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La Arquitectura como experiencia La Experiencia De La Arquitectura como Tema “Entre las cosas hechas por el hombre, las obras de ingeniería, arquitectura y urbanismo son la parte más grande y voluminosa de aquello que experimentamos. Están bajo nuestros pies, nos rodean como los lugares preparados para nuestra actividad. En términos económicos contienen, congelada en su interior, la mayor cantidad de trabajo humano pasado, en forma de calles y autopistas, casa y puentes del plano de lo físico. Contra este telón de fondo trabajamos y nos orientamos hacia nuestros ideales o simplemente vivimos nuestros hábitos. Sin embargo, por ser telón de fondo, tiende a ser asumido como tal y pasar desapercibido. Un niño acepta ese fondo hecho por el hombre como la naturaleza inevitable de las cosas, no se da cuenta de que alguien alguna vez dibujo unas líneas en un pedazo de papel, las que podían haber sido dibujadas de otra manera. Pero, ahora, la gente debe caminar y vivir tal y como dibujaron (en el plano) el ingeniero o el arquitecto.” 1 La presencia de la arquitectura en la vida cotidiana descrita en la cita anterior es fundamental. En el interior del individuo se instala una réplica del mundo con cuya ayuda se ubica, se orienta, recorre territorios y lugares, los reconoce, los nombra, los aprecia o rechaza, en fin, los habita. El soporte existencial ofrecido por la arquitectura pasa desapercibido en la mayoría de las vivencias cotidianas y solo en ciertos momentos adquiere presencia y es conscientemente reconocido. Estas experiencias especiales ocurren cuando lo desconoce o le representa algún temor o cuando, por el contrario le depara sensaciones placenteras o le transmite significados intelectual o emocionalmente excepcionales. La propuesta de Bacon es contundente. La arquitectura está relacionada con la experiencia de la vida. La articulación de sus espacios no es fortuita, por el contrario, se relaciona con la secuencia de experiencias vitales. La experiencia de la arquitectura, como experiencia vital y lo mismo de la poesía y la música, es un problema de relación de partes en totalidades significativas. La vida no es siempre un fenómeno consistente, la mayor parte del tiempo el ser vive sin reflexionar sobre el hecho de vivir. La experiencia vital es, por tanto, una experiencia de la cual solo se toma conciencia en momentos especiales, es entonces posible distinguir dos tipos de experiencia vital es, por tanto, una experiencia de la cual solo se toma conciencia en momentos en momentos especiales. Es entonces posible distinguir dos tipos de experiencia de la arquitectura, una distraída, otra atenta 1

Goodmann, paul and Percival. “Introducción. Telón de fondo y primer plano”. en: communitas. Means of livelibood and ways of life. New York vintage books, random house. 1960, p.3.

o consistente. La primera es habitual y no exige especial disposición del sujeto para vivirla. En la segunda, por el contrario, se alertan los sentidos y se dispone la mente para apreciar todo aquello que un lugar le ofrece. La experiencia estética de la arquitectura se encuentra presente en todo momento, pero su significación es distinta. La sensación de placer o displacer existe en la experiencia distraída, hace parte de ella, se incorpora sin sobresalir. Habitar significa disponer de espacios y edificaciones construidas con el propósito explícito de alojar seres humanos. Según Heidegger, habitar es construir. Se habita solo por medio de la construcción cuyo propósito fundamental es el habitar. En este raciocinio de carácter circular se define la esencia íntimamente ligada de la habitación y la construcción de ahí derivan el carácter profundamente existencial de la arquitectura y el carácter arquitectónico de la humanidad en tanto construye su propio habitad en el vasto escenario de la naturaleza y dispone de los conocimientos y capacidades para hacerlo. El cuerpo necesita un lugar para descansar, las pertenencias de la persona pocas o muchas, requieren espacios para localizarse, almacenarse y apoyar la existencia. La conciencia requiere un punto especial de referencia. La vivienda es la expresión más directa y evidente de el sentido de habitar; la ciudad en su equivalente a escala colectiva. Los nombres dados al espacio arquitectónico caracterizan las distintas modalidades y los distintos componentes del sentido de habitar. CASA, por ejemplo, denomina el lugar donde desarrolla la vida doméstica. BARRIO tiene un sentido de vecindario, de vida común. CIUDAD significa al mismo tiempo interacción y separación. La congregación humana invita a lo colectivo y al mismo tiempo urge hacia el aislamiento. Aquello que no es vivienda la apoya, la competencia: la escuela, y el colegio son los lugares dela educación, las oficinas son lugares de la educación, las oficinas son lugares de trabajo, la iglesia es el lugar de culto, el teatro y el estadio existen para la cultura y la recreación. El termino HABITAD, prestado de la ecología, tiene una connotación territorial y se emplea hoy para referirse al mundo poblado por la humanidad. LA ARQUITECTURA: MATERIA Y SENSIBILIDAD Al aproximarse la experiencia de la arquitectura es interesante dar respuesta a dos preguntas. ¿Es la arquitectura un hecho puramente material? ¿Tiene la arquitectura una dimensión sensible? La respuesta más obvia y menos comprometida los dos interrogantes sugiere que debe haber un equilibrio entre lo material y lo sensible en el mundo de la arquitectura. Su materialidad es indiscutible. Cada edificación es un hecho construido, con materiales sólidos, cuya duración asegura una presencia más o menos prolongada. Para muchos la esencia de la arquitectura es la construcción que la hace realidad. Muros, pisos, techumbres, cimientos, todos estos son nombres referidos a

