos saben lo que estamos haciendo M: Espero que no siempre sepan lo que estamos haciendo (Sonrío pícaramente y Esther bebió un poco antes de seguir hablando para intentar disimular la cara de panoli que se le había quedado mirándola) E: Buffff, yo también lo espero, pero ya sabes a lo que me refiero M: Sí, parece que tengan un sexto sentido que aparece al tener hijos. ¿Y que tal? ¿Has podido llevar a Dani al parque? E: Ya lo creo. Le regalé unos patines y he estado enseñándole a patinar M: ¿Te gusta patinar? E: Me encanta M: ¡¡A mí también!! E: ¿Sí? Pues cuando quieras quedamos y te echo una carrera M: ¡¡Ja!! (Exclamó Maca jactándose) no me ganas ni de coña E: Eso habría que verlo, no me has visto tú a mí con los patines M: ¿Me estás retando en serio? E: Cuando quieras pequeña M: Te tomo la palabra (Esther le tendió la mano como quien va a cerrar un trato) E: El sábado a las nueve de la mañana en el retiro (Maca, sin dudarlo, apretó su mano de manera firme mientras la miraba fijamente a los ojos) M: Hecho E: Va a ser un placer verte perder M: No cantes victoria todavía, guapa E: Gracias por lo de guapa

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Después de terminar sus respectivas hamburguesas quedaron en verse el sábado en el retiro, sabían que se iban a ver el viernes en clase, pero esa cita ya era ineludible, iban a hacer una carrera patinando, y mientras Maca regresaba a la facultad en su moto después de haber dejado a Esther, sonreía al pensar en las tonterías que estaba empezando a hacer para poder estar con ella Aquello le parecía tan infantil, pero era solo la excusa para estar juntas, cualquier motivo era bueno en aquel momento con tal de estar juntas, como se suele decir, el fin justifica los medios, y el fin de todo aquello era estar con Esther, y aquello justificaba cualquier cosa Llegó el viernes y disimular las miraditas durante la clase les costaba cada vez más, era inevitable, sus ojos se buscaban sin remedio, y ellas ya no mandaban sobre ellos, parecía que habían cobrado vida propia e intentaban saciar así lo que el resto de sus sentidos les pedían a gritos Salir de clase sin decirse nada fue lo que más esfuerzo les supuso, pero Esther pensó que era mejor así, no quería que sus amigos notaran nada raro, Laura estaba al corriente de lo que ella sentía por la pediatra, pero sabía que las bromas serían inevitables si el resto se enteraba, así que le pidió que no dijera nada a nadie, y ella disimulaba tanto como podía A las nueve de la mañana del sábado y puntuales a su cita, se encontraron en una de las puertas del retiro, la puerta de la independencia, la que queda justo frente a la puerta de Alcalá, y acercándose la una a la otra, sonrientes y con las mochilas a sus espaldas, se saludaron M: Buenos días E: Buenos días Maca. ¿Has traído los patines? (Ella se giró un poco para que su mochila quedara visible) M: Por supuesto (Empezaron a andar hacia la fuente de los galápagos sonriéndose de vez en cuando) E: Espero que hayas desayunado bien, porque te vas a tener que esforzar para seguirme M: ¿Seguirte? Te veo muy segura de ti misma E: Lo estoy Al llegar a la altura de la fuente se sentaron cerca de esta y empezaron a ponerse los patines, rodilleras y demás complementos, y una vez estuvieron listas se pusieron en pie y se colgaron las mochilas de nuevo. Esther sonreía segura, y después de algunos movimientos de calentamiento se acercó a Maca para indicarle el recorrido que iban a seguir E: Mira Maca. Seguiremos todo el paseo del estanque, y al llegar a la fuente seguimos recto, y a una distancia más o menos similar hay otra fuente, esa será la meta M: ¿Estás loca? Eso está muy lejos E: Te espero allí (Y tras decir esto rápidamente empezó a patinar sin apenas dar tiempo a Maca para que reaccionara) M: ¡¡¡Ey!!! Eso no vale. Te vas a enterar

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Sin decir nada más se puso en marcha, pero la ventaja que le había tomado Esther era bastante considerable, y por mucho que se esforzaba no lograba reducirla. Consiguió recuperarle unos metros, pero aún así seguía por delante de ella, y al llegar a la segunda fuente, como habían quedado, o más bien, como Esther había indicado, esta dio un par de vueltas a dicha fuente patinando ya de manera más tranquila mientras sonreía satisfecha mirando a la pediatra que se había sentado sobre el césped a descansar E: ¿Qué? ¿Pesan los años? M: ¿Me estás llamando vieja? (Esther se acercó y se sentó a su lado) E: Reconoce que a tu edad estos esfuerzos ya cuestan M: ¿A mi edad? Oye que tampoco soy tan mayor, además prefiero estar vieja a ser una tramposa E: ¿Tramposa yo? M: Sí, tú. Aunque entiendo lo que has hecho, tenías miedo y sabías que si no era así no me ibas a ganar E: ¿Miedo yo? pero si iba aguantando para no dejarte muy lejos Maca se levantó y le tendió una mano a Esther para que hiciera lo propio, y una vez estuvieron las dos en pie la miró muy seria M: Hasta la primera fuente, de donde hemos salido, pero bien hecho, a la de tres. Una. Dos. Y tres Empezaron a patinar de nuevo las dos a toda velocidad y ninguna conseguía sacar ventaja, iban a la par, Maca miró un par de veces a Esther, pero esta miraba al frente sin desconcentrarse de lo que hacía, y entonces ella hizo lo mismo y ya no la miró más La cosa se estaba poniendo seria, los metros pasaban y seguían sin conseguir ventaja ninguna, y al llegar por fin a la fuente redujeron la velocidad y rodeándola cada una por un lado fueron a sentarse en el césped del paseo que baja de nuevo hacia la puerta de Alcalá Sentadas a escasos centímetros la una de la otra, respiraban agitadamente mientras se iban recuperando del esfuerzo realizado, se miraban y sonreían de vez en cuando, ninguna había podido con la otra, no había discusión posible, y cuando se fueron calmando, Maca sacó una pequeña botella de agua de su mochila, le ofreció un trago a Esther y luego bebió ella M: Al parecer no estoy tan vieja E: Ya veo, lo vamos a tener que dejar en empate M: Otro día si quieres desempatamos E: No, no más carreras, quedamos para patinar cuando quieras, pero me gusta eso de estar empatadas M: ¿Sabes que significa estar empatados en muchos países de Latinoamérica? E: No, ¿Qué significa? M: Ser pareja (Esther se estremeció solo con escuchar aquellas palabras, y Maca al notarlo se acercó un poco más a ella) ¿Sabes? A mí también me gusta la idea de estar empatadas E: ¿Sí?

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M: Sí, mucho (Esther le sonrió algo tímida y decidió dar un pequeño paso ella esta vez) E: ¿Quieres que... estemos empatadas? M: Me encantaría Poco a poco se fueron acercando más la una a la otra, y cuando apenas las separaban unos centímetros, Maca cogió la cara de Esther con ambas manos muy delicadamente y reduciendo la poca distancia que quedaba entre ellas dejó un suave beso en su mejilla, luego se dirigió a la otra mejilla donde dejó otro, y después dejó un tercero en la punta de su nariz Se separó un poco de ella para mirarla, y transcurridos unos segundos se acercó esta vez a sus labios para besarlos suavemente, una vez, otra y otra. Esther permanecía con los ojos cerrados disfrutando de aquellos besos tan dulces, y al sentir como ella cesaba y se apartaba de nuevo para mirarla, los abrió y se encontró con esa sonrisa que tanto le gustaba Se miraron durante un instante perdiéndose en la profundidad de sus ojos, y esta vez fue Esther la que se acercó a ella para, ocultando su cara en el cuello de ella abrazarla con todas sus fuerzas Maca la envolvió entre sus brazos sintiendo un leve temblor en su cuerpo, e inundada por la ternura que aquello le producía, dejaba de vez en cuando besos en su pelo mientras disfrutaba del placer de tenerla así Después de un par de minutos en los que las dos habían disfrutado de aquel abrazo, se separaron un poco y se miraron sonriendo. No hacía falta hablar, se lo decían todo con la mirada, y después de darse un beso, empezaron a quitarse los patines M: ¿Qué hacemos ahora? (Esther no sabía muy bien a que se refería Maca con esa pregunta) E: ¿A que te refieres? M: A si quieres que vayamos a tomarnos un café, o podemos dar un paseo tranquilamente si lo prefieres E: Las dos cosas estarían bien. Primero damos ese paseo, y luego nos tamos el café M: Pues vamos Terminaron de meter los patines y las demás cosas en sus mochilas, y cuando estuvieron de pie, Maca le tendió una mano a Esther para que se la cogiera, y ella, sin apartar la mirada de sus ojos, la aceptó gustosa M: ¿Hacia donde vamos? E: ¿Has venido con la moto? M: No, me he venido en metro E: ¡¡En metro!! Vaya. Pues si quieres vamos paseando hacia la rosaleda, salimos por el otro lado y después de ese café si acaso ya cogemos el metro por allí, en Atocha o donde nos parezca M: Vale, por mi perfecto Empezaron a andar por el paseo del estanque cogidas de la mano e iban un poco como en una nube. Las dos habían deseado que pasara lo que acababa de pasar, pero

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posiblemente no imaginaban que llegaría tan pronto, y caminando sin decir nada, simplemente dedicándose dulces sonrisas de vez en cuando, disfrutaban del comienzo de lo que esperaban llegaría a ser algo importante en sus vidas Después de dejar el estanque atrás, llegaron a una zona más tranquila donde casi no se veía a nadie, había muchos más árboles y solo se escuchaba el sonido del viento colándose por entre las ramas de estos y el trinar de los pájaros. Entonces Esther divisó un banco al que llegaban unos tímidos rallos de sol que se agradecían en aquella época del año y pensó que sería un buen lugar para sentarse E: ¿Nos sentamos un momento? M: Claro (Se acercaron hasta allí y se sentaron muy cerca la una de la otra) Que paz se respira (Un escalofrío recorrió el cuerpo de Esther y Maca al notarlo separó sus piernas para invitarla a acercarse) Ven aquí anda, que estás helada E: He sudado con la carrera y ahora tengo frío (Se sentó entre sus piernas, Maca la abrazó dándose así calor mutuo y Esther puso sus manos sobre las de ella) M: Hace mucho frío (Apoyó la barbilla en el hombro de Esther y dejó un suave beso en su mejilla) ¿Quieres que vayamos a tomarnos ese café y así entramos en calor? E: Espera un poco, me gusta estar así M: A mí también Esther ladeó un poco la cabeza para poderla mirar e inconscientemente llevaba la mirada de sus ojos a sus labios, le parecían tan apetitosos que no se pudo resistir, y acercándose más a ella la besó en repetidas ocasiones de manera muy suave mientras colaba las manos por las mangas de su chaqueta acariciando así sus brazos M: Tienes las manos frías (Esther iba a sacarlas, pero ella la detuvo) ¡No! Déjalas E: ¿No te molesta? M: Que va, solo ha sido la primera impresión Poco a poco y con algo de dificultad debido a la estrechez, coló sus manos por donde lo había hecho Esther, y al encontrarse con estas entrelazó sus dedos al mismo tiempo que la atraía más hacia si Un gorrión se detuvo apenas a un par de metros de donde se encontraban ellas y Esther contemplaba sonriendo como daba saltitos buscando algo de comida por el suelo mientras Maca la miraba a ella embobada M: ¿Sabes que tienes una sonrisa preciosa? Tras escuchar aquellas palabras Esther se olvidó al instante del gorrión y rápidamente desvió su mirada a los ojos de ella. Había conseguido sonrojarla un poco, pero todavía se sonrojó más cuando sintió como la estaba mirando Maca, no supo definir exactamente lo que veía en sus ojos, era una mezcla de deseo, ternura, calidez, le gustaba que la mirara así, le encantaba ver tantos sentimientos solo en una mirada y reclinando la cabeza un poco hacia atrás para recostarla en su hombro, cerró los ojos y se limitó solo a disfruta del instante Finalmente decidieron ir a tomarse ese café pues el frío empezaba a instalarse en sus cuerpos, y cogiendo la taza con ambas manos para así poderlas calentar un poco, se

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miraban sin dejar de sonreír. Esther dio un gran sorbo e incluso se estremeció al notar el calor adentrarse en su cuerpo E: Mmmm, que bueno, creo que se me estaban empezando a congelar los pies M: Es que solo a nosotras se nos ocurre con este frío y después de la carrera, quedarnos allí sentadas. Un baño bien caliente es lo que necesitaríamos ahora para entrar en calor E: No estaría mal (Terminaron el café y Esther se abrazaba a si misma casi hecha un ovillo) Creo que me voy a tomar otro, sigo estando helada (Maca acercó su silla a la de ella y puso el dorso de la mano en su mejilla durante unos segundos) M: No tienes fiebre E: Si es que tengo la camiseta empapada en sudor M: Pues así no vas a conseguir quitarte el frío de encima por muchos cafés que te tomes, lo único que conseguirás será ponerte nerviosa. Si quieres vamos a mi casa, te das una ducha bien caliente y te dejo algo de ropa E: ¿A... tu casa? M: Bueno, si prefieres te acompaño a la tuya E: A mi casa no. Estará mi madre y... mejor no M: ¿Vamos a la mía entonces? Y luego te invito a comer E: Vale Cogieron el metro y en poco más de quince minutos llegaban a casa de Maca. Era un edificio bastante antiguo, reformado, y al entrar, Esther iba mirando sorprendida los techos altos, el diseño sencillo y elegante, y al llegar al salón y ver la amplitud de este, acostumbrada al pequeño apartamento que compartía con su madre, se quedó con la boca abierta E: ¡¡Uauuu!! M: ¿Te gusta? E: Me encanta M: Me lo compró mi padre cuando me licencié E: Joder con tu padre (Maca sonrió ante las palabras de Esther y prefirió no hacer ningún comentario más al respecto) M: Anda ven que te dejo una camiseta Esther la siguió por el pasillo y después de dejar tres puertas atrás, Maca abrió la última puerta que era la que daba paso a su habitación, y entrando en la estancia fue directa al armario y empezó a buscar algo de ropa para ella Cogió una camiseta y al darse la vuelta para preguntarle si esa le parecía bien, se dio cuenta de que seguía en la puerta, observando con detalle desde allí cada rincón de aquella habitación, y como con miedo a entrar en esta M: Pero pasa, no te quedes ahí E: Perdona, es que... (Entró algo tímidamente y se acercó hasta donde ella estaba) M: Mira a ver si esta te gusta E: Pero si da igual, con cualquier cosa me apaño M: ¿Quieres un pantalón de chándal? E: No es necesario, con la camiseta ya me va bien M: Como quieras, a mi no me importa, ¿eh? Coge lo que quieras E: Está bien así, de verdad. Gracias

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M: Pues ven que te muestre donde está el cuarto de baño y mientras te duchas te voy a preparar un vaso de leche bien caliente, a ver si conseguimos reanimarte E: No hace falta que te molestes Maca, con la ducha ya me quedo como nueva M: No es molestia Esther, lo hago encantada (Le dio un pequeño beso y se dirigió de nuevo hacía el pasillo para indicarle la puerta) Aquí es (La abrió y se apartó para dejarle paso) En el armario tienes toallas limpias y todo lo necesario. Cualquier cosa me llamas E: Gracias Maca M: De nada preciosa Le guiñó un ojo y se fue hacia el otro extremo del pasillo donde pudo ver Esther que estaba la cocina ya que la puerta estaba abierta. Cerró la puerta del cuarto de baño y antes de empezar a quitarse la ropa se detuvo un instante para mirarlo todo con detenimiento Al abrir el armario para coger la toalla vio varios frascos de desodorante, cremas, espuma moldeadora, y demás cosas habituales, pero le llamó especialmente la atención un perfume que había en el estante de arriba. Lo cogió y tras abrirlo lo acercó para olerlo y sí, era su perfume, cerró los ojos y por un momento sintió que la tenía a su lado, aquel aroma ya la había cautivado para siempre, y después de fijarse bien en el nombre de dicho perfume, lo dejó en su sitio y se dispuso por fin a ducharse Cuando salió del cuarto de baño se acercó hasta el salón y vio a Maca esperándola en el sofá ojeando una revista, y delante de ella, una bandeja con dos vasos de leche humeantes y junto a estos un bote de cola cao y otro de café soluble Al acercarse y percatarse así ella de su presencia, dejó la revista sobre la mesa y le sonrió mientras señalaba la bandeja M: Se me ha olvidado preguntarte como preferías la leche E: Me la hubiese tomado igual, pero si me das a elegir, con cola cao Maca sonrió victoriosa como diciendo “Lo sabía”, y tras abrir el bote de cola cao se lo ofreció a Esther para que ella misma se sirviera la cantidad adecuada a su gusto, eso si, fijándose bien para la próxima vez La mañana iba pasando y sentadas en el sofá hablaban sin parar, Maca había sacado una manta y acurrucadas bajo esta y juntas, ni les importaba que pasaran las horas. Por un momento Esther se fijó en una foto que había en la librería, y señalándola le preguntó E: ¿Puedo? M: Claro (Se levantó y tras cogerla se sentó de nuevo donde estaba) E: ¿Son tus padres? M: Sí, pero esa foto ya tiene algunos años, fíjate que me la traje cuando me vine a Madrid la primera vez. Ahora mi padre tiene el pelo completamente blanco, y normalmente lleva barba E: Son muy guapos los dos. Ahora ya sé a quien ha salido su hija (Miró a Maca y le sonrió un tanto burlona) M: Tonta E: En serio, son muy guapos, sobre todo tu padre, no sé, ya no es que sea más guapo, es que tiene un porte elegante

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M: Sí, es verdad, con mis hermanos pasa lo mismo, los hombres Wilson son unos conquistadores natos E: ¿Wilson? Pero tú te llamas Fernández, pensé que Wilson era tu segundo apellido M: Me cambié el orden de los apellidos hace años. Me vine a Madrid harta de ser la niña de los Wilson, y pensé que le mejor manera de empezar en una nueva ciudad era utilizando un apellido mucho más corriente, y ahí estaba el de mi madre. Fernández E: La niña de los Wilson. ¿Qué pasa? ¿Son conocidos tu familia? M: ¿Brandy Wilson? ¿Te suena? E: Espera. ¿Esos Wilson son tus Wilson? M: Los mismos E: No me extraña que tu padre te comprara este pisito M: Pero yo soy la misma que hace media hora, ¿eh? E: Tranquila, yo no te voy a querer más ni menos según la cantidad de dinero que tengas (Maca sonrió y Esther se dio cuenta de lo que acababa de decir) Quiero decir que, me gustas tal y como eres M: Te he entendido Esther Sus mejillas se habían teñido de un rubor considerable, y para quitar hierro al asunto, Maca decidió cambiar de tema de manera radical, así que soltó lo primero que se le paso por la cabeza M: ¿Cómo llevas el trabajo sobre la hipoxia? E: Buffff, ni me lo recuerdes M: ¿Qué pasa? ¿Tienes algún problema? ¿Por qué no me lo has dicho? E: No, no, que va, problema con el trabajo ninguno, el problema ha sido con el trasto de mi ordenador, mi dinosaurio como le llama mi hermano M: ¿Qué te ha pasado? E: Pues que cuando fui a imprimirlo, no sé, se me bloqueó el ordenador y no había manera de hacerlo funcionar, que es un trasto viejo ya el pobre. Cuando conseguí ponerlo en marcha de nuevo no encontraba el trabajo por ninguna parte M: ¿Y que hiciste? E: Llamar a San Edu (Maca puso cara como de que no entendía de que le hablaba) Llamé a mi hermano, Edu M: ¡¡Ahhh!! tu hermano E: Sí, es técnico informático. No es la primera vez que me pasa una cosa de estas, y siempre es él quien me saca las castañas del fuego M: ¿Y por que no te cambias el ordenador? E: Eso es muy fácil de decir cuando se tiene dinero (Esther dijo aquellas palabras en un tono que a Maca le sonó a desprecio, y bajando la mirada se puso algo triste) M: No te lo tenía que haber contado, siempre pasa igual (Se levantó del sofá y se alejó un poco de ella) Mientras eres Macarena Fernández no pasa nada, pero en cuanto la gente se entera de que soy una Wilson, se acabó, automáticamente me miran de manera diferente E: Maca, lo siento (Se levantó rápidamente al ver que se había molestado y se acercó a ella) No pretendía ofenderte, no lo decía por ti, de verdad M: ¿Y por que lo has dicho entonces? E: Porque yo he tenido que vivir con estrecheces toda mi vida, y no es tan sencillo como, lo necesitas, pues te lo compras, no es así, al menos no lo ha sido para mí, ha sido más en plan no tener zapatillas nuevas mientras podía andar con las viejas (En aquel momento, la que se estaba poniendo triste era Esther) Y para yo comprarme ese

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ordenador de segunda mano, mi madre tiene que trabajar cincuenta horas, por eso estudio como una loca, porque no quiero que trabaje más, porque desde el día que murió mi padre la pobre no ha tenido unas vacaciones decentes M: Esther, cariño, lo siento E: No es culpa tuya Mientras miraba como los ojos de Esther comenzaban a humedecerse empezó a sentirse mal, mal consigo misma, mal por ser quien era, por tener tanto cuando alguien tan bueno como ella había tenido tan poco, y mal por no poder hacer nada al respecto, no quería ofenderla, no sabía que decirle, en aquel momento no encontraba las palabras para solucionar lo que había sucedido sin siquiera entender como. Posiblemente eran demasiado diferentes, por su situación, su posición social, pero a ella nada de eso le importaba, le gustaba Esther, cuanto más la conocía más convencida estaba de ello, le parecía una persona encantadora, dulce, y la quería a su lado, la quería en su vida, y daba vueltas a su cabeza buscando la manera de hacer que olvidara lo sucedido M: Esther Los ojos de Maca reflejaban una mirada tan suplicante que Esther se acordó de la famosa frase que dice aquello de que el dinero no da la felicidad, y pensó en la felicidad que había estado sintiendo durante toda la mañana estando con ella, y en como en un momento todo aquello se había empañado, pero en su mano estaba arreglarlo, no quería verla triste, quería verla sonreír, como unos minutos antes, y acercándose más a ella le dio un beso dulce y la miró sonriendo levemente mientras acariciaba su mejilla E: Lo siento, no sé porque me he puesto así M: Esther Ya no hacían falta más palabras, se rodearon con sus brazos y utilizaron otro lenguaje para decirse lo siento Después de aquel pequeño momento de tirantez entre las dos, se quedaron de nuevo sentadas en el sofá, abrazadas, con la cabeza de Esther recostada levemente sobre el pecho de Maca, y con sus cuerpos cubiertos casi completamente por la manta M: Ya son más de las dos. ¿Tienes hambre? E: Un poco. ¿Te ayudo a preparar algo? M: No sé lo que encontraremos por ahí. No como casi nunca en casa y la nevera suele estar bastante vacía E: Vamos a ver lo que tienes Fueron hacia la cocina y mientras Esther se quedaba plantada delante del frigorífico con la puerta de este abierta, Maca la rodeó por la cintura y con la barbilla apoyada en su hombro sonreía ante tan desolador panorama E: Un yogur de fresa, tres huevos, dos tomates, un brick de zumo de melocotón y otro de leche. No creo que podamos hacer muchos milagros con esto (Esther sonreía al comprobar que Maca no había exagerado) M: Ya te lo he dicho, su aspecto habitual es este E: ¿Y que comes cuando estás en casa?

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M: Pues eso, una tortilla, un tomate y un vaso de zumo E: Y luego les explicas a las madres que llevan a sus hijos a tu consulta lo importante que es una buena nutrición M: Oye, que una tortilla y un tomate es una comida bien sana E: Claro, y rica en proteínas e hidratos de carbono M: Pues sí E: ¿No pretenderás en serio que nos comamos una tortilla y un tomate? M: A mí me basta con eso (Esther cerró finalmente la puerta de la nevera y se dio la vuelta para mirar a Maca) E: ¿Hay algún supermercado por aquí cerca? M: Sí, hay uno a dos manzanas E: Anda, vamos a comprar algo M: ¿Ahora? E: Ahora que tenemos hambre. O eso o nos vamos a comer por ahí. Es que ni siquiera hay cantidad suficiente, solo tres huevos y dos tomates M: Está bien, vamos a comprar algo E: Te voy a hacer una lasaña de verduras que te vas a chupar los dedos M: ¿Sabes cocinar? E: Solo sé hacer dos o tres cosas, pero esas me salen bien Andando por el supermercado, Maca sonreía divertida al ver como Esther iba cogiendo cosas y metiéndolas en el carro sin siquiera pedirle opinión mientras ella tiraba de este. Iban hablando, pero de cosas que no tenían nada que ver con la comida, excepto cuando llegaron a la frutería y le preguntó que fruta prefería Al llegar a la caja, Maca sacó su tarjeta de crédito para pagar y Esther la miró sonriendo, sonrisa que ella interpretó como un “no pienso discutir más contigo por ese tema”. Así que después de pagar cogieron las bolsas y regresaron a la casa Mientras la pediatra iba metiendo algunos de los productos que habían comprado en la nevera, Esther empezó a preparar la comida sin perder más tiempo. Cuando no encontraba algo Maca le indicaba, pero más o menos se apañaba bien M: Creo que nunca había visto esta nevera tan llena E: Pues acostúmbrate. Tanto empeño en que hay que comer bien, y tú eres la primera que come cualquier cosa. ¿No has oído nunca eso de que hay que predicar con el ejemplo? Pues toma nota M: Esther, que ya tengo una madre E: Sí, pero está muy lejos, así que yo cuidaré de ti M: ¿También vendrás a arroparme por la noche antes de irte a dormir? E: Todo se andará Se quedó embobada mirándola al ver como había dicho aquellas palabras con toda la naturalidad del mundo, y después de dejar un beso en su mejilla, se quedó a su lado observando lo que estaba haciendo M: ¿Te ayudo? E: ¿Sabes hacer una bechamel? M: Ni idea E: Pues ve cortando las verduras en rodajas mientras yo la hago

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Entre las dos prepararon la comida y mientras se gratinaba un poco en el horno, Maca abrió una botella de vino y sirviendo dos copas le ofreció una a ella y se sentaron a esperar que la lasaña estuviera lista La comida resultó deliciosa, lo que sorprendió gratamente a Maca y por lo que elogió en repetidas ocasiones sus artes culinarias, y Esther la insistía en que era uno de los pocos platos que le quedaba bien, y que precisamente por eso lo había elegido Después de terminar con el postre, se sentaron en el sofá a tomar el café y Maca puso una película a la que ninguna de las dos llegó a cogerle el hilo, se limitaban a mirarse y a sonreírse sin prestar nada de atención a la pequeña pantalla. Maca estaba sentada, mientras que Esther había preferido tumbarse, y con la cabeza apoyada en sus piernas, la miraba embobada mientras ella le acariciaba el pelo E: Que bien se está aquí M: Sí, mucho mejor que en el banco de esta mañana. Un poco más y te quedas allí congelada E: Tampoco a estado tan mal, el frío me ha servido para aprovecharme un poquito de ti y así poder tenerte cerca M: No necesitas excusas para eso Esther, solo tienes que decírmelo, así de sencillo E: Tan sencillo como pedirte que me abraces M: Eso es E: Abrázame Maca M: Ven aquí Esther se incorporó un poco y acercándose más a ella se acomodó en su pecho y se dejó envolver por sus brazos, unos brazos que la acogieron gustosa pues ese abrazó la reconfortaba tanto como sabía estaba reconfortándola a ella E: ¿Qué vamos a hacer Maca? M: ¿A que te refieres? E: Ya sabes, la facultad M: Pues sería conveniente que no se enterase nadie E: ¿Pueden echarte? M: Legalmente creo que no, pero encontrarían la manera E: A mi no me gustan las habladurías ni los rumores M: Pues vamos a tener que disimular E: ¿Y como se hace eso? (Levantó un poco la cabeza y la miró fijamente a los ojos) ¿Cómo te voy a tener delante de mí y hacer como que me eres indiferente? M: No lo sé, yo tampoco sé como voy a poder, pero tenemos que hacerlo E: Como si les estuviese oyendo (Puso tono de burla para imitar a sus compañeros) ¿Os habéis enterado? Esther se ha liado con la borde M: ¿La borde? (Esther miró a Maca como pensando, “Ups, se me ha escapado”) ¿Me llaman la borde? E: Sí, pero eso es porque no te conocen, además, ya sabes que ponen motes a todo el mundo, no les hagas caso M: La borde. Hay que joderse E: No le des más vueltas, a mí me parece suave ese mote

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M: Sí, si a mis profesores también les poníamos, pero es que no tenía ni idea de que me llamaban así. ¿Cómo llamáis a Ana? E: ¿Qué más da? M: ¿Es peor que el mío? E: No exactamente M: Dímelo, anda E: Los chicos la llama la sexbom, ya sabes, por sus... (Puso las manos delante de sus pechos simulando unos más grandes) M: Jajajajajajajaja, pobre Ana, con lo bien que se lleva con sus alumnos y lo contenta que está de eso E: Sí es genial Ana, es una profesora estupenda, pero es lo que yo te he dicho, ponen motes a todo el mundo, por lo que sea, porque yo pienso que tampoco las tiene tan exageradas M: Bueno, jajajajajajaja, un poco sí E: No seas mala (e dio un manotazo en el brazo) Anda que vaya amiga estás tu hecha, riéndote de ella a sus espaldas M: La sexbom, jajajajajajaja (Maca no podía parar de reír y Esther empezaba a contagiarse) E: Déjalo ya, jajajajajaja, no te lo tenía que haber dicho. El tuyo no te ha hecho tanta gracia M: Es que es total. Jajajajaja (Poco a poco se fue calmando su risa) Ay, como me reído. Anda que Sin darse cuenta eran ya cerca de las siete de la tarde. Esther miró el reloj y se sorprendió de ver la hora, se le había pasado la tarde volando, y pensó que ya era suficiente, de momento E: Creo que debería de irme ya a mi casa, llevo muchas horas aquí y no quiero resultar pesada M: ¿Pero que tonterías estás diciendo? ¿Cómo me vas a resultar pesada? Me encanta tenerte aquí E: Pero es que tengo que estudiar, ya falta poco para los exámenes y no puedo despistarme M: Tengo la casa llena de libros de medicina, y soy profesora por si se te ha olvidado E: ¿En serio quieres que me quede? M: ¿Todavía no te ha quedado claro? E: Es que voy a necesitar mis apuntes M: Parece que no va a ser fácil convencerte E: Me encantaría quedarme Maca, de verdad, pero... M: Ya ha sido suficiente por hoy. ¿Cuándo podré volver a verte? E: Llámame y quedamos otro día M: Ni siquiera sé tu teléfono E: Es verdad. Apunta. 606... Apuntó el número y sin muchas ganas la acompañó hasta la puerta M: Pues... me lo he pasado muy bien E: Yo también M: Te llamo mañana y hablamos E: Vale

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Antes de irse Esther se acercó para darle un beso y cuando las puertas del ascensor se cerraban ella le sonrió y le guiñó un ojo La excusa de que tenía que irse para estudiar posiblemente había sido la mejor, pero estudiar, lo que se dice estudiar, aquella noche Esther estudió más bien poco. Pasó la noche recordando con detenimiento todo lo acontecido durante aquel largo día que a ella tan corto se le había hecho, y sonreía al pensar en los avances realizados Se sentía un poco avergonzada al darse cuenta de cómo había estado de mandona en su cocina, cosa que a Maca no parecía haberle molestado, pero es que le había resultado inevitable. Ver su nevera prácticamente vacía, pensar que la pediatra cuando estaba sola en casa se apañaba con cualquier tontería, con la de veces al día que le decía a ella su madre aquello de que hay que comer bien, no pudo evitarlo, y aquello que llevaban inculcándole durante años salió sin remedio, lo cual pensó que no era otra cosa que preocupación por ella, quería que Maca comiese bien porque se preocupaba por ella, ni más ni menos, igual que se había estado preocupando su madre toda la vida, solo había sido una de esas pequeñas cosas que hacemos a veces cuando queremos a alguien Cuando llegó la hora de la cena y Maca abrió la nevera en busca de algo de comida, como era de esperar, también le resultó inevitable pensar en ella. Le parecía increíble como esa niña había tomado el mando sin pedir permiso y en un momento se había adueñado de su cocina al igual que a lo largo de todo aquel día se había ido adueñando cada vez más de su corazón La mañana del domingo pasó de forma lenta para las dos, Esther esperaba esa llamada que le había dicho ella, e intentaba no desesperarse mucho, no le había dicho si sería por la mañana o por la tarde, y prefirió hacerse la idea de que sería a última hora del día, pero aún así su impaciencia crecía y crecía conforme iban pasando las horas A las ocho de la tarde por fin sonaba el dichoso teléfono, lo que Esther no sabía era que a Maca le había costado horrores aguantarse durante todo el día sin llamarla, en más de una ocasión había tenido el teléfono en sus manos y por miedo a parecer muy impaciente lo había vuelto a dejar, pero finalmente había decidido que ya era una hora razonable para llamar, y así lo hizo E: Diga (De sobra sabía que era ella, pero tampoco quería mostrar su impaciencia) M: Hola Esther E: Hola Maca M: ¿Qué tal? ¿Cómo va el domingo? E: Pues bien, tranquilito. ¿Y tú? M: También, repasando unas cositas (Las dos se quedaron en silencio unos segundos) ¿Qué haces? Quiero decir. ¿Vas a hacer algo? E: Sí, he quedado con mis amigas para dar una vuelta M: Ya (Esther notó un ligero tono de decepción en su voz) E: Maca M: Dime E: ¿Me ibas a proponer algo? M: Da igual, si ya has quedado

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E: Cariño, tú estás primero. Si quieres que nos veamos las llamo y les digo que no voy M: No es necesario, si quieres salir con ellas, lo entiendo E: Yo creo que no lo has entendido bien, me apetece salir con mis amigas, pero te aseguro que me apetece mucho más verte a ti (Sin verla sabía que estaba sonriendo, y espero pacientemente su respuesta) M: ¿Te recojo y nos vamos al cine? E: Por mi encantada M: Pues dame tu dirección y en nada me tienes ahí Después de darle la dirección terminó de arreglarse rápidamente y como un rayo bajó al portal a esperarla. En cuanto escuchó el rugir de la moto la reconoció, sonriente buscaba su silueta mirando por encima de los coches, y cuando se detuvo frente a ella se acercó y al quitarse el casco dejó un beso en su mejilla M: Que puntualidad E: No te acostumbres, es que ya me había duchado, normalmente no soy tan puntual M: Da igual, yo por ti espero lo que haga falta No era ni de casualidad la primera vez que se montaba en su moto, pero si fue diferente a las demás. Abrazada a su cintura pegaba el pecho a su espalda y sin saber como ni porque la sentía más cerca que nunca, y al parar en un semáforo, Maca se levantó la visera y girándose un poco la miró para preguntarle M: ¿Vas bien? E: Divinamente Solo una palabra, una sola había bastado para arrancarle una de sus maravillosas sonrisas, y para volver a arrancar la moto hicieron falta los sonidos de más de un claxon, porque ante la luz de sus ojos, Maca ni se acordaba de las luces del semáforo Vieron una comedia romántica que eligió Esther y camino del parking en busca de la moto, a Maca no le apetecía nada que la noche terminara tan pronto M: ¿Quieres que vayamos a cenar a algún sitio? E: No sé, un poco tarde. ¿No? M: Bueno, un poco sí, supongo que mañana tendrás que madrugar E: ¿Tú no? M: No. Los lunes por la mañana los tengo libres E: Vaya suerte tienen algunas M: Pues te llevo a tu casa entonces E: Sí. Será lo mejor Así que un poco desilusionada por haber disfrutado tan poco tiempo de su compañía, puso rumbo a casa de Esther, y al llegar allí se apeó de la moto con ella y la acompañó hasta el portal M: Bueno, pues, nos vemos el miércoles en clase E: Nos vemos el miércoles M: Porque antes, no va a ser posible, ¿verdad? E: Me temo que no

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M: Dime que por lo menos el miércoles comeremos juntas E: Claro, pero no sé si es muy buena idea que nos vean salir juntas de la facultad tan a menudo M: Bufff, esto va a ser más complicado de lo que creíamos (Se quedó pensando unos segundos y sonrió ante una idea que se le acababa de ocurrir) ¿Tienes alguna tarde libre? E: ¿Cómo alguna tarde? ¿Cuándo? M: Digo si hay alguna tarde en la que no tengas prácticas ni nada por el estilo E: Sí, claro M: Podrías venirte a la consulta (Esther se sorprendió bastante ante tal idea) E: ¡¡¿A tu consulta?!! M: Sí. Si tenemos que buscar momentos en los que las dos estemos libres, todo se va a reducir a los fines de semana y poco más. Otra posibilidad serían encuentros furtivos tipo, coincidir en el baño o cosas así, y esa idea, como que no me atrae mucho, preferiría que te vinieras a la consulta alguna tarde, además, quieres ser pediatra, ¿no? (Esther asintió sonriendo, le estaba gustando el plan) Seguro que aprenderás muchas cosas E: Pero en la consulta está Ana M: ¿La sexbom? (Maca sonrió al referirse a su amiga así y Esther la miró muy seria, como recriminándola) No te preocupes por Ana, se va a enterar de todas formas E: ¿Tú confías en ella? M: Absolutamente E: ¿Y que días estás en la consulta? M: Lunes, martes y jueves, de cuatro a nueve (Esther pensaba y Maca esperaba impaciente su respuesta) ¿Qué me dices? E: ¿Qué te voy a decir? Que sí M: ¡¡Bien!! Ante la euforia que su respuesta le había causado, se abrazó a ella y después de unos segundos se separó para mirarla. Deseaba besarla, en aquel momento lo deseaba con todas sus fuerzas, pero era consciente de donde se encontraban, así que reprimió sus ganas y se conformó con dejar un beso en su mejilla Esther deseaba ese beso tanto como ella, y viendo ese deseo todavía en sus ojos, abrió la puerta y entrando en el edificio le pidió que entrara con un pequeño gesto de su dedo índice Ella la siguió sin dudarlo, y tras cerrar la puerta, resguardadas por la oscuridad reinante, Esther la cogió de la mano, la llevó hasta un pequeño rincón que había junto a la escalera, y una vez allí la fue acorralando entre su cuerpo y la pared mientras se acercaba peligrosamente a sus labios, pero antes de que estos llegaran a tocarse, se detuvo apenas a unos milímetros y le habló susurrando y abrasándola con su aliento E: Esto de tener que esconderse tiene su lado excitante M: ¿Tú crees? E: ¿Tú no? No la dejó responder a su pregunta, acortó la poca distancia existente y comenzaron a prodigarse pequeños y cortos besos que poco a poco pasaron a ser algo más largos y profundos. El deseo iba creciendo y los besos seguían en aumento, entreabrían sus

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bocas humedeciendo así los labios de la otra y empezando solo con un tímido roce, lentamente fueron dejando a sus lenguas participar de tan maravillosa lucha Antes de que se les fuera de las manos, Maca fue aminorando la intensidad de los besos para terminar separándose un poco de ella, no quería precipitarse, quería hacer las cosas bien, y tampoco era ni el momento ni el lugar para ir más allá, así que pegó su frente a la de ella sin dejar de mirarla, y las dos sonreían felices M: Me voy a ir E: Vale M: Te llamo mañana y hablamos un ratito E: Si te dice que lo tengo apagado en que estoy en clase M: Tranquila, te llamaré a una hora que podamos hablar tranquilamente Siguieron mirándose durante unos segundos en silencio y luego se abrazaron muy fuerte, como intentando saciarse del contacto de sus cuerpos y aguantar así los días que sabían que iban a estar sin verse. Al separarse solo un último beso y ya Maca se fue sin pensarlo, sin volver la vista atrás, pues sabía que si lo hacía le iba a costar todavía más alejarse de ella El lunes por la tarde, después de una mañana tranquila en casa en la que se había dedicado principalmente a pensar en ella, Maca llegaba a su consulta, nada más entrar se encontró con Ana, sonriente se acercó a ella y le dio un beso al saludarla M: ¿Qué tal Anita? (Después de eso beso su amiga se separó un poco y la miró sorprendida de ver esa amplia sonrisa que lucía) Ana: ¿A que se debe esta felicidad que desbordas hoy? M: ¿No te lo imaginas? (Después de pensar un par de segundos puso cara como de “¡¡no puede ser!!”) Ana: ¿Esther? (Maca asintió y ella, sin poder salir de su asombró, se cubrió la boca con una mano) ¿Te has liado con Esther? M: Tranquila, no corras tanto. Pasamos el sábado juntas y ayer fuimos al cine, pero nada más, solo estamos empezando, poquito a poco Ana: Estás saliendo con Esther. ¿Y que pasa con todo aquello de que era tu alumna? Incluso aquello que me dijiste de que solo eran unas niñas. ¿Ya no te importa la edad? M: He cambiado de opinión. Rectificar es de sabios. No me importa que sea más joven que yo, ya no me importa nada Ana, cada vez me gusta más Ana: Pero aunque a ti no te importe sigue siendo tu alumna. ¿Qué vas a hacer con eso? M: Andar con mucho cuidado. Solo le quedan cinco meses de ser mi alumna, y cinco meses se pasan volando (Ana la miraba feliz, se sentía muy feliz por ella, y después de abrazarla, de nuevo la miró) Ana: Me alegro mucho por ti Maca. Ya tenía yo ganas de verte así M: Gracias. Por cierto, Esther va a venir algunas tardes a la consulta Ana: ¿Y eso? ¿A modo de prácticas? M: No exactamente. Sí, es verdad que también le servirá un poco de prácticas, pero el verdadero motivo será para verme a mí (Al decir estas últimas palabras se hizo un poco la importante, por lo que Ana sonrió, pero Maca no tardó en dar un tono más serio a sus palabras) En serio Ana, lo hemos estado hablando y casi no tenemos tiempo para vernos. Cuando yo tengo libre ella está en la facultad, y cuando la que tiene libre es ella

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yo estoy aquí, así que o eso o me voy a clase con ella (Negó con la cabeza sonriendo y Ana la imitó) Pero casi prefiero tenerla aquí para mi solita Ana: Pues a ver que hacéis que os voy a tener vigiladas (A Maca se le puso cara de panoli, seguramente de pensar en eso que podían hacer) Mírala ella que contenta está que su niña va a venirse por aquí algún día para verla M: Mmmmm, que bien suena eso. Mi niña Ana: Ainsssss, Maca, Maca, que te tiene atontada M: Ya lo sé, y estoy encantada de estar así Aquella fue una tarde bastante movidita, y cuando terminó de ver a todos los niños, ya pasaban de las diez de la noche. Ana hacía más de media hora que se había ido para su casa, y Lourdes, la enfermera, después de acompañar al último niño y a su madre a la salida, recogió rápidamente y se acercó a despedirse de Maca Lourdes: Doctora Fernández, si no necesita nada más yo ya me voy M: Solo una cosita Lourdes: Usted dirá M: ¿Cuántas veces te he dicho que me llames Maca? Lourdes: Creo que las mismas que yo le he dicho que si no le importa prefiero seguir llamándola doctora Fernández (Maca sonrió ante la respuesta de la enfermera) M: ¿Cuánto llevas trabajando aquí? Lourdes: Pues más de un año ya M: Yo pensé que a la larga terminarías llamándonos por nuestros nombres de pila, pero veo que me equivoqué Lourdes: No lo tome a mal, es solo una cuestión de respeto M: Pero que me tutees no es ninguna falta de respeto Lourdes: Puede ser, pero yo estoy más tranquila así M: Y si un día nos viésemos por ahí, en una discoteca o donde sea. ¿Al saludarme me llamarías doctora Fernández? Lourdes: Puede dar por seguro que sí M: Bueno, yo seguiré intentándolo. ¿Tienes mucha prisa? Lourdes: La normal. Se nos ha hecho muy tarde hoy y tengo ganas de llegar a casa, estoy cansada, pero si necesita algo dígamelo M: No, es solo que quería comentarte una cosa Lourdes: Usted dirá M: Siéntate (Ella se sentó y Maca se quedó pensando unos segundos por donde empezar) Aunque me llames doctora Fernández y me hables de usted, si yo te contara algo, tú me guardarías el secreto, ¿verdad? Lourdes: Claro doctora, no lo dude M: No lo dudo, pero quería asegurarme. Pues verás, a partir de ahora se pasará por aquí algunas tardes una de mis alumnas. Si alguien te preguntase quien es, tú simplemente di que es una estudiante de medicina en prácticas Lourdes: ¿Va a venir una estudiante a hacer prácticas? M: No, eso es lo que tú tienes que decir si te preguntan, en realidad es... (Hizo una pequeña pausa buscando como llamarla, pero no tardó mucho en encontrar la palabra que le gustaba) Mi novia Lourdes: ¿Su... novia? M: Eso he dicho. ¿Algún problema? Lourdes: Ninguno doctora, al menos no por mi parte

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M: Perfecto. No le digas nada a nadie por favor, ten en cuenta que siendo mi alumna si determinadas personas llegaran a enterarse, eso me causaría serios problemas Lourdes: No se preocupe doctora, de verdad que puede confiar en mi, soy una tumba. Supongo que la doctora Ortega está enterada de esto M: Por supuesto (Se hizo el silencio durante unos segundos y al ver Maca la hora pensó que ya la había entretenido demasiado tiempo) Pues eso era todo. Ya puedes irte si quieres Lourdes: ¿Usted se queda? M: Sí, tengo que hacer un par de cosillas Lourdes: Pues buenas noches M: Buenas noches Lourdes, y gracias por todo Lourdes: Es un placer Esther estaba en su casa y el día se le había hecho terriblemente largo. Después de cenar se metió en su habitación y con el móvil cerca se puso a estudiar. El tiempo pasaba y Maca seguía sin llamar, pensó en llamarla ella, pero se olvidó de esa idea al pensar que seguramente estaría ocupada y que por eso no había llamado todavía, así que siguió esperando y decidió concederle el beneficio de la duda Cerca de las once por fin sonaba el teléfono y ese “MACA” que aparecía en la pantalla le arrancó una sonrisa al instante E: Hola Maca, buenas noches M: Buenas noches Esther. Perdona que llame a estas horas, pero ha sido una tarde de locos, no he parado un segundo E: Tranquila, no pasa nada, imaginaba que estarías liada y por eso no llamabas. ¿Ya estás en casa? M: Que va, todavía estoy en la consulta E: ¿Pero no me dijiste que terminabas a las nueve? M: Sí. El horario es de cuatro a nueve, pero hay días como hoy en los que parece que no vas a terminar nunca E: Pobrecita. Estarás reventada M: Bueno, estoy acostumbrada a tener un día de estos de vez en cuando, y luego tengo tiempo de sobra para descansar, recuerda que yo no tengo que madrugar E: ¿Y todavía no has cenado? (Maca sonrió. Ella siempre preocupándose por la alimentación) M: No, todavía no he cenado E: Y te tomarás un vaso de leche y a la cama, como si te estuviera viendo M: Que no. Te prometo que comeré algo E: Más te vale M: ¿Y tú que haces? ¿Estudiando? E: Como siempre M: Mi niña siempre tan responsable (Esther no pudo evitar sonreír al escuchar como se había referido a ella) Esther E: Dime M: ¿Vas a venir mañana? E: Tengo prácticas, pero termino a las siete. Si no estoy muy cansada me paso un ratito M: Si es muy tarde déjalo, todavía recuerdo lo que es eso de madrugar para ir a la facultad

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E: Pero es que tengo ganas de verte M: Y yo a ti. La verdad es que como no te vea antes de la clase del miércoles, no sé si me voy a poder controlar E: No te preocupes que me verás antes, si no yo tampoco respondo de mis actos M: Entonces. ¿Te espero mañana? E: Sí, aunque solo sea un ratito M: Cuando estés abajo llámame al móvil y así te abro yo misma E: Vale Se quedaron en silencio unos segundos, seguramente ninguna de las dos tenía ganas de terminar aquella conversación, pero las dos necesitaban descansar, y fue Maca la que se decidió a ponerle fin y despedirse M: Esther que, tengo que irme a casa E: Claro. Ya hablamos mañana M: Que descanses E: Buenas noches cariño. Y come algo antes de acostarte, aunque sea algo ligerito M: Que sí mamá E: No te rías, encima que me preocupo por ti M: Pero si no me río E: Venga, vete a casa que es muy tarde M: Buenas noches guapa E: Buenas noches Llegó la tarde del martes y Maca miraba el reloj cada cinco minutos y le parecía que el tiempo no pasaba. Los nervios de saber que Esther iba a ir y esa impaciencia por verla, eran más que notables Ella salió de las prácticas y sin perder un minuto fue rápidamente a coger el metro, y conforme se iba acercando se estaba poniendo tanto o más nerviosa que Maca, al fin y al cabo, la pediatra jugaba en su terreno, pero para ella era como una prueba tener que estar allí Tendría que saludar a Ana sabiendo que Maca seguramente ya habría hablado con ella y se lo habría contado todo, y por si eso fuera poco, le presentaría a la enfermera, aquella enfermera tan amable que la atendió el día que fue con Dani, y se preguntaba si también estaría enterada de todo y como qué sería presentada ante ella Al llegar frente al edificio levantó la vista antes de cruzar la calle e intentaba averiguar cual de aquellas ventanas debía de ser la de la consulta, pero la otra vez que estuvo solo se había fijado en que era un segundo piso, así que le era imposible adivinar cual era Sacó el teléfono y marcó su número, y en apenas dos tonos llegó la respuesta M: Hola cariño ¿Ya estás aquí? E: Sí, estoy aquí abajo, al otro lado de la calle M: Vale, escucha que, estoy con un niño. ¿Le digo a Lourdes que te abra o prefieres esperar a que termine? E: Mejor espero a que termines

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M: ¿No te importa? E: Que no, de verdad M: Serán solo unos minutos. En seguida estoy contigo E: No te preocupes que espero M: Hasta ahora E: Ciao Cruzó la calle y mientras esperaba en el portal, llegó una mujer con un niño de unos dos años en brazos, y aprovechando que esta entraba, sujetó la puerta antes de que llegara a cerrarse y después de pensarlo durante unos segundos decidió entrar ella también, y sin ningún tipo de prisa subió por las escaleras y de nuevo se detuvo un instante a pensar si hacía lo correcto Pero mientras decidía que hacer, la puerta se abrió dando paso a un niño de unos siete años seguido por la que debía de ser su madre, y con la mano en el pomo esperando a que salieran, sonriente al verla allí, se encontraba Maca Madre: Hasta luego doctora M: Hasta luego Madre: Venga Jaime, despídete de la doctora Jaime: Adiós Maca M: Adiós campeón Y tras contemplar como se metían en el ascensor y desaparecían tras la puerta de este, Maca se acercó a ella, que seguía en el rellano mirándola, la rodeó por la cintura y le dio un beso M: Hola preciosa E: Hola M: ¿Ya no podías esperar más? E: No. Me moría de ganas de verte M: Mi niña Le dio otro beso y luego se abrazaron un instante, ambas necesitaban sentir cerca el cuerpo de la otra aunque solo fuera durante unos segundos. Al separarse Maca la cogió de la mano y le hizo un pequeño gesto con la cabeza M: ¿Entramos? E: Sí, claro Y entraron sin soltarse las manos. Esther necesitaba sentirla cerca, la ayudaba enormemente ese pequeño detalle, y Maca lo sabía perfectamente, por eso la miraba de vez en cuando y le sonreía, para dejarle claro que ella estaba ahí, que no iba a dejarla sola ni ante algo tan sencillo Al llegar a la mesa de Lourdes, esta levantó la mirada que hasta ese momento había tenido clavada en un historial, y al ver a Esther se levantó de la silla rápidamente y rodeando la mesa se puso a su lado

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M: Lourdes, te presento a Esther, mi novia (Esther la miró bastante sorprendida, pero intentó comportarse de manera natural, así que instantáneamente miró de nuevo a aquella chica) Ella es Lourdes, es la enfermera que trabaja aquí con nosotras Lourdes: Encantada Esther E: Lo mismo digo (Se dieron dos besos sonriendo y luego Maca miró a la enfermera algo seria) M: Hay que joderse. A ella la llamas Esther ya desde el primer día, y nosotras no conseguimos que nos llames por nuestros nombres Lourdes: No empiece doctora, que esto ya lo hemos hablado yo diría que incluso demasiado (Esther las miraba sin saber que era lo que estaba pasando, pero Maca se lo aclaró un poco) M: Es que se empeña en llamarnos doctora Fernández y doctora Ortega, y no conseguimos hacerla cambiar de opinión E: Pero eso es solo una cuestión de respeto, sois sus jefas (Esther soltó aquello y mientras Maca la miraba sorprendida Lourdes no dejaba de sonreír satisfecha) Lourdes: Lo ve doctora, ella lo ha entendido incluso sin explicárselo M: ¿Vosotras os habíais puesto de acuerdo antes? E: ¿Pero que dices? si no nos conocíamos M: Ya sé que no os conocíais Esther, pero has dicho lo mismo que suele decir ella, que solo es una cuestión de respeto Lourdes: No nos conocíamos, pero tu cara me suena (Lourdes la miraba intentando averiguar donde la había visto antes) E: Es que estuve aquí con mi sobrino, él es paciente de Maca Lourdes: Ya decía yo que me sonaba tu cara M: ¿Ana está ocupada? En ese momento se abría la puerta de la consulta de Ana y de ella salía una mujer seguida por esta. Al ver a Esther le sonrió y luego se fue a acompañar ella misma a su paciente a la salida para regresar en pocos segundos M: Bueno, a Ana ya la conoces (Sin dejar que nadie dijera nada más Ana se abalanzó sobre ella a darle dos besos) Ana: Pues claro que me conoce, y antes que a ti. ¿Verdad Esther? (Como única respuesta Esther sonrió) ¿Qué tal estas? E: Bien, muy bien, ¿Y tú... (Dudó unos segundos como llamarla) Ana? Ana: Ana, Ana, ni te lo pienses, llámame Ana. Muy bien, aunque muy ocupada hoy, así que voy a seguir con lo mío que hoy seré yo la que salga tarde de aquí. Encantada de verte Esther E: Lo mismo digo Ana Ana: Aunque ya me ha dicho Maca que ahora te veré a menudo (Le sonrió y luego se dirigió a la enfermera) Lourdes, hazme pasar a la siguiente Lourdes: En seguida doctora (Ana desapareció de nuevo tras la puerta y antes de que la enfermera se fuera hacia la sala de espera Maca le preguntó) M: ¿Me quedan muchos niños? Lourdes: Un bebé de seis meses para hacerle la revisión y un niño de cinco años con vómitos y diarrea M: Vale. Espera cinco minutos y me pasas al siguiente Lourdes: De acuerdo doctora. Tome el historial

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Cogió el historial que le tendía Lourdes, se dirigieron hacia la consulta de Maca y Esther iba sonriendo, le había hecho mucha gracia aquello de que la enfermera las llamase doctora y les hablara de usted, le parecía algo poco habitual pero la entendía, y en cuanto cerraron la puerta la pediatra la acorraló entre esta y su cuerpo apoyando las manos a ambos lados de su cabeza y la miró algo divertida M: ¿Ya se te han pasado los nervios? E: ¿Qué te hace pensar que estaba nerviosa? M: ¿Pues que yo también lo estaba? E: Como un flan estaba, más que nada por Ana, ella ya me conocía y es tu mejor amiga M: Pues ya has visto que no ha sido tan difícil (Esther se abrazó a ella un poco mas tranquila ya después de ese primer momento de nervios, y Maca la apretaba contra su pecho mientras dejaba numerosos besos en su mejilla) Mi niña Se separaron un poco sin llegar a perder el contacto de sus cuerpos, y se miraban fijamente, hasta que Esther recordó algo que ella había dicho E: ¿Y eso de que soy tu novia? M: ¿Qué pasa? ¿Qué no lo eres? E: No sé, bueno, sí, supongo, pero es que no me esperaba que lo soltaras así, me has pillado un poco desprevenida, me podías haber avisado M: ¿Qué querías que dijera? No sé, me parece una tontería buscar otra palabra cuando pienso que la que define exactamente lo que somos es esa. ¿No crees? E: Tu novia (Se quedó pensando unos segundos sin apartar la vista de sus ojos) Suena bien M: ¿A que sí? A mí me encanta como suena, y más que como suena me encanta sentir que lo eres Se acercó más a ella aprisionándola contra la puerta para no dejarle escapatoria posible y comenzó a darle pequeños besos, pero al notar que Esther intentaba profundizar un poco más, se fue apartando poco a poco para no permitirle ir mucho más allá M: Voy a darte una bata antes de que Lourdes haga pasar al siguiente (Abrió un pequeño armario y de este sacó una bata que le tendió a Esther) E: ¿En serio me tengo que poner bata? M: Es como ir de camuflaje, para pasar desapercibida cuando estés aquí E: ¿De camuflaje? M: Claro. Cuando tú entras en una consulta, todos los que llevan bata te parece que es normal que estén allí, pero si hay alguien vestido de calle no dejas de preguntarte quien debe de ser E: No me había parado a pensarlo nunca (Mientras Esther se ponía la bata, Maca puso una silla junto a la suya para que ella se sentara) M: Tú haz como si hicieras algo, escribe en una hoja o lo que sea, y si hay algo que yo piense que puedes hacer, te pediré ayuda. ¿Te parece? E: Vale, lo que tú digas M: En unos días verás como le vas cogiendo el truquillo (Se sentó y dando unas palmaditas en la otra silla le indicó a Esther que se sentara. Cogió el historial que le había dado la enfermera y empezó a repasarlo) Más sencillo para empezar imposible, una revisión de sexto mes. Le tocan varias vacunas, pero se las pondrán en su ambulatorio. Te lo digo porque si trabajaras en un ambulatorio, se las pondríais allí

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E: Ya M: Básicamente lo que voy a hacer es una exploración rutinaria, comprobar que todo va bien, empezando por el peso, la talla, el perímetro craneal, comprobar que todo este dentro de las medidas recomendadas, y luego un reconocimiento tipo ver que tal responde a los estímulos, comprobar si oye, y así varias cosas que iras viendo (Maca sonrió al ver que ella estaba un poco impresionada con aquello) Es más sencillo de lo que parece. La madre traerá consigo la cartilla de salud del niño, y allí te pone todo lo que tienes que hacer, no es necesario sabérselo, y como tienes que poner tú los resultados, pues es difícil que se te pase algo. Sabes que tienen que estar todas las casillas llenas. También le preguntaré sobre la alimentación, que tal come y todo eso, y recordarle que comidas tiene que ir introduciendo en su dieta (Esther permanecía atenta sin perder detalle y su cara era de completo asombro) No te asustes, es fácil E: Vamos a ver si es verdad Un par de minutos después llamaban a la puerta y tras dar Maca su permiso esta fue abierta por Lourdes dando paso a una mujer con un bebé en brazos Mujer: Buenas tardes (La mujer saludó y ellas respondieron las dos a la vez) M y E: Buenas tardes M: Gracias Lourdes. Te aviso si necesito algo Lourdes: De acuerdo doctora (La puerta se cerró y Maca, con un gesto de su mano le ofreció asiento a la mujer) Siéntese por favor señora Ramos Sra. Ramos: Gracias (La mujer se sentó y acto seguido le tendió la cartilla de salud del bebé) M: Bueno, la visita es para hacerle la revisión de los seis meses, ¿no es así? Sra. Ramos: Eso es M: ¿Y ya los ha cumplido? Sra. Ramos: Sí, hace dos semanas M: Perfecto. Pues vamos a ver que tal está Irene. ¿La pone en la camilla y le va quitando la ropita? Sra. Ramos: Claro La mujer se levantó y acercándose a la camilla comenzó a quitarle la ropa a la niña mientras Maca repasaba la cartilla, y en un momento dado se acercó a Esther para hablarle en voz baja M: Si tienes alguna duda puedes preguntarme E: Tranquila, voy bien M: Mira (Le enseñó la cartilla abierta por una página en concreto y le señaló unas casillas que había vacías) ¿Ves estás casillas? (Esther asintió y Maca siguió con su explicación) En cada una hay que anotar una cosa diferente, peso, talla, etcétera. ¿Quieres ir anotando tú lo que yo te diga? E: Vale (La pediatra le guiñó un ojo, le dio la cartilla y levantándose de la silla para acercarse a la camilla le hizo un gesto para que la siguiera) M: A ver esta princesita (La cogió en brazos ya desnuda y la puso sobre una pequeña báscula) Ocho kilos y cincuenta gramos (ientras Esther anotaba Maca dejó a la niña de nuevo sobre la camilla y colocando una plancha de metal cerca de ella la puso encima para medirla) Sesenta y siete centímetros

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Ella seguía anotando mientras intentaba no perder detalle de lo que la pediatra iba haciendo, y Maca seguía con todo el reconocimiento sin olvidarse de ningún detalle, lo que llamó la atención de Esther, porque aunque le había dicho que con la cartilla en mano era difícil olvidarse de algo, ella no había mirado la cartilla desde que había empezado y no se estaba olvidando de nada Después de terminar con la exploración, mientras la madre volvía a vestir a su bebé, le iba haciendo algunas preguntas, le indicó que ya era el momento de empezar a darle puré de verduras y pollo, indicándole que debía de empezar por las verduras más suaves, tales como patata, zanahoria, para poco a poco ir introduciendo otras Veinte minutos después de haber entrado en la consulta la revisión terminaba, y Maca apretó un botón del teléfono que Esther supuso sería para avisar a la enfermera, ya que pasados unos segundos esta apareció por la puerta. Tras despedirse Maca de la mujer le pidió a Lourdes que la acompañara a la puerta y cerrando la que tenía junto a ella a su salida volvieron a dejarlas solas M: ¿Qué te ha parecido? E: Interesante M: Es casi lo más sencillo que nos toca hacer a los pediatras, nada comparado con lo que me gustaría a mí llegar a hacer algún día E: Neurocirugía pediátrica M: ¿Te acuerdas? E: Claro que me acuerdo. Yo me conformaría con hacer esto M: Ya te queda poco E: ¿Poco dices? Me quedan unos cuantos añitos M: Bueno, tampoco tantos, en un par de años ya estás con la residencia E: A ver si hay suerte y puedo elegir donde yo quiero M: ¿Y que hospital elegirías? E: El central M: Muy bueno. ¿Y por algo en especial? E: No, simplemente por eso, porque sé que es un buen hospital, y si luego me pudiese quedar allí ya sería la monda M: Seguro que lo consigues De nuevo Lourdes llamaba a la puerta y daba paso al último paciente del día. La madre del niño le estuvo explicando a Maca que llevaba desde media mañana con vómitos y diarrea, e incluso había tenido algo de fiebre. La pediatra le hizo una exploración y llegó a la conclusión de que era una gastroenteritis. Le aconsejó a la madre que le diera dieta blanda durante unos días, le recetó un par de medicinas, y listo Cuando terminó con él le pidió a Esther que esperara allí mientras ella misma les acompañaba a la salida, en el camino de vuelta se detuvo un momento para hablar con Lourdes y después de asegurarse así de que no quedaban más niños, regresó finalmente junto a Esther M: Ya he terminado por hoy E: ¡Pero si solo son las ocho y cuarto! M: Unos días por otros E: ¿Y ya no vendrá nadie más?

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M: A estas horas no es muy probable E: Entonces (Se acercó a Maca peligrosamente y esta vez fue ella la que la acorraló contra la puerta) ¿Ya te tengo para mi solita? M: Estoy a tu entera disposición Se fue aproximando hacia sus labios hasta atraparlos entre los suyos y comenzaron una batalla de besos que poco a poco iban aumentando de intensidad A Maca cada vez le estaba costando más controlarse, con las manos en la cintura de ella hacía verdaderos esfuerzos por no moverlas, pero en un pequeño movimiento involuntario rozó su piel apenas con las yemas de los dedos y ya no pudo contener por más tiempo el deseo de tocarla Coló con cuidado una mano bajo su camiseta y llevándola al centro de su espalda la atrajo más hacia si mientras sentía como Esther se estremecía ante tal contacto, y esta, no queriendo ser menos, o buscando la forma de decirle que aquello le parecía perfecto, hizo algo similar, y antes de darse cuenta cuatro manos recorrían ansiosas dos espaldas envueltas por un deseo que crecía por momentos Antes de dejarse llevar y cometer una locura, la cordura se adueñó de ellas, quizás por el sitio en el que se encontraban, o puede que por miedo a precipitarse, pero poco a poco fueron disminuyendo la intensidad de sus besos y sin quitar sus manos de donde se encontraban, cesaron los besos por completo y se quedaron mirándose a escasos centímetros M: Me alegro de que hayas venido hoy y no ayer, así tenemos un poco de tiempo para nosotras E: No puedo quedarme mucho rato, se me va a hacer tarde M: ¿No quieres cenar conmigo? E: Imposible, ir ahora a cenar, terminaríamos tardísimo M: ¿Y si pido unas pizzas y nos las comemos aquí mismo? E: ¡¿Aquí?! M: ¿Por qué no? E: No sé. ¿Qué pensarán Ana y Lourdes? M: Que piensen lo que quieran, yo quiero estar contigo y no tengo que dar explicaciones a nadie. Venga, quédate (Puso carita de niña buena y Esther ya no se pudo negar) E: Vale. Pero tendré que llamar a mi madre para que no se preocupe M: Hecho. Yo pido las pizzas y tú avisas a tu madre Maca dejó sola a Esther un momento para que hablara con su madre tranquilamente y mientras fue a preguntarles a Ana y Lourdes si les apetecía pizza, y estas le contestaron que ya que iba a pedir, que les pidiera a ellas también, así si terminaban tarde ya estaban cenadas Después de llamar a la pizzería regresó de nuevo con Esther y la sorprendió mirando unas fotos que tenía sobre la librería M: Son mis hermanos, pero esa es reciente, no como la de mis padres E: ¿Cómo se llaman?

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M: El mayor es Jero, el más moreno, y Francisco E: Vaya familia tienes, sois todos muy guapos, sobre todo tu hermano Francisco Al decir esto sonrió de forma malévola y Maca no tardó en acercarse a ella, se situó a su espalda y rodeándola por la cintura dejó unos pequeños besos en su cuello M: ¿Así que te parecemos muy guapos? E: Sí M: Sobre todo Francisco E: Eso he dicho M: ¿Más que yo? E: Bueno, tú no estás mal, pero tú hermano tiene un no sé qué que le hace parecer muy interesante M: ¿Y yo no te parezco interesante? Siguió besando su cuello pero esta vez de manera más sensual, humedeciéndolo levemente con cada beso, y ella cerró los ojos para disfrutar plenamente de cada sensación que sus labios le estaban provocando E: Mmmmmmm (Sintió que Maca detenía aquella tortura y dándose la vuelta entre sus brazos la miró con deseo) Ya quisiera tu hermano ser la mitad de interesante que tú Y con una sonrisa triunfal pintada en su cara, Maca se acercó de nuevo a ella y comenzó a besarla Después de comerse esa pizza, Maca la llevó a su casa y se despidieron con un simple beso en la mejilla. Esther quería evitar a toda costa ser sorprendida por alguno de sus vecinos, así que decidieron dejar los besos más efusivos para otro momento, y con un gesto de la mano se despidió de ella desde el portal Al día siguiente llegaba otra prueba de fuego, esa clase donde iban a tener que esforzarse al máximo porque no se notara lo más mínimo que había algo entre ellas Mientras esperaban que la profesora llegase, Laura se sentó junto a Esther y comenzó a hablarle en tono bajo para que nadie las escuchara L: ¿Nerviosa? E: ¿Por qué iba a estarlo? L: No sé, como ahora nos toca tu clase favorita (Dijo esto con cierto retintín y Esther le sonrió) E: Laura, te van a oír L: Que va. Mira, van cada uno a lo suyo (Esther miró a sus compañeros y comprobó que efectivamente nadie se enteraba de que hablaban) E: Es más maravillosa todavía de lo que yo pensaba (Laura la miró asombrada) L: ¿Has hablado con ella? Quiero decir, si sabes que es tan maravillosa es porque os habéis visto E: No solo eso. Estamos saliendo juntas L: Pero... ¿Cómo? ¿Cuándo? E: Pues no sé, ha sido todo muy rápido. Quedamos el sábado pasado, pase el día con ella y cuando acabo el día supongo que ya salíamos juntas

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L: ¿Así? ¿Sin más? E: Así sin más Laura iba a decir algo más pero el sonido de la puerta al cerrarse la detuvo, al sentarse en su silla miró a la pediatra con detenimiento y pudo ver como le sonreía a Esther recibiendo otra sonrisa a cambio, y acercándose un poco a su amiga le susurró “¿Quieres un pañuelo para las babas?”, en ese momento Maca empezó a hablar y ya pusieron toda la atención en la clase Al terminar la clase Laura cogió a Esther por un brazo y prácticamente la arrastró hasta fuera, y cuando estuvieron solas y lejos de la mirada de nadie se detuvo y la miró entre sonrisitas L: Ya me lo estás contando todo. Se ha pasado la clase lanzándote miraditas E: Ya te lo he dicho, estoy saliendo con ella L: Es que todavía no puedo creérmelo Esther. No eres la primera que se cuela por un profesor o una profesora, pero de ahí a que ocurra algo, yo creo que nunca lo había visto E: Laura, no quiero que se entere nadie, por favor. ¿Te imaginas? L: Tranquila, yo no se lo voy a decir a nadie E: Cuando digo a nadie es a nadie Laura, que tú se lo dices a tu novio, y él se lo cuenta a un amigo, y antes de darnos cuenta lo sabe toda la facultad L: Que no se lo diré a nadie E: Ni a Carlos L: Ni a Carlos, te lo prometo. Pero cuéntame algo E: Ayer estuve en su consulta L: ¿Pasaste consulta con ella? E: Bueno, solo un rato, pero voy a ir bastante a menudo, estamos las dos muy ocupadas, y si no es así no podemos vernos L: Menudo chollo te has buscado, haciendo prácticas con ella, solo falta que te suba la nota E: No creo que se le ocurra L: Bueno, tú tampoco lo necesitas E: Me presentó a la enfermera como su novia L: ¿Tan en serio va la cosa? E: Es muy pronto para decir nada Laura, pero parece que sí L: Desde luego tú a ella la tienes atontada E: Y ella a mí. Me estoy enamorando a una velocidad de vértigo, y tengo miedo de estrellarme L: Todo irá bien, y si es tan maravillosa como tú dices E: Es un ángel Laura. Es dulce, amable, simpática, y cariñosa, muy cariñosa. Tendrías que ver como atiende a los niños, los trata con un cariño y una delicadeza (Se quedó un par de segundos en silencio con la mirada perdida y luego volvió a mirar a su amiga) Es perfecta, sencillamente perfecta L: Veo que estás fatal E: Sé que es muy pronto y que todo está yendo muy rápido, pero creo que la quiero, y me asusta que pueda salir mal L: No tiene porque salir mal, tienes que ser optimista, de momento todo te ha salido bien con ella. ¿Por qué tendrían que cambiar ahora las cosas? E: No sé, pero me aterroriza solo pensarlo

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L: No pienses en eso, todo irá bien, tú solo disfruta de lo que te está pasando y deja que crezca El jueves por la tarde fue de nuevo a la consulta y estuvo ayudando a Maca hasta las ocho, pero a esa hora en la sala de espera todavía quedaban varios niños, por lo que parecía que la pediatra aquel día también iba a terminar algo más tarde de lo habitual, así que antes de que se le hiciese más tarde decidió irse a su casa, sin mucho convencimiento y un poco disgustada por el poco tiempo que habían podido estar solas, pero entendía que ella estaba trabajando y se conformaba con que de alguna manera compartía su tiempo con ella La clase del viernes fue similar a la del miércoles. Una sonrisa a la entrada a modo de saludo, alguna mirada de complicidad durante la clase, y sacando fuerzas de donde podían, salir de allí sin decirse nada Pero por fin llegaba el sábado, y Esther sabía que ese día sí que la iba a ver sin ningún tipo de impedimento, sin tener que disimular sus sentimientos, y sin estar pendientes de nadie más que de ellas mismas Por la mañana estuvo ayudando a su madre con las cosas de la casa y después de comer se encerró en su cuarto a estudiar, pero pasada apenas media hora llamaba a la puerta ese niño que tan loca la tenía y que a causa de lo “ocupada” que estaba últimamente, no había tenido ocasión de ver en los últimos días Dani: ¡¡Tita Esther!! E: ¡¡Hola grandullón!! (Después de abrazarle y darle varios besos se sentaron juntos sobre la cama) Dani: Cuantos días sin verte, he venido un día con mamá y otro con papá y tú no estabas E: Es que la tita tiene muchas cosas que hacer, tengo que estudiar Dani: Ya lo sé, para ser pediatra, como Maca E: Eso es (Sonrió solo con nombrarla su sobrino) Como Maca. ¿Te gusta Maca? Dani: Sí, es muy simpática, y muy guapa. ¿A ti también te gusta? E: Sí cariño, claro que me gusta Dani: Cuando tú seas pediatra también serás muy simpática E: ¿Solo cuando sea pediatra? ¿Qué pasa, que ahora no lo soy? Empezó a hacerle cosquillas y el niño se revolvía sobre la cama intentando zafarse de sus manos, pero no lo conseguía, y finalmente Esther decidió darle una tregua y detuvo la tortura. En ese momento se dio cuenta de que su hermano permanecía de pie en la puerta mirándoles, dando unos golpecitos en la cama le invitó a sentarse a su lado, cosa que hizo sin dudar, y dejando un beso en su mejilla la rodeó con un brazo para atraerla hacia si Edu: ¿Qué tal hermanita? E: Muy bien. ¿Y tú? Edu: Genial (Señaló los apuntes que Esther tenía sobre la mesa y le sonrió) ¿Cómo van los estudios? E: Pues ahora apretando bastante. En un par de semanas empiezan los exámenes

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Edu: Seguro que sacas otra vez esas maravillosas notas a las que nos tienes acostumbrados E: Eso espero. ¿Ha venido Bea? Edu: Sí, está en el salón con mamá E: Pues vamos con ellas, ¿no? Edu: Claro vamos Mientras estaban todos en el salón tomando el café el móvil de Esther empezó a sonar, y disculpándose tras ver quien la llamaba, regresó a su habitación y cerró la puerta antes de contestar E: Hola cariño M: Hola. ¿Cómo estás? E: Muy bien. ¿Y tú? M: Divinamente. ¿Qué haces? E: Estaba tomando un café con la familia. ¿Qué haces tú? M: Pues aquí en casa sola, pensando en ti (Esther sonrió y tras unos breves segundos en silencio Maca siguió hablando) ¿Tienes planes para esta noche? E: De momento no. Estaba esperando a ver si me llamaba mi novia, (Remarcó bien estas dos últimas palabras y se detuvo un par de segundos antes de seguir) y me proponía algo interesante M: Hay que ver como te ha gustado eso de mi novia E: Pues sí, pero entiéndelo, nadie se había referido nunca a mí de esa forma ni yo lo había hecho tampoco, y cada vez que lo digo me gusta más. Pero dime. ¿Tienes algún plan interesante que proponerme? M: ¿Qué te parecería cenar en un restaurante tranquilo y luego te invito a tomarnos algo? E: Suena bien M: ¿Te recojo a las nueve? E: Vale pero, ¿me tengo que arreglar mucho? M: No, no, iremos a un sitio apartado y muy normalito, pero que me encanta como se come E: ¿Con vaqueros iré bien? M: Con vaqueros irás perfecta (Vaya pregunta, para ella estaba perfecta de cualquier forma) E: Entonces, nos vemos a las nueve M: No te retrases E: No, imposible M: Un beso E: Otro pa ti guapa Por la cara de Esther al regresar al salón se diría que le había tocado la lotería, y no faltaron comentarios al respecto, pero supo salir airosa de todos ellos, incluso cuando su madre se atrevió a preguntarle si tenía algún lío por ahí escondido que no les quería contar Estuvo un rato más con ellos y de nuevo se puso a estudiar en su cuarto, y a media tarde, cuando se dirigía a por un vaso de leche a la cocina, vio a su madre en el sofá viendo la tele y se sentó un momento a su lado

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Había estado pensado en esa noche que tenía por delante junto a ella, y quería aprovecharla al máximo, se moría de ganas de estar con ella, y sabía que la pediatra se sentía igual, por eso tuvo una idea y todo comenzaba por hablar con su madre E: Mamá En: Dime hija E: Verás, es que he quedado con unas amigas y. (Llevaba una hora pensando las palabras justas que le iba a decir, pero no le gustaba nada tener que mentirle, nunca le había gustado) vamos a salir por una zona que queda bastante lejos de casa, y yo había pensado que si se nos hace muy tarde es una locura que me venga a casa sola a las tantas de la madrugada, así que igual me quedo en casa de alguna de ellas En: Pues casi mejor, a mí tampoco me gusta que tengas que ir sola por ahí a esas horas E: ¿Te parece bien entonces? En: Pues claro, además, ya eres mayorcita, no necesitas darme explicaciones de lo que haces E: Lo sé, solo te lo decía para que no te preocuparas si no vengo En: ¿Llegarás mañana para comer? (En aquello no había pensado, pero si todo salía bien, la repuesta era fácil) E: Pues no lo sé, puede que aprovechemos para estudiar, así que no sé a que hora vendré En: Te lo decía porque ayer me llamó la tía Julia y me invitó a comer a su casa, yo le dije que no por no dejarte sola, pero si tú no vas a estar la llamo y le digo que voy a ir E: Claro mamá, tú ve, pero no lo hagas porque yo no estoy, si te apetece ir a mi no me importa En: No te preocupes hija E: Bueno pues, me voy a dar una ducha que no quiero que se me haga tarde En: Eso, que luego siempre hay que esperarte E: Hoy no Lo dijo ya andando hacia su habitación y lo suficientemente bajo para que su madre no lo escuchara, pero estaba convencida de sus palabras, con las ganas que tenía de verla era impensable que pudiera llegar tarde a esa cita Asombrosamente lo consiguió, y mientras bajaba las escaleras a las nueve menos cinco, iba pensando en esa frase que dice que el amor todo lo puede, pero al salir a la calle y ver a Maca junto a su moto esperándola, pudo comprobar que ella no era la única impaciente y puntual ante aquella cita Se acercó a ella y como habían quedado solo se dieron un beso en la mejilla, pero cuando se hubieron alejado un poco de allí, apenas unas manzanas, Maca detuvo la moto en el lateral de la calle y quitándose el casco se dio la vuelta y esperó a que ella adivinara su intención e hiciera lo propio, pero Esther se lo quitó sin acertar porque lo había hecho ella E: ¿Ya hemos llegado? M: No, pero no puedo esperar a llegar para hacer esto Se aproximó un poco más y hundiendo los dedos en su pelo tras la nuca, la hizo inclinarse un poco hacia ella y la besó con las ganas contenidas un instante antes al verla

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salir del portal y pensar en lo condenadamente guapa que estaba su niña con unos simples vaqueros Después de ese beso se apartó de nuevo y se puso el casco sonriendo al ver como Esther se había quedado con los ojos cerrados, medio atontada por ese beso que seguramente no esperaba y sin ser capaz de reaccionar hasta que ella le habló M: ¿Nos vamos ya? Ahora que te he saludado como es debido E: Claro, vamos Bajando de su nube particular se puso el casco y cuando Maca sintió esas pequeñas manos aferradas a su cintura, arrancó la moto y se puso en marcha de nuevo Diez minutos después abandonaban Madrid por la carretera de Andalucía y a unos treinta kilómetros aproximadamente, Maca cogió un desvío para llegar en apenas un par de minutos a un pequeño restaurante que había en la entrada de un pueblo Al bajar de la moto y quitarse el casco, Maca se dio cuenta de que Esther tiritaba de frío, y abrazándola comenzó a frotarle los brazos y la espalda para ayudarla a entrar en calor M: Mi niña. No me acordaba de lo mal que os lleváis tú y el frío, no tenía que haberte traído tan lejos E: Ya se me pasa, lo malo es que tenemos que regresar M: A la vuelta nos cambiamos las chaquetas, con la mía no tendrás tanto frío E: Pero entonces te vas a helar tú M: No te preocupes, estoy acostumbrada (Le dio un beso y la rodeó por los hombros para empezar a andar) Venga, vamos dentro que tienen una chimenea, verás que pronto entras en calor El restaurante era pequeño y muy íntimo, con una decoración rústica, justo en frente de la entrada y como acababa de decirle la pediatra, había una gran chimenea que atrajo a Esther como un imán y mientras ella acercaba las manos al fuego el máximo posible, Maca cogió un par de sillas para poderse sentar un momento allí Después de un par de minutos llegó un camarero y les preguntó si iban a cenar, a lo que Maca respondió que tenía una mesa reservada, y tras ofrecerles un licor para quitarse el frío completamente se alejó de ellas en dirección a la barra E: Es una pena que no podamos cenar aquí delante de la chimenea, me encanta mirar el fuego, y con este frío M: ¿Y quien ha dicho que no podemos cenar aquí? Sin dejarla decir nada más Maca se levantó y fue en busca del camarero que las había atendido apenas hacía un instante M: Perdona. Verás, es que tenemos mucho frío, y nos preguntábamos si nos podrías poner una mesa delante de la chimenea para cenar allí Camarero: Lo siento señora pero me temo que eso no va a ser posible M: ¿Y por que no? Hay sitio más que suficiente Camarero: Lo sé, pero tenemos un comedor y las mesas están allí, la cena se sirve allí

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M: A ver, yo creo que podemos llegar a un acuerdo Camarero: No hay acuerdo posible, no ponemos mesas delante de la chimenea En ese momento se acercó a ellos un hombre con traje negro y pajarita que Maca dedujo que debía de ser el metre, y con semblante serio pero muy educadamente se dirigió a ella mientras el camarero daba un paso atrás y permanecía como mero espectador Metre: ¿Algún problema señora? M: Problema ninguno. Le estaba comentando aquí al camarero que nos gustaría si fuera posible cenar delante de la chimenea Metre: Disculpe señora pero no acostumbramos a poner mesas delante de la chimenea M: Eso me ha dicho, pero yo le he dicho que creo que podríamos llegar a un acuerdo Metre: ¿Qué tipo de acuerdo? M: Económico, por supuesto Metre: Perdone señora pero no hacemos excepciones de ningún tipo Mientras el metre hablaba Maca dirigió la vista hacia donde se encontraba su niña y la vio acurrucada sobre la silla, intentando todavía entrar en calor, entonces sacó un billete de cien euros de su cartera y asegurándose de que ella no miraba, se lo tendió a aquel hombre M: ¿Cree que podrá hacer una excepción con nosotras? (El metre dudó un par de segundos, pero finalmente cogió el billete y lo guardó en su bolsillo) Metre: En cinco minutos tendrán su mesa delante de la chimenea M: Muchas gracias. Sabía que nos pondríamos de acuerdo Metre: Gracias a usted señora Fue de nuevo hacia donde se encontraba Esther y sentándose a su lado dejó un beso en su mejilla M: Todo solucionado, cenamos aquí E: ¿Cómo lo has conseguido? M: Se lo he dicho y ya está E: ¿Y no te han puesto ningún impedimento? M: Que va, sin ningún problema. Mi niña quiere cenar delante de la chimenea, pues cenamos delante de la chimenea E: A ver si vas a achicharrarte de calor por mi culpa M: Estaremos muy bien aquí, nos pondremos a una distancia prudencial y ya está Esther la miraba sonriendo mientras pensaba en lo raro que le parecía aquello de que les pusieran una mesa allí para ellas solas, pero prefirió no decir nada y disfrutar de la noche, le encantaba como la pediatra la mimaba, la cuidaba, y no iba a protestar por eso La cena fue sencilla y tranquila, con el leve crepitar del fuego y una suave música que se escuchaba de fondo, a Esther le parecía que todo era perfecto, pero sin duda alguna lo mejor de aquella velada era con quien estaba compartiendo la mesa E: ¿Cómo encontraste este restaurante? Está todo riquísimo

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M: Cuando voy a Jerez, la mayoría de las veces tengo que comer por el camino, y si voy con tiempo me gusta desviarme un poco de mi ruta y buscar sitios con encanto, como este E: Es muy bonito M: Pero entraña algunos riesgos, también me he metido a veces en restaurantes de los que salgo más rápido de lo que he entrado E: Normal, supongo que hay de todo por ahí M: Si pillan cerca de Madrid, como este por ejemplo, vengo alguna vez, pero mi preferido es uno que hay en un pueblo cercano a Sevilla E: ¿Me llevarás algún día? M: Puedes estar segura de ello Con el postre disfrutaron especialmente, era un pudin de caramelo con nata montada que Esther halagó un sinfín de veces mientras Maca sonreía deleitándose con la cara de placer que ponía ella cada vez que se llevaba una cucharada de aquel manjar a la boca Después del café se tomaron una copa de licor mientras hablaban tranquilamente mirando el fuego, y pasadas las doce decidieron regresar a Madrid Esta vez Esther, ante la insistencia de Maca, se puso la chaqueta de piel de esta, y aunque seguía teniendo frío, no tanto como con la suya Al llegar a la capital, en el primer semáforo que tuvieron que detenerse, Maca se aproximó a la acera y se quitó el casco para así poder hablar con ella, y Esther al verla hizo lo mismo M: ¿Adónde vamos? E: No sé, yo voy a donde me lleves M: ¿Cómo vas de frío? E: Mejor M: Pero si estás tiritando E: Es verdad, pero no tanto como antes (Después de pensarlo durante un par de segundos Esther se atrevió a decir lo que rondaba por su cabeza) Invítame a un café y una manta (Maca la miraba mientras dudaba si había querido decir lo que ella había entendido) M: ¿Me estás sugiriendo que vayamos a mi casa? E: Sí M: ¿No prefieres que vayamos a tomarnos algo por ahí? E: Creo que no. Prefiero tomarme algo a solas contigo (Maca sonrió ante la sinceridad de Esther) M: Yo también lo prefiero E: Entonces estamos de acuerdo La pediatra le dio un beso y después de ponerse de nuevo el casco, encaminó la moto hacia su casa sin dudarlo. Al llegar Esther estaba bastante nerviosa, lo había pensado mucho, tenía claro lo que quería, lo que deseaba, pero no sabía cuales eran las intenciones de Maca para esa noche, y no quería tampoco que ella la malinterpretase Ya en el sofá de su casa, Esther se acurrucaba bajo la manta que había sacado Maca, mientras ella estaba en la cocina preparando un café, y en unos minutos aparecía en el

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salón con una bandeja en sus manos en la que llevaba dos tazas y dos copas llenas de un licor que Esther no acertó a adivinar E: ¿Qué es? M: Brandy E: ¿Brandy Wilson? M: Sí. Con esto vas a entrar en calor en un momento (Se quitó los zapatos y después de ofrecerle una de las copas se sentó a su lado cubriéndose también con la manta) E: ¿También tienes frío? M: Un poco. Siempre terminamos igual, en mi sofá heladas (Esther se acercó más a ella y tras acomodarse en su pecho hizo chocar sus copas para luego tomar un primer sorbo) E: A mi no me importaría pasar frío todas las veces que fuera necesario si supiera que cada una de ellas voy a terminar aquí contigo Maca la rodeó con uno de sus brazos y la apretó contra su pecho, y sin que Esther pudiera verlo debido a su posición, unas tímidas lágrimas se escaparon de sus ojos. No podía evitar llenarse de ternura cuando la escuchaba hablarle así, le decía las cosas con tal naturalidad y sencillez, que ella no podía dudar de la sinceridad de estas Entonces un leve sollozo se le escapó a la pediatra que hizo que Esther levantara la cabeza para mirarla, y al ver sus lágrimas, rápidamente dejó su copa sobre la mesa auxiliar y con suma delicadeza se las retiró con los dedos pulgares E: ¿Por qué lloras? M: Es que... eres increíble. Nunca imaginé conocer a alguien como tú E: Tú si que eres increíble (La miraba con todo ese amor que estaba empezando a sentir por ella y le partía el alma verla llorar) No llores mi amor M: Eso de mi amor suena mejor aún que lo de mi novia E: ¿Tú crees? (Maca le sonrió levemente mientras ella seguía acariciando sus mejillas con delicadeza) M: Suena maravillosamente bien (Esther se fue aproximando poco a poco cada vez más a ella, y cuando sus labios prácticamente se rozaban se detuvo para susurrarle) E: Mi amor La besó suavemente y se apartó de ella un instante para cogerle la copa y dejarla junto a la suya, y volviendo de nuevo a la posición en la que se encontraba, se quedó quieta esperando a que ella actuara M: Esther Con las yemas de los dedos rozó apenas sus labios y ella comenzó a dejar pequeños besos hasta que atrapando uno de estos lo chupó de manera suave mirándola fijamente a los ojos con la mirada encendida de deseo Maca permanecía inmóvil mirando sus labios y su respiración se iba agitando solo con pensar en lo que podía pasar esa noche, le preocupaba mucho encontrar el momento justo, quería que fuera bonito, especial, pero ya no podía esperar más, el deseo se adueñaba de ella cada vez que la tenía cerca, y aproximándose más a sus labios la besó sabiendo que si lo hacía le iba a resultar casi imposible detenerse

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Las manos de Esther no tardaron en instalarse bajo su camiseta, y mientras una de estas permanecía inmóvil en su espalda, con la otra recorría su piel con suavidad viajando desde su costado a lo largo de toda su cintura La pediatra también necesitaba sentir su piel, y poco a poco fue colando tímidamente sus dedos bajo su jersey aumentando las caricias conforme iban creciendo los besos, y sus cuerpos se encendían hasta el punto de que incluso la manta empezaba a molestar En un instante y sin que Maca tuviera tiempo de evitarlo, Esther cogió su jersey y se lo quitó en un rápido movimiento para regresar a sus labios antes de que estos la echaran en falta, pero la pediatra la hizo detenerse, y cogiéndola por los hombros la separó un poco de ella La miró sin decir nada y entendió que las dos lo estaban deseando, que no era necesario esperar más, su niña no era tan niña, era una mujer responsable y muy segura de sus actos, así que en un movimiento tan rápido como el que ella acababa de realizar, se deshizo de su camiseta y mirándola de nuevo le sonrió un instante antes de comenzar a besarla otra vez Sentir el contacto de sus pieles encendía sus cuerpos haciéndoles necesitar cada vez más, pero antes de seguir, Maca se separó de ella y cogiéndola de las manos se levantó consiguiendo así que ella la imitara, y envueltas por la manta que las había estado cubriendo en el sofá, fueron poco a poco hacia la habitación entre pequeños besos y sonrisas tímidas Al llegar allí se quedaron de pie junto a la cama y mientras Maca sujetaba la manta con ambas manos para que no cayera al suelo, Esther recorría toda la piel que quedaba al descubierto ante ella mientras empezaba a besar su cuello. Fue bajando hacia su escote y desapareciendo bajo la manta llegó hasta su abdomen dejando pequeños y suaves besos mientras sus manos se dirigían sin miedo hacia el cierre del sujetador Cuando Maca sintió como se aflojaba dicha prenda soltó un suspiro y ni mordiendo su labio inferior pudo impedir que se le escapara otro mucho mayor al sentir las manos de Esther acercarse a sus pechos. A estas las siguieron sus labios y olvidándose ya por completo de la manta que había estado sujetando como si le fuera la vida en ello, le cogió la cara con ambas manos y la acercó a su boca para besarla mientras esta vez eran sus manos las que empezaban a disfrutar del cuerpo de su niña Maca se sentó sobre la cama sin dejar de besarla rodeándola en todo momento por la cintura consiguiendo así que Esther se sentara a horcajadas sobre ella, y después de deshacerse también de su sujetador se dejó caer tumbada y dando una vuelta se situó sobre ella e incorporándose un poco miraba su pecho desnudo con absoluta devoción mientras lo acariciaba suavemente con la palma de su mano Sin dejar de acariciarla llevó la mirada a sus ojos y tras sonreírle le dio un pequeño beso M: Antes de seguir necesito decirte algo E: Dime

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M: Esther... Mi niña... Te quiero (Con ambas manos aparataba los mechones de pelo que caían sobre la cara de la pediatra y con los dedos hundidos en su pelo la acercó hacia ella) E: Mi amor... yo también te quiero Tras decirle esto la besó con ganas iniciando así una lucha de besos que crecía sin remedio. Se revolvían sobre la cama, iban intercambiando sus posiciones, y sus manos viajaban libres por el cuerpo de la otra llenándolos de caricias En un momento en el que Esther estaba tumbada sobre la cama y Maca sobre ella, la cogió por las manos y las llevó sobre su cabeza sujetándolas, dejándola así indefensa ante ella, e iniciando un camino de besos en su cuello fue bajando hasta sus pechos, y una vez allí se entretuvo en estos mientras sus manos iban descendiendo por sus brazos dejando una suave caricia Después de acariciar sus pechos suavemente yendo con sus besos de uno a otro, siguió besando la zona al mismo tiempo que sus manos bajaban hasta el pantalón, y tras desabrocharlo comenzó a bajarlo muy lentamente a la vez que sus labios se iban acercando dejando besos por cada centímetro de piel por el que pasaban Cuando se deshizo por completo de este coló las manos bajo su cintura y abrazándose a ella siguió besándola hasta que sintió un ligero temblor que la hizo detenerse y mirarla M: ¿Sigues teniendo frío cariño? E: Un poco, pero no pasa nada M: No quiero que te me resfríes por mi culpa Apartó el edredón de un zarpazo y cogiendo una mano de Esther la invitó a tumbarse bajo este con ella, pero antes se quitó ella también el pantalón para estar en igualdad de condiciones, y al cubrirse y notar esa primera sensación de frío por el contacto con la tela, se abrazaron y siguieron besándose Pronto entraron en calor de nuevo, la temperatura subía en el interior de la cama y de sus cuerpos, y esta vez fue Esther la que descendiendo por su cuerpo comenzó a llenarla de besos y deteniéndose en su cintura llevó las manos hasta su prenda íntima y después de desprenderla de ella se deshizo de la suya perdiéndose ambas bajo las sabanas Rozó su pubis suavemente y dejando ahí su mano sin ninguna intención de quitarla de momento, ascendió con sus besos por el mismo camino que había bajado un instante antes hasta llegar de nuevo a su boca que la esperaba ansiosa Mientras se besaban algo desesperadamente, bajó un poco más su mano y sin dejar de besarla sonrió al comprobar la humedad reinante en dicha zona. Con cuidado comenzó a estimularla y no tardaron en hacerse notables los suspiros y jadeos de la pediatra que presa del deseo que se adueñaba de ella se dio la vuelta tumbando así a Esther Ella también quería su parte, necesitaba sentirla, hacerla suspirar de placer como ella lo estaba haciendo, así que comenzó a descender por su cuerpo con sus besos mientras con las manos la acariciaba hasta llegar a sus muslos, y una vez allí los levantó haciendo que flexionara así las piernas y separándolas un poco llevó la mano hasta su centro y

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comenzó a acariciarlo mientras la miraba un instante para asegurarse de que estaba bien, y al verla con los ojos cerrados, mordiendo sus labios, sonrió satisfecha y empezó a besar la zona a la vez que llevaba uno de los dedos a su interior Esther movía levemente sus caderas y Maca disfrutaba al verla así, sabía que estaba gozando, pero ella no podía mantenerse impasible durante tanto tiempo, y cogiendo a la pediatra por los brazos llamó su atención consiguiendo que la mirara y esta vio en sus ojos el deseo de besarla, su boca entreabierta le gritaba que estaba sedienta de ella En un instante regresó a sus labios para saciarla, y entrelazando sus piernas inició un quedo balanceo que fue aumentando al ver que el momento se acercaba y juntas, entre besos hambrientos y caricias aceleradas estallaron de placer sobre aquella cama No les pareció suficiente para saciar su deseo y dejándose llevar sin tapujos estuvieron hasta bien entrada la madrugada amándose, y cuando parecía por fin que sus cuerpos se calmaban definitivamente se quedaron tumbadas en la cama, Maca boca arriba y Esther recostada sobre su pecho mirándose fijamente sin dejar de sonreír y jugueteando con sus manos E: ¿Qué tal? (Por si quedaba alguna duda Esther se atrevió a preguntarle) ¿Cómo estás? M: ¿De verdad no lo sabes? Estoy en la gloria, y me da una pereza pensar en levantarme ahora, con lo bien que se está aquí E: ¿Adónde vas? (Le preguntó extrañada pues en eso momento no entendía a que se refería Maca) M: Tendré que llevarte a tu casa, son casi las cinco (Una sonrisa algo tímida se dibujó en la cara de Esther, y huyendo de su mirada se ocultó en su pecho) ¿Qué pasa? (La cogió por la barbilla consiguiendo así que la mirara de nuevo, pero ella no encontraba las palabras con que decírselo) E: No es necesario que me lleves M: No pensarás que voy a dejar que te vayas sola con la hora que es E: Es que... no me voy a ninguna parte, me quedó esta noche contigo, si quieres, claro está (En ese instante pasó a ser Maca la extrañada) M: ¿Cómo que no te vas? ¿Qué te quedas a dormir conmigo? (Ella simplemente asintió, y aunque la pediatra no podía ocultar la felicidad que eso le producía, algo la seguía extrañando) Pero. ¿Y tu madre? ¿No se preocupará? E: No creo. Ya la he avisado de que hoy no iba a ir a casa (Entonces la cara de Maca pasó a ser un verdadero poema, y en silencio la miraba mientras analizaba todo lo ocurrido) M: Ha sido con premeditación. Tenías muy claro lo que querías que pasara hoy E: No, no, espera (Esther se incorporó rápidamente con intención de explicarse antes de que ella confundiera las cosas) Yo no sabía lo que iba a pasar, lo deseaba, con todas mis fuerzas, eso no te lo voy a negar, pero no estaba segura de que íbamos a terminar así, solo la he avisado de que si se me hacía muy tarde posiblemente me quedaría en casa de alguna amiga, solo era por si acaso, justo por lo que has dicho tú hace un instante, por la pereza de tener que irme ahora a mi casa con lo bien que estamos Maca se incorporó a su lado y poniendo una mano en su pecho la fue empujando poco a poco hasta conseguir que se tumbara de nuevo, y una vez así se acercó a ella mirándola muy seria y por un instante Esther dudó de cual iba a ser su reacción, pero no tardó en salir de dudas

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M: Uhm, uhm (La pediatra negaba con la cabeza mientras empezaba a sonreírle) Eres muy mala, sabías lo que querías y me has traído directa al sitio. ¿No es así? E: Por supuesto que tenía claro lo que quería, te quería a ti, te quiero a ti, y no podía más, no me importa tener que admitirlo, me moría de ganas de estar contigo. ¿Acaso tú no? Como respuesta a su pregunta Maca empezó a besarla de manera apasionada, como para dejarle claro cuando lo deseaba ella también, y ya sabiendo que no tenían que ir a ninguna parte no importaba la hora que era, daba igual dormir un poco más que menos, lo único que querían era aprovechar el tiempo que tenían para estar juntas, y siguieron dando rienda suelta a la pasión hasta que sus cuerpos extenuados se entregaron al placer del sueño Cuando Maca despertó y sintió la espalda de Esther pegada a su pecho sonrió al pensar que había dormido toda la noche abrazada a ella, nunca le había gustado mucho eso de dormir acompañada, le gustaba tener su espacio, dormir a sus anchas, incluso lo había pensado al abrazarse a ella y sentir que el sueño la vencía, estaba convencida de que una vez dormida, inconscientemente se apartaría de ella, pero no había sido así, por primera vez en su vida había dormido abrazada a alguien, y lo mejor era que le encantaba Tenía claro que esa niña iba a cambiar su vida, estaba sintiendo cosas que nunca antes había sentido, olvidándose de ciertas normas que nunca pensó que sería capaz de saltarse sin que le importara, porque no le importaba lo más mínimo, cosas a las que antes daba posiblemente demasiada importancia, ahora pasaban a un segundo plano, y todo por estar con ella, por poder tenerla a su lado Permaneció inmóvil y en silencio durante aproximadamente una hora hasta que sintió como Esther empezaba a despertarse, entonces comenzó a dejar pequeños besos por su espalda al mismo tiempo que acariciaba su cintura muy suavemente y acercándose hasta su oído le susurró M: Buenos días mi reina Esther se desperezó entre sus brazos y se dio la vuelta para quedar de cara a ella, y con una enorme sonrisa dibujada en su cara se restregaba los ojos mientras bostezaba intentando despertar del todo M: ¿Todavía tienes sueño? E: Mmmmm (Se acurrucó en su pecho y la pediatra la abrazó más fuerte) Yo siempre tengo sueño, ya te acostumbrarás M: ¿Y como haces para estudiar? E: Me aguanto M: Pobrecita mi niña E: Tengo mucho aguante por la noche, pero cuando pillo la cama no me levantaría nunca M: Duerme un poco más si quieres E: ¿Qué hora es? M: Va a dar la una E: ¿Y a que hora nos hemos dormido?

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M: Pues creo que eran casi las siete E: Mmmm (Se detuvo unos segundos a pensar, parecía que con el sueño su cabeza todavía no funcionaba al cien por cien) Seis horas. No, no quiero dormir más M: ¿Te basta con seis horas? E: Ni con diez, pero creo que ya es suficiente tiempo perdido para el único día que puedo estar tranquilamente contigo (Maca sonrió ante su razonamiento y ella la miró sabiendo que le habría gustado y que iba a encontrarse con esa sonrisa) ¿Desayunamos? M: Casi podríamos pasar directamente a la comida E: Vale, por mi perfecto M: ¿También te quedas a comer? E: Y puede que hasta a merendar si me lo pides Pasaron el día tranquilamente en casa de Maca y cerca de las siete Esther decidió que ya era hora de irse, no le apetecía nada, pero sabía más o menos a que hora regresaría su madre, y quería llegar antes que ella M: ¿Pero por que no quieres que te lleve? E: Pues porque podríamos llegar en el mismo momento que mi madre. ¿Y entonces que le digo? M: Joder Esther, ya sería casualidad E: No te enfades cariño, pero es mejor así M: Te dejo en la esquina (Esther la miraba seria un poco harta ya de su insistencia) A dos manzanas E: Maca, cariño, no lo hagas más difícil de lo que ya es M: Está bien, pero solo si me prometes que vendrás el martes E: Allí me tendrás, te lo prometo (Se acercó a darle un beso de despedida y la pediatra se abrazó a ella) M: Ten cuidado. ¿Vale? E: Lo tendré (Se separó de ella y esta vez sí le dio un último beso antes de entrar en el ascensor) Te quiero M: Te quiero Se quedó con la cabeza apoyada en el marco de la puerta y las manos hundidas en los bolsillos observando como el ascensor se cerraba y poco a poco se la llevaba de su lado La semana entrante fue muy parecida a la anterior, Esther se pasó por la consulta martes y jueves, y en clase seguían disimulando como buenamente podían, el sábado otra excusa similar y de nuevo saldría de casa con intenciones de no volver hasta el día siguiente, pero esta vez Maca sabía el terreno que pisaba y prefirió empezar la velada directamente con una cena en su casa, pero, había un problema, que ella y la cocina no se llevaban muy bien, o mejor dicho, no se llevaban, así que antes de salir a hacer la compra llamó a Ana Ana: Hola bonita. ¿A que se debe tu llamada? M: Ana, tengo un pequeño problema, tienes que ayudarme Ana: Tú dirás M: Esas setas que preparas tú salteadas tan ricas, necesito que me expliques como se hacen

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Ana: ¡¿Vas a cocinar?! ¿Macarena Wilson va a cocinar? ¿Que pasa? ¿Hay huelga de restaurantes en Madrid? M: No te rías de mi Ana, por favor. Viene Esther a cenar y tendré que preparar alguna cosa, no querrás que le saque solo un filete Ana: Ni se te ocurra. Anda, coge papel y boli M: Ya lo tengo preparado. Empieza cuando quieras Ana: Hay que ver que fuerte te ha dado, nunca creí que te vería cocinando para nadie M: Dale Ana que se me hace tarde Ana le estuvo explicando con todo lujo de detalles como preparar las setas y de paso también una salsa que con la carne quedaba estupendamente Ana: Lo del vino ya lo dejo a elección tuya M: Sí, eso ya mejor lo elijo yo, no vaya a ser que me recomiendes un vino dulce para un plato de carne Ana: Que mala eres, como te gusta meterte conmigo M: Muchas gracias, ¿eh? No sé que haría sin ti a veces Ana: De nada guapa, y ya me contarás que tal has quedado. Ciao M: Ciao Se pasó más de una hora en la cocina preparando las setas que iban a ir como guarnición y la salsa para la carne, el postre prefirió comprarlo, demasiado para su primer día como cocinera, y bastante satisfecha con el resultado se fue a la ducha con tiempo más que suficiente antes de la llegada de Esther Cuando ella llegó esperó en la entrada hasta verla salir del ascensor y tras saludarla muy cariñosamente se situó a su espalda y abrazándola por la cintura la llevó hasta el salón Esther se quedó pasmada al ver como lo había arreglado ella todo para la cena. Había llevado el sofá a un lado y sobre la alfombra que así se veía mucho más grande, había esparcido seguramente todos los cojines que tenía en la casa, y en el centro la pequeña mesa auxiliar que ni sacada de una revista de decoración. Finas copas de cristal de tres tamaños diferentes, cubiertos relucientes, un pequeño jarrón con tres rosas rojas, y en el centro de la mesa una vela prendida E: Que maravilla M: ¿Te gusta? Esther asintió y Maca, después de dejar un beso en su cuello, la cogió de la mano y la acompañó hasta la alfombra para que se sentara, luego sirvió dos copas de vino, las cogió para ofrecerle una a ella y sentándose muy cerca hizo chocar dichas copas, y mirándola fijamente a los ojos dijo sin dudar M: Por ti mi amor La velada fue de ensueño, casi de cuento de hadas, ante la sorpresa de ambas la cena estaba riquísima, y después de esta les esperaba otra noche de amor en la que derrocharon pasión a raudales. Todo era perfecto cuando estaban las dos solas, su relación se afianzaba a pasos agigantados, pero tenían muy pocos momentos en los que

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disfrutar la una de la otra, y estos todavía iban a disminuir más durante una temporada a causa de los exámenes Las visitas de Esther a la consulta cesaron de golpe, tenía que aprovechar todo el tiempo para estudiar, ponerse las pilas si no quería que sus notas bajaran, y de estas dependía su beca, así que no podía bajar la guardia ni un instante, y durante toda la semana solo se limitaron a hablar algún ratito por teléfono Al salir de la clase del viernes Maca la siguió con disimulo intentando buscar un momento para hablar con ella, y aunque esta no se dio cuenta de que la seguía Laura si, y dándole un codazo llamó su atención para que mirara atrás Cuando Esther la vio le sonrió y despidiéndose de sus amigas con la primera excusa tonta que se le pasó por la cabeza, se encaminó hacia los servicios que había al final del pasillo y que ella sabía que eran de los menos usados Entró y rápidamente comprobó que no había nadie, esperó unos segundos a que llegara Maca y cogiéndola de la mano la llevó a uno de los pequeños habitáculos y cerró la puerta con pestillo M: ¿No decías que no te gustaba esto de los encuentros furtivos en el lavabo? E: Prefiero esto a no verte No dijeron nada más, hablar ya hablaban por teléfono, en ese instante lo que necesitaban era besarse, sentir el cuerpo de la otra cerca del suyo, y así lo hicieron, se abrazaron y comenzaron regalarse todos los besos que llevaban acumulados desde el domingo anterior, pero cuando la cosa empezaba a caldearse e incluso sus manos se habían sumado libremente a la fiesta, el ruido de la puerta las hizo detenerse y quedarse quietas como estatuas Oían pasos y varias voces, puede que de tres chicas diferentes, entonces escucharon cerrarse la puerta del habitáculo de al lado pero seguían hablando entre si elevando bastante la voz y entre risas, comentaban algo de un examen de anatomía, y aprovechando que armaban bastante escándalo, Maca dejó de preocuparse por si las oían y comenzó a dejar pequeños besos en el cuello de Esther Ella sonreía e intentaba detenerla, pero la pediatra se zafaba de sus manos y seguía haciéndole caso omiso. La cosa se complicaba, Esther tenía que hacer verdaderos esfuerzos por que no se le escapara un suspiro, y entonces Maca, al ver lo mal que lo estaba pasando, quiso jugar un poquito más y desabrochándole el pantalón coló su mano sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo Esther intentaba que la quitara, forcejeaban procurando no hacer ruido, pero no lo conseguía. Maca sonreía y ella se desesperaba al ver que no lograba detenerla, y cuando por fin escucharon la puerta principal cerrarse y las voces desaparecer tras esta, Esther se apartó de ella algo enfadada E: ¿Pero tú estás loca? ¿Se puede saber que estás haciendo? M: Cariño, no pasa nada, ni se han enterado que estábamos aquí E: Lo mío me ha costado que no se enterasen, si llega a ser al revés se enteran fijo

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M: ¿Qué dices? E: Esto digo Cogió la cintura de su pantalón y tirando de esta la atrajo hacia si para así poder desabrocharlo, luego introdujo su mano dentro de este y aprisionándola contra la pared comenzó a torturarla como ella lo había hecho un momento antes Maca intentaba controlar sus gemidos, pero llegado un momento le resultó imposible, se escapaban de su boca sin que ella pudiera hacer nada por evitarlo, y entonces Esther se acercó a su oído y comenzó a besarla antes de susurrarle E: ¿Qué? ¿Crees que a ti te hubieran oído? M: Esther. Ahhhh E: Ahora no te ríes. La que se iba a reír sería yo si entrase ahora alguien M: ¿Qué harías? E: Pues supongo que parar M: Ni se te ocurra. Que entre quien quiera, pero tú no pares. Ahhhhhh. Mmmmm E: Definitivamente estás loca M: Tú me vuelves loca. Antes de conocerte a ti estaba muy cuerda. Bésame. Bésame mi amor Esther comenzó a besarla y en esos besos se ahogaban los gemidos de la pediatra que iban en aumento, y al sentir como llegaba el orgasmo tuvo que abrazarse fuertemente a ella para no caer al suelo y arañando ligeramente su espalda la besaba como si de su boca fuera a conseguir el oxigeno necesario para vivir Cuando se hubo calmado un poco se separó lo justo de ella y la miró sonriendo M: No sé yo muy bien quien es la loca E: ¿No te ha gustado? (Esther sonreía pillina pues conocía perfectamente la respuesta) M: Me ha encantado. Ha sido, excitante, pensar que podía entrar alguien E: Pues cuando quieras repetimos M: No, mejor no, creo que voy a volver a mi idea inicial de que estos encuentros no son muy adecuados (Se acercó un poco más a ella y le habló rozando sus labios) ¿Quieres probar? E: No, no. Yo mejor en tu casa tranquilitas M: Que mala eres Se dieron un beso de despedida y primero salió de allí Esther dejando a Maca esperar unos segundos por si las moscas El sábado cenaron de nuevo en casa de Maca pero Esther prefirió irse después a su casa para seguir estudiando, ella le insistía en que podía estudiar allí, pero eran conscientes de que si se quedaba no iba a estudiar precisamente, así que la responsabilidad de Esther cuando se trataba de sus estudios reinó, cosa que luego agradeció al tener los exámenes delante, ya que como estaba acostumbrada las respuestas fluían con facilidad en su cabeza

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Así pasaron diez días más entre exámenes, sin casi oportunidad de verse. Pero con paciencia todo llega, y al terminar estos volvieron al horario habitual, Esther se pasaba por la consulta siempre que podía y los fines de semana los pasaban en casa de Maca Los días seguían pasando y las notas iban saliendo, Esther estaba más que satisfecha, pero cuando llegó el turno de la nota de pediatría la cosa cambió. Al terminar la clase todos salieron rápido a ver sus notas mientras Maca pasaba por su lado sin decir nada. Cuando Esther miró la lista sus ojos no podían creer lo que tenían delante. Laura y sus demás compañeros miraban su cara al ver la nota y esta se enfurecía por momentos Luis: ¿Qué te ha pasado con la pediatría Esther? (Incluso Luis que siempre estaba de guasa se había puesto serio al ver su cara) E: Eso me gustaría saber a mi Luis: ¡¡Un cinco!! ¡¡Pelao!! Eso es la borde que te ha cogido manía (Luis seguía hurgando en la llaga y Laura la miraba negando con la cabeza como diciendo, no le hagas caso) E: Me va a oír. Un cinco a mí Empezó a andar rápidamente intentando entender el porque de esa nota y Laura salió tras ella, después de unos metros la alcanzó y cogiéndola por un brazo la hizo detenerse L: ¿A dónde vas? E: A hablar con ella. Estoy segura de que mi examen no es de cinco L: Es mejor que esperes a que sean las cuatro para ir a hablar con ella E: ¡Y una mierda me voy a esperar! Voy a hablar con ella ahora mismo L: Esther tranquilízate, no hagas ninguna tontería E: ¿Qué me tranquilice? Ni hablar Sin hacer caso a su amiga siguió su camino y al llegar al despacho de Maca entró hecha una fiera cerrando de un portazo E: ¿Me puedes explicar a que se debe ese cinco? M: ¿A ti te parece que esta es manera de entrar aquí? E: ¿Por qué me has puesto un cinco? (Esther estaba bastante alterada y eso se notaba en su tono de voz) M: No grites Esther, te pueden oír y te aseguro que estas confianzas para los demás no son normales E: Me da igual que me oigan (Maca se acercó a ella y le habló en tono suave para intentar calmarla) M: No te da igual cariño, estás enfadada y lo entiendo, pero piensa las cosas un momento y baja la voz por favor. Esther cerró los ojos y tomó aire profundamente para intentar tranquilizarse E: ¿Por qué me has puesto un cinco? M: Así está mejor. Lo siento, no esperaba que te lo tomaras así E: El examen me salió perfecto, estoy segura de ello, y no entiendo porque.. Mientras ella hablaba la pediatra cerró la puerta con llave y acercándose a ella por detrás comenzó a besarle el cuello mientras deslizaba las manos por su cintura bajo la camiseta

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E: Maca, te estoy hablando en serio, esto es muy importante para mi M: Lo sé, y tienes razón (Mientras hablaba seguía dejando besos en su cuello) Tú examen estaba perfecto (Al oír sus palabras Esther se dio la vuelta sorprendida, no entendía lo que le estaba diciendo) E: ¿Cómo que estaba perfecto? ¿Entonces? M: Es que como no vienes nunca a verme, quería darte un motivo para ello (Esther la miraba alucinada, lo que acababa de escuchar no podía ser verdad, seguramente lo había entendido mal, pero no, estaba claro lo que había dicho) E: ¿Me estás diciendo que me has bajado la nota para que viniese a tu despacho? M: Eso es. No pensé que ibas a enfadarte por eso E: ¿Qué no iba a enfadarme? (Se deshizo de su abrazo y alejándose de ella le recriminaba con la mirada) ¡¡¿Qué no iba a enfadarme?!! (De repente su cara si era de verdadero enfado) ¿Te atreves a hacer bromas con mi nota y piensas que no voy a enfadarme? M: Cariño, lo siento, de verdad, no pensé que te lo tomarías así (Intentaba acercarse a ella pero Esther se lo impedía) Tienes un nueve veinticinco, y la verdad es que no esperaba menos de ti, pero no sé, se me ha ocurrido darte un pequeño susto y así de paso sabía que vendrías corriendo a verme E: No puedo creer lo que me estás diciendo. Me parece increíble que hayas querido jugar conmigo así, no esperaba esto de ti Abrió la puerta y salió de allí dejando a Maca bastante sorprendida por su reacción, posiblemente la broma no había estado nada acertada, pero su reacción le parecía un tanto desmesurada. Se medio sentó sobre la mesa y con la cabeza gacha se quedó pensando en que hacer para que se le pasase el cabreo a Esther, pero no tuvo tiempo de pensar mucho, en menos de un minuto la puerta se abría de nuevo y ella aparecía por esta, cerró de nuevo con llave y acercándose a ella la miraba sin decir nada M: Lo siento mi amor. De verdad que no sé como se me ha ocurrido hacer algo así sabiendo lo seriamente que te tomas tú esto (Miraba a Esther esperando que dijera algo, pero ella permanecía inmóvil) De verdad que lo siento, yo... E: ¿De verdad te has tragado mi enfado? (Esther sonreía de manera burlona) No vas a aprender nunca. ¿Pero como me voy a creer yo que me has puesto un cinco? Si creo que no he bajado del ocho en mi vida (Maca alucinaba escuchándola, su niña se había equivocado de carrera pensaba, tenía que haber sido actriz) M: No te lo has creído E: ¿Cómo me voy a creer algo así? Es absurdo, en cuanto lo he visto he pensado que era una broma, primero he simulado enfado delante de mis amigos, al llegar aquí he seguido con la farsa para ver que hacías, y al ver que mi enfado te afectaba tanto M: Me has devuelto la jugada E: Claro M: Eres un bicho (Esther se acercó y rodeándola por la cintura esta vez era ella la que besaba su cuello) E: ¿Cómo te atreves a llamarme bicho? Si has empezado tú M: Eres... Eres... No sé como te las apañas pero siempre eres tú la que termina riéndose de mí E: ¿Y para que querías que viniera a tu despacho? (La miró insinuante y luego empezó a darle pequeños besos) M: Tenía ganas de verte, y con esto de disimular se te acabaron las dudas con la pediatría de golpe

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E: Pero si tengo una profesora particular para mis dudas. ¿Para que voy a venir a una tutoría? M: Para verme (Comenzó a besar su cuello mientras le iba desabrochando los primeros botones de la blusa) Para estar un ratito solas. Y aunque sea profesora de pediatría, podemos repasar la anatomía E: Me gusta la idea de darle un buen repaso a tu anatomía M: Jajajajaja, estás fatal E: En cambio tú estás buenísima Se lanzó sobre sus labios y comenzaron a besarse sin recordar ya la pequeña broma de hacía un momento, y cuando la excitación se estaba adueñando ya de sus cuerpos Esther miró la mesa y separándose un poco de Maca la miraba para dirigir después la mirada a la mesa de nuevo como pidiéndole permiso, ella entendió sus intenciones al instante y cogiendo un montón de papeles que tenía allí los lanzó sobre una silla y acto seguido apartó a un lado todos los objetos que había sobre esta Esther la miraba algo alucinada, la idea de la mesa en principio había sido suya, pero ver a Maca tan decidida la sorprendió un poco, quizás no esperaba que ella asintiera y ahora se estaba poniendo nerviosa solo de pensarlo E: ¿Aquí? M: ¿Te parece mejor un lavabo? E: Pero cariño M: Esther, aquí no va a entrar nadie E: Estamos un poco locas, pero me encanta hacer locuras contigo Le sonrió y acto seguido regresó a su boca mientras dejaba que ella la fuera tumbando poco a poco sobre aquella mesa. En un instante se habían desprendido de las prendas que más molestaban y una vez más se dejaron llevar por ese deseo de estar juntas que parecía no querer abandonarlas Antes de que Esther saliera de allí Maca se asomó al pasillo para comprobar que no había nadie, y así fue dada la hora, todo el mundo debía de estar comiendo y la facultad estaba prácticamente desierta, así que después de darse un último beso ella se fue no sin antes quedar en verse al día siguiente Fue pasando el tiempo y sin darse cuenta las vacaciones de semana santa estaban a la vuelta de la esquina. Maca tenía que irse unos días a Jerez con su familia, pero le prometió a Esther que regresaría a tiempo para pasar unos días con ella y que los aprovecharían para ir a algún sitio, y esta, para ir preparando el terreno con su madre, le dijo que seguramente se iba a ir unos días con unas amigas El viernes por la tarde Esther se pasó por casa de Maca para poder despedirse de ella, iban a estar seis días sin verse, y aunque tampoco eran tantos, no estaban acostumbradas, desde los exámenes era raro que pasaran dos días sin encontrar un ratito para ellas, y mientras terminaba de hacer la maleta, su niña la miraba desde su posición sentada sobre la cama M: No tengo ganas de ir

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E: No digas tonterías cariño, si me decías no hace muchos días las ganas que tenías de ver a tus hermanos M: Ya, pero prefiero quedarme contigo (Puso voz de niña pequeña y sentándose también sobre la cama se acurrucó en su regazo y cerró los ojos un instante mientras ella acariciaba su pelo) E: Mi amor, solo son seis días, y luego tendremos tres días enteritos para nosotras solas, tres días con sus tres noches. Por cierto. ¿Adónde me vas a llevar? M: ¿Adónde te gustaría ir? Pide por esa boquita E: A un sitio tranquilo, donde no nos moleste nadie M: ¿Playa o montaña? E: En verano te diría playa, pero ahora casi prefiero montaña M: Perfecto. Iremos a mi casa de la sierra, que hace ya que no voy, desde año nuevo E: Cuando me comentaste que te ibas a la sierra ¿Era a tu casa? M: Sí, tengo una casita pequeña allí E: ¿Y como es que hace tanto que no vas? M: Porque cierta estudiante me tiene muy ocupada E: Pero podríamos haber ido las dos M: Pues eso es justo lo que vamos a hacer ahora (Se sonrieron y luego Maca se quedó mirando la maleta con desgana) E: ¿No terminas con esto? M: No quiero irme (De nuevo esa voz de niña pequeña, y Esther, sin dejar de sonreír, la cogió de las manos y levantándose consiguió que ella también se levantara) E: Venga que te ayudo Finalmente Maca terminó con la ropa con la misma desgana, pidió un taxi y bajaron en el ascensor abrazadas, sabían que les quedaban pocos minutos para separarse y querían aprovecharlos al máximo, pero una vez estuvieron en el portal se separaron y cogidas de las manos se miraban M: Te voy a echar mucho de menos mi niña E: Y yo a ti mi amor M: A ver que hacemos estos días, no te desmadres mucho E: No sé si saldré estos días, no me apetece mucho M: Recuerda, el jueves por la tarde me tienes aquí, te recojo y nos vamos E: ¿Sin pasarte por casa? M: No quiero perder ni un minuto, en cuanto regrese nos vamos E: Vale El taxi llegó y al verlo se abrazaron y permanecieron así unos segundos. Cuando se separaron de nuevo sus ojos estaban inundados de lágrimas, era la primera separación desde que habían empezado su relación y a las dos les estaba costando, pero Esther, haciéndose la fuerte, se apartó de ella un poco y dándole un ligero golpe en el brazo hizo un esfuerzo para hablar E: Anda vete M: Te quiero E: Y yo a ti mi amor

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Maca cogió la maleta y al acercarse al coche el taxista se apresuró a ponerla en el maletero y subir a este mientras ella se quedaba unos segundos con la puerta abierta mirándola M: Te llamo esta noche E: Vale. Cuídate mucho M: Tu también. Ciao E: Ciao Subió al taxi definitivamente y se quedó mirando por la ventanilla mientras se alejaba de ella. A los pocos segundos el taxi desaparecía entre en tráfico y Esther se quedó inmóvil pensando en ella, en lo raros que le iban a resultar esos días sola, pero feliz de pensar lo que las esperaba a su regreso Cuando llegó a casa su madre estaba con dos amigas en el salón tomando un café y charlando, se sentó un rato con ellas pero no estaba muy pendiente de lo que decían, así que al rato se disculpó y se fue a su habitación. Aproximadamente media hora más tarde las amigas de su madre se iban, y esta, que la había notado algo triste, fue a su habitación y al verla tumbada en la cama, con la mirada clavada en el techo, se sentó a su lado algo preocupada En: ¿Te ocurre algo hija? E: No mamá, estoy muy bien En: Te veo triste. ¿Estás segura de que no te pasa nada? E: No me pasa nada En: ¿Estás saliendo con alguien? (Esther la miró algo sorprendida) E: ¿Qué te hace pensar eso? En: Pues tu actitud de los últimos meses E: ¿Qué actitud? En: Pues esa mirada perdida a veces, como cuando he entrado aquí, el salir más, llegas todos los días más tarde de lo que solías llegar, y las noches de los sábados, ¿o piensas que me voy a creer eso de que las pasas en casa de una amiga? (Miraba a su madre fijamente mientras pensaba que decirle, pero esta le echo un cable) Si no quieres contármelo lo entiendo, pero estaría más tranquila sabiendo que el motivo de todo eso es que tienes novio Le hubiese gustado contarle a su madre toda la verdad, pero le faltaba valor para soltárselo, no sabía como abordar el tema, le había dado muchas vueltas en muchas ocasiones, pero no conseguía adivinar cual sería la reacción de esta, así que optó por una media verdad, o una media mentira, según se mire, e intentó contárselo sin llegar a decírselo en realidad E: Sí, estoy saliendo con alguien, pero es muy pronto En: ¿Pero está todo bien? ¿Os va bien? E: De momento nos va muy bien mamá En: ¿Y por que estás tan triste hoy? E: Porque se ha ido a pasar la semana santa con su familia En: ¿No es de Madrid?

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E: No, pero lleva muchos años viviendo aquí (Su madre se apenaba al verla así, pero al mismo tiempo la habían alegrado aquellas palabras) En: Ains mi niña. Tranquila que una semana pasa volando E: Eso espero. Esto, mamá, el jueves me voy a la sierra a una casa que tiene un compañera de la facultad En: Ahh, muy bien, así se te pasará el tiempo más rápido E: Sí, seguro que allí se me pasa el tiempo más rápido En: Y no te preocupes por nada, todo saldrá bien E: Gracias mamá Había tenido que mentirle un poco, pero en parte se alegraba de que su madre supiera por lo menos que estaba saliendo con alguien, ahora ya no serían necesarias tantas excusas, aunque tenía que seguir teniendo mucho cuidado con algunas cosas Cuando Maca llegó al aeropuerto de Jerez se alegró mucho de ver a sus padres allí esperándola, las últimas veces que había optado por viajar en avión su padre no había ido a recogerla y aquello era una buena señal de que las cosas volvían a su cauce Llegaron a la casa ya algo tarde pero allí la esperaban todos, tuvieron una cena en familia y entre charla y risas las manecillas del reloj pasaban rápido. Pasada la una sus padres se fueron a dormir y Jero y su mujer salieron para su casa mientras Francisco y Silvia, la mujer de este, se quedaban intentando convencer a Maca de que saliera con ellos a tomar algo Finalmente lo consiguieron y los tres juntos se fueron dando un paseo hasta un local que solían frecuentar los amigos del hermano de Maca. No estaba muy lejos, así que en apenas cinco minutos llegaron, como suponían se encontraron allí con algún conocido, y después de pedir unas bebidas se sentaron con ellos en un rincón bastante tranquilo. Charlaron un rato y luego Maca y su cuñada se levantaron y se pusieron a bailar en un lateral de la pista Aunque había conseguido disimularlo bastante bien durante toda la noche, no había conseguido dejar de pensar en ella ni un minuto, y en un momento en el que Francisco se acercó a ellas y comenzó a bailar bastante pegado a su mujer, Maca se disculpó y salió fuera a tomar un poco el aire Se sentó en la repisa de una ventana cercana a la entrada del local y mirando al cielo pensaba en ella M: “Mi niña. Apenas hace unas horas que no te veo y ya te hecho de menos enormemente. Como me gustaría tenerte aquí conmigo, que pudieras venirte a conocer a mi familia y que vieran lo maravillosa que eres.” En ese momento y sacándola así de sus pensamientos se sentó a su lado Francisco, se quedó mirándola con una sonrisita, como esperando a que ella le dijera algo, pero pasaron unos segundos sin decir nada ninguno de los dos hasta que Maca, empezando a ponerse ya nerviosa por la actitud de su hermano habló M: ¿Qué?

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Francisco: ¿Cómo que qué? ¿Es que no piensas contármelo? M: No sé que es lo que te tengo que contar Francisco: ¿Es guapa? (Maca sonrió ante la pregunta de su hermano y bajando un poco la vista se puso algo triste al pensar en ella) M: Es preciosa Francisco: ¿Por qué no te la has traído? ¿Lleváis poco tiempo? M: Tres meses, pero eso es lo de menos Francisco: ¿Qué pasa? ¿No ha querido venir? (Le volvió a mirar y dudó apenas un segundo) M: Es alumna mía en la facultad (Francisco puso cara de asombro pero al mismo tiempo sonreía) Francisco: Pero Maca (Le cortó antes de que siguiera) M: Lo sé, todo lo que puedas decirme tú yo ya lo he pensado, sé que es muy joven, que todo esto es una locura, pero me da igual, la quiero Francisco: Perdona pero yo no te iba a decir nada de todo eso M: ¿Y que me ibas a decir? Francisco: Te iba a decir que eso no importa, si es alumna tuya ya debe de ser mayorcita M: Tiene veintitrés años Francisco: ¿Y te parece joven? Cuando yo empecé a salir con Silvia ella tenía veintiuno, ¿te acuerdas? M: Es verdad, era muy joven Francisco: Pero tenía la azotea muy bien amueblada. Y estoy seguro de que... (Se detuvo al darse cuenta de que no sabía su nombre) M: Esther, se llama Esther Francisco: Pues eso, que estoy seguro de que tu Esther no se queda atrás M: Puedes decirlo tranquilo. Es muy inteligente, adulta, responsable, incluso a veces demasiado Francisco: Lo ves. Eso de la edad son todo tópicos, y con lo bien que tú te conservas hermanita, seguro que ni se nota la diferencia de edad M: Que zalamero eres Francisco: Me encanta verte así (Se sonreían con esa mirada cómplice que solo se consigue con los años) ¿Vienes dentro o te quedas aquí pensando en ella? M: Voy en seguida Francisco: Vale Le dio un tierno beso y regresó al local dejándola sola de nuevo con sus pensamientos Los días pasaron más rápidos de lo que ellas esperaban. Jero y Francisco se encargaron de que Maca no tuviera ni un segundo libre, cuando no quedaba con uno quedaba con el otro, y si no se las apañaban para que saliera con alguna de sus cuñadas, o con las dos, de todo un poco, hasta el punto de que tenía que hacer verdaderos esfuerzos para encontrar un momento libre para llamar a Esther Ella también estuvo ocupada, pero más tranquilamente, salió con sus amigas, aunque no le hizo mucha gracia tener que inventarse excusas de porque hacía tanto que no quedaba con ellas, y también se entretuvo mucho con su sobrino, el cual se quedó en su casa un par de días en los que no pararon ni un segundo

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Y así llegó el tan ansiado jueves. Maca le había dicho a Esther que su avión llegaba a las cinco y media y que directamente iría a su casa a por la moto, por lo que calculaba que sobre las siete se pasaría a por ella, pero las ganas que tenía su niña de verla eran demasiado grandes como para tener que esperar más, así que se fue a Barajas a esperar ese avión que la traía de nuevo a su lado En las pantallas solo se anunciaba un vuelo procedente de Jerez, así que la cosa estaba fácil, se dirigió hacia la puerta por donde ella tenía que salir y se quedó en una esquina donde podía ver a los viajeros que llegaban sin apenas ser vista Cuando la vio salir arrastrando su pequeña trolley andando rápidamente hacia la salida, se acercó a ella por la espalda y la rodeo por la cintura consiguiendo con esto que diera tremendo salto por el susto E: Hola mi amor (Maca soltó la maleta para darse la vuelta rápidamente y después de un par de segundos reaccionó) M: ¿Qué haces aquí? E: Me moría de ganas de verte (Se abrazaron muy fuertemente mientras se regalaban dulces besos) M: Mi niña, como te he echado de menos (Esther hundió la cara en su cuello donde dejaba pequeños besos mientras se balanceaban ligeramente con ese abrazo) E: Menos mal que ya estás aquí, empezaba a pensar en ir a buscarte M: Ya estoy aquí, toda para ti hasta el domingo por la tarde E: Mmmmmm, que ganas Después de disfrutar unos minutos de esos instantes de alegría al verse tras los días de separación, cogieron un taxi y se dirigieron a casa de Maca a por la moto. Esther ya llevaba sus cosas en una pequeña bolsa de viaje, por lo que no tenía que pasar por su casa, así que sin perder tiempo pusieron rumbo a la sierra Cuando llegaron todavía era de día, por lo que la casa se podía ver perfectamente, y Esther se quedó un instante de pie junto a la moto observándola con detalle E: Es muy bonita M: Dentro tiene sorpresa E: ¿A sí? ¿Qué es? M: Entra y lo verás Maca abrió la puerta y apartándose un poco le cedió el paso, ella entró lentamente mirando a todos lados y cuando hubo dado unos pasos dejó su bolsa en el suelo para seguir explorando la casa libremente Directamente se entraba a un salón ni muy grande ni muy pequeño, a la izquierda una cocina americana, en el centro una mesa redonda con cuatro sillas a su alrededor, muebles rústicos de madera clara, y frente a ellas algo que había llamado la atención de Esther especialmente y hacia donde se acercaba despacio Supuso que a eso se estaba refiriendo Maca cuando había dicho lo de la sorpresa, después de un enorme sofá rinconera había en el suelo una mullida alfombra que

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simulaba la piel de una cebra, y junto a esta una chimenea. Recordó aquella cena junto al fuego y dándose la vuelta se encontró con ella a su lado observando la cara que ponía M: Sabía que te iba a encantar la chimenea E: ¿Pero como no me habías hablado nunca de esto? M: Pues porque no habíamos tenido ocasión de venir, y no quería contártelo, quería que lo vieras por ti misma E: Me encanta, es todo precioso (La pediatra se acercó más a ella y la rodeó por la cintura) M: Tú si que eres preciosa E: ¿Vas a encenderla para cenar ahí? (Entonces ella abrió los ojos como platos y miró su reloj) M: Como no nos vayamos ya al pueblo a comprar algo veo difícil que cenemos aquí E: ¿No tienes nada de comida? M: Pero que comida voy a tener si hacía más de tres meses que no venía. Venga, vamos a abrir las ventanas para que se ventile esto un poco y mientras nos acercamos al pueblo a ver si todavía encontramos algo abierto Por suerte encontraron una pequeña tienda en la que compraron varias cosas para esos días, y con el pequeño maletero de la moto lleno regresaron a la casa Después de poner las bolsas con la compra en la cocina Maca cogió a Esther de la mano y la llevó hasta la puerta que había cerca de la chimenea, la abrió y situándose detrás de ella la rodeó por la cintura para así entrar juntas M: Nuestra habitación Era una habitación muy sencilla, con pocos muebles, apenas una cama de matrimonio, una mesilla a cada lado, un pequeño butacón en una esquina y un armario empotrado M: Sé que no es gran cosa pero a mí me gusta E: Es ideal cariño (Se dio la vuelta entre sus brazos y la miró mientras le acariciaba suavemente la mejilla) Y me muero de ganas de probar esa cama M: ¿Sí? (Esther asintió y ella comenzó a besarla lentamente) Tenemos que preparar la cena E: Luego (Sin pensarlo coló las manos bajo su camiseta mientras sus besos comenzaban a ser más apasionados) No sabes como te he echado de menos M: Mi niña, seguro que no tanto como yo a ti Después de sus primeros momentos de pasión en aquella casa se dispusieron a preparar la cena. Esther estaba terminando la ensalada mientras Maca arrodillada delante de la chimenea llevaba ya unos diez minutos intentando encenderla sin éxito M: Joder, esto no prende, la leña está mojada y no hay manera E: Pues hay que conseguirlo, nos vamos a helar M: Yo ya no sé como probar E: Déjame probar a mí Esther se acercó hasta donde estaba ella y arrodillándose a su lado cambió la distribución de los leños ahuecándolos, metió unas hojas de periódico entre estos y

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cogiendo más hojas hizo una pelota con ellas y las puso en la base del montoncito de leña logrado, luego colocó las más finas ramas sobre dicha pelota y ante la atenta mirada de Maca le prendió fuego Pasaban los segundos y las dos contemplaban como el papel se iba consumiendo poco a poco, y al prender las ramas más finas el calor fue secando las restantes para permitirles finalmente sumarse a la combustión. Al comprobar como por fin parecían haberlo conseguido Esther sonreía satisfecha y Maca la miraba orgullosa M: ¿Hay algo que tú no hagas bien? E: Algo habrá, ¿no? M: Si lo hay, yo todavía no lo he descubierto E: Ya tendrás tiempo de descubrirlo M: Eso espero E: ¿Terminamos con la cena? M: Vamos Cuando tuvieron la cena lista la llevaron dispuesta en dos bandejas a la alfombra y sentadas una junto a la otra comenzaron a cenar entre mimos y carantoñas. Para ahorrar espacio habían puesto la cena de las dos en un mismo plato y de vez en cuando Esther le daba de comer a Maca con su tenedor y viceversa A un lado y más alejadas del fuego para que el líquido contenido allí no se calentase, dos copas de vino, del cual bebían de vez en cuando sin dejar de mirarse y sonreír, se devoraban con la mirada, pero aguantaron estoicamente hasta terminar la comida, y mientras Maca lo llevaba todo de vuelta a la cocina, Esther esparció por la alfombra los cojines que había sobre el sofá Una vez estuvo todo en su sitio se tumbaron en la alfombra de lado, las dos de cara al fuego, con la espalda de Esther pegada al pecho de Maca y las manos de esta rodeándole la cintura. Pasados unos segundos la pediatra bostezó y al notarlo su niña se giró un poco para mirarla E: ¿Cansada? M: Bastante. Ha sido un día largo E: Ven aquí (Se tumbó boca arriba y levantando un brazo le ofreció su pecho para que se recostara en él y cuando se hubo acomodado comenzó a acariciarle el pelo mientras ella cerraba los ojos y disfrutaba de sus caricias) M: Cuando estoy así contigo me siento tan bien, es una sensación tan agradable, me encanta estar así abrazada a ti en silencio, tranquilamente Su voz sonaba cada vez más calmada y al pasar unos segundos en los que no dijo nada más, Esther dedujo por el ritmo pausado y tranquilo de su respiración que se había dormido, alargó el brazo para alcanzar una manta que habían dejado sobre el sofá por si tenían frío y procurando no despertarla la cubrió con esta Esther miraba su rostro iluminado solamente por las llamas y pensaba en lo guapa que estaba dormida, dejó un suave beso en su frente y deseó poder estar así toda su vida, como había dicho ella unos instantes antes la sensación de tenerla pegada a su cuerpo era increíblemente agradable, le encantaba tenerla así, una persona tan fuerte y segura

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de si misma y ahora, dormida entre sus brazos parecía tan frágil y vulnerable que la llenaba de ternura Sin darse cuenta poco a poco se fue quedando dormida ella también y en algún momento de la noche la pediatra se despertó y cogiéndola de las manos la ayudó a levantarse y la guió hasta la habitación para seguir durmiendo allí Un día más amanecían abrazadas, como era costumbre cada vez que compartían cama, y mientras Esther se desperezaba levemente entre sus brazos restregándose los ojos, ella observaba sonriendo ese ritual que no faltaba ninguna mañana E: Buenos días mi amor (De nuevo se acomodó en su pecho y Maca la rodeaba con sus brazos gustosa) M: Buenos días cariño. ¿Sabes? Si me gusta dormirme contigo, creo que despertarme contigo me gusta todavía más E: A mí me encanta todo lo que hago contigo M: Espera De repente Maca se levantó y acercándose a la ventana la abrió de par en par entrando así un viento frío que la hizo acurrucar su cuerpo abrazándose a si misma, y después de aspirar profundamente ese aire puro hasta llenar sus pulmones al máximo, regresó de nuevo a la cama y se acurrucó con ella bajo el edredón E: ¿Y eso? M: Me encanta. Siempre que vengo aquí abro la ventana al despertarme, ese aire puro que te llena los pulmones liberándolos de la contaminación a la que están acostumbrados, el canto de los pájaros, el sonido del viento colándose por entre las hojas de los árboles, y ahora a todo eso se le suma tu abrazo. Me encanta Se miraron unos segundos sonriendo levemente y después de darse un beso se quedaron en la misma posición disfrutando de esas cosas tan simples Después de desayunar dieron un paseo por los alrededores y al llegar a un pequeño riachuelo se sentaron junto a un árbol apoyando la espalda en este y se quedaron allí un buen rato hablando tranquilamente mientras disfrutaban de la naturaleza En un momento dado Maca sacó una pequeña cajita del bolsillo de su chaqueta y jugueteando con esta miró a Esther mientras le hablaba algo nerviosa M: Cariño, yo... quería darte esto. No sé que pensarás (Le dio la cajita y Esther la abrió sacando así de esta unas llaves las cuales observó unos instantes antes de hablar) E: ¿Son... las llaves de tu casa? M: Sí E: Pero Maca M: No, no saques conclusiones precipitadas, no te estoy pidiendo que te vengas a vivir conmigo, ya me gustaría, pero conozco la respuesta, así que no te lo voy a pedir, de momento E: ¿Entonces?

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M: Es solo que quiero que las tengas, quiero que vengas a mi casa siempre que te apetezca sin necesidad de llamar, me gustaría decirte con esto que... que mi casa es tu casa, y bueno, pues eso, que quiero que tengas una copia de las llaves Esther la miraba sin saber muy bien que decir y entonces decidió que en vez de hablar, mejor actuar, así que acercándose a ella la besó con ganas mientras sonreía feliz por aquel detalle que había tenido Maca con ella Pasaron tres días maravillosos pero llegado el domingo por la tarde era hora de volver a la rutina diaria, a esconderse para no ser vistas juntas, a disimular en las clases, pero con la ilusión de ver que su relación cada vez iba mejor, que ese amor que sentían la una por la otra crecía sin que hubiera forma de pararlo En los exámenes del segundo cuatrimestre Esther obtuvo unos resultados mejores aún que en el primero, estaba eufórica, y más todavía al pensar que ese curso terminaba e iba a tener muchísimo más tiempo para estar con ella Un martes por la mañana se dirigía a casa de Maca con la seguridad de que la encontraría allí y con intenciones de comer con ella e irse después las dos a la consulta, pero al entrar en la casa y llamarla no obtuvo respuesta, por lo que extrañada empezó a recorrer la casa para asegurarse de que no estaba, pero no fue así, la encontró sentada en la cama, con los codos apoyados en las rodillas y la cara oculta entre sus manos Alertada por la posición en la que ella se encontraba y extrañada de no haber obtenido respuesta por su parte al llamarla, supuso que algo grave pasaba, y se acercó rápidamente para ponerse de cuclillas frente a ella e intentar cogiéndole los brazos que los apartara y la mirase E: Mi amor. Maca. ¿Ocurre algo? Cuando consiguió que apartara sus manos para mirarla pudo ver sus ojos empapados por las lágrimas, su expresión era triste, y sus suspiros y sollozos le daban a entender que había llorado bastante E: ¿Qué pasa mi amor? Dime que es lo que pasa, porque estás así M: Esther E: Estoy aquí M: Esther E: ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así? M: Cariño, abrázame E: Claro que sí mi amor Se sentó a su lado y la abrazó fuertemente mientras esperaba a que ella se tranquilizara un poco y fuera capaz de contarle lo que sucedía. Pasados unos minutos se fue separando de ella poco a poco y la miró a los ojos comprobando que estaba ya mucho más tranquila E: ¿Me vas a contar lo que te pasa?

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Maca la miró sin todavía muchas ganas de hablar pero entendió la angustia que debía de sentir Esther al verla así, y haciendo un esfuerzo comenzó a explicarse M: He recibido una carta E: ¡¿Una carta?! ¿Una carta de quien? No entiendo M: Está ahí (Señaló la mesilla donde se encontraba) Léela tu misma Entonces Esther la cogió y comenzó a leerla con detenimiento. Cuando hubo terminado miró a Maca sonriendo y sin entender muy bien a que se debía tanto drama E: ¿Lloras por esto? Pero esto que dice aquí es fantástico M: No, no lo es E: Maca, es lo que tú querías M: No ahora (La pediatra se puso de pie y andaba algo nerviosa por delante de Esther que la seguía con la mirada desde su posición) Llevo esperando esto cuánto ¿Cuatro, cinco años? Y tenía que ser precisamente ahora E: No te entiendo cariño, es tu oportunidad de hacer la especialidad que realmente te gusta M: En Miami Esther, no quiero irme a Miami, no quiero separarme de ti ahora E: Pero tienes que ir, es tu sueño M: No si para conseguirlo tengo que alejarme de ti E: No puedes renunciar por mi Maca, no me lo perdonaría nunca, sé lo importante que es esto para ti M: Tú no tienes porque sentirte culpable, no eres tú la que me pide que no vaya, es una decisión mía E: Aún así no me sentiría bien si te quedaras por mí M: Pero es que no me parece justo (Se acuclilló a su lado cogiendo sus manos) No es justo que tenga que elegir entre las dos cosas que más he deseado en mi vida E: Mi amor, no tienes que elegir, yo seguiré aquí, podremos vernos alguna vez, cariño no puedes renunciar M: Las relaciones a distancia nunca han funcionado bien E: No te vas para siempre. A ver. ¿Por cuánto tiempo sería? M: No sé, primero hacen como una preselección que dura diez meses, una especie de temporada de prueba, y después los mejores se quedan cuatro años más E: ¡¡¿Cuatro años?!! (De nuevo Maca se ponía de pie y empezar a andar arriba y abajo) M: ¿Lo ves? A ti tampoco te hace mucha ilusión, no voy y ya está E: Porque no haces lo siguiente, tú de momento ve, y si tienes que quedarte esos cuatro años más ya veremos como hacemos M: Aún así son diez meses Esther, diez meses en los que seguramente solo podremos vernos en Navidad y poco más E: ¿Cuándo tendrías que irte? M: En septiembre Las dos se miraban muy seriamente sin saber que más decir, estaba claro que a ninguna de las dos le gustaba la idea de tener que separarse, pero Maca había esperado durante mucho tiempo esa oportunidad, y Esther lo sabía perfectamente, y temía que si renunciaba por ella ese hecho pudiera empañar su relación en un futuro, así que no estaba dispuesta a consentírselo

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E: Maca, cariño, yo creo que deberías de ir, no quiero que luego te arrepientas M: Lo sé (Se quedó pensativa unos segundos y entonces se le ocurrió algo) Está bien, iré, pero si aceptas mis condiciones E: A ver M: Primero tienes que prometerme que pasaremos juntas todo el mes de agosto (Esther la miraba sonriendo mientras pensaba su respuesta) E: Hecho M: Cuando me vaya te llevarás mi ordenador a tu casa E: Pero M: Nada de peros, el tuyo va fatal y yo no voy a llevármelo, quiero que te lo quedes E: Vale M: Te daré dinero para que te pongas adsl sin necesidad de que le suponga un gasto extra a tu madre y para que te compres una web cam y un micro E: Maca, no quiero tu dinero, puedo hacer todo eso sin necesidad de que me des nada M: Son mis condiciones, o lo tomas o lo dejas Maca hablaba muy convencida y parecía decidida a quedarse si Esther no aceptaba las condiciones que ella le estaba dando, así que sonrió provocándole así una sonrisa a ella al entender que estaba aceptando Parecía que estaba decidido, si todo iba según lo previsto, los primeros días de septiembre Maca saldría hacia los Estados Unidos para especializarse en Neurocirugía pediátrica en el Miami Children’s Hospital, por lo que iba a pasar tres meses bastante ocupada ya que tendría que ir a despedirse de su familia, buscar alguien que la sustituyera en la consulta, todo esto sin dejar de trabajar, ya que el mes de vacaciones lo iba a pasar enterito con Esther Conforme iban pasando los días se iba acostumbrando al hecho de tener que irse, ya había renunciado a su puesto de profesora en la facultad así que parecía que ya no había vuelta atrás. Los días que tenía libres los iba dedicando junto con Ana a hacer alguna entrevista a posibles sustitutas suyas en la consulta, pero era una ardua tarea Por fin parecía que habían encontrado a alguien que les gustaba, era una mujer bastante agradable, se llamaba Ángeles, tenía treinta y ocho años y llevaba cuatro trabajando en el hospital de Alcorcón, pero al parecer buscaba un trabajo más tranquilo, tenía un bebé de ocho meses que le había cambiado la vida y las continuas guardias nocturnas le impedían estar mucho con él, por lo que llevaba una temporada buscando algo más relajado. Su currículo era bastante bueno, así que decidieron probar a ver que tal Los días seguían pasando y ellas, a parte de verse casi todos los días y seguir Esther yendo a la consulta siempre que podía, aprovechaban algún fin de semana para ir a la casa de la sierra o simplemente pasarlo tranquilas en casa de la pediatra, las dos evitaban tener que hablar del tema, habían decidido disfrutar del tiempo que les quedaba para estar juntas sin preocuparse de nada más, pero era inevitable que en alguna ocasión apareciera Por la cabeza de Maca rondaba una idea que, aunque sabía que no debería ni de atreverse a exponerla, no iba a estar tranquila hasta conocer su opinión, así que estando en el sofá de su casa viendo una película a la cual ninguna de las dos estaba atendiendo con mucho énfasis, se decidió a decírselo

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M: Esther E: ¿Uhmm? M: Estaba pensando que... (Su niña, que hasta ese momento estaba recostada sobre su pecho, se incorporó y la miró expectante) E: ¿Qué has pensado? M: Es algo que lleva dándome vueltas a la cabeza un tiempo y... no me voy a quedar tranquila si no te lo digo E: ¿Qué? Dime M: ¿Has pensado en la posibilidad de venirte conmigo? E: Maca, mi amor, no me lo pongas más difícil M: Lo siento cariño, pero tengo que agotar todas las posibilidades E: Claro que lo he pensado, incluso he hecho mis averiguaciones M: ¿Y? E: Es muy complicado. Para empezar me parece una locura realizar todos los trámites legales que me piden quedándome solo un año de carrera, así que pensé en terminar aquí e irme contigo el año que viene si te dan la plaza, y me informé directamente sobre ese tema, pero me parece imposible después de todo lo que he averiguado M: ¿Tan complicado es? E: Dejando a un lado que tendrías que mantenerme tú, tengo que pasar una serie de pruebas que se llama el foreign, primero hay dos exámenes que se llaman el step 1 y step 2, el primero es de ciencias básicas y el segundo de ciencias médicas, es más o menos como pasar el examen del mir, pero eso no es todo, hay que saber inglés, sin un título de ingles ni siquiera te dan el visado, solo puedes ir a los Estados Unidos de vacaciones M: Claro, es verdad, yo tuve que certificar mis conocimientos de inglés, no me acordaba E: Yo no sé ingles Maca, solo lo justo, lo que aprendí en el instituto y no era muy buena, nunca se me dio bien el inglés, tardaría dos o tres años en conseguir un título, y eso compaginándolo con los estudios M: En resumen, te vendrías casi cuando yo estaría terminando E: Más o menos M: Solo nos queda Internet E: Pasará rápido, ya lo verás A finales de julio Maca aprovechó que Ángeles ya había empezado en la consulta y se fue a Jerez a ver a su familia. Tenía pensado hacer una pequeña escapada en septiembre antes de irse, ya que su avión no salía hasta el ocho, y así apurar hasta el último momento para despedirse de ellos, pero estaban acostumbrados a tener varias visitas suyas durante el verano y no quería pasarse tanto tiempo sin ir Apenas fueron cuatro días, pero los suficientes para explicarles todo lo referente a su marcha, y como ya imaginaba, al que menos gracia le hizo eso de que se fuera tan lejos fue a su hermano Francisco Después de una cena en la que estuvieron toda la familia, este salió a la terraza con la excusa de que iba fumarse un cigarrillo, ya que sabía lo poco que le gustaba a su madre que lo hicieran en el interior de la casa

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Maca sabía muy bien lo que le pasaba, le había notado muy serio toda la noche, así que cogió dos copas de brandy y tras disculparse y decirla unas palabras al oído a Silvia, salió en su busca M: Hace calor, ¿eh? Francisco: Sí, es algo habitual en el mes de julio (Maca le tendió una de las copas y apoyó los codos en la barandilla quedando así a su lado) M: No estás nada gracioso hoy Francisco: ¿Qué quieres? Mi hermana me acaba de decir que se va a siete mil kilómetros seguramente para unos cinco años, no es una noticia como para ponerse a dar saltos de alegría M: De momento solo son diez meses (Él la miró muy serio mientras ponía cara de ¿a quien quieres engañar?) Francisco: Conociéndote estoy más que seguro de que serán cinco años (No le gustaba nada la idea de que se fuera tan lejos, pero sabía cuanto había esperado ella esa oportunidad) ¿Esther se va contigo? M: Que va, no puede venir Francisco: ¿Y eso? M: Solo le queda un año para terminar medicina, no puede dejarlo ahora, y ni te imaginas la de tramites y exámenes que tendría que pasar para seguir estudiando allí Francisco: ¿Y ya te lo has pensado bien? Yo creía que ibais en serio M: Y vamos en serio, yo diría que muy en serio, pero no puede venirse conmigo Francisco: Pero tú si puedes quedarte sin necesidad de trámites ni de exámenes M: ¿Tienes idea la de tiempo que llevo esperando esto? Francisco: Lo sé Maca, pero supongo que también llevabas mucho tiempo esperando a la mujer de tu vida, y ahora que parece que la has encontrado no sé hasta que punto debe de ser buena idea que te vayas tan lejos dejándola aquí sola, yo no sé vosotras, pero yo no lo soportaría M: Hay que joderse. Con lo que le ha costado a Esther convencerme de que vaya y ahora tú pretendes hacerme cambiar de idea Francisco: Yo no pretendo nada, solo te estoy diciendo que asumas que si te vas, la vas a perder M: Me estás animando mucho, ¿sabes? Francisco: Lo siento, pero me dolería enormemente que tomaras la decisión equivocada M: Yo prefiero pensar que lo nuestro es suficientemente grande como para aguantar esto, y creo que Esther tiene razón, si no voy puede que en el futuro le eche en cara que renuncié a mi sueño por ella, y no sería justo Francisco: Pues ve si crees que es eso lo que debes hacer (Se quedaron en silencio unos segundos mientras daba un sorbo a su copa) Por cierto, ¿cuándo la voy a conocer? M: Si no hubieses dejado de lado tu costumbre de venir a Madrid de vez en cuando, supongo que ya la conocerías Francisco: Pues mira, igual te doy una sorpresa y me ves aparecer un día de estos por allí M: Sintiéndolo mucho me voy todo el mes de agosto con ella, así que no la vas a poder ver Francisco: ¿Y a donde os vais? M: Esther todavía no lo sabe, pero he alquilado una casita en una playa preciosa, tranquila, a la que solo se llega por mar o andando Francisco: ¿Y vais a ir andando? ( Sonrió de manera burlona) M: ¿Tú que crees?

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Francisco: ¿Has alquilado también un barco? M: Pequeñito, solo como transporte Francisco: La vas a dejar alucinada M: Esa es precisamente mi intención (Sonrieron los dos y de repente Francisco se puso algo serio) Francisco: Te quiero mucho, ¿sabes? Y aunque últimamente no nos hayamos visto demasiado, te voy a echar mucho de menos M: Yo a ti también Francisco: Ven aquí Se abrazaron y mientras Maca dejaba escapar un par de lagrimitas, su hermano apretaba fuerte los ojos intentando evitarlo Dos días después de regresar de Jerez Maca hacía de nuevo el equipaje pero esta vez con algo más de ropa, todo un mes las esperaba por delante, todavía no podía creerlo, sabía que después de ese mes iba a llegar la larga separación, pero lo que ahora le esperaba por delante, eso ya nadie se lo iba a poder quitar y quería disfrutar al máximo de cada día que pasara junto a ella Cuando estaba terminando de meter las últimas cosas escuchó el sonido de la puerta y sonrió al pensar que sería ella, habían decidido salir por la mañana temprano, por lo que habían pensado que lo mejor era que Esther se quedara a dormir aquella noche en su casa, aunque la verdad era que cualquier excusa era buena para pasar la noche juntas, les esperaban treinta noches por delante, pero una más no vendría mal Esther dejó su maleta en la entrada y se dirigió hacia la habitación suponiendo que la encontraría allí, y así fue, la encontró todavía doblando algo de ropa y acercándose a ella la rodeo por la cintura y comenzó a besar la parte de su espalda que la camiseta de tirantes finos que llevaba dejaba a la vista E: Hola cariño. ¿Cómo vas con la maleta? M: Hola. Pues aquí peleándome con ella, que la pobre la voy a hacer trabajar bastante (Se dio la vuelta y cogiéndola por la cintura le dio un beso) ¿Tú ya te has traído la tuya? E: Sí, ya la tengo, pero lo mío me ha costado, como no me has querido decir a donde vamos M: Ya te he dicho que ropa de verano (Mientras ella seguía Esther se sentó sobre la cama) E: Claro, tú lo ves muy fácil, pero ¿sport? ¿de vestir? ¿bikini? M: Un poco de cada E: Pues eso he hecho, meter un poco de cada. ¿De verdad no me vas a decir a donde vamos? M: Ya te he dicho que es una sorpresa E: Joooo (Maca la miraba y sonreía, le encantaba ver como ponía esa carita de niña buena) Dame una pista M: Si fuera en invierno iríamos a la montaña E: ¿Si fuera en invierno iríamos a la montaña? (En un segundo entendió lo que le estaba diciendo) ¡¡¿Nos vamos a la playa?!! (Maca asintió mientras sonreía contagiada por la sonrisa de su niña) ¡Nos vamos a la playa! Hace como... (Se paró a pensar un instante) Como cinco años que no voy a la playa

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M: ¡¡¿Cinco años?!! ¿En serio? E: Sí, cuando fuimos a Mallorca de viaje de fin de curso con los compañeros del instituto M: Entonces. ¿Te gusta la idea? E: ¿Qué si me gusta la idea dices? (Cogió a Maca de las dos manos y tirando de ella cayeron las dos tumbadas sobre la cama) Solo el hecho de ir juntas ya convierte en buena cualquier idea, pero si además nos vamos a la playa puede llegar a ser la mejor de las ideas A las seis de la mañana sonaba el despertador y Esther, después de apagarlo de un manotazo, se dio la vuelta con intención de seguir durmiendo, pero Maca comenzó a acariciar su espalda dirigiéndose hasta su costado donde le provocó unas cosquillas que la llevaron a moverse para huir de ella E: Déjame dormir un poco más M: Quedamos en salir pronto. Venga, no te hagas la remolona que nos esperan unos cuantos kilómetros por delante E: Jooo, estamos de vacaciones, que más da llegar una hora más pronto o más tarde M: Como quieras. Me voy sin ti (Intentó levantarse de la cama pero Esther la cogió de la mano y la trajo hacia si E: Siento mucho decirle doctora Fernández que no se va a librar de mí tan fácilmente M: Ni ganas tampoco Comenzó a besarla y en un descuido de Esther la pediatra se le escapó y su fue corriendo al cuarto de baño. Se quedó todavía unos segundos en la cama mientras escuchaba correr el agua de la ducha y luego se levantó rápidamente para ir a ducharse con ella Poco después de abandonar Madrid Esther reclinó su asiento y no tardó mucho en quedarse dormida. Maca la miraba de vez en cuando sin apartar la vista durante mucho tiempo de la carretera y sonreía al pensar en la cara que iba a poner ella al ver el lugar a donde iban Después de un par de horas conduciendo, Maca detuvo el coche en un área de servicio y al ver que ella ni se inmutaba, se dirigió a la cafetería y regresó unos minutos después con dos cafés y unas pastas. Lo dejó todo dispuesto sobre el salpicadero y rodeando el coche fue hasta la puerta del copiloto para abrirla e intentar despertarla M: Cariño (Le hablaba suavemente mientras acariciándola apartaba su pelo con cuidado) Esther, ¿tienes hambre? E: Mmmmm (Comenzó a desperezarse mientras intentaba abrir un ojo para mirarla) ¿Qué hora es? M: Casi las diez. Te he traído el desayuno E: ¿Qué? (Miró el interior del coche y vio a que se refería) Gracias mi amor Se incorporó para darle un beso y después de desayunar tranquilamente sentadas en el coche siguieron su camino

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Esther iba leyendo los nombres de las ciudades que aparecían en las señales de la autovía y sonreía al ver hacia donde se dirigían. Podían ir hacia muchos sitios en esa dirección, pero más o menos sabía la zona E: Acabamos de pasar Calatayud M: Sí E: O sea, que vamos hacia Cataluña M: Muy bien. Está usted aprobada en geografía señorita García E: Que mala eres. No me lo vas a decir hasta que lleguemos, ¿verdad? M: No E: Déjame por lo menos intentar adivinarlo. Tú solo di sí o no M: Vale E: A ver (Esther pensaba y Maca sonreía al ver esa actitud infantil por parte de las dos) ¿Está en provincia de Barcelona? M: ¡¡Hala!! Eso no vale, en un momento descartas un montón de sitios E: ¿No pretenderás que te diga todas las ciudades de la costa mediterránea? M: Pues claro E: Anda ya. Bueno, pues tú lo has querido (Seguía pensando unos segundos) Joder, no se me ocurre nada M: No andamos tan bien de geografía como yo pensaba, ¿eh? E: ¿Cómo que no? Vas a ver tú (Maca reía más fuerte y ella seguía pensando) Sitges M: Por fin te salió uno E: ¿Es ese? M: No E: Dime por lo menos si me voy para el norte o para el sur M: Mmmmm, al norte E: Al norte (Seguía pensando y Maca no dejaba de sonreír mientras miraba la carretera) Cadaqués M: Joder, si que te has ido al norte, yo diría que demasiado E: Vale. Ahora me voy para el sur. O sea, que está entre Sitges y Cadaqués M: Eso es E: Mmmm... no tengo ni idea de que pueblos están al norte y cuales al sur M: Primero vamos a Blanes, y no me hagas decirte nada más, ya lo verás cuando lleguemos, te vas a cargar la sorpresa por completo E: Vale, ya me callo, pero cuéntame algo M: ¿Qué le has dicho a tu madre? E: Pues al principio no sabía que excusa inventarme para irme todo un mes, aunque tampoco he necesitado nunca muchas excusas con ella, confía mucho en mí M: Normal, con una hija como tú (Ella le sonrió agradeciéndole así sus palabras) E: Pero como todos los veranos desde que la conozco, mi amiga Laura me dijo de irme al apartamento que tienen sus padres en la playa, y como ella sabe lo nuestro M: ¿Tu amiga Laura? ¿Laura Llanos? E: La misma. Pues eso, hablé con ella y le conté que me iba contigo y que la iba a utilizar como excusa M: ¿Y por que no le cuentas a tu madre la verdad? E: ¿A mi madre? Claro, seguro que le haría mucha ilusión, vamos, no sé que sería exactamente lo que más ilusión le haría, puede que el hecho de que seas una mujer, o no, mejor aún, que seas mi profesora, o puede que le guste más saber que tienes casi ocho más que yo, sí, seguro que sí

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De repente Maca se puso muy seria, ese era un tema del que prácticamente no habían hablado, pero no esperaba esa respuesta por parte de Esther, sabía que sería complicado contárselo a su madre, pero por lo que acababa de oír ella no tenía muchas intenciones de hablarle del tema de momento Al ver como la expresión de la pediatra cambiaba, Esther se dio cuenta de todo lo que acababa de decir y en que tono lo había hecho, iba a ser complicado hablarlo con su madre, pero no quería que Maca pensara que para ella era un problema cualquiera de las cosas que acaba de decir E: Cariño, lo siento. Es que le he dado muchas vueltas y no sé como decírselo M: Da igual. Tienes razón, seguro que no le hace ninguna gracia pensar que su hija se ha liado con una profesora bastante mayor que ella, lo primero que va a pensar es que quiero aprovecharme de ti o algo así E: ¿Cómo va a pensar eso? M: No sé, tú lo has dicho todo E: Joder, empezamos bien Las dos se quedaron en silencio seriamente mientras daban vueltas en su cabeza a esa pequeña conversación que acababan de tener. Esther sabía que había metido la pata, pero no encontraba la forma de arreglarlo, temía estropearlo más, por eso siguieron el resto del trayecto sin hablar más que lo justo Al no hablar mucho la última hora de viaje se les hizo muy larga a las dos, y al llegar a Blanes y bajar del coche con intención de buscar un sitio para comer, Esther se acercó a Maca y cogiéndola de la mano la hizo detenerse E: Cariño, perdóname M: No pasa nada. Olvídalo y vamos a comer que ya es un poco tarde E: Yo no puedo comer así, tengo un nudo en el estómago y como no cambies esa cara no creo que pueda tragar nada M: No tiene importancia Esther, de verdad E: Sí la tiene, al menos para mí sí la tiene, no me gusta verte así y no soporto que estemos enfadadas M: Yo no estoy enfadada E: Sí lo estás, aunque no quieras admitirlo M: Está bien, lo reconozco, estoy enfadada, ¿Ya estás contenta? (Maca siguió andando y Esther de nuevo la detenía) E: Suéltalo (Ella la miraba sin decidirse a decirle lo que realmente pensaba, pero finalmente explotó) M: Es que no entiendo como hace unos días estuviste sopesando la posibilidad de venirte conmigo si ni siquiera eres capaz de decirle a tu madre que estamos juntas E: Es que no es fácil M: No es solo eso, es que no veo ningún interés por tu parte en decírselo Esther, yo sé que me voy dentro de un mes, ¿pero si vengo en Navidad vamos a tener que seguir escondiéndonos? Ya no soy tu profesora por si no lo recuerdas, no tengo ninguna necesidad de esconderme, y lo de la edad no tiene mayor importancia, al menos para mi no la tiene, y pensaba que para ti tampoco, lo único que realmente puede costarle un poco aceptar es que soy una mujer E: ¿Y te parece poco?

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M: ¿Ese es el problema? No te atreves a decirle a tu madre que te gustan las mujeres, ¿es eso? (Esther bajó la mirada al suelo, se sentía culpable, pero esa era la verdad) E: No estoy preparada para decírselo Maca. Si ella no reaccionara bien, no sé... M: Cariño, es tu madre E: Pero no todos los padres lo entienden En ese momento Maca se acordó de su padre, de cuanto tiempo había tardado en aceptarla como era, y la paciencia que había tenido con él hasta conseguir que más o menos se comportara de forma natural con ella, y entonces entendió la preocupación de Esther, sabía que ella estaba muy unida a su madre y lo mal que lo pasaría si esta reaccionara mal, así que pensó que era mejor dejar el tema por el momento M: No pasa nada mi amor, entiendo lo que quieres decir, no es fácil, pero es que a veces me gustaría que las personas de tu entorno supieran que soy parte de tu vida E: Y lo sabrán. No sé cuando, pero lo sabrán Se quedaron mirándose un instante y poco a poco fueron apareciendo unas tímidas sonrisas que como los primeros rayos de sol después de la tormenta anunciaban que todo había pasado Después de comer en un restaurante del paseo marítimo regresaron al coche y primero fueron a una oficina donde Maca recogió unas llaves para luego dirigirse al puerto deportivo. Esther miraba los hoteles y edificios cercanos y pensó que irían a uno de esos, pero cuando cogieron las maletas Maca fue directa hacia la entrada del puerto E: ¿Adónde vamos? M: Tú coge la maleta y ven conmigo E: ¿Vamos en barco? M: Ven y lo verás La siguió hasta una caseta que había junto a la entrada y una vez allí Maca llamó a la puerta y estuvo hablando unos minutos con un señor mientras Esther contemplaba algunos de los maravillosos barcos que había por allí cerca, luego salieron juntos y siguieron al señor que había estado hablando con la pediatra hasta que se detuvo junto a una lancha Señor: Esta es señorita M: Muchas gracias Señor: Si tienen algún problema ya sabe mi teléfono M: Sí, tranquilo, espero que no lo tengamos Señor: No lo tendrán, funciona perfectamente y no suele dar problemas M: Pues muchas gracias Les dio la mano a las dos a modo de despedida y se alejó por donde habían venido mientras Esther miraba algo alucinada a la lancha y a Maca alternativamente E: ¿Se puede saber a donde vamos? M: Quieres dejar de preguntar y fiarte un poquito de mí E: Si yo me fío de ti, aunque reconozco que tengo un poco de miedo M: Pues no temas nada y sube, que en diez minutos estamos

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E: ¿Y no podemos ir con el coche? M: ¿No te gustan los barcos? E: No sé decirte, no me he montado nunca M: Pues te guste o no vas a tener que subirte, porque solo se puede llegar por mar E: ¿Vamos a una isla? (Maca no podía dejar de sonreír ya que Esther parecía una niña asustada) M: Quieres subirte ya, que llegamos antes de que te des cuenta E: Vale, pero esto se avisa Con un poco de miedo se subió a la lancha y después de dejar las maletas en el pequeño camarote que había en la parte delantera, Maca puso el motor en marcha, y con una Esther agarrada con ambas manos a una de las barras, se puso en marcha para salir poco a poco del puerto Tras abandonar el puerto deportivo Maca aceleró un poco más y Esther la miraba ahora sonriendo M: ¿Qué? ¿Te gusta? E: Un poco pronto para decirte, pero de momento sí. ¿No será tuyo? M: Que va, es de un amigo del marido de Ana. Se lo he alquilado para todo el mes E: ¿Va a ser nuestro medio de trasporte? M: Más o menos, sí E: Pues me guste o no me voy a tener que acostumbrar (Maca se quedó mirando al mar sonriendo mientras Esther se preguntaba de que, hasta que no pudo más y le preguntó) ¿De qué te ríes? M: Esto me recuerda a la primera vez que te lleve en la moto, también estabas muerta de miedo E: Pero no era por la moto M: ¿A no? E: No. Era porque tenía que abrazarme a ti M: ¿Te daba miedo tener que abrazarte a mí? E: Mucho. Me atraías como un imán y pensaba que si me abrazaba a ti ya no podría soltarte (La pediatra sonreía aún más algo emocionada por sus palabras) M: ¿Y ahora? ¿Todavía te da miedo abrazarme? E: Curiosamente ahora es justo lo contrario, cuando estoy abrazada a ti se me olvidan todos mis miedos M: Ven Le tendió un brazo pidiéndole así que se acercara y dejando espacio entre ella y el volante la hizo colocarse allí para así rodearla con sus brazos, entonces, cogiendo una de las manos de Esther la colocó en el volante para que fuera ella quien guiara la embarcación E: ¿Dónde aprendiste a llevar esto? M: Mi hermano Jero es un apasionado del mar, con diecisiete años consiguió que mi padre le comprara su primer barco y desde entonces siempre que tiene tiempo te aseguro que está navegando E: Y él te enseñó M: Sí, aunque ya hacía un par de años que no cogía uno. Es más divertido con un velero, el que tiene Jero ahora es precioso

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E: ¿Tiene un velero? M: Uhmm, uno de trece metros con capacidad para seis personas. Es una maravilla, y lo cuida mucho. Ya lo verás Esther simplemente sonrió confiando en que así sería, y al notar como Maca cogía el volante para girarlo mientras iba reduciendo la velocidad, miró la costa que ahora quedaba frente a ellas y no podía creer lo que tenía ante sus ojos E: ¿Ya hemos llegado? M: Sí. Si no me equivoco es aquí E: Pero (Por un momento Esther se había quedado sin palabras) Es... es... precioso M: Solo lo que tú te mereces mi amor Dándose la vuelta la abrazó mientras daba como pequeños saltitos de alegría, no podía creer lo que tenía ante sus ojos, una pequeña cala desierta a la que como ella le había dicho solo se podía acceder por mar, y cerca de allí, sobre un pequeño promontorio, una casa que apenas se veía escondida entre los árboles y demás diversa vegetación E: ¿Es esa casa de ahí? M: Sí. ¿Te gusta? E: Me encanta. ¿Y la playa es para nosotras solas? M: Bueno, no es privada, puede que venga más gente, pero me garantizaron que no es muy frecuentada. Hay una escalinata que va de la playa al jardín de la casa E: Es perfecto. El lugar más maravilloso que nunca he visto Cuando Maca detuvo completamente la lancha y paró el motor, soltó la pequeña ancla y sin pensarlo dos veces comenzó a quitarse la ropa ante la mirada estupefacta de Esther. En pocos segundos se había desprendido de casi toda esta y apenas llevaba la parte inferior del bikini, rápidamente se colocó en la pequeña plataforma de la parte posterior para así zambullirse en el agua Tras unos segundos emergía a pocos metros de allí mientras Esther, apoyada en la barandilla con las dos manos, la miraba sonriendo. Desde esa perspectiva le parecía una sirena y al ver como le pedía con la mirada que se uniera a ella, comenzó a despojarse de su ropa dirigiéndose al pequeño camarote en busca de su bikini, abrió la maleta y buscó rápidamente aquella prenda que al encontrarla se puso en un plis plas, salió al exterior y se zambulló para ir junto a ella Al llegar a su lado emergió uniendo sus cuerpos, Maca la rodeó por la cintura para impedir que se separara por el ligero balanceó de las olas. El agua apenas les llegaba hasta la cintura, pero ellas permanecían agachadas para que les cubriera casi hasta el cuello. En un momento dado Esther la rodeó con sus piernas por la cintura y así, con sus cuerpos muy próximos, se miraban sin dejar de sonreír y prodigándose algún beso de vez en cuando Poco a poco Las pequeñas olas las fueron empujando hacia la orilla hasta que sin darse cuenta quedaron sentadas con tan solo un palmo de agua de profundidad, pero ellas seguían sin inmutarse, se miraban, sonreían, sin importarles nada más E: Este lugar es maravilloso, eres maravillosa Maca, todo esto que haces por mí

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M: Dudé bastante cuando vi las fotos que me enseñaron en la agencia. Pensaba que te enfadarías, que podría parecerte algo ostentoso E: Un poco si lo es, la verdad. Si hace unos meses me hubieses traído a un sitio así, seguramente me habría ofendido, pero tengo que aceptarlo, tengo una novia rica, es más, creo que me estoy acostumbrando a todo esto, cada vez me gusta más que me sorprendas, que me deslumbres con cosas como esta, me encanta que me mimes M: A mí me encanta mimarte Después de darle un beso Esther se separó de ella y acercándose más a la orilla se tumbó en la arena justo al borde del agua donde las pequeñas olas mojaban sus piernas. Maca la miró durante unos segundos y luego se aproximó y se tumbó a su lado M: Que tranquilidad, que paz E: Parece increíble que todavía queden sitios así, y más aún aquí /Esther seguía alucinada con aquel paisaje que tenía a su alrededor( M: Sí, es verdad, con la de edificios y urbanizaciones que hay cerca de aquí, a veces cuesta creer que respeten sitios tan maravillosos como este E: Yo pensaba que para encontrar lugares así paradisíacos había que irse al caribe o a la polinesia, y veo que no, que hay sitios fantásticos en todas partes, lo difícil es conseguir que se conserven (Se miraron un momento y entonces Esther decidió cambiar el rumbo de la conversación) Aunque a decir verdad, tu sola presencia convierte cualquier lugar en paradisíaco Sus miradas se cruzaban en silencio, y aunque Maca trataba de evitar pensar en ello, la mayor parte del tiempo solo un pensamiento rondaba por su cabeza, cosa que hacía inevitable que saliera de vez en cuando M: Te voy a echar muchísimo de menos (Su mirada se volvió triste y ella se apresuró a abrazarla) E: Mi amor, todavía nos queda todo un mes por delante, no nos lo vamos a pasar pensando en tu marcha (Le dio un beso y la miró sonriendo) ¡¡¿Te imaginas la de cosas que se pueden hacer en un mes en un sitio como este?!! (Maca sonreía ante su entusiasmo) Así me gusta, verte sonreír M: Mi niña, te quiero Comenzaron a besarse y de repente Esther se levantó y se metió rápidamente en el agua. Al llegar a donde ya le empezaba a cubrir se dio la vuelta para mirarla y entonces ella, sonriendo, fue a su encuentro Estuvieron jugando y nadando un buen rato hasta que decidieron subir a ver la casa, entonces acercaron la lancha a la orilla el máximo posible y tras coger las maletas salieron del agua con estas en alto para que no se mojaran y con calma subieron la larga escalinata que llevaba hasta el jardín Era una casa bastante grande, de construcción antigua, pero desde el exterior se veía muy bien conservada, como pudieron comprobar al entrar en esta. Tenía un gran jardín muy bien cuidado y desde este se accedía a un amplio salón por unas puertas correderas muy grandes. Una vez en el interior dejaron las maletas y cogidas de la mano fueron descubriendo cada rincón de la que iba a ser su residencia durante ese mes de agosto

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En la planta baja se encontraron con un cuarto de baño de dimensiones considerables, con una bañera que más bien parecía una piscina y de diseño excepcional. Al otro lado del salón una cocina en la que había una gran mesa de madera con cuatro sillas la cual comentaron sería seguramente la que usarían de manera habitual Ya en el segundo piso se encontraron con cuatro puertas que daban al gran rellano de la escalera, una de ellas daba paso a otro cuarto de baño, algo más reducido, pero no por ello menos bonito, otras dos las llevaron a sendas habitaciones con dos camas cada una, y la última de estas a otra con una cama de matrimonio que en principio pensaron sería la que iban a utilizar, pero, algo les hizo cambiar de opinión Siguieron subiendo por la escalera y al final de esta, sin puertas que lo aislara, descubrieron otra habitación. Era de forma abuhardillada, muy grande, con una cama de matrimonio de grandes dimensiones, y frente a esta un gran ventanal que daba acceso a una terraza con vistas al mar Al salir y descubrir la impresionante vista que tenían delante de ellas no lo dudaron ni un segundo, definitivamente esa iba a ser la habitación que ocuparían, con todo el mar mediterráneo a sus pies y esa brisa que hacía soportable el calor de la época en la que se encontraban Observando los alrededores de la casa vieron un camino de tierra que llegaba hasta la entrada principal y decidieron seguirlo dando un paseo para ver hasta donde las llevaba. Estaba en muy malas condiciones, como si lo hubiesen descuidado a propósito para que la casa quedara aislada y en tranquilidad, pero después de aproximadamente un kilómetro daba a un camino más ancho en el que se veían otras casas E: ¿No decías que no se podía acceder por carretera? M: Eso me dijeron en la agencia, aunque ahora que lo pienso, en realidad lo que me dijeron es que no se podía pasar con el coche, que si quería podíamos llegar a pie E: Lo que no sabían ellos es que tú tienes un cuatro por cuatro M: Claro. Con el mío se puede pasar perfectamente E: Pues menos mal, porque ya me veía subiendo las bolsas de la compra por esa escalinata M: Entonces mañana nos vamos andando y regresamos con el coche E: Pero la lancha la usaremos de todas formas, ¿no? M: Te ha gustado, ¿eh? E: Sí. ¿Se nota? M: Un poquito solo E: ¿Y que cenaremos hoy? Porque la nevera está vacía, parece la de tu casa la primera vez que fui M: Pues podemos ir con la lancha a por unas pizzas antes de que se haga de noche, ¿te parece? E: Por mi perfecto, y de paso a ver si compramos algo para el desayuno M: No perdonas una, ¿eh? Regresaron a la casa y como habían dicho fueron al pueblo a comprar algunas cosas, pero solo lo justo para ese día, ya al día siguiente comprarían todo lo necesario con el cuatro por cuatro

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Al llegar de nuevo a la cala ya empezaba a anochecer y el mar estaba en una calma absoluta, por lo que no pudieron resistirse, y dejando todo lo que habían comprado en los primeros escalones donde no se llenara todo de arena, se dieron un rápido chapuzón y luego ya subieron hasta la casa La cena fue muy tranquila. Sentadas en la terraza que daba al jardín se quedaron charlando con calma y disfrutando de la tranquilidad que reinaba hasta pasada la medianoche, luego subieron a la habitación y primero jugando y haciéndose cosquillas terminaron encendiéndose para dar paso así a una larga noche de amor En la madrugada, en ese momento del sueño en el que se está tan bien que da la sensación de que aunque tirasen una bomba no nos enteraríamos, Esther sintió como la zarandeaban, y aunque primero intentó huir colándose bajo las sabanas, el brazo que intentaba despertarla parecía no desistir M: Esther (Ella parecía no escuchar aquella voz, estaba tan sumida en su sueño que no era consciente de que la llamaban) Esther... cariño E: Mmmmm aspjcaockxoap (Masculló algo entre dientes y ante la sonrisa de Maca se dio media vuelta para intentar seguir durmiendo) M: Venga, despierta (Finalmente consiguió que dijera algo claro) E: ¿Qué pasa? M: Ven, quiero enseñarte algo E: ¿Qué hora es? M: ¿Qué más da? Deben de ser como las seis y media o las siete E: Joder Maca, tengo sueño M: Luego seguimos durmiendo E: A ver que es eso tan importante Se levantó a desgana y cogida de la mano de Maca empezó a andar cuando esta tiró de ella, salieron a la terraza y al mirar Esther hacia el horizonte entendió la insistencia de la pediatra en que se levantara, se acercó a la barandilla mientras ella se quedaba observando su reacción ante tal espectáculo y en pocos segundos se unía a ella rodeándola por la cintura Las primeras luces del día dejaban ver el mar de un intenso azul que al acercarse al horizonte se teñía en tonos rojizos bañado por los primeros rayos del sol que anunciaban la inminente salida de este. Poco a poco y muy tímidamente iba asomando en toda su grandeza empañada apenas por unas pequeñas nubes que osadas copiaban su color para confundirse con él Esther se abrazó a ella agarrando sus brazos buscando así refugio ante la baja temperatura que increíblemente había en ese momento, y con una sonrisa de felicidad se quedaron inmóviles durante varios minutos admirando la majestuosidad de algo tan sencillo que ocurre todos los días, en todas las partes del mundo, y sin embargo, sigue emocionándonos muchas veces Después de contemplar tan maravilloso amanecer juntas, regresaron a la cama y acurrucadas la una junto a la otra, pues se habían enfriado un poco en la terraza, se quedaron dormidas en apenas unos instantes

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Varias horas después Esther despertó sola en la gran cama, miró a su alrededor pero no vio a nadie y en silencio intentaba percibir algún sonido que la advirtiera de donde estaba ella, pero las dimensiones de la casa convertían en imposible tal labor, así que decidió levantarse e ir en su busca Al bajar las escaleras finalmente los sonidos provenientes de la cocina la alertaban, pero antes de dirigirse allí se encaminó al jardín y tras coger unas margaritas regresó al interior de la casa para ir hacia donde sabía estaba Maca e intentar ser esta vez ella la que la sorprendiera, aunque fuese de una forma tan sencilla Acercándose a ella con cuidado de no hacer ruido alguno, fue pasando la mano en la que llevaba las flores hasta colocarlas delante de ella E: Buenos días mi amor (Maca cogió las flores para acercárselas y disfrutar de su aroma y luego se dio la vuelta para besarla) M: Buenos días cariño. Muchas gracias, son preciosas E: ¿Qué haces? M: Te iba a subir el desayuno, pero veo que se me ha hecho tarde E: Dicen que la intención es lo que vale. ¿Te ayudo? M: No sé a qué, si solo es un vaso de leche y unas magdalenas E: ¿No queda pizza de anoche? M: ¿Vas a comer pizza ya de buena mañana? E: Hay que empezar el día con energía M: Pero estará fría E: Da igual, a mí me gusta de todas formas M: Lo tuyo es grave, ¿eh? Te lo comes todo Desayunaron tranquilamente y luego, por el mismo camino que habían transitado el día anterior, fueron andando hacia el puerto guiadas por las indicaciones de algunos transeúntes a los que se acercaron a preguntar Al llegar al coche sonrieron victoriosas, como si hubiesen realizado una gran hazaña, y montadas en este fueron en busca de un supermercado donde comprar todo lo necesario para los días siguientes Ya de vuelta en la casa Esther preparaba una ensalada de pasta mientras Maca iba guardando la compra, y al terminar metieron dicha ensalada en un tupper, cogieron algo de fruta, bebidas y las toallas y se dispusieron a bajar a la playa Después de disfrutar durante un buen rato de las cálidas aguas del mediterráneo comieron, y con el estómago lleno tumbadas en las toallas bajo el sol empezaron a amodorrarse, por lo que Esther sugirió de ir a echarse una siesta en la apetecible cama que había en el pequeño camarote de la lancha, pero entre recoger las cosas e ir allí lo único que consiguieron fue despejarse de nuevo y aunque se tumbaron para intentar dormir, ninguna de las dos parecía tener esas intenciones Maca estaba de espaldas a ella, con los ojos cerrados, pero no dejaba de sonreír, sonrisa provocada por la mano de Esther que juguetona se paseaba por su cintura haciéndole unas ligeras cosquillas. Pasados unos minutos sintió que ella detenía esa pequeña tortura

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y pensando que se habría dormido se dio la vuelta a mirarla y la encontró desnuda frente a si mirándola No supo en que momento ni como Esther se había quitado el bikini, pero estaba claro que se lo había quitado, y lo demás no le importaba, así que se lo quitó ella también ante su atenta mirada y viendo que el sueño había desaparecido se acercó a ella insinuante Pasaron media tarde metidas en el camarote de la lancha y luego decidieron ir costeando hasta Lloret de mar para disfrutar del espléndido paisaje que ofrece la costa brava vista desde el mar. El contraste que ofrecía los imponentes riscos y peñascos separados por cortas distancias de las aglomeraciones de edificios destinados al turismo las dejó impresionadas En algunos puntos del paseo marítimo de Lloret, los edificios se agolpaban casi hasta el borde del agua, y pocos metros después otro peñasco conseguía que la naturaleza dominara y entrara reinante mar adentro impidiendo así que aquellos monstruos de hormigón siguieran ensombreciendo el paisaje Maca detuvo la lancha cerca de un risco y observando la profundidad que el mar alcanzaba tan cerca de la tierra se deleitaban con la diversidad de tonos azules mezclados con verdes que allí podían observar En el camino de regreso la pediatra se atrevió a forzar un poco el motor de aquella maquina. El viento en su cara las hacía sentir vivas, y sonreían felices ante tal sensación. La lancha parecía volar, daba la sensación de que en cualquier momento despegaría del agua, y cuando esto sucedía volvía a caer sobre esta provocando un ligero hormigueo en sus estómagos Al acercarse de nuevo a la cala, Maca detuvo la lancha donde todavía había bastante profundidad, y saltando desde esta disfrutaron de lo lindo zambulléndose y jugando en el agua Empezaba a anochecer y decidieron acercarse a la orilla antes de que la oscuridad fuera tal que les impidiera ver por donde llevar la lancha para evitar loas rocas del fondo, una vez anclada cogieron las cosas y se quedaron todavía un rato más disfrutando de la calma y la agradable temperatura del agua a esas horas E: ¿Sabes Maca? Solo llevamos aquí un par de días y ya siento que van a ser unas vacaciones inolvidables (Se acercó a darle un beso y entonces la pediatra llevó una mano a su espalda para aproximar su cuerpo al de ella, pero Esther soltó un gritó que la alarmó) ¡¡Auuu!! Mi espalda M: ¿Te has quemado? Pero si tampoco hemos estado tanto al sol E: Joder, si es que yo me quemo incluso bajo la sombrilla, solo del reflejo del agua. Siempre me lo dice mi madre, que cuando éramos pequeños y veníamos a la playa con papá yo siempre me quemaba M: Vamos arriba que ni siquiera puedo ver como la tienes Subieron a la casa y aunque en un principio la espalda de Esther no se veía muy quemada, al salir de la ducha la situación había cambiado notablemente, su piel era de

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un rosado intenso cercano al rojo, y al tocarla Maca con sumo cuidado, sintió como ardía M: En este momento se podría freír un huevo en tu espalda cariño E: Joder. ¿Y que hacemos ahora? M: Buena pregunta. Cualquiera diría que te falta un año para licenciarte en medicina (Esther la miraba con carita de pena) Está bien, yo diría que tenemos dos opciones. Dada la hora debe de estar todo cerrado, o sea que, o buscamos una farmacia de guardia donde podamos encontrar alguna crema o bálsamo que te alivie esas quemaduras, o utilizamos algún remedio casero E: ¿Medicina natural? M: Sí E: ¿Un remedio como cuál? M: Un yogur. Hemos comprado yogures, ¿verdad? E: Sí M: Sube y túmbate en la cama que voy corriendo En breve llegaba Maca con un yogur en sus manos y con mucho cuidado lo fue extendiendo por la zona más afectada, principalmente cerca de los hombros. Esther cerró los ojos y por la expresión de su cara era evidente que aquello le producía mucho alivio E: ¿Tengo que tenerlo mucho rato? M: Solo unos minutos Al terminar, la pediatra bajó al cuarto de baño del primer piso para lavarse las manos y cuando regresó le pareció que Esther se había quedado dormida, despacio se sentó a su lado y la acariciaba con sumo cuidado apartando los mechones que caían sobre su cara mientras la miraba con ternura Una pequeña lágrima aparecía en los ojos de Esther dándole a entender que se había equivocado y que ella en realidad no dormía, se tumbó a su lado buscando la proximidad de sus cuerpos y entonces ella se recostó en su pecho abrazándose al mismo tiempo a ella M: Mi niña. ¿Qué te pasa? E: ¿Quién cuidará de mí cuando tú te vayas? Aquella pregunta sorprendió a Maca, por lo que en un primer momento no supo que responderle, y con cuidado de no pringarlo todo con el yogur, la abrazó sin saber todavía que decirle E: ¿Por qué la vida a veces nos tiene que hacer pasar por estas pruebas? M: Esther. Esther mi amor E: Te quiero Maca. Te quiero, y sé que mi amor por ti puede aguantar esto y mucho más, pero me da miedo, es mucho tiempo, y pueden pasar muchas cosas M: Mi niña. ¿Me estás pidiendo que no me vaya? (Esther reaccionó al instante e incorporándose la miró)

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E: No, no, ¿Cómo se te ocurre? Es tu sueño y quiero que lo cumplas. Tu meta es llegar a ser neurocirujano y tienes que llegar, tú puedes, y esta es tu oportunidad, es solo que no ha llegado en el mejor momento M: Mi amor, va a ser duro en muchos momentos, pero yo también te quiero, mucho más de lo que te imaginas, y aguantaremos esto y lo que venga, ya lo verás, pero juntas, siempre juntas (Esther se abrazó de nuevo a ella y ante tal efusividad, Maca se olvidó del yogur y terminó por pringarse toda) Joder E: ¿Qué pasa? M: El yogur, que ahora está en mis brazos Esther se incorporó completamente y al verla toda pringada con el yogur empezó a reír contagiándola así a ella, y entre risas se fueron al baño a limpiarse Los días seguían pasando con calma y ellas los disfrutaban al máximo, la preciosa playa que tenían prácticamente para ellas solas y que apenas en un par de ocasiones tuvieron que compartir, largas veladas en el jardín a la luz de la luna, algún que otro amanecer, incluso alguno las sorprendió todavía despiertas, y lo mejor de todo, su compañía De vez en cuando iban a hacer una visita al pueblo, a cenar, o salían a tomar algo, pero siempre terminaban por necesitar esa intimidad de la casa y de su playa, una playa que en más de una ocasión fue testigo mudo de su amor Hubo un par de días en los que se atrevieron a alejarse un poco más con la lancha, aunque siempre costeando, y en una de estas salidas llegaron hasta el cabo de Creus quedando maravilladas por su grandeza y lo abrupto del paisaje Y así llegó el final de las vacaciones. Con mucha pena cerraron la casa y se despidieron de ella dejando escapar algunas lagrimitas, pero no por abandonar el lugar, si no porque sabían que la despedida se acercaba El viaje de vuelta a Madrid fue muy silencioso, intentaron entablar conversación un par de veces, pero la inminente partida de Maca terminaba siempre siendo el tema reinante, por lo que ninguna de las dos tenía muchas ganas de hablar Pasaron esa última noche de agosto en casa de Maca y por la mañana se despidieron ya que la pediatra se iba esa misma tarde a Jerez a pasar unos días con su familia A su regreso ya solo faltaban dos días para su partida hacia Miami, y Esther decidió pasarlos con ella en su casa, querían apurar hasta el último minuto, pero fueron unos días muy tristes. Apenas hablaban, las lágrimas aparecían cada dos por tres, parecían dos condenados esperando su ejecución en el corredor de la muerte Y el fatídico día llegó. Después de una noche en la que el sueño había tardado bastante más de lo normal en aparecer, Maca terminaba de hacer las maletas mientras Esther en la ducha lloraba angustiosamente aprovechando que ella no la veía Cuando salió del cuarto de baño envuelta en un albornoz, la pediatra estaba cerrando la última maleta, se sentaron en la cama y con las manos que quedaban juntas entrelazadas se miraban con cara de circunstancias

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M: Ha llamado Ana. Dice que pasará a recogernos en media hora Después de sopesar varias posibilidades, habían decidido que Ana iría con ellas al aeropuerto, y debido a que Esther no tenía carne de conducir, esta se había ofrecido a llevarlas en su coche. En un principio no quería ir para dejarles algo de intimidad en ese momento de despedida, pero Maca también quería despedirse de ella, e insistió hasta convencerla de que las acompañase E: ¿Media hora? Esther la miraba con unos ojos brillantes que eran la imagen de cómo se sentía por dentro en ese instante, luego miró sus manos unidas mientras jugueteaba con sus dedos M: Mi amor Se volvieron a mirar y abrazándose cayeron tumbadas sobre la cama mientras dejaban salir esas lágrimas que no podían contener ya por más tiempo Maca comenzó a besar sus mejillas sintiendo el sabor salado que el llanto había dejado en ellas y poco a poco llegó a sus labios que la esperaban ansiosos. Con suma destreza le desató el albornoz y abriéndolo se lanzó sobre sus pechos E: Maca (Ella seguía besándola con desespero excitándola al máximo) Maca, mi amor, solo tenemos media hora M: Tranquila. Que espere (Mientras le hablaba no dejaba de besarla) Ana lo entenderá. Déjame sentirte una vez más antes de irme Esas palabras bastaron para que Esther se dejara llevar, y un poco contrarreloj se amaron una vez más sintiendo como sus cuerpos temblaban de deseo Cuando Ana llamó al timbre ya se estaban vistiendo a toda prisa entre sonrisas de complicidad, rápidamente cogieron las maletas y un poco apretadas se metieron en el ascensor, afortunadamente el maletero del mono volumen tenía capacidad pata todo lo que Maca pensaba llevarse Ya en el aeropuerto fueron directamente a facturar y luego se dirigieron a la cafetería a esperar que pasaran los veinte minutos que faltaban para embarcar. Al principio nadie decía nada, pero fue Ana quien se decidió a romper aquel incómodo silencio Ana: ¿Cuándo empiezas? M: El lunes Ana: Bueno, al menos tendrás tiempo para instalarte M: Y para acostumbrarme al cambio horario Ana: Hoy se te va a hacer un día larguísimo. Recuerdo cuando Fonsi y yo fuimos a Méjico, el día que llegamos fue muy raro, cuesta acostumbrarse Mientras ellas seguían hablando de cosas banales, Esther estaba sumergida en sus pensamientos con la mirada perdida. Maca la miraba de vez en cuando y se entristecía al

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verla así, pero sabía que en ese momento nada podía animarla, y simplemente le apretaba la mano que tenía entre la suya y le sonreía Los minutos pasaron rápidos y Maca no quiso alargar mucho la despedida, llevaban más de un mes despidiéndose, pero ese momento iba a ser el peor con diferencia, y quería que pasara lo más rápido posible. Se acercó primero a Ana, la abrazó y permanecieron así durante unos segundos Ana: Cuídate mucho Maca, y si no te tratan bien te vuelves M: Te voy a echar mucho de menos, ¿sabes? Ana: Y yo a ti Se dieron dos besos y Ana se alejó un poco para dejarles un poco de intimidad. Maca cogió las dos manos de Esther y se miraban con los ojos empañados. Durante unos segundos no supieron que decir, solo se miraban mientras las primeras lágrimas comenzaban a asomar, y entonces la pediatra, con los dedos pulgares, retiró esas pequeñas gotas de las mejillas de su niña con suma delicadeza M: Cuídate mucho (Esther solo asentía, un nudo en la garganta le impedía hablar) No quiero que llores. Sonríe un poquito para mí (Sonrió inevitablemente) En cuanto llegue te llamo sea la hora que sea E: Sí M: Y en cuanto tenga Internet tenemos que encontrar un horario para hablar, ya sabes (De nuevo asentía) Dime algo E: Te quiero M: Mi niña (La abrazó apretándole la cabeza contra su pecho) Yo también te quiero, y te voy a echar muchísimo de menos. Mi niña (Cogiéndole la cara con ambas manos comenzó a darle pequeños besos) Te quiero, no lo olvides nunca E: Maca (Unió su frente a la de ella y con una mano en su nuca le impedía que se alejara) Maca )Las lágrimas ya eran abundantes y la pediatra se las retiraba con sus caricias) M: Ya mi amor, ya. Me tengo que ir E: Bésame M: Claro mi vida Se besaron desesperadamente intentando saciarse así con ese contacto y entre besos se dedicaban algún “Te quiero”. Finalmente y con mucho esfuerzo, Maca se separó de ella y cogiendo su bolsa de mano empezó a andar sin mirar atrás pues sabía que si lo hacía iba a ser más doloroso de lo que ya lo estaba siendo Esther permaneció con la mirada clavada en ella hasta que desapareció por uno de los pasillos y volviéndose se encontró con Ana que la abrazó para intentar consolarla Desde uno de los grandes ventanales de la Terminal vieron despegar su avión y se quedaron allí hasta que la imagen de este se perdió en la lejanía, luego, con la mirada baja y el semblante triste, fueron en busca del coche y regresaron a casa Aquel día Esther se lo pasó metida en su habitación con la excusa de que tenía que estudiar, pero en realidad por mucho que intentaba centrarse en los libros, su cabeza en

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ese instante estaba muy lejos de allí, concretamente en un avión que volaba rumbo a Miami y que se llevaba su corazón con él Fue una tarde larga, lenta, miraba el teléfono con la esperanza de que sonara, aunque sabía perfectamente que ella aún tardaría unas horas en llegar a su destino, pero no podía evitarlo, acababa de irse y la echaba tanto de menos, que duro iba a ser todo ese tiempo sin ella Apenas si cenó un sándwich que le entró su madre a la habitación, esta estaba preocupa ante la actitud de su hija, pero nunca le había gustado agobiarla con sus preguntas, siempre había esperado que fuese ella la que se abriera sin presiones, y en aquella ocasión parecía que Esther no tenía muchas ganas de hablar, por lo que decidió dejarla sola con sus pensamientos Pasada la medianoche por fin vibraba el teléfono al que le había quitado el sonido por no molestar a nadie, y con las manos temblando lo cogía para contestar E: ¿Maca? M: Hola mi niña E: Mi amor, ya has llegado M: Sí. Bueno, ya hace más de una hora, pero ya sabes, entre recoger maletas y todo eso E: Ya. ¿Todo bien? M: Sí. Han venido a recogerme y todo muy bien de momento E: Estarás cansada M: No lo sabes tú bien. El viaje se hace largo, encima nos han puesto una peli horrorosa, la comida ni te cuento, yo que ya me he acostumbrado a comer bien como quiere mi niña (Esther lloraba disimuladamente para que ella no la escuchara) ¿Y tú que tal? E: Bien (Aunque intentaba disimular la voz le salía entrecortada) M: Cariño, no quiero que estés triste, todo va a ir bien, antes de que te des cuenta ya estoy ahí contigo E: No te preocupes, estoy bien M: Estudia mucho, ¿eh? Que no quiero que tengas tutorías con otras profesoras (Esther sonreía entre lágrimas) En serio, voy a echar mucho de menos esos encuentros contigo E: La facultad no va a ser la misma sin ti M: Claro que no, sin la borde va a ser mucho más amena E: Que tonta eres M: Cariño, tengo que dejarte, hemos llegado E: ¿Me llamarás mañana? M: Todos los días mi amor E: Te quiero mucho M: Y yo a ti mi niña. Ciao E: Ciao Después de colgar se quedó tumbada en la cama con una sonrisa tonta pintada en su cara mezclada con el sabor salado de esas lágrimas que no había podido controlar. En su garganta un sabor entre dulce y amargo, por un lado la alegría de haber escuchado su voz, y por otro la tristeza de pensar que al menos iban a pasar tres meses hasta tenerla de nuevo a su lado

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Pronto ese momento diario con el teléfono pasó a ser el mejor momento del día, y fue mucho mejor aún cuando Maca le comunicó que ya tenía Internet Era domingo por la tarde y ella la había llamado hacía unos minutos para decirle que todo estaba solucionado, que ya podían hablar a través de la red, y sentada delante de su ordenador esperaba pacientemente a que ella se conectara, cuando de pronto escuchó ese sonido característico que la avisaba de que alguien iniciaba sesión, pocos segundos después un sonido similar al del teléfono la invitaba a iniciar la videoconferencia -: Maca Que ganas tengo de verte la carita mi niña te está invitando a iniciar una conversación de voz. ¿Deseas aceptar (Alt + C) o rechazar (Alt + D) la invitación? Esther aceptó sin dudarlo y en pocos segundos aparecía la imagen de ella en la pantalla M: Hola cariño E: Hola mi amor (Esther no pudo controlar la emoción y nada más verla se puso a llorar) M: ¡¡Eiii!! Mi niña, no me llores E: Maca (Quería evitarlo, pero no pudo, el llanto la asaltó y apoyada el la mesa de su ordenador lloraba desconsoladamente) M: Esther, cariño, no me hagas esto (Maca también lloraba, pero conseguía controlarse un poco) Cariño mírame (Con la yema de los dedos tocaba la pantalla imaginando que era ella) Esther (Cogió aire profundamente y limpiándose las lágrimas miró la pantalla de nuevo) E: Ya. Ya está. Es solo que tenía tantas ganas de verte que... M: Yo también tenía ganas de verte cariño, pero no puedes llorar cada vez que hablemos, hoy lo voy a dejar pasar por ser el primer día, pero como me llores muy a menudo me voy a enfadar contigo E: Vaaale. ¿Qué tal todo? M: Pues todavía instalándome más o menos E: ¿Ya has conocido a alguien? M: Sí, pero poca cosa, supongo que mañana en el hospital E: Ya Estuvieron hablando largo y tendido aprovechando que era domingo y no tenían nada que hacer hasta que pasadas las dos de la madrugada Maca decidió que ya era hora de irse a dormir, más que nada por Esther, ya que en Miami apenas eran las ocho de la tarde A la mañana siguiente Maca llegaba al hospital. Fue una mañana más que nada de visita por todo el centro y de presentaciones y al terminar se fueron a la cafetería a charlar un poco sobre que les había parecido todo Cuando estaban en la entrada y ya se disponían a salir de allí, una médico se acercó a ellos y al saludar al doctor Morrison, que era el jefe de cirugía y que había estado acompañándoles toda la mañana, este se despidió de ellos para poder hablar con ella con calma, pero entonces recordó algo, y llamando a Maca le impidió que se fuera Doctor Morrison: Doctora Fernández, espera

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M: Maca, puedes llamarme Maca Doctor Morrison: Está bien Maca, espera que te presente a alguien Maca retrocedió sobre sus pasos y miró a aquella mujer que esperaba algo sorprendida a ser presentada, confiaba en ir conociendo a los nuevos futuros neurocirujanos poco a poco, pero ¿porque Morrison tenía interés en presentarle justamente a aquella chica? Doctor Morrison: Niki, tengo una sorpresa para ti, una paisana tuya (Las dos sonrieron mientras empezaban a entender a que se debía aquello) Maca, ella es la doctora Herrero Niki: Niki, puedes llamarme Niki M: Encantada (Se saludaron con dos besos sin dejar de sonreír) Niki: ¿Así que eres española? M: Sí. Tú también por lo que veo Niki: Sí, de Valladolid para ser exactos M: Yo digamos que soy de Jerez, pero llevo muchos años viviendo en Madrid Niki: Y ahora te vas a pasar unos cuantos en Miami M: Bueno, eso todavía no es seguro Niki: Tienes que ser muy buena para estar aquí, así que casi seguro Doctor Morrison: Chicas, yo os dejo que tengo que hacer todavía unas cuantas cosas antes de irme Niki: Claro Glenn, y gracias Doctor Morrison: De nada guapa (Le guiñó un ojo a la doctora y se fue dejándolas solas) Niki: Yo también te dejo que seguramente tendrás ya ganas de llegar a casa M: Pues, más o menos Niki: Venga, nos vemos por aquí M: Claro La doctora Herrero se dirigió de nuevo hacia el interior del hospital y Maca la observó durantes un par de segundos antes de darse la vuelta y empezar a andar. Era una mujer un poco mayor que ella, quizás tres o cuatro años, puede que cinco, pensó, alta, morena, con un pelo negro como el azabache, los ojos del mismo color que este y con una espléndida figura que no pasó desapercibida para la pediatra De camino a su nueva casa iba pensando en que podía ser bueno eso de tener a una española cerca, no sabía muy bien porque, pero le había alegrado aquello, estaba claro que se iba a encontrar algún compatriota, y más en Miami, pero que la primera fuese mujer y de una edad cercana a la suya, le pareció una buena forma de empezar Nada más llegar a casa puso el ordenador en marcha y al ver que Esther no estaba conectada empezó a ordenar algunas cosas mientras estaba pendiente de si ella aparecía. Aproximadamente una hora después escuchó el sonido que la avisaba de que tenía que aceptar la videoconferencia de ella y de manera apresurada se sentó frente a la pantalla para disfrutar durante un rato y aunque solo fuese de esa manera algo fría, de la compañía de su niña Estuvieron hablando un par de horas más que nada del primer día de Maca en el hospital, le contaba lo majos que parecían todos y que había conocido a una doctora española que parecía muy simpática y antes de terminar la conversación quedaron en una hora para hablar al día siguiente

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Y así fueron pasando los días. Maca iba conociendo poco a poco a sus compañeros mientras se iba metiendo de lleno en el funcionamiento del hospital, y Esther empezaba sexto de medicina. Pronto llegó el inconveniente de la diferencia horaria, y algún día les resultaba imposible hablar, pero buscaban los pocos momentos en que las dos estaban libres y los aprovechaban al máximo Las dos dedicaban la mayor parte del tiempo a sus carreras, exceptuando esos ratos que pasaban hablando, pero al ir conociendo Maca un poco más a sus compañeros, en alguna ocasión quedaron para salir, pero solo muy de vez en cuando También había coincidido a la doctora Herrero, Niki, como le gustaba que la llamasen, y aunque solo se habían visto en el trabajo, una tarde en la que Maca salía del hospital rumbo a casa, se encontró con ella y fueron a tomar un café juntas Fueron dando un paseo hasta una cafetería no muy alejada del hospital, este disponía de varias, era todo un complejo hospitalario, pero prefirieron alejarse un poco de allí. Los alrededores del hospital estaban llenos de grandes casas, chales, cada unos con su jardín y muchos de ellos incluso con piscina privada Se sentaron en la terraza y al principio Niki le iba explicando a Maca algunas cosas de la ciudad, pero poco a poco la conversación fue llevada al tema que tenían en común, el hospital Niki: ¿Y todo bien? ¿Te gusta estar aquí? M: Me apasiona la neurocirugía. Llevaba tiempo soñando con esto Niki: Pero yo no te he preguntado si te gusta tu trabajo, eso es más que evidente, te preguntaba si te gusta vivir aquí M: Bueno, me gusta más estar en mi casa, pero sin darme cuenta ya llevo casi un mes, así que espero que pase rápido. ¿Tú llevas mucho aquí? Niki: Nueve años ya M: ¡¡¿Nueve años?!! Niki: Sí. Siempre había tenido metida en la cabeza la idea de irme lejos y vivir la vida a mi manera, así que cuando me licencié empecé a prepararme para venir aquí, me costó dos años, no fue fácil, pero lo conseguí, hice la especialidad y por suerte pude quedarme M: ¿Y no echas de menos tu tierra, tu familia? Niki: Yo siempre digo que tu hogar está donde te sientes a gusto, y mi familia, bueno, soy hija única, mi madre murió cuando yo tenía once años, mi padre prácticamente se olvidó de mi a partir de aquel día, y unos años después, cuando yo ya le había dado por imposible, se casó con una chica que apenas tenía seis años más que yo M: Vaya con tu padre Niki: La verdad es que dicho así suena muy fuerte, pero mi padre era joven, se casó con mi madre porque la dejó embarazada, solo tenía diecinueve años cuando yo nací, así que la diferencia de edad con Carol tampoco es tanta (Se quedó unos segundos en silencio mirando a Maca) Te he contado la mitad de mi vida en un momento, háblame un poco de ti M: Yo a mi familia les voy a echar de menos lo normal, estoy acostumbrada a verles poco, ellos viven en Jerez y yo en Madrid, nos vemos varias veces al año, ahora serán menos, pero se puede aguantar

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Niki: ¿Y a que viene tanto empeño con que pase el tiempo deprisa? (La mirada de Maca se volvió algo triste ante aquella pregunta y Niki ya no necesitó respuesta) Has dejado a alguien esperándote en Madrid M: Sí Niki: Joder, eso es más chungo M: Con Internet y eso se aguanta un poco mejor, pero aún así la echo mucho de menos. (Miró fijamente a su acompañante esperando ver cara de asombro, pero ella ni se inmutó, simplemente esperó a que Maca siguiera hablando) En un principio yo no quería venir, fue ella la que me convenció Niki: Una de dos, o no te quiere nada y quería deshacerse de ti, o te quiero mucho. Hay que querer muchísimo a alguien para anteponer sus sueños a todo M: Espero que haya sido lo segundo (En ese instante Maca recordó algo que llevaba rondándole por la cabeza desde que la había conocido aquel primer día en el hospital) ¿Te puedo hacer una pregunta? Niki: Las que quieras M: ¿Cómo alguien de Valladolid se llama Niki? Niki: Ahí le has dado. Puedes considerarte privilegiada de saber esto, no suelo contárselo a nadie, y por favor te pido que no lo hagas tú tampoco M: Soy una tumba Niki: Mi nombre es incolaza (Maca sonrió un poco pero no dijo nada) ¿Te imaginas? Yo creo que mi padre debía de estar muy enfadado conmigo el día que me puso el nombre, menuda broma, la doctora Nicolasa Herrero, suena fatal, vamos, a mí me recomiendan a alguien con un nombre así y no voy (Maca no podía evitar sonreír con aquella explicación) M: Que bruta eres Niki: En serio, odio mi nombre, así que cuando llegué aquí me lo cambié, puse Niki en todos los papeles, y te diría que no hay más de cinco personas en Miami que sepan como me llamo realmente M: Puedes estar tranquila que por mi no lo sabrá nadie Niki: Más te vale Siguieron hablando un buen rato y Maca pudo comprobar lo simpática y agradable que era aquella mujer, le caía bien, y cada vez estaba más contenta de haberla conocido Al llegar a casa se conectó como de costumbre, y mirando el reloj calculaba la hora que era en Madrid M: Joder, las doce de la noche, ya no la voy a ver Pero se equivocó, allí estaba ese muñequito azul que indicaba que ella estaba conectada, y rápidamente abrió la ventana para hablar con ella, pero tuvo que esperar unos segundos hasta obtener respuesta Esther dice: Un momento cariño, me había quedado dormida Esther dice: Voy al baño y vuelvo enseguida Maca dice: No tardes Maca dice: Te espero Después de esperar un par de minutos aparecía por fin el mensaje para realizar la video llamada

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-: Esther te está invitando a iniciar una video llamada. ¿Deseas aceptar (Alt + C) o rechazar (Alt + D) la invitación? Acepto sin dudarlo y como siempre sonrió al ver aparecer el semblante alegre de su niña en la pantalla M: Hola cariño E: Hola. Vaya horas M: Perdona, se me ha hecho tarde E: No pasa nada, pero es que estoy cansada hoy, y mañana toca madrugar de nuevo (Esther se restregaba los ojos los cuales le costaba abrir del todo por el sueño) M: Vete a dormir si quieres, ya hablamos mañana E: Da igual, ahora ya estoy despierta. Cuéntame como sigue todo M: Hoy he estado en una operación E: ¿Y que tal? M: Hemos operado a un niño de cinco años que tenía un tumor en el encéfalo E: Vaya, pobre. ¿Y como ha ido? M: Mal, tenía herniación, ha entrado en coma. No creo que se pueda hacer mucho por él (Maca se puso algo triste con el tema, y antes de que la cosa fuese a más, decidió cambiar de tema) ¿Y tú como vas por el hospital? E: Bien, ahí estamos. Cada vez me gusta más esto M: Si es que tú naciste para ser médico cariño E: Ya será menos M: Te voy a pasar unas fotos que le hice ayer a la casa, para que veas donde vivo E: ¡¡Ah!! Genial M: Vas a ver (Le mandó un par de fotos y Esther se quedó algo sorprendida) E: Es preciosa M: ¿A que sí? Ya te lo dije, pero de explicarlo así a verla E: Me encanta. Vaya envidia me das M: ¿Te da envidia saber que estoy aquí solita? (Puso morritos y Esther le sonrió) E: Más que envidia me da rabia no estar ahí contigo, y no estás sola, seguro que ya tienes muchos amigos M: Tanto como muchos. He salido con los compañeros un par de veces, ya te lo dije, pero me cuesta seguir las conversaciones a veces E: ¿Y la española aquella que me dijiste? M: ¿Niki? E: Esa M:- Bien. Precisamente hoy he estado tomándome un café con ella E:- No me vas a dar motivos para que me ponga celosa. ¿Verdad cariño? M: Pero que motivos mi amor, si me paso el día pensando en ti, si solo deseo que pasen un par de meses más para poder estar contigo (Esther se puso algo triste como casi siempre que hablaban del tema) Esther. Ni se te ocurra pensar que puede haber alguien más. Para mi solo existes tú, ¿vale? Te quiero más que a nadie en este mundo, y va a ser así siempre E: Yo también te quiero mucho mi amor, y no dudo de ti, nunca lo haría, pero es que tenerte lejos está resultando más difícil de lo que yo pensaba

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Aquellos ratos que Maca pasaba con Niki se convirtieron pronto en una costumbre. Solían quedar un par de veces por semana para tomar algo mientras hablaban y poco a poco fue naciendo entre ellas una bonita amistad. Aunque el inglés de la pediatra cada vez era más fluido, se agradecía tener a alguien con quien poder hablar largo y tendido en un perfecto castellano Uno de los temas que más aparecía en sus charlas era siempre la neurocirugía, a las dos les gustaba mucho su trabajo, y sin querer se pasaban horas hablando de este, pero también en alguna ocasión abordaban temas más personales Niki: Cuéntame algo de tu chica. ¿Cómo es? ¿Dónde os conocisteis? M: Nos conocimos en la facultad Niki: ¿En la facultad? Entonces lleváis ya varios años juntas M: No nos conocimos cuando yo estudiaba. Yo daba clases de pediatría y ella era alumna mía. No hace ni un año que estamos juntas Niki: ¿Te liaste con una alumna? Que emocionante M: Pues sí que lo era, la verdad. A veces me cansaba un poco aquella situación, me hubiese gustado poder ir por ahí con ella de la mano sin esconderme, pero alguna locura hicimos que hacía que todo aquello valiese la pena. ¿Y tú? ¿No tienes a nadie por ahí? (Niki se puso algo triste y Maca sintió por un instante que no debería de haber hecho esa pregunta) Niki: No. En este momento no M: Perdona si he tocado un tema delicado Niki: No te preocupes, estás en tu derecho, al fin y al cabo yo también te he preguntado a ti M: Me da que has sufrido mucho por alguien Niki: Sí, pero no es bueno remover viejas heridas M: Si alguna vez necesitas hablar con alguien Niki: Gracias. Lo tendré en cuenta. Pero ahora cuéntame como es tu chica M: Se llama Esther, es preciosa, tiene una sonrisa que me tiene loca y como ya supondrás es algo más joven que yo, pero no parece así cuando la conoces a fondo. Es una persona muy segura de si misma, muy responsable de sus actos, no como yo que suelo ser más impulsiva, y como juegues con ella ten por seguro que vas a terminar perdiendo (La cara que ponía Maca al hablar de ella dejaba claro cuanto la quería) Niki: ¿Sigue estudiando? M: Sexto ya Niki: ¿Se va a venir aquí contigo cuando termine? M: No lo creo (Se puso algo triste pensando en ella y Niki dijo unas palabras que solo pretendían animarla) Niki: Pero puede hacer la especialidad aquí, pasando unos exámenes M: Lo sé, pero no sabe inglés, y eso lo complica todo Niki: Pues con lo enamorada que te veo, no sé como vais a hacer para aguantar así cinco años M: Si quieres que te diga la verdad, yo tampoco Niki: ¿Tienes alguna foto suya? M: Claro. Espera (Cogió su bolso y de un bolsillo del lateral sacó una foto mediana de Esther que le hizo durante las vacaciones en la playa) Esta es mi niña (Se la tendió a Niki que la miró durante unos segundos sonriendo) Niki: Tienes razón, tiene una sonrisa preciosa M: La echo muchísimo de menos

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Niki: Bueno, un mesecillo más y ya tenemos ahí la Navidad M: No te imaginas las ganas que tengo Y tan rápido como había pasado ese tiempo, pasó el mes restante. Maca disponía de diez días de vacaciones y estaba dispuesta a pasar la mayor parte de estos con Esther, aunque para ello tuviese que mentir un poquito a sus padres, a los que por cierto, todavía no les había hablado de ella, así que en principio solo pasaría dos días en Jerez, el resto lo reservaba única y exclusivamente para su niña Dos días antes de su viaje y mientras hablaban por el Messenger, la pediatra la informó de sus planes, pero no recibió el entusiasmo esperado M: ¿Pero como que no vas a venir a esperarme al aeropuerto, cariño? Con las ganas que tengo de abrazarte E: Es que solo a ti se te ocurre llegar a las once de la mañana. Lo siento, no puedo ir, me resulta imposible, pero tranquila que en cuanto termine me paso por tu casa M: Muchas gracias, todo un detalle por tu parte (Maca le hablaba de manera irónica mientras Esther hacía verdaderos esfuerzos por aguantarse la risa) E: No te enfades M: Joder Esther, es que te estoy diciendo que solo tenemos dos días antes de irme a Jerez, y tú me sales con que el primero casi no lo vamos a poder aprovechar E: Tampoco es tan grave, a las siete de la tarde como mucho me tienes allí M: ¡¡¡¿A las siete de la tarde?!!! ¿No voy directamente a Jerez para estar contigo y me dices que no voy a verte hasta las siete de la tarde? E: Maca, no exageres. Después de esperar tres meses podrás esperar unas horas, ¿no? Digo yo, vamos, no sé M: Buffff. Solo me falta que llame a Ana y me diga que no puede venir ella tampoco E: Anda, no seas pesimista, que seguro que Ana encuentra un hueco para ir a esperarte M: Menos mal, porque a mi novia no la veo muy interesada Con un poco de mal humor por parte de Maca, siguieron hablando un rato y luego ya se despidieron hasta su encuentro en Madrid, ya que Esther le había dicho que iba a estar muy ocupada esos dos días y no sabía seguro si iban a poder hablar Cuando salía por la puerta con la pequeña maleta que había llevado para pasar esos días, se encontró con una Ana sonriente que la esperaba con los brazos abiertos. Dejó la maleta en el suelo y abrazando a su amiga las dos dejaron escapar unas pequeñas lágrimas Ana: Joder Maca, tienes que explicarme como haces para estar cada día más guapa M: Si no fuera porque sé que es imposible, diría que intentas ligar conmigo Ana: Anda vamos que seguro que estás cansada M: ¿Me vas a invitar a comer? Ana: Imposible. Hoy vamos a comer con los compañeros de Fonsi. Ya sabes, la comida de Navidad M: Ten amigas para esto (Maca estaba molesta y se notaba en su tono de voz) ¿Me estás diciendo que llego a Madrid después de tres meses y voy a tener que comer sola? Ana: Cariño, lo siento, de verdad que no puedo faltar a esa comida

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M: Hay que joderse. No, si al final voy a pensar que hubiese sido mejor no venir Ana: No digas tonterías y vamos, que no quiero llegar tarde M: Encima con prisas Fueron en busca del coche de Ana y aunque la pediatra estaba algo enfadada con ella, poco a poco se le fue olvidando y se pasaron todo el trayecto hablando sin parar. Al llegar paró el coche en doble fila y bajó rápidamente para ayudar a Maca a sacar la maleta M: ¿Pero en serio te vas ya? Ana: Como llegue tarde Fonsi me mata. Venga, no te enfades, que estamos en Navidad M: Quien lo diría Se dieron dos besos y Ana se fue a toda prisa dejando a Maca en el portal. Con total desgana se dirigió hacia el ascensor y pocos segundos después llegaba a su casa. Al abrir la puerta esperaba encontrar una casa fría, como suele estar una casa después de tres meses cerrada, pero nada más lejos de la realidad Un ambiente cálido la envolvió al instante, aunque fue un escalofrío lo que recorrió todo su cuerpo al darse cuenta de lo que aquello significaba, y un ligero olor a cera quemada le proporcionó una segunda pista Dejó la maleta en el suelo sin pensarlo y empezó a andar despacio hacia el pasillo donde un pequeño reflejo proveniente de la habitación la guió para que fuera hasta allí. Sin ninguna prisa se fue aproximando y al llegar a la puerta creyó soñar Con la persiana echada, la tenue luz de unas velas colocadas estratégicamente por toda la habitación impedía que esta estuviera a oscuras. Sabanas de satén en la cama, pétalos de rosas esparcidos sobre esta y sobre la mesilla una botella de vino y dos copas Sintió unas manos colarse por su cintura y cerró los ojos antes de mirarla para tener tiempo de convencerse de que todo aquello no era un sueño, pero un susurro en su oído la ayudo a comprobar que era cierto, que estaba allí E: Hola mi amor. Bienvenida a casa Se dio la vuelta entre sus brazos y con una suave caricia empezó a recorrer su cara deleitándose con cada una de sus facciones. Esther se estremecía con cada roce y al pasar los dedos por sus labios, cogió su mano para impedirle que se alejara de allí y comenzó a dejar pequeños besos sin apartar ni un momento la mirada de sus ojos M: Esther... Esther (Parecía como si siguiera asegurándose de que ella estaba allí antes de hacer nada) Mi niña E: Sí, soy yo mi amor. Tu niña M: Esther Finalmente el deseo y las ganas de sentir sus cuerpos unidos de nuevo se apoderó de ellas y las llevó a abrazarse con fuerza mientras se besaban de una manera desesperada. Sus bocas y sus manos eran completamente incapaces de alcanzar la velocidad que ellas

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les exigían en ese momento, y con las mismas prisas empezaron a desprenderse de la ropa que sin ningún tipo de miramiento terminaba esparcida por el suelo Se acercaron a la cama llevadas por un impulso irrefrenable y al llegar al borde de esta tropezaron cayendo tumbadas, pero no le dieron importancia, seguían sumidas en ese mar de caricias y besos que las envolvía meciéndolas en su tormenta de pasión Después de amarse con todo el deseo contenido durante los tres meses que habían estado alejadas la una de la otra, se quedaron tumbadas en la cama, con la cabeza de Maca recostada sobre el pecho de Esther, cubiertas apenas por una sabana y disfrutando de unas suaves caricias que no cesaban. Había sido mucho tiempo, y por mucho que se tocasen y sintiesen, era difícil saciarse Esther dejaba besos en el cabello y la frente de Maca mientras ella, con la mano sobre el abdomen de esta, lo recorría de manera suave E: Perdona que te haya hecho sufrir un poquito M: ¿Un poquito? Entre las dos me habíais hecho creer que me iba a pasar el día sola. Porque Ana estaba de acuerdo contigo. ¿Verdad? E: Sí. La pobre no quería, le daba pena hacerte algo así (Maca la miró sonriendo) M: Eres un bicho E: Lo de que no podía ir al aeropuerto iba en serio, que he llegado aquí apenas veinte minutos antes que tú, pero me pasé ayer por aquí y lo dejé todo más o menos listo M: Dejando a un lado lo mal que lo he pasado hasta que te he visto, me ha encantado la sorpresa E: Pues esto no ha hecho más que empezar M: ¿Hay más? E: Como pasado mañana vas a estar con tus padres, a partir de ahora es esta casa es nochebuena M: ¿Qué? E: Lo que has oído. Vamos a comer algo sencillito y luego vamos a preparar juntas una cena de nochebuena como mandan los cánones M: Estás loca E: Puede, pero tú y yo esta noche cenaremos cordero al horno y luego tendremos turrón y cava M: ¿Va en serio? E: Y tanto que va en serio. ¿Te apetece un poco de vino para ir abriendo boca? M: Me apetece todo lo que tú me puedas ofrecer mi amor Se tomaron una copa de vino y entre juegos siguieron en la cama donde terminaron haciendo el amor una vez más. Poco después se levantaron y fueron a la cocina donde Esther tenía la comida ya casi lista. A media tarde, mientras preparaban el cordero, el teléfono de Maca comenzó a sonar y fue rápidamente a contestar M: Te mato. Yo a ti te mato (Al ver que era Ana ni se molestó en saludar) Ana: Joder, que no fue idea mía, yo solo le he hecho caso a esa novia maquiavélica que tienes M: Te lo voy a dejar pasar porque si no me he enfadado con ella, que sé perfectamente que es quien tuvo la idea, no me voy a enfadar tampoco contigo, que solo has sido su gancho

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Ana: Esto que... no os he interrumpido, ¿verdad? M: Pues no. Oye Anita, que no nos vamos a pasar el día dale que te pego Ana: Porque no querréis, que ganas seguro que nos os faltan M: ¿Y para que llamabas? Ana: Pues eso, para decirte que siento haberte tenido un poco engañada, pero ha valido la pena, ¿verdad? M: La verdad es que sí. Mi niña es un encanto, lo que no se le ocurra a ella. ¿Sabes que me está preparando una cena de nochebuena? Ana: Algo me comentó M: Os habéis hecho muy amigas, ¿no? Ana: ¿Te molesta? M: ¿Pero que dices? Me encanta Ana: Se pasa alguna vez por la consulta y charlamos un rato. Dice que aunque tú no estés le cuesta olvidarse de esa costumbre de pasarse por allí, y que es un poco como estar contigo M: Ana, ahora que no nos oye, no voy a poder aguantarlo, ¿eh? La quiero demasiado, la necesito demasiado Ana: ¿Y qué vas a hacer? M: No lo sé, pero como que me importa tres pitos que me den esa plaza, porque aunque sea así, creo que voy a renunciar Ana: ¿Estás loca? No puedes hacer eso. Llevo oyéndote hablar de esto desde que te conozco, había momentos en los que resultabas terriblemente pesada, y con lo que te ha costado conseguirlo, ¿de verdad renunciarías por ella? M: Estoy dispuesta a hacer lo que sea por ella Ana: Es tu vida Maca, y la decisión es tuya, pero yo creo que te equivocas M: Como tú has dicho, es mi vida, y mi vida es Esther, y no pienso pasarme así los próximos cinco años Mientras Maca se daba una ducha, Esther estuvo preparando la mesa para la cena. No faltaba ni un detalle, la mesa estaba que ni en los mejores restaurantes, con las copas, los platos y los cubiertos dispuestos perfectamente, y a un lado, un centro navideño con una vela roja prendida Cuando la pediatra terminó de vestirse y pasó al salón, sonrió al ver la mesa tan bonita, se respiraba ambiente de Navidad, y le encantaba que su niña hubiese tenido ese detalle de querer, aunque fuese echándole un poco de imaginación, celebrar la nochebuena con ella Se dirigió a la cocina y la encontró cortando el turrón y distribuyéndolo en una bandeja. Se quedó en la puerta observándola, y cuanto más lo pensaba, más se convencía de que no podía vivir sin ella, no quería vivir sin ella. Se acercó y cogiendo un pedacito de turrón se lo llevó a la boca M: Mmmmm, que bueno (Esther le dio un pequeño cachete en la mano recriminándola) E: ¡Eiii! Que eso es el postre M: No lo creo (La rodeó por la cintura y comenzó a besarle el cuello) Mi postre vas a ser tú

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Esther se olvidó por un momento del turrón y después de limpiarse las manos con un paño se dio la vuelta y comenzó a besarla. Se besaban de manera suave, sin prisas, pero poco a poco la cosa se fue complicando y Maca fue descendiendo por su escote E: ¿El postre o el primer plato? M: El postre. El primer plato ( La pediatra le hablaba entre besos) Los entremeses. Eres el menú completo, y estás riquísima E: Jajajajajaja (Esther reía con ganas, pero la risa cesó cuando sintió una mano de Maca colarse por sus pantalones e ir directo al punto donde más placer le proporcionaba) Maca M: ¿Uhmm? E: Cariño Maca la miró a los ojos encendida de deseo y al mismo tiempo que regresaba a su boca, sacó la mano del pantalón y cogiéndola por la cintura la sentó sobre la encimera, le fue desabrochando los botones y cada centímetro de piel que iba quedando al descubierto era abordado al instante por sus labios Esther cerró los ojos y simplemente disfrutaba de las caricias y besos que ella le prodigaba, sintió como su mano regresaba al lugar donde se encontraba hacía apenas un instante y como con la otra intentaba bajarle un poco el pantalón para facilitar sus movimientos Centró todas las atenciones que le estaba brindando con los labios en sus pechos, besándolos, chupándolos, mientras que sus dedos, expertos conocedores del terreno en donde se encontraban, se movían de forma sabia consiguiendo así llevarla hasta la más alta cumbre del placer Por fin su cuerpo relajado se dejó caer sobre ella, y apoyando la cabeza en su hombro se iba recuperando del momento de excitación vivido mientras ella iba dejando un camino de besos por su cuello hasta llegar al oído donde le susurró M: Te quiero La cena estaba deliciosa, Maca se la pasó halagando a Esther por lo buena cocinera que era, y llegado el momento del turrón, mientras la pediatra descorchaba la botella de cava, ella fue a la cocina a por la bandeja y se sentaron cómodamente en el sofá para disfrutar con calma de todo aquello Fue una noche tranquila y alegre en la que en algún momento incluso se atrevieron a cantar villancicos, los cuales era imposible terminar por los ataques de risa que lo cómico de la escena y el alcohol ingerido les provocaban Ya bien entrada la noche, seguían en el sofá hablando con calma mientras Esther se encargaba de que sus copas no llegasen a estar vacías. En un momento dado intentó levantarse para ir al cuarto de baño, pero en cuanto estuvo de pie, un ligero mareo la llevó a caer sobre ella, y sonriendo de manera tonta la miraba M: Anda que, poco a poco, menuda has pillado E: Ayúdame cariño, no puedo levantarme

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Maca la ayudó a levantarse y luego la acompañó hasta el baño donde tuvo que sostenerla un par de veces para que no se cayera al suelo, después la llevó a la habitación un poco a la fuerza, ya que ella insistía en que era pronto para ir a dormir, pero la pediatra hizo caso omiso, y una vez en la cama la ayudó a desvestirse. Después de deshacerse también de su ropa, se tumbó a su lado y la abrazó dejando que se acomodara en su pecho donde apenas tardó unos segundos en dormirse Al día siguiente Esther se despertó con un dolor de cabeza espantoso y al intentar levantarse sintió unas nauseas que la llevaron a salir corriendo de la cama. Maca todavía dormía placidamente, pero el sonido proveniente del cuarto de baño la despertó y al darse cuenta de lo que pasaba fue en su ayuda M: ¿Te encuentras bien? (Esther estaba apoyada en el lavabo y con una mano mojaba su nuca) E: Joder, si es que yo no bebo casi nunca, me sienta fatal M: Pues anoche no había quien te parara E: Supongo que fue la euforia de tenerte aquí M: Vamos a la cocina a ver que encontramos para aliviarte ese malestar Pasaron la mañana en casa tranquilas, pues Esther no terminó de sentirse bien hasta el mediodía, y después de tomarse un caldito que prepararon entre las dos, parecía que su estomago se iba asentando. Luego por la tarde fueron a dar una vuelta por el centro, y cogidas de la mano paseaban mirando escaparates y los adornos navideños que había por todas partes Los dos días pasaron volando, y el día veinticuatro por la mañana Maca partía hacia Jerez para pasar esas fechas tan señaladas con su familia. Al llegar todos la esperaban, por lo que recibió una bienvenida envidiable. Un sinfín de besos, abrazos, iban dirigidos a ella, y montones de preguntas que a veces, en una corta conversación telefónica, no da tiempo a hacer Cenaron todos juntos y cuando sus padres se fueron a dormir, ella se quedó con sus hermanos y cuñadas disfrutando del poco tiempo que iba a poder estar con ellos Jero: ¿Y solo te han dados estos días de vacaciones? (Jero preguntó inocentemente, pero Francisco le aclaró sus dudas) Francisco: Está claro que no, pero seguro que tiene a alguien mejor con quien pasarlos. (Todos la miraron algo sorprendidos esperando una respuesta por su parte) M: Francisco tiene razón, me quedo hasta el día de año nuevo en Madrid, pero por favor que no se enteren papá y mamá que teniendo diez días solo voy a estar aquí dos Jero: ¿Por qué no nos lo habías contado? (Su hermano mayor seguía sin salir de su asombro) M: Pues porque no se lo he contado a casi nadie, ni al bocazas este (Le dio un palo a su hermano en el brazo) Francisco: ¡¡Auuu!! M: Él notó que había alguien sin necesidad de que yo se lo dijera Jero: ¿Y no nos lo pensabas contar?

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M: Supongo que sí, pero como no sé que tal se lo tomará papá, estaba esperando a encontrar el momento oportuno Maca les habló un poco de ella, de lo malo que era estar separadas, y al mismo tiempo lo bonita que era su relación. Todos parecían encantados de verla tan feliz y así se lo hicieron saber El día de Navidad fue muy divertido, por la mañana Maca salió a montar a caballo con su padre, algo que les encantaba cuando ella vivía en Jerez y que en los últimos años habían perdido la costumbre, y luego comieron en familia. Después del café Francisco sacó la vieja guitarra de su época rockera, como el mismo la definía, y estuvo tocando un poco sorprendiéndose incluso a si mismo de lo bien que todavía lo hacía Llegada la hora de cenar la copiosa comida del mediodía consiguió que más de uno no tuviese nada de hambre, por lo que prepararon unos sándwiches para los más hambrientos y siguieron disfrutando hasta pasada la media noche Antes de ir a dormir, Maca se despidió de sus hermanos y cuñadas, que ya se iban a casa, y les prometió que para el verano intentaría convencer a Esther de que fuese a Jerez con ella para así poder quedarse más días con ellos y de paso presentársela A la mañana siguiente salía de nuevo para Madrid y al llegar a su casa Esther ya la esperaba con la maleta para irse juntas a pasar esos seis días que les quedaban Decidieron ir a la casa de la sierra, buscaban un lugar tranquilo donde disfrutar solo de su compañía y pensaron que ese iba a ser el mejor. Había nevado mucho los últimos días y Maca pensó que sería una buena ocasión para ir a esquiar, sabiendo lo aficionada que era Esther a patinar, aunque no hubiese esquiado nunca, seguro que le cogía el truqui pronto, y así fue. Después de un par de caídas parecía que ya empezaba a dominar la situación, y entre risas pasaron el primer día esquiando Al día siguiente nevó mucho de nuevo, así que no pudieron salir de la casa, hacía un frío terrible y donde mejor se estaba era delante de la chimenea, y entre arrumacos y momentos íntimos se les pasó el día sin darse cuenta A la mañana siguiente brillaba el sol en todo su esplendor, y con sus rayos reflejando en el paisaje nevado, la temperatura al mediodía pasó a ser bastante agradable, así que aprovecharon y equipadas con sus botas fueron al pueblo donde la estampa tras la nevada era alucinante El día treinta y uno fueron de nuevo al pueblo para comprar varias cosas que sugirió Esther para la cena, y entre las dos prepararon un suculento menú. Maca seguía las indicaciones de su niña y en alguna ocasión lo hacía mal a propósito para hacerla rabiar E: ¡Maca! No pongas la sal todavía M: ¿Por qué no? E: Pues porque la sal se pone al final M: ¿Y que más dará? E: Sí da. La sal hace que los ingredientes suelten el agua y pierden su jugo

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M: Entonces a ti te echaron la sal al final, porque no has perdido nada de jugo (Se acercó y dejó un beso húmedo en su cuello que la hizo estremecerse) Mmmm, estás jugosa E: Jajajajaja. Estás juguetona hoy M: ¿Cómo quieres que corte la cebolla? E: Ya te lo he dicho, en juliana M: ¿Y eso como es? E: Lo estás haciendo a propósito, ¿verdad? M: ¿Yo? No sé porque dices eso (Ponía cara de no haber roto nunca un plato, pero una pequeña sonrisita se le escapaba) E: Tienes que cortarla a la larga M: ¿Cómo a la larga? ¿Así? (Ponía el cuchillo al contrario de cómo Esther le indicaba para seguir con su juego) E: Definitivamente estás imposible hoy (Se puso a su lado y cogiéndole la mano en la que sostenía el cuchillo le indicó como) Así (Entonces Maca, aprovechando la proximidad, giró un poco la cabeza, la besó cerca del oído y luego le atrapó el lóbulo con los labios) E: ¡¡Maca!! Así no vamos a terminar nunca. Nos vana dar las uvas, nunca mejor dicho M: ¡¡Ay va!! E: ¿Qué te pasa ahora? M: Las uvas E: ¿Qué pasa con las uvas? M: Que no las hemos comprado (Esther se quedó pensando unos segundos) E: Joder, es verdad, no tenemos uvas M: ¿Y que hacemos? E: Un poco tarde para ir a comprarlas, ¿no? (Miraron las dos su reloj al mismo tiempo) M: Supongo que sí E: Tendremos que buscar una alternativa M: ¿Cómo cuál? E: No sé, pedacitos de turrón, ¡¡aceitunas!! M: ¿Aceitunas? E: A Dani no le gustan las uvas y Bea le corta pedacitos de aceituna M: Pero ¿aceitunas? No sé, no tiene nada que ver, le pega más doce traguitos de vino o de cava, que por lo menos está hecho de uva E: Bueno, no es mala idea M: ¿Dónde tendremos la cabeza para que se nos hayan olvidado las uvas? E: Yo tengo una idea mejor M: ¿Cuál? E: Doce besos. No se me ocurre una manera mejor de empezar el año que besándote, mejor que atragantándonos con tanta uva, y mucho mejor que doce tragos de cava, que con lo mal que me sienta a mí. ¿Qué dices? M: Que me parece una idea estupenda, pero deberíamos de practicar (Se acercó más a ella insinuante y la rodeó por la cintura) Para no atragantarnos llegado el momento E: ¿Tú crees que necesitamos prácticas? M: Muchas (La besó de manera suave) Muchísimas (Siguió besándola entreabriendo cada vez más los labios) Hay que perfeccionar la técnica al máximo E: Pues vamos allá

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Siguieron besándose de manera tranquila, solo besos cortos, suaves, tiernos, acompañados de ligeras caricias que no quisieron llevar más allá, y después de varios minutos así se miraron sonriendo Finalmente consiguieron terminar la cena y se sentaban a la mesa cerca de las diez. Disfrutaron con calma y luego se sentaron frente a la chimenea con la tele en marcha a esperar que dieran las doce. Cinco minutos antes Esther estaba ya como un flan, parecía una niña pequeña, y Maca sonreía ante su comportamiento M: Pero te quieres estar quieta Esther E: Es nuestra primera Nochevieja juntas M: Es verdad. ¿Sabes una cosa? El año pasado vine aquí con Ana y unos amigos y me pasé todo el día pensando en ti E: Yo también pensé en ti, y estaba convencida de que era imposible que llegáramos a algo M: ¿Y por qué? E: Maca, eras mi profesora, y además, pensaba que serías hetero M: No hay que dejarse guiar por las apariencias E: Ya me he dado cuenta El presentador del programa de televisión anunciaba por fin que faltaban pocos segundos para terminar el año, ellas se miraron sonriendo y al empezar a sonar el carillón del reloj de la puerta del sol se aproximaron más la una a la otra y como habían quedado se dieron un beso por cada una de las doce campanadas que iban sonando, pero al terminar de sonar las campanas ellas siguieron besándose Los besos que acompañaron a las campanadas habían sido suaves y cortos, pero finalizadas estas se dejaron llevar un poco más y al encontrarse sus lenguas la excitación se fue adueñando de ellas y ya no las dejó parar. Tumbadas en la alfombra se fueron despojando de su ropa y arropadas por la calidez del fuego se amaron como tantas otras veces Con sus cuerpos relajados se cubrieron con una manta y cogiendo dos copas de cava brindaron por el año que acababan de empezar M: Feliz año nuevo cariño E: Feliz año nuevo mi amor M: Tú idea ha sido fantástica, me ha gustado mucho más esto que las tradicionales uvas E: Si es que de vez en cuando tu niña tiene buenas ideas M: ¿Quieres un poquito de turrón? E: Vale M: Voy a buscarlo (Después de levantarse se acercó a darle un beso) No te muevas, ¿eh? Que vuelvo enseguida E: No pensaba moverme Pasaron varias horas frente a la chimenea, el sueño parecía no llegar, las dos eran conscientes de que esa era su última noche juntas y querían aprovecharla, y aunque estaban felices no podían olvidar la tristeza que traería la separación E: ¿A que hora sale tu avión?

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M: A las tres E: Si tienes que pasar por tu casa tendremos que salir temprano M: Ya son las cinco. Si quieres nos vamos cuando amanezca y así tenemos tiempo de sobra E: Mejor, así podemos dormir allí un ratito, porque yo ahora aunque quisiera no podría dormirme M: Yo tampoco E: ¿Estás nerviosa? M: No son nervios, es que no quiero irme Esther E: Mi amor (Se acercó a darle un beso y se quedó a pocos centímetros de ella) M: Es que otra vez como mínimo tres meses sin poder venir, sin poder besarte, ni tocarte E: Cariño (Esther la miraba compungida sin saber que decirle) M: No quiero irme Esther, no quiero Empezó a llorar y se abrazó a ella hundiendo la cara en su cuello. Esther la abrazaba fuerte mientras intentaba inútilmente controlar sus lágrimas y la mecía intentando calmarla El trayecto de regreso a Madrid fue muy silencioso, a las diez llegaban a la capital y después de recoger Maca sus cosas y dejar la maleta lista, se tumbaron en la cama para intentar relajarse y ver si así llegaba el sueño, pero conforme se iba acercando la hora de partida de la pediatra parecía más imposible que consiguieran dormir Pidieron un taxi y de camino al aeropuerto Esther recostó la cabeza en el hombro de Maca mientras permanecía con la vista clavada en sus manos, que unidas sobre su muslo se acariciaban y jugueteaban con los dedos La despedida fue tanto o más dramática que la anterior, con la diferencia de que en esta ocasión parecía Maca la más apenada y Esther era quien intentaba sin mucho éxito consolarla El avión despegó y Esther, esta vez sola, regresó a casa de Maca a por sus cosas para luego ir a su casa De nuevo vuelta a la rutina diaria. A Esther estudiar la ayudaba a no pensar tanto en ella y Maca, después de contarle a Niki sus días en España, sin entrar en detalles, tenía en esta, su nueva amiga, alguien en quien confiar y contarle sus cosas Llegó el mes de marzo y un día de tantos, Maca se disponía a salir del hospital cuando vio a Niki acercarse a la entrada apresuradamente. Se interpuso en su camino para detenerla y algo extrañada se dispuso a preguntarle M: ¿Adónde vas con esas prisas? Niki: Me voy a España (Por la rojez de sus ojos parecía que había llorado) M: ¡¡¿A España?!! ¿Ocurre algo? Niki: Mi padre. Mi padre Maca M: ¿Qué le pasa a tu padre? Niki: Ha sufrido un infarto. Me ha llamado Carol y me ha dicho que está muy mal

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M: Joder Niki: Dice que no le han dado ningún tipo de esperanza M: Lo siento Niki: Tengo que irme. Mi avión sale dentro de tres horas y tengo que pasarme por casa a coger algunas cosas M: ¿No pretenderás conducir así? Estás muy nerviosa Niki: Estoy bien M: Mejor te llevo yo. Venga vamos Ya en el coche Niki seguía muy nerviosa y Maca intentaba tranquilizarla, pero no lo conseguía de ninguna manera. Al llegar a su casa la ayudó a meter algunas cosas en una pequeña trolley y a toda prisa salieron hacia el aeropuerto Después de despedirse Maca se quedó bastante preocupada por su amiga, habían llamado a Carol para que las informara de la situación, pero ella no supo decirles mucho más de lo que ya le había dicho a Niki en su anterior llamada, así que se resigno a no averiguar nada más hasta llegar a España Al día siguiente Niki llamó a Maca por teléfono y entre sollozos la informó de que su padre había muerto. Ella intentaba animarla, pero esa era una ardua tarea, y mucho más a tanta distancia. Después de los meses que llevaba en Miami le había cogido mucho cariño y le dolía verla así, pero sabía que en ese momento no podía hacer mucho por ella, así que buscó algunas breves palabras con la mejor intención del mundo y quedaron en que la avisaría a su regreso para ir a esperarla al aeropuerto Aquella noche, mientras Esther y Maca hablaban por video llamada, a la pediatra se la veía algo más triste de lo habitual, cosa que no pasó desapercibida para su niña, y preocupada le preguntó E: Cariño, ¿pasa algo? M: No. Bueno, sí E: ¿Qué pasa? ¿Te ha pasado algo? M: No, a mi no, yo estoy perfectamente, es Niki E: ¿Qué le pasa? M: Ayer la llamaron y se tuvo que ir para España a toda prisa E: ¿A ocurrido algo? M: Su padre ha muerto E: No sabes cuanto lo siento. Aunque no la conozca me has hablado mucho de ella y es como si la conociera M: Ya, ella dice lo mismo de ti E: ¿Entonces está aquí? M: Sí, está en Valladolid, es su casa E: Vaya, en otras circunstancias podríamos habernos conocido, pero así, debe de estar hecha polvo M: Me ha dicho que no se va a quedar muchos días. No sé porque pero me da la sensación de que no se lleva muy bien con la mujer de su padre E: ¿Y eso? M: No sé, es una sensación que tengo. Además me contó que hacía dos años que no le veía, que la última vez vino él a verla, solo. Me parece muy raro, pero tampoco voy a sacar conclusiones sin saber nada

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E: Ya te lo contará ella si quiere, ¿no? M: Eso pienso yo, pero no sé, a veces estamos hablando tranquilamente y de repente se queda callada y se cierra en banda, tiene algo muy dentro de ella que no tengo ni idea de que es, le cuesta hablar de algunos temas E: Le has cogido cariño, ¿eh? M: Esther, no quiero que pienses cosas raras, entre Niki y yo solo hay amistad E: Lo sé, yo confío en ti y estoy tranquila mi amor M: Eso espero. Bueno, ¿y tú que tal? ¿ya tienes la nota que te faltaba? E: Sí, que maravilla, en cuatro meses seré médico. Mi madre está que no se lo cree M: Me alegro mucho cariño. Y hablando de tu madre, ¿se lo vas a contar? E: Maca M: Esther, si se lo contases a tu madre todo sería más fácil. Este verano podrías venirte unos días, no sé, de vacaciones E: Cariño, todo a su debido tiempo. No quiero precipitarme y luego tener que lamentarlo M: ¿Precipitarte? Aunque estemos tan lejos llevamos un año y dos meses Esther, no sé cuanto tiempo necesitas. ¿O es que acaso todavía no estás segura de lo nuestro? E: Maca, no es fácil contarle a tu familia algo así M: Lo sé, yo tampoco se lo he dicho a mis padres, pero tengo intención de hacerlo la próxima vez que los vea, y mis hermanos ya lo saben. A mí me gustaría que este verano vinieses conmigo a Jerez, mis hermanos quieren conocerte y así también aprovecharíamos más el tiempo. Yo quiero pasar todo el tiempo que me sea posible contigo Esther se quedó en silencio, no sabía que decirle, sabía que Maca tenía razón, pero le aterrorizaba pensar que su familia no la aceptara como era, le había dado muchas vueltas, su madre, después de saber que estaba saliendo con alguien, le había preguntado en alguna ocasión y sospechaba que algo raro pasaba, y no sabía por cuanto tiempo más podría ocultárselo, pero tenía que dar con las palabras adecuadas para decirle lo que en realidad estaba pasando, encontrar la manera más adecuada de hacerle saber que estaba locamente enamorada de una mujer y que quería pasar el resto de su vida con ella Tres días después Niki regresaba a Miami con unas ojeras impresionantes. Muchas horas de avión en pocos días, y pocas de dormir, con el agravante de lo que debería de haber llorado. Maca la esperaba en el aeropuerto y al verla salir le ofreció sus brazos que ella aceptó gustosa En el momento en el que sintió el calor de su abrazo rompió a llorar y ella la mecía y le acariciaba el pelo intentando consolarla. Su llanto era angustioso, por momentos parecía que se ahogaba entre sollozos, hasta que pasados unos minutos se fue calmando y casi sin decir nada fueron en busca del coche para dirigirse a su casa Una vez allí Maca le preparó una tila mientras ella permanecía sentada en el sofá con la mirada perdida, y una vez lista la dejó sobre la mesilla y sentándose a su lado le cogió una de las manos entre las suyas en señal de apoyo. Ella seguía igual, parecía no reaccionar, hasta que de repente y sin previo aviso comenzó a hablar

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Niki: Se ha ido. Apenas pude estar dos horas con él. En nueve años solo fui a verle dos veces. He sido una hija horrible M: No digas eso Niki: No tienes ni idea Maca Ella seguía con la mirada perdida, permaneció en silencio de nuevo unos segundos, pero la pediatra sentía que aunque le costara hablar, en realidad lo estaba necesitando, algo en su interior clamaba por salir, y ella, como buena amiga que era, espero pacientemente a que encontrara las fuerzas suficientes para hacerlo Niki: Mi padre era un hombre maravilloso, no merecía que nadie le hiciese daño, y yo no solo se lo hice si no que fui una cobarde y huí sin decírselo, nunca le di una explicación de porque me había ido así, y el tampoco me la pidió (De nuevo el silencio se adueñó de la estancia unos segundos) Mi padre adoraba a mi madre, se conocieron con trece años, y cuando ella murió él lo pasó fatal. Llegaba a casa a las tantas, muchas veces con síntomas claros de que había bebido, y yo me tenía que pasar largas temporadas en casa de mi abuela porque me tenía abandonada. Yo quería ayudarle, pero era una cría, no sabía que hacer, hasta que un día, pocos años después, empezó a cambiar. Poco a poco volvió a ser el de antes, sonreía, ya no bebía, y un día trajo a casa a la causante de tal cambio. Estaba tan enamorado, la miraba con una carita de cordero degollado, y yo me tenía que llevar bien con ella, esa mujer había conseguido sacar a mi padre del pozo en el que había caído Se detuvo un instante y tras dar un sorbo a la tila que le había traído Maca, cambió su posición, y con los codos apoyados en sus rodillas dirigió la vista al suelo antes de seguir hablando Niki: Cuando se casaron yo tenía dieciocho años, y ella veinticuatro. Nos llevábamos muy bien y no tardamos en hacernos amigas, hasta el punto de que íbamos a todas partes juntas, de compras, al cine, a correr, a la piscina. Cuando yo llegaba de la facultad ella se venía a mi habitación y sentadas en la cama hablábamos durante horas. Mi padre estaba encantado de que nos lleváramos tan bien, y cuando quise darme cuenta me había enamorado de ella Se cubrió la cara con ambas manos durante unos segundos, y Maca, entendiendo lo difícil que debía de resultarle estar hablando por fin con alguien de aquello, le acarició la espalda para hacerle saber que estaba allí, que podía contar con ella Niki: No sé como pasó, no fui consciente, pero pasó, me lié con la mujer de mi padre, y aunque me decía a mi misma que aquello que estaba haciendo estaba muy mal, no podía evitarlo. Cuando la tenía cerca me turbaba los sentidos, era sentir el roce de sus labios y perder por completo el dominio de mi cuerpo. Se había adueñado de mí y lo que yo pensara no importaba, yo era suya por muy casada que ella estuviera con mi padre. Lo peor era cuando les escuchaba hacer el amor, tuve que cambiar de habitación porque creía que me volvía loca, no entendía como podía hacer el amor conmigo y dos horas después hacerlo con él, pero en el fondo me daba igual, solo me importaba ese momento del día en que ella era mía. Con el paso de los años, no sé si por la madurez adquirida o porque fue, me di cuenta de que no podíamos seguir así. Ella no iba a dejar a mi padre, y yo tampoco quería que lo hiciera, nunca se lo pedí, si mi padre hubiese vuelto a caer en ese pozo por mi culpa, no me lo habría perdonado nunca, por eso decidí irme lejos,

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muy lejos. Me preparé a conciencia y pasadas las pruebas me vine a los Estados Unidos. Soy un ser despreciable M: Eso no es verdad. A veces el amor nos lleva a cometer locuras, somos débiles y el deseo de estar con la persona amada suele ganarnos la batalla Niki: No estoy de acuerdo, no tengo excusa, no hay nada que disculpe lo que hice M: ¿La sigues queriendo? Niki: Cuando la vi en el hospital me temblaban las piernas. Me abrazó llorando y me sentí morir allí mismo. Llevaba unos cinco años sin verla. No sé como lo hace para estar cada vez más guapa M: ¿Y que vas a hacer ahora? Niki: Nada. Mi padre está muerto y a ella la voy a enterrar con él M: Pero Niki Niki: No. Ya no tengo dieciocho años. He cambiado y soy muy responsable de mis actos. No quiero volver a verla en mi vida Después de aquella conversación, Niki le pidió a Maca que por favor no le hablara nunca de ese tema, necesitaba contarlo, hablarlo con alguien, pero era algo que quería enterrar en su pasado Dos semanas después y a causa de las conocidas como vacaciones de primavera, Maca tenía unos días libres que casualmente coincidían con el inicio de la semana santa. Habló con Esther y le dijo que quería pasar esos días con ella pero sin que nadie se enterase de que estaba en España. Quería pasar hasta el último minuto con ella, no quería perder el tiempo ni tan siquiera pasando a saludar a Ana. Así que el sábado por la tarde, cuando la pediatra llegó a Madrid, su niña la esperaba impaciente con deseos de verla y pasar esos días juntas Esta vez si fue a esperarla al aeropuerto, no se lo hubiese perdido por nada del mundo, y de manera nerviosa andaba arriba y abajo esperando que anunciaran la llegada del vuelo. Cuando esto ocurrió se acercó hasta la puerta por donde salían los pasajeros y al verla llegar ya desde lejos sintió como unas lágrimas se le escapaban Al llegar a su altura Maca dejó la maleta en el suelo y abrazándola la besó suavemente. Entrelazaron sus cuellos y permanecieron así durante unos segundos en los que sintieron como lágrimas de felicidad mojaban su piel E: ¿Cómo estás mi amor? M: No te imaginas las ganas que tenía de abrazarte mi niña E: Tienes cara de cansancio. Vámonos a casa (Cogió la maleta y cogidas de la mano empezaron a andar) M: No tenemos tiempo para descansar, ya lo haré esta noche E: ¿Pero que dices? Por supuesto que tenemos tiempo M: No, no lo tenemos. Tengo una reserva en un hotel y quiero dormir esta noche allí, así que tenemos que darnos prisa E: ¿Cómo que en un hotel? ¿Un hotel donde? Pensé que nos íbamos a quedar en tu casa M: Pues pensaste mal. Nos vamos a la playa E: ¡¡¿A la playa?!! ¿Ahora? (Esther estaba alucinada, para nada esperaba irse esos días a la playa) ¿Pero como te vas a pasar ahora cinco o seis horas conduciendo? M: Muy sencillo, tú me hablarás durante todo el camino y así no me dormiré

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E: Maca, dormimos esta noche en tu casa y mañana nos vamos tranquilas M: Mejor nos vamos ahora y mañana dormimos tranquilas E: Bueno, vámonos a casa y allí lo hablamos con calma M: No hay nada que hablar Esther, nos vamos ahora E: Eso ya lo veremos De camino hacia casa siguieron hablando del tema pero no conseguían ponerse de acuerdo. Una vez allí Maca se metió en la ducha y Esther pensó en la manera de convencerla para quedarse hasta el día siguiente. Empezó a quitarse la ropa y entrando a la ducha con ella comenzó a acariciarla y a dejar besos por todo su cuerpo M: Mmmmm. Esther, esta noche, ahora no podemos entretenernos (Su voz decía eso, pero su cuerpo estremeciéndose parecía gritar todo lo contrario) E: Te deseo Maca, ahora (Comenzó a descender con la mano por su abdomen y al llegar a su pubis Maca comenzó a perder el control de la situación) M: Esther E: No me pidas que espere más, no puedo esperar ni un minuto ya Maca se dio la vuelta y mirándola a los ojos con algo de dificultad por el agua que se vertía con fuerza sobre ellas, sintió que ella tampoco podía esperar, ¿Cómo esperar después de tanto tiempo? Así que se dio por vencida y comenzó a besarla con fruición Cuando la temperatura comenzó a subir y la excitación empezó a hacer mella en ellas provocándoles un ligero temblor en las piernas, decidieron mejor seguir en la cama, y envueltas en una toalla fueron hasta esta donde cayeron tumbadas y abandonadas a la pasión que sus cuerpos sentían cada vez que estaban juntas Después de disfrutar de todo el amor que sentían la una por la otra y vencida por ese estado de calma y relajación que se adueña de un cuerpo al terminar un momento de placer tal, con todo esto sumado a que la pediatra había trabajado hasta dos horas antes de subir al avión y casi no había podido dormir durante el vuelo, no tardó mucho en quedarse dormida entre los brazos de Esther Ella la miraba sonriendo ligeramente, acariciaba su cara de manera suave para no despertarla y disfrutaba del placer de tenerla así para ella sola. Admiraba cada una de sus facciones y se deleitaba con la belleza de estas que con la relajación del sueño todavía resaltaba más En momentos así le parecía increíble tener a alguien como ella a su lado, poder disfrutar del gozo de tener con ella a un ser tan maravilloso como le parecía lo era Maca. Sintió deseos de besarla y acercándose con sumo cuidado apenas rozó sus labios lo que hizo que ella se revolviera un poco en la cama buscando la posición más cómoda Cerró los ojos y aspirando el aroma de su cuerpo se dejó caer en los brazos de Morfeo mientras sonreía al recordar que Maca quería salir ese día hacia la playa y ella, con malas artes, había conseguido que eso no fuera así Después de dormir durante aproximadamente tres horas, Maca se despertó sorprendiéndose con el hecho de que se encontraba sola en la cama, se quedó inmóvil y en silencio intentando escuchar algo que le indicara donde estaba ella, pero no pudo

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percibir ningún sonido, así que se levantó y cubriendo su cuerpo con una bata se dirigió hacia el salón Allí estaba ella, sentada en el sofá, con las piernas acurrucadas, leyendo un libro de pediatría. Maca sonrió, realmente a Esther le gustaba la medicina, incluso en vacaciones tenía que buscar uno de esos libros cuando tenía tiempo, y acercándose a ella se sentó a su lado y posando un dedo en el libro lo bajó para que ella la mirara M: ¿Interesante? E: Mucho M: Al final te has salido con la tuya, como siempre (Esther dejó el libro a un lado y se sentó a horcajadas sobre ella apoyando las manos en el sofá a ambos lados de su cabeza) Se ha hecho tarde y vamos a tener que irnos mañana E: Reconoce que estabas cansada y necesitabas dormir M: Es verdad, me han sentado muy bien estas horitas de siesta E: Espero que te haya sentado bien la siesta y el preludio de esta M: El preludio me ha sentado de maravilla (Esther le dio un beso y volvió a separarse un poco de ella para seguir hablando) E: ¿Y a donde me vas a llevar, si se puede saber? M: A Altea. A un hotelito tranquilo a primera línea de playa E: ¿Crees que podremos bañarnos? M: He elegido esa zona porque es bastante cálida. Si tenemos suerte y hace bueno, seguro que la temperatura ya invita a darse un baño E: Ojalá, pero no me he traído el bikini M: No pasa nada, te compras uno allí (Se quedó unos segundos pensando con la mirada perdida) Esther E: Dime (Pensaba en si decirle o no lo que rondaba por su cabeza) M: No, nada E: Venga, que me ibas a decir M: Da igual, es una tontería E: No me dejes con la intriga (Con ese poder de convicción que tenía Esther sobre ella, pensó que algunas cosas mejor hacerlas sin comentárselas, entonces sonrió e intentó desviar su atención) M: ¿Sabes que te quiero mucho? E: Algo había oído Esther sonreía orgullosa y entonces ella le puso una mano en la nuca y atrayéndola hacia si comenzó a besarla. Cuando sintió como su niña colaba una mano por la bata en busca de sus pechos se separó un poco de ella sonriendo E: ¿Y si mejor cenamos antes? M: Vale, pero luego no te me escapas Al día siguiente desayunaron sin prisas y cerca de las diez salían hacia su destino. Por el camino pararon a comer en un tranquilo restaurante de carretera y a las cinco de la tarde llegaban a Altea. El hotel estaba aproximadamente a un kilómetro del pueblo, en una zona tranquila rodeada de naranjos y con la arena de la playa a los pies de este

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Ya en la habitación Esther contemplaba el mar desde la terraza y viendo que había algunos bañistas regresó al interior para decírselo a Maca E: Hay gente bañándose, con el frío que hace todavía en Madrid y aquí ya parece que estamos llegando al verano M: Ya te lo dije. Aquí te puedes bañar casi todo el año, exceptuando los dos o tres meses de más frío E: Que maravilla, y que pena que no voy a poder bañarme hasta que me compre un bikini M: Si quieres vamos ahora. Seguro que encontramos algún sitio en el pueblo donde los vendan (Esther se dejó caer tumbada sobre la cama como sin muchas ganas de ir en ese momento a ninguna parte) E: ¿No quieres descansar un rato? M: Hemos perdido casi un día porque ayer no paraste hasta conseguir que descansara. ¿Nos vamos a pasar los cinco días descansando? E: Pues claro, estamos de vacaciones, ¿no? Maca la miraba sonriendo, sabía cuales eran las intenciones de Esther, pero esta vez no estaba dispuesta a ceder, quería disfrutar con ella aunque fuese un poquito de esa maravillosa playa que tenían a tan pocos metros y el primer paso para eso era encontrar un bikini para ella, así que cogió su bolso y se dirigió hacia la puerta M: Yo me voy al pueblo, tú si quieres descansa (Salió de allí sin esperarla y una vez en el pasillo se detuvo y riendo se tapaba la boca para que Esther no la escuchara) E: ¡¡¡Eiiii!!! Espera, que voy contigo Al abrir la puerta y encontrar a Maca riendo sin poder aguantarse, se quedó mirándola y un poco enfadada entró de nuevo en la habitación y cerró la puerta. La pediatra reía ahora con ganas, sin necesidad de contenerse, y después de unos pocos minutos, al ver que ella no salía, se le fue pasando y empezó a preocuparse por si ella se había enfadado de verdad Se acercó a la puerta y pegó su oído a esta intentando escuchar algo, pero fue inútil, silencio absoluto, entonces la golpeó suavemente con los nudillos para que ella le abriese M: Esther. Esther cariño. Venga, no te enfades (Se detenía de vez en cuando a escuchar, pero nada de nada) Mi niña, ¿de verdad te vas a enfadar conmigo por una tontería así? Apoyó las palmas de las manos y la frente en la puerta mientras sonreía convencida de que todo era una broma de Esther como venganza por reírse de ella, y pensó que lo mejor era tirar directo al corazón M: Bueno, hay una puerta entre nosotras, pero al menos te tengo cerca, es lo contrario a como solemos estar, lejos pero viéndonos y escuchándonos, ahora estamos cerca pero ni te veo ni te oigo, y no sé que es peor Iba a seguir cuando vio que se abría la puerta de la habitación y una Esther sonriente pero con los ojos tristes la miraba sin decir nada

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M: Sabía que no podías enfadarte conmigo por algo así Entonces ella se le acercó y tirando de su camiseta con una mano la hizo entrar para cerrar la puerta, y una vez dentro se abalanzó sobre ella y comenzó a besarla. Antes de que Maca pudiera reaccionar ya le estaba colando las manos por la cintura para comenzar a deshacerse de su ropa, pero ella estaba decidida, no lo iba a conseguir dos veces de la misma forma, y separándose de ella como pudo la miró sonriendo M: Esther, no seas mala E: Joooo, vamos a quedarnos un ratito (Maca negó con la cabeza y ella, resignada, se fue a por su bolso) Está bien, tú ganas, pero no te acostumbres Le podía cuando su niña adoptaba esa actitud, le parecía irresistible con esa carita de no haber roto nunca un plato, así que antes de que abriera la puerta la detuvo y atrayéndola hacia si pegó su cuerpo al de ella y la miró con un deseo incontrolable M: Vas a tener razón, compramos el bikini más tarde, y si no nos da tiempo, pues mañana Esther esbozó una sonrisa triunfal que terminó de atraer los labios de ella Como era de esperar aquel día ya no tenían tiempo de ir al pueblo a buscar un bikini para Esther, así que para aprovechar los cuarenta o cuarenta y cinco minutos de luz que les quedaban, se fueron a dar un paseo por la orilla del mar Con los pantalones remangados, cogidas de la mano y los zapatos en las que les quedaban libres, anduvieron mojándose ligeramente los pies hasta llegar a la desembocadura de un pequeño río. Aproximadamente a cien metros de allí empezaban a verse ya los edificios de la playa de Altea, y sentadas en unas piedras se quedaron un rato mirando al mar E: Creo que podría vivir al lado del mar y nunca hartarme de mirarlo (Esther sonreía ligeramente con la vista clavada en el devenir de las olas mientras Maca le acariciaba el pelo) M: En exceso todo puede llegar a cansar E: No lo creo (Volvió la vista hacia la pediatra y la miró fijándose bien en cada detalle de su rostro) De ti, por ejemplo, yo no podría cansarme nunca Ella simplemente le sonrió, sabía perfectamente a que se refería Esther porque ella se sentía igual. ¿Cómo cansarse de la persona que había llenado su vida? ¿Cómo podría en algún momento llegar a hartarse de esos ojos, de esos labios, de esa sonrisa que le alegraba la vida cada vez que la veía dibujarse? Su niña tenía razón, en la vida hay cosas tan maravillosas que es imposible saciarse de ellas Cuando empezó a anochecer pusieron rumbo de nuevo al hotel y pocos metros antes de llegar Maca se detuvo consiguiendo así que ella también lo hiciera. Mientras Esther la miraba sin entender que hacía, ella cerró los ojos y aspiró profundamente M: Aspira hondo Esther (De nuevo aspiraba y Esther la imitó) ¿Lo sientes? E: Mmmmmm. Que maravilla. ¿Qué es?

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M: El azahar E: ¿Azahar? M: Sí. Estamos rodeadas de naranjos, miles de hectáreas plantadas de naranjos, ¿te imaginas?, y en cada uno de esos árboles, miles de pequeñas flores que todas juntas se encargan de regalarnos este aroma tan fascinante (Una vez más aspiraban profundamente para disfrutar de aquel aroma tan dulzón) E: Había oído hablar del aroma del azahar, pero no sabía que era tan delicioso M: ¡¿Nunca habías olido el azahar?! E: No que yo recuerde M: A mí me parece uno de los mejores aromas que he podido sentir, por no decir el mejor. Cuando voy a Jerez en esta época del año, con los ojos cerrados sé que estoy llegando a Sevilla. Me fascina este aroma dulzón, penetrante y al mismo tiempo suave, y sentirlo al llegar a Andalucía, es como si la naturaleza me diera la bienvenida a mi lugar de origen, no sé, es como... (Se detuvo un momento y acercándose a ella aspiró de nuevo) cuando siento tu aroma y sé que ya estoy en casa Esther la miraba fijamente, con algo de dificultad pues ya había oscurecido, y pudo ver en sus ojos todo el amor y la sinceridad con la que había dicho esas palabras, y acercándose más a ella la besó mientras unas tímidas lágrimas resbalaban por sus mejillas Se abrazaron y permanecieron así durante unos segundos, luego se miraron sonriendo, y sin soltar sus manos en ningún momento siguieron andando hacia el hotel Cenaron tranquilamente y luego, sentadas en la terraza junto a la piscina, siguieron disfrutando de ese aroma tan agradable y peculiar mientras tomaban un café A la mañana siguiente y después de desayunar, se fueron al pueblo en busca de un bikini ante el asombro de Maca ya que Esther no había intentado disuadirla de ninguna manera, y no tardaron mucho en encontrar una tienda dedicada a estos Estuvieron como media hora allí mientras Esther se probaba infinidad de bikinis, y al final se compró dos, según ella el que tenía ya estaba viejo y con lo que estaban frecuentando la playa últimamente, mejor tener quita y pon Aprovechando que estaban en el pueblo se dirigieron hacia el casco antiguo y estuvieron paseando por sus empinadas y blancas calles, algunas de ellas con largas escalinatas, y finalmente llegaron a un mirador bastante elevado sobre el nivel del mar desde el cual la vista era espectacular Comieron en un restaurante que había cerca de la plaza de la iglesia donde les sirvieron platos típicos de la zona y luego tranquilamente fueron hasta donde habían dejado el coche para finalmente poder ir a darse un baño a la playa El agua tenía una temperatura bastante agradable para la época del año en la que se encontraban, y aunque al salir de esta se notaba el frío, pronto los rayos del sol hacían su efecto e incluso hacía un poco de calor tumbadas sobre la toalla

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Esther estaba tumbada bocabajo y con la cabeza apoyada en sus brazos buscando la posición más cómoda permanecía con los ojos cerrados mientras que Maca, tumbada ligeramente de lado, la miraba hablando para si misma en sus pensamientos M: “¿Cómo voy a estar cuatro años más sin ti? Yo no voy a poder aguantar esto mi niña, necesito tenerte cerca, te necesito a mi lado todos los días, cerca de mí, y a siete mil kilómetros de distancia, eso es imposible. No puedo pedirte que te vengas conmigo, que lo dejes todo e intentes sacarte ese maldito título de inglés que tanto nos facilitaría el camino. Sé que adoras a tu madre, y a Dani, ese pequeñín del que tanto me hablas y al que he tenido la suerte de conocer, aunque lamentablemente sea por sus problemas de salud, pero afortunadamente ya me dijo Ana que según Ángeles está mucho mejor, y tú también dices que parece que mejora. ¿Cómo voy a apartarte de ellos? No puedo, no quiero, ellos forman parte de tu vida al igual que yo, y no puedo pedirte que elijas. Estoy decidida, si me dan la plaza voy a renunciar, te quiero mucho más que a ese sueño, y si no hay otra oportunidad más adelante, pues que se le va a hacer, pero ahora mismo mi prioridad eres tú, y ni siquiera te voy a pedir tu opinión, porque visto lo visto sé que lograrías convencerme, y no quiero, no quiero volver a separarme de ti Esther, la próxima vez que venga será para quedarme, y ya no me separará de ti nadie” Poco después Esther abrió los ojos y se sonrieron al cruzarse sus miradas. Ella también había estado pensando, la situación que vivían las tenía un poco hartas a las dos, hacía días que quería preguntarle, pero no encontraba el momento, y en ese instante ya no pudo más E: ¿Cuándo terminas? M: El quince de julio E: Que ganas. ¿Vendrás antes? M: No creo. Ya vendré para las vacaciones de verano E: ¿Y cuando te dirán si la plaza es tuya? M: A finales de junio E: O sea, que la próxima vez que vengas será para quedarte o para irte por cuatro años más M: Eso es E: ¿Qué haremos si te tienes que quedar esos cuatro años? M: No lo sé Esther, pero yo no sé si quiero estar cuatro años más sin ti E: Aguantaremos. Juntas podemos con todo M: Mi niña, yo... Antes de que siguiera hablando Esther la hizo callar poniendo un dedo es sus labios, y acercándose a ella le dio un beso para luego recostarse sobre su pecho E: No quería sacar el tema, no quiero pensar en eso ahora, solo vamos a disfrutar de estos días y si te dan la plaza ya veremos que hacemos M: Vale. Lo que tú digas Y así lo hicieron, disfrutaron de la maravillosa playa, de la tranquilidad de la zona, y en pocos días regresaban a Madrid para que, sin enterarse nadie más de que Maca había estado allí, coger el avión de vuelta a Miami

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Las semanas iban pasando y Maca cada vez veía más claro que una de las plazas era para ella, y cuando por fin se lo confirmaron no supo si alegrarse o entristecerse Al salir en dirección a su casa se encontró con Niki que la esperaba ansiosa por ser la primera en felicitarla Niki: Enhorabuena futura neurocirujano M: Puede que lo sea en un futuro, pero no inmediato (Niki empezó a andar a su lado y así siguieron hablando) Niki: ¿Qué dices? Me ha dicho Glenn que no lo ha dudado ni un segundo, que una de las plazas es tuya M: No la quiero Niki: ¡Venga ya! ¿Pero que estás diciendo? (La cogió de un brazo y la hizo detenerse) Viniste aquí para eso M: Pues he cambiado de opinión. Me he dado cuenta de que esto no me importa tanto como yo creía, te aseguro que hay cosas que me importan mucho más, y no voy a arriesgarme a perderlo Niki: ¿Esther? M: Sí, Esther (Empezó a andar de nuevo y ella la siguió) Niki: Dile que se venga aquí contigo M: Eso es imposible Niki: No es verdad. Si te casas con ella le darán el permiso de residencia (La pediatra se detuvo ante sus palabras y la miró sorprendida) M: ¡¿Casarnos?! Niki: ¿Por qué no? M: ¿Pero tú tienes idea de lo que estás diciendo? Niki: Claro que sí. Piénsalo y verás como no es ninguna locura Aquella noche Maca casi no pudo dormir dándole vueltas a la cabeza a todo lo que le había dicho Niki. Posiblemente era la única solución, pero ella seguía sin querer pedirle a Esther que lo dejara todo por ella Al día siguiente decidió llamar a Ana, necesitaba hablar con su amiga, necesitaba contarle a alguien lo que le pasaba, y hablar con ella siempre le había sido de gran ayuda Ana: Hola preciosa M: Hola Ana, cariño. ¿Qué tal sigue todo? Ana: Bien. Todo igual, como siempre. ¿Y tú? M: Me han dado la plaza Ana: ¡¡¡Enhorabuena!!! (Maca se quedó pensando unos segundos antes de decirle lo que pensaba hacer) M: Voy a renunciar Ana, estoy decidida Ana: Pero tú estás tonta. ¿Cómo vas a renunciar? M: Pues muy fácilmente, renunciando Ana: No puedes hacer eso Maca M: Ya lo creo que puedo, de hecho lo voy a hacer Ana: Pero esto es una locura. Después de tantos años esperando esto y ahora lo vas a dejar pasar M: La quiero Ana. ¿Tan difícil es de entender eso?

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Ana: No te escudes en eso Maca, a la larga te vas a arrepentir. Además, ¿crees que Esther va a dejar que renuncies? M: No se lo voy a decir Ana: Eres una cabezota M: Como se lo diga me convence, así que no le voy a dar esa oportunidad Ana: ¿Le vas a mentir? M: Bueno, es una mentira piadosa Ana: No puedo creer lo que estoy oyendo. ¿Cómo le vas a ocultar a Esther algo tan serio? Como se entere M: No se va a enterar, yo no se lo voy a decir, y confío en que tú tampoco Ana: Maca, cariño, piénsalo bien, esta decisión te va a pesar M: Ya está decidido y no hay vuelta atrás Ana: Por favor Maca, hazme caso, piénsalo un poco M: Ya lo he pensado Ana, y por mucho que le de más vueltas no sé si voy a cambiar de opinión Ana: Aún así prométeme que al menos lo seguirás pensando, que no te vas a precipitar M: Está bien, lo pensaré unos días, pero ya te digo que no hay nada que pensar La conversación con Ana la dejó peor de lo que estaba. ¿Es que nadie iba a darle la razón? ¿Nadie le iba a decir que hacía lo correcto? Para ella era todo un acto de amor dejar su sueño por Esther, por la mujer de su vida, y parecía que todos estaban en su contra, que nadie la iba a apoyar, así que empezó a dudar si era la mejor idea, por lo que decidió hacer caso a Ana y apurar hasta el último momento para tomar una decisión Al terminar aquel día su turno en el hospital se le acercó el doctor Morrison con intención de hablar con ella, la invitó a sentarse con él en uno de los bancos que había en el jardín frente al hospital y muy serio empezó a hablarle Doctor Morrison: Maca, Niki ha venido a hablar conmigo, dice que quieres renunciar. (Maca negó al escucharle, no podía creer que Niki hubiese hecho eso) M: Joder Niki Doctor Morrison: No te enfades con ella, es tu amiga y tiene razón, no puedes hacer eso Maca M: Doctor Morrison yo, lo he pensado mucho, no sé si Niki le ha explicado mis motivos Doctor Morrison: Yo entiendo tus motivos, pero entiende tú los míos para insistirte. He tenido oportunidad de trabajar contigo y sé que serás una gran neurocirujano, no puedo permitir que renuncies a eso, por ti, por todos los niños a los que puedes ayudar, por esa persona que te espera en tu casa y sabe que tu pasión es esto. No lo hagas, es mi consejo M: Puede que todos tengáis razón, puede que la única equivocada sea yo, pero es lo que siento ahora Doctor Morrison: Vamos a hacer una cosa, vete unos días a casa M: ¿Qué? Doctor Morrison: Lo que has oído. Coge el primer avión y vete a casa unos días, piénsalo tranquilamente, sopesa con calma todas las posibilidades, y recuerda que todos lamentaríamos mucho que al final siguieras adelante con tu idea, incluso tú con el tiempo M: Gracias doctor Doctor Morrison: Gracias a ti

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De camino a casa pensó mucho en las palabras del doctor Morrison y al llegar, sin pensarlo mucho, se puso a buscar un vuelo para ir a Madrid. En cuanto lo tuvo todo claro llamó a Esther para darle la sorpresa E: Hola mi amor (Por su voz no era difícil saber que estaba durmiendo) ¿Cómo es que llamas a estas horas? M: ¿Te he despertado cariño? E: Sí, pero no importa. ¿Pasa algo? M: ¿Tienes algo que hacer este fin de semana? E: Pues sí, pasado mañana sábado es el cumpleaños de Laura, nos ha invitado a varios compañeros de la facultad a una cena en su casa M: ¿Compañeros de la facultad? Me parece que yo mejor no ir. Bueno, podré aguantar unas horas sin ti, pero desde mañana a las doce hasta el lunes al mediodía eres mía E: ¡¡¿Qué?!! M: Que tengo cinco días y me voy a verte E: Pero si... apenas te faltan tres semanas para terminar M: Ya, lo sé, voy ahora y dentro de tres semanas E: ¿En serio? ¿No es una broma? M: En serio mi niña (Esther cerró los ojos con fuerza intentando controlar las lágrimas. La alegría de volver a verla la había emocionado más de lo normal) E: Maca M: Dime E: Te quiero M: Y yo a ti mi amor, mucho, muchísimo Siguieron hablando unos minutos y luego Maca se fue a preparar rápidamente la maleta para coger el vuelo esa misma noche Por la mañana Ana pasó a recoger a Esther para ir juntas al aeropuerto y durante el trayecto hablaron de los posibles motivos de ese repentino viaje Después de esperar cerca de una hora en el aeropuerto vieron salir a Maca por la puerta y primero se acercó Ana a saludarla, pues Esther parecía no reaccionar, y finalmente fue la pediatra quien se tuvo que acercar a ella M: ¿No me vas a saludar? E: Hola (Su voz sonaba algo entrecortada) M: ¿Hola? ¿Eso es todo? Entonces Esther se abrazó a ella escondiendo la cara en su cuello. Maca se quedó un poco sorprendida, le pareció un recibimiento extraño, pero no quiso darle importancia. Bajo la insistencia de Ana fueron a su casa donde esta las invitó a comer y se la pasaron hablando como descosidas Ana: ¿Entonces mañana estás soltera? (Esther le había contado a Ana sus planes para el sábado por la noche) M: Pues sí, mi niña me abandona mañana (Ella la miraba y le sonreía con cara de pena) E: Si quieres no voy

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M: No digas tonterías, claro que vas a ir. Además, dentro de veinte días ya me tienes aquí y tendremos todo el tiempo del mundo (Se acercó a darle un pequeño beso mientras Ana seguía hablando) Ana: Pues si estás soltera podríamos aprovechar para salir tú y yo de copas M: ¿Tú y yo? ¿Y donde te dejas a Fonsi? Ana: Pues, no te lo había dicho por no preocuparte, pero no estamos muy bien M: ¿Qué? ¿Y qué es esa tontería de que no quieres preocuparme? Puedes contarme lo que quieras Ana, soy tu amiga y quiero ayudarte en lo que pueda. ¿Qué os pasa? Ana: Pues no lo sé muy bien, pero últimamente siempre estamos discutiendo, él busca cualquier excusa para no estar en casa y yo otro tanto de lo mismo M: ¿Pero no ha pasado nada? ¿No hay una tercera persona? Ana: No que yo sepa M: ¿Y por que estáis así? Ana: Ya te digo que no lo sé, pero parece que no nos soportamos. Me vendría genial salir mañana contigo un rato, hace demasiado que no lo hacemos M: Pues si eso sirve para levantarte un poco los ánimos Después de terminar, Ana se ofreció a llevarlas a casa de camino a la consulta, y Maca pensó que mejor iban con ella así saludaba a Lourdes y Ángeles, a las cuales no había tenido ocasión de ver desde su partida a los Estados Unidos ya que siempre que venía estaba demasiado “ocupada” Estuvieron allí cerca de una hora y Maca alucinaba al ver como Esther se movía por allí como si estuviese en su casa, se notaba que pasaba mucho tiempo en la consulta, y eso a la pediatra le encantaba Luego cogieron un taxi para ir a casa de Maca y nada más entrar esta dejó la maleta en el suelo y acercándose peligrosamente a Esther la miraba con deseo M: ¿Hace una siestecita? E: La verdad es que me vendría bien, pero tengo que irme M: ¡¡¿Qué?!! E: Lo siento Maca, pero ha sido todo tan repentino que no he tenido tiempo de organizarme M: ¿Y que es eso tan importante que tienes que hacer? E: Tengo que recoger a Dani en el colegio. Ya me había comprometido. Mi madre no puede ir y le recogemos siempre nosotras los viernes M: Joder Esther, que llevábamos dos meses sin vernos (Esther parecía no tener intención de decir nada y Maca soltó lo primero que se le pasó por la cabeza) ¿Y si voy contigo? E: ¡¡¿A recoger a Dani?!! No digas tonterías Maca, que te conoce M: Algún día se va a tener que enterar que soy la novia de su tía E: Puede, pero te aseguro que ese día no va a ser hoy M: No tienes intenciones de decírselo a tu familia, ¿verdad? E: Maca, no empieces M: Tienes razón, da igual, no voy a preocuparme más por eso (Fingiendo indiferencia) Anda vete, no llegues tarde E: Maca M: Vete Esther

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Le abrió la puerta y al salir ella la cerró con rabia Maca se quedó apoyada en la puerta sin entender lo que acababa de pasar. Esther siempre había inventado lo que fuese para estar con ella. ¿A que se debía aquello? ¿Por qué estaba tan rara? Fue hasta su habitación y se tumbó sobre la cama, con calma acariciaba el lado de esta donde solía dormir Esther y en silencio lloró su ausencia, no recordaba la última vez que había dormido en esa cama sola, y poco a poco el cansancio la fue venciendo hasta que se quedó dormida Un par de horas después la puerta del apartamento se abría sigilosamente. Casi con la absoluta certeza de que ella estaría durmiendo, Esther se fue acercando hacia la habitación con cuidado de no hacer ruido. Al llegar allí y verla dormida, se sentó a su lado con suma delicadeza y poco a poco se fue recostando hasta quedar tumbada Hacía bastante calor y la pediatra tenía unas diminutas gotas de sudor en su frente que Esther se dispuso a secar con su mano, y al sentir ella ese contacto, entornó apenas los ojos y sonriendo ligeramente se acercó más a ella un poco entre sueños y se acomodó en su pecho. Esther le acariciaba el pelo mientras su rostro se entristecía y hacía verdaderos esfuerzos por no romper a llorar Poco después Maca se fue despertando y le extrañó encontrase allí a Esther y más en la posición en la que se encontraban, no sabía si el enfado de hacía unas horas había sido un sueño, o si estaba siendo un sueño tenerla a su lado. Cuando despertó totalmente y vio las cosas con claridad la miró algo sorprendida M: ¿Qué haces aquí? E: En cuanto ha llegado mi madre he dejado a Dani con ella y me he venido, y tengo llave, ¿recuerdas? M: Esther E: Ssshhhhh. No digas nada, solo bésame De repente Maca olvidó todo lo ocurrido, ya nada importaba, solo que su niña estaba allí con ella y tenían que aprovechar el poco tiempo que tenían para estar juntas Esther se quedó a pasar la noche con ella y al día siguiente, antes del mediodía, se tuvo que ir. La pediatra de nuevo se quedaba dando vueltas a su cabeza al comportamiento de su niña. Nunca la había visto así, algo le pasaba y si no cambiaba de actitud iba a tener que hablar con ella, no podían estar así, pero ese día ya no iba a poder ser, ya que había quedado con Ana y Esther con sus compañeros y lo normal era que ya no se vieran hasta el día siguiente Durante la cena en un restaurante italiano que a Maca le encantaba y al que Ana, sabiendo esto, sugirió ir para alegrarle la noche a su amiga, estuvieron hablando un poco de los problemas de esta última con su marido. Luego fueron cambiando de conversación, y con el vino y la copa de licor que se tomaron con el café, las risas y las bromas no tardaron en aparecer

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Ana pensó en ir a un local del que le habían hablado y que no quedaba muy lejos de allí, y Maca aceptó gustosa, así que fueron dando un paseo y una vez allí se acercaron a la barra y sin perder tiempo pidieron un par de copas. Estuvieron bailando, se sentaron un momento a descansar, más que nada por el calor, y cuando terminaron sus copas fueron a la barra a por otras Mientras Ana pedía, Maca sonreía mirando a su alrededor observando a la gente que como ellas se divertía, hasta que de repente su vista se detuvo en alguien en concreto y la sonrisa se borró por completo de su cara. Su amiga se acercó a darle la copa y al verla con la mirada fija y sin reaccionar ante sus palabras, intentó dirigir la vista hacía donde la dirigía ella, y al ver lo que ella estaba viendo la miró esperando una reacción M: Ana. Dime que no es ella por favor (Su voz sonaba entrecortada, sus ojos temblaban y un nudo en su garganta le impedía respirar) Dime que no es Esther Ana: Maca A pocos metros de ellas y rodeada por los brazos de un chico de aproximadamente su edad, Esther bailaba de manera divertida mientras su acompañante le daba algún pequeño beso de vez en cuando Maca permanecía con la mirada clavada en ellos, miraba a Esther y sentía rabia, pero esta se multiplicaba cuando miraba a ese chico que se pegaba a su niña y le decía cosas al oído mientras ella le sonreía, esa sonrisa que tantas veces había sido para ella, por ella Poco a poco se fue cargando de odio, de desprecio, y eso se veía reflejado en su cara. Inesperadamente sus miradas se cruzaron, Esther dejó de bailar y vio la tristeza en sus ojos, sabía perfectamente cuando daño le estaba causando a la pediatra lo que había visto, y después de decirle algo al oído al chico, empezó a andar hacia ella Al ver como se acercaba, Maca salió corriendo de allí, y debido a la multitud, cuando Esther llegó a la calle ella ya se había alejado varios metros. Corrió tras ella hasta alcanzarla y cogiéndola por un brazo la hizo detenerse E: Espera Maca M: ¿A que quieres que espere? ¿Acaso quieres que siga viendo el espectáculo? (Su mirada era de odio y brillaba a causa de las lágrimas que retenía con gran esfuerzo) E: Maca yo... (Ella levantó una mano repentinamente para hacerla callar) M: No quiero saber nada. No te molestes en explicármelo E: Lo siento M: Lo dudo mucho. Tú eres incapaz de sentir nada E: Maca, escúchame M: No quiero escucharte Esther (Empezaba a alterarse e iba subiendo el tono de voz) No quiero oír nada de lo que me tengas que decir. ¿Qué vas a decirme? ¿Qué no es lo que parece? ¿Qué solo sois amigos? Mejor aún, que te asusta todo esto y por eso has buscado un chico. No quiero oír nada de eso E: Maca M: Olvídame Esther. Olvídame Maca empezó a alejarse de manera rápida mientras Esther se quedaba de pie siguiendo sus pasos frenéticos con la mirada

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Una hora después Ana llamaba con insistencia al timbre de Maca, pero nadie respondía. Se pasó casi toda la noche llamándola al móvil, pero la respuesta fue la misma que en su casa, nada de nada. Una voz programada insistía en que aquel número estaba apagado o fuera de cobertura, y al amanecer se dio por vencida y dejó de insistir Maca deambulaba por las calles de Madrid pensando en todo lo ocurrido. Le daba vueltas y más vueltas y no entendía como Esther podía haberle hecho algo así. Cada vez que cerraba los ojos la veía besando a ese chico y se le partía el corazón Ya de madrugada llegó a su casa y como un cuerpo inerte se dejó caer tumbada sobre la cama, pero al abrazarse a la almohada y sentir todavía su aroma impregnado en esta, aspiró profundamente con los ojos cerrados y deseo que todo hubiese sido una pesadilla, que al abrir los ojos ella estuviera allí, a su lado, pero no fue eso lo que encontró al abrirlos de nuevo, y con rabia tiró la almohada lejos quedándose hecha un ovillo llorando de rabia El sonido del timbre le hizo dejar sobre la cama las cosas que tenía en sus manos para meter en la maleta y rápidamente se dirigió a ver quien era, y se tranquilizó al ver que se trataba de su amiga. Regresó a la habitación para seguir con lo que estaba y poco después entraba ella sorprendiéndose al ver lo que hacía Ana: ¿Adónde vas? M: A Miami Ana: Pero tu avión no sale hasta el lunes M: Lo he cambiado Ana: Maca (Se acercó a ella y le puso una mano en su hombro en señal de apoyo) Lo siento M: No es culpa tuya Ana: Deberías de hablar con ella antes de irte (Se dio la vuelta quedando de frente) M: ¿Para qué? ¿Para que tenga oportunidad de reírse de mí otra vez? No Ana, se acabó. Y pensar que iba a dejarlo todo por ella. Que idiota he sido Ana: ¿Estás segura de lo que estás haciendo? M: No quiero volver a verla Ana. No quiero volver a verla nunca [Me voy (Julieta Venegas).mp3] PLAY Sentada en el avión miraba por la ventanilla y le resultaba inevitable pensar en ella, había llegado a Madrid apenas dos días antes con toda la ilusión del mundo por ver a su niña después de dos meses alejada de ella y ¿con que se había encontrado?, con que su niña ya no era su niña Porque no supiste entender a mi corazón lo que había en él, porque no tuviste el valor de ver quién soy

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Lo peor de todo era sentirse engañada, no sabía como Esther había sido capaz de hacerle algo así, pero lo había hecho, y con el corazón roto en mil pedazos se alejaba de ella seguramente para siempre Porque no escuchas lo que está tan cerca de ti, sólo el ruido de afuera y yo, que estoy a un lado desaparezco para ti Sintió como las lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas y sin ganas de que la mujer que había a su lado se diera cuenta y le preguntara algo apoyó la cabeza en la ventanilla para así esconder un poco su cara No voy a llorar y decir, que no merezco esto porque, es probable que lo merezco pero no lo quiero, por eso me voy Un fuerte dolor oprimía su pecho, el dolor de pensar que lo que más había querido en esta vida ya no era suyo, ya no iba a estar más con ella, la había perdido definitivamente Que lástima pero adiós me despido de ti y me voy, que lástima pero adiós me despido de ti Cuando el rugir de los motores del avión llegó a sus oídos tuvo una sensación extraña, las otras veces que se había alejado de ella lo había hecho con la certeza de que volvería a su lado, pero ese se estaba convirtiendo en un viaje sin retorno, no solo iba a haber un océano entre ellas, si no algo más sencillo y a la vez mucho más grande, lo peor que jamás pensó que le podía pasar, y era que Esther ya no quería estar con ella, su niña ya no la quería, o al menos no lo suficiente como para enfrentarse al mundo Porque sé, que me espera algo mejor alguien que sepa darme amor, de ese que endulza la sal y hace que, salga el sol Cerró los ojos y la vio en su cabeza besando a aquel chico y supo que le iba a resultar muy difícil olvidarla, le estaba doliendo demasiado todo, y cuando algo duele es porque está vivo, y su amor por ella era tan grande que le iba a resultar complicado borrarlo Yo que pensé, nunca me iría de ti, que es amor del bueno, de toda la vida pero hoy entendí, que no hay suficiente para los dos Recordó su anterior viaje, cuando mintiendo a sus padres diciéndoles que le resultaba imposible tener unos días antes del verano se habían ido juntas a la playa, solo ella supo

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que Maca había estado en España, no perdió ni un minuto de su tiempo con nadie, todo fue para ella, desde que bajo del avión hasta que se tuvo que volver a subir en él No voy a llorar y decir, que no merezco esto porque, es probable que lo merezco pero no lo quiero, por eso me voy Y ahora todo eso se había acabado, no más encuentros furtivos con ella, no más momentos de locura, se acabo el fingir, el tener que esconderse, en resumen, se acabo Esther Que lástima pero adiós me despido de ti y me voy, que lástima pero adiós me despido de ti Me voy, que lástima pero adiós me despido de ti y me voy, que lástima pero adiós me despido de ti y me voy Me voy, que lástima pero adiós me despido de ti y me voy, que lástima pero adiós me despido de ti y me voy Mientras Maca aterrizaba en el aeropuerto de Miami, Niki recibía una inesperada visita. Cuando miró por el video portero no podía creer lo que veían sus ojos, era Carol, estaba allí, y si había recorrido esa distancia, no sería solo para saludarla, así que imaginando sus intenciones preguntó Niki: ¿Qué haces aquí? Carol: Ábreme Niki, tengo que hablar contigo Niki: Tú y yo no tenemos nada de lo que hablar Carol: Te equivocas. Tenemos mucho de que hablar Niki: Me temo que has hecho el viaje en vano Carol: No me digas eso. Escúchame solo cinco minutos Niki: Incluso cinco minutos me parecen demasiado tiempo para perder contigo Carol: Niki, por favor. Solo cinco minutos Dudó unos segundos si abrirle o no la puerta y finalmente se escuchó el sonido que le cedía el paso. Atravesó el jardín y al llegar a la puerta esta se abrió apareciendo tras ella Niki con cara de pocos amigos. La miró detenidamente y pensó que estaba más guapa que nunca. En el entierro de su padre lucía unas grandes ojeras que no conseguían empeñar del todo su belleza, pero ahora se veía radiante Niki: Cinco minutos. Ni uno más Carol: ¿No me vas a invitar a pasar? Niki: Da gracias de que te he abierto la verja, y yo que tú me daría prisa, el tiempo pasa

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Carol: Veo que esta conversación va a ser inútil, no debería de haber venido (Se dio la vuelta con intención de irse pero Niki la detuvo) Niki: Espera (Ella la miró de nuevo con una leve sonrisa) Ya que estás aquí dime lo que hayas venido a decir Carol: ¿Me vas a invitar a pasar? Niki: Claro. Pasa Se apartó a un lado para dejarla entrar y luego la acompañó hasta el salón. Por unos segundos permanecieron de pie sin decir nada, hasta que Niki se acercó a un sillón donde se sentó y estirando un brazo hacia el sofá le ofreció asiento Carol: Gracias Niki: Tú dirás Carol: Niki, sabes perfectamente porque estoy aquí Niki: Te equivocas. No lo sé. ¿Algún problema con el testamento de mi padre? Carol: No seas cínica Carol empezaba a ponerse muy nerviosa, ya había llegado a esa casa con los nervios a flor de piel, pero el comportamiento de ella la estaba alterando aún más Carol: Invítame a un café por lo menos, ¿no? Niki: Me parece que ya estás abusando de mí. Si tienes que decir algo dilo, y si no vete Carol: Niki, yo no he venido a pedirte nada, no sé casi nada de tu vida desde que te fuiste, apenas lo que tu padre me contaba, que tampoco era mucho, no sé si eres feliz, si hay alguien en tu vida, pero necesito decirte que te hecho mucho de menos Niki: ¡Vaya! Que lentitud de reflejos. Has tardado nueve años en darte cuenta Carol: Niki, por favor, deja el sarcasmo En ese momento sonó de nuevo el timbre y cuando Niki vio la imagen del video portero se sorprendió casi tanto como hacía unos minutos Niki: ¡¡¡¿Maca?!!! Le abrió la verja y salió corriendo a su encuentro. Al ver el estado en el que se encontraba la abrazó sin preguntarle nada y entonces ella empezó a llorar. La mecía intentando calmarla y cuando lo fue consiguiendo, le cogió la cara con ambas manos y a pocos centímetros de ella la miraba y le hablaba Niki: ¿Pero que te han hecho? ¿Por qué estás así? Le dio varios besos en la mejilla y la abrazó de nuevo mientras Carol las observaba desde la ventana del salón sin saber quien era aquella chica ni de que podían estar hablando, pero por la escena le pareció que era algo más que una amiga, y cogiendo su bolso se dispuso a salir de allí Cuando llegó a donde estaban ellas las dos la miraron, y ella, sin decir nada, agachó la cabeza y se fue M: ¿Quién es? (Preguntó Maca intrigada por el comportamiento de esa mujer) Niki: Carol

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La pediatra se dio la vuelta para mirarla de nuevo pero ella ya se había ido Delante de una taza de café Maca le estuvo contando a Niki todo lo sucedido en Madrid. La pediatra estaba deshecha, las palabras de su amiga no le servían de mucho, y entre lágrimas amargas le relató toda la historia Niki se empeñó en que esa noche se quedara en su casa, que no era muy adecuado que estuviese sola en esas condiciones, y después de cenar se quedaron en el sofá con una botella de güisqui y dos vasos ahogando sus penas M: ¿Y a ti que te ha dicho Carol? Niki: Dice que me echa de menos, ahora, después de tantos años. Pero casi no hemos hablado, has llegado tú y supongo que se ha pensado lo que no era y por eso se ha ido M: ¿Qué piensas hacer? Niki: No puedo hacer mucho, ni siquiera sé en que hotel está M: ¿Harías algo si lo supieras? Niki: No lo sé Maca, no lo sé M: Vaya dos Niki: Ya ves M: ¿Crees que merecen que lloremos por ellas? (Las dos estaban ya bastante bebidas y a Niki le costaba incluso abrir los ojos) Niki: Yo no sé tú que opinarás, pero la mía no se merece nada M: La mía tampoco Niki: Que se aguanten si no han sabido apreciar lo que tenían M: Que se aguanten Niki: Brindo por eso (Hacían chocar sus copas y daban otro trago) Y brindo porque algún día logremos olvidarnos de ellas M: Salud (Apuraban sus vasos y después de llenarlos de nuevo Niki levantaba el suyo para un nuevo brindis) Niki: Por la doctora Fernández, futura neurocirujano pediátrica, y la mejor persona que he conocido M: Eso (Seguían bebiendo y esta vez era Maca la que hacía le brindis) Por la doctora Nicolasa Herrero Niki: Jajajajajaja (Después de unas risas Maca siguió hablando) M: La mejor neuróloga de Valladolid que he conocido Niki: ¡¡Eeeeiii!! Eso no vale, no conoces a nadie más de Valladolid, pero me da igual, brindo por eso. Salud M: Salud Después de vaciar de nuevo sus vasos, Maca se acercó a Niki para limpiarle una gota de su bebida que resbalaba tímida hacia su barbilla, y poco a poco y sin darse apenas cuenta se acercaron más hasta que sus labios casi se rozaban M: Niki Niki: Dime M: Estamos muy borrachas, ¿verdad? Niki: Debemos de estarlo, porque casi nos estamos besando M: Quiero a Esther, pero ella no quiere estar conmigo

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Niki: Hay una frase que usaban los hippies que dice algo así como, si no puedes estar con quien amas, ama a quien está contigo M: ¿Me estás diciendo que te ame? Niki: No, perdona, yo no he dicho eso, he dicho que lo decían los hippies M: Pues yo siempre he pensado que los hippies sabían muy bien lo que decían Niki: ¿Tú crees? M: No sé Niki: ¿Les hacemos caso? M: No sé si será buena idea CUATRO AÑOS DEPUÉS M: ¡¡Niki!! (Maca estaba en la habitación vistiéndose todo lo rápidamente que podía) ¡¡NIKI!!!!! ¡¡¿HAS VISTO MIS BOTAS NEGRAS?!! Niki: Joder Maca (Entraba con las botas en la mano) No metas esos gritos, que no estoy sorda. Te las estaba limpiando M: Gracias (Las cogió y después de darle un pequeño beso se sentó en la cama para ponérselas) Eres un encanto Niki: Y tú un desastre, que si no te las limpio yo te irías al hospital con las botas sucias M: Voy a llegar tarde, ya verás como llego tarde Niki: Tranquila que tienes tiempo de sobra para desayunar M: ¿Desayunar? Mejor como algo cuando llegue Niki: De eso nada que nos conocemos, y luego no comes nada hasta el mediodía M: Niki no empieces, que no eres mi madre Niki: Tú verás lo que haces Maca se dirigió hacia la cocina y a pocos pasos detrás de ella iba Niki, quien se sentó a la mesa mientras ella se limitaba a tomar un café de pie y con una tostada en al mano se acercó a darle un beso antes de irse M: ¿Contenta? Niki: No mucho, pero que se le va a hacer M: ¿Comemos juntas? Niki: Luego te llamo M: Vale Le guiñó un ojo y salió de allí sin perder ni un segundo más. Le faltaba poco más de un mes para terminar la especialidad, y después de hablar con el doctor Morrison y tener claro que en Miami tenía pocas posibilidades de quedarse, había empezado a mandar currículums a varios hospitales, sobre todo en España Y aquel día por fin llegó la noticia que esperaba, por fin una oferta de trabajo, y cuando se encontró con Niki no pudo contener su alegría y abrazándola la levantó ligeramente del suelo Niki: ¡¡¿Qué pasa?!! ¿A que se debe esta euforia? M: Me han ofrecido un trabajo Niki: ¡¡¿Qué?!! ¿Dónde? M: En la paz

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Niki: ¿En la paz? (Maca asintió) ¿En Madrid? M: Claro Niki: ¿Te vas a ir a Madrid? (De repente Maca vio en los ojos de Niki algo en lo que hasta ese momento no había pensado) M: ¿No quieres que me vaya? Niki: No. No es eso, es que... no me lo esperaba M: Sabes que termino aquí en un mes y no hay sitio para mí. Te dije que estaba mandando curriculums Niki: Pero, ¿a Madrid? Está muy lejos M: Mira Niki, yo te quiero mucho y me encanta vivir contigo, pero yo vine aquí para ser neurocirujano, y ya casi lo soy, así que tendré que volver a mi casa Niki: Joder M: ¿Nunca has pensado en volver a España tu también? Niki: Montones de veces, pero no había nada que me incitara a hacerlo M: ¿Y tener a tú mejor amiga allí te incitaría un poco? (Niki sonrió ampliando esa sonrisa poco a poco y Maca entendió que era un sí) Con tu currículum no tardarías mucho en encontrar trabajo Niki: Puede que tengas razón, quizás a llegado el momento de regresar M: Claro que sí, y en mi casa hay sitio de sobra para las dos El mes pasó muy rápido, Maca tuvo que ir a Madrid en un viaje relámpago para una pequeña entrevista rutinaria y firmar el contrato, y antes de darse cuenta ya estaba metiendo todas sus cosas en las maletas para regresar definitivamente a casa Niki había empezado a mandar curriculums pero todavía se iba a tener que quedar un tiempo, no quería volver sin tener nada seguro, así que iban a estar sin verse una temporada, por lo que hicieron una especie de cena de despedida las dos solas en casa Después de cenar, Niki sacó una botella de güisqui y un par de vasos con hielo, y al verlo Maca se hecho a reír M: ¿Y esto? Pero si sabes que no suelo beber Niki: Una copita de despedida M: ¿Para recordar viejos tiempos? (Cuando Maca recordó aquel día que llegó a Miami hecha polvo en el que las dos se emborracharon, su mirada se puso triste y Niki supo enseguida en que estaba pensando) Niki: Maca, yo no quería una despedida triste, por eso he sacado esto, para reírnos un rato, pero si te va a traer malos recuerdos M: ¿Pretendes emborracharme? (Al ver que la intención de su amiga había sido buena, intentó buscar el lado alegre de la situación) No me vas a llevar a la cama. Si no lo conseguiste aquel día, no lo vas a conseguir hoy Niki: Eres un hueso duro de roer, pero me alegro de no haberlo conseguido M: Venga, llena esos vasos (Sostuvo los vasos en sus manos mientras ella les echaba la bebida y luego le ofreció uno) ¿Crees que hicimos bien aquel día cuando dijimos que solo amigas? Niki: Estoy convencida de que ha sido una de mis mejores decisiones M: Que curioso es eso de los sentimientos. Tú y yo habríamos hecho buena pareja, pero parece que nuestros corazones no opinan igual

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Niki: Nuestros corazones entregaron la llave de su puerta a sus únicas amas y señoras y creo que no van a permitir que nadie más se atreva a entrar (Como si se hubieran puesto de acuerdo, las dos se recostaron hacía atrás en el sofá y se quedaron mirando al techo) ¿Qué harías si te encontraras a Esther y te dijera que todavía te quiere? M: No lo sé, me hizo mucho daño Niki: Intenta imaginártelo. ¿Y si aquel chico solo fue una tontería porque estaba asustada? ¿Y si después de aquello se dio cuenta de que te quería a ti y solo a ti? M: Eso son solo suposiciones. Seguro que ya es pediatra y está casada con ese o con otro y tiene una vida modélica Niki: ¿Y si no es así? ¿Si se hubiera pasado estos cuatro años pensando en ti? Como tú. (Maca cerró los ojos con fuerza pensando en ella) ¿Qué darías por volver a tenerla? M: ¿Y tú? (Se incorporó y miró a su amiga fijamente) ¿Qué darías tú? Porque a mi Esther me engañó, tengo motivos para odiarla, pero tú dejaste escapar a la mujer de tu vida después de que ella vino hasta aquí buscándote. Si Esther hubiese venido a buscarme te aseguro que no la habría dejado escapar Permanecieron en silencio unos segundos y después de beber de su vaso Niki dejó el suyo sobre la mesa y se volvió a recostar Niki: Los seres humanos somos un poco estúpidos. La dejé ir pensando seguramente que tú y yo éramos pareja, y si ahora está con otro o con otra será solo por mi culpa M: Hazte las mismas preguntas que me has hecho a mí. ¿Y si te quiere a ti y solo a ti? ¿Si lleva un montón de años pensando en ti? Niki: Te había dicho que no quería una despedida triste M: Nuestras vidas son tristes Niki Al día siguiente, cuando despegaba el avión, Maca miraba la gran ciudad que la había acogido durante tanto tiempo y cruzando los dedos deseo que todo le fuera bien de nuevo en Madrid Se instaló rápidamente y a los pocos días empezaba a trabajar. Los primeros días iba un poco perdida, pero no tardó mucho en hacerse con su nuevo puesto de trabajo. Aquel hospital era mucho más tranquilo que el de Miami, y podía tomarse las cosas con mucha más calma Estando un día en su consulta revisando informes, la avisaron de que había un pediatra, el doctor Ramos, que necesitaba su ayuda, y siguiendo las indicaciones de la enfermera fue hasta la consulta de este Cuando abrió la puerta después de llamar, vio a un joven médico que miraba un scanner con detenimiento y al verla entrar lo dejó sobre la mesa y se acercó a saludarla Doctor Ramos: ¡¡¿Doctora Fernández?!! M: La misma (Apretó su mano poniendo cara de sorpresa) Doctor Ramos: ¿Macarena Fernández? M: Maca si no te importa (Ella no sabía a que se debía su sorpresa) Doctor Ramos: Que pequeño es el mundo M: ¿Nos conocemos? Doctor Ramos: Puede que usted no me recuerde

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M: De tú por favor Doctor Ramos: Bueno, pues, puede que tú no me recuerdes, pero fui alumno tuyo en la facultad M: ¿En serio? (Le miraba e intentaba recordar, pero no lo conseguía) Perdona, pero Doctor Ramos: No pasa nada, es normal que no te acuerdes de mí, con la de gente que pasa por la facultad. Además, han pasado ya varios años M: Supongo, si ya eres pediatra, y yo hace ya cinco años que no doy clases Doctor Ramos: ¿A sí? Pues debió ser en tú último año (En ese momento Maca no pudo evitar pensar que él debía de haber estudiado con Esther, y que seguramente la conocería) Pero tú eras pediatra y yo he pedido que avisaran al neurocirujano M: Esa soy yo Doctor Ramos: Vaya (De nuevo se asombraba ante el cambio) Pues... va a ser un placer trabajar contigo M: Lo mismo digo Luis le estuvo explicando a Maca el caso de un niño epiléptico al que llevaba tratando algún tiempo y al que creía era necesario intervenir ya que era farmacorresistente. Después de varios minutos hablando sobre el tema, ella regresó a su consulta dándole vueltas a la cabeza a ese asunto que no podía olvidar por mucho que lo intentaba, Esther Le había parecido muy extraña la sensación que había tenido al hablar con un posible amigo de ella, pensar que él la podría haber visto hacía poco, que si le preguntaba seguramente estaría bastante enterado de su vida, y una terrible desazón se instaló en su estómago Ese mismo día había quedado a cenar con Ana, desde su divorcio salía bastante y le había insistido mucho a Maca con que saliera con ella, como en los viejos tiempos, y ella aceptó con la condición de que no sería hasta muy tarde Desde el terrible suceso en aquel local, las dos amigas habían hecho una especie de trato, bajo la amenaza de Maca de no volverle a hablar si lo hacía, habían decidido que nunca sacarían el tema Esther, así que Ana muchas veces tenía que morderse la lengua, pero no le decía nada sobre ella. En una ocasión en la que lo intentó un par de veranos atrás, Maca se levantó de la silla y le insistió en que se marcharía si le hablaba de ella, así que su amiga se resignaba Pero en aquella cena, fue la propia Maca la que se atrevió a hablar de ella M: ¿Sigues viendo a Esther? Ana: Sí, aunque solo de vez en cuando M: ¿Y que tal está? Ana: Bien Maca entendió que Ana no estaba muy dispuesta a hablar de ella, no iba a hacerlo después de lo que ella le había insistido con lo contrario, así que siguieron cenando mientras hablaban de otros temas Luego fueron a tomar una copa y como habían quedado se fueron pronto a casa, a Maca no le gustaba mucho trasnochar ni beber, las intervenciones en las que participaba solían ser largas y delicadas y le gustaba estar siempre lo más despejada posible

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La vida de Maca en Madrid se limitaba básicamente a ir de casa al trabajo y del trabajo a casa. Salía algún día con Ana, aunque no muy a menudo, y poco a poco iba conociendo a sus nuevos compañeros, hasta que un día, pasados un par de meses de su llegada, en una de las conversaciones que mantenía con Niki, llegó la noticia esperada M: ¿En el doce de octubre? Niki: Sí. Tengo que ir la semana que viene, pero vamos, ya es casi seguro M: Bueno, te pilla un poco lejos de casa Niki: ¿Está alejado el hospital? M: Alejado de mi casa, está bastante al sur, en Usera, pero vamos, que prefiero tenerte allí antes que en Miami (Permanecieron en silencio unos segundos y Maca llegó a pensar que se había cortado) ¿Sigues ahí? Niki: Estoy muerta de miedo Maca M: ¿Por qué? Niki: Porque me conozco, y teniéndola tan cerca voy a salir corriendo a buscarla M: ¿Y que tiene eso de malo? Niki: ¿Cómo puede ser que siga obsesionada con ella después de tantos años? M: No lo sé, pero esas cosas pasan Niki: ¿Todavía no sabes nada de Esther? M: No, y tampoco tengo mucho interés Niki: ¿A quien pretendes engañar? Conmigo todo eso no te vale. Te mueres de ganas de saber que ha hecho todos estos años, que es de su vida, y en mi humilde opinión, deberías de intentar averiguar algo, por lo menos para quedarte más tranquila M: ¿Y si averiguo que está casada o algo así? Niki: Pues te aguantas, pero por lo menos despejarías tus dudas Después de hablar con Niki, Maca se quedó tirada en el sofá pensando en la posibilidad de hacer caso a su amiga, no sabía nada de Esther, siempre que Ana había intentado hablarle de ella se lo había impedido, pero una cosa era estar a siete mil kilómetros, y otra muy diferente era saberla cerca Poco a poco una inminente necesidad de saber de ella se fue apoderando de su cuerpo, después de todo lo sucedido era de suponer que ella habría hecho su vida junto a aquel chico o junto a otro, era tonto pensar que estuviera añorándola, pero el deseo podía más que la cordura, y olvidando todo lo razonable cogió la pequeña guía de teléfonos que tenía en el cajón y buscó el número de la casa de la madre de Esther que ella le dio en su día por si lo necesitaba Con el auricular temblando entre sus manos, fue marcando uno a uno los números hasta que faltándole solo uno se detuvo. De repente la imagen de Esther besando a aquel chico se instaló en su cabeza y tirando el teléfono con rabia sobre el sofá se puso de pie y empezó a andar con los dedos hundidos en su pelo M: No hagas el ridículo Maca. Pareces tonta. Te engañó, tú confiabas en ella y te engañó. ¿A que viene ahora buscarla? Joder, que se pudra en el infierno Esas eran las palabras que salían de su boca, pero su corazón palpitaba con fuerza solo de pensar en ella. Como una fuerza interna que intentaba llevarla a hacer algo que no

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quería escuchaba las palabras que Niki le había dicho hacía apenas un instante haciéndolas suyas, pesando que ella misma se sentía así “Me conozco, y teniéndola tan cerca voy a salir corriendo a buscarla. ¿Cómo puede ser que siga obsesionada con ella después de tantos años?” ¿Cómo podía ser aquello? ¿Cómo después del daño que le hizo y de todo lo que había llorado y luchado consigo misma por olvidarla, por odiarla, seguía siendo la dueña absoluta de sus pensamientos, de sus sentimientos, de todo su ser? Si la lógica y la cordura la llevaban a pensar que Esther se habría olvidado de ella hacía ya mucho tiempo, ¿Por qué su corazón seguía obstinándose en que eso no podía ser así? Enfadada consigo misma salió de casa y empezó a deambular por las frías calles. Eran los primeros días de diciembre y muchas tiendas y escaparates se llenaban ya del espíritu de la Navidad. Paseaba con las manos hundidas en los bolsillos y de repente se detuvo ante una tienda donde se amontonaban las tabletas de turrón. Cerró los ojos y la vio a ella en su cocina, arreglando los pedacitos de turrón sobre la bandeja M: Mmmmm, que bueno E: ¡Eiii! Que eso es el postre M: No lo creo. Mi postre vas a ser tú Sonrió ligeramente y siguió andando sin poder apartar los recuerdos de ella de su mente E: ¡¡Maca!! Así no vamos a terminar nunca. Nos van a dar las uvas, nunca mejor dicho M: ¡¡Ay va!! E: ¿Qué te pasa ahora? M: Las uvas E: ¿Qué pasa con las uvas? M: Que no las hemos comprado E: Joder, es verdad, no tenemos uvas M: ¿Y qué hacemos? E: Un poco tarde para ir a comprarlas, ¿no? M: Supongo que sí E: Tendremos que buscar una alternativa M: ¿Cómo cuál? E: No sé, pedacitos de turrón, ¡¡aceitunas!! M: ¿Aceitunas? E: A Dani no le gustan las uvas y Bea le corta pedacitos de aceituna M: Pero, ¿aceitunas? No sé, no tiene nada que ver, le pega más doce traguitos de vino o cava, que por lo menos está hecho de uva E: Bueno, no es mala idea M: ¿Dónde tendremos la cabeza para que se nos hayan olvidado las uvas? E: Yo tengo una idea mejor M: ¿Cuál? E: Doce besos. No se me ocurre una manera mejor de empezar el año que besándote, mejor que atragantándonos con tanta uva, y mucho mejor que doce tragos de cava, que con lo mal que me sienta a mí. ¿Qué dices?

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M: Que me parece una idea estupenda, pero deberíamos de practicar, para no atragantarnos llegado el momento E: ¿Tú crees que necesitamos prácticas? M: Muchas, muchísimas. Hay que perfeccionar la técnica al máximo E: Pues vamos allá Andando sin rumbo fijo llegó inconscientemente al retiro, y sentada en un banco junto a la fuente, miró la zona de césped donde ella y Esther se sentaron el primer día que fueron juntas a patinar M: Al parecer no estoy tan vieja E: Ya te veo, lo vamos a tener que dejar en empate M: Otro día si quieres desempatamos E: No, no más carreras, quedamos para patinar cuando quieras, pero me gusta eso de estar empatadas M: ¿Sabes que significa estar empatados en muchos países de Latinoamérica? E: No, ¿Qué significa? M: Ser pareja. ¿Sabes? A mí también me gusta la idea de estar empatadas E: ¿Sí? M: Sí, mucho E: ¿Quieres qué... estemos empatadas? M: Me encantaría Con lágrimas en los ojos siguió andando esta vez en dirección a su casa consciente de que seguramente nunca iba a poder olvidarse de ella Cuando el avión aterrizó en Barajas, Niki tenía el estomago encogido. Después de la muerte de su padre solo había estado en España en una ocasión en la que Maca la convenció de que pasara las vacaciones con ella en Jerez, pero esta vez venía seguramente para quedarse Al salir por la puerta y ver a Maca esperándola con una sonrisa, se apresuró a ir en su encuentro y abrazarla. Necesitaba sentir el calor de unos brazos amigos, saber que no estaba sola, y el cariño y la amistad que con los años se había forjado entre ellas, eran más que suficiente para darle el valor que estaba necesitando en ese momento Con ella había ido a esperarla Ana, a la cual ya conocía, puesto que había estado un par de veces en Miami quedándose en su casa, y aunque el abrazo no fue tan efusivo, también se saludaron como dos buenas amigas De camino hacia casa en el coche de Maca, Niki iba sentada en el asiento de atrás y miraba por la ventanilla sin perderse detalle, como si fuese la primera vez que estaba en Madrid, mientras que nerviosa no dejaba de hablar Niki: Bufff, no puedo creérmelo, estoy en Madrid, la de veces que pensé en venirme a vivir a Madrid Ana: Pero conocías Madrid, ¿no? (A Ana le resultó extraño como observaba Niki todo lo que veía)

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Niki: Sí, no mucho, pero había estado varias veces, aunque hace ya tantos años que casi no recuerdo nada Ana: Ahora vas a tener tiempo de sobra para visitarlo M: Voy a desviarme un poquito para pasar por la paz, así verás donde trabajo yo Niki: Estuve viendo un mapa de Madrid, y tenías razón, estaremos un pelín lejos, vamos, que como quedemos para comer se nos pasa todo el tiempo yendo y viniendo M: Sí, va a ser complicado quedar para comer, pero nos veremos en casa, no te preocupes. ¡Mira! Ese edifico de ahí es la paz Niki miraba por la ventanilla el edificio que le había indicado Maca y poco después dirigió la vista hacia delante para ver las torres Kio Niki: Fijaos si hacía años que yo no venía a Madrid que si no recuerdo mal esas torres no estaban M: Pues hace un montón de años que están ahí, ¿eh? (Maca sonreía al ver a Niki tan nerviosa con todo) Niki: Es que hace un montón de años que me fui, Maca Llevaron primero a Ana a su casa y pocos minutos después llegaban al piso de Maca. Al entrar le enseñó primeramente la que iba a ser su habitación, y luego le fue mostrando el resto con calma. Al llegar al salón, Niki se dejó caer rendida sobre el sofá M: ¿Cansada? Niki: Mucho M: El viaje en avión se hace pesado, y lo peor es el cambio horario Niki: Sí. Solo he podido dormir un par de horas M: Pues comemos y te echas un rato Niki: Va a ser lo mejor El teléfono sonaba insistentemente, pero ella parecía no escucharlo. Abrazada a la almohada permanecía con la mirada perdida, clavada en el infinito, unas terribles ojeras causadas por la falta de sueño y un ligero temblor en su cuerpo que le indicaba que tenía frío, pero ella parecía no sentir nada De repente el contestador saltaba y una voz de mujer conocida para ella la llamaba desde el otro lado T: Esther. ¿Esther estás ahí? Si estás ahí coge el teléfono por favor. Soy Teresa (Se hizo el silencio durante unos segundos en los que la mujer esperaba que alguien le contestara) Ay, esta niña (Apenas musitó esas palabras) Bueno, mira que... Cruz me ha preguntado ya varias veces por ti. Llevas tres días sin aparecer por el hospital y empieza a enfadarse. ¿Te encuentras bien? (De nuevo el silencio y ninguna respuesta) Si oyes este mensaje llámame, estamos preocupados por ti. Venga, adiós Hacía tres días que no salía de la cama. El mismo pijama, sin apenas comer nada, y sin atender al timbre ni al teléfono. Pero afortunadamente todavía quedaban personas que se preocupaban de verdad por ella, y desde su posición escuchó como alguien abría la puerta y después de llamarla sin obtener respuesta, se aproximaba a la habitación

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Su madre, esa a la que tantas alegrías le había dado y que tan orgullosa había estado siempre de su hija, ahora, al verla así, en ese estado tan lamentable, no sabía que pensar, no sabía que hacer, la había visto apagarse poco a poco, caer en una depresión tras otra, e incondicionalmente había estado siempre a su lado En: Esther, hija mía Se sentó a su lado, pero ella parecía no haberla visto siquiera. Le acariciaba el pelo y dejaba besos en su frente mientras las lágrimas inundaban su cara ante la impotencia de verla así y no saber que hacer para ayudarla En: No deberías de estar aquí sola. ¿Por qué no te vienes a casa conmigo? Edu: Cada vez cuesta más aparcar en este barrio (Edu entraba en la habitación y al ver el panorama se acercó rápidamente a la cama. Se puso de cuclillas al lado de esta de manera que Esther solo podía verle a él) Hola guapísima (Le acarició el pelo mientras le sonreía ligeramente) Hemos pensado que necesitas que alguien cuide de ti, así que voy a llevarte con mamá E: No quiero ir a ninguna parte. Quiero estar sola Edu: Esther, no puedes estar sola, no estás bien E: Estoy perfectamente, solo necesito dormir Edu: ¿Sabes? Dani tiene unas ganas tremendas de verte. Quieres que le traiga un día. ¿No querrás que te vea en este estado? E: ¿Es que no me has oído? ¡¡No quiero ver a nadie!! (Alzó la voz para decir esto y de un empujón apartó a su hermano haciéndole caer al suelo) Edu: Te vamos a llevar te guste o no (Ya algo enfadado por la actitud de ella se levantó y cogiéndola de los brazos la hizo levantar de la cama) E: Déjame en paz (Forcejeaba con él y su madre les miraba llorando) En: Cuidado no le hagas daño E: Mamá, dile que me deje. No quiero ir (Ponía cara de pena y a su madre se le partía el alma al verla así) En: Déjala Edu, déjala Edu: Pero mamá En: Déjala, me vendré yo aquí con ella Edu desistió en su empeño y después de dejarla sobre la cama, su madre se sentó a su lado y acogiéndola en su regazo la mecía mientras las dos lloraban Edu: ¿Entonces te quedas con ella? En: Ya te he dicho que era inútil, que no quiere moverse de aquí Edu: Vale. Voy a subir tus cosas En: Gracias hijo Dejó un beso en la frente de Esther y resignado bajó a buscar las cosas de su madre al coche Después de aquella entrevista, a Niki le dieron el trabajo sin dudarlo, y aunque no tenía que empezar hasta Enero, llegó a Madrid días antes de Navidad. Maca la convenció de que fuera con ella esos días a Jerez, pero antes de irse quedaron un día con Ana para

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salir a cenar y luego enseñarle a la neuróloga un poquito la vida nocturna de su nueva ciudad Llegaron a un pub al que Ana solía ir con bastante asiduidad, y cuando llevaban allí aproximadamente media hora, se acercó a ellas un tío rubio, alto, como de 1,95, con el pelo largo recogido en una coleta, y vestido de manera bastante elegante Lars: ¿Cómo puede mujeres tan guapas estar solas? (Por su acento marcado y su pronunciación, estaba claro que no era español) Ana: ¡¡Lars!! (Ana se colgó de su cuello al verle y se besaron de manera bastante efusiva dejando un poco sorprendidas a sus dos amigas) Me dijiste que tenías una cena de trabajo Lars: Yo termina pronto y vengo buscarte. Sabía tú aquí con tus amigas Ana: Eres un encanto Lars: Y tú eres preciosa (Se volvieron a besar y luego Ana le cogió de la mano y se acercaron más a ellas) Ana: Mira Lars, ellas son Maca y Niki Lars: Lars Wallenberg, para servirlas Cogió una mano de Maca y muy delicadamente dejó un beso en esta para luego hacer lo mismo con Niki. Ellas se miraban y sonreían como diciendo, ¿y este tío de que va? M y Niki: Encantada (Respondieron las dos a la vez) Ana: Lars es un amigo. Es de Suecia y viene a España un par de veces al año, y bueno, solemos quedar cuando viene (Acto seguido Lars se acercó de nuevo a Ana y rodeándola por la cintura dejó un beso en su mejilla) Lars: Yo vengo porque necesita hablar contigo Ana: Claro (Miró a sus amigas como disculpándose y salieron de allí) Niki: Joder. Menudo macizorro (Niki les miraba marcharse todavía algo alucinada) M: ¿Te parece? (Maca miró a su amiga sorprendida por sus palabras) Niki: ¿A ti no? M: ¿Qué quieres que te diga? Pues un tío Niki: Pues yo no me acostaría con él, pero tengo que reconocer que Ana tiene buen gusto M: Ana lo que tiene es mucho morro. Me había hablado de él, pero no sabía que eran tan “amiguitos” Niki: Venga, déjala que disfrute En la calle, resguardados en una esquina y con los brazos de Lars intentando mitigar el frío que empezaba a sentir Ana, los dos se miraban fijamente de manera triste, pues tenían claro de que iban a hablar Lars: Yo marcho mañana Stockholm Ana: Lo sé. Me lo dijiste Lars: Ana. Yo quiero pedir tú vienes conmigo Ana: ¡¡¿Qué?!! Lars: Jag älska (Ana le miraba sin entender) Te quiero Ana: Lars. ¿Tú tienes idea de lo que me estás pidiendo? Lars: Yo sé tú tienes trabajo, pero venir vacaciones, conocer mi familia. Luego ya hablamos

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Ana: Estás loco (Ana bajó la mirada y el la cogió de la barbilla para que le mirara) Lars: Yo nunca quiere nadie como tú. No puede ver solo... a veses. Quiere vivir contigo, ser familia Ana: ¿Y que voy a hacer yo en Estocolmo? Lars: Tú abre consulta. Yo ayuda Ana: No sé. Esto me parece una locura Lars: Yo hace locura por ti. Si tú no viene Stockholm yo vengo vivir Madrid Ana: ¿De verdad harías eso por mí? Lars: Yo hacer todo por ti Ana. Tú eres más importante de mi vida Ana se abrazó a su pecho y debido a la diferencia de estatura su cabeza quedaba a la altura de este. Él la acariciaba esperando una respuesta que no tardó en llegar Ana: Si los demás hacen locuras por amor, ¿por qué no puedo hacerlas yo? (Se separó lo justo para mirarle y le habló sonriendo) ¿Cuándo nos vamos? (Entonces él sacó un sobre de su bolsillo y se lo dio) Lars: Mañana dose mediodía. Yo compra tu billete (Ana cogió el sobre y al abrirlo encontró un billete de avión para Estocolmo a su nombre) Ana: ¿Sabías que te diría que sí? Lars: Yo no sabía, pero seguro tú me quieres Ana: ¿Cómo no te voy a querer? (Le abrazó de nuevo y pasados unos segundos se separó con los ojos llenos de lágrimas) Espérame un minuto. Voy despedirme de las chicas Lars: Yo llama taxi Ana: Vale ( Le dio un beso antes de entrar al pub) Salgo en seguida Cuando Maca la vio aparecer llorando se alarmó y fue a su encuentro seguida por Niki que quedó unos pasos atrás un poco en segundo plano M: ¿Qué te ha pasado? ¿Por qué lloras? Ana: No, no es nada M: ¿Cómo que no es nada? Ana, estás llorando Ana: Ya lo sé, pero es que, Lars me ha pedido que me vaya con él a Estocolmo M: ¡¡¿A Estocolmo?!! ¿A pasar las Navidades? Ana: De momento a pasar las Navidades, pero quiere que me quede a vivir con él (Maca se quedó con la boca abierta esperando que ella se explicara mejor) Sé que es una locura, pero es que me tiene loca M: Pero... Ana, ¿y la consulta? Ana: No lo sé Maca, no lo sé, y si quieras que te diga la verdad, no me importa, quiero vivir esto que siento, y todo lo demás me da igual. Entiendes de qué te hablo, ¿verdad? M: Claro que sí. ¿Y cuando te vas? Ana: Mañana por la mañana M: ¡¡¿Mañana?!! Ana: Una locura, lo que te decía, pero es mi locura (Ana sonrió feliz y Maca la abrazó demostrándole así que le parecía genial lo que iba a hacer) Maca, no puedo irme sin decirte esto. Busca a Esther, habla con ella M: Ana (Su amiga la interrumpió antes de que siguiera hablando) Ana: No Maca, me vas a escuchar quieras o no. Tienes que hablar con ella. Cuando me preguntaste me di cuenta de que hace casi un año que no sé nada de ella M: Pero... yo pensé que..

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Ana: Casi no he sabido de ella en estos años, dejó de venir a la consulta cuando tú te fuiste, y desde entonces apenas si he hablado con ella cuatro o cinco veces, pero tienes que hablar con ella M: No sé Niki, que hasta ese momento no había dicho nada, la cogió de un brazo y la miró seriamente Niki: Maca, yo creo que Ana tiene razón, tienes que hablar con ella. Lo necesitas Ana: Las dos lo necesitan Terminaron de despedirse de Ana, y de manera algo triste se encaminaron hacia su casa Aquella noche Maca no podía conciliar el sueño, le daba vueltas y más vueltas a las palabras de Ana. ¿Qué sabía ella que no le había dicho? Estaba claro que algo le ocultaba, ¿pero por que no se lo había dicho directamente? ¿Por qué ese empeño con que hablara con Esther? Ya bien entrada la madrugada Niki se levantó a por un vaso de agua y vio un resplandor que salía del salón, se acercó hasta allí y al ver el televisor encendido y sin apenas voz fue hasta el sofá para ver si estaba allí Maca, y efectivamente así era, sentada en una esquina, con las piernas flexionadas rodeadas por sus brazos y la cabeza apoyada en sus rodillas, mecía su cuerpo suavemente y en silencio Se sentó a su lado y pasando una mano por su espalda la atrajo hacia si y la abrazó dejando algunos besos en su pelo Niki: Maca, no puedes seguir así. Ana tiene razón, tienes que hablar con ella, no puedes seguir viviendo con esta incertidumbre M: ¿Y si lo que me tiene que contar no me gusta nada? (Giró un poco la cabeza para mirar a Niki y entonces ella pudo ver sus ojos llenos de lágrimas) ¿Y si me encuentro con que ni se acuerda de mí? Niki: Pues si es así te vuelves a casa y ya está. Pero al menos sabrías a lo que atenerte M: No quiero darle otra oportunidad para que se ría de mí. Me engañó y encima soy yo la que la tiene que buscar Niki: No hables directamente con ella. Intenta averiguar cosas M: Luis (Se incorporó un poco sonriendo ligeramente y Niki la miraba sin entender) Niki: ¿Quién es Luis? M: Luis Ramos era compañero suyo en la facultad, y ahora trabaja en la paz Niki: ¿Trabajas con un amigo suyo? Perfecto M: Intentaré sacar el tema a ver que me cuenta Niki: Claro. Por probar que no quede, y si no buscaremos otra manera, pero tenemos que averiguar como sea que ha sido de la vida de Esther La conversación parecía haber animado un poco a Maca, un halo de esperanza aparecía por fin, y bastante convencida de lo que iba a hacer, se fue por fin a la cama y sin dejar de pensar en ella, finalmente consiguió dormirse

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En el pequeño apartamento de Esther, mientras su madre dormía plácidamente, ella deambulaba a oscuras y en silencio por la casa. Se acercó al pequeño mueble donde tenía el televisor y abriendo el cajón, sacó una pequeña moto azul y acariciándola como si de un gran tesoro se tratara, se sentó en el sofá mientras recordaba el encuentro con su amigo Luis días atrás Luis: ¡¡Esther!! Que alegría verte. ¿Cómo estás? E: Bien. ¿y tú? ¿Qué tal va todo? (Después de una larga temporada sin coincidir, los dos se alegraron mucho y el saludo fue bastante efusivo) Luis: Pues muy bien, no me puedo quejar. Saqué una plaza en la paz y allí sigo. ¿Tú conseguiste quedarte en el central? E: Sí, trabajo en el central Luis: No me extraña, los dos empollones del grupo E: Bueno, nos va bastante bien a todos, yo creo que no podemos quejarnos Luis: No adivinarías nunca quien trabaja conmigo E: ¿Quién? A ver Luis: La borde (El rostro de Esther cambió por completo, y aunque intentó disimular, Luis pareció notar algo raro) Sabes de quien te hablo, ¿verdad? E: Sí, claro (Ella todavía intentaba reaccionar) La de pediatría Luis: La misma, y la jodida sigue estando igual de buena, parece que por ella no pasan los años, pero me sorprendió que ahora es neurocirujano, creo que ha estado estos años estudiando en los Estados Unidos E: Sí, algo me comentaron cuando se fue Luis: ¿Tú sabías que se había ido? E: Sí, me lo dijeron Luis: Pues la tía es muy buena, tuve la suerte de entrar a quirófano con ella hace unos días, operamos a un chaval epiléptico, y sabe muy bien lo que hace, y lo mejor de todo es que no es nada borde, a la pobre la etiquetamos sin conocerla E: Eso suele pasar Luis: Bueno Esther, tengo que dejarte, me he alegrado mucho de verte E: Y yo a ti Luis Luis: Me alegra verte tan bien E: Gracias Luis: Y dale recuerdos a Laura cuando hables con ella E: De tu parte Maca había visto cumplirse su sueño, era neurocirujano, y ahora estaba de vuelta en Madrid. Después de todo lo sucedido, de la manera en la que se fue, no esperaba tener noticias de ella, pero averiguar que estaba de vuelta trajo a su mente muchos recuerdos, sentimientos que aunque nunca podría olvidar, había conseguido esconder en alguna parte de su interior, pero solo escuchar su nombre sacó a flote todo lo que tanto sufrimiento le había causado Cuando despertó Encarna a la mañana siguiente, se la encontró durmiendo en el sofá hecha un ovillo, rápidamente fue a por una manta para taparla y luego buscó en la guía el teléfono del hospital. Primero habló con Teresa que le pasó con Cruz, y después de explicarle el estado en el que se encontraba Esther, esta se mostró muy comprensiva y se ofreció a ir a verla al terminar su turno

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Luego Encarna llamó a Laura y le explicó lo ocurrido. Ella había sido una ayuda fundamental, siempre que Esther había pasado por épocas malas había estado a su lado, y Carlos, su marido, el cual era psicólogo, también la había ayudado mucho, y este era quien le había recomendado un colega amigo suyo que había estado tratándola tiempo atrás Después de quedar con Laura en que ella y Carlos se pasarían en cuanto tuviesen un momento, le preparó el desayuno, lo dejó sobre la pequeña mesa frente a ella y empezó a poner un poco de orden en la casa intentando no hacer mucho ruido Pasados unos minutos, mientras se encontraba en la habitación de Esther haciendo la cama, un pequeño estruendo la llevó corriendo al salón. Al llegar allí pudo comprobar como la bandeja que había dejado sobre la mesa y todo su contenido estaban en el suelo mientras Esther lloraba sentada en el sofá y con la cara oculta tras sus manos Se apresuró a sentarse a su lado y rodeándola con sus brazos la mecía ligeramente mientras ella comenzaba a calmarse E: Ha sido sin querer. He ido a coger la leche y se me ha caído todo En: No pasa nada hija, ahora lo recojo y ya está E: Soy una inútil, todo lo hago mal En: No digas tonterías, eso no es verdad, esto le puede pasar a cualquiera. Ahora lo limpió y te preparó otro E: No hace falta mamá, no me apetece mucho En: Tienes que comer, aunque sea un poquito E: Está bien, pero mejor tráeme un poco de zumo En: Lo que tú quieras Esther se tomó el zumo y después de insistirle mucho su madre, se dio una ducha y se puso un pijama limpió, ella quería que se pusiera ropa de calle, pero de eso si que no hubo manera de convencerla Se pasó toda la mañana en el sofá y su madre le hablaba de temas variados, pero ella casi no participaba en la conversación, se limitaba a escucharla la mayoría de las veces sin prestar gran atención Llegada la hora de la comida no hubo manera de convencerla de que se sentara a la mesa, se negaba rotundamente, decía que si se levantaba sería para ir a la cama, así que Encarna terminó por aceptar y le puso la comida en la mesa pequeña, pero no sirvió de mucho, ya que Esther se limitó a marear la comida con la cuchara sin a apenas comer nada Pasadas las seis de la tarde llamaron al timbre y Encarna se alegró muchísimo al comprobar que se trataba de Laura y Carlos, les acompañó al salón y luego les dejó a solas con ella Cuando Laura vio a Esther se sorprendió por su aspecto, la había visto apenas unos días antes en una ocasión en la que habían quedado para comer, y por el cambio sufrido parecía que llevaba una eternidad sin verla, le pareció increíble como en tan pocos días el abandono de su amiga la había llevado al estado en el que se encontraba. Sus ojos

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reflejaban una tristeza sobrecogedora, cuando se sentó a su lado la miró pero no hubo ningún cambio en la expresión de su cara, solo mostraba indiferencia absoluta, ni alegría, ni sorpresa, ni el más mínimo gesto ni siquiera de desagrado, y al instante y sin poder evitarlo, recordó aquella ocasión años atrás en las que la había visto de manera similar L: ¿Qué tal estás? E: Creo que es evidente como estoy L: ¿Qué ha pasado Esther? ¿Por qué te haces esto otra vez? Poco a poco Esther empezó a llorar y Carlos se acercó a ella y se puso en cuclillas a su lado Carlos: Esther, llorando no vas a solucionar nada. ¿Por qué no nos cuentas que es lo que pasa? (Ella permanecía en silencio mientras se acurrucaba más quedando así hecha un ovillo) ¿Quieres hablar con Laura? Si lo prefieres os dejo solas (Esperó unos segundos pero la respuesta solo le llegó de parte de Laura) L: Será mejor que sí cariño. Ve a la cocina con Encarna. Yo hablaré con ella (Esperó a que Carlos saliera del salón y acercándose más a Esther le ofreció sus brazos y ella se acurrucó en su regazo) ¿Qué pasa Esther? Cuéntamelo Esther seguía llorando entre los brazos de Laura que acariciaba su cabello y pacientemente esperaba a que su amiga reuniera las fuerzas suficientes para hablar de lo que quisiera hablar. Los minutos pasaban hasta que de repente musitó apenas dos palabras que bastaron para entender a que se debía el estado en el que se encontraba E: Ha vuelto Laura se quedó inmóvil unos segundos mirando a Esther, que por primera vez desde que ella había llegado a la casa la miró a los ojos, entonces aspiró profundamente como reuniendo fuerzas para lo que iba a decir y se aventuró a añadir su nombre a la corta frase E: Maca ha vuelto L: ¿La has visto? E: No, me lo dijo Luis, trabaja con él en la paz L: Pero Esther, yo creía que esto ya lo tenías superado, cariño, con lo que te costó sacártela de la cabeza E: Eso es lo que todos pensasteis, que me había olvidado de ella, pero eso es imposible. (Se levantó con una rapidez sorprendente, ya que por su estado parecía que iban a fallarle las fuerzas, y empezó a andar de un lado para otro) Olvidarme de ella. ¿Cómo voy a olvidarme de ella? Su cara es lo primero que veo al despertarme por las mañanas y lo último al dormirme en las noches. El recuerdo de su sonrisa es lo único que consigue darme fuerzas para seguir L: ¿Y entonces por que estás así? Debería alegrarte saber que ha vuelto E: ¿Alegrarme? ¿Alegrarme dices? Me aterra salir a la calle y encontrármela. Después de lo que hice debe de odiarme, y si me la encontrara y viera ese odio en su mirada, no podría soportarlo L: Esther, si ella supiera el verdadero motivo por el que lo hiciste

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E: Me odiaría de igual manera. Por mucho que yo le explicase ahora lo que realmente pasó, nada puede borrar el sufrimiento que le causé L: Puede que ya lo haya olvidado todo y no te odie, que sea feliz E: ¿Feliz con otra persona? Esther se dejó caer de rodillas al suelo y de nuevo empezaba a llorar. Laura se apresuró a ir a su lado y le frotaba la espalda con una mano mientras con la otra le cogía la cara con cuidado para acercarla a su pecho L: No, no quería decir eso (Intentaba pensar rápido una salida, pero no la encontraba) Yo... lo que quería decir es que... E: Seguramente se ha olvidado de mí y se ha enamorado de otra, tienes razón L: No Esther, yo no quería decir eso E: No me trates como a una idiota ( Se apartó de ella bruscamente y se fue hacia su habitación) L: ¡¡¡Esther!!! Al escuchar el grito de Laura, Carlos y Encarna fueron al salón y al ver su cara de angustia se preocuparon por lo que podía haber pasado En: Laura. ¿Dónde está Esther? L: Se ha encerrado en su habitación Encarna fue rápidamente en su busca mientras Carlos se quedaba con Laura Carlos: ¿Qué ha pasado? L: Lo mismo de la otra vez Carlos: ¡¡¿Maca?!! L: Al parecer está en Madrid y Esther se ha enterado Carlos: Joder, pero si me dijiste que hacía mucho tiempo que ni la nombraba L: Y así era, pero al parecer nos ha estado engañando a todos. Sigue obsesionada con ella y con lo que le hizo (Laura se quedó pensando unos segundos) Creo que deberíamos buscarla y hablar con ella Carlos: ¿Con Maca? No sé si esa es la solución L: Carlos, no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como Esther se hunde otra vez Carlos: Laura, el problema de Esther no se arregla tan fácilmente. Se culpa por algo que paso hace años, y aunque hablases con Maca y ella estuviese dispuesta a hablar con Esther, no sé si eso serviría de mucho. Maca vendría, hablaría con ella, y al irse y dejarla de nuevo sola posiblemente la dejaría peor de lo que ya está ahora. La única posibilidad de que nos sirviera de ayuda sería si siguiera enamorada de Esther y estuviese dispuesta a perdonarla. ¿Crees que eso será posible? L: ¿Después de lo que pasó? Lo dudo Carlos: Pues entonces ver a Maca posiblemente solo sirva para que Esther se hunda más (Laura se dejó caer en el sofá derrotada) Lauri, vamos a ayudarla en todo lo que podamos, pero hay que pensar las cosas bien antes de hacerlas L: No me gusta nada verla así Carlos: A mí tampoco cariño, por eso la vamos a ayudar a salir adelante

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Aquella misma tarde, Maca se dirigía a su consulta en el hospital cuando se cruzó con Luis por uno de los pasillos. Se saludaron brevemente y luego ella se detuvo a observarle mientras se alejaba, y aunque hubiese querido preguntarle, no encontraba las palabras, así que siguió su camino aunque sin olvidarse del tema Llegó el día de nochebuena y mientras que Maca y Niki cenaban alegremente con la familia Wilson, en casa de Esther la cena era bastante más triste. Su familia había decidido ir a cenar con ella para intentar animarla, pues seguía sin querer salir de casa, pero era complicado arrancarle una sola sonrisa Cada pequeño bocado que llevaba a su boca, cada gesto, cada pedacito de turrón, le recordaba aquella cena de nochebuena anticipada que tuvo con ella. Recordaba cada frase, cada palabra que ella le había dicho, y cuando Edu descorchó el cava y lo sirvió en las copas, ya no pudo más Edu: Venga, vamos a brindar (Miró a su hermano y a los demás como levantaban sus copas, pero ella no encontró las fuerzas para hacerlo) E: Si me perdonáis, me voy a dormir, estoy muy cansada (Se levantó y empezó a andar hacia su cuarto) Edu: Pero Esther (Edu dejó la copa y yendo tras ella la detuvo en el pasillo) Esther, anda quédate un poquito más. Dani quiere contarte como marcó dos goles en su último partido, hace ya varias semanas que no vas a verle jugar E: Sabes que no me gusta el fútbol Edu: Pero eso nunca te ha impedido ir a verle E: Edu, por favor, tengo sueño Edu: Haz un esfuerzo, venga, hazlo por Dani E: Está bien Edu: Así me gusta Le dio un beso en la mejilla y rodeándola por el hombro fueron juntos de nuevo hacia el salón. Después de un rato brindando y comiendo turrón se sentó en el sofá y Dani, al verla sola, se sentó a su lado Dani: ¿Ya te he dicho que marqué dos goles en el último partido? E: ¡¿En serio?! No, no me lo habías dicho Dani: El primero fue de penalti, pero el segundo, ¡¡menuda jugada!! Me la pasó el Ricky delante del área y le metí un caño al defensa impresionante. Luego engañé al portero y cuando le tuve en el suelo se la metí por toda la escuadra Mientras Dani seguía contándole el partido a Esther, su madre la miraba desde la mesa y sonreía al verla un poco más animada. Al final había sido buena idea ir a cenar todos con ella, y como pasó la vez anterior, el único que conseguía levantarle un poco los ánimos era Dani Pasados esos días, un poco entre todos consiguieron convencerla de que volviera a dejarse tratar por el psicólogo que lo hizo la otra vez que estuvo así, y aunque ella insistía en que lo suyo no tenía solución, finalmente aceptó

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Maca regresó a Madrid y ya de nuevo en el trabajo le comentó uno de sus compañeros que el día de nochevieja iban a ir a comer unos cuantos médicos juntos y que porque no se apuntaba, ella aceptó gustosa, le parecía una buena manera de ir conociendo más a la gente, y aún le pareció mejor cuando pensó que quizás Luis también asistiría Cuando llegó al restaurante vio algún rostro conocido, pero no pudo ver a Luis, lo cual la desilusionó un poco. Un compañero se acercó a ella y la invitó a tomar algo y cuando llevaban varios minutos cerca de la barra charlando entre risas, Maca vio aparecer al pediatra por la puerta y no pudo evitar sonreír Al empezar a sentarse a la mesa, se acercó a él de manera disimulada y le saludó como si tal cosa M: Hola Luis Luis: ¡¡Eii!! Maca. ¿También te has apuntado? M: Ya ves Luis: Genial. La verdad es que no hace mucho más que tú que trabajo con ellos y no conozco a casi nadie, que bien tener una cara conocida cerca. ¿Ya sabes con quien vas a sentarte? M: No, que va, me da igual Luis: ¿Pues nos sentamos juntos, ¿no? M: Vale, por mi perfecto Se sentó con Luis y otro pediatra al que él conocía un poco más que a los demás y comieron entre chistes de médicos y cotilleos varios del hospital. Al llegar al café se hicieron varios grupitos. En una esquina había tres de las mujeres que habían asistido, dos más hablaba entre ellas, y después se habían formado dos grupos más solo de hombres, y en la otra esquina habían quedado Maca, Luis, y el otro pediatra llamado Salva Sin poder evitarlo el tema principal era la medicina y todo lo referente a ella, ¿de qué iban a hablar si no tres personas que solo se conocen del hospital y además no mucho? Hasta que Salva se disculpó para ir al lavabo y Maca aprovechó el momento para preguntarle a Luis sin que el notara tampoco cuales eran sus verdaderas intenciones M: ¿Y que ha sido de tus compañeros de facultad? ¿Cómo están mis ex alumnos? (Maca sonrió intentando disimular sus nervios) Luis: Pues yo solo sigo en contacto con unos pocos, y tampoco es que nos veamos mucho. Intentamos reunirnos aunque sea una vez al año, pero es complicado, cada uno tenemos nuestra vida y es difícil coincidir M: Ya, suele pasar Luis: Al que más a menudo veo es a Sergio, Sergio Martínez (Maca puso cara como de ni idea de quien es) Es alto, moreno, así con los ojos azules, muy guapo, de esos que os vuelven locas a las chicas M: Lo siento, pero no me acuerdo de él, si le viera igual... Luis: Ya, es normal. Pues con él si nos vemos por lo menos una vez al mes, y luego, si organizamos una cenita, a veces vienen Lorena Pozo, Esther García, Laura Llanos ( Con solo escuchar su nombre la cara de Maca se iluminó) ¿Te acuerdas de ellas? M: De Laura y de Esther si me acuerdo

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Luis: Pues Laura si no recuerdo mal trabaja en una clínica privada, y Esther la vi hace poco y me dijo que después de hacer la residencia en el central, tuvo suerte y pudo quedarse allí M: No me extraña, si puso el mismo empeño que ponía cuando estudiaba (Intentaba de la manera más disimulada posible seguir hablando de ella) Luis: Pues pudo ir al central por los pelos, no te creas M: ¿Y eso? Luis: Estuvo una temporada bastante mal (Maca se extrañó bastante al escuchar aquello) Yo solo la vi un par de veces, pero por lo que nos contó Laura, tuvo una depresión bastante fuerte y le costó lo suyo salir de ella M: ¿Una depresión? (Ella intentaba que no se notara mucho como le afectaba saber eso) Luis: Sí. No sé muy bien que pasó, pero algún problema con una relación que tuvo. No sé, tampoco me gusta mucho meterme en la vida de los demás M: Ya. ¿Pero ahora está bien? Luis: Sí, bueno, que yo sepa sí. La última vez que la vi estaba perfectamente, y... Salva: Menuda cola para entrar al lavabo Salva llegaba en ese momento y al interrumpir la conversación ya siguieron hablando de otras cosas y Maca decidió no insistir en el tema. La verdad es que había averiguado más de lo que en realidad esperaba, y le dejó muy preocupada eso de que Esther había tenido una depresión, por lo que se pasó el resto de la sobremesa pensando sin hablar mucho Cuando llegó a casa fue hasta el salón, se dejó caer en el sofá y pensando que estaba sola ni saludó al entrar, pero no fue así, poco después entraba Niki asustándola un poco M: ¡¡Joder!! (Se llevó la mano al pecho y Niki sonreía al verla) Niki: ¿Tan fea soy? M: No sabía que estabas en casa Niki: Ya veo. ¿Qué tal la comida? (Maca se hizo a un lado para dejarle sitio) M: Bien Niki: ¿Bien? Por tu cara nadie lo diría M: Durante la comida estaba sentada con Luis Niki: ¿Luis? (Maca asintió) ¿Aquel médico que me dijiste que conocía a Esther? M: El mismo Niki: ¿Y que tal? M: Mal. No me ha aclarado muchas cosas, pero parece que después de irme yo Esther tuvo una depresión bastante fuerte Niki: ¿Y por que? M: Según me ha dicho él, un problema con una relación que tuvo Niki: ¿Solo te ha dicho eso? M: Sí Niki: ¿Y si fue por ti? M: No lo creo. No (Maca había estado pensando en esa posibilidad, pero la sensación que tenía era muy extraña) No pudo ser por mí. Fue ella la que se cargo lo nuestro. No Niki: Maca M: No Niki. Ahora no voy a empezar a pensar que Esther lo pudo pasar mal por mi culpa. Yo si lo pasé mal por su culpa, tú estabas allí y lo viste, no sé que le pasó, pero fuese lo que fuese, ella se lo buscó

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Aquellas palabras salían de su boca quemándole al mismo tiempo que las pronunciaba, no quería pensar que pudiera ser así, que en realidad Esther lo hubiese pasado mal por ella, pero en el fondo era eso lo que realmente deseaba, pensar que a pesar de lo ocurrido Esther la seguía queriendo hasta el punto de que estar alejada de ella la había llevado a caer en una depresión Dejó a Niki en el salón y se fue hacia su cuarto. Tumbada en la cama pensaba en ella y mirando al lado donde solía dormir Esther la recordó imaginando por un momento que la tenía de nuevo allí. Después de tantos años era capaz de recordar su aroma, sus gestos, su sonrisa, todo a la perfección, incluso escuchaba el eco de su risa retumbar en las paredes ¿Y si era posible? ¿Y si Esther no la había olvidado? No, no podía ser, tenía que dejar de hacerse ilusiones, si en algún momento ella lo había pasado mal estaba claro que no había sido por ella. Sabía donde estaba, sabía como ponerse en contacto con ella, y lo mejor de todo, sabía cuanto la quería y lo poco que le hubiese costado convencerla para que la perdonara, así que no tenía ningún sentido pensar que Esther hubiera seguido enamorada de ella todo ese tiempo y no la hubiese buscado Pasadas unas horas Niki se asomó a su habitación y al verla con la mirada perdida, supo al instante que pensaba en ella. Se sentó a su lado y acariciaba su pelo esperando que ella dijera algo M: No sé que hacer Niki Niki: ¿Qué tal hablar con ella? Deja de guiarte por lo que te dicen los demás y búscala M: Quien fue a hablar. ¿Por qué no me das ejemplo y te vas tú a buscar a Carol? Niki: Ya es tarde para eso M: Estás muerta de miedo. Te has pasado la vida temiendo a lo que sientes. Ármate de valor y coge el coche y vete a buscarla Niki: No puedo M: ¿Por que no? Ella atravesó el océano buscándote, por lo menos le debes una oportunidad Niki: Ha pasado demasiado tiempo, he perdido mi tren M: No me vengas con tonterías Niki se quedó inmóvil por unos instantes, apenas si respiraba y Maca la miraba como si en algún momento fuese a explotar o algo por el estilo, y algo así fue, de repente se levantó y se dirigió a la puerta, pero antes de salir se dio la vuelta para mirarla Niki: ¿Me dejas tu coche? M: ¿Adónde vas? Niki: A Valladolid M: ¿Estás loca? Niki: Puede, pero ya me he cansado de esperar sin hacer nada M: Niki, que hoy es nochevieja, íbamos a salir, ¿te acuerdas? Y supongo que Carol tampoco estará en casa Niki: ¿Sabes una cosa? No se me ocurre una manera mejor de empezar el año (Se quedó esperando la respuesta de Maca que no tardó en llegar) M: Las llaves están en la entrada. ¡¡Ah!! Ten cuidado y... suerte Niki: Gracias

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Niki cogió las llaves del coche de Maca y salió de casa nerviosa, muy nerviosa, pero convencida de lo que iba a hacer y decidida a no pararse a pensar ni un momento las consecuencias de aquella locura Ya era de noche y Niki conducía nerviosa mientras Maca en casa sonreía al pensar en la locura tan maravillosa que había decidido cometer su amiga. Por un momento se olvidó de Esther, ya no pensaba en ella, solo pensaba en Niki y en cuanto deseaba que le fuera bien, que por primera vez en la vida tuviera suerte y las cosas empezaran a funcionar para ella Después de aproximadamente dos horas en la carretera, por fin divisaba la silueta de su ciudad, esa ciudad de la que huyó por el mismo motivo por el que ahora regresaba, ella y siempre ella, esa mujer que sin pedir permiso se apoderó de su vida y que fue el pan y la sal de su día a día Al llegar a su casa, la misma donde vivió tantos años, la que la vio crecer y jugar en ese jardín que tantos recuerdos le trajo al observarlo, pensó en su padre, recordó las épocas malas, las buenas, su cabeza estaba repleta de recuerdos de él, y abriendo la verja con esa llave que había conservado, levantó la vista al cielo y se dejó caer de rodillas Niki: Perdóname papá, yo no quería hacerte daño, y sé que estés donde estés, entenderás lo que voy a hacer, seguro que tú querías que fuese feliz, pero es que no hay manera, no lo consigo sin ella, y al fin y al cabo tú ya no estás (Bajó la mirada algo avergonzada por lo que iba a decir) La quiero. Los mejores años de mi vida fueron los que pasé escondiéndome de ti para estar con ella, y sé que mi culpa era grande, pero creo que ya he cumplido mi condena (Empezó a llorar silenciosamente) No aguanto más, la necesito, no quiero vivir más sin ella. Tengo que intentarlo, creo que después de tanto tiempo lamentándome merezco ser feliz En ese momento se abrió la puerta de la casa y la música que se escuchaba en su interior llamó su atención llevándola a mirar hacia allí. Una mujer morena, de pelo largo y liso que le resultó completamente desconocida cogió unas botellas de cava que había en el porche y cuando iba a entrar se percató de la presencia de Niki y se quedó un momento observándola Mujer: Perdone, pero esto es una propiedad privada Niki: Sí, lo sé (Se acercó a ella y le mostró sus llaves) Es MI propiedad privada (Remarcando la posesión) Mujer: ¡¡¿Niki?!! ¿Tú eres Niki? Niki: Sí, soy Niki, la dueña de esta casa (Parecía bastante molesta por la presencia de esa mujer y de lo que eso podía significar) ¿Y tú quien eres? En ese instante apareció Carol por la puerta hablando sin darse cuenta de quien estaba en el jardín Carol: Lola, cariño, ¿no encuentras el cava?

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Cuando la vio y sus miradas se cruzaron, las dos se quedaron inmóviles, sin saber que decir ni hacer, solo se miraban, se observaban, hasta que aquella mujer que permanecía entre las dos las sacó de su ensimismamiento con sus palabras Lola: Bueno, yo mejor entro, que hace un frío horrible ( Desapareció tras la puerta dejándolas solas y fue Niki la primera en hablar) Niki: Veo que tienes montada una fiesta Carol: Sí. Hemos terminado de cenar ahora. ¿Tú ya has cenado? Niki: No. Todavía no Carol: Si quieres entrar, queda mucha comida, además, es tu casa, no necesitas que yo te invite Niki: ¿Quién es esa? (Formuló la pregunta en un tono bastante despectivo) Carol: Creo que no tengo porque darte explicaciones Niki: Entiendo (Se dio la vuelta y empezó a andar, pero ella la alcanzó y la detuvo) Carol: Solo es una amiga (Niki la miró y vio en sus ojos la misma desesperación que ella sentía) Solo una amiga (Permanecieron en silencio unos segundos hasta que Carol le preguntó) ¿A qué has venido? Niki: Carol (Sonrió levemente mientras de sus ojos manaban lágrimas de esperanza) Yo... estoy viviendo en Madrid Carol: ¡¡¿Sí?!! Niki: Sí. Tengo un trabajo, y... bueno... ahora que estoy aquí, pues... me gustaría, si tú quieres claro... vernos alguna vez, y... intentar... Carol: ¿Me lo estás diciendo en serio? Niki: Nunca en mi vida he hablado más en serio Carol: Eso... eso (Poco a poco se fue dibujando una sonrisa en su cara) Sería maravilloso Niki: Sí. Lo sería Carol: Pero de momento vamos a entrar en casa que hace mucho frío, mírate, estás tiritando (Hasta ese momento Niki ni se había dado cuenta) Y cenas algo que seguro que tienes hambre (La cogió de la mano para empezar a andar pero ella tiró de esta y atrayéndola hacia si unió sus cuerpos y la abrazó para que no se le escapara mientras la miraba a los ojos a escasa distancia) Niki: Primero déjame hacer algo que llevo años deseando Fue acortando la distancia que las separaba de manera muy lenta, casi desesperante, y cuando sus labios se rozaron, permaneció inmóvil unos segundos, luego los movió apenas lo justo para acariciarlos sin llegar a besarla, solo los sentía cerca de ella, se deleitaba con cada roce de estos, y cuando sintió que ella ya no podía aguantar, los entreabrió un poco más y los rozó apenas con su lengua arrancándole así un suspiro a su dueña, y tras sonreír de manera triunfal, la besó finalmente de manera suave pero al mismo tiempo apasionada El teléfono de Maca sonaba y sin perder un segundo atendió la llamada. Sobre una música que se oía de fondo pudo distinguir con claridad la voz de su amiga Niki: Hola Maca. Feliz año nuevo M: ¿Niki? Niki: Sí. Oye cariño, perdona que te haya dejado sola un día como hoy pero, ¿sabes que?

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M: Dime Niki:- Ha valido la pena M: ¿Sí? ¿Ha ido bien? Niki: Por primera vez en mi vida cuando me desean un feliz año, siento que eso es posible M: No sabes cuanto me alegro (Sonreía feliz al escucharla hablar así) Niki: Pero esto no lo he hecho solo por mí, también lo he hecho por ti. Ahora no voy a parar de darte la brasa hasta que te decidas M: Que cabezota eres Niki: No tanto como tú guapa. Así que ya sabes. Vete animando a hablar con ella que no te voy a dejar tranquila ni un segundo M: Lo pensaré, te prometo que lo pensaré Niki: Oye que... supongo que ya te lo imaginas, pero, por si acaso... que hoy no me esperes a dormir M: Jajajajaja. Vaya, no se me había ocurrido (Dijo esto de manera irónica) Niki: Vas a salir M: ¿Sola? ¿Adónde quieres que vaya yo sola? Niki: ¿A ver a tú niña? M: No empieces Niki: Es solo para que te vayas preparando para lo que te viene encima M: No quiero ni pensarlo Niki: Venga guapa, nos vemos mañana M: Ciao, y no hagas nada que yo no haría Niki: A sus ordenes jefa Le pareció extraño, pero por un momento habría jurado que nunca había oído a Niki hablar así, su tono de voz era diferente, como radiante, y contagiaba una alegría y una felicidad impresionantes La mañana del día de año nuevo, Esther se levantó temprano, y aprovechando que su madre seguía durmiendo, se puso un chándal y las zapatillas de deporte y salió de casa sin que esta se enterara. Paseaba por las calles casi desiertas, la mayoría de la gente debía de estar durmiendo tras una noche tan especial, pero ella no tenía sueño Andaba con calma, tranquilamente, y después de aproximadamente una hora, se encontró frente al portal de Maca. Miró el edificio y sus ojos se clavaron de inmediato en las ventanas de su casa. Cruzó la calle, buscó un lugar para sentarse y una vez lo hubo hecho se quedó mirando durante horas hacia donde suponía se encontraba ella Cada vez que el portal se abría ella miraba expectante esperando que una vez de tantas fuese Maca la que salía, pero parecía que eso no iba a suceder, hasta que después de tan larga espera la vio aparecer y poniéndose de pie, se ocultó tras un coche para observarla sin ser vista Ella paseaba por la acera arriba y abajo, mirando su reloj, como esperando a alguien, y pasados unos minutos la espera llegó a su fin cuando deteniéndose un coche a su lado bajó de este una mujer que fue directamente a abrazarla

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La distancia le impedía saber de que hablaban, pero la efusividad de dicha mujer la empezaba a poner nerviosa Niki: Por fin, por fin. Maca, soy feliz, no puedes ni imaginártelo (La abrazaba y mientras dejaba besos en su mejilla la levantaba ligeramente del suelo) M: Enhorabuena. A eso le llamo yo empezar el año bien Niki: ¿Bien? Maravillosamente bien (De nuevo la abrazaba y Esther, desde la acera de enfrente, se sentía morir) M: ¿No la has traído contigo? Niki: No. Vamos a tomarnos las cosas con calma. Poquito a poco, como si acabáramos de conocernos M: Me parece una buena idea. Pero tenemos que celebrarlo, para eso me has llamado, ¿no? Niki: Sí. Te voy a llevar a comer a donde tú quieras M: ¿Adónde yo quiera? Te vas a arrepentir En ese momento Maca miró hacia el otro lado de la calle y le pareció ver que alguien las miraba, se fijó un poco más y cuando se dio cuenta de quien era, su rostro palideció. Por un instante no pudo creer lo que veía, apenas su cabeza sobresalía tras el coche, pero cuando Esther se sintió observada agachó la mirada y empezó a andar en dirección contraria a donde ella estaba La distancia que había entre ellas no le permitía apreciar los detalles, pero si pudo ver que estaba mucho más delgada, y por su aspecto parecía que el tiempo no la había tratado muy bien, pero lo que se le quedó grabado fue su mirada, triste, desolada, perdida, y con una sensación muy extraña instalada en su cuerpo, subió al coche donde la esperaba Niki Mientras ella subía al coche, Esther se detuvo de nuevo a observarlas hasta que se alejaron y las perdió de vista, y luego, con los ojos inundados, empezó a andar sin rumbo fijo A esas horas su madre ya hacía bastante que había despertado, y al ver que Esther no estaba en la casa, avisó a Edu de que esta se había ido y después de llevar a Dani con ella, este salió con Bea a buscarla Pasaban las horas y Esther seguía sin aparecer. Presas de la preocupación, Encarna y Dani salieron a buscarla por el barrio mientras Edu se informaba en la policía por si le había ocurrido algo Cuando Esther entró en casa eran ya las dos de la madrugada. Tenía el pelo revuelto, los ojos hinchados de tanto llorar, y el pantalón lleno de manchas de barro que daban a entender que había estado tumbada, o como mínimo sentada sobre el césped de algún jardín Al oír Encarna la puerta se levantó rápidamente y al comprobar el estado en el que se encontraba Esther se apresuró a abrazarla. Después de todo el día buscándola por las calles de Madrid, preguntando en hospitales, a sus amigos, y en todos los sitios que se les ocurrieron, presas del cansancio habían regresado a casa mientras Edu seguía buscándola insistentemente

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En: Hija mía. ¿Dónde estabas? (Cogiéndole la cara con ambas manos la besaba y después intentaba inútilmente colocarle bien el pelo) ¿Que te ha pasado? ¿Estás bien? Miraba a su madre, pero su mirada se nublaba, sus piernas comenzaban a fallarle, pero ella no sentía nada. De repente un pequeño mareó la llevó a desvanecerse y su madre, como pudo, la cogió antes de que cayera al suelo En: ¡¡Bea!! ¡¡Bea por favor, ayúdame!! Bea, que en ese momento estaba en la cocina preparando café y no había escuchado la puerta, acudió rápido al grito de auxilio de Encarna y al ver a Esther entre sus brazos, casi en el suelo las dos debido a que su madre no podía sostenerla, la ayudó y entre las dos la llevaron al sofá En: Hija mía. Otra vez no. Mi Esther Mientras ella se quedaba a su lado, Bea fue a buscar un paño húmedo para limpiarle la cara e intentar así reanimarla, y cuando regresó al salón, Encarna aprovechó para llamar a su hijo por teléfono e informarle de que Esther había aparecido Bea: ¿Qué le habrá pasado? Hacía un par de días que parecía estar mejor (Bea no entendía el comportamiento de Esther) En: Pobre hija mía, no se merece que le pase esto. Con lo buena que ella ha sido siempre, ¿Por qué tienen que pasarle estas cosas? (Encarna lloraba y Bea la abrazaba intentando tranquilizarla) Bea: Se va a poner bien Encarna, entre todos la ayudaremos y lo conseguirá En: Mírala. Seguro que no ha comido nada en todo el día. Con el estómago vacío, sin su abrigo, con este frío que hace, y sola A la mañana siguiente Maca llegaba al hospital sin muchas ganas. Se había pasado la noche dando vueltas en la cama con la imagen de Esther en su cabeza, triste, conmovedora, y sin encontrar una explicación a que hacía ella allí Mientras estaba en su consulta con un paciente la avisaron de que bajara a urgencias donde la necesitaba el doctor Ramos. En cuanto tuvo un momento bajó a buscarle y le encontró en el box con un niño de unos cuatro años M: ¿Me necesitabas? Doctor Ramos: ¡Ah, Maca! Sí, verás, han traído a este niño con malos tratos, su padre llegó borracho a casa y se cebó con él, a parte de lesiones varias, presenta fuerte traumatismo craneoencefálico. Después de realizarle las pruebas pertinentes he podido comprobar que tiene un hematoma epidural y yo creo que será necesario intervenir. No hay ningún neurocirujano hoy en urgencias, por lo que había pensado si tú podrías examinarle y en caso de que sea necesario operarle M: Claro, como no. ¿Tienes ahí las pruebas? Doctor Ramos: Sí, mira. Este es el informe y las pruebas (Le dio todo lo que tenía en sus manos y en ese momento llegó una enfermera buscándole) M: Disculpe doctor Ramos. El trabajador social que pidió le busca

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Doctor Ramos: Voy en seguida. Maca, ¿me disculpas un momento? M: Claro Se alejó unos pocos metros de ella hasta llegar junto a un chico al que saludó de manera bastante cordial, y al fijarse Maca en él se dio cuenta de que le conocía, al primer instante no supo de que, pero no tardó en recordar donde le había visto antes No había duda, era él, el chico con el que años atrás había visto a Esther, ese era aquel tipo que la rodeaba con sus brazos y la besaba mientras bailaba con ella. Permaneció inmóvil observándole, convenciéndose de que no se equivocaba, y cuando Luis se acercó de nuevo a ella no pudo evitar preguntarle M: Perdona Luis pero, el chico este, el trabajador social, me suena mucho su cara Doctor Ramos: ¿A sí? Bueno, está casado con una alumna tuya. Quizás le viste alguna vez con ella M: Ahora que lo dices, puede que le viese en una ocasión con Esther Doctor Ramos: ¡¡¿Con Esther?!! ¿Estás de coña? (Luis puso una cara de alucine que sorprendió a Maca) M: ¿No? Pues yo juraría que sí Doctor Ramos: No. No puede ser M: ¿Y por que no? Doctor Ramos: Por algo muy sencillo. El chaval este, Carlos, es el marido de Laura, llevan muchos años juntos, y aunque al principio su relación tuvo algunos altibajos, Laura es la mejor amiga de Esther, y Esther puede que tenga sus defectos, pero es una persona muy noble, no le haría eso a Laura M: ¿Estás seguro de que es el marido de Laura? Doctor Ramos: Maca, estuve en su boda. Además, no solo me parece increíble que hayas visto a Esther con Carlos, si no con cualquier otro chico (Maca analizó un momento las palabras de Luis antes de seguir hablando) M: ¿Insinúas que Esther es lesbiana? Doctor Ramos: No lo insinúo, lo afirmo, y sin ningún problema. Ella no lo esconde. Verás, al principio sí intentaba disimular, pero hay cosas que no se pueden esconder fácilmente M: Ya. Entiendo. ¿Entonces estás segurísimo de que entre Esther y Carlos es imposible que hubiese nada? Doctor Ramos: ¿Otra vez? Que te he dicho que no M: Perdona, pero es que habría jurado que les vi juntos Doctor Ramos: Pues no sé que es lo que viste, pero te aseguro que no era eso Aquel día a Maca le estaba costando bastante concentrarse en su trabajo. Después de haber visto a Esther un instante el día antes y de lo que le había estado explicando Luis, no dejaba de dar vueltas a que era lo que había pasado realmente. Si no había nada entre Esther y aquel chico, ¿por qué ella no lo negó en su momento? No entendía nada, ¿Y que hacía ella frente a su casa observándola? Dio vueltas y más vueltas a todo en su cabeza y poco a poco fue atando cabos. Se le ocurrió que era lo que podía haber pasado, pero le parecía una locura todo aquello, pero era la única explicación, y cuando salía del hospital aquella tarde con dirección a su casa, recordó que Ana ya debía de estar de vuelta, así que dirigió sus pasos hacia la

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consulta de esta deseando encontrarla allí y pensando en todas las preguntas que tenía que hacerle al respecto Cuando Lourdes la vio entrar se alegró mucho y fue rápidamente a saludarla Lourdes: ¡Doctora Fernández! M: Lourdes, que ya no soy tu jefa, puedes llamarme Maca Lourdes: Lo siento, pero usted para mí siempre será la doctora Fernández M: Desisto. Está claro que no voy a poder contigo (Las dos sonrieron puesto que parecía que la enfermera ya hacía aquello a propósito para fastidiarla) ¿Está Ana? Lourdes: Sí, la doctora Ortega está con una paciente M: Dile que necesito hablar con ella Lourdes: Cuando termine... (Maca la cortó sin dejarla acabar la frase) M: Lourdes, necesito hablar con ella ahora Lourdes: Pero doctora M: Ahora. Por favor Lourdes: Claro, voy a avisarla Lourdes entró en la consulta de Ana y en pocos segundos esta aparecía sin entender a que se debía tanta urgencia Ana: ¡¡Maca!! ¿Qué es lo que pasa? M: ¿Se lo contaste a Esther? Ana: ¿Qué? No sé de qué me hablas Maca M: O sí, sabes perfectamente de que te hablo. ¿Le dijiste a Esther que estaba dispuesta a renunciar a la plaza en Miami por ella? Ana: Maca M: ¿Se lo dijiste a no? (Empezaba a alterarse y levantaba el tono de voz) Ana: No fue exactamente así M: Y como fue Ana, ¿eh? ¿Cómo fue? Ana: Maca, tranquilízate M: ¿Cómo quieres que me tranquilice? Esto es una locura Ana: Maca, déjame hablar M: Está bien, vamos a hablar, pero espero que tengas una buena explicación Ana: Dame dos minutos para terminar con mi paciente M: Ni uno más, ya he perdido cuatro años de mi tiempo Ana entró de nuevo en su consulta y como habían quedado no tardó más de dos minutos en salir. Fueron a una habitación en la que solo tenían un par de sillas y una mesa y mientras Ana se sentaba, Maca se quedó de pie esperando lo que su amiga le tenía que decir Ana: Prométeme que no vas a sacar conclusiones hasta lo escuches todo M: Empieza ya, y no pienso prometerte nada Ana: Está bien (Cogió aire con fuerza y empezó a narrar su versión) Aquel día, cuando íbamos a recogerte al aeropuerto, Esther y yo estuvimos hablando. Yo no iba a decirle nada Maca, fue ella, te conocía muy bien E: Me dijo que no vendría hasta las vacaciones de verano

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Ana: Le habrán dado unos días E: No sé. Le he estado dando vueltas. ¿A ti te ha dicho por que viene? Ana: No, que va. Pero no lo pienses más, viene y ya está E: Yo creo que sé lo que pasa Ana: ¿A sí? E: Le han dado la plaza, seguro (Se giró un poco mirando a Ana para ver si ella sabía algo) ¿Se la han dado? (Miró de nuevo a Ana y esta seguía con la vista clavada en la carretera) Tú lo sabes, ¿verdad? Dímelo Ana, ¿se la han dado? Ana: Joder E: Le han dado la plaza (Se cubrió la cara con ambas manos como intentando asimilarlo. Ana, al verla así, detuvo el coche e intentó que no se pusiera nerviosa) Ana: Venga Esther, no pasa nada E: Claro que no, pero si es genial, es justo lo que ella quería Ana: Yo no estaría tan convencida de eso E: ¿Cómo que no? Siempre hablaba de lo mismo Ana: Esther, yo no debería de decirte esto, pero Maca es mi mejor amiga, no quiero que cometa el error de su vida E: ¿De que estás hablando? Ana: No va a aceptar esa plaza E: ¿Qué tonterías estás diciendo? Claro que va a aceptar Ana: No. Va a renunciar por ti E: ¿Por mí? ¿Pero está loca? ¿Cómo va a hacer eso? No se lo voy a permitir Ana: Ella no tiene intenciones de decírtelo, solo lo hará sin consultarte, está muy decidida, no sé si podrás hacer nada E: Eso es lo que ella piensa (Esther bajó la mirada mientras pensaba en una solución) Ella quiere hacer una locura por mí, yo la haré por ella Ana: ¿Que vas a hacer Esther? E: Todavía no estoy segura, pero mira (Rebuscó en su bolso hasta encontrar una tarjeta que le dio a Ana) Mañana por la noche voy a ir a este local con unos amigos. Haz lo posible para traerla allí sin que sepa que yo voy a estar Ana: Miedo me das E: Ana, yo quiero que Maca vea como su sueño se hace realidad, ¿estás conmigo? Ana: Sí E: Perfecto Maca se quedó bastante perpleja después de escuchar lo que Ana le relataba. Pero seguía teniendo muchas preguntas en su cabeza que clamaban por salir M: Ana, perdona pero es que no entiendo como sabiendo cuanto la quería te prestaste a su juego Ana: Yo no sabía lo que iba a hacer. Cuando la vi con aquel chico también me sorprendí. Ella no me dijo nada, solo que te llevara allí, y tu reacción fue tan rápida, además, después de aquello la cosa ya era entre vosotras, yo me vi en medio y no sabía como actuar M: ¿Pero como se le ocurrió algo así? Ana: Después de irte tú hablé con ella, intenté convencerla para que lo arreglara, pero no hubo manera. Cuando salí del local me la encontré de rodillas en el suelo llorando. Te aseguro que para ella no fue fácil lo que hizo

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E: Maca... Maca... Mi amor ( Sintió una mano en su hombro y al darse la vuelta vio a Ana a su lado) Ana: Por el amor de Dios. ¿Qué has hecho Esther? E: Ana (Extendió los brazos suplicando su abrazo y Ana se arrodilló a su lado para complacerla) No sé, lo primero que se me ocurrió Ana: Estás loca Esther. ¿Crees que la mejor manera de solucionar esto es rompiéndole el corazón? E: Me va a odiar Ana, me va a odiar (Con la cabeza en su hombro seguía llorando amargamente) Ana: Habla con ella. Dile que ha sido todo una encerrona. Díselo Esther E: No puedo. El daño ya está hecho (Ana la cogió por los hombros para separarla de ella y la miró fijamente a los ojos) Ana: Todavía tiene solución. Yo también puedo hablar con ella y apoyarte E: Ya está hecho Ana Ana: ¿Pero que dices? No puedes dejar esto así. ¿Te imaginas cuanta gente se pasa la vida buscando eso que vosotras tenéis? E: Ya no hay vuelta atrás Ana: Sois las dos igual de cabezotas. No pienso dejar esto así (Se levantó con intención de ir detrás de Maca pero Esther la detuvo) E: Espera. ¿Qué vas a hacer? Ana: Se lo voy a decir E: Ni se te ocurra. No te metas en esto Ana: Ya es tarde para eso, tú misma me has metido y no pienso cargar con ello E: Como se lo cuentes vas a hacer el ridículo y encima Maca se va a enfadar contigo Ana: ¿Qué? E: Estoy convencida y no pienso respaldar tu versión, tanto si te gusta como si no he hecho lo que creía conveniente. Anda, ve y díselo, dile que lo que ha visto no es verdad, que me contaste sus intenciones y tramamos esto juntas. Piénsalo. ¿Por qué tendría que creerte? Ana: Espero que no tengas que lamentar nunca lo que has hecho hoy Ana: Entiéndeme Maca, me vi en medio. Creo que fue la peor situación en la que me he visto en mi vida. Intenté hablarte de ella y tú no me dejaste. ¿Recuerdas la de veces que me colgaste el teléfono porque veías mis intenciones? (Maca bajó la mirada mientras comprendía la difícil situación en la que debió verse su amiga) Luego ya te dije que dejó de venir a la consulta. En mucho tiempo no supe nada de ella, y después solo nos hemos visto un par de veces y alguna conversación telefónica corta M: Mi niña (Maca se dejó caer en la silla y ocultando la cara tras sus manos empezó a llorar) ¿Cómo se le ocurrió pensar que tal sacrificio valía la pena? Mi sueño... Mi sueño... Si mi único sueño era verla sonreír. Y ahora tiene la mirada más triste que he visto nunca Ana: ¡¡¿La has visto?!! M: La vi ayer de lejos. Da pena verla Ana. No es ni la sombra de lo que fue, y todo por mi culpa Ana: Tú no tienes la culpa M: No debí de irme si ella no venía conmigo. ¿Sabes que lo pasó fatal después de irme yo? Tuvo una depresión terrible Ana: ¡¿Qué?! Yo no sabía nada de eso M: Eso espero, porque eso si que no te lo habría perdonado. ¿Y sabes que es lo mejor de todo esto? Que yo no iba a renunciar, había encontrado otra solución

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Ana: ¿Cómo que otra solución? M: No sé cuál habría sido su respuesta, pero iba a pedirle que se casara conmigo (Ana la miraba sin creer lo que escuchaba y sintiéndose peor de lo que se había sentido nunca) Era la única solución para que se viniera conmigo a Miami (de repente se puso de pie y miró a su amiga muy seriamente) Por casualidad no sabrás dónde vive Ana: No tengo ni idea M: ¿Su teléfono? Ana: Eso sí. Espera Ana fue corriendo en busca de su móvil y tras mirar en la agenda le dijo el número. Maca llamó al instante pero un mensaje la informaba de que el teléfono estaba apagado o fuera de cobertura M: Tengo que encontrarla, hablar con ella (Pensó apenas unos segundos una solución y luego llamó a la paz para intentar averiguar el teléfono de Luis) Sí, soy la doctora Fernández, necesito el teléfono del doctor Luis Ramos, es muy urgente Habló con él y aunque este no sabía la dirección de Esther, le dijo como ponerse en contacto con Laura, y sin perder un segundo marcó el nuevo número y espero una respuesta L: ¿Sí? M: ¿Laura? ¿Laura Llanos? L: ¿Sí? ¿Quién es? M: Hola, soy la doctora Fernández. Maca L: ¡¡¿Maca?!! Al escuchar su nombre Laura se quedó sin habla por unos segundos. Había estado tentada de buscarla varias veces en los últimos días y ahora se encontraba con que era la doctora quien la buscaba a ella L: Maca. No puede ser M: Laura, necesito que me ayudes, tengo que ver a Esther (Su voz sonó desesperada) L: Sí, sí, claro, ella también necesita verte, o eso creo yo (Por la voz de Laura le pareció que lloraba) M: Laura ¿Qué pasa? ¿Le pasa algo a Esther? L: Está muy mal. Tienes que ir a verla. Te necesita tanto M: ¿Pero que le pasa? L: Pues yo diría que... se muere de amor por ti M: Mi niña. ¿Dónde está? Dime donde está por favor L: Está en su casa. Calle ---- nº 24, 2º-B M: Gracias Laura. Muchas gracias Colgó el teléfono y ante la atenta mirada de Ana cogió su bolso y se dispuso a salir de allí. Sin pararse a averiguar por donde quedaría la dirección que Laura le había dado, cogió un taxi pensando que sería lo más rápido, y al llegar allí llamó al timbre insistentemente, pero pasaron los segundos y no obtuvo respuesta

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Estaba nerviosa, hubiera dado cualquier cosa por tenerla delante en ese instante, pero parecía que el destino se empeñaba en complicarle las cosas. Volvió a marcar el número de Esther que le había dado Ana, pero la respuesta fue la misma No estaba dispuesta a rendirse, no iba a parar hasta encontrarla, así que decidió esperar y seguir insistiendo con el teléfono, hasta que pasados unos minutos una mujer salió del portal y ella aprovechó para entrar y subir hasta la puerta del piso de Esther Llamó de nuevo al timbre aunque sabía que nadie respondería, y después de esperar un tiempo más que de sobra, se sentó en el suelo con la espalda apoyada en la puerta sin intenciones de moverse de allí hasta que ella apareciera Pasada aproximadamente una hora las puertas del ascensor se abrieron y de este salió una mujer mayor que al verla se quedó quieta mirándola unos segundos En: ¿Esperas a alguien? M: Perdone (Se puso de pie al ver que se acercaba a la puerta con las llaves en la mano y entonces pensó quien podía ser esa mujer) ¿Es usted Encarna? En: Sí. ¿Tú quien eres? M: No sé si Esther le habrá hablado de mí. Soy... (Se paró un momento temiendo su reacción) Maca En: ¡¿Tú eres Maca?! (Ella asintió mientras veía como la cara de la mujer cambiaba, pero sin adivinar que era lo que pensaba) ¿La Maca de mi Esther? M:- Sí. Veo que le ha hablado de mí (No sabía porque, pero esperaba que Encarna reaccionara mal ante su presencia) En: Ya lo creo que me ha hablado de ti. ¿Y que haces aquí? M: Pues quería hablar con ella, pero como no está en casa había decidido esperarla En: ¡¿Cómo que no está en casa?! Pero si la he dejado durmiendo M: Yo he llamado varias veces En: No habrá escuchado el timbre, o si lo ha hecho no ha querido levantarse. Verás, Esther está muy mal M: Lo sé. Por eso estoy aquí En: Vamos a ver si sigue durmiendo Encarna le acarició la mejilla a Maca y después de abrir la puerta la invitó a entrar. Fueron hasta el salón y tras ofrecerle asiento se dirigió a la habitación de Esther para comprobar si dormía, pero pasados unos segundos gritó su nombre alarmando a Maca que acudió rápidamente a ver que ocurría En: ¡¡¡Esther!!! [Días de verano (Amaral).mp3] PLAY Al llegar Maca a la habitación se quedó por unos segundos observando la escena desde el quicio de la puerta sin poder reaccionar. Estaba aturdida, la había desconcertado lo que tenía ante sus ojos. Esther estaba tumbada boca arriba sobre la cama con su mano derecha colgando fuera de esta, los ojos cerrados y un aspecto físico desolador A su lado estaba Encarna, agachada en el suelo, llorando con la cabeza apoyada en su pecho, y solo el grito de auxilio de esta consiguió hacer reaccionar a la doctora

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En: ¡¡Ayúdala Maca!! Entonces vio un bote de pastillas vacío sobre la mesilla y a su lado un vaso con un poco de agua, por fin entendió lo que pasaba, la alarma de Encarna, y acercándose rápidamente a ella le buscó el pulso M: Está viva. Está viva Encarna. Llamé a emergencias, dígales que es muy urgente (Encarna acariciaba la cara de Esther sin reaccionar) Llame Encarna, llame En: Voy. Sí, voy (Salió de la habitación mientras Maca le daba ligeros cachetes intentando que despertara) M: Venga mi niña, no me hagas esto (Su voz era entrecortada y las lágrimas ya empapaban sus mejillas) No me dejes otra vez (Seguía intentando reanimarla y entonces ella entornó ligeramente los ojos) E: Maca (Apenas fue un suspiro) Maca M: Sí mi amor, soy yo, estoy aquí E: Perdóname M: No tengo que perdonarte nada. Mi niña. ¿Pero que has hecho? La rodeó con sus brazos para atraerla hacia si y poder abrazarla, pero entonces ella perdió la consciencia por completo y su cuerpo inerte cayó sobre ella M: ¡¡Esther!! Su cabeza se vio de repente asaltada por cientos, miles de imágenes de ella M: Eras Esther, ¿verdad? E: Sí. Esther García * M: ¿Esther? E: Hola profesora M: No por favor, fuera de la facultad solo Maca * M: Esther, ¿Querías algo? E: Pues... devolverte tus libros * E: ¿Por qué... no te vienes a comer conmigo? * E: Eres la mejor profesora de pediatría que he tenido M: Soy la única profesora de pediatría que has tenido E: Ya, pero eso es solo un pequeño detalle * E: ¿Quieres que... estemos empatadas? M: Me encantaría * E: Un yogur de fresa, tres huevos, dos tomates, un brick de zumo de melocotón, y otro de leche. No creo que podamos hacer muchos milagros con esto * M: Podrías venirte a la consulta E: ¡¡¿A tu consulta?!!

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* M: ¿Y tú que haces? ¿Estudiando? E: Como siempre M: Mi niña siempre tan responsable * E: ¿Y eso de que soy tu novia? M: ¿Qué pasa? ¿Qué no lo eres? * E: Es una pena que no podamos cenar aquí delante de la chimenea, me encanta mirar el fuego, y con este frío M: ¿Y quien ha dicho que no podemos cenar aquí? * M: Antes de seguir necesito decirte algo E: Dime M: Esther... mi niña... te quiero E: Mi amor... yo también te quiero * M: No pensarás que voy a dejar que te vayas sola con la hora que es E: Es que... no me voy a ninguna parte, me quedo esta noche contigo * M: ¿No decías que no te gustaba esto de los encuentros furtivos en el lavabo? E: Prefiero esto a no verte * M: Cariño yo... quería darte esto. No sé que pensarás E: ¿Son... las llaves de tu casa? * M: He recibido una carta E: ¡¿Una carta?! ¿Una carta de quien? * E: ¡¡¡¿Cuatro años?!!! * E: ¿Es esa casa de ahí? M: Sí. ¿Te gusta? E: Me encanta. ¿Y la playa es para nosotras solas? * M: Ya mi amor, ya. Me tengo que ir E: Bésame M: Claro mi vida * E: Espera Maca M: ¿A que quieres que espere? ¿Acaso quieres que siga viendo el espectáculo? * E: Maca M: Olvídame Esther. Olvídame Encarna entró de nuevo en la habitación y al ver a Maca llorando se temió lo peor. Se acercó rápidamente a ellas y cubriendo su boca con ambas manos lloraba sin poder decir nada hasta que Maca la vio e intentó tranquilizarla

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M: Se va a poner bien Encarna, pero ahora tenemos que conseguir que vomite. Quédese con ella e intente despertarla Mientras Encarna se sentaba a su lado e intentaba que Esther recuperara la consciencia, Maca fue a la cocina y buscó un recipiente donde ella pudiese vomitar. Rápidamente regresó y después de dejarlo en el suelo, puso a Esther de lado, con la cabeza casi fuera de la cama, y entre las dos intentaban reanimarla M: Venga Esther, no te duermas, dime algo E: Rliuehfoua Balbuceó algo que era imposible entender y entonces Maca aprovechó para meterle los dedos en la boca y provocarle el vómito. Pronto empezó a sentir nauseas y a vomitar mientras Maca le sujetaba la cabeza y su madre le apartaba el pelo para que no se lo ensuciara mucho M: Venga cariño, échalo todo fuera. Encarna, ¿sabe si había muchas pastillas? En: No sé ni de donde las ha sacado Cuando Esther dejó de vomitar la cogieron entre las dos y la llevaron al cuarto de baño para darle una ducha con agua fría. Pasados unos minutos sonaba el timbre y Encarna fue a abrir mientras Maca seguía al lado de Esther intentando mantenerla consciente. Rápidamente entró el equipo del samur y apartándose a un lado les dejaron actuar Todo fue muy rápido. Encarna se abrazaba a Maca y ella seguía intentando consolarla mientras las dos observaban la escena. Cuando salieron de allí, ellas buscaron un taxi y llegaron al hospital apenas unos minutos después que la ambulancia. Se acercaron rápidamente al mostrador a preguntarle a Teresa T: Tranquila Encarna, Cruz está con ella, todo va a ir bien En: Mi hija. Dios Mío T: Sentaos en la sala de espera y en cuanto sepamos algo os informamos En: Gracias Teresa Se sentaron a esperar y Maca seguía dándole ánimos aún siendo ella misma un manojo de nervios. Pasados unos minutos salió Cruz y fue directamente a donde ellas estaban. Al verla, las dos se pusieron en pie y esperaron noticias C: ¿Es usted Encarna, la madre de Esther? En: Sí. Dígame como está mi hija doctora C: Pues afortunadamente está fuera de peligro. Con el lavado gástrico hemos conseguido eliminar los restos del medicamento que quedaba en su estomago, pero he de decir que ha sido providencial que vomitara en casa En: Ha sido Maca. Ella es médico y supongo que sabría lo que hay que hacer C: Pues podríamos decir que eso le ha salvado la vida. Al parecer hacía ya más de una hora que las había tomado y su cuerpo empezaba a absorber la sustancia Maca, que hasta ese momento se había limitado a escuchar sin decir nada, se atrevió a hacer una pregunta

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M: ¿Está consciente? ¿Podemos verla? C: Estaba semiinconsciente cuando ha llegado, pero ahora se ha dormido. Yo creo que dormirá unas cuantas horas, posiblemente no despierte hasta mañana. La vamos a subir a planta y en cuanto sepamos el número de habitación os avisamos para que subáis con ella En: Gracias doctora Poco después las informaron de a que habitación la habían subido y se dirigieron hasta allí. Al entrar se acercaron las dos a la cama, una por cada lado, y mientras Encarna le acariciaba el pelo entre lágrimas, Maca observaba su semblante que, incluso dormida, le parecía triste En: Menos mal que estabas tú, yo no hubiese sabido que hacer (Encarna miraba a Maca agradecida) M: Ha sido casualidad, yo no he hecho nada del otro mundo El silencio se adueñó de la habitación, y después de unos minutos Maca pensó que debía de avisar a Niki de lo ocurrido ya que no pensaba ir esa noche a casa, así que se disculpó un momento y salió de la habitación Niki: ¿Dónde te metes? ¿Has visto la hora que es? M: Menudo día Niki, menudo día, no quieras ni imaginártelo (Un nudo en su garganta le impedía hablar y su amiga lo notó al instante) Niki: ¿Ha pasado algo? M: Ha pasado de todo, pero te lo resumiré con que he ido a ver a Esther y cuando he llegado se había intentado suicidar Niki: ¡¡¡¿Qué?!!! ¡¡¿Está bien?!! ¿Qué ha pasado? ¿Qué ha hecho? M: Se ha tomado un bote de antidepresivos Niki: Joder M: Menos mal que hemos llegado a tiempo Niki: ¿Hemos? M: Sí. Joder, es muy largo de contar y... no tengo ganas de hablar Niki: Tranquila, lo importante es que ella ahora esté bien. ¿Te vas a quedar esta noche con ella? M: Está dormida y seguramente no despertará hasta mañana, pero sí, me gustaría quedarme con ella Niki: Si necesitas algo M: Gracias Niki Niki: Venga tonta. Cuídala mucho, y cuídate tú también M: Buenas noches Cuando regresó a la habitación se sentó junto a Encarna en el pequeño sofá y de vez en cuando se miraban sin saber que decir, hasta que finalmente esta rompió el silencio En: ¿Te vas a quedar toda la noche? M: Pues, si no le importa, sí, me gustaría quedarme En: ¿Has vuelto para quedarte? M: Sí, he vuelto para quedarme. Trabajo en el hospital la paz, y no tengo intenciones de irme a ninguna parte En: Perdona mi pregunta, pero, ¿todavía la quieres?

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Maca se sorprendió ante la pregunta de Encarna, pero le agradó la claridad con la que le hablaba, y por eso sintió necesidad de sincerarse con ella M: No he dejado de quererla ni un solo día En: Ella te ha echado mucho de menos. Recuerdo la primera vez que me habló de ti. Estaba tan nerviosa, no sabía como decírmelo M: ¿Y cuando fue eso? En: Pues ahora no sabría decirte exactamente, pero recuerdo que era a principios de verano. Tú querías que fuera contigo a Jerez para conocer a tu familia, y ella pensó que ya era el momento de decírnoslo también a nosotros, así, según ella, para las vacaciones ya nos habríamos hecho a la idea, aunque yo no necesitaba hacerme a la idea, llevaba ya más de un año viéndola más feliz que nunca, sabía que fuese quien fuese la persona con la que salía, Esther estaba muy enamorada, y esa persona la hacía muy feliz Maca bajó la mirada algo triste al escuchar lo que la madre de Esther le relataba. Saber que cuando todo aquello pasó ella ya había hablado con su familia, pensar que estaba tan decidida a formalizar su relación, y todo se había ido al traste en un momento En: A mi no se me ocurrió en ningún momento pensar que fueras una mujer, y hacía tiempo que tenía mis sospechas, es mi hija y la conozco, aunque ella intentaba disimular todo lo bien que podía, pero como tenía aquella pequeña moto que cuidaba tanto, no sé porque di por hecho que si tenía una moto debía de tratarse de un chico M: ¿Esther tenía una moto? En: Sí. Una de esas pequeñitas, como de juguete. Era azul marino y la tenía en su mesa, junto al ordenador, como quien tiene una foto. ¿Tú tenías una moto? M: Sí, azul, como usted dice En: Maca (La miró con mucha ternura sonriendo levemente) Preferiría que me tutearas M: Claro, como quieras Después de unos segundos mirándose en los que sin hablar se dieron a entender que estaban juntas en todo aquello, sabiendo que ese amor que las dos sentían por Esther, aunque distintos, las unía, Encarna siguió con su relato En: Cuando la vi triste, supe al instante que algo había pasado entre vosotras, y poco a poco se fue hundiendo más y más. Yo sabía que todo aquello era por ti, por como te quería y te echaba de menos, pero no quería que nadie hablara contigo y te contara lo que le pasaba, y tampoco sabíamos la forma de localizarte, casi no sabíamos nada de ti M: Si yo hubiese sabido que estaba mal En: Fueron unos meses muy duros, pero consiguió salir adelante. Me habló mucho de ti, el psicólogo le aconsejó que hablara con alguien de lo que le pasaba, que se desahogara siempre que lo creyera necesario, y supongo que ella decidió que ese alguien debía de ser yo M: Así que te habló de mí En: Mucho. Muchísimo. Me contó como os habías conocido, y no te voy a engañar, me sorprendió bastante saber que eras su profesora y que había una diferencia de edad considerable, llegué a pensar que podías haber estado jugando con ella, pero después de un tiempo escuchando su historia, de ver como hablaba de ti, de todo lo que habías hecho para hacerla feliz y lo más importante, el saber como y porque te habías alejado

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de ella, pensé que seguramente tú también lo estarías pasando mal y que no tenías la culpa de nada, así que decidí no culparte M: Gracias En: No me las des. Esther no habría permitido que te odiara (Le acarició la mejilla para luego seguir hablando) Después de todo aquello se centró en sus libros y en el trabajo y apenas salía. Tuvo temporadas mejores que otras, perdió esa alegría que siempre la había caracterizado, pero más o menos estaba bien, hasta hace unos días. Al parecer se enteró de que habías vuelto y eso despertó todo lo que durante tanto tiempo había estado dormido dentro de ella M: Y ayer me vio con Niki y eso terminó de hundirla En: ¿Quién es Niki? ¿Tienes novia? M: No, que va, Niki solo es una amiga, pero ayer estaba muy contenta y Esther nos vio en una situación bastante ambigua. Supongo que pensó lo que no era Las dos se miraron un instante, pero ninguna dijo nada más, y sentadas en el pequeño sofá pasaron la noche, cambiando de posición continuamente buscando la menos incómoda, y durmiendo más bien poco Apenas amanecía cuando Encarna despertó y se vio sola en el sofá, con una manta cubriendo sus piernas, y antes de que pudiera preguntarse donde estaría Maca. el sonido de agua proveniente del cuarto de baño le indicó que seguramente era ella la que estaba allí, cosa que comprobó segundos después cuando se abrió la puerta y la vio salir y acercarse a ella M: Buenos días En: Buenos días Apenas susurraron el saludo para no despertar a Esther y cogiendo Maca su chaqueta, se la puso y con el mismo tono de voz le comentó a Encarna M: Voy a bajar a por unos cafés. ¿Quieres alguna pasta o algo para comer? En: No, muchas gracias, con un café con leche ya me estará bien M: Hay que desayunar bien Encarna (Las dos sonrieron con complicidad, esa complicidad que sin conocerse les otorgaba el conocer las dos tan bien a esa mujer que seguía durmiendo tranquilamente junto a ellas, y Encarna no pudo más que ceder) En: Está bien, tráeme también algo para comer M: Vuelvo enseguida Cuando Maca salió de la habitación, Encarna se acercó a la cama y acariciaba el pelo de Esther sonriendo levemente mientras deseaba que todo fuera bien y que la presencia de Maca allí sirviera para conseguir que su hija reaccionara finalmente y decidiera enfrentarse a la vida con ganas, como solía hacerlo en el pasado Pasados un par de minutos, Esther empezó a abrir los ojos poco a poco y al ver donde se encontraba al principio se sintió algo confusa, pero comenzó a recordar vagamente lo sucedido, y miraba a su madre sin saber que decir, se sentía mal por haberle dado ese disgusto, pero al mismo tiempo sintió rabia por no haber conseguido su propósito En: Buenos días hija. ¿Cómo te encuentras?

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Giró la cabeza huyendo de la mirada de su madre, pero ella se la cogió con ambas manos y la obligó a mirarla de nuevo. Los ojos de Esther desprendían rabia, dolor, odio, culpabilidad y tristeza, muchísima tristeza E: ¿Qué hago aquí? En: ¿No recuerdas lo que pasó anoche? E: Algo recuerdo, pero de manera muy confusa. No consigo distinguir lo que pasó de lo que he soñado. Las imágenes se mezclan en mi cabeza y no sé que ha sido realidad y que no lo ha sido En: Cuéntame lo que crees que has soñado (Esther bajó la mirada un momento mientras sus ojos se humedecían rápidamente) E: Que Maca venía a verme En: No ha sido un sueño. Maca vino a verte y se ha pasado la noche aquí E: ¡¡¿Qué?!! ¿Qué Maca me ha visto así? (Se miraba llorando cada vez más) Pero si estoy que doy pena En: Hija, a ella eso le da igual E: ¿Dónde está? En: Ha bajado a por unos cafés E: No quiero verla En: ¿Pero que dices? E: No quiero que me vea así mamá. No quiero que sienta pena por mí En: Esther E: ¡¡He dicho que no quiero verla!! (Empezaba a ponerse bastante nerviosa y al ver su madre que comenzaba a temblar se acercó más a ella para abrazarla e intentar calmarla) En: Tranquila, si no quieres verla, pues no la verás, yo hablaré con ella, pero no te pongas así, ya está En ese momento se abría la puerta de la habitación y Maca entraba con el desayuno en sus manos, y al ver a Esther despierta sonrió, pero esta sonrisa no duró mucho, ya que ella no tardó en echarla de allí a gritos E: ¡¡¡Vete!!! ¡¡¡No quiero que estés aquí!!! ¡¡¡Vete!!! Maca no podía creer lo que estaba escuchando y sin poder reaccionar permaneció de pie en la entrada hasta que Encarna se acercó a ella y la hizo salir En: Espera aquí. Yo hablaré con ella M: Pero... Encarna entró de nuevo en la habitación y Maca se quedó sola en el pasillo intentando entender que era lo que había pasado exactamente Encarna se acercó de nuevo a la cama y al ver lo nerviosa que estaba Esther, temblando y con los ojos inundados por las lágrimas, la abrazó muy fuerte y sin decir nada permanecieron así varios minutos hasta que se fue tranquilizando. Cuando la sintió ya más calmada, se fue separando de ella y la miró directamente a los ojos En: Esther, hija, creo que Maca no merece que la trates así E: No quiero verla mamá, así que no insistas, por favor

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En: Pero ella... E: No mamá. Lleva ya meses en Madrid y no he sabido nada de ella, así que no debe de estar muy interesada por lo que me pase En: Por lo menos podrías escucharla. Fuiste tú quien la echó de tu lado E: Pareces sorda. He dicho que no (Le levantó un poco la voz a su madre y entonces ella explotó) En: Mira, estoy harta ya de ti, se acabó el ser condescendiente contigo E: ¿Qué? En: Que no puedo más. ¿Pero tú te has parado a pensar lo que hiciste ayer? ¿Cómo me sentí cuando entre en tu cuarto y te vi inconsciente sobre la cama y con ese bote de pastillas vacío a tu lado? Si no llega a ser por Maca Cuando Esther iba a decir algo se abrió la puerta entrando en la habitación Cruz acompañada por uno de los psiquiatras del hospital, ella, al verles, dedujo al instante quien debía de ser aquel médico sin conocerle, y guardando silencio se limitó a escuchar a su jefa C: ¿Qué tal estás? (Esperó unos segundos para ver si Esther contestaba, pero no obtuvo respuesta alguna) Bueno. He estado comentándole tu caso al doctor de la Fuente y quiere hacerte unas preguntas Doctor de la Fuente: Hola Esther. ¿Qué tal? (El doctor la saludó, pero ella fue muy escueta) E: Hola En: Bueno (Encarna pensó que seguramente querían hablar a solas con ella) Yo si quieren espero fuera Doctor de la Fuente: Gracias. Solo serán unos minutos Salió al pasillo donde Maca esperaba sentada en una silla y al ver a Encarna acercarse se levantó y fue a su encuentro. Los pocos minutos que había estado allí fuera esperando, había pensado en el porque de esa reacción de Esther, y supuso que todo era debido a lo ocurrido dos días antes cuando la vio con Niki, así que eso era lo primero que debía aclarar, que entre ella y Niki no había nada M: ¿Qué tal? En: Casi no he podido hablar con ella. Han llegado los médicos y he tenido que salir, pero tranquila que lograré convencerla, cueste lo que cueste M: Gracias Encarna En: Gracias a ti. Si no llega a ser por ti, no sé que es lo que habría pasado M: No me las des otra vez, ya te he dicho que yo no hice nada (Miró su reloj y Encarna entendió lo que ocurría) En: ¿Tienes que irte? M: Entro a trabajar en una hora En: Tranquila. Hablaré con ella y la haré entrar en razón M: No quiero irme, pero no tengo más remedio. Vendré esta tarde En: Casi mejor, así tendrá tiempo de pensarlo y tranquilizarse M: Bueno. Me voy Miró a la puerta unos segundos como resistiéndose a tener que marcharse, pero finalmente empezó a andar hacia la salida. Encarna la miraba alejarse mientras pensaba que todo lo que le había contado Esther de ella era cierto, Maca parecía tan maravillosa

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como su hija la había descrito siempre, y feliz por el hecho de que quisiera estar a su lado de nuevo, se sentó a esperar a que salieran los médicos Mientras esperaba en el pasillo, Encarna pensó en llamar a su hijo, el cual todavía no sabía nada de lo ocurrido, y sentándose en una silla se dispuso a hacerlo con calma Edu: Buenos días mamá En: Buenos días hijo Edu: ¿Que tal está Esther? En: Pues precisamente de eso quería hablarte Edu: ¿Ha pasado algo? ¿Ha vuelto a desaparecer? En: No, no, parece que está bien, esta en la cama, pero... no en su cama Edu: Mamá, no te entiendo. ¿Que intentas decirme? En: Pues que ayer Esther hizo una tontería muy grande, pero está bien, no te asustes Edu: ¿Qué pasa mamá? Dímelo ya de una vez En: Intentó suicidarse Edu: ¡¡¡¿Qué?!!! En: Lo que oyes. Por suerte cuando llegué a casa estaba allí Maca y ella la hizo vomitar y luego la llevamos a la ducha entre las dos y parece que así las pastillas no llegaron a hacer el efecto deseado Edu: Espera, espera. ¿Has dicho Maca? En: Sí, eso he dicho Edu: ¿Y se puede saber que hacía ella en casa de Esther? En: Había ido a hablar con ella Edu: Mamá, ¿te has olvidado que Esther está así por su culpa? En: Eso no es del todo cierto. Mira Edu, he pasado la noche con ella, hemos tenido ocasión de hablar, la he visto como la mira, y te aseguro que ella sería incapaz de hacerle daño a tu hermana de manera intencionada Edu: Mira, yo lo único que sé es que si esa tía no hubiera aparecido en su vida, Esther no estaría así En: Piensa lo que quieras, pero yo lo veo de otra forma. Puede que esa relación le haya causado a tu hermana el mayor dolor de su vida, pero también la mayor felicidad, y si de algo estoy totalmente convencida es de que Maca no tuvo la culpa de nada Edu: Mira, mejor vamos a dejarlo y dime donde está Esther En: En el central Edu: Voy enseguida Pasados unos minutos los médicos salían y se acercaron a Encarna para comentarle algunas cosas En: ¿Cómo la ve doctor? Doctor de la Fuente: Verá, estos casos son muy complicados, y lo primero que vamos a hacer es dejarla unos días ingresada para analizar bien su caso y ver que tal evoluciona En: ¿Pero está mal? ¿Puede volver a intentarlo? Doctor de la Fuente: Eso no podemos decirlo con certeza. Hay muchos casos de intento de suicido que lo único que pretende el paciente es llamar la atención, están como pidiendo ayuda a gritos, quieren dar a entender lo desesperados que están, pero lo que hizo Esther no fue un intento de llamar la atención, realmente quería morirse, ella es médico y seguramente sabía lo que estaba haciendo En: ¿Quiere decir que esta realmente mal?

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Doctor de la Fuente: Esther ha tocado fondo, y va a necesitar mucha ayuda, profesional y por parte de las personas que la quieren, y lo primero es hacerle entender a ella que la muerte no es una solución. Ella siente un dolor muy grande que cree que solo conseguirá hacer desaparecer muriéndose, pero terminará entendiendo que la muerte lo único que ocasiona es mucho más dolor a todas las personas que la rodean En: Entonces, ¿tengo que hacerle saber el daño que me ha hecho lo que ella intentó ayer? Doctor de la Fuente: Poco a poco, tampoco sea muy brusca con ella En: Esto va a ser complicado Doctor de la Fuente: Nosotros estamos para ayudarla siempre que lo necesite En: Gracias doctor Doctor de la Fuente: Y ahora vaya con ella, mejor que no esté mucho tiempo sola Cuando Esther vio a su madre entrar de nuevo en la habitación y acercarse a ella, se dio la vuelta en la cama para quedar de espaldas a ella y dejarle claro que no quería hablar, pero Encarna no pensaba dejar las cosas así, si no quería hablar, pues que no hablase, pero de todas formas la iba a tener que escuchar En: Esther, esto no es ningún juego, no puedes esconder la cabeza bajo tierra como los avestruces e intentar ignorar lo que ha pasado, lo que tú has provocado (Acariciaba su pelo, pero ella seguía inmóvil y en silencio) Háblame, dime algo. Sabes que las cosas es mejor hablarlas, que si no lo haces así luego es peor E: No quiero verla En: Hija, tú sola estás tirando tierra sobre tu tumba. Estás así por ella, ese es el único motivo, no entiendo porque si quiere hablar contigo te niegas en redondo E: La vi mamá, la vi, con una chica muy guapa, y parecían muy felices En: Me lo ha contado, pero dice que solo son amigas, tienes que dejarla que se explique (Poco a poco se dio la vuelta para mirar a su madre) No puedes negarte a escucharla cuando en realidad eres tú quien le debe una explicación E: ¿Sigue fuera? En: No. Se ha tenido que ir a trabajar, pero ha dicho que volverá esta tarde. ¿Hablarás con ella? E: Lo intentaré Encarna sonrió al ver que la actitud de Esther empezaba a cambiar, seguramente hablar con ella le iba a sentar muy bien, y conformada con ese “lo intentaré” se sentó a su lado muy cerca de ella para que tuviera claro que no estaba sola Después de unos minutos llamaban a la puerta y al entornarse esta y ver Esther a su hermano, sin poder evitarlo empezó a llorar. Él se acercó a ella rápidamente para abrazarla y la apretaba muy fuerte contra su pecho mientras ella sollozaba con fuerza Pasados unos minutos se fue calmando pero se negaba a separarse de él, en realidad no encontraba valor para mirarle, sabía que estaba haciendo mucho daño a su familia, pero no encontraba la manera de evitarlo Edu: Esther (Intentaba separarse, pero ella se aferraba a él con fuerza) No pasa nada, ¿vale? E: Lo siento

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Edu: Venga, todo va a ir bien a partir de ahora (Finalmente conseguía separarse un poco y la miraba sonriendo levemente) Encontraremos una salida, ya lo verás E: Edu, no se lo cuentes a Dani Edu: Tranquila, no le diré nada E: Yo... yo... (Intentaba decir algo más, pero no encontraba las palabras) Edu: Lo sé, y vamos a ayudarte De nuevo se abrazaba a él buscando un poco de seguridad entre sus brazos, esa seguridad que siempre había encontrado allí de pequeña y que el siempre le había brindado Hablaron un poco, aunque Esther prácticamente se limitaba a escuchar, pero entre los dos intentaban animarla y hacer que pensara en cosas alegres Llegado el mediodía Edu se tuvo que ir y después de comer trasladaron a Esther a una habitación de la unidad de psiquiatría donde iba a permanecer al menos por unos días Cuando Maca llegó fue directa a la habitación donde había dejado a Esther esa misma mañana y al verla vacía se temió lo peor. Corrió a buscar a una enfermera para preguntarle y cuando le dijeron que la habían trasladado a psiquiatría sintió un gran alivio. Averiguó el número de habitación y al llegar a esta se detuvo en la puerta mientras decidía si entrar o no Permaneció allí durante varios minutos dándole vueltas a la cabeza a todo lo que quería decirle y preguntarle, y analizaba cual sería la mejor manera de hacerlo debido el estado en el que ella se encontraba Finalmente se decidió y dando unos ligeros golpecitos en la puerta esperó a recibir respuesta para abrirla, y sin atreverse a entrar pidió permiso M: ¿Se puede? Encarna se levantó de la silla y se quedó de pie esperando la respuesta de Esther que miraba a Maca y dudaba que hacer, pero como habían quedado asintió, aunque sin decir nada, y cuando ella estuvo dentro, Encarna se levantó y salió al pasillo tras disculparse Maca se fue acercando poco a poco a la cama pero se detuvo a una distancia más o menos prudencial. Ella la miraba con detenimiento mientras sus ojos temblaban. Pese a su negativa por verla, había soñado tantas veces con volver a tenerla delante de ella que no podía creer que por fin estuviese allí M: Hola E: Hola Después de saludarse, Esther sonrió levemente y Maca se acercó un par de pasos más quedando así a escaso medio metro de la cama. Sus miradas se cruzaban y era fácil intuir cuanto habían deseado las dos estar de nuevo así E: Yo... siento haberte echado de esa manera esta mañana M: Bueno (Se encogió de hombros como quitando importancia al asunto) No pasa nada

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E: ¿Cómo estás? M: ¿Tú que crees? (Bajaron las dos la mirada un momento para luego volverse a mirar) E: ¿Cómo va... el trabajo? M: Bien (De nuevo dejaban de mirarse durante unos segundos) E: ¿Por qué viniste a verme? ¿De que querías hablar? M: Pues... digamos que... las casualidades de la vida me han llevado a averiguar ciertas cosas que pasaron hace años E: ¿Qué casualidades? M: Por ejemplo que Luis Ramos trabaja conmigo... y que atendimos ayer a un niño con malos tratos y el trabajador social que nos mandaron era Carlos, el marido de tu amiga Laura E: Ya veo (En ese momento empezó a entender que Maca sabía de todo el montaje de aquella noche) M: También hablé con Ana y me aclaró algunas dudas (Esther bajó la mirada algo avergonzada al saberse descubierta por completo) ¿Por qué lo hiciste? ¿No has oído nunca eso de hablando se entiende la gente? E: Ja... quien fue a hablar... tú querías renunciar sin consultármelo... yo simplemente fui más rápida que tú M: Eso no es del todo cierto. No te negaré que era mi idea inicial y que estaba dispuesta a hacer lo que fuera por no tener que separarme de ti de nuevo... pero alguien me sugirió una alternativa y me gustó... y te aseguro que iba a hablarlo contigo E: ¿Qué alternativa? M: ¿Qué más da? E: Ya... ha pasado mucho tiempo M: La verdad es que sí (Se miraron en silencio durante varios segundos hasta que Maca siguió hablando) No has respondido a mi pregunta. ¿Por qué lo hiciste? E: ¿De verdad necesitas que responda a eso? M: Sí, lo necesito, necesito escuchar tus motivos (Sus ojos comenzaban a empañarse y un nudo en su garganta le dificultaba cada vez más el hablar) E: Porque te quería, porque sabía que era tú sueño y no podía permitir que renunciaras a él M: Pues te equivocaste, te precipitaste en tu decisión. Te creías con derecho a decidir por mí, pero metiste la pata, hasta el fondo, porque mi sueño era estar contigo, todo lo demás eran meros detalles E: Me arrepentí de lo que había hecho en el mismo instante en que vi tu cara M: Ya, y se te olvidó de nuevo eso de que las cosas se arreglan hablando, ¿verdad? E: Maca M: ¿Sabes? Me he pasado cuatro años preguntándome que es lo que hice mal, culpándome a mi misma por haberme ido a Miami la primera vez y estropear aquello tan bonito que teníamos, y torturándome con la idea de que estarías con aquel chico con el que te vi, y ahora, de repente, sin ni siquiera imaginármelo, me entero que todo fue una pantomima, una gran mentira que no termino de entender E: Lo siento M: Lo sé, pero es que eso ahora no sirve de nada. ¿De que sirve sentirlo? ¿Acaso vamos a solucionarlo así? Mírate Esther. ¿Por qué no me llamaste? ¿De que te ha servido tanto sufrimiento? E: Eres neurocirujano M: Y tú casi te quitas la vida anoche. No me compensa Esther, no me compensa ni de lejos. Una llamada de teléfono, una sola, y yo habría vuelto a tu lado E: Yo... no quería que supieras que lo estaba pasando mal... no quería... darte lástima

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M: ¿Lástima? Por el amor de dios Esther, ¿Cómo me vas a dar lástima si te quiero más que a mi vida? E: No, eso no puede ser, tú no puedes seguir queriéndome después de lo que pasó M: Lo de anoche fue... horrible... tenerte entre mis brazos y saber que tu vida pendía de un hilo... ¿Cómo... cómo demonios se te ocurrió hacer algo así? E: No sé M: Te recordaba más valiente. Yo pensaba que no tenías miedo a nada y que serías capaz de enfrentarte a todo E: Pues no es así. Estar sin ti me superaba M: Joder. ¿Qué hemos hecho con nuestras vidas? Por favor, no se te ocurra volver a intentarlo, no lo soportaría E: Maca M: Dime que es lo que quieres, que necesitas E: Yo no merezco ni que te preocupes por mí M: Pues sintiéndolo mucho me preocupo, y no es lástima, eso tenlo por seguro E: Si yo pudiera... M: Deja de lamentarte Esther. No podemos cambiar lo que hicimos en el pasado, pero si podemos cambiar el futuro, y mereces ser feliz E: ¿Y cómo hago? ¿Eh? ¿Cómo consigo ser feliz? M: ¿Qué necesitas para serlo? Lucha por lo que quieres. De verdad que yo confío que dentro de ti debe de quedar algo de aquella Esther que yo conocí, nada te parecía imposible E: Pero es que... M: No hay peros. Piensa porque estás así y busca una solución E: No, no hay solución M: ¿Qué quieres Esther? ¿Qué quieres? (Quería que sacara de dentro lo que sentía y levantó la voz para forzarla a soltarlo) E: Solo te quiero a ti. Solo te necesito a ti Con los ojos llenos de lágrimas se miraban fijamente mientras Maca pensaba en lo que aquellas palabras significaban, en cuanto había deseado escucharla decir eso, y Esther temblaba temiendo una respuesta negativa M: Si de verdad es eso lo que necesitas para solucionarlo, no hay problema, porque te guste o no, voy a estar a tu lado, estoy aquí y no pienso irme Después de aquella conversación, un silencio bastante extraño se formó entre ellas, se miraban pero no sabían que más decir en ese momento, y solo unos ligeros golpes en la puerta consiguieron apartarlas de sus pensamientos. Tras abrirse esta, una sonriente Laura entraba en la habitación L: Hola. ¿Se puede? E: Hola Laura (Laura se acercó a la cama mientras miraba a Maca algo incrédula) M: Hola Laura. ¿Qué tal? L: Bien. ¿Y tú? M: Bien (De repente el silencio volvió a reinar hasta que Maca decidió dejarlas solas) Bueno, voy un momento fuera. Luego seguimos hablando Le dedicó una leve sonrisa a Esther que le correspondió de la misma forma y saliendo de la habitación fue por el pasillo hasta una pequeña salita donde se encontraba Encarna

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mirando la tele. Se sentó a su lado y entonces ella perdió el poco interés que tenía depositado en aquella pantalla y la miró intentando adivinar que tal había ido En: ¿Y? M: Bien, de momento bien. La he dejado con Laura En: ¿Habéis hablado? M: Bueno, todavía nos queda mucho de lo que hablar, pero sí, hemos estado hablando un poco En: Gracias Maca M: No me las des más, por favor En: Le va a ir muy bien tenerte cerca, estoy segura de que eso va a influir mucho en su recuperación M: Ojalá y sea así, pero la depresión es una enfermedad muy complicada En: Todos la vamos a ayudar Poco a poco Maca empezaba a llorar y Encarna le brindó sus brazos donde se cobijó gustosa. Dicen que los momentos de tensión y situaciones vividas con intensidad unen a las personas, y en esa sala, en ese instante, quedó demostrado para ellas que era cierto Mientras le acariciaba el pelo, Encarna pensaba en lo duro que iba a ser aquello para todos, no era Esther la única que iba a necesitar ayuda, la iban a necesitar todos para no derrumbarse, y agradecida por lo que Maca estaba dispuesta a hacer por su hija, sin pensarlo le cogió la cara con delicadeza y tras mirarla unos instantes dejó un beso en su mejilla que le llegó al alma En: Tú no quieres que te lo agradezca, pero recuerda que nunca lo haré lo suficiente M: Yo la necesito a ella tanto como ella a mí, así que no hay nada que agradecer En: ¿Vamos a ver que tal está? M: Vamos Le secó las lágrimas con los pulgares y después de dedicarse una tierna sonrisa se levantaron y salieron de allí. Al entrar en la habitación la encontraron hablando bastante animadamente con Laura y las dos sonrieron al verla así. Si una cosa estaba clara es que todos iban a ser una parte importante en su recuperación, pero lo más importante era que al parecer, por fin Esther tenía ganas de recuperarse L: Bueno pues, me voy a tener que ir, pero te dejo en buena compañía E: Gracias por venir Laura L: No seas tonta (Se acercó a darle un beso y luego se despidió de Encarna y Maca) Si puedo mañana me paso, y Encarna, cualquier cosa que necesite En: Gracias Laura. ¿Sabes? Voy a acompañarte hasta la salida y así estiro un poco las piernas Se colgó del brazo de Laura y empezaron a andar. Esther y Maca se quedaron mirando como salían de la habitación y las dos suponían que era lo que Encarna estaba haciendo, estaba claro que había querido dejarlas solas, y sin perder el tiempo, Maca se acercó a la cama y cogiendo una silla se sentó a su lado M: Tu madre es un encanto E: Sí que lo es, tengo mucha suerte de tenerla

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M: Y ella de tenerte a ti E: De eso ya no estoy tan convencida M: Esther, he estado pensando y, sé que vas a estar unos días aquí, y voy a venir a verte siempre que pueda, tenemos muchas cosas de las que hablar, ya verás, te vas a hartar de mí (Las dos sonrieron y Maca siguió hablando) pero, me preguntaba si cuando te den el alta, si... (Se detuvo un instante antes de seguir) E: ¿Sí? M: Sí, vendrías conmigo a cenar, o al cine E: Me encantaría (Hacía rato que sus sonrisas no se borraban) Y yo me preguntaba si.. M: ¿Sí? E: Si me darías un beso (Maca puso cara de asombro) Solo uno, pequeñito M: ¿Solo uno y pequeñito? E: Sí Se levantó de la silla y apoyando sus manos en la cama se acercó a ella hasta unir sus labios. Como ella le había pedido, fue un beso muy breve, pero las dos se estremecieron con dicho contacto, y al escuchar como se abría la puerta, Maca regresó rápidamente a la silla y las dos sonrieron mirando a Encarna que se acercaba a ellas Cuando Maca llegó a casa estaba tremendamente cansada, por un lado estaba feliz, pero por otro conservaba en su retina la imagen de Esther en sus brazos la noche anterior, sabía que no era fácil salir del estado en el que ella se encontraba, no iba a ser tan sencillo como muchos podían pensar, y a partir de ese momento les esperaba una ardua tarea en la que el tesón, la paciencia, la constancia, el esfuerzo por entender como se sentía ella, esas y muchas otras cosas similares iban a ser la clave para ayudarla a salir adelante Al entrar al salón vio a Niki dormida en el sofá, con el televisor en marcha, pero sin apenas voz, y acercándose a ella se sentó a su lado, movimiento que bastó para que ella abriera los ojos Niki: ¡¡Eeiii!! Has vuelto M: Te vas a quedar helada aquí en el sofá Niki: No quería acostarme sin que me contaras. ¿Cómo está Esther? M: Mejor, pero no quieras ni imaginarte como ha sido esto Niki: Bueno, pero ya pasó (Se acercó a Maca y le dio un beso) M: Si la hubieses visto Niki. Pensé que la perdía para siempre. Si llegamos unos minutos más tarde ya no hubiésemos podido hacer nada Niki: Olvídate de eso ahora. Lo importante es que llegaste a tiempo y ahora vas a estar a su lado para que se recupere, ¿o no? M: Por supuesto que voy a estar con ella (Maca la miró muy seriamente algo ofendida por su duda) Niki: No lo dudaba, pero me vas a tener que contar que es lo que ha pasado, porque no entiendo nada M: Vale, pero, bufffff (Se recostó en el sofá y cerró los ojos) Ha sido un día agotador Niki:- Seguro que ni has cenado M: Pues no, no he cenado Niki: Te he guardado un plato de puré de verduras, estaba segura de que no habrías cenado (Maca la miró sonriendo) ¿Qué?

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M: Nada, es solo que me gusta como te preocupas por mí y al mismo tiempo me sorprende que llevándonos tan bien nunca haya pasado nada entre nosotras Niki: Supongo que las dos teníamos muy claro lo que queríamos M: Pero muchas veces nos pareció inalcanzable Niki: Pero ya has visto que no lo era tanto M: Bueno, todavía queda mucho que hacer, esto no ha hecho más que empezar Niki: Vamos a la cocina y me cuentas mientras comes algo La charla con Niki le fue muy bien, estuvieron un par de horas hablando y Maca encontró en su amiga esa persona algo ajena al problema de Esther que le diera ánimos y los consejos que necesitaba Al día siguiente seguía agotada, entre el movimiento de los últimos días y las pocas horas que los nervios por todo lo ocurrido le habían permitido dormir, pasó la mañana buscando algún momento para descansar y finalmente, al terminar su turno, decidió ir a casa a dormir un rato antes de pasarse a ver a Esther Mientras, en el central, ella recibía de nuevo la visita de su hermano que casi obligó a su madre a ir a casa a descansar, y ya más calmados que el día anterior, hablaron tranquilamente de temas banales, hasta que él decidió preguntarle por Maca Edu: ¿Vas a volver con ella? E: Edu, por favor Edu: Esther, ¿tú crees que vas a estar mejor si vuelves con ella? E: No lo sé, no tengo ni idea de que va a ser mejor o peor, y ni siquiera sé si voy a volver con ella. ¿No crees que es un poco pronto para eso? Edu: No te enfades conmigo, yo solo me preocupo por ti E: Lo sé, pero ya hemos hablado de ella muchas veces, y parece que nunca vas a entender lo que significó y puede llegar a significar para mí Edu: Mira hermanita, solo intento decirte que si es eso lo que quieres, pues que, aunque me cueste, me parece bien E: ¿Sí? Edu: Claro que sí E: Gracias A Edu le estaba costando decirle eso, pero sabía que era lo que ella necesitaba oír, y aunque le costase, tenía que admitir que la llegada de Maca había conseguido cambiarle la cara, y estaba decidido a hacer un esfuerzo por aceptarlo Al anochecer Esther se quedó dormida y Edu aprovechó para salir al pasillo y dar una vuelta. Andaba tranquilamente por las proximidades de la habitación cuando vio acercarse a una mujer que le resultaba familiar. De repente una bombilla se encendió en su cabeza y supo de qué la conocía, e interponiéndose en su camino, la detuvo Edu: Perdone. ¿Doctora Fernández? M: Sí, soy yo Edu: Soy Edu García (Le dio la mano y por su manera de apretarla le quedó claro que se alegraba de verla) No sé si se acordará de mí

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M: Sí, claro, el padre de... Dani García, y, tutéame, por favor (Al primer instante no supo quien era, pero luego cayó en la cuenta de que debía de ser el hermano de Esther) Edu: De acuerdo. Buena memoria (Ella encogía los hombros como dándose importancia) M: ¿Y que tal sigue Dani? Edu: Muy bien. Hace ya más de dos años que no sufre ataques. Desde que usted... digo, tú, le trataste, mejoró mucho, fue prodigioso M: No exageres Edu: No, es verdad, fue entonces cuando su estado de salud empezó a mejorar de verdad M: Yo no creo que hiciese nada de extraordinario. Fue mera casualidad, el niño estaba justo en la etapa en la que los medicamentos consiguen que los ataques remitan Edu: Sea como sea, mejoraste la calidad de vida de mi hijo, y yo quería agradecértelo M: Pues, me alegro de saber que está mejor Edu: ¿Trabajas aquí? Porque mi hermana también trabaja aquí M: No, trabajo en la paz. He venido a ver a una... amiga Edu: Vaya M: Edu, no tengo tan buena memoria (Pensó que debía de aclararle quien era en realidad) Mi nombre es Maca, Maca Fernández Edu: ¿Tú eres Maca? (Su cara era todo un poema) M: Sí Edu: ¿Y sabes quien soy yo? M: El hermano de Esther Edu: ¡¡Uauu!! (Se detuvo un momento intentando asimilar lo que le decía) ¿Esther sabía que eras la pediatra de mi hijo? M: Por supuesto Edu: No me lo dijo M: Bueno, no sé que os dijo y que no, pero te aseguro que ella sabía muy bien que Dani era paciente mío Edu: ¿Vienes a verla a ella? M: Sí, claro Edu: ¿Sabes una cosa? Consigue mejorar el estado de salud de mi hermana como mejoraste el de mi hijo y te estaré eternamente agradecido Maca sonrió, aquellas palabras le sonaron como que salían desde el alma, y se sintió bien porque él pensara que ella podía ser la solución, pero ella no lo veía tan fácil M: Ojalá entre todos lo consigamos, porque Esther merece ser feliz, y si te digo la verdad, me encantaría ser el motivo de esa felicidad (Después de unos segundos Maca señaló hacia la puerta de la habitación) ¿Está sola? Edu: Se ha dormido y he salido para dejarla descansar (Se acercó a la puerta que estaba entornada y mirando a la cama se aseguró de que todavía dormía) M: ¿Duerme? Edu: Sí, eso parece Maca se sentó en una de las sillas que había en el pasillo y Edu se sentó a su lado dejando una silla vacía entre los dos. Permanecieron unos minutos sin decir nada, mirándose de vez en cuando, y vencida por las ganas de verla ella se acercó de nuevo a la puerta y tras comprobar que todo seguía igual regresó a su asiento

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Edu: Se pasa el día durmiendo. Ella siempre ha sido bastante marmotilla, y encima, con la de pastillas que le están dando, la tienen como medio atontada. ¿Es normal que la atiborren a pastillas? M: Bueno, yo no soy psiquiatra, pero, supongo que sí. Lo que hizo tu hermana es algo muy serio, y tendrán miedo de que lo vuelva a intentar Edu: ¿Y la solución es tenerla drogada? Que sabrán esos médicos, no va a volver a intentarlo M: ¿Cómo estás tan seguro? Edu: Porque tú estás aquí Se miraron fijamente y por un momento Maca sintió miedo. Todos estaban convencidos de que ella era la solución, de que por el simple hecho de estar cerca de Esther ella se iba a recuperar, pero esa era una responsabilidad muy grande que empezaba a preocuparle. ¿Y si no era capaz de conseguirlo? ¿Y si su presencia allí no bastaba para ayudarla a salir de ese pozo? Habría que pensar bien las cosas y analizar cada paso, y confiar en que tantos años estudiando medicina le servirían de algo Los minutos pasaban y Esther parecía que no tenía intenciones de despertarse, al menos por el momento. Maca y Edu hablaban de vez en cuando sin conseguir en ningún momento que la conversación llegara a ser fluida, pero poco a poco se iban conociendo y parecía que se iban a llevar bien En un momento dado Maca pensó que era una tontería que los dos estuvieran allí cuando ella lo único hacía era dormir M: Edu, que si quieres irte, yo me voy a quedar unas horas Edu: La verdad es que estoy esperando a que vengan mi mujer y mi hijo. Supongo que ya no deben de tardar, y luego ya me voy con ellos M: Debe de estar mayor Dani Edu: Sí, ya tiene diez años y está muy alto, parece que tenga doce, debe de haber salido a la familia de Bea, porque nosotros altos precisamente no somos. ¡Mira! (Señaló hacia el final del pasillo) Ya están aquí Edu se levantó de la silla para salir al encuentro de su familia y tras darle un beso a su mujer la cogió de la mano y se acercaron hasta donde estaba Maca. Bea la reconoció al instante y le dio dos besos a modo de saludo Bea: ¿Qué tal? M: Bien. Aquí, esperando a que Esther despierte Edu las miraba extrañado, pues parecía que su mujer no se había sorprendido al verla Edu: ¿Tú sabías que la doctora Fernández era Maca? Bea: ¿Tú no? Edu: Pues no. Parece que siempre soy el último en enterarme de las cosas Bea cogió a su hijo de la mano y le atrajo hacia donde estaban ellos tres Bea: Mira Dani, ¿te acuerdas de Maca? (El niño bajaba la cabeza algo avergonzado ante la situación)

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M: No se acuerda, pero es normal, era muy pequeño. Yo era tu pediatra (El niño por fin la miró y ella le sonrió) Estás hecho un hombre Edu: Venga, vamos a despertar a mi hermanita porque de todas formas ya no tardaran en traerle la cena Entraron todos a la habitación y mientras ellos se acercaban a la cama para despertarla, Maca se quedó un poco apartada, como en un segundo plano Dani: Tita (Dani le hablaba en voz baja para no asustarla) Tita Esther, soy Dani Empezó a abrir los ojos poco a poco y al ver a su sobrino esbozó una leve sonrisa que fue seguida de un abrazo de él. Permanecieron así durante unos segundos y antes de separarse ella le dio un beso y luego se incorporó un poco para acercarse a Bea y saludarla de la misma forma E: Que bueno que habéis venido Dani: Tita, ¿ya estás mejor? E: Sí cariño, mucho mejor En ese momento se percató de la presencia de Maca y su sonrisa se amplió como no lo había hecho desde hacía mucho tiempo E: Hola M: Hola dormilona E: ¿Lleváis mucho rato esperando? Edu: Bea y Dani acaban de llegar, pero Maca ya lleva aquí como una hora M: Pero no pasa nada, tú necesitabas descansar Estuvieron unos minutos charlando con ella y cuando le trajeron la cena decidieron regresar a casa y dejarla a solas con Maca. Ella se sentó a su lado y mientras cenaba hablaban tranquilamente E: Cuéntame algo de tu nuevo trabajo M: Pues es muy tranquilo. Tengo un horario fijo de ocho de la mañana a cinco de la tarde de lunes a viernes, y luego me toca hacer alguna guardia, pero más bien pocas E: Menudo chollo M: ¿Te toca hacer muchas guardias a ti? E: Uhmm (Tenía la boca llena y esperaba a terminar para seguir hablando) Trabajar en urgencias es una guardia detrás de otra, y si encima eres novata, pues ya ni te cuento M: Te has manchado E: ¿Qué? M: Tienes (Señalaba su barbilla para indicarle donde se había manchado) un poco de.. E: ¿Dónde? Maca cogió una servilleta de papel y acercándose a ella le limpió la mancha y mientras lo hacía las dos se miraban fijamente. Esther sintió que un pequeño hormigueo recorría su cuerpo al sentir con que delicadeza lo hacía y cogiéndole la mano la acercó a su boca para dejar un suave beso en esta, y luego Maca, al retirar su mano, le acarició suavemente los labios con las yemas de los dedos

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M: Voy, voy a por, a por una botella de agua, casi no te queda Con tan leve roce su corazón había empezado a latir con más fuerza, por lo que sintió que necesitaba salir de allí un momento, o lo hacía o no era responsable de sus actos, y todavía era pronto para dejar que ocurriera nada Al salir al pasillo pegó su espalda a la pared y aspiró profundamente intentando sobreponerse de todo lo que acababa de sentir Cuando Esther terminó de cenar siguieron hablando pero no tardó mucho en sentir sueño de nuevo, así que Maca la dejó descansar y cuando se aseguró de que estaba completamente dormida se acercó a ella y dejando un dulce beso en sus labios salió de allí y se fue a su casa Al día siguiente le fue imposible pasarse a verla ya que tenía guardia hasta las doce de la noche, pero le esperaban dos días libres para ir a verla tantas veces como quisiera, y lo que sí encontró fueron unos minutos para ir a comprarle un regalo de reyes Cuando se levantó miraba la cajita con su regalo sobre la mesilla y sonreía pensando cual sería su reacción al verlo, y después de desayunar con Niki que se iba a pasar un par de días a Valladolid, se dio una ducha y con una sonrisa de felicidad imborrable salió hacia el central De camino hacia el hospital sonó su teléfono y al ver que se trataba de Ana pensó que mejor detenerse y no hablar conduciendo ya que las conversaciones con ella solían ser largas, así que detuvo el coche y se dispuso a hablar con su amiga M: Feliz día de reyes Ana: Pero que contenta estás ya de buena mañana. ¿Cómo sigue Esther? M: Ahora me iba a verla, pero hablé ayer un momento con ella y la vi muy animada Ana: Maca (El silencio reinó unos segundos hasta que Maca siguió) M: Ana, no quiero hablar más de lo que pasó, he decidido olvidarlo todo e intentar empezar de nuevo, así que por favor no me lo nombres más Ana: Vale M: ¿Y que tal tú con tu sueco? Ana: Lars, se llama Lars M: Lo sé, pero es que me parece total que te vayas a vivir a Suecia Ana: No sé que hacer todavía M: ¿Cómo que no sabes que hacer? Parecías muy convencida hace solo unos días Ana: Pero tú no puedes imaginarte el frío que hace en ese país M: Jajajaja, eres única Ana. ¿En serio te parece un impedimento el frío? ¿O es solo una excusa que te estás inventando porque estás muerta de miedo? Ana: ¿Y tú porque tienes que conocerme tanto? M: Porque son muchos años, pero tranquila, a veces aún me sorprendes Ana: Estoy muerta de miedo M: ¿Le quieres? Ana: Más de lo que nunca pensé querer a nadie M: Pues si quieres hacerme caso, haz la maleta y vete con él Ana: ¿Y si no sale bien?

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M: Coges un avión y te vienes a llorar en mi hombro Ana: Esto es una locura Maca M: Mira Ana, mi experiencia personal me ha demostrado que aunque lo tengas todo en esta vida, nada sirve de nada si no tienes a alguien a tu lado con quien compartirlo, así que cómprate un buen abrigo y no lo pienses más, porque como no lo hagas voy a ir yo misma a subirte a empujones a ese avión Ana: Gracias por no guardarme rencor y seguir siendo mi amiga M: Sé que lo hiciste con buena intención, y espero que te sirva de escarmiento Ana: ¿Sabes? Voy a coger ese avión, pero antes le tengo que decir a mi amiga algo que creo que nunca le he dicho M: ¿Y que es eso que nunca me has dicho? Ana: Te quiero, y yo solo quería que fueras feliz M: Yo también te quiero, por eso me alegro de que hayas decidido marcharte con él, aunque así deje de verte de nuevo ahora que por fin había vuelto yo Ana: No te vas a librar de mí tan fácilmente, que son solo tres horas de avión M: Eso espero Ana: Venga, que tu niña te estará esperando M: Mi niña (Al decirlo una extraña sensación la embargó) Dios, cuanto tiempo hace que no la llamo así Se despidieron y de nuevo Maca puso rumbo al hospital con unas ganas inmensas de ver a su niña, y de vez en cuando miraba aquel paquetito que, aunque era algo sin importancia, esperaba haber acertado Cuando llegó la puerta de la habitación estaba abierta y desde el pasillo vio a Esther sentada en el sofá hablando animadamente con su hermano y su sobrino y se detuvo a observarla durante unos segundos. Seguía estando delgada, obviamente, pero parecía que su aspecto había mejorado. Cada vez era más frecuente verla sonreír, y las ojeras comenzaban a desaparecer de su cara Se acercó a la puerta y la golpeó ligeramente antes de entrar. Los tres miraron hacia allí y la saludaron, y ella fue directa a darle un beso en la mejilla acompañado de una pequeña caricia M: ¿Cómo estás hoy? E: Muy bien. Ayer estuve con el doctor De la Fuente y me sentó muy bien hablar con él M: ¿El doctor De la Fuente? E: Es el psiquiatra M: Ahh (Maca pensó que mejor hablar de ese tema en otro momento, y mirando a Dani cambió de conversación de manera drástica) ¿Qué tal Dani? ¿Han venido cargados los reyes? (El niño puso cara como de a otro perro con ese hueso, y todos sonreían al verle) Hombre, no me dirás que tan mal te has portado que no ha caído nada Dani: Venga ya Maca M: Pero si ya sé que tú eres todo un hombretón (Le revolvió un poco el pelo y el sonreía) Pero algo habrá caído seguro Edu: Di que sí Maca, que aunque este fiera ya sea casi más grande que yo, cuando llegan estas fechas espera los reyes como si fuese un niño pequeño Dani: Jo papá Edu: Lo negarás ahora

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E: No les hagas caso Dani (Esther salió en defensa de su sobrino, aunque ella también se lo estaba pasando bien al verle en tal apuro) Pero cuéntanos que te han traído Dani: Vale. La Nintendo Wii E y E: ¿Qué es eso? (Esther y Maca le miraban alucinadas) Edu: Pues una video consola nueva que vale un pastón y que si no se la compramos el niño revienta (En ese momento era Dani el que sonreía orgulloso por haber conseguido el regalo que quería) Maca, ¿te vas a quedar un rato? M: Sí, me quedó con Esther Edu: Pues nosotros nos iremos a casa y ya mañana si eso nos pasamos los tres E: Vale Le dieron un par de besos cada uno a Esther y sin decirle nada, luego Dani también se los dio a Maca, detalle que les encantó a las dos y comentaron en cuanto ellos abandonaron la habitación M: Es un encanto tu sobrino E: Sí que lo es M: Se parece a su tía E: ¿Tu crees? (Esther se puso algo seria y Maca al notarlo se sentó a su lado) M: ¿Que te pasa? E: No sé. Todo esto es... Son los primeros reyes de Dani que me pierdo, ni siquiera le he comprado nada M: Seguro que no te lo tiene en cuenta. Venga, alegra esa cara, que de ti también se han acordado los reyes E: ¿De mí? (Se sorprendió y luego sonrió al ver como Maca sacaba un pequeño paquete de su bolso) M: Me he encontrado esto esta mañana en mi casa y llevaba tu nombre Esther lo cogió y antes de empezar a abrirlo le dio un beso a Maca en la mejilla. Poco a poco y de manera bastante nerviosa, lo fue abriendo con cuidado de no romper el papel, hasta que distinguió una cajita con una pequeña moto naranja dentro E: ¿Y esto? M: Es que la azul la vendí cuando me fui a Miami, ¿te acuerdas? (Esther asintió) Y hace como un mes me compre otra y es justo como esta. Me ha costado encontrarla Escuchando sus palabras Esther se fue emocionando y ya no podía contener las lágrimas. Se cubrió la boca con una mano y empezó a llorar en el mismo instante en que Maca se acercaba más a ella para abrazarla M: Sssshhh. No llores (Le acariciaba el pelo y dejaba algún beso en este) E: Lo siento. No sabes cuanto lo siento M: No pasa nada, ya estoy aquí E: Es que, no sé, no sé como... (Se separó un poco de ella y la miró a los ojos) como después de lo que hice sigues siendo así conmigo M: No sé ser de otra manera contigo Le dio un pequeño beso y de nuevo la abrazó permaneciendo así durante varios minutos

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Pasaron la mañana juntas y cerca del mediodía llegó Encarna y las tres estuvieron hablando durante horas hasta que a media tarde Maca decidió que ya era suficiente por un día y se fue a casa. Al despedirse Esther le dio de nuevo las gracias por el regalo y ella simplemente le guiñó un ojo antes de salir de allí Fueron pasando los días y Maca seguía visitando a Esther siempre que podía, poco a poco iban recuperando esa confianza y complicidad perdida con el paso del tiempo y en lo referente al estado de salud de esta, todo parecía indicar que las cosas iban bastante bien y no tardarían en darle el alta Aquella tarde, como tantas otras, el médico se pasó a ver a Esther y al salir de la habitación, aprovechando un momento que ella había ido al cuarto de baño, se dirigió a Encarna y le dijo que quería hablar con ella. Salieron al pasillo y ella esperaba sus palabras algo preocupada En: ¿Ocurre algo doctor? Doctor de la fuente: No, no se preocupe, es solo que quería decirle que tengo que hablar con usted y con su hijo sobre Esther, para explicarles algunas normas para cuando le demos el alta En: Ya, entiendo, entonces también debería de hablar con Maca, ella es médico, y además es... Doctor de la fuente: Pues sí, no estaría de más En: ¿Entonces? Doctor de la fuente: Yo voy a estar toda la tarde en el hospital. Cuando estén los tres me avisan En: Gracias doctor Encarna se quedó algo preocupada, su hija se recuperaba poco a poco, pero el médico ya la había avisado varias veces de que en las depresiones a veces lo que parece una mejoría no lo es en absoluto. Antes de regresar a la habitación habló por teléfono con Maca y con su hijo para informarles de que el médico quería hablar con ellos y quedaron en verse en el hospital Cuando llegaron al hospital esperaron en el pasillo a que Esther se durmiera y luego fueron a la consulta del doctor De la Fuente que les recibió pasados unos minutos Doctor de la fuente: Quería informarles de que mañana le voy a dar el alta a Esther, pero antes necesito un poco de ayuda por vuestra parte. Me gustaría que uno de vosotros, el que más confianza tenga con ella, le hablara un poco para intentar averiguar que le parece a ella que le demos el alta. Yo he estado esta mañana con ella y la he visto animada, pero todavía nos conocemos poco y puede que le resulte más fácil hablar de sus miedos con alguien más cercano Los tres se miraron entre ellos como decidiendo quien debía de hablar con ella, pero Edu fue el que se atrevió a exponer antes sus dudas Edu: Perdone doctor pero, ¿está diciendo que es ella quien decide si está preparada para irse a casa?

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Doctor de la fuente: Eso es lo que he dicho, sí, me interesa mucho saber ella como se siente. En realidad es ella quien debe de estar segura, si no se siente con ánimos de volver a su vida no la vamos a dejar ir. Devolverla a la “realidad”, sin que ella se sienta preparada para enfrentarse a ella, sería dar un paso atrás En: Yo creo que es Maca quien debería de hablar con ella (Encarna puso una mano en el muslo de Maca y la miró de manera un tanto suplicante) M: No sé Encarna. Yo... Edu le puso una mano en su hombro llamando así su atención y entonces ella le miró sabiendo que posiblemente tenían razón, era ella quien debía de hablar con Esther Edu: Yo también creo que con quien le va a resultar más fácil hablar de esto es contigo. Conmigo desde luego no, hasta hace nada no terminaba de entenderla, y a veces aún me cuesta, así que deberías de hablar tú Doctor de la fuente: Bueno, podéis decidir luego quien hablará con ella, pero ahora quiero explicaros un par de cosas más (Esperó unos segundos y siguió hablando) Siempre que la veáis con ganas de hablar, brindadle vuestra confianza, dejadla que saqué todo lo que tiene dentro. Y... ahora vamos a pasar a temas más prácticos. Una vez en casa, no quiero que tenga medicamentos a su alcance. Está claro que ella va a tener que seguir un tratamiento, pero, o los tenéis bajo llave para que ella no pueda acceder fácilmente a ellos, o tenéis en casa solo los necesarios para dos o tres días y el resto que los tenga algún familiar, y luego, poco a poco, le permitís que sea ella misma quien controle su medicación, dadle un poco de confianza, tampoco hay que tratarla como una niña pequeña, y menos siendo médico que sabe perfectamente de que va esto En: ¿Cree que puede volver a intentarlo? (En realidad todos temían que pudiera volver a intentarlo, pero Encarna se dirigió al médico algo sorprendida) ¿Si cree que puede volver a intentarlo por qué la manda a casa? Doctor de la fuente: Mire señora, es prácticamente impredecible lo que puede hacer una persona depresiva, y le aseguro que si le voy a dar el alta es porque la veo bien, pero eso no quita que intentemos evitar que ella tengo a su alcance los medios para intentarlo de nuevo. ¿De acuerdo? (Los tres asintieron y el siguió) También sería aconsejable que no hubiese bebidas alcohólicas en casa M: Pero si Esther casi no bebe (esta vez fue Maca la sorprendida) Doctor de la fuente: Prevención, todo esto es solo prevención. Y otra cosa. ¿Esther tiene o tenía algún hobbie, alguna afición? En: Lleva muchos años que lo único que hace es estudiar y trabajar M: Le gustaba ir a patinar (Cuando Maca dijo aquello Edu y Encarna la miraron sonriendo al recordarlo) Solíamos ir a patinar antes ella y yo Doctor de la fuente: Pues eso es justamente lo que necesita, retomar sus aficiones, hacer algo que le guste, y, y, sobretodo, dejadla sola el mínimo tiempo posible, pero sin llegar a agobiarla, que sienta que estáis cerca de ella, pero solo para cuando ella lo necesite En: ¿Cree que vamos a poder con todo? (Encarna era la más preocupada por todo aquello) Doctor de la fuente: Si intentáis hacerlo entre todos, intentar que no sea uno solo el que carga con el máximo de responsabilidad, todo irá bien Siguieron hablando con el médico un poco más y luego regresaron a la habitación donde Esther todavía seguía dormida. Finalmente habían decidido que sería Maca quien hablase con ella, y cuando empezó a despertar salieron de allí dejándolas solas

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sther fue abriendo los ojos poco a poco y como resistiéndose a despertar los volvió a cerrar y se dio media vuelta en la cama buscando una posición que le permitiese seguir, pero entonces vio a Maca sentada a su lado y al mismo tiempo que le sonreía abrió un poco más sus ojos con algún esfuerzo por su parte M: Hola. ¿Ya has dormido bastante? E: Últimamente no tengo nunca la sensación de haber dormido bastante M: Vaya. Duerme un poco más si quieres E: Da igual. Ya te digo que aunque me pase el día durmiendo sigo teniendo esta sensación de sopor. ¿Hace mucho que estás aquí? M: No mucho. He estado un rato hablando con tu madre y hace un momento se ha ido para casa E: ¿Qué hora es? M: Las ocho y media (Esther se incorporó un poco y se estiraba como harta de estar en la cama, entonces Maca se levantó y se acercó a ella) ¿Quieres que nos sentemos en el sofá? E: Vale Se sentaron las dos en el sofá y Esther sintió un escalofrío, por lo que Maca se levantó en busca de una manta con la que se cubrieron las dos las piernas, pero a Esther no le pareció bastante y tirando un poco de la manta se cubrió casi hasta el cuello M: Tú tan friolera como siempre Las dos sonrieron al recordar alguno de aquellos momentos que pasaron juntas y recostando las cabezas algo ladeadas en el sofá se miraban sin decir nada, solo disfrutando del silencio Pasaron unos minutos así y de nuevo Esther se estremecía con otro escalofrío M: Pero como puedes tener frío, si en los hospitales hace un calor insoportable E: No sé, supongo que como estaba tan calentita ahí en la cama M: ¿Quieres acostarte de nuevo? E: No, no, aquí estoy bien, pero tengo frío, no sé M: Anda ven aquí Maca abrió sus brazos para que ella se acercara y se dejara cobijar por estos y Esther, al mismo tiempo que se acurrucaba en su pecho, sonreía victoriosa sin ser vista, pues aquel había sido su propósito M: ¿Mejor así? E: Mucho mejor, pero si tú tienes calor M: Tranquila, estoy bien Y tanto que estaba bien, la sensación de tenerla allí, entre sus brazos, la llevó al instante a años atrás cuando tantas y tantas veces estuvieron así. Con la mejilla acariciaba el pelo de Esther y aspiraba su aroma intentando no dejarse llevar por sus impulsos, y entonces se acordó de que tenía que hablar con ella

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M: Esther E: ¿Uhm? M: ¿Ya tienes ganas de salir de aquí y volver a casa? E: La verdad es que sí. Empiezo a hartarme de tanto hospital M: ¿Sí? E: Bueno, no es exactamente así (Maca abrió los ojos al máximo temiendo que ella no se sintiera preparada) Porque de lo que tengo ganas realmente es de volver al hospital, pero con mi bata puesta (Al oír la frase completa sonrió y se relajó un poco) M: ¿Te apetece volver a trabajar? E: Lo echo mucho de menos M: Pero todavía vas a tener que estar una temporada de baja E: Lo sé, pero me siento con ganas (Ladeó un poco la cabeza y la miró fijamente) Siento una ilusión que hacía tiempo no sentía, y creo que todo va a ir bien M: Claro que sí E: Maca, te he echado mucho de menos M: Y yo a ti E: Y quiero demostrarte que puedo con esto, que puedo volver a ser la que era M: Esther E: Déjame terminar (Maca asintió sin dejar de mirarla) Más que nada necesito demostrármelo a mi misma, y, bueno, lo voy a conseguir M: Claro que sí mi niña Lo dijo sin darse cuenta, le salió de manera natural, como si nunca hubiera dejado de serlo, y al escucharlo Esther, sus ojos se empañaron y antes de romper a llorar escondió la cara en su pecho mientras ella la abrazaba más fuerte Poco después le trajeron la cena a Esther, y aunque Maca pensó aprovechar ese momento para ir ella en busca de algo de comida, al ver como cortaba la carne con el cuchillo, recordó las palabras del médico, “Es prácticamente impredecible lo que puede hacer una persona depresiva. Dejadla sola el mínimo tiempo posible. Prevención, todo esto es solo prevención.” Así que decidió quedarse con ella y limitarse a comer unas galletas que había sacado de una maquina cercana con la excusa de que no tenía mucho hambre Después de cenar siguieron hablando un rato en el sofá hasta que Maca notó como a Esther ya le costaba mantener los ojos abiertos, así que le insistió para que se acostara y se sentó a su lado hasta que se quedó profundamente dormida Durante unos minutos se quedó allí observándola, a pesar de su aspecto, que poco a poco iba mejorando, le parecía que estaba preciosa, y más aún así, durmiendo, con el rostro sereno, los músculos relajados, y después de darle un beso que consiguió que ella se revolviera un poco en la cama, salió de allí cerrando la puerta con mucho cuidado Antes de abandonar el hospital, se pasó por la consulta del doctor De la Fuente, pero como era de esperar, a esas horas ya no había nadie, pero le dejó una nota explicándole más o menos lo que había estado hablando con Esther y su número de teléfono por si tenía alguna duda que consultarle, y ya sin más se fue a su casa Al abrir la puerta escuchó el sonido del televisor y directamente fue al salón donde esperaba encontrar a Niki, pero en cambio encontró a una mujer a la que, aunque solo

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había visto en una ocasión y apenas unos segundos, reconoció al instante, y al escuchar ella como alguien entraba, se levantó y se miraron durante unos segundos sin decir nada, apenas se sonreían levemente A pesar de sus cuarenta y tantos años, seguía siendo una mujer muy atractiva, bastante alta, con el pelo liso castaño claro que lucía con una melena que le llegaba a los hombros, y unos ojos verdes perfectamente maquillados resaltando aún más su belleza No era de extrañar que Niki se hubiera enamorado de aquella mujer, aunque Maca siempre había preferido las mujeres más “normalitas”, tenía que reconocer que Carol era una mujer de las que es imposible no mirar cuando pasan a tu lado Se acercó algo más a ella con intención de saludarla, pero antes miró a su alrededor como buscando a Niki M: Hola Carol: Hola. Niki se está duchando. Tú debes de ser Maca M: Y tú eres Carol (Se saludaron con dos besos y luego se sentaron) Carol: Sí. Niki me ha hablado mucho de ti, en algún momento incluso he llegado a estar celosa M: Pues no tienes porque, nunca ha habido nada más que amistad entre nosotras, y no creo que lo haya ahora ya a estas alturas Carol: Ya, lo sé, pero a veces no puedo evitarlo. Con lo que me ha costado recuperarla, no soportaría volver a perderla M: Te entiendo (Claro que la entendía, ella se sentía exactamente igual) Carol: ¿Cómo está Esther? M: Mucho mejor. Seguramente mañana le darán el alta Carol: Niki tiene unas ganas tremendas de conocerla, aunque dice que siente como si la conociera ya por todo lo que le has hablado de ella M: Me parece que estamos todas igual Carol: Sí En ese momento entraba Niki en el salón en albornoz y secándose el pelo con una toalla y fue directa a darle un beso a Maca Niki: Hola preciosa (Se sentó al lado de Carol dándole un beso también) ¿Cómo sigue Esther? M: Muy bien. Le dan el alta mañana Niki: ¿Ya os habéis presentado? M: Más o menos. Aunque comentábamos que era como si ya nos conociéramos Niki: Es verdad. ¿Y cuando vamos a conocer en persona a Esther? M: Ya te dije que no quiere que la veas hasta que no se encuentre bien Niki: Si yo lo entiendo, pero es que tanto Esther por aquí, Esther por allá, tengo ganas de darle un par de besos a esa maravilla de mujer De repente Maca se puso algo seria causando la preocupación de Niki que se levantó de donde estaba para acercarse a su amiga. Carol, al ver la situación, sintió que sobraba, y con la excusa de que iba al lavabo, las dejó solas Niki: ¿Ocurre algo?

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M: Tengo miedo Niki Niki: ¿Por qué? ¿No habías dicho que está mucho mejor? M: Y lo está, o eso parece, pero no sé que me pasa. Hemos estado hablando con su médico, y dice que no hay que descartar la posibilidad de que lo vuelva a intentar (Miró directamente a su amiga con los ojos empeñados por las lágrimas) ¿Y si lo hace? ¿Si lo intenta de nuevo y esta vez lo consigue? Niki: No pienses en eso ahora. Se va a poner bien. Tú vas a estar con ella y no vas a permitir que eso pase M: Ese es el problema, que yo no puedo estar con ella las veinticuatro horas del día, y aunque pudiera, ¿Qué os hacer pensar a todos que yo puedo con todo esto? Niki: ¿Qué? M: Todos estáis convencidos de que mi sola presencia la ayuda, pero a mi todo esto me sobrepasa Niki: No sé si te entiendo. Yo creo que lo estás haciendo muy bien M: Yo no estoy tan segura. ¿Y si la estoy sobreprotegiendo? Puede ser peor el remedio que la enfermedad. Puede llegar a convertirse en una persona incapaz de hacer las cosas por si misma. No quiero que eso pase. Quiero estar con ella pero sin que llegue a ser muy dependiente de mí Niki: Maca, cariño, ¿has estado empollando libros de psiquiatría o algo así? M: Quiero hacerlo bien Niki. Yo solo quiero que vuelva a ser mi niña, que todo vuelva a ser como antes Niki: Lo que de verdad necesitas es quedarte un par de noches con ella cuando le den el alta (Dijo esto con una sonrisa maliciosa pintada en su cara) M: ¡¡Niki!! No es tan sencillo, ¿vale? Niki: Puede. Pero no te iría mal liberar un poco de esa tensión que tienes acumulada. Reconoce que te mueres de ganas. Mira yo que tranquilita estoy (Abrió los brazos y se recostó en el sofá a sus anchas) Ya no tengo nada de estrés acumulado M: Hay que joderse. Yo te estoy contando mis problemas y tú me restriegas lo satisfactoria que es por fin tu vida sexual Niki: Es que soy feliz Maca, y quiero que tú también lo seas, y eso solo va a ser de una manera, y es que dejes de lamentarte tanto. Esther está mejor, no le des más vueltas, lo quieras o no su mejor medicina va a ser tenerte con ella, y puede que me equivoque, pero creo que un buen polvo os iría de lujo a las dos M: Que bruta eres Niki: Sí, sí, todo lo que tú quieras, pero hazme caso y ya me contarás Al día siguiente, cuando el médico confirmó que efectivamente le iba a dar el alta, Encarna llamó a Edu para que fuera a recogerlas con el coche, y al llegar a casa, Esther llamó a Maca para informarle de que ya habían llegado, pero ella estaba trabajando y ese día no se podía pasar, pero al día siguiente, al salir del hospital, fue directamente a verla sin perder ni un minuto Cuando Encarna le abrió la puerta y le dijo que Esther estaba en su habitación, se entristeció al pensar que ella seguía sin muchos ánimos, pero su cara cambió al llegar allí y verla delante del ordenador. En realidad no estaba en su habitación por estar solo o algo así, como ella había pensado en un principio, si no que estaba repasando unos historiales, y sobre la mesa, junto a la pantalla, tenía la moto que ella le había regalado días atrás

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Se acercó procurando hacer el ruido suficiente para que ella se percatara de su presencia sin llegar a asustarse, y cuando se dio la vuelta para mirarla le sonrió M: Hola. Que atareada te veo E: Hola Maca. Espera que cierre esto y estoy contigo M: Tranquila, no me importa (Cogió una silla y tras sentarse a su lado dejó un tierno beso en su mejilla) ¿Qué es? E: Nada. Unos historiales antiguos (Maca miraba el ordenador con detenimiento y le pareció bastante moderno) Por hacer algo M: Menudo juguetito E: Cosas de mi hermano. A mí me basta con uno más sencillito, pero él dice que por mucho pan nunca es mal año, y como me lo consiguió a un precio bastante asequible M: Yo llevo desde que regresé con la idea de comprarme uno, pero me da tanta pereza. Le voy a tener que pedir consejo a Edu E: ¿No te he dicho que ahora tiene su propia tienda? M: No, no me lo habías dicho E: La abrió hace dos años, y le va muy bien M: Pues entonces no hay duda, se lo voy a comentar a él y a ver si a mí también me consigue uno de estos a buen precio E: Seguro Empezó a cerrar los archivos que tenía abiertos, luego se levantó y cogiendo a Maca de la mano para que la siguiera fueron hasta la cama donde se sentaron de nuevo E: ¿Que tal el día en el hospital? M: Normal. Yo diría que más o menos como todos E: ¿Te quedas a cenar? M: No sé. No quiero darle mucho trabajo a tu madre, la pobre ya tiene suficiente E: Yo había pensado que, si querías quedarte, decirle que se vaya a su casa, que ya nos apañamos nosotras M: Pero.. E: No quiero que se agobie, necesita descansar de vez en cuando e irse con sus amigas a tomarse un café o lo que sea M: Tienes razón. Pues si quieres me quedo un ratito contigo E: Yo me refería a quedarte esta noche Maca no esperaba aquella proposición, y sin querer recordaba las palabras de Niki, pero no podía dejar que pasara, no tan pronto, Esther todavía no estaba bien y ella quería que se recuperara antes de retomar nada, pero al mismo tiempo, tenía tantas ganas de estar con ella E: Maca, no me malinterpretes, solo quiero estar contigo, hablar, pasar más tiempo juntas M: Esther. Yo... Su cabeza libraba una lucha interna con su corazón. En ese instante, con esa carita que le estaba poniendo, ¿quien le negaba algo?, la habría tumbado sobre la cama para comérsela a besos, le encantaba verla así, pero tenía que esperar, esperar, tomar las cosas con calma, y respiraba hondo intentando encontrar las fuerzas

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M: Yo, creo que mejor me quedo un rato y luego me voy a mi casa Esther se entristeció consiguiendo así que ella se sintiera culpable, era una decisión difícil, le atormentaba la idea de que por su culpa no se sintiera bien, en ese momento se sentía entre la espada y la pared, y solo le faltaba que ella le insistiera E: No te estoy pidiendo nada. Solo quédate a dormir, mañana es sábado y no tienes que madrugar M: No me hagas esto E: Por favor. Maca por favor, solo a dormir M: Está bien, pero no te acostumbres E: ¡¡Mamá!! Le dio un beso rápido y se fue en busca de su madre antes de que Maca cambiara de opinión Después de que Encarna se despidiera de ellas, se quedaron en el sofá del salón las dos sentadas en silencio. Se miraban y simplemente sonreían, era extraño, por momentos Esther parecía estar completamente bien, pero Maca intentaba no olvidar que realmente no era así E: Es tan raro esto M: ¿Qué te parece raro? E: Estar aquí en mi casa contigo. ¿Por qué tengo esta sensación como si el tiempo no hubiera pasado? Como si todo hubiese sido un sueño, o más bien, una pesadilla. No sé si entiendes lo que te digo, pero es como si hubieses seguido viniendo a verme M: Te entiendo perfectamente. A mí me pasa algo parecido E: Pero en realidad no es así, el tiempo ha pasado y tú estás muy distante M: Esther, no te aproveches de la situación, por favor E: No era mi intención, pero es que no lo puedo evitar (Intentó acercarse y Maca se apartó al instante) ¿Qué pasa? Solo quiero abrazarte M: No sé si ha sido buena idea esto de quedarme. Esto... es que no sé ni de que cosas te puedo hablar y de que cosas no E: ¿De que me estás hablando? M: Pues que me gustaría contarte como me siento, pero esta situación es rara, como tú bien has dicho E: No sé porque no puedes contármelo M: Joder Esther, es que tú estás así, y no sé, no quiero decirte nada que pueda dañarte, pero, siento que necesito hablar contigo E: Hazlo, dime lo que piensas, como te sientes, háblame de ti Maca M: Pero, ¿y si...? E: Cariño, sé que hice una gilipollez, y voy a necesitar un tiempo para recuperarme del todo, pero sigo siendo yo, y ahora estoy aquí contigo (Con delicadeza depositó una mano en el pecho de Maca) Quiero saber lo que pasa aquí dentro, no soy ninguna niña, hice lo que hice, pero quiero escucharte, creo que podré soportarlo Maca la miraba un poco sorprendida por sus palabras, quizás estaba mejor de lo que ella pensaba, quizás era justo eso lo que necesitaban, hablar, intentar sincerarse, y después de sonreírle se dispuso a decirle lo que sentía

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M: Esther, yo... me hiciste mucho daño, fue... (Maca se detuvo un momento antes de seguir) Hay un detalle que desconoces E: ¿Cuál? M: ¿Recuerdas que te dije que había encontrado una alternativa? (Esther asintió) Iba a pedirte que nos casáramos. Era de la única forma que podías venirte conmigo En ese instante la sorprendida fue Esther, si hasta entonces pensaba que le había hecho daño a Maca, en ese momento entendió que seguramente había sido mucho más de lo que ella creía M: ¿Te imaginas? (Bajó un poco la mirada intentando contener las lágrimas que ya asomaban a sus ojos) Llegué a Madrid con toda la ilusión del mundo porque te iba a pedir que te casaras conmigo, y me encuentro con aquel panorama E: Yo no lo sabía M: Ahora ya no importa. Todas mis ilusiones rotas, mis ánimos por los suelos, cada vez que cerraba los ojos esperaba comprobar al abrirlos que todo había sido una pesadilla, pero lo único que me encontraba una y otra vez era la dura realidad, y esa no era otra qué que tú ya no estabas conmigo E: Mi amor, lo siento (Las mejillas de Esther brillaban empapadas por las lágrimas) Debería de haberle hecho caso a Ana y hablar contigo. Me insistió, decía que aquello era una locura, pero yo no le hice mucho caso. Fui a tu casa y... estuve como media hora plantada en la puerta con las llaves en la mano, pero no encontré las fuerzas suficientes para entrar y enfrentarme a ti M: ¿Estuviste en mi casa? E: Sí. Y luego, estuve a punto de llamarte tantas veces. En más de una ocasión me sorprendí a mi misma marcando tu número y antes de que sonara el teléfono lo colgaba. Me sentía tan mal, no sabía que hacer M: ¿Por que no lo hiciste? E: Me odiaba a mi misma. Quería morirme. Merecía lo peor por el daño que te había hecho M: Esther, no... (Le cogió la cara con ambas manos y la miró fijamente) No digas eso... yo... te quiero, te quiero mucho... es difícil olvidar lo que pasó, pero quiero intentarlo de nuevo, quiero que lo intentemos, poco a poco, con calma, merecemos ser felices E: Yo también te quiero, no he dejado de hacerlo ni un solo segundo (Intentó acercarse a ella para besarla, pero la detuvo) M: Y una cosa más E: Dime M: Puede que no seas una niña, de hecho, me has demostrado que no lo eres, pero siempre serás mi niña E: Claro que sí mi amor Esta vez si la dejó acercarse y se fundieron en un beso suave, dulce, para terminar abrazadas disfrutando del comienzo de lo que suponía todo un reto para las dos Lo que en un principio Maca pensó que sería una verdadera tortura, fue todo un bálsamo. Dormir abrazada a ella, sentir su respiración, su aliento tan cerca que le quemaba, fue reconfortante hasta la saciedad, y muy en contra de lo que pensaba, no le supuso ningún esfuerzo, fue dulce y maravilloso poder tenerla tan cerca aunque solo se limitaran a dormir juntas

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Al amanecer la despertó un ligero sollozo, y al abrir los ojos vio a Esther de espaldas a ella que por el movimiento de su cuerpo, era evidente que lloraba. Coló un brazo por su cintura y atrayéndola hacia si unió sus cuerpos al tiempo que descansaba la barbilla en su hombro M: ¿Por qué lloras? Sin responder a su pregunta se dio la vuelta y se abrazó con fuerza a ella llorando todavía más. Maca acariciaba su pelo mientras dejaba suaves besos en su hombro, y al notar como iba calmándose, se separó un poco de ella y la miró al tiempo que le secaba las lágrimas con los pulgares en lo que era una suave caricia M: ¿Qué te pasa? E: ¿De verdad querías casarte conmigo? M: De verdad de la buena E: Fui una idiota, lo estropeé todo M: Ya no le des más vueltas, eso pasó hace mucho tiempo, y ahora lo único que debe de importarte es que estamos juntas otra vez E: ¿Y si lo vuelvo a estropear? No sé si soy lo que te conviene, no me siento capaz de hacerte feliz. Todo lo hago mal, lo único que sé hacer es causar dolor a todas las personas que me quieren M: No digas tonterías. Tu sola presencia me hace feliz. ¿Y que es eso de que todo lo haces mal? Yo no creo que eso sea cierto. Querías ser médico y lo conseguiste, querías ser pediatra y según me han dicho no se te da nada mal, tu sobrino está encantado contigo, y tu madre, seguro que le pareces la mejor hija del mundo. Todos hemos pasado por malas rachas Esther, esta tuya es un poco más mala de lo habitual, pero lo superaremos juntas, yo estoy contigo, y ahora mismo no imagino ningún lugar en el mundo donde estar mejor que a tu lado, así que por favor, olvídate de todo eso que has dicho y sonríe un poquito para mí Esther le sonrió levemente y se abrazó de nuevo a ella tan fuerte como pudo, como intentando refugiarse en esos brazos que le brindaban una seguridad donde se hubiera quedado gustosa de por vida Permanecieron así durante varios minutos, sintiéndose cerca, disfrutando de esa proximidad que durante tanto tiempo les había sido privada, y pasado este tiempo se miraron de nuevo y Maca sonrió al comprobar como ella también lo hacía M: ¿Quieres que nos vayamos a patinar? E: ¿A patinar? ¿Un sábado a las nueve de la mañana? Al mismo tiempo que pronunciaba aquellas palabras recordó la primera vez que fueron a patinar juntas, y ya no hizo falta decir nada más, sabían perfectamente que las dos habían recordado lo mismo E: Tengo los patines en casa de mi madre, hace un montón que no voy a patinar M: Pues no hay que perder las buenas costumbres, así que levántate perezosa, y vámonos a buscar esos patines porque me debes un desempate

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Por un momento pensó que ya nada podría borrar esa sonrisa de su cara, esa sonrisa que tanto le había costado mostrar en los últimos tiempos y que por fin había recobrado el motivo de su existencia, ella y solo ella, Maca Cuando llegaron a casa de su madre, Maca le hacía cosquillas a Esther dificultándole así la tarea de meter la llave en la cerradura, y advertida por esas risas que reconoció al instante y que provenían del rellano, Encarna abrió la puerta antes de que ella lograra hacerlo sorprendiéndolas en plena lucha de risas Se quedó en silencio observando la escena mientras sonreía feliz de ver a su hija así, por fin, y cuando se percataron de su presencia y Esther se acercó a darle los buenos días, ella la abrazó con un entusiasmo que hacía notar su alegría En: Buenos días hija. Ahora si son buenos días Le dio un beso sonoro a su madre contenta por ese recibimiento suyo y entró en la casa mientras ella abrazaba ahora a Maca mientras le susurraba al oído un sentido “gracias” Después de coger los patines de Esther se dirigieron a casa de Maca para coger así los suyos y de paso cambiarse de ropa, pero en cuanto abrieron la puerta, un aroma a café recién hecho y tostadas las llevó hasta la cocina donde encontraron a Niki desayunando tranquilamente Cuando las vio entrar cogidas de la mano sonrió, y no necesitó aclaración de ningún tipo para saber quien era esa chica que acompañaba a su amiga Se levantó tras limpiarse un poco con la servilleta y acercándose a ellas le dio un beso a Maca acompañado de un buenos días y un guiño de ojo que pasó desapercibido para Esther, y luego miró a esta última con los brazos ligeramente abiertos mientras le preguntaba, “¿puedo?” Ella entendió al instante que le pedía permiso para abrazarla, y asintió para recibir gustosa el abrazo de esa mujer que, aunque en un principio pensó que era su “enemiga”, resultó no ser así, y sabía había sido el apoyo de Maca durante mucho tiempo M: Bueno, no hacen falta presentaciones, por lo que veo, pero Esther, ella es Niki Niki: Tenía muchas ganas de conocerte. No puedes ni imaginarte lo que Maca me ha hablado de ti E: Yo también he oído hablar de ti estos días, y cuando Maca se fue a Miami, incluso sentí algo de celos cuando te mencionaba, y bueno, cuando os vi... (Se puso algo triste y bajó la mirada) M: Esther, ya hemos hablado de eso E: Sí, sí, ya sé que nunca ha habido nada entre vosotras De repente se instauró un silencio incómodo en aquella cocina y Niki pensó una manera rápida y eficaz de romperlo Niki: ¿Desayunáis conmigo? M: ¿Cómo es que estás sola hoy sábado? Niki: Pues porque Carol tenía que hacer unas cosillas y no llegará hasta el mediodía

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M: Sintiéndolo mucho nos vamos a patinar Niki: ¡¡¿A patinar?!! ¿Y no desayunáis antes? M: Mejor después, ¿verdad Esther? E: La verdad es que a mí me da igual antes que después M: ¿Quieres que desayunemos con Niki? E: Como tú veas M: Esther, ¿quieres desayunar ahora o después? (Maca sonrió segura de la respuesta que iba a recibir) E: Si a ti te da igual, mejor desayunamos ahora Niki: Claro que sí (Niki se levantó y sirvió unos cafés para ellas) Hay que empezar el día con energía Prepararon algo más de comida y desayunaron mientras tenían una conversación bastante amena. Al principio a Esther le costaba mirar a Niki sin recordar aquella imagen que tuvo clavada en su retina de ella abrazando a Maca y que la llevó a cometer la mayor estupidez de su vida, pero poco a poco, al ver como Maca sonreía por las ocurrencias de su amiga, fue olvidando lo que ahora sabía había sido todo un malentendido, y se propuso llevarse bien con esa mujer tan importante para ella Después de desayunar esperaron unos minutos más para no salir con el estómago lleno, y después de que Maca se pusiera una ropa más cómoda, finalmente se fueron a patinar como habían quedado en un principio Entre unas cosas y otras se les había hecho bastante tarde, y cuando llegaron al retiro ya había mucha gente paseando y tomando el sol, pero buscaron una zona más tranquila y después de ponerse los patines Maca, que había terminado primero, se levantó y patinaba en círculos mirando a Esther que seguía sentada M: ¿Vas a patinar sentada? E: Hace muchos años que no patino M: Esto es como montar en bici, una vez aprendes no se olvida nunca (Se acercó a ella y le tendió una mano para ayudarla a levantarse) Venga, que te reto a una carrera E: ¿Estás segura? Yo creo que ahora sí que empiezas a estar vieja (No podían evitar rememorar aquel día) M: Puede que yo esté vieja, pero tú estás oxidada. Vamos a dejar lo de la carrera para otro día porque no podrías ganarme ni de coña (Maca sonreía y Esther le seguía el juego) E: ¿Estás de broma? Incluso con las manos atadas a la espalda te ganaría pequeña M: Eso no te lo crees ni borracha E: ¿Hasta la fuente? (Señaló la fuente junto a la que sentaron aquella vez) M: Hasta la fuente E: A la de tres. Una M: Dos E: Y tres Empezaron a patinar bastante rápido, pero Maca aminoró la marcha para dejar que ganara ella, pensó que posiblemente eso iría bien para su autoestima, pero Esther también disminuía para seguir a su lado. Cada vez patinaban más despacio, Maca aminoraba un poco más, y ella la imitaba, hasta que sin darse cuenta simplemente paseaban sobre los patines

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Maca se detuvo y Esther, al darse cuenta, hizo lo propio y regresó a su lado. Se miraron durante unos segundos en silencio hasta que se cogieron de las manos sonriendo E: ¿Por qué te has parado? M: No sé E: Pues vaya carrera, no sé cual de las dos ha puesto menos empeño en ganar. ¿O es que va a ser verdad que estás vieja? M: ¿Por qué no quieres ganar? (Esther sonrió sin contestar a su pregunta pues estaba segura de que ella conocía la respuesta) Dímelo E: Lo sabes perfectamente M: Me gustaría oírlo E: Quiero pasarme la vida empatada contigo Maca sonrió y algo emocionada por sus palabras bajó la mirada, pero Esther le cogió la barbilla y la miró a los ojos. Se perdieron por un instante en la profundidad de sus miradas y luego se fueron acercando poco a poco hasta unir sus labios Al tiempo que se besaban poco a poco, sin prisa, disfrutando de cada roce de sus labios, Maca la rodeó por la cintura mientras ella se colgaba de su cuello, y con la ayuda de los patines giraban sobre si mismas profundizando cada vez más el beso, y por un momento dudaron si eran ellas las que giraban o era el mundo entero para poder observarlas Siguieron patinando durante un rato cogidas de la mano, sintiéndose felices por el simple hecho de poder disfrutar de su compañía, y luego regresaron a casa de Maca donde tenían intención de comer Cuando abrieron la puerta escucharon unas risas provenientes del salón y se dirigieron allí donde supusieron estarían Niki y Carol, y efectivamente eran ellas las que reían sentadas en el sofá M: Buenas. ¿Nos contáis el chiste y nos reímos nosotras también? Niki: Hola guapas (Niki se levantó y cogió a Carol de la mano para que hiciera lo mismo) Mira Esther, ella es Carol (Miró a su chica un instante con absoluta devoción antes de seguir hablando) Mi novia E: Encantada Se aproximaron la una a la otra para darse dos besos y luego regresaron a sus anteriores posiciones. Durante unos segundos se miraron las cuatro alternativamente sin decir nada hasta que Maca decidió romper ese silencio M: Hemos pensado comer tranquilamente en casa, ¿os apuntáis? Niki: Claro Mientras Maca y Niki preparaban la comida, Esther y Carol charlaban bastante animadamente en el salón, al principio no encontraban de que hablar, pero básicamente era sencillo encontrar un tema en común, sus novias

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Primero Carol hablaba mucho más que Esther, puede que por la situación que vivía esta, o por la edad, que a veces da una confianza en uno mismo, pero poco a poco la cosa se fue equilibrando y las dos participaban de la conversación de manera bastante similar En la cocina no había problema para encontrar de que hablar, las dos amigas hablaban también de sus novias, como no, pero de diferente manera, mientras en el salón era un simple tema de conversación, para ellas era algo mucho más interesante Niki: ¿Qué tal ha ido el patinaje? M: Sigue siendo tan encantadora como antes Niki Niki: ¿Y que tal anoche? ¿Me hiciste caso? M: No digas tontería. ¿Cómo te iba a hacer caso? Teníamos todavía muchas cosas de las que hablar, y aún habiéndolas hablado, no quiero precipitarme, la situación de Esther es delicada y no quiero meter la pata Niki: Bueno, no me hagas mucho caso a mí, estoy algo eufórica e intento contagiártelo, pero seguramente tienes razón M: ¿Sabes? He estado pensando en pedir unos días de vacaciones cuando Esther se sienta con fuerzas Niki: ¿Te la vas a llevar de vacaciones? M: Solo serán unos días a mi casa de la sierra, sé que nos traerá buenos recuerdos a las dos Niki: ¿Pero no la tenías alquilada? M: Tenía, tú lo has dicho. Cuando me fui le dije a Francisco que se encargara de alquilarla, pero ahora ya he vuelto, la casa en mía, no la compré para sacar beneficios de ella, sino para disfrutarla, y ahora ya está vacía de nuevo Niki: Oye y... (Miró a Maca y levantando las cejas confió en que su amiga la entendiera sin necesidad de decir nada más) M: Claro que podéis ir tonta, cuando quieras, además, hay sitio para las cuatro, podríamos incluso quedar alguna vez e ir juntas En ese momento se escucharon risas provenientes del salón y las dos miraron hacia la puerta de la cocina para después mirarse ellas sonriendo M:- Parece que nuestras niñas se llevan bien Niki: Pues perfecto, ¿no? M: Ya te digo Desde la cocina Niki les anunció que ya tenían la comida casi lista y ellas dos acudieron allí para ayudar al menos a poner la mesa. Cuando las vieron entrar todavía reían y Maca parecía intrigada por cual sería el motivo de tantas risas M: Hoy estamos risueñas, ¿podemos saber a que se debe? Carol: Me contaba Esther algunas de vuestras diabluras en la facultad (Carol se acercó a Niki y después de rodearla por la cintura le dio un dulce aunque breve beso para seguidamente mirar de nuevo a Maca) Parece ser que os lo pasabais muy bien Niki: Nunca me has contado eso (Niki miraba a su amiga sorprendida mientras sonreía) M: Bueno, supongo que no saldría el tema Niki: Pues yo también quiero enterarme M: Tampoco hacíamos gran cosa

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Miró a Esther, la cual permanecía algo seria al parecer preocupada por si habría metido la pata, pero se sentía tan orgullosa y feliz de lo que vivió en aquel tiempo con ella que no pensó en ningún momento que fuera necesario ocultarlo a sus amigas Poco a poco se fue dibujando una sonrisa en la cara de Maca que tranquilizó a Esther, por un momento todas habían pensado que aquello pudiera llegar a ser motivo de enfado dada la seriedad que se había adueñado de ella por unos instantes, pero sus rostros se relajaron al ver su sonrisa M: Creo que por aquel entonces hice las mejores locuras de mi vida Comprendiendo que había preocupado a Esther con su reacción la abrazó suavemente dejando algún beso en su pelo mientras ella escondía la cara en su cuello al tiempo que Niki seguía interesándose por todo aquello Niki: Bueno, ¿me lo vais a contar o lo tengo que adivinar? Mira que como me lo imagine yo saldréis perdiendo, tengo una mente muy calenturienta M: Pero que no hicimos nada del otro mundo, supongo que lo típico en estos casos. Intentábamos vernos siempre que podíamos, en mi despacho, en los lavabos (Cerró los ojos sonriendo al recordarlo) Niki: Nosotras las hicimos peores (Miró a Carol y se puso algo seria al recordar a su padre lo que la llevó a abandonar la cocina seguida por ella) E: ¿Qué le pasa? (Esther se quedó mirando la puerta por donde habían desaparecido sin entender lo sucedido) M: No te he hablado mucho de Carol y de su relación con Niki, ¿verdad? E: Lo justo M: Pues (Se detuvo unos instantes mientras buscaba la manera de decirlo, pero solo había una) Carol estaba casada con el padre de Niki E: ¡Joder! Vaya panorama M: Ya ves. Han pasado muchos años, creo que por lo menos trece o catorce desde que Niki se fue a Miami huyendo de sus sentimientos, y yo pienso que la honra lo que hizo para dejar el camino libre a su padre, pero no sé si va a conseguir deshacerse por completo de ese sentimiento de culpa E: Es que, es muy fuerte M: Lo sé, pero al parecer lo que ellas sienten es más fuerte todavía E: ¿Más fuerte que lo que sentimos nosotras? M: Cariño, dudo mucho que alguien sienta algo más fuerte que lo que siento yo por ti Esperaron unos minutos prudenciales antes de ir al salón, pero cuando finalmente se decidieron no las encontraron allí. La puerta de la entrada no la habían escuchado, así que aunque reinaba un silencio absoluto, dedujeron que estarían en su habitación, y después de poner la mesa se sentaron a comer dejándolas que lo arreglaran de la manera que creyeran oportuna Niki había ido directa a su habitación y Carol, entrando tras ella, cerró la puerta y se acercó a la cama donde ella estaba tumbada. Permanecía seria, mirando al techo sin decir nada, y ella le acariciaba el pelo también en silencio, simplemente para hacerle saber que estaba allí a su lado

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Pasados unos minutos Niki se incorporó para quedar sentada y con los brazos apoyados en las rodillas mantuvo la mirada baja unos instantes y luego ladeó la cabeza para mirarla Niki: Lo siento, pero es que cada vez que me acuerdo no puedo evitar sentirme así Carol: Es normal. Yo entiendo como te sientes cariño, era tu padre. ¿Tú crees que a mi no me dolió lo que hicimos? pero como tú misma me has dicho varias veces, ya cumplimos nuestra condena, hemos pasado los mejores años de nuestra vida alejadas la una de la otra, ahora que por fin nada nos impide estar juntas, no lo estropeemos Niki: Nadie lo va a estropear, no lo voy a permitir, pero no me tengas en cuenta que alguna vez me sienta así, creo que va a ser algo inevitable con lo que tendré que aprender a vivir Carol: Tranquila. Yo voy a estar a tu lado siempre, pase lo que pase Niki: ¿Le querías? (Carol la miraba extrañada, bastante sorprendida por aquella pregunta) Dime, ¿le querías? Carol: ¿A que viene eso ahora? ¿Qué clase de pregunta es esa? Niki: Nunca me atreví a preguntártelo, pero necesito saberlo Carol: Por supuesto que le quería, sino, no podría haber estado tantos años con él Niki: Entonces, ¿nos querías a los dos? Carol: Niki, no sé si es el momento de hablar de esto Niki: Ah pero, ¿hay momentos específicos para hablar de estas cosas? Carol: No seas cínica Niki: Carol, no te estoy reprochando nada, no soy quien para juzgarte, yo soy tan responsable de lo que pasó como tú, pero siempre evitas hablar de él Carol: ¿No entiendes que me siento incómoda hablando de él contigo? Niki: No, no lo entiendo. Conmigo deberías de poder hablar de cualquier cosa Carol: Pues no puedo. Lo siento Niki: Haz un esfuerzo (Puso una pierna sobre la cama para quedar de lado y después de cogerle las manos la miró fijamente) Cuéntame como fue para ti, como fueron los años que vinieron después Carol la miraba dudando si hablar o no, pero ella tenía razón, no podían empezar una relación ocultando sentimientos, y menos aún una relación como la suya, con su pasado, tenían que ser sinceras, y por mucho que le costara, como ella le pedía, lo tenía que intentar Carol: Tu padre era un hombre maravilloso, no necesitas que yo te explique eso, y me casé con él porque le quería, estaba enamorada de él, o eso pensaba hasta que me enamoré de ti y supe lo que era amar de verdad. Fue todo muy raro, yo no me había fijado nunca en una mujer, pero tú eras... eres, alucinante, no entiendo como las demás personas del mundo no están enamoradas de ti (Niki se sonrojó un poco y bajó la mirada unos segundos para volver a mirarla al escuchar como seguía hablando) Nunca se nos ocurrió a ninguna de las dos hablar de lo que estaba pasando, nos limitábamos a disfrutar de cada minuto que teníamos para nosotras, y cuando me dijiste que te ibas... Si me lo hubieses dicho de otra forma, pero me dejaste claro como estaban las cosas, ¿o fueron solo palabras? Niki: No. Yo quería que te quedaras con él. Si se hubiese enterado, yo no lo habría soportado Carol: Fue duro estar sin ti, sin saber de ti, ni una llamada de teléfono, ni una triste carta, siempre le llamabas al trabajo con la excusa de la diferencia horaria y así evitabas

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tener que hablar conmigo, aquello fue una verdadera tortura. Se me pasó por la cabeza varias veces buscarte, pero tus palabras cuando viniste a despedirte resonaban en mi cabeza. Hazle feliz Carol, se lo merece. Y tenías toda la razón, se lo merecía, pero nosotras también lo merecemos, y no le vamos a olvidar, eso es imposible, pero tampoco podemos pasarnos la vida culpándonos por algo que... (Se detuvo un instante, pues la voz se le entrecortaba y le costaba seguir) No puedo culparme por haberme enamorado de ti. Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, y si lo piensas bien, no le hicimos daño, él era feliz, nunca supo lo que había pasado, y murió feliz. Seguramente le dolió mucho más que decidieras irte tan lejos Niki: Ojos que no ven, corazón que no siente Carol: Así es, lo quieras o no. Él ni siquiera sospechó nunca nada, así que deja de culparte, por favor Durante unos segundos permanecieron en silencio, mirándose, hasta que Niki se acercó a ella y le dio un cálido beso. Luego se levantó y la cogió de la mano para que la siguiera Niki: ¿Tienes hambre? Carol: La verdad es que sí Niki: Pues vamos antes de que estas se preocupen demasiado Cuando llegaron al salón, Esther y Maca apenas estaban empezando a comer, y se alegraron bastante al verlas salir cogidas de la mano y sonrientes. Al ver la mesa preparada para cuatro, se sentaron en sus respectivas sillas y empezaron a comer como si no hubiese pasado nada Al primer bocado Carol soltó una exclamación de placer por lo que acababa de degustar y todas sonrieron consiguiendo así olvidar un poco lo ocurrido hacía apenas unos instantes Carol: Esto está buenísimo. Cariño, no me habías dicho que se te daba tan bien la cocina Niki: Bueno, lo hemos preparado entre las dos (Señaló a Maca que no tardó en quitarse unos méritos que no le correspondían) M: De eso nada, yo solo soy pinche, aquí la experta culinaria es Niki, y prepárate, porque te va a costar no engordar teniéndola a ella de cocinera Niki: Tranquila cariño, que yo te preparare comidita rica pero nutritiva Poco a poco la conversación comenzó a ser bastante amena y después de comer se quedaron durante un buen rato en la mesa tomando café y charlando sobre ellas y conociéndose así un poco más A media tarde Niki y Carol se fueron dejándolas solas, y sentadas en el sofá se disponían a ver una película que había puesto Maca, pero Esther, que estaba recostada con la cabeza apoyada en su pecho, pasaba más tiempo mirándola a ella que a la pantalla Maca hacía rato que se había dado cuenta de que ella no atendía para nada, e intentaba aguantarse la risa y aparentar que se concentraba en la trama sin darse cuenta de nada

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cuando en realidad su concentración se centraba única y exclusivamente en ella y en cada uno de los movimientos que realizaba En un momento dado, Esther dejó de mirar la pantalla por completo y solo la miraba a ella fijamente y sin ningún tipo de disimulo, y convencida de que ella no se daba cuenta, intentó llamar su atención acariciándole la mejilla M: ¿No te gusta la película? E: Me gustas mucho más tú Maca sonrió y se agachó un poco para darle un beso. Se quedaron durante varios segundos con la mirada clavada en la otra, perdiéndose en sus ojos, sin acordarse ni de casualidad de nada más, hasta que Esther soltó una pregunta que ella ya sabía que iba a caer en cualquier momento E: ¿Puedo quedarme esta noche? M: Cariño No quería decirle que no, pero al mismo tiempo no sabía si decirle que sí. Tenía tantas ganas como ella de pasar una noche como la anterior, abrazadas, disfrutando de la proximidad de sus cuerpos, pero cada vez temía más el no poder controlarse, el dejarse llevar, y prefirió no arriesgarse de nuevo M: Esther, creo que es mejor que te lleve a tu casa E: ¿Por qué? Yo quiero estar contigo M: Habrá tiempo para todo cariño E: ¿Tan mal te lo hice pasar anoche? M: No, te portaste muy bien E: ¿Pues entonces? Déjame quedarme, te prometo que seré buena Parecía una niña pequeña, le hablaba en un tono de voz suplicante, como si quedarse con ella fuera una cuestión de vida o muerte, como si todo dependiera de eso, y una vez más no pudo negarle ese pequeño capricho que, al fin y al cabo, le suponía tanto o más placer que a ella Llamó a su madre para avisarla y feliz miraba a Maca todavía intentando recuperar todo el tiempo en que le había sido privada tan maravillosa vista Llegada la hora de la cena, Esther se empeñó en pedir unas pizzas, y mientras esperaban a que llegaran, Maca le dejó un pijama y después de cogerlo se fue al cuarto de baño para así aprovechar y darse una ducha Cenaron tranquilamente sentadas en la alfombra y al terminar, la cara de Esther solo reflejaba cansancio, por lo que no esperaron más y se fueron directamente a acostarse ¿Cómo no se iba a portar bien si no se tenía en pie? Fue tocar la cama y quedarse profundamente dormida, y Maca la observaba embobada deseando que pronto pasara todo y por fin las cosas fueran como antes

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Un ligero sonido la despertó y al abrir los ojos vio a su niña dejando una bandeja con el desayuno sobre la mesilla, cosa que le sorprendió y le agradó bastante. Se desperezó un poco y cuando iba a incorporarse, Esther se tumbó a su lado y se lo impidió E: Buenos días mi amor M: Buenos días preciosa Esther se recostó un poco sobre ella para besarla y empezando de manera suave fue profundizando más en ese beso, hasta que Maca, inconscientemente, coló una de las manos bajo su camiseta arrancándole así un suspiro El beso cesó al instante, y separándose un poco se miraban con las respiraciones algo agitadas y los ojos encendidos de deseo, pero Esther no iba a permitir que pasara, estaba dispuesta a demostrarle que podía controlarse, y que solo se dejaría llevar cuando las dos estuviesen seguras de que había llegado el momento Ante la sorpresa de Maca, que por un instante se sintió perdida, ella cogió la bandeja con el desayuno y con mucho cuidado la dejó sobre la cama, y la miró sonriendo mientras intentaba transmitirle así lo que sentía E: ¿Desayunamos? M: Claro El desayuno fue bastante silencioso, transcurría entre sonrisas tímidas y miradas cargadas de deseo, y mientras comían, Maca pensaba en todo lo que estaba pasando, en la fuerza de voluntad que estaba poniendo Esther por recuperarse, en cuanto la quería, y en como le estaba demostrando que quería que las cosas funcionaran entre ellas, que estaba dispuesta a hacer todo lo necesario, y entonces sintió un impulso irrefrenable, y cogiendo la bandeja ante su mirada de asombro, la dejó donde había estado en un principio y rodeándola por la cintura la atrajo hacia si dejándola sin escapatoria posible M: ¿Sabes? (Las dos sonrieron sabiendo lo que podía a pasar) Te quiero mucho E: Yo también a ti M: Y no quiero equivocarme, quiero que todo salga bien E: Lo estás haciendo maravillosamente bien M: Me gustaría saber cual es el momento perfecto E: ¿Y todavía no te has dado cuenta que estando juntas todos los momentos son perfectos? Se emocionó ligeramente con sus palabras y ya no pudo contenerse más, se había convertido en una tortura constante tenerla a su lado, necesitaba sentirla, hacerla sentir, y lanzándose a sus labios comenzó a besarla, pero pasados unos segundos Esther la detuvo y se apartó de ella E: Espera (Con las manos sobre su pecho y los brazos estirados, le impedía acercarse) M: ¿Qué pasa mi amor? (Maca estaba preocupada, pensaba que había metido la pata, pero entonces Esther esbozó una sonrisita burlona) E: Te estás portando muy mal, ya te he tenido que para dos veces. Lo que no puede ser es que después de pedirme que sea buena, seas tú la que está siendo mala

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Maca se mordió ligeramente el labio inferior y sonreía ante el jueguecito que se traía Esther, si quería volverla loca, lo estaba consiguiendo, su corazón se aceleraba solo con mirarla, y sí, era verdad que la condición que le había puesto para dormir juntas era que tenían que portarse bien, pero empezaba a pensar que aquello no había sido buena idea M: ¿Qué quieres? E: A ti, pero cuando no quede ni una duda en tu interior Se levantó de la cama ante su mirada atónita y se fue al cuarto de baño. Maca se dejó caer tumbada en la cama sin entender lo que Esther le había dicho. ¿Dudas? ¿Qué dudas? Si había deseado estar con ella desde el primer momento. ¿Acaso Esther pensaba que ella dudaba de lo que sentía? De un salto salió de la cama y fue al tras ella. Al entrar al cuarto de baño la sorprendió medio desnuda y algo avergonzada por haber abierto sin llamar cerró la puerta al instante M: Perdona Se llevó una mano a la cabeza y plantada en medio del pasillo pensaba en ella, en cuanto la deseaba, y no pudo más, abrió la puerta de nuevo y la cerró rápidamente a su paso. Esther se cubrió el cuerpo con la ropa instintivamente, pero ella se acercó y cogiéndola la tiró a un lado M: No tengo ninguna clase de dudas. Te quiero, y quiero estar contigo Antes de que Esther pudiera reaccionar, se quitó la camiseta del pijama y uniendo sus cuerpos la abrazó mientras un leve suspiro se le escapaba Comenzaron a besarse y todo el tiempo que se habían extrañado, el deseo acumulado, la necesidad de estar juntas, se adueñó de ellas llevando a las manos a viajar por aquellos cuerpos añorados, a los labios a explorar cada rincón ya conocido, hasta que unos leves golpes en la puerta las sorprendieron y las llevaron a separarse mientras volvían a coger su ropa Niki: ¿Maca? ¿Puedo pasar? Era la voz de Niki, por un momento habían olvidado que no estaban solas en la casa, y después de ponerse la camiseta de nuevo, Maca se acercó a la puerta y entreabriéndola lo justo, asomó la cabeza para hablar con su amiga M: ¿Puedes esperar un poco? Es que Esther se iba a duchar Pero Esther era mucho más rápida de lo que ella podía llegar a pensar, y ataviada de nuevo con el pijama abrió un poco más la puerta y sonriendo las miró E: No te preocupes cariño, no tengo prisa, si acaso ya me ducharé más tarde. Todo tuyo Niki

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Y sin decir nada más la cogió de la mano y se la llevó a la habitación prácticamente arrastras ante la mirada de Niki que sonreía algo alucinada imaginando que estaba pasando entre ellas Al entrar en la habitación, Esther cerró la puerta y acercándose a Maca de manera peligrosa se quitó la camiseta mientras ella la miraba sin perder detalle E: Aquí no nos interrumpirán, ¿verdad? Entonces Maca se despojó también de su camiseta y tras lanzarla lejos comenzó a acariciar el pecho de Esther con las yemas de sus dedos M: Como se le ocurra a alguien interrumpirnos, me lo cargo Y sonriendo se acercaron un poco más para unir sus labios y retomar lo que habían tenido que frenar hacía apenas unos instantes, pero no les costó mucho llegar al punto en el que estaban, incluso lo superaron rápidamente, y antes de darse cuenta estaban tumbadas sobre la cama desnudas El encuentro de esos dos cuerpos de sobra conocidos para ellas las llevó a una pasión desatada, manos insaciables, besos impacientes, y un deseo desbordado que las llevó a la más alta cumbre del placer mucho más rápido de lo que ellas hubieran deseado Sus respiraciones todavía agitadas se entremezclaban, y con sus cuerpos completamente pegados, sus piernas entrelazadas, como intentado fundirse y formar un solo ser, se prodigaban besos sin descanso Poco a poco las fue invadiendo la calma y los besos fueron disminuyendo aunque sin llegar a cesar completamente, se sonreían, se acariciaban, y entre beso y beso, expresaban sus sentimientos E: Te quiero M: Mi niña. Yo también te quiero (Beso) Mucho (Beso) Muchísimo E: Cuanto había deseado poder estar así contigo de nuevo (Beso) M: Vamos a estar infinidad de veces así (Beso) E: No me dejes nunca Maca (Beso) M: No pensaba hacerlo (Beso) Ya nadie me va a separar de ti jamás (Beso) E: Bésame (Beso) Bésame Y de nuevo caían rendidas ante una otra batalla de besos que avivaba una vez más ese fuego imposible de consumir, pero después de calmado ese primer instinto, de saciada el ansia del reencuentro, las caricias eran más calmadas, más suaves Maca tumbó a Esther sobre la cama e incorporándose un poco la miraba mientras su mano viajaba lentamente por su torso desnudo. Se paseó por su cadera hasta llegar a su nalga y apretándola con fuerza hizo coincidir sus centros, y comenzó un pequeño baile sin dejar de mirarla fijamente Se deleitaba viendo su expresión de placer, los suspiros y gemidos que se le escapaban a ella le parecían motivo más que suficiente para ser feliz, y las continuas veces que

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Esther paseaba la lengua por sus labios intentando aplacar la sequedad que debido a la excitación se empeñaba en adueñarse de ellos, le hicieron desear ser ella quien los calmara, y poco a poco fue a su encuentro y los besó con ansia sabiéndolos la fuente saciadora de todos sus deseos Entre gemidos ahogados, caricias ardientes, besos profundos y húmedos hasta la saciedad, estallaron de placer envueltas por esos brazos que deseaban no se separaran de ellas nunca Maca dejó caer su cuerpo relajado sobre el de ella y hundiendo la cara en su cuello aspiró su aroma llenándose de él por completo y al instante un sentimiento se adueñó de ella llevándola a recordar algo que le dijo hacía ya mucho tiempo. Y sonriendo por la felicidad extrema que sentía, murmuró las mismas palabras que salieron instintivamente de su boca M: Mmmmm, siento tu aroma y sé que ya estoy en casa Esther rememoró al instante aquella tarde en la playa, cuando ella le dijo eso mismo, y entendió lo que Maca le decía con esto, que todo era como antes, que en realidad, seguramente, nunca había dejado de serlo, y su lugar estaba donde estuviera la otra, les había costado mucho sufrimiento entenderlo, pero al fin tenían claro que su único destino era estar juntas Cuando finalmente abandonaron la habitación cerca del mediodía, las risitas por parte de Niki les indicaban que estaba claro lo que hacían allí encerradas toda la mañana, pero no hubo comentarios al respecto, quizás por la falta de confianza con Esther, pero ya tendría ocasión de mencionárselo a su amiga cuando la viera a solas. Se despidieron de ella y de Carol y cogidas de la mano salieron de la casa en busca de un lugar donde comer Al salir a la calle, Esther llamó a su madre y esta advirtió su felicidad en el tono de su voz, y entusiasmada con tal hecho, le sugirió a su hija que se pasaran a verla y de paso podían comer con ella. Se lo comentó a Maca y al ver que ella parecía encantada con la idea, le dijo que sí, y pusieron rumbo a su casa La sonrisa que lucía Esther y que parecía imborrable, el saber que habían pasado los dos últimos días con sus noches juntas, y las miradas que se prodigaban, daban a entender a Encarna lo bien que iban las cosas entre ellas, y estaba que no cabía en si de gozo En: ¡¡¡Ainssss!!! Mis niñas (Las rodeó a cada una con un brazo y les dio varios besos bastante sonoros) Pero que guapas estáis Ellas sonreían encantadas y guiadas por ella se sentaron en el sofá del salón esperando a que les sacara unas bebidas y unos refrescos como aperitivo E: ¡Mamá! ¿Quieres que te ayude? (Le hablaba levantando un poco la voz para que la escuchara desde la cocina, y ella le respondía de la misma forma) En: Ya te he dicho que no hija, no es necesario, si ya termino

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De vez en cuando miraban hacia la puerta esperando verla a parecer, y mientras, Maca dejaba algún beso en la mejilla de Esther arrancándole así alguna risita M: Tu madre está encantada E: Como para no estarlo. Si es que eres... (Le cogió la cara con ambas manos y estrujándosela un poco le dio un beso) Eres lo más bonito M: Ya será menos Por fin llegaba Encarna con una bandeja y después de dejarla sobre la mesa se sentó en un sillón frente a ellas y las miraba como embobada, sin perderse ni un detalle En: Bueno. ¿Qué? ¿Esta noche también me toca dormir en mi casa? E: ¡¡Mamá!! (Esther miraba a su madre de manera seria recriminándola así con la mirada y Maca reía por lo bajinis) En: ¿Qué pasa? Si yo entiendo que ahora queréis estar juntas todo el tiempo que os sea posible, si es normal E: Pero Maca tiene que trabajar En: ¿Y que pasa? ¿Qué no duerme? Porque tendrá que dormir, digo yo M: Pues claro que tengo que dormir Encarna, pero Esther tiene razón, hoy mejor me voy a mi casa En: Está bien, yo no me meto, pero Esther también puede dormir en tu casa, que ella no tiene que madrugar, de momento E: ¡Mamá! En: ¿Qué? Yo solo me preocupo por ti E: Ya soy mayorcita para que me organices la vida En: Pero si cambiáis de opinión, que sepáis que por mi no hay problema, no tienes que dar explicaciones de nada E: Está bien, pero déjalo ya En: Vale. ¿Y cuando tienes hora con el médico? E: Mañana por la tarde (Se puso algo seria, por un momento había olvidado todos sus problemas) En: ¿La vas a acompañar tú? (Maca no supo que responder pues ni siquiera sabía que Esther tenía que ir al médico al día siguiente) M: Pues no sé En: Voy a ver la comida no se me queme (Se dirigió a la cocina dejándolas solas) M: No me habías dicho nada de que ibas al médico E: No sé, se me habría pasado, si ya casi ni me acordaba, si no lo llega a mencionar mi madre M: ¿No te acordabas o no querías que lo supiera? E: ¿Qué? (La miró bastante sorprendida) ¿Pero que estás diciendo? Ya te he dicho que se me habrá pasado M: Voy a pensar que ha sido por eso E: ¿Qué pasa? ¿Qué no te fías de mí? ¿Por qué iba a ocultarte algo así? Tú sabes perfectamente que tengo que seguir la terapia M: Perdona. Es solo que me ha extrañado que no me la hayas comentado en todo el fin de semana E: Pues en algún momento me he acordado, pero no me apetecía mencionarlo. ¿Tanto te cuesta entender eso? M: Está bien cariño. Da igual E: No da igual Maca, no entiendo a que viene esto

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M: Cariño... E: No sé como deciros ya que no soy ninguna niña (Se levantó del sofá y Maca la cogió por un brazo para detenerla) Voy al baño. ¿Te importa? ¿O tengo que consultártelo antes? La dejó ir y se quedó mirando como se alejaba al mismo tiempo que Encarna regresaba de la cocina Encarna sintió que algo pasaba, pero muy contrariamente a lo que Maca había pensado, no dijo nada, simplemente se sentó de nuevo y la observó mientras esperaba por si era ella la que tenía que decir algo M: A veces no sé como hablarle. Parece tan vulnerable En: Lo estás haciendo muy bien, aunque creo que deberías de tener cuidado, te estás tomando demasiadas responsabilidades tu sola, recuerda lo que dijo en médico M: Lo sé, pero es que no puedo evitarlo, me gustaría tener la solución a todo cuando se trata de su bienestar En: Ahora que no nos oye, igual no es tan mala idea que hoy durmáis cada una en su casa M: ¿Tú crees? En: Sí lo creo, pienso que deberías tomarte las cosas con un poco más de calma y no pretender solucionarlo todo en dos días Maca respiró profundamente mientras intentaba convencerse de que Encarna tenía razón y pasados unos segundos regresó Esther. Se sentó a su lado y mirando a su madre le dio a entender que las dejara solas En: Bueno, voy a ver si la comida ya está lista Ni siquiera fueron necesarias las palabras, la mirada de suplica que le lanzó Esther fue más que suficiente para que ella le ofreciera sus brazos y al sentirse arropada por estos empezó a llorar de manera silenciosa M: Ya mi amor. No pasa nada E: Lo siento. No quiero enfadarme contigo, de hecho, no sé porque me he puesto así, tienes razón, te podía haber comentado lo del médico, pero es que, no sé M: Ya está. No tiene importancia. Puede que yo también te haya presionado un poco E: Perdóname. Así es como te pago todo lo que haces por mí M: Cariño (La cogió de los hombros y al separó ligeramente para mirarla) Ya está. No le des más vueltas De nuevo regresó al calor de sus brazos y permanecieron en silencio durante varios minutos hasta que Encarna las avisó desde la cocina de que la comida ya estaba lista Al principio reinó el silencio, pero poco a poco la conversación empezó a fluir y terminaron riendo y charlando animadamente Pasaron al salón a tomar el café y cuando llevaban un buen rato charlando escucharon como se abría la puerta y acto seguido entraban Edu con su mujer y su hijo

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Edu: Hola. Mira por donde, reunión familiar (Edu se acercó a saludarlas y Bea le imitó, pero Dani se quedó un momento en la entrada del salón) Dani: ¿Maca es de la familia? Edu: Bueno (Todos le miraron pero fue su padre quien se lo aclaró) Casi Dani: ¿Casi? ¿Cómo que casi? Edu: Dani. Ven (Dio unas palmaditas en el sofá para que se sentara a su lado y todos miraban expectantes) Maca ha entrado a formar parte de la familia igual que en su día lo hizo tu madre Dani: Papá, si no me hablas más claro no te entiendo Edu: Pues que tu madre entró a formar parte de esta familia cuando nos pusimos de novios, y ahora Maca... Sin dejarle terminar de hablar, Dani sonrió y abrazó a su tía. Todos se quedaron bastante sorprendidos por su reacción, pero al parecer había entendido perfectamente lo que su padre trataba de explicarle Dani: Joder tita, tú si que sabes, menuda novia te has echado Bea: ¡Dani! (Su madre le recriminó, pero Edu salió en su defensa) Edu: Deja al niño mujer, si tiene razón Bea: Pero será posible. Vaya dos que me ha tocado aguantar Todos sonreían mientras Maca y Esther se miraban, la primera algo avergonzada, y la segunda orgullosa de su chica y satisfecha pues ella también les daba la razón a su hermano y a su sobrino Pasaron la tarde bastante entretenidos y cuando empezó a anochecer Maca se despidió de ellos, Esther la acompañó hasta la puerta y aunque era un tema que parecía disgustarla, no pudo evitar mencionarlo M: ¿Quieres que te acompañe mañana? E: No sé. Por un lado me gustaría tenerte allí cuando salga, pero es como si necesitara hacer esto sola M: Vamos a hacer una cosa. ¿A que hora tienes que ir? E: A las seis M: Pues si quieres quedamos en vernos en algún sitio cuando salgas (Se le ocurrió una idea y sonrió pensando que a ella le gustaría) ¿Quieres que vayamos al cine? E: Sí. Hace bastante que no voy al cine M: Pues hecho. Miraré la cartelera a ver que encuentro y te llamo con lo que sea E: Perfecto Se despidieron con un abrazo y un reguero de besos que cesaron sabiendo que nunca tendrían bastantes, y Maca salió de allí algo triste por tener que separarse de ella, pero feliz por cómo iban las cosas Al llegar a casa la encontró vacía, pensaba que Niki estaría allí, no sabía porque, pero sentía la necesidad de hablar con alguien, y sin duda su amiga era una opción, pero había otra opción más lejana pero también posible Ana: Hola guapa M: Hola Ana. ¿Cómo va ese frío?

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Ana: Pues o no es tanto como me pareció en un principio, o me estoy acostumbrando M: Yo más bien diría que como tienes a Lars cerca, él se encarga de que no pases mucho frío Ana: Reconozco que tienes parte de razón, pero en serio, no hace tanto frío como yo pensaba, los primeros días nevaba y me costó acostumbrarme, pero cuando sale el sol la temperatura no varía tanto de la de Madrid, apenas unos grados M: Entonces, ¿te gusta Estocolmo? Ana: Lars está en Estocolmo, así que me tiene que gustar por narices M: Te oigo y me parece increíble lo que me cuentas. Nunca te había visto así Ana: ¿Sabes? A veces, me siento mal, porque tú querías abandonarlo todo por amor y yo hice que Esther te impidiera cometer esa locura, y ahora yo estoy haciendo algo parecido a lo que tú pretendías M: No me había parado a pensarlo, pero es verdad, aunque no te lo voy a tener en cuenta, ahora estoy bien y eso es lo importante Ana: ¿Qué tal Esther? M: Mejor, mucho mejor Ana: Me alegro. Oye Maca, de verdad que yo no sabía que Esther lo había pasado tan mal M: Ana, no le des más vueltas Ana: Está bien. Por cierto, la semana que viene voy a ir unos días. A ver si encuentras un huequecito para comer o cenar con tu amiga M: Sabes que para ti siempre tengo tiempo, pero el fin de semana quiero irme a la sierra con Esther, así que tendrá que ser entre semana Ana: No hay problema, seguramente me quedaré hasta el miércoles. Tengo que pasar por la facultad para terminar de arreglar algunos detalles M: La facultad (Se quedó unos segundos pensando) Cuantos recuerdos Ana: ¿No has vuelto a ir? M: Que va. Desde que me fui a Miami no la he pisado Ana: Pues sigue todo igual, aunque sin ti me aburría mucho (El silencio reinó unos minutos hasta que Ana empezó a despedirse) Bueno preciosa, gracias por acordarte de mí de vez en cuando M: Venga ya Ana: No te olvides que tenemos que vernos la semana que viene M: Que no. Abrígate Ana: Lo hago M: Y cuida mucho a tu sueco Ana: Y tú a tu niña, pero sobretodo cuídate tú M: Lo mismo te digo. Ciao guapa. Un beso Ana: Ciao Después de hablar con su amiga, Maca se quedó tumbada en el sofá mirando al techo. Pensaba en Esther, en como habían pasado esos días, en las cosas que seguramente les quedaban por pasar juntas, y entonces sintió un impulso irrefrenable. Cogió el teléfono y marcó el número de su casa En: Diga M: Hola Encarna En: Hola Maca M: ¿Está Esther por ahí?

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En: Sí, ha ido un momento al cuarto de baño pero... (En ese momento se escuchó de fondo la voz de Esther, pero Maca no entendió lo que decía) Es Maca Maca escuchó lo que parecía el sonido del auricular al dejarlo sobre algo, y segundos después escuchó la voz de su niña E: Hola cariño M: Hola mi amor E: ¿Pasa algo? ¿Se te ha olvidado algo? M: Sí. Creo que hoy me he olvidado de decirte cuanto te quiero (Esther sonrió y por unos breves instantes permanecieron en silencio) E: ¿Estás segura de que se te había olvidado? M: La verdad es que no, pero quería asegurarme E: Estás loca M: Te quiero Esther E: Y yo a ti mi amor. Mucho M: No más que yo a ti E: No vamos a discutir por quien quiere más a quien M: Entonces lo dejamos en que yo te quiero más E: Jajajaja. Pero que mala eres M: Que ganas tengo de que sea mañana por la tarde. Ya te echo de menos E: No sigas por ahí porque cojo un taxi y me planto en tu casa en un momento M: No te atreves E: ¿Qué no? ¿Que te juegas? M: Un beso E: ¿Y donde me lo vas a dar? M: Donde tú quieras E: Me lo voy a pensar por el camino En ese instante Maca escuchó en el auricular el sonido que le indicaba que al otro lado de la línea el teléfono había sido colgado, y pensando en la locura que iba a cometer Esther, empezó a reír ella sola Pasados unos minutos la puerta de la calle se abría y tras esta entrada Niki. Al ver a Maca con una expresión de absoluta felicidad, se sentó a su lado apartándole un poco sus piernas y fue directa al grano Niki: Ves como yo tenía razón. Teníais la mejor terapia al alcance de vuestra mano M: Viene hacia aquí Niki: ¿Cómo que viene hacia aquí? ¿Esther viene hacia aquí? M: Sí. Iba a dormir en su casa, pero no lo hemos podido evitar Niki: Ten cuidado. A ver si ahora vais a precipitar las cosas M: Voy a tener cuidado. Intentaré ir un poco más despacio, pero esto me ha recordado tantas cosas. No tienes idea la de locuras que hicimos cuando éramos profesora y alumna (Se escuchaba una llave entrar en la cerradura y las dos miraron rápidamente hacia la entrada) Niki: Está bien que rememoréis momentos felices, pero ten un poco de calma

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Le dio un beso fugaz en la mejilla y desapareció por el pasillo antes de que Esther entrara en la casa. Maca se acercó a la puerta del salón para esperarla y ella entró tímidamente mostrándole las llaves que llevaba en su mano M: ¿Todavía tienes las llaves? E: Siempre deseé que llegara el día en que las pudiera volver a usar M: Pues está claro que ese día ha llegado E: He estado pensando (Dirigió la vista al techo algo seria) M: ¿Qué has estado pensando? (La rodeó por la cintura y la observaba) E: Mmmmm. Cualquier sitio estaría bien, pero por ser algo originales (Se llevó las manos a la nuca y apartándose el pelo dejó su cuello al descubierto para señalar un punto exacto) Aquí. En el centro mismo de la nuca M: ¿Qué? E: El beso. Has perdido. Me debes un beso y he pensado que lo quiero en la nuca Maca sonrió al recordar la apuesta absurda que habían hecho por teléfono, y situándose a su espalda, se acercó poco a poco a su cuello y humedeciendo los labios antes de rozar su piel, dejo un beso profundo, lento, donde ella le indicaba, que erizo todos y cada uno de los poros de su piel, y encogiendo los hombros para intentar aguantar estoicamente el beso, sintió como las piernas le temblaban, su corazón latía cada vez con más fuerza, y un hormigueo en su estómago le pedía más, y más, y dándose la vuelta se lanzó sobre sus labios al tiempo que la cogía por la nuca para que no se separara de ella ni un solo milímetro Cuando sonó el despertador, Maca lo apagó rápidamente para evitar que despertara a Esther, la miró un momento deleitándose con cada rasgo, con cada detalle, y después de darle un beso suave, se fue al cuarto de baño a darse una ducha Mientras sentía el agua resbalar por su cuerpo, la acompañaba con el movimiento de sus manos y recordaba la noche pasada con Esther sonriendo. Se sentía inmensamente feliz, y deseaba que esa felicidad fuera lo más duradera posible Al entrar en la cocina se encontró con Niki que preparaba el desayuno y sonriente se acercó a darle los buenos días con un beso Niki: Me alegra mucho verte así, Maca M: Yo también me alegro mucho de que tú estés bien Niki: ¿Y Esther? ¿Sigue durmiendo? M: Sí. Me da pena despertarla (Cogió una taza donde se sirvió un poco de café y con cuidado de no quemarse dio el primer sorbo) Niki: Oye, por cierto, quería comentarte que... voy a empezar a buscar piso M: ¿Qué? (Se miraron fijamente unos segundos) ¿Por qué? A mi no me molestas Niki: Ya sé que no molesto, y me encanta vivir contigo, ya lo sabes, han sido muchos años pero, ya es hora de que sigamos cada una con su vida Las dos sabían que ese momento se acercaba, que teniendo cada una sus respectivas parejas, no podían seguir en el mismo piso, pero el cariño y la complicidad que las había unido en los últimos años, hacía difícil la separación, y en el fondo les iba a costar

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M: Tienes razón (Terminó su café y dejó la taza) Conforme están las cosas vamos a ser cuatro muchos días en este piso, y aunque nos llevemos bien, necesitamos intimidad en ciertos momentos Niki: Sabía que lo entenderías M: Pero, ¿Carol se va a venir a vivir a Madrid? Niki: Todavía no hemos hablado de eso, pero ella puede seguir trabajando aquí, de hecho, muchos días trabaja desde su casa sin ir a la oficina, así que espero que no me ponga pegas M: Te deseo suerte Niki: Gracias Se abrazaron unos instantes y luego Maca, después de limpiarse una lagrimilla que se le había escapado, puso algunas cosas en una bandeja para ir a la habitación M: Voy a despertar a mi niña Dejó la bandeja en la mesilla y apartando el pelo de Esther, que dormía bocabajo, comenzó a dejar pequeños besos en su cuello hasta que ella comenzó a despertar Cuando se dio la vuelta en la cama, sonrió feliz al encontrarse con Maca a escasos centímetros de ella, y sonriente incorporó un poco la cabeza para darle un beso M: Buenos días mi niña E: Buenos días mi amor M: Te he traído el desayuno, pero yo me voy rápido E: ¿No desayunas conmigo? M: Ya he desayunado, y tengo que darme prisa, llego tarde E: Dame al menos unos mimitos antes de irte Puso una voz de niña pequeña que enterneció a Maca, y acercándose a ella comenzó a besarla de manera suave mientras la acariciaba M: Te quiero E: Mmmm (Al notar que Maca se apartaba un poco de ella la rodeó con sus brazos para impedírselo y siguió besándola) M: Venga mi amor, que voy a llegar tarde E: Solo un poquito Se dejó llevar apenas un momento, pero sabía que no podía alargarlo más, así que se separó de ella de manera más decidida y cogiendo la bandeja se la acercó para que comenzara a desayunar M: Tómatelo antes de que se enfríe (Le dio un último beso) Te veo esta tarde E: Llámame M: Lo haré E: Te quiero Maca le lanzó un beso al aire y sonriente salió de la habitación para dirigirse al hospital

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En un descanso, Maca cogió el periódico para mirar la cartelera y con el tiempo que hacía que no iba al cine ella tampoco, no sabía cual elegir, todas le parecían igual, y el título de algunas no la decía nada en absoluto, pero al empezar a leer los argumento, hubo una en especial que llamó su atención. Estuvo leyendo detenidamente pero, no le sonaba ni los nombres de los actores, ni el director, y aún así se decidió por esa Cogió el teléfono para llamar a Esther y con el periódico delante esperaba su respuesta E: Hola cariño. ¿Qué tal la mañana? M: Muy bien preciosa. ¿Y tú que tal? E: Pues leyendo un poco M: Esther. ¿Crees que podrás estar a las siete en la plaza del Callao? E: ¿A las siete? Yo creo que sí. ¿Ya has elegido la película? M: Sí. Empieza a las siete y veinticinco, así tendremos tiempo de pensarlo por si hay otra que nos guste más E: ¿Y cuál vamos a ver? M: Flicka E: ¿Flicka? ¿Qué es eso? ¿No me llevarás a ver una película de esas rarísimas con subtítulos? Mira que yo me pierdo y no consigo seguirla si tengo que leer M: ¿Pero que dices? Que no. Es americana y parece muy comercial, nada del otro mundo, pero si prefieres ver otra E: No. Esa estará bien, si la has elegido tú M: Pues entonces nos vemos allí E: Claro M: Cariño. Mucha suerte esta tarde, y estate tranquila que todo va a ir bien E: Lo sé mi amor. Un beso M: Otro para ti Al colgar el teléfono, Esther siguió con la mirada clavada en el libro que sostenía entre las manos, pero ya no podía concentrarse, pensaba en las palabras de Maca, “Todo va a ir bien” Y sabía que era cierto, si se lo decía ella, tenía que ser cierto, y pensando en ella cerró el libro y se recostó en el sofá para intentar dormir un poco Cuando Esther entró en la consulta del doctor De la Fuente, los nervios se habían adueñado completamente de ella. Encarna la acompañó hasta la puerta del hospital, pero a partir de ahí prefirió seguir sola, necesitaba hacer aquello sola, y con las manos temblando, abrió la puerta y pensando en Maca encontró las fuerzas para enfrentarse a todo Fue una hora larga, intensa, pero mereció la pena, cualquiera que hubiera visto a Esther entrar y ahora la observara al salir, juraría que no era la misma persona. Una sonrisa abierta adornaba su cara, y cada movimiento de su cuerpo, cada paso al andar, cada saludo a algunas personas que se cruzaban con ella, daban a entender lo feliz que se sentía Aunque su madre le hizo prometer que cogería un taxi, se olvidó de su promesa, fue directamente a la boca del metro y bajaba las escaleras dando pequeños saltitos como una quinceañera enamorada. Salió en la misma plaza del Callao y al mirar su reloj se sorprendió de que solo fueran las seis y media. Por un momento lamentó no haber

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quedado con ella más temprano, pero la verdad era que no esperaba llegar tan pronto, y sacando el móvil de su bolso la llamó para ver donde se encontraba M: Hola cariño. ¿Ya has terminado? E: Sí. Estoy ya en el Callao M: ¡No me digas! ¿Dónde? E: Pues acabo de salir del metro M: ¿En serio? ¿Pero donde? No te veo E: ¿Estás aquí? M: Ahora sí, ya te veo. Mira hacia la Gran vía, hacia la plaza de España Esther se dio la vuelta y la vio al otro lado de la calle esperando en el semáforo para cruzar, y al ponerse en verde aceleró bastante su paso hasta llegar a donde estaba ella M: Hola mi niña E: Hola Se dieron un pequeño beso y se abrazaron fuerte, como si llevaran mucho tiempo sin verse, y pasados unos minutos se separaron un poco y Maca se dio cuenta al instante de lo contenta que estaba Esther M: ¿Cómo te ha ido? E: Divinamente. Me ha dicho que lo estoy haciendo muy bien, que siga así y pronto me dará el alta M: ¿Es serio? E: Sí. Dice que me ve muy bien M: Cariño, como me alegro La volvió a abrazar y levantándola levemente del suelo, giraban sobre si mismas mientras sonreían, luego la dejó en el suelo de nuevo y sin separarse mucho de ella la miraba con infinita ternura M: Quieres que tomemos algo y me lo cuentas E: Vale Después de tomarse un café se dirigieron al cine y Esther buscaba el cartel de la película que Maca le había dicho, pero ya no recordaba el nombre E: Maca, cariño, ¿cuál habías dicho? M: Flicka. Esa de ahí (Le señaló a cual se refería y al verlo su niña entendió que era lo que le había llamado la atención) E: ¿Vamos a ver una película de caballos? M: Bueno, también salen personas E: Ya, pero es de caballos M: Sí. ¿Prefieres ver otra? La verdad es que a mí me da igual, no sabía cual elegir E: Esa estará bien Y cogidas de la mano entraron directamente en la sala puesto que las entradas ya las había comprado Maca con anterioridad. Se sentaron en unas butacas bastante centradas ya que no había mucha gente y tenían donde elegir y al empezar el pase de trailers

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anunciando nuevos estrenos, Esther recostó la cabeza en el hombro de Maca y se centró en la pantalla Al comenzar la película hicieron algún breve comentario sobre la belleza de los animales que salían en esta, y en algunos momentos más tristes, Esther se acercaba más a Maca y lloraba de manera silenciosa buscando el calor de su cuerpo. Cuando salieron a la calle Esther tenía los ojos algo enrojecidos y al verla Maca pensó que no había sido buena idea llevarla a ver un drama M: La próxima vez veremos una comedia o algo romántico E: ¿Por qué dices eso? A mí me ha gustado, y además, los caballos eran preciosos M:- Cuando vayamos a Jerez te llevaré a dar una vuelta montada en uno tan bonito como esos que hemos visto hoy E: ¿Cuándo vayamos a Jerez? (Esther sonrió ante lo que le pareció una invitación) M: Claro. En semana santa por ejemplo. ¿Vendrás? Esther solo asintió y cogidas por la cintura, con sus cuerpos muy cercanos, empezaron a andar. Después de unos pocos metros Maca se detuvo, y Esther la miró sin entender hasta que vio junto a ella una moto color naranja E: ¿Es la tuya? M: Sí. ¿Te gusta? E: Es preciosa M: Pues venga (Cogió un casco y se lo pasó a Esther) Prepárate porque esta preciosidad nos va a llevar a casa Al subirse a la moto y abrazarse a Maca, sintió de nuevo esa sensación que tantas veces la había invadido últimamente, era como si el tiempo no hubiera pasado, como si de nuevo fuese aquella estudiante asustada enamorada de su profesora que un día se atrevió a invitarla a comer Cuando se detuvieron frente al portal de Esther, Maca ni siquiera se bajó de la moto, pensó que era lo mejor, un poco de calma no les iba a sentar mal, pero primero se aseguró de que ella estaría bien M: ¿Vas a llamar a tu madre? E: Cariño, estoy bien, puedo estar una noche sola M: Esther, mañana tengo guardia, no podremos vernos, pero, había pensado... que podríamos irnos el fin de semana a la sierra E: ¿A la sierra? (La miró sonriendo. No hacía falta respuesta) Me encanta tu casa de la sierra M: Intentaré salir antes el viernes y así no pillamos la caravana E: Estupendo (Se miraban sonriendo pero parecía que a ninguna le apetecía mucho despedirse) M: Bueno E: Te tienes que ir M: Sí. Será lo mejor E: Más tarde te llamo M: Claro. Si necesitas algo, dímelo E: Tranquila, ya te he dicho que estoy bien

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M: Pues... me voy E: Ten mucho cuidado M: Tú también Se acercó a darle un beso y sin pensarlo más se puso el casco y espero a verla entrar en el portal para poner rumbo a su casa Le preocupaba dejarla sola, pero sabía que estaba mucho mejor, que necesitaba un poco de confianza de vez en cuando, y aunque al principio costara un poco, debía dejarla que tomara las riendas de su vida sin ser llevada en todo momento como una niña Los días pasaron rápido, Maca cenó el miércoles en casa de Esther y pudo comprobar como seguía mejorando día a día, se la veía segura, optimista, y antes de darse cuenta llegó el viernes Maca metía las cosas en su maleta para dejarlas en el coche y así no tener que pasar ya por casa y cuando se sentó a desayunar coincidió con Niki, a la que últimamente parecía que solo veía en ese momento del día Niki: ¿Adónde vas con esa maleta? M: A la sierra. Te lo comenté Niki: Es verdad M: ¿Viene Carol? Niki: Sí, esta noche. Ayer fui a ver un par de pisos M: No hay prisa, ¿eh? Niki: Lo sé, y precisamente eso te quería comentar, es imposible encontrar un piso en condiciones. Los que me gustan salen por un ojo de la cara, y de los económicos ni te hablo M: Tómatelo con calma, ya lo encontrarás Niki: Maca M: ¿Uhm? Niki: ¿Que tal está el piso de Esther? (Maca la miró algo sorprendida, pero no tardó en entender lo que intentaba decirle su amiga) M: Niki, estoy intentando ir despacio con Esther, además, creo que necesita vivir sola una temporada Niki: Si todo eso lo entiendo, pero yo tampoco tengo prisa, ¿no es así? M: Ya te he dicho que aquí no molestas Niki: Pues eso, que había pensado que cuando ella se venga a vivir aquí, yo podría mudarme a su piso M: La idea es buena, pero yo no sé cuando será eso Niki: A ver si me explico. No intento presionarte para que te vayas a vivir con ella la semana que viene, creo que podemos seguir así unos meses y si tú ves que la cosa se va a alargar mucho, o si yo me diese cuenta de que no puedo aguantar tanto, pues lo comentamos, y ya está, creo que no tendremos problemas con eso, ¿no? M: Por mí está bien así Niki: Yo tampoco voy a irme ya a vivir con Carol. Ni siquiera hemos hablado del tema M: Normal, hace nada que estáis juntas Niki: Pero supongo que todas estamos deseando que ese día llegue M: Sí. La verdad es que sí

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Niki: Pues ya está, problema solucionado (Miró de nuevo la maleta y entonces se acordó de que día era) ¿No trabajas hoy? M: Sí. Nos vamos cuando yo salga, pero así no pierdo tiempo Niki: Pasadlo bien (Se levantó de la silla donde había estado desayunando y se despidió de ella con un beso) Y que conste que no se me olvida lo que me dijiste de esa casa M: Anda tonta. La semana que viene toda para vosotras Niki: Te quiero M: Cuando te interesa Y después de sacarle la lengua, Niki salió de la cocina definitivamente dejando a Maca terminar su desayuno Maca pasó la mañana bastante nerviosa. Llevaba toda la semana organizando su trabajo para poder terminar al mediodía y no veía el momento para irse con su niña a esa casa que tantos recuerdos le traía y a la que no había vuelto desde la última vez que estuvo con ella Cuando llegó la hora conducía nerviosa como una adolescente, cuantas veces se había sentido así en los últimos días, y al llegar a su casa y verla esperándola en la puerta se dio cuenta de que no era la única que se sentía ansiosa con ese pequeño viaje. Al bajar del coche se saludaron con un cálido beso y luego Maca la ayudó a meter sus cosas en el maletero A la salida de Madrid se detuvieron en una zona comercial donde comieron y compraron varias cosas para esos días, y antes de las cuatro ponían rumbo definitivo hacia su destino M: A ver si recuerdo por donde se va E: ¡Anda ya! ¿Cómo se te va a olvidar? M: Muy fácil. ¿Cuánto hace que fuimos juntas? E: Pues, en semana santa hará seis años M: Yo creo que seis años es tiempo suficiente para que se me haya olvidado el camino, o alguna carretera nueva consiga que nos perdamos E: ¿No has ido en todo este tiempo? M: Ni una sola vez E: Estará hecha un desastre M: Espero que no. La tenía en alquiler y los de la agencia que se encargaba de alquilarla parecían muy formales. Veremos que tal la han dejado Al llegar allí, Maca observó primeramente el deterioro del exterior. Aunque la casa debía de haber pasado más tiempo vacía que llena, según le dijo su hermano, la alquilaban muchas veces, y el continuo uso con los pocos cuidados la habían llevado al aspecto que presentaba ahora M: Ya me dijo Francisco que iba necesitando una mano de pintura E: Ven (Esther la cogió de la mano para dirigirse al interior) Vamos a ver que tal está dentro Entraron en silencio y Maca empezó a andar poco a poco observando cada detalle, cada rincón, y en su cara se podía ver algo de decepción. El sofá rinconera que tanto le

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gustaba tenía alguna mancha, la tela tenía rozaduras e incluso vio un agujero que debía de haberlo provocado un cigarrillo. La alfombra de piel de cebra seguía teniendo rayas negras, pero las blancas más bien eran de un marrón claro, y fijándose en los muebles observó que faltaban algunos de los detalles que ella había dejado allí Después de unos minutos en los que permaneció inmóvil intentando acostumbrarse a ver su casa en aquellas condiciones, se acercó a la puerta de la habitación y al abrirla pudo ver que el aspecto era similar al resto M: Joder. No sé como se me ocurrió alquilarla. Esto ya no parece mi casa E: Cariño (Se acercó a ella por detrás y rodeándola por la cintura miraba la habitación por encima de su hombro) No te preocupes, la arreglaremos y será la misma de antes M: No sé si quiero dormir en esa cama contigo (Maca permanecía con la mirada clavada en la cama) Cuando pensé en alquilarla estaba convencida de que nunca más volvería aquí, incluso pensé en algún momento en venderla, pero ahora, pensar que en esa cama a dormido gente que desconozco E: Tampoco es para tanto. En las camas de los hoteles también duerme mucha gente diferente M: No es lo mismo Esther. Cuando vas a un hotel ya sabes a lo que a tenerte, pero esta es mi casa, y quiero una cama donde solo hayamos estado tú y yo (Se dio la vuelta para mirarla) No sé si puedes entenderme E: Entiendo muy bien a que te refieres, pero no pretenderás que regresemos a Madrid M: No, claro que no, hoy nos tendremos que aguantar, pero lo cambiaremos todo E: ¿Cambiaremos? (Ese plural la sorprendió gratamente) M: Claro (Ella siguió hablando sin darle importancia) Cambiaremos los muebles, la alfombra E: Me gustaba esa alfombra M: Encontraremos otra más bonita aún (Le dio un beso antes de seguir hablando) Quiero que me ayudes a elegirlo todo, que sea nuestra casa E: Maca (Esther empezaba a emocionarse, pero Maca seguía comportándose como si la casa siempre hubiera sido de las dos) M: Y había pensado otra cosa. Ven La cogió de la mano y salieron por la puerta que daba a la parte de atrás. Lo que en su día pretendía ser un jardín, ahora estaba algo descuidado, pero la parcela era grande y con muchas posibilidades M: ¿Te imaginas una piscina aquí? E: Una piscina (La miró un momento y luego intentó imaginar la piscina) Que maravilla M: Cariño, yo... (Se puso frente a ella y la miró muy seriamente) No solía venir mucho por aquí antes de conocerte, venía a veces con Ana y algunos amigos, ya lo sabes, pero sola, pocas veces (Esther sonrió contagiándole la sonrisa a ella) Pero ahora, si la arreglamos y ponemos aquí una piscina, podríamos venir siempre que quieras. En invierno esto es precioso, y en verano nos serviría más de una vez para huir del calor sofocante de Madrid (Ella la escuchaba embobada sin decir nada) Siempre pensé en plantar unos árboles (Empezó a andar por el jardín dirigiéndose hacia la zona donde quería poner los árboles) Un almendro, me encantan los almendros en flor E: Maca (Apenas susurró su nombre, pero ella seguía hablando cada vez con más énfasis)

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M: Y a un lado podríamos poner una barbacoa. En invierno la chimenea y en verano la barbacoa E: Maca (Se acercó a ella sonriendo ante su entusiasmo) M: Y césped artificial, porque el natural necesita muchos cuidados E: ¡Maca! (Por fin consiguió llamar su atención) M: ¿Qué? E: Que me encanta la idea. Suena todo maravilloso M: ¿Te parece? (Esther asintió y ella la abrazó fuerte) Mi amor (Unas lágrimas se le escaparon humedeciendo el cuello de Esther que se separó un poco para mirarla) E: Cariño. ¿Qué te pasa? ¿Por que lloras? M: Quiero verte feliz Esther. Quiero verte sonreír, siempre, y voy a hacer todo lo posible porque eso sea así E: Mi amor, tenerte a mi lado es motivo suficiente para ser feliz M: Mi niña De nuevo se abrazaron entrelazando sus cuellos y aunque seguían rodando algunas lágrimas, las dos sonreían felices Después de descargar el coche y poner las cosas en su sitio, se acercaron las dos a la chimenea y sin decir nada Maca intentaba encenderla ante la atenta mirada de Esther. Esperaba no tener problemas, pero estos llegaron incluso antes de lo que había previsto Mientras Esther empezaba a sonreír al ver como ponía todo su empeño en arreglar la leña para que prendiera bien, Maca rebuscaba en sus bolsillos sabiendo que era inútil, puesto que no se había acordado de coger un mechero M: Joder. Espero que por lo menos hayan dejado un mechero por ahí Se fue a la cocina pensando que no encontraría un mechero, ni siquiera una triste caja de cerillas, y después de revolver todos los cajones, algo enfadada ya y observando como Esther cada vez sonreía más, se fue hacia la habitación dejando claro por los ruidos que ocasionaba que estaba abriendo todos los cajones que encontraba a su paso Al regresar al salón se encontró a Esther mirando el fuego con una risita burlona y calentando las palmas de sus manos mientras intentaba disimular hasta ver su reacción M: Te crees muy graciosa, ¿verdad? (Se acercó a ella y sentándose a su lado comenzó a hacerle cosquillas) Ya no me acordaba de lo mala que eres cuando te lo propones E: Jajajaja. Maca (Reía sin parar mientras intentaba zafarse de aquella tortura tan deliciosa) Para, por favor M: Eres un bicho (Seguía con las cosquillas hasta tumbarla sobre la alfombra) Te gusta reírte de mí, ¿eh? E: No. Jajajajaja. Cariño, para Maca se detuvo y la miró fijamente. A esas alturas ya estaba recostada sobre ella, y por las risas y el esfuerzo realizado intentando librarse de sus manos, Esther respiraba agitadamente. Observó su boca entreabierta intentando capturar el máximo de aire posible, y deseo ser ella quien calmara su respiración, o porque no, quien la agitara todavía más, y acercándose peligrosamente, comenzó a besar su cuello logrando

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justamente lo que buscaba, que Esther respirara mucho más rápido aún de lo que lo estaba haciendo Cerró los ojos y echó la cabeza atrás facilitándole la labor a Maca, y al sentir como comenzaba a bajar por su escote, la miró un instante encendida ya de deseo E: Maca M: ¿Uhm? (Seguía besándola sin mirarla) E: ¿Cómo se te da tan mal encender algunas cosas y tan bien encender otras? La miró esta vez sí, y sin darle tiempo a reaccionar comenzó a besarla mientras sus manos se colaban decididas bajo su camiseta. Al sentir Esther el aire frío colarse bajo su ropa, se estremeció, y Maca la miró algo preocupada M: ¿Tienes frío? E: Un poco M: Espera Se levantó rápidamente para ir en busca de unas mantas y regresó en apenas unos segundos viendo como Esther había acercado la alfombra a la chimenea y dispuesto varios cojines sobre esta M: Perfecto Desplegó una manta y tras cubrirse con esta se recostó junto a Esther cubriéndola así a ella también, y la miraba paseando un dedo por su escote mientras le sonreía insinuante M: ¿Está mejor así mi niña? E: Mucho mejor Coló una mano bajo su camiseta y poco a poco la subía dejando al descubierto su abdomen. De repente, se metió bajo la manta y dejaba suaves besos en su tripita mientras iba desabrochando su pantalón con cuidado. Fue bajando con sus besos al tiempo que con las manos se libraba de su ropa y al sentir Esther como llegaba a su objetivo, estrujó la manta con sus manos mientras separaba las piernas inconscientemente Maca centraba su atención única y exclusivamente en ese punto que sabía que a su niña la volvía loca, en momentos como ese era cuando más se notaba que ya habían tenido una relación duradera con anterioridad. Sabía perfectamente lo que a ella le gustaba, conocía sus puntos débiles, y no le resultaba difícil elevarla hasta lo más alto en pocos minutos Cuando los movimientos de Esther y los sonidos ahogados que escapaban de su boca le indicaron que el momento había llegado, el deseo de conseguir que ella gozara al máximo la llevó a esmerarse aún más en lo que hacía, y pasados unos segundos, al sentir como su cuerpo se iba relajando poco a poco, fue dejando un camino de besos por su cuerpo hasta salir de su escondite y quedar de nuevo frente a ella. Su frente brillaba repleta de pequeñas gotas de sudor, y respiraba agitadamente por la falta de aire

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E: Casi te ahogas ahí abajo M: Habría sido la más dulce de las muertes Le dio un beso y recostó la cabeza sobre su pecho disfrutando de sus caricias mientras su cuerpo se recuperaba Después de cenar tranquilamente entre caricias y carantoñas, Maca salió para traer unos cds de música del coche y se sorprendió gratamente al comprobar que nevaba. Regresó al interior y fue directa a la cocina en busca de Esther que estaba terminando de recoger las cosas de la cena M: Ven conmigo (La cogió de la mano y tiraba de ella sin darle opción a replica) E: Espera que ya termino M: Luego. Ven y verás (Fueron hasta la entrada donde le tendió su abrigo para que se lo pusiera y salieron juntas al porche) E: ¡Está nevando! M: Espérame aquí. Vuelvo en seguida Maca regresó de nuevo al interior de la casa y pocos segundos después apagaba la luz quedando completamente a oscuras. Esther la vio aparecer tras la pequeña luz de una linterna y con una manta bajo su brazo que desplegó para cubrirse Se sentó en un banco de madera que había en el porche y separó las piernas invitándola así a sentarse entre ellas. Cuando Esther se hubo acomodado recortándose levemente sobre su pecho, la abrazó quedando así las dos resguardadas del frío bajo la cálida tela Maca apagó la linterna para dejarla a un lado y sobre el negro velo de la noche se veían los finos copos cayendo suavemente con su blancura resplandeciente M: ¿Tienes frío? E: No. Estoy muy bien así (Ladeó un poco la cabeza para mirarla y Maca aprovechó para darle un pequeño beso) M: Está nevando bastante E: A ver si no vamos a poder salir de aquí M: No creo que sea para tanto, aunque no me importaría quedarme aquí aislada contigo unos días Permanecieron en silencio unos segundos observando la nieve caer mientras Maca acariciaba el pelo de Esther que entornaba los ojos ante el placer de estar así con ella E: Que maravilla... que calma... que silencio M: Había una frase. ¿Cómo era? (Se detuvo unos segundos a pensar y al recordarla apenas la susurró) El hombre supera al animal con la palabra, pero con el silencio se supera a sí mismo E: Yo sabía otra. Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, no lo vayas a decir M: Eso es un proverbio E: Sabio proverbio. Es maravilloso el silencio. Si le hiciésemos caso al proverbio y solo hablásemos para superar su belleza, pasaríamos la vida callados

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M: Seguramente, aunque a mí hay algunos sonidos que me gustan bastante más que el silencio E: ¿Cómo cuáles? M: El murmullo del agua... El llanto de un bebé al nacer... Tu risa (Esther sonrió y Maca dejó un beso en su cuello arrancándole así un suspiro) Tus suspiros E: Te quiero (La miró con absoluta devoción mientras se lo decía) M: ¿Ves? Eso es más bello que el silencio E: Vámonos a la cama (Se acercó hasta su cuello y comenzó a besarla) M: Eso, tampoco suena mal Se levantaron juntas para poder seguir envueltas en la manta y mientras andaban hacia el interior, esta vez era Maca quien se entretenía en el cuello de Esther A la mañana siguiente, nada más despertar, Esther se asomó por la ventana para contemplar el blanco manto que cubría el precioso paisaje que así, aún lo era más. Después de encender de nuevo el fuego, desayunaron frente a la chimenea, y abrigadas hasta los topes salieron a dar una vuelta por los alrededores Paseaban con calma, cogidas de la mano, disfrutando del entorno, y de repente Maca se detuvo para intentar averiguar que era lo que le molestaba dentro de una de sus botas al andar Después de un par de minutos y tras arreglar un pliegue de sus calcetines, único causante de la molestia, levantó la vista y vio a Esther a lo lejos. Al instante reconoció el lugar donde ella se encontraba, un saliente de la montaña desde el cual se observaba un impresionante vacío a sus pies Corrió para llegar rápido a su lado y se detuvo a un par de metros de ella. Esther miraba hacia el vacío sonriendo y Maca se tranquilizó un poco al verla, pues por un instante se le había pasado por la cabeza una idea que hacía días había olvidado E: Mira cariño, esto es precioso (Esther se dio la vuelta y al encontrarse con ella a su lado mirándola todavía con algo de preocupación, se extrañó) ¿Qué te pasa? Estás pálida M: Nada (Miró un momento al vacío y luego a Esther que entendió lo que ocurría) E: Maca, ¿no se te habrá ocurrido pensar que yo...? M: Esther (La cogió de la mano y atrayéndola hacía ella la apartó del borde y la abrazó con todas sus fuerzas E: ¡¡Eeyy!! Estoy bien (Sintió como Maca temblaba entre sus brazos e intentaba tranquilizarla) Mi amor, no pasa nada, estoy bien. Ni se me había pasado por la cabeza Siguió abrazada a ella acariciando su pelo, dejando dulces besos en su hombro, hasta que se tranquilizó y luego se separó lo justo para mirarla E: Cariño, no pasa nada M: Esther. Prométeme que no volverás a intentarlo (La miraba suplicante con sus ojos llenos de un brillo que anunciaba las inminentes lágrimas) E: Claro que no mi amor M: ¿Estás segura?

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E: Maca. No tienes ni idea de cuanto me arrepiento de lo que hice (Le cogió la cara con ambas manos y le dio un beso para luego volverla a mirar) Cariño, ya pasó, estoy bien, y tú estás conmigo, yo nunca te haría algo así M: Mi niña. Te quiero tanto. Si te pasara algo yo... E: No me va a pasar nada, así que olvídalo. Confía un poco en mí Se abrazaron de nuevo y permanecieron así varios minutos hasta que Maca parecía estar completamente calmada. Luego Esther la cogió de la mano y la guió de nuevo hasta el borde del saliente E: Fíjate que maravilla. Es increíblemente precioso La nevada en el valle había sido tal que los árboles lucían completamente blancos, y los rayos del sol que ahora reinaban placidamente en el cielo, reflejaban en las pequeñas gotas que se iban derritiendo creando destellos deslumbrantes M: Lo increíble es tenerte aquí conmigo E: Pues ve creyéndotelo, porque si me lo permites voy a estar contigo mucho tiempo El domingo por la tarde regresaron a Madrid y después de despedirse frente al portal de Esther, Maca se marchó a su casa con la sonrisa que todos los maravillosos momentos vividos junto a ella esos días le habían pintado en su cara. Se dio una ducha rápida, se bebió un vaso de leche y se fue directa a la cama. Todavía era pronto, apenas las diez, pero la intensidad con que habían vivido el fin de semana la había dejado agotada, y necesitaba urgentemente dormir de tirón el máximo de horas posibles El lunes por la mañana llamó varias veces a Ana pero no daba con ella. Finalmente, al mediodía, lo consiguió, y no tardó en hacerle saber lo que le había costado M: ¿Dónde te metes bonita? Empezaba a pensar que te había tragado la tierra Ana: Me he quedado sin batería. Anda que, vaya saludo M: Perdona, es que no sé las veces que te he llamado. ¿Cómo estás? Ana: Un poco ajetreada. Quiero aprovechar los días aquí y no me dan para todo lo que quiero hacer M: Pero un hueco para mí si tendrás, ¿verdad? Ana: Ahora voy saliendo hacia la facultad, pero si me recoges allí sobre las seis, me encantaría pasar el resto de la tarde contigo M: Vale. Esto, Ana. ¿Qué te parece que venga Esther? Ana: Me parece perfecto, tengo muchas ganas de verla. ¿Todo bien? M: Todo divino Ana Ana: Me alegro M: Venga. Te veo luego Ana: Ciao guapa Después de hablar con Ana llamó a Esther para decirle que había quedado con ella y pareció muy entusiasma con la idea de verla después de tanto tiempo

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A las cinco y media Maca detenía el coche frente al portal de Esther y esperó unos minutos a que ella bajara. Cuando le dijo que iban a por Ana a la facultad, su cara fue un verdadero poema E: ¡¿Vamos a la facultad?! No tienes idea el tiempo que hace que no voy M: Pues imagínate yo E: ¿Todavía quedan profesores de los que había cuando tú dabas clases? M: No tengo ni idea, no se me ha ocurrido preguntarle a Ana E: Va a ser raro pasear por la facultad contigo (En ese momento Maca se dio cuenta de lo que estaba pensando Esther) M: Es verdad. Tú y yo no solíamos ir juntas por la facultad E: Claro. Teníamos que disimular Cuando llegaron, Maca bajó del coche rápidamente y decidida fue junto a Esther para cogerla de la mano. Entrelazaron sus dedos y apretando con fuerza, como sacando fuerzas para hacer algo prohibido, algo que en realidad lo fue para ellas en su momento, empezaron a andar sonrientes Al andar por los pasillos cogidas de la mano, un ligero hormigueo recorría sus estómagos, se sentían como un niño pequeño cuando hace una travesura, y de vez en cuando se miraban con complicidad sabiendo lo que aquella pequeña tontería estaba significando para ellas De repente y sin haberlo previsto, se encontraron frente a la puerta del que fue el despacho de Maca, y mirando hacia los lados para comprobar que nadie las veía, ella misma intentó abrir la puerta y al comprobar que no estaba cerrada con llave entró tirando de Esther E: Estás loca M: ¿Te acuerdas? E: Claro que me acuerdo. ¿Cómo iba a olvidarlo? Se quedaron de pie observando las cosas que había a su alrededor y Maca se dio la vuelta hacia Esther para rodearla por la cintura y comenzar a besarle el cuello E: Maca (Ella parecía no escucharla) Maca. Nos van a pillar M: ¿Y? (La miró un segundo y regresó a su cuello) E: Pues... que nos van a echar M: Que nos echen E: Cariño M: ¿Qué pasa Esther? (La miró algo seria) Te encantaban estos jueguecitos E: Por aquel entonces, o hacíamos estas tonterías o casi no podíamos vernos, pero ahora tenemos todo el tiempo del mundo para nosotras M: No me negarás que es excitante E: Y entonces también lo era, pero ahora no necesito esconderme de nadie Salieron del despacho y andaban decididas hasta que se cruzaron con un hombre de mediana edad que por su aspecto debía de ser algún profesor, entonces Esther se detuvo consiguiendo así que ella también lo hiciera y acercándose la besó. El hombre las miró un instante y luego siguió su camino

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M: ¿Y eso? E: Que se entere todo el mundo que la profesora más guapa que han tenido en esta facultad es mi novia M: Jajajaja. Pero si ya no me conoce nadie. Venga. Vamos a buscar a Ana Fueron pasando los días y la relación entre ellas se iba afianzando cada vez más. Habían vuelto a su antigua costumbre de pasar los fines de semana juntas, pero además, debido a la baja de Esther, esta tenía mucho tiempo libre, y eso le permitía pasar alguna tarde con ella e incluso se permitía ir a verla al hospital Cada vez se sentía mejor, más animada, y empezaba a echar mucho de menos su trabajo. Intentaba buscar cosas que hacer en su tiempo libre, pero cada vez se aburría más, hasta que finalmente el doctor De la Fuente le dio la noticia de que le iba a dar el alta Llamó a Maca para invitarla a cenar en su casa, pero no le explicó que esa cena sería una celebración, simplemente quedó con ella a las ocho y se pasó toda la tarde en la cocina esmerándose al máximo en preparar sus mejores platos Al escuchar el timbre se quitó el delantal y tras cerrar la puerta de la cocina se apresuró a abrirle y esperó en el rellano a que ella llegara. Al verla salir del ascensor se acercó a darle un beso y luego se quedaron mirándose cogidas de la mano M: ¿A que se debe esa sonrisita que tienes hoy? E: Tengo buenas noticias M: ¿A sí? ¿Cuáles? E: El lunes me reincorporo al trabajo M: ¡Pero eso es fantástico! (La abrazó muy fuerte y le dio varios besos presa de la euforia) Cuanto me alegro cariño. Es una noticia estupenda E: Y para celebrarlo (La cogió de la mano y entrando finalmente en la casa fueron hasta el salón) Tengo una cenita algo especial M: ¿A sí? E: Sí. Tú ponte cómoda. Vuelvo en un momento Mientras Maca permanecía expectante en el sofá, Esther iba trayendo las cosas de la cocina, y cuando lo tuvo todo listo y dispuesto sobre la mesa, cogió dos copas y las llenó de lo que parecía vino blanco, pero Maca no tardó en reaccionar M: ¡Esther! ¿Qué haces? No puedes beber alcohol (Intentó quitarle la botella de la mano pero ella se resistía) E: Maca, por favor, ya va siendo hora de que confíes un poquito en mí. ¿No te parece? M: Cariño, no es que no confíe en ti, es que no puedes beber alcohol (De nuevo intentaba coger la botella pero las palabras de Esther consiguieron detenerla) E: Es zumo. ¿Vale? Solo es zumo de uva. No quería brindar con agua Sus ojos comenzaron a temblar. No quería enfadarse con ella, el color del zumo y las copas daban a entender que era vino, pero la reacción de Maca la había disgustado un poco

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M: Lo siento cariño, lo siento E: Maca, llevó ya un mes esforzándome al máximo, y en todo este tiempo creo que no te he dado motivos para que desconfíes de mí M: Perdóname Esther. Tienes razón. Lo siento de verdad E: ¿No te das cuenta que yo soy la primera que quiere que todo esto salga bien? M: Lo sé cariño, lo sé. No te enfades conmigo E: Si no me enfado, pero la próxima vez intenta confiar un poco en mí antes de dar por hecho que voy a hacer algo M: Está bien. Lo haré. Te lo prometo E: Y ahora (Siguió llenando las copas y después de dejar la botella sobre la mesa le tendió una a Maca) Vamos a lo que íbamos (La miró primero algo seria y poco a poco fue dibujando una sonrisa que consiguió sacarle otra a Maca) Por mi regreso a la pediatría M: Por tu regreso a la pediatría Hicieron chocar levemente sus copas y después de beber un pequeño sorbo, Maca degustó el zumo y miró a Esther sonriendo más aún E: ¿Ves como es zumo? M: Lo siento cariño, de verdad E: Vamos a olvidarnos de esto que la cena se enfría M: ¿Qué es? (Miraba la bandeja con la cena sin adivinar de que se trataba) E: Pastel de verdura M: Mmmmmm. Huele divinamente Se sentaron y no tardaron mucho en olvidar el pequeño malentendido, y entre sonrisas disfrutaron de la que resultó ser una muy agradable cena Al llegar el lunes Esther estaba muy nerviosa, Maca se había quedado a pasar la noche con ella para intentar tranquilizarla, pero esa era una ardua tarea. Mientras desayunaban no dejaba de mover las piernas y sonreía de vez en cuando M: Todo va a ir bien cariño E: Me gustaría tanto tenerte allí M: Cuando salgas te vienes a buscarme E: Pero tú no terminas hasta las cinco M: Intentaré escaparme antes E: Espero no tener ningún caso muy complicado hoy M: Si tienes algún problema me llamas. Recuerda que yo también entiendo de pediatría E: ¿Echas de menos la tranquilidad de tu consulta privada? M: Bueno, mi trabajo de ahora tampoco es tan diferente, solo cuando tengo guardia, pero tampoco son muy movidas E: Podrías venirte un día al central y te presentaría a algunos compañeros M: Vale. Cuando quieras Aunque Maca se ofreció a llevarla, ella se negó rotundamente, quería dar ese paso sola, sabiendo que tenía su apoyo incondicional, pero sola, con decisión, y al ver las puertas de urgencias frente a ella, un ligero temblor en sus piernas hizo que se replanteara su

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decisión durante un momento, pero tenía que ser fuerte, se lo debía a Maca, a su familia, y lo más importante, se lo debía a ella misma Al dirigirse al mostrador de la entrada se encontró con Teresa, esa mujer que durante sus años de residencia en el central se había ido ganando su confianza y su cariño poco a poco, y que en muchos momentos había sido como una madre para ella. En el tiempo que Esther había estado de baja, había ido a visitarla varias veces, como algunos de sus compañeros, pero aún así se alegró mucho al verla T: ¡Esther! (Salió de detrás del mostrador para achucharla un poco mientras le regalaba algunos besos cariñosos) E: Hola Teresa (Le sonreía agradeciéndole ese recibimiento) T: Que alegría cuando me dijo Cruz que ya te daban el alta E: Ya tenía ganas T: ¿Estás bien? Quiero decir. ¿Ya estás recuperada, animada? E: Estoy muy bien Teresa, no te preocupes T: Si necesitas algo, sabes donde estoy E: Gracias Teresa. Eres un encanto Le guiñó un ojo y se dirigió a los vestuarios para cambiarse de ropa. Por el camino recibió varios saludos, algunos más emotivos, otros no tanto, pero en general veía que la gente se alegraba de verla de vuelta Cuando se disponía a abrir su taquilla, alguien entró quedando a su espalda, y al darse la vuelta para ver de quien se trataba se encontró con Eva Eva: Por fin te tenemos aquí (La dio un beso acompañado de un tierno abrazo) Ya era hora bonita, te has escaqueado tanto como has podido E: Hola Eva. Como os he echado de menos Eva: Cuéntame. ¿Todo bien? E: Todo perfectamente Eva: ¿Seguro? E: Que sí. Tranquila Eva: ¿Tienes tiempo para un café? Ni siquiera le dio tiempo a responder. En ese instante entró Diego para avisarla de que tenían que salir y despidiéndose de ella rápidamente la dejaron sola Cuando iba a empezar la ronda se encontró con Cruz, la cual se ofreció a acompañarla durante un rato, y mientras iban andando hablaban del estado de Esther E: Me gusta mucho el doctor De la Fuente. Creo que me está ayudando mucho C: Se te ve muy bien, pero si en algún momento necesitas un descanso o lo que sea, no dudes en decírmelo E: Estoy bien Cruz. Pero gracias de todos modos C: Si necesitas ahora al principio algún arreglo con tus horarios E: ¿Cómo con mis horarios? (Esther se detuvo y ella se dio la vuelta para mirarla fijamente) Creo que no te entiendo C: Me refiero a que, puedo ponerte menos guardias de las normales, hasta que te sientas bien del todo. O si por ejemplo no te apetece hacer alguna guardia nocturna

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E: Cruz, te agradezco mucho que te preocupes por mí, pero haré las guardias que me correspondan, como todos (Se puso algo seria, incluso parecía enfadada) C: No te lo tomes así. Yo solo lo decía porque... E: Estoy perfectamente (Ni siquiera la dejó terminar de hablar) Puedo hacer mi trabajo sin problemas y voy a hacerlo, así que si me disculpas Se fue hacia la rotonda dejando a Cruz algo preocupada. No sabía si se había excedido un poco con su actitud, pero estaba preocupada por Esther y ella solo había intentado ayudarla La mañana iba pasando bastante rápido. Tuvo tiempo de tomarse un café con Eva al regresar esta de su salida, y aunque en las primeras horas la saludaba todo el mundo, la cosa se iba calmando y ya la dejaban más tranquila Cerca de la hora de comer se encontraba en el gabinete terminando de rellenar unos informes cuando entró Vilches, el marido de Cruz y director de urgencias V: ¿Qué tal el primer día? E: Bien. Estoy un poco cansada, supongo que la falta de costumbre, pero bien V: ¿A que hora terminas? E: A las tres V: Pues (Miró su reloj y luego se dirigió de nuevo a ella) Para lo que queda, si quieres te puedes ir ya, debe de haber sido un día duro E: Vilches. ¿Te puedo preguntar una cosa? V: Claro, lo que quieras E: ¿Por qué me tratáis como una inútil? V: ¿De que estás hablando? E: Pues de eso. Lleváis todo el día facilitándome las cosas, preguntándome si estoy bien. Ya vale, ¿no? V: Esther, yo solo te he dicho que ya puedes irte. Apenas faltan diez minutos para las tres, no creo que te esté tratando como a una inútil porque te libre de diez minutos Se quedó pensando unos segundos. Se había pasado con Vilches y lo sabía, pero las atenciones de sus compañeros durante toda la mañana la habían llevado al estado en el que se encontraba. Cualquier palabra amable, cualquier gesto, lo interpretaba ya de la misma manera, y empezaba a estar harta de tantas atenciones E: Perdona Vilches. Es que estoy un poco irascible V: Ya te veo, ya. Anda, en serio, vete a casa y descansa que lo necesitas E: Gracias, y no me hagas mucho caso V: Venga. Nos vemos Había sido una mañana extraña. Con los niños muy bien, le seguían encantando, se llevaban igual de bien que siempre, y no había tenido ningún problema, pero ese trato de sus compañeros... Tenía claro que lo hacían con buena intención, quería pensar que todas esas atenciones se debían al cariño que sentían hacia ella, pero empezaba a cansarse. ¿Cuánto tiempo tenían que estar recordándole lo que hizo? ¿Por qué no podían tratarla igual que siempre?

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Con esos pensamientos llegó a la paz y parada frente a la entrada sacó su móvil y comenzó a escribir un mensaje Maca salía de una operación bastante complicada, en toda la mañana casi no había tenido tiempo de pensar en ella, pero al terminar, su primer pensamiento fue para su niña. Se preguntaba que tal habría pasado la mañana y sin poder esperar a oírselo contar en persona, fue directa a por su móvil para llamarla, pero al cogerlo vio un aviso de mensaje, y antes de llamar lo abrió “Hola mi amor, ya he terminado. Te espero en la cafetería de la esquina. TQ. Muxo.” Solo el hecho de saber que el mensaje era de ella ya había conseguido hacerla sonreír, pero todavía era pronto, no esperaba que se diera tanta prisa, tenía todavía unas cuantas cosas por hacer, así que bajó en su busca para tomarse un café rápido con ella y poder seguir luego Al verse a través de la cristalera las dos sonrieron, pero al verla con la bata, Esther supo que no había terminado. Se saludaron con un beso y después de pedir un café, se sentó a su lado M: ¿Qué tal? ¿Cómo ha ido todo? E: Bien. Todo bien. Estaban todos muy contentos de verme, y yo de verles a ellos, claro No quería preocupar a Maca con sus neuras, sabía que sus compañeros lo hacían con buena intención, así que intentó olvidarlo todo y se centró solo en ella. Tomaron un café rápido y luego subieron las dos juntas Mientras Maca terminaba, Esther permanecía sentada a su lado mirando algunos historiales que había sobre la mesa, y se centró en uno que llamó su atención E: ¿Tienes un paciente con la enfermedad de Batten? M: Sí (Maca se fijó un instante en el historial que sostenía Esther) Tiene ocho años E: Joder. No he visto nunca a ninguno M: Ojalá sigas sin verlo. No te imaginas la impotencia que se siente al ver a un niño con esa enfermedad y saber que no puedes hacer mucho por él E: ¿A que edad se la diagnosticaron? M: A los seis años E: Pobre Esther se puso algo seria y Maca sabía perfectamente que no era solo por el caso de ese niño, así que acercó su silla a la de ella para darle un dulce beso y luego intentó averiguar que le pasaba M: Cariño, ¿qué ocurre? E: Nada M: Venga. Cuéntamelo E: Es que, pienso en ese niño y... ¿Cuanto puede vivir? ¿Hasta los veinte o veinticinco años? M: Sí. Más o menos

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E: Ya ves. Y otros que tenemos toda la vida por delante, intentamos acabar con ella M: Mi amor. ¿A que viene eso ahora? (Al verla algo angustiada se acercó aún más a ella) E: ¿Con que derecho hice lo que hice? M: Esther, no le des más vueltas, ya pasó E: Hay tanta gente que me quiere (A sus ojos empezaban a asomar lágrimas y entonces Maca la abrazó) Fui muy egoísta, no pensé en todos ellos M: Cariño, no tiene sentido que te mortifiques más con todo esto, de verdad (Cogiéndola de los hombros la separó un poco de ella para mirarla y luego le sonrió levemente mientras le limpiaba las lágrimas) Ahora estás bien y nos has demostrado que estás arrepentida, que no se te va a volver a pasar por la cabeza otra idea tonta como aquella E: ¿Tú crees? ¿Crees que no se me ocurrirá otra vez? Clavó la mirada en sus ojos y le parecieron tan puros y claros como agua cristalina, por un momento le pareció ver su alma a través de ellos, sintió que las palabras que Esther le decía salían desde lo más profundo de su ser, y en ese instante supo cuanta sinceridad había en estas, cuan arrepentida estaba de lo que había hecho, y cuanto necesitaba que la creyera y confiara en ella M: No solo lo creo si no que estoy convencida de ello. Todos cometemos errores, pero tú has tenido la oportunidad de enmendarlo, y ahora sé que solo fue una locura momentánea E: Gracias M: ¿Por qué? E: Por estar a mi lado, por creer en mí, por quererme, por ser tan maravillosa M: Gracias a ti mi amor por devolver el significado a mi vida Las palabras que Maca le dijo aquel día fueron el pequeño empujón que le faltaba a Esther para seguir adelante. A partir de aquel instante nada le parecía imposible, todo volvía a ser maravilloso, y con ella a su lado, incluso inmejorable, bueno, faltaba un pequeño detalle que todavía podría mejorarlo más, pero sabía que en poco tiempo eso se arreglaría Los días pasaban y de nuevo se sentía a gusto en el hospital. Sus compañeros la trataban como siempre, su trabajo era acertado, y todo influía para que esa alegría que siempre la había caracterizado volviera poco a poco a formar parte de ella Habían empezado a reformar la casa de la sierra, Maca quería tenerla lista antes del verano para así poder disfrutar de ella durante esa estación tan calurosa, y en un par de ocasiones habían pasado el fin de semana allí para ver como iban las cosas Y como suele suceder muy a menudo, el tiempo pasó rápido y la Semana Santa llegó sin apenas darse cuenta. Esther recordaba perfectamente las palabras que ella le había dicho un par de meses atrás, pero estaba tan nerviosa pensando en la posibilidad de conocer a su familia, que prefirió no decir nada y esperar que se le olvidara la idea de llevarla a Jerez

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Pero no hubo suerte. Muy lejos de sus deseos, Maca recordaba claramente la proposición que le hizo de viajar con ella, y apenas unos días antes, mientras cenaban en su casa con Niki y de boca de esta misma, salió el tema que tanto había estado evitando, lo que le valió a la neuróloga una mirada asesina por parte de Esther Niki: ¿Os vais a algún sitio estos días? M: Pues... (Miró a Esther intentando adivinar en su gesto si se acordaba) Si, algo teníamos planeado (Y levantando las cejas le dejó claro que ella por supuesto no lo había olvidado) Niki: ¿Y se puede saber a donde vais? ¿O es un secreto? (Niki observaba las miradas que cruzaban entre ellas sin saber que estaba pasando) M: No es ningún secreto, ¿verdad Esther? (Sabía que le asustaba ese viaje, que los nervios se estaban adueñando de ella, pero quería que fuera ella misma quien lo dijera) E: Nos vamos a Jerez (Finalmente lo soltó logrando con esto que Maca sonriera) Niki: ¡¿Os vais a Jerez?! E: Sí. Maca quiere que conozca a su familia M:- ¿Y vosotras que vais a hacer? Niki: ¿Nosotras? (La sonrisa de Niki denotaba lo entusiasma que estaba con lo que pensaban hacer) Nos vamos a Roma M: Tía, que nivel Niki: Son nuestras primeras vacaciones juntas. Nos apetecía un viajecito de ese tipo Siguieron comentando sus planes y después de tomar el café tranquilamente, Niki se fue a la cama y las dejó solas en el sofá del salón M: Esther. Estaba pensando que si te apetece que nos vayamos de viaje ya podríamos ir a Jerez en verano que tendremos más tiempo E: Cariño, no te negaré que conocer a tu familia me tiene un poco de los nervios, pero sé las ganas que tienes de verles, y cuanto deseas que vaya contigo, así que no se hable más M: Pero... (Se quedó pensativa unos instantes) Es que... E: ¿Qué pasa? M: Es verdad que me apetece mucho ir a Jerez, pero también me gustaría poder estar contigo unos días E: Pero a mí me tienes aquí, nos podemos ver siempre que nos apetezca M: Lo sé, pero no me parece suficiente E: Maca (La miró esperando que se explicara mejor, aunque sabía perfectamente a que se estaba refiriendo) M: Cariño, quiero tenerte a mi lado todos los días. Despertarme contigo, dormirme contigo E: ¿Me estás pidiendo que me venga a vivir con vosotras? M: Con nosotras no. Conmigo E: Bueno, sí, contigo, pero Niki también vive aquí M: Por poco tiempo E: ¿Se va? M: Estuvo buscando piso y no tuvo mucho éxito, así que se le ocurrió algo que se me olvidó comentarte E: ¿Y que es? M: Decidió esperar a que tú te vinieras aquí para quedarse ella entonces con tu piso E: ¡¿Qué?! ¿Así? ¿Sin consultarme?

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M: Si no quieres puede buscar otra cosa, pero entonces las dos pensamos que era buena idea. ¿No te parece? E: No está mal pensado, pero para eso yo tengo que venirme aquí, y no sé si quiero (Intentó mantenerse seria, pero una sonrisa se fue dibujando poco a poco en su cara delatándola) M: ¿Por qué te gusta tanto hacerme rabiar? (Se acercó a ella y le mordió ligeramente el labio inferior) E: Porque te pones muy guapa M: ¿Entonces? ¿Sí? E: Sí (Asintió repetidas veces) Claro que sí M: Mi niña (Se abrazaron unos instantes) Mañana mismo empezamos a traer tus cosas E: Tranquila, que no voy a cambiar de idea M: Por si acaso Cuando Maca detuvo el coche ante la verja que daba paso a la casa de sus padres, Esther temblaba como un flan. Después de que alguien comprobara a través del video portero de quien se trataba, la puerta se abría automáticamente dejando el paso libre, y tras pocos metros se encontraban en la entrada principal Nada más bajar del coche, vieron como la puerta de la casa se abría y la madre de Maca se acercaba rápidamente a abrazar a su hija. Esther esperaba observando la escena y pasados unos segundos se acercó a ellas M: Mamá, ella es Esther (La cogió de la mano apretándola un poco más de lo normal para transmitirle la tranquilidad que estaba necesitando) Rosario: Hola Esther. Encantada de conocerte E: Lo mismo digo señora (Se dieron dos besos a modo de saludo) Rosario: ¡Uy! Señora. Puedes llamarme Rosario E: Vale. Rosario M: ¿Y papá? Rosario: En las bodegas. Como no dijiste a que hora ibais a llegar, quedamos en que le avisaría M: ¿Qué tal si le damos una sorpresa y nos presentamos allí? Así le enseño a Esther un poco todo aquello. ¿Te apetece cariño? E: Claro (Esther sonreía encantada) M: ¿Tu que dices mamá? Rosario: Si no estáis muy cansadas, por mi perfecto M: Pues vamos Fueron a las bodegas y después de preguntarle a unos de los trabajadores por el señor Wilson se dirigieron hacia donde este les indicó que le encontrarían. Mientras iban hacia allí, Maca le iba explicando a Esther algunas cosas curiosas. Se detuvieron un momento ante los grandes depósitos y entonces le vieron llegar Pedro: ¡Maca! Hija (La abrazó y le dio dos besos) M: Hola papá Pedro: Ya habéis llegado. Que alegría verte. Y tú debes de ser Esther E: La misma (Fue a darle la mano pero él la abrazó)

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Pedro: Que maravilla teneros aquí. Francisco creo que anda por ahí. ¿Por qué no vais a buscarle? M: ¿Dónde está? (Maca se llevó una gran alegría al pensar en ver a su hermano) Pedro: Fuera, con los camiones M: Vamos Esther Con una enorme sonrisa dibujada en su cara se encaminaron hacia el muelle de carga y cuando Maca vio a su hermano de espaldas se soltó de la mano de Esther y acercándose a él le cubrió los ojos con ambas manos para impedirle la visión Francisco: Mmmmm (Él acariciaba sus manos intentando adivinar quien era) Manos de mujer... suaves... huelen bien... y no eres Silvia porque no llevas mi anillo... ¡Maca! (Se dio la vuelta y tras mirarla apenas un instante la abrazó) Hola hermanita M: Hola guapo. ¿Cómo va todo? Francisco: Bien. Aquí trabajando un poco M: ¿No te ha dado papá vacaciones? Francisco: Sí. Se supone que estoy de vacaciones, pero estos camiones tenían que salir hoy sin falta, y bueno, papá insistió en que él se ocupaba, pero ya me conoces, me gusta tenerlo todo controlado (En ese momento miró a Esther que permanecía en un segundo plano) Bueno, parece que al fin voy a conocer a tu novia M: Esther, cariño (La cogió de la mano para que se acercara a ellos) Él es Francisco E: Hola. Encantada (Se dieron los dos besos de rigor y rodeándolas a cada una por un hombro empezaron a andar) Francisco: No te imaginas Esther las ganas que tenía de verte. Aquí, mi hermanita, me ha hablado tanto de ti que tenía la sensación de que ya te conocía M: Soy muy pesadita cuando quiero. ¿Y mi sobrino? Francisco: Pues a pasar la tarde con los padres de Silvia, pero sabe que venías, así que vendrá directamente aquí. ¿Os vais a quedar toda la semana? M: En principio sí, aunque mamá me comentó que se van a ir unos días Francisco: Mejor, toda la casa para vosotras Llegaron hasta donde estaban sus padres y todos juntos regresaron a la casa La familia de Maca no podía haber recibido mejor a Esther, la hicieron sentir como en su casa y no tardó mucho en coger un poco de confianza y hablar con ellos y comportarse con absoluta tranquilidad. Los primeros días le estuvo enseñando los alrededores, fueron un día de compras con Rosario, y el miércoles esta y su marido se fueron unos días dejándolas solas en la casa Como siempre que los señores salían, el servicio tenía los días libres, y aunque la madre de Maca le sugirió de pedirle a Carmen, la cocinera, que se quedara, ella se negó, no quería estropear los planes de nadie, y después de insistirle bastante, logró convencerla El jueves por la mañana, cuando Esther despertó, se encontró sola en la cama. Miró por la habitación, pero no halló ni rastro de Maca, entonces se levantó y al salir al pasillo la llamó esperando una respuesta E: ¡Maca! ¡Cariño! (Espero unos segundos y al no recibir respuesta levantó un poco la voz) ¡MACA! M: ¡Estoy aquí arriba!

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El sonido sordo de su voz parecía provenir de una pequeña escalera de caracol que había al final del pasillo, se dirigió hacia allí y siguiéndola la llevó a un desván donde muebles viejos, juguetes y cajas, se amontonaban por todos lados. Al fondo, sentada en un viejo sofá, se encontraba Maca, le sonrió al verla acercarse y dio unas palmaditas a su lado para invitarla a sentarse con ella M: Buenos días cariño E: Buenas días (Le dio un beso y luego observó unas pequeñas botas que ella sostenía en su mano) ¿Y eso? M: Mis primeras botas de montar E: Pero son mus pequeñas M: Solo tenía cuatro años E: ¡¿Empezaste a montar a los cuatro años?! M: No, creo que empecé antes, pero mis primeras botas las tuve a los cuatro años, no las hacían más pequeñas (Dejó las botas y sacó una copa con un caballo grabado) Mira esto. Mi primer trofeo E: ¿Tú primer trofeo y lo tienen en el desván? Si un hijo mío ganara un trofeo, lo pondría bien visible en el salón de mi casa M: Estuvo durante unos años, pero mis hermanos también tenían sus trofeos, y entre los de hípica, otros de enología, al final el salón parecía una tienda de trofeos E: ¿Podemos llevárnoslo a casa? M: Claro (Le sonrió y luego le dio un beso) Es mío, lo gané yo. Supongo que puedo hacer con él lo que quiera E: Pues este va al salón de nuestra casa (Lo cogió y con la manga del pijama le sacaba brillo) M: Hasta que nuestros hijos nos traigan alguno que le quite el sitio a este Esther la miró primero un poco sorprendida, pero ¿a quien quería engañar? Ella también deseaba tener hijos con Maca, así que le sonrió aprobando así lo que ella había dicho Rebuscando en el baúl de donde había sacado esas cosas, encontró un joyero con la tapa medio suelta, y al sacarlo lo acercó a su pecho mientras apretaba los ojos un instante para retener las lágrimas E: ¿Qué es eso? M: Me lo regalaron cuando hice la primera comunión. Durante años guardaba aquí mis más valiosos tesoros E: ¿Siguen ahí dentro? M: Supongo Lo abrió con calma y al ver el contenido sonrió. Una pequeña concha marina pintada en colores, una pulsera con las cuentas en azul y verde, abundantes cuentas similares a estas esparcidas por todo el joyero de lo que debía ser un collar roto, una foto recortada en la que aparecía ella con apenas seis años montada en su caballo, y un anillo de plata ennegrecido por el paso del tiempo E: ¿Muchos recuerdos?

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M: Sí, muchos ( Cogió el anillo e intentó ponérselo en el dedo meñique, y con un poco de esfuerzo lo consiguió) Me lo regaló un niño que decía que quería ser mi novio. Se llamaba Alberto. ¿Qué habrá sido de él? E: ¿Y lo demás? M: El de la foto es el primer caballo que tuve. Se llamaba achis E: Que nombre más raro para un caballo M: Se lo puse yo. Decía que cuando movía la cabeza parecía que estaba estornudando, y quise ponerle ese nombre. El collar y la pulsera me los regaló mi padre. Hacía juego con un vestido muy bonito que tenía. Lo guardé para arreglarlo, pero ahí se quedó E: ¿Y la concha? M: Siempre que íbamos a la playa yo regresaba a casa con un cubo lleno de conchas. Un día pinte esta y mi madre me dijo que había quedado muy bonita, y la guardé. Ya ves. Solo son pequeñas tonterías E: No son tonterías, al menos a mí no me lo han parecido. Es tu infancia, y me encanta poder conocer un poquito de esta M: Espera un momento. No te muevas. Vuelvo en seguida Bajó las escaleras de manera bastante rápida y en apenas un minuto volvía a aparecer por estas. Se acercó a Esther y acuclillándose delante de ella le mostró un anillo M: ¿Te gusta? (Esther lo cogió y lo observaba detenidamente sin decir nada) No es ninguna maravilla, lo sé, pero tiene mucho valor para mí. Lo compró mi abuelo con la primera caja de brandy que vendió y con este le pidió a mi abuela que se casara con él. Quiero que lo tengas tú (Lo puso en la mano de Esther y la cerró) E: No puedo aceptarlo Maca. Esto es algo que tiene mucho significado para ti M: Por eso quiero que lo tengas (Se miraron un instante y su mirada suplicante llevó a Esther a ponérselo) E: Maca, esto... (Solo pensar lo que eso estaba significando la puso muy nerviosa) M: Tranquila, no hay prisa. Solo quiero saber si algún día darías ese paso conmigo E: Si voy de tu mano, ningún paso me asusta Sonrió con lágrimas de felicidad manando de sus ojos, luego se acercó a ella y la besó tiernamente. La fue recostando en el viejo sofá y poco a poco sus besos se volvieron ansiosos, y entre muebles viejos y trastos rotos se arroparon una vez más con su amor, seguras de que este duraría para siempre

FIN

¿Qué hubiera pasado si Esther aquel día hubiese actuado de otra manera?

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La idea sería la siguiente Ana: Espero que no tengas que lamentar nunca lo que has hecho hoy Después de hablar con Ana, Esther se quedó en la misma posición en la que estaba, de rodillas en el suelo, viendo como esta se alejaba de ella. Espero unos segundos hasta reunir las fuerzas suficientes y regresó al interior del local para darle las gracias a Carlos por su ayuda Todo había salido como ella esperaba, que no como ella deseaba, porque lo que deseaba realmente era correr al lado de Maca y pedirle que no se fuera, que se quedara a su lado, gritarle que la quería más que a nada en este mundo, pero no quería ser egoísta y por eso había hecho lo que ella pensó que debía Vagó por las calles de Madrid sin rumbo fijo durante horas, pero los pasos la llevaron a su casa, su casa, esa que tiempo atrás ella le había pedido que considerara como suya, y llevándose la mano al bolsillo sacó las llaves y acercándose al portal dudó que hacer En el punto en el que estamos Esther no entró en casa de Maca, la dejó marchar, y entonces pienso yo. ¿Qué habría pasado si Esther hubiese decidido finalmente hablar con Maca? Miraba las llaves sin decidirse y por un momento pensó en lo que le depararía un futuro sin ella, ¿conseguiría algún día ser feliz? ¿Lograría olvidarla? La cosa estaba complicada, la vida sin ella iba a carecer de muchas cosas maravillosas, y sopesando los pros y los contras metió la llave en la cerradura y abrió para entrar antes de seguir pensando Subió sin perder un segundo y una vez en el rellano se detuvo a pensar que iba a decirle. No podía olvidar lo que había pasado hacía tan solo unas horas, lo que estaría pensando ella en esos momentos, y tras encontrar las palabras justas entró y en silencio fue hacia su habitación donde la encontró tumbada en la cama abrazada a la almohada... Maca había llegado a casa hacía unos minutos, ya de madrugada, y como un cuerpo inerte se dejó caer tumbada sobre la cama, pero al abrazarse a la almohada y al sentir todavía su aroma impregnado en esta, aspiró profundamente con los ojos cerrados y deseo que todo hubiese sido una pesadilla, que al abrir los ojos ella estuviera allí, a su lado, pero al abrirlos y verla de pie junto a la puerta, se incorporó rápidamente para quedar sentada, no podía creer lo que veía M: ¿Qué haces aquí? (Esther tenía una sonrisa pintada en su cara que ella no acababa de entender) ¿Se puede saber que te hace tanta gracia? E: No te vayas M: ¡¡¿Qué?!! E: Te quiero (Se acercó a la cama para sentarse a su lado) Te quiero tanto que he estado apunto de cometer la locura más grande de mi vida M: ¿De que estás hablando?

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E: Nada de lo que has visto hoy es verdad (Se puso algo más seria y siguió hablando sin dejar de mirarla) Ha sido todo un montaje, una gran mentira, tú habías tomado la decisión de renunciar sin consultarme, y yo pensé obligarte a regresar a Miami de la primera forma que se me ocurrió M: Espera. No sé si te he entendido bien E: No te enfades con ella, pero Ana me contó tus intenciones. El chico con el que me has visto es Carlos, el novio de Laura. Les pedí que me ayudaran a montar todo esto para que te enfadaras conmigo y te fueras M: ¿Me estás hablando en serio? (Maca intentaba asimilar sus palabras, y aunque le resultaba bastante raro todo aquello, necesitaba creerle, quería creerla) E: Nunca he hablado más en serio en toda mi vida M: ¿Y por que me lo estás contando ahora? E: Ya te lo he dicho. Porque te quiero. Después de ver tu cara ante tal escena, al observar tu reacción, ha sido cuando me he dado cuenta de lo que estaba haciendo, y no puedo, no quiero perderte, no sé como nos las apañaremos, pero tiene que haber otra solución M: La hay. Te aseguro que la hay E: ¿Cuál? M: Es una locura, pero he podido comprobar que estarías dispuesta a hacer una locura por mí E: Lo que tú me digas mi amor con tal de estar contigo M: Cásate conmigo E: ¡¡¿Qué?!! (Esther esperaba cualquier cosa menos aquello) M: Ya sé lo que estás pensando, pero yo también te quiero, y es de la única forma que te van a dar el permiso de residencia E: ¿Quieres que me vaya contigo? M: Si tú no vienes yo no voy, está decidido, ahora más que nunca. Te quiero, te adoro, eres mi única razón de existir, y no quiero estar sin ti más que lo preciso E: Maca (Esther parecía no decidirse y ella intentaba convencerla) M: Puedes estudiar ingles allí, y luego prepararte para el foreign ese. Pensándolo bien, no me parece tanta locura E: Maca M: Y nuestras familias, pensaremos juntas como decírselo E: ¡¡Maca!! M: ¿Qué? E: Déjame hablar (Se miraron fijamente con los ojos empañados por las lágrimas) Sí M: ¿Sí? E: Sí. Quiero casarme contigo. Y por mi familia no te preocupes, ya lo saben M: ¡¡¿Cómo?!! E: Mi madre no es tonta, sabía que algo pasaba hace tiempo, pero últimamente estaba muy pesadita y se lo conté hace unos días. Quiero que me lleves este verano a Jerez contigo, y por eso pensé que ya era hora de ir aclarando ciertas cosas M: Mi niña E: Han sido horribles estos dos días. Solo pensar en que si te ibas no te vería más M: Ya está mi amor, eso no va a pasar, nadie nos va a separar ya E: Bueno, tienes que irte unas semanas M: Sí, pero cuando regrese lo arreglaremos todo y nos casaremos E: Sí

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Maca humedeció sus labios mientras miraba los de ella fijamente, y se excitó solo de pensar en besarlos. Se fue acercando a ella poco a poco, pero la urgencia de Esther le pudo, y atrapándola por la nuca aceleró sus movimientos y descargaron toda la tensión acumulada entre besos y caricias deseadas hasta lo impensable Resumen de lo que hubiese sido la continuación Pues digamos que después de unas vacaciones en las que habrían aprovechado el tiempo al máximo entre preparar la boda, bastante íntima, una pequeña luna de miel y luego pasar unos días en Jerez, Esther se habría ido a Miami con Maca, y bueno, pasteleo y más pasteleo Daños colaterales. ¿Recordáis que Ana no estaba muy bien con su marido y que finalmente terminaron separándose? Pues al ir al día siguiente a ver a Maca, en vez de encontrarla hecha polvo, la encontró radiante y feliz, con Esther a su lado, y en un arranque se fue a hablar con su marido y decidieron darse una segunda oportunidad de la que nació un niño precioso Tercer cambio. Cuando Maca se fue a Miami, interrumpió la conversación que Niki mantenía con Carol, pues bueno, en esta versión, como Maca se quedó un par de días más en Madrid, ellas pudieron hablar tranquilamente y decidieron verse alguna vez, en vacaciones y eso, lo que finalmente terminó con que Carol también se fue a Miami Y bueno, más o menos esto habría sido si se hubiese seguido con el retroceso en el tiempo