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La oligarquía en el Perú A diferencia de lo que ocurrió en la mayoría de países de América Latina, en el Perú, el proces

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La oligarquía en el Perú A diferencia de lo que ocurrió en la mayoría de países de América Latina, en el Perú, el proceso oligárquico se inició tardíamente, y por ello nuestro país tuvo a la oligarquía más duradera del continente, pues debemos recordar que fue el Gobierno de Velasco Alvarado (recién a fines de los sesenta) el que terminó por quebrarle el espinazo a la oligarquía nacional (Pease García). No obstante ello, podemos dividir al proceso oligárquico peruano en tres grandes etapas (Corvetto Salinas): 1) Primera etapa (1890-1930): la oligarquía ejerce hegemónicamente y de manera directa el poder político (a través del Partido Civil) y económico. 2) Segunda etapa (1930-1968): la oligarquía ejerce el poder “desde el balcón”, es decir, conserva su poder económico intacto, pero ejerce el poder político de manera indirecta, por intermedio de caudillos civiles y militares a quienes apoya y financia. Recordemos que el gobierno de Augusto B. Leguía se había encargado de liquidar políticamente al Partido Civil (el partido de los oligarcas). Por eso se dice que la oligarquía en esta segunda etapa se vio obligada a gobernar “desde el balcón”. 3) Tercera etapa (1968-1990): la oligarquía ha sido prácticamente extinguida, sin embargo, muchas familias y grupos que la conformaron, lograron preservar ciertas cuotas de poder económico que años más tarde les permitieron convertirse en actores del proceso político con capacidad de presión y acción. Características de la oligarquía en el Perú Como ya lo señalara anteriormente, la oligarquía peruana fue la última en aparecer en nuestra región. Así, en el caso de nuestro país, la oligarquía surgió a fines del siglo XIX durante el gobierno de Nicolás de Piérola y estuvo formada por un grupo aproximado de 25 familias (la oligarquía estaba compuesta por las familias limeñas que semana a semana socializaban en el “Club Nacional”). Del mismo modo, nuestra oligarquía presentó una marcada influencia europea y tuvo como actor político al Partido Civil (fundado por Manuel Pardo y Lavalle en 1872) y como actores sociales y económicos a los terratenientes, quienes gracias a sus lazos de parentesco y familiaridad, forjados a lo largo de los años, lograron fortalecer endógenamente su poder político. Finalmente, podemos decir que en el caso peruano, la oligarquía presentó tres ámbitos centrales de desarrollo: 1) En Lima, fue el Club Nacional el espacio predilecto de los oligarcas; 2) En la costa norte, la oligarquía estuvo representada por los terratenientes del azúcar y la caña; y 3) En la sierra sur, la oligarquía estuvo conformada por los terratenientes vinculados al negocio de la lana.