hechos concretos. La sensibilidad de la arquitectura es más difícil de precisar y de expresar. La palabra SENSIBLE puede incluso despertar resistencia por sugerir algo intangible. ¿Cómo aproximarse a su existencia? La arquitectura es un espacio dispuesto para albergar al ser y sus objetos. Es un ordenador del mundo material e interviene en el ordenamiento de la mente en tanto define el sentido de habitar, de

estar en el mundo.

El mundo de las cosas Los objetos, las cosas cumplen una función de apoyo o de extensión de las facultades corporales, de la acción y del reposo del ser humano. El homofaber (el hombre que hace o fabrica), el hacedor de las cosas ha elaborado un mundo objetual que ayuda a multiplicar sus capacidades y a dar un soporte a las acciones. Objetos elementales como el lecho o asiento son útiles y necesarios y responden a necesidades derivadas de posturas básicas del cuerpo humano. La mesa en sus múltiples formas permite disponer de una superficie de apoyo para el alimento, el trabajo, el ornamento o, en el caso del altar, del acto sagrado. En su simplicidad y en su carácter básico, estos tres muebles son evidencian la necesidad y la utilidad de los objetos materiales en la existencia humana. Ellos no surgieron espontáneamente de la nada, fueron resultados de procesos reflexivos y acciones intencionales que culminaron en formación de un objeto perfecto. Herramientas, utensilios, objetos, muebles, recintos, edificaciones, espacios, colectivos, aldeas, ciudades y territorios formaron un continuo de obras materiales que se incorporan en la noción global de habitad. La arquitectura, como un contenedor y un ordenador del mundo, se localiza en la frontera entre el objeto y el territorio. Contener es una propiedad de la materia, ordenar es una propiedad de la mente.

Símbolos y sensibilidad La experiencia sensible de la arquitectura tiene que ver con el mundo interior de la persona, con sus fantasmas y expectativas. No es posible imaginar una experiencia del mundo construido en la que no intervengan los temores, prejuicios, ilusiones y afectos de la persona. No existen parámetros universales. Incluso en medio de la masificación cada persona es un sujeto en el mejor sentido de la palabra. La experiencia estética de la arquitectura se presenta en un amplio rango de situaciones que van desde lo cotidiano hasta lo excepcional. Lo cotidiano, por su misma naturaleza, pasa muchas veces desapercibido y se registra únicamente como sensaciones de agrado o desagrado. Lo excepcional,

también por su naturaleza, despierta los sentidos y atrae la atención. Las sensaciones se convierten en emociones y en reflexiones. Pero es bueno recordar que lo cotidiano y lo excepcional son instancias relativas de la existencia de una persona y que su experiencia no depende enteramente del carácter del edificio o del lugar. Para un habitante de roma es cotidiano recorrer sus calles y pasar frente a sus edificaciones palaciegas y religiosas. Para un visitante eso mismo puede ser una experiencia excepcional.

El espacio, el cuerpo y los sentidos La arquitectura de espacio. Dicho de otra forma, la arquitectura permite que esa dimensión, carente en sí de materialidad, se convierta en algo concreto, perceptible, comprensible. La proyección y la experiencia de una noción de espacio, elemental o compleja. Lo elemental puede entenderse como el más cercano al puro acto de construir. Lo complejo deriva de la presencia de fundamentos matemáticos lógicos o simbólicos que sustentan las formas arquitectónicas y se convierten en algo semejante a las estructuras profundas de su lenguaje a las estructuras profundas de su lenguaje. La arquitectura es espacio, es materia sensibilidad. Las formas de las edificaciones existen para generar especialidades en su interior y en su exterior. Los muros y columnas, los techos y los pisos se modelan de tal forma que creen espacios dotados de carácter. El espacio es el portador de los símbolos culturales, es el generador de los afectos personales del albergue y es también el recinto de los temores y de las alegrías humanas. Más allá de las explicaciones racionales, el espacio arquitectónico es una de las dimensiones esenciales de la existencia humana y, como tal, la representa.