EL DESARROLLO Y LAS FORMAS DEL PODER OLIGARQUICO EN EL PERU *

Henri Favre INTRODUCCN

Hablar de la "oligarquía" es ya aventurarse en un terreno peligroso. En el Perú y en otros lugares -pero en el Perú más que en otros, según parece- este término tiene una resonancia emocional, incluso pasional, que le altera su significación primigenia. Es utilizado con fines militantes para denunciar el "poder" y a quienes lo ejercen o gravitan en la sombra más o menos densa que lo rodea. Pretende darle un rostro a ese poder anónimo, sin dejar por eso de querer objetivar el conjunto de violencias políticas, económicas y sociales que se experimentan más vivamente en una sociedad en vía de desarrollo cuanto menos perciben las masas sus causas y funciones reales. Al igual que la "rosca" o las "doscientas familias", la oligarquía constituye el elemento fundamental de un mito o de una ideología latente que explica una situación cuya complejidad desconcierta a quienes implica y que, al hacer injustificable esta situación en el plano de los valores, llama a la acción. Entonces, ¿por qué exponerse deliberadamente al riesgo de ser acusado de tomar partido ideológicamente, por * Ponencia presentada al Coloquio sobre Estructuras Agrarias, Sistemas Políticos y Políticas Agrícolas celebrado en Venecia del 15 al 18 de octubre de 1967. Recurrir al término oligarquía y no a la expresión más neutra de clase dirigente o dominante? La razón es doble. En primer lugar, el grupo dirigente del Perú es tan reducido, los miembros que 10 componen están tan estrechamente ligados por vínculos personales directos, los intereses que representan están tan íntimamente superpuestos, a la vez que enormemente diversificados, que es imposible hablar de clase, aun en el sentido más amplio que la sociología puede darle a este término. Además, el poder de que dispone este grupo es tan grande, tan extenso, que es difícil compararlo al que ejerce una clase en las sociedades industriales. Con esto no queremos decir que en el interior de las sociedades industriales no haya clases dirigentes o dominantes. Pero conviene hacer notar que estas clases constantemente se ven constreñidas a la negociación, a la transacción y, por último, al compromiso por parte de las clases dirigidas y dominadas, que no carecen de medios para vulnerar el poder del que son objeto- que no es precisamente el caso del Perú. Son tres los puntos que ocuparán principalmente nuestra atención: 1. El paso de las aristocracias regionales de terratenientes a una oligarquía nacional; 2. La estructura del poder oligárquico, la base económica sobre la que se basa y la estrategia política por la que se ejerce y perpetúa; 3. Y, por último, la reciente "crisis" del poder oligárquico y su solución en el cuadro de una reforma agraria varias veces ambigua. El acceso del Perú a la independencia produjo una doble crisis cuyas consecuencias han marcado en forma durable al conjunto de la sociedad peruana. El potencial de producción del país queda en gran parte aniquilado por las guerras entre los realistas y los nacionalistas; entre 1820 y 1824, por ejemplo, las instalaciones mineras de Cerro de Pasco fueron destruidas en cuatro ocasiones por los ejércitos enemigos. Además, el mercado español se cierra y los productos peruanos que absorbía difícilmente encuentran nuevas salidas. Por último, la moneda se hace escasa y desaparece. Toda la economía se desmorona y se reestructura a nivel de las grandes propiedades en un cuadro neoseñorial.

A los efectos de la crisis económica, ya latente desde fines del siglo precedente, vienen a agregarse los de la crisis política, aún más brutales. La salida de la sólida administración española después de la batalla de Ayacucho, en 1824, deja al país sin una élite y nadie recoge' el poder. No hay personal calificado capaz de ejercer el gobierno con la plenitud de sus anteriores prerrogativas. Por otra parte, durante todo el régimen colonial, la Corona deliberadamente apartó de la función pública a criollos y mestizos y reservó a los nacidos en la península los cargos administrativos y los honores que le iban anejos Así el Perú se desagrega y sobre sus ruinas se constituyen pequeñas sociedades regionales vagamente confederadas, cuyos límites corresponden a los de las unidades ecológicas tradicionales: la costa, el altiplano, la hoya del Cuzco, el valle de Ayacucho, la depresión del Mantaro, la hoya de Cajamarca, etc. Que cuatro extranjeros procedentes de distintos países de América se apoderaran sucesivamente de la casa de Pizarra 1, o que siete presidentes reivindicaran simultáneamente la herencia de los virreyes 2, importa en realidad muy poco. El poder real es ejercido por las aristocracias de terratenientes que dominan las sociedades regionales y que, cada una en su región, no dejan de extender sus privilegios y de acaparar cada vez más tierras, concentrando en ellas la propiedad. Este movimiento de apropiación privativa de la tierra y de concentración de la propiedad territorial, que proseguirá durante todo el siglo XIX, se vio ampliamente favorecido por una nueva legislación inspirada en el liberalismo europeo. Hasta entonces numerosas propiedades dependían de regímenes jurídicos que las mantenían al margen de los circuitos de cambio y transferencia. Había no solamente los bienes de manos muertas